2 Platón
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Tema 2: Platón
Contenido
1.- Biografía y contexto histórico y social...................................................................................... 2
Influencia filosóficas .................................................................................................................. 3
2.- Metafísica: El mundo de las ideas ............................................................................................ 3
Génesis y estructura del mundo sensible (para comprender) .................................................. 5
Teoría del conocimiento (epistemología) ..................................................................................... 5
Mito de la caverna..................................................................................................................... 6
Antropología................................................................................................................................ 10
Mito del carro alado ................................................................................................................ 11
La transmigración de las almas ............................................................................................... 12
Ética ............................................................................................................................................. 13
Política ......................................................................................................................................... 13
Formas de gobierno ................................................................................................................ 14
Enrique Celador 1
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Decidió abandonar Atenas junto con otros socráticos e inició una serie de viajes que le llevaron
a Megara y más tarde a Sicilia. En Siracusa conocerá a Dion, pariente del tirano de la ciudad,
Dionisio I, e intentará llevar a la práctica su utopía política. Tras fracasar, emprenderá el viaje
de regreso a Atenas en el año 387.
Platón tenía en ese momento 40 años y decidió comprar un gimnasio en un terreno próximo a
Atenas, donde hubo un santuario dedicado al héroe Academo. Allí, en lo que después habría
de llamarse la Academia, comenzó a reunirse con sus amigos y discípulos, y, durante 20 años,
dirigió lo que podríamos considerar la primera universidad europea.
Entre los años 367 y 361, Platón vuelve a Siracusa, con la esperanza de ver cumplido su sueño
político con Dionisio II, que había sucedido a su padre. Pero esta vez tampoco funcionó. Hasta
en tres ocasiones prueba suerte Platón y las tres veces fracasó, lo que tendrá una influencia
notable en sus últimos escritos sobre la política.
Platón murió a los 80 años, pero su pensamiento evolucionó y se transformó hasta el final de
su vida. Escribió en forma de diálogo y convirtió a Sócrates en su personaje principal, utilizando
su autoridad para defender sus propias teorías. La obra de Platón se clasifica:
1. Diálogos de juventud (399-389): escritos tras la muerte de Sócrates, sigue fiel a sus
enseñanzas, siendo la virtud el problema central. Apología de Sócrates y Protágoras.
2. Diálogos de transición (388-385): escritos tras sus viajes a Italia. Aparece por primera
vez su teoría de las ideas. Gorgias trata sobre la retórica y la justicia; el Menón analiza
si la virtud puede ser enseñada, se plantea la inmortalidad del alma y apunta la idea
del conocimiento como reminiscencia.
3. Diálogos de madurez (385-370): Platón dirige su Academia, en Atenas. Culmina su
teoría de las ideas y su teoría política. En estos diálogos aparecen sus principales
mitos. El Banquete (teoría platónica del amor y las ideas); Fedón (Sócrates encarcelado
habla sobre la inmortalidad del alma); la República (teoría política); el Fedro (sobre el
amor, la belleza y el alma).
4. Diálogos críticos (369-362): vuelve a Siracusa con la esperanza de poder poner en
práctica sus ideas sobre el Estado y revisa sus teorías anteriores. Parménides es su
autocrítica a la teoría de las ideas y en el Político separa las figuras del filósofo y el
político (que deberá haber sido completado con otro que nunca llegó a escribir, el
Filósofo).
5. Últimos diálogos (361-347): redactados tras su último y desilusionante viaje a
Siracusa. Deja de lado la metafísica y se interesa por la cosmología (con influencia del
pitagorismo) y la historia. En materia política se vuelve más pesimista y conservador.
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Timeo (sobre cosmología) y Las Leyes (trata temas políticos y constituye su última
obra).
Influencia filosóficas
Hay una serie de filósofos anteriores que ejercen una cierta influencia en Platón: Heráclito, la
absoluta falta de permanencia que hay en el mundo de los sentidos que; de Pitágoras, amor a
las matemáticas y la geometría (en la entrada de su Academia escribió: «No entre nadie en
esta Academia que no sepa geometría»), para explicar un mundo completamente ordenado.
Además la influencia en su pensamiento (herencia del orfismo) sobre la inmortalidad del alma,
existencia del más allá, redención de esta ilusoria vida terrenal; Sócrates, del que toma gran
parte de sus doctrinas y a quien dedica casi todos sus Diálogos; Parménides, en todas sus
teorías sobre las Ideas y la realidad del ser, etc. Le preocupará sobre todo la antítesis
Heráclito-Parménides para llegar a una síntesis en la doctrina del conocimiento.
Tras las apariencias cambiantes de las cosas, tiene que existir necesariamente una realidad
absoluta cuyo conocimiento dote de una base sólida a la moral, a la política y al conocimiento.
