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16 derivas hipermínimas

Este documento, inspirado en el libro 100 Hiperrmínimos, de Federico Soriano, está compuesto por microartículos de autores diversos, aportaciones de menos de 370 palabras que condensan un pensamiento, reflexión o experiencia sobre la deriva situacionista.

URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales. Volumen 4, número 1, páginas 215-226 – Professional URBS – 16 derivas hipermínimas Participantes: Eva Amate, Melisa Berardi, Montserrat Bosch, Beatriz Cortés, Horacio Espinosa, Ignacio Fernández, Jesús Janacua, Lino Malone, Santiago de Molina, Fran Noguera, Alejandro Pinyol, Jelena Prokopljevic, José María Romero, Carlos Silva, María Toro y José Luis Yustos. Coordinador: Manuel Saga Contacto: profesionalurbs@gmail.com Manuel Saga. Arquitecto egresado por la Universidad de Granada. Asistente graduado de investigación de la Universidad de Los Andes (Colombia), donde cursa estudios de posgrado. Editor desde el año 2011 de la revista de investigación URBS Revista De Estudios y Ciencias Sociales. Editor desde el año 2013 del espacio digital blogURBS. Corresponsal de los blogs de La Ciudad Viva y The AAAA Magazine. Becario de Iniciación a la Investigación por la UGR (2009-2010). Becario de colaboración por la UGR (2010-2011). Participante en diversos proyectos de investigación. Colaborador en el proyecto “Iniciativas para la protección, recuperación y rehabilitación funcional de la Medina de Tetuán. Marruecos”, proyecto de cooperación financiado por el CICODE - UGR (2012). Resumen. Este documento, inspirado en el libro 100 Hiperrmínimos, de Federico Soriano, está compuesto por microartículos de autores diversos, aportaciones de menos de 370 palabras que condensan un pensamiento, reflexión o experiencia sobre la deriva situacionista. 0. La Deriva Hipermínima Manuel Saga profesionalurbs@gmail.com http://www2.ual.es/urbs/index.php/urbs/index Las derivas son paseos indeterminados, planeados pero no ensayados, sensibles a la casualidad y la causalidad, la suerte, lo inesperado y lo provocado. Podría uno decir entonces que cada deriva plasma sus propias circunstancias y situaciones singulares, dependientes de un momento y un lugar concretos, pero que de estos elementos aleatorios obtenemos datos e intuiciones útiles para la documentación, la investigación o el proyecto. Sin embargo, cuando las derivas se repiten y la experiencia se acumula, uno se da cuenta de que la exploración no se produce sólo hacia el exterior, se deriva también hacia el interior. Los escritos y cartografías que surgen del paseo situacionista hablan tanto o más de uno mismo como del territorio recorrido, dibujando visiones subjetivas más allá de la propia intención. Radiografías de la personalidad que muestran cómo la objetividad no es un objetivo sino un método, un intento de rigor autoimpuesto cuando queremos ocultar al propio yo, cuando se supone que no procede hablar en primera persona, porque la primera persona puede esconderse pero nunca desaparece. Derivas Hipermínimas pretende justo lo contrario: mostrar a través de microartículos menores de 370 palabras (estrategia) una serie de definiciones propias de la deriva (territorio). La acumulación de autores y escritos (cartografía) pone sobre la mesa las personalidades singulares, los acordes y discordes que se acumulan dentro de este poderoso concepto situacionista (deriva). Este ejercicio nos permite explorar el concepto ISSN: 2014-2714 215 16 Derivas Hipermínimas con los sentidos despiertos a lo singular, a lo inusual, y caminar senderos del pensamiento que nunca nos habíamos planteado junto a compañeros que desconocíamos hasta ahora. Sean ustedes bienvenidos a Derivas Hipermínimas. Buen paseo. 1. El Valhalla o el Averno José Luis Yustos Gutiérrez joseluisyustos@a21sopctenible.com www.a21soctenible.com Estar a la deriva, en la naturaleza urbana o en las urbes inexploradas. Perderse o dejarse arrastrar a lugares de „no confort‟ para encontrar pensamientos, cosas, personas que no hubiésemos localizado si no hubiésemos soltado las amarras cotidianas. Explorar, buscar conocimiento, sensaciones, realidades no previstas. Tal vez encontrar el Valhalla o el Averno. Desde A21soCtenible.com estamos en la deriva hacia un mundo-sociedad más sostenible. 