UD3
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Las personas mayores, discapacitadas y enfermas, tienen una serie de características propias a la
hora de enfrentarse a nuevos aprendizajes. Qué duda cabe que cuando una persona joven sufre un
accidente de tráfico y necesita de rehabilitación para poder volver a caminar, la motivación será
muy alta para la adquisición de este aprendizaje. Al contrario, una persona que sufre poco a poco
un proceso degenerativo que le imposibilita la movilidad de forma autónoma, tendrá una
motivación menor que necesita de un apoyo psicológico constante.
Las personas mayores a menudo, verbalizan frases como "para lo que me queda de vida", "yo ya
he aprendido todo lo que tenía que aprender", "a mi edad, no sé que voy a aprender nuevo"…
Estas frases corresponden, además de estados de ánimo, a ideas irracionales que como
profesionales, deberemos desterrar de sus pensamientos.
Por otro lado, las personas enfermas, en ocasiones, debido al deterioro continuo de su salud,
pueden tener una baja motivación hacia el aprendizaje. Nuestra labor con estas personas, no sólo
puede ser asistencial, deberemos tener muy presente que lo primero que tendremos que hacer es
motivar hacia el aprendizaje. Ser un apoyo psicológico en su vida.
El aprendizaje está condicionado por el contexto donde se encuentra la persona, hay entornos más
propicios para aprender que otros, pues como ya hemos visto condicionan el estado de ánimo y la
capacidad de autonomía de las personas que se encuentran en ellos.
La diferencia del aprendizaje humano con otros aprendizajes se relaciona con la capacidad de
pensar que tienen los primeros. Las personas aprendemos de formas mucho más complejas que
los animales, tenemos la capacidad de seleccionar aquello que queremos aprender y la manera en
que lo haremos, además, somos capaces de compararnos con otros para mejorar lo aprendido.
Pensar, también nos permite repetir conductas que surgieron por azar pero que resultaron ser
útiles en determinada situación.
Es importante que distingamos entre aprendizaje y desempeño. A veces, tras haber aprendido una
determinada destreza o habilidad, el cansancio o la falta de esfuerzo hacen que no tengamos un
buen desempeño de las tareas, esto no quiere decir que no haya un verdadero aprendizaje sino
que el desempeño no es el más adecuado. En nuestra valoración de los aprendizajes adquiridos
por otras personas es importante que tengamos en cuenta, cómo es su estado de ánimo, si están
cansadas o preocupadas, si se encuentran cómodas en el contexto donde están, etc. De esta
manera evitaremos llegar a conclusiones equivocadas sobre lo que realmente han aprendido.
Por descubrimiento.
Se trata de que la persona descubra por sí misma los aprendizajes. Es habitual que cuando tiene
lugar este aprendizaje haya una persona guiando el proceso, facilitando el contacto con el nuevo
material o contenido de lo que se va a aprender. Pero en este caso la persona es parte activa y
protagonista desde el principio, será ella misma la que con una mínima ayuda irá construyendo lo
aprendido.
Para que haya lugar un aprendizaje verdadero es fundamental que haya cambios en los esquemas
mentales previos que tenía la persona antes de aprender. Si no hay modificaciones, es probable
que lo aprendido se olvide y no pueda emplearse en el futuro. Con lo cual no hablaríamos de un
aprendizaje verdadero.
El estudio del mundo de las emociones, y cómo influyen en nuestra competencia social, es
apasionante, te animamos a que profundices y reflexiones sobre estos temas.
1.3.1.- La motivación.
La motivación hace referencia a los factores que dirigen el comportamiento de los seres humanos
e influye de manera importante en la adquisición de nuevos aprendizajes. Todas las personas
poseen unos motivos o metas deseadas que determinan sus conductas y la elección de las
actividades que realizan. Es fundamental que en tu trabajo como Técnico de Atención a Personas
en Situación de Dependencia conozcas las motivaciones que hay detrás de cada una de los
usuarios con los que trabajes para que puedas entender sus elecciones y los factores que les
ayudan a alcanzar con éxito sus metas o por el contrario, determinan que no alcancen sus deseos.
Para evitar que el aprendizaje dependa de recompensas externas que no siempre podrán
concederse, lo ideal es que las personas con las que trabajemos descubran motivos internos que
les motiven a aprender por sí mismos, por su propio desarrollo personal.
