A pesar de que las cantidades máximas que se puede consumir al día de oligoelementos son muy reducidas, no significa que su aporte al organismo sea poco importante o innecesario, ya que, por el contrario, los oligoelementos resultan esenciales para muchos procesos metabólicos y para que el organismo funcione como corresponde.
Los oligoelementos son componentes químicos que resultan imprescindibles para muchos procesos del organismo humano, pero en concentraciones menores a los 100 miligramos por día. Si el cuerpo necesitara un consumo mayor por día, a estos componenetes se les denominaría simplemente minerales.
Estos elementos se forman en el suelo o a partir de organismos vegetales y animales, por lo que la alimentación constituye la principal fuente para adquirir estos componentes, entre los que se calcula en más de 70 los oligoelementos esenciales para el óptimo funcionamiento del organismo humano.
I. Prólogo
Los oligoelementos se escribe, en primer lugar, como un requerimiento de la cátedra de Biología y Bioquímica del Instituto Educativo de Naturismo Manuel Lezaeta Acharán, ubicado en Caracas, Venezuela. Ha de quedar claro que este propósito se circunscribe dentro de la motivación personal por aprender, asimilar lo más organizadamente posible un breve sector de la ingente materia bioquímica.
Habría bastado con enumerar los elementos de marras, desarrollarlos brevemente y listo. Pero el caso es que dio lugar a una segunda motivación para escribirlo: poner un poco de orden en el caos que impera en la INTERNET en relación al tema.
En efecto, después de dos semanas de indagaciones, y después de decenas de páginas WEBs consultadas, resultó realmente agobiante que nadie se pusiera de acuerdo sobre lo que debe considerarse “oligoelemento”. Por lo menos en el mundo convulso de los bits, para no hablar de los siempre tranquilizantes libros de textos consultados.
No obstante algunas páginas convenir previamente en un criterio básico para desarrollar el tema sobre tales elementos, más pronto que tarde se corroboraba que incurrían en el desorden, por ejemplo, de tomar por oligoelementos lo que por presencia numeraria en el organismo vivo es macro o micro elemento.
Según lo explorado, ninguna página mantuvo la integridad de criterio, y la prueba está latente dentro de las referencias dadas a pie de página o en la bibliografía final.
Esto nos pone en situación de presentar de modo organizado un texto correctivo sobre la materia descrita, colocando a los oligoelementos bajo criterio justo en que debe presentarse: sustancias de presencia ínfima en el metabolismo de los seres vivientes, varios de ellos de fundamental importancia en el sostén vital.
Sea dicho lo anterior de manera humilde y, por supuesto, con apertura hacia probables correcciones por parte de algún avezado. Y sea dicho, también, con la gran satisfacción de compartirlo y ─¿por qué no?─ esperar combatir aunque sea un poquitín el gran marasmo cibernáutico sobre el tema.
En partes de trabajo colocamos notas a pie de página, referencias bibliográficas suscintas, debidamente ampliadas en la bibliografía general.
II. Introducción
Bioquímica
La bioquímica estudia la composición química de los seres vivos, la base química que hace posible el soporte de la vida; es decir, las moléculas que componen las células y los tejidos, y que, con sus reacciones, catalizan el metabolismo celular permitiendo funciones fundamentales como la digestión, la fotosíntesis, la inmunidad, la protección, la reparación, etc. En fin, es estudio de biomoléculas y biosistemas.
El entendido de que todo ser vivo contiene carbono es base conceptual y existencial para la bioquímica dado que es su campo de ejercicio y estudio. Significa que hay una química de la vida, que existen moléculas y composiciones que imprescindiblemente forman parte estructural de cualquier especie de vida conocida. Véase:
De los 92 elementos naturales conocidos, solamente 25 elementos forman parte de la materia viviente. De estos 25 elementos, el Carbono, el Oxígeno, el Hidrógeno y el Nitrógeno están presentes en el 96 % de las moléculas de la vida. Los elementos restantes llegan a formar parte del 4 % de la materia viva, siendo los más importantes el Fósforo, el Potasio, el Calcio y el Azufre. (1)
Existen, luego, moléculas de la vida, primordialmente de carbono, más apropiadamente conocidas como “biomoléculas”. O de otro modo: existen elementos primordiales y constantes en la composición de la materia viva llamados “bioelementos”, los cuales son, como se dijo en la cita, carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno.
El hecho de que la bioquímica estudie la composición de la vida, es decir, la materia que contiene carbono, delimita su objeto y acción básicamente sobre los denominados compuestos orgánicos, que son las moléculas contentivas de carbono.
Tales compuestos orgánicos pueden clasificarse de variadas maneras, atendiendo a su origen, estructura, peso molecular, etc. Según su origen (origen natural y no sintético), por ejemplo, pueden desglosarse en carbohidratos, lípidos, proteínas, ácidos nucleicos y moléculas pequeñas, biosintetizados o presentes en los seres vivos, a diferencia de otros también orgánicos pero generados “sin la intervención de ningún ser vivo, en ambientes extracelulares y extravirales” (2), como los de origen geológico cual el benceno (presente en el petróleo) o de síntesis planetaria cual el ácido fórmico.
Según su origen, los hay también sintéticos, obtenidos mediante procesos artificiales, como la úrea sintetizada por Wöhler.
De entre los compuestos naturales, biosintetizados, la bioquímica se centra especialmente en los siguientes tres grupos: carbohidratos, lípidos y proteínas, sobremanera sobre éste último. Las proteínas, muchas de ellas enzimas, históricamente han acaparado la atención del estudio bioquímico, de modo intenso en tanto el metabolismo celular y el enigma vital han sido los cometidos científicos de mayor vigor investigativo: Proyecto Genoma Humano, ADN, ARN, membrana celular, ciclos energéticos.
El metabolismo, con sus complejos e interrelacionados procesos bioquímicos y físico-químicos, es el soporte basal de la vida de la célula a escala molecular, regulando actividades como crecimiento, reproducción, nutrición, estímulos, mantenimiento de estructuras, etc. De modo que hay una química fundamental de la vida, un conjunto básico de reacciones, del mismo modo que existen también procesos físico-químicos primordiales.
La célula, en su escala molecular, en su bioquímica, es una expresión replicada en macro por el ser vivo que la porta: intercambia materia y energía con el medio para sostener funciones de crecimiento, reproductivas o de nutrición, entre tantas otras. En fin, para sostener su propia vida.
Para ello, como ser vivo, se aboca a convertir permanentemente energía de una forma a otra para subsistir, comprendiéndose esto emblemáticamente en la observación del proceso de nutrición. Algunos alimentos, algunos químicos o cuotas de energía son generados de modo autónomo, así como otros no y deben ser tomados del medio.
Tal es el metabolismo de la vida. “El organismo consigue que sustancias activas se transformen en no activas” (3), autofabricándolas o incorporándolas. En el ámbito molecular bien puede ocurrir que, a través de reacciones anabólicas, la célula construya proteínas; como lo inverso, que a través de reacciones catabólicas, las proteínas (y polisacáridos, por ejemplo) sean degradadas a sustancias más simples.
Se trata de un constante proceso de intercambio, liberación, utilización, degradación y conversión energética con propósito de mantenimiento vital (crecimiento, reproducción, etc.).
