Resumen Historia
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La Nación Argentina se consolida en 1862, con el predominio absoluto de Buenos Aires y sus
aliados en las Provincias. El modelo económico es el agroexportador: compramos
absolutamente todo, y exportamos carne, cueros, lana y cereales. Gran parte del nuevo país
queda fuera de este modelo y vivirá de las migajas del Gobierno Nacional.
Aparece un nuevo partido político que intenta cambiar las reglas del juego electoral, la Unión
Cívica Radical, con su líder Hipólito Yrigoyen. Llegará condicionado al poder por los opositores
en 1916. Sin capacidad de maniobra, enfrentando los Diarios que lo humillan y critican
inexorablemente, trata de llevar adelante medidas que tengan en cuenta a sectores de
pequeños productores y trabajadores. Pero en medio de esos debates aparece en el mundo
capitalista un verdadero huracán: la Crisis del 30.
Primero gobernará José Uriburu, pero a medida que se agrava la crisis mundial y la economía
se resiente, vuelven las urnas a la Argentina, pero con una variante, el “fraude patriótico” hay
que salvar a la Argentina del peligro de los Radicales. Triunfa la coalición Concordancia, y
gobernará por seis años Agustín P Justo. Violencia, represión, y privilegios se instalan en el
País. ¿Y la economía?
La economía argentina desde antes de 1930 dependía más de Gran Bretaña que de Estados
Unidos. El comercio de Argentina con Gran Bretaña y EEUU se traducía en el desgaste del
equilibrio en las exportaciones de carnes y cereales argentinos a cambio de combustibles y
productos industriales ingleses, por la presión de las inversiones estadounidenses. Si la
Argentina se autoabastecía de petróleo por intermedio de compañías privadas
estadounidenses, su comercio con el Reino Unido se desequilibraría (dado que Argentina
importaba carbón y petróleo inglés) y Gran Bretaña se vería forzada a disminuir adquisiciones
de carnes y granos argentinos, lo cual perjudicaría a la economía agroexportadora.
La crisis golpea duramente al modelo agroexportador, se exporta cada vez menos y los precios
de nuestros productos bajan diariamente. El modelo está quebrado. El problema es la grave
falta de divisas por la caída de la exportación y precios, y los liberales conservadores no habían
habilitado el cobro de impuestos internos.
Devaluación del 40% del peso. Impuestos a las importaciones del 10%, pero van subiendo a
medida que se trata de productos que pueden conseguirse en el País. El Impuesto a los
Réditos (1932, Uriburu) reemplaza a los derechos aduaneros como principal fuente de
recursos del Estado, debido a la disminución de exportaciones.
En cuanto al aspecto productivo, la principal medida del gobierno conservador fue la creación
de Juntas Reguladoras (de granos, vinos y carnes) para reglamentar y controlar a cada sector
específico de las actividades primarias básicas del país. Lo importante de estas medidas es que
fueron tomadas en defensa de los grandes productores y no en función de las necesidades de
abastecimiento interno ni de las posibilidades de exportación.
Otra medida del gobierno conservador fue el control de cambios: el Estado toma todas las
divisas que entren por el comercio de exportación y entrega su valor en pesos, pero
reteniendo estas divisas indispensables para el funcionamiento del comercio exterior.
Las fábricas proliferan cerca de los centros consumidores. Hay capitales, hay materia prima, y
mano de obra, dado que nuestro pueblo puede lidiar con las exigencias de nuevos trabajos,
porque la educación primaria es una realidad en todo el territorio. Miles de provincianos solos
o con sus familias bajan todos los días de los trenes en Retiro. Trabajarán doce, catorce horas.
Sin protección, sin vacaciones, sin salarios adecuados. Aun así vienen cada día más.
Los derechos de aduana desalentaron a la industria nacional porque los derechos sobre las
materias primas (necesarias para la industria local) eran superiores a los derechos sobre los
productos manufacturados importados.
La industria argentina ha crecido a saltos desde 1935, fecha que parece indicar el inicio de este
proceso. El país, impedido de continuar su desarrollo mediante exportaciones debido al
proteccionismo agrícola-ganadero de los grandes mercados mundiales, comenzó a crecer
desordenadamente hacia adentro. Uno de los grandes aspectos del proceso de
industrialización argentina fue su acotación a las ramas de la industria liviana.
En 1938, con fraude renovado (Concordancia) llegan al gobierno Roberto Marcelino Ortiz
(UCR Antipersonalista) y Ramón Castillo (Partido Demócrata Nacional). Ortiz se muestra
insólitamente democrático, interviene la Provincia de Buenos Aires con motivo de los comicios
fraudulentos convocados por el gobernador saliente Manuel Fresco (PDN). Los conservadores
se asustan pero Ortiz es gravemente afectado por su diabetes y debe renunciar.
