ANTIQVITAS -La2007
- N.ºde18-19
127-139)
- M.H.M.
Priego
de Córdoba
colección
placas (pp.
decoradas
tardoantiguas
del Museo
Arqueológico
de Osuna (Sevilla)
La colección de placas decoradas
tardoantiguas del Museo Arqueológico de
Osuna (Sevilla)0
JULIO M. ROMÁN PUNZÓN*
JOSÉ I. RUIZ CECILIA**
(*) Universidad de Granada
(**) Ayuntamiento de Osuna
RESUMEN
De entre todas las colecciones públicas conocidas de los llamados ladrillos paleocristianos, la conservada en el Museo
Arqueológico de Osuna (Sevilla) es una de las más importantes, tanto cuantitativa como cualitativamente, destacando por la
variedad de sus motivos decorativos. Su carácter inédito justiica la redacción de este artículo, en el que se realiza un breve
catálogo tipológico de las mismas.
PalabRaS ClavE: placas decoradas, paleocristiano, antigüedad tardía, crismón.
abSTRaCT
The collection of paleochristian bricks from Archaeological Museum of Osuna is one of the most important, not only
qualitative but quantitatively, the variety of it decorative motifs must be highlighted. Its unpublished character justiies a brief
typological catalogue our paper carried out in this paper.
KEy wORDS: decorated plates, paleochristian, Late Antiquity, crismón.
INTRODUCCIÓN
Una de las manifestaciones artísticas más curiosas de
la Antigüedad Tardía en Hispania son los llamados ladrillos
o placas decoradas paleocristianas. Se trata de una serie de
planchas cerámicas con relieves a molde que, si bien son
muy abundantes, particularmente en los territorios de las
antiguas provincias Bética y Lusitania, carecen aún hoy día
de un estudio global que explique aspectos tan importantes
como sus lugares de procedencia, difusión, uso, etc. A esta
circunstancia ha favorecido el que la inmensa mayoría de
los ejemplares conocidos proceden de hallazgos casuales
o, en el mejor de los casos, se encuentran reutilizados en
otras estructuras (constructivas, funerarias, …).
Al primero de los casos es al que pertenece el con‑
junto que se exhibe en la Exposición Permanente del Mu‑
seo Arqueológico de Osuna (MAO), cuya publicación está
motivada por el interés de dar a conocer dicha colección y
contribuir al extenso corpus de estos elementos ornamen‑
tales tan habituales en la actual Andalucía.
ESTaDO DE la CUESTIÓN
No podemos decir que la investigación arqueológica
sobre este tipo de soportes cerámicos haya sido muy
pródiga.
Si bien hay que remontarse a los siglos XVI, XVII y XVIII
para encontrar investigadores que llamaron la atención so‑
0) Este trabajo se enmarca dentro de las diversas investigaciones desarrolladas por el Grupo de Investigación “Ciencias Interdisciplinares
de las Ciencias y las Humanidades” (HUM-143) de la Junta de Andalucía, dirigido por el Dr. Javier Carrasco Rus. Igualmente, se inscribe en las
investigaciones desarrolladas por el Proyecto de Investigación “Libertad e intolerancia religiosa. La experiencia cristiana de la Hispania tardoantigua” (BHA2003-08652), inanciado por el Ministerio de Educación y Ciencia, y dirigido por el Dr. José Fernández Ubiña.
De igual forma, queremos agradecer al Director del M.A.O., D. Lorenzo Cascajosa, su amabilidad y buena disposición, al permitirnos
publicar estas piezas, pertenecientes a la Exposición Permanente del citado Museo.
127
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
bre este tipo de piezas (MORALES, 1575; SAN ANTONIO Y
CASTRO, 1655 o MEDINA CONDE, 1790), el interés sobre
los también llamados ladrillos decorados paleocristianos
se remonta al siglo XIX, cuando una serie de hallazgos in‑
forman de su existencia (AGUILAR Y CANO, 1874; OLIVER
HURTADO, 1866; RADA Y DELGADO, 1876; SIRET, 1906;
FITA, 1908; RODRÍGUEZ BERLANGA, 1909; LECLERQ,
1910; ROMERO DE TORRES, 1911 y 1919), si bien no será
hasta los años treinta del pasado siglo cuando se realicen
los primeros trabajos sobre los mismos (LANTIER, 1935;
FARIÑA, 1939‑1940)1. A partir de ese momento, comenza‑
rán a aparecer toda una serie de obras que, o bien tienen
como objeto de su estudio principal las placas decoradas
(PALOL, 1961 y 1962), o bien serán, con gran diversidad
en cuanto a la extensión de su tratamiento, referenciadas
en obras de conjunto sobre arte hispano (CAMPS, 1940;
FERRANDIS, 1940; SCHLUNK, 1944 y 1947; PALOL, 1956;
1968 y 1987; GÓMEZ MORENO, 1966; ALONSO SÁNCHEZ,
1982; PALOL y RIPOLL, 1988; BARRAL, 1988), sobre ar‑
queología tardoantigua hispánica (PALOL, 1967; SCHLUNK
y HAUSCHILD, 1978) o historia y arqueología de la Bética
(ESTEVE, 1941; SANTOS GENER, 1958; RECIO Y FERNÁN‑
DEZ, 1959; SERRANO, 1973; SERRANO Y LUQUE, 1976 y
1980; RECIO, 1976 y 1978; BLÁZQUEZ, 1978; RAMÍREZ
DE ARELLANO, 1983; GÓMEZ, 1987, PUERTAS, 1987;
SERRANO CARRILLO, 1995; CORZO, 1989; VERA, 1999 y
2000)2. Será a partir de los años 90, cuando reverdece un
nuevo interés por este elemento constructivo‑decorativo
tardoantiguo, particularmente, con numerosos trabajos
que ya sí se ocupan de manera exclusiva del análisis de las
placas decoradas (LOZA, 1989; 1992 y 1995; CASTELO,
1996; STYLOW, 1996).
El CONJUNTO DE PlaCaS DECORaDaS DEl
M.a.O.
TIPO 1. MaO 05/00/ [1, Pared w] (Lám. 1)
Medidas: Alt. Conserv.3: 31 cm; Anch. 22’5 cm; Grosor
5’5 cm.
Procedencia: Cerro de las Cabezuelas, Osuna.
Ladrillo de forma paralelepípeda, de 31 cm de alto por
22’5 de ancho y 5’5 de grosor por su parte central, grosor
que disminuye tanto en la parte superior como en la infe‑
rior de la pieza, donde forma unas tabicas, de unos 4‑5 cm
de altura y 5 cm de grosor. Dichas tabicas tienen la función
de servir para la ijación del ladrillo como plafón.
Decoración formada por crismón central, no muy bien
encuadrado, que consta de una “rho”, de 15 cm de altura, y
una “chi”, de otros 15 cm, las cuales descansan sobre una
“omega”, en forma de yugo. Sobre las aspas diagonales
Lám. 1
superiores de la “chi” apoya una “alfa”. La anchura, por su
base, de la “alfa” es de 10 cm, y la de la “omega”, 11 cm
aproximadamente. La “alfa” es sin travesaño. Flanqueando
el crismón, por su parte central, aparecen una paloma, de 8
cm de alto, a la izquierda, y una palma, con leve inclinación
hacia la derecha, de 6’5 cm de lado, en su lado derecho.
En esta escena, el simbolismo cristológico que supo‑
ne la aparición del crismón, se refuerza con su encuadre
entre las letras Alfa y Omega, la primera y la última del
alfabeto griego, que se reieren a las palabras que Cristo
dijo hacia el inal de la visión apocalíptica: “yo soy el Alfa y
el Omega, el primero y el último, el principio y el in”. Tra‑
dicionalmente han venido a expresar la divinidad de Cristo,
a cuyo monograma encuadra en esta escena. Además, la
composición se refuerza con dos elementos que lanquean
el crismón: una palma, alusión a la victoria del cristianis‑
mo sobre sus enemigos, y una paloma, símbolo muy re‑
producido y polisémico para los primeros cristianos, que
debe interpretarse en esta escena como imagen del alma
cristiana o de la inocencia, humildad y sencillez que todo
cristiano debe tener.
Paralelos: Existen dos ejemplares iguales en el Museo
1) Anteriormente, en concreto en el año 1869, Hübner había publicado varios de ellos, en su Inscriptiones Hispaniae Latinae. Volumen
Secundum (y en el posterior Supplementum de 1892), bajo el epígrafe Instrumenti Domestici. Tegulae, pero únicamente aquellos que presentaban alguna inscripción, que era el verdadero objeto de su trabajo.
2) Asimismo, cabe destacar el estudio de varias placas decoradas, pero sólo aquellas con inscripciones, en la obra epigráica de J.
