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Comentario Filológico V

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COMENTARIO FILOLÓGICO V

El texto propuesto para comentario parece pertenecer a finales del siglo XIII y
principios del siglo XIV, más concretamente después del año 1276. Recordemos que por esta
fecha se produce la llamada “reforma alfonsí” de Alfonso X el Sabio, con la que la lengua
castellana, frente al latín, se normalizó dando lugar a lo que conocemos como castellano
alfonsí. Esta normalización y normativización permitió que el español mantuviera a lo largo de
la Edad Media una cierta estabilidad y unidad como lengua de transmisión cultural. Por lo
tanto, el texto sería posterior a esta reforma teniendo rasgos que lo identifican con el español
alfonsí.

La valoración de cada uno de los rasgos y de todos juntos permitirá proponer una
fecha aproximada, ya que debemos recordar que en los fenómenos lingüísticos las fechas
nunca son exactas. En ocasiones resulta complicado hacer su datación ya que muchos de los
textos se conservan en copias de otras épocas, por lo que se confunden los rasgos del texto
original con los rasgos de las consiguientes ediciones. Del mismo modo, muchas veces son los
rasgos extralingüísticos los que nos pueden ayudar a establecer la cronología de un texto. En
este caso, existen varios rasgos determinantes que nos permite fijar el texto en la fecha
indicada y que comentaremos a continuación en los siguientes niveles.

NIVEL FONÉTICO-FONOLÓGICO

1. VOCALISMO

El sistema fonológico español de las vocales se estableció en época prerromance, pues


con la diptongación de las vocales abiertas tónicas –e, o- del latín vulgar, y el consiguiente
desdoblamiento vocálico que supuso, el sistema pasó al actual: a, e, i, o, u. Además los teóricos
piensan que los alófonos vocálicos del español medieval eran ya los actuales. Pueden existir
casos de no diptongación en nasal trabante o casos específicos que hayan pasado como
cultismo.

El vocalismo tónico: el vocalismo tónico aparece fijado desde la constitución de la


norma escrita castellana que realizó Alfonso X, pero aún después de la segunda mitad del S.XIII
se pueden registrar palabras con y sin diptongación de las vocales en posición intermedia.

1. La e breve tónica se diptongó en ie, como ocurre en bien>BENE. Pueden aparecer


palabras que presenten dicho diptongo y que no sean fruto de la diptongación de e
breve tónica latina, sino que etimológicamente ya presentaban dicho diptongo
vocálico.

2. La o breve tónica se diptongó en ue como podemos ver en nuevas > NOVAS, vuestra>
VOSTREM.
Vocalismo átono: en su evolución al español, las vocales átonas iniciales se
confundieron más que con las tónicas pero menos que las átonas interiores y finales. Hasta el
S.XIV, las vocales átonas suelen mantener el timbre etimológico.

En posición final, la vocal /e/ podía caer mediante apócope. Lo más significativo es la
apócope extrema cuando la /e/ va precedida de consonante que no sea n, s,r,l,d o la actual
/θ/.Este rasgo será determinante en nuestro comentario, pues nos indicará que el texto es
posterior, ya que este fenómeno se inicia en el siglo XI y se consolida definitivamente en el
siglo XIII, no teniendo ningún ejemplo reflejado en el texto que nos lleve a pensar que el texto
es anterior. A considerar también la pérdida de la –e en los pronombres personales átonos m´,
t ´, s´, l´. Los dos primeros se perdieron en el último cuarto del siglo XIII, cuando el español
recompone la –e final; s´ durará un siglo más, pues todavía se registra en el Arcipreste de Hita
y en Sem Tob, y l´ llegará hasta el siglo XV.

Otro rasgo que podemos señalar es en el imperfecto. Los imperfectos acababan hasta
el XIV en –ié. En el siglo XIV alternarán estas formas con las terminadas en –ía, como podemos
ver en avian.

