Fisica y Zen
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Zen y la Física Moderna– Vincent Keisen Vuillemin
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observación, es muy interesante. Sobre todo cuando cada persona tiene, creo yo, el deseo de
integrar la dimensión científica y la religiosa. Les daré entonces un par de claves para su
propia reflexión.
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mente aprehender esto; a la mente humana le gustaría poder concluir la existencia de una sola
realidad. Este no es el caso: la naturaleza de las cosas está inmersa en su aparente
contradicción. La revolución consistió entonces en tener que admitir que tales
contradicciones tienen que ser superadas a través de un concepto más amplio.
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nuestra vida cotidiana. Vivimos y consecuentemente podemos decir que nuestro tiempo está
fluyendo, pero también vivimos solamente en cada instante. Si permanecemos en un solo
nivel de realidad, no podemos reunir ambos niveles. Durante zazen, esta contradicción
desaparece, la consciencia del tiempo y del instante se encuentran unificadas. Es una
aproximación integrativa, al mismo tiempo del ser y del mundo al que pertenecemos,
inmediata, espontánea y directa; es una aproximación en la que el ser y el mundo que nos
rodea están unificadas. Esto representa probablemente una gran esperanza para la humanidad,
la esencia de la ecología, el respeto y la compasión por todos los seres.
En todos los tiempos, los maestros zen han expresado que la materia es la forma, el
fenómeno (la onda, el electrón) y que la forma, los fenómenos son materia (el electrón, la
onda). La naturaleza fundamental de todo, materia y fenómenos, es la vacuidad, llamada ku.
Todo, todos los fenómenos, incluyendo los fenómenos de la mente, son en esencia ku, vienen
de ku y regresan a ku. “Shiki soku ze ku, ku soku ze shiki”, como se menciona en el Sutra del
Hanya Shingyo. La materia misma es un fenómeno y no posee ninguna existencia intrínseca,
su esencia es ku. Ku, aunque es imposible de traducir, sugiere en una sola palabra la vacuidad
potencialmente habitada por energía. En física, la vacuidad es habitada por campos
interactivos que se materializan al ser atravesados por una perturbación. Un campo es el
concepto científico de ku, mencionado en el budismo desde los tiempos más antiguos. El
concepto de partículas u ondas es reemplazado por campos. De la misma manera que ku no
puede ser observado por sí mismo, los campos no pueden ser observados sino que se
manifiestan a sí mismos de diferentes maneras dependiendo del método de observación,
dependiendo de la manera como son proyectados en el mundo macroscópico.
Así, la esencia de esta nueva física estaba ya contenida en la intuición de los maestros
zen. Hoy, la aproximación científica y la intuitiva se unen: la percepción inmediata del zen,
completa y expresada en términos llenos de imaginería, la otra proveyendo una verificación
de la primera a través de las observaciones realizadas en nuestro mundo real. La
aproximación del zen es la aproximación directa e intuitiva de ku. La aproximación
científica, después de múltiples observaciones, deducciones y contradicciones por superar, ha
reencontrado este concepto a través de otro camino.
Durante billones de años nuestro mundo, a través de su enfriamiento, se convirtió en
un mundo de materia. Como cualquier forma de energía en reposo, define los contornos, la
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forma, de un mundo visible y tangible. Nuestra percepción común nos permite entonces
identificar lo que llamamos lo lleno y lo vacío. Lo lleno está constituido en nuestra mente por
la materia, el vacío por lo que está a su alrededor. El primero se define por el otro de una
manera relativa. No hay un lleno sin vacío ni un vacío sin un lleno. Esta forma de dualismo,
intrínseco a un mundo hecho de materia, se encuentra también de una manera transpuesta, en
cada componente material e invisible. Por ejemplo el cerebro y el pensamiento, el cuerpo y la
mente, los ojos y la vista o el oído y la escucha. Lo que podemos llamar vacuidad se
encuentra mucho más allá del dualismo de lo vacío y lo lleno, siendo en sí mismo no solo un
concepto sino también una realidad física, única en sí misma, que no reclama ninguna
definición relativa.
La física cuántica ha sido desarrollada desde principios del siglo XX a partir de la
observación, pero también a partir de una aproximación intuitiva. La forma más pequeña de
energía medible es entonces un único cuanto, todo lo demás se forma por múltiplos de
cuantos. Tan pronto como una forma de energía es superior a una unidad cuántica, brinca al
mundo visible en lo que nosotros podemos llamar lo lleno.