Asume provisoriamente Castillo (PDN) y su gobierno se orienta cada vez más a mantener la
neutralidad y no entregar el poder a los radicales. Gobierna bajo estado de sitio (decretado en
diciembre de 1941) que servirá para impedir que partidos tradicionales efectúen propaganda
pro-aliada. El nuevo candidato de la Concordancia para la sucesión es Robustiano Patrón
Costas (PDN), otro terrateniente salteño, dueño de vidas y haciendas, partidario de entrar en
la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): aliadófilo.
Los partidarios de la neutralidad consideran que ningún actor justifica el envío de tropas al
frente. Comparte esta posición nacionalista el grupo FORJA (grupo yrigoyenista), y gran parte
de los militares del Ejército argentino. Ellos tomarán la medida apresurada pero eficaz de
generar un golpe militar (encabezado por el general Rawson) para impedir la llegada de
Patrón Costas que ha sido terminante con sus intenciones. Este golpe del 4 de junio de 1943
marca el inicio del fin de la década infame y el mandato de los conservadores, a manos de un
grupo de militares nacionalistas. Asume la presidencia el general Pedro Pablo Ramírez, ultimo
Ministro de Guerra de Castillo, y su vicepresidente Edelmiro J. Farrell. La figura que trabaja la
política detrás de ellos, el coronel Juan Domingo Perón.
Desde junio de 1943 hasta octubre de 1945, gobernarán estos grupos conocidos como GOU,
grupo de oficiales unidos. El GOU llega al poder con varios objetivos: terminar con el fraude;
favorecer la aparición de un gobierno elegido por el pueblo; mantener la neutralidad durante
la Segunda Guerra Mundial; reducir la influencia extranjera sobre la política y la economía de
nuestro país; pero, fundamentalmente, resolver la cuestión social y que las masas obreras ya
no sean explotadas ni marginadas políticamente, porque de lo contrario, pueden ser captados
por el comunismo.
En febrero de 1944 el dúo Farrell-Perón desplazó a Ramírez de la presidencia, dado que este
cede ante las presiones de EEUU y rompe relaciones con Alemania y Japón, amenazando y
contradiciendo el objetivo del GOU de mantener la neutralidad en la Guerra.
El Estatuto del Peón de Campo modernizó la situación semifeudal en que aún se encontraban
los trabajadores rurales, y alarmó a los grandes estancieros (latifundistas) que controlaban
las exportaciones argentinas. Se establecieron los tribunales de trabajo, resistidos por el
sector patronal y los grupos conservadores. Esta normativa fijó por primera vez, para todo el
territorio de la república, condiciones de trabajo humanitarias para los asalariados rurales no
transitorios: salarios mínimos, descanso dominical, vacaciones pagas, estabilidad,
condiciones de higiene y alojamiento.
Para octubre de 1945, Perón cuenta con el apoyo de los trabajadores pero también concentra
la mayor parte de las críticas de la oposición. La mayoría lo acusan de nazi-fascista por su
neutralidad ante la Guerra; algunos incluso lo acusan de comunista por su política de
acercamiento a los obreros. Dentro del Ejército, el principal opositor a Perón es el Jefe de la
Guarnición de Campo de Mayo, Eduardo Ávalos quien provenía del radicalismo cordobés y
aspiraba a ser el próximo presidente constitucional. El 9 de octubre Ávalos se reúne con Farrell
y llegan a un acuerdo: le piden a Perón que renuncie a todos sus cargos. Sorpresivamente
Perón acepta pero al día siguiente da un fuerte discurso de despedida en Cadena Nacional y
dice a los trabajadores: “Lleven este recuerdo de la Secretaria de Trabajo y Previsión. Únanse y
defiéndanla porque esta es obra de ustedes y obra nuestra”. Esto genera mayor malestar a
quienes pidieron su renuncia y el 13 de octubre Perón es detenido y trasladado a la isla
Martín García.
El 17 de Octubre de 1945, miles de obreros marchan hacia la capital para pedir la liberación
de Perón y las calles de Buenos Aires, por primera vez, se llenan de obreros. Eran el rostro de
la nueva política. Por su parte, Perón había logrado que lo trasladaran de la isla Martín García,
dentro de la órbita de la Marina, al Hospital Militar de Belgrano. Por la tarde del 17, se reúnen
en el hospital militar Ávalos y Perón; el primero le pide que calme a la multitud y Perón
negocia hablar personalmente con Farrell. Perón exige a Farrell un próximo llamado a
elecciones y el apoyo oficial a su candidatura a presidente.