El siguiente es un extracto de un trabajo on line que ilustra una minúscula porción de lo que ocurre en el plano metabólico celular cuando, en virtud de procesos físico-químico (bioquímica), acaece el trabajo generador o tratante tanto de la materia como de la energía para sus propios requerimientos:
La glucosa y la fructosa se unen, enlazándose a través de un átomo de oxígeno. Y forman la sacarosa. Esta es una reacción anabólica y como se elimina agua, a esta reacción se le conoce como síntesis por deshidratación
Los polisacáridos y las proteínas se sintetizan por la reacción de síntesis por deshidratación.
El disacárido maltosa al agregarle agua se descompone en dos moléculas de glucosa. Esto forma parte del proceso llamado catabolismo y la reacción específica se le conoce con el nombre de hidrólisis.
Mediante la hidrólisis, se degradan las moléculas grandes que se encuentran en las células vivas. Los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas se degradan por hidrólisis en moléculas más pequeñas y útiles. (4)
En el ínterin de esta fenomenología de la vida, eminentemente bioquímica y física, donde “la materia es una forma de energía que posee substancia y masa, y ocupa espacio” (5), y los compuestos orgánicos tienen el rol estelar (hablamos de bioquímica y presencia de carbono, básicamente), ocurre multitud de procesos energéticos que no tan solo se conforman con tales biomoléculas o bioelementos ya mencionados, es decir, con carbohidratos, lípidos y proteínas, con carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, respectivamente.
Otros factores, como los minerales y las vitaminas, coadyuvan al sostenimiento exitoso del hecho vida. Los minerales, substancias naturales inorgánicas, son esenciales en muchos procesos vitales y las vitaminas, más gravemente, son compuestos heterogéneos nutritivos imprescindibles. En general entrambos actúan como catalizadores de todos los procesos fisiológicos, directa o indirectamente.
Minerales y vitaminas
Para efectos pedagógicos de claridad, ordénese lógicamente el rompecabezas del discurso bioquímico hasta ahora esbozado hasta acá.
De los 92 elementos conocidos, 25 están presentes en las formas de vida. De estos, apenas 4 (carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno) están presentes en el 96% de las moléculas de la vida. A la totalidad de tales elementos se le llama bioelementos, bioelementos primarios al grupo de los cuatro y bioelementos secundarios al resto. Entre estos últimos a su vez hay unos bioelementos secundarios indispensables (presentes en todos los seres vivos: fósforo, azufre, calcio, sodio, potasio, magnesio, cloro, hierro, yodo) y otros bioelementos secundarios variables (presentes en algunos seres vivos: boro, bromo, cobre, flúor, manganeso, silicio)
Los bioelementos primarios son indispensables para formar las biomoléculas o compuestos orgánicos ya mencionados, primordialmente carbohidratos, lípidos y proteínas. Moléculas de carbono (biomoléculas) que, por su protagonismo vital, constituyen el campo de enfoque de la bioquímica como disciplina científica.
Pero también son bioelementos, y por ende objeto de enfoque de la bioquímica, aquellos secundarios mencionados que, si es cierto que no son estrictamente necesarios para la configuración molecular de la vida, realizan un trabajo imprescindible para su conservación y perpetuación. Ilustrando su importancia en el ámbito de la vida animal, véase lo que dice Harold A. Harper:
El organismo animal requiere 7 minerales principales que son: calcio, magnesio, sodio, potasio, fósforo, azufre y cloro [bioelementos secundarios indispensables, como se lleva dicho]. Estos minerales constituyen del 60 al 80% de todo el material inorgánico del cuerpo. Además, por lo menos otros 7 minerales son utilizados por el organismo en cantidades sumamente pequeñas; ellos son: hierro, cobre, yodo, manganeso, cobalto, zinc y molibdeno. (6)
Aunque forman un pequeño porcentaje de la constitución total de los tejidos animales, los minerales son esenciales en cantidad de procesos vitales. Más ampliamente, el sodio, potasio, magnesio y calcio están presentes en todos los seres vivos. El magnesio, por ejemplo, es un componente de la clorofila y de muchas enzimas. En el ámbito celular:
Los iones sodio, potasio y cloruro intervienen en el mantenimiento del grado de salinidad del medio interno y en el equilibrio de cargas a ambos lados de la membrana . Los iones sodio y potasio son fundamentales en la transmisión del impulso nervioso (7)
Algunas precisiones en general:
· El calcio juega un papel importante en la excitabilidad neuromuscular, en la coagulación sanguínea, en la permeabilidad de la membrana celular.
· Junto con el fósforo, en una relación apropiada, interviene en la normal osificación de los organismos
· Junto al potasio, en una relación apropiada, contribuye a la normal actividad muscular
· El sodio y el potasio son importantes en el proceso osmótico del metabolismo del agua
· Ciertos minerales integran compuestos fisiológicos importantes: yodo en la tiroxina, hierro en la hemoglobina, zinc en la insulina, cobalto en la vitamina B12, azufre en la tiamina, biotina, coenzima A y ácido lipoico.
Otros elementos, como el flúor (resistencia dental ante bacterias), el aluminio (se sabe que interfiere en la absorción de fosfatos), el boro (metabolismo del calcio, cobre y magnesio, y crecimiento en las plantas), el selenio (antioxidante, micronutriente, respiración tisular), el cadmio (elemento muy tóxico, con función en los sistemas biológicos) y el cromo (al parecer participa en el metabolismo de los lípidos e hidratos de carbono) están presentes en los tejidos orgánicos, pero con función incierta o, dígase, de menor preponderancia.
Tales minerales, en esta su condición bioelemental, son los componentes inorgánicos de la alimentación, imprescindibles para el normal funcionamiento metabólico, que deben incorporarse al ser vivo tomados de la naturaleza. Su función final es constituir estructuras y metabolizarse en funciones.
Del mismo modo, las vitaminas, que son sustancias orgánicas complejas (poseen carbono) no biosintetizables en el organismo o producidas en insignificantes cantidades, deben incorporarse a través de la ingesta alimentaria. Pero a diferencia de los minerales, que constituyen estructuras en los tejidos y poseen importancia en los procesos metabólicos, las vitaminas son nutrientes esenciales imprescindibles en tales procesos, esto es, imprescindibles para la vida.
Refiere Harper lo que sigue que “Cuando los animales de experimentación son alimentados con una dieta químicamente definida que contiene sólo proteínas, carbohidratos y grasas purificados, así como los minerales necesario, los animales mueren.” (8)
Es decir, pueden bioquímicamente existir las circunstancias elementales y fundadoras de la vida (carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno) para la eventualidad de ella misma, pero sin la presencia de estas sustancias “accesorias” (las vitaminas), aunque sea en pequeñísimas cantidades, no hay mantenimiento o sostenimiento vital en el plano del tiempo.
Las vitaminas son sustancias orgánicas […] imprescindibles en los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. No aportan energía, son acalóricas, puesto que no se utilizan como combustible, pero sin ellas el organismo no sería capaz de aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por la alimentación, por esta razón, también se las considera nutrientes (9)
Pero ya este punto escapa a la cobertura de las presentes líneas, cuyo propósito final ha sido contextualizar, bioquímicamente, el tema que sigue sobre los minerales: los oligoelementos.