2. CONSONANTISMO

Centraremos esta parte del comentario en dos aspectos: en primer lugar, el par
opositivo de las labiales; y en segundo lugar, los otros pares opositivos (dentales, velares,
palatales) agrupados en las sibilantes. Sin embargo, haremos mención antes a la presencia de
la F- inicial, rasgo que perdura en la grafía hasta principios del siglo XVI, como vemos en
“folgar”, “fazienda”, “fata” “fablemos”. Esta “f” empezó a aspirarse, pudiendo llegar a
perderse, desde los orígenes del español, pero incluso en los Siglos de Oro, podemos
encontrarla como rasgo arcaizante.

- Los fonemas bilabiales sonoros /b/ y /v/: se podían realizar como oclusivo /b/ y como
fricativo /v/. Esta diferenciación sólo se da en situación intervocálica.

o Fonema bilabial oclusivo /b/, cuya grafía era b, en posición intervocálica


proviene de una –p- latina sonorizada.

o La realización bilabial fricativa [β] la cual se representaba gráficamente


mediante u/v en posición intervocálica, podía proceder:

 Por un lado, de la fricatización de /b/ intervocálica. Ejemplo:


“avedes”>HABERE

 Por otro lado, de la consonantización de –v- intervocálica. No hay


ejemplos en el texto. La grafía –u- con valor consonántico llega hasta
el s. XVIII (1726). Desde la 2ª mitad del XIV alterna con la grafía v.

Dicha evolución del castellano medieval prefijó la grafía b cuando esta consonante
formaba parte de un grupo que contuviese las líquidas /l/ o /r/. Por el contrario, si la bilabial
sonora iba precedida de algunas de esas dos consonantes líquidas, se escribía con las grafías
u/v, aunque esto último no se aprecia en el texto. Por su parte, en posición inicial de palabra,
se escribía, b o u/v por razones etimológicas, es decir, según si tenían B- o V- en latín: “bien”
>BENE, “vos”> VOSTRUM.

- Sibilantes

o En el español, el fonema predorsodentoalveolar africado sordo /ŝ/ se


representaba con las grafías c o ç. Dicho fonema aparece representado con la
grafía c en palabras cueyta, commo, y con la grafía ç en Valençia, dolencia,
caças. Respecto al fonema predorsodentoalveolar africado sonoro /z/, se
representaba con la grafía z, como se puede ver en fazienda, plazer. Esta
diferenciación se mantuvo hasta el siglo XVI, en que se fricatizaron y se
ensordeció el sonoro, pasando, a finales del XVI, a tener una pronunciación
interdental.  La ç (c con cedilla) como grafía desaparece en 1726.

o El fonema apicoalveolar fricativo sordo/s/, se representaba con las grafías s-


en posición inicial (Sanchez, salut), con –s en posición final de palabra (sodes,
aues, canes) o si aparecía seguida de una consonante, (respuesta, desto,
vuestra) así como la grafía –ss- en posición intervocálica (tomassedes). Por su
parte, el fonema apicoalveolar fricativo sonoro/z/, se representaba con –s-
intervocálica, como se aprecia en seso. Esta diferenciación fonemática se
mantuvo hasta el XIV en que se perdió el fonema sonoro.

o También se conservaba en la época medieval la distinción entre el fonema


dorsopalatal fricativo sordo /š/ que se representaba gráficamente con x, como
podemos ver en la palabra dexedes, y su variante sonora /ž/, representada
gráficamente mediante g,j e –i- intervocálica. Esta diferenciación fonemática
se mantuvo hasta el XVI en que se perdió el fonema sonoro.

 La g aparecía cuando iba seguida de las vocales palatales /e/ e /i/.


ejemplo, “rogedes”, “Berengel”.

 La j aparecía seguida de la vocal central /a/ o de las vocales velares /o/


y /u/, por ejemplo “enojo”.

 La –i- intervocálica.

