Obras de
SAN AGUSTÍN
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BIBLIOTECA
OBRAS
DE
DE
AUTORES CRISTIANOS
Declarada
de
interés
nacional
SAN
11
AGUSTÍN
TEXTO
BILINGÜE
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA UNIVERSIDAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELACIÓN CON LA BAC ESTÁ INTEGRADA EN EL
AÑO 1 9 7 9 POR LOS SEÑORES SIGUIENTES:
II
LAS
CONFESIONES
EDICIÓN CRÍTICA Y ANOTADA POR EL PADRE
PRESIDENTE:
Dr. VICENTE ENRIQUE Y TARANCÓN,
Emmo. y Rvdmo. Sr.
Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá y Gran Canciller de
la Universidad Pontificia
limo. Sr. Dr. JUAN LUIS ACEBAL
LUJAN, Rector Magnífico.
VICEPRESIDENTE-.
ÁNGEL CUSTODIO
VEGA, O. S. A.
DE LA REAL ACADEMIA DE LA H I S T O R I A ,
Y DEL CONJSEJO
SUIM'RIOR
SÉPTIMA
(8.'
DEL I N S T I T U T O DE ESPAÑA
DI- INVESTIGACIONES
CIENTÍFICAS
l D1CION
DEL AUTOR)
VOCALES: Dr. ALFONSO ORTEGA CARMONA, Vicerrector
Académico; Dr. RICARDO BLÁZQUEZ, Decano de la Facultad de Teología; Dr. JUAN SÁNCHEZ Y SÁNCHEZ, Decano de la Facultad de Derecho Canónico; Dr. MANUEL
CAPELO MARTÍNEZ, Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Dr. SATURNINO ALVAREZ TURIENZO,
Decano de la Facultad de Filosofía; Dr. JOSÉ OROZ RETA,
Decano de la Facultad de Filología Bíblica Trilingüe;
Dr. JUAN ANTONIO CABEZAS SANDOVAL, Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación; Dr. GERARDO PASTOR
RAMOS, Decano de la Facultad de Psicología; Dr. ROMÁN
SÁNCHEZ CHAMOSO,
Secretario General de la Universidad
Pontificia.
SECRETARIO: Director del Departamento
ciones.
de Publica-
LA EDITORIAL CATÓLICA, S. A. — APARTADO 466
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS
MADRID . MCMLXXIX
MADRID • MCMLXXIX
ÍNDICE
GENERAL
PROLOGO A LAS
«CONFESIONES»
P¿g<.
El libro de las Confesiones
Precursores e imitadores de San Agustín
Motivo formal de las Confesiones
Valor histórico de las Confesiones
Los Diálogos de Casicíaco y las Confesiones
¿A quiénes van dirigidas las Confesiones?
Nombre, época y redacción de las Confesiones
Principales ediciones de las Confesiones
Ediciones latinas
Ediciones castellanas
Bibliografía de las Confesiones
Aparato crítico
1
18
25
32
42
47
49
53
53
62
66
68
CONFESIONES
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
73
112
131
159
193
229
267
310
348
390
464
508
553
A DD E N D A
Testimonios del Santo sobre las Confesiones
Cuadro cronológico de las obras de San Agustín
© Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, S. A. Madrid 1974
Con censura eclesiástica
Depósito legal: M. 41.316-1979
ISBN: 84-220-0698-7
Impreso en España. Printed in Spain
607
609
ADVERTENCIA
DEL
AUTOR
A LA SKOUNDA EDICIÓN
rápidamente la primera edición, de la que se hizo
A GOTADA
una tirada de más de ocho mil ejemplares, caso raro en nuestra Patria tratándose de obras y ediciones más bien técnicas y críticas que populares, al hacer ahora la segunda edición hemos revisado a fondo y con el mayor cuidado el texto latino de las mismas, hoy día de una importancia singular, corrigiendo cuanto nos
ha parecido digno de corrección y enmienda, aunque ello sólo
haya sido en muy pocos casos. El texto, pues, de la, presente edición es, substancialmente, el mismo de la edición anterior, salvo
su mayor corrección tipográfica, en la que hemos puesto todo
nuestro empeño. En cuanto al texto castellano, sale idéntico al de
la edición anterior, no porque estemos enteramente satisfechos de
él—cosa siempre difícil en esta clase de trabajos—. sino porque
cierta pertinaz afección a la vista nos lo ha impedido. Por otra
parte, la revisión a fondo de una traducción tan difícil y delicada
como es la de las Confesiones de San Agustín lleva casi siempre
consigo una verdadera refundición de la misma, labor penosísima
y no siempre del gusto de los mismos lectores.
No obstante ello, creemos, sin género de duda ni alarde de
vana pretensión, ofrecer hoy a nuestros lectores un texto latino
tan correcto y aún más que los mejores del extranjero y una versión literal y fiel castellana, en la que se ha intentado hermanar
la exactitud de la traducción con cierta fluidez de estilo que haga
su lectura fácil y agradable.
Érente a algún que otro reparo de críticos noveles que se ha
hecho a nuestra teoría del ritmo, creemos oportuno ratificarnos
una vez más en los principios de crítica utilizados por nosotros
en las ediciones anteriores: la teoría del ritmo y la conjunción
triangular del texto: a) del Códice Sessoriano; b) códices maurinos, y c) códices de Eugipio. Respecto de lo primero, de la teoría
del ritmo, ha sido reconocido su valor por revistas tan prestigiosas
como Revue Bénédictine, Recherches de Théologie Ancienne et
Médiévale y Gregorianum y por autores como Dom B. Capel,
le, O. S. B.; Wilmart, O. S. B., y Ch. Boyer, S. I., por no citar
sino nombres de fama universal.. En cuanto a lo segundo, hemos
procurado extremar aún más el rigor lógico de nuestras deduccio-
Adrertencia del autor
VII
nes. Tenemos elllamado Códice Sessoriano, de fines del siglo VI;
los Fragmentos de Eugipio, del siglo VI, y hechos a fines del V.
Y, finalmente, una serie bastante numerosa de códices del siglo IX.
que representan más o menos el texto de la edición maurina, con
frecuencia en oposición o discrepancia con aquél. Es evidente que
el Sessoriano y Eugipio, por su antigüedad, tienen un valor indiscutible y muy superior a todos los demás. La coincidencia de estos
dos códices, máxime si los de Eugipio (DGMI'TV)
están todos
contestes, debe prevalecer sobre todos los demás. Citando todos
los de Eugipio están conformes y con ellos coincide alguno o algunos de los de ¡a familia maurina, debe, por igual razón, prevalecer su lectura contra el Sessoriano y demás códices. Si el Sessoriano y ¡os de la familia maurina están conformes contra Eugipio,
debe prevalecer su texto frente a éste, que se ha de suponer equivocado. Lo mismo dígase cuando todos se hallan frente al Sessoriano, que no ha de presumirse esté éste sólo acertado frente a
todos los demás, si no se probare su acierto. Semejante ley podría
formularse en la forma siguiente:
a) S + Eugipio
> BCDEFGHIMOPVZ
b) O. + Eugipio
> BCDEFGHJ
c) S (solo)
< BCDEFGHJMOPVZ
d} S + Eugipio > < BCDEFGHJMOPVZ Eugipio
e) Eugipio (solo)
< S BCDEFGHJMOPVZ
f) Eug. + uno o
dos códices > < restantes.
Así tenemos que en el libro X, capítulo 31, número 47, el
texto siguiente (que suele ser el de todas las ediciones): Quisquís
est, magnus est: magnificet nomen tuum. Ego autem non sum,
quia..., el primer inciso es un verdadero contrasentido. VA códice G } Eugipio omiten el primer est, con lo que queda el sentido
completo y correcto: Quisquís est magnus, magnificet nomen
tuum, etc. Lo mismo dígase del texto del número 44 del citado
libro y capítulo, en el que las edds. dicen:
Utrum adhuc necessaria corporis cura subsidium petat
an roluptaria cupiditatis fallada ministerium suppetat,
en donde los códices CDEGM y Eugipio leen voluntaria, lectura
que está reclamada, además, por el necessaria anterior y que debe,
por tanto, prevalecer, a pesar de que lodos los editores la posterguen y desprecien. Y como éstos, otros muchos casos.
Esperamos, pues, que esta nuestra segunda edición, revisada,
corregida y confrontada con las mejores ediciones extranjeras hoy
día, como la de la Biblioteca Teubneriana, de Leipzig, por M. Skutella; la de las Belles Lettres, de París, de Pierre Labriolle, y la
VIII
Advertencia
del
autor
PROLOGO
A LAS
"CONFESIONES"
de Gib-Mitgomery, de Cambridge, cuyos errares hemos podido ad~
vertir, sea aceptada de nuestro público con el mismo aplauso y benevolencia que la anterior. En ella hemos puesto, al menos, todo
nuestro interés y empeño.
F R . ÁNGEL C. VEGA, O.
S.
i
A.
Escorial, 24 de abril de 1951, día de la Conversión de San Agustín.
A LA QUINTA EDICIÓN
CALE esta quinta edición sin apenas cambio alguno substancial,
' - ' así en el texto latino co?no en el castellano. Se ha extremado
la corrección del texto, a fin de que salga lo más perfecto posible.
Muchas de nuestras lecturas y conjeturas han sido aceptadas por
los críticos y editores de las Confesiones más recientes. La rapidez
con que se han agotado las anteriores ediciones, muy numerosas,
es la mejor prueba de su aceptación por el público docto.
FR.
A. C. V.
E L LIBRO DE LAS
«CONFESIONES»
Difícilmente se hallará, no ya en la literatura cristiana,
pero ni aun siquiera en la universal, un libro más bello y encantador, más emocionante y sugestivo, después de la Sagrada
Biblia, que las Confesiones de San Agustín. Porque con ser todos los que salieron de su maravillosa pluma admirables, y
casi diríamos divinos, brilla, sin embargo, entre ellos, cual gema
de insólitos fulgores, este fascinante y original libro suyo, que
durante quince siglos no ha dejado de ser leído con supremo
deleite por sabios e ignorantes, por crédulos e incrédulos. Ya el
mismo Santo nos habla, no sin cierta satisfacción de autor, del
éxito y aplauso con que fue recibido por sus fieles y amigos al
darlo por primera vez a la luz pública. «¿Qué libro hay de los
míos—escribe en De dono perseverantiae—que sea más frecuentemente y con más deleite leído que el de mis Confesiones? * Y en
el libro II de la Retractaciones: «Sé que mis Confesiones han agradado y agradan mucho a muchos de mis hermanos» '. Y los siglos,
sin interrupción ni discrepancias, han confirmado justamente este
juicio halagüeño de sus contemporáneos \
Aun en nuestros días, tan cultos y tan exigentes en sus gustos
literarios, ¿qué libro hay que se lea con más frecuencia y deleite,
con más encanto y provecho, no ya por las almas buenas y espirituales, sino aun por los hombres de letras y refinados degustadores de la pura belleza estética? Y, sin embargo, preciso es
reconocerlo, literariamente hablando y en un sentido clasicista, quizá no sea ésta la obra más perfecta salida de sus manos ni aun tal
vez la más genial y grandiosa. Pero ha puesto en ella tanto de
personal y viviente, tanto de dinámico y emotivo, que desde las
primeras páginas, no obstante las pesadas y largas digresiones
filosóficas a que se entrega con frecuencia, subyuga y arrebata,
hasta adueñarse por completo del lector.
San Agustín afirma en cierta parte de sus escritos, con frase
1
C..20 11.53.
- C.« n . I .
^ U n a prueba elocuente de ello es el número casi infinito de códices que existen en las bibliotecas medievales, las ediciones numerosísimas q u e se han hecho
en todos los tiempos y en diversos países y las traducciones q u e existen a todas
las lenguas civilizadas.
S.Ag.
2
1
2
Prólogo a las «Confesiones»
honda y lapidaria, como todas las suyas, que su corazón es el corazón humano: «¿Quid est cor meum nisi cor humanum?» 4 Y ciertamente, en ningún escrito suyo nos ha dejado más vivo y palpitante su corazón que en sus Confesiones. Por eso este libro es
el libro de todos. Todos en él encontramos un trozo inconfundible
de nuestro ser, un pedazo sangrante de nuestro corazón, un jirón
de nuestra vida íntima y confidencial, y con frecuencia no de lo
que hay en ella de más vil y despreciable. Aparte de otras cosas,
es indudable que en esto radica uno de los principales secretos
de la fuerza atractiva de este libro maravilloso, el primero en su
género y que aún no tiene segundo. Porque no es precisamente
el relato de los pecados de un hombre lo que excita nuestra
curiosidad en este libro, ni es el arte maravilloso de describirnos
ciertos estados del alma, ni el proceso psíquico de una conversión trabajada y penosa, ni los análisis sutiles de los recónditos
movimientos del corazón humano, siempre versátil y proteico, refractario a sí mismo y a toda fórmula concreta de ser. N o ; no
es esto lo que nos atrae y sugestiona en este libro, con ser todo
esto y mucho más. También en las Confesiones de Rousseau, pobre
imitación de las de Agustín, se encuentran cuadros magníficos,
páginas literarias maravillosamente cinceladas, análisis profundos
de las pasiones humanas, relatos de pecados más viles y groseros
que los de Agustín; pero sus páginas son páginas muertas que
se caen de las manos, que dejan el alma seca y sin sugerirle nada
más que asco y desdén ante un cinismo sin igual que, después
de cubrirse de inmundicia, tiene la soberbia de insultar a los
demás, retándoles a que levanten el dedo si son mejores que él.
En las Confesiones de San Agustín, por el contrario, hay
un aliento de vida, una llama de amor que prende en las almas,
y las arrebata y enamora, y las eleva y dignifica, y las transforma
y aproxima a Dios. Ningún libro del Santo Doctor levanta
tanto—como él mismo nos dice—el alma y el corazón hacia Dios
como este de sus Confesiones, Son un himno de gloria, un canto
arrebatado de amor y gratitud «al Dios justo y bueno» por sus
misericordias sin número y sus gracias sin medida, que no se
puede leer sin encenderse en amor y sentirse como arrebatado del
espíritu de Dios, que caldea todas sus partes y penetra hasta en
sus menores resquicios y sílabas. Y es que, aunque todos vemos
reflejado en sus páginas nuestro fondo perverso, lo que hay en
nosotros de tierra y de cieno, vemos también lo que hay de bueno
y de santo, lo que hay de cielo y de Dios, y que, por encima de
nuestras miserias y ruindades pugna por subir arriba, por remontarse a las alturas y elevarse hasta el mismo Dios. Y este aliento,
4
Ve 7 ti nitítte IV pról.
El libro de las «.Confesiones»
3
y este suspiro, y esta llama divina que late en el alma aun del
más empedernido pecador, es la que Agustín despierta y provoca,
remueve y enciende con su ejemplo, «para que nadie se duerma
en su mortal desesperación y diga: N o puedo» 5. He aquí el secreto de las Confesiones del santo Obispo de Hipona. Libro de
lectura fuerte, de sugerencias sin número, de supremo deleite
para las almas grandes y nobles. Libro uno y único en su género, como único es el genio que lo concibió y dio el ser. Libro
eterno, que parece renovarse y crecer con los siglos. Libro el
más original, el más bello, el más íntimo, el más vasto y luminoso y el más hondamente sentido de cuantos se han escrito en
lengua humana por los hombres. Poema del alma, canto de triunfo y de amor con resonancias de cielo y de tierra, con acentos
de santa emoción, que sólo la gracia divina compuso y sólo con
ella se siente y percibe. Gemido de tórtola herida, suspiro de
ardiente pasión, rugido de león prisionero, grito de triunfo y victoria de un alma que salva entre la vida y la muerte. Todo esto
son las Confesiones de San Agustín, y por eso su lectura nos
arrebata y conmueve, y nos enciende y abrasa, y, como nobles
prisioneros, nos subyuga y arrastra consigo en su carrera siempre
ascendente hacia Dios.
Pero no son esto sólo las Confesiones del gran convertido de
Milán. Siempre ha sido placer de dioses mortales, de almas sublimes y puras, de genios y vates privilegiados, la contemplación
de los vastos panoramas del mundo, de las maravillas de la creación divina, cuyas armonías y bellezas les hablan con un lenguaje
tan inefable y misterioso, tan íntimo y penetrante, tan sublime
y arrebatador, que, sumidos en éxtasis indecible, parecen sentir
ya cerca de sí aquella hermosura suprema, aquella dulce armonía
que es de todas la primera, aquel concierto y ritmo universal que
es la razón y medida de todas las cosas. Mas por grande, por
hermoso, por espléndido que sea el mundo que nos rodea con
todas sus maravillas y variedad de elementos, es indiscutiblemente
mucho ¡mayor, mucho más bello y sublime el mundo de las almas.
Y si se trata de algunas escogidas y privilegiadas de Dios, como
la de San Agustín, esta visión sube de punto, revistiendo un interés, un encanto y deleite espiritual con nada comparable. Y esto
precisamente es lo que son las Confesiones: un diorama maravilloso del alma de San Agustín.
San Agustín ha volcado, por decirlo así, toda su alma en
las Confesiones. Sus sentimientos más íntimos, sus anhelos más
sutiles, sus ambiciones más secretas, su mundo interior más recóndito, con sus bellezas y fealdades, con sus vilezas y sublimidades,
r
' Conf. X a.4.
4
Prólogo a las «Confesiones»
con sus vergüenzas y acciones inmundas, todo sale a luz con la
delicadeza posible en las páginas de las Confesiones, sin eufemismos ni reticencias, sin disculpas ni atenuaciones, como confesión hecha en presencia de Dios. «Si yo intentase ocultarte algo,
Señor—nos dice igualmente en sus Confesiones—, ¿qué haría
yo con ello sino escondérteme a ti de mí, no a mí de ti?... ° ¡Ved
aquí, Señor, mi corazón; vedle aquí cómo es por dentro!»...'
Y ¡qué arte tan maravilloso el suyo para describirnos los estados
complejos del alma, el dinamismo sutil de las pasiones, el colorido
arrebatador y fascinante del amor insaciado y anhelante del corazón, las terribles angustias de los celos o de una amistad tronchada en flor, los inmensos panoramas de la memoria o las sublimes
visiones de la belleza y verdad supremas!
Retórico y gramático, poeta y orador elocuentísimo, todo lo
pone en este libro maravilloso en juego para obtener el máximo
de efectividad y verismo en sus descripciones. Pero sobre todo
hay en el libro una cualidad excelsa, insuperable y única, que le
constituye en verdadera excepción, aun entre los mismos del gran
Doctor, y es el calor que penetra y, más que penetra, que caldea
todas sus páginas, y al cual no es posible sustraerse si se las lee
sin prevención, con ánimo noble y sincero. Gran maestro de la
pluma, sabe con un simple rasgo condensarnos en pocas palabras vastas concepciones y riquísimos pensamientos, que han sido
luego la admiración de los siglos. ¿Quién podrá desentrañar lo
bastante, por agudo y genial que sea, aquella su primer sentencia,
que condensa todo el dramatismo cruel y sangrante de su vida de
juventud y descarrío, de lucha y peregrinación fuera de la verdad.:
«Hicístenos, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta
que descanse en ti»? * ¿Quién podrá medir la hondura de aquellas otras que capítulo adelante estampa como el lema y anhelo
supremo de su corazón: «Dulce cosa era para mi amar y ser
amado» ? " Y ¿quién no ha sentido en su corazón el arponazo
del dolor santo de un amor preterido y neciamente olvidado al
recordar aquel grito del alma de Agustín, que al recibir en sus
ojos los rayos de la luz1 divina, trémulo de emoción y herido de
dolor, exclama: «Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva;
tarde te amé»? 10 ¿Quién, finalmente—por no salir de la ley del
amor, que tan fuertemente encadenó a Agustín en cuerpo y alma,
en vida y muerte—, quién no ha sentido admiración y estupor
ante aquella formulación de la ley de gravitación universal de las
almas, mucho más sublime y fecunda que la de los cuerpos del
célebre astrónomo inglés Newton, que aun parece líegó a vislum8
7
8
Conf, X 2.2.
Conf, IV 6,11.
Conf. 1 1,1.
* Cottf, III 1,1.
"> Conf. X 27,}8.
El libro de las «Confesiones»
5
brar el genio hiponense: «Mi amor es mi peso; allí soy llevado
adonde este amor me inclina»?" Interminables nos haríamos si
quisiéramos entresacar solamente sus frases lapidarias, sus sentencias geniales, sus apotegmas de maravilla, que han pasado en
su mayoría al lenguaje ordinario o a los libros de piedad y religión. Sería, además, arrancar gemas tan preciosas del marco y sitio
en que el gran orfebre las engarzara con arte insuperable, y en
el que brillan con fulgores propios y de contraste, como los grandes colores de un cuadro maestro, que mutuamente se refuerzan
y completan.
Porque eso es también San Agustín: un maestro insuperable
y único en el arte de pintar las pasiones humanas, así en sus manifestaciones violentas y cortes durísimos como en sus notas más
dulces y delicadas. Poeta de altísimos vuelos, filósofo por temperamento, analista sutil y penetrante, escudriñador perpetuo de los
más recónditos repliegues del misterioso corazón humano, hombre
de emociones hondas y de una fantasía, oriental, alma vibrátil y de
resonancias múltiples, nos ha dejado en este su libro de las Confesiones cuadros tan soberanamente trazados, tan llenos de vida
y colorido, que en vano se esforzarán los venideros por querer
superarlos ni aun igualarlos.
¿Quién no ha leído la bellísima elegía a la muerte del amigo
de la infancia, a quien él llama con la expresión del poeta la
mitad de su alma? «¡Con qué dolor no se entenebreció mi corazón!—exclama veinte años aún después, al recordar su muerte
inesperada—. Cuanto miraba era muerte para mí. La patria me
era un suplicio y la casa paterna un tormento insufrible, y cuanto
había comunicado con él se me volvía sin él cruelísimo suplicio.
Buscábanle por todas partes mis ojos y no parecía, y llegué a odiar
todas las cosas porque no le tenían ni podían decirme ya como
antes cuando venía después de una ausencia: he aquí que ya viene.
Yo mismo me había hecho un gran enigma y preguntaba a mi
alma por qué estaba triste y me conturbaba tanto, y no sabía qué
responderme... Sólo el llanto me era dulce y ocupaba el lugar de
mi amigo en las delicias de mi corazón... Y maravillábame que
viviesen los demás mortales cuando había muerto aquel a quien
yo amaba como si nunca hubiera de morir, y más me maravillaba
aún de que habiendo muerto él viviera yo, que era otro él. Bien
dijo uno de un su amigo que era la mitad de su alma, porque yo
sentí que su alma y la mía no eran más que una en dos cuerpos,
y por eso causábame horror la vida, porque no la quería vivir a
11
Conf. XIH 9.10. Cf. Epist. 15 ad lanuar. 10,18: «Nec aliquid appetunt
ipsa corpora ponderibus suis, nisi quod aniraae amoribus suis. Nam sicut Corpus
tamdiu nititur pondere doñee ad locum quo nititur veniens quiescat, sic animae ad
ca quae amant». Cf. también Unarrat. in Pi. 9 n.15.
6
Prólogo a las «Confesiones»
medias, al mismo tiempo que temía mucho morir porque no
muriese del todo aquel a quien había yo amado tanto» 11!
Bellísima sobremanera es también la escena, llena de realismo
trágico y de palpitante emoción, de la fuga de Agustín a Roma
burlando a su madre en la playa de Cartago, a la que abandona
dejando traspasado y medio agonizante de dolor su corazón. ¡Con
qué dolores, con qué pinceladas tan delicadas nos describe la
desesperación de aquella pobre y desgraciada madre al darse cuenta de haber sido engañada y traicionada por aquel hijo a quien
ella tanto, tanto amaba y que tanto le debía! Agustín nos la pinta
presa de la desesperación y el delirio, gritando y corriendo como
una loca de una parte a otra de la playa, avanzando sobre el mar
como si quisiera seguir a aquel barco cruel que así le arrebataba
la prenda de sus entrañas, hasta que al fin, rendida y agotada,
cae de rodillas medio desmayada a los pies de la capilla de San
Cipriano, llamándole mentiroso y mal hijo, aunque sin dejar de
rogar por él.
Admirable es, finalmente, la descripción que nos hace del drama de su conversión en el huerto de Milán, y más que admirable,
sublime la visión de Ostia, inmortalizada por el pincel de Ary
Scheffer, siquiera no sea más que un palidísimo reflejo de aquélla
y en un momento fugaz de abandono de lo humano.
¿Y quién ha podido superar los retratos que nos hace de
su madre, de su amigo del alma, Alipio, de sus discípulos y confidentes y aun de sus mismos adversarios, como Fausto y los
maniqueos? Donde Agustín pone la pluma, difícil es decir más
ni mejor. El sabe llegar con un rasgo a la entraña de las cosas
y dejar al descubierto lo más oculto y misterioso de ellas; él sabe
sacar a flor y en toda su vitalidad los conceptos latentes y vagos
que yacen imprecisos en el fondo de la subconsciencia; él sabe
dar vida a los hechos más vulgares y desvaídos; él, finalmente,
sabe herir de muerte con una palabra a todos sus enemigos, deshaciendo sus sofismas y errores con la misma facilidad con que
un guerrero de leyenda desbarata las huestes de sus adversarios.
Y es que San Agustín domina por igual las regiones del pensamiento que las del análisis psicológico, los resortes del sentimiento
que los del arte de la expresión. Vivió la vida con plenitud en
su triple dimensión y con toda la intensidad con que puede ser
vivida, y de ella toma como de fuente primera la riqueza inmensa de sus metáforas y expresiones, casi todas nuevas, vivas, vibrátiles y audaces y de una fuerza y colorido sin igual. Maestro en
el arte de las formas, complácese con frecuencia en romper las
clásicas y trilladas, para crear otras nuevas de su cuño y marte,
'= Conf. IV 4.9 y 6.11.
El libro de las «Confesiones»
7
tersas y bruñidas, cálidas y aun palpitantes, como arrancadas de la
misma entraña de las cosas, y de un verismo a veces tan crudo,
de una plasticidad tan fuerte y realista, que nada tienen que envidiar a las más atrevidas y felices de los expresionistas modernos,
que tanto se precian y envanecen de esta bella cualidad. En las
Confesiones abunda esta clase de expresiones más que en todas
las obras juntas del Santo Doctor. Diríase que, siempre insatisfecho de sí mismo y de su palabra, acude a las metáforas más violentas y de mayor contraste para dar realidad plena y turgente
•A su pensamiento y a los anhelos infinitos y desbordantes de su
corazón. Por eso cuando ha encontrado la fórmula feliz, la halaga
y la acaricia con morosidad intencionada y se recrea con ella, y la
repite y la glosa hasta hacérnosla sentir como un estribillo de
perfección lograda, que se pega al alma y aun al sentido.
Tarea larga sería, y sobre larga penosa, querer entresacar todas
las bellezas y encantos literarios que encierran las Confesiones.
No una simple nota preliminar, sino todo un libro sería necesario para ello. Preciso sería analizar en cada página, y aun a veces
en cada línea, los diversos conceptos y sentidos de que se hallan
como preñadas sus sentencias; porque nadie como San Agustín ha
poseído el arte de condensar en pocas palabras mundos de ideas,
visiones complejas de formas, panoramas amplísimos y desconocidos, llenos de aporías, trementes de vida y de luz. Pero, sobre
larga y penosa, dicha tarea sería además innecesaria. Para leer con
fruto las Confesiones, para sentir sus bellezas soberanas, más que
exegetas y comentaristas lo que se necesitan son almas delicadas
y sensibles, ojos limpios y sanos, corazones puros y enamorados
de la belleza suprema. Porque, con ser San Agustín un gran retórico y literato, nos habla en ellas un lenguaje tan sencillo, tan
sin secreto ni artificios, tan íntimo y natural, que hasta la más
humilde y ruda de sus campesinas o el último de sus monjes podían entenderlo sin esfuerzo. N o es la ciencia la que allí habla,
no es el olor de cedros lo que allí se siente: es el lenguaje del
alma el que allí ora y confiesa, es la voz del corazón contrito
y humillado la que allí gime y suspira, canta y alaba en presencia
de Dios y de los hombres con la sencillez de un niño y la sublimidad de un ángel. Por eso, sabios e ignorantes, letrados y humil-;
des, han leído siempre con deleite y fruto espiritual este libro,
cuyas páginas han cautivado por igual a todos '*.
Oigamos a uno de los filósofos más nombrados del siglo pa11
Ya el Santo, hablando de la verdad, había escrito: «Para ver !a verdad
no basta poseer los medios. Si el ojo no está sano no puede ver la luz del sol.
I.a luz inteligible no se descubre sino a las inteligencias puras y a los ojos amantes... No toda alma racional, sino sólo aquella que por su santidad tiene la mirada
límpida y serena, es la que se acomoda mejor al objeto de su contemplación, etc.
(De dhers. quaeit. 83 q.41).
8
Prólogo a las «Confesiones»
sado: «Todo en San Agustín es grande, maravilloso, inmenso,
por decirlo así. Su inteligencia, desdeñosa como el águila de las
bajas regiones terrestres, se lanza con plena confianza por los
campos de lo infinito, que recorre con una valentía que causa estupor a los mortales, dejando en pos de sí ancha estela de luz vivísima. Ni Sócrates, ni Platón, ni Aristóteles, ni ninguno de los
grandes filósofos de la Antigüedad han hablado jamás un lenguaje como el suyo. Con éstos, aunque grandes, se está siempre
sobre la tierra y con el hombre; con Agustín se siente uno estar
sobre el Sinaí o en el Tabor con Dios. ¿Quién no ha leído, quién
no ha meditado llorando el libro estupendo de las Confesiones,
en las que Agustín habla un lenguaje que nadie habló antes de
él ni es de esperar hable ninguno después? Confieso que siempre
que leo sus libros siento dentro de mí una revolución, una transformación en todas las facultades de mi alma. Extasíanme sus
pensamientos, siempre luminosos, siempre sublimes, que se suceden y sostienen mutuamente con una lógica admirable. Mis ojos,
aunque fijos en él libro, no leen; mas mi mente, como arrebatada
y fuera de sí, vase tras la luz que la hirió, mientras el corazón da
fuertes latidos y suspiros, como sintiéndose próximo a Dios» ".
Con lágrimas en los ojos leía también las Confesiones aquel
gran genio del humanismo italiano que se llamó Petrarca, en
cuyas páginas, como escribe a su hermano Gerardo, veía la propia
historia de su peregrinación y vida, el cual, como solaz constante
de su espíritu y pasto delicioso de su corazón, traía siempre consigo un pequeño ejemplar, que gustaba de leer y regar con sus
lágrimas en los momentos de ocio y descanso '5. Bella sobremanera
es la escena que nos describe en una carta íntima a su maestro y
amigo fray Dionisio, agustiniano, en la que le da cuenta de su
excursión al monte alto de la Provenza, llamado Ventoso, en compañía de su hermano menor. Había logrado, no sin grandes trabajos y fatigas, escalar la cumbre más alta del mismo, desde donde
se descubría un paisaje verdaderamente grandioso y espléndido.
Por un lado divisábanse los Alpes y la provincia de Lugduno; no
lejos, el Ródano con su corriente impetuosa y desbordante; casi
a sus pies, el estrecho Massiliense envuelto en claridades de azul
celeste, como una viñeta de inmensas proporciones; y allá a lo
lejos, la ancha mar, como un espejo de colosales dimensiones, en
que se miraba el sol. El cielo, la tierra, el aire y el mar, con Jo
14
TOMASO M.* ZIGLIARA,
Delta
luce
intellectuale
e del ontologhmo,
etc.
1R74) vol.I c.7 n . I 7 5 .
PETRARCHA, Epístolas
de rebus familiaribus
epist. 10 n . 3 , ad Gerardum
cisterciensem:
«Scatentes lacrimis confessionum libros d e quibus q u í d a m ridiculi homines ridere solent, tu solamen et refugium in ets n o n mediocre reperies». Y en
De contempla
tnundi
c o i l o q . l : «Quotiens confessionum t u a r u m libros lego inter
dúos contrarios affectus. spem videlicet et metum, licet non sine lacrimis interdum,
legere m e arbitror n o n alicnam sed propriae meae peregrinationis historiam».
(Roma
15
El libro de las «Confesiones-»
9
que en sí cada uno encierra de más bello, se habían juntado en
aquella visión fantástica y de ensueño. Extasiado se hallaba el
gran poeta humanista ante panorama de grandeza tan imponente,
cuando, sin saber por qué, echa mano de su pequeño ejemplar de
las Confesiones y comienza a leer la primera página abierta al
azar: «Y van los hombres a admirar los altos montes, y las ingentes olas del mar, y las anchísimas corrientes de los ríos, y el
ámbito del océano, y el curso de los astros, y se olvidan de sí
mismos...» 10 Como súbitamente herido, cierra el libro avergonzado
de sí, y emprende el descenso, sin hablar palabra en todo el camino con su hermano.
Y más cerca de nosotros, Santa Teresa, gran admiradora y devota de las Confesiones del Santo, estampaba en su Vida estas
hermosas palabras: «Como comencé a leer las Confesiones parécerne que me veía yo allí... Cuando llegué a su conversión y leí
cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor
me la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato
que toda me deshacía en lágrimas y entre mí misma, con gran
aflicción y fatiga... "
Y un siglo después el gran Tillemont afirmaba de este precioso libro «que era las delicias y admiración de toda persona espiritual» 18.
Y en nuestros días—por no citar más que un solo testimonio,
nada sospechoso de parcialidad ciertamente—, Harnack ha dedicado todo un libro a las Confesiones del Santo, entonando en su
honor el himno de gloria y almiración más entusiasta y ferviente.
«Es este libro de las Confesiones—escribe—, todo él impregnado
de lágrimas u oraciones y escrito en un lenguaje que sólo antes de
Agustín habían sabido hablar San Pablo y el autor de los Salmos,
una incomparable pintura del alma a la vez realista y espiritualista, un poema de la verdad, cuya unidad jamás es quebrantada,
y cuyo fondo es su propia historia, la historia de un infatigable
investigador de la realidad como fue Agustín, Fausto viviente,
pero Fausto de un ideal supraterreno que descansa en Dios, y que
da a su análisis una tan magistral amplitud, que llega a hacer de
su alma el alma de su siglo» ". Y en otro de sus libros: «Tan
admirable, tan exacta es—nos dice—la descripción que en sus
Confesiones ha dejado de millones de almas, tan viva y penetrante la imagen que nos ha trazado de la confianza divina, que su
lG
E l Petrarca hizo esta excursión al monte Ventoso el d í a 6 de las Kalendas
de mayo del a ñ o 1336, según refiere en la carta a su amigo el agustino F r . D i o nisio. Cf. Epistolae
familiares
epist.4 n . l . El lugar citado de S a n A g u s t í n es
Conf. X 15.
"
18
10
SANTA T E R E S A B E J E S Ü S ,
L E N A I N DE T I L L E M O N T ,
Vida
c.9.
Mémoires
t.13
H A R N A C K , Augustins
Confessiotien.
1 B . . 2 Aufl. (Giessen 1906).
a.93
p.290.
Ein V o r t r a g ,
1 8 8 6 : Reden u n d Aufsátze,
10
Prólogo a las «Confesiones'»
vida no ha dejado de vivirse en el curso de <mil quinientos años.
Aún en nuestros días, dentro del catolicismo, la piedad interior
y viviente, así como la manera de expresarla, son esencialmente
agustinianas. Inflamadas con sus sentimientos, las almas sienten
como él sintió y piensan con sus mismos pensamientos»'".
Un inmenso florilegio se podría entretejer con las alabanzas
que los siglos han tributado a este libro subyugante y avasallador,
que no- ha encontrado más límite que sus páginas. Cuantas almas
se han acercado a él han quedado dulcemente cautivas y se han
sentido más próximas a Dios. Y es que de sus páginas brota un
aroma que embriaga, un fuego que abrasa y una luz que fascina
y encandila los ojos del alma y arrebata tras sí a los lectores,
convirtiéndoles en otros tantos panegiristas y devotos.
Porque, digámoslo claro: no es el fondo del relato, no es la
confesión de Agustín en sí lo que nos admira y cautiva en este
su libro. Si bien se mira, si se estruja página por página, se verá
que todos sus pecados se reducen a un relato de acciones vulgares
y casi diríamos comunes a la mayoría de los estudiantes de entonces y aun de nuestros días. Agustín, según testimonio de uno
de sus contemporáneos, pasó por un estudiante modelo, amigo
del orden y de la paz. ¿Que no le gustaba estudiar el griego, que
era amigo de salir con la suya en los juegos, que robó unas peras,
que le engañaron los maniqueos con sus promesas de verdad, que
se enredó en unos amores a los diecinueve años, que engañó, mintiendo, a su madre, embarcándose para Roma, etc.? Todo esto
es un relato de cosas tan triviales y comunes en sí, que difícilmente se le prestaría atención si no fuese en la forma en que lo
hace Agustín. En realidad de verdad, la relación de los pecados
no es el fin primordial de las Confesiones: son un motivo preciso, un elemento necesario, pero no el fin intencional. Confiesa,
sí, con una sinceridad cruel y sangrante, con una desnudez, terrible y sin tapujos, los pecados de su juventud, los caminos torcidos y difíciles del siglo por los que anduvo, la locura de sus pasiones más vergonzosas, los vientos de sus ambiciones, más grandes aún que su talento. Todo esto es ofensa de Dios, y su recuerdo le abate en tal forma, le contrista de tal modo, que arrojado
en tierra derrama en presencia del Señor copiosos ríos de lágrimas amargas como la hiél. Pero al confesarse en esta forma en
público, delante de Dios y de los hombres, no es ya sólo el espíritu de penitencia y reparación, no es sólo el deseo de limpiar más
y más su corazón y su conciencia en el río abundoso de sus lágrimas, no es sólo, en una palabra, el anhelo de desfogar su
pecho, restallante de amor y gratitud y que, como un volcán, ne20
rdem, Lehrbuch der Dogmengescbichte vol.3 p.100.
El libro de las «Confesiones»
11
cesita respirar hacia arriba y descargarse de la abrasadora llama
que le devora la entraña. Todo esto no necesitaba decirlo el Santo
a los cuatro vientos, si en ello hubiera de terminar su dolorida
confesión con Dios. San Agustín busca algo más. Ha sido un
pecador público, y ahora... es obispo, pastor de las almas, antorcha viva de la Iglesia, flagelador terrible de las costumbres públicas, azote implacable de los herejes. Sus enemigos le acusan
de haber sido un joven licencioso 21 ; los maniqueos, de haber abandonado su secta por el honor episcopal'"; sus amigos y parciales
le ensalzan hasta las nubes y le tienen por un semidiós 23. Todos
estos falsos conceptos están causando un grave daño a las almas,
y Agustín quiere deshacerlos de una vez para que no le tengan
ni en más ni en menos de lo que es. A Dios no se le puede
honrar mejor que con el tributo de la verdad, y éste es el primer
sacrificio que Agustín quiere ofrecerle, aunque a veces sea terriblemente doloroso para él. «Recibe—escribe al conde Darío—,
recibe los libros de mis Confesiones, que tanto deseaste. Mírame
en ellas, por que no me alabes más de lo que soy. Créeme no por
lo que otros digan de mí, sino por lo que yo digo en ellas. Contémplame en ellas y ve lo que fui en realidad cuando estuve
abandonado a mí mismo, y si algo en mí te agradare, alaba conmigo a Aquel a quien quise alabar por causa de mí... Cuando me
hubieres reconocido en ellas, pide por mí para que no desfallezca,
antes bien me perfeccione» ". A sus enemigos y detractores de
Cartago les dice: «Sí, éstas son maldades pasadas, pecados míos
que fueron conocidos principalmente en esta ciudad, pues aquí
hice en verdad muy mala vida» 25.
Pero sobre todas estas intenciones particulares flota un anhelo
ardiente en el alma de Agustín, y es el de llevar muchas almas
a Dios. En el bien y en el mal, Agustín no puede estar nunca solo.
Roba unas peras, y él mismo nos dice que «solo, jamás hubiera
cometido tal crimen». Se hace maniqueo, y no para hasta arrastrar consigo a todos sus amigos y conocidos. Se hace católico, y
siente la necesidad no ya de reintegrar al seno de la Iglesia a todos sus antiguos compañeros de error, sino que, encendido en
celo de la gloria de Dios, el África entera es poco para él; y se
21
Véase lo que más adelante se refiere de los donatistas y demás herejes enemigos personales del Santo y de su obra.
—
Así
se lo dice, entre otros, Secundino en tono de queja y lamento.
23
Cf. Epístola 261 ad Audacem n.2; Epístola ad Galatas expositio n.4; Epístola 143 ad Marcellinum n.2-5 : «Aquel que defiende que yo soy incapaz de errar
en mis obras, toma sobre sí un trabajo inútil. Se constituye en defensor de una
nula causa en la que yo mismo le condeno. Yo no quiero que mis más queridos
umigos me crean más de lo que soy. Si Dios me concede la gracia de recoger en
un libro todas las cosas que me desagradan en mis escritos, verán entonces los
hombres que yo no soy aceptador de mi persona.
24
Epístola 231 ad Daríum Comitem n.6.
25
Sermo supsr Ps. 36 n.4.
12
Prólogo a las «Confesiones»
prodiga de palabra y por escrito, para que a todos llegue la noticia de su conversión, y los buenos alaben al Señor por ella, y
los descarriados, siguiendo su ejemplo, se arrepientan de sus errores y retornen al hogar del gran Padre de familias: «¿Por qué te
hago relación de tantas cosas?—le dice al Señor en el libro XI—.
No ciertamente para que las sepas por mí, sino que excito con
ellas hacia ti mi afecto y el de aquellos que leyeren estas cosas
para que todos digamos: Grande es el Señor y sobremanera laudable» '". Y muchos años después, cuando en la ancianidad de
sus días quiso hacer otro género de Confesiones, las Retractaciones, las confesiones de su inteligencia, repasando página por página y línea por línea todos sus escritos para corregir o enmendar
los deslices involuntarios de su pensamiento, al llegar a este hijo
de sus lágrimas, el más amado de su corazón, deja caer estas
aladas y trémulas palabras: «Los trece libros de mis Confesiones
alaban a Dios justo y bueno por mis males y por mis bienes y
excitan hacia él el humano entendimiento y corazón. Por lo que
a mí toca, confieso que el mismo efecto que me produjeron
cuando las escribí, ese mismo me producen ahora cuando las
leo» ".
La obra de edificación de las almas y la glorificación de Dios
son dos pensamientos, constantes que no abandonan nunca al gran
Doctor africano. A los descarriados les muestra con el ejemplo
de su conversión el camino a seguir para lograr la paz del alma,
a la tranquilidad de ese desasosiego interior, de esa angustia terrible, que siente en lo más hondo de su conciencia todo hombre
que ha perdido el norte de la fe y a quien se ofrece el más allá
como un enigma torturador y cruel, descarado e insultante, del
que ni puede huir ni le es dado defenderse, como de la esfinge
de la leyenda helénica. Por muchas dificultades que sientan en
volverse a Dios, no han de ser tantas ni tan graves como las que
él sintió. El bebió el cáliz del placer carnal hasta embriagarse y
conglutinar con él su corazón. El sintió correr por sus venas el
fuego ardiente de la lujuria africana, hasta el punto de parecerle
la vida humana un tormento insufrible sin él. El recorrió todos
los paraísos y jardines del error, aspirando con ansia los narcóticos aromas que exhalaban sus plantas y flores ponzoñosas, producidores de mil ensueños y delirios que, si no nutrían su alma,
'a adormecían y enervaban para no salir de ellos y remontarse a
los altos montes donde brilla el sol de la verdad. El paladeó el
néctar dulcísimo y entontecedor de los aplausos y triunfos del
mundo> que le prometían el porvenir más espléndido y brillante
de seguir por sus caminos. El disfrutó de la amistad de los pode-
El libro de las «.Confesiones»
rosos de la tierra, que le protegían y admiraban, pero que le
retenían con una dulce violencia fuera de la verdad y de la fe.
Agustín sabía que con ellos lo tenía o podía tener todo, y sin
ellos no había de tener nada. Y, no obstante, apenas se hizo la
luz en su inteligencia, rompe con todo, lo aventura todo y, aun
antes que la pierda, lo abandona todo. ¿Es posible que haya alguien que tenga más dificultades que él para convertirse a Dios?
¿Puede haber quien aventure más que Agustín por la gracia de
la fe? Sus Confesiones habían de ser en este supuesto un fuerte
revulsivo para todos aquellos que, convencidos y convictos de la
verdad de la fe católica, buscan siempre un resquicio por donde
escabullirse o una disculpa acomodaticia para justificar su indolencia; y, sobre todo, un aliento y sostén poderoso para los vacilantes, y el empujón final y decisivo para los débiles e irresolutos. ¡Cuánto bien no produjeron entonces, y cuánto no han
producido en el transcurso de los siglos y producirán en los venideros, mientras haya almas en la tierra que sientan en sí el soplo
del numen divino! «Mis Confesiones..., leídas u oídas, excitan
el corazón para que no se duerma en la desesperación y diga: No
puedo; y le despiertan al amor de tu misericordia y a la dulzura
de tu gracia, por la que es fuerte el flaco que llega a tener por
ella conciencia de su flaqueza» 2S.
En cuanto a los «corazones fraternos», que él deseaba para
lectores de sus Confesiones, con qué cariño maternal, con qué
efusión íntima no les abre el suyo, para que tomen motivo de
lo bueno y de lo malo que ha sido para alabar al Señor y alegrarse con sus bienes y contristarse con sus males. «Me manifestaré
a estos tales: respiren en mis bienes, suspiren en mis males. Mis
cosas buenas son tus disposiciones y tus dones; mis cosas malas,
mis delitos y tus juicios. Respiren en aquéllos y suspiren en éstos,
y el himno y el llanto suban en tu presencia de los corazones
fraternos, tus turíbulos» 2 \
Se ha dicho que San Agustín es el gran defensor de la divinidad frente a la libertad humana. Pase la frase, aunque en sí
envuelva un concepto tan pobre y desacertado de una y otra, como
si se tratase de dos términos incompatibles; pase la frase, digo,
por lo que en la mente de sus autores pueda tener de verdad.
Pero lo que sí puede afirmarse con toda justicia es que San Agustín es el cantor nato y eterno de la gracia y la misericordia divinas, a las que levanta en sus Confesiones el poema más grandioso y vibrante, más cálido y persuasivo. Adelantándose algunos
años a sus luchas con los pelagianos, aquellos grandes enemigos
28
20
Conf. 11 1,5.
27 Raract.
II c.6. •
13
Conf. X 3,4.
-" Conf. X 4.5.
14
Prólogo a las «Confesiones»
que fueron de la gracia divina y de los derechos de Dios, expone
ya, con el simple relato de su vida, la acción gratuita y misericordiosísima de la gracia sobre el hombre, a quien, sin éste merecerlo,llama, solicita, combate y cerca hasta rendirle y convertirle de
enemigo en amigo, de esclavo en libre y de hijo de ira en hijo
de Dios 30. Agustín enumera el cúmulo inmenso de gracias y favores que él recibió durante el tiempo de su alejamiento y olvido de
Dios. ¿Qué méritos tenía entonces, y precisamente en aquella época de corrupción y pecado, de aversión a la fe y desprecio de la
religión cristiana, para que así le colmase Dios de sus gracias y ¡
sus dones ? Agustín sabe por experiencia propia hasta dónde puede i
llegar el hombre abandonado a sí mismo en el orden de las costumbres y en el orden de las creencias: a revolcarse en el cieno
de la inmundicia carnal más abyecta y a creer las fábulas más
absurdas, como las del maniqueísmo. Si algo bueno, pues, hay en
el hombre, de arriba le viene y gratuitamente le viene, y muchas
veces hasta contra su misma voluntad o deseo. El ha dicho también con frase lapidaria que no hay crimen ni pecado, por horrendo que sea, que cometa un hombre, que no lo pueda cometer
otro, si Dios le deja de su mano. ¿De qué le valdría a éste en el
orden natural tener una vista excelente sí Dios retirara la luz de
sus ojos ? ¿De qué le servirían entonces éstos para caminar por
el" mundo sin guía y con tropiezos ? ¿Y de qué le valdría asimismo
tener un alma dotada de inteligencia poderosa y de una voluntad
de acero si Dios le retirara la luz de la verdad y de la justicia?
Por grande que sea el hombre, por elevado que se halle en el camino de la virtud, ha de exclamar siempre con el Apóstol; Grada
Dei sum id quod sum: «Por la gracia de Dios soy lo que soy» slDotes naturales, gracias sobrenaturales, virtudes: todo cuanto hay
en nosotros debemos atribuírselo al Señor, de quien es toda gracia buena y todo don perfecto: ¿Puede haber alguna vez motivos
para ensoberbecerse y gloriarse uno en sus virtudes y bienes espirituales ? ¿Qué es lo que tiene el hombre que no lo haya recibido ?
Y si lo ha recibido, ¿por qué se gloría en ello como si fuera suyo
propio? La confesión es un acto de humildadi porque es un reconocimiento de la bondad y misericordia de Dios y de la propia
nada. Por eso Agustín gusta de confesar una y más veces sus pecados, no obstante que sabe que se le han perdonado todos en las
aguas saludables del bautismo. Pero, a fuer de agradecido, no se
30
CX De dono persei'erantiae c.20: «Cum et ipsos [libros Confessionum] ediderim axitequam Pelagjanam baeresim exstetisset, in eis certe dixi Deo nostfo et
saepe dixi: Da quod iubes et iube quod vis. Quae mea verba Pelagius Romae cum
a quodam fratre coepiscopo meo fuissent eo praesente commemorata, ferré non
potuit, et contradicens aliquamo commotius, pene cum eo, qui illa commemoraverat,
Jitigavit».
31
Epht.
El libro de las «Confesiones»
15
cansa de referir mil veces los dones de Dios y su admirable providencia sobre él, porque es la mejor manera de vaciarse de sí
mismo, de arrancar hasta las últimas adherencias y resabios del
pecado y de aumentar en su corazón el odio contra éste. «Quiero
recordar mis pasadas fealdades y las carnales podredumbres de mi
alma no porque las ame, sino por amarte a ti, Dios mío. Por amor
de tu amor hago esto, recorriendo con la memoria llena de amargura mis caminos perversísimos para que tú me seas dulce, dulzura
sin engaños, dichosa y eterna dulzura, y me recojas de la dispersión en que anduve dividido en partes cuando, apartado de ti,
uno, me desvanecí en muchas cosas» 32. Y un poco más adelante,
en el libro V : «Recibe, Señor, el sacrificio de mis Confesiones de
manos de mi lengua, que tú formaste y moviste para que confesase
tu nombre, y sana todos mis huesos para que digan: ¿Quién semejante a ti? Nada en verdad te enseña de lo que pasa en su
interior quien se confiesa a ti. Mas alábete mi alma para que te
ame y confiese tus misericordias para que te alabe» 33 .,Y más explícitamente aún en el libro V I H : «Que yo te recuerde, Dios mío,
en acción de gracias y confiese tus misericordias sobre mí. Que mis
huesos se impregnen de tu amor y digan: Señor, ¿quién semejante
a ti? Rompiste mis ataduras; sacrijiquete yo sacrificio de alabanza.
Contaré cómo las rompiste, y todos los que te adoran dirán cuando
lo oigan: Bendito sea el Señor en el cielo y en la tierra, grande y
admirable es el su nombre»31. Y todavía de modo más elocuente e insinuante en el libro X : «Mas ahora que mi gemido es
testigo de que yo me desagrado a mí, brillas tú y me places y eres
amado y deseado de mí hasta avergonzarme de mí mismo y repudiarme, y elegirte a ti para que ya no me plazca a mí ni a ti,
si no es por ti. Porque no hago esto con palabras y voces de carne,
sino con palabras del alma y clamor del corazón, que son las que
tus oídos conocen. Porque cuando soy malo, confesarme a ti no
es otra cosa que desplazarme a mí, y cuando soy piadoso, confesarte a ti no es otra cosa que no atribuírmelo a mí. Porque tú,
Señor, eres el que bendices al justo, pero antes le justificas de
impío» " .
Agustín no se olvida ni aun de sus antiguos correligionarios
los maniqueos, a quienes compadece más que odia y desea traer
al redil de la Iglesia, convictos de sus errores. ¡Con qué hermosas
y persuasivas palabras se dirige a ellos en la íntima efusión de su
corazón delante de Dios! «¡Qué voces, sí, te daba—escribe en el
libro IX—en aquellos salmos que recitaba y cómo me inflamaba
32
Conf. H 1.1.
33 Conf. V 1,1.
•" Conf. V I I I 1,1.
33 Conf. X 1,2.
16
Prólogo, a las «Confesiones»
en ti con ellos y me encendía en deseos de recitarlos, si me fuera
posible, al mundo entero contra la soberbia del género humano!
Aunque cierto es ya que en todo el mundo se cantan y que no
hay nadie que se esconda de tu calor. ¡Con qué vehemente y agudo
dolor me indignaba también contra los maniqueos, a los que compadecía grandemente por ignorar aquellos sacramentos, aquellos
medicamentos, y ensañarse contra el antídoto que podía curarles!
Quisiera que hubieran estado entonces en un lugar próximo y, sin
saber yo que estaban allí, que hubieran visto mi rostro y oído mis
clamores cuando leía el salmo 4 en aquel ocio, y los efectos saludables que en mí obraba este salmo. ¡Oyéranme, digo—ignorando
yo que me oían, para que no pensasen que lo decía por ellos—,
las cosas que yo dije entonces entre palabra y palabra; porque
realmente ni yo dijera tales cosas ni las dijera de ese modo de
sentirme visto y escuchado de ellos! Ni aunque las dijese serían
recibidas así, como hablando yo conmigo mismo y dirigiéndome
a mí en tu presencia, en íntima efusión de los afectos de mi
alma» ". Realmente palabras tan tiernas debían de hacer una impresión tremenda en sus antiguos compañeros de error, a los que
no pierde de vista en todas las.Confesiones, porque siente una
compasión infinita por ellos y porque fue también uno de los
errores que dejó huella más honda en su ánimo. A ellos van dirigidas las grandes digresiones sobre la naturaleza del bien y del
mal y sobre el libre albedrío del hombre, de que tanto abundan
las Confesiones, y los tres últimos libros sobre la creación del
mundo y origen de las cosas.
Como obra de arte, las Confesiones adolecen, es verdad, de
no pocos defectos desde el punto de vista clásico ". Pero, aparte
esto, que no deja muchas veces de ser convencional y arbitrario,
hay en ellas tantas bellezas, cuadros tan soberanamente trazados,
que no será fácil hallarlos semejantes en toda la literatura griega
y latina. Despojada de unas cuantas páginas de digresiones, la
obra agustiniana constituye un poema de una vitalidad, de un
dramatismo, de una acción tan vigorosa, tan emocionante, tan una,
que podría ser llevada a la escena apenas sin retoques de bulto.
Quizá sin darse cuenta, y por lo que en sí tenía de realidad aparente y sugestiva, el dualismo maniqueo dejó en el alma de Agustín una concepción agónica de la vida, de la que no es totalmente
aventuradp hallar un eco lejano en la misma Ciudad de Dios, obra
maestra de su genio y de los últimos tiempos de su vida 38 . La
"
Can/. (X 1,8.
Ya Tillemont hizo notar estos defectos de forma y estilo de las Confesiones.
Contra
e! precepto de Horacio, comienza el relato de su historia oh ovo gemine.
38
Nos referimos a la lucha y antagonismo de las dos ciudades, tal vez reflejo o
sugerencia de aquella otra entre la luz y las tinieblas y los moradores de la una
y de la otra. Y decimos quizá, porque realmente pudiera haber sido esta idea de
El libro de las «Confesiones»
17
lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre el
espíritu y la carne, entre el mundo y Dios se desarrolla trágica
y constante en ambas, sin más diferencias que el escenario en que
se desenvuelven, pues mientras la una se realiza en el individuo,
la otra se verifica en la gran masa social de la humanidad.
En el fondo, pues, las Confesiones no son más que la descripción soberana de aquella lucha interna, de aquella psicomaquia
o combate espiritual de que nos habla San Pablo, y que tan maravillosamente cantaron los poetas de todos los tiempos, particularmente nuestro Prudencio Clemente. Agustín pinta su alma como
una fortaleza del enemigo infernal, con el que hacían causa común
las más bajas pasiones e instintos de su naturaleza, y a la«que la
gracia de Dios se propuso derribar, para convertirla luego en uno
de sus más preciados bastiones. Aun en el período de más alejamiento y perversión, jamás deja de recibir fuertes golpes de la
gracia, que no le consienten dormir tranquilo en su roquera mansión. Mas sin darse él cuenta, poco a poco va abriendo brecha la
gracia en su reducto y penetrando dulcemente en su interior, hasta
que, acorralado y reducido al último refugio y atrincheramiento,
riñe la postrer batalla, en la que, después de una resistencia prolongada, le hace totalmente prisionero. Sí; a partir de su conversión, Agustín no es ya más que un prisionero de Dios; un prisionero de la gracia que se le entrega y rinde sin reservas y que no
quiere vivir ya más que para Dios y por Dios. Ha sido conquistado, pero lo ha sido plenamente en su inteligencia, en su voluntad
y en su corazón; por eso no será ya más que un gran siervo de
Dios y un esforzado paladín de la gracia frente a todos sus enemigos. Como San Pablo, será un gran vaso de elección, portador de
los más ricos dones de Dios, en sabiduría y caridad, a los hombres.
Cosa sería de nunca terminar si hubiéramos de apuntar, nada
más, los mil y mil temas que sugieren las maravillosas páginas
de este libro, uno y único en el mundo, como ya tenemos dicho.
N o es metáfora ni exageración. Un grueso volumen no sería bastante para ello, pues ciertamente son muchos los que sobre aspectos
particulares de las mismas existen ya. Pero es preciso reducirnos
a los estrechos límites que se nos han señalado en bien de los
mismos lectores, y porque debemos tratar además, aunque sea brevísimamente, algunos otros puntos importantes de las mismas
y dar razón de los métodos seguidos en la presente edición crítica
bilingüe.
37
inspiración cristiana y más concretamente paulina. Nada, desde luego, desmerecería
la "concepción genial del santo Doctor, aun suponiendo que fuera el dualismo maniqueo quien la inspirara lejanamente, ya que sustancialmente difieren de hecho y
el Santo procede en pleno pensamiento cristiano, apoyado constantemente en las
sancas Escrituras.
18
Prólogo a las
«Confesiones'»
Precursores e imitadores de San Agustín
II
PRECURSORES E IMITADORES DE SAN AGUSTÍN
Aunque las Confesiones de San Agustín, consideradas como
tales, sean, según hemos dicho, una obra una y única en el mundo,
consideradas, sin embargo, como simple autobiografía, pudiera
tal vez señalárseles algunos antecedentes, siquiera remotísimos y
fragmentarios y, por regla general, de escaso valor literario. Y es
que el género autobiográfico fue muy poco cultivado entre los
antiguos, refractarios a esta clase de escritos, en los que no veían
más que una desmedida exhibición de la propia persona, cierto
afán de notoriedad egolátrico o, cuando menos, una vanidad y glorificación de los propios méritos, que con frecuencia, por no decir
casi siempre, apenas si interesaban más que a sí mismos o a sus
descendientes. Uno de los grandes filósofos de la Grecia había
dicho: «El sabio no debe hablar nunca de sí, ni para humillarse
ni para ensalzarse; el desprecio y la gloria deben ser para él dos
cosas sin valor que jamás han de perturbar su ánimo.» He aquí
la razón del carácter esporádico, fragmentario y circunstancial de
las pocas manifestaciones que la antigüedad pagana nos ha dejado
del género autobiográfico. La Historia nos habla, entre los romanos,
de Emilio Escauro 1 , Sylla 2 , Rutillo Rufo 3 , Lutado Catulo 4 ,
Varrón 5, Marco Aurelio 6 y Rutilio C. Namaciano \ Pero las noticias biográficas que de sí nos han dejado y han llegado hasta
nosotros son tan breves, tan inconexas y deslavazadas, que hay que
forzar no poco la imaginación para ver en ellas una autobiografía
del autor. Son notas apreciables, referencias personales interesantes,
datps sueltos de una vida episódica, fundamentales y preciosos, si
se quiere, pero nada que se parezca a un estudio psicográfico, a la
historia íntima de un alma que ha sufrido y peregrinado largamente por la conquista de la verdad. ¿Y qué podía ofrecer a la
contemplación de los hombres un alma de la antigüedad pagana
más que vacío y miseria espiritual, y fealdad interior, y satisfacción
de sí misma, y ambición sin medida de gloria y aplausos? La
misma verdad, ¡cuan lejos estaba de constituir para el mundo
antiguo un problema viviente, de apasionada existencia y trascendente realidad! La amó, sí, con frecuencia; la buscó no pocas veces
con verdadero esfuerzo y tesón, pero jamás constituyó para él un
drama desgarrante y trágico, porque no era la verdad vital y vivi1
2
Cónsul en 115 a. C.
El Dictador.
Cónsul en 105 a. C.
' Hacia el 418. Consérvase íntegro el segundo
rario y parte del primero. Intentos autobiográficos
percio, Horacio y Ovidio.
<• ídem en 102 a C
s vivió entre 116-27.
» vivió entre 121-180.
libro de su Odoiporicón o Itineencuéntranse ya en Cicerón Pro-
19
ficante, misterio de la vida y de la muerte, lo que buscaba, sino la
verdad científica y especulativa, que deleita y place y en nada
compromete. La angustia por la verdad y la vida nace con la misma
Verdad y Vida por esencia: el Verbo de Dios hecho carne por el
hombre; y eso es lo que diferencia los escritos de uno y otro lado
d é l a cruz y lo que distingue radicalmente las Confesiones de San
Agustín de todos los escritos autobiográficos de la antigüedad
pagana.
Más abundantes ciertamente y, desde luego, más informadas
por el espíritu de gratitud a Dios y de edificación a los hombres
son las relaciones autobiográficas que nos han legado los escritores cristianos, particularmente los Santos Padres. San Cipriano
—por no citar sino los nombres más destacados—nos refiere en
su precioso opúsculo a Donato con todo detalle y colorido las
dudas y vacilaciones que inquietaron su corazón antes de convertirse y recibir el santo bautismo y los efectos saludables, maravillosos, que este sacramento operó en su alma, entonando por
ello un verdadero himno a la misericordia de Dios, que le había
hecho tan fáciles cosas que antes le parecían imposibles. Su pluma, maestra en el arte del bien decir, complácese en describirnos
con trazos sobrios, pero de fuerte relieve y colorido, los grandes
peligros del siglo, las tormentas y agitaciones del corazón humano, los espectáculos sangrientos y bárbaros del circo, la corrupción de costumbres y las obscenidades del teatro, y cómo su alma
noble, nacida para algo más que para servir de esclava a sus apetitos, se vio agitada y combatida por todas partes y por los más
contradictorios deseos, sin hallar paz ni sosiego en sí misma ni
en los demás, siempre anhelante, siempre inquieta e insaciada en
sus aspiraciones, hasta encontrar a Dios y con él la plena y verdadera felicidad; porque, hechos para él, sólo en él pueden encontrar nuestras almas su centro de gravitación y verdadero lugar de
reposo, la paz y dulzura verdaderas, el gozo eterno y el sentido
de la vida. San Cipriano ofrece este cuadro animado de su conversión a su amigo Donato sólo con el fin de moverle con su
ejemplo a abrazar el cristianismo. N o es, pues, una confesión de
su vida, pero hay en él mucho de emotivo y de íntimo y de elevación ardorosa hacia Dios. Escrito a raíz de su conversión, tiene
todo el encanto y todo el fuego de un arranque espontáneo de su
fe virgen de neófito. Aunque excesivamente retórico y florido,
debió de impresionar al Obispo de Hipona, por cuanto éste lo cita
en su libro De doctrina christiana". También San ¡Hilario de Poitiers nos ha dejado un extenso relato autobiográfico en el libro 1
de su obra De Trinitate. En él nos refiere su vida en el siglo y
De doctr. christ. IV 14,31.