Sin embargo, es legítimo pensar que entre dos cuantos de energía, una forma no
directamente medible existe. Cada observación tendría que tener como consecuencia la
proyección de ese mundo invisible en el mundo de la materia. El mundo de la materia es el
mundo de la forma, las formas que estos campos energéticos tomarán cuando sean
proyectados en este mundo serán diversas, dependiendo de cómo esta observación sea hecha.
En este sentido, cada observación, u observador, dependiendo del método que utilice,
cambiará la realidad del mundo material. Este comentario puede, a propósito, ser aplicado a
otros dominios como el de la consciencia o el del pensamiento.
Estaríamos lidiando entonces con una especie de océano, con una energía
infinitamente extendida, invisible como el ku, para la cual ninguna manifestación penetraría
directamente en nuestro mundo real; un océano de energía sin ningún aspecto, sin forma, sin
realidad. Y sin embargo este mundo bajo un solo cuanto, existe aunque no es directamente
observable. Además, no puede ser considerado como vacío, ya que contiene campos de
energía. Desde este mundo, constantemente brotan cuantos de energía visible o materia, tales
como las partículas elementales. En este sentido, ku se convierte en los fenómenos. Desde la
vacuidad brotan los fenómenos materiales. De la misma manera, durante las interacciones o
las aniquilaciones de partículas, la energía correspondiente a sus masas regresa a este océano
infinito de energía y desaparece de nuestra visión. Los fenómenos regresan a ku, las
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Interdependencia
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Tomemos un segundo ejemplo. Vamos a empezar esta vez desde la aproximación del
zen en lo que se refiere a la interdependencia. Esta interdependencia está concebida como
inmediata y global. Por ejemplo, puede ser expresada en la siguiente frase: una persona que
practica zazen modifica el universo entero. Claramente se puede entender esta frase
concibiendo una interacción que se propaga a sí misma, primero dentro de nuestro ambiente
próximo y luego más allá y más lejos. Sin embargo, contiene también la noción de una acción
inmediata y universal que no necesita una interacción de propagación gradual. Como si todo
el universo fuera uno, enteramente vinculado y en completa interdependencia. A priori, esto
parece estar en contradicción con el hecho de que en nuestro mundo ninguna interacción se
puede propagar a sí misma a una velocidad mayor a la velocidad de la luz. De acuerdo a esta
condición, millones de años serían necesarios para que la influencia de una persona en zazen
se propagase hasta las fronteras de nuestro universo. Sin embargo en los últimos años, un
nuevo fenómeno ha sido completamente verificado y establecido en la física, probando que
un sistema ligado en sus condiciones iniciales se mantiene unido, y que cambiando uno de
sus elementos inmediatamente se modifican los demás.
Dos partículas de luz originadas de la desintegración de un átomo son emitidas. Estas
dos partículas de luz son enviadas en direcciones opuestas a lo largo de kilómetros de fibra
óptica. Aunque están separadas por kilómetros, su estado permanece entrelazado. Esto quiere
decir que una modificación en el estado de una de las partículas es inmediatamente
observable en la otra sin que haya tiempo para que una señal se propague, a la velocidad de la
luz, entre la una y la otra. El fenómeno es inmediato, no existe una separación espacial. Esto
significa un nuevo nivel de realidad. Este experimento demuestra lo que los maestros zen han
querido decir cuando hablan de interdependencia entre todos los seres, interdependencia
inmediata, sin ninguna separación espacial. Hay entonces en nuestro universo fenómenos que
han sido desconocidos para el mundo científico que son muy cercanos a lo que fue expresado
desde el comienzo del budismo.
Ambas aproximaciones son complementarias en el sentido de que la intuición es
ciertamente correcta, pero se beneficia bastante de la posible observación científica. La
aproximación científica puede ayudar al ser humano a entender la naturaleza profunda de las
cosas. Como lo dijo Buda: "Si yo te digo que tengo un diamante dentro de mi puño cerrado,
tendrías que creerme. Si abro mi mano, podrás verlo". En este sentido, la aproximación
científica al entendimiento de nuestro universo ayuda a abrir la mano, de manera que todos
podamos ver el diamante.
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Es suficiente preguntar sinceramente esta pregunta para darse cuenta de que el tiempo
es un concepto que vive con nosotros. El tiempo no tiene ser y no es medible en sí mismo. Es
percibido en función de las cosas, en función de los seres humanos por ejemplo. En física, el
tiempo ha sido desvestido de la importancia que tiene para nosotros, su concepto ha sido
completamente simplificado como una simple variable matemática. Por ejemplo, en física, la
variable del tiempo carece de dirección, pasado y futuro no existen.