Vives (Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, en el capítulo dedicado a Inscripciones no sepulcrales. Tejas y ladrillos,
publicada en 1942), en la de Serrano y Atencia (Inscripciones latinas del Museo de Málaga, de 1981), en la de Marcos Pous (Letreros de
ladrillos cordobeses con la fórmula cristiana antigua Salvo Ausentio, del mismo año), y en la de Martín Gómez (Placas decoradas de época
paleocristiana y visigoda, con inscripción del Museo Arqueológico de Sevilla, de 1982).
3) El método de exposición, encastrado en una balda de escayola, hace que algunos ladrillos no muestren en su totalidad la parte
inferior de la pieza, que queda oculta en el interior de dicho soporte.
128
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
de Málaga (LOZA, 1991‑1992: 259‑260, nº de invent. 2628
y 5266, Lám. IV, 3), ambos procedentes de Ronda4. Asi‑
mismo, en la antigua Colección Fajardo, se conservaba uno
de este tipo, si bien se reiere que el mismo propietario
había donado varios iguales a otros coleccionistas (RECIO,
1978: 70). Aún se podría recopilar uno más, esta vez per‑
teneciente a la Colección Alhonoz, y que procede, a su vez,
de la ursonense Colección Fajardo (CASTELO, 1996: 518,
Fig. 5d)5. Finalmente, y con procedencia desconocida, se
conserva otra placa de este tipo en el Museo de Huelva (nº
inv. A/CE3663/1)6.
TIPO 2. MaO 05/00/ [2, Pared w] (Lám. 2)
Lám. 2
Medidas: Alt.: 24’5 cm.; Anch. Conserv.: 37 cm.; Gro‑
sor: 4’5 cm.
Procedencia: Rancho La Lola, Osuna.
Ladrillo de forma rectangular y factura irregular, y al
que le falta casi la mitad de la pieza. El motivo ornamental
consiste en dos caballos afrontados, atados a un árbol o
palmera que les separa y forma el eje de simetría de la pie‑
za. La posición de los caballos es heráldica. Tanto el borde
superior como inferior del ladrillo están bordeados de una
cenefa: la superior, de motivos trapezoidales, y la inferior,
de motivos de ángulos o bifoliláceos.
Para algunos autores, no parece un tema estrictamente
cristiano y, en este caso, podría tener un simbolismo pu‑
ramente civil (CORZO, 1989: 439). De hecho, es un moti‑
vo decorativo que puede rastrearse hasta la época ibérica,
como es el caso de un recipiente de cerámica ibérica pintada
del Museo Monográico de Cástulo7, cuya escena principal
muestra sendos caballos afrontados, ambos con las manos
levantadas, sin llegar a corvetear, y entre los dos caballos
aparece, sobre un largo tallo vertical, una lor (GABALDÓN y
QUESADA, 1998: 16‑23). Dicho vaso está datado en el s. III
aC. Sin embargo, en este caso, se ha considerado que dicha
escena tiene un simbolismo de contenido viviicante o revi‑
talizador, relacionado con el Más Allá y el mundo funerario
(GABALDÓN y QUESADA, 1998: 16‑23).
No vamos a incidir en este tema, pero creemos in‑
teresante destacar el que se trata de un motivo de larga
tradición, incluso la asociación de caballos y vegetación
‑árboles‑ está bien atestiguada en ambientes púnicos o
semitizantes8, que está asimismo expresada en piezas de‑
corativas, concretamente broches de cinturón, en época
visigoda (BLÁZQUEZ, 1976: 286), y que, de conirmarse
la datación tardía para este tipo de placa decorada (al tra‑
tarse de un hallazgo descontextualizado, cuya clasiicación
cronológica se ha ijado a partir de su semejanza con el
resto de placas decoradas tardoantiguas), podría estar re‑
lacionada con el mundo funerario (quizá formando parte,
en este caso, de la cubierta de alguna sepultura).
Para Schlunk y Hauschild (1978), se trata de una com‑
posición que se conoce en mosaicos pavimentales de Tú‑
nez, como el ejemplar procedente de Hadrumentum, en
Sousse, y conservados en el Museo Arqueológico de dicha
ciudad (nº inv. 52120).
Paralelos: Este tipo sólo ha sido documentado en
Osuna, por lo que tenemos que considerarlo, por ahora,
como proveniente de esta zona. Sin indicar procedencia,
pero probablemente de Osuna o sus alrededores, son los
dos ladrillos enteros y varios fragmentos de idéntica temá‑
tica, que poseía la Colección Fajardo (RECIO, 1978: 74).
TIPO 3. MaO 05/00/ [3, Pared w] (Lám. 3)
Medidas: Alt.: 45 cm.; Anch.: 24’5 cm.; Grosor: 5 cm.
Procedencia: Desconocida.
Ladrillo de forma paralelepípeda vertical, con riquísima
ornamentación loral, geométrica y animalística. Formada
por un rectángulo central, enmarcado por una cenefa de‑
corativa que lo envuelve completamente de 4 cm de ancho
y cuyo motivo decorativo son estilizadas volutas con hojas,
uvas y pámpanos de la vid. Dicho rectángulo central con‑
tiene tres cuadrados: los de los extremos, que contienen
una estrella o lor de seis puntas/pétalos y el central, de
mayor riqueza geométrica, que presenta una pequeña es‑
trella de David de ocho puntas, en cuyo interior existe un
lor de ocho pétalos. Los tres motivos lorales/estrellados,
se enmarcan en un círculo de unos 7 cm. de diámetro.
Sobre la parte superior de la cenefa decorativa se vuelve
a desarrollar el tema decorativo de dos pequeños caballos
afrontados, en ademán de caminar, de unos 6’5 cm de an‑
cho cada uno (el izquierdo, prácticamente desaparecido).
Se trata de una placa decorada, probablemente de
aquellas que servirían para decorar paredes, y que pre‑
4) A pesar de que en la publicación referida aparecen, en la Lám. IV, como de procedencia desconocida, en el catálogo de materiales
adjunto iguran como procedentes de Ronda (LOZA, 1991-1992: 259-260).
5) Quizá sea uno de aquellos que reiere Recio como donados a otras colecciones por el Sr. Fajardo.
6) Los números de inventario de esta tipología, señalados para algunos museos andaluces, han sido consultados en la base de datos
DOMUS, que recoge los Fondos Museísticos de los mismos.
7) Nº de registro 2.500/13, un Lebes de la clase A, Grupo II, Tipo 6, Subtipo 1 (con pie), A-II.6.1, según la clasiicación de Mata y Bonet
de 1992.
8) El tema de dos caballos afrontados y atados a un árbol, se ha identiicado en varios mosaicos del Norte de África (FOUCHER, L.,
1960: Inventaire des mosaiques (Sousse). Tunis, láms. 27, 30-31).
129
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
sin indicar lugar de conservación (aunque, probablemen‑
te, sea de la Colección Fajardo). Por lo tanto, teniendo en
cuenta que todas las placas halladas hasta ahora son de la
zona de Osuna, podemos suponer que se trata de un tipo
que pudo fabricarse en algún lugar de esta comarca.
TIPO 4. MaO 05/00/ [4, Pared w] (Lám. 4)
Lám. 4
Lám. 3
senta una combinación de elementos vegetales y geomé‑
tricos. Estos últimos, que centran la composición, están
compuestos por dos círculos que albergan sendas rosetas
de seis pétalos, que enmarcan una estrella de ocho puntas
en cuyo interior existe otra roseta, pero esta vez de ocho
pétalos. Se trata, en todos los casos, de composiciones or‑
namentales muy tradicionales en la plástica romana, sobre
todo en mosaicos, y cuyo signiicado ha ido siempre aso‑
ciado a concepciones cósmicas y religiosas. Para algunos
autores, estos signos geométricos aluden a la divinidad de
modo abstracto (CRUZ, 1985, p. 318‑326); de hecho, la
estrella de ocho puntas, inscrita en un círculo y adornada
con roseta en el centro, es un signo que debió llevar im‑
plícito un simbolismo semejante al de Cristo o el Crismón
(CASTELO, 1996: 525).
Teniendo en cuenta que la representación de estrechas
de ocho puntas (o estrellas de David), formada por la inter‑
sección de dos cuadrados, es un motivo muy repetido en
la iconografía geométrica cristiana (CASTELO, 1996: 525),
pero muy poco desarrollada por los visigodos (CRUZ,
1985: 322), proponemos una cronología centrada en los
siglos IV y V para este tipo de placa ornamental.
Paralelos: Recio (1978: 75) nos reiere la existencia de
uno igual a éste, procedente de la comarca de Osuna, pero
130
Medidas: Alt.: 36 cm.; Anch.: 26 cm.; Grosor: 5 cm.
