TEMA 2 PAP: El Aprendizaje
TEMA 2 PAP: El Aprendizaje
TEMA 2 PAP: El Aprendizaje
A) La inteligencia.
La inteligencia se define como la capacidad de una persona para razonar, resolver problemas, pensar
en abstracto, comprender, desarrollar un lenguaje, aprender y crear. A mayor inteligencia, se espera
una mayor facilidad para el aprendizaje. Sin embargo, estas capacidades no están desarrolladas en el
mismo grado en todas las personas. Por lo tanto, cada individuo puede aplicar soluciones diferentes
a problemas similares, tener diversas facultades para comprender conceptos, variar en la capacidad
de extrapolar aprendizajes a diferentes situaciones y exhibir niveles distintos de creatividad.
Cuando la EM es mayor que la EC, se considera que la inteligencia es superior al promedio, mientras
que si la EM es menor que la EC, se considera que la inteligencia está por debajo de la media. Esto
significa que una persona con discapacidad cognitiva y una edad cronológica de 18 años podría tener
una edad mental de 10, indicando que realiza eficazmente las tareas propias de un niño de 10 años.
B) La atención.
La atención es la capacidad de focalizar la percepción en las cosas necesarias en un momento dado.
Se divide en atención voluntaria, enfocada intencionalmente según intereses, necesidades o
motivaciones, y atención involuntaria, prestada sin darnos cuenta. Dos conceptos clave son la
atención sostenida (tiempo máximo de concentración sin errores) y la atención selectiva
(diversificación de la atención). La motivación y el componente afectivo favorecen la atención, y las
emociones, además de mejorar el aprendizaje, contribuyen a este proceso.
Las personas susceptibles de intervención suelen tener dificultades en la atención, lo que afecta el
aprendizaje de habilidades. Sugerencias para mejorar la atención incluyen elegir lugares adecuados,
dormir lo suficiente, establecer rutinas y practicar la relajación, ya que esta última es fundamental
para la concentración.
C) La actitud.
La actitud se define como la predisposición a responder de una manera específica ante una situación,
siendo más que una reacción breve, una tendencia o estado mental relativamente estable. Se
pueden clasificar en actitudes positivas, que favorecen la conducta, y actitudes negativas, que la
dificultan. Por ejemplo, una persona con actitud negativa hacia las actividades grupales será difícil de
involucrar en ellas, requiriendo una intervención para modificar su predisposición. La fórmula de
Víctor Küppers, V = (C + H) * A, puede recordarse como un enfoque para comprender y trabajar con
las actitudes, donde V representa el valor, C la capacidad, H la habilidad, y A la actitud.
D) La motivación.
La motivación, entendida como el impulso que genera y guía la conducta hacia un objetivo, juega un
papel fundamental en la ejecución de acciones. La actitud es la base de la motivación, y esta última
se compone de procesos intelectuales, fisiológicos y psicológicos que orientan nuestras acciones ante
una situación dada. Además de las variables internas, factores externos como estímulos ambientales,
premios y metas también influyen en la motivación.
Se destaca que, aunque algunas motivaciones son evidentes, otras pueden permanecer
inconscientes. La motivación de una persona está directamente relacionada con los logros obtenidos,
y las personas motivadas tienden a aprender más rápidamente, recuperarse antes y aplicar
procedimientos con mayor eficacia, lo que conduce a una mayor calidad de vida en general. En
intervenciones, la consideración de la motivación del individuo es crucial para alcanzar resultados
positivos.
Motivación y aprendizaje.
La motivación y el aprendizaje están estrechamente vinculados, ya que el grado de motivación de
una persona influye significativamente en los logros de aprendizaje, tanto en el rendimiento
académico como en la adquisición de comportamientos y conductas. Aunque las circunstancias
pueden obligarnos a aprender sin motivación, el aprendizaje se potencia notablemente con la
presencia de motivación, lo que también mejora el recuerdo de lo aprendido.
Clasificación de la motivación.
Las motivaciones pueden clasificarse de diversas maneras, dependiendo del criterio utilizado. Según
el proceso de aprendizaje necesario para su aparición, se dividen en motivaciones primarias y
motivaciones secundarias. Las motivaciones primarias son fisiológicas e innatas, relacionadas con
necesidades básicas como sed, hambre y sueño, independientes del aprendizaje. Por otro lado, las
motivaciones secundarias están sujetas al proceso de aprendizaje y pueden incluir acciones como
usar ropa de una marca específica o aspirar a un trabajo prestigioso.