Platón, con la teoría de las ideas pretende tres objetivos:
Las ideas no son simples conceptos, son realidades que existen con independencia de las
cosas. Más aún: son la misma realidad, cada idea es única, eterna, inmutable e inalterable,
sólo captable por la inteligencia. Se trata de una realidad inteligible, no sensible, no captada
por los sentidos. Por ejemplo, una cosa es bella, gracias a la idea de Belleza (“belleza en sí”).
Las ideas trascienden a las cosas del mundo sensible. Esta separación de ideas y las cosas la
representa Platón en La República por medio de una alegoría: el mito de la caverna.
La relación entre ideas y cosas se puede analizar desde dos puntos de vista. Desde el punto de
vista de las cosas (mundo sensible), se dice que es una relación de participación o imitación
(teoría de la participación: los seres concretos y materiales del mundo sensible sólo existen en
tanto que participan en diversos grados de perfección en la idea con la que se corresponden
y, por ello, son múltiples y diversos siendo unos mejores copias que otros de acuerdo a su
mayor o menor grado de participación). Desde el punto de vista de las ideas, es llamada
presencia, o se dice que las ideas son causa de las cosas (no en cuanto que produzcan las
cosas, sino en cuanto que son sus esencias o modelos de ellas). Así, el mundo real y verdadero
es el mundo de la ideas y el mundo material y sensible es un solo un copia.
Las ideas se encuentran jerarquizadas: la idea suprema es la idea del Bien; luego las ideas
éticas, las ideas estéticas, las ideas matemáticas y, finalmente, las ideas de las cosas. La
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finalidad del mundo, su propósito (la causa por la cual es lo que es y está ordenado de esta
manera), es realizar el Bien, realizar su perfección; es decir, el mundo tiende al Bien, a su
propia perfección. El Bien es como la “luminosidad” que permite “ver” las ideas, su sentido, su
finalidad (como el Sol permite que veamos las cosas)1.
1
En la República Platón compara la idea del Bien con el Sol, puesto que, del mismo modo que el astro es
origen de la vida en el mundo sensible, la idea del Bien ilumina y da el ser a las demás ideas en el mundo
inteligible.
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Resulta muy claro el esquema al que apela Platón para explicar el mundo sensible: hay un
modelo (mundo ideal), hay una copia (el mundo sensible) y existe un Artífice que ha hecho la
copia, sirviéndose del modelo. El mundo de lo inteligible (el modelo) es eterno y el Artífice (el
intelecto) también es eterno. En cambio, el mundo sensible elaborado por el Artífice es algo
que ha nacido, es decir, algo que ha sido engendrado en el sentido estricto del término: “Ha
nacido porque puede verse y tocarse y tiene un cuerpo, y tales cosas son todas ellas sensibles,
y las cosas sensibles (…) están sujetas a procesos de generación y son engendradas” (Timeo).
La pregunta que puede surgirnos es: ¿Por qué el Demiurgo ha querido engendrar el mundo? La
respuesta platónica consiste en lo siguiente: el Artífice divino ha generado el mundo por
bondad y amor al bien. El Demiurgo hizo la obra más bella posible, animado por el deseo del
bien; el mal y lo negativo que sigue habiendo en este mundo se debe a la materia sensible2.
Las cosas no son lo que parecen; para conocerlas debemos captar su verdadero ser, que
consiste, según Platón, en la idea o forma (eidos en griego). El mundo de las ideas tiene para
Platón las características del ser de Parménides: fijo, inmutable, eterno y verdadero. Palabras
como justicia o belleza no pueden ser discutidas en función del gusto de cada uno; son valores
absolutos en torno a los cuales existe un consenso evidente.
¿Cómo llegamos a conocer las ideas? En un primer lugar, porque las cosas materiales imitan o
participan de las ideas. En segundo lugar, porque el alma inmaterial es una realidad intermedia
entre las cosas y las ideas. En el mito del carro alado Platón afirma que el alma, antes de
encarnarse en el cuerpo, ha contemplado el mundo de las ideas, por lo que ya tiene cierto
conocimiento de las mismas.
Por este motivo Platón presenta dos formas de conocer las ideas:
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El mundo ideal es divino, en todos sus planos. La idea del Bien es divina, pero no es un Dios-persona;
en la cumbre la jerarquía de las ideas hay un ente divino (impersonal) y no un Dios (personal), al igual
que las ideas son entes divinos (impersonales) y no dioses (personales). En cambio el Demiurgo posee
rasgos de persona, es decir, de Dios, puesto que conoce y quiere. Jerárquicamente, sin embargo, es
inferior al mundo de las ideas, ya que no sólo no lo crea, sino que depende de él. El Demiurgo ni siquiera
crea la materia de la cual está hecho el mundo, ya que también ella le preexiste. Es un hacedor o artífice
del mundo, no un creador del mundo.
