Modulo 3
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Módulo 3
Docente:
Lic. Virginia Gawel
La naturaleza del dolor. El dolor y la búsqueda de Sentido. El tema del dolor en las
Tradiciones de Sabiduría. El apego y el dolor: verdadero sentido de la palabra "de-
sapego". El "desapego apasionado". La identificación con el cuerpo. Atracción-
rechazo (Raga-Dvesa): la matriz del dolor. La visión del dolor desde la perspectiva
de la Psicología Budista: ejercicios monacales-laicos para la desidentificación emo-
cional. Desapego y Libertad. El "pantano de la tristeza". El sufrimiento inútil y el su-
frimiento legítimo. Dolor de duelo: la elaboración de lo irreversible. Las etapas de un
duelo. Ingresar al dolor y vivirlo.. ♣
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LA NATURALEZA DEL DOLOR
Aceptar esta limitación del intelecto para llegar a la comprensión del por qué
del dolor no significa que la opción sea mantenerse obediente a un dogma, ciego y
sin ánimo de ver. Hay otra manera, quizás más sabia, de mirar el tema del dolor:
siendo, sí, conscientes de que el intelecto
no puede abarcar sus raíces, pero mante-
niendo la actitud como de quien se aso-
ma hacia el otro lado de un muro, sos-
teniéndose en puntas de pie para atisbar
más allá de lo que se percibe a simple
vista, buscando respuestas que estén por
encima (y no por debajo) del razona-
miento. Y es que del otro lado del muro,
cuando llegamos a espiar, pareciera ser
que lo que avizoramos es el diseño per-
fecto e intrincado de un increíble Labe-
rinto, con su propia lógica (una lógica que sólo podrá ser comprendida por quien lo
recorra hasta la salida... o por quien viera sus vericuetos desde lo alto, como
pueden permitirlo ciertos momentos de Gracia, llamados en este paradigma Estados
de Conciencia Ampliada!).
Podría decirse que la primera opción (es decir, adoptar un paquete de cre-
encias prestadas para anestesiar todo planteo desde el sentir) sería asentarse en lo
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pre-racional, en tanto que permanecer explorando, como quien buscara "estirar su
conciencia" para abarcar lo que el intelecto no puede, sería apuntar a lo trans-ra-
cional (aquello de lo cual nos hablan algunos sabios y místicos, y que remite más
que a ningún dogma, a una experiencia del Sentido, del Orden, independiente-
mente de todo credo).
¿Por qué es importante mencionarlo al enfocar el tema del dolor como reali-
dad vital? Porque, si lo investigamos a partir de la experiencia real de distintos se-
res humanos a lo largo de la historia, encontraremos que aquéllos que han podido
superar las adversidades más increíbles, han tenido como soporte fundamental la
percepción trans-racional de un Sentido. Y, como dijera Jung:
"El sentido hace que infinidad de cosas sean soportables; quizá que todo lo
sea. El hombre que considera su propia vida y la de sus prójimos sin sentido
alguno no es sólo desafortunado sino que está casi descalificado para vivir la
vida." (1)
"El interés principal del hombre es encontrar un sentido a la vida, razón por
la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que este sufri-
miento tenga un sentido. El 'homo patiens' transforma el sufrimiento en acción;
sabe que al tender hacia el sufrimiento ya lo trasciende.
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el asumir voluntariamente un dolor o sufrimiento que se podría evitar. El plano de
lo espiritual es el único en que es imaginable un sentido del sufrimiento." (2)
Este tema nos sugiere que hay al menos dos tipos de dolor: un dolor legíti-
mo, cuyas causas son bien concretas y que la vida nos exige transitar, y un dolor
evitable, inauténtico, generado por nuestra propia ignorancia ante la vida y sus le-
yes. Vayamos viendo sobre uno y otro tipo de dolor, para intentar abarcarlos a am-
bos…
Cada escalón implica un mayor nivel de desapego, una actitud más equi-
librada que permite darle importancia sólo a lo que verdaderamente la tiene. Y cada
ser humano está en uno u otro escalón, es decir, que no toda la Humanidad tiene el
mismo nivel de conciencia. Cuando encontramos a personas que están en el mismo
escalón en el que estamos nosotros, la comunicación fluye más fácilmente, pues se
habla en un mismo idioma, se percibe en forma similar, se reduce el esfuerzo recí-
proco por hacerse entender.
