ISSN: 0212-0267
«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA
EN LOS PIRINEOS».
LA NEGACIÓN DE EUROPA
EN LOS MANUALES ESCOLARES
DE LA ESPAÑA DE POSGUERRA (1939-1945)
«By the grace of God, Africa begin
with the Pyrenees».
The negation of Europe
in the Spanish handbooks
of the postwar period (1939-1945)
José María HERNÁNDEZ DÍAZ
Universidad de Salamanca
Fecha de aceptación de originales: Enero de 2002
Biblid. [0212-0267 (2001) 20; 369-392]
A través del estudio de un elenco de manuales escolares utilizados en
la escuela primaria y en la segunda enseñanza aparece plasmada la idea que el primer
franquismo tiene de Europa. Por una parte se rechaza toda proximidad desde el
nuevo régimen franquista, y por otra se propone un modelo de intervención cultural
e ideológica sobre Europa, una especie de conquista.
RESUMEN:
PALABRAS CLAVE:
Europa, manuales escolares, España, posguerra
Trough the scientific use of a list of Spanisk handbooks of the postwar
period, which were used in the primary and secondary school, during the first «franquismo», we know the peculiar idea about Europe within the authoritarian regime.
Sometimes the Spanish fascism refuse Europe, but often aspire to the ideological
conquest of the European people.
ABSTRACT:
KEY WORDS: Europe, handbooks, Spain, poswar
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JOSÉ MARÍA HERNÁNDEZ DÍAZ
Introducción
L
A IMAGEN DE EUROPA que se traslada a los ciudadanos españoles desde
las fuerzas políticas, los medios de comunicación, el sistema educativo,
desde toda instancia de poder que se relacione con Europa no es fija, no
es siempre la misma, y varía de forma notable en función del período histórico en
que nos detengamos a observar y estudiar. Europa no está formada, según los
espacios y tiempos, por los mismos países, pues significa de hecho cosas distintas
dependiendo de varios factores. Siempre, en toda ocasión, resulta una visión parcelada e interesada de Europa, pues nos interesa, o no, pertenecer a Europa en
función del peso que ocupemos, o del interés real que nos merezca a efectos de
dominio o defensa respecto a los países que la componen.
Si nos detenemos en una etapa tan precisa como la de la inmediata posguerra
española (1939-1945), tal fenómeno se advierte con singularidad y cierta precisión,
variando respecto al antes y después, aunque se mantengan algunas constantes de la
imagen anterior de Europa en la retina de los españoles. Si, además, nos fijamos en
un instrumento tan privilegiado en la historia de las mentalidades como son los
manuales y libros escolares, el problema nos resulta de fácil comprensión. Europa
nos puede deparar imágenes muy diferentes, aunque en estos años bastante precisas,
y en una determinada orientación, que hoy seguramente nos parecen inimaginables,
como esa afirmación tan rotunda de que «España es más beréber que europea».
Además, resulta también perentorio que no perdamos de vista el contexto político de la España de 1939, en el marco de una Europa en guerra. Es un proyecto
político el del franquismo de decididos tonos fascistas, crecido por el triunfo logrado en una guerra civil, pero que necesita legitimarse, consolidarse y reproducirse
ante los españoles. Desde ahí podemos entender igualmente la aspiración de caudillaje y dominio de la cultura española sobre el resto de países europeos, lo que
permite alardear a los teóricos del nacionalsindicalismo de un nuevo «europeísmo», difícil de encajar, ciertamente, por las denominadas potencias occidentales, y
al que a partir de 1945 debe de renunciarse sin explicación alguna y con absoluto
conformismo. Buena parte de este curioso proceso de naturaleza política, con proyección exterior, puede percibirse a través del estudio de los manuales y libros
escolares de estos peculiares años de la historia de España.
En esta ocasión nos hemos detenido en el estudio de unos 30 libros de lectura
y manuales escolares de primera enseñanza, publicados o aprobados entre 1939 y
1945, sobre todo aquellos que se centran en la historia de España, tratando de
escarbar aquellos elementos que entendemos se ofrecen como más relevantes para
presentar a los niños una determinada imagen de Europa. Para otra ocasión pueden quedar los manuales de segunda enseñanza, los dedicados a la formación de
maestros, incluso los utilizados en las Facultades de Filosofía y Letras en la Universidad. Todo el conjunto ofrecería, sin duda, una visión más completa del problema objeto de nuestra preocupación europea.
1. El discurso sobre Europa en el ideario del primer franquismo (1939-1945)
España acaba de salir de una tremenda experiencia, la cruel guerra civil que
asóla el país de julio de 1936 a principios de abril de 1939. Ha sido una guerra de
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clases, para algunos una cruzada, donde los enfrentamientos han resultado viscerales, más aún que en una hipotética guerra con enemigo exterior. El triunfo del
ejército de Franco, apoyado en el interior por fuerzas como la Iglesia Católica, la
Falange y el Carlismo, además de influyentes grupos de las finanzas y de los terratenientes, subyuga y anula todas las iniciativas del poder republicano, legalmente
constituido. La desintegración militar del ejército leal a la República y los dudosos apoyos recibidos por ésta de las potencias occidentales, junto a la ayuda decisiva proporcionada por los ejércitos de la Alemania nacionalsocialista y la Italia
fascista conducen al éxito final de las tropas del general Franco, asentado en las
cenizas de una España destrozada por todos sus costados, tanto en lo material, lo
espiritual, o maltratada y desasistida, cuando no anulada, en su protagonismo exterior y sus relaciones con Europa.
Finaliza la guerra de España, pero se inicia poco después la Segunda Guerra
Mundial, en la que el nuevo régimen de Franco decide no participar ni apoyar
expresamente a las potencias del Eje, y en particular a Hitler. Se han ofrecido
múltiples interpretaciones a este hecho, sin que ninguna fuera definitiva ni satisfactoria. En último término, es seguro que no interesó a Hitler, pues de ser así
Franco no podía oponerse en términos reales, por la evidente desigualdad de los
interlocutores, dado el nivel de destrucción y carencia de medios que tiene España y su ejército cuando se inicia la Guerra Mundial, muy poco después de finalizar la española1.
Excluida España de la Guerra Mundial por los países del Eje, pero también por
las potencias occidentales y los aliados, que en su momento fueron más próximas
a defender el ideario republicano, aunque sin demasiada energía, España comienza
a vivir unos años duros, rigurosos, de aislamiento ante el exterior, de penuria y
hambre interior, de lenta recuperación de los mínimos vitales en lo material, de
represión total de los disidentes, e imposición en la vida pública de los únicos y
estrictos criterios marcados por el Movimiento Nacional. España se recluye en su
interior en todos los sentidos, de autarquía económica, de autosuficiencia de recursos, también para articular un discurso de legitimación de la situación de aislamiento y de rechazo de la influencia extranjera, para madurar otro discurso de
corte fascista e imperial.
Una de las bazas del nuevo régimen para su defensa y continuidad es la represión de todo lo que proceda de fuera, en concreto de Europa, y que contradiga su
propio ideario. Porque uno de los argumentos más visibles del franquismo en esta
primera fase es la negación del esfuerzo europeizador que republicanos e intelectuales próximos a la Institución Libre de Enseñanza habían venido desarrollando
con anterioridad. Se achaca que ese embelesamiento con lo europeo fue una de las
causas que condujo al enfrentamiento entre españoles, a los separatismos. López
Ibor había escrito que «la crisis española deriva de la seducción de la europeización». Por tanto, España no necesita a Europa para ser ella, reniega de una Europa culpable de los males padecidos, en cuanto habían sido países como Francia e
1
La literatura científica existente sobre la política exterior de España en el siglo XX es muy abundante, incluida la etapa franquista en su larga proyección. Por ello sólo referimos como consulta,
BENEYTO, José María: El proyecto de Europa en la España del siglo XX, Madrid, Taurus, 1999. Para
cuestiones relacionadas con la imagen general de Europa, su proceso de construcción e identidad, cfr.
FONTANA, Josep: Europa ante el espejo, Barcelona, Crítica, 1994.
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Inglaterra firmes puntales de la II República, y encarnaban el espíritu disolvente,
laico, secularizador que tanto daño y dolor había provocado a los españoles,
empujándoles a la confrontación y la guerra.
Aunque al paso de los años evolucione en sus relaciones y política exterior, así
como en sus argumentos, el régimen de Franco, en los años inmediatos a la posguerra española, que coinciden exactamente con el curso de la Segunda Guerra
Mundial, es muy beligerante con lo que representa Europa, reprime cualquier
veleidad europeísta que conlleve proximidad con las ideas de sus adversarios vencidos, los republicanos. Como contrapartida, elabora un discurso para el interior,
un discurso de autoafirmación de España como Patria, como nación que ha de ser
una-grande-libre, imperial y católica, nacionalcatólica.
Una de las fuerzas políticas de mayor peso en estos primeros años del régimen
franquista es, como se sabe, Falange, de gran influencia ideológica y política, al
menos hasta el declive de la Alemania nazi, y aún después, y en particular en las
formas y ornato del Movimiento Nacional. La presencia de Falange en la organización del discurso legitimador del Movimiento Nacional que dirige el denominado Caudillo, Franco, va a resultar decisiva en el tema que nos ocupa, las relaciones entre el nuevo régimen franquista y Europa, así como su posterior traslado a
la escuela primaria en forma de contenidos, imágenes, elementos del curriculum,
materiales y libros escolares.
Aunque intelectuales del régimen, como Lain Entralgo 2 , unos años más tarde
buscan y defienden la pertenencia e inclusión intelectual y espiritual de España en
Europa, y aceptan un nivel de identidad de Europa, aunque con dificultades, los
primeros años después de la guerra son de clara afirmación patriótica española, y
de exclusión de lo europeo. Se revela como hegemónico el discurso de Falange,
autoritario, étnico, opositor decidido a una idea de Europa, la que representa a las
democracias occidentales, y defensor de un modelo imperial de imponer a toda
Europa, como el nacionalsocialismo hitleriano o como el fascismo italiano, los
valores de la España imperial, y por ello defender un nuevo europeísmo, que sería
en realidad universal. «Porque nuestro imperio —escribirá en 1939 el decano de la
Facultad de Letras de la Universidad de Santiago, Ciríaco Pérez Bustamente—,
era la resultante de tres coordenadas: fuerza, cultura y pasión religiosa»3. A ellas
se fue renunciando y a ellas hemos de volver si creemos en una nueva España
imperial.
