San Juan Resumen Examen Final
San Juan Resumen Examen Final
San Juan Resumen Examen Final
1.1 INTRODUCCIÓN
El género literario del Apocalipsis, muy diverso tanto del evangelio de Juan
como de las cartas, es una primera dificultad. Más aún, tanto el evangelio como incluso
las cartas joánicas han sido muy parcos en utilizar la apocalíptica. En otro sentido, los
datos que apuntan en la dirección de una cierta relación entre el Apocalipsis y los
escritos joánicos son excesivamente débiles para probar una autoría común. El
parentesco entre el Apocalipsis y el evangelio de Juan no parece ir más allá de ciertos
trazos comunes, dentro de una gran diversidad.
Cf. J.-O. TUÑÍ; X. ALEGRE, Escritos joánicos y cartas católicas, Estella, Verbo Divino, 2005, 14-16.
1
2
SAN AGUSTÍN, Concordancia de los Evangelistas, IV, 10, 11; Comentarios al Evangelio de Juan,
XXXVI, 1.
3
Cf. L.H. RIVAS, El Evangelio de Juan. Introducción. Teología. Comentario. Bs. As., San Benito, 2005,
62.
utilizado su material para componer su obra. Las preferencias se han volcado
preferentemente hacia Marcos y Lucas.4
Primera fase
la comunidad joánica se componía de judíos cuya fe en Jesús asimilaba una
cristología relativamente baja.5 El grupo originario y una cristología más baja: Jn 1, 35
nos indica que la comunidad joánica comenzó entre judíos que se acercaron a Jesús y
que le reconocieron sin mucha dificultad como el mesías que esperaban. Los orígenes
joánicos no fueron muy diferentes de los de otras iglesias judías. Debemos admitir
asimismo que algunos de los primeros cristianos joánicos procedieron del movimiento
de Juan el Bautista.
. El discípulo amado habría sido idealizado, pero esto no significa que haya sido
simplemente una imagen puramente ficticia. Posiblemente sea el discípulo innominado
de 1, 35-40. Según Cullmann, no podemos conocer el nombre del discípulo amado,
aunque podemos sospechar que es un antiguo discípulo de Juan el Bautista, compartió
la vida de Jesús durante la última estancia de éste en Jerusalén; era conocido del sumo
sacerdote; su relación con Jesús fue diferente de la de Pedro, el representante de los
doce.
Es en el capítulo 4 donde Juan se aparta de un modo significativo de lo que
nosotros denominamos el ministerio de Jesús en los evangelios sinópticos, porque Jesús
pasa por Samaría y convence a todo un pueblo de samaritanos para que crean que él es
el Salvador del mundo.
Después de este capítulo se describe una cristología realmente alta y un
conflicto agudo con “los judíos” que acusan a Jesús de deificación (5, 16-18).
4
E. K. Lee sostiene que conoció el evangelio de Marcos; G.J. Barrett y E. Osty, que conoció el de Marcos
y el de Lucas; por su parte H. F. D. Sparks sostiene que conoció el evangelio de Mateo. Caso especial es
el de M.-E. Boismard quien sostuvo que Lucas sería el redactor del evangelio de Juan, aunque luego
modificó y matizó esta postura.
5
Supone la aplicación a Jesús de títulos derivados del AT o las expectativas intertestamentarias (por ej.
Mesías, profeta, siervo). Los términos “Señor” e “hijo de Dios” pueden corresponder tanto a la cristología
baja como la alta. El término Dios aplicado a Jesús corresponde sólo a la alta.
Los samaritanos conversos en cap. 4 nunca más son mencionados ni Jesús
vuelve a Samaría.
de hecho, puede hablar como el divino Yo Soy.
. Las dos virtudes más destacadas del Dios de la alianza, su hesed (el amor
gratuito manifestado en la elección divina de un pueblo indigno) y su emeth (la
verdadera fidelidad a su elección) se unen a hora en Jesús “que está lleno de gracia y
verdad” (1, 14.17).
Ciertamente la comunidad joánica ha llegado a ser una nueva religión separada
del judaísmo,
Para Juan la vida eterna es una posibilidad presente (5, 24). Además para Juan el
don de ser hijo de Dios se otorga aquí y ahora (1, 12).