2. Contraderivar José María Romero jmr2@ugr.es Llama la atención la preocupación por las derivas ahora cuando el mundo y el espacio –sea arquitectónico, urbano o territorial– marcha de manera decidida a la deriva: un "perverso piloto automático burla constantemente (los) intentos de aprehender la ciudad, agota todas ISSN: 2014-2714 216 16 Derivas Hipermínimas las ambiciones de definirla, ridiculiza las más apasionadas aseveraciones sobre su presente fracaso y su imposibilidad futura, y la empuja implacablemente en su huida hacia adelante. Cada desastre anunciado queda absorbido de algún modo por la extensión infinita de lo urbano" (Rem Koolhaas, 1996, p. 6) [1] . Las grandes máquinas de crecimiento urbano y arquitectónico desbocadas –celebradas especialmente por arquitectos y urbanistas– producen crisis inmobiliarias que provocan, tarde o temprano, grandes crisis económicas (David Harvey, 2012) [2] . La gran crisis de 1929 fue provocada por la crisis inmobiliaria de 1927. La gran crisis que explota en 2008 ha sido provocada por la gran crisis inmobiliaria que se desató en EEUU en 2007. De hecho, se produce una triste ironía. La inauguración y celebración de los grandes hitos y emblemas empresariales arquitectónicos suelen coincidir en pleno arranque de la crisis, pues los proyectos arquitectónicos y urbanos habitualmente necesitan para ser edificados más tiempo de lo que dura un boom inmobiliario: el Empire State de Nueva York se inauguró en 1931, y las Torres Gemelas (WTC) se inauguraron a finales de 1973, una vez desatada la crisis del petróleo a principios de ese año. El nuevo proyecto de sustitución de las antiguas Torres Gemelas, proyectado antes de la emergencia de la actual crisis, se inaugurará ahora, en plena crisis. Las Cuatro Torres Business Area, del Paseo de la Castellana de Madrid, se inauguraron durante el periodo 2007 y 2009. El nuevo poder político y sobre todo económico junto con los arquitectos y sus egos forman una mezcla demasiado explosiva. Se hace necesario ya imaginar cómo se podría contraderivar en unos centros históricos parques temáticos de sí mismos, en unos espacios urbanos contemporáneos imposibles de ser vividos si no se es consumidor, en un medio ambiente empobrecido y en retroceso... todo ello cada vez más ocupado y devorado por el capital. [1] Koolhaas, Rem (1996). ¿Qué fue del urbanismo? Revista de Occidente, 185, 5-11. [2] Harvey, David (2012). Las raíces urbanas de las crisis financieras: reclamar la ciudad para la lucha anticapitalista. En Mireia Belil, Jordi Borja y Marcelo Corti (eds.), Ciudades, una ecuación imposible. (pp. 321-358). Barcelona: Icaria. 3. Deriva. Una descripción Lino Malone linoelmalone@gmail.com Pensar es fácil, lo difícil era el generar reglas para orientar la deriva. Era fundamental si quería acotar al máximo la certeza de una rutina probable. Trataba de adaptar, como un juego estadístico, las múltiples posibilidades de la deriva para abordar una ruta. Esto, con el solo manejo de las funciones de percepción, pensamiento, intuición y sentimiento, asociadas o traducidas a fenómenos del entorno. El objetivo era buscar nudos de sincronicidad de sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, dotar esas rutinas ISSN: 2014-2714 217 16 Derivas Hipermínimas de contenido significativo. Obvio los aspectos mecánicos del programa por cuestión de tiempo, pero se consiguió aunar en un mapa un trazador de rutas de navegación errática y una amplia base de datos con los que interpretar relaciones de fenómenos. La aplicación informática resolvió el resto. Había que probarla, adopté un algoritmo según el cual determinados atributos de las personas con que cruzara establecían un nudo de decisiones sobre el sentido (orientación geográfica) de la marcha. Con las primeras variantes el proceso