2
Aunque comienza explicando que ni genética, ni resultativamente, ni tampoco desde lo geográfico puede ser explicada Europa (pp. 158-160), dice luego Lain, «En la lucidez espiritual de la creación y
del ofrecimiento radica la sal de Europa; y así, cuando hay europeos turbios, como Nietzsche y Unamuno, debe haber sin demora europeos claros, capaces de elucidar la verdad yacente en el seno de la
turbidez, y luego europeos sobredaros, dignos de ofrecerla a Dios. El ofrecimiento puede aplicarse a
la verdad de las obras intelectuales, a la belleza de las creaciones estéticas, a la utilidad de los artificios
técnicos y a la valía de las acciones individuales y sociales. Donde las hazañas creadora y ofertiva sean
cumplidas con universalidad y lucidez, cualquiera que sea el lugar geográfico de la oblación, cualesquiera que sean la lengua y la pigmentación cutánea del oferente, allí se continúa la misión de Europa,
allí sigue viviendo Europa», cfr. L A Í N ENTRALGO, Pedro: España como problema, Madrid, Seminario
de Problemas Hispanoamericanos, 1948, pp. 161-162.
3
Cfr. PÉREZ BUSTAMANTE, Ciríaco: «El nuevo Estado y la América española», en SEP, La Revolución Nacional desde la Universidad, Madrid, Radio Nacional de España, 1939, p. 63.
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-yj-i
Los enemigos tradicionales de España, dice en 1939 p o r ejemplo el catedrático de la Universidad de Santiago, Carmelo Viñas Mey 4 , son Francia e Inglaterra,
y en la medida que hemos sido dependientes de ellas, o nos hemos movido como
nación en su órbita h e m o s caído en el declive y la p o s t r a c i ó n . A d e m á s , estos
países tienen ideales contrapuestos a los de España, imposibles de armonizar. Y
continúa,
Francia ha sido siempre portavoz y campeón del nacionalismo particularista, con
la doctrina de la soberanía, primero, del equilibrio político después, el imperialismo
napoleónico más tarde, la política de «ententes» y la de seguridad colectiva y Sociedad de Naciones, por último. Inglaterra campeón de la dialéctica histórica de lo mercantil. Bentham, Syloc a la sombra de Mercurio. Y estos objetivos son inconciliables
con los de Unidad, de Universalidad, Imperio, con la donación verdaderamente eucarística que al servicio de ellos hizo siempre España en política de misión. Esta política de misión, basada en nuestros ideales e intereses; en la unión, no sentimental, sino
efectiva, con los países que quieran nuestra grandeza, y en la desunión y la firme
hostilidad, si preciso fuere, con los pueblos que fueron y son declarados adversarios
de ella, debe cimentar nuestra política internacional5.
D e b e m o s excluirnos de E u r o p a , dice José Pérez de Barradas, director del
M u s e o de Prehistoria de Madrid, p o r q u e la m a y o r parte de nuestros enemigos
tradicionales se encuentran o p r o c e d e n de Europa: Francia, Inglaterra, Estados
Unidos, la masonería, el marxismo y el judaismo.
Por otra parte, parece que por fortuna,
ni racial ni culturalmente son europeas las más viejas raíces de España. Lo propiamente europeo ha sido aquí extranjero; ha entrado por los Pirineos con más o menos
fuerza y ha sido siempre rechazado o absorbido y transformado... Los españoles no
somos étnicamente europeos. A Dios gracias, África empieza en los Pirineos; nosotros
no somos ni alpinos, ni indogermanos, sino bereberes y camitas (cursiva nuestra)6.
4
«Los valores de la hispanidad no deben tener como único escenario el solar hispano, ni limitarnos al quehacer de casa. La hispanidad debe proyectarse, ambiciosa, hacia fuera; aspirar, como en los
grandes tiempos, a ejercer señorío sobre las alas y las horas; o sea, que nuestra conciencia nacional ha
de traducirse en una potente conciencia internacional española, y a su servicio, el magisterio de la Universidad. La Universidad nos dirá que nuestras épocas de gloria y de grandeza coincidieron infaliblemente con las etapas de colaboración con Italia y Germania, y el alejamiento de ellas, para ingresar
humildes en la órbita francoinglesa, significó siempre el máximo declive de España en postración,
oprobios y miserias... Los pronunciamientos y triunfos liberales decimonónicos no hubieran sido posibles sin el apoyo francés y británico... La política de aislamiento y de vegetar míseramente en el séquito franco inglés, mantenida por España desde el Congreso de Viena hasta nuestros días, prácticamente
nos hizo desaparecer como factor en Europa. Al salir ahora del aislamiento internacional hemos de
tener muy en cuenta que la vecindad continental y marítima con países fuertes, habituados al dominio
y a considerarnos como pueblo escudero de su cortejo, no será nunca prenda de amistad, sino de servidumbre, y que por todo el oro y el bienestar material de la tierra no habremos de aceptar el papel
de pariente pobre, de convidado de piedra de nación alguna», cfr. ViÑAS MEY, Carmelo: «Universidad
e hispanidad», en SEP: La Revolución Nacional desde la Universidad, Madrid, Radio Nacional de España, 1939, p. 84.
5
Cfr. idem, ibid., p. 85.
6
Cfr. PÉREZ DE BARRADAS, José: «Raíces de España», en SEP: La Revolución Nacional, op. cit.,
1939, p. 46.
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España tiene su identidad, sus propias raíces y potencial en sí misma, no tiene
que buscar modelos externos, fuera de sus fronteras, y menos en Europa. Incluso
p o r sí misma es capaz de las mayores empresas, como se explica a continuación,
Lo que sí es cierto es que los españoles físicamente considerados, somos hombres magníficos, verdaderamente superhombres y capaces de las mayores empresas...
Es lo cierto que cuando España ha dejado de ser una serie de regiones, cuando ha
vuelto la espalda a las demás naciones de Europa, entonces es cuando se ha encontrado a sí misma y ha emprendido la creación de un Imperio por la expansión guerrera y misional de una cultura, que ya no es estrictamente española, sino que está
integrada por valores universales, es decir, susceptible de ser adoptada por todo el
género humano 7 .
D e ahí que las dos tareas más urgentes que para su bien y el avance de su p r o yecto político, en la opinión de este arqueólogo falangista, tiene que emprender la
Revolución Nacionalsindicalista española son, p o r una parte, conocer, identificar,
y recuperar los valores étnicos, las costumbres tradicionales, los trajes, las canciones populares, las narraciones y tradiciones orales, todo aquello que represente las
raíces de España, y saberlo enseñar y valorar, en todas partes y gentes, a los niños
en las escuelas, a las madres y a las jóvenes, a los campesinos y artesanos. La otra
gran tarea, concluye,
es, una vez conocido lo que es genuinamente español, el adaptarlo a ciegas, el identificarse con ello, ya que es un deber el que, por nuestros esfuerzos, las raíces de España se fortifiquen en lo futuro y que las fuerzas seculares, materiales y espirituales del
pueblo español subsistan siempre vivas, como garantía de nuestras posibilidades y de
nuestro destino8.
P e r o a continuación, se dice a través del intelectual falangista Javier C o n d e
García, de manera casi antológica, que España en la hora presente ha de actuar
con autarquía frente a lo extranjero que viene de E u r o p a en u n doble sentido,
p e r o también ir i m p o n i e n d o la cultura española en E u r o p a , ir p e n s a n d o toda la
cultura europea y universal bajo el tamiz de la española, como responsabilidad de
la unidad de destino que es España. Veamos.
¿Qué significación puede tener el vocablo «autarquía» aplicado a la cultura española? Negativamente, autarquía vale tanto como rechazar de plano todo aquello que
no siendo conforme a nuestra propia sustancia espiritual española, la contradiga o
ponga en peligro de mixtificación o torcedura. Aún resuena con fuerza en nuestros
oídos el vigoroso alerta que a su generación y a las venideras lanzó Menéndez y
Pelayo contra el riesgo de extranjerización. Todo español debe ser celoso custodio
del caudal espiritual que nos ha legado nuestra historia y recibir educación de manera que la sustancia propia jamás esté anegada o falseada por la extraña.
Ahora bien, cantaradas, no basta esta definición negativa de la autarquía; es
preciso que en ella veamos también un mandato positivo... He aquí la tarea: no
cerrarse por dentro y taparse ojos y oídos hacia fuera, sino salir de dentro afuera
7
8
Cfr. idem, ibid., pp. 47-48.
Cfr. idem, ibid., p. 49.
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p a r a asaltar los p a r a p e t o s e x t r a ñ o s , sujetarlos y r e d u c i r l o s c o n a r m a s p r o p i a s y en
provecho propio9
Lo que en realidad está proponiendo Falange, y el Movimiento Nacional, es la
lucha por la imposición en toda Europa del modelo de cultura y nación española,
por su carácter auténtico y universal. Así se explica, con sus propias palabras, este
extraño europeísmo defendido por Falange, a sabiendas de los peligros que siempre entrañan para la integridad española países como Francia, Inglaterra o Rusia.
Es que, de facto, la idea política del nacionalsindicalismo, en estos años de posguerra, es preconizar un nuevo europeísmo y un nuevo orden internacional, siempre sometidos a un mismo y único pensamiento, del estilo a lo que defendían el
nacionalsocialismo alemán o el fascismo italiano10.
Este proyecto de defensa de España y su identidad, y de su proyección exterior, puede adoptar formas agresivas y beligerantes, y hasta apasionadas11. También, al tiempo, debe considerar el uso de otros instrumentos ya anclados y reconocidos en la sociedad española, como en otras del contexto europeo, más
moderados, persistentes y al fin influyentes, como son las escuelas. Aquí es donde
entran en juego los mecanismos e instituciones educativas de transmisión de valores a los jóvenes y a la infancia que el nuevo régimen de Franco considera oportuno utilizar y reorientar.
2. La imagen de Europa en los manuales escolares de posguerra
Resulta imprescindible preguntarse aquí por el papel del sistema educativo, y
de la escuela primaria en particular, en la construcción y consolidación de ese
modelo «europeísta» falangista que propugna el nacionalsindicalismo del régimen
de Franco, en la negación, exclusión y ocultamiento a los niños de esa Europa
9
Cfr. CONDE G A R C Í A , Javier: «Con alma y pensamientos españoles», en SEP: La Revolución
Nacional, op. cit., 1939, pp. 57-58.
