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tres

Cultura

"Yo me sentía como si hubiese caído del cielo", señaló Jonathan Lee, refugiado vietnamita,
al describir su llegada a la ciudad de Nueva York. "En la calle las personas se alejan de mí
como si cayeran de un incendio. El gran edificio de la asistencia social tenía todos esos
guardias con uniformes afuera, y las puertas estaban cerradas. En mi país nadie se atreve a
abrir las puertas cerradas" (Sontag, 1992, p. 36). Esta fue la impresión de un camboyano
etnico, el señor Lee, que huyo de Vietnam del Sur pals con sistema comunista, en 1982,
viajó por tren, autobús y a pie a Tailandia, donde pasó un rato en campos de refugiados
antes de ser admitido en Estados Unidos como un refugiado político.

Diez años después de salir de su patria, el señor Lee trabajaba como consejero de
refugiados para ayudar a recientes inmigrantes de lugares lejanos como Corea del Sur,
Etiopía, El Salvador y la República de Georgia en la ex Unión Soviética. Algunos de sus
clientes no tenían familia o amigos en Estados Unidos, la mayoría hablaban poco o nada de
inglés, y casi todos estaban sufriendo, como él dijo, un choque cultural. Para evitar esto, el
señor Lee inicia a sus clientes en las costumbres y estilos de vida estadounidenses.

El les enseña cómo abordar el metro, como marcar el número 911 para emergencias, y en
algunos casos, cómo vaciar un retrete. Les aconseja poner su dinero en bancos, ser
precavido con extraños, y mirar a las personas a los ojos durante una conversación, algo
que sería considerado sumamente grosero en otras culturas.

El señor Lee y sus clientes fueron parte del más grande movimiento migratorio a Estados
Unidos desde principios de siglo (véase figura 3-1). Entre 1985 y 1994, en Estados Unidos
se admitieron casi 9 millones de inmigrantes y contando a los extranjeros que viven
legalmente en ese país, se llega a 20 millones (Statistical Abstract, 1996). Estados Unidos
siempre ha sido una nación de inmigrantes, por lo que se está convirtiendo cada vez más
en una nación multicultural.

Los inmigrantes actuales difieren de las generaciones anteriores. anteriores en varios


aspectos. En el pasado, un sistema de cuotas nacionales aseguró que la mayoría de
inmigrantes fueran europeos, cuya herencia cultural era similar a la de los estadounidenses.
Pero el Acta de Inmigración de 1963, que abolió el límite para nacionalidades particulares,
cambió esto, y se concedió la preferencia a parientes de los ciudadanos de Estados Unidos,
personas con habilidades en "ocupaciones esenciales", y refugiados políticos que tenían "un
miedo bien fundado hacia la persecución en sus países de origen. En la actualidad, la
mayoría de los inmigrantes son de América Latina, Asia y el Caribe, por lo que se multiplica
la diversidad cultural de este país.

En décadas pasadas, la mayoría de inmigrantes eran inexpertos u obreros de baja


experiencia con poca educación. Una proporción amplia de los inmigrantes actuales son
profesionistas muy educados. El inmigrante promedio tiene tanta educación como el
estadounidense común (estadística de hace un año). En promedio, el 25% son
profesionistas u obreros técnicos (doctores, ingenieros, etc.), comparados con el 15% de
estadounidenses. Esto se debe al Acta de Inmigración de 1990, que da prioridad a "obreros
de empleo preferencial y sus familias. (Una consecuencia latente de los requisitos de la
ocupación esencial en la ley de inmigración de Estados Unidos es una "fuga de cerebros"
en países subdesarrollados que pierden a sus más brillantes y altamente capacitados
trabajadores. Esta ley no fue escrita con la intención de robarle a estos países sus obreros
calificados, pero debido al atractivo de los sueldos más altos en Estados Unidos, es como
se tiene este efecto.) Otros inmigrantes eran dueños de comercios, de tierras o gerentes de
empresas en sus países de origen, pero perdieron sus posiciones durante los trastornos
políticos y esperan volver a empezar en Estados Unidos. De manera adicional, una
proporción amplia de los inmigrantes recientes son ilegales. En 1986, una ley intentó limitar
la inmigración "clandestina mediante la imposición de multas a los empresarios
estadounidenses que contrataran a los ilegales y además, concediendo nistia (estatus de
inmigrante legal) a casi 3 millones de inmigrantes ilegales que comprobaran haber hecho
raíces en este país. Aun así, se estima que entre 1.5 y 25 millones de ilegales viven ahí, y
ese número aumenta aproximadamente en 300 mil al año (Martin y Midgley, 1994). La
mayoría de estas personas pertenecen a países en vías de desarrollo (sobre todo México y
otras naciones latinoamericanas), donde las condiciones socioeconómicas están bastante
deterioradas debido al rápido crecimiento de la población, al estancamiento económico y, en
algunos casos, a la inestabilidad política.
El cambio de una cultura a otra es un hecho de la vida contemporánea. La inmigración
permanente o temporal, es un fenómeno mundial (véase figura 3-2). En los inicios de los
años noventa, se estimó que 100 millones de personas residían fuera de sus patrias, cerca
de la mitad estaba viviendo y trabajando en naciones industrializadas de Europa occidental,
América del Norte y en menor grado, en Asia (Martin y Midgley, 1994). La mayoría de las
grandes ciudades del mundo aloja un importante número de inmigrantes cuyas raíces
culturales son de diversos sitios; gente cuyo lenguaje, costumbres, vida familiar, cocina, y
las maneras de hacer bromas, y expresar sus penas y necesidades cotidianas, son bastante
diferentes a las de sus vecinos.
La migración no es la única fuente de contacto entre las culturas. Estados Unidos exporta
cultura-mediante programas de televisión, cine, música y artículos de consumo hacia países
de todo el mundo. Coca-Cola tiene plantas en la República Popular de China; la compañía
Disney abrió un parque en las afueras de París; Guardianes de la Bahía es el programa de
televisión más popular en el mundo, y las noticias de CNN están disponibles casi en
cualquier parte. De la misma manera, Es- tados Unidos también importa cultura, desde el
queso francés, la comedia británica, automóviles japoneses y computadoras, hasta ritmos
latinos y caribeños. Los canales de cable estadounidenses ofrecen telenovelas de Brasil y
Japón y partidos de fútbol soccer de todo el mundo, máquinas parlantes automáticas en la
ciudad de Nueva York ofrecen alternativas a los clientes entre cin- provee acompañamiento
tipo MTV y letras de canciones con diferentes lenguajes (inglés, español, chino, japonés y
para cantantes aficionados- está cambiando de sitio ruso); cada centro comercial y
restaurantes en las carre formas tradicionales de entretenimiento a lo largo del Sudeste
Asiático y se vuelve popular en el Oeste tam-
do
teras interestatales tienen un puesto de tacos En este sentido, cada vez más la
globalización está reemplazan a la occidentalización es decir, gustos y tendencias que
pueden haberse originado en países occidentales, ahora pueden ser producidos en otros
países, por tanto, son mezclas globales (Crossette, 1997a). En Phnom Penh, la capital de
Camboya, los niños se reúnen en la orilla del camino para divertirse con juegos de video
producidos en Japón. Barcos expresos en los ríos de Borneo muestran películas producidas
en Hong Kong que hacen ver la violencia hollywoodense como apacible. Padres de clase
media en Bangkok se preocupan sobre el impacto en los niños de películas populares indias
que degradan a las mujeres y exaltan a los delincuentes. El Karaoke-un sistema audiovisual
inventado en Japón que provee acompañamiento tipo MTV y letras de canciones para
cantantes aficionados está cambiando de sitio formas tradicionales de entretenimiento a lo
largo del sudeste asiatico y se vuelve popular en el oeste también.

Los negocios actuales son también multinacionales. La mayoría de las grandes


corporaciones estadounidenses tienen oficinas y fábricas en otros países, y grandes
empresas europeas y asiáticas tienen sus oficinas principales en Estados Unidos. Los
hombres de negocios viajan de Nueva York, Los Ángeles, París y Londres a Atenas, Buenos
Aires, Madrid, Singapur y Hong Kong, por avión o correo electrónico. Esta aventura
compartida, que involucra la interrelación entre socios internacionales, se vuelve cada vez
más común. Con todas estas formas de "polinización transcultural", la necesidad de
entender la propia cultura, así como otras, nunca ha sido tan grande.

Preguntas clave
1. ¿Por qué es importante la cultura para los humanos? 2. ¿Qué elementos comparten
todas o la mayoría de las culturas?
3. ¿Cómo ven las personas las diferencias entre las culturas?
4. ¿Cómo improvisan las personas dentro de su propia
cultura?
5. ¿Cómo explican los científicos sociales las variaciones entre culturas?
6. ¿Cuáles son las fuentes y consecuencias del cambio cultural?
Cultura: una revisión general
La cultura se ha definido como un "diseño para vivir" (Kluckhohn, 1949) y como las
"comprensiones compartidas que las personas usan al coordinar sus actividades (Becker,
1986) Los miembros de una sociedad comparten determinadas ideas básicas en torno a
cómo funciona el mundo, lo que es importante en la vida, cómo es usada la tecnología, y lo
que sus artefactos y sus acciones significan. Mientras que la "estructura social" se refiere a
los aspectos prácticos/ instrumentales de las relaciones sociales, la cultura se refiere a "los
aspectos simbólicos/expresivos de las relaciones sociales" (Wuthnow, 1987, p. 4).
Todas las criaturas tienen esquemas de vida, como rituales de cortejo, patrones para criar
su descendencia, estrategias para conseguir comida y agua y para establecer territorios, y
así sucesivamente. En este sentido, es necesario señalar que la cultura es un patrón de
vida que es adquirido mediante el aprendizaje. Pocos seres vivos están tan desvalidos en el
nacimiento como el infante humano. Ningún otro animal puede aprender, o necesita
aprender tanto. A unas horas de su nacimiento, un caballo es capaz de correr y patear para
su defensa; este comportamiento es gobernado por los instintos o patrones de conducta de
orden genético. Un potro o una potranca no necesitan ser enseñados a correr con la
manada. En contraste, los infantes humanos nacen con unos reflejos simples. Los humanos
necesitamos aprender qué es peligroso y cómo responder al peligro, entre otras lecciones
innumerables. Se han descubierto algunos casos trágicos de niños a quienes se les dio
cuidado físico pero se les dejó aislados, debido a que a estos niños se les privó de la
interacción humana y las experiencias de aprendizaje, su conducta era escasamente
humana. Ellos se comunicaron a gruñidos, no hicieron ningún esfuerzo para controlar sus
funciones corporales y parecían indiferentes a otros humanos. Sólo asistidos de sus
recursos biológicos, no se volvieron personas sociales. En este sentido, los humanos deben
aprender a ser humanos; su desarrollo depende de la socialización, es decir, el continuo
proceso de interacción mediante el cual adquirimos una identidad personal y habilidades
sociales. (Véase capítulo 4.)
El contenido de la socialización varía de una sociedad a otra. A través de ella se adquiere la
cultura de la sociedad en la que fuimos criados y aprendemos sus patrones particulares
para vivir. Ningún otro ser vivo es tan adaptable como los humanos. Cada especie de pájaro
tiene sus propias canciones distintivas. Un pichón necesita oír a los de su especie para
ejecutar sus canciones, pero nada puede hacer a un cuervo trinar como un ruiseñor o
viceversa (aunque unas especies, como el cenzontle, son químicos naturales). Los
humanos no heredan una predisposición para hablar español en lugar de chino, mucho
menos para pensar que la carne de cerdo está sucia o para creer que los gérmenes, como
en los antepasados, causan enfermedad y muerte. El tipo de personas que somos se debe
a la influencia de la aculturación, que significa la inmersión en una cultura al punto que esa
forma particular de vivir parece "natural"16
Las predisposiciones genéticas que hacen a un potro correr o a un pájaro trinar se heredan.
La habilidad humana para adquirir cultura también se hereda Pero la cultura se transmite de
una generación a otra mediante la socialización, por medio de historias de niños y juegos,
poemas, rituales religiosos, chistes y otras actividades de aprendizaje. Por lo general no
somos conscientes de cuanto de nuestro comporta- miento es aprendido El Manejo del sexo
humano es una buena ilustración de esto. Los estadounidenses tienden a creer que el
comportamiento sexual está biológicamente determinado. Muchos humanos creemos que la
sexualidad es una fuerza poderosa (tan necesaria como el alimento, que juega un papel
central en la vida de cada adulto, y que todos tenemos un
destino heterosexual natural (Goode, 1978). En realidad, el "manejo del sexo", es muy
variable entre las diferentes culturas (Ford y Beach, 1951).

El antropólogo Karl Heider (1976) estudió una interesadas en el sexo. Como muchos otros
grupos que no tienen dispositivos de control natal, los dani Nueva Guinea practican una
abstinencia posparto las relaciones sexuales. En la mayoría de las sociedades en las que
esto ocurre, dura aproximadamente dos años. En la sociedad dani dura de cuatro a seis
años. Heider no encontró ninguna evidencia de que los dani compensan la suspensión de
relaciones conyugales comprometiéndose en relaciones extramaritales, relaciones
homosexuales o con la masturbación. Tampoco mostraron señales de tensión o infelicidad.
Las preguntas sobre este tema de sus vidas los confunde. Los largos periodos de celibato
parecen normales y naturales para los dani. En contraste, los aranda de Australia
consideran normal hacer el amor, dormir, entonces hacer el amor una vez más, tres a cinco
veces por noche, todas las noches (Hyde, 1979). Esto muestra que las técnicas sexuales,
normas de atractivo fisico, actitudes hacia la masturbación y re- laciones homosexuales, y
los roles que hombres y mujeres juegan en las relaciones sexuales, también varian entre las
diversas sociedades. Para los thonga de África, el besar es algo repugnante; los sirionó de
América del Sur encuentran el acicalarse (remover garrapatas y espinas en el cuerpo de su
amante y piojos del pelo) como algo "excitante". En las islas Trobriand del Pacifico Sur, los
hombres se quejan de ser "violados en grupo" por mujeres (Malinowski, 1929). Las
variaciones de lo transcultural ilustran la diversidad del comportamiento humano y el poder
de la aculturación.
Los elementos de la cultura

Los antropólogos generalmente han enfatizado las diferencias entre los grupos de personas
que hablan lenguajes distintos y siguen estilos de vida diversos. Pero es importante no
pasar por alto las similitudes, eso que Donald Brown (1991) llama los elementos
"universales humanos".
El término "universales culturales es generalmente usado para referirse a valores
especificos y creencias comunes que se encuentran en todas o la mayoria de las culturas,
como la prohibición del incesto y el canibalismo.

Todos los humanos viven en grupos sociales, aunque el tamaño y la naturaleza de esos
grupos sea sumamente inconstante. Todas las sociedades se organizan en familias (como
mínimo una madre y sus niños) y reconocen parentescos: quién es considerado miembro de
"la familia", cuál es la fuerza y duración de los lazos familiares, cuál es la importancia del
grupo familiar y otros aspectos de la vida son variables; pero la familia es un aspecto
universal. Paul Ekman y sus colaboradores (1969, 1986) encontraron que la expresión facial
de ciertas emociones básicas es universal: un occidental urbano y un miembro de una tribu
de Nueva Guinea pueden reconocer lo que el otro está sintiendo a partir de sus fotografías.
También que las personas en todas las culturas hacen música y danza; y que 95% de las
culturas han tenido perros domesticados.
El origen de los elementos universales humanos es el objeto de muchos debates. Ellos
pueden proceder de la naturaleza humana (el pasado evolutivo), la estructura del cerebro
(nuestra biología), una cultura común de la que todas las culturas actuales y pasadas
descienden (la historia y prehistoria), o todas ellas. Los modelos de pensamiento y actividad
que pertenecen a la lista de lo universal humano también son polémicos, sin embargo, los
científicos sociales coinciden en que todas las culturas tienen seis elementos principales:

1. Creencias (explicaciones compartidas de experiencia).


2. Valores (criterio de juicio moral).
3. Normas y sanciones (pautas específicas para el comportamiento).
4. Símbolos (representaciones de creencias y valores).
5. Lenguaje (un sistema de comunicación simbólica).
6. Tecnología.

Para dar un panorama sobre estos elementos culturales básicos, en las páginas siguientes
se procederá a comparar los "diseños de vida" estadounidenses y vietnamitas (véase mapa
3-1.)

Creencias
Las creencias son ideas compartidas sobre cómo el mundo opera. Ellas pueden ser los
resúmenes e interpretaciones del pasado, explicaciones del presente, o predicciones para el
futuro. Pueden estar basadas en el sentido común, sabiduría popular, religión, ciencia, o en
alguna combinación de éstas. Algunas creencias se aplican a las cosas intangibles (por
ejemplo, creer que el espíritu humano se mantiene vivo después de la muerte). Todas las
culturas distinguen entre ideas para las que las personas tienen pruebas razonables (por
ejemplo, que fumar aumenta el riesgo de cáncer) e ideas que no han sido o no pueden ser
probadas (por ejemplo, que hay vida inteligente en otros planetas). Por otra parte, dónde y
cómo las personas ponen el límite entre estos aspectos es diverso.
Debido a que las creencias forman la experiencia personal y social, las diferencias básicas
en las creencias cuentan para algunos de los problemas que los inmigrantes vietnamitas
han tenido en la sociedad estadounidense. Un ejemplo son las creencias concernientes a la
naturaleza del tiempo, las personas en las culturas occidentales creen que el tiempo es
irreversible; se piensa que es como una línea recta. A las 12:01 am. Cada 1 de enero se
agrega otro año al calendario haciendo fiestas y reuniones. Asimismo, desde mediados de
los años noventa, la gente empezó a planchar riación en lo que las personas piensan sobre
el mismo
el nuevo milenio. Por tradición, el vietnamita cuen ta el tiempo en ciclos de sesenta años:
cada sesenta años el ciclo vuelve a empezar con el año que inició. Esta concepción del
tiempo sugiere que los eventos actuales no son únicos, que las cosas vienen y van una y
otra vez. La creencia estadounidense de que el tiempo es lineal crea el sentido de que "el
tiempo está transcurriendo"; la creencia vietnamita de que el tiempo es cíclico crea un
estado mental completamente diferente.
Las creencias no sólo se aplican a los conceptos como el tiempo, sino también a los
aspectos más mundanos del mundo material. Algunos años atrás, residentes de San
Francisco se sintieron agraviados al saber que inmigrantes rurales de Laos y Camboya
habían estado cazando furtivamente a perros callejeros en el parque Golden Gate para
comerlos en sus cenas. Los habitantes de San Francisco no podían entender cómo los
recién llegados habían podido cazar y comer perros; mientras que los indochinos no podían
entender por qué los de San Francisco no lo hacían; lo cual es un caso clásico de un mismo
animal con diferentes significados culturales. Incluso dentro de nuestra propia cultura se
puede observar gran va-
recurso (Csikszentmihalyi y Rochberg-Halton, 1982). Algunas personas ven a los perros
como animales de trabajo, los adquieren para proteger su almacén o su ganado; otros
tratan a sus perros como amigos especiales o como sustitutos de niños.
Valores
Mientras las creencias describen lo que es, los valores describen lo que debe ser. Los
valores son amplios, abstractos, son estándares compartidos de lo que es correcto,
deseable y digno de respeto. Aunque los valores son ampliamente compartidos, pocas
veces son asumidos en todo momento por cada miembro de una cultura. En este sentido,
los valores son generales para la cultura y la vida social.
Valores vietnamitas
El centro de la vida social vietnamita es la familia, que tradicionalmente incluye a tres o
cuatro generaciones que viven bajo el mismo techo. Las familias vietnamitas también son
grandes: muchos refugiados crecieron con ocho o diez hermanos y el doble o triple de
primos. La lealtad familiar está en el corazón del sistema de valores vietnamita. Los niños
son criados para honrar y obedecer a sus padres aun después de que crecen y forman su
propia familia; el "éxito" se define en los términos de contribuir a la armonía y el bienestar
familiar, no en el logro individual. Los intereses familiares son primero que las necesidades
o ambiciones privadas. Un refugiado explicó
Para la cultura vietnamita, la familia es todo [...] Nosotros resolvemos problemas como si la
institución familiar fuera un banco. Si necesito dinero-y mi hermano y mis dos hermanas
están trabajando-les digo que me presten para comprar una casa. Yo tengo prioridad en
este caso. Ellos me dicen que está bien y me dan dinero. Después de dos años compré una
casa [...] Ahora yo los ayudo. Ellos viven conmigo y no pagan renta [...]
La familia puede ser también un hospital. Si la mamá está enferma, yo, mis hijos y mi
hermano y hermanas la cuidamos. No necesitamos a una enfermera. Mamá se queda en
casa para no enviarla al sanatorio (Gold, 1993, p. 304).
En Estados Unidos como en su patria, las familias vietnamitas funcionan como una unidad,
no una colección de individuos. Ellos frecuentemente agrupan su trabajo, capital y habilidad
para conducir restaurantes, tiendas, lavanderías y otros negocios pequeños. Obtener
ganancia no es la única o principal razón para estas aventuras; más bien, la meta es
proporcionar empleo y mantener contacto social con los miembros de la familia.
El estar separados durante o después de la inmi- gración ha sido el mayor problema para
las familias vietnamitas. Si huyeron con poca información con las tropas estadounidenses
en 1975 o escaparon después, a menudo en barcos pequeños sobrecargados y viajaron por
mar abierto, pocas familias permanecieron intactas. Los vietnamitas que dejaron a sus
padres, abuelos, hermanos, hermanas o primos estaban tan emocionalmente dañados
como lo estarían los estadounidenses si las circunstancias los obligarán a abandonar a sus
niños. Mantener lo que quedaba de sus familias después de que llegaron era otro obstáculo.
Los departamentos y casas en Estados Unidos simplemente no están diseñados para
familias con quince o veinte miembros. La sobrepoblación causó problemas con sus
vecinos, que notaron el tráfico extra y el ruido, así como al interior de las familias, que
estaban acostumbradas a más espacio.
El vietnamita considera la adaptabilidad como una virtud suprema. Los individuos que
ajustan sus principios a las circunstancias y que son rápidos para comprometerse son
admirados. Las personas que se cierran a otras costumbres no lo son. Para el vietnamita,
ninguna posición es irreversible. En los años turbulentos de la guerra en Vietnam, el último
emperador, Bao Dai, recurrió primero al gobierno francés, después cambió al japonés, se
volvió al Viet Minh comu- nista, cambió a los estadounidenses, y entonces regresó al
francés. ¡Todo en el espacio de dos años! Es necesario decir que esta adaptabilidad fue
altamente cuestionada por los líderes políticos occidentales. Para el vietnamita, el
comportamiento del emperador tuvo sentido perfecto. Ellos tienen un refrán: "La caña que
se tuerce suave al viento sobrevive a tormentas que rompen al roble fuerte pero inflexible."
Esta adaptabilidad ha jugado un papel importante para ayudar a los vietnamitas a acoplarse
a la vida en Estados Unidos. Para sentirse más en casa, así como para empezar
económicamente, los refugiados recrearon a las familias grandes incluyendo como
miembros de la familia a los parientes más distantes y a las personas sin parentesco que
ellos habían conocido en campamentos de refugiados en el Sudeste Asiático o en
programas de reasentamiento en Estados Unidos proporcionándoles el trabajo y
alojamiento. En Vietnam, los hombres son la incuestionable cabeza de sus hogares, aunque
las mujeres manejan las finanzas domésticas. En Estados Unidos, los refugiados han
adaptado el papel femenino de Noi Tuong o "el gerente doméstico" para cubrir tiempos
cuando la esposa trabaja y el marido es desempleado, sin dañar injustamente su autoridad
o autoestima.
El vietnamita también le da gran importancia al sentido de lo correcto. La habilidad de
mantener un temperamento agradable y ser cortés, sin importar las circunstancias, es muy
apreciado. Levantar la voz por cualquier razón es considerado como una acción vulgar. Los
despliegues abiertos de afecto son un insulto hacia el amado, así como a cualquiera que
pudiera verlos. El uso excesivo de gestos con la mano al hablar y codearse o tocarse en
broma-ambos comunes entre los estadounidenses-es grosero para el vietnamita, es una
señal de falta de control sobre el cuerpo. Algunos estadounidenses que trabajan con
vietnamitas y otros refugiados asiáticos consideran su reserva tradicional "enfermiza".
Desde nuestra perspectiva cultural, ellos son "etiquetados como esclavos".

