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Ingeborg Puppe. El Sistema de Imputación Objetiva - InDret 1.2021

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El sistema de imputación objetiva

1.2021

Sumario
-
Ingeborg Puppe
El defecto congénito de la teoría de la imputación objetiva, del que todavía no se
Rheinische Friedrich-Wilhelms-
ha recuperado, fue la disociación entre imputación objetiva y causalidad llevada
Universität Bonn
a cabo por Honig. Este se vio obligado a proceder a tal disociación como
-
consecuencia del único concepto causal que tenía a su disposición: un concepto
causal contrafáctico, que no proporciona ninguna información sobre el curso
causal real. Como la teoría mayoritaria de la imputación objetiva sigue partiendo
aún de la base de un concepto causal contrafáctico, continúa reducida a la
colección de tópicos que describiera Armin Kaufmann. Una teoría sistemática de
la imputación objetiva debe partir de la base del curso causal real. Un resultado
solo se produce por imprudencia (cfr. §§ 222, 229 del Código Penal alemán)
cuando no solo la conducta, sino también precisamente las propiedades que la
hacen descuidada se presentan como elementos necesarios del curso causal
(causalidad de la infracción del deber de cuidado). El curso causal debe, por lo
demás, consistir en una cadena ininterrumpida de estados de cosas ilícitos, de
manera que, si atraviesa un estado de cosas permitido, se rompe el nexo de
imputación (requisito de continuidad). Un estado de cosas ilícito es, en primer
lugar, aquel a cuya evitación se orienta la norma de cuidado; en segundo lugar, la
propia lesión del bien jurídico ilícitamente causada; en tercer lugar, los estadios
intermedios del curso causal que la observancia del deber de cuidado es
generalmente idónea para evitar.

Abstract
-
The congenital defect of the theory of legal causation, from which it has not yet
recovered, was Honig’s uncoupling of factual and legal causation. Honig was
urged to carry out such uncoupling by the only causal concept that was available
to him: a counterfactual one, from which no statements about the actual course of
causation can be uttered. The predominant theory of legal causation is still
grounded on counterfactual concept of causation, hence consisting of no more
than what Armin Kaufmann described as an ensemble of topoi. A systematic
theory of legal causation must take the actual course of causation as a point of
departure. In order to say that a result has been brought about by negligent
behaviour (cf. §§ 222, 229 of the German Penal Code), not only the conduct at
issue, but also precisely the properties that make it negligent must present
themselves as necessary elements of the course of causation (wrongful-aspect
causation). Furthermore, the course of causation must consist of an uninterrupted
chain of unlawful states of affairs, so that if it goes through a permitted state of
affairs, the attribution of responsibility for the result will be precluded (continuity
requirement). An unlawful state of affairs is, firstly, one whose occurrence the duty
of care aims to prevent; secondly, the unlawfully caused violation of the legally
protected interest itself; and thirdly, the intermediate stadiums of the causal
course generally able to be prevented by observance of the duty of care.

Abstract
-
Der Geburtsfehler der Lehre von der objektiven Zurechnung, von dem sie bis heute
nicht genesen ist, war ihre von Honig vollzogene Abkoppelung von der objektiven
Zurechnung und dem Kausalzusammenhang. Zu dieser Abkoppelung sah sich
Honig dadurch genötigt, dass der einzige Kausalbegriff, den er zur Verfügung
hatte, der kontrafaktische war, der keine Aussage über den wirklichen
Kausalverlauf ermöglicht. Da die h. L. von der objektiven Zurechnung bis heute
vom kontrafaktischen Kausalbegriff ausgeht, bringt sie nichts anderes zu Stande

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als jenes von Armin Kaufmann beschriebene Ensemble von Topoi. Eine
systematische Theorie der objektiven Zurechnung muss vom wirklichen
Kausalverlauf ausgehen. Durch Fahrlässigkeit ist ein Erfolg nur dann verursacht
(vgl. §§ 222, 229 StGB), wenn nicht nur die Handlung, sondern gerade ihre
sorgfaltswidrigen Eigenschaften im Kausalverlauf als notwendige Bestandteile
vorkommen (Kausalität der Sorgfaltswidrigkeit). Außerdem muss der
Kausalverlauf aus einer ununterbrochenen Kette unerlaubter Zustände bestehen.
Geht er in einen erlaubten Zustand über, so ist dadurch die Zurechnung
unterbrochen (Durchgängigkeitserfordernis). Ein unerlaubter Zustand ist
zunächst derjenige, dessen Vermeidung die Sorgfaltsnorm anordnet, zweitens die
unerlaubt verursachte Rechtsgutverletzung selbst, drittens diejenigen
Zwischenstadien des Kausalverlaufs, die die Einhaltung der Sorgfaltsnorm zu
vermeiden generell geeignet ist. 

Title: The System of Legal Causation


Titel: Das System der objektiven Zurechnung
-
Palabras clave: Imputación objetiva, causalidad, infracción del deber de cuidado, fin
de protección de la norma, realización del riesgo.
Keywords: Legal causation, causation, breach of duty of care, scope of duty, risk principle.
Stichwörter: Objektive Zurechnung, Kausalität, Sorgfaltswidrigkeit, Schutzzweck der
Norm, Risikoverwirklichung.
-

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Índice
-
1.2021

1. La teoría de la imputación objetiva, una colección de tópicos


2. Líneas maestras de un sistema de imputación objetiva
2.1. Los términos entre los que se establece la relación de imputación
2.2. El nexo causal como base de la imputación
2.3. La causalidad de la infracción del deber de cuidado (Kausalität der
Sorgfaltspflichtverletzung)
2.4. El requisito de exhaustividad (Vollständigkeitserfordernis)
3. La idoneidad general de la norma para evitar el curso causal
3.1. El requisito de continuidad (Durchgängigkeitserfordernis)
3.2. Qué es un estado de cosas ilícito
4. Resumen
5. Bibliografía

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1. La teoría de la imputación objetiva, una colección de tópicos

La teoría de la imputación objetiva pasa por ser la última gran contribución de la dogmática penal
alemana desde la consolidación de la teoría del injusto personal y el último gran boom en la
exportación de la ciencia alemana del Derecho penal. Pero también se han vertido sobre ella
juicios verdaderamente fulminantes, como cuando Armin KAUFMANN escribiera que “la idea de
un particular nexo entre el resultado típico y el autor que pueda designarse como imputación
objetiva resulta inaprensible. Continúa reduciéndose a una colección de tópicos”.1 Para HIRSCH,
la teoría de la imputación objetiva “no supone ninguna ganancia. Se limita a construir una
cláusula general que no hace más que resumir una suma de consideraciones particulares”.2
HILLGENDORF tiene la impresión “de que la figura de la imputación objetiva funciona
frecuentemente como una especie de trastero para problemas no resueltos de tipicidad y
justificación”.3 GROPP formula de forma más amable un juicio, a la postre no menos fulminante,
de acuerdo con el que la teoría de la imputación objetiva “parte de la fórmula de la conditio sine
qua non como indicador de la causalidad y como regla de imputación, para restringirla
inmediatamente por medio de excepciones de imputación objetiva. En el marco de un sistema
abierto, se construyen grupos de casos en los que, a pesar de la existencia de un nexo causal, se
rechaza la imputación del resultado con base en consideraciones de plausibilidad”.4 KÜHL
concluye el largo capítulo sobre la imputación objetiva en su manual dirigiendo el siguiente
consejo a sus lectores estudiantes: “la teoría de la imputación objetiva todavía no ha conseguido
que los múltiples criterios mencionados se consoliden en un sistema generalmente reconocido.
Ante la ausencia de dicho sistema, puede que tenga sentido afrontar aquellos casos en los que la
afirmación de la causalidad parezca un resultado ‘insatisfactorio’, haciendo referencia, en el
marco del juicio de imputación objetiva, al mayor número posible de criterios de imputación que
apoyen el resultado que se tiene por correcto”.5

Un examen más detallado de las exposiciones de la teoría de la imputación objetiva que figuran
en los manuales y comentarios al uso no permite desmentir las anteriores valoraciones. Al mismo
tiempo, uno no puede evitar tener la impresión de que a los autores no los escandaliza en
absoluto este diagnóstico y de que ya ni siquiera intentan ordenar sistemáticamente los
diferentes presupuestos de la imputación objetiva. El orden en el que estos se presentan parece



Traducción y autora de contacto: Marta Pantaleón Díaz, marta.pantaleon@uam.es (Universidad
Autónoma de Madrid). Título original: «Das System der objektiven Zurechnung», Goltdammer’s Archiv für
Strafrecht, (162), 2015, pp. 203-218. Agradezco a la Profesora Ingeborg Puppe su confianza al haberme
brindado la oportunidad de traducir este trabajo. Los Profesores Fernando Pantaleón Prieto, Enrique
Peñaranda Ramos, Leopoldo Puente Rodríguez y Mauro Roccasalvo, y Diego Sobejano Nieto revisaron el
borrador de esta traducción y me hicieron valiosas sugerencias que incorporé para mejorarla, por las que
les estoy muy agradecida. Los errores restantes son míos.
1
Armin KAUFMANN, «„Objektive Zurechnung“ beim Vorsatzdelikt?», FS-Jescheck, 1985, p. 271. Para
valoraciones similares de la teoría de la imputación objetiva, vid. las referencias en GÖSSEL, «Die
Verknüpfung sorgfaltswidrigen Verhaltens mit der Rechtsgutsbeeinträchtigung in der Fahrlässigkeitstat –
keine Frage der objektiven Zurechnung, sondern der Beurteilung nach dem Satz vom Grunde», FS-Frisch,
2013, pp. 428 ss.
2
HIRSCH, «Zum Lehre der objektiven Zurechnung», FS-Lenckner, 1998, p. 140.
3
HILGENDORF, «Wozu brauchen wir die „Objektive Zurechnung“? Skeptische Überlegungen am Beispiel der
strafrechtlichen Produkthaftung», FS-Weber, 2004, p. 44.
4
GROPP, AT, 3ª ed., 2005, § 5/41.
5
KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, § 4/97.