10
«Firmes en nuestra propias raíces hispanas, con la cara vuelta al mundo, hacia África y hacia
América, pero también hacia Europa. Esta es la consigna. La idea política nacionalsindicalista preconiza un nuevo europeísmo y un nuevo orden internacional. Unidad de Europa explicada por un mismo
pensamiento... El europeísmo de la Falange entraña el respeto hacia todas las formas nacionales de
vida, el respeto a todas las unidades de destino en lo universal. U n orden internacional nuevo... El
sujeto de derecho internacional no es a nuestros ojos el "Estado", sino la "Nación", ni el orden jurídico internacional un orden "interestatal", sino un orden entre naciones, es decir, entre unidades de destino en lo universal. Por consiguiente, un orden jerarquizado, un orden no ficticio, sino real y concreto, en el que la jerarquía esté determinada por el rango de los valores universales de que cada nación
es soporte, y por la fuerza efectiva, espiritual y material, que cada nación sea capaz de movilizar en su
defensa», cfr. idem, ibid., p. 59.
11
«La existencia de España se cimenta sobre las calidades del pueblo y sobre su genio creador.
Para que la Patria nacional desaparezca, habrá que domar el temple de acero de nuestras almas o que
nosotros mismos consintamos que el valor heroico y el genio creador que ahora nos sostiene se aletarguen y se duerman. Que no es fácil rendir las voluntades del hombre español por el filo de la espada,
es cosa que ilustra nuestra historia con sus pasmosos hechos. La pasión por su ser y libertad llega en
el hombre español hasta el frenesí; el español no tolera comparaciones humillantes, y, si llega el caso
de tener que perecer, las ruinas y los escombros cubren el dolor de su derrota. Pero antes de ser vencido el coraje multiplica su arrogancia, su tenacidad y su temeraria osadía», cfr. GARCIA BLÁZQUEZ, Félix:
Alocuciones a la juventud, Madrid, Editora Nacional, 1943, p. 116.
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occidental blandengue y mediatizada por el judaismo y la masonería, así como en
la defensa ante las agresiones externas, las procedentes de los países que representan a Europa.
De esta cuestión en concreto, y de los aspectos más sustantivos del sistema
educativo y de la escuela primaria durante el franquismo en sus primeros años,
dan una extensa explicación importantes monografías, bien conocidas por los especialistas, como las de Cámara Villar, Alted, Navarro Sandalinas, Mayordomo, Fernández Soria, entre otras, con lo que evitamos detenernos con más amplitud en
este punto12.
Después de la etapa de desmantelamiento, depuración y rigor sobre el modelo escolar de la II República, en todas sus manifestaciones y personas, el franquismo va imponiendo el denominado nacionalcatolicismo en todo el sistema
educativo, y en concreto en las escuelas primarias y sus expresiones de personas,
maestros, materiales, imágenes, libros, manuales escolares y mecanismos de
transmisión del currículo. Aunque la Ley de Primera Enseñanza de 1945 ordena
y sistematiza el conjunto de la escuela primaria para muchos años, ya en estos
inmediatos al fin de la Guerra Civil española se avanza en un modelo escolar
primario bien articulado con los principios de la Iglesia y Falange, de claro tono
nacionalcatólico.
De particular interés resulta el estudio de los contenidos de Historia de España que se enseñan a los niños en la escuela primaria, por los elementos ideológicos internos que se le añaden, además del propio carácter de la disciplina. Según
sugieren e imponen los inspectores escolares, «la historia será enseñada caldeando
los corazones infantiles en el más vivo y hondo amor patrio»13. Juan Beneyto
Pérez, jefe nacional de Censura, expone en 1939 su visión de la enseñanza de la
Historia en la escuela primaria.
La Historia investiga, conoce y expone expresamente aquellos hechos humanos
que, según una dada valoración, son teleológicamente significativos en tal desarrollo... Al explicar la Historia de España a los párvulos, y al hacer reflexionar a los
adultos, .catedráticos y maestros no pueden olvidar el tono y el sentido de España...
El examen de la trayectoria histórica nos la hace siempre ver: España no ha dejado
que le hicieran su historia. Cuando ha declinado ante la coalición enemiga, ha decaído en el plan del mundo. Adueñándose de los hechos, se ha mostrado en todo
momento —mientras ha sido España— protagonista genial. Por eso, la enseñanza de
la historia debe, sin desdoro, acogerse al servicio de España14.
12
Además de la selección bibliográfica que recogemos sobre la educación en el franquismo en
Historia de la Educación, Salamanca, 8 (1989), pp. 335-342, como mínimo deben añadirse MAYORDOMO,
Alejandro: «Nacionalcatolicismo y educación en la España de posguerra», en Historia de la Educación
en España, Madrid, MEC, tomo v, 2 vols., 1991; NAVARRO SANDALINAS, Ramón: La enseñanza primaria
durante el franquismo (1936-1975), Barcelona, PPU, 1990; MAYORDOMO, Alejandro y FERNÁNDEZ SORIA,
Juan Manuel: Vencer y convencer. Educación y política. España, 1936-194$, Valencia, Universidad de
Valencia, 1993; FERNÁNDEZ SORIA, Juan Manuel: Educación, socialización y legitimación política (España, 1931-1970), Valencia, Ed. Tirant lo Blanc, 1998.
13
Cfr. INSPECCIÓN DE PRIMERA ENSEÑANZA DE SALAMANCA: Cuestionarios y orientaciones didácticas para las escuelas de la provincia, Salamanca, Impr. Comercial Salmantina, 1944, p. 52.
14
Cfr. BENEYTO PÉREZ, Juan: «La unidad de destino en la enseñanza de la Historia», en SEP, La
Revolución Nacional, op. cit., 1939, p. 72.
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Mediante un carácter predominantemente narrativo y atractivo para los niños,
en torno a las grandes figuras y los hechos más destacados, la historia que se enseñe tiene que mostrar a los jóvenes escolares la unidad y grandeza de España15.
Pero la tarea educativa en la escuela es una técnica, que precisa de personas, pasos,
tiempos, espacios, sistema y materiales determinados, dado que la edad de los niños,
la diferente preparación del maestro y el proceso de aprendizaje requieren adaptaciones más concretas, a veces simplificaciones de la idea general. Es decir, de las directrices generales que marca el sistema sobre lo que tiene que aprender el niño a través
de las diferentes disciplinas, el técnico tiene que ser capaz de amoldar a maestros y
niños los procesos, mecanismos y materiales oportunos, ha de saber llevar a cabo el
currículo. N o vale cualquiera de los materiales, sino los que deben ser correctamente
seleccionados, pues de lo contrario puede resultar infructuoso el esfuerzo. Esto es lo
que ocurre con los manuales escolares, material que aquí merece nuestra atención.
El libro escolar es uno de los instrumentos pedagógicos que viene siendo validado, a veces también cuestionado, en sus múltiples facetas y formas en los sistemas escolares contemporáneos, y también en el español, desde su origen y generalización en el siglo XIX16. Para la etapa en que nos detenemos aquí, el libro escolar
ha merecido notables trabajos17, y hasta varias tesis doctorales 18 , por lo que nos
encontramos en disposición de realizar afirmaciones fundadas.
Como sucede en otras etapas anteriores de la historia del libro escolar en España, en que el manual ha sido un objeto de intervención y control por parte de las
autoridades, mucho más aún en esta especialmente autoritaria, el libro escolar queda
en estos años absolutamente intervenido por el Estado, aprobado bajo riguroso
control (o prohibido), incluso impuesto durante algún tiempo el criterio de texto
único. Es obvio que el franquismo desarrolla una política sobre el libro escolar,
15
«Frente al decadentismo de los afrancesados y de los que vieron la pérdida de las colonias, los
que conozcan a España en su desarrollo unitario, serán optimistas. Y esto tiene el máximo interés en
relación con la enseñanza primaria. Ya no pueden circular esas lecturas infantiles en las cuales los únicos niños admirables son dos norteamericanos. Ya no cabe exponer la obra del mundo citando sólo,
según patrones extranjeros, figuras no españolas. Al niño hay que llevarle la sensación de la grandeza
de España, diciéndole lo que han dado a la cultura los españoles. Que no se repita el silencio de España cuando se pregunte lo que a España se debe. Y que se sepa que, ayer y hoy, de pobres labradores
hizo España ministros y generales, y de niños andrajosos, profesores y obispos», idem, ibid., p. 74.
16
Sobre el inicio del uso del libro escolar y los manuales en la escuela primaria en España, cfr.
HERNÁNDEZ DÍAZ, José María: «El libro escolar como instrumento pedagógico», en ESCOLANO, Agustín (dir.): Historia ilustrada del libro escolar en España. Del Antiguo Régimen a la Segunda República,
Madrid, Pirámide-FGSR, 1997, pp. 123-148.
17
Cfr. CÁMARA VILLAR, Gregorio: «El adoctrinamiento político en la escuela del franquismo: nacionalcatolicismo y textos escolares, 1936-1951», en VARIOS: Infancia y sociedad en España, Granada, Hesperia, 1983, pp. 159-199; PuELLES BENÍTEZ, Manuel de: «La política del libro escolar. Del franquismo a
la restauración democrática», en ESCOLANO, Agustín (dir.): Historia ilustrada del libro escolar en España. De la posguerra a la reforma educativa, Madrid, FGSR, 1998, pp. 49-72. Una amplia bibliografía,
y específica, preparada por el grupo MANES, puede consultarse en Historia de la Educación, 19 (2000),
pp. 433-449.
18
Entre otras, DIEGO PÉREZ, Carmen: La política del libro de texto escolar en la España franquista, Universidad de Oviedo, 1996; MARTÍN REQUERO, María Isabel: Iconografía y educación. La imagen en los textos escolares en la escuela franquista, ip^p-ipjs, Universidad de Valladolid, 1996; LÓPEZ
MARCOS, Manuela: El fenómeno ideológico del franquismo en los manuales escolares de enseñanza
primaria (1P36-1P45). Antecedentes, evolución y plasmación, UNED-Madrid, 2000; GARCÍA CRESPO, Clementina: Léxico e ideología en los libros de lectura de la escuela primaria (ip40-ipys), Universidad de
Salamanca, 1983.
