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Destrezaas para Criar Hijos PDF

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DESTREZAS PARA LA PATERNIDAD Y

MATERNIDAD
Mi esposa y yo tenemos un hijo y una hija, Brent y Julie, y los dos son hijos
maravillosos, ambos son adultos y están felizmente casados, así que ya no puedo pensar
en ellos como niños.
Ahora, y durante los años de su crianza ellos han sido un deleite para nosotros.
A través del proceso de criar a nuestros hijos, hemos aprendido mucho acerca de cómo
ser padres de familia. Aunque hemos hecho bien algunas cosas importantes, también
sabemos que hemos cometido errores. En este capítulo trataré con algunos
Fundamentos bíblicos para la crianza y la disciplina de los hijos, así como también
algunas cosas que mi esposa y yo hemos aprendido, y continuamos aprendiendo, acerca
de cómo ser padres piadosos.
Los hijos son dados por Dios como regalos preciosos con el fin de que traigan placer a
nuestras vidas; pero esto solamente sucede cuando somos buenos mayordomos sobre
ellos. Después de nuestra relación con Dios y con nuestro cónyuge, nuestros hijos
deben de ser la prioridad más importante en nuestras vidas. Los hijos requieren y
merecen mucho tiempo, amor y atención de parte de ambos padres. Cuando los padres
proveemos estas cosas, estamos haciendo una inversión sumamente sabia, porque
Al hacerlo, los hijos podrán crecer y llegar a ser adultos responsables de los que
podremos estar orgullosos. Sin embargo, cuando los padres fracasamos en proveerles
amor a nuestros hijos y en suplir sus necesidades adecuadamente, ellos pueden llegar a
ser un gran problema y una amenaza para nuestros matrimonios. Para poder entender
las bases bíblicas para ser buenos padres y las destrezas requeridas para la crianza
adecuada de los hijos, debemos entender las cuatro necesidades más grandes del niño
Que solamente pueden ser suplidas por Dios: la necesidad de identidad, seguridad,
propósito, y aceptación. Estas necesidades que existen en sus hijos son las mismas que
Existen en usted, pero existe una gran diferencia. Como adultos, nosotros somos
capaces de establecer una relación personal con Jesús y nuestros cónyuges con el fin de
encontrar la satisfacción interna que necesitamos. Sin embargo, aunque nuestros hijos
acepten a Jesús y lo amen desde una temprana edad, durante los primeros dieciocho
años de sus vidas depende de nosotros que sus necesidades sean suplidas. En realidad,
para nuestros hijos pequeños nosotros somos como Dios. Somos nosotros los que los
protegemos y les proveemos, somos los que aman sus almas y los juzgan; por lo tanto,
como padres debemos entender el papel tan crítico que jugamos en la provisión de las
cuatro necesidades más profundas de nuestros hijos. Para suplir estas necesidades
nuestra meta debiera ser desprender lentamente a nuestros hijos de nuestro cuidado y
llevarlos a los brazos de Dios. Nos demos cuenta o no, ese es nuestro verdadero
propósito como padres. Debemos tener claro que el entendimiento del niño, en cuanto
a cómo y quién es Dios, es influenciado mayormente por el carácter los padres y el
trato que ellos le dan.
Cuando los padres les demuestran a sus hijos un balance de amor y verdad durante sus
primeros años, e invierten fielmente en su desarrollo, al niño, se le facilita entender y
aceptar al Señor. Sin embargo, cuando un padre está ausente, con actitud de rechazo,
siendo cruel, abusivo, y, o débil, las necesidades del niño se quedan sin suplir,
dificultándosele al niño entender y aceptar al Señor. Consecuentemente, el propósito
doble de todo padre es: 1) llevar al niño al entendimiento y aceptación de Jesucristo
como Señor y Salvador, y 2) suplir las cuatro necesidades básicas del niño.

