Geronima
Geronima
Geronima
Gerónima
Historia de una
mapuche que
murió de tristeza
Jorge Pellegrini
La actriz Luisa Calcumil interpretó a Gerónima en el film
De Raúl Tosso
Un médico que vive en General Roca, Río Negro, relata un caso de aculturación
extrema, que llevó a una aborigen a la psicosis y la muerte.
Artículo publicado en la revista El porteño Nº 5, mayo de 1982
Actualmente existe un libro editado en estos últimos años sobre el mismo caso
La transcripción es textual como fue hablada por Gerónima, sin correcciones
ortográficas
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“En Trapaleo nací. Mi papá también vivía allí. Le falleció la mujer. El también. Nosotros nos
quedamos allí en ese puesto, donde estamos nosotros. Nacidos y criados. Se llamaba Domingo
Sande. Mi mamá se llamaba Ignacia Changomil. También nació allí. Tengo una hermano mayor
nacido de ahí. Eduardo Sande”
‐¿cuántos años tendrá usted?
‐ ¡Quién sabe cuánto me pueden decir! .No tengo enrolamiento, me la llevó el oficial de El
Cuy. Se lo llevó todo. Los papelitos de los chicos también.
¿Cómo llegó desde Trapalcó? Podría decirse que no llegó: la llegaron. Una patrulla policial de El
Cuy acertó a pasar por su playa, la cargó y la trajo con sus hijos. Así fue como entró al hospital
sin estar enferma: simplemente por ser Gerónima, vivir en Trapalcó en una cueva. calentarse
en invierno con fuego y piedras calientes, “hablar la lengua” y portar en su presente ese
pasado sólo registrado en el olvido. Lo no asimilable a nuestros valores no existe o no debe
existir.
Trapalcó figura en alguno que otro mapa de la provincia de Río Negro ¿Como paraje?¿como
meseta? ¡vaya uno a saber!
Al parecer el nombre impreso en el corazón de la planicie desértica, sin vías de comunicación
ni poblaciones. Lo más cerca —¿a cuántas leguas?,— es un caserío reducido al que llaman El
Cuy, como homenaje al pequeño roedor que puebla esos parajes. Un ratón que sirve para
designar el inmenso territorio en el que se desparraman apenas escasos habitantes. Cola de
león... cabeza de ratón. Según como se piense. O también cola de ratón.
Zona de Gerónina y sus hijos. Zona de guanacos y de cuises, de mata achaparrada pegada al
suelo para aguantar la nieve y el viento. Tierra donde alguna que otra noche se agrandan los
campos corriendo las alambradas. Menos para Gerónima o Eliseo que a fuerza de esos
misterios catastrales nocturnos han ido cayéndose cada vez más de “la mapa” como ellos
suelen decir. –
Hasta hace menos de cien años lo campos eran fijos, las alambradas se quedaban quietas, y la
gente paisana le daba su nombre a la tierra, así como ésta los nombraba en una especie de
bautismo mutuo. Luego al correr el tiempo y los alambres, Gerónima, Eliseo, fueron perdiendo
su nombre y su acta bautismal, Se fueron conociendo cada día más, hasta no saber casi quién
es cada uno y el otro.
‐¿De quién es el campo en que están ustedes?
—Nosotros somos los dueños. Está así nomás sin alambrar, nada, campo así nomás. Nunca
alambramos, ni cuando mi papá fue rico. Los vecinos así están todos alambrados. Nosotros
estamos afuera. Mi finado padre tenía papeles, y el cuñado Curillanca lo retiró en préstamo y
ahora no quiere cuidar ovejas, chivas, nada. Nosotros tenemos unas chivas pero no las quiere
entregar. Las tiene cerquita no habrá un tranco..
— ¿En Trapalcó tiene gallinas?
—Gallinas no tenemos murieron todas. Tenemos dos perros nomás.