A modo de conclusión de este plano fónico, diremos que, el hecho de no encontrar


cualquier otro tipo de apócope, nos indica que es un texto posterior a la reforma alfonsí,
donde, entre otras modificaciones que veremos en el siguiente nivel, se eliminó la apócope por
considerarse extranjerizante.
NIVEL MORFOSINTÁCTICO

1. SUSTANTIVO

Como rasgo característico de los sustantivos, cabe decir que en época medieval
carecían de morfología consolidada ya que expresaban vacilaciones de género y número. No
obstante, esto no se aprecia en el texto ya que cada sustantivo concuerda en género y número
con los determinantes, verbos y adjetivos que le rodean. Ejemplo: la carta; el grand placer, la
merçed de Dios, los jnfantes.

En cuanto al nombre propio, este se puede dividir en topónimos (Ej. “Valençia”) y


antropónimos (Ej. “Sancho”, “Sánchez”, “Pedro”, “Rramon”, “Berengel” y “Dios”), aunque la
división no puede ser tajante pues el trasvase es constante, como es constante la interferencia
entre nombre propio y nombre común. Como principales características del nombre propio
podemos destacar su mayor resistencia al desgaste fonético, es decir, la no evolución normal
de sus étimos y, como consecuencia, la conservación en muchos casos de formas y palabras
arcaizantes o desechadas por el uso. Otros rasgos son la pérdida del contenido semántico
primitivo así como la conservación de lexemas procedentes de lenguas no latinas
(germanismos, arabismos, etc.), tal y como ocurre con “Ramon”, nombre germánico. También,
en ocasiones quedan restos fonéticos fósiles en la onomástica, como ocurre con “Dios”, que
procede del nominativo latino DEUS, cuya evolución fonética coincidía con la del acusativo
plural, por lo que se creó un plural antietimológico: dioses.

Prosiguiendo con el nombre común, en el texto se registran sustantivos de


procedencia latina como “Señor”< SENIOR, “Salut”< SALUS, “plazer”< PLACERE, “ave”< AVIS,
“canes”< CANIS o “infantes”< INFANTEM. Del mismo modo, los nombres comunes podían
tener procedencia no latina, como “cueyta”, que procede el occitano. Igualmente, es
importante estudiar diacrónicamente la evolución semántica del sustantivo ya que según
Ullmann (1967) son seis las causas que provocan el cambio semántico: lingüísticas, históricas,
sociales, psicológicas, por influjo extranjero y por la existencia de un nuevo nombre. En el
texto se identifica tal cambio semántico en la palabra “infante”, pues pasó de significar “el que
no habla” o “niño pequeño” a “noble que no ha heredado aún; hijo de reyes”. Otro caso es
“djneros”, que en época medieval hacía referencia a una “moneda de plata y cobre usada en
Castilla en el siglo XIV y que equivalía a dos cornados” para pasar a significar “moneda
corriente”.

Asimismo, cabe destacar la distinta evolución fonética de las palabras, lo que hace que
se dividan en cultismos, semicultismos y populares (o patrimoniales). Son cultismos aquellas
palabras que apenas han sufrido cambios en su evolución, como por ejemplo “placer >
PLACERE, “infante”< INFANTEM; los semicultismos presentan una evolución fonética normal,
como “padre”< PATER en la que la oclusiva sorda /t/ sonoriza en /d/, o “rey”< REGEM, en la
que cae la oclusiva sonora /g/. Finalmente, un ejemplo de palabra patrimonial del castellano
que se identifica en el texto es “enojo”< enojar > INODIARE, la cual pasa por un proceso de
yotización, “enojo” (normalmente son palabras patrimoniales aquellas que presentan yod).
2. ADJETIVO.

En cuanto a la posición del adjetivo con respecto al sustantivo intervienen factores


semánticos, estilísticos y estructurales (Lapesa, 1975). Como regla, se puede decir que suelen ir
antepuestos los valorativos y los cuasi determinativos, mientras que suelen posponerse los
descriptivos y los de relación o pertenencia. Así nos encontramos adjetivos antepuestos en mal
pecado, malos merecimientos, buena mugier, etc; y otros pospuestos como condiciones
çiertas.