El bautismo es ahora un estado o un paso en el envío del Verbo pre-existente. A
su vez, Juan reinterpretó la crucifixión de manera que Jesús se muestra ya victorioso en
la cruz cuando “es elevado” (12, 31-32). Juan no prescinde de las apariciones del
Resucitado si bien modifica su importancia (20, 29).
La lucha con la sinagoga llevó a los cristianos joánicos a insistir en que la
entrada en el reino no se basaba en descendencia humana, sino en haber sido
engendrados por Dios (3, 3.5) y los que reciben a Jesús son los verdaderos hijos de Dios
(1, 12).
6
Utilizado por Papías e Ireneo en el siglo II
Incapaces de combatir a los secesionistas apelando simplemente a la tradición y
habiendo perdido a sus oponentes, algunos de los adictos al autor aceptaron la necesidad
de unos maestros provistos de autoridad (presbíteros-obispos). También se dio una
gradual asimilación en la gran iglesia y ésta fue aceptando la cristología alta de la
comunidad joánica. A pesar de esto y ante el mal uso del cuarto evangelio por parte de
los gnósticos fue el evangelio más discutido en cuanto a su aceptación como “libro
canónico”.
Por su parte, pareciera que una gran parte de la comunidad joánica terminó
aceptando la teología de los contrarios al autor de las cartas.
LA FILOSOFÍA GRIEGA
El inglés E. Evanson (1792) es considerado el primero en plantear “el problema
joánico” en forma científica.7 Él observó en el texto expresiones propias del
pensamiento griego (la vida eterna, la verdad, el Lógos, etc) y leyó el Evangelio de Juan
desde la perspectiva filosófica helénica, llegando a la conclusión de que éste era obra de
un filósofo platónico del siglo II o III.
Pero el pensamiento griego se había difundido ampliamente después de las
conquistas de Alejandro Magno, con lo que había nacido una forma popular de
platonismo que existía en el judaísmo de la época del Nuevo Testamento.
En cuanto al caso particular del logos, una lectura cuidadosa permite ver que el
concepto utilizado en el prólogo del Cuarto Evangelio es totalmente diferente al de
Heráclito o el de la filosofía estoica.
EL GNOSTICISMO
A partir de la obra de Evanson se generalizó la opinión de que el cuarto Evangelio
no era obra del Apóstol Juan sino de un escritor posterior. Esta afirmación fue retomada
por autores alemanes que le dieron otro rumbo, y se llegó a afirmar que las
particularidades del Evangelio de Juan tenían su raíz en las doctrinas gnósticas de los
siglos II o III.8
Los gnósticos buscaban un conocimiento proveniente de alguna revelación
que los ayudar a liberarse de las miserias y contingencias de esta vida mortal,
y así conseguir la vida verdadera: la vida divina
7
E. Evanson, The Dissonance of the four generally received Evangelist, 1792
8
Por ej. F.-C. BAUR, A. HILGENFELD, H. J. HOLTZMANN , etc.
Afirmaban dos principios creadores, el del bien –creador de todo lo bueno y
espiritual- y el del mal –creador de la materia y lo carnal y mundano.
El hombre está compuesto de una partícula de la divinidad, preexistente, que
ha caído en el mundo y ha quedado encarcelada en el cuerpo.
En el ser humano se encuentra entonces el elemento celestial, el alma, y
también el corporal, la carne, que es lo negativo y pertenece al mundo de las
tinieblas. La situación miserable del hombre se deriva del elemento corporal
que es corruptible.
Tiene la necesidad de una redención, de algo que libere el alma de la materia
que la oprime y esclaviza, para que la chispa divina pueda volver a su lugar
de origen
El redentor debe ser un ser celeste y luminoso, aunque no divino,
intermediario entre la divinidad y los seres materiales, que actúe como un
medio para comunicar la redención del alma.
Estos mediadores obran la redención otorgando un conocimiento (=gnosis)
que le revela al alma cual es su origen.