Tradición, armonía y también respeto para los mayores y antepasados se encuentran entre
los valores vietnamitas más importantes.
Valores estadounidenses
Las ideas sobre lo que es deseable y bueno están basadas en valores europeos
occidentales que se trasplantaron a los grandes territorios de América del Norte,
modificados por la presencia de recursos y oportunidades que en apariencia eran ilimitados
y tocados por en los aciertos.
activismo y pragmatismo llevan a poner un alto valor Estos son sólo unos de los principales
valores que forman la cultura. Además de que también creen en los derechos humanos,
igualdad, libertad y patriotismo. Nosotros valoramos la racionalidad y el acerca-
Conocimiento científico.
Normas y sanciones
Si los valores son ideales abstractos, las más son el amor a la aventura del pionero. El
grupo de valores reglas sobre lo que las personas deben o no deben que resultó
distintivamente estadounidense.

El individualismo es un tema dominante en esta cultura. Una de las metas de la


socialización es criar niños que sean independientes y autosuficientes. Se mantienen los
lazos con los parientes, pero "vivimos nuestras propias vidas". En la mayoría de las
sociedades, los padres viejos viven con sus hijos adolescentes o maduros, mientras que en
nuestra sociedad la mayoría de los viejos prefieren permanecer independientes. Los
estadounidenses gastan mucho tiempo y esfuerzo en la mejoría individual mediante el
ejercicio o educación del adulto o psicoterapias. Somos juzgados y juzgamos a otros con
base en el esfuerzo y el logro individual. Se admira a la persona que se apega a sus
principios. Se tiene la tendencia a ser muy moralistas y reaccionar mal cuando un oficial
público (o un padre o amigo) no exhibe el comportamiento ideal que se espera de él. Los
juicios valorativos con los que se clasifica a las personas y sus acciones son: bueno o malo,
exitoso o fracasado, práctico o impráctico. Este tipo de pensamiento lleva a tomar
posiciones absolutas. Si se acepta un principio, entonces se debe rechazar su opuesto, la
idea que alguna acción puede ser buena y mala al mismo tiempo resulta incómoda. Esta
gran adhesión mental a los principios existe en una difícil alianza con el valor del
pragmatismo (hacer cualquier cosa es más práctico para lograr una meta).
hacer, decir o pensar en una situación determinada por ejemplo, el patriotismo es un valor,
mostrar respeto a la bandera es una norma. Las normas son ideas compartidas sobre cómo
las personas deben comportarse. Ellas mantienen pautas para cada actividad: cuándo y
dónde dar a luz y cómo manejar la muerte, hacer el amor y hacer la guerra, qué comer y
qué vestir, cuándo y dónde hacer un chiste. El comportamiento real puede desviarse de las
normas. Las personas no siempre hacen lo que se supone deben hacer. Es más, individuos
o grupos pueden tener diferencias o incluso estándares conflictivos. Por ejemplo, algunos
grupos en la sociedad estadounidense ven el derecho de un ciudadano para llevar armas
como algo inviolable; otros creen que la propiedad privada de armas contribuye al alto nivel
de violencia en la sociedad y representa una amenaza para todos.
Algunas normas son inviolables, y el comportamiento contrario a ellas resulta casi
inconcebible. Ta- les normas son llamadas kastumbres; por ejemplo, la prohibición cultural
al canibalismo y que un adulto tenga sexo con un niño. Otras normas, llamadas tradiciones)
no son inviolables pero están tan inculcadas que las personas se conforman
automáticamente con ellas. Ejemplos como decir "¡Bueno!" al contestar el teléfono y comer
dulces al final de una comida en lugar de al principio. Una norma escrita por funcionarios del
Estado en un código jurídico es una ley.
Los estadounidenses tienden a ser activistas. Cuando- Las normas varían ampliamente de
una cultura a do algo parece malo (en el gobierno, en la escuela, en otra. Por ejemplo, los
padres tradicionales vietnami la familia), se asume la responsabilidad para identifi tas toman
las decisiones más importantes de la vida car el problema y resolverlo. Esta fe en la acción
refleja de sus hijos, incluyendo que trabajo o carrera deben teras, primero geográficas y
luego tecnológicas. Para padre decirle a los hijos que hacer y cómo hacerlo, y ja más de
300 años de expansión a través de las fron- seguir y con quién deben casarse. Es el trabajo
de en el trabajo de un hijo es obedecer sin cuestionar. De esta manera, un padre vietnamita
describió orgullosamente como planeó y orquestó cada paso en la educación de su hijo,
desde su primer año en una es
Para los estadounidenses, los obstáculos existen para ser superados. Mientras que otras
personas se inclinan a aceptar su destino y dejar pasar las cosas; los estadounidenses
dicen: "es mejor hacer algo que nada". El activismo y pragmatismo llevan a poner un alto
valor Estos son sólo unos de los principales valores que forman la cultura. Además de que
también creen en los derechos humanos, igualdad, libertad y patriotismo. Nosotros
valoramos la racionalidad y el acercamiento científico.
Normas y sanciones
Si los valores son ideales abstractos, las normas son reglas sobre lo que las personas
deben o no deben hacer, decir o pensar en una situación determinada por ejemplo, el
patriotismo es un valor, mostrar respeto a la bandera es una norma. Las normas son ideas
compartidas sobre cómo las personas deben comportarse. Ellas mantienen pautas para
cada actividad: cuándo y dónde dar a luz y cómo manejar la muerte, hacer el amor y hacer
la guerra, qué comer y qué vestir, cuándo y dónde hacer un chiste. El comportamiento real
puede desviarse de las normas. Las personas no siempre hacen lo que se supone deben
hacer. Es más, individuos o grupos pueden tener diferencias o incluso estándares
conflictivos. Por ejemplo, algunos grupos en la sociedad estadounidense ven el derecho de
un ciudadano para llevar armas como algo inviolable; otros creen que la propiedad privada
de armas contribuye al alto nivel de violencia en la sociedad y representa una amenaza
para todos.
Algunas normas son inviolables, y el comportamiento contrario a ellas resulta casi
inconcebible. Ta- les normas son llamadas kastumbres; por ejemplo, la prohibición cultural
al canibalismo y que un adulto tenga sexo con un niño. Otras normas, llamadas tradiciones,
no son inviolables pero están tan inculcadas que las personas se conforman
automáticamente con ellas. Ejemplos como decir "¡Bueno!" al contestar el teléfono y comer
dulces al final de una comida en lugar de al principio. Una norma escrita por funcionarios del
Estado en un código jurídico es una ley.
Las normas varían ampliamente de una cultura a otra. Por ejemplo, los padres tradicionales
vietnamitas toman las decisiones más importantes de la vida de sus hijos, incluyendo que
trabajo o carrera deben seguir y con quién deben casarse. Es el trabajo de un padre decirle
a los hijos que hacer y cómo hacerlo, y el trabajo de un hijo es obedecer sin cuestionar. De
esta manera, un padre vietnamita describió correctamente cómo planeó y orquestó cada
paso en la educación de su hijo, desde su primer año en una escuela secundaria
estadounidense hasta su graduación en química, en Berkeley (Gold, 1993). En contraste,
las normas estadounidenses, dan énfasis a la decisión personal. Los "padres buenos" no
obligan a los hijos a participar en actividades que ellos no disfrutan, tampoco les dicen que
vestir o quién debe ser su amigo, más bien, se trata de guiarlos para que tomen buenas
decisiones por ellos mismos. Una vez que un muchacho se gradúa de la escuela
preparatoria, el papel del padre es aconsejar, pero no dirigir, cuando los adolescentes se
vuelven adultos jóvenes, empiezan una carrera e inician una familia, entonces el papel del
padre se reduce sólo a aconsejar cuando se le pregunta. En este sentido, en términos de
estas normas, los padres vietnamitas son dictatoriales, en términos de normas vietnamitas,
los padres estadounidenses son irresponsables al punto del aban-
dono.
No sólo las normas varían de cultura a cultura, sino que normas diferentes se aplican a
categorías distintas de las personas dentro de la misma cultura. En todas las sociedades,
hombres y mujeres, los niños y adultos, amigos y extraños se espera que se comporten de
manera diferente. Por ejemplo, en nuestra sociedad se espera que los niños jóvenes
jueguen y vayan a la escuela, no al trabajo por sueldos. En el salón de baile (el tango o el
vals), se supone que el hombre lleva el ritmo y la mujer lo sigue. En lugares públicos, los
amigos conversan como si estuvieran solos, aunque susurran si el asunto es íntimo, un
extraño que ofrece su opinión en lo que usted dijo a su amigo sobre su madre es
considerado grosero, incluso hasta loco. Asimismo, diferentes normas se aplican en
situaciones y lugares diversos. En las fiestas, los extraños son bienvenidos para
presentarse por sí mismos e integrarse a la conversación. Se espera que los adul tos
muestren recato en público, pero pueden llevar casi nada de ropa en la playa y pueden
desvestirse y bañarse al lado de extraños (del mismo sexo) en un gimnasio o club de salud.
Finalmente, las normas cam bian, hace veinte años a los hombres se les permitía "flirtear
con mujeres que conocían en el lugar de tra bajo; en la actualidad los coqueteos no
deseados son considerados como acoso sexual.
Antes de la epidemia de SIDA, las personas no mencionan los condones en conversaciones
educadas, y estos productos se guardaban detrás del mostrador y fuera de vista en
farmacias. Actualmente los preservativos están disponibles en dormitorios de la universidad
y en bares; se despliegan de forma prominente
en farmacias y son comprados por mujeres y hombres. En programas de la televisión
dirigidos a los adolescentes y en clases de educación sexual, maestros y consejeros de
parejas usan plátanos para demostrar cómo usarlos. Los cambios en las normas. pueden
ser graduales e imprevistos o como resultado de campañas activas y organizadas.
Por sí mismas, las normas son sólo pautas; las sanciones son las que dan forma a las
normas. Las sanciones son recompensas y castigos socialmente impuestas por lo que las
personas son animadas a sujetarse a las normas. Las sanciones pueden ser formales o
informales.
as sanciones formales son premios y castigos, oficiales y públicos, como pasar o reprobar
un grado en la escuela, obtener una medalla de honor o sufrir una
baja deshonrosa del ejército, o una promoción o el despido en el trabajo. En las sociedades
modernas existe un buen trato en las sanciones formales, sobre todo a través del sistema
de justicia criminal. Las personas acusadas de violar la ley aparecen ante un juez que
decide si el cargo es verdadero y si el acusado debe ser encarcelado durante el juicio y
debe determinarse la cantidad de la fianza (si la hay). Cada ciudadano tiene el derecho al
juicio de un jurado. En la práctica, la mayoría de los casos criminales son planteados
informalmente a través de un alegato negociado (véase capítulo 7), pero la amenaza de
encarcelamiento, multas u otras sanciones formales proporcionan el Incentivo para negociar
Por otro lado, en las sociedades esquimales tradi- cionales un acusado de violar las normas
confiesa ante un chaman (una persona que media entre el mundo material y espiritual)
mientras el pueblo entero se congrega y canta para limpiar el alma de la persona. Como
una sala de tribunal, esta ceremonia involucra sanciones formales.
Las sanciones informales son extraoficiales, a veces sutiles o incluso son verificaciones
inconscientes de un comportamiento cotidiano. Una mirada despectiva o estimulante, una
sonrisa aprobatoria o avergonzada, un hombro para llorar o "el hombro frío", una palmadita
en la espalda o una bofetada, personas riéndose con usted o riendo de usted, y la
posibilidad de alabanza o la amenaza de chismes, son sufi- cientes para mantener a la
mayoría de las personas en linca.
En la mayoría de los casos, violar una norma no es un delito, pero las personas se sienten
mejor cuando "hacen las cosas correctas". Se pregunta usted: ¿Debe pedirle el día a mi jefe
diciendo que estoy enfermo? hexagonal, tienen un significado pequeño y específico
¿Estaría mal salir con la o el ex de mi amigo? ¿Debo comparada!
darle algún dinero al mendigo de la esquina? Los símbolos también pueden ser artículos
dirigidos para tomar estas decisiones, se evocan sanciones pasadas narios y útiles que han
adquirido significado es- -momentos en que tu comportamiento se encontró especial.
Ciertos automóviles denotan riqueza; otros con premios o castigos-y se actúa de acuerdo
con pueden expresar juventud, atrevimiento, poder o en
ellas, sólo para evitar la vergüenza.
Las normas y sanciones establecen los límites de comportamiento social aceptable. El
hecho de que la mayoría de los miembros de una cultura comparte las mismas ideas sobre
lo que es apropiado, normal o cortés ayuda a formar el comportamiento social y la
interacción social predecible. En la mayoría de las situaciones, los humanos sabemos que
esperar. Esta previsibilidad es un elemento esencial de la estructura social (véase capítulo
5).
Símbolos
Un símbolo es una imagen, objeto o sonido que puede expresar o evocar un significado-un
crucifijo o una estatua de Buda, un osito teddy, el himno nacional. Muchos símbolos son
objetos físicos que han adquirido significado cultural y se han usado para propósitos
ceremoniales. Una bandera, aunque no es más que un pedazo de tela de colores, es
tratada con un ritual solemne e inspira sentimientos de orgullo y patriotismo, solidaridad u
odio por el significado con el que las personas lo asocian. Algunos símbolos como la
bandera o la cruz, son representaciones condensadas de creencias culturales, valores y
normas, y contienen mucho significado. Otros, como un signo rojo
vuelven un estilo de vida (un jeep o un buggy para dumas) para sus dueños. En otras
culturas, una vaca o un cerdo de un color particular evoca sentimientos similares. En estos
casos, los significados culturales y personales se entrelazan; depende también de las
evaluaciones culturales y las experiencias individuales, las personas pueden tener
sentimientos profundos y fuertes con objetos ordinarios (un dedal para coser de la abuela,
una gorra de béisbol que evoca un campamento de verano y juventud) (Csikszentmihalyi y
Rochberg Halton, 1982).
El mismo objeto, incluso cuando es usado para el mismo propósito, puede tener significados
bastante diferentes en otras culturas. Por ejemplo, estadounidenses y vietnamitas entierran
a sus muertos en ataúdes, ambos gastan mucho dinero en ellos; pero, tradicionalmente,
aquellos vietnamitas que pueden permitirse el lujo de comprar un ataúd antes de que una
persona mayor muera, lo ponen en exhibición, con mucho deleite de esa persona. Los
vietnamitas honran a sus parientes difuntos en el "día de muerte" (el día que el pariente
murió), de manera parecida a como los estadounidenses celebran un cumpleaños, invitan a
la familia, preparan una comida sofisticada, decoran la casa, encienden velas (o incienso), y
brin- dan por el difunto (Lack, 1978).

Lenguaje

El lenguaje es un conjunto de símbolos orales (y escritos) y reglas para combinar esos


símbolos con cier-
La nómina de pronombres hace distinciones que no pueden hacerse de la misma manera
en inglés.
Estas diferencias imposibles de traducir plantean una pregunta interesante: ¿Son las
diferencias lingüís mundo, o crean las diferencias lingüísticas distintas
significado. El lenguaje se ha llamado "el almacén ticas un reflejo de distintas maneras de
percibir el
de la cultura" (Harroff, 1962). Es el medio primario de captura, comunicación, discusión y
cambio de comprensiones compartidas, que se pasan a las nuevas generaciones (y los
nuevos ciudadanos). No sólo se usa el lenguaje cuando se interactúa con otras personas,
sino también cuando estamos solos. El término "pensamiento" es realmente una
conversación con nosotros mismos.
Cualquiera que ha intentado interactuar en un país extranjero con solo un diccionario de
bolsillo, sabe que los idiomas varían en formas complejas y otras veces sutiles. Conocer la
traducción italiana de las palabras apropiadas, no le permite necesariamente conseguir su
lavado de ropa en Roma; para esto tiene que conocer gramática italiana y pronunciación
para hacerse entender. Cada lenguaje tiene palabras y frases para las que no hay
equivalentes exactos en otros idiomas. Asimismo, cada lenguaje tiene su propio jne- go de
sonidos que puede ser difícil de aprender para los adultos. Varios lenguajes africanos
emplean sonidos de chasquidos de lengua que a los angloparlantes les resultan casi
imposibles de producir, asimismo, los lenguajes asiáticos incluyen variaciones tonales que
los angloparlantes encuentran difíciles de ofrecer y mucho más de pronunciar.
Aprender un nuevo lenguaje puede obligar a que piense de manera desacostumbrada. Por
ejemplo, los angloparlantes usan el pronombre you (t/usted) al dirigirse a otra persona.
Muchos lenguajes europeos, sin embargo, tienen dos formas de dirigirse, una formal y una
familiar. En el francés la vía formal vous (usted) indica respeto, deferencia y distancia social;
el ta familiar indica igualdad o intimidad. El vietna mita tiene un complejo sistema para
dirigirse que indica grados de respeto basados en la edad, posición, educación y otros
factores. A un hombre mayor se le debe dirigir la palabra educadamente como anh (la
traducción literal es "el hermano mayor"). A un hombre joven se le llama bar (que se traduce
como el hermano más viejo del padre). Pero a un hombre joven que no merece respeto,
según la idea del que habla, se le llama cha ("el hermano más joven del padre"). Debido a la
preocupación vietnamita por la cortesía, el uso deliberado de un término equivocado es un
insulto claro. De esta forma, el francés y el sistema viet-
percepciones? ¿Somos de alguna manera prisioneros de Ward Sapir (1921) y Benjamin Lee
Whorl (1940), de nuestro propio lenguaje? Dos antropólogos, Ed- argumentan que lo
somos. Según la hipótesis de Sapir-Whorf, el lenguaje hace a las personas prestar atención
a ciertas cosas pero ignorar otras. Por ejemplo, los angloparlantes tienen una sola palabra
para las hojuelas blancas que caen del cielo snow (nieve). Los esquimales tienen más de
veinte palabras que les permiten describir las variaciones en la textura de la nieve, como el
peso y otras calidades, pero ninguna palabra por sí sola cubre todas estas variaciones.
Sapir y Whorf argumentan que el lenguaje conforma la realidad en moldes diferentes. Por
tanto, "nuestra idea
de la realidad es una versión condensada del mundo
que ha sido editada por nuestro lenguaje" (Plog y Bates, 1980, p. 210). Las personas que
hablan lenguajes diferentes no ocupan realmente el mismo mundo con etiquetas diferentes,
sino que perciben de alguna manera realidades diferentes. De acuerdo con esta idea, los
esquimales ven cosas en un paisaje invernal que los no esquimales no pueden percibir, y
los vietnamitas experimentan las relaciones sociales en cierto modo que los
estadounidenses no lo hacen debido a las diferencias en los lenguajes.
En una prueba empírica de la hipótesis de Sapir- Whorf, John A. Lucy (1992) comparó a los
hablantes mayas del sur de México con angloparlantes de Estados Unidos. El análisis
lingüístico mostró que los angloparlantes casi siempre identifican un sustantivo como
singular o plural ("el libro" o "los libros"). Los hablantes mayas ignoran el número usando los
llamados sustantivos de masa (como cattle, el ganado, o las noticias, las noticias, en
inglés). El lenguaje maya tiene más términos para los materiales de los que se hacen en los
objetos (madera, metal), mientras en el inglés hay más términos para la forma (round,
redondo, y flat, plano). Cuando Lucy comparò la actuación de sujetos de los dos grupos en
una variedad de pruebas cognoscitivas, encontró que los angloparlantes evo-
Usaron más frecuentemente números y clasificar objetos por la forma, mientras que los
hablantes mayas raramente mencionan el número y agrupan objetos hechos de sustancias
similares.

