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Derivas urbanas, anestesia y control social

2016, DOAJ (DOAJ: Directory of Open Access Journals)

Investigación K DERIVAS URBANAS, ANESTESIA Y CONTROL SOCIAL Por: Daniel Inclán1 Recibido: 05/02/2013 Revisado 10/08/20133 aceptado 14/10/2013 Resumen Abstract La ciudad sigue siendo el espacio de los mundos soñados del capital y su correlato de masas legitimadoras, en ella se sintetiza el telos productivista y el telos consumista, se verifica un reencantamiento del mundo por la circulación de fetiches, una nueva versión mítica de la vida colectiva.2 El poder social implícito en la producción del tiempo y el espacio se comprime en el capitalismo tardío, se compacta por la aceleración de sus usos y sus significados, privilegiando la instantaneidad, expresada en imágenes.3 El espacio del ensueño cede su volumen formal a la volatilidad temporal de las imágenes. De tal forma que la experiencia estética enajenada conjunta el ensueño del espacio por la mediación de las imágenes. The city remains the space of dream worlds of capital and its correlate of legitimizing mass productivity telos it is synthesized, and consumer telos a world enchantment is verified by the circulation of fetishes, a new mythical version of collective life. Social power implicit in the production of time and space is compressed in late capitalism, compacted by the acceleration of its uses and meanings, privileging the immediacy, expressed in images. The dream space gives its formal temporal volatility of volume images. So that the aesthetic experience alienated joint space dreaming through the mediation of images. Palabras Clave: espacio urbano, ética, estética, tiempo y espacio Keywords: urban space, ethics, aesthetics, time and space 1. Doctor en estudios latinoamericanos. Becario posdoctoral Instituto de Investigaciones Económicas UNAM. Investigador del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica. 110 V5 Nº 2 Jul - Dic 2013 P.Nº110-P. Nº113 ISSN: 2027-2391 DVD: 2344-7125 Med. - Col. Investigación K a clásica observación de Max Weber sobre la ética protestante, fundada en la ascética mundanidad del tiempo cotidiano, permite pensar la existencia de una estética del espíritu del capitalismo, igualmente fundada en su cotidianidad. La ética y la estética en el espíritu del capitalismo comparten una racionalidad que es la base de ambos procesos. Así como la ética capitalista no es sólo una forma de bien actuar, la estética no sería la expresión de su forma deseable o bella; sino, ambas, resultado de creer y practicar una racionalidad que se impone por sobre otras para organizar los espacios y tiempos de la vida cotidiana. En este sentido, se puede suponer, que si la ética capitalista deriva del trabajo, la estética está determinada en el consumo. La esfera de la producción hace a la ética lo mismo que la de la circulación y consumo a la estética. L Ambas dimensiones se complementan para lograr un comportamiento adecuado, acorde con las necesidades de la economía capitalista. Ética y estética funcionan como mecanismos de disciplinamiento social. Referir a un estética capitalista no implica, ni por mucho, hablar de las múltiples formas que la estética puede tener en el capitalismo, lo mismo que sucede con la ética. La forma concreta en que se expresa, como parte del espíritu del capitalismo, V5 Nº 2 Jul - Dic depende de las transformaciones históricas de este sistema social. Lo que acá interesa es reflexionar sobre la forma en la que la sensibilidad, como parte de la construcción del sentido de la vida cotidiana, se acopla a las necesidades de acumulación de capital. Estética de las mercancías o el espectáculo de la vida cotidiana La estética del capitalismo no sólo se expresa en la forma de los objetos que se intercambian (incluidos los sujetos transformados en mercancía fuerza de trabajo). El espíritu del capital contiene una dimensión formal que se actualiza en la organización de los actos de la vida cotidiana (de ahí su mundanidad). El proceso civilizatorio de la modernidad capitalista, además del disciplinamiento y normalización de las prácticas, requiere formas sensibles que expresen la manera legítima de ser modernos, el compromiso con la racionalidad del capital. Se constriñe el percibir (producir percepciones y recibir percepciones) por medio de una racionalidad que lo organiza, que se expresa no sólo en el mundo de los objetos o el de las formas de comportamiento social, sino en los cuerpos de los sujetos sociales, masificados bajo el cobijo de las identidades nacionales. Esta dimensión del espíritu de capitalismo es lo que Bolívar 2013 P.Nº110-P. Nº113 ISSN: 2027-2391 DVD: 2344-7125 Med. - Col. Echeverría llama la blanquitud