Procedencia: Entorno Cortijo de las Viñas, Osuna.
Ladrillo rectangular vertical, con tabicas superior e in‑
ferior (para encaje en artesonado o techumbre), de 4 cm
de altura y 4 de grosor. Todo el ladrillo, a excepción de las
tabicas, está decorado a relieve, con motivos geométricos
de gusto prerromano. Presenta motivo central hexagonal,
que contiene una lor de seis pétalos apuntados. Dicho
hexágono está rodeado de cenefa circular con motivos tri‑
angulares, que se enmarca a su vez con doble cuadrado
cruzado, que forma una estrella de ocho puntas, y que, a su
vez, se rodea nuevamente de cenefa circular con triángulos
en su interior como motivo decorativo. El resto de la su‑
pericie decorada se completa con una cenefa con triángu‑
los que enmarca toda la supericie decorada, y entre dicha
cenefa y el doble motivo circular, se rellena con pequeños
cuadrados, en grupos de cuatro, con aspa en su interior,
que se sitúan en las esquinas, y protuberancias cuadran‑
gulares y triangulares, además de triangulares biseladas en
las zonas vacías, entre dicha cenefa rectangular y el motivo
circular central.
De nuevo nos hallamos, en este caso, ante un tipo de
placa cuyo motivo central es una estrella de ocho puntas,
inscrita en un círculo y adornada con una roseta de seis
pétalos en el centro. Por tanto, al hilo de la argumentación
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
desarrollada para el tipo anterior, su ornamentación po‑
dría estar simbolizando a Cristo o el Crismón de un modo
abstracto. Reforzando dicha argumentación, se puede
comparar esta placa con el tipo, también conservado en
este Museo, con el número de Inventario MAO 05/00/ [8,
Pared W] (Lám. 8), que muestra exactamente la misma
decoración que éste, pero cuya única diferencia es la sus‑
titución de la estrella de David, con roseta en su interior,
por un elegante Crismón.
Igualmente, y debido al uso del motivo decorativo ante‑
riormente indicado, nos inclinamos por asignarle, también,
una cronología comprendida entre los ss. IV al V dC.
Paralelos: Existe un ejemplar idéntico, con R.E. 9150,
en el Museo Arqueológico de Granada, de procedencia
desconocida; otro, en el Museo de Málaga (LOZA, 1991‑
1992: Lám. II, 3), procedente de Osuna, e igualmente de
procedencia desconocida, en el Museo Provincial de Doña
Mencía (Córdoba) y en el Museo de Huelva (nº de inv. A/
CE3662/1).
TIPO 5. MaO 05/00/ [5, Pared w] y MaO 05/00/ [6, Pared
w] (Láms. 5 y 6)
Lám. 6
Lám. 5
Medidas: Alt.: 41 cm.; Anch.: 33’5 cm.; Grosor: 4 cm.
// Alt.: 41 cm.; Anch.: 34 cm.; Grosor: 3’5 cm.
Procedencia: Desconocida.
Ladrillo rectangular, decorado con círculo central, de
13‑14 cm de diámetro, con crismón interior, y otros cuatro
círculos, de 13 cm de diámetro, en las cuatro esquinas del
ladrillo, cada uno con un motivo decorativo diferente:
‑Círculo superior derecha: roseta de vientos o estrías
(12 aspas).
-Círculo superior izquierda: lor de ocho pétalos, cuatro
de las cuales, simétricamente, tienen una depresión en su
parte más ancha.
-Círculo inferior derecho: lor de doce pétalos.
‑Círculo inferior izquierda: roseta con escamado o mo‑
tivos romboidales inclinados.
Entre los espacios que dejan los cinco círculos, hay
cuadrantes también con una decoración diversa:
‑Superior: cuadrado dividido en cinco triángulos o seg‑
mentos.
‑Inferior: motivos incisos biselados triangulares y en
zig‑zag.
-Derecho: lor cuadrada de ocho pétalos
‑Izquierdo: estrías quebradas, a modo de ancha es‑
piga.
En los lados menores presenta tabicas o listones, de
unos 3’5 cm, para encastrar en artesonados.
De nuevo, nos hallamos ante un tipo de placa decorada
donde el motivo central es un crismón, representación sim‑
bólica de Cristo. Y alrededor de éste, una serie de motivos
geométricos y rosetas que completan la decoración. En
este caso, tres de los círculos albergan, más que a rosetas,
a elementos radiales, los cuales pertenecen a la categoría
de los signos centrados, que son asociados con las ideas
de equilibrio que se identiica con la armonía y el justo me‑
dio, equivalentes a la justicia y con las ideas de principio
y in de todas las cosas (CASTELO, 1996: 530). Quizá, por
tanto, sean una forma de simbolizar el principio y el in de
todas las cosas, tan relacionado con Cristo, normalmente,
a través de las letras griegas “alfa” y “omega”, a las cuales
se estaría, de esta forma, sustituyendo.
En cuanto a la cronología, como ya señalara Palol
(1967: 261), “la decoración de claro-oscuro sin talla a bisel
nos sugieren temas del siglo V o quizá del VI, pero no creemos que sean más tardíos”.
Paralelos: Un ejemplar de este tipo aparece en la Fig. nº
131
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
362 de la Historia de Andalucía (CORZO, 1989: 435), de la
que no se indica procedencia. También es mencionado un
ejemplar por Fariña pero, de igual forma, de procedencia
desconocida (FARIÑA, 1939‑1940: Lam. VIII). Aún más
antigua, es la representación de un ejemplar idéntico en
el Catálogo del Museo Loringiano, el cual no se describe
en el texto (RODRÍGUEZ BERLANGA, 1909: Lam. XXXIX),
pero que se conserva actualmente en el Museo de Málaga
(nº inv. A/CE02627). Respecto a las que reieren su origen,
contamos con dos placas conservadas en el Museo Arque‑
ológico de Madrid, procedentes de la Colección Caballero
Infantes y que fueron publicadas por primera vez por Rada
y Delgado (1876), indicando que fueron halladas en Espejo
o Córdoba. Dos más, procedentes de El Rubio (Sevilla), se
conservan en la Colección Alhonoz (CASTELO, 1996: 492,
Lam. 2a y 2b). En la Fototeca de la Universidad de Sevilla,
hay dos placas de este mismo tipo, procedentes de la Villa
de la Concepción (Málaga), si bien, creo que estas placas
pasaron a la Colección Loring, y puede que alguna sea la
que ya hemos señalado como conservada en el Museo Lo‑
ringiano.
Hemos de destacar, igualmente, una placa muy simi‑
lar a ésta, en cuanto a la composición y decoración, ha‑
llada también en El Rubio (Sevilla) y que pertenecía a la
Colección Fajardo (RECIO, 1978: 72), amén de otra, que
hemos podido consultar en la Fototeca de la Universidad
de Sevilla, con una composición parecida en cuanto a los
cuatro círculos, algunos de ellos iguales a los de la placa
aquí analizada, procedente de Montilla.
La variedad de lugares de los que proceden placas de
este tipo nos impide proponer una zona de fabricación para
éste.
TIPO 6. MaO 05/00/ [7, Pared w] (Lám. 7)
Medidas: Alt.: 33 cm.; Anch.: 30 cm.; Grosor: 4 cm.
Procedencia: Desconocida.
Ladrillo cuadrangular, cuya decoración está enmarcada
Lám. 7
132
por un cuadrado mediante ilete (26 x 27 cm). En el centro,
protuberancia troncopiramidal, que sobresale unos 3 cm
de la supericie de la placa, con las caras de la pirámide
deprimidas. De las cuatro aristas de la pieza central parten
tallos hacia las esquinas, que acaban en una especie de
hojas lanceoladas o piñas, enmarcadas por dos ramas que
nacen de dichos tallos. Los cuatro lados de la forma tron‑
copiramidal central están cruzados, en su parte central, por
una línea en relieve. Se completa la decoración con cuatro
motivos vegetales, barquiformes, en cada uno de los espa‑
cios triangulares deinidos por una de las caras de la forma
troncopiramidal central y los tallos con piñas.
En cuanto a la escena desarrollada en este tipo de
placa, no hemos encontrado una interpretación simbólica
razonable, por lo que podría tratarse, simplemente, de una
combinación decorativa a base de elementos vegetales es‑
quematizados y geométricos.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que durante la
Antigüedad y la Edad Media, el cuadrado fue considerado
como el símbolo de la Tierra, por oposición al Cielo; es el
símbolo del universo creado. En la Antigüedad, la Tierra se
consideraba cuadrada, con cuatro puntos cardinales (a los
que, quizás, se reieran las líneas que surcan las caras de la
forma troncopiramidal, o bien, los cuatro tallos que surgen
de sus esquinas).
