Teología de La Misión
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Teología de La Misión
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T E O L O G ÍA
DE LA M I S I Ó N
euN SA
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
PAMPLONA
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Colección
M a n u a les d el I n s t it u t o S u p e r io r de C ie n c ia s R e l ig io s a s
1. Cada vez más personas se interesan por adquirir una formación filoso-
fica y teológica seria y profunda que enriquezca la propia vida cristia-
na y ayude a vivir con coherencia la fe. Esta formación es la base para
desarrollar un apostolado intenso y una amplia labor de evangeliza-
ción en la cultura actual. Los intereses y motivaciones para estudiar la
doctrina cristiana son variados:
2. Existe una demanda cada vez mayor de material escrito para el estudio
de disciplinas teológicas y filosóficas. En muchos casos la necesidad
procede de personas que no pueden acudir a clases presenciales, y bus-
can un método de aprendizaje autónomo, o con la guía de un profesor.
Estas personas requieren un material valioso por su contenido doc-
trinal y que, al mismo tiempo, esté bien preparado desde el punto de
vista didáctico (en muchos casos para un estudio personal).
El término misión evoca, en general, los objetivos que se propone una perso-
na o un grupo de ellas, quizá porque han recibido -aunque no siempre- un
encargo y han sido enviados para cumplir esa tarea. Eso es bien verdadero en
el ámbito cristiano: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bauti-
zándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).
1. Los cristianos hemos recibido la Buena Noticia (Evangelio) de que Dios ama
al hombre en Jesús, el Hijo encarnado, y tenemos la misión de anunciarlo al
mundo. En toda situación y actividad los cristianos somos enviados para co-
municar el Evangelio a la humanidad, comenzando por los parientes, amigos,
conocidos, vecinos y compañeros de trabajo, y llegando hasta los confines de
la tierra. La fe es u n don que ha de compartirse. Si el cristiano lo guarda para sí
mismo, como advierte el papa Francisco, se convierte en un cristiano enfermo.
La vida cristiana es misión. Si toda vida hum ana es un proyecto y una tarea, lo es
aún más en la perspectiva cristiana, como dice el Documento de Aparecida: «La
vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros.
Eso es, en definitiva, la misión» (n. 360). La misión cristiana no es un simple
plan para cumplir en actividades programadas, como sucede en las empresas
humanas. La misión cristiana se identifica con la vida cristiana: es un «hacer»
que se realiza a medida que se vive, es decir, consiste en un modo de «ser».
Cada discípulo del Señor está enviado a llevar a cabo la misión personalmente
y como comunidad «convocada»: Iglesia. Se es cristiano como miembro de un
cuerpo, de un pueblo, de una familia. La misión es el testimonio del don recibido,
que compromete a cada uno personalmente, y a todos juntos como Iglesia. Por
eso hablamos de la Misión de la Iglesia.
Hoy estamos convocados a una renovación del testimonio evangelizador. Pero,
¿qué formas adquiere ese testimonio? ¿Cómo acertar en la tarea de «iluminar,
bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar» (Evangelii gaudium, 273)? ¿Qué es 9
k) esencial y más necesario? (cf. ibid, 35) ¿Cómo llevarlo a cabo con fidelidad y
creatividad? ¿Cómo compartir el don con los individuos y las familias, con jó-
venes y ancianos, con todas las personas, especialmente con los más pobres y
necesitados? ¿Cómo configurar el diálogo de la fe con la cultura y las ciencias,
en el contexto de los rápidos avances de las tecnologías de la comunicación?
¿Cómo articular la misión y sus tareas? Este libro pretende ayudar a pensar
estas cuestiones desde la fe, la esperanza y el amor, a medida que la misión se
vive y se realiza.
2. El Concilio Vaticano II ayuda a perfilar nuestra Teología de la Misión. Se-
gún la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio, la entera Iglesia es
enviada por Dios para la salvación del mundo. Todos los discípulos de Cristo,
según la propia condición de vida, dones y carismas, son responsables de la
única Misión. Si algunos son llamados «misioneros» y enviados en «misiones»,
sucede como signo y memoria elocuente de la vocación común a todos (cf.
L G 17).
«La Iglesia peregrina -señala otro documento conciliar- es misionera por su
naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu
Santo, según el designio de Dios Padre» (AG 2). La Iglesia es misionera tanto
por el mandato expreso que Cristo dio a los apóstoles, como «en virtud de la
vida que Cristo infundió en sus miembros» (cf. AG 5).
La Constitución pastoral Gaudium et spes describe la Iglesia enviada al m undo
para comunicar la salvación (cf. G S 1). La Iglesia se siente urgida ante «el pre-
sente orden de cosas del que surge una nueva condición de la humanidad».
Así pues, la asamblea conciliar pedía tener en cuenta la situación de las perso-
ñas y las nuevas condiciones del mundo, con sus luces y sombras, anhelos y
esperanzas. El Concilio quiso enfocar la misión en nuestro tiempo con un estilo
renovado que se resumía en una palabra: pastoral. Lo explicaba así el entonces
joven teólogo Joseph Ratzinger:
«"Pastoral" no debía significar: difuso, insustancial, meramente edificante, como
aquí y allá se malinterpretó. Sino que debía significar: formulado con una preo-
cupación positiva por el hombre moderno, al que no se le ayuda con condenas y
que durante bastante tiempo ha escuchado todas las cosas erróneas que no debe
hacer, pero que por fin quiere escuchar (demasiado poco lo ha escuchado) lo que
es verdad, con qué mensaje positivo la fe quiere afrontar nuestro tiempo, qué
tiene ella de positivo para enseñar y para decir. "Pastoral" no debía significar:
vago e impreciso, sino que debía significar: exento de disputas de escuela, sin
intromisión en cuestiones que solo atañen a los eruditos, (...). "Pastoral" debía
significar, por último: no en lenguaje académico (que allí, o sea, en el ámbito aca-
démico, tiene su sentido y es necesario, pero no corresponde en el anuncio y en la
profesión de fe), sino en el lenguaje de la Escritura, de los Padres, de los hombres
de hoy; simplemente, en el lenguaje vivo del hombre, del hombre que es siempre
uno» (J. Ratzinger, texto de 1963, recogido en sus Obras completas VII/1: Sobre
la enseñanza del Concilio Vaticano II. Formulación, transmisión, interpretación, BAC,
Madrid 2014, pp. 260-261).
Ese estilo renovado -al margen de las palabras que lo designen- permanece
como una llamada vigente también para nuestros días.
* * *
S U MA R IO
Este deber que tiene que cumplir el Orden de los Obispos, presidido por el suce-
sor de Pedro, con la oración y cooperación de toda la Iglesia, es único e idéntico
en todas partes y en todas las condiciones, aunque no se realice del mismo modo
según las circunstancias. Por consiguiente, las diferencias que hay que reconocer
en esta actividad de la Iglesia no proceden de la naturaleza misma de la misión,
sino de las circunstancias en que esta misión se ejerce.
Por ello la actividad misionera entre las gentes se diferencia tanto de la actividad 3ן
pastoral que hay que desarrollar con los fieles, cuanto de los medios que hay que
usar para conseguir la unidad de los cristianos» (Concilio Vaticano II, Decreto Ad
gentes, n. 6).
Por tanto la Misión abarca una acción ad extra o anuncio ad gentes (objeto de
la «misionología»); la acción ad intra dirigida a los fieles católicos (que estu-
dia la teología «pastoral» en sentido estricto); y la práctica ecuménica («los
medios que hay que usar para conseguir la unidad de los cristianos»). La
Teología de la M isión integra estos tres aspectos como su objeto propio, y
cuenta también con un método propio, como veremos en el segundo apar-
tado del tema.
Recordaremos primero el origen y los primeros pasos de la «teología pastoral»
y de la «misionología», para centramos luego en el carácter misionero del Con-
alio Vaticano II. A continuación estudiamos la «misionariedad» de la teología;
y finalmente afrontamos el objeto y método de nuestra disciplina.
b) Después del Concilio, los Sínodos de los O bispos han sido instrumentos
eficaces para prolongar esa dinámica misionera.
El papa Francisco ha señalado que los Sínodos son «una expresión eclesial, o sea,
es la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el
corazón de Dios; es la Iglesia que se interroga sobre su fidelidad al depósito de
la fe, que para ella no representa un museo para mirar y mucho menos solo para
18 salvaguardar, sino que es una fuente viva en la que la Iglesia bebe para saciar la
sed e iluminar el depósito de la vida» (Discurso en la inauguración del Sínodo de
2015,5-X-2015).
En efecto, la doctrina no es un depósito estático, sino que es como la sedimen-
tación de la Palabra de Dios que se ha encamado en nuestra historia y quiere
prolongar en nosotros esa encamación, de modo que nos permita una mirada
concreta a la realidad, «ahora» y «aquí», desde la fe vivida. Y todo ello en orden
a transformar la realidad con el amor divino, único que puede saciar la sed del
hombre. La m isión de la Iglesia, en ese sentido, es Tradición (de tradere, entre-
gar), transmisión de la revelación divina: «La Iglesia, en su doctrina, en su vida y
en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo
lo que cree» (Concilio Vaticano II, const. Dei verbum, 8).
Porque la Tradición es una realidad viva, no se puede conservar la doctrina sin
hacerla progresar. «No es suficiente, pues, encontrar un lenguaje nuevo para decir
la fe de siempre; es necesario y urgente que, ante los nuevos desafíos y perspecti-
vas que se abren para la humanidad, la Iglesia pueda expresar las novedades del
Evangelio de Cristo que, aunque estén en la Palabra de Dios, aún no han salido a
la luz» (Francisco, Discurso ll-X-2017).
b) La teología es fides quaerens intellectum, «fe que busca entender», con una
doble dimensión: una dimensión contemplativa y especulativa de Dios y de
sus obras (cf. S.Th. I, q.l a.4); y una dimensión práctica, que aspira a entregar a
otros lo contemplado, al servicio de la vida y de la misión.
Esta segunda dimensión práctica de la teología se corresponde con la fuerza
«performativa» del Evangelio, que no es solo Palabra que «informa», sino que
«transforma» la vida (cf. Ene. Spe salvi, n. 2). En ese sentido toda la teología tiene
una índole pastoral y misionera (evangelizadora) porque es reflexión en orden a la
vida y a la acción. La Teología de la Misión, como disciplina propia, se correspon-
de con la decantación de la dimensión evangelizadora de toda la teología.
Esto no quiere decir que la Teología de la Misión se identifique sin más con la
dimensión evangelizadora de la teología (lo que se ha llamado «pastoralidad» de
la teología) o se reduzca a ella, sino que es una disciplina que posee identidad, objeto
y método propios. Es lo que veremos a continuación.
3. La Teología de la Misión: 21
identidad, objeto y método
b) Su objeto son las acciones eclesiales o m isión en acto (objeto material) bajo
la perspectiva espacio-temporal, del «aquí y ahora» de esas acciones (objeto
formal), en orden a mejorar su ejercicio.
Estas acciones, aunque no representen a la Iglesia «oficialmente», no son acciones
puramente individuales de un cristiano, «al margen» de la Iglesia. En sentido
amplio, eclesial es todo lo que hace un cristiano. No nos referimos ahora a la Igle-
sia como institución, sino a la Iglesia en la totalidad de su misterio. Conviene distin-
guir, por tanto, entre lo eclesiástico y lo eclesial.
Podemos hacer nuestras las afirmaciones de S. Lanza cuando señala que «la teolo-
gía pastoral no se preocupa solo de los medios sino también de los fines: se ocupa
de ellos desde el punto de vista práctico, es decir, de su cognoscibilidad, de su
determinación, de su logro, no de los fines últimos directamente, sino de los fines
de la acción que concretamente -hic et nunc- se lleva a cabo».
En efecto, las acciones eclesiales deben realizarse y estudiarse no solamente aten-
diendo a los fines e intenciones últimos, sino en atención a la conformidad de
cada una de esas acciones (según su finís operis), con la santidad divina y el plan
de salvación. Esto equivale a buscar realizar el bien posible, aquí y ahora, en el
marco y horizonte de la vocación y de la misión cristianas.