errático producía unos input del territorio discretos, y subí la variable del desconcierto en el algoritmo. El flujo de percepciones empezaba a superar la posibilidad de verbalizar el experimento, no había razones, el pensamiento se veía incapaz de procesarlas. Otra vuelta de tuerca en el ajuste de las percepciones, altero la posibilidad de clasificar los sentidos, pero la deriva se manifestaba más embriagadora e intuitiva. Lo que me llevó a ajustar los valores del sentimiento, la fórmula empezó a dar sus frutos, las emociones se hacían desconcertantes, el territorio se desvanecía en una papilla total. Estaba, por fin, en el punto donde los puentes son inútiles pues el desborde sin límites me tenía en la avalancha. Alojado en el desborde, no es posible pensar en las causas impredecibles que produce el resentimiento de la incomprensión, no es necesario, allí todo es uno y uno es todo. Más tarde, los destellos, rojos, azules, aquella camisa incómoda, la camilla, elementos todos ausentes en la fórmula. La deriva, triunfante, había usado un recurso para crear el verdadero sentido del desconcierto, la razón, el verbo, el sentir y el sentimiento, desbordados. En el jaleo perdí el dispositivo y me da una pereza terrible reconstruirlo. 4. Deriva y vida Carlos Silva carlos.enrique.silva@gmail.com Aun cuando „deriva‟ tiene múltiples significados formales, yo tiendo a pensar sólo en uno: ir de aquí para allá al arbitrio de las circunstancias. Nos gusta creer que eso de ir a la deriva le sucede al incurioso, porque NOSOTROS (todos somos nosotros a la hora del Bien) trazamos con razón, prudencia y sensibilidad el camino que hemos de seguir. No obstante, tengo para mí que ese trazo controlado es más un desiderátum que una práctica concreta. Tarde o temprano, queriendo o sin querer, la deriva opera y desvía. Parafraseando a Derrida, la deriva siempre tiene lugar; “es un acontecimiento que no espera la deliberación, la conciencia o la organización del sujeto”. Ello deriva, y deshace el trabajo. Dicho de una manera más aterrizada: quiere uno llegar puntual y las circunstancias (incluyendo al uno, claro está) conspiran a favor de la impuntualidad. Quiere uno un mundo mejor y alguien inventa una bomba; uno inventa una bomba, y los pacifistas alzan su voz. Quiere uno ser alguien en la vida, y la vida se las arregla para que seamos algo más o algo menos que alguien. En fin, hay vida y hay deriva o porque hay deriva hay vida, y mientras sea así, seguimos y seguimos y seguimos y, al mismo tiempo y a despecho nuestro, nos hacen seguir y seguir y seguir. ISSN: 2014-2714 218 16 Derivas Hipermínimas 5. Deriva histórica Santiago de Molina Rodríguez estudio@santiagodemolina.com www.santiagodemolina.com Generaciones enteras fueron acosadas con el Situacionismo de una manera suave. Después, su resurrección parece haber provocado una segunda oleada de convertidos a la religión de la deriva. Se han rescatados eventos, textos y reeditado a sus personajes protagonistas. Tras todas las resacas posibles, curiosamente, no ha perdido empuje. El interés que aun suscitan las propuestas de Constant, de Debord y de todos aquellos padres de la deriva, vistos en la distancia, sigue estando más en lo lúdico que en la idea política que los animaba. Curiosamente, donde quedaron mejor retratados y tal vez comprendidos fue en las huellas de sus pares históricos. Ese milagro de haber influido en la vertiente disciplinar y profesional de la arquitectura hasta su tuétano es uno de los más sofisticados y milagrosos hechos de aquel movimiento. La presión sobre el Zeitgeist transformó el modo de trabajo de la mitad de la profesión aun sin saberlo. Y esto pasó desde Louis Kahn a los Smithson: piénsese despacio si no late detrás de los diagramas para Philadelpia de Lou Kahn o de los hermosísimos esquemas de estructuras urbanas de Alison y Peter Smithson, o de las fotos de Nigel Henderson que ilustraban sus propuestas, lo más profundo de las aspiraciones Situacionistas. El Situacionismo, seguramente de tan influyente, fue el único movimiento de los años cincuenta y sesenta capaz de influir también sobre el pasado. Imagen de Nigel Henderson para ilustrar “Urban Structuring”, de Alison y Peter Smithson, y de Louis Kahn para los esquemas circulatorios de Phipadelphia. 