20
Prólogo a las «.Confesiones»
sus anhelos de felicidad, y cómo habiéndola buscado ardientemente en el ocio, en los placeres mundanos, en los honores y hasta
en la misma virtud, al fin la halló sólo en Dios, cuya posesión
aparecía a sus ojos como la dicha suprema y la satisfacción plena
de todos sus anhelos. Por eso cuando por casualidad cayó en sus
manos el Evangelio de San Juan y leyó aquellas palabras: El
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, estremecido de alegría y lleno de santo alborozo, abrazó al punto el cristianismo,
junto con su esposa y su hija Abra, dando gracias incesantes" a
Dios por haberle concedido mucho más de lo que él pudiera apetecer y aun siquiera imaginar. Cuenta luego cómo fue obligado
a aceptar el episcopado y las terribles luchas que tuvo que sufrir
con los enemigos de la fe, que no cejaron hasta dar con él en el
destierro en las regiones de Oriente, de donde al fin regresó triunfante años después, cargado de méritos y gloria y temido de sus
enemigos en Oriente y Occidente. El relato de San Hilario, animado, lleno de movilidad y aun a veces de pasión y sentimiento,
como recuerdos sangrantes de un corazón lacerado por la calumnia y el dolor, es eminentemente objetivo y externo, aunque
por la fuerza, de las cosas no pueda por menos de entrar a veces
en las intimidades de su alma en sus desahogos frecuentes con
Dios. Quizá más dentro del género confesional habría que colocar
la obra del español Aquilio Severo titulada Odoiporicón o Itinerario, que abarcaba toda su vida y estaba escrita en prosa y verso,
al decir de San Jerónimo, que es el que nos da la noticia. Este
libro, denominado también Katastrpfe o Petra, debía de constituir
algo así, según el mismo título indica, como el desenlace final de
un drama novelesco, por sus incidencias y peripecias. Esta obra
interesantísima, escrita antes del 373, fecha de la muerte de Aquilio Severo, no ha llegado a nosotros, siéndonos doblemente sensible su pérdida como españoles. Interesante sobremanera es también en este sentido el Carmen de vita sua, de San Gregorio Nacianceno, en el que nos relata con bastantes pormenores su nacimiento, su educación religiosa y literaria, su vida de recogimiento
y ascetismo y luego sus luchas por la fe y libertad de la Iglesia
contra los herejes y, finalmente, la escena borrascosa del concilio
de Constantinopla, que provocó su renuncia a la silla de esta
ciudad, retirándose a su querida Nacianzo, de la que había sido
antes obispo. Este poema del Santo, el más largo de todos, es
también, sin discusión, el más bello, el más animado y el más poético de todos los suyos, y constituye uno de los ensayos más felices
e interesantes de autobiografía íntima y psicográfica de la antigüedad cristiana. Muchos datos sobre su infancia y juventud, sobre
su educación materna y vida escolar en Atenas nos refiere su her-
Precursores e imitadores de San Agustín
21
mano San Juan Crisóstomo en los cinco libros del sacerdocio;
pero las noticias que nos da están diseminadas por toda la obra,
sin formar unidad ni un desarrollo seguido del tema. Pero a todos
vence por las galas de su estilo oriental, por la elevación de sus
pensamientos, por la unción sagrada que penetra sus páginas, por
la riqueza de imágenes bellísimas con que esmalta y engrandece
sus sentencias, el llamado Testamento de San Efrén, al que suele
dársele también el nombre de Confesión, por el espíritu confesional que lo informa. «Monumento de humildad», se le ha llamado,
y nada más apropiado, porque en todo él no se respira más que
una constante acusación de sí mismo y una acción de gracias fervorosísima a Dios, dador de todos los bienes y remediador de
todos los males. Uno por uno recorre brevemente los acontecimientos principales de su vida, tomando motivo de todos ellos
para alabar a Dios e instruir a los fieles de Edesa, a los que una
vez más les recuerda los consejos saludables que constantemente
les había dado durante toda su vida. Real y verdaderamente, este
hermoso escrito es uno de los que tienen más parecido con las
Confesiones agustinianas, así por el espíritu que le anima como
por el modo de desarrollar el tema.
Pero por preciosos que sean todos estos escritos autobiográficos, cuando se les compara detenidamente con las Confesiones
de San Agustín, aparecen tan distintos, tan diferentes en extensión y mérito, y hasta en su misma estructura literaria, que realmente no se les puede considerar como precursores si no es en
un sentido muy lato y benigno. Dígase cuanto se quiera, preciso
es reconocer que en su redacción literaria, en su contenido doctrinal, en su amplitud y desarrollo, las Confesiones de San Agustín no reconocen precedente alguno digno de tenerse en cuenta,
y menos que haya podido ser fuente ocasional de inspiración. Las
Confesiones de San Agustín, como escribe Harnack, constituyen
un género literario único, totalmente original y propio, que nace
con el Doctor hiponense, y, como todas las creaciones del genio,
nace ya perfecto, íntegro, sin enmiendas ni retoques. Una obra
señera, totalmente nueva, así por el plan que desarrolla como
por el método que emplea, el espíritu que la anima y el lenguaje
que usa. San Agustín hubo de improvisarlo todo: género, forma
y título. Su obra debió de aparecer como uno novedad extra y desconcertante. En realidad lo era en todo el sentido de la palabra.
Libro tan sugerente, tan apasionado y tan leído no podía por
menos de suscitar imitadores en el transcurso de los siglos. N o
muchos años, en efecto, después de la muerte del Santo—hacia
el 45—escribía Paulino de Pella, nieto del célebre Ausonio de
Burdeos, en cuya casa y bajo cuyo magisterio vivió desde los tres
22
Prólogo a las «Confesiones»
Precursores e imitadores de San Agustín
años, una sentida y bella autobiografía, siendo ya de ochenta años
de edad, en forma de acción de gracias a Dios, en la que contenía
un relato sucinto—seiscientos dieciséis hexámetros—de toda su
vida, con el título de Eucharistkon Deo sub ephemeridis meae
textu. Como ya el mismo título indica, trataba en él de referir
a Dios todos los acontecimientos de su larga y azarosa existencia,
tomando ocasión tanto de las cosas prósperas como adversas que
le sucedieron, en las cuales vio siempre pródiga y benigna la mano
cariñosa de Dios. Aunque descuidado en punto a prosodia y métrica, el poemita atrae y cautiva poderosamente la atención, como
espejo fiel que es de un alma profundamente religiosa y probada,
mas siempre fiel y constante en su amor y confianza en Dios.
Igualmente sugestiva y de corte marcadamente agustiniano es la
célebre Confesión de San Patricio de Irlanda, en lá que en forma
de carta abierta a sus feligreses refiere su vida y sus afanes apostólicos, tomando asimismo ocasión de ellos para dar gracias a
Dios de lo más profundo de su corazón y humillarse en su presencia ante el cúmulo inmenso de tan grandes beneficios como el
Señor había derramado sobre el pueblo irlandés por medio de él,
indigno siervo suyo. Su fecha de redacción puede ponerse pocos
años después de la anterior, hacia el año 480. Sobre el 515 escribía en Pavía (Ticinum) otra Confesión su obispo Ennodio, a la
que Sirmond da el título de EucharisticUm de vita sua, a imitación de la de Paulino de Pella. Breve autobiografía, en forma de
fervorosa oración, a estilo de las Confesiones agustinianas, de las
que toma, por cierto, algunas frases y conceptos casi literalmente.
Concretándonos de modo particular a nuestra España, puesto
que sería demasiado largo referir por menudo todos los escritos
de carácter confesional, podemos señalar al gran poeta Aurelio
Prudencio como el primer iniciador de esta clase de escritos. Contemporáneamente del gran Obispo de Hipona, hacia 404 o 405,
publicó sus obras poéticas con un prólogo al frente, que es una
verdadera confesión. En él nos habla de su vida licenciosa de juventud y de su conversión a la vida piadosa y retirada del fausto
secularesco de la corte de Teodosio, donde desempeñó brillantes
cargos. Cuatro siglos después aparece en Córdoba la Confesión de
Alvaro Cordubense, himno vibrante, encendido y espléndido, como
el sol de Andalucía que la vio nacer. En ella el celebérrimo escritor mozárabe explaya y desfoga su corazón con modo tan impetuoso y torrencial, y con tanto dolor de sus pecados y amor tan
abrasado de Dios, con frases tomadas frecuentemente de las mismas Confesiones de San Agustín y de sus Soliloquios, que en nada
desmerecen estas breves páginas de las mejores del gran Obispo
hiponense, a quien imita y sigue con maravillosa fidelidad y exac-
23
titud. Bastaría este solo opúsculo, si no tuviera otros muchos de
encarecido valor, para inmortalizar su nombre y hacerle pasar a
la posteridad como un gran escritor y un fervorosísimo cristiano,
entre aquella pléyade de santos y mártires de los tiempos heroicos
de la Iglesia mozárabe. Saltando algunos siglos y con ellos algunos ensayos autobiográficos de escasa importancia, nos hallamos
en el siglo xvi con las Confesiones del Beato Alonso de Orozco,
hechas a imitación de las de su excelso patriarca San Agustín,
como él lo confiesa con ingenua sencillez en el prólogo a las mismas. El gran Santo y escritor agustiniano no posee ciertamente la
pluma vigorosa y vuelo genial de su santo Fundador, pero, en
cambio, campea en ellas un candor angelical y una sencillez y
tersura de estilo que le convierten en una verdadera joya de la
mística y literatura españolas. Siéntese, además, correr por todas
sus páginas una unción divina tan penetrante, un calor y aroma
de santidad tan intenso, que deja al alma dulcemente enamorada
y cautiva. Porque con ser tantas y tan excelentes las obras que este
dulcísimo escritor nos ha dejado, a todas sobrepuja y vence con
creces esta de sus Confesiones. También debe ser incluida en el
género confesional la relación autobiográfica de Santa Teresa de
Jesús, conocida ordinariamente con el nombre de Vida de sí misma, y tal vez con más derecho que otra alguna, puesto que si alguna hay que se acerque a las Confesiones de San Agustín por
lo genial, por lo que tiene de confesional y por el modo de desentrañar los secretos recónditos del alma, es ésta. Santa Teresa
había leído en su juventud las Confesiones agustinianas, de las
que habla en esta misma Vida con gran elogio, y halló un gran
parecido entre su alma y la del gran Doctor africano. Quizá esta
semejanza de almas y corazones sea también lo que da el fondo
de semejanza a ambas obras. Por eso, aunque la Santa no intentara imitarlas, como es de suponer, mas la huella profunda que
dejaron en su alma no era fácil se borrara hasta olvidarla, máxime
siendo uno de sus libros de lectura, por lo que, obligada a referir
los hechos de su vida, ningún molde halló más apropiado que el
mismo del gran Obispo de Hipona, de quien fue siempre devotísima. A éstas debemos añadir las Confesiones del P. Pedro de
Ribadeneyra, calcadas sobre las de San Agustín, como él mismo
confiesa. Se hallan en Monumenta Histórica Societatis lesu, vol. I.
M. R. Es muy sensible no se hayan publicado en el torno de selección de este autor, editado recientemente, ni en otros similares.
A partir de esta época, las autobiografías se suceden con alguna frecuencia, particularmente entre personas religiosas; sin
embargo, preciso es confesar que el género confesional decae notablemente, y los casos que pueden señalarse apenas si merecen
24
Prólogo a las «Confesiones»
ser citados en una reseña como la presente. En el siglo xvm surge
de nuevo la Confesión, con una modalidad profana, desconcertante y atrevida entre la gente de letras y de mundo, con Juan
Jacobo Rousseau en Francia y • J. Georgio Hageman en Alemania.
En el siglo xix la literatura autobiográfica confesional aumenta
hasta constituir un verdadero fenómeno psicológico. Paulo Claudel °, J. K. Huysmans 10, A. Retté ", W. James,'2, Francois Copee ", cardenal Newmann 14, Hugh Benson 15, Van der Meer de
Walcheren ", por no citar sino a los más destacados y célebres, se
han creído en la necesidad de razonarnos el porqué de su conversión y los caminos seguidos hasta llegar a ella, tomando por
modelo las Confesiones del gran convertido de Milán ir.
Es incuestionable que en muchos de estos ensayos y relatos
psicográficos hay páginas de una belleza encantadora, cuadros de
mano maestra de un colorido y viveza extraordinarios, rasgos de
una emotividad honda y legítima. Pero en todos ellos falta un
no se qué que les impide codearse y menos igualar al modelo
agustiniano, al que si en un momento se acercan, pronto decaen
y se apartan por falta de aliento divino. Cierto es, sin duda, que
el mundo interior que nos describen es objetivamente muy semejante en unos y otros; pero la visión de ese mundo difiere
en muchos de ellos notablemente, según el estado de perfección
subjetiva en que se hallaron al describirlo. La visión de la Historia, para ser completa y perfecta, ha de ser un poco a distancia
de los hechos. Los relatos confesionales hechos a raíz de la misma conversión están frecuentemente impregnados de mucho sentimiento personal, de mucho hervor de neófito, simpático y atrayente desde luego, pero no exento ordinariamente de ciertas exageraciones piadosas, de cierto deseo de justificación propia y hasta
nos atreveríamos a decir de un sutil e inconsciente espíritu exhibicionista. Es una visión que tiene aún mucho de humana, aunque
se quiera colocar en un punto de mira divino. Nos hablan de un
mundo con el cual han roto, pero del cual no se hallan aún totalmente distanciados. San Agustín ve su vida pasada no sólo a
a
Cf. P H . MAINAGE, Les témoins du Renouveau catholique (Beauchesne. París 1917).
i» I K. HUYSMANS, En route (París, Stock, 1898).
u12 A. RETTÍ, DU diable a Dieu (París 1904).
W. JAMES, The varieties of religious experience (Londres 1907).
J3
FRANCOIS COPEE, La bonne sottffrance (París 1912).
4
* CABD. NEWMANN, Apología pro vita sua, nueva ed. (Londres, Longmam's
Green,
1895).
,
"
15
HUGH BENSON, Les confessrons aun convertí, trad. de Wizewa (París 1918).
i« P. VAN DER MEER DE WALCHEREN, Journal d'un convertí.
17
Algunos de ellos advirtíéndolo expresamente. Véase cómo se expresó el último
de los citados, Van der Meer de Walcheren, en Journal d'un convertí: «Je lis les
Confessions de Saint Augustin, et je m'étonne d e v o i r que ce Saint, avant de
trouver la haute paix par la foi, a passé par les mémes angoisses, par les mémes
doutes qU¡ rne torturent, moi, un homme moderne, si affreusement».
Motivo formal
25
través del prisma de la fe, sino también y principalmente de la
' santidad más encumbrada, con ese mirar de proyección infinita,
en el que las cosas cobran su valor de eternidad y sólo es lo que
tiene relación con ella Is. Sólo esta condición es la que da verdadero sentido y valor a la relación confesional y la que la
hace elevarse y trascender sobre la memoria autobiográfica en la
misma proporción en que aquélla subsiste. Y he aquí la razón
fundamental de la diferencia entre el modelo y las copias y la
causa de Ja superioridad de aquél sobre éstas, indiscutible hasta
el presente y tal vez en lo futuro.
I I I
EL MOTIVO FORMAL DE LAS «CONFESIONES»
El gran biógrafo de San Agustín, San Posidio de Calama, que
convivió con él en dulcísima armonía, absque ulla amaritudine,
cerca de cuarenta años; que se sentó a su mesa constantemente
y fue el confidente de su corazón y el testigo de sus más recónditas acciones durante ese largo período de tiempo; que le amó
entrañablemente en vida y le lloró como ninguno en muerte, nos
habla así al llegar a las Confesiones—cuyo relato se proponía él
continuar—, al querer señalar el fin con que las compuso el gran
Doctor: «Quiso hacer esto (escribir las Confesiones), como dice
el Apóstol, para que nadie de los mortales creyese o pensase de
él más de lo que él conocía, que era y afirmaba de sí, usando en
ello el estilo propio de Ja santa humildad, no queriendo engañar
a nadie ni buscar su alabanza, sino sólo la de su Señor, por razón
de su liberación y de las mercedes que el Señor le había hecho,
y pidiendo oraciones a sus hermanos por las que aún esperaba
recibir» '. Nadie seguramente mejor enterado que Posidio de los
motivos ocasionales de las Confesiones; su testimonio debe ser,
pues, considerado, por las cualidades que le rodean, como una
declaración de testigo excepcional.
Y con Posidio concuerdan perfectamente las Confesiones y
demás testimonios del Santo Doctor. Conocido es ya el de la
Epístola a Darío, que dejamos arriba transcrito. Conocidos son
18
San Agustín escribe sus Confesiones a la distancia de doce años de la
conversión y en pleno apogeo de sus triunfos y su gloria. Es muy posible que
si muchos hubiesen esperado a escribir sus memorias confesionales tanto tiempo,
quizá no las hubiesen escrito nunca. Y no porque no sean verídicas, y mucho
menos porque no estén escritas con recta intención y deseo de aprovechar a! prójimo, sino porque la visión sub specie aeternitatís que confiero la santidad les hubiera hecho apreciar diferentemente las circunstancias motivas. Que la .santidad
sea la que eleva y confiere valor, aun en su aspecto de belleza humana, a estos
relatos confesionales, lo tenemos en el hecho de que los de los santos son los
que más se acercan al del gran Doctor africano. Ejemplos, el Beato Orozco y
Santa Teresa.
1
POSSIDIUS, Vita Sancti Augustini e l , prooem. n.l.
27
Prólogo a las «Confesiones»
Motivo formal
igualmente los de las Confesiones, en los que a veces se expresa
con demasiada viveza el concepto de satisfacción penitencial, de
edificación de los fieles o de alabanza a Dios, mas en todos ellos
late el sentimiento de humillación propia y abatimiento espiritual
en presencia de Dios y de los hombres.
Y se explica. Cuando Agustín escribía sus Confesiones, se
hallaba ya rodeado por todas partes de vítores y aplausos. La
gloria y admiración le acompañaban por doquiera. A pesar de
su vida pasada, había sido elevado al sacerdocio y rápidamente
al episcopado. Sus escritos, que se sucedían sin cesar, eran acogidos como oráculos casi divinos, siendo arrebatados de su escritorio aun antes de ser terminados. Capitán de los ejércitos del
Señor, allí donde él se presentaba, allí eran derrotados los enemigos del nombre de Cristo, hundiéndolos, unos en pos de otros,
en el abismo de la confusión y la ignominia. Era el gran héroe
de la causa divina, el gran doctor y maestro no sólo del África,
sino de la Iglesia universal. Agustín sentíase amado, y más que
amado, idolatrado en todas partes; veíase aplaudido, alabado,
ensalzado hasta las nubes. En lo humano podía creerse feliz
y satisfecho. N o obstante, Agustín tiembla y se espanta y busca
en el refugio del santuario al pie del altar el escudo que le
proteja, la medicina que le sane de las heridas cotidianas que
recibe y Ja fortaleza que le sostenga contra el terrible enemigo de
la vanidad. Porque, aunque santo, tiene el corazón de carne y no
le es ajena ninguna de. las flaquezas humanas. «Non est mihi
cornea fibra», exclama angustiado el gran Doctor. Y las alabanzas
y los aplausos y la gloria y vanidad mundanas se le pegan y se
le entran sin sentir hasta el fondo del alma, y antes que se dé
cuenta le sorprenden y cautivan con su deleite. Si alguien ha
sentido en toda su fuerza esta tentación de la vanagloria y de la
complacencia propia y del halago del aura popular, éste fue
Agustín. Pero Agustín ha recibido en su alma la plenitud de la
iluminación divina y sabe que sólo Dios es bueno y laudable
y digno de todo honor y gloria, y sabe también que el hombre
no tiene de sí sino pecado, y miseria, y tinieblas, y vanidad, imperfección e insuficiencia para el bien obrar, y que no sería absolutamente nada si aquél le dejara de su mano. Agustín nos ha dicho
también que ha sido herido por el dardo del amor de Dios y que
nada quiere ya para sí, sino todo para Dios. El solo pensamiento
de que pueda vanagloriarse del más pequeño don o gracia divina
le llena de espanto. Por eso gime y llora y se acongoja al ver que
los hombres ponen la vista en lo poco bueno que a sus ojos hay
en su alma, y se olvidan de su vida pasada y de sus pecados de
juventud y de sus descarríos y locuras, y exageran sus virtudes
y aun alaban cosas que a él le desagradan: «Nam et contristor
aliquando laudibus meis cum vel ea laudantur in me in quibus
mihi ipse displiceo vel etiam bona minora et levia pluris aestimantur quam aestimanda sunt.» ¡Qué pureza y candor de alma!
Pero Agustín, genial en todas sus concepciones, halla un
medio, originalísimo también, de combatir al enemigo terrible
de la vanagloria que se le entra por los sentidos sin sentirlo
y aun á veces sin poder evitarlo: descubrir a la faz del mundo
entero lo que había sido antes de su conversión y lo que era al
tiempo de escribir las Confesiones. Por mucho que me ensalcéis,
viene a decirles, no os olvidéis que fui un joven perdido y dominado por las malas pasiones, que fui un orgulloso y un ambicioso y que fui, sobre todo, una peste y un perro rabioso que
no cesó durante nueve años de ladrar contra la Iglesia de Dios
y perseguir con mis sofisterías a sus pequeñuelos, sus hijos indoctos. Si hoy soy otra cosa, lo soy exclusivamente por la gracia
divina, por la misericordia de Dios. Alabad y ensalzad, pues,
conmigo al Señor, que se dignó tener compasión de mi miseria,
y compadeceos de ésta dirigiendo piadosas oraciones al Altísimo
por mí, a fin de que me vea libre totalmente de ella, y cesad en
vuestras alabanzas, que ningún bien me reportan y sí me pueden
causar gran mal. Quiero ser amado de vosotros, quiero ser estimado y reverenciado de vosotros; mas, por eso mismo, quiero
qué dioréis conmigo por mis males pasados y presentes y alabéis
a Dios por mis bienes, que son suyos, exclusivamente suyos. Estimadme, sí, pero no más de lo que yo me estimo y aprecio y como
yo me estimo y aprecio.
Agustín, al terminar de escribir sus Confesiones, seguramente
se sentiría satisfecho de su piadosa invención, pues sin duda que,
cuando leyesen su libro, amigos y enemigos habían de sentir
una gran decepción con aquel hombre a quien ellos consideraban
como un caso extraordinario de ciencia y de virtud. Vedme tal
cual soy, les diría como al conde Darío; fijaos bien en este mi
retrato, trazado por mi propia mano. Miradme bien una y otra
vez y no me alabéis ni tengáis en más de lo que soy. Por mí
mismo descendí hasta el fondo del abismo, hasta lo más abyecto
y ridículo del error y del pecado; por la gracia de Dios soy lo
que soy. Si algo bueno halláis en mí, no me lo atribuyáis a mí,
sino a Dios, que.me lo ha dado: «Ipsi gloria et honor.»
Por primera vez se daba en la Historia el caso extraño de
que un hombre en la cumbre de su gloria escribiese un libro de
su vida íntima y pecaminosa, confesándose en voz alta a la faz
del mundo y tomando por testigo a Dios de la verdad de su
confesión. Desde ese momento su vida de pecado y descarrío,
"
23
Prólogo
a las
«Confesiones»
tal vez conocida de muy pocos fuera de sus familiares, va a ser
del dominio de todos. Todos van a saber quién fue Agustín en su
mocedad por dentro y por fuera, porque con una crueldad inau :
dita nos va a referir hasta sus pasiones más vergonzosas, hasta
sus pensamientos más ocultos, hasta sus petulancias más impudentes.
Mas—¡cosa sorprendente!—el libro sale y, como si hubiera habido una conjura piadosa de las gentes, en todas partes estalla
y provoca un encendido y continuo aplauso^ y Agustín es alabado
sin reservas por lo que dice y por el modo de decirlo, y su libro
es devorado como si se tratase de una obra de escándalo en nuestros días. Ya no le quedan al pobre Obispo de Hipona nuevos
recursos de humillación. Sólo resta a su afligido y contristado
corazón callarse, sufrir y ofrecer a Dios el sacrificio de la alabanza. Una vez más se cumplía el dicho del Salvador: Quien se
humilla será ensalzado.
Durante muchos siglos este concepto de las Confesiones de
San Agustín fue el único admitido como verdadera causa ocasional de las mismas. Pero los críticos modernos, que tienen ojos
de lince, y cristales de gran aumento, y reactivos poderosos, y
rayos de luz que penetran los cuerpos y el espacio, han descubierto nuevos y secretos motivos ocasionales de la composición
de las Confesiones del gran Obispo de Hipona. Según ellos, el
Santo no intentó nunca la humillación de su propia grandeza con
la confesión dolorida de sus pecados ante la faz del mundo entero, sino, al contrario, su fin fue defenderse de ciertas "calumnias y acusaciones que esparcían sus adversarios, y de las que se
hacían eco aun algunos de sus correligionarios, y que era necesario atajar en bien de las almas de sus fieles, ante quienes podía
perder prestigio y ascendiente moral. «Una sola vez—escribe Luis
Bertrand—Agustín ha pensado en sí, y es precisamente en el
libro de sus Confesiones, cuyo espíritu comprenden tan mal los
modernos, y donde éstos buscan cosa muy distinta de las intenciones del autor. Compúsolas éste a raíz de su ordenación episcopal,
para justificarse de las calumnias divulgadas sobre su conducta
pasada. Parece como que quiso decir a sus detractores: ¿Vosotros
me tenéis por culpable? Lo soy, en efecto, y tal vez más de lo
que vosotros pensáis; mas no como vosotros pensáis» 2. En efect o : el mismo primado de Numidia, cuando se le pidió autorización para consagrarle obispo coadjutor de Valerio, se negó a concederla, entre tanto no se esclareciesen algunas dificultades que se
oponían a e l l o \ Sus acérrimos enemigos los donatistas no cesa2
Saint Augustin (París 1913) p.36-1
' Cf. Contra ¡¡Iteras Petiliam III 16.19; Contra Cresconium III 80,92 y IV 64.79
Motivo
formal
29
ban de calumniarle de palabra y por escrito, a fin de despojarle
de todo moral prestigio. Decían de él que cuando huyó, siendo
retoricó, de Cartago a Roma, no fue por huir de los eversores o
estudiantes revoltosos, sino por huir de la sentencia del procónsul
Messiano contra los maniqueos. Que entre éstos no fue sólo oyente, sino sacerdote y electo. Que sus descarríos de juventud fueron
•mucho más graves y vergonzosos de lo que se creía, etc. 4
Pocas palabras bastan para desvanecer este fantasma o ensueño de los modernos biógrafos del Santo, inspirados tal vez por
algún espíritu maligno donatista rezagado. Las dificultades o reparos de Megalio, primado de Numidia, no tenían nada que ver
con las calumnias de su vida pasada, sino presente. La prueba de
ello es que, aclaradas éstas, él mismo se ofreció a ser su consagrante, como de hecho lo fue \ . La cuestión de los donatistas es
posterior a las Confesiones, como el Santo mismo lo afirma, acusándoles de tergiversar el relato del libro tercero de aquéllas '. En
cuanto a su intervención en el maniqueísmo, ahí están los maniqueos, que pueden decir lo que fue entre ellos. Finalmente, la
acusación de su fuga a Roma malamente pudo obedecer ésta a
los móviles que le señalan, habiéndose dado dicho decreto de persecución contra los maniqueos después del consulado de Bautón,
como se desprende de la fecha de las actas consulares insertas
por Petiliano en su escrito, fecha en la cual se hallaba en Milán
y como retórico de la ciudad pronunció el panegírico del emperador. «A los que se muestren incrédulos v -ispicaces sobre la verdad de esta afirmación—les dice el Santo - , si quieren la prueba,
podré traerles el testimonio de muchísimos personajes que gozan
hoy de buena fama en la sociedad, los cuales conocen perfectamente este período de mi vida» '. San Agustín se defendió cuando ello fue necesario y útil para sus fines espirituales, y se defendió con la sinceridad y nobleza de un alma grande que camina
a gran distancia sobre las miserias y ruindades humanas. «Si fuese necesario defenderme—les decía emocionado a sus lectores—,
lo haré con la mayor facuidad y con estas pocas palabras: Yo me
uno a todos aquellos que reprueban y detestan todo cuanto se refiere a la vanidad y errores de aquel período de mi vida anterior
al bautismo, a fin de que nadie pueda sospechar que defendiéndome yo busco mi gloria y no la de Aquel que por su gracia me
libró. Por eso, cuando oigo hablar mal de aquella mi vida, hágalo
quien lo haga, con buena o mala intención, no quiero ser ingrato
hasta el punto de irritarme, porque cuanto el calumniador me
4
5
0
Cf. o. c , III 25.
Cf. o. c , III 16.
Cf. o. c , III 17.
' Contra Petil. III 25.
30
Prólogo a las «Confesiones»
Motivo
recuerda más mis vicios, tanto más alabo yo al médico que me
curó de ellos»".
Petiliano, hombre sin conciencia y sin pudor, maldiciente y
calumniador sempiterno, que no sabía discutir ni defenderse de
los ataques de sus enemigos si no era insultando y diciendo todo
el mal que se le venía a la boca, viniese o no viniese a pelo, llegó
hasta el extremo, en su furor, de recoger y propalar la inmunda
calumnia que cierto enemigo personal del Santo lanzó contra él,
diciendo que había proporcionado a una señora un filtro amoroso no sólo con conocimiento de su marido, sino hasta con su
aprobación, calumnia dirigida, sin duda, a impedir su consagración episcopal, y que hicieron llegar a los oídos del primado de
Numidia, quien, asustado del hecho, se negó, entre tanto no se
esclareciese el asunto, a conceder su aprobación. «Petiliano—dice
el Santo—recoge esta insidiosísima acusación, pero se guarda muy
bien de decir que el acusador, horrorizado de su maldad, pidió
perdón en un sínodo, perdón que le fue benignamente concedido...
Sin duda, el enemigo de las almas pretende que yo quebrante el
precepto del amor de los enemigos. N o lo permita Dios, por la
infinita misericordia de Aquel que me amó y se sacrificó por mí,
hasta el punto de decir mientras pendía en la cruz: Perdónales,
Padre, porque no saben lo que se hacen; el cual me ha sugerido
también a mí decir a Petiliano y demás enemigos míos: Señor,
tened piedad de ellos, que no saben lo que se dicen»".
Como se ve, las acusaciones calumniosas son casi todas posteriores a la redacción de las Confesiones y, consiguientemente,
ajenas al relato de las mismas. Nadie, ciertamente, que lea éstas
sin prevenciones advertirá en ellas el menor tono de apología ni
defensa propia. Al contrario, la mayor parte de aquéllas se fundan
en interpretaciones aviesas o exageraciones malignantes de muchos relatos de éstas, como se lo echa en cara el mismo Santo a
Petiliano.
N o todos los críticos modernos están conformes con esta nueva interpretación de los fines-motivos de las Confesiones que
Luis Bertrand pretendió descubrir en éstas, y a quien inconscientemente han seguido numerosos biógrafos. Hasta el sensato
De Labriolle llega en su prólogo a las Confesiones a admitir como
posibles estos motivos, aparte los otros fundamentales 10. En cambio, Próspero Alfaric, testimonio nada sospechoso de parcialidad católica por su apostasía de la fe, que le coloca en un plano
de criticismo heterodoxo casi siempre, se muestra totalmente
opuesto a esta teoría, volviendo por los fueros de la tradicional.
8
Cf. o. c , m 10.
" Cf. o. c . III 13.
10
LABRIOLLE, Saint Auguitin:
«Coalejsioru»
(París
1925)
p.xi.
formal
31
«II [Augustin] ne se met en scéne que pour s'humiller du mal
qu il a commis pour remercier Dieu du bien réalisé en lui et
pour emmener ses lecteurs á partager sa foi catholique.» Y a continuación, en nota, añade: «D'aprés Louis Bertrand (Saint Augustin p.364), Augustin aurait raconté sa vie pour se justifier des
calomnies répandues sur sa conduite. Ríen ne trahit chez luí une
pareille intention. II écrit pour s'accuser plutót que pour se disculper. Dans le Contra litteras Petiliani (III, 11, 20) il fait allusion á des critiques récemment soulevées contre sa vie passée.
Mais ees critiques sont postérieures á la rédaction des Confessions» ll.
Por otra parte, si las Confesiones fuesen una defensa propia
contra tales calumnias y detracciones, habría que decir que Agustín
fue el más inepto de los hombres al escoger un medio tan inadecuado para semejante fin. Es casi seguro que Agustín pasó su
vida de Tagaste, Madaura y Cartago como un perfecto desconocido. En una ciudad como ésta, en la que la corrupción moral no
tenía freno, la vida del joven retórico había de aparecer como
una de tantas. Agustín era, además, amigo del orden y de la
honestidad pública, como testifica uno de sus adversarios I2. Su
concubinato debió parecer a muchos una actitud recatada y semihonesta. Su conversión al maniqueísmo, una de tantas como se
verificaban en África. Alejado después a Roma y Milán, ¿quién
se había de acordar, y menos preocupar, de su vida y sus acciones? ¡Donosa defensa la suya comenzar por revelarnos todos los
secretos y miserias de su corazón, sus pensamientos más rastreros,
sus pasiones más vergonzosas, sus ambiciones y sentimientos más
bajos, su fondo, en una palabra, de corrupción y de inmundicia!
Todo esto no debía, no tenía por qué tocarlo, de querer hacer
una defensa de su vida pasada, a la que, lejos de favorecer, perjudicaba. Por poco inclinado a la malicia que fuera el pueblo
africano, ¡hubiera dicho al punto: «Vamos, las acusaciones no son
tanto como se decía, pero sí tenían su gran fondo de verdad; y
¡quién sabe si él no callará muchas cosas importantes!» N o ; el
acento de dolor y sinceridad que se respira en todas las páginas
de las Confesiones es demasiado profundo, demasiado espontáneo,
demasiado encendido y lacerante para que puedan admitirse otros
motivos menos puros y menos desinteresados que la humillación
propia y la glorificación de Dios, bueno y misericordioso. Quienes pretenden cohonestar ambas tendencias no saben que destruyen en sí mismas las Confesiones, su valor moral y su valor his11
12
PROSPER ALFARIC, V évolution intellectuelle de Saint Auguitin I p..í.» pref.
Véase el testimonio de Vicencio Rogatista, en otro tiempo condiscípulo suyo :
«Cum optime te noverim longe adhuc a íide christiana sepositum et studiis oíim
deditum litterarum, quietis et honestatis fuisse cultorem». Cf. Epist. 93 n.51.
32
Prólogo a las «Confesiones»
tórico, reduciéndolas a un mero ensayo literario y a una torpe
apología de su vida.
IV
VALOR HISTÓRICO DE LAS «CONFESIONES»
Es hecho incuestionable que nuestros estados psíquicos y aun
fisiológicos influyen notablemente en nuestras apreciaciones y
juicios de las cosas. Ya Aristóteles decía que «cuanto se recibe
del mundo exterior se recibe según el modo del que lo recibe»,
adagio que nuestro poeta tradujo elegantísimamente cuando dijo
que «todo es del color del cristal con que se mira». Verdad es
ésta de experiencia cotidiana y de un valor universal, sobre todo
cuando se refiere a cambios de orden moral y religioso, en los
que el sentimiento y las ideas sufren una modificación más profunda y radical. Acciones que en un estado de disipación y abandono espiritual parecían poco menos que inocentes, vistas luego
a través del prisma de una fe viva y abrasada en amor de Dios
parecen crímenes monstruosos y pecados de una gravedad extraordinaria.
Cuando San Agustín escribió las Confesiones, entre los años
398 y 400, su punto de mira había cambiado notablemente. Por
una parte, se hallaba a la distancia de más de treinta años de la
mayor parte de los hechos y acontecimientos en ellas referidos;
por otra, su estado psicológico y moral había cambiado totalmente. El éxtasis de Ostia nos manifiesta que su introducción en
el estado místico fue, como en San Pablo, casi instantáneo con su
conversión. Y si a esto se añade que las Confesiones fueron escritas cerca de quince años después de ésta, tendremos una idea
aproximada de la perfección y santidad a que se hallaba elevado
en dicho momento histórico, perfección y santidad que el mismo
Santo nos ha dejado reflejada en el libro X de aquéllas.
Tales observaciones, verdaderas y justas en principio, han
hecho que muchos de los críticos modernos 'hayan suscitado
una cuestión aguda sobre la historicidad de las Confesiones. Si
los hechos que relatan—dicen—están a tantos años de distancia, si el estado interior de Agustín es totalmente diverso de
cuando se realizaron aquéllos, ¿no habrán sufrido una profunda modificación al ser trasladados al papel? ¿Podemos estar
seguros de que la división que de ellos nos da es objetiva y exacta? El examen de los Diálogos de Casiciaco—añaden estos sagaces críticos—arroja una cantidad sin número de diferencias
de apreciación y detalle que nos hacen vehementemente sospechoso el relato de aquéllas.
Los primeros en sembrar esta desconfianza sobre el testi-
Su
valor
histórico
33
monio de las Confesiones fueron Gastón Boissier' y Adolfo
Harnack 2, en tono moderado, sí, pero dejando ver claramente
la tendencia de su espíritu. Este último, sobre todo, a vueltas de
circunloquios, contrapone el relato de las Confesiones al de los
Diálogos y la conversión descrita en aquéllas a la referida en
éstos, afirmando que «es fácil oponer Agustín contra Agustín»
y que «las Confesiones adelantan demasiado su evolución real» 3.
El protestante Friedrich Loofs acentúa esta tendencia, pronunciándose contra las Confesiones a favor de los Diálogos. Para
él, Agustín no se convirtió hasta el 391, y todo lo que él nos
refiere en aquéllas hasta dicha época es una fantasía piadosa
de su autor 4. Tres años después, en 1900, Louis Gourdon recogía estas ideas y las exponía con crudeza sin precedentes en la
Facultad de Teología protestante de París, en una conferencia
cuyo título era Essai sur la conversión de Saint Augustin \ En
ella afirmaba terminantemente que en las Confesiones y en los
Diálogos «nos hallamos en presencia de dos conversiones y de
dos hombres diferentes», que «los Diálogos están en contradicción flagrante con las Confesiones»; que «Agustín no se convirtió hasta el 390 y que no es plenamente cristiano hasta el 400,
cuando escribía las Confesiones» '. H. Becker, en su Augustin.
Studien zu seiner geistigen Entwickelung,. declaraba desde las
primeras líneas que la conversión de Agustín había seguido un
curso totalmente distinto del descrito en las Confesiones \
Casi al mismo tiempo que Becker, escribía sobre el tema'
W. Thimme, quien, más radical que sus predecesores, llega a
afirmar que San Agustín en Casiciaco ni es siquiera cristiano,
ni ha salido aún de la duda académica; poco a poco se convierte en un neoplatónico perfecto, -y sólo más tarde, en Roma,
recibe francamente 'las influencias cristianas. Las Confesiones,
en realidad, no pasan de ser un relato novelesco con miras de
edificación y apología católica de la gracia *.
Finalmente, para no citar sino al último de los agustinólogos heterodoxos, Próspero Alfaric agrava los reproches contra
las Confesiones, atacando francamente su historicidad objetiva.
«Agustín—dice—escribe sus Confesiones con lia preocupación
dogmática de justificar ciertas tesis favoritas con ejemplos
1
G A S T Ó N B O I S S I E R , La fin du paganisme,
H a c b e t t e , 3.* ed. (1898) p.291-325.
- An. H A R N A C K , Augustin's
Confessionen
2 Auflag. (Giessen 1895) p . l ñ .
Ib.
* P R . LOOFS, art. Augustinus,
en Realencyclopádie
für prol. Stuil.,
3 . " ed. t.2
(Leipzig 1897), y Leitfaden
zum jtudium
der dogmengeschichte
( H a l l e 1906) p.348
y 351.
" f.oüis GOURDON, Essai, etc. (Cahort 1 9 0 0 ) .
'• Ib., p.45ss.
' I I A N S B E C K E R , Augustin.
Studien
zu seiner
geistigen
Entwickelung
(Leipl\y, 1908).
" W . T H I M M E , Augustins
geistige Entwickelung
in den ersten labren nach seiner,
l k k e h r u n g , 386-391 (Berlín 1908).
:l
S.Ag.
2
2
35
Prólogo a las «.Confesiones»
Su valor histórico
personales. En los nueve primeros libros nos refiere detalladamente la existencia agitada que hubo de llevar fuera del catolicismo. Pero más procede como teólogo que como historiador.
Quiere, sencillamente, mostrar con su propia experiencia la corrupción nativa del hombre y el papel bienhechor de la gracia,
asegurada constantemente aquí abajo por la Iglesia. Si él se
pone en escena, no es sino para humillarse por el mal que ha
hecho y para dar gracias a Dios por el bien obrado en él, y
para mover a los lectores a participar de su fe católica. De
aquí que le veamos calumniarse a cada instante, a fin de mejor
destacar su miseria, atribuyendo ciertas influencias de orden profano que han producido en él efectos saludables a la acción misteriosa del Espíritu Santo sobre su alma. Por otra parte, él escribe
sus Confesiones hacia los cuarenta y seis años de su edad, mucho
tiempo después de los hechos que relata en ellas, época en la que
no podía guardar ya sino un recuerdo muy vago de ellos. Inconscientemente atribuye a ciertos períodos de su vida determinados
estados de su alma que no pudo experimentar sino más tarde.
Agustín anticipa en las Confesiones el curso normal de su evolución. Esta misma tendencia se advierte ya en sus primeros escritos. Las indicaciones autobiográficas que nos vienen de él son
tan poco seguras, que frecuentemente se contradicen entre s í » ' .
La cita ha sido larga, pero muy conveniente porque ella encierra y condensa el pensamiento de todos los adversarios de la
historicidad de las Confesiones en forma concisa y vigorosa y con
toda crudeza y claridad. Nuestros lectores habrán quedado, sin
duda, perplejos ante juicios semejantes, sentados con tanto aplomo
como si fueran una tesis documentada y sin réplica posible. Por
el bien de ellos y el honor debido a la verdad y al Santo vamos
a examinar con toda brevedad, sí, pero también con toda precisión, la verdad de estas afirmaciones extrañas y desconcertantes.
Desde luego, a cualquiera parecerá algo sorprendente que durante quince siglos a ninguno de los lectores y comentadores de
este maravilloso libro se le haya ocurrido dudar de su veracidad.
Sólo este dato sería bastante para escamarse de las afirmaciones
de nuestros flamantes críticos, capaces de levantar con su genio
todo un mundo sobre un punto de apoyo. Cuando a Tomás Moro
se le solicitaba a abrazar el protestantismo como la expresión genuina de la religión de Cristo, le bastó este sencillo argumento,
lleno de socarronería inglesa, para confundir a sus enemigos:
«Durante quince siglos, hombres eminentes en ciencia y santidad
han profesado la religión católica, y a nadie se le han ocurrido tan
peregrinas doctrinas; vosotros sois de hoy y no tenéis quien esté
de los antiguos con vosotros. Entre los quince siglos de tradición
constante e ininterrumpida y vosotros, me quedo con aquéllos,
como buen inglés.» Quizá no sea muy científico este modo de argumentar, pero sí encierra, indudablemente, una buena dosis de
sentido común, d¡el que suelen andar muy escasos nuestros modernos críticos. Por» otra parte, frente a estos tales se hallan otros no
menos competentes y autorizados. Ya en 1892 replicacaba, aunque brevemente, Fr. Wórter a Boissier y Harnack, refutando todos
sus argumentos con nuevos y más amplios estudios y declarándose
por la tesis tradicional, que él juzga inconmovible 1°. Algunos
años después aparecen J. Martin, contra Boissier " ; el P. Portalié,
contra Loofs y Gourdon 12; Seegberg, que no acierta a ver tales
contradicciones ni argumentos contra la tesis tradicional' 3 ; Louis
de Moudadon 14 y Louis Bertrand '5, que sin excluir ciertos fines
apologistas de las Confesiones y Diálogos, no dudan, sin embargo,
de su veracidad y armonía; Georges Legrand ", Pierre Batiffol "
y W. Montgomery ls , que combaten con brío y gran copia de
documentos los trabajos citados de los críticos alemanes. Finalmente, debe ser incluido entre los defensores de la tradición, aunque con graves reservas, el tristemente célebre Loisy, quien aconseja a P. Alfaric que temple el rigor de sus conclusiones y «qu'il
eut été préférable de núancer un peu plus avec le concours de la
psychologie religieuse» ". Por fortuna, hoy día la tesis tradicional
va ganando terreno y hasta puede decirse que domina en el mismo
campo protestante.
Por otra parte, la argumentación positiva es de un valor apodíctico que no se puede disimular. Ciertamente, San Agustín ha
intentado consignar la historia de su evolución religiosa, de su
pensamiento, de su vida, anteriores a su conversión en los nueve
primeros libros de sus Confesiones. Este hecho está constantemente atestiguado por el Santo, y, aunque no lo estuviera, bastaría el tono y carácter de la obra para comprobarlo suficiente-
3*
' PROSPER AI.FARIC. Vévolution ¡nlellecluelle de Saint Augustin:
niqueisme au Platonisme (París 1918) pref. p.3-4.
I. Du Mu-
10
FR. WÓRTER, Die G eisteseniwickelung des hl. Aurelias Augustins bis zu
seiner
Taufe (Paderborn 1892) p.64-66.
11
].. MARTIN, Ármales de philosophie chrétienne, diciembre 1898: «Saint Augustin
á
Cassiciacum, veiíle et lendemain d'une conversión», p.307ss.
12
E. PORTALIÉ, Dictionnaire de tbéol. catholique de París, art. «Saint Augustin». t.l col. 2.273-2.274. El autor, sin embargo, no cita expresamente a dichos
críticos.
.
13
REINOLD SEEGBERG, Die Beekehmng Augustins. Eme rehgions-psychologische
Studie.Religión
und
Geisteskultur
(1909).
14
Louis DE MOUDADON, Les premieres impressions catholiques de Saint Augustin:
Etudes, 20 de mayo y 5 de junio 1909.
15
Louis BERTRAND, Saint Augustin (París 1913).
10
GEORGES LEGRAND, Saint Augustin au lendemain de sa conversión: Revue
Néo-scolastique
(1911).
17
PIERRE BATIFFOL, Autour du «DÉ- utilitate credendi»: Revue Biblique, en. abrill s 1917.
W. MONTGOMERY, Saint Augustine. Aspeéis of bis Ufe and thought: II. Hts
conversión
p.32-66.
19
ALFRED LOISY, V évolution intellectuelle de Saint Augustin par Prosper Alfarje: Revue Critique, abril 1919.
36
Prólogo a las «Confesiones»
mente. Si, pues, los hechos que narra no son verdaderos, ello
será o por falta de capacidad o por falta de probidad, o por
ambas cosas a la vez.
Falta de capacidad. Aunque sea verdad que los hechos narrados disten bastante de la fecha de redacción^de las Confesiones, hay que reconocer también que nos hallamos en presencia
de un hombre de extraordinaria memoria e inteligencia. El mismo Santo nos lo asegura al hablar de su primera infancia:
«Non enim deerat, Domine, memoria vel ingenium, quae nos
habere voluisti pro illa aetate satis» 20. Memoria y entendimient o : he aquí las dos grandes cualidades intelectuales que caracterizaron siempre a San Agustín. N o le faltaba, no, capacidad
suficiente y aun más que suficiente para recordar los hechos que
narra en sus Confesiones. Por otra parte, las Confesiones no fueron obra del momento, de improvisación y sorpresa; antes al
contrario, tardó varios años en su composición 21. En tan largo
espacio de tiempo no es ningún milagro de memoria recordar
los hechos que recuerda, pocos relativamente en número y muchos de ellos fáciles de retener. A veces le falla, es verdad, la
memoria; pero entonces él mismo nos lo advierte, diciendo que
no supo lo que contestó o que debió dar una contestación muy
semejante a la que él ahora da ". Otras veces se olvida totalmente del hecho mismo en el momento y lugar en que debía; mas
luego, en virtud de la asociación de ideas, se le viene a la
mente, insertándolo allí, aunque en lugar indebido 23 . Otras, finalmente, pasa por alto hechos sin trascendencia ni relieve en
su desarrollo psíquico y moral y que le retardan en llegar al
término que persigue. Porque—ya lo dijimos al principio—las
Confesiones, más que una autobiografía, son un diorama, en el
que trata de describirnos los estados o etapas por que atravesó
su alma hasta llegar a la luz de la verdad católica. Es narración
de hechos, sí; pero sólo, naturalmente, de aquellos que se relacionan con este fin, aunque en sí tengan escasa importancia como
20
21
Conf. I 1,16.
Su fecha de aparición se puede colocar en torno al año 400; pero es casi
seguro que en el 397 estaba ya trabajando sobre ellas. Esto por lo que se refiere
a la primera parte, es decir, los nueve primeros libros. Para los restantes habría
que 22prolongar algún tanto esa fecha.
«Ad haec ei quid responderim non satis recoló» (Conf. IX 11,27). «Unde
et quo duxistí recordationem meam ut haec etiam confiterer tibí, quae magna oblitus
praeterieram?» (Conf. IX 7,16).
23
Tal es, por ejemplo, el relato de Fermín sobre las observaciones astrológicas
de su padre y un amigo suyo, que evidentemente están fuera de su lugar. También
en el libro VIH, al hablar y describir su conversión, refiere muchas cosas sucedidas
mucho tiempo antes. A veces el Santo vacila sobre la verdad de la referencia que
hace, y entonces, vuelto a Dios, le confiesa su incertidumbre: «Itane est, ut recoló.
Domine Deus meus, arbiter eonscientiae meae? Coram te est cor meum recordatió
mea» (Conf. V 6,11). «Haec tuna non noveram» (Conf. III 4,8). «Necdum mihi
haec apostólica nota erant» (ib.). «Non enim sicut modo loquor ita sensi» (ib., III
4,9). «Non quidem his verbis, sed in hac sententia multa dixi tibi» (ib.. 12,*28).
Su valor histórico
37
históricos. Concluyamos que para referir los hechos que él Santo
relata en sus Confesiones no necesitaba ser un memorión ni un
gran talento, y que Santa Teresa de Jesús, con no ser tanto y
tratar de cosas más delicadas y fáciles de desvanecerse, ofrece
más detalles en su Vida que el gran Doctor hiponense en la suya.
Probidad moral. ¿Quién se la podrá negar a San Agustín?
Su sinceridad no se puede poner en duda un momento. Cierto,
como hemos dicho, que el Santo Doctor ha tenido sus fines al
escribir las Confesiones y que de modo especial intenta poner
de relieve la acción de la gracia sobre el hombre; la providencia
de Dios sobre la salud del género humano, particularmente sobre
él; la apología de la fe católica como la única verdad beatificante, en quien todas las ansias y preocupaciones del hombre
tienen su fin y todas sus • inquietudes y anhelos espirituales hallan
descanso y satisfacción ='. «Tarde os conocí, Hermosura siempre
antigua y siempre nueva; tarde os conocí. Y nuestro corazón está
inquieto hasta que descanse en ti...» Cierto también que el Santo
acoge, entre la multitud de hechos de su vida, aquellos que dicen
una relación más directa con su fin. Pero escoger no quiere decir
cambiar ni menos desfigurar los hechos o falsearlos hasta el
punto de ofrecernos una fisonomía totalmente diversa de la realidad. Esto jamás había podido caber en cabeza humana medianamente sensata, cuanto menos sabia y sana. San Agustín tiene
ocasiones en las Confesiones en las que ha podido mentir a mansalva sin ser notado, por tratarse de hechos sólo por él presenciados, y, sin embargo, se mantiene fiel al dictado de su conciencia, dejando las cosas en una duda prudente. Cuando en el
huerto de Milán oye la voz divina que le dice Toma y lee, no se
atreve a decir que fuese voz del cielo, sino una voz como de
niño o niña que salía de la casa vecina. Y quien dice esto, dice
otras muchas cosas en las que el Santo toma una actitud sumamente circunspecta.
¿Mentir, aunque sea por fines piadosos y de edificación espiritual? Esto es inconcebible en San Agustín. Si algún hombre se identificó totalmente con la verdad, fue Agustín. Durante
toda su vida no cesó nunca de clamar contra la mentira, cuya malicia conoció y expuso con colores vivísimos y nunca vistos. Dios
es verdad, y sólo con la verdad puede ser dignamente honrado.
La mentira sólo al padre de la mentira puede agradar. San Agustín siente verdadero horror, un odio casi infinito, a la mentira.
Para este tiempo de las Confesiones ya había escrito su libro De
mendacio, en el que sostiene la tesis de la ilicitud absoluta de la
mentira, aun la leve, y esto aunque sea para salvar al mundo
24
Cf. Conf., passim.
38
Prólogo
a ¡as
«Confesiones»
entero. El hecho de que San Jerónimo admitiera como posible en
cierto pasaje de la Escritura la mentira oficiosa o simulación, le
saca de sus casillas y le mueve a empuñar la pluma contra aquel
venerable anciano lleno de días y de méritos, hasta que le obliga, a vuelta de reparos y excusas, a reconocer su error y la gravedad del mismo. «¿Quién no llorará—les dice a los maniqueos—;
quién no llorará de ver tantos que se dicen cristianos y tienen
miedo a mancharse con la Verdad nacida de una Virgen y no
tienen ninguno de mancharse con la mentira?». Quien así piensa,
así siente y así escribe no es posible que pueda mentir y mentir
a cara descubierta, aunque sea con fines piadosos y santos. ¡Magnífica ocasión hubieran tenido sus enemigos de combatirle y desacreditarle, de haberle podido sorprender con engaño en algo!
Y no es que no vivieran entonces compañeros de su juventud en
Cartago y otras partes, como el mismo Santo escribe a su eterno
calumniador Petiliano. Sin embargo, nadie le acusa de esta falta,
nadie duda de lo que dice, aunque alguien llegue a interpretar
mal lo que dice.
Pero San Agustín va más allá en sus garantías de veracidad.
Sus Confesiones no son una autobiografía impersonal y abstracta, una obra de escritorio y apología propia, como ya dejamos indicado. Las Confesiones son una obra de alabanza divina y de
confesión cristiana y dolorida, hecha en presencia de Dios, a quien
toma por testigo de la verdad de las cosas que narra. Y esto nos
lo repite cien veces y con un ritmo monótono y constante, como
si tuviera miedo de que a él se le olvidara o el lector pudiera
sospechar otra cosa. Las Confesiones de San Agustín tienen el
acento de una; efusión sagrada, de un juramento solemne repetido en presencia de Dios y de los hombres. Por muy poca virtud,
por pequeña que en él fuese la llama de la fe, en tales condiciones y con tales garantías no es posible dudar de la buena fe y
sinceridad del relato de las Confesiones. El mismo Próspero Alfaric, hombre poco sospechoso de parcialidad, reconoce la sinceridad y rectitud testifical de Agustín: «Agustín—dice—no tiene
el hábito de hablar contra su convicción» 2J.
¿Mas no pudiera la pasión—como este mismo autor afirma—
impedir al Santo ver correctamente las cosas? ¿No pudiera una
preocupación doctrinal o teológica ser causa de inconscientes inexactitudes!? San Agustín, como casi todos los convertidos, siente
un ímpetu vehemente, un afán desbordante de exaltar la gracia
divina a cada paso y de interpretarlo todo a través del prisma
de una acción especialísima de Dios sobre el alma. En este estado de ánimo, ¿no será posible que el gran Doctor hiponense, con
- a Véiolutton
intelhctuelh
de S. Augustia
t.l p.397.
Su valor
histórico
39
la mejor buena voluntad del mundo y con una sinceridad indiscutible, vea las cosas de su pasado con ojos distintos de como
fueron en realidad, haciéndolas así encajar en el cuadro de sus
preocupaciones sobre la gracia y la justificación?
N o cabe duda—y ya-lo hemos dicho—que una pasión fuerte,
y mucho más si es de carácter religioso, puede teñir con su color
el recuerdo de nuestras acciones del pasado. Pero lo que es posible en general hay que demostrarlo en particular; es decir, hay
que probar en cada caso la existencia de semejante pasión o
preocupación teológica o religiosa. Obrar de otra manera es ir
contra las leyes de la Historia y de la Crítica y convertir una y
otra en un puro juego de imaginación y capricho.
San Agustín, es cierto, pinta quizá con colores demasiado
vivos la miseria humana, la incapacidad de ésta para toda obra
buena, sin la gracia de Dios, y la corrupción de nuestra naturaleza; pero esto tiene su disculpa y explicación después de la experiencia propia y ajena, demasiado dolorosa y lamentable para no
dejar profunda huella en su alma. Las Confesiones son, es verdad,
una exaltación ardiente, un canto arrebatado y magnífico a la
gracia divina, sin la cual nada puede ni logra de bueno la naturaleza humana, cuya perversión y debilidad tal vez exagera por
un natural contraste. Pero en el fondo, más que esto, las Confesiones son un himno vibrante a la misericordia y gratuidad de
la gracia de Dios, quien, lejos de aborrecer al hombre por sus
pecados y miserias, se compadece de él, le solicita y llama, y
cuando se le rinde, le colma de gracias y favores. Esa es la razón
por qué las palabras misericordia y miseria, amor y compasión,
medicina y enfermedad, vienen constantemente a su pluma y se
complace tanto en recordar las parábolas de la oveja perdida, del
hijo pródigo, del padre de familia y todas cuantas nos hablan con
tiernos acentos del amor entrañable de Dios para con los hombres.
Y todo esto lo dice el Santo en presencia de Dios, como una
meditación reposada y dulce, sin pasión ni turbación; como una
confidencia espontánea que fluye de su corazón, rebosante de
agradecimiento hacia Dios, a quien debe todo el bien de su alma;
como una exposición doctrinal firme y sentida de ciertas verdades, adquiridas, sí, a costa de muchos trabajos y sufrimientos,
pero cuya posesión goza ya seguro y en paz.
Si las Confesiones se hubiesen escrito doce años más tarde, el
apasionamiento de la lucha pelagiana hubiese dado motivos de
sospecha sobre el particular. Pero en torno al 400 la cuestión de
la gracia no había aún suscitado la menor contradicción. Cierto
es que en la controversia pelagiana San Agustín apela varias veces
al testimonio de sus Confesiones; pero ello no es nunca en forma
40
Prólogo
a las
«Confesiones»
de réplica, sino como prueba de la imparcialidad e independencia
de su doctrina, expuesta muchos años antes en sus líneas generales con la misma exactitud y claridad que si la hubiera escrito
años después, combatida por Pelagio y sus partidarios. San Agustín es un defensor acérrimo de la gratuidad de la gracia y misericordia divinas, porque sabe muy bien lo que él hubiera sido sin
ellas, abandonado a sus propias fuerzas. Mas este sentimiento que
brota ardiente e impetuoso en todas las páginas de sus Confesiones no acusa el menor choque de combate, la menor exageración
de polémica, el menor apasionamiento proselitista. Pero San
Agustín, por poco observador que fuera, al echar una mirada
sobie su pasado histórico, no podía menos de advertir la mano
misericordiosa del Señor, que, sin él saberlo, y frecuentemente
contra su mismo querer y pretensión, le fue guiando y conduciendo al puerto de la fe y seno de la Iglesia católica. ¿Que esta visión la tuvo después de convertido y no antes? Evidente. Pero
no lo es menos tampoco la realidad del hecho. ¿Acaso el joven
que se ve frecuentemente contrariado y reprimido por su padre
en sus caprichos y desvarios no se aira y enfurece contra él y
protesta de su rigor, que no acierta a comprender? Cuando pasen
los años y le venga la madurez del juicio, y con ella el sentido
de la realidad, comprenderá la rectitud de miras de su padre y el
amor que le tuvo al no dejarle ir por caminos torcidos, que le
hubiesen llevado a la miseria y perdición. ¿Diremos de éste que
porque su visión de los hechos y su juicio de la conducta paterna ha cambiado, que no es más justa y real esta segunda que la
primera? San Agustín examina detalladamente, es verdad, su vida
desde un punto de vista enteramente distinto y sobrenatural,
como es su conversión, y ve que la mayor parte de los hechos
que componen aquélla le van conduciendo, sin él saberlo, a aquel
feliz término. Los hechos que refiere como realidades y como
fenómenos de conciencia están al alcance de cualquier espíritu
observador. La interpretación finalista que les da podrá ser discutida, pero jamás totalmente invalidada, si las razones o principios en que se basa son sólidos y concluyentes. Cierto que el
conocimiento del valor de un hecho no hace cambiar éste con una
nueva visión del mismo; mas cierto es también que la nueva visión del mismo no le hace cambiar de realidad, si ésta se halla
suficientemente contrastada. Admitido el hecho sobrenatural de
la conversión del Santo, hay lógicamente que admitir que San
Agustín no podía tener interés alguno en deformar los hechos,
ya que por un camino o por otro tuvo que llegar sobrenaturalmente a aquélla, puesto que Dios utiliza los hechos humanps para
preparar el alma al golpe final de la gracia.
Su valor
histórico
41
La prueba más contundente, sin embargo, de la historicidad
de las Confestones nos la ofrece el silencio de todos sus enemigos
sobre este punto. Ni maniqueos, ni donatistas, ni siquiera los pelagiános, a quienes tanto daño hacían sus Confesiones, combatieron jamás la historicidad y verismo de aquéllas, a pesar de que
unos y otros trataron de abusar de sus relatos para descubrir, ya
que no la falsedad de lo referido, sí la realidad o existencia de
cosas que dejaba sin decir y que ellos creían entrever. El Santo
pone por testigo de la verdad de sus Confesiones a cuantos varones sensatos y prestigiosos vivían entonces y le habían conocido
en su juventud = \ ¿Que el Santo no refiere todos y cada uno de
los hechos de su vida pasada ? Es evidente. Las Confesiones no son
un diario de su vida. Tampoco interesaba conocerla en su detalle
a los demás. Los Diálogos de Casiciaco nos han conservado cuadros y referencias que silencian totalmente las Confesiones. Y lo
mismo dígase de muchas de sus cartas y algunos de sus opúsculos redactados por esta época, en los cuales nos ha dejado datos
interesantes sobre su vida, pero que no componen sus Confesiones. Para el biógrafo del Santo, las Concesiones constituyen una
fuente importantísima y de primer orden, pero no la única. Quien
quisiera atenerse exclusivamente a aquéllas dejaría mutilada en
gran parte la vida del Santo, y no en lo que tiene de menos interesante y sublime.
