Fernando Ramírez Arcos

El presente artículo tiene como fin criticar la marginalidad del sexo como tema propio de la geografía. Propongo cuatro cuestionamientos al respecto: realzar su condición espacial, discutir la particularidad de los lugares y su producción de significados, poner en tela de juicio los ordenamientos espaciales urbanos y la díada público/privado, y debatir sobre las políticas de legitimación y autoridad en la producción de conocimiento geográfico. El telón de fondo es mi etnografía sobre lugares de cruising entre hombres en la ciudad de Bogotá, punto de partida que me permite abordar el silenciamiento del carácter espacial del sexo y la validez de su análisis socio-cultural. Planteo, igualmente, cómo la investigación de temas sobre sexo implica repensar la posición del geógrafo en la academia y en el trabajo de campo.

El presente conversatorio 'Geografías feministas y de las sexualidades' es una continuación de las reflexiones iniciales consignadas en la Boletina Anual No. 5 titulada Espacialidades Feministas, de la Escuela de Estudios de Género, de 2016. En ese entonces, el equipo editorial del cual hice parte junto con las profesoras Diana Ojeda, Tania Pérez-Bustos y Elisa Arond, nos preguntábamos por la "inescapable dimensión espacial de los procesos sociales" (Boletina Anual No. 5, 2016:10), esto es, la importancia de dar cuenta del papel que juegan conceptos geográficos tan importantes como espacio, lugar, territorio y paisaje, entre otros, en ordenamientos estructurales de los géneros y las sexualidades. De igual manera, se trata de analizar cómo los espacios responden a experiencias de género y sexualidad que, en gran medida, dan cuenta de jerarquías y tramas de poder injustas y violentas.