Divorcio Jurisprudencia Interpretación Del Concepto de Vivienda Familiar
Divorcio Jurisprudencia Interpretación Del Concepto de Vivienda Familiar
Divorcio Jurisprudencia Interpretación Del Concepto de Vivienda Familiar
I. Introducción
El litigio versa sobre el pedido de atribución de un inmueble como vivienda
familiar por parte de la excónyuge para uso propio y de sus hijas menores
de edad a su cuidado.
La contraparte sostiene que el inmueble nunca fue habitado por la familia,
por lo que no cabe la aplicación de la norma protectoria.
El juez de Primera Instancia hace lugar a la acción, atribuye la vivienda a la
actora y a sus hijas y declara de oficio la nulidad del contrato de comodato
oneroso que el demandado había celebrado con un tercero luego de
formulado el pedido de la actora en el mismo proceso y sin participación
del cocontratante.
La Cámara ratifica la sentencia fundándose en una interpretación amplia
de lo que debe considerarse vivienda familiar y por considerar que el
contrato de comodato le resultaba inoponible a la cónyuge.
II. El caso
En los autos Nº 97759/2019, caratulados “F. F., V. J. y otros c/ D., E. A. D.
C. D. J. s/ medidas precautorias”, la Sala J de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, con fecha 16 de octubre de
2020, confirmó la sentencia de primera instancia que confirió el uso de una
vivienda a la excónyuge y a la hija menor de edad del matrimonio hasta
que se encuentre firme la sentencia de liquidación de la comunidad de
bienes –proceso que no se había iniciado aún–. Dispuso que en esa
oportunidad se debería resolver si procede extender su uso y, en su caso,
por qué plazo y bajo qué modalidad. Ordenó, además, el reintegro a dicho
domicilio de la accionante y sus dos hijas de menores de edad. Para poder
otorgar el uso del inmueble en cuestión, el juez a quo había declarado la
nulidad de un comodato oneroso firmado por el excónyuge con un tercero,
sin intervención de este último, por entender que para dicho contrato
resultaba necesaria la conformidad de la excónyuge y que, ante la falta del
asentimiento, le resultaba inoponible.
El fallo firmado por las magistradas Beatriz Alicia Verón y Gabriela Mariel
Scolarici se basó en la consideración de que estaban ante una “acción
protectoria” y que, por su naturaleza exclusivamente cautelar, resultaba
eminentemente provisoria, por lo que los elementos de juicio disponibles
que surgían de los expedientes conexos, como indicios presuntivos que
constan en los procesos conexos, eran suficientes para tomar la decisión en
crisis.
Los elementos tenidos en cuenta, según reza la misma sentencia, son: el
divorcio decretado el 2/2/2020 entre las partes; la exclusión del hogar del
demandado del inmueble en cuestión; que tanto la hija de ambas partes
como su hermana, ambas menores de edad, vivían con su progenitora,
quien detenta su cuidado personal; que se encuentran comprometidas las
necesidades habitacionales de las menores, y que el excónyuge no logró
rebatir que el destino del inmueble de autos no fuera para la vivienda del
grupo familiar, según lo expresado en el momento de su adquisición.
IV. Conclusión
De la lectura de la sentencia se advierte un esfuerzo argumentativo de las
juezas de cámara en favor dela sentencia recurrida que nos mueve a realizar
algunas reflexiones.
En primer término, las magistradas afirman que está demostrado que el
matrimonio y las hijas no vivieron nunca en el inmueble en cuestión. Esta
circunstancia habría sido técnicamente suficiente para rechazar el pedido de
atribución de la vivienda. Sin embargo, adoptan una interpretación amplia
de la norma aceptando su aplicación, “cuando las circunstancias del
asunto así lo permitan, y la solución posibilite ofrecer una mejor
protección a los intereses delos menores que integran el núcleo familiar,
por mantener su centro de vida y también con relación a otro inmueble
sobre el cual los cónyuges tengan un derecho a uso más efectivo que sobre
aquél en el que habitaban durante la convivencia”, pero no explican cuáles
son esas circunstancias que habilitan una aplicación de la norma a una
situación no contemplada.
