Aprendiendo a Mirar
Learning toLook
Resumen
M
Autores:
Eneyda Abreu Plata*
eneyda.abreu@ustabuca.
edu.co
Enrique J. Giménez
Baldrés**
egimene@urb.upv.es
*Facultad de Arquitectura
Universidad Santo Tomás Bucaramanga
ediante el desarrollo del Programa Saber Mirar se busca inducir
en los estudiantes de Arquitectura las capacidades necesarias para
leer e interpretar la ciudad y el territorio mediante la utilización de
los recursos disponibles en la red. Se trata de abordar la indagación sobre
la propia realidad urbana al tiempo de hacer lo mismo con otras remotas
y desconocidas. Se utilizan diversas estrategias de aproximación a los
hechos urbanos, con una didáctica no convencional de trabajo que hace uso
intensivo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
Con las experiencias ya desarrolladas se han orientado a los estudiantes de
pregrado de varios niveles formativos. Además del objetivo de desarrollar
la instrumentación analítica en el campo del Urbanismo, el programa
pretende incentivar el gusto por la investigación, y ayudar a la identificación
y formulación de las temáticas de interés sobre la problemática de nuestras
ciudades.
Palabras clave: Arquitectura, didáctica, territorio, TIC, urbanismo
Colombia
Abstract:
**Departamento de
Urbanismo - Escuela
Técnica Superior de
Arquitectura
Universidad Politécnica de
Valencia
España
Recibido: 15 Jul 2018
Aceptado: 4 Oct 2018
Through the development of the Saber Mirar Program, students are expected
to induce the necessary skills to read and interpret the city and the territory
through the use of the resources available on the network. It is about
addressing the inquiry about the urban reality itself while doing the same
with other remote and unknown. Various strategies of approach to urban
events are used; with an unconventional didactic of work that makes intensive
use of the Information and Communication Technologies. The experiences
already developed have been oriented to the undergraduate students of
several formative levels. In addition to the objective of developing analytical
instrumentation in the field of Urbanism, the program also aims to encourage
a taste for research and help identify and formulate the topics of interest on
the problems of our cities.
Keywords: Architectural, didactics, ICT, territory, town planning
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Estoa N°14 / Vol. 7 / Octubre 2018
e-ISSN: 1390-9274
DOI: 10.18537/est.v007.n014.a04
Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
Aprendiendo a Mirar
1. Introducción
Puede decirse que los territorios se demarcan
con las manos, los pies y con todos los sentidos.
También que es a partir de la mirada como se
identifica la forma y con ella buena parte de
lo valioso de un paisaje. Para un arquitecto es
importante saber transmitir la apreciación del
lugar: así la educada mirada permitirá hablar del
entorno de forma distinta a como lo narra un
niño, un médico, un vendedor ambulante o un
conductor. La mirada del arquitecto ha de ser
integral, de vivencia, sentimental, casi poética,
porque se debe ser capaz de mirar lo que alienta
y lo que deprime, lo que es vil y lo que es glorioso.
Dado que el objetivo último del planeamiento
urbano es garantizar la mayor calidad de vida
posible para la ciudadanía, se busca entrenar al
futuro arquitecto para reconocer con la mirada,
tanto como con la razón, los valores presentes en
el entorno habitado por el hombre, aportando
conceptos útiles para interpretar esa realidad
compleja, y sensibilizándolo para entender que la
ciudad vivida es el producto de muchas decisiones
contingentes y de otras planificadas, que producen
un patrimonio que debe ser administrado con
responsabilidad.
Los fundamentos que sustentan ese análisis
necesario incorporan el estudio de la ciudad
subjetiva y se valen de las psicogeografías como
una manera de mirar el espacio urbano, que
permite involucrar la propia vivencia, el relato
y la interpretación escenográfica que ofrece la
mirada, a la más canónica visión morfologista de
la fábrica urbana, que la muestra como estructura
ordenada y diseñada con rigor: como artificio. El
fin es alcanzar, además, el objetivo de familiarizar
a los estudiantes con el uso de instrumentos
básicos, como son las cartografías y los datos
con mesura y a utilizar los medios informáticos
contemporáneos, trabajar multiculturalmente
en equipos con docentes y otros estudiantes, y
lograr un perfil competitivo de los resultados del
trabajo perfeccionado mediante el ejercicio de
saber preguntar y responder a las cuestiones que
la indagación desvela.
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Es parte esencial del aprendizaje que se propugna
la descripción e interpretación de la forma física
de la ciudad y el territorio, su relación con las ideas
teóricas que influyeron en su configuración tanto
como el reconocimiento de la manera de ver y vivir
el espacio de los usuarios del lugar. A ese ejercicio
de identificación, apreciación de los valores y de la
reflexión técnica se dedica el Programa Saber Mirar.
Este programa se aplicó en su primera versión
entre 2003 y 2010, en la Escuela Técnica Superior
de Arquitectura de la Universidad Politécnica de
Valencia, España. En su segunda versión, 2010-11,
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contó con la participación adicional de la Facultad
de Arquitectura de la Universidad Santo Tomás de
Bucaramanga Colombia y en la tercera versión,
2011-12, se añadió a las anteriores la Facultad
de Arquitectura de la Universidad Autónoma del
Caribe ,en Barranquilla, Colombia.
El uso de las Tecnologías de la Información y
Comunicación se encuadró en la didáctica del
aprendizaje basado en problemas, donde se
diferenció la situación particular de cada una de las
ciudades analizadas y participantes “asumiendo el
agua como como un bien ambiental de relevancia,
para entender la relación de los habitantes con
el recurso y los beneficios que este proporciona
en la planeación de una ciudad” (Abreu, 2012).
En este caso, el problema del abastecimiento de
agua a una población era una de las cuestiones
abordadas y la integración paisajística de los ríos
en la escena urbana completaba la problemática
analizada.