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como evidencian los estudios citados de Escolano, Puelles, Carmen Diego, entre
otros. Desde septiembre de 1936 se concreta en temas como la depuración de
bibliotecas, el control que ejerce la inspección, la censura férrea, o la libertad restringida. En septiembre de 1937 se abunda aún más en el control imponiendo el
texto único en la escuela primaria para todas las materias. Así, el famoso Libro de
España es prototipo para la práctica de la lectura en la escuela. Más tarde, desde
1939 funciona la autorización y la censura previa, liberalizando tenuemente el proceso, y en 1940 quien autoriza es el Consejo Nacional 19 . Finalmente, la Ley de 17
de julio de 1945 adopta el sistema de lista, vigente en España desde 1841, y queda
regulado en el artículo 48 de dicha ley.
El manual escolar es utilizado en plenitud en las escuelas primarias de la España de posguerra, y esto es indudable. Es lo que hace que, a pesar de sus debilidades técnicas, que se advierten con claridad si comparamos el libro escolar de posguerra con los de años posteriores, resulte tan influyente en la conformación de
mentalidades y en la tarea escolar. Es lo que ahora hace también que nos aparezca
como un instrumento tan precioso, tan valioso para el análisis histórico, para la
comprensión de las ideas que se transmiten y enseñan a los niños en la escuela, en
esta ocasión relativas a la imagen de Europa, tal como puede extraerse, espigando
floridos ejemplos en frases y comentarios, como pasamos a ver a continuación.
España es protagonista de la historia de Europa y del mundo entero, es universal, se afirma sin preámbulos ni concesiones, y se enseña así en las escuelas primarias 20 . A pesar de las agresiones extranjeras, de las leyendas negras que se han
19
Cfr. D I E G O PÉREZ, Carmen: «Dictamen y dotación de libros de texto desde la Guerra Civil
hasta la creación del Consejo Nacional de Educación», Historia de la Educación, 19 (2000), pp. 293-309.
20
Resulta de gran interés recordar, por ejemplo, qué historia de España se enseña a los niños del
primer grado escolar a través de los cuestionarios, cuáles son sus directrices. Veamos: «Historia patria.
Contar cosas que les han pasado a los niños, que han pasado en el pueblo, cosas que han pasado en la
casa. Idea de lo que es Historia. Conocimiento intuitivo y claro de lo que es la Patria. Identificación de
nuestro ser con el ser de la Patria, de nuestros intereses con los intereses de la Patria. Nuestra Patria se
llama España. ¿Te gusta oír a tus abuelos, a tus padres, las cosas que les han pasado: un viaje, un susto,
una cacería, un peligro...? Pues vamos a enterarnos de las cosas que le han pasado a España: Historia
Patria. Dios crea al hombre feliz. El pecado, su castigo. La vida dura y difícil de los hombres primitivos.
Sus primeros inventos. Valor de la perseverancia en el esfuerzo. Los primeros españoles. Su ingenio: la
cueva de Altamira. Los primeros grandes progresos. La Dama de Elche. La codicia por España: pueblos
colonizadores. Valentía de los españoles y su reacción contra los que pretenden explotarlos. Consecuencia moral. Costumbres de los romanos. Descripción y condenación del circo y de la esclavitud. El choque de Roma con la arrogancia española: Viriato, juicio moral. Nace Jesucristo. ¿Qué hizo y qué enseñó? Contraste con la vida pagana. Fundación de la Iglesia católica. Los mártires. El cristianismo en
España: Santiago y el Pilar. Los mártires españoles. Biografía de unos niños mártires: por ejemplo, de los
Santos Justo y Pastor. Dios castiga a los romanos: los bárbaros. Moros y cristianos. Don Rodrigo. Covadonga. San Fernando. La mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada. Los guerreros cristianos. El
Cid. Caballeros, castillos y ciudades. Los judíos. U n niño mártir de los judíos: Santo Domingo de Val.
Una reina de España: Doña Isabel I de Castilla. Granada. Doña Isabel, Colón y el descubrimiento de
América. Capitanes y misioneros. España fue un Imperio. Felipe II. La gloria de ser español. Don Quijote. La decadencia. Brioso despetar contra Napoleón. La pena de nuestras fratricidas luchas civiles.
Contra ellas, el Movimiento Nacional. José Antonio y la Falange. Franco: su biografía. Anécdotas de la
guerra: el Alcázar de Toledo. Realidades de la españa actual: Falange, el Frente de Juventudes, Auxilio
Social, subsidio a la vejez, etc. Perenne continuidad de España. Nuestro deber de custodiar, acrecentar y
lanzar hacia el porvenir las tradiciones y el espíritu de la Patria. Todos estos contenidos se contestan fielmente en el librito Yo soy español, del mismo autor», cfr. SERRANO DE H A R O , Agustín: Los cimientos de
la obra escolar. Pedagogía práctica en el primer grado, Madrid, Escuela Española, 1944, pp. 73-74.
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querido atribuir a la nación que logró alcanzar el imperio más extenso de todos
los que han visto los hombres, la historia de España es envidiable, no tiene parangón. Y así se hace llegar a los niños en las escuelas.
Hombres de España. Hubo un tiempo que España lo podía todo y lo conseguía
todo, como esas hadas de esos cuentos maravillosos.
Sus reyes Isabel y Fernando, después de ganar la ciudad de Granada y arrojar a
los moros de España, apoyaron a un marino llamado Cristóbal Colón, y éste descubrió América con tres endebles carabelas el 12 de octubre del año 1492.
Muertos los reyes sube al trono Carlos I, Emperador. Y Hernán Cortés y Pizarro realizan en América hazañas increíbles y se apoderan de inmensos territorios. Y
cuando muere Carlos, su hijo Felipe II hereda un inmenso imperio que abarcaba
casi toda la tierra.
Y un hermano del rey, don Juan de Austria, obtiene un triunfo resonante en
Lepanto sobre los turcos, que querían nada menos que acabar con todos los cristianos del mundo. Y muchos escritores españoles escriben poesías, novelas y obras teatrales de calidad insuperada.
España es la patria de grandes santos y artistas, egregios teólogos, ilustres navegantes y militares eximios.
Ser español, lo dice José Antonio, es una de las pocas cosas serias que hay en el
mundo21.
España, es cierto, se encuentra ubicada en Europa, donde fragua una peculiar
historia, dado su secular protagonismo en el mundo y su envidiable ubicación geográfica. Pero desde finales del siglo XV su infatigable y aventurero espíritu, además
de afianzar el dominio de reinos europeos, abre otros espacios, se orienta hacia
América, donde es reconocida como la madre patria, atribución a la que no quiere
renunciar, y menos en los momentos tan intensos y especiales de aquellos años.
España. España, que primitivamente se llamó Iberia y Hesperia, ocupa el extremo meridional y occidental de Europa, entre el Atlántico, el Meditarráneo y Francia. Se halla comprendida en la banda central de la zona templada del Norte, que es,
sin duda, una de las posiciones más ventajosas del globo. Esta situación la ha hecho
envidiable y como preparada por la Naturaleza para la realización de altos destinos.
Y que los ha realizado se advierte efectivamente por cualquier punto que se abra
la Historia de España. Léase y veremos siempre viva su actuación en los más grandes problemas de la civilización humana.
Después de las invasiones fenicia y cartaginesa, Roma conquistó nuestra Península, prendada de sus riquezas naturales y de sus nobles cualidades, pues en ninguna
parte encontró patriotismo comparable al que mostraron cántabros y lusitanos. Decayó Roma, porque nada hay estable en el mundo, y España supo mantener el esplendor de las letras latinas y dar a la metrópoli ilustres emperadores.
Sobrevino la invasión de los bárbaros, que sumió en obscuridad a Europa entera;
pero España levantó un faro esplendente con San Isidoro de Sevilla, que recogió y
devolvió luego a Europa los tesoros científicos que Grecia y Roma habían elaborado
en sus Escuelas, y dio ejemplo de catolicidad con los concilios toledanos. Los monarcas visigodos fueron católicos en España, a partir de Recaredo.
21
Cfr. FERNÁNDEZ, Antonio: Ingenuidades.
(17 ), p. 80. Imprimatur en 1939.
Libro de lectura manuscrita, Barcelona, Salvatella, 1948
a
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Fue España, más tarde, invadida por los árabes; pero un puñado de esforzados
varones emprenden la obra de la reconquista en Asturias con Pelayo, y, después de
ocho siglos de incesante guerra, coronan tan alta empresa con la conquista de Granada, que trae como consecuencia la unidad nacional y es base de nuevas grandezas.
Con la ayuda que prestan a Colón nuestros Reyes Católicos, descúbrese el
Nuevo Mundo y surgen en la Península, como por encanto, los navegantes más
audaces y los exploradores más atrevidos que encierran dentro de los límites del
mundo los continentes de América y Oceania; los sabios enaltecen las Universidades, y España lleva su religión, su lengua, sus ciencias y sus artes al continente americano, aun con riesgo de emprobrecerse y agotarse, y crea, en fin, un derecho más
culto que el romano, en sus célebres leyes de Indias, que ahora ensalzan hasta nuestros propios enemigos.
Después de la decadencia de los siglos XVIII y xix, y cuando las ideas exóticas y
disolventes se habían infiltrado en gran parte del país, el Ejército inició el 18 de julio
de 1936 un Movimiento salvador, al que se sumó la juventud y toda la masa sana y
tradicional del pueblo, logrando, bajo el caudillaje de Francisco Franco, una total
victoria, que abrió nuevamente a España las vías de su grandeza.
España, como madre, vuelve hoy sus ojos a las Repúblicas americanas, y éstas,
como amantes hijas, tienden sus brazos a la madre Patria, y unidas en un amor, en
una lengua y en unas aspiraciones, hacen columbrar en lo futuro nuevos triunfos,
nuevas glorias y nuevas grandezas22.
Por ello el discurso que el franquismo propone y transmite a los niños a través
de los manuales escolares, como a otros sectores de población por otras vías, eleva
el concepto y la categoría «Hispanidad» como uno de los ejes de la propia historia, como uno de los más emblemáticos de la nueva España posbélica y auténtica.
De ahí que, retomando textos de Ramiro de Maeztu, se hilvane una reflexión, un
discurso, que explica la España presente más con proyección hacia las repúblicas
hermanas que conforman la Hispanidad, sobre todo en América, que hacia las
naciones de Europa que, en su mayoría, han traicionado los ideales de la cristiandad y han apoyado la República, el comunismo y han abandonado España a su
propia suerte con ingratitud. Y ello a pesar de haber sido España salvadora de la
civilización cristiana, como sucedió con Covadonga, Lepanto y la Guerra de
la Independencia contra Napoleón. La Hispanidad es ese concepto que abarca a
todos los pueblos que deben la civilización y el ser a los pueblos hispanos de la
península Ibérica, y es el camino principal, y único, para que España pueda salvar
la cerrazón, la autarquía impuesta o buscada, la ausencia de relaciones con otras
naciones de la vieja Europa.