No resultan suficientes, por sí solas, las pruebas que menciona el fallo para
justificar el apartamiento de las condiciones de aplicación del instituto en
cuestión, siendo que la forma de otorgar la prerrogativa de uso tampoco se
sustenta en el fundamento de la norma que es “mantener la continuidad de
residencia por parte de uno de los cónyuges”. Tampoco puede basarse en
dar continuidad al centro de vida de la niña hija de ambos cónyuges porque
en ese momento la misma estaba residiendo en otro lugar. Es decir que el
motivo fundamental de la pauta, en lo atinente a los menores de edad, que
es el mantenimiento de su espacio, amistades y relaciones vitales; evitar el
desarraigo que le ocasionaría, a más de la separación de sus progenitores,
tener que mudar de amigos, colegio, club, etc., tampoco se da en el caso
analizado.
Si bien queda claro que la finalidad perseguida por los magistrados fue
garantizar un hogar como “vivienda familiar” a las menores de edad,
sostenemos que no era la vía idónea, ya que se advierte un apartamiento
antijurídico de la ley y sus fundamentos, avalando arbitrariamente el
incumplimiento de la actividad probatoria, al no existir prueba suficiente
que demuestre estar comprometida la vivienda familiar de las menores o
insatisfechas las necesidades habitacionales de las mismas; y porque el
mismo resultado se puede alcanzar aplicando otras normas como ser el
establecimiento de una cuota alimentaria suficiente(art. 659, CCCN) o la
adjudicación de la vivienda al momento de la liquidación de los bienes.
Por otra parte, corresponde resaltar los argumentos jurídicos del recurrente
que insistió en lo arbitrario del fallo que la a quo haya declarado que el
contrato de comodato oneroso celebrado con relación al inmueble (no
reunía las características de vivienda familiar, nunca lo habitaron mientras
estaban casados, y cuya ganancialidad ha cuestionado el demandado) con
un tercero ajeno al proceso no resulte oponible a la actora y a la hija menor
por falta de asentimiento de la actora.
Sobre este punto, concordantemente con lo que venimos sosteniendo,
entendemos que no es aplicable el art. 456 en razón de que el inmueble no
constituía vivienda familiar.
Sin perjuicio de ello, si los jueces consideraron que al bien en cuestión
debía dársele la protección referida, la sanción que la ley impone al acto
realizado sin la conformidad del otro cónyuge es la nulidad relativa, no la
inoponibilidad.
Tampoco el acto es pasible de declaración de nulidad de oficio, ya que esta
facultad judicial está solo reservada para la nulidad absoluta manifiesta, ya
que esta ampara el orden público (19).
En consecuencia y como se dijo anteriormente, la vía procesal idónea es
una acción entablada por el legitimado, que es el perjudicado por el acto –
en este caso, sería la cónyuge–, contra todos los intervinientes en el acto
jurídico, es decir, el cónyuge y el tercero cocontratantes, ya que la citación
de este último es una exigencia para la correcta integración del proceso.
En síntesis, sin desconocer la protección especial a la que son acreedoras
las personas en situación de vulnerabilidad, como la hija del matrimonio
por su minoría de edad (art. 75, inc. 23), al no haber constituido en ningún
momento el inmueble en cuestión el hogar familiar, consideramos que la
decisión judicial hace una interpretación de la norma protectoria que se
aparta del texto y del fundamento la ley. En ese cauce de ideas,
coincidimos en lo arbitrario del fallo al omitir la citación del tercero
extraño a la litis, en su carácter de contratante a título oneroso, quien debió
tener la oportunidad de defender sus derechos, a fin de dar cumplimiento
con los principios de bilateralidad; debido proceso, así como de la
seguridad jurídica y de la garantía de defensa en juicio para resolver
adecuadamente la sentencia.
Si bien el orden de las pautas que refiere el art. 443 no debería indicar
preeminencia de una sobre otra, no cabe duda de que quien quede a cargo
del cuidado de los hijos tendrá un derecho preferente a solicitar la
atribución de la vivienda y ésta será la pauta más importante a tener en
cuenta por el juez (Bueres, Alberto J., dirección, “Código Civil y
Comercial de la Nación y normas complementarias. Análisis doctrinal y
jurisprudencial”, Editorial Hammurabi, 2016, T. 2, Arts. 401-723, pág.
