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Material 5° Año Historia

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Unidad 4

Los años peronistas


¿QUÉ EnTEndEMOS POR dEMOCRaCia?
La democracia debe ser el poder del pueblo. Cuando sólo un sector
reducido de la sociedad tiene el poder del Estado entonces no hay democracia.
La oligarquía liberal reivindicaba la democracia pero, en realidad, puso en
marcha un modelo de Estado ajeno a los intereses de las mayorías y contrario
a la participación popular. Este modelo fue puesto en crisis por el gobierno
democrático de Hipólito Yrigoyen. Sin embargo, la democracia no fue una
experiencia prolongada: en 1930, por medio del primer golpe de Estado de
nuestra historia, encabezado por el general José Félix Uriburu, la oligarquía tuvo
su “revancha”, retomando el poder político y reinstaurando el fraude electoral y
la violencia política, como mecanismos para garantizar su acceso al poder.
La mayor parte de la sociedad vivirá estos años de restauración oligárquica
como tiempos de humillación, impotencia y explotación. La irrupción del
peronismo en el escenario argentino significó un quiebre en esta situación: por
primera vez en nuestra historia, el pueblo se convirtió en el principal sujeto
político de un gobierno. Juan Domingo Perón forjó una fuerte alianza con los
trabajadores argentinos, convirtiéndose en el dirigente político más importante
del país durante el siglo XX. El peronismo como movimiento marcó un antes y
un después en la historia nacional por la profundidad de las transformaciones
económicas, políticas y sociales que generó. En esta unidad, lo invitamos
a reconocer y reflexionar acerca de las conquistas sociales y políticas de los
sectores populares durante los años peronistas.

SiTUaCión SOCiaL
dURanTE La dÉCada infaME
Como ya señalamos en la unidad anterior, hacia finales de la década de
1930, una parte de los trabajadores se encontraba en un proceso de movilización
social y lucha en contra de la élite política y económica que controlaba el poder
del Estado. Las reivindicaciones obreras se centraban sobre todo en reclamos
salariales y mejoramiento de las condiciones de trabajo. La respuesta de la élite,
por lo general, fue la represión.
Asimismo, se estaba produciendo una reestructuración en la composición
social de la clase obrera urbana. Como consecuencia de la crisis del modelo
agroexportador y del proceso de industrialización en marcha, miles de peones
rurales migraron a las ciudades. El número de los nativos crecía notablemente
en las filas obreras. Podríamos decir que, en estos años, la clase obrera se
“argentinizó” ya que mientras se incorporaban nativos a la industria, al mismo
tiempo disminuía notablemente el aporte de inmigrantes europeos.
El impacto de las migraciones para satisfacer las necesidades de una
nueva industria –que crecía rápidamente– impactó también en la cantidad de
trabajadores: al promediar la década del 30 la población obrera en los centros

104 Historia arGENtiNa


urbanos se había triplicado. Es de advertir que, en esa renovada población obrera,
sólo el 15% de los trabajadores se encontraba sindicalizado y con cierto amparo.
Desprovistos de protección legal, los “nuevos obreros” migrantes no
contaban con los derechos básicos: jornadas extensas, condiciones de seguridad
e higiene insuficientes, malos salarios, ausencia de asistencia social y médica.
Además, tampoco tenían facilidades para acceder a viviendas dignas. Como
vimos, los migrantes se instalaron cerca de las fábricas y del puerto, donde la
mayoría encontraba ocupación, en asentamientos precarios: las “villas miseria”.
La situación de los obreros inmigrantes o hijos de inmigrantes europeos,
con más extensa trayectoria en el trabajo industrial, no era tampoco muy
satisfactoria. Podríamos, por lo tanto, afirmar que la experiencia de los
trabajadores en su conjunto (tanto de los “nuevos”, como de los “viejos” obreros)
estaría signada durante estos años por la explotación laboral, así como por la
exclusión de la vida política.
Esta situación fue denunciada y resistida por los partidos comunista y
socialista, así como por los sindicatos obreros, comprometidos en la lucha por
los derechos laborales y contra el avance de los grupos dominantes. También
preocupó a grupos de clase media que estaban construyendo un pensamiento
nacionalista de orden popular. Es el caso, por ejemplo, de FORJA (Fuerza de
Orientación Radical de la Joven Argentina): con eje en la crítica al dominio
económico extranjero, los forjistas planteaban que la independencia, en realidad
no se había logrado en 1816, ya que sin bienestar en los sectores populares y sin
desarrollo de las fuerzas productivas y de la industria nacional, sin control sobre
los hidrocarburos y los recursos naturales, la nación seguía siendo una colonia.
Las ideas de estos nacionalistas nucleados en FORJA giraban en torno a la
independencia económica, a la necesidad de crear una sociedad más igualitaria
y un Estado con un rol mayor de intervención dentro de la sociedad. Así se
lograría el desarrollo industrial y económico necesario para cortar los lazos
de dependencia con el capital extranjero. Este tipo de ideas circulaba también
dentro de algunos sectores del Ejército.

EL fin dE La dÉCada infaME


El 4 de junio de 1943 distintos grupos dentro del ejército se pusieron de
acuerdo para destituir, a través de un nuevo golpe de Estado, al presidente
Ramón Castillo. El objetivo era evitar que, en las elecciones presidenciales que
se avecinaban, triunfara el candidato de Castillo, Robustiano Patrón Costas, de
conocidas simpatías con los Aliados (Inglaterra, Francia, Estados Unidos y la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS–).
Muy pronto, dentro de los militares que dieron el golpe, sobresalió un grupo,
conocido como GOU (sigla que probablemente signifique Grupo de Oficiales
Unidos), que quería evitar la continuidad de las políticas de los conservadores,
así como el ingreso de la Argentina en la Segunda Guerra Mundial. De fuertes
ideas nacionalistas y con raigambres populares, estos hombres querían cortar

UNIDAD 4 105
los lazos de dependencia económica respecto de las potencias extranjeras a
partir de un fuerte desarrollo industrial nacional; crear empleo y mejorar la
calidad de vida de los sectores populares.
En 1943, las pocas leyes laborales vigentes estaban muy lejos de
garantizar el bienestar del conjunto de la clase trabajadora. Las políticas de los
conservadores habían generado diferencias entre sus distintos componentes.
Aquellos que sí portaban derechos, como los maestros, los bancarios, los
trabajadores de la administración pública, eran una suerte de “élite” al interior
de la clase, mientras que la gran mayoría de los trabajadores carecía de derechos
que los protegieran de la explotación patronal, la pobreza y la enfermedad.
Uno de los integrantes del GOU, Juan Domingo Perón, se hizo cargo del
Departamento Nacional de Trabajo. Esta oficina casi inutilizada durante las
décadas anteriores, no cumplía un verdadero rol de intervención del Estado en
las relaciones entre trabajadores y patrones. El nuevo gobierno transformó al
viejo Departamento en Secretaría de Trabajo y Previsión Social y, bajo la dirección
de Perón, cambió radicalmente de rol.
Efectivamente, desde la Secretaría, Juan Domingo Perón comenzó a
construir un vínculo cada vez más fuerte con los trabajadores, que fueron
escuchados por primera vez y obtuvieron un lugar en el aparato del Estado. El
entonces coronel Perón creó tribunales laborales como ámbitos especiales para
atender los problemas de los trabajadores y donde patrones y obreros serían
sujetos con similares derechos. Fomentó la sindicalización y propició asimismo
la firma de convenios colectivos de trabajo: las decisiones en las fábricas, en
los comercios y en las oficinas ya no serían unilaterales, es decir tomadas sólo
por los empleadores. Además, se promulgaron leyes sobre la base de viejos
proyectos y demandas, como la de seguros de jubilación para todos los gremios,
las vacaciones pagas y el reconocimiento del aguinaldo. Se reglamentó también
la jornada laboral de ocho horas.

Convenios colectivos
Los convenios colectivos son instancias legales para la negociación
de condiciones de trabajo y salarios. Tienen la forma de un contrato
firmado entre trabajadores y empleadores y en algunos casos, como
en la argentina, con un rol central del Estado que regula y garantiza
estos acuerdos. Con estos convenios, se regulan diversos aspectos
de la relación laboral, como salarios, duración de la jornada de
trabajo, descansos, vacaciones y formas de representación sindical,
entre otros.
En la argentina, el decreto 23.852/45 reguló las asociaciones
profesionales de trabajadores y estableció expresamente el derecho
sindical a la negociación colectiva.

106 Historia arGENtiNa


Juan d. Perón en
la recientemente
creada Secretaría
de Trabajo y
Previsión Social.

al cumplirse un año
de la creación de la
Secretaría de Trabajo
y Previsión, los
trabajadores realizan
una manifestación
de apoyo.

UNIDAD 4 107
En esta publicidad del gobierno peronista se explica la situación de los peones rurales, antes y
después de la sanción del Estatuto.

En octubre de 1944, Perón sancionó el Estatuto del Peón Rural. Los


trabajadores rurales habían padecido siempre malas condiciones laborales; la
oligarquía agraria y otros propietarios rurales habían violado históricamente los
derechos básicos de los trabajadores del campo. El Estatuto se inspiró en la idea
de que la tierra no debía ser un bien de renta sino un bien de trabajo y permitió
la reglamentación del salario mínimo, las vacaciones y la jubilación. También
se protegieron los derechos de los arrendatarios de tierras en las grandes
propiedades o latifundios.
Como consecuencia de estas decisiones, la gran mayoría de los trabajadores
(urbanos y rurales) dio su apoyo y confianza a quien había efectivizado, a través
de leyes, los beneficios y derechos de la clase obrera. Con las medidas que tomó
Perón al frente de la Secretaría de Trabajo, comenzaba a aparecer y dibujarse un
nuevo proyecto de país: la construcción de una nación soberana sólo se lograría
con el bienestar de los trabajadores y la creación de un mercado interno. Estos
elementos contribuirían para dar nuevo impulso al proceso de industrialización,
ya que si los trabajadores obtenían buenos salarios y mejores condiciones de
vida, podrían consumir bienes y servicios y se activaría la producción nacional.
El aumento del consumo favorecería también a los empresarios industriales.
Sería posible, entonces, crear una alianza de clases que tendría como objetivo
la independencia económica: trabajadores y empresarios con objetivos
compartidos, en pos del aumento de la producción y del consumo. Para que
esto sucediera, era necesario que las riquezas se repartieran de manera justa y

108 HiSTORia aRGEnTina


en esto debía actuar necesariamente el Estado, interviniendo como garante del
desarrollo económico y del equilibrio en dicha alianza.
Además de estar al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social,
después de un tiempo Perón fue designado ministro de Guerra y vicepresidente
del gobierno del general Edelmiro Farrell. Su popularidad iba en ascenso,
mientras que también prosperaba su relación con su reciente compañera Eva
Duarte. La contracara de este proceso de reconocimiento de los derechos de
los trabajadores y de “democratización del bienestar” (así definieron la política
impulsada por la Secretaría de Trabajo y Previsión los reconocidos especialistas
Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza) fue el incremento de las calumnias y las
críticas hacia Perón y su pareja por parte de los sectores más privilegiados de
la sociedad.
Ya en 1945, Perón se había convertido en una figura problemática dentro
de la junta de Gobierno: su política para con los trabajadores había despertado
la desconfianza y el repudio de los empresarios y los sectores más pudientes.
Buena parte de las fuerzas armadas le quitó entonces su apoyo mientras los
sectores medios urbanos, los estudiantes y todo el arco de partidos opositores
–de izquierda a derecha– se organizaban contra el gobierno. Todos ellos
participaron de “La marcha por la Constitución y la Libertad”, que se llevó a
cabo en septiembre de ese año. La convocatoria opositora reunió a una multitud
y contó con el apoyo activo de Spruille Braden, embajador estadounidense en
la Argentina. En ese contexto, el gobierno militar forzó a Perón a renunciar y lo
llevó preso a la isla Martín García.