6. Excesiva modernidad Jesús Janacua Benites jjanacua@hotmail.com Pérdida o falta de dirección, a la deriva se puede ir caminando, nadando, volando, conduciendo o fumando. Ir a la deriva es un ir y, a la vez, un no ir: para ir a un lugar se ISSN: 2014-2714 219 16 Derivas Hipermínimas ocupa tener una dirección (sentido) concreta, un referente espacio-temporal que nos arraigue y nos determine una rutina o, por lo menos, un itinerario de viaje; la deriva es pues una falta de itinerario que nos marque el final de nuestro viaje. La deriva es, siempre, un viaje mal hecho, inacabado, coartado. Así, si podemos asignarle una imagen a la palabra deriva es, sin duda, la imagen de un náufrago ondeando, vacilante, pasivo en las saladas aguas de algún inmenso mar. Es, por lo tanto, también un fenómeno relacionado a un „nolugar‟ o, como lo dijera Marc Augé, un lugar deshabitado, sin significación alguna en tanto que el náufrago no va ni de paso y tampoco se queda. En este sentido, la deriva o estar a la deriva, es una situación, por lo menos, de excesiva modernidad. El hombre es el ser que fundamentalmente se encuentra, casi siempre, a la deriva. Deriva de sí, el hombre es un ser que se busca a sí mismo en el ondeante mar de la otredad. Sin saber a dónde ir –quién es y cuál es la finalidad de su vida–, el hombre sale de sí para, la mayoría de las veces, llegar a un lugar, otro. 7. La práctica de arquitecto como situacionismo Alejandro Pinyol a.pinol10@uniandes.edu.co Nada más errático que la práctica profesional: los desplazamientos y continuos saltos a través de diferentes contextos e incluso de diferentes continentes, bien de la obra o del autor, sea físicamente o por difusión digital, constituyen la realidad de los estudios de arquitectura. Desarrollar una práctica sedentaria de puertas para adentro, en una silla y un escritorio, no es una realidad, ni tampoco es un esquema viable. Por el contrario, es la deriva la forma del recorrido a través de ese espacio intermedio entre lugares y disciplinas, donde en cada estación o ciudad que se detiene momentáneamente la práctica, nuevas imágenes se unirán a la cartografía sin márgenes que no es otra cosa sino el único resultado palpable del viaje, construida por los croquis, los escritos, las fotos, los objetos, en definitiva cacharros todos atesorados con afecto en un baúl, ese baúl muchas veces imaginario pero muchas otras real, pesado pero móvil y que plegamos y desplegamos incesantemente, un baúl incómodo pero indispensable y, en suma, un eslabón de esa caravana trashumante llamada práctica de arquitectura. Sin excepción, todos los casos de estudios amigos del autor han tenido que enfrentarse por deseo o por exigencia a esta deriva, llevando consigo lo mínimo o, por el contrario, llevando absolutamente todo: del Paseo de La Castellana a Las Condes, de Mérida a Gràcia, de Rosales a Cava Alta, de Conde Duque a Balvanera, de Granada a Puente Aranda, solos o acompañados, equipados o desprovistos, animados o no, temporal o permanentemente, con meta o sin ella... pero, más que puntos, son acontecimientos donde felizmente se entrecruzan derivas que comparten el lugar transformándolo más allá del recuerdo de la imagen postal, haciéndolo propio y a la medida y que siempre ocupará su justo no-lugar en el baúl. ISSN: 2014-2714 220 16 Derivas Hipermínimas 8. El egrégor Ignacio Fernández Ruiz ignaciofernandezruiz@hotmail.com www.groovearq.wordpress.com Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos Rayuela, Julio Cortazar ¿Cómo se aprende la ciudad? Estudiando urbanística he aprendido de ciudades en las que nunca he estado y probablemente nunca estaré. Y puedo decir que tengo la misma experiencia desentrañando urbes como la que tenía cuando empecé. Cada ciudad se me antoja única e irrepetiblemente genuina, por el simple hecho de que todas las