Si bien Perón cuenta con el apoyo incondicional de gran parte de los trabajadores, no tiene
armado un partido político que le permita presentarse a elecciones. Es por esto que empieza a
buscar adhesiones en otros sectores que simpatizan con su política social: el radicalismo
yrigoyenista (FORJA y UCR Junta Renovadora), que le garantiza una estructura de comités en
todo el país; el Partido Laborista, que era la representación política de este nuevo movimiento
obrero que lo acompaña; y también recibió el apoyo de parte del Ejército y de la Iglesia. Los
opositores a Perón se agruparon en una coalición impulsada por el embajador estadounidense
Braden: la Unión Democrática (UCR Antipersonalista, Partido Socialista, Partido Comunista y
Partido demócrata Progresista) y recibió el apoyo del sector más reaccionario de las Fuerzas
Armadas (marina), de la Sociedad Rural Argentina y los principales medios de comunicación.
Después de 18 años sin elecciones limpias, el 24 de febrero de 1946, el país entero concurre a
las urnas. La fórmula Perón-Quijano gana con el 52% de los votos y derrota a la Unión
Democrática. El 4 de junio de 1946 asume la presidencia Juan Domingo Perón.
El programa de Perón se basó en la idea de una alianza de clases, un acuerdo entre el capital y
el trabajo, garantizado por el poder del Estado. El peronismo enarbolo tres banderas:
independencia económica, soberanía política y justicia social.
Para 1946, Argentina atravesaba una posición económica favorable y el plan de Perón da
resultados rápidamente. En este marco favorable el gobierno lanza su primer plan económico:
el Plan Quinquenal, proyecto que establecía una nueva estructuración del sistema económico
y social. Dos líneas estructurales, la Social a cargo de Eva Perón con un desarrollo sin
precedentes en el mundo de la Infancia, la Ancianidad, el Deporte, la vivienda, la Medicina
(Ramón Carrillo es el protagonista). La incansable Eva y su Fundación genera el cambio que se
está buscando: no hay beneficencia, hay justicia.
La creación del IAPI (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio) cumple un rol
fundamental para el plan económico: transfiere parte de las enormes ganancias del campo al
desarrollo de la industria nacional. Este ente público, intermediario, utilizaba como
mecanismo la compra al productor agrícola su cosecha al mejor precio de mercado, que luego
la comercializaba el Estado en el exterior, obteniendo los mejores precios posibles al negociar
en grandes cantidades. La diferencia (Renta Agraria Diferencial) quedaba en poder el Estado y
era devuelta mediante créditos blandos para los mismos productores agropecuarios, en
inversiones de infraestructura y en el combate contra las plagas. La intervención del Estado
mediante el IAPI significaba una garantía de defensa de los precios que se les pagaba a los
productores nacionales, evitando su perjuicio ante las continuas fluctuaciones del mercado
internacional. Anteriormente ese rol lo jugaban los consorcios extranjeros (Dreyfus, Bunge &
Born y Cargill) que compraban las cosechas a bajo precio a los productores, afectando en
especial a los pequeños y medianos, y obtenían provecho al revenderlo al exterior a precios
superiores.
En 1947, Eva Perón hace una larga gira por Europa en representación de Perón, que incluye
visitas a España (acuerdo de cooperación económica), Francia, Suiza, el Vaticano. Esta gira la
posiciona mundialmente y a su vuelta da un giro a su rol de Primera Dama. Su primer paso fue
reemplazar la Sociedad de Beneficencia (donde las mujeres de la “Alta Sociedad” hacían
caridad pero con dinero del Estado) por la Fundación Eva Perón que plantea una nueva forma
de asistencia a los sectores necesitados, más cercano al concepto de Justicia Social que al de
limosna, el cual Evita considera humillante. La Fundación construye viviendas obreras,
policlínicos y hogares de tránsito para las familias más pobres; promueve eventos deportivos,
distribuye juguetes y crea bolsas de trabajo. Junto a esta labor por los más humildes, Evita
impulsa una importante reivindicación de género: el voto femenino (1947). Las mujeres
pueden votar y presentarse a cargos electivos.
En 1949, Perón propone una reforma de la Constitución que contenga los tres principios
básicos doctrinarios del peronismo: independencia económica, soberanía política y justicia
social. Para Perón era necesario darle un marco legal a todas las conquistas sociales y, a su
vez, en la reforma estaría incluida una cláusula para su reelección. Pese a las críticas y el
rechazo de la oposición, la reforma es aprobada y Perón comienza una nueva campaña
electoral. Ese mismo año, como consecuencia del Plan Marshall, la economía entró en un
periodo de estancamiento, la inflación aumenta y los ingresos de divisas disminuyen.
