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Inversion México

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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA

DE APODACA

LA INVERSIÓN
EXTRANJERA
EN MÉXICO
DERECHO CORPORATIVO
Leyver Eduardo Ordoñez
Zavaleta
INTRODUCCIÓN
La economía mexicana ha transitado por significativos cambios estructurales al menos desde finales
de los ochenta. Destaca que la atracción de inversión extranjera directa (IED); ha sido funcional a la
estrategia seguida y se ha convertido en uno de sus pilares macroeconómicos para solventar el
déficit en cuenta corriente. Esta estrategia se concretiza en múltiples acuerdos bilaterales y
multilaterales. Desde una perspectiva de estrategia empresarial, la creciente IED refleja la
importancia de un segmento de la economía mexicana como parte de las estrategias globales de
empresas extranjeras. Durante la década de los noventa se aprecian tendencias que explican la
relativa estabilidad y el incremento de la IED. Por un lado, se estima que un creciente flujo de IED
ingresa a México para aumentar la capacidad productiva a través de la adquisición de activos fijos
privados o la generación de nuevos activos, a diferencia de períodos anteriores a 1994-1995 en
donde predominó la compra de activos públicos existentes a través de procesos de privatización.
Por otro lado, el documento hace énfasis en las nuevas estrategias empresariales para conformar
una organización industrial norteamericana, y particularmente con Estados Unidos. Estas
actividades, en busca de eficiencia global por parte de las empresas transnacionales, reflejan un alto
dinamismo como en el caso del sector automotriz y la electrónica, y también han sido fundamentales
para comprender el relativo éxito de estas actividades estadounidenses en su positivo desempeño
global con respecto a la competencia japonesa durante los noventa. Destaca bajo este rubro que un
creciente número de empresas ingresa a México en búsqueda de participación en el mercado
nacional. Estas actividades, incluyendo tiendas de autoservicio, telefonía de larga distancia y local,
materias primas y energía, y particularmente el sector financiero- han logrado aumentar
sensiblemente su peso en los flujos de la IED en México. El documento concluye señalando que es
de esperarse a mediano plazo que estas tendencias positivas de la IED continúen en forma
relativamente estable ante la conformación de estructuras industriales norteamericanas y
particularmente con Estados Unidos. De igual forma, este tipo de actividades incrementarán las
exportaciones mexicanas a mediano plazo, así como su participación en el PIB, la formación bruta
de capital fijo y el empleo. Este proceso, sin embargo, también conlleva a una serie de
cuestionamientos y planteamientos estratégicos de mediano y largo plazo. En general destaca que
estas actividades, por el momento, no han podido generar encadenamientos en forma significativa
con el resto de la economía, proceso que tampoco se ha favorecido con políticas de competitividad
y orientadas a estas actividades de carácter neutral u horizontal. Por otro lado, y con pocas
excepciones, los noventa se caracterizan por un proceso de masiva adquisición de empresas
mexicanas en prácticamente todos los rubros, con la excepción de aquellos donde lo prohíbe la ley.
La asimetría entre las empresas mexicanas y extranjeras, pero particularmente las diferencias en las
condiciones nacionales y extranjeras -tanto de la demanda interna como de financiamiento y de
apoyo que estas empresas reciben- cuestionan la estrategia de desarrollo nacional a largo plazo y
las prioridades de esta. Por último, este tipo de industrialización, liderada por empresas
transnacionales estadounidenses, también genera nuevos retos y riesgos, siendo que difícilmente
son influenciables por políticas e incentivos públicos o privados. Desde esta perspectiva, la
contribución de la IED a la economía ha sido compleja y ambigua. Por un lado, ha sido un factor
importante para permitir una relativa estabilidad de algunas variables macroeconómicas y financiar
la estrategia iniciada en 1988. De igual forma, ha permitido una importante modernización de
empresas extranjeras y de un segmento de empresas nacionales que ha realizado diferentes tipos
de fusiones y asociaciones con empresas extranjeras. Por otro lado, las actividades de la IED, en
general, no han podido resolver los principales retos de la economía mexicana: encadenamientos e
integración productiva y regional, empleo, financiamiento y sustentabilidad económica a mediano y
largo plazo.
El porfiriato: inversión extranjera y
minería
Las profundas transformaciones en la vida económica de México resultaron del equilibrio económico
del período porfirista; El rasgo más notable de la economía mexicana durante sus siete décadas
(1876-1911) fue la tendencia de crecimiento que exhibió la producción en los diversos sectores
básicos, manufactureros y de servicios, tanto en términos absolutos como relativos. Entrando en la
octava década del siglo XIX, la economía mexicana parecía basarse en las estructuras económicas
del pasado. Sabemos que la producción muy pocas veces supera el tamaño y alcance de la artesanía
y la agricultura que persiste o pretende abastecer los mercados más inmediatos.