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ser el escogido libérrimamente por cada autor, pues varía de manual en manual. Así, por ejemplo,
mientras que algunas exposiciones comienzan con la llamada “relación de antijuridicidad”
(Rechtswidrigkeitszusammenhang) o “relación de infracción de deber” (Pflichtwidrigkeits-
zusammenhang),6 en otras, esta aparece en último lugar.7 No existe, por lo demás, discusión
alguna sobre el orden correcto de cada uno de los presupuestos. Este total desprecio por la
sistemática es un diagnóstico alarmante para la ciencia penal alemana. Nadie desea, desde luego,
que se reproduzca aquí la interminable lucha de trincheras entre las llamadas teorías causal y
final del delito, disputada en ocasiones con la indolencia de una guerra de religión. Se ha
demostrado que los hallazgos obtenidos en un sistema pueden integrarse también en otro. Pero
tampoco se llega a ninguna parte sin un procedimiento sistemático. Si limpio mi cocina sin seguir
un sistema, limpiaré una parte dos veces y otra se quedará hecha una porquería.

A primera vista, podría pensarse también, no obstante, que la teoría de la imputación objetiva ha
alcanzado un alto grado de sistematicidad y consistencia; y es que existe una, así denominada,
“fórmula básica” de la teoría de la imputación objetiva, que encabeza casi todas las
presentaciones que de ella se hacen. De acuerdo con dicha fórmula, el resultado solo puede
imputarse al autor cuando el riesgo no permitido que este ha creado “se ha realizado en el
resultado” o, como también se dice a veces, “se ha manifestado en el resultado”.8 Acto seguido,
debería responderse a la pregunta por la relación que ha de existir entre el comportamiento del
autor y la producción del resultado para que pueda afirmarse que el riesgo no permitido creado
por aquel se ha realizado en el resultado. Esto, sin embargo, no sucede. Lo que sigue a la fórmula
es, por el contrario, la colección de topoi que describía Armin KAUFMANN, y los grupos de casos y
“plausibilidades” a los que se refería GROPP.

Si el autor no habría podido evitar el resultado mediante un comportamiento alternativo


cuidadoso, como quiera que este se especifique, no se ha realizado el riesgo no permitido.9
Cuando el autor hiere a la víctima, quizás con intención de matarla, y esta fallece como
consecuencia de un accidente de tráfico en el trayecto hacia el hospital o de un incendio en el
interior de este último, no se ha realizado el riesgo no permitido creado por la lesión inicial.10


6
KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, §§ 4/60 ss.; ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/69; KREY/ESSER, AT, 5ª ed., 2012, §§ 11/343
ss.; JÄGER, Examensrepertorium Strafrecht Allgemeiner Teil, 6ª ed., 2013, § 2/34 ss.
7
STRATENWERTH/KUHLEN, AT, 6ª ed., 2011, §§ 8/38 ss.; RENGIER, AT, 5ª ed., 2013, §§ 13/75 ss.;
WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, § 197; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, §§ 10/29 ss.; MURMANN,
Grundkurs Strafrecht, 2ª ed., 2013, §§ 23/100 s.; BAUMANN/WEBER/MITSCH, AT, 11ª ed., 2003, § 14/88;
JESCHECK/WEIGEND, AT, 5ª ed., 1996, p. 288; MAURACH/GÖSSEL/ZIPF, AT I, 8ª ed., 1992, §§ 18/42 ss.; KINDHÄUSER
discute esta relación por primera vez al abordar la imprudencia: AT , 6ª ed., 2013, §§ 33/34 ss.
8
ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/47; KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, § 4/43; RENGIER, AT, 5ª ed., 2013, § 13/46;
WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, §§ 179, 192; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 5/50; FRISTER, AT, 5ª
ed., 2011, § 4/20; GROPP, AT, 3ª ed., 2005, § 5/42; EISELE, «Vor. § 13», Sch/Schr, 29ª ed., 2014, nm. 92; WALTER
«Vor. § 13», LK, v. 1, 12ª ed., 2007, nm. 89; KUDLICH, «Vor. § 13», en SATZGER/SCHLUCKEBIER/WIDMEIER (eds.),
Kommentar zum Strafgesetzbuch, 2ª ed., 2014, nm. 50; FISCHER, «Vor. § 13», Strafgesetzbuch mit Nebengesetze,
61ª ed., 2014, nm. 25; JOECKS, «Vor. § 13», Studienkommentar StGB, 10ª ed., 2012, nm. 38; FRISCH, «Objektive
Zurechnung des Erfolgs. Entwicklung, Grundlinien und offene Fragen der Lehre von der
Erfolgszurechnung», JuS, (51-1), 2011, p. 22.
9
ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, §§ 11/88 ss.; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 33/34; GROPP, AT, 3ª ed., 2005, §§
5/46 s.; FRISCH, JuS, (51-3), 2011, pp. 205 ss.; GÖSSEL, «Objektive Zurechnung und Kausalität», GA, (162),
2015, p. 31.
10
ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, §§ 11/45, 47, 78; KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, § 4/61; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, § 10/21;
FRISCH, JuS, (51-3), 2011, p. 206.

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Cuando el conductor que incumple una obligación de detenerse o conduce a una velocidad
excesiva se ve involucrado en un accidente de tráfico en un punto posterior del trayecto, ya
conduciendo correctamente, no se ha realizado el riesgo desaprobado creado por su
comportamiento anterior.11 Si la víctima se introduce en el riesgo creado por el autor a través de
una autopuesta en peligro libre y responsable, dicho riesgo no permitido no se ha realizado en el
resultado.12 Pero se discute vivamente si tampoco se realiza el riesgo no permitido cuando la
víctima se expone a él para salvar a otra persona a la que el autor ha puesto en peligro.13
Igualmente discutida es la cuestión de si se realiza todavía el riesgo no permitido creado por el
comportamiento del autor cuando entre él y el resultado se interpone la culpa de un tercero, por
ejemplo, el médico que trata a la víctima.14 Y, finalmente, por encima de todo ello planea todavía
la exigencia de previsibilidad general del curso causal, a la que se recurre cada vez que se quiere
descartar la imputación, pero no se sabe demasiado bien por qué. También ante un curso causal
impredecible puede afirmarse, al parecer, que no se ha realizado precisamente el riesgo
desaprobado creado por el autor.15 A la vista de ello, tampoco resulta sorprendente que se haya
propuesto recientemente retomar la vieja y buena fórmula de la adecuación, y descartar la
imputación del resultado argumentando, sencillamente, que “no hay por qué contar con un curso
causal de esa clase”.16

2. Líneas maestras de un sistema de imputación objetiva

2.1. Los términos entre los que se establece la relación de imputación

Para desentrañar sistemáticamente la fórmula básica de la realización del riesgo no permitido,


es necesario investigar, en primer lugar, cuáles son los correlatos de la relación a la que se refiere
dicha “realización”. El resultado es el objeto de la imputación, esto es, el daño, la lesión del bien
jurídico en su precisa medida, tal y como se encuentra descrita en el tipo penal.17 Un riesgo no
permitido es un estado de cosas cuya provocación se encuentra jurídicamente prohibida en razón


ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/75; KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, § 4/74; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, § 10/24; GÖSSEL,
11

GA, (162), 2015, pp. 31 s.


12
WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, §§ 185 ss.; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 11/23; FRISTER, AT,
5ª ed., 2011, §§ 10/15 ss.
13
Sobre el estado de la discusión, vid. PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 186 ss.
14
ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/141; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, §§ 11/46 ss.; KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, §§
4/67 ss.; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, § 10/26. Sobre el estado de la discusión, PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª
ed., 2013, nm. 253 s.; FRISCH, JuS, (51-3), 2011, p. 208; GÖSSEL, GA, (162), 2015, p. 30.
15
WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, § 196; RENGIER, AT, 5ª ed., 2013, §§ 13/62 ss.; KÜHL, AT, 7ª ed.,
2012, §§ 4/61 ss.; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 33/22.
16
DUTTGE, «§ 15», MüKo, v. 1, 2ª ed., 2011, nm. 184 s.; vid. también WEIGEND, «Zum Verhaltensunrecht der
fahrlässigen Straftat», FS-Gössel, 2002, pp. 129 ss.; HILGENDORF, FS-Weber, 2004, pp. 44 s.; HAUCK, «Die
Konkretisierung des fahrlässigkeitsspezipischen Handlungsunwerts im Falle sog. Drittschädigungseffekte»,
GA, (156), 2009, pp. 280 ss.; en contra, p. ej., SCHÜNEMANN, «Über die objektive Zurechnung», GA, (146),
1999, pp. 213 ss.; KINDHÄUSER, «Der subjektive Tatbestand im Verbrechensaufbau – Zugleich eine Kritik der
Lehre von der objektiven Zurechnung», GA, (154), 2007, pp. 452 s.; ROXIN, «Streitfragen bei der objektiven
Zurechnung», FS-Maiwald, 2010, pp. 724 ss.; PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 255.
17
PUPPE, AT, 2ª ed., 2011, § 1/10; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 72; LA MISMA, «Der Erfolg
und seine kausale Erklärung im Strafrecht», ZStW, (92-4), 1980, p. 880, también publicado en LA MISMA,
Strafrechtsdogmatische Analysen, 2006, p. 115; coinciden KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 10/3; EL MISMO,
«Risikoerhöhung und Risikoverringerung», ZStW, (120-3), 2008, p. 483; GROSSE-WILDE, «Die Relata eines
juristischen Kausalbegriffs und der Juristische Syllogismus», ARSP-B, (135), 2012, p. 49.