2. El itinerario como
instrumento. Primera
versión del Programa
Saber Mirar (SM)
Cuando abordamos la definición última de los programas
de las asignaturas de Urbanismo del Grado de Arquitecto
a comienzos de este siglo, además de los tres programas
de las asignaturas troncales del grado: Urbanística 1,2
y 3, definimos otros tres llamados subprogramas que
pretendían nutrir otras tantas asignaturas optativas, que
por aquel entonces eran un componente importante de
los planes de estudio oficiales. Uno de ellos se denominó
“Saber mirar para leer la ciudad” (Giménez Baldrés, 2002.
pp. 389-412). El título se acompañaba de un subtítulo
que rezaba: “la ciudad es un libro que se lee con los
pies”. Es decir, se trataba de dar contenido a una práctica
secular de visita y conocimiento de los entornos urbanos
vividos, o de otras ciudades. Decíamos entonces:
Hay que aprender a ver, a leer la ciudad y quizá será este
el ejercicio más difícil. El recorrido, como el viaje es una
iniciación; es dinámico, secuencial, nos ofrece perspectivas
difíciles de captar en una foto fija, nos enseña el clima de la
ciudad, nos ofrece la oportunidad de poner en juego todos
los sentidos al unísono. Quizá sea por eso, precisamente,
que el recorrido o el viaje exijan una preparación, una
predisposición y una elección (Giménez Baldrés, 2002,
p.389).
La propuesta comenzó siendo, por ello, una idea
complementaria de las unidades temáticas de la primera
asignatura de Urbanismo mediante unos recorridos
capaces de descubrir a los que los siguiesen unas
perspectivas urbanas nuevas, una forma original de
mirar. Los escenarios eran cuatro: el Centro Histórico, el
Ensanche, la Periferia urbana y la Periferia suburbana,
Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
Aprendiendo a Mirar
que estructuraban la lectura sistemática de la ciudad en
el programa y que en el caso de la ciudad de Valencia
coincidía -grosso modo- con su propia construcción
histórica (Giménez Baldrés, 1995). Precisamente que
esa correspondencia no fuese lineal daba pie a muchas
consideraciones importantes para entender las dinámicas
urbanas, que en la mayoría de los casos se explicitaban
dentro de cada tramo de la secuencia temporal, con
ingredientes diversos en cada uno de los escenarios. Hoy
podemos encontrar ideas similares en las elaboraciones
de la doctrina urbanística evolucionista. Pero el gran
descubrimiento de aquel primer enfoque del Programa
Saber Mirar (en adelante SM), fue que la investigación
sobre el recorrido, permitía leer la ciudad interpretándola
de formas muy diversas, aunque cargadas de sentido.
Esto, además de permitir la exploración de un territorio
no siempre bien conocido por los profesionales de la
arquitectura, permitía su descubrimiento con un sentido
bien diferente al habitual al ser mostrado de forma
intencionada.
El primer caso en el que se hizo un descubrimiento
importante fue el del Centro Histórico de Valencia, tal
como se observa en la Figura 1, en la medida que en el
enfoque de la docencia sobre el mismo sosteníamos que
lo que así denominábamos era el resultado de un cambio
radical de la ciudad antigua, la heredada, y que era fruto
de las transformaciones habidas desde comienzos del
XIX, que definitivamente había pasado de ser toda la
ciudad a ser simplemente el centro de otra mucho mayor
y bien distinta, a costa de su propia transformación.
Por ello, si queríamos ser fieles a esa interpretación, el
recorrido se debía alejar del tópico de la secuencia de
monumentos, que caracterizó desde el siglo diecinueve
las Guías urbanas, dando soporte a la incipiente actividad
de la visita turística. La propuesta finalmente elaborada
permitía contemplar los contrastes, las huellas de esas
transformaciones sobre el tejido de la ciudad antigua,
y huía de los circuitos convencionales, solamente
cruzándolos para incorporar algunas perspectivas
esenciales. Había que leer un espacio especialmente
complejo en la medida que todo centro histórico es,
desde una perspectiva foucaultiana, un palimpsesto,
un depósito físico de diversas ciudades construidas una
sobre otra y que además es un espacio no unitario ya
de origen, en el que las transformaciones desiguales
habían hecho proliferar las discontinuidades, rupturas y
contradicciones difíciles de descifrar sin un conocimiento
Figura 1: Plano del itinerario para la visita al Centro Histórico de Valencia. Elaboración propia
Fuente: Archivo E. J. Giménez Baldrés
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Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
Aprendiendo a Mirar
Figura 2: Itinerario en la periferia suburbana. Elaboración propia
Fuente: Archivo E. J. Giménez Baldrés
erudito. Como decíamos en aquella versión del programa:
“Si queremos enseñar qué no mostrar, deberemos estar
más atentos a las contradicciones, a las rupturas, que
a esa estrategia de enseñar lo unitario y coherente y
velar lo feo e inconsecuente” (Giménez Baldrés, 2002, p.
394). De forma acorde con esa estrategia, la valoración
de los proyectos concretos de Reforma Interior que
se observaban se catalogaban como Conjunciones
o Dislocaciones para provocar el debate sobre unos
espacios que aún hoy mismo son objeto de controversia,
propuestas y proyectos diversos.
El otro caso exitoso de esta estrategia del recorrido fue
el de la periferia suburbana (Figura 2), quizá porque
en ciudades de tamaño medio, como es el caso de la
Valencia metropolitana, casi roza los dos millones de
habitantes, con un radio de treinta y cinco kilómetros
desde el centro, convirtiéndose en un territorio difícil
de abarcar y desconocido por sus habitantes, salvo en
ámbitos limitados. Como decíamos en el enunciado
original del SM:
“La periferia es un espacio fragmentario y disperso,
episódico, pero sin hilazón reconocible a primera vista. Las
partes relacionadas se encuentran a considerable distancia
y sin que tengan conexión urbana alguna que pueda hacer
pensar en esa relación. En este caso, la clave interpretativa
mostraba la secuencia histórica de las morfologías con las
que se construyó ese espacio y que fueron definiendo los
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perfiles propios de la cultura suburbana”1 (Giménez Baldrés,
2002 p. 401).