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Mito de la caverna
http://www.youtube.com/watch?v=nxVwsKNv08Q
-Pues bien, contempla ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda
clase de objetos cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales
hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como
es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
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-Iguales que nosotros -dije-, porque, en primer lugar ¿crees que los que están así han visto otra
cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la
parte de la caverna que está frente a ellos?
-¡Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
-Y, si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a
aquellas sombras que veían pasar ante ellos? Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que
hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la
sombra que veían pasar?
-Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que
las sombras de los objetos fabricados.
-Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia
y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y
obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz y cuando, al
hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos
objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no
veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y
vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole
los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de
ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más
verdadero que lo que entonces se le mostraba?
II. -Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se
escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que
éstos son realmente más claros que los que le muestran?
-Así es -dijo.
-Y, si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida,
y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría
a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería
capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
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-Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería
más fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de otros
objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más
fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las
estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
-¿Cómo no?
-Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar
ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en
condiciones de mirar y contemplar.
-Necesariamente -dijo.
-Y, después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los
años y gobierna todo lo de la región visible y es, en cierto modo, el autor de todas aquellas
cosas que ellos veían.
-Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
-¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos
compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les
compadecería a ellos? Efectivamente.
-Y, si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran
los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y
acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con
otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees
que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y
poderes entre aquéllos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría
decididamente «ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal » o sufrir cualquier otro
destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
-Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no
crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del sol?
-Ciertamente -dijo.
-Y, si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente
encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado
todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para
acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto
con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y
no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y
hacerles subir?
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III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se
ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-
prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de
arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma
hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas
conocer y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me
parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero,
una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en
todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta,
en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por
fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
En un famoso pasaje de la República llamado “el símil de la línea”, Platón distingue además
dos formas generales de conocimiento: la opinión (conocimiento sensible) y la ciencia
(conocimiento inteligible).
1. La opinión (doxa) es el
conocimiento sensible de las cosas de este
mundo y está sujeta al error. Dentro de la
opinión, distingue, a su vez, la imaginación
(que es el grado más bajo de conocimiento,
su objeto son las imágenes y se alcanza
mediante el estudio de los mitos o la poesía
-> sombras de la caverna) y la creencia
(opinión que no se justifica por un
razonamiento riguroso y que se refiere a los
objetos del mundo sensible -> objetos de la
caverna).
2. La ciencia (episteme) se ocupa del mundo de las ideas, y sus enunciados nos conducen
siempre a la verdad. La ciencia se divide en dos grados de conocimiento: el
pensamiento (dianoia, razón discursiva) propia del matemático, y el conocimiento
(noesis, razon intuitiva), fruto de la contemplación directa de las ideas (propio del
filósofo).
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El amor entendido como deseo de belleza, tiene lugar en la teoría del conocimiento de Platón.
En primer lugar es el deseo de un cuerpo lo que atrae al hombre. Al darse cuenta de que
puede encontrar la belleza en multitud de cosas, pasa a amar la belleza corpórea general. Por
encima de esta descubre con el tiempo la belleza del alma. Después, la belleza de las
instituciones: la moral, la justicia… y a continuación descubre la belleza de la ciencia. Y por fin,
descubre que lo que ha amado en todas las cosas es la belleza en sí, la idea de Belleza de la
que participan las “cosas bellas”. Por eso el amor platónico cumple la misión de espolearnos
hacia el conocimiento.
3.- Antropología
Platón tiene una concepción dualista del hombre: alma y cuerpo forman una unión accidental.
Ambos están en continua lucha pues el alma pertenece al mundo de las ideas y el cuerpo al
mundo material siendo así el cuerpo una cárcel para el alma. Esta alma racional es la esencia
del hombre y el principio del conocimiento racional, pues nos permite llegar a conocer las
ideas del mundo trascendente. Así, según el dualismo platónico, frente a la materialidad y
corruptibilidad del cuerpo, el alma inteligible es inmortal y espiritual. El alma transmigra de
cuerpo en cuerpo hasta que consigue purificarse, mediante la virtud con su desarrollo
perfecto, para poder acceder de nuevo al mundo de las ideas y conseguir la felicidad. Platón
presenta varias demostraciones de la inmortalidad del alma, destacando la de la
reminiscencia (solo podemos conocer el mundo de las ideas por la preexistencia del alma en
él) y la de la simplicidad (el alma es simple, pues no es material, y por lo tanto no puede
descomponerse y morir).
Platón a través del mito del carro alado, establece una división tripartita del alma. El alma es
como un carro alado tirado por dos caballos que pertenecen a razas distintas: uno es bueno
(blanco), el otro malo (negro), y se hace difícil conducirlos. El auriga simboliza la razón, los dos
caballos representan las otras dos partes del alma, la irascible y la concupiscible.