Parece que en medio de tanto lento naufragio, Gerónima pudo anclar en esa cueva de
Trapalcó y allí quedó mirándose al espeje de sus playas, de las recorridas de Eliseo, de la única
comida diaria, del rito renovado de buscar leña, y del arrancar un yuyo “para las aguas” o el
empacho.
Por eso al entrar, al hospital, venía tan llena de tierra. Lo primero fue bañarla. Rápidamente
perdió el polvo de su piel y más lentamente la tierra que guardaba en sus entrañas. El espejo
fue ‘crisándose’’ dentro de ella y Trapalcó, pasó a ser una sucesión de imágenes recreadas en
las que se replegó buscando refugio. Cayó su cueva en pleno hospital de un centro urbano.
Por entonces – 18 de agosto de 1976‐ ella era una presencia ambulante, por los pasillos del
hospital. Sin historia, “escasa colaboración” como consignan los historiales abiertos de sus
hijos Emiliana, Paulino, Floriano, Eliseo. Edades desconocidas, y calculadas más o menos. Tres,
cuatro…¿? Y once años respectivamente.
¿Qué se consigna en cada una de esas historias? Como motivo de internación se repite en
todas ellas: Pésima condición social. En estudio. Como enfermedad y estado actual: “Niño
encontrado en una cueva. Pésimo estado. Impresiona levemente enfermo. Estado físico:
desnutrición y raquitismo”.
Ahí nomás estoy yo.
—La casa donde están ustedes en Trapalcó, es la misma que tenían su papá y su mamá?
—Sí, la misma casa, ahí nomás estoy yo, yo me he criado y he nacido en ese rancho. Y ahí
también está mi cuñado, cerca.
‐¿y cómo es esa casa?
‐Y… casa tiene pared pa’ todos los lados tiene pared... y chapa, con techo. Chapa y
tirantes, todo tiene.
—¿Es una casa que está parada en el medio del campo?
—No, está afuera del campo.
—,Cómo es su casita adentro? ¿Qué tiene adentro?
‐Y… no tiene nada. Así nomás.
—¿Cuántas frazadas tienen? .
—Frezadas no tenemos nada, señor. Tenemos una sola, nomás. Nos tapamos con las frezadas.
Sabemos dormir todos juntos. En el suelo tenemos pilches para tender. Arriba ponemos la
frezada y un poncho.
‐¿Hace mucho frío en Trapalcó?
—Poco frío,
—¿Y cuando nieva?
—Cuando nieva hace frío.
—j,Cuándo llueve entra agua?
—No señor, no gotea porque es de chapa de zinc.
—¿Calienta la casa con algo?
—Con fuego. Tenemos un fierro para cocinar, y ponemos la olla arriba, Adentro de la casa. En
Trapalco sabe haber leña. Leña de alpataco, uña de gato, molle. Arboles no tenemos nada
nosotros, los vecinos sí tienen. Hay pocos árboles: alguna parte hay, en otra parte no hay nada.
Los cuatro ingresan sin: patología; si bien en Eliseo: se detectarán quistes hidatícos
pulmonares y se señala un cuadro bronquial en Emiliana. Pero el centro de los ingresos está
puesto en estudios que descarten patologías, en general pulmonares (muy frecuentes en la
provincia y en las clases más humildes de la población), mientras que los diagnósticos señalan
raquitismo y desnutrición.
—¿Qué cocina usted?
—Carne: compramos por aí; si no hacemos puchero, fideos. Siempre comemos carne. Cuando
trabajo compramos carne. De repente un capón, de repente media res. Una bolsa de harina,
fideos y arroz. Pulenta. Hay almacén cerquita: dos leguas debe haber.
—¿Comen todos los días?
—Algunas veces comemos, otras no comernos.
—¿Con la harina qué hace?
—Pan, tortas en el horno. Y cuando tengo grasa tortafritas.
—¿Por qué a veces comen, y otras veces no?
—Somos de comer poco nosotros.
—¿Cuántas veces por día cocina?