EL JUDAÍSMO HELENISTA
9
Bultmann lo comparó con el escrito gnóstico precristiano de las Odas de Salomón y afirmó que muchas
particularidad de contenido y forma del evangelio se entienden a partir de las “Odas” y de los escritos de
la corriente gnóstica llamada “mandeísmo”. Los mandeos es una secta gnóstica que persiste aún en Irak e
Irán. Su origen se sostiene que viene de unos círculos judíos bautistas del siglo II a.C., que se encontraban
en una zona del este del Jordán, y aunque tiene elementos del judaísmo y cristianismo, es fuertemente
opositor a ambos. Tomó su forma definitiva entre los siglos VII-VIII d.C por lo que también tiene rasgos
del Islam.
10
En Nag Hammadí se encuentran tres copias de un Apócrifo de Juan.
Algunos investigadores ven el origen del Evangelio de Juan en el judaísmo
helenista, representado principalmente en la comunidad judía de Alejandría (Egipto)
que tuvo una actividad intelectual y una producción literaria inmensa.. La comunidad
judía alejandrina heredó de los griegos la lectura alegórica que éstos aplicaban a los
poemas, las epopeyas, las tragedias, etc. y la utilizaron para leer las Sagradas Escrituras.
Es innegable que se descubren correspondencias entre el Evangelio de Juan y el
mundo judío-helenistíco: en el prólogo a Jesús se lo presenta con el título de Logos y se
le asigna en la creación un papel semejante al que tiene el Logos en los escritos de Filón
de Alejandría; también en el Evangelio de Juan se lee alegóricamente el AT (Jesús es el
verdadero maná, la vid, la roca, el cordero pascual, etc).
De ninguna manera se puede afirmar que el Evangelio dependa de una
interpretación de Filón.
LA LITERATURA “HERMÉTICA”
Se designa con el nombre de Corpus Hermeticum una colección de diecisiete
tratados referidos a un sabio egipcio, elevado a la categoría divina e identificado con el
dios Toth, llamado Hermes por los griegos.
EL JUDAÍSMO PALESTINENSE
Con este nombre se llama a la forma que conservó el judaísmo en el territorio de
Judea.
Hay mayor consenso entre los autores de que el Evangelio de Juan, aunque
aparentemente el más helenizado, es el que conserva más elementos judíos
tradicionales. Es evidente que, entre los evangelistas, Juan es el que tiene menos citas
del AT. Pero sin mencionarlo, constantemente trabaja con sus imágenes y conceptos.
Muchos conceptos del Evangelio de Juan, que en algún momento fueron atribuidos a
fuentes helenísticas o gnósticas más tardías eran conocidos y utilizados en ese mismo
ambiente judío.
No se puede comprobar, sin embargo, que haya habido una influencia directa de
la comunidad de Qumrán sobre el autor del Cuarto Evangelio.
1. Lengua y estilo
Acostumbramos a acercarnos al evangelio de Juan con la convicción de que se
trata de una obra de un talante teológico poco común. Tal vez ello justifica el pensar que
se trata de una obra con un lenguaje sutil y de una profundidad poco corriente. Sin
embargo, el lenguaje de Juan es sumamente sencillo e incluso, desde un punto de vista
literario, pobre. El griego del evangelio de Juan -porque es un hecho que el evangelio de
Juan se escribió en griego- es extremadamente sencillo. Estamos más cerca del lenguaje
de un niño que del de un adulto cultivado. Bastante pobre desde el punto de vista
literario.
El evangelio de Juan tiene un estilo directo y una sintaxis bastante elemental.
Abunda el llamado presente histórico. El conjunto es, por tanto, relativamente sencillo y
directo.
A pesar de estas limitaciones, el lenguaje y el estilo del evangelio tienen el
encanto de la obra madurada, del objeto largamente contemplado y amado. En el fondo
se trata de una obra de una profunda intensidad: en ella las frases y giros se repiten en lo
que se ha llamado «una monotonía grandiosa», que se va acercando al centro -Jesús-
con fe y reverencia. Por eso el lenguaje, abstracto y ciertamente reiterativo, cobra la
vida y la intensidad de lo que se considera lo más profundo de la realidad.
c) El capítulo 21: El final del evangelio se encuentra en 20, 30-31. La palabra “libro”
(20, 30) la queda a estas afirmaciones la fuerza de obra concluida y acabada. Parece, por
tanto, que Jn 21 es un apéndice que se añade cuando la obra ya estaba acabada.