Otra clasificación se realiza según el factor motivador, distinguiendo entre motivación extrínseca e
intrínseca. La motivación extrínseca impulsa a alcanzar algo externo a nosotros, como
reconocimiento de los demás o recompensas materiales como el dinero. En este caso, el bienestar no
proviene de realizar la tarea en sí, sino de obtener la recompensa. Por otro lado, la motivación
intrínseca surge cuando el factor motivador está dentro de nosotros, buscando la satisfacción
personal y el bienestar emocional derivados de completar una tarea, sin depender necesariamente
de reconocimientos externos o recompensas materiales.
E) La maduración.
El aprendizaje está condicionado por la capacidad biológica del organismo, lo que se conoce como
maduración. La maduración comprende cambios biológicos que permiten adquirir nuevas
habilidades. Esta condición es crucial para el aprendizaje, como se ejemplifica con el desarrollo
motor de un niño que aprende a caminar alrededor del primer año de vida. La maduración
proporciona la base biológica necesaria para cualquier aprendizaje, y sólo cuando se alcanza esta
madurez, el organismo está preparado para adquirir nuevas habilidades. En resumen, el proceso de
aprendizaje se construye sobre la base de la maduración biológica.
F) La experiencia.
La experiencia engloba todos los conocimientos y habilidades adquiridos a lo largo de la práctica
continua. Se considera un factor crucial para el aprendizaje, ya que desde el nacimiento estamos
constantemente aprendiendo, y el desarrollo de nuestras capacidades depende en gran medida de
las experiencias acumuladas. El aprendizaje se construye sobre lo que ya sabemos, es decir, sobre
nuestras experiencias previas. En este sentido, la edad y la experiencia juegan un papel significativo
en el proceso de aprendizaje.
Se ha observado que las personas adultas poseen un extenso bagaje cultural y una considerable
acumulación de información gracias a su experiencia. Esto puede facilitar la asimilación de nuevos
conceptos, pero también podría presentar desafíos si las experiencias anteriores fueron incorrectas o
mal aprendidas. En resumen, la experiencia es un componente esencial en el proceso de aprendizaje,
con la edad desempeñando un papel relevante en la formación de nuevas comprensiones y
habilidades.
Jean Piaget propone una teoría del desarrollo cognitivo que comprende cuatro estadios, cada uno
marcado por el aumento de habilidades intelectuales. En la etapa sensoriomotora, los niños
exploran el mundo a través de la manipulación física. Luego, en la etapa intuitiva, desarrollan una
inteligencia más compleja y equilibrada con el apoyo del lenguaje. A los 8 años, ingresan a la
etapa de operaciones concretas, donde pueden establecer relaciones entre objetos. En la
adolescencia, llegan a las operaciones formales, que permiten el pensamiento abstracto y el
razonamiento.
Piaget sostiene que el conocimiento se forma internamente, con el individuo como protagonista
del aprendizaje. Los procesos cognitivos están influenciados por contextos físicos y sociales, con
enseñanzas y experiencias que impulsan el aprendizaje.
El enfoque de David Ausubel sobre el aprendizaje significativo destaca que este ocurre cuando el
nuevo conocimiento se apoya en las estructuras cognitivas previas del individuo. Es esencial que
existan ideas previas en la mente del sujeto, actuando como anclaje para las nuevas ideas que se van
a adquirir. Ausubel señala dos condiciones clave para que se produzca un aprendizaje significativo:
primero, que los nuevos contenidos sean potencialmente significativos y claros, facilitando su
conexión con las ideas relevantes ya presentes en la persona; segundo, que la persona tenga la
voluntad de aprender, implicando un esfuerzo consciente para relacionar la nueva información con
sus conocimientos existentes. En este contexto, la labor educativa consiste en diseñar actividades y
situaciones de aprendizaje que permitan la conexión activa entre los conocimientos que se quieren
transmitir y la estructura cognitiva previa del individuo.
Otro concepto clave de Bruner es el andamiaje, que implica que el educador proporciona un soporte
estructurado (andamio) para que el alumno pueda construir su aprendizaje de manera progresiva,
recibiendo el apoyo necesario.
La teoría de Bruner pone un fuerte énfasis en la motivación y la participación activa del aprendiz.
Propone que los desafíos y problemas planteados durante el proceso de aprendizaje deben ser
percibidos como retos, lo que estimula la resolución activa. Bruner sostiene que esta metodología
motivadora conduce a una asimilación más efectiva del conocimiento una vez que se resuelven los
desafíos. En resumen, desde la perspectiva de Bruner, el enfoque de enseñanza debe ser
estimulante, desafiante y orientado a fomentar la participación activa del estudiante.