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Boletín de Filología, Tomo LVI Número 1 (2021): 379-400 Los nuevos viajeros, las nuevas palabras. Aproximación a los orígenes del léxico del turismo en español Carmen Marimón Llorca 1 Universidad de Alicante, España Resumen Desde la segunda mitad del siglo XIX, guías y manuales para viajeros empiezan a proliferar en España. La consolidación de la burguesía y la mejora de los transportes hacen posible ese nuevo modo de desplazamiento ocioso y recreativo que acabará siendo una de las principales fuentes de comunicación y de riqueza en todo el mundo (Larrinaga 2002). Son de este siglo las primeras obras modernas en las que se relatan viajes, se aconsejan alojamientos, se describen paisajes y se detallan itinerarios por ciudades monumentales. Pero, como señala Calvi (2012:1) “el turismo está hecho con palabras” y, en efecto, el nuevo género va a requerir nuevos modos de expresión que irá produciendo un vocabulario específico y que, poco a poco, se irá incorporando a los repertorios lexicográficos. El objetivo de este trabajo es realizar una aproximación a los orígenes de la conformación del léxico específico de los viajes de ocio en español, definir los campos semánticos, identificar las primeras 1 Para correspondencia, dirigirse a: Carmen Marimón Llorca (marimon@ua.es), Universidad de Alicante Departamento de Filología española, Lingüística general y Teoría de la Literatura, Carretera de San Vicente s/n, 03690, San Vicente del Raspeig, Alicante, España. ORCID 0000-0001-6597-1869. 380 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 ocurrencias, comprobar con qué vitalidad surgieron, cuándo fueron incorporadas a los repertorios lexicográficos y qué aportó, en definitiva, esta nueva práctica al caudal léxico del español en el siglo XIX. Para ello se ha utilizado como corpus de referencia siete guías y libros de viajes, escritos por autores españoles, donde palabras como excursión, hotel o ferrocarril, aparecen usadas con naturalidad. Se comprueba la presencia de este léxico en las obras lexicográficas contemporáneas –Diccionarios Académicos y no Académicos a partir del siglo XIX– y se coteja la extensión de su uso en el CORDE. La selección y organización del léxico ser realiza a partir de los campos establecidos en los Diccionarios de Alcaraz (2000) y Aragón (2009). Se muestra así la vitalidad con la que la nueva actividad y el nuevo vocabulario arraigaron en la sociedad y en la lengua española de la segunda mitad del siglo XIX. Palabras clave: lengua española, lexicografía histórica, lengua del turismo, lenguas de especialidad. The new travelers, the new words. Approach to the origins of the tourism lexicon in the Spanish language Abstract From the second half of the 19th century, guides and manuals for travelers in any corner of Spain will begin to proliferate. The consolidation of the bourgeoisie and the improvement of transport make possible this new mode of idle and recreational travel that will end up being one of the main sources of communication and wealth throughout the world (Larrinaga, 2002). The earliest modern works recounting travel, advising accommodation, describing landscapes, and detailing itineraries through monumental cities were written in that century. But, as Calvi (2012: 1) points out, “tourism is made with words” and, in effect, the new genre will require new modes of expression that will produce a specific vocabulary and that, little by little, will be incorporated into lexicographical repertoires. The objective of this work is to carry out an approach to the origins of the conformation of the specific lexicon of leisure travel in Spanish, define the semantic fields, identify the first occurrences, check with what vitality they arose, when they were incorporated into the lexicographic repertoires and What this new practice ultimately contributed to the lexical flow of Spanish in the 19th century. For this, seven guides and travel books written by Spanish authors, have been used as a reference corpus where words such as excursion, hotel, railway, tourist, luggage, guide, etc. they appear used naturally. The presence of this lexicon is verified in contemporary lexicographic LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 381 works –Academic and Non-Academic Dictionaries from the 19th century– and the extent of its use in CORDE is checked. The selection and organization of the lexicon is carried out based on the fields established in the Dictionaries of Alcaraz (2000) and Aragón (2009). This shows the vitality with which the new activity and the new vocabulary took root in society and in the Spanish language of the second half of the 19th century. Key words: Spanish language, Historical lexicography, tourism language, specialty languages. Recibido: 17/04/20 Aceptado: 14/01/21 1. INTRODUCCIÓN “La publicación de una Guía del Viajero en España –anuncia en la Introducción su autor, José Comas Galibern (1884:VI)–, se hace tan indispensable que no llegamos á comprender el olvido en que nuestros editores la han tenido”. Como el propio Comas menciona, hay algunos precedentes en español de guías para viajeros por distintos lugares, como la guía de Mellado que no es otra que la Guia del viagero en España de Francisco de Paula Mellado, publicada en 1842, o la Guía de Madrid de Fernández de los Ríos, de 1876, entre otros. Lo cierto es que, desde la segunda mitad del siglo XIX, las guías y manuales para viajeros por cualquier rincón de España comienzan a proliferar y lo harán como respuesta a una nueva demanda social: la de viajar por placer. En su trabajo sobre literatura viajera en España en el XIX, Serrano (1993: 47) contabiliza un total de 2004 publicaciones entre libros y guías, bien referidas a todo el territorio nacional o a una sola ciudad, lo que, independientemente de la lengua y la nacionalidad de los autores, es muestra del vigor e interés que despertó