Para quienes realizaron aquel recorrido guiado despertó
un enorme interés extendido a la comunidad profesional
que se adhirió al ejercicio académico, porque constituyó
un descubrimiento y permitió poner en valor algunos
paisajes y elementos dejados de lado hasta ese momento.
Al tiempo se desarrollarían las rutas ciclistas y pedestres
que han dado lugar a una red infraestructural nueva y
a una forma también distinta de usar el territorio como
espacio de ocio en las dos últimas décadas.
Si en el caso del Centro histórico la nueva forma de
mirarlo debía enfrentar el dominante de la cultura de
los itinerarios turísticos como enlace de los hitos de la
ciudad monumental, en el caso de la periferia suburbana
también existía otro tópico, que era la visión desde las
vías de comunicación. De hecho, entre las metodologías
para el reconocimiento del paisaje, aplicadas al desarrollo
del programa inicial de las asignaturas de urbanística, se
utilizó en diversas ediciones esa posibilidad del recorrido
por las redes en algún transporte público, ferrocarril
1 Seguíamos en ello la tesis de que la creación de la cultura
suburbana se realizó mediante una exportación de fórmulas
promocionales fracasadas en ámbitos más centrales y que su
evolución daba cuenta de la competencia entre modalidades de
urbanización que competían en un mercado asociado a unidades
territoriales que eran ámbitos geográficos identificables y que
denominamos Unidades de Paisaje.
Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
Aprendiendo a Mirar
o autobús, mapa en mano para, al menos, poner en
relación la cartografía como interpretación con la mirada
como reflexión.
3. Nuevos conceptos para
una visión renovada.
Segunda versión del SM.
Frente a la neutralidad del análisis económico o la
asepsia del morfotipológico, que disecciona la ciudad
como un cuerpo vivo en una clase de anatomía, Manuel
de Solá (2005) nos proponía en el arranque de este siglo
una aproximación sensible para la urbanística, en la que
la identidad, la sensualidad, la equidad y la diferencia,
entendidas como principios del espacio social, fuesen
los nuevos puntos de atención en la aproximación a lo
urbano. Citando a Richard Sennet (1990), reivindicó
esa manera de mirar el espacio urbano que revela su
sensualidad, y es al fin y al cabo el lenguaje efectivo con
que sus habitantes detectan las cualidades del mismo, sin
intermediaciones abstractas o artificios cartográficos.
La coartada filosófica de esa nueva mirada sobre
lo urbano, que pretendía una nueva alianza con lo
social, ya había sido planteada tiempo atrás por los
postestructuralistas franceses, especialmente por el
filósofo Félix Guattari. La Ecosofía hacía bandera de una
nueva forma de entender la urbanística superadora de lo
estrictamente espacial, para convertirse en la urdimbre
de la cultura y la sociedad entera en sus relaciones. “La
ciudad produce el destino de la humanidad” (Guattari,
2003, p.38). Explicar, a partir de ahí, el devenir de la ciudad
y sus transformaciones ha sido posible incorporando los
procesos no institucionalizados que, como movimientos
colectivos o acciones fuera del sistema, han permitido
cambios reconocibles en el espacio urbano, su
configuración, o las maneras de usarlo. “La Ecosofía es la
concatenación de la ecología mental, la ecología social y
la medioambiental” (Giménez Beltrán, 2016, p.35). Estos
aspectos son ya prevalentes para construir una nueva
teoría urbana capaz de entender fenómenos como la
ciudad difusa, descrita por Franco Indovina para la región
del Véneto italiano (Indovina, 1990), o los más difíciles
de encuadrar, recogidos en aquel catálogo de casos
nada convencionales por Koolhaas y Boeri en la célebre
exposición Mutations, realizada en Burdeos en 2002
(Koolhaas, 2001). .En suma, ese clima de aproximaciones
heterodoxas a los hechos urbanos motivó un encuadre
diferente del SM en su segunda edición, ya en
colaboración con la Facultad de Arquitectura de la
Universidad Santo Tomás en Bucaramanga. En ese nuevo
empeño quedó establecida la intención de realizar
ejercicios que pudieran ser compartidos y sustentar así
el análisis de realidades remotas con un apoyo esencial
en las Técnicas de Información y Comunicación (TIC). La
urdimbre básica de la metodología quedó establecida
entonces.
En la parte valenciana se realizaron ejercicios basados
en la definición por cada estudiante de un itinerario
propio, cuya descripción debía estar apoyada en unas
cartografías elaboradas al efecto, y en un relato sintético
que pusiese el acento en las características del espacio
urbano recorrido y en la percepción sensitiva del mismo.
La experiencia condujo a diversos resultados, de entre
los que cabe resaltar dos. El primero sería la importancia
del espacio ceremonial, para la vivencia y la valorización
social del mismo. El recorrido de las procesiones, con
prácticas a veces muy antiguas, es ejemplo de un sistema
estandarizado de lectura social del espacio urbano. En
un sentido parecido los itinerarios del comercio serían la
otra versión del espacio para la ceremonia, en este caso
laica y organizadora del primer sistema de agrupación y
especialización comercial. Los casos como el itinerario de
ingreso desde el norte por la puerta de Serranos hacia el
mercado central en Valencia, o el todavía más interesante
de la conexión entre éste último y el mercado mayorista
extramuros de Ruzafa, permiten explicar muchos de los
episodios fundamentales de la urbanística valenciana.
El rescate de aquella práctica decimonónica del paseo
en su versión burguesa distintiva de la ciudad industrial
y su aprovechamiento para la actividad comercial a
partir de la invención del escaparate, justificaría también
usos y prácticas sociales con enorme influencia en la
organización urbana que fueron detectados. La liturgia
de las fiestas y desfiles completó ese panorama en
las vivencias de muchos estudiantes sobre la idea del
itinerario.
El segundo de los resultados que reunió enfoques varios
fue el de ejercicios que entendían el itinerario como una
secuencia de puntos singulares, o bien la elección de un
punto y una trayectoria del movimiento como recurso
básico planificado. En el primer caso fue fácil enlazar
aquel enfoque con la tradición de los itinerarios de los
peregrinos en las visitas a los lugares de destino singular.
