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Revolución Rusa 4to 2da

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La Gran Guerra y las transformaciones en Europa

IV - La Revolución rusa

1. El Imperio de los Zares


A comienzos del siglo XX, el Imperio ruso contaba con una población de 135 millones
de habitantes –el 80 % eran campesinos distribuidos de manera desigual en su geogra-
fía–, y constituía un verdadero gigante multinacional y muy inestable. Con un vasto
territorio que se extendía desde el Pacífico hasta las fronteras con Alemania, el Imperio
incluía a diferentes pueblos y nacionalidades como polacos, ucranianos, finlandeses y
poblaciones bálticas (actualmente Letonia, Lituania y Estonia).
Su atraso respecto de la Europa Occidental situaba a Rusia en la periferia de la economía
capitalista, pero su condición de potencia secundaria no constituyó una dificultad para
el veloz proceso de industrialización de algunas zonas y el desarrollo de vías férreas
bajo el gobierno de los zares, cuyo símbolo fue el Ferrocarril Transiberiano, construido
en la década de 1890.
El atraso político del imperio ruso estaba dado por su carácter de monarquía absoluta
ejercida por la Dinastía Romanov. Este régimen, obsoleto para el siglo XX, no le impedía
al zar Nicolás II emprender aventuras de gran potencia, como su intervención en las
guerras balcánicas o las conquistas en el Lejano Oriente, que enfrentaron a Rusia con la
expansión japonesa (guerra ruso-japonesa en 1904/5). Durante esta última guerra –en la
que fue derrotada Rusia– se produjo una revolución (1905) que obligó al régimen zarista
a introducir cambios, como la convocatoria de la Duma o Parlamento, que permitió el
acceso a la participación política a miembros de partidos opositores.
El viejo Imperio de los Zares ingresó también en la Primera Guerra Mundial como aliado
de los países occidentales –Francia, Gran Bretaña y luego los Estados Unidos–, contra
los Imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría).

2. La oposición a la guerra
Un refugiado político ruso, Vladimir Illich Ulianov, conocido como Lenin, había califi-
cado el conflicto bélico de 1914 como una guerra imperialista, «una guerra de conquista,
pillaje y rapiña», por el reparto del mundo, en la que los trabajadores no tenían por qué
apoyar a las clases dirigentes de sus respectivos países.
Lenin, miembro y dirigente de los Bolcheviques –un sector del Partido socialdemócrata
ruso– había sufrido la persecución zarista, y se encontraba exiliado en Zurich (Suiza);
y regresaría a Rusia para convertirse en líder de la Revolución Socialista de Octubre
de 1917.
Desde su exilio condenó duramente la pasividad de la Segunda Internacional Socia-
lista frente a la guerra. Esta organización, fundada en 1889, agrupaba a los partidos
socialistas de distintos países y dejó de existir en 1914. Al comenzar la guerra –según
Lenin– sus líderes traicionaron la causa del socialismo y se colocaron del lado de sus
gobiernos imperialistas. Lenin consideraba que los socialistas debían paralizar la guerra
mediante huelgas o promoviendo la deserción de los soldados. Pero los obreros fueron
captados por el nacionalismo y el patriotismo en cada país.

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CAPÍTULO 3

3. El Zar ruso destronado por la revolución


Mientras tanto, en Rusia surgía una creciente oposición a
la guerra. Los soldados rusos, movilizados para el frente
contra los alemanes, comenzaron a desertar, desmora-
lizados por el frío y la falta de armamento. En la capital
del Imperio, Petrogrado, un creciente descontento se
manifestó en los barrios populares al establecerse el
racionamiento de alimentos. La escasez de carbón y la
desesperación frente a las interminables filas en las tien-
das desencadenaron los disturbios. La desobediencia y
la sedición de los soldados continuaron. En la capital, la
guardia imperial de los cosacos no se atrevió a sofocar las
manifestaciones obreras que pedían: «paz y pan». El zar
Nicolás II respondió con la orden de disolver la Duma o
Parlamento, al que veía como un foco de oposición. Pero Afiche propagandístico ruso en contra
de la guerra
comenzaron a amotinarse los regimientos imperiales y
la flota rusa situada en el mar Báltico.
Se creó un Gobierno Provisional, presidido por uno de los
Bolcheviques
miembros de la Duma, que pretendía instalar una monar-
Tendencia del Partido Obre-
quía constitucional. Simultáneamente, se había improvi-
ro Socialdemócrata ruso, de
sado en la capital un consejo o Soviet de obreros. Un tren orientación marxista. En 1903
en el que viajaba el Zar fue desviado por los ferroviarios este partido se dividió en dos
y detenido en una estación por soldados sublevados, y tendencias: los Menchevi-
éste tuvo que abdicar (renunciar) sin resistencia. ques, socialistas moderados
que buscaban la alianza con
Con la caída del viejo régimen zarista, el Zar fue reem- la burguesía liberal; y los Bol-
plazado por dos poderes o autoridades: el Gobierno Provi- cheviques, el ala más dura,
sional –que pretendía continuar la guerra y convocar una que proponía la dictadura del
asamblea constituyente– y el soviet de Petrogrado. proletariado como vía hacia
el socialismo.