personas que la habitan y habitaron son reflejos de su propias diferencias y yo no soy dios, por más que me asemeje a todos ellos. Bernstein , estudiosa de la cabala, reflexiona en este artículo sobre el „egrégor‟. Esta creatura ha estado presente en toda la historia del ocultismo y la magia. En la obra maestra del mago Lévi, "Le Grand Arcane", los egrégores son vigilantes, padres de los nephilim, [2] seres tenebrosos que nos destrozarían sin piedad porque no advierten nuestra presencia . Casi como un conjuro, cobran vida de nuestra conciencia. Al pensar en ellos les damos forma, rostro, hálito... Al hablar de ellos crecen, se multiplican, dividen e integran en una sola idea. Son nuestras fantasías y nuestras pesadillas. Buda y Alá. Seres vivos de información viral con los que lidiamos como si fueran de carne y hueso, alimentados por nuestros sueños. Esta autora relaciona la palabra egrégor con su raíz hebrea „eir‟ . Esta palabra significa ángel o vigilante y, en hebreo moderno, ciudad. Esta correspondencia semántica aparece a menudo en la Biblia, donde los ángeles son la Ciudad de Dios; o Jerusalén, donde cada pilar o incluso cada gema era un ángel. [1] Y me lanzo a la deriva en este sueño fractal. Sólo porto el escalímetro, mi humanidad y una tonelada de libros. Los que cuentan la ciudad soñada por sus ciudadanos. Aquellos que la construyeron, los que la conquistaron, los que la corrompieron y los que la destruyeron. Delirios efímeros de sabios tejedores que erran despiertos y remiendan dormidos. Y cuando despierte sólo espero recordar cómo era la cara de aquel genio loco que se esconde detrás de todos nosotros y que me guía al andar. [1] Bernstein, L. S. (1998). Egregor. The http://www.crcsite.org/egregor.htm Rosicrucian Archive. Confraternity of the Rose Cross. [2] Lévi, Eliphas (1868). The Great Mystery (p.127-130, 133, 136). 9. Tetuán: La deriva guiada Fran Noguera Navarro frnoguera@hotmail.com Tetuán es una ciudad para recorrer, sólo paseándola puede ser entendida. Hay miles de formas de transitar su Medina y, aun así, sólo es posible quedarse con la calle, con ese vacío continuo entre casa y casa, entre muros que ni siquiera conforman fachadas. ISSN: 2014-2714 221 16 Derivas Hipermínimas Al pasear la Medina, uno intuye que hay mucho que se está perdiendo, mucha vida tras esas puertas tachonadas de clavos relucientes, cerrando sinuosos zaguanes que llevan a frescos patios que horadan el macizo de lo construido, y llenan las casas del aire fresco que baja del Rif y del sol que hace vibrar los colores brillantes de azulejos y tapices. Por eso, una de las mejores formas de visitar Tetuán es como un simple turista. La mirada del turista tiene algo de fresco, es fácil de sorprender, pues para el visitante todo es nuevo, quizás alejado de su realidad cotidiana. Y aquí, hay gente dispuesta a mostrarte orgullosamente su ciudad, hombres que amablemente se acercan para ofrecerse como guías a cambio de una propina con la que pagar un té en una de las cafeterías del Ensanche, abarrotadas de hombres que miran atentamente el ajetreo de la calle. Ser turistas intencionadamente, dejarse guiar, permite descubrir la ciudad de una forma distinta, en la que abandonarse a un paseo errático, una „deriva guiada‟ en la que es posible atisbar en alguna ocasión cómo son esas casas, esos ricos espacios que se suceden uno tras otro, tanto horizontal como verticalmente, para acabar finalmente en amplias azoteas desde las que contemplar las brumas que resguardan el Valle del Mártil y las lejanas montañas, en las que habitan los bereberes ajenos al bullicio de la ciudad. Son la hospitalidad mediterránea, las raíces andalusíes, aún fuertemente presentes en Tetuán, las que hacen posible esta forma de descubrir la intrincada ciudad. En nuestro caso, fueron dos derivas guiadas, dos ocasiones en las que dejarnos llevar a través de la Medina a un ritmo frenético, descubriendo lugares en los que el tetuaní reconoce el orgullo de su tradición. Quizá debamos recuperar esa forma de turismo, de contacto con lo local; esa mirada fresca y nueva. Sólo así es posible conocer la verdadera identidad de los pueblos. 