Referente a su cronología, tampoco aparecen elemen‑
tos que nos permitan deinir con mayor concreción su da‑
tación.
Paralelos: Igual a ésta, han sido documentadas varias
placas en el yacimiento de Haza de las Piedras (Huévar del
Aljarafe, Sevilla), hallazgo casual debido a las labores agrí‑
colas practicadas en dicha inca (HERNÁNDEZ et alii, 1955:
272, ig. 467). También igual es el ejemplar hallado en
Morón de la Frontera (Sevilla) (CASTELO, 1996: 517‑518,
Fig. 5c y Lám. 6c), perteneciente a la Colección Alhonoz.
Perteneciente a la colección Volckers, pero de pro‑
cedencia desconocida, existe un ejemplar muy similar a
éste, únicamente diferenciado porque la decoración de la
placa está enmarcada por ilete en dos de los lados y por
hilada de pequeños triángulos, en los otros dos (FARIÑA,
1939‑1940: Lam. IV).
Otra variante de este tipo, algo menos deinido en cuan‑
to a su decoración, y de medidas diferentes, se conserva
en la Colección Alhonoz, concretamente, dos ejemplares:
uno, fragmentado, indicando su procedencia cercana al
Cortijo de Pedro Cruzado (Sevilla), en un punto próximo a
la carretera de Marinaleda a Estepa (CASTELO, 1996: 492,
Fig. 1b), y otro, completo, procedente de Herriza del Ciervo
(Sevilla), lugar cercano a la localidad de El Rubio (CAS‑
TELO, 1996: 492, Fig. 1a).
Aún se podrían indicar algunas variantes más de este
tipo, caracterizado por tener una pieza troncopiramidal
central, que sobresale destacadamente de la placa, y una
decoración que parte de dicha igura central y que consiste
en elementos vegetales esquematizados barquiformes. Se
trata de las placas decoradas pertenecientes también a
la Colección Alhonoz, y halladas en la Depuradora Cam‑
panario (Badajoz) y en El Viso del Alcor (Sevilla) (CASTE‑
LO, 1996: 510‑518, Figs. 3c, 3d y 4). Muy parecido a estos
últimos, es otra variante que hemos podido consultar en
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
la Fototeca de la Universidad de Sevilla, procedente de la
localidad de Huévar, donde ya señalamos la aparición de
placas del mismo tipo que las del Museo de Osuna. Asi‑
mismo, existen unos ladrillos conservados en el Museo de
Málaga, de procedencia desconocida, que, sin ser iguales,
muestran como elementos decorativos tallos acabados en
piñas u hojas lanceoladas y elementos vegetales barqui‑
formes (peltas), por lo que podrían ser piezas de un mismo
taller (LOZA, 1991‑1992: Lám. III, 3 y 4).
Estas estilizaciones vegetales, de forma de barco, tam‑
bién han sido reconocidas en una placa procedente de
Montilla (Córdoba), en otra de la huerta de los Aldabones
(Córdoba) y en otra, originaria de la misma ciudad y con‑
servada en el Museo cordobés (FARIÑA, 1939‑1940: 207 y
Lám. VI‑VII; BANGO, 2001: 129).
En cuanto a su posible lugar de manufactura, se trata
de un tipo de placa también muy difundida, por lo que es
difícil concretar una zona especíica de producción.
TIPO 7. MaO 05/00/ [8, Pared w] (Lám. 8)
malmente inclinada. Y alrededor del motivo central circu‑
lar, decoración biselada, exacta a la de las placas MAO
05/00 [4, Pared W] y MAO 05/00 [10, Pared W], con la
única diferencia de que el motivo decorativo de las cuatro
esquinas son pequeños círculos (4 cm. de diámetro), que
representan estrellas de seis puntas.
Tanto las medidas como el tipo de decoración en torno
a la igura central, parecen relacionar este tipo con MAO
05/00/ [4, Pared W], lo cual nos inclina a datarlo en la
misma fecha, así como a suponer que proceden del mismo
taller, quizá alguno ubicado en la comarca ursonense. No
obstante, el hallazgo de moldes en el yacimiento de Bal‑
buán, obliga a pensar, o bien que este tipo de ladrillo pudo
fabricarse en más de un taller alfarero (no es extraña la
documentación de moldes iguales en talleres cerámicos
diferentes), o bien que, tanto éste como el tipo descrito
en MAO 05/00/ [4, Pared W], se fabricaron únicamente en
el taller de Balbuán pero que, todavía, no se han hallado
moldes ni fragmentos de placas del otro tipo.
Paralelos: Se han documentado varias placas iguales,
así como sus moldes, durante las prospecciones llevadas
a cabo en el yacimiento de Balbuán (Morón de la Frontera,
Sevilla), considerado como taller de dichas planchas, por
lo que debemos considerar a este tipo procedente del men‑
cionado taller alfarero. Sus investigadores, basándose en
la profusión decorativa sobre la base de claro‑oscuro sin
talla a bisel, ya descrita por Palol, sugieren una composi‑
ción de los ss. V o VI (VERA, 2000: 42).
TIPO 8. MaO 05/00/ [9, Pared w] (Lám. 9)
Medidas: Alt.: 45 cm.; Anch.: 35’5 cm.; Grosor: 4 cm.
Procedencia: Desconocida.
Ladrillo rectangular, con campo decorativo de 38 x 30
Lám. 8
Medidas: Alt.: 36 cm.; Anch.: 25 cm.; Grosor: 4 cm.
Procedencia: Desconocida.
Ladrillo rectangular, con los habituales listones lisos,
de 3 cm. de grosor y entre 3’5 y 5’5 cm. de longitud, para
encastrar en techumbre. El resto de la supericie del ladri‑
llo (27 x 25 cm) está decorado, presentando como motivo
principal y central, un círculo de 16 cm. de diámetro, con
crismón en su interior, y a ambos lados del mismo, entre
las aspas de la letra “chi”, las habituales letras “omega”
(derecha) y “alfa” (izquierda), esta última en posición anor‑
Lám. 9
133
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
cm. (siendo el resto del ladrillo liso, conformando los lis‑
tones para encastrar). Decoración en relieve, formada por
banda decorativa en ambos lados mayores, con motivo
de triángulos, que enmarcan un círculo de unos 20 cm.
de diámetro, en cuyo interior se desarrolla una estrella de
seis puntas rodeada de hexágono. En los espacios entre
los brazos de las estrellas, en la zona central, se realiza
una depresión. Al exterior del círculo, en la parte superior e
inferior del ladrillo, se desarrolla una decoración, probable‑
mente, de tipo vegetal, parecida a ramas estilizadas.
Se trata de un ladrillo bastante extraño, ya que no he‑
mos encontrado placas decoradas semejantes en cuanto
a la composición general de la decoración. No obstante,
ya hemos mencionado cómo el hecho de que el motivo
central de la escena sea una roseta de seis pétalos, lo rela‑
ciona con una alusión a la divinidad de manera abstracta.
Además, presenta la curiosidad de mostrar, entre los es‑
pacios que dejan los pétalos de la roseta, unos agujeros o
puntos. Para Cirlot, éstos son, en origen, centro, principio
de la manifestación y de la emanación (1997: 377).
El resto de elementos decorativos parecen carecer de
simbolismo y su función es completar la estética de la
composición.
Paralelos: De este ejemplar, no hemos encontrado pa‑
ralelos, con lo que debemos suponer que podría tratarse
de una producción local, de la zona de Osuna.
TIPO 9. MaO 05/00/ [10, Pared w] (Lám. 10)
Medidas: Alt. Conserv.: 36 cm.; Anch.: 25’5 cm.;
Grosor: 4’5 cm.
Procedencia: Entorno Cortijo de las Viñas, Osuna.
Placa rectangular, cuyo motivo decorativo principal es
un círculo de unos 19 cm. de diámetro, en cuyo interior
hay un hexágono decorado con triángulos y segmentos a
bisel. El círculo está, a su vez, rodeado de una banda de 1’5
cm. de anchura, decorada con triángulos, y todo el espacio
restante del ladrillo se decora con estos mismos elementos
geométricos, enmarcados por banda de triángulos que ro‑
dean todo el campo decorativo de la placa. Destacan, en las
cuatro esquinas, un cuadrado, de 4 x 4’5 cm. de lado, con
aspa en su interior. La decoración del exterior del motivo
circular central es igual a la de las placas [4, Pared W] y
[8, Pared W].