Sin duda es el caso de Roma y también el de Santiago
de Compostela, con otra escala, indudablemente.
Ambos ofrecen la ocasión para el ejemplo de cómo el
itinerario se transforma en el instrumento básico de
ordenación, advirtiendo que ese tipo de itinerarios utiliza
la parada como el otro elemento singular definitorio de
la organización del mismo. Esta cuestión del itinerario
y la parada conecta, a su vez, con un discurso de gran
escala referido al transporte, que comienza con los
caminos de postas y acaba en la lectura de los nodos e
intercambiadores, como nuevos espacios de relación y
cualificación de la escena urbana. En la escala pequeña,
pero nada despreciable, los “calvarios” sirven de ejemplo
como expresión reglada del paseo campestre apropiada
con fines religiosos, y responsables de enclaves de
indudable valor paisajístico, en los que el monumento
y el itinerario se complementan y se revalorizan el uno
al otro. Muchas lecciones podían deducirse de aquellos
ejercicios, incluso la del viaje singular de la mirada
propuesto por una alumna cuyo itinerario consistía en
subir a la terraza de su residencia en el centro urbano y,
girando sobre sus talones, hacer una lectura del paisaje
panorámico que se ofrecía a sus ojos, dejando que esa
deriva señalase los temas de análisis (Figura 3), o el de
aquel otro que convertía el trayecto de un ascensor en
un episodio de cruel sociología urbana contemporánea.
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Aprendiendo a Mirar
Figura 3: María Armedo del Valle. Tutor Enrique Giménez. Programa Saber Mirar. Urbanística 1, curso 2010-11, ETSAVUPV
Fuente: Archivo Unidad docente e investigadora Observatorio de Urbanismo, OUR - UPV
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Desde la Facultad de Arquitectura de la USTA; la
aportación Bumanguesa fue más arriesgada en las formas
al utilizar el video como soporte, y tendría también dos
aportaciones singulares con capacidad de plantear una
reflexión trascendente. La primera trataba el itinerario
desde la propia residencia de un estudiante a la Facultad,
en el que las lógicas, los climas y las texturas de las redes
de transporte se manifestaban como el elemento básico
de la escenografía, capaz de ser exponente de aquellos
principios nuevos que reclamaba Solá de una forma
espontánea y certera. Quizá porque esos espacios en
red formen parte de esos no-lugares definidos por Marc
Augé (1993) caracterizando el escenario de la ciudad
contemporánea. La segunda, podríamos denominarla
la de los lugares íntimos; de entre ellos no cabe duda
que los jardines despiertan la mayor adhesión. No en
vano el Jardín Botánico Eloy Valenzuela en Floridablanca
(Figura 4), fue escogido como tema por uno de los
grupos de trabajo. El jardín urbano es siempre un lugar
de excepcional significado, no solo porque concentre la
vida social y sea el lugar de encuentro por antonomasia,
sino porque las relaciones que en él se dan suelen
también estar cargadas de significado; es el espacio
del juego, el de la cita amorosa, el del contacto con el
aire y el sol para el que comienza la vida y para el que
la apura en sus últimas etapas, es el lugar de la fiesta y
del discurso. Pero los jardines botánicos son, además, el
lugar del conocimiento, de la taxonomía que explica la
diversidad; un microcosmos que suele ofrecer lugares
recónditos, umbrosos, y por ello cargados de magia.
Sorprendió entonces que nadie escogiera un cementerio
como el otro lugar concreto que genera itinerarios o se
basa en ellos para su organización y uso. La experiencia
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de esta segunda etapa de ejercicios utilizando ya las TIC,
tal cual muestra la Figura 5, sentó un enfoque posible de
indudable interés didáctico2.
En suma, esta segunda fase de evolución del SM supuso
el reconocimiento del valor patrimonial del territorio y
la ciudad construidos y usados, que se extiende hoy
mucho más allá de los aspectos de creación artística
o de significación cultural de los elementos urbanos.
Entendemos, pues, que forman parte de ese valor los
propios usos sociales y los elementos compartidos que
están detrás de la cohesión social. Nos preocupan las
dimensiones éticas de la urbanística y predicamos un
urbanismo atento al reconocimiento de los valores de
la percepción del espacio y del depósito de aspectos
sensibles capaces de hacerlo identificable. En ese
sentido lo cotidiano, el soporte que hace legible para los
ciudadanos el entorno vivido, han entrado a formar parte
de las preocupaciones de las jóvenes generaciones de
arquitectos y urbanistas, decididos a incorporarlos como
objeto de análisis y como parte de las propuestas de un
planeamiento renovado. La experiencia del espacio se
suma a los vectores de análisis que pueden plantearse
de forma explícita en la descripción e interpretación de la
ciudad y el territorio.
2 Esta segunda versión del SM tuvo como docentes, por la parte
valenciana, al profesor Enrique J. Giménez Baldrés y a la docente
invitada Ester Giménez Beltrán, y por la parte Bumanguesa a la
profesora Eneyda Abreu Plata y al profesor invitado Néstor Rueda.
Se desarrolló asociada a las asignaturas Urbanística 1 en la UPV
y por parte de la USTA la asignatura Énfasis II “Sostenibilidad del
Hábitat”, durante el curso 2010-2011.
Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
Aprendiendo a Mirar
Figura 4: Izquierda. Clases presenciales en el Jardín Botánico Eloy Valenzuela Floridablanca, Santander – Colombia. En
pie, de Izquierda a derecha, en la posición 9 el Arq. Giménez y en frente, agachada, la Arq. Abreu con sus estudiantes
de Sostenibilidad del Hábitat - Énfasis II.
Figura 5: Derecha. Clases virtuales vía SKYPE desde la USTA Floridablanca, Colombia con la UPV en Valencia, España.
Fuente: Archivo E. Abreu, USTA 230811 y 200911
4. La tercera versión,
una deriva hacia
planteamientos de
análisis más canónicos
en las formas y
colaborativos en los
procedimientos.
