LA FUNDACIÓN DE
AUGUSTA EMERITA Y
LOS ORÍGENES DE LUSITANIA
TRINIDAD NOGALES BASARRATE
NOVA BARRERO MARTÍN
(Eds.)
Fundación de Estudios Romanos
TÍTULO
La fundación de Augusta Emerita y los orígenes de Lusitania
EDITORES
Trinidad Nogales Basarrate, Museo Nacional de Arte Romano/Fundación de Estudios Romanos
Nova Barrero Martín, Museo Nacional de Arte Romano
COORDINACIÓN EDITORIAL
Eugenia López González, Museo Nacional de Arte Romano
SERIE
MONOGRAFÍAS EMERITENSES 11
ISBN: 978-84-09-07898-1
DEPÓSITO LEGAL: BA-729-2018
EDITA
Fundación de Estudios Romanos
C/Reyes Huertas 5
Mérida 06800
https://fundaciondeestudiosromanos.es/
MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN
Artes Gráficas Rejas (Mérida)
©Fundación de Estudios Romanos
©Trinidad Nogales Basarrate y Nova Barrero Martín (eds.), y de cada texto, su autor.
Los textos y opiniones recogidos en esta obra son de exclusiva responsabilidad de los autores.
Proyecto HAR2014-52958-P
“Augusta Emerita y los Inicios de la Provincia Romana de Lusitania en Época de Augusto”
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades
FUNDACIÓN
DE
ESTUDIOS
ROMANOS
AMIGOS DEL MUSEO
NACIONAL DE ARTE
ROMANO DE MÉRIDA
009
PRESENTACIÓN
Trinidad Nogales Basarrate
013
URBANISMO DE AUGUSTA EMERITA EN SU FUNDACIÓN Y
ORIGEN
Trinidad Nogales Basarrate y José Mª Álvarez Martínez
053
LA FORMACIÓN DE UNA SOCIEDAD COLONIAL EN AUGUSTA
EMERITA
Jonathan Edmondson
084
LOS ORÍGENES DE LA COLONIA AUGUSTA EMERITA A TRAVÉS DE
LAS MONEDAS
Walter Trillmich
113
AVGVSTA EMERITA, UNA PUERTA EN LUSITANIA PARA
SUMINISTRO DEL EJÉRCITO
Miguel Alba
149
EL FOSO FUNDACIONAL DE LA COLONIA AUGUSTA EMERITA.
APORTACIÓN A SU CONOCIMIENTO A TRAVÉS DE LA
INTERVENCIÓN EN EL SOLAR DE LA AMPLIACIÓN DEL MUSEO
NACIONAL DE ARTE ROMANO
Rafael Sabio González y José María Murciano Calles
173
EMERITA E AS CIDADES NA ORIGEM DA LUSITÂNIA
Virgilio Hipólito Correia
189
A POLÍTICA VIÁRIA DE AUGUSTO NA LUSITÂNIA
Vasco Gil da Cruz Soares Mantas
PRESENTACIÓN
Trinidad Nogales Basarrate
Monografías Emeritenses, serie del Museo Nacional de Arte Romano (MNAR) nacida en
1983, apenas unos años antes de la inauguración de la actual sede en 1986, es un vehículo de
difusión de los trabajos de investigación desarrollados a instancias del equipo científico del
Museo en colaboración con numerosas entidades y profesionales del mundo antiguo.
La serie alcanzará próximamente la docena de ejemplares, si bien su regularidad se vió muy
alterada, como tantas obras, en los años cruciales de la crisis entre 2007-2014, cuando los
proyectos y presupuestos editoriales fueron aminorando o desapareciendo.
Superada esta crítica etapa, ya en 2017, tras nuestro acceso a la Dirección del MNAR,
entendimos que habían de realizarse nuevos esfuerzos para que Monografías Emeritenses volviera
a cobrar el pulso latente. Y emprendimos de nuevo, con la colaboración del equipo profesional
del MNAR, el trabajo editorial. Hoy Monografías retoma esta nueva senda con ánimo de
recuperar el pulso perdido.
Este nuevo volumen de Monografías emeritenses es un compendio de interesantes y nuevos
trabajos auspiciados desde un proyecto científico nacional del MNAR: “Proyecto I+D
HAR2014-52958-P “Augusta Emerita y los inicios de la provincia romana de Lusitania en época
de Augusto”, concedido por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
En el marco de este proyecto, y entendiendo que nuestra ciencia ha de ser aplicada, se
celebraron en el MNAR varios encuentros, uno de ellos con el contenido de este nuevo volumen,
donde se analizaron los aspectos más relevantes de esos primeros años de la colonia, a la luz de
los avances científicos que se habían ido produciendo desde la comunidad científica, algunos
miembros del proyecto y otros investigadores relacionados con el MNAR.
El volumen se presenta articulado en varias aportaciones cruciales que, desde ópticas diversas,
pasan revista a esos momentos de nacimiento de la nueva colonia, siempre en el marco de
Lusitania como campo territorial de acción científica del MNAR.
La epigrafía sirve de hilo conductor para el artículo del Prof. Jonathan Edmondosn “La
formación de una sociedad colonial en Augusta Emerita”, un minucioso estudio sobre los
primeros colonos, su ascendencia y, lo que apenas se había tratado, el origen probable de sus
mujeres. Esta visión integradora social, muy en línea con los abundantes estudios de género,
abre nuevas perspectivas sobre la primigenia sociedad augustana.
La numismática, tratada por el Prof. Dr. Walter Trillmich, buen conocedor y editor de las
series emeritenses, mantiene algunas de las reflexiones más conocidas sobre la propaganda e
ideologías imperantes en las acuñaciones locales, fiel reflejo de las intenciones políticas de
Augusto en este territorio del occidente hispano.
No podía faltar una visión arqueológica de estos orígenes de la Fundación de Augusta
Emerita, y nadie mejor que el Dr. Miguel Alba, arqueólogo y director que fue del Consorcio
para analizar “AVGVSTA EMERITA, una puerta en Lusitania para suministro del ejército”, pues
11
Trinidad Nogales Basarrate
su exhaustivo conocimiento de la arqueología urbana y su experiencia en el trabajo de campo
le otorgan una posición de privilegio en la investigación emeritense.
La excavación del solar de la futura ampliación del MNAR ha proporcionado una ingente
información sobre estos primeros momentos, y los Dres. Murciano y Sabio, encargados de este
proyecto, tratan sobre “El foso fundacional de la colonia Augusta Emerita. Aportación a su
conocimiento a través de la intervención en el solar de la ampliación del MNAR”.
“Urbanismo de Augusta Emerita en su fundación y origen”, una síntesis de los Dres. Álvarez
Martínez y Nogales Basarrate, fruto de sus diversos trabajos desarrollados al respecto, nos ofrece
un análisis urbano de áreas esenciales: fachada fluvial y área de influjo comercial, muralla y
puerta, monumentos conmemorativos y espacios públicos en su origen y los edificios de
espectáculos, son algunos apuntes planteados en relación a estos primeros años coloniales.
No podía faltar la visión de “Emerita e as cidades na origen da Lusitânia” del Dr. Virgilio
Hipólito Correia, un investigador lusitano que ha catalizado las líneas analíticas de cómo Emerita
determina las nuevas fundaciones y la evolución de los asentamientos preexistentes, y en su rol
político-administrativo como capital provincial ejercerá un papel determinante a la hora de
acuñar y difundir los patrones urbanos.
El Prof. Vasco Mantas, dentro de su especialidad ampliamente tratada en numerosos estudios,
realiza una síntesis de las vías lusitanas en época de Augusto, un elemento esencial en la
vertebración de un territorio en sus inicios urbanizadores y colonizadores.
La Fundación de Augusta Emerita estableció los orígenes de la futura provincia de Lusitania,
y a partir de este hecho Roma inició un nuevo proceso de geopolítica muy vertebrada hacia el
Atlántico, ignotus Oceanus, un nuevo universo que le permitió incorporar Britannia a mediados
del siglo I d.C., en época de Claudio.
Es evidente que podrían haberse tratado muchas otras cuestiones, pero los márgenes
temporales y territoriales obligan a acotar los proyectos. Trabajamos ya en una nueva visión
articuladora de la Lusitania más allá de sus orígenes e inicios, siempre desde la imprescindible
atalaya de Augusta Emerita, así lo consideraban en Roma y así creemos ha de acometerse.
Ahora, tras la edición, serán los expertos en la materia quienes deberán profundizar en este
nuevo estudio; esperamos voces autorizadas que valoren y ponderen esta nueva entrega emeritense.
El volumen deberá alcanzar las bibliotecas más especializadas, difundir su ciencia y reflejar que el
MNAR, a pesar de las dificultades administrativas y del menosprecio que los Museos sufrimos en
el ámbito científico, es un Centro Nacional de Investigación que crece día a día.
Mérida, Diciembre de 2018
TRINIDAD NOGALES BASARRATE
Trinidad Nogales Basarrate
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LA FORMACIÓN DE UNA SOCIEDAD
COLONIAL EN AUGUSTA EMERITA1
Jonathan Edmondson
Introducción: La fundación de la colonia Augusta Emerita
En un poema de su tercer libro de Carmina (III, 14, 1-4), Quinto Horacio Flaco elogia a su
patrono Augusto, cuando le da la bienvenida tras su vuelta a Roma capital desde Hispania en
el año 25 a.C., comparándole con Hércules:
Herculis ritu modo dictus, o plebs,
morte venalem petiisse laurum
Caesar Hispana repetit penatis
victor ab ora.
A la manera de Hércules, aquel del cual aún hace poco se decía, oh plebe (romana), que había ido
a ganarse los laureles al precio de la muerte, el César vuelve otra vez a sus Penates [es decir, a sus
dioses domésticos] victorioso de las orillas de Hispania.