Concluyamos sobre lo dicho. Las Confesiones de San Agustín
no son una autobiografía rigurosa, pero sí son una obra rigurosamente histórica, lo mismo cuando habla contra sí que cuando
habla en su favor. San Agustín es un temperamento esencialmente sincero y amigo de la verdad. Guando escribe sus Confesiones
se halla ya en las cumbres de la santidad. El sabe bien, además,
que nada detesta Dios como la mentira. Ni, pues, por humillarse
ni por ensalzarse sería capaz Agustín de la más leve traición a la
verdad. Si a veces se hallan en sus Confesiones frases de extremado rebajamiento, declarándose el más pecador de los hombres, un
abismo de corrupción o un monstruo de iniquidad, estas frases
no tienen en él más sentido que el que tienen en boca de los santos, que no implican sino un aspecto parcial y relativo de la realidad objetiva. En las Confesiones hay que distinguir, además, el
hecho del comentario. San Agustín expone ordinariamente el hecho de modo escueto y riguroso, y sobre él se extiende luego en
amplios y sutiles comentarios. Véase, en comprobación, el hecho
26
El mismo Santo lo indica claramente. Véanse, sino, en confirmación, los
lugares siguientes de las Confesiones: L.III 12,20: «Nam et multa praetereo propter
quod propero ad ea quae me magis urgent confiteri tibí et multa non memini».—
L.V 9,17: «Absit ut tu falleres eam in illis visionibus et responsiombus tuis, quae
iam commemoravi et quae non commemoravi».—L.IX 8,17 : «Multa praetereo, quia
multum festino: accipe confessíones meas et gratiarum actiones, Deus meus, de
rebus innumerabilibus etiam in silentio. Sed non praeteribo», etc.. etc.
42
Prólogo
a las
«Confesiones»
del robo de las peras, referido en el capítulo 4 del libro II, al
que sigue luego un comentario de varios capítulos. Hoy las Confesiones cuentan con una literatura inmensa; mas la verdad es< que
cuanto más se las estudia, más rigurosamente verídicas e históricas nos parecen. Los ataques que de la crítica protestante han
sufrido en los últimos tiempos no han servido de otra cosa que
para hacer resaltar más esta cualidad fundamental de las mismas.
V
Los «DIÁLOGOS» DE CASICIACO Y LAS «CONFESIONES»
Intimamente relacionada con la historicidad de las Confesiones está la cuestión agitada por los mencionados críticos protestantes sobre las relaciones entre los Diálogos de Casiciaco y las
Confesiones. Durante siglos y siglos se vino creyendo que los
Diálogos y las Confesiones representaban dos momentos de una
vida, dos etapas de una conversión, algo diferentes entre sí por
lo mismo, pero complementarias la una de la otra, Pero he aquí
que críticos modernos tan sagaces como Thimme \ Loofs ' y, sobre todo, ei judío Gourdon 3 kan descubierto dos Agustines no ya
diferentes, sino opuestos y antitéticos entre sí 4 . «El Agustín de
Casiciaco, vienen a decir, no es más que un puro filósofo convertido a la filosofía platónica, pero no al cristianismo. El tono, el
fondo, las preocupaciones del filósofo de Casiciaco, son totalmente distintos de los de las Confesiones. Agustín está muy lejos
aún del cristianismo. Las Confesiones, escritas doce o catorce años
después de esta fecha, nos dan un Agustín y ur> relato de su
conversión que tiene todas las trazas de un invento piadoso o un
amaño para concillarse la admiración de sus fieles y conciudadanos, presentándose ante ellos como algo extraordinario y sobrenatural Agustín en el 400 es ya obispo y tiene que justificar ante
el mundo su abandono del maniqueísmo y de la cátedra de retórica de Milán. Las Confesiones son su respuesta». Algunos, como
Harnack, que no se atreven a poner en duda la buena fe y sin1
WILHELM THIMME, Augustins Entuiickelung in den ersten Jahren nacb seiner
«Beiebrstng» (Berlín 1908). De las Confesiones afirma que, consideradas desde el
punto de vista histórico, no son un documento fidedigno: «Die Confessionem sind,
rein historien betrachtet, Keine Geschichtsquelle» ( p . l l ) . Thimnie se muestra radica! y más extremado aún, por lo menos, tanto como Gourdon, cuya tesis conocía
y aplaudía.
2
LOOPS, Realencyklopadie für proles!. Theol. itnj Kircbe (1897). Menos radical
que 3 el anterior, pero también evolucionista en la explicación de la conversión.
GOURDON (LUIS), Essai sur la conversión de Saint Augustin (Cahors 1900).
Cree que Agustín no se convirtió plenamente hasta el 400, en que escribe sus
Confesiones.
4
A los tres anteriores hay que añadir a Harnack, bastante recatado en su
opinión: a HANS BECKER, Augustin. Studien zu seiner geist Entwickelung (Leipzig 1908). Sostiene los mismos puntos de vista de Gourdon, perc> cree que Agustín
se convierte al recibir el bautismo (487).
Los «Diálogos»
y las «Confesiones»
43
ceridad subjetiva de Agustín, admiten una especie de autosugestión en éste, que le hace ver en su pasado hechos y cosas que en
modo alguno fueron así en la realidad '. No es que el Santo finja
los hechos que refiere, no; lo que hace es interpretarlos en un
sentido distinto de lo que fueron en la realidad, viéndolos a través del prisma de su estado psicológico de entonces.
La tesis así presentada, en toda su crudeza y desnudez, provocó
en el público una reacción violenta, que muy pronto se transformó
en verdadero contraataque. Francisco Worter fue el primero en
romper el fuego, y su ataque abrió tal brecha en el campo enemigo, que desde aquel momento la opinión racionalista comenzó a
perder terreno y a ser abandonada por los críticos sensatos \
Hoy sólo la defiende algún rezagado o sectario religioso,
empeñado en negar todo sobrenaturalismo en la conversión a la
fe católica.
Desde luego no puede negarse que entre los Diálogos de Casiciaco y las Confesiones hay diferencias notables de fondo y de
forma, que es tal vez lo que dio origen a la opinión citada. En
primer lugar, media entre la redacción de unos y otras un lapso
de tiempo considerable. El ambiente, las circunstancias de lugar
y tiempo, ía edad, ia compañía, todo es diferente. Con segundad
que sus escritos habían de reflejar ambientes y situaciones distintas. Diferentes son también los estados de ánimo interior. En
Casiciaco, Agustín está aún fuertemente impresionado por la filosofía platónica; acaba de dejar la cátedra de Milán; se halla ante
un grupo de discípulos a los que tiene que ejercitar en el manejo
de la filosofía y de la poesía: todos son jóvenes, todos anhelan
la sabiduría, la verdad y la belleza; todos se hallan dominados
del entusiasmo por las artes liberales, por la conquista del ideal
supremo y no perecedero de la ciencia y de la virtud Agustín por
fuerza había de reflejar este ambiente, mitad filosófico, mitad bucólico, de la campiña de Brianza, entremezclado de lágrimas, oraciones, suspiros y penitencias, con su parte de poesía, de contemplación de la naturaleza y de elevación mística hacia Dios.
Si realmente los Diálogos no reflejasen este ambiente de cristianismo y de platonismo, de filosofía y poesía, de plegaria y discusión, sí que se nos habían de hacer vehementemente sospechosos
de veracidad.
Las Confesiones, por el contrario, están redactadas en un ambiente totalmente eclesiástico y de santidad. Agustín es ya obispo.
Como sacerdote, se halla totalmente entregado a Dios, a su ministerio apostólico, a la oración y meditación de las verdades eternas,
r
'
6
HARNACK, Augustins «Confessionetr» p.l ">.
FR. WORTER, Die Geistesentwickelung des hl. Augustinus bis zu seiner Taufe
(Paderbom 1892) p.64.
44
Prólogo
a las
«Confesiones»
a la salvación de las almas, a la refutación de los errores religiosos de su tiempo, que infestaban el suelo africano. El corazón
de Agustín se halla lleno de preocupaciones y angustias. El mundo
y sus vanidades pesan ya muy poco en él. Nada le importan los
honores, ni siquiera que le reprendan los gramáticos porque no
siga sus reglas y preceptos. Agustín ha comenzado a ver todas
las cosas sub specie aeternitatis. Ha llegado en lo humano a la
cumbre de la gloria y en lo divino al más alto grado del amor
de Dios, y a través de ese prisma ve ya toda su vida. Las Confesiones son un relato fiel de su peregrinación fuera de la casa paterna, de sus aventuras por los campos del error y de la miseria,
por las regiones de la desemejanza, como él dirá con frase bella
después. Agustín ha progresado mucho en ciencia y en virtud en
esos doce años que le separan de Casiciaco; se ha eclesiastizado,
por decirlo así; su pensar, su sentir y hasta su expresarse son eminentemente eclesiásticos, que es algo más que cristianos. ¿Cómo,
en este supuesto, ver las cosas como a raíz de su conversión ? Pero
el verlas a través de un nuevo prisma no es deformarlas: cambia
su valoración y precio, pero no su substancia; muda su ser de
circunstancia, pero no su realidad permanente. Esto es lo cierto;
y lo que dijimos de los Diálogos debemos decirlo ahora de las
Confesiones: si éstas no reflejasen otro ambiente, otro modo de
ser y pensar, sospecharíamos grandemente de la verdad de sus
afirmaciones.
Pero todo esto no es más que consignar dos hechos conocidos,
por otra parte, hasta la saciedad por todos los agustinólogos católicos y no católicos anteriores a los citados críticos, sin que
a nadie se le ocurriese llevar las diferencias al terreno de la oposición y antitetismo. ¿Puede sacarse esta impresión de la lectura
de los Diálogos de Casiciaco? O en otros términos: ¿es cristiano
y se muestra como tal Agustín en Casiciaco? Parece, dado el carácter de dichos Diálogos, puros ejercicios escolares con sus discípulos v amigos, que las referencias y alusiones a su conversión
habían de ser raras y puramente ocasionales. Y, sin embargo, ellos
solos darían materia para un trabajo bien extenso. Se dedican, es
verdad, con ardor a la investigación filosófica; pero la filosofía de
Agustín no es ya el platonismo puro, las doctrinas de la Academia
y de Alejandría. Agustín, aun dado que sea de corazón platónico,
ha introducido ya tales principios v normas en sus razonamientos,
que le han quitado de un golpe todo lo que pudiera tener en principio de pagano y erróneo: la autoridad de Cristo, el fermento
evangélico, que no tardará en atacar toda la masa y transformarla
en pan espiritual de vida cristiana con que se alimenten y nutran
las generaciones venideras. Agustín dedica en Casiciaco largas
horas a la oración y meditación de los santos misterios de la re-
Los «Diálogos» y las «Confesiones»
45
dención humana; llora y gime por sus pecados y no suspira más
que por el día de su ablución espiritual, que le libre de aquella
carga pesada de sus culpas y errores. En Casiciaco se cantan los
himnos de Ambrosio y los salmos de la Iglesia. En sus discusiones
se alude frecuentemente a la divinidad del Hijo, a su encarnación,
a su cualidad de sabiduría del Padre; se cita varias veces a San
Pablo y San Juan, aunque sin nombrarles. Agustín filosofa: éste
parece ser el pecado mayor que le atribuyen los racionalistas. Pero
¿cuál es su filosofía? N o nos detendremos mucho en recoger los
textos del Santo referentes a este punto. Repetidas veces nos dice
en los tres Diálogos' que la filosofía que él sigue no es la que
condenan las Sagradas Letras, sino otra más alta y divina *. Agustín mezcla en sus discusiones a su madre Santa Mónica, dato
importantísimo, pues nadie creerá que a su edad, y dada su condición, nueda saber otra doctrina que la de la Iglesia, aprendida
al pie de los altares. Mónica tiene su filosofía. Mas precisamente
esa filosofía eclesiástica de su madre, esa filosofía cristiana de
Mónica, es la que encanta y arrebata a Agustín: «Philosophia tua
plurimum mihi placet»', le dice en De ordine; y como si esto
fuera poco, se le declara su discípulo: «Libenter tibi etiam discipulum dabo» 10 . Aírase contra aquellos que quieren prohibir
toda filosofía, como si ésta fuera un estorbo para ir a Dios. «Quienes tal cosa pretenden, le dice a su madre, no quieren o t o cosa
sino que no amemos la sabiduría, la cual no es otra que Dios y su
divino Hijo» ". «Yo sé bien, añade, cuánto la amas tú, mucho
más que a mí, con ser tanto lo que me amas» l 2 . Agustín
identifica la sabiduría con el verdadero culto a Dios, al cual vamos
por el camino de la autoridad y de la razón, de la fe y de la inteligencia. Esta maravillosa síntesis doctrinal, esta soberana armonía
y compenetración de la fe y la razón, la encuentra Agustín en la
religión cristiana, a la cual acaba de dar su nombre 13 . A esta
filosofía es a la que quiere atraer a sus antiguos amigos Romania7
Contra académicos, De beata vita y De ordine. Los Soliloquios forman sección
aparte,
así por el espíritu como por el fondo de los mismos.
8
«Una verissimae philosophiae disciplina, non est ista huius mundi philosophia,
quam sacra nostra meritissime detestantur, sed alterius intelligibHis», etc. (Contra
acad. III 19,42).
3
De ordine II 11,32.
10
Ib.
11
«Quisquis omnem philosophiam fugiendam putat, nihil nos vult aliud quam
non 1 amare sapientiam» (De ordine 11 11,32).
- «Nunc vero, ciím eam multo plus quam me ipsum diligas, et noverim quantum
me 13diligas cumque in ea tantum profecerit», etc. (ib.).
«Dúplex est via quam sequimur cum rerum nos obscuritas movet, aut rationem
aut certe auctoritatem. Philosophia rationem promittit et vix paucissimos liberat...
Nullum habet negotium quae vera et ut ita dicam germana philosophia est, quam
ut doceat quod sit omnium rcrum principium, sine principio, quantusque in eo maneat
intellectus, quidve inde in nostram salutem sine ulla degeneratione manaverit, quem
unum Deum omnipotentem cum quo tripotentem Patrem et Filium et Sanctum Sptritum, veneranda mysteria. quae fide sincera et inconcussa populos liberat», etc.
(Contra acad. II 5,16). Gf. también De ordine II 9,27 y II 18,47.
46
no ", Honorato ls, etc. En esa filosofía, Cristo ocupa el primer
lugar, no sólo por su autoridad absoluta, ante la cual ha de ceder
la razón, siempre que se halle en oposición con él , 6 , sino también
porque él es el fin de la misma, su razón de ser. Jesucristo ha
dicho que él es la verdad: Ego sum peritas; y ¿qué busca la filosofía sino la verdad? Jesucristo es la virtud y sabiduría de Dios,
y ¿qué es la filosofía sino amor a la sabiduría? ". Nuestra única
y verdaderísima filosofía no es la filosofía de este mundo, escribe
en Contra académicos, que con muchísima razón detestan nuestros sagrados misterios, sino otra inteligible, hacia la cual nunca
la razón subtilísima revocara a las almas, cegadas con diversas
tinieblas de errores y como olvidadas de ella por la multitud de
sordideces nacidas del cuerpo, si el Dios sumo no hubiera hecho
descender con una popular clemencia el entendimiento divino hasta el mismo cuerpo humano y se encarnase, con cuyos preceptos
y ejemplos, despertadas las almas, pudiesen retornar a sí mismas
y contemplar la patria sin el ruido de discursos concertados ".
Una filosofía que va mezclada con oraciones, lágrimas y suspiros; que reconoce la autoridad de Cristo por encima de la de
Platón y todos los filósofos de la antigüedad; que se confunde
con ía enseñanza religiosa de su santa madre, realmente tiene muy
poco de profana, aunque esté impregnada de platonismo. Platónico será después de escribir las Confesiones, sin que a nadie se le
ocurra poner en duda su cristianismo. Agustín en Casiciaco tiene
mucho de filósofo y desconoce aún el modo de hablar eclesiástico;
él mismo lo reconoce en sus Retractaciones 19; pero tiene mucho
también de asceta y de místico, que le constituyen en el perfecto
modelo del filósofo cristiano de todos los siglos =0. Las palabras
con que termina los libros Del orden son verdaderamente conmovedoras y de un alma llena de amor de Dios y de espíritu cristiano,: «Trabajemos—les dice a sus discípulos—por hacer que nuestras costumbres sean lo más santas posible; de otro modo no seremos oídos de Dios, que escucha fácilmente a los que viven bien.
Oremos no para que el Señor nos conceda riquezas, honores y cosas fugaces y caducas, sino aquellas que nos hacen mejores y más
11
15
16
A quiénes
Prólogo a las «.Confesiones»
Contra acad. pról. I 1,3; pról. I 1,4.
De utilit. credendi prooem. 1-3.
Contra acad. III 20,43, el texto tantas veces citado: «M¡hi ergo certum est
nusquam
prorsus a Ghristi auctoritate discedere; non reperio valentiorem», etc., etc.
17
«Quae est autem dicenda sapientia nisi quae Dei sapientia est? *Accepimus
autem etiam auctoritate divina Dei Filium nihil esse aliud qua,m Dei sapientiam,
et est Dei Filius profecto Deus... Sed quid putatis esse sapientiam nisi veritatem?
Etiam
hoc enim dictum est: Ego sum vertías (De beata vita 4,34)
18
Contra acad. III 19,42.
10
Retrae!. I 3,2: «Ecclesiasticae consuetudini inusitatum...»
20
Del relato de las Confesiones se deduce que en Casiciaco se daban los piadosos
neófitos a grandes penitencias y oraciones. Agustín dice de sí varias veces: «multa
oravi, lacrimans oravi». Su dolor de pecho y estómago no le permitía los excesos
de Alipio, que, entre otras cosas, solía andar descalzo por el suelo helado de la
campiña de Brianza.
van
dirigidas
47
felices. Pero a fin de que estos nuestros deseos y votos tengan feliz
suceso, te encomendamos a ti, ¡oh madre mía!, este negocio,
porque estoy firmemente persuadido de que por tus oraciones es
por lo que yo he llegado al estado de preferir la inquisición de la
verdad a toda otra cosa, y que no piense, no quiera, no ame ni
desee sino la verdad. Convencido estoy que por tus oraciones conseguiremos los bienes que gracias a ti hemos empezado a desear» "'.
Si este lenguaje no es el de un convertido, y un convertido
fervoroso, quisiéramos que nos dijesen Loofs, Thimme y Gourdon
qué entienden ellos por lenguaje cristiano. Y todo esto, sin entrar
en los Soliloquios, que más parecen páginas arrancadas de las
Confesiones que no escritas en este período de formación cristiana
de Agustín. Sólo esta obra debiera haber puesto freno en los
citados críticos, que o no lo han sabido leer o intencionadamente
la han querido tergiversar. Su oración proemial, que debía ser
una de tantas como Agustín dirigía mañana y tarde al Señor, es
de lo más sublime y ardiente que se ha escrito en la antigüedad
entre los mismos Padres de la Iglesia.
Es preciso que cerremos ya este capítulo afirmando la más absoluta conformidad de los Diálogos de Casiciaco con las Confesiones
y reconociendo te más absoluta y escrupulosa veracidad histórica
de éstas. Poco talento hubiera demostrado tener el Santo si, de
existir la oposición que han sorprendido en ellos los críticos racionalistas, no hubiera modificado el texto de los Diálogos al hacer
la revisión de los mismos, corrigiendo como corrige en ellos
muchas nimiedades de expresión y concepto. Por fortuna, hoy la
crítica sensata ha dado por concluso este pleito, que no ha tenido
más fundamento que la imaginación calenturienta y los prejuicios
doctrinales de sus autores L ".
VI
¿ A QUIÉNES VAN DIRIGIDAS LAS «CONFESIONES»?
Ciertamente, no a sus amigos y compañeros de religión, conocedores de su vida pasada y su santidad presente. Tampoco a sus
enemigos y calumniadores, de los que hemos hablado ya anteriormente. San Agustín se dirige indudablemente a una multitud
ingente de lectores presentes y futuros que, unos por curiosidad,
otros por edificación y otros por malevolencia, habían de caer
21
22
De ordine II 20,52.
Hay argumentos bastantes para probar la mala fe o la ignorancia crasa de
Gourdon. Véase un botón de muestra. En De beata vita, al hacer un resumen de
su conversión y del itinerario seguido hasta llegar a ella, el Santo escribe: «Nam
et superstitio quaedam puerilis me ab ipsa inquisitione terrebat». Gourdon interpreta
esta superstitio puerilis por la religión cristiana. Mas he aquí que, leyendo los
antecedentes y consiguientes que, sin duda, leyó Gourdon, esta superstitio se refiere
evidentemente a la religión maniquea.
48
Prólogo a las
«Confesiones»
sobre las páginas de este su libro, personal y sugestivo como
ninguno. El Santo ha dejado consignado en varios pasajes del
mismo el fin que le movió a escribirlo: la glorificación de Dios
y su misericordia, la edificación de sus hermanos, la propia humillación y provecho espiritual y, finalmente, la conversión de tantos
descarriados antiguos compañeros suyos de error. Pero ¿le creerán
sus lectores? ¿Recibirán estas páginas con el mismo espíritu e intención con que él las ha escrito? Sin duda que sí los corazones
que él llama fraternos. Estos son los lectores que principalmente
quiere para sus Confesiones. Estos darán oído a todo lo que él
dice y como él lo dice, porque la caridad que anida en sus pechos
le habla al corazón y les dice que es verdad cuanto él les dice'.
Pero al lado de estos corazones fraternos había otros muchos
espíritus frivolos, burlones y mofadores de todo lo bueno, que
se habían de reír de su libro y de sus cosas como si se tratase
de bagatelas y fruslerías indignas de ser referidas en público.
Semejante clase de lectores no debía ser un puro fantasma de la
imaginación del Santo, por cuanto repetidas veces alude a ellos
en sus Confesiones: «Es a tu misericordia, no al hombre mi mofador, a quien hablo: Non homo irrisor meus»—escribe en el libro I, capítulo 6, número 7—. «Que aquel que llamado por ti
siguió tu voz y evitó todas las cosas que lee de mí y yo recuerdo
aquí y te confieso, no se ría de mí»—añade en el II, 7, 15—. Y en
el IX, 12, 2 3 : «Si alguien halla que pequé en haber llorado a mi
madre en el breve espacio de una hora..., no se ría de mí.» Y en
el IV, 1 , 1 : «Ríanse de mí tíos fuertes y poderosos.» Y en otra
parte: «No me critiquen malévolamente los soberbios» 2. Finalmente, por no cansar a los lectores con demasiadas citas, en el
capítulo destinado a narrar el llanto por su madre muerta, exprésase así: «Dejé correr las lágrimas hasta entonces represadas, y las
dejé correr a rienda suelta, haciendo con ellas como un lecho a mi
corazón, que halló descanso en ellas, porque estabas tú allí para
escucharme, no un hombre para juzgar soberbiamente de mi
llanto»'
¿Quiénes eran estos tales que así preocupaban al Santo Doctor
cuando escribía sus Confesiones? ¿Será tal vez aquella clase de
vírgenes y continentes, tan llenos de sí mismos y tan satisfechos
de su virtud que, creyéndose en un grado de santidad muy elevado, estaban siempre dispuestos a interpretar en mal sentido semejantes debilidades y miserias, según dice el Santo en sus Confesiones? Cierto es que en sus sermones habla varias veces de estos
continentes y vírgenes, soberbios y orgullosos hasta despreciar a sus
mismos progenitores por haberles engendrado. Sin embargo, por
1
Véase X c.2 y 3.
2
Cf. X 40.70.
3
Cf. IX 12,33.
Nombre,
época y
49
redacción
mucho que queramos sutilizar sobre este punto, será difícil poder
identificar a estos tales con los lectores a que alude el Santo Doctor. Porque éstos aparecen ante sus ojos como unos superhomos
para quienes el llorar, confesar los pecados de la vida pasada, sentir
debilidad de las miserias ajenas y propias, reconocer las cosas que
uno ignora, etc., etc., son cosas indignas del hombre y de un hombre de la talla de Agustín. Yo, creo que estos extraños lectores
que tanto obsesionan y preocupan al Santo en medio de su confesión no son otros que sus antiguos correligionarios los maniqueos,
para quienes la confesión de pecados y debilidades de la naturaleza no tenía sentido, supuesta la existencia de los dos principios
en el hombre.
A esta clase de lectores parece referirse también en aquellos
otros lugares en que se vuelve a ellos con cierta dureza de expresión: «¿Qué me va a mí—dice—que estos tales no entiendan?» 4 «Quien puede entender, que entienda; quien no puede,
que te pida a ti el poder. ¿Para qué me sois a mí molestos, como
si yo fuese la luz que ilumina a todo hombre que viene a este
mundo?» 5 «Mas a aquellos que niegan lo que digo, que ladren
cuanto quieran, hasta quedarse sordos; yo les aconsejaré que se
tranquilicen y dejen el camino a tu Verbo. Que tú seas quien hable
verazmente en mi corazón y sólo tú seas quien le hable, que yo les
despacharé a aquéllos para que sigan soplando sobre el polvo
y levanten nubes de él para que les ciegue los ojos» 6. Y un
poco más adelante: «Nadie me sea ya más molesto... Derrama- Señor, sobre mi corazón tus mitigaciones para que sufra con paciencia a tales»'. Lenguaje duro, lenguaje extraño en el Santo, que
jamás usa con los fieles y menos con las personas consagradas
a Dios, aunque adolezcan de graves defectos. Es casi seguro también que los continentes y vírgenes a quienes alude en el sermón
sobredicho son también los maniqueos, electos y aspirantes a serlo,
que aborrecían el matrimonio y despreciaban como inmundos
a los que engendraban hijos.
VII
NOMBRE, ÉPOCA Y REDACCIÓN DE LAS «CONFESIONES»
San Agustín dio el nombre de Confesiones a su libro y no el
de Confesión o Conversión, porque aunque una y otra sean el eje
sobre el que giran aquéllas, en la mente del Santo ocupan sólo
un papel de medios en orden al fin que se propuso. Para el Santo
—ya lo hemos dicho al principio-—, la confesión de los pecados
no es un fin, es sólo un medio para glorificar más a Dios, mostran4
Conf. I 5,10.
5
Ib., XIII 10,11.
« Ib., XII 16,23.
' Ib.. XII 25.34.
Prólogo a las «Confesiones»
50
Nombre, época y redacción
do las maravillas de su gracia en sacarle de un estado tan abyecto
y miserable como fue el suyo. El fin de las Confesiones es, ante
todo, las alabanzas de Dios, alabanzas que él quiere sacar así de la
acusación de los pecados como de la enumeración de las gracias
y dones recibidos: «Mis Confesiones alaban a Dios justo y bueno
así por mis males como por mis bienes», dice en el libro de las
Retractaciones '. «Hay algunos poco instruidos o eruditos—dice en
uno de sus Sermones—que cuando oyen en la Escritura la palabra
confesión, como si ésta no pudiese ser más que de pecados, al
punto golpean sus pechos; mas, como conocerá vuestra caridad,
la confesión n o se refiere solamente a los pecados» 2. Y en el Sermón 67, 1, 1, repite con más energía aún este concepto de la
confesión: «Durante la lectura del Santo Evangelio—escribe—
hemos oído las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, que dice:
Yo te confieso, Padre, Señor de los cielos y tierra, etc. Si consideramos atenta y piadosamente las palabras del Señor, veremos que
cuando en la Escritura se lee la palabra confesar no siempre se
debe pensar en pecados. He creído conveniente decir esto, porque
apenas salió esta palabra de la boca del lector, os habéis golpeado
los pechos. Porque ¿qué significa golpearse el pecho sino acusar
exteriormente aquello que está oculto dentro del mismo, mostrando con el golpe que se ve el pecado que no se ve? Porque la
palabra confesar en boca de Cristo, que no tuvo pecado, no puede
significar penitencia, sino alabanza. Así, pues, nos confesamos, ya
alabando a Dios, ya acusándonos a nosotros mismos. Piadosas son
ambas confesiones. Mas si bien se mira, el acusarse a sí mismo es
ya un alabar a Dios. Porque acusarse a sí mismo, ¿qué es sino
confesar que de muerto ha resucitado? Y ¿quién ha podido resucitarle sino Dios? Ved por qué el que se acusa a sí mismo alaba
a Dios» \ Innumerables son los testimonios que se podían alegar
en todo coincidentes con los expuestos \
Para San Agustín, pues, la conversión no fue sino el final de
una serie casi infinita de gracias que el Señor le otorgó con mano
pródiga, y cuya enumeración constituye la trama de las Confesiones.
N o era, pues, una denominación apropiada esta de Conversión para
título de la obra, puesto que ipso facto quedarían excluidos de ella
los últimos cinco libros. Tampoco hubiera sido apropiado el de
Confesión, en singular, porque esta palabra no hubiera expresado
más que un solo concepto, y ya hemos dicho que en el Santo la
confesión es doble: «Corifessio gemina est, aut peccati aut laudis» °<
y que ambas ha querido abarcar en su libro '.
¿En qué año fueron redactadas las Confesiones? Siguiendo el
1
4
5
2
3
Retrart. II c.6.
Sermo 39 n.2.
Sermo 67.I.ISS.
Cf. En. in Ps. 105.2: 94,4 y 29,4 y 22; Sermo 67,2; In lo.
Sermo 29,2.
• Retmct. l.c.
51
relato y orden de las Retractaciones, comúnmente cronológico, puédese colocar la redacción primitiva entre los años 3S>8 al 400, ya
que las Confesiones se hallan reseñadas después de las Quaestiones
ad Simplicianum, del tratado Contra epistulam quam vocant fundamente, del De agone christiano, De doctrina christiana y Contra
partem Donati, escritos todos entre los años 395 y 398, y antes
de las Disputationes contra Fortunattím manichaeum, redactadas
alrededor del 400. Hay un dato, además, que nadie ha tenido hasta
ahora en cuenta, y que pudiera realmente dar alguna luz, y es que
parece deducirse del relato de aquéllas que San Simpliciano había
muerto ya al escribirlas, cosa imposible de suceder antes del
año 400.
Pero quizá en lo que menos se ha reparado hasta el presente
es en la composición interna de las mismas. Hasta ahora se había
dado como buena la división que de ellas hace el Santo, atendiendo más a su contenido que a su formación. «A primo usque
ad decimum librum—escribe—de me scripti sunt; in tribus ceteris
de Scripturis Sanctis ab eo quod scriptum est: In principio fecit
Deus caelum et terram usque ad sabbati réquiem» \ Mas si nos
fijamos un poco en su contextura interna, advertimos fácilmente que las Confesiones debían terminar con el libro IX. El círculo
de su peregrinación pródiga fuera de la casa paterna estaba terminado. Agustín, convertido a la fe, se preparaba para volver al
África, de la que había salido en busca de felicidad humana. El
circuitus errores de que nos habla el Santo estaba completo. Alegre
y lleno de la gracia de Dios volvía al hogar de sus padres y a la
fe de sus mayores. La obra de la gran misericordia de Dios estaba
concluida. El Santo termina esta parte con una oración en que
parece despedirse de sus lectores. El desarrollo del tema es perfecto y la obra debió darse por terminada. Este debió ser también
el plan primitivo de la obra en la mente de su autor y lo que
constituyó la primera redacción, digámoslo así, de las Confesiones.
Aun nos atrevemos a afirmar que durante algún tiempo circuló
la obra en esta forma. Las palabras del Santo parecen terminantes : «Confessiones praeteritorum malorum meorum, quae remisisti
et texisti, cum leguntur et audiuntur excitant cor ne dormiat in
desperatione et dicat: Non possum» \ Y unas líneas más adelante añade: «Ya he visto el fruto que han sacado de su lectura».
Como era natural, la lectura de los libros pasados en muchos suscitó un vivo deseo de conocer el estado espiritual en que se hallaba el Santo al tiempo de escribir sus Confesiones: «Sed quis
adhuc sim, ecce in ipso tempore Confessionum mearum, et multi
hoc nosse cupiunt». San Agustín se decidió a complacer a estos
I4,i6.
' Retraer., l.c.
8
Conj. X 3,4.
Prólogo a las «Confesiones»
Principales ediciones
innúmeros solicitantes, esperando que con su relato de los favores
divinos recibidos en ese tiempo habían de alabar a Dios aún más
que con el de sus pecados *.
En realidad de verdad, el libro X es un verdadero apéndice,
y los tres restantes un complemento del mismo. Trata, en efecto,
en el primero de señalar sus progresos en el camino de la santidad: «Te confesaré, Señor—dice en el capítulo 5, 7—, lo que yo
sé y conozco de mí, y te confesaré también lo que ignoro; porque
lo que conozco, lo conozco gracias a ti, que me iluminas; y lo
que no conozco, en tanto no lo conoceré en cuanto mis tinieblas
no sean convertidas en mediodía en tu presencia» 10. Con el análisis minucioso de un laboratorio moderno va corriendo el Santo
todos los escondrijos de su alma, el estado de sus potencias y
sentidos, los malos hábitos antiguos y los buenos adquiridos; en
una palabra: lo que ha destruido, con la gracia, del viejo Adán,
y lo que se ha revestido del nuevo, lo que aún queda de su vida
pasada y los progresos que ha hecho en la nueva. Por lo uno y
por lo otro quiere Agustín que sus lectores den gracias a Dios
y se le asocien en su obra de santificación. «Me manifestaré a
estos tales—escribe—, porque no será pequeño fruto el que muchos te den, Señor mío, rendidas gracias por los bienes recibidos
y te dirijan oraciones por mí... Respiren, pues, en mis bienes;
suspiren en mis males; mis bienes son tus providencias y tus dones; mis males, mis delitos y tus juicios; respiren en aquéllos,
suspiren en éstos, y el himno y el llanto suban hasta tu presencia
de los corazones fraternos, como el incienso en los turíbulos de tu
santo templo» ".
Si el libro X, como hemos dicho, está todo él destinado a
relatar los progresos del Santo en el camino de la santidad, el X I ,
XII y XIII lo están a referir los progresos del mismo en el conocimiento de la Verdad y de las Santas Escrituras. He aquí cómo
se expresa al comienzo de este tercera parte: «Et olim inardesco
meditari in lege tua et in ea tibí confiteri scientiam et imperitiam
meam, primordia illuminationis tuae et reliquias tenebrarum mearum» 12. La interpretación del Génesis, punto capital y de convergencia con los maniqueos, le absorbía por este tiempo de tal
modo la atención, que ni siquiera un segundo, o, para decirlo
en su lenguaje, una «gota de tiempo», quiere perder del que le
dejan libre las tareas del sagrado ministerio: «Nolo in aliud horae
defluant quas invenio liberas a necessitatibus refictendi corporis
et intentionis animi et servitutis, quam debemus hominibus et
quam non debemus et tamen reddimus», añade a continuación de
las palabras anteriores ". Aunque fuera del plan primitivo de la
obra, estas dos partes o complementos entran perfectamente dentro
del concepto de las Confesiones, esto es, de alabanzas divinas,
con motivo de las perfecciones e imperfecciones que hallaba en su
alma y de los adelantos y retrocesos que advertía en el camino
de la virtud o de la verdad. Muy desacertados andan los que por
tales motivos u otros semejantes pretenden suprimir en sus traducciones los últimos libros de las mismas. Bastaría el deseo e
intención del Santo de haberlos juntado en uno, dado el carácter
de confesión, para que se respetase este su pensamiento y no se
las mutilase nunca. Por fortuna, en los tiempos modernos va
cundiendo esta idea, y sólo en ediciones destinadas al público
sencillo y piadoso se prescinde de los últimos libros, por el escaso
fruto que suelen sacar de ellos y para aligerar el coste de la obra.
52
9
Esta división nuestra ha sido aceptada por casi todos los traductores y editores
modernos.
El mismo M. Skutella la ha aceptado en su edit. Teubneriana.
10
Es importante leer también los tres capítulos precedentes, que versan sobre
lo mismo.
" Conf. X 4.5.
>2 Ib., XI 2,2.
53
VIII
PRINCIPALES EDICIONES DE LAS «CONFESIONES»
Muchas son las ediciones latinas y castellanas que se han hecho de las Confesiones, y algunas de ellas de notable perfección.
En la imposibilidad de enumerarlas todas, vamos a citar tan solamente las principales en una y otra lengua.
a)
Ediciones latinas
La primera de las latinas que apareció fue en Estrasburgo,
en 1469, en letras góticas, en la imprenta de Juan Mentelin. Seis
años después aparecía una nueva en Milán, sin nombre de editor.
Pero realmente la primera cuidada y con algún aire crítico fue la de
Basilea de 1489, en J. Amerbach. En 1502 salía a luz la de París,
de J. Bodio, a la que siguió muy poco después la de Erasmo de
Rotterdam, que mejoraba notablemente el texto de las ediciones
anteriores. Mas a todos venció fácilmente la preparada por los
llamados Teólogos Lovanienses (Th. Gozaeo y J. Molano), editada por los años 1576-1577, en Amberes, en la imprenta del célebre editor Plantino. A mediados del siglo xvn publicó una nueva
el renombrado jansenista Antonio Arnauld, doctor de la Sorbona,
hecha con gran esmero y competencia a vista de numerosos é importantes códices, lo que supuso un gran paso de avance en la
depuración del texto. Pocos años después imprimían los benedictinos de San Mauro, dentro de la edición completa de las obras
13
ib.
55
Prólogo a las «Confesiones»
Principales ediciones
del Santo, una nueva, que en sus líneas fundamentales reproducía
la de Arnauld, con algunas mejoras debidas a la consulta de nuevos y más antiguos manuscritos y a la competencia extraordinaria
de los autores. Esta edición, llamada comúnmente Maurina, es la
que se ha venido reproduciendo en casi todas las colecciones patrísticas y no patrísticas hasta los tiempos modernos.
En el año 1896 apareció en la Academia Imperial de Viena,
con gran aparato crítico y un estudio detenido de los principales
códices de la obra, la edición de Pío Knoell, formando el volumen XXXMI de la famosa colección o Corpus de Escritores Eclesiásticos Latinos. Esta edición de Pío Knoell, apoyada sobre el
códice llamado Sesoriano, del siglo vi-vn casi exclusivamente, introducía tal cantidad de modificaciones y supresiones en el texto,
que su aparición en el campo de la crítica produjo un verdadero
revuelo. Examinadas detenidamente sus variantes lecciones, el juicio de los críticos fue desfavorable en su mayoría y el códice
Sesoriano declarado como uno de los más corruptos, a pesar de
su venerable antigüedad. El mismo Knoell, dos años más tarde,
al hacer una nueva edición para la colección de clásicos de Teubner
—con aparato simplificado y en tamaño reducido, llamada por
esta razón edición menor—, hubo de modificar numerosos pasajes de la edición mayor, convencido de lo disparatado de algunas
de las variantes del Sesoriano.
En vista de esto, en 1925-1927, la ya célebre colección de clásicos Les Belles Lettres, de París, dio a luz un nuevo texto literario, acompañado de la traducción francesa, preparado por Pedro
Labriolle, autor de una Historia de la literatura latina y numerosos trabajos meritorios sobre San Agustín. Este autor, siguiendo
los avisos de la crítica, se apartó substancialmente de la edición
de Knoell, aceptando las lecciones del Sesoriano sólo cuando estaban conformes con la familia maurina y en casos muy excepcionales. Labriolle, en la práctica, no siguió una norma o criterio
fijo, pon lo que su edición, muy mejorada sobre todas las anteriores, no llenó tampoco plenamente a la crítica, que le señaló
numerosísimos pasajes que debían ser corregidos 2.
En el año 1934 apareció en dicha Biblioteca Teubneriana una
nueva edición crítica por F. Skutella. Fundamentalmente abandona al Sesoriano y Knoell para adoptar un texto muy próximo al
de nuestra edición de 1930. En ella las erratas no son raras, y en
su lugar notaremos las omisiones.En el año 1930, con motivo del XV centenario de la muerte
de San Agustín, publicóse en El Escorial una edición manual, con
la que se intentaba, al mismo tiempo que difundir la lectura de
esta preciosa obra entre el clero y personas eruditas, ofrecer un
nuevo texto más depurado y correcto que los existentes. Los procedimientos seguidos para ello eran dos principios enteramente
nuevos y de suyo seguros y eficaces, a saber: el principio o teoría del ritmo y el principio de comparación de las diversas familias de códices con los fragmentos llamados eugípianos.
Teoría del ritmo.—La teoría del ritmo, fundada en lo que
dice el Santo en el libro IV De doctrina christiana, consiste en el
uso continuo o muy frecuente de ciertas figuras retóricas sobre la
armonía del lenguaje, de las que ya habla Quintiliano en sus
Instituciones oratorias como de una corrupción invasora. En África, sobre todo, llegó a dominar en tal forma, que muchos de los
sermones y tratados de los escritores de los siglos iv y v más
parecen prosa rimada que otra cosa. El mismo San Agustín se
sentía atraído fuertemente por esta música decadente del ritmo,
y aun parece en cierto sentido canonizarla cuando dice: «Ego in
meo eloquio quantum modeste fieri arbitror non praetermitto istos
números classularum» 3. Y de que no los omite dan buen testimonio sus obras. N o queremos citar ejemplos sobre el particular,
pues basta abrir las obras del Santo o simplemente el Breviario
Romano por cualquier parte para encontrarse con modelos aca-
54
Casi reproducción de la edición knoelliana fue la de los editores ingleses Gibb y Montgomery, publicada en Cambridge
en 1908, adornada con numerosas notas críticas y literarias, históricas y filosóficas, para uso de las escuelas superiores.
Un año después encargaba al célebre profesor de latín y lenguas clásicas en el Ateneo florentino, Félix Ramorino, una nueva
edición la Biblioteca de SS. Padres, de Roma. El claro profesor,
fiado y confiado buenamente en la edición de Viena, la adoptó
sin más por texto, creyendo reducido su trabajo a las numerosas
notas que debía llevar al pie. Mas a medida que fue ahondando
en el examen de los códices y conoció mejor el estilo del Santo,
sé fue convenciendo también de lo equivocado de la edición de
Knoell, terminando por rechazarla y combatirla, aconsejando a
sus lectores la vuelta a la edición maurina: «Redeundum esse ad
Maurinorum editionem» '.
1
«Cum mihi a Bibliotheca SS. Patrum Romana munus huius editionis curandae
mandatum est, ego quoque Vindobonense textum illustrandum susceperam, a quo
mihi non discedendum esse nisi in minimis rebus putabam. At, fateor, candidissime,
procedente opere in suspicionem veni, et sensim mihi persuasum est codicem Sessorianum, etsi ceteris antiquiorem, nullo modo emendatiorem textum nobis praebere...
Quod si mihi, lector, concedas, apparebit Knollianum textum esse minus probandum
et ferme redeundum ad Maurinorum editionem» (Confessiones,
prolegomena
p.xxxvil y XLII: Bibliotheca SS. Patrum, Roma 1909). Cf. también el artículo publicado en Rivista Storico-Critica delle Scienze Teologiche (1909) p.294-307, con el
título Qual sia il miglior testo delle «.Confessiones» di Sant'Agostino.
2
Véase, además de la recensión de DOM B. CAPELLE en Revue Bénédktine, la
de ONORATO TESCARI, autor de una excelente traducción italiana, publicada en Rivista
di Filología
e d'Istr. Classica, N. S. IV fasc.il (1926).
3
De doctr. chrilt. IV c.41.
Prólogo a las (.(Confesiones»
Principales ediciones
bados de esta clase de prosa rítmica \ Lo que sí conviene advertir
de antemano es que el ritmo en nuestro Santo tiene mucho de
bíblico, sin duda alguna debido a la constante lectura de los Salmos '.
A tres clases fundamentales podemos reducir dicho ritmo:
ritmo conceptual, ritmo periódico y ritmo verbal. De estos tres,
el conceptual se divide en sintético, cuando los pensamientos se
completan; antitético, cuando se oponen, y tautológico, cuando se
repiten con distintas palabras o metáforas. El periódico, en oxímoro, o sentencia aguda por el empleo de las palabras, de las cuales
la una parece contraria a la otra, ofreciendo a primera vista un
contrasentido; y simétrico, cuando lo es por correspondencia, la
cual puede ser a su vez de tres modos: verbal, llamada homoióptoton o similicadencia; de los miembros, o isocolon, y de las cláusulas, o apódosis. Finalmente, el ritmo verbal puede ser paranomásico o agnominatio (juegos de palabras), homeoteléutico o similidesinente. También se da frecuentemente en el Santo la rima
asonantada dentro de la frase, bien por repetición de una misma
palabra, bien por repetición de ésta, y la similicadencia final 6 .
ceptual, según que sea de solas palabras o de frases y períodos.
San Agustín observa con gran escrupulosidad esta ley del paralelismo, sometida a la de la simetría, sea antitética o sintética, en
la que él hallaba un ornato del lenguaje singular: «Totus fere
locus—escribe de San Pablo, cuyas antítesis y paralelismos le encantaban sobremanera—temperatum habet elocutionis genus, ubi
illa pulchriora sunt in quibus propria propriis tanquam debita reddita decenter excurrunt»'. Las diversas manifestaciones del paralelismo, ya sea verbal, ya conceptual o fraseológico, son tan sencillas que no merecen la pena de detenerse en su enumeración
siquiera.
La rima.—He aquí otro elemento importantísimo del estilo
de nuestro Santo. La rima, en una forma u otra, ha existido
siempre y en todos los pueblos. Roma nos ha conservado excelentes ejemplos en el canto de los hermanos Arvales, en las Tablas
Euguvinas, en la oración que un padre de familias dirige a Marte,
conservada en Catón 8, etc., etc. San Agustín—y más aún que él
los escritores africanos que le siguieron—siente una propensión
innata hacia esta figura, que los clásicos latinos miraron siempre
con cierta prevención y antipatía. La rima final, sobre todo, debía
sonar en sus oídos, acostumbrados a la cuantidad silábica, como
un martilleo y sonsonete desagradable. Pero los oídos africanos,
que, como dice el Santo, no entendían ni curaban de cantidades
silábicas ni pronunciaciones defectuosas", sentían cierto placer en
esta manifestación del ritmo, que confería a la frase un andar
solemne, acompasado y armónico. San Agustín usa y abusa de esta
figura en sus Sermones al pueblo, pero también la emplea en gran
escala en las Confesiones, obra de sabor íntimo y familiar, por
decirlo así'". La rima final es, sin duda, la más usual en ellas;
pero a más de ésta admite otra u otras dentro de la frase, que los
críticos alemanes llaman rima múltiple (Mehrfacher Reim). Véase
un ejemplo de ella: «Cito sonuerunt exultutione, qui videbant
eum—et cito siluerunt inten/ione, ut mdirent eum» ". Tan perfecta
es aquí la correspondencia, que una sola sílaba que se suprima
quebranta el paralelismo y simetría.
56
A más de estas manifestaciones del ritmo literario, que no
debe confundirse con la asonancia o consonancia final, llamada
también rima, se dan frecuentísimamente en el Santo otras figuras, como la aliteración, repetición de una letra; la anadiplosis,
repetición de una palabra o de una frase breve; la anáfora, repetición de una palabra al principio de cada miembro; la gradación, cuando la última palabra de un miembro es la primera del
siguiente, etc.
A lo dicho anteriormente debemos añadir otros tres elementos
de gran importancia para la crítica textual y que componen, por
decirlo así, el eje principal de la teoría del ritmo: el paralelismo,
la rima y los juegos de palabras y sonidos.
El paralelismo o correspondencia simétrica de los distintos
miembros de una frase y de éstas entre sí, abunda sobremanera
en las obras de San Agustín, particularmente en las Confesiones.
Consiste el paralelismo en distribuir las palabras en dos o más
frases o miembros de frase, de tal modo que formen grupos
iguales y simétricos que se correspondan entre sí hasta en el
mismo número de sílabas, y, si es posible, que terminen en sílabas
del mismo sonido. El paralelismo puede, pues, ser verbal o con4
5
Véase también nuestra primera edición latina (El Escorial 1930) p.xxi ss.
San Agustín afirma varias veces la semejanza de la lengua púnica con el
hebreo. Es muy posible que la semejanza no fuese sólo verbal, sino sintáctica y
prosódica, io que explicaría este fenómeno del ritmo bíblico en casi todos los Padres
y escritores africanos.
6
Todas estas clases de ritmo se dan de modo especial en la poesía hebrea
y oriental, como podrá observarlo el lector.
Los juegos de palabras y sonidos.—Consisten
57
los primeros en
' De doclr. chriit. IV 40.
De agrie. 141.
«Afrae aures de correctíone vocalium vel productione non iudicant» (De
doct. christ. IV 24,10).
i° «Saint Augustin n'emploie pas la symétrie seulement pour exprimer l'antithése, mais aussi ^ pour le synthése, construction dans laquelle le deuxiéme membre complete l'idée du premier, puisque la symétrie des membres d'une
phrase ou de plusieurs phrases entre elles, est le principe fondamental de son
style» (C. I. BALMUS, Elude sur le slyle de Saint Augustin [París 1950] p.177).
11
Conf. VIII 2,5. Véase este otro también, en el que la rima múltiple implica
en ambos miembros un número igual de sílabas y acentos tónicos: «Dum illud
vetilate proponit—hoc familiar/Míe non ponit» (Conf. VIII 10,24).
8
0
58
Prólogo a las «Confesiones»
Principales ediciones
el uso de palabras idénticas o de la misma forma estructural, a
una de las cuales se le añade una partícula o preposición para
que signifique lo contrario o cosa muy distinta. San Agustín es
inagotable en el uso y juego de esta clase de términos, que él
emplea con soberana maestría para hacer más ingeniosas las antítesis y atraer así mejor la atención del lector. Pueden citarse como
ejemplos las palabras aversi y perversi, eversores y perversores,
desertas y disertus, recusabctt y excusabat, etc., etc. En cuanto a los
juegos de sonido, también se da en el Santo y en las Confesiones
una gran riqueza de este recurso oratorio. Véase un ejemplo entre
mil. Debía ser una frase consagrada y proverbial decir Cartago,
sartago, refiriéndose indudablemente al calor achicharrante que
hacía en los meses de estío en la capital africana. Cuando San
Agustín escribe en el libro IV que llegó a Cartago: Veni Carthaginem, al punto se le viene a la mente, por la asociación de sonidos, la palabra sartago (sartén), que él aplica al hervidero de pasiones y concupiscencias que reinaba en dicha ciudad. Otras veces
el juego de sonidos nos revela la pronunciación de los romanos de
ciertas letras o diptongos; así, cuando dice «Secludentibus me ab
eius aure atque ore» 12, nos demuestra lo que ya sabíamos por otra
parte, de que el diptongo au lo pronunciaban los latinos o, pues
sólo así puede darse el juego de sonidos en este texto.
ofrecen la lección segunda y tercera, pero no la primera. Como
se ve, tanto por lo que se refiere a los códices como a las autoridades que las defienden, no se puede deducir nada en concreto.
Mas según la ley del ritmo, la tercera forma debe prevalecer sobre
las otras dos, debiendo leerse, a fin de conservar el paralelismo
y rima de los miembros, del modo siguiente:
Un estudio detenido y competente del estilo del Santo Doctor
aportaría nuevas e interesantes observaciones, aplicables a la crítica textual. Mas lo dicho basta y sobra para nuestro intento.
La existencia del ritmo en San Agustín era ya conocida de
antiguo. Pero lo que no se había hecho hasta el presente, que sepamos, era utilizarle como criterio o instrumento de crítica textual
eficacísimo y en muchos casos único. Los resultados excelentes obtenidos en nuestra primera edición de las Confesiones han sido ya
reconocidos y apreciados por los críticos de mayor nombre y solvencia ' \ En nuestra nueva edición hemos perfeccionado aún este
instrumento, y hemos logrado nuevos progresos en la estabilización
del texto.
Con el fin de dar a nuestros lectores una idea de los resultados prácticos de este principio crítico vamos a señalar algunos
casos dudosos en que los editores andan aún vacilantes y divididos.
Disputábase entre éstos si en el 1. I, cap. 18, n. 29, ha de
leerse Ínter omines, inter homines o ínter hominibus; la primera
lección es seguida por casi todos los editores modernos, la segunda por los lovanienses y la tercera por los Maurinos. Los códices
12
13
Conf. VI 3,3.
Véanse, entre otros, a DoM B. CAPEIXE, O. S. B., Rechercha de théologie
ancienne et médiévale, enero (1931). y DOM D. DE BBUYNE, en Revue Bétiédictine
BALCL, n.257; CHARLES BOYER, en Cregoriauum (193!), etc.
59
... vigilantissime cavet
ne per linguae errorem
«dicat inter hominibus»,
et ne per mentís furorem
hominem «auferat ex hominibus».
Otra lección, variante dudosa nos la ofrece el 1. V, capítulo 10,
n. 20, donde se lee ya incarnatum, ya in carne natum. Los códices
apoyan ambas lecciones; los editores, en su mayoría, se inclinan
por la primera. Mas, según nuestro principio rítmico, ha de adoptarse la segunda, leyéndose de esta forma;
Metuebam ¡taque credere «in carne natum»
ne credere cogerer «ex carne inquinatum».
Permítasenos añadir una tercera lección dudosa. Los editores
todos leen, a excepción de Knoell, responsis en vez de responsionibus. La tradición manuscrita está por su parte, pues sólo el
Sesoriano lee responsionibus. Mas, según nuestra ley de ritmo, ha
de leerse también así, aunque todos los demás códices estén contra, ella:
Absit ut tu talleres eam
in illis «visiondbus»
et «responsionibus».
Como puede observar el discreto lector, las lecciones variantes
reclamadas por la ley del ritmo son- más aceptables, las cuales
comúnmente defienden los Maurinos, los mejores conocedores del
estilo y lenguaje del gran Doctor hiponense hasta la fecha.
Después de nuestra edición, la casa editorial Teubner, de
Leipzig, sacó a luz una nueva, preparada por M. Skutella, deshaciéndose de esta manera de la poco feliz de Pío Knoell, que tan
raras simpatías logró tener desde un principio. Por regla general,
acepta casi todas las variantes de nuestra edición. Merece, sin embargo, bien de los estudios agustinianos por haber hecho una
nueva revisión de los códices ya conocidos, particularmente el
Sesoriano, de capital importancia para una edición definitiva, aunque todavía se le hayan quedado alguna que otra variante sin
comprobar debidamente, v. gr., 1. VIII, 12, 30, donde lee el Sesoriano potens es y no potens est, como afirma en el aparato crítico.
A más de esto, ha colacionado algunos códices más, aunque fragmentarios y de escasa importancia. También ha colacionado los
60
Principales ediciones
Prólogo a las «Confesiones»
fragmentos que se hallan de las Confesiones en Beda y Florio,
aunque con un resultado práctico casi nulo.
Él otro principio nuevo de crítica que empleábamos era el
comparativo de las distintas familias de los códices con los fragmentos de Eugipio. Este autor, procedente de África y discípulo
de San Agustín, vivió mucho tiempo en un monasterio de Lúculo,
cerca de Ñapóles, después de su expulsión del suelo africano por
los vándalos. Entusiasta y devotísimo de su santo Fundador y
Padre, y conocedor como ninguno de sus obras, hizo una especie
de florilegio de las mismas, en el que incluyó ocho extensos fragmentos de las Confesiones ' \ Tanto por la antigüedad del autor
como por la del códice usado por éste, anterior a todos los conocidos, su testimonio había de ser de gran peso como elemento
comparativo. Si en los códices de las Confesiones se habían introducido algunas enmiendas y errores por los copistas o recensionistas, no era fácil que estas correcciones y errores hubiesen podido
extenderse al florilegio de Eugipio. El testimonio, pues, de este
autor parece que ha de estar inmune de toda manipulación intencionada de los amanuenses de aquéllas. Podía, por tanto, ser un
juez excelente e imparcial entre la diversidad de familias de los
códices de nuestro libro. Desde luego, ya se advierte en muchas
familias que sus variantes lecciones son de origen relativamente
moderno; época carolingia, en la que debió hacerse una recensión.
Mas hallándose el Sesoriano por una parte y los códices restantes
por otra con mucha frecuencia, lo importante y fundamental en
este caso estaba en saber qué lecciones debían prevalecer: si las
del Sesoriano y sus derivados o las de los demás códices llamados
Maurinos. Era la única manera de salir del callejón sin salida en
que se habían metido los críticos y editores anteriores. El resultado de la comparación fue altamente fructífero e interesante.
Cuando el Sesoriano se hallaba acompañado de algún otro códice,
particularmente de O, Eugipio apoyaba su lectura; cuando se hallaba aquél solo, coincidía entonces con los demás. Esto nos llevó a
establecer los siguientes principios prácticos de crítica: I. Cuando
el Sesoriano está solo frente a todos los demás, debe prevalecer
la lección de éstos contra aquél. II. Cuando el Sesoriano se halla
apoyado por alguno de éstos, su lección debe tenerse por buena,
mientras no aparezca claro lo contrario. III. Si el Sesoriano se
halla apoyado sólo por algunos códices de Eugipio, particularmente por el Vaticano 3.375, su lectura debe reputarse por buena
14
Estos fragmentos son los siguientes: 1.9 I l,l..., I 5,6 (tuo). 2.e X 6,8
(done)...,
X 6,10 (térra). 3.e X 24,35..., X 34,53 (meoí til). 4.° X 41,69
(tu es v.)..., X 43,69 (tu vobis). 5.9 XI 23,29 (dona)..., X 24,31 (non solum).
6.» III 27,34 (ergo nec)..., XI 31,41 (tu es). 7.» XII 25,34..., XII 25.35 (exponere).
8.* XII 27,37.... XII 32,43 (inludat).
61
igualmente. IV. Las lecturas únicas de Eugipio deben ser tenidas
por espurias, según el principio de derecho, valedero también en
el arte crítico: testis unus, testis nullus. V. Las lecciones apoyadas
por el Sesoriano, Eugipio y códices o alguno de ellos deben ser
tenidas por genuinas.
Apoyado en estos dos principios, el del ritmo y el comparativo de códices, hemos creído resolver una serie no pequeña de
variantes lecciones fluctuantes en las ediciones hasta aquí sin más
razón de ser que el gusto y capricho de sus autores. El haber sido
adoptadas la inmensa mayoría de las lecciones propuestas en nuestra edición, así como los principios críticos en que nos basábamos,
es la mejor prueba de la bondad de los procedimientos seguidos.
El eminente crítico dom B. Capelle, que por caminos independientes había coincidido con nosotros en proclamar el principio comparativo como único medio de progresar en la estabilización del
texto de las Confesiones, escribía en la revista benedictina Recherches de théol. anc. ei médiévale lo siguiente: «Au point de vue du
texte elle est (l'edi. de l'Escorial), et de loin, la meilleure de toutes
celles qu'ont paru jusqu'ici; á vrai diré, la seule complétement bonne» ". La Revue Bénédktine, órgano el más prestigioso en esta
clase de estudios, afirmaba: «Le P. Vega nous présente un texte
aussi améliore que possible. En plus d'un endroit il s'est servi avec
succés d'un critére dont il convient de lui faire honneur: celui du
rythme... Bref, cette nouvelle édition est presque définitive et figure parmi les meilleures publkatioos qu'ait vu naítre le centénaire
du Saint» 16. Y, un poco después, Charles Boyer, S. I., autor de
numerosos escritos sobre San Agustín, añadía en Gregorjanum: «Jesuis heureux de présenter une excellente édition des Confessions,
la meilleure jusqu'á ce jour pour l'établissement du texte» ".
¿Cabe mejorar aún más esta edición, aparte la corrección de
las numerosas erratas con que salió ? Un estudio de quince años
sobre el texto nos ha llevado a admitir numerosas lecciones rechazadas aún por nosotros hasta el presente, y que creemos que
son las legítimas y genuinas. Muchas de ellas han de chocar a no
pocos de los críticos de momento. Pero a medida que se vayan
familiarizando con ellas les parecerán cada vez más auténticas. N o
hemos hecho más que aplicar con algún rigor los principios expuestos. Si éstos son verdaderos, las deducciones también lo serán.
El gusto particular no suele ser nunca criterio seguro y laudable.
Hemos creído necesario acercarnos más al Sesoriano, al que se ha
atacado más de lo justo, por una de esas reacciones explicables.
En parte hemos participado también nosotros de ella. No obstan1,5
1G
17
Recherches de théologie anc. et médiévale, enero 1931
Revue Bénédictine, BALCL, n.257.
Cregorianum fase. 4 (1931) p.663.
62
Prólogo a las «Confesiones»
te, templado este nuestro sentir, escribíamos en nuestra primera
edición: «Tamen ne quid nimis; quia etsi lacunosus et mendosus
et magna imperitia descriptus, multas habet probabiles probandasque lectiones, modo sufficiens criterium seu canon ad illas
discernendas adhibeatur». A los principios expuestos debemos
añadir otro en esta edición, que nos aproxima aún más al Sesoriano.
Sabido es de todos nuestros lectores que el vicio dominante de este
códice son las omisiones; sus adiciones, en general, han de ser
consideradas como buenas lecciones, a no ser estén originadas por
lo que se llama dittografía o repetición de una sílaba o palabra.
A lo dicho debemos, pues, añadir que siempre que esté el Sesoriano apoyado por algún códice, debe ser tenida por buena su lectura. Asimismo, siempre que su lectura haga buen sentido, debe ser
preferida a las de los demás, por su venerable antigüedad. Con
estos nuevos principios y la aplicación discreta de los anteriormente expuestos creemos poder ofrecer un texto nuevo de las Confesiones, lógico y razonado, notablemente superior al de nuestra
primera edición y, por lo que se refiere a nosotros, definitivo
y último.
b)
Ediciones castellanas
Las Confesiones de San Agustín fueron de sus obras las que
primero se tradujeron al español, si se exceptúa La Ciudad de
Dios. La primera versión que se dio a la estampa fue la del
P. Toscano, hecha con demasiada sujeción a la letra y en un
lenguaje no del todo castizo y fluido. Tiene, sin embargo, la
gloria de haber sido la Usada por Santa Teresa, que habla de
ella en su Vida. A ésta le siguió 'la del P. Rivadeneira, escrita
en lenguaje clásico y elegante, por lo que durante mucho tiempo fue la más leída de todas. La traducción de Rivadeneira resulta con frecuencia muy desigual, ciñéndose unas veces demasiado a la letra y otras veces parafraseando también demasiado.
A más de esto, no siempre expresa exactamente el texto original. En 1723 apareció en Madrid una nueva versión, debida a
la pluma del P. Gante, agustino, que logró gran aceptación
entre el público estudioso, mereciendo se hiciesen de ella en
poco tiempo más de siete ediciones. El P. Gante mejoraba el
estilo del P. Toscano y hace hablar en español al Santo Patriarca; pero estaba muy lejos de ofrecer la perfección que podía desearse y esperarse de su docta pluma. A pesar de sus
defectos, puede decirse que fue la más leída y editada en su
siglo y parte del siguiente hasta que vino la del P. Zeballos.