d) Paralelos con los sinópticos: relatos de curaciones (de un hijo de un funcionario real,
4, 46-54, cf. Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10); curación de un paralítico (5, 1-18; cf. Mc 2, 1-12
par.); curación de un ciego (9, 1-7; cf. Mc 10, 46-52 par.); resurrección de un muerto
(11, 1-44; cf. Lc 7, 11-17 y Mc 5, 21-43 par.). También hay relatos de hechos
extraordinarios: multiplicación de los panes (6, 1-15; cf. Mc 6, 32-44 par.); Jesús
camina sobre las aguas (6, 16-21; cf. Mc 6, 45-52 y Mt 14, 22-23); otras gestas que
también narran los sinópticos, como la expulsión de los vendedores del templo (2, 13-
17; cf. Mc 11, 15-19 par.); la entrada de Jesús en Jerusalén (12, 12-15; cf. Mc 11, 1-10
par.); la unción de Jesús (12, 1-8; cf. Mc 14, 3-9). Finalmente está el relato de la pasión,
que presenta numerosos datos paralelos con los sinópticos.
Esta primera presentación global del evangelio de Juan nos deja con una
impresión algo paradójica. Por una parte, el lenguaje y el estilo son muy peculiares y
unitarios, lo cual parece apuntar a una fuerte personalidad literaria. En cambio, por otra,
el lector tiene la sensación de estar ante un escrito poco trabado, con frecuentes
incongruencias, con fragmentos inconexos que ofrecen la imagen de una obra en la que
el mensaje está por encima del vehículo literario que lo acerca al lector.
1. Número de “signos”
Sorprende, en primer lugar, constatar que en el cuarto evangelio hay muchos
menos “gestos extraordinarios” de Jesús que en los evangelios sinópticos. El conjunto
de Jn resulta mucho menos taumatúrgico. La reducción de Jn es consciente y tiene una
finalidad bien definida, tal como se indica al final de la obra: “Jesús realizó en presencia
de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro” (20, 30). El
autor del capítulo 21, también señala: “Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús.
2. Clases de signos
La curación del hijo del funcionario real (Jn 4, 46-54; cf. Lc 7, 1-10 y Mt 8, 5-
13), la multiplicación de los panes (Jn 6, 1-15; cf. Mc 6, 32-44 par.) y Jesús caminando
sobre las aguas (Jn 6, 16-21; cf. Mc 6, 45-52 y Mt 14, 22-23).
Hay tres gestos más que son muy semejantes a otros de la tradición sinóptica: la
curación de un paralítico (Jn 5, 1-18; cf. Mc 2, 1-12 par.), la curación de un ciego (Jn 9,
1-7; cf. Mc 8, 22-26 y Mc 10, 46-52 par.) y la resurrección de un muerto (Jn 11, 1-46;
cf. Lc 7, 11-17 y Mc 5, 21-43 par.). Queda sin paralelo la conversión del agua en vino
del capítulo 2.
d) El sentido de los signos joánicos: los signos no son en el cuarto evangelio una prueba
que demuestre la verdad de la pretensión de Jesús. Tampoco son un medio insustituible
para acceder a la fe. Los signos son instrumentos de manifestación de la gloria para
aquellos que están dispuestos a seguir la dinámica de la fe.
El sentido de los hechos extraordinarios de Jesús según Jn es, pues, doble. Por un lado,
como gesto prodigioso de Jesús, invita al hombre a una penetración del misterio que se
acerca a los hombres en Jesús. Pero hay otro sentido, el más específico del evangelio de
Juan: en Jesús se da ya la plenitud de la salvación.
El evangelio de Juan, convencido de que en Jesús ya ha llegado la salvación
final, penetra en la realidad de Jesús, y percibe que en sus gestos, en su actuación, existe
un acercamiento del Dios invisible y lejano.
El interés de Jn no radica en el efecto de los gestos de Jesús, sino más bien en su
origen y fundamento.
En los sinópticos el interés se centraba más bien en el sentido del proceso de
implantación del Reino mediante la lucha contra el poder del mal (cf. Hch 10, 38 y Mt
12, 28. Juan ha ido por otro camino, un camino de mayor profundización en la realidad
de Jesús, en su ser enviado del Padre. Los diálogos del Jn tendrán la función de
desentrañar esta visión estrictamente teológica suya.