Etnocentrismo y relativismo cultural


Los antropólogos utilizan el término choque cultural para describir los sentimientos de
desorientación y tensión que las personas experimentan cuando entran en un ambiente
cultural al que no están habituados. El choque cultural ocurre cuando se visita una tierra
extranjera, incluso una cuya cultura es similar a la nuestra (como cuando un
estadounidense visita Gran Bretaña). Los "síntomas" comunes del choque cultural incluyen
sentimientos de incompetencia; miedo a ser contaminado (por ejemplo, por el agua),
estafado, ser el hazmerreír y sentirse solitario; lo cual contribuye a que las señales de
comportamiento familiar son dejadas y reemplazadas por nuevos modelos que en principio
tienen algún sentido. La vida ordinaria y cotidiana se vuelve imprevisible. De esta manera, el
choque cultural es una forma de anomia (véase capítulo 1).
Por ejemplo, los miembros más viejos de la tribu de Ndau de Mozambique hablan con
anhelo de la "ceremonia". Los viejos dicen que en la antigüedad, cuando la sequía llegaba,
el jefe de la tribu iba al cementerio a pedir lluvia a sus antepasados: "Antes de que llegara a
casa, llovería. Y después de tres días él regresaría al cementerio para pedir que se
detuviera". (Baltimore Sun, octubre 11, 1992, p. K8). De la misma forma, cuando alguien
estaba enfermo o herido, el chamán tribal realizaba una ceremonia de curación. Pero el
gobierno de Mozambique ha prohibido estos rituales supersticiosos y reemplazó a los
líderes tribales hereditarios por funcionarios designados, la mayoría de ellos son jóvenes y
saben poco de las viejas tradiciones. Los viejos de Ndau ven las guerras civiles y sequías
que plagan su país como castigo por descuidar a sus antepasados. Por el abandono de sus
raíces culturales, de las creencias y rituales que una vez dieron a sus vidas orden y
significado, ellos se sienten desvalidos.
El choque cultural ocurre por la aculturación. Se aprenden los propios patrones culturales en
los primeros años de la vida, y tan completamente, que ellos se vuelven una segunda
naturaleza. Consideramos nuestra manera distintiva de pensar y el comportarnos como
simple "sentido común". Nos adaptamos a los hábitos sin detenernos a considerar
alternativas. De manera inconsciente dependemos de los conocimientos compartidos.
Confrontados con otras maneras de hacer las
cosas, a veces nos divertimos, pero en algunas ocasiones sentimos fastidio, repulsión o nos
asustamos.
Los problemas para funcionar en una nueva cultura son compuestos por el etnocentrismo.
El etnocentrismo es la tendencia a comparar otras culturas en términos de la nuestra y
concluir que las otras culturas son inferiores.
El etnocentrismo está extendido; varios grupos culturales diferentes, como en el Caribe,
kiowas, lapps y tunguses, se llaman por nombres que significan "gente", implicando que
todos los que no son miembros son menos que humanos.
Por tradición, los judíos dividieron a toda la hu- manidad en ellos ("el pueblo escogido") y los
genti- les; los griegos llamaron a todos los que no eran grie- gos "bárbaros". Cuando los
europeos llegaron por vez primera a Groenlandia, los nativos inuits supusieron que ellos
habían llegado para aprender buenos modales y virtudes que el inuit creyó le faltaban a los
europeos (Sumner, 1906/1959); pero la idea europea era diferente.

 l etnocentrismo está basado en malentendidos culturales; fuera de contexto, cualquier


E
costumbre puede parecer ridícula. Consideremos a los nacirema gente cuya cultura aún es
poco entendida
La creencia fundamental (del nacirema) señala que el sistema entero del cuerpo humano es
feo y que su tendencia natural es a la debilidad y la enfermedad. Encarcelado en semejante
cuerpo, la única esperanza del hombre es apartar estas características mediante el uso de
las influencias poderosas del ritual y la ceremonia Cada casa tiene una o más urnas
consagradas a este propósito...]
El punto focal de la urna es una caja o pecho que se construyen en la pared. En este pecho
se guardan muchos encantos y las pociones mágicas sin las que ningún nativo cree que
pudiera vivir. Estas preparaciones son conseguidas por varios practicantes especializados.
Los más poderosos de estos son los curanderos, cuya ayuda debe premiarse con regalos
sustanciales [...]
Bajo la caja encantada está una pequeña fuente. Todos los días, cada miembro de la
familia, en sucesión, entra en el cuarto de la urna inclinando su cabeza ante la caja
encantada, mezcla clases diferentes de agua santa en la fuente, y procede a un pequeño
rito [...] El ritual consiste en meterse un bulto pequeño de vellos de puerco en la boca, junto
con ciertos polvos mágicos y después mover el bulto en una serie de gestos altamente
formalizados. (Miner, 1956, pp. 503-504)
Basta con deletrear la palabra "nacirema" de derecha a izquierda, y entonces vea si puede
identificar el ritual descrito.
Esta actividad familiar, fuera de contexto, parece tan rara como la costumbre de limar o
golpear los dientes delanteros para su belleza (una costumbre en algunos grupos del
Pacifico); llamar a los antepasados para traer lluvia y a los espíritus para curar
enfermedades (las ceremonias ndau mencionadas anteriormente); un tabú en contra de
comer carne (una costumbre hindu), carne de cerdo (una costumbre islámica y judía), u
hormigas y gusanos (una costum bre nacirema); duelos en el que se golpea el pecho (un
ritual practicado por el yanomami de la selva Amazónica); o duelos en los que se golpea el
cuerpo (un ritual nacirema llamado "fútbol).
Cada una de estas prácticas o creencias es parte de un entorno cultural más grande que les
da significado. No es posible entender, mucho menos juzgar, partes de la cultura separadas
de este entorno cultural. El relativismo cultural es la idea de que una cultura debe
entenderse en términos de sus propios significa-
dos, actitudes y valores (es lo opuesto del etnocen trismo). El relativismo cultural deriva en
parte de la perspectiva funcionalista, la cual sostiene que se entretejen todos los elementos
de una cultura y por consiguiente no deben juzgarse fuera de contexto. En- tender una
costumbre no necesariamente significa que uno debe aceptarla o unirse a ella. La mayoría
de los lectores de este libro condenaría la clitoridectomia, por ejemplo. Pero si uno quiere
convencer a las per sonas de abandonar este ritual, uno debe entender primero lo que
significa para ellos (véase Sociologia y medios de comunicación: mutilación genital femeni
na: ritos contra derechos).
Inconsistencias
y diversidades culturales
Las culturas varían ampliamente en su grado de integración cultural hasta el punto en que
las diferentes partes de una cultura encajan juntas y se apoyan entre sí (véase Giddens,
1985a). En sociedades pequeñas y homogéneas que tienen poca relación con extraños, la
integración cultural es casi perfecta. Se sincronizan los elementos diferentes de la cultura,
para muchos propósitos, las personas actúan y piensan como uno. Algunas sociedades
tradicionales, no tienen ninguna palabra para nombrar a la "religión" porque lo que
llamamos rituales religiosos se insertan en el contexto de la vida cotidiana. En las
sociedades modernas complejas, es raro este caso. El cambio social y tecnológico puede
ocurrir rápidamente para que las normas se mantengan. Las normas anticuadas pueden
permanecer en las leyes y en el lenguaje como figuras de discurso después de que han
perdido su utilidad. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York una vieja ley fechada antes de
la prohibición consideraba ilegal llamar a un bar Saloon. Cuando se citó a un restaurantero
por di- cha violación, este evadió la ley (haciendo sólo un pequeño ajuste a su anuncio de
neón) renombrando su local "O'Neal's Baloon [sic]".
En las complejas sociedades modernas se vive en contextos diferentes (de grandes
asentamientos urbanos a la granja rural), se trabaja en ocupaciones diferentes, se disfruta
de niveles distintos de vida, existen distintas opciones de educación, y se experimentan
versiones contrastantes de su cultura. Las inconsistencias interiores y las diversidades son
muy visibles en estas sociedades. Los grupos de inmigrantes pueden mantener las
tradiciones y lenguaje que trajeron de sus países y se mantienen apartados. Otros grupos
dentro de la cultura pueden rebelarse contra los patrones prevalecientes y crear los propios.
Pero las ideas conflictivas del comportamiento apropiado existen en todas las sociedades,
creando suficiente ambigüedad para permitir la introducción y aceptación del cambio.
Lo ideal y lo real en la cultura
Hay una diferencia entre lo que las personas dicen que piensan y hacen y lo que ellos
realmente creen y practican. La cultura ideal consiste en normas y valores a los que las
personas se adhieren abierta y formalmente. La cultura real consiste en normas y valores
que las personas no pueden admitir abierta o formalmente, pero las practican. Por ejemplo,
los estadounidenses creen ser caritativos. Todos quieren ayudar a los que no tienen casa,
salvo que esto signifique construir un albergue en su calle, en este caso una reacción
NIMBY (not-in-my-backyard, no en mi traspatio) es común. En Estados Unidos se idealiza la
monogamia para toda la vida. En sus ceremonias matrimoniales, la mayoría de las parejas
juran estar juntas "hasta que la muerte los separe". En realidad, más de la mitad de los
matrimonios primerizos acaban en divorcio y la mayoría siente que si un matrimonio no
funciona, el hombre y la mujer tienen derecho a separarse.
Las leyes que regulan las actividades de recaudación de fondos de campaña se discuten en
el salón de los políticos, donde existe un salón para las dudas y cuestionamientos. Aquí, el
Comité de los Asuntos Gubernamentales del Senado investiga posibles violaciones en el
financiamiento de la campaña presidencial de
1996.
La interacción entre la cultura ideal y la cultur real puede producir contradicciones obvias.
Por ejemplo, los estadounidenses dan un alto valor a la salud y gastan miles de dólares
cada año en cuidados de hospital, cuentas médicas y medicinas. Aunque gastan casi lo
mismo en cosas que sabemos perjudican la salud como cigarros, alcohol y comida chatarra.
Se dice "la honestidad es la mejor política"; pero también: "el negocio es el negocio". Los
ciudadanos de Estados Unidos están listos para luchar "por mantener al mundo seguro en
la democracia", aunque sólo cerca de la mitad de los votantes en este país asiste a una
elección. (En 1996, sólo 49% de los electores votaron en elección presidencial, menos que
52% en 1992.) La lista de contradicciones dentro de esta cultura es inmensa y podrían
llenarse páginas.
la
En otro orden de ideas, las normas y valores contrarios crean conflictos. Al adoptar una
norma, una persona puede violar otra automáticamente. Supongamos que después de que
una mujer y su novio se separan, ella, que tiene cerca de treinta años, descubre que está
embarazada. Ella no considera que el aborto sea malo, más bien lo entiende como un "últi
mo recurso" para cuando los padres no pueden man- tener al niño. Ella tiene un ingreso
firme, un trabajo flexible y una familia grande que la apoya y piensa que podría ser una
buena madre soltera. Ella sabe que su novio apoyaría cualquier decisión que tomara con
respecto al aborto, pero querría casarse si ella decide tener al bebé. Nuestras normas
sostienen que los niños necesitan y merecen dos padres. Para ella, tener al bebé sin
casarse con el padre sería "egoísta". Pero las normas contemporáneas también dicen que
forzar o "apresurar" matrimonios probablemente no sea bueno para ninguno. Las actitudes
hacia el aborto están en un estado de flujo, y algunas personas sos- tendrían que la mejor
solución de esta situación sería tener un aborto. ¿Qué debe hacer ella?
Por otro lado, la existencia de normas contradictorias deja a los individuos un amplio
espacio en el cual maniobrar. Las normas sostienen que el matrimonio tradicional es ideal,
pero hoy mucha gente no ve nada malo en que una pareja de solteros viva junta, a menos
que tengan hijos, de ellos o de matrimonios anteriores. En Escandinavia y algunos países
europeos, la paternidad soltera es aceptada en sentido más amplio (véase capítulo 11).
Cuando las personas rompen una regla dentro de una cultura, tienden a hacerlo de una
misma manera. Por ejemplo, casi nadie maneja a la velocidad legal. Si el límite legal es de
55 millas por hora, la mayoría conduce a 60 o 65, no a 40 u 80. La mayoría de los
estadounidenses no consideran robar una tienda, pero no dudan en tomar ocasionalmente
suministros del trabajo para la casa y rellenan un poco sus cuentas de gastos, o
simplemente evaden un poco sus impuestos. Muchos políticos no quieren ser nunca ser
sobornados, pero no ven nada malo en dar un empleo a sus trabajadores de campaña o
aceptar una contribución para la campaña de un cabildo (véase capítulo 14). De hecho, las
personas que no se ajustan a las normas (es decir, las personas que no están conformes
con la cultura real) piensan que son peculiares o incluso antisociales.
Así puede decirse que la cultura real consiste en evasiones del modelo de la cultura ideal.
Esto no significa que la cultura ideal no tenga un impacto, si lo tiene. Los inmigrantes que
intentan adaptarse a la vida de Estados Unidos deben aprender los patrones oficiales del
comportamiento apropiado y las estrategias extraoficiales aceptadas para flexibilizar las
reglas.

Subculturas y contraculturas

Ni la cultura real ni la cultura ideal son igualmente compartidas y aceptadas por todos los
grupos en una sociedad. Juntas, la cultura real y la ideal forman el común denominador;
pero hay muchas variaciones, particularmente en sociedades grandes y complejas. Estas
variaciones culturales son conocidas como subculturas. Una subcultura es un grupo de
comprensiones, comportamientos, objetos prácticos y simbólicos y vocabulario que
distinguen a un grupo particular de otros miembros de su sociedad. Para que una subcultura
exista, los individuos deben identificarse con el grupo (aunque pueden tener otra
identificación social también) y deben interactuar y compartir información con otros que se
identifiquen con el grupo directa e indirectamente (Fine, 1987).
po,
Aunque la etnicidad es la fuente más obvia de las subculturas, también pueden estar
basadas en la religión, ocupación (los médicos internos y músicos de jazz tienen sus
propios mundos de subcultura), estilo de vida ("vagos" de esquí o playa), la orientación
sexual (la subcultura de los gay), o la edad. Las personas que disfrutan las carreras de
caballos no constituyen una subcultura; las personas que consagran sus vidas a criar y
entrenar caballos de raza y que se asocian exclusivamente con otras personas que hacen lo
mismo podrían ser también subculturas. La clave es si ellos se ven y son vistos por otros,
como "diferentes",
En algunos casos, las subculturas no difieren de la corriente principal, pero activamente se
oponen a los valores y prácticas de la sociedad en general. Semejante grupo es llamado
una contracultura, lo cual significa literalmente "contra la cultura". El movimiento de la milicia
que llamó la atención pública después del bombardeo del edificio federal en la ciudad de
Oklahoma es un ejemplo. Nadie sabe cuántas personas son miembros activos de milicias
(grupos para- militares o "los destacamentos" como algunos se hacen llamar) o cuántos los
apoyan pasivamente; qué tanto están organizados y coordinados estos grupos o cuántos
son los que también apoyan las metas de la milicia y las tácticas terroristas. En 1997, Klan
Watch, una rama del Centro de Ley de Pobreza del Sur, estimó que existían 380 grupos
armados antigubernamentales operando en 50 estados, cerca de 100 tenían lazos de
supremacía de los blancos y antisemitas (Kifner y Thomas, 1998). Pero hay razón para
creer que las milicias representan una contracultura, es decir, gente cuyos valores, actitudes
y actividades los hacen identificarse entre sí y tener un sentido simbólico de comunidad.
El movimiento de milicia tiene raíces en los "so. brevivientes" de principios de los años
sesenta (Zellner, 1995). Convencidos de que la guerra nuclear era inminente, los
sobrevivientes sostuvieron que las familias debían mudarse a áreas rurales aisladas y
prepararse para auto proveerse de todo, vivir sin tecnología moderna y defenderse de los
invasores comunistas y hordas urbanas que se verían obligadas a abandonar las ciudades
en caso de un ataque nuclear. En los inicios de la guerra de Vietnam, muchos
creyeron que el enemigo no estaba "afuera" sino dentro, en la forma del gobierno federal.
Ellos creían que el gobierno enviaba muchachos para pelear y morir en una selva extranjera
"atando sus manos detrás de las espaldas", como el presidente Reagan solía decir. Una
manera de vengar la derrota por guerrillas extranjeras es crear guerrillas en casa (Wills,
1995). En los años noventa, el término "supervivencia" había venido a simbolizar la
autodefensa contra un espectro ancho de problemas unidos al control gubernamental. El
movimiento de la milicia ha atraido a racistas blancos, fundamentalistas religiosos, oposi
tores al control sobre armas de fuego, al aborto y otros Lo que los une es su miedo a la
opresión gubernamental.
El tema principal del movimiento de la milicia es que el gobierno federal se ha vuelto el
enemigo de la libertad, no su protector. Los militantes de hoy ven los IRS (agencias
reguladoras gubernamentales) y agencias federales que aplican la ley (sobre todo FB, y la
Oficina del Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego) como agentes de un Estado policiaco que
sus cédulas de seguro social, formas de impuestos, ce sos y certificados de nacimiento,
muerte y matrimonio para "espiar" a los ciudadanos. Algunos grupos milicianos atribuyen
estos asuntos a la infiltración sionista en el gobierno de Estados Unidos (ZOG, Zionist
Occupation Government); otros, a la influen cia de las Naciones Unidas o al nuevo orden
mundial; otros creen que por Satanas, y algunos, simplemente a la corrupción
gubernamental. En el sentir de esta gente, el gobierno de Estados Unidos ya no es "esta-
dounidense".
Un segundo tema es la autonomía familiar. Los milicianos sostienen que el hombre tiene un
derecho otorgado por Dios para ser cabeza de su casa y criar a sus hijos como lo crea
conveniente, según sus principios religiosos. En la actualidad muchos milicianos creen que
las escuelas públicas están "lavando el cerebro" de los niños con una idea mundial secular
(negando la importancia de la oración), con propaganda anti estadounidense (que defiende
el multiculturalismo), y con pensamiento crítico, incluyendo educación sexual e instrucción
en los derechos de los niños (que subvierte la autoridad paternal). En particular, ellos ven
las leyes contra el abuso infantil y por tanto el castigo corporal- como invasiones a la
privacia familiar.
Un tercer tema es el derecho para llevar armas. Los milicianos sostienen que los
ciudadanos no tienen sólo un derecho sino un deber para luchar contra la tiranía, ya sea en
forma de dictadura o de burocracia gubernamental. El control de las armas es el "último
ardid", que despoja a los ciudadanos del derecho a la autodefensa.
Dos incidentes ocurridos en la contracultura de la milicia, fueron los tiroteos al Ruby Ridge,
Idaho, y Waco, Texas. En el Ruby Ridge, un hombre que protege a su familia y su
propiedad; y en Waco, el grupo autonombrado Rama de los Davidianos, defendió sus
creencias religiosas, en ambos casos con armas de fuego constitucionalmente protegidas,
fueron asaltados (y algunos miembros muertos) por agentes federales. Ambos lugares se
han vuelto cast sagrados, sitios de
peregrinación.
El bombazo al edificio federal en la ciudad de Oklahoma (en el segundo aniversario de la
muerte por fuego, de la Rama de los Davidianos en Waco, Texas; véase capítulo 17) tomó
al país por sorpresa. Nadie sospechó que el terrorismo amenazara el corazón de Estados
Unidos o que los terroristas podrían ser ciudadanos de ese país (como en el bom- bazo al
World Trade Center en la ciudad de Nueva York).
turas y aun las contraculturas juegan un importante Desde una perspectiva funcionalista, las
subcul- rol en la sociedad (véase Weinstein, 1991). La "rebeldía simbólica" asegura que los
valores y símbolos culturales dominantes no están equivocados con relación a la forma en
que las cosas deben ser. Desafiando la cultura de la corriente principal, las subculturas les
obligan a los miembros de una sociedad a reexaminar
y quizá reafirmar o revisar sus ideas. La oposición al gobierno e intrusión del gobierno-el
sentimiento general de que el gobierno ha sobrepasado sus límites- están extendidas. Los
liberales han protestado por las conspiraciones del FB contra los ciudadanos como Martin
Luther King, experimentos de la CIA con LSD en ciudadanos confiados, y el tiroteo a
estudiantes que protestaban contra la guerra en Vietnam en la Universidad Kent State por
guardias nacionales. Ronald Reagan ganó votos para él y otros candidatos republicanos
conservadores por afirmar que el gobierno en sí mismo es el problema y que debemos
"liberarnos" de él. Cualquiera que sean sus inclinaciones políticas, muchos estadounidenses
vieron la confrontación en Waco, y las muertes de agentes federales así como de la Rama
de los Davidianos, como un error trágico. El movimiento de la milicia ha llevado esta
posición a un lógico (aunque violento) extremo.
Aunque "diferente" de la cultura principal, ninguna subcultura es totalmente independiente a
ella. La relación de una subcultura a la cultura principal puede ser de rechazo, defensiva, o
ambivalente, pero la conexión permanece. La oposición armada al gobierno es parte de la
cultura, comenzando con American Revolution. Como el movimiento de milicia demuestra,
las subculturas son variaciones en el contexto principal.