la actividad que empezó a desarrollarse alrededor del hecho de viajar. En efecto, como se ha señalado frecuentemente, el siglo XIX es considerado el del nacimiento del turismo. La consolidación de la burguesía y la mejora de los transportes hacen posible ese nuevo modo de desplazamiento ocioso y recreativo que acabará siendo una de las principales fuentes de comunicación y de riqueza en todo el mundo (Larrinaga 2002). Son de ese siglo las primeras obras modernas en las que se relatan viajes, se aconsejan alojamientos, se describen paisajes y se detallan itinerarios por ciudades monumentales. Como señala Calvi (2012:1) “el turismo está hecho con palabras” pues en el producto turístico, 382 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 continúa, “la comunicación verbal desempeña un papel no menos decisivo que otros factores materiales e inmateriales”. En consecuencia, los géneros del turismo van a requerir nuevo vocabulario y nuevos modos de expresión con los que acabar construyendo un léxico específico que, a distinto ritmo, se irá incorporando a los repertorios lexicográficos (Ammadi 2008). En los últimos años, tanto para el español como para el italiano, se ha desarrollado una abundante investigación sobre la lengua del turismo actual, pero, que sepamos, se ha prestado menos atención a los orígenes del léxico del turismo. Sabemos de la dificultad de delimitar una lengua específica del turismo, dada la gran heterogeneidad de esta actividad (Calvi 2006), pero asumimos que la emergencia explosiva de los viajes de ocio, a partir sobre todo de la segunda mitad del siglo XIX, tuvo repercusión en la lengua, tanto por lo que se refiere a la incorporación de neologismos, como a la especialización de nuevas acepciones en léxico ya existente. El objetivo de este trabajo es realizar una aproximación a los orígenes de la conformación del léxico específico de los viajes de ocio en español, definir los campos semánticos, identificar las primeras ocurrencias, comprobar con qué vitalidad surgieron, cuándo fueron incorporadas a los repertorios lexicográficos y qué aportó, en definitiva, esta nueva práctica al caudal léxico del español en el siglo XIX. Para llevarlo a cabo se ha utilizado como corpus de referencia un total de siete publicaciones sobre viajes a distintos lugares de España y Europa escritas por autores españoles a lo largo del siglo XIX que detallamos a continuación: - Francisco de Paula Mellado, Guia del viagero en España, Madrid, Gabinete Literario,1842. - Vicente Boix, Manual del viagero y guía de los forasteros en Valencia, Valencia, Imprenta de José Rius, 1849. - José de Lasa, De Madrid al Vesubio. Viaje a Italia por… y regreso por…, Madrid, Imprenta de la Asociación del Arte de Imprimir, 1873. - José Pleyan de Porta, Guía-Cicerone de la ciudad de Lérida¸ Lérida, Imprenta de José Sol Torrens, 1877. - José Comas Galibern, Guía del Viajero en España. Itinerario artístico y pintoresco por la Península Ibérica. Barcelona, Imprenta del Heredero de D. Pablo Riera, 1884. - Emilio Valverde y Álvarez, Nueva guía del viajero en España y Portugal: viaje geográfico, artístico y pintoresco por la Península Ibérica, Madrid, Fernando Cao y Domingo de Val, 1886, 2 vol. - Luis P. de Ramón, La Suiza: viaje pintoresco á través de sus 22 cantones, Barcelona: Pablo Riera y Sans, [ca. 1895], 2 vol. LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 383 De ellos, cuatro son explícitamente guías y tres se titulan libros de viajes, aunque la palabra guía aparece en los subtítulos. Como veremos, los límites entre los tipos de textos dentro del género de viajes son, en estos inicios, muy difusos y tanto los fines como el planteamiento, completamente intercambiables en la mayoría de los casos. En muchos de ellos, sin embargo, palabras como excursión, hotel, clase, alojamiento, temporada, guía, etc. aparecen usadas con naturalidad y frecuencia por lo que, en todo caso, son testimonios del uso práctico y generalizado de este primer vocabulario del turismo. Con el fin de proceder ordenadamente, en el apartado dos se caracterizan esquemáticamente las guías en relación con otro tipo de relatos de viajes y se muestran algunos ejemplos de la finalidad de estos textos a través de las declaraciones de intenciones de sus autores. El apartado tres está dedicado a la problemática identificación del lenguaje del turismo y a las dificultades de su caracterización como lengua de especialidad. En el apartado cuatro, –análisis y resultados–, se presentan justificadamente los términos seleccionados cuya organización ser ha realizado a partir de los campos establecidos en los diccionarios de Alcaraz (2000) y Aragón (2009); en 4.1 se realiza el análisis del léxico desde la perspectiva de su procedencia, antigüedad y vitalidad; en 4.2 se muestran los resultados del análisis lexicográfico, en el que se señalan tanto las nuevas incorporaciones como las nuevas acepciones en diccionarios contemporáneos académicos y no académicos, lo que da la medida tanto de la naturalización de las nuevas palabras y acepciones en nuestra lengua, como de la receptividad con la que la lexicografía del XIX fue capaz de asimilarlas. La comprobación de ocurrencias en el CORDE ha mostrado que, en algunas ocasiones –como en el caso de turista o confort–, son los textos costumbristas lo que toman la delantera a las guías y ya habían comenzado a enriquecer el léxico de viajes con nuevo vocabulario. Finalmente, en el apartado cinco se concluye con una reflexión sobre la aportación del léxico del turismo al vocabulario español, la singular vitalidad de la lexicografía del XIX y la feliz convergencia de ambas fuerzas de progreso social y cultural en una época de transformaciones tan profundas. Hemos utilizado para todo el trabajo las herramientas digitales disponibles: El Nuevo Tesoro Lexicográfico (NTLLE), la Biblioteca digital hispánica (BDH), Enclave RAE y el Corpus Diacrónico del español (CORDE). Este trabajo quiere ser una modesta aportación tanto a la investigación sobre léxico de especialidad relativo al turismo, como al estudio de la lexicografía académica y no académica del siglo XIX. A partir de un análisis cuantitativo limitado de ocurrencias, se adopta una perspectiva cualitativa para interpretar, explicar y comprender la evolución inicial del vocabulario del turismo en lengua española en relación con los cambios sociales y económicos del siglo XIX en España. 