…todas las veces que amanece, se pone la olla. La carne cocida otra vez hasta el Otro día. Al
otro día vuelve a poner la olla otra vez. Comernos dos veces por día cuando tenemos hambre;
cuando estamos llenos, una vez por día. Un día comemos, otro día no comemos. Así sabemos
pasar nosotros. Cuando no comemos salimos por ahi, a trabajar, y traímos, vicios otra vez. Así
sabemos hacer nosotros. Carne de capón. chiva alguna vez. Por ai está barato pa’ conseguir
chiva, la carne.
¿Dónde queda Trapalcó? ¿Será ése el diagnóstico?
Departamento de El Cuy. El más despoblado de Río Negro: 0,2 habitantes por kilómetro
cuadrado. Para juntar una persona se requiere una superficie de 5 kilómetros.
Departamento de El Cuy..El de mayor índice de masculinidad dela provincia. Para tres hombres
hay dos mujeres… y la que falta está trabajando de empleada doméstica o criada en el vecino
Alto Valle.
Departamento de El Cuy. De cada cinco chicos en edad escolar sólo uno asiste al colegio. Y casi
la mitad de la población nunca asistió. Como. Eliseo. Siete personas (sobre 3.125 con
posibilidades) conocieron estudios secundarios.
Departamento de: El Cuy. La tercera parte de las viviendas son rotuladas por el último censo
como precarias o ranchos. Faltan las cuevas, como la de Gerónima “con piso de tierra, en las
que entra el agua o la nieve, con cueros por lecho, escaso abrigo, agua de jagiiel, sanitarios
afuera”, tal cual reza textualmente la Historia Clínica‐ Estado Actual. “Comiendo lo que puede.
Lo que le dan. Alimentándose de osamentas y comidas esporádicamente”. “Con los cuatro
partos domiciliarios. Nunca atención médica”. Anamnesis básica.
Hasta el 30 de agosto estudios y descartes, mientras Gerónima va recorriendo el hospital.
comiendo regularmente cuatro veces por día una dieta balanceada, durmiendo en una cama,
rodeada de calefacción central. seguridad, techos impermeables, pisos como corresponde. La
noche deja de ser la oscuridad: basta con que alguien (ni siquiera ella misma) encienda la luz. Y
la noche ya tampoco es sólo los sueños que adivinan la suerte o anuncian desgracia: nuevas
imágenes, las televisivas poblarán su mundo interno. No hace falta pedir: una mano invisible
todo lo alcanza en el hospital. No se sabe dónde hay alguien que se encarga de conocer todas
las necesidades de Gerónima, Eliseo y los demás.
Y sin embargo la cuta de peso desciende. ¿Por dónde se les irá lo que comen? Eso: ¿Por
dónde? Porque luego de diez días la historia señala que Gerónima no usa los baños. ¡Cómo
para que no se le forme un globo vesical! .Los estudios, las radiografías. las basiloscopías son
negativas, salvo en el caso de Eliseo. Pero las toses continúan. Comienza a aparecer la palabra
“hospitalismo” Los diagnóstico presunto vos se descartan y van quedando cada vez más ralas
las hojas de indicaciones y tratamientos. Los tres chicos menores están sanos. Y una Gerónima
cada día más trashumante entre paredes blancas, huraña y agresiva, va siendo engullida por la
institución protectora.
¿Cómo habrán vivido Paulino. Emiliana. Floriano y Eliseo los cuidados médicos. los estudios, el
despliegue técnico dispuesto para atenderlos? ¿Qué es este lugar oscuro donde me ponen, me
miran, me entran y me sacan? ¿Qué es este dolor que me da tanto miedo? ¿Qué es este
encierro donde no elijo nada? ¿Dónde está mamá que no duerme conmigo? ¿Quiénes son
éstos que me rodean y no conozco? ¿Qué quieren de mí? ¿Para qué me dan de comer tanto?.
¿Me engordan para comerme?
Paulino recibirá penicilina intramuscular durante once días. Emiliana a los veinte días de
internación comienza a rechazar la alimentación, pierde peso luego de haber establecido un
buen vínculo con el alimento en los primeros días de internación. Tiene tos emetizante.