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de su peligrosidad abstracta. Tales prohibiciones pueden encontrarse consagradas en reglas de


Derecho positivo, como las reglas del tráfico rodado establecidas en la Ley alemana de la
circulación (Straßenverkehrsordnung, StVO) o los preceptos que regulan la explotación de
instalaciones peligrosas. También pueden formar parte del Derecho consuetudinario, como las
reglas de cuidado propias de una determinada profesión (por ejemplo, la lex artis médico-
sanitaria) o las reglas de la técnica generalmente reconocidas. Finalmente, existen situaciones
en las que es el propio afectado quien ha de determinar la norma de cuidado que le resulta
aplicable; en las que debe, por tanto, reconocer por sí mismo, teniendo en cuenta el nivel de
cuidado generalmente exigible en el tráfico, las medidas de cuidado que requiere en el caso
concreto la acción que se propone realizar. No existe una regla abstracta de la que puedan
derivarse sin más los comportamientos o estados de cosas descuidados y los presupuestos bajo
los que lo son; lo único que tenemos son criterios singulares para la determinación de cada deber
de cuidado, que a su vez no son válidos sin excepción, sino solo para el concreto deber de cuidado
de que se trate. A este ámbito pertenece el llamado principio de confianza, de acuerdo con el que
nadie está obligado a adoptar precauciones para el caso de que otros se comporten de forma
descuidada o incluso aprovechen la situación generada para llevar a cabo una conducta dolosa.
En la medida en que rija el principio de confianza, no podrá considerarse contraria a cuidado la
co-causación del resultado por parte del primer autor.18 Pero el principio de confianza no rige sin
excepciones. En primer lugar, hay deberes que se establecen precisamente con la finalidad de
evitar que otros infrinjan los suyos o, también, de que el incumplimiento de sus deberes por parte
de otros conduzca a un resultado lesivo: deberes de doble aseguramiento.19 En segundo lugar, el
principio de confianza decae en las situaciones en las que el autor tiene indicios de que otra
persona, en el caso concreto, va a infringir sus obligaciones.20 Un segundo principio general para
la determinación de los deberes de cuidado, o para su restricción, es el principio de la puesta en
peligro autorresponsable de uno mismo. De acuerdo con él, no infringe ningún deber de cuidado
el proporcionar a otro la oportunidad de exponerse a sí mismo conscientemente a un peligro,21
salvo que este último merezca ser protegido frente al hecho de verse inmerso en una situación
de conflicto en la que podría decidirse por una autopuesta en peligro.22 Pero también el principio
de la puesta en peligro autorresponsable de uno mismo presenta una excepción: cuando el
legislador decide establecer deberes paternalistas para proteger al ciudadano incluso de un riesgo
al que él mismo se ha expuesto voluntariamente. Un ejemplo de ello es la prohibición del tráfico
de estupefacientes.23


18
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 162 ss.; LA MISMA, AT, 2ª ed., 2011, §§ 2/12 s.; LA MISMA, «Die
Beziehung zwischen Sorgfaltswidrigkeit und Erfolg bei den Fahrlässigkeitsdelikten», ZStW, (99-4), 1987, p.
611; DUTTGE, «§ 15», MüKo, v. 1, 2ª ed., 2011, nm. 144; STRATENWERTH/KUHLEN, AT, 6ª ed., 2011, §§ 15/67 ss.;
KRÜMPELMANN, «Die Verwirkung des Vertrauensgrundsatzes bei pflichtwidrigem Verhalten in der kritischen
Verkehrssituation», FS-Lackner, 1987, p. 292.
19
Vid. sobre ello PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 163 s.
20
Sentencia del Tribunal Supremo Federal alemán (Bundesgerichtshof, BGH) reproducida en Juristische
Rundschau (JR), 2013, pp. 34 ss. [pp. 36 s.]; DUTTGE, «§ 15», MüKo, v. 1, 2ª ed., 2011, nm. 145;
CRAMER/STRENBERG-LIEBEN/SCHUSTER, «§ 15», Sch/Schr, 29ª ed., 2014, nm. 150; VOGEL, «§ 15», LK, v. 1, 12ª ed.,
2007, nm. 227; ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 24/21.
21
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 185 s., 189 s.
22
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 186 ss.; LA MISMA, «Die Selbstgefährdung des Verletzten beim
Fahrlässigkeitsdelikt. Das Auftauchen des Selbstgefährdungsgedankens in der deutschen Rechtsprechung»,
FS-Androulakis, 2003, pp. 564 ss., también publicado en LA MISMA, ZIS, (6), 2007, pp. 251 s.
23
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 192 ss.; LA MISMA, «Anmerkung», JZ, (66-18), 2011, pp. 911
s.; ZACZYK, Strafrechtliches Unrecht und die Selbstverantwortung des Verletzten, 1993, p. 60; KÖHLER,

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La determinación de los correlatos de la imputación objetiva —la infracción del deber de cuidado
y el resultado— no pertenece, en rigor, a su temática (Materie), sino a sus presupuestos; pues la
teoría de la imputación objetiva se ocupa únicamente de la relación de imputación que ha de
existir entre dichos términos. Los casos examinados bajo la denominada disminución del riesgo
(mejor, disminución del resultado), en los que el autor se limita a intervenir en un proceso lesivo
para reducir la cantidad del daño que amenaza con producirse, no pertenecen, por tanto, al
ámbito de la imputación objetiva,24 como tampoco aquellos en los que el autor se limita a hacer
uso de un riesgo permitido, sin infringir deber de cuidado alguno.25 Cuando, por ejemplo, un
conductor que circula conforme a las reglas del tráfico se ve, no obstante, involucrado en un
accidente, la pregunta por si puede imputársele el resultado lesivo ni siquiera se plantea, porque
el conductor no ha creado un riesgo desaprobado, en otras palabras, se ha comportado
correctamente. Sin embargo, ambos problemas se abordan tradicionalmente bajo la teoría de la
imputación objetiva, confundiéndose, de este modo, con otros que sí son verdaderamente
problemas de imputación.

2.2. El nexo causal como base de la imputación

Por el contrario, la relación de causalidad entre comportamiento y resultado no suele contarse


entre los elementos de la imputación. A pesar de ser esta el primer y más básico de los
presupuestos de cualquier imputación de un resultado, su tratamiento suele anticiparse al de los
problemas de imputación, comenzando este último juicio solo cuando la relación de causalidad
se encuentra establecida. Esta estructura de análisis se remonta al momento fundacional de la
imputación objetiva: el trabajo «Causalidad e imputación objetiva» de HONIG. Con esta
contribución, el autor se proponía, precisamente, fundamentar una teoría de la imputación
objetiva independiente de la causalidad, oponiéndose con ello a la teoría de la adecuación o de
la relevancia y a otras concepciones restrictivas de la causalidad. De acuerdo con HONIG, “si la
función elemental del intelecto humano ha elegido, como elemento determinante de la
existencia de una conexión causal, el que la supresión de la acción lleve consigo también la del
resultado, entonces no hay que desperdiciar ni una palabra más en el tratamiento de la
causalidad”.26 Pero esto solo es correcto si se describe la relación causal entre comportamiento y
resultado del modo en el que lo hizo HONIG y del que lo hace todavía hasta hoy la doctrina
mayoritaria; pues de esta forma no se trata en absoluto del curso causal real, sino de lo que suele
denominarse un curso causal hipotético, en el que precisamente el comportamiento cuya
causalidad se quiere averiguar no se produce en absoluto. Por lo demás, la conocida como
fórmula de la conditio sine qua non permite dar un salto en el tiempo, directamente desde la
ausencia ficticia de la conducta hasta la ausencia ficticia del resultado. Pero un curso causal es


«Rechtsgut, Tatbestandsstruktur und Rechtswidrigkeitszusammenhang», MDR, 1992, p. 739; HARDTUNG,
«BGH: Fahrlässige Tötung durch Abgabe von Heroin», NStZ, (21-4), 2001, p. 206; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed.,
2013, § 11/34.
24
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 76; coincide KINDHÄUSER, ZStW, (120-3), 2008, p. 491.
25
FRISCH, «Zum gegenwärtigen Stand der Diskussion und zur Problematik der objektiven
Zurechnungslehre», GA, (150), 2003, pp. 733 ss. Cuando no se trata de una disminución del resultado, sino
de una verdadera disminución del riesgo, ya sea objetivamente o desde la perspectiva del autor, entonces
este no ha infringido ningún deber de cuidado, KINDHÄUSER, ZStW, (120-3), 2008, p. 493.
26
HONIG, «Kausalität und objektive Zurechnung», FG-Frank, 1930, p. 179. Siguiendo a HONIG, ROXIN,
«Gedanken zur Problematik der Zurechnung im Strafrecht», FS-Honig, 1970, p. 135 s., aspira a construir
“una teoría general de la imputación totalmente desligada del dogma causal” y por ello se le conoce como
el nuevo fundador de esta teoría.

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un proceso continuo, como suele decirse, una cadena causal, cuyos eslabones se encuentran a su
vez causalmente conectados entre sí.27 Y, si lo que se supone que trata de lograrse a través de la
teoría de la imputación objetiva es establecer una específica relación entre el comportamiento y
la producción del resultado, ¿cómo puede conseguirse esto si no es mediante un análisis más
pormenorizado del proceso causal en cuestión? El mismo razonamiento vale en relación con el
criterio por el que se decanta el propio HONIG: “De acuerdo con ello, es imputable aquel resultado
que se puede concebir como dispuesto finalmente [por la conducta]”.28 El que pueda concebirse
o no un resultado como dispuesto finalmente por una determinada acción depende de la medida
en que el curso causal real coincida con aquel que se ha representado el autor.29 De entre todos
los defectos, ampliamente conocidos,30 del tan aplaudido “método de la supresión mental”
empleado para la comprobación de la causalidad,31 y los errores a los que conduce, no es
precisamente el menor el que este no proporcione absolutamente ninguna información sobre el
curso causal real, impidiendo con ello que puedan vincularse a él las restantes exigencias de la
imputación objetiva.