Otra cuestión recurrente en el debate sobre el enfoque
del Programa SM fue el reconocimiento de la ciudad
como un hecho histórico. La historia urbana es un
recurso fácil con el que contar la ciudad, que acumula
enormes cantidades de información en la red y a su vez
despista respecto a la síntesis de aspectos formales que
se pretende. Hay que recordar que el objetivo es saber
mirar y por tanto distinguir lo importante en el paisaje
urbano para desde ahí explicar su génesis, no al revés.
Esta disciplina de la forma supone una economía de los
instrumentos de análisis posibles y centra la atención de
los arquitectos en su papel como hacedores de paisajes.
En un sentido parecido, cabe destacar el enriquecimiento
de su aproximación a los hechos urbanos con visiones
sectoriales complementarias desde otras disciplinas,
que con ser positivas no son centrales y suponen un
obstáculo en el manejo de las bases documentales a las
que se puede acceder desde Internet, donde no hay una
clasificación temática. El compromiso con la forma, en
nuestro caso, tiene que ver con la responsabilidad del
proyecto.
Así, un aspecto esencial y más general del SM que
influiría a partir de ese momento en el planteamiento
del programa fue el empeño en indagar sobre realidades
ajenas y alejadas de la propia experiencia. Aquí el
Programa apostó por una estrategia dual al plantear un
paso previo sobre la propia ciudad y otro posterior, sobre
una realidad lejana y desconocida, siendo un ejercicio
obligado para todos los participantes. El grado de
colaboración entre los propios estudiantes y el método
de la misma son una cuestión esencial. ¿Se trata de un
intercambio simple de lecturas sobre la propia ciudad
o de una verdadera indagación personal y selección
responsable de la información? Evitar el sesgo de la visión
del otro es aquí aconsejable, así que el Programa adoptó
un método más ortodoxo, en esta tercera versión.
Como hemos dicho con anterioridad, la intención de este
programa docente, en las versiones realizadas junto a la
Facultad de Arquitectura de la USTA de BucaramangaColombia, es la utilización de las TIC para desarrollar
el conocimiento y el análisis de realidades urbanas
y territoriales remotas. Aplicado a fases formativas
tempranas del grado de arquitecto permite incentivar
el interés por el urbanismo y desarrollar técnicas
de descripción de realidades urbanas y territoriales
inicialmente desconocidas.
Partimos de la idea de que el primer curso que aborda
la enseñanza del urbanismo tiene la responsabilidad de
enseñar a los estudiantes de arquitectura a reconocer
la realidad urbana sobre la que deberán intervenir.
Este reconocimiento es descripción en gran medida y
también interpretación. Se trata de aprender a observar
los hechos urbanos que materializan la ciudad, las
características de la geografía del territorio donde las
transformaciones urbanísticas se producen, y a descubrir
las claves de los procesos que alientan los fenómenos
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Eneyda Abreu Plata / Enrique J. Giménez Baldrés
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urbanos, así como las características morfológicas de la
materialidad urbana. El objetivo es entender el escenario
en el que deberán desarrollarse los proyectos urbanos y
que será sometido a planificación mediante el ejercicio
del planeamiento urbano.
Los estudiantes descubren, en estas primeras
aproximaciones, que la ciudad vivida es producto de
muchas decisiones contingentes y de otras previamente
estudiadas que obedecen a fórmulas regladas,
que seleccionan alternativas formales y establecen
procedimientos concretos para producir la ciudad,
generalmente de la mano de las administraciones
públicas. También deben educar su mirada para ser
capaces de percibir el paisaje urbano y territorial,
entendiendo sus valores y los elementos que sustentan
su aspecto de forma principal. Por último, y no por ello
menos importante, deben ser capaces de entender
que la ciudad y el territorio antropizado son fruto de
determinadas relaciones sociales en las que los agentes
urbanos se movilizan por razones económicas, culturales
o políticas para adoptar decisiones y realizar actividades,
que utilizan y condicionan la ciudad o que están en la
base de su propia producción material.
Desde el principio conviene que los estudiantes
comprendan las dimensiones medioambientales de
las transformaciones urbanísticas, entendiendo que el
objetivo último del planeamiento urbano es garantizar
la mayor calidad de vida posible para la ciudadanía. En
suma, se trata de descubrir lo que ya está en el entorno
y de averiguar cómo se ha producido y por qué. Pero
sobre todo la parte más genuina del empeño debe, a
nuestro juicio, entrenar a los futuros profesionales para
ser capaces de reconocer con la mirada, antes incluso
que con su racionalidad científica, los valores presentes
en el entorno habitado por el hombre. Tan importante
es proporcionar instrumentos analíticos, como aportar
conceptos útiles para interpretar esa realidad compleja,
como educar la sensibilidad para poder reconocer
aquello que forma parte del patrimonio que debe ser
administrado. Es decir, asumimos en definitiva que
la labor de la arquitectura no es otra que controlar las
transformaciones del espacio habitado conservando los
valores existentes y añadiendo otros que lo mejoren.
Esa difícil cirugía debe partir del respeto por lo existente
sometido a una revisión crítica, y tener como base la
confianza en nuestra capacidad de aportar nuevos
elementos, trasformaciones que añadan mejoras a lo
que hemos sido capaces de generar hasta ahora. En ese
sentido, reconocer la ciudad como un hecho histórico
permite ser conscientes de su papel de registro civil
material de las acciones de quienes la habitaron en
tiempo pasado y de la secuencia de decisiones que la
hizo posible y debe ser conscientemente revisada.
62
Cuando planteamos de forma madura el programa
docente de la asignatura denominada entonces
Introducción al Urbanismo, en los años noventa del
pasado siglo, aplicamos una idea doble de aproximación
geográfica e histórica a la lectura de la ciudad. el dónde
y el cuándo de los hechos urbanos, pero al mismo
tiempo el cómo y el porqué. Esto es, la dimensión
geográfica e histórica como base para definir el marco
Estoa N°14 / Vol. 7 / Octubre 2018
en el que la evolución de las ideas y las técnicas
produjeron artefactos urbanos, realidades materiales
diferentes, correspondientes a manifestaciones
culturales específicas, la más importante de las cuales
es la evolución de la propia disciplina urbanística y
con ella de las técnicas aplicadas, acompañando la
toma de decisiones en el gobierno del territorio y en la
administración de la ciudad.