EL PUEbLO OCUPa La PLaza


El trabajo de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión pronto
demostró que no había sido en vano y mucho menos intrascendente. La mejora
de la calidad de vida de los sectores populares era un hecho concreto. Nunca
tantas personas habían accedido a derechos tan fundamentales.
Al conocerse la detención de Perón, los sindicatos afines comenzaron a
movilizarse desde todos los polos industriales de los partidos del Conurbano
Bonaerense y la ciudad de Buenos Aires. Miles de trabajadores marcharon sin
ningún titubeo en pos de la liberación del que ya comenzaban a considerar
como su líder. Liberar a Perón significaba cuidar los derechos obtenidos. Por
primera vez en la historia, la Plaza de la Revolución de Mayo –lugar que siempre
había ocupado la élite– se llenó de “cabecitas negras” que se apoderaron así del
epicentro del poder político de la Argentina.
Gracias a la fuerza política que tuvo la movilización del pueblo
trabajador, ese 17 de octubre Perón fue liberado. Se dirigió entonces a la
Plaza de Mayo y, desde el Palacio de Gobierno, saludó a quienes habían
logrado su liberación.

UNIDAD 4 109
El 17 de octubre en palabras de un protagonista

Corría el mes de octubre de 1945. “El sol caía a plomo cuando las
primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con
su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas
y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que
los domingos invade los parques de diversiones con hábito de
burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados,
brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las
vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas,
grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en
la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre
más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros
de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente
de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos
y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano
sobrevivía aún. […] Así avanzaba aquella muchedumbre […] por
la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal. […] Un pujante
palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía
en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban
llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres
de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín
y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de
las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y
Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados
en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de
Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de
automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria
sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba,
como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción
del terremoto. […] Éramos briznas de multitud y el alma de
todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando
junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa
fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos
años, estaba allí, presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero
único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos
y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu
de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.

Raúl Scalabrini Ortiz, Tierra sin nada, tierra de profetas,


Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.

110 Historia ARGENTINA


Decenas de miles de manifestantes llegaron ese 17 de octubre a la Plaza de Mayo. El día era
caluroso y muchos aprovecharon las aguas de las fuentes para refrescarse. Para la mirada de
las élites, estos actos “irreverentes” eran una clara demostración de que la “barbarie”
se había apoderado una vez más de los destinos de la Argentina.

UNIDAD 4 111
EL PESO dEL vOTO POPULaR:
PERón PRESidEnTE (1946-1952 / 1952-1955)
Luego de la imponente manifestación obrera, los dirigentes sindicales
cercanos a Perón lo convocaron para que se presentase a las elecciones. La
unión entre quienes habían acudido a la Plaza el 17 de octubre de 1945 y Perón
se concretó en la formación del Partido Laborista. La fórmula presidencial
“Perón-Quijano” representó la posibilidad de esa alianza en el poder. Además
del sostén de una gran parte de los trabajadores, la fórmula liderada por Perón
recibió el apoyo de otros grupos e instituciones: un sector del Ejército, la Iglesia
Católica, algunos sectores provenientes del conservadurismo y los radicales
yrigoyenistas nucleados en FORJA.
El principal contrincante era la llamada “Unión Democrática” (una
coalición entre la UCR, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido
Demócrata Progresista) que contaba con el especial apoyo del embajador de los
Estados Unidos, Spruille Braden, de la Sociedad Rural, la Unión Industrial y la
Bolsa de Comercio.
En febrero de 1946, el Partido Laborista ganó las elecciones con el 52%
de los votos. Por primera vez desde 1928, año en que Yrigoyen fuera elegido
Presidente, el pueblo eligió a sus representantes de manera transparente y sin
fraude. El Partido Laborista obtuvo dos tercios de la Cámara de Diputados, la
mayoría en la Cámara de Senadores y era acompañado por un buen número
de gobernadores. Estas herramientas fueron indispensables para concretar
medidas que llevarían a la industrialización nacional por la vía de un Estado
interventor en la economía, planificador y garante del bienestar social. No
obstante, un sector del aparato institucional seguiría ofreciendo resistencia
ante las medidas políticas de carácter popular: la Corte Suprema de Justicia.
Sus representantes se constituyeron históricamente como una “nobleza de
toga” y detrás de una supuesta ecuanimidad garantizada por “la aplicación del
derecho”, buscaron influir en los destinos de nuestro país en pos de mantener
los privilegios de los sectores sociales de los que provenían.

112 HiSTORia aRGEnTina


Para las elecciones de febrero de 1946, Perón denunció las relaciones de la Unión
democrática (Ud) con la embajada de los Estados Unidos y lo expresó con la consigna
electoral “braden o Perón”.

El proyecto económico

Perón sabía que, para cumplir su principal objetivo –la independencia


económica–, el Estado debía intervenir fuertemente en la economía, generando
las condiciones necesarias para que el capital nacional se volcara a la industria.
Desde esta actividad, se crearía la mayor cantidad de puestos de trabajo y se
cumpliría otro de los principios fundamentales del nuevo gobierno: la justicia
social. No era posible un desarrollo independiente y soberano si la gran mayoría
de la población quedaba excluida de los beneficios de la actividad económica.
El modelo de un Estado intervencionista garante de los derechos supone
que, si los asalariados trabajan para vivir y no sólo para sobrevivir, y si están
protegidos por leyes que sostienen sus derechos, esos asalariados también
consumen. El aumento del consumo supone, a su vez, un incremento de las
inversiones, de la producción y de las ganancias de los empresarios. Por lo
tanto, el Estado no es un simple garante de la ley sino que se transforma en un
ejecutor de políticas que posibilitan el desarrollo económico. Esta es la esencia
de un Estado interventor, planificador, empresario y garante del bienestar social.
A diferencia de la industrialización que se produjo en la década del 30
como solución a las consecuencias de la gran crisis internacional, el proyecto de
Perón se apoyaba en el desarrollo industrial como herramienta fundamental para
la independencia económica. El proceso de la industrialización por sustitución
de importaciones de la década del 30 había sido la única opción posible dada la
falta de divisas para comprar productos industrializados en el exterior. Se había

UNIDAD 4 113
llevado a cabo con capital nacional y extranjero. Dentro de ese esquema, los
trabajadores no eran definidos como beneficiarios del crecimiento económico.
La concepción peronista de la industrialización era completamente diferente.
Ese proceso debía realizarse desde el Estado, mediante una intervención que
buscara consolidar un nuevo modelo de crecimiento económico asociado al
mayor bienestar de la población, basado en el reconocimiento de los derechos
de los trabajadores y libre de condicionamientos extranjeros.

El Estado de bienestar

A diferencia del modelo liberal de Estado que había predominado en otras


épocas de nuestra historia, el peronismo proponía que la intervención del Estado
en la economía debía llegar al terreno social para asegurar el aumento de los
ingresos de los trabajadores y, con ello, la expansión de la producción industrial
nacional destinada al consumo interno. Perón sostenía además que la economía
debía estar al servicio de la sociedad y no al revés, es por esto que algunos
rubros no debían estar destinados a generar ganancia privada sino a ser servicios
sociales. Las empresas de servicios públicos, que estaban en su gran mayoría
en manos privadas y extranjeras, debían ser administradas por el Estado, para
garantizar que por ejemplo el transporte, la luz, el gas, el agua potable y el
teléfono no fueran una fuente de ganancias privadas sino un servicio. El resultado
de este principio fue la nacionalización de las empresas de servicios públicos y
del Banco Central de la República Argentina: se nacionalizaron los ferrocarriles
y se creó Aerolíneas Argentinas; se nacionalizó la empresa de telefonía; en el
sector energético, se creó Gas del Estado y se expandió Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF) (empresa creada por Hipólito Yrigoyen en 1922).

En julio de 1950, se incorporaron dos aviones


douglas dC-6 a la flota de aerolíneas
argentinas. En la imagen de la derecha,
Evita bautiza el avión “Presidente Perón”
y asume su padrinazgo.

114 HiSTORia aRGEnTina


La herramienta para la creación de empresas estatales y el desarrollo
industrial fue la puesta en marcha del Instituto Argentino para la Promoción del
Intercambio (IAPI). Para funcionar, la industria necesitaba importar insumos y
maquinarias, y para ello se necesitaban divisas, es decir moneda extranjera con
reconocimiento en el mercado internacional.
¿De dónde podía sacar el Estado el capital para esas compras? ¿Podía
el Estado peronista evitarlas, alentando la producción interna de los bienes
que necesitaba la industria? Dado que no era posible profundizar el desarrollo
industrial existente de la noche a la mañana, porque ello implicaba nada menos
que el desarrollo de la industria pesada, el gobierno peronista modificó el
destino de las ganancias provenientes de las exportaciones de los productos
agropecuarios, históricamente, la principal actividad económica el país.
Hasta el momento, los grandes terratenientes se apropiaban de esas
ganancias y pagaban mínimos impuestos al Estado; además, los precios de los
cereales eran fijados por las compañías internacionales. En este esquema, los
que hacían verdaderos negocios eran los grandes terratenientes vinculados a
las compañías de exportación cerealeras.
El IAPI fue creado para regular la comercialización: el productor ya no
podía exportar directamente, tenía que venderle al IAPI su producción a precios
nacionales; el Instituto pagaba en moneda nacional y luego exportaba las
materias primas haciéndose cargo de la redistribución de las divisas obtenidas,
las cuales eran invertidas en la actividad industrial. Con los excedentes obtenidos
en la comercialización, el Estado pudo efectivamente nacionalizar empresas, dar
créditos para la compra
de maquinaria e insumos,
fomentar a través de
créditos la instalación
de fábricas nacionales y
generar las condiciones
para que los asalariados
puedan consumir.

Publicidad del gobierno peronista


sobre la nacionalización del
comercio exterior a través
del iaPi, y la nacionalización
del banco Central
y de los depósitos bancarios.

UNIDAD 4 115
industria liviana
Es el sector industrial dedicado a la producción de bienes de
consumo, como vestimenta, alimentos, electrodomésticos.

industria pesada
Son las industrias que se dedican por ejemplo a la producción
de maquinaria y medios de transporte. Son también industrias
pesadas las encargadas de la extracción y elaboración de materias
primas como los metales, los hidrocarburos y la fabricación de la
maquinaria necesaria para dichas tareas.

El Estado planificador. El Primer Plan Quinquenal

Cuando las políticas económicas de un gobierno son liberales, el Estado


no interviene para regular las actividades productivas y de servicios. El proceso
económico queda en estos casos librado a la voluntad de los agentes privados:
empresarios industriales y agrarios, banqueros, comerciantes. En los estados
de tipo intervencionista, la economía es planificada y orientada por el Estado
que establece determinados objetivos y genera herramientas, como créditos,
subsidios, eximición de impuestos, para ser usadas por los agentes económicos.
Durante su primera presidencia (1946-1952), Perón propuso un plan
económico lanzado en 1947, el Primer Plan Quinquenal, cuyos objetivos eran el
desarrollo de la industria liviana de bienes de consumo masivo, la estimulación del
mercado interno a partir de la redistribución de la riqueza a favor de los asalariados
y la nacionalización de los servicios públicos y de las fuentes de energía.
El capital necesario para la compra de maquinaria e insumos industriales
y para el otorgamiento de créditos a empresarios de la industria, surgió de los
excedentes acumulados por el IAPI a través de la exportación de productos
agropecuarios. El plan fue verdaderamente exitoso: generó empleo con buenos
salarios y aumentó el consumo. El país se transformó en productor de heladeras,
motos, cocinas, radios, máquinas de coser, productos textiles, vestimenta.
Asimismo, la creciente actividad industrial profundizó el proceso de migraciones
internas iniciado en la década anterior.
Según el modelo del economista inglés John M. Keynes, el Estado debía
estimular la demanda interna a través del pleno empleo, salarios altos y la
asistencia a los más necesitados en orden de equilibrar la distribución de la
riqueza producida por el trabajo y el capital. Estas ideas se reflejaron en los
gobiernos peronistas en la concepción de la “alianza de clases” y en una política
social que alentó una legislación laboral a favor de los asalariados, la expansión
de la educación gratuita, la creación de un sistema de salud público, la ampliación

116 Historia arGENtiNa


del régimen jubilatorio y la creación del Banco Hipotecario para posibilitar el
acceso a la vivienda de los sectores de menores ingresos, mediante créditos a
largo plazo y a bajo interés. Perón desplegó, con este modelo de intervención,
las tres banderas de la doctrina justicialista: la independencia económica, la
justicia social y la soberanía política.

debido al aumento en los salarios y a las vacaciones pagas, destinos turísticos nacionales
como Mar del Plata, comenzaron a poblarse de turistas durante los meses de enero y febrero.
En la foto, vista de Playa bristol en enero de 1950.