Contemple ese tiempo vivido: a lo largo de él, seguramente Ud. ha ido su-
biendo por la escalera. Si es así, han habido en el pasado situaciones que antes le
provocaban dolor, y poco a poco Ud. se fue instalando en un lugar interno donde
pudo ir viviéndolas de otra manera. Dese tiempo. Revise cada una de las áreas de
su vida: la interacción social, los afectos, el vínculo con la familia de origen, lo eco-
nómico, la relación con su propio cuerpo...
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Es probable también que encuentre zonas resistentes al cambio: un mismo
modo de sufrir que se conserva ante circunstancias similares. ¿Puede determinar
cuáles son las situaciones cotidianas que aún le producen dificultad para correrse
del dolor innecesario? A medida que caminemos juntos, quizás descubra algo más
al respecto...
El tema del dolor en las Tradiciones de Sabiduría: Más allá del sufrimiento
como factor existencial, cuya expresión vemos en todos los rincones del planeta,
quisiéramos focalizarnos en el dolor cotidiano, aquél con el cual nos vemos obliga-
dos a lidiar en el día a día.
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¿Qué es lo que rige este mecanismo? Según la Filosofía Perenne, esa
esencia que pertenece al reino de lo sutil, para vivir la experiencia de lo humano
necesita aferrarse a lo que pertenece a las leyes de la materia (básicamente, al
cuerpo y sus instintos).
A B
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"eso" (B). El hecho de que nuestra vida sea vivida desde esa identidad traslocada
es la causa de la mayor parte del dolor que nos toca vivir.
Pero, en quien trabaja sobre sí mismo, ese dolor podría cumplir un efecto
rectificador: si la vida nos duele, allí donde nos duele es donde debemos aprender
a soltar, a desidentificarnos. Este efecto rectificador que el dolor puede provocar,
acrecentando la conciencia de sí, estaría representado en el gráfico por la flecha
horizontal C: si los hechos de la vida "percuten" en la dirección de la flecha sobre
nuestra identidad mal centrada, ese dolor puede ayudarnos a mirarnos más a
fondo e ir desplazando nuestra identidad desde B nuevamente hasta A . En este sen-
tido, el dolor en sí mismo no es el camino, pero podemos convertirlo en un camino
de retorno hacia sí mismo si lo sabemos aprovechar.
En general, ese regreso del eje hacia su verdadero centro sería el proceso
completo al cual estamos destinados: retornar a nuestra real identidad esencial.
Esto se da paulatinamente, a lo largo de muchos años, y suele tener su apogeo en
la mitad de la vida, cuando la fuerza del Ego suele comenzar a disminuir, y la
muerte se ve como una realidad posible para sí mismo: si la Esencia no ha sido del
todo asfixiada, puede, -en ese momento sobre todo-, pujar por volver a nacer. Y
ésa es una gran oportunidad que requiere trabajo sobre sí mismo, lucidez, alertidad.
Treya Wilber, en "Gracia y Coraje" (3) (el diario en el cual describe junto a
Ken, su marido, su propio proceso de enfermedad y muerte, le llamó "desapego
apasionado", una expresión que me gusta mucho…
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lenguaje de los sueños las ropas suelen representar nuestras vestimentas psicoló-
gicas).
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En algunas líneas de trabajo espiritual se promulga el ascetismo extremo, la
desposesión, la vida ermitaña. En mi modo de concebir el desapego coincido, en
cambio, con aquellas líneas que toman "el camino del medio". Y mi experiencia en
el trabajo con personas nos indica que esa actitud extrema (sobre todo en nuestro
medio sociocultural) con más frecuencia lleva a la neurosis que a un desarrollo de la
conciencia. La sencillez voluntaria como clave de vida creo que es, sí, una buena
guía!
A veces es más simple desapegarse de los objetos, aún los más preciados,
que del pasado como contenido psicológico. Nos aferramos al pasado por lo bello
que ya no está (nostalgia), o por lo doloroso que no logramos resolver (culpa,
resentimiento) y aún por lo que anhelábamos y nunca sucedió. Soltar el pasado es
un acto que requiere mucha determinación y mucha presencia de sí. Es soltar una
parte del dolor inútil.