DIÁLOGOS Y CONTROVERSIAS
Muchas de las escenas clave del evangelio de Juan están presentadas bajo la
forma de diálogo: Nicodemo (2, 23-3, 20), la samaritana (4, 1-30), la gente de
Cafarnaún (6, 25-59), los judíos (7-8; 10, 22-40), el ciego de nacimiento (9, 1-41), las
hermanas de Lázaro (11, 17-44), los discípulos (13, 1-16, 33). Como hemos visto en el
apartado anterior, muchos de estos diálogos están íntimamente relacionados con las
narraciones de signos.
- Tiempo
Es interesante notar que estas controversias se tienen siempre con motivo de una
fiesta judía. Hay algunas controversias que no quedan delimitadas en cuanto al tiempo.
Según Jn, la actuación de Jesús se da preponderantemente en Judea, no en Galilea, y
más en concreto en Jerusalén. Según los sinópticos, Jesús actuó fundamentalmente en
Galilea.
- Interlocutores
En todas estas controversias, sin excepción, los interlocutores de Jesús son los
judíos de Jerusalén o, más concretamente, los fariseos. Indica que en los judíos hay
también división de pareceres (cf. 7, 43; 9, 16 y 10, 19), los interlocutores de Jesús son
los judíos que se encuentran alrededor del templo y del culto. Los fariseos, por otra
parte, son responsables directos de la represión contra Jesús (7, 47-48; 9, 13-16.24-
29.40; 11, 46; 12, 19.42). Sorprende la ausencia de los saduceos, clase dirigente
sacerdotal que, sin duda, tenían un papel importante en las decisiones del Sanedrín y en
el orden del templo. Esta simplificación resulta sospechosa.
- Lugar
Las controversias con los judíos y los fariseos tienen lugar siempre en Jerusalén,
y más concretamente en el templo. Parece importante para el evangelio de Juan señalar
que las controversias tienen lugar siempre en el templo.
- Temas de discusión
Se centran en temas doctrinales de una cierta importancia para el judaísmo y con una
profundización que no tenemos en las tradiciones sinópticas. He aquí el elenco de los
temas principales: el templo: 2, 13-22; cf. 4, 20-24; el sábado: 5, 16-19; 7, 14-24; cf. 9,
14-16; la legitimidad del testimonio de Jesús: 5, 30-40; 8, 14-20; Moisés y Jesús: 5, 41-
47; 7, 18-24; cf. 1, 17; 6, 32; 9, 28-29; la Escritura: 5, 39-40; cf. 1, 45; la ley: 7, 19; 7,
51; la circuncisión: 7, 22-24; el origen del Mesías: 7, 25-31; 7, 40-44; 7, 45-52; cf. 12,
34; la filiación de Abrahán: 8, 3-59; la libertad: 8, 31-36; la filiación divina: 8, 41b-47;
Jesús-Mesías: 10, 22-29; Jesús-Hijo de Dios: 10, 30-39.
En el fondo, las discusiones de Jesús con los judíos se centran en una pregunta
fundamental: ¿qué queda del judaísmo después de Jesús? O, si se quiere formular de
otra manera, ¿qué representa la venida de Jesús de cara a las pretensiones judías?
Notemos que los puntos que se discuten no son aspectos accidentales o periféricos, son
las convicciones judías más centrales las que se cuestionan. Es el judaísmo como tal el
que queda socavado hasta las raíces.
b) Diálogos
Sobre todo a los diálogos con Nicodemo (2, 23-3, 21), la samaritana (4, 7-42), la
gente de Cafarnaún (6, 24-59) y las hermanas de Lázaro (11, 17-44).
- Tiempo
En contraste con el grupo de controversias, las indicaciones sobre el tiempo son poco
importantes en el caso de los diálogos. En realidad, no sabemos cuándo tuvieron lugar.