Tren de excursión, del dibujante argentino Luis J. Medrano (1915-1974).

UNIDAD 4 117
Perón, los trabajadores y los empresarios

El conjunto de ideas que planteaba el Presidente de la Nación distaba de


los postulados de las ideologías de izquierda tradicionales, abrazadas por muchos
de los inmigrantes europeos que llegaron al país a partir de mediados del siglo
XIX. Según Perón, las izquierdas se movían a través de ideas y modelos que no
servían para interpretar la realidad argentina. En Europa, el conflicto social se
expresaba por la tensión entre la burguesía y los obreros; en nuestro país, debido
a su situación de dependencia de los grandes centros de poder internacional y
a la relativa ausencia de una burguesía nacional, el conflicto estaba centrado,
según Perón, en otras categorías, como la de imperio o nación. Por tanto, dadas
estas condiciones especiales, en países como la Argentina, había que enfrentar en
principio a los intereses imperialistas y a sus socios internos, mientras que, en las
relaciones entre patrones y obreros, había que buscar un equilibrio, una situación
de armonía social. Para ello era fundamental la acción del Estado buscando la
conciliación de los intereses contradictorios de las diferentes clases sociales.
En consonancia con estas ideas, durante el gobierno peronista, el sindicalismo
argentino creció en número y poder; aumentó la capacidad de organización y el peso
social de los trabajadores. Desde el inicio, el gobierno fomentó la sindicalización: ya
hacia la década de 1950, la mitad de los trabajadores urbanos estaba organizado.
Esta tendencia continuó a lo largo de toda la década en que gobernó el peronismo,
en parte porque la legislación otorgaba personería gremial a las organizaciones
obreras que tenían mayor cantidad de afiliados y esto les permitía participar de las
negociaciones salariales. La Confederación General del Trabajo (CGT), organización
en la que se agrupaban diferentes sindicatos, pasó a formar parte del movimiento que
encabezaba Perón con un rol protagónico. De manera simultánea, como parte de un
mismo proceso, los sindicatos se consolidaban y las conquistas se transformaban
en legislación. Los beneficios de esta relación fueron claros: los trabajadores
argentinos durante el primer peronismo duplicaron sus ingresos y, lo que es más
importante, llegaron a participar del 50% de la renta nacional. Desde la
lógica del general Perón, el sindicalismo debía representar el interés
de los trabajadores y colaborar con el equilibrio en las relaciones de los
trabajadores con los patrones.
Como consecuencia de estas políticas, nuestro país se configuró
como uno de los que poseían la tasa más alta de trabajadores sindicalizados
de América Latina. La importancia de este factor tomará relevancia una
vez que, caído el peronismo, distintos gobiernos intentaron avanzar sobre
las conquistas laborales. El principal factor de resistencia a esos intentos
fueron justamente los trabajadores organizados en sus gremios.
Los sectores conservadores, los terratenientes y grandes
financistas agrupados en la Sociedad Rural, se opusieron al modelo

Publicidad de Siam di Tella, en una revista de la época. Esta empresa constituye un


símbolo de la industrialización bajo el peronismo y empleaba miles de obreros. Hacia
1954, incorporó la producción de motonetas y furgonetas, las famosas Siambretta.

118 Historia arGENtiNa


de distribución de la riqueza, al IAPI y, por sobre todas las cosas, a la fuerte
intervención del gobierno en la economía. Dentro del gran empresariado
industrial nucleado en la Unión Industrial Argentina (UIA), no caía bien la
política de fortalecimiento de los derechos de los trabajadores, aunque muchos
pequeños y medianos industriales apoyaron al gobierno dado el fuerte impulso
brindado a la industrialización, la facilidad de acceso al crédito y el aumento
del consumo. El peronismo con sus transformaciones comenzaba a molestar
a aquellos sectores que históricamente habían detentado el poder económico y
político en nuestro país.

Eva duarte de Perón


Evita es una de las figuras políticas más trascendentes de nuestra historia,
principalmente por su preocupación y acción frente a las necesidades
de los más humildes. Si bien nunca ocupó un cargo político, se puso al
mando de la fundación Eva Perón desde donde llevó a cabo obras como
la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos,
ayuda a madres solteras, comedores escolares, campañas de vacunación,
entre otras. La tarea de la “caridad” había estado siempre en manos de
señoras de clase alta quienes, a través de la iglesia, organizaban distintas
acciones “solidarias”. El efectivo impacto de las acciones de la fundación,
que llegó realmente a miles de personas, les quitó a las “señoras” ese
lugar simbólico que ocupaban. Sumado a las donaciones forzosas que Eva
solicitaba a los sectores de altos ingresos para financiar las acciones de
su organización, ese desplazamiento de “las damas de caridad” generó un
fuerte rechazo por parte de los sectores conservadores.
asimismo, la influencia de Eva fue importante para que se sancionara la
ley de voto femenino en 1947. Luego de décadas de lucha, las mujeres
de nuestro país dejaron de ser ciudadanas de segunda categoría y se
transformaron en sujetos de derechos políticos. Una vez promulgada la
reforma constitucional que permitió la reelección presidencial, Evita fue
propuesta por los sindicatos
para ser candidata a la
vicepresidencia, junto con
su esposo, en las elecciones
de 1951. La enfermedad
que la llevaría a la muerte
en 1952, y la oposición que
despertaba en los sectores
más reaccionarios, le
impidieron aceptar
Eva Perón, junto al Presidente de la nación Juan Perón,
el cargo.
en un acto oficial.

UNIDAD 4 119
La Reforma de la Constitución de 1949
En 1949 se reunió, a pedido del Poder Ejecutivo, una asamblea
Constituyente con el objetivo de reformar la Constitución. Uno de
los puntos concretos fue la posibilidad de la reelección presidencial,
gracias a la cual los presidentes podrían, a partir de entonces,
detentar el cargo dos veces consecutivas. Pero sin dudas el cambio
fundamental fue la introducción de los derechos de los trabajadores,
la familia y la ancianidad a través del artículo 37. de este modo,
se buscaba garantizar que estos derechos perduraran más allá
de quien estuviera a cargo del gobierno. asimismo, y como hecho
simbólico pero no menos relevante, se añadieron al Preámbulo las
ideas centrales del pensamiento justicialista: “la irrevocable decisión
de constituir una nación socialmente justa, económicamente libre
y políticamente soberana”. Se incorporaron también los derechos
referidos a la educación popular y la función social de la propiedad,
así como se convirtieron en bienes de la nación todas las fuentes de
energía. Se estableció la importancia del Estado como garante de los
servicios públicos en bien de la nación y no en beneficio privado.

Es interesante ver este proceso político que se abre en 1945 como una
vuelta de página en nuestra historia pero también como un momento de cambios
estructurales. El diseño de la Constitución de 1949 implicaba un cambio de
paradigma legal y normativo y desafiaba el orden constitucional de 1853 que
había sido el garante de un sistema oligárquico.

Segundo gobierno. Crisis y golpe de Estado

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los países europeos habían


quedado devastados. Entretanto, la economía estadounidense lucía próspera,
beneficiada por haber sido la principal fuente de suministros de maquinaria,
armas y alimentos durante la contienda bélica.
Es en tal marco que el secretario de Estado de los Estados Unidos, George
Marshall, lanza en 1947 un plan de ayuda económica para los países de Europa
más afectados. El Plan perseguía varios objetivos: por un lado, reconstruir las
economías europeas para que pudieran seguir comprando productos en EE.UU.
y restablecer el funcionamiento del comercio internacional; por otro lado, el
interés principal del plan era el restablecimiento de la economía alemana para
poder enfrentar a la Unión Soviética, principal enemigo político y económico
del capitalismo occidental que dominaba por entonces la mitad oriental de
Europa. De ese modo, se pensaba poder controlar el avance comunista sobre

120 Historia arGENtiNa


las sociedades devastadas del occidente europeo, afectadas además por
importantes niveles de desocupación.
Los efectos del Plan Marshall no se hicieron sentir inmediatamente en
la economía argentina. Pero hacia 1949, la demanda europea orientada a la
economía estadounidense provocó una caída de las exportaciones argentinas
y consecuentemente una reducción de las divisas que –a través del IAPI– se
destinaban a la compra de maquinarias e insumos necesarios para el desarrollo
industrial. A estas dificultades, se sumó el agotamiento de las fuertes reservas
de divisas acumuladas durante la Segunda Guerra Mundial. Las limitaciones
de la industria, heredadas de los años 30, así como la necesidad de demanda
extranjera para los productos agropecuarios, se presentaron entonces como un
obstáculo importante para el desarrollo independiente.

En medio de dificultades económicas, el gobierno peronista va a perder a uno de sus más


sólidos pilares: Eva Perón. Muy enferma, renunció a acompañar a Juan Perón en la fórmula
presidencial para las elecciones de 1952.

UNIDAD 4 121
Un nUEvO GOLPE COnSERvadOR
y EL fUTURO En ManOS dEL PUEbLO
Los terratenientes ejercían una fuerte presión desde la Sociedad Rural
y se oponían, en particular, al accionar del IAPI. Ante la caída de sus ganan-
cias, a modo de protesta, redujeron las superficies cultivadas. Esta “huelga”
de los productores rurales tuvo un doble efecto: menos productos exporta-
bles, así como menos alimentos para el mercado interno, lo cual produjo un
aumento de sus precios.
Mientras tanto, la caída de las exportaciones a causa del Plan Marshall
provocó, como vimos, una falta de divisas que obstaculizó el avance en la
industrialización y una seria complicación para el sostenimiento del Estado
benefactor. La reducción de la producción industrial repercutió a la vez en
los precios de los bienes de consumo que aumentaron junto con los de los
alimentos, perjudicando a los sectores bajos y medios.
En 1952, Perón fue reelegido Presidente con un masivo apoyo. Pero la
oposición se estaba organizando y contaba entre sus filas no sólo a los sec-
tores más poderosos, sino también a amplias franjas de las capas medias.
Frente a la crisis económica, el gobierno se inclinó por realizar un cambio
significativo que se tradujo en el Segundo Plan Quinquenal: era necesario
impulsar la actividad agrícola, la industria pesada y las exportaciones para
volver a obtener divisas. Esta coyuntura hizo que el gobierno tuviera que
tomar medidas diferentes a las que venía practicando para poder sortear
la coyuntura sin afectar a los trabajadores. Con el propósito de que los pro-
ductores rurales aumentaran las superficies cultivadas, Perón ofreció a los
terratenientes, a través del IAPI, la compra de los productos a precios más
altos que en el mercado mundial. En cuanto a la industria, el gobierno esti-
muló la inversión extranjera posibilitando la radicación de empresas como
las automotrices Fiat y Kaiser.
A pesar de que el gobierno logró controlar algunas variables impopu-
lares, como la inflación, y aunque el Segundo Plan Quinquenal beneficiaba
entre otros a los grandes productores rurales, la oposición continuó crecien-
do. Además de la Sociedad Rural, formaban parte de la oposición un sector
conservador del Ejército y la Marina. La Iglesia, que había apoyado el primer
gobierno de Perón, comenzó a criticarlo fuertemente dada la sanción de la
Ley de Divorcio y la supresión de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa
en las escuelas (que había sido restaurada por el gobierno militar de 1943).
Asimismo, Perón no avalaba la formación del Partido Demócrata Cristiano,
que la Iglesia Católica impulsaba como forma de participación política direc-
ta. El conflicto se desencadenó en junio de 1955 cuando la procesión católica
por la celebración religiosa de Corpus Christi se transformó en una manifes-
tación antiperonista. Desde entonces, arreciaron los enfrentamientos.