384 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 2. VIAJES Y LIBROS DE VIAJES EN EL SIGLO XIX EN ESPAÑA. LAS GUÍAS. TEXTOS Y CONTEXTOS El siglo XIX es, como se ha señalado, el gran siglo de la burguesía y de sus nuevas necesidades. El bienestar, el progreso intelectual o la necesidad de conocimiento se convierten ahora en las prioridades de una clase más acomodada y con más tiempo para el ocio y para su propio desarrollo personal. Surgirán, así, numerosísimas publicaciones especializadas en las que se traten temas como ciencia, medicina, comunicaciones, tecnología, salud, etc.; es el siglo en el que se fundan y consolidan multitud de Sociedades culturales, científicas, económicas, de recreo; de ateneos, círculos recreativos, amigos del país, que, aunque tuvieron su inicio en la Ilustración es ahora cuando se multiplican por todo el país2. Y es en este contexto de agitación intelectual y cultural en el que surge el turismo, el viaje de placer como la “expresión práctica de la curiosidad” (Gordon 2002: 125). En efecto, el descubrimiento del ocio por parte de la burguesía –señalan Vallejo y otros (2018: 3)– dará lugar a la aparición del turismo y del turista “como tipo sociológico y como fenómeno socialmente restringido al principio y universal en el siglo XX” (Ibid., 3). Un papel fundamental lo tuvo la expansión de la red ferroviaria (Larrinaga 2002: 160), que impulsará definitivamente los desplazamientos recreativos en la segunda mitad del siglo XIX, y lanzará a estos nuevos viajeros hacia las playas, las montañas y las ciudades a descubrir la naturaleza y el arte, a sentir, como escribe José de Lasa en la dedicatoria de su guía De Madrid al Vesubio (1873: 5) “las gratas emociones […] que tantas veces han acariciado nuestras almas”. Los libros y las guías de viajes se van a convertir en instrumentos imprescindibles para llevar a cabo la nueva actividad; su número y popularidad a lo largo del siglo son prueba del entusiasmo creciente por los viajes turísticos. Su formato y volumen, además, los convierten en acompañantes imprescindibles de los viajeros, en “cicerones” que encierran los consejos y las informaciones que estos necesitan: La necesidad de la publicación de Guias-Cicerones en los tiempos actuales, si necesario fuese demostrar, bastaría para ello con citar el número de poblaciones que lo poseen á la fecha, y hasta algunas de ellas sin ser de primer orden. (José Pleyan de Porta, Guia-cicerone de Lérida 1877: 3) 2 Sobre el tema de la sociabilidad en el siglo XIX hay gran cantidad de bibliografía. Una revisión del tema se encuentra en Canal i Morell Jordi (2002). LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 385 Y en efecto, para la fecha en que Pleyan escribe la suya, el número de publicaciones relacionadas con los viajes por España estaba en plena eclosión Según los datos de Serrano (1993: 48), de 1986 obras de literatura viajera por España publicadas entre 1800 y 1902, 1423 –el 71,65%– lo fueron entre 1851 y 1902. Es pues la segunda mitad del siglo el momento en el que hace su aparición un tipo de texto orientado a cubrir las necesidades prácticas del nuevo viajero por placer: la guía de viaje (después guía turística). Las guías de viaje son herederas y a la vez continuadoras de un género de larga tradición, el de los libros de viajes. Aunque su existencia se remonta prácticamente a los albores de las literaturas (La Odisea, El poema de Gilgames, El libro de las maravillas de Marco Polo, las Andanzas y viajes de Pero Tafur, etc..), el libro de viajes moderno se inicia con los textos en los que se narran las expediciones científicas de los viajeros ilustrados del XVIII, encuentra una forma de expresión más personal en los relatos del grand tour de los viajeros románticos de la primera mitad del siglo XIX y se populariza y se convierte en un instrumento práctico en las guías de viajes. En el siguiente cuadro (ver tabla 1) se muestran los rasgos identificadores de los tres. Se trata de un resumen esquemático –no tiene pretensión de exhaustividad– que, a partir de distintos criterios, como la función textual, el foco, los tipos textuales dominantes y otras variables, permite visualizar las características más prototípicas de estos tres modelos textuales. Tabla 1. Elaboración propia a partir de Calvi 2006 y 2016; Freire 2012; Serrano 1993. Si bien los libros de los viajeros ilustrados del XVIII conforman un subgénero bastante delimitado, no ocurre lo mismo, como vamos a comprobar, con los libros de viajes y las guías del siglo XIX, particularmente cuando, sobre todo a partir de los años sesenta de dicho siglo, se generalicen los viajes de ocio y ambos géneros empiecen a converger. La falta de diferenciación de contenidos, estilo y objetivos entre estos dos últimos tiene que ver con sus propios orígenes, así como, desde luego, con el momento inicial en 386 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 que se encuentran tanto el propio género como la misma práctica turística. El concepto “guía” estaba asociado a las llamadas “guías de forasteros”; manuales que existen desde el siglo XVIII y aún antes, dedicados a los extranjeros que visitan el país en las que se contiene, sobre todo, información administrativa, referencias a monumentos y frecuentemente, planos y callejeros, entre otras informaciones, etc. Es el caso, por ejemplo, del Manual de forasteros en Valencia, o sea, guía segura para encontrar