Si en el análisis de las morfologías urbanas en los años
noventa uno de los conceptos más importantes era el de
estructura, en la actualidad hemos incorporado el valor
del equilibrio, sobre todo referido al medio ambiente, y
la atención renovada a la percepción del Paisaje como
paradigma sustantivo de la Urbanística. Ese cambio
de paradigma implica en la práctica que nuestra visión
de lo urbano como objeto de proyecto se ha ampliado
y que en el debate disciplinar el territorio ha adquirido
un nuevo protagonismo, extendiendo nuestra atención
a ámbitos mucho mayores que los observados tiempo
atrás como objeto de proyecto. Pero también ha sido un
cambio coherente con la realidad de las ciudades en las
que los fenómenos metropolitanos han caracterizado sus
dinámicas y han producido realidades nuevas difícilmente
encuadrables en los patrones canónicos de la urbanística
desarrollada en la mayor parte del siglo pasado y
anteriores. Hoy hablamos de proyecto territorial y de
paisaje como instrumentos nucleares de la urbanística,
que ya no se circunscriben a los espacios urbanos en los
que las transformaciones alteran radicalmente el entorno
para construir una ciudad compacta y continua, sino que
intentamos reconocer dinámicas de transformación
que solo alteran parcialmente el territorio produciendo
elementos nuevos que coexisten con los heredados y que
cambian la naturaleza del territorio en razón de distintas
formas de usarlo. Todo ello nos exige de forma urgente
adaptar nuestra visión para detectar esos cambios y ser
capaces de caracterizar dinámicas mucho más complejas
tanto en sus condiciones, como en los resultados
formales que de ellas se derivan.
Todo lo anterior nos aconsejó un punto de partida
diferente si queríamos reconocer la problemática
contemporánea de esa gran escala con trascendencia
sobre el medio, y desafiante en cuanto a las propias
políticas aplicables. El programa, al asumir este reto,
también respondía a un contexto docente muy alterado
por la influencia de las nuevas tecnologías, que de forma
acelerada han aumentado nuestras capacidades para
escudriñar la realidad de nuestras ciudades y territorios,
con potentes cartografías, bases de datos integradas,
Sistemas de Información Geográfica, y al tiempo, un
aumento significativo de la movilidad de las personas
y con ello de la experiencia vital de poder enfrentar
realidades muy diversas y distantes. El Programa Saber
Mirar asumió ese reto, poniendo el dedo en la llaga
de uno de los temas que evidencian con más claridad
las tensiones a las que sometemos al territorio por el
desarrollo de nuestras ciudades y por la manera en
que tratamos el medio natural. Los ríos son las venas
del territorio y por ello en su situación se detecta con
claridad el estado de salud de aquel. El rio es un tema
urbanístico transversal que impacta desde la escala
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territorial, pasando por la escala urbana y llegando incluso
a la escala arquitectónica, siendo todas estas, objeto
de proyecto. Al final, la discusión acerca de los ríos se
centra en la oportunidad de hacer ciudad, de rehabilitar
áreas marginadas o degradadas, de recuperarlas a modo
de espacios urbanos capaces de albergar funciones
propias como espacio público de calidad paisajística
y medioambiental. Se trata de deshacer el crimen de
haberlos convertido en cloacas para recuperarlos como
equipamiento territorial y urbano.
Tres Ríos, Tres Ciudades, fue el lema para la convocatoria
desarrollada en el curso 2011-2012; tal como se ve en la
Figura 6, a la que se sumó otra universidad, la Autónoma
del Caribe, en la localización clave de desembocadura del
Magdalena, allí donde se concentran las tensiones y los
flujos de una parte importante del territorio colombiano.
En esta ocasión se dieron cita cuatro asignaturas:
Sostenibilidad del Hábitat en Bucaramanga, Urbanística
I, Forma General de la Ciudad en Valencia y Desarrollo
urbano sostenible en Barranquilla. El objetivo académico
cambió porque al tiempo de desarrollar esta tercera
versión del Programa SM, se planteó una revisión de los
contenidos y orientaciones docentes. Se intercambiaron
planes de asignatura, materiales docentes, bibliografía
y criterios de investigación en aula. Se desarrollaron
con la dirección de la UPV plantillas de recolección de
información primaria, formatos para la realización de los
trabajos y un método de evaluación basado en preguntas
y respuestas sobre los temas de análisis.
Ese espíritu colaborativo en lo general de las estrategias
docentes de las asignaturas, tendría también su
penetración en el Programa al obligar a los estudiantes
a colaborar mediante un procedimiento de preguntas y
respuestas que, de forma tutelada por los profesores,
entró a formar parte de la metodología.
En concreto el estudio de los ríos permitía una mirada
muy interesante de la realidad de las ciudades pero,
además, al deber conocer las características propias de
los ríos, hacia fácil el enlace con otra escala territorial
mucho mayor incluso que la metropolitana, la de sus
cuencas. Así, en la USTA se realizó el proyecto Bienes y
Servicios Ambientales de las Cuencas Hidrológicas en las
Figura 6: Imagen de la ponencia en el Seminario internacional Network_Arquitectonics E. Abreu. 2012. en la USTA
Bucaramanga
Fuente: Archivo E. Abreu, 130812
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Ciudades (Abreu, 2012) abordando para el SM el caso
del Rio Frio en el área metropolitana de Bucaramanga.