En ese momento parecía que, finalmente, los ejércitos romanos habían pacificado y sometido
al poder romano la última parte de la Península Ibérica hasta entonces fuera de su control –la
verdadera finis terrae de Asturia y Cantabria– después de una valiente resistencia por parte de
sus compatriotas. Los legados de Augusto, P. Carisius y C. Antistius Vetus, habían dirigido las
campañas que culminaron en la victoria del ejército romano en el Mons Medullius y en la captura
del centro principal de la resistencia astur, Lancia2. En el invierno de 26-25 a.C. Augusto había
tenido la intención de participar personalmente en las campañas, pero, tal y como ocurrió más
de una vez en su carrera, enfermó, y decidió retirarse 700 km del frente bélico a la seguridad de
Tarraco, ubicada en las suaves y agradables orillas del Mediterráneo, para recuperarse ahí. Sin
embargo, sus legiones cumplieron su encargo decisivamente sin la presencia de su jefe supremo,
lo que permitió a Augusto regresar a Roma en el año 25. Al poco tiempo de su vuelta, hizo
cerrar las puertas del Templo de Jano (Dión Casio LIII, 26, 5) para anunciar simbólicamente
que ahora la paz se extendía a través de todo el Imperio romano, una afirmación que él mismo
hizo en sus Res Gestae (RG 13: cum [p]er totum i[mperium po]puli Roma[ni terra marique es]set
parta victoriis pax). Fue precisamente esta situación la que provocó los versos elogiosos de
Horacio ya citados. En realidad, Augusto se equivocaba y la resistencia bastante feroz de los
astures y cántabros estalló una vez más en el 24 a.C., persistiendo hasta su derrota decisiva en
el año 19 a.C. a manos de las legiones romanas bajo el mando de su yerno Marco Agripa3.
1 Quisiera dar las gracias a Trinidad Nogales Basarrate y Nova Barrero Martín por su amable invitación para participar en el
seminario internacional, a la Dra Nogales y a José María Álvarez Martínez, sucesivos directores del Museo Nacional de Arte
Romano, y a Miguel Alba Calzado, Javier Jiménez Ávila y Félix Palma García, directores del Consorcio de la Ciudad
Monumental de Mérida, por todos sus apoyos a mis investigaciones sobre Augusta Emerita; y al SSHRC/CRSH canadiense
por seguir apoyando mis investigaciones sobre la epigrafía emeritense. Este trabajo se ha desarrollado dentro del Proyecto de
Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad FFI2014-59393-P: Nueva Edición del CIL II: Conventus
Emeritensis.1.- Augusta Emerita. Tituli sepulcrales urbanos, del que soy miembro del equipo de trabajo. Se mantiene la
estructuración de la conferencia impartida, añadiendo algunas referencias esenciales. Agradezco a la Dra Marta Fernández
Corral, posdoc del Gobierno del País Vasco en el Dept. of History, York University, y a la Dra Nogales por su revisión
cuidadosa de mi texto español.
2 Sobre las guerras Syme 1934; Syme 1970; Camino Mayor, Peralta Labrador, Torres Martínez 2015.
3 Dión Casio LIV, 11, 2-5; Roddaz 1993: 113-116.
55
Jonathan Edmondson
Fue en este contexto bélico y político en el que Augusto decidió, en el año 25 a.C., licenciar
algunos de sus soldados de las legiones V Alaudae y X Gemina, “los más ancianos”, según Dión
Casio, que habían luchado valientemente en la primera etapa de las campañas astur-cántabras4.
Para beneficiarles, dio órdenes de fundar una nueva colonia civium Romanorum muy lejos de la
zona del conflicto militar, a 450 km al S., al lado del río Anas (actualmente el Guadiana), en un
lugar muy estratégico donde la vía de comunicación principal N-S del sector occidental de la
Península Ibérica, pasando desde Hispalis (Sevilla) hacia Asturica (Astorga), cruzaba por un vado
el mismo río5.
Su denominación oficial –la Colonia Augusta Emerita (o de manera completa, la Colonia
Iulia Augusta Emerita)6– subraya bien sus orígenes como una colonia de veteranos, ya que la
palabra “emeriti” significa “aquellos que merecen ser liberados de su servicio militar”, según la
explicación sucinta de Isidoro de Sevilla en sus Etimologías con referencia precisa a la fundación
de Mérida7. Además, el papel central de estas dos legiones en el acto de la fundación se recuerda
iconográficamente en los semisses de bronce acuñados por la ceca emeritense a finales del reinado
de Augusto y bajo Tiberio, en los cuales se representa en su reverso un águila legionaria entre
dos estandartes militares con la leyenda abreviada: C(olonia) A(ugusta) E(merita) le(giones) V (y)
X (Fig. 1)8. Esto suponía una referencia muy directa a los orígenes militares de la colonia y la
importancia de las legiones fundadoras en la memoria histórica colectiva de la comunidad.
El objetivo de esta contribución es tratar brevemente el proceso de formación de lo que
debemos llamar una “sociedad colonial” en Augusta Emerita en las primeras dos generaciones
de su vida cívica bajo Augusto y Tiberio. Contamos ya con una cantidad importante de estudios
muy reveladores sobre esta época por lo que no sería útil repetir en detalle toda la discusión
previa, por ejemplo, sobre el urbanismo de la primera época9. Por eso, prefiero solamente esbozar
las grandes líneas de la creación del cuerpo cívico de la colonia y el proceso –bastante extenso–
de su desarrollo inicial. La decisión tomada por Augusto de dividir la provincia ya existente de
4 Dión Casio LIII, 26, 1: παυσαμένου δὲ τοῦ πολέμου τούτου ὁ Αὔγουστος τοὺς μὲν ἀφηλικεστέρους τῶν
στρατιωτῶν ἀφῆκε, καὶ πόλιν αὐτοῖς ἐν Λυσιτανιαι τὴν Αὔγουσταν Ἠμέριταν καλουμένην κτίσαι ἔδωκε.
“Cuando terminó esta guerra, Augusto licenció a los soldados de más edad y les concedió la fundación de una ciudad en
Lusitania que se llamó Augusta Emerita.” (traducción de J.M. Cortés Copete, ed. Gredos, 2011, ligeramente modificada).
5 Sobre su fundación, ver Álvarez Sáenz de Buruaga 1976; Le Roux 1982, 69-72; Saquete Chamizo 1997, 24-29; Saquete
Chamizo 2011a; cf. Canto 1989; Canto 2017, defendiendo sus teorías heterodoxas sobre su fundación en época cesariana.
6 C.I.A.E. aparece, en forma abreviada, en tuberías de plomo, cerámicas y en un pequeño pedestal dedicado al Genio de la
Colonia Iulia Augusta Emerita a finales del siglo I o inicios del siglo II d.C. Tuberías: Saquete Chamizo 2001, 133-134, nº 2123 = HEp 11, 2001, 52-54. Cerámicas: AE 1976, 274a = 1984, 491. Pedestal: CMBad 762 = ILER 557, rev. García Iglesias
1984, 145-148, no. A (AE 1984, 485); cf. Álvarez Martínez 1971. Ver, más ampliamente, Álvarez Sáenz de Buruaga 1982;
Étienne – Mayet 1984; más recientemente Canto 2017: 359-360.
7 Isid., Etym., XV, 1, 69: Emeritam Caesar Augustus aedificavit, postquam Lusitaniam et quasdem oceani insulas cepit, dans ei
nomen ab eo quod ibi milites veteranos constituisset: nam emeriti dicuntur veterani solutique militia (“César Augusto construyó
Emérita, después de haber conquistado Lusitania y algunas islas del Océano, dándole esta denominación porque había
establecido soldados veteranos ahí; porque los veteranos licenciados de su cargo militar se llaman emeriti”).
8 RPC I, Emerita nº 14-18 con láms. 1-2; Trillmich (en este volumen), Tipo A 3. El tipo reapareció en los reversos de sémises de
época tiberiana (RPC I, Emerita nº 49, 37 = Trillmich, Tipos I 5, II 5); cf. RPC I, nº 8 = Trillmich, Tipo B 3 (águila legionaria
sin número de legión).
9 A modo de ejemplo, podemos citar Richmond 1930; Álvarez Sáenz de Buruaga 1976; Trillmich 1990; Panzram 2002: 227269; Álvarez Martínez – Nogales Basarrate 2010; Edmondson 2011; Mateos Cruz 2011; Trillmich 2016.
Jonathan Edmondson
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Fig. 1. Semis de la ceca colonial de Emerita. Reverso: águila entre dos estandartes, con
la leyenda C(olonia) A(ugusta) E(merita) LE(giones) V (et) X, MNAR, Mérida. Photo:
archivo fotográfico del MNAR.
Hispania Ulterior en dos nuevas provincias, la Bética y la Lusitania, fue muy decisiva para la
historia de la sociedad colonial, promocionando Emérita al nivel más prestigioso de capital de
provincia, probablemente entre 16 y 13 a.C.10. Esto acto transformó tanto su trayectoria futura
como comunidad cívica como la composición y naturaleza de su sociedad local. Empezaremos
con una breve discusión del proceso de la deducción colonial y la asignación de tierras a los
colonos [Parte I] antes de preguntar quiénes fueron los primeros colonos y –una cuestión menos
estudiada– quiénes fueron sus esposas [Parte II]. A continuación, trataremos la organización
social de la nueva población colonial [Parte III] antes de examinar el impacto social de la
promoción de la colonia a capital provincial sobre la población emeritense [Parte IV].