La negación, separación, renuncia, lejanía u ocultamiento de Europa no conlleva el aislamiento internacional del régimen de Franco, se argumenta, porque la
madre España, a través del ideal de la Hispanidad, encuentra sentido, refugio, afecto y proyección al otro lado del Atlántico23. Eso sí, advirtiendo que son naciones
independientes, no antiguas colonias, que alcanzaron su independencia de la misma
22
Cfr. SOLANA, Ezequiel: La Patria Española, Madrid, Escuela Española, 1955 (13a), pp. 11-12.
«La Hispanidad es el renacimiento en el mundo de las viejas ambiciones de España: Dios, la
justicia y la paz. La Hispanidad es garantía para que la civilización cristiana no perezca, esperanza
para su florecimiento y expansión», cfr. SERRANO DE H A R O , Agustín: Guirnaldas de la historia. Historia de la cultura española contada a las niñas, Madrid, Escuela Española, 1959 (9a), p. 188. Obra aprobada en 1947.
23
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forma que un hijo lo hace respecto a sus padres, por natural proceso de crecimiento y desarrollo. Eso es lo que se dice a los niños españoles en muchos de los
manuales escolares y libros de lectura respecto a las relaciones entre España y
América24.
España es una, grande y Ubre, emblema fundamental del proyecto ideológico y
cultural de la nueva España que dirige el Caudillo Franco, que por sí misma puede
llegar a conseguir estas tres aspiraciones. Es la gran consigna para todos los españoles, la de colaborar a una España que sea una, grande y libre. Aunque formada
por regiones variadas, España es una, porque mantiene su unidad frente a las perversiones separatistas que se habían alimentado durante la II República y que condujeron a la Guerra Civil, y luego de unidad, felizmente ganada. Es una porque
tiene un solo Caudillo a quien seguir, Franco, y quien defiende y exige obediencia
a un solo y único ideal. Es grande, porque puede serlo, tal como su propia historia muestra, y porque encuentra proyección espiritual y cultural a través del ideal
de hispanidad. Es grande porque, a pesar de haber perdido el gran imperio, mantiene su presencia colonial e imperial en África, ámbito de natural expansión, según
se dice, y se aspira a una España de dimensiones imperiales25. Es grande porque sus
ideales espirituales lo son también, además de su riqueza material. España es Ubre
porque no tiene razón de ser su dependencia de los países capitalistas y judaicos,
24
«La Hispanidad. En tres momentos culminantes de su vida fue España la salvadora de la civilización y la libertad: el de Covadonga, el de Lepanto, el de su lucha con Napoleón. Sin cualquiera de
estos triunfos acaso los adelantos peregrinos, orgullo del siglo XX, permanecieran aún en la noche misteriosa del no ser. Pero España tuvo todavía otro momento de más grande valor para la Humanidad: el
del descubrimiento de un mundo.
C o m o albricias por los imponderables sacrificios de un pueblo en ocho eternas centurias de continuo pelear, Dios inspiró a un glorioso vagabundo y a una gloriosa Reina la fe en el existir de otros
hombres, allá, en la oscuridad de lo muy remoto, a través de los mares. Y un día, de entre las brumas
del amanecer, sobre las olas, como en júbilo empenachada, surgió ante los ojos asombrados de los
navegantes una tierra de maravilla, que, bajo la luz cegadora de un sol en llamas, debió de parecerles
un milagro.
Y comenzó la magna epopeya; la epopeya superior a la de los colosos de la Reconquista: la epopeya que " h i z o " España con sus descubridores y sus conquistadores, y sus fundadores de ciudades y
concejos, y templos y escuelas, imprentas y caminos, y con sus leyes de Indias: ese monumento inmortal, honor inmarcesible de la nación que le levantará inspirándose en la ternura de la Santa Madre de
América.
Trescientos y pocos más años fueron suficientes para que los reinos de América —no colonias—
se consideraran con plenitud de facultades para la gobernación de sí mismos. ¿Equivocada política de
la metrópoli? ¿Ambiciones desbordadas a favor de los tremendos temporales de guerra y políticos que
corría España, a punto de zozobrar? Cumplimiento, mejor, de las leyes biológicas, que, a los pueblos
como a los individuos, empujan a liberarse de potestades y tutelas, a sacudirse lo que aborrecen como
ignominioso yugo.
La guerra fue larga; la guerra fue dura. Los americanos se dieron enteramente, con alma y vida, a
la independencia del país, y de entre ellos brotó una pléyade de insignes guerreros y políticos cautivadores de la victoria. Los españoles jalonaron espléndidamente de bravura los inmensos territorios de la
guerra; pero, al fin, España tuvo que abandonar las tierras próvidas que descubriera y civilizara, dando
su ser a naciones que ya contempla absorto el mundo, y que serán ricas, poderosas y cultas, quienes al
mundo esplendan y magnifiquen en el porvenir.
Raza de héroes, santos y poetas, de locos sublimes, caballeros del ideal, ¡salve!».
Cfr. SOLANA, Ezequiel: La Patria Española, Madrid, Escuela Española, 1955 (13a), pp. 179-180.
25
«España es grande, se aproxima a un millón de kilómetros cuadrados, si sumamos nuestras posesiones africanas», cfr. TORRES, Federico: Horizonte imperial. El solar y la epopeya de la raza, Madrid,
Hernando, 1943 (3a), p. 19.
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<<A D I O S
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GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
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porque quiere ser dueña de sí misma, de su destino, sin dependencias ni vínculos
externos que la estrangulen. Si no queda más remedio, al margen de otros países
europeos traidores, con sus propios medios, con autarquía, con hidalguía y cortesía26, España logrará de nuevo ser una gran potencia en el mundo, pero libre y
con honor, como los caballeros medievales que han trazado su heroica historia.
Estas tres palabras, UNA, GRANDE, LIBRE, sobre el Escudo de España son la consigna de nuestros ideales.
ESPAÑA UNA: España no tiene más que una voluntad, una doctrina, una obediencia y un Caudillo.
No hay más diferencias entre los españoles que las que establece la Naturaleza.
Todos somos uno ante la Ley, ante el derecho de vivir y ante la obligación de prestar el servicio a que seamos llamados. Todos nos sentimos compenetrados en un
mismo ideal, que es hacer una España próspera, fuerte, temida y eterna.
ESPAÑA GRANDE: Queremos una España grande, de dimensiones imperiales,
como aquella que forjaron los Reyes Católicos y los primeros Austrias, el Emperador Carlos V y su hijo Felipe II.
Una España que extienda su imperio espiritual por todos los pueblos hispánicos,
hijos de la Madre Patria, y por África, donde está nuestra natural expansión.
Una España que a su riqueza material añada la de su cultura, no sólo científica,
sino, lo que es más preciado, integrada por los valores morales que han formado
nuestra personalidad.
ESPAÑA LIBRE: Queremos una España dueña de sus destinos, arbitro de sus propias empresas, que se baste a sí misma, es decir, que no esté esclavizada a los Estados capitalistas judaicos.
Una España en que todos trabajemos con los ojos puestos en su grandeza y
esplendor.
Una España que tenga un sitio primordial entre las grandes potencias libres del
mundo.
Porque eso queremos, se ha escrito en nuestro Escudo la empresa UNA, GRANDE,
LIBRE 27 .
España puede presentar una historia llena, cargada de grandes hechos de armas,
de grandes hombres ilustres, una extensa nómina de escritores y poetas, de teólogos y juristas que ocupan un lugar destacado en la historia de la cultura universal,
que son la envidia del mundo. España contiene en sí misma lo mejor de la cultura,
la milicia, el arte universal, y son otros países los que tienen que observarla, aprender de ella, y no al revés. España no necesita, en realidad, salir de sus fronteras
para ser una potencia reconocida en todos los ámbitos de la vida. España renuncia
ahora a Europa, una Europa que tuvo bajo su dominio, porque los países que la
conforman en el tiempo presente representan valores y formas de vida que no
entroncan con el ser íntimo de España, con su identidad.
26
«España, tierra de caballeros, es, asimismo, la tierra de la cortesía, entendida en ese aspecto profundo de que os he hablado. El español, amante celoso de su propia dignidad, percibe, con finura
especial, el fuero inalienable de la dignidad ajena, y sus cumplidos y cortesías, no son otra cosa que
rendimientos y tributos que paga, de buen grado, a las prerrogativas anejas a los sentimientos propios
de las almas de los demás. Los extranjeros no suelen entender esto y por eso estiman excesivas, superfluas y ociosas las formas prolijas del ceremonial español», cfr. M A Í L L O , Adolfo: Patria. Lecturas escolares para el grado medio, Zaragoza, Ricardo González editor, sí. (circa 1944), p. 137.
27
Cfr. Símbolos de España. Librito escolar de lectura para todos los grados que sepan leer, sean de
niños o de niñas, Madrid, Magisterio Español, 1939, pp. 25-26.
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España es, además, un espacio, un territorio, una tierra m u y variada y diversa
en lo geográfico, como recuerda u n o de los más prolíficos e influyentes autores
de libros escolares de la España de Franco, el inspector de Primera Enseñanza
Adolfo Maíllo.
Pienso también en la anchura y variedad de toda la tierra española, simbolizada
en la santa enseña de la Patria. En Galicia, con sus verdores y sus rías de ensueño; en
Asturias, con sus valles y sus montañas; en las Vascongadas, con sus industrias ricas
y su vida patriarcal; en Navarra, la viril y heroica; en Aragón, fuerte y noble; en
Cataluña, trabajadora y lírica; en Valencia, artista y luminosa; en Murcia, fecunda y
seria; en Andalucía, cálida y profunda; en Extremadura, madre de conquistadores; en
Castilla, centro y eje de la nacionalidad...28.
