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El Radicalismo Ideología y Acción

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El Radicalismo:

Ideología y
Acción

Historia
Argentina

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El radicalismo ideología y
acción. Yrigoyen y Alvear.
Los conflictos
institucionales. El
nacionalismo oligárquico. El
golpe de Estado de 1930.
Las Fuerzas Armadas. La
experiencia de Uriburu. La
presidencia de Justo.
Política exterior y
Neutralidad 10

Introducción
Las elecciones presidenciales del 16 son recordadas por el triunfo que
otorgaron a la UCR, pero también es importante resaltar la singular
distribución del poder. Mientras que la UCR obtenía la primera
magistratura, la elite tradicional continuaba controlando ambas cámaras
del congreso.
El régimen político era sometido así a un temprano y severo
test. La distribución de las fuerzas políticas amenazaba con
paralizar el aparato gubernamental. Hasta entonces el sistema
había estado dominado por una elite que recurrió a la cooptación
pero sobre todo al fraude para mantenerse en el poder. Dicho
mecanismo estimuló la creación del partido anti sistema (UCR).
En el intento revolucionario de 1890 hizo su aparición a la
escena pública la UCR expresándose a través de la abstención
electoral y la actividad conspirativa.

10
Bibliografía utilizada: Mustapic, Ana María, Conflictos Institucionales Durante el
Primer Gobierno Radical: 1916-1922. Revista Desarrollo Económico Vol. 24 N° 93,
abril, 1984, pp. 86-108. Romero, José Luis, Breve Historia de la Argentina,
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004. Capítulos XII y XIII.
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Este estado de cosas alertaron a la elite dirigente acerca de


la vulnerabilidad de un sistema de poder basado en la exclusión
de importantes segmentos de la sociedad. Éstos conformaban un
amplio estrato medio surgido como consecuencia de los cambios
económicos y sociales. En esas nuevas capas la UCR comenzó a
recoger creciente apoyo.

Volviendo al tema inicial ¿cómo evitar los riesgos del


estancamiento cuando el presidente pertenecía a un partido y los
legisladores a otro? Existían dos respuestas posibles.

Por un lado, la actitud sugerida era la de cooperación. Una relación


armoniosa entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Por otro lado, era
factible buscar el modo de cambiar el equilibrio implícito transformando
uno de los dos poderes en autoridad exclusiva. Ambos caminos fueron
transitados durante la primera presidencia de Yrigoyen. Sólo se cooperó en
temas donde las diferencias no eran decisivas, por ejemplo en cuanto al
modelo de desarrollo económico. La ruptura se dio en el campo político
donde el partido no estaría dispuesto a otorgar legitimidad a sus
adversarios.

El artículo de Mustapic (1984) está dedicado al estudio de las


conflictivas relaciones existentes entre el Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo durante el primer gobierno radical.

La interpelación parlamentaria

Los constituyentes argentinos incorporaron en la


Constitución Nacional de 1853 una práctica cuyo origen se
encontraba en los regímenes parlamentarios. El art. 63 concedía
a los miembros del congreso el derecho de reclamar la presencia
de los ministros del PE para que proporcionaran los informes o
respondieran a pedidos de información solicitados. Si bien dicha
práctica no daba lugar a una moción de censura, abría al
Congreso la posibilidad de criticar al PE e implicaba ejercer
cierto tipo de control.

Entre el 1854 y 1916 las interpelaciones formuladas por la


Cámara de Diputados habían recibido una respuesta por parte
del Poder Ejecutivo altamente satisfactoria. De 181 sólo 20
fracasaron. Pero durante la primera presidencia de Yrigoyen, de
las 36 interpelaciones votadas por la Cámara, 17 quedaron sin
ser atendidas adecuadamente. Esto demuestra el grado de
hostilidad que dominó las relaciones entre el PE y el Congreso.
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La primera interpelación fue suscitada apenas iniciado el gobierno. La


reacción ante la ausencia del presidente en la ceremonia inaugural de las
sesiones del Congreso y el mensaje escueto que en su nombre leyó el
secretario del senado, motivaron la aprobación de la moción que solicitaba
la presencia del ministro del interior para ofrecer las explicaciones del caso.