De nuevo nos encontramos con un tipo de placa cuya
decoración es casi idéntica a las placas MAO 05/00/ [4,
Pared W] y MAO 05/00/ [8, Pared W]. La única diferencia
estriba en el motivo central, en este caso, un hexágono
con varias rosetas de seis pétalos que se acoplan y com‑
parten algunos de dichos pétalos. De nuevo, estaríamos
ante una composición de tradición romana, ligada a las
concepciones cósmicas y religiosas, y que se relaciona
con alusiones a la divinidad de modo abstracto, como ya
hemos tenido ocasión de ver representado en otros tipos
de placas de las aquí analizadas.
Paralelos: Con número de registro R.E. 9149, existe un
ejemplar idéntico en el Museo Arqueológico de Granada,
pero cuya procedencia es desconocida. En el Museo de
Málaga se conservan dos ejemplares, uno casi completo,
para el cual se indica una procedencia de Osuna, y otro,
del que se conserva únicamente la mitad, de procedencia
desconocida (LOZA, 1991‑1992: Lám. II, 2 y 3). También
de la comarca ursonense, es una placa conservada en una
colección particular de dicha ciudad sevillana, la cual he‑
mos tenido ocasión de fotograiar. Finalmente, otra placa
similar, sin indicación de su procedencia, se conserva en el
Museo de Huelva (nº de inv. A/CE3662/2).
Por tanto, teniendo en cuenta que este tipo sólo tiene
como procedencias conocidas la zona de Osuna, y que para
el tipo señalado para MAO 05/00/ [4, Pared W] también se
propuso un origen ursonense, parece probable que este
modelo tenga como lugar de procedencia la citada región.
Además, debemos recordar que el tipo identiicado en MAO
05/00/ [8, Pared W] tiene como lugar seguro de fabricación
el yacimiento sevillano de Barbuán (Morón de la Frontera),
por lo cual, atendiendo a los posibles lugares de fabricación
de los anteriores, es muy posible que este ladrillo también
se manufacturase en la comarca de Osuna.
TIPO 10. MaO 05/00/ [11, Pared w] y MaO 05/00/ [12,
Pared w] (Láms. 11 y 12).
Lám. 10
134
Medidas: Alt.: 35 cm.; Anch. 32 cm.; Grosor 4’5 cm.
Procedencia: Desconocida.
Placa rectangular, con decoración desarrollada en gran
relieve, entre dos suaves listones. Posee crátera agallona‑
da con asas en forma de “S”, bajo edícula con tímpano
triangular y dos columnas con capiteles. Junto a la base
de la crátera se aprecian dos crismones monogramados,
en forma de cruz latina, con los senos de la “rho” afronta‑
dos. El frontón posee un pequeño crismón constantiniano
con “alfa” y “omega” (que no se aprecian muy bien). Sobre
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
Lám. 11
Lám. 12
los lados del frontón se disponen dos aves (posiblemente
palomas) carentes de patas.
Se trata del tipo con la combinación de elementos
simbólicos más rica. Comenzaremos su interpretación
a partir del elemento más destacado de los presentes, la
crátera que centra la escena. La presencia de una crátera
es numerosa en diversas representaciones artísticas desde
tiempos paganos, en muchas ocasiones en monumentos
funerarios, adquiriendo en el mundo visigodo el sentido de
recipiente del agua bautismal (SANTIAGO, 2004: 203). No
obstante, el hecho de que la escena vaya completada con
dos aves, posiblemente dos palomas, ha llevado a algunos
investigadores ha proponer otra explicación: el vaso vacío
simboliza el cuerpo encerrado en la tumba y las palomas
el alma que se escapan de él (CASTELO, 1996: 520). Esta
interpretación iría en consonancia con el uso en ambientes
funerarios que se ha asignado a algunas de estas placas
ornamentales. Sin embargo, también hay quien ha inter‑
pretado la crátera como recipiente de agua bautismal, y a
las palomas, que se acercarían a beber de ella, como los
neóitos que se acercan a la vida en la gracia, siendo ésta
una representación muy frecuente en la plástica y toréutica
visigoda (BARROSO y MORÍN DE PABLOS, 1995: 48). En
este caso, sería una escena muy adecuada para su colo‑
cación en el interior de las iglesias, tanto en las cubiertas
como en las paredes.
Albergando a la crátera, observamos un edículo, for‑
mado por dos columnas con capitel, que lanquean a ésta,
y que soportan un frontón triangular, en el cual hay re‑
presentado un crismón, acompañado de alfa y omega. Ya
desde época imperial, el nicho cubría a un dios, al empe‑
rador, a un cónsul o a un alto dignatario, en el sentido de
personas dignas de veneración, reverencia y respeto; con
esa cualidad pasa al Cristianismo, y desde época tempra‑
na, Cristo, la Virgen y los altos símbolos del Cristianismo
aparecen cobijados por dicha forma. Guarda, por tanto, el
carácter distintivo y especialmente sagrado, y bajo él, se
desarrollan las funciones esenciales del culto asociadas al
principal elemento del mobiliario litúrgico: el altar (CASTE‑
LO, 1996: 524). Así, podría tratarse efectivamente de la re‑
presentación del sacramento del bautismo en el interior de
las iglesias paleocristianas, carácter religioso que estaría
reforzado por la representación de Cristo, a partir del cris‑
món con el “alfa” y el “omega”, en el frontón del edículo.
A pesar de esto, la aparición de la paloma, que no
está junto a la crátera, bebiendo de ella, sino que está por
encima, fuera del edículo, y lanqueando al crismón, nos
hacen inclinarnos más por la segunda interpretación, la re‑
lacionada con la Resurrección del alma, ya que la paloma,
símbolo presente en la iconografía cristiana desde los pri‑
meros tiempos como signo de paz, inocencia, puriicación,
recompensa y felicidad, también se emplea como referen‑
cia a las almas que se liberan de los lazos del cuerpo (sim‑
bolizado mediante la crátera) y, por tanto, se convierte en
una alusión a la Resurrección, que lógicamente se asocia a
Cristo, aquí representado por el crismón.
Finalmente, destacar la aparición, lanqueando la cráte‑
ra, en su zona inferior, de dos pequeñas cruces monogra‑
máticas, típicas del s. VI (similar a las de Cehegín, Burgui‑
llos, Santa Elena de Jaén, y la del Cortijo de Íscar de Baena,
todas ellas datadas entre los siglos IV al VI). Cruces de
este tipo se colgaban del techo, encima del Altar, y eran de
uso obligado en la consagración de iglesias, altares, y en
la bendición de los cementerios, por lo que no es extraña
su aparición en esta escena, en el interior del edículo (MU‑
ÑOZ, 1978).
En cuanto a su situación, este tipo de escenas, en las
que intervienen una crátera y uno o más crismones, ha
sido relacionado por algunos autores con ambientes fune‑
rarios (BANGO, 2001: 127). Además, los edículos o nichos
son una representación triunfante y su relejo en un ámbito
funerario debe ser interpretado como la exaltación de la
resurrección (SANTIAGO, 2004: 199‑200), que es precisa‑
135
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
mente la explicación que hemos considerado más válida
para este tipo de escenas. Sin embargo, consideramos que
se trata de un mensaje simbólico muy apropiado también
para el interior de las iglesias, en su faceta didáctica, pues
ejempliica de una manera sencilla y gráica el concepto de
la resurrección de las almas.
Según Palol, el tipo de crátera, agallonada, con asas
en “S”, cuello alto y pie triangular de base curva, es un
elemento muy clásico en mosaicos sepulcrales de origen
africano que se documentan en el sureste español, así
como en los recipientes igurados de los mosaicos de las
basílicas de las Islas Baleares, por lo cual determina una
cronología en torno al siglo V (PALOL, 1967: 271). Se trata
de una temática que ha sido considerablemente documen‑
tada en Hispania entre los siglos V y VI en diversas mani‑
festaciones artísticas (SANTIAGO, 2004: 197).
Paralelos: En la cercana localidad sevillana de El Rubio,
apareció un ejemplar igual al aquí estudiado, que pertenecía
a la Colección Fajardo (RECIO, 1978: 72) hoy desaparecida.
Hallado en el Cortijo de la Estrella (Posadas, Córdoba), se
conserva en la Colección Alhonoz un fragmento de placa de
este tipo (en la que no se observa con claridad, quizá por
haberse perdido a causa de la erosión, el pequeño crismón
constantiniano que lanquea la crátera) (CASTELO, 1996:
499, Lam. 2c).
Hemos tenido la ocasión de visitar algunas colecciones
particulares de la ciudad de Osuna, y contar hasta tres de
estas placas, todas procedentes de un yacimiento cercano
a este municipio sevillano9.
