Asunto: Sentencia Del Tribunal Constitucional
Asunto: Sentencia Del Tribunal Constitucional
Asunto: Sentencia Del Tribunal Constitucional
° 579-2008-PA/TC
LAMBAYEQUE
CÉSAR AUGUSTO
BECERRA LEIVA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima a los cinco días del mes de junio de dos mil ocho, el Pleno del Tribunal
Constitucional pronuncian la siguiente sentencia con los votos conformes de los
Magistrados MesíaRamírez, Beaumont Callirgos, Eto Cruz y Álvarez Miranda y con los
votos singulares de los Magistrados Vergara Gotelli, Landa Arroyo y Calle Hayen.
ASUNTO
Recurso Extraordinario interpuesto por César Augusto Becerra Leiva contra la
Resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia
de la República, de fojas 111, su fecha 21 de noviembre de 2007 que, confirmando la
apelada declaró infundada la demanda de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 04 de mayo de 2006, el recurrente interpone demanda de
amparo contra el Juez del Primer Juzgado Civil de Chiclayo, Rafael Chávez
Martos y contra los Vocales de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de
Lambayeque: Daniel Carrillo Mendoza, Juan Zamora Pedemonte y Carlos Silva
Muñoz. Solicita que restituyéndose las cosas al estado anterior a la vulneración
de su derecho constitucional a la tutela procesal efectiva, se declare la nulidad
de la Resolución N° 7, de fecha 17 de octubre de 2005 y su confirmatoria, la
Resolución de vista de fecha 20 de marzo de 2006, dictadas en el proceso de
cumplimiento de contrato e indemnización seguido por el recurrente contra la
Empresa Agroindustrial Pomalca S.A (Exp. N° 2004-7325-0-1701-J-CI-1); y
asimismo, se ordene a los demandados abstenerse de dictar nuevas resoluciones
que puedan significar una reiteración del agravio.
El recurrente afirma que en el referido proceso, el órgano de primera
instancia, mediante Resolución de fecha 26 de julio de 2005, declaró fundada la
demanda, ordenando que la empresa antes mencionada cumpla con abonarle la
suma ascendente a S/. 359 653.51 por concepto de contraprestación por el
servicio prestado en virtud de un contrato celebrado entre las partes sobre alquiler
de maquinaria pesada, y asimismo que ésta cumpla con indemnizarle por
concepto de daño emergente, lucro cesante y daño a la persona, con la suma de
S/. 870 100.00. Manifiesta que dicha decisión quedó consentida al no haber sido
recurrida por la mencionada empresa, por lo que se trata de una sentencia firme
que goza de los efectos de la cosa juzgada. Manifiesta además, que no habiendo
la empresa cumplido con pagarle dichas sumas, solicitó en vía de ejecución
forzada se ordene un secuestro conservativo sobre la producción de azúcar de
propiedad de la empresa emplazada, las mismas que debieron retirarse de las
instalaciones industriales de la empresa hasta por la suma de S/. 1 300 000.00.
No obstante señala que, si bien el juzgado emplazado mediante la Resolución de
fecha 20 de marzo de 2006 resolvió iniciar la ejecución forzada ordenando el
embargo solicitado, éste suspendió dicha medida sustentando tal decisión en que
la empresa demandada se encontraba inmersa en el Marco de Protección
Patrimonial dispuesta en la Ley 28027 y en el Decreto Supremo N° 138-2005-
EF, lo cual fue confirmado mediante Resolución de vista de fecha por lo que el
recurrente considera que se ha violado su derecho a la tutela procesal efectiva,
toda vez que tal suspensión está retardando la ejecución de la sentencia que tiene
el carácter de cosa juzgada. La recurrente considera que se viola su derecho a la
cosa juzgada pues la referida ley de protección patrimonial de la industria
azucarera no incluye a la suspensión de medidas de ejecución de sentencias
firmes, sino únicamente se refiere a la suspensión de ejecución de medidas
cautelares, garantías reales o personales y similares. En cualquier caso, considera
la recurrente que, en el supuesto negado que la Ley N° 28207 incluyera el
supuesto de que trata su caso, la demanda de amparo también tendría que ser
declarada fundada, pues la mencionada ley sería entonces abiertamente
inconstitucional por contravenir la prohibición de retardar la ejecución de
sentencia con valor de cosa juzgada establecida en el inciso 2) del artículo 139°
de la Constitución, y en consecuencia, se tendría que inaplicar dicha ley.
Con fecha 25 de enero de 2007 la empresa
Agroindustrial Pomalca S.A.A se apersona al proceso y contesta la demanda,
solicitando que la misma sea declarada improcedente conforme a los siguientes
argumentos: a) la suspensión de la ejecución de una medida cautelar no se ha
debido a la facultad discrecional de la autoridad judicial sino a la aplicación
jurisdiccional de una norma con rango de ley y que tiene sustento constitucional
como es la Ley Nº 28027 y sus posteriores modificatorias; b) la aludida norma
no ha sido cuestionada mediante una acción de inconstitucionalidad, la que, en
todo caso sería la vía idónea para cuestionar su naturaleza, y no en un proceso de
amparo como pretende el actor; c) la promulgación de dicha ley se ha realizado
con la finalidad de amparar y proteger un conjunto de derechos de los
trabajadores de la industria azucarera, señalando además que dicha intervención
obedece también al carácter social de dicha actividad y la obligación por parte del
Estado de actuar para protegerla.
Con fecha 21 de junio de 2007, la Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lambayeque, declara improcedente la demanda, tras
considerar entre otros argumentos, que los órganos judiciales emplazados han
actuado conforme a lo establecido en la ley especial de protección patrimonial
de las empresas agroindustriales azucareras, invocando además la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional, conforme a la cual el amparo no puede ser utilizado
para cuestionar la aplicación o interpretación de la leyes en el trámite de un
proceso regular (STCN° 5194-2005-PA/TC).
Por su parte, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte
Suprema de Justicia de la República confirma la sentencia apelada, tras
considerar que la demandada AgroindustrialPomalca S.A. se constituye como
una empresa agraria azucarera, la misma que está sujeta al programa
extraordinario de regulación tributaria PERT previsto en el Decreto
Legislativo N° 802, por lo que de conformidad con el artículo 9° del Decreto
Legislativo N° 877, ha quedado suspendida respecto de la referida empresa, la
ejecución de todo tipo de medidas cautelares, garantías reales o personales
similares sobre sus activos, las que si bien continuarán inscritas, no obstante,
quedan en suspenso. Asimismo considera dicha instancia que el Régimen
Especial de Protección Patrimonial del cual goza la empresa demandada ha sido
prorrogado sucesivamente en el tiempo a través de diversos dispositivos legales:
Decreto de Urgencia 108-97, Decreto de Urgencia 036-98, Decreto de Urgencia
101-200, Decreto de Urgencia 057-2001, la Ley 27546, la Ley 28027, la
Ley 28448, la Ley 28662, hasta que finalmente la Ley 28885 ha previsto que tal
régimen de protección de las empresas azucareras se amplía indefectiblemente
hasta el 31 de diciembre de 2008.
FUNDAMENTOS
§1. Determinación del petitorio
1. El objeto de la demanda es que se declare la nulidad de la Resolución de fecha 17 de
octubre de 2005, expedida por el Primer Juzgado Especializado en lo Civil de Chiclayo,
así como de su confirmatoria, la Resolución de vista de fecha 20 de marzo de 2006,
mediante las cuales los órganos judiciales emplazados trabaron embargo en forma de
secuestro conservativo hasta por la suma de S/. 1 021 311 o su equivalente en bolsas de
azúcar de propiedad de la empresa Agroindustrial Pomalca S.A.A y a la vez,
resolvieron suspender la ejecución forzada de la misma, aduciendo que resultaba de
aplicación el Régimen de Protección Patrimonial previsto en la Ley N° 28027 y sus
posteriores modificatorias. El demandante alega la violación de sus derechos a la tutela
procesal efectiva, al retardarse la ejecución de la sentencia de fecha 26 de julio de 2005,
la cual tiene la calidad de cosa juzgada, máxime si dicha ley no alcanza a las medidas
de ejecución de sentencia sino sólo a las medidas cautelares. Acotando que en el
supuesto negado que dicha ley ordene la suspensión de medidas de ejecución de la
sentencia en cuestión, tal ley debería ser declarada inconstitucional por contravenir la
prohibición de retardar la ejecución de sentencia con valor de cosa juzgada establecida
en el inciso 2) del artículo 139° de la Constitución Política del Perú.
2. Conforme se aprecia, las cuestiones centrales que este Colegiado debe resolver en el
presente caso, se refieren a los siguientes puntos.
a) Si los órganos judiciales emplazados con la demanda, al haber declarado la
suspensión de un mandato de ejecución forzada para dar cumplimiento a una
sentencia, en aplicación de la LeyNº 28027 y sus sucesivas prórrogas, han violado
los derechos a la tutela judicial y a la ejecución de las sentencias que invoca el
recurrente.
b) A efectos de responder a la primera cuestión planteada, este Tribunal debe
responder también, si resultaba de aplicación al caso del recurrente el régimen de
protección patrimonial previsto en la Ley Nº 28027 y sus posteriores modificatorias,
en la que se basan las instancias judiciales emplazadas para suspender la ejecución
de la medida de ejecución forzada concedida.
c) Si resultando de aplicación la referida ley al caso del recurrente, dicha intervención
en el ámbito de la cosa juzgada se encuentra justificada desde la perspectiva
constitucional y en consecuencia la actuación de los órganos judiciales emplazados
no resulta arbitraria. Aquí se trata básicamente de analizar las razones que respaldan
o justifican la intervención por parte del legislador.
§ 2. Ámbito de aplicación de la Ley Nº 28027 y sus modificatorias
3. El recurrente ha sostenido como primera cuestión relevante entre sus argumentos, la
tesis conforme a la cual, la Ley Nº 28027, “(…) no hace referencia a la suspensión de
medidas de ejecución de sentencia. Por el contrario únicamente dispone la suspensión
de la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o personales y similares” (punto
3 de la demanda). Esto llevaría como lógica consecuencia a sostener que, en el caso de
autos, los órganos judiciales habrían aplicado indebidamente la ley en cuestión,
violando los derechos constitucionales alegados por el recurrente.