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Cada vez que achico mi bagaje, desprendiéndome de algo que había rete-
nido me dispongo a observar dentro de mí la naturaleza del apego. Investimos a los
objetos (igual que a todo aquello con lo cual nos identificamos) con una intensidad
psíquica tan notable que terminamos sintiéndolos como una prolongación de lo
que somos. Ésa es nuestra parte más primitiva, la que en el animal marca el terri-
torio, la que en el niño grita "¡mío!". En el gráfico de círculos concéntricos, es "la pe-
riferia de la periferia". Estamos atrapados por aquello que no soltamos.
Luego, imagine (sólo imagine) que tiene que elegir uno de ellos para des-
hacerse de él. Escógalo y táchelo de la lista. Observe qué es lo que siente. Así,
vaya desprendiéndose de a uno, por orden de importancia, hasta quedarse sólo
con dos. Observe paso a paso lo que le pasa, y sobre todo esa elección final que
implicaría quedarse sólo con un objeto. Preste atención a lo que le pasa en el
cuerpo, a sus sensaciones. Tome registro del modo en que el apego repercute en
el cuerpo, y de cómo es generador de dolor.
Será un gusto que, si quiere, luego comparta sus experiencias con el Grupo
en el Foro!
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observado. La confusión entre el Observador y lo observado es la causa de la ilu-
sión en que vivimos.
Esa actitud pierde de vista el hecho real de que el cuerpo, siendo el "estuche"
de nuestra Esencia, es algo que podría calificarse como sagrado. Es como es, tal
como nuestra esencia lo necesita. Nuestra tarea es mantenerlo lo más sano po-
sible, y si esto es así, seguramente por sí mismo adoptará la estética que le es
propia. Es más: nuestro cuerpo es el único mamífero al cual podemos percibir des-
de adentro! Si amamos a los animales, tratar a nuestro cuerpo como jamás lo ha-
ríamos con ningún otro ser vivo es una falta de congruencia… verdad?
Si refiere esto que le compartimos a su propio vínculo con su cuerpo, ¿de qué
se da cuenta? Cuando pueda, cierre los ojos y trate de percibir desde un lugar no
intelectual esta realidad: su cuerpo como la casa de carne que habita su esencia.
Si su cuerpo pudiera pedirle que lo trate mejor, ¿qué cree Ud. que le diría? ¿Qué
necesitaría su cuerpo de Ud.?
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Dado que una parte importante del fundamento de este Seminario es de-
sarrollar Maitri (esa amistad incondicional consigo mismo) el bientratar al cuerpo
forma parte de ello. Y aquí vemos que "desapego" no significa descuido ni desidia:
todo lo contrario. Significa administrar el cuerpo que nos fue dado sabiendo que
no somos él, pero que lo necesitamos en las mejores condiciones posibles para
que nuestra vida valga la pena...
Esa experiencia me llevó a ir instalando una identidad que puede estar la ma-
yor parte del tiempo con una marcada independencia respecto de los estados del
cuerpo. A él puede dolerle la espalda, pero yo con frecuencia puedo no obstante
estar bien. Él puede estar cansado, con lo cual trato de cuidarlo y darle descanso,
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pero no dejo que me canse a mí: sigo adelante. Este laboratorio diario que es vivir
en este cuerpo que me tocó, me ha dado herramientas para ayudar a otros a sobre-
llevar sus propias dificultades físicas, y también he aprendido de ellos nuevas acti-
tudes para convivir con mi propio dolor dignamente.
Ojalá no sea su caso (¡ojalá su cuerpo no duela tanto!). Pero si el dolor físico
le sobreviene, en algún momento o ahora, quizás le sirvan estas palabras y la ac-
titud interna que le convido: cuando le duela o esté enferma alguna parte de su
cuerpo, cierre los ojos y percíbala. (Sé que no es fácil ni grato hacer contacto con el
dolor, pero permítase hacerlo como un experimento, por un momento.)
Una vez que la perciba, procure darse cuenta de qué actitud tiene Ud. hacia
esa parte del cuerpo que molesta. Lo más usual es que haya enojo, fastidio, hos-
tilidad hacia lo que duele o está enfermo. Es natural que, instintivamente, así sea. Y
eso, por supuesto, lejos de ayudar en la situación, la empeora, agravando el dolor,
tanto físico como moral. Aunque le parezca extraño, procure aceptar el dolor: no
luche contra él, no ofrezca resistencia. Esto no significa darse por vencido: sim-
plemente no se desgaste empujando una piedra inamovible. Y observe si puede
desplegar afecto hacia esa parte dolorida o enferma.