122 Historia arGENtiNa


Las fuerzas armadas demostraron, otra vez, estar al servicio de los
sectores conservadores. El 16 de junio se produjo un brutal bombardeo a la
Plaza de Mayo. Aviones de la Marina argentina atacaron por sorpresa en ho-
ras del mediodía a la población civil, dejando cientos de muertos y heridos.
Finalmente, el 16 de septiembre de 1955, las fuerzas armadas derro-
caron al Presidente Juan Domingo Perón, quien prefirió abandonar el cargo
para evitar una guerra civil. La “Revolución Libertadora”, nombre dado por
los golpistas a su levantamiento contra el poder constitucional, supuso un
nuevo retorno al poder de los conservadores liberales, así como el desman-
telamiento del Estado de Bienestar. Perón fue proscripto y obligado al exilio;
el Partido Peronista fue prohibido junto con todos sus símbolos. Se inició
desde entonces un período de lucha y resistencia popular, de gobiernos re-
presivos y autoritarios, y de apertura liberal de la economía. Sin embargo,
amplios sectores de la sociedad habían experimentado durante los años
peronistas un cambio significativo. Millones de hombres y mujeres vieron
cambiar su vida de manera radical como consecuencia de la conquista y
expansión de derechos. La resistencia popular a la represión y a la pros-
cripción del peronismo, así como a los intentos de restringir o eliminar los
derechos ganados, fue el motor que marcó la dirección de la vida política
argentina en las décadas subsiguientes.

El 16 de junio de 1955, la Plaza de Mayo fue bombardeada. alrededor de trescientas personas


perdieron la vida y los heridos fueron innumerables.

UNIDAD 4 123
Durante los bombardeos,
fueron dañados patios
interiores de la casa de
gobierno.

124 Historia ARGENTINA


LOS AÑOS El pueblo se convirtió en el principal sujeto político de un gobierno. Se inicia
económico industrialista y políticamente regido por las banderas justicialista
independencia económica, la justicia social y la soberanía política. El Estado

PERONISTAS en la economía y la vida social. Se consagran nuevos derechos laborales y se


masivamente los sindicatos como forma organizativa de la clase trabajadora

1944 194
17 DE OCTUBRE
PERÓN, SECRETARIO DE TRABAJO Detienen a Perón
GOBIERNO DE FACTO Juan Domingo Perón se hace cargo García. Una masiv
Un grupo de oficiales de ideas del Departamento Nacional de trabajadores recl
nacionalistas, entre ellos Juan Trabajo, que se transforma en El 17 de octubre P
Domingo Perón, derrocó al Secretaría. Desde allí establece leyes Se conforma el Pa
presidente Ramón Castillo con el laborales y sociales que benefician a se propone al gen
objeto de terminar con el fraude y los trabajadores. candidato a Presi
evitar la adhesión de la Argentina al
bando de los aliados en la Segunda
Guerra Mundial.

1947
PRIMER PLAN QUINQUENAL
Perón desarrolla un plan de
industrialización, nacionalización de
empresas de servicios y
redistribución del ingreso en pos de
incentivar el consumo.
SANCIÓN DEL VOTO FEMENINO
Se amplían derechos y se sanciona
la ley de voto femenino que se
aplicará en 1951.

DEL

CRISIS E INTENTO MUERTE DE EVA PERÓN E INICIO


DE GOLPE DE ESTADO DE LA SEGUNDA PRESIDENCIA
Eva Perón renuncia a la candidatura Conmoción por la muerte de Eva
como vice presidenta en el contexto Perón. El general Perón asume su
de una crisis por la caída de las segunda presidencia. Se producen
exportaciones y la reducción de las las primeras protestas obreras.
superficies cultivadas. Se sanciona el Segundo Plan Quinquenal
que alienta al sector agrícola con el
INTENTO DE DERROCAR objetivo de aumentar las superficies
AL PRESIDENTE cultivables y negocia inversiones
132 HiSTORia aRGEnTina extranjeras.
a un modelo
as de la
se hace presente
e desarrollan
a.

45 1946
INICIO DE LA PRIMERA
PRESIDENCIA DE
n en la Isla Martín JUAN DOMINGO PERÓN
va movilización de La fórmula Perón – Quijano gana las
lama su liberación. elecciones con un gran apoyo
Perón es liberado. popular. Mediante el IAPI se
artido Laborista y distribuyen las ganancias de las
neral Perón como exportaciones en pos del desarrollo
idente. industrial y la redistribución de
riquezas.

REFORMA CONSTITUCIONAL
En 1949 se sancionó una nueva Constitución
Nacional que declamaba en su preámbulo los
objetivos de una nación socialmente justa,
económicamente libre y políticamente
soberana. Además reconocía los derechos de
la ancianidad y de los trabajadores como una
retribución justa, condiciones de trabajo y
vivienda dignas, derecho al esparcimiento, a
la seguridad social y a la salud. Eva Duarte de
Perón, esposa del presidente, se transforma
en defensora de los más pobres. Sus
discursos y sus acciones convirtieron a Eva
en la voz de millones de personas.

GOLPE CÍVICO MILITAR


Una alianza de los sectores
conservadores encabeza el 11 de
junio una movilización en la fecha
del Corpus Christi. El 16 de junio los
militares bombardean la Plaza de
Mayo. El 16 de septiembre Perón es
derrocado por el general
Lonardi, quien encabezaba
un extendido frente
antiperonista.
Unidad 5
Represión y neoliberalismo:
de la dictadura de 1976
a la crisis de 2001
aCERCa dEl tERRoRismo dE Estado
Como hemos visto en el recorrido de la historia argentina, en algunas
ocasiones, el Estado en vez de garantizar la seguridad y la integridad de las
mayorías, es puesto al servicio de sectores minoritarios de la sociedad. Grupos
e individuos pertenecientes a los sectores populares y medios quedan, cuan-
do esto sucede, desprovistos de sus derechos y garantías. Podemos observar
que esto ocurre incluso a veces en el marco de gobiernos democráticos pero,
en la gran mayoría de los casos, se produce bajo dictaduras militares, que son
también cívicas dado que las fuerzas represivas actúan en representación de
los intereses de un sector de civiles que, por lo general, intenta no mostrarse,
permanecer oculto.
Durante el siglo XX, nuestro país atravesó cinco procesos dictatoriales.
Los momentos en que los grupos dominantes tuvieron que dejar el control del
Estado, o de una parte de este, en otras manos, acudieron a la intervención de
las fuerzas armadas en la vida política para, a través de ellas, retomar los luga-
res o espacios de poder perdidos. Emplearon a la vez una violencia paraestatal,
es decir, una violencia de carácter ilegal y terrorista.
Cuando la población queda indefensa, cuando el Estado no cumple la fun-
ción de garantizar los derechos y garantías de los ciudadanos y, por el contrario,
utiliza la violencia, se genera un contexto de vulnerabilidad y miedo. La genera-
ción de terror sobre las personas se utiliza con el fin de paralizarlas.
En esta unidad lo invitamos a reflexionar sobre el “terrorismo de Estado”
a partir del análisis de:
● su implementación durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983),

● sus antecedentes en el período 1955-1976,

● su relación con la aplicación de un plan económico neoliberal entre los

años 1976 y 2001.

EntRE diCtadURas y gobiERnos CivilEs


tUtElados (1955-1973)
A partir de septiembre de 1955, con el derrocamiento del gobierno de Juan
Domingo Perón, se inició un proceso caracterizado por un aspecto clave: el con-
trol del poder político real por parte de los sectores económicamente domi-
nantes a través de las fuerzas armadas. Durante muchos años, esos sectores
definieron las políticas a aplicar desde el Estado, ya sea a través de dictaduras o
de gobiernos civiles tutelados por las fuerzas armadas.
Luego del golpe de Estado de 1955, un gobierno de facto, encabezado por
el general Pedro Eugenio Aramburu, sucedió al peronismo. En nombre de la
libertad y la democracia, la dictadura restableció un plan económico liberal en
beneficio de los sectores más ricos de la sociedad. Este plan se basó en la aper-
tura de la economía, el incentivo a las importaciones, la eliminación del IAPI y de

136 Historia arGENtiNa


los mecanismos de protección de la industria nacional, al tiempo que se negoció
el ingreso de la Argentina a organismos financieros de alcance mundial, como
el Fondo Monetario Internacional (FMI), restableciendo con ello los tradicionales
lazos de dependencia económica de la Argentina con los países centrales.
Se abrió así un período de pérdida de derechos para los sectores populares,
de represión y violencia, persecuciones políticas, prohibición del peronismo, de sus
símbolos e ideas, así como de control militar en fábricas, sindicatos y universidades
(en estos últimos dos casos, mediante la designación de interventores militares para
dirigirlos). Comenzaba también un proceso de resistencia de los sectores populares
contra el accionar represivo del Estado y de las políticas económicas que, al servicio
de unos pocos, empobrecían significativamente a amplios sectores sociales.
Esta dictadura se autodenominó “Revolución Libertadora”, al tiempo que
desde los sectores populares comenzaron a llamarla “Revolución Fusiladora”,
por la fuerte represión que implementaba contra quienes defendían las conquis-
tas obtenidas por la clase trabajadora durante el peronismo. En 1956, el general
Juan José Valle organizó junto con sectores peronistas que resistían la dictadura
un alzamiento en contra de la dictadura proscriptiva, con el objetivo de convocar
a elecciones democráticas. La respuesta del gobierno dictatorial fue la repre-
sión y el fusilamiento de Valle y de quienes participaron de dicho movimiento.
Los llamados a elecciones presidenciales que habilitaron los militares en
1958 y en 1963 no significaron un restablecimiento de la democracia. En las pri-
meras, o sea en las de 1958, triunfó Arturo Frondizi por la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI), y en las de 1963, Arturo Illia por la Unión Cívica Radical del
Pueblo (UCRP). En ambas ocasiones, el pueblo fue llamado a elegir a sus repre-
sentantes, pero aún así es difícil hablar de democracia cuando estos hombres y
sus partidos llegaron al gobierno en elecciones en las que el partido político con
mayor apoyo popular, es decir el peronismo, estaba prohibido, proscripto. Esta
situación a la vez quitó legitimidad a los gobiernos de Frondizi y de Illia, que, dé-
biles, sufrieron un constante asedio por parte de distintas fracciones de las fuer-
zas armadas. Entre las presiones que recibían de parte de los militares, una de
las más importantes era la del mantenimiento de la proscripción del peronismo.
Las fuerzas armadas, ya a esta altura, cumplían una función en la vida política
del país bastante alejada de las funciones que la Constitución les asignaba. En
lugar de estar subordinadas al poder de los civiles elegidos por el pueblo, se ha-
bían constituido en lo que el politólogo Alain Rouquié llamó “Partido Militar”, es
decir un partido político que, rompiendo las normas democráticas, representaba
a las minorías poderosas de la Argentina.
Como consecuencia de este asedio, de esta tutela cívico-militar, los go-
biernos de Frondizi y de Illia no concluyeron su mandato constitucional de seis
años al ser derrocados por sendos golpes de Estado cívico-militares.
También, fruto de estos condicionamientos, durante 18 años, entre 1955 y
1973, Perón y el Partido Justicialista estuvieron prohibidos, colocando a los tra-
bajadores y sus organizaciones sindicales, así como al resto de los peronistas,
en una situación de resistencia que, adquirió a lo largo de este período distintas
formas de expresión.