SOCIOLOGÍA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Mutilación genital femenina: ritos contra derechos
El caso de Fauziya Kasinga, una mujer de diecinueve años de África occidental, llamó
la atención del
público en Estados Unidos respecto a una costumbre muy extendida y desconocida.
La señora Kasinga había huido de su hogar. en Togo porque su familia y el hombre al
que había sido prome- tida insistian en que se sometiera a la mutilación genital antes
de la boda. Al entrar a Estados Unidos con un pasaporte falso, se le mantuvo
detenida por dos años antes de que la Oficina de Apelaciones de Inmigración de
Estados Unidos, bajo considerable presión pública. garantizara su asilo sobre las
bases de que ella tenía "un miedo bien fundado de persecución en su patria. ¿Qué tan
extendida está esta práctica? ¿Cuáles son las conse cuencias para niñas y mujeres
que se someten a estas operaciones? ¿Cual es el significado cultural de la mutilación
genital? ¿Qué puede hacerse para reducir o eliminar esta práctica? Los medios de
comunicación llamaron la atención hacia este problema enfocándose a un caso
único, para responder estas preguntas, sin embargo, nos ayudamos de la
investigación sociológica.
Fauziya Kasinga, de Togo, en la Oficina de Apelaciones de Inmigración en Falls
Church, Virginia, huyo de su pais para evitar la mutilación genital y busco a politico
en Estados Unidos
tima que alrededor del mundo, 100 millones de mujeres se han sometido a dicha
operación y 2 mi-
Estoy feliz. Ahora soy una gran niña. Como mis amigas. -Hadan, sita small de seis
años de edad, después de someterse a la infibulación
año. En algunos paises (Eritrea, Mali y Sudan del norte), la MGF es casi universal: de
90 a 95% de las mujeres han experimentado la
Otros grupos culturales. Casi 150 mil niñas que ahora residen en Es dos Unidos se
han sometido a la MGF o están próximas a hacerlo.
Por lo común, la MGE es realizada por una partera que utiliza una navaja de afeitar o
un pedazo afilado de vidrio, sin anestesia o antisépticos, antes que las niñas lleguen
a la pubertad (entre los 4 y 10 años). El procedimiento es tan mujeres (hermanas, tías,
vecina doloroso que se necesitan 3 04 para sujetar a las niñas, mi cada de esta
cirugía, clitoridecto otras cantan y gritan para solocar sus lamentos. La forma más del
La práctica de la mutilación gellones de niñas son operadas cada nital femenina (MG),
a veces lla- mada circuncisión femenina, es más común en África y en la pe- ninsula
arabiga, pero tambien ocu entre inmigrantes árabes y africa- otros palses (Costa de
Marfil, Re- tal del clitoris, La escisión implica rre entre algunos grupos de Asia y
clinondectomia o infibulación. consiste en remover parte o el nos en Europa,
Norteamérica y república Centroafricana y Tanza- Australia (Chalkley, 1997). Se es-
nia), la práctica es limitada a cier-
Los Angeles Times, 14 de julio de 1996, p. A-1.
la remoción total del clítoris ast como parte o todo el labio menor 

En su forma más severa, la infibulación, toda la parte externa de los genitales son
removidos, la vagina es suturada o unida con espinas, dejando un hoyo del tamaño
de un lápiz para orinar o menstruar. Las piernas de las niñas son unidas por varias
semanas hasta que la herida
sane.
Las mujeres que se han someti- do a la infibulación tienen que ser "abiertas" para
tener relaciones sexuales o dar a luz; muchas son reinfibuladas después de cada na-
Nacimiento.
mujeres las mujeres realizan la operación y perpetúan la costumbre en un rito
femenino del que son excluidos los hombres. Una entrevista realizada en Egipto en
1995 encontró que 97% de las mujeres casadas se habían sometido a la MGP
(Chalkley, 1997). La mayoría de las mujeres encuestadas (82%) dijo que la práctica
debe continuar, porque los maridos prefieren espo- sas que hayan sido circuncidadas
y porque esto satisface las tradiciones religiosas musulmanas. La mayoría cree que
la MGP hace más bella a la mujer. Sólo una pequeña porción estaba enterada de las
consecuencias negativas, como la reducción de la satisfacción sexual (29%), el
riesgo de muerte (24%), y los riesgos de problemas duran-
Las consecuencias en la salud de la MGF van más allá del dolor, desmayo y
hemorragia, esta últi- ma puede causar la muerte al mo- mento de la operación. Las
infecciones causadas por instrumentos sin esterilizar y cremas cicatrizantes durante
el parto (5%). En Somalia las "tes", pueden provocar serias infec- mujeres dicen que
la MGP es reque clones pélvicas, dolor crónico, di rida para el matrimonio y el ho-
dificultad para controlar la orina, nor. Las hijas que se han sometido aborto, labor
prolongada y obs- a la infibulación tienen mejores truida, nacimientos de niños muer
prospectos para el matrimonio que tos o con cerebro dañado, o en aquellas que se
han sometido "me- otros casos, esterilidad. Sinceramente a la clitoridectomía.
Mientras que las mujeres jóvenes que no se han sometido a ninguna son evitadas.
Llamar a alguien "hijo de una mujer sin circuncidar" es considerado el más grande
insulto (Davies, 1996).
Para los occidentales la mutilación genital es una práctica cruel, barbara y peligrosa,
un problema mayor de salud pública y materia de derechos humanos, la última forma
de opresión masculina. Donde es practicada, sin embargo, los que apoyan esta
práctica por lo regular son las mismas mujeres que creen que es necesaria para
reducir el apetito sexual de las niñas (y preservar la virginidad hasta el matrimonio) y
alcanzar "la completa feminidad". Además, son las
das porque el costo de probarlas es muy alto (1996, p. 1009). Permitir a una hija renun
ciar a la MGF puede condenarla a una vida de ostracismo social. "Nosotros no
podemos ganar", dijo un padre. "Si nosotros circuncidamos a nuestras hijas, hay
dolor. Si nosotros no circuncidados a nuestras hijas, hay un dolor diferente. La
comunidad no nos aceptara" (Davies, 1996). Una encuesta de estudiantes
universitarios de So- malia encontró que la mayoría de los hombres y mujeres creen
que la MGF debe ser abolida, pero casi la misma proporción planea man- tener la
tradición con sus propias hijas. En este sentido, nadie quie- re ser el primero, lo cual
fue ini- clado por grupos de mujeres afri canas y árabes que rompieron el tabú al
hablar de este tema, gru- pos internacionales como la UNICEF, el Fondo de Población
de las Naciones Unidas y la Organi zación Mundial de la Salud han condenado la MGF
como una vio- lación a los derechos humanos. Al menos dos docenas de paises, in-
cluyendo diecinueve en Africa, han dictado leyes o hecho declaracio nes oficiales
contra la MGF. En 1996, el ministro de salud egipcio prohibió la operación genital.
Después de una campaña de conservadores islámicos, la prohibición fue abolida por
una corte egipcia en junio de 1997. Entonces, en diciembre de 1997, la Suprema Corte
egipcia volvió a restaurar la prohibición de la MGF con una sen-
Otra explicación, algunas veces pasada por alto, es simplemente: "esta es nuestra
costumbre, parte de nuestras tradiciones, algo que siempre hemos hecho". El
resultado es lo que el sociólogo Gerry Mackie llama "trampas de la creencia":
creencias que no son revisadas.

Mutilación genital femenina: ritos contra derechos (conclusion)


tencia de tres años de prisión. En su decisión, la Cone hizo notar que nada en el
Corán autoriza esta
práctica (Crossette, 1997a). Una nueva ley en Estados Unidos re- quiere que
funcionarios federales informen a inmigrantes de los pai- ses donde se acostumbra
esto, que la MGF es un crimen en este pais y que enfrentarian hasta cinco años de
prisión por realizar este proce- dimiento o impulsar a sus hijas a hacerlo. Pero las
sanciones criminales no hacen cambiar creencias religiosas o culturales fuertemente
arraigadas. Como las leyes que prohiben el aborto, fuerzan a mu- jeres
estadounidenses a correr ries- gos en procedimientos ilegales para
detener a embarazo, de la misma forma las leyes que prohiben la MGF pueden forzar
a practicarla ilegal-
mente.
¿Qué puede hacerse? Las cam- pañas más exitosas preservan los aspectos sociales
y rituales de la MGF. En el distrito Meru de Kenia, por ejemplo, grupos de mujeres
organizan programas de entrena- mento madre-hija en los que las participantes
aprenden de salud reproductiva y formas de resistirse la MGF. Al final del programa,
ellos sostuvieron una celebración con las niñas que llegarán a la edad (Chal- kles,
1997). Mackie cita el éxito de eliminar en China, en una sola generación, la práctica
igualmente
los
cruel de vendar los pies de las mujeres La educación (informar a adultos y a los niños
del daño causado por el vendaje y los beneficios de un pie natural) y la presión
externa (China no quería ser vista como atrasada) fueron importantes, pero Mackie
mantiene que clave fue la creación de "asociaciones de compromiso": grupos de
padres que se comprometieron a no permitir que sus hijas fueran mutiladas o permitir
a sus hijos casarse con mujeres que hubieran sido mutiladas. Las asociaciones de
compromiso redujeron el riesgo de romper con la tradición mientras se
incrementaron los beneficios nadie tenía que ir primero.

Explicación de la cultura

El interés sociológico en la cultura ha decaído. Los fundadores de la sociología


consideraron que entender la cultura crítica es entender la sociedad, y centrarán su
atención en las creencias y rituales (Durkheim), normas y valores (Weber), e ideología
(Marx). Pero con algunas excepciones notables (Talcott Parsons y Robert Bellah, por
ejemplo), las generaciones subsiguientes de sociólogos dejaron el estudio de la cultura a los
antropólogos. En años recientes, sin embargo, esto ha cambiado; intentos por explicar el rol
que la cultura juega en la sociedad y las relaciones entre individuos y cultura ha movido a la
sociologia de la vanguardia (Alexander, 1988; Calhoun,
1994).
Perspectivas funcionalistas
viadas (en este caso, quemando y colgando a las brujas) para mantener los límites
culturales. Cada grupo cultural dibuja un grupo de "márgenes simbólicos" alrededor de
posibles actividades humanas. El comportamiento que está dentro de estos márgenes
Los funcionalistas ven a la cultura como un elemento es aceptable, mientras que el
comportamiento que sale
de un todo integrado, como una parte esencial de la maquinaria que mantiene el
funcionamiento de la sociedad. Talcott Parsons (1951) vio la cultura como promotora de los
lazos entre las metas y necesidades de los individuos y los requisitos sociales. Jellrey
Alexander (1988) y otros sociólogos contemporáneos enfatizan el papel de los símbolos y
rituales culturales para mantener la solidaridad social
El acercamiento funcional a la cultura tiene una larga historia en la sociología. Se recuerda
mejor a Emile Durkheim por su análisis del impacto de las fuerzas sociales sobre el
comportamiento humano (véase capítulo 1). Hacia el fin de su vida, sin embargo, Durkheim
se interesó en la pregunta de como fuerzas sociales externas se vuelven internas, en cómo
las fuerzas sociales se adentran en las personas y los motivan.
Para contestar esta pregunta, Durkheim (1912/ 1947) retomó el estudio de la religión.
Encontró que modas las culturas distinguen entre lo sagrado (lo que es santo y debe
tratarse con reverencia) y lo profano (cosas ordinarias, cotidianas que pueden tratar se por
accidente); concluyó que los símbolos religio- mos funcionan como personificaciones de las
fuerzas sociales inadvertidas que forman nuestras vidas y esos rituales religiosos son un
esfuerzo para controlar o por lo menos aplacar estas fuerzas. Así, las creencias religiosas
satisfacen la necesidad de lo universal humano de encontrar orden y significado en la vida,
para creer que algún ser más alto está al mando de las cosas que no podemos controlar.
Los rituales religiosos afirman y refuerzan el compromiso con el grupo; juegan un papel
importante manteniendo la continuidad social, por una parte, y legitimando el cambio social,
en la otra. (Para más información en torno a la era de Durkheim sobre religión, véase
capítulo 13.) Un objetivo primario de los funcionalistas ha sido plicar cómo los eventos
culturales y prácticas que parecen insensatas o raras cumplen funciones sociales
importantes. El análisis de Kai Erikson (1966), sobre las cacerías de brujas que barrieron las
comunidades puritanas de Nueva Inglaterra en el siglo XVII es un ejemplo clásico. Erikson
argumentó la etiqueta- ción pública y la excomunión de las funciones des
de estos esquemas no lo es. Los márgenes simbólicos del grupo son sus límites culturales.
Como las demás o los desastres naturales, el crimen y el castigo unen a la gente mediante
sentimientos comunes de enojo e indignación, recordándoles sus intereses colectivos y
valores compartidos que los hacen gente especial. La cacería de las brujas de Salem
ocurrió durante un periodo en que las comunidades puritanas comenzaban a separarse y
los límites culturales tuvieron que ser restablecidos.
Un grupo de sociólogos funcionalistas y antropólogos contemporáneos llamados ecologistas
culturales se enfocaron en el rol del ambiente en la formación de las culturas. Desde esta
perspectiva, se ven mejor los rasgos culturales como adaptaciones al entorno físico y sólo
pueden entenderse en el contexto ambiental el sistema ecológico en que las personas
viven.
La explicación de Marvin Harris (1975) acerca de la vaca sagrada en la India es un ejemplo
clásico del acercamiento de la ecología cultural. La población de la India está crónicamente
desnutrida. Contra este telón de inanición, la prohibición hindu de matar ganado o comer su
carne parece irracional. Pero Harris mostró que el ganado vivo juega un rol vital en el
ecosistema de la India. Las vacas y bueyes le proporcionan a la sociedad un sustituto de
tractores a bajo costo. Su estiércol se usa como fertilizante y combustible (Harris estimó que
350 millones de toneladas de estiércol usado en las estufas de la cocina es el equivalente a
27 millones de petróleo o 35 millones de toneladas de carbón). En la India, el ganado no
compite con los humanos por la comida, como sucede en Estados Unidos, donde es
alimentado con grano; en India se alimentan con la basura. Así, el fertilizante y combustible
que ellos proporcionan es gratis. Es más, pueden sobrevivir largos periodos de sequía con
poca comida y agua. Para los hindúes matar su ganado
durante una hambruna sería como si los estadouni-
Los dentistas desempleados vendieran sus automóviles que necesitan para ir a trabajar, si
lo hicieran, obtendrían dinero inmediato, pero a la larga se privaron de sus medios para vivir.
En India, "el amor a la vaca" tiene un sentido ecológico.

Teorías del conflicto


A diferencia de los funcionalistas, que dan énfasis al rol de la cultura como elemento que
promueve la solidaridad social y la adaptación al ambiente, los teóricos del conflicto
enfatizan el rol de la cultura en la lucha del poder y el privilegio. Según esta idea, la cultura
dominante en una sociedad beneficia por lo regular a algunos grupos a expensas de otros.
Por ejemplo, la tecnología computacional se ha vuelto uno de los elementos más
importantes de la cultura en Estados Unidos y, de hecho, del mundo. Las computadoras se
han vuelto cada vez más importantes en la educación y los negocios, así como en el
entretenimiento y la comunicación personal. En el mercado de trabajo, saber computación
no es sólo un recurso sino un requisito para todos, menos para los trabajos de bajo nivel. El
costo de las computadoras en sí mismo, así como el entrenamiento, marca límites entre los
que poseen computadoras, saben usarlas y tienen acceso a "la información de primer nivel".
Las familias de bajo ingreso no pueden permitirse el lujo de comprar una computadora
casera para sus hijos y las escuelas de barrios de bajos ingresos no pueden pagar el
hardware más actual o los sueldos de maestros adicionales que se especializan en enseñar
computación. La "computarización" de la cultura refuerza el poder de aquellos que ya están
en el poder.
Si miramos la nueva tecnología o las viejas tradiciones, los sociólogos del conflicto estudian
cómo los patrones culturales refuerzan o cambian el equilibrio de poder. Sally Moore estudió
la brujería entre los chagga de Tanzania desde una perspectiva del conflicto (Moore y
Myerhoff, 1975). Moore encontró que los problemas de brujería en comunidades de chagas
no eran al azar; en la mayoría de los casos, se hacían imputaciones por las esposas de los
hermanos más viejos o más jóvenes en una familia en contra de las esposas de los
hermanos medianos. Estas acusaciones podrían funcionar. Moore piensa que la principal
razón para estas acusaciones es que las tierras de labranza son escasas. Las esposas
aprovecharon que los hermanos medianos tienen menor poder en las familias de Chagga; al
hacer estas acusaciones obligaron a los hermanos medianos a dejar la casa y buscar
trabajo en áreas urbanas, con lo cual aseguraban un mayor espacio de tierra para los que
se que dan. Así, las acusaciones de brujería benefician a algunos a expensas de otros,
reforzando la desigualdad social

Pierre Bordieu (1984) ha explorado las maneras en las que los grupos en las sociedades
occidentales usan productos culturales para mantener distinciones de las clases sociales.
Bordieu analiza la emergencia de la pintura abstracta a los esfuerzos de las elites sociales
para ponerlos "sobre" las personas de bajo nivel social. El arte abstracto es un gusto
adquirido. El objeto y contenido emotivo del arte figurativo -paisajes, escenas de la vida,
retratos y cosas por el estilo- es evidente para cualquiera, pero uno debe aprender a
interpretar lo que un pintor abstracto retrata. (De hecho, uno debe aprender si es o no es
"arte".) Las elites cultivan este conocimiento especial en general, las clases bajas y obreras
no lo hacen. Igualmente, los miembros de la élite prefieren mobiliario que atrae más al
intelecto que al cuerpo: respaldos rectos, camas antiguas talladas, sillas modernas que no
lo parecen, muebles de pino que muestran su edad. Sólo alguien que "sabe" de mobiliario (y
precios de mobiliario) puede apreciar esas piezas. Los miembros de la clase trabajadora
son más propensos a escoger mobiliario por comodidad, utilidad, y familiaridad: reclinables,
pisos de cocina de linóleo fácil de limpiar, cortinas alegres, cuadros lindos y chucherías. De 
esta manera, las élites sociales se esfuerzan por mantener su distancia social de las clases
bajas. Estos principios no sólo se aplican al arte y antigüedades, sino también a la moda y
al estilo (véase Acercamiento: una historia cultural de los jeans).
De acuerdo con Weber, algunos teóricos del conflicto ven los patrones culturales como una
fuente mayor de cambio político y económico (Eisenstadt,
¿Estas? ¿O somos los productores de nuestra cultura, adaptando algunos aspectos de la
herencia cultural, seleccionando, rechazando o enmendando otros? La mayoría de los
sociólogos estaría de acuerdo en que la respuesta en ambas cuestiones es: "la cultura nos
forma y nosotros formamos cultura" (Bordieu, 1989). Por una parte, la cultura puede verse
como el fondo contra el cual el drama social es jugado. Des
1978). Por ejemplo, el fundamentalismo religioso de esta perspectiva, la cultura consiste en
un cuerpo
-movimiento que se opone a la secularización y modernización y busca restaurar creencias
y prácticas tradicionales se ha vuelto una fuerza política poderosa en muchos países. Para
los teóricos del conflicto el movimiento fundamentalista es una rebelión contra la
modernización que no sólo amenaza los modelos tradicionales de vida, sino también crea
una nueva élite occidental capitalista. En Irán y Afganistán, los fundamentalistas
musulmanes derrotaron regímenes seculares y ahora controlan sus gobiernos. En Argelia,
decenas de miles han muerto en una guerra civil entre el ejército secular y los musulmanes
tradicionalistas. Sin embargo, una minoría de ortodoxos judíos en Israel ha incrementado su
poder en el go- hierno y la sociedad. En Estados Unidos, un movimiento conservador da
énfasis a valores culturales tradicionales como unión familiar, autosuficiencia y autoridad
paternal, y llevó a la victoria republicana en las elecciones del Congreso de 1994 y a un
reajuste del equilibrio del presupuesto, la revocación de la asistencia social y otros cambios
en la política y programas.
Algunos teóricos del conflicto seguidores de Marx, señalan que la cultura es un reflejo de los
intereses de la clase gobernante. Sin necesariamente planear o intentar hacerlo, esta élite
crea patrones culturales que racionalizan su poder para explotar a las masas. El resultado
es lo que los marxistas llaman "falsa conciencia". Los patrones culturales pueden llevar a
campesinos y obreros a aceptar un sistema social que trabaja para su desventaja, porque
ellos están preocupados con la religión y la vida después de la vida (en sociedades
feudales) o en consumir artículos o ganar dinero a corto plazo (en sociedades industriales).
El individuo y la cultura
¿Dónde encaja el individuo en el armazón cultural? Somos prisioneros de la cultura, de
manera ciega aceptamos los valores y seguimos las reglas impues-
de suposiciones heredadas y expectativas que guían la interacción social. La meta de los
estudios sociológicos es hacer estas suposiciones implícitas, explícitas, para destapar el
proyecto original de la acción social.
Por otro lado, la cultura no puede verse como fondo, sino como un producto del
comportamiento social. La cultura no es "externa" sino que es creada, mantenida y revisada
mediante la interacción social Desde esta óptica, el objetivo de la sociología es investigar la
producción cultural de los actores sociales, para analizar productos culturales (obras de
arte, libros, rituales, el discurso, ideologías y otros por el estilo) y para explicar estos
fenómenos.
La producción cultural
Los sociólogos que estudian la producción cultural empiezan con la observación de que "los
elementos de la cultura no saltan hacia adelante, sino que son hechos en alguna parte por
alguien" (Peterson, 1979. p. 152). Algún individuo o grupo declararon que la vaca es
sagrada, y los actores sociales contemporáneos lo hacen su problema para enseñar y dar
fuerza a esta creencia en la India actual. Ciertos pintores experimentaron con arte abstracto,
y críticos especialistas y coleccionistas ayudaron a transformar su trabajo en un estatus
simbólico, por lo que galerías de arte moderno y revistas continúan este proceso. Las
tradiciones no permanecen solas, deben recrearse en cada generación (Shils, 1981).
En este sentido, la cultura puede verse como una herramienta de equipo de símbolos,
historias, rituales e ideas del mundo, que la gente puede usar para variar configuraciones y
para resolver diferentes problemas (Swidler, 1986, p. 273). Sociólogos que estudian la
producción cultural, el impacto de la tecnología, la estructura social y la economía en la
música, arte y ciencia que se producen en una sociedad, investigan estos tópicos como los
mecanismos sociales para juzgar originalidad (desde los premios de la academia hasta el
Premio Nobel); el rol de los "porteros culturales" (gente que decide qué productos culturales
llegarán al público, por ejemplo, los directores de museos, ejecutivos de compañías de
música, conci- lios de la Iglesia, editores de libros y revistas, censores de películas, entre
otros); los contextos en los que se usan productos culturales (si la música se ha tocado en
una cantina o en una sala de conciertos sinfónicos, si se predica la religión en una catedral
o un estudio de la televisión); y los efectos de los consumi dores en el proceso de la
producción (véase Griswold, 1987; Peterson, 1979).
Los sociólogos de esta escuela no están interesados en productores individuales de cultura
per se, tampoco buscan a la persona que inventó la expresión: "tenga un buen día", la
máquina de fax o la pintura cubista; más bien están interesados en las condicio nes
sociales, contextos e interacciones que promueven continuidad o cambio cultural. Haward
Becker trata este punto importante en su libro Art World (1984). Se tiene la tendencia a
pensar en la historia del arte en términos de genios individuales (Da Vinci, Rembrandt,
Renoir, Picasso), quienes vieron más allá de las formas artísticas existentes y crearon
nuevas. Pero Becker argumenta que el pintor individual es sólo un participante de un equipo
de producción, aunque es el miembro estelar. Si es "genio" o no, un pintor depende de las
personas que fabrican tela y pinceles; de las que operan galerías y museos; de las que
coleccionan arte y asisten a las exhibiciones; y de otros artistas del pasado y presente,
cuyas pinturas proporcionan el contexto para entender su trabajo. La producción cultural
siempre es resultado de una colectividad y del proceso social, no del trabajo individual.
La investigación médica proporciona otro ejemplo. ¿Quién decide qué condiciones o
enfermedades son dignas de investigación y bajo qué bases? Hay una fuerte evidencia que
la investigación sobre el SIDA fue retrasada en Estados Unidos porque la enfermedad
apareció primero entre los homosexuales y entre los usuarios de drogas intravenosas, dos
"grupos proscritos" en la sociedad (Shilts, 1987). Sólo cuando el SIDA se vio como una
amenaza a los heterosexuales y a los no usuarios de drogas, la comunidad científica de la
salud se movilizó. Entretanto, casi un millón de estadounidenses se infectaron con VIH, el
virus que causa el SIDA.
Un problema pendiente para los sociólogos de la cultura es descubrir un balance entre
mostrar cómo los patrones culturales son construidos socialmente (por ejemplo, por la
música y la industria de la publi
médica) y reconocer la función irreemplazable de crear ciudadanía o las agencias que
consolidan la investigación, actividad individual y gusto personal (Wolff, 1983). El lenguaje
ilustra el dilema y la solución. Nadie sostén- cantará en la mañana y decidirá crear un
lenguaje. dria que un individuo o grupo de individuos se le- lenguaje no determina lo que
pensamos, pero lo hace Este se usa creativamente, cada vez que hablamos; el más fácil de
concebir y expresar ciertas ideas y difícil de imaginar y articular otras (la hipótesis de Sapir-
Whorf, discutida antes). Así es con otros elementos de la cultura, como creencias, valores y
la tecnología. Heredamos creencias que probamos contra las propias experiencias y las
creencias de otras personas. Al intentar entender nuestras propias vidas, encajamos
personas y eventos inconscientemente en una forma narrativa en la que se conforman
historias en nuestra "biblioteca" cultural (G. S. Howard, 1991). Como las tragedias griegas
antiguas, los tabloides de hoy cuentan historias de cómo los ricos y poderosos caen de la
gracia. Cuando el edificio federal de la ciudad de Oklahoma fue dinamitado, muchas
personas pensaron que era el trabajo de terroristas extranjeros porque esto encajó en un
escenario familiar. Justo cuando la autoridad predijo que la lectura podría desaparecer
pronto, reemplazada por la televisión, varios libreros abrieron "grandes tiendas" que
combinaban elementos de bares individuales y bibliotecas y se volvieron tan populares en
los fines de semana lluviosos como los centros comerciales.
Internet es el medio más nuevo, de más rápido crecimiento y con un potencial más
poderoso para la producción y transmisión de cultura. ¿Qué rol juega Internet formando
creencias, actitudes y gustos? ¿Cuánto cambiará Internet la manera en que reunimos
información, interactuamos con otra gente y mantenemos o modificamos la cultura? Al
parecer no percibimos esto, pero su impacto ya está sintiéndose. Cuando el vuelo 800 de
TWA chocó en el océano Atlántico, accidente en el que murieron todos los pasajeros y
miembros de la tripulación, "la noticia" de que el avión se había venido abajo por un misil de
la armada apareció en Internet y se difundió rápidamente, evitando los medios de
comunicación tradicionales. Los cuales difundieron lo que muchas personas ya sabían, o
creían saber. El crecimiento del movimiento de la contracultura es debido en parte al uso de
Internet y el correo electrónico. En el pasado, las organizaciones han jugado un papel
central transformando el descontento social en movimientos sociales (véase capítulo 17)
organizando redes de computadoras y reuniones, proporcionándoles información a los
partidarios, entre otras cosas. Crear portales en la red es relativamente fácil y barato, y
cualquiera que esté interesado o simplemente revisando, puede anotar y dejar su dirección
de correo electrónico para comunicaciones futuras. También las megatiendas reemplazaron
a las librerías locales, Amazon.com, que vende libros vía Internet (usando estas técnicas
como revisiones del lector, entrevistas a los autores, muestra de capítulos, y
recomendaciones personales basadas en el perfil del usuario), puede estar socavando las
megatiendas. Para las primeras cinco ediciones de este libro se recurrió a investigación
disponible de la biblioteca; por lo menos para esta edición, el 40% del material de la fuente y
estadística provienen del Internet.
¿Declinará el poder de los porteros culturales mientras el número de home pages se
multiplica? ¿O los proveedores de servicios de Internet como America Online Compuserve,
MSN (Microsoft Network), y Prodigy, buscadores de Internet (como Netscape y Explorer de
Microsoft), y artefactos de la búsqueda (como Yahoo!, Lycos, InfoSeek, y AltaVista), los
cuales dan formato y preseleccionan lazos de Internet llegarán a ser más importantes que
los porteros? ¿Se volverá la cultura más fragmentada; los usuarios de Internet escogen
para ellos lo que quieren saber y lo que consideran fuentes confiables? ¿O se volverán las
culturas alrededor del globo más homogeneizadas o más occidentalizadas?; como el
presidente francés Chirac sugirió se convertirán en "una red anglo- sajona"? (en Cairncross,
1997, p. 95). Las respuestas descansan en el futuro, el cual está acercándose más rápido
debido en gran parte al Internet.
Cambio cultural
Ninguna cultura es estática. Cada individuo y cada generación hace ajustes en el diseño de
la vida según
sus personalidades y los dictados del tiempo. A veces los ajustes son mayores, y muchos
lazos con el pasado están rotos. La próxima generación no hereda una nueva edición de
cultura, sino simplemente una versión revisada.
Fuentes del cambio
Hay tres fuentes principales de cambio cultural de gran escala. El primero es una alteración
del ambiente natural (como se ha visto, esta fuente de cambio es analizada por los
ecologistas culturales). Un cambio en el clima, una escasez de trigo, gasolina o algún otro.