Aquí la interpretación del río como un canal residual
que atravesaba un espacio totalmente urbanizado
manifestaba la incapacidad de cierto planeamiento para
integrar en el diseño de ciudad los valores ambientales
de los ríos y sus riberas. En la Universidad Autónoma
del Caribe (UAC),en la ciudad de Barranquilla, se asumió
la desembocadura del río Magdalena como tema con
toda la problemática de definición de un borde urbano
industrial y portuario, que impide a la ciudad disfrutar
de ese potente curso fluvial y con toda la problemática
medioambiental de la cuenca que hace casi imposible
de transitar su segmento final, por el aterramiento
de los arrastres que ha producido la deforestación
irresponsable de una parte importantísima de ella. En la
UPV, el nuevo cauce del río Turia, al sur de la ciudad, y
la transformación del antiguo en un Parque lineal que la
atraviesa y da una nueva y potente estructura a la ciudad
de Valencia, constituyó un glorioso y ejemplar episodio
de la Urbanística que vale la pena conocer y valorar.
Como se presenta en las Figuras 7, 8 y 9 se estudiaron las
tres ciudades con cuatro escalas de análisis: una territorial
útil al propósito de definir la cuenca hidrográfica escala
1:200.000 o mayor. Otra también territorial, la escala
1:50.000, que permitía estudiar la relación global de los
ríos con la estructura urbana; una tercera a 1/10.000
en la que cabía apreciar cómo los tejidos urbanos se
entregaban al río en sus riberas, y por último los detalles
del espacio público y la urbanización que a escala 1:500
permitían conocer el tratamiento concreto de los límites,
los bordes o los itinerarios asociados a los ríos.
Una revisión crítica de aquella experiencia podría
señalar como dificultades: las diferencias horarias y
tecnológicas para realizar el intercambio conjuntamente;
la irregular calidad de la información del planeamiento
y de la información en manos de las administraciones;
la necesidad de unificar metodologías y adaptarse a las
políticas de enseñanza de cada institución, que obliga
a un gran esfuerzo por parte de los docentes, quienes,
además, precisan disponer de márgenes de tiempo
adicionales importantes tanto para hacer disponibles los
insumos de documentación facilitados de forma previa
a los estudiantes, como de tiempo de clase y tutoría
proporcional al incremento de alumnado que provoca
la colaboración interescuelas. Por último, es preciso
señalar la necesidad de apoyo técnico específico para dar
soporte a los intercambios mediante videoconferencia.
Figura 7: Análisis comparativo de la relación entre la estructura urbana y los ríos: Turia, Magdalena y Frío a Escala
1:50.000.
Autores en imagen.
Fuente: Archivo E. Giménez Baldrés, 2012
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Figura 8: Análisis del caso de Valencia en relación con los tejidos urbanos Escala 1: 10.000. Autores en imagen.
Fuente: Archivo E. Giménez Baldrés, 2012
Figura 9: Espacios públicos significativos en las tres ciudades Escala 1:500. Autores en imagen.
Fuente: Archivo E. Giménez Baldrés, 2012
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5. Resultados
En el desarrollo de los enfoques mencionados se
diseñaron una serie de soportes instrumentales donde
se motivaba a los estudiantes:
---
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A familiarizarse con el uso de diferentes
cartografías y la forma como se adecúan a otras
aproximaciones en cada territorio
A Utilizar las TIC, Skype, Videoconferencia,
sistemas de archivo multiplataforma en nube,
donde se genera la capacidad de síntesis e
indagación a partir de un universo muy extenso,
desordenado y nada jerárquico de la información
que es accesible por la red.
---
A trabajar en equipo, con diferentes países y
pedagogías, además de diferentes maneras de
expresar y acordar una idea.
Y a utilizar como técnica de reflexión crítica la
preparación de preguntas y respuestas para
descubrir sus propios conceptos.
Las primeras conclusiones de estos ejercicios se
expusieron simultáneamente sobre paneles en el
encuentro de la Asociación Colombiana de Facultades
de Arquitectura - ACFA marzo 2012, en Cartagena, y
en el Seminario realizado en la Escuela Superior de
Arquitectura de la UPV, marzo 2012 (Figura 10). El caso
específico del Río Frío fue presentado por la Docente
USTA, Arq. Eneyda Abreu Plata en Valencia, España, en el
Seminario Internacional denominado “Reflexiones sobre
la ciudad colombiana. Intercambio de experiencias”,
realizado en marzo de 2012 en la Escuela de Arquitectura
de Valencia.
Figura 10: Cartel para evento en Valencia, España. Ester Giménez y Erwin Souveton
Fuente: Archivo OUR-UPV, 2012
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6. Conclusión
Tres enfoques, uno inicial de definición de itinerarios que
cuestionaba las visiones clásicas de las guías turísticas
para proponer lecturas contradictorias de la ciudad,
más atentas a mostrar los procesos con los que se
había conformado el paisaje urbano actual, o de otra
forma, su razón de ser. Otro, abierto, más próximo a las
psicogeografías, en el que la descripción tenía un soporte
videográfico (en el caso de los trabajos realizados
en Bucaramanga) elegido por los estudiantes y cuyo
objetivo era manifestar su propia experiencia de lectura
de la ciudad en base a sus itinerarios habituales, o en
su percepción de espacios concretos de la misma. Por
último, un tercer enfoque, más cartesiano, en el que la
lectura se realizaba con un formato predeterminado de
análisis morfológico estructural, desvelando al tiempo el
código genético de la forma urbana y su relación con la
realidad geográfica que dio soporte a la urbanización.
Los enfoques pueden ser muy diversos, pero la substancia
didáctica de los ejercicios planteados hace hincapié en:
1. El reconocimiento de la geografía urbana en sus
aspectos básicos y su relación con el territorio en
el que la ciudad se asienta.
2. La identificación de elementos con valor
estructural en la morfología urbana.
3. La selección de hitos icónicos del paisaje
urbano con los que se identifique la ciudad y se
diferencie de otras.
4. La caracterización de la imagen urbana ordinaria,
la de la ciudad común.
5. El enfoque crítico de los problemas urbanos
que se reconocen y son vistos con prioritaria
atención.
En cuanto a la metodología, conviene discutir dos
aspectos, el formato y su eficacia didáctica, y el uso de
las TIC y relaciones entre las dos o más comunidades de
estudiantes que intervienen.
