TEMA 50 - El Quijote
TEMA 50 - El Quijote
TEMA 50 - El Quijote
Hay que relacionar el Quijote con el éxito que ya había tenido El Guzmán de
Alfarache: relatar la vida de un pícaro, es decir, lo que hace Mateo Alemán es
re-inventar la novela picaresca, que ya había sido anticipada por el Lazarillo
(1554). Cervantes, en su caso, estructura la novela de una forma itinerante, al
igual que en las novelas picarescas, como ocurre en un principio con el
Lazarillo de Tormes, al que imitan las obras de: Mateo Alemán El Guzmán de
Alfarache y, años después, la aparición de la Historia de la vida del Buscón, de
Francisco de Quevedo. Lo que plantea el éxito de este tipo de narraciones es
que hay un amplio mercado de lectores que buscan en la lectura una manera
de entretenimiento, a partir de estas obras, empiezan a aparecer obras de una
extensión mucho más amplias. El Guzmán y El Quijote comparten su amplia
extensión, al mismo tiempo que los planteamientos de verosimilitud son
parecidos, de igual manera que, proponen como protagonista a un antihéroe
que se encamina hacia una derrota para intentar ridiculizar los antiguos
pilares literarios, asentados en la historia de la literatura desde la Edad
Media. El Quijote tiene un gran sentido de la libertad poética, se trata de una
novela que se está haciendo constantemente, no estamos ante personajes
cerrados, son personajes que modifican su punto de vista mediante pactos,
por lo que la visión del mundo de la obra cervantina no es tan dogmática como
el resto de obras anteriores.
Las novelas intercaladas dentro del Quijote son las secuencias narrativas en
las que el protagonista no se halla presente o no interviene o que están
protagonizadas por personajes ajenos a la trama principal. La acción principal
y la de los episodios difiere también desde el punto de vista estilístico. La
acción principal tiene un estilo llano, pleno de comicidad, mientras que los
episodios intercalados están escritos en un estilo elevado, abordan temas
‘serios’ y a veces con implicaciones trágicas. Ayala ha insistido, como cierta
parte de la crítica cervantina, en que las novelas intercaladas están
perfectamente integradas dentro de la obra. Otros cervantistas, por el
contrario, han considerado particularmente desacertada la inclusión de las
narraciones como el curioso impertinente y la historia del cautivo. No es
extraño que en la segunda parte de la obra, Cervantes haya aprendido la
lección y, sin prescindir de ellos, enlaza mucho mejor los relatos intercalados
con la narración de la historia central. Así, afirma en el capítulo XLIV (primero
en el que se separan don Quijote y Sancho)
Dicen que en el propio original de esta historia se lee que llegando Cide
Hamete a escribir este capítulo no le tradujo su intérprete como él le había
escrito, que fue un modo de queja que tuvo el moro de sí mismo por haber
tomado entre manos una historia tan seca y tan limitada como esta de don
Quijote, por parecerle que siempre había de hablar dél y de Sancho, sin osar
entenderse a otras digresiones y episodios más graves y entretenidos.
Julián Marías observa la perfecta continuidad entre las dos partes del Quijote,
pero percibe en la segunda un cambio de perspectiva; Cervantes observa el
propósito original de su creación, la sátira y la parodia de los libros de
caballerías, aunque lo más importante es que el autor olvida o desatiende
ciertos aspectos de la primera parte e introduce otros nuevos. En opinión de
Julián Marías, existen algunas diferencias entre las dos partes de la historia de don
Quijote: en la I Parte nadie sabe quién es don Quijote, excepto sus vecinos, mientras
que en la II Parte nos encontramos con un don Quijote que es toda una figura pública,
de modo que entre él y los demás [personajes y lectores] se interpone la fama.