Estas necesidades son satisfechas de formas diversas, por la propia persona, a través del apoyo
informal que forma la familia, las amistades o las redes vecinales o a través del apoyo formal que lo
constituyen las instituciones sociales, especialmente la Red de Servicios Sociales. La satisfacción de
las necesidades determina que las personas desarrollen su autonomía e integración social o por el
contrario, si no son satisfechas, se encuentren en situaciones de dependencia o exclusión social.
Abraham Maslow, en su obra: Una teoría sobre la motivación humana, describe una jerarquía de
necesidades humanas que expone en forma de pirámide y explica cómo se satisfacen primero las
más básicas situadas en la base de la pirámide y después se van satisfaciendo las necesidades y
deseos más elevados que se encuentran en la parte alta de la pirámide.
El último nivel es el más complicado de alcanzar porque requiere la satisfacción adecuada de todas
las demás necesidades.
1.3.3.- La inteligencia.
Otro de los factores que debemos tener en cuenta para entender cómo tienen lugar los
aprendizajes es la inteligencia, que se refiere a nuestra capacidad para comprender el mundo,
pensar acerca de los sucesos que experimentamos y emplear adecuadamente todos los recursos a
nuestro alcance cuando necesitamos resolver un problema o enfrentarnos a un desafío o situación
nueva.
Determinar cuando una persona es más inteligente que otra es muy difícil, por ello los psicólogos
crearon las pruebas de inteligencia para poder determinar el nivel de inteligencia de cada persona
o lo que era mismo el CI, cociente intelectual. Aunque en sus orígenes estas pruebas resultaron ser
muy útiles para determinar grados, diagnosticar dificultades y ayudar a mejorar la toma de
decisiones, en el momento actual, sabemos que los resultados de dichas pruebas no son del todo
determinantes, en su realización influyen aspectos como la experiencia previa en pruebas similares
que puede hacer que se obtengan mejores resultados derivados de la práctica y no de un nivel
mayor de esta capacidad. Además, las pruebas de inteligencia suelen realizarse en unos tiempos
prefijados que perjudican a personas que con buenos niveles de inteligencia necesitan más tiempo
para desarrollar las tareas.
Existen diversas clasificaciones que tratan de concretar una capacidad compleja como es la
inteligencia. Una primera clasificación hace referencia a la inteligencia fluida y la inteligencia
cristalizada.
• Inteligencia fluida: Se refiere a la capacidad para enfrentar situaciones y problemas nuevos.
Esta inteligencia es la que utilizaríamos si nos pidieran que organizáramos una serie de
figuras con un criterio determinado o que recordáramos una serie de palabras.
• Inteligencia cristalizada: A lo largo de nuestra experiencia vamos almacenando una serie de
informaciones, habilidades y estrategias que suponen aprendizajes estables. Un ejemplo
sería que nos preguntaran por algún tema de historia o que explicáramos nuestra opinión
sobre las causas de algún problema social.
Otra clasificación, desarrollada por Howard Gardner habla de siete inteligencias, de su clasificación
surge el concepto de inteligencia emocional tan empleado hoy en día. Este autor, describe siete
tipos de inteligencia: inteligencia musical, inteligencia quinestésica-corporal, inteligencia lógico-
matemática, inteligencia lingüística, inteligencia espacial, inteligencia interpersonal e inteligencia
intrapersonal.
Según Gardner, todas las personas poseemos todos estos tipos de inteligencia en mayor o menor
medida. Es importante tener en cuenta que cualquier actividad suelen implicar varias clases de
inteligencia al mismo tiempo.
Las emociones son un componente importante de la motivación que dirige nuestra conducta y las
decisiones que tomamos. A su vez, nuestros comportamientos también influyen en las emociones.
Cuando realizamos alguna acción, esta puede generarnos emociones de felicidad, desesperación o
tristeza. Normalmente las emociones van unidas a pensamientos de aprobación o desagrado, pero
hay ocasiones en que sentimos una emoción que no podemos explicar, que no se corresponde con
un pensamiento claro de lo que nos sucede.
Las emociones son algo presente en la vida del ser humano desde el momento en que nace, es
decir, tienen carácter innato, y están directamente implicadas en la supervivencia del individuo.