4. Discernimiento e interdisciplinariedad
Como hemos evocado ya, el Concilio Vaticano II invitó a discernir los «signos
de los tiempos» (cf. Mt 16, 4; Le 12, 5456 ;־cf. GS 4,11 y 44), para «leer» los
acontecimientos como señales del designio de Dios.
a) El discernimiento eclesial corresponde a la com unidad (diócesis, parro-
quia, grupo, escuela, familia, etc.).
Ante una acción determinada (sea una catequesis, un programa de formación,
una celebración, o la organización de un voluntariado), el discernimiento se
presenta en tres etapas distintas pero inseparables:
• M irada analítica a la situación desde la fe, que valora esa situación desde
la identidad cristiana, teniendo en cuenta la realidad personal junto con la
realidad sociocultural, los «contenidos» y actitudes que se derivan de la
fe vivida, las consecuencias para la espiritualidad y la misión cristiana. Y
todo ello, en orden a la acción, considerando la situación como un tiempo
de gracia (kairós) para colaborar con Dios.
Hoy es preciso advertir la falta de coherencia o «unidad de vida», que lleva a bus-
car espacios de autonomía y distensión al margen de la identidad o de la misión
cristiana. La Teología de la Misión puede contribuir a esclarecer las motivaciones
para un renovado impulso evangelizador (cf. EG 8109 ־y 262-281).
Para esto se requiere, en primer lugar, tener en cuenta una serie de criterios que,
como queda dicho, pueden proceder del ámbito de la fe o de la razón. Estos crite-
ríos no son «recetas», sino principios que, por ejemplo, la doctrina cristiana ense-
ña por su tradición o por la experiencia cristiana: el principio de la Encarnación,
que implica la necesidad de que la fe se haga vida y se traduzca en cercanía a las
personas; la santificación de las realidades ordinarias, que comienza por trabajar
con competencia; las obras de misericordia para atender a los más necesitados,
etc. En segundo lugar hay que plantearse algunos objetivos determinados.
• te o lo g ía p a s to ra l (e n su o rig e n ) o b je to m a te ria l y o b je to fo rm a l
• m is io n o lo g ía «p a s to ra l» e n e l C o n c ilio V a tic a n o II
• T e o lo g ía d e la M is ió n te o lo g ía e n e s ta d o d e m isió n
• s a c ra m e n ta lid a d d e la ac c ió n eclesial c o n v e rs ió n p a s to ra l
c a n o II?
d iu m e ts p e s ?
4. ¿ Q u é a s p e c to d e la fe s u b ra y a la te o lo g ía p rá c tic a ?
5. ¿ Q u é q u ie r e d e c ir q u e t o d a la t e o lo g ía t i e n e u n a d im e n s ió n e v a n g e liz a d o r a ?
6. S e ñ a la tre s im p o r t a n t e s d im e n s io n e s d e l m é t o d o t e o ló g ic o -p r á c t ic o .
7. C ó m o e x p lic a ría s b r e v e m e n t e la id e n t id a d d e la T e o lo g ía d e la M is ió n ?
8. ¿ C u áles s o n e l o b je t o m a te r ia l y fo rm a l?
9. ¿ Q u é e ta p a s re c o rre e l d is c e r n im ie n to e c le s ia l?
y fo rm a l) y e n el m é to d o d e la d is c ip lin a . ( . . . )
la salvació n a q u í y a h o ra . S o la m e n te el o lv id o d e e s te p rin c ip io fu n d a m e n ta l h a p o d id o
y ú n ic a m e d ia c ió n h e c h a s a c ra m e n ta lm e n te p re s e n te y e ficaz.
m a n e ra o rg á n ic a e in te g ra d a , e n su c o rre c ta p re s e n ta c ió n te o ló g ic a » .
basta una s im p le d e s c rip c ió n d e los datos; h ace fa lta u n a in v e s tig a c ió n c ie n tífic a con
siales co ncretas.
ta n d a s d e la v i d a . ( . . . )
c u n s ta n c ia la o b e d ie n c ia d e la fe, el v a lo r g o zo s o d e l s e g u im ie n to d e Jesús, el d o n d e
la s a b id u ría q u e lo ju z g a to d o y n o es ju z g a d a p o r n a d ie (cf. 1 Co 2 ,1 5 ); y se a p o y a e n la
SUMARIO
.
1 FUNDAMENTOS BÍBLICOS · 1.1. La M is ió n e n el A n tig u o T e s ta m e n to · 1.2. La
M is ió n e n el N u e v o T e s ta m e n to · 2. LA IGLESIA COMO SUJETO DE LA MISIÓN 3 י.
LA DOBLE FINALIDAD DE LA MISIÓN · 4. EL REINO DE DIOS COMO OBJETO DE
LA MISIÓN · 4.1. R elació n e n tre Iglesia y R ein o d e D ios · 4.2. ín d o le e s c a to ló g ic a
m é n ic a .
1. Fundamentos bíblicos de la Misión 29
1.1. La Misión en el A ntiguo Testam ento
Así como el cuerpo es uno, pero hay variedad de órganos y funciones, así
también la Iglesia es un Cuerpo que tiene «organicidad» de sus miembros, es
decir, que cada cristiano participa en la Misión según su vocación y carismas,
que determinan su posición en la Iglesia. ,
• Los laicos ejercen el triple oficio salvífico de Cristo (cf. CEC, 901-913), y
realizan la Misión «como desde dentro» (cf. LG 31) de las realidades se-
culares, es decir, en el modo «ordinario» de relación con el m undo (y que
comparten con los no cristianos).
• La vida religiosa implica un modo propio de testimonio (que se expresa
con la «profesión» de los consejos evangélicos), necesario para la Iglesia y
el mundo, de la trascendencia del Reino de Dios al que aspiramos. (Sobre
la Vida Consagrada, cf. CEC, 914-933).
• «Para apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor
instituyó en su Iglesia diversos ministerios, ordenados al bien de todo el
Cuerpo» (LG 18). Los pastores están destinados principal y expresamente
al sagrado ministerio por razón de su particular vocación (LG 31). Esa es
su manera propia participar en la Misión.
«Saben los Pastores que no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí
solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo, sino que su eminente fun-
ción consiste en apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y carismas de tal
suerte que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común» (LG 30).
Por otra parte, los fieles (laicos o religiosos) «pueden ser llamados de diversos
modos a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía»
(LG 33). Se trata de colaboraciones en tareas estrechamente vinculadas a las
portsabilidades de los pastores, y que implican una delegación habitual-
regulada por el Derecho canónico.
Tal colaboración especial debe distinguirse de la responsabilidad común de los fie-
les, en razón de su Bautismo, en tareas como la catequesis, la celebración litúrgica,
los consejos pastorales o las obras de caridad. Estas tareas se denominan a veces
«ministerios» («ministerios laicales»), pero sería preferible llamarlas servicios co-
munitarios, servicios eclesiales de los fieles o con una terminología equivalente,
para no confundir con las tareas «ministeriales» de los pastores.
Según el Concilio Vaticano II, la Iglesia no se identifica sin más con el Reino,
sino que «la Iglesia es el germen y el inicio de este Reino en la tierra. Y mientras
ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consuma-
do y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria» (LG 5).
Las principales deformaciones de la relación entre Iglesia y Reino son:
• La interpretación teocrática; considerar una concreta forma histórica de la
Iglesia como la encarnación del Reino de Dios en la tierra.
• La interpretación secularizada: la Iglesia estaría al servicio de un Reino de
justicia solo terrena.
• La interpretación espiritualista del Reino como una ética o religiosidad
privada, sin consecuencias sociales.
• Las interpretaciones milenarista y escatologista: en la tierra no habría es-
pació para el Reino, que solo llegaría con la irrupción de una nueva época,
o bien después de la historia.
En el Antiguo Testamento se ungía a los sacerdotes, los reyes y los profetas. Si-
guiendo ese esquema teológico y pedagógico, se puede desglosar la única mi-
sión salvífica de Cristo según un «triple oficio» (triplex munus) como profeta,
sacerdote y rey. La hum anidad de Cristo es el «Sacramento» de la salvación, y
los sucesos de su vida son misterios de revelación (profeta), redención (sacerdote)
y recapitulación (rey) (cf. CEC nn. 516-518), que son dimensiones mutuamente
implicadas.
Como vimos, la Iglesia participa de la misma Unción del Espíritu que ungió
la hum anidad de Jesús; y análogamente la Iglesia coopera salvíficamente por
36 la participación en el triple oficio de Cristo: es la triple función de la Iglesia
(triplex ntunus Ecclesiae).
• el munus profético, el oficio o función de la Palabra, se ejerce en el testimo-
nio de vida y en el «sentido de la fe» de los fieles; en los pastores se ejerce
en su munus docendv,
• el munus sacerdotal es el oficio o función de santificar (munus santificandi),
en el que participan de manera distinta y complementaria tanto los fieles
como los pastores;
• el munus de realeza cristiana, oficio o función regia (munus regale), se ejerce
en el dominio sobre el pecado y en el servicio, según formas propias en los
fieles y en los pastores.
a) El sentido de la fe
Lumen Gentium n. 12 explica el sentido de la fe (sensusfidei) del Pueblo de Dios.
«El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo, di-
fundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad y ofreciendo
a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nom-
bre (cf. Hb 13.15). La totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo (cf. 1
Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya
la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando
"desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos", presta su consentimiento uni-
versal en las cosas de fe y costumbres. Con este sentido de la fe, que el Espíritu de
verdad suscita y mantiene, el Pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente "a la fe
confiada de una vez para siempre a los santos" (Judas 3), penetra más profunda-
mente en ella con juicio certero y le da más plena aplicación en la vida, guiado en
todo por el sagrado Magisterio, sometiéndose al cual no acepta ya una palabra de
hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13)».
«El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esa misma infalibi-
lidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los
fieles, que confirma en la fe a sus hermanos (cf. Le 22,32), proclama de una forma
definitiva la doctrina de fe y costumbres».
Así pues, los titulares de la autoridad son los Obispos, que «rigen, como vica-
ños y legados de Cristo, las Iglesias particulares que les han sido encomenda-
das, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también
con su autoridad y sacra potestad» (LG 27).
En cuanto al objeto de la autoridad:
«Los Obispos tienen el sagrado derecho, y ante Dios el deber, de legislar sobre
sus súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece a la organización
del culto y del apostolado (...), se les confía plenamente el oficio pastoral, o sea el
cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas» (ibid.).
42 Sobre el estilo de gobierno, el Concilio es claro al señalar el servicio:
su autoridad la han recibido «únicamente para edificar a su grey en la verdad y en
la santidad, teniendo en cuenta que el que es mayor ha de hacerse como el menor,
y el que ocupa el primer puesto, como el servidor (cf. Le 22, 26-27)» (LG 27); «el
Obispo, enviado por el Padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre
ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que vino no a ser servido, sino a servir
(cf. Mt 20, 28; Me 10, 45) y a dar la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,11). (...) No se
niegue a oír a sus súbditos, a los que, como a verdaderos hijos suyos, alimenta y
a quienes exhorta a cooperar animosamente con él. Consciente de que ha de dar
cuenta a Dios de sus almas (cf. Hb 13,17), trabaje con la oración, con la predica-
ción y con todas las obras de caridad tanto por ellos como por los que todavía no
son de la única grey» (ibid.)
Por eso, su servicio regio tiene directa relación con la aplicación de la Doctrina
social de la Iglesia.
De una parte, los laicos procuran «sanear las estructuras y los ambientes del mun-
do cuando inciten al pecado, de manera que todas estas cosas sean conformes a
las normas de la justicia y más bien favorezcan que obstaculicen la práctica de
las virtudes. Obrando de este modo, impregnarán de valor moral la cultura y las
realizaciones humanas. Con este proceder simultáneamente se prepara mejor el
campo del mundo para la siembra de la palabra divina, y a la Iglesia se le abren
más de par en par las puertas por las que introducir en el mundo el mensaje de
la paz» (LG 36). Además, «en cualquier asunto temporal deben guiarse por la
conciencia cristiana, dado que ninguna actividad humana, ni siquiera en el domi-
nio temporal, puede substraerse a la soberanía de Dios» (Ibid.). De esta manera
contribuyen a que «todos los hombres sean partícipes de la redención salvadora,
y por su medio se ordene realmente todo el mundo hacia Cristo» (AA 2).
