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Trastorno Del Espectro Autista

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Universidad pedagógica nacional unidad 282

Curso:
Intervención educativa en trastornos del
neurodesarrollo
Alumno:
Edgar Santiago Almora Martinez
Tema: trastorno del espectro autista (TEA)
“Gerard”, el niño con autismo que estudió en la
escuela ordinaria
El caso de Gerard me parece sumamente interesante, puesto que es común asumir en

muchos casos por ignorancia posturas erróneas al respecto de la convivencia e

interacción con los individuos que presentan rasgos de este padecimiento conocido en la

actualidad como TEA, condición ante la cual en ocasiones no tenemos las herramientas

didácticas y el conocimiento en el aula para llevar a cabo un proceso educativo e

interactivo adecuado, cayendo muchas veces en la desatención del alumno. Por la carente

o nula comunicación que se puede llegar a tener con él.

Por mi parte no e tenido un caso directo con algún alumno que padezca este trastorno,

pero lo he visto de cerca y he notado las dificultades que pueden surgir para llevar a cabo

las actividades por las complicaciones en la comunicación con ellos, de tal forma que es

más lenta la dinámica de interacción.

Las primeras descripciones relevantes sobre lo que actualmente denominamos

trastornos del espectro autista (TEA) corresponden a las publicaciones de Leo Kanner

(1943) y Hans Asperger (1944).

Para realizar el diagnóstico del autismo se deben detectar déficits severos en tres áreas

principales:

Alteración cualitativa de la interacción social.

Alteración cualitativa de la comunicación.

Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y

estereotipados.
Tenemos varios aspectos que se deben tomar en cuenta para poder determinar si un

individuo padece este trastorno en base a ellos tenemos para empezar que, los niños con

espectro autista suelen tener disfunción sensorial, por lo que cosas como luces brillantes,

compañeros gritando o el sonido del timbre, pueden ser estímulos abrumadores que

desencadenan ansiedad extrema o conductas autistas como agresividad o lastimarse a sí

mismos, entre las cosas que debemos hacer para apoyar a los alumnos con TEA, está el

intentar ayudar al niño en sus actividades; decirle a al niño/a, cuando está haciendo las

cosas bien; recordarle las normas cuando sea necesario; ayudarle llevándolo al rincón de

la calma cuando lo vean nervioso; incluirlo en sus juegos en el patio.

Aunque es una tarea un tanto complicada en los grupos numerosos con niños y niñas

que no padecen este trastorno podemos destacar que, a pesar de esto, hay formas de

hacer que la comunicación con niños autistas sea más exitosa y fácil para todos los

involucrados.

Concéntrate en tu lenguaje corporal. Muchos niños autistas encuentran las palabras

abrumadoras y confusas, y responden mucho mejor a la comunicación física. Permítele al

niño comunicar lo que él quiera usando el cuerpo. Por ejemplo, un niño que quiere beber

algo puede guiarte hasta la heladera, o puede señalar un juguete con el que desea jugar.

Aprende las señas propias del niño. Por ejemplo, frotarse la panza puede indicar un

dolor de estómago, o ponerse las manos en la cabeza puede ser una jaqueca. Aprenderás

estas señales con el tiempo naturalmente, aunque los padres del niño pueden ser capaces

de ayudarte a que lo hagas más rápido.


Usa lenguaje directo. El autismo puede causar un marco mental muy literal, lo cual

significa que los sentidos figurados y las metáforas no suelen tener sentido y pueden

confundir y frustrar. Piensa en qué deseas decir y cómo puedes transmitirlo directamente.

Esto significa que el niño probablemente lo entienda inmediatamente, en vez de frustrarse.

Considera introducir sistemas de comunicación oficiales. Esto tendría que ser

aceptado por los padres del niño antes de que se dé cualquier paso, pero puede

proporcionar al niño otra forma de expresarse. Una opción popular es PECS (por sus

siglas en inglés), o Sistema de Comunicación por Intercambio de Imágenes. PECS fue

desarrollado para ayudar a aquellos con autismo, y puede ser utilizado a lo largo de la

niñez y la adultez. El sitio web de PECS da información sobre cómo funciona el sistema y

cómo implementarlo.

Etiqueta habitaciones y objetos. Si el niño puede leer, esto lo guiará para que pueda

decir la palabra, o le dará una oportunidad de indicar la señal correcta. Ejemplos de

señales incluyen habitaciones como el baño; los juguetes con los que el niño podría querer

jugar; actividades que podría desear hacer y alimentos y bebidas. También puedes crear

un juego de tarjetas que el niño puede entregarte para mostrarte qué desea hacer.

Las personas con autismo sienten, aman y sufren al igual que nosotros, solo que no

saben expresarlo de la manera a la que estamos acostumbrados. Un autista no sabe la

forma de comunicarnos que nos quiere, pero lo podemos notar porque busca estar donde

estamos nosotros, su estado de ánimo cambia cuando nos acercamos, juega a nuestro

lado (en lo suyo) o trata de imitarnos.


Existen varias formas de acercarse a los niños con autismo, entre ellas algunos juegos,

por ejemplo: Jugar a las escondidas (inicialmente se pueden tapar solo los ojos), repetir

ciertas palabras (aunque no signifiquen nada), bailar canciones infantiles (si canta es

mucho mejor) y acercarse haciendo gestos y sonidos que no le causen ansiedad al niño.

Aprender a comprender al autista, implica desear sentir y pensar como él; adentrarse

en sus juegos y rituales lejos de acoplarlo a los nuestros.

De esa manera podremos lograr una mejor interacción y una mayor posibilidad de

lograr los objetivos que se establezcan dentro de las aulas y en su vivir cotidiano dentro de

nuestro entorno que para ellos es totalmente visto desde otra perspectiva.

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