El discurso que el régimen traslada a los niños a través de los manuales y
libros escolares incluye un protagonismo especial y añadido a Castilla en el conjunto de España, en la historia lejana y en el presente, por el espíritu que se atribuye a lo castellano, su ideario y gentes, formas de vida y trayectoria, lengua y
costumbres. Castilla, y el castellano como instrumento de comunicación y dominio, ha de ocupar u n papel central, ha de ser el corazón de la nueva España, desplazando a la periferia otras lenguas y tradiciones asentadas en el territorio español, insular y peninsular. Es decir, hay que lograr, según el discurso del régimen,
que se identifique lo español con lo castellano, en especial en la parte cultural y
lingüística. Se han de superar así veleidades que conducen al separatismo, y se
lograrán reconocimientos externos. De nuevo vuelve a instrumentalizarse, a utilizarse Castilla y su lengua como factor de dominio y exclusión, al tiempo que de
unidad y de proyección imperial e internacional. M u y expresivo es el texto del
falangista Giménez Caballero cuando, combinando elementos geográficos, históricos y lingüísticos, escribe:
Sí, niños míos, España es un gran castillo de rocas, de llanos, de ríos, de guerreros, de mares y de espadas. Por eso, a la tierra central, defensora, encastillada, de
España, se la llamó Castilla. Y a su lengua guerrera e imperial, lengua castellana. Y
también por eso, a los límites de España, a las puertas de España, se las llamó fronteras, es decir, frentes. Frentes de combate y de vigilancia para defender a Castilla de
las invasiones enemigas29.
España, escuchan los niños en la escuela, hace m u y pocos años ha tenido que
ganar con las armas una guerra de h o n o r y fe frente a los enemigos, frente a los
extranjeros, frente a la República, que concentra a todos los enemigos de España 30 . D e tal guerra de honor quedan muchos restos y ruinas bien visibles, que no
28
Cfr. MAÍLLO, Adolfo: Patria. Lecturas escolares para el grado medio, Zaragoza, Ricardo González editor, s i . (circa 1944), pp. 28-29.
29
Cfr. G I M É N E Z CABALLERO, Ernesto, España nuestra. El libro de las juventudes
españolas,
Madrid, Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1943, p. 32.
30
«Así como en la República se concentran todos los enemigos de España, en el Movimiento
Nacional se concentran todas sus fuerzas de salvación», cfr. Manual de Historia de España. Segundo
grado, Madrid, Instituto de España, 1939, p. 221.
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deben ocultarse a los niños, porque son muestra y ejemplo del valor de unos, del
poder de destrucción y de la maldad de otros 31 .
Como en otras ocasiones de la historia, la Patria se ha visto amenazada por
factores externos, en su unidad, en su fe, en su espíritu. Lo extranjero representa
el peligro para su integridad, y con frecuencia procede de Europa, vía Francia. Así
lo transmite Antonio J. Onieva32 en otro libro escolar.
España, al luchar contra el marxismo, ha luchado con la misma fe católica con
que lo hizo contra los árabes y contra los judíos, y contra los turcos, y contra los
protestantes y contra los franceses de la Revolución. El impulso español ha sido el
mismo, sólo ha vanado el enemigo.
España se ha visto obligada a defenderse constantemente de las agresiones
externas, y ha establecido frentes de contención, porque la guerra parece haber
sido consustancial en su ser, en su identidad, en su historia. Esto es lo que tuvo
que ocurrir, una vez más con la recién ganada Guerra de Liberación y la autarquía de defensa que después ha tenido que adoptar la patria española. Y así se le
transmite esta belicosa idea de España a los niños en las escuelas:
No penséis, niños, que España ha sido siempre como la veis eñ el tranquilo,
inmóvil, mudo y pacífico mapa de la escuela. España ha sido siempre un castillo de
guerra, una perpétua «línea de frentes». España ha sido siempre como la habéis visto
en nuestra guerra: un país inquieto, atormentado, con territorios y gentes que avanzan o retroceden. Unas veces, empujados por catástrofes geológicas, en tiempos
remotísimos. Otras veces, por pueblos extraños que quieren apoderarse de nuestra
Patria; lo mismo que quisieron en 1936 los rojos33.
Ante las agresiones externas España no ha tenido más remedio que recluirse en
sí misma, en su espíritu, en sus propias posibilidades y potencia, aprovechando
sus recursos, entrando en una fase obligada de autarquía, de autosuficiencia, y alejándose de lo exterior, lo extranjero, aquí identificable con europeo, por repugnante, antiespañol, anticristiano y extraño.
Por lo expresiva que resulta para entender plásticamente el contexto educativo
en que queremos situarnos, nos parece de interés incluir aquí una de las poesías
patrióticas que se enseñan a los niños en las catequesis de los párrocos, tanto en la
iglesia como en la escuela. Dice así la poesía titulada, muy visceral y contundentemente, «¡Nos bastamos!», y escrita por el reverendo padre Máximo González
(misionero del Corazón de María)34:
31
«En muchos pueblos y ciudades de nuestra Patria hay ciertos edificios, medio derruidos, en
los que figuran letreros como éste: "Aquí resistió contra los enemigos de España un puñado de patriotas
que prefirieron la muerte al deshonor". Ruinas venerables que constituyen una elocuente y grandiosa
lección de amor patrio. Entre ellas son de las más gloriosas las del Alcázar de Toledo», cfr. EDELVIVES:
Lecturas graduadas. Libro primero, Zaragoza, Edelvives, 1946, p. 186.
32
Cfr. O N I E V A , Antonio J.: Escudo imperial. Libro escolar de lectura, Burgos, Hijos de Santiago
Rodríguez, 1943 (4a), p. 211.
33
Cfr. G I M É N E Z C A B A L L E R O , Ernesto: España nuestra. El libro de las juventudes
españolas,
Madrid, Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1943, p. 33.
34
Cfr. GONZÁLEZ, Máximo (Misionero del I.C. de M.): El libro de las veladas. Colección de poesías
patrióticas, catequísticas, marinas, circunstanciales, hogareñas; más circunstanciales y navideñas, Madrid,
Bruno del Amo editor, circa 1944, pp. 8-10.
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Respetemos lo extranjero
y adoremos lo español,
porque lo español entero
aun puede clavar el sol
en nuestro pendón guerrero.
¡No nos quieran educar
gentes venidas de afuera,
porque es tal la raza ibera,
que sólo la educa el mar
y un clarín y una bandera!
Nosotros no hemos nacido
para de esclavos servir,
porque Dios nos ha escogido
para siempre libres ir,
como el viento y el rugido...
¡Nos basta nuestra Nación
con sus riscos y sus flores;
soñadores
e hijos de un viejo león,
no tenemos más pasión
que ser libres y señores!
España es lo más bizarro
que quiso el Señor crear:
es bronce y es flor y altar,
y nuestro ibérico barro
Dios le bajó a moldear.
¡Madre España..., mi Nación,
Dios mismo te vino a hacer,
y para hacerte querer
te dio garras de león
y pupilas de mujer!...
¡Madre..., no consentiremos
que otro te venga a adornar,
porque si pobre te vemos,
nosotros te vestiremos
con las estrellas y el mar!
¡Nos basta nuestra Nación
con sus riscos y sus flores;
soñadores
e hijos de un viejo león,
no tenemos más pasión
que ser libres y señores!
Tenemos en nuestro suelo
cuanto apetece el mortal:
templos, castillos, trigal,
Según reconoce el autor en la presentación, p. 6, el libro se dirige a la animación de veladas en que
participan niños de diferentes edades. «Y no entiendo por velada solamente la reunión familiar muy
cerquita de la cuna y de las amables ascuas. No. Entiendo también los festivales recreativos organizados en Escuelas, Colegios, Parroquias, Centros de Acción Católica y otros similares, donde se dan cita
la verdadera alegría, la fe y el patriotismo, y que son como prolongaciones de la vida hogareña. Con la
vista clavada en esos momentos felices de la vida he tejido esta guirnalda de versos».
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«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
JOSÉ MARÍA HERNÁNDEZ DÍAZ
llanuras, cumbres y un cielo
que es un jardín de cristal.
Tenemos para la guerra
fuertes robles que blandir
y una torre en cada sierra,
y si caemos en tierra,
mil flores en que morir.
Y los que quieran amar
tienen la cruz, que es amor,
y una madre en cada hogar,
que si canta es ruiseñor
y es un ángel al besar.
¡Nos basta nuestra Nación
con sus riscos y sus flores;
soñadores
e hijos de un viejo león,
no tenemos más pasión
que ser libres y señores!
No queremos mendigar,
porque somos caballeros,
y antes desnudos andar
que la desnudez tapar
con diamantes extranjeros.
Adoramos lo español,
porque nos gusta vivir,
y nos enseña a morir
de pie, con la espada al sol,
y anhelando al sol asir...
¡Nadie nos venga a educar,
que aun somos la raza ibera,
y el que nos llegue a ultrajar
tendrá por sepulcro el mar
y encima... nuestra bandera!
Nos basta nuestra Nación
con sus riscos y sus flores;
soñadores
e hijos de un viejo león,
no tenemos más pasión
que ser libres y señores!
El texto que se enseña a los niños de m o d o versificado, más allá de la posible
discusión sobre el carácter poético del m i s m o , es declarativo, y apenas precisa
interpretación. Resume a la perfección el mensaje que se transmite en estos años a
la infancia en la escuela y en cualquier ocasión y práctica educadora.
España es autosuficiente y n o precisa de ayuda externa para ser caballerosa,
cortés y altanera, pues posee de todo, y puede permitirse el lujo de prescindir de
Europa, de los países de las potencias occidentales que en su m o m e n t o trágico la
abandonaron a su suerte en su lucha contra el comunismo, el judaismo, la masonería y en defensa de la civilización cristiana. España no admite modelos foráneos,
extranjerizantes para educar a sus hijos, porque se basta a sí misma, es libre, quiere continuar siéndolo. España es una nación que no mendiga, porque es señora de
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«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
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sí misma, es un viejo león que puede rugir en cualquier momento si se ve molestado por una fuerza externa. España está formada por una raza peculiar, la ibera,
que es guerrera como un león, pero puede ser tierna y atenta como una madre
con sus hijos. España se basta a sí misma, y quien quiera venir a España ha de
someterse a sus cánones de vida, a su estilo, porque España, se dice a los niños,
no tiene que renunciar nunca a su identidad. De fuera sólo vienen malos vientos,
problemas. De más allá de los Pirineos, de Europa, de Francia, sólo vienen preocupaciones y malos ejemplos para las familias, la religión y la vida social.