El Plan Marshall impulsado los EEUU fue ideado con el propósito de reconstruir Europa luego
de la Segunda Guerra, pero su verdadera intención es frenar el avance del Comunismo. El
gobierno de EEUU compra productos en su país para donarlos a sus aliados europeos, esto
provoca el derrumbe de los precios internacionales. A este Plan se suma un deliberado boicot
a los productos argentinos y, como si esto fuera poco, tres años de sequías arruinan los
cultivos y matan el ganado de nuestro país. Por otro lado, se da un fenómeno inflacionario
muy particular: entre 1946 y 1949 creció tanto el poder adquisitivo de los trabajadores y
fueron tantos los argentinos que el peronismo integró al consumo, que los empresarios y
comerciantes en vez de aumentar la producción y así satisfacer la demanda, aumentaron los
precios de forma exagerada y la inflación se disparó.
El 11 de noviembre de 1951, se realizan las elecciones presidenciales, donde las mujeres votan
por primera vez y la fórmula Perón-Quijano triunfa con un 62% de los votos. El 4 de junio de
1952 asume Perón su segunda presidencia con la presencia de la notablemente desmejorada
Evita. El 26 de julio de ese año Eva muere.
Para el período 1952-1958, las elecciones dieron a Perón un triunfo muy amplio.
Una disyuntiva se generó en el pensamiento de Perón: ¿profundización de los cambios o
estancamiento de los mismos?
Murió Eva y con ella se fue el lazo incansable con el Pueblo, el nexo con los trabajadores. El
líder sintió el golpe y un grupo de aduladores rodeó a Perón en su soledad mientras que los
peronistas lúcidos y críticos como Domingo Mercante, Jauretche, Scalabrini Ortiz y J. W. Cooke
fueron relegados. El mismo Perón corre a dirigentes capaces aunque cuestionadores y deja a
los aduladores; era un líder autoritario y mal aconsejado. La revolución se frena, la oposición
se fortalece.
Los tres años de sequía y la pérdida de mercados como desenlace del Plan Marshall atentaron
contra la exportación, lo que produjo una disminución de la Renta Agraria Diferencial; las
arcas del Estado estaban debilitadas. El IAPI iba a pérdida sosteniendo a los productores y los
discursos de Perón hablaban de ahorro, productividad y austeridad. El ministro de Comercio
Exterior Antonio Cafiero diseña un Plan de Recuperación Económica, el Segundo Plan
Quinquenal. La economía comienza a recuperarse con políticas pragmáticas: para el
abastecimiento de combustible Perón acuerda con la Stardard Oil. “Las imperiosas
necesidades que tenía el país de contar con recursos energéticos que resultan cada vez más
escasos y, porque la importación significaba un gasto de divisas que ya no tenía, Perón designó
una comisión encargada de realizar los necesarios contactos con empresas extranjeras”.
Los ingresos de Standard Oil, de EximBank y algunos casos de corrupción entre los
funcionarios generan una escandalización en la oposición. Perón es acusado de autoritario y
antidemocrático por las detenciones y exilios de los líderes opositores Ricardo Balbín (UCR) y
Alfredo Palacios (socialista), más la clausura y censura a medios gráficos opositores. El
conflicto entre Perón y sus opositores se agudiza y para descomprimir la situación Perón dicta
una amnistía para 4.000 presos políticos. Pero la situación es irreversible.
Perón se enfrenta desde lo discursivo profundizando la disputa, y con idas y venidas, marchas
y contramarchas. Llega el 16 de septiembre y desde la Escuela de Artillería de Córdoba,
Eduardo Lonardi inicia un alzamiento militar a gran escala. Los enfrentamientos entre los
revolucionarios y los fieles al gobierno duran cuatro días y Perón decide dar un paso al
costado. El 20 de septiembre de 1955, Perón renuncia y se va a Paraguay, no quiere llegar a
la guerra civil. El 23 juran Lonardi y Rojas como presidente y vicepresidente provisionales.
Esta es la encrucijada del Peronismo, tema sutil y difícil de resolver: ¿Por qué toma Perón esta
decisión? ¿No quería o no podía dar pasos a la profundización de lo realizado? Enloquecidos
de alegría brindan y festejan los ganadores, muchos creen de buena fe que volvería la libertad,
se equivocaban… lo que llegaría era el imperialismo y la oligarquía.
El golpe del 55 se gestó con el claro objetivo de terminar con el gobierno de Perón. La
Revolución Libertadora tuvo el apoyo de la marina, los comandos civiles radicales y socialistas,
la Sociedad Rural, la Iglesia Católica y representantes del empresariado más reaccionario.