ACERCAMIENTO
Una historia cultural de los jeans
En su libro Fashion, Culture and Mentality (1992), el sociólogo Fred Davis señala el
simbolismo del trazo cultural de los jeans, los cuales fueron inventados a mediados del siglo
xx por un remero judio de Bavaria llamado Morris Levi Strauss, que se habrá asentado en
San Francisco. Los pantalones eran hechos de algodón resistente y de
La transformación de ropa útil y resistente en moda.
color azul índigo y se detecta que eran originarios de Nimes, Francia (a palabra inglesa
"denim" viene del francés de y nimes) y parecían pas talones usados por marineros italianos
de Génova que los franceses llamaban genes (por tanto, la palabra inglesa "Jeans").
Calvin Klein
El simbolismo de los jeans ha cambiado con los años, desde ropa para trabajo subterráneo
para mineros y otros
Jornaleros artículos de moda.


Durante casi la mitad de un siglo de clase, género, edad y globos fueron usados casi
exclusivamente en la cultura para alcanzar popularidad mente por trabajadores (mineros,
mundial. Los manufactureros de jornaleros, granjeros y por supues jeans jugaron un papel
importante en los vaqueros). La transformación del té para convencer a los consumidores
de ropa útil y resistente en moda con los jeans comenzó a finales de los años treinta todos.
Pero los jeans también evo- y cuarenta, cuando los jeans fueron imágenes visuales de
demo- ron usados por pintores y otros han cracia rural y especialmente para turistas en el
suroeste, después por los europeos del oeste de Estados bandas de motociclistas o behrs
en Estados Unidos. Tan pronto como fueron los años cincuenta, y finalmente aclamados en
todas partes, comenzaron por activistas de la nueva izquierda a cambiar. Viejos,
desgastados e hippies en los años sesenta, De dos, con flecos, hechos jirones, de
diferentes formas, cada uno de esos jeans enviaban un mensaje de "po". grupos se oponían
a los estándares de breza conspicua (gastar más para establecidos y conservadores de la
verse pobre). Pantalones ajustados clase media, simbolizada por el tral y cortos o
ultracortos para mujer, je de franela gris del hombre de se transformaron de ropa unisex a
negocios y los pulcros sombreros erótica. Las marcas Levi Strauss, y guantes blancos para
los almuer Lee o Wrangler en las bolsas de zapatos de mujeres. Los pantalones de atrás
fueron seguidas por diseña mezclilla fueron una fuerte decla-dores de marca como Calvin
Klein ración contra lo establecido. Ade y Ralph Laurent. De hecho, al final eran más baratos,
amplios y con los de los años ochenta, Karl fortables, al menos al principio. A Lagerfeld
diseñó vestidos denims finales de los años sesenta, los jeans para Chanel, incluyendo un
saco habían cruzado las líneas ocupa clásico (960 dólares), compaño (360
dólares) y un sombrero
(400 dólares). En términos del simbolismo, así como su diseño y precio, los jeans han
cerrado el círculo, desde el mundo de trabajo duro al mundo del ocio y opulencia
posindustrial.
En los noventa, los jeans su- perholgados, de tallas muy grandes,
largos y caldos de las caderas, se convirtieron en el estilo de los adolescentes que gustan
del hip- hop La compañía Calvin Klein adoptó este estilo para una serie de anuncios (en
parte para vender ropa interior). Cuánto durará esta tendencia, es imposible de decir, pero
la historia relatada por Davis deja claro que los símbolos culturales son constantemente
envolventes. El mensaje de los jeans ha cambiado con los años, desde ropa para trabajar
bajo tierra para mineros y otros jornaleros, a artículos de moda para iconos culturales como
Kate Moss.

IGNACIO MARTÍN BARÓ

1. EL TRABAJO COMO CONTEXTO PSICOSOCIAL.


El trabajo constituye la actividad humana primordial y el marco de referencia crucial que
define el sentido de la existencia de los seres humanos. El mito bíblico sobre el pecado
original de Adán y Eva subraya la necesidad ineludible de trabajar para sobrevivir y
desarrollarse. Las sociedades se organizan en función del trabajo y las personas
estructuran su vida en etapas y tiempos laborales. El trabajo constituye así el principal
contexto moldeador de los seres humanos, la principal raíz de su ser y su quehacer. Esto es
crucial recordarlo antes de examinar las formas específicas de la interacción personal, ya
que el sentido de ese hacer entre personas está condicionado desde su misma base por el
contexto laboral.
No se trata de elaborar aquí una psicología del trabajo; se trata de situar la interacción
humana en su marco más definitorio, y así como hemos visto que las clases sociales
condicionan el sentido estructural de lo que las personas son y hacen, así hay que subrayar
que el trabajo es el elemento crucial en el que las estructuras se hacen concretas para las
personas. Cuando se deja de lado el contexto laboral, la interacción humana queda
abstraída de sus raíces inmediatas y privada del sello cotidiano que le da su forma social
concreta. El análisis de la percepción, de las actitudes o de los intercambios personales
debe ser continuamente referido al contexto laboral, que constituye su molde esencial de
posibilidades y de significación histórica social. Examinaremos así, brevemente, la
naturaleza del trabajo, su carácter de raíz de las personas y su papel condicionante como
contexto de la vida humana.
1.1. Naturaleza del trabajo.
Etimológicamente, el término trabajo está relacionado con una forma de tortura, el
"tripalium", que era una espécie de cepo consistente en tres maderos cruzados ("tres"
"palus") a los que se sujetaba al reo (ver Corominas, 1967, pág. 577). De este modo,
trabajar es sinónimo en su origen de sufrir, esforzarse dolorosamente, y todavía conserva
ese senti. do cuando por ejemplo se habla de "los trabajos del parto". Ahora bien, si en la
esencia del trabajo está el esfuerzo, físico o intelectual, no es para. Es necesario el carácter
de dolor o de sufrimiento. Desvincular al tra. bajo de este sello peyorativo es precisamente
uno de los principales cauces de la humanización.
Desde el punto de vista social, el trabajo es la actividad más importante en la organización
de la vida humana. En primer lugar, la vida de los individuos se articula alrededor del
trabajo. El individuo dedica una buena porción de su vida a prepararse para el trabajo, bien
como aprendiz en los sistemas sociales más tradicionales, bien como estudiante en los
sistemas de organización social contemporánea. Todavía después dedicará mucho tiempo a
seguirse formando en alguna especialización laboral o en la actualización de sus
conocimientos, todo ello en función de su trabajo actual o futuro. Ya involucrado en una
ocupación laboral, el individuo determina su lugar de vivienda, la organización de su tiempo,
la distribución de sus otras actividades partiendo de las exigencias del trabajo. De esta
manera, el trabajo se constituye en el núcleo alrededor del cual el individuo organiza su vida
personal.
El trabajo no sólo organiza la vida del individuo, sino que la misma vida social se estructura
principalmente en función del trabajo. Los asientos poblacionales han seguido en la historia
las exigencias del trabajo y de su división social, así como las estructuras urbanas
establecen una regulación de espacio (y aun de tiempo) en función de las necesidades
impuestas por el trabajo. Las mismas estructuras políticas se cimentan sobre la división del
trabajo, que permite la organización de los diversos núcleos poblacionales, la asignación de
cargas y responsabilidades así como la distribución de bienes y beneficios.
En última instancia, el trabajo es la actividad que más organiza las relaciones humanas,
estableciendo las determinaciones fundamentales para la interacción. Mediante la
apropiación social del producto del trabajo, un sector de la población adquiere poder para
imponer sus intereses, mientras que la enajenación del fruto de su trabajo deja a otro sector
de la población impotente para avanzar sus intereses al interior del sistema social. Asi, la
división social del trabajo en relación con la propiedad de los medios de producción separa
a la sociedad en grupos y clases contrapuestas, determinando quién puede ser "señor" y
quien tiene que ser "esclavo", quién manda y quién obedece.
En lo psicológico, el trabajo no es menos importante que en lo social. El trabajo constituye la
actividad fundamental para el desarrollo del ser humano. La persona dedica un largo tiempo
de su vida a aprender aquellos conocimientos y habilidades necesarias para el desempeño
de un trabajo, y es la praxis laboral la que determinará después el carácter y alcance del
desarrollo de la persona. El trabajo articulado socialmente como rol (de obrero o campesino,
médico o abogado, comerciante o profe- sor), constituirá el marco de referencia para que el
individuo establezca sus aspiraciones y su estilo de vida, para que perciba su propia
identidad y la identidad de las personas que con él se relacionan. El trabajo constituye así la
principal atalaya desde donde las personas adquirimos una perspectiva sobre lo que somos
y lo que son los demás, sobre nuestros derechos y nuestros deberes sociales, sobre el
mundo y nuestra incardinación en él. Es, por fin, a través del trabajo como el individuo va
objetivando su ser plasmándolo en realizaciones, en éxitos y en fracasos, que le llevarán no
sólo a las alegrías y tristezas más importantes de su día tras dia, sino, sobre todo, a la
satisfacción o a la insatisfacción consigo mismo, a su realización o a su frustración
existencial.
1.2. El trabajo como raíz personal.
La persona humana es producto de su propia historia, lo que incluye tanto los
determinismos biológicos como los determinismos sociales, el impacto de las fuerzas que
confluyen en el individuo y las acciones que el individuo realiza en el entramado de esas
fuerzas. Ahora bien, en la medida en que el trabajo es la principal actividad que conforma la
historia humana, es claro que el trabajo constituye el molde fundamental donde se acuña la
vida de las personas.
Al ingresar en el mundo del trabajo, la persona entra en el juego dialéctico de su realización
o enajenación, de su expresión y desarrollo personal a través de su quehacer, o de su
alienación instrumental como eslabón productivo al interior de un sistema
despersonalizante.
En el trabajo, el ser humano puede encontrar el venero principal que de sentido a su vida: la
persona sabe lo que está haciendo, sabe la importancia de lo que está realizando y se sabe
a sí misma frente al producto de su quehacer. Así, a través del trabajo, la persona se hace
socialmente significativa, y se conoce como alguien que aporta algo valioso a los demás.
Pero, si en lugar de asumir el trabajo como expresión y proyección de su persona, el
individuo tiene que integrarse al trabajo como un elemento instrumental más, como parte
insignificante y sustituible de una cadena productiva, de una burocracia anónima,
desaparece el carácter dotador de sentido del trabajo, que se transforma en fuente de
alienación, de enquistamiento y de desintegración personal.
Cuando Erikson (1966) define las edades del ser humano en relación con los conflictos
cruciales que en cada etapa debe resolver, el conflicto que caracteriza al periodo de
madurez es el de la generatividad frente al estancamiento. Para Erikson, la generatividad
incluye tanto la productividad como la creatividad humana, y se centra en el legado que
cada persona transmite a la siguiente generación. Resulta entonces lógico que el conflicto
que caracteriza la última etapa de la vida humana según Erikson sea el de la integridad del
yo frente a la desesperación: la persona que logra realizarse como tal a través de su
existencia, que lo es en forma esencial a través del trabajo, mantiene su integridad humana,
mientras quien tiene que alinearse dia tras dia en un quehacer rutinario o embrutecedor se
va desintegrando objetiva y subjetivamente.
Precisamente porque el trabajo juega un papel tan crucial en la definición de la existencia
personal, en lo que una persona puede llegar a ser mediante lo que hace, resulta tan grave
la falta generalizada de trabajo que se presenta como situación normal para una mayoría de
latinoamericanos. En El Salvador, las tasas reales de desempleo de la población
económicamente activa han llegado en años recientes a niveles superiores al 50%, y esta
trágica realidad apenas logra ser paliada por el empleo ocasional o los subempleos
marginales. Asi, el primer problema que se plantea a un sector muy grande de la población
salvadoreña es el de encontrar trabajo, y sólo en segundo lugar el de desarrollarse
personalmente en el trabajo que se le ofrece. En este sentido, el planteamiento no es ante
todo el de realización o alienación, sino el de la simple subsistencia: es necesario encontrar
trabajo, cualquier trabajo, para poder subsistir. La búsqueda continua de empleo es la
principal ocupación del salvadoreño me- dio y ciertamente su más profunda preocupación.
Sólo después, para aquel que tiene trabajo se le plantea el problema del sentido laboral.
1.3. El trabajo como contexto.
El trabajo nos ubica en un contexto material, un medio ambiente donde día tras día tenemos
que realizar nuestras tareas. Hablar del mundo del trabajo es, entonces, afirmar que el
trabajo se incardina en una situación material, física, en una circunstancia específica, sea
ésta el cafetal o la oficina, el bus o la clínica, la fàbrica o el comercio, el aula de clases o la
estación de servicio. Este contexto, como ha subrayado la psicología ecológica, constituye
un marco ineludible que en buena medida define las posibilidades y las exigencias de la
actividad laboral que hemos de realizar y el grado de personalización que se puede poner
en ese quehacer.
Ahora bien, la misma psicología ecológica apunta a un sentido más profundo en el que el
trabajo se constituye en contexto de la existencia humana: el mundo del trabajo, cada
mundo laboral concreto, constituye un sistema social específico con sus intereses grupales,
sus valores y sus principios, sus normas y su estilo de vida. En otras palabras, cada
contexto laboral admite y aún exige un particular tipo de comportamiento. Ya se vió en el
capítulo anterior cómo la socialización secundaria consiste precisamente en integrarse a los
submundos particulares de una determinada sociedad (Berger y Luckmann, 1968). El
mundo de la oficina no es el mundo de la hacienda, ni el mundo del gran supermercado es
el mundo del mercado tradicional. Cada uno de estos contextos laborales propicia y reclama
una forma característica de comportarse; es ahí donde los intereses en juego se convierten
en valores y los valores se traducen en expectativas cuando no en exigencias normativas
inapelables. El individualismo, la competencia o la violencia para conseguir los objetivos de
la empresa pueden ser impuestos a las personas en determinados medios laborales. En
otros medios imperará la ley del esfuerzo mínimo, la exigencia de no rendir más de lo
necesario, de encubrir al compañero, de medrar al calor del anonimato y del despotismo
burocrático. Todo ello va moldeando a la persona ya que su quehacer cotidiano no puede
menos de transformarse poco a poco en actitudes profundas y en opciones más o menos
asimiladas.
Por encima de la determinación particular de cada contexto laboral está la determinación del
sistema de producción dominante que, en nuestro medio, impone la producción y los
intereses del productor como criterio último del quehacer social. El consumismo no es sino
la consecuencia de la producción guiada por el lucro mayor en beneficio de aquellos pocos
que controlan los medios productivos de la sociedad. La sociedad capitalista se organiza en
función de lo que resulta mejor producir para lucrar más, así tenga que someterse a la
población a una continua presión para que acepte en su vida innumerables objetos
innecesarios. Como se ha dicho no sin cierta ironía, el consumidor se convierte así en
consumidor, en un pelele social impulsado por las exigencias perentorias de las mil
necesidades aparejadas a un estilo de vida que se le presenta engañosamente como ideal y
alcanzable. El individuo se someterá de este modo a las condiciones más enajenantes en
su trabajo con tal de lograr escalar los peldaños de la jerarquía social, materializados como
niveles de consumo cada vez mayor. La vida, en última instancia, se convierte de este modo
en un trabajar para lograr un objetivo por lo general elusivo y cuya consecución parcial deja
siempre una creciente sensación de frustración y vacío.

2. LA PERCEPCIÓN INTERPERSONAL.

En la vida cotidiana, continuamente estamos interactuando con otras personas. Desde que
nos levantamos en la mañana y saludamos a los miembros de nuestra familia, hasta que
nos volvemos a dormir en la noche, la mayor parte de nuestro quehacer supone un continuo
intercambio con otras personas: damos indicaciones a nuestra secretaria, discutimos un
informe con un compañero de trabajo, atendemos varias visitas o llamadas telefónicas,
almorzamos con unos amigos, y así hora tras horas, dia tras dia. En todo este continuo
toma y daca entre las personas, nuestro quehacer no es un simple repertorio de respuestas
vinculadas con mayor o menor fuerza a una estimulación: ni siquiera las estimulaciones que
recibimos son totalmente conocidas y menos aún previsibles. La persona actúa más bien a
partir del sentido que las otras personas adquieren en cada situación: se trata de la Sra. de
López, mi secretaria, o de Ricardo, mi amigo, y vienen a presentarse una solicitud o una
invitación, a que firme una carta o a notificarme de un suceso importante. Mi acción estará
en función directa de lo que la situación objetivamente demande, pero también de la
captación subjetiva que de esa situación y de las personas involucradas en ella yo tenga.
Así, mi acción tendrá unos condicionamientos subjetivos, en buena medida determinados
por mi percepción de los hechos y de las personas.
La mediación cognoscitiva no explica por sí sola la acción de las personas en cada
circunstancia: pero resulta difícil explicar adecuadamente esa acción sin tomar en cuenta la
percepción que de la situación tiene el individuo. La misma circunstancia puede llevar a un
comportamiento totalmente diferente a una persona según sea su percepción, es decir,
según sea el sentido que atribuya a dicha circunstancia. Es bien conocido el llamado "efecto
de Pigmalión". De acuerdo con la mitología griega, Pigmalión era un escultor que se
enamoró de una estatua que él mismo había labrado y a la que la diosa Afrodita dió vida,
recibiendo el nombre de Galatea. El "efecto de Pigmalión" consiste en que lo que una
persona cree que es real o verdadero termina por serlo, precisamente por el influjo de la
creencia en el comportamiento de la persona. Este efecto, en el ámbito social, ha sido
bautizado por Robert Merton (1968) como las profecías que se cumplen por sí mismas.

 obert Rosenthal y Lenore Jacobson (1968) realizaron un experimento en una escuela