Existe, además, otro ejemplar conservado en el Museo
Arqueológico y Etnológico de Granada, con nº de registro
E4438, de procedencia desconocida, y con igual descono‑
cimiento de su lugar de hallazgo, en los Museos de Se‑
villa y Córdoba (CASTELO, 1996: 499), así como en el de
Huelva (nº de inv. A/CE3663/4).
A este respecto, es importante señalar que las placas
conservadas en el museo onubense son donación de un
coleccionista particular, García de Soto, el cual presenta
los mismos apellidos que los coleccionistas particulares
de Osuna que hemos tenido ocasión de visitar, por lo que
suponemos que se tratan de familiares y, por tanto, que to‑
das estas placas proceden del mismo yacimiento, ubicado
en la comarca ursonense. Esta suposición viene reforzada
por el hecho de que de los seis tipos de placas que expone
el Museo de Huelva, cinco están también en el de Osuna, y
tres en las colecciones particulares señaladas.
TIPO 11. MaO 05/00/ [13, Pared w] (Lám. 13)
Medidas: Alt.: 33 cm.; Anch.: 23’5 cm.; Grosor: 6 cm.
Procedencia: Cerro de las Cabezuelas, Osuna.
Ladrillo rectangular, con campo decorativo de 36 x 20
cm, con listones en ángulos menores de 5 x 5 cm. Consta
de un arco estilizado y rebajado de 24 cm de altura y 19 cm
Lám. 13
de anchura, apoyado sobre fustes esquematizados, de 18’5
cm de altura y capiteles indeinidos, distantes entre sí 19
cm aproximadamente, que albergan un elegante crismón.
Éste, un tanto descentrado, presenta invertidas las letras
“chi” y “rho”, de unos 18 cm, aproximadamente realiza‑
das con cuidado trazado y ápices pronunciados. A ambos
lados, aparecen la letra “alfa”, sin travesaño (a la derecha,
es decir, cambiando su posición habitual) y la “omega” (a
la izquierda), que miden 2 cm de altura y 4 cm de anchura,
y 3 cm de alto y 3 cm de ancho, respectivamente.
De nuevo, nos encontramos ante un tipo de placa que
presenta un crismón, con la peculiaridad de estar repre‑
sentado en negativo, que se encuentra albergado por un
edículo bastante esquematizado. Para el hecho de que la
placa tenga la escena decorativa del revés, no hemos en‑
contrado una explicación satisfactoria. Quizá se deba a que
el interés de dicha acción era representar en orden inver‑
tido las letras apocalípticas, para lo cual sí se ha ofrecido
una interpretación10, pero tampoco es ésta una exégesis
que nos satisfaga.
Por tanto, al igual que el tipo de placa anterior, ven‑
dría a simbolizar a Cristo resucitado (pues va acompañado
de “alfa” y “omega”), sirviendo el elemento arquitectónico
para potenciar y reforzar el carácter, en este caso sagrado,
9) Del cual ocultaremos su nombre y situación exacta para evitar posibles visitas indeseadas, en una zona ésta donde la acción de
clandestinos es una verdadera plaga.
10) Alonso Sánchez (1982: 298), señala que el orden cambiado de las letras se corresponde con el carácter funerario de la escena, por
la cual se representaba cómo el difunto pasaba, por Cristo, desde el in de la vida terrena (y por tanto, al in de sus males) al principio de
la vida eterna, idea del doble camino, de principio a in y de in a principio, que aparece en el pensamiento de algunos Padres de la Iglesia
(Clemente de Alejandría, Tertuliano y Paulino de Nola).
136
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
del símbolo que cobija, más en este ejemplar, pues la cu‑
bierta de la estructura es arqueada o esférica, imitando a
la bóveda celeste, que se ha usado tradicionalmente para
destacar la preeminencia de los temas que bajo ellos se
acogen (CRUZ, 1985: 285).
En cuanto a la cronología, los elementos que nos per‑
miten datarlo, el crismón acompañado de las letras apo‑
calípticas, nos sitúan entre los ss. IV al VI, si bien podría
también datarse en el VII.
Paralelos: Recio (1978: ig. 14, p. 67) señala un ejem‑
plar exacto a este procedente del Cortijo de Aljonoz (Se‑
villa)11. Además, hay otros dos ejemplares iguales en el
Museo de Sevilla (MARTÍN, 1982: 37), otros dos en el de
Málaga (LOZA, 1991‑1992: Lám. IV, 1), y dos más en el
de Huelva (nº de inv. A/CE3663/2 y A/CE3663/3), de pro‑
cedencia desconocida en todos los casos (si bien, el de
Huelva, podría ser de la zona ursonense).
Al igual que con el anterior tipo, hemos conseguido vi‑
sitar dos colecciones particulares en las cuales había una
placa respectivamente, ambas procedentes del mismo ya‑
cimiento de Osuna.
Por tanto, teniendo en cuenta la cercanía del Cortijo
de Aljonoz respecto de la comarca de Osuna, y que sólo
se han recuperado placas de este tipo en dicha zona de
Sevilla, entendemos que debe tratarse de una producción
local, de la mencionada de la comarca.
CONClUSIONES
La función de las placas decoradas fue un tema que
pronto se intentó dilucidar. Ya San Isidoro de Sevilla, en
sus Etimologías, se reiere a éstas como elementos or‑
namentales de los ediicios de culto cristiano, tanto para
las paredes, como para los techos o los pisos. Ésta es la
opinión de la mayoría de investigadores (PALOL, 1967;
SCHLUNK y HAUSCHILD, 1978; CORZO, 1989), si bien
existen otros que han señalado la posibilidad de que tam‑
bién fuesen simples exvotos (SCHLUNK, 1947: 235) o lápi‑
das sepulcrales, empleadas para cerrar las tumbas cuando
éstas tenían lugar en pequeños nichos (RADA Y DELGADO,
1876: 593; CAMPS, 1940; ALONSO SÁNCHEZ, 1982: 229;
GARCÍA BLANCO, 2001: 155). A este respecto, placas si‑
milares, con monograma y leyenda “Chioni Vivas”, fueron
halladas formando paredes de sepulturas en Los Mojones
y en Torre del Corral, ambos lugares de Martos (RECIO,
1978: 71)12. La falta de hallazgos realizados in situ no per‑
mite asegurar ninguna de estas posibilidades, si bien pare‑
ce existir cierta convicción entre los investigadores en que
estas placas cerámicas formaron parte de la decoración ar‑
quitectónica de los ediicios religiosos. El hecho de que la
decoración se encuentre siempre en uno de los planos ma‑
yores, dejando en dos bordes opuestos (en algunas placas,
en los cuatro bordes) sendas zonas lisas, sin decoración
y segregadas de ellas por un baquetón, incitan a pensar
en su uso como revestimiento de techos, descansando
sus bordes lisos sobre traviesas paralelas de la cubierta
(STYLOW, 1996: 23). No obstante, Aguilar y Cano reiere
un hallazgo en la localidad sevillana de El Rubio, de treinta
y dos losas, adornadas con el monograma de Cristo, que
formaban un pavimento (AGUILAR Y CANO, 1894: 93).
De igual forma, tradicionalmente, se ha considerado
como un elemento decorativo que tiene su origen en el
norte de África, en concreto, la zona de Túnez, extendién‑
dose desde aquí hacia la Península Ibérica y Francia. Así,
se trataría de un elemento originariamente no hispánico
que será prontamente adoptado en la Bética, teniendo un
desarrollo amplísimo y original en estas tierras (PALOL,
1967: 229).
Sin embargo, según algunos autores, no se puede es‑
tablecer con certeza si existe una dependencia entre ambos
focos, ya que las piezas que aparecen en otros lugares,
como las Baleares, que están estrechamente vinculadas
con producciones de Túnez, son producto de una relación
directa que aún queda por demostrar si se da, de igual
modo, en la Península Ibérica (VERA, 1999: 228). Para
otros investigadores, las placas estampadas son la conti‑
nuidad de una tradición constructiva y ornamental romana
que se puede constatar desde África a las Galias, pasando
por España (BANGO, 2001: 125).
Debemos recordar, además, por un lado, la tradición
romana en el uso del opus iglinum, y por otro, que al
tratarse de un material de fácil adquisición y manufactu‑
ra, facilitaría su elaboración en talleres locales, por lo que
debemos considerar a dicha inluencia norteafricana como
un fenómeno posterior y no originario (LOZA, 1991‑1992:
252).
Además, hoy día, y gracias a algunos ejemplares de
placas autóctonas, procedentes de las villae malagueñas
de Manguarra y San José (Cártama), y del Secretario
(Fuengirola), datadas en el siglo III dC., por tanto, con an‑
terioridad a la llegada de dicha supuesta inluencia norte‑
africana, no podemos por más que concluir que se trata de
un desarrollo autóctono de las placas cerámicas decoradas
con relieves (LOZA, 1991‑1992: 252).