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Y ahora, precisamente, hay que intentar decir de dónde le viene al viviente la denominación de
mortal e inmortal. Todo lo que es alma tiene a su cargo lo inanimado, y recorre el cielo entero,
tomando unas veces una forma y otras otra. Si es perfecta y alada, surca las alturas, y gobierna
todo el Cosmos. Pero la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta que se agarra a algo
sólido, donde se asienta y toma un cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo en virtud
de la potencia del alma. Este compuesto, cristalización de alma y cuerpo, se llama ser vivo, y
recibe el sobrenombre de mortal. El nombre de inmortal no puede razonarse con palabra
alguna; pero no habiéndolo visto ni intuido satisfactoriamente, nos figuramos a la divinidad,
como un viviente inmortal, que tiene alma, que tiene cuerpo, unidos ambos, de forma natural,
por toda la eternidad. Pero, en fin, que sea como plazca a la divinidad, y que sean estas
nuestras palabras.
Consideremos la causa de la pérdida de las alas, por la que se desprenden del alma. Es algo así
como lo que sigue. El poder natural del ala es levantar lo pesado, llevándolo hacia arriba, hacia
donde mora el linaje de los dioses. En cierta manera, de todo lo que tiene que ver con el cuerpo,
es lo que más unido se encuentra a lo divino. Y lo divino es bello, sabio, bueno y otras cosas por
el estilo. De esto se alimenta y con esto crece, sobre todo, el plumaje del alma; pero con lo
torpe y lo malo y todo lo que le es contrario, se consume y acaba. [... ] Son muchas, por cierto,
las miríficas visiones que ofrece la intimidad de las sendas celestes, caminadas por el linaje de
los felices dioses, haciendo cada uno lo que tiene que hacer; los sigue, en cualquier caso, quien
quiere y puede ya que la envidia está lejos de los coros divinos. Y cuando van a festejar sus
banquetes, marchan hacia las empinadas cumbres, por lo más alto del arco que sostiene el
cielo, donde precisamente los carros de los dioses, con el suave balanceo de sus firmes riendas,
avanzan fácilmente, pero a los otros les cuesta trabajo. Porque el caballo entreverado de
maldad gravita y tira hacia la tierra, forzando al auriga que no lo haya domesticado con
esmero. Es allí donde el alma se encuentra frente a su dura y fatigosa prueba. Pues las que se
llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose fuera, se alzan sobre la espalda
del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento circular en su órbita, y contemplan lo que está
al otro lado del cielo.
Ese lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás
como merece. Pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, y
sobre todo cuando se habla de la verdad-: porque, incolora, informe, intangible esa realidad
que realmente es, vista sólo por el espíritu, piloto del alma, y alrededor de la que crece el
verdadero conocimiento, ocupa, precisamente, tal lugar. Como el pensamiento de lo divino se
alimenta de un espíritu y de un conocimiento incontaminado, así también el pensamiento de
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toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, la
realidad, ama y contempla y se nutre de verdad, y es feliz. (Platón: Fedro, 346a-247d)
Platón establece una jerarquía de valores en las sucesivas transmigraciones: el hombre irá
eligiendo encarnarse en el cuerpo de cada uno de estos personajes, según el grado de virtud
que quiera para él:
1. Filósofo
2. Rey
3. Hombre de estado, padre de familia o comerciante
4. Gimnasta, artista o médico
5. Profeta o sacerdote
6. Poeta
7. Obrero artesano o labrador
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4.- Ética
La ética de Platón es una ética eudemonista, es decir, una ética que afirma que el fin que todos
los seres humanos persiguen es la felicidad, tanto individual como colectivamente. Pero la
felicidad exige unas condiciones: el equilibrio del alma y su armonía mediante una vida
virtuosa. Por tanto, virtud y felicidad estarán íntimamente vinculadas. Platón nos presenta tres
perspectivas de la virtud:
Por otro parte, ningún ser humano aislado tiene capacidad para ser bueno o sabio. Para ello
necesita a toda la comunidad política, al Estado.
5.- Política
La ciudad ideal para Platón es aquella en la que cada cual cumple su misión conforme al orden
ideal. En esta ciudad ideal el gobierno corresponde a los mejores por sus capacidades
naturales, sin distinción de sexo. Platón establece una clara correlación entre el alma y el
Estado. La estructura de la ciudad se encuentra reflejada en el alma (y viceversa). Es decir,
cada estamento de la ciudad corresponde con una parte del alma, y a cada uno de ellos le
corresponde la misma virtud (que está de acuerdo con su función en la ciudad):
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Formas de gobierno
Platón elaboró una teoría de la evolución de las formas políticas. La aristocracia será el
régimen superior, los otros regímenes manifiestan una inevitable decadencia.
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