UNIDAD 5 137
La alternancia de regímenes políticos (1955-1976)

AÑOS REGÍMENES POLÍTICOS PRESIDENCIAS

● 1955 GOLPE DE ESTADO


(cívico -militar)
contra el gobierno peronista:
la autodenominada
“Revolución Libertadora”

DICTADURA ● 1955-1958 - Gral. Pedro Aramburu


● 1955-1958

“DEMOCRACIAS TUTELADAS” 1958-1962 - Arturo Frondizi (UCRI)


1958-1966


O “SEMI-DEMOCRACIAS”
● 1962 - GOLPE DE ESTADO

● 1963-1966 Arturo Illia (UCRP)

GOLPE DE ESTADO
● 1966 (cívico -militar)
contra el gobierno constitu-
cional de Arturo Illia:
la “Revolución Argentina”

DICTADURA
● 1966-1973
● 1966-1970 - Gral. Juan Carlos Onganía

● 1970-1971 - Gral. Marcelo Levingston

● 1971-1973 - Gral. Agustín lanusse

DEMOCRACIA ● 1973 - Héctor J. Cámpora


● 1973-1976
● 1973-1974 - Juan Domingo Perón

● 1974-1976 - Isabel Martínez de Perón

GOLPE DE ESTADO
● 1976
(cívico -militar)
contra el gobierno consti-
tucional de I. M. de Perón:
“Proceso de Reorganización
nacional”

138 Historia arGENtiNa


la Resistencia peronista
la Resistencia peronista nació como reacción a la Revolución
libertadora y al decreto 4161 que se sancionó unos meses después
del derrocamiento del gobierno peronista. Este decreto, que tuvo
vigencia durante 18 años, prohibía hasta la mención de las palabras
“Perón”, “Eva” o “peronismo”. a su vez, impedía la existencia del
Partido Justicialista y de cualquiera de sus ramas. ante esta situación,
poco a poco, sobre todo en las fábricas, pero también en algunas casas
de los trabajadores, comenzaron a surgir distintas organizaciones
clandestinas (ya que no podían actuar públicamente según lo
establecido en el decreto) que llevaban a cabo distintas acciones de
resistencia a la dictadura y al hostigamiento patronal en los lugares de
trabajo, como sabotajes a la producción, trabajo a desgano o huelgas
de diferente intensidad. Estas acciones en las fábricas, se articulaban
con acciones en otros espacios, como pintadas de consignas,
atentados contra edificios militares, entre otros.

Desde 1966, los militares tomaron directamente el poder político. Ya no


creían en la efectividad de sostener gobiernos civiles, como el de Frondizi o el
de Illia. Consideraban que esa democracia, incluso con el peronismo proscrip-
to y tutelada por los mismos militares, no impedía los conflictos, no aseguraba
el crecimiento económico y lo que era aún más preocupante, no constituía una
valla efectiva para frenar los avances del comunismo, cuya fuerza renacía en el
mundo entero como consecuencia del proceso revolucionario que por entonces
vivía Cuba. Movidos por estas consideraciones, los grupos más concentrados de
la burguesía industrial y las fuerzas armadas instalaron una férrea dictadura que,
encabezada por el general Juan Carlos Onganía, no se proponía, como la del 1955-
1958, acomodar ciertos desajustes para luego llamar a elecciones y restablecer la
democracia. Esta dictadura, nutrida en la Doctrina de la Seguridad Nacional (ver
página 143) decía no tener plazos. Consideraba que la sociedad argentina estaba
muy enferma y que había que hacer cambios muy profundos, no importaba a qué
costos ni con qué métodos. La fórmula de la transformación combinaba la mo-
dernización de la economía argentina, bajo la dirección de las grandes empresas
transnacionales, con el establecimiento de un orden férreo.
En la búsqueda de ese orden, la dictadura encabezada por el general Juan
Carlos Onganía extendió la proscripción política a toda la ciudadanía y tendió su
mano represiva sobre las fábricas con la intención de disciplinar a los trabajado-
res, sobre los políticos y gremialistas, sobre la prensa y un empresariado nacional
tildado de ineficiente, sobre las economías regionales, quitando subsidios y sem-
brando desocupación; sobre la Universidad, considerada el núcleo de la subver-
sión comunista. La nueva dictadura no se detuvo ni siquiera ante la vida privada de
los argentinos y argentinas, intentando frenar el aliento arrollador de las nuevas
costumbres que se propagaban por entonces por todo el mundo.

UNIDAD 5 139
Publicidad de telas Finch en una
revista de 1967.

banda “los gatos” / lito nebbia.

En las décadas de 1960 y 1970 se vivió una verdadera revolución en las costumbres. muchas
cuestiones se pusieron en discusión y comenzaron a transformarse en esos años: entre otras,
la organización familiar patriarcal y las relaciones entre géneros e intergeneracionales.
las mujeres avanzaron en el terreno laboral y educativo, así como en independencia y
libertades. los jóvenes construyeron una nueva cultura que rechazaba y cuestionaba los
valores establecidos por sus mayores. Esa cultura joven se expresaba, entre otras cosas, en la
liberación sexual, en la adhesión a nuevos géneros musicales y en formas informales de vestir
y relacionarse.

Durante los primeros tiempos, las políticas represivas parecieron real-


mente efectivas. Daba la impresión de que los distintos actores políticos y
gremiales se habían llamado a silencio y aceptado las normas establecidas
por la dictadura. Sin embargo, en mayo de 1969, la insurrección popular
que estalló en Córdoba (a la que se llamó “el Cordobazo”), derribó en po-
cas horas ese mito de la paz y la armonía social construido por el gobierno
y expandido por los medios de comunicación afines. Fruto de la acción de
fuerzas sociales insatisfechas por la política dictatorial y, en algunos casos,

140 HistoRia aRgEntina


muy críticas del sistema capitalista, el Cordobazo constituyó una bisagra en
la historia reciente de la Argentina, ya que si bien fue expresión de muchas
tensiones acumuladas, se transformó a la vez en el punto de partida de un
ciclo de auge de luchas populares. A partir de él, estallaron muchos furo-
res contenidos y diversos grupos (políticos, sindicales, estudiantiles) muy
críticos y combativos encontraron un terreno apto para expandirse, crecer y
ganar en radicalidad y popularidad.

Escena del Cordobazo, 29 y 30 de mayo de 1969.

Meses después del Cordobazo, se produjeron acontecimientos simi-


lares en otros lugares del país. Los rosarinos protagonizaron un Rosariazo,
los habitantes de la zona frutícola del valle del Río Negro, un Cipolletazo. En
1971, la ciudad de Córdoba vivió un segundo Cordobazo. También Neuquén,
Mendoza, zonas rurales del noreste argentino, muchas universidades, ba-
rrios populares y villas de emergencia, fueron escenario de distintas explo-
siones populares. Expresaban un descontento profundo y demandas que el
poder autoritario no podía procesar porque había cerrado todos los canales
para poder conocerlas.

UNIDAD 5 141
En estos años se impuso el uso de pintadas y graffitis como medio para hacer conocer
mensajes prohibidos en los medios de comunicación. muros, paredes, cortinas de negocios,
fueron el medio para hacer públicas múltiples demandas. En la argentina de principios de la
década de 1970, el retorno de Perón era un reclamo insistente de la Juventud Peronista.

Entre los muchos que se rebelaban, en un contexto de violencia cada vez


mayor, crecieron y se multiplicaron grupos revolucionarios armados, las guerri-
llas. Ante la falta de espacios para la expresión política por los canales clásicos,
los sectores populares y medios de la sociedad que se oponían a la dictadura
buscaron formas alternativas de organización que permitiera la manifestación
política. Algunos propusieron la lucha armada como la forma de defensa frente
a la violencia del Estado. Sostenían que al poder represivo del Estado que utiliza-
ba la violencia de manera ilegal, no se lo podía enfrentar con los métodos previs-
tos por la democracia, principalmente porque los mecanismos institucionales
para expresarse, como los partidos políticos, las movilizaciones, el Congreso,
estaban vedados para la mayoría de los argentinos. Consideraban que había
que construir una sociedad igualitaria, socialista, y se inspiraban –la mayoría de
ellos– en la Revolución Cubana.

142 HistoRia aRgEntina


El impacto de la Revolución Cubana en América Latina:
revolución y contrarrevolución

A partir de 1959, Fidel Castro y su hermano Raúl, junto con Ernesto


“Che” Guevara y Camilo Cienfuegos, entre otros, se pusieron al
frente del primer proyecto americano que intentó crear una sociedad
igualitaria, independiente del dominio estadounidense, en el que la
economía y el trabajo estuvieran al servicio de todos los hombres y
mujeres de la sociedad cubana. La juventud de sus protagonistas,
su entrega total a la causa revolucionaria constituyó un ejemplo que
muchos jóvenes quisieron imitar. La Revolución Cubana hizo renacer
una fe inquebrantable en la revolución. Desde el Caribe, esa fe se
propagó por el mundo entero y sobre todo por el resto de América
Latina. Como consecuencia de la Revolución Cubana, la Guerra Fría,
es decir el enfrentamiento entre Capitalismo y Comunismo, se instaló
en el continente americano. La respuesta del gobierno de los Estados
Unidos, líder del bloque de los países capitalistas, fue la Doctrina de
la Seguridad Nacional.

La Doctrina de la Seguridad Nacional

La Guerra Fría supuso la creación en América Latina de un dispositivo


represivo de los movimientos sociales. Los oficiales de las Fuerzas
Armadas latinoamericanas comenzaron a recibir instrucción en
bases militares estadounidenses para la lucha contra el comunismo,
inspirados en una teoría conocida como Doctrina de la Seguridad
Nacional (DSN). Según esta doctrina los oficiales latinoamericanos
fueron formados para luchar en un nuevo tipo de guerra que tenía
lugar dentro de las fronteras de cada país. El enemigo a derrotar no
era ya –como había sido común hasta entonces– el ejército de un país
extranjero, sino que de lo que se trataba era de detectar y anular al
enemigo interno, es decir, un familiar, una vecina, un profesor, obrero
o profesora, maestra, ama de casa o funcionario, que apoyara las ideas
comunistas o incluso reformistas. Esta doctrina sirvió de fundamento
para el avasallamiento de los derechos de miles y miles de personas
en toda Latinoamérica, al justificar la tortura, las desapariciones y
los fusilamientos, entre otros métodos aberrantes utilizados para
detener las ansias de cambio que la Revolución Cubana sembraba por
toda América Latina. Influidas por estas ideas e intereses, durante las
décadas del 60, 70 y parte de la del 80, se instalaron a lo largo y a lo
ancho de nuestro continente, dictaduras cívico-militares que violaron
sistemáticamente los derechos humanos de la población mientras
imponían las políticas económicas elaboradas por el gran capital.

UNIDAD 5 143
En 1970, empujado por los conflictos y las luchas que crecían en nú-
mero y radicalidad, el general Onganía renunció a la presidencia de la Na-
ción. Fue reemplazado por el general Roberto Levingston, quien sólo unos
meses después debió renunciar para dejar el cargo en manos del general
Alejandro Agustín Lanusse. Consciente de que sólo con la represión no era
posible controlar la movilización social cada vez más combativa y extendida,
Lanusse convocó en 1971 a todas las fuerzas políticas, inclusive al peronis-
mo, a participar de un “Gran Acuerdo Nacional” (GAN) para consensuar la
política económica, el lugar de las fuerzas armadas en un nuevo gobierno y
una postura común de represión y rechazo hacia los sectores que adherían
al socialismo y la lucha armada. También el gobierno de Lanusse llamó a
elecciones, levantó la proscripción del Partido Justicialista y permitió el re-
greso de Perón que, tras 17 años de exilio, volvió fugazmente al país en 1972
para regresar definitivamente unos meses después.

El tERCER PERonismo (1973-1976)


Ante la negativa de Perón de aceptar las propuestas del GAN, las fuer-
zas armadas encontraron una forma de evitar que el líder popular se pos-
tulara como candidato en las elecciones que se llevarían a cabo en 1973.
Argumentando que Perón no registraba la cantidad de años necesarios de
residencia en el país, fue prohibida su postulación. El movimiento peronista
propuso entonces como candidato a Héctor Cámpora, hombre de confianza
del general durante su exilio, y cercano a los sectores juveniles del movi-
miento peronista. Cámpora fue el candidato del Frente Justicialista de Li-
beración (FREJULI) que vencería en las elecciones nacionales de marzo de
1973 a la Unión Cívica Radical liderada por Ricardo Balbín.
Luego de la “Revolución Libertadora”, el movimiento peronista se ha-
bía ido transformando. Se incorporaron nuevos sectores sociales que fueron
definiendo objetivos y líneas de acción no siempre coincidentes. Quienes,
reivindicando el peronismo, sentían una identificación con las ideas socialis-
tas de la Revolución Cubana y con otros movimientos de izquierda latinoa-
mericanos, se nuclearon en organizaciones como la Juventud Peronista y el
Peronismo de Base. Otros, conformaron grupos armados que terminaron
–casi todos ellos– reuniéndose en la organización guerrillera “Montoneros”.
Su principal objetivo era lograr el regreso de Perón y construir “la patria
socialista”. Consideraban que a la fuerza represiva de las dictaduras había
que enfrentarla con las armas. Asimismo, dentro del movimiento peronista,
había facciones contrarias a la Juventud y a Montoneros; no acordaban con
las acciones guerrilleras ni con el objetivo de crear una “patria socialista”.
Pretendían el regreso de Perón para volver a construir el Estado que se ha-
bía destruido desde el golpe de Estado de 1955.
Con Cámpora en la presidencia, el regreso tan esperado de Perón, lue-
go de 18 años de exilio, se haría realidad. Cámpora pasaría a la historia

144 HistoRia aRgEntina


como el símbolo de la lealtad, ya que asumió la presidencia con la promesa
de convocar a elecciones para que se presentase Perón como candidato. Sin
embargo, ese proceso no se produjo armónicamente. Las tensiones acumu-
ladas entre las distintas fracciones del movimiento peronista estallaron con
una violencia inusitada en la localidad bonaerense de Ezeiza, el 20 de junio
de 1973, día del regreso definitivo del general Perón a la Argentina. En esa
jornada tan esperada, centenas de miles de personas marcharon hasta Ezei-
za para darle la bienvenida a su líder. Repentinamente, la fiesta se transfor-
mó en tragedia, cuando un grupo ligado a sectores de derecha, encargado
de la organización del acto, recibió a balazos a las columnas de militantes
identificados con los sectores de la izquierda peronista.