Como lo haría con un pequeño animal lastimado, sea tierno, benevolente con
esa parte de su cuerpo. Si ha estado mucho tiempo enojado con ella, reconcíliese,
pídale disculpas, bríndele su apoyo y su escucha. Convierta a su cuerpo en un ser
querido. Más allá del dolor y de la dificultad, como lo haría con cualquier persona
amada. Ud. y su cuerpo se acompañarán mutuamente hasta que él muera...
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o Atracción - rechazo: la matriz del dolor: Insertada nuestra esencia en el plano
de la materia, vamos estructurando un mecanismo perceptual que buscará lo que le
dé placer, y rechazará lo que le dé displacer. Esta bipolaridad regirá todo lo que
funcione mecánicamente en nuestra personalidad.
Si Esencia y Ego trabajan "en equipo" (es decir, si la personalidad sirve a los
efectos de que la esencia se exprese en el mundo), habrá una tendencia sana a
buscar lo que es bueno para nuestro desarrollo, y rechazar aquello que vulnera
nuestra integridad y nuestra salud. Pero en la mayoría de las personas ese equilibrio
entre la Esencia y el Ego no se da con facilidad, por lo cual se tiende mecánica-
mente a:
"Las repulsiones nos atan tanto como las atracciones. Muchas personas
tienen cierta vaga conciencia de que las atracciones las atan, pero pocas pueden
comprender que lo mismo ocurre con las repulsiones. Sin embargo, así es porque
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las repulsiones también son la expresión de una fuerza que conecta a los dos
componentes que se repelen. Estamos atados a quienes odiamos quizá más fir-
memente que a quienes amamos."
" [...] Las atracciones y repulsiones, en su forma más burda, son culpables de
la mayor parte de la miseria y sufrimiento humanos, como lo verá cualquiera que
observa la vida desapasionadamente y puede trazar inteligentemente la conexión
entre causas y efectos." (5)
Cuidado: si Ud. se pelea con su deseo, lo único que hará será generar la
fuerza de rechazo (¡hacia su deseo!) con lo cual estará jugando el mismo juego:
desear no desear. Simplemente mírelo e investíguelo lo más desapegadamente
posible. Después decidirá qué hacer. No se trata de no rechazar nada ni de aniquilar
el deseo (como se malinterpretan algunas enseñanzas de Oriente): si estamos co-
nectados con nuestra esencia, el deseo se orientará hacia lo que sirva para llegar a
ser quienes somos, y el rechazo se instrumentará conscientemente hacia aquello
que violente nuestra individualidad.
o Wu-wei: hacer sin hacer: La expresión china wu-wei hace al corazón mismo
del Taoísmo, pero es un concepto que también podemos rastrear en las distintas
Tradiciones de Sabiduría. Si bien es un tema como para desarrollar en varios módu-
los, (tal como sucede con muchos de los que abordamos) al menos no quisiéramos
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dejar de mencionarlo para que Ud. lo investigue por su cuenta, o bien lo profun-
dicemos juntos en otra ocasión.
La traducción literal de wu-wei es "hacer sin hacer". ¿Qué es lo que esto sig-
nifica y cómo se relaciona con el tema del dolor? Veamos: el Taoísmo nos habla de
un Orden Viviente, al que se le denomina Tao. La acción correcta sigue el curso
de esa Totalidad Ordenada, y, por lo tanto, encaja sin forcejear con la realidad.
Como dijo Lao-Tsé, "El principio del Tao es lo que acontece por sí mismo". Cuando
se actúa en relación a ese principio es como si una pieza encajara perfectamente en
el Gran Rompecabezas, o como si un instrumento se sumara con gracia a la Gran
Orquesta.
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en llegar, si la comida que se quemó, si el frío o el calor nos molestan, si adviene el
dolor físico (como veíamos recién)... Pero sobre todo cuando se presentan situa-
ciones que no está a nuestro alcance resolver. Nuestro ego quiere resolverlo YA.
Cuando esto sucede, dejar fluir, aceptar con gracia eso que es ahorra desgaste
inútil y dolor.
Esto implica soltar el control que queremos tener sobre los hechos, dejando
que la Vida haga, con su propio ritmo y sus propios tiempos de maduración.