148/149). Analizando el texto, surge que, en primer término, se resuelve el
supuesto de matrimonio con hijos, anteponiendo siempre el interés de estos
últimos (Iglesias, Mariana Beatriz y Krasnow, Adriana Noemí, “Derecho
de las familias y las sucesiones”, LL. 2017, 270). La persona a quien se le
atribuye la custodia de los hijos representa el criterio mayoritario de todas
las decisiones donde se resuelve la atribución del hogar y hay hijos
menores de edad, y se traduce en la protección del grupo familiar más
numeroso (Rivera, Julio César y Medina, G., Directores, “Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado”, Ed. La Ley, 2014, v. 2, pág. 91).
En ese cauce de ideas, aunque la vivienda cuya atribución se pretende
nunca reunió las características de vivienda familiar (cuestión con respecto
a la que las partes se encuentran contestes), no merecen atención los
principales postulados de la pretensión recursiva que cuestionan la
atribución de uso de un inmueble con tal motivo. Es que, si bien la
atribución, en principio, no está prevista respecto de cualquier bien, sino
sobre aquel donde habitaba el grupo familiar, de manera permanente y
estable hasta el quiebre de la convivencia, entendemos que en algunos
casos, esta regla puede ceder, cuando las circunstancias del asunto así lo
permitan, y la solución posibilite ofrecer una mejor protección a los
intereses de los menores que integran el núcleo familiar.
Coincidimos por ello con lo considerado por la “a quo” que prioriza que las
niñas mantengan su centro de vida, y lo ya expresado en doctrina, en
cuanto a que la atribución puede ser acordada o resuelta no sólo respecto al
inmueble que reviste como condición el lugar donde habitaba el grupo
familiar hasta el quiebre de la convivencia, sino también con relación a otro
inmueble sobre el cual los cónyuges tengan un derecho a uso más efectivo
que sobre aquél en el que habitaban durante la convivencia (Ver
Pellegrini,María Victoria en Kemelmajer-Herrera-Lloveras, “Tratado de
Derecho de Familia según el Código Civil y Comercial de 2014”, Ed.
Rubinzal-Culzoni, Bs. As., 2014, t. I, pág. 442 y ss.; Cámara de
Apelaciones de Trelew, Sala B, “O., V. A. c/S., D. R. s/Cuidado personal –
régimen de comunicación - alimentos y atribución del hogar”, del
07/12/2018, La Ley online, Cita: AR/JUR/89277/2018).
Así fue resuelto en distintos precedentes del Tribunal Supremo y del
Tribunal Constitucional de España. El punto es que precisar “vivienda
familiar” puede presentar ciertas particularidades. Por lo tanto, para
determinar qué debe entenderse por “vivienda familiar” es necesario
recurrir a otros elementos que no se reducen a la mera constatación del
lugar donde vivía el grupo familiar, sino que aquello verdaderamente
relevante es procurar resolver la cuestión habitacional a la parte más débil,
en concordancia con el principio de solidaridad familiar que rige la
regulación actual de las relaciones familiares (conf. Pellegrini, op. cit.,
ídem, págs. 492/494).
De acuerdo con las consideraciones precedentemente expuestas, la
precisión de “vivienda familiar” no debe limitarse a la que fuera sede del
hogar familiar, sino que resulta relevante dar solución a las condiciones de
habitación del grupo familiar, básicamente de los menores. Más aún en el
caso de autos, donde el progenitor recurrente no ha logrado rebatir que la
adquisición de dicho bien durante el matrimonio fue el proyecto de vida de
la familia cuando las partes aún seguían conviviendo, ni la necesidad
habitacional que presentan las menores ante la denunciada inminencia de la
venta del inmueble –de propiedad del padre de la actora– que habitan.
Además, es de remarcar que la pretensión que aquí se discute es la normada
en el art. 443 del Código Civil y Comercial, por lo que resultan estériles las
alegaciones respecto del carácter ganancial o propio del inmueble en
cuestión, ya que ello es materia de otro eventual pleito entre las partes
(conf. art. 475 y sigs., CCCN). Ello, sin perjuicio del eventual derecho
derivado de lo dispuesto en el art. 444 del mentado ordenamiento.
