Artajerjes I
Artajerjes I
Artajerjes I
Artabán, confidente y poderoso visir de Jerjes, parece haber dado muerte al rey con la esperanza
de ocupar el trono. Después de eliminar a Jerjes y creyendo que fácilmente podría dominar al
príncipe más joven Artajerjes, cuyo carácter débil conocía muy bien, acusó al príncipe heredero
Darío de haber asesinado a su padre. Artajerjes creyó la acusación y por eso autorizó a Artabán
para que matara a Darío; pero cuando supo por su cuñado Megabises quién era el verdadero
asesino de su padre, mató al poderoso y peligroso cortesano.
Como su padre, Jerjes, el joven gobernante no era un hábil caudillo ni un fuerte general. Si la
corona no hubiese tenido un vigoroso puntal en el abnegado Megabises, seguramente Artajerjes
no habría conservado el trono por mucho tiempo. Vivió mayormente en sus espléndidas ciudades,
hizo que sus generales dirigieran sus guerras, fue dominado por su madre y su esposa, y
generalmente se mostró indeciso respecto al curso de acción que debía seguir. Siendo que era
fácilmente persuadido por consejeros de influencia para hacer el bien o el mal, nunca podía
confiarse en su palabra. Es notable que su imperio se mantuviese tan bien unido durante su
reinado.
No obstante, la situación en la cual se hallaban se volvió más desesperada cuando los atenienses
acudieron en auxilio de Inaro en 460 AC y tomaron la mayor parte de Menfis, lo cual obligó al resto
de la guarnición persa a refugiarse en la ciudadela. Se hicieron preparativos en Persia para una
expedición contra Inaro, pero esto llevó mucho tiempo a causa de otras dificultades menores en
diferentes partes del imperio. Mientras tanto Artajerjes procuraba mantener su amistad con las
naciones de cuya ayuda y buena voluntad dependía una campaña contra el distante Egipto. Entre
esas naciones se contaban los fenicios, y varios pueblos de Siria y Palestina, como los judíos. Las
concesiones hechas a Esdras y a los judíos en 457 AC pueden haberse motivado en esta política de
manifestar amistad a diversas naciones de esa época.
Finalmente Megabises penetró en Egipto en 456 AC y venció a los egipcios y atenienses en Menfis;
los que escaparon del desastre huyeron a la isla de Prosopitis, donde bien pronto su situación se
volvió desesperada, porque Megabises, ayudado por la flota fenicia, tenía completo dominio del
río. Sin embargo, los defensores pudieron retener la isla durante un año y medio, hasta que fue
tomada por asalto en el verano de 454 AC. Inaro escapó a una fortaleza del delta, pero finalmente
se rindió a Megabises después que este último le garantizó la vida. No obstante el delta occidental
permaneció en manos de un reyezuelo egipcio, Amirteo, que había sido uno de los seguidores de
Inaro. Se desconoce lo que hicieron los persas contra él o si lograron recapturar ese sector de
Egipto. Entregaron la porción reconquistada al príncipe Arsam (Arsames), persa acaudalado,
dueño de grandes propiedades en Babilonía y en otros lugares, y gobernante de la tierra del Nilo
durante casi medio siglo. Hay información abundante acerca de su administración en documentos
arameos, babilónicos y griegos.
Inaro, confiado de la palabra de un persa, se había entregado a Megabises, quien lo envió a Persia.
Pocos años después, la madre de Artajerjes persuadió al rey que lo hiciese matar en represalia por
la muerte de Aquemenes. Megabises, que gobernaba la gran satrapía de "Más allá del río", que
abarcaba todos los territorios entre el Eufrates y Egipto, se indigno tanto por esta violación de la
palabra empeñada, que rompió con su cuñado real y se rebeló por el año 450 AC. Dos ejércitos
enviados contra él fueron derrotados por el hábil general, y la situación de Artajerjes se volvió muy
grave.