Lo mismo ocurre con las redes de comunicación internas, que dependen de la carga y, a menudo,
se limitan a las ciudades que han buscado generar alguna actividad comercial a su alrededor.

El salto económico logrado por el Porfiriato se explica por los efectos de dos variables vinculadas en
la vida nacional.

Por un lado, se producen una serie de cambios políticos importantes y, por otro lado, la inversión
extranjera tiene características coincidentes. Los últimos meses de la primera presidencia de Díaz
(1876-1880) y el cuatrienio del general Manuel González, de febrero de 1880 a noviembre de 188

, marcaron un realineamiento en la vida política mexicana sobre la inversión extranjera. Ignorando la


cuestión del orgullo nacional, los gobiernos de Díaz y González movieron trabas que retrasaron la
oposición o dificultaron la inversión extranjera.

Abrir el camino a la inversión extranjera es una tarea prioritaria del gobierno que encabeza Díaz y
parece responder a necesidades locales coincide con la coyuntura, con la gran movilización de
capitales del exterior, que, por otra parte, es una de las más notorias Porfiriato. preocupaciones.

En ocasiones, incluso se les culpaba por el crecimiento económico de la época, lo cual era una
simplificación inquietante. Los capiteles, a pesar de su importancia como elemento, no podrían haber
desaparecido sin importantes cambios estructurales previos en el interior. Por lo tanto, existe un
proceso endógeno que incide en los aspectos económicos y políticos, que se conjugan, preparan y
anteceden a la llegada de capital extranjero.

A medida que el poder ejecutivo ganó más espacio político durante el período del Porfiriato, se
produjeron importantes cambios legales en relación con la minería. Primero, en cuanto al marco
regulatorio de la minería, el Porfiriato marcará una clara diferencia con sus antecesores. Pronto sería
sacudida una legislación obsoleta que databa de 1783, año en que se promulgaron las ordenanzas
mineras que chocaron con el plan liberal del Estado de establecer las bases legales y la
infraestructura productiva que lo permitieran. El país se expandió al exterior durante un período de
estabilidad política.

El primer paso decisivo se da en los últimos días del gobierno de Manuel González. Al final de este
gobierno (188

), se promulgan las leyes mineras, con Porfirio Díaz, en 1887 y 1892, cuando caen inevitablemente
las barreras al capital extranjero relacionado con la minería. Cabe señalar aquí que el intento de
regular la minería se remonta a 1877, cuando el gobierno trató de generar criterios uniformes con
respecto a la minería. Otros antecesores se remontan a 1883, cuando se fundó la Compañía Minera
Mexicana. Asimismo, el 6 de mayo de 1887, una ley regional confirió al Poder Ejecutivo la facultad
de contratar, extender las concesiones otorgadas, exonerar los materiales pastosos o fundidos y
demás productos mineros, en general, de todo impuesto de circulación.

Como resultado, cuando se modificó, el marco regulatorio ha dado paso a la necesidad de capital
extranjero, incluida la garantía de que los países donde se ubica la inversión disfrutarán de
concesiones más amplias y libre explotación. En 188

se iniciaron las reformas a una ley que, en esencia, databa de la época de la Colonia. Primero, a los
mexicanos y luego a los extranjeros se les permitía la compra ilimitada de propiedades y estaban
exentos del pago de impuestos. Luego la ley del 6 de junio de 1892 pretendió modificar la propiedad,
pues la República Mexicana dejó de considerar propias las minas al establecer la propiedad
permanente e irrevocable de las concesiones de explotación.

