Parcial SYE 1-2
Parcial SYE 1-2
Parcial SYE 1-2
Cultura
"Yo me sentía como si hubiese caído del cielo", señaló Jonathan Lee, refugiado vietnamita,
al describir su llegada a la ciudad de Nueva York. "En la calle las personas se alejan de mí
como si cayeran de un incendio. El gran edificio de la asistencia social tenía todos esos
guardias con uniformes afuera, y las puertas estaban cerradas. En mi país nadie se atreve a
abrir las puertas cerradas" (Sontag, 1992, p. 36). Esta fue la impresión de un camboyano
etnico, el señor Lee, que huyo de Vietnam del Sur pals con sistema comunista, en 1982,
viajó por tren, autobús y a pie a Tailandia, donde pasó un rato en campos de refugiados
antes de ser admitido en Estados Unidos como un refugiado político.
Diez años después de salir de su patria, el señor Lee trabajaba como consejero de
refugiados para ayudar a recientes inmigrantes de lugares lejanos como Corea del Sur,
Etiopía, El Salvador y la República de Georgia en la ex Unión Soviética. Algunos de sus
clientes no tenían familia o amigos en Estados Unidos, la mayoría hablaban poco o nada de
inglés, y casi todos estaban sufriendo, como él dijo, un choque cultural. Para evitar esto, el
señor Lee inicia a sus clientes en las costumbres y estilos de vida estadounidenses.
El les enseña cómo abordar el metro, como marcar el número 911 para emergencias, y en
algunos casos, cómo vaciar un retrete. Les aconseja poner su dinero en bancos, ser
precavido con extraños, y mirar a las personas a los ojos durante una conversación, algo
que sería considerado sumamente grosero en otras culturas.
El señor Lee y sus clientes fueron parte del más grande movimiento migratorio a Estados
Unidos desde principios de siglo (véase figura 3-1). Entre 1985 y 1994, en Estados Unidos
se admitieron casi 9 millones de inmigrantes y contando a los extranjeros que viven
legalmente en ese país, se llega a 20 millones (Statistical Abstract, 1996). Estados Unidos
siempre ha sido una nación de inmigrantes, por lo que se está convirtiendo cada vez más
en una nación multicultural.
Preguntas clave
1. ¿Por qué es importante la cultura para los humanos? 2. ¿Qué elementos comparten
todas o la mayoría de las culturas?
3. ¿Cómo ven las personas las diferencias entre las culturas?
4. ¿Cómo improvisan las personas dentro de su propia
cultura?
5. ¿Cómo explican los científicos sociales las variaciones entre culturas?
6. ¿Cuáles son las fuentes y consecuencias del cambio cultural?
Cultura: una revisión general
La cultura se ha definido como un "diseño para vivir" (Kluckhohn, 1949) y como las
"comprensiones compartidas que las personas usan al coordinar sus actividades (Becker,
1986) Los miembros de una sociedad comparten determinadas ideas básicas en torno a
cómo funciona el mundo, lo que es importante en la vida, cómo es usada la tecnología, y lo
que sus artefactos y sus acciones significan. Mientras que la "estructura social" se refiere a
los aspectos prácticos/ instrumentales de las relaciones sociales, la cultura se refiere a "los
aspectos simbólicos/expresivos de las relaciones sociales" (Wuthnow, 1987, p. 4).
Todas las criaturas tienen esquemas de vida, como rituales de cortejo, patrones para criar
su descendencia, estrategias para conseguir comida y agua y para establecer territorios, y
así sucesivamente. En este sentido, es necesario señalar que la cultura es un patrón de
vida que es adquirido mediante el aprendizaje. Pocos seres vivos están tan desvalidos en el
nacimiento como el infante humano. Ningún otro animal puede aprender, o necesita
aprender tanto. A unas horas de su nacimiento, un caballo es capaz de correr y patear para
su defensa; este comportamiento es gobernado por los instintos o patrones de conducta de
orden genético. Un potro o una potranca no necesitan ser enseñados a correr con la
manada. En contraste, los infantes humanos nacen con unos reflejos simples. Los humanos
necesitamos aprender qué es peligroso y cómo responder al peligro, entre otras lecciones
innumerables. Se han descubierto algunos casos trágicos de niños a quienes se les dio
cuidado físico pero se les dejó aislados, debido a que a estos niños se les privó de la
interacción humana y las experiencias de aprendizaje, su conducta era escasamente
humana. Ellos se comunicaron a gruñidos, no hicieron ningún esfuerzo para controlar sus
funciones corporales y parecían indiferentes a otros humanos. Sólo asistidos de sus
recursos biológicos, no se volvieron personas sociales. En este sentido, los humanos deben
aprender a ser humanos; su desarrollo depende de la socialización, es decir, el continuo
proceso de interacción mediante el cual adquirimos una identidad personal y habilidades
sociales. (Véase capítulo 4.)
El contenido de la socialización varía de una sociedad a otra. A través de ella se adquiere la
cultura de la sociedad en la que fuimos criados y aprendemos sus patrones particulares
para vivir. Ningún otro ser vivo es tan adaptable como los humanos. Cada especie de pájaro
tiene sus propias canciones distintivas. Un pichón necesita oír a los de su especie para
ejecutar sus canciones, pero nada puede hacer a un cuervo trinar como un ruiseñor o
viceversa (aunque unas especies, como el cenzontle, son químicos naturales). Los
humanos no heredan una predisposición para hablar español en lugar de chino, mucho
menos para pensar que la carne de cerdo está sucia o para creer que los gérmenes, como
en los antepasados, causan enfermedad y muerte. El tipo de personas que somos se debe
a la influencia de la aculturación, que significa la inmersión en una cultura al punto que esa
forma particular de vivir parece "natural"16
Las predisposiciones genéticas que hacen a un potro correr o a un pájaro trinar se heredan.
La habilidad humana para adquirir cultura también se hereda Pero la cultura se transmite de
una generación a otra mediante la socialización, por medio de historias de niños y juegos,
poemas, rituales religiosos, chistes y otras actividades de aprendizaje. Por lo general no
somos conscientes de cuanto de nuestro comporta- miento es aprendido El Manejo del sexo
humano es una buena ilustración de esto. Los estadounidenses tienden a creer que el
comportamiento sexual está biológicamente determinado. Muchos humanos creemos que la
sexualidad es una fuerza poderosa (tan necesaria como el alimento, que juega un papel
central en la vida de cada adulto, y que todos tenemos un
destino heterosexual natural (Goode, 1978). En realidad, el "manejo del sexo", es muy
variable entre las diferentes culturas (Ford y Beach, 1951).
El antropólogo Karl Heider (1976) estudió una interesadas en el sexo. Como muchos otros
grupos que no tienen dispositivos de control natal, los dani Nueva Guinea practican una
abstinencia posparto las relaciones sexuales. En la mayoría de las sociedades en las que
esto ocurre, dura aproximadamente dos años. En la sociedad dani dura de cuatro a seis
años. Heider no encontró ninguna evidencia de que los dani compensan la suspensión de
relaciones conyugales comprometiéndose en relaciones extramaritales, relaciones
homosexuales o con la masturbación. Tampoco mostraron señales de tensión o infelicidad.
Las preguntas sobre este tema de sus vidas los confunde. Los largos periodos de celibato
parecen normales y naturales para los dani. En contraste, los aranda de Australia
consideran normal hacer el amor, dormir, entonces hacer el amor una vez más, tres a cinco
veces por noche, todas las noches (Hyde, 1979). Esto muestra que las técnicas sexuales,
normas de atractivo fisico, actitudes hacia la masturbación y re- laciones homosexuales, y
los roles que hombres y mujeres juegan en las relaciones sexuales, también varian entre las
diversas sociedades. Para los thonga de África, el besar es algo repugnante; los sirionó de
América del Sur encuentran el acicalarse (remover garrapatas y espinas en el cuerpo de su
amante y piojos del pelo) como algo "excitante". En las islas Trobriand del Pacifico Sur, los
hombres se quejan de ser "violados en grupo" por mujeres (Malinowski, 1929). Las
variaciones de lo transcultural ilustran la diversidad del comportamiento humano y el poder
de la aculturación.
Los elementos de la cultura
Los antropólogos generalmente han enfatizado las diferencias entre los grupos de personas
que hablan lenguajes distintos y siguen estilos de vida diversos. Pero es importante no
pasar por alto las similitudes, eso que Donald Brown (1991) llama los elementos
"universales humanos".
El término "universales culturales es generalmente usado para referirse a valores
especificos y creencias comunes que se encuentran en todas o la mayoria de las culturas,
como la prohibición del incesto y el canibalismo.
Todos los humanos viven en grupos sociales, aunque el tamaño y la naturaleza de esos
grupos sea sumamente inconstante. Todas las sociedades se organizan en familias (como
mínimo una madre y sus niños) y reconocen parentescos: quién es considerado miembro de
"la familia", cuál es la fuerza y duración de los lazos familiares, cuál es la importancia del
grupo familiar y otros aspectos de la vida son variables; pero la familia es un aspecto
universal. Paul Ekman y sus colaboradores (1969, 1986) encontraron que la expresión facial
de ciertas emociones básicas es universal: un occidental urbano y un miembro de una tribu
de Nueva Guinea pueden reconocer lo que el otro está sintiendo a partir de sus fotografías.
También que las personas en todas las culturas hacen música y danza; y que 95% de las
culturas han tenido perros domesticados.
El origen de los elementos universales humanos es el objeto de muchos debates. Ellos
pueden proceder de la naturaleza humana (el pasado evolutivo), la estructura del cerebro
(nuestra biología), una cultura común de la que todas las culturas actuales y pasadas
descienden (la historia y prehistoria), o todas ellas. Los modelos de pensamiento y actividad
que pertenecen a la lista de lo universal humano también son polémicos, sin embargo, los
científicos sociales coinciden en que todas las culturas tienen seis elementos principales:
Para dar un panorama sobre estos elementos culturales básicos, en las páginas siguientes
se procederá a comparar los "diseños de vida" estadounidenses y vietnamitas (véase mapa
3-1.)
Creencias
Las creencias son ideas compartidas sobre cómo el mundo opera. Ellas pueden ser los
resúmenes e interpretaciones del pasado, explicaciones del presente, o predicciones para el
futuro. Pueden estar basadas en el sentido común, sabiduría popular, religión, ciencia, o en
alguna combinación de éstas. Algunas creencias se aplican a las cosas intangibles (por
ejemplo, creer que el espíritu humano se mantiene vivo después de la muerte). Todas las
culturas distinguen entre ideas para las que las personas tienen pruebas razonables (por
ejemplo, que fumar aumenta el riesgo de cáncer) e ideas que no han sido o no pueden ser
probadas (por ejemplo, que hay vida inteligente en otros planetas). Por otra parte, dónde y
cómo las personas ponen el límite entre estos aspectos es diverso.
Debido a que las creencias forman la experiencia personal y social, las diferencias básicas
en las creencias cuentan para algunos de los problemas que los inmigrantes vietnamitas
han tenido en la sociedad estadounidense. Un ejemplo son las creencias concernientes a la
naturaleza del tiempo, las personas en las culturas occidentales creen que el tiempo es
irreversible; se piensa que es como una línea recta. A las 12:01 am. Cada 1 de enero se
agrega otro año al calendario haciendo fiestas y reuniones. Asimismo, desde mediados de
los años noventa, la gente empezó a planchar riación en lo que las personas piensan sobre
el mismo
el nuevo milenio. Por tradición, el vietnamita cuen ta el tiempo en ciclos de sesenta años:
cada sesenta años el ciclo vuelve a empezar con el año que inició. Esta concepción del
tiempo sugiere que los eventos actuales no son únicos, que las cosas vienen y van una y
otra vez. La creencia estadounidense de que el tiempo es lineal crea el sentido de que "el
tiempo está transcurriendo"; la creencia vietnamita de que el tiempo es cíclico crea un
estado mental completamente diferente.
Las creencias no sólo se aplican a los conceptos como el tiempo, sino también a los
aspectos más mundanos del mundo material. Algunos años atrás, residentes de San
Francisco se sintieron agraviados al saber que inmigrantes rurales de Laos y Camboya
habían estado cazando furtivamente a perros callejeros en el parque Golden Gate para
comerlos en sus cenas. Los habitantes de San Francisco no podían entender cómo los
recién llegados habían podido cazar y comer perros; mientras que los indochinos no podían
entender por qué los de San Francisco no lo hacían; lo cual es un caso clásico de un mismo
animal con diferentes significados culturales. Incluso dentro de nuestra propia cultura se
puede observar gran va-
recurso (Csikszentmihalyi y Rochberg-Halton, 1982). Algunas personas ven a los perros
como animales de trabajo, los adquieren para proteger su almacén o su ganado; otros
tratan a sus perros como amigos especiales o como sustitutos de niños.
Valores
Mientras las creencias describen lo que es, los valores describen lo que debe ser. Los
valores son amplios, abstractos, son estándares compartidos de lo que es correcto,
deseable y digno de respeto. Aunque los valores son ampliamente compartidos, pocas
veces son asumidos en todo momento por cada miembro de una cultura. En este sentido,
los valores son generales para la cultura y la vida social.