A diferencia de lo que sucedía en los tiempos de HONIG, hoy contamos con una teoría positiva de
los procesos causales, con una teoría muy desarrollada del deber de cuidado y, last but not least,
con la teoría de la causalidad de la infracción del deber de cuidado desarrollada por el propio
Tribunal Supremo Federal alemán (Bundesgerichtshof, BGH). Sin embargo, la teoría de la
imputación objetiva todavía no se ha recuperado de su defecto congénito: la disociación entre
imputación objetiva y causalidad llevada a cabo por HONIG. Resulta muy ilustrativo de ello el
juicio que formula SCHÜNEMANN sobre una versión precisada de la relación que el BGH denomina
“causalidad de la infracción del deber de cuidado” (sobre la que versará el próximo apartado del
trabajo). El autor la considera un “sorprendente retorno a los tiempos del naturalismo jurídico-


27
Este es el auténtico descubrimiento de ENGISCH, cuya famosa descripción de la relación causal reza: “Un
comportamiento […] resulta entonces causal en relación con un resultado concreto (y positivo) delimitado
por un determinado tipo penal cuando a dicho comportamiento le han seguido temporalmente una sucesión
de modificaciones en la realidad exterior que se encuentran vinculadas tanto con el comportamiento como
entre sí por leyes (de la naturaleza) y que han desembocado en una parte del estado de cosas que se
encuentra delimitado por la ley penal como resultado”. [N. de la T.: la autora omite en este punto la
referencia bibliográfica, aunque la cita procede de ENGISCH, Die Kausalität als Merkmal der strafrechtlichen
Tatbestände, 1931, p. 21].
28
HONIG, FG-Frank, 1930, p. 184.
29
En cualquier caso, las exigencias de HONIG para la imputación en general, esto es, para la imputación a la
imprudencia, resultan excesivas. Sus formulaciones son adecuadas para la imputación del curso causal al
dolo, pero no a la imprudencia (sobre ello, vid. PUPPE, «§ 15», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 69 ss.). El riesgo que
debe aceptar el autor para que pueda concebirse el resultado como dispuesto finalmente por su conducta es
mucho más alto que el que razonablemente evitaría correr el autor si quisiera evitar la producción del
resultado. Para HONIG, sin embargo, “perseguibilidad del resultado mediante la infracción de la norma” y
“evitabilidad del resultado mediante el cumplimiento de la norma” significan lo mismo.
30
Al respecto, p. ej., PUPPE, «Lob der Conditio-sine-qua-non-Formel», GA, (157), 2010, pp. 551 ss. GÖSSEL,
GA, (162), 2015, p. 24, se ha referido correctamente al método de la supresión mental como “un obstáculo
insuperable en el camino hasta ahora recorrido en busca de la relación entre comportamiento y resultado,
y ello, entre otras razones, por su incorrección desde el punto de vista lógico; un defecto que hoy ya nadie
discute, pero que, con todo, no impide a muchos continuar empleándolo”.
31
En los últimos tiempos, FRISCH, «Defizite empirischen Wissens und ihre Bewältigung im Strafrecht», FS-
Maiwald, 2010, pp. 239 ss.; EL MISMO, «Die Conditio-Formel: Anweisung zur Tatsachenfeststellung oder
normative Aussage?», FS-Gössel, 2002, pp. 51 ss.; GRECO, «Kausalitäts- und Zurechnungsfragen bei
unechten Unterlassungsdelikten», ZIS, (8-9), 2011, pp. 674 ss.; KINDHÄUSER, «Zurechnung bei alternativer
Kausalität», GA, (159), 2012, pp. 134 ss.

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penal y a su creencia ingenua de que todos los problemas penales pueden resolverse a través del
concepto de causalidad” y continúa: “[p]ero lo decisivo no es en absoluto esta pregunta empírica,
sino la pregunta normativa sobre si la prohibición de la causación descuidada de accidentes de
tráfico también debe proporcionar, o no, protección contra el riesgo de que se trate. Y el análisis
causal no ofrece respuesta alguna a esta pregunta”.32 La decisión sobre si el curso causal entre
una conducta descuidada y un resultado es apta para fundamentar la imputación no puede, por
supuesto, tomarse exclusivamente sobre la base del concepto general de causa, pero tampoco
prescindiendo de él. Si de lo que se trata es de distinguir los casos en los que la provocación de
un resultado por la conducta descuidada del autor fundamenta la imputación del resultado de
aquellos en los que esto no sucede, ¿cómo lograrlo si no es mediante un análisis más
pormenorizado de la relación causal entre el comportamiento y la producción del resultado?33
Una teoría de la imputación objetiva disociada de la relación de causalidad y de su análisis no
puede, en definitiva, más que derivar en la colección de tópicos antes mencionada: en un colorido
ramo de grupos de casos, a los que se aplica este o aquel topos de acuerdo con criterios de
plausibilidad.

2.3. La causalidad de la infracción del deber de cuidado (Kausalität der


Sorgfaltspflichtverletzung)

La imputación objetiva consiste en una serie de relaciones entre la conducta y el resultado que
se cimentan sobre la relación de causalidad entre ambos. La primera de estas relaciones ha sido
designada de forma plenamente acertada por el BGH como “causalidad de la infracción del deber
de cuidado”,34 mientas que la doctrina alineada con la tradición de HONIG prefiere referirse a ella
como “relación de antijuridicidad” o “relación de infracción de deber”.35 La doctrina, sin
embargo, no establece esta relación en absoluto entre el comportamiento del autor y el resultado,
sino entre este y la situación del autor, en la medida en que, para estos autores, dicha relación
consiste en que a este último no se le puede imputar el resultado si el autor lo habría producido
de todos modos aunque hubiera adoptado un comportamiento alternativo cuidadoso, como
quiera que este se especifique.36 Pero la relación que aquí se examina no consiste en una nueva


32
SCHÜNEMANN, GA, (146), 1999, p. 219. ROXIN habla de la “felizmente ya superada confusión entre
causalidad e imputación”, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/47, n. 105; cuando esta “superación” es en realidad la
desgracia que pesa sobre el conjunto de la teoría de la imputación.
33
PUPPE, Strafrechtsdogmatische Analysen, 2006, p. 15; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 206
ss.; JAKOBS, AT, 2ª ed., 1991, § 7/78; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, § 10/232; GROSSE-WILDE, ARSP-B, (135), 2012,
pp. 50 s.; vid. también GÖSSEL, FS-Frisch, 2013, p. 429; por último, SCHMOLLER, «Verwirklichung einer
unerlaubten Gefahr bei „Risikoerhöhung“», FS-Wolter, 2013, p. 491. WALDER, «Die Kausalität im Strafrecht»,
SchwZStR, (93), 1977, pp. 113 ss., designa correctamente como “examen causal” (con hasta cuatro
modalidades) las comprobaciones sucesivas que hoy agrupamos bajo la imputación objetiva como concepto
de recogida.
34
Sentencias reproducidas en el repertorio de jurisprudencia penal del BGH (Entscheidungen des
Bundesgerichtshofes in Strafsachen, BGHSt), núm. 11, pp. 1 ss. [p. 3 y resumen introductorio]; núm. 21, pp.
59 ss.; núm. 33, pp. 61 ss. [p. 64]; en Verkehrsrecht (VRS), núm. 21, pp. 6 ss.; y en JR, 1982, pp. 382 ss.; al
respecto, PUPPE, «Brauchen wir eine Risikoerhöhungstheorie?», FS-Roxin, 2001, pp. 287 s.
35
LACKNER/KÜHL, «§ 15», StGB, 28ª ed., 2014, nm. 41 s.; CRAMER/STRENBERG-LIEBEN/SCHUSTER, «§ 15», Sch/Schr,
29ª ed., 2014, nm. 173; WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, § 197; KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, §§
33/34 s.; KÜHL, AT, 7ª ed., 2012, § 4/43; FRISCH, GA, (150), 2003, p. 728; EISELE, «Vor. § 13», Sch/Schr, 29ª ed.,
2014, nm. 95 s. la denomina “relación de riesgo”.
36
Entre otros muchos, KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 33/34; WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, §§
197, 676; BAUMANN/WEBER/MITSCH, AT, 11ª ed., 2003, § 22/50; CRAMER/STRENBERG-LIEBEN/SCHUSTER, «§ 15»,

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exigencia de evitabilidad del resultado con uno de los posibles comportamientos alternativos
cuidadosos del autor; se trata de una relación de causalidad, en el sentido fuerte de la palabra.37
El § 222 del Código Penal alemán (Strafgesetzbuch, StGB), por ejemplo, se refiere a “[e]l que por
imprudencia causare la muerte de una persona”, con la misma formulación que el § 229 “[e]l que
por imprudencia causare una lesión corporal”. Contra estas formulaciones se aduce una y otra
vez que una infracción del deber de cuidado o una imprudencia no son hechos, sino juicios de
valor, y los juicios de valor no pueden ser causales.38 Este es, sin embargo, un defecto de
formulación fácil de corregir. Y es que no es suficiente que la conducta del autor, primero, sea
descuidada y, segundo, haya causado un resultado lesivo; deben ser precisamente las
propiedades descriptivas del comportamiento que lo hacen descuidado las que aparezcan como
elementos necesarios en la explicación del resultado.39 Si, por ejemplo, el conductor de un
automóvil sale a conducir con los neumáticos o las pastillas de freno desgastados, o con un
defecto en la iluminación del vehículo, pero contribuye causalmente a la provocación de unas
lesiones solo porque otro automóvil golpea al suyo por detrás mientras espera en un semáforo
en rojo, desde luego que este conductor se ha comportado descuidadamente: no habría debido
circular bajo esas condiciones. Pero el que, aun así, no se le puedan imputar las lesiones que su