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Referencias
1. Tomado de Isabel Velasco: Biología… [en línea]. – p. 49.
2. “Compuestos orgánicos” [en línea]. – En: Wikipedia… – [ca. 8 pantallas]. – http://es.wikipedia.org/wiki/Compuestos_org%C3%A1nicos .
3. “Metabolismo” [en línea]. – En: Wikipedia… – [ca. 1 pantalla]. – http://es.wikipedia.org/wiki/Metabolismo .
4. “Metabolismo celular” [en línea]. – En: CIAM… – [ca. 2 pantallas]. – http://ciam.ucol.mx/villa/materias/RMV/biologia%20I/apuntes/2a%20parcial/metab%20celular/metabolisoc.htm [también descargable en formato PDF en http://ciam.ucol.mx/portal/portafolios/ramonmagallanes/apuntes/METABOLISMOT.pdf]
5. Nasif Nahle Sabag: “Biología” [en línea]. – En: Biology Cabinet… – [ca 11 pantallas]. – http://www.biocab.org/biologia.html.
6. Harold A Harper: Manual de química fisiológica, p. 460
7. “Bioelemento” [en línea]. – En: Wikipedia… – [ca 4 pantallas]. – http://es.wikipedia.org/wiki/Bioelemento.
8. Harper: Op. cit., p. [97]
9. “Las vitaminas I: funciones y necesidades” [en línea]. – En: I – Natación. – [ca 2 pantallas]. – http://www.i-natacion.com/articulos/nutricion/vitaminas1.html.
III. Los oligoelementos
Se dijo en la introducción que los minerales constituyen una cantidad relativamente pequeña de los tejidos del organismo completo, pero que, no por ello, dejan de ser esenciales en muchos fenómenos vitales. De hecho, hablando de los organismos animales, se precisó que 7 minerales son requeridos de manera primordial: calcio, magnesio, sodio, potasio, fósforo, azufre y cloro; y que otros 7 son requeridos en cantidades muy ínfimas. En este contexto sobre las cantidades necesarias de determinados minerales en las funciones fisiológicas, cabe la consideración sobre los oligoelementos (“oligo” es un prefijo que significa “poco”).
En efecto, los oligoelementos son minerales que se requieren en muy baja cantidad para el correcto funcionamiento de casi todos los procesos fisiológicos que mantienen la salud y energía en los seres vivos. Son sustancias imprescindibles para la vida que no se sintetizan en el organismo y que deben incorporarse a través de la alimentación. Regulan e intervienen en funciones respiratorias, digestivas, neurovegetativas y musculares, y tienen incidencia en las defensas inmunitarias del organismo. Trabajan estrechamente ligados a enzimas (proteínas biocatalizadoras elaboradas por el organismo) para, químicamente, eventualizar el metabolismo celular: formar estructuras, regular las respuestas fisiológicas, la transmisión nerviosa, la asimilación alimentaria y la eliminación de desechos.
Por poner un ejemplo para destacar la importancia de tales minerales (oligoelementos o no) sobre el hecho vital, considérese el efecto perjudicial de los radicales libres sobre la salud celular y la posibilidad que tiene el organismo de combatirlos a través de un trabajo enzimático que incorpora cobre, manganeso, zinc o selenio, por un lado, y vitamina C y E por el otro.
O este otro ejemplo: el cromo, que es un oligoelemento requerido en ínfimas cantidades, ayuda a metabolizar la glucosa. Cuando el mineral escasea, el organismo se hace intolerante a la glucosa y puede luego sobrevenir un falso diagnóstico de diabetes. La “diabetes” entonces podría ser curada con una ingesta suficiente de cromo.
Así también (para seguir con los ejemplos) una deficiencia de magnesio (que no es propiamente un oligoelemento, sino un macroelemento) podría acarrear descalcificación, calambres, nerviosismo, falta de apetito, convulsiones, arritmias cardíacas y enfermedades degenerativas.
En general, una carencia biomineral podría degenerar en una paralización o inhibición de algunos sistemas enzimáticos.
La lógica invita a pensar en que, si los minerales (macro, micro y oligoelementos) realizan un trabajo coenzimático en la agilidad de los procesos metabólicos, y estos son garantes del sostenimiento vital celular, el envejecimiento prematuro podría ser combatido con una ingesta de cantidades adecuadas.
Clasificación
Como sustancias de imprescindible participación en el metabolismo de la vida (enfoque bioelemental), de acuerdo a su necesaria o apropiada cantidad en los organismos vivos, los minerales se pueden dividir en macroelementos (medibles en gramos: sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, cloro y azufre), microelementos (medibles en miligramos: hierro, flúor, yodo, manganeso, cobre y zinc) y oligoelementos (medibles en microgramos: cobalto, silicio, níquel, cromo, litio, molibdeno, selenio, vanadio y arsénico). Por supuesto, existen otras clasificaciones, atendiendo ya a otros criterios físico-químicos y de estructura de los minerales, como la de Strunz y Kostov. En el transcurso mismo de la introducción se expuso grosso modo una clasificación que comprendía a estos minerales vitales junto a otros elementos de comportamiento bioquímico (carbono, oxígeno, etc.), cuando se habló de bioelementos primarios y secundarios.
Pero para efectos de la imprescindibilidad bioquímica, esto es, su condición indispensable de vida, conviene la clasificación mineral primera presentada: macroelementos, microelementos y oligoelementos. De hecho, como elementos imprescindibles para la vida, en la tabla periódica de los elementos se señalan en color aguamarina, morado y verde claro los elementos esenciales, mayoritarios los del grupo primero y de pequeña y muy pequeña presencia en los organismos los de los otros dos grupos. En todo caso, su esencialidad para la vida queda expresada en atención a los siguientes criterios
Su ingesta insuficiente produce deficiencias funcionales, que pueden revertirse cuando el elemento recupera su nivel fisiológico óptimo.
El organismo no puede crecer ni completar su ciclo vital sin ese elemento
El elemento debe poseer una influencia directa sobre el organismo y estar involucrado en sus procesos metabólicos
El efecto de un elemento esencial no puede ser logrado totalmente por ningún otro elemento. (1)
(Imagen tomada de Wikipedia)
Entre los dos últimos grupos, a saber, entre los elementos de traza y de esencialidad discutida, se ubican los oligoelementos, esas sustancias protagonistas en ínfimas cantidades dentro del metabolismo de los seres vivos, varias de ellas (con excepción de los de “Esencialidad discutida”) con fundamentales funciones de sostén vital . Tales son: hierro (Fe), yodo (I), zinc (Zn), cobre (Cu), manganeso (Mn), flúor (F), silicio (Si), cromo (Cr), cobalto (Co), vanadio (V), molibdeno (Mo), níquel (Ni) y arsénico (As), todos ellos respondiendo al criterio clasificatorio de que son requeridos en el organismo en cantidades menores a 100 mg. (Se incluye el selenio [Se], un oligoelemento que no está reseñado como esencial, pero que, no por ello, deja de cumplir un rol importantísimo como regulador hormonal y antioxidante celular).