Los padres de familia pueden medir su éxito con estos dos puntos. En otras palabras,
cuando el niño crece y está listo para salir de casa, los padres deben poder decir dos
cosas: “Hemos hecho todo lo posible por revelarle el amor y la naturaleza de Dios a
nuestro(a) hijo(a), para guiarlo (a) a Jesús,” y “nos hemos sacrificado por suplir
fielmente toda necesidad importante en su vida.” Si los padres pueden verdaderamente
hacer estas dos declaraciones, entonces han sido padres piadosos. En cuanto a dirigir a
nuestros hijos al Señor, lo mejor que podemos hacer es amar a Dios y vivir una vida
que sea agradable para el Señor. Los niños observan y aprenden más de lo que los
padres les enseñan. Nuestros hijos son más influenciados por quien somos y lo que
hacemos, que por lo que decimos o enseñamos. Es por eso que los padres que tratan de
imponerle a sus hijos el amor por Dios, o sus creencias religiosas (creencias que aún
ellos mismos no están dispuestos a vivir cuando están con sus hijos) como si fueran
leyes, no desempeñan bien su tarea como padres ni proveen el ejemplo que necesitan
sus hijos.
Aquellos padres que viven lo mejor posible lo que creen, están haciendo lo mejor que
se puede hacer para entrenar a su hijo o hijos adecuadamente. Los hábitos personales,
las actitudes, el lenguaje, los amigos, la participación en la iglesia, y la relación
matrimonial de los padres son de impacto profundo en el niño. Para reforzar esta
verdad, piense en cómo los valores, las creencias y el comportamiento de sus padres
han impactado su vida y entendimiento de cómo es Dios.

Durante las vidas de nuestros hijos, y a medida que tratamos de moldearlos y de


educarlos para que amen y acepten al Señor, debemos también esforzarnos en suplir
sus cuatro necesidades principales.

Cómo suplir las cuatro necesidades


Principales de un niño

Número uno: Aceptación


Desde los primeros momentos de vida, el niño empieza a percibir la naturaleza de su
medio ambiente. Padres, y pediatras, están aprendiendo la importancia de proveerle al
niño el medio ambiente adecuado desde el momento de su nacimiento. La percepción
de la naturaleza que nos rodea continúa durante el transcurso de la vida.
Por causa de nuestra necesidad tan profunda de ser aceptados, nos sentimos seguros y a
salvo cuando recibimos aceptación. La aceptación realza el sentido valor propio y el de
pertenencia. Cuando experimentamos rechazo más que aceptación, nos sentimos
inseguros y separados, también sentimos soledad y vulnerabilidad. Consecuentemente,
los padres deben hacer todo lo posible por demostrar amor y aceptación a sus hijos
desde el momento en el que nacen. Es importante que los padres se comuniquen
con sus hijos en cinco formas principales:
• Afecto físico.
Tanto los niños pequeños como los mayores necesitan que ambos padres los toquen y
los abracen. La necesidad de afecto físico transciende a la edad. Cuando los padres
tocan y abrazan a sus hijos cálidamente con regularidad, les comunican aceptación
de manera fuerte. Lo opuesto es verdad cuando falta el afecto. Entre menos abracen y
toquen los padres a sus hijos, es más probable que los hijos se sientan aislados y
rechazados.
• Afirmación verbal.
Todos los niños necesitan ser elogiados y felicitados a lo largo de sus vidas. Es
necesario que escuchen diariamente a sus padres diciéndoles que les aman. Cuando los
niños se encuentran en una atmósfera de elogios y afirmación verbal, se unen más a
sus padres y crecen creyendo en sí mismos. Sin embargo, cuando existe una atmósfera
de crítica o silencio, los niños perciben una falta de aceptación.
• Disponibilidad.
Se escribe y se habla mucho acerca de pasar “tiempo de calidad” con los hijos. Aunque
estoy de acuerdo que el tiempo que pasamos con nuestros hijos debe ser tiempo de
“calidad,” sé también que los niños necesitan pasar grandes cantidades de tiempo con
sus padres, especialmente cuando son pequeños. Aquellos padres que pasan mucho
tiempo en el trabajo, en la iglesia, con los amigos o haciendo cualquier otra cosa, dejan
a sus hijos sintiéndose solos y sin importancia. Aunque todos necesitamos vivir vidas
balanceadas con diversos intereses, también debemos proteger una cantidad
considerable de tiempo y energía para invertirlo en nuestros hijos. Esto les hace saber
que los aceptamos y nos interesan.