Fue también durante este tiempo cuando la flota persa sufrió una seria derrota en la batalla naval
contra los atenienses, cerca de Salamina, en Grecia. Cansado de una guerra larga y sin propósito, y
puesto que parecía estar en juego la existencia misma del imperio, Artajerjes firmó la paz con los
griegos en 448 AC. Esta paz de Cimón -como se la llama- liberó a los persas de la interferencia
ateniense en Chipre y Egipto y a las ciudades griegas de la costa del Asia Menor del pago de
tributo. También se llegó a una transacción entre Artajerjes y el poderoso Megabises, pues no
parecía haber perspectivas de eliminarlo por la fuerza. Fue perdonado por la corte y retuvo su
elevado cargo de sátrapa de "Más allá del río". Ya se ha indicado cómo repercutieron estos graves
sucesos en la provincia de Judea, que quedaba en la satrapía de Megabises, tenga que se tratará
con más detalles en la sec. VI de esta monografía.
Poco se sabe de los últimos 20 años del gobierno de Artajerjes, en los cuales el imperio no parece
haber sufrido calamidades de importancia. El rey siempre fue un gobernante débil y déspota cuyas
acciones dependían de su buen o mal estado de ánimo.
Cuando Artajerjes murió hacia fines del año 41 de su reinado, quizá en febrero de 423,
nuevamente prevalecían condiciones caóticas, Jerjes, el hijo mayor, ascendió al trono como Jerjes
II, pero con la ayuda de algunos eunucos, fue muerto después de pocas semanas por Secidiano,
uno de sus medio hermanos. Sin embargo el asesino no pudo mantenerse en el trono y pronto fue
eliminado por otro medio hermano, Oco, quien llegó a ser rey con el nombre de Darío II. Este
Darío, siendo un hombre débil, fue completamente dominado por Parisatis, su esposa y hermana,
mujer de carácter traicionero y cruel. Con el auxilio de algunos eunucos, ella fue quien gobernó el
reino y le acarreó vergüenza por una serie de crímenes ignominiosos.
Esta situación oprobiosa ocasionó un verdadero desprecio por la autoridad real en todo el imperio
y desató una serie de revueltas que surgieron al gobierno en una crisis tras otra. Debe
mencionarse una de esas rebeliones. Fue encabezada por Arsites, hermano del rey, apoyado por el
sátrapa de Siria, Artifioa, hijo de Megabises. Ambos, confiando en la palabra de Parisatis y Darío,
se rindieron finalmente, pero fueron muertos de una manera pérfida y vergonzosa.
Durante sus últimos dos años Darío fue afligido por enfermedades, desasosiego en Egipto, y una
reyerta doméstica por la sucesión al trono en vista de su muerte inminente. Después del fracaso
de la rebelión de Inaro, Egipto había soportado resignadamente su humillante posición. Pero la
obvia y creciente debilidad del gobierno persa y la continua agitación de todo el imperio hicieron
que los nacionalistas egipcios se reanimaran y se levantasen contra sus opresores. La rebelión se
manifestó abiertamente en ocasión de la muerte de Darío y se proclamó rey de Egipto a Amirteo.
El movimiento de liberación comenzó en el delta y avanzó lentamente. Tan sólo a fines del siglo
todo Egipto les fue arrebatado a los persas, como lo sabemos ahora por el papiro arameo de
Brooklyn que se considerará en la sec. VII de esta monografía.
Con la muerte de Darío II en 405 ó 404 AC y la ascensión al trono de su hijo mayor Artajerjes II, la
historia persa inicia un período del cual no existen registros bíblicos. Este período
intertestamentario, como se lo llama, se estudiará en otra monografía del t. V de este comentario.
También los documentos judíos de Egipto que se examinarán en la sec. VII de esta monografía, se
mantienen en silencio durante los primeros años del reinado de Artajerjes. Por lo tanto, este
bosquejo de la historia persa finaliza aquí.