Sin embargo, si se asume el criterio de marras de considerar que oligoelemento es aquel que es requerido en el organismo en cantidades inferiores a 100 mg, no parecería estarse respetando el criterio anteriormente expuesto de que microelemento es aquel expresable cómodamente en mg y oligoelemento en mcg (por supuesto, aparte del criterio definidor biológico). Por ejemplo, fácilmente podríase considerar oligoelemento al silicio, requerible por el organismo en cantidades diarias comprendidas entre 5 a 20 mcg (20 microgramos = 20 mcg); no así el hierro, cuya cantidad requerida por el organismo es 15 mg (por debajo de los 100 mg dichos de la regla), pero excesivamente expresable en mcg así: 15000 mcg. Para que se entienda, véase la siguiente tabla, que resume las confusiones en que incurre la literatura al englobar como oligoelementos a los microelementos y a veces hasta los macroelementos (se ordenan los elementos de mayor a menor, según la cantidad por la cual es requerida en el organismo):
Elemento
expresión en mg
expresión en mcg
Hierro
18
18000
Zinc
15
15000
Manganeso
9
9000
Flúor
4
4000
Cobre
3
3000
Molibdeno
0.25
250
Cromo
0.2
200
Yodo
0.15
150
Níquel
0.15
150
Selenio
0.07
70
Silicio
0.02
20
Venadio
0.02
20
Arsénico
0.015
15
Cobalto
0.002
2
A golpe de vista resaltan dos grupos de elementos, el primero mejormente expresables en mg: hierro, zinc, manganeso, flúor y cobre; y el segundo, mejormente expresable en mcg: molibdeno, cromo, yodo, níquel, selenio, silicio venadio, arsénico y cobalto. Nótese que la diferencia entre un grupo y otro es realmente tajante, precisamente en el corte entre el cobre y el molibdeno.
De tal modo que, para no seguir incurriendo en errores frecuentes en la literatura, que toma lo chico como grande y viceversa, y llega al grado de tratar al cobalto como microelemento (expresándolo en mg), para el presente trabajo se asumen como oligoelementos los mencionados en el segundo grupo: molibdeno, cromo, yodo, níquel, selenio, silicio venadio, arsénico y cobalto, elementos minerales que realmente son requeridos por el organismo en las cantidades más ínfimas y a la vez comportan la condición de esenciales.
Como se dijo, se incluye el selenio, que no esta identificado como esencial en la tabla, pero que tiene una importancia significativa en procesos metabolícos; se excluye el wolframio, elemento esencial para algunos microorganismos, pero de incidencia no determinada en el humano; también se excluyen el litio, el boro y el cadmio, en discusión el primero y esenciales los segundos, pero sin determinación aun de sus niveles de participación bioquímica. De todos modos se reseñan en la lista del apéndice (“Macro, micro y oligoelementos”). El estaño, tampoco listado como esencial (como selenio, pero con escasa información), se reseña en el apéndice.
A continuación la exposición del comportamiento de cada uno de ellos en el organismo, así como las fuentes donde se consiguen, los problemas por exceso o defecto y las dosis de requerimiento. Se colocan en el apéndice las especificaciones de los otros elementos (macro, micro y dudosos elementos) a fin de cubrir la posible disconformidad del lector con el criterio aquí utilizado.
Molibdeno
Comportamiento: previene la anemia y las caries. Al liberar hierro, su función es transferir átomos de oxigeno al agua. Es componente esencia de la coenzima pterina, clave en la actividad de otros enzimas importantes para el organismo como sulfito oxidasa, aldehido oxidasa y xantina oxidasa. Previene la gota y la concentración de ácido úrico. Hace posible que el desecho celular de la utilización de proteínas se transforme en ácido úrico para ser excretado. Evita la formación de cristales ácidos en articulaciones, cápsulas cenobiales y tendones. Activa enzimas hepáticas para degradar el alcohol. Por su efecto neutralizante, fortalece el sistema inmunológico ante infecciones y alergias. Decisivo en el metabolismo del azufre en el organismo y en la formación de nuevas células cutáneas. Al trabajar con el flúor, mantiene la fijación del calcio en los huesos. De importancia en la producción de ADN. Ayuda a la unión de hormonas esteroideas con sus receptores. Cofactor de la hemoglobina. Protector hepático.
Carencia: desconocida
Exceso: elevación del ácido úrico. Diarrea.
Fuentes: lácteos y derivados; agua de mar, germen de trigo, legumbres, cereales integrales y vegetales de hoja oscura, leguminosas.
Dosis necesaria: 75-250 mcg/día; lactantes: 15-40 mcg/día.
Cromo
Comportamiento: participa en el transporte proteínico y en el metabolismo del azúcar, previniendo la diabetes al potenciar la acción de la insulina (mantiene los niveles normales de azúcar en la sangre). Interviene en el crecimiento del feto. Necesario en la formación de la córnea celular. Activa el metabolismo de las grasas, de los carbohidratos.
Carencia: intolerancia a la glucosa, neuropatía periférica, adelgazamiento. Su contenido en el cuerpo baja con la edad.
Exceso: Es raro el exceso. Insuficiencia renal crónica.
Fuentes: carnes, hígado, riñones, algas, lácteos, pescados; aceites vegetales, cebolla, levadura de cerveza, lechuga, batata, berro, cereales integrales, aceitunas, cítricos,
Dosis necesaria: 50-200 mcg/día; lactantes: 10-60 mcg/día.
Yodo
Comportamiento: es necesario en la síntesis de la hormona tiroidea (tiroxina) y la triiodothironina. Previene la gota. Antioxidante. De importancia en la autoinmunidad. Crecimiento mental y físico, funcionamiento de los tejidos nerviosos y musculares. Agilidad mental. Afecta la piel, el pelo, las uñas, los dientes y los huesos.
Carencia: bocio
Exceso: yodismo
Fuentes: pescados, moluscos, mariscos, sal marina, algas y frutos del mar, carne magra, huevos, leche; ajo, cebolla, limón, naranja, piña, hortalizas de hojas verdes
Dosis necesaria: 100-150 mcg/día; lactantes: 40-50 mcg/día.
Níquel
Comportamiento: Necesario para el funcionamiento óptimo del páncreas. Biocatalizador en metabolismo de los glúcidos, incrementa la acción de las hormonas, como la insulina (es esencial para la síntesis de ésta hormona). Apoya la absorción del hierro. Estabiliza el ADN y ARN. Estabiliza la coagulación sanguínea. Disminuye la acción de la adrenalina y, por consiguiente, regula el estrés. Recomendable para combatir la anemia y enfermedades infecciosas.
Carencia: disminución en el crecimiento. Anemia. Dermatitis. Deformidad de los huesos largos.
Exceso: toxicidad. Alergias.
Fuentes: moluscos; legumbres, cereales integrales (arroz integral), espinacas, cebolla, perejil, tomate, té, cacao, levadura de cerveza, nueces.
Dosis necesaria: 60-150 mcg/día.
Selenio
Comportamiento: desintoxicante. Poderosos antioxidante (actividad de la enzimas glutatión y peroxidasa) actividad sinérgica con la vitamina E. Regulador de la hormona tiroidea. Previene el cáncer y el envejecimiento de los tejidos. Protege contra enfermedades cardiovasculares. Estimula el sistema inmunológico. Retrasa la miopía. Incide en la tonificación de la piel. Garantiza el buen funcionamiento de los músculos. Previene las cataratas. Previene el malestar del climaterio. Tratamiento de la caspa, la seborrea y la caída del cabello. Esencial en la respiración tisular (protege contra necrosis).
Carencia: Debilidad y pérdida del cabello y uñas. Caries, calvicie, desnutrición.