El comparativo latino fue sustituido por la perífrasis con más, menos, tan, etc. (pero no
se registra en el texto). El superlativo latino –ísimo se perdió en el latín vulgar. En la Edad
Media existe algún ejemplo (Berceo), pero hay que atribuirlo a influjo latinizante. El superlativo
en -ísimo se introduce por vía culta en el siglo XV y, aún en 1626, Correas dice que no es forma
española. Todavía no son abundantes en Garcilaso y Boscán, pero, pese a la opinión de
Correas, en el siglo XVII están ya incorporados al sistema gramatical español.

En nuestra lengua quedan restos de origen culto de superlativo sintéticos latinos como
mínimo, máximo o ínfimo, aunque no se registra ningún ejemplo. La perífrasis superlativa con
`multum´ ya la utilizaban Cicerón y Horacio y fue la más empleada en todas las épocas. En el
fragmento propuesto para comentario aparecen algunos ejemplos como “muy grand pesar”.

3. ARTÍCULO

En un estudio diacrónico, solo podemos hacer referencia a las distintas teorías que
sostienen que un es un pronombre indefinido (Alarcos) o a que el es un demostrativo (Lázaro).
Lapesa, en cambio, establece que tanto un como el son actualizadores. Tanto el como un
proceden de pronombres latinos en función adjetiva, aunque la gramaticalización de el fue
más temprana que la de un. Un se desarrolló a fines de la Edad Media, sobre todo en plural. En
la Edad Media su índice de aparición es del 15%, mientras que en el Siglo de Oro es del 30%, y
hoy de un 40%. Es más, hasta el siglo XIII un no suele aparecer con preposición, dándose sobre
todo su uso con CD sin preposición.

La ausencia o presencia del artículo depende de los semas del sustantivo, esto es, si es
abstracto, no aparece y si es concreto, suele aparecer. Sin embargo, esto no parece cumplirse
aquí, puesto que vemos el artículo el o la con nombres abstractos como la (vuestra) dolencia,
la (vuestra) salut; y con nombres concretos como la carta, el castiello.

4. POSESIVO

Pasando ya a los posesivos, se debe recordar que la diferenciación genérica de los


posesivos existió en el castellano primitivo masculino (mio, to, so) y femenino (mia, tua, sua;
mie, tue, sue; mi, tu, su). Con todo, las formas tue y sue probablemente no son otra cosa que
diptongos de to y so. Hoy la diferenciación genérica se mantiene solo en el occidente de
Asturias y León. En el centro y oeste de Asturias se usan las masculinas con sustantivos de
ambos géneros. Este uso del masculino con sustantivo femenino se da ya en las Glosas Silenses
y en el Cantar de Mio Cid. La diferenciación genérica se mantuvo hasta Alfonso X (su padre,
Fernando III, todavía distingue, pero en Alfonso X predomina tu y su).
“Tuyo” y “suyo” son formadas por analogía con “cuyo”. Para el posesivo de varios
poseedores, el latín conocía la forma `voster´, formada por analogía con `nostru´. La lengua
antigua y vulgar conoce una forma de reducción del grupo latino `nuesso´ y `vuesso´, de donde
se forma el pronombre personal de respeto “usted” (<vuessa merced, que en texto aparece
como vuestra merced). En cuanto a la estructura sintáctica destacamos los siguientes usos: en
primer lugar, “tuyo” y “suyo” se encuentran raramente antepuestos; la estructura artículo +
sustantivo + posesivo es muy rara en los siglos XII y XIII (de hecho, no aparece en el texto); por
su parte, la estructura este + su + posesivo se va desarrollando lentamente (tanto es así que no
se da en el Cantar de Mio Cid, Libro de Apolonio o Calila e Dimna); sin embargo, no se registra
en el texto, como tampoco se halla ejemplo alguno con artículo indefinido. Con
indeterminados o numerales, el español medieval prefería la anteposición, mientras que en el
siglo XVI predomina la posposición del posesivo. A su vez, con tratamientos (señor, etc.) se
prefiere la anteposición. Otras características del posesivo es el uso pleonástico del posesivo
de tercera persona acompañado de un genitivo posesivo (pero no se detecta en el texto), así
como el uso abundante de artículo + posesivo (Ej. “la vuestra dolençia” o “la vuestra salut”).