Héctor Cámpora (en el centro, con anteojos), electo presidente de la argentina, responde a los
saludos de los jóvenes.

En tal contexto, Cámpora renunció y se convocó a elecciones nueva-


mente. En ellas se impuso el líder del movimiento peronista, Juan Domingo
Perón. El 12 de octubre de 1973, Perón inició su tercera presidencia acom-
pañado en la vicepresidencia por su esposa María Estela Martínez de Perón
(popularmente conocida como Isabel o Isabelita). Pero su presidencia fue
breve. El 1° de julio de 1974, quien había sido una de las figuras más in-
fluyentes de la política argentina del siglo XX, falleció. Perón no logró en
tan corto tiempo ni pacificar a su movimiento, ni aplicar con éxito políticas
económico-sociales similares a las de sus primeros gobiernos.

UNIDAD 5 145
Los enfrentamientos entre distintas corrientes peronistas se hicieron
más fuertes e intensos luego de la muerte de Perón, durante el gobierno de
su sucesora, María Estela Martínez de Perón. En esos días, los asesinatos de
militantes del peronismo de izquierda y de otras expresiones de la izquier-
da, se transformaron en moneda corriente, por parte de una organización
paramilitar, la Alianza Anticomunista Argentina (A.A.A.), más comúnmente
conocida –por sus siglas– como la Triple A. Esta organización agrupaba ele-
mentos de las fuerzas armadas, de los Servicios de Inteligencia del Estado
(SIDE) y de otros organismos de seguridad. Con lazos con agencias de se-
guridad de Estados Unidos, la Triple A era conducida internamente por el
ministro de Bienestar Social de la Nación José López Rega.
En medio de la violencia creciente y de una situación económica com-
plicada, el gobierno de María Martínez de Perón se fue debilitando y que-
dando a merced de los militares y los grupos económicos más poderosos.
En este marco, en 1975, el ministro de Economía Celestino Rodrigo intentó
impulsar un plan de ajuste de corte liberal. Fue tan drástico y perjudicaba
de tal manera a los sectores populares que la reacción no se hizo esperar.
La resistencia de los trabajadores fue tan contundente que el gobierno tuvo
que dar marcha atrás. En otros aspectos, la presidenta no pudo volver atrás.
Presionada por los militares, nombró comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas a Jorge Rafael Videla y decretó la Ley antisubversiva que habilitaba
a las fuerzas armadas a aniquilar a los elementos ideológicamente “peli-
grosos” en todo el territorio nacional. Como parte de esta misma decisión,
el gobierno lanzó el Operativo Independencia. A cargo del general Videla, el
operativo se propuso exterminar al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
otro de los más importantes grupos armados del período, con fuertes sim-
patías hacia la Revolución Cubana, que pretendía realizar una revolución
social de corte marxista.

diCtadURa militaR. tERRoRismo


dE Estado y nEolibERalismo (1976 – 1983)
La organización popular y sus variadas manifestaciones de lucha en
contra de las injusticias y desigualdades, la formación de guerrillas que te-
nían como modelo la Revolución Cubana u otras experiencias alternativas
al capitalismo, eran procesos que no sólo agitaban la realidad argentina.
Situaciones similares se vivían desde principios de los años 70, en Chile, en
Uruguay y en otros países de América Latina. La respuesta del gobierno de
los Estados Unidos y de los grupos y clases que en cada uno de los países
latinoamericanos le eran afines, no se hizo esperar. Distintos golpes de Es-
tado abrieron el paso a regímenes dictatoriales que, con el apoyo de Estados
Unidos, pusieron en marcha procesos de represión ilegal, que a la vez se
coordinaban regionalmente en el llamado Plan u Operativo Cóndor.

146 HistoRia aRgEntina


diCtadURas En améRiCa latina

argentina (1976 - 1983)

brasil (1964 - 1984)

Uruguay (1973 - 1985)

Chile (1973 - 1989)

Paraguay (1954 - 1989)

Perú (1968 - 1980)

1950 1960 1970 1980 1990

PERíodos diCtatoRialEs

Hacia fines de la década de 1970, casi toda américa del sur era gobernada por regímenes
dictatoriales.

En la Argentina, ante la evidencia de que el gobierno de la viuda de Perón


no podía garantizar la aplicación de un programa neoliberal, ni era capaz de
disciplinar a los trabajadores ni tampoco detener el avance de las organiza-
ciones guerrilleras, los grupos capitalistas más poderosos en alianza con las
fuerzas armadas (y con el apoyo del gobierno de Estados Unidos), decidieron el
desplazamiento del gobierno constitucional. El 24 de marzo de 1976, las fuer-
zas armadas tomaron nuevamente el poder del Estado de manera ilegal. Los
comandantes de las tres fuerzas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando
Ramón Agosti, reunidos en Junta militar, establecieron una dictadura a la que
llamaron “Proceso de Reorganización Nacional”. El pueblo argentino ingresaba
en una de las etapas más tristes y oscuras de su historia.

El dictador videla en la sociedad Rural argentina, entidad que nuclea a los más importantes
terratenientes pampeanos, es decir a uno de los grupos de mayor poder de la sociedad
argentina. tanto la sociedad Rural como la Unión industrial argentina (Uia) y las altas
jerarquías de la iglesia católica fueron los principales sustentos civiles internos de la
dictadura encabezada por el general videla.

UNIDAD 5 147
Las primeras medidas tomadas por la junta del gobierno de facto (así
se denomina a los gobiernos impuestos sin elecciones democráticas) estu-
vieron destinadas a sustraer los derechos y las garantías de la población. El
Estado, supuesto protector de la ciudadanía, se transformaría en su prin-
cipal agresor. Se disolvió el Congreso, se reemplazó a los miembros de la
Corte Suprema de Justicia y a los procuradores generales de la Nación y el
Tesoro, se prohibió la acción sindical, se suspendió el derecho a huelga, se
declaró el estado de sitio permanente, se prohibió el accionar de todos los
partidos políticos y se intervinieron las Universidades. Los cargos de gobier-
no se repartieron entre los miembros de las tres fuerzas. Mientras tanto,
comenzó a desplegarse el plan sistemático de exterminio de todo aquel que
fuera considerado un peligro, un subversivo, es decir de todo ciudadano sos-
pechoso de estar en contra de la “civilización occidental y cristiana”. Duran-
te siete años, el Estado ejerció la violencia contra sus ciudadanos, violando
sistemáticamente los derechos humanos de las personas y produciendo un
genocidio. El Estado, en teoría garante de las leyes y los derechos civiles,
dejó a la población desprotegida.
Las acciones directas en contra de los “sospechosos” de subversión
fueron una parte del plan; éste se completaba con el establecimiento de
un sistema de terror, generador de miedo, de autocensura y paralizador de
cualquier tipo de reacción civil. Las víctimas del genocidio fueron personas
ligadas a distintos espacios de militancia. Sin derecho a un juicio por sus
actos, fueron violentamente exterminadas y desaparecidas. El plan de exter-
minio recayó sobre la clase obrera, pero también sobre estudiantes secun-
darios y universitarios, religiosos, políticos, artistas, intelectuales, docentes,
abogados, científicos, periodistas y miembros de organizaciones sociales y
organismos de derechos humanos. La mayoría de las víctimas tenían entre
15 y 35 años. Pero también fueron víctimas niños y bebés que, secuestrados
o nacidos en cautiverio, se los alejó de sus familias biológicas y se les robó
la identidad, siendo entregados a otras familias que, en muchos casos, co-
nocían su procedencia.
No se trató de acciones desorganizadas e incoherentes. Hubo plani-
ficación. Hubo un sistema puesto al servicio del secuestro, la tortura y el
asesinato. Desde los más altos jefes militares hasta los rangos más bajos
de las fuerzas represivas, todos estuvieron implicados en un programa de
exterminio con pautas y formas de acción. Los encargados de la primera
instancia del plan eran los grupos de tareas que llevaban a cabo el primer
paso: el secuestro. Ocultos cobardemente bajo vestimenta civil, estos gru-
pos extraían a sus víctimas de sus hogares o de sus lugares de trabajo o
estudio. En algunos casos, se llevaban sus pertenencias y hasta sus hijos.
El segundo paso era la llegada del secuestrado a un centro clandestino de
detención: los campos de trabajo forzado y de exterminio establecidos para
concretar el plan. El tercer paso era la tortura en búsqueda de datos y dela-
ciones. El cuarto paso, generalmente implicaba el trabajo forzado, torturas

148 HistoRia aRgEntina


mediante. Por último, el asesinato. Las mujeres embarazadas que fueron
secuestradas, fueron violadas, golpeadas y, cuando sus niños nacían, eran
separados de ellas y apropiados. Según el informe de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas creada en 1983 por el presidente demo-
crático Raúl Alfonsín, hubo 340 centros clandestinos de detención (hoy se
calcula que fueron alrededor 500) diseminados a lo largo y ancho del país:
la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el Olimpo, la Perla, el Pozo de
Banfield, el Vesubio, la Escuelita de Famaillá, entre otros.
El sistema de desaparición de personas fue exportado a otras partes
del mundo. Los represores argentinos se jactaban de la eficacia del método
para combatir al enemigo ideológico. La desaparición sin juicio o explicación
alguna, dejaba a los familiares de las víctimas vulnerables y absolutamente
desprotegidos, al tiempo que generaba miedo y parálisis en toda la sociedad.
El método consistía en negar pero también mostrar algo de lo que sucedía
para generar espontáneamente el retraimiento de cualquier actitud crítica
o de denuncia.
La parálisis social fue un logro parcial. Los familiares de los desapa-
recidos, también víctimas, comenzaron a buscar a sus parientes y amigos.
En 1977, un grupo de madres tuvo el coraje de enfrentar a los responsables.
Recorrieron hospitales, comisarías, cuarteles, pidieron audiencias con los
miembros de las juntas. Cansadas de no obtener respuestas y superando el
miedo; movidas por el dolor pero también por el amor y el respeto por sus
hijos y nietos, comenzaron a juntarse frente a la Casa de Gobierno, en la Pla-
za de Mayo. Dieron vueltas a la Pirámide de Mayo, reclamando la aparición
de sus hijos. De ese modo, nació uno de los organismos de derechos huma-
nos más importantes del mundo: la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
El pañuelo blanco que colocan sobre sus cabezas simboliza los pañales de
sus hijos. Muchas de estas madres dieron la vida en esa lucha. Algunas co-
rrieron el mismo destino que sus hijos. Las que sabían que sus hijos o hijas
estaban a punto de ser padres, es decir, las que sabían que tenían nietos
desaparecidos, se organizaron en la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo
que hasta el día de hoy continúa con fuerza, militancia y amor, la búsqueda
de los nietos.

UNIDAD 5 149
desde 1977, madres y abuelas de los
desaparecidos marchan todos los
jueves por la Plaza de mayo, en busca
de respuestas. la costumbre que se
transformó en símbolo de esas marchas
–la de dar vueltas alrededor de la Pirámide
de mayo– surgió paradójicamente como
respuesta a un pedido de las fuerzas
represivas: la policía cuando intentaba
echarlas les requería que “circularan”. y
así lo hicieron y lo hacen, todos los jueves,
desde hace más de 38 años.