Exceso: seleniosis. Pérdida de pelo, uñas y dientes. Lesiones cutáneas. Náuseas, diarrea, fatigas, pérdida del apetito.
Fuentes: alimentos marinos, salmón, mariscos, carnes, carnes de aves, leche, queso, yogurt; germen de trigo, cebolla, ajo, tomate, brócoli, levadura de cerveza, cereales integrales, limón, hongos, verduras, leguminosas,
Dosis necesaria: 40-70 mcg/día; lactantes: 10-15 mcg/día.
Silicio
Comportamiento: se encuentra en el organismo en una proporción de 7 gramos, presente en los tejidos, timo, paredes vasculares, glándulas suprarrenales, hígado, bazo, páncreas. En la sangre está presente en 5 mg/litro. Imprescindible en la asimilación del calcio, formación y nutrición de los tejidos. Fortalece los huesos, interviene en la rápida regeneración ósea de las fracturas. Vigoriza el tejido conjuntivo. Opone resistencia a la celulitis. Interviene en la formación de tejidos elásticos (arterias y ligamentos), previniendo la arteriosclerosis. En niños corrige problemas de asimilación mineral. Actúa frente a la osteoporosis al contribuir a la fijación de calcio. Fortalece el sistema inmunológico. Imprime rapidez a la cicatrización de heridas con tendencia a no dejar cicatriz. Actúa contra procesos inflamatorios internos. Retrasa el envejecimiento. Beneficioso para el sistema nervioso. Interviene en la síntesis de colágeno y en la formación de tejidos, cartílagos, como de huesos.
Carencia:
Exceso: cálculos renales.
Fuentes: agua potable; vegetales, cereales integrales, levaduras de cerveza, maíz, calabaza, sandía o patilla, cola de caballo, tubérculos, hortalizas.
Dosis necesaria: 5-20 mcg/día.
Vanadio
Comportamiento: esencial en algunos organismo y, en humanos, de importancia en la actividad de la insulina. Interviene en la mineralización de huesos y dientes (previene las caries). Estimula y metaboliza la glucosa y el hierro, respectivamente.
Carencia: malformaciones óseas.
Exceso: es neurotóxico. Hemorragias. Nefrotóxico. Retardo en el crecimiento. Pérdida del apetito. Trastorno maníaco-depresivo. Muerte.
Fuentes: perejil, semillas de eneldo, pimienta negra, champiñones, frutas verdes y verduras.
Dosis necesaria: 6-20 mcg/día.
Arsénico
Comportamiento: extremadamente tóxico, pero en consideración de estudio como esencial para la vida. El organismo lo asimila a través de la dieta en forma de arsenobetaina, en vez de la forma inorgánica, de mucha toxicidad. En el 2010 se descubrió una forma de vida que sustituye el fósforo (elemento que hasta entonces se consideraba imprescindible para la vida) por el arsénico, al menos de modo casi completo.
Carencia:
Exceso: cancerígeno.
Fuentes: carnes, pescados, crustáceos; vegetales, cereales
Dosis necesaria: 12-15 mcg/día
Cobalto
Comportamiento: contribuye a la formación de los glóbulos rojos. Es el componente central de vitamina B12 (cuyo núcleo esta formado por cobalto), la cual es utilizada durante por todas la células durante la reproducción celular. Favorece la absorción intestinal del hierro. Interviene en la síntesis de proteína. Ayuda en la tiroides a la absorción del yodo. Activa la combustión de los azúcares y favorece la fijación de glucosa en los tejidos. Regula el sistema nervioso. Antiespasmódico (contra cólicos) y contra el espasmo arterial. Migrañas. Aliado al magnesio aplica para combatir problemas circulatorios e hipertensión. Junto al zinc y el níquel, se usa en los problemas hepato-pancreáticos (diabetes) y retención de agua. Unido al manganeso, es útil contra estados depresivos y reglas dolorosas e irregulares. Previene la osteoartritis. Antianémico. Baja la presión arterial y dilata los vasos sanguíneos. Su uso es favorable contra las anemias infantiles.
Carencia: su deficiencia se relaciona con la carencia de vitamina B12. Anemia, problemas neurológicos y problemas de crecimiento. Talasemia, anemia de células de hoz.
Exceso: cardiomiopatía, policitemia (aumento de la proporción de glóbulos rojos). No se debe consumir en su forma de sal inorgánica.
Fuentes: carnes, hígados, pescados, sardina, arenque, , huevo, queso, ostras, crustáceos, productos lácteos, yogurt; lentejas, cebolla, higo, rábano, cebolla, coliflor, hongos, legumbres, cereales integrales, cáscaras de arroz, ajo, ajonjolí (sésamo), ginseng, alfalfa.
Dosis necesaria: 1-2 mcg/día.
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Referencias
1. Julián Gil Cebrián: Oligoelementos [en línea]. – [ca. 1 pantalla].
IV. Epílogo
Los oligoelementos pasan como bioelementos (como elementos bioquímicos, como sustancias esenciales para la vida) según su imprescindibilidad para el reino vegetal o animal, como se acaba de ver. El boro es bioelemental porque es esencial para la vida de las plantas, no así para los organismos animales, hasta donde se ha determinado. Otro tanto puede decirse del litio o el cadmio, cuya presunta “imprescindibilidad” vital está en estudio.
De todos lo oligoelementos citados, los menos corrientes o de menor presencia dentro de la materia viviente son, en orden creciente: cobalto, arsénico, vanadio, silicio y selenio.
V. Apéndices
Macro, micro y oligoelementos
En el presente anexo se asume la clasificación de oligoelementos utilizada por el Dr. Ramón Rosales Duno, Universidad de los andes, con toda la imprecisión comentada en el desarrollo de este trabajo (tomar como oligoelemento lo que es microelemento o, peor, macroelemento). Vaya la clasificación por el interés que tiene de dividir en categorías a los oligoelementos y por complementar de cerca el capítulo central de este escrito.
A continuación la lista, entresacando de ella, con ayuda de la anterior tabla periódica (ver III Los oligoelementos) y en cursivas abajo , los elementos de importancia bioquímica (1):
· Oligoelementos esenciales: hierro, yodo, zinc, magnesio
· Oligoelementos importantes: selenio, cobre, manganeso, azufre, flúor, cromo, molibdeno y cobalto
· Oligoelementos en estudio: Níquel, estaño, vanadio, silicio
· Oligoelementos contaminantes ambientales: cadmio, plomo, mercurio, arsénico, boro, litio, aluminio
· Oligoelementos tóxicos: plomo, mercurio, aluminio, [wolframio].
· Electrolitos minerales y vitales: potasio, fósforo, sodio y calcio.
Por razones obvias, por ser gases, no se listan como bioelementos minerales el oxígeno, el nitrógeno e hidrógeno. Como se dijo, la importancia de estos otros bioelementos es fundamental en la materia orgánica, estando presentes en 96% en las formas de vida conocidas.
El molibdeno, el wolframio y el cloro no son mencionados en la lista anterior, pero, según sus propiedades (aparece en categorías de la tabla de los elementos esenciales), se encasillarán en alguno de los grupos clasificatorios presentados por Rosales Duno. Y el cadmio, aunque no está reseñado en la tabla de los elementos esenciales (sino en los elementos en discusión), se incluirá como se incluye en el listado de Rosales Duno, al igual que el estaño, el arsénico y el litio.