En esa tarea, los laicos han de esperar de los pastores «los auxilios morales y 43
espirituales» (cf AA. 7 / d), y la orientación de los «principios morales» que
lian de guiar su actividad, que los laicos llevarán a cabo «con su libre iniciativa
y sin esperar pasivamente consignas y directrices» de los pastores.
Corresponde, pues, a los pastores en primer lugar la declaración de la Doctrina
social de la Iglesia; en segundo lugar, la formación de los fieles en ese ámbito;
finalmente, cuando sea necesario les corresponde el juicio moral en situaciones
excepcionales de orden social o político.
El discernimiento de los pastores se mueve en el plano del consejo a los fieles, no del
mandato, aunque éste sería posible en circunstancias excepcionales donde estuviera
en juego la dignidad y derechos fundamentales de las personas (cf. Juan XXIII,
Mater et magistra, 1961,239).
Nada de esto transforma a los laicos en longa manus o mera prolongación de las
tareas de los pastores, puesto que la acción concreta de los laicos está mediada
por la conciencia personal -bien formada- que tienen como cristianos y ciudada-
nos. Nótese que no les corresponde a los laicos una «aplicación» mecánica de la
Doctrina social, sino que deben estar presentes en la elaboración misma de esa
doctrina, mediante el estudio, el diálogo y su experiencia. También en este terreno
el discernimiento es un proceso eclesial.
Cada una de estas actividades tienes sus características: «La actividad misio-
nal entre las gentes se diferencia tanto de la actividad pastoral que hay que de-
sarrollar con los fieles, cuanto de los medios que hay que usar para conseguir
la unidad de los cristianos» (AG n. 6)
Ejercicio 1. Vocabulario
• m is ió n d o b le o c o n ju n t a d e l H ijo y d e l ín d o le e s c a to ló g ic a d e la m is ió n
E s p íritu c o m u n ió n m is io n e ra
• s a c r a m e n ta lid a d d e la m is ió n s e n tid o d e la fe
• e c le s io lo g ía d e c o m u n ió n m a g is te r io o r d in a r io d e los O b is p o s
• e s p ir itu a lid a d d e c o m u n ió n d iá lo g o d e la s a lv a c ió n
• ú n ic o s u je to h is tó ric o y o rg á n ic o
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
4. ¿C u áles s o n las p r in c ip a le s d e fo r m a c io n e s e n la c o m p r e n s ió n d e l R e in o d e
D io s c o m o o b je t o d e la M is ió n ?
7. ¿En q u é c o n s is te la fu n c ió n s a c e rd o ta l e n la Ig lesia?
8. ¿ Q u é t i e n e q u e v e r la fu n c ió n re g ia o d e r e a le z a c o n e l m in is te r io p a s to ra l?
p o n e n te s s in g u lares, p e ro se c o m p le ta e n re la c ió n co n c a d a u n o y su v id a re s p o n s a b le ,
y se lleva a c a b o e n él. ( . . . )
m ie m b ro in d iv id u a l, e n c ad a ó rg a n o , e n c a d a c é lu la , y c o n fo rm e a e llo se e s fu e rza e n
S U M A R IO Λ
p ro m is o e v a n g e liz a d o r y v id a e s p iritu a l.
48 1. Rasgos del momento presente
Una rápida mirada a la situación contemporánea, en relación con la Misión
de la Iglesia, permite señalar algunos elementos positivos y otros negativos o
problemáticos.
Existe una exaltación del hom bre como centro del universo, junto con la
pretensión totalizante de la ciencia moderna y de la tecnología. Al mismo
tiempo sucede una reacción de signo opuesto, con desconfianza ante el
hombre y sus posibilidades; el desencanto de las ideologías; la sospecha
ante toda explicación global del m undo y del hombre, y ante la defensa
de ideales como la Verdad y el Bien; la falta de «suelo» para sostener las
aspiraciones del hombre (verdad, justicia, libertad), lo que desemboca no
pocas veces en violencia.
La información inunda de datos, pero faltan criterios; las personas -espe-
cialmente adolescentes y jóvenes- se desorientan. Se ensalzan los compor-
tamientos negativos y se ridiculizan los valores tradicionales; se extiende
una cultura de la «posverdad» y de lo efímero; el noble ejercicio de la poli-
tica degenera en populismo.
Un afán desmedido de autonomía y falta de compromiso desemboca en
un individualism o que debilita los vínculos sociales y familiares; la indi-
ferencia hacia los frágiles y pobres, marginados, refugiados, inmigrantes).
Es la cultura de la exclusión y del «descarte» de que habla el papa Fran-
cisco. Los principales ídolos de las sociedades desarrolladas parecen ser el
consumismo, el placer y el afán de poder, con sus secuelas de corrupción e
injusticia.
La globalización de la cultura dista de ser uniforme y equitativa. Hay di-
versas «velocidades» en el bienestar y los derechos de las personas y de los
pueblos; aumentan las diferencias sociales y entre las naciones. El desarro־
lio económico y técnico no va unido a un desarrollo ético y educativo. Los
medios científicos que salvan vidas humanas se emplean paradójicamen-
te para suprimir otras vidas en el seno materno o cuando no son útiles a
la sociedad. El maltrato de la Tierra amenaza un desarrollo sostenible y la
paz de todos.
- Una crisis antropológica y moral en las sociedades más influyentes y po-
derosas se vuelve contra ellas mismas, con aumento de las contradiccio-
nes, de la violencia o la desesperanza. Los valores de la m odernidad (líber-
tad, dignidad, igualdad, fraternidad) amenazan con agostarse separados
de su raíz cristiana. Preocupa un nuevo desorden mundial marcado por
los conflictos internacionales, los nacionalismos exacerbados, las catástro-
fes humanitarias y los atentados terroristas.
- La religiosidad aparece con frecuencia determinada por dos extremos: de
un lado un fundamentalismo irracional, de otro lado un vago espiritua-
lismo naturalista. Como reacción ante una cultura materialista e indivi-
dualista surgen nuevas formas de increencia y de sincretismo, incluida «la
religión de la no pertenencia» a ninguna, o una espiritualidad sin Dios.
La libertad religiosa, tanto en el plano individual como en el social, está
comprometida en muchos lugares, en nombre de una idea laicista de la re-
ligión como contraria a la libertad y la convivencia. Otros usan la religión
como instrumento de dominio ideológico.
- Los «límites históricos» y pecados de los cristianos restan credibilidad a
la Iglesia, y sirven de excusa incluso para persecuciones sutiles o explíci-
tas.
- En ámbitos cristianos hay una ruptura en la transmisión de la fe y, al
menos en occidente, un secularismo (vivir como si Dios no existiera) que
provoca grandes daños al hombre y la sociedad.
Todo ello reclama un renovado esfuerzo por presentar la fe como lo que es: ga-
rantía para el crecimiento de lo auténticamente humano y para una plenitud
de sentido de la vida y la historia. Se precisa contribuir mediante el testimo-
nio de la vida y las palabras al redescubrimiento de la gozosa novedad que
acontece en la persona de Jesucristo.
2. Iglesia y mundo
Así pues, la Iglesia posee una manera específica de relacionarse con el m un-
do o «secularidad cristiana». Pablo VI decía que «la Iglesia tiene una auténti-
ca dimensión secular, inherente a su íntima naturaleza y a su misión, que hunde
su raíz en el misterio del Verbo encarnado y se realiza de formas diversas en
todos sus miembros» (Discurso a los miembros de los Institutos seculares, «Eccle-
sia» 1581 (1972) 11, subrayado nuestro). En efecto, «todos los miembros de la
Iglesia son partícipes de su dimensión secular; pero lo son de formas diversas»
(Christifideles laici, n. 15).
En la Iglesia hay una pluralidad de posiciones personales que comportan a su
vez diversos modos de relación con el m undo. El Concilio lo apunta cuando
usa expresiones diferenciadoras: pastores, laicos y religiosos participan en la
Misión suo modo, peculiari modo, pro parte sua. No se trata de una separación
de competencias (al laico, lo secular, el m undo y sus tareas; a los ministros, la
actividad eclesial; a los religiosos, el testimonio escatológico). Tampoco es que
existan esferas yuxtapuestas, la espiritual para los pastores y los religiosos, y
la terrena para los laicos. La diferencia estriba en los modos de configurar la
común secularidad cristiana: como laicos, religiosos o ministros. Lo hemos
visto en el tema anterior.
3. Religiosidad e increencia
Dice el Concilio Vaticano II que «no podemos invocar a Dios, Padre de todos,
si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados
a imagen de Dios» (NA 5). Esa actitud fraterna incluye el diálogo con las re-
ligiones (que es distinto del diálogo ecuménico). El Sínodo extraordinario de
los Obispos de 1985 afirmó que «el diálogo debe ser considerado como ele-
mentó integral de la evangelización».
La relevancia del diálogo interreligioso dio lugar a la creación en 1988 del Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Junto con la Congregación para la Evan-
gelización de los Pueblos, el Consejo Pontificio publicó el documento «Diálogo y
Anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo Interreligioso y el Anuncio
del Evangelio de Jesucristo» (1991). La Comisión Teológica Internacional (=CTI)
se ocupó del diálogo interreligioso en dos textos: «La actitud de la Iglesia frente
a los seguidores de otras religiones» (1984) y «El Cristianismo y las religiones»
(1997).
3.3. La increencia
m Causas de la increencia
Er. la increencia actual convergen varios factores: la rápida urbanización, la
emigración e industrialización, que han configurado un estilo de vida desa-
rrsigado de los puntos de referencia tradicionales; la difusión de ideas contra-
cías a la religión como son: 1) el cientifismo que sólo admite la comprobación
empírica y considera la religión como un sentimiento subjetivo inverificable;
2 ia aspiración a una libertad absoluta que considera la voluntad divina como
un límite indebido; 3) el relativismo como efecto de una pluralidad contradic-
loria de ideologías que lleva al escepticismo; 4) la existencia del mal que parece
:ompatible con un Dios bueno que permite el dolor del inocente; 5) las re-
mentaciones deformadas de Dios; 6) los pecados de los cristianos, que causan
־ándalo y alejamiento de la fe.
Dice el Concilio Vaticano II que en la génesis «del ateísmo pueden tener parte no
pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación
religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina o incluso con los defectos
de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino
rostro de Dios y de la religión» (GS 19).
- vivir una religión «sociológica» sin adhesión personal, que pasa fácilmen-
te a la increencia por mimetismo con un entorno irreligioso, o selecciona
los contenidos de la fe tolerables a la mayoría sociológica;
4. La Nueva evangelización
4.1. Significado
Así pues, la nueva evangelización posee dos aspectos: un nuevo modo realizar
La Misión en general; y una nueva actividad dirigida a nuevos destinataúos.
En realidad, todas las actividades de la Misión (ad gentes, pastoral, ecuménica,
nueva evangelización) se ponen en acto en una época de globalización que
supera las fronteras geográficas. Pero eso sucede en proporciones diversas:
según lugares predominará la actividad ad gentes, o bien la pastoral, o la ecu-
ménica.
A continuación, abordamos los ámbitos y el compromiso y espiritualidad que
requiere la nueva evangelización.
• s a g ra d o y p r o fa n o s a c ra liz a c ió n d e l m u n d o
■ s e c u la ris m o V e rb o »
la r in c iu s iv is ta
• la ic is m o y la ic id a d u n ic id a d d e C ris to y d e la Ig le s ia
• s e n tid o s d e « m u n d o » n u e v o s m o v im ie n to s re lig io s o s
d e s ta c a ría s e n el m o m e n t o p re s e n te ?
2. ¿ Q u é se e n t ie n d e p o r s a c ra lid a d y p ro fa n id a d ?
4. ¿ C ó m o e n tr a e l m u n d o e n la M is ió n d e la Ig lesia?