Cuando identificamos algo que nos produce una sensación de bienestar tendemos a clasificarlo
como positivo para nosotros y a mantenerlo en nuestro contexto, igualmente, cuando algo nos
genera una sensación desagradable consideramos que es negativo, por lo que tendemos a
excluirlo.
Desde que nacemos expresamos emociones y poco a poco el repertorio se amplia. Así podemos
distinguir entre emociones básicas que son la alegría, miedo, enfado, asco, tristeza y curiosidad y
las llamadas emociones sociomorales que son el orgullo, la vergüenza y la culpa. Para que
aparezcan estas habilidades debe existir una cierta maduración cognitiva. En consecuencia, para
diagnosticar distintos trastornos y discapacidades psíquicas, los expertos recurren entre otras
muchas valoraciones, a analizar, si las personas muestran las distintas clases de emociones.
Cuanto mayor sea el conocimiento sobre nuestras propias emociones y las de las personas que nos
rodean y mayor nuestra capacidad para reconocerlas, más fácil será corregir aquellos aspectos que
nos provocan estados negativos y podremos reforzar los positivos. De igual manera, podremos
generar en las demás personas sentimientos más positivos que ayudarán a que se sientan mejor y
en último término mejoren en su autonomía y desarrollo personal.
La segunda clasificación, desarrollada por Howard Gardner habla de siete inteligencias: inteligencia
musical, inteligencia quinestésica-corporal, inteligencia lógico-matemática, inteligencia lingüística,
inteligencia espacial, inteligencia interpersonal e inteligencia intrapersonal.
Según el autor, se refiere a la capacidad para conocer las emociones y sentimientos propios y
ajenos, así como manejarnos, reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones.
La inteligencia emocional proporciona equilibrio en las personas que la desarrollan, mejora su
conocimiento sobre sí mismo y sobre sus emociones, por lo que sus relaciones con otros mejoran y
hace que la interacción social sea más satisfactoria. Es fundamental que desarrollemos este tipo de
inteligencia y ayudemos a que las personas con las que trabajemos también mejoren sus
capacidades en este sentido para aumentar su satisfacción personal y que sean más felices.
Analicemos en qué consisten estos procesos cognitivos, qué supone el deterioro para su
funcionamiento en actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y por último, veamos
cómo podemos prevenir pérdidas, desarrollar nuevas habilidades y entrenar las que están
presentes con el objetivo de lograr el máximo desarrollo de las personas con las que trabajamos.
2.1.- La percepción.
Vivimos en un mundo lleno de estímulos que llegan a nuestro organismo a través de los órganos de
los sentidos. Ante tal cantidad de estimulación, es fundamental encontrar un mecanismo que nos
ayude a simplificar el sinfín de informaciones sensoriales que recibimos para procesarlas y
desenvolvernos en el ambiente en cada momento. Este mecanismo es la percepción y supone la
elaboración, análisis e integración de los estímulos captados por nuestros órganos de los sentidos
otorgándoles un significado.
Existen una serie de procesos que se ponen en marcha cuando percibimos patrones o gestalts, que
describen cómo organizamos trozos o porciones de información en unidades que poseen un
significado, se denominan Leyes gestálticas de la organización, y deben su nombre a una rama de
la Psicología que la Gestalt. Son fundamentalmente cuatro:
• Cierre. Solemos agrupar en términos de figuras cerradas o completas, en lugar de figuras
abiertas. En la figura a) tendemos a ver un triángulo aunque podríamos ver una serie de
líneas o ángulos.
• Proximidad. Tendemos a agrupar elementos que se encuentran más cerca entre sí. En la
figura b) tenderemos a ver pares de líneas en lugar de una serie de líneas individuales.
• Similitud. Agrupamos los elementos de apariencia similar. Es más fácil que veamos filas de
cuadrados por un lado y filas de círculos por otro, que columnas mixtas de cuadrados y
círculos en la figura c).
• Simplicidad (o buena figura). Cuando percibimos un patrón, lo hacemos del modo más
básico posible. En la figura d), solemos percibir un cuadrado rodeado por dos líneas, en
lugar de la letra W colocada encima de la letra M.
“El todo es más grande que la suma de las partes”. Este enunciado, nos dice que dos objetos
considerados en conjunto forman una unidad mayor que la simple combinación de los objetos.