Valores vietnamitas
El centro de la vida social vietnamita es la familia, que tradicionalmente incluye a tres o
cuatro generaciones que viven bajo el mismo techo. Las familias vietnamitas también son
grandes: muchos refugiados crecieron con ocho o diez hermanos y el doble o triple de
primos. La lealtad familiar está en el corazón del sistema de valores vietnamita. Los niños
son criados para honrar y obedecer a sus padres aun después de que crecen y forman su
propia familia; el "éxito" se define en los términos de contribuir a la armonía y el bienestar
familiar, no en el logro individual. Los intereses familiares son primero que las necesidades
o ambiciones privadas. Un refugiado explicó
Para la cultura vietnamita, la familia es todo [...] Nosotros resolvemos problemas como si la
institución familiar fuera un banco. Si necesito dinero-y mi hermano y mis dos hermanas
están trabajando-les digo que me presten para comprar una casa. Yo tengo prioridad en
este caso. Ellos me dicen que está bien y me dan dinero. Después de dos años compré una
casa [...] Ahora yo los ayudo. Ellos viven conmigo y no pagan renta [...]
La familia puede ser también un hospital. Si la mamá está enferma, yo, mis hijos y mi
hermano y hermanas la cuidamos. No necesitamos a una enfermera. Mamá se queda en
casa para no enviarla al sanatorio (Gold, 1993, p. 304).
En Estados Unidos como en su patria, las familias vietnamitas funcionan como una unidad,
no una colección de individuos. Ellos frecuentemente agrupan su trabajo, capital y habilidad
para conducir restaurantes, tiendas, lavanderías y otros negocios pequeños. Obtener
ganancia no es la única o principal razón para estas aventuras; más bien, la meta es
proporcionar empleo y mantener contacto social con los miembros de la familia.
El estar separados durante o después de la inmi- gración ha sido el mayor problema para
las familias vietnamitas. Si huyeron con poca información con las tropas estadounidenses
en 1975 o escaparon después, a menudo en barcos pequeños sobrecargados y viajaron por
mar abierto, pocas familias permanecieron intactas. Los vietnamitas que dejaron a sus
padres, abuelos, hermanos, hermanas o primos estaban tan emocionalmente dañados
como lo estarían los estadounidenses si las circunstancias los obligarán a abandonar a sus
niños. Mantener lo que quedaba de sus familias después de que llegaron era otro obstáculo.
Los departamentos y casas en Estados Unidos simplemente no están diseñados para
familias con quince o veinte miembros. La sobrepoblación causó problemas con sus
vecinos, que notaron el tráfico extra y el ruido, así como al interior de las familias, que
estaban acostumbradas a más espacio.
El vietnamita considera la adaptabilidad como una virtud suprema. Los individuos que
ajustan sus principios a las circunstancias y que son rápidos para comprometerse son
admirados. Las personas que se cierran a otras costumbres no lo son. Para el vietnamita,
ninguna posición es irreversible. En los años turbulentos de la guerra en Vietnam, el último
emperador, Bao Dai, recurrió primero al gobierno francés, después cambió al japonés, se
volvió al Viet Minh comu- nista, cambió a los estadounidenses, y entonces regresó al
francés. ¡Todo en el espacio de dos años! Es necesario decir que esta adaptabilidad fue
altamente cuestionada por los líderes políticos occidentales. Para el vietnamita, el
comportamiento del emperador tuvo sentido perfecto. Ellos tienen un refrán: "La caña que
se tuerce suave al viento sobrevive a tormentas que rompen al roble fuerte pero inflexible."
Esta adaptabilidad ha jugado un papel importante para ayudar a los vietnamitas a acoplarse
a la vida en Estados Unidos. Para sentirse más en casa, así como para empezar
económicamente, los refugiados recrearon a las familias grandes incluyendo como
miembros de la familia a los parientes más distantes y a las personas sin parentesco que
ellos habían conocido en campamentos de refugiados en el Sudeste Asiático o en
programas de reasentamiento en Estados Unidos proporcionándoles el trabajo y
alojamiento. En Vietnam, los hombres son la incuestionable cabeza de sus hogares, aunque
las mujeres manejan las finanzas domésticas. En Estados Unidos, los refugiados han
adaptado el papel femenino de Noi Tuong o "el gerente doméstico" para cubrir tiempos
cuando la esposa trabaja y el marido es desempleado, sin dañar injustamente su autoridad
o autoestima.
El vietnamita también le da gran importancia al sentido de lo correcto. La habilidad de
mantener un temperamento agradable y ser cortés, sin importar las circunstancias, es muy
apreciado. Levantar la voz por cualquier razón es considerado como una acción vulgar. Los
despliegues abiertos de afecto son un insulto hacia el amado, así como a cualquiera que
pudiera verlos. El uso excesivo de gestos con la mano al hablar y codearse o tocarse en
broma-ambos comunes entre los estadounidenses-es grosero para el vietnamita, es una
señal de falta de control sobre el cuerpo. Algunos estadounidenses que trabajan con
vietnamitas y otros refugiados asiáticos consideran su reserva tradicional "enfermiza".
Desde nuestra perspectiva cultural, ellos son "etiquetados como esclavos".
Tradición, armonía y también respeto para los mayores y antepasados se encuentran entre
los valores vietnamitas más importantes.
Valores estadounidenses
Las ideas sobre lo que es deseable y bueno están basadas en valores europeos
occidentales que se trasplantaron a los grandes territorios de América del Norte,
modificados por la presencia de recursos y oportunidades que en apariencia eran ilimitados
y tocados por en los aciertos.
activismo y pragmatismo llevan a poner un alto valor Estos son sólo unos de los principales
valores que forman la cultura. Además de que también creen en los derechos humanos,
igualdad, libertad y patriotismo. Nosotros valoramos la racionalidad y el acerca-
Conocimiento científico.
Normas y sanciones
Si los valores son ideales abstractos, las más son el amor a la aventura del pionero. El
grupo de valores reglas sobre lo que las personas deben o no deben que resultó
distintivamente estadounidense.
Lenguaje
Subculturas y contraculturas
Ni la cultura real ni la cultura ideal son igualmente compartidas y aceptadas por todos los
grupos en una sociedad. Juntas, la cultura real y la ideal forman el común denominador;
pero hay muchas variaciones, particularmente en sociedades grandes y complejas. Estas
variaciones culturales son conocidas como subculturas. Una subcultura es un grupo de
comprensiones, comportamientos, objetos prácticos y simbólicos y vocabulario que
distinguen a un grupo particular de otros miembros de su sociedad. Para que una subcultura
exista, los individuos deben identificarse con el grupo (aunque pueden tener otra
identificación social también) y deben interactuar y compartir información con otros que se
identifiquen con el grupo directa e indirectamente (Fine, 1987).
po,
Aunque la etnicidad es la fuente más obvia de las subculturas, también pueden estar
basadas en la religión, ocupación (los médicos internos y músicos de jazz tienen sus
propios mundos de subcultura), estilo de vida ("vagos" de esquí o playa), la orientación
sexual (la subcultura de los gay), o la edad. Las personas que disfrutan las carreras de
caballos no constituyen una subcultura; las personas que consagran sus vidas a criar y
entrenar caballos de raza y que se asocian exclusivamente con otras personas que hacen lo
mismo podrían ser también subculturas. La clave es si ellos se ven y son vistos por otros,
como "diferentes",
En algunos casos, las subculturas no difieren de la corriente principal, pero activamente se
oponen a los valores y prácticas de la sociedad en general. Semejante grupo es llamado
una contracultura, lo cual significa literalmente "contra la cultura". El movimiento de la milicia
que llamó la atención pública después del bombardeo del edificio federal en la ciudad de
Oklahoma es un ejemplo. Nadie sabe cuántas personas son miembros activos de milicias
(grupos para- militares o "los destacamentos" como algunos se hacen llamar) o cuántos los
apoyan pasivamente; qué tanto están organizados y coordinados estos grupos o cuántos
son los que también apoyan las metas de la milicia y las tácticas terroristas. En 1997, Klan
Watch, una rama del Centro de Ley de Pobreza del Sur, estimó que existían 380 grupos
armados antigubernamentales operando en 50 estados, cerca de 100 tenían lazos de
supremacía de los blancos y antisemitas (Kifner y Thomas, 1998). Pero hay razón para
creer que las milicias representan una contracultura, es decir, gente cuyos valores, actitudes
y actividades los hacen identificarse entre sí y tener un sentido simbólico de comunidad.
El movimiento de milicia tiene raíces en los "so. brevivientes" de principios de los años
sesenta (Zellner, 1995). Convencidos de que la guerra nuclear era inminente, los
sobrevivientes sostuvieron que las familias debían mudarse a áreas rurales aisladas y
prepararse para auto proveerse de todo, vivir sin tecnología moderna y defenderse de los
invasores comunistas y hordas urbanas que se verían obligadas a abandonar las ciudades
en caso de un ataque nuclear. En los inicios de la guerra de Vietnam, muchos
creyeron que el enemigo no estaba "afuera" sino dentro, en la forma del gobierno federal.
Ellos creían que el gobierno enviaba muchachos para pelear y morir en una selva extranjera
"atando sus manos detrás de las espaldas", como el presidente Reagan solía decir. Una
manera de vengar la derrota por guerrillas extranjeras es crear guerrillas en casa (Wills,
1995). En los años noventa, el término "supervivencia" había venido a simbolizar la
autodefensa contra un espectro ancho de problemas unidos al control gubernamental. El
movimiento de la milicia ha atraido a racistas blancos, fundamentalistas religiosos, oposi
tores al control sobre armas de fuego, al aborto y otros Lo que los une es su miedo a la
opresión gubernamental.
El tema principal del movimiento de la milicia es que el gobierno federal se ha vuelto el
enemigo de la libertad, no su protector. Los militantes de hoy ven los IRS (agencias
reguladoras gubernamentales) y agencias federales que aplican la ley (sobre todo FB, y la
Oficina del Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego) como agentes de un Estado policiaco que
sus cédulas de seguro social, formas de impuestos, ce sos y certificados de nacimiento,
muerte y matrimonio para "espiar" a los ciudadanos. Algunos grupos milicianos atribuyen
estos asuntos a la infiltración sionista en el gobierno de Estados Unidos (ZOG, Zionist
Occupation Government); otros, a la influen cia de las Naciones Unidas o al nuevo orden
mundial; otros creen que por Satanas, y algunos, simplemente a la corrupción
gubernamental. En el sentir de esta gente, el gobierno de Estados Unidos ya no es "esta-
dounidense".
Un segundo tema es la autonomía familiar. Los milicianos sostienen que el hombre tiene un
derecho otorgado por Dios para ser cabeza de su casa y criar a sus hijos como lo crea
conveniente, según sus principios religiosos. En la actualidad muchos milicianos creen que
las escuelas públicas están "lavando el cerebro" de los niños con una idea mundial secular
(negando la importancia de la oración), con propaganda anti estadounidense (que defiende
el multiculturalismo), y con pensamiento crítico, incluyendo educación sexual e instrucción
en los derechos de los niños (que subvierte la autoridad paternal). En particular, ellos ven
las leyes contra el abuso infantil y por tanto el castigo corporal- como invasiones a la
privacia familiar.
Un tercer tema es el derecho para llevar armas. Los milicianos sostienen que los
ciudadanos no tienen sólo un derecho sino un deber para luchar contra la tiranía, ya sea en
forma de dictadura o de burocracia gubernamental. El control de las armas es el "último
ardid", que despoja a los ciudadanos del derecho a la autodefensa.
Dos incidentes ocurridos en la contracultura de la milicia, fueron los tiroteos al Ruby Ridge,
Idaho, y Waco, Texas. En el Ruby Ridge, un hombre que protege a su familia y su
propiedad; y en Waco, el grupo autonombrado Rama de los Davidianos, defendió sus
creencias religiosas, en ambos casos con armas de fuego constitucionalmente protegidas,
fueron asaltados (y algunos miembros muertos) por agentes federales. Ambos lugares se
han vuelto cast sagrados, sitios de
peregrinación.
El bombazo al edificio federal en la ciudad de Oklahoma (en el segundo aniversario de la
muerte por fuego, de la Rama de los Davidianos en Waco, Texas; véase capítulo 17) tomó
al país por sorpresa. Nadie sospechó que el terrorismo amenazara el corazón de Estados
Unidos o que los terroristas podrían ser ciudadanos de ese país (como en el bom- bazo al
World Trade Center en la ciudad de Nueva York).
turas y aun las contraculturas juegan un importante Desde una perspectiva funcionalista, las
subcul- rol en la sociedad (véase Weinstein, 1991). La "rebeldía simbólica" asegura que los
valores y símbolos culturales dominantes no están equivocados con relación a la forma en
que las cosas deben ser. Desafiando la cultura de la corriente principal, las subculturas les
obligan a los miembros de una sociedad a reexaminar
y quizá reafirmar o revisar sus ideas. La oposición al gobierno e intrusión del gobierno-el
sentimiento general de que el gobierno ha sobrepasado sus límites- están extendidas. Los
liberales han protestado por las conspiraciones del FB contra los ciudadanos como Martin
Luther King, experimentos de la CIA con LSD en ciudadanos confiados, y el tiroteo a
estudiantes que protestaban contra la guerra en Vietnam en la Universidad Kent State por
guardias nacionales. Ronald Reagan ganó votos para él y otros candidatos republicanos
conservadores por afirmar que el gobierno en sí mismo es el problema y que debemos
"liberarnos" de él. Cualquiera que sean sus inclinaciones políticas, muchos estadounidenses
vieron la confrontación en Waco, y las muertes de agentes federales así como de la Rama
de los Davidianos, como un error trágico. El movimiento de la milicia ha llevado esta
posición a un lógico (aunque violento) extremo.