las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, sin necesidad de preguntar: contiene muchos artículos y noticias curiosas e interesantes, como se advierte por la sola lectura del índice de José Garulo, editado en 1841. Su contenido está formado por una relación de lugares de interés que va desde conventos, capillas, colegios y seminarios a hospitales y casas de piedad, tribunales o cárceles, entre otros. A excepción de la introducción o la dedicatoria, en la que el autor justifica su publicación, como se ve en el fragmento que sigue, están escritas en tercera persona y no hay referencia alguna al lector; se trata de información y datos que, se supone, el usuario utilizará a su conveniencia. Tan cierto es que hace falta en esta ciudad un Manual de forasteros que les lleve como por la mano á admirara las preciosidades que encierra, como que su formación debiera estar confiada á un sugeto de conocimientos y competentemente autorizado. Sin estas cualidades, me decidí yo á bordonear lo que me pareció más notable (Garulo 1841: s.p.). La generalización de los viajes de ocio a partir de los años sesenta y setenta del siglo XIX trae como consecuencia nuevas necesidades. Los recién estrenados “turistas” tenían otros objetivos y su actividad demandaba algo más que listados con datos topográficos; necesitaban información, sí, pero más directa, clara, experiencial y práctica que les llevara de la mano en su viaje por España o por el extranjero. Así lo entendió José Comas, tal y como vemos en el siguiente fragmento: Francia, Inglaterra, Bélgica, Alemania, no solo cuentan innumerables ediciones de esos pequeños libros que son el compañero más fiel, más docto y más seguro del viajero, sino que dan á la estampa infinidad de Guías concernientes á las demás naciones, impulsando así el espíritu eminentemente civilizador y cosmopolita en que se halla impregnado nuestro siglo (José Comas, Guía del viajero en España, 1884: VI). El estilo ahora es mucho más personal, se dirige directamente al lector, al que aconseja y con el que entabla un diálogo de igual a igual, a sabiendas de que busca lo mismo que él, como se puede leer en el texto de José de Lasa: LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 387 No es mi ánimo, empero, lector, detenerme ó hacerte detener en San Sebastian, pues harto me queda todavía que contarte, y no quiero fatigar tu atención, que te suplico reserves para cosas que creo han de cautivar algo más tu imaginación. Pero como no quiero faltar á lo prometido en el prólogo de esta obrita, voy á indicarte algo acerca del hospedaje en la ciudad de que te he hablado, lector. (José de Lasa, De Madrid al Vesubio, 1873: 9) Las guías ahora se abren para incluir precios de habitaciones, comodidades de los alojamientos, postas y distancias, pero lo harán sin acabar de diferenciarse aún, ni de las guías de forasteros –algunos de los libros que se anuncian como guías siguen siendo un catálogo de monumentos, ni de los libros de viajes románticos, con los que coinciden en el interés por la expresión de las emociones en primera persona, la identificación con el lector, y el goce cultural y de la naturaleza, entre otros. Esta indiferenciación se hace evidente en los libros, que se denominan de ambas formas en sus títulos y subtítulos, –tal y como se puede ver, por poner un ejemplo cercano, en los de los siete libros que componen nuestro corpus. Así son guías, viajes o itinerarios y se presentan, al mismo tiempo como descriptivas y prácticas, con datos históricos y geográficos, artísticos y pintorescos, contienen apéndices con noticas de relativas á comunicación y transporte… De todos ellos, el que anuncia un contenido más cercano a lo que hoy en día consideramos una guía es el De Madrid al Vesubio. de José de Lasa que dice incluir “indicaciones acerca de los medios de viaje, fondas, costumbres locales…”. Otros, sin embargo, como la Guía del viagero en España de Mellado o el Manual del viajero y guía de forasteros de Boix se limitan a describir con criterios enciclopédicos el primero y con finalidad política y comercial el segundo, la geografía, la historia y la administración españolas. Pero aún hay más: el viaje en el siglo XIX no solo es una realidad, es un deseo generalizado, una necesidad no siempre cumplida y así surge el relato de viajes escrito también con la finalidad de hacer ver otros países y lugares a quien no ha estado allí. Son, como Serrano (1993) bautizó muy acertadamente, los viajes de papel. En la Introducción de La Suiza, su autor, Luis P. de Ramón, hace mención a esta doble finalidad: Nuestra SUIZA, ni es un itinerario, ni es una guía; es propiamente un libro con el cual las personas que ya conocen dicho país podrán saborear a todas horas las delicias y peripecias de sus viajes, ampliadas con los relatos y vistas de aquellos puntos que no hayan sido objeto de sus excursiones, y á la par servirá á los que solo lo conocen de oídas para hacerse cargo de todo lo referente al mismo de una manera tan completa como detallada. (Luis P. de Ramón, La Suiza, c.1895: VI). 388 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 Sin embargo, a pesar de posicionarse tan claramente frente a guías e itinerarios, su obra, junto a la de Comas, es la que contiene más información relativa a alojamientos, precios, trayectos, visitas y otros aspectos prácticos para el viajero que, sin duda, son materia de lo que hoy en día entendemos por guías de viaje. Es en estos textos híbridos aún no claramente delimitados en los que se va a definir la práctica social y verbal del turismo. Será en estos textos –itinerarios, guías, libros de viajes– en los que emerja el primer vocabulario específico de los viajes de ocio. Palabras que surgen ahora al calor de los avances técnicos, las nuevas costumbres, los nuevos negocios y las nuevas necesidades expresivas que se desarrollan alrededor de esta actividad que ya podemos llamar “turismo”. Como vamos a ver en el apartado siguiente, y