• Expresión.
Existen dos cosas que todo niño necesita de sus padres: tener un sentido de pertenencia
y un sentido de identidad y expresión individual. Una persona saludable siempre tiene
un sentir balanceado de quién es y a quién le pertenece. Una persona insana siente, o
una falta de identidad o siente como que no pertenece. Es por eso que como padres,
necesitamos comunicarles a nuestros hijos que respetamos sus sentimientos, opiniones,
y su individualidad. Aunque debemos inculcar obediencia en nuestros hijos y pedirles
que se amolden a ciertos estándares, no debemos abrumar sus identidades personales
con nuestras propias opiniones o con nuestras personalidades dominantes. Aquellos
padres que tratan de controlar de más la vida de sus hijos, o que tratan de hacer que
sus hijos sean lo que ellos desean, les están causando daño a sus niños. Aunque los
padres deben dirigir al niño en la dirección correcta, deben también darle espacio para
que sea un individuo y para que tome ciertas decisiones personales.
A medida que el niño crece, esta libertad debe aumentar hasta que finalmente el niño se
pueda valer por sí mismo. Es necesario que el niño tenga su propia identidad, y que
también sienta que pertenece a unos padres amorosos.
Número dos: Identidad
Todos tenemos la necesidad profunda de sentirnos únicos e importantes. Los padres
empiezan a comunicarles a sus hijos este sentir de identidad cuando les comunican lo
especiales que son. Un niño no debe ser comparado con sus hermanos o hermanas,
tampoco se le debe obligar a que se ajuste demasiado al sistema familiar; más bien, se le
debe permitir que se exprese en una atmósfera de amor y orden. Recuerdo a un joven
que había sido aplastado emocionalmente por su padre, quien lo empujó toda su vida
para que fuera un jugador de fútbol americano. Cuando el joven se resistió, el padre
lo intimidó y trató de hacerlo sentir culpable. Aunque en ocasiones los padres deben
hacer que sus hijos hagan algo que el padre de familia sabe que es para el beneficio del
niño, se debe tener mucho cuidado de no tratar que el niño viva el plan personal que el
padre o la madre tengan para su vida. Entre más edad tengan los hijos, sus propios
sentimientos y opiniones deben dictar cada vez más la dirección de sus vidas. No se le
debe dar a los hijos la libertad para que se destruyan a sí mismos, pero sí tienen el
derecho de ser las personas que Dios los hizo que fueran, y de hallarse a sí mismos
dentro de los parámetros seguros de Su voluntad.
Número tres: Seguridad
La seguridad de los hijos se deriva principalmente de la estabilidad de las vidas de sus
padres. Es por eso que cuando el niño percibe contienda en el hogar, él o ella, sienten
inseguridad inmediatamente. Cuando hay presiones financieras, aunque los padres no
las comenten abiertamente, los niños las perciben intuitivamente y se hacen inseguros.
Es necesario que los padres respeten la sensibilidad natural y la vulnerabilidad de sus
hijos. Aunque los padres sepan que sus discusiones no van a terminar en el divorcio,
los niños no tienen ninguna necesidad de escucharlos pelear o contender; al contrario,
necesitan ver a sus padres amándose y sirviéndose mutuamente. Es por eso que los
padres deben ser muy cuidadosos de cómo viven sus vidas en cada área. Cuando los
padres viven prudentemente, los hijos se sienten seguros, y su necesidad de seguridad es
suplida. Los niños también requieren instrucción y comunicación paciente en cuanto a
sus temores y las cosas que necesitan aprender en la vida.
