Qué Es La Morfosintaxis
Qué Es La Morfosintaxis
Qué Es La Morfosintaxis
¿Qué es la morfosintaxis?
Este vocablo lo constituyen dos palabras distintas:
Morfología: estudia la forma de las palabras y se ocupa de las distintas formas o
variantes del significado de las palabras en una misma lengua.
Sintaxis: estudia la relación recíproca que existe entre los elementos que
conforman una estructura gramatical.
El aprendizaje de la morfosintaxis nos permite comprender el significado escrito y
hablado del lenguaje. Es un proceso complejo y que requiere maduración y una correcta
exposición. De ahí que sea tan importante leer y hablar muy claro y preciso a los niños desde
temprana edad, sin modificaciones o simplificaciones del lenguaje innecesarias.
Fases del desarrollo morfosintáctico infantil
Etapa de pre lenguaje
0-6 meses: vocalizaciones no lingüísticas, balbuceo sin demasiada carga
comunicativa. Suelen ser repeticiones que el bebé aprende en el entorno familiar.
6-9 meses: los balbuceos y vocalizaciones tienen una carga comunicativa
importante y empiezan a adquirir características del lenguaje tales como entonación, tono o
ritmo.
9-10 meses: empieza una etapa de pre-conversación, es decir, la vocalización es
mayor (incluso hay bebés que pueden empezar a decir alguna palabra) y buscan, mediante la
entonación y el uso de ciertas vocalizaciones, la respuesta del adulto.
11-12 meses: la comprensión del lenguaje se dispara exponencialmente y
comprende mucho vocabulario utilizado en el entorno familiar. Mejora mucho la vocalización,
siendo más precisa en dicción, tono e intensidad. Puede comunicarse con alguna palabra.
Desarrollo sintáctico
12-18 meses: vocalizaciones no lingüísticas, balbuceo sin demasiada carga
comunicativa. Suelen ser repeticiones que el bebé aprende en el entorno familiar. Aparecen las
primeras palabras funcionales y un fenómeno llamado sobre extensión semántica; por ejemplo,
emplea la palabra “vaca” para llamar a todos los animales.
18-24 meses: aparece la unión de dos palabras, las primeras oraciones negativas
mediante el uso del “no” y las primeras interrogativas o preguntas muy simples con la utilización
de una o dos palabras.
24-48 meses: es el periodo que se llama de “habla telegráfica”. El niño no utiliza
artículos ni preposiciones ni tampoco al cien por cien flexiones de género o número. Ya es capaz
de crear oraciones de tres o más palabras con la estructura: nombre-verbo-nombre (“perro bebe
agua”). También emplea adverbios de lugar, y pronombres en primera y segunda persona.
2 años y medio a los 3: aparecen las primeras frases coordinadas con “y”,
pronombres de primera, segunda y tercera persona. A los dos años usa perfectamente el “yo” y
“tú”. A los tres años, el “él, ella”.
3 años a los 3 y medio: capacidad de estructurar oraciones más complejas y
aparecen las primeras oraciones subordinadas con “pero” y “porque”.
Últimas adquisiciones: estructuras sintácticas complejas
4 años y medio: ya puede utilizar estructuras gramaticales más complejas:
oraciones pasivas, condicionales, circunstanciales… y va perfeccionando todo lo aprendido
hasta el momento. Es capaz de usar la voz pasiva y las conexiones adverbiales.
5 años: domina el sistema gramatical básico con un incremento en el uso de los
pronombres posesivos, adverbios, preposiciones, utilización correcta de la forma irregular de los
verbos y la concordancia de los tiempos verbales.
¿Qué nos puede ayudar a desarrollar la morfosintaxis en el niño?
Una herramienta excelente es el uso adecuado del lenguaje. Aquí tienes algunas
estrategias:
Hablar al bebé desde el nacimiento sin utilizar frases mal hechas o
simples por el mero hecho de pensar, erróneamente, que así nos entenderá mejor. Es
importante articular correctamente y darle la entonación correcta para dar mayor carga
comunicativa al lenguaje empleado.
Cantar canciones: es una forma fantástica de estimular el lenguaje, su
aprendizaje y su comprensión de una manera lúdica y muy agradable.
Leer cuentos: tener este hábito a diario es de las mejores “inversiones” que
podemos hacer con nuestros hijos. Cuando son muy pequeños podemos utilizar libros con
imágenes donde explicaremos qué ocurre en la historia de mil maneras y enfoques distintos.
Cuando sean más mayores (o cuando el niño esté preparado e interesado) podemos leer
cuentos cortos. El repetir y repetir el mismo cuento, para el niño es un placer. De esta manera,
reforzamos el desarrollo de la morfosintaxis, así como la comprensión lectora y el aprendizaje de
nuevo vocabulario.
Crear ávidos lectores: cuando el niño aprende a leer por sí mismo, es un hábito
inmejorable, animarle a que lea cada día. Esto no está reñido con la lectura en voz alta de los
padres (actividad que gusta mucho a todas las edades).
Crear historias imaginarias: hacer una rueda, empezar una historia y que el
compañero de al lado la continúe; utilizar dados de escritura creativa o dibujos que “inspiren” la
creación verbal o escrita de una historia. En esta actividad, estamos poniéndonos a prueba. Es
una divertida manera de practicar la morfosintaxis en la clase o en familia.
Si buscamos trabajar de manera más específica la morfosintaxis, podemos
proponer al niño ejercicios como ordenar palabras para construir una frase, unir partes de
enunciados o construir frases con los elementos que le entrañen mayor dificultad.