Sch/Schr, 29ª ed., 2014, nm. 174 ss. Nada distinto hace, sin embargo, el BGH, pese a haber reconocido la
naturaleza causal de la relación de la que aquí se trata; pues comprueba la causalidad a través del método
de la supresión mental. El tribunal no cree que sea posible suprimir mentalmente las propiedades que
convierten en descuidada la conducta sin introducir otras en su lugar, de manera que su única forma de
comprobar la causalidad del comportamiento realmente descuidado pasa por imaginar lo que habría
sucedido con el comportamiento alternativo cuidadoso, BHGSt, núm. 11, pp. 1 ss. [pp. 3 ss.].
37
PUPPE, ZStW, (99-4), 1987, pp. 599 ss.; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 206; JAKOBS,
«Risikokonkurrenz - Schadensverlauf und Verlaufshypothese im Strafrecht», FS-Lackner, 1987, pp. 59 s.; EL
MISMO, AT, 2ª ed., 1991, § 7/78; WALDER, SchwZStR, (93), 1977, pp. 151 s.; KINDHÄUSER, «Objektive und
subjektive Zurechnung beim Vorsatzdelikt», FS-Hruschka, 2005, pp. 592 ss.; MOORE, «Causal Relata», FS-
Hruschka, 2005, pp. 592 ss.; FRISTER, AT, 5ª ed., 2011, § 10/32; GROSSE-WILDE, ARSP-B, (135), 2012, pp. 50 s.
A esta conclusión se aproxima también GÖSSEL, FS-Frisch, 2013, p. 439. No consigo comprender la dificultad
que percibe últimamente HAAS en el hecho de que, en las explicaciones causales, junto a las propiedades
desaprobadas del comportamiento del autor, aparezcan también otras permitidas («Die Bedeutung
hypothetischer Kausalverläufe für die Tat und ihre strafrechtliche Würdigung», GA, (162), 2015, p. 92). En
cualquier explicación causal aparecen múltiples elementos, y la mayoría de ellos son permitidos.
38
EXNER, «Fahrlässiges Zusammenwirken», FG-Frank, 1930, pp. 583 s.; MEZGER/MAYER, «Straf- und
Strafprozeßrecht», JZ, (13-9), 1958, p. 282; Armin KAUFMANN, «Schuldfähigkeit und Verbotsirrtum», FS-Eb.
Schmidt, 1961, pp. 207 ss.; MÜNZBERG, Verhalten und Erfolg als Grundlagen der Rechtswidrigkeit und Haftung,
1966, p. 127; ULSENHEIMER, Das Verhältnis zwischen Pflichtwidrigkeit und Erfolg bei den Fahrlässigkeitsdelikten,
1965, p. 107; HARDWIG, «Verursachung und Erfolgszurechnung: Eine Anmerkung zu einer Anmerkung», JZ,
(23-9), 1968, p. 289; SCHLÜCHTER, «Grundfälle zur Lehre von der Kausalität», JuS, 1976, p. 105; OTTO,
«Risikoerhöhungsprinzip statt Kausalitätsgrundsatz als Zurechnungskriterium bei Erfolgsdelikten», NJW,
1980, p. 420.
39
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 214 ss.; LA MISMA, «Zurechnung und Wahrscheinlichkeit»,
ZStW, (95-2), 1983, p. 290, también publicado en LA MISMA, Strafrechtsdogmatische Analysen, 2006, p. 146;
LA MISMA, ZStW, (99-4), 1987, p. 601; GROSSE-WILDE, ARSP-B, (135), 2012, pp. 50 s.; JAKOBS, FS-Lackner, 1987,
pp. 59 s.; EL MISMO, AT, 2ª ed. , 1991, § 7/68; EL MISMO, System der strafrechtlichen Zurechnung, 2012, pp. 39 s.
Contra lo que sostiene JAKOBS, se trata aquí, no obstante, de “una tarea claramente empírica”. JAKOBS intenta
refutarlo con el ejemplo del autor que sabe que alguien ha puesto una bomba de relojería en un hospital y
crea, por tanto, un riesgo no permitido para la vida de su víctima cuando le causa lesiones que la conducen
a visitar ese hospital. Pero esta se revela como la solución de una tarea claramente empírica, si se tiene en
cuenta que el riesgo desaprobado se construye siempre sobre la base de todos los hechos que el autor
conoce, por mucho que esto conduzca a la conclusión de que la llamada “imputación objetiva” no es, en
realidad, objetiva, ROXIN, FS-Maiwald, 2010, p. 727. El riesgo de hacer que otro acabe en el hospital es un
riesgo permitido; el riesgo de hacer que acabe en un lugar en el que hay instalada una bomba de relojería,
uno desaprobado.

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copiloto sufre como consecuencia del accidente no se debe al hecho de que no hubiera podido
evitarlas con un comportamiento alternativo cuidadoso (¿con cuál de todos los posibles?). El que
hubiera podido evitarlas depende, por ejemplo, de si su mujer le hubiera dejado su coche o si el
propio conductor hubiera decidido ir al trabajo en bicicleta o en tranvía, para no circular con su
automóvil defectuoso, respetando así el deber de cuidado. Si hay que negar la imputación del
curso causal que condujo al accidente, ello se debe, más bien, a que, para la explicación de este
último, resulta superflua la información de que el vehículo del conductor estaba defectuoso o no
se encontraba suficientemente equipado para la circulación.40

La exigencia de evitabilidad, al igual que el método empleado por el BGH para comprobar la
causalidad de la infracción del deber de cuidado, conduce a errores en los casos en los que existen
varias condiciones suficientes para la producción del resultado y algunas de ellas contienen,
como elemento necesario, una infracción del deber de cuidado por parte de otro interviniente. Si
la infracción del deber de cuidado por parte de cada uno de los implicados, tomada aisladamente,
es suficiente para la explicación del accidente, entonces ninguno de ellos habría podido evitar su
producción con un comportamiento alternativo cuidadoso. La exigencia de evitabilidad, llevada
a sus últimas consecuencias, conduce, de este modo, a que los intervinientes en el accidente se
liberen recíprocamente de responsabilidad, cada uno con base en la gravedad de la infracción del
deber de cuidado por parte del otro, aunque ambos hayan causado el accidente por
imprudencia.41 En la forma en la que más probablemente se desarrollaron los hechos,
proporciona un ejemplo de ello, precisamente, el famoso caso resuelto por el BGH en su
sentencia reproducida en BGHSt núm. 11, pp. 1 ss., en el que el tribunal enunció por primera vez


40
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 202; LA MISMA, «Die Lehre von der objektiven Zurechnung
und ihre Anwendung – Teil 1», ZJS, (5), 2008, p. 493; LA MISMA, ZStW, (99-4), 1987, pp. 601 s.
41
PUPPE, AT, 2ª ed., 2011, § 2/4. Para salvar la fórmula de la condición necesaria, se aduce que no pueden
existir varias condiciones suficientes simultáneamente verdaderas para un mismo resultado, ya sea por
razones técnicas, ROTSCH, «Objektive Zurechnung bei „alternativer Kausalität“», FS-Roxin, 2011, pp. 377, o
lógicas. KINDHÄUSER, GA, (159), 2012, pp. 139 s., niega que la existencia de varias condiciones suficientes
para un resultado sea posible desde el punto de vista lógico. El autor descarta, en particular, la posibilidad
de extraer una condición concurrente del “campo causal” por el hecho de que esta prive a la otra de las
condiciones concurrentes de su “relevancia causal” (p. 140); así también ya KORIATH, Kausalität und objektive
Zurechnung, 2007, p. 110; cfr., sin embargo, KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 10/41. Pero una condición solo
puede privar a otra de relevancia causal bajo el presupuesto de que las condiciones hayan de ser necesarias
para ser causales, y es evidente que, bajo este presupuesto, ambas condiciones concurrentes se privan
recíprocamente de relevancia causal. Por lo demás, de acuerdo con KINDHÄUSER, varias condiciones
suficientes no pueden tener elementos comunes, pues entonces estos serían objeto de una doble valoración,
GA, (159), 2012, p. 140. La doble valoración de un hecho que solo se ha producido a la vez es, en efecto, un
fallo lógico (y no solo a los efectos de la determinación de la pena), pero no puede afirmarse lo mismo
cuando de lo que se trata es de valorar un mismo hecho en dos contextos distintos. Y las diferentes
condiciones suficientes de un resultado son contextos distintos, PUPPE, «Alternative Kausalität und
notwendige Bedingung. Zu der neuen logischen Konzeption der Mehrfachkausalität von Kindhäuser», ZIS,
(6), 2012, p. 268. En la filosofía se discute intensamente si varias condiciones suficientes pueden
actualizarse (instanziiert sein) simultáneamente y, a la vez, tener elementos necesarios comunes; BROAD,
«The Principles of Demonstrative Induction (I)», Mind, (39), 1930, p. 308; entre los juristas, vid. STAPLETON,
«Causation in the Law», en HITCHCOCK/BEEBEE/MENZIES (eds.), The Oxford Handbook of Causation, 2009, p.
747; LA MISMA, «Choosing what we mean by “Causation” in the Law», Mo. L. Rev., (73-2), 2008, pp. 435 ss.;
vid. también, al respecto, WRIGHT, «Causation in Tort Law», CLR, (73), 1985, pp. 1792 s.; EL MISMO, «The
Grounds and Extent of Legal Responsibility», San Diego L. Rev., (40), 2003, p. 1441; HONORÉ, Responsibility
and Fault, 1999, pp. 116 s.; SOFOS, Mehrfachkausalität beim Tun und Unterlassen, 1999, pp. 160 s.; RODRÍGUEZ
MONTAÑÉS, «Einige Bemerkungen über das Kausalitätsproblem und die Täterschaft im Falle rechtswidriger
Kollegialentscheidungen», FS-Roxin, 2001, pp. 313 s.