como ha sido señalado por todos los especialistas, no es fácil delimitar qué léxico compone la lengua del turismo. Por nuestra parte, tras exponer brevemente la problemática y especificar los campos semánticos, nos proponemos identificar las primeras ocurrencias, comprobar con qué vitalidad surgieron, cuándo fueron incorporadas a los repertorios lexicográficos y qué aportó, en definitiva, esta nueva práctica al caudal léxico del español en el siglo XIX. 3. EL LENGUAJE DEL TURISMO COMO LENGUA DE ESPECIALIDAD Como ya señalamos en otro lugar (Marimón-Santamaría 2019: 75) –y como es en la actualidad mayoritariamente asumido–, una lengua de especialidad no es algo completamente diferente de la lengua común, es una variedad funcional caracterizada por una temática específica y por su utilización en determinadas situaciones comunicativas. Estas, a su vez, están determinadas por el tipo de interlocutores, la situación y la intencionalidad. Así, por un lado, comparten rasgos con la variedad común de la lengua, pero, por otro, poseen rasgos léxicos, pragmáticos y funcionales que las distinguen y caracterizan (Cabré 1993). Un concepto muy útil para la caracterización de la lengua del turismo como lengua de especialidad es el de grado, es decir la medida en la cual “las características particulares de las lenguas de especialidad se maximizan o minimizan con respecto a la lengua general” (Marimón-Santamaría 2007). En el caso del turismo, como han señalado Calvi (2006, 2016) o Aragón (2007), entre otros, se trata de una praxis en la que convergen, por lo que se refiere al eje horizontal, una variedad de LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 389 ámbitos del conocimiento y, en el eje vertical, una clara vocación hacia la comunicación divulgativa, aunque sin olvidar la existencia de comunicación especializada entre profesionales. Estos dos factores proporcionan una gradación muy amplia en ambos sentidos, justifican el calificativo de heterogénea con el que se hace referencia a la lengua del turismo y explican las dificultades de su delimitación. Esa heterogeneidad se refuerza, además, si tenemos en cuenta la pluralidad de géneros, formatos y canales por lo que ha transcurrido, como hemos visto, la información turística desde sus orígenes (guías, libros de viajes, cicerones…). Calvi (2006) y Aragón (2007) han propuesto una serie de propiedades léxico-semánticas –mecanismos de formación de palabras, extranjerismos, transformaciones gramaticales, ámbito de los términos, cambios en la significación–, y discursivas –uso de los pronombres, conectores, etc.– que permitirían identificar el lenguaje específico del turismo en relación, además, con los géneros a través de los que se expresa. No es este, sin embargo, el objetivo de este trabajo; por nuestra parte, hemos trabajado en comprobar la presencia, en textos tempranos del turismo, de palabras y de expresiones cuya presencia en el vocabulario del español se justifica solo a partir de la generalización de los viajes y el nacimiento del turismo, fundamentalmente desde los años 50 del siglo XIX. Su existencia pone en evidencia las necesidades expresivas de esta nueva práctica social que, de inmediato, se va a convertir en una práctica verbal. 4. EL PRIMER VOCABULARIO SOBRE EL TURISMO EN ESPAÑOL. ANÁLISIS Y RESULTADOS El carácter multidisciplinar del turismo, como señalábamos, y, en consecuencia, de sus recursos expresivos, se pone en evidencia al intentar establecer los campos semánticos que le afectan. Los diccionarios del turismo de Alcaraz (2000), Jafari (2002) y Planelles et al. (2009) coinciden en señalar, entre otros, alojamiento, arte, cultura, clima, deportes, derecho, espectáculos, gestión, juego, marketing, paisaje, restauración, seguro o viaje como núcleos esenciales de significado de la lengua del turismo. De ellos se han seleccionado para este trabajo cinco que consideramos representativos de la actividad: el alojamiento, la gestión, el paisaje, la restauración y el viaje. En la tabla 2 se muestran los 49 términos que hemos encontrado agrupados en los correspondientes campos semánticos. 390 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 CAMPO SEMÁNTICO TÉRMINOS VIAJE (27) turista, viajero, billete, ómnibus, ferrocarril, tren, camino de hierro, expreso, vagón, andén, bulto, enlazar, empalme, ramal, túnel, poste, zigzag, serpentear, ascenso, descenso, excursión, expedición, carrera, guía, cicerone, visita, recuerdo. GESTIÓN (5) clase, servicios, temporada, instalación, emplazamiento ALOJAMIENTO (3) alojamiento, hotel, confort RESTAURACIÓN (5) lunch, buffet, restaurant, restaurante, mesa redonda PAISAJE (9) panorama, pintoresco, tupido, idílico, abrupto, agreste, céntrico, vertiginoso, cautivar Tabla 2. Términos agrupados en campos semánticos Como se puede observar, la mayoría corresponden al hecho mismo del viaje. Son sustantivos y verbos que definen y describen distintos aspectos de la actividad turística como los protagonistas –turista, viajero–, el medio de transporte y todo lo relacionado con el hecho de desplazarse –billete, tren, bulto, enlazar…–, el itinerario y sus características –serpentear, ascender, descender, túnel–, el tipo de actividad –excursión, expedición– u otros aspectos más accesorios como guía o recuerdo. Gestión, alojamiento y restauración aportan 13 sustantivos que señalan espacios y actividades propias de la práctica turística como temporada, hotel o buffet. En cuanto al paisaje, sería necesario sin duda un trabajo específico sobre el enriquecimiento de las expresiones descriptivas que supuso para el español la práctica de viajes y la literatura turística. Neologismos, como abrupto, nuevas acepciones, como las de pintoresco, cautivar, panorama, y colocaciones –a las que en este trabajo no podemos atender– que son numerosísimas y suponen el principio de los clichés descriptivos estereotipados que se usan hasta hoy en día. Es el caso de, entre muchas otras, bellas perspectivas, admirable panorama, excelentes aguas, marchas prolongadas, pintoresco camino, vertiginosas cimas. En (1) al (6) se muestran algunos ejemplos del corpus: 1) el viajero –no sin razón– exigirá que hablemos de la fonda ú hotel en que debe reparar sus fuerzas (Comas 1884: XII). 