El P. Zeballos, hombre docto, gran conocedor del latín y del español, escritor correcto y con frecuencia elegante, poseedor ade-
Principales ediciones
63
más del francés, que dominaba, entre otras lenguas, a la perfección, se decidió a hacer una nueva traducción que obviase
de una vez todos los inconvenientes de las traducciones anteriores! Tuvo además la buena suerte este padre de tropezar con
la magnífica traducción francesa y edición latina del benedictino P. J. I. Martín, que él supo aprovechar a maravilla. Hasta
el mismo prólogo está casi todo él traducido a la letra del
P. Martín. Con tan buen maestro no es de extrañar que la traducción del P. Zeballos superase con creces a todas las anteriores.
Escrita en buen castellano, y ordinariamente muy fiel y exacta en
cuanto al sentido, se lee con verdadero gusto, y durante muchos
años ha gozado de una popularidad merecida. En realidad de
verdad, para el público piadoso, que no para en pequeneces ni
busca otra cosa que el pensamiento del Santo, no debiera imprimirse otra que ésta. Su defecto principal es ser parafrásica o libre,
lo que constituye hoy un grave inconveniente para los eruditos y
estudiosos que desean una literal o la más literal posible.
Respondiendo a estos deseos o tendencias nos decidimos nosotros a emprender una nueva traducción, con no poco trabajo y
dificultad, y en tiempos tan aciagos como fueron los comienzos
de la malhadada república española. Sobre el criterio seguido en
la traducción escribimos en el prólogo de la primera edición lo
siguiente:
«En cuanto a la traducción, hemos tenido siempre a la vista
aquellas áureas palabras de mi hermano en religión fray Luis
de León, que él dejó escritas al frente de su traducción y comentario al Cantar de los Cantares, y que rezan así: «El que traslada
ha de ser fiel y cabal, y si fuere posible, contar las palabras para
dar otras tantas y no más ni menos, y de la misma calidad y condición y variedad de significaciones que las originales tienen, sin
limitarlas a su propio sentido y parecer, para que los que leyeren
la traducción puedan entender toda la variedad de sentidos a que
da ocasión el original, si se leyese, y queden libres para escoger
de ellos el que mejor les pareciere... De donde podrá ser que algunos no se contenten tanto y les parezca que en algunas partes
la razón queda corta, pudiéndose muy fácilmente remediar con
mudar algunas palabras y añadir otras, lo cual yo no hice, porque
entiendo ser diferente el oficio del que traslada del que explica
y comenta». Tal es el criterio que hemos seguido en nuestra traducción, ciñéndonos lo más posible al texto y haciendo que se
ajustase «y respondiese a éste—como dice el mismo autor—no sólo
en Jas sentencias y palabras, sino aun en el concierto y aire de
ellas, imitando sus figuras y maneras de hablar, cuanto es posible
a nuestra lengua». Si lo hemos conseguido o no, no corresponde
64
Prólogo a las «Confesiones»
a nosotros decirlo; mas si alguno despreciare nuestra versión, le
diremos con el citado poeta: «Haga prueba de sí, y entonces podrá ser que estime más mi trabajo» ".
En los pasajes difíciles hemos consultado la mayor parte de
las ediciones latinas, así como las diversas traducciones modernas,
a excepción de las italianas, que no hemos usado más que la de
Bindi. La de Tescari la hemos recibido estando ya en prensa
nuestra traducción; algo nos hubiera servido para las notas, de
haberla conocido antes. De gran ayuda nos ha sido la de Llovera,
que hemos utilizado en los últimos libros. Para muchas de las
notas nos hemos servido de la edición de Cambridge de GibbMontgomery y de la de Oxford de Pusey; para la inmensa mayoría hemos utilizado nuestros estudios sobre el particular, a los
cuales remitimos con frecuencia al lector. Aunque pudiéramos
haber aumentado considerablemente el número de éstas, nos hemos
atenido a las estrictamente necesarias '". En ellas hemos atendido
principalmente a los eruditos y literatos, público frecuentemente
olvidado en esta clase de obras, dando de mano a todas aquellas
consideraciones místicas y morales, propias de una edición devota,
y que aumentarían extraordinariamente el volumen. Sin embargo,
creemos que aun a las personas devotas les han de hacer bien
estas notas eruditas, encaminadas todas a hacer más inteligible el
texto del Santo zo .
Posteriormente a nuestra versión han salido a luz otras dos
traducciones nuevas: la del sacerdote Lorenzo Riber y la del
Apostolado de la Prensa. La de don Lorenzo Riber, aparecida en
1942 en M. Aguilar, con gran lujo de presentación, es una traducción literaria llena de vida y casticismo, aunque a veces esquive
un poco la letra. Resiéntese además de ciertas influencias de la
versión francesa de Labriolle, cuyo texto latino se propuso seguir.
Con todo, es una traducción que merece ser leída y gustada por
todos los verdaderos amantes de las buenas letras y devotos de
este libro admirable del gran Obispo de Hipona. Lleva además
una extensa y brillante introducción, en la que hace de mano
maestra una semblanza simpática y fastuosa del Santo. Intencionadamente ha rehuido toda discusión y nota erudita que pudiera
distraer al lector en el paladeo de las páginas de esta obra, toda
luz y color, toda pasión y lirismo sublime que debe gustar el alma
a solas en el secreto y silencio de toda ciencia y erudición.
,a
19
Principales
ediciones
65
La del Apostolado, del P. Valentín Gómez, es menos brillante y clásica en su estilo, pero es, en cambio, más fiel a la letra,
a la que se ciñe a veces con demasiada estrechez. Comprende sólo
los primeros once libros, por ir destinada al público piadoso y
sencillo, a quien sólo interesa la persona del Santo, no sus grandes especulaciones filosóficas o escriturarias. La obra del P. Valentín está hecha con verdadero cariño, y en muchos pasajes difíciles ha sabido triunfar plenamente del latín y del pensamiento
del Santo. Es una traducción que, por su gran fidelidad a la letra, merecerá ser siempre consultada por cuantos se propongan
hacer una nueva.
La nuestra, que hoy presentamos al público de nuevo, es una
completa refundición de la que publicamos en 1932. Libros hay
que salen totalmente nuevos. La hemos ajustado aún más a la
letra; hemos suplido las numerosas omisiones y erratas de imprenta que se escaparon entonces, y la hemos dividido en párrafos
más cortos, a fin de evitar la monotonía de los capítulos y dar más
claridad al pensamiento del Santo. En cambio, hemos suprimido
los títulos de éstos, que no sirven en esta clase de ediciones sino
para ocupar espacio y embarazar al lector. Teniendo en cuenta
que la presente edición ha de ser más leída de los estudiosos y
eruditos que del pueblo sencillo, hemos ajustado nuestras notas
a dicho público, aunque, por llevar el texto latino aparato crítico,
ha sido forzoso remitirlas, como en la edición primera, a los
Apéndices.
Quiera Dios bendecir este nuestro trabajo, en el que hemos
empleado muchas vigilias, a fin de que saliera menos indigno
del gran público, al que va dirigido, y del gran Doctor de la
Iglesia, a quien fervientemente lo dedicamos.
Monasterio de El Escorial, 28 de agosto de 1945.
FRAY LUIS DE LEÓN, prólogo a las Poesías.
Los problemas que suscitan las Confesiones a cada paso nos hubieran llevado a
recargar enormemente la obra de citas, con perjuicio de la obra misma. Hemos
tenido presente siempre que es una traducción y no un comentario lo que ofrecemos
a los
lectores.
20
Prueba de ello la rapidez con que se ha agotado la primera edición y
la solicitud con que son hoy buscados los ejemplares de ella.
S.Ag. 2
3
Bibljografía
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«Cité de Dieu» (París, Belles Lettres, 1930). (Este estudio confirma varias de las lecciones defendidas por nosotros en nuestra edición latina.)
APARATO
CRITICO
DEL
TEXTO
LATINO
Aparato crítico del texto latino
b)
69
EDICIONES
CÓDICES Y EDICIONES U S A D A S
a)
CÓDICES
Siglos
A = A n g é l i c o , Biblioteca
Angélica de Roma 162
(B 6, 15)
ix-x
B = Bamibergense 33 (B m,
23)
XI
C = Parisiense i913
IX
D = Parisiense 1913 A ... ix
n
V, = Parisiense 121 l
x
F = Parisiense 10862
ix
G = Parisiense 12193
ix
H = Parisiense 12224
ix
Siglos
J
L
M
O
P
S
X
V
Z
= Fuldense Aaag (fragmentario)
vm-x
= Laurenciano de S. Cruz
(XVH, D. 8)
xi
= Monacense 14350
x
= Parisiense 1911
ix
= Parisiense 1812
ix
— Sesoriano, Biblioteca
Víctor Manuel 2099... vn
= Stuttgartense HB. vn,
15
x
= Vaticano 5756
x
= Turonense 283
x-xi
La descripción de estos códices no es necesaria, puesto que el lector
la puede ver en nuestra edición primera latina y en la reciente de Skutella, Teubner, de quien tomamos las lecciones variantes de los códices
J. T. y Z., así como las numerosas correcciones de otros. A más de éstos,
hemos consultado los siguientes de la Biblioteca Nacional de Madrid:
A 99 = 68; A 107 = 593; A 60 = 225; A 103 = 97; A 57 = 223; A 63 : =
= 509; Q 131 = 5990. El 117 f.1-56, de la catedral de Valencia, y
el 69 f.1-70, de la de Osma, aunque con resultados casi nulos, por pertenecer a la recensión de P.
Los códices suelen dividirse en dos grandes familias: la del Sesoriano ( = S). .por un lado, y la de los restantes por otro, a Cuyo frente está
el Parisiense 1911 ( = O ) , el más perfecto de todos.-Los de esta familia
suelen subdividirse en -pequeños grupos, entre los que se distinguen los
siguientes: CDM, EGM, CDF, BPZ, HTV. Estos grupos o familias aparecen, ya separadamente, ya todos juntos, acompañados de O contra S.
Todos los códices actuales proceden de un solo arquetipo, como lo prueban los errores comunes a todos ellos, y de los que «i el rrúsmo Sesoriano
.logra escapar, es a saber: I 18,29; V 8,15; VIII 2,3; IX 8,18; X 7-10;
XI 30-40; XII 11,14 y 28,38.
Además de los códices sobredichos, pertenecientes a las Confesiones
directamente, hay que tener en cuenta los relativos a los ocho fragmentos
de los Excerpta de Eugipio, y que son los siguientes:
CÓDICES D E EUGIPIO
Siglos
D = Cód. desnoyense 1720. vm
M = Cód. Chaltenhamense
12263
vin
T =
G =
P =
V =
Frente a rodos los críticos, tenemos que
son excelentes en sus lecciones variantes.
Siglos
Parisiense 2109
ix
Sangallense 176
vm
Parisiense 11642
vm
Vaticano 3375 .'.
VI-VII
reconocer que los códices VM
b = Edición de Amerbachio, Basileense, de 1506.
I = Edic. de los Teólogos Lovanienses, Amberes 1576.
in = Edic. de los Padres Maurinos,
París 1679.
o = Edic. de Pusey Oxoniense,
Oxford 1838.
k = Edic. de Pió Knoell en Teubner, Leipzig 1898.
c = Edic. Cdiilabrigen.se, de Gibb
y Montgomery; Cambridge
1927.
r = Edic. Romana, de Félix Ramorino, Roma 1909.
P — Edic. de Pierre Labriolle, Belles Lettres, París 1927.
S = Edic. de M a r t i n Skutella,
Teubner, Leipzig 1934.
En nuestro aparato crítico citamos y utilizamos de modo constante las
tres primeras ediciones; las cinco últimas sólo en casos aislados. Sin
embargo, cuando en el aparato se usa la. sigla edds. = ediciones, las incluimos también, así como cuando decimos edd. modd. — ediciones modernas.
Por la simple lectura del aparato crítico se puede deducir el significado
de varias de las abreviaturas que usamos. No obstante, para mayor claridad las vamos a poner aquí: codds, = todos los códices, menos S;
codd. = la mayoría de los códices, fuera de los citados expresamente;
edds. = todas las ediciones antiguas y modernas; edd. = las ediciones
antiguas y aun alguna moderna.
Sobre la presente edición hemos de decir que sale totalmente corregida
y retocada en numerosas 'partes. Después de un estudio constante de más
de doce años sobre el texto de las Confesiones, creemos haber llegado
a conclusiones sólidamente comprobadas y, por lo que a nosotros toca,
definitivas. Hemos dejado muchas de las conjeturas; pero con frecuencia
las hemos relegado al aparato crítico, respetando el texto ofrecido por
los códices. Por primera vez es ¡admitida la lectura reddens debita... donans
debita (I 4,4), cambiando la puntuación, con lo que resulta una lección
excelente. Hemos incluido también por vez primera la lectura me mineris
de los códices CS, y que todos los editores, por leer memineris, rechazaban. También introducimos la lección I 5,6, offendat en vez de offendant, puesto que cuando el sujeto de una oración en San Agustín es femenino y el verbo subjuntivo, el quae está en lugar de quod, como pueden
alegarse infinidad de casos: la tradición manuscrita es autorizadísima BGS
y Eugipio. Asimismo en I 8,13 aceptamos la variante de los códices HOST
ceteroque por ceterorumque, por hacer perfecto sentido y exigirlo así la
autoridad de los códices. En el libro III 5,9, leemos confectam en vez de
compertam, que ofrecen códices de menor nota y que hace peor sentido.
Por la misma razón, en el libro VIII 4,9 leemos plures en vez de plus
en el segundo inciso. En el mismo libro, 10,25, puntuamos de diferente
manera, creemos que acertadamente, con S y algunos códices más; y en
el número 26 vanitatium, porque así lo traen códices de primera nota,
como CDOS, y así leen en el libro X número 20: cupiditatium. Finalmente, por no cansar a nuestros lectores, en el libro XIII 11,12 leemos
por vez primera quae, cumque de illa loquitur, scit quid loquitur. Otras
muchas variantes lecciones nuevas introducimos, que esperamos han de
ser aceptadas por la crítica sensata y madura. En realidad no hemos
hecho más que ser lógicos en nuestras deducciones de los principios críticos sentados. En gracia a nuestros lectores hemos simplificado el aparato
crítico cuanto ha sido posible, dejando sólo aquellas variantes que establecen un texto diferente al de los Maurinos, a fin de que puedan apreciar
y explicar la diversidad de textos.
ALONSO SÁNCHEZ COELLO: San Agustín con El Escorial en la mano,
símbolo de la «Ciudad de Dios».
(Real Basílica de El Escorial.)
LAS
CONFESIONES
LIBRO
PRIMERO
CAPITULO I
1. Grandes eres, Señor, y laudable sobremanera; grande tu
poder, y tu sabiduría no tiene número \ ¿Y pretende alabarte el
hombre, pequeña parte de tu creación, y precisamente el hombre, que, revestido de su mortalidad, lleva consigo el testimonio
de su pecado 2 y el testimonio de que resistes a los soberbios?
Con todo, quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación \ Tú mismo le excitas a ello, haciendo que se deleite en alabarte, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti 4 .
Dame, Señor, a conocer y entender qué es primero, si invocarte o alabarte, o si es antes conocerte que invocarte. Mas ¿quién
habrá que te invoque si antes no te conoce? Porque, no conociéndote, fácilmente podrá invocar una cosa por otra. ¿Acaso, más
bien, no habrás de ser invocado para ser conocido? Pero ¿y cómo
invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán si
no se les
-predica?
Ciertamente, alabarán al Señor los que le buscans, porque
los que le buscan le hallan y los que le hallan le alabarán.
Que yo, Señor, te busque invocándote y te invoque creyendo
CA p u i
i
1. Magnas es, Domine, et laudabilis valdel, magna virttis tita et
sapientiae tuae non est numeras \ Et laudare te vult homo, aliqua portio
creaturae tuae? et homo circumferens mortalitatem suam, circumferens
5 testimonium peccati sui et testimonium, quia superbis resistís?' Et tamen
laudare te vult homo aliqua portio creaturae tuae. Tu excitas, ut laudare
te delectet, quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, doñee
requiescat in te. Da mihi, Domine, scire et inteüegere, utrum sit prius
invocare te an laudare te et scire te prius sit an invocare te. Sed quis
10 te invocat nesciens te? Alkid enim pro alio 'potest invocare nesciens. An
potius invocaris, ut sciaris? Quomodo autem invocabunt, in quem non
crediderunt? Aut quomodo credunt sine praedicante? * Et laudabunt Dominum qui requirunt eum '. Quaerentes enim inveniunt eum et invenientes laudabunt eum. Quaeram te, Domine, invocans te et invocem te cre15 dens in te: praedicatus enim es nobis. Invocat te, Domine, fides mea,
1
2
Ps 144,3.
Ps 146,5.
2
9
10
12
13
3
l
1 Petr 5,5.
Rom 10,1-í.
5
frag. Eugipii: Magnus], E def. §-1-12].
prius sit Éug.
an invocare te om. S.
nesciens + te BPZH edd.
credunt FOSV Bug. (V), credent cet. lid. (c. Faust. 12,4})
inveniunt GMOSV Eug., inventent cei. et idd.
Ps 21.21.
Eug.
1,2,2
Confesiones
74
1,4,4
Confesiones
en ti, pues me has sido ya predicado. Invócate, Señor, mi fe, la
fe que tú me diste e inspiraste por la humanidad de tu Hijo y
el ministerio de tu predicador.
CAPITULO
II
2. Pero ¿cómo invocaré yo a mi Dios, a mi Dios y m¡ Señor,
puesto que al invocarle le he de llamar a mí ? ° ¿Y qué lugar hay
en mí a donde venga mi Dios a mí, a donde Dios venga a mí, el
Dios que ha hecho el cielo y la tierra? ¿Es verdad, Señor, que hay
algo en mí que pueda abarcarte? ¿Acaso te abarcan el cielo y la
tierra, que tú has creado, y dentro de los cuales me creaste también a mí? ¿O es tal vez que, porque nada de cuanto es puede
ser sin ti, te abarca todo lo que es? Pues si yo soy efectivamente,
¿por qué pido que vengas a mí, cuando yo no sería si tú no fueses en mí?
N o he estado aún en el infierno, mas también allí estás tú.
Pues si descendiere a los infiernos, allí estás tií'.
Nada sería yo, Dios mío, nada sería yo en absoluto si tú no
estuvieses en m í ; pero, ¿no sería mejor decir que yo no sería en
modo alguno si no estuviese en ti, de quien, por quien y en quien
son todas las cosas? Así es, Señor, así es. Pues ¿adonde te invoco estando yo en ti, o de dónde has de venir a mí, o a qué parte
del cielo y de la tierra me habré de alejar para que desde allí
venga mi Dios a mí", él, que ha dicho: Yo lleno el cielo y la
tierra?
quam dedisti mihi, quam inspirasti mihi per humanitatem Filii tui, per
ministerium praedicatoris tui.
C A p UT
II
2. Et quomodo invocabo Deum meum, Deum et Dominum meum?
5 quoniam utique in me ipsum eum invocabo, cum invocabo eum. Et quis
locus est in me, quo veniat in me Deus meus? quo Deus veniat in me,
Deus qui fecit caelum et terram?1 Itane, domine Deus meus, est quicquam in me, quod capiat te? An vero caelum et térra, quae fecisti et in
quibus me fecisti, capiunt te? An quia sine te non esset quidquid est, fit ut
10 quidquid est capiat te? Quoniam ¡taque et ego sum, quid peto, ut venias in
me, qui non essem, nisi esses in me? Non enim ego iam inferí, et tamen
etiam ibi es. Nam etsi descenderá in infemum, ades '. Non ergo essem,
Deus meus, non omnino essem, nisi esses in me. An potius non essem,
nisi essem in te, ex quo omnia, per quem omnia, in quo omnia? a Etiam
15 sic, Domine, etiam sic. Quo te invoco, cum in te sim, aut unde venias in
me? Quo enim recedam extra caelum et terram ut inde in me veniat
Deus meus, qui dixit: Caelum et terram ego impleo?
6
Gen 1,1.
' Ps 138,8.
» 1er 23,24.
5 eum invocabo MS Eug.,
eum vocaho cet. et edds.
inferí} inferís sum O2, inferno P-, in inferís edd.
11
CAPITULO
75
III
3. ¿Abarcante, por ventura, el cielo y la tierra por el hecho
de que los llenas? ¿O es, más bien, que los llenas y aún sobra
por no poderte abrazar ? ¿Y dónde habrás de echar eso que sobra
de ti, una vez lleno el cielo y la tierra?' ¿Pero es que tienes tú,
acaso, necesidad de ser contenido en algún lugar, tú que contienes todas las cosas, puesto que las que llenas las llenas conteniéndolas? Porque no son los vasos llenos de ti los que te hacen
estable, ya que, aunque se quiebren, tú no te has de derramar;
y si se dice que te derramas sobre nosotros, no es cayendo tú, sino
levantándonos a nosotros; ni es esparciéndote tú, sino recogiéndonos a nosotros 10 .
Pero las cosas todas que llenas, ¿las llenas todas con todo tu
ser o, tal vez, por no poderte contener totalmente todas, contienen
una parte de ti ? ¿Y esta parte tuya la contienen todas y al mismo
tiempo o, más bien, cada una la suya, mayor las mayores y menor
las menores? Pero ¿es que hay en ti alguna parte mayor y alguna
menor? ¿Acaso no estás todo en todas partes, sin que haya cosa
alguna que te contenga totalmente? "
CAPITULO
IV
4. Pues ¿qué es entonces mi Dios? ¿Qué, repito, sino el Señor
Dios? ¿Y qué Señor hay juera del Señor o qué Dios juera de
C A PUT I I I
3. Capiunt ergone te caelum et térra, quoniam tu imples ea? An
imples et restar, quoniam non te 'capiunt? Et quo refundes quidquid
impleto cáelo et térra restat ex te? An non opus habes, ut quoquam
5 continearis, qui confines omnia, quoniam quae imples continendo imples?
Non enim vasa, quae te plena sunt, stabilem te faciunt, quia etsi fragantur non effunderis, et cum effunderis super nos, non tu iaces, sed erigís
nos, nec tu dissiparis, sed colligis nos *. Sed quae imples omnia, te toto
imples omnia, an quia non possunt te totum capere omnia, partem fui
10 capiunt? Et eamdem partem simul omnia capiunt, an singulas singula et
maiores maiora, minores minora capiunt? Ergo est aliqua pars tua maior,
aliqua minor? An ubique totus es et res nulla te totum capit?
C
A
pu
T
iv
4. Quid est ergo Deus meus ? quid, ergo, nisi Dominus Deus ? Quis
15 enim Dominus praeíer Dominum? Aut quis Deus praeter Deum nos' Act 2,17.
2
3
4
14
eam S.
refundes GS b Eug., refundís cet. et edds.
quoquam], CDMHOSV Eug-, a quoquam cet. et edd.
est HVTMS Eug., es cet. et edd. ergo S, rogo cet. et edds.
76
1,5,5
Confesiones
nuestro Dios? Sumo, óptimo, poderosísimo, omnipotentísimo, misericordiosísimo y justísimo; secretísimo y presentísimo, hermosísimo y fortísimo, estable e incomprensible, inmutable, mudando todas las cosas; nunca nuevo y nunca viejo; renueva todas las cosas
y conduce a la vejez a los soberbios sin ellos saberlo; siempre
obrando y siempre en reposo; siempre recogiendo y nunca necesitado ; siempre sosteniendo, llenando y protegiendo; siempre creando, nutriendo y perfeccionando; siempre buscando y nunca falto
de nada.
Amas y no sientes pasión; tienes celos y estás seguro; te arrepientes y no sientes dolor; te airas y estás tranquilo; mudas de
obra, pero no de consejo; recibes lo que encuentras y nunca has
perdido nada; nunca estás pobre y te gozas con los lucros; no
eres avaro y exiges u s u r a s ' \ Te ofrecemos de más para hacerte
nuestro deudor; pero ¿quién es el que tiene algo que no sea
tuyo, pagando tú deudas que no debes a nadie y perdonando
deudas, sin perder nada con ello ? I 3
¿Y qué es cuanto hemos dicho, Dios mío, vida mía, dulzura
mía santa, o qué es lo que puede decir alguien cuando habla de
ti? Al contrario, ¡ay de los que se callan de ti!, porque no son
más que mudos charlatanes ".
CAPITULO
V
5. ¿Quién me dará descansar en ti? ¿Quién me dará que
vengas a mi corazón y le embriagues, para que olvide mis maltrnm? I0 Summe, optime, potentissime, omnipotentissime, misericordíssime
et iustissime, secretissime et praesentissime, pulcherrime et fortissime,
stabilís et incoraprehensibilis, immutabilis mutans omnia; nunquam novus, nunquam vetus, innovans omnia; in vetustatem perducens superbos
5 et nesciunt; semper agens, semper quietus; colligens et non egens, portans et implens et protegens, creans et nutriens et perficiens; quaerens,
cum nihil desit tibi. Amas nec aestuas, zelas et securas es, paenitet te
et non dales, irasceris et tranquillus es, opera mutas nec mutas consilium;
recipis quod invenís et nunquam amisisti; nunquam inops et gaudes lucris,
10 nunquam avarus et usuras exigís. Supererogatur tibi, ut debeas: et quis
habet quicquam non tuum, reddens debita nulli debens, donans debita
nihil perdens? Et quid diximus, Deus meus, vita mea, dulcedo mea
sancta, aut quid dicit aliquis, cum de te dicit? Et vae tacentibus de te,
quoniam loquaces muti sunt.
15
CApu T v
5. Quis mihi dabit adquiescere in te? Quis dabit mihi, ut venias in
cor meum et inebries illud, ut obliviscar mala mea et unum bonum
,0
Ps 17.32.
6
11
S Uuv,.
13
a
et om S.
reddens S Eug. (V() (n eras), reddis cet. et edds.
(V), donas cet. et edd.
aut quid... dicit et om. S.
donans
1,5,6
77
Confesiones
dades y me abrace contigo, único bien mío? ¿Qué es lo que eres
para mí ? Apiádate de mí para que te lo pueda decir. ¿Y qué soy
yo para ti para que me mandes que te ame y si no lo hago te
aires contra mí y me amenaces con ingentes miserias? 15 ¿Acaso
es ya pequeña la misma de no amarte? ¡Ay de mí! Dime por tus
misericordias, Señor y Dios mío, qué eres para mí. Di a mi alma:
«Yo soy tu salud.» Que yo corra tras esta voz y te dé alcance.
N o quieras esconderme tu rostro. Muera yo para que no muera
y pueda así verle 10.
6. Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella:
sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala. Hay en ella cosas
que ofenden tus ojos: lo confieso y lo sé; pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti: De los pecados ocultos líbrame, Señor, y de los ajenos perdona a tu siervo? Creo, por eso
hablo. Tú lo sabes, Señor. ¿Acaso no he confesado ante ti mis
delitos contra j?tí, ¡oh Dios mío!, y tú has remitido la impiedad
de mi corazón? N o quiero contender en juicio contigo, que eres
la verdad, y no quiero engañarme a mí mismo, para que no se
engañe a sí misma mi iniquidad. N o quiero contender en juicio
contigo, porque si miras a las iniquidades, Señor, ¿quién, Señor,
subsistirá?
meum amplectar, te? Quid mihi es? Miserere, ut loquar. Quid tibi sum
ipse, ut amari :te iubeas a me et, nisi faciatn, irascaris, mihi et rae mineris
ingentes miserias? Parvane ipsa est, si non amem te? Ei mihi! Dic
mihi per miserationes tuas, domine Deus meus, quid sis mihi. Dic animae
5 meae: salus tua ego sum " . Sic dic, ut audiam. Ecce aures cordis mei
ante te, Domine; aperi eas et dic animae meae: salus tua ego sum. Curram post vocem hanc et apprehendam te. Noli abscondere a me faciem
tuam: moriar, ne moriar, ut eam videam.
6. Angusta est domus animae meae, quo venias ad eam: dilatetur abs
10 te. Ruinosa est: refice eam. Habet quae offendat oculos tuos: fateor et
scio. Sed quis mundabit eam? aut cui alteri praeter te clamabo: Ab
occultis meis munda me, Domine, et ab alienis parce servo tuo? " Credo,
propter quod et loquor13. Domine, tu seis:. nonne tibí prolocutus sum
adversum me delicia mea, Deus meus, et tu dimisisti impietatem cordis
15 mei? " Non iudicio contendo tecum, qui veritas es; et ego nolo fallere
me Lpsum, ne mentíatur iniquitas mea. sibils. Non ergo iudicio contendo
tecum, quia, si iniquitates observaveris, Domine, Domine, quis sustinebit? "'
11
12
13
11
Ps
Ps
Ps
Ps
34,3.
18.13.
115,1.
31,15.
,s
16
Ps 26,12.
Ps 129,3.
2 me mineris C1S, minaris G Eug., mineris cet. et edds.
10 offendat GBS Eug., offendant cet. et edds. (cf. Serm. 2i2,
oculos suae maiestatis offendat).
12 tuo desin. Eug.
habet quod
Confesiones
78
1,6,7
C A P I T U L O VI
7. Con todo, permíteme que hable en presencia de tu misericordia, a mí, tierra y ceniza; permíteme que hable, porque es
a tu misericordia, no al hombre, mi burlador, a quien hablo ".
Tal vez también tú te reirás de mí; mas vuelto hacia mí, tendrás
compasión de mí.
Y ¿qué es lo que quiero decirte, Señor, sino que no sé de
dónde he venido aquí, a esta, digo, vida mortal o muerte vital? "
No lo sé. Mas recibiéronme los consuelos de tus misericordias,
según tengo oído a mis padres carnales, del cual y en la cual me
formaste en el tiempo, pues yo de mí nada recuerdo. Recibiéronme, digo, los consuelos de la leche humana, de la que ni mi madre
ni mis nodrizas se llenaban los pechos, sino que eras tú quien,
por medio de ellas, me daban el alimento aquel de la infancia,
según tu ordenación y los tesoros dispuestos por ti hasta en el
fondo mismo de las cosas ".
Tuyo era también el que yo no quisiera más de lo que me
dabas y que mis nodrizas quisieran darme lo que tú les dabas,
pues era ordenado el afecto con que querían darme aquello de
que abundaban en ti, ya que era un bien para ellas el recibir yo
aquel bien mío de ellas, aunque, realmente, no era de ellas, sino
tuyo por medio de ellas, porque de ti proceden, ciertamente, todos
los bienes, ¡oh Dios!, y-de ti, Dios mío, pende toda mi salud.
Todo esto lo conocí más tarde, cuando me diste voces por
medio de los mismos bienes que me concedías interior y exteriormente. Porque entonces lo único que sabía era mamar, aquieCAPUT
VI
7. Sed tamen, sine me loqui apud misericordiam tuam, me terram
et cinerera"; sine tamen loqui, quoniam ecce misericordia tua est, non
homo, irrisor meus, cui loquor. Et tu fortaisse irrides me, sed conversus
5 misereberis mei. Quid enim est quod voló dicere, Domine, nisi quia nescio, unde venerim huc, in istam dico vitam mortalem an mortem vitalem ?
Nescio. Et susceperunt me eonsolationes miseratiooum tuarum, sicut
audivi a parentibus carnis meae, ex quo et in qua me formasti in tempere,
non enim ego memirii. Exceperunt ergo me conisoJationes lactis humani,
,10 tiec mater mea vel nutrices meae sibi ubera itnplebant, sed tu mihi per
eas dabas alimentum infantiae secundum institutionem tuam et divitiasusque ad fundum nerum dispositas. Tu etiam mihi dabas nolle amplius,
quam dabas, et nutrientibus me daré mihi velle quod eis dabas: daré
enim mihi per ordinatum affectum volebant quod abundabant ex te. -Nam
15 ibonum erat eis bonum meum ex eis, quod ex eis non, sed per eas erat.
Ex te quippe bona omnia, Deus, et ex Deo meo salus mihi universa. Quod
animadverti postmodum clamante te mihi per haec ipsa, quae tribuís
17
Gen 18,27.
5 domine + deus meus BPZ edd.
14 quod DSV, quo cet. et edds. omrtes (cf. n 4,9).
1,6,9
Confesiones
79
tarme con los halagos, llorar las molestias de mi carne y nada
más20.
8. Después empecé también a reír, primero durmiendo,
luego despierto21. Esto han dicho de mí, y lo creo, porque así
lo vemos también en otros niños; pues yo, de estas cosas mías,
no tengo el menor recuerdo.
Poco a poco comencé a darme cuenta dónde estaba y a querer
dar a conocer mis deseos a quienes me los podían satisfacer,
aunque realmente no podía, porqué aquéllos estaban dentro y éstos
fuera, y por ningún sentido podían entrar en mi alma. Así que
agitaba los miembros y daba voces, signos semejantes a mis deseos,
los pocos que podía y como podía, aunque verdaderamente no
se les semejaban 22. Mas si no era complacido, bien porque no me
habían entendido, bien porque me era dañoso, me indignaba:
con los mayores, porque no se me sometían, y con los libres, por
no querer ser mis esclavos, y de unos y otros vengábame con
llorar 23. Tales he conocido que son los niños que yo he podido
observar; y que yo fuera tal, más me lo han dado ellos a entender sin saberlo que no los que me criaron sabiéndolo.
9. Mas he aquí que mi infancia ha tiempo que murió, no
obstante que yo vivo. Mas dime, Señor, tú que siempre vives
y nada muere en ti—porque antes del comienzo de los siglos
y antes de todo lo que tiene antes existes tú, y eres Dios y Señor
de todas las cosas, y se hallan en ti las causas de todo lo que es
inestable, y permanecen los principios inmutables de todo lo que
cambia, y viven las razones sempiternas de todo lo temporal—,
intus et foris. Nam tune sugere noram et adquiescere delectationibus,
Aere autem offensiones carnis meae, nihil amplius.
8. Post et ridere coepi, dormiens primo, deinde vigilans. Hoc enim
de me mihi indicatum est et credidi, quoniam sic videmus alios infantes;
5 nam ista mea non memini. Et ecce paulatim sentiebam, ubi essem, et
voiuntates meas volebam ostendere eis, per quos implerentur, et non potc•ram, quia illae intus erant, foris autem illi, nec ullo suo sensu valebant
introire in animam meam. Itaque iactabam et membra et voces, signa
similia voluntatibus meis, pauca quae poteram, qualia poteram: _ non
10 enim erant veré similia. Et cum mihi non obtemperabatur, vel non intellecto vel ne obesset, indignabar non- subditis maioribus et liberis non
servientibus, et me de lilis Sendo vindicabam. Tales esse infantes didici,
quos discere potui, et me talem íuisse magis mihi ipsi indicaverunt
nescientes quam scientes nutritores mei.,
15
9. Et ecce infantia mea olim mortua est et ego vivo. Tu autem,
Domine, qui et semper vivis et nihil moritur in te—quoniam ante primordia saeculorum et ante omne, quod vel gsnte diici potest, tu es et Deus es
Domiausque omnium, quae creasti, et apud te rerum omnium instabiliwn
stant causae et rerum omnium mutabilium immutabiles manent origines
8 et1 S, om. cet. et edd.
9 qualia poteram om. S; veré CDFGHOST, veri cet. et edd.
80
Confesiones
I, 6, 10
I, 7, 11
dime a m í , q u e te lo suplico, ¡oh D i o s m í o ! , d i , misericordioso,
a este m í s e r o t u y o ; dime, ¿por ventura sucedió esta mi infancia
a o t r a e d a d m í a ya m u e r t a ? ' ¿Será ésta aquella q u e llevé en el
vientre d e mi m a d r e ? P o r q u e también d e ésta se m e h a n h e c h o
algunas indicaciones y yo m i s m o h e visto mujeres embarazadas.
Y antes d e esto, dulzura mía y Dios m í o , ¿ q u é ? ¿Fui yo algo
o en alguna p a r t e ? 2 \ D í m e l o , porque, n o t e n g o q u i e n m e lo diga,
ni m i p a d r e , ni m i m a d r e , ni la experiencia d e otros, ni mi memoria. ¿Acaso t e ríes d e m í p o r q u e deseo saber estas cosas y m e
m a n d a s q u e t e alabe y te confiese por aquello q u e he conocid o d e ti ? 21
10. Confiesote, Señor d e cielos y tierra, alabándote p o r mis
comienzos y mi infancia, d e los que n o t e n g o memoria, mas q u e
diste al h o m b r e conjeturar de sí por otros y q u e creyese muchas
cosas, a u n p o r la simple autoridad d e mujercillas 20. P o r q u e al
m e n o s e r a entonces, vivía, y ya al fin d e la infancia buscaba signos
con q u e d a r a los demás a conocer las cosas q u e yo sentía.
¿ D e d ó n d e p o d í a venir, en efecto, un tal animal, sino d e ti,
Señor? ¿Acaso hay algún artífice de sí m i s m o ? ¿Por v e n t u r a hay
alguna otra vena p o r d o n d e corra a nosotros el ser y el vivir,
fuera del q u e tú causas en nosotros, Señor, en quien el ser y el
vivir n o son cosa distinta, p o r q u e eres el s u m o Ser y el s u m o
V i v i r ? S u m o eres, en efecto, y n o te m u d a s , ni camina p o r ti el
d í a d e hoy, n o obstante q u e p o r ti camine, p u e s t o q u e en ti están,
ciertamente, todas estas cosas, y n o t e n d r í a n camino p o r d o n d e
et omnium inrationalium et temporalium sempiternae vivunt rationes—,
dic mihi, supplioi tuo, Deus, et miseritots misero tuo, dic nrnihi, utrum
alicui iam aetati meae mortuae successerit infantia mea. An illa est, quam
egi intra viscera matris meae? Nam et de illa mihi nonnihil indicatum
5 est et praegnantes ipse vidi femina». Quid ante hanc etiam, dulcedo mea,
Deus meus ? Fuine aücubi aut aliquis ? Naim quis mihi dicat ista, non
habeo; nec pater nec mater potuerunt nec aliorum experimentum nec
memoria mea. An irrides me ¿sta quaerentem, teque de hoc, quod novi,
laudari a rae iubes et confiten me tibi ?
10
10. Confíteor tibi, Domine caeli et terrae, laudem dicens tibi de
primordiis et infantia mea, quae non mermini; et dedisti ea homini ex
alus de se conicere et auctoritatibus etiam muliercularum multa de se
credere. Eram enim et vivebam etiam tune et signa, quibus sensa mea
nota alus facerem, iam in finem infantiae quaerebam. Unde hoc tale
15 animal nisi abs te, Domine? An quisquam se faciendi erit artifex? Aut
ulla vena trahitur aliunde, qua esse et vivere currat in nos, praeterquam
quod tu facís nos, Domine, cui esse et vivere non aliud atque aliud, quia
summe esse atque summe vivere id ipsum est ? Summus enim es et non
mutaris, ñeque peragitur in te hodiernus dies, et tamen in te peragitur,
20 quia in te sunt et ista omnia: non enim haberent vias transeundi, nisi
14
17
18
in finem GHSV, in fine cet. et edd.
atque aliud CDGHM'O'ST, atque aliud + est cet. et edd.
est G H A W S V T , es cet. et edd.
81
Confesiones
pasar si t ú n o las contuvieras. Y porque tus años no fenecen, tus
anos son u n constante Hoy".
¡Oh, cuántos días nuestros y de
nuestros padres h a n pasado ya p o r este tu Hoy y han recibido d e
él su m o d o y de alguna manera han existido, y cuántos pasarán
aun y recibirán su m o d o y existirán de alguna m a n e r a ! 28 Mas t ú
eres uno mismo, y todas las cosas del m a ñ a n a y más allá, y todas
las cosas de ayer y más atrás, en ese Hoy las haces y en ese Hoy
las has hecho.
¿Qué importa q u e alguien n o entienda estas cosas? Gócese
aún éste d i c i e n d o : ¿Qué es esto? Gócese éste aun así y desee más
hallarte n o i n d a g a n d o que i n d a g a n d o n o hallarte 2 °.
C A P I T U L O
VII
11. Escúchame, ¡oh D i o s ! ¡Ay d e los pecados de los h o m b r e s ! Y esto lo dice u n h o m b r e , y tú te compadeces de él por
haberlo hecho, a u n q u e n o el pecado q u e hay en él'"'.
¿Quién m e recordará el p e c a d o de mi infancia, ya que nadie
está delante de ti l i m p i o de pecado, ni aun el n i ñ o cuya vida
es de u n solo d í a sobre la t i e r r a ? 3 ' .¿Quién m e lo recordará?
¿Acaso cualquier chiquito o párvulo de hoy, en quien veo lo q u e
n o recuerdo de m í ? ¿Y q u é era en lo q u e yo entonces pecaba?
¿Acaso en desear con ansia el pecho l l o r a n d o ? P o r q u e si ahora
hiciera yo esto, n o con el pecho, sino con la comida p r o p i a de
mis años, deseándola con tal ansia, justamente fuera m o f a d o y rep r e n d i d o . Luego dignas eran de reprensión las cosas que hacía
contineres ea. Et quoniam anni tui non deficiunt ', anni tui hodiernus
dies. Et quam multi iam dies nostri et patrum nostrorum per bodiermim
tU'Utn transierunt et ex illo acceperunt modos et uteumque exstiterunt,
et transibunt adhuc alii et accipient et uteumque exsistent. Tu autem
5 idem ipse es et omnia crastina .atque ultra omniaque hesterna et retro
hodie facies, hodie fecisti. Quid ad me, si quis non iotellegat? Gaudeat
et ipse dicens: Quid est hoc? Gaudeat etiam sic et amet non inveniendo
invenire, potius quam inveniendo non invenire te.
CAPUT
10
VII
11. Exaudí, Deus. Vae peccatis hominum! Et homo dicit haec,
et misereris eiu®, quoniam tu fecisti eum et peccatum non fecisti in eo.
Quis me commemorat peccatum infantiae meae—quoniam nemo mundus
a peccato eoram te, nec infans, cuius est unius diei vita super terram—
quis me commemorat? An quilibet rantillus nunc parvulus, in quo video
15 quod non .memini de me? Quid ergo tune peccabam? An quia uberibus
inhiabam plorans? Nam si nunc faciam, non quidem uberibus, sed escae
18
10
Ps 101,28.
dicet S.
82
Confesiones
I, 7, 11
yo entonces; m a s como n o p o d í a entender a quien m e reprendiera,
ni la costumbre ni la razón sufrían que se m e reprendiese. La
prueba de ello es que, según vamos creciendo, extirpamos y arrojamos estas cosas de nosotros, y jamás he visto a un h o m b r e cuerdo
q u e al tratar de limpiar una cosa arroje lo bueno de ella 3 = .
¿Acaso, aun p a r a aquel tiempo, era b u e n o pedir llorando
lo q u e n o se p o d í a conceder sin daño, indignarse acremente con
las personas libres que n o se sometían y aun con las mayores y hasta con mis propios progenitores y con muchísimos otros, q u e ,
m á s prudentes, n o accedían a las señales de mis caprichos, esforz á n d o m e yo p o r hacerles d a ñ o con mis golpes, en cuanto podía,
p o r n o obedecer a mis órdenes, a las que h u b i e r a sido pernicioso
obedecer? ¿ D e aquí se sigue q u e lo q u e es inocente en los niños
es la debilidad de los miembros infantiles, n o el alma de los
mismos ? 3 3
Vi yo y h u b e d e experimentar cierta vez a u n niño envidioso. Todavía n o hablaba y ya miraba p á l i d o y con cara amargada
a otro n i ñ o colactáneo suyo. ¿Quién hay q u e ignore esto? Dicen
que las madres y nodrizas p u e d e n conjurar estas cosas con n o sé
qué remedios. Y o n o sé que se p u e d a tener p o r inocencia n o
sufrir p o r compañero en la fuente de leche q u e m a n a copiosa
y abundante al que está necesitadísimo del m i s m o socorro y que
con sólo aquel alimento sostiene la vida 3i . M a s tolérase indulgentem e n t e con estas faltas, n o p o r q u e sean nulas o pequeñas, sino porq u e se espera q u e con el tiempo h a n de desaparecer. Por lo cual,
aunque lo apruebes, si tales cosas las hallamos en alguno e n t r a d o
en años, apenas si las p o d e m o s llevar con paciencia.
congruenti annis meis ita inhians, deridebor atque reprehendar iustissime.
Tune ergo reprehendenda faciebam, sed quia reprehendentem intellegere
non poteram, nec mos reprehendí me nec ratio sinebat. Nam exstirpamus
et eicimus ista crescentes nec vidi quemquam •scientem, cuno aliquid
5 purgat, bona proicere. An pro tempore etiam illa bona erant, flendopetere etiam quod noxie daretur, indignan acriter non subiectis hominibus liberis et maioribus, hisque a quibus genitus est, multisque praeterea
prudentioribus non ad nutum voluntatis obtemperantibus feriendo nocere
niti quantum potest, quia non oboeditur imperiis, quibus perniciose oboe10 diretur? Ita imbecillitas membrorum infantilium innocens est, non animus
infantium. Vidi ego et expertus isum ze'antem parvulum: nondum loquebatur et intuebatur pallidus amaro aspi.;tu conlactaneum suum. Quis
hoc ignorat? Expiare se dicunt ista matres atque nutrices nescio quibus
remediis. Nisi vero et ista innocentia est, in fonte laotis ubertim manante
15 atque abundante, opis egentissimum et illo adhuc uno alimento vita.m
ducentem consortem non pati. Sed blande tolerantur haec, non quia nulla
vel parva, sed quia aetatis accessu peritura sunt. Quod licet probes, cum
ferri aequo animo eadem ipsa non possunt, quando in aiiquo annosiore
deprehenduntur.
J
rejirlhendi BCn'G=MO"P=ZT tdi:.,
rerrehendendi DEG'HO'P'SV.
1,7,12
Confesiones
83
12. Así, pues, Señor y D i o s m í o , tú q u e de n i ñ o m e diste
vida y u n cuerpo, al que dotaste, según vemos, d e sentidos, y compaginaste de miembros y vestiste de hermosura, y adornaste d e
instintos animales con que atender al conjunto e incolumidad de
aquél, t ú m e m a n d a s q u e te alabe p o r tales dones y te confiese
y cante a tu nombre altísimo,
p o r q u e serías D i o s omnipotente
y b u e n o aunque n o hubieras creado más q u e estas solas cosas,
q u e n i n g ú n otro p u e d e hacer más que tú. U n o , d e q u i e n procede
t o d a m o d a l i d a d ; H e r m o s í s i m o , que das forma a todas las cosas
y con tu ley las ordenas t o d a s 3 5 .
V e r g ü e n z a m e da, Señor, tener q u e asociar a la vida q u e
vivo en este siglo aquella e d a d q u e n o recuerdo haber vivido
y sobre la cual h e creído a otros y yo conjeturo h a b e r pasado,
p o r verlo así en otros niños, bien q u e esta conjetura merezca
toda fe. P o r q u e en lo referente a las tinieblas en q u e está envuelto
m i olvido de ella corre parejas con aquella que viví en el seno de
mi madre.
A h o r a bien, si yo fui concebido en iniquidad y me
alimentó
en pecados mi madre en su seno, ¿dóndo, te suplico, D i o s m í o ;
d ó n d e , Señor, yo, t u siervo, d ó n d e o cuándo fui yo inocente? Mas
ved q u e ya callo aquel tiempo. ¿A qué ya ocuparme de él, c u a n d o
n o conservo de él vestigio a l g u n o ?
12. Tu itaque, domine Deus meus, qui dedisti vitam infanti et
corpus, quod ita, ut videmus, instruxisti sensibus, compegisti membris,
figura decorasti proque eius ainiversitate atque incolumitate omnes conatos animantis insinuasti, iubes me laudare te in istis et confiten tibi et
5 bsallere nomini tuo, Altissime ", quia Deus es omnipotens et bonus,
etiamsi sola ista fecisses, quae nemo alius potest faceré nisi tu, une,
a quo est omnis modus, formosissime, qui formas omnia et lege tua
ordinas omnia. Hanc ergo aetatem, Domine, qua me vixisse non memini,
de qua alus credidi et quam me egisse ex alus infantibus conieci,
10 juamquam ista multum fida coniectura sit, piget me adnumerare huic
vitae meae, quam vivo in hoc saeculo. Quantum enim attinet ad oblivionis meae tenebras, par illi est, quam vixi in matris útero. Quod si et
in iniquitate conceptus sutn et in peccatis moler mea me in útero
aluit20, ubi, oro te, Deus meus, ubi, Domine, ego, servus tuus, ubi, aut
15 quando innocens fui? Sed ecce amitto illud tempus: et quid mihi iam
cum eo est, cuius nulla vestigia recoló?
19
Ps 91,2.
Ps 50,7.
20
1
8
Tu itaque], tncipit M.
qua], quam GMOVZ m. quam GHMOSTZ m. qua BCOEFP, b l o.
84
I, 8, 13
Confesiones
CAPITULO
VIII
13. ¿No fue, acaso, caminando de la infancia hacia aquí
como llegué a la puericia? ¿O. por mejor decir, vino ésta a mí
y suplantó a la infancia, sin que aquélla se retirase; porque adonde podía ir? Con todo, dejó de existir, pues ya no era yo infante
que no hablase, sino niño que hablaba 3 ". Recuerdo esto; mas
cómo aprendí a hablar, advertílo después. Ciertamente no me enseñaron esto los mayores, presentándome'las palabras con cierto
orden de método, como luego después me enseñaron las letras;
sino yo mismo con el entendimiento que tú me diste, Dios mío,
al querer manifestar mis sentimientos con gemidos y voces varias
y diversos movimientos de los miembros, a fin de que satisficiesen
mis deseos, y ver que no podía todo lo que yo quería ni a todos
los que yo quería. Así, pues, cuando éstos nombraban alguna cosa,
fijábala yo en la memoria 37, y si al pronunciar de nuevo tal palabra
movían el cuerpo hacia tal objeto, entendía y colegía que aquel
objeto era el denominado con la palabra que pronunciaban, cuando lo querían mostrar.
Que ésta fuese su intención deducíalo yo de los movimientos
del cuerpo, que son como las palabras naturales de todas las
gentes, y que se hacen con el rostro y el guiño de los ojos y cierta actitud de los miembros y tono de la voz, que indican los
afectos del alma para pedir, retener, rechazar o huir alguna cosa'".
De este modo, de las palabras, puestas en varias frases y en sus
lugares y oídas repetidas veces, iba coligiendo yo poco a poco
CAPUT
v III
13. Nonne ab infantia huc pefgens veni in pueritiam? Vel potius
ipsa in me venit et successit infantiae; nec discessit illa: quo enim abiit?
et tamen iam non erat; non enim eram infans, qui non farer, sed iam
5 puer loquens eram. Et memini hoc, et unde loqui didiceram, post advertí.
Non enim docebant me maiores homines praebentes mihi verba certo
aliquo ordíne doctrinae sicut paulo post litteras, sed ego ipse, mente
quam dedisti mihi, Deus meus, cum gemitibus et vocibus variis et
variis membrorum motibus edere vellem sensa cordis mei, ut voluntati
10 pareretur, nec valerem quae volebam omnia nec quibus volebam ómnibus.
Pensabam memoria, cum ipsi appellabant rem aliquam; et cum secundum
eam vocem corpus ad aliquid movebant, videbam et tenebam hoc ab eis
vocari rem illam, quod sonabant, cum eam vellent ostendere. Hoc autem
eos velle ex motu corporis aperiebatur tamquam verbis naturalibus om15 nium gentium, quae fiunt vultu et nutu oculorum ceteroque membrorum
actu et sonitu vocis indicante affectionem animi in petendis, habendis,
reiciendis fugiendisve rebus. Ita verba in variis sententiis locis suis
11
EG m
12
15
pensabam CDFST b, pensaba H-', prensaham OZ
o, personaban! M, praesentabam BM, memoriam GHVT.
et tenebam om. S.
ceteroque HOST, ceterorumque cet. et edds.
/,
praesonabam
I, 9, 14
85
Confesiones
los objetos que significaban y, vencida la dificultad de mi lengua,
comencé a dar a entender mis quereres por medio de ellas.
Así fue como empecé a usar los signos comunicativos de
mis deseos con aquellos entre quienes vivía y entré en el fpndo
del proceloso mar de la sociedad, pendiente de la autoridad de
mis padres y de las indicaciones de mis mayores.
CAPITULO
IX
14. ¡Oh Dios mío, Dios mío! Y ¡qué de miserias y engaños
no experimenté aquí cuando se me proponía a mí, niño, como
norma de bien vivir obedecer a los que me amonestaban a brillar
en este mundo y sobresalir en las artes de la lengua, con las cuales después pudiese lograr honras humanas y falsas riquezas! A este
fin me pusieron a la escuela para que aprendiera las letras, en
las cuales ignoraba yo, miserable, lo que había de utilidad '". Con
todo, si era perezoso en aprenderlas, era azotado, sistema alabado
por los mayores, muchos de los cuales, que llevaron este género
de vida antes que nosotros, nos trazaron caminos tan trabajosos,
por los que se nos obligaba a caminar, multiplicando así el trabajo
y dolor a los hijbs de Adán ".
Mas dimos por fortuna con hombres que te invocaban, Señor,
y aprendimos de ellos a sentirte, en cuanto podíamos, como un
Ser grande que podía, aun no apareciendo a los sentidos, escucharnos y venir en nuestra ayuda". De ahí que, siendo aún niño,
comencé a invocarte como a mi refugio y amparo, y en tu vocaposita et crebro audita, quarum rerum signa essent paulatim colligebam
measque iam voluntates edomito in eis signis ore per haec enuntiabam.
Sic cum his, ínter quos eram, voluntatum enuntiandarum signa communicavi et vitae humanae procellosam societatem altius ingressus sum pen5 dens ex parentum auctoritate nutuque maiorum hominum.
CAPUT
IX
14. Deus, Deus meus, quas ibi miserias expertus sum et ludificationes quandoquidem recte mihi vivere puero id proponebatur, obtemperare monentibus, ut in hoc saeculo florerem et excellerem linguosis artibus
10 ad honorem hominum et falsas divitias famulantibus. Inde in scholam
datus sum, ut discerem litteras, in quibus quid utilitatis esset ignoraban!
miser. Et tamen, si segnis in discendo essem, vapulabam. Laudabatur
enim hoc a maioribus, et multi ante nos vitam istam agentes perstruxerant aerumnosas vias, per quas transiré cogebamur multiplicato labore
15 et dolore filiis Adam. Invenimus autem, Domine, homines rogantes te et
didicimu'S ab eis, sentientes te, ut poteramus, esse magoum aliquem,
qui posses, etiam non adparens sensibus nostris, exaudiré nos et subvenire
ndbis. Nam puer coepi rogare te, auxilium et refugiiim meum, et in tuam
5 nutuque CDHSTZ edd., natuque ceteri et b. .
13 perstruxerant S, praestruxerant cet. et edds.
Confesiones
,
I, 9, 15
cion rompí los nudos de mi lengua y, aunque pequeño, te rogaba
ya con no pequeño afecto que no me azotasen en la escuela,
i cuando tú no me escuchabas, lo cual era para mi instrucción,
reíanse los mayores y aun mis mismos padres, que ciertamente
no querían que me sucediese ningún mal de aquel castigo, grande
y grave mal mío entonces ".
15. ¿Por ventura, Señor, hay algún alma tan grande, unida
a ti con tan subido afecto; hay alguna, digo—pues también puede
producir esto cierta estolidez—; hay, repito, alguna que unida a
ti con piadoso afecto llegue a tal grandeza de ánimo que desprecie
los potros y garfios de hierro y demás instrumentos de martirio
—por huir de los cuales se te dirigen súplicas de todas las partes
del mundo—y así se ría de ellos—amando a los que acerbísimamente los temen—como se reían nuestros padres de los tormentos
con que de niños éramos afligidos por nuestros maestros? Porque, en verdad, ni los temíamos menos ni te rogábamos con menos fervor que nos librases de ellos " .
Con todo, pecábamos escribiendo, o leyendo, estudiando menos de lo que se exigía de nosotros. Y no era ello por falta de
memoria o ingenio, que para aquella edad me los diste, Señor,
bastantemente, sino porque me deleitaba el jugar, aunque no otra
cosa hacían los que castigaban esto en nosotros. Pero ios juegos
de los mayores cohonestábanse con el nombre de negocios, en
tanto que los de los niños eran castigados por los mayores, sin
que nadie se compadeciese de los unos ni de los otros, o más
linvocationem rumpebam nodos linguae meae et rogabam te parvus non
parvo affectu, ne in schola vapularem. Et cum me non exaudiebas, quod
non era/ ad insipientiam mihisí, ridebatur a maíoribus hominibus usque
ab ipsis parentibus—qui mihi accidere malí nihil volebant—plagae meae
5 magnum tune et grave malum meum.
15. Estríe quisquam, Domine, tam magnus animus, praegrandi affectu tibi cohaerens; estne, inquam, quisquam—facit enim hoc quaedam
etiam stoliditas—est ergo qui tibi pie cohaerendo ita sit affectus granditer, ut eculeos et úngulas atque huiuscemodi varia tormenta pro
10 quibus effugiendis tibi per universas térras cum timore magno supplicatur ita parvi aestiment, irridens eos, qui haec acerbissime formidant,
quemadmodum parentes nostri ridebant tormenta, quibus pueri a rnagistris affligebamur ? Non enim aut minus ea metuebamus aut minus te
de his evadendis deprecabamur; et peccabamus tamen minus scribendo
15 aut legendo aut cogitando de litteris, quam exigebatur a nobis. Npn enim
deerat, Domine, memoria vel ingenium, quae nos habere voluisti -proilla aetate satis, sed delectabat ludere et vindicabatur in nos ab eis qui
talia utique agebant. Sed maiorum nugae negotia vocabantur, puerorum
autem talia cum sint, puniuntur a maioribus, et nerao miseratur pueros
31
Ps 21,3.
3 ridebatur FGS, ridebatur P', ridebamur B. ridebar E, ridebantur cet. et
*Jds. (i. e. ridebatur magnum tune... plagae meae).
18 vocabantur SV, vocantur cet. et edds.
1,10,16
Confesiones
87
bien de ambos". A no ser que haya un buen arbitro de las
cosas que. apruebe el que me azotasen porque jugaba a la pelota
y con este juego impedía que aprendiera más prontamente las letras, con las cuales de mayor había de jugar más perniciosamente.
¿Acaso hacía otra cosa el mismísimo que me azotaba, quien,
si en alguna cuestioncilla era vencido por algún colega suyo, era
más atormentado de la cólera y envidia que yo cuando en "un
partido de pelota era vencido por mi compañero?
CAPITULO
X
16. Con todo pecaba, Señor mío, ordenador y creador de
todas las cosas de la naturaleza, mas sólo ordenador del pecado;
pecaba yo, Señor Dios mío, obrando contra las órdenes de mis
padres y de aquellos mis maestros, porque podía después usar
bien de las letras que querían que aprendiese, cualquiera que fuese
la intención de los míos.
Porque no era yo desobediente por ocuparme en cosas mejores, sino por amor del juego, buscando en los combates soberbiad
victorias y halagar mis oídos con falsas fabulillas, con las cuales
se irritase más la comezón, al mismo tiempo que con idéntica
curiosidad se encandilaban mis ojos más y más por ver espectáculos, que son los juegos de los mayores ", juegos que quien los da
goza de tan gran dignidad que casi todos desean esto para sus
hijos, a quienes, sin embargo, sufren de buen grado que los .maltraten, si con tales espectáculos se retraen del estudio, por medio
vel illos vel utrosque. Nisi vero approbat quisquam bonus rerum arbiter
vapulasse me, quia ludebam pila puer et eo ludo impediebar quominus
celeriter discerem litteras, quibus • maior deformius luderem, aut aliud
faciebat Ídem iipse, a quo vapulaban!, qui sí in aliqua quaestiuncula
5 a condoctore suo victus esset, magis bile atque invidia torqueretur quam
ego, cum in certamine pilae a conlusore meo superabar?
C A P UT
X
16. Et tamen peccabam, domine Deus meus, ordinator et creator
rerum omnium naturalium, peccatorum autem tantum ordinator; domine
10 Deus meus, peccabam faciendo contra praecepta parentum et magistrorum illorum. Poteram enim postea bene uti litteris, quas volebant ul
discerem quocurnque animo illi mei. Non enim meliora eligens inoboediens eram, sed amore ludendi, amans in certaminibus superbas victorias
et scalpi aures meas falsis fabellis, quo prurírent arden'ius, eadem curio15 sítate magis magisque per oculos emicante in spectacula, ludos maiorum;
quos tamen qui edunt, ea dignitate praedíti excellunt, ut hoc paene
omnes optent parvulis suis, quos tamen caedi líbenter patiuntur, si
8
9
15
deus meus S, deus cet. et edds.
ordinator C.DFHOSVTZ edds., non ordinator EGMBP b. 1.
ludos HOST edd.-, ludosque cet. et edd.
88
Confesiones
1,11,17
del cual desean puedan llegar algún día a darlos ellos semejantes " . Mira, Señor, estas cosas misericordiosamente y líbranos de
ellas a los que ya te invocamos. Mas libra también a los que aún
no te invocan, a fin de que te invoquen y sean igualmente libres.
CAPITULO
XI
17. Siendo todavía niño oí ya hablar de la vida eterna, que
nos está prometida por la humildad de nuestro Señor Dios, que
descendió hasta nuestra soberbia; y fui signado con el signo de
la cruz, y se me dio a gustar su sal desde el mismo vientre de
mi madre, que esperó siempre mucho en ti" 7 .
Tú viste, Señor, cómo cierto día, siendo aún niño, fui presa
repentinamente de un dolor de estómago que me abrasaba y puso
en trance de muerte. Tú viste también, Dios mío, pues eras ya
mi guarda, con qué fervor de espíritu y con qué fe solicité de la
piedad de mi madre y de la madre de todos nosotros, tu Iglesia,
el bautismo de tu Cristo, mi Dios y Señor. Turbóse mi madre
carnal, porque me paría con más amor en su casto corazón en tu
fe para la vida eterna; y ya había cuidado, presurosa, de que se
me iniciase y purificase con los sacramentos de la salud, confesándote, ¡oh mi Señor Jesús!, en remisión de mis pecados, cuando
he aquí que de repente comencé a mejorar ". Difirióse, en vista
de ello, mi purificación, juzgando que sería imposible que, si vivía, no me volviese a manchar y que el reato de los delitos cometidos después del bautismo es mucho mayor y más peligroso ".
spectaculis talibus impediantur ab studio, quo eos ad talia edenda cupiunt
pervenire. Vide ista, Domine, misericorditer et libera nos iam invocantes
te, libera etiam eos qui nondum te invocant, ut invocent te et liberes eos.
CA p u T x i
5
17. Audieram enim ego adhuc puer de vita aeterna promissa nobis
per humilitatem domini Dei nostri descendentis ad superbiam nostram
et signabar iam signo crucis eius et condiebar eius sale iam inde ab
útero matris meae, quae multum speravit in te. Vidisti, Domine, cuín
adhuc puer essem et qutxlam die pressu stomachi repente aestuatem
10 paene moriturus, vidisti, Deus meus, quoniam custos meuis iam eras, quo
motu animi et qua fide baptismus Christi rui Dei et domini mei flagitavi
a pietate matris meae et matris omnium nostrum, ecclesiae tuae. Et
conturbata mater carnis meae, quoniam et sempiternam salutem meam
carius parturiebat corde casto in fide tua, iam curaret festinabunda, ut
15 sacramentis salutaribus initiarer et abluerer, te, domine lesu, tonfitens
in remissionem peccatorum, nisi statim recreatus essem. Dilata est ¡taque
mundatio mea, quasi necesse esset, ut adhuc sordidarer, si viverem; quia
videlicet post lavacrum illud maior et periculosior in sordibus delictorum
14 parturibat S.