Aunque "diferente" de la cultura principal, ninguna subcultura es totalmente independiente a
ella. La relación de una subcultura a la cultura principal puede ser de rechazo, defensiva, o
ambivalente, pero la conexión permanece. La oposición armada al gobierno es parte de la
cultura, comenzando con American Revolution. Como el movimiento de milicia demuestra,
las subculturas son variaciones en el contexto principal.
En su forma más severa, la infibulación, toda la parte externa de los genitales son
removidos, la vagina es suturada o unida con espinas, dejando un hoyo del tamaño
de un lápiz para orinar o menstruar. Las piernas de las niñas son unidas por varias
semanas hasta que la herida
sane.
Las mujeres que se han someti- do a la infibulación tienen que ser "abiertas" para
tener relaciones sexuales o dar a luz; muchas son reinfibuladas después de cada na-
Nacimiento.
mujeres las mujeres realizan la operación y perpetúan la costumbre en un rito
femenino del que son excluidos los hombres. Una entrevista realizada en Egipto en
1995 encontró que 97% de las mujeres casadas se habían sometido a la MGP
(Chalkley, 1997). La mayoría de las mujeres encuestadas (82%) dijo que la práctica
debe continuar, porque los maridos prefieren espo- sas que hayan sido circuncidadas
y porque esto satisface las tradiciones religiosas musulmanas. La mayoría cree que
la MGP hace más bella a la mujer. Sólo una pequeña porción estaba enterada de las
consecuencias negativas, como la reducción de la satisfacción sexual (29%), el
riesgo de muerte (24%), y los riesgos de problemas duran-
Las consecuencias en la salud de la MGF van más allá del dolor, desmayo y
hemorragia, esta últi- ma puede causar la muerte al mo- mento de la operación. Las
infecciones causadas por instrumentos sin esterilizar y cremas cicatrizantes durante
el parto (5%). En Somalia las "tes", pueden provocar serias infec- mujeres dicen que
la MGP es reque clones pélvicas, dolor crónico, di rida para el matrimonio y el ho-
dificultad para controlar la orina, nor. Las hijas que se han sometido aborto, labor
prolongada y obs- a la infibulación tienen mejores truida, nacimientos de niños muer
prospectos para el matrimonio que tos o con cerebro dañado, o en aquellas que se
han sometido "me- otros casos, esterilidad. Sinceramente a la clitoridectomía.
Mientras que las mujeres jóvenes que no se han sometido a ninguna son evitadas.
Llamar a alguien "hijo de una mujer sin circuncidar" es considerado el más grande
insulto (Davies, 1996).
Para los occidentales la mutilación genital es una práctica cruel, barbara y peligrosa,
un problema mayor de salud pública y materia de derechos humanos, la última forma
de opresión masculina. Donde es practicada, sin embargo, los que apoyan esta
práctica por lo regular son las mismas mujeres que creen que es necesaria para
reducir el apetito sexual de las niñas (y preservar la virginidad hasta el matrimonio) y
alcanzar "la completa feminidad". Además, son las
das porque el costo de probarlas es muy alto (1996, p. 1009). Permitir a una hija renun
ciar a la MGF puede condenarla a una vida de ostracismo social. "Nosotros no
podemos ganar", dijo un padre. "Si nosotros circuncidamos a nuestras hijas, hay
dolor. Si nosotros no circuncidados a nuestras hijas, hay un dolor diferente. La
comunidad no nos aceptara" (Davies, 1996). Una encuesta de estudiantes
universitarios de So- malia encontró que la mayoría de los hombres y mujeres creen
que la MGF debe ser abolida, pero casi la misma proporción planea man- tener la
tradición con sus propias hijas. En este sentido, nadie quie- re ser el primero, lo cual
fue ini- clado por grupos de mujeres afri canas y árabes que rompieron el tabú al
hablar de este tema, gru- pos internacionales como la UNICEF, el Fondo de Población
de las Naciones Unidas y la Organi zación Mundial de la Salud han condenado la MGF
como una vio- lación a los derechos humanos. Al menos dos docenas de paises, in-
cluyendo diecinueve en Africa, han dictado leyes o hecho declaracio nes oficiales
contra la MGF. En 1996, el ministro de salud egipcio prohibió la operación genital.
Después de una campaña de conservadores islámicos, la prohibición fue abolida por
una corte egipcia en junio de 1997. Entonces, en diciembre de 1997, la Suprema Corte
egipcia volvió a restaurar la prohibición de la MGF con una sen-
Otra explicación, algunas veces pasada por alto, es simplemente: "esta es nuestra
costumbre, parte de nuestras tradiciones, algo que siempre hemos hecho". El
resultado es lo que el sociólogo Gerry Mackie llama "trampas de la creencia":
creencias que no son revisadas.
Explicación de la cultura
Pierre Bordieu (1984) ha explorado las maneras en las que los grupos en las sociedades
occidentales usan productos culturales para mantener distinciones de las clases sociales.
Bordieu analiza la emergencia de la pintura abstracta a los esfuerzos de las elites sociales
para ponerlos "sobre" las personas de bajo nivel social. El arte abstracto es un gusto
adquirido. El objeto y contenido emotivo del arte figurativo -paisajes, escenas de la vida,
retratos y cosas por el estilo- es evidente para cualquiera, pero uno debe aprender a
interpretar lo que un pintor abstracto retrata. (De hecho, uno debe aprender si es o no es
"arte".) Las elites cultivan este conocimiento especial en general, las clases bajas y obreras
no lo hacen. Igualmente, los miembros de la élite prefieren mobiliario que atrae más al
intelecto que al cuerpo: respaldos rectos, camas antiguas talladas, sillas modernas que no
lo parecen, muebles de pino que muestran su edad. Sólo alguien que "sabe" de mobiliario (y
precios de mobiliario) puede apreciar esas piezas. Los miembros de la clase trabajadora
son más propensos a escoger mobiliario por comodidad, utilidad, y familiaridad: reclinables,
pisos de cocina de linóleo fácil de limpiar, cortinas alegres, cuadros lindos y chucherías. De
esta manera, las élites sociales se esfuerzan por mantener su distancia social de las clases
bajas. Estos principios no sólo se aplican al arte y antigüedades, sino también a la moda y
al estilo (véase Acercamiento: una historia cultural de los jeans).
De acuerdo con Weber, algunos teóricos del conflicto ven los patrones culturales como una
fuente mayor de cambio político y económico (Eisenstadt,
¿Estas? ¿O somos los productores de nuestra cultura, adaptando algunos aspectos de la
herencia cultural, seleccionando, rechazando o enmendando otros? La mayoría de los
sociólogos estaría de acuerdo en que la respuesta en ambas cuestiones es: "la cultura nos
forma y nosotros formamos cultura" (Bordieu, 1989). Por una parte, la cultura puede verse
como el fondo contra el cual el drama social es jugado. Des
1978). Por ejemplo, el fundamentalismo religioso de esta perspectiva, la cultura consiste en
un cuerpo
-movimiento que se opone a la secularización y modernización y busca restaurar creencias
y prácticas tradicionales se ha vuelto una fuerza política poderosa en muchos países. Para
los teóricos del conflicto el movimiento fundamentalista es una rebelión contra la
modernización que no sólo amenaza los modelos tradicionales de vida, sino también crea
una nueva élite occidental capitalista. En Irán y Afganistán, los fundamentalistas
musulmanes derrotaron regímenes seculares y ahora controlan sus gobiernos. En Argelia,
decenas de miles han muerto en una guerra civil entre el ejército secular y los musulmanes
tradicionalistas. Sin embargo, una minoría de ortodoxos judíos en Israel ha incrementado su
poder en el go- hierno y la sociedad. En Estados Unidos, un movimiento conservador da
énfasis a valores culturales tradicionales como unión familiar, autosuficiencia y autoridad
paternal, y llevó a la victoria republicana en las elecciones del Congreso de 1994 y a un
reajuste del equilibrio del presupuesto, la revocación de la asistencia social y otros cambios
en la política y programas.
Algunos teóricos del conflicto seguidores de Marx, señalan que la cultura es un reflejo de los
intereses de la clase gobernante. Sin necesariamente planear o intentar hacerlo, esta élite
crea patrones culturales que racionalizan su poder para explotar a las masas. El resultado
es lo que los marxistas llaman "falsa conciencia". Los patrones culturales pueden llevar a
campesinos y obreros a aceptar un sistema social que trabaja para su desventaja, porque
ellos están preocupados con la religión y la vida después de la vida (en sociedades
feudales) o en consumir artículos o ganar dinero a corto plazo (en sociedades industriales).
El individuo y la cultura
¿Dónde encaja el individuo en el armazón cultural? Somos prisioneros de la cultura, de
manera ciega aceptamos los valores y seguimos las reglas impues-
de suposiciones heredadas y expectativas que guían la interacción social. La meta de los
estudios sociológicos es hacer estas suposiciones implícitas, explícitas, para destapar el
proyecto original de la acción social.
Por otro lado, la cultura no puede verse como fondo, sino como un producto del
comportamiento social. La cultura no es "externa" sino que es creada, mantenida y revisada
mediante la interacción social Desde esta óptica, el objetivo de la sociología es investigar la
producción cultural de los actores sociales, para analizar productos culturales (obras de
arte, libros, rituales, el discurso, ideologías y otros por el estilo) y para explicar estos
fenómenos.
La producción cultural
Los sociólogos que estudian la producción cultural empiezan con la observación de que "los
elementos de la cultura no saltan hacia adelante, sino que son hechos en alguna parte por
alguien" (Peterson, 1979. p. 152). Algún individuo o grupo declararon que la vaca es
sagrada, y los actores sociales contemporáneos lo hacen su problema para enseñar y dar
fuerza a esta creencia en la India actual. Ciertos pintores experimentaron con arte abstracto,
y críticos especialistas y coleccionistas ayudaron a transformar su trabajo en un estatus
simbólico, por lo que galerías de arte moderno y revistas continúan este proceso. Las
tradiciones no permanecen solas, deben recrearse en cada generación (Shils, 1981).
En este sentido, la cultura puede verse como una herramienta de equipo de símbolos,
historias, rituales e ideas del mundo, que la gente puede usar para variar configuraciones y
para resolver diferentes problemas (Swidler, 1986, p. 273). Sociólogos que estudian la
producción cultural, el impacto de la tecnología, la estructura social y la economía en la
música, arte y ciencia que se producen en una sociedad, investigan estos tópicos como los
mecanismos sociales para juzgar originalidad (desde los premios de la academia hasta el
Premio Nobel); el rol de los "porteros culturales" (gente que decide qué productos culturales
llegarán al público, por ejemplo, los directores de museos, ejecutivos de compañías de
música, conci- lios de la Iglesia, editores de libros y revistas, censores de películas, entre
otros); los contextos en los que se usan productos culturales (si la música se ha tocado en
una cantina o en una sala de conciertos sinfónicos, si se predica la religión en una catedral
o un estudio de la televisión); y los efectos de los consumi dores en el proceso de la
producción (véase Griswold, 1987; Peterson, 1979).
Los sociólogos de esta escuela no están interesados en productores individuales de cultura
per se, tampoco buscan a la persona que inventó la expresión: "tenga un buen día", la
máquina de fax o la pintura cubista; más bien están interesados en las condicio nes
sociales, contextos e interacciones que promueven continuidad o cambio cultural. Haward
Becker trata este punto importante en su libro Art World (1984). Se tiene la tendencia a
pensar en la historia del arte en términos de genios individuales (Da Vinci, Rembrandt,
Renoir, Picasso), quienes vieron más allá de las formas artísticas existentes y crearon
nuevas. Pero Becker argumenta que el pintor individual es sólo un participante de un equipo
de producción, aunque es el miembro estelar. Si es "genio" o no, un pintor depende de las
personas que fabrican tela y pinceles; de las que operan galerías y museos; de las que
coleccionan arte y asisten a las exhibiciones; y de otros artistas del pasado y presente,
cuyas pinturas proporcionan el contexto para entender su trabajo. La producción cultural
siempre es resultado de una colectividad y del proceso social, no del trabajo individual.
La investigación médica proporciona otro ejemplo. ¿Quién decide qué condiciones o
enfermedades son dignas de investigación y bajo qué bases? Hay una fuerte evidencia que
la investigación sobre el SIDA fue retrasada en Estados Unidos porque la enfermedad
apareció primero entre los homosexuales y entre los usuarios de drogas intravenosas, dos
"grupos proscritos" en la sociedad (Shilts, 1987). Sólo cuando el SIDA se vio como una
amenaza a los heterosexuales y a los no usuarios de drogas, la comunidad científica de la
salud se movilizó. Entretanto, casi un millón de estadounidenses se infectaron con VIH, el
virus que causa el SIDA.