I. El proceso de la deducción colonial y la asignación de tierras
El deductor oficial de la colonia emeritense fue Publio Carísio, legatus Augusti pro praetore en
Hispania desde 27 o 26 hasta c. 23 a.C.11. El proceso de una deductio de una colonia romana era
muy formal y seguía un ritmo y una programación muy bien definidos12: la determinación formal
de los límites de su territorio (la limitatio); la inscripción de la población inicial (la adscriptio);
10 Le Roux 2004. Sobre la división de Hispania Ulterior, Étienne 1992.
11 Alföldy 1969, 131-132. Para las emisiones de la ceca emeritense en su nombre, ver Trillmich 1990: 300-302, con lám. 22.1-6.
12 Más detalles en Keppie 1983; Moatti 1993; Gargola 1995: 25-128.
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Jonathan Edmondson
el acto formal de la fundación de la colonia con la llegada física de sus primeros colonos al
yacimiento, después la realización del surco del límite sagrado de su centro urbano, lo que
formalizaba la deductio propiamente dicha. La definición del sulcus primigenius con el arado era
muy simbólica, hecha por el mismo deductor, se representa de una manera precisa no solo en un
relieve marmóreo procedente de Aquileia (Fig. 2)13, sino también en una serie de monedas de la
ceca colonial de Emerita (Fig. 3), para enfatizar la solemnidad del ritual y su importancia en la
memoria histórica de la colonia14. En el mismo momento, las autoridades coloniales acababan
el proceso de la centuriación del territorio y de las atribuciones de campos a todos los colonos
por sorteo (la sortitio), todos estos actos se desarrollaban con la presencia del deductor.
Fig. 2. Relieve de mármol con procedencia de Aquileia, con el deductor de la colonia guiando la yunta de un toro y una vaca en el
acto de trazar el sulcus primigenius con un arado. Aquileia. Museo Archeologico Nazionale, Aquileia. © Friuli Venezia Giulia –
Soprintendenza per i Beni Archeologici, Foto: Ortolf Harl (Ubi Erat Lupa # 14373-3).
Fig. 3. As de la ceca colonial de Emerita. Reverso: yunta de toro y vaca marcando el sulcus
primigenius de la colonia. Colección del British Museum, Londres. Foto: © The Trustees
of the British Museum.
13 Brusin 1931; Di Filippo Balestrazzi 2005.
14 RPC I, Emerita nº 13, 11, 5-7 = Trillmich (en este volumen), Tipos A 2 (as), B 2 (as), C 1-2 (as).
Jonathan Edmondson
58
Todo este ritual no era rápido. Durante el siglo I a.C. hay ocasiones en las que algunos
veteranos no estuvieron contentos con la lentitud de su desarrollo. Por ejemplo, los soldados
licenciados por Julio César en 47 o 46 a.C. no habían tomado aún posesión de sus lotes de
tierra en marzo de 44, mientras que otros tuvieron que esperar a una ley promulgada por Marco
Antonio (la lex Antonia) en junio del mismo año para regular todo15. De la misma manera,
después de la batalla de Actium en 31 a.C., Octaviano tuvo que confrontar personalmente a
algunos de sus veteranos que se estaban quejando sobre el retraso de la asignación de sus tierras
después de un intento ineficaz de resolver todo por parte de Marco Agripa. Octaviano mismo
tuvo que volver a Italia, concretamente a Brundisium, para hacer avanzar el procedimiento,
aliviando con su propia llegada la ira de sus exsoldados (Plut., Ant., 73; Dión Cásio LI, 4; Tac.,
Ann., I, 42; Suet., Aug., 17, 3). Tantos rituales y la complejidad del procedimiento de establecer
una colonia, podrían apoyar la hipótesis de Á. Ventura que, aunque Augusto comenzara el
proyecto de fundar la colonia emeritense en 25 a.C., su deductio formal debería haber sido
posterior, quizás no antes del año 2416. Sin embargo, el ritual primordial para enmarcar la
fundación de una colonia era el momento en el que se trazaba el sulcus primigenius; eso podría
haber tenido lugar antes de finalizar la centuriación del territorio y de la asignación de tierras.
En una deductio normal de veteranos, la estructura jerárquica preexistente de la legión era
repetida en la organización social de la nueva colonia. Las legiones tradicionalmente eran
asentadas en su totalidad, sus tribuni militum se convertían en los magistrados y sacerdotes de
la colonia, sus primi pilares y centuriones formaban parte del nuevo ordo decurionum, sus
soldados regulares –los milites gregarii– constituían el cuerpo cívico de la colonia. Tácito describió
bien el proceso al referirse a la deducción de veteranos en Antium y Tarentum bajo Nerón en el
año 60 d.C. (Ann., XIV, 27):
veterani Tarentum et Antium adscripti non tamen infrequentiae locorum subvenere, dilapsis pluribus
in provincias, in quibus stipendia expleverant; neque coniugiis suscipiendis neque alendis liberis sueti
orbas sine posteris domos relinquebant. non enim, ut olim, universae legiones deducebantur cum
tribunis et centurionibus et sui cuiusque ordinis militibus, ut consensu et caritate rem publicam
efficerent, sed ignoti inter se, diversis manipulis, sine rectore, sine adfectibus mutuis, quasi ex alio genere
mortalium repente in unum collecti, numerus magis quam colonia.
No llegaron a remediar la despoblación de aquellos lugares los veteranos adscritos a Tarento y
Anzio, pues los más se dispersaron por las provincias en las que habían cumplido su servicio;
además, desacostumbrados al matrimonio y a criar hijos, dejaban sus casas vacías y sin
descendencia. En efecto, ya no era como antes, cuando se enviaban a colonizar legiones enteras
con sus tribunos y centuriones, cada soldado con los de su unidad militar, de manera que por su
buen acuerdo y afecto llegaran a constituir una república; al contrario, desconocidos los unos para
los otros, pertenecientes a unidades diversas, sin rectores, sin mutuos afectos, agrupados de
improviso como hombres de diversa raza eran más una masa que una colonia.
(traducción de J.L. Moralejo, ed. Gredos, 1980).
15 Keppie 1983: 87-88, 106; Gargola 1995: 179-180.
16 Ventura Villanueva 2009: 225-226.
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Jonathan Edmondson
La misma jerarquía se observa en la asignación de campos a los nuevos colonos, mediante la
cual los tribuni militum y los centuriones recibían porciones mayores que las asignadas a los
milites gregarii. Sin embargo, no era solamente el rango militar del veterano lo que determinaba
la amplitud de la tierra concedida, sino también sus méritos y sus distinciones militares. Por
eso, Higino, Siculo Flaco y el llamado Liber Coloniarum mencionan las asignaciones secundum
gradus militiae, pro portione offici o pro merito: es decir, según un proceso estrictamente jerárquico
que respeta no solamente la dignidad social del individuo que recibía la tierra, sino también sus
logros militares17.
Sabemos algunos detalles del proceso de fundación de Augusta Emerita gracias a unos pasajes
de las obras de los llamados agrimensores. La superficie de la pertica emeritense (es decir, el
territorio dependiente de la colonia) era inmensa según Agenio Úrbico (De controversiis agrorum,
pág. 44, Thulin), resumiendo un texto anterior de Frontino (De limitibus, pág. 9, Thulin):
propter magnitudinem enim agrorum veteranos circa extremum fere finem velut terminos disposuit,
paucissimos circa coloniam et circa flumen A<nam>: reliquum ita remanserat, ut postea repleretur.
nihilo minus et secunda et tertia postea facta est adsignatio. nec tamen agrorum modus divisione vinci
potuit, sed superfuit inadsignatus.
A causa de la extensión de las tierras, [el deductor] dispuso los veteranos en el extremo del límite
territorio, como hitos (termini); a muy pocos asignó terreno cerca de la colonia y al lado del río.
Había dejado el resto para una asignación posterior. De la misma manera se hizo una segunda y
una tercera asignación. Sin embargo, no pudo agotarse la cantidad de las tierras por su división,
sino que se quedó campo sin asignar.
Además, cada centuria del territorio emeritense tenía una superficie de 400 iugera, es decir, un
rectángulo de 40 actus en el decumanus por 20 actus en su kardo (Higino Gromático, De limitum
constitutio, págs. 135-136, Thulin), casi el doble de lo normal que en otras colonias romanas
(por ejemplo, 210 iugera en Cremona, según el mismo Higino)18. Sin embargo, no sabemos la
cantidad precisa –es decir, qué porcentaje de una centuria– y la calidad de las tierras que cada
veterano emeritense recibió19.
A continuación, en el mismo pasaje (citado, supra), Agenio Úrbico habla de “una segunda y
una tercera asignación” de tierras emeritenses (secunda et tertia … adsignatio), quizás más tarde
bajo Augusto o bajo Tiberio, después de que todavía quedaran tierras vacías sin asignar (agrorum
modus … superfluit inadsignatus). Resulta muy interesante que el mismo autor siga mencionando
que esta situación poco común permitió que los colonos originales ocuparan las tierras vacías
(subseciva) para su propia explotación hasta época flavia, cuando el gobernador (praeses) de la
provincia, cuyo nombre no se indica, les obligó a comprar estas propiedades. Su decisión dio
lugar a una serie de peticiones al tribunal del mismo gobernador a causa de la condición muy
17 Para más discusión, ver Keppie 1983: 92; Saquete Chamizo 1997: 51.
18 Sobre el territorio emeritense y su centuriación, ver Ariño – Gurt 1993; Étienne 1995; Gorges – Rodríguez Martín 2011;
Olesti Vila 2014: 390-414.
19 Como ha destacado con razón Saquete Chamizo 1997: 50.
Jonathan Edmondson
60
variable de las tierras en cuestión: algunas eran estériles, otras incluían secciones del río que
formaban parte del ager publicus de la colonia (amnem publicum):
in his agris cum subseciva requirerentur, impetraverunt possessores a praeside provinciae eius, ut aliquam
latitudinem An<ae> flumini daret. quoniam subseciva qua quis occupaverat redimere cogebatur,
iniquum iudicatum est, ut quisquam amnem publicum emeret aut sterilia quae alluebat: modus itaque
flumi<ni> est constitutus.