R
pública para probar que las expectativas de los maestros podían influir en el rendimiento de
los alumnos. Se pasó un test de inteligencia a los alumnos y se dijo a los maestros de qué
estudiantes podían esperar un crecimiento intelectual más rápido en el año escolar. Los
nombres habían sido seleccionados al azar y el único cambio que se produjo en el
tratamiento de los alumnos escogidos fue la expectativa de sus profesores. Sin embargo,
los resultados confirmaron las predicciones, y los alumnos escogidos lograron un
rendimiento superior al de otros alumnos, medido por un incremento significativo en su
cociente intelectual. Según Rosenthal y Jacobson, el efecto se pudo deber a que los
maestros dedicaron más atención a esos alumnos, o quizás a que fueron más estimulantes
o pacientes con ellos. En todo caso, la percepción que los maestros tenían de esos alumnos
influyó en los resultados de su actividad docente.
Los estudios de Rosenthal y Jacobson han sido criticados desde muchos puntos de vista,
sobre todo metodológicos. Pero de confirmarse esta hipótesis, el "efecto de Pigmalión" sería
un ejemplo dramático sobre el impacto que la percepción puede tener en la acción del
sujeto, incluso más allá de su conciencia expresa. De ahí el interés de la psicología social
por indagar sobre el papel que los procesos cognitivos ejercen en la acción de las personas,
así como los factores que determinan las formas y contenidos de esos procesos. Si el
"efecto de Pigmalión" es real, nos encontramos con la posibilidad de que las estructuras
sociales condicionan el quehacer de las personas y encauzan sus resultados en beneficio
de unos u otros determinando su percepción de personas, acciones y circunstancias.
Es necesario, por tanto, examinar psicosocialmente los procesos de percepción. Pero, ¿cuál
es la percepción? Una de las definiciones más aceptadas señala que es el proceso por el
que se captan estímulos y se interpreta su significación o sentido. Huelo el perfume de las
flores, veo a Juan corriendo, siento que me duele la cabeza, oigo las consignas gritadas por
un grupo de manifestantes. En todos estos casos, los sentidos suministran información
sobre objetos, personas o acciones, pero los estímulos son interpretados como realidades
con una significación. La percepción no es, por consiguiente, un simple proceso de reflejar
estímulos que se le presentan al sujeto. La persona no es un procesador pasivo o mecánico
de información; por el contrario, la persona desempeña un papel activo y determinante en la
configuración perceptiva de aquello que capta. Según Jerome S. Bruner (1958/1974), el
proceso de percibir se caracteriza por dos importantes aspectos: (a) entre la diversi- dad de
datos disponibles, se tiende a seleccionar aquellos que permiten lograr un objeto o
"constructo" perceptivo adecuado a la capacidad de la persona; (b) la persona tiende a
completar significativamente su percepción, añadiendo información a los datos captados y
logrando así predecir el futuro a partir de lo percibido. De este modo, indica Bruner, percibir
es el acto de seleccionar e interpretar los estímulos que llegan a nuestros sentidos con el fin
de predecir su significación para la persona.
Las características del proceso perceptivo señaladas por Bruner indican con claridad que la
percepción no constituye una imagen especular de la realidad, pero no permiten concluir
que el sujeto "construya" la realidad en forma arbitraria o a partir de factores puramente
subjetivos. Lo que sí se puede concluir es que los factores sociales juegan un papel crucial
tanto en la determinación del proceso selectivo como en la determinación del sentido de lo
que se percibe. Cabe entonces preguntarse sobre el carácter ideológico de la percepción,
sobre el enraizamiento de la percepción en los procesos y estructuras sociales. ¿Qué es lo
que lleva a una persona a fijar su atención sobre unos aspectos u otros de la realidad?
¿Cómo se llega a determinar el sentido de lo que se percibe o a vincular lo percibido con
una u otra acción? ¿En qué medida lo que la persona percibe traduce intereses sociales de
los que el individuo no es necesariamente consciente? ¿En qué medida la percepción llega
incluso a encubrir o a presentar engañosamente sus últimas raíces sociales a la conciencia
de la persona?
2.1. Percepción y categorización.
Uno de los enfoques que en la actualidad goza de más aceptación entre los psicólogos
define la percepción como un proceso de codifica- ción cognoscitiva por el cual se capta la
significación de un objeto (una persona, una acción, un suceso o una cosa) aplicando un
determinado esquema o categoría. Así, cuando me asomo a la puerta de mi casa, veo "la
calle" (categoría cognoscitiva) por la que "un vendedor" (categoría) "pasa" (categoría)
"vendiendo" (categoría) "fruta" (categoría). Por supuesto, la percepción no resulta tan
compleja como la explicación parece indicarlo, y de hecho mi percepción de "el hombre que
vende fruta" (un solo esquema cognoscitivo) es inmediata. Sin embargo, pudiera darse el
caso de que estuviera ya atardeciendo, o que hubiera otros ruidos en la calle u otras
personas y tuviera que hacer un esfuerzo y quizá sucesivas aproximaciones (sucesivas
categorías o esquemas) para lograr la percepción que me hiciera exclamar: "¡Ah! ¡Es un
hombre vendiendo fruta!"
En el recuadro 13 aparece un párrafo de una famosa homilía de Monseñor Romero, el
asesinado Arzobispo de San Salvador. En esa homilía, Monseñor Romero confronta
públicamente, con su peculiar valentía profética, las declaraciones del entonces Presidente
de El Salvador, el General Romero, al que tildó de "mentiroso" (categoría cognoscitiva).
Aludía Monseñor al juicio emitido por el General sobre su actuación eclesial y rechazaba la
implicación de "persona vanidosa" (categoría cognoscitiva). Así, pues, al menos a nivel de
expresión pública, estas dos personas parecían tener una percepción de su respectivo
comportamiento que se sintetizaba en las categorías de significación "mentiroso" y
"vanidoso".
Una categoría cognoscitiva puede definirse como el conjunto de reglas que permite
clasificar a un objeto como equivalente a otros. Por consiguiente, una categoría constituye
la determinación de lo que algo es, y esa determinación hace posible clasificar diversos
objetos como equivalentes. Las categorías se suelen designar con nombres: pájaro, libro,
trabajo, fusil. Las especificaciones que me llevan a clasificar algo como "un pájaro" (es un
animal, vertebrado, vuela, tiene pico, es pequeño) constituyen ese conjunto de reglas que
es la categoría "pájaro".
Un concepto semejante al de categoría es el de esquema cognoscitivo. Como se vió en el
capítulo anterior, para Piaget (1947/1967, 1947/1969) un esquema consiste en la estructura
de rasgos generalizables de una acción, aquellos caracteres que se pueden reproducir y
generalizar Si Piaget hace referencia a la acción no es porque considere que los es-
quemas sólo se aplican a aquellos objetos del conocimiento que son acciones, sino porque
el conocimiento mismo es para Piaget una acción (conocer es actuar sobre el objeto,
"construir o reconstruir el objeto del conocimiento"). Según Taylor y Crocker (1981, pág. 91),
un esquema es una estructura cognoscitiva consistente en la representación parcial del
ámbito de algún estímulo" y, por tanto, contiene un conocimiento genérico sobre ese ámbito,
incluyendo una especificación de las relaciones entre sus atributos". Fundamentalmente, un
esquema cognoscitivo corresponde a la pregunta "¿qué es esto?" (ver Recuadro 14), y
puede incluir diversas categorías, unas más abstractas y otras con información más
concreta, hasta llegar a la concreción de lo singular (cada caso específico como "un hombre
que pasa vendiendo fruta por la calle").
Cuál sea el objeto de la percepción puede influir en el proceso mismo de percibir. La
mayoría de los psicólogos sociales piensa que existen diferencias importantes entre percibir
una persona y percibir un objeto inanimado. Los dos factores que más pueden afectar al
proceso perceptivo son: (a) que las personas son sujetos que persiguen intenciones y
realizan acciones cuyo objeto es la misma persona que percibe; y (b) que las personas
percibidas son semejantes al sujeto que percibe, lo que da pie para atribuirle procesos
equivalentes, generando así un proceso de influjo sobre la misma percepción. Aquí no
discutiremos más la diferencia entre la percepción de personas y la percepción de objetos
inanimados, puesto que sólo se analiza la primera.
Como ya lo indicaba Bruner (1958/1974; ver también Bruner, 1957), los esquemas
cognoscitivos cumplen al menos dos tipos de funciones esenciales en el proceso
perceptivo: la codificación y representación del objeto, por un lado, y la interpretación e
inferencia respecto al futuro, por otro. Aunque estas funciones no pueden distinguirse del
todo, analiticamente responden a necesidades diferentes de las personas.

RECUADRO 13
EL ARZOBISPO Y EL GENERAL
"El Señor Presidente, a pesar de todo esto, ha dicho en México que no hay persecución a la
Iglesia. Y compromete a nuestros periódicos poniendo en titulares de primera página un
hecho que aquí la Catedral lo está evidenciando lo mentiroso que es. El Señor Presidente
acusó a México de crisis en la Iglesia a causa de clérigos tercermundistas. Denunció la
predicación del Arzobispo como una predicación política y que no tiene la espiritualidad que
otros sacerdotes siguen predicando. Que me estoy aprovechando de mi predicación para
promover mi candidatura al Premio Nobel. ¿Qué tan vanidoso me creen? A la pregunta
sobre si existen en El Salvador los catorce, el Señor Presidente negó que existe nada de
eso; como negó también que existieran desaparecidos y reos políticos".
(Extracto de la homilía de Monseñor Oscar A. Romero del 21 de enero de 1979).
Según Taylor y Crocker (1981, págs. 94 ss.), cuyo análisis seguimos en parte, la función
codificadora y representativa puede sintetizarse en tres afirmaciones: (1) los esquemas
cognoscitivos estructuran la experiencia, (2) determinan la información que se modificará en
la memoria o se recordará, y (3) afectan el tiempo de procesamiento así como la veloci- dad
en el flujo de la información y en la resolución de problemas. El punto crucial está sin duda
en la estructuración de la experiencia, es decir, en asumir que "cuando se encuentra una
configuración estimulante en el medio se contrasta con algún esquema y el orden y
relaciones entre los elementos del esquema se imponen a los elementos de la configuración
estimulante" (Taylor y Crocker, 1981, pág. 94). En una estación de buses se observan todo
tipo de personas y actividades, gente que corre y gente que espera, conductores,
cargadores, vendedores, policías y curiosos. Todos estos elementos quedan bien
ensamblados en el esquema de "estación de buses", que indica su vinculación y mutuas
relaciones, así como la identidad de cada uno de los elementos (personas, cosas y
acciones). Ahora bien al aplicarse a un objeto un esquema cognoscitivo, se impone su
estructura sobre la realidad: si vemos un grupo de personas arremolina


RECUADRO 14
LOS ESQUEMAS COGNOSCITIVOS
La adquisición y el uso del conocimiento social son separables. Rara vez se codifica la
información en la memoria en su forma original, sin adulterarla. Más bien, primero se
interpreta y organiza en conceptos, desarrollados a través de la experiencia, sobre
personas, objetos o sucesos similares a los que se refiere la información. De hecho, la
información que no se puede interpretar inmediatamente con conceptos previamente
formados es muy difícil de asimilar.
Postulado 1 (Postulado organizativo). Él conocimiento social se organiza en la memoria en
configuraciones que representan personas, objetos y sucesos.
Postulado 2. La información nueva sobre una persona, objeto o suceso se interpreta
comparando los rasgos que presenta con los rasgos de los esquemas previamente
formados y almacenados en la memoria.
Postulado 3. Cuando se pueden aplicar varios conceptos o esquemas alternativos para
interpretar una información nueva, se usa el más accesible en la memoria y del que con
más rapidez y facilidad se puede echar mano.
Postulado 4. Qué esquema se active para codificar y organizar información nueva puede
depender en parte del propósito para el que se va a utilizar esa información.
Postulado 5 (Postulado sobre la inmediatez). Los conceptos o esquemas que han sido
activados más recientemente son los que con más probabilidad serán sacados de la
memoria para usarlos en la interpretación de nueva información o en la emisión de juicios.
Extractado de Wyer, 1980.
Cuando nos encontramos en una calle y se nos dice que son un grupo de manifestantes,
inmediatamente les atribuimos una caracterización distinta que si se nos dice que son un
grupo de personas alrededor de un vendedor callejero o esperando tomar un bus. En cada
caso el esquema cognoscitivo aplicado en la percepción impone una estructura distinta. La
forma como se codifica una experiencia determinará también su memorización ulterior, tanto
más fiel y sencilla cuanto más ajustado sea el dato al esquema estructurador de la
percepción.
La función interpretativa o inferencial puede sintetizarse en cuatro afirmaciones (Taylor y
Crocker, 1981, págs. 103 ss.): (1) los esquemas permiten completar la configuración de lo
percibido añadiendo información faltante, (2) ofrecen la base para resolver problemas así
como (3) para evaluar la experiencia y (4) anticipar el futuro, fijando metas, haciendo planes
y desarrollando proyectos comportamentales para realizarlos.
El completamiento de la experiencia perceptiva por parte de la persona es un fenómeno ya
señalado hace tiempo por los teóricos de la Gestalt y al que Wertheimer dió el nombre de
"ley de la pregnancia": "la organización psíquica será siempre tan buena como lo permitan
las condiciones dominantes" (Koffka, 1935/1973, pàg. 136). Existe una buena cantidad de
estudios que prueban que, al recordar a personas o sucesos, la memoria suele seguir los
rasgos característicos de algún esquema prototípico o estereotipado; por ejemplo, al
recordar a alguien a quien se percibió como "un extravertido", el recuerdo tenderá a hacer
presentes los rasgos prototípicos de la extraversión, aunque no correspondan exactamente
a lo que la persona concreta era (Cantor y Mischel, 1977); de manera semejante, el
comportamiento de personas haciendo cola para pagar en un supermercado, será
recordado según el esquema comportamental ("el libreto", según la terminología de algunos
autores) que se tenga de cómo se suele actuar en esa clase de situaciones (Bower, Black y
Turner, 1979). Adicionalmente, los esquemas cognoscitivos permiten al individuo predecir
en cierta medida el futuro ya que especifican el tipo de hechos y comportamientos que con
más probabilidad se seguirán del objeto percibido.
Si se asume que la percepción consiste en la aplicación de una categoría o esquema a un
objeto, la pregunta científica fundamental es la de determinar qué reglas rigen la formación
de las diversas categorías y esquemas perceptivos y cuáles rigen su utilización. Desde la
perspectiva más específica de la psicología social, el problema consiste en ver si en la
formación y aplicación de las categorías y esquemas juegan algún papel esencial los
factores sociales y si, por consiguiente, los intereses grupales se mediatizan en la forma y el
contenido de las percepciones de las perso- nas de tal manera que lo que se percibe y la
forma como se percibe refleje y canalice esos intereses sociales.
Al hablar de la socialización en el capítulo anterior, ya hemos indicado que la socialización
primaria supone la adquisición por parte de la persona de unos esquemas cognitivos que
determinan su forma particular de captar la realidad y de conocerse a sí misma como parte
de su mundo. Es claro, por ejemplo, que el lenguaje juega un papel importante en la
determinación de los esquemas perceptivos, ayudando a su configuración y facilitando su
utilización mediante la asequibilidad de una terminología más o menos rica.

Según Cantor y Mischel (1979), hay dos enfoques acerca de la forma como se aplican las
categorías y esquemas a un determinado objeto: un enfoque clásico y otro más
contemporáneo. El enfoque clásico mantiene que un determinado objeto es asignado a una
categoría cuando tiene los rasgos esenciales de esa categoría. Se trataría de un caso de
"todo o nada", ya que los objetos sólo serían percibidos con una determinada categoría (por
ejemplo, "pájaro") cuando tuvieran todos los rasgos esen- ciales (animal, vertebrado, con
pico y alas, ovíparo, pequeño, etc.). Un objeto o se percibe totalmente como un pájaro, sea
cual sea su particularidad accidental, o no se percibe como un pájaro y entonces se percibe
como cualquier otra cosa (una rama, un bicho raro, etc.).
El enfoque contemporáneo sostiene que la categorización perceptiva es un proceso de
naturaleza probabilística, es decir, que una categoría se aplica a la percepción de un objeto
cuando éste muestra una estructura de cierta semejanza o parecido. Así, los objetos
percibidos con determinada categoría tendrán un distinto grado de tipicidad, se acercarán
más o menos a un prototipo, pero no todos ellos tendrán las mismas notas o rasgos
esenciales y existirán muchos casos fronterizos. "Puesto que la conducta de un individuo
varía en el espacio (los contextos) y en el tiem po, su categorización no dependerá de una
serie específica de rasgos (teoría clásica) cuanto de una serie de 'señales críticas' que
indica que, en buena medida, el comportamiento de esa persona puede explicarse usando
una determinada categoría" (Cantor y Mischel, 1979, pàg. 11).
Según estos mismos autores, las categorías perceptivas corresponden a diversas preguntas
que el individuo se formula frente a los demás en el encuentro interpersonal: una pregunta
tipificante (¿quién o qué tipo de persona es?) una evaluativa (¿me gusta o no?), una causal
(¿por qué actúa así?) y una predictiva (¿me gusta o no?). Por supuesto estas preguntas no
son sino un modelo analítico para intentar comprender el proceso perceptivo, pero no son
preguntas que el individuo necesariamente articule o de las que el individuo sea consciente.
El punto está en señalar que, en la interacción cotidiana con otras personas, necesitamos
información sobre ellas y nuestra percepción cumple la función de dar respuesta a esa
necesidad primordial. Las "preguntas perceptivas" formalizan los aspectos cruciales de esa
información necesaria para la interacción personal. Aquí examinaremos con un poco más
de detalle la percepción de las personas y la percepción de su acción.
2.2. La percepción de las personas.
Cómo se llega a percibir una persona, cómo se llega a captar a alguien a la luz de un
determinado esquema o categoría cognoscitiva, constituye un importante proceso
psico-social que ha sido explicado de diferentes maneras. Dos modelos clásicos en la
percepción de las personas son el llamado "efecto del halo" y la teoría de "la personalidad
implícita"; un modelo más actual es el de las categorías prototípicas.
El modelo del halo subraya el papel primordial de la emoción en la percepción interpersonal.
Cuando conocemos a una persona, tendemos a evaluarla en una u otra forma y esa
evaluación, frecuentemente apoyada en algún rasgo superficial (por ejemplo, la apariencia
física) o en algún comportamiento observado (por ejemplo, la forma de actuar en una
fiesta), se extiende o generaliza a la totalidad de la persona. La persona atractiva será
percibida como mejor que la persona poco agraciada (ver Recuadro 15), y la persona que
no nos presta atención en una fiesta será percibida como "engreída". El efecto del halo
apunta a que, en la percepción de las personas, el conocimiento sigue al afecto, que vemos
aquello que concuerda con nuestra valoración o que lo vemos en una forma concordante
con nuestros sentimientos.
El modelo de la personalidad implícita subraya más bien los vínculos entre los elementos
cognoscitivos, en el sentido de que se suele creer (por lo general, en forma implícita) que
unos rasgos de las personas van vinculados con otros y, por tanto, la percepción de algún
rasgo determinado arrastra la percepción total de los rasgos que se cree van unidos. En
este sentido, tenemos algo así como teorías implícitas de la personalidad que nos llevan a
captar a las personas con unas u otras categorías a partir de la percepción de algún rasgo
característico. En principio, las "teorías implícitas de la personalidad" pueden ser peculiares
de cada persona, y cada uno podemos tener una forma propia de caracterizar a la gente.
Sin embargo, las más de las veces estas "teorías" constituyen modelos socializados,
verdaderos estereotipos sobre las personas que asumimos incluso con anterioridad a
nuestra propia experiencia, de manera que la experiencia personal ya estará filtrada en
algún modo por ese tipo de proceso perceptivo.
Es clásico el experimento de Solomon Asch (1946) sobre la percepción de las personas.
Asch leyó una lista de rasgos de carácter a dos grupos, uno de 90 y otro de 76 personas.
En ambos casos la lista era idéntica (inteligente, habilidoso, trabajador, decidido, práctico,
precavido), excepto en un solo rasgo: en unos casos se ponía que la persona descrita era
"cordial", y en otros que era "fría". Posteriormente, los individuos escogieron entre pares de
cualidades opuestas cuáles parecían corresponder a la persona descrita. Los resultados
fueron muy diferentes para uno y otro grupo como se puede ver en la Tabla 3.
Como puede verse, algunas cualidades (generosidad, afabilidad, humor) se atribuyeron
principalmente a la persona "cordial", mientras que sus opuestas se atribuyeron a la
persona "fría". Otras cualidades se atribuyen indistintamente a ambos tipos de personas.
Según Asch, los resultados de su experimento indican que la percepción de las personas
tiene un carácter de totalidad (de Gestalt) y que en la configuración de esa totalidad hay
unos rasgos más importantes o centrales que otros. Por consiguiente, al cambiar uno de
esos rasgos centrales cambia la percepción global de la persona. Esto no sucede cuando lo
que cambia es algún rasgo secundario, como trató de probar el mismo Asch con otro
experimento similar en el que, en lugar de utilizar los rasgos cordial-frío, utilizó los rasgos
"cortés" y "tosco" (ver Tabla 3).


RECUADRO 15
ADEMÁS DE FEOS, MALOS
Al parecer, la belleza o fealdad de una persona influye en cómo percibimos su personalidad
y hasta su carácter moral. Karen Dion y sus colaboradores (1972a, 1972b) realizaron
diversos estudios empíricos y encontraron que las personas tendían a considerar que
aquellos jóvenes que les parecían atractivos tenían también una personalidad socialmente
más deseable que aquellos que les parecen menos atractivos. De hecho, en otro estudio
realizado con niños pre-escolares se vió que los más atractivos resultaban ser los más
populares entre sus amiguitos y compañeros. Así mismo, cuando personas adultas tuvieron
que juzgar sobre diversas acusaciones que pesaban sobre varios jóvenes, tendieron a dar
juicio más severos sobre aquellos que consideraban más feos que sobre aquellos que
consideraban más guapos; incluso pensaban que los jóvenes físicamente atractivos tenían
menos probabilidad de volver a incurrir en delitos serios que los jóvenes menos agraciados.
Si las investigaciones de Dios y sus colaboradores están en lo cierto quiere decir que, por lo
menos en nuestra cultura, la apariencia física de las personas juega un importante papel en
la percepción que se tiene de ellas y, por consiguiente, también en este capítulo los pobres
(mal alimentados, mal desarrollados y mal vestidos) llevan todas las de perder. No en vano
la mera presencia de algún niño o joven pobre suele despertar la inmediata suspicacia en
ciertas personas y la sospecha de que está allí para robar o "para a saber Dios que".

La explicación que Asch ofrece sobre los resultados de sus experimentos ha sido
ampliamente discutida. Julius Wishner (1960), por ejemplo, replanteó en forma más realista
el mismo experimento de Asch: pidió a un grupo de estudiantes que calificara a diez
instructores de su curso de psicología y analizó los rasgos con los que los describen. De
esta manera, Wishner verificó que el rasgo "cordialidad" iba unido al de sociabilidad, pero
no al de persistencia. Wishner llegó a la conclusión de que los rasgos centrales se
correlacionan fuertemente con otros atributos y, por tanto, que la centralidad de los rasgos
cordialidad y frialdad en la lista de Asch se debía a que se correlacionan con varias de las
cualida- des incluidas en la lista, pero no con aquellas incluidas en la descripción original de
las personas.


La explicación que Asch ofrece sobre los resultados de sus experimentos ha sido
ampliamente discutida. Julius Wishner (1960), por ejemplo, replanteó en forma más realista
el mismo experimento de Asch: pidió a un grupo de estudiantes que calificara a diez
instructores de su curso de psicología y analizó los rasgos con los que los describen. De
esta manera, Wishner verificó que el rasgo "cordialidad" iba unido al de sociabilidad, pero
no al de persistencia. Wishner llegó a la conclusión de que los rasgos centrales se
correlacionan fuertemente con otros atributos y, por tanto, que la centralidad de los rasgos
cordialidad y frialdad en la lista de Asch se debía a que se correlacionan con varias de las
cualida- des incluidas en la lista, pero no con aquellas incluidas en la descripción original de
las personas.