10. La deriva como ciudad socialista: un viaje de ida y vuelta Jelena Prokopljević jelena_pro@yahoo.com http://laciudadsocialista.wordpress.com La caída del Muro marcó supuestamente el final de la ciudad socialista. Aunque ya durante la década de los ochenta diversos regionalismos arquitectónicos y urbanísticos vieron difuminarse el famoso zoning urbano y la rigidez de la macroestructura residencial planificada desde el estado. En aquella última década del socialismo estatal, y sobre todo en los noventa, la ciudad socialista vivió dos transformaciones profundas y definitorias: la conversión de la ciudad industrial y cultural a la ciudad de servicios y la reconquista cívica y social del espacio público. Ambos niveles de transformación partían de derivas: de salidas deliberadas o accidentales del modelo establecido. Gracias a la debilidad de los estados, de la fragilidad económica y del despiste institucional, la implementación a gran escala del sector terciario en la ciudad socialista partió de la iniciativa privada y de la escala individual: la ciudad se inundó de quioscos y pequeños comercios, dejando moribundos a los grandes centros estatales. El ISSN: 2014-2714 222 16 Derivas Hipermínimas proceso, casi siempre al límite de la legalidad urbanística, generó usos del espacio público más frecuentes y más caóticos que anticipaban el modelo urbanístico vigente. Al mismo tiempo, la protesta socio-política se desarrollaba en el centro de la ciudad, siempre más controlado por las autoridades y, por tanto, dependiente de una acción colectiva más o menos organizada. La ciudad socialista afrontó la transición como suma de movimientos de deriva. La apropiación del espacio físico como valor económico es producto de la iniciativa individual multiplicada desde los márgenes, mientras que la apropiación del espacio público como valor social depende de la acción colectiva, llevada a cabo desde el centro urbano. El resultado se aprecia en una mayor calidad de vida en la ciudad, acompañado a menudo por el deterioro general de su imagen. La ciudad de la economía del libre mercado impone ahora también deriva en: diferenciación del espacio urbano según su valor económico, gentrificación y reconstrucción desigual e imposición de normas y controles de seguridad. A diferencia del movimiento que impulsó la primera transición del espacio urbano, iniciado desde abajo, ésta segunda deriva lo vuelve a supeditar a un control afín a las estructuras de poder. 11. ¿Qué es la deriva para mí? Eva Mª Amate Gallardo evamate24@gmail.com ¿Qué era la deriva para mí? Era un método ilógico y desconocido. Era la contradicción a la rigidez de la academia. Era afrontar un entorno nuevo desde la inseguridad y la incertidumbre de no saber muy bien hacia dónde se va. ¿Qué es la deriva para mí? Es un método que me permite descubrir, explorar el entorno que me rodea. Es una manera de gozar lo desconocido a través de los sentidos pero sin dejar de lado el rigor. Es un recorrido a través del desconocimiento, pero a su vez, es un aprendizaje que está aún por llegar, pues la sorpresa es el factor fundamental en esta expedición. Es la mirada ingenua y curiosa de un niño combinada con la intriga y preocupaciones de un de un adulto. ¿Qué me ha aportado este modo de explorar? Hallar respuestas sin haber formulado preguntas. 12. Mili Melisa Berardi meli.berardi@hotmail.com Mili madruga para ir a trabajar. Mili planifica diez actividades superpuestas en el tiempo, cuando el tiempo real permite dos. Mili llega siempre tarde. Mili termina el día agotada, insatisfecha, claro. Mili llama para dar una vuelta a la manzana. Mili, un grupo de perros sin dueño, otro con correa, y peguemos la vuelta porque no llegamos más. ISSN: 2014-2714 223 16 Derivas Hipermínimas 13. Aventura María Toro Martínez maria@estudioatope.com www.estudioatope.com Derivar es ir „hacia algún sitio sin dirección o propósito fijo, a merced de las circunstancias‟. Cada día una historia diferente ¡y tan