- Interlocutores
Nicodemo, uno de los fariseos que terciará a favor de Jesús (7, 50) y que
acompañará a José de Arimatea para la sepultura de Jesús (19, 39), es el único de los
dirigentes aludidos por Juan, que va hacia Jesús; por tanto, su presentación es la del
creyente más que la del incrédulo (cf. 12, 42-43). La mujer de Samaría llegará a la fe
desde una fe que no es exactamente la de los judíos (4, 9); difícilmente se podrá evitar la
impresión de que esta mujer representará el acceso a Jesús desde la fe samaritana (cf.
Hch 8). El diálogo de Jesús con las hermanas de Lázaro, que precede a la resurrección
de éste, es el diálogo con creyentes que explicitan su fe (11, 27). Estamos ante creyentes
o futuros creyentes.
- Lugar
Los diálogos se tienen en diferentes lugares, pero siempre fuera de Jerusalén:
Nicodemo acude a Jesús de noche, pero no sabemos dónde. Probablemente en
Jerusalén, pero el autor no lo subraya y no se puede asumir como dato presentado por
Jn. El diálogo con la mujer de Samaría tiene lugar en Sicar, cerca de la montaña del
Garizín. El tercer diálogo parece que se mantiene en la sinagoga de Cafarnaúm.
Finalmente, el cuarto está situado en Betania, cerca de Jerusalén.
- Temas
Nos encontramos más bien con temas cristianos: el bautismo (Nicodemo), el
culto (samaritana), la eucaristía (Cafarnaúm) y la resurrección (hermanas de Lázaro).
- Forma de progresar
No debe sorprendernos encontrar que la técnica es aquí la misma que tenemos en
el caso de las controversias: el malentendido. Aunque aquí el malentendido es menos
grosero. Recordemos algunos ejemplos: ¿Cómo puede uno nacer siendo viejo? ¿Puede
acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer? (3, 4). No tienes con qué sacarla...
¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? (4, 11);
- Culmen de los diálogos
Los temas se van profundizando, poco a poco, a lo largo del diálogo, mediante el
malentendido. A esta trayectoria corresponderá Jesús con una manifestación directa. En
el fondo, pues, la «punta» o culmen de estos diálogos es una revelación de Jesús («Yo
Soy»). La profundización es, pues, mayor que la que teníamos en las controversias.
- Tono fundamental
Es mucho más amistoso y abierto que el de las controversias. Más bien lo que
caracteriza estos diálogos es la disposición a aceptar la revelación de Jesús. Por eso se
revela Jesús más abiertamente. Por eso los diálogos finalizan con una referencia a la fe y
a la vida eterna. También en la aceptación de las correcciones que Jesús impone a las
creencias de Nicodemo, de la samaritana, de los asistentes a la sinagoga de Cafarnaúm y
de las hermanas de Lázaro. El clima es, pues, catequético y de instrucción.
3. Jesús, el revelador
El aspecto revelador es el más característico de los signos, de los diálogos y
discusiones y del mismo relato de la muerte de Jesús. Ahora bien, la revelación de Jesús
hace referencia al origen de su hablar y de su obrar: el Padre que lo ha enviado.
Jn nos presenta una revelación que hay que escudriñar.
a) La revelación de Jesús, un testimonio
Jn utiliza el verbo martyrein. Nos encontramos frente a una palabra joánica. Que
con esta palabra se designa la revelación de Jesús queda muy claro en los textos
siguientes: 3, 11; 3, 31c-32; 18, 37. Encontramos, además, en Jn una serie de
testimonios a favor de Jesús: el del Padre: 5, 37; cf. 8, 18; el de Juan Bautista: 1,
7.8.15.32.34; 3, 26; 5, 33; el de la Escritura: 5, 39; el de las obras que Jesús hace: 5, 36;
cf. 10, 25.
El testimonio del Padre es el mismo testimonio de Jesús: el Padre actúa siempre
a través de Jesús y no se relaciona con el mundo por otro camino (cf. 1, 18; 5, 37; 6, 46,
etc).
b) El hablar de Jesús como revelación
El carácter revelador del lalein (hablar) de Jesús viene señalado por su íntima
relación con la palabra o las palabras de Jesús: 3, 34; 6, 63; 7, 17; 8, 28.38.40; 12, 48;
14, 10.