1,11,18
Confesiones
89
Por este tiempo creía yo, creía ella y creía toda la casa, excepto
sólo mi padre, quien, sin embargo, no pudo vencer en mí el ascendiente de la piedad materna para que dejara de creer en Cristo, como él no creía. Porque cuidaba solícita mi madre de que
tú, Dios mío, fueses para mí padre, más bien que aquél, en lo
cual tú la ayudabas a triunfar de él, a quien, no obstante ser ella
mejor, servía, porque en ello te servía a ti, que lo tienes así
mandado 50.
18. Mas quisiera saber, Dios mío, te suplico, si tú gustas
también de ello, por qué razón se difirió entonces el que fuera
yo bautizado; si fue para mi bien el que aflojaran, por decirlo
así, las riendas del pecar o si no me las aflojaron. ¿De dónde
nace ahora el que de unos y de otros llegue a nuestros oídos de
todas partes: «Dejadle; que obre; que todavía no está bautizado»;
sin embargo, que no digamos de la salud del cuerpo: «Dejadle;
que reciba aún más heridas, que todavía no está sano» ?
¡Cuánto mejor me hubiera sido recibir pronto la salud y que
mis cuidados y los de los míos se hubieran empleado en poner
sobre seguro bajo tu tutela la salud recibida de mi alma, que tú
me hubieses dado! Mejor fuera, sin duda; pero como mi madre
preveía ya cuántas y cuan grandes olas de tentaciones me amenazaban después de la niñez, quiso ofrecerles más bien la tierra, de
donde había de ser formado, que no ya la misma imagen M.
reatus foret. Ita iam credebam et illa et omnis domus, nisi pater solus,
qui tamen non evicit in me ius maternae pietatis, quo minus in Christum
crederem, sicut ille nondum crediderat. Nam illa satagebat, ut tu mihi
pater esses, Deus meus, potius qua-m ille, et in hoc adiuvabas eam, ut
5 superaret virum, cui melior serviébat, quia et in hoc tibi utique id iubenti
serviébat.
18. Rogo te, Deus meus, vellem scire, si tu etiam velles, quo consilio
dilatus sum, ne tune baptizarer: utrum bono meo mihi quasi laxata sint
lora peccandi an non laxata sint. Unde ergo etiam nunc de alus atque
10 alus sonat undique in auribus nostris: «sine illum, faciat; nondum enim
baptizatus est»? Et tamen in salute corporís non dicimus: «sine, vulneretur amplius; nondum enim sanatus est». Quanto ergo melius et cito
sanarer et id ageretur mecum meorum meaciue diligentia, ut recepta
salus animae meae tuta esset tutela tua, qui dedisses eam. Melius vero.
15 Sed quot et quanti fluctus impenderé temptationum post pueritiam videhantu-r, noverat eos iam illa mater et terram potius, unde postea formarer,
quam ipsam iam effigiem committere volebat.
8
13
15
tibihim
sint... sint FMO-SV, sunt... sunt cet. et eJd.
id ageretur], indígnaretur S.
terram potius} scripsi, terram per eos cñdds. m o, tefrita per eos O-,
eos B h l.
90
1,12, 19
Confesiones
CAPITULO
'
5
10
15
XII
19. In ipsa tamen puerida, de qua <mihi minus quam de adulescentia metuebatur, non amabam utreras et me m eas urgeri oderam; et
urgebar tamen et bene mihi fiebat, nec faciebam ego bene: non enim
discerem, nisi cogerer. Nemo enim invitus bene facit, etiamsi bonum
est quod facit. Nec qui me urgebant, bene faciebant, sed bene mihi
fiebat abs te, Deus meus. lili enim non intuebantur, quo referrem quod
me discere cogebant praeterquam ad satiandas insatiabiles cupiditates
copiosae inopiae et ignominiosae gloriae. Tu vero, cui numerati sunt
capilli nostri 22, errore omnium, qui mihi instabant ut discerem, utebaris
ad utilitatem meam, meo autem, qui discere nolebam, utebaris ad poenam
meam, qua plecti non eram indignus, tantillus puer et tantus peccator.
Ita non de bene facientibus tu bene faciebas mihi et de peccante me
ipso iusre retribuebas mihi. Iussisti enim et sic est, ut poena sua sibi sit
omnis inordinatus animus.
22
Mt 1(5,30.
5
enim HST, autcm cet. el edd.
91
Confesiones
CAPITULO
XII
19- En esta mi niñez, en Ja que había menos que temer por
mí que en la adolescencia, no gustaba yo de las letras y odiaba
el que me urgiesen a estudiarlas. Con todo, era urgido y me hacían gran bien. Quien no hacía bien era yo, que no estudiaba sino
obligado; pues nadie que obra contra su voluntad obra bien, aun
siendo bueno lo que hace""'.
Tampoco los que me urgían obraban bien; antes todo el bien
que recibía me venía de ti, Dios mío, porque ellos no veían otro
fin a que yo pudiera encaminar aquellos conocimientos que me
obligaban a aprender sino a saciar el insaciable apetito de una
abundante escasez y de una gloria ignominiosa. Mas tú, Señor,
que tienes numerados los cabellos de nuestra cabeza, usabas del
error de todos los que me apremiaban a estudiar para mi utilidad y del mío en no querer estudiar para mi castigo, del que
ciertamente no era indigno, siendo niño tan chiquito y tan gran
pecador ".
Así que de los que no obraban bien, tú sacabas bien para
mí; y de mis pecados, mi justa retribución; porque tú has ordenado, y así es, que todo ánimo desordenado sea castigo de sí
mismo S1.
CAPUT
1,13, 21
XIII
20. ¿Cuál era la causa de que yo odiara las letras griegas,
en las que siendo niño era imbuido? No lo sé; y ni aun ahora
mismo lo tengo bien averiguado "°. En cambio, gustábanme las
latinas con pasión, no las que enseñan los maestros de primaria,
sino las que explican los llamados gramáticos; porque aquellas
primeras, en las que se aprende a leer, y escribir y contar, no me
fueron menos pesadas y enojosas que las letras griegas. ¿Mas de
dónde podía venir aun esto sino del pecado y de la vanidad de
la vida, por ser carne y viento que camina y no vuelve? °6
Porque sin duda que aquellas letras primeras, por cuyo medio
podía llegar, como de hecho ahora puedo, a leer cuanto hay escrito y a escribir lo que quiero, eran mejores, por ser más útiles,
que aquellas otras en que se me obligaba a retener los errores de
no sé qué Eneas, olvidado de los míos, y a llorar a Dido muerta,
que se suicidó por amores, mientras yo, miserabilísimo, me sufría
a mí mismo con ojos enjutos, muriendo para ti con tales cosas,
¡oh Dios, vida mía! 5T
21. Porque ¿qué cosa más miserable que el que un mísero
no tenga misericordia de sí mismo y, llorando la muerte de Dido,
que fue por amor de Eneas, no llore su propia muerte por no
amarte a ti, ¡oh Dios!, luz de mi corazón, pan interior de mi
alma, virtud fecundante de mi mente y seno amoroso de mi pensamiento? No te amaba y fornicaba lejos de ti, y, fornicando,
CAPUT
XIII
20. Quid autem. erat causae, cur graecas litteras oderam, quibus
puerulus imbuebar, ne nunc quidem mihi satis exploratum est. Adamaveram enim latinas, non quas primi magistri, sed quas docent qui gram5 matici vocantur. Nam illas primas, ubi legere et scribere et numerare
discitur, non minus onerosas poenalesque habebam quam omnes graecas.
Unde tamen et hoc nisi de peccato et vanitate vitae, qua caro eram et
spiritus ambulans et non revertens L'3. Nam utique meliores, quia certiores, erant primae illae litterae, quibus fiebat in me et factum est et habeo
10 illud, ut et legam, si quid scriptum invenio, et scribam ipse, si quid voló,
quam illae, quibus tenere cogebar Aeneae nescio cuius errores oblitus
errorum meorum, et plorare Didonem mortuam, quia se occidit ab amore,
cum interea me ipsum in his a te morientem, Deus, vita mea, siccis oculis
ferrem nriserrimus.
15
21. Quid enim miserius misero non miserante se ipsum et fíente Didonis mortem, quae fiebat amando Aenean, non fíente autem mortem
suam, quae fiebat non amando te, Deus, lumen cordis mei et pañis oris
intus animae meae et virtus maritans mentem meam et sinum cogitationis
meae? Non te amabam et fornicabar abs te'' et fornicanti sonabat undi23
24
7
Ps 77.39.
Ps 72.27.
qua}. quia BO= edd. (Psalt. praeler RG).
92
1,14, 23
I , 1 3 , 22
Confesiones
que las han estudiado me responderán lo mismo, conforme al
pacto y convenio por el que los hombres han establecido tales
signos entre s í " .
Igualmente, si les preguntare qué sería más perjudicial para
la vida humana: olvidársele a uno saber leer y escribir o todas las
ficciones de los poetas, ¿quién no ve lo que responderían, de no
estar fuera de sí? Luego pecaba yo, Dios mío, en aquella edad
al anteponer aquellas cosas vanas a estas provechosas, arrastrado
únicamente del gusto. O por mejor decir: al amar aquéllas y
odiar éstas, porque odiosa canción era para mí aquel «uno y uno
son dos, dos y dos son cuatro», en tanto que era para mí espectáculo dulcísimo y entretenido la narración del caballo de madera
lleno de gente armada, y el incendio de Troya, «y la sombra de
Creusa» °2.
oía de todas partes: «¡Bien! ¡Bien!»; porque la amistad de este
mundo es adulterio contra ti; y si le gritan a uno: «¡Bien! ¡Bien!»,
es para que tenga vergüenza de no ser así. Y no llorando esto,
lloraba a Dido muerta, «que buscó su última hora en el hierro»,
en tanto que yo buscaba tus últimas criaturas, dejándote a ti y
yendo, como tierra, tras la tierra, hasta el punto que, si entonces
me hubieran prohibido leer tales cosas, me hubieran causado dolor, por no leer lo que me dolía. N o obstante, semejante demencia
es tenida por cosa más noble y provechosa que las letras, en las
que se aprende a leer y escribir 5! .
22. Mas ahora, Dios mío, grite en mi alma tu verdad y
diga: no es así, no es así; antes aquella primera instrucción es
absolutamente mejor que ésta, puesto que yo preferiría olvidar
antes todas las aventuras de Eneas y demás fábulas por el estilo
que no el saber leer y escribir. Ya sé que de las puertas de las
escuelas de los gramáticos penden unos velos o cortinas 3'J, pero
éstos no son tanto para velar el secreto cuanto para encubrir el
error °".
N o den voces contra mí aquellos que ya no temo mientras
te confieso a ti las cosas de que gusta mi alma y descanso en la
detestación de mis malos andares, a fin de que ame tus buenos
caminos. N o den voces contra mí los mercaderes de gramática,
porque si les propongo la cuestión de si es verdad que Eneas vino
alguna vez a Cartago, como afirma el poeta, los indoctos me dirán
que no lo saben, y los entendidos, que no es verdad. Pero si les
pregunto con qué letras se escribe el nombre de Eneas, todos los
que: «euge, euge»; amicitia enim mundi huius «fornicatio est abs te»
et «euge, euge», dícitur, ut pudeat, sí non ita homo sit. Et haec non
flebam et flebam Didonem «extinctam ferroque extrema secutam»"', sequens ipse extrema condita tua, relicto te, et térra iens in terram 2". Et
5 si prohiberer ea legere, dolerem quia non legerem quod dolerem. Talis
dementia honestiores et uberiores litterae putantur quam illae, quibus
legere et scribere didici.
22. Sed nu-nc in anima mea clamet Deus meus, et veritas tua dicat
mihi: non est ita, non est ita; melior est prorsus doctrina illa prior. Nam
10 ecce paratior sum oblivisoi errores Aeneae atque omnia eius modi, quam
scribere et legere. At enim vela pendent liminibus grammaticarum scholarum, sed non illa magis honorem secreti quam tegimentum erroris
signifkant. Non clament adversus me quos iam non tuneo, dum confíteor
tibi quae vult anima mea, Deus meus, et adquiesco in reprehensione
15 malarum viarum mearum, ut diligam bonas vias tuas; non clament adversus me venditores grammaticae vei emptores, quia, si proponam eis interrogans, utrum verum sit quod Aenean aliquando Carthaginem venisse
poeta dicit, indoctiores nescire se respondebunt, doctiores autem etiam
negabunt verum esse. At si quaeram, quibus litterís scribatur Aeneae
25
5
Aeneidos VI 457.
doleré S. dolerem FM.
=« Gen },19.
93
Confesiones
CAPITULO
XIV
23. Pues ¿por qué odiaba yo entonces la gramática griega, en
la que tales cosas se cantan? Porque también Homero es perito
en tejer tales fabulillas y dulcísimamente vano, aunque para mí
de niño fue bien amargo" 3 . Yo creo que igualmente les será Virgilio a los niños griegos cuando se les apremie a aprender, como
a mí a Homero "4. Y es que la dificultad, sí, la dificultad de tener
que aprender totalmente una lengua extraña era como una hiél
que rociaba de amargura todas las dulzuras griegas de las narraciones fabulosas.
nomen, aniñes mihi qui haec didicerunt, verum respondent, et secundam
id pactum et placítum, quod Ínter se homines ista signa firmarunt. ítem
si quaeram, quid horum maiore vitae huius incommodo quisque obliviscatur, legere et scribere an poética illa figmenta, quis non videat, quid
5 responsurus sit qui non est penitus oblitus sui? Peccabam ergo puer, cum
illa inania istis utilioribus amore praeponebam vel potius ista oderam,
illa amabam. Iam vero unum et unum dúo, dúo et dúo quattuor, odiosa
cantío mihi erat, et dulcissimum spectaculum vanitatis equus ligneus
plenus armatis et Troiae incendium «atque ipsius umbra Creusae» 2 '.
10
CAPUTXIV
23. Cur ergo graecam etiam grammaticam oderam talia cantantem?
Nam et Homerus peritus texere tales tabellas et duicissime vanus est et
mihi tamen ama-rus erat puero. Credo etiam graecis pueris Vergilius ita
sit, cum eum sic discere coguntur ut ego ¡Uum. Videiicet difficultas, dif15 ficulitas omnino ediscendae linguae peregrinae quasi felle aspergebat omnes suavitates graecas fabulosarum narrationum. Nulla enim verba noveram
27
1
2
12
14
Aen. II 772.
et add. S, om. cet. et eddi.
quod EGMS, quo cet. et eddi.
texerat ST, texuit H-. texent H.
et-' S i m o ,
difficultas) CDEHMS edds., om. BFGOPTZ b.
omit. celen et b.
1,16, 25
1,15, 24
Confesiones
94
C A P I T U L O
Por aquí se ve claramente cuánta mayor fuerza tiene para
a p r e n d e r estas cosas u n a libre curiosidad q u e n o u n a medrosa necesidad °3. Mas constríñese con ésta el flujo d e aquélla según tus
leyes, ¡oh D i o s ! , según tus leyes, que establecen d e s d e las férulas
de los maestros hasta los tormentos de los m á r t i r e s ; sí, según tus
leyes, Señor, poderosas a acibararnos con saludables amarguras
que nos vuelvan a ti del pestífero deleite por el que nos habíamos
a p a r t a d o de ti.
et saevis ¡terroribus ac poenis, ut nossem, instabatur mihi vehementer. Nam
et latina aliquando infans utique nulla noveram et tamen advertendo didici sine ullo metu atque cruciatu inter etiam blandimenta nutrieum et
ioca arridenti'iim et laetitias alludentium. Didici vero illa sine poenali
5 onere urgentium, cum me urgeret cor meum ad parienda concepta sua,
et qua non esset, nisi aliqua verba didicissem non a docentibus, sed a
loquentibus, in quorum et ego auribus parturiebam quidquid sentiebam.
Hinc satis elucet maiorem habere vim ad discenda ista liberam curiositatem quam meticulosam necessitatem. Sed iilius fluxum haec restringit
10 Jegibus tuis, Deus, legibus tuis a magistrorum ferulis usque ad temptationes martyrum, valentibus legibus tuis miscere salubres amaritudines,
revocantes nos ad te a iucunditate pestífera, qua recessimus a te.
C A p u T xv
24. Exaudí, Domine, deprecationem meam !S, ne deficiat anima mea
15 sub disciplina tua ñeque deficiam in confitendo tibí miserationes tuas,
quibus eruisti me ab ómnibus viis meis pessimis, ut dulcescas mihi super
!
» Ps 60,2.
6 qua] CDnFHM'PSTZ, quae BC edd.; quia M'OV. esset], essent BO. passent edd., ¡d quod cont. Kn.
XVI
25. Mas ¡ay de ti, oh río d e la costumbre h u m a n a ! ¿Quién
hay q u e te resista? ¿ C u á n d o no te secarás? ¿Hasta cuándo dejarás de arrastrar a los hijos de Eva a ese mar i n m e n s o y espantoso que apenas logran pasar los q u e subieren sobre el l e ñ o ? "
¿Acaso n o fue en ti d o n d e yo leí la fábula d e J ú p i t e r t o n a n t e y
adulterante? Cierto es que n o p u d o hacer ambas cosas; mas fingióse así p a r a autorizar la imitación de u n verdadero adulterio
con él engaño d e un faJso trueno. Con todo, ¿quién es de los
maestros q u e 6S llevan pénula el que oye con o í d o sobrio al h o m bre de su m i s m a profesión que clama y d i c e : « F i n g í a estas cosas
H o m e r o y trasladaba las cosas h u m a n a s a los dioses, pero yo más
quisiera q u e hubiera pasado las divinas a nosotros»? A u n q u e más
XV
24. Oye, Señor, mi oración, a fin de que n o desfallezca mi
alma bajo tu disciplina ni m e canse en confesar tus misericordias,
con las cuales m e sacaste de mis pésimos caminos, para serme dulce
sobre todas las dulzuras que seguí, y así te ame fortísimamente,
95
y estreche t u m a n o con t o d o mi corazón, y m e libres de toda tentación hasta el fin. H e aquí, Señor, que tú eres mi rey y mi Dios;
p u e s ceda en tu servicio cuanto útil a p r e n d í d e n i ñ o y para tu
servicio sea cuanto hablo, escribo, leo y cuento, pues cuando
a p r e n d í a aquellas vanidades, tú eras el que me dabas la verdadera
ciencia, y m e has p e r d o n a d o ya los pecados de deleite cometidos
en tales vanidades. Muchas palabras útiles aprendí en ellas, es
v e r d a d ; p e r o también se p u e d e n aprender en las cosas q u e n o son
vanas, y éste es el camino seguro por el que debían caminar los
niños 6 \
P o r q u e todavía n o conocía yo palabra de aquella lengua, y
ya se m e instaba con vehemencia, con crueles terrores y castigos,
a que la aprendiera. En cambio, del latín, aunque, siendo todavía
infante, n o sabía tampoco n i n g u n a , sin e m b a r g o , con u n poco de
atención lo aprendí entre las caricias de las nodrizas, y las chanzas
de los que se reían, y las alegrías d e los q u e j u g a b a n , sin m i e d o
a l g u n o ni t o r m e n t o . A p r e n d í l o , digo, sin el grave a p r e m i o del
castigo, acuciado únicamente p o r mi corazón, q u e m e apremiaba
a dar a luz sus conceptos, y n o hallaba otro camino que aprendiend o algunas palabras, n o de los que las enseñaban, sino de los que
hablaban, en cuyos oídos iba yo depositando cuanto sentía.
C A P I T U L O
Confesiones
omnes seductiones, quas sequebar, et amem te validissíme et amplexer
manum tuam totis praecordiis meis et eruas me ab omni temptatione
usque in finem. Ecce enim tu, Domine, rex meus et Deus meus 2S, tibi
serviat quidquid utile puer didaci, tibi serviat quod loquor et scríbo et
5 lego et numero, quoniam cum vana discerem, tu disciplinam dabas mihi
et in eis vanis peccata delectationum mearum dimisisti mihi. Didici enim
in eis multa verba utilia; sed et in rebus non vanis disci possunt, et ea
via tufa est, in qua pueri ambularent.
CAPU T
10
XVI
25- Sed vae tibi, flumen moris human i! Quis resistit tibi? Quamdiu
non siccaberis? Quousque volves Evae filios in <mare magnum et formidolosum, quod vix transeunt qui lignum conscenderint ? Nonne ego in
te legi et tonantem Iovem et adulterantem ? Et utique non posset haec dúo,
sed actum est, ut haberet auctoritatem [ad] imitandum verum adulterium
15 lenocinante falso tonitru. Quis autem paenuíatorum magistrorum audit
aure sobria ex eodem pulvere nominen! clamantem et dicentem: «Fingebat haec Horneras et humana ad déos transferebat; divina mallem ad
20
6
10
14
Ps 5,9.
enim om S.
resistit S, resistet cet. et edds.
ad omit. CDHST.
96
Confesiones
I, 16, 26
1,17, 27
verdadero sería decir que fingió estas cosas aquél, atribuyendo las
divinas a hombres corrompidos, para que los vicios no fuesen tenidos por vicios y cualquiera que los cometiese pareciese que imitaba a dioses celestiales, no a hombres perdidos ".
26. Y, sin embargo, ¡oh río infernal!, en ti son arrojados
los hijos de los hombres juntamente con los honorarios que pagan
por aprender tales cosas. Y se tiene por cosa grande poder hacer
esto públicamente en el foro al amparo de las leyes, que determinan, a más de los honorarios, los salarios que se les han de dar 7°.
Y golpeas tus cantos y gritas diciendo: «Aquí se aprenden las
palabras; aquí se adquiere la elocuencia, sumamente necesaria para
explicar las sentencias y persuadir las cosas» 71 . Como si no pudiéramos aprender estas palabras: lluvia, dorado, regazo, templo, celeste y otras más que se hallan escritas en dicho lugar, si Terencio
no nos introdujese a un joven perdido que se propone a Júpiter
como modelo de estupro, al contemplar una pintura mural «en
la que se representaba al mismo Júpiter en el momento en que,
según dicen, envió una lluvia de oro sobre el regazo de Dánae,
engañando con semejante truco a la pobre mujer».
Y ved cómo se excitaba a la lujuria a vista de tan celestial
maestro:
—¡Y qué dios!—dice.
—¡Nada menos que el que hace retumbar la bóveda del cielo
con enorme trueno!
nos»? 3 " Sed verius dicitur, quod fingebat haec quidem ille, sed hominibus flagitiosis divina tribuendo, ne flagitia flagitia putarentur et ut quisquís ea fecisset, non nomines perditos, sed caelestes déos videretur
¡mitatus.
5
26. Et tamen, o flumen tartareum, iactantur in te fitii hominum cum
mercedibus, ut haec discant, et magna res agitur, cum hoc agitur publice
in foro, in conspectu legum supra mercedem salaria decernentium, et
saxa tua percutís et sonas dicens: «hinc verba discantar, hinc adquiritur
eloquentia rebus persuadendis sententiisque explioandisi máxime necessa10 ria». Ita ergo non cognosceremus verba haec, imbrem et aureum et gremíum et fucum et templa caeli et alia verba, quae in eo loco scripta
surtt, nisi Terentius induceret nequam adulescentem proponentem -ibi
Iovem ad exemplum stupri, dum spectat rabulam quandam pictam in
patiete, ubi «inerat pictura haec, Iovem quo pacto Danaae misisse aiunt
15 in gremium quondam imbrem aureum... fucum factum mulieri»? 3 ' Et
vide, quemadmodum se concitat ad libidiraem quasi caeiesti magisterio:
—At quem deum?—inquit.
—Qui templa caeli summa sonttu concutit.
•"> C í e , Tuse. I 26.
" Eun. 3,5,36,41.
5 fili CDS.
10 ergo S. vero cet. el edd
15 in gremium om. S.
—Y yo, hombrecillo, ¿no iba a hacer esto?
—Hícelo, sí, y con mucho gusto ".
De ningún modo, de ningún modo con semejante torpeza se
aprenden mejor aquellas palabras, sino que con tales palabras se
perpetra más atrevidamente semejante torpeza. N o condeno yo las
palabras, que son como vasos selectos y preciosos, sino el vino
del error que maestros ebrios nos propinaban en ellos, y del que
si no bebíamos éramos azotados, sin que se nos permitiese apelar
a otro juez sobrio ".
Y, no obstante, Dios mío, en cuya presencia ya no ofrece peligro este mi recuerdo, confieso que aprendí estas cosas con gusto
y en ellas me deleité, miserable, siendo por esto llamado «niño de
grandes esperanzas».
CAPITULO
XVII
27. Permíteme, Señor, que diga también algo de mi ingenio,
don tuyo, y de los delirios en que lo empleaba. Proponíaseme
como asunto—cosa muy inquietante para mi alma, así por el premio de la alabanza o deshonra como por el temor a los azotes—•
que dijese las palabras de Juno, airada y dolorida por no poder
«alejar de Italia al rey de los teucros», que jamás había oído yo
que Juno las dijera. Pero se nos obligaba a seguir los pasos errados de las ficciones poéticas y a decir algo en prosa de lo que
—Ego bomuncio id non facer em?
—Ego vero illud feci, ac libens.
Non omnino, non omnino per hanc turpitudinem verba ista cominodius discuntur, sed per haec verba turpitudo ista confidentius perpetratur.
5 Non aecuso verba quasi vasa lecta atque pretiosa, sed vinum erroris, quod
in eis nobis propinabatur ab ebriis doctoribus, et nisi biberemus, caedebamur, nec appellare ad aliquem iudicem sobrium licebat. Et tamen ego,
Deus meus, in cuius conspectu iam secura est recordatio mea, Jibenter
haec didici et eis delectabar miser et ob hoc bonae spei puer appellabar.
10
CAPOT
XVII
27. Sine me, Deus meus, dicere aliquid de ingenio meo, muñere tuo,
in quibus a me deiiramentis atterebatur. Proponebatur enim mihi negotium animae meae satis ínquietum praemio laudis et decoris vel plagarum metu, ut dicerem verba Iunonis irascentis et dolentis, quod non posset
I!» « t a h a Teucrorum avertere regem» 32 , quae nunquam Iunonem dixisse
^mdieram. Sed figtnentorufn poeticorum vestigia errantes sequi cogeba32
et aureum HOSV, aureum cet. et edds.
97
Confesiones
Aen. I 38.
3
5
11
14
S./tg.
non omnino. non omnino FS. non omnino cet. et edd
lecta S, electa cet. et edd.
aliquid S+et cet. et edd.3
possit S.
2
98
I, 18, 28
Confesiones
el poeta había dicho en verso, diciéndolo más elogiosamente aquel
que, conforme a la dignidad de la persona representada, sabía
pintar con más viveza y similitud y revestir con palabras más apropiadas los afectos de ira o dolor de aquélla ".
Mas de qué me servía, ¡oh vida verdadera, Dios mío!, ¿de
qué me servía que yo fuera aplaudido más que todos mis coetáneos y condiscípulos?" ¿No era todo aquello humo y viento?
¿Acaso no había otra cosa en que ejercitar mi ingenio y mi lengua? Tus alabanzas, Señor, tus alabanzas, contenidas en tus Escrituras, debieran haber suspendido el pámpano de mi corazón, y no
hubiera sido arrebatado por la vanidad de unas bagatelas, víctima
de las aves. Porque no es de un solo modo como se sacrifica a los
ángeles transgresores ' 6 .
CAPITULO
XVIII
28. Pero ¿qué milagro que yo me dejara arrastrar de las vanidades y me alejara de ti, Dios mío, cuando me proponían como
modelos que imitar a unos hombres que si, al contar alguna de
sus acciones no malas, eran notados de algún barbarismo o solecismo, se llenaban de confusión, y, en cambio, cuando eran alabados
por referir con palabras castizas y apropiadas, de modo elocuente
y elegante, sus deshonestidades, se hinchaban de vanidad? "
Tú ves, Señor, estas cosas y callas longánime, y lleno de misericordia, y veraz. Pero ¿callarás para siempre? Pues saca ahora
mur et tale aliquid dicere solutis verbis, quale poeta dixisset versibus:
et ¡lie dicebat laudabilius, in quo pro dignitate adumbratae personae ¡rae
ac doloris similior affectus eminebat verbis sententias congruenter veslientibus. Ut quid mihi illud, o vera vita, Deus meus, quid mihi recitanti
5 acclamabatur prae multis coaetaneis et conlectoribus meis? Nonne ecce
illa omnia fumus et ventus? Itane aliud non erat, ubi exerceretur ingenium et lingua mea? Laudes tuae, Domine, laudes tuae per scripturas tuas
suspenderent palmitem cordis mei, et non raperetur per inania nugarum
turpis praeda volatilibus. Non enim uno modo sacrificatur transgressori10 bus angelis.
CAPÜT
XVIII
28. Quid autem mirum, quod in vanitates ita ferebar et a te, Deus
meus, ibam foras, quando mihi imitandi proponebantur homines, qui aliqua facta sua non mala si cum barbarismo aut soloecismo enuntiarent,
15 reprehensi confundebantur, si autem libidines suas integris et rite consequentibus verbis copióse ornateque narrarent, laudad gloriabantur ? Vides
haec, Domine, et taces longanimis et multum misericors et verax ™.
I, 1 8 , 2 9
Ps 85,15.
A quid2 FMS b l, quod cet et edd.
16 ornateque], ordinateque S.
99
de este espantoso abismo al alma que te busca, y tiene sed de tus
deleites, y te dice de corazón: Busqué, Señor, tu rostro; tu rostro,
Señor, buscaré, pues lejos está de tu rostro quien anda en afecto
tenebroso, porque no es con los pies del cuerpo ni recorriendo
distancias como nos acercamos o alejamos de ti. ¿Acaso aquel tu
hijo menor buscó caballos, o carros, o naves, o voló con alas visibles, o hubo de mover las tabas para irse a aquella región lejana
donde disipó lo que le habías dado, oh padre dulce en dárselo
y más dulce aún en recibirle andrajoso? Así, pues, estar en afecto
libidinoso es lo mismo que estarlo en tenebroso y lo mismo que
estar lejos de tu rostro.
29. Mira, Señor, Dios mío, y mira paciente, como sueles
mirar, de qué modo guardan diligencias los hijos de los hombres
los pactos sobre las letras y las sílabas recibidos de los primeros
hablistas y, en cambio, descuidan ios pactos eternos de salud perpetua recibidos de ti; de tal modo que si alguno de los que saben
o enseñan las reglas antiguas sobre los sonidos pronunciase, contra
las leyes gramaticales, la palabra homo sin aspirar la primera
letra, desagradaría más a los hombres que si, contra tus preceptos, odiase a otro hombre siendo hombre ".
¡Como si el hombre pudiese tener enemigo más pernicioso que
el mismo odio con que se irrita contra él o pudiera causar a otro
mayor estrago persiguiéndole que el que causa a su corazón odiando! Y ciertamente que no nos es tan interior la ciencia de las leNumquid semper tacebís? Et nunc erues de hoc immanissimo profundo
quaerentem te animam et sitientem delectationes tuas, et cuius cor dicit
tibí: quaesivi vullum tuutn; vultum tuum, Dominé, requiram34; nam
longe a vultu tuo ¡n affectu tenebroso. Non enim pedibus aut spatiis
6 locorum ¡tur abs te aut reditur ad te; aut vero filius ¡He tuus minor equos
vel currus vel naves quaesivit aut avolavit pinna visibili aut moto poplite
iter egit ut in ilonginqua regione vivens prodige dissiparet quod dedeías;
proficiscenti dulcís pater quia dederas, et egeno redeunti dulcior? In
affectu ergo libidinoso, id enim est tenebroso atque id est longe a vuitu
10 tuo.
29. Vide, domine Deus meus, et patienter, ut vides, vide, quomodo
diligenter observent filii hominum pacta litterarum et syllabarum accepta
a prioribus ilocutoribus, et a te accepta aeterna pacta perpetuae salutis
neglegant, ut qui illa sonorum vetera placita teneat aut doceat, si contra
l'B disciiplinam grammaticam sine adspiratione primae syllabae hominem
dixerit, magis displiceat hominibus, quam si contra tua praecepta hominem oderit, cum si-t homo. Quasi vero quemlibet inimicum hominem perniciosius sentiat quam ipsum odium quo in eum irritatur, aut vastet quisquam persequendo alium gravius, quam cor suum vastat inimicando. Et
34
33
Confesiones
Ps 26,8.
1 erues S, etuis cet. et eddi.
5 minor om. S.
6 pinna GOS, penna cet. et edd
11 meus SV, om. cet et edd
motu FS.
100
Confesiones
1,19, 30
tras como la conciencia que manda no hacer a otro lo que uno no
quiere sufrir ".
¡Oh, cuan secreto eres tú!, que, habitando silencioso en los
cielos, Dios sólo grande, esparces infatigable, conforme a ley,
cegueras vengadoras sobre las concupiscencias ilícitas, cuando el
hombre, anheloso de fama de elocuente, persiguiendo a su enemigo con odio feroz ante un juez rodeado de gran multitud de
hombres, se guarda muchísimo de que por un lapsus linguae no se
le escape un ínter bont'ínibus y no se le da nada de que con el
furor de su odio le quite de entre los hombres (ex homimbus) *°.
CAPITULO
XIX
30. En el umbral de tales costumbres yacía yo, miserable,
de niño, siendo ésta la palestra arenaria en que yo me ejercitaba, y en la que temía más cometer un barbarísimo que cuidaba
de no envidiar, si lo cometía, a aquellos que lo habían evitado.
Estas cosas, Dios mío, te digo y confieso, en las cuales era
alabado de aquellos a quienes agradar era entonces para mí vivir
honestamente, porque no veía yo el abismo de torpeza en que
me había arrojada lejos de tus ojos. Y aun entre ellos, ¿quién
más deforme que yo, que, con ser taies, todavía les desagradaba,
engañando con infinidad de mentiras a mis ayos, maestros y pacerte non est interior litterarum scientia quam scripta conscientia, id ne
alteri faceré quod oolit pati as . Quam tu secretus es, habitans in excelsís
in silentio, Deus solus magnus, lege ¿nfatigabili spargens poenades caecitates supra illicitas cupiditates, cum homo eloquentiae faimam quaeritans
5 ante hominem iudicem ciroumstante homínum multitudine inimicum suum
odio immanissimo insectans vigilantissime cavet, ne per linguae errorem
dicat: «ínter hominibus» et ne per mentís furorem hominem auferat «ex
homimbus» non cavet.
CAPUT
XIX
10
30. Horum ego puer rnorum in limine iacebam miser, et huius harenae paíaestra erat illa, ubi magis timebam barbarisrnum faceré quam
cavebam, si facerem, non facientibus invidere. Dico haec et confíteor
tibí, Deus «leus, in quibus laudaba* ab eis, quibus placeré tune mihi
erat honeste vivere. Non enim videbam voraginem turpitudinis, in quam
15 proiectus eram ab oculis tuis Si. Nam in illis iam quid me foedius fuit,
ubi etiam talibus displicebam fallendo innumerabilibus mendaciis et pae35
30
Tob 4.16.
Ps 30.23.
1 id se alten coids., id ne alteri coni., id se alteri (non) Z ed. Ram., id
non alteri codds., hiipani et 4 codds. ed. Rondín.
A quaeritans], quaerit stans CDMFHT, quaerit astans BP edd.
7 Ínter hominibus CDFHOMTZ b m o (ex lege harmoniae vel rytbmi propler «ex hominibus). nomines BEGPSV l.
I- 19, 30
Confesiones
101
dres por amor del juego y por el deseo de ver espectáculos frivolos
e imitarlos con juguetona inquietud?
También hacía algunos hurtos de la despensa de mis padres
y de la mesa, ya provocado por la gula, ya también por tener
que dar a los niños que me vendían el gusto de jugar conmigo,
aun cuando ellos se divirtiesen igualmente que yo. En el juego
andaba frecuentemente a caza de victorias fraudulentas, vencido
del vano deseo de sobresalir. Sin embargo, ¿qué cosa había que
yo quisiera menos sufrir y que yo reprendiese más atrozmente
en otros, si lo descubría, que aquello mismo que yo les hacía a los
demás? Más aún: si por casualidad era yo cogido en la ¡trampa
y me lo echaban en cara, poníame furioso antes que ceder. ¿Y es
ésta la inocencia infantil? No, Señor, no lo es, te lo confieso, Dios
mío. Porque estas mismas cosas que se hacen con los ayos y maestros por causa de las nueces, pelotas y paj arillos, se hacen cuando
se llega a la mayor edad con los prefectos y reyes por causa del
dinero, de las fincas y siervos, del mismo modo que a las férulas
se suceden suplicios mayores".
Luego cuando tú, Rey nuestro, dijiste: De tales es el reino
de los cielos, quisiste, sin duda darnos en la pequenez de su
estatura un símbolo de humildad 83.
dagogum et magistros et párenles amore ludendi, studio spectandi nugatoria et imitandi ludiera inquietudine? Furia etiam faciebam de cellario
parentum et de mensa vel gula imperitaníe vel ut haberem quod darem
pueris, 'ludum suum mihi; quo pariter utique delectabantur, tamen ven5 dentibus. In quo etiam ludo fraudulentas victorias ipse vana excellentiae
cupiditate vichis saepe aucupabar. Quid enim tam nolebam pati atque
atrociter, si deprehenderem, arguebam, quam id quod al üs faciebam ? Et,
si deprehensus arguerer, saevire magis quam cederé libebat. Istane est
ínnocentia pueriüs ? Non est, Domine, non est, oro te, Deus meus. Nam
10 haec ipsa sunt, quae a paedagogis et magistris a nucibus et piluíis et
passeribus, ad praefectos et reges, aurum, praedia, mancipia, haec ipsa
omnino succedentibus maioribus aetatibus transeunt, ¡sicuti ferulis rnaiora
supplicia succedunt. Humilitatis ergo signum in statura pueritiae, rex
noster, probasti, cum aisti: talium est regnum caelorum
31
Mt 19.14.
3 imperante S.
5 vanae BDFGPVZ b 1 c.
102
I, 20, 31
Confesiones
CAPITULO
xx
31. Sed tamen, Domine, tibi excellentissimo atque óptimo conditori
et rectori universitatis, Deo nostro gratias, etiamsi me puerum tantum
esse voluisses. Eram enim etiam tune, vivebam atque sentiebam meamque
5 incolumitatem, vestigium secretissimae unitatis, ex qua eram, curae habebaim, custodiebam interiore sensu integritatem sensuum meorum inque ipsis
parvis parvarumque rerum cogitationibus veritate delectaban Fallí nolebam, memoria vigebam, locutione instruebar, amicitia mulcebar, fugiebam
dolorem, abiectionem, ignorantiam. Quid in tali animante non mirabile
10 atque laudabite? At ista omnia Dei mei dona sunt, non mihi ego dedi
haec: et bona sunt et haec omnia ego. Bonus ergo est qui fecit me, et ipse
est bonum meum et illi exsulto bonis ómnibus, quibus etiam puer eram.
Hoc enim peccabam, quod non ipso, sed in creaturis eius, me atque ceteris, voluptates, sublimitates, veritates quaerebam, atque ita irruebam in
15 dolores, confusiones, errores. Gratias tibi, dulcedo mea et honor meus
et fiducia mea. Deus meus, gratias tibi de donis tuis; sed tu mihi ea serva.
Ita enim servabis me et augebuntur et perficientur quae dedisti mihi, et
ero ipse tecum, quia et ut sim tu dedisti mihi.
2 atque om S. óptimo S luperltnea.
13 me atque ceteris], me absque ceteris V, me atque ceteras FMS
measque ceteras HT.
Confesiones
NOTAS
XX
31. Con todo, Señor, gracias te sean dadas a ti, excelentísimo y óptimo creador y gobernador del universo, Dios nuestro,
aunque te hubieses contentado con hacerme sólo niño. Porque,
aun entonces, era, vivía, sentía y tenía cuidado de mi integridad,
vestigio de tu secretísima unidad, por la cual era.
Guardaba también con el sentido interior la integridad de
los otros mis sentidos y me deleitaba con la verdad en los pequeños pensamientos que sobre cosas pequeñas formaba. No
quería me engañasen, tenía buena memoria y me iba instruyendo con la conversación"3. Deleitábame la amistad, huía del dolor,
abyección e ignorancia. ¿Qué hay en un viviente como éste que
no sea digno de admiración y alabanza? Pues todas estas cosas
son dones de mi Dios, que yo no me los he dado a mi mismo.
Y todos son buenos y todos ellos soy yo ".
Bueno es el que me hizo y aun él es mi bien; a él quiero
ensalzar por todos estos bienes que integraban mi ser de niño.
En lo que pecaba yo entonces era en buscar en mí mismo y en
las demás criaturas, no en él, los deleites, grandezas y verdades,
por lo que caía luego en dolores, confusiones y errores.
Gracias a ti, dulzura mía, gloria mía, esperanza mía y Dios
mío, gracias a ti por tus dones; pero guárdamelos tú para mí.
Así me guardarás también a mí y se aumentarán y perfeccionarán los que me diste, y yo seré contigo, porque tú me diste que
existiera.
CApUT
I, notas
b l,
AL
LIBRO
103
I
* San Agustín abre sus Confesiones por una extensa y magnífica invocación a Dios, a quien dirige y dedica el recuerdo de su vida como un
sacrificio de alabanza. En ella habla el Santo impersonalmente, bajo el
término genérico de «hombre»; pero las alusiones que hace a determinados hechos y doctrinas revelan claramente que es él de quien habla y a
quien se 'refiere.
' Literalmente: y para tu sabiduría no existe el número, Cf. Enarrat.
in Ps. 146,5 (§ 11): «¿Tienen un número los granos de arena? Para
nosotros, no; para Dios, sí. Para la inteligencia de Dios no existe el
número. Trasciende la capacidad de todos los contadores su inteligencia:
no puede ser numerada por nosotros.»
2
Llama a la 'muerte testimonio de la resistencia de Dios a los soberbios porque es fruto de la soberbia de Adán en querer ser como Dios.
3
Cf. Enarrat. in Ps. 95,4: «¿Qué puede decir una lengua pobre para
alabar a un grande?»
4
Sentencia profundísima y sublime y clave de todas las conversiones.
Con la historia de su corazón en la mano, el gran Doctor prueba que
la inquietud religiosa conduce a Dios, cuya posesión puede sólo beatificarle. Los defensores del inmanentísimo religioso han creído hallar en esta
y otras frases—frecuentes en el Santo—el fundamento psicológico de su
sistema, así como e n ' los dos siguientes capítulos el metafísico. Sin embargó, hay que advertir que entre el inquietum cor nostrum y le besóin
ansieux du divin hay una distancia formal como de la verdad al error.
5
Alusión evidente a San Ambrosio y no a los apóstoles y predicadores, como traduce Zeballos.
" Invocación, de invocar, in-vocare, llamar a. Cf. Enarrat. in Ps. 58,8:
Invocas quidquid in te vocas; y Serm. 48 n.8: Cum ergo Deum invocas,
in te vocas, etc. En todo este capítulo y siguientes analiza el Santo y nos
da en pocas páginas una metafísica acabada de la súplica, en la que más
tarde se inspiró el padre Monsabré para escribir su Filosofía de la oración.
Salmo 138, 8. No todos siguen la misma lección. Labriolle, con los
Maurinos, leen: non ego iam in inferís, lección apoyada por algunos códices de segunda autoridad. Nosotros, con la mayor parte y los mejores:
non ego iam inferí. El sentido en uno y otro caso está suficientemente
claro por la cita del Salmo.
Ir y venir son dos términos que no se pueden aplicar a Dios, por
envolver la idea de pasar de un sitio donde se está a otro donde no se
está, contraria a la omnipresencia divina.
9
Texto: refundes; los demás, refundís.
Alusión, sin duda, al texto de Joel citado en los Hechos de los
Apóstoles, 18: Super servos meos in diebus illis effundam de Spiritu meo,
etcétera; y al salmo 125,8: Dominus erigit elisos.
Cf. Epist. 137,14: No se dice que Dios llene el mundo al modo del
agua, del aire o la misma luz, de manera que una parte menor llena una
menor del mundo y una mayor otra mayor. El sabe estar todo a un tiempo sin ser contenido en ningún lugar. Véanse también: Serm. 44, De diversis quaest., De Gen. ad litt., IV c.19; Epist. 3 passim; De lib. arb. II
e l . 1 2 y 24; De vera religione c.32, y el In loan. 85.
Alusión a las palabras del Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? La raíón de que todas nuestras buenas obras son de Dios es
que para que sean tales es necesario que sean hechas con su gracia, y de
ahí que «cuando Dios corona nuestros méritos no los corona como núes-
104
Confesiones
I, n o t a s
tros, sino como dones suyos», etc. (De gratia el lib, arb. VI 15.) Llámense obras de supererogación aquellas que no caen bajo precepto ni
estamos obligados por ningún concepto a hacerlas. Ei texto alude al pasaje
del Evangelio de San Lucas, 10,13, donde se habla del buen samaritano.
13
Texto: reddens... donans; los demás: reddis... donas, etc.
14
Refiérese a los maniqueos, a quienes llama charlatanes y parleros,
porque le hablaban mucho y no de Dios: multa mihi dicebant, etc. Véase libro VII, capítulo II, donde les llama «locuaces mudos, porque no sonaba en sus labios tu palabra». En Enarrat, in Ps. 144,7, declara el sentido
de esta locución, diciendo: «No como algunos locuaces mudos, que alaban
la criatura y olvidan al Criador.»
15
Alusión al precepto: Diliges Dominum Deum tuum ex toto corde;
y a la frase del Apóstol: «Si alguno no ama a Jesucristo, sea anatema»,
etcétera. Seguimos el texto: me mineris; los demás: mineris.
16
Alusión a las palabras del Éxodo 33,20: «No puedes ver mi rostro; no puede verme el hombre y vivir.» Esta era también la creencia
entre los mismos paganos, como lo prueba con numerosos casos el
P. í. Martín en nota a su traducción francesa. El Santo, enardecido en
deseos de ver el rastro de Dios, no teme a la muerte; o más bien desea
morir para poder verle y no morir de muerte eterna.
17
San Agustín habla frecuentemente en sus obras y en varias partes
de ésta de la risa de algunos de sus enemigos o lectores. No es fácil
determinar la causa de ello. ¿Era susceptibilidad temperamental?, ¿cuestión de carácter? No lo sabemos. De todos modos, es significativa esta
preocupación por las burlas y risas de sus adversarios.
18
Los editores y traductores puntúan este lugar de modo muy diverso. Véase nuestra edición latina. Llovera, con nosotros.
19
Como Creador y Ordenador de todas las cosas, Dios es el autor
de todos los efectos naturales de las mismas, y a él deben ser principalmente referidos. El distribuye y ordena las cosas con su providencia para
que nada les falte a cada una.
20
Según el Santo, las lágrimas preceden a las risas en nuestra. entrada en el mundo, para advertirnos que nuestra carrera terrena está
más llena de espinas y dolores que de rosas y alegrías y que el Jugar
de este mundo no es sitio de descanso y deleite, sino destierro y valle
de lágrimas. Cf. De civ. Dei X X I n.14.
21
Ya en Aristóteles (Histor. animal, VII 10) se halla esta observación; pero no creemos que e¡ Santo la tome de él, que seguramente no
conocía; más adelante indica el mismo Doctor en qué fuente bebió estas
y otras noticias relativa»» a los niños; es, a saber, en la realidad y experiencia propias.
'• Cf. la edición latina. Llovera sigue nuestra lección.
23
San Agustín nos ofrece en este y en los siguientes capítulos un
conjunto de observaciones sobre el niño de primera mano y de un valor
tan excepcional, que bien pudiera considerársele como el verdadero fundador de la psicología infantil, tan en boga hoy día en los centros pedagógicos de Alemania y Francia. La diferencia entre el Doctor hiponense
y los modernos tratadistas está, más que en las observaciones, en las consecuencias, y así, mientras aquél busca un fin teológico—la existencia del
pecado original—, éstos se dirigen a la parte moral y pedagógica.
24
Parece el Santo aludir a la doctrina platónico-origenista del preexistencialismo, según la cual las almas vivieron antes en una región de
la que fueron arrojadas a los cuerpos en castigo de culpas cometidas en
ese estado. San Agustín rechaza terminantemente esta doctrina; pero no
acertó nunca a ver claro en el problema del origen de las almas, vacilando
I, notas
Confesiones
105
entre el creacionismo y el traduccianismo hasta su muerte. Pero de esta
cuestión no trata al presente en las Confesiones.
25
Los traductores, fuera de Llovera, suelen traducir mal este pasaje,
haciendo decir al Santo lo contrario de lo que pretende. Su pensamiento
es éste: Dios nos. manda que le alabemos por lo que está a nuestro alcance; querer alabarle por las cosas imposibles de conocer a la naturaleza
humana, como es si el aima existe anteriormente al cuerpo, es curiosidad
malsana y pretensión ridicula, que ni Dios atiende ni oye con agrado.
26
El Santo esgrime más adelante este argumento para probar la necesidad de la fe, aun en las cosas humanas, y cómo no es, en consecuencia, contraria a la razón, sino conforme y connatural a ella.
27
Para Dios no hay más que un perpetuo hoy, pues el ayer y el
mañana suponen mutación, y en él nada se muda ni pasa. Todo está
presente a sus ojos; todo lo hace—lo pasado, presente y porvenir—eternamente, no pudiendo decir de él que creó, crea o creará, sino, en cuanto
respecto de nosotros, los efectos de su acción creadora son anteriores,
presentes o venideros. Por eso, con gran penetración emplea el Santo el
verbo crear de presente para pasado, de pasado para presente y de futuro
para pasado, porque en Dios no hay tiempos, sino una perpetua eternidad
o un hoy sin principio ni fin. Véase el libro XI, donde expone ampliamente esta doctrina acerca del tiempo.
28
Quiere decir el Santo que así como Jo bello existe por la belleza,
y lo verdadero por la verdad, y lo bueno por la bondad, así recibe de
la eternidad su consistencia y ser el tiempo. La ndea está tomada de Platón
(Timeo 10 y 11), que expresamente cita el Santo en De civ, Dei XIII 16,
conforme a la traducción de Cicerón.
2
" Juego de palabras que hemos querido conservar en la traducción.
El sentido es que debe querer más el hombre hallar a Dios no buscando
ni investigando que investigar mucho y no hallarle.
30
Pensamiento calcado sobre el e l 1,25, de la Sabiduría: Dissimulas
peccata hominum propter poenitentiam. Diligis enim omnia quae sunt et
nihil odisti eorum quae fecisti, etc., etc. En el Serm. 20 nota 2 hace el
Santo esta aclaración al texto: «Parece como si fuesen dos cosas el hombre y el pecador: el hombre es la obra de Dios; el pecador es la obra
nuestra.»
31
Job 25,4, según Ja versión de los Setenta.
32
Alusión al texto de San Pablo (1 Cor 13,11): «Cuando era niño
hablaba como niño, sentía como niño, pensaba como niño; pero cuando
me hice hombre me desentendí de las cosas del niño.» El Obispo de
Hipona se fija en la parte objetiva de la acción, prescindiendo de la subjetiva formal, que es la principal en el acto moral, lo que le permite sacar
conclusiones a primera vista desconcertantes, pero lógicas.
" San Agustín desarrolla más ampliamente este pensamiento en De
peccatorum meritis et remissione I 35,66. Esta conclusión adolece del
defecto anteriormente indicado. La descripción que hacen del niño otros
Santos Padres, v. gr., San Hilario, suele ser el polo opuesto de ésta, y tal
vez con más fundamento in re. Tómense, pues, las afirmaciones de nuestro
Santo con alguna cautela y no literalmente, como hicimos observar en
nuestra edición latina.
34
Los antiguos creían que la envidia era el efecto de algún maleficio,
contra el cual se prevalían con amuletos, mutinas y bullas y ciertos ritos
señalados por ¡Persio en una de sus Sátiras (II 31-35).
3Ú
Para comprender el pensamiento del Santo y saber apreciar el valor
de sus conclusiones debe tenerse en cuenta que las Confesiones fueron
escritas a raíz de las Quaestiones ad Simplicianum (497) y, por tanto,
106
Confesiones
I, n o t a s
preocupado con la cuestión de ia gracia y del pecado original. La argumentación que sostiene el razonamiento del Santo viene a ser éste, que
más tarde expuso con toda claridad y precisión en De civ. Dei y, sobre
todo, en la obra Contra Juliano 1,4: si la naturaleza humana se halla
tan corrompida y viciada en la misma fuente de la vida y cuando el
ambiente social no había sido pervertido aún, ¿cómo explicar esto si no
es la consecuencia de un pecado cuyos efectos llevamos inoculados en la
misma entraña de nuestro ser?
36
Según San Agustín y los antiguos, la vida se divide en siete épocas o edades: la infancia, que va desde el nacimiento a los siete años;
la niñez, de los siete a los catorce; la adolescencia, de los catorce a los
veintiocho; la juventud, de los veintiocho a los cincuenta; la virilidad,
de ios cincuenta a los sesenta; la vejez o senectud, de los sesenta a los
ochenta, y la decrepitud, hasta la muerte. Véase De vera religione c.26
n.48; Enarrat. in Ps. 127 n.14; Epist. 213 n.l, etc. San Isidoro de Sevilla
extendió esta división por la Europa medieval. Santo Tomás se sirvió de
ella como de argumento de congruencia para probar el número septenario
de los sacramentos.
37
Los códices ofrecen en este lugar gran variedad de lecciones. Unos
leen: Prensaban}, asir con la memoria (Labriolle); otros, pensabam, del
inusitado pensare, perder, fijar, clavar (in cruce pensus), lección adoptada por nosotros; otros, praesonabam, repetía (Maurinos); otros, praestabam, ofrecía, llamaba en auxilio, etc. La puntuación varía según los
editores. Desde el punto de vista lógico, todas hacen buen sentido, en
cuanto cabe; desde el crítico, en cambio, sólo la segunda nos parece aceptable, tanto por el número de códices como por la prestancia de los
mismos.
31
Todo este análisis de las primeras operaciones de la inteligencia
de los niños es sumamente interesante (nota de Labriolle).
39
Este juicio pesimista sobre la finalidad de los estudios y su importancia está, en cierto sentido, justificado por los tristes recuerdos que
del tiempo de estudiante conservaba vivos. Desde luego, nada tiene que
ver esta frase desdeñosa hacia las letras con el desprecio que de ellas
hacían los enciclopedistas del XVIII, proclamando el estado de rudeza
e incultura como el más apropiado para ía felicidad del hombre. San
Agustín limítase a señalar y lamentar un hecho que todos lamentamos:
la enseñanza de muchas cosas inútiles, que no sirven más que para atormentar las inteligencias de los niños y malgastar un tiempo precioso.
Más aún: el Santo ensalza frecuentemente en sus obras la verdadera ciencia y exhorta con todo encarecimiento a su estudio.
40
El único que públicamente protestó de esto fue Quintiliano (Inst.
orat. I 3,14). Pero su protesta no fue oída ni menos secundada. Cf.
VEGA, O.C.
41
¿Quiénes eran estos maestros? El Santo no nos lo dice. La amargura que sus castigos dejaron en su corazón parece haberle hecho olvidar el nombre de sus primeros maestros. ¿Eran éstos clérigos, como
parecen indicarlo las palabras latinas: homines rogantes te? Nada tiene
de extraño, pues ni Tagaste era una población tan importante que pudiera
sostener una escuela municipal, ni, siendo seglares, se les ajusta bien la
denominación del Santo. Es, pues, muy probable, y así lo creen Bougaud
y Portalié, que se trata de una escuela parroquia). ¡Lástima que el Santo
sea tan parco en estos puntos; él, que tan detallista suele ser en otros!
42
Quien desee más detalles sobre la materia, vea nuestro estudio Antecedentes histérico-genésicos de la filosofía de San Agustín, todo el capítulo «Influencias escolásticas: Tagaste-Madaura-Cartago».
I, n o t a s
43
Confesiones
107
Los castigos corporales, particularmente el de las varas, correas
y palmetas, eran muy usados y recomendados por los maestros, quienes,
partidarios del adagio «la letra con sangre entra», solían pecar más por
exceso que por defecto, llegando a veces hasta la efusión de sangre.
El castigo de las varas, del que la antigüedad nos ha conservado un elocuente testimonio en la pintura mural conservada en el Museo de Ñapóles, era de los más crueles. La pequeña víctima, sujeta en el aire
por los pies y por las manos, debía aguantar una lluvia de palos en la
espalda hasta caer medio exánime. No eran éstos, sin embargo, los únicos
castigos. San Agustín nos habla en uno de sus Sermones (el 70,2,2) de
las encerronas y vigilias que se les propinaban a veces. No sabemos que
el Santo fuera víctima de tan brutales tratos; pero el tono amarguísimo
con que habla de ellos y el retrato desfavorable que hace de sus maestros
inducen a sospechar que sí. Las frases y comparaciones que usa no pueden ser más duras y realistas.
41
Este concepto de San Agustín respecto de la elocuencia, reduciéndola a meros juegos de palabras—en las que lo que se juega suele ser la
vida, honra o hacienda del prójimo—, no es privativo suyo. Lo fue de
todos los latinos, que no la juzgaron nunca más que como ocupación de
gente desocupada y discutidora: el de griegos sofistas y ociosos. Véase
BOISSIER, La fin du paganisme vol.l l.c.
43
El odio de San Agustín por las primeras letras y su amor a las
narraciones novelescas y fabulosas revelan de modo maravilloso su temperamento meridional, apasionado y sensible, de poeta legítimo. Véase
más adelante cómo se rebela contra la gramática griega y los números,
al par que se enloquece hasta el delirio con la Eneida. Las luchas que
Dios le proporcionó en pro de su Iglesia pusieron de manifiesto su temple batallador y polemista, apuntado ya en estas cortas líneas.
• " Había dos clases de espectáculos: unos públicos, otros privados.
Los primeros se verificaban, en días señalados, en honor de los dioses
o de algún héroe, y eran pagados por el municipio. Obtener en éstos
la presidencia era un honor supremo, reservado a los altos magistrados. Los otros espectáculos, los privados, eran dados por una persona
privada o de su peculio. Los gastos eran grandes en estos casos, y sólo
los emperadores y opulentos se podían permitir este alarde de generosidad y poderío, a cambio de los aplausos y aclamaciones populares.
Véase el prólogo del Coritra académicos, donde el Santo apunta estas
ideas hablando de su amigo Romaniano.
47
Alusión a los Titos del catecumenado, que consistía principalmente
en ser signado con el signo de la cruz en la frente, gustar la sal bendita
y la imposición de las manos. No les era permitido a los catecúmenos
signarse a sí mismos ni tomar por su mano la sal (signabar..., condiebar,
dice el Santo), sino que una y otra les debían ser administradas ritualmente par mano de los ministros legítimos. La ceremonia era obligatoria
al ingresar en el catecumenado, pero podía repetirse, y el texto presente
parece sugerirlo. No se les permitía aprender el credo y el padrenuestro,
los cuales se les entregaban ocho días antes—traditio symboli—, el cual
debían aprender de memoria y recitar antes de ser bautizados—redditio
symboli. Después de bautizados se Jes entregaba la oración dominical,
que les era explicada a los ocho días. Cf. Serm. 215 c.5; De pecc. meritis, etc., II 26; Serm. 56-59,212,214,216, etc.
48
Aunque el Santo habla aquí de u.n ataque al estómago, en otros
lugares, como De beata vita, habla más concretamente de su mal de pecho, con más verosimilitud y conformidad con los escritos del Santo. Los
términos pecho y estómago tomábanse frecuentemente por sinónimos en
108
Concesiones
I, n o t a s
el lenguaje vulgar. Este hecho, verdaderamente conmovedor, revela admirablemente hasta qué punto había penetrado en su tierno corazón Ja enseñanza cristiana de su santa madre. No es éste el único caso en que se
•revela; por mejor decir, se revela en todo el desarrollo de su inteligencia
y corazón de tal modo que sin dicho factor su vida entera es un enigma
indescifrable.
49
Años después, siendo todavía presbítero, y mucho más de Obispo,
combatió el Santo esta costumbre y conducta de las madres cristianas
de África, fundado en los gravísimos males que traía y en las pocas ventajas que reportaba. Ya anteriormente a él había habido algunos obispos
que habían clamado contra esta inveterada costumbre, pero apenas se habían dejado oír. El triunfo pertenece en pleno al Obispo de Hipona. La
Iglesia de África había expresado en este punto su sentir en eí concilio
de Cartago (253).
50
La benevolencia y santidad de Mónica lograron, al fin, convertir
a su esposo Patricio, quien recibió el bautismo en el lecho de muerte.
Se ha criticado a San Agustín por hablar con cierta dureza y frialdad
de su padre en las Confesiones. No es el tono con que habla de él el
que usa con su madre, pero no es injusto ni desdeñoso. Hablar de él
en tono elogioso siendo su padre, y nada más que por serlo, hubiera
sido ridiculez y vanidad intolerables.
51
Toma aquí el Santo la palabra tierra por sinónima de alma sin
•la imagen de Dios, que se imprime en ella por el bautismo. Y llama
a esta gracia, a la fe, a Dios, forma del alma, al modo que decimos ser
al alma forma 'del cuerpo. De ahí la expresión tan frecuente en el 'mismo:
«Dios, alma del alma».
53
Esta afirmación no debe tomarse al pie de la letra y en un sentido
absoluto. Quiere decir que nadie que obra contra su voluntad obra meritoriamente, por ser necesaria la libertad y el voluntario para el mérito.
Bero esto no indica que quien obre bien, aunque contra su voluntad, obre
mal, a no ser que esté obligado a obrar de buen grado lo que hace. En
una palabra: para el Santo, «obrar bien o mal» es lo mismo que «obrar
laudable o censurablemente». Téngase esto presente para la interpretación
de frases semejantes, frecuentes en las Confesiones.
53
Concepción profunda y exacta de la acción providencial de Dios
en el mundo, en el que todo conspira a un fin, sea positivamente, sea
negativamente, por la sencilla razón de que todo tiene que tener razón suficiente de existir. Dios ordena unas cosas, permite otras, pero
siempre con un fin bueno. El providencialismo es una de las notas más
características de San Agustín, hasta el punto de ser considerado como
el fundador de la escuela providencialista.
54
Frase admirable, de corte y pensamiento semejantes al Inquieium
est cor nostrum...
55
Sin duda que contribuyó mucho a hacerle odiosa la lengua griega—de suyo antipática a todo buen latino—los castigos y amenazas
brutales con que se le hizo estudiarla. También debió influir no poco
la dificultad de la gramática y la riqueza de su léxico. La principal, sin
embargo, hay que buscarla en su temperamento imaginativo, refractario
a todos los primeros rudimentos, en los que la imaginación no tiene
parte alguna y es necesaria una gran voluntad. Ausonio afirma casi lo
mismo de los estudiantes burdigalenses de su tiempo. Esto no quiere
decir que San Agustín ignorase por completo ei griego. No fue nunca
un gran helenista, pero sí supo lo suficiente para leer y entender a los
autores de esta lengua y traducir o corregir a los traductores de los
I, notas
Confesiones
109
mismos. Cf. VEGA, El helenismo de San Agustín: Religión y Cultura
(1928) 34-43.