Acompañando a las Madres y Abuelas, muchos organismos de derechos


humanos se pusieron al frente de las denuncias y de la búsqueda, como la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Centro de Estudios
Legales y Sociales, el Servicio de Paz y Justicia. Colaboraron desde adentro y
apelaron también a la ayuda de organismos que se fueron formando en países
extranjeros. Junto con ciudadanos argentinos –expatriados– que habían logrado
escapar del país, se pusieron al frente de las denuncias en embajadas, gobiernos
extranjeros y organismos internacionales, haciéndole saber el mundo acerca de
la represión ilegal.
La ilegalidad también se trasladó a los medios de comunicación; el
aparato mediático nuevamente amparaba a quienes aterrorizaban al pueblo.
Vale mencionar que durante este período se concretó la venta de Papel Prensa,
la empresa argentina que se dedicaba a la producción de papel de diario. Los
antiguos dueños de Papel Prensa fueron presionados –secuestros y torturas

150 HistoRia aRgEntina


mediante– por corporaciones económicas en connivencia con hombres de
la Junta militar, para que vendieran a vil precio las acciones de la empresa.
Favorecieron de esta manera, el desarrollo de monopolios mediáticos que,
desde entonces, avanzan en el intento de incidir en la opinión de la ciudadanía
en forma favorable a sus intereses.
En 1978 se llevó a cabo el Mundial de Fútbol en nuestro país. La dictadura
gastó millones de dólares en la formación del Ente Autárquico Mundial,
encargado de la organización del campeonato. Buscaba distraer, entretener y
convencer a la población de que el “Proceso de Reorganización Nacional” era
necesario para la salud de la patria. Era además la ocasión para orquestar una
campaña internacional de “limpieza” de su imagen, aduciendo que quienes
hacían denuncias sobre violación a los derechos humanos en el extranjero eran
cómplices de la subversión y llevaban a cabo una campaña “anti-argentina”.
Esta “lavada de cara” del sistema represivo, no sólo fue llevada a cabo por los
jerarcas militares; fue acompañada por periodistas y conductores de televisión
mediante la difusión del mensaje “Los argentinos somos derechos y humanos”.
El apoyo a la campaña “Los argentinos somos derechos y humanos” evidenció la
complicidad de algunos sectores de la sociedad civil con la dictadura. Mientras
ella se desarrollaba y en medio de los festejos por la victoria de la selección
nacional en el campeonato, miles de personas eran víctimas de secuestro,
cárcel y las más terribles torturas.

la otra cara de la represión. El plan económico

Habiendo prohibido toda acción gremial y extendido el terror en toda


la sociedad, la clase dominante tenía las manos libres para aplicar un plan
económico neoliberal que se proponía eliminar las protecciones a todas las
actividades económicas consideradas ineficientes (como la pequeña y mediana
industria de capital nacional), disciplinar a los trabajadores generando ciertos
márgenes de desempleo y achicar el Estado, eliminando muchas de sus
funciones regulatorias. Quien estuvo a cargo de aplicar este plan económico fue
el ministro de Economía, José Alfredo Martínez Hoz.
Martínez de Hoz, defensor de las políticas neoliberales, sostenía que los
conflictos del país estaban ligados a un Estado que, a pesar de los intentos
realizados desde 1955, aún mantenía una alta intervención en la economía,
y que –a su entender– era ineficiente y derrochador de dinero. La crisis que
padecía la Argentina era explicada además por el nuevo ministro de la dictadura,
como producto de una clase trabajadora muy rebelde y demandante, que
debía ser disciplinada. Era el mercado el que debía ocuparse de la economía
mientras al Estado le tocaba la tarea de “calmar” la protesta y garantizar el
orden. La represión era la herramienta necesaria para llevar a cabo el modelo
económico. La economía debía estar “abierta” al capital extranjero; el Estado no
debía interferir con la regulación de precios, salarios y protección a la industria
nacional.

UNIDAD 5 151
José Alfredo Martínez de Hoz (en la foto, jurando como ministro de Economía) era integrante
de una poderosa familia de terratenientes pampeanos. Había formado parte del directorio
de grandes compañías como Acindar y Pan American Airways. Antes del golpe de Estado,
Martínez de Hoz era titular del Consejo Empresario Argentino, una organización que reunía a
representantes de las más importantes empresas rurales e industriales del país, inclusive
a las de capital extranjero.

Tendencias del capitalismo mundial: crisis del petróleo


y neoliberalismo

Durante la década del 70, el capitalismo vivió una fuerte crisis


económica ligada al aumento del precio del petróleo, principal fuente
de energía de la economía mundial. Esta situación llevó a la mayoría
de los países centrales a un fuerte proteccionismo de sus economías
al tiempo que recobraban fuerza los postulados neoliberales
con un nuevo protagonista a la cabeza: el sector financiero. El
neoliberalismo suponía un nuevo paradigma productivo basado en
el avance tecnológico, la utilización de la informática y la robótica, la
flexibilización de los procesos productivos en función de la demanda y
la “producción racionalizada” basada en la menor utilización de mano
de obra. Las decisiones de políticas económicas antes llevadas a cabo
por los Estados, debían ser liberadas a las reglas del mercado. Para
ello había que limitar las capacidades regulatorias de los Estados,
achicarlos, transferir a la esfera privada las empresas estatales (de luz,
gas, agua, teléfonos, etc.), así como eliminar o restringir notablemente
los derechos de los trabajadores, para asegurar mayores ganancias y
mayor libertad de acción a los capitalistas.

152 Historia ARGENTINA


La política económica de Martínez de Hoz favoreció la entrada de productos
importados, lo que generó un masivo cierre de fábricas nacionales y un aumento
significativo de la desocupación. La situación de las industrias se agravó con la
caída del consumo causada por los bajos salarios de los trabajadores. Se iniciaba
así un fuerte proceso de desindustrialización, alentado además por las medidas
tomadas en el plano de las finanzas. En este campo, el ministro buscó facilitar
la operatoria del sector financiero para atraer las inversiones extranjeras.
Pero, en realidad, los capitales que llegaron, en lugar de volcarse a actividades
productivas, se localizaron en las finanzas, haciendo crecer enormemente el
número de bancos y de entidades financieras. La compra y venta de dólares, la
colocación de dinero a plazo fijo y los elevados intereses convertían al negocio
financiero en una fuente de cuantiosas ganancias, mucho más redituable que lo
que podía obtenerse en el sector productivo de la economía. El dólar barato,
accesible sólo a las clases medias altas y a los más ricos, incentivaba viajes al
exterior y las importaciones de productos de lujo. Mientras tanto aumentaba
la necesidad de dólares para sostener el juego especulativo, los viajes al
exterior y un volumen creciente de importaciones. Dado que no se producía
simultáneamente un crecimiento de nuestras exportaciones que permitiera
obtener a través de ellas los dólares que se requerían internamente, la
“solución” fue el endeudamiento externo.
Durante la dictadura militar, la deuda externa pasó de aproximadamente
6.000 millones de dólares a más de 40.000. Este crecimiento exorbitante benefició
a grandes empresarios que se dedicaron a sacar beneficios con la especulación
financiera. Grupos empresariales del sector privado se enriquecían al tiempo que
el Estado se endeudaba y el país entero se empobrecía y se desindustrializaba. El
enriquecimiento de unos pocos generó así la pobreza de millones. Podríamos decir
entonces que el genocidio no sólo alcanzó a un sector movilizado de la sociedad a
través de la aplicación del terror de Estado. El genocidio fue también económico y
social, ya que por la aplicación de estas políticas económico-sociales antipopulares
–profundizadas en los años subsiguientes– una buena parte de la población se
quedó sin trabajo, empobreció, padeciendo consecuencias aún perceptibles en
el tejido social de la Argentina.
El gasto público en servicios sociales como salud, educación y jubilaciones
se redujo al mínimo mientras crecían los gastos del Estado en armamentos (con
la excusa de la guerra contra la subversión y otras convocatorias nacionalistas,
como una guerra que casi estalla con Chile), y en la construcción de autopistas
y estadios para el mundial de fútbol.
En 1981, Videla y el ministro Martínez de Hoz abandonaron sus cargos y
asumió la presidencia el general Roberto Viola, quien gobernó hasta fines de ese
año. Lo reemplazó el general Leopoldo Fortunato Galtieri. Poco tiempo después,
en marzo de 1982, la organización que nucleaba a los trabajadores organizados, la
Confederación General del Trabajo (CGT), convocó a una manifestación a la Plaza
de Mayo para reclamar “Pan, paz y trabajo”. Fue ferozmente reprimida, pero por
su importante convocatoria y, además, por el sólo hecho de haberse convocado,
era una expresión de que algunos sectores de la sociedad comenzaban a vencer
el miedo y a movilizarse.

UNIDAD 5 153
malvinas y Fin dE la diCtadURa
En el marco de una sociedad que se ponía en movimiento y de un modelo
económico que se derrumbaba, la dictadura se lanzó, como estrategia de
sobrevivencia, a la Guerra de Malvinas.
El 2 de abril de 1982, las fuerzas armadas tomaron las Islas Malvinas,
que estaban bajo dominio británico desde 1833. El lema era la recuperación
de la soberanía nacional pero, en realidad, se trataba de una nueva
convocatoria al nacionalismo de los argentinos para reunificarlos detrás
de un objetivo común, en un momento en que arreciaban las críticas a la
dictadura. El haber comprometido a la sociedad argentina en esta aventura
bélica, fue una demostración más de la cobardía e irresponsabilidad de
los militares y civiles que dirigían al país. En efecto, quienes pusieron el
cuerpo en una guerra contra una de las potencias militares más poderosas
del mundo, fueron los jóvenes que estaban realizando el servicio militar
obligatorio. Muchos militares especialistas en torturar y desaparecer fueron
los primeros en deponer las armas. Parte de la prensa argentina fue cómplice
de la campaña nacionalista de la dictadura, exaltaban los valores patrióticos
y publicaban falsedades, haciendo creer a la sociedad civil que la Argentina
iba ganando la guerra. A dos meses de la invasión, la derrota era un hecho.
El resultado de la aventura bélica de los represores fue la muerte de 649
jóvenes y más de 1.000 heridos, que se sumaban a los 30.000 desaparecidos
bajo el terrorismo de Estado.

tapa de la revista gente,


del 6 de mayo de 1982.

Jóvenes correntinos y chaqueños en malvinas, 30 de abril de 1982

154 HistoRia aRgEntina


Luego de la guerra, el general Galtieri presentó su renuncia y asumió la
presidencia el general Reynaldo Bignone. En medio de la movilización social por
la crisis económica y la derrota bélica, el exorbitante aumento de la pobreza,
la quintuplicación de la deuda y la ya inocultable violación permanente a los
derechos humanos, la reapertura democrática parecía inevitable. En ese marco,
el general Bignone dictó la Ley de Autoamnistía. Reconoció “errores y excesos”,
pero dado que las fuerzas armadas habían actuado –según su interpretación–
por el bien de la patria y en contra de los enemigos de la Nación, no debían ser
juzgados por los hombres sino por Dios. La ley dictaba que ningún miembro
de las fuerzas armadas y de seguridad podría ser acusado ante tribunales
militares o civiles.

El REtoRno dE la dEmoCRaCia
Acorralados por multitudinarias manifestaciones que reclamaban la
apertura democrática y por los movimientos de derechos humanos, los militares
decidieron la reapertura democrática y el llamado a elecciones para el 30 de
octubre de 1983. En ellas se impuso el candidato de la Unión Cívica Radical,
el Dr. Raúl Alfonsín, quien, durante la campaña, había hecho hincapié en la
cuestión de los derechos humanos y en el respeto de la Constitución Nacional.

luego de una intensa campaña, la UCR se impuso en las elecciones de 1983 con el 51,7% de los
votos, derrotando por primera vez en comicios sin restricciones a una fórmula justicialista.El
10 de diciembre de ese año, Raúl alfonsín asumió la Presidencia de la República. Una multitud
saludó el retorno de la democracia en la Plaza de mayo, en torno del histórico Cabildo.

