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Piezadelmes 2020-02

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PANEL DE SAN JUAN BAUTISTA.

CONVENTO DE SANTO DOMINGO DE LIMA

Los alfares sevillanos suministraron una amplia variedad de objetos cerámicos a


América a lo largo del siglo XVI, en una constante aspiración de los habitantes en aquél
continente de reproducir lo existente en Occidente e influyeron de una forma notable en la
cerámica colonial americana. (Sánchez-Cortegana, 1998), entre estos objetos ocupa un
lugar destacado el azulejo cuya exportación continúa a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Estas piezas embarcadas y llevadas a veces en seras y otras embaladas en cajas,


fueron trasladadas al territorio americano formando en ocasiones conjuntos importantes.
Estos a su vez se imitaron por diversos artífices. La presencia de estas piezas es
singularmente significativa en la ciudad de Lima en la que otro español, Juan del Corral se
afincará y realizará un sincretismo entre la cerámica criolla existente en esas tierras y el
estilo sevillano, no fue el único español ya que en la nómina de personas que se dedicaron
a la cerámica en América podemos citar a Diego Básquez de Lugo, que fundó un taller en
1620, pero aprendió el oficio lejos de la península, en México, a Diego de la Cerda, nacido
en Ayamonte a Domingo Díaz Herrera o Juan Sánchez Espinoza, si bien de estos últimos
prácticamente no se conservan obras sino testimonios documentales (Ramírez, 2004).

Figura 1.- Piezas de Juan del Corral pertenecientes a su primera época e incluidos en el zócalo del
Claustro de San Francisco en Lima.

Una de las obras más controvertidas es la de la portería y anteportería del Convento


de San Francisco limeño, obra de Juan del Corral para algunos (Ramírez, 2004), o de
Valladares para otros (San Cristóbal, 2006). Esta disparidad de criterios se debe a la
asunción de un estilo muy similar al de los Valladares por el pintor afincado en Perú, sobre
todo para llevar a cabo obras de complementación en conjuntos encargados a Triana, así
el 5 de febrero de 1641, Juan del Corral realiza concierto de obra con Francisco Mispilibar,
para realizar en cinco meses “la cantidad de azulejos que montaren un mil pesos de a ocho
reales a razón de veintitrés pesos de la dicha plata cada ciento (…) para la obra del claustro
del convento del Señor San Francisco” (Hart-Terré y Márquez, 1958).

La confusión entre las obras de ambos talleres lleva a Alice Frothingham, a citar el
panel de San Juan Bautista del claustro del Monasterio de Santo Domingo como probable
obra del taller de Valladares.1 Debe tenerse en cuenta que desde finales del siglo XVI y en
una buena parte del siglo XVII, los Valladares van a realizar la mayor parte de los encargos
relativos a la ciudad de Sevilla (Pleguezuelo, 2013) y ello se reflejó también en el nuevo
continente donde las obras más importantes que se conservan de dicha época, proceden
de dichos alfares.

Insertada en el centro de uno de los laterales del Convento de Santo Domingo de Lima
la pieza se encuentra enmarcada por motivos utilizados habitualmente en el taller de los
Valladares, pero su estilo, ciertas diferencias en el colorido y la similitud indiscutible con las
piezas realizadas para la escalera que da acceso al primer piso del citado convento indican
que se trata de una obra de Juan del Corral.

Figura 2.- Escena San Juan Bautista. Zócalo del Claustro de Santo Domingo en Lima.

1
En “Tiles of Spain”. Tanto en el pie de la Figura 175, como en la página 81, indica dicha atribución,
citando los azulejos que enmarcan dicha escena.
El 13 de mayo de 1665 Juan de Barbarán, Padre Prior del Convento de Santo
Domingo de Lima celebra un concierto con Juan del Corral para la fabricación de unos
azulejos, en el que el maestro azulejero indica: “se me ha de dar el mismo precio que se
satisfizo por los que di para la escalera de la portería principal del dicho convento conforme
al concierto que para ello hice”. Los azulejos objeto del encargo no llegarían a realizarse
debido a la muerte de del Corral, pero nos proporcionan documentalmente la autoría del
conjunto antes citado.

Tanto en las piezas de la escalera como en la del panel objeto de este artículo se
observan características comunes: Los colores que se emplean son el azul, verde, blanco,
anaranjado y marrón con una paleta de tonalidades significativamente inferior a la utilizada
por el taller de Hernando de Valladares. Los árboles están diseñados de forma análoga,
mostrándose en ocasiones podados o con el mismo dibujo, siendo frecuentes las
presencias de pájaros y otros animales y con un tratamiento parejo de la figura humana,
presidiendo todas las escenas un horror vacui, llegando a un barroquismo exento en las
piezas de los Valladares.

Figura 3.- Detalle Escalera. Claustro de Santo Domingo en Lima.