parecida!: 2010, 2013, 2014…, cada año son muchos los jóvenes españoles que ponemos nuestros miedos y esperanzas en una maleta y un viaje a lo desconocido, un viaje en el que los niños que fuimos se quedan en tierra (y vuelven a veces para visitarnos), y los adultos en los que nos convertimos toman conciencia de que lo son. Derivar es conocer, descubrir, armarse de valor, de ganas de luchar y energía para aprender. Es nuestro primer contacto al desembarcar en una nueva ciudad. Esos tímidos y titubeantes pasos hacia nuevos y extraños lugares, deseosos de mostrarnos su historia y entretejerse con la nuestra para seguir alimentando memorias. Esos primeros pasos conquistadores, llenos de retos, sueños y sorpresas; guiados por el capricho de nuestra intuición, de nuestra mirada inquieta y nuestro espíritu aventurero. Son esos pasos perdidos entre mapas, entre preguntas a extraños que deslían los códigos no escritos de la ciudad y vuelven a encontrar el camino. Es alzar la mirada e intentar retener cada, captar cada momento, e incluirlos en el álbum de las memorias individuales que se entrelazan con las colectivas. Dejarse seducir por cada lugar, construir el imaginario de la ciudad en el tiempo, donde pasado y presente conviven, discuten y se entremezclan para construir un futuro en el que cada arquitecto sueña con colaborar. 14. Llanos del Caudillo Beatriz Cortés Canarelli Beatriz.Cortes@uclm.es Tres interrogantes resumen esta reflexión. ¿Podemos pensar las derivas más allá del espacio urbano y de los proyectos arquitectónicos contemporáneos? ¿Se las podría diseñar como experiencias investigadoras de exploración territorial que incorporen el análisis psicohistórico de un lugar y la indagación de las identidades sociales de quienes lo pueblan? ¿Podrían convertirse las derivas, acaso, en fuentes de inspiración para proyectos de intervención socioeducativa? En un lugar de la Mancha, Dietmar Post captó –quince años atrás– algo que había pasado desapercibido para Lucía Palacios, pese a la frecuencia con que ella solía visitar aquellas tierras: el nombre de un pueblo que rinde homenaje a un dictador. Llanos del Caudillo, antiguo asentamiento de colonización del franquismo, conserva aún hoy su nombre pese a las disposiciones del artículo 15 de la ley de memoria histórica (52/2007, BOE 310 de 27 de diciembre). Proponemos aquella mirada desprejuiciada, con su correspondiente carga de desconcierto y movilización de afectos, como posible ejemplo de esa actitud básica para el pasear como ISSN: 2014-2714 224 16 Derivas Hipermínimas práctica de descubrimiento que se postula consustancial a la deriva. Dicha mirada, y la posterior reflexión conjunta, permite a Lucía tomar consciencia de la invisibilización social de una historia de opresión que no se suele narrar en las escuelas. Ella y Dietmar han convertido su „descubrimiento‟, además, en acción performativa a través de una manifestación artística: el documental “Los colonos del caudillo” (Palacio y Post, 2012). Su película no sólo reconstruye el pasado sino que da voz a quienes habitan un pueblo que se resiste, mayoritariamente, a cambiar su nombre a pesar de que el mismo rememora –a juicio de uno de los colonos pioneros– a quien construyó “un campo de „reconcentración‟ [sic], porque aquí no podía abrir el pico nadie… [Ellos] eran los amos”. En línea con los interrogantes formulados al inicio, cabe preguntar si a través de derivas programadas en el medio rural sería posible desarrollar conciencia crítica y desmontar resistencias que parecen anudadas en la compleja historia de construcción de unas identidades sometidas, movilizando así hacia el cambio. Y consultar asimismo si sería viable complementar con esta técnica el proyecto de la directora y el director del film de presentarlo como „cine ambulante‟, al modo de las Misiones Pedagógicas de los años treinta. 