El meollo del asunto es este: Los niños se sienten seguros cuando viven en una
atmósfera de estabilidad y amor. Los padres deben hacer todo lo posible para crear esta
clase de ambiente para sus hijos, fijándoles parámetros y disciplinándolos
adecuadamente, al mismo tiempo que los hacen sentir seguros en un ambiente familiar
de amor.
Número cuatro: Propósito
Aún cuando un niño tiene poca edad, necesita que se le enseñe que Dios tiene un
propósito especial para su vida, y que también es especial y único en los ojos de Dios y
de papá y mamá. Es necesario también que se le inculque que Dios lo creó con ese
propósito y que algún día le será revelado. Como padres, suplimos la necesidad de
nuestros hijos de sentir que tienen un propósito al darles responsabilidades en el hogar
y en la familia. Es necesario que los niños aprendan a guardar sus juguetes y que
mantengan sus habitaciones limpias. A medida que los hijos van creciendo, los padres
deben de incrementarles las tareas y responsabilidades, pero esto debe hacerse de
manera balanceada. Balancear las responsabilidades con la diversión y las actividades
que los niños necesitan, requiere sensibilidad de parte de los padres. Los niños deben
tener tiempo para ser niños, tiempo de diversión y de amigos, pero aún así, deben
participar cumpliendo las tareas del hogar que les corresponden. Esto es crítico para
que el niño se sienta satisfecho e importante. Es necesario que también animemos a
nuestros hijos a que sirvan en la iglesia y en la comunidad. Los hijos deben ser
educados bíblicamente en cuanto a los dones espirituales que poseen, y como esos
dones deben ser usados para ayudar y servir a los demás. Desde una edad temprana es
necesario que oremos porque nuestros hijos encuentren y cumplan con sus ministerios
para Dios. Ninguna persona se siente satisfecha o con un propósito verdadero en la
vida, hasta que cumple el llamado de Dios en su vida. Recuerde: No seremos juzgados
solamente por las cosas buenas o malas que hayamos hecho, sino que también seremos
juzgados por haber obedecido o desobedecido la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Cuando a un niño se le enseña a ser productivo y responsable, se siente feliz y siente
que tiene propósito; sin embargo, cuando a un niño se le permite ser irresponsable y
perezoso, y nunca se le enseña a obedecer la voluntad de Dios para su vida ni a tomar
responsabilidades en la familia, la iglesia, y en la comunidad, ese niño será infeliz y no
podrá obtener satisfacción. Es por eso que desde una edad temprana, es necesario que
los padres les asignen a sus hijos responsabilidades y les den instrucciones que vayan de
acuerdo a la edad y las habilidades del niño. El resto de este capítulo da instrucciones
acerca de cómo disciplinar a los niños; una materia de sumo interés para los padres,
pero de la cual con frecuencia no se sabe mucho. Para empeorar aún más las cosas,
actualmente se enseña una manera de pensar que le enseña a los padres a no pegarle a
los niños y a no hacer caso de la autoridad de la Palabra de Dios.
No hay excusa para el abuso Existen cuatro asuntos importantes que deben
ser considerados por todo padre de familia tratándose de la materia de cómo
disciplinar a los niños y la corrección física.
1.Abusar es inexcusable. Aunque yo sí creo en disciplinar físicamente a los niños, de
ninguna manera justifico el abuso infantil. La manera mediante la que yo distingo entre
la disciplina y el abuso, es que el abuso somete al niño a influencias físicas,
emocionales, o espirituales que son dañinas y le muestran algo que no se parece en
nada a la naturaleza de Dios. Por otra parte, la disciplina física adecuada no daña al
niño. La disciplina física adecuada protege al niño y le revela la verdad de que Dios
castiga a aquellos que lo desobedecen a Él y a Su Palabra. Es por eso que la disciplina
física es de gran ayuda para el niño cuando se ejecuta adecuadamente. La diferencia
entre la disciplina física adecuada y la disciplina física inadecuada se ilustra en una
escena como ésta: Usted advierte a su hijo, quien tiene edad suficiente para entender lo
que se espera de él respecto a algo. Usted ya le ha advertido previamente que si
desobedece en cierta cosa, le va a tener que dar unas nalgadas, y aún sabiendo esto el
niño desobedece. Cuando esto sucede, es necesario que lleve al niño a un lugar privado.