Cuando percibimos estímulos generamos imágenes mentales que van más allá de los elementos
simples que las generan porque nuestro cerebro procesa la información recibida y construye una
imagen en base a la experiencia.
Esta última idea, nos muestra como ante una misma realidad, no todas las personas percibimos lo
mismo, dependerá de la información previa que tengamos y de nuestras capacidades cognitivas. Y
por tanto no llegamos a las mismas conclusiones, esto es importante de cara a comprender las
ideas de otras personas que difieren entre sí.
2.2.- La memoria.
A la capacidad de registrar, retener y recuperar información le llamamos memoria. Para entender
mejor en qué consiste es importante que manejemos una serie de procesos relacionados:
• Codificación. Proceso mediante el cual se registra inicialmente la información en una forma
que la memoria pueda utilizar.
• Almacenamiento. Ubicación en el sistema de la memoria en la que se conserva la
información.
• Recuperación. Proceso mediante el que se localiza material almacenado en la memoria, se
le hace consciente y se le utiliza.
Para que estos mecanismos se pongan en marcha son necesarios los llamados "almacenes de
memoria":
• Memoria sensorial. Almacenamiento inicial y momentáneo de información que dura un
instante.
• Memoria a corto plazo. Información durante quince a veinticinco segundos. La información
se almacena de acuerdo con su significado, más allá de lo sensorial.
• Memoria a largo plazo. Información relativamente permanente aunque no siempre
fácilmente recuperable.
Cuando recibimos una información, esta pasa por el almacén sensorial, gran parte de la
información se perderá, pero aquella a la que demos un significado en base a nuestras
experiencias previas, pasará al almacén a corto plazo, esta memoria es la de trabajo,
metafóricamente se podría relacionar con la memoria RAM de un ordenador, nos permite retener
la información por unos segundos. Pasado este tiempo, hay información que se perderá. Aquella
información que sea elaborada y llega a ser significativa para nosotros por diversos motivos como
que se relacione con algo que ya sabíamos o porque nos cause impacto de alguna manera, pasará
a la memoria a largo plazo.
Para que estos procesos se pongan en marcha, es necesario que empleemos procedimientos o
estrategias atencionales. Todas las personas no son capaces de emplearlas de manera adecuada,
influye la habilidad de cada una pero también las diferencias individuales. Como dichas estrategias
son aprendidas, podemos modificarlas y entrenarlas para mejorarlas con la práctica.
Algunas personas tienen dificultades para emplear estos procesos de atención en el desarrollo de
sus vidas y es fundamental que busquemos la manera de ayudarles a que desarrollen todo su
potencial y sean más autónomas para mejorar su calidad de vida.
La atención se relaciona con la percepción de las personas, pero también con su inteligencia. Se
demuestra que cuanto más desarrolladas están las capacidades atencionales y perceptivas, más
inteligentes son las decisiones tomadas. Esto justifica aún más el entrenamiento de las estrategias
atencionales pues de manera global mejoraremos la situación de las personas con las que
trabajamos.
Como veremos en los siguientes epígrafes, muchas de las personas mayores que han sufrido un
deterioro cognitivo importante, tienen problemas para orientarse tanto espacial, temporal como
personalmente. Nuestra labor, por tanto, consistirá en prevenir y suplir estas carencias a través de
distintos procedimientos y técnicas.
Desde el nacimiento, a medida que aprendemos nuevos conceptos con nuestra experiencia vamos
desarrollando el pensamiento. Estos conceptos nos permiten reducir la complejidad del mundo a
categorías cognitivas más simples, más manejables en la práctica. También permiten que
comprendamos nuevas realidades en base a otros que ya poseíamos previamente. Así a lo largo de
la vida, vamos comprendiendo el mundo que nos rodea.
El proceso de toma de decisiones es una de las formas más complejas del pensamiento. Para
entender este proceso es fundamental que comprendamos en qué consiste el razonamiento en sus
dos formas más básicas:
• Razonamiento deductivo. Comienza con una serie de supuestos o premisas que
consideramos verdaderas, a partir de ellas deducimos las implicaciones de dichos
supuestos. La idea base es que si las premisas eran verdaderas, las conclusiones que
obtengamos también han de serlo. Un ejemplo que nos puede ayudar a entender esto es el
siguiente silogismo:
Todos los hombres son mortales
Sócrates es un hombre
Entonces, Sócrates es mortal.