6. ¿ P o d rías s e ñ a la r a lg u n o s p r in c ip io s te o ló g ic o s im p o r t a n t e s p a ra e n fo c a r las
g io s o ?
8. ¿ C ó m o se p u e d e n a fr o n ta r los p r o b le m a s q u e p la n te a n los « n u e v o s m o v í-
m ie n t o s relig io so s»?
9. ¿ A n te la in c re e n c ia a c tu a l, c ó m o a b o r d a r e l a n u n c io d e l E v a n g e lio ?
q u é n e c e s ita m o s p a ra a c o m e te r la .
66
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee los siguientes textos y haz un comentario personal utilizando los conté-
nidos aprendidos:
yo te n g o (Le 2 4 ,3 9 ) .
en la v id a civil. U n h o m b re s a b e d o r d e q u e el m u n d o - y n o solo el t e m p l o - es el lu g a r
q u e ñ o s y g ra n d e s d e la v id a . ( . .. )
d e la v id a social».
SUMARIO
El Concilio Vaticano II tuvo que revisar la praxis misionera de los últimos si-
glos para afrontar algunas cuestiones abiertas.
70 a) La imagen de las «misiones» como algo sectonal de lo que se ocuparían solo
algunos. El Concilio, en cambio, dirá que la M isión es obra del entero Pueblo
de Dios en la que todos los fíeles colaboran a su modo. El Colegio episcopal
y su Cabeza ejercen esa responsabilidad «primaria e inmediatamente», pues
los Obispos han sido ordenados no solo para una diócesis, sino para la sal-
vación del m undo (cf. AG 38); esa universalidad también está inscrita en los
presbíteros, partícipes con los Obispos de la sollicitudo omnium ecclesiarum, de
la responsabilidad por todas las Iglesias.
b) La identificación de las misiones con territorios subdesarrollados no siempre
se ajustaba a la realidad, y propiciaba una imagen de unas Iglesias ricas que
dan y envían a unas misiones pobres y receptoras. Tal dualismo evocaba un
ingrato colonialismo, con reivindicaciones de autonomía eclesial y críticas al
cristianismo occidental.
c) La Misión, además, no solo era algo propio de territorios «lejanos» de Eu-
ropa («misiones extrajeras») sino que era necesaria también en los países de
antigua tradición cristiana donde existían amplias zonas de población ajenas
al Evangelio. En 1943 se publicó en Francia un libro con un título provoca-
dor: «Francia, ¿país de misión?» (H. Godin e Y. Daniel). En él se advertía la
descristianización, iniciada en el periodo de entre guerras, particularmente
extendida en los barrios obreros de las grandes urbes.
Este cambio de perspectiva propició inquietud, pues suponía ampliar tér-
minos como «misionero», «misiones». Si para ser misioneros no hacía falta
ir lejos, ¿no se desactivaría el envío a las «misiones»? El desarrollo posterior
confirmó que, en efecto, todo lugar es lugar de misión, lo que no tiene que
afectar al envío a otros lugares, si realmente se comprende a la Iglesia «en es-
tado de misión» allí donde se encuentren los cristianos. La corresponsabilidad
misionera de todos en la Iglesia era -como ya tuvimos ocasión de señalar- el
marco que el Concilio señaló para comprender las «misiones» en el seno de
la única Misión.
Los riesgos para las «misiones», en cambio, vinieron de otro lado a partir de
los años sesenta. La «crisis misionera» tuvo que ver con el rechazo de la acti-
vidad ad gentes como una indebida «invasión cultural» de las particularidades
locales; o contraria al «respeto de la conciencia»; o a la consideración de las
religiones no cristianas como caminos «ordinarios» de salvación»; o conside-
lar como objetivo de la Misión la promoción hum ana y la liberación de las 71
injustas condiciones sociales.
H magisterio de la Iglesia reaccionó sobre todo con tres documentos: el decre-
to Ad gentes (del Concilio Vaticano II), la exhortación Evangelii nuntiandi (Pablo
VI, 1975) y la encíclica Redemptoris missio (Juan Pablo II, 1990), que trata, como
dice en su título: «sobre la permanente validez del mandato misionero».
A partir de los años setenta en Latinoamérica, aquejada de grandes desigual-
dades sociales, las Conferencias del CELAM vieron la necesidad de un discer-
oimiento teológico-pastoral sobre la relación entre evangelización y libera-
ción.
«Evangelizar -señala la Evangelii nuntiandi- constituye la dicha y la vocación pro-
pia de la Iglesia, su identidad más profunda. Existe para evangelizar» (n. 14).
En los comienzos del nuevo milenio, algunos han argumentado en contra de las
misiones y de la evangelización en general, aduciendo que iría contra la con-
ciencia o la libertad, puesto que no es necesario pertenecer a la Iglesia para
salvarse.
Hay que decir que la conciencia y la libertad se apoyan en la verdad (que
siempre debe ir unida a la caridad), verdad que está protegida por el Evange-
Eo. En cambio el relativismo, el escepticismo y el individualismo van contra la
verdad y por tanto contra la libertad.
Ciertamente la Iglesia es necesaria para salvarse, si bien la pertenencia visible
a la Iglesia no se exige a aquellos que sin culpa no la han conocido.
Por otra parte, pertenecer a la Iglesia no supone buscar el poder o la influen־
d a humana, no se opone al compromiso social y es una oferta libre, pues la
verdad no puede imponerse, solo puede mostrarse con el testimonio del amor
v la argumentación racional. Todo esto vale también para el ecumenismo. Por
tanto no cabe entre los cristianos un «proselitismo» de malas artes. (Sobre es-
tos aspectos antropológicos, eclesiológicos y ecuménicos de la evangelización
cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota sobre algunos aspectos de la
evangelización, 3-XII-2007).
En definitiva, el apostolado o la evangelización no solo no van contra la con-
ciencia y la libertad; más aún, el anuncio y el testimonio del Evangelio son el
mejor servicio que los cristianos pueden prestar a cada persona y a la huma-
nidad entera (cf. CEC 851).
Escribió san Juan Pablo II: «La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia,
está aún lejos de cumplirse (...) Quiero invitar a la Iglesia a un renovado com-
promiso misionero (...). En efecto, la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la
identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡Lafe sefortalece
dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y
apoyo en el compromiso por la misión universal» (RM 1-2. Cf. EG 15).
Todos los cristianos han de responsabilizarse de las misiones. No solo los religiosos,
sino también los Obispos, presbíteros y los laicos: algunos laicos son enviados
74 oficialmente por la Iglesia, individualmente o en familia; pero la mayor parte
de los laicos permanecen en su lugar, oran por las misiones y colaboran con su
ayuda material, o con su competencia profesional. En diversas formas todos
los cristianos se encuentran en «estado de misión».
De aquí surge la «cooperación misionera» entre todas las Iglesias. Además de
muchas iniciativas locales de animación misionera y de envío de misioneros,
las Obras M isionales Pontificias son un importante impulso para la coopera-
ción en la misión. Históricamente surgieron como iniciativas particulares. En
1922 recibieron el nombre de «pontificias». Los Papas las han recomendado
reiteradamente. Como institución unitaria son cuatro obras dirigidas a la ani-
mación y cooperación misionera en toda la Iglesia. Estas obras son:
1) La Propagación de la fe: su cometido consiste en la educación, la formación,
la sensibilización y la cooperación misioneras de las comunidades cristianas.
2) La Obra de la Santa Infancia o Infancia misionera: tiene como objetivo cultivar
en los niños una conciencia misionera, crear una red solidaria de comunión
espiritual con los niños de las regiones más pobres, y despertar vocaciones
misioneras.
3) La Obra de San Pedro apóstol: se dedica a la promoción del clero local en las
misiones.
4) La Obra de la Pontificia Unión Misional: se dedica a formar a todos los que
tienen que ver con las misiones (sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos).
3. Formas de transmitir la fe
5. El testimonio (m a r t y r ía )
Jesús es el «testigo» primero del Padre. Los Apóstoles dan testimonio de Je-
sús, lo que se prolonga en el testimonio de la Iglesia, fundado en la continui-
dad («tradición viva») de todos en la comunión de fe del sujeto histórico que
es la Iglesia.
Desde los primeros siglos la evangelización se apoyaba en el testim onio de
vida de los cristianos (cf. CEC 2044), ofrecido con motivo de sus actividades
(viajes, comercio, etc.), con sus relaciones familiares y sociales, es decir, el tes-
timonio de vida confirmada con obras, en el marco de la «obediencia de la fe»
(cf. Rm 1,5; 16,26).
Especial relevancia tiene el testimonio de los misioneros, que puede llegar
hasta el martirio como forma suprema de testimonio de fe.
El testimonio es elemento decisivo de la evangelización: «El hombre contem-
poráneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan,
o si escucha a los que enseñan es porque dan testimonio» (Pablo VI, Exhort.
Evangelii nuntiandi, n. 41). El testimonio personal también debe ir acompañado,
en lo posible, por la palabra que ofrece las «razones de la esperanza» en Cristo
(cf. 1 Pe, 3,15) y por el testimonio comunitario de los cristianos.
(Sobre el testimonio de los fieles cristianos en la perspectiva de la evangeliza- 77
d ó n «ad intra», vid. tema 8, apartado 2 y el final del tema 11).
Ig le s ia « e n e s ta d o d e m is ió n » O b ra s m is io n a le s p o n tific ia s
im p la n ta c ió n d e la Ig le s ia k e ry g m a
Ig le s ia s jó v e n e s « m is ta g o g ía »
c o o p e r a c ió n m is io n e ra m a r t y r ia
1. ¿ Q u é c a m b io d e p e r s p e c tiv a se p r o d u jo a m e d ia d o s d e l s ig lo X X e n re la c ió n
c o n la m is ió n d e la Ig lesia?
2. ¿ C ó m o r e s p o n d ió el m a g is te r io d e la Ig le s ia a n te s y d e s p u é s d e l C o n c ilio V a ti-
c a n o II?
o la lib e rta d ?
4. S e ñ a la las re la c io n e s e x is te n te s e n t r e la e v a n g e liz a c ió n y la « im p la n ta c ió n d e
la Ig le s ia » .
6. ¿ Q u é y c u á le s so n las O b ra s m is io n a le s p o n tific ia s ?
m is io -n e ra .
8. S e ñ a la las p r in c ip a le s fo r m a s d e la tr a n s m is ió n d e la fe .
9. E x p lic a la im p o r t a n c ia , p a ra la e v a n g e liz a c ió n , d e l p r im e r a n u n c io d e la fe y d e l
t e s t im o n io c ris tia n o .
10. ¿ Q u é re la c io n e s e x is te n e n tr e e v a n g e liz a c ió n y p r o m o c ió n h u m a n a ?
79
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal utilizando los contenidos
aprendidos:
*¿ N o e s tá n en c o n tra p o s ic ió n e x c lu y e n te el tra b a jo m is io n e ro y el a m o r d e s in te re s a d o ?
a u m e n to d e los católicos.
lle v a d a a c a b o re a lm e n te d e s d e la fe y e n la o b e d ie n c ia d e la fe . A sí c o m o D io s n o e n a l-
d e l v e rd a d e ro a m o r, sin o q u e se d e m u e s tra c o m o fo rm a m ás e le v a d a d e l m is m o , c o m o
( . . . ) El a m o r c re y e n te d e la Iglesia n o p u e d e ni d e b e re n u n c ia r a o fre c e r a to d o s y en
to d o m o m e n to lo q u e e lla ha re c ib id o c o m o el m e jo r d e los regalos: la P alab ra d e la
b e n e v o le n c ia d iv in a » .
SUMARIO
2.4. El D om ingo
«La Iglesia, por una tradición apostólica, que trae su origen del mismo día de la
Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que
es llamado con razón "día del Señor" o domingo. En este día los fieles deben reu-
nirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucaristía,
recuerden la Pasión, la Resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a
Dios, que los "hizo renacer a la viva esperanza por la Resurrección de Jesucristo
de entre los muertos" (1 Pe, 1,3). Por esto el domingo es la fiesta primordial, que
debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también
día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnida-
des, a no ser que sean de veras de suma importancia, puesto que el domingo es el
fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico» (SC n. 106).
m e ta n o ia in ic ia c ió n c ris tia n a
p r im e r a c o n v e rs ió n , c a te c u m e n a d o
1. ¿ C ó m o d e b e e n fo c a rs e la c o n v e r s ió n p e rs o n a l?
s ió n .