El plomo, el mercurio y el aluminio no están en ninguna categoría pertinente de la tabla de los elementos, pero aparece en la clasificación de Rosales Duno y serán abordados.
Oligoelementos esenciales
Hierro
Comportamiento: interviene en la síntesis de hemoglobina y en formación de glóbulos rojos y tejidos musculares. Forma parte de la hemoglobina, constituyéndola en un 75%. En los pulmones permite captar el oxígeno y transportarlo a todas las células a través de la sangre; de hecho, su papel en el organismo “se halla casi exclusivamente confinado a los procesos de respiración celular” (2). Contribuye al metabolismo de las vitaminas del complejo B. Interviene en la síntesis del ADN y ribonucleasas. Optimiza los mecanismos defensivos inmunológicos. Mejora la actividad física.
Carencia: anemia, freno en la producción de glóbulos rojos, fatiga y deficiencia respiratoria
Exceso: hemocromatosis. Fomenta la generación de radicales libres. Irritación intestinal, insuficiencia hepática, diabetes, incremento del riesgo de cáncer.
Fuentes: hígado, ostras, yemas de huevo, salchicha, mortadela, moluscos, carnes rojas, pollo, pescado, pepitonas, almejas, solomo, lamparosa, chigüire seco, catalinas; cereales y frijoles, legumbres secas, cacao, quinchoncho, avena, cerveza, espinacas, perejil, soya, germen de trigo, melaza, caraotas negras, garbanzos, melocotón.
Dosis necesaria: 10-18 mg/día; lactantes: 6-15 mg/día
Yodo
Ver en III Los oligoelementos
Zinc
Comportamiento: forma parte del hueso y de numerosas enzimas. Interviene en el metabolismo de los lifoncitos y en la síntesis de proteínas y formación de insulina. Mejora el sistema autoinmunitario. Favorece el crecimiento del feto. Participa en la formación de colágeno. Optimiza el funcionamiento de la próstata y de los ovarios. Mejora funciones mentales y psicológicas. Antioxidante. Mejor la homeostasis tisular, el desarrollo y crecimiento de la piel. Protege el ADN. Anticancerígeno. Aumenta la fertilidad. Junto al cobalto y el níquel, combate la retención de agua.
Carencia: retraso en el crecimiento. Retraso en el crecimiento de los órganos genitales. Anemia. Pérdida de apetito. Incapacidad de cicatrización. El café, el tabaco y el alcohol disminuyen sus índices. Anomalías congénitas. Aborto. Esterilidad. Deficiencia de crecimiento infantil. Hiperplasia prostática.
Exceso: toxicidad por zinc. Irritación gastrointestinal, vómitos, anemia, depresión de la función inmunológica.
Fuentes: crustáceos, ostras, mariscos, hígado de pato, carnes, pollo, lácteos, huevos, quesos; levadura de cerveza, germen de trigo, legumbres secas, frijoles, nueces, pan integral, verduras, semillas de auyama,
Dosis necesaria: 10-15 mg/día; lactantes: 5-10 mg/día.
Magnesio
Comportamiento: esencial para la asimilación del calcio y de la vitamina C. El 70% de él se encuentra en los huesos combinado con calcio y fósforo. Interviene en la activación de numerosas enzimas y vitaminas del grupo B. Síntesis de proteínas. Liberación de energía (procesamiento del ATP). Equilibra el sistema nervioso central. Aumenta la secreción de bilis e insulina. Efecto sobre el sistema nervioso y circulatorio. Posee un efecto positivo en el combate de alergias. Disminuye la ansiedad por azúcares. Drena el agua. Aplaca la irritabilidad, el cansancio, los calambres, las palpitaciones y posee un efecto benéfico para la tonicidad de la piel. Mantiene el equilibrio del cloro, potasio, sodio y calcio. Es el quinto elemento en abundancia en el organismo y el segundo catión después del potasio más importante en el ámbito intracelular; el cuerpo humano lo contiene en cantidades de 21 g. Esencial para el funcionamiento neuromuscular. Interviene en el metabolismo de los carbohidratos. Disminuye la mortalidad por infartos. Combate la depresión, el coma diabético y es necesario en el tratamiento de la hiperglisemia.
Carencia: hipomagnesemia. Escasea en ancianos y mujeres en menstruación. El alcohol, los diuréticos, las enfermedades renales y las cirugías bajan sus índices. Coma. Espasmos musculares. Disfunción miocárdica. Trastornos de personalidad. Depresión. Resistencia a la insulina. Alzheimer.
Exceso: hipermagnesemia. Disminución de los reflejos tendinosos y respiratorios. Narcosis. Diarrea.
Fuentes: carnes, leche; cacao, frutos secos, soya, avena, maíz, ciertas verduras, nueces, almendras, maní.
Dosis necesaria: 300-400 mg/día; lactantes: 40-60 mg/día.
Oligoelementos importantes
Selenio
Ver en III Los oligoelementos
Cobre
Comportamiento: Esta presente en el plasma. Convierte el hierro en hemoglobina y asimila el hierro de los organismos; junto con el hierro es necesario para la síntesis de la hemoglobina. Participa en la asimilación y metabolismo de la vitamina C. Primordial en la formación de huesos, tejido conectivo, tendones y sistema vascular. Favorece la formación de colágeno. Forma parte de las enzimas encargadas de transformar el oxígeno molecular en agua. Posee efecto antiinflamatorio ideal para combatir el reumatismo. Forma parte de las enzimas antioxidantes. Estructuralmente está presente en los tejidos del hígado, cerebro, riñones y corazón. Previene infecciones de las vías respiratorias y reumatismo. En un acelerador en la síntesis de la queratina. Estimula el sistema inmunológico. Como del hierro, interviene en el metabolismo del selenio. Participa en la mielinización del sistema nervioso. El cuerpo humano contiene de 100 a 150 mg de cobre, de los que 64 ese encuentran en los músculos. 23 en los huesos y 18 en el hígado (este órgano es el que posee la mayor cantidad de cobre en el organismo). Junto al magnesio, para estados depresivos; y junto al manganeso, contra el cansancio.
Carencia: anemia, desmineralización ósea, anorexia y vulnerabilidad ante infecciones.
Exceso: anemia. Lesiones cerebrales y hepáticas. Enfermedad de Wilson (genética). Disminuye el zinc. Insomnio. Caída del cabello. Menstruación irregular.
Fuentes: carne, conejo, hígado, pollo, pescado, moluscos, crustáceos, mejillones, vísceras, queso parmesano; cacao, cereales integrales, legumbres, pimienta, frijoles, frutas, vegetales verdes, guisantes, lentejas, levadura de cerveza, melaza, brócoli, avena, aguacate, cebada, albaricoque seco, arroz integral, germen de trigo, arvejas, alfalfa, coco, aceituna, higo, jugo de manzana.
Dosis necesaria: 1.3-3.0 mg/día; lactantes: 0.4-0.7 mg/día.