Recibió también penicilina, varios días, pero en las primeras dos semanas no tuvo
manifestaciones clínicas de ningún tipo.
¿Y Gerónima? Ella ve todo esto. Que sus hijos están en otro lado. Que los pinchan. Que les
hacen lavados gástricos, que van, que vienen con un cuidador de blanco al lado. ¿Hasta
cuándo?
El día 31 de agosto se abre la historia de Gerónima. Es su turno.
Luego de trece días de internación tiene patología respiratoria de etiología y diagnóstico entre
interrogantes. Recibirá nueve días de penicilina en su habitación de aislamiento. No colabora.
El ocho de septiembre se anota; rechaza a sus hijos, habla de irse sola, llora mucho. ¿Crisis
depresiva? ¿Tendrá Gerónima una depresión? Mejor dicho; ¿podrá ella tener un cuadro
psicológico? Al día siguiente se niega a ingerir alimentos, se registra su “actitud negativista”. Se
pide l.C. con psiquiatría. El II de setiembre la consulta siquiátrica informa del brote sicótico de
Gerónima como reacción a la hostilidad del medio en que se encuentra, y advierte que el
desmejoramiento orgánico (desnutrición, infecciones), tiene origen psíquico, lo que si no se
revierte llevará al óbito precoz a la paciente. El día anterior había sido medicada con Ampliactil
por su excitación sicomotriz, teniendo una respuesta
“desproporcionada”. Gerónima había agredido a sus
hijos con violencia.
El día doce se hace una reunión conjunta de
médicos clínicos, pediatras y siquiatras:
“para evaluar la situación médica y social y decidir
conducta, concluyéndose que las causas médicas de
internación han cesado y están controladas, y dado
que todo el grupo familiar manifiesta su deseo de
reintegrarse a su medio habitual, debe respetarse esa voluntad, sin tratar de imponer pautas
culturales, que significarían por su brusquedad una agresión imposible de asimilar. Se
gestionará el trasladó a El Cuy, solicitando colaboración a la policía proponiéndose al servicio
de Asistencia de Social se encargue de una progresiva incorporación a un medio social más
evolucionado y protector”. Luego la historia clínica de Gerónima consignará para el último día:
13‐9‐76: más tranquila. en la fecha, después de comunicársele la vuelta a su medio. Colabora
para alimentarse”.
—Sí, Gerónima: Tuvo que aparecer la sombra de la
muerte para que pudieras sobrevivir. Todo ese enorme
miedo, todo el pánico que sentía frente a quienes te
cuidaban, luego se volvió contra ellos. “No quiero que me
den una mano, quiero que me saquen las manos de
encima”, La institución de la salud no pudo aguantar el
miedo a la locura y la muerte y recién entonces se pudo
dar el alta Sólo entonces se habló de la voluntad de
Gerónima. Es decir: recién entonces su voluntad coincidió
con la de los guardianes de la salud. Recién entonces se pudo decretar el cese de las “causas
médica’ Pero ¿cuáles habían sido esas “causas médicas”? ¿Hubo “agresiones imposibles, de
asimilar”?
Los espejos, Gerónima, los espejos que se hicieron trizas., Ese que te devolvía la imagen de
Eliseo volviendo de la recorrida. Aquel otro con los cuatro chicos durmiendo o comiendo a tu
alrededor, sin tiempo, con paisaje, al compás de la escasa vida vegetal; la tierra con sus
movimientos de cámara lenta, como diríamos en las ciudades. Los espejos de tu mundo, los
que te devolvían tus imágenes, tus historias. Esas que quizás nunca conoceremos,
atrincherados en nuestra propia historia. ¿Dos mundos sin contacto, acaso?
—¿Cuando trabaja le pagan con plata o con comida?
—Con plata. Contado. Con plata tiene que comprar carne. Y le sobre todavía. Y ahí traímos
alguna cosa: fideos, arroz, comida que falta.
—¿De qué trabaja usted?