El ministro del interior en su discurso expuso una interpretación del


derecho de interpelación limitándolo a la actividad legislativa. La cámara
reaccionó con cautela y decidió someter el tema a estudio de la Comisión de
Negocios Constitucionales. Esta última manifestó que la primera
interpelación había tenido origen en un mal entendido, habiéndosela
tomado como una conminación o emplazamiento. Si se estableció que
correspondía a la Cámara y no a los ministros decidir la forma en que
debían ser suministrados los informes.
El día de la apertura del Congreso finalmente contó con un mensaje
por parte de Yrigoyen que fue de un contenido muy duro. La encendida
retórica causó indignación y aparecía como un acto de hostilidad gratuito.
La severa condena a la oposición mal se correspondía con la distribución
real del poder institucional, con la vigencia de mecanismos constitucionales
que hacían de los representantes parlamentarios los socios obligados de la
tarea gubernamental.
Otro conflicto se dio cuando en mayo de 1917 el presidente Yrigoyen
solicitó la aprobación por la Cámara Alta de los nombramientos hechos
para integrar la Comisión Municipal que, provisoriamente, debía hacerse
cargo de la administración de la Capital Federal. El senado no dio los votos
necesarios aduciendo el carácter de militantes partidarios de los
propuestos. Yrigoyen justificaba ello bajo la concepción de que su visión del
bien común debía prevalecer en tanto responsable de la primera
magistratura.
Las elecciones parlamentarios de 1918 modificaron el panorama
político porque la UCR obtenía la mayoría en la Cámara de Diputados. Las
primeras cuatro interpelaciones se sucedieron sin tensiones, las que
reaparecieron en momentos en que el proceso que llevaría a la reforma
universitaria se encontraba en plena ejecución.

Yrigoyen sostenía que las interpelaciones no tienen por


objeto reprochar ni corregir los actos del PE que sólo pueden ser
juzgados con las formalidades del juicio político. El presidente
entendía que se subordinaba a la legislatura si consentía en
facilitarle la información que le era solicitada. Los comentarios
críticos a su gestión no eran aportes útiles sino censuras
inadmisibles que debían a su turno, ser desconocidas.
Esta discusión hizo confrontar dos concepciones
excluyentes acerca de los principios en torno de los cuales debía
organizarse el nuevo régimen político. La Cámara de diputados
se atuvo a la letra del 63 como a los antecedentes históricos.
Ambas fuentes tendían a favorecer una interpretación más
amplia respecto al papel que le cabía al Congreso no sólo como
órgano legislativo sino también como cuerpo de control.
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El Poder Ejecutivo recurrió a una concepción rígida de la división de


poderes, las tres funciones gubernamentales debía recaer sobre otras tantas
instituciones específicas. Por ende, la información que el PE podía darle al
Congreso debía vincularse necesariamente con la actividad legislativa.
Mustapic critica la posición del Poder Ejecutivo argumentando que
protegía sus actos detrás de la impunidad con la que la Constitución
Nacional había formalmente dotado al cargo presidencial. Planteado el
conflicto en su faz institucional entre Poder Ejecutivo y Congreso e
ideológico entre radicalismo y oposición, se dio la posibilidad era la
intervención federal.

La intervención federal

En primer término, el principio federal adoptado por los


constituyentes argentinos, limitó la autonomía de las provincias. El párrafo
inicial del art. 6 dice: “El gobierno interviene en el territorio de las
provincias para garantir la forma republicana de gobierno…”. Nada aclara el
texto cuando se consideraría amenazada la forma republicana ni quien
debería decidir si lo estaba.

A la discrecionalidad se le suma la arbitrariedad. La práctica concedió


a ambos órganos de gobierno la facultad de sancionar la intervención, pero
el Poder ejecutivo estaba mejor ubicado. Nada impedía que decretara una
intervención sin consultar al congreso, bastaba que lo hiciera durante el
receso legislativo. En cambio la iniciativa del Poder Legislativo estaba sujeta
a la opinión del presidente que podía recurrir al veto.

Uno de los principales objetivos fue la búsqueda de aliados


en las provincias. La intervención federal ponía a disposición de
las autoridades nacionales un recurso muy valioso. El
interventor federal podía constituirse en un simple mediador en
conflicto hasta convertirse en gobernador supremo. Colocaba a
las provincias en una relación de subordinación respecto del
poder central. Un presidente como Yrigoyen se sintió
naturalmente inclinado a recurrir a un dispositivo constitucional
que se ajustaba muy bien a su visión política y a sus objetivos
más inmediatos.