Una vez usurpado el poder comenzaron a evidenciarse los conflictos internos entre los
militares golpistas. Lonardi, perteneciente al ala nacionalista y católica, creía en una política
conciliatoria con el movimiento obrero. Estaba dispuesto a mantener las conquistas sociales
obtenidas durante el peronismo con la condición de que los trabajadores se mantuvieran
alejados de la figura de Perón. No expresaba la verdadera cara de los golpistas. El bando
liberal se propuso terminar con todas las políticas implementadas por el peronismo durante
esos años. Uno de sus líderes era el vicepresidente Rojas que, para contrarrestar las medidas
de apertura hacia el movimiento obrero de Lonardi, propuso la creación de la Junta Consultiva
Nacional. Días después de la creación de la Junta, Lonardi fue obligado a renunciar y su lugar
lo ocupó Aramburu.
La Resistencia Peronista no dio tregua y marcó los acontecimientos hasta el regreso del líder
en 1973. Las acciones de protesta incluían volanteadas, pintadas, huelgas ilegales, sabotajes
en las fábricas y detonación de explosivos caseros (caños). Dentro del ejército surgió un grupo
de oficiales que, liderados por el General Valle, organizaron un levantamiento armado que
exigía el cese de la persecución al peronismo y tenía como objetivo crear las condiciones
necesarias para el regreso de Perón a la Argentina. La insurrección fue sofocada y sus
integrantes detenidos. Aramburu estableció la Ley Marcial. Todos los oficiales involucrados
en el levantamiento fueron fusilados, al mismo tiempo que un grupo de militantes y obreros
peronistas fueron detenidos. Fueron torturados y trasladados los basurales de la localidad de
José León Suárez donde los acribillaron a balazos. Luego del fusilamiento en José León Suárez,
los obreros peronistas abandonaron momentáneamente la posibilidad de una resistencia
armada y, con la mayoría de sus líderes presos o exiliados, nació una nueva camada de
dirigentes, surgidos de las segundas líneas de los sindicatos durante el gobierno peronista y
entre los delegados de la resistencia.
A principios de 1957, la Revolución Libertadora intentó crear las condiciones para una posible
salida democrática. Convocó a elecciones para una Convención Constituyente que tenía por
objetivo reemplazar la Constitución del 49. El ganador fue el voto en blanco con el 24%, por
orden de Perón desde el exilio. Este resultado demostró que el peronismo seguía vivo y su
líder a miles de kilómetros seguía marcando el ritmo de la política argentina.
Cuando a fines de 1957, la Libertadora llamó a elecciones, Frondizi (UCRI) buscó acercarse a
Perón. El líder exiliado, que en principio apoyaba a los comandos de la resistencia, decidió
cambiar su estrategia porque temía que su ausencia en los comicios debilitara su posición en el
escenario político. En las semanas previas a las elecciones de febrero de 1958, hizo un pacto
secreto con Frondizi (Cooke se reunió Frigerio) en el que él aconsejaría a su gente a votar por
la UCRI a cambio de que levantara la proscripción sobre el partido peronista.
Frondizi llegó al poder (52%) con mayoría en el Congreso y la totalidad de las gobernaciones
provinciales en manos de la UCRI. A pesar de esto, se encontraba cercado por varios frentes:
los militares desconfiaban por su pacto con los peronistas; los sindicatos lo presionaban para
que levantara la proscripción del partido; y la UCRP de Balbín, no solo no lo apoyó sino que
jugaba en su contra.
Durante su primer año de gobierno Frondizi tomó una serie de medidas para ganar tiempo y
mantener la iniciativa política: otorgó aumentos de salario del 60%; presentó un plan de
inversiones en áreas consideradas estratégicas (energía, industrias automotriz y metalúrgica);
dictó una ley para favorecer la radicación de capitales extranjeros en el país; y firmó acuerdos
para que compañías británicas y norteamericanas explotaran el petróleo argentino. Sin
embargo, las tensiones que intentaba equilibrar Frondizi eran inmanejables. Su vínculo con los
peronistas se deterioró rápidamente; si bien decretó una amnistía que permitió a varios líderes
sindicales retomar el control de los gremios, no cumplió su promesa inicial de levantar la
proscripción del peronismo. Comenzaron las huelgas y paros.