Hay además una expresión que se repite en los discursos de despedida y que
parece abarcar toda su revelación mediante la fórmula tauta lelaleka hymin, os he
hablado (revelado) estas cosas (14, 25; 15, 11; 16, 1.4.6.25.33). La revelación (su
hablar) de Jesús es un testimonio.
c) La figura del revelador
Parecería lógico que Jesús fuera presentado como «el testigo». Sin embargo, la
palabra testigo no aparece nunca en el evangelio de Juan.
Prácticamente todos los textos que presentan a Jesús como “Hijo del hombre” en
Jn tienen esta punta polémica frente a otras confesiones hacen patente una matización
importante a otras confesiones.
4. Jesús en el evangelio de Juan
Jn ha sido llamado el evangelio de la fe. Es la persona de Jesús como totalidad la
que arranca la adhesión de los interlocutores.
Es interesante recordar, en este contexto, el uso del verbo “confesar”, porque se
trata de un verbo muy joánico. Confesar a Jesús como Mesías (como Hijo de Dios...) no
es como una fórmula externa, meramente verbal. Constituye una parte de la misma fe.
1. Visiones y audiciones
Jesús habla, hace y, por tanto, revela «lo que ha visto» y «lo que ha escuchado»
cerca del Padre. Está claro que Jesús habla como si hubiese visto realidades o hubiese
escuchado palabras. Pero Jesús no nos dice nunca qué es lo que ha visto o qué es lo que
ha oído. Parece claro que el acento no son las cosas vistas o las palabras escuchadas,
sino el hecho de que Jesús hace y dice lo que viene del Padre. El objeto de la revelación
parece que es la verdad que Jesús ha oído de Dios. Por tanto, tenemos que preguntarnos
qué es la verdad.
El término «verdad» y los adjetivos «verdadero» y «veraz (auténtico)» aparecen
muy a menudo en Jn (46 veces, en cambio, en Mt, 2; en Mc, 4; en Lc, 4). Estamos,
pues, ante una palabra joánica. ¿Qué es la verdad que Jesús ha oído junto al Padre?
La revelación en Jn es Jesús mismo. Y esta revelación no es una comunicación
de verdades, de secretos escondidos o de ciencias y doctrinas superiores: es una persona
que se acerca a los hombres como salvación, en tanto que abre camino hacia Dios, como
Padre.
- «El Hijo»
¿Qué novedad aporta este trazo cristológico a la presentación de Jn?
El primero es el lazo de dependencia de Jesús respecto del Padre..
El Hijo es ininteligible sin el Padre.
3. El Padre de Jesús
Es evidente que el Padre de Jesús es Dios.
a) Dios invisible como Padre de Jesús
El evangelio de Juan utiliza muchas más veces el vocablo pater para hablar de
Dios que la palabra theos. La expresión «el Padre» («mi Padre») sirve a Jesús para
expresar quién es aquel que lo ha enviado (25 textos), aquel que está siempre con él (8,
18.29), aquel con quien se siente íntimamente identificado (10, 30). Por eso, como ya
hemos constatado, honrar al Hijo es lo mismo que honrar al Padre, conocer al Hijo es
conocer al Padre, ver al Hijo es ver al Padre, etc.
b) Dios como origen y destino de Jesús
En algunas ocasiones Jesús se refiere a Dios como theos, para acomodarse a la
forma de hablar de sus interlocutores. Existe un último grupo de textos donde se emplea
el vocablo theos para hablar de Dios.
4. Preexistencia de Jesús
Pablo y Hebreos son los únicos que dan pistas en este sentido. Esta terminología
-preexistencia- resulta, como es bien sabido, sumamente inadecuada. Pero no tenemos
otra mejor y, por tanto, vamos a utilizarla. Jesús en Jn es también y siempre el pre-
existente.
. Ante una sinagoga que pretende ser la única heredera legítima del judaísmo, la
comunidad joánica confiesa a Jesús como el que está con Dios desde siempre.
. Y en la medida que Jesús pertenece a Dios desde siempre, Dios pertenece a
Jesús desde siempre.
III. EL ESPÍRITU SANTO EN EL EVANGELIO DE JUAN
El evangelio de Juan no escapa a esta tendencia concordista (tomar la idea de
Lucas). Y, en cambio, la presentación de la figura del Espíritu Santo en Jn tiene unas
características muy especiales.
