Hepatitis B
Hepatitis B
Hepatitis B
Etiología:
El virus de la hepatitis B (VHB) es el virus prototipo de la familia
Hepadnaviridae, identificada en 1970. Es un virus ADN de doble cadena
parcial y circular, cuya partícula completa es la "partícula Dane", de
aproximadamente 42 a 47 nm de diámetro. La estructura del virus
incluye:
Epidemiologia:
La distribución geografía es cosmopolita. Los mayores reservorios son
portadores asintomáticos y paciente con hepatitis aguda. La detección
de Antígeno de superficie positivo (AgsHB), define a los portadores. El
estado de portador varía de 0.1% a más del 10% según el área
geográfica, edad y sexo, en México se ha estimado en 0.3% a 0.4% en
población abierta.
Cuadro clínico:
En 60-70% de los casos, la infección por el virus de la hepatitis B (VHB)
es anictérica o subclínica, y un 20-35% presenta ictericia. Cuando hay
síntomas, se asemejan a los de las hepatitis A y C. El 90% de los
pacientes se recupera completamente, mientras que entre el 2-10%
desarrolla hepatitis crónica. La infección en recién nacidos de madres
positivas para HBeAg resulta en enfermedad crónica en el 90% de los
casos. El curso de la hepatitis B varía según la edad: en niños suele ser
más leve y corta que en adultos.
La enfermedad pasa por tres fases: preictérica, ictérica y de
convalecencia. En la fase preictérica puede haber fiebre, malestar,
náuseas, vómitos y dolor abdominal; en la fase ictérica, coluria es el
primer síntoma notable, con posible empeoramiento de los síntomas
previos. La duración de esta fase es de 8-11 días en niños y de 3-4
semanas en adultos. En la fase de convalecencia, la ictericia y los
síntomas disminuyen gradualmente.
Hepatitis crónica:
La hepatitis crónica, que se diagnostica cuando los síntomas o
alteraciones bioquímicas persisten más de seis meses, se clasifica en
dos tipos: hepatitis crónica persistente y hepatitis crónica activa. La
diferencia entre ambas se confirma con una biopsia.
Hepatitis fulminante:
La hepatitis fulminante se manifiesta como una falla hepática grave en
las primeras seis semanas de la infección, acompañada de síntomas
neurológicos. Aunque puede suceder con cualquier tipo de hepatitis, es
más común en la hepatitis B que en la hepatitis A. Los signos clínicos
incluyen fiebre repentina, dolor abdominal y encefalopatía, además de
ascitis, tendencia a hemorragias y rigidez por daño cerebral, lo que lleva
a una mortalidad del 70-90%. Esta forma severa se caracteriza también
por una reducción rápida del tamaño del hígado. La coinfección con
hepatitis B y D aumenta el riesgo de necrosis hepática y de evolución a
hepatitis fulminante.
Diagnostico:
El diagnóstico de hepatitis B incluye pruebas serológicas para detectar
antígenos y anticuerpos:
Tratamiento:
Para la hepatitis B aguda, el tratamiento es generalmente sintomático,
sin necesidad de antivirales específicos. Sin embargo, en la infección
crónica, los objetivos son reducir la carga viral y prevenir complicaciones
a largo plazo. Los tratamientos incluyen:
Prevención:
La prevención de la hepatitis B se basa principalmente en la
vacunación. La vacuna está compuesta por HBsAg recombinante, el
cual induce inmunidad en más del 95% de los vacunados. El esquema de
vacunación estándar incluye tres dosis, administradas al nacer, a los dos
meses y a los seis meses de edad. Además, las personas en alto riesgo
de exposición, como el personal médico y los contactos cercanos de
personas infectadas, también deben vacunarse.
Carcinogénesis:
La infección persistente por el virus de la hepatitis B (VHB) se asocia
estrechamente con el carcinoma hepatocelular, aumentando el riesgo
hasta 100 veces en portadores comparado con personas sin la infección.
Este riesgo podría estar relacionado con la integración del VHB en
oncogenes celulares, como el gen VHB X, c-myc, y c-ras, aunque
ninguno se ha identificado como causa única. La cirrosis y el daño
hepático crónico parecen favorecer el desarrollo de células malignas
debido a la regeneración continua del hígado.