El discurso contraeuropeo que se escribe y explica a los niños y jóvenes en la
escuela es bien explícito en estos primeros años del franquismo, del nacionalcatolicismo, de la autodenominada Revolución Nacionalsindicalista. Se dirige, con calculada agresividad, muy en particular a las potencias occidentales, en especial a la
laica Francia, y la comunista Rusia. A ellas se les imputa buena parte de las causas
que provocaron la guerra civil entre españoles.
Francia y otras potencias europeas habían logrado corroer a nuestra juventud, quitarla su entusiasmo por la Tradición, por el Ejército, por la Fe, por la Patria. Rusia y el
judaismo se habían apoderado de nuestras masas operarías y campesinas, llenándolas
de odio social, de separatismos regionales, haciéndolas cerrar el puño del rencor35.
Es frecuente servirse de la historia de enfrentamientos con musulmanes y franceses, desde la Reconquista hasta la guerra contra Napoleón, para representar a
los niños quiénes son los enemigos extranjeros. Así, dice el citado Giménez Caballero, «Siempre contra el musulmán o el francés; porque para nuestro vulgo España sólo tiene dos enemigos: los franceses, que entran por arriba, y los orientales,
que entran por abajo» (ver p. 84 de la obra citada).
En los libros escolares de posguerra se critica y ridiculiza a Francia y lo extranjero, y se afirma lo español. De la librepensadora Francia, que representa a Europa,
afortunadamente España queda separada por una frontera natural, los Pirineos, se
escribe y enseña en la escuela. También queda alejada de la Europa protestante, la
que en su día fue combatida por los tercios y por el Gran Capitán en defensa del
Papa y del Emperador. Y ante la frontera artificial que separa a Portugal ésta se
rompe con lazos constantes de afecto, porque las relaciones con los portugueses
han de ser fraternales36. También en la península Ibérica hay que lamentar el quiste
que representa la presencia de «la pérfida Albion» en Gibraltar37.
35
Cfr. GIMÉNEZ CABALLERO, Ernesto: España nuestra. El libro de las juventudes españolas, Madrid,
Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1943, p. 66.
36
Sobre las relaciones pedagógicas entre España y Portugal, antes de la República cfr. HERNÁNDEZ
DÍAZ, José María: «La recepción de la pedagogía portuguesa en España (1875-1931)», Historia de la Educación, Y] (1998), pp. 289-317. Para entender mejor las relaciones políticas entre España y Portugal en el
siglo XX, cfr. TORRE GÓMEZ, Hipólito de la: «De la distancia rival al encuentro indeciso: la relación peninsular en la edad contemporánea», en MORALES MOYA, Antonio (coord.): Los pS ibéricos y el mar. Vol. I.
La Península Ibérica en sus relaáones internacionales, Madrid, Sociedad Estatal Expo '98, 1998, pp. 125-154.
37
«Hay en la Península Ibérica dos fronteras: una natural, puesta por Dios mismo para separarnos
eternamente de la Francia librepensadora, constituida por los montes Pirineos; otra artificial, que se
rompe continuamente en abrazos de amor y que delimita las naciones española y portuguesa, cuyos
Estados soberanos, juntamente con el semiindependiente de Andorra y el establecimiento inglés del
Estrecho de Gibraltar, completan el territorio de la Península», cfr. TORRES, Federico: Horizonte imperial. El solar y la epopeya de la raza, Madrid, Edit. Hernando, 1943 (3a), p. 19. De este mismo autor,
Viajes por España, Barcelona, Salvatella, 1947 (18a). Texto aprobado en 13 de abril de 1940.
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«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
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Respecto a la Alemania de Hitler y la Italia fascista, naciones europeas también, que han ayudado a Franco a ganar la guerra (aunque en los libros escolares manejados, en número abundante, no hemos encontrado ningún comentario
al respecto), y que se oponen al comunismo 38 , la actitud que mantiene el régimen de Franco es de prudencia, de cierta distancia, dado lo que está sucediendo
con ellas en estos primeros años cuarenta en el contexto mundial, que concluirá
en derrota.
Todo lo cual nos lleva de nuevo a pensar que la imagen de Europa que se quiere trasladar a los niños no es uniforme, es fragmentaria. Es más una imagen geográfica, física y resultado de suma de mosaicos nacionales que se asientan en el
espacio europeo, que un conjunto de sociedades ensambladas con un ideario
común, o próximo al menos. Pero casi siempre Europa es presentada como el
espíritu que viene más allá de los Pirineos, que tanto daño hizo a los españoles al
concitarse en torno al ideal secularizador y laico de la República que condujo a
los españoles al enfrentamiento civil, al incorporar elementos masones y comunistas. Francia suele ser la principal representación de Europa, y Rusia y el comunismo es el peligro por encima de todo, el gran causante de la Guerra Civil española,
y así se enseña en la escuela39.
España, se repite con insistencia a los niños, es una valerosa nación, mucho
más que otras como Francia, que ofrecen una imagen de flojera y servilismo, y
esto es algo que le viene de lejos, de sus propios orígenes, del tiempo de los romanos y aún antes40. De ahí la importancia que tiene que los niños aprendan a valorar su propio ser, a afirmar lo español, porque es superior a lo que pueda venir de
Europa, de Francia.
Los pueblos y regiones de España forman una nación que tiene la suerte de
ser un vergel, según se traslada a los niños en los textos escolares, y por ello es
tan afortunado el niño que nace en España. Veamos el ilustrativo diálogo entre
padre e hijo, tal como lo recrea Aniceto Villar41 en 1942.
38
«Cuando terminó la primera guerra europea, se implantó en Rusia el comunismo, con una revolución cruel y sangrienta, que produjo la ruina y un hambre espantosa en el país, muriendo miles y
miles de personas por campos y ciudades. Desde entonces los comunistas empezaron la gran propaganda de sus ideas en el mundo. En vista de los peligros del comunismo, que amenazaba con la destrucción de las naciones donde penetraba, Benito Mussolini fundó en Italia el partido Fascista, para
defender la civilización cristiana, la moral y la justicia», cfr. Manual de Historia de España. Primer
grado, Madrid, Instituto de España, 1939, pp. 73-74.
39
«La guerra española no es una mera guerra civil, en que dos caudillos discuten sus derechos al
poder: es una lucha de clases diametralmente opuestas: al fin, las cosas, como hemos dejado consignado anteriormente señalaban de un lado al ideal patriótico-religioso, a Dios, a la civilización cristiana, y
del otro a la barbarie roja, a la anarquía, al robo, al pillaje, al crimen, sostenidos y amparados por elementos extranjeros, especialmente de Rusia, que recabó en sus remesas de hombres y de dinero a los
más corrompidos de aquéllos», cfr. PABLO ROMERO, Juan José de: La escuela para Dios y para España.
Libro destinado a la lectura religiosa-patriótica en todas las escuelas. Pasajes, Autor, 1938, p. 99.
40
Es muy ilustrativo el ejemplo que se pone a los niños, comparando España y Francia. Veamos. «Roma tardó doscientos años en dominar a España y tuvo que terminar la conquista medio
aliándose con ella, mientras que solamente había tardado siete en conquistar las Galias, la Francia de
entonces», cfr. VALVERDE, Carlos M.: Mi España. Síntesis de historia gloriosa, Madrid, Editora Nacional, 1951, pp. 16-17.
41
Cfr. VILLAR, Aniceto: Corazón infantil. Libro de lectura para niños, Barcelona, Salvatella, 1950
a
(2 ), p. 74. Pero el imprimatur es de 1942.
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España vergel.
— Oye, papá, ¿qué es un vergel?
— Un vergel es una tierra llena de flores y árboles frutales. ¿Por qué me lo
preguntas?
— Porque he leído en un sitio que España es un vergel.
— Sí, hijo mío, eso es verdad. España es uno de los mejores países del mundo.
Pocas naciones tienen, como la nuestra, tanta variedad de frutos, y ninguna los posee
mejores. Las frutas de España no tienen rival por sus jugos sabrosísimos, por su dulzor, por sus aromas. El mismo pan hecho con harina española es mejor que el que
se hace con harina de cualquiera otra parte del mundo. Y tampoco hay país más florido que España: en todo tiempo, sea verano, sea invierno, la tierra española ofrece
abundantes flores. ¡Hijo mío!, no olvides que si todos los hombres son despreciables
cuando deshonran a su patria, tu lo serías mucho más, puesto que has tenido la suerte de nacer en España.
El ideario que se traslada a los niños en la escuela a través de símbolos, disciplina, canciones, textos escolares, en el desarrollo del curriculum es el nacionalcatólico. España es una patria, una nación, conformada p o r t o d o s , es u n espíritu
colectivo que hay que defender, construir y engrandecer. Adolfo Maíllo 42 lo plasma de forma certera para los niños, así,
Muchas familias reunidas, que hablan el mismo idioma, generalmente que profesan la misma religión, que tienen las mismas leyes y las mismas costumbres, constituyen una nación, forman una patria. Tu Patria es España. Y no sólo la tierra que
los mapas representan, con sus ríos, sus montañas, sus valles, sus pueblos y sus ciudades; no sólo los hombres y las mujeres; los niños y los ancianos; los grandes y los
pequeños. La Patria es, además de todas estas realidades materiales, y aún por encima de ellas, un modo de entender la vida, una psicología, un alma, un espíritu.
La patria que es España, la mejor de todas, debe ser la madre común, que si
fuera preciso hay que defender, p o r q u e nunca p u e d a quedar sometida al y u g o
extranjero. E n último término, la exclusión de lo extranjero se acompaña siempre de la afirmación de la Patria, de España, inigualable en la civilización occidental. U n preciso texto de Quiliano Blanco 43 lo recuerda a los niños españoles
de posguerra,
42
Cfr. M A Í L L O , Adolfo: El libro del trabajo, Barcelona, Salvatella, 1947 (4a), p. 164. El libro fue
aprobado por el Consejo Nacional de Educación el 26 de marzo de 1943.
En otro momento este mismo autor dice, «La religión, el idioma, las costumbres, la cultura de
España, es decir, de los españoles que vivieron antes que yo, es la religión, el idioma, las costumbres,
la cultura de los españoles actuales, entre los cuales me cuento. Soy heredero y continuador de glorias
y hazañas, de afanes y proyectos que debo proseguir o comenzar. Han muerto muchos españoles pensando que detrás de ellos vendrían otros capaces de llevar a cabo los propósitos que ellos no pudieron
cumplir. Debo trabajar cuanto pueda para darles cima, si me es posible. Debo colaborar con mis compatriotas en la gran obra de elevar más cada vez el nombre glorioso de España. Todos mis actos, todos
mis anhelos irán encaminados a trabajar, luchar y, si es preciso, morir, por aumentar el prestigio, el
honor y la gloria de mi patria», cfr. M A Í L L O , Adolfo: Camino. Libro de lectura comentada, Barcelona,
Salvatella, 1947 (2a), p. 12. El libro fue aprobado por el Consejo Nacional de Educación en 30 de octubre de 1942.