Nunca le grite o levante la voz a no ser que sea una emergencia, o alguna advertencia
apremiante. (¡Cuidado! ¡Viene un carro!) Es también muy importante que nunca
discipline a sus hijos en público a no ser que sea una emergencia. Cuando el niño
desobedezca, con toda calma, llévelo a su habitación o a algún otro lugar privado.
Cuando llegue a ese lugar dígale: “Juanito, papá te dijo que no usaras tu bicicleta en
medio de la calle, y hace un minuto te vi que estabas en la calle. Te pudo haber
arrollado un carro. Me desobedeciste. Quiero que ahora te inclines sobre tu cama
porque te voy a tener que dar unas nalgadas”.
En ese momento el niño normalmente está llorando, rogando, suplicando, y
torciéndose. Lo más importante que el padre debe hacer es mantener un rostro serio y
controlar sus emociones. Con una paleta de madera, un cucharón de madera, o alguna
vara de madera (no su mano o algún instrumento que se haya encontrado al azar),
golpee al niño en el trasero dos o tres veces. Debe pegarle con suficiente fuerza para
causarle incomodidad, pero no con tanta fuerza que le cause daño. Una vez que haya
terminado de darle sus nalgadas, póngase el niño en las piernas, o si el niño es ya más
grande de edad, siéntelo a su lado y abrácelo. A medida que lo abraza, dígale que lo
ama y que lo perdona, pero que no quiere que lo vuelva a desobedecer.
Habiendo dicho estas cosas, ore por él. Una vez que haya terminado dígale algo como:
“Juanito, papá te ama. Eres un muy buen muchacho. ¡Ahora sal y diviértete, pero
mantente alejado de la calle!”
Así es como yo he corregido a mis hijos desde que eran pequeños. Al hacerlo, nunca
abusé de ellos; y crecieron seguros, con buen comportamiento, y felices. Sin amor y el
entrenamiento apropiado, los padres que abusivamente golpean a sus hijos lo hacen
porque han esperado a disciplinarlos hasta que sus emociones están fuera de control.
Como ejemplo, los padres abusivos le advierten al niño vez tras vez diciendo algo
como: “¡Billy, si vuelves a hacer eso te vas a ganar una paliza!” Debido a que los padres
no cumplen con lo que dicen, Billy aprende a no respetar lo que se le indica; y
desgraciadamente, los padres esperan hasta que Billy los saca de sus casillas para tomar
acción, y para ese entonces hacen de más. Padres, escuchen. Cuando Dios nos dice que
va a hacer algo, siempre lo hace. Por lo tanto, cuando usted no le da seguimiento a las
cosas que le dice a sus hijos, les está demostrando infidelidad y falta de honestidad.
Esto causará grandes problemas cuando trate de hacer que sus hijos le respeten y le
hagan caso. A medida que sus hijos crecen, crecerán con una imagen de Dios
distorsionada. Otra cosa que el padre de familia abusivo hace a menudo es golpear al
niño física y verbalmente. Golpear a un niño al azar en todo el cuerpo con la mano o
algún otro instrumento es peligroso y nada saludable. Gritarle a un niño, insultarlo o
disciplinarlo en público lo daña emocionalmente. Para terminar, no le mienta a su hijo
ni le infunda temor. Por ejemplo, cuando un niño se porta mal o desobedece, no le
diga que Dios lo va a matar, o que se le va a caer un brazo. Hábleles a sus hijos
amorosamente con la verdad, y lleve a cabo lo que les dice. De esta manera usted puede
permanecer en control y a la misma vez disciplinar responsablemente a sus hijos.
2.El grupo de presión en contra de la corrección física.