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la exigencia de causalidad de la infracción del deber de cuidado. El ciclista no fue atropellado por
las ruedas delanteras del camión, sino por las traseras, lo que demuestra que la maniobra de
adelantamiento ya había comenzado en el momento de la caída. El estado de ebriedad del ciclista
la habría producido, por mucho que el conductor del camión hubiera respetado la distancia
reglamentaria en el adelantamiento, pero también la habría producido la distancia lateral
demasiado escasa de 0,75 cm con la que realmente se adelantó al ciclista, incluso haciendo
abstracción de su estado de ebriedad: ambas son condiciones suficientes de la caída de este bajo
las ruedas traseras del camión.42 Pero el BGH, al emplear la fórmula de la conditio sine qua non en
su comprobación de la causalidad de la infracción del deber de cuidado, no pudo reconocerlo. La
misma fundamentación habría conducido necesariamente a la absolución del ciclista; una
cuestión a la que el BGH no tuvo que enfrentarse, al haber fallecido este último.43

2.4. El requisito de exhaustividad (Vollständigkeitserfordernis)

Un resultado solo puede considerarse producido por imprudencia cuando todas las condiciones
constitutivas de la infracción del deber de cuidado del autor figuran en la explicación causal del
accidente: no solo las propiedades del comportamiento que lo hacen descuidado, sino también
las precondiciones en virtud de las que se consideran descuidadas tales propiedades; pues son
tales precondiciones las que describen el riesgo al que “debe” enfrentarse la norma de cuidado,
esto es, su fin de protección. No es suficiente, por tanto, que solo figure en la explicación causal
una parte de estas condiciones (requisito de exhaustividad).44 Es así como se soluciona el famoso
caso de los tres ciclistas resuelto por el Tribunal Supremo Imperial alemán (Reichsgericht, RG),
en el que una colisión entre dos ciclistas que conducían sin luces en la oscuridad se habría evitado
si un tercer ciclista, que conducía delante de los anteriores y asimismo sin luces, las hubiera
llevado encendidas. El deber de cuidado infringido por este ciclista reza: “debes llevar una luz
encendida si conduces una bicicleta en la oscuridad”. La obligación de llevar una luz encendida
rige únicamente, por tanto, bajo la condición de que uno esté circulando en bicicleta en la
oscuridad. Este hecho, sin embargo, no es necesario para explicar la colisión entre los dos otros
ciclistas. Para explicarla, no es necesario mencionar todas las condiciones bajo las que la
conducta del tercer ciclista se considera descuidada, sino solo una parte de ellas, por lo que no
puede afirmarse que haya causado el resultado por imprudencia.45 Por lo general, en este grupo


42
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 217; LA MISMA, FS-Roxin, 2001, pp. 289 ss.
43
Otro ejemplo de ello es la sentencia del BGH reproducida en VRS, núm. 25, pp. 262 ss.; también en este
caso falleció el otro implicado en el accidente, un niño.
44
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 227; LA MISMA, ZStW, (99-4), p. 610; LA MISMA, AT, 2ª ed.,
2011, §§ 3/5 ss.; coincide JAKOBS, AT, 2ª ed., 1991, § 7/78. Esta es la razón por la que no puede fundamentarse
la causalidad de una infracción del deber de cuidado no causal reemplazando el deber de cuidado por otro
aparentemente menos exigente, p. ej., reemplazando la prohibición de conducir en un estado no apto para
la circulación, o con los neumáticos desgastados, por la obligación de conducir más despacio, como en la
sentencia del BGH reproducida en BGHSt, núm. 24, pp. 31 ss.; o la del Tribunal Superior de Justicia
(Oberlandesgericht, OLG) de Colonia reproducida en VRS, núm. 64, pp. 257 ss. Pues, incluso aunque en lugar
de la prohibición de conducir rigiese una obligación de conducir despacio en tales condiciones, estas
tendrían que aparecer en todo caso como elementos necesarios para la explicación causal del resultado,
PUPPE, AT, 2ª ed., 2011, §§ 3/10 s.; LA MISMA, «Zu einem Zusammenstoß gehören zwei. Überlegungen zum
Zusammentreffen mehrerer Sorgfaltspflichtverletzungen bei Unfällen im Straßenverkehr», FS-Frisch, 2013,
pp. 450 s.
45
En la sentencia, reproducida en el repertorio de jurisprudencia penal del RG (Reichsgerichts-
Entscheidungen in Strafsachen, RGSt), núm. 63, pp. 393 ss., el tribunal falló también en sentido absolutorio,
pero a través de una inversión de la formulación de la acción imprudente del reo, refiriéndose en su lugar a

600
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de casos suele rechazarse la imputación del resultado con el argumento de que el fin de
protección del precepto que obliga a llevar una luz encendida cuando se conduce una bicicleta
en la oscuridad no es el de iluminar a otros ciclistas o alertar de su presencia.46 Aunque esto suena
convincente, no es posible derivar de este razonamiento una regla sobre cómo determinar el fin
de protección de una norma. Al fin y al cabo, también se reduciría la tasa de accidentes si los
participantes en el tráfico se iluminasen recíprocamente o se alertasen unos a otros de la
presencia de otros conductores.

3. La idoneidad general de la norma para evitar el curso causal

3.1. El requisito de continuidad (Durchgängigkeitserfordernis)

Sobre todo en los casos en los que el curso causal (esto es, la cadena de causas intermedias que
anuda la conducta descuidada con el resultado) es especialmente largo, puede que el requisito de
causalidad de la infracción del deber de cuidado no sea todavía suficiente para fundamentar la
imputación del resultado a tal infracción. Por expresarlo de forma gráfica: tras su puesta en
marcha a partir de un comportamiento desaprobado, el curso causal puede “atravesar” un estado
de cosas permitido. Si se produce en todo caso un accidente, este estado de cosas permitido se
habrá demostrado ciertamente peligroso en este caso concreto. El cumplimiento de la norma no
era, sin embargo, una estrategia idónea para evitar este curso causal, pues también podría
haberse alcanzado el estado de cosas permitido por una vía lícita. Esto significa que, para imputar
un resultado a un comportamiento desaprobado, no es suficiente con que las propiedades ilícitas
de la conducta aparezcan en algún punto del curso causal como elementos necesarios de este.
Hace falta, más bien, que el comportamiento del autor y el resultado se encuentren causalmente
vinculados por una cadena de estados de cosas ilícitos.47

El paradigma del problema que aquí se analiza es el conocido como caso del semáforo. El autor
se salta un semáforo en rojo o una limitación de velocidad, pero se ve involucrado en un accidente
en un punto posterior del trayecto, cuando ya está conduciendo correctamente. Aquí, en la
medida en que se mantengan constantes el resto de los parámetros del caso concreto (como el
momento en el que el conductor emprendió el viaje, la duración de las paradas que, en su caso,
hiciese durante el trayecto, etc.), el accidente no puede explicarse sin mencionar la infracción
por parte del conductor de su obligación de detenerse ante el semáforo o del límite de velocidad.
Pero esto solo es así bajo las condiciones que, por casualidad, se dieron en este concreto
supuesto. Con carácter general, una obligación de detenerse o un límite de velocidad no son
idóneas para prevenir accidentes producidos más allá de su ámbito de aplicación; pues la simple


la omisión por su parte de la conducta cuidadosa, o sea, conducir con luces. De esta forma, pudo
fundamentar la absolución del acusado sobre la base de la inexistencia de un deber de garante frente al
ciclista siniestrado. Pero esta vía de resolución queda excluida en cuanto se repara en que aquí se trata de
una acción cuyas propiedades la hacen descuidada, no de la mera omisión de realizar una acción cuyas
propiedades la harían cuidadosa. El fiscal superior imperial (Oberreichsanwalt) encargado del caso iba, sin
embargo, bien encaminado cuando argumentó que el tercer ciclista podía ser suprimido mentalmente del
todo sin que el choque de los otros dos dejara de producirse.
46
VOGEL, «§ 15», LK, v. 1, 12ª ed., 2007, nm. 189; ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, § 11/85; EL MISMO, FS-Honig, 1970,
p. 141.
47
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 236 ss.; LA MISMA, ZStW, (99-4), pp. 608 s.; LA MISMA, AT, 2ª
ed., 2011, §§ 4/1 ss.; JAKOBS, AT, 2ª ed., 1991, §§ 7/79 ss.; ZIELINSKI, «§§ 15/16», AK, 1990, nm. 169 ss.;
KINDHÄUSER, FS-Hruschka, 2005, pp. 537 s.

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alteración de los parámetros casuales del caso concreto permite construirlo de tal forma que sea
precisamente el respeto de la norma lo que da lugar a la colisión y su infracción lo que la evita.
En este grupo de casos, el cumplimiento de la norma de cuidado no supone, por tanto, una
reducción del riesgo de accidentes, sino que se limita a desplazarlo a otro lugar.48 De ahí que el
respeto de tal deber de cuidado no sea una estrategia idónea para evitar un curso causal de esa
clase. Esto vale para todos los casos en los que el curso causal entre la infracción del deber de
cuidado del autor y la producción del resultado atraviesa un estado de cosas permitido, pues las
normas de cuidado no son generalmente idóneas para impedir que se produzcan tales estados de
cosas.

La necesidad de evitar conceder relevancia a las relaciones causales puramente casuales entre
comportamiento y resultado fue reconocida ya por VON KRIES y más adelante también por
ENGISCH.49 Tanto uno como otro se enfrentaron a la pregunta sobre cómo generalizar la
descripción del caso particular para excluir la casualidad en supuestos en los que la norma de
cuidado se muestra, de hecho, idónea para evitar el resultado en el caso concreto. Si se generaliza
demasiado poco, haciendo abstracción, por ejemplo, únicamente de la identidad de los
intervinientes, no se avanza en absoluto respecto de este último diagnóstico; pero, si se
generaliza demasiado, solo puede llegarse a la conclusión de que el cumplimiento de la norma
siempre es idóneo para evitar el resultado, cualquiera que sea este.50 Para evitar conceder
relevancia a la evitación casual del resultado mediante el cumplimiento de la norma, ha de
hacerse abstracción precisamente de los parámetros casuales del caso concreto, esto es, los que
no se encuentran regulados por normas;51 en nuestro ejemplo, por tanto, del momento temporal
en el que comenzaron sus trayectos los implicados en el accidente y de las características de su
conducción durante el viaje, en la medida en que esta se desenvuelva en el ámbito de lo
permitido. Si de esta generalización se obtiene que la cantidad de casos en los que el
cumplimiento de la norma impide la producción del resultado es prácticamente igual a la de los
casos en los que lo produce, entonces la norma no es generalmente idónea para evitar esta clase
de cursos causales. Su idoneidad para impedir la lesión en el caso concreto resulta ser, así,
meramente casual.52 Si el curso causal atraviesa un estado de cosas que la norma de cuidado no
es, en este sentido, generalmente idónea para evitar, entonces se trata de un estado de cosas
permitido en relación con esa norma y no se satisface el requisito de continuidad respecto de la
persona que la infringe.