A partir de dos premisas que son verdaderas, llegamos a una conclusión válida. El problema es que
a veces partimos de premisas que no son verdaderas y llegamos a conclusiones inciertas con este
mismo procedimiento. Muchos de los estereotipos funcionan de esta manera. Veamos un ejemplo:
Las cosas venenosas son amargas
El arsénico no es amargo
El arsénico no es venenoso
De esta manera, es fácil que lleguemos a una conclusión errónea porque partimos de una premisa
"las personas mayores son pasivas" que no es cierta. Muchas personas mayores realizan diversas
actividades de ocio, se encargan de cuidar a miembros de su familia, gestionan las tareas
domésticas, realizan cursos de formación, etc.
• Razonamiento inductivo. Obtenemos una regla general a partir de casos específicos a partir
de nuestras observaciones, conocimientos, experiencias y creencias sobre el mundo
desarrollamos una conclusión resumida. En el día a día del Técnico en Atención a Personas
en Situación de Dependencia, vamos desarrollando inducciones de las personas con las que
trabajamos para poder comprenderlas mejor y adaptarnos a sus necesidades. Así, si
descubrimos de una usuaria de un centro residencial que vivió en un pueblo del sur, que le
gusta determinada música y viste con colores llamativos, vamos creando una conclusión
general sobre como es ella con algunos fragmentos.
De la misma manera, las personas con las que trabajamos ponen en marcha procesos de
pensamiento y razonamiento en el contexto donde viven y en base a su conocimiento previo. En
ambos casos una información sesgada nos lleva a conclusiones erróneas sobre la realidad y en
ocasiones, a una toma de decisiones que no está en consonancia con nuestros deseos o nuestras
inquietudes.
Puede tratarse de un deterioro focal, si está limitado a una operación mental aislada como puede
ser el habla. O puede ser un deterioro difuso, si afecta a varias capacidades mentales a la vez, tal y
como suele ocurrir en estados de desarrollo moderado de algunas demencias.
De igual manera, hablamos de deterioro leve para referirnos a alteraciones poco relevantes que
permiten realizar una vida normalizada pero que requieren de un seguimiento para detectar su
evolución e intervenir lo antes posible. Cuando nos referimos a un deterioro moderado o grave,
como sucede en el caso de las demencias, se ven afectadas varias capacidades y afectan de
manera significativa a la autonomía de la persona.
Es fundamental que las personas que trabajamos en atención a la dependencia estemos atentas a
cualquier señal que indique que está teniendo lugar alguna pérdida de las funciones cognitivas
puesto que en fases iniciales es posible prevenir los deterioros y en fases más avanzadas,
podremos tratar de detener el desarrollo de trastornos como la demencia.
Generalmente, estas intervenciones son denominadas "programas" porque reúnen una serie de
pautas de actuación individualizadas para cada persona, que trabajan aspectos como la
orientación, el lenguaje, praxias, gnosias, la memoria y el cálculo.
Cualquier intervención requiere una valoración sobre las características de la persona, el nivel
educativo e intelectual, déficit o deterioro de la persona, grado de afectación y capacidades
residuales que conserva.
Para determinar el tipo de ejercicios que se hacen en domicilio y en ámbito institucional vamos a
partir del supuesto de que las personas que permanecen en su domicilio tienen deterioros
cognitivos leves y que, aquellas que se residen en instituciones presentan niveles de deterioro
mayores, aunque entendamos que no siempre será de esta manera.
Están dirigidos por un lado, a la prevención de las pérdidas de memoria en aquellos casos donde
aún no hay un deterioro y por otro, a personas que presentan pérdidas de memoria que suponen
deterioros cognitivos leves o moderados y que afectan a su autonomía en la vida cotidiana.
Los objetivos que persiguen los programas de entrenamiento de la memoria hacen referencia a:
• Empleo de las capacidades residuales de la memoria y del aprendizaje para desarrollar
estrategias adecuadas.
• Creación de rutinas a través de la asistencia de la persona al taller o programa de memoria.
• Promoción de un estado de bienestar a través de la realización de tareas en el grupo y la
relación social que mejora la calidad de vida.
Las tareas que se desarrollan en estos talleres de memoria están relacionadas con el
entrenamiento de la memoria inmediata, a corto plazo y a largo plazo. Las actividades trabajan la
atención y la concentración, la estimulación sensorial, así como la orientación espacial y temporal.