de la modernidad, la dimensión estética de la ética protestante; que no es un simple dato formal: el color blanco; sino una articulación y composición que está detrás de las formas, independientemente de su color. Si bien la blancura asecha por debajo de la blanquitud, ésta no requiere necesariamente de la otra para actualizarse.2 Además de las formas sensibles fundadas en la blanquitud, la estética capitalista puede identificarse en dos dimensiones que son complementarias: el mundo de las mercancías y el espacio, el urbano por excelencia. Las mercancías construyen una constelación de significaciones paralela a la circulación y distribución de su objetualidad, que se adelantan, prefigurativamente, a la percepción de la realidad que hace el con2. Bolívar Echeverría, “Imágenes de blanquitud”. Para este filósofo la blanquitud fundamenta un racismo distinto al del color de la piel; por el contrario, construye una política de segregación y exclusión sobre la base de la adecuada reproducción del ethos capitalista, del cumplimiento de la demanda de un comportarse aséptico, necesario para la reproducción del sistema capitalista. Esta idea es cerca, y complementaria, a la del mestizaje colonial andino que elabora Silvia Rivera Cusicanqui, que analiza las relaciones identitarias en Bolivia como resultado de la segregación y de la reproducción de un colonialismo interno que rebasa los límites formales del color de la piel. 111 Investigación K sumidor. De tal forma que las mercancías también son medios de comportamientos, de uso adecuado y pleno de las cualidades que en si contiene, que implícitamente son un estilo de vida, una forma de estar en el mundo. al sobre-estetizar la existencia y modificar la experiencia estética, convirtiendo en regla su excepcionalidad y anulando así su potencial político. El mundo de los objetos impone, delimita y produce sensibilidades. Este universo de las mercancías es la expresión de lo que Guy Debord llamó la sociedad del espectáculo, que durante la segunda mitad del siglo XX funcionó como el terreno de la contrarrevolución, a través del cual se universalizó una forma singular de consumir: la estadounidense y su american way of life. La espectacularización del consumo no es un adorno del sistema capitalista avanzado, sino un fundamento necesario para su reproductibilidad. Pero como la enajenación nunca es completa, hay otras mediaciones de la sensibilidad en el capitalismo por las que se define la percepción del mundo. Tal vez la más importante es la producción del espacio urbano, como síntesis de múltiples determinaciones de la vida social, en las que la percepción se organiza como garantía de la validación y legitimación implícitas del telos productivista. La ciudad es por excelencia el espacio de la urbanización y de los sueños progresistas de la modernidad capitalista, al tiempo que es el escenario de disputa por los sentidos (como fin y como sensibilidad) de las historias singulares. La ciudad es la expresión de las aporías de la modernidad y sus políticas estetizantes, desde el siglo XIX es un campo de batalla de la guerra de clases en sus múltiples dimensiones. Esta relación mediada por las mercancías convertidas en imágenes sólo es posible en si la enajenación se despliega como articulación de las relaciones del sujeto con los objetos del mundo de la vida. La imagen del mundo y la mercancía se radicalizan con el desarrollo de la técnica mediática y de la mediación por la técnica, la sobreproducción de contenidos visuales tiene detrás un desarrollo tecnológico acelerado, que intenta, a veces con mucho éxito, invadir con imágenes todos los espacios de la vida. Transformando la percepción 112 Estética del espacio urbano o el laberinto de las percepciones Este conflicto por la ocupación del espacio urbano no es, ni por mucho, equitativo ni en igualdad de condiciones. En principio porque la forma de la ciudad está dada a partir de una racionalidad que excede a los usos de quienes la habitan, V5 Nº 2 Jul - Dic y que está al servicio de la reproducción de las estructuras necesarias de la acumulación de capitales. Primero como espacio ideal, expresión acabada de un proyecto civilizatorio al que tienen acceso pleno los ciudadanos modernos: los propietarios privados. Segundo, como contracara de la producción, espacio por excelencia de la circulación de las mercancías, con la intención de ocultar, alejar o enmascarar la estética abyecta de la producción. La ciudad para habitarse requiere de mapas, y no sólo cartográficos, sino también cognitivos, mapas que organizan la percepción de la múltiple información que se emite y recibe en ella.3 Estos mapas 3. evin Lynch construyó el concepto de mapa cognitivo para explicar las formas en las que se