Cuando en este territorio (sc. el emeritense) se reclamaban las tierras vacías (subseciva), sus posesores
pidieron al gobernador de la provincia que se diese una determinada anchura al río Ana, porque
cualquiera que las hubiera ocupado se vio obligado a comprarlas. Se trata de un juicio injusto ya
que alguien tendría que comprar un río público o tierras estériles sobre las cuales el río se
desbordaba. Por eso, se estableció un límite del río.
Del mismo modo, sabemos varios detalles de diversas praefecturae de la colonia, es decir, zonas
situadas fuera de la pertica donde las tierras se habían confiscado para atribuírselas a los colonos
emeritenses (cf. Higino Gromático, De limitum constitutio, págs. 135-136, Thulin)20.
Hay que imaginar que tanto en Emérita como en otras colonias de veteranos la teórica
igualdad que implicaba la sortitio de tierras –con parcelas del mismo tamaño asignadas a colonos
del mismo rango militar y social– se rompió rápidamente ante el deseo y la capacidad de algunos
veteranos de acumular más tierras que otros para sus propios propósitos. De la misma forma,
debemos preguntarnos qué pasó con las tierras de los veteranos que murieron sin herederos.
Dado que las parcelas coloniales eran en su condición legal tierras alienables, podrían venderse.
Por eso, con el paso del tiempo aumentaba la desigualdad entre el tamaño de las propiedades
de los conciudadanos emeritenses, avanzando, poco a poco, hacia una sociedad más jerárquica
con distintos niveles de riqueza y dignidad social. La ideología fundacional de una comunidad
de veteranos de rangos iguales y de niveles de riqueza más o menos equivalentes da a las colonias
romanas en su primera generación una perspectiva bastante distinta de la de los municipia y
civitates stipendiariae de la misma provincia, es decir, comunidades de más larga duración, donde
se habían desarrollado notables desigualdades en la propiedad de la tierra tras décadas, o incluso
siglos, de evolución socio-económica. En Emérita, tal como en otras colonias, la ideología de la
igualdad entre los colonos se iba reduciendo con cada generación.
II. ¿Quiénes eran los colonos originarios y sus esposas?
Sobre la cuestión del origen geográfico de los colonos emeritenses, tradicionalmente se ha
subrayado la importancia de Italia como la fuente más importante21. Sin embargo, hay que
insistir sobre una procedencia más diversificada de los veteranos de las legiones V Alaudae y X
Gemina. Tanto J.C. Saquete Chamizo como L.J.F. Keppie han mostrado que estas dos legiones
fundacionales remontan sus orígenes a las tropas que lucharon junto a Marco Antonio antes de
20 Véase Olesti Vila 2014, 392-396, con discusión de las fuentes de los agrimensores pertinentes.
21 A modo de ejemplo, Le Roux 1982: 69-72.
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Jonathan Edmondson
la batalla de Actium, cuando Octaviano las obtuvo como suyas como una consecuencia
importante de su victoria22. Marco Antonio había reclutado una buena parte de su ejército
durante la década de los 30 a.C. en las provincias orientales de Macedonia y Asia, sin descartar
la numerosa presencia de soldados itálicos en estas mismas unidades militares23.
Para reconstruir el panorama de la población inicial sería útil considerar los monumentos
funerarios de fecha más temprana hallados en Emérita: las estelas y los bloques de granito local.
En 2006, en un estudio sobre las estelas graníticas emeritenses, señalé el perfil onomástico
representado en este tipo de monumento. Encontramos un grupo de varios gentilicios que son
poco corrientes, tanto entre la población emeritense, como en otras partes de la provincia
lusitana: Baberius, Barbarius, Camulius, Cominius, Fuficius, Herennius, Murrius, Ofilius, Titinius
y Tursidius24. Son nombres muy típicos de la Italia central en época republicana, pero con muy
poca difusión en las provincias en época imperial, nombres que, según M. Navarro Caballero,
debemos denominar “gentilicios fósiles”25. Estos nombres no estaban ampliamente distribuidos
ni en Lusitania, ni en otras provincias romanas en comparación con gentilicios como Iulius,
Valerius, Cornelius, Pompeius o Caecilius, por citar solo los gentilicios más comunes entre la
población emeritense según la documentación epigráfica26. No todos los individuos atestiguados
en las estelas de granito son colonos originales de Emérita, de la primera generación, sino que
es más probable que sean los descendientes de las primeras familias. Sin embargo, hay que
ampliar el alcance de la investigación teniendo en cuenta el perfil onomástico completo de la
colonia emeritense, lo que nos facilita no solamente el Atlas antroponímico de la Lusitania
romana, publicado en 2003, sino también –desde 2016– el portal digital onomástico
ADOPIA27.
Según nuestros conocimientos actuales, hay una enorme variedad de gentilicios
documentados en la colonia emeritense, en un grado mucho mayor que en la onomástica de
las otras comunidades de la Lusitania. En Emérita hay al menos 150 gentilicios que calificamos
como poco corrientes, raros o rarísimos. En la Tabla 1 los gentilicios marcados con un solo
asterisco (*) se hallan solamente en Emérita sin ningún otro testimonio en las provincias
hispanas; los indicados con un doble asterisco (**) –Camartius, Pecellius, Statulicus, Tongidius y
Viriacius– están documentados solamente en Emérita sin paralelos, de momento, en ninguna
otra parte del Imperio.
22 Saquete Chamizo 1997: 39-48; Keppie 2000: 93. Sobre la historia de estas legiones en general, ver Franke 2000 (V Alaudae);
Gómez-Pantoja 2000 (X Gemina).
23 Brunt 1971: 502-507; Keppie 2000.
24 Edmondson 2006: 110-120.
25 Por primera vez en Navarro Caballero 2000: 282-285.
26 Saquete Chamizo 1997: 73-76; Edmondson 2006: 112.
27 Navarro Caballero – Ramírez Sádaba 2003. Ahora se puede consultar ADOPIA, codirigida por el autor y la Dra. Navarro
Caballero, con acceso libre en el portal http://adopia.huma-num.fr. Véase Edmondson – Navarro Caballero 2017.
Jonathan Edmondson
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Tabla 1. Nomina gentilia poco corrientes documentados en Augusta Emerita
*Aculeius
Aebutius
*Aefulanus
*Aequanius
*(A)esyrius
Afinius
Agilius
*Aiatius
Albanius
Albicius
Alfidius
Alfius
Ammonicus
Ancharius
Antistius
*Aplanius
Aponius
Aquilius
*Articuleius
Artorius
Asellius
Atanius
Attennius
Axonius
*Baberius
Baebius
*Barbatius
*Betutius
**Camartius
*Camerius
Camilius
*Cantinius
Cantius
Cartilius
Castricius
Catius
Cincius
*Clarinius
Clouatius
Cominius
*Cordius
Coronius
Coutius
Curtius
*Cussius
*Decidius
Dionysius
*Doccyricus
*Duccius
Ebrilius
Egnatius
Etrilius
*Felginatius
Frontonius
Fuficius
Furius
Furnius
Gellius
Helvius
(H)erennius
Hirrius
Hostilius
Irtius
*Iustulenus
Iuventius
Iuvinius
Laberius
*Lancius
*Lebisinius
Lovesius
Lucanius
Lucceius
Maecius
*Maelonius
Magius
Mallius
*Mansuanius
*Matius
Mattius
*Mitonius
Modestius
Monteius
Mucius
Munatius
Murrius
Mussidius
Mussius
Naevidius
Nonius
*Ofilius
Orbius
Paccius
Papirius
**Pecellius
Peticius
Petreius
*Petrusidius
Plautius
Pontius
Popillius
Prosodius
Publilius
*Puccius
*Roucius
Rufrius
Rutilius
Salvius
Satrius
Scandilius
Scantius
Sentius
Sergius
Severius
Sexticius
Sextius
Sinnius
Sittius
Spurius
Statius
**Statulicus
Talenus
Talius
Tauonius
*Tettonius
Titinius
Titius
**Tongidius
Trebicius
Trebius
Tursidius
Tutilius
Umerius
Ursius
Varius
Vettius
*Vibidius
Viccius
Vinicius
**Viriacius
Voconius
*Volosinius
Tales gentilicios raros o inéditos deben haber pertenecido a familias que tenían sus orígenes
en regiones de Italia. No sería verosímil que sus antecesores fuesen indígenas que habían recibido
eventualmente la ciudadanía romana después de su integración en la población colonial. Si fuese
así, sin duda habrían seleccionado un tipo de gentilicio mucho más corriente, tal como Iulius,
Valerius o Cornelius, por ejemplo, o adoptado el nomen gentile del gobernador romano u otro
oficial romano que hubiera supervisado el proceso de su promoción a ciudadanos romanos28.
No les gustaría asumir gentilicios tan recónditos como Felginatius, Iustulenus, Lebisinius,
Tursidius o Volosinius. Una muestra tan diversa de gentilicios sugeriría que sus portadores se
remontan a estos primeros colonos que, a su vez, fueron reclutados en la legio V Alaudae o la
legio X Gemina originalmente en Italia. Por otra parte, es más probable que los soldados
incorporados en estas legiones por Marco Antonio en Macedonia o Asia tuvieran gentilicios
mucho más “normales”; son los antepasados de los múltiples Iulii, Caecilii y Valerii
28 De momento no hay evidencias en Emérita de ningún Carisius o Carisia que comparta el genticilio del deductor de la
colonia. En Lusitania solo se documenta en el territorio de Collippo (São Sebastião do Freixo, Batalha): CIL II 531, 5233.