Es fundamental que se dé importancia a la memoria actual de los hechos presentes y también a la
memoria remota que se relaciona con la autobiografía de la persona que realiza el entrenamiento.
Un diagnóstico precoz será clave para evitar el aumento de los deterioros y mantener la calidad de
vida de las personas con las que trabajamos. Existen diferentes instrumentos que pueden
ayudarnos a comprobar las características de la persona y el punto de partida antes de intervenir
para adecuarnos al máximo a sus necesidades. Algunos de estos son:
• Cuestionario de Pfeiffer.
• Examen de estado mental mínimo de Folstein (MMSE).
• Miniexamen cognitivo de Lobo.
• Test del dibujo del reloj.
• Escala de deterioro global de Reisberg (GDS).
Con el objetivo de cuidar nuestra salud mental existen una serie de técnicas que pueden
ayudarnos:
• Técnicas de estimulación sensorial. Ya hemos visto como algunas de las funciones
cognitivas parten de la información recibida por los órganos de los sentidos, por ello es
fundamental que trabajemos la estimulación sensorial con idea de prevenir posibles
deterioros. Manteniendo una buena estimulación de los receptores sensoriales, mejoramos
su rendimiento y la respuesta a los estímulos que recibimos a través de la vista, el oído, el
tacto, el gusto y el olfato.
• Técnicas de entrenamiento cognitivo. Del tipo de las que ya hemos visto anteriormente y
con el objetivo de prevenir o paliar posibles deterioros, relacionadas con la atención,
lenguaje, razonamiento, memoria, etc.
• Técnicas de movilidad y motricidad. Se trabaja la psicomotricidad fina y gruesa.
Una vez realizada una evaluación de las capacidades cognitivas de la persona podremos definir qué
tipo de técnicas son más apropiadas para favorecer la prevención, mantenimiento o compensación
de los deterioros. A continuación presentamos una serie de intervenciones que suponen
estrategias concretas de intervención para mejorar la autonomía y calidad de vida de las personas
en situación de dependencia.
Esta terapia consiste en la aplicación de una serie de técnicas mediante las que la persona toma
conciencia de su situación en el tiempo (orientación temporal), en el espacio (orientación espacial)
y como persona (orientación personal). La información se presenta a la persona de forma visual
( imágenes, iconos, gráficos sencillos, palabras, símbolos, etc.). Además se apoya esta información
visual con explicaciones sencillas sobre lo que se le pretende comunicar.
La información visual, se recoge en lo que se denomina " tablero de orientación", que muestra
información del presente, como el día, la fecha, la estación del año, y otras informaciones
complementarias como hoy nos visitan…u hoy es el cumpleaños de …" Ayudados por el tablero de
orientación, entre otros, se pretende mejorar la orientación temporo-espacial en los pacientes con
demencia. De forma indirecta, las personas también aumentan su autoestima al comprender
donde se encuentran y evita sentimientos de angustia y ansiedad que provoca normalmente la
desorientación.
La memoria remota es la última que se deteriora, por ello para algunas personas mayores es más
fácil recordar sucesos que ocurrieron hace muchos años que aquellos más recientes, como qué
comieron ayer o qué actividades realizaron hace dos días. Así a partir de una capacidad que está
intacta generamos afectos positivos y contribuimos a mejorar su autoestima a través de las
relaciones sociales con otras personas. Este hecho permite trabajar a partir de la reminiscencia con
personas que tienen un gran deterioro en la memoria de hechos recientes.
Generalmente se trabaja en grupos, al menos una vez a la semana. En esas sesiones se estimula a
las personas participantes a hablar de eventos pasados, normalmente con ayudas como
fotografías, objetos y vídeos o películas del pasado. De esta manera se genera que a través del
recuerdo, revisen capítulos ocurridos a lo largo de sus vidas y con ayuda de un profesional pueden
resolver aquellos aspectos que generen sentimientos negativos o estrés al ser traídos a la
memoria.
En estos grupos se genera un ambiente agradable que favorece la estimulación cognitiva de otras
capacidades y contribuimos a prevenir trastornos relacionados con la memoria como las
demencias.
En los estados de deterioro más avanzado aparece además, desorientación, primero temporal y
luego espacial.