UNIDAD 5 155
La democracia debía resolver principalmente la situación de las víctimas
del terror, debía buscar a quienes habían sido secuestrados y desaparecidos,
debía juzgar y castigar a los culpables. Asimismo, tenía el deber de resolver la
grave situación económica generada por la dictadura: un país desindustrializado,
con una tasa de desocupación altísima y una deuda externa enorme. Esta se
había quintuplicado por la fiesta especulativa ya analizada, pero además, porque
la deuda contraída por las grandes empresas de capital privado fue estatizada
por los dictadores, es decir transformada en una deuda de la que debía hacerse
cargo el Estado nacional, o sea todo el pueblo argentino.
Una de las primeras acciones del gobierno de Alfonsín fue la creación
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP),
conformada por científicos, periodistas e intelectuales, como René Favaloro,
Gregorio Klimovsky, Adolfo Pérez Esquivel, y el obispo de Neuquén Jaime de
Nevares, uno de los representantes de la Iglesia que se opuso con más firmeza a
la dictadura. La comisión estaba presidida por el escritor Ernesto Sabato y tenía
la misión de hacer una investigación acerca de los desaparecidos, los centros
clandestinos de detención y el accionar de las fuerzas armadas y de seguridad,
mediante la búsqueda de testimonios de familiares. El presidente Alfonsín no
anuló la Ley de Autoamnistía, pero dispuso que los militares involucrados fueran
juzgados por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas durante el plazo de
un año. Finalizado ese plazo, los casos pasarían a la justicia civil. Asimismo el
presidente ordenó el procesamiento de los líderes del ERP y de Montoneros.
Algunos sectores de la sociedad construyeron para esa época lo que se
conoce como la “teoría de los dos demonios”. Desde esta visión, explicitada en el
prólogo del informe Nunca Más (elaborado por la CONADEP), los enfrentamientos
que habían sacudido a la sociedad argentina en las décadas de 1960 y 1970 se
reducían a la disputa entre las fuerzas armadas y las organizaciones guerrilleras.

teoría de los dos demonios


la teoría de los dos demonios fue la lectura predominante que se
hizo durante los años del gobierno de alfonsín acerca de las causas
de los enfrentamientos que sacudieron a la sociedad argentina desde
fines de los años sesenta y durante los años setenta. Esta concepción,
explicitada en el informe nunca más, sostenía que nuestro país fue
escenario de un conflicto entre dos extremos ideológicos: la derecha y
la izquierda. Es decir, entre las fuerzas armadas y las organizaciones
guerrilleras, “dos demonios” que tenían en común una lógica que
buscaba imponerse a través del aniquilamiento del contrario. ambos
habrían introducido al país en una espiral de muerte y violencia
haciendo víctima al resto de la sociedad, que asistía impotente e
inerme a sus enfrentamientos.
Esta lectura, con el tiempo, se evidenció muy problemática.
Por un lado, porque el grueso de las víctimas de la dictadura

156 HistoRia aRgEntina


fueron trabajadores, no guerrilleros. Por otra parte, porque las
investigaciones demuestran que, para el momento del golpe de
1976, las agrupaciones armadas ya estaban muy debilitadas. y sobre
todo, porque no se puede analizar un conflicto sin tener en cuenta
a la sociedad que lo engendra. ¿dónde habían sido elaboradas las
políticas antipopulares impuestas luego del golpe de 1955? ¿de
dónde habían emergido las respuestas y resistencias a esas políticas?
¿de dónde se reclutaban militares y guerrilleros? Responder a estas
preguntas nos conduce inevitablemente a pensar en la sociedad,
en determinados grupos sociales, en sus diversos y contradictorios
intereses.
ahora bien, al hablar de dos demonios se igualaba el terrorismo de
Estado con las acciones violentas de las organizaciones guerrilleras,
ocultando la relación de fuerzas totalmente desigual entre ambos;
por otra parte, al colocar a toda la sociedad como víctima, se
echaba un velo sobre las responsabilidades del poder económico, la
jerarquía católica, algunos dirigentes políticos y sindicales, así como
funcionarios extranjeros, en el terror de Estado.
Esta teoría fue hegemónica hasta que, a partir de 2003, desde el
Estado se cambió el foco de análisis y desde entonces muchos
entienden que lo sucedido en nuestro país a partir de 1976 debe
ser leído como terrorismo de Estado. Es decir que el Estado, la
institución política más importante del país, fue puesto al servicio
de la implementación de un plan sistemático de aplicación del terror
sobre distintos grupos de la población con el objetivo de disciplinarla
y facilitar la aplicación de un proyecto neoliberal.

En 1985, cumplido sin resultados el plazo que tenía la justicia militar, y una
vez finalizada la investigación llevada a cabo por la CONADEP, se iniciaron los
juicios civiles a las Juntas Militares. El juzgamiento a las juntas militares por las
instituciones democráticas fue el reclamo más profundo que la sociedad pedía
a la justicia y al Poder Ejecutivo. Lamentablemente, la enormidad del aparato
represivo, los años de impunidad y la ineficacia del Estado, hicieron y hacen muy
difícil esta tarea tan reclamada por amplios sectores de la sociedad.
La justicia civil comenzó por las caras más visibles, juzgando a quienes
estuvieron a la cabeza del proceso dictatorial. Se dictó prisión perpetua contra
Videla y Massera. Viola fue condenado a 17 años de prisión mientras que Galtieri fue
absuelto de las acusaciones por violación a derechos humanos pero fue detenido
por incompetencia en la Guerra de Malvinas, juzgado por la justicia militar.
Desde sectores civiles que habían apoyado el golpe, se hicieron escuchar
quejas. Se difamó a los familiares de las víctimas y se sostuvo que las fuerzas
armadas habían actuado para defender a la población civil de quienes querían

UNIDAD 5 157
conquistar la Argentina con revoluciones sociales. Otro problema para la
justicia fue el juzgamiento de quienes pertenecían a los rangos inferiores de las
fuerzas y aducían que actuaron obedeciendo órdenes: de secuestrar, torturar,
robar bebés. Para llevar a cabo el genocidio, se edificó una enorme estructura
represiva: desde la cúspide jerárquica, pasando por la oficialidad, hasta los
grupos de tareas, los miembros de la policía federal y las policías provinciales.
Estos sectores de las fuerzas de seguridad comenzaron a protestar,
apoyados por civiles, empresarios, periodistas, miembros de la Sociedad Rural.
Para 1986, el malestar en el ejército amenazaba la estabilidad de la democracia.
En orden de aliviar el descontento, el Congreso dictó la Ley de Punto Final que
consistía en fijar el mes de febrero de 1987 como fecha límite para presentar
demandas contra los responsables de la represión ilegal. Contra lo esperable,
las causas contra los represores se multiplicaron a lo largo y ancho de todo
el territorio nacional, alterando aún más a las fuerzas armadas. En abril de
1987, un grupo de militares liderados por el coronel Aldo Rico, se acuarteló
en Campo de Mayo pidiendo la finalización de los juicios. Era Semana Santa
y los “carapintadas” (nombre dado a los militares rebeldes) se sublevaron
contra la democracia. El presidente Alfonsín fue a negociar en persona con
los amotinados. La salida del levantamiento se produjo a través de un acuerdo
que derivó en la sanción de la Ley de Obediencia Debida. Por medio de esta
ley, se suspendían los juicios contra quienes habían participado de la represión
aduciendo que obedecían a sus superiores. Así, miles de torturadores quedaron
en libertad, muchos de ellos ocupando cargos en las fuerzas de seguridad. La
sociedad asistía a un período de retroceso en su búsqueda de verdad y justicia.
A lo largo de 1988, se sucedieron levantamientos y acuartelamientos militares.
La democracia parecía en peligro y, a la vez, claudicante frente al poder militar.
La otra cara de la salida democrática fue la tarea de enfrentar la difícil
situación económica heredada de la dictadura. Tras más de cinco años de
políticas neoliberales, implementadas sobre todo por el ministro Martínez
de Hoz, garante del enriquecimiento de los sectores de la élite empresarial,
terrateniente y financiera, las consecuencias eran gravísimas. La masiva
desocupación, la caída de los salarios de los trabajadores, el vaciamiento de las
reservas del Estado, la quiebra generalizada del sector productivo y la gravísima
situación de endeudamiento público formaban parte de la pesada herencia
dejada por la dictadura al gobierno radical. El Estado se había empobrecido
manifiestamente, mientras había crecido la riqueza y el poder de grandes grupos
económicos nacionales y extranjeros. Desde entonces, estos grupos no habrían
de cejar en sus intentos de condicionar al gobierno de Alfonsín, así como a los
distintos gobiernos que le sucedieron.
Frente a esa pesada herencia, luego de diversos intentos fracasados de
alentar la producción, el empleo y contener la inflación, el gobierno de Alfonsín
quedó a merced de las tensiones y conflictos de intereses de distintos grupos de
capitalistas. La decisión del gobierno de favorecer a los grandes grupos económicos
nacionales y extranjeros con inserción local; su dificultad, desde 1988, para
“honrar la deuda” (situación generosamente propagandizada por el ex funcionario
de la dictadura Domingo Cavallo, ante las autoridades estadounidenses y

158 HistoRia aRgEntina


los organismos internacionales de crédito), alentaron a otro grupo, el de los
acreedores externos, a poner en marcha un golpe de mercado. Se trataba de
una nueva forma de golpe destinada a sembrar el caos, el desprestigio de las
autoridades elegidas democráticamente y de allanar el camino para achicar el
Estado y entregar las empresas estatales a los acreedores de la Argentina.
La nueva forma de intervención destituyente no venía acompasada por
el tradicional ruido de tanques y fusiles, tampoco por los ritmos marciales de
las marchas militares. La nueva forma de golpear se desató con una “corrida
cambiaria” alentada por bancos nacionales y extranjeros acreedores del Estado.
Estos grupos hicieron subir notablemente el precio del dólar y, en catarata, se
produjeron: un deterioro desenfrenado del valor del peso, aumentos constantes y
desquiciados de los precios de los productos de primera necesidad, especulación
financiera, desesperación y saqueos de comercios y supermercados.
El país vivía en medio de la hiperinflación. El proceso hiperinflacionario
licuaba, segundo tras segundo, los ingresos de los asalariados, instalaba el terror
del hambre entre todos los que vivían de un empleo, así como entre pequeños
comerciantes y pequeños y medianos industriales. También licuaba a ritmo
vertiginoso el escaso poder del primer gobierno de la vuelta a la democracia,
generando las condiciones para una salida anticipada del presidente Raúl
Alfonsín. Una vez más, un gobierno elegido democráticamente no podía concluir
su mandato, en este caso acorralado por un golpe de mercado.

HiPERinFlaCionEs y PRoFUndizaCión
dEl nEolibERalismo
En julio de 1989, en reemplazo de Alfonsín, llegaron al gobierno nacional
Carlos Menem y Eduardo Duhalde, la fórmula triunfante del Frente Justicialista
Popular en las elecciones presidenciales celebradas en mayo. Durante su
campaña, el nuevo presidente había prometido la “revolución productiva” junto
con el afianzamiento de la cultura del trabajo y el “salariazo”, como salida a la
crisis. La promesa de implementar un proyecto industrialista y redistribucionista
no pudo cumplirse. Luego de ser sometido a un nuevo golpe hiperinflacionario,
el gobierno justicialista entendió rápidamente el mensaje de los grandes grupos
financieros y restableció la política neoliberal de la dictadura.
Para implementarla, al tiempo de asumir, puso al frente del ministerio
de economía a Domingo Cavallo. Este economista había sido presidente del
Banco Central durante la dictadura militar, y como tal había colaborado con el
enriquecimiento ilegal del empresariado argentino mediante la estatización de
sus deudas privadas, es decir traspasando a la responsabilidad del Estado –y
por lo tanto a todos los argentinos y argentinas– el pago de sus obligaciones. Es
decir que si Menem llegó al poder en 1989 levantando las banderas históricas
del peronismo de inclusión y justicia social, muy pronto comenzó a gestionar en
dirección contraria, traicionando al movimiento al que pertenecía.

UNIDAD 5 159

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