4. Sobre este extremo, el texto originario del inciso 1) del artículo 4° de la referida Ley
Nº 28027 disponía lo siguiente:
“A partir de la vigencia de la presente Ley por el lapso de doce (12) meses,
quedan suspendidas la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o personales
y similares sobre los activos de las empresas agrarias azucareras en las que el Estado
tiene la participación accionaria y que, a la fecha de entrada en vigencia de a
presente Ley, no hayan transferido más del cincuenta por ciento (50%) del capital
social ya sea mediante venta de acciones o emisión de nuevas acciones. Los embargos
preventivos o definitivos en forma de inscripción sobre los bienes inmuebles o muebles
registrables, así como las garantías reales continuarán inscritas pero no podrán ser
materia de ejecución. Durante el referido período, los acreedores no podrán iniciar
contra las empresas agrarias azucareras ninguno de los
procedimientos concursales establecidos en la Ley N° 27809. Asimismo, quedan
suspendidos en el estado en que se encuentren los procesos concursales iniciados
después de la entrada en vigencia del Decreto de Urgencia N°058-98.” (Subrayado
agregado).
El plazo de vigencia del régimen de protección patrimonial aludido ha sido prorrogado
en varias oportunidades (Leyes N° 28288, 28448, 28662 y 28885) hasta que finalmente
mediante el artículo 1º de la Ley N° 28885, dicho plazo es ampliado hasta el 31 de
diciembre de 2008.
5. Se trata como puede observarse, de la suspensión de todo tipo de medidas que puedan
generar la desestabilización económica que impida el reflotamiento de las referidas
empresas de interés social y que afrontan una larga crisis que compromete, o puede
comprometer, otros bienes y derechos, tanto de trabajadores como de otros acreedores.
De ahí que, aún cuando no exista referencia expresa a la suspensión de sentencias
definitivas, se desprende del objeto de la Ley, que ésta involucra la suspensión de todo
tipo de medidas que puedan reducir el patrimonio de estas empresas a los que el Estado
las considera de interés social. Ello se desprende además, de la referencia que hace este
mismo artículo 4.1 de la ley en cuestión, al suspender los efectos tanto de los
“embargos preventivos o definitivos”, esto es, en buena cuenta, de decisiones judiciales
que han convertido un embargo preventivo en definitivo conforme a las reglas
procesales vigentes.
6. Con más precisión aún sobre este punto, el artículo 4° del Decreto Supremo N° 138-
2005-EF, precisa cuales son las obligaciones que se encuentran sometidas a este
régimen de protección patrimonial:“El Régimen de Protección Patrimonial a que se
refiere el numeral 4.1 del artículo 4 de la Ley N°. 28027, Ley de la actividad
Empresarial de la Industria Azucarera, sin perjuicio de lo dispuesto por la Ley 28288,
comprende la suspensión de la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o
personales y similares por todo tipo de obligaciones, tributarias y no tributarias, de las
empresas agrarias azucarera que cumplan con los requisitos en la referida ley (...)”.
De este modo, puede observarse que el supuesto de una sentencia firme como es el caso
de autos, también se encuentra dentro de los supuestos contemplados en la ley, pues se
trata de la ejecución de una decisión judicial que en términos prácticos resulta “similar”
a los efectos que genera la ejecución de cualquier medida cautelar, en cuanto supondrá
la disposición de bienes de la empresa ejecutada.
Asunto distinto es sin embargo, si tales limitaciones al derecho que asiste a todo
justiciable de lograr la ejecución de lo que obtiene tras un proceso judicial, resulta
legítima desde la perspectiva de los derechos y bienes que se encuentran
comprometidos en el presente caso. El Tribunal considera que este es aspecto central al
que ahora debemos avocarnos.
§ 3. Análisis de la legitimidad constitucional de la Ley Nº 28027 y sus modificatorias en
el presente caso.
7. Si bien en el presente caso, el recurrente impugna una decisión judicial que dispuso la
suspensión de la ejecución de una sentencia judicial firme; no obstante, en la medida
que dicha decisión se ha basado en lo dispuesto en la Ley Nº 28027 y sus sucesivas
prórrogas, el análisis de si las resoluciones impugnadas resultan lesivas de los derechos
que se invoca en la demanda, pasa indefectiblemente, por establecer la legitimidad
constitucional de la referida disposición, sin que ello desde luego suponga un análisis en
abstracto de su constitucionalidad, pues dicha tarea debe realizarse de cara al análisis de
la resolución judicial objeto de control así como en base a las particularidades del caso
concreto. De este modo no obstante, surge de inmediato una relación entre amparo
contra resolución judicial y amparo contra normas, puesto que del análisis de la
legitimidad constitucional de la referida ley y su interpretación por parte de los órganos
judiciales emplazados, resultará la respuesta al caso planteado.
8. No obstante, el análisis sobre la legitimidad constitucional de la ley aludida y la
prolongación de sus efectos en el tiempo a través de sus diversas modificatorias, lleva
de inmediato a una cuestión que ya es pacífica, tanto en nuestra jurisprudencia como
también en la legislación procesal constitucional: esto es, la posibilidad de cuestionar
una ley a través del proceso de amparo.
4. El amparo contra normas
9. En efecto, conforme al artículo 3º del Código Procesal Constitucional, procede la
demanda de amparo contra normas autoaplicativas, precisando que, “Son
normas autoaplicativas, aquellas cuya aplicabilidad, una vez que han entrado en
vigencia, resulta inmediata e incondicionada”. Por nuestra parte, incluso antes de la
vigencia del Código Procesal Constitucional, dejamos establecido que:
“... [del hecho que el amparo no proceda contra normas legales] no se deriva, siempre
y de manera inexorable, que en ningún supuesto o circunstancia pueda interponerse un
amparo cuando la lesión de un derecho constitucional se produzca como consecuencia
directa de la vigencia de una norma, ya que dicha limitación pretende impedir que a
través de un proceso cuyo objeto de protección son los derechos constitucionales, se
pueda impugnar en abstracto la validez constitucional de las leyes, cuando en el
ordenamiento existen otros procesos, como la acción de inconstitucionalidad, cuyo
objeto es, precisamente, preservar la supremacía de la Constitución.
No procede el amparo directo contra normas cuando se trata de
normas heteroaplicativas, es decir, que tienen su eficacia condicionada a la realización
de actos posteriores de aplicación. Contrariamente, sí procede el amparo directo
contra normas y, desde luego, contra las de fuerza de ley, cuando el acto lesivo es
causado por normas autoaplicativas, esto es, aquellas cuya eficacia no se encuentra
sujeta a la realización de actos posteriores de aplicación, sino que la adquieren al
tiempo de entrar en vigencia. En tales casos, y siempre que éstas normas afecten
directamente derechos constitucionales, el amparo procede, no sólo porque de optarse
por una interpretación literal del inciso 2) del artículo 200° de la Constitución
Política del Estado se dejaría en absoluta indefensión al particular afectado por un
acto legislativo arbitrario; sino además, porque, tratándose de una limitación del
derecho de acceso a la justicia constitucional, ésta no puede interpretarse en forma
extensiva, sino con una orientación estrictamente restrictiva, esto es, en el sentido más
favorable a la plena efectividad de ese derecho. En tal sentido, tratándose el Decreto
Ley Nº 25446 de una norma de eficacia inmediata o autoaplicativa y que en forma
directa incide en el ámbito subjetivo de la demandante, no le alcanza la prohibición
constitucional del inciso 2) del artículo 200º de la Constitución”. (Exp. 00830-2000-AA
FJ 2)
10. Con posterioridad, este Colegiado tuvo ocasión de precisar que, tratándose de normas
auto aplicativas “(…) cabe distinguir entre aquellas normas cuyo supuesto normativo
en sí mismo genera una incidencia directa sobre la esfera subjetiva de los individuos
(v.g. el artículo 1º del derogado Decreto Ley Nº 25446: “Cesar, a partir de la fecha, a
los Vocales de las Cortes Superiores de los Distritos Judiciales de Lima y Callao que se
indican, cancelándose los Títulos correspondientes: (...)”), y aquellas otras que
determinan que dicha incidencia se producirá como consecuencia de su aplicación
obligatoria e incondicionada (v.g. el artículo 2º del Decreto Ley Nº 25454: “No
procede la Acción de Amparo dirigida a impugnar directa o indirectamente los efectos
de la aplicación del Decretos Leyes Nºs 25423, 25442 y 25446”). En el primer caso, el
amparo contra la norma procederá por constituir ella misma un acto (normativo)
contrario a los derechos fundamentales. En el segundo, la procedencia del amparo es
consecuencia de la amenaza cierta e inminente a los derechos fundamentales que
representa el contenido dispositivo inconstitucional de una norma inmediatamente
aplicable (Exp. 04677-2004-AA FJ De 2 a 4).
11. En el presente caso, se trata de una norma que incide de manera directa en el resultado
de un proceso judicial, en el que las instancias judiciales habían establecido un mandato
claro y específico, respecto al pago de una suma líquida a favor del recurrente y cuya
ejecución forzada se ha tenido que suspender, tras la aplicación de la ley en cuestión por
parte de los órganos judiciales emplazados. Ello muestra con toda claridad, que el
efecto de la referida ley incide de manera directa en los derechos del recurrente por lo
que debe procederse al análisis de la misma en relación con los derechos cuya
protección se solicita a través del presente proceso.
5. Los derechos en conflicto
12. De este modo, debemos establecer que en el presente caso, la respuesta por parte de
este Colegiado debe surgir, una vez más, de la ponderación entre los derechos en
conflicto. Por un lado, aquellos en cuya salvaguarda ha actuado el legislador emitiendo
la ley materia de análisis, así como sus sucesivas prórrogas en el tiempo, y del otro
lado, aquellos derechos que invoca el recurrente y que estarían siendo restringidos o
conculcados como consecuencia de la aplicación judicial de la referida Ley.
13. En tal sentido, mientras el recurrente ha sostenido que las instancias judiciales
emplazadas, “contraviniendo lo dispuesto expresamente en el inciso 2 del artículo
139º”, estarían retardando la ejecución de una sentencia que tiene valor de cosa
juzgada; los órganos judiciales emplazados, así como la propia empresa
Agroindustrial Pomalca S.A han sostenido que tal intervención del derecho en cuestión
encuentra justificación en el propio objeto de la ley en cuestión, la cual establece en su
artículo 1º, que su objeto es, “(…)propiciar el desarrollo de la industria azucarera
nacional independientemente de la modalidad de la organización empresarial y
composición accionaria promoviendo la inversión de esta actividad a fin de que genere
empleo, disminuya la pobreza, participe activamente en el desarrollo regional, la
generación de ingresos tributarios, seguridad alimentaria, ahorro e incremento de
divisas y el desarrollo de otras actividades agroindustriales”.
