El Contractualismo de Thomas Hobbes
El Contractualismo de Thomas Hobbes
El Contractualismo de Thomas Hobbes
1. La teoría contractualista
1.1 Estado de naturaleza
Los hombres, para Hobbes, son iguales por naturaleza, tanto en facultades del
cuerpo (fuerza) como del espíritu (razón). Hobbes comprende al hombre como un
ser racional. Por racional comprende lo aritmético, lo geométrico, es decir, la razón
exacta.
En el estado de naturaleza los hombres viven en una constante pugna por los
honores, riquezas y placeres, esto es el origen de la competencia y la lucha; esto
permite identificar en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia:
competencia (por el beneficio), desconfianza (por la seguridad) y gloria (por la
reputación), todo lo cual conduce a la enemistad y a la guerra. En el estado de
naturaleza no existe un poder común, encontrándose en un estado de guerra real o
potencial, de todos contra todos. En este estado de beligerancia, los hombres
dependen de su fuerza y de su capacidad para la supervivencia, apoyándose aquí el
principio de auto conservación.
En este estado natural no existe la ciencia, conocimiento, letras, propiedad,
industria, prevaleciendo una situación de continuo temor y peligro de muerte
violenta. Tampoco existen la ley y la justicia: Para Hobbes, la existencia de la ley
implica como condición necesaria la existencia de un poder común, y dado que en el
estado de naturaleza este poder no existe, tampoco existe la justicia, ni la injusticia.
Lo mismo ocurre con la propiedad, el derecho de propiedad es suplantado por el de
apropiación, cada uno posee todo aquello que pueda conservar.
En el estado de naturaleza las reglas se definen como “la libertad que cada hombre
tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia
naturaleza, es decir, de su propia vida” “La vida es solitaria, pobre, embrutecida y
corta” (HOBBES 1992: pág. 103).
En un estado caótico, si bien los hombres son todos iguales por naturaleza, ninguno
es suficientemente fuerte como para no temerle a nada, ni tan débil que no pueda
ser peligroso. Todos los hombres, cualquiera sea, son desconfiables, “el hombre es
el lobo del hombre”, cada vecino es un enemigo que nunca respetaría al otro pues
no existen leyes, penas, moral o justicia en este estado natural, anárquico y violento.
Según la teoría Hobbesiana los hombres, que profesan la libertad y el dominio sobre
los demás, por su racionalidad y pasionalidad tienen la posibilidad de superar el
estado de guerra, guiados por el principio de conservación; para lograr este
principio, en el estado de naturaleza no existe un poder común, que organice y
proteja, no existe el “terror” a un poder que obligue a su cumplimiento.
Así, la pasión y la razón son las que guían a los hombres a obedecer a un poder
común, para salir de aquel estado de guerra e inseguridad que caracteriza al estado
de naturaleza: el deseo de tranquilidad y de placeres sensuales. Las pasiones que
inclinan a los hombres a la paz son: el temor a la muerte, el deseo de las cosas
necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas por medio del
trabajo. Es la razón la que puede crear “normas y leyes” para lograr la paz. Todo
esto se puede conseguir, según Hobbes, por medio del consenso mutuo.
Así surge el Estado, cuya esencia consiste en constituirse como una persona que
surge de pactos mutuos, que han sido instituido con el fin de que pueda utilizar la
fuerza común, cuando lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común,
con la utilización de “la fortaleza y medios de todos” (HOBBES, 1992; pág. 141). En
este caso, cuando el pacto es llevado a cabo voluntariamente, se puede hablar de la
constitución de un Estado político o Estado institución.
Una característica fundamental del poder soberano es que sus actos nunca pueden
constituir una injusticia para los súbditos, ni puede ser acusado de ello. Al acusar al
soberano de injusto, se acusa así mismo, de tal modo, el soberano no puede ser
castigado pues no se somete a ninguna ley. Una facultad del poder soberano es la
decisión sobre los medios de paz y de defensa, es decir, de la decisión sobre los
medios para conservar la paz y la seguridad, tanto en el ámbito interno como en el
externo. En este sentido, para Hobbes es inherente al soberano ser juez de qué
opiniones y doctrinas son adversas y cuáles conducen a la paz, teniendo un derecho
absoluto de censura, esto se fundamenta en la prevención de la discordia y la
guerra civil. También el soberano tiene el poder de prescribir las leyes civiles, las
cuales regulan la propiedad y las acciones de los súbditos; así como del derecho a
la judicatura para la resolución de controversias entre los súbditos. Hobbes
considera que estos derechos son la base donde se cimienta la soberanía,
constituyendo todos ellos en derechos inseparables: un Estado intrínsecamente
dividido no puede subsistir. En el caso de Inglaterra, Hobbes concibe a la separación
de poderes, entre el rey, los Lores y la Cámara de los Comunes, como el origen de
la guerra civil.