63
Jonathan Edmondson
documentados dentro la población emeritense. Por desgracia, no se evidencian veteranos ni de
la legio V Alaudae ni de la X Gemina. Como casi toda la población estaba compuesta de
exlegionarios, no tenía sentido mencionar su servicio militar en sus epitafios29. Es solamente
por la representación de sus decoraciones militares en la placa empotrada en su mausoleo familiar
por lo que podemos identificar a C. Voconius C.f. Pap. como uno de los veteranos de la época
fundacional de la colonia (v. infra).
Sin embargo, no todos los habitantes de la colonia emeritense en su momento inicial eran
veteranos. Parece que algunos indígenas de las zonas limítrofes se inscribieron al inicio, ya sean
como incolae o como ciudadanos romanos. En su discusión sobre esta parte de la Lusitania,
Estrabón (III, 2, 15) incluye Emerita y Pax Iulia (Beja) entre las comunidades que él llama αἵ
τε νυν συνωικισμέναι πόλεις, es decir, ciudades que involucraron un cierto grado de
sinoicismo con comunidades preexistentes. Podemos inferir de este pasaje que un número de
peregrinos no poseedores de la ciudadanía romana se asentaron en estas fundaciones coloniales
en un comienzo como incolae. Sin embargo, otros peregrinos recibieron la ciudanía romana,
convirtiéndose así en cives Romani de pleno derecho30. Algunos epígrafes confirman a este
proceso. En primer lugar, un individuo llamado C. Allius Tangini f. Pap(iria tribu) [- - -?], por
su inscripción en la tribu Papiria, explícitamente un ciudadano romano de Emérita, fue
conmemorado en el extremo del territorio emeritense en una pequeña necrópolis ubicada en el
cortijo del “Rincón de Gila” a 20 km al N. de Badajoz31. Su padre se denomina Tanginus, uno
de los tres antropónimos indígenas más frecuentes en la Lusitania32. Por lo tanto, el hijo, C.
Allius Tangini f. [- - -?], debe haber sido miembro de la población indígena de la zona antes de
recibir la ciudadanía romana, inscribiéndose en la tribu Papiria junto con el resto de los colonos
cuando se constituyó la colonia en 25 a.C. En segundo lugar, C. Iulius Mandi f. Sangenus,
conmemorado en Mérida a finales del siglo I a.C. o a inicios del siglo I d.C. (Fig. 4)33. La
combinación de su praenomen y nomen –C(aius) Iulius– con un cognomen indígena (Sangenus),
así como el hecho de que su filiación (Mandi) se expresa por referencia al nombre único indígena
de su padre, simplemente en genitivo sin f(ilius), indicaría que fue un peregrinus a quien Augusto
otorgó la ciudadanía en el momento de integrarlo entre los primeros colonos de Emérita.
Por lo tanto, en el momento de la fundación hay que imaginar, por un lado, una sociedad
muy homogénea compuesta en su gran mayoría de veteranos que habían servido juntos en las
legiones romanas durante casi veinte años, y por otro lado, una sociedad más heterogénea, con
una mezcla de individuos de origen itálico, otros procedentes de las provincias orientales, y una
cantidad desconocida de indígenas incorporados a la población colonial como incolae u,
ocasionalmente, como cives Romani.
29 Como señala Saquete Chamizo 1997: 62-65.
30 En este sentido, Ramírez Sádaba 2003; Le Roux 2004; Canto 2001 (no todas sus conclusiones resultan convincentes); Canto
2017: 375-377.
31 Ramírez Sádaba 1993a: 251, nº 1 (AE 1993, 892; HEp 5, 1995, 52); Ramírez Sádaba 2013: 77, nº 11.
32 Navarro Caballero – Ramírez Sádaba 2003: 313-316; Vallejo Ruiz 2005: 411-417.
33 Edmondson 2001: 384-386, nº 1 (HEp 9, 1999, 95); Edmondson 2006: 145-146, nº 15 (AE 2006, 597).
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64
Fig. 4. Estela funeraria de C. Iulius Mandi f. Sangenus. Mérida: Los Columbarios. Foto: J.
Edmondson.
En la investigación de la sociedad emeritense de la época fundacional actualmente hay una
gran laguna respecto a la cuestión de quiénes eran las esposas de los colonos originales, es decir,
las madres de la primera generación de conciudadanos emeritenses nacidos en la colonia. Como
puede deducirse del pasaje de Tácito (Ann. XIV, 27, citado supra), el matrimonio y la crianza
de hijos eran fundamentales en la ideología oficial de las colonias romanas. No es fácil imaginar
que los ancianos veteranos de las dos legiones fundadoras, después de tantos años en armas,
mantuvieran aún esposas en su lugar de origen, ya fuera en Italia o en las provincias orientales
del Imperio. Por lo tanto, después de asentarse en su nuevo domicilio, era necesario que se
casaran y establecieran las primeras familias de la colonia para criar hijos que garantizaran el
futuro bienestar de la comunidad cívica. Para asegurar que la próxima generación estuviera
compuesta por ciudadanos romanos, los veteranos tuvieron que casarse con mujeres que ya
tenían la ciudadanía romana. ¿Quiénes podrían haber sido?
65
Jonathan Edmondson
Parece que hay dos posibilidades. Por una parte, los primeros emeritenses podrían haberse
casado con mujeres indígenas de la región que rodea Emérita. En este caso, el deductor de la
colonia debía haberles otorgado la ciudadanía romana para garantizar que sus futuros hijos
fueran ciudadanos romanos de pleno derecho. Por el momento, uno de los pocos veteranos
conocidos de la primera generación de la colonia es C. Voconius C.f. Pap(iria tribu). Su carencia
de cognomen bien indicaría una fecha temprana. En la placa funeraria empotrada en la fachada
de su mausoleo familiar (Fig. 5) no hay ninguna mención a su unidad militar, pero las
decoraciones militares –dos torques, dos armillae y doce phalerae– representadas encima del
epitafio confirman su servicio militar más allá de cualquier duda34. Me parece muy posible que
se hubiera casado con una mujer indígena que obtuvo la ciudadanía romana en el momento de
la fundación de la colonia; esta mujer se llamaba Caecilia Anus. Además, en el interior del
mausoleo los cónyuges son representados –juntos y vestidos a la romana– en una pintura en la
pared del nicho que da directamente a la entrada. El matrimonio fue fructífero, ya que sus hijos,
Voconia C.f. Maria y C. Voconius C.f. Proculus, no solamente se mencionan en el epitafio encima
Fig. 5. Placa marmórea del mausoleo de los Voconios, “Los Columbarios”. MNAR, Mérida. Foto: archivo fotográfico del MNAR
(L. Plana Torres).
34 HAE 1643 = AE 2000, 691 = 2010, 673: C(aio) Voconio C(ai) f(ilio) patri / Caeciliae Anui matri / Voconiae C(ai) f(iliae)
Mariae sorori / C(aius) Voconius C(ai) f(ilius) Proculus fecit. Sobre el mausoleo, Bendala Galán 1972: 224-229; Edmondson
2000: 299-303, con láms. 3-6; Márquez Pérez 2006: 33-36, 43-44, 46-49, 52-61, 101-114.
Jonathan Edmondson
66
de la puerta de entrada, sino que también se muestran en pinturas individuales situadas a la
izquierda y a la derecha de la imagen de sus padres. Fue el hijo Próculo el que dedicó el epitafio
a su padre, su madre y su hermana – patri, matri, sorori. Parece significativo que estos términos
de parentesco están alineados uno debajo del otro en el eje derecho del epígrafe, enfatizando
visualmente por medio de su proximidad espacial su conexión consanguínea y conciudadana.
La tumba familiar y su llamativo epitafio subrayan la importancia ideológica de que los veteranos
establecieran nuevas familias para criar las próximas generaciones de la población colonial. El
hijo se encuentra representado sosteniendo en su mano izquierda un rollo en el que está escrito
el nombre de la colonia, AVG. EMER., los angusti clavi de su túnica señalan su estatus elevado:
quizás de decurión de la colonia35. La familia de los Voconios proporciona un modelo de familia
colonial ideal no solo para nosotros, sino también en su día para sus conciudadanos: un soldado
meritorio que se asentó en Emérita, casándose con una mujer posiblemente indígena, lo que
resultó en el nacimiento de un hijo que se convirtió en miembro de la élite local de la colonia
en la siguiente generación.
Otra solución sería que los veteranos se hubieran casado con sus propias esclavas,
manumitiéndolas matrimonii causa, según el término técnico utilizado por los juristas (cf. Gaio
Inst. I, 19-39; Digesta XL, 2, 9 y 13). Sobre este proceso podemos tener una evidencia muy
parcial en la epigrafía funeraria de la primera época. Dos epitafios de finales del siglo I a.C. o
inicios del s. I d.C. podrían documentar una unión conyugal entre un colonus de la primera o
segunda generación y una liberta, anteriormente su propia esclava o la esclava de otro dueño. P.
Alfius T.f. Pap., por ejemplo, construyó su propio monumento funerario antes de su defunción
para sí mismo, para su hermano T. Alfius T.f. Pap. (tal vez su hermano mayor porque portaba el
praenomen de su padre) y para Alfia Iucunda, su propia liberta (Fig. 6)36. La ausencia de mención
en el epitafio de una esposa ingenua podría sugerir que Iucunda desempeñaba el papel de esposa,
aunque no podemos afirmarlo con seguridad. El fruto de tal unión entre un ciudadano romano
y su liberta debe haber sido de nacimiento libre (ingenuus) y poseedor de la ciudadanía romana.
