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Charles Powell
  • Fundación Real Instituto Elcano
    Príncipe de Vergara, 51
  • 917816796
El libro colectivo que el lector tiene en las manos pretende dar voz a quienes han protagonizado en alguna medida, y desde ámbitos profesionales muy distintos –la política, la milicia, la diplomacia y los medios de comunicación– la... more
El libro colectivo que el lector tiene en las manos pretende dar voz a quienes han protagonizado en alguna medida, y desde ámbitos profesionales muy distintos –la política, la milicia, la diplomacia y los medios de comunicación– la evolución de la presencia de España en la OTAN durante estos 40 años. A quienes han tenido la amabilidad de participar en este ejercicio, se les ha pedido que dieran respuesta a dos preguntas muy concretas, a saber: ¿cómo ha contribuido la Alianza Atlántica al desarrollo de las Fuerzas Armadas y a la defensa y seguridad de nuestro país? y ¿cuál ha sido la aportación de España a la OTAN desde su adhesión en 1982?
Texto: Santos Juliá Basta echar una mirada a las 25 páginas de bibliografía que cierran esta excelente síntesis histórica de nuestros últimos 25 años para convenir en que el proceso de transición y consolidación de la democracia en... more
Texto: Santos Juliá
Basta echar una mirada a las 25 páginas de bibliografía que
cierran esta excelente síntesis histórica de nuestros últimos 25
años para convenir en que el proceso de transición y
consolidación de la democracia en España es, junto a la guerra
civil y sus secuelas, el periodo que ha acumulado más cantidad
y calidad de papel escrito. Un número casi inabarcable de
economistas, sociólogos, politólogos, periodistas, historiadores
y, no en último lugar, protagonistas, han hurgado en las claves
de ese proceso y han desmenuzado sus orígenes y sus
desarrollos, sus logros y sus límites, sus miedos y sus
audacias.
No es el menor mérito del trabajo emprendido por Charles
Powell haber tenido en cuenta, seriamente, todo ese material.
El suyo es, en el mejor sentido de la expresión, un libro de
libros. Lo es porque ninguna de las tesis fundamentales ni un
buen número de las parciales sobre aspectos económicos,
sociales, políticos o culturales de aquel proceso ha quedado
fuera de foco: en ocasiones, para dejar constancia de su
existencia, en otras para adoptarlas como propias, y todavía en
otras para contrastarlas con tesis opuestas dejando al lector la
responsabilidad de optar. Así es, en efecto, como deben
acometerse los trabajos de síntesis historiográficas:
aprovechando lo que se ha investigado, estableciendo un
diálogo con sus autores, discutiéndolo cuando es menester,
matizándolo, para luego destilar de todo eso una elaboración
propia, muy personal, y dejar que sea el lector, con sus otras
lecturas, quien decida.
Pero esto, con ser mucho, no es todo. No es Powell autor novel
en el campo de los estudios y coloquios sobre transición y
democracia en España, como no es tampoco éste su primer
libro premiado. Con un estupendo volumen que era bastante
más de lo que su título evocaba sel papel del Rey durante los
años de la transicións ya ganó el Premio Espejo de España en
1991. Las primeras 300 páginas del libro ahora premiado
pueden considerarse, por eso, una revisión muy ampliada y
una prolongación muy enriquecida de aquella primeriza
criatura. Y como en aquélla, además de un nuevo interés por
cuestiones económicas y sociales, Powell da muestra de un
conocimiento de los entresijos de la política, adquirido por una
cercana familiaridad con los hechos y por su trato con los
individuos: ha contado con el testimonio de muchos líderes
políticos y sociales, ha hablado con ellos, ha leído sus
discursos e intervenciones públicas, ha analizado sus
decisiones.
Resulta así una síntesis de investigación propia y aportaciones
ajenas que aspira a la globalidad y lo consigue. El libro parte
de las transformaciones económicas y del cambio de cultura
política de los españoles en los últimos quince años del
régimen de Franco para abordar, sobre este fondo, el proceso
político de la transición y consolidación democrática. El
retorno de la sociedad civil, el protagonismo de la oposición
universitaria y obrera, la aparición de una nueva cultura
política, la defección de la Iglesia y el resurgir de los
nacionalismos entran ahora como elementos explicativos de
todo el proceso con el mismo rango que antes tenían las
decisiones tomadas por sus principales protagonistas. La
atención a lo ya conocido y la habilidad del autor para resumir
sin traicionar montañas de información en un relato atractivo,
lleno de datos, pero nunca plúmbeo, sino ligero y legible,
convertirán la primera mitad de este libro en una obra de
referencia sobre el difícil periodo de la transición y los retos a
los que se enfrentó el inmediato proceso de consolidación.