Como seguía teniendo minoría en el Senado, esta


herramienta era ideal para obtener su propia mayoría en las
legislaturas locales (19 intervenciones en su gobierno).

Obviamente este fue un tema que avivó las diferencias entre


oposición y gobierno.
Los gobiernos provinciales ilegítimos eran aquellos
controlados por los grupos conservadores. El Poder Ejecutivo no
demoró en atribuirse el papel de guardián del quehacer político
provincial. La intervención federal siempre formó parte del
arsenal político del Poder Ejecutivo y la presidencia de Yrigoyen
no fue una excepción. Donde innovó fue en el uso extensivo y
abusivo que hizo de ellas. Fue un recurso para afirmarse en el
poder. Sin embargo, no puede sostenerse que sirviera para
consolidar al régimen en formación. Obtener el proceso y
mantenerse en él no son procesos sustituibles.
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Conclusión

La ley Sáenz Peña intentó sentar las bases de un nuevo compromiso


institucional, reconociendo los derechos políticos de los ciudadanos y las
minorías. Los cambios introducidos se propusieron dar satisfacción a la
reivindicación en torno de la que el radicalismo había plasmado su
identidad como fuerza política: la libertad del sufragio.

La posición sostenida por Yrigoyen en sus mensajes era tributaria de


una concepción de democracia más próxima al tipo plebiscitaria. De ella
retenemos la Teoría del Mandato invocada y la visión excepcional del rol del
presidente.

La Teoría del Mandato descansa sobre noción de


representación en la que se vincula elecciones con autorización.
Yrigoyen se concebía como ejecutor de un mandato
encomendado por el pueblo. Dada la ausencia de una plataforma
electoral, el mandato se convertía de hecho en una transferencia
de la voluntad del pueblo a favor del Poder Ejecutivo.

¿De dónde se concluye que Yrigoyen había sido autorizado


por el pueblo para actuar según los dictados de su conciencia?
Buscó definirse como la personificación de los valores del
pueblo, su líder por excelencia, el guardián del interés nacional,
el apóstol llamado a cumplir una misión histórica.

El congreso no expresaba un valor democrático, porque éste ya estaba


institucionalmente expresado en el Poder Ejecutivo, en su visión el
consenso mayoritario era el que se recogía en las urnas y no el que se
lograba en el congreso a través de la negociación.

La oposición optó por colocar al Congreso en el centro de su


argumentación política. Valoraba únicamente las decisiones y políticas que
eran tomadas bajo el respeto de la constitución y los mecanismos
institucionales de formación del consenso.
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Referencias en Bibliografía

Cornblit O., Gallo E., Oconell A., „‟ La generación del 80 y su proyecto,


antecedentes y consecuencias‟‟, en Desarrollo Económico N° 1– Vol. 4, Bs.
Aires, 1962

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Di Tella, Torcuato „‟Orígenes históricos del corporativismo argentino y


el rol de la inmigración masiva‟‟ en revista Estudios Migratorios
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Gallo, Ezequiel; “La consolidación del Estado y la reforma política” en


Academia Nacional de Historia, Nueva historia de la nación Argentina,
Vol. 4, La configuración de la república independiente (1810-c1914),
Planeta, Bs. As. , 2000

Mustapic, Ana María, Conflictos Institucionales Durante el Primer


Gobierno Radical: 1916-1922. Revista Desarrollo Económico Vol. 24 N° 93.
1984

Persello, A. V.; “Los gobiernos radicales. Debate institucional y práctica


política” en Falcón R. 1916-1930 Nueva Historia Argentina, T. VI,
Sudamericana, Buenos Aires.

Romero Luis Alberto, Sociedad democrática y política democrática en la


Argentina del siglo XX. Bernal, U. N. Q., 2004. Capítulos 1, 2 y parágrafos 1,
2 , 3 , 4 del cap. 3

Smith. Peter H. Los Radicales Argentinos y la Defensa de los Intereses


Ganaderos, 1916-1930. Desarrollo Económico. Vol. VII Nº 25. 1967.

Fodor, Jorge, O'Conell, Arturo. “La Argentina y la economía atlántica


en la primera mitad del siglo XX”. Desarrollo Económico. V 13. Nº 49,
abril 1973, pp. 3-65.

www.uesiglo21.edu.ar

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