Un segundo ejemplo no deja lugar a dudas37. El difunto, M. Iunius M.f. Pap. [- - -], había
dejado instrucciones en su testamento sobre su propio monumento funerario (ex testamento
monu[mentum - - -]) (Fig. 7). Su liberta, al mismo tiempo explícitamente su esposa, Iunia
M.l. Prima, uxor, lo dedicó junto con sus hijos e hija –M. Iu[nius - - -], L. Iuniu[s - - -] y
Iunia M.f. Fausta– y la esposa del hijo menor Lucio, Sempronia L.l. Euche, liberta de otro
patronus. La condición indudablemente ingenua de la hija del matrimonio, Iunia M.f. Fausta,
y probablemente de los dos hijos, cuya filiación indicando su condición de nacimiento libre
debía ocupar la parte derecha de la placa ya perdida, ilustra la forma en que las uniones entre
35 Edmondson 2000: 302, con lám. 6.
36 CIL II 528; Edmondson 2006: 205-207, nº A: P(ublius) Alfius T(iti) f(ilius) Pap(iria) / monumentum fecit / sibi et T(ito) Alfio
T(iti) f(ilio) Pap(iria) / fratri et Alfiae / Iucundae libertae / impensa sua.
37 García y Bellido 1960: 175, 180, nº 2 = HAE 1837 = AE 1962, 64 = ERAE 314: M(arco) Iunio M(arci) f(ilio) Pa[p(iria) - - -]
/ ex testamento monu[- - -] / Iunia M(arci) l(iberta) Prima uxor M(arcus) Iu[nius - - -] / Iunia M(arci) f(ilia) Fausta L(ucius)
Iuniu[s - - -] / Sempronia L(uci) l(iberta) Euche uxor / (vac) fecit [(vac)].
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Jonathan Edmondson
estos primeros colonos y sus propias libertas dieron lugar al nacimiento de niños con plenos
derechos de ciudadanía romana que serían, con el paso del tiempo, los conciudadanos de la
próxima generación.
La razón más lógica de casarse con una esclava, manumitida precisamente para permitir que
el matrimonio fuera un conubium iustum entre dos ciudadanos romanos (según todas las
condiciones del derecho romano), sería la escasez en la zona de mujeres de nacimiento libre,
ingenuae, que proporcionase un número suficiente de esposas a los veteranos asentados en
Emérita. Casarse con una ex esclava que había ascendido a ciudadana romana debido a su propia
manumisión solucionaba bien el problema.
Fig. 6. Bloque de granito con epitafio de los Alfios. Mérida. Foto: archivo fotográfico del MNAR.
Fig. 7. Placa funeraria de los Iunii. MNAR, Mérida. Foto: J. Edmondson.
Jonathan Edmondson
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III. Organización política, social y religiosa de la nueva colonia
Una de las acciones fundacionales que tuvo que hacer el deductor fue distribuir los cives de
la nueva colonia en curiae, es decir, en divisiones por las cuales se organizarían las elecciones y
otros aspectos de la vida cívica de la colonia. No tenemos evidencias directas de las curiae
emeritenses, pero su existencia está fuera de toda duda. El descubrimiento en 1999 en Osuna
(prov. Sevilla) de una nueva placa de la lex Coloniae Genetivae Iuliae (LCGI) nos proporciona
muchos datos sobre el papel de las curiae en la vida cívica de esta colonia romana, fundada por
Julio César en el sitio de la antigua Urso38. En su capítulo 15 contiene una lista de los títulos de
las 24 curiae, de gran interés para el análisis de la ideología cesariana de su fundación. Hay una
jerarquía en el orden de los nombres: en la primera posición, Iulia (honrando la gens de César,
promotor inicial de la colonia); después Asinia para conmemorar a la importancia de su deductor,
C. Asinius Pollio, gobernador de la Hispania Ulterior en 43 a.C., cuando se efectuó su
fundación39; a continuación, Aurelia y Calpurnia, llamadas así por la madre y la esposa de César,
y finalmente sus míticos antepasados: Martia para hacer referencia al padre de Rómulo, Albania
para implicar a los reyes de Alba Longa, después Ilia, Troia y Veneria para no olvidar la
importancia troyana de la ascendencia de Julio César y, posteriormente su hijo adoptivo,
Augusto: en concreto, Eneas, príncipe de Troya, y su propia madre, la diosa Venus40.
Según otra cláusula (§14) del nuevo fragmento de la lex, cada decurión de la colonia tenía
que mantener en el centro urbano una vivienda de “al menos 600 tejas” (non minus tegular(um)
DC tegulae), mientras que un colonus regular debía mantener una de “al menos 300 tejas” (non
minus tegularum CCC), otro indicio más de la creación de una jerarquía desde los principios de
la colonia. Por lo demás, los decuriones y colonos tendrían dos años para establecer sus viviendas
urbanas41. Dado que se encuentra una regulación similar en la lex por la cual se estableció el
municipium de Tarentum en Italia meridional entre 89 y 62 a.C. (salvo que se trata ahí de una
vivienda mucho más amplia de 1.500 tégulas), podríamos esperar que una regulación parecida
se aplicase también a la colonia emeritense42. Aunque los veteranos se asentasen a los límites del
territorio como “hitos” según dice Agenio Úrbico (v. supra), al mismo tiempo tenían que
construir una casa urbana para cumplir con sus obligaciones cívicas como conciudadanos
emeritenses. Resulta difícil reconstruir arqueológicamente la configuración de la arquitectura
doméstica dentro de la ciudad en época augustea debido a las transformaciones posteriores del
38 Editio princeps: Caballos Rufino 2006 = AE 2006, 645 = HEp 15, 2006, 325.
39 Caballos Rufino 2006: 338-362.
40 LCGI 15: curiae colon(iae) Iul(iae) hae sunto Iulia Asinia Aurelia Calpurnia / Martia Albania Ilia Troia Veneria Camerina
Tituria / Aemilia Antonia Hortensia Acilia Fabia Ersilia Iunia Vale/ria Caecilia Scribonia Licinia Fulvia Salutaris quique in
qua/que earum [- - -] curia curiati erunt in ea curia suffragi latio / [is] omnibus [esto] nive quis sciens d(olo) m(alo) in alia curia
in ea colon(ia) / [suff]ragium [ferto], con un amplio comentario de Caballos Rufino 2006: 233-258.
41 LCGI 14: quicumque in col(onia) G(enetiva) I(ulia) decurio erit is decurio in ea colon(ia) / intra qua aratro circumductum est
aedificium quod / non sit minus tegular(um) DC qui colonus neque decurio erit / is aedificium quod non sit minus tegularum
CCC habeto / in biennio proxumo quo ea colon(ia) deducta erit.
42 Lex munic. Tarent. 9.3 (CIL I2 590 = ILS 6086 = Crawford 1996: 301-312, nº 15): decurio … in o[pp]ido Tarentei aut intra
eius mini[cipi] fineis aedificium quod non minu[s] MD tegularum tectum sit …
69
Jonathan Edmondson
trazado urbano. Según las recientes investigaciones pormenorizadas de Á. Corrales Álvarez, solo
hay cinco ejemplos bien documentados, aunque otros doce más también tuvieron una fase
augustea en la zona de Las Morerías al lado del río Anas (Fig. 8)43.
Fig. 8. Distribución de las viviendas de fecha augustea según Á. Corrales Álvarez. Plano: Á. Corrales Álvarez.
Otra de las tareas principales del ordo decurionum era organizar y supervisar el calendario de
los sacra de la colonia, tal y como lo señalan diversas cláusulas de la lex Coloniae Genetivae
Iuliae44. En una colonia civium Romanorum como Emérita esperaríamos que estuvieran bien
representados los cultos principales de la res publica Romana: Júpiter, Juno, Minerva, Marte,
Venus, Apolo y tal vez el culto de Roma personificada, pero las evidencias epigráficas sobre la
religión cívica son muy parciales, y no revelan toda la complejidad del panteísmo que sin duda
se desarrolló en la colonia45. Sin embargo, una cuestión muy importante para el ordo decurionum
de la primera época fue: ¿qué hacer con los cultos preexistentes del amplio territorio de la
colonia? Por ejemplo, el culto de la diosa Ataecina / Ataegina bien documentado no solamente
en su santuario a Santa Lucía de Trampal a 33 km al N. de Mérida, sino también en dedicaciones
43 Corrales Álvarez 2016: 249-258; cf. Corrales Álvarez 2015.
44 LCGI 64 (calendario y número de días festivos por año), 65 (dinero reservado para todos los sacrificios), 66-68 (cooptación y
elección de los pontífices y augures), 69 (dinero para contratar suministros para los sacra), 70-71 (4 días de ludi o munera por
año organizados por los duunviros y 3 por los ediles para honrar a Júpiter, Juno y Minerva y “los otros dioses y diosas”, más 1
día de ludi circenses vel forenses de los ediles para honrar a Venus), 72 (regulación de los fondos depositados en los templos).
Véase Rüpke 2006.
45 Ver la discusión pormenorizada en Goffaux 2006; cf. Ramírez Sádaba 1993b; Ramírez Sádaba – Jiménez Losa 1995 [2007].
Jonathan Edmondson
70
ofrecidas por emeritenses en el centro urbano46 y al dios Endovélico a 100 km al O.47, si se
acepta la hipótesis de que su santuario rural se ubicaba en el límite del territorio emeritense,
colindante con el del municipium de Ebora Liberalitas Iulia. Es evidente que los decuriones
emeritenses decidieron incorporar estos cultos indígenas del territorio en el calendario sagrado
de la colonia.