48
PUPPE, «Die adäquate Kausalität und der Schutzzweck der Sorgfaltsnorm», FS-Bemmann, 1997, pp. 234 s.;
LA MISMA, ZStW, (99-4), p. 614; ZIELINSKI, «§§ 15/16», AK, 1990, nm. 118.
49
VON KRIES, «Über die Begriffe der Wahrscheinlichkeit und Möglichkeit und ihre Bedeutung im Strafrecht»,
ZStW, (9), 1889, pp. 528 ss.; ENGISCH, Kausalität, 1931, p. 41. El caso en el que la víctima es alcanzada por
un rayo en el lugar a la que la ha enviado o traído el autor, tan popular hoy en día para ejemplificar una
casualidad insuficiente para fundamentar la imputación, se encuentra ya en VON KRIES, ZStW, (9), 1889, p.
532. Con la expresión “causalidad adecuada”, VON KRIES no se refiere a la previsibilidad de las
particularidades del concreto curso causal, sino precisamente a la idoneidad del cumplimiento de la norma
de cuidado para evitar cursos causales de la clase del que se ha producido en el caso. Si la doctrina hubiera
adoptado verdaderamente el concepto de la causalidad adecuada de VON KRIES, en lugar de trivializarlo,
convirtiéndolo en una difusa exigencia de previsibilidad, habríamos desarrollado cien años antes una teoría
de la imputación objetiva mejor que la que tenemos ahora.
50
ENGISCH, Kausalität, 1931, p. 43.
51
PUPPE, FS-Bemmann, 1997, pp. 234 ss.; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 234.
52
PUPPE, FS-Bemmann, 1997, pp. 234 ss.; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 233.

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Para que se cumpla el requisito de continuidad no es necesario, sin embargo, que el estado de
cosas ilícito en cuestión exista de forma constante desde el comportamiento del autor hasta la
producción del resultado. Lo importante es que tal estado de cosas, con sus propiedades ilícitas,
siga siendo necesario para la explicación del curso causal hasta el momento en que tiene lugar el
resultado. Esto no sucede en el tan citado caso del taxi, en el que el autor lesiona levemente a la
víctima con dolo de matarla, pero esta fallece como consecuencia de un accidente de tráfico en
el taxi de camino al hospital. Por mucho que el autor tuviera dolo de matar, no puede imputársele
el resultado; y no porque, por ejemplo, este no fuera capaz de preverlo, sino porque el curso
causal que condujo a la muerte, antes de discurrir por el estado de cosas ilícito desencadenado
por la infracción del deber de cuidado del taxista o de otro partícipe en el accidente, atravesó
primero el estado de cosas permitido consistente en que la víctima cogiera un taxi. Y solo este
último hecho, no el de que esta se subiese herida al vehículo, ha de figurar como componente de
la explicación del curso causal que finalmente condujo a su muerte.53 Distinto es el caso en que,
por ejemplo, la persona lesionada sufre un daño mayor como consecuencia de un error en el
tratamiento médico de las lesiones, pues la razón de ser del tratamiento curativo fracasado es,
precisamente, el estado de cosas ilícito generado por las lesiones iniciales.54

3.2. Qué es un estado de cosas ilícito

De acuerdo con el requisito de continuidad, la relación de imputación —a la que también puede


denominarse, si se quiere, “realización del riesgo no permitido”— se interrumpe cuando, en un
punto de la cadena causal, solo son necesarias para seguir explicando su curso propiedades y
consecuencias permitidas del comportamiento del autor. Para aplicar este requisito, ha de
decidirse, por tanto, si un determinado estado de cosas es ilícito o, por el contrario, se encuentra
permitido. Son estados de cosas permitidos, en primer lugar, los riesgos generales de la vida que
el Derecho ni siquiera intenta prevenir, como la participación en el tráfico rodado, o la
producción y venta de automóviles, cuchillos, hachas y otros objetos peligrosos. Un estado de
cosas que en el caso concreto ha sido causado por la infracción de una norma y ha causado, a su
vez, el resultado, se considera permitido para quien vulnera la norma si el respeto de esta no es
idóneo, con carácter general, para reducir la frecuencia con la que se produce tal estado de cosas.
También pueden resolverse de acuerdo con este criterio los típicos casos de fin de protección de
la norma mencionados más arriba, en los que el autor se salta un límite de velocidad o infringe
una obligación de detenerse mucho antes de que se produzca el accidente. Aquí, el hecho de que
el autor haya desatendido anteriormente su obligación resulta, ciertamente, necesario para
explicar la producción del accidente en las particulares circunstancias en las que este tuvo lugar
en el caso concreto; pero solo en la medida en que la infracción es lo único que explica que el
autor se encontrase precisamente en ese lugar en el momento del accidente.

Contra lo que yo misma sostuve anteriormente,55 el requisito de continuidad también sirve para
resolver sobre la atribución de responsabilidad en un grupo de casos a los que el BGH ha dado
una respuesta ciertamente cuestionable: aquellos en los que un conductor que circula
excesivamente deprisa provoca una colisión, en circunstancias tales que le habrían impedido
frenar a tiempo por mucho que hubiera estado conduciendo a la velocidad adecuada, pero en las

53
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 236 ss.; LA MISMA, ZStW, (99-4), pp. 610 s.
54
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 241, 243; LA MISMA, AT, 2ª ed., 2011, §§ 4/6 ss.; al respecto,
infra, p. 604.
55
PUPPE, FS-Bemmann,1997, pp. 232 s.

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que, si este hubiera sido el caso, el accidente no habría tenido lugar, porque la aproximación más
lenta del vehículo habría permitido al otro involucrado en la colisión avanzar un tramo más en
su trayectoria. En sus primeras decisiones al respecto, el BGH sostuvo que proporcionar esta
posibilidad al otro involucrado en un accidente no podía ser el sentido de los límites de
velocidad.56 Posteriormente, sin embargo, ha defendido lo contrario, con base en el argumento
de que el fin de protección de los límites de velocidad en los cruces es proporcionar las
condiciones para que las colisiones “se eviten por los pelos”.57 Pero una limitación de velocidad
no es idónea con carácter general para conseguir que las colisiones se eviten por los pelos, por el
hecho de que, en el momento en el que el autor cruza la vía, el otro involucrado en el accidente
ya no se encuentre en ese lugar o todavía no haya llegado a él. Y es que los parámetros casuales
del supuesto de hecho pueden alterarse de tal modo que la colisión tenga lugar precisamente en
caso de que el autor respete el límite de velocidad y se evite, en cambio, si se lo salta. El hecho
de que, cuando se inicia la maniobra de frenada, los automóviles se encuentren situados el uno
respecto del otro de tal forma que el otro involucrado ya no puede escapar de la colisión con su
propio movimiento es, por tanto, un estado de cosas permitido incapaz por sí mismo de
fundamentar la imputación.58 Esta puede, sin embargo, fundamentarse por otra vía, si se repara
en que este es un caso de causalidad cumulativa (Doppelkausalität) de varias infracciones del
deber de cuidado.59

Por el contrario, una primera lesión causada por una infracción del deber de cuidado es un
ejemplo de estado de cosas ilícito, pues el cumplimiento de dicho deber es por lo general idóneo
para evitar la producción de lesiones corporales, por mucho que no lo consiga en cada caso
concreto. Esta es la razón por la que el requisito de continuidad no impide la imputación a quien
produce las primeras lesiones de las padecidas ulteriormente por la víctima como consecuencia
de un tratamiento médico defectuoso. Si el primer causante alegase que el médico encargado del
tratamiento le ha hecho cargar con una responsabilidad más grave, el médico podría aducir, a su
vez, que el causante de las primeras lesiones ha sido quien lo ha conducido a una situación en la
que debe ser cuidadoso, adoptando precauciones para evitar lesiones ulteriores. Algunos autores
han propuesto liberar de responsabilidad al primer causante si la culpa del segundo prepondera
sobre la suya.60 Esto, sin embargo, conduciría a resultados injustos, porque al segundo causante
no se le concede, a la inversa, la posibilidad de liberarse de responsabilidad con base en la culpa
preponderante del primer causante. Y es que, en caso contrario, aquel podría infringir con total


56
Sentencias del BHG reproducidas es VRS, núm. 20, pp. 129 ss.; núm. 23, pp. 369 ss.; núm. 26, pp. 203 ss.
57
Sentencia del BGH reproducida en BGHSt, núm. 22, pp. 61 ss. [p. 65]; con comentario crítico de PUPPE
«Anm. zu BGH, Urt. v.ௗ6.11.1984 – 4 StR 72/84 (OLG Stuttgart)», JZ, 1985, pp. 595 ss.
58
Acierta, en este sentido, JAKOBS, AT, 2ª ed., 1991, § 7/80.
59
En la medida en que me he ocupado recientemente de este problema, vid. PUPPE, FS-Frisch, 2013, pp. 447
ss., no profundizaré aquí en su tratamiento.
60
Así BURGSTALLER, Das Fahrlässigkeitsdelikt im Strafrecht unter besonderer Berücksichtigung der Praxis in
Verkehrssachen, 1974, pp. 117 ss.; EL MISMO, «Erfolgszurechnung bei nachträglichem Fehlverhalten eines
Dritten oder des Verletzten selbst», FS-Jescheck, 1985, p. 365; WOLTER, Objektive und personale Zurechnung
von Verhalten, Gefahr und Verletzung in einem funktionalen Straftatsystem, 1981, p. 347; RENGIER,
Erfolgsqualifizierte Delikte und verwandte Erscheinungsformen, 1986, pp. 164 s., 166 s.; OTTO, «Grenzen der
Fahrlässigkeitshaftung im Strafrecht – OLG Hamm, NJW 1973, 1422», JuS, 1974, p. 709; EL MISMO, NJW, 1980,
p. 422; EL MISMO, «Kausalität und Zurechnung», FS-E. A. Wolff, 1998, p. 406; ROXIN, AT I, 4ª ed. 2006, §
11/142; GÖSSEL, GA, (162), 2015, p. 31; también el OLG de Rostock, en su sentencia reproducida en NStZ,
2001, pp. 199 ss. [p. 200].