construyen las imágenes de la ciudad por sus diseñadores y sus habitantes, que sirven como formas de organizar la habitabilidad de los espacios. Ver La imagen de la ciudad. Walter Benjamin decía que “No orientarse en una ciudad: esto quizás sea poco interesante y banal. Para eso se necesita desconocimiento y nada más. Pero perderse en una ciudad –igual que uno se pierde en un bosque– es algo que requiere ya una formación distinta. Para ello, letreros y nombres de calles, transeúntes, tejados, quioscos, o tabernas tienen que hablarle a callejeante como ramas que crujen en el bosque bajo sus pies, como el espantoso grito de un avetoro a lo lejos, como la súbita calma de un claro del bosque en cuyo centro un lirio ha brotado.” Crónica de Berlín, p. 193. 2013 P.Nº110-P. Nº113 ISSN: 2027-2391 DVD: 2344-7125 Med. - Col. Investigación K tienen que vérselas con los mapas económicos, que organizan la vida económica: además de ordenar la circulación de las mercancías, de su durabilidad formal y objetual, ordena la división del tiempo social productivo, la división del trabajo social.4 Esta cartografía de la experiencia urbana se hace más complicada cuando los modos de acumulación de capitales se complejizan; en el modelo de acumulación flexible, con su aparejada desterritorialización de capitales, la composición organizada de la vida en la ciudad requiere de nuevas configuraciones del tiempo y el espacio.5 No obstante, la ciudad sigue siendo el espacio de los mundos soñados del capital y su correlato de masas legitimadoras, en ella se sintetiza el telos productivista y el telos consumista, se verifica un reencantamiento del mundo por la circulación de fetiches, una nueva versión mítica de la vida colectiva.6 El poder social implícito en la producción del tiempo y el espacio se comprime en el capitalismo tardío, se compacta por la aceleración de sus usos y sus significados, privilegiando la instantaneidad, expresada 4. Ver Susan Buck-Morss, “Imaginando el capital: la economía política en exhibición” 5. Ver Fredric Jameson, “Cultura y capitalismo financiero”. 6. Ver Susan Buck-Morss, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. V5 Nº 2 Jul - Dic en imágenes.7 El espacio del ensueño cede su volumen formal a la volatilidad temporal de las imágenes. De tal forma que la experiencia estética enajenada conjunta el ensueño del espacio por la mediación de las imágenes. En este entramado de relaciones que construyen una política de la percepción estética (producir sentidos y recibir sentidos), es donde existen las posibilidades para que acontezca la pérdida del sentido del mundo, una deriva sin rumbo de la existencia, pero no como decisión colectiva, sino como consecuencia de la percepción cansada por la sobre información y por carecer de estrategias ideológico-políticas para procesarla y darle un lugar en una temporalidad que esté por encima del fugacidad instantánea y unívoca de las imágenes mercantiles.8 En esta dinámica 7. Ver David Harvey, La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. 8. El sujeto abstracto que surge de esto es aquel “que hace de sí su propia ficción coyuntural, es un sujeto que ya no se comporta respecto de sí mismo en el modo de la pasión, de la raigambre afectiva. Un sujeto que descree de las ilusiones que lo hicieron posible históricamente como magnitud entitativa, es también un sujeto que entiende que su viabilidad actual tiene más bien que ver con no tomarse demasiado en serio y, sobre todo, con mantener el control.” Pablo Oyarzún, La desazón de lo moderno. Problemas de la modernidad, p. 80. 2013 P.Nº110-P. Nº113 ISSN: 2027-2391 DVD: 2344-7125 Med. - Col. el sentido ausente puede llevar a una absoluta ausencia de sentido, sobre todo en aquellos momentos en los que la mediación de imágenes para la reproducción del sistema capitalista no es suficiente, como el caso de las violencias políticas que actualmente vivimos en todo el continente. Referencias Bibliográficas. Benjamin, Walter, Crónica de Berlín, en Escritos autobiográicos, Madrid, Alianza, 1996. Buck-Morss, Susan, “Imaginando el capital: la economía política en exhibición” en Walter Benjamin. Escritor revolucionario, Buenos Aires, Interzona, 2005. Buck-Morss, Susan, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes, 2ª, Madrid, Visor, 2001. Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, Madrid, Pre-textos, 2002. Echeverría, Bolívar, “Imágenes de blanquitud” en Modernidad y blanquitud, México, Era, 2011. Harvey, David, La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural, Buenos Aires, Amorrortu, 2004. Lynch, Kevin, La imagen de la ciudad, Madrid, Gustavo Gili, 2000. Oyarzún, Pablo, La desazón de lo moderno. Problemas de la modernidad, Santiago, ARCIS, 2001. 113