4. Lenin y la guerra
Segunda
El malestar en el frente se expresaba en las deserciones Internacional Socialista
masivas, y el nuevo régimen parecía incapaz de resolver La Segunda Internacional
el problema de la guerra. Los países occidentales habían Socialista se conformó a par-
apoyado al Gobierno Provisional, temerosos de que Rusia tir del Congreso de 1889, y
se retirara de la contienda. fue hegemonizada por par-
tidos socialdemócratas que
En abril de 1917, Lenin regresó a Rusia con una postura apoyaban la Primera Guerra
hostil a «la guerra imperialista de rapiña»; pedía, enton- Mundial. La Primera Interna-
ces, la «paz sin anexiones» (es decir, sin conquista de cional de los Trabajadores
territorios). Rusia debía declararse «libre de todo compro- había sido constituida por
Marx, Bakunin y otros revo-
miso» con los países aliados en una guerra a la que había
lucionarios, y funcionó entre
ingresado por iniciativa del zar depuesto. La paz era un
1864 y 1872.
llamamiento a los gobiernos y a los pueblos; Lenin creía

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La Gran Guerra y las transformaciones en Europa

que la revolución proletaria era eminente en Europa y que los trabajadores, al ver que
sus gobiernos no querían la paz, se levantarían.
Mientras tanto, las embajadas francesa y británica presionaban por la continuidad de
Rusia en la guerra; si ésta decidía retirarse unilateralmente, se cerraba un frente y se
facilitaría una gran ofensiva alemana. Por su posición antibelicista, Lenin fue acusado
de «agente alemán», de trabajar como «espía al servicio de Alemania», debido a su
pretensión de que el nuevo poder en Rusia firmara la paz por separado con «el impe-
rialismo alemán». La agitación de su partido (bolchevique) determinó la detención de
algunos miembros, y el propio Lenin tuvo que refugiarse en Finlandia. Pero, así como la
oposición a la guerra fue decisiva para acabar con el régimen zarista, también lo sería
para el triunfo de la Revolución bolchevique en octubre.

5. El regreso de Lenin: «Todo el poder a los Soviets»


En todas las grandes ciudades rusas –Moscú, Kiev, Minsk, Vladivostok– se habían cons-
tituido Soviets, consejos elegidos sobre la base de las asambleas generales de obreros,
soldados y campesinos.
En octubre, el Soviet de Petrogrado, presidido por León Trotski, creó un Comité Militar
Revolucionario. Mientras tanto, el Partido Bolchevique dirigido por Lenin iniciaba la
oposición absoluta al Gobierno Provisional y solicitaba el traspaso de «todo el poder a
los Soviets».
El gobierno, presidido por el abogado Kerenski, censuró la prensa bolchevique y orde-
nó el cierre de la imprenta donde se publicaba el diario Pravda (Verdad), actitud que
precipitó la revolución.
Bajo la dirección militar de Trotski, los bolcheviques decidieron ocupar puntos estra-
tégicos de la capital: correos, estaciones ferroviarias, arsenales y bancos. La revolución
terminó con el asalto al Palacio de Invierno, sede del Gobierno Provisional, y la detención
de sus miembros. Con estos hechos, el soviet de Petrogrado asumía el poder del Estado,
mientras en Moscú la resistencia sería más prolongada. Las consignas bolcheviques de
«paz inmediata y tierra para los campesinos» explican el triunfo rápido de la revolución
en la capital (que era Petrogrado, y se denominó en 1924 San Petesburgo).

6. Consecuencias de la Revolución bolchevique de Octubre


Como señala el historiador inglés Eric Hobsbawm, en su Historia del Siglo XX, la Revolu-
ción Rusa de 1917 que dio origen a la Unión Soviética fue hija de la guerra. Las reper-
cusiones de la Revolución de Octubre pueden compararse –debido a su importancia
crucial para la historia del siglo XX– con la Revolución Francesa para el siglo XIX. Para
algunos historiadores, incluso fue más profunda que esta última, y generó un movi-
miento revolucionario de expansión mundial.
Como primer Estado socialista, presentó sus logros como sistema alternativo y supe-
rador del capitalismo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) preservaría
la unidad territorial multinacional durante setenta cuatro años, hasta su disolución y
caída en 1991.