A principios de 1959, Frondizi consiguió aprobar una ley que autorizaba la venta o el
arrendamiento del frigorífico Lisandro de la Torre (Mataderos). Miles de obreros ocuparon el
edificio y se organizaron para resistir la represión; luego de horas de combate las fuerzas de
seguridad tomaron el control del frigorífico. Ante el recrudecimiento de paros y protestas se
amenazó con la aplicación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) para dar un
marco legal a los horrores de la represión. Además, puso al personal civil de la administración
pública bajo jurisdicción del código de justicia militar, es decir, que en pleno gobierno
democrático quedaban suspendidas las garantías constitucionales.
Para abril de 1961, Frondizi pidió la renuncia de Alsogaray para intentar reorientar su
gobierno y resolvió no sumarse al boicot a Cuba organizado por EEUU. Estos dos hechos
despertaron la furia de los militares, que presionaron a Frondizi. Para las elecciones de
gobernadores del 62, Frondizi permitió votar a los peronistas con otro nombre. En casi todas
las Provincias triunfó la Unión Popular (peronismo) y los militares obligaron a Frondizi a
renunciar, lo detuvieron y trasladaron a la isla Martín García. En su reemplazo asumió José
María Guido, presidente del Senado.
Este interregno entre un gobierno “elegido” y el siguiente fue un modelo de cómo dañar
mucho en poco tiempo. Se volvió a nombrar a Alsogaray como ministro de economía y con él
sus medidas: devaluaciones, solicitud de préstamo al FMI, reducción de derechos sobre
importaciones, tarifazo. El peronismo comenzó a virar hacia la izquierda en la coyuntura. Los
militares se dividieron en colorados y azules, en referencia al peronismo, la situación se fue
agravando, y se llamó a elecciones proscribiendo una vez más al Movimiento Nacional. En este
contexto, estalló el conflicto entre las dos facciones del ejército hacia septiembre del 62.
Guido nombró como comandante en jefe de las FFAA a Onganía (azules), que anunció
elecciones para julio del 63, nuevamente con el peronismo proscripto. Perón, molesto por la
independencia del movimiento obrero desde su exilio y observando como la CGT de Vandor
(peronismo sin Perón) ya tenía su candidato, intentó unirse nuevamente con la UCRI y otros
partidos menores. Perón nombró como su candidato a Vicente Solano Lima pero Guido
mantuvo la proscripción y le impidió presentarse.
Después de muchas idas y vueltas, y con el voto en blanco como el gran ganador, en las
elecciones de 1963 triunfó la UCRP con su candidato Arturo Illia. Es el opuesto total a
Frondizi. Profundamente antiperonista, Illia buscó acentuar el rol del Estado en la economía:
aprobó la ley de salario mínimo vital y móvil; impulsó una revolucionaria ley de
medicamentos y controló el precio y calidad de las especialidades farmacéuticas; estableció el
control de precios en productos de primera necesidad; trató de mejorar efectivamente la
situación de los trabajadores; anuló los contratos petroleros con la intención de renegociarlos;
se enfrentó a los intereses imperialistas y oligárquicos.
A pesar de la distancia, Perón se mantenía como figura central de la política argentina y luego
de 9 años de exilio intentó retornar al país pero el ensayo fracasó. La situación de Illia se
agravó: los peronistas le reclamaban la vuelta de su líder; los militares lo acusaban de débil
ya que Perón intentó volver recién en este momento. Dentro del sindicalismo, Vandor quedó
fortalecido así como su intención de un peronismo sin Perón.
Para las elecciones legislativas de 1965, Illia permitió a los peronistas presentarse bajo el
nombre de Unión Popular (como hizo Frondizi en las provinciales del 62); este partido estaba
conformado por sindicalistas y caudillos provinciales neoperonistas. El objetivo de Illia era que
el conflicto dentro del peronismo se profundice, se dividieran y él triunfar. Sin embargo, ganó
la UP con el 36% de los votos y logró colocar a un grupo importante de parlamentarios que
respondían a Vandor en el Congreso. Perón mandó a Isabel a la Argentina para unir a los
sectores opositores a Vandor y quitarle el control de la CGT. En las elecciones de gobernador
de Mendoza de 1966, el candidato de Isabel se impuso al de Vandor.
Mientras tanto, las FFAA estrechaban vínculos con los EEUU y Onganía adhería a la Doctrina
de Seguridad Nacional cuyo objetivo era eliminar al “enemigo interno” que era el comunismo.
Al mismo tiempo, los diarios comenzaron una campaña de destrucción creciente de la figura
del mandatario que provocó un rápido efecto en la opinión pública. Ni los aciertos ni las
libertades que se vivieron fueron suficientes y un nuevo golpe sin víctimas lo obligó a
renunciar, empezando una etapa que se anunciaba como un renacer de la Argentina, algo
nuevo y superador. Nada bueno vendría sin embargo, esta autodenominada Revolución
Argentina traerá miseria, entrega, represión y destrucción económica de la mano del General
Juan Carlos Onganía.