En cuanto a su cronología, al no haber sido hallados en
excavaciones cientíicas con unas estratigrafías claras, su
datación depende de indicios bastante tenues, como pue‑
den ser posibles paralelos de ornamentación y estilísticos
con monumentos fechados, consideraciones onomásticas
y paleográicas, etc. De este modo, presentan una cronolo‑
gía muy amplia en el tiempo, siendo habitualmente fecha‑
dos entre el s. III al VII d.C. No obstante, parecen existir
dos grandes grupos: uno, de precedentes prerromanos
(temas ornamentales geométricos o lorales tallados a bi‑
sel), que debería datarse en torno al s. IV‑V (en nuestro
caso, tipos 2, 3, 4, 6, 8 y 9), y otro de simbología cristiana
primitiva (paloma, pez, crismón), de los siglos V‑VII (tipos
1, 5, 7, 10 y 11).
Finalmente, como aportación fundamental de este tra‑
bajo, está la conirmación de que, a los talleres ya conoci‑
dos de Ronda (Málaga), Jerez de la Frontera (Cádiz) (PA‑
11) El llamado Cortijo Aljonoz se halla actualmente entre los términos municipales de Herrera y Écija (Sevilla), por lo que suponemos
que debe de tratarse del mismo lugar de Alhonoz, en Écija, ya mencionado anteriormente en el texto.
12) Sin embargo, el autor no indica si estas placas se encontraban en posición primaria o secundaria.
137
J. M. ROMÁN PUNZÓN y J. I. RUIZ CECILIA
LOL, 1991: 340) y Balbuán (Morón de la Frontera, Sevilla)
(VERA, 1999: 228), hemos de añadir el que estaría ubicado
en el entorno de la comarca de Osuna (concretamente y
de manera aproximada, en el triángulo conformado por
las localidades de Écija, Osuna y Estepa), a la vista de las
numerosas placas aquí aparecidas y de los diversos tipos
de ladrillos que sólo se han hallado en dicha zona (tipos 2,
3, 4, 8, 9 y 11). Además, se han identiicado en dos focos
diferentes los tipos 1 (Osuna y Ronda), 7 (Osuna y Morón)
y 10 (Osuna y Posadas). El resto de tipos, tienen varias zo‑
nas de procedencia. Pero incluso en el caso de tratarse de
placas originarias de diferentes enclaves, suelen ser muy
numerosos los provenientes de la comarca referida.
Es destacable, asimismo, que otros tipos de placas,
extensamente documentadas en otros lugares de la Bética
occidental, como los de la serie “Marciano” o “Bracario”,
entre otros, no han sido identiicados en dicha zona, lo cual
refuerza aún más la opinión aquí expresada.
El gran número de placas procedentes del entorno de
Osuna induce a pensar en que es esta una zona de produc‑
ción, si bien aún no se ha podido concretar el yacimiento o
yacimientos fabricantes.
BIBLIOGRAFÍA
AGUILAR Y CANO, A. (1894): El libro de Puente Genil.
Imprenta J. Estrada Muñoz. Puente Genil.
ALONSO SÁNCHEZ, M.ª A. (1982): “Crismones con Omega-Alfa en España”. II Reunió d’Arqueología Paleocristiana
Hispánica (Montserrat, 2-5 noviembre 1978), pp. 297-302.
Institud d’Arqueologia y Prehistoria, Barcelona.
BANGO TORVISO, I. G. (2001): “Arte Prerrománico Hispánico. El arte en la España Cristiana de los siglos VI al XI”.
Summa Artis. Historia General del Arte, vol. VIII-II. Espasa
Calpe, Madrid.
BARRAL I ALTET, X. (1994): “L’escultura arquitectonica i
decorativa en els monuments religiosos de l’Antiguitat Tardana Hispana”. III Reunió d’Arqueología Cristiana Hispánica
(Maó, 12-17 setembre 1988), pp. 41-46. Universitat de Barcelona, Barcelona.
BARROSO CABRERA, R. y MORÍN DE PABLOS, J. (1995):
El relieve de Montánchez. Iconografía y pensamiento. Almud. Relexiones sobre el Patrimonio Histórico y Medio
Ambiente, julio-septiembre, año II, nº 6 Extraordinario. Madrid.
BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M. (1976): “Antigüedades íberas, romanas y visigodas del Museo Lázaro Galdiano”. Goya.
Revista de Arte nº 131, pp. 283-286, Madrid.
CAMPS CAZORLA, E. (1940): “El arte hispanovisigodo”.
Historia de España dirigida por Ramón Menéndez Pidal.
Tomo III. España Visigoda (414-711 dC.), pp. 435-608. Espasa Calpe, Madrid.
CASTELO RUANO, R. (1996): “Placas decoradas paleocristianas y visigodas de la Colección Alhonoz (Écija, Sevilla)”.
Espacio, Tiempo y Forma. Serie II. Historia Antigua, nº 9,
pp.465-534. UNED, Madrid.
CIRLOT, J. E. (1997): Diccionario de símbolos. Ed. Siruela, Madrid.
CORZO SÁNCHEZ, R. (1989): “La Antigüedad”. Historia
del Arte de Andalucía, Vol. I. Ediciones Gever, Sevilla.
CRUZ VILLALÓN, Mª. (1985): Mérida visigoda. La escultura arquitectónica y litúrgica. Excma. Diputación Provincial
de Badajoz, Badajoz.
EGUARAS IBÁÑEZ, J. (1952-1953): “Museo Arqueológi-
138
co de Granada”. Memorias de los Museos Arqueológicos
Provinciales, nº 14, pp. 35-48, Lámina X.
FARIÑA COUTO, L. (1939-1940): “Notas sobre motivos
ornamentales visigóticos: el ladrillo con relieves”. Boletín del
Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, nº VI (fasc.
XXII a XXIV), pp. 205-210. Universidad de Valladolid, Valladolid.
FERRANDIS, J. (1940): “Artes decorativas visigodas”.
Historia de España dirigida por Ramón Menéndez Pidal.
Tomo III. España Visigoda (414-711 dC.), pp. 609-666. Espasa Calpe, Madrid.
FITA, F. (1908): “Inscripciones romanas y visigóticas de
Tarifa, Ronda y Morón de la Frontera”. Boletín de la Real
Academia de la Historia, nº 53, pp. 344-353. Madrid.
GABALDÓN MARTÍNEZ, Mª. M., y QUESADA SANZ, F.
(1998): “¿Jinetes y caballos en el más allá ibérico?. Un vaso
cerámico en el Museo Arqueológico de Linares”. Revista de
Arqueología, nº 201, pp. 16-23. Madrid.
GARCÍA BLANCO, A. (Dir.) (2001): Un paseo por la historia. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
GÓMEZ GÓMEZ, A. (1987): “Prospección arqueológica supericial en los términos municipales de Baena, Castro del Río, Espejo y Córdoba”. Anuario Arqueológico de
Andalucía (1986), Vol. II, pp. 107-114. Junta de Andalucía,
Sevilla.
GÓMEZ MORENO, M. (1966): “Primicias del arte cristiano español”. Archivo Español de Arte, nº 39, pp. 101-139.
C.S.I.C., Madrid.
HERNÁNDEZ DÍAZ, J.; SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES TERÁN, F. (1955): Catálogo Arqueológico y Artístico de la provincia de Sevilla. Tomo IV. Patronato de Cultura
de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla.
LANTIER, R. (1935): “Les arts chrétiens de la Péninsule
Ibérique et de l’Afrique du Nord”. Homenaje a Mélida III, pp.
257 y ss.
LECLERQ, H. (1910): “s.v. ‘carreaux’”. Dictionnaire
d’Archéologie Chretiénne et de Liturgie, vol. II, cols. 2178
y ss.
LOZA AZUAGA, M.ª L. (1989): “Placas cerámicas con
decoración en relieve de época tardorromana; a propósito
de ejemplares fabricados en los territorios malacitanos”. XX
Congreso Nacional de Arqueología (Santander, 1989), pp.
413-419. Zaragoza.
LOZA AZUAGA, M.ª L. (1992): “Tipología y catálogo de
las placas cerámicas decoradas a molde de época tardorromana y visigoda conservadas en el Museo de Málaga”.
Mainake, nº XIII-XIV, pp. 251-265. Diputación Provincial de
Málaga, Málaga.
LOZA AZUAGA, M.ª L. (1995): “Sobre el origen de las placas decoradas tardorromanas y visigodas”. Actas del II Congreso Internacional “El Estrecho de Gibraltar” (Noviembre
1990, Ceuta). Tomo II, pp. 581-587. UNED, Madrid.