Un problema pendiente para los sociólogos de la cultura es descubrir un balance entre
mostrar cómo los patrones culturales son construidos socialmente (por ejemplo, por la
música y la industria de la publi
médica) y reconocer la función irreemplazable de crear ciudadanía o las agencias que
consolidan la investigación, actividad individual y gusto personal (Wolff, 1983). El lenguaje
ilustra el dilema y la solución. Nadie sostén- cantará en la mañana y decidirá crear un
lenguaje. dria que un individuo o grupo de individuos se le- lenguaje no determina lo que
pensamos, pero lo hace Este se usa creativamente, cada vez que hablamos; el más fácil de
concebir y expresar ciertas ideas y difícil de imaginar y articular otras (la hipótesis de Sapir-
Whorf, discutida antes). Así es con otros elementos de la cultura, como creencias, valores y
la tecnología. Heredamos creencias que probamos contra las propias experiencias y las
creencias de otras personas. Al intentar entender nuestras propias vidas, encajamos
personas y eventos inconscientemente en una forma narrativa en la que se conforman
historias en nuestra "biblioteca" cultural (G. S. Howard, 1991). Como las tragedias griegas
antiguas, los tabloides de hoy cuentan historias de cómo los ricos y poderosos caen de la
gracia. Cuando el edificio federal de la ciudad de Oklahoma fue dinamitado, muchas
personas pensaron que era el trabajo de terroristas extranjeros porque esto encajó en un
escenario familiar. Justo cuando la autoridad predijo que la lectura podría desaparecer
pronto, reemplazada por la televisión, varios libreros abrieron "grandes tiendas" que
combinaban elementos de bares individuales y bibliotecas y se volvieron tan populares en
los fines de semana lluviosos como los centros comerciales.
Internet es el medio más nuevo, de más rápido crecimiento y con un potencial más
poderoso para la producción y transmisión de cultura. ¿Qué rol juega Internet formando
creencias, actitudes y gustos? ¿Cuánto cambiará Internet la manera en que reunimos
información, interactuamos con otra gente y mantenemos o modificamos la cultura? Al
parecer no percibimos esto, pero su impacto ya está sintiéndose. Cuando el vuelo 800 de
TWA chocó en el océano Atlántico, accidente en el que murieron todos los pasajeros y
miembros de la tripulación, "la noticia" de que el avión se había venido abajo por un misil de
la armada apareció en Internet y se difundió rápidamente, evitando los medios de
comunicación tradicionales. Los cuales difundieron lo que muchas personas ya sabían, o
creían saber. El crecimiento del movimiento de la contracultura es debido en parte al uso de
Internet y el correo electrónico. En el pasado, las organizaciones han jugado un papel
central transformando el descontento social en movimientos sociales (véase capítulo 17)
organizando redes de computadoras y reuniones, proporcionándoles información a los
partidarios, entre otras cosas. Crear portales en la red es relativamente fácil y barato, y
cualquiera que esté interesado o simplemente revisando, puede anotar y dejar su dirección
de correo electrónico para comunicaciones futuras. También las megatiendas reemplazaron
a las librerías locales, Amazon.com, que vende libros vía Internet (usando estas técnicas
como revisiones del lector, entrevistas a los autores, muestra de capítulos, y
recomendaciones personales basadas en el perfil del usuario), puede estar socavando las
megatiendas. Para las primeras cinco ediciones de este libro se recurrió a investigación
disponible de la biblioteca; por lo menos para esta edición, el 40% del material de la fuente y
estadística provienen del Internet.
¿Declinará el poder de los porteros culturales mientras el número de home pages se
multiplica? ¿O los proveedores de servicios de Internet como America Online Compuserve,
MSN (Microsoft Network), y Prodigy, buscadores de Internet (como Netscape y Explorer de
Microsoft), y artefactos de la búsqueda (como Yahoo!, Lycos, InfoSeek, y AltaVista), los
cuales dan formato y preseleccionan lazos de Internet llegarán a ser más importantes que
los porteros? ¿Se volverá la cultura más fragmentada; los usuarios de Internet escogen
para ellos lo que quieren saber y lo que consideran fuentes confiables? ¿O se volverán las
culturas alrededor del globo más homogeneizadas o más occidentalizadas?; como el
presidente francés Chirac sugirió se convertirán en "una red anglo- sajona"? (en Cairncross,
1997, p. 95). Las respuestas descansan en el futuro, el cual está acercándose más rápido
debido en gran parte al Internet.
Cambio cultural
Ninguna cultura es estática. Cada individuo y cada generación hace ajustes en el diseño de
la vida según
sus personalidades y los dictados del tiempo. A veces los ajustes son mayores, y muchos
lazos con el pasado están rotos. La próxima generación no hereda una nueva edición de
cultura, sino simplemente una versión revisada.
Fuentes del cambio
Hay tres fuentes principales de cambio cultural de gran escala. El primero es una alteración
del ambiente natural (como se ha visto, esta fuente de cambio es analizada por los
ecologistas culturales). Un cambio en el clima, una escasez de trigo, gasolina o algún otro.
ACERCAMIENTO
Una historia cultural de los jeans
En su libro Fashion, Culture and Mentality (1992), el sociólogo Fred Davis señala el
simbolismo del trazo cultural de los jeans, los cuales fueron inventados a mediados del siglo
xx por un remero judio de Bavaria llamado Morris Levi Strauss, que se habrá asentado en
San Francisco. Los pantalones eran hechos de algodón resistente y de
La transformación de ropa útil y resistente en moda.
color azul índigo y se detecta que eran originarios de Nimes, Francia (a palabra inglesa
"denim" viene del francés de y nimes) y parecían pas talones usados por marineros italianos
de Génova que los franceses llamaban genes (por tanto, la palabra inglesa "Jeans").
Calvin Klein
El simbolismo de los jeans ha cambiado con los años, desde ropa para trabajo subterráneo
para mineros y otros
Jornaleros artículos de moda.
Durante casi la mitad de un siglo de clase, género, edad y globos fueron usados casi
exclusivamente en la cultura para alcanzar popularidad mente por trabajadores (mineros,
mundial. Los manufactureros de jornaleros, granjeros y por supues jeans jugaron un papel
importante en los vaqueros). La transformación del té para convencer a los consumidores
de ropa útil y resistente en moda con los jeans comenzó a finales de los años treinta todos.
Pero los jeans también evo- y cuarenta, cuando los jeans fueron imágenes visuales de
demo- ron usados por pintores y otros han cracia rural y especialmente para turistas en el
suroeste, después por los europeos del oeste de Estados bandas de motociclistas o behrs
en Estados Unidos. Tan pronto como fueron los años cincuenta, y finalmente aclamados en
todas partes, comenzaron por activistas de la nueva izquierda a cambiar. Viejos,
desgastados e hippies en los años sesenta, De dos, con flecos, hechos jirones, de
diferentes formas, cada uno de esos jeans enviaban un mensaje de "po". grupos se oponían
a los estándares de breza conspicua (gastar más para establecidos y conservadores de la
verse pobre). Pantalones ajustados clase media, simbolizada por el tral y cortos o
ultracortos para mujer, je de franela gris del hombre de se transformaron de ropa unisex a
negocios y los pulcros sombreros erótica. Las marcas Levi Strauss, y guantes blancos para
los almuer Lee o Wrangler en las bolsas de zapatos de mujeres. Los pantalones de atrás
fueron seguidas por diseña mezclilla fueron una fuerte decla-dores de marca como Calvin
Klein ración contra lo establecido. Ade y Ralph Laurent. De hecho, al final eran más baratos,
amplios y con los de los años ochenta, Karl fortables, al menos al principio. A Lagerfeld
diseñó vestidos denims finales de los años sesenta, los jeans para Chanel, incluyendo un
saco habían cruzado las líneas ocupa clásico (960 dólares), compaño (360
dólares) y un sombrero
(400 dólares). En términos del simbolismo, así como su diseño y precio, los jeans han
cerrado el círculo, desde el mundo de trabajo duro al mundo del ocio y opulencia
posindustrial.
En los noventa, los jeans su- perholgados, de tallas muy grandes,
largos y caldos de las caderas, se convirtieron en el estilo de los adolescentes que gustan
del hip- hop La compañía Calvin Klein adoptó este estilo para una serie de anuncios (en
parte para vender ropa interior). Cuánto durará esta tendencia, es imposible de decir, pero
la historia relatada por Davis deja claro que los símbolos culturales son constantemente
envolventes. El mensaje de los jeans ha cambiado con los años, desde ropa para trabajar
bajo tierra para mineros y otros jornaleros, a artículos de moda para iconos culturales como
Kate Moss.
2. LA PERCEPCIÓN INTERPERSONAL.
En la vida cotidiana, continuamente estamos interactuando con otras personas. Desde que
nos levantamos en la mañana y saludamos a los miembros de nuestra familia, hasta que
nos volvemos a dormir en la noche, la mayor parte de nuestro quehacer supone un continuo
intercambio con otras personas: damos indicaciones a nuestra secretaria, discutimos un
informe con un compañero de trabajo, atendemos varias visitas o llamadas telefónicas,
almorzamos con unos amigos, y así hora tras horas, dia tras dia. En todo este continuo
toma y daca entre las personas, nuestro quehacer no es un simple repertorio de respuestas
vinculadas con mayor o menor fuerza a una estimulación: ni siquiera las estimulaciones que
recibimos son totalmente conocidas y menos aún previsibles. La persona actúa más bien a
partir del sentido que las otras personas adquieren en cada situación: se trata de la Sra. de
López, mi secretaria, o de Ricardo, mi amigo, y vienen a presentarse una solicitud o una
invitación, a que firme una carta o a notificarme de un suceso importante. Mi acción estará
en función directa de lo que la situación objetivamente demande, pero también de la
captación subjetiva que de esa situación y de las personas involucradas en ella yo tenga.
Así, mi acción tendrá unos condicionamientos subjetivos, en buena medida determinados
por mi percepción de los hechos y de las personas.
La mediación cognoscitiva no explica por sí sola la acción de las personas en cada
circunstancia: pero resulta difícil explicar adecuadamente esa acción sin tomar en cuenta la
percepción que de la situación tiene el individuo. La misma circunstancia puede llevar a un
comportamiento totalmente diferente a una persona según sea su percepción, es decir,
según sea el sentido que atribuya a dicha circunstancia. Es bien conocido el llamado "efecto
de Pigmalión". De acuerdo con la mitología griega, Pigmalión era un escultor que se
enamoró de una estatua que él mismo había labrado y a la que la diosa Afrodita dió vida,
recibiendo el nombre de Galatea. El "efecto de Pigmalión" consiste en que lo que una
persona cree que es real o verdadero termina por serlo, precisamente por el influjo de la
creencia en el comportamiento de la persona. Este efecto, en el ámbito social, ha sido
bautizado por Robert Merton (1968) como las profecías que se cumplen por sí mismas.
RECUADRO 13
EL ARZOBISPO Y EL GENERAL
"El Señor Presidente, a pesar de todo esto, ha dicho en México que no hay persecución a la
Iglesia. Y compromete a nuestros periódicos poniendo en titulares de primera página un
hecho que aquí la Catedral lo está evidenciando lo mentiroso que es. El Señor Presidente
acusó a México de crisis en la Iglesia a causa de clérigos tercermundistas. Denunció la
predicación del Arzobispo como una predicación política y que no tiene la espiritualidad que
otros sacerdotes siguen predicando. Que me estoy aprovechando de mi predicación para
promover mi candidatura al Premio Nobel. ¿Qué tan vanidoso me creen? A la pregunta
sobre si existen en El Salvador los catorce, el Señor Presidente negó que existe nada de
eso; como negó también que existieran desaparecidos y reos políticos".
(Extracto de la homilía de Monseñor Oscar A. Romero del 21 de enero de 1979).
Según Taylor y Crocker (1981, págs. 94 ss.), cuyo análisis seguimos en parte, la función
codificadora y representativa puede sintetizarse en tres afirmaciones: (1) los esquemas
cognoscitivos estructuran la experiencia, (2) determinan la información que se modificará en
la memoria o se recordará, y (3) afectan el tiempo de procesamiento así como la veloci- dad
en el flujo de la información y en la resolución de problemas. El punto crucial está sin duda
en la estructuración de la experiencia, es decir, en asumir que "cuando se encuentra una
configuración estimulante en el medio se contrasta con algún esquema y el orden y
relaciones entre los elementos del esquema se imponen a los elementos de la configuración
estimulante" (Taylor y Crocker, 1981, pág. 94). En una estación de buses se observan todo
tipo de personas y actividades, gente que corre y gente que espera, conductores,
cargadores, vendedores, policías y curiosos. Todos estos elementos quedan bien
ensamblados en el esquema de "estación de buses", que indica su vinculación y mutuas
relaciones, así como la identidad de cada uno de los elementos (personas, cosas y
acciones). Ahora bien al aplicarse a un objeto un esquema cognoscitivo, se impone su
estructura sobre la realidad: si vemos un grupo de personas arremolina
RECUADRO 14
LOS ESQUEMAS COGNOSCITIVOS
La adquisición y el uso del conocimiento social son separables. Rara vez se codifica la
información en la memoria en su forma original, sin adulterarla. Más bien, primero se
interpreta y organiza en conceptos, desarrollados a través de la experiencia, sobre
personas, objetos o sucesos similares a los que se refiere la información. De hecho, la
información que no se puede interpretar inmediatamente con conceptos previamente
formados es muy difícil de asimilar.