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impunidad su deber de cuidado hasta alcanzar el nivel de culpa de este, que ya se encuentra
establecido en el momento de su intervención.

La ilicitud o no de un concreto estado de cosas puede dirimirse con base en los mismos criterios
empleados para la determinación de las normas de cuidado. Así, puede suceder que un autor que
se ha comportado descuidadamente construya su defensa sobre la base del principio de confianza
o del principio de la autopuesta en peligro libre y responsable.61 Si el arrendador de una vivienda
lleva a cabo una reforma en ella e, infringiendo las regulaciones administrativas al respecto, deja
los residuos inflamables de la obra en la entrada de la casa, de manera que un pirómano se ve
impulsado con solo mirarlos a provocar un incendio, el estado de cosas consistente en que el
pirómano vea los residuos inflamables ha de considerarse permitido para el arrendador. Este
puede confiar en que la simple visión de un montón de residuos de obra no motive a nadie a
cometer un incendio doloso.62 Pero tampoco en sede de determinación del carácter ilícito o no
de un estado de cosas peligrosos es cierto que el principio de confianza rija sin excepciones: para
el propietario de un arma de fuego, no es un estado de cosas permitido el que otro la vea colgada
en el guardarropa de un restaurante y se vea, con ello, animado a provocar dolosamente a otro
unas lesiones corporales.

Lo mismo rige para el principio de la autopuesta en peligro libre y responsable. El que la visión
del castillo de Strahlenburg en llamas impulse a Käthchen de Heilbronn a entrar corriendo en el
castillo, para salvar el retrato del caballero de Strahl y ofrecerle así una prueba de su amor, no es
un estado de cosas ilícito para quien ha provocado el incendio; pues este simplemente le ha
proporcionado a Käthchen la oportunidad de ponerse a sí misma en peligro de forma totalmente
irrazonable*. Pero sí lo es, en cambio, el que un bombero o un familiar se vea obligado a poner en
peligro su propia vida para salvar de las llamas a uno de los habitantes de la casa.63 Si no se tiene
en cuenta su edad juvenil, Käthchen de Heilbronn ni necesita que se la proteja de su locura
amorosa, ni merece tampoco tal protección; pero no puede afirmarse lo mismo del bombero.64

4. Resumen

Los presupuestos de la imputación objetiva son dos: la causalidad de la infracción del deber de
cuidado y el requisito de continuidad. La causalidad de la infracción del deber de cuidado se
cimenta sobre la casualidad; el requisito de continuidad, sobre la causalidad de la infracción del
deber de cuidado. El planteamiento defendido en algunas exposiciones doctrinales, en las que se
lee que el análisis de la causalidad y su determinación en el caso concreto tienen una relevancia
práctica muy escasa, en la medida en que la causalidad carece de límites y es la imputación


61
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 244.
62
Sentencia del OLG de Stuttgart reproducida en JR, 1997, pp. 517 ss. [p. 518], comentada por PUPPE, AT, 2ª
ed., 2011, §§ 5/1 ss.
*
N. de la T.: el ejemplo está extraído del tercer acto de la obra de teatro Das Käthchen von Heilbronn oder
Die Feuerprobe (Käthchen de Heilbronn o la prueba de fuego) del dramaturgo alemán Heinrich von Kleist.
En la obra, el caso es algo menos interesante desde el punto de vista penal, pues Käthchen logra, con ayuda
de un ángel, salir ilesa del castillo en llamas.
63
Sentencia del BGH reproducida en BGHSt, núm. 29, pp. 322 ss.; PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013,
nm. 186 s.
64
PUPPE, «Vor. § 13», NK, v. 1, 4ª ed., 2013, nm. 186 s.; LA MISMA, AT, 2ª ed., 2011, § 6/12; LA MISMA, FS-
Androulakis, 2003, p. 566, también publicado en LA MISMA, ZIS, (6), 2007, p. 251.

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objetiva la que dirime la suerte del caso65 —con lo que parece querer indicarse también que los
errores en la determinación de la causalidad se corrigen de todos modos en sede de imputación
objetiva— resulta profundamente asistemático. Este planteamiento no puede más que
desembocar en la colección de tópicos antes mencionada: en un colorido ramo de grupos de
casos, que se resuelven aplicando unas veces este y otras aquel topos, de forma que al lector (y
especialmente al lector estudiante) le resulta imposible reconocer hilo conductor alguno. Solo
un análisis cuidadoso de la causalidad permite comprender qué es la causalidad de la infracción
del deber de cuidado y cómo ha de determinarse en el caso concreto, especialmente en los casos
de causalidad cumulativa de las infracciones de cuidado de varios intervinientes. Estos
supuestos, en absoluto infrecuentes en el tráfico rodado,66 solo pueden resolverse correctamente
si se repara en que una causa no es una condición necesaria, sino un elemento necesario de una
condición suficiente del resultado —posiblemente, de una entre varias simultáneamente
actualizadas (instanziiert)—, y en que la llamada exigencia de evitabilidad no puede regir en
relación con la conducta del autor único, pues dicha exigencia, aplicada a casos de causalidad
doble o múltiple, conduce a que todos los implicados se liberen recíprocamente de
responsabilidad.

Pero la funesta fórmula de la conditio sine qua non, en la que se basa la exigencia de evitabilidad,
no tiene como único defecto el de describir de forma lógicamente incorrecta la relación
condicional entre una causa individual y su resultado,67 sino también el de apartar la atención
del aplicador del derecho del curso causal real y dirigirla a uno imaginario, en el que está ausente
precisamente el comportamiento cuya causalidad se pretende determinar y que, por si esto fuera
poco, da saltos en el tiempo. De este modo, desvía la atención del jurista de lo que
verdaderamente constituye una relación de causalidad: un vínculo entre causa y efecto, a través
de un proceso progresivo y continuado en el tiempo, determinado mediante leyes de la
naturaleza.68 El reconocimiento de que esto es así ayuda a entender por qué ha de incluirse el
requisito de continuidad como presupuesto de la imputación objetiva o, si se quiere expresar así,
de la realización del riesgo no permitido. Y es que solo analizando paso por paso el curso causal
puede determinarse si en el resultado finalmente acaecido se ha realizado o no un riesgo
desaprobado creado por el comportamiento del autor.

Un lego puede quedarse satisfecho con la afirmación de que resulta sin más evidente que no se
ha de responsabilizar al tercer ciclista del choque de los otros dos, o a quien infringe una
obligación de parar, del accidente que se produce muchos kilómetros después. Pero el jurista no
puede contentarse esa simple plausibilidad, ni tampoco con la afirmación de que el fin de
protección de la norma de cuidado infringida por el autor obviamente no es el de evitar cursos
causales como el que ha tenido lugar. Ha de preguntarse por qué esto es así y qué conclusiones


65
WESSELS/BEULKE/SATZGER, AT, 43ª ed., 2013, §§ 156, 178; RENGIER, AT, 5ª ed., 2013, § 13/38; KÜHL, AT, 7ª
ed., 2012, §§ 4/36 s.; vid. también KINDHÄUSER, AT, 6ª ed., 2013, § 11/1.
66
Piénsese, por ejemplo, en el conocido como caso del ciclista (BGHSt, núm. 1, pp. 1 ss.), comentado por
PUPPE, AT, 2ª ed., 2011, §§ 3/18 ss.; vid. también las sentencias del BGH reproducidas en BGHSt, núm. 33,
pp. 61 ss.; núm. 20, pp. 229, ss.; núm. 21, pp. 341 ss. [p. 342]; núm. 23, pp. 369 ss. [pp. 370 s.]; núm. 25, pp.
262 ss. [p. 263].
67
PUPPE, GA, (157), 2010, pp. 551 ss.; LA MISMA, ZStW, (92-4), 1980, pp. 868 ss.; LA MISMA, «Vor. § 13», NK, v.
1, 4ª ed., 2013, nm. 92.
68
Vid. PUPPE, ZStW, (99-4), 1987, pp. 609 s.

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generales pueden extraerse de estos supuestos ejemplificativos. Los casos que nos permiten
inferir principios generales sólidos son precisamente aquellos en los que una solución se
presenta a todas luces como intuitivamente correcta, no los que también son dudosos en cuanto
a las soluciones. Los casos dudosos, como el del cruce (BGHSt núm. 33, pp. 61 ss.), solo pueden
resolverse sobre la base de los principios generales obtenidos a partir de los no dudosos. El caso
de los tres ciclistas nos permite, así, llegar a la conclusión de que todas las propiedades de las
que depende la calificación del comportamiento del autor como descuidado han de figurar en la
explicación del curso causal que conduce al resultado (requisito de exhaustividad). Un análisis
minucioso de un caso aparentemente tan trivial como el del semáforo y de otros similares nos
conduce a la conclusión de que un curso causal ilícitamente desencadenado puede transformarse
en uno permitido, interrumpiendo así la imputación al primer causante del resultado en el que
aquel finalmente desemboca (requisito de continuidad). Si se renuncia a la pregunta por el por
qué de las soluciones que parecen a primera vista obvias, se desemboca en la colección de tópicos
a la que han quedado reducidas hoy la mayoría de las exposiciones doctrinales de la teoría de la
imputación objetiva. Si NEWTON (u otro físico en su lugar) no se hubiera preguntado por qué una
manzana madura se cae del árbol, no tendríamos todavía la ley de la gravedad.

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