Las medidas eran las de siempre: reducir el gasto público y racionalizar al Estado. Quita de
subsidios y apertura de la economía al capital internacional. Reducción del personal estatal,
suspensión de negociaciones colectivas de trabajo, congelamiento de salarios, achicamiento
del Estado, apertura a las importaciones, apoyo a las inversiones extranjeras y
desmantelamiento de fábricas pertenecientes al Estado Nacional. El desastre y el descontento
fueron inmediatos, así como la represión.
En julio de 1972, totalmente desgastado, Lanusse llamó a elecciones pero con la imposición de
una cláusula que no permitía presentarse como candidato a nadie que hacía mucho tiempo
no estuviera radicado en el país. El destinatario de esa maniobra no era otro que Perón.
Además se estableció la novedad electoral de la segunda vuelta o ballotage; esta medida
apuntaba a que la gran variedad de partidos que había en esos años se unieran en un eventual
desempate ante el candidato que presentara el peronismo. Apenas un mes después, ocurrió
un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la lucha armada: los fusilamientos
de Trelew. Los militantes asesinados por la dictadura fueron vistos por gran parte de la
población como jóvenes idealistas que eran capaces de dar su vida por la causa popular.
La fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi) ganó con el 49% de los votos y el 20
de junio de 1973 fue el día fijado para el regreso de Perón a la Argentina. Su regreso terminó
de evidenciar las profundas diferencias que había dentro del movimiento, entre los que
soñaban con la patria socialista y los que querían la patria peronista. La fiesta popular a la
que asistieron más de 2 millones de personas se convirtió en una masacre: rodeado de un
estricto operativo de seguridad a cargo de la derecha peronista, Perón volvía al país luego de
18 años de exilio. Centenares de militantes de la JP o Tendencia fueron acribillados en Ezeiza
a manos de las fuerzas de la derecha peronista, que desde el escenario repelían el avance de
las columnas de la JP y Montoneros. El eje de la disputa era sobre cuál iba a ser el rostro del
peronismo que iba a ver Perón cuando bajara del avión, el de la ortodoxia sindical o el de los
militantes de la JP.
El 23 de septiembre de 1973, Perón se impuso con el 62% de los votos. Pero la situación del
país era muy distinta respecto de sus dos primeros mandatos. Las disputas ya no eran solo
contra los enemigos históricos (oligarcas y gorilas) sino dentro del propio movimiento
peronista. La presencia del líder no retraía las disputas, sino que las exacerbaba. En la
disputa se inclinó por lo clásico, aún más luego del asesinato de Rucci, secretario general de la
CGT y dirigente más cercano a Perón. Esto alejó aún más a la JP del líder, que murió en julio
del 74. La derecha del peronismo se adueñó, junto con María Estela Martínez de Perón, de los
destinos del país y de la vida de sus opositores.
Mientras tanto, López Rega comenzaba a crear un poder paralelo y a impulsar el accionar
clandestino de un grupo parapolicial llamado Alianza Anticomunista Argentina (AAA). La AAA
centró su accionar represivo en militantes y dirigentes de izquierda (peronista, comunistas o
marxistas). Para septiembre del 74, Montoneros anunciaba su pase a la clandestinidad y
realizaba acciones de alto impacto como el asesinato del ex ministro Mor Roig, también del
jefe de la policía federal Alberto Villar y los secuestros de los empresarios Born.
La muerte de Perón también abrió una brecha en la CGT: aquellos que por lealtad apoyaban a
la presidenta y los que creían conveniente cambiar la política económica para mejorar las
condiciones de los trabajadores.
Isabel necesitaba nuevos aliados y las FFAA, sin protagonismo desde la caída de Lanusse,
volvieron a escena. En febrero de 1975, Isabel firmó un decreto que establecía la aniquilación
de la subversión en Tucumán: el Operativo Independencia autorizaba al ejército a
desmantelar los campamentos guerrilleros que el ERP había instalado en el norte tucumano.
Las FFAA ensayaron el modelo de represión ilegal que aplicarán en los años del Proceso, a
nivel nacional, e instalaron sus primeros centros de detención y tortura.
El Proceso
Esta dictadura tuvo nombres que conformaban la Junta Militar: Videla, nombrado presidente
provisional, Agosti y Massera. Buscaba volver atrás las reformas económicas y sociales hechas
por el peronismo e instaurar un nuevo orden social. El golpe contaba con la complicidad de
varios sectores civiles como la Sociedad Rural, grupos empresarios y financieros, el sector más
conservador de la Iglesia Católica y, por supuesto, el apoyo de muchos medios de prensa.