Postulado 1 (Postulado organizativo). Él conocimiento social se organiza en la memoria en
configuraciones que representan personas, objetos y sucesos.
Postulado 2. La información nueva sobre una persona, objeto o suceso se interpreta
comparando los rasgos que presenta con los rasgos de los esquemas previamente
formados y almacenados en la memoria.
Postulado 3. Cuando se pueden aplicar varios conceptos o esquemas alternativos para
interpretar una información nueva, se usa el más accesible en la memoria y del que con
más rapidez y facilidad se puede echar mano.
Postulado 4. Qué esquema se active para codificar y organizar información nueva puede
depender en parte del propósito para el que se va a utilizar esa información.
Postulado 5 (Postulado sobre la inmediatez). Los conceptos o esquemas que han sido
activados más recientemente son los que con más probabilidad serán sacados de la
memoria para usarlos en la interpretación de nueva información o en la emisión de juicios.
Extractado de Wyer, 1980.
Cuando nos encontramos en una calle y se nos dice que son un grupo de manifestantes,
inmediatamente les atribuimos una caracterización distinta que si se nos dice que son un
grupo de personas alrededor de un vendedor callejero o esperando tomar un bus. En cada
caso el esquema cognoscitivo aplicado en la percepción impone una estructura distinta. La
forma como se codifica una experiencia determinará también su memorización ulterior, tanto
más fiel y sencilla cuanto más ajustado sea el dato al esquema estructurador de la
percepción.
La función interpretativa o inferencial puede sintetizarse en cuatro afirmaciones (Taylor y
Crocker, 1981, págs. 103 ss.): (1) los esquemas permiten completar la configuración de lo
percibido añadiendo información faltante, (2) ofrecen la base para resolver problemas así
como (3) para evaluar la experiencia y (4) anticipar el futuro, fijando metas, haciendo planes
y desarrollando proyectos comportamentales para realizarlos.
El completamiento de la experiencia perceptiva por parte de la persona es un fenómeno ya
señalado hace tiempo por los teóricos de la Gestalt y al que Wertheimer dió el nombre de
"ley de la pregnancia": "la organización psíquica será siempre tan buena como lo permitan
las condiciones dominantes" (Koffka, 1935/1973, pàg. 136). Existe una buena cantidad de
estudios que prueban que, al recordar a personas o sucesos, la memoria suele seguir los
rasgos característicos de algún esquema prototípico o estereotipado; por ejemplo, al
recordar a alguien a quien se percibió como "un extravertido", el recuerdo tenderá a hacer
presentes los rasgos prototípicos de la extraversión, aunque no correspondan exactamente
a lo que la persona concreta era (Cantor y Mischel, 1977); de manera semejante, el
comportamiento de personas haciendo cola para pagar en un supermercado, será
recordado según el esquema comportamental ("el libreto", según la terminología de algunos
autores) que se tenga de cómo se suele actuar en esa clase de situaciones (Bower, Black y
Turner, 1979). Adicionalmente, los esquemas cognoscitivos permiten al individuo predecir
en cierta medida el futuro ya que especifican el tipo de hechos y comportamientos que con
más probabilidad se seguirán del objeto percibido.
Si se asume que la percepción consiste en la aplicación de una categoría o esquema a un
objeto, la pregunta científica fundamental es la de determinar qué reglas rigen la formación
de las diversas categorías y esquemas perceptivos y cuáles rigen su utilización. Desde la
perspectiva más específica de la psicología social, el problema consiste en ver si en la
formación y aplicación de las categorías y esquemas juegan algún papel esencial los
factores sociales y si, por consiguiente, los intereses grupales se mediatizan en la forma y el
contenido de las percepciones de las perso- nas de tal manera que lo que se percibe y la
forma como se percibe refleje y canalice esos intereses sociales.
Al hablar de la socialización en el capítulo anterior, ya hemos indicado que la socialización
primaria supone la adquisición por parte de la persona de unos esquemas cognitivos que
determinan su forma particular de captar la realidad y de conocerse a sí misma como parte
de su mundo. Es claro, por ejemplo, que el lenguaje juega un papel importante en la
determinación de los esquemas perceptivos, ayudando a su configuración y facilitando su
utilización mediante la asequibilidad de una terminología más o menos rica.
Según Cantor y Mischel (1979), hay dos enfoques acerca de la forma como se aplican las
categorías y esquemas a un determinado objeto: un enfoque clásico y otro más
contemporáneo. El enfoque clásico mantiene que un determinado objeto es asignado a una
categoría cuando tiene los rasgos esenciales de esa categoría. Se trataría de un caso de
"todo o nada", ya que los objetos sólo serían percibidos con una determinada categoría (por
ejemplo, "pájaro") cuando tuvieran todos los rasgos esen- ciales (animal, vertebrado, con
pico y alas, ovíparo, pequeño, etc.). Un objeto o se percibe totalmente como un pájaro, sea
cual sea su particularidad accidental, o no se percibe como un pájaro y entonces se percibe
como cualquier otra cosa (una rama, un bicho raro, etc.).
El enfoque contemporáneo sostiene que la categorización perceptiva es un proceso de
naturaleza probabilística, es decir, que una categoría se aplica a la percepción de un objeto
cuando éste muestra una estructura de cierta semejanza o parecido. Así, los objetos
percibidos con determinada categoría tendrán un distinto grado de tipicidad, se acercarán
más o menos a un prototipo, pero no todos ellos tendrán las mismas notas o rasgos
esenciales y existirán muchos casos fronterizos. "Puesto que la conducta de un individuo
varía en el espacio (los contextos) y en el tiem po, su categorización no dependerá de una
serie específica de rasgos (teoría clásica) cuanto de una serie de 'señales críticas' que
indica que, en buena medida, el comportamiento de esa persona puede explicarse usando
una determinada categoría" (Cantor y Mischel, 1979, pàg. 11).
Según estos mismos autores, las categorías perceptivas corresponden a diversas preguntas
que el individuo se formula frente a los demás en el encuentro interpersonal: una pregunta
tipificante (¿quién o qué tipo de persona es?) una evaluativa (¿me gusta o no?), una causal
(¿por qué actúa así?) y una predictiva (¿me gusta o no?). Por supuesto estas preguntas no
son sino un modelo analítico para intentar comprender el proceso perceptivo, pero no son
preguntas que el individuo necesariamente articule o de las que el individuo sea consciente.
El punto está en señalar que, en la interacción cotidiana con otras personas, necesitamos
información sobre ellas y nuestra percepción cumple la función de dar respuesta a esa
necesidad primordial. Las "preguntas perceptivas" formalizan los aspectos cruciales de esa
información necesaria para la interacción personal. Aquí examinaremos con un poco más
de detalle la percepción de las personas y la percepción de su acción.
2.2. La percepción de las personas.
Cómo se llega a percibir una persona, cómo se llega a captar a alguien a la luz de un
determinado esquema o categoría cognoscitiva, constituye un importante proceso
psico-social que ha sido explicado de diferentes maneras. Dos modelos clásicos en la
percepción de las personas son el llamado "efecto del halo" y la teoría de "la personalidad
implícita"; un modelo más actual es el de las categorías prototípicas.
El modelo del halo subraya el papel primordial de la emoción en la percepción interpersonal.
Cuando conocemos a una persona, tendemos a evaluarla en una u otra forma y esa
evaluación, frecuentemente apoyada en algún rasgo superficial (por ejemplo, la apariencia
física) o en algún comportamiento observado (por ejemplo, la forma de actuar en una
fiesta), se extiende o generaliza a la totalidad de la persona. La persona atractiva será
percibida como mejor que la persona poco agraciada (ver Recuadro 15), y la persona que
no nos presta atención en una fiesta será percibida como "engreída". El efecto del halo
apunta a que, en la percepción de las personas, el conocimiento sigue al afecto, que vemos
aquello que concuerda con nuestra valoración o que lo vemos en una forma concordante
con nuestros sentimientos.
El modelo de la personalidad implícita subraya más bien los vínculos entre los elementos
cognoscitivos, en el sentido de que se suele creer (por lo general, en forma implícita) que
unos rasgos de las personas van vinculados con otros y, por tanto, la percepción de algún
rasgo determinado arrastra la percepción total de los rasgos que se cree van unidos. En
este sentido, tenemos algo así como teorías implícitas de la personalidad que nos llevan a
captar a las personas con unas u otras categorías a partir de la percepción de algún rasgo
característico. En principio, las "teorías implícitas de la personalidad" pueden ser peculiares
de cada persona, y cada uno podemos tener una forma propia de caracterizar a la gente.
Sin embargo, las más de las veces estas "teorías" constituyen modelos socializados,
verdaderos estereotipos sobre las personas que asumimos incluso con anterioridad a
nuestra propia experiencia, de manera que la experiencia personal ya estará filtrada en
algún modo por ese tipo de proceso perceptivo.
Es clásico el experimento de Solomon Asch (1946) sobre la percepción de las personas.
Asch leyó una lista de rasgos de carácter a dos grupos, uno de 90 y otro de 76 personas.
En ambos casos la lista era idéntica (inteligente, habilidoso, trabajador, decidido, práctico,
precavido), excepto en un solo rasgo: en unos casos se ponía que la persona descrita era
"cordial", y en otros que era "fría". Posteriormente, los individuos escogieron entre pares de
cualidades opuestas cuáles parecían corresponder a la persona descrita. Los resultados
fueron muy diferentes para uno y otro grupo como se puede ver en la Tabla 3.
Como puede verse, algunas cualidades (generosidad, afabilidad, humor) se atribuyeron
principalmente a la persona "cordial", mientras que sus opuestas se atribuyeron a la
persona "fría". Otras cualidades se atribuyen indistintamente a ambos tipos de personas.
Según Asch, los resultados de su experimento indican que la percepción de las personas
tiene un carácter de totalidad (de Gestalt) y que en la configuración de esa totalidad hay
unos rasgos más importantes o centrales que otros. Por consiguiente, al cambiar uno de
esos rasgos centrales cambia la percepción global de la persona. Esto no sucede cuando lo
que cambia es algún rasgo secundario, como trató de probar el mismo Asch con otro
experimento similar en el que, en lugar de utilizar los rasgos cordial-frío, utilizó los rasgos
"cortés" y "tosco" (ver Tabla 3).
RECUADRO 15
ADEMÁS DE FEOS, MALOS
Al parecer, la belleza o fealdad de una persona influye en cómo percibimos su personalidad
y hasta su carácter moral. Karen Dion y sus colaboradores (1972a, 1972b) realizaron
diversos estudios empíricos y encontraron que las personas tendían a considerar que
aquellos jóvenes que les parecían atractivos tenían también una personalidad socialmente
más deseable que aquellos que les parecen menos atractivos. De hecho, en otro estudio
realizado con niños pre-escolares se vió que los más atractivos resultaban ser los más
populares entre sus amiguitos y compañeros. Así mismo, cuando personas adultas tuvieron
que juzgar sobre diversas acusaciones que pesaban sobre varios jóvenes, tendieron a dar
juicio más severos sobre aquellos que consideraban más feos que sobre aquellos que
consideraban más guapos; incluso pensaban que los jóvenes físicamente atractivos tenían
menos probabilidad de volver a incurrir en delitos serios que los jóvenes menos agraciados.
Si las investigaciones de Dios y sus colaboradores están en lo cierto quiere decir que, por lo
menos en nuestra cultura, la apariencia física de las personas juega un importante papel en
la percepción que se tiene de ellas y, por consiguiente, también en este capítulo los pobres
(mal alimentados, mal desarrollados y mal vestidos) llevan todas las de perder. No en vano
la mera presencia de algún niño o joven pobre suele despertar la inmediata suspicacia en
ciertas personas y la sospecha de que está allí para robar o "para a saber Dios que".
La explicación que Asch ofrece sobre los resultados de sus experimentos ha sido
ampliamente discutida. Julius Wishner (1960), por ejemplo, replanteó en forma más realista
el mismo experimento de Asch: pidió a un grupo de estudiantes que calificara a diez
instructores de su curso de psicología y analizó los rasgos con los que los describen. De
esta manera, Wishner verificó que el rasgo "cordialidad" iba unido al de sociabilidad, pero
no al de persistencia. Wishner llegó a la conclusión de que los rasgos centrales se
correlacionan fuertemente con otros atributos y, por tanto, que la centralidad de los rasgos
cordialidad y frialdad en la lista de Asch se debía a que se correlacionan con varias de las
cualida- des incluidas en la lista, pero no con aquellas incluidas en la descripción original de
las personas.
La explicación que Asch ofrece sobre los resultados de sus experimentos ha sido
ampliamente discutida. Julius Wishner (1960), por ejemplo, replanteó en forma más realista
el mismo experimento de Asch: pidió a un grupo de estudiantes que calificara a diez
instructores de su curso de psicología y analizó los rasgos con los que los describen. De
esta manera, Wishner verificó que el rasgo "cordialidad" iba unido al de sociabilidad, pero
no al de persistencia. Wishner llegó a la conclusión de que los rasgos centrales se
correlacionan fuertemente con otros atributos y, por tanto, que la centralidad de los rasgos
cordialidad y frialdad en la lista de Asch se debía a que se correlacionan con varias de las
cualida- des incluidas en la lista, pero no con aquellas incluidas en la descripción original de
las personas.