Finalmente, cuadra señalar que el contrato de comodato oneroso celebrado
por el accionado con un tercero ajeno al proceso, no puede obstar a la
atribución de la vivienda que decide la “a quo”, a poco de verificarse que el
mismo fue suscripto el 02 de enero de 2020, con posterioridad a la
promoción de las presentes actuaciones donde se solicita la atribución del
mismo como vivienda familiar. Y, en ese entendimiento, en tanto deviene
una cuestión ajena al objeto de este proceso, los postulados de la pretensión
recursiva que sostienen la necesidad de integrar la litis con la comodataria
denunciada, tampoco merecen atención.
Si bien es cierto que no fue el asiento de la vivienda familiar, dada la
calificación del bien –que fuera determinada al momento de adquirir dicho
inmueble– y lo resuelto precedentemente, la cuestión referente a la
disposición de derechos sobre el mismo, se inscribe, en primer término,
dentro del primer plano de la regulación en resguardo de la vivienda
familiar, esto es, respecto a las relaciones internas, específicamente,
respecto a la vida familiar matrimonial entre los excónyuges; ello, a más de
la incidencia respecto de terceros pues, al hacerse lugar a la pretensión de
atribución de uso y en la medida de su inscripción registral, la misma les
resulta oponible.
El Código Civil y Comercial consagra la protección de la vivienda familiar
dentro del denominado “régimen primario”, aplicable a cualquier régimen
patrimonial del matrimonio, de tal modo tutela la vivienda que reconoce
carácter “ganancial”, la que es “propia”, al tiempo que ahora también
extiende la protección a la vivienda personal de cualquiera de los cónyuges
bajo régimen de separación de bienes, y a la vivienda; y se abandona el
criterio diferenciador entre actos de disposición y de administración, y
considera necesario el asentimiento para los actos que impliquen “la
disposición de derechos”, término comprensivo de todos los derechos
reales y personales: venta, permuta, donación, constitución de derechos
reales de garantía o actos que impliquen desmembramiento del dominio, y
la locación.
VI. Finalmente, a pesar de lo sostenido por la apelante en sus últimas
quejas, en punto a la excesiva discrecionalidad que alega haber consagrado
el pronunciamiento que impugna, no puede acogerse el postulado recursivo
que sostiene la arbitrariedad de la decisión recurrida, cuando la misma se
autoabastece en su motivación, en tanto explicita los argumentos de
derecho y de hecho en los que funda sus conclusiones decisivas, dando
oportunidad a los justiciables de fiscalizar el proceso reflexivo de la
magistrado de grado, quien, a nuestro criterio, ha cumplido con el deber
jurisdiccional (de resolver) plasmado en el artículo 3º del Código Civil y
Comercial que reza que el juez debe resolver los asuntos que sean
sometidos a su jurisdicción mediante una decisión razonablemente fundada.
VIII. [sic] Tocante a las costas de alzada, si bien sobre los aspectos que
fueran objeto de agravio ha resultado vencida la parte apelante, se
presentan circunstancias objetivas que habilitan la aplicación del segundo
párrafo del art. 68 del CPCCN al verificarse que la norma puede dar lugar a
interpretaciones como la efectuada por este tribunal, sin desmedro de que
no existe jurisprudencia y doctrina consolidadas en la materia, por lo que
bien pudo el demandado considerarse con derecho a resistir la pretensión
de la actora. En consecuencia, se deben distribuir las costas de esta
instancia en el orden causado (conf. art. 68, 2º párrafo del CPCCN).
En mérito a lo considerado y concordando con lo dictaminado por la Sra.
Defensora de Menores ante esta Cámara, el Tribunal, resuelve: Confirmar
la resolución de fecha 19 de agosto de 2020. Con costas de alzada en el
orden causado (art. 69 del Código Procesal).
Regístrese. Notifíquese a las partes y al Ministerio Pupilar. Comuníquese a
la Dirección de Comunicación Pública de la C.S.J.N. (Acordada nº 15/13,
art. 4º) y devuélvanse digitalmente las actuaciones a la instancia de grado.
Se deja constancia de que la Vocalía nº 30 se encuentra vacante. – Beatriz
A. Verón. – Gabriela M. Scolarici.