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Marianela Medina - La Señora Dalloway

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Instituto de Educación Superior N.

º 28 "Olga
Cossettini”
Sede: Normal 1
Profesorado de Lengua y Literatura

 Trabajo: La señora Dalloway – Virginia Woolf


 Materia: Literaturas contemporáneas
 Profesora: Battaglia, María Gabriela
 Estudiante: Medina, Marianela

Año: 2023
Las voces de la señora Dalloway

Bürger en La teoría de la vanguardia (2000) explica la ruptura total que supone

este movimiento con respecto a las corrientes anteriores. La cual lleva a cabo una nueva

manera de pensar el relato en sí mismo, en donde se rompen el tiempo y el espacio

representados en los inicios de la literatura hasta ese momento. En la obra La señora

Dalloway de Virginia Woolf se observa de manera precisa estos aspectos disruptivos.

Sin duda, la prosa de la autora se encuentra impregnada por las estéticas y los

pensamientos de principios del siglo XX.

La diferencia entre la composición clásica y la vanguardia es que en esta última

hay una ruptura en la unidad del relato. Bürger (2000) sostiene que una obra

vanguardista no se comprende en el todo sino por cada una de sus partes, muchas veces,

conectadas sin sentido pero que en el contexto se entiende. Esto se puede ejemplificar

de manera concreta en la obra de Woolf. La historia transcurre entre pensamientos y

cavilaciones entre personajes, personas gramaticales que van y vienen, párrafos

extensos que no disponen de una unidad interna, no separan ideas ni personajes, entre

otros aspectos.

La realidad en esta obra se presenta no solo fragmentada sino también ambigua.

Los personajes dudan todo el tiempo de lo que ven y escuchan, es decir, de todo su

entorno. Por ejemplo, al inicio del relato Clarissa Dalloway duda sobre las palabras

dichas por Peter Walsh. La joven se cuestiona al respecto cuando la habla este

personaje: “«¿Meditando entre vegetales?» -¿eso dijo?- «Prefiero los hombres a las

coliflores» -¿fue eso lo que dijo?-.”. Otro caso, es el de las descripciones que también se

presentan ambiguas y contradictorias: “Las señoras llevan guantes, ¿por encima o por

debajo del codo?”.

1
Esta ambigüedad se vincula de manera directa con el vanguardismo, donde la

realidad no debía ser leída bajo los terminaos del racionalismo (esencial en el

modernismo) debía entenderse supeditada al lenguaje de los sueños a través de la

fragmentación, la pérdida de la unidad, la condensación, desplazamiento, sublimación y

collage. Debía romperse con el sentido impuesto por la concesión clásica en adelante.

A su vez, para comprender la realidad del siglo XX se vuelven a revisar textos

clásicos del Renacimiento como el Quijote o Hamlet, ya que las personas de este

momento comparten con ese contexto la desconfianza hacia una realidad que se

presenta ante sí de una manera engañosa. El sujeto de principio de siglo XX se siente

engañado por el discurso científico, así como el individuo del Renacimiento se supo

defraudado por los sistemas de fe. Sin embargo, el hombre del vanguardismo no solo

desconfía de su entorno sino también del sí mismo y es por ello que los estudios sobre el

inconsciente comienzan a tomar mayor relevancia. En la obra de Woolf se evidencian

los discursos psicoanalistas en ese cuidado y obsesión que tienen los personajes por las

palabras.

Otro aspecto a destacar del movimiento vanguardista y que la obra de Woolf

muestra es la crítica a las instituciones como los hospitales y al discurso científico en sí.

En la modernidad, la ciencia resulta la respuesta exitosa a todo tipo de preguntas, ya en

el siglo XX esto cambia. En la obra La señora Dalloway se ven los errores y las

imprecisiones en el diagnostico que le brindan a Septimus. Un personaje que sufre

shock postraumático después de participar en la Primera guerra mundial.

En cuanto a lo físico este ex soldado no presenta ninguna afección, sin embargo,

la salud mental del personaje se encuentra completamente deteriorada. La novela, de

cierta forma, expone que la realidad del sujeto va más allá de lo visible, de lo tangible.

2
Lo que importa es aquel lugar desconocido: el inconsciente, la mente humana en sí, las

enfermedades que no se pueden ver ni tocar. La intención se ejemplifica con el siguiente

fragmento: “(…) El doctor le había dicho que debía procurar que su marido (que no

padecía nada serio, aunque estaba algo delicado) debía interesarse en las cosas

exteriores a su persona”.

El desenlace del personaje resulta una analogía con algunos de los héroes de la

Antigua Grecia, aquellos peleadores que volvían de la guerra victoriosos, pero pagando

un costo altísimo. Tal es el caso de Áyax El Grande, quien en su locura (según

diferentes versiones del mito) se atraviesa con la espada en un momento de confusión y

alucinaciones. En la obra de Woolf, Septimus sufre, tiene la mirada perdida, habla entre

susurros, llora a vista de todos sin fundamentos, vive entre delirios que lo persiguen y lo

llevan a la angustia extrema.

En conclusión, quizás se pueda pensar que la indiferencia sufrida por este

personaje pueda asimilarse con la de Virginia Woolf, ya que esta se suicida el 28 de

marzo de 1941 tras sufrir depresión, trastornos alimenticios, entre otros padecimientos.

Bibliografía

BÜRGER, Peter. (2000). La Teoría de la vanguardia. Ediciones Península.

Barcelona, España.

3
WOOLF, Virginia. (2012). La señora Dalloway. Terramar Ediciones. Buenos

Aires, Argentina.

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