" El texto: qua caro eram spiritus vadens et non rediens (Ps 77,39).
No sé qué Eneas: frase no de desconocimiento, sino de desprecio
afectado hacia este personaje fantástico. Cf. la edición latina.
58
Eneida VI 457. Usa aquí el Santo un hermoso juego de palabras,
rimando el extrema secutam del poeta con el extrema condita tua, ritmo
que hemos procurado conservar en la traducción.
58
Refiérese el autor a las cortinas o toldos que solían tenderse de
columna a columna o de poste a poste en las galerías o pérgulas donde
solían instalarse las escuelas, así primarias como de gramática, pintura,
escultura, era, las cuales tenían por fin separar a los alumnos de la
vista de los transeúntes. Cuando se instalaban en sitios cerrados, reservábase al menos la cortina de la puerta, que debía permanecer abierta
durante toda la clase para poder entrar o salir quien quisiera. Así se explica ei caso que el Santo refiere de su amigo Alipio en el libro VI c.7
n.12. La cortina sobre la puerta quedó después como signo de escuela
pública.
60
Tal vez en este sentido escribe el Santo en el Serm. 51,5: Vela
faciunt honorem secreti.
61
Aunque el Santo habla de un pacto y beneplácito, no se ha de entender esto de un pacto formal al estilo del Contrato social, como han
creído algunos, sino de un convenio tácito, implícito, en el sentido en
que hoy mismo decimos de los signos escriturados que son convencionales, sin que indiquemos con ello que han tenido principio en un pacto
formal y propio.
62
Refiérese a la descripción que hace Homero en la Odisea, canto 8
v.5ss. Es muy probable que el Santo conociera el poema de Lesques La
pequeña litada—hoy perdido—, al que parece aludir Horacio en la Epístola a los Pisones. Total o fragmentariamente debió de ser traducido al
latín desde los primeros tiempos y figurar en las antologías escolares. La
descripción del caballo de madera y los últimos destinos de la ciudad de
Ilion eran de los más extensos y afortunados. Cf. Eneida II 772.
63
Llovera: y había tejido narraciones como éstas y dulcísimamente
es vano, siguiendo una conjetura de Knoell, desechada por éste en la
última edición.
84
En efecto, Paulino de Pella, que vivió y escribió cincuenta años
después su Eucharisticon pro vita sua, o autobiografía, habla de las dificultades que tuvo de niño para aprender el latín y poder ieer a Virgilio,
no obstante tener por maestro a su tío Ausonio.
65
Criterio pedagógico excelente, que pone a San Agustín al frente de
todos los pedagogos modernos. El Doctor africano, que durante muchos
años fue profesor y pudo estudiar y ensayar todos los procedimientos,
concluye que es mucho más conducente un poco de cariño que todos los
castigos más espantosos. El Obispo de Hipona, proclamado por R. Eucken
el primer pensador moderno, merece por sus ideas pedagógicas—aún no
estudiadas ni conocidas del mundo ilustrado—el título de primer pedagogo moderno. Pestalozzi no daba otro consejo a los maestros, y bien pudieran figurar al frente de sus obras estas palabras de las Confesiones.
86
Como se ve, el Santo no condena, ni mucho menos, la lectura de
los clásicos paganos, cuyas palabras, en expresión del mismo, son vasos
preciosos en ios que lo mismo se puede beber ponzoña que el néctar
de los dioses. Lo que condena el Santo es que se pongan dichos libros
en manos de los niños y jóvenes sin discreción ni expurgo conveniente.
Reprueba sobre todo el proceder de los maestros de su tiempo, partida-
•Í 10
Confesiones
I, n o t a s
rios de antologías eróticas y narraciones apasionadas, so pretexto de que
con la amenidad y placer de la lectura se quedan mejor das formas y palabras clásicas. En el fondo, San Agustín aboga por la cristianización de
las escuelas todavía paganas por sus maestros y por sus textos, sustituyendo unos y otros .por cristianos. Sabido es cómo él mismo empezó a
escribir una enciclopedia escolar—que hubo de suspender por los trabajos y preocupaciones apostólicos—, destinada a sustituir las Disciplinas, de M. T. Varrón.
" Uo eco de las palabras del libro de la Sabiduría 14,5: Exiguo ligno
credunt homines animas suas et transeúntes mare per ratem liberati sunt.
Véase el comentario a este texto en loan. 2,4.
" La pénttla era un manto de viaje que con el tiempo se hizo privativo de los gramáticos y maestros inferiores, como lo era el palio de los
filósofos y la toga de los abogados. En la pintura mural de Pompeya
conservada en el Museo de Ñapóles aparece el primus magister envuelto
en su pénula.
" El gran Doctor trata ampliamente en La Ciudad de Dios de la influencia desmoralizadora de la mitología pagana, citando el mismo pasaje de Terencio casi con las mismas palabras (cf. II 7). En cuanto al
origen de los dioses, apoyado en Evemeró, defiende que éstos provienen
de la apoteosis y divinización de los hombres. Cf. De civ. Dei VI 7.
70
Para la inteligencia de este pasaje conviene tener presente que
entre los romanos había dos clases de enseñanza: Ja privada y la pública.
La primera estaba al alcance e iniciativa de cualquiera, sin que el Estado se entrometiese con él ni a favor ni en contra. La segunda era
oficial, y estaba sufragada en parte por los municipios y en parte por los
discípulos. Lo que daban éstos se llamaba merced; lo del municipio, salario o sueldo: supra mercedem salaria decernentium (legum). Estos puestos solían ser muy solicitados—se tiene por gran cosa, etc., dice el
Santo—, 'porque, a más de constituir una garantía de superioridad profesional, les aseguraba el porvenir, evitándoles los inconvenientes de la
competencia y veleidad de los estudiantes, como ocurría con los de Roma.
El sueldo de los municipios no era igual en todos, pero sí lo suficiente
para la honesta sustentación. Además les colocaba en un plano social
elevado, que les permitía relacionarse con las clases elevadas y contraer
amistades y matrimonios lucrativos. San Agustín habla de todas estas cosas
en Jas Confesiones, cuyos lugares puntualizaremos a su tiempo. Véase
A. BOISSIER, o.c, ib.
Imagen tomada de Quintiliano (Instituciones IX c.4 n . l ) : Ínter
obstantia saxa fractis aquis, dice el preceptor romano.
72
TERENCIO, Eunuco, acto III escena V v.585-588.
73
Insiste nuevamente el Santo en la necesidad de expurgar los libros
clásicos antes de ponerlos en manos de los niños. El caso relatado por
Terencio no era aislado al tratar de estigmatizarlo en el teatro. Tampoco
debía ser raro en tiempos del Santo, al lamentarse así de los efectos de
tales lecturas.
Véase sobre esto el hermoso pasaje de Quintiliano, o.c, I, c.6 n.l,
donde expone cómo se han de ejercitar los jóvenes en escribir. Véase
también el libro II, VII y X v.2. Cf. JUVENAL, VII 160, y PERSIO, III 47.
El texto: Ut quid mihi illud—o vera vita mea Deus meus—quid
mihi recitanti...?
7t
Alusión a las aves del cielo (los demonios) de la parábola del
sembrador.
El texto: ornateque. Llovera con Knóll: ordinateque, lección sufragada por el corruptísimo códice Sessoriano, y ciertamente falsa. Véanse
I, notas
Confesiones
111
en confirmación los siguientes lugares del Santo: De doctr. christ. IV 5,7:
«Acute, órnate, vehementer»; De gen. contra manichaeum I 1,1: «.Ornato
politoque sermone»; Contra litt. Petil. I 1,1: «Cultum, ornatumque», etc.;
Contra academ. III 18,41: «copiosissime arque ornatissime»; QUINTIL.
(lnstit. orat. I 4,4); corhateque dicendi», etc., etc.
78
La aspiración de las letras aspirables como la h era una cosa tan
importante y tan apreciada de griegos y latinos que nadie era considerado
buen hablista mientras no lograse este detalle. Respecto al valor del sonido puramente de aspiración de la h, el testimonio presente es de alta
estima. Este empeño exagerado de los africanos respecto 4 los sonidos
de aspiración era explicable por lo rebeldes que eran los oídos africanos
a estas delicadezas, según io que el mismo Santo dice en De doct. christ.
IV c.10 n.24: «Los oídos africanos no juzgan de la corrección de las
vocales ni de la pronunciación.»
79
Véase sobre este pasaje enigmático el prólogo de nuestra edición
latina.
80
Véase el prólogo de la edición latina.
81
Observación pedagógica digna de gran aprecio.
82
Mt 19,14. La interpretación de este pasaje evangélico parece arbitraria y sin fundamento. Véanse las palabras de San Hilario, por ejemplo,
en la homilía que se lee en la fiesta de los Angeles Custodios, el 2 de
octubre, y se verá que no es éste el sentido que la tradición da al citado
texto. Es algo extraño que un alma tan tierna y delicada como la del
Obispo de HLpona no haya dejado en sus obras elogio alguno de los
niños. Si alguna vez se preocupó de ellos, no fue en razón de tales, sino
por la salvación de sus almas. Es casi seguro que la enseñanza escolar,
que tanto le hizo sufrir, dejó en él un amargo recuerdo y hastío de esa
edad; pocos son los maestros que hablan bien de los niños.
83
Llovera: «sabía hablar»; Labriolle: «mi elocución era ya bien formada». El texto: instruebar locutione, no eloquio, como escribe Llovera.
84
Constituyen mi «yo», frase muy del gusto de los filósofos modernos.
II, 2, 3
LIBRO
SEGUNDO
CAPITULO
I
1. Quiero recordar mis pasadas fealdades y las carnales inmundicias de aii alma, no porque las ame, sino por amarte a ti.
Dios mío. Por amor de tu amor hago esto, recorriendo con la
memoria, llena de amargura, aquellos mis caminos perversísimos,
para que tú me seas dulce, dulzura sin engaño, dichosa y eterna
dulzura, y me recojas de la dispersión en que anduve dividido en
partes cuando, apartado de ti, uno, me desvanecí en muchas
cosas.
Porque hubo un tiempo de mi adolescencia en que ardí en
deseos de hartarme de las cosas más bajas, y osé ensilvecerme con
varios y sombríos amores, y se marchitó mi hermosura, y me volví
podredumbre ante tus ojos por agradarme a mí y desear agradar
a los ojos de los hombres \
CAPITULO
II
2. ¿Y qué era lo que me deleitaba, sino amar y ser amado? Pero no guardaba modo en ello, yendo de alma a alma, como
señalan los términos luminosos de la amistad, sino que del fango
de mi concupiscencia carnal y del manantial de la pubertad se
CAPDI
I
1. Recordari voló transactas foeditates meas et camales corruptiones
animae meae, non quod eas amem, sed ut amem te-, Deus roeus.. Amore
amorís tui fació istuc, recolens vías meas nequissimas ín amaritudine
5 recogitationis meae, ut tu dulcescas mihi, dulcedo non fallax, dulcedo
felix et secura, et colligens me a dispersione, in qua frustatim discissus
sum, dum ab ¡uno te aversus in multa evanui. Exarsi enim aliquando
satiari inferís in adulescentia, et silvescere ausus sum variis et umbrosis
amoribus, et contabuit species mea et computrui coram oculis tuis placens
10 mihi et placeré cupiens oculis bominum.
C A P UT
II
2. Et quid erat, quod me delectabat, nisi amare et amari? Sed non
tenebatur modus ab animo usque ad animum, quatenus est luminosus
iimes amicitiae, sed exhalabantur nebulae de limosa concupiscentia camis
15 et scatebra pubertatís et obnubilabant atque offuscabant cor meum, ut
14
exhalantur S
Conjesiones
113
levantaban como unas nieblas que obscurecían y ofuscaban mi
corazón hasta no discernir la serenidad de la dilección de la tenebrosidad de la libídine 2 . Uno y otro abrasaban y arrastraban mi
flaca edad por lo abrupto de mis apetitos y me sumergían en un
mar de torpezas. Tu ira había arreciado sobre mí y yo no lo sabía.
Me había hecho sordo con el ruido de la cadena de mi mortalidad, justo castigo de la soberbia de mi alma, y me iba alejando
cada vez más de ti, y tú lo consentías; y me agitaba, y derramaba,
y esparcía, y hervía con mis fornicaciones y tú callabas^ ¡oh tardo
gozo mío!; tú callabas entonces, y yo me iba cada vez más lejos
de ti tras muchísimas semillas estériles de dolores con una soberbia abyección y una inquieta laxitud 3.
3. ¡Oh, quién hubiera regulado aquella mi miseria, y convertido en uso recto las fugaces hermosuras de las criaturas inferiores, y puesto límites a sus suavidades, a fin de que las olas de
aquella mi edad rompiesen en la playa conyugal, si es que no
podía haber paz en ellas, conteniéndose dentro de los límites de
lo matrimonial, como prescribe tu ley, Señor, tú que formas el
germen transmisor de nuestra vida mortal y con mano suave puedes templar la dureza de las espinas, que quisiste estuviesen excluidas de tu paraíso! 'Porque no está lejos de nosotros tu omnipotencia, aun cuando nosotros estemos lejos de t i ' .
Al menos debiera haber atendido con más diligencia al sonido
de tus nubes s : Igualmente padecerán las tribulaciones de la carne; mas jo os perdono, y Bueno es al hombre no tocar a niujer,
y El que está sin mujer piensa en las cosas de Dios y en cómo le
ha de agradar; pero el que está ligado con el matrimonio piensa
non discerneretur serenitas dílectionis a calígine libidiriis. Utrumque in
confuso aestuabat et rapiebat imbecillam aetatem per abrupta cupiditatum
atque mersabat gurgite flagitiorum. Invaluerat super me ira tua, et nesciebam. Obsurdueram stridore catenae mortalitatis meae, poena superbiae
5 animae meae, et ibam longius a te et sinebas: et iactabar et effundebar
et diffiuebam et ebulliebam per fornicationes meas; et tacebas, o tardum
gaudium meum! tacebas tune, et ego ibam porro longe a te in plura
et plura sterilia semina dolorum superba deiectione et inquieta lassitudine.
3. Quis mihi modularetur aerurnnam meam et novíssimarum rerum
10 fugaces pukhritudines in usum verteret earumque suavitatibus metas
praefigeret, >ut usque ad coniugale litus exaestuarent fluctus aetatis meae,
si tranquillitas in eis non poterat esse, fine procreandorum liberorum
contenta, sicut praescribit lex tua, Domine, qui formas etiam propaginem
mortis nostrae, potens imponere lenem manum ad temperamentum spina15 rum a paradiso tuo seclusarum? Non enim ilonge est a nobis omnipotentia tua, etiam cum longe sumus a te. Aut certe sonitum nubium tuarum
vigilantius adverterem: íribulaíionem autem camis habebunt huius modi.
Ego autem vobis parco, et bonum est bomini mulierem non tangere et
qui sine uxore est, cogitat ea quae sunt Dei, qtiomodo placeat Deo; qui
4
superbia S.
114
Confesiones
II,
3,5
en las cosas del mundo y en cómo ha de agradar a la mujer. Estas
voces son las q u e y o debiera haber escuchado atentamente, y mutil o por el reino de Dios hubiera suspirado m á s feliz p o r t u s abrazos.
4. M a s yo, miserable, pospuesto t ú , m e convertí e n u n hervidero, siguiendo el í m p e t u de m i pasión, y traspasé todos tus
preceptos, a u n q u e n o evadí tus castigos; y ¿quién lo logró d e los
mortales? P o r q u e t ú siempre estabas a m i lado, e n s a ñ á n d o t e m i sericordiosamente conmigo y rociando con amarguísimas contrariedades todos m i s goces ilícitos p a r a q u e buscara así el g o z o sin
p e s a d u m b r e y, c u a n d o y o lo hallara, e n m o d o a l g u n o fuese fuera
de t i , Señor; fuera d e ti, que finges dolor en mandar, y hieres
p a r a sanar, y n o s das m u e r t e para q u e n o m u r a m o s sin t i 6 .
P e r o ¿ d ó n d e estaba y o ? ¡ O h , y q u é lejos, desterrado d e las
delicias d e t u casa e n aquel a ñ o decimosexto d e m i e d a d carnal,
cuando e m p u ñ ó su cetro sobre m í , y y o m e r e n d í totalmente a
ella, la furia d e la libídine, permitida p o r la desvergüenza h u m a na, p e r o ilícita según t u s leyes!
N i a u n los m í o s se cuidaron d e recogerme e n el m a t r i m o n i o
al verme caer e n ella; su cuidado fue sólo de q u e aprendiera a
componer discursos magníficos y a persuadir con la p a l a b r a ' .
C A P I T U L O
III
5. E n este m i s m o a ñ o se hubieron d e interrumpir m i s estudios de regreso d e M a d a u r a , ciudad vecina", a la q u e había i d o
autetn matrimonio iunctus est, cogi/al ea quae sunl mundi, quomodo placeat uroxi \ Has ergo voces exaudirem vigilantior, et abscissus propter
regnum caelorum 2 felicior exspectarem amplexus tuos.
4. Sed efferbui <miser, sequens impetum fluxus mei relicto te, et ex5 cessi omnia legitima tua nec evasi "flagella tua: quis enim hoc mortalium ?
Nam tu semper aderas misericorditer saeviens, et amarissimis aspargens
offensionibus omnés illicitas iucunditates meas, ut ira quaererem sine offensione iucundari; et ubi hoc possem, non invenirem quicquam praeter
te, Domine, praeter te, qui fingís dolorem in praecepto a et percutís, ut
10 sanes, et occidis nos, ne moriamur abs te. Ubi eram? et quam longe exsuiabam a deliciis dormís tuae anno illo sexto décimo aetatis carnis meae,
cum accepit in me sceptrum et totas manus ei dedi vesania libidinis licentiosae per dedecus ¡humanum, illicitae autem per leges tuas! Non fuit cura
meorum ruentem excipere me matrimonio, sed cura fuit tantum, ut disce15 rem sermonem faceré quam optimum et persuadere dictione.
C APUT
III
5. Et anno quidem illo intermis-sa erant studia mea, dum mihi reducto a Madauris, in qua vicina urbe iam coeperam litteraturae atque ora1
2
Cor 7.25.
Mt 19,12.
6
» Ps 93,2
aspargens MCGP'SV'Z 1 , aspergens cet. et edd
I I , 3, 6
Confesiones
115
a estudiar literatura y oratoria, e n tanto q u e se hacían los preparativos necesarios p a r a el viaje m á s largo a Cartago, m á s p o r animosa resolución d e m i p a d r e q u e p o r la abundancia d e sus bienes,
pues e r a u n m u y m o d e s t o munícipe d e Tagaste °.
P e r o ¿a quién cuento yo esto? N o ciertamente a ti, Dios m í o ,
sino e n t u presencia cuento estas cosas a los d e m i linaje, el géner o h u m a n o , cualquiera q u e sea la partecilla d e él q u e p u e d a tropezar con este m i escrito. ¿ Y para q u é esto? Para q u e y o y quien
lo leyere pensemos d e q u é abismo t a n p r o f u n d o h e m o s d e clamar
a ti. ¿ Y q u é cosa m á s cerca d e t u s oídos q u e el corazón q u e te
confiesa y la vida q u e procede de la fe ?
¿Quién había entonces q u e n o colmase d e alabanza a m i padre, quien, yendo m á s allá d e sus haberes familiares, gastaba con
el h i j o cuanto era necesario para u n t a n largo viaje p o r razón d e
sus estudios? P o r q u e muchos ciudadanos, y m u c h o m á s ricos q u e
él, n o se tomaban p o r sus hijos semejante e m p e ñ o .
Sin e m b a r g o , este m i s m o p a d r e n a d a se cuidaba entre tanto
de q u e yo creciera ante ti o fuera casto, sino ú n i c a m e n t e de q u e
fuera diserto, a u n q u e mejor dijera desierto, p o r carecer d e t u cultivo, ¡oh D i o s ! , único, v e r d a d e r o y buen Señor d e tu campo, m i
corazón 10.
6. P e r o e n aquel decimosexto a ñ o se h u b o d e imponer u n
descanso p o r la falta d é recursos familiares y, libre d e escuela,
h u b e d e vivir con m i s padres. Eleváronse entonces sobre m i cabeza
las zarzas d e m i s lascivias, sin q u e hubiera m a n o q u e m e lasarrancara. A l contrario, cuando cierto d í a m e v i o pubescente m i
p a d r e e n el baño y revestido d e inquieta adolescencia, como si se
toriae percipiendae gratia peregrinan, looginquioris apud Carthaginem peregrinationis sumptus parabantur, animositate magis quam opibus patris,
municipis Thagastensis admodum tenuis. Cui narro haec? Ñeque enim
tibi, Deus meus; sed apud te narro haec generi meo, generi humano, quan5 tulacumque ex partícula incidere potest in istas meas litteras. Et ut quid
hoc? Ut videlicet ego et quisquís haec legit cogitemus, de quam profundo
clamaodum sit ad te. Et quid propius auribus tuis, si cor confitens et
vita ex fide est? Quis enim non extollebat laudibus tune hominem, patrem meum, quod ultra vires rei familiaris suae impenderet filio, quid10 quid etiam longe peregrinanti studiorum causa opus esset ? Multorum
enim civium longe opulentiorum nullum tale negotium pro liberis erat,
cum interea non satageret idem pater, qualis crescerem tibi aut quam castas essem, dummodo essem disertus, vel desertas potius a cultura tua,
Deus, qui es unus verus et bonus dominus agri tui, cordis mei..
15
6. Sed ubi sexto illo et décimo anno, interposito otio ex necessitate
domestica, feriatus ab omni schola cum parentibus esse coepi, excesserunt
caput meum vepres libidinum, et nulla erat eradicans manus. Quin immo
ubi me ille pater in balneis vidit pubescentem et inquieta indutum adu2
6
parabuntur S, praeparabantur cet. et edd.
de quam BOPSVZ edd., quo ceteri codd
116
Confesiones
II, 3, 7
gozara ya pensando en los nietos, fuese a contárselo alegre a mi
madre; alegre por la embriaguez con que este mundo se olvida
de ti, su criador, y ama en tu lugar a la criatura, y que nace del
virio invisible de su perversa y mal inclinada voluntad a las cosas
de abajo " .
Mas para este tiempo habías empezado ya a levantar en el
corazón de mi madre tu templo y el principio de tu morada santa,
pues mi padre no era más que catecúmeno, y esto de hacía poco.
De aquí el sobresaltarse ella con un santo temor y temblor, pues,
aunque yo no era todavía cristiano, temió que siguiese las torcidas
sendas por donde andan los que te vuelven la espida y no el
rostro ".
7. ¡Ay de mí! ¿Y me atrevo a decir que callabas cuando me
iba alejando de ti? ¿Es verdad que tú callabas entonces conmigo?
¿Y de quién eran, sino de ti, aquellas palabras que por medio de
mi madre, tu creyente, cantaste en mis oídos, aunque ninguna de
ellas penetró en mi corazón para ponerlas por obra?
Quería ella—y recuerdo que me lo amonestó en secreto con
grandísima solicitud—que no fornicase y, sobre todo, que no
adulterase con la mujer de nadie. Pero estas reconvenciones parecíanme mujeriles, a las que me hubiera avergonzado obedecer.
Mas en realidad tuyas eran, aunque yo no lo sabía, y por eso
creía que tú callabas y que era ella la que me hablaba, siendo tú
despreciado por mí en ella, por mí, su hijo, hijo de tu sierva y
siervo tuyo, que no cesabas de hablarme por su medio "
Pero yo no lo sabía, y rne precipitaba con tanta ceguera que
lescentia quasi iam ex hoc in nepotes gestiret, gaudens matri indicavit,
gaudens vinolentia, in qua te iste mundus oblitus est creatorem suum et
creaturam tuam pro te arnavit, de vino invisibili perversae atque inclinatae
in ima voluntatis suae. Sed matris in pectore iam inchoaveras templum
5 luum et exordium sanctae habjtationis tuae: nam ille adhuc catechumenus et hoc recens erat. Itaque illa exsiiuit pia trepidatione ac tremore,
et quamvis mihi nondum fideli, timuit tamen vias distortas, in quibus
ambulant qui ponunt ad te tergum et non faciem i.
7. Ei mihi! Et audeo dicere tacuisse te, Deus meus, curn ítem abs
10 te longius? Itane tu tacebas tune mihi? Et cuius erant nisi tua verba illa
per matrem meam, fidelem tuam, quae cantasti in aures meas? Nec inde
qukquam descendit in cor, ut facerem illud. Volebat enim illa, et secreto
memini ut monuerit cum sollicitudine ingenti, ne fornicarer maximeque
ne aduiterarem cuiusquam uxorem. Qui mihi monitus muliebres videban15 tur, quibus obtemperare erubescerem. lili autem tui erant, et nesciebam,
et te tacere putabarn atque illarn loqui, per quam mihi tu non tacebas, et
in illa contemnebaris a me, a me, filio eius, filio ancillae tuae, servo tuo.
Sed nesciebam et práeceps ibam tanta caecitate, ut Ínter coaetaneos meos
4
1er 2,27.
4 in ima), in anima S.
6 exilivit CDEGOV edd.
17 a me, a me HOSVT, a me cet. et edd.
I I , 3, 8
Confesiones
117
me avergonzaba entre mis coetáneos de ser menos desvergonzado
que ellos cuando les oía jactarse de sus maldades y gloriarse tanto
más cuanto más torpes eran, agradando hacerlas no sólo por el
deleite de las mismas, sino también por ser alabado. ¿Qué cosa
hay más digna de vituperio que el vicio? Y, sin embargo, por no
ser vituperado me hacía más vicioso, y cuando no había hecho
nada que me igualase ton los más perdidos, fingía haber hecho
lo que no había hecho, para no parecer tanto más abyecto cuanto
más inocente y tanto más vil cuanto más casto ".
8. He aquí con qué compañeros recorría yo las plazas de
Babilonia y me revolcaba en su cieno, como en cinamomo y ungüentos preciosos. Y en medio de él, para que me adhiriese más
tenazmente, pisoteábame el enemigo invisible y me seducía, por
ser yo fácil de seducir.
Ni aun mi madre carnal, que había comenzado a huir ya de
en medio de Babilonials, pero que en lo demás iba despacio,
cuidó—como antes lo había hecho aconsejándome la pureza—de
contener con los lazos del matrimonio aquello que había oído a
su marido de mí—y que ya veía me era pestilencial y en adelante
me había de ser más peligroso—, si es que no se podía cortar
por lo sano. No cuidó de esto, digo, porque tenía miedo de que
con el vínculo matrimonial se frustrase la esperanza que sobre
mí tenía; no la esperanza de la vida futura, que mi madre tenía
puesta en ti, sino la esperanza de las letras, que ambos a dos, padre y madre, deseaban ardientemente; el padre, porque no pensaba casi nada de ti y sí muchas cosas vanas sobre m í ; la madre,
porque consideraba que aquellos acostumbrados estudios de la
puderet me minoris dedecoris, quoniam audiebam eos iactantes flagítia sua
et tanto gloriantes magis, quanto magis turpes essent, et ¡ibebat faceré non
solum libídine facti, verum etiam iaudis. Quid dignum est vituperatione
nisi vitium? Ego, ne vituperarer, vitiosior fiebam, et ubi non suberat quo
5 admisso aequarer perditis, fingebarn me fecisse quod non feceram, ne viderer abiectior, quo eram innocentior, et ne vilior haberer, quo eram
castior.
8. Ecce cum quibus comitibus iter agebam platearum Babyloniae et
volutabar in caeno eius tamquam in cinnamis et unguentis pretiosis. Et
10 in umbilico eius quo tenacíus haererem, calcabat me inimicus invisibiiis
et seducebat rae, quia ego seductilis eram. Non enim et illa, quae iam de
medio Babylonis fugerat', sed ibat in ceteris eius tardior, mater carnis
meae, sicut monuit me pudicitiam, ita curavit quod de me a viro suo audierat, iamque pestilentiosum et in posterum periculosum sentiebat, coé'r15 cere termino coniugalis affectus, si resecan ad vivum non poterat; non
curavit hoc, quia metus erat, ne impediretur spes mea compede uxoria, non
spes illa, quam in te futuri saeculi habebat mater, sed spes litterarum,
quas ut nossem nimis volebat parens uterque, ille, quia de te prope
nihil cogitabat, de me autem, inania, illa autem, quia non solum nullo
5
1er 51.6.
118
II, 5,10
II, 4, 9
Confesiones
cargas, no para regalarnos, sino más bien para tener que echárselas a los puercos, aunque algunas comimos, siendo nuestro deleite
hacer aquello que nos placía por el hecho mismo de que nos
estaba prohibido ".
He aquí, Señor, mi corazón; he aquí mi corazón, del cual
tuviste misericordia cuando estaba en lo profundo del abismo.
Que este mi corazón te diga qué era lo que allí buscaba para ser
malo de balde y que mi maldad no tuviese más causa que la maldad. Fea era, y yo la amé; amé el perecer, amé mi defecto, no
aquello por lo que faltaba, sino mi mismo defecto. Torpe alma
mía, que saltando fuera de tu base ibas al exterminio, no buscando algo en la ignominia, sino la ignominia misma.
ciencia no sólo no me habían de ser estorbo, sino de no poca
ayuda para alcanzarte a ti. Así lo conjeturo yo ahora al recordar,
en cuanto me es posible, las costumbres de mis padres " .
Por esta razón me aflojaban también las riendas para el juego
más de lo que permite una moderada severidad, dejándome ir
tras la disolución de mis varios afectos, en todos los cuales había
una obscuridad que me interceptaba, ¡oh Dios mío!, la claridad
de tu verdad, y como de nú grosura, brotaba mi iniquidad ".
CAPITULO
IV
9. Ciertamente, Señor, que tu ley castiga el hurto, ley de
tal modo escrita en el corazón de los hombres, que ni la misma
iniquidad puede borrar. ¿Qué ladrón hay que sufra con paciencia
a otro ladrón? Ni aun el rico tolera esto al forzado por la indigencia. También yo quise cometer un hurto y lo cometí, no forzado por la necesidad, sino por penuria y fastidio de justicia y
abundancia de iniquidad, pues robé aquello que tenía en abundancia y mucho mejor. Ni era el gozar de aquello lo que yo apetecía en el hurto, sino el mismo hurto y pecado ".
Había un peral en las inmediaciones de nuestra viña cargado
de peras, que ni por el aspecto ni por el sabor tenían nada de
tentadoras. A hora intempestiva de la noche—pues hasta entonces habíamos estado jugando en las eras, según nuestra mala
costumbre—nos encaminamos a él, con ánimo de sacudirle y vendimiarle, unos cuantos jóvenes pésimos. Y llevamos de él grandes
detrimento, sed etiam nonnullo adiumento ad te adipiscendum futura existimabat usitata illa studia doctrinae. Ita enim conicio recoleos, ut possum,
mores parentum meorum. Relaxabantur etiam mihi ad ludendum habenae
ultra temperamentum severitatis in dissolutionem affectionum variarum,
5 et in ómnibus erat caligo intercludens mihi, Deus meus, serenitatem veritatis tuae, et prodiebat tamquam ex adipe iniquitas mea *.
CA p UT
iv
9. Furtum certe punit lex tua, Domine, et lex scripra in cordibus hominum, quam ne ipsa quidem delet iniquitas: quis enim fur aequo animo
10 furem patitur? nec copiosus adactum inopia. Et ego furtum faceré volui
et feci nulla compulsus egestate nisi penuria et fastidio iustitiae et sagina
ioiquitatis. Nam id furatus sum, quod mihi abundabat et multo melius,
nec ea re volebam frui, quam furto appetebam, sed ipso furto et peccato.
Arbor erat pirus in vicinia nostrae vineae pomis onusta nec forma nec sapore
15 illecebrosis. Ad hanc excutiendam atque asportandam nequissimi adulescentuli perreximus nocte intempesta, quousque ludum de pestilentiae more
« Ps 72.7.
4 affiictionum S, affectione F.
11 nisi], nec edd.
et] sed
edá.
119
Confesiones
CAPITULO V
10. Todos los cuerpos que son hermosos, como el oro, la
plata y todos los demás, tienen, en efecto, su aspecto grato. En el
tacto carnal interviene por mucho la congruencia de las partes, y
cada' uno de los demás sentidos percibe en los cuerpos cierta modalidad propia 20. También el honor temporal y el poder mandar
y dominar tiene su atractivo, de donde nace la avidez de venganza.
Sin embargo, para conseguir todas estas cosas no es necesario
abandonarte a ti, ni desviarse un ápice de tu ley. También la
vida que aquí vivimos tiene sus encantos, por cierta manera suya
de belleza y por la correspondencia que tiene con las inferiores.
Cara es, finalmente, la amistad de los hombres por la unión que
hace de muchas almas con el dulce nudo del amor.
in aréis produxeramus, et abstulimus inde onera ingentia non ad nostras
epulas, sed vel proicienda pora», etiamsi aliquid inde comedimus, dum
tamen fieret a nobis quod eo liberet, quo non liceret. Ecce cor meum,
Deus, ecce cor meum, quod miseratus es in imo abyssi. Dicat tibi nunc
5 ecce cor meum, quid ibi quaerebat, ut essem gratis malus et malitiae meae
causa nulla esset nisi malitia. Foeda erat, et amavi eam; amavi perire,
amavi defectum meum, non illud, ad quod deficiebam, sed defectum meum
ipsum amavi, turpis anima et dissiliens a firmamento tuo in exterminium,
non dedecore aliquid, sed dedecus appetens.
10
CAPUT
V
10. Etenim species est pulchris corporibus, et auro et argento et ómnibus; et in contactu carnis congruentia valet plurimum caterisque sensibus
est sua cuique accommodata modificado corporum; habet etiam honor
temporalis et imperitandi atque superandi potentia suum decus, unde etiam
13 vindictae aviditas oritur: et tamen in cuneta haec adipíscenda non est egrediendum abs te, Domine, ñeque deviandurn a lege tua. Et vita, quam
hic vivimus, habet illecebram suam propter quendam moduin decoris sui
et convenientiam cum his ómnibus infimis pulchris. Amicitia quoque ho16
quam], qua BCDEGFMP b l
120
Confesiones
II, 5, 11
II, 6,12
Por todas estas cosas y otras semejantes se peca cuando por
una inclinación inmoderada a ellas—no obstante que sean bienes
ínfimos—son abandonados los mejores y sumos, como eres tú,
Señor, Dios nuestro; tu Verdad y tu Ley.
Cierto que también estos bienes ínfimos tienen sus deleites,
pero no como los de Dios, hacedor de todas las cosas, porque en
él se deleita el justo y hallan sus delicias los rectos de corazón"'.
11. Esta es la razón por que cuando se inquiere la causa de
un crimen no descansa uno hasta haber averiguado qué apetito
de los bienes que hemos dicho ínfimos o qué temor de perderlos
pudo moverle a cometerlo. Hermosos son, sin duda, y apetecibles,
aunque comparados con los bienes superiores y beatíficos son viles
y despreciables. Uno comete un homicidio; ¿por qué habrá sido?
Porque amó la esposa del muerto o su finca, o porque quiso robar
para tener con qué vivir, o temió sufrir de él otro tanto, o bien,
herido, ardió en deseos de venganza. ¿Acaso hubiera cometido
el crimen sin motivo, por sólo el gusto de matar? ¿Quién lo podrá creer?
Porque aun de cierto hombre sin entrañas y excesivamente
cruel, de quien se dijo que era malo y cruel de balde, se añadió,
sin embargo, el motivo: «Para que la ociosidad no embotara su
mano o el sentimiento» : \
Mas si todavía indagares por qué esto es así, te diré que para
con aquel ejercicio de crímenes, tomada Ja ciudad, consiguiese
honores, poderes y riquezas y careciese del miedo a las leyes y de
minum caro nodo dulcís est propter unitatem de multis animis. Propter
universa haec atque huius modi peccatum admittitur, dum immoderata in
ista inclínatione, cum extrema bona sint, meliora et summa deseruntur:
tu, domine Deus noster, et veritas tu a et lex taa. Habent enim et haec ima
5 delectationes, sed non sicut Deus meus, qui fecit omnia, quia in ipso delectatur tustús, et ipse est deliciae rectorum corde '.
11. Cum itaque de facinore quaeritur, qua causa factum, sit, credi
non solet, nísí cum appetitus adípíscendi alicuíus illorum bonorum, quae
ínfima diximus, esse potuisse adparuerit aut rpetus amittendi. Pulchra sunt
10 emm et decora, quamquam prae bonis superioribus et beatificis abiecta el
iacentia. Homicidium fecit. Cur fecit? Adamavit eius coniugem aut praediuro aut voluit depraedari, unde viveret, aut timuit ab ¿lio tale aliquid
amittere, aut laesus ulcisci se exarsit. Num homicidium sine causa faceret,
ipso homicidio delectatus? Quis crediderit? Nam et de quodam dictum
15 est, vecordi .et nimis erudeli homine, quod gratuito potius malus atque
crudelis erat; praedicta est tamen causa: «ne per otium—inquit—torpesceret manus aut animus» *. Quare id quoque? Cur ita? Ut scilicet illa
7
Ps 63.11.
8
SALÍ., Cal. 16.
9 infirma S.
14 quodam P 2 S, quo cet. et edds. 2
17 quare id quoque? cur ita? BD PS edds.t quaere CDEGHOMZT, quaeret V, quaerere F, unde fortasse hgendum sit: quaeres id quoque, cur ita?, */
consonet verbis ittit. cap.: cum de facinore quaeritur.
Confesiones
121
los apremios de la vida, causados por la escasez de su patrimonio
y de la conciencia de sus crímenes. Así, pues, ni aun el mismo
Catilina amaba sus crímenes, sino otra cosa, por cuyo motivo
los hacía.
CAPITULO
VI
12. ¿Pues qué fue entonces lo que yo, miserable de mí, amé
en ti, oh hurto mío, oh crimen nocturno mío de mis dieciséis
años? Porque no eras hermoso, siendo un hurto. Pero ¿es que
eres algo para que yo hable contigo ? Las hermosas eran las peras
aquellas que robamos, por ser criaturas tuyas, ¡oh el más hermoso
de todos, criador de todas las cosas!, Dios bueno, Dios sumo bien
y verdadero bien mío: ¡hermosas eran aquellas peras! Pero no
eran éstas lo que apetecía mi alma miserable. Abundancia de ellas
tenía yo y mejores. Pero arranquélas del árbol por sólo el hecho
de hurtar, pues apenas las cogí las tiré, gustando en ellas sólo la
iniquidad, de la que me gozaba con fruición. Porque si alguna de
aquéllas entró en mi boca, sólo el delito la hizo sabrosa 23.
Y ahora pregunto yo, Dios mío: ¿Qué era lo que me deleitaba
en el hurto? Porque yo no encuentro ninguna hermosura en él;
no digo ya como la que brilla en la justicia y prudencia, pero ni
aun siquiera como la que resplandece en la inteligencia del hombre, o en la memoria y los sentidos, o en la vida vegetativa; ni
como son bellos los astros hermosos en sus cursos, y la tierra, y
el mar, llenos de vivientes, que nacen para sucederse unos a otros;
exercitatione scelerum capta urbe honores, imperia, divitias adsequeretur
et careret metu legum et dífficultate rerum propter inopiam rei familiaris
et conscientiam scelerum. Nec ipse igitur Catilina amavit facioora sua,
sed utique aliud, cuius causa illa faciebat.
5
CApu T
vi
12. Quid ego miser in te amavi, o furtum meum, o facinus illud
meutn nocturnum sexti decimi anní aetatís meae? Non enim pulchrum eras,
cum furtum esses. Aut vero aliquid es, ut loquar ad te? Pulchra erant
poma illa, quae furati sumus, quoniam creatura tua erat, pulcherrime om10 mum, creator omnium, Deus bone, Deus summum bonum et bonum verum >meum; pulchra erant illa poma, sed non ipsa concupivit anima mea
miserabilis. Erat mihi enim meliorum copia, illa autem decerpsi, tantum
ut furarer. Nam decerpta proieci, epulatus inde solam iniquitatem, qua
laetabar fruens. Nam et si quid illorum pomorum intravit in os meum,
15 condimentum ibi facinus erat. Et nunc, domine Deus meus, quaero, quid
me in furto delectaverit, et ecce species nulla est. Non dico sícut in
aequitate atque prudentia, sed ñeque sicut in mente horninis atque memoria et sensibus et vegetante vita, ñeque sicut speciosa sunt sidera et
decora locis suis et térra et mare plena fetibus, qui succedunt nascendo
Confesiones
122
II, 6,13
ni siquiera como la defectuosa y umbrátil hermosura de los engañadores vicios "4.
13. Porque la soberanía imita la celsitud, mas tú eres el
único sobre todas las cosas, ¡oh Dios excelso! "5 Y la ambición,
¿qué busca, sino honores y gloria, siendo tú el único sobre todas las cosas digno de ser honrado y glorificado eternamente?
La crueldad de los tiranos quiere ser temida; pero ¿quién ha
de ser temido, sino el solo Dios, a cuyo poder nadie en ningún
tiempo, ni lugar, ni por ningún medio puede sustraerse ni huir?
Las blanduras de los • lascivos provocan al amor; pero nada hay
más blando que tu caridad ni que se ame con mayor provecho
que tu verdad, sobre todas las cosas hermosa y resplandeciente. La curiosidad parece afectar amor a la ciencia, siendo tú
quien conoce sumamente todas las cosas. Hasta la misma ignorancia y estulticia se cubren con el nombre de sencillez e inocencia, porque no hallan nada más sencillo que tú; ¿y qué
más inocente que tú, que aun el daño que reciben los malos
les viene de sus malas obras ? ~' La indolencia apetece el descanso; pero ¿qué descanso cierto hay fuera del Señor? El lujo
apetece ser llamado saciedad y abundancia; mas tú solo eres
la plenitud y la abundancia indeficiente de eterna suavidad = '.
La prodigalidad vístese con capa de liberalidad; pero sólo tú
eres el verdadero y liberalísimo dador de todos los bienes. La
avaricia quiere poseer muchas cosas; pero tú solo las posees
todas. La envidia cuestiona sobre excelencias; pero ¿qué hay
más excelente que tú? La ira busca la venganza; ¿y qué venganza más justa que la tuya? El temor se espanta de las cosas
decedentibus; non saltem ut est quaedam defectiva species et umbrática
vitiis fallentibus.
13. Nam et superbia celsitudinem imitatur, cum tu sis unus super omnia
Deus excelsus. Et ambitio quid nisi honores quaerit et gloriam, cum tu sis prae
5 cunctis honorandus unus et gloriosus in aeternum ? Et saevitia potestatum
timeri vult: quis autem timendus nisi unus Deus, cuius potestad eripi aut
subtrahi quid, quando aut ubi aut quo vel a quo potest? Et blanditiae
lascivientium amari volunt: sed ñeque blandius est aliquid tua caritate
nec amatur quicquam salubrius quam illa prae cunctis formosa et luminosa
10 veritas tua. Et curiositas affectare videtur studium scientiae, cum tu omnia summe noveris. Ignorantia quoque ipsa atque stultitia simplicitatis et
innocentiae nomine tegitur, quia te simplicius quicquam non reperitur.
Quid te autem innocentius, quandoquidem opera sua malis inimica sunt?
Et ignavia quasi quietem appetit: quae vero quies certa praeter dominum?
15 Luxuria satietatem atque abundantiam se cupit vocari: tu es autem plenitudo et indeficiens copia incorruptibilis suavitatis. Effusio liberalitatis obtendit umbram: sed bonorum omnium largitor affluentissimus tu es. Avaritia multa possidere vult: et tu possides omnia. Invidentia de excellentia
litigat: quid te excellentius ? Ira vindictam quaerit: te iustius quis vijndicat?
16 suavitatis], suavitas FS,
I I , 6,14
Confesiones
123
repentinas e insólitas, contrarias a lo que uno ama y desea tener seguro; mas ¿qué en ti de nuevo o repentino?, ¿quién
hay que te arrebate lo que amas? y ¿en dónde sino en ti se
encuentra la firme seguridad? La tristeza se abate con las cosas
perdidas, con que solía gozarse la codicia, y no quisiera se le
quitase nada, como nada se te puede quitar a ti.
14. Así es como fornica el alma: cuando es apartada de ti
y busca fuera de ti lo que no puede hallar puro y sin mezcla
sino cuando vuelve a ti. Perversamente te imitan todos los que
se alejan y alzan contra ti. Pero aun imitándote así indican
que tú eres el criador de toda criatura y, por tanto, que no hay
lugar adonde se aparte uno de modo absoluto de ti 2 ".
Pues ¿qué fue entonces lo que yo amé en aquel huerto o en
qué imité, siquiera viciosa e imperfectamente, a mi Señor? ¿Acaso
fue en deleitarme obrando contra la ley engañosamente, ya que
no podía por fuerza, simulando cautivo una libertad manca en
hacer impunemente lo que estaba prohibido, imagen tenebrosa de
tu omnipotencia?
He aquí al siervo que, huyendo de su señor, consiguió la
sombra. ¡Oh podredumbre! ¡Oh monstruo de la vida y abismo
de la muerte! ¿Es posible que me fuera grato lo que no me
era lícito, y no por otra cosa sino porque no me era lícito? 29
Timor insólita et repentina exhorrescit rebus, quae amantur, adversantia,
dum praecavet securitati: tibi enim quid insolitum ? quid repentinum ?
aut quis a te separat quod diligis? aut ubi nisi apud te firma securitas?
Tristitia rebus amissis contabescit, quibus se oblectabat eupiditas, quia
5 ita sibi noliet, sicut tibi auferri nihil potest.
14. Ita fornicatur anima, cum avertitur abs te et quaerit extra te ea
quae pura et liquida non invenit, nisi cum redit ad te. Perverse te imitantur omnes, qui longe se a te faciunt et exrollunt se adversum te. Sed
etiam sic te imitando indicant creatorem te esse omnis naturae et ideo
10 non esse, quo a te omni modo recedatur. Quid ergo in illo furto ego dilexi
et in quo Dominum meum vel vitiose atque perverse imitatus sum? An
libuit faceré contra legem saltem fallada, quia potentatu non poteram,
ut mancam libertatem captivus imitarer faciendo impune quod non liceret
tenebrosa omnipotentiae similitudine ? Ecce est ¡lie servas fugiens dominum
15 suum et consecutus umbram *. O putredo, o monstrum vitae et mortis profunditas! Potuitne libere quod non licebat, non ob aliud, nisi quia non
1 icebat ?
* lob 7,2.
124
II, 7,15
Confesiones
CAPITULO
VII
15. Quid retribuam domino10, quod recolit haec memoria mea, et
anima mea non metuit inde? Diligam te, Domine, et grafías aga-m et confitear nomini tuo, quoniam tanta dimisisti mihi mala et nefaria opera
5 mea. Gratiae tuae deputo et misericordiae tuae, quod peccata mea tamquam glaciem solvisti. Gratiae tuae deputo et quaecumque non feci mala:
quid enim non faceré potui, qui etiam gratuitum facinus amavi? Et omnia
mihi dimissa esse fateor, et quae mea sponte feci mala et quae te duce
non feci. Quis est hominum, qui suam cogitaos infirmitatem audet viribus
10 suis tribuere castitatem atque innocentiam suam, ut minus amet te, quasi
minus ei necessaria fuerit misericordia tua, qua donas peccata conversi-s
ad te? Qui enim vocatus a te secutus est vocem tuam et vitavit ea, quae
M de me ipso recordantem et fatentem legit, non me derideat ab eo
medico aegrum sanari, a quo sibí praestitum est, ut non aegrotaret, vel
15 potius ut minus aegrotaret, et ideo te tantundem, immo vero amplius diligar, quia per quem me videt tantis "peccatorum meorum languoribus exui,
per eum se videt tantis peccatorum languoribus non implican.
10
Ps m.12.
125
Confesiones
CAPITULO
VII
15. ¿Qué daré en retorno al Señor por poder recordar mi
memoria todas estas cosas sin que tiemble ya mi alma por ellas?
Te amaré, Señor, y te daré gracias y confesaré tu nombre por
haberme perdonado tantas y tan nefandas acciones mías. A tu
gracia y misericordia debo que hayas deshecho mis pecados como
hielo y no haya caído en otros muchos. ¿Qué pecados realmente
no pude yo cometer, yo, que amé gratuitamente el crimen?
Confieso que todos me han sido ya perdonados, así los cometidos voluntariamente como los que dejé de hacer por tu favor.
¿Quién hay de los hombres que, conociendo su flaqueza, atribuya a sus fuerzas su castidad y su inocencia, para por ello
amarte menos, cual si hubiera necesitado menos de tu misericordia, por la que perdonas los pecados a los que se convierten a ti?
Que aquel, pues, que, llamado por ti, siguió tu voz y evitó
todas estas cosas que lee de mí, y yo recuerdo y confieso, no
se ría de mí por haber sido curado estando enfermo por el mismo médico que le preservó a él de caer enfermo; o más bien,
de que no enfermara tanto 3°. Antes, sí, debe amarte tanto y aún
más que yo; porque el mismo que me sanó a mí de tantas y tan
graves enfermedades, ése le libró a él de caer en ellas 31.
C AP U T
II, !), 17
VIII
16. Y ¿qué fruto saqué yo. miserable, de aquellas acciones
que ahora recuerdo con rubor? ¿Sobre todo de aquel hurto en
el que amé el hurto mismo, no otra cosa, siendo así que éste
era nada, quedando yo más miserable con él ?32 Sin embargo,
es cierto que yo solo no lo hubiera hecho—a juzgar por la disposición de mi ánimo de entonces—; no, en modo alguno yo
solo lo hubiera hecho. Luego amé también allí el consorcio de
otros culpables que me acompañaron a cometerlo. Luego-tampoco es cierto que no amara en el hurto otra cosa que el hurto;
aunque no otra cosa amé, por ser nada también éste ".
Pero ¿qué es realmente—y quién me lo podrá enseñar, sino
el que ilumina mi corazón y discierne sus sombras—, qué es
lo que me viene a la mente y deseo averiguar, discutir y meditar ", ya que si entonces amara aquellas peras que robé y deseara su deleite solamente, podía haber cometido solo, si yo
me hubiera bastado, aquella iniquidad por la cual llegara a aquel
deleite sin necesidad de excitar la picazón de mi apetito con el
roce de almas cómplices? Pero como no hallaba deleite alguno
en las peras, ponía éste en el mismo pecado, siendo aquél causado por el consorcio de ios que juntamente pecaban ".
CAPITULO
IX
17. Y ¿qué afecto era aquel del alma? Ciertamente muy
torpe, y yo un desgraciado en tenerle. Pero ¿qué era en realiCA puT viu
16. Quem fructum habui miser aliquando in his, quae nunc recolens
erubesco, máxime in illo furto; ¡in quo ipsum furtum amavi, nihil aliud,
cum et ipsum esset nihil et eo ipso ego miserior? Et tamen solus id non
fecissem—sic recordor animum tune meum—solus omnino id non fecissem. Ergo amavi ibi etiam consortium eorum, cum quibus id feci. Non
ergo nihil aliud quam furtum amavi; immo vero nihil aliud, quia et illud
nihil est. Quid est re vera?—quis est, qui doceat me, nisi qui illuminat
cor meum et discernit umbras eius?—quid est, quod mihi venit in menteni quaerere et discutere et considerare, quia si tune amarem poma illa,
quae furatus sum, et eis frui cuperern, possem etiam solus, si satis esset,
committere illam iniquitatem, qua pervenirem ad voluptatem meam, nec
confricatione consciorum animorum accenderem pruritum cupiditatis meae?
Sed quoniam in illis pomis voluptas mihi non erat, ea erat in ipso facinore, quam faciebat consortium simul peccantmm.
C A P UT i x
17. Quid erat ille affectus anima? Certe enim plañe turpis erat nimis, et vae mihi erat, qui habebam illum. Sed tamen quid erat? delicia
6
eorumJ, reorum CDHT m
II, notas
126
Confesiones
II, 10,18
dad? Y ¿quién hay que entienda los pecados? Era como una
risa que nos retozaba en el cuerpo, nacida de ver que engañábamos a quienes no sospechaban de nosotros tales cosas y sabíamos
que habían de llevarlas muy a mal.
Pero ¿por qué me deleitaba no pecar solo? ¿Acaso porque
nadie se ríe fácilmente cuando está solo? Nadie fácilmente, es
verdad; pero también lo es que a veces tienta y vence la risa
a los que están solos, sin que nadie los vea, cuando se ofrece
a los sentidos o al alma alguna cosa extraordinariamente ridicula 86 . Porque la verdad es que yo solo no hubiera hecho nunca
aquello, n o ; yo solo jamás lo hubiera hecho. Vivo tengo delante de ti, Dios mío, el recuerdo de aquel estado de mi alma, y repito que yo solo no hubiera cometido aquel hurto, en el que
no me deleitaba lo que robaba, sino porque robaba; loi que solo
tampoco me hubiera agradado en modo alguno, ni yo lo hubiera hecho.
¡Oh amistad enemiga en demasía, seducción inescrutable del
alma, ganas de hacer mal por pasatiempo y juego, apetito del
daño ajeno sin provecho alguno propio y sin pasión de vengarse! Pero basta que se diga: «Vamos. Hagamos», para que se
sienta vergüenza de no ser desvergonzado.
CAPITULO
X
18. ¿Quién deshará este nudo tortuosísimo y enredadísimo?
Feo es; no quiero volver los ojos a él, no quiero ni verle 37 .
Sólo a ti quiero, justicia e inocencia bella y graciosa a los ojos
quis intelligit? " Risus erat quasi titillato corde, quod fallebamus eos, qui
haec a nobis fieri non putabant et vehementer nolebant. Cur ergo eo me
delectabat, quo id non faciebam solus? An quia etiam nemo facile solus
ridet? Nemo quidem facile, sed tamen etiam solos et singulos nomines,
5 cum alius nemo praesens est, vincit risus aliquando, 'si aliquid nimie
ridiculum vel sensibus occurrit vel animo. At ego illud solus non facerem,
non facerem omnino solus. Ecce est coram te, Deus meus, viva recordatio
animae meae. Solus non facerem furtum illud, in quo me non libebat
id quod furabar, sed quia furabar; quod me solum faceré prorsus non
10 liberet, nec facerem. O nimis amicitia, seductio mentís investigabilis, ex
ludo et ioco nocendi aviditas et alieni damni appetitus, nulla lucri mei,
nulla ulciscendi libídine, sed cum dícítur: «eamus, facíamus», et pudet
non esse impudentem.
CA P UT
15
x
18. Quis exaperit istam tortuosissimam et implicatissimam nodositatem? Foeda est; >nolo in eam intendere, nolo eam videre. Te voló, iustitia
et innocentia, pulchra et decora honestis luminibus et insatiabili satietate.
11
Ps 18,13.
Confesiones
127
puros, y con insaciable saciedad. Sólo en ti se halla el descanso
supremo y la vida sin perturbación. Quien entra en ti entra en
el gozo de su Señor y no temerá y se hallará sumamente bien en
el sumo bien. Yo me alejé de ti y anduve errante, Dios mío,
muy fuera del camino de tu estabilidad allá en mi adolescencia
y llegué a ser para mí región de esterilidad " .
Quies est apud te valde et vita imperturbabilis. Qui intrat in te, íntrat
in gaudium domini sui 12 et non timebit et habebit se optime in óptimo.
Defluxi abs te ego et erraví, Deus meus, nimis devius ab stabilitate tua
in adulescentia et factus sum mihí regio egestatis.
NOTAS
AL
LIBRO
II
1
Cuanto en este libro y en los siguientes refiere el Santo en orden
a los pecados de su juventud debe tomarse con ciertas reservas. El Santo
ve y juzga su vida pasada a través de un criterio excesivamente rigorista,
mirando más a la santidad y justicia divinas que a la naturaleza y flaquezas humanas. Sin embargo, si bien se consideran los hechos que relata,
se verá que muchas de sus faltas no pasaron de chiquilladas, que, aunque censurables y punibles, no son, ni mucho menos, razón bastante para
llamarse «monstruo de iniquidad». Téngase presente que la mayor falta de
Agustín en esta primera etapa fue el robo de unas peras. Obsérvese el
principio o criterio que apuntamos en el prólogo: distinguir el hecho del
comentario, y se evitarán falsas interpretaciones de las palabras del Santo.
2
Papini cree ver en estos términos un modo delicado de confesar el
nefando pecado de sodomía, a cuyo pensamiento parece asentir Llovera,
p.35 n.l. Ciertamente que no era en esta época «su existencia casta», como
afirma Alfark, La évol., etc., p.59. Pero de esto a lo de Papini hay una
distancia infinita. N o creemos que el texto sufra una interpretación semejante. Para una acusación por el estilo se necesitan pruebas algo más
claras que una mera conjetura. Véase FABO, La juventud de San Agustín
ante la critica moderna (Bruno dé] Amo, 1929), y nuestro estudio Antecedentes histórico-genés'icos de la filosofía de San Agustín, en Religión y
Cultura.
8
Este «estado de alma», pintado con colores tan vivos por el Santo,
es lo que hoy día se llama «crisis de la pubertad», de la que nadie se
ve libre, si bien no en todos irrumpa de modo tan desbordante. San
Agustín habla de la suya como de «un torrente impetuoso», de «un mar
embravecido», de «un fuego abrasador» y de «un árbol lleno de savia,
que brota por todas partes». Ya hemos dicho el criterio 'a que hay que
atenerse en esto. Por otra parte, es bien chocante que la crisis aparezca
en él tan tarde y en región favorecedora de la precocidad. Téngase esto
presente, que es lin dato altamente sintomático y revelador.
Alusión al texto del Génesis donde manda Dios a la tierra que
produzca espinas y abrojos, lo que parece indicar que antes no los había.
Ya indicamos antes que por tierra entiende el Santo nuestro cuerpo mortal y, consiguientemente, por espinas las pasiones.
Por nubes entiende el gran Doctor a los Apóstoles y a las Sagradas
'= Mt 25.21.
1 quies est] codd. edds., qui est S.
128
Confesiones
II, notas
Escrituras. Cf. De Gen. contra manicio. II 3,5; Enarrat. in Ps. 56,2,17.
6
Salmo 93,20.
7
Este juicio peca, sin duda, de riguroso. Cierto que las miras de
sus padres no eran tan desinteresadas como debieran; pero ¿quién hubiera
obrado de otro modo, de fio ser unos santos? Desde luego, un matrimonio
en aquellas circunstancias hubiera sido el fracaso de su carrera. Si a duras
penas podían sufragar los gastos del hijo, ¿cómo iban a poder con los
de una persona más que pudiera cargarles de familia? Agustín hubiera
en este caso tenido que abandonar sus estudios y reducirse a los humildes menesteres de un curial como su padre.
8
Ciudad distante unos veinticinco kilómetros al sur de Tagaste. En
tiempo de los Siphaxs fue plaza fuerte de gran importancia. En la dominación romana siguió teniéndola como lugar estratégico. Fue siempre
ciudad de hondas tradiciones paganas y culturales: los numerosos monumentos arqueológicos encontrados en estos últimos años entre sus ruinas
hablan muy elocuentemente sobre este punto. El cristianismo no debió
hacer nunca grandes progresos en ella; sin embargo, en el concilio de
Cartago del 349 aparece un tal Antígono, que se firma obispo mataurensis. En tiempo del Santo era todavía pagana. Siendo ya obispo, les escribió
una carta afectuosa en la que les exhortaba a abandonar sus ídolos. En
ella les da el título de padres y hermanos, sin que sepamos cuál fue
su resultado.
" Cf. III e l n.l, nota primera. El biógrafo del Santo, su amigo Posidio, nos dice que era de familia noble del número de los decuriones,
es decir, <le los que estaban encargados en los municipios de la curia y
funciones civiles; pero de posición modesta. San Agustín insiste mucho
en señalar la pobreza de sus padres; pero exagera la nota, sin duda. En
las Confesiones y en otros lugares se habla de los criados y servidores,
de los ayos que tuvo, lo mismo que de nodrizas; esto no se concibe fácilmente en una casa pobre. Más bien podríamos decir que la situación
económica y social de Patricio corresponde a uno de nuestros empleados públicos y de la clase media.
10
Preciso es reconocer que, en el orden humano, Patricio se portó
con Agustín como un gran padre, interesándose por su porvenir como
muy pocos lo hacían con sais hijos. El Santo parece algo exagerado al
hablar de su padre, haciendo de él un retrato menos favorable. Los
que, como Próspero Alfaric, afirman que el Santo no reconoció nunca
para con su padre esta deuda de reconocimiento, debieran advertir que
el Santo no trata de hacer ei panegírico de sus padres, de quienes habla
en presencia de Dios, y que ni aun a su santa madre le calla los más
leves defectos de su infancia y niñez.
11
La educación cristiana de Agustín es obra exclusiva de Mónica,
su madre. Sin que sepamos que Patricio tratara positivamente de desvirtuar la obra de su esposa, es lo cierto que nada hizo por favorecerla
y ayudarla. Las palabras del Santo revelan admirablemente esta actitud
de ánimo de su padre. En el original existe un juego de palabras, disertos y desertus, que hemos procurado conservar en la traducción.
12
Patricio murió al año siguiente en el seno de la Iglesia, en el
ósculo del Señor, después de haber recibido el bautismo, probablemente
el clínico. San Agustín no nos dice nada sobre el particular sino que
murió en el seno de la Iglesia, pero es seguro que en caso contrario hubiera dicho algo. Véase el libro IX c. 12 n.36 de las Confesiones.
13
Infatuado Agustín con los estudios y triunfos escolares y pervertido con las enseñanzas de los profesores de Madaura, que procuraron
infiltrar en su corazón el desprecio hacia la religión católica, de la que
II, notas
Confesiones
129
afirmaban ser propia de rústicos, mujercillas y gente pobre, Agustín se
mostró en esta ocasión duro de corazón con su madre, despreciando sus
consejos como cuentos de viejas. Tal vez éste y el pasaje del puerto de
Cartago son de los más duros y desconsiderados.
" San Agustín conservó siempre un gran fondo de nobleza de ánimo, que le impidió cometer muchas maldades a que se daban sus
compañeros. Su deseo de gloria y alabanza le llevaban a mentir, relatando hechos que jamás había cometido. Al hablar más adelante de los
eversores confiesa clara-mente que no hizo sus locuras ni gustaba de ellas,
aunque sí de ellos. La epístola de Vicente Rogatista, donde le dice que
por este tiempo era «cultivador y amigo de la paz y honestidad», revela
lo que hay de verdad y de piadosa exageraciónn en este punto de las
Confesiones. Cf. Epist. 93,13,51.
15
Huir del medio de Babilonia: He aquí cómo explica este pasaje
en La ciudad de Dios: «Lo que decimos es que debe huirse de en medio
de Babilonia, cuyo precepto profético debe entenderse espiritualmente, de
forma que nos apartemos de la ciudad de este siglo, siguiendo la fe, que
obra por amor», etc. (Cf. XVIII 18,1). Es frecuente en San Agustín
significar al mundo por la ciudad de Babilonia. Aun en esta obra se hallará repetidas veces este modo de hablar. Véase Enarrat. in Ps. 136
n.4 y 5.