En los últimos cuarenta años ha habido una avalancha de enseñanzas que instruyen a
os padres a que no les peguen a sus hijos. Estos, llamados “expertos” en métodos para
la crianza del niño, enseñan que pegarle a un niño le causa odio y resentimiento en
contra de sus padres, y también los lleva a que vivan estilos de vida violentos. Que al
no pegarle al niño, la bondad “natural” se expresa. Además de estar completamente en
desacuerdo con la Palabra de Dios, existen muchos problemas con la filosofía de estos
“guías” seculares, y aún a veces cristianos del comportamiento infantil. Quiero
enumerar tres de estos problemas, o tres falacias de esta filosofía. La primera falacia es
que estas “filosofías” humanistas cambian constantemente; y por lo tanto no pueden
presentar la verdad absoluta. Por ejemplo, hace cuarenta años, doctores y expertos
empezaron a disuadir a las mamás de que amamantaran. En lugar de eso, se les animaba
a que pusieran a sus hijos en un régimen alimenticio de fórmula infantil porque era
más saludable para el bebé. Aproximadamente hace diez años, todo eso cambió. Ahora
se anima a las mamás a que amamanten porque es más “saludable.” La segunda falacia
es que la teoría de los que nos instruyen a no pegarles a nuestros hijos no va de acuerdo
con la Palabra de Dios. La Biblia tiene mucho que contribuir en el asunto de cómo
ser padres y cómo disciplinar a los niños. Lea Proverbios 13:24, 22:6, 23:13, 29:15;
Efesios 6:1-4; y Hebreos 12:11. Hoy en día, las bases de casi todas las enseñanzas en
contra de la corrección física están en el humanismo. Esta filosofía religiosa y política
enseña que no tenemos una naturaleza pecaminosa; sino que todos, incluyéndole a
usted y a sus hijos, llevan en su interior una naturaleza buena inherente. De acuerdo a
esta filosofía, si usted logra colocar a sus hijos en el ambiente adecuado, su “bondad
natural” emergerá. Aunque sí estoy de acuerdo que los niños deben estar en un
ambiente positivo, la verdad es que todos llevamos naturalezas pecaminosas que deben
ser corregidas y deben mantenerse bajo control. Si los dejamos solos, sin la disciplina y
las restricciones apropiadas, nuestros hijos se destruirían a sí mismos.. Si los niños son
inherentemente buenos, entonces ¿por qué son tan naturalmente egoístas y rebeldes?
Desde el día en que nuestros hijos nacieron, los hemos cuidado y amado. Sin embargo,
nunca se hicieron “naturalmente” amables con sus amigos; fue necesario que les
enseñáramos. No fue “natural” que nuestros hijos nos obedecieran, tuvimos que
enseñarles. No fue natural que tuvieran buenas actitudes, tuvimos que enseñarles. La
gente no es naturalmente buena; la gente es naturalmente pecaminosa. Isaías 53:6, NVI
dice: Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio
camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. No
solamente es que toda la gente es propensa al pecado, sino que la única manera en la
que la bondad entra en nuestras vidas es cuando seguimos a Jesús. Según Gálatas 5:22,
la bondad es un fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Sin Él,
quizás seamos buenos comparados con alguien que sea peor que nosotros, pero no
somos verdaderamente buenos, y de seguro no somos los suficientemente buenos para
ser salvos por medio de nuestra propia bondad, sólo por la gracia de Dios. La tercera
falacia en aquellos “guías” que se oponen a la corrección física es el razonamiento que
dice que pegarle a un niño causa que se haga violento. Aunque sí estoy de acuerdo en
que el abuso afecta adversamente al niño, no estoy de acuerdo en que la corrección
física cause que el niño se haga violento. En realidad, lo opuesto es la verdad. La
disciplina adecuada le enseña al niño a respetar a los demás y a controlar su
comportamiento. Un argumento excelente en contra de la escuela que dice que la
corrección física causa violencia es este: Si usted recibe una infracción por exceso de
velocidad y se ve forzado a pagar cincuenta dólares, ¿Está la policía enseñándole a ser
un derrochador? ¿Le están enseñando a que gaste? ¿Después de pagar la multa, cree
usted que le va a dar un deseo incontrolable de empezar a regalar dinero? O quizás le
entre un deseo irresistible de ir al centro comercial y gastar hasta que se canse. Claro
que no! Si le dan una infracción por exceso de velocidad es con el fin de captar su
atención y que su comportamiento se controle. Esa es la misma razón por la que los
padres corrigen a sus hijos físicamente.