—Me están mandando la pobrería de allá. ¿No ve que yo hice trámitos? Mandan plata de
Viema. De por ahi debe ser, porque Soteras me la trajo. Compre dos bolsas de harina y todavía
quedó harina en la casa mía. Y sobró plata todavía.
—Quién le mando esa plata? ¿El gobierno?
—Si, el gobierno. Los pobres. Todas las semanas me manda. Quedaron en dejarme más esta
semana. No sé dónde me la irán a dejar. Pero allá no me van a encontrar. Me la saben ir a
dejar allá en el puesto. Me lo lleva Soteras.
—¿Usted, además de hilar, teje?
—Tejer no, no me enseñaron. El hilado son de los vecinos, tengo que entregarle. Y allí me
pagan una plata. Un contadito.
—¿Alguien más de ustedes cinco trabaja?
—Sí... éste (Eliseo) sabe trabajar por aí.
—Y vos de qué trabajás Eliseo?
—Cuidando chivas, todos los días. Me pagan cien mil por día (para la época eso era imposible).
Cuido chivas, caballos. Sé montar, sé manear. Tiro agua.
‐¿Qué animales hay por ahí?
—Piches hay muchos. Algunas veces sabemos pichear. En verano. Liebres también hay.
Choique también.
—¿Hay fiesta por allá?
— Sí, los vecinos saben hacer fiestas. Baile hay. Yo nunca he salido en una fiesta. No me gusta
la fiesta.
—¿Sabe cómo son esas fiestas?
—Y... bailan. Tiran la taba. A la noche, amanecen.
—¿Algún vecino toca música?
—Sí, música saben.
—¿Y qué tocan?
—Radio.
—¿No hay algún instrumento?
—No, bailan con la radio.
—¿Qué toman?
—Vino, bebidas, anisado, grapa. Eso toman. Bailan mucho. Amanecen jugando a la taba, al
pase.
—¿Se apuesta plata?
—Ahá, se juega con la plata. El que va ganando va retirando y el que no gana queda seco.
También sabe jugar el naipe truco. Naipe, ponen arriba la mesa y juegan. Los que ganan
levantan la plata y los que quedan secos se van.
—¿Se les acabó la fiesta?
—(Sonriendo).. ‐ se les acabó la fiesta.
—¿Hay peleas a veces en las fiestas?
—Aha... algunas veces sí. por ai. Se cagan a palos y después se van (ríe). Los borrachos pasan
así. Porai siempre juegan en las señaladas.
—¿Alguna vez fue por ahí algún cura, algún sacerdote?
—No, por ahí no.
—¿Iglesias hay por ahí?
—Por ahí no hay nada señor.
—¿En Trapalcó hay alguna persona que cure?
—No hay, curanderos no hay. Para la Aguada Guzmán hay, pero para ir allá hay que agarrar el
colectivo.
—¿Usted sabe hacer algún remedio casero?
—Algunas veces sí. y .. huey. Ese es para la fiebre. Se hace hervir así nomás y se da, como agua.
Es un palito así. Me lo dieron, los vecinos, por ai. Por ai hay un boliche.
—¿Qué otro remedio le da a los chicos?
—Y... como ser geniol. Para la cabeza. El huey es bueno para la fiebre. Con ése nos fuimos
curando, estábamos todos en la cama. Y, geniol para la cabeza.
—¿Qué otro trabajo hace en su casa?
—Yo sé salir a juntar leña. Aparte tengo que barrer la playa mía. Y algún vecino me manda a
llamar pa’ barrer. Playa de tierra, afuera de la casa, playón grande. Para que quede limpia la
casa. Siempre sabe haber viento. Si no barro la playa sabe estar sucia. Mucha basura que trae
el viento; remolinea mucho. Los vecinos cuando me llaman para barrer me saben pagar harina,
yerba. Carne algunas veces.
—¿Los chicos juegan algún juego?
—A las bochas, a las bochitas. Lo tiran así nomás pa’ arriba. Y lo barajan. Como una bocha.