IV. Impacto social de la promoción de la colonia a capital de la nueva provincia de
Lusitania
En sus primeros años Emérita era sencillamente una colonia de veteranos localizada en la
provincia de Hispania Ulterior y nada más. Sin embargo, la decisión tomada por Augusto de
dividir esta provincia bastante amplia en dos nuevas unidades –la Bética y la Lusitania– tuvo
un impacto destacable en la trayectoria política, económica y social de la colonia emeritense,
porque promovió que la colonia fuera la sede principal de la nueva provincia lusitana, su caput
provinciae, y, al mismo tiempo, uno de sus tres centros jurídicos, el conventus Emeritensis
(Estrabón III, 2, 15; Plinio, N.H., IV, 22, 117), donde anualmente el legatus Aug(usti) pr(o)
pr(aetore) de la Lusitania impartía justicia desde su tribunal. En cuanto a los beneficios
económicos de los que gozan los centros judiciales, hay que señalar las observaciones de Dión
Crisóstomo a inicios del siglo II d.C. con respecto al centro jurídico de Apamea en la Frígia
(Orat. XXXV, 15-16):
Los tribunales tenían sesión cada año y se va reuniendo aquí una multitud de personas: litigantes,
jurados, oradores, príncipes, ayudantes, esclavos, proxenetas, muleros, vendedores, prostitutas y
artesanos. Lo que resulta en que los comerciantes pueden ganar los mejores precios y ninguno de
los habitantes carece de trabajo.
Por eso, podemos ver cómo Emérita se convertiría en una ciudad más ocupada, con gente que
llegaba del resto del conventus en el momento en que el gobernador estaba celebrando los
tribunales judiciales. Y como caput provinciae, era donde todas las comunidades cívicas de la
provincia, más los destacamentos militares estacionados ahí, hacían su juramento anual de lealtad
al emperador y a su familia; era donde el gobernador hacía votos anualmente por el bienestar
(pro salute) del emperador, su familia y la res publica populi Romani; era donde los provinciales
se reunían cada año para celebrar el ascenso al poder (dies imperii) y el cumpleaños (dies natalis)
del emperador48.
La fecha precisa de la creación de la provincia de Lusitania no es conocida. La hipótesis más
atractiva es que tuvo lugar durante la estancia de Augusto en la Península Ibérica entre 16 y 13
46 Sta. Lucía de Trampal: Abascal Palazón 1995. Centro urbano: Ramírez Sádaba – Jiménez Losa 1995 [2007]: 438-441, 447450; Goffaux 2006: 67-69; Méndez Grande 2015 (dos nuevas dedicaciones = AE 2015, 541-542).
47 Guerra 2002; Guerra, Schattner, Fabião 2005; Schattner, Fabião, Guerra 2013.
48 Plinio el Joven nos proporciona los testimonios más directos sobre estos rituales durante su mandato como legatus Aug(usti)
pr(o) pr(aetore) de Bitinia-Ponto c. 112-113 d.C.: Plin., Ep., X, 52 (juramento), 35 y 100 (votos pro salute), 52 y 102 (dies
imperii), 28 (dies natalis). Más discusión en Edmondson 2016: 90-92.
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Jonathan Edmondson
a.C., más verosímilmente en 16 (v. supra, nota 10). En esta época temprana, concretamente en
el año 16, podemos vislumbrar el papel que la colonia emeritense había empezado a asumir con
respecto a las comunidades vecinas de la nueva provincia gracias a la dedicación de un orarium
por parte de un ciudadano emeritense, Q. Tallius Sex.f. Papi(ria) Augu(stanus) –quizás un
decurión de la colonia– en el centro urbano de la Civitas Igaeditanorum (Idanha-a-Velha), una
civitas stipendiaria constituida durante el proceso de implantación de una geografía política y
administrativa en la nueva provincia por parte de Augusto49. Por lo tanto, la élite de la capital
provincial se ocupó muy pronto de ayudar a otras comunidades a realizar proyectos de
monumentalización de sus entornos urbanos. Era aún más apropiado, como caput provinciae,
establecer relaciones oficiales con otras comunidades fuera de la provincia. De este proceso
tenemos un único reflejo en la placa de bronce, fechada en 6 d.C., que documenta un pacto de
hospitium firmado entre los decuriones et coloni coloniae Augustae Emeritae y los decuriones et
municipes Martienses qui antea Ugienses, es decir, con las autoridades del municipium de Ugia
Martia (hoy día Las Cabezas de San Juan, prov. Sevilla), ubicado a 250 km al S.50.
No obstante, aun más importante era el impacto de esta promoción política sobre la sociedad
emeritense. Ser una capital de provincia implicaba un contacto regular con los representantes
del poder imperial romano: principalmente, el gobernador senatorial de rango pretoriano (legatus
Augusti pro praetore provinciae Lusitaniae) y el procurator fiscal de la provincia, de rango ecuestre,
los dos con su personal compuesto por libertos y esclavos imperiales que funcionaban como
tabularii, commentarienses y subprocuradores, sin olvidar los contingentes de soldados de su
sequito51. El efecto era la creación de lazos sociales entre la élite emeritense y estos
administradores romanos de rango elevado (ya sea senatorial, ya sea ecuestre), lazos de
patronazgo que podrían resultar en futuros beneficios importantes no solamente para la elite
local misma, sino también para el resto de los emeritenses. Un senador durante y/o después de
su cargo en Lusitania podría interceder ante el emperador para beneficiar a sus clientes
emeritenses, pidiendo puestos en el ejército romano, como tribuni militum, por ejemplo, o una
promoción al equester ordo, incluso en algunos casos, la elevación a rango senatorial52.
Tenemos escasos testimonios de este proceso en la forma de homenajes realizados por los
emeritenses en honor a los representantes de la administración provincial romana. Hay
solamente dos ejemplos de dedicaciones públicas a gobernadores de la provincia. En el siglo I
49 Entre múltiples ediciones del texto, AE 1961, 349 = 1967, 144 = 1992, 951; HEp 2, 1990, 770 = 5, 1995, 989 = 18, 2009,
563: Q(uintus) Tallius Sex(ti) f(ilius) Papi(ria) Augu(stanus) / orarium donavit / Igaiditanis l(oco) a(ccepto) f(ecit) per mag(istros)
/ Toutoni(um) Arci f(ilium) Malgeini(um) Manli f(ilium) / Celti(um) Arantoni f(ilium) / Ammini(um) Ati f(ilium) / L(ucio)
Domitio Aenobarbo / P(ublio) Cornelio Scipione co(n)[s(ulibus)].
50 D’Ors 1948 = AE 1952, 49; ERAE 94 (hallada en las excavaciones de A. Floriano en 1935 en el peristilo del teatro): [M(arco)
Aemilio Lepid]o L(ucio) Arrun[tio] / co(n)s(ulibus) / decuriones et municipes Mar/tienses qui antea Ugienses / fuerunt hospitium
fecerunt / cum decurionibus et colonis / coloniae Augustae Emeritae / sibi liberis posterisq(ue) eorum / egerunt legati / P(ublius)
Mummius P(ubli) f(ilius) Gal(eria) Ursus / M(arcus) Aemilius M(arci) f(ilius) Gal(eria) Fronto.
51 En general sobre la administración provincial de Lusitania, Alföldy 1969: 131-148, 218-229. Sobre Emerita como caput
provinciae Haensch 1997: 176-178, 490-492.
52 cf. Saller 1982: 145-204 para el papel de patronazgo en la promoción social de las elites de la provincia de Africa.
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d.C. el legatus pro pr(aetore) de la Lusitania, Q. Acutius Faienanus, recibió un herma honorífico
con su retrato en el teatro emeritense; en el texto sucinto, no se menciona el nombre del
dedicante (o de los dedicantes), pero probablemente fue erigida por parte de los decuriones y/o
los magistrados de la colonia53. En el segundo caso, la intervención del ordo decurionum se
documenta expresamente en el imponente monumento (de 1,99m de altura) erigido en el foro
llamado “colonial” en honor de Sex. Furnius Iulianus, elogiándole como praeses innocentissimus
y patronus optimus, quizás para conmemorar su nombramiento como cónsul en 213 d.C. y/o
después de haber consentido ser patronus coloniae, función que no podía asumir durante su
mandato de gobernador provincial54. Recibían honores análogos, sin duda por parte de los
decuriones, algunos miembros del equester ordo, sobre todo aquellos presentes en Emerita para
cumplir la tarea de ser procurator provinciae Lusitaniae. De momento, se conoce un solo ejemplo:
el honor para C. Titius C.f. Similis, Agrippinensis (es decir, de la Colonia Claudia Ara
Agrippinensium, actualmente Colonia), que desempeño el papel de curator rei publicae Emeritae
a principios del siglo III, aunque el monumento, perdido desde el s. XVII después de la única
autopsia por parte de B. Moreno de Vargas, estaba roto antes de la mención del que fuera el
responsable de su dedicación55.
Igualmente, los emeritenses podían rendir homenaje a los senadores que tenían alguna
conexión social con la elite local: por ejemplo, al cónsul y procónsul de la provincia de Africa
Proconsularis cuyo nombre se conserva muy parcialmente ([- - -]C[- - -]i Saelia[n(o) - - -]o Rufo
Iulian[o]) en el monumento erigido a finales del s. II o principios del s. III en su honor en el
foro emeritense debido a la instrucción testamentaria de un miembro de la elite local (ex
testamento T. Aemili T.f. Pap. Saturnini)56. Hay que imaginar que la colonia emeritense ya se
había beneficiado o se beneficiaría en el futuro de las acciones del senador para que quedara
justificado su homenaje en tal celeberrimus locus como era el foro colonial y para que hubiera
podido persuadir a un miembro de la elite emeritense a legar fondos en su testamento para
realizarlo.