Respecto a la primera cuestión, el problema se orienta
advirtiendo que en los escalones previos a la dificultad de
estos ejercicios se ve aumentada porque los estudiantes
no saben qué deben buscar. Es un lógico déficit conceptual
que la docencia ordinaria intenta remediar con programas
estructurados que ofrecen al estudiante plantillas seguras
de aproximación al problema urbano. Dependiendo de
la orientación doctrinal de los profesores, estas pueden
variar pero suele haber una coincidencia bastante
extendida sobre la necesidad de un conocimiento de la
morfología urbana. En este sentido, aparece como un
problema específico y trascendental el manejo de las
escalas en la aproximación al análisis urbano. Por ello se
hace preciso un trabajo previo de selección y valoración
de las cartografías a utilizar, y se abre un capítulo
enorme de manejo de las mismas y de los sistemas de
representación con los que ese análisis se puede abordar.
No en vano, el programa docente vinculado a éste en la
docencia ordinaria tenía por título “La ciudad a través de
sus cartografías” (Giménez Baldrés, 2002). Hoy, de forma
mucho más importante que antaño, la cuestión de las
cartografías es crucial porque su proliferación, al socaire
del desarrollo de las nuevas tecnologías informáticas, han
hecho crecer exponencialmente los mapas y planos de
ciudad, y ha facilitado su uso. Esta es una circunstancia
feliz para quienes se dedican a la tarea de elaboración
del planeamiento o a la mapificación de determinaciones
y directrices de gran escala, pero ha hecho más difícil la
utilización del mapa y su dibujo como una herramienta
de análisis, en la que la selección y valoración de los
elementos representados y la forma elegida para hacerlo
estaban cargadas de significación trascendente, y
suponían una manera útil de interpretación de la realidad
representada, o de las propuestas enunciadas para
una intervención. Los formatos permiten controlar la
dispersión de las cartografías que pueden encontrarse en
la red. Actúan por ello como filtro que permite poner en
relación el análisis que se pretende con la representación
gráfica que le da soporte.
En un sentido parecido y preciso de una guía o formato,
nos tropezamos con otra cuestión recurrente, que es la
aproximación a la ciudad como un hecho histórico. Sobre
los peligros de esta aproximación a los hechos urbanos ya
nos definimos anteriormente. La disciplina del formato
supone una economía de los instrumentos de análisis
posibles también cuando los análisis históricos obedecen
a una plantilla previamente decidida. También hay que
hacer una observación respecto al enfoque global de
las aproximaciones y a la pertinencia de las sectoriales.
Es preciso centrar los análisis en el campo específico de
atención de los arquitectos como responsables de la
proyectación de la ciudad y el territorio. Debemos insistir
en ello.
Respecto a la metodología colaborativa entre estudiantes,
el intercambio y la comunicación es esencial. También,
desde otro plano, es fundamental el conocimiento de
las reflexiones más elaboradas que pueden aportar
los profesores que participan en el programa. Un
instrumento importante del trabajo colaborativo es el
tablón de preguntas, una suerte de “Chat” donde los
estudiantes intercambian dudas y opiniones sobre las
realidades urbanas que conocen. Es importante tanto
ser capaces de formular las cuestiones consultadas
como darles respuesta. Esta práctica se formuló como
un sistema de preguntas y respuestas sistemático. Pero
la experiencia indicó que el sistema no puede plantearse
de forma cerrada, sino que es mucho más útil que
su gestión abierta permita a cualquier participante
expresar opiniones y formular dudas a la vista de todos.
Al final, el objetivo es que el grado de elasticidad de las
propuestas interpretativas de cada estudiante, tanto
sobre la propia ciudad como sobre la analizada de forma
remota, permita dar pie a una cierta innovación en la
manera de mirar y su aprovechamiento colectivo. En ese
sentido, la existencia de un método canónico de análisis
debe ser convenientemente matizada para que quepa la
reorganización de contenidos y formas de expresión en la
elaboración final del ejercicio.
No cabe duda que el Programa Saber Mirar es un
instrumento de internacionalización de los intereses
y capacidades de los estudiantes de arquitectura. Su
planteamiento previo a los intercambios de estudiantes,
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puede apoyar esa práctica con una reflexión inicial que
les permita aprovechar el interés y la curiosidad por
lo desconocido como un arma didáctica que ayude a
organizar el aprendizaje del análisis urbano y a cultivar el
interés y la preocupación por la problemática de nuestras
ciudades, dotando todo ello de la instrumentación
conceptual y cartográfica necesarios. Como soporte de
la mejora de la calidad docente de nuestras escuelas
de arquitectura, el Programa supone un desafío en la
medida que las responsabiliza respecto al conocimiento
y difusión de la realidad urbana a la que sirven, y permite
observar las técnicas utilizadas para la descripción de
otras distintas de la propia. En cierto modo, el Programa
es un estado inicial de la investigación en estados
formativos muy primarios, para los que la recopilación
ordenada de información y su interpretación es un
primer paso para cualquier indagación. Esta cuestión
es de extraordinaria importancia en la medida que el
Programa aporta un primer ensayo del vínculo entre
datos, planos, imágenes y relatos útiles a la comprensión
de fenómenos urbanos, y conviene entender que esta es
un arma esencial de cualquier estudio sobre la ciudad y
el territorio.
El aprovechamiento y la publicidad de las bases de
datos configuradas en las dos últimas décadas sobre
el planeamiento, la historia, los datos económicos y
geográficos accesibles en Internet debe ser un objetivo
de la investigación y la docencia en arquitectura y
urbanismo, tanto como lo son de forma imprescindible
el dibujo o la ciencia para hacer posible nuestra
contribución como profesionales y creadores.
Como citar este artículo/How to cite this article:
Abreu, E. y Giménez, E. (2018). Aprendiendo a
Mirar. Estoa, Revista de la Facultad de Arquitectura
y Urbanismo de la Universidad de Cuenca, 7(14), 5568. doi:10.18537/est.v007.n014.a04
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