14. Se tiene así un conflicto entre disposiciones constitucionales que debe ser resuelto por
el Tribunal, recurriendo al principio de concordancia práctica a efectos de no autorizar o
convalidar una limitación arbitraria en el ámbito de alguno de los derechos en cuestión.
Se trata, en concreto, de resolver un conflicto entre el principio-derecho a que, “ninguna
autoridad (…)” pueda “(…)dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de
cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su
ejecución, contenido en el artículo 139.2 de la Constitución y; de otro lado, las
finalidades que estaría persiguiendo el legislador a través de la referida ley y que deben
ser analizados en seguida para determinar, con mayor precisión, si tales finalidades
revisten dimensión constitucional y si, tales derechos o principios que estarían siendo
favorecidos con dicha intervención en el ámbito prima facie protegido por el principio-
derecho de la cosa juzgada, autorizan la restricción que en efecto se estaría produciendo
en el ámbito del derecho alegado por el recurrente. Establecer una relación
de prevalenciaentre tales derechos en conflicto en el caso concreto, supone sin embargo,
como premisa previa, establecer con precisión el significado constitucional de los
derechos y principios que serán luego objeto de ponderación.
5.1. Sobre el derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales como
manifestación del derecho a la tutela procesal efectiva
15. La Constitución establece en su artículo 139° los principios y derechos de la función
jurisdiccional, consagrando en el inciso 3) la observancia del debido proceso y la tutela
jurisdiccional. Dentro de los derechos que formal parte del genérico derecho a la tutela
procesal efectiva se encuentra el derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales
firmes a las que les alcanza además la garantía político-jurídica de la cosa juzgada. Así
una cosa es el derecho a la ejecución de las sentencias y otra distinta la garantía de la
cosa juzgada que tiene, entre sus consecuencias prácticas: a) la inmutabilidad de las
decisiones judiciales firmes; b) la imposibilidad de revivir procesos ya decididos por los
órganos judiciales; c) la exigencia de cumplimiento de lo resuelto en forma definitiva;
d) la prohibición de que las autoridades judiciales o cualquier poder externo al Poder
Judicial pueda interferir o retardar la ejecución de lo resuelto de manera definitiva por
el poder jurisdiccional de los jueces. En tal sentido, el segundo párrafo del inciso 2) del
referido artículo hace referencia también a tal derecho al establecer como ya ha
quedado precisado, la prohibición de que los poderes públicos puedan, “(…) dejar sin
efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada (...) ni retardar su
ejecución.”
Por su parte el Código Procesal Constitucional también consagra el derecho a la
ejecución de las resoluciones judiciales como manifestación del derecho a la tutela
procesal efectiva cuando en el tercer párrafo de su artículo 4° prescribe que “se
entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la
que se respeten, de modo enunciativo su[s] derechos a la actuación adecuada y
temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales (...)”.
16. El derecho a la ejecución de resoluciones ha sido comprendido por este Colegiado
como parte inseparable de la exigencia de efectividad de la tutela judicial. En efecto,
en la Sentencia 0015-2001-AI, 0016-2001-AI y 004-2002-AI este Colegiado ha dejado
establecido que “[e]l derecho a la ejecución de resoluciones judiciales no es sino una
concreción específica de la exigencia de efectividad que garantiza el derecho a la
tutela jurisdiccional, y que no se agota allí, ya que, por su propio carácter, tiene
una vis expansiva que se refleja en otros derechos constitucionales de orden procesal
(..). El derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales garantiza que lo decidido
en una sentencia se cumpla, y que la parte que obtuvo un pronunciamiento de tutela, a
través de la sentencia favorable, sea repuesta en su derecho y compensada, si hubiere
lugar a ello, por el daño sufrido.” [Fundamento jurídico 11°]. En esta misma línea de
razonamiento hemos precisado en otra sentencia que, “la tutela jurisdiccional que no es
efectiva no es tutela”, reiterando la íntima vinculación entre tutela y ejecución al
establecer que, “el derecho al cumplimiento efectivo y, en sus propios términos, de
aquello que ha sido decidido en el proceso, forma parte inescindible del derecho a la
tutela jurisdiccional a que se refiere el artículo 139.3 de la Constitución” (STC 4119-
2005-AA/TC FJ. 64).
5.2. Limites del derecho a la ejecución de las sentencias
17. No obstante, también hemos tenido ocasión de precisar que “como sucede con todos los
derechos fundamentales, el derecho de efectividad de sentencias tampoco es un derecho
absoluto, es decir que esté exento de condiciones, límites o restricciones en su
ejercicio”.Tales eventuales restricciones, pueden provenir tanto del ejercicio de otros
derechos, como de la propia actividad legislativa en el afán de preservar otros bienes de
relevancia constitucional. (STC Nº 4119-2005-AA/TC). Dentro de tales bienes
constitucionales que pueden prima facie autorizar la intervención del legislador en el
ámbito de los derechos fundamentales hay que destacar no sólo el ejercicio de otros
derechos fundamentales, sino también, la necesidad de preservar los valores objetivos
que la Constitución consagra y, dentro de estos, el orden público, las razones de interés
general, así como la actuación de los poderes públicos en defensa del interés social
objetivamente justificado en un caso concreto.
18. En este sentido, la Constitución se refiere en artículo 2.3 a la “moral y el orden público”
como límites al ejercicio público de las confesiones. Igualmente el artículo 28.3 refiere
que el Estado “regula el derecho de huelga para que se ejerza en armonía con el interés
social”. Estas son dos formas expresas de limitación de los derechos fundamentales que
hacen referencia a dos categorías o conceptos jurídicos indeterminados que deben ser
concretados a la hora de justificar una intervención basada ya sea en el “interés público”
o en el “interés social”. El interés público del Estado constitucional no puede constituir,
desde luego, cualquier argumento que interceda de manera irrazonable o
desproporcionada en la esfera de los derechos que la Constitución garantiza. En
cualquier caso, debe tratarse de supuestos que comprometen bienes de relevancia
constitucional y que como tales obligan a los poderes públicos. A su turno elinterés
social, debe ser comprendido aquí como una especie del género interés público en el
que se destaca la relevancia social ya sea en cuanto al grupo humano al que se orienta la
actuación estatal o a la actividad que estos realizan y que puede ser catalogada como de
“interés social” en el marco de las disposiciones constitucionales.
5.3. Sobre la justificación de la intervención del legislador: el problema social de las
azucareras y la finalidad de la Ley 28027.
19. Es precisamente la relevancia social de la industria azucarera la que debe ahora ser
analizada, en la medida que ha sido expuesto como “justificante” de la intervención del
legislador. Para el efecto resulta conveniente remitirnos al Dictamen de la Comisión
Agraria del Congreso de la República respecto al Proyecto de la Ley materia de
análisis, de fecha 11 de junio de 2003.
En dicho dictamen se exponen, entre otras, las siguientes consideraciones: “Mediante el
Decreto Legislativo N° 802, Ley de Saneamiento Económico y Financiero de las
Empresas Agrarias y Azucareras y su Reglamento, el Decreto Supremo N° 005-96-AG,
el Estado estableció una serie de medidas dirigidas a la reactivación y saneamiento
económico financiero de las Empresas Agrarias Azucareras. El marco legal generado a
partir de la dación del Decreto Legislativo N° 802, propició que varias Empresas
Azucareras hayan incorporado a su accionario a inversionistas privados que a través
del aporte de capital fresco han logrado una efectiva reactivación de las Empresas
Agrarias Azucareras con el correspondiente incremento del movimiento económico de
sus respectivas regiones y en las cuales se da trabajo digno a miles de personas. No
obstante la existencia del referido marco legal, algunas Empresas Agrarias Azucareras
no han logrado el objetivo de saneamiento y reactivación económica esperado(...)Bajo
ese contexto, no sólo es necesario que las empresas adopten decisiones consecuentes
con una intención real de reactivación, saneamiento y de apertura a la inversión, sino
que corresponde al Estado coadyuvar a dicho objetivo, mediante la dación de medidas
que permitan fomentar, directamente la inversión en un sector de la economía que da
trabajo, directamente a 25 mil personas e indirectamente a 250 mil, lo que significa
ahorro de divisas del país, satisfacción de la demanda interna y la posibilidad den un
corto plazo de exportar sus excedentes, así como mayor recaudación e incremento del
PBI (...)”
20. Conforme ya quedó establecido, dicha finalidad se ve reflejada también en el objetivo
de la ley que se recoge en el artículo 1º de la Ley bajo análisis que establece que su
objeto es “propiciar el desarrollo de la industria azucarera nacional
independientemente de la modalidad de la organización empresarial y
composición accionaria promoviendo la inversión de esta actividad a fin de que genere
empleo, disminuya la pobreza, participe activamente en el desarrollo regional, la
generación de ingresos tributarios, seguridad alimentaria, ahorro e incremento de
divisas y el desarrollo de otras actividades agroindustriales.”
