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Sin el derecho a la libertad de expresión es imposible que la ciudadanía se informe o exija a las
autoridades una adecuada rendición de cuentas, incluso se vería imposibilitada para compartir
posturas con el resto de personas por lo que la percepción propia y la visión del mundo estaría
estrechamente limitada, como ha señalado reiteradamente el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.

El derecho a la libertad de expresión está protegido por la Declaración Universal de Derechos


Humanos, cuyo artículo 19 señala:

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de
no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones,
y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

A nivel regional, el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH)


salvaguarda este derecho y amplía su margen de protección al prohibir expresamente
restricciones indirectas en su ejercicio y al acotar la censura previa sólo para proteger derechos
de terceros y por razones de seguridad nacional y orden público:

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho


comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por
cualquier otro procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa
censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y
ser necesarias para asegurar:

a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o

b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.

3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el
abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias
radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera
otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.

4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura previa con el exclusivo
objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia, sin
perjuicio de lo establecido en el inciso 2.
5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio
nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción
ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de
raza, color, religión, idioma u origen nacional.

Dentro del Sistema Interamericano de Derechos Humanos se ha desarrollado una amplia


doctrina y jurisprudencia sobre lo que envuelve a este derecho, sobre todo por la triple función
que tiene la libertad de expresión: es el derecho a pensar por cuenta propia pero también el
derecho a compartir sentimientos e ideas sin ningún tipo de discriminación; es clave para el
ejercicio de otros derechos y es piedra angular de la democracia, pues para conformar una
sociedad libre y democrática es necesario que esta esté suficientemente informada. Este
desarrollo va consonancia a lo que previamente señaló el Comité de Derechos Humanos:

“las libertades de información y de expresión son piedras angulares de toda sociedad libre y
democrática” (Caso Aduayom y otros c. Togo).

A pesar de su amplitud, este derecho no es absoluto. Además de las restricciones respecto al


respeto a derechos de terceros y por razones de seguridad nacional, la CADH en su artículo 13,
en su numeral 5, prohíbe “toda propaganda en favor de la guerra”, la “apología del odio
nacional, racial o religioso” o “incitar a la violencia contra cualquier persona o grupo de
personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”.

En el Sistema Universal de Derechos Humanos estas restricciones se especifican en el artículo


19, numeral 3, y en el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Político
(PIDCP):

Artículo 19:

3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y


responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que
deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para:

a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás;

b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.

Artículo 20

1. Toda propaganda en favor de la guerra estará prohibida por la ley.

2. Toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la
discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley.
Los Estados tienen la posibilidad de limitar el derecho a la libertad de expresión, pero no
pueden hacerlo de forma arbitraria. Como se puede apreciar, el artículo 19, numeral 3, del
PIDCP, establece que las restricciones tienen que estar expresamente fijadas por ley y ser
necesarias.

En consonancia con lo anterior, la CoIDH ha manifestado en su jurisprudencia constante el


alcance que pueden tener estas restricciones. En particular, en la sentencia del caso Kimel vs
Argentina, ese máximo tribunal regional determinó que no basta que los límites estén definidos
de forma precisa y clara en una ley, sino que deben ser necesarios para los fines que busca una
sociedad democrática y además ser proporcionales, en el sentido de que las vías o medios que se
utilicen para restringir tal derecho deben ser las idóneas e ideales para salvaguardar el bien
jurídico que se quiere proteger.

Aunque parezca excesivamente meticuloso, el desarrollo de este test tripartita está en función
del alcance democrático que tiene la libertad de expresión, pues no tiene una dimensión
únicamente individual sino también colectiva:

El alcance democrático de la libertad de expresión reconocido por el derecho internacional de


los derechos humanos, implica tanto la facultad de cada persona de expresar sus pensamientos,
como la de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, ya sea en forma oral,
impresa, a través de medios masivos de comunicación o cualquier otro medio de su elección.
Este alcance democrático de la libertad de expresión reconoce entonces una dimensión colectiva
que incluye el derecho del público a recibir y el derecho de quien se expresa mediante un medio
de comunicación a difundir la máxima diversidad posible de información e ideas.

Lo anterior implica que las violaciones contra el derecho a la libertad de expresión, incluidas las
restricciones innecesarias o desproporcionales, no sólo afectan a las personas agredidas en el
ejercicio de su derecho sino también pueden constituir una afectación a toda la sociedad en la
medida en que cesa el libre flujo de ideas, opiniones e informaciones.

Las dos dimensiones mencionadas de la libertad de expresión deben ser garantizadas


simultáneamente. No sería lícito invocar el derecho de la sociedad a estar informada verazmente
para fundamentar un régimen de censura previa supuestamente destinado a eliminar las
informaciones que serían falsas a criterio del censor. Como tampoco sería admisible que, sobre
la base del derecho a difundir informaciones e ideas, se constituyeran monopolios públicos o
privados sobre los medios de comunicación para intentar moldear la opinión pública según un
solo punto de vista (La colegiación obligatoria de periodistas, OC-5/85, párr. 32).
C. LA PROTECCIÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN LA LEGISLACIÓN
DOMÉSTICA DEL PERÚ

8. La legislación vigente en el Perú se encuentra en relación con la de otros Estados del


hemisferio entre las más protectoras de la libertad de expresión. La Constitución peruana
incorpora expresamente la libertad de expresión e información como una de las garantías para el
establecimiento de un estado de derecho.

9. La Constitución Política de Perú garantiza el derecho a la libertad de expresión


en su artículo 2° inciso 4 que establece:

Toda persona tiene derecho a las libertades de información, opinión, expresión y difusión del
pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de
comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las
responsabilidades de la ley.

19. Como consecuencia de esta situación, el Relator Especial solicitó


personalmente al Presidente del Consejo de Ministros de Perú, señor Alberto Bustamante
Belaúnde, emprendiera las gestiones necesarias para armonizar legislación doméstica con el
artículo 13 de la Convención Americana.

D. LA DIFUSIÓN DE EXPRESIONES DE DISENSO POLÍTICO EN EL PERÚ

20. El respeto de la libertad de expresión en Perú es uno de los temas de mayor


preocupación para la Comisión dada su importancia para el sostenimiento del sistema
democrático. Además de coadyuvar a la protección de los demás derechos fundamentales, la
libertad de expresión cumple un rol fundamental en el control de los actos de gobierno ya que
expone los abusos de poder, así como las infracciones a la ley cometidas en perjuicio de los
ciudadanos.

22. Según concluyera la Comisión en el Capítulo II del presente Informe, el Poder


Judicial ha visto severamente limitada su autonomía e independencia y con ellas su papel como
garante de la vigencia de los derechos humanos en el Perú. Como consecuencia, no existe un
efectivo control judicial de la constitucionalidad y legalidad de los actos del poder público y el
estado de derecho se encuentra debilitado.

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