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Recalculando cómo leemos el mundo

Mapas, pensamiento espacial y tecnología

7/10/2016 Recalculando cómo leemos el mundo Imprimir Versión para imprimir IDEAS Lunes 3 de octubre de 2016 - 03/10/16 Recalculando cómo leemos el mundo Cartografía. GoogleMaps se ha transformado en un sitio de consulta recurrente. Pero su uso podría inhibir la capacidad de situarnos sin ayuda. Por Carla Lois En 2013 Sabine Moreau fue noticia: salió temprano de su casa en Erquelinnes, Bélgica, para ir a buscar a la novia de su hijo a la estación de trenes de Bruselas (es decir, conducir 32 km aproximadamente), programó su GPS y comenzó a conducir. Varias horas después, no sólo no había llegado a su destino sino que había manejado casi 1450 km y estaba en Croacia. ¿Qué falló? Nadie pudo explicarlo pero es evidente que a esta señora la obediencia incondicional a su GPS le costó caro. Más allá de que, evidentemente, cabe poner en duda tanto la calidad y/o la actualización del dispositivo como la capacidad de raciocinio de la mujer que ha atravesado varios países sin advertir nada que le llamara la atención, el caso instaló en la agenda pública un debate que todavía está abierto entre los intelectuales, los geógrafos y los especialistas en procesos cognitivos: ¿cómo afectan las nuevas tecnologías nuestra capacidad de orientación en el espacio? Desde hace una década, una cantidad creciente de usuarios dispone o accede a mapas digitales e interactivos. Mientras que a mediados de los años 90 el GPS era un dispositivo de lujo, ahora es algo relativamente barato (incluso disponible en los teléfonos celulares) y cada vez más sofisticado: se lo puede programar para elegir el camino más corto, el más seguro, el más bonito o el que asegure el paso por ciertos lugares. Igualmente, GoogleMaps se ha transformado en un sitio de consulta recurrente para obtener información sobre el trazado de las calles, la dirección del tránsito y también, desde que se incluyeron fotos (que pueden ser agregadas por los usuarios), el aspecto del lugar. Estas herramientas han facilitado la búsqueda de información sobre las ciudades y las rutas, como sobre los efectos de desastres naturales; y, con ello, se han modificado los hábitos de los usuarios de mapas: antes había una oferta limitada de planos urbanos y ese material sólo se actualizaba de tanto en tanto porque las reimpresiones eran caras (por lo tanto, circulaban muchos planos con información obsoleta) y, además, las grandes ciudades más que planos tenían pequeños libros (como la Guía Filcar ) que sólo se consultaban en casos muy puntuales. Ante este panorama, la adopción generalizada de la cartografía digital parece ser una innovación altamente positiva, puesta en cuestión sólo cuando se discute la idea de su masividad versus la posibilidad real que tiene el público general para acceder y aprender a utilizar estas herramientas, en especial los sectores económicamente más carenciados. Sin embargo, las experiencias de los usuarios comenzaron a revelar, al menos, tres tipos de problemas. El primero es que los dispositivos de mapas digitales y las imágenes satelitales, muy a nuestro pesar, no son infalibles y también tienen errores. Y algunos son mucho más serios que el caso de la distraída señora belga. Hace unos meses, un fallo en el software del iPad que utilizan los http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Recalculando-leemos-mundo_0_1660634066.html?print=1 1/3 7/10/2016 Recalculando cómo leemos el mundo pilotos de American Airlines hizo que más de 50 vuelos fueran cancelados hasta que la empresa logró solucionar el problema. Esta compañía, junto a Delta, British Airways, Ryanair y otras, fue una de las pioneras en promover cabinas “sin papeles” desde 2013. Además de ofrecer algunos beneficios prácticos tales como reducir el tiempo de preparación de vuelo, la posibilidad de anticipar situaciones y brindar actualizaciones del vuelo en tiempo real, la sustitución de los manuales de vuelo en papel (que pesaban 16 kilos) redujo el peso de carga y, con ello, las compañías estiman que ahorran alrededor de la cifra nada despreciable de U$S 1.2 millones en combustible cada año. El segundo problema es que los mapas digitales fueron y son intervenidos deliberadamente para provocar u ofender a