Según Cantor y Mischel (1979), el que una persona sea percibida con una determinada
categoría depende fundamentalmente de tres factores: (a) el número de atributos
consistentes con esa categoría que posee la persona; (b) en qué medida esos atributos
dominan la configuración total; y (c) el número de atributos inconsistentes o incompatibles
con esa categoría que también posee la persona. El modelo de la prototipicidad constituye
así una versión contemporánea del modelo de la personalidad implícita, pero en el que lo
que cuenta son los parecidos y, por consiguiente, la mayor o menor tipicidad de un
determinado rasgo, no su simple presencia o ausencia. Por eso, como ya se indicó más
arriba, el modelo prototípico es de orden probabilístico y acepta que se den percepciones
aparentemente claras en base a un mínimo de datos o datos perceptivos poco claros.
Cuando percibo a alguien como "un conductor de bus muy amable" estoy utilizando dos
categorías perceptivas: "conductor de bus" y "persona amable". Resulta sencillo determinar
perceptivamente si alguien es conductor de buses cuando se ve a la persona en el
desempeño de la tarea; resulta más difícil llegar a la percepción de que se trata de una
persona amable. En ello, hay una serie de factores (cómo habla, cómo se dirige a la gente,
el cuidado que pone al conducir el vehículo, donde se detiene, cómo atiende las preguntas
o pedidos de los pasajeros) que lleva con mayor o menor prontitud, con mayor o menor
claridad, a percibir al conductor como una persona amable. Puede haber ciertos rasgos (por
ejemplo, cómo entrega el vuelto del pasaje o cómo pide a la gente que se desplace hacia la
parte de atrás del bus) que son considerados cruciales en la aparición de la categoría
"persona amable" u otra distinta aunque equivalente ("persona descortés", "persona poco
educada").
Es claro que el proceso de percepción no depende únicamente del objeto percibido. En
general, se puede afirmar que la determinación de cuál sea la categoría perceptiva más
apropiada en un momento concreto depende sobre todo de tres factores: el contexto, el
interés y la experiencia del perceptor.
(1) El contexto en que se encuentra el objeto de percepción condiciona la forma como se le
percibe. No es lo mismo ver a un conductor de bus en la mañana que en la tarde, cuando ya
está cansado por varias horas de trabajo; verle conduciendo en medio de un pesado tráfico
y con el bus lleno de pasajeros, que con el bus casi vacío en medio de una colonia
residencial; y, por supuesto, no es lo mismo per- cibirle en el desempeño de su tarea, que
cuando está descansando o cuando no se encuentra en servicio.
(2) El interés específico de la persona que percibe, sus expectativas respecto al objeto,
influyen en la categoría perceptiva que parecerá más apropiada. Es distinto subirse a un
bus y percibir a su conductor cuando uno está con prisa por llegar al trabajo a tiempo que
cuando lo que se pretende así dar un simple paseo por la ciudad. En un caso, las
exigencias objetivas de la situación sobre el conductor de ir despacio o recoger a todo el
mundo pueden parecer al individuo "un falta de consideración"; mientras que cuando se va
sin prisa pueden llevar a juzgar al conductor como "una persona muy atenta con los
pasajeros". (3) La experiencia previa de la persona determina qué tipo de categorizaciones
perceptivas tienden a aplicarse con mayor o menor acierto a diversos objetos en cada
situación. Aquí es donde entra la posible generalización señalada por el "efecto del halo" o
la aplicación de diversos rasgos que la teoría de la "personalidad implícita" del individuo le
inducen a considerar como ligados. La experiencia puede haberle llevado a uno, por
ejemplo, a la conclusión de que cuando un conductor de buses arranca y frena con gran
brusquedad tiende a ser brusco también en el trato con la gente o a prestar poca atención a
los reclamos y necesidades de los pasajeros.
Muy frecuentemente, los datos perceptivos que recibimos de las demás personas parecen
contradictorias con las categorías perceptivas que les hemos aplicado con anterioridad. En
esos casos, se produce la "duda perceptiva", la percepción inestable o imprecisa sobre el
objeto. El conductor que me ha saludado con gran amabilidad al subirme al bus y que me
ha dado con gran paciencia el cambio de mi pasaje, frena y acelera con una
desconsiderada brusquedad y va haciendo fuertes exclamaciones contra todo y contra
todos. ¿Cómo resolver esta contradicción informa- tiva y compaginar mi anterior aplicación
al conductor de la categoría perceptiva "persona muy amable" con los presentes datos de
"persona muy brusca" y "persona desconsiderada y violenta"? Los autores han propuesto
tres "métodos diferentes de resolver las impresiones perceptivas contradictorias: el
relacional, el del descuento y el de la combinación lineal.
El método relacional supone la modificación de la información contradictoria o la
modificación o cambio de la categoría perceptiva aplicada a fin de integrar la nueva
información con la ya existente. El experimento de Asch parece indicar que las personas
dan sentido a un determinado rasgo de personalidad según el conjunto de los demás rasgos
atribuidos a la persona descrita. El mismo rasgo, por ejemplo, la seriedad de carácter,
puede ser percibido de distinta manera si se trata de una persona cordial que si se trata de
una persona fría; en un caso, la seriedad puede ser percibida como confiabilidad,
estabilidad, mientras que en el otro puede ser captada como distanciamiento, formalismo,
aburrida pesadez. Por tanto, una información discordante puede captarse con sentido
distinto según la categoría perceptiva ya aplicada: la brusquedad del conductor será
interpretada de diferente forma si ya lo percibí como un hombre amable que si lo percibí
como un descortés. Ahora bien, es posible que la nueva información me lleve a cambiar la
categoría perceptiva ya aplicada; puedo así empezar a percibir al conductor como irascible,
amable con las personas cuando está tranquilo, descortès cuando se pone tenso.
El segundo método de resolver información perceptiva contradictoria consiste,
esencialmente, en ignorarla. En esto consiste el método del descuento: se descartan
aquellos datos que contradicen la percepción que se tiene de otra persona y sólo se toman
en cuenta aquellos datos concordantes con la categorización utilizada. El fenómeno del
descuento patentiza el carácter selectivo de la percepción y pone de manifiesto que no se
trata de un proceso mecánico o pasivo.
No hay acuerdo sobre qué factores son más importantes en la selección o descuento
perceptivo. Algunos autores apelan a mecanismos formales, mientras que otros subrayan
los elementos del contenido o de la significación. En lo que respecta a los mecanismos
formales, se discute la importancia de los llamados efecto de primacía y efecto de
inmediatez temporal. El efecto de primacía afirma que las primeras impresiones que nos
formamos de alguien definen el marco o contexto en que se interpretará cualquier otra
información que nos venga de esa misma persona. En este sentido, lo fundamental sería la
primera percepción que se tiene de los demás y ella determinaría lo que después se
descontará. El énfasis que se suele dar a la propia presentación y atuendo, a la imagen que
se presenta de uno mismo en la vida social, parece confirmar intuitivamente la importancia
primordial del efecto de primacía. El efecto de la inmediatez temporal afirma, por el
contrario, que la percepción de una persona está determinada en buena medida por la
información más reciente que sobre ella recibimos. Es bien sabido que con frecuencia las
primeras impresiones sobre las personas no duran mucho y que incluso algunas de las
personas que más queremos o apreciamos, en un primer momento nos parecieron
soberbias, antipáticas o repelentes. El descuento perceptivo dependería entonces de la
última percepción tenida sobre la persona. Ahora bien, si lo que cuenta no son los
mecanismos formales de la percepción, sino el sentido de la información recibida sobre las
otras perso- nas, el descuento se ubicaría más en factores ajenos a la percepción, sean de
orden personal, como afirmó Freud, o sean de orden social, lo que constituye nuestro punto
de vista (Martin-Baró, 1972, págs. 121-140).
El tercer método para resolver información perceptiva contradictoria es el de la combinación
lineal: la nueva información se incorpora a la información existente u obliga a quitar
información previa. La impresión perceptiva final que se tiene sobre la persona dependerá
de ese proceso combinatorio. Se discute si la percepción final lograda por combinación de
datos constituye una simple suma y resta, o más bien un promedio de los datos
incorporados. Que se dé uno u otro de los procesos puede llevar a una diferente
comprensión de la percepción y sus consecuencias. Por ejemplo, es distinta la predicción a
que se llega si el dato de la brusquedad del conductor de bus es sumado al de su
amabilidad o si es más bien promediado: en el primer caso puede llegar a la percepción de
un individuo voluble (amable y brusco), en el segundo a la percepción de una persona no
excesivamente amable. En general, parece que el peso empírico se inclina a la visión del
promedio, teniendo en cuenta el diferente peso o importancia que los datos pueden tener a
la hora de determinar la categorización perceptiva final."
Los tres modelos acerca de cómo resolver perceptivamente datos contradictorios
presuponen que el ser humano necesita percibir la realidad en forma consistente y que las
incoherencias tienden a ser resueltas o eliminadas. Este presupuesto, magnificado por Leo
Festinger (1957) en su teoría sobre la "disonancia cognoscitiva", parece tomar demasiado
en serio la concepción del ser humano como un animal racional. En su contra, la
experiencia cotidiana nos enseña que las personas podemos vivir con muchas
inconsistencias y que aceptamos elementos incoherentes y aun contradictorios tanto en
nuestra percepción como en otros planos de nuestra realidad psicosocial. Freud reconoció
este hecho remitiendo a la dualidad de conciencia e inconsciente; pero probablemente haya
que llegar a la conclusión de que las personas podamos aceptar las contradicciones a nivel
de la misma conciencia, sin que ello nos genera inquietud, disonancia (en su aspecto
motivacional) ni malestar psíquico alguno. Y es que aquello que aparece como
contradictorio a nivel de la sola conciencia tiene la coherencia de las contradicciones
sociales, donde el beneficio particular pasa como beneficio universal y el bien moral
predicado a nivel de valores se convierte en su negación radical a nivel de hechos y
acciones concretas. Las personas aceptamos las contradicciones en la medida en que
nosotros mismos somos producto y parte de ellas. Como ha escrito R. Di Marco, en una
sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre, el cuerpo humano "se
convierte en la sede natural de las contradicciones sociales" (citado por Berlinguer, 1972,
pág. 25), proceso al que no escapa el funcionamiento psíquico en su sentido más amplio.
A pesar de que el modelo categorial de la percepción goza de una gran popularidad
científica entre los psicólogos, sobre todo en los Esta- dos Unidos, y a pesar de que existe
una gran cantidad de investigaciones empíricas que parecen confirmar su validez, no cabe
duda de que el modelo presenta serias limitaciones. Quizá la crítica más fuerte al enfoque
categorial de la percepción se haya formulado desde un modelo alternativo: el modelo
ecológico de la percepción tal como lo elaboró James J. Gibson (1966). Según Gibson, lo
fundamental en la percepción no es tanto su elaboración o procesamiento subjetivo cuanto
su adecuación objetiva. Para Gibson, el individuo enfrenta la necesidad fundamental de
adaptarse a su medio ambiente y, más específicamente, a su particular nicho ecológico.
Esta necesidad plantea exigencias muy concretas que el individuo debe captar y enfrentar.
Así, lo esencial de la percepción consistiría en cómo capta el individuo que tiene que hacer
aquellas cosas que necesita realizar.
Según Reuben M. Baron (1980), el enfoque ecológico de Gibson tiene tres importantes
consecuencias con respecto al conocimiento social en las cuales se aparta del modelo
categorial: (1) enfatiza la importancia de los contenidos de las percepciones más que las
estructuras internas de la percepción; (2) pone de relieve la relación intrínseca entre
percepción y acción; y (3) enfatiza el carácter esencialmente verídico del conocimiento
perceptivo.
En primer lugar, "desde la perspectiva ecológica, la idea del procesamiento, incluso tomado
como metáfora, no es aceptable ya que pone la razón de ser de las actividades epistémicas
en el cómo y no en el qué de la información" (Baron, 1980, pág. 593). Por el contrario, el
problema crucial del conocimiento es captar la información verdadera, lo que en principio
podría realizarse sin la mediación causal de estructuras cognoscitivas internas (esquemas o
prototipos). Evidentemente, la experiencia cotidiana nos muestra que ciertas personas
aciertan en su percepción de determinados acontecimientos y se orientan en forma
adecuada frente a ellos, aunque no los capten en su significación profunda (con el esquema
"ideal"). A veces llamamos "intuición" a esa percepción inmediata que tiene el hombre
sencillo, el campesino o el trabajador manual, y que le lleva a recelar frente a determinadas
personas o propuestas sin que pueda argumentar por qué, o explicitar la categoría
adecuada del conocimiento adquirido. Podría decirse que, en casos así, hay una
información verdadera y una correcta adaptación aunque no haya una categoría cognosciti-
va que la canalice formalmente.
El segundo punto que enfatiza el modelo ecológico es la estrecha relación entre percepción
y acción. La percepción que tenemos condiciona nuestra acción y lo que hacemos
condiciona a su vez lo que percibimos y podemos percibir. La acción determina aquellas
modificaciones que se van produciendo en el medio ambiente, lo que permite captar sus
propiedades. Así mismo, la acción permite explorar la realidad desde diver- sas
perspectivas, todo lo cual influye en la información disponible para la percepción.