Según Cantor y Mischel (1979), el que una persona sea percibida con una determinada
categoría depende fundamentalmente de tres factores: (a) el número de atributos
consistentes con esa categoría que posee la persona; (b) en qué medida esos atributos
dominan la configuración total; y (c) el número de atributos inconsistentes o incompatibles
con esa categoría que también posee la persona. El modelo de la prototipicidad constituye
así una versión contemporánea del modelo de la personalidad implícita, pero en el que lo
que cuenta son los parecidos y, por consiguiente, la mayor o menor tipicidad de un
determinado rasgo, no su simple presencia o ausencia. Por eso, como ya se indicó más
arriba, el modelo prototípico es de orden probabilístico y acepta que se den percepciones
aparentemente claras en base a un mínimo de datos o datos perceptivos poco claros.
Cuando percibo a alguien como "un conductor de bus muy amable" estoy utilizando dos
categorías perceptivas: "conductor de bus" y "persona amable". Resulta sencillo determinar
perceptivamente si alguien es conductor de buses cuando se ve a la persona en el
desempeño de la tarea; resulta más difícil llegar a la percepción de que se trata de una
persona amable. En ello, hay una serie de factores (cómo habla, cómo se dirige a la gente,
el cuidado que pone al conducir el vehículo, donde se detiene, cómo atiende las preguntas
o pedidos de los pasajeros) que lleva con mayor o menor prontitud, con mayor o menor
claridad, a percibir al conductor como una persona amable. Puede haber ciertos rasgos (por
ejemplo, cómo entrega el vuelto del pasaje o cómo pide a la gente que se desplace hacia la
parte de atrás del bus) que son considerados cruciales en la aparición de la categoría
"persona amable" u otra distinta aunque equivalente ("persona descortés", "persona poco
educada").
Es claro que el proceso de percepción no depende únicamente del objeto percibido. En
general, se puede afirmar que la determinación de cuál sea la categoría perceptiva más
apropiada en un momento concreto depende sobre todo de tres factores: el contexto, el
interés y la experiencia del perceptor.
(1) El contexto en que se encuentra el objeto de percepción condiciona la forma como se le
percibe. No es lo mismo ver a un conductor de bus en la mañana que en la tarde, cuando ya
está cansado por varias horas de trabajo; verle conduciendo en medio de un pesado tráfico
y con el bus lleno de pasajeros, que con el bus casi vacío en medio de una colonia
residencial; y, por supuesto, no es lo mismo per- cibirle en el desempeño de su tarea, que
cuando está descansando o cuando no se encuentra en servicio.
(2) El interés específico de la persona que percibe, sus expectativas respecto al objeto,
influyen en la categoría perceptiva que parecerá más apropiada. Es distinto subirse a un
bus y percibir a su conductor cuando uno está con prisa por llegar al trabajo a tiempo que
cuando lo que se pretende así dar un simple paseo por la ciudad. En un caso, las
exigencias objetivas de la situación sobre el conductor de ir despacio o recoger a todo el
mundo pueden parecer al individuo "un falta de consideración"; mientras que cuando se va
sin prisa pueden llevar a juzgar al conductor como "una persona muy atenta con los
pasajeros". (3) La experiencia previa de la persona determina qué tipo de categorizaciones
perceptivas tienden a aplicarse con mayor o menor acierto a diversos objetos en cada
situación. Aquí es donde entra la posible generalización señalada por el "efecto del halo" o
la aplicación de diversos rasgos que la teoría de la "personalidad implícita" del individuo le
inducen a considerar como ligados. La experiencia puede haberle llevado a uno, por
ejemplo, a la conclusión de que cuando un conductor de buses arranca y frena con gran
brusquedad tiende a ser brusco también en el trato con la gente o a prestar poca atención a
los reclamos y necesidades de los pasajeros.
Muy frecuentemente, los datos perceptivos que recibimos de las demás personas parecen
contradictorias con las categorías perceptivas que les hemos aplicado con anterioridad. En
esos casos, se produce la "duda perceptiva", la percepción inestable o imprecisa sobre el
objeto. El conductor que me ha saludado con gran amabilidad al subirme al bus y que me
ha dado con gran paciencia el cambio de mi pasaje, frena y acelera con una
desconsiderada brusquedad y va haciendo fuertes exclamaciones contra todo y contra
todos. ¿Cómo resolver esta contradicción informa- tiva y compaginar mi anterior aplicación
al conductor de la categoría perceptiva "persona muy amable" con los presentes datos de
"persona muy brusca" y "persona desconsiderada y violenta"? Los autores han propuesto
tres "métodos diferentes de resolver las impresiones perceptivas contradictorias: el
relacional, el del descuento y el de la combinación lineal.
El método relacional supone la modificación de la información contradictoria o la
modificación o cambio de la categoría perceptiva aplicada a fin de integrar la nueva
información con la ya existente. El experimento de Asch parece indicar que las personas
dan sentido a un determinado rasgo de personalidad según el conjunto de los demás rasgos
atribuidos a la persona descrita. El mismo rasgo, por ejemplo, la seriedad de carácter,
puede ser percibido de distinta manera si se trata de una persona cordial que si se trata de
una persona fría; en un caso, la seriedad puede ser percibida como confiabilidad,
estabilidad, mientras que en el otro puede ser captada como distanciamiento, formalismo,
aburrida pesadez. Por tanto, una información discordante puede captarse con sentido
distinto según la categoría perceptiva ya aplicada: la brusquedad del conductor será
interpretada de diferente forma si ya lo percibí como un hombre amable que si lo percibí
como un descortés. Ahora bien, es posible que la nueva información me lleve a cambiar la
categoría perceptiva ya aplicada; puedo así empezar a percibir al conductor como irascible,
amable con las personas cuando está tranquilo, descortès cuando se pone tenso.
El segundo método de resolver información perceptiva contradictoria consiste,
esencialmente, en ignorarla. En esto consiste el método del descuento: se descartan
aquellos datos que contradicen la percepción que se tiene de otra persona y sólo se toman
en cuenta aquellos datos concordantes con la categorización utilizada. El fenómeno del
descuento patentiza el carácter selectivo de la percepción y pone de manifiesto que no se
trata de un proceso mecánico o pasivo.
No hay acuerdo sobre qué factores son más importantes en la selección o descuento
perceptivo. Algunos autores apelan a mecanismos formales, mientras que otros subrayan
los elementos del contenido o de la significación. En lo que respecta a los mecanismos
formales, se discute la importancia de los llamados efecto de primacía y efecto de
inmediatez temporal. El efecto de primacía afirma que las primeras impresiones que nos
formamos de alguien definen el marco o contexto en que se interpretará cualquier otra
información que nos venga de esa misma persona. En este sentido, lo fundamental sería la
primera percepción que se tiene de los demás y ella determinaría lo que después se
descontará. El énfasis que se suele dar a la propia presentación y atuendo, a la imagen que
se presenta de uno mismo en la vida social, parece confirmar intuitivamente la importancia
primordial del efecto de primacía. El efecto de la inmediatez temporal afirma, por el
contrario, que la percepción de una persona está determinada en buena medida por la
información más reciente que sobre ella recibimos. Es bien sabido que con frecuencia las
primeras impresiones sobre las personas no duran mucho y que incluso algunas de las
personas que más queremos o apreciamos, en un primer momento nos parecieron
soberbias, antipáticas o repelentes. El descuento perceptivo dependería entonces de la
última percepción tenida sobre la persona. Ahora bien, si lo que cuenta no son los
mecanismos formales de la percepción, sino el sentido de la información recibida sobre las
otras perso- nas, el descuento se ubicaría más en factores ajenos a la percepción, sean de
orden personal, como afirmó Freud, o sean de orden social, lo que constituye nuestro punto
de vista (Martin-Baró, 1972, págs. 121-140).
El tercer método para resolver información perceptiva contradictoria es el de la combinación
lineal: la nueva información se incorpora a la información existente u obliga a quitar
información previa. La impresión perceptiva final que se tiene sobre la persona dependerá
de ese proceso combinatorio. Se discute si la percepción final lograda por combinación de
datos constituye una simple suma y resta, o más bien un promedio de los datos
incorporados. Que se dé uno u otro de los procesos puede llevar a una diferente
comprensión de la percepción y sus consecuencias. Por ejemplo, es distinta la predicción a
que se llega si el dato de la brusquedad del conductor de bus es sumado al de su
amabilidad o si es más bien promediado: en el primer caso puede llegar a la percepción de
un individuo voluble (amable y brusco), en el segundo a la percepción de una persona no
excesivamente amable. En general, parece que el peso empírico se inclina a la visión del
promedio, teniendo en cuenta el diferente peso o importancia que los datos pueden tener a
la hora de determinar la categorización perceptiva final."
Los tres modelos acerca de cómo resolver perceptivamente datos contradictorios
presuponen que el ser humano necesita percibir la realidad en forma consistente y que las
incoherencias tienden a ser resueltas o eliminadas. Este presupuesto, magnificado por Leo
Festinger (1957) en su teoría sobre la "disonancia cognoscitiva", parece tomar demasiado
en serio la concepción del ser humano como un animal racional. En su contra, la
experiencia cotidiana nos enseña que las personas podemos vivir con muchas
inconsistencias y que aceptamos elementos incoherentes y aun contradictorios tanto en
nuestra percepción como en otros planos de nuestra realidad psicosocial. Freud reconoció
este hecho remitiendo a la dualidad de conciencia e inconsciente; pero probablemente haya
que llegar a la conclusión de que las personas podamos aceptar las contradicciones a nivel
de la misma conciencia, sin que ello nos genera inquietud, disonancia (en su aspecto
motivacional) ni malestar psíquico alguno. Y es que aquello que aparece como
contradictorio a nivel de la sola conciencia tiene la coherencia de las contradicciones
sociales, donde el beneficio particular pasa como beneficio universal y el bien moral
predicado a nivel de valores se convierte en su negación radical a nivel de hechos y
acciones concretas. Las personas aceptamos las contradicciones en la medida en que
nosotros mismos somos producto y parte de ellas. Como ha escrito R. Di Marco, en una
sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre, el cuerpo humano "se
convierte en la sede natural de las contradicciones sociales" (citado por Berlinguer, 1972,
pág. 25), proceso al que no escapa el funcionamiento psíquico en su sentido más amplio.
A pesar de que el modelo categorial de la percepción goza de una gran popularidad
científica entre los psicólogos, sobre todo en los Esta- dos Unidos, y a pesar de que existe
una gran cantidad de investigaciones empíricas que parecen confirmar su validez, no cabe
duda de que el modelo presenta serias limitaciones. Quizá la crítica más fuerte al enfoque
categorial de la percepción se haya formulado desde un modelo alternativo: el modelo
ecológico de la percepción tal como lo elaboró James J. Gibson (1966). Según Gibson, lo
fundamental en la percepción no es tanto su elaboración o procesamiento subjetivo cuanto
su adecuación objetiva. Para Gibson, el individuo enfrenta la necesidad fundamental de
adaptarse a su medio ambiente y, más específicamente, a su particular nicho ecológico.
Esta necesidad plantea exigencias muy concretas que el individuo debe captar y enfrentar.
Así, lo esencial de la percepción consistiría en cómo capta el individuo que tiene que hacer
aquellas cosas que necesita realizar.

Según Reuben M. Baron (1980), el enfoque ecológico de Gibson tiene tres importantes
consecuencias con respecto al conocimiento social en las cuales se aparta del modelo
categorial: (1) enfatiza la importancia de los contenidos de las percepciones más que las
estructuras internas de la percepción; (2) pone de relieve la relación intrínseca entre
percepción y acción; y (3) enfatiza el carácter esencialmente verídico del conocimiento
perceptivo.
En primer lugar, "desde la perspectiva ecológica, la idea del procesamiento, incluso tomado
como metáfora, no es aceptable ya que pone la razón de ser de las actividades epistémicas
en el cómo y no en el qué de la información" (Baron, 1980, pág. 593). Por el contrario, el
problema crucial del conocimiento es captar la información verdadera, lo que en principio
podría realizarse sin la mediación causal de estructuras cognoscitivas internas (esquemas o
prototipos). Evidentemente, la experiencia cotidiana nos muestra que ciertas personas
aciertan en su percepción de determinados acontecimientos y se orientan en forma
adecuada frente a ellos, aunque no los capten en su significación profunda (con el esquema
"ideal"). A veces llamamos "intuición" a esa percepción inmediata que tiene el hombre
sencillo, el campesino o el trabajador manual, y que le lleva a recelar frente a determinadas
personas o propuestas sin que pueda argumentar por qué, o explicitar la categoría
adecuada del conocimiento adquirido. Podría decirse que, en casos así, hay una
información verdadera y una correcta adaptación aunque no haya una categoría cognosciti-
va que la canalice formalmente.
El segundo punto que enfatiza el modelo ecológico es la estrecha relación entre percepción
y acción. La percepción que tenemos condiciona nuestra acción y lo que hacemos
condiciona a su vez lo que percibimos y podemos percibir. La acción determina aquellas
modificaciones que se van produciendo en el medio ambiente, lo que permite captar sus
propiedades. Así mismo, la acción permite explorar la realidad desde diver- sas
perspectivas, todo lo cual influye en la información disponible para la percepción.
"Finalmente, las acciones no sólo nos suministran el cómo de la percepción directa, sino
que también especifican el contenido o el qué de la percepción. El nivel de significado
perceptivo se centra en la captación de información respecto a qué tipos de acción son
posibles a un determinado organismo en una situación particular" (Baron, 1980, pág. 596).
En tercer lugar, el enfoque ecológico llega a la conclusión de que la percepción tiende al
error mucho menos de lo que se suele suponer y que, en lo fundamental, es un sistema
veraz. Lo que sucede es que, dada la esencial vinculación entre percepción y acción,
muchos de los errores perceptivos no son más que limitaciones impuestas a la percepción
por la imposibilidad de actuar sobre el objeto a fin de obtener el significado adecuado de
una información. Se trataría, por tanto, de percepciones suministradoras de contenidos
parciales más que de contenidos falsos.

La crítica del modelo ecológico no invalida la totalidad de los planteamientos del enfoque
categorial, pero llama la atención sobre sus limitaciones y cuestiona algunas de sus
pretensiones más extremas. Quizás el aspecto más significativo sea el llamado a un
realismo cognoscitivo. El enfoque categorial, como en general los modelos cognoscitivos
hoy dominantes en la corriente central de la psicología social, asume una postura
fuertemente subjetiva y formalista: los fenómenos son explicados a partir de procesos
internos a los individuos, aunque estos procesos están relacionados con factores
situacionales o externos. En definitiva lo que cuenta es cómo conocen, sienten y quieren los
individuos, más que aquello que en una determinada situación se puede conocer, sentir y
querer. El modelo ecológico, a pesar de sus limitaciones neodarwinistas, aporta el realismo
de su énfasis en las condiciones objetivas del medio ambiente, en el carácter exigitivo y
limitante del nicho propio de cada especie viviente. Ahora bien, no cabe duda de que el
"nicho humano" es sobre todo de carácter social, lo que lleva a la consecuencia de que los
principales determinantes de la existencia humana no son tanto las condi- ciones materiales
de la naturaleza cuanto la forma como las sociedades enfrentan y se organizan con
respecto a esas condiciones. En otras palabras, son las estructuras y esquemas sociales
los que determinan en buena medida no sólo cómo se percibe (formalidad de la percepción)
sino también qué se percibe (el contenido de la percepción).
En el Capítulo 3 aludimos al máximo de conciencia posible que las personas de una
determinada clase social pueden alcanzar con respecto a la realidad en que viven y a los
procesos sociales de los que son consecuencia y parte. A partir del modelo ecológico
podríamos establecer una visión complementaria sobre el máximo de conciencia posible. Si
los límites a la conciencia de los miembros de un grupo social son condición necesaria para
que el grupo pueda subsistir como tal y, por tanto, para que el grupo sobreviva "en" el
individuo, cabe decir que también hay que postular un mínimo de conciencia posible para
que el individuo pueda sobrevivir al interior del grupo. Este mínimo de conciencia posible
alude a aquellas formas de conocer así como a aquellos conocimientos, explícitos o
implícitos, exigidos por el sector dominante de cada sociedad a sus miembros como
requisito de supervivencia o adaptación. Así, la socialización buscará transmitir al individuo
ese mínimo de conciencia posible sin el cual no podría subsistir en ese grupo o sociedad,
pero marcaría también el máximo de conciencia posible a fin de lograr su propia pervivencia
y reproducción.
2.3. La percepción de actos.
Los acontecimientos de Watergate que culminaron en 1974 con la renuncia de Richard
Nixon a la presidencia de los Estados Unidos sirvieron para desenmascarar en un caso
concreto la careta ideológica deldiscurso con que se suelen encubrir los actos de quienes
detentan el poder. El Presidente Nixon y sus colaboradores habían sido artífices de
espionaje y encubrimiento. Al norteamericano medio le costó aceptar no sólo que el primer
ciudadano de su país hubiera estado involucrado en actos delincuenciales más propios de
raterillos a sueldo, sino que se le hubiera mentido pública y sistemáticamente, mes tras
mes, y se le hubiera vendido como "interés nacional" lo que no pasaba de ser un discutible
"interés privado". Pero más allá del juicio ético y político que los acontecimientos de
Watergate pudieran merecer, ciertos, psicólogos sociales se preguntaron hasta qué punto
era posible que las personas tuvieran en realidad una visión tan radicalmente diferente de
los hechos, sobre todo una percepción tan distinta de su verdadero significado (ver West,
Gunn y Chernicky, 1976). Lo que los críticos conceptuaban como actos de carácter
paranoide de parte de Nixon y sus colaboradores, éstos los conceptuaban como actos
exigidos por las circunstancias y los peligros que se cernían sobre los Estados Unidos en el
supuesto de que prosperaran ciertas tendencias ultraizquierdistas en el partido rival (el
Partido Demócrata). La naturaleza misma del acto-cuya materialidad terminó por quedar al
descubierto- adquiere una significación distinta si se percibía como resultado de las
necesidades y problemas personales de Nixon y sus colaboradores que si se lo veía como
resultado de las exigencias objetivas de la situación.
El análisis de atribución, un enfoque que ha estado muy de moda en los últimos años, se
plantea precisamente este tipo de problemas. No es que la percepción de actos constituya
un área distinta que el de la percepción de personas; de hecho no percibimos a las
personas en abstracto, sino que percibimos a las personas como seres que actúan, incluso
si su acción constituye un estar pasivo. Percibimos a un conductor ejecutando su tarea en
forma amable o descortés, no a una persona amable en abstracto. Sin embargo, el análisis
de atribución concentra particularmente su foco en la percepción de las acciones, que a su
vez será una fuente de información sobre la persona que las realiza.
El análisis de atribución surge de la obra de Fritz Heider. Según Heider (1958), las personas
nos guiamos en la vida cotidiana por lo que podría llamarse una psicología ingenua o del
sentido común. Consciente o inconscientemente, el "hombre de la calle" está aplicando en
su percepción y en su comportamiento unos presupuestos de cómo son las personas y
unos principios sobre cómo y por qué actúan de una u otra manera. El punto no está en que
esos presupuestos y esos principios sean verdaderos o falsos de acuerdo a un escrutinio
científico; el punto está en que esos presupuestos y principios son los que de hecho guían
el comportamiento del hombre medio en su vida cotidiana. Como dice Heider (1958), la
psicología ingenua construye una imagen de la realidad social y es esa imagen la que guia
las acciones. De ahí el énfasis que pone Heider en el análisis de la percepción como punto
de partida para la psicología.

discurso con que se suelen encubrir los actos de quienes detentan el poder. El Presidente
Nixon y sus colaboradores habían sido artífices de espionaje y encubrimiento. Al
norteamericano medio le costó aceptar no sólo que el primer ciudadano de su país hubiera
estado involucrado en actos delincuenciales más propios de raterillos a sueldo, sino que se
le hubiera mentido pública y sistemáticamente, mes tras mes, y se le hubiera vendido como
"interés nacional" lo que no pasaba de ser un discutible "interés privado". Pero más allá del
juicio ético y político que los acontecimientos de Watergate pudieran merecer, ciertos,
psicólogos sociales se preguntaron hasta qué punto era posible que las personas tuvieran
en realidad una visión tan radicalmente diferente de los hechos, sobre todo una percepción
tan distinta de su verdadero significado (ver West, Gunn y Chernicky, 1976). Lo que los
críticos conceptuaban como actos de carácter paranoide de parte de Nixon y sus
colaboradores, éstos los conceptuaban como actos exigidos por las circunstancias y los
peligros que se cernían sobre los Estados Unidos en el supuesto de que prosperaran ciertas
tendencias ultraizquierdistas en el partido rival (el Partido Demócrata). La naturaleza misma
del acto-cuya materialidad terminó por quedar al descubierto- adquiere una significación
distinta si se percibía como resultado de las necesidades y problemas personales de Nixon
y sus colaboradores que si se lo veía como resultado de las exigencias objetivas de la
situación.
El análisis de atribución, un enfoque que ha estado muy de moda en los últimos años, se
plantea precisamente este tipo de problemas. No es que la percepción de actos constituya
un área distinta que el de la percepción de personas; de hecho no percibimos a las
personas en abstracto, sino que percibimos a las personas como seres que actúan, incluso
si su acción constituye un estar pasivo. Percibimos a un conductor ejecutando su tarea en
forma amable o descortés, no a una persona amable en abstracto. Sin embargo, el análisis
de atribución concentra particularmente su foco en la percepción de las acciones, que a su
vez será una fuente de información sobre la persona que las realiza.
El análisis de atribución surge de la obra de Fritz Heider. Según Heider (1958), las personas
nos guiamos en la vida cotidiana por lo que podría llamarse una psicología ingenua o del
sentido común. Consciente o inconscientemente, el "hombre de la calle" está aplicando en
su percepción y en su comportamiento unos presupuestos de cómo son las personas y
unos principios sobre cómo y por qué actúan de una u otra manera. El punto no está en que
esos presupuestos y esos principios sean verdaderos o falsos de acuerdo a un escrutinio
científico; el punto está en que esos presupuestos y principios son los que de hecho guían
el comportamiento del hombre medio en su vida cotidiana. Como dice Heider (1958), la
psicología ingenua construye una imagen de la realidad social y es esa imagen la que guía
las acciones. De ahí el énfasis que pone Heider en el análisis de la percepción como punto
de partida para la psicología.