5. PRONOMBRE PERSONAL
Los pronombres tónicos no son muy abundantes (vos, el, yo) por cuanto generalmente
son expresiones de relieve y su uso generalmente es redundante como en el siguiente ejemplo
extraído del texto: fizo Dios a mí mucho.

Hasta el siglo XIII, vemos el uso de nos y vos como pronombres sujetos. (vos). En el
siglo XIV empiezan a alternar con nos otros y vos otros, que acabarán imponiéndose. A finales
del siglo XIV desaparecen prácticamente connusco ‘con nosotros’ y convusco `con vosotros’,
otro dato que nos sirve para datar al texto (líneas 8, 11, 17 y 21 con vusco).

6. OTROS DATOS

Otro aspecto clave que nos ayuda en la datación del texto es la sustitución de la
partícula “pora” por “para” que nos indica que el texto es posterior al siglo XIII, ya que cae en
desuso a partir del año 1284.

Partículas como non y nin perduran hasta el siglo XV. Esto demuestra que aún la
lengua se encontraba en un periodo de vacilación a pesar de que ya se había producido la
reforma alfonsí cuando se escribió este fragmento.

7. VERBO
En la evolución del latín al castellano, el verbo sufrió también una profunda
transformación. En primer lugar, las cuatro conjugaciones latinas se redujeron a tres por
pérdida de la tercera. Se perdieron también el futuro y el presente del participio, quedando
solo el participio de pasado. En lo que se refiere a los modos, tanto el indicativo como el
subjuntivo sufrieron una profunda reestructuración. Las formas de perfecto fueron
desplazadas por formas perifrásticas, con lo que el presente del tema de perfecto pasó a
integrarse en la estructura temporal del infectum de las formas simples; pluscuamperfecto
luchó largo tiempo por mantenerse en el indicativo.

En la Edad Media se encuentran numerosos casos de la forma -ra con valor del
pluscuamperfecto e incluso con valor de imperfecto de indicativo. El futuro latino fue
sustituido por una perífrasis con haber, debido a la influencia de las formas populares (Meyer
Lübke, 1926).

De todas maneras, el esquema temporal no estaba, en un principio, tan fijado como en


nuestros días. Durante toda la Edad Media, las formas compuestas podían tener el valor de las
formas simples y viceversa

Respecto a los verbos que aparecen en el texto, aparecen distintos tiempos verbales
conjugados en formas personales:

Presente de indicativo: sodes, sabe, he, quiero, queredes, se, enbarga, enbjo,

Condicional simple: querria

Futuro simple: sere, yre, leuare,

Pretérito perfecto simple: vj, troxo, dixo, oue

Pretérito perfecto compuesto: he enbiado

Presente subjuntivo: mandedes, vea, metan, vaya, fablemos, dexedes, otorgades,


sepades, veredes, tomassedes, sea, enbiedes, parta

Imperativo: sabet

Formas no personales o formas perifrásticas:

Infinitivo: aperçebjr, decir, ver, rogar

Participio: loado, escrita

Perífrasis: puedo creer, puedo folgar, auedes fazer, podades tomar, pueda uer.

También se separaron los elementos componenciales del futuro y del potencial,


separación que llegó hasta el siglo XVI, como vemos en “yre ver” o “fazer medes”.

Los tiempos verbales que aparecen conjugados en forma personal presentan las
desinencias que empleamos actualmente salvo una excepción en el pretérito imperfecto. La
desinencia de la segunda persona del plural del presente de indicativo y subjuntivo en el s. XIV
era en –ades, -edes e –ides (queredes, mandedes, dexedes, otorgades, sepades). En el siglo XV
se extiende la pérdida de la –d- en estas desinencias. En el siglo XVI triunfarán definitivamente
las formas –áis, -éis. –ís. Sin embargo, ya vemos como esta desinencia alternan con las
terminadas en –ía.