"Finalmente, las acciones no sólo nos suministran el cómo de la percepción directa, sino
que también especifican el contenido o el qué de la percepción. El nivel de significado
perceptivo se centra en la captación de información respecto a qué tipos de acción son
posibles a un determinado organismo en una situación particular" (Baron, 1980, pág. 596).
En tercer lugar, el enfoque ecológico llega a la conclusión de que la percepción tiende al
error mucho menos de lo que se suele suponer y que, en lo fundamental, es un sistema
veraz. Lo que sucede es que, dada la esencial vinculación entre percepción y acción,
muchos de los errores perceptivos no son más que limitaciones impuestas a la percepción
por la imposibilidad de actuar sobre el objeto a fin de obtener el significado adecuado de
una información. Se trataría, por tanto, de percepciones suministradoras de contenidos
parciales más que de contenidos falsos.
La crítica del modelo ecológico no invalida la totalidad de los planteamientos del enfoque
categorial, pero llama la atención sobre sus limitaciones y cuestiona algunas de sus
pretensiones más extremas. Quizás el aspecto más significativo sea el llamado a un
realismo cognoscitivo. El enfoque categorial, como en general los modelos cognoscitivos
hoy dominantes en la corriente central de la psicología social, asume una postura
fuertemente subjetiva y formalista: los fenómenos son explicados a partir de procesos
internos a los individuos, aunque estos procesos están relacionados con factores
situacionales o externos. En definitiva lo que cuenta es cómo conocen, sienten y quieren los
individuos, más que aquello que en una determinada situación se puede conocer, sentir y
querer. El modelo ecológico, a pesar de sus limitaciones neodarwinistas, aporta el realismo
de su énfasis en las condiciones objetivas del medio ambiente, en el carácter exigitivo y
limitante del nicho propio de cada especie viviente. Ahora bien, no cabe duda de que el
"nicho humano" es sobre todo de carácter social, lo que lleva a la consecuencia de que los
principales determinantes de la existencia humana no son tanto las condi- ciones materiales
de la naturaleza cuanto la forma como las sociedades enfrentan y se organizan con
respecto a esas condiciones. En otras palabras, son las estructuras y esquemas sociales
los que determinan en buena medida no sólo cómo se percibe (formalidad de la percepción)
sino también qué se percibe (el contenido de la percepción).
En el Capítulo 3 aludimos al máximo de conciencia posible que las personas de una
determinada clase social pueden alcanzar con respecto a la realidad en que viven y a los
procesos sociales de los que son consecuencia y parte. A partir del modelo ecológico
podríamos establecer una visión complementaria sobre el máximo de conciencia posible. Si
los límites a la conciencia de los miembros de un grupo social son condición necesaria para
que el grupo pueda subsistir como tal y, por tanto, para que el grupo sobreviva "en" el
individuo, cabe decir que también hay que postular un mínimo de conciencia posible para
que el individuo pueda sobrevivir al interior del grupo. Este mínimo de conciencia posible
alude a aquellas formas de conocer así como a aquellos conocimientos, explícitos o
implícitos, exigidos por el sector dominante de cada sociedad a sus miembros como
requisito de supervivencia o adaptación. Así, la socialización buscará transmitir al individuo
ese mínimo de conciencia posible sin el cual no podría subsistir en ese grupo o sociedad,
pero marcaría también el máximo de conciencia posible a fin de lograr su propia pervivencia
y reproducción.
2.3. La percepción de actos.
Los acontecimientos de Watergate que culminaron en 1974 con la renuncia de Richard
Nixon a la presidencia de los Estados Unidos sirvieron para desenmascarar en un caso
concreto la careta ideológica deldiscurso con que se suelen encubrir los actos de quienes
detentan el poder. El Presidente Nixon y sus colaboradores habían sido artífices de
espionaje y encubrimiento. Al norteamericano medio le costó aceptar no sólo que el primer
ciudadano de su país hubiera estado involucrado en actos delincuenciales más propios de
raterillos a sueldo, sino que se le hubiera mentido pública y sistemáticamente, mes tras
mes, y se le hubiera vendido como "interés nacional" lo que no pasaba de ser un discutible
"interés privado". Pero más allá del juicio ético y político que los acontecimientos de
Watergate pudieran merecer, ciertos, psicólogos sociales se preguntaron hasta qué punto
era posible que las personas tuvieran en realidad una visión tan radicalmente diferente de
los hechos, sobre todo una percepción tan distinta de su verdadero significado (ver West,
Gunn y Chernicky, 1976). Lo que los críticos conceptuaban como actos de carácter
paranoide de parte de Nixon y sus colaboradores, éstos los conceptuaban como actos
exigidos por las circunstancias y los peligros que se cernían sobre los Estados Unidos en el
supuesto de que prosperaran ciertas tendencias ultraizquierdistas en el partido rival (el
Partido Demócrata). La naturaleza misma del acto-cuya materialidad terminó por quedar al
descubierto- adquiere una significación distinta si se percibía como resultado de las
necesidades y problemas personales de Nixon y sus colaboradores que si se lo veía como
resultado de las exigencias objetivas de la situación.
El análisis de atribución, un enfoque que ha estado muy de moda en los últimos años, se
plantea precisamente este tipo de problemas. No es que la percepción de actos constituya
un área distinta que el de la percepción de personas; de hecho no percibimos a las
personas en abstracto, sino que percibimos a las personas como seres que actúan, incluso
si su acción constituye un estar pasivo. Percibimos a un conductor ejecutando su tarea en
forma amable o descortés, no a una persona amable en abstracto. Sin embargo, el análisis
de atribución concentra particularmente su foco en la percepción de las acciones, que a su
vez será una fuente de información sobre la persona que las realiza.
El análisis de atribución surge de la obra de Fritz Heider. Según Heider (1958), las personas
nos guiamos en la vida cotidiana por lo que podría llamarse una psicología ingenua o del
sentido común. Consciente o inconscientemente, el "hombre de la calle" está aplicando en
su percepción y en su comportamiento unos presupuestos de cómo son las personas y
unos principios sobre cómo y por qué actúan de una u otra manera. El punto no está en que
esos presupuestos y esos principios sean verdaderos o falsos de acuerdo a un escrutinio
científico; el punto está en que esos presupuestos y principios son los que de hecho guían
el comportamiento del hombre medio en su vida cotidiana. Como dice Heider (1958), la
psicología ingenua construye una imagen de la realidad social y es esa imagen la que guia
las acciones. De ahí el énfasis que pone Heider en el análisis de la percepción como punto
de partida para la psicología.
discurso con que se suelen encubrir los actos de quienes detentan el poder. El Presidente
Nixon y sus colaboradores habían sido artífices de espionaje y encubrimiento. Al
norteamericano medio le costó aceptar no sólo que el primer ciudadano de su país hubiera
estado involucrado en actos delincuenciales más propios de raterillos a sueldo, sino que se
le hubiera mentido pública y sistemáticamente, mes tras mes, y se le hubiera vendido como
"interés nacional" lo que no pasaba de ser un discutible "interés privado". Pero más allá del
juicio ético y político que los acontecimientos de Watergate pudieran merecer, ciertos,
psicólogos sociales se preguntaron hasta qué punto era posible que las personas tuvieran
en realidad una visión tan radicalmente diferente de los hechos, sobre todo una percepción
tan distinta de su verdadero significado (ver West, Gunn y Chernicky, 1976). Lo que los
críticos conceptuaban como actos de carácter paranoide de parte de Nixon y sus
colaboradores, éstos los conceptuaban como actos exigidos por las circunstancias y los
peligros que se cernían sobre los Estados Unidos en el supuesto de que prosperaran ciertas
tendencias ultraizquierdistas en el partido rival (el Partido Demócrata). La naturaleza misma
del acto-cuya materialidad terminó por quedar al descubierto- adquiere una significación
distinta si se percibía como resultado de las necesidades y problemas personales de Nixon
y sus colaboradores que si se lo veía como resultado de las exigencias objetivas de la
situación.
El análisis de atribución, un enfoque que ha estado muy de moda en los últimos años, se
plantea precisamente este tipo de problemas. No es que la percepción de actos constituya
un área distinta que el de la percepción de personas; de hecho no percibimos a las
personas en abstracto, sino que percibimos a las personas como seres que actúan, incluso
si su acción constituye un estar pasivo. Percibimos a un conductor ejecutando su tarea en
forma amable o descortés, no a una persona amable en abstracto. Sin embargo, el análisis
de atribución concentra particularmente su foco en la percepción de las acciones, que a su
vez será una fuente de información sobre la persona que las realiza.
El análisis de atribución surge de la obra de Fritz Heider. Según Heider (1958), las personas
nos guiamos en la vida cotidiana por lo que podría llamarse una psicología ingenua o del
sentido común. Consciente o inconscientemente, el "hombre de la calle" está aplicando en
su percepción y en su comportamiento unos presupuestos de cómo son las personas y
unos principios sobre cómo y por qué actúan de una u otra manera. El punto no está en que
esos presupuestos y esos principios sean verdaderos o falsos de acuerdo a un escrutinio
científico; el punto está en que esos presupuestos y principios son los que de hecho guían
el comportamiento del hombre medio en su vida cotidiana. Como dice Heider (1958), la
psicología ingenua construye una imagen de la realidad social y es esa imagen la que guía
las acciones. De ahí el énfasis que pone Heider en el análisis de la percepción como punto
de partida para la psicología.
FIGURA 4
EL PARADIGMA ACCIÓN-ATRIBUTO
INFERIDO
OBSERVADO
Conocimiento
Efecto
Disposición
Intención
Acción Efecto 2
Capacidad
Efecton
Tomado de Jones y Davis, 1965, pág. 222.
En el esquema de Jones y Davis se distinguen dos partes del proceso de atribución: lo
observado y lo inferido. En la primera parte está aquello que la persona puede observar,
fundamentalmente la acción y sus efectos. Así, por ejemplo, al pasar por la calle vemos que
un carro veloz, conducido por un joven, atropella a una mujer. En la segunda parte del
proceso de atribución se encuentra todo aquello que quien percibe infiere a partir de lo
observado. La inferencia atribucional se basa sobre to-
CONDUCTA
-CUADRO 10
ATRIBUCIÓN CAUSAL Y STATUS DEL ACTOR
ATRIBUCIÓN
Alaba a alguien o algo
Status elevado
Causa interna
(más sincero)
Status bajo
Se niega a hacer algo
Causa externa (menos auténtico)
Causa interna y/o
externa (menos sincero)
Causa interna
(más auténtico)
Acepta hacer algo
Causa interna (más auténtico)
Causa externa (menos auténtico)
(sumisión)
Adaptado de Kelley, 1972.
basado en las características que se conocen acerca del sujeto de la acción observada.
Jones y Davis incluyen aquí tanto los conocimientos del actor como su capacidad para
realizar determinado acto. En el ejemplo del atropello, las inferencias que se hicieron se
basarán en las características del conductor del vehículo (el joven) y de la mujer
atropellada. A partir de ahí se atribuye al actor una determinada intención de donde se
infieren sus disposiciones personales. Si se llegara a la conclusión de que el joven no
pretende atropellar a la señora (intención) se podría deducir que es un alocado o
imprudente al circular tan rápido por la ciudad, o bien se podría deducir que la señora (a
quien, obviamente, no se atribuye la intención de ser atropellada) estaba impedida o no
respetaba las leyes del tránsito, y el joven conductor no pudo evitar su atropello.
En los estudios realizados sobre el análisis de atribución, se han encontrado algunos
factores que parecen ejercer un influjo importante, al menos en el ámbito sociocultural
norteamericano donde se ha desarrollado la mayoría de estos estudios. Quizá los factores
más interesantes sean el estatus del actor, su rol o papel social y el carácter del observador.
El proceso de atribución sobre la causa de los actos varía sensiblemente según el estatus
social del actor y el carácter de su acción. Como se muestra en el Cuadro 10, si oímos a
una persona alabando a otra, esta. *conducta será atribuida a una causa interna o externa
según el status de la persona que realiza la alabanza y la persona alabada; de acuerdo con
el esquema, consideraremos más sincera la alabanza sí el status de quien la expresa es
superior al de la persona alabada o no necesita nada de ella, mientras que si la persona que
realiza la alabanza es de status inferior a la alabada, siempre queda la sospecha de que
está buscando su propio beneficio tratando de congraciarse con la persona alabada. La
atribución contraria tendría lugar cuando observamos a una persona negándose a realizar
algo que le es solicitado.
Otro factor que parece ejercer un importante influjo en el proceso de atribución es el rol
desempeñado por el actor. Cuando el acto observado se adecúa al rol o papel que la
persona debe desempeñar socialmente en ese momento, es decir, cuando su
comportamiento se atiene a las expectativas sociales y, por tanto, se ajusta a las normas
requeridas en la si- tuación, el comportamiento es considerado como menos indicativo de lo
que la persona realmente es; por el contrario, si la persona actúa en desacuerdo con su rol,
saliéndose de las normas sociales y de lo que se espera que realice en una determinada
situación, este comportamiento tiende a ser atribuido a las disposiciones personales del
actor, y por tanto, se le considera como muy informativo de lo que la persona realmente es
(ver Jones, Davis y Gergen, 1961). Si yo acudo a un almacén a realizar unas compras, y el
empleado se muestra atento y obsequioso conmigo, por lo general no sacó de ahí la
conclusión de que ese empleado sea personalmente amable; más bien tiendo a pensar que
está cumpliendo con su pa- pel y con lo que se le exige socialmente en esa situación. Por el
contrario, si el empleado se muestra distante y hasta descortès conmigo, tenderé a pensar
que está manifestando su verdadero carácter personal, ya que no sólo está quebrantando
las normas de su rol, sino que está arriesgándose a perder el empleo.