La diversidad de preocupaciones y la multiplicidad de fuentes
más limitadas, como es lógico, para el siguiente periodo
caracterizan también su equilibrado estudio de la era socialista,
el primero que aborda un solo autor con tanta amplitud
temática y con tan sereno espíritu. Powell no ignora las
contribuciones de los gobiernos del PSOE a la consolidación
de la democracia y a la construcción del Estado de bienestar,
pero tampoco silencia sus errores y desvíos. Quizá por la
ascendencia británica, por su formación oxoniense o porque
así es el hombre, su crítica nunca resulta hiriente ni su aplauso
empalagoso. La distancia que sabe interponer entre los hechos
y su relato, que no es producto de una fría indiferencia sino de
un esfuerzo de comprensión, es una buena cautela cuando la
inmediatez de lo vivido puede empañar la inexcusable
búsqueda de la verdad que define el trabajo del historiador.
Powell puede sentirse satisfecho de haber ofrecido en las 200
páginas que dedica a los socialistas un balance muy solvente
de su paso por el poder, un análisis muy convincente de sus
políticas, una discusión muy razonada de los dilemas a los que
se enfrentaron y una interpretación plausible de las razones de
su declive.
La segunda alternancia que algunos teóricos exigen como
prueba de la definitiva consolidación democrática ocupa la
parte final del libro, con un solo capítulo, único en cuyo título
campea un nombre propio, el de José María Aznar. El
protagonista, sin embargo, resulta más bien la nueva
generación nacida en los años cincuenta. El triunfo de Aznar,
nos dice Powell, es la expresión de una profunda renovación
generacional de la sociedad española: la generación de 1968
ha sido reemplazada por la de 1989, los hijos del Mayo francés
por los testigos de la caída del muro. Una generación que no
compartía la actitud reverencial por la transición ni por sus
BABELIA-ELPAIS.ES
métodos, que había sacudido los sentimientos de culpa por el
pasado y que venía convencida del declive del keynesianismo
y el auge del neoliberalismo. Políticas económicas ortodoxas y
políticas sociales tranquilizadoras permitieron al PP, ante la
crisis de liderazgo irresuelta de su principal oponente,
conquistar la mayoría absoluta en las siguientes elecciones,
con el único problema realmente acuciante de la deriva
emprendida por los nacionalistas vascos tras los acuerdos de
Estella.
Termina Powell su enjundioso recorrido por la economía, la
sociedad y la política del último cuarto del siglo XX con unas
pertinentes reflexiones sobre la calidad de la democracia
realmente existente. No es el autor inútil recordarlo miembro
de la cofradía de los descontentos por la transición, pero
tampoco es un devoto incapaz de entender y tomar en cuenta
las razones de los críticos. Sin embargo, la firme convicción,
característica de la historiografía liberal británica, de que nada
en el pasado determina por completo el futuro le impide
atribuir a decisiones tomadas durante la transición la
naturaleza ni la salud de la democracia consolidada. La
desafección o desinterés de una buena parte de la ciudadanía y
los problemas derivados de la generalización del Estado de las
autonomías se presentan como los aspectos más problemáticos
del periodo. Lo primero no parece exclusivo de España, sino
propio de las nuevas democracias del sur de Europa; lo
segundo nos lo hemos guisado y comido nosotros solos; pero,
poco dado a divagar sobre contrafactuales, no acierta el autor a
ver cómo se hubiera podido solventar de otro modo la cuestión
ni está convencido de que, si con otra política se hubiera
intentado, no serían ahora más arduos los problemas.
En todo caso, la cuestión nacional constituye el único, pero no
trivial, problema capaz de suscitar en Charles Powell una
evidente preocupación y un relativo pesimismo que no debe
empañar, en su opinión postrera, la valoración globalmente
positiva ni los motivos de orgullo colectivo por lo conseguido
durante estos 25 años.