21. En tal sentido y, con la finalidad de lograr tales objetivos, la Ley de la actividad
empresarial de la industria azucarera estableció, entre otras, las siguientes medidas: a)
En las empresas azucareras en las que el Estado tiene participación accionaria y en las
que desde la entrada en vigencia del Decreto Legislativo N° 802 no se haya transferido
más del cincuenta por ciento de las acciones representativas del capital social, podrán
capitalizar la totalidad de la deuda tributaria generadas al 31 de mayo de 2003, respecto
de los tributos que administren y/o recauden la Superintendencia de Administración
Tributaria -SUNAT, el Seguro Social de Salud-ESSALUD y la Oficina de
Normalización Previsional –ONP. Precisando además que tales empresas azucareras
son aquellas en las que, a la fecha de publicación de la Ley, las acciones de propiedad
de los trabajadores, ex trabajadores, los jubilados, sus sucesores y el Estado, adquiridas
en virtud de lo dispuesto en el Decreto Legislativo N° 802, sus normas
complementarias y ampliatorias, representan más del cincuenta por ciento de su capital
social; b) Durante el lapso de doce meses (prorrogado luego hasta diciembre de 2008)
quedan suspendidas la ejecución de mediadas cautelares, garantías reales o personales y
similares sobre los activos de las empresas agrarias azucareras en las que el estado tiene
la participación accionaria y que, a la fecha de entrada en vigencia de a presente Ley,
no hayan transferido más del cincuenta por ciento (50%) del capital social ya sea
mediante venta de acciones o emisión de nuevas acciones; asimismo prevee que los
embargos preventivos o definitivos en forma de inscripción sobre los bienes inmuebles
o muebles registrables, así como las garantías reales continuarán inscritas pero no
podrán ser materia de ejecución; así también, que durante el referido período, los
acreedores no podrán iniciar contra las empresas agrarias azucareras ninguno de los
procedimientos concursales establecidos en la Ley N° 27809; y que finalmente, quedan
suspendidos en el estado en que se encuentren los procesos concursales iniciados
después de la entrada en vigencia del Decreto de Urgencia N°058-98 (Protección
Patrimonial); c) Las empresas azucareras en las que el Estado tiene
participación accionaria y que, a la fecha de entrada en vigencia de la presente ley no
hayan transferido más del cincuenta por ciento de las acciones representativas de su
capital, podrán acogerse al Régimen de Reprogramación de Aportes de las Empresas
Agrarias Azucareras al Fondo Privado de Pensiones por concepto de aportes al Sistema
Privado de pensiones, que se encuentren pendientes al 31 de mayo de 2003.
22. De este modo, el régimen de protección patrimonial previsto en el artículo 4° de la
mencionada ley, tiene por objetivo propiciar el desarrollo de la industria azucarera
nacional, promover la inversión privada en este sector y, consecuentemente, la
generación de empleo y disminución de la pobreza en la zona norte del país. Tales
objetivos se conectan automáticamente con la dimensión social que tiene esta actividad
económica en la zona norte del país, la que permite el sustento de miles de familias tal
como se expone en el dictamen de la Comisión Agraria del Congreso de la
República reproducido supra.
5.4. Actuación del Estado en la protección de la industria azucarera
23. Dicha trascendencia social de la industria azucarera y, en general, de la actividad
agraria, imponen al Estado una determinada actuación conforme artículo 58° de la
Constitución, que establece que el marco de un régimen de economía social de
mercado, “el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas
de promoción de empleo, salud, educación seguridad, servicios públicos e
infraestructura”. Así como también conforme al artículo 59° de la Constitución, que
establece que “El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de
trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. El Estado brinda oportunidades
de superación a los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido,
promueve las pequeñas empresas en todas sus modalidades”.
24. En este sentido este Colegiado, ha tenido ocasión de precisar que dentro de su función
subsidiaria en la economía: “a) el Estado puede formular indicaciones, siempre que
éstas guarden directa relación con la promoción del desarrollo del país; b) los agentes
económicos tienen la plena y absoluta libertad para escoger las vías y los medios a
través de los cuales se pueden alcanzar los fines planteados por el Estado; y, c) el
Estado debe estimular y promover la actuación de los agentes económicos”. [STC 008-
2003-AI/TC Fundamento jurídico 39]
En tal sentido, puede establecerse, prima facie, que los objetivos del legislador al
promover la ley Nº 28027 que se proyectan al desarrollo de la industria agraria
azucarera, la promoción del empleo y la disminución de pobreza, constituyen fines
constitucionalmente legítimos y que por tanto constituyen razones atendibles que
autorizan su actuación.
24. No obstante el que se trate de un fin legítimo en la intervención de los derechos sólo
constituye el punto de partida a efectos de someter al control de proporcionalidad a la
medida legislativa objeto de análisis. En lo que sigue se trata de establecer si existiendo
un fin legítimo en la expedición de la Ley Nº 28027 y sus sucesivas prórrogas, las
restricciones que en ella se disponen respetan el test de proporcionalidad con sus
tres sub principios: idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto.
6. Aplicación del test de proporcionalidad
25. Tal como lo ha establecido este Colegiado, el test de proporcionalidad incluye, a su vez,
tres subprincipios: idoneidad, necesidad y ponderación o proporcionalidad en sentido
estricto. En cuanto al procedimiento que debe seguirse en la aplicación del test de
proporcionalidad, hemos establecido que la decisión que afecta un derecho fundamental
debe ser sometida, en primer término, a un juicio de idoneidad o adecuación, esto es, si
la restricción en el derecho resulta pertinente o adecuada a la finalidad que se busca
tutelar; en segundo lugar, superado este primer análisis, el siguiente paso consiste en
analizar la medida restrictiva desde la perspectiva de la necesidad; esto supone, como
hemos señalado, verificar si existen medios alternativos al adoptado por el legislador.
Se trata del análisis de relación medio-medio, esto es, de una comparación entre
medios; el medio elegido por quien está interviniendo en la esfera de un derecho
fundamental y el o los hipotéticos medios que hubiera podido adoptar para alcanzar el
mismo fin. Finalmente, en un tercer momento y siempre que la medida haya superado
con éxito los testo pasos previos, debe proseguirse con el análisis de la ponderación
entre principios constitucionales en conflicto. Aquí rige la ley de la ponderación, según
la cual “cuanto mayor es el grado de la no satisfacción o de la afectación de un
principio, tanto mayor tiene que ser la importancia de la satisfacción del otro.
26. Análisis de idoneidad. El establecimiento de un régimen de protección patrimonial en
beneficio de las empresas azucareras constituye un medio adecuado para lograr
el objetivo. La suspensión temporal de la ejecución de medidas cautelares, garantías
reales o personales y similares sobre los activos de las empresas agrarias azucareras en
las que el Estado tiene participación accionaria constituye, en efecto, una medida para
la reactivación económica de las empresas agrarias azucareras en las que el Estado tiene
participación accionaria, las mismas que como ya señaláramos atraviesan por una crisis
económica, pues, tal medida evita que los acreedores de las mismas se hagan cobro de
sus acreencias con los escasos recursos con que cuentan las referidas empresas, dejando
en grave riesgo a los trabajadores respecto de su puesto de trabajo y la propia población
del lugar, pues es claro que dichas poblaciones dependen en esencia de la actividad
agroindustrial y de lo comercios y actividades colaterales que se desarrollan en torno a
ella.
27. Análisis de necesidad. Dado que se trata de una sentencia en proceso de ejecución es
fácil comprobar que no existe medida más efectiva que la propuesta por el legislador.
La suspensión de la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o personales, así
como de la suspensión de ejecución de sentencias resulta ser un medio necesario
(indispensable) para alcanzar el objetivo, dado que además de los otros mecanismos
descritos en la Ley 28207, no existen medidas alternativas igualmente eficaces o que
sean menos gravosas que se dirijan a obtener el mismo fin. Si bien podrían alegarse
como medidas para lograr el objetivo, entre otras, la condonación de las deudas de tales
empresas agrarias azucareras, no obstante ello, dichas medidas no gozan de la misma
eficacia para lograr el desarrollo de la actividad azucarera, pues aunque tales medidas
impedirían que las empresas disminuyan sus activos fijos, sin embargo, se perjudicaría
sin lugar a dudas, los derechos de los acreedores quienes se verían imposibilitados a
cobrar sus créditos para siempre.
28. El Tribunal destaca en este punto la temporalidad de la medida de suspensión de
ejecución, pues si bien ésta se ha venido postergando en más de una ocasión, el artículo
1º de la Ley N°28885, ha cerrado dicho plazo sólo hasta el 31 de diciembre de 2008
(hay que tomar en cuenta que el régimen de suspensión se inició el 19 de julio de 2003
y vencerá el 31 de diciembre del presente año según lo dispuesto por la Ley 28885, esto
es una suspensión de más de 5 años). El Tribunal considera en este sentido que una
nueva prórroga burlaría el examen que realiza este Tribunal en este punto, pues
resultaría probado que las medidas de prórroga no son medidas eficaces para lograr la
finalidad que pretende el legislador, esto es, el reflotamiento y reactivación de las
referidas empresas agroindustriales. En otros términos, una nueva prorroga en los
mimos términos y respecto de los mismos supuestos que acompañan a este caso,
resultaría nulo abinitio por ser entonces sí una medida absolutamente innecesaria por
inútil y significaría una intolerable postergación de los efectos de una sentencia que ya
no tendría justificación alguna para no ser cumplida.
29. Ello no supone desde luego, que dada la problemática social que está detrás del
presente caso, al cumplirse el plazo ya improrrogable de suspensión del cobro de
acreencias de las referidas empresas, sin que estas se hayan reflotado y estén en
condiciones de afrontar sus deudas, el legislador pueda intervenir, esta vez, para
garantizar un adecuado orden en el pago de dichos créditos, exigiendo para el efecto
que sean las propias empresas quienes alcancen un cronograma razonable de
cumplimiento de obligaciones, sin dejar en suspenso los mandatos judiciales, los que
deben cumplirse en sus propios términos y en base al cronograma que debe respetar las
prelaciones que ordena la propia Constitución en su artículo 24º a efectos de no dejar
impago bajo ninguna circunstancia, los créditos laborales o previsionales.
30. Análisis de ponderación o proporcionalidad en sentido estricto. El tercer paso
del test de proporcionalidad consiste en establecer el peso o importancia de los
principios jurídicos en conflicto. Dicha operación debe hacerse aquí siguiendo la ley de
la ponderación conforme a la cual, “Cuanto mayor sea la afectación en el ámbito del
derecho a la ejecución de las sentencias, mayor debe ser el grado de satisfacción o
cumplimiento de los objetivos constitucionales propuestos con la ley a favor de la
industria azucarera”.