—¿Esa bocha es de piedra?
—No, es de goma.
—Una pelota.
—Sí, una pelota, comprada en el boliche. Después saben jugar por ai. Caminan por ai.
‐¿Juegan al fútbol?
‐No.
—¿Cantan ustedes?
—No, no cantamos nada. Mis padres sí que cantaban. Cantaba la lengua.
—No, no me acuerdo señor. EJ cantaba solo, y sabía muchos cantos. Los chicos saben cantar,
pero así nomás. ¡Pero que van a cantar acá, acá no cantan! (en el hospital).
—¿Hay escuela en Trapalcó?
—No, en el Cuy sí. A Eliseo nunca lo mandé a la escuela. Los vecinos tienen a los chicos en la
escuela de El Cuy.
—¿Algún vecino o en el boliche hay televisión?
—Televisión.., no. no hay ningún boliche.
—¿Usted conoce la televisión?
—No, no la conozco señor. Pero en el boliche no hay.
—¿Hay electricidad, bombitas de luz como éstas?
—No, no hay nada, se alumbran con farol.
—¿De dónde saca la ropa Gerónima?
‐Cuando trabajo me saben dar ropa.
—¿Nunca tejió ropa usted?
—No señor. Nunca aprendí.
—¿Sus vecinos tejen?
—Sí, ellos tejen. Matras, tejidos. Les ponen anilinas, estiran bien el hilo. Colorado, verde, azul,
todos los colores. Y amarillo. Negro también me saben dar.
—¿Nadie sabe hacer cosas de barro?
—No por ahí no hay nadie. Hornos hay, pero de hacer pan.
Espejos apoyados en la tierra. La tierra de la cueva, la de las matas achaparradas, la que
Gerónima barría cada tanto. La que pisaban día a día y los había bautizado. En el hospital, el
apoyo de los espejos ya no estuvo, y el mundo interno se fue desmoronando. Fue necesaria la
promesa de volver, y el propio regreso, para que las imágenes internas volvieran a
componerse. El chofer de la ambulancia relató que llegados al lugar. Gerónima recuperó el
habla, comenzó a reír, dejó de delirar.
Pero: ¿de qué historia nos olvidamos? Hay tantas Gerónimas, Eliseos, Florianos, que es
imposible retenerlos a todos, Justamente: olvidamos la historia de todos ellos, la historia
común que los unifica, que los representa e identifica. La historia pasada y presente de su
modo de vivir. Su vínculo con la tierra. Su pertenencia al pueblo mapuche. Sus creencias y
lenguaje. Olvidamos que son parte de un todo expropiado, despojado violentamente de sus
antiguas raíces, que intenta resistir el lento exterminio refugiándose en los restos de la tierra.
Restos que por error o negligencia catastral aún quedan para ser ocupados por “intrusos”. Un
todo que intenta preservar su identidad en el secreto de la lengua, en la “falta de
colaboración”.
O quizá psicotizándose en el hospital.
Epílogo
El 15—11‐76 a las ¡2.30 horas se produce el reingreso al hospital de Gerónima y sus cuatro
hijos.
Paulino muerto el día anterior por aspiración un vómito producto tic la coqueluche contraída
en la internación anterior. No tuvo defensas.
Emiliana morirá el 17.11 —7h a las 5.55 horas por aspiración de un vómito producido de la
coqueluche contraída en la internación anterior. No tuvo defensas.
Eliseo: Ingresa con coqueluche contraída en la internación anterior. Sobrevivirá.
¿Y Gerónima?. Dejemos que su historia clínica hable:
“15‐ 11—76”. 12.31 horas: la madre parece estar lúcida pero se niega obstinadamente a su
traslado y a entregar al hijo muerto”.
Poco después se sicotiza.
La interconsulta psiquiátrica pide el urgente alta de Gerónima y su retorno a Trapalcó para
evitar la muerte.
Gerónima muere.
No tuvo defensas
General Roca. Octubre 1981. Hace cinco años