personas o grupos sociales. A los técnicos de Google les llevó algunos días resolver el hackeo que hacía que, poco tiempo después del atentado en el café parisino Bataclán, cuando los usuarios escribían la palabra Daesh (acrónimo en árabe del EI) o Estado Islámico (en español), en el mapa apareciera señalado el club atacado. Estas alteraciones son muy visibles y nos ponen en alerta. Pero ¿cuántas otras alteraciones o informaciones sesgadas o errores son filtrados en esos mapas que tomamos por verdades incontestables y que usamos para configurar nuestros mundos? Y más todavía: estos dispositivos y el uso que hacemos de ellos, ¿no nos transforman en sujetos más pasivos y más sometidos a sistemas de creencias y reglas de comportamientos (que en muchos casos podrían ser diferentes de las que eligiéramos con un poco más de libertad)? El tercer problema (y tal vez el más complicado) es que estudios recientes demuestran que la masificación del uso de este tipo de mapas está restringiendo severamente nuestra capacidad de orientación, porque los usuarios se limitan a seguir las indicaciones propuestas por los dispositivos y prestan cada vez menos atención al entorno. Y no se trata sólo de la pérdida del interés por mirar el paisaje mientras viajamos sino que los neurocientíficos afirman que esa “desconexión” entre el sujeto que se desplaza y el espacio en el que se mueve reduce progresivamente las habilidades para figurarse mapas mentales propios. Por eso los expertos insisten en que, si bien en la era digital muchas habilidades y destrezas se volvieron obsoletas, los niños deben seguir aprendiendo a manejar mapas en papel porque eso estimula el pensamiento espacial, la formación de una visión de mundo en que pueden situar objetos, reconocer lugares y establecer relaciones espaciales según sus propias necesidades. Nora Newcombe (Temple University) va más lejos: afirma que, además de ayudar a figurarse el mundo, el uso de mapas “tradicionales” crea sujetos más libres e independientes, con más capacidades para desenvolverse en la vida social. En la misma línea, la neurocientífica Veronique Bohbot (McGill University y Douglas Institute) remarcó que esta “pereza” que lleva a la pérdida de las capacidades de los sujetos para producir sus propios mapas mentales tiene consecuencias que van más allá de la habilidad de la orientación en el espacio y que, por ejemplo, lleva a que las personas que se vuelven dependientes de los mapas digitales pierdan la habilidad de improvisar en sus desplazamientos si el dispositivo falla, de tomar decisiones propias y de establecer vínculos con el entorno físico, y que incluso lleva a que la gente no pueda realizar trayectos cortos a pie sin perderse o sentirse extremadamente insegura, como si caminara literalmente a ciegas. En otras palabras, ante una situación inesperada, el sujeto pierde la habilidad de “recalcular”, es decir, de realizar la operación que la voz del GPS nos repite y nosotros tomamos con gracia: “recalculando”. Además, la falta de entrenamiento en mapas que facilitan el desarrollo del pensamiento espacial también afecta la posibilidad de producir otros tipos de mapas mentales que usamos a diario: desde el mesero que se forma su mapa mental de la mesa para entregar los platos solicitados por los comensales hasta el docente que identifica a sus alumnos según la posición en que se sientan en la clase. Una vez más, la masificación de las nuevas tecnologías nos enfrenta a un gran desafío: podemos incorporarlas para mejorar nuestras capacidades intelectuales y sociales o podemos delegar en http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Recalculando-leemos-mundo_0_1660634066.html?print=1 2/3 7/10/2016 Recalculando cómo leemos el mundo ellas la responsabilidad de tomar nuestras propias decisiones e incluso acusarlas de nuestras decisiones erradas (como la de terminar en Croacia). Carla Lois es investigadora del CONICET. Autora de Mapas para la nación. Episodios en la historia de la cartografía argentina (Biblos). Etiquetado como: Edición Impresa http://www.clarin.com/rn/ideas/Recalculando­leemos­mundo_0_1660634066.html Copyright 1996­2013 Clarín.com ­ All rights reserved ­ Directora Ernestina Herrera de Noble http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Recalculando-leemos-mundo_0_1660634066.html?print=1 3/3