31. Para hacer más racional dicha operación resulta relevante contrastar los grados o
intensidades de afectación en el ámbito del derecho a la ejecución con los grados o
niveles de satisfacción que se logra en los bienes u objetivos constitucionales que
persigue la intervención por parte de la ley y su aplicación en el caso concreto. Este
colegiado ha incorporado una escala triádica para asignar dichos valores. En tal sentido
hemos establecido que “la valoración de las intensidades puede ser catalogada como:
grave, medio o leve, escala que es equivalente a la de: elevado, medio o débil. Por esta
razón, la escala puede también ser aplicada para valorar los grados de
realización [grados de satisfacción] del fin constitucional de la restricción [STC 0045-
2005-PI/TC, fundamento N.º 35]
32. La postergación en el tiempo de la ejecución de una sentencia firme, puede ser
catalogada aquí como una intervención de intensidad leve, en la medida que se trata
sólo de una suspensión temporal de ejecución de una sentencia, que no elimina o
desvanece el derecho que tienen los acreedores de las empresas agrarias azucareras, que
han recurrido a la vía judicial a fin de hacer efectivo su derecho de crédito y han
obtenido pronunciamiento favorable por parte de los órganos judiciales. Sobre todo si
se toma en cuenta que dicha suspensión se encuentra próxima a quedar sin efecto
además de considerar que la referida ley tampoco ha dejado sin efecto la
inscripción registral de las medidas cautelares que se habían dictado con antelación a la
restricción, tal como dispone la ley en cuestión en su segundo párrafo, al disponer que
dichas medidas continuarán inscritos aunque no podrán ser materia de ejecución.
33. Por otra parte, tenemos que el grado de realización o satisfacción del objetivo propuesto
por el legislador que en este caso, es lograr el desarrollo, reactivación y saneamiento
económico y financiero de las empresas agrarias azucareras, así como la promoción del
empleo y la disminución de la pobreza, disponiendo para ello la suspensión temporal
de la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o personales y ejecución de
sentencias resulta ser elevado, en la medida que sin dicha medida el objetivo
constitucional no sería posible de realizar, en la medida que una empresa cuyos bienes
se encuentran próximos a ser ejecutados difícilmente podría conseguir las alianzas
económicas necesarias para su reactivación. Esto muestra que con una leveintervención
en el ámbito del derecho a la ejecución de las sentencias, se logra por otro lado un
grado de satisfacción elevado a favor de los derechos y fines constitucionales a los que
busca proteger la medida de protección legal de la industria azucarera en el norte del
país.
34. Cuando es posible establecer de manera racional que una medida de restricción de baja
o leve intensidad logra niveles de satisfacción altos o elevados, la conclusión que
resulta es que el medio empleado (ley) ha pasado el test de proporcionalidad y debe
considerarse que estamos ante una restricción legítima desde la perspectiva
constitucional.
7. Análisis del caso concreto
35. Llegados a este punto, resulta conveniente volver sobre la última de las cuestiones
planteadas en el fundamento segundo de esta sentencia: “Si resultando de aplicación la
referida ley al caso del recurrente, dicha intervención en el ámbito de la cosa juzgada
se encuentra justificada desde la perspectiva constitucional y en consecuencia la
actuación de los órganos judiciales emplazados no resulta arbitraria”.
36. Conforme se aprecia de las resoluciones judiciales que en etapa de ejecución ha sido
pronunciadas por los órganos judiciales emplazados, éstos dispusieron en aplicación
estricta de la Ley Nº 28027 y sus posteriores prórrogas de vigencia, que si bien podían
dictarse medidas cautelares o de ejecución forzada, éstas no podían ser ejecutadas,
debido a que las empresas agrarias azucareras y entre ellas la acreedora del recurrente,
se encontraban protegidas por las medidas dadas por el legislador a efectos de favorecer
la reactivación de las referidas industrias tras considerarlas de interés social.
37. Tal como ha quedado establecido supra, en la medida que la ley que suspendió la
ejecución de la sentencia favorable al recurrente ha sido dictada en atención a fines
constitucionalmente relevantes, este Colegiado debe concluir que su aplicación al caso
concreto por parte de las instancias judiciales no puede ser considerada violatorio de los
derechos que alega el recurrente, por lo que la demanda debe desestimarse.
38. Dado que las leyes de protección de las industrias agroindustriales azucareras del norte
(Ley Nº 28027 y sus modificatorias) han venido cuestionándose a través de diferentes
procesos judiciales, el Tribunal Considera que la interpretación realizada en el presente
caso con relación a la referida Ley, debe ser seguida por los jueces de todas las
instancias, de conformidad con el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional. En consecuencia, los jueces de todas las instancias del Poder Judicial, se
encuentran vinculados por los criterios interpretativos aquí expuestos, siempre que su
utilización resulte relevante para dar respuesta a los casos planteados. Este criterio
interpretativo se aplicará incluso a causas en trámite a efectos de cautelar el principio de
igualdad en la aplicación de la ley.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la
Constitución Política le confiere,
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos
2. Exhortar al Congreso de la República para que en el marco de sus competencias
establezca los mecanismos y medidas necesarias para el cumplimiento de lo
establecido en el fundamento 29º de la presente sentencia.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESIA RAMIREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
ETO CRUZ
ALVAREZ MIRANDA
EXP.N. ° 579-2008-PA/TC
LAMBAYEQUE
CÉSAR AUGUSTO
BECERRA LEIVA
VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI
Emito el presente voto singular en atención a las siguientes consideraciones:
1. Que con fecha 04 de mayo de 2006 don Cesar Becerra Leiva interpone
demanda de amparo contra el Juez del Primer Juzgado Civil de Chiclayo, Dr.
Rafael Chávez Martos y contra los Vocales de la Segunda Sala Civil de la
Corte Superior de Lambayeque, Drs. Daniel Carrillo Mendoza, Juan
Zamora Pedemonte y Carlos Silva Muñoz, con la finalidad de que se declare
la nulidad de la Resolución Nº 7, de fecha 17 de octubre de 2005 y su
confirmatoria, la Resolución de fecha 20 de marzo de 2006, dictadas en el
proceso de cumplimiento de contrato e indemnización seguido por el
recurrente contra la Empresa Agroindustrial Pomalca S.A. (Exp. Nº 2004-
7325-0-1701-J-CI-1), y asimismo se ordene a los demandados abstenerse de
dictar nuevas resoluciones que puedan significar la reiteración del agravio.
Según refiere el demandante el órgano de primera instancia, mediante
Resolución de fecha 26 de julio de 2005, declaró fundada la demanda de
obligación de dar que había interpuesto contra la empresa agraria antes
mencionada, ordenando que ésta cumpla con entregarle la suma ascendente a
S/ 359,653.51 por concepto de contraprestación por el servicio prestado en
virtud de un contrato celebrado entre las partes sobre alquiler de maquinaria
pesada, y asimismo que ésta cumpla con la indemnización correspondiente
por concepto de daño emergente, lucro cesante y daño a la persona, con la
suma de S/ 870,100.00. Manifiesta además que habiendo quedado consentida
tal sentencia al no haber sido recurrida por la mencionada empresa, y no
habiendo ésta cumplido con lo ordenado, presentó una solicitud de ejecución
de sentencia en la que también se pide se ordene el secuestro conservativo
sobre la producción de azúcar de propiedad de la empresa emplazada; sin
embargo el juzgado luego de haber iniciado la ejecución, resolvió suspender
este proceso amparándose en la Ley N° 28027 y en el Decreto Supremo Nº
138-2005-EF, lo que fue confirmado por resolución de fecha 20 de marzo de
2006. En ese sentido el recurrente considera que se ha violado su derecho a la
ejecución de resoluciones judiciales como manifestación de su derecho a la
tutela procesal efectiva, toda vez que tal suspensión está impidiendo la
ejecución de la sentencia que tiene el carácter de cosa juzgada.
2. Que con fecha 25 de enero de 2007 la empresa
Agroindustrial Pomalca S.A.A. se apersonó al proceso y contestando la
demanda señaló que ésta debía ser declarada improcedente en atención a que
la suspensión de la ejecución de una medida cautelar no se ha debido a una
facultad discrecional de la autoridad judicial sino a la aplicación jurisdiccional
de una norma con rango de Ley y que tiene sustento constitucional como es la
ley Nº 28027 y sus posteriores modificatorias. También agrega que la norma
debe ser cuestionada, en todo caso en el proceso de inconstitucionalidad y no
a través de un proceso de amparo. Finalmente señala que la promulgación de
dicha ley se ha realizado con la finalidad de proteger un conjunto de derechos
de los trabajadores de la industria azucarera, en atención al carácter social de
dicha actividad y la obligación por parte del Estado de actuar para protegerla.
3. Que mediante Resolución de fecha 21 de junio de 2007 la Primera Sala Civil
de la Corte Superior de Justicia de la Libertad declaró improcedente la
demanda al considerar, entre otros argumentos, que los órganos judiciales
emplazados han actuado conforme a lo establecido en la ley especial de
protección patrimonial de las empresas agroindustriales azucareras,
apoyándose además en jurisprudencia emitidas por el propio Tribunal
Constitucional.
4. Que mediante Resolución de fecha 21 de noviembre de 2007, la Sala de
Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República, confirma la resolución apelada considerando que la demandada
Agroindustrial Pomalca S.A. se constituye como una empresa agraria
azucarera, estando sujeta al programa extraordinario de regulación tributaria
PERT previsto en el Decreto Legislativo Nº 802, por lo que en atención al
artículo 9º del Decreto Legislativo Nº 877, ha quedado suspendida respecto de
la referida empresa la ejecución de todo tipo de medidas cautelares, garantías
reales o personales similares sobre sus activos, las que si bien continuaran
inscritas quedan en suspenso.
5. Que se evidencia que el recurrente obtuvo sentencia firme a favor del
recurrente en proceso de cumplimiento de contrato e indemnización por daños
y perjuicios contra la empresa Agroindustrial Pomalca S.A., la que quedó
consentida por resolución Nº 06 (fojas 23), de fecha 26 de agosto de
2005, por lo que sólo correspondía la ejecución de dicha resolución. Por tanto
cuando el demandante vencedor –en el proceso ordinario– solicita la
ejecución de la resolución firme al juez competente, éste resuelve la
suspensión de la ejecución en atención a la ley Nº 28027 –Ley de la Actividad
Empresarial de la Industria Azucarera– la que dispone en su artículo 4.1 que
“A partir de la vigencia de la presente Ley y por el lapso de doce (12) meses,
quedan suspendidas la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o
personales y similares sobre los activos de las empresas agrarias azucareras
en las que el Estado tiene participaciónaccionaria y que, a la fecha de
entrada en vigencia de la presente Ley, no hayan transferido más del
cincuenta por ciento (50%) del capital social ya sea mediante venta de
acciones o emisión de nuevas acciones. Los embargos preventivos o
definitivos en forma de inscripción sobre los bienes inmuebles o muebles
registrables, así como las garantías reales continuarán inscritas pero no
podrán ser materia de ejecución. Durante el referido período, los acreedores
no podrán iniciar contra las empresas agrarias azucareras ninguno de los
procedimientosconcursales establecidos en la Ley Nº 27809.”.