16
Cf. lo que hemos dicho antes sobre los proyectos de matrimonio
de Agustín, nota 7.
17
Salmo 72,7. Es fácilmente concebible semejante tolerancia tratándose de un hijo como Agustín—la esperanza de la familia—, quien, por
otra parte, no era mal hijo ni tampoco un pervertido. Véase a continuación uno de sus mayores pecados: el robo de unas peras.
18
Es admirable y profundo el análisis psíquico-moral que el Santo
hace a propósito de los móviles determinantes de su hurto de peras. Pero
téngase en cuenta para su interpretación el criterio anteriormente señalado.
" El placer de hacer lo prohibido, y nada más que por estar prohibido, fue ya cantado por el poeta en aquellos conocidos versos: Nitimur
in vetitum semper cupimusque negata (OVID., Amores III 4,17).
20
Principio aristotélico de sana filosofía en orden al placer sensitivo,
que nace de la armonía y justa proporción entre el objeto y el sujeto.
Una luz dulce y difusa es grata a la vista y le causa placer; un foco
de luz intensa la hiere y causa dolor, y así con los demás sentidos. Son
hermosas las palabras que a este propósito escribe en Enarrat. in Ps, 7,15.
21
Esta concepción de los placeres sensibles revela uno de los aspectos
más hermosos y humanos de la doctrina espiritual de San Agustín. ¡Qué
diferente de la de aquellos escritores que no ven en las cosas del mundo
más que amarguras y espinas, como si el hombre no hiciera gran cosa
en dejarlas! No; las cosas de este mundo, los placeres sensibles, las mismas vanidades, son cosas dulces y placenteras al corazón humano. O rita
dulcís!—exclama en el sermón 153,10—. Dulcis est quidem coluptas
peccati: verum est, nec eam homines sequerentur nisi dulcis esset. Tbeatrum, spectaculum, turpissima cantilena, dulcía sunt isla concupiscentiae,
dulcía plañe, stiaria, delectabilia; sed non sicut lex tua Domine, etc. El
desorden que el Santo ve en esto es la inmoderación de su uso: en querer
gozar de ello—fruí—y no usar de,los mismos como medio, uti. Y en
este desorden consiste principalmente el pecado. La virtud, pues, no sólo
se ha de limitar a reprimir los placeres ilícitos, sino también a moderar
y regular los lícitos, consistiendo la santidad principalmente, aparte de
las virtudes infusas, en el sacrificio de los placeres sensibles, aun lícitos.
Cf. De diversis quaest. q.2.
S.Ag.
2
5
Confesiones
130
22
II, notas
El texto: quare id quoque, cur ita?; pero tal vez deba leerse: quaeres id quoque, cur ita?
23
Téngase presente la doctrina del Santo sobre el bien y el mal para
la interpretación de estas y otras frases análogas que ocurren en estos
números.
"" La palabra que emplea el Santo nulla species, aunque imprecisa por
las distintas acepciones que se le pueden dar, expresa admirablemente
su idea, negando a su acción no sólo la bondad y apariencia de las cosas
terrenas, caduca como ellas, sino que ni aun tenía la apariencia de bien
que presentan las pasiones y tentaciones.
25
El hombre apetece siempre lo que apetece bajo la razón de bien
(cf. Enarrat. in Ps. 118,1); más aún, en sus pecados no busca otra cosa
que cierta semejanza divina: Animae in ipsis peccatis suis non nisi quamdam similitudinem Dei... sectantur (De Trin. XV 8). En frase castellana
quiere decir el Santo que «todos los vicios quieren cubrirse con capa de
virtud».
26
Inocente por inofensivo, que no daña.
27
Tómese la palabra luxuria por la castellana lujo, que es el significado en que la usa el 'Santo.
28
Eco del inquietum est cor nostrum del principio. En el libro IV
c.9 n.14 reproduce este mismo pensamiento latente en todas las páginas
de las Confesiones: Et qui te dimittit, quo it aut quo fugit nisi a te plácito ad te iratum? Y en el libro X n.59: Ut te perversa et distorta via
imitanti tenebrosi frigidique servirent.
39
Eo las Annotationes in lob VII 2, en vez de huyendo pone teniendo
con más propiedad. El texto íntegro de la Vetus latina es: tanquam servus
metuens dominum suum et consecutus umbram. En la Vulgala: sicut servus
desiderat umbram.
30
Alusión desconocida para nosotros y preocupación por las burlas
de sus detractores.
31
Concepto exacto de la gracia liberativa o preservativa, mucho más
excelente que la reparadora, con ser las dos divinas y consiguientemente
en grado sumo estimables.
32
Llama el Santo nada al pecado, porque nada es sustancialmente,
en cuanto que es carencia de ser. Y así como la enfermedad es negación
de la salud, y cuanto más aumente y más se multiplique tanto menos
salud tiene, así el pecado, siendo nada y miseria, cuanto más se cometa
tanto más pobre y miserable hace al pecador.
33
También era nada el deleite de pecar en compañía, por ser una
misma cosa con el pecado.
31
Los editores puntúan de muy diferente manera este pasaje. Véase
„ nuestra edición latina. Llovera sigue la Maurina. En la traducción fundamentalmente coincide con nosotros.
3
° La observación del Santo encierra una profunda filosofía y conocimiento del corazón humano. Es indudable que muchas de las acciones
humanas pecaminosas no se harían si no fuera por el compañerismo.
36
Preciosa observación psicológica.
37
Los editores y traductores puntúan de modo diverso este pasaje,
tomando las palabras honestis luminibus ya como dativo, ya como ablativo,
conjuntamente con las que les siguen o separadamente.
38
Le 15,14. Alusión a la parábola del hijo pródigo.
LIBRO
TERCERO
C A P I T U L O
I
1. Llegué a C a r t a g o ' , y p o r todas partes crepitaba en torn o m í o u n hervidero de amores impuros''. T o d a v í a n o amaba,
p e r o amaba el amar y con secreta indigencia m e odiaba a m í
m i s m o por verme m e n o s i n d i g e n t e ' , Buscaba q u é amar a m a n d o
el amar y odiaba la seguridad y la senda sin peligros, p o r q u e
tenía d e n t r o de m í hambre del interior alimento, d e ti mismo,
¡oh Dios m í o ! , aunque esta h a m b r e no la sentía yo t a l ; antes
estaba sin apetito alguno de los manjares incorruptibles, n o porque estuviera lleno de ellos, sino porque, cuanto más vacío, tanto
m á s hastiado m e sentía.
Y p o r eso n o se hallaba bien mi alma, y, llagada, se arrojaba fuera de sí, ávida de restregarse miserablemente con el contacto d e las cosas sensibles, las cuales, si n o tuvieran alma, n o
serían ciertamente amadas.
A m a r y ser a m a d o era la cosa más dulce para m í , sobre
t o d o si p o d í a gozar del cuerpo del a m a n t e 4 . D e este m o d o m a n chaba la vena de la amistad con las inmundicias d e la concupiscencia y obscurecía su candor con los vapores tartáreos de
la lujuria \ Y con ser tan torpe y deshonesto, deseaba con afán,
rebosante de vanidad, pasar por elegante y cortés.
Caí también en el amor en q u e deseaba ser cogido \ Pero,
C A p UT i
1. Veni Carthaginem, et circumstrepebat me undique sartago flagitiosorum amorum. Nondum amabam et amare amabam et secretiore
indígentia oderam me minus indigentem. Quaerebam quid amarem,
5 amans amare, et oderam securitatem et viam sine muscipulis, quoniam
famis mihi erat intus ab interiore cibo, te ipso, Deus meus, et ea fatne
non esuriebam, sed eram sine desiderio alimentorum incorruptibilium,
non quia plenus eis eram. sed quo inanior, fastidiosior. Et ideo non bene
valebat anima mea et ulcerosa proiciebat se foras, miserabiliter scalpi
10 ávida contactu sensibiJium. Sed si non haberent animam, non utique amarentur. Amare et amari dulce mihi erar, magis si et arnantís corpore fruerer. Venam igitur amicitiae coinquinaban^ sordibus concupiscentiae, candoremque eius obnubilaban! de tártaro libidinis, et tamen, foedus atque
inhonestus, elegans et urbanus esse gestiebam abundanti vanitate. Rui
15 etiam in amore quo cupiebam capi. Deus meus, misericordia mea, quanto
6 famis FS, fames cet. et edds.
15 amore EOS, amorem cet. et edds.
132
Confesiones
III, 2, 2
¡oh Dios mío, misericordia mía, con cuánta hiél no rociaste aquella mi suavidad y cuan bueno fuiste en ello? Porque al fin fui
amado, y llegué secretamente al vínculo del placer, y me dejé
atar alegre con ligaduras trabajosas, para ser luego azotado con
las varas candentes de hierro de los celos, sospechas, temores,
iras y contiendas '.
CAPITULO
II
2. Arrebatábanme los espectáculos teatrales, llenos de imágenes de mis miserias y de incentivos del fuego de mi pasión.
Pero ¿qué será que el hombre quiera en ellos sentir dolor cuando contempla cosas tristes y trágicas que en modo alguno quisiera padecer? Con todo, quiere el espectador sentir dolor con ellas,
y aun este dolor es su deleite. ¿Qué es esto sino una incomprensible locura? Porque tanto más se conmueve uno con ellas
cuanto menos libre se está de semejantes afectos, bien que cuando uno las padece se llamen miserias, y cuando se compadecen en
otros, misericordia.
Pero ¿qué misericordia puede darse en cosas fingidas y escénicas? Porque allí no se provoca al espectador a que socorra
a alguien, sino que se le invita a condolerse solamente, favoreciendo tanto más al autor de aquellas ficciones cuanto es mayor
el sentimiento que siente con ellas. De donde nace que si tales
desgracias humanas—sean tomadas de las historias antiguas,
sean fingidas—se representan de forma que no causen dolor al
felle mihi suavitatem iliam et quam bonus aspersisti, quia et amatus sum
et perveni occulte ad vinculum fruendi et colligabar laetus aerumnosis
nexibus, ut caederer virgis ferréis ardentibus zeli et suspicionum et timorum et irarum atque rixarum.
5
C A P U T 11
2. Rapiebant me spectacula theatrica plena imaginibus miseriarum
mearum et fomitibus ¡ignis mei. Quid est, quod ibi homo vult doleré
cum spectat luctuosa et trágica, quae tamen pati ipse nollet? Et tamen
pati vult ex eis dolorem spectator et dolor ipse est voluptas eius. Quid
10 est nisi mirabilis insania? Nam eo magis eis movetur quisque, quo minus a talibus affectibus sanus est, quamquam, cum ipse patitur, miseria,
cum alus compatitur, misericordia dici solet. Sed qualis tándem misericordia in rebus íictis et scenicis? Non enim ad subveniendum provocatur
auditor, sed tantum ad dolendum invitatur et auctori earum imaginum
15 amplius favet, cum amplius doiet. Et si calamitates iUae hominum vel
2
8
10
11
14
occulte om. S.
cura spectat om. S.
mirabilis BCDEFHOPSV, miserabilis CTMZ
miseria—compatitur om. S.
auctori}, actori BHOPÍZ m o.
edil.
III, 2, 3
Confesiones
133
espectador, marchase éste de allí aburrido y murmurando; pero
si, al contrario, siente dolor en ellas, permanece atento y contento 8.
3. Luego ¿se aman las lágrimas y el dolor? Ciertamente
que todo hombre quiere gozar; mas no agradando a nadie ser
miserable, y siendo grato a todos ser misericordioso; y no pudiendo ser esto sin sentir dolor, ¿no será ésta la causa verdadera por que se amen los dolores?
También esto viene de la vena de la amistad; pero ¿adonde
va? ¿Hacia qué parte fluye? ¿Por qué corre el torrente de la
pez hirviendo, a los ardores horribles de negras liviandades, en
las que aquélla se muda y vuelve por voluntad propia, alejada
y privada de su celestial serenidad?
Luego ¿habrá que rechazar la compasión? De ningún modo.
Preciso será, pues, que alguna vez se amen los dolores; mas guárdate en ello de la impureza, alma mía, bajo la tutela de mi
Dios, el Dios de nuestros padres, alabado y ensalzado por todos
los siglos; guárdate de la impureza, porque ni aun al presente
me hallo exento de tal compasión. Pero entonces complacíame en
los teatros con los amantes cuando ellos se gozaban en sus torpezas—aun cuando éstas se ejecutasen sólo imaginariamente en
juego escénico—. Y así, cuando alguno de ellos se perdía, contristábame cuasi misericordioso, y lo uno y lo otro me deleitaba.
Pero ahora tengo más compasión del que se goza en sus
pecados que del que padece recias cosas por la carencia de un
pernicioso deleite o la pérdida de una mísera felicidad. Esta miantiquae vel falsae sic agantur, ut qui spectat non doleat, abscedit inde
fastidiens et reprehendens; si autem doleat, manet intentus et gaudens.
3- Lacrirnae ergo amantur et dolores? Certe omnis homo gaudere
vult. An, cum miserum esse neminem libeat, libet tamen esse misericor5 dem? Quod quia non sine dolore est, hac una causa amantur dolores?
Et hoc de illa vena amicitiae est; sed quo vadit? quo fluit? Ut quid
decurrit in torrentem picis bullientis, aestus immanes tetrarum ilibidinum, in quos ipsa mutatur et vertitur per nutum proprium de caelesti
serenitate detorta atque deiecta? Repudietur ergo misericordia? Nequa10 quam. Ergo amentur dolores aliquando; sed cave immunditiam, anima
mea, sub tutore Deo meo, Deo patrum nostrorum et laudabili et superexaltato in omnia saecula \ cave immunditiam. Ñeque ení'ffi nunc non
misereor, sed tune in theatris congaudebam amantibus, cum sese fruebantur per flagitia, quamvis haec imaginarie agerent in ludo spectaculi,
1
Dan 3,52.
3 Lacrirnae ergo BOPSZ, gaudens lacrimat. lacrirnae ergo HT, g. 1.
Ergo CDEFGV, g. lacrimatur. Ergo edd.
9 reiecta S.
11 superlato S.
14 agerent coni., gerent Ms, gererent BEHM 2 OPTZ edds.,
gererentur
CDG b 1. (Cfr. De civ. Dei, n , 22, 2 : ludos qui agebantur... Cfr. et cap. n ,
«. 3 i» fine, istius mei libri.)
134
Confesiones
III, 2, i
sericordia es ciertamente más verdadera, pero en ella el dolor
no causa deleite. Porque si bien es cierto que merece aprobación
quien por razón de caridad se compadece del miserable, sin embargo,, quien es verdaderamente compasivo quisiera más que no
hubiera de qué dolerse. Porque así como no es posible que exista
una benevolencia malévola, tampoco lo es que haya alguien verdadera y sinceramente misericordioso que desee haya miserables
para tener de quien compadecerse".
Hay, pues, algún dolor que merece aprobación, ninguno que
merezca ser amado. Por eso tú, Dios mío, que amas las almas
mucho más copiosa y elevadamente que nosotros, te compadeces
de ellas de modo mucho más puro, por no sentir ningún dolor.
Pero ¿quién será capaz de llegar a esto?
4. Mas yo, desventurado, amaba entonces el dolor y buscaba
motivos de tenerle cuando en aquellas desgracias ajenas, falsas y
mímicas, me agradaba tanto más la acción del histrión y me tenía tanto más suspenso cuanto me hacía derramar más copiosas
lágrimas.
Pero ¿qué maravilla era que yo, infeliz ovejuela descarriada
de tu rebaño por no sufrir tu guarda, estuviera plagado de roña
asquerosa? De aquí nacían, sin duda, los deseos de aquellos sentimientos de dolor, que, sin embargo, no quería que me penetrasen muy adentro, porque no deseaba padecer cosas como las representadas, sino que aquéllas, oídas o fingidas, como que me
rascasen por encima; mas, semejantemente a los que se rascan
cum autem sese amittebant, quasi misericors contristabar; et utrumque
delectabat tamen; nunc vero magis miseror gaudentem in flagitio quam
velut dura perpessum detrimento perniciosae voluptatis et amissione
miserae felicitatis. 'Haec certe verior misericordia, sed non in 'ea delectat
5 dolor. Nam etsi adprobatur officio caritatis qui dolet miserum, mallet
tamen utique non esse quod doleret, qui germanitus misericors est. Si
enim est maiivola benivolentia, quod fieri non potest, potest et ille,
qui veraciter sinceriterque miseretur, cupere esse miseros, ut misereatur?
Nonnullus itaque dolor adprobandus, nullus amandus est. Hoc enim tu,
10 Domine Deus, qui animas amas, longe alteque purius quam nos et incorruptibilius misereris, quod nullo dolore sauciaris. Et ad haec quis
idoneus ?
4. At ego tune miser doleré amabam et quaerebam, ut esset quod
dolerem, quando mihi in aerumna aliena et falsa et saltatoria ea magis
18 placebat actio histrionis meque alliciebat vehementius, qua mihi lacrimae
excutiebantur. Quid autem •mirum, cum infelix pecus aberrans a grege
tuo et impatiens custodiae tuae turpi scabie foedarer? Et inde erant
dolorum amores, non quibus altius penetrarem—non enim amabam talia
perpeti, qualia spectare—, sed quibus auditis et fictis tamquam in
20 superficie raderer; quos tamen quasi ungues scalpentium fervidus tumor
2 miseror HST, misereor cel. et edds.
I
'
III, 3,6
Confesiones
135
con las uñas, solía terminar produciéndome un tumor abrasador
y una horrible postema y podredumbre.
Tal era mi vida. Pero ¿era ésta vida, Dios mío?
CAPITULO
III
5. Entre tanto, tu misericordia fiel circunvolaba sobre mí a
lo lejos. Mas ¡en cuántas iniquidades no me consumí, Dios mío,
llevado de cierta curiosidad sacrilega '", que, apartándome de ti,
me conducía a los más bajos, desleales y engañosos obsequios a
los demonios, a quienes sacrificaba mis malas obras, siendo en
todas castigado con duro azote por ti! "
Tuve también la osadía de apetecer ardientemente y negociar
el modo de procurarme frutos de muerte en la celebración de
una de tus solemnidades y dentro de los muros de tu iglesia '2.
Por ello me azotaste con duras penas, aunque comparadas con
mi culpa no eran nada, ¡oh tú, grandísima misericordia mía, Dios
mío y refugio mío contra «los terribles malhechores», con quienes vagué con el cuello erguido, alejándome cada vez más de ti,
amando mis caminos y no los tuyos, amando una libertad fugitiva ! ,3
6. Tenían aquellos estudios que se llaman honestos o nobles
por blanco y objetivo las contiendas del foro y hacer sobresalir
en ellas tanto más laudablemente cuanto más engañosamente.
¡Tanta es la ceguera de los hombres, que hasta de su misma ceguera se glorían!
et tabes et sanies hórrida consequebatur. Talis vita mea, numquid vita
erar, Deus meus.'
CAPUI
III
5. Et circumvolabat super me fidelis a longe misericordia tua. In
5 quantais iníquitates distabui et sacrilega curiositate secutus sum ut, deserentern te, deduceret me ad ima in fida et circumventoria obsequia
daemoniorum, quibus immolabam facta mea mala, et in ómnibus flagellabas me! Ausus sum etiam in celebritate sollemnitatum tuarum intra
parietes ecclesiae tuae concupiscere et agere negotium procurandi fruc10 tus mortis: unde .me verberasti gravibus poenis, sed nil ad culpam meam,
o tu praegrandis misericordia mea, Deus meus, refugium meum a terribilibus_ nocentibus, in quibus vagatus sum praefidenti eolio ad longe
recedendum a te, amans vias meas et non tuas, amans fugitivam libertatem.
15
6. Habebant et illa studia, quae honesta vocabantur, ductum suum
intuentem fora litigiosa, ut excellerem in eis, hoc laudabilior quo fraudulentior. Tanta est caecitas hominum de caecitate etiam gloriantium!
5 sacrilegam curiositatem O" edds., sacrilegas curiositates Z (s. j . l.J.
9 augere S.
136
Confesiones
XXX, 4 7
Y ya había Llegado a ser «el mayor» de la escuela de retórica
y gozábame de ello soberbiamente y me hinchaban de o r g u l l o "
Con todo, tú sabes, Señor, que era mucho más pacato que los
demás y totalmente ajeno a las calaveradas de los eversores—nombre siniestro y diabólico que ha logrado convertirse en distintivo
de urbanidad—, y entre los cuales vivía con impudente pudor
por no ser uno de tantos ". Es verdad que andaba con ellos y
me gozaba a veces con sus amistades, pero siempre aborrecí sus
hechos, esto es, las calaveradas con que impudentemente sorprendían y ridiculizaban la candidez de los novatos, sin otro fin que
el de tener el gusto de burlarles y apacentar a costa ajena sus
malévolas alegrías. Nada hay más parecido que este hecho a los
hechos de los demonios, por lo que ningún nombre les cuadra
mejor que el de eversores o perversores, por ser ellos antes trastornados y pervertidos totalmente por los espíritus malignos, que
así los burlan y engañan, sin saberlo, en aquello mismo en que
desean reírse y engañar a los demás.
CAPITULO
IV
7. Entre estos tales estudiaba yo entonces, en tan flaca edad,
los libros de la elocuencia, en la que deseaba sobresalir con el
fin condenable y vano de satisfacer la vanidad humana. Mas, siguiendo el orden usado en la enseñanza de tales estudios le , llegué
a un libro de un cierto Cicerón ", cuyo lenguaje casi todos admiran, aunque no así su fondo. Este libro contiene una exhortación
Et maior iam eram in schoía thetoris et gaudebam superbe et tumebaní
tyfo,. quamquam longe sedatior, Domine, tu seis, et remotas ornnino ab
eversionibus, quas faciebant eversjares—hoc enim nomen scaevum et
diabolkum velut insigne urbanitatis est—et ínter quos vivebam pudore
5 impudenti, quia talís non eram: et cum eis eram et amicitiis eorum
delectabar aliquando, a quorum semper factis abhorrebam, hoc est ab
eversionibus, quibus proterve insectabantur ignotorum verecundiam, quam
proturbarent gratis illudendo atque inde pascendo malivolas laetitias
suas. Nihü est tilo actu similius actibus daemoniorum. Quid itaque verius
10 quam eversores vocarentur, eversi plañe prius ipsi atque perversi, deridentibus eos et seducentibus fallacibus oceulte spiritibus in eo ipso quod
alios irridere amant et fallere?
CA P UT
IV
7. ínter hos ego imbecilla tune aetate discebam libros eloquentiae,
15 in qua eminere cupiebam fine damnabili et ventoso per gaudia vanitatis
humanae, et usitato iam discendi ordine tperveneram in librum cuiusdarn
Ciceronis, cuius linguam fere omnes mirantur, pectus non ita. Sed líber
4 et ínter S, et om. cei. et edds.
11 quod], quo BC02PVZ edds.
16 cuiusdarn EGOMSV. quendam cuiusdarn cet. et edd.
III, 4, 8
Confesiones
137
suya a la filosofía,'y se llama el Hortensia ,s . Semejante libro cambió mis afectos y mudó hacia ti, Señor, mis súplicas e hizo que mis
votos y deseos fueran otros. De repente apareció.a mis ojos vil toda
esperanza vana, y con increíble ardor de mi corazón suspiraba
por la inmortalidad de la sabiduría, y comencé a levantarme para
volver a ti. Porque no era para suplir el estilo—que es lo que parecía debía comprar yo con los dineros maternos " en aquella
edad de mis diecinueve años, haciendo dos que había muerto mi
padre—; no era, repito, para pulir el estilo para lo que yo empleaba la lectura de aquel libro, ni era la elocución lo que a ella
me incitaba, sino lo que decía 20.
8. ¡Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía en deseos de remontar el vuelo de las cosas terrenas hacia ti, sin que yo supiera lo que
entonces tú obrabas en mí! Parque en ti está la sabiduría. Y el
amor a la sabiduría tiene un nombre en griego, que se dice filosofía, al cual me encendían aquellas páginas. N o han faltado
quienes han engañado sirviéndose de la filosofía, coloreando y
encubriendo sus errores con nombre tan grande, tan dulce y
honesto. Mas casi todos los que en su tiempo y en épocas anteriores hicieron tal están notados y descubiertos en dicho libro.
También se pone allí de manifiesto aquel saludable aviso de tu
Espíritu, dado por medio de tu siervo bueno y pío [ P a b l o ] : Ved
que no os engañe nadie con vanas filosofías y argucias seductoras,
según la tradición de los hombres, según la tradición de los eleille ipsius exhortationem continet ad philosophiam, et vocatur Hortensius.
lile vero líber mutavit affectum meum et ad te ipsum, Domine, mutavit
preces meas, et vota ac desideria mea fecit alia. Viluit rnihi repente omnis
vana spes et immortal i tatem sapientiae concupiscebam aestu cordis in5 credibili et surgere coeperam, ut ad te redirem. Non enim ad acuendam
linguam—quod videbar emere maternis mercedibus, cum agerem annum
aetatis undevicesimum, iam defuncto patre ante biennium—, non ergo
ad acuendam linguam referebam jllum librum ñeque mihi locutionem,
sed quod loquebatur persuaserat.
10
8. Quomodo ardebam, Deus meus, quomodo ardebam revolare a terrenis ad te, et nesciebam quid ageres mecum! Apud te est enim sapientia'. Amor autem sapientiae nomen graeoum habet philosophiam, quo
me accendebant illae litterae. Sunt qui seducant per philosophiam,
magno et blando et honesto nomine colorantes et fucantes errores suos,
18 et prope omnes, qui ex illis et supra temporibus tales erant, notantur in
eo libro et demonstrantur, et manifestatur ibi salutífera illa admonitio
spiritus tui per servum tuum bonum et pium: Videte, ne quis vos decipiat
per philosophiam, et inanem seductionem secundum traditionem hominum, secundum elementa huins mundi et non secundum Christum, quia
2 Job
12,16.
5 surgere EGHMOOSV edds., surgere + iam ceteri el b i.
16 manifestantur FHFST.
admodo S.
138
Confesiones
IH,
5,9
III, 6, 10
mentos de este mundo y no según Cristo, porque en él habita
corporalmente toda la plenitud de la divinidad.
Mas entonces—tú lo sabes bien, luz de mi corazón—, como
aún no conocía yo el consejo de tu Apóstol, sólo me deleitaba en
aquella exhortación el que me excitaba, encendía e inflamaba con
su palabra a amar, buscar, lograr, retener y abrazar fuertemente
no esta o aquella secta, sino la Sabiduría misma, estuviese dondequiera 21. Sólo una cosa me resfriaba tan gran incendio, y era
el no ver allí escrito el nombre de Cristo. Porque este nombre,
Señor, este nombre de mi Salvador, tu Hijo, lo había yo por tu
misericordia bebido piadosamente con la leche de rrji madre y lo
conservaba en lo más profundo del corazón; y así, cuanto estaba
escrito sin este nombre, por muy verídico, elegante y erudito que
fuese, no me arrebataba del todo 2~.
CAPITULO
CAPITULO
CA P UT
v
3
Col 2,8.
2 needum S, nondum cet. et eJJs.
14 confectam EGM2(M'coníictam)OSV. compertam BDFHO-PTZ eddi. omnts
VI
10. De este modo vine a dar con unos hombres que deliraban soberbiamente, carnales y habladores en demasía 2\ en cuya
boca hay lazos diabólicos y una liga viscosa hecha con las sílabas
de tu nombre, del de nuestro Señor Jesucristo y del de nuestro
Paráclito y Consolador, el Espíritu Santo. Estos nombres no se
apartaban de sus bocas, pero sólo en el sonido y ruido de la boca,
pues en lo demás su corazón estaba vacío de toda verdad.
Decían: «¡Verdad! ¡Verdad!», y me lo decían muchas veces,
pero jamás se hallaba en ellos; antes decían muchas cosas falsas,
no sólo de ti, que eres verdad por esencia, sino también de los
elementos de este mundo, creación tuya, sobre los cuales, aun diciendo verdad los filósofos, debí haberme remontado por amor de
ti, ¡oh padre mío sumamente bueno y hermosura de todas las
hermosuras!
¡Oh verdad, verdad!, cuan íntimamente suspiraba entonces
por ti desde los meollos de mi alma, cuando aquéllos te hacían
resonar en torno mío frecuentemente y de muchos modos, bien
que sólo de palabras y en sus muchos y voluminosos libros. Estos
eran las bandejas en las que, estando yo hambriento de ti, me
9. En vista de ello decidí aplicar mi ánimo a las Santas Escrituras y ver qué tal eran 2i. Mas he aquí que veo una cosa no
hecha para los soberbios ni clara para los pequeños, sino a la
entrada baja y, en su interior sublime y velada de misterios, y 7 0
no era tal que pudiera entrar por ella o doblar la cerviz a su
paso por mí 2 \ Sin embargo, al fijar la atención en ellas, no
pensé entonces lo que ahora digo, sino simplemente me parecieron indignas de parangonarse con la majestad de los escritos de
9- Itaque instituí animum intendere in scritpuras sanctas »t videre,
quales essent. Et ecce video rem non confectam superbis ñeque nudatam
15 pueris, sed incessu humilem, successu excelsam et velatam mysterüs, et
non eram ego talis, ut intrate in eam possem aut inclinare cervicem ad
eius gressus. Non enim sicut modo loquor, ita sensi, cum attendi ad illam
scripturam, sed visa est mihi indigna, quam tullianae dignitati compara-
139
Tulio. Mi hinchazón recusaba su estilo y mi mente no penetraba
su interior. Con todo, ellas eran tales que habían de crecer con
los pequeños; mas yo me desdeñaba de ser pequeño y, finchado
de soberbia, me creía grande 5 .
V
in ipso inhabitat omnis plenitudo dhinitatis corporaliter3. Et ego iüo
tempore, seis tu, lumen cordis mei, quoniam needum mihi haec apostólica
nota erant, hoc tamen solo delectabar in illa exhortatione, quod non
illam aut illam sectam, sed ipsam, quaecumque esset sapientiam ut
5 diligerem et quaererem et adsequerer et tenerem atque amplexarer fortiter, excitabar sermone illo; et accendebar et ardebam; et hoc solum me
in tanta flagrantia refrangebat, quod nomen Christi non erat ibi, quoniam
hoc nomen secundum misericordiam tuam, Domine, hoc nomen salvatoris
mei, Filii tui, in ipso adhuc lacte matris tenerum cor meum pie biberat
10 et alte retinebat, et quidquid sine hoc nomine fuisset, quamvis litteratum
et expolitum et veridicum, non me totum rapiebat.
Confesiones
rem. Tumor enim meus refugiebat modum eius et acies mea non penetraba! interiora eius. Verum tamen illa erat, quae cresceret cum parvulis,
sed ego dedignabar esse parvulus et turgidus fastu mihi grandis videbar.
CA P U T
vi
5
10. Itaque incidí in nomines superbe delirantes, carnales nimis et
loquaces, in quorum ore laquei diaboli et viscum confectum commixtione
syllabarum nominis tui et Domini Iesu Christi et Paracleti consolatoris
nostri Spiritus Sancti. Haec nomina non recedebant de ore eorum, sed
tenus sonó et strepitu linguae; ceterum cor inane veri. Et dicebant:
10 «Veritas et veritas», et multum eam dicebant mihi, et nusquam erat in
eis, sed falsa loquebantur non de te taníum, qui veré veritas es, sed
etiam de istis elementis mundi creatura tua, de quibus etiam vera dicentes
philosophos transgredí debui prae amore tuo, mi pater summe bone,
pulchritudo pulchrorum omnium. O veritas, veritas, quam intime etiam
15 tum medullae animi mei suspirabant tibi, cum te illi sonarent mihi
frequenter et multipliciter voce sola et libris multis et ingentibus! Et
illa erant fercula, in quibus mihi esurienti te inferebatur pro te sol et
2 tamen BPSZ, autem ceteri.
12 mundi EMS, huius mundi cet. et edds.
17 pro te om S.
140
Confesiones
III, 6, 10
III,
6,11
Confesiones
141
servían en tu lugar el sol y la luna, obras tuyas hermosas, pero
al fin obras tuyas, no tú, y ni aun siquiera de las principales 27.
Porque más excelentes son tus obras espirituales que estas corporales, siquiera lúcidas y celestes. Pero yo tenía hambre y sed no
de aquellas primeras, sino de ti misma, ¡oh verdad, en quien no
hay mudanza alguna ni obscuridad momentánea! ~*
Y continuaban aquéllos sirviéndome en dichas bandejas espléndidos fantasmas, en orden a los cuales hubiera sido mejor
amar este sol, al menos verdadero a la vista, que no aquellas falsedades que por los ojos del cuerpo engañaban al alma.
Mas como las tomaba por ti, comía de ellas, no ciertamente
con avidez, porque no me sabían a ti—que no eras aquellos vanos
fantasmas—ni me nutría con ellas, antes me sentía cada vez más
extenuado. Y es que el manjar que se toma en sueños, no obstante ser muy semejante al que se toma despierto, no alimenta
a los que duermen, porque están dormidos. Pero aquéllos no eran
semejantes a ti en ningún aspecto, como ahora me lo ha manifestado la verdad, porque eran fantasmas corpóreos o falsos cuerpos,
en cuya comparación son más ciertos estos cuerpos verdaderos que
vemos con los ojos de la carne—sean celestes o terrenos—al par
que los brutos y aves 2S.
Vemos estas cosas y son más ciertas que cuando las imaginamos, y a su vez, cuando las imaginamos, más ciertas que cuando
por medio de ellas conjeturamos otras mayores e infinitas, que en
modo alguno existen. Con tales quimeras me apacentaba yo entonces y por eso no me nutría.
Mas tú, amor mío, en quien desfallezco para ser fuerte, ni
eres estos cuerpos que vemos, aunque sea en el cielo, ni los otros
que no vemos allí, porque tú eres el Criador de todos éstos, sin
que los tengas por las más altas creaciones de tu mano.
¡Oh, cuan lejos estabas de aquellos mis fantasmas imaginarios, fantasmas de cuerpos que no han existido jamás, en cuya
comparación son más reales las imágenes de los cuerpos existentes; y más aún que aquéllas, éstos, los cuales, sin embargo, no
eres tú! Pero ni siquiera eres el alma que da vida a los cuerpos
—y como vida de los cuerpos, mejor y más cierta que los cuerpos—, sino que tú eres la vida de las almas, la vida de las vidas
que vives por ti misma y no te cambias: la vida de mi alma 3".
11. Pero ¿dónde estabas entonces para mí? ¡Oh, y qué lejos,
sí, y qué lejos peregrinaba fuera de ti, privado hasta de las bellotas de los puercos que yo apacentaba con ellas! 31 ¡Cuánto mejores eran las fábulas de los gramáticos y poetas que todos aquellos
engaños! Porque los versos, y la poesía, y la fábula de Medea
volando por el aire son cosas ciertamente más útiles que los cinco
elementos diversamente disfrazados, conforme a los cinco antros
o cuevas tenebrosas, que no son nada real, pero que dan muerte
al que los cree. Porque los versos y la poesía los puedo yo convertir en vianda sabrosa 32; y en cuanto al vuelo de Medea, si
bien lo recitaba, no lo afirmaba; y si gustaba de oírlo, no lo creía.
Mas aquellas cosas las creí".
¡ Ay, ay de mí, por qué grados fui descendiendo hasta las profundidades del abismo, lleno de fatiga y devorado por la falta
de verdad! Y todo, Dios mío—a quien me confieso por haber "tenido misericordia de mí cuando aún no te confesaba—, todo por
luna, pulchra opera tua, sed tamen opera tua, non tu, nec ipsa prima.
Priora enim spiritalia opera tua quam ista corpórea quamvis lucida et
caelestia. At ego nec priora illa, sed te ipsam, veritas, in qua non est
commutalio nec momenti obumbralio4 esuriebam et sitiebam. Et ap6 ponebantur adhuc mihi in lilis ferculis phantasmata splendida, quibus
iam melius erat amare istum solem saltem istis oculis verum, quam illa
falsa animo decepto per oculos. Et tamen, quia te putabam, manducaban!, non avide quidem, quia nec sapiebas in ore meo sicuti es—ñeque
enim tu eras illa figmenta inania—nec nutriebar eis, sed exhauriebar ma10 gis. Cibus in somnis simillimus est cibis vigilantium, quo tamen dormientes non aluntur; dormiunt enim. At illa nec similia erant uüo modo tibí,
sicut nunc mihi locuta est, quia illa erant corporalia phantasmata, falsa
corpora, quibus certiora sunt vera corpora ista, quae videmus visu carneo,
sive caelestia sive terrestria, cum pecudibus et volatilibus: videmus haec
15 et certiora sunt, quam cum imaginamur ea. Et rursus certius imaginamur
ea quam ex eis suspicamur alia grandiora et infinita, quae omnino nulla
sunt, qualibus ego tune pascebar inanibus et non pascebar. At tu, amor
meus, in quem deficio, ut fortis sim, nec ista corpora es, quae videmus
quamquam in cáelo, nec ea quae non videmus ibi, quia tu ista condidisti
nec in summis tuis conditionibus habes. Quanto ergo longe es a phantasmatis illis meis, phantasmatis corporum, quae omnino non sunt! Quibus
5 certiores sunt phantasiae corporum eorum, quae sunt, et eis certiora corpora, quae tamen non es. Sed nec anima es, quae vita est corporum—ideo
melior vita corporum certiorque quam corpora—, sed tu vita es animarum, vita vitarum, vivens te ipsa et non mutaris, vita animae meae.
11. Ubi ergo mihi tune eras? Et quam longe et longe peregrinabar
10 abs te, exclusus et a siliquis porcorum, quos de siliquis pascebam! Quanto enim meliores grammaticorum et poetarum fabellae quam illa decipula!
Nam versus et carmen et Medea volans utiliores certe quam quinqué elementa varié fucata propter quinqué antra tenebrarum, quae omnino nulla
sunt et occidunt credentem. Nam versum et carmen etiam ad vera pul15 menta transfero, volantem autem Medeam etsi cantabam, non asserebam,
etsi cantari audiebam, non credebam: illa autem credidi. Vae, vae! quibus gradibus deductus in profunda inferí, quippe laborans et aestuans
inopia veri, cum te, Deus meus—tibi enim confíteor, qui me miseratus
* lac 1,17.
3 veritas F^V, te veritas cet. et edd.
14 haec om. S.
3 phantasmatae S.
18 tibi enim], enim om. S.
142
III, 7, 12
Confesiones
buscarte no con la inteligencia—con la que quisiste que yo aventajase a los brutos31—, sino con los sentidos de la carne, porque
tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más
elevado que lo más sumo mío.
Así vine a dar con aquella mujer procaz y escasa de prudencia—enigma de Salomón—que, sentada a la puerta de su casa
sobre una silla, dice a los que pasan: Comed gustosos los partes escondidos y bebed del agua dulce hurtada3', la cual me sedujo
por hallarme vagando fuera de mí, bajo el imperio del sentido
carnal de la vista, rumiando dentro de mí tales cosas cuales por
él devoraba.
CAPITULO
Vil
12. No conocía yo otra cosa—en realidad de verdad lo que
es—y sentíame como agudamente movido a asentir a aquellos recios engañadores atando me preguntaban de dónde procedía el
mal, y si Dios estaba limitado por una forma corpórea, y si tenía
cabellos y uñas, y si habían de ser tenidos por justos los que tenían
varias mujeres a un tiempo, y los que causaban la muerte a otros
y sacrificaban animales sa.
Yo, ignorante de estas cosas, perturbábame con ellas y, alejándome de la verdad, me parecía que iba hacia ella, porque no
sabía que el mal no es más que privación del bien hasta llegar a
la misma nada-". Y ¿cómo la había yo de saber, si con la vista
es et nondum confitentem—, cum te non secundum intellectum mentis,
quo rae praestare voluisti belluis, sed secundum sensum carnis quaererem.
Tu autem eras interior intimo meo et superior summo meo. Offendi illam
mulierem audacem, inopem prudentiae, aenigma Salomonis, sedentem su5 per sellam in foribus et dicentem: Panes occultos libenter edite et aquam
dulcem furtivam bibite *. Quae me seduxit, quia invenit foris habitantem
in oculo carnis meae et talia ruminantem apud me, qualia per illum
vorassem.
CAPUT
VII
10
12: Nesciebam enim aliud, veré quod est, et quasi acutule movebar,
ut suffragarer stultis deceptoribus, cum a me quaereretur, unde malutn
est, et utrum forma corpórea Deus finiretur et haberet capillos et ungues
et utrum iusti existimandi essent qui haberent uxores multas simul et occiderent homines et sacrificarent de animalibus. Quibus rerum ignarus
15 perturbabar et recedens a veritate iré in eam mihi videbar, quia non noveram malum non esse nisi privationem boni usque ad quod omnino non
est. Quod unde viderem, cuius videre usque ad corpus erat oculis et
3
III, 7,13
Confesiones
de los ojos no alcanzaba a ver más que cuerpos y con la del alma
no iba más allá de los fantasmas?
Tampoco sabía que Dios fuera espíritu y que no tenía miembros a lo largo ni a lo ancho, ni cantidad material alguna, porque
la cantidad o masa es siempre menor en la parte que en el todo,
y, aun dado que fuera infinita, siempre sería menor la contenida
en el espacio de una parte que la extendida por el infinito, a más
de que no puede estar erí todas partes como el espíritu, como Dios.
También ignoraba totalmente qué es aquéllo que hay en nosotros según lo cual somos y con verdad se nos llama en la Escritura imagen de Dios ".
13. No conocía tampoco la verdadera justicia interior, que
juzga no por la costumbre, sino por la ley rectísima de Dios omnipotente, según la cual se han de formar las costumbres de los
países y épocas conforme a los mismos países y tiempos; y siendo
la misma en todas las partes y tiempos, no varía según las latitudes y las épocas. Según la cual fueron justos Abraham, Isaac,
]acob y David y todos aquellos que son alabados por boca de
Dios; aunque los ignorantes, juzgando las cosas por el módulo
humano y midiendo la conducta de los demás por la suya, los
juzgan inicuos. Como si un ignorante en armaduras, que no sabe
lo que es propio de cada miembro, quisiera cubrir la cabeza con
las grebas y los pies con el \:asco y luego se quejase de que no
le venían bien las piezas. O como si otro se molestase de que en
determinado día, mandando guardar de fiesta desde mediodía en
adelante, no se le permitiera vender la mercancía por la tarde
animo usque ad phantasma? Non noveram Deum esse spiritum, non cui
membra essent per longum et latum nec cui esse moles esset, quia moles in
parte minor est quam ¡n toto suo, et si infinita sit, minor est in aliqua
parte certo spatio definita quam per infinitum et non est tota ubique sicut
5 spiritus, sicut Deus. Et quid in nobis esset, secundum quod essemus, et
recte in Scriptura diceremur ad imaginem Dei 5, prorsus ignorabam.
13. Et non noveram iustitiam veram interiorem non ex consuetudine
iudicantem, sed ex lege lectissima Dei omnipotentis, qua formarentur mores
regionum et dierum pro regionibus et diebus, cum ipsa ubique ac semper
10 esset, non alibi alia nec alias aliter, secundum quam iusti essent Abraham et Isaac et Iacob et Moyses et David et illi omnes laudati ore Dei;
sed eos ab imperitis iudicari iniquos, iudicantibus ex humano die ' et
universos mores humani generis ex parte moris sui metientibus, tamquam
si quis nescius in armamentis, quid cui membro accommodatum sit, ocrea
15 velit caput contegi et galea calciari et murmuret, quod non apte conveniat,
aut in uno die indicto a promeridianis horis ¡ustitio quisquam stomachetur
non sibi concedí quid venale proponere, qui mane concessum est, aut in
6
Gen 1,17.
' 1 Cor 4,3.
Prov 9.17.
2 quo me}, quomodo S, me otn. O 1 .
11 quaereretur S, quaererent cet. et edd. malum est S. est om. cel. et edds.
16 non HST. et non cet. et edd.
143
5
6
8
essemus EOSV, e símiles deo cet. et edd.
recte] quid S.
lectissima CDS, iustissima EGM b, rectissima cet. et edd.
144
Confesiones
III, % 14
que se le permitió por la mañana; o porque ve que en una misma
casa se permite tocar a un esclavo cualquiera lo que no se consiente al que asiste a la mesa; o porque no se permite hacer ante
los comensales lo que se hace tras los pesebres; o, finalmente,
se indignase porque, siendo una la vivienda y una la familia, no
se distribuyesen las cosas a todos por igual39.
Tales son los que se indignan *° cuando oyen decir que en
otros siglos se permitieron a los justos cosas que no se permiten
a los justos de ahora, y que mandó Dios a aquéllos una cosa y
a éstos otra, según <la diferencia de los tiempos, sirviendo unos y
otros a la misma norma de santidad. Y no echan de ver éstos que
en un mismo hombre, y en un mismo día, y en la misma hora,
' y en la misma casa conviene una cosa a un miembro y otra a otro
y que lo que poco antes fue lícito, en pasando la hora no lo es; y
que lo que en una parte se concede, justamente se prohibe y castiga en otra.
¿Diremos por esto que la justicia es varia y mudable? Lo que
hay es que los tiempos que aquélla preside y rige no caminan
iguales, porque son tiempos. Mas los hombres, cuya vida sobre
la tierra es breve, como no saben compaginar las causas de los
siglos pasados y de las gentes' que no han visto ni experimentado
con las que ahora ven y experimentan, y, por otra parte, ven fácilmente lo que en un mismo cuerpo, y en un mismo día, y en
una misma casa conviene a cada miembro, a cada tiempo, a cada
parte y a cada persona, condenan las cosas de aquellos tiempos,
en tanto que aprueban las de éstos.
14. Ignoraba yo entonces estas cosas y no las advertía; y
una domo videat aliquid tiactari manibus a quoquam servo, quod faceré
non sinatur qui pocula ministrat, aut aliquid post praesepia fieri, quod
ante mensam prohibeatur, et indignetur, cum sit unum habitaculum et
una familia, non ubique atque ómnibus Ídem tribuí. Sic sunt isti qui
5 indignantur, cum audierint illo saeculo 'licuisse iustis aliquid, quod isto
non licet iustis, et quia lilis aliud praecepit Deus, ¿stis aliud pro iemporalibus causis, cum eidem iustitiae utrique servierint, cum in uno homine et
in uno die et in unis aedibus videant aliud alii membro coogruere et aliud
iam dudum licuisse, post horam non licere, quiddam in illo ángulo per10 mitti aut iuberi, quod in isto iuxta vetetur et vindicetur. Numquid iustitia
varia est et mutabilis ? Sed témpora, quibus praesidet, non pariter eunt;
témpora enim sunt. Homines autem, quorum vita super terram brevis est,
quia sensu .non valent causas contexere saeculorum priorum aliarumque
gentium, quas experti non sunt, cum his quas experti sunt, in uno autem
15 corpore vel die vel domo facile possunt videre, quid cui membro, quibus
momentis, quibus partibus personisve congruat, in illis offenduntur, nic
serviunt.
14. Haec ego tune nescíebam et non advertebam, et feriebant undique
2 qui], quo S.
III, 8( 15
Confesiones
145
aunqile por ¡odas partes me daban en los ojos, no las veía; y aunque veía cuando declamaba algún poema que no me era lícito
poner ¡un pie cualquiera en cualquiera parte del verso, sino en
una clase de metro unos y en otra otros, y en un mismo verso no
siempre y en todas sus partes el mismo pie; y que el arte mismo
conforr«e al cual declamaba, no obstante mandar cosas tan distantes, no era diverso en cada parte, sino uno en todas ellas; con
todo, no veía cómo la justicia, a la que sirvieron aquellos buenos
y santos varones, podía contener simultáneamente de modo mucho más excelente y sublime preceptos tan diversos sin variar en
ninguna parte, no obstante que no manda y distribuye a los diferentes tiempos todas las cosas simultáneamente, sino a cada uno
las que le son propias. Y, ciego, reprendía a aquellos piadosos
patriarcas, que no sólo usaron del presente como se lo mandaba
e inspiraba Dios, sino que también anunciaban lo por venir conforme Dios se lo revelaba.
CAPITULO
VIII
15. ¿Acaso ha sido alguna vez o en alguna parte cosa injusta amar a Dios de todo corazón, con toda el alma y con toda
la mente, y amar al prójimo como a nosotros mismos? Así
pues, todos los pecados contra naturaleza, como fueron los de
los sodomitas, han de ser detestados y castigados siempre y en
todo lugar, los cuales, aunque todo el mundo los cometiera, no
ista oculos meos, et non vklebam. Et cantabam carmina et non mihi
licebat poneré pedem quemlibet et ubilibet, sed in alio atque alio metro
aliter atque aliter et in uno aliquo versu non ómnibus locis eundem pedem;
et ars ipsa, qua canebam, non habebat aliud alibi, sed omnia simul. Et non
intuebar iustitiam, cui servirent boni et sancti homines, longe excellentíus
atque sublimius habere simul omnia quae praecipit et nulla ex parte
variari et tamen variis temporibus non omnia simul, sed propria distribuentem ac praecipientem. Et reprehendebam caecus pios patres non solum, sicut Deus iuberet atque inspiraret, utentes ipraesentibus, verum
quoque, sicut Deus revelaret, futura praenuntiantes.
CA P UT
VII I
15. Numquid aliquando aut alicubi iniustum est diligere Deum ex
loto corde et ex tota anima et ex tota mente et diligere proximum tamquam
te ipsum ?8 Itaque flagitia, quae sunt contra naturam, ubique ac semper
detestanda atque punienda sunt, qualia sodomitarum fuerunt. Quae si omnes gentes facerent, eodem criminis reatu divina lege tenerentur, quae non
» Me 12,33.
2 et uhilibet S, 2 et om. cet. et edds.
6 praecipit OSZ , praecipit cet. et edil.
7 variari et, varié S.
16 reatu om. S.
146
Confesiones
IIIJ8, 16
serían menos reos de crimen ante la ley divina, que no ha hecho
a los hombres para usar tan torpemente de sí, puesto cjue se
viola la sociedad que debemos tener con Dios cuando' dicha
naturaleza, de la que él es autor, se mancha con la perversidad
de la libídine"'.
Respecto a los pecados que son contra las costumbres humanas, también se han de evitar según la diversidad de las costumbres, a fin de que el concierto mutuo entre pueblos p naciones, firmado por la costumbre o la ley, no se quebrante por
ningún capricho de ciudadano o forastero, porque es indecorosa la parte que no se acomoda al todo.
Pero cuando Dios manda algo contra estas costumbres o
pactos, sean cuales fueren, deberá hacerse, aunque no se haya
hecho nunca; y si se dejó de hacer, ha de instaurarse, y si no
estaba establecido, se ha de establecer. Porque si es lícito a un
rey mandar en la ciudad que gobierna cosas que ninguno antes
de él ni aun él mismo había mandado y no es contra el bien
de la sociedad obedecerle, antes lo sería el no obedecerle—por
ser ley primordial de toda sociedad humana obedecer a sus
reyes—, ¿cuánto más deberá ser Dios obedecido sin titubeos en
todo cuanto ordenare, como rey del universo?" Porque así
como entre los poderes humanos la mayor potestad es antepuesta a la menor en orden a la obediencia, así Dios lo ha de
ser de todos.
16. Lo mismo ha de decirse de los delitos cometidos por
deseo de hacer daño, sea por contumelia o sea por injuria; y arasic fecit homines, ut hoc se uterentur modo. Violatur quippe ¿psa societas,
quae cum Deo nobis esse debet, cum eadem natura, cuius ille auctor est,
¡libidinis perversitate polluitur. Quae autem contra mores hominum sunt
flagitia, pro raorum diversitate vitanda sunt, ut pactum Ínter se civitatis
5 aut gentis consuetudine vel lege firmatum nulla civis aut peregrini libibidine violetur. Turpis enim omnis pars universo suo non congruens. Cum
autem Deus aliquíd contra morem aut pactum quorumübet .iubet, etsi
nunquam ibi factum est, faciendum est, et si omis&um, instaurandum, et si
institutum non erat, instituendum est. Si enim regi licet in civitate, cui
10 regnat, iubere aliquid, <juod ñeque ante illum quisquam nec ipse unquam
iusserat, et non contra societatem civitatis eius obtemperatur, immo contra
societatem non obtemperatur—genérale quippe pactum est societatis humanae oboedire regibus suis—, quanto magts Deus regnator universae creaturae suae? ad ea quae iusserit sine dubitatione serviendum est! Sicut enim in
15 potestatibus societatis humanae maior potestas minori ad oboediendum
praeponitur, ita Deus ómnibus.
16. ítem in facinoribus, ubi libido est nocendi sive per contumeliam
sive per iniuriam, et utrumque vel ukiscendi causa, sicut inimico inimi7 iubet om. S.
13 deus regnator BEHM0 2 SVT. deo regnatori cet. el edds. suae], sine S.
cui coni. Kn. serviendus foríassis, serviendum, coddi. et edds.
III, \, 16
Confesiones
147
bas cbsas, o por deseo de venganza, como ocurre entre enemigos;
o porl alcanzar algún bien sin trabajar, como el ladrón que roba
al viajero; o por evitar algún mal, como el que teme; o por
envidia, como acontece al desgraciado con el que es más dichoso,
o al que ha prosperado y teme se le iguale o se duele de haberlo
sido ya; o por el solo deleite, como el espectador de juegos gladiatorios o el que se ríe y burla de los demás.
Estas son las cabezas o fuentes de iniquidad que brotan de
la concupiscencia de mandar, ver o sentir, ya sea de una sola,
ya de dos, ya de todas juntas, y por las cuales se vive mal,
¡Oh Dios altísimo y dulcísimo!, contra los tres y siete" el salterio de diez cuerdas, tu decálogo.
Pero ¿qué pecados puede haber en ti, que no sufres corrupción? ¿O qué crímenes pueden cometerse contra ti, a quien nadie
puede hacer daño? Pero lo que tú vengas es lo que los hombres
perpetran contra sí, porque hasta cuando pecan contra ti obran
impíamente contra sus almas y se engaña a sí misma su iniquidad, ya corrompiendo y pervirtiendo su naturaleza—la cual has
hecho y ordenado tú—, ya usando inmoderadamente de las cosas
permitidas, ya deseando ardientemente las no permitidas, Según el
uso que es contra naturaleza.
También se hacen reos del mismo crimen quienes de pensamiento y de palabra se enfurecen contra ti y dan coces contra el aguijón, o cuando, rotos los frenos de la humana sociedad, se alegran, audaces, con privadas conciliaciones o desuniones, según que fuere de su agrado o disgusto. Y todo esto
se hace cuando eres abandonado tú, fuente de vida, único y vercus, vel adipiscendi alicuius extra commodi, sicut latro viatori, vel evitandi mali, sicut ei qui tknetur, vel invidendo, sicut feliciori miserior aut
•in alíquo prosperarais, ei quem sibi aequari timet aut aequalem dolet, vel
sola voluptate alieni mali, sicut spectatores gladiatorum aut irrisores aut
5 illusores quorumübet. Haec s-unt capita iniquitatis, quae pullulant principandi et spectandi et sentiendi libídine, aut una aut duabus earum aut
simal ómnibus, et vivitur male adversus tria et septem, psalterium decem
chordarum, decalogum tuum, Deus altissime et dulcissime. Sed quae flagitia in te, qui non corrumperis? aut quae adversus te facinora, cui noceri
10 non potest? sed hoc vindicas, quod in se homines perpetrant, quia etiam
cum in te peccant, impie faciunt in animas suas, et mentitur iniquitas
sibi corrumpendo ac pervertendo naturam suam, quam tu fecisti et ordinasti, vel immoderate utendo concessis rebus vel in non concessa flagrando
In eum usum, qui est contra naturam °; aut rei tenentur animo et verbis
15 saevientes adversus te et adversus síimulum calcitrantes, aut cum diruptis
limitibus humanae societatis laetantur audaces privatis conciliationibus aut
diremptionibus, prout quidque delectaverit aut offenderit. Et ea fiunt, cum
9
Rom 1.26.
6
sitiendi S.
148
Confesiones
I I I , 10, 18
111,(9,17
IX
17. Pero entre las maldades, delitos y tanta muchedumbre de iniquidades están los pecados de los proficientes, que los
hombres de buen juicio vituperan, según la regla de perfección,
y alaban por la esperanza del fruto, como ocurre con el trigo
en ciernes.
Otras cosas hay semejantes a los pecados o delitos y que no
lo son, porque ni te ofenden a ti, Señor Dios nuestro, ni son
tampoco contra la sociedad humana, como acontece cuando se
procuran algunas cosas convenientes para el uso de la vida y las
circunstancias y no se sabe si ello nace o no del apetito de poseer,
o cuando se castiga a algunos con deseo de que se corrijan, en
uso de la potestad ordinaria, y no se sabe si es o no por el gusto
de mortificar.
De aquí sucede que muchas cosas que parecen a los hombres vituperables son aprobadas por tu testimonio, y muchas
tu derelinqueris, fons vitae, qui es unus et verus creator et rector universitatis, et privata superbia diligitur in parte unum falsum. Itaque pietate
humili reditur in te, et purgas nos a consuetudine mala et propitius es
peccatis confitentium et exaudís gemitus compeditorum et solvis a vinculis,
5 quae nobis fecimus, si iam non erigamus adversus te cornua falsae libertatis, avaritia plus habendi et damno totum amittendi, amplius amando proprium nostrum quam te omnium bonum.
CAP UT
ix
17. Sed inter flagitia et facinora et tam multas iniquitates sunt peci o cata proficíentium, quae a bene iudícantibus et vítuperantur ex regula
perfectionis et laudantur spe frugis sicut herba segetis. Et sunt quaedam
similia vel flagitio vel facinori et non sunt peccata, quia oec te offendunt, domínum Deum nostrum, nec sociale consortium, cum conciliantur
aliqua in usum vitae congrua et tempori, et íncertum est an libídine ha15 bendi; aut puniuntur corrigendi studio potestate ordinata, et íncertum
est an libídine nocendi. Multa itaque facta, quae hominibus irruprobanda
3 reditur], creditur S.
14 et tempori SZ, et om. ceí. et edd.
149
alabadas por los hombres son condenadas por ti, su testigo,
por ser con frecuencia una cosa las apariencias del hecho y otra
el ánimo del que obra y las circunstancias secretas del tiempo.
Mas cuando tú mandas de repente algo inusitado e imprevisto, aun cuando lo hayas prohibido alguna vez, aun cuando
ocultes por algún tiempo la causa de tu mandato, aun cuando
sea contra el pacto de algunos hombres de la sociedad, ¿quién
dudará de que se ha de hacer, siendo justa la sociedad humana
que te sirve? Pero felices los que saben que tú lo has mandado,
porque los que te sirven lo hacen todo o porque así lo requiere el
tiempo presente o pata significar lo por venir ".
dadero criador y rector del universo, y con privada soberbia se
ama en la parte una falsa unidad ".
i
Así, pues, sólo con humilde piedad se vuelve uno a ti; y es
como tú nos purificas de las malas costumbres, y te muestras
propicio con los pecados de los que te confiesan, y escuchas los
gemidos de los cautivos, y nos libras de los vínculos que nosotros
mismos nos forjamos, con tal que no levantemos contra ti los
cuernos de una falsa libertad, sea arrastrados por el ansia de
poseer más, sea por el temor de perderlo todo, amando más
nuestro propio interés que a ti, Bien de todos".
CAPITULO
Confesiones
CAPITULO
X
18. Desconocedor yo de estas cosas, reíame de aquellos
tus santos siervos y profetas". Pero ¿qué hacía yo cuando me
reía de ellos, sino hacer que tú te rieses de mí, dejándome caer
insensiblemente y poco a poco en tales ridiculeces que llegara
a creer que el higo, cuando se le arranca, juntamente con su
madre el árbol llora lágrimas de leche, y que si algún santo de
la secta comía dicho higo, arrancado no por delito propio, sino
ajeno, y lo mezclaba con sus entrañas, exhalaba después, gimiendo
y eructando, en la oración ángeles y aun partículas de Dios, las
cuales partículas del sumo y verdadero Dios hubieren estado
ligadas siempre en aquel fruto de no ser libertadas por el diente
y vientre del santo Electo ".
viderentur, testimonio tuo adprobata sunt et multa laúdala ab hominibus
te teste damnantur, cum saepe se aliter habet species facti et aliter facientis animus atque articulus occulti temporis. Cum vero aliquid tu repente inusitatum et improvisum imperas, etiamsi hoc aliquando vetuisti,
5 quamvis causam imperii tui pro tempore oceultes et quamvis contra pactum sit aliquorum hominum societatis, quis dubitet esse faciendum, quando ea iusta est societas hominum, quae servit tibi? Sed beati qui te •imperasse sciunt. Fiunt enim omnia a servientibus tibi vel ad exhibendum,
quod ad praesens opus est, vel ad futura praenuntianda.
10
CAPUT X
18. Haec ego nesciens irridebam jilos sanctos servos et prophetas
tuos. Et quid agebam, cum irridebam eos, nisi ut ¡rriderer abs te, sensim
atque paulatim perductus, ad eas nugas, ut crederem ficum plorare, cum
decerpitur, et matrem eius arborem lacrimis lacteis? Quam tamen ficum
15 si comedisset aliquis sanctus, alieno sane non suo scelere decerptam, misceret visceribus et anhelaret de illa angelos, immo vero partículas Dei
gemendo in oratione atque ruciando: quae particulae summi et veri Dei ligatae fuissent in illo pomo, nisi electi sancti dente ac ventre solverentur.
8 fiant S.
13 perductis S.
150
Confesiones
III, 11, 19
También creí, miserable, que se debía tener más misericordia con los frutos de la tierra que con los hombres, por los que
han sido creados; porque si alguno estando hambriento, que no
fuese maniqueo, me los hubiera pedido, me parecía que el dárselos era como condenar a pena de muerte aquel bocado ".
CAPITULO
XI
19. Pero enviaste tu mano de lo alto y sacaste mi alma
de este abismo de tinieblas. Entre tanto, mi madre, fiel sierva
tuya, llorábame ante ti mucho más que las demás madres suelen llorar la muerte corporal de sus hijos, porque veía ella
mi muerte con la fe y espíritu que había recibido de ti. Y tú
la escuchaste, Señor; tú la escuchaste y no despreciaste sus
iágrimas, que, corriendo abundantes, regaban ei suelo debajo
de sus ojos allí donde hacía oración; sí, tú la escuchaste, Señor. Porque ¿de dónde si no aquel sueño con que la consolaste, viniendo por ello a admitirme en su compañía y mesa,
que había comenzado a negarme por su adversión y detestación
a las blasfemias de mi error ? 5°
Viose, en efecto, estar de pie sobre una regla de madera y
a un joven resplandeciente, alegre y risueño que venía hacia
ella, toda triste y afligida. Este, como la preguntase la causa de
su tristeza y de sus lágrimas diarias, no por saberla, como ocurre
ordinariamente, sino para instruirla, y ella a su vez le respondiese que era mi perdición lo que lloraba, le mandó y amonesto
Et credidi miser magis esse misericordiam praestandam fructibus terrae
quam hominibus, propter quos nascerentur. Si quis vero esuriens peteret,
qui manichaeus non esset, quasi capitali supplicio damnanda buccella videretur, si ei daretur.