Nosotros conservamos en nuestras mentes el concepto de tiempo linear que fluye y
pasa. Es real, es suficiente observar el flujo de nuestras vidas. Pero nuestra consciencia del
tiempo que fluye de manera regular y universal ha cambiado profundamente en tiempos
modernos.
En un capítulo del Shobogenzo, Uji, el maestro Dogen, habla sobre el ser-tiempo.
Hasta las últimas décadas, el tiempo era considerado en las sociedades occidentales como una
entidad absoluta. El tiempo o más aun, su medición está extremadamente bien definida. Sin
embargo por una parte, en el sigo XIII el maestro Dogen hablaba sobre el ser-tiempo, esto es
una expresión del hecho de que por fuera de los seres, por fuera de nosotros en particular, o
en general por fuera de cualquier presencia de materia, el tiempo no existe. El tiempo está
completamente ligado a los seres. Por otra parte dentro de nuestro siglo, Einstein ha
demostrado que el tiempo es un concepto relativo, dependiendo del referencial desde el cual
lo observemos. El tiempo ha caído de su pedestal de variable absoluta.
En la nada absoluta (llamada kakunen musho en los documentos zen), el tiempo no
existe, primera cosa. En este sentido uno podría decir que nuestro universo se ha
materializado repentinamente desde la infinidad del tiempo; que nuestro universo y el tiempo
han nacido simultáneamente. En el budismo, el concepto del tiempo que separa el nacimiento
de un universo de su extinción es muy vago y corresponde a la idea de kalpa. Un kalpa es, a
propósito, también el tiempo que dura un parpadeo en el ojo de Buda, expresando de esta
manera que no tiene un contenido real o que no puede ser medido de una manera absoluta.
La medición del cambio, la rotación de la tierra, las estaciones, días y noches, las
fases de la luna de estos fenómenos naturales, es lo llamado tiempo. Sólo tiene que ver con
una medición del cambio, con una segmentación del tiempo, hoy extremadamente exacta, de
todo lo que está sujeto a la evolución. De nuevo, en un vacío absoluto, el tiempo no existe.
Ninguna actividad está presente, nada cambia, ninguna medición es entonces necesaria, el
tiempo no tiene sentido. Si nuestro universo ha brotado de la vacuidad, el tiempo ha nacido
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con él. Sin el universo no hay tiempo. Si esto es verdad, ¿qué quiere decir la eternidad para
nosotros que vivimos en un mundo temporal? La eternidad estaría definida por fuera del
tiempo; de hecho la eternidad sería lo que hay cuando el tiempo no existe. Por el contrario, si
nuestro universo viene de una evolución eterna de pre universos desapareciendo y naciendo,
el tiempo existe desde antes de nuestro mundo. La eternidad es entonces concebible como
una noción temporal, un tiempo infinito. Es una cosa o la otra: o materia, espacio y universos
han estado presentes cambiándose y renovándose de forma eterna y el tiempo contiene la
eternidad; o bien este no es el caso y la eternidad está por fuera del tiempo. ¿Existe en
realidad o está solamente definido por el vacío absoluto?
El instante también trae una paradoja. ¿Cómo deberíamos considerar un instante
comparado con el tiempo que fluye? Un instante es inmediato, cuando alcanza nuestra
consciencia ya ha pasado. Nosotros podemos conocer el tiempo, pero no podemos conocer el
instante. En una concepción del tiempo fluyendo de manera continua, el instante no puede ser
concebido. ¿Cuánto tiempo separa dos instantes sucesivos, aun cuando están infinitamente
cerca el uno del otro? El instante parece entonces estar por fuera del tiempo. ¿O deberíamos
considerar que el tiempo está hecho de instantes sucesivos que se siguen unos a otros tan
cercanamente que pare un fenómeno continuo en nuestra escala macroscópica? Pero ¿cuáles
serían las dinámicas naturales que lo hacen pasar de un instante a otro? De nuevo dos cosas: o
el tiempo es lineal y no puede contener el instante, o el tiempo es cuantificado y no sabemos
que es lo que le da nacimiento.
¿De qué se trata todo esto entonces? Vemos que nos envejecemos; decimos que el
tiempo está pasando. Dogen dice: somos seres-tiempo. En lo que concierne a nuestra vida, el
tiempo nace y muere con nosotros. Así que al final, eternidad e instante son sólo palabras
para nosotros. Hemos inventado estas palabras que no expresan ninguna realidad, excepto en
nuestra mente. Palabras que no corresponden a ningún ser.
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Conclusión
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