Pretender controlar lo que no está en nuestras manos es una causa de dolor inútil
que podemos aprender a evitar. “Si la vida te da limones, has limonada”, dice un
proverbio italiano…
Le dejo este tema para que lo reflexione y para que explore cómo imple-
mentarlo en la vida práctica, sobre todo cuando haya impedimentos y observe que
surge esa fricción: ¿podemos ser como el junco, elásticos, flexibles?
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Las etapas de un duelo: Todo duelo tiene distintas etapas, que si bien tienden
a seguir el orden que voy a exponer, ese orden no es linealmente estricto: pasamos
por una de ellas, vamos a la siguiente, retrocedemos aún más para luego volver
a avanzar... Y en todo ello hay dos factores: uno de ellos es insustituible, que es el
tiempo. El otro es el trabajo activo que un duelo implica: un duelo no es un acon-
tecimiento pasivo, sino que podemos tener participación en ese proceso desde la
lucidez, ayudándonos a elaborar los hechos dolorosos..
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o Tercera fase: pacto: Esta etapa es un regateo con la realidad: el mecanismo
implica intentar estrategias alternativas que permitan revertir los hechos o posponer
su ejecución: "si hiciéramos dieta... si comenzáramos una terapia... si tuviéramos un
sueño con el ser querido que no está... si..." Generalmente, ese "pacto" implica que
si la gracia de la reversión fuera concedida, "no haríamos más" determinada cosa, y
todo cambiaría para bien. Cuando esto no sucede, conectamos una vez más con la
irreversibilidad de los hechos.
En esta etapa, pretender estar contento o procurar que quien la está viviendo "se
distraiga", "se olvide", "rehaga su vida", puede ser una torpeza. Ese dolor debe ser
vivido, y tiene que servir como peaje que se paga para pasar a otro estado, a una
reestructuración de la identidad.
o Quinta fase: aceptación: En esta fase no hay contento, como podría suponer-
se. Casi podría decirse que hay ausencia de sentimientos: lo nuevo aún no nació,
pero lo viejo ya va concluyendo su existencia. El dolor ya no es desbordante, y la
lucha ha terminado.
Es como un descanso luego de un largo viaje: cierta serenidad, cierta paz que
deviene de haber atravesado el umbral. Si la persona ha podido permitirse vivir
todas las etapas anteriores, es una paz genuina, que no deviene de haber negado o
reprimido. No es una serenidad pre-matura, sino matura: la que deviene de la
maduración de todo un proceso. Y es que el duelo no es un estado: sino un
proceso. Un proceso en el cual podemos participar conscientemente para atravesar
el umbral.
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umbral tienen dos características básicas en común: una es que no se han aislado,
sino que se permitieron recibir suficiente contención y apoyo. La otra es que toma-
ron una actitud activa ante lo que produce dolor, es decir, no se han quedado sim-
plemente siendo contenidos o estando aislados, sino que buscaron cómo reorgani-
zar sus vidas a partir de sus cicatrices.
Quizás sea como dicen las antiguas Tradiciones: no hay un Dios que nos
someta al dolor, sino que eso Sagrado sufre en cada uno de nosotros. Tal vez ese
Todo necesite de cada ser humano para evolucionar y desplegarse a través de él.
Puede que ése sea el sentido más profundo de nuestra existencia, y el principio de
la respuesta a la pregunta "¿Para qué existe el dolor?". ♣
BIBLIOGRAFÍA CITADA:
(1).."El mito del Sentido en la obra de Carl Jung", por Aniela Jaffe, Editorial Mirach, Madrid, 1995.
(2)..."El hombre en busca de sentido", de Víctor Frankl, Editorial Herder, España, 1998.
(3)..."Gracia y Coraje", de Treya y Ken Wilber , Editorial Gaia, Madrid, 1995.
(4)..."Life Prayers from around the world", compilado por Elizabeth Roberts y Elisas Amidon, Harper
........Collins Editions, San Francisco, U.S.A., 1996.
(5)..."La ciencia del Yoga", de I.K.Taimni, Ed. Federación Teosófica Interamericana, Buenos Aires,
.........1983
(6)...."El camino del Tao", de Alan Watts, Editorial Troquel-Kairós, Buenos Aires, 1995.
(7)...."Sobre la muerte y los moribundos", de Elizabeth Kübler Ross, Editorial Grijalbo, Barcelona,
..........1972.
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