3. Está bien emplear la corrección física, sin embargo no es la respuesta para todas
las situaciones disciplinarias. Aunque uno crea en la corrección física, debemos tener
mucho cuidado de no usar este método como una cura para todo problema. Por
ejemplo, hay veces en las que el comportamiento del niño comunica una necesidad no
suplida, o alguna herida. Uno debe de ser muy sensible con los niños para saber
cuándo algo no anda bien en su interior. Hay ocasiones cuando otras formas de
disciplina pueden ser más efectivas. Yo no creo en encerrar al niño en la casa porque
eso castiga a los padres también. Sin embargo sí creo en quitarles ciertos privilegios, y
en otras maneras creativas de enseñarles a nuestros hijos a comportarse. Por otra parte,
es necesario tener mucho cuidado de que la manera de disciplinar no dañe al niño o lo
someta a influencias despiadadas. Sin embargo, necesitamos asegurarnos que nuestras
maneras de disciplinar capten la atención de nuestros hijos y los lleven a pensar dos
veces la próxima vez que se presente la misma situación. Por lo tanto, si usamos la
corrección física como nuestra manera principal de disciplina, debemos ser sensibles
con nuestros hijos y creativos en nuestra maternidad y paternidad.
4. Los padres deben estar de acuerdo con su plan y formas de disciplina.
Cuando los padres no están de acuerdo en cómo disciplinar o cuando no se apoyan el
uno al otro, existe una influencia extremadamente dañina en los niños y en el
matrimonio. Por lo tanto, el estar de acuerdo debe iniciar con un marido involucrado y
que demuestra interés. En vez de dejarle a la esposa el cargo de disciplinar, el marido
debe pensar, orar e involucrarse en la disciplina de los niños. Los sentimientos y las
creencias de ambos, el marido y la esposa, deben de escucharse y ser respetados porque
ambos aportan una perspectiva importante y legítima al tema de la disciplina. Una vez
que ambos hayan expresado sus sentimientos, deben llegar a un acuerdo y éste se debe
llevar a cabo al corregir a los niños. La responsabilidad de corregir a los hijos no debe
ser exclusiva del padre o la madre, ambos deben llevarla.. Cuando uno de los padres
disciplina al hijo, es indispensable que reciba el apoyo de su pareja. Si llegara a haber
alguna preocupación o desacuerdo entre los cónyuges, se debe hablar en privado.. No
es saludable que un niño crezca en un hogar en el que los padres están en desacuerdo
constante en cuanto a la disciplina de los hijos. Tampoco es saludable cuando uno de
los padres llega a ser la persona amorosa mientras que la otra persona se convierte en la
que disciplina. Aunque signifique que tengan que ceder, es necesario que los padres
encuentren un punto de común acuerdo y se apoyen mutuamente.
Ambos padres deben amar y disciplinar a sus hijos. De nuevo digo que el marido debe
ir a la cabeza en esto, pero a la vez ser sensible a su esposa. Conforme hace esto, y la
pareja enfrenta juntos y de acuerdo el reto de la crianza de los hijos, seguramente serán
exitosos. Aunque me doy cuenta que existen detalles específicos y maneras de
disciplinar o criar a los niños que no he cubierto, espero que esta información le haya
sido de ayuda y de ánimo. Existen muchos libros cristianos que entran en detalle y
responden a las preguntas de los padres que se interesan. Lo principal que debemos
hacer es depositar al máximo nuestra fe en la Palabra de Dios. Es necesario que
busquemos toda la ayuda y el apoyo que se pueda de Dios y de gente piadosa. Espero
que como padre o madre usted sea bendecido(a) a medida que experimenta muchos
años de gozo y amor con su cónyuge y sus hijos.

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