MARCOS POUS, M. (1981): “Letreros de ladrillos cordobeses con la fórmula cristiana antigua Salvo Ausentio”. Corduba, nº 11, pp. 49-68. Diputación Provincial de Córdoba,
Córdoba.
MARTÍN GÓMEZ, C. (1982): “Placas decoradas de época
paleocristiana y visigoda, con inscripción, del Museo Arqueológico de Sevilla”. Museos, nº 1, pp. 37-43. Patronato Nacional de Museos, Madrid.
MEDINA CONDE Y HERRERA, C. DE (1790): Conversaciones históricas malagueñas (discurso 2º). Impresor de la
Dignidad Episcopal de la Stísima. Iglesia Catedral, Málaga.
MORALES, A. DE (1575): Las antigüedades de las ciudades de España que van nombradas en la Corónica con
las averiguaciones de sus sitios y nombres antiguos. Casa
de Iuan Iñiguez de Lequerica, Alcalá de Henares.
MUÑOZ AMILIBIA, A. M.ª (1982): “La Cruz monogramática de Cehegín (Begastri)”. II Reunió d’Arqueología Paleo-
La colección de placas decoradas tardoantiguas del Museo Arqueológico de Osuna (Sevilla)
cristiana Hispánica (Montserrat, 2-5 noviembre 1978), pp.
265-276. Institud d’Arqueologia y Prehistoria, Barcelona.
OLIVER Y HURTADO, J. (1886): Munda Pompeyana.
Dictamen de D. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe. Viaje
Arqueológico. M. Ribadeneyra, Madrid.
PALOL, P. de (1956): “Esencia del arte hispánico de época visigoda: romanismo y germanismo”. Settimane di Studio
del Centro Italiano di Studi sull’Arte Medioevo. III. I Goti
in Occidente. Problemi (20 marzo-5 abril 1955), pp. 65-126.
Spoleto.
PALOL, P. de (1961): “Placas decoradas paleocristianas y
visigodas”. Scritti di storia dell’Arte in onore di Mario Salmi
I, pp. 131-154. De Luca, Roma.
PALOL, P. de (1962): “A propósito de las placas de cerámica decoradas hispanovisigodas”. Atti dell’Ottavo Congresso di Studi sull’arte dell’Alto Medioevo. Vol. I: Stucchi
e mosaici Alto Medievali, pp. 300-302. Casa Editrice Ceschina, Milán.
PALOL, P. de (1967): Arqueología cristiana de la España Romana: siglos IV-VI. C.S.I.C. Instituto Enrique Flórez,
Madrid-Valladolid.
PALOL, P. de (1968): Arte hispánico de la época visigoda. Polígrafa, Barcelona.
PALOL, P. de (1991): “Arte y Arqueología”. Historia de
España Menéndez Pidal, tomo III, 2, pp. 271-428. EspasaCalpe, Madrid.
PALOL, P. de (1987): “La escultura paleocristiana en Hispania”. XXXIV Corso di Cultura sull’arte Ravennate e Bizantina. Seminario Internazionale di Studi su “Archeologia e Arte nella Spagna tardorromana, visigota e mozarabica” (4-11 Aprile, 1987), pp. 301-305. Edizioni del Girasole,
Ravenna.
PALOL, P. de y RIPOLL, G. (1988): Los Godos en el Occidente europeo. Ostrogodos y Visigodos en los siglos VVIII. Ediciones Encuentro, Madrid.
PUERTAS TRICAS, R. (1986-1987): “Los hallazgos arqueológicos de Torreblanca del sol (Fuengirola)”. Mainake,
nº VIII-IX, pp. 145-200. Diputación Provincial de Málaga, Málaga.
RADA Y DELGADO, J. D. De La (1876): “Ladrillos sepulcrales cristianos que se conservan en el Museo Arqueológico
Nacional”. Museo Español de Antigüedades, nº VII, pp. 593
y ss. Madrid.
RAMÍREZ ARELLANO, R. (1983): Inventario-catálogo
histórico-artístico de Córdoba. Monte de Piedad y Caja de
Ahorros de Córdoba. Córdoba.
RECIO VEGANZONES, A. (1976): “Inscripciones romanas
de la Bética: Estepa, Osuna, Martos y Porcuna”. Boletín del
Instituto de Estudios Giennenses, nº 90, octubre-diciembre,
pp. 71-104, Jaén.
RECIO VEGANZONES, A. y FERNÁNDEZ CHICARRO,
C. (1959): “La colección de antigüedades arqueológicas del
Padre Fr. Alejandro Recio”. Boletín del Instituto de Estudios
Giennenses, nº 20, año VI, pp. 121-159. Jaén.
RECIO VEGANZONES, A. (1978): “Baetica paleocristiana y visigótica”. Rivista di Archeologia Cristiana, nº 54,
pp.61-110.
RODRÍGUEZ BERLANGA, M. (1909): Catálogo del Museo Lorigiano. Tipografía de D. Arturo Gilabert, Málaga.
ROMERO DE TORRES, E. (1911): “Montilla romana y visigoda. Nuevos descubrimientos”. Boletín de la Real Academia de la Historia, nº 58, pp. 75-81. Madrid.
ROMERO DE TORRES, E., 1919: Nuevos descubrimientos arqueológicos en la provincia de Córdoba. Boletín de la
Real Academia de la Historia LXXXIV, pp. 135-140. Madrid.
SAN ANTONIO Y CASTRO, C. DE (1655): Historia eclesiástica y seglar de la Colonia “Baetis”, ahora la ciudad de
Buxalance. Imprenta Real, por Baltasar de Bolívar, Granada.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de (2004): “Materia y elementos iconográicos en las inscripciones cristianas de Mértola”.
Documenta & Instrumenta, nº 2, pp. 193-226. Universidad
Complutense de Madrid, Madrid (edición electrónica: http://
www.ucm.es/info/documen/, consultada el 30-10-2006).
SANTOS GENER, S. de los (1958): “Las artes en Córdoba
durante la dominación de los pueblos germánicos”. Boletín
de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, nº 78, pp. 5-147. Córdoba.
SCHLUNK, H. (1944): “El arte decorativo visigodo”. Boletín Bibliográico, año XII, nº 1-2, pp. 14-34. Instituto Arqueológico Alemán, Madrid.
SCHLUNK, H. (1947): “Arte visigodo”. Ars Hispaniae,
vol. II, p. 235. Plus Ultra, Madrid.
SCHLUNK, H. y HAUSCHILD, T. (1978): Hispania Antiqua. Die Denkmäler der frühchristlichen und westgotischen Zeit, pp. 57-61. Verlag Philipp von Zabern, Mainz am
Rhein.
SERRANO CARRILLO, J. (1995): Guía del Museo Histórico Municipal de Cañete de las Torres (Córdoba). Excma.
Diputación Provincial de Córdoba e Ilustre Ayuntamiento de
Cañete de las Torres, Córdoba.
SERRANO RAMOS, E. (1973): “Materiales de Manguarra y San José (Cártama)”. Jábega, nº 1, pp. 67-70. Excma.
Diputación Provincial de Málaga, Málaga.
SERRANO RAMOS, E. y ATENCIA PÁEZ, R. (1981): Inscripciones latinas del Museo de Málaga. Patronato Nacional de Museos, Málaga.
SERRANO RAMOS, E. y LUQUE MORAÑO, A. (1976):
“Memoria de las excavaciones de Manguarra y San José
(Cártama, Málaga)”. Noticiario Arqueológico Hispánico. Arqueología nº 4, pp. 489-546. Ministerio de Cultura, Madrid.
SERRANO RAMOS, E. y LUQUE MORAÑO, A. (1980):
“Memoria de la segunda campaña de excavaciones en la villa
romana de Manguarra y San José (Cártama, Málaga)”. Noticiario Arqueológico Hispánico, nº 8, pp. 253-396. Ministerio
de Cultura, Madrid.
SIRET, L. (1906): Villaricos y Herrerías. Antigüedades
púnicas, romanas, visigóticas y árabes. Memoria descriptiva e histórica. Imprenta de Jaime Ratés, Madrid.
STYLOW, A. U. (1996): “¿Salvo imperio? A propósito de
las placas ornamentales con la inscripción IHC 197 = 432”.
Singilis, nº 2/2, pp. 19-31. Museo Arqueológico Municipal de
Puente Genil, Córdoba.
VERA REINA, M. (1999): “La iglesia visigoda de Morón de
la Frontera (Sevilla)”. Spal, nº 8, pp. 217-239. Universidad de
Sevilla, Sevilla.
VERA REINA, M. (2000): Mawrur. Morón. Análisis arqueológico de una ciudad medieval. Altos del Sur de Sevilla, Morón de la Frontera.
139