53 AE 1915, 35 = CMBad 779 = ERAE 104. La fecha de este monumento no es fácil establecer. La propuesta de E. Groag (PIR2
A 98) en favor de una datación augustea fue aceptada por Alföldy (1969: 133-134), pero rechazada por Stylow (1989: 99201, nº 4 = AE 1990, 514 = HEp 4, 1994, 172), basándose en el criterio de la forma de las letras, prefiriendo una fecha bajo
Domiciano, Nerva o Trajano (78-117 d.C.). Sin embargo, como siempre, datar una inscripción solamente por su paleografía
es muy arriesgado. La presencia de ápices en la primera V de Acutius y la segunda A de Faienanus podría indicar una fecha
más temprana – en época julio-claudia, o incluso augustea. Pace Stylow – Ventura 2018: 171, nota 11, una datación entre 78
y 117 no es “aceptada” por Thomasson 2009: 10-11 (nº 5: 003); es registrada solamente como un punto de vista “contra
opinionem communem”.
54 Álvarez Sáenz de Buruaga 1946: 37, nº 3 = AE 1952, 116 (sin el segundo fragmento con las líneas 11-12 con los nombres de
los praefecti nombrados para que supervisen la ejecución del monumento); ERAE 100: Sex(to) Furnio / Iuliano / [l]eg(ato)
Aug(usti) pr(o) pr(aetore) prov(inciae) / [L]usitaniae c(larissimo) v(iro) co(n)s(uli) / [or]do splendissimus / [E]meritensium /
[pr]aesidi innocentissimo / [pa]trono optimo / ob merita / [cur(ante) - - -]io Modest[o vel -ino] / [et - - -]ovin[ - - -] / praefectis; cf.
Alföldy 1969: 147-148; Saquete Chamizo 1997: 88-89, 90, 110, 156-157.
55 CIL II 484 = ILS 1372; ERAE 98. Sobre su carrera, véase Pflaum 1960: 856-859, nº 330; Ribagorda Serrano 1994;
concisamente Saquete Chamizo 1997: 106.
56 Álvarez Sáenz de Buruaga 1946: 37, nº 1 = AE 1952, 115; ERAE 99. Sobre la muy incierta posibilidad de su origen
emeritense, véanse Caballos Rufino 1990: 454-455, nº I 69; Saquete Chamizo 1997: 99-100.
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El concilium provincial, compuesto por un representante de cada comunidad cívica de la
Lusitania, decidió periódicamente honrar a miembros del orden senatorio, por ejemplo, bajo
Adriano L. Roscius L.[f. Aelianus? Mae]cius Celer M[anlius] Postumus Mam[ilianus?] Vergilius
Staberia[nus], cuestor del emperador, pretor y legatus de la legio XIV Gemina Martia Victrix57.
Este homenaje sugeriría que ya existían lazos de patronazgo entre él y miembros de la élite de
la colonia emeritense y/o de otras comunidades provinciales. Debido a estos vínculos, hubo un
contexto muy prometedor para hacer avanzar la causa de miembros de la élite lusitana en sus
futuras relaciones con el poder imperial. Estos testimonios son, en su mayoría, de los siglos IIIII, pero el proceso había empezado mucho más temprano.
Una serie de actos del reinado de Tiberio, es decir, dentro de los primeros cincuenta años de
historia de Emerita como caput provinciae, ilustra bien la medida en la que las élites emeritenses
ya trataron de mantener vínculos sociales con los niveles superiores de la sociedad romana, los
órdenes ecuestre y senatorio. Desde el año 21 hasta 31 d.C. L. Fulcinius Trio cumple el mandato
de legatus pro pr(aetore) Ti(beri) Caes(aris) Aug(usti). Esta década fue una época clave para el
desarrollo del centro urbano emeritense, con la construcción del segundo complejo forense
dedicado al culto imperial y al poder imperial romano58. El gobernador, con la ayuda de su
praefectus fabrum, L. Cornelius Bocchus, impulsó bien este programa edilicio59. Por todos sus
esfuerzos su praefectus fabrum de rango ecuestre y de origen lusitano –efectivamente del
municipium de Salacia (Alcácer do Sal)– recibió un homenaje en el foro de la colonia por parte
de “todos los conventus” de la provincia, según una posible restitución del texto dedicatorio60
(Fig. 9).
Es evidente que Augusta Emerita quería mantener buenas relaciones también con el senador
Fulcinius Trio después de su vuelta a su patria para tomar posesión de su cargo como consul
suffectus en el año 31, porque sabemos que la comunidad emeritense, por parte del ordo
decurionum, decidió honrar a la esposa del mismo Trio, llamada Sulpicia. Enviaron desde Emerita
a Italia una delegación (legatio) de dos emeritenses, T. Furius Ocriculanus y L. Flavius Ursus,
cuya misión era dedicar una estatua en honor de Sulpicia, precisamente en una villa de Fulcinius
Trio situada en los alrededores de Tusculum a 25 km del centro de Roma, en pleno corazón de
57 EE VIII 302 = ILS 8972; ERAE 97. Sobre las dificultades de comprobar si era de origen emeritense, de origen lusitano o
quizás gobernador provincial de la Lusitania o ninguna de estas posibilidades, ver Alföldy 1969: 148 y nota 104 (quizás
senador de origen lusitano); Étienne 1982: 525 (“il est lié à Mérida sans en être originaire”); Caballos Rufino 1990: 290-292,
nº 163 (tal vez gobernador provincial, posible senado de origen lusitano).
58 Mateos Cruz 2006. Breves comentarios en Edmondson 2016: 81-82.
59 Sobre todo, Saquete Chamizo 2005; Saquete Chamizo 2011b.
60 Stylow – Ventura 2010: 486-489, nº 11 con figs. 37-38 = AE 2010, 662 = HEp 19, 2010, 19, revisado por Fishwick 2011 y
Saquete Chamizo 2011b (AE 2011, 479-480 = HEp 20, 2011, 18): [L. Cornelio L.f. Bo]ccho / [pr(aefecto) fabr(um) V L.
Fulcini Tr]ionis co(n)s(ulis) / [legati pro pr(aetore) Ti. Caes(aris)] Augusti / [flamini provinc(iae)] Lusitan(iae) / [universi
provinc(iae)? co]nventús. Otra restitución menos convincente del final del texto: [ob honorem flamoni co]nventus / [Emeritensis
d(ecreto) d(ecurionum)] propuesta por González Herrero 2013 = AE 2013, 783. Sobre Boccho, véanse las múltiples
contribuciones en Cardoso – Almagro Gorbea 2011.
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Fig. 9. Dedicación a L. Cornelius Bocchus, praefectus fabrum de L. Fulcinius
Trio, gobernador de Lusitania. Época tiberiana. Mérida: Consorcio de la
Ciudad Monumental (inv. 6025/342/38). Foto: J. Edmondson.
Fig. 10. Base de estatua dedicada a Sulpicia, esposa de L. Fulcinius Trio, por la colonia Augusta Emerita en Frascati, territorio de
Tusculum. Photo: DAI-Rome, inst. neg. 99.1234.
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una zona muy importante de propiedades imperiales y senatoriales61 (Fig. 10). Hay que
reflexionar sobre el proceso que se encuentra tras este honor. Sulpicia probablemente había
residido en Emerita por una buena parte, si no toda, de los diez años del cargo de su marido
como gobernador de la Lusitania62. La decisión de honrar a su esposa fue muy inteligente por
parte de la elite emeritense, porque tenía como objetivo asegurar el apoyo constante del senador
como patronus, oficial o no oficial, en el futuro.
Sin embargo, por desgracia, Trio tuvo conexiones previas con L. Elio Sejano, poderoso
prefecto de los pretorianos, después consul ordinarius en 31 con Tiberio ya ausente en la isla de
Capri. La repentina caída, condena y ejecución de Sejano en octubre del mismo año puso a
Trio en peligro, y la preparación de una acusación legal contra él lo llevó a suicidarse en el año
35 d.C. (Tac., Ann. VI, 38; Dión Casio LVIII, 25, 2-3), solamente cuatro años después del fin
de su estancia emeritense. En esta ocasión el proyecto de mantener lazos con la alta elite romana
se rompió, pero en otros casos los emeritenses debían conseguir con esta importante estrategia
de conectarse con el centro de poder una oportunidad mucho más viable para la elite local de
la capital provincial que la que tuvieron el resto de ciudades de la Lusitania.
Conclusión
Las ventajas de ser una capital provincial siguen activas en épocas posteriores de la historia
de la colonia. La continua inmigración de extranjeros durante los siglos I, II y III, principalmente
desde otras ciudades de la Lusitania, pero también de la Bética y Tarraconense, incluidas regiones
fuera de la península ibérica, y la decisión de bastantes veteranos de la legio VII Gemina y otras
unidades militares de asentarse aquí después de ser licenciados, nos señalan el atractivo
económico y social de formar parte de la población local de la colonia emeritense63. Brevemente,
Augusta Emerita fue un punto de encuentro en múltiples sentidos. La decisión tomada por
Augusto de designarla capital de la nueva provincia de Lusitania transformó su potencial para
ofrecer a sus conciudadanos muchos más contactos con otras zonas de la provincia y con el resto
del Imperio romano y bastantes posibilidades de aumentar sus conexiones socio-políticas y,
algunas veces, de mejorar su estatus social.
61 En la inscripción de la base de la estatua se lee: Sulpiciae Gali f(iliae) Ser(vi) n(epti) Ser(vi) pro[n(epti)] / Trionis (uxori) / ex
provinc(ia) Lusitania colonia / Augusta Emerita agentib(us) leg(atis) / T(ito) Furio Ocriculano et L(ucio) Flavio Urso (Granino
Cecere 1996-97 = AE 1999, 417). Con la mención de tres generaciones (padre, abuelo y bisabuelo) en la filiación de la
honrada, la elite emeritense comprendió claramente la importancia del linaje en las altas esferas de la sociedad aristocrática
romana.
62 Alföldy 1969: 135-136.
63 Inmigrantes: Edmondson 2004. Veteranos: Edmondson 2010.
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