43
Cfr. B L A N C O H E R N A N D O , Quiliano: Rueda de espejos, Plasencia, Edit. Sánchez Rodrigo, 1949
a
(6 ), Ρ -9·
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«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
JOSÉ MARÍA HERNÁNDEZ DÍAZ
Nosotros tenemos la alegría y el orgullo de ser españoles. De tener por madre
a la nación que es, entre todas, la más digna de ser amada. ¿Hay en el mundo otro
cielo más puro, otro sol más radiante, otro suelo de más variadas y espléndidas
cosechas? ¿Qué otro país, sino España, ha escrito en el Libro de la Historia tantas
brillantes páginas de acciones tan portentosas que han hecho cambiar los destinos
de la Humanidad?
España ha descubierto mundos, civilizado continentes, iluminado con la fe de
Cristo a razas enteras; y, ahora, al triunfar en esta Santa Cruzada del siglo XX, ha
levantado una barrera infranqueable contra las fuerzas desatadas de la anarquía, la
impiedad y la barbarie.
Nunca se ha doblegado la raza hispana ante el yugo que haya querido imponerle
el extranjero. El suelo español está empapado con la sangre generosa de nuestros
antepasados, y de los hermanos que luchando por Dios y por la Patria han logrado
la más completa victoria bajo la espada refulgente de nuestro Caudillo.
España es para nosotros tierra bendita, tierra sagrada, tierra de mártires y de
héroes. Todo nuestro cariño, todos nuestros amores, serán siempre para ella. Y cuanto tengamos, incluso nuestra propia vida, estamos prontos a entregar en su defensa.
Sin embargo la imagen, la foto de Europa que, en los primeros años cuarenta
del siglo XX, se presenta a los niños españoles es móvil, no es ni uniforme, ni fija,
a pesar de la aparente homogeneidad del discurso que trata de negar, desautorizar,
ocultar o interpretar una determinada imagen de E u r o p a a los niños a través de
los textos escolares. La evolución de los acontecimientos mundiales va a resultar
un factor m u y decisivo también para entender el puesto, el peso y orientación que
los autores de obras escolares asignan a los distintos países europeos, pues las
potencias del Eje van a ocupar para el régimen de España y la mentalidad colectiva posiciones y valoraciones m u y diferentes a medida que avanza la guerra en
Europa y el mundo. Del apoyo y proximidad que se percibe hacia la Alemania de
Hitler y la Italia de Mussolini, por la ayuda que prestaron a Franco en el conflicto español, se pasa a una cercanía mayor respecto a otros, los Aliados (muy en
especial a Estados Unidos), sin olvidar nunca Portugal, y distanciándose poco a
poco de aquellos que han defendido posiciones fascistas, aunque siempre se mantiene una calculada lejanía respecto a Francia o Inglaterra. En cierta forma se percibe continuidad en el tratamiento que reciben estos países en los libros escolares
antes de lo sucedido en 1936. Es decir, la política internacional del régimen en parte
se traslada a la escuela a través de los manuales de historia y los libros de lectura.
Es m u y esclarecedor, por ejemplo, u n texto de Agustín Serrano de H a r o que
presenta a los escolares su visión de la Guerra Mundial y el papel ocupado por las
diferentes potencias y la misma España, pero en 1946, n o al finalizar la guerra
española unos años antes.
Y el mundo siguió gimiendo bajo la guerra implacable y tremenda, que si al principio se presentó favorable al «Eje» (Alemania, Italia, Japón), se convirtió después en
una serie ininterrumpida de victorias para los Aliados (Inglaterra, Estados Unidos,
Rusia, China). Italia, desalojada del África y perdida Sicilia, se rindió (1943).
Las fuerzas aliadas desembarcaron en Francia y esta nación se vio libre del yugo
alemán y estableció su Gobierno, que presidió el general De Gaulle. También fueron arrancadas del poderío alemán Bélgica, Holanda, Grecia, Yugoeslavia, Rumania
y Bulgaria; mientras en el Pacífico, los japoneses perdían, una a una, las hermosas
islas que en su primera acometida conquistaron. Al retirarse de las islas Filipinas,
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«A DIOS GRACIAS, ÁFRICA EMPIEZA EN LOS PIRINEOS»
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asesinaron a cientos de españoles. España entonces exigió debida reparación y rompió todas sus relaciones con el Gobierno japonés.
Por fin, Alemania fue vencida, dominada y ocupada por los Aliados (la cursiva
es original), muriendo Hitler, su jefe, y el Japón se rindió a los Estados Unidos
apenas éstos comenzaron a utilizar la bomba atómica, de terrible PODER DEVASTADOR. Todas las «Naciones Unidas», congregadas en San Francisco (gran ciudad de
los Estados Unidos fundada por un fraile español), han publicado las bases para
la paz.
En medio de tanto espanto y tanta ruina, de los ayes de dolor de millones de
heridos, del triste espectáculo de millones de muertos, del terror de las grandes ciudades bombardeadas, de cientos y cientos de barcos hundidos, se ha escuchado sin
cesar la voz angustiosa del papa Pío XII, pidiendo a los hombres que cesaran en la
guerra, que se abrazasen como hermanos y que en el mundo renacieran la justicia y
la paz.
Así ocurrió en España, donde la mano firme y experta de Franco fue guiando
con maestría incomparable el timón de la Patria en medio de tantos y tan trascendentales acontecimientos. Ante todo, España permaneció neutral. Y cada día aprieta
más sus vínculos con Portugal, la nación hermana, y con los pueblos de América,
que nosotros hemos civilizado44.
En resumen
Da la impresión que también los libros escolares recogen una imagen de Europa
más distante en los primeros e inmediatos años de posguerra, la etapa más dura,
cerrada y autárquica del régimen de Franco. Pero a medida que los acontecimientos
internacionales obligan al régimen franquista a adoptar fórmulas de cierta proximidad hacia los Aliados, o la misma Alemania pierde protagonismo en el concierto
mundial, tales fenómenos quedan también reflejados en los textos escolares. De la
misma forma a como cambian las cosas en la segunda enseñanza, en la presencia
del alemán o italiano en el bachillerato, por ejemplo, o cómo también se modifican
las relaciones de intercambios científicos y docentes de universidades españolas con
otras universidades europeas45.
La educación, el sistema educativo, la escuela primaria en concreto, de ninguna
manera podía quedar al margen de las relaciones políticas que el régimen de Franco mantiene con los diferentes países europeos. Por ello mismo, la imagen de
Europa que se ofrece a los niños en los manuales escolares no puede nunca resultar homogénea, sino variable, tanto como la política exterior, la correlación de
fuerzas entre católicos y falangistas dentro del régimen, considerando además el
tremendo mecanismo de control que se ejerce desde el Estado sobre el contenido
y la orientación de los manuales escolares. Pero, en último término, se defiende
desde las instancias de poder que no pasa nada grave porque España se excluya de
Europa y el exterior, ya que tiene medios e identidad propia. En términos educativos y escolares no se encuentra mejor referente de la genuina identidad española
44
Cfr. SERRANO DE H A R O , Agustín: España es asi Madrid, Escuela Española, 1953 (15a), pp. 296-297.
El imprimatur es de 1946.
45
Hemos estudiado esta circunstancia aplicada a la Universidad de Salamanca en el trabajo, «La
Universidad de Salamanca en la posguerra (1939-1945)», Universidad de Valencia, 2000 (en prensa).
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que la pequeña escuela rural, aislada, pero protagonista de sí misma, como trata
de difundir Agustín Serrano de Haro en 1941, para tranquilizar y legitimar la situación de grave aislamiento y autarquía que padece España46.
Pero de la misma forma que en ciertas fases se quiere excluir a Europa en los
libros escolares, o desvirtuar la imagen de ciertos países, la apuesta nuclear que se
hace a los niños es por un modelo de España como centro de la historia, con
carácter de nuevo imperial, que los ideólogos del régimen más proclives al sector
falangista denominan, con cierto eufemismo, «un nuevo europeísmo», cuando en
realidad lo que defendían era la imposición de un único y excluyente modelo de
cultura y sociedad de claros rasgos fascistas. Los acontecimientos posteriores en el
mundo y Europa, así como la misma evolución del régimen franquista, por fortuna, no facilitaron el éxito de tales pretensiones.
Europa, por tanto, en los libros escolares de la España de posguerra se muestra como un espacio geográfico no bien perfilado en lo físico, construido en forma
de mosaico y no de unidad territorial. Es una imagen no fija, sino móvil, una imagen variante y no uniforme, una imagen de Europa fragmentaria, con diferentes
representaciones (unas veces es Francia, otras los Aliados, en ocasiones Alemania
e Italia, en algún caso la comunista Rusia). Para España es una imagen de peligro
y posible agresión la que con frecuencia representa Europa. Pero también, hay
que decirlo de forma rotunda, cuando más activo se muestra el ideario falangista
Europa es un objetivo de conquista ideológica y cultural, cuando no política y
territorial, para esa unidad de destino que es España como nación, tal como se
recuerda con frecuencia a los niños en los libros escolares que manejan a diario en
la actividad escolar.
Por ello, aquella retórica afirmación que da título a este trabajo, «A Dios gracias, África empieza en los Pirineos», es ambivalente, y en el mejor de los casos es
expresión de un momento muy preciso de estos primeros años de posguerra en
que el ideario falangista se muestra en plenitud y muy beligerante. El tiempo obligará a ir midiendo las palabras y mitigando los ardores iniciales, también en los
manuales escolares. Se renuncia, excluye o neiga una imagen determinada de Europa, pero al tiempo, en estos años, no más adelante, se quiere dominar, de forma
declarativa, con falacia y retórica más que en la práctica posible, una Europa a la
que en el fondo una sociedad transida de cristianismo rancio como la española no
puede renunciar en esas fechas.
46
Cfr. SERRANO DE H A R O , Agustín: La escuela rural, Madrid, Escuela Española, 1941. Véase también nuestro trabajo «La escuela rural en la España del siglo XX», Revista de Educación, Madrid, 2000
(en prensa).
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