2) La temporada dura en Aguas-Buenas desde 1.9 de Junio á últimos de Setiembre; pero la temporada de la afluencia de gente es desde l.° de Julio al 15 de Agosto (Lasa 1873: 42); 3) alguna que otra vez, cuando el tren que debe enlazar en Toulouse… (Lasa 1873: 85). LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 391 4) la Fonda […] nos place mucho, tanto por lo que respecta, al confort, como por lo que se refiere al punto en que está situada (P. de Ramón, c.1895: 40). 5) El viagero debe visitar el grandioso establecimiento de Beneficencia (Boix 1849: 179). 6) Medio gótica medio moderna, con las cuatro torres de su castillo gravemente colocadas frente á frente de los abruptos peñascos del Grüsisherg (P. de Ramón, c.1895: 34). 4.1. Análisis léxico 4.1.1. Procedencia De las 48 voces registradas, 15 son neologismos léxicos que, con mayor o menor rapidez, como se verá, acabarán siendo nuevas entradas en Diccionarios académicos y no académicos a lo largo del siglo XIX; las otras 33 son nuevas acepciones de palabras ya en uso: Neologismos: Turista, viajero/viagero, ómnibus, ferrocarril (ferrocarril), exprés/expreso, vagón, túnel, zigzag, confort, hotel, lunch, buffet, restaurant, serpentear, pintoresco, abrupto, cicerone Nuevas acepciones: neologismos semánticos: billete, tren, andén, bulto, enlace/enlazar, empalme/empalmar, ramal, poste, excursión, expedición, clase, servicios, temporada, alojamiento, restaurante, recuerdo, visitar, ascenso/ascender, emplazamiento, guía, panorama, instalación, cautivar, tupido, idílico, agreste, céntrico, vertiginoso, camino de hierro, mesa redonda, carrera La mayoría de los neologismos, como era de esperar, pertenecen al ámbito de los viajes, y muchos son voces referidas al medio que revolucionó los transportes, el ferrocarril. Sin embargo, las necesidades expresivas se cubrieron principalmente mediante la ampliación del significado a partir del léxico existente como muestran los 34 neologismos semánticos que hemos registrado. En algunos de ellos son frecuentes las vacilaciones ortográficas como en viajero/viagero, o se duda entre usar el préstamo crudo –expres, restaurant– la traducción –expreso–, o la adaptación –restaurante–. Todavía más diverso es el caso de camino de hierro, ferro-carril, ferrocarril. La primera aparece por primera vez en el Diccionario de la Academia de 1852 como una colocación de camino y remite a ferro-carril; sin embargo, la entrada no será ferro-carril, sino ferrocarril, forma que ya había incluido Salvá en 1846, pero en los textos la forma ferro-carril se continuarán 392 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 utilizando hasta bien entrado el siglo XIX., como vemos en el ejemplo (7) de la Guía de Madrid de Ángel Fernández de los Ríos, de 1876: (7) Los ferro-carriles han matado las diligencias, que solo salen ya de Madrid para los siguientes puntos de las inmediaciones (1876: 674). Los extranjerismos proceden mayoritariamente del francés –restaurant, hotel, zigzag, buffet, serpentear, ómnibus– y del inglés –turista, vagón, lunch, confort, túnel, exprés–; cicerone es un italianismo. En cuanto al resto de neologismos, ferrocarril es un compuesto a partir del latín, viajero es un derivado tardío de viage o viaje, pintoresco es derivado de pintar, que adquiere un nuevo significado y, abrupto es un cultismo latino. 4.1.2. Antigüedad y vitalidad A excepción de pintoresco que es usado por Cavanilles en 1797 con la acepción actual de algo ‘que presenta una imagen peculiar’, y de viajero, en cuya definición Terreros incluye, ya en 1788, la acepción de ‘Autor o escritor de viajes’, el resto de las voces tiene su primera aparición en la lengua a lo largo del siglo XIX, sea de la mano de los libros y guías de viajes o, muy frecuentemente, de la literatura costumbrista. En los siguientes ejemplos se muestran las primeras ocurrencias en el CORDE de camino de hierro (8), ómnibus (9), hotel (10), excursión (11), y billete (12): 2 8) 1836, Larra, Mariano José de, Fígaro de vuelta. Carta a un su amigo residente en París, “¿Qué a mí tanta ciencia y tanta industria, tanto progreso, tanto teatro y tanto camino de hierro?” (p.426). 9) 1842, Modesto Lafuente, Viajes de fray Gerundio”, Los ómnibus son un centro fecundo e inagotable de aventuras” (p. I, 78). 10) 1842, Modesto Lafuente, Viajes de fray Gerundio “llevaba noticias de que era el mejor hotel de Burdeos, (p. I, 67). 11) 1847, Varela, Juan, Correspondencia: “hicimos una excursión al convento de las Benedictinas” (p. I, 55). 12) 1881, Pardo Bazán, Emilia, Viaje de novios”, ¡Los billetes señores! Gritó en voz alta e imperiosa. El viajero echó mano a su chaleco...” (p.75). La palabra turista, por su parte, entró tardíamente en el DRAE, en 1914, con la definición: “Viajero que recorre un país por distracción y recreo”. Referida a España, como señalan Vallejo, Lindoso y Vilar (2018: 3), la palabra apareció en el título de las obras de Thomas Roscoe The tourist in Spain (1835) y The tourist in Spain and Marocco (1838). En español las primeras ocurrencias se encuentran en la segunda mitad del XIX, más LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 393 tardíamente que en otras lenguas, como el inglés o francés que se constatan en los primeros años del siglo (Korstanje 2007), de la mano también de los géneros de costumbrismo, con un uso aún no maduro, como en (13), pero muy naturalizadas ya en (14), (15) y (16): 13) 1857, Varela, Correspondencia “turista excursión” (p. I, 51). 14) 1866, Amos de Escalante, Cartas y montañas, diario de un caminante, “el bolsillo abierto del turista”3 (s. p.). 