Los militares tomaron la decisión de ir a fondo: la guerrilla los había desafiado y enfurecido; el
programa era de exterminio, pero no solamente de los combatientes del peronismo y la
izquierda, también fueron por los delegados obreros, sindicalistas, periodistas, artistas,
estudiantes y representantes de todas sus organizaciones. La palabra subversivo se extendió a
todo aquel que no estuviese se acuerdo con la dictadura. Se produjeron tantas muertes que
ya solo eran números. Pero además de las muertes a cielo abierto, de los muertos en
“enfrentamientos” inexistentes, se inauguraron prácticas: desaparición de personas, vuelos
de la muerte, desaparición de cuerpos y evidencias. Nadie esperaba lo que sucedió, las
guerrillas infiltradas fueron totalmente derrotadas y sus integrantes muertos en condiciones
atroces. Pero todos los otros, jóvenes que permanecían en sus trabajos, escuelas, barrios,
esos fueron “chupados” a un destino impensable, los campos de concentración clandestinos.
La sociedad estaba paralizada; solo las madres de los desaparecidos se animaban a salir y
reclamar. Madres con sus pañuelos blancos dan vueltas a la Plaza de Mayo los jueves, las más
fuertes también fueron desaparecidas y asesinadas, pero ellas siguieron marchando y el
mundo empezó a tomar nota de lo que pasaba en la Argentina. Por la presión internacional,
Videla se vio obligado a recibir a miembros de la comisión interamericana de DDHH de la
OEA. Los informes fueron demoledores y el mundo hablaba de los desaparecidos en
Argentina. El Mundial de Fútbol del 78 intentó generar el espacio para el lema “Los argentinos
somos derechos y humanos”, pero no se pudo imponer.
Hacia 1978, el Ministro de economía, Martínez de Hoz comenzó a ver los efectos su última
medida: la reforma del sistema financiero. Esta ley liberó las tasas de interés y permitió la
salida en masa de capitales al exterior. También implementó “la tablita”: un programa que
fijaba la cotización del dólar mediante una serie de devaluaciones programadas. Pero en ese
período, la inflación aumentó mucho más que la devaluación programada, de modo que el
peso siguió sobrevaluado y el retraso de la paridad cambiaria afectó al sector exportador.
Sumado a esto, se redujeron los aranceles a las importaciones y se abrió de manera irrestricta
el ingreso de capitales extranjeros, que no invertían en industrias sino en entidades
financieras. Los capitales llegaban al país, acumulaban intereses en cientos de bancos y
financieras que abrieron en esos meses, y volvían a fugarse al exterior. El precio
engañosamente estabilizado del dólar generaba consenso en la clase media que compraba
productos importados. Con una inflación anual del 450%, suspendió paritarias, congeló
salarios, eliminó el control de precios, terminó con el proteccionismo a la industria nacional,
eliminó retenciones a exportaciones agropecuarias. A partir del lema “Achicar el Estado es
agrandar la Nación” se realizó un desmantelamiento del sector público. Para controlar la
inflación, la dictadura tomó deuda y redujo la emisión monetaria.
Para 1981, la burbuja financiera de Martínez de Hoz estalló y dejó como saldo una crisis de
enormes dimensiones. Esto provocó su salida junto con la de Videla. Asumió Viola, referente
máximo del ala liberal de la dictadura, que pretendía quedarse en el poder hasta 1985, pero
debía hacerse cargo de una crisis económica descomunal. Su ministro de economía empeoró
todo. La apertura de Viola y el desgaste de la dictadura hicieron que la sociedad comenzara a
despertar luego de 5 años. Los principales partidos políticos formaron la multipartidaria: un
acuerdo político que exigía el retorno a la democracia y la pronta llamada a elecciones. Esto
provocó que el sector duro del Ejército diera un golpe dentro del golpe en diciembre del 81,
sacando a Viola y colocando a Galtieri.
A principios del 83, Bignone decretó la destrucción de todos los archivos que existían sobre
secuestros, torturas y desapariciones. En las campañas electorales se puso en juego el juicio a
los militares y Alfonsín tomó la delantera. Pocos días antes de la elecciones, el gobierno de
facto dictó la ley 22924 de amnistía a todos los miembros de las FFAA que participaron en la
represión ilegal. En 1983, Argentina volvió a votar y ganó Alfonsín. Terminó un período de
oscuridad que dejó: 30mil desaparecidos, 700 caídos en Malvinas, industria nacional herida
de muerte, riqueza cada vez más concentrada y una deuda externa multiplicada por seis.