6. En este sentido debe tenerse en cuenta, primero, que la Ley en mención
señala que “quedan suspendidas la ejecución de medidas cautelares,
garantías reales o personales y similares sobre los activos de las empresas
agrarias azucareras en las que el Estado tiene
participación accionaria (…), no pudiéndose aplicar dicho dispositivo legal
al presente caso, ya que lo que se pretende ejecutar es una resolución firme
emitida en proceso ordinario y no una medida cautelar, garantía real o
personal u otra similar, como señala el referido artículo de la Ley 28027.
Entonces no puede un juez suspender la ejecución de una sentencia firme y
ejecutoriada que tiene la calidad de cosa juzgada y menos en aplicación de
una ley que no contiene el supuesto que se presenta en el caso; segundo, el
plazo originalmente previsto en el numeral 4.1 del artículo 4° de la
Ley N° 28027 fue sucesivamente ampliado por las Leyes N° 28207 (por 9
meses adicionales), N° 28288 (hasta el 31.12.2004), N° 28448 (hasta el
31.12.2005), N° 28662 (hasta el 30.9.2006) y N° 28885 (hasta el 31.12.2008),
las que en su texto señalaba –irónicamente- que se ampliaba el plazo en forma
improrrogable, lo que evidentemente ha significado que el Estado quede en
posición de privilegiado frente a sus deudas cuando debiera ser el primer y
mejor pagador; y tercero, que no puede ninguna autoridad, como lo dice el
magistrado Cesar Landa en su voto singular, dejar sin efecto resoluciones que
han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite
ni modificar sentencias ni retardar su ejecución, en consecuencia no puede un
juez en etapa de ejecución realizar un nuevo análisis del conflicto resuelto y
peor aún suspender la ejecución de una resolución firme, afirmar lo contrario
significaría que las resoluciones firmes con autoridad de cosa juzgada carecen
de una característica indispensable “eficacia”, lo que vaciaría de contenido el
proceso mismo.
7. Por lo expuesto considero que la demanda debe ser estimada debiéndose en
consecuencia disponer que el juez de ejecución de cumplimiento a la
sentencia dictada en el proceso de cumplimiento de contrato e indemnización
por daños y perjuicios contra la empresa Agroindustrial Pomalca S.A., no
pudiendo de ninguna manera argumentar la suspensión de dicha ejecución en
una ley que se repite sucesivamente constituyendo así una suerte de dolo
legal.
Por lo expuesto mi voto es porque se declare FUNDADA la demanda de amparo.
SR.
VERGARA GOTELLI
EXP.N. ° 579-2008-PA/TC
LAMBAYEQUE
CÉSAR AUGUSTO
BECERRA LEIVA
VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO
LANDA ARROYO
Con el debido respeto por la opinión de mis colegas magistrados emito el presente voto
singular, sustentado en los siguientes argumentos:
1. En el caso concreto el demandante aduce que se vulnera su derecho fundamental a
la tutela procesal efectiva porque, no obstante existir una resolución judicial firme,
se viene prorrogando sucesivamente el cumplimiento de la sentencia de 26 de julio
de 2005. Ello en atención de que la demandada, Agroindustrial Pomalca S.A., ha
sido comprendida dentro del régimen de protección patrimonial, el mismo que ha
sido prorrogado continuamente a través de las leyes 28288, 28027, 28448, 28662 y
28885. Así como a través del Decreto Supremo N.º 138-2005-EF.
2. El derecho a la cosa juzgada y a la ejecución de las resoluciones judiciales firmes
está consagrado expresamente y de manera autónoma en el artículo 139º.2 de la
Constitución, cuando señala que ninguna autoridad “puede dejar sin efecto
resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos
en trámite ni modificar sentencias ni retardar su ejecución” (énfasis agregado). En
ese sentido, ni el Estado ni los particulares pueden impedir válidamente la ejecución
de una resolución judicial firme emanada de un proceso judicial o constitucional
justo, por lo que correspondería que la sentencia de 26 de julio de 2005 sea
ejecutada en sus propios términos.
3. Si bien no puede soslayarse que existe una cuestión social detrás del problema de la
empresas azucareras en la cual el Estado tiene una participación como accionista,
cuestión social que se refleja en la necesidad de que dichas empresas, como
Agroindustrial Pomalca S.A., tengan alguna posibilidad de ser reactivadas a fin de
que no se origine un grave riesgo tanto a los trabajadores de dicha empresa pero
también a sus acreedores, no parece razonable ni proporcional que el Estado recurra
a dicha cuestión social para posponer sine die la ejecución de la resolución judicial
firme de 26 de julio de 2005, a través de sendas normas legales.
4. En la ponencia, fundamento 32, se califica como leve la afectación del legislador en
el derecho fundamental a la cosa juzgada y el derecho a la ejecución a las
resoluciones judiciales firmes. Así se señala expresamente que dicha intervención
es leve por dos razones: 1) “La postergación en el tiempo de la ejecución de una
sentencia firme, puede ser catalogada aquí como una intervención de intensidad
leve, en la medida que se trata sólo de una suspensión temporal de ejecución de una
sentencia, que no elimina o desvanece el derecho que tienen los acreedores de las
empresas azucareras (…)”; y 2) porque la Ley 28207 “se encuentra próxima a
quedar sin efecto”.
5. Considero más bien que tal intervención es de intensidad grave en la medida que
anualmente se viene difiriendo injustificadamente el cumplimiento de una sentencia
judicial que ha pasado a la calidad de cosa juzgada, tutelado también como derecho
a la ejecución de las resoluciones judiciales firmes. Lo señalado en el fundamento
32 de la ponencia es un argumento contradictorio con la realidad por cuanto la
supuesta temporalidad de la Ley ya mencionada y su supuesta proximidad a quedar
sin efecto no se condice con lo que sucede en la realidad: el legislador mediante Ley
N.º 29299, “Ley de ampliación de la protección patrimonial y transferencia de
participación accionaria del Estado a las Empresas Agrarias Azucareras”, de 17 de
diciembre de 2008, en su artículo 1 establece: “Amplíase, hasta el 31 de diciembre
de 2010, la protección patrimonial contenida en el numeral 4.1 del artículo 4 de la
Ley Nº 28027, Ley de la actividad empresarial de la industria azucarera,
modificada por las Leyes núms. 28288, 28448, 28662 y 28885. (…)”.
6. En ese sentido la supuesta “temporalidad”, que sustenta la levedad de la
intervención del legislador en el derecho fundamental a la cosa juzgada y en el
derecho a la ejecución a las resoluciones judiciales firmes, se viene convirtiendo
más bien en una situación permanente, tal como se puede apreciar de lo siguiente:
- De conformidad con el Artículo 2 de la Ley N° 28288, publicada el 17-07-2004, se
prorroga hasta el 31-12-2004, el plazo establecido en el presente numeral 4.1.
- De conformidad con el Artículo 1 de la Ley N° 28448, publicado el 30-12-2004, se
amplía en forma improrrogable hasta el 31-12-2005, el plazo establecido en el
presente numeral.
- De conformidad con el Artículo 1 de la Ley Nº 28662, publicada el 30 Diciembre
2005, se amplía en forma improrrogable hasta el 30 de setiembre de 2006, el
plazo establecido por el numeral 4.1 del artículo 4 de la presente Ley, modificada
por las Leyes núms. 28448 y 28288, respectivamente.
- De conformidad con el Artículo 1 de la Ley N° 28885, publicada el 23 septiembre
2006, se amplia hasta el 31 de diciembre de 2008, el plazo establecido en el
presente numeral.
- De conformidad con el Artículo 1 de la Ley N° 29299, publicada el 17 diciembre
2008, se amplía, hasta el 31 de diciembre de 2010, la protección patrimonial
contenida en el presente numeral.
7. En ese sentido, si la intención de la ponencia, como se señala en el fundamento 31
de la sentencia, es hacer “más racional” la aplicación del principio de
proporcionalidad, a través de distinguir los diversos grados de intensidad en la
intervención de los derechos fundamentales invocados por el demandante, ello no
se logra; por el contrario se incurre en una argumentación contradictoria que por sí
misma pone en cuestión su consideración como una intervención leve.
8. De otro lado, se recurre al principio de proporcionalidad para concluir, en el
fundamento 34, que “el medio empleado (ley) ha pasado el test de proporcionalidad
y debe considerarse que estamos ante una restricción legítima desde la perspectiva
constitucional”. Considero que ello no es así. Pudiendo hacerse in extenso un
análisis de la forma como se ha aplicado en la ponencia el test de proporcionalidad,
basta sólo afirmar que la Ley en cuestión ni siquiera supera el subprincipio de
idoneidad: es evidente que no existe, a nuestro juicio, una relación clara y directa
entre el posponer la ejecución de una resolución judicial firme con el “fin
constitucional”, según la ponencia, de reactivación de las empresas azucareras en la
cual el Estado es accionista. La supuesta idoneidad se ve seriamente cuestionada,
recogiendo los argumentos de la propia ponencia, al advertir que durante
aproximadamente seis años la intervención del legislador no ha permitido la
consecución del fin constitucional antes señalado.
9. La propia ponencia reconoce la falta de idoneidad de la medida. Así, en el punto 2
del fallo se exhorta al Congreso de la República para que “establezca los
mecanismos y medidas necesarias para el cumplimiento de lo establecido en el
fundamento 29”. En este fundamento se afirma que “(…) al cumplirse el plazo ya
improrrogable de suspensión del cobro de acreencias de las referidas empresas, sin
que éstas se hayan reflotado y estén en condiciones de afrontar sus deudas, el
legislador pueda intervenir, esta vez, para garantizar un adecuado orden en el pago
de dichos créditos (...)”. ¿Si se estima que la medida cumple con el subprincipio de
idoneidad, para qué se exhorta al Legislativo a intervenir? ¿Acaso dicha exhortación
supone un reconocimiento explícito de que la medida adoptada no resulta idónea
para el fin constitucionalmente legítimo?
10. De otro lado, como se puede ver en el considerando 6 del presente voto singular, las
sucesivas prórrogas de la protección patrimonial y transferencia de
participación accionaria del Estado a las Empresas Agrarias Azucareras, demuestra
todo lo contrario a lo que la ponencia considera como un “fin constitucional”
válido: las continuas prórrogas normativas no han servido hasta ahora para la
reactivación de las empresas azucareras en las que el Estado tiene
participación accionaria. Ello nos releva de mayor análisis de la aplicación
constitucional del principio de proporcionalidad, lo cual sin embargo no nos impide
afirmar que, con respecto al subprincipio de necesidad, se opta, evidentemente,
también por la alternativa hipotética más gravosa.
11. En efecto, desde un punto de vista de la argumentación jurídica, la aplicación
del subprincipio de necesidad en la ponencia no es consistente.
Este subprincipio exige que el Tribunal Constitucional, en primer lugar, establezca
los medios hipotéticos alternativos y, en segundo lugar, luego de un análisis
objetivo y sustentado elegir el medio hipotético alternativo menos gravoso. En la
ponencia nada de ello se ha realizado. En el fundamento 27 ligeramente se dice que
otra alternativa es la condonación de las deudas de las mencionadas empresas
azucareras; pero no se justifica porqué se considera ésta como un medio hipotético
alternativo, ni tampoco se proponen otros medios alternativos. Se opta, más bien,
desde mi punto de vista por la medida más gravosa que convierte prácticamente las
disposiciones constitucionales que garantizan el derecho a la cosa juzgada y a la
ejecución de sentencias firmes (artículo 139º.2) en disposiciones carentes de
eficacia jurídica.
12. En ese sentido, y no habiendo superado la intervención del legislador el principio de
proporcionalidad, considero que en el presente caso se vulnera el derecho
fundamental a la ejecución de las resoluciones judiciales firmes, porque se vacía de
contenido la esfera de eficacia y protección que tal derecho garantiza. Lo cual se
agrava aún más si es el propio Estado el que pone en cuestión el cumplimiento del
artículo 139º.2 de la Constitución.
13. De otro lado, y ya específicamente en relación con el fundamento 38 de la presente
sentencia, cabe decir que el Tribunal Constitucional debe ser entendido en su triple
naturaleza de órgano jurisdiccional, órgano constitucional pero también como
órgano político. Si bien estas tres dimensiones están presentes en la caracterización
de todo Tribunal Constitucional su consideración como órgano jurisdiccional es el
que mejor lo caracteriza; ello como es obvio no resta importancia a las demás
características de dicho Tribunal.
14. El hecho que la Constitución peruana no comprenda al Tribunal Constitucional
como un órgano del Poder Judicial, no le priva de su carácter de órgano
jurisdiccional; por el contrario, el Tribunal asume la función de impartir justicia
constitucional, puesto que le ha sido atribuida no sólo la función constitucional de
velar por el cumplimiento del principio jurídico de supremacía de la Constitución,
sino también de velar por la vigencia y eficacia de los derechos fundamentales
(artículo II del Título Preliminar del CPC). En este sentido, el mandato
constitucional del artículo 138º de la Constitución también le es aplicable.
15. En tanto órgano jurisdiccional, el Tribunal Constitucional asume un activo control
de constitucionalidad, no sólo como el supremo intérprete de la Constitución, sino
también como el garante en última instancia del respeto de los derechos
fundamentales, precisando el contenido y los límites de las disposiciones de la
Constitución a través de la interpretación jurídica y de la teoría de la argumentación.
Dicha constatación permite sostener la superación del modelo kelseniano puro de la
justicia constitucional, en la medida que en el texto Constitucional no sólo existen
derechos fundamentales, sino también principios constitucionales y valores
superiores, que el Tribunal tiene como misión esencial tutelar y, en algunas
oportunidades, desentrañar.
16. En esto último precisamente aparece la función del Tribunal Constitucional de
creador de Derecho, o mejor de recreador de Derecho; lo cual supone que la labor
del juez constitucional no consiste, como quería Montesquieu, en ser la boca que
pronuncia las palabras de la ley. La teoría jurídica moderna ha dejado de lado esa
concepción para dar paso a la noción del juez como creador del Derecho, es decir,
que el juez constitucional no se limita a realizar la función cognoscitiva de la
norma, como tampoco se puede reducir a una función volitiva, sino a una función
institucional en la que debe optar entre los diversos contenidos posibles de la ley,
dentro de los parámetros de la Constitución.
17. Es a partir de estas consideraciones y de lo previsto en el artículo 201º de la
Constitución y del VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional que
el Tribunal Constitucional puede establecer doctrina jurisprudencial, según el cual:
“(…) Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la
interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional.(…)”. Al respecto debo decir que el Tribunal Constitucional no sólo
se legitima democráticamente por la independencia y probidad de sus magistrados,
sino también por la racionalidad de sus decisiones. En ese sentido, el
establecimiento de una nueva doctrina jurisprudencial, como se pretende hacer en
el fundamento 38 de la ponencia, pasa también porque ella esté debidamente
fundamentada en argumentos coherentes, objetivos y racionales, lo que, en el
presente caso no se aprecia.
18. Más aún, ateniéndonos a lo dispuesto en el artículo VI del Código Procesal
Constitucional, los jueces deberían seguir la interpretación de la Ley N.º 28207.
Pero en la ponencia, en el fundamento 38, no se precisa cuál es esa interpretación:
¿que la Ley mencionada puede prorrogarse indefinidamente?, ¿que la
Ley mencionada es constitucional para el caso concreto sólo hasta el 31 de
diciembre de 2008?, ¿que la Ley mencionada es constitucional para el caso concreto
hasta el 31 de diciembre de 2010? Parece que sólo sería hasta el 31 de diciembre de
2008 por lo señalado en el fundamento 28 y 29 (“al cumplirse el plazo ya
improrrogable”) (sic) de la ponencia, de modo tal que devendría en inconstitucional
la ampliación hasta el 31 de diciembre de 2010 establecida por la Ley N.º 29299. De
ahí que no sólo el precedente sino también la doctrina jurisprudencial, para que sea
seguida por los jueces ordinarios, debe caracterizarse por su claridad y su certeza, y
no por su ambigüedad e imprecisión como es manifiesta en el presente caso.
19. Finalmente, en la STC 0024-2003-AI/TC, al fijar las condiciones del uso del
precedente vinculante, este Colegiado ha señalado que “[e]l establecimiento de un
precedente vinculante no debe afectar el principio de respeto a lo ya decidido o
resuelto con anterioridad a la expedición de la sentencia que contiene un precedente
vinculante; vale decir, no debe afectar las situaciones jurídicas que gocen de la
protección de la cosa juzgada. Por ende, no puede impedir el derecho de ejecución
de las sentencias firmes, la intangibilidad de lo ya resuelto y la inalterabilidad de lo
ejecutado jurisdicionalmente” (énfasis agregado). Considero que esta condición es
también plenamente aplicable al establecimiento de la doctrina jurisprudencial,
porque ésta, al igual que el precedente, no puede impedir el derecho de ejecución de
las sentencias firmes ni la intangibilidad de lo ya resuelto, cuando éstas son
plenamente constitucionales; más aún cuando el establecimiento de doctrina
jurisprudencial no cumple con los estándares mínimos de la argumentación
constitucional.
Por los fundamentos expuestos considero que la demanda de amparo debe ser
declarada FUNDADA, en la medida que se vulnera el derecho fundamental a la cosa
juzgada y el derecho a ejecución de las resoluciones judiciales firmes, garantizado por el
artículo 139º.2 de la Constitución.
S.
LANDA ARROYO
EXP.N. ° 579-2008-PA/TC
LAMBAYEQUE
CÉSAR AUGUSTO
BECERRA LEIVA
VOTO SINGULAR DEL
MAGISTRADO FERNANDO CALLE HAYEN
Si bien concuerdo con parte del fallo y de los fundamentos de la sentencia en mayoría, me
permito con el debido respeto de mis colegas, expresar algunas consideraciones propias que
a continuación expongo y que provocan el presente voto:
1. El petitorio de la demanda se circunscribe a los siguientes puntos:
a. Que se declare la nulidad de la Resolución N.º 7 de fecha 17 de octubre de 2005 y
de la Resolución N.º 12 de fecha 20 de marzo de 2006 que la confirma la apelada,
ambas dictadas en el proceso de cumplimiento de contrato e indemnización
(Expediente N.º 2004-7325-0-1701-J-CI-I) entre el ahora recurrente y la
Empresa Agroindustrial Pomalca.
b. Que los demandados se abstengan de dictar nuevas resoluciones que puedan
significar la reiteración del agravio.
El demandante alega que los jueces al emitir las referidas resoluciones vulneran su
derecho a la ejecución de resoluciones judiciales.
2. De autos se corroboran los hechos alegados por el demandante, es decir que
interpuso demanda contra la Empresa Agrícola Pomalca S.A. con el objeto de que
se le ordene cumpla con el abono de S/. 1´300,000.00 nuevos soles que suman el
valor del pago de un contrato de alquiler de maquinaria y la indemnización por los
daños y perjuicios derivados del incumplimiento de la obligación; la demanda que
fue declarada fundada no fue apelada y quedó en calidad de cosa juzgada
ordenándose a la empresa el pago de la suma ordenada bajo apercibimiento de
iniciarse la ejecución forzada. Al no pagarse la suma señalada el demandante
solicita en vía de ejecución forzada que se ordene un secuestro conservativo sobre la
producción de azúcar y que esta se retire de las instalaciones de la
Empresa demandada hasta completar el monto adeudado.
3. El juez demandado resuelve la solicitud mediante Resolución N.º 7 de fecha 17 de
octubre de 2005 disponiendo “iniciar la ejecución forzada y se trabe embargo en
forma de secuestro conservativo hasta por 1´300,000 nuevos soles sobre la
producción de 21,311 bolsas de azúcar de propiedad de la empresa demandada,
nombrándose depositario y suspendiendo la ejecución forzada en aplicación de la
Ley 28027 y sus posteriores modificaciones y el Decreto Supremo N.º 138-2005-
EF.
4. La referida resolución fue apelada mediante escrito del demandante de fecha 2 de
noviembre de 2005 solicita que el superior aplique el control difuso de las leyes
28288 y 28448 (modificatorias de la Ley 28027) pues contravienen el artículo 139
numeral 3 de la Constitución Política del Perú
5. La Primera Sala Civil de Lambayeque Mediante Resolución N.º 12 de fecha 20 de
marzo de 2006 confirma la resolución N.º 7 antes referida por los mismos
fundamentos.
6. Así; adquiriendo firmeza la controversia, el demandante inicia el presente proceso
de amparo con la pretensión antes resumida el que ha sido declarado improcedente
por ambas instancias del Poder Judicial.
7. En mi opinión la materia que se nos presenta debe abordarse estrictamente a lo
referido al caso concreto pues se trata de un proceso de amparo y no de uno de
inconstitucionalidad por ello nos circunscribimos estrictamente al petitorio y a los
hechos de la controversia planteada.
8. Aprecio que el legislador, a través de la emisión de sucesivas normas legales, ha
ponderado adecuadamente una problemática que tiene aspectos sociales y
económicos de gran envergadura como lo es la situación de la industria agraria
azucarera. Se destacan por su especial incidencia en el presente caso aquellas por las
que se han suspendido la ejecución de las sentencias con contenido patrimonial que
afectan a las empresas azucareras que se sujetaron al régimen de protección
patrimonial establecido por ley.
9. No cabe duda que dicha intervención es posible en la medida en que, tal como ya lo
ha apreciado el Tribunal Constitucional, el derecho a la ejecución de las sentencias,
como manifestación de la tutela procesal efectiva, no es un derecho absoluto;
también es aceptable constitucionalmente el fin que se persigue que se expone en el
artículo 1 de la Ley 28027, del 18 de julio de 2003, que es el de “propiciar el
desarrollo de la industria azucarera nacional independientemente de la modalidad de
organización empresarial y composición accionaria, promoviendo la inversión en
esta actividad a fin de que genere empleo, disminuya la pobreza, participe
activamente en el desarrollo regional, la generación de ingresos tributarios,
seguridad alimentaria, ahorro e incremento de divisas y el desarrollo de otras
actividades agroindustriales” y que se constata con la realidad del estado del sub-
sector agroindustrial.
10. En este contexto se dicta la Ley 28027 que incorpora en el inciso 1 de su artículo 4
la protección patrimonial a las referidas empresas por un lapso de 12 meses
suspendiéndose “la ejecución de medidas cautelares, garantías reales o personales y
similares sobre los activos de las empresas agrarias azucareras en las que el Estado
tiene participación accionaria y que, a la fecha de entrada en vigencia de la presente
Ley, no hayan transferido más del cincuenta por ciento (50%) del capital social ya
sea mediante venta de acciones o emisión de nuevas acciones así como la ejecución
de “Los embargos preventivos o definitivos en forma de inscripción sobre los bienes
inmuebles o muebles registrables, así como las garantías reales [que] continuarán
inscritas. Durante el referido período, los acreedores no podrán iniciar contra las
empresas agrarias azucareras ninguno de los
procedimientos concursales establecidos en la Ley Nº 27809”
11. El juez demandado, en el caso concreto que nos ocupa es el que, a mi criterio con
acierto, ha considerado que el inicio de la ejecución forzada y consecuentemente la
orden de embargo de la producción de azúcar de propiedad de la
empresa Agroindustial Pomalca S.A hasta por la suma de S/. 1´300,000.00 se
encuentra dentro del supuesto de protección patrimonial dispuesto por Ley 28027 en
la medida en que esta incluye todas las medidas que supongan la afectación del
patrimonio de las empresas mientras cumplan con los requisitos y exigencias legales
para que se sujeten al régimen de protección.
12. En este contexto fáctico y normativo creo absolutamente necesario, tal como
también lo expresa la sentencia en mayoría en su fundamento 28, evaluar la
temporalidad de la medida de intervención del derecho a la ejecución de las
sentencias judiciales en el ámbito del análisis de necesidad; para ello, me permito
destacar, que el propio legislador ha entendido la intervención como de carácter
extraordinaria y por tanto limitada en razón del tiempo, lo contrario acarrearía la
manifiesta inconstitucionalidad.
13. En efecto, el inciso 1 del artículo 4 de la Ley 28027 vigente desde el 19 de julio de
2003 establece el régimen de protección patrimonial durante el “lapso de 12 meses”
que se extiende, por Ley 28207, por 9 meses, para las empresas que no ampliaron su
capital; posteriormente mediante Ley 28288, vigente desde el 18 de julio de 2004,
se prorroga hasta el 31 de diciembre del mismo año la protección patrimonial para
todos los supuestos incluidos en la original ley 28027; luego mediante la Ley 28448,
vigente a partir del 31 de diciembre de 2004, la aludida protección se amplía “en
forma improrrogable [el subrayado es nuestro] hasta el 31 de diciembre de 2005” y,
nuevamente, mediante la Ley 28662, vigente desde el 31 de diciembre de 2005, se
extiende “en forma improrrogable [el subrayado es nuestro] hasta el 30
de setiembre de 2006”. Finalmente se dicta la ley 28885 bajo el título “Ley que
establece plazoimprorrogable [el subrayado es nuestro] para acogerse al régimen de
protección patrimonial de la Ley de la actividad empresarial de la industria
azucarera N.º 28027”.
14. Como se aprecia el propio legislador ha tenido presente, cada vez que ha ampliado
el régimen de protección patrimonial de la actividad empresarial azucarera, el
elemento de la temporalidad y luego de extender el plazo de vigencia del régimen de
protección se establece que éste es improrrogable; entiendo, por el correcto uso del
la lengua española, que “prórroga” es la continuación de algo por un tiempo
determinado e “improrrogable” es aquello que no se puede prorrogar; no obstante,
desde la libre configuración de la ley de parte del poder político también es
comprensible que, a partir del análisis de la realidad y de la finalidad que se busca
alcanzar se corrija una posición por otra: lo que a mi parecer ha sucedido con la
intervención del legislador en lo que se refiere a la suspensión de la “afectación” del
patrimonio de las empresas agrarias azucareras sujetas a la protección tantas veces
aludida; incluso se aprecia que la última prórroga improrrogable ha ocupado un
lapso de dos años y tres meses.
15. Vistas así las cosas, a mi criterio, es evidente que debe de evaluarse en todo su
contexto la producción normativa del Parlamento en relación con el límite del
derecho constitucional a la ejecución de las resoluciones judiciales ello dentro del
marco del ya llamado por el Tribunal Constitucional “límite de los límites”, en otras
palabras, conforme a los principios derazonabilidad y proporcionalidad.
16. En este sentido opino que la intervención al derecho fundamental en el caso
concreto alcanza su límite respecto del juicio de idoneidad no a partir de una norma
sino en un conjunto de normas sucesivas que culminan con la dación de la
Ley 28885, lo contrario sería avalar que la suspensión de la ejecución de una
sentencia judicial que ha quedado en la calidad de cosa juzgada pueda
realizarse sine die y que el modo de intervención pueda
ser ad infinitum desnaturalizando el derecho hasta volverlo irreconocible y
evidenciando que la medida adoptada es ineficaz, sobre todo si, como ha quedado
evidenciado, el Parlamento ha expresado la ineludible tendencia
de improrrogabilidad de la medida adoptada;
17. Por otro lado es especialmente relevante considerar que el hecho de que el alquiler
de la maquinaria que origina la deuda se hubiera producido mientras la protección
patrimonial estaba vigente (enero – febrero del año 2003) constituye un elemento
que permite que se admita, en el caso concreto, una postergación de la eficacia del
derecho a la ejecución de sentencias; en este sentido evaluando los hechos en
conjunto considero que la suspensión de la ejecución de la ejecución forzada, en el
caso concreto, no debe extenderse más allá del indefectible plazo determinado en la
Ley 28885, es decir no debe de limitarse, en el caso concreto, el derecho a la
ejecución de sentencias que le asiste al actor, mas allá del 31 de diciembre de 2008.
18. Finalmente es importante señalar que, al momento de emitir el presente voto se ha
publicado la Ley 29299, en cuyo artículo 1 ha dispuesto ampliar hasta el 31 de
diciembre de 2010 la protección patrimonial contenida en el numeral 4.1 del artículo
4 de la Ley 28027. Esta renovada situación, que incluye, entre otras disposiciones,
las relativas al establecimiento de un cronograma de pagos y una nueva ampliación
del plazo para el inicio del proceso de transferencia de la
participación accionaria del Estado en las empresas azucareras, no me inhibe de un
pronunciamiento de fondo en la presente causa, pues ello supondría eludir la
función jurisdiccional de tutela de los derechos fundamentales y del principio de
supremacía constitucional que me es inherente como parte del Colegiado desde el
mandato constitucional que trasciende a la nueva situación jurídica que rodea a la
presente causa;
19. Así, se aprecia de autos que los efectos de la ley 28662 aplicada en el caso concreto
y que ha sido prorrogada mediante Ley 28885 y mediante Ley 29299 permite que
los efectos de la ley cuestionada se mantengan hasta hoy; en este sentido, en rigor,
la norma cuestionada en que se sustenta la resolución judicial que se cuestiona no ha
perdido vigencia, sino que mas bien ha sido ampliada hasta el 2,010.
20. No obstante me permito ser enfático en destacar que en la medida en que el presente
es un proceso de amparo y no de inconstitucionalidad, el pronunciamiento que me
toca realizar sólo se circunscribe al petitorio demandado y a
la causa petendi conforme al principio de congruencia y contradictorio en relación
con las partes en conflicto; por otro lado, dado que ya se ha emitido la
Ley N.º 29899, considero que la exhortación al Congreso de la República expuesta
por mis colegas en mayoría en el punto resolutivo 2, resulta, ahora, inútil.
Por lo expuesto mi voto es por que se declare INFUNDADA la demanda de autos en el
extremo en el que se solicita de que se declaren nulas la Resolución N.º 7 de fecha 17 de
octubre de 2005 y la Resolución N.º 12 de fecha 20 de marzo de 2006 dictadas en el
proceso de cumplimiento de contrato e indemnización (Expediente N.º 2004-7325-0-1701-
J-CI-I) y FUNDADA en la parte en que se solicita que los demandados se abstengan de
dictar nuevas resoluciones que puedan significar la suspensión de la ejecución forzada ya
resuelta.
S.
FERNANDO CALLE HAYEN