3. ¿ C u á le s s o n las e ta p a s d e l C a te c u m e n a d o ?
4. ¿ Q u é d e b e t e n e r s e h o y e n c u e n t a e n la in ic ia c ió n c ris tia n a d e n iñ o s y a d o le s -
c e n íe s ?
5. ¿ P o r q u é es im p o r t a n t e e l D o m in g o c ris tia n o ?
e s te s e n tid o , se p u e d e h a b la r d e u n a p a s to ra l d e c o n v e rs ió n q u e c o m p ro m e te a to d a
la c o m u n id a d eclesial.
p re d ic a n co n v e rs ió n d e b e n p re s e n ta r u n a c o n d u c ta c o h e re n te . N o se tra ta d e un p ro -
88 s e litis m o m a l e n te n d id o , sino d e u n a lla m a d a a a c o g e r lib re y g e n e ro s a m e n te el d o n
p a rte d e la c o m u n id a d d e c re y e n te s , q u e es ta m b ié n p ro c e s o d e co n v e rs ió n y re n o v a -
e n la m is m a u n a v id a q u e c a re c e d e fe rv o r y sin signos d e re n o v a c ió n . N o p o d e m o s
SU MA R IO
fie le s laicos · 3 .3 . D iv e rs id a d e n la u n id a d .
90 La formación de las Iglesias locales comienza por la constitución, mediante la
conversión y el Bautismo, de comunidades que confiesan a Jesús como Sal-
vador y Señor. Es el objetivo de la actividad ad gentes: establecer comunidades
cristianas y llevarlas a su madurez. Iglesia y vida cristiana se identifican: es el
principio de la eclesialidad de la salvación (cf. LG 9, AG 2).
Las orientaciones para esta tarea están contenidas en el decreto Ad Gentes, del
Concilio Vaticano II, y luego prolongadas en la encíclica Redemptoris missio
(1990), particularmente en el aspecto de las relaciones entre tarea ad gentes y
tarea ecuménica.
La formación de una nueva Iglesia implica la inculturación de la fe, según ve-
remos en el segundo apartado del tema. Por último, se exponen otros aspectos
existenciales e institucionales de estas «jóvenes» Iglesias.
El Espíritu Santo, por medio de los misioneros, llama a las gentes de todos los
pueblos y culturas para constituir el Pueblo de Dios. La actividad ad gentes
suscita comunidades de cristianos que «viviendo conforme a la vocación a la
que han sido llamados, ejerciten las funciones que Dios les ha confiado, sacer-
dotal, profética y real» (AG 15).
• La com unidad cristiana es signo de la presencia de Dios en el mundo, cen-
trada en torno a la Eucaristía, con la Palabra que le prepara a ella y el testi-
monio que surge de ella, impregnado de caridad. Insertada naturalmente
en su pueblo, tal comunidad ha de ser el germen de una novedad de vida y de
cultura.
«Los fieles cristianos, congregados de entre todas las gentes en la Iglesia, "no son
distintos de los demás hombres ni por el régimen, ni por la lengua, ni por las insti-
tuciones políticas de la vida" (Epist. ad Diognetum, 5: PG 2,1173; cf. LG, n. 38), por
tanto, vivan para Dios y para Cristo según las costumbres honestas de su pueblo;
cultiven como buenos ciudadanos verdadera y eficazmente el amor a la Patria,
evitando enteramente el desprecio de las otras razas y el nacionalismo exagerado,
y promoviendo el amor universal de los hombres» (AG 15).
• Los misioneros han de cuidar la formación de los fieles laicos, para que su
vida y actividad sea misionera desde la Iglesia local misma.
«La acción evangelizadora de la comunidad cristiana, primero en su propio te-
rritorio y luego en otras partes, como participación en la misión universal, es el
signo más claro de madurez en la fe» (RM 49).
Para alcanzar esa conciencia misionera se requiere una radical conversión de la 91
mentalidad de las personas y de las comunidades. Es precisamente a la luz de este
imperativo misionero como se debe juzgar la validez de las instituciones, parro-
quias, movimientos y obras de apostolado.
2.1. La fe y la cultura
El marco de esas afirmaciones es la atención que debe prestarse a las «Iglesias jóve-
nes» para que alcancen la m adurez eclesial. En este sentido, las demás Iglesias
locales habrán de salir en ayuda de sus necesidades, porque
«estas Iglesias, situadas con frecuencia en las regiones más pobres del orbe, se
ven todavía muchas veces en gravísima penuria de sacerdotes y en la escasez de
recursos materiales. Por ello, tienen suma necesidad de que la continua acción
misional de toda la Iglesia les suministre los socorros que sirvan, sobre todo, para
el desarrollo de la Iglesia local y para la madurez de la vida cristiana» (Ibid.).
En efecto, también ellas deben colaborar en «la acción misional a las Iglesias,
fundadas hace tiempo, que se encuentran en cierto estado de retroceso o de-
bilitamiento» (Ibid.).
Cabe subrayar tres aspectos principales de la consolidación existencial e insti-
tucional de las nuevas Iglesias: la actividad misionera, la promoción del apos־
tolado de los laicos y la articulación de la diversidad en la unidad.
- Para ello deben unirse a sus conciudadanos con verdadera caridad, para maní-
festar el vínculo de unidad y solidaridad quefluye del misterio de Cristo. Mediante sus
relaciones familiares, laborales y sociales pueden dar a conocer a Cristo -anunciar
el Evangelio y comunicar la doctrina cristiana- en colaboración con la Jerarquía se-
gún las indicaciones del Concilio Vaticano II. Los modos concretos de esta colabo-
ración pueden revestir una gran diversidad.
Señala también la conveniencia de que los fíeles de las Iglesias jóvenes cola-
boren en la formación m isionera del entero Pueblo de Dios, puesto que el
testimonio de los misioneros puede despertar la atención de los alejados y los
no creyentes, especialmente los jóvenes.
Se podrá contar con los medios de comunicación y las tecnologías actuales (au-
dio visuales y digitales). Convendrá que existan algunas personas especializadas
en este ámbito. La actividad misionera deberá presentarse según su naturaleza y
objetivos: anunciar y testimoniar la salvación en Cristo, fundar Iglesias locales y
colaborar en la promoción humana (cf. RM 83).
98 3.3. Diversidad en la unidad
Como es natural, las Iglesias jóvenes surgen en lugares y culturas muy distin-
tos, y se enriquecen mutuamente con tradiciones, usos e instituciones.
Para lograr ese crecimiento de la diversidad en la unidad (cf. AG 22), deben
promoverse estudios teológicos que tengan en cuenta la filosofía y la sabidu-
ría de los pueblos. Así se podrán descubrir más fácilmente los caminos para
la inculturación del Evangelio y acomodar la vida cristiana a la índole y al
carácter de las culturas, a sus tradiciones, dentro de la comunión católica, ex-
cluyendo todo sincretismo y falso particularismo. Para ello deben coordinarse
las Conferencias Episcopales afectadas.
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
• e c le s ia lid a d d e la s a lv a c ió n · s in c re tis m o s
• r u p tu r a e n t r e e l E v a n g e lio y la c u ltu r a · d ia c o n a d o p e r m a n e n t e
• in c u ltu r a c ió n d e la fe
c u á le s s e ría n a lg u n o s p r e s u p u e s to s f u n d a m e n t a le s p a ra e s ta ta re a ?
2. S e ñ a la las o rie n ta c io n e s q u e h o y p a r e c e n c o n v e n ie n te s p a ra la fo r m a c ió n d e l
c le ro lo c a l, d e los c a te q u is ta s la ic o s y la p r o m o c ió n d e la v id a re lig io s a .
3. ¿ Q u é es la in c u ltu r a c ió n d e la fe y c ó m o se re la c io n a la fe y la c u ltu ra ?
m is ió n « a d g e n te s » .
q u e les a fe c ta n ?
6. ¿ C ó m o f o m e n t a r la a c tiv id a d m is io n e ra d e las Ig le s ia s jó v e n e s ?
8. ¿ Q u é d e b e t e n e r s e e n c u e n t a , e n e s te á m b it o , a c e rc a d e la d iv e rs id a d e n la
u n id a d ?
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un com entario personal utilizando los contenidos
aprendidos:
ru tin as q u e la a te n a z a n .
s itu a c ió n . La u rg e n c ia d e las n e c e s id a d e s in m e d ia ta s e n el p ro p io lu g a r p ro v o c a un
e n o r m id a d d e la ta re a p u e d e p ro v o c a r d e s á n im o m ás q u e e s tím u lo . La h u m ild a d a la
a p o r ta r la e s p e ra n z a y la ilusión.
d e la m is io n o lo g ía y d e la a n im a c ió n m is io n e ra re c o rd a r q u e c ad a Iglesia ex is te en el
d in a m is m o d e u n a e v a n g e liz a c ió n q u e ha d e te n e r c o m o h o riz o n te el m u n d o e n te ro » .
SUMARIO
1. PANORAMA HISTÓRICO · 1.1. Los p rim e ro s siglos · 1.2. La E dad p a trís ti-
1. Panorama histórico
Iras la caída del Imperio romano, y durante el sistema feudal, la Iglesia lleva
a cabo una notable obra de civilización y de cristianización.
El misterio de comunión que es la Iglesia, expresado en las imágenes de Cuer-
po y Madre-Esposa de Cristo, cede ante el desarrollo de la Iglesia como insti-
tución, que domina como sociedad organizadora de la «cristiandad». El desa-
rrollo del Derecho canónico apuntala su independencia y superioridad sobre
la sociedad política. El Papa detenta la potestad suprema espiritual, a la que
debe someterse el poder de los príncipes temporales.
Esta llamada eclesiología de la potestas en su unilateralidad no podía mantener
el sentido íntegro del «misterio» de la Iglesia. Mermó el sentido de la comuni-
dad cristiana, donde los fieles pasan a ser «súbditos» tanto de la Jerarquía como
de los príncipes temporales. Se oscureció la misión del laicado con una creciente
clericalización de la Iglesia. Perdió importancia el papel de las Iglesias locales y de
sus obispos, que eran vistos como vicarios del Papa. Los fieles se alejaron de la
liturgia y tendieron a refugiarse en devociones particulares.
Por lo que respecta al ejercicio de los oficios o muñera, el kerygma perdió importan-
cía, decayeron la predicación catequética y la homilética por falta de preparación
del clero. Desapareció el catecumenado, y la transmisión de la fe se confinó a la
familia. En cuanto a la liturgia, la situación propició el individualismo religioso.
Las diócesis y parroquias acentuaron los aspectos administrativos. Los concilios
ordenan la disciplina del clero, del pueblo y de los sacramentos.
c) Entre los documentos eclesiales que se sitúan en la línea del concilio Vati-
cano II pueden citarse las encíclicas Ecclesiam suam (1964) y Redemptoris missio
(1990), además de otras que se ocupan de la moral y de la Doctrina social de
la Iglesia.
d) Junto con los textos de los dicasteúos de la curia romana (congregaciones,
consejos, etc.), las asambleas del Sínodo de los obispos a partir de 1967 dieron
ocasión a la redacción de algunos documentos especialmente relevantes para
la Misión como las Exhortaciones Evangelii nuntiandi (1975) de Pablo VI, Cate-
chesi tradendae (1979) y Familiaris consortio (1981) de san Juan Pablo II, aquellas
otras que tratan de las vocaciones en la Iglesia (pastores, laicos y consagra-
dos); y las que son fruto de los Sínodos de episcopados continentales. En su
06 ן conjunto el pontificado de san Juan Pablo II subrayó la dimensión antropológica
de la evangelización.
e) En el pontificado de Benedicto XVI, además de sus encíclicas, tienen espe-
cial interés pastoral las exhortaciones Sacramentum caritatis sobre la Eucaristía
(2007) y Verbum Domini sobre la Palabra de Dios (2010). El Papa alemán señalo
la centralidad de Jesucristo en el anuncio de la fe.
f) Entre los documentos del papa Francisco destacan sus encíclicas Lumen fi-
dei (2013) y Laudato si' (2015), junto con las exhortaciones Evangelii gaudium
(2013) y Amoris laetitia (2015). Su pontificado subraya la misericordia como sig-
no específico de la Encamación, y su lugar eminente en la evangelización.
g) En orden a la aplicación del Concilio Vaticano II y con amplias repercusio־
nes en la vida eclesial, deben señalarse im portantes procesos que han tenido
lugar en estos años, como han sido la reforma litúrgica, la codificación canóni-
ca de 1983, y la reforma de la Curia romana.