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CAPÍTULO 3

 En 1918, el gobierno bolchevique firmó la paz separada


con Alemania. Trotski selló el Tratado de Brest-Litovsk,
que ponía fin a la intervención rusa en la Primera Gue-
rra Mundial. Como representante del nuevo gobierno
soviético, tuvo que aceptar durísimas condiciones:
los alemanes ocuparon los países bálticos, parte de
Bielorrusia, Ucrania y Polonia. Además, debía pagar
reparaciones con materias primas y oro.
 Se dispuso –como una de las primeras medidas
revolucionarias– el reparto de la gran propiedad te-
rritorial y el usufructo de la tierra por parte de los Pintura que representa a Lenin
campesinos. También se estableció la nacionalización mientras pronuncia un discurso
frente al pueblo ruso
de las industrias y servicios y el control obrero de la
producción.
 El levantamiento de la bandera de la Revolución mun-
dial. Lenin, el líder bolchevique, sostenía que la revo-
lución limitada a Rusia no sería viable. Después de la
toma del poder en Rusia, debía estallar la revolución
proletaria en toda Europa. Creía firmemente que el
espíritu de rebelión estallaría en la propia Alemania.
 Se perpetró la intervención extranjera y se estableció
«el cordón sanitario» a Rusia. Los franceses y britá-
nicos desembarcaron tropas en las costas rusas del
norte, con el pretexto de garantizar la continuidad de
la guerra contra Alemania. Pero éstas apoyarían a los
ejércitos contrarrevolucionarios que se levantaron
contra el poder soviético.
 La intervención se prolongó con el propósito de esta-
blecer un cerco económico al Gobierno Bolchevique,
para lo que se dispuso el cierre del comercio a los
puertos rusos del mar Báltico. El presidente norte-
americano Wilson –en abierta oposición al gobierno
de Lenin– señaló en 1919 que «la declarada hostilidad
de los bolcheviques contra todos los gobiernos y el
anunciado programa de revolución internacional los
convierte en una grave amenaza». Esta actitud deter-
minó el aislamiento de la Unión Soviética, y recién
en 1934 se permitió su ingreso a la Sociedad de las
Naciones.
 La Guerra Civil, que duraría dos años y medio (1918-
1920), enfrentó al Ejército Rojo (bolchevique) contra los
restos del ejército zarista y los contrarrevolucionarios Arte de tapa del disco Oktubre de
Patricio Rey y sus Redonditos de
apoyados por fuerzas extranjeras. Ricota, por Rocambole

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La Gran Guerra y las transformaciones en Europa

· En 1918 se dispuso la ejecución del Zar y su familia, por temor a que fueran liberados
por los contrarrevolucionarios.
· En 1920 se fundó por iniciativa del gobierno soviético, una Nueva Internacional
(Comunista), en sustitución de la Segunda Internacional desacreditada por la guerra
a la que no había sabido oponerse.
· Las repercusiones teóricas y prácticas de la Revolución Rusa tuvieron también una
importancia fundamental para el siglo XX y se expresaron en la contribución de Lenin
a la obra de Marx. El fundador del marxismo y redactor del Manifiesto Comunista de
1848, pensaba que la revolución estallaría en el corazón del capitalismo más avan-
zado: Gran Bretaña. Lenin, en su obra El imperialismo, etapa superior del capitalismo,
consideró que estallaría en Rusia, donde el desarrollo capitalista era menos fuerte,
pero este atraso relativo permitía que fuera más fácil de romper. Según Lenin, con
la explosión rusa, la revolución se producía en «el eslabón más débil del sistema
capitalista mundial», pero como prólogo o antesala de una revolución proletaria en
toda Europa.
Con la muerte de Lenin en 1924 y la llegada al poder de Iósif Stalin, la posibilidad del
derrocamiento del capitalismo en todos los países se había desvanecido; y el nuevo
líder soviético emprendió «la construcción del socialismo en un solo país». Trotski se
opuso a este cambio teórico, pues consideraba que el socialismo no podía sobrevivir
aislado, pero tuvo que exiliarse en México, en donde muere asesinado en 1940.

V - El período de entreguerras: el Estado liberal y su crisis

1. Liberalismo, conservadurismo y socialismo


Durante todo el siglo XIX y comienzos del siglo XX en Europa «occidental» se fue de-
sarrollando un proceso de democratización política paulatina.
El Estado liberal, con gobiernos constitucionales y principios liberales (libertades de
expresión, de opinión y de reunión), fue imponiéndose por sobre las ideas conservado-
ras que seguían propiciando las monarquías absolutas. Sin embargo, en España, Rusia
y Turquía, antes de 1914 continuaba el modelo político absolutista.
Tanto en Francia como en Inglaterra existían regímenes parlamentarios representati-
vos, es decir, con elecciones para constituir las Asambleas o Parlamentos legislativos.
Alemania, hasta 1914, no puede ser considerada «democrática»: el emperador tenía
el mando supremo, con libertad para nombrar a su ministerio, por lo que el Primer
Ministro no tenía relación con el sufragio popular. Tenía un Parlamento elegido por
sufragio universal (Reichstag), que aprobaba el presupuesto anual, pero su autonomía
era restringida.
Al terminar la Primera Guerra la monarquía había desaparecido de Alemania y to-
dos los estados nuevos –Polonia, Checoslovaquia y los países bálticos– establecieron
repúblicas.
Si bien al comenzar el siglo XX la democracia liberal había progresado en Europa

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