La comunidad joánica
Debemos comenzar diciendo que nuestro conocimiento histórico de la
comunidad joánica es prácticamente inexistente. No tenemos, fuera de Jn, ningún dato
externo que nos informe lo más mínimo acerca de este grupo cristiano. El grupo en que
se gestó el evangelio fue un grupo complejo, que amplió su horizonte cultural con los
años y que, en último término, estuvo compuesto por facciones de procedencia y de
talante diversos.
Es una comunidad judeocristiana.
Es una comunidad que vive, o ha vivido, un momento fundamental de su
existencia en dura polémica con la sinagoga.
Marco cultural del evangelio
¿De dónde sale el principio estructurador último, el marco mental que da pie a la
presentación tan marcadamente cristológica que tenemos en Jn?
Primer momento, algunos incluso dieron por seguro que Qumrán era la clave no sólo
del vocabulario y estilo del evangelio, sino también de su concepción de fondo y sobre
todo de su presentación dualista. Hay quienes siguen pensado en profundos influjos de
la teología samaritana.
Un evangelio espiritual
Las diferencias entre los cuatro evangelios son precisas: en los sinópticos, el centro
de la actividad de Jesús se encuentra en Galilea y el interés se dirige a la venida del
Reino de Dios; en Juan, en cambio, Jesús sube tres veces a la ciudad santa, desarrolla
allí su ministerio, especialmente en el templo, y la atención se dirige a la
autorrevelación de Jesús-Verdad a los hombres (cf. Jn 1, 14.17) y a la respuesta de
incredulidad o de fe de éstos.
Un evangelio teológico
Entre los diferentes títulos atribuidos por la tradición antigua al apóstol Juan
sobresale el de «el teólogo». El objetivo de este evangelio es la fe en Jesús, Mesías e
Hijo de Dios, como salvación para el hombre. El centro de la visión teológica de
Juan, a diferencia de Lucas, que presenta a Jesús como el Profeta; de Mateo, que nos
lo presenta como el Maestro, y de Pablo, que nos lo señala como el Cristo
crucificado y resucitado, se encuentra en el misterio de la encarnación: Jesús, el Hijo
unigénito «hecho carne».
Un evangelio simbólico
Los milagros no son, en Juan, hechos sorprendentes aptos para suscitar la
admiración de la gente, como en los sinópticos; son, más bien, acontecimientos
históricos, «signos» que conducen a la fe y revelan un aspecto secreto de la persona de
Jesús. Así pues, los episodios del evangelio hemos de leerlos en un doble nivel: el
histórico y el simbólico. El apóstol Juan es un judío y todos los acontecimientos le
hablan de Dios. Seguir a Jesús significa caminar con él, pero todavía más creer en él y
hacerse discípulo suyo; el templo de Jerusalén se convierte para Jesús en el templo de su
cuerpo (2,19-21); el nacimiento físico del que habla Nicodemo le proporciona a Jesús la
ocasión para revelar el misterio del nacimiento espiritual (3, 5-8); la luz es el símbolo de
la vida divina del Verbo, manifestación del misterio de Dios (1, 3s), etc. El símbolo no
es una simple imagen, sino un vínculo entre las cosas visibles y el cielo invisible de
Dios.
La primera etapa es negativa: es la del rechazo de los hombres, que, al ver los signos
realizados por Jesús, se impiden a si mismos acceder a la luz. La segunda etapa es la de
la con- fianza humana en los signos: se acoge a Jesús solo como un profeta venido de
Dios. La tercera etapa es la de la fe a través de los signos: se cree en Jesús como
enviado del Padre y manifestación de la gloria de Dios. La Última etapa es la de la fe
sobre la base de la Palabra: se cree en Jesús prescindiendo de los signos.
Los signos se encuentran, en Juan, en una estrecha relación con la persona de Jesús.
Frente a este evangelio, el hombre debe escoger entre perecer o tener la vida.
Juan, a diferencia de los sinópticos, no use la palabra «evangelio», sino «testimonio». Y
el testimonio no tiene que ver tanto con los hechos que ha visto como con la realidad
invisible en la que él cree más allá de la contemplación de los hechos.