Un tercer factor que parece influir en el proceso de atribución es el carácter del observador;
muy distinta es la atribución cuando lo que se percibe es una acción propia que cuando lo
que se percibe es una acción ajena. Edward E. Jones y Richard E. Nisbett (1972) señala
que el proceso de atribución causal presenta una serie de diferencias sistemáticas entre el
actor y el observador con respecto a un mismo acto o comportamiento. Como se puede ver
en el Cuadro 11, cuando es el actor el que realiza la atribución, su atención está
especialmente volcada a los factores de la situación, que son los que condicionan su
desempeño y, por consiguiente, tiende a atribuir más sus actos a esos factores externos. Lo
contrario le ocurre al espectador, cuya atención está focalizada en el propio acto y, por
consiguiente, tiende a atribuirlo más frecuentemente a los factores personales del actor. Sin
duda, esta diferencia debe combinarse con otros aspectos; por ejemplo, con el éxito o
fracaso del acto realizado, con sus efectos positivos o negativos, lo que Jones y Davis
(1965) llaman la "significación hedónica" del acto para el que lo percibe. Al percibir sus
propios actos, la persona tenderá a atribuirse aquellos que intencionalmente ha realizado y
en los cuales ha obtenido éxito, mientras que tenderá a atribuir a factores externos los actos
que, a pesar de su esfuerzo, han culminado en el fracaso. De acuerdo con el esquema de
Jones y Nisbett (1972), para que un espectador pueda entender más adecuadamente las
causas verdaderas de los comportamientos de una persona, deberá esforzarse por
comprender los aspectos históricos que han conducido a determinada acción así como la
experiencia y la intención del actor.
CUADRO 11
ATRIBUCION CAUSAL DE ACTOR Y OBSERVADOR
DATOS DISPONIBLES PROCESAMIENTO
SUJETO
ATRIBUCIÓN
Actor
Énfasis en factores Efecto hecho mismo
atención a
de la situación
consecuencias
señales
experiencia
Causa historia
intención
ambiente
Énfasis en factores Efecto hecho mismo
personales del actor
consecuencias
(disposiciones esta-
no experien-
atención a com-
Observador
bles del actor)
Causa
a.
ambiente
portamiento mis-
mo
-no historia
-no intención
Adaptado de Jones y Nisbett, 1972.
Esta diferencia sistemática en la atribución postulada por Jones y Nisbett fue la que trataron
de examinar un grupo de psicólogos sociales (ver West, Gunn y Chernicky, 1976) en el caso
de Watergate. De acuerdo con la hipótesis, cabía esperar que,mientras los observadores
atribuyen el comportamiento ilegal de Nixon y sus colaboradores a factores
predominantemente personales (disposicionales), como las características paranoides de su
personalidad o su gran ambición de poder, los propios actores aludían a causas
situacionales, como la amenaza de la izquierda radical, las expectativas despertadas por su
gobierno o la necesidad perentoria de ganar las elecciones. West, Gunn y Chernicky
realizaron dos estudios experimentales, simulando en uno de ellos un plan para robar a una
compañía publicitaria y en el otro presentando la descripción de al- guien que aceptaba o
rechazaba participar en el robo. Los resultados obtenidos confirmaron la hipótesis de que
los actores tendían a atribuir sus actos a los factores ambientales con más frecuencia que
los espectadores, que tendían a atribuirse a factores personales. Estos tres psicólogos
concluyeron que, independientemente del caso de Watergate, "para comprender las causas
de los acontecimientos y para predecir las conductas futuras, es más importante
comprender las presiones ambientales que el actor percibe sobre sí mismo, porque es la
percepción de la realidad del
actor y no la del observador la que determina la conducta del actor" (West, Gunn y
Chernicky, 1976, pág. 244).
Esta diferencia sistemática al atribuir la causa del comportamiento a factores personales o
situacionales podría estar más integrada a la estructura de la personalidad de los individuos
que lo que supone el análisis de atribución, particularmente, en el caso de la percepción de
los propios actos. A esta consecuencia parecen haber llegado algunos psicólogos de la
tendencia del aprendizaje social al proponer la concepción sobre el "lugar del control del
refuerzo". Con esta expresión tan poco castellana, Julian B. Rotter (1966) pretendía señalar
el diverso tipo de comportamiento que pueden observar las personas según crean que las
consecuencias buenas o mala de su propia conducta (los refuerzos) dependen en lo
fundamental de ellas mismas o dependen de fuerzas externas, independientes de su
voluntad. En el primer caso, se trataría de una persona con el lugar del control "interno", en
el segundo caso, de una persona con el lugar del control "externo". Desde la perspectiva del
análisis de atribución, la persona "interna" tendería a atribuirse a sí misma los refuerzos a
sus comportamientos mientras la persona "externa" tendería a atribuirse a factores de la
situación.
El punto de arranque del modelo sobre el lugar del control se encuentra en la visión del
aprendizaje social. Según esta teoría, la posibilidad de que se realice una determinada
conducta en una situación específica constituye una función de la expectativa que tiene el
sujeto de que esa conducta le produzca determinado refuerzo en esa situación así como del
valor de ese particular refuerzo para la persona. Por tanto, entran en juego cuatro variables:
la conducta, las expectativas, los refuerzos y las situaciones psicológicas. Rotter (1966)
enfatiza el papel de las expectativas respecto a que se realice o no la conducta. Ahora bien,
en cada caso las expectativas están determinadas, no sólo por la experiencia del sujeto en
situaciones del mismo tipo, sino también por la experiencia tenida en otras situaciones
similares. El "control externo" consistirá en la percepción de que un refuerzo sigue a una
acción propia, pero no depende de la misma acción, sino de la suerte, la casualidad o el
destino, es decir, de factores externos a la persona. El "control interno" consistirá en la
percepción de que los refuerzos dependen del carácter de la propia acción o de las
características de la misma persona, es decir, de uno mis-
mo.
Rotter elaboró una escala para medir el grado en que una persona es "externa" o "interna"
es decir, en qué medida tiende a percibir los refuerzos a sus comportamientos dependiendo
de sí misma o de factores ajenos a su voluntad (ver Recuadro 16). Esta escala tiene una
serie de limitaciones, entre otras cosas porque debe combinar elementos personales y
elementos situacionales, lo que la convierte en un instrumento muy variable según cada
cultura y situación social. Por otra parte, la escala más utilizada en la actualidad ofrece una
medida general de poco poder predictivo para las situaciones concretas, ya que una
predicción más precisa requeriría que el cuestionario tomará en cuenta puntos y situaciones
mucho más específicas.
La escala de Rotter intenta analizar si la persona se considera autónoma o dependiente a
partir de la percepción que tiene de su propio comportamiento. En ese sentido, se trata de
una proceso atributivo no ya sobre las causas de la conducta, sino sobre las causas de los
refuerzos a las propias conductas y, de acuerdo a la visión de aprendizaje, en este sentido
causas también primordiales de las conductas. Hipotéticamente, la persona que tuviera un
lugar del control puramente interno recibiría su vida como algo bajo su total poder, mientras
que la persona que estuviera en el polo externo de la escala recibiría su vida como
sometida a un hado fatal, ajeno a su poder y querer. Estaríamos frente a un sentido de total
autonomía frente a una conciencia de total fatalismo, lo que puede suponer tanto engaño y
alienación en un caso como en otro.
Según un estudio de Barry E. Collins (1974), en el proceso de percepción de las personas,
las atribuciones causales de los observadores pueden diferir en dos dimensiones: a) la
previsibilidad y el orden frente al azar y la imprevisibilidad, según se atribuyen las
consecuencias de la conducta a regularidades (del ambiente o de la persona) o se atribuyen
a sucesos imprevistos e imprevisibles; b) la atribución de los refuerzos a factores
situacionales o a factores de la persona. Según Collins, la escala de Rotter no tiene en
cuenta esta distinción, lo que hace confusas las categorías de "externo" o "interno". De
hecho, Collins realizó un estudio presentando a 300 estudiantes de la Universidad de
Wisconsin todos los ítems de la escala de Rotter en forma de afirmaciones con las que se
estaba de acuerdo o en desacuerdo según un formato tipo Likert. Collins analizó
factorialmente los resultados y, aunque encontró un tema común en todos los ítems, halló
también la posibilidad de agrupar las afirmaciones. ciones en cuatro subescalas o temas: (1)
la creencia en que el mundo es complicado o sencillo; (2) la creencia en que el mundo es
justo o injusto; (3) la creencia en que el mundo es predecible o impredecible; y (4) la
creencia en que el mundo es políticamente manejable.
RECUADRO 16
LA ESCALA SOBRE EL CONTROL INTERNO-EXTERNO DE ROTTER
Este es un cuestionario para encontrar la forma como algunos sucesos afectan a distintas
personas. Cada pregunta se compone de dos puntos de vista, identificados con la letra a y
b. Por favor, seleccione aquel punto de vista (sólo uno) en cada pregunta que corresponda
mejor a lo que usted personalmente piensa. Escoja aquel punto de vista que, en realidad, a
usted le parece más cierto y no aquel que usted piensa que debería escoger o aquel que
usted desearía que fuera cierto.
1. a. Los niños se meten en problemas porque los padres les castigan demasiado.
b. El problema es que, en su mayoría, los padres son demasiado blandos con sus niños.
2. a. Muchas de las cosas desagradables en la vida de una persona se deben en parte a la
mala suerte.
b. La mala suerte de ciertas personas se debe a los errores que han cometido.
3. a. Una de las razones más importantes de que tengamos guerras es que la gente no se
preocupa lo suficiente por la política.
b. Siempre habrá guerras, por más que tratemos de prevenirlas.
4. a. Al fin y al cabo, la gente obtiene en la vida el respeto que se
merece.
Decir que la acción es determinada por la percepción tiene su parte de verdad, pero resulta
una expresión ambigua si no se toma conciencia del carácter ideológico de la percepción
misma. Que la acción sea determinada por la percepción no quiere decir que la acción
dependa sólo de la percepción, ni que cualquier acción sea posible en cada situación,
simplemente con cambiar la percepción que se tiene de ella. Ante una determinada
percepción cabe preguntarse: ¿podría esta persona en esta situación tener una percepción
distinta de los hechos? Como hemos indicado en el caso del campesino, en muchos casos
la respuesta es "no".
La segunda gran objeción que se debe presentar al análisis de atribución y al modelo del
lugar del control es una objeción que puede ponerse a todo el enfoque de psicología
cognoscitiva contemporánea: su vaciamiento formalista de los procesos psicológicos (ver
Sampson, 1981). Parecería que estos análisis llevan a la conclusión de que lo único que
importa es el cómo de los procesos psicológicos y no el qué: cómo se piensa y no en que se
piensa, cómo se percibe y no qué se percibe, cómo se hace algo y no tanto qué es lo que
se hace. Pero en la determinación de la actividad humana no sólo cuenta el que una acción
se atribuya a unos u otros factores o que se relacione de una u otra manera con
determinados refuerzos: cuenta y muy primordialmente cual sea esa acción concreta y cuál
su significado social. En cada situación y circunstancia histórica, la estructura social
determina lo que es bueno y lo que es malo, lo aceptable o inaceptable, lo exigido y lo
prohibido. Prescindir de esa valoración social, del papel determinante que el significado de
los contenidos concretos de una acción tiene sobre la realización de la misma acción, es
abstraer el quehacer humano de su enraizamiento histórico.
Aquí valdría de nuevo la crítica ecológica, con su énfasis en la veracidad o falsedad de la
percepción frente al énfasis en la forma de los procesos. Más allá de cómo se llegue a tener
una determinada percepción, su adecuación o inadecuación frente a la realidad objetiva, su
veracidad o falsedad es un elemento crucial en el influjo que pueda tener para determinar el
comportamiento de la persona y la retroalimentación que el acto mismo ofrecerá al
individuo. Que Nixon percibiera sus actos como forzados por las circunstancias no quitó
para que las circunstancias mismas le fueron mostrando su engaño y la falsedad de su
percepción.
Tanto el análisis de atribución como el modelo sobre el lugar del control de los refuerzos
pueden ayudarnos a comprender ciertos flujos de los procesos perceptivos; pero, tomados
en forma acrítica, conducen a una subjetivización de los procesos psicológicos y a ignorar el
sentido ûl- timo de los determinismos sociales. Hay que examinar el carácter ideológico de
estos mismos análisis, que inducen a una comprensión de los procesos psicosociales
donde lo que importa es la percepción subjetivista de la realidad más que la realidad misma.
Al situar en la persona el eje de la actividad humana, este tipo de análisis contribuye al
enmascaramiento de los determinismos sociales que surgen de un ordenamiento histórico
concreto de la sociedad y corresponden a los intereses de una particular clase social. Así, el
análisis del conocimiento se cierra ideológicamente sobre el sujeto, como efecto de aquellos
mismos determinismos que tendría que analizar y a los que contribuye a ocultar.