15) 1870, Pereda, La Puchera, “Es sitio de moda en El Almanaque del turista” (p. 88). 16) 1882, Pardo Bazán, El cisne de Vilamorta, “es cuanto allí encontraba el turista exigente”(p. 63). Prueba de la vitalidad y la rapidez con la que se extendió el uso de la palabra –y la propia actividad la encontramos en la obra de Luis P. de Ramón, La Suiza, de hacia 1895. En ella la palabra turista se utiliza acompañada de expresiones y referida a situaciones que ponen de manifiesto la popularidad de la práctica del turismo a finales del siglo XIX. En el ejemplo (17) mostramos un listado con algunos de los usos más llamativos: 17) turista (novel) turistas (calle concurrida por los) turista (deleitarán y caracterizan la turistas (carretera muy concurrida vida del) por los) turista (inspirar confianza) turistas (muchos) turistas (cuartel general de los) turista (se muestra generoso) turista (se requiere habitudes de) turistas (experimentados) turistas (servicios a los) turistas (falange de) turistas (gran número de) turistas (siempre llena de guías y ) turistas (saborear la gustosísima leche) turista (verdadero) turistas (verdaderos) turistas (víctimas) turistas (extranjeros) turista de fama (128) turistas(atrevidos e incansables) turistas (avisados) 3 Fuente: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/ obra-visor/costas-y-montanas-diario-de-un-caminante--0/html/dcba0c98-2dc6-11e2-b417000475f5bda5_43.html#I_42_ 394 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 Otras palabras como excursión, restaurante o alojamiento van a ir extendiendo su uso rápidamente, de la mano, con toda seguridad, de la evolución vertiginosa de la propia actividad. Esta velocidad de acogida del nuevo vocabulario por parte de los escritores y periodistas va a tener su correlato, como vamos a ver a continuación, en los diccionarios que se mostrarán igualmente ágiles en su incorporación. 4.2. Análisis lexicográfico Si el siglo XIX es, como decíamos en la Introducción, el siglo de la burguesía no cabe duda de que es, también, el siglo de los diccionarios (Alvar Ezquerra 2000; Azorín 2000). La eclosión de la lexicografía no académica y el impulso renovador de la Academia –a lo largo del siglo XIX el DRAE tuvo diez ediciones– crean un espacio de competencia y renovación inédito antes y aún después. Este ambiente de vitalidad lexicográfica coincide con el nacimiento y la pronta expansión del turismo lo que va a tener como consecuencia la rápida incorporación a sus repertorios de buena parte del vocabulario nacido al calor de la nueva actividad, como también ocurrió con otros sectores del saber (Garriga 2015). En la tabla 3 se muestra la distribución de las nuevas entradas y acepciones en relación con el diccionario académico o no académico en el que aparecen por primera vez: Nuevas entradas: 15 Nuevas acepciones: neologismos semánticos: 33 Diccionario Académico: 2 turista, abrupto Diccionario Académico: 16 ramal, poste, excursión, expedición, empalme/empalmar, camino de hierro, cicerone, mesa redonda, servicios, temporada, alojamiento, recuerdo, guía, panorama, instalación, cautivar, idílico, céntrico, vertiginoso Diccionarios no Académicos: 13 viajero, ómnibus, ferrocarril, expreso, vagón, túnel, zigzag, carrera, confort, hotel, lunch, buffet, restaurant, serpentear Diccionarios no Académicos: 17 Billete, tren, andén, bulto, enlace/ enlazar, clase, restaurante, ascenso/ asceder, visitar, emplazamiento, tupido, agreste, pintoresco Tabla 3. Distribución de las incorporaciones a los Diccionarios LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 395 La penetración del ámbito de los viajes se hace evidente en todas las partes de los diccionarios, en la macroestructura con la incorporación de las nuevas entradas y en la microestructura donde se incluyen los nuevos significados y ejemplos. Los significados nuevos afloran a través de distintos procesos. Así, como vemos en (18), el significado de billete como tarjeta que permite viajar, es consecuencia de un proceso paulatino de ampliación del significado que va desde el permiso para ocupar el asiento de un espectáculo hasta hacerlo en un medio de transporte. Es Pagès, a través de un ejemplo, el que da cuenta por primera vez de este significado, que, actualmente, ocupa el segundo lugar en la definición tras billete de banco. 18) Billete: 1843, nueva acepción: tarjeta que sirve para designar el número de palco o asiento que se toma en el teatro; 1884 […] el teatro u otros sitios; 1899 [...] para ocupar asiento en alguna parte; 1902, Pagés. Ejemplo: “me importaba marchar pronto, y los billetes de la diligencia…”; 1914 […] y para viajar en un tren o vehículo cualquiera En excursión (19) se mantiene el hiperónimo definitorio correría para añadirle el predicado por viaje hasta que en 1925 se proporciona una definición completa. En guía (20) y temporada (21) son los ejemplos los que dan cuenta del nuevo significado. 19) Excursión: 1843, correría por viaje; 1925: Ida a alguna ciudad, museo o paraje para estudio, recreo o ejercicio físico. 20) Guía: 1884: título de ciertos libros en los que se dan preceptos para encaminar o dirigir en cosas […] guía de pecadores, de agricultores, del viajero, eclesiástica. 21) Temporada: 1852 espacio de tiempo de alguna duración como la temporada de verano, de ferias. 1925: temporada de balnearios. En ascender (22) y enlazar (23). el nuevo significado se genera con el paso de abstracto a concreto. El caso de ascender es particularmente curioso porque pierde muy pronto el significado concreto de “caminar hacia arriba” que tuvo en Autoridades (1726) para especializarse en el ascenso de dignidad y solo en 1970 recuperará en la definición el significado de ascenso físico con el que se usó frecuentemente en la literatura de viajes y que Zerolo sí registró: 22) Ascender: AUTORIDADES, 1726: subir, caminar e ir hacia arriba. Lo contrario de bajar o descender. 1770: subir, o adelantar en empleo o dignidad. Zerolo, 1895: subir, lo mismo en sentido natural que en figurado. 