Como criterios-guía para la reforma de la Curia romana (que análogamente sirven
también para la renovación general de la Iglesia), el papa Francisco ha señalado
los siguientes: conversión personal y pastoral; cristocentrismo; misionariedad;
funcionalidad; modernidad; sobriedad; subsidiariedad; sinodalidad; profesiona-
lidad; (cf. Discurso a la Curia romana, 22-XII-2016).
2.1. La Parroquia
Tanto las parroquias como las diócesis cuentan con organismos de partid-
pación y corresponsabilidad de pastores y fieles, regulados por el Derecho
canónico. Los más relevantes son los Consejos pastorales y económicos de las
parroquias, el Consejo pastoral de la diócesis, y el Sínodo diocesano.
A su vez, el ministerio episcopal se auxilia del vicario general y de la Curia
diocesana y sus delegaciones, y de varios Consejos: Consejo episcopal, Colé-
108 gio de consultores, Consejo para asuntos económicos y, sobre todo, del Con-
sejo presbiteral.
3. La Iglesia, comunidad
«semper evangelizanda»
La Carta apostólica de Juan Pablo II, Novo millennio ineunte (2001) ofrece indi-
caciones para los proyectos evangelizadores. La exhortación apostólica Evan-
gelii gaudium (2013) contiene también un amplio proyecto misionero: el papa
Francisco señala las actitudes y las «tentaciones» del discernimiento eclesial,
exhorta a la conversión pastoral o misionera y a evitar la «mundanización» espi-
ritual.
Ejercicio 1. Vocabulario
a u to e v a n g e liz a c ió n d e la Ig le s ia יm o v im ie n to s e c le s ia le s
e c le s io lo g ía d e la p o te s ta s • a s o c ia c io n e s d e fie le s
c le r ic a liz a c ió n • c o m u n id a d e s e c le s ia le s d e b a s e
c u ra a n im a r u m • c o m u n id a d e s re lig io s a s y d e v id a c o n
s a g ra d a
« s o c ie d a d p e r fe c ta »
e s tru c tu ra s d e s e rv ic io
S ín o d o d e los O b is p o s
c o m u n id a d s e m p e r e v a n g e liz a n d o
Ig le s ia lo c a l
11
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
la a c tiv id a d e c le s ia l se re fie re .
4. R e s u m e las lu c e s y s o m b ra s d e la a c c ió n e c le s ia l e n la é p o c a m e d ie v a l.
5. ¿ Q u é s u c e d ió c o n e l c o n c ilio d e T r e n to y e n el p e r io d o p o s tr id e n tin o ?
te o ló g ic o -p a s to r a l?
y d e la v id a c o n s a g ra d a e n la m is ió n y a c c ió n d e la Ig le s ia local?
1 2 ¿ C ó m o se tr a d u c e e n e l d ía a d ía el p r in c ip io d e q u e la Ig le s ia es u n a c o m u n id a d
« s e m p e r e v a n g e liz a n d a » ?
m ás se a le ja n d e c o n ta c ta r c o n la v id a c o tid ia n a d e la g e n te .
S U MA R I O
3. La predicación
3 .1 . Id en tid ad
6. El proceso catequético
1. Ga 5,22.
122 «En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús
de Nazaret, Unigénito del Padre (...), que ha sufrido y ha muerto por nosotros y
que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros (...). Catequizar es (...) des-
cubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios (...). Se trata de procurar
comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos
realizados por El mismo (CT 5). El fin de la catequesis: "conducir a la comunión
con Jesucristo (...): sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y
hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad" (ibid.)» (CEC 426).
El Compendio del Catecismo afirma que la Iglesia, como templo del Espíritu San-
to, es edificada por el Espíritu Santo «en la caridad con la Palabra de Dios, los
sacramentos, las virtudes y los carismas» (n. 159).
• Los contenidos son los señalados en las cuatro partes del Catecismo; con-
viene respetar ese orden, establecido con sabio discernimiento.
d) Los ancianos requieren una catequesis que valore sus experiencias, sabi-
duría y capacidad de diálogo, y subraye la esperanza. Con su oración, ejemplo
y consejo podrán colaborar en la transmisión de la fe a los niños, jóvenes y
otros adultos.
El derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones religio-
sas se manifiesta, entre otras cosas, en la enseñanza religiosa escolar (= ERE).
Además, la religión tiene un papel humanizador y, por tanto, forma parte de la
formación integral del aprendizaje en el curriculum escolar. La religión es una
materia tan importante al menos como las demás.
7 .1 26 ן. Un derecho vinculado a la lib e rta d religiosa
Finalmente, importa mucho cuidar la relación entre las familias y las institu-
ciones educativas. Al fin y al cabo, en rigor son las escuelas las que colaboran
con la misión educativa originaria de los padres. Las escuelas tienen que in- 27 ן
formar a las familias para que colaboren en la educación que allí se procura.
De este modo se coordinan escuela y familia. Esto interesa especialmente en las
instituciones de inspiración católica en lo que se refiere a programas de educa-
ción de la fe. A su vez, las instituciones educativas garantizarán la adecuada
cualificación de los profesores de religión.
La teología es fruto de la «fe que busca entender» (san Anselmo: fides quaerens
intellectum). Esa fe que sostiene la teología es la fe viva: por eso, la teología
es también e inseparablemente esperanza y candad «que buscan entender» (cf.
CTI, Teología hoy: perspectivas, principios y criterios, 2012).
La teología posee tres vertientes: científica, eclesial y social.
a) La teología científica tiene dos aspectos, especulativo y sapiencial.
El aspecto especulativo deriva de la reflexión sobre Dios y sus obras. El aspecto
sapiencial orienta la vida según el designio de Dios.
Dice santo Tomás de Aquino: «En el fervor de su fe el cristiano ama la verdad en
la que cree y la convierte en el propio espíritu; la abraza, buscando en la medida
de lo posible las razones de su razonamiento y de su amor» (S. 771. II-II, q.2, a.10).
Ejercicio 1. Vocabulario
• a n a lo g ía d e la P a la b ra d e D io s • p re d ic a c ió n
• c a rá c te r p e r f o r m a t iv o d e la P a la b ra • e m e r g e n c ia e d u c a tiv a
• a u to c o m u n ic a c ió n d iv in a • a c o m p a ñ a m ie n t o e s p iritu a l
• s a c r a m e n ta lid a d d e la P a la b ra d e D io s • c a te q u e s is
יa p o s t o la d o p e rs o n a l • c a te q u e s is fa m ilia r
• a p o s t o la d o a s o c ia d o • e n s e ñ a n z a e s c o la r d e la re lig ió n
• u n id a d d e v id a
129
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿ Q u é lu g a r o c u p a la P a la b ra d e D io s e n la a c c ió n d e la Ig le s ia y c ó m o d e b e
2. ¿ C ó m o es la re la c ió n e n t r e P a la b ra y s a c ra m e n to s ?
4. ¿ Q u é d e s ta c a ría s e n la p re d ic a c ió n , c o n s id e r a n d o el m o m e n t o s o c io c u ltu ra l
a c tu a l?
5. S e ñ a la a lg u n a s o rie n ta c io n e s a n te la e m e r g e n c ia e d u c a tiv a , p a r t ic u la r m e n t e
e n re la c ió n c o n la e d u c a c ió n d e la fe .
6. ¿ Q u é es, t e o ló g ic a m e n t e h a b la n d o , el a c o m p a ñ a m ie n t o e s p iritu a l? ¿ Q u é su -
b ra y a ría s e n sus a s p e c to s a n tr o p o ló g ic o s y p s ic o ló g ic o s ?
7. ¿ C ó m o se p la n te a h o y la c a te q u e s is e n el m a rc o d e la e d u c a c ió n d e la fe? ¿ C u á -
les s o n los d o c u m e n to s e c le s ia le s m á s re le v a n te s ?
8. S e ñ a la la im p o r t a n c ia d e l C a te c is m o d e la Ig le s ia C a tó lic a , su e s tru c tu r a , p r in -
c ip a le s c la v e s y fin a lid a d .
lid a d ?
11. A p u n ta c ó m o d e b e e n fo c a rs e la e n s e ñ a n z a e s c o la r d e la r e lig ió n , t a n t o e n su
p la n t e a m ie n t o g e n e r a l c o m o e n su e je rc ic io .
e n c u e n t a p a ra su e n s e ñ a n z a .
te c o m o A q u e l q u e ha v e n id o p a ra q u e te n g a m o s v id a e n a b u n d a n c ia (cf. Jn 1 0 ,1 0 ).
racion es. ( . . . )
d o n en la fe. ( . . . )
Iglesia».
e n tre v is to , s ig u e s ie m p re p e n d ie n te d e su "aparecer", c ad a d ía v in c u la d a al a m o r, y c o n -
c re ta m e n te en el d iá lo g o d e la ta re a fo rm a tiv a . ( . . . )
el m is m o títu lo y e n el m is m o g ra d o , n o la ig u a la n in g u n a o tra a c c ió n d e
S U MA R I O
El Misterio eucarístico es un misterio que hay que creer, celebrar y vivir (cf.
Exhort. Sacramentum caritatis, 2007). Su celebración vivifica al cristiano y re-
coge los deseos y frutos de su vida, para ofrecerlos al Padre por el Hijo en el
Espíritu.
Por medio de la Eucaristía, toda la existencia (trabajo y amistad, relaciones
familiares, sociales, culturales y políticas; la salud y la enfermedad, las activi-
dades de entretenimiento, etc.) está llamada a transformarse en culto a Dios
y servicio a todas las personas. La vida cristiana tiene así una configuración
o «forma eucarística»; es una vida de alabanza y acción de gracias, petición e
intercesión por medio de Cristo.
Esto es lo que la tradición cristiana denomina «culto espiritual» (logiké la-
treta) (cf. Rm 12,1). Es ejercicio del «sacerdocio de la propia existencia» (san
Josemaría Escrivá), del sacerdocio común del que participa el cristiano desde
su Bautismo.
De ese modo la vida cristiana es «vida litúrgica» tam bién fuera del templo,
dirigida al Padre por medio de su Hijo Jesucristo.
El culto espiritual que es la vida cristiana pide una renovación continua en el modo 35 ן
de vivir y de pensar (cf. Exhort. Sacramentum caritatis, n 77). Este valor moral del
culto espiritual no es fruto del mero esfuerzo humano, sino de la gracia de Dios, en
la que el cristiano encuentra la alegría, el abandono y la verdadera libertad. De
ahí nace el deseo de corresponder al amor del Señor, a pesar de la conciencia de la
propia fragilidad. Por eso, es conveniente que, en la educación de la fe, antes de
presentar los deberes morales del cristiano, se anuncie y se celebre el amor salvífico
de Dios.
Es un culto no solo de la oración y las palabras, sino de las obras que tendrán
así, además de la belleza del obrar moral, una credibilidad inseparable de la
eficacia misionera. A partir de la Eucaristía, por tanto, la vida cristiana es en
sí misma un anuncio de Cristo y una ofrenda de su amor al mundo. «Una
Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en
sí misma» (Benedicto XVI, Ene. Deus caritas est, n. 14). El misterio eucarístico
tiene, pues, implicaciones sociales: conduce al encuentro de las necesidades hu-
manas, especialmente de los más débiles.