5
CApu T
xi
19. Et misisti manum tuam ex alto et de hac profunda calígine
eruisti animam meam, cum pro me fleret ad te mea mater, fidelis tua,
amplius quam flent marres corpórea fuñera. Videbat enim illa mortem
meam ex fide et spiritu, quem habebat ex te, et exaudisti eam, Domine.
10 Exaudisti eam nec despexisti lacrimas eius, cum profluentes rigarent terram
sub oculis eius in omni loco orationis eius; exaudisti eam. Nam unde
iiíud somnium, quo eam consoíatus es, ut vívere mecum cederet et habere mecum eandem mc-nsam in domo? Quod nolle coeperat aversans et
detestara blasphemias erroris mei. Vidit enim se stantem in quadam regula
15 lignea et venientem ad se iuvenem splendidum hilarem atque arridentem
sibi, cum illa esset maerens et maerore confecta. Qui cum causas ab ea
quaesisset maestitiae suae cotidianarumque lacrimarum, docendi, ut adsoler,
1 esse »n. S.
,
12 mecum EFGMOSV, me secum cet. et b 1. cederet BEGM1 O1 S. creae-
cet. et b l., me concederet m o.
III, 11, 20
Confesiones
151
para su tranquilidad que atendiese y viera corno donde ella estaba
allí estaba yo también. Lo cual, como ella observase, me vio junto
a ella de pie sobre la misma regla 51 .
¿De dónde esto sino de que tú tenías tus oídos aplicados
a su corazón, oh tú, omnipotente y bueno, que así cuidas de
cada uno de nosotros, como si no tuvieras más que cuidar, y así
de todos como de cada uno?
7.0. ¿Y de dónde también le vino que, contándome mi madre esta visión y queriéndola yo persuadir de que significaba
lo contrario y que no debía desesperar de que algún día sería
ella también lo que yo era al presente, al punto, sin vacilación alguna, me respondió: «No me dijo: donde él está, allí
estás tú, sino donde tú estás, allí está él»?
Confieso, Señor, y muchas veces lo he dicho, que, a lo
que yo me acuerdo, me movió más esta respuesta de mi avispada madre, por no haberse turbado con una explicación errónea
tan verosímil y haber visto lo que debía verse—y que yo ciertamente no había visto antes que ella me lo dijese—, que el mismo
sueño con el cual anunciaste a esta piadosa mujer con mucho
tiempo de antelación, a fin de consolarla en su inquietud presente,
un gozo que no había de realizarse sino mucho tiempo después.
Porque todavía hubieron de seguirse casi nueve años, durante los cuales continué revoleándome en aquel abismo de cieno
y tinieblas de error, hundiéndome tanto más cuanto más conatos hacía por salir de él. Entre tanto, aquella piadosa viuda,
non distendí gratia, atque ilia respondisset perditionem meam se piangere,
iussisse illum, quo secura esset, atque admonuisse, ut attenderet et videret,
ubi esset illa, ibi esse et me. Quod illa ubi attendit, vidit me iuxta se in
eadem regula stantem. Unde hoc, nisi quia erant aures tuae ad cor eius,
5 o tu bone Omnipotens, qui sic curas unumquemque nostrum, tamquam
solum cures, et sic omnes, tamquam singulos?
20. Unde illud etiam, quod cum mihi narrasset ipsum visum et ego
ad id detrahere conarer, ut illa se potius non desperaret futuram esse
quod eram, continuo sine aliqua haesitatione: «Non—inquit—, non enim
10 mihi dictum est: ubi ille, ibi et tu, sed: ubi tu, ibi et ille.» Confíteor
tibí, Domine, recordationem meam, quantum recoló, quod saepe non tacui, amplius me isto per matrem vigilantem responso tuo, quod tam vicina
interpretationis falsitate turbata non est et tam cito vidit quod videndum
fuit—quod ego certe, antequam dixisset, non videram—etiam tum fuisse
15 com/nofum quam ¿pso somnio, quo feminae piae gaudium tanto post futurum ad consolationem tune praesentis sollicitudinis tanto ante praedictum est. Nam novem ferme anni secuti sunt, quibus ego in ¡lio limo profundi 10 ac tenebris falsitatis, cum saepe surgere conarer et gravius alliderer, volutatus sum, cum tamen illa vidua casta, pia et sobria, quales amas,
10
Ps 68,3.
8 detrahere S, trahere cet. et edd.
12 vigilantem om. S.
17 nam], quam S.
152
Confesiones
III, 12, 21
;
!
\
í
casta y sobria como las que tú amas, ya un poco más alegre con
la esperanza que tenía, pero no menos solícita en sus lágrimas
y gemidos, no cesaba de llorar por mí en tu presencia en todas
las horas de sus oraciones, las cuales no obstante ser aceptadas
por ti, me dejabas, sin embargo, que me revolcara y fuera eni vuelto por aquella oscuridad.
CAPITULO
XII
)
21. También por este mismo tiempo le diste otra respuesta, a lo que yo recuerdo—pues paso en silencio muchas cosas
por la prisa que tengo de llegar a aquellas otras que me urgen más te confiese y otras muchas porque no las recuerdo S 2 —; diste, digo, otra respuesta a mi madre por medio de un
/ sacerdote tuyo, cierto Obispo, educado en tu Iglesia y ejercitado
en tus Escrituras, a quien como ella rogase que se dignara hablar
conmigo, refutar mis errores, desengañarme de mis malas doctrinas y enseñarme las buenas—hacía esto con cuantos hallaba
idóneos—, negóse él con mucha prudencia, a lo que he podido
ver después, contestándole que estaba incapacitado para recibir
ninguna enseñanza por estar muy fiero con la novedad de la herejía maniquea y por haber puesto en apuros a muchos ignorantes
-A con algunas cuestioncillas, como ella misma le había indicado: «Dejadle estar—dijo—y rogad únicamente por él al Señor; él mismo
leyendo los libros de ellos descubrirá el error y conocerá su gran
impiedad.» Y al mismo tiempo le contó cómo siendo él niño había
sido entregado por su seducida madre a los maniqueos, llegando
iam quidem spe alacrior, sed fletu et gemitu non segnior, non desineret
horis ómnibus orationum suarum de me plangere ad te, et intrabant in
conspectum tuum preces eius, et me tamen dimittebas adhuc volvi et involvi
illa calígine.
5
CA P U T
XI i
21. Et dedisti alterum responsum interim, quod recoló. Nam et multa praetereo, propter quod propero ad ea quae me magis urguent confiten tibi, et multa non memini. Dedisti ergo alterum per sacerdotem tuum,
quendam episcopum nutritum in ecclesia et exercitatum in libris tuis.
10 Quem cum illa femina rogasset, ut dignaretur mecum colloqui et refellere
errores meos et dedocere me mala ac docere bona—faciebat enim hoc, quos
forte idóneos invenisset—noluit ille, prudenter sane, quantum sensi postea.
Respondit enim me adhuc esse indocilem, eo quod inflatus essem novitate
haeresis illius et nonnullis quaestiunculis iam multos imperitos exagitas15 sem, sicut illa indkaverat ei. «Sed—inquit—sine illum ibi. Tantum roga
pro eo Dominum: ipse legendo reperiet, quis ille sit error et quanta ¡mpietas.» Simul etiam narravit se quoque parvulum a seducta matre sua da3 me om. S.
7 urguent CEGHST, urgent cet. et idd.
13 eo], et S.
III, n o t a s
Confesiones
153
no sólo a leer, sino a copiar rasi todos sus escritos; y cómo él
mismo, sin necesidad de nadie que le arguyera ni convenciese,
llegó a conocer cuan digna de desprecio era aquella secta y cómo
al fin la había abandonado ".
Mas como dicho esto no se aquietara, sino que instase con I
mayores ruegos y más abundantes lágrimas a que se viera con- I
migo y disputase sobre dicho asunto, él, cansado ya de su im- I
portunidad, le dijo: «Vete en paz, mujer; ¡así Dios te dé vida!, I
que no es posible que perezca el hijo de tantas lágrimas.» Res- I
puesta que ella recibió, según me recordaba muchas veces en sus
coloquios conmigo, como venida del cielo.
tum fuisse manichaeis et omnes paene non legisse tantum verum etiam
scriptitasse libros eorum sibique adparuisse nullo contra disputante et convincente, quam esset illa secta fugienda: itaque fugisse. Quae cum ille
dixisset atque illa nollet adquiescere, sed instaret magis deprecando et
5 ubertim fiendo, ut me videret et mecum dissereret, ille iam substomachans
taedio: «Vade—inquit—a me; ita vivas! fieri non potest, ut filius istarum
lacrimarum pereat». Quod illa ita se accepisse Ínter colloquia sua mecum
saepe recordabatur, ac si de cáelo sonuisset.
NOTAS
1
AL
LIBRO
III
San Agustín escribe estas palabras con un tono algo enfático, que
reflejan maravillosamente la satisfacción de un humilde provinciano que
llega a la capital para continuar sus estudios, dejando tras sí a infinidad de compañeros que, aunque más pudientes que él, no habían tenido
padres tan generosos y decididos como los suyos. San Agustín habla
siempre con elogio y orgullo de Cartago. En la Epist. 43,7, la llama Civitas ampia et illustris... fama celebérrima nobilis. Apuleyo entona en su
honor un himno en sus Floridas 1.3, al fin, que empieza por estas palabras: Cartago, la maestra veneranda de nuestra provincia; Cartago, la
musa celeste del África; Cartago, la inspiradora de los togados, etc. Herodiano, en el siglo m (Hist. VII 6), la compara con Roma y Alejandría,
a la que no cedía en población y lujo. El mismo Santo, en orden a las
letras latinas, la pone al lado de Roma. (Cf. Epist. 11.8,8). Véase VEGA,
Antecedentes..., l.c. Nótese el juego de palabras Karthago y sartago de
que usa el Santo.
2
Esta impresión de voluptuosidad y corrupción está enteramente
conforme con lo que tanto los escritores paganos como cristianos de
esta época nos dicen de esta ciudad, que mereció ser llamada por esto
la Ciudad del Placer, Karthago Veneris. Véase La ciudad de Dios II c.4
y 15, y véase sobre todo a SALVIANO, De gubernatione Dei VII 16.
'' «Nam quisquís libidinibus deditus luxuriaque corrumpitur, in hoc
malo beatitudinem quaerit et se miserum putat cum ad suae concupiscentiae voluptatem non pervenit, beatum vero non dubitat jactare cum
pervenit» (Enarrat. in Ps. 118,1). El texto: «amare amabam», amans
amare, que hemos procurado reproducir.
4
Seguimos la puntuación Maurina: Knoll y sus secuaces: amare et
3 cum) et S.
6 taedio om. S.
154
Confesiones
III, notas
amari dulce mi erat magis, si et amantis corpore fruerer, contra el sentido
natural de la frase y el pensamiento del Santo.
s
El texto: de tártaro libidinis, del abismo de la libídine. La voz
tártaras en San Agustín es sinónimo de abismo. Cf., entre los muchos
ejemplos que pudiéramos aducir, el del libro VIH 4,9: de tártaro caecitatis, donde todos traducen abismo de ceguedad.
6
Este espíritu de elegancia y delicadeza, quizá algún tanto pretenciosa
y afectada en esta época en calidad de provinciano, fue siempre compañera de Agustín, quien supo elevarla después a la dignidad de virtud
cristiana, necesaria a todos, pero de modo especial a los constituidos en
dignidad o que tienen que tratar con gente de mundo. En su obra De
catechizandis rudibus y su Injormatio regularis, el gran 'Doctor ha condensado muchos consejos de este carácter.
7
La palabra occulte, secretamente, significa lo mismo que privadamente. Distinguíanse entre los romanos dos clases de concubinato: uno
legal, público, en el que la mujer no tenía derechos jurídicos de esposa,
y otro privado, o simple concubinato. San Agustín quiere dar a entender—más adelante lo dice claramente—que su unión fue de este segundo
modo. Los códices SW suprimen esta partícula, tal vez por creerla sin
sentido y de sobra; pero la tradición es unánime en admitirla, debiendo
ser considerada como auténtica. Los códices citados son conocidos por sus
frecuentes omisiones.
8
Son sumamente interesantes estas observaciones del Santo sobre el
dolor, tomo emoción estética, como más adelante (1.9) nos las hará sobre
el llanto. La obra moderna de B. SCHWARTZ La psicología del llanto parece un eco del gran filósofo africano. Véase, por ejemplo, el capítulo
dedicado al llanto como emoción estética.
* Editores y traductores puntúan de modo diferente, suprimiendo la
interrogación.
10
El texto: sacrilega curiositate; los editores, fuera de Knóll y los
de Cambridge, sacrilegam curiositatem; los traductores, fuera de Zeballos,
siguen todos esta lección.
11
Los autores creen ver en este capítulo una alusión a las prácticas
supersticiosas, fundados en que las palabras sacrilega curiosidad las suele
emplear el Santo para denominar prácticas secretas de teurgia o divinación.
Véanse, entre otros lugares, De civ. Dei, X 9,2. En nuestro sentir, se
trata de lo segundo, a cuya ciencia y prácticas se dio de lleno Agustín
en esta época.
12
El sentido de este párrafo no está muy claro. Llovera cree que se
trata d'un acte de superstició o que inclo'ia superstició, trad. catal., página 59 nota. La inmensa mayoría, con Boyer, Bertrand, Alfaric, Papini, etc., creen que se trata de las relaciones culpables con la madre de
Adeodato, que conoció en esta ocasión. Desde luego, ésta era cristiana,
dato digno de tenerse en cuenta. A este sentir nos adherimos nosotros.
13
Alusión al himno de prima: nos servet a nocentibus. El padre Zeballos traduce: terribles males, haciendo cambiar de sentido a la frase.
14
Todavía subsiste en España en la mayor parte de las escuelas de
latinidad esta denominación con los dos partidos rivales de Roma y Cartago, costumbre y tradición importadas probablemente del África.
15
Los eversores. Esta palabra se halla empleada por San Posidio (Vita
Augustini c.30,1) para denominar a los bárbaros: quid magis ab illis
Romaniae eversoribus esse metuendum. En cuanto a lo que era esta caterva de estudiantes calaveras, no sabemos más de lo que el Santo nos
dice; pero parece ser que en forma más violenta o más suave existió en
casi todos los grandes centros de enseñanza. Justiniano hubo de tomar
\
III, notas
Confesiones
155
medidas contra los de Consrantinopla y Beirut. San Gregorio Nacianceno
nos describe en la Oración fúnebre de San Basilio lo que acontecía con
los de Atenas en orden a las novatadas que daban a los forasteros. «Tenían los estudiantes—dice—asediados los caminos, las riberas, las montañas, los puertos, las ciudades mismas. Por todas partes tenían gente en
correspondencia con ellos, y conforme a los avisos que recibían tomaban
las medidas más convenientes, a fin de que los que se trasladaban a Atenas a
estudiar cayesen en sus manos y no se les pudiesen escapar. Cuando caía
uno, le asían de grado o por fuerza, le volvían de todas partes, le ridiculizaban, le denostaban, le bastoneaban, le desconcertaban, le subyugaban
y le obligaban a tomar parte con ellos. Después de esto le conducían a
los baños entre las filas de los estudiantes, de dos en dos, por la plaza
pública. A Ja .puerta del baño se daban grandes gritos, rechiflas y se hacían
horribles contorsiones. El candidato entraba solo en los baños, recibía las
oblaciones iniciantes y volvía del mismo modo al gimnasio... Este espectáculo espantaba a los extranjeros y daba que reír a los atenienses, siendo
insoportable al recién venido, que no hallaba en él nada de gusto sino el
placer de verse libre de ellos.» Estas novatadas eran una de las cosas
nada más de las que solían hacer los de Cartago. El Santo alude a ellas
en las líneas que se siguen.
10
Este orden era el señalado por Quintiliano en sus Institutiones oratoriae. Véase la nota del libro II. Labriolle no refleja fielmente el pensamiento del Santo cuando traduce: siguiendo el ciclo normal de los
esludios, etc.
17
Manera algún tanto despectiva—no ignorativa—de citar a un escritor tan conocido y estimado de él; pero no es extraño al estilo del
Santo. En el libro I c.13 n.20 habla de «un no sé qué Eneas», y en el
libro V c.5 n.8, de «un tal Maniqueo», personajes bien conocidos de él.
Aun respecto del mismo Cicerón hallamos en sus obras esta denominación
bastante frecuente. Véase, v. gr., De doctrina christ. IV 10,24, donde,
refiriéndose al orador romano, dice: ut ait quidam, y en el mismo libro,
12,27: dixit ergo quidam. Cf. edición de Vogels (Bona 1930) páginas 82 y 83.
" Libro hoy perdido, del cual se conservan numerosos fragmentos,
la mayor parte de Jos cuales se hallan en las obras del Santo. Por Jo que
éste dice y los fragmentos conservados, pueden aproximadamente reconstruirse su contenido y el desarrollo de su argumento. Cf. Antecedentes...,
en «Religión y Cultura».
19
Por este texto se ve que el socorro pecuniario de Romaniano llegó
más tarde, tal vez al ver que Mónica se veía imposibilitada de continuar
los estudios de Agustín y tener que traerle a su lado al finalizar el curso.
20
La lectura del Hortensia señala un punto capital y de arranque
en el desarrollo del pensamiento del Santo. Con toda justicia debe ser
considerada como el acontecimiento más importante y trascendental de
su vida en este período. Su influencia fue enorme y sin igual. El caso
del Obispo de Hipona recuerda el del padre Malebranche cuando, después de la lectura del tratado sobre el hombre de Descartes, exclamó
lleno de entusiasmo: «También yo soy filósofo», y comenzó a filosofar.
21
El Hortensio—como se deduce de estas palabras y las referencias
que de él nos han dejado otros autores—era un examen crítico de todas
las escuelas o sectas filosóficas, señalando los errores e inconvenientes de
cada urna, para llegar a la conclusión de un eclecticismo filosófico, ideal
y templado, carácter fundamental de la filosofía de Cicerón. Es casi seguro
que el Santo no comprendió en esta época, ni en mucho después, el aspecto y tendencia del célebre Diálogo, marcadamente escéptico, no obstante
156
Confesiones
III, notas
que al final del mismo se leían frases en este sentido que no dejaban lugar
a dudas. Pero el joven estudiante de Cartago no vio en él más que su
aspecto bueno: la exhortación cálida y esplendente que hacía al lector a
buscar la verdadera sabiduría.
22
Dato importantísimo para la apreciación de la influencia de Mónica
en la evolución intelectual y religiosa de Agustín.
23
Es muy probable que hiciera esto bajo la sugestión de su madre
y acuciado por el ansia de sabiduría que había dejado en su alma la lectura del Hortensio.
24
El texto: et non eram ego talis ut intrare in eam (Scrípturamj possem aut inclinare cervicem ad eius gressus. LLOVERA: «... O acotar la testa
per a seguir-ne els passos.» Otros, de modo distinto. Nótese la antítesis
entre los dos miembros de la frase, que hacen desaparecer casi todos los
traductores, y que hemos procurado conservar.
"" Imagen muy querida y socorrida del Santo.
26
Véase la razón de aquella denominación del libro I: Loquaces muli.
27
El sol y la luna: Según ¡os maniqueos, eran partes principales de
la sustancia divina, en los cuales, a modo de naves, eran transportadas
las partículas de luz, redimidas de la materia por los Elegidos o las Virtudes celestes, al reino de la Luz, donde eran reintegradas a la sustancia
de Dios. En el sol residía la virtud del Hijo, y en la luna, su sabiduría.
Los maniqueos, cuando oraban, debían dirigir sus miradas y votos a estos
dos astros: al sol durante el día, a la luna durante la noche. En De beata
vita, IV, aludiendo a esto, escribe estas cortas palabras: Di con unos
hombres para quienes esta luz que se ve con los ojos debe ser adorada
entre las cosas sublimes y divinas.
28
Iac 1,17. La Vulgata, en lugar de momenti, emplea la palabra
vicissitudinis, debido a un error antiguo de los amanuenses griegos, quienes, en vez de leer ropés aposkíasma, como la ítala, leyeron: tropés aposkíasma.
'"' Seguimos puntuación distinta de las demás ediciones. Cf. edición
latina.
30
Este pensamiento es frecuentísimo en San Agustín, quien hace de él
admirables y fecundas aplicaciones morales en el libro X y en casi todas sus obras. En cuanto al origen, parece inspirarse en Plotino (Ennéadas V 3,14).
31
Alusión a la parábola del hijo pródigo (Le 15,16).
32
No obstante las invectivas del Santo contra los autores paganos, reconoce, sin embargo, alguna utilidad, que el siervo de Dios puede aprovechar para ornato de la verdad cristiana, como aconseja en De doctr.
christ. IV. El mismo Doctor africano salpicó sus mejores obras de versos
de Virgilio, Plauto, Terencio y demás poetas latinos. En las fábulas de
los maniqueos, en cambio, no reconoce utilidad alguna, y como las imponen como reveladas, dan muerte espiritual al que las cree.
33
Esto demuestra que el Santo creyó sincera y Jealmente en el maniqueísmo, del que no tardó en desconfiar. Véase nuestro estudio Antecedentes... El maniqueismo.
34
El texto: quo me praestare voluisti belluis; no quo modo, etc.,
como Labriolle, Gibb-Montgomery, etc.
35
Prov 9,17. Por esta mujer entiende aquí el Santo la secta maniquea,
en la que cayó, engañado por las promesas de verdad, en el año 374, a
los diecinueve años de edad y último de su carrera. Agustín permaneció
en ella nueve años, hasta el 383, en que la desilusión de Fausto le arrancó de su seno.
'" Estas eran, en pocas palabras, las cuestiones que frente al cristianis-
III, notas
Confesiones
157
mo solían presentar y agitar los discípulos de Manes, y que el Santo desarrolla y confuta en estos capítulos que se siguen.
"' Si San Agustín hubiera podido comprender este pensamiento de la
filosofía platónica, fácilmente hubiera venido a tierra toda su fe maniquea,
principalmente basada en la sustancialidad del mal.
s
" El texto: secundum quod essemus et recte in Scriptura diceremur
ad imaginem Dei. El Sessoriano, en vez de recte, escribe quid, error manifiesto por los quid de los párrafos anteriores. La mayor y mejor parte
de los códices, como nosotros.
3
* Sobre este mismo tema, y casi repitiendo las mismas ideas, insiste
el Santo en De doctr. christ. III c.17-22 n.26-32.
40
Alusión inequívoca a los maniqueos, que insistían particularmente
sobre este punto, recogiendo y presentando en bloque cuantas faltas, crímenes y deshonestidades cometieron los patriarcas, particularmente los de
David, hecho según «el corazón de Dios», en expresión de la Escritura.
Esto explica la curiosidad de Agustín por la predicación de San Ambrosio,
que gustaba de tratar estos temas en sus sermones al pueblo.
41
El Santo divide los pecados en tres clases: pecados contra naturaleza, pecados contra las costumbres y pecados contra los preceptos.
(Cf. Contra Faustum XXII 47). Esta clasificación ternaria es de origen
maniqueo, de quien parece haberla tomado el Santo. La misma clasificación
aparece en la introducción a las Quaestiones VIII, V• X. En cuanto a la
denominación de aquéllos, el Santo los divide en torpes y criminales: torpes (flagitia), los cometidos consigo mismo; criminales (crimen), los cometidos contra el prójimo. Respecto de los cometidos contra las costumbres
o pactos humanos, el Santo unas veces los clasifica entre los primeros;
otras, entre los segundos. Cf. De doctr. christ. III 10,16 y Contra Faustum l.c.
42
El texto: quanto magis Deus regnator universae creaturae suae ad
ea quae iusserit sine dubitatione serviendus est! En conjetura: serviendus;
los códices, serviendum.
43
El Decálogo, compuesto de tres mandatos relativos a Dios y siete
al prójimo. San Agustín fue el primero que vulgarizó el número 10 de los
mandamientos. En la Escritura, unas veces se nombran cuatro; otras, siete
o nueve; nunca un número fijo. Cf. Serm. 9,5,6, de decem chordts;
Enarrat. in Ps. 143,944
El texto: et prívala superbia diligitur in parte unum falsum. El
pensamiento del Santo está expresado oscuramente. Los traductores tampoco convienen entre sí. Muchos de los modernos creen ver una reminiscencia de la teoría platónica acerca del uno; así, Toscano, Gibb-Montgomery, Llovera. Creemos que el Santo no piensa al presente en tales teorías
y que sólo quiere significar la contradicción de los malos, que, amando
las facciones y partidos, aman la unidad; pero no la verdadera, que une
—y el partido es separación, desunión—, sino una falsa. Las palabras in
parte—usadas por San Posidio—significan aparte, separadamente.
45
Idea dominante en San Agustín, para quien la humildad es la base
de toda la vida espiritual y el único medio de acercarnos a Dios, así
como la soberbia nos aleja y aparta de él.
4S
Probable alusión al matrimonio de Oseas, al sacrificio de Abraham
y a otras cosas extrañas de los patriarcas y profetas. (Cf. De civ. Dei I 16,
y todo el libro Contra Faustum.)
" Ya dijimos anteriormente que en los hechos de los patriarcas y profetas era donde más se cebaba la crítica maniquea, desfigurando intencionadamente su vida y sus costumbres, para llegar a la conclusión de
que el Dios del Antiguo Testamento era el espíritu del mal, y que sólo
158
Confesiones
III, notas
así podía alabar la conducta tan licenciosa y reprochable de los antiguos
ipatriarcas. David era uno de los que más se prestaban a estas críticas y
sin base. En su obra Contra Faustum, y más o menos en todas las escritas
contra los maniqueos, refuta nuevamente y con toda extensión estas calumnias.
48
Según los maniqueos, en la lucha de los príncipes de las tinieblas con los de la luz lograron aquéllos hacer cautivas numerosas partículas de ésta, que mezclaron y aprisionaron en la materia corporal. Las
partículas así cautivas deben ser libertadas, so pena de dejarlas perecer con
la materia. La purificación o liberación se verifica de muchos modos, pero
principalmente por medio de los estómagos de los elegidos, que tenían
da propiedad, como una redoma de laboratorio, de separar la vil materia
de las partículas de luz.
49
Defendía el maniqueísmo un pampsiquismo brutal, al mismo tiempo
que un arbitrario metempsicosismo. Los errores que señala el Santo son
tan absurdos y ridículos que parece incomprensible que un talento como el
suyo creyera tales delirios. Toda esta doctrina maniquea respecto de las
producciones de la tierra y de las purificaciones de los elegidos no era más
que una vil manera de agenciarse provisiones y alimentos sin necesidad
de trabajar. Cf. Antecedentes...; El maniqueísmo: Religión y Cultura (1929)
380 y ss.
50
Esto, que debió ocurrir a raíz de su regreso de Cartago, no sabemos si fue por mucho o poco tiempo ni en dónde se refugió. Es muy posible que fuera en casa de su mecenas Romaniano, a quien en el prólogo del
libro II, 2,3, del Contra académicos, entre otras cosas por las que le da
gracias, una es por haberle recibido en su casa. En cuanto al acto de su
madre, revela y acusa en ella un alma de extraordinaria energía, que, sobreponiéndose a los sentimientos maternos, y no obstante ser la esperanza
de la familia, prefirió verse separada de su hijo antes que madre patrocinadora de un hereje.
51
Símbolo de la «regla de la fe», regula fidei, de que tanto se habla
en la literatura eclesiástica.
5:1
Esto revela que las Confesiones no son, ni mucho menos, una autobiografía del Santo, aun del tiempo que ellas abarcan (354-398). Esta
misma advertencia vuelve a repetir el autor en el libro IX capítulo 8
n.17.
53
Es cosa bien extraña que el Santo no nos haya conservado el nombre ni la patria de este venerable y sabio prelado, que tan profundo conocimiento revela del corazón humano, y que sólo esto le ha valido la inmortalidad. Papini (p.73 y nota p.388) cree que se trata del obispo de
Madaura, Antígono, que asistió al concilio de Cartago el 349. Pero nada
en el relato induce a creerlo, tanto más cuanto que en Madaura no había
maniqueos, y la diferencia entre la fecha del concilio y la de este caso
es demasiado notable para permitir semejante identificación.
LIBRO
CUARTO
CAPITULO
I
1. Durante este espacio de tiempo de nueve años—desde
los diecinueve de mi edad hasta los veintiocho—fuimos seducidos y seductores, engañados y engañadores (Tim 2,3-13), según la diversidad de nuestros apetitos; públicamente, por medio
de aquellas doctrinas que llaman liberales; ocultamente, con el
falso nombre de religión, siendo aquí soberbios, y allí supersticiosos, en todas partes v a n o s ' : en aquéllas, persiguiendo el
aura de la gloria popular hasta los aplausos del teatro, Jos certámenes de poesía, las contiendas de coronas de heno, los juegos
de espectáculos y la intemperancia de la concupiscencia 3 ; en ésta,
deseando mucho purificarme de semejantes inmundicias, con llevar
alimentos a los llamados elegidos y santos, para que en la oficina
de su estómago nos fabricasen ángeles y dioses que nos librasen.
Tales cosas seguía yo y practicaba con mis amigos, engañados conmigo y por mí \
Ríanse de mí los arrogantes, y que aún no han sido postrados y abatidos saludablemente por ti, Dios mío; mas yo, por
el contrario,, confiese delante de ti mis torpezas en alabanza tuya 4 .
Permíteme, te suplico, y concédeme recorrer al presente con la
memoria los pasados rodeos de mi error y que yo te sacrifique
una hostia de jubilación '.
CA p U T
i
1. Per ídem tempus annorum novem, ab undevicesimo anno aetatis
meae usque ad duodetricesimum, seducebamur et •seducébamus faísi arque
fallentes in variis cupiditatibus et palam per doctrinas, quas liberales vo5 cant, occulte autem falso nomine religionis; hic superbí, ibi superstitiosi,
ubique vani; hac popularis gloriae sedantes inanitatem usque ad theatricos
plausus et contentiosa carmina et agonem coronarum faenearum et spectaculorum, nugas et intemperantiam libidinum, illac autem purgad nos ab
istis sordibus expetentes, cum eis, qui appellarentur electi et sancti, affer10 remus escás, de quibus nobis in officina aqualiculi sui fabricarent angelos
et déos, per quos liberaremur. Et sectabar ista atque faciebam cum amicis
meis per me ac mecum deceptis. Irrideant me arrogantes et nondum salubriter prostrati et elisi a te, Deus meus; et ego tamen confitear tibí dedecora mea in laude tua. Sine me, obsecro, et da mihi circuiré praesenti
15 memoria praeteritos circuitus erroris mei et immolare tibi hostiam iubila7 contiosa S.
carmina}, certamina BFP b l.
8 intemperantium S.
Í0 aqualicui S.
13 ct ego S, et oníit. cet et etldi.
160
Confesiones
IV, 2, 2
Porque ¿qué soy yo sin ti sino un guía que lleva al precipio? ¿O qué soy yo cuando me va bien sino un niño que
mama tu leche" o que paladea el alimento incorruptible que eres
tú? ' ¿Y qué hombre hay, cualquiera que sea, que se las pueda
echar de tal siendo hombre?
Ríanse de nosotros los fuertes y poderosos, que nosotros,
débiles y pobres, confesaremos tu santo nombre ".
CAPITULO
II
2. ¿En aquellos años enseñaba yo el arte de la retórica y, vencido de la codicia, vendía una victoriosa locuacidad °. Sin embargo, tú bien sabes, Señor, que quería más tener buenos discípulos,
lo que se dice buenos l0, a quienes enseñaba sin engaño el arte de
engañar, no para que usasen de él contra la vida del inocente,
sino para defender alguna vez al culpado. Mas, ¡oh Dios!, tú
viste de lejos aquella fe mía que yo exhibía en aquel magisterio
con los que amaban la vanidad y buscaban la mentira, siendo yo
uno de ellos, que vacilaba y centelleaba sobre un suelo resbaladizo
y entre mucho humo ".
Por estos mismos años tuve yo una fulana no conocida por lo
que se dice legítimo matrimonio, sino buscada por el vago ardor
de mi pasión, falto de prudencia "2; pero una sola, a la que guardaba la fe del tálamo, en la cual hube de experimentar por mí
mismo la distancia que hay entre el amor conyugal pactado con
el fin de la procreación de los hijos y el amor lascivo, en el que
tionis \ Quid enim sum ego mihi sine te nisi dux in praeceps? Aut quid
sum, cum mihi bene est, nisi sugens lac tuum aut fruens te cibo qui non
corrumpitur? Et quis homo est, quilibet homo, cum sit homo? Sed irrideant nos fortes et potentes, nos autem infirmi et inopes confiteamur
5 tibi.
CApu T
II
2. Docebam in illis annis artero rhetoricam et victoriosam loquacitatem victus cupiditate vendebam. Malebam tamen, Domine, tu seis, bonos
habere discípulos, sicut appellantur boni, et eos sine dolo docebam dolos,
10 non quibus contra caput innocentis agerent, sed aliquando pro capite nocentis. Et, Deus, vidisti de Ionginquo ¡apsantem, et in lubrico et in multo
fumo scintillantem fidem meam, quam exhibebam in illo magiste. o diligentibus vanitatem et quaerentibus mendacium, socius eorum2. In illis
annis unam habebam non eo quod legitimum vocatur coniugio cognitam,
15 sed quam indagaverat vagus ardor inops prudentiae, sed unam tamen, ei
quoque servans tori fidem; in qua sane experirer exemplo meo, quid
distaret inter coniugalis placiti modum, quod foederatum esset generandi
1
Ps 26,6.
Ps 4,3.
11 et in lubrico S, et om. cet. et edds.
2
IV, 3, 4
Confesiones
161
la prole nace contra el deseo de los padres, bien que, una vez nacida, les obligue a quererla '3.
3. Recuerdo también que, habiendo tenido el capricho de
tomar parte en un certamen de poesía, me envió a decir no sé qué
arúspice a ver qué merced querría darle para salir vencedor. Yo,
que abominaba de aquellos nefandos sortilegios, le contesté que
no quería, así fuera la corona de oro imperecedero, se sacrificase
por mi triunfo ni una mosca siquiera, porque había él de matar
en tales sacrificios animales y con tales honores había de invocar
en favor mío los votos de los demonios ".
Mas confieso, Dios de mi corazón, que el haber rechazado
semejante maldad no fue por amor puro hacia ti, porque aún
no te sabía amar, yo, que no sabía pensar sino resplandores corpóreos ls. Porque un alma que suspira por tales ficciones, ¿no
fornica lejos de ti, y se apoya en la falsedad, y se apacienta de
viento? Mas he aquí que, no queriendo que se ofreciesen por
mí sacrificios a los demonios, yo mismo me sacrificaba a ellos con
aquella superstición. Porque ¿qué otra cosa es apacentar vientos
que apacentar a aquéllos, esto es, servirles de placer y mofa con
nuestros errores?
CAPITULO
III
4. Así, pues, no cesaba de consultar a aquellos impostores
llamados matemáticos, porque no usaban en sus adivinaciones
gratia, et pactum libidinosi amoris, ubi proles etiam contra votum nascitur,
quamvis iam nata cogat se diligi.
3. Recoló etiam, cum mihi theatrici carminis certamen inire placuisset, mandasse mihi nescio quem haruspicem, quid ei daré vellem mer5 cedis, ut vincerem, me autem foeda illa sacramenta detestatum et abominatum respondiste, nec si corona illa ita esset immortaliter áurea, muscam
pro victoria mea necari sil'ere. Necaturus enim erat ille in sacrificas suis
animantia et illis honoribus invitaturus mihi suffragatura daemonia videbatur. Sed hoc quoque malum non ex tua castitate repudiavi, Deus cordis
10 mei. Non enim amare te noveram, qui nisi fulgores corpóreos cogitare
non noveram. Talibus enim figmentis suspirans anima nonne fornicatur
abs te3 et fidit in falsis et pascit ventos?4 Sed videlicet sacrifican pro
me nollem daemonibus, quibus me illa superstitione ipse sacrificaban!.
Quid est enim aliud ventos pascere quam ipsos pascere, hoc est errando
15 eis esse voluptati atque derisui?
CAPUT
II I
4. Itaque illos planos, quos mathematicos vocant, plañe consulere
non desistebam, quod quasi nullum eis esset sacrificium et nullae preces
3
Ps 72,27.
4
Os 12,1.
6 ita esset S, ita om. cet. et edds.
17 Itaque S, ideoque cet. et edds.
162
Confesiones
XV, 3, 5
casi ningún sacrificio ni dirigían conjuro alguno a ningún espíritu, lo que también, sin embargo, condena y rechaza con razón la
piedad cristiana y verdadera ,0. Porque lo bueno es confesarte a ti,
Señor, y decirte: Ten misericordia de mí y sana mi alma, porque
ha pecado contra ti, y no abusar de tu indulgencia para pecar más
libremente, sino tener presente la sentencia del Señor: He aquí
que has sida ya sanado; no quieras más pecar, no sea que te\ suceda algo peor. Palabras cuya eficacia pretenden destruir los astrólogos diciendo: «De los cielos viene la necesidad de pecar», y
«esto lo hizo Venus, Saturno o Marte», y todo para que el hombre, que es carne y sangre y soberbia podredumbre, quede sin
culpa y sea atribuida al criador y ordenador del cielo y las estrellas ". ¿Y quién es éste, sino tú, Dios nuestro, suavidad y fuente
de justicia, que das a cada uno según sus obras y no desprecias
al corazón contrito y humillado?
5. Había por aquel tiempo un sabio varón, peritísimo en el
arte médica y muy celebrado en ella, quien, siendo procónsul,
puso con su propia mano sobre mi cabeza insana aquella corona
agonística, aunque no como médico, pues de aquella enfermedad
mía sólo podías sanarme tú, que resistes a los soberbios y das gracias a los humildes ".
No obstante, ¿dejaste por ventura de mirar por mí por medio
de aquel anciano o desististe tal vez de curar mi alma? Lo digo
porque, habiéndome familiarizado mucho con él y asistiendo
asiduo y como colgado de sus discursos, que eran agradables y
ad aliquem spiritum ob divinationem dirigerentur. Quod tamen christiana
et vera pietas consequenter repellit et damnat. Bonum est enim confiten
tibí, Domine, et ditere: Miserere mei: cura an'tmam meam, qnoniam
peccavi tibís, ñeque ad licentiam peccandi abuti indulgcntia tua, sed
5 meminisse Dominicae vocis: Ecce sanus jactas es, iam noli peccare, ne
quid tibi deterius contingat". Quam totam illi salubritatem interficere
conantur, cum dicunt: «De cáelo tibi est inevitabilis causa peccandi», et
«Venus hoc fecit aut Saturnus aut Mars», scilicet ut homo sine culpa
sit, caro et sanguis et superba putredo, culpandus sit autem caeli ac
10 siderum creator et ordinator. Et quis est hic nisi Deus noster, suavitas
et ' origo iustitiae, qui reddes unicuique secundum opera eius', et cor
contritum et humiliatum non spernis? "
5. Erat eo tempore vir sagax, medicinae artis peritissimus atque in ea
nobilissimus, qui, pro-consule, manu sua coronam illam agonisticam im15 posuerat non sano capiti meo, sed non ut medicus. Nam illius morbi tu
sanator, qui resistís superbis, humilibus autem das gratiam ". Numquid tamen etiam per illum senem defuisti mihi aut destitisti mederi animae
meae? Quia enim factus ei eram familiarior, et eius sermonibus—erant
enim sine verborum cu!tu vivacitate sententiarum iucundi et graves—.
5
Ps 40,5.
''' lo 14,5.
' Mt 16,27.
Ps 50,19.
s
14 procónsul ECiM O 2 , proconsule cet. et edd.
• i Petr 5,5
163
Confesiones
IV, 3, 5
graves, no por la elegancia de su lenguaje, sino por la vivacidad
de sus sentencias, como coligiese de mi conversación que estaba
dado a los libros de los genetlíacos o astrólogos I9, me amonestó
benigna y peternalmente que los dejase y no gastara inútilmente
en tal vanidad mis cuidados y trabajo, que debía emplear en cosas útiles, añadiendo que también él se había aprendido aquel
arte, hasta el punto de querer tomarla en los primeros años de su
edad como una profesión para ganarse la vida, puesto que, si había entendido a Hipócrates, lo mismo podía entender aquellos
libros; pero que al fin había dejado aquellos estudios por los de
la medicina, no por otra causa que por haberlos descubierto falsísimos y no querer, a fuer de hombre serio, buscar su sustento
engañando a los demás. «Pero tú—une decía—, que tienes de qué
vivir entre los hombres con tu clase de retórica, sigues este engaño no por apremios de difiero, sino por libre curiosidad. Razón
más para que me creas lo que te he dicho, pues cuidé de aprenderla tan perfectamente que quise vivir de su ejercicio solamente.»
Mas como yo le preguntara por qué causa muchas de las cosas
que pronostica dicha ciencia resultan verdaderas 2°, me respondió
como pudo que la fuerza de la suerte está esparcida por todas
las cosas de la Naturaleza. «Porque—decía él—si a veces, consultando uno las páginas de un poeta cualquiera, se encuentra
con un verso que, no obstante pensar el poeta en cosas muy distintas cuando lo compuso, responde, sin embargo, de modo admirable al asunto que trae entre manos, tampoco tiene nada de
extraño que el alma humana, movida de superior instinto, sin
adsiduus et fixus inhaerebam, ubi cognovit ex colloquio meo libros genethliacorum esse me deditum, benigne ac paterne tnonuit, ut eos abicerem
ñeque curar» et operam rebus utilibus necessariam illi vanitati frustra
impendereim, dicens ita se illa dedioisse, ut eam professionem primis annis
5 aetatis suae deferre voluisset, qua vitam degeret, et si Hippocratem intellexisset, et illas utique litteras potuisse intellegere: et tamen non ob aliam
causam se postea illís relíctís medicinam adsecutum nisi quod ea* falsissimas comperisset et nollet vir gravis decipiendis hominibus victum
quaerere. «At tu—inquit—, quo te in hominibus sustentas, rhetoricam
10 tenes, hanc autem fallaciam libero studio, non necessitate rei familiaris,
sectaris. Quo magis mihi te oportet de illa credere, qui eam tam perfecte
discere elaboravi, quam ex ea sola vivere volui.» A quo ego cum quaesissem, quae causa ergo faceret, ut multa inde vera pronuntiarentur, respondit ille ut potuit, vim sortis hoc faceré, in rerum natura usquequaque
15 diffusam. Si enim de paginis poetae cuiuspiam longe aJiud canentis atque
intendentis, cum forte quis consulit, mirabiliter consonus negotio saepe versus exiret, et mirandum non esse dicebat, si ex anima humana superiora
1
4
7
12
15
17
et ex S (fort. «et» ex repet. «ex» ut alibi).
eam S, eius cet. et edds.
quod om. S.
A om. S.
paganis B ^ V /.
et mirandum S, et om. cet. et edds. (et = sic vel ita).
164
IV, 4, 7
Confesiones
saber ella lo que pasa en sí, diga no por arte, sino por suerte,
alguna cosa que responda a los hechos y negocios del que pregunta» 21.
ó. Y esto, Señor, me lo procuró aquél, o más bien me lo
procuraste tú por medio de él y delineaste en mi memoria lo que
yo mismo más tarde debía buscar. Pero entonces ni éste ni mi
carísimo Nebridio, joven adolescente muy bueno y muy casto 22 ,
que se burlaba de todo aquel arte de adivinación, pudieron persuadirme a que desechara tales cosas, porque me movía más la
autoridad de aquellos autores y no había hallado aún un argumento cierto, cual yo lo deseaba, que me demostrara sin ambigüedad que las cosas que salen verdaderas a los astrólogos les salen
así por suerte o casualidad y no por arte de la observación de
los astros.
CAPITULO
IV
7. En aquellos años, en el tiempo en que por vez primera
abrí cátedra en mi ciudad natal'', adquirí un amigo, a quien
amé con exceso por ser condiscípulo mío, de mi misma edad y
hallarnos ambos en la flor de la juventud. Juntos nos habíamos
criado de niños, juntos habíamos ido a la escuela y juntos habíamos jugado. Mas entonces no era tan amigo como lo fue después,
aunque tampoco después lo fue tanto como exige la verdadera
amistad, puesto que no hay amistad verdadera sino entre aquellos
a quienes tú aglutinas entre sí por medio de la caridad, derraaliquo insrinctu nesciente, quid in se fieret, non arte, sed sorte sonaret
aliquid, quod interrogantis rebus factisque concineret.
6. Et hoc quidem ab ilio vel per illum procurasti mihi; et quid ipse
postea per me ipsum quaererem, in memoria mea deliniasti. Tune autem
5 nec ipse nec carissimus meus Nebridius, adulescens valde bonus et valde
castus, irridens totum illud divinationis genus, persuadere mihi potuerunt,
ut haec abicerem, quoniam me amplius ipsorum auctorum movebat auctoritas et nullum certum quale quaerebam documentum adhuc inveneram,
quo mihi sine ambiguítate appareret, quae ab eis consultis vera diceren10 tur, forte vel sorte, non arte inspectorum siderum dici.
CAP UT
iv
7. In illis annis, quo primum tempore in municipio, quo natus sum,
docere coeperam, comparaveram amicum societate studiorum nimis carum, coaevum mihi et conflorentem flore adulescentiae. Mecum puer
15 creverat et paríter in scholam ieramus pariterque luseramus. Sed nondum
erat sic amicus; quamquam ne tune quidem sic, uti est vera amicitia;
quia non est vera, nisi cum eam tu agglutinas ínter haerentes sibi cari5
6
10
16
17
meus om. S.
castus GHSVZO. cautus cet. et edds.
non arte om. S.
tum S.
sibi EGSZ, tihi cet. et edd.
IV, 4, 8
Confesiones
165
mada en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dudo.
Con todo, era para mí aquella amistad—cocida con el calor /
de estudios semejantes—dulce sobremanera. Hasta había logrado
apartarle de la verdadera fe, no muy bien hermanada y arraigada todavía en su adolescencia, inclinándole hacia aquellas fábulas supersticiosas y perjudiciales, por las que me lloraba mi madre.
Conmigo erraba ya aquel hombre en espíritu, sin que mi alma
pudiera vivir sin él.
Mas he aquí que, estando tú muy cerca de la espalda de tus
siervos fugitivos, ¡oh Dios de las venganzas y fuente de las misericordias a un tiempo, que nos conviertes a ti por modos maravillosos!, he aquí que tú le arrebataste de esta vida cuando apenas había gozado un año de su amistad, más dulce para mí que
todas Jas dulzuras de aquella mi vida 24.
8. ¿Quién hay que pueda contar tus alabanzas, aun reducido
únicamente a lo que uno ha experimentado en sí solo? ¿Qué hiciste entonces, Dios mío? ¡Oh, y cuan impenetrable es el abismo
de tus juicios! Porque como fuese atacado aquél de unas calenturas y quedara mucho tiempo sin sentido bañado en sudor de
muerte, como se desesperara de su vida, se le bautizó sin él conocerlo, lo que no me importó, por presumir que retendría mejor
su alma lo que había recibido de mí, que no lo que había recibido
en el cuerpo, sin él saberlo.
La realidad, sin embargo, fue muy otra. Porque habiendo
mejorado y ya puesto a salvo, tan pronto como le pude hablar—y
lo pude tan pronto como lo pudo él, pues no me separaba un
momento de su lado y mutuamente pendíamos el uno de! otro—,
tate diffusa in cordibus nostris per Spiritum Sanctum, qui datus est
nobis I0. Sed tamen dukis erat nimis, cocta fervore parilium studiorum.
Nam et a fide vera, quam non germanitus et penitus adulescens tenebat,
deflexeram eum in superstitiosas fabellas et perniciosas, propter quas me
5 plangebat mater. Mecum iam errabat in animo ille homo, et non poterat
anima mea sine illo. Et ecce tu imminens dorso fugitivorum tuorum Deus
ultionum, et fons misericordiarum simul, qui convertís nos ad te miris
modis, ecce abstulisti hominem de hac vita, cum vix explevisset annum
¡n amicitia mea, suavi mihi super omnes suavitates illius vitae meae.
10
8. Quis laudes tuas enumerat, unus in se uno, quas expertus est?
Quid tune fecistí, Deus meus? Et quam investigabilis abyssus iudíciorum
tuorum! Cum enim laboraret ille febribus, iacuit diu sine sensu in sudore
letali; et cum desperaretur, baptizatus est, nesciens, me non curante, et
praesumente id retiñere potius animam eius quod a me acceperat, non
15 quod in nescientis corpore fiebat. Longe autem aliter erat. Nam recreatus
est et salvus factus, statimque, ut primo cum eo loqui potui—potui autem
mox, ut ille potuit, quando non discedebam et nimis pendebamus ex
10
Rom 5,5.
2 nimis}, nobis S (fort.
ex alio nobis
praecedenti).
166
Confesiones
IV, 4, 9
tenté de reírme en su presencia del bautismo, creyendo que también él se reiría del mismo, recibido sin conocimiento ni sentido,
pero que, sin embargo, sabía que lo había recibido ". Pero él,
mirándome con horror como a un enemigo, me amonestó con admirable y repentina libertad, diciéndome que, si quería ser su
amigo, cesase de decir tales cosas. Yó, estupefacto y turbado, reprimí todos mis ímpetus para que convaleciera primero y, recobradas las fuerzas de la salud, estuviese en disposición de poder
discutir conmigo en lo que fuera de mi gusto. Mas tú, Señor, le
libraste de mi locura, a fin de ser guardado en ti para mi consuelo, pues pocos días después, estando yo ausente, le repitieron las
calenturas y murió.
9. ¡Con qué dolor se entenebreció mi corazón! Cuanto miraba era muerte para mí. La patria me era un suplicio, y la casa
paterna un tormento insufrible, y cuanto había comunicado con él
se me volvía sin él cruelísimo suplicio. Buscábanle por todas partes
mis ojos y no parecía. Y llegué a odiar todas las cosas, porque no
le tenían ni podían decirme ya como antes, cuando venía después
de una ausencia: «He aquí que ya viene» =6. Me había hecho a
mí mismo un gran lío y preguntaba a mi alma por qué estaba
triste y me conturbaba tanto, y no sabía qué responderme. Y si
yo le decía: «Espera en Dios», ella no me hacía caso, y con razón; porque más real y mejor era aquel amigo queridísimo que
yo había perdido que no aquel fantasma ~7 en que se le ordenaba
que esperase. Sólo el llanto me era dulce y ocupaba el lugar de
mi amigo en las delicias de mi corazón.
5
10
15
20
invicem—temptavi apud illum irridere, tamquam et illo irrisuro mecum
baptismum quem acceperat mente atque sensu absentissimus; sed tamen
iam se accepisse didicerat. At Ule ita me exhorruit ut inimicum admonuitque mirabili et repentina libértate, ut, si amicus esse vellem, talia síbi
dicere desinerem. Ego autem, stupefactus atque turbatus, distuli omnes
motus meos, ut convalesceret prius essetque idoneus viribus valetudinis,
cum quo agere possem quod vellem. Sed ille abreptus dementiae meae,
ut apud te servaretur consolationi meae, post paucos dies me absenté
repetitur febribus et defungitur.
9. Quo dolore contenebratum est cor meum, et quidquid aspiciebam
mors erat. Et erat mihi patria supplicium et paterna domus mira infelicitas, et quidquid cum illo communicaveram, sine illo in cruciatum immanem verterat. Expetebant cura undique oculí meí, et non dabatur; et
oderam omnia, quod non haberent eum, nec mihi iam dicere poterant:
«Ecce venit», sicut cum veniret, quando absens erat. Factus eram ipse
mihi magna quaestio et interrogabam animam meam, quare tristis esset
et quare conturbaret me valde, et nihil noverat responderé mihi. Et si
dicebam: «Spera in Deum», iuste non obtemperabat, quia verior erat et
melior homo, quem carissimum amiserat, quam phantasma, in quod sperare iubebatur. Solus fletus erat dulcís mihi et successerat amico meo
in deliciis animi <nei.
15 veuit S, vcniet cet. et etltls., veniret cet. et
ejjs.
IV, 5,10
Confesiones
CAPITULO
167
V
10. Mas ahora, Señor, que ya pasaron aquellas cosas y con
el tiempo se ha suavizado mi herida, ¿puedo oír de ti, que eres
la misma verdad, y aplicar el oído de mi corazón a tu boca para
que me digas por qué el llanto es dulce a los miserables? ¿Acaso
tú, aunque presente en todas partes, has arrojado lejos de ti nuestra miseria y permaneces inmutable en ti en tanto que nos dejas
a nosotros ser zarandeados por nuestras pruebas? Y, sin embargo,
es cierto que, si nuestros suspiros no llegasen a tus oídos, ninguna esperanza quedara para nosotros.
Pero ¿de dónde nace que el gemir, llorar, suspirar y quejarse
se recoja de lo amargo de la vida como un fruto dulce? ¿Acaso
es dulce en sí esto porque esperamos ser escuchados de ti ? Así es
cuando se trata de las súplicas, las cuales llevan en sí siempre
el deseo de llegar a ti; pero ¿podía decirse lo mismo del dolor
de la cosa perdida o del llanto en que estaba yo entonces inundado? Porque no esperaba yo que resucitara él ni pedía esto con
mis lágrimas, sino que me contentaba con dolerme y llorar, porque
era miserable y había perdido mi gozo.
¿Acaso también el llanto, cosa amarga de suyo, nos es deleitoso cuando por el hastío aborrecemos aquellas cosas que antes nos
eran gratas?
CA P UT V
10. Et nunc, Domine, iam illa transierunt, et tempore lenitum est
vulnus meum. Possumne audire abs te, qui veritas es, et admovere aurem
cordis mei orí tuo, ut dicas mihi, cur fletus dulcís sit miseris? An tu,
5 quamvis ubique adsis, longe abiecisti a te miseriam nostram, et tu in te
manes, nos autem in experimentis volvimur? Et tamen nisi ad aures tuas
ploraremus, nihil residui de spe nostra fieret. Unde igitur suavis fructus
de amaritudine vitae carpitur gemere et flere et suspirare et conqueri?
An hoc ibi dulce est, quod speramus exaudiré te? Recte istud in precibus,
10 quia desiderium perveniendi habent. Num in dolore amissae rei et luctu,
quo tune operiebar? Ñeque enim sperabam reviviscere illum aut hoc
ipetebam lacrimis, sed tantum dolebam et flebam. Miser enim eram et
amiseram gaudium meum. An et fletus res amara est et prae fastidio
rerum, quibus prius fruebamur, et tune ab eis abhorremus, delectat?
11 quo], qua S, quod V.
14 tune OSV, nunc Z, dum CDFHT, tune dum KGM
cdj¡.
168
Confesiones
CAPITULO
IV, 6,11
VI
11. Pero ¿a. qué hablo de estas cosas? Porque no es éste tiempo de plantear cuestiones, sino de confesarte a ti. Era yo miserable, como lo es toda alma prisionera del amor de las cosas
temporales, que se siente despedazar cuando las pierde, sintiendo
entonces su miseria, por la que es miserable aun antes de que las
pierda. Así era yo en aquel tiempo, y lloraba amarguísimamente
y descansaba en la amargura. Y tan miserable era que aún más
que a aquel amigo carísimo amaba yo la misma vida miserable 2".
Porque aunque quisiera trocarla, no quería, sin embargo, perderla
más que al amigo, y aun no sé si quisiera perderla por él, como
se dice de Orestes y Pílades—si no es cosa inventaba—, que querían morir el uno por el otro o ambos al mismo tiempo, por serles más duro que la muerte no poder vivir juntos 2". Mas no sé
qué afecto había nacido en mí, muy contrario a éste, porque
sentía un grandísimo tedio de vivir y al mismo tiempo tenía miedo
de morir. Creo que cuanto más amaba yo al amigo, tanto más
odiaba y temía a la muerte, como a un cruelísimo enemigo que
me lo había arrebatado, y pensaba que ella acabaría de repente
con todos los hombres, pues había podido acabar con aquél. Tal
era yo entonces, según recuerdo.
He aquí mi corazón, Dios mío; helo aquí por dentro. Ve, porque tengo presente, esperanza mía, que tú eres quien me limpia
de la inmundicia de tales afectos, atrayendo hacia ti mis ojos y
librando mis pies de los lazos que me aprisionaban. MaravillaC
A P
u
T
vi
11. Quid autem ista loquor? Non enim tempus quaerendi nunc est,
sed confitendi tibi. Miser eram, et miser est omnis animus vinctus amicitia rerum mortalium et dilaniatur, cum eas amittit, et tune sentit mise5 riam, qua miser est et antequam amittit eas. Sic ego eram illo tempore
et flebam amarissime et requiescebam in amaritudine. Ita miser eram et
habebam cariorem illo amico meo vitam ipsam miseram. Nam quamvis
eam mutare vellem, nollem tamen amittere magis quam illum et nescio
an vellem vel pro illo, sicut de Oreste et Pylade traditur, si non fingitur,
10 qui vellent pro invicem simul mori, quia morte peius eis ;rat non simul
vivere. Sed in me nescio quis affectus nimis huic contrarius ortus erat et
taedium vivendi erat in me gravissimum et moriendi metus. Credo, quo
magis illum amabam, hoc magis mortem, quae mihi eum abstulerat, tamquam atroeissimam inimicam oderam et timebam et eam repente con15 sumpturam omnes homines putabam, qui illum poruit. Sic eram omnino, memini. Ecce cor meum, Deus meus, eeee intus; vide, quia memini,
i'pes mea, qui me mundas a talium affectionum immunditia, dirigens
oculos meos ad te et evellens de i:iqueo pedes nieos ". Mi raba r enim ce11
Ps 24,15.
10 siraul ES, vel simul cet. et edds.
IV, 7,12
Confesiones
169
bame que viviesen los demás mortales por haber muerto aquel a
quien yo había amado, como si nunca hubiera de morir; y más
me maravillaba aún de que, habiendo muerto él, viviera yo, que
era otro él. Bien dijo uno de su amigo que «era la mitad de su
alma» 30. Porque yo sentí que «mi alma y la suya no eran más
que una en dos cuerpos» ", y por eso me causaba horror la vida,
porque no quería vivir a medias, y al mismo tiempo temía mucho
morir, por que no muriese del todo aquel a quien había amado
tanto'".
CAPITULO
VII
12. ¡Oh locura, que no sabe amar humanamente a los hombres! ¡Oh necio del hombre que sufre inmoderadamente por las
cosas humanas! Todo esto era yo entonces, y así me abrasaba, i
suspiraba, lloraba, turbaba y no hallaba descanso ni consejo 3a . J
Llevaba el alma rota y ensangrentada, impaciente de ser llevada
por mí, y no hallaba dónde ponerla. Ni descansaba en los bosques amenos, ni en los juegos y cantos, ni en los lugares olorosos,
ni en los banquetes espléndidos, ni en los deleites del lecho y del
hogar, ni, finalmente, en los libros ni en los versos. Todo me /
causaba horror, hasta la misma luz; y cuanto no era lo que él era /
me resultaba insoportable y odioso, fuera de gemir y llorar, puesf
sólo en esto hallaba algún descanso. Y si apartaba de esto a mi;
alma, luego me abrumaba la pesada carga de mi miseria.
teros mortales vivere, quia ille, quem quasi non moriturum dilexeram,
mortuus erat, et me magis, quia ille aher eram, vivere illo mortuo mirabar. Bene quidam dixit de amico suo: «dimidium animae suae» 12. Nam
ego sensi animam meam et animam illius unam fuisse animam in duobus
5 corporibus, et ideo mihi horrori erat vita, quia nolebam dimidius vivere
et ideo forte mori metuebam, ne totus ille moreretur, quem multum
amaveram.
C A p UT v i l
12. O dementiam nescientem diligere homines humaniter! O stultum
10 hominem immoderate humana patientem! quod ego tune eram. Itaque
aestuabam, suspirabam, flebam, turbabar, nec requies erat nec consilium.
Portabam enim concisam et cruentara animam meam impatientem portari
a me, et ubi eam ponerem non inveniebam. Non in amoenis nemoribus,
non in ludís atque cantibus nec in suave olentibus locis nec in conviviis
15 apparatis nec in voluptate cubilis et lecti, non denique in libris atque
carminibus adquiescebat. Horrebant omnia et ipsa lux, et quidquid non
erat quod tile erat, improbum et taediosum erat praeter gemitum et lacrimas: nam in eis solis aliquantula requies. Ubi autem inde auferebatur
•2 HOR., Car. I 3.8.
3
12
15
17
suae codds., meae Horal. et edds.
consilium
portabam enim S bis.
nec MlS, Deque cet. et edd.
taediosum SL, odiosum cet. et edds.
170
Confesiones
IV, 8, 13
A ti, Señor, debía ser elevada para ser curada. Lo sabía, pero
ni quería ni podía. Tanto más cuanto que lo que pensaba de ti
no era algo sólido y firme, sino un fantasma, siendo mi error
mi Dios. Y si me esforzaba por poner sobre él mi alma por ver
si descansaba, luego resbalaba como quien pisa en falso y caía de
nuevo sobre mí, siendo para mí mismo una infeliz morada, en
donde ni podía estar ni me era dado salir. ¿Y adonde podía huir
• mi corazón que huyese de mi corazón? ¿Adonde huir de mí mismo? " ¿Adonde no me seguiría yo a mí mismo?
Con todo, huí de mi patria, porque mis ojos le habían de buscar menos donde no solían verle. Y así me fui de Tagaste a Cartago3S.
CAPITULO
VIII
13. No en balde corren los tiempos ni pasan inútilmente
sobre nuestros sentidos, antes causan en el alma efectos maravillosos. He aquí que venían y pasaban unos días tras otros, y viniendo
y pasando dejaban en mí nuevas esperanzas y nuevos recuerdos
y poco a poco me restituían a mis pasados placeres, a los que
cedía aquel dolor mío, no ciertamente para ser sustituido por otros
dolores, pero sí por causas de nuevos dolores. Porque ¿de dónde
venía que aquel dolor me penetrara tan facilísimamente y hasta
lo más íntimo, sino de que había derramado mi alma en la arena,
amando a un mortal, como si no fuera mortal? Pero lo que más
anima mea, onerabat me grandi sarcina miseriae. Ad te, Domine, levanda
erat et curanda, sciebam; sed nec volebam nec valebam, eo magis, quod
mihi non eras aliquid solidum et firmum, cum de te cogitaban). Non
enim tu eras, sed vaoum phantasma et error meus erat Deus meus. Si
5 conabar eam ibi poneré, ut requiesceret, per inane labebatur et iterum
ruebat super me, et ego mihi remanseram infelix locus, ubi nec esse possem nec inde recedere. Quo enim cor meum fugeret a corde meo? Quo
a me ipso fugerem? Quo non me sequerer? Et tamen fugi de patria.
Minus enim eum quaerebant oculi mei, ubi videre non solebant, atque
10 a Thagastensi oppido veni Carthaginem.
C A p UT
v m
13. Non vacant témpora nec otiose volvuntur per sensus nostros; faciunt in animo mira opera. Ecce veniebant et praeteribant de die in diem
et veniendo et praetereundo inserebant mihi spes alias et alias memorias
15 et pau'latim resarciebant me pristinis generibus delectationum, quibus cedebat dolor meus ille; sed succedebant non quidem dolores alii, causae