Las técnicas que tratan de compensar las dificultades que acabamos de comentar persiguen una
serie de objetivos comunes:
• Mantener las habilidades de atención con la finalidad de preservar la autonomía de la
persona.
• Crear un entorno rico en estímulos que facilite la actividad cognitiva.
• Mejorar las relaciones interpersonales de los sujetos.
De esta manera, encontraremos actividades donde las personas realizan tareas controlando que
no les afecten las posibles interferencias del entorno, fomentando la persistencia a través de la
elección de tareas conocidas y que son atractivas para evitar la distracción, en la medida de lo
posible. Por otro lado, se trabaja a través de técnicas grupales y de modificación de conducta el
entrenamiento en respuestas adecuadas a los estímulos que mejoren sus relaciones sociales.
Recibir información de una misma realidad, objeto o persona por más de una vía sensorial nos
permite conocer y reconocer mejor y supone una estimulación idónea para compensar posibles
pérdidas en cualquiera de los sentidos. Tener un máximo desarrollo de todos los sentidos permite
mantener por más tiempo la autonomía cuando empieza a fallarnos alguno de ellos. Por tanto,
como forma de prevención y mejora de la calidad de vida, está contrastado que presenta muchos
beneficios.
Las técnicas de entrenamiento sensorial son eminentemente prácticos desde el principio, se trata
de experimentar más que de explicar y comprobar cuál es la vivencia de cada persona después de
entrar en contacto con algún tipo de estímulo. Para ello se realiza una puesta en común acerca de
las cualidades percibidas en los objetos en cuanto a color, sabor, sonido, textura, temperatura, etc.
Este tipo de entrenamientos requiere un conocimiento previo de las personas que van a realizarlos
para adecuarnos a su nivel de participación y a sus necesidades individuales y deben realizarse en
un ambiente de confianza y de cooperación para que supongan una experiencia positiva y
beneficiosa.
2.8.6.- La musicoterapia.
La musicoterapia es una técnica que utiliza la música para mejorar el funcionamiento físico,
psíquico y social. Existen cuatro formas de emplear esta técnica: escuchar música, el canto, la
improvisación musical utilizando todo tipo de instrumentos y la danza.
Esta técnica ha demostrado ser muy beneficiosa en el trabajo con personas en situación de
dependencia. La música funciona como facilitador para sentirse mejor y aumentar su autoestima.
En las instituciones suele realizarse en sesiones grupales con el objetivo de facilitar la
comunicación, utilizando la música como estímulo.
Además de servir para el entrenamiento de aspectos relacionados con la atención, la memoria, las
emociones, la percepción, etc., contribuye a disminuir el dolor, reducir la ansiedad y el estrés.
Existen investigaciones que demuestran que personas que participaron en talleres de
musicoterapia antes de una intervención quirúrgica sintieron menos dolor y temor que otras que
no participaron. También se han obtenidos resultados muy positivos en el trabajo con personas
afectadas por Alzheimer.
En el caso de personas de edad avanzada se recomienda que las canciones empleadas no sean
totalmente desconocidas porque es más fácil que se pierda la atención, pero tampoco
excesivamente conocidas porque produciría un efecto similar, por este motivo el papel del
terapeuta al elegir la música adecuada es primordial. Tampoco es recomendable emplear melodías
que sean muy contradictorias en relación con el estado de ánimo de las personas con las que se
trabaja.
De igual manera, en éste último epígrafe de la unidad, podrás analizar los trastornos más
frecuentes, así como las técnicas, procedimientos y estrategias de intervención.
No debemos olvidar, que el fin último de nuestro trabajo es favorecer la autonomía a las personas
con las que trabajamos que se encuentran en situación de dependencia.
La independencia es lo que una persona puede hacer, la autonomía se refiere a todo aquello que
esta persona quiere hacer dentro de sus capacidades. La independencia se verá favorecida,
obstaculizada e incluso impedida por las condiciones del entorno.
Por ejemplo, una persona que se desplaza en silla de ruedas puede ser independiente para
desplazarse, sin embargo la existencia de barreras arquitectónicas (escaleras, transporte público no
adaptado, etc.) pueden limitar esta independencia.
Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD). Son aquellas imprescindibles para vivir, después de
estas en cuanto a supervivencia, sólo quedan las funciones vegetativas. El desarrollo de estas
actividades es básico para conseguir un nivel de autonomía elemental, pues se centran en
actividades de autocuidado.