2. La celebración litúrgica
• el sentido del espacio litúrgico y de sus elementos (altar, ambón, sede, taber-
náculo, etc.; y de los tiempos litúrgicos;
3. La oración litúrgica
4. La religiosidad popular
La Iglesia valora la piedad popular como un tesoro del Pueblo de Dios y como
manifestación de la vida teologal presente en las culturas cristianas. También
tiene límites que habrá que tener en cuenta en la formación.
a) Valores. La religiosidad popular facilita el reconocimiento de lo sagrado
y lo trascendente: un hondo sentido de los atributos de Dios y su obrar; su
paternidad y providencia, su presencia amorosa y constante, su misericordia;
fomenta actitudes de paciencia y abandono confiado en Dios, el sentido de
la cruz y de la penitencia, el desprendimiento de los bienes materiales, y de
solidaridad con el prójimo (caridad), como hermanos e hijos del mismo Padre.
b) Límites. La religiosidad popular debe ser eventualmente purificada de
ciertos riesgos: su tendencia al simplismo, la superficialidad o una credulidad
ajena a la fe; la reducción de la fe a unas tradiciones sin ir acompañadas de la
coherencia cristiana en la vida cotidiana; la manipulación de la fe por motivos
económicos (vid. EG 70).
c) Algunas orientaciones. Conviene que las manifestaciones de la religiosi-
dad popular y las devociones tradicionales estén enriquecidas con la Palabra
de Dios, y que respondan a un verdadero sentido bíblico, litúrgico y ecumé-
nico, etc.
«En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuer-
za activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer
la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla
para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada.
Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien
sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particular-
mente a la hora de pensar la nueva evangelización» (EG 126).
Así como la vida corporal se debilita o enferma, también la vida cristiana pue-
de «enfermar» de la patología del pecado. Son necesarios los «sacramentos de
curación», a saber, la Penitencia o Reconciliación, y la Unción de los enfermos (so-
bre la Unción, véase el apartado 8). Ambos sacramentos constituyen el centro
de la «curación cristiana» que Dios ha dejado para remediar el pecado.
La enfermedad del pecado suele venir acompañada de otra enfermedad to-
davía más grave, que es la «pérdida del sentido del pecado» (Pío XII, 1946). Esta
pérdida tiene raíces culturales (como el secularismo y el indiferentismo) y
eclesiales (deficiencias en la educación de la fe, en la praxis sacramental o en 139
la formación moral). Pero si se pierde el sentido del pecado, se hace difícil la
conversión necesaria. Los principales medios para impulsar esa conversión
son:
• La formación de la conciencia y la práctica sacramental (especialmente
de la Penitencia previa a la comunión eucarística), para habituar a los fieles
a recibir la misericordia de Dios como centro de la existencia cristiana.
• Los ministros del sacramento han de procurar una praxis de la Penitencia
como encuentro personal con Cristo en las formas previstas actualmente
por el Ritual: A) confesión individual y ordinaria; B) preparación comu-
nitaria y confesión personal; y C) absolución comunitaria sin confesión
individual, prevista solamente para situaciones muy excepcionales.
Esta tarea se realiza dentro de la fam ilia misma y abriéndose a las demás
familias, infundiendo ese clima familiar en las parroquias, escuelas, grupos
eclesiales, y en general en la sociedad. Así se contribuye a edificar la familia
de Dios en la Iglesia y en el mundo.
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
s a c e rd o c io d e la p ro p ia e x is te n c ia • p é r d id a d e l s e n tid o d e l p e c a d o
c e le b r a c ió n fr u c tu o s a • ig le s ia d o m é s tic a
s a c ra m e n to s d e la fe • c u ltu r a d e ia v id a
e d u c a c ió n m is ta g ó g ic a • Ig le s ia c o m o m is te rio d e v o c a c ió n
re lig io s id a d p o p u la r יd u e lo
p r in c ip a le s p a ra la fo r m a c ió n e n e s te á m b ito ?
la p e n ite n c ia ?
6. S e ñ a la a lg u n a s p a u ta s p a ra el a c o m p a ñ a m ie n t o d e las fa m ilia s .
te?
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee los siguientes textos y haz un com entario personal utilizando los conté-
nidos aprendidos:
g e n tiu m , n. 3 4 ).
2 8 y 3 4 ; PO 2 y 5)».
B arcelo n a 1 9 8 8 , p p . 1 3 8 -1 3 9 )
«U n a b u e n a e d u c a c ió n e s c o la r e n la te m p r a n a e d a d co lo c a s em illas q u e p u e d e n p ro -
(Juan P ablo II, Ene. Centessim us annus, 3 9 ). En la fa m ilia se c u ltiv a n los p rim e ro s h á b ito s
v a lo ra c ió n d e las cosas q u e re c ib im o s , a d o m in a r la a g re s iv id a d o la v o ra c id a d , y a p e -
S U MA R I O
• Benedicto XVI, ya antes de ser Papa, subrayó las dim ensiones sociales
de la fe, de la esperanza y el amor, como se refleja luego en las encíclicas
Deus cantas est, Spe salvi, y en la escrita con el papa Francisco, Lumen fidei.
150 Ya había destacado -como prefecto de la Congregación para la Doctrina
de la Fe- la relación entre evangelización y promoción hum ana en las Ins-
tracciones sobre liberación y salvación (1984 y 1986). Publicó también la
encíclica Caritas in veútate. Durante su pontificado se elaboró el Compendio
de la Doctrina social de la Iglesia (2005).
En Deus caritas est señala que el amor cristiano lleva consigo asumir la dinámica
de la entrega de Cristo, sobre todo en la Eucaristía, lo cual comporta un ejercicio
práctico del amor (cf. n. 14). La caridad es tan esencial en la naturaleza y la mi-
sión de la Iglesia como la fe y los sacramentos (cf. n. 25, vid. también el motu
proprio Intima Ecclesiae natura, de 2012).
«Jesús se hizo pobre por nosotros para que nos enriqueciéramos con su pobreza»
(2 Co 8, 9), viviendo el desprendimiento de los bienes materiales (cf. Mt 8,
20). En la primera bienaventuranza los pobres de espíritu son quienes están
desprendidos de lo que poseen, no solo de lo superfluo, para compartir con
quienes no tienen, y así se enriquecen por el encuentro con Cristo en los po-
bres (cf. 2 Co 8,1-9).
Jesús manifestó una atención especial por los pobres y necesitados, enfermos
y débiles. Todavía más, Jesús invita a reconocer su presencia en los pobres,
que son sus hermanos (cf. Mt 25,40)» (CEC 2449).
«En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer
a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola (cf Le 16,19-31). En dicha muí-
titud hay que oír a Jesús que dice: "Cuanto dejasteis de hacer con uno de estos,
también conmigo dejasteis de hacerlo" (Mt 25,45)» (CEC 2463).
Los pastores deben tener en cuenta esta tarea propia de los laicos, que puede
vivirse de varias formas y con muchos estilos.
Así como en tiempos de san Pablo los atenienses escucharon el mensaje apos־
tólico en el areópago, el lugar de participación ciudadana en Atenas, hoy los
nuevos «areópagos» son, entre otros, los medios de comunicación, el arte y la
ecología.
c) Evangelización y ecología
La relación con la Tierra y el cosmos puede ser camino del amor a Dios y del
servicio a las personas: la contemplación de la armonía del mundo, el trabajo
responsable y el cuidado de la naturaleza.
160 «Toda criatura posee su bondad y su perfección propias [...] Las distintas cria-
turas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la
sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la
bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas»
(CEC 339).
n e c e s ita d o s
m u n u s re g io o d e re a le z a
• s a n tific a c ió n d e l tr a b a jo
d im e n s ió n s o c ia l d e l c ris tia n is m o
• n u ev o s a re ó p a g o s
el h o m b r e , « c a m in o d e la Ig le s ia »
• c o m u n ic a c ió n in s titu c io n a l
c a rid a d e n la v e r d a d
• e c o lo g ía h u m a n a
d e s a rro llo h u m a n o in te g r a l • c o n v e r s ió n e c o ló g ic a
a lg u n o s h ito s h is tó ric o s y te o ló g ic o s .
2. ¿ Q u é in te ré s t ie n e a c t u a lm e n t e la D o c tr in a s o c ia l d e la Ig le s ia e n re la c ió n c o n
la e v a n g e liz a c ió n ?
4. ¿ Q u é es la s a n tific a c ió n d e l tr a b a jo y c u á l es su lu g a r e n la m is ió n d e la Iglesia?
tu a le s ?
6. ¿ Q u é t ie n e q u e v e r la v id a p o lític a y c iu d a d a n a c o n la e v a n g e liz a c ió n ?
7. ¿En q u é s e n tid o h a b la m o s d e n u e v o s a re ó p a g o s ?
8. E x p lic a c ó m o el a r te y la e c o lo g ía s o n t a m b ié n á m b it o s im p o r t a n t e s e n la n u e -
v a e v a n g e liz a c ió n .
162
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un com entario personal utilizando los contenidos
aprendidos:
Ella, sin e m b a rg o , n o es ni ex c lu s iv a, ni e x c lu y e n te .
e l ro s tro d e C ris to q u e nos lla m a a s e rv irlo e n ello s:"L o s ro stro s s u frie n te s d e los p o b res
son ro stro s s u frie n te s d e C ris to "(J u a n P a b lo II, C a rta a p . S a lvifícid o lo ris, 1 7 8 ). (...)" C u a n -
to lo h ic ie ro n co n u n o d e esto s m is h e rm a n o s m ás p e q u e ñ o s , c o n m ig o lo h ic ie ro n " (M t
su fe .
sus d e re c h o s » .
(C E LA M , D o c u m e n to de A p are cid a, 2 0 0 7 , n n . 3 9 2 -3 9 8 )
164
TEM A LA PRÁCTICA
11 DEL ECUMENISMO
Con este tema damos comienzo a la cuarta y última parte de nuestro
programa.
La Misión de la Iglesia incluye la actividad en orden a la restauración de
la unidad de los cristianos (cf. RM 50). En efecto, «las divisiones entre los
cristianos son un obstáculo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de
la catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella
ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena
comunión. Incluso se hace más difícil para la propia Iglesia expresar la
plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad misma
de la vida» (UR 4).
Este tema se centra en la p rá c tic a del ecumenismo, y p resu po n e que el
lector ya conoce los principios dogmáticos de la Iglesia Católica sobre el
ecumenismo, expuestos en el Decreto U nitatis re d in te g ra tio (= UR) del
Concilio Vaticano II.
fe.
SUMARIO M
te q u e s is y e n s e ñ a n za re lig io s a e s c o la r · 5 .3 . D im e n s ió n e c u m é n ic a d e la e n s e ñ a n za
te o ló g ic a · 5 .4 . D im e n s ió n e c u m é n ic a d e la o ra c ió n y d e l c u lto · 5 .5 . T e s tim o n io
4. El mutuo conocimiento
«Es necesario que las instituciones de la sagrada teología y de las otras dis-
ciplinas, sobre todo, históricas, se expliquen también en sentido ecuménico,
para que respondan lo más posible a la realidad» (UR 10).
Sobre la dimensión ecuménica de la teología y de la catequesis, cf. Pontificio
Consejo para la Unidad de los Cristianos, «La dimensión ecuménica en la forma-
ción de quienes trabajan en el ministerio pastoral» (1995).
En las instituciones de educación superior la dimensión ecuménica de la en-
señanza teológica puede cultivarse de varias formas:
• facilitando la información histórica pertinente (personas, hechos, doctrinas);
• situando los sucesos en sus contextos históricos y evitando la polémica;
• destacando las materias que afectan al ecumenismo en cada disciplina, y los
resultados positivos alcanzados en los diálogos teológicos oficiales;
• subrayando el patrimonio común de vida religiosa y espiritual, así como la
comunión -aun incompleta- que ya existe entre todos los cristianos;
• todo ello acompañado de amor a la verdad, junto con la caridad y la humildad.