En la pieza, en la que existen azulejos mal colocados, podemos observar numerosas
influencias, una por parte de la pintura cuzqueña, que sobre la misma época de ejecución
(hacia 1665), comienza a mostrar diseños con bosques de pájaros de vistosos plumajes
(De Mesa & Gisbert, 1982), otra por parte del uso de escenas apaisadas, una posible
influencia de su zona de nacimiento en la provincia de Toledo y por último el uso de un
marco y de unos frisos en la escalera, sobre todo, propiciados por su conocimiento de la
azulejería de Triana.

Figura 4.- Escena San Juan Bautista. Zócalo del Claustro de Santo Domingo en Lima.

Podría sorprender la ubicación del retablo cerámico en lugar tan preeminente como
es el centro de uno de los laterales del claustro, pero ello posee una explicación y es la
importancia que adquiere la figura de San Juan Bautista para estos frailes dominicos que
al tiempo de llegar de España y dada la distancia con la Provincia de Santa Cruz, fundada
en la isla de Antigüa, fundan una nueva provincia a la que denominan Provincia de San
Juan Bautista del Perú. San Juan Bautista es predicador (“Yo soy la voz que clama en el
desierto”) y nadie mejor para ilustrar a la orden de Predicadores de Santo Domingo.

La altura de la escena (hemos comprobado que es aproximadamente 65 cm), es


idéntica a la de las escenas de las piezas de la escalera, por ello no sería de extrañar su
posible realización para el rellano de la escalera (Ramírez, 2004) y que al ser tema tan
central para estos dominicos pensaran en su cambio de ubicación.

Este panel de cerámica sería de los últimos realizados por el taller de Juan del Corral,
un taller en el que trabajaron numerosos esclavos negros y que contrataba en numerosas
ocasiones a otros pintores de caballete para realizar sus obras. A diferencia de la primera
época del autor en el que el sincretismo con las piezas sevillanas es muy importante, hay
un alejamiento hacia una estética más barroca y personal.

Fig. 5.- Escena izquierda. Juan Bautista


Fig. 6.- Escena derecha. Bautismo Jesús

La escena se descompone en dos partes, a la izquierda el santo aparece con las ropas
que utilizaba en su retiro del desierto, es decir el vestido de piel de camello (Mateo, 3,4) y
es iluminado por un rayo divino, a sus pies la figura del cordero que alude a Cristo. A la
derecha se muestra el bautismo de Cristo, figurando el santo de rodillas a pesar de
encontrarse en lugar más alto. Una filacteria con la leyenda “HOC EST FILIUS MEUS
DILECTUS”, es decir “Este es mi hijo muy amado”, tal y como se indica en el Evangelio de
San Mateo 3,17. Esta segunda escena podemos dividirla a su vez en dos elementos: la
purificación en el agua del río y la teofanía o descenso del EE.SS.

Fig. 7. Filacteria. Detalle Fig. 8. Ciervo. Detalle

Adquiere además el sentido de una prefiguración de la resurrección ya que la


inmersión en agua puede interpretarse como la muerte y su salida, la resurrección en base
al bautismo. A la izquierda de la escena hay un ciervo, símbolo del alma humana: “Como
jadea la cierva tras las corrientes de agua, así jadea mi alma en pos de ti, mi Dios”.

A la derecha otro cervatillo justo al lado de la escena bautismal y es que el ciervo


bebiendo es un motivo relacionado con el bautismo que calma la sed del espíritu y limpia el
pecado original (Reau, 1957).

Alfredo García Portillo. Febrero 2020


BIBLIOGRAFÍA:

De Mesa, J. & Gisbert, T. (1982). Historia de la pintura cuzqueña. Fundación A.N.


Wiese.

Frothingham, A. (1969). Tile Panels of Spain. New York

Hart-Terré, E., & Márquez, A. (1958). Las Bellas artes en el Virreinato del Perú:
Azulejos limeños. Revista del Archivo Nacional del Perú. Tomo XXII. Lima

Pleguezuelo, A. (2013). Un palacio de azulejos. Apuntes del Alcázar de Sevilla,


14, 214-233.

Pleguezuelo, A. & Sánchez, J. M. (1996). Le grandi manifatture spagnole Triana


ed America: le ceramiche esportate nel XVI secolo. Ceramica Antica. Mensile
Sullárte Della Maiolica, Della Porcellana e del Vetro, 6 (61), 20-34.

Ramírez, L. (2004). Juan del Corral y la azulejería limeña del siglo XVII. Museo
Nacional de Arqueología, antropología e historia del Perú.

San Cristóbal, A. (2006). Nueva visión de San Francisco de Lima. Instituto


Francés de Estudios Andinos. Lima

San Cristóbal, A. (1999). Aparecen azulejos en la Catedral de Lima. El Comercio


6 de octubre de 1999.

Sánchez, J. M. (1998). La cerámica exportada a América en el siglo XVI a través


de la documentación del Archivo General de Indias: II: ajuares domésticos y
cerámica cultual y laboral.

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