Manganeso
Comportamiento: participa en la asimilación de las vitaminas C, B1 y H (vitamina B7 o biotina) y en la síntesis de proteínas. Forma los huesos, desarrolla los tejidos y coagula la sangre. Activa enzimas que intervienen en la síntesis de las grasas, carbohidratos y glucoproteínas. Tiene un papel estructural y enzimático (es parte de ciertas enzimas antioxidantes). Modular del sistema inmunológico. Combinado con azufre rinde buenos resultados contra alergias respiratorias (asma). Efectivo contra migrañas y afecciones digestivas. En el organismo está principalmente en el hígado, riñón, huesos , páncreas e hipófisis, en una cantidad de 10 mg aproximadamente. De importancia en las funciones reproductoras. Interviene en la coordinación y reflejos neuromusculares, y en el trabajo de la tiroides. Interviene en la coagulación y el crecimiento. Junto al cobalto o cobre aplica contra estados depresivos, y unido al cobalto solamente resulta útil contra menstruaciones dolorosas o irregulares. Aliado al cobre, contra el cansancio.
Carencia: crecimiento lento de las uñas y del cabello, deficiente formación ósea, intolerancia a la glucosa, alteración del metabolismo de la insulina. Hígado graso. Ataxia (incapacidad de coordinación muscular) Pérdida de peso, dermatitis, náuseas.
Exceso: magnanismo. Disminución de la absorción férrica. Alteración del sistema nervioso. Psicopatías, párkinson. Problemas reproductores e inmunológicos. Nefritis. Carcinogenesis.
Fuentes: pescado, caracol, yema de huevo, carne, leche y derivados, crustáceos; cereales integrales, legumbres, verduras de hojas verdes, almendras, soya, hortalizas, frutos secos, avena, avellana, castaña, aguacate, alfalfa, arveja, frijol, cebada, maní, hojas de nabo, coco, bulbo y hojas de remolacha, pan de centeno, arroz integral, piña, perejil, espinaca, lechuga, casabe (tapioca).
Dosis necesaria: 2-9 mg/día; lactantes: 0.3-1.0 mg/día.
Azufre
Comportamiento: forma de la insulina, la heparina y de vitaminas como la biotina (H) y la tiamina (B1). Está presente en todos los tejidos, piel, uñas, cabello y cartílagos, principalmente. Neutraliza los tóxicos y apoya al hígado en la secreción de bilis. Asociado al magnesio, regula las propiedades antialérgicas. Optimiza la defensa de las vías aéreas superiores contra infecciones (amigdalitis, rinofaringitis, otitis). Junto a la vitamina B, contribuye a mantener los niveles de oxígeno para el sistema nervioso central. Interviene en la construcción de tejidos aportando aminoácidos sulfurosos. Anticancerígeno. Embellecedor del cutis y el cabello. Se encuentra en los aminoácidos cistina y metionina. Por poseer mayor cantidad de pelo, los animales como la rata y el perro tienen mayores requerimientos que el hombre.
Carencia: retraso en el crecimiento.
Exceso: Su exceso es eliminado a través de la orina (el contenido en los alimentos)
Fuentes: pescado, mejillón, salmón, arenque, queso, yema de huevos, queso parmesano, carnes, bacalao, hígado de cerdo; legumbres, coles, espárragos, puerro, ajo, cebolla, maíz tostado, duraznos secos, avena, avellana, perejil, albaricoque, nuez, brócoli, lentejas, arroz integral.
Dosis necesaria: no hay especificación.
Flúor
Comportamiento: forma parte de la estructura y dientes. Aumenta la resistencia del esmalte dental a los ácidos de la placa bacteriana, previniendo las caries. Estabiliza los huesos e influye en su crecimiento. Se aplica para tratamiento en la osteoporosis (la previene) debido a su efecto formador de nueva materia ósea. Interviene en la formación de músculos, ligamento, tejidos conjuntivos, piel, cabello. Coadyuva en la absorción del hierro. Además del esmalte dental, participa en la fijación del calcio en los huesos.
Carencia: caries dental, osteoporosis.
Exceso: fluorosis. Presuntamente está relacionado con la aparición del Alzheimer (en estudio). Hipomineralización del esmalte. Muerte. Moteado del esmalte dental.
Fuentes: pescado, mariscos; agua, té, verduras, hortalizas, cereales integrales, cebolla, legumbres.
Dosis necesaria: 1-4 mg/día; lactantes: 0.1-1.0 mg/día
Cromo
Ver en III Los oligoelementos
Cobalto
Ver en III Los oligoelementos
Molibdeno
Ver en III Los oligoelementos
Cloro
Comportamiento: mineral presente en forma iónica. Junto al sodio y el potasio son los electrolitos orgánicos más abundantes, y ayudan a mantener el equilibrio ácido-base. Apoya al hígado en su trabajo desintoxicante. Interviene de modo esencial en el mantenimiento del balance hídrico (equilibrio acuoso y regulación osmótica). Necesario en la producción del ácido clorhídrico gástrico, de modo que favorece la digestión. Baja la tensión arterial. Con el calcio, magnesio y potasio colabora en la transmisión del impulso nervioso.
Carencia: hipocloremia. Caída de cabellos y dientes. Hipotensión arterial.
Exceso: hipercloremia. Daños fisiológicos, lesión a mucosas. Destrucción de bacterias intestinales, alcaliniza el plasma.
Fuentes: sal común, algas, leche; aceitunas, melaza, higo, perejil, coco.
Dosis necesaria: 1500-5010 mg/día; lactantes: 275-1200 mg/día.
Oligoelementos en estudio
Silicio
Ver en III Los oligoelementos
Venadio
Ver en III Los oligoelementos
Níquel
Ver en III Los oligoelementos
Estaño
Comportamiento: al igual que el litio o el cadmio, su esencialidad no está aún determinada. De hecho no figura señalado como un elemento esencial para la vida en la tabla de los elementos (como el cadmio o el litio, que al menos están resaltados como en discusión), pero es indiscutible su presencia en bajos niveles en los seres vivos. “Es importante para muchas funciones bio-eléctricas y para el crecimiento capilar. Mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y de los reflejos” (3).
Carencia: pérdida de capacidad auditiva, alopecia (hombres).
Exceso:
Fuente:
Dosis necesaria: no determinada.
Oligoelementos contaminantes ambientales
Cadmio
Comportamiento: su esencialidad no está totalmente demostrada. Es un elemento tóxico. Se parece al zinc en sus características químicas. Existe en pequeñas cantidades en los tejidos, siendo mayor en la zona renal. Se presume desempeña un papel en los sistemas biológicos.
Carencia:
Exceso: por vía oral (agua o alimentos contaminados) y por inhalación (humo de los cigarrillos. Una vez presente, tiene una vida biológica de 13 a 40 años. Irrita pulmones y estómago, generando vómito y diarrea. Riesgo de cáncer pulmonar. Daño en los riñones (cálculos), hígado, testículos, sistema inmunológico y nervioso, sangre. Problemas óseos (dolor y debilidad). Cáncer de mama. Daño al ADN. Desórdenes psicológicos. La vitamina E aliada al selenio lo elimina del organismo.
Fuentes: agua, alimentos (pescados, mariscos, champiñones, mejillones, cacao, algas secas).
Dosis necesaria: no deteminado
Arsénico
Ver en III Los oligoelementos
Boro
Comportamiento: mantiene la estructura y la pared celular en los vegetales, siendo un nutriente esencial. En animales no se ha demostrado su importancia esencial dietaria, como en los vegetales. Algunas literaturas lo señalan como esencial para el metabolismo de calcio, cobre, magnesio y la fijación de nitrógeno. Por cada kilo, el cuerpo humano contiene 0.7 mg de boro procedente principalmente de vegetales y agua.
