Lucro Cesante
Lucro Cesante
Lucro Cesante
EL LUCRO CESANTE
1.1. Concepto
Por lucro cesante no debe entenderse el ingreso bruto sino únicamente la ganancia o
el rédito que el damnificado obtendría de no haberse producido el evento dañoso. Es
decir, es el resultado de los ingresos menos los gastos que habitualmente se abonan
para mantener la fuente de ingreso y para producir el ingreso. Para entenderlo mejor,
podemos utilizar el siguiente esquema:
A pesar de la claridad con la que en doctrina se entiende por lucro cesante (ganancia
o rédito dejado de percibir), la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia,
con frecuencia ha cometido el error de asimilarlo al ingreso bruto que la víctima
percibía antes del evento dañoso.
Ello ocurre principalmente en los procesos laborales, en los que se demanda una
indemnización por despido y se entiende incorrectamente que el lucro cesante es
sinónimo de remuneración mensual (ingreso bruto). Así por ejemplo tenemos:
1.2. Clases
Una de las características del resarcible el daño es que debe ser cierto. Este es
probablemente el escollo principal para configurarlo; y, en todo caso, el que más
problemas presenta en la práctica judicial[3].
Teniendo en cuenta las circunstancias y las actitudes del perjudicado, es como debe
valorar el juez si una determinada ventaja se habría o no realizado a su favor.
Aunque debe entenderse bien que la certidumbre, dentro del campo de lo hipotético,
no puede ser absoluta, por lo que hay que conformarse con una certeza relativa, o
sea, con una consideración fundada y razonable[4].
Entonces, el lucro cesante, como todo daño, debe ser probado, y no escapa a esta
regla general. Sin embargo, debido a su especial naturaleza, la exigencia de la
certidumbre debe ser moderada, y por lo tanto su acreditación será mayormente
por vía indirecta, a través de presunciones y siempre mediante el aporte
de circunstancias objetivas que validen las cantidades que se infieren por concepto
de lucro cesante.
El nivel de prueba exigido está constituido por una sólida probabilidad[5] de que, a
consecuencia del daño, el damnificado no incrementará su patrimonio conforme al
normal acontecer de las cosas y de las circunstancias del caso específico.
Pero además tiene que comprar remedios, requiere pagar la ambulancia que lo llevó
hasta el hospital desde el lugar del accidente, puede necesitar tratamiento
psiquiátrico, quizá va a tener que someterse a una costosa rehabilitación por varios
meses, paralelamente pierde un negocio importante debido a su hospitalización y
además no se encuentra en aptitud de trabajar para mantener a su familia durante un
largo tiempo, etc. (Ídem)
Se aprecia que a diferencia de lo que ocurre con el daño emergente, dónde el valor
económico salió o saldrá del patrimonio, en el lucro cesante, el valor económico no
entró o no entrará en el patrimonio del perjudicado. (García Huayama, 2019, pp.
190-191)
Por tanto, la indemnización tiene como objetivo volver las cosas al estado anterior al
incumplimiento del contrato, o al daño causado extracontractualmente, y para tal
cometido se recurre a las voces del daño emergente, del lucro cesante, el daño a la
persona y el daño moral. Siendo los dos primeros parte de los llamados daños
patrimoniales y los dos últimos integrantes de la categoría de los daños
extrapatrimoniales.
Somos del parecer que los daños trascienden al derecho civil y se presentan también
en otros ámbitos como el de libre competencia, competencial desleal, ambiental,
laboral, etc. Y que aquellos daños son reparados mediante la aplicación de las reglas
generales de la responsabilidad civil, sin embargo no nos queda claro si lo mismo
podríamos decir del lucro cesante ya que la ganancia dejada de percibir podría ser
subsumida o compensada mediante otros remedios que otorgue la rama del derecho
dónde se produjo el daño. O por el contrario, podría ser excluido su otorgamiento.
El artículo 1985 señala que debe existir una relación adecuada entre el daño y el
hecho producido a diferencia del artículo 1321 que exige en cambio que los daños
sean una consecuencia directa e inmediata de la inejecución de la obligación.
Para que una conducta sea causa adecuada de un daño es necesario que concurran
dos factores o aspectos: un factor in concreto y un factor in abstracto. El primero
de ellos debe entenderse en el sentido de una relación de causalidad física o
material, lo que significa que en los hechos la conducta debe haber causado el daño,
es decir, el daño causado debe ser consecuencia fáctica o material de la conducta
antijurídica del autor. (Taboada Córdova, 2005, pp. 84-85)
En este orden de ideas, se concluye per se que las responsabilidades que tienen las
instituciones educativas descansa en que mientras se encuentren sus alumnos bajo su
custodia, estén libres de todo peligro, de forma que si ocurre alguna agresión o
maltrato, deberán de manera inmediata adoptar acciones necesarias y oportunas; de
lo contrario son responsables por contravenciones a los derechos de los niños por
omisión de sus funciones, tal y como ocurre en el presente caso; en consecuencia la
infracción denunciada no puede prosperar.
Aquí se invocan dentro de los daños patrimoniales, al daño emergente a pesar que
no está plasmado legislativamente en la órbita extracontractual. Sin embargo,
invocan también al daño moral pero prescindiendo del daño a la persona.
7. Conclusiones
Aquel que causa un daño a otro debe repararlo y en esa línea, el responsable está
obligado a reparar tanto los daños patrimoniales (daño emergente, lucro cesante)
como los extrapatrimoniales (daño a la persona y daño moral) incluso en el caso que
alguna de estas voces (daño emergente) no esté plasmada en la órbita
extracontractual.