1899. remite a subir. 1970: subir de un sitio bajo a otro más alto. 23) Enlazar: pensamientos, afectos, proposiciones. 1925: partes de un edificio, de una máquina. 1984: empalmar trenes, vehículos. 396 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 Como hemos visto en con enlazar o billete, tras muchos de estos cambios de significado está la llegada del ferrocarril, que vino a revolucionar los medios de transporte y las costumbres, tanto en sus aspectos técnicos, como en empalme (24), como en su vertiente social, como ocurre con buffet (25). Otras palabras igualmente vinculadas son vagón, ramal, andén, poste o túnel. 24) Empalme, 1884, punto en que un ferrocarril se junta con otro. 25) Buffet, 1895, Zerolo: 2. Mesa redonda convenientemente servida, a la disposición de los viajeros, particularmente en las estaciones de ferrocarriles. Aunque mucho del vocabulario del turismo y los viajes de ocio se incorpora a la lengua y al diccionario a lo largo del siglo XIX, hay algunas palabras que entrarán más tardíamente (ver tabla 4). El caso más llamativo es el de hotel, que, hasta la edición del DRAE de 1970 no amplía su definición desde “fonda de lujo” a “establecimiento de hostelería capaz de alojar con comodidad o con lujo a un número, por lo general no escaso, de viajeros”. Pero también ocurre con emplazamiento que, en 1895, Zerolo define como “lugar que ocupa un edificio” y solo en 1950 incluye el DRAE el concepto de “ubicación”. En muchas ocasiones, ha sido la lexicografía no académica la que ha ido añadiendo entradas y definiciones. Así 1853, Domínguez incorporó túnel, abrupto, bulto; en 1855, Gaspar y Roig, vagón, tren, andén; en 1895, Zerolo: confort, hotel, lunch, buffet, restaurant, visitar, enlace/ enlazar, clase, servicios, agreste; en 1901, Toro y Gómez, restaurante; y en 1902, Pagès, billete XIX: Diccionario Académico XX: 1803: viajero, serpentear 1817: alojamiento 1843: excursión 1852: temporada, ferrocarril, ómnibus, camino de hierro 1863: andén 1869: tren, vagón, túnel, cicerone, mesa redonda 1914: turista, billete, zigzag, hotel (fonda de lujo) 1925: recuerdo, bulto, enlazar, confort, restaurante, vertiginoso 1927: lunch 1950: emplazamiento 1970: ascender/ascenso, hotel (establecimiento…) LOS NUEVOS VIAJEROS, LAS NUEVAS PALABRAS... / CARMEN MARIMÓN LLORCA 397 1884: expreso, expedición, servicios, 1984: céntrico, bufé, carrera guía, visita, cautivar, agreste abrupto 1989: visitar 1899: ramal, poste, empalme/empalmar 1992: pintoresco, clase 2014: recinto *idílico Tabla 4. Ediciones del DRAE en las que entra vocabulario de viajes 5. CONCLUSIONES Como se ha podido observar a lo largo del trabajo, la expansión y popularización de los viajes de ocio y el inicio del turismo en el siglo XIX supuso una revolución, no solo social y económica, sino también léxica y lexicográfica. El vocabulario del español del siglo XIX se enriquece con la nueva actividad e incorpora a su caudal neologismos léxicos y semánticos que permiten definir y describir lugares y actividades hasta entonces inéditos o poco frecuentados. La actividad turística tiene la “suerte” de nacer en un momento extraordinario de la lexicografía española. Los diccionarios del XIX son sensibles a los avances técnicos y científicos y también al desarrollo de las nuevas formas de comunicación y de relaciones sociales que serán las señas de identidad de la segunda mitad del siglo y del XIX. Recordemos que Thomas Cook organiza en 1841 el primer viaje en grupo y solo unos años después la lengua española empezaba a hacerse eco de la práctica y de la lengua del viaje de ocio. Las nuevas voces del turismo entrarán a través de guías y libros de viajes que, durante este siglo, se publicarán por cientos, pero también gracias a la literatura costumbrista que juega un papel muy importante en la difusión y circulación de las nuevas palabras. En estos momentos iniciales, no está clara, como se ha visto, la delimitación de los género y subgénero de viajes: se confunden objetivos y estilos y eso se refleja en la irregularidad en el uso del vocabulario turístico que, en el caso de las guías de forasteros, es prácticamente nulo, mientras que es en los libros de viajes donde se encuentra la mayor riqueza y novedad léxica. En cualquier caso, guías y libros de viajes resultan esenciales para el desarrollo de esta incipiente lengua del turismo a la que proporcionan contexto y a cuyo vocabulario dan sentido. En ellas, un enlace ya no es solo una boda, es un cambio de tren; una expedición no es irse a la guerra, es ir a visitar algo nuevo; algo pintoresco no significa 398 BOLETÍN DE FILOLOGÍA TOMO LVI, NÚMERO 1, 2021 que se quiera pintar, sino que llama la atención; cautivar no es raptar a nadie, es quedar seducido por algo; y los bultos, además de protuberancias, constituyen el equipaje del turista. Estos ejemplos dan idea de la importancia de estudiar el léxico a través del análisis de los géneros textuales, que es donde las palabras del vocabulario común encuentran su significación como términos de especialidad. Estudios más amplios –con más corpus, que incluyan los textos latinoamericanos, en los que se compare con otras lenguas romances–, podrán sin duda identificar y contribuir a esclarecer los orígenes del vocabulario del turismo en español, un ámbito muy poco estudiado aún desde el punto de vista histórico pero, como hemos intentado mostrar, de gran relevancia en la modernización del vocabulario de la lengua española que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Corpus Boix, Vicente. 1849. Manual del viagero y guía de los forasteros en Valencia. Valencia: Imprenta de José Rius. Comas Galibern, José. 1884. Guía del Viajero en España. Itinerario artístico y pintoresco por la Península Ibérica. Barcelona: Imprenta del Heredero de D. Pablo Riera. de Paula Mellado, Francisco. 1842. 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