Carencia: no determinada
Exceso: más de 5 g/día provoca náuseas, diarreas, vómitos. Presuntamente artritis.
Fuentes: agua y vegetales
Dosis necesaria: no determinada
Litio
Comportamiento: ión fundamental para la regulación del sistema nervioso central. Inhibe la liberación de noradrenalida y serotonina. Se eliminan del organismo por vía renal. . Regula el ciclo del sueño. Alteraciones cardíacas. Incrementa la permeabilidad celular y actúa sobre los neurotransmisores, de allí su importancia para el tratamiento de la fase maníaca de la enfermedad bipolar y los estados de ánimo.
Carencia:
Exceso: confusión, temblor, delirio, alucinaciones, convulsiones, coma, problemas de la memoria. Altera riñones y corazón.
Fuentes: pescados, crustáceos; vegetales, papas, cereales integrales, legumbres, tomate, nabo, pimiento, fresa, frambuesa, soya.
Dosis necesaria: desconocida.
Oligoelementos tóxicos
Wolframio
Comportamiento: es esencial para algunos microorganismos. Es el elemento más pesado utilizado por cualquier ser vivo y el de mayor punto de fusión conocido.
Carencia:
Exceso: tóxico letal: por encima de 500 mg/kg genera insuficiencia renal con necrosis aguda. Convulsiones.
Fuente: metal escaso en la naturaleza y que nunca está libre, sino en forma de sales combinadas con wolframita y la sheelita.
Dosis necesaria: no determinada
Electrolitos minerales y vitales
Fósforo
Comportamiento: interviene en la mineralización y estructuración de los huesos (apatita) y dientes, en la transmisión de los impulsos nerviosos, contracción muscular y metabolismo de los azúcares, grasas y proteínas. En el organismo se encuentra mayoritariamente unido al calcio y está vinculado al él al grado tal que la falta de uno afecta la absorción del otro (está en todas las células, pero el 80% se encuentra en los huesos y dientes en combinación con el calcio). En los organismos vivos está presente en forma de fosfato (sales minerales). En los huesos está unido al calcio y el magnesio por medio del manganeso. Primordial para el sistema nervioso (fosfolípidos). Aplaca estados de nerviosismo y fatiga mental. . Desencadena reacciones energéticas con aportes fundamentales en la formación de proteínas. Junto al calcio y la vitamina D ayudan al metabolismo del sistema neuromuscular estriado y liso. Necesario en el tratamiento del coma diabético. Se recomienda la relación 1:1 respecto del cal
Carencia: hipofosfatemia. Raquitismo, piorrea, osteomalacia, osteoporosis.
Exceso: hiperfosfatemia. Calcificación ósea, interferencia con la absorción del calcio. Pérdida ósea. Obstrucción en la absorción del calcio.
Fuentes: carnes, carne de paloma, pulpa roja, quesos, queso de año, yema de huevo, pescados, sardina en lata, lácteos; frutos secos, legumbres, cereales, levadura de cerveza, germen de trigo, soya, caraota negra, blanca y roja, almendra, maní tostado, levadura de pan, avena, cebada, nuez, lenteja, avellana, habas
Dosis necesaria: 800 mg/día; embarazo y vejez: 1500 mg/día; lactancia: 300-500 mg/día.
Sodio
Comportamiento: presente en forma iónica, en el líquido extracelular. Con el potasio y el cloro, es el electrolito más abundante del organismo. Regula el balance hídrico (junto con el potasio) e interviene en la transmisión del impulso nervioso hacia los músculos (su excitabilidad). Mantiene la presión osmótica de los líquidos del cuerpo y protege contra la pérdida de líquidos. Junto al potasio, regula el ATP orgánico. Es el tercer elemento de mayor abundancia en el organismo (azufre, potasio, sodio, cloro, magnesio). Equilibrio ácido básico. Homeostasis del calcio. Es parte del jugo gástrico, pancreático e intestinal. Conserva la estructura ósea.
Carencia: calambres. Hipotensión arterial. Coma, convulsiones.
Exceso: hipertensión arterial. Lesión de las mucosas, edemas, sed.
Fuentes: conservas, embutidos, quesos, jamón, margarina, suero de leche, pescado, atún, mariscos, salmón en lata, langosta, riñón, leche; sal, aceitunas, pan, harina de trigo, salsa de tomate, galleta de soda, pan de trigo integral, pan de centeno, acelga, apio.
Dosis necesaria: 1100-3300 mg/día; lactantes: 115-750 mg/día.
Calcio
Comportamiento: el mineral más abundante del cuerpo y representa un 2% del peso total; es, también, el cuarto componente del organismo después del agua, las proteínas y las grasas. Está en los huesos, dientes, sangre y en la materia extracelular. En los huesos y dientes realiza un trabajo de sostén; en el plasma, regula la coagulación y permeabilidad de la membrana celular. Favorece la secreción y absorción intestinal y participa en la liberación hormonal. Su relación con el fósforo es proporcional: sin uno falta, falta el otro. El calcio tiene gran importancia en la coagulación sanguínea, en el funcionamiento del corazón, de los músculos y de los nervios y en la permeabilidad de la membrana celular. En los huesos está unido al magnesio y fósforo a través del manganeso. Previene la osteoporosis. Participa en la coagulación sanguínea, la contracción muscular, en la transmisión nerviosa.
Carencia: hipocalcemia. Retraso de crecimiento y malformación ósea. Osteoporosis. Raquitismo. Osteoporosis. Osteomalacia.
Exceso: hipercalcemia. Cálculos renales. Insuficiencia renal. Nefrocalcinosis.
Fuentes: leche y productos lácteos, leche de cabra, queso, queso de año, queso de mano, queso de cabra, cuajada, pescado, roncador, sardina enlatada, salmón, arenque; nueces, semillas, vegetales, aguas duras, brócoli, verduras, avena, avellana, almendra, soya, perejil, berro, higo, caraota, garbanzo, quinchoncho.
Dosis necesaria: 800-1200 mg/día; embarazo y vejez: 1500 mg/día; lactantes: 400-600 mg/día.
Potasio
Comportamiento: junto con el sodio y el cloro son los electrolitos más importantes del organismo. 97% del potasio se localiza intracelularmente. Regula el balance hídrico (junto con el sodio) y participa en la contracción del músculo cardíaco. Junto al sodio regula el ATP. El eliminado por el sudor. Mantiene el equilibrio ácido-básico y la permeabilidad de las membranas (presión osmótica). Tiene función nerviosa, neuromuscular. Es el principal catión intracelular
Carencia: hipopotasemia. Debilidad muscular, parálisis, edema, confusión mental, hipoglisemia. El café, alcohol y diuréticos disminuyen sus niveles.
Exceso: hiperpotasemia. Bradicardia, paro cardíaco. Úlcera. Depresión nerviosa. La ingestión de poco líquido puede generar aumento de potasio en la sangre. Muerte.
Fuentes: carnes, leche; frutas, verduras, batatas, legumbres, tomates, plátano, zanahoria, espinaca, cereales, levadura de cerveza, leguminosas, avena, perejil, uva,
Dosis necesaria: 4 g/día.