Por otra parte, una política centrada en la toma de decisiones, junto con el desarrollo de la
legitimidad, significa inevitablemente avanzar en la consolidación de un proyecto nacional que
incluya proyectos subnacionales e integrar y posibilitar reformas relacionadas con el nuevo sistema
tributario; el reconocimiento de la deuda pública, que es una condición necesaria para el capital y la
toma de decisiones relacionadas con el sistema de transporte.

Los cambios en el sistema hacendario se dieron entre 1880 - 1896, destacan entre ellos la abolición
de las alcabalas que, como se recordará, eran contrarias a la integración de los mercados locales a
espacios económicos mayores, pues cada uno de ellos tendían abastecerse. Las aduanas del
interior, encargadas de la recolección de la alcabala, formaban una tupida red que aislaba no menos
eficazmente los mercados del terreno opuesto y de las precarias comunicaciones.

Así mismo, en esencia, esta reorganización del sistema tributario redujo el poder económico de los
estados, cuya gestión pasó a depender del gobierno federal.

Otro punto importante son las relaciones diplomáticas de México con Gran Bretaña, Francia y
Alemania. Las relaciones se estancaron bien por agravios políticos derivados de las invasiones, bien
por la negativa de los gobiernos republicanos a reconocer las deudas de los gobiernos de facto. La
situación ha congelado la cartera de préstamos del país. Sin embargo, a partir de 1880 se
restablecieron las relaciones con Francia. Mientras tanto, con Inglaterra hay una vieja deuda impaga;
pero el panorama mejoró a partir de 188

y Manuel Dublán pudo negociar la deuda dos años después en condiciones favorables a México.

A partir de entonces, se restableció el crédito al gobierno mexicano, abriendo la puerta a nuevos


préstamos para promover la política de desarrollo.
Las inversiones proceden principalmente de Estados Unidos, España, Canadá y Alemania. Los
sectores que reciben importantes inversiones extranjeras son la industria manufacturera
(especialmente la automovilística), los servicios financieros y de seguros, el comercio minorista y
mayorista y las comunicaciones.

Por qué debería invertir en México


Los puntos fuertes: México atrae a la mayor cantidad de IED en Sudamérica y Centroamérica:

Además de ser muy abierto a la IED, el país está muy bien integrado en el orden económico mundial:
es miembro del TLCAN, la OCDE, el G20 y la Alianza del Pacífico.

Goza de una posición geográfica estratégica y actúa como una plataforma de tránsito hacia
Norteamérica y América Latina. El país cuenta con una gran variedad de recursos naturales, lo que
permite el desarrollo de todo tipo de industrias con precios muy competitivos.

La fuerza laboral (joven y numerosa) no tiene un costo muy elevado y está relativamente bien
cualificada. El país es el octavo destino turístico en el mundo, y además tiene una amplia e importante
base industrial.

El país hoy goza de una estabilidad económica y política envidiable en comparación con otros países
de la región.
Puntos débiles: Sigue habiendo numerosos obstáculos para la inversión en México:

El país depende fuertemente de su asociación con Estados Unidos, y por lo mismo es vulnerable
ante cualquier cambio de los acuerdos comerciales. El nivel de corrupción es elevado y la tasa de
criminalidad está creciendo. Debe afrontar problemas estructurales importantes (a nivel económico
y social).

Algunos sectores están reservados para al Estado o los ciudadanos mexicanos.

Competencia muy fuerte en ciertos sectores.

Una economía expuesta a las fluctuaciones de los precios petroleros.

La infraestructura (transporte y sector petrolero en particular) y el sistema educativo en general son


deficientes e ineficaces.

La violencia del narcotráfico es un peligro real, tanto a nivel social como económico, en numerosas
áreas, especialmente cerca de la frontera con Estados Unidos.
CONCLUSIÓN
En conclusión, los efectos positivos de la Inversión Extranjera Directa pueden
impulsar el desarrollo de las economías receptoras; en particular, pueden
complementar el ahorro nacional mediante nuevos aportes de capital y estimular las
transferencias de tecnología y sistemas de gestión para la modernización
productiva.

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