Los participios verbales del texto presentan las desinencias de los participios regulares
(loado) e irregulares (escrita)

Mención especial merecen los verbos auxiliares. En la Edad Media, el verbo ser
contenía significados que hoy contiene el verbo estar debido a que alternaban tres copulativos
para hablar de esencia y estado: yazer (‘estar tendido’), sedere / esse (‘estar sentado’ / ‘ser’) y
stare (‘estar de pie’). Yazer pasó a usarse para indicar ‘algo que permanece’ y ‘algo que se ve
desde arriba’. Ser y seyer conservan en parte su valor de duración junto con su significado
originario. Tanto yazer como seyer se utilizaron hasta fines del siglo XIV. Por tanto, a principios
del siglo XV, solo perduran ser y estar. Estar, en un principio, se empleaba, sobre todo, para
indicar ‘algo que puede cambiar’ o ‘la temporalidad en la atribución’, como vemos en este
fragmento en “estaua ya el Rey cerca de la muerte”. Ser solía utilizarse cuando el predicado
era un sustantivo, un pronombre, un infinitivo o iba seguido de “de + sustantivo”. Sin embargo,
ya desde los orígenes alternan ser y estar en contextos semejantes. Poco a poco, estar va
ganando terreno y a fines del siglo la situación de estar / ser es ya la actual, pero todavía en el
XVI domina ser cuando, en una expresión de localización, se excluye la posibilidad de que
pueda cambiar.

Por su parte, haber era empleado en la Edad Media como verbo transitivo y alternaba
con tener semánticamente: haber se encargaba de expresar la posesión incoativa (como
vemos en “placer que yo desto he” o en “gran cueyta oue”) y tener, la durativa; haber solía
usarse con CD abstracto y tener, con CD concreto. Ya en el siglo XV, el verbo haber como
transitivo decae, pero todavía se sigue usando durante el XVI, mientras que en el XVII ya
presenta un uso excepcional.

A modo de conclusión, respecto al verbo cabe decir que, a pesar de que el reparto de
funciones de los verbos tener y haber no es pleno en el texto (solo tener aparece con la función
adquirida tras la reforma alfonsí), podemos decir que el texto es posterior a 1270, fecha a
partir de la cual se empezó a consolidar este reajuste. Por lo tanto, este, entre otros rasgos
analizables dentro de este nivel morfosintáctico, nos han permitido datar el texto entre el
periodo señalado en la introducción, la primera mitad del siglo XIV.

NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO


Prosiguiendo con el nivel léxico-semántico, el primer aspecto a comentar es el tema
del texto. Se trata de una carta que un noble escribe a un rey para, en primer lugar, alegrarse
por su mejora en su estado de salud y para pedirle, mediante una serie de contradicciones,
poder disfrutar de su dinero. Estructuralmente, externamente el texto se divide en dos
párrafos mientras que internamente está constituido en tres partes: en la primera, el emisor
de la carta le muestra su felicidad tras enterarse por la carta que le trajo Sancho Sánchez de su
buen estado de salud. Por ello, para contrastar dicha mejoría, pide ir a visitar al monarca a
Valencia. En la segunda parte, el emisor de la carta le pone dos condiciones al rey para hacer
dicha visita: no hablar durante su visita de ningún tema que pueda afectar a la salud del
monarca y advertirle que, si el rey le deja disfrutar de su “djnero en su tierra”, este no le
visitará (siendo esto incongruente con la tercera parte, aunque se puede entender como una
estrategia discursiva que muestre modestia hacia el rey). Finalmente, la tercera parte temática
se corresponde con el segundo párrafo y viene a conectar con la segunda condición impuesta
anteriormente. Aquí nos dice que si el rey concede dicho derecho, él estará al lado del
monarca. Además, para que el placer sea pleno, ha pedido a los hermanos del rey (los infantes)
estar durante el encuentro. Por tanto, podemos concluir afirmando que el texto presenta una
estructura deductiva ya que al comienzo se presenta la idea principal (visita al rey) para,
posteriormente, ir desglosando una serie de ideas derivadas de esta visita al rey. Aunque
también se puede entender que tiene una estructura paralelística en la que ninguna idea se
subordina a otra (visita al rey por su mejora en su salud frente a la petición de poder disfrutar
de su dinero).
La cuestión del tema y estructura del texto guarda una estrecha relación con lo que
Greimas denominó isotopías semánticas, es decir, las distintas redes léxicas o conjunto de
palabras que se localizan en el fragmento propuesto para comentario y que mantienen entre sí
significados relacionados contextualmente. La primera isotopía se puede denominar `salud´ y
está formada por palabras como “sano”, “dolençia”, “salut”, “cuydado”; la segunda isotopía la
hemos titulado `concesiones del rey´ y está constituida mayoritariamente por verbos como
“mandedes a vuestros caballeros”, “dexedes comer mjs djneros”, “otorgades” o “querria que
en todo tomassedes uos plazer”, etc. Hay una tercera isotopía que se puede titular `patrimonio
del rey´ y la conforman “vuestra caçaderos”, “su fazienda”, “vuestra tierra”, “vuestros
hermanos”, etc.

En cuanto al sentido y a los recursos literarios, estamos ante un texto con gran
trasfondo semántico. En la primera parte del fragmento se detecta un ejemplo de hipérbole
cuando comenta que hasta que no vea al rey en persona, no creerá que se encuentra mejor.
Se puede entender como una exageración así como un recurso para forzar una visita, lo que le
lleva a hacer las dos peticiones (siendo la primera una estrategia cortés el no hablar de aquello
que pueda empeorar la salud del rey). Posteriormente, en la segunda condición se contradice
ya que primer le dice que si el rey le deja disfrutar de su dinero, no lo visitará para,
posteriormente, decirle que si le deja disfrutar, avisará a sus cazadores y a sus hermanos para
que el encuentro sea mejor. Por tanto, estamos ante un ejemplo de oxímoron y de antítesis
pues además de la contradicción, era poco probable que un noble impusiese condiciones a un
rey.

Pasando ya al apartando léxico. Debemos atender a los procedimientos de formación


de palabras. Se observan palabras derivadas mediante sufijos que indican flexión (Ej.
“respuesta”, “fazienda” o “dolençia”), pero no por prefijación ni composición. Tampoco se
observan palabras parasintéticas, hecho que es de extrañar pues son propias de los lenguajes
cultos. Igualmente, en lo referente a las palabras incorporadas en el texto, predominan los
cultismos (palabras que al pasar del latín al castellano presentan una evolución lógica y
normal, pasando así por todos los estadios de evolución naturales), lo que indica que estamos
ante un léxico castellano patrimonial. Ejemplos de cultismo son “fazienda”< FACIENDAM,
“infantes”< INFANTEM o “mano”< MANUM. Por tanto, podemos concluir afirmando que el
lenguaje del poema denota un carácter culto e instruido del autor.

En lo referente al léxico que puebla este texto, Cabe mencionar también la presencia
del vocablo “canes”, de procedencia latina, que se utilizó hasta comienzos del siglo XV y que
posteriormente fue sustituido por el término “perro”, que por aquel entonces tenía un uso
despectivo y poco frecuente.

Por último, la palabra “infante” ha experimentado un proceso de evolución semántica


a través del cual pasó de significar ‘el que no habla, el niño pequeño’, a ‘el noble que todavía
no ha heredado’ (hasta el siglo XII), ‘el hijo de reyes’ (hasta nuestros días), ‘cierto tipo de
soldado’ (italianismo del español que entró en el siglo XVI) o ‘niño pequeño’ (en los siglos XII y
XIII, conservada hoy como cultismo o en derivados del mismo étimo, como infancia o infanta).

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