״d iá lo g o e c u m é n ic o • p e re n n e re fo rm a
mo • te s tim o n io d e u n id a d
• e c u m e n is m o e s p iritu a l • d im e n s ió n e c u m é n ic a d e las d is c ip li
• e c u m e n is m o d e la s a n g re ñ as te o ló g ic a s
1. S e ñ a la las d im e n s io n e s d e la ta re a e c u m é n ic a .
2. E n u m e ra lo s c rite rio s p a ra e l d iá lo g o e c u m é n ic o (a n iv e l te o ló g ic o ).
3. ¿ Q u é tie n e q u e v e r la re n o v a c ió n d e la Ig le s ia c o n e l e c u m e n is m o ?
4. ¿ Q u é es e l e c u m e n is m o e s p iritu a l y c ó m o se lle v a a c a b o ?
nos?
n io d e los s a n to s y la p re d ic a c ió n ?
7. E x p lic a c ó m o la e d u c a c ió n d e la fe (c a te q u e s is y e n s e ñ a n z a d e la re lig ió n ) d e b e
c o n trib u ir al e c u m e n is m o .
8. ¿ C ó m o p u e d e s u b ra y a rs e la d im e n s ió n e c u m é n ic a d e la e n s e ñ a n z a te o ló g ic a ?
la r a lg u n o s e je m p lo s ?
d e la In d ia , c o n fe s ó a los e u ro p e o s d e s p u é s d e h a b e r c o n s e g u id o la in d e p e n d e n c ia d e
1 9 9 4 , p p . 1 7 2 -1 7 4 ).
3 6 7 4 0 2 ) ־.
S U MA R I O
h u m a n o , s a n id a d y c o m u n ic a c ió n so cial · 2 .7 . La c o la b o ra c ió n e c u m é n ic a e n s itú a -
c io n e s e s p e c ia les .
176 El estudio de estos aspectos de la actividad ecuménica se distribuye en dos
apartados. De un lado la oración común y la posible participación sacramental
común; y de otro lado la colaboración ecuménica y sus ámbitos.
«Cuando los cristianos rezan juntos, con una sola voz, -dice el Directorio de
Ecumenismo-, su testimonio común alcanza los cielos, pero también se escucha
en la tierra» (n. 187).
En 1994 señalaba san Juan Pablo II: «La oración debería siempre asumir aquella
inquietud que es anhelo de unidad, y por tanto una de las formas necesarias del
amor que tenemos por Cristo y por el Padre, rico en misericordia. La oración debe
tener prioridad en este camino que emprendemos con los demás cristianos hacia
el nuevo milenio» (Encíclica Ut unum sint, n. 12).
Matrimonio mixto es el matrimonio entre una parte católica y otra parte bauti-
zada que no está en plena comunión con la Iglesia Católica.
182 La experiencia muestra que estos matrimonios pueden ser ocasión de con-
vivencia ejemplar entre cristianos; pero no pocas veces también la diferencia
confesional causa dificultades en la vida del matrimonio y en la educación de
los hijos. En general, las confesiones cristianas -tam bién la Iglesia Católica-
aconsejan el matrimonio entre miembros de la misma comunidad de fe.
En todo caso, quienes contraen un matrimonio mixto poseen elementos «que es
necesario valorar y desarrollar, tanto por su valor intrínseco, como por la aporta-
ción que pueden dar al movimiento ecuménico. Esto es verdad sobre todo cuan-
do los dos cónyuges son fieles a sus deberes religiosos. El Bautismo común y el
dinamismo de la gracia procuran a los esposos, en estos matrimonios, la base y
las motivaciones para compartir su unidad en la esfera de los valores morales y
espirituales» (Juan Pablo II, Familiaris consortio, n. 78).
La atención a los matrimonios mixtos ha de tener en cuenta unas orientacio-
nes:
• Requieren una atención especial para su celebración y para la vida conyu-
gal, según la condición de cada cónyuge, su formación y práctica de la fe.
• Cuidar los elementos positivos que comparten como esposos cristianos: por
ejemplo, la oración en común y la meditación de la Palabra de Dios.
• Respetar las respectivas convicciones religiosas, sin minimizar sus diferen-
cías.
• La Iglesia Católica pide que ambos esposos acepten los fines y propiedades
esenciales del matrimonio.
A la parte católica se le pide, además, la disposición a mantener la fe y prometer
sinceramente hacer lo posible para que los hijos sean bautizados y educados en la
Iglesia católica. Su cónyuge debe ser informado de tales promesas.
A la parte no católica no se le exige ninguna promesa. No obstante, el Ordinario
del lugar, en orden a valorar la existencia de «una causa justa y razonable» que le
lleve a conceder el permiso para el matrimonio mixto, tendrá en cuenta el even-
tual rechazo de la parte no católica de tales compromisos.
• Si la parte católica, a pesar de sus esfuerzos, no consigue bautizar o educar
a sus hijos en la fe católica, al menos tiene el compromiso de hacer lo que
pueda con el ejemplo y la palabra.
• El matrimonio entre un fiel católico y un fiel de una Iglesia oriental sepa-
rada exige la forma canónica de celebración como requisito para la licitud.
En cambio, para la validez de los matrimonios entre católicos y cristianos protes-
tantes se requiere la forma canónica, si bien puede ser dispensada por graves razo-
nes, aunque se requiere alguna forma pública para la validez: en este caso puede
participar, si es invitado, un ministro católico con autorización del Ordinario del
lugar, pudiendo recitar algunas oraciones, leer la Escritura, hacer una breve ex-
hortación y bendecir a la pareja. Si ésta lo pide, puede invitarse a la celebración
católica a un ministro de otra comunidad eclesial.
• Como no es posible la comunión eucarística de cristianos no católicos, el
matrimonio mixto se celebra de ordinario fuera de la liturgia eucarística.
Por una razón justa, el Obispo local puede permitir la celebración de la Eucaristía,
y, en este caso, la decisión de admitir o no a la parte no católica del matrimonio a
la comunión eucarística (en principio, excepcionalmente) ha de tomarse de acuer-
do con las normas generales que existen en la materia, tanto para los cristianos
orientales como para los otros cristianos, y también sobre la comunión de un ca-
tólico en una celebración de otra Iglesia.
• Es conveniente que las respectivas jerarquías eclesiales colaboren para re-
solver los problemas que se presenten, y acompañar a estos matrimonios
en su vida cristiana.
a) La colaboración en la vida cultural (cf. Directorio, nn. 211 ss.) no debe con-
fundirse con influencias ideológicas y tornarse en un obstáculo para la uni-
dad. Como todas las formas de colaboración ecuménica, debe ser supervisada
por el Obispo del lugar, o el Sínodo de las Iglesias orientales católicas o la
Conferencia episcopal.
El objetivo es promover una cultura cristiana, una «civilización del amor» o hu-
manismo cristiano que se viene impulsando en la Iglesia desde Pablo VI. La «cul-
tura de la vida» no se restringe a la «defensa de la vida» de los no nacidos o de los
enfermos y ancianos, porque se extiende al cuidado de toda vida débil y de sus
necesidades materiales y espirituales.
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
• In te rc o m u n ió n o in te rc e le b ra c ió n · in s titu to s e c u m é n ic o s
• m a trim o n io s m ix to s
q u é h a y q u e te n e r e n c u e n ta p a ra re a liz a rla ?
2. S e ñ a la a lg u n a s c u e s tio n e s te o ló g ic a s q u e e s tá n e n e l tra s fo n d o d e l re c o n o c í-
n o c a tó lic o s ? En c a s o d e re s p u e s ta p o s itiv a , ¿ c ó m o y e n q u é c o n d ic io n e s ?
m ix to s .
a lg u n a s fo rm a s p o s ib le s .
9. ¿ Q u é v a lo r y fo rm a s p rin c ip a le s re v is te la c o la b o ra c ió n e c u m é n ic a e n los á m -
« (...) C u a n d o lo e x ig e la n e c e s id a d o lo s u g ie re un v e rd a d e ro b ie n e s p iritu a l, y co n ta l
Ig le s ia o rie n ta l.
m e n to s e n las c o n d ic io n e s a b a jo e n u m e ra d a s ( . .. ) .
p ara e l s a c ra m e n to d e s e a d o ; q u e p id a e s te s a c ra m e n to p o r su p ro p io d e s e o , q u e m a n í-
fie s te la fe c a tó lic a e n e s te s a c ra m e n to y q u e e s té d e b id a m e n te d is p u e s ta .
Este tema completa la cuarta parte sobre la acción eclesial «ad intra»,
estudiando algunas cuestiones que se plantean en la tarea ecuménica.
Exponemos, en primer lugar, la admisión a la plena comunión con la Igle-
sia Católica. En un segundo apartado abordamos la presencia y acción de
la Iglesia Católica en lugares de mayoría confesional no católica.
SUMARIO
- Como en el actual estado de las relaciones de la Iglesia Católica con las Comu-
nidades eclesiales surgidas de la Reforma del siglo XVI, aún no se ha llegado a
un acuerdo sobre la significación, la índole sacramental y la administración de la
Confirmación, quienes provengan de esas comunidades, deberán recibir el sacra-
mentó de la Confirmación según la doctrina y el rito de la Iglesia Católica, antes
de su admisión a la comunión eucarística (cf. Directorio n. 101).
Así pues, la acción de la Iglesia Católica no pretende «misionar» a los fieles or-
todoxos como si se tratara de la actividad ad gentes, puesto que la mayoría re-
ligiosa ortodoxa ya es cristiana. En cambio, pone en acto la actividad pastoral
dirigida a los fíeles católicos, y la actividad ecuménica de relación y respeto
hacia las Iglesias Ortodoxas.
Esta actitud de la Iglesia Católica se basa en que las Iglesias ortodoxas orien-
tales poseen los sacramentos y la sucesión apostólica, y se consideran «verda-
deras Iglesias particulares» (vid. Cong. para la Doctrina de la Fe, Carta Com-
munionis notio, 1992, y decl. Dominus Iesus, 2000). Por eso, aun sin la plenitud de
la comunión católica, las Iglesias ortodoxas son, para sus fíeles, «sacramento
de salvación».
En consecuencia, la actividad de la Iglesia Católica no pretende desarrollar
un «proselitismo desleal» para captar fieles de las Iglesias ortodoxas. Su in-
tención es atender a las comunidades católicas y establecer una sana colabora-
ción con las Iglesias ortodoxas. Para propiciar esas buenas relaciones, veamos
algunas indicaciones.
• re c e p c ió n o a d m is ió n e n la p le n a c o - · B a u tis m o « s u b c o n d itio n e »
m u n ió n c a tó lic a • « te r r ito r io c a n ó n ic o »
B a u tis m o p re v io • p ro s e litis m o d e s le a l
1. ¿ Q u é s ig n ific a y c ó m o se lle v a a c a b o la a d m is ió n a la p le n a c o m u n ió n e n la
Ig le s ia C a tó lic a ?
p ro b a c ió n ?
3. ¿Cuál es e l f u n d a m e n t o d e la p re s e n c ia d e la Ig le s ia C a tó lic a e n lu g a re s d e
4. S e ñ a la q u é in d ic a c io n e s p rá c tic a s d e b e n t e n e r s e e n c u e n t a a e s e re s p e c to .
5. ¿ C ó m o se d e b e a c tu a r c u a n d o fie le s o rto d o x o s p id a n s e r a d m it id o s a la c o m u -
n ió n c a tó lic a ?
Lee el siguiente texto y haz un com entario personal utilizando los contenidos
aprendidos:
« N o es e x tra ñ o , sin o to d o lo c o n tra rio , q u e h aya cristian o s d e o tra s c o n fe s io n e s q u e ,
A) Documentos eclesiales
C oncilio V aticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes y Decreto Ad gentes.
P ablo VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975).
Juan P ablo II, Encíclica Redemptoris missio (1990).
Benedicto XVI, Exhortaciones postsinodales Sacramentum caritatis (2007) y Verbum
Domini (2010)
Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013); Exhortación apostólica
postsinodal Amoris laetitia (2016).
P ontificio consejo de la cultura «Via Pulchritudinis»: camino de evangelización y de
diálogo, BAC, M adrid 2008.
B) Estudios
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J 203
ÍNDICE GENERAL
K________________ _
Introducción ........................................................................................................... 8