15. Tensión Horacio Espinosa Zepeda horacio.espinosa.zepeda@gmail.com La llamada „deriva‟ es una técnica de investigación urbana construida „en tensión‟. Desde las seminales derivas situacionistas, se han entendido estas como una técnica de paso por espacios y ambientes diversos. Si algo persiste en todas las derivas es que son formas para romper la sutil tela que divide los espacios; sin embargo, no hay nada escrito en piedra sobre las maneras de llevarlas a cabo. Lo único claro es que suelen implicar (en el cuerpo mismo del investigador) una tensión entre „dejarse llevar‟, en el intento de errancia, como vagabundo deambulante, y decidir, al fin de cuentas, „ir hacia algún lado‟, aunque „el objetivo‟ sea igualmente una solución precaria dictada por el acontecimiento y „el calor del momento‟. Probablemente, una manera de valorar una deriva en particular pueda iniciar con la pregunta respecto a qué tanto el investigador se ha decantado por una u otra estrategia. En mi opinión, mientras más ambigua y „tensa‟ sea la deriva, mayor riqueza habrá en la misma. Esto no es nada nuevo, por supuesto. Debord mismo, en su texto sobre las derivas de 1958, se refería a estas como una técnica „pasional-objetiva‟, lo cual da cuenta de la heterogénea mezcla de racionalización por un lado, al delimitarse un territorio-tema a observar, y de exaltación ante lo sorprendente, por el otro, inherente a la actitud de „dejadez‟ con la que se debe transitar la urbe. La deriva es tolerante y amigable con el azar, pero no encuentra en este su fundamento. Debord mismo ironizaba lo suficiente sobre el azar –y su supuesto carácter liberador y anti-determinista–. Al final, el quid es el deseo desplegado sobre el espacio público. La utopía del investigador errante esconde una fantasía naturalista bastante conservadora: el caminante como un ser no deseante, como los renacuajos de Pierre Vendryes, totalmente desprovistos de sexualidad. ISSN: 2014-2714 225 16 Derivas Hipermínimas 16. Derivo, derivo a placer Montse Bosch González montserrat.bosch@upc.edu Después de años deambulando, descubriendo y desbarrando por la ciudad, la mía o cualquier otra en la que me pierdo intencionadamente, he descubierto que lo que estaba haciendo era derivar. Y después de años estudiando matemáticas, logaritmos y derivadas, por fin me reconcilio con el término y derivo, derivo a placer. Derivo por Barcelona, alejada del bullicio de la marabunta turística, y me sumerjo en las calles del Raval, barrio canalla esponjado a golpe de excavadora y ocupado por todas las nacionalidades posibles y derivadas. Huele a curry y a hinojo, cuelgan pañuelos de lentejuelas y vestidos de novias en los escaparates, grupos de jóvenes patinan o se acuclillan en los portales fumando mientras ellas, embutidas en leggins imposibles, pasean del brazo y coquetean. Mujeres feas y hombres olvidados trajinan con bolsas de la compra, enjambres de niños juegan en la calle, gritan, se suben a la acera cuando pasa un coche o se apoderan de los pocos solares vacíos que aún quedan. La iglesia evangélica, medianera con la casa de Aragón, pegada al Badulake y seguida del restaurante hindú conforman la nueva ciudad, verdaderamente viva, que casi ningún turista descubre. Me pierdo por mi ciudad y descubro edificios en ruinas que atesoran pavimentos que son joyas, altivas vigas de madera podridas y carcomidas, preciosos papeles pintados descubiertos después de vaciar de muebles las habitaciones, y aborrezco la ciudad apabullante de los destellos, del shopping compulsivo, del revestimiento dorado y de las colas del bus turístico. Derivo irremediablemente en una snob que no entiende de recuperación económica, de oportunidades de negocio o de riqueza, y que denuncia lo cosmopolita por provinciano. Me pierdo en reflexiones, discuto con prudencia y me equivoco en los juicios. Derivo. Desde que lo descubrí, derivo. Formato de citación Saga, Manuel (2014). 16 derivas hipermínimas. URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, 4(1), 215-226. http://www2.ual.es/urbs/index.php/urbs/article/view/saga Los textos publicados en esta revista están sujetos –si no se indica lo contrario– a una licencia de Atribución CC 4.0 Internacional. 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