La atribución perceptiva depende de muchos factores. Ante todo, un factor crucial lo


constituye el número de causas posibles que quien percibe puede encontrar respecto a un
determinado acto. Si vemos a una persona que camina bajo la amenaza de alguien que le
apunta con un rifle, no nos quedará mucha duda sobre a qué causa atribuir su
comportamiento, ya que no se capta como plausible más causa que la coacción violenta.
Otro factor importante en la atribución lo constituyen las caracteristicas propias del actor: su
edad y sexo, su situación socioeconó mica, sus conocimientos y otros elementos
personales. La misma amabilidad y servicialidad, por ejemplo, pueden ser atribuidas a
distinta causa cuando provienen de una persona adinerada que cuando provienen de
alguien pobre. Finalmente, otro factor de importancia en la atribución es la experiencia
previa del actor respecto al acto o comportamiento percibido: no es lo mismo percibir el acto
del conductor que repite los comportamientos propios de su tarea bien sabida, que la acción
del joven inexperto que se pone a conducir un vehículo por primera vez.
Edward E. Jones y Keith E. Davis (1965) presentan un esquema para mostrar los pasos que
siguen las personas al atribuir un comportamiento a las disposiciones propias del actor (ver
Figura 4).

FIGURA 4
EL PARADIGMA ACCIÓN-ATRIBUTO
INFERIDO
OBSERVADO
Conocimiento
Efecto
Disposición
Intención
Acción Efecto 2
Capacidad
Efecton
Tomado de Jones y Davis, 1965, pág. 222.
En el esquema de Jones y Davis se distinguen dos partes del proceso de atribución: lo
observado y lo inferido. En la primera parte está aquello que la persona puede observar,
fundamentalmente la acción y sus efectos. Así, por ejemplo, al pasar por la calle vemos que
un carro veloz, conducido por un joven, atropella a una mujer. En la segunda parte del
proceso de atribución se encuentra todo aquello que quien percibe infiere a partir de lo
observado. La inferencia atribucional se basa sobre to-

CONDUCTA
-CUADRO 10
ATRIBUCIÓN CAUSAL Y STATUS DEL ACTOR
ATRIBUCIÓN
Alaba a alguien o algo
Status elevado
Causa interna
(más sincero)
Status bajo
Se niega a hacer algo
Causa externa (menos auténtico)
Causa interna y/o
externa (menos sincero)
Causa interna
(más auténtico)
Acepta hacer algo
Causa interna (más auténtico)
Causa externa (menos auténtico)
(sumisión)
Adaptado de Kelley, 1972.
basado en las características que se conocen acerca del sujeto de la acción observada.
Jones y Davis incluyen aquí tanto los conocimientos del actor como su capacidad para
realizar determinado acto. En el ejemplo del atropello, las inferencias que se hicieron se
basarán en las características del conductor del vehículo (el joven) y de la mujer
atropellada. A partir de ahí se atribuye al actor una determinada intención de donde se
infieren sus disposiciones personales. Si se llegara a la conclusión de que el joven no
pretende atropellar a la señora (intención) se podría deducir que es un alocado o
imprudente al circular tan rápido por la ciudad, o bien se podría deducir que la señora (a
quien, obviamente, no se atribuye la intención de ser atropellada) estaba impedida o no
respetaba las leyes del tránsito, y el joven conductor no pudo evitar su atropello.
En los estudios realizados sobre el análisis de atribución, se han encontrado algunos
factores que parecen ejercer un influjo importante, al menos en el ámbito sociocultural
norteamericano donde se ha desarrollado la mayoría de estos estudios. Quizá los factores
más interesantes sean el estatus del actor, su rol o papel social y el carácter del observador.
El proceso de atribución sobre la causa de los actos varía sensiblemente según el estatus
social del actor y el carácter de su acción. Como se muestra en el Cuadro 10, si oímos a
una persona alabando a otra, esta. *conducta será atribuida a una causa interna o externa
según el status de la persona que realiza la alabanza y la persona alabada; de acuerdo con
el esquema, consideraremos más sincera la alabanza sí el status de quien la expresa es
superior al de la persona alabada o no necesita nada de ella, mientras que si la persona que
realiza la alabanza es de status inferior a la alabada, siempre queda la sospecha de que
está buscando su propio beneficio tratando de congraciarse con la persona alabada. La
atribución contraria tendría lugar cuando observamos a una persona negándose a realizar
algo que le es solicitado.

Otro factor que parece ejercer un importante influjo en el proceso de atribución es el rol
desempeñado por el actor. Cuando el acto observado se adecúa al rol o papel que la
persona debe desempeñar socialmente en ese momento, es decir, cuando su
comportamiento se atiene a las expectativas sociales y, por tanto, se ajusta a las normas
requeridas en la si- tuación, el comportamiento es considerado como menos indicativo de lo
que la persona realmente es; por el contrario, si la persona actúa en desacuerdo con su rol,
saliéndose de las normas sociales y de lo que se espera que realice en una determinada
situación, este comportamiento tiende a ser atribuido a las disposiciones personales del
actor, y por tanto, se le considera como muy informativo de lo que la persona realmente es
(ver Jones, Davis y Gergen, 1961). Si yo acudo a un almacén a realizar unas compras, y el
empleado se muestra atento y obsequioso conmigo, por lo general no sacó de ahí la
conclusión de que ese empleado sea personalmente amable; más bien tiendo a pensar que
está cumpliendo con su pa- pel y con lo que se le exige socialmente en esa situación. Por el
contrario, si el empleado se muestra distante y hasta descortès conmigo, tenderé a pensar
que está manifestando su verdadero carácter personal, ya que no sólo está quebrantando
las normas de su rol, sino que está arriesgándose a perder el empleo.
Un tercer factor que parece influir en el proceso de atribución es el carácter del observador;
muy distinta es la atribución cuando lo que se percibe es una acción propia que cuando lo
que se percibe es una acción ajena. Edward E. Jones y Richard E. Nisbett (1972) señala
que el proceso de atribución causal presenta una serie de diferencias sistemáticas entre el
actor y el observador con respecto a un mismo acto o comportamiento. Como se puede ver
en el Cuadro 11, cuando es el actor el que realiza la atribución, su atención está
especialmente volcada a los factores de la situación, que son los que condicionan su
desempeño y, por consiguiente, tiende a atribuir más sus actos a esos factores externos. Lo
contrario le ocurre al espectador, cuya atención está focalizada en el propio acto y, por
consiguiente, tiende a atribuirlo más frecuentemente a los factores personales del actor. Sin
duda, esta diferencia debe combinarse con otros aspectos; por ejemplo, con el éxito o
fracaso del acto realizado, con sus efectos positivos o negativos, lo que Jones y Davis
(1965) llaman la "significación hedónica" del acto para el que lo percibe. Al percibir sus
propios actos, la persona tenderá a atribuirse aquellos que intencionalmente ha realizado y
en los cuales ha obtenido éxito, mientras que tenderá a atribuir a factores externos los actos
que, a pesar de su esfuerzo, han culminado en el fracaso. De acuerdo con el esquema de
Jones y Nisbett (1972), para que un espectador pueda entender más adecuadamente las
causas verdaderas de los comportamientos de una persona, deberá esforzarse por
comprender los aspectos históricos que han conducido a determinada acción así como la
experiencia y la intención del actor.


CUADRO 11
ATRIBUCION CAUSAL DE ACTOR Y OBSERVADOR
DATOS DISPONIBLES PROCESAMIENTO
SUJETO
ATRIBUCIÓN
Actor
Énfasis en factores Efecto hecho mismo
atención a
de la situación
consecuencias
señales
experiencia
Causa historia
intención
ambiente
Énfasis en factores Efecto hecho mismo
personales del actor
consecuencias
(disposiciones esta-
no experien-
atención a com-
Observador
bles del actor)
Causa
a.
ambiente
portamiento mis-
mo
-no historia
-no intención
Adaptado de Jones y Nisbett, 1972.
Esta diferencia sistemática en la atribución postulada por Jones y Nisbett fue la que trataron
de examinar un grupo de psicólogos sociales (ver West, Gunn y Chernicky, 1976) en el caso
de Watergate. De acuerdo con la hipótesis, cabía esperar que,mientras los observadores
atribuyen el comportamiento ilegal de Nixon y sus colaboradores a factores
predominantemente personales (disposicionales), como las características paranoides de su
personalidad o su gran ambición de poder, los propios actores aludían a causas
situacionales, como la amenaza de la izquierda radical, las expectativas despertadas por su
gobierno o la necesidad perentoria de ganar las elecciones. West, Gunn y Chernicky
realizaron dos estudios experimentales, simulando en uno de ellos un plan para robar a una
compañía publicitaria y en el otro presentando la descripción de al- guien que aceptaba o
rechazaba participar en el robo. Los resultados obtenidos confirmaron la hipótesis de que
los actores tendían a atribuir sus actos a los factores ambientales con más frecuencia que
los espectadores, que tendían a atribuirse a factores personales. Estos tres psicólogos
concluyeron que, independientemente del caso de Watergate, "para comprender las causas
de los acontecimientos y para predecir las conductas futuras, es más importante
comprender las presiones ambientales que el actor percibe sobre sí mismo, porque es la
percepción de la realidad del


actor y no la del observador la que determina la conducta del actor" (West, Gunn y
Chernicky, 1976, pág. 244).
Esta diferencia sistemática al atribuir la causa del comportamiento a factores personales o
situacionales podría estar más integrada a la estructura de la personalidad de los individuos
que lo que supone el análisis de atribución, particularmente, en el caso de la percepción de
los propios actos. A esta consecuencia parecen haber llegado algunos psicólogos de la
tendencia del aprendizaje social al proponer la concepción sobre el "lugar del control del
refuerzo". Con esta expresión tan poco castellana, Julian B. Rotter (1966) pretendía señalar
el diverso tipo de comportamiento que pueden observar las personas según crean que las
consecuencias buenas o mala de su propia conducta (los refuerzos) dependen en lo
fundamental de ellas mismas o dependen de fuerzas externas, independientes de su
voluntad. En el primer caso, se trataría de una persona con el lugar del control "interno", en
el segundo caso, de una persona con el lugar del control "externo". Desde la perspectiva del
análisis de atribución, la persona "interna" tendería a atribuirse a sí misma los refuerzos a
sus comportamientos mientras la persona "externa" tendería a atribuirse a factores de la
situación.

El punto de arranque del modelo sobre el lugar del control se encuentra en la visión del
aprendizaje social. Según esta teoría, la posibilidad de que se realice una determinada
conducta en una situación específica constituye una función de la expectativa que tiene el
sujeto de que esa conducta le produzca determinado refuerzo en esa situación así como del
valor de ese particular refuerzo para la persona. Por tanto, entran en juego cuatro variables:
la conducta, las expectativas, los refuerzos y las situaciones psicológicas. Rotter (1966)
enfatiza el papel de las expectativas respecto a que se realice o no la conducta. Ahora bien,
en cada caso las expectativas están determinadas, no sólo por la experiencia del sujeto en
situaciones del mismo tipo, sino también por la experiencia tenida en otras situaciones
similares. El "control externo" consistirá en la percepción de que un refuerzo sigue a una
acción propia, pero no depende de la misma acción, sino de la suerte, la casualidad o el
destino, es decir, de factores externos a la persona. El "control interno" consistirá en la
percepción de que los refuerzos dependen del carácter de la propia acción o de las
características de la misma persona, es decir, de uno mis-
mo.
Rotter elaboró una escala para medir el grado en que una persona es "externa" o "interna"
es decir, en qué medida tiende a percibir los refuerzos a sus comportamientos dependiendo
de sí misma o de factores ajenos a su voluntad (ver Recuadro 16). Esta escala tiene una
serie de limitaciones, entre otras cosas porque debe combinar elementos personales y
elementos situacionales, lo que la convierte en un instrumento muy variable según cada
cultura y situación social. Por otra parte, la escala más utilizada en la actualidad ofrece una
medida general de poco poder predictivo para las situaciones concretas, ya que una
predicción más precisa requeriría que el cuestionario tomará en cuenta puntos y situaciones
mucho más específicas.
La escala de Rotter intenta analizar si la persona se considera autónoma o dependiente a
partir de la percepción que tiene de su propio comportamiento. En ese sentido, se trata de
una proceso atributivo no ya sobre las causas de la conducta, sino sobre las causas de los
refuerzos a las propias conductas y, de acuerdo a la visión de aprendizaje, en este sentido
causas también primordiales de las conductas. Hipotéticamente, la persona que tuviera un
lugar del control puramente interno recibiría su vida como algo bajo su total poder, mientras
que la persona que estuviera en el polo externo de la escala recibiría su vida como
sometida a un hado fatal, ajeno a su poder y querer. Estaríamos frente a un sentido de total
autonomía frente a una conciencia de total fatalismo, lo que puede suponer tanto engaño y
alienación en un caso como en otro.
Según un estudio de Barry E. Collins (1974), en el proceso de percepción de las personas,
las atribuciones causales de los observadores pueden diferir en dos dimensiones: a) la
previsibilidad y el orden frente al azar y la imprevisibilidad, según se atribuyen las
consecuencias de la conducta a regularidades (del ambiente o de la persona) o se atribuyen
a sucesos imprevistos e imprevisibles; b) la atribución de los refuerzos a factores
situacionales o a factores de la persona. Según Collins, la escala de Rotter no tiene en
cuenta esta distinción, lo que hace confusas las categorías de "externo" o "interno". De
hecho, Collins realizó un estudio presentando a 300 estudiantes de la Universidad de
Wisconsin todos los ítems de la escala de Rotter en forma de afirmaciones con las que se
estaba de acuerdo o en desacuerdo según un formato tipo Likert. Collins analizó
factorialmente los resultados y, aunque encontró un tema común en todos los ítems, halló
también la posibilidad de agrupar las afirmaciones. ciones en cuatro subescalas o temas: (1)
la creencia en que el mundo es complicado o sencillo; (2) la creencia en que el mundo es
justo o injusto; (3) la creencia en que el mundo es predecible o impredecible; y (4) la
creencia en que el mundo es políticamente manejable.
RECUADRO 16
LA ESCALA SOBRE EL CONTROL INTERNO-EXTERNO DE ROTTER
Este es un cuestionario para encontrar la forma como algunos sucesos afectan a distintas
personas. Cada pregunta se compone de dos puntos de vista, identificados con la letra a y
b. Por favor, seleccione aquel punto de vista (sólo uno) en cada pregunta que corresponda
mejor a lo que usted personalmente piensa. Escoja aquel punto de vista que, en realidad, a
usted le parece más cierto y no aquel que usted piensa que debería escoger o aquel que
usted desearía que fuera cierto.
1. a. Los niños se meten en problemas porque los padres les castigan demasiado.
b. El problema es que, en su mayoría, los padres son demasiado blandos con sus niños.
2. a. Muchas de las cosas desagradables en la vida de una persona se deben en parte a la
mala suerte.
b. La mala suerte de ciertas personas se debe a los errores que han cometido.
3. a. Una de las razones más importantes de que tengamos guerras es que la gente no se
preocupa lo suficiente por la política.
b. Siempre habrá guerras, por más que tratemos de prevenirlas.
4. a. Al fin y al cabo, la gente obtiene en la vida el respeto que se
merece.

b. Desafortunadamente, el valor de un individuo pasa con frecuencia inadvertido, por más


que se esfuerce.
5. a. La idea de que los profesores son injustos es absurda. b. La mayoría de los
estudiantes no se da cuenta de la influencia que ciertos hechos accidentales tienen en sus
calificaciones.
6. a. Sin ciertas condiciones favorables uno no puede llegar a ser un líder eficaz.
b. Las personas capaces que no se han convertido en líderes no han aprovechado las
oportunidades que han tenido.
7. a. Por más que uno se esfuerce, siempre habrá gente a la que uno le disguste.
b. Aquellos que no pueden agradar a otros no saben cómo llevarse bien con otras personas.
8. a. La herencia desempeña el papel más importante en la determinación de la
personalidad de un individuo.
b. Son las experiencias de una persona las que determinan su manera de ser.
Recapitulemos brevemente. Nos hemos preguntado por los procesos de percepción de los
actos, el papel de estos procesos en la vida humana y, desde nuestra perspectiva de
psicología social, cómo los factores sociales condicionan y determinan la percepción. Tanto
el análisis de atribución como el modelo sobre el lugar del control de los refuerzos nos
indican el papel crucial que en la configuración del quehacer de las personas juega la
percepción y, más en particular, la aplicación de los esquemas causales en la percepción de
los actos. Sin duda, estos análisis tienen el valor de que intentan integrar los influjos
sociales en los mismos procesos perceptivos y prestan atención al papel de los factores
situacionales en la conformación de la misma subjetividad. Con todo, estos análisis
adolecen de graves defectos, independientemente de su valor empírico, también
cuestionable. Dos grandes objeciones se pueden plantear a estos análisis: su inclinación al
subjetivismo y su vaciamiento formalista de los procesos cognoscitivos.
Tanto el análisis de atribución como el análisis sobre el lugar del control del refuerzo
realizan un notorio desplazamiento de los determinismos de la acción humana desde los
factores objetivos a los factores subjetivos, sobre todo a la percepción individual. Como
resultado, parecería que lo crucial para la determinación de lo que las personas hacen no
son tanto los refuerzos (según la tradición de las teorías del apren dizaje) cuanto la
ubicación perceptiva de los refuerzos, o no son tanto las fuerzas reales cuanto las fuerzas
interiorizadas, es decir, en cuanto percibidas. No se puede negar el influjo que ejerce la
captación que las personas realizan de su mundo y de su propia actividad en la
determinación de su comportamiento concreto; pero esa es sólo una cara y una fase del
proceso. La otra cara la constituye la acción en cuanto directamente determinada por
factores que no pasan por el filtro del conocimiento perceptivo; la otra fase sería la
determinación de la percepción misma por factores objetivos, tanto de la historia de la
persona como de su contexto social e inmediato..
Cada situación ofrece unas posibilidades concretas de acción, y de ello parte indirectamente
el mismo análisis de atribución cuando reconoce que la atribución de una conducta se hace
sólo a alguna de aquellas causas que se presentan como posibles y plausibles. Ahora bien,
¿qué es lo que determina primero y fundamentalmente la posibilidad de unas causas sino
que esas causas aparezcan en realidad como congruentes con la situación objetiva? Cada
circunstancia abre unas posibilidades concretas y cierra otras y, en este sentido, la
percepción arranca de esas posibilidades abiertas por cada circunstancia. Si tomamos, por
ejemplo, los factores señalados por Collins en la escala del lugar del control, veremos que a
un campesino salvadoreño no se le abren las más de las veces las posibilidades de ser
"interno", es decir, de captar los refuerzos como dependientes de su propio comportamiento
o voluntad, ya que en la realidad los frutos de su acción están sujetos las más de las veces
al arbitrio de una estructura explotadora y opresiva. Que el campesino salvadoreño piense
que el mundo es injusto, complejo, impredecible e inmanejable es la consecuencia lógica y
realista de unos mecanismos sociales que operan en un mundo, con independencia y
anterioridad a que él los perciba o no.
Lita Furby (1979) ha señalado la carga ideológica que entraña el prejuicio favorable al
control "interno", prejuicio patente en los trabajos sobre el tema y reconocido por el mismo
Rotter (1975). Este prejuicio representa ante todo una falacia, ya que en la vida real hay una
gran cantidad de acontecimientos que no tiene relación alguna con lo que hacen las
personas, en cuyo caso aspirar a ejercer algún tipo de control sobre ellos constituye un
engaño. Para Furby, la preferencia por el control "interno" constituye una expresión de la
ética protestante, muy conveniente para quienes disponen de poder social real, pero
potencialmente perjudicial para quienes carecen de ese poder. Que quienes gozan de todos
los privilegios en la vida humana piensen que ello se debe a su control sobre la realidad o
que quienes se encuentran en la miseria y el desamparo consideren que ello es causado
por sus deficiencias personales y no por factores externos, resulta un excelente mecanismo
de control social, una justificación psicologista muy útil para el sistema establecido ya que
oculta los mecanismos sociales de poder.

Decir que la acción es determinada por la percepción tiene su parte de verdad, pero resulta
una expresión ambigua si no se toma conciencia del carácter ideológico de la percepción
misma. Que la acción sea determinada por la percepción no quiere decir que la acción
dependa sólo de la percepción, ni que cualquier acción sea posible en cada situación,
simplemente con cambiar la percepción que se tiene de ella. Ante una determinada
percepción cabe preguntarse: ¿podría esta persona en esta situación tener una percepción
distinta de los hechos? Como hemos indicado en el caso del campesino, en muchos casos
la respuesta es "no".
La segunda gran objeción que se debe presentar al análisis de atribución y al modelo del
lugar del control es una objeción que puede ponerse a todo el enfoque de psicología
cognoscitiva contemporánea: su vaciamiento formalista de los procesos psicológicos (ver
Sampson, 1981). Parecería que estos análisis llevan a la conclusión de que lo único que
importa es el cómo de los procesos psicológicos y no el qué: cómo se piensa y no en que se
piensa, cómo se percibe y no qué se percibe, cómo se hace algo y no tanto qué es lo que
se hace. Pero en la determinación de la actividad humana no sólo cuenta el que una acción
se atribuya a unos u otros factores o que se relacione de una u otra manera con
determinados refuerzos: cuenta y muy primordialmente cual sea esa acción concreta y cuál
su significado social. En cada situación y circunstancia histórica, la estructura social
determina lo que es bueno y lo que es malo, lo aceptable o inaceptable, lo exigido y lo
prohibido. Prescindir de esa valoración social, del papel determinante que el significado de
los contenidos concretos de una acción tiene sobre la realización de la misma acción, es
abstraer el quehacer humano de su enraizamiento histórico.
Aquí valdría de nuevo la crítica ecológica, con su énfasis en la veracidad o falsedad de la
percepción frente al énfasis en la forma de los procesos. Más allá de cómo se llegue a tener
una determinada percepción, su adecuación o inadecuación frente a la realidad objetiva, su
veracidad o falsedad es un elemento crucial en el influjo que pueda tener para determinar el
comportamiento de la persona y la retroalimentación que el acto mismo ofrecerá al
individuo. Que Nixon percibiera sus actos como forzados por las circunstancias no quitó
para que las circunstancias mismas le fueron mostrando su engaño y la falsedad de su
percepción.
Tanto el análisis de atribución como el modelo sobre el lugar del control de los refuerzos
pueden ayudarnos a comprender ciertos flujos de los procesos perceptivos; pero, tomados
en forma acrítica, conducen a una subjetivización de los procesos psicológicos y a ignorar el
sentido ûl- timo de los determinismos sociales. Hay que examinar el carácter ideológico de
estos mismos análisis, que inducen a una comprensión de los procesos psicosociales
donde lo que importa es la percepción subjetivista de la realidad más que la realidad misma.
Al situar en la persona el eje de la actividad humana, este tipo de análisis contribuye al
enmascaramiento de los determinismos sociales que surgen de un ordenamiento histórico
concreto de la sociedad y corresponden a los intereses de una particular clase social. Así, el
análisis del conocimiento se cierra ideológicamente sobre el sujeto, como efecto de aquellos
mismos determinismos que tendría que analizar y a los que contribuye a ocultar.

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