A veces también ocurre que la incapacidad para realizar las actividades de la vida diaria, genera
trastornos o síntomas añadidos que dificultan aún más su situación personal. Este sería el caso de
las personas que desarrollan síntomas depresivos porque no pueden ser independientes en la
resolución de sus necesidades diarias.
Así, en ambos casos encontramos que las limitaciones psíquicas, físicas, sensoriales o sociales,
constituyen obstáculos que pueden impedir que las personas adquieran las competencias
necesarias para lograr una vida independiente. Una persona que sufre un trastorno mental grave,
una persona mayor que no puede desenvolverse por sí misma o un joven que ha perdido un brazo
en un accidente de tráfico son algunos casos de personas con limitaciones para llevar a cabo sus
actividades de la vida diaria. Todas estas personas que, debido a estas limitaciones que presentan,
no sean capaces por sí mismas de satisfacer sus propias necesidades, se encontrarán en una
situación de dependencia si no se trabaja para compensarlas.
La dependencia, según el Consejo de Europa, se define como el estado en el que se encuentran las
personas que por razones ligadas a la falta o pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual,
tienen necesidad de asistencia y/o ayudas importantes para realizar actividades de la vida
cotidiana. La dependencia puede ser física, social, mental, pero también económica.
Muchas personas con limitaciones en algunos de estos ámbitos pueden adquirir un alto nivel de
autonomía e independencia, para lo cual deben tener un entrenamiento que les permita realizar
las funciones limitadas y unos recursos que se las faciliten.
Cuando la satisfacción de estas necesidades no puede ser llevada a cabo por la propia persona, la
atención social y sanitaria se hace indispensable para ayudarle a llevar una vida digna,
independiente y en la mayor igualdad posible de condiciones que el resto de las personas.
Estas técnicas, se relacionan con los diferentes tipos de aprendizaje que vimos al principio de esta
unidad. Parten de la idea de que si a una conducta le sigue una consecuencia agradable, las
personas, tendemos a repetirlas y si por el contrario, le sigue una consecuencia desagradable es
menos probable que las repitamos y vayan eliminándose de nuestro repertorio conductual.
Para tener una idea más clara del nivel de autonomía de una persona, podemos servirnos de
técnicas de observación en la realización de actividades en el domicilio o en la institución que nos
permitirán ver dónde tiene dificultades en situaciones cotidianas. Haber realizado previamente
una observación sistematizada en diferentes momentos de la vida de la persona, nos permitirá
realizar una mejor medición con las escalas que hemos comentado.
No podemos olvidar que es imposible trabajar en este campo sin entender que las personas son
seres bio-psico-sociales y que requieren una atención integral donde se satisfagan sus necesidades
en estos tres niveles. Tradicionalmente, se venían solventando las necesidades biomédicas de
manera eficiente pero se desatendían los aspectos emocionales o sociales por considerar que no
eran tan importantes. Hoy en día sabemos que la baja autoestima, la pérdida de relaciones o
estados de ánimo negativos repercuten en el estado general de la persona y perjudican las
capacidades aumentando las necesidades también a nivel biológico o fisiológico.
Por tanto es fundamental complementar los cuidados físicos con los psicosociales para lograr la
máxima calidad de vida que pueda alcanzar la persona.
Para ello, cuidaremos las relaciones que establezcamos con las personas con las que trabajamos,
les mostraremos que las vemos capaces de alcanzar nuevos retos de manera sincera, les
demostraremos que tienen nuestro respeto y comprendemos sus preocupaciones y sus miedos.
Solo de esta manera conseguiremos que las personas aprendan nuevos hábitos, mantengan los
que ya poseían y en caso de un aumento de la dependencia sientan que son tratadas con la
dignidad que merecen cuando les ayudemos a realizar las tareas que ya no pueden hacer por sí
mismas mostrándoles que siguen siendo importantes a pesar de sus dificultades.
Cuando hablamos de atención psicosocial nos referimos a un método de trabajo que implica la
práctica de la escucha la escucha activa, la estimulación para que practiquen el auto cuidado y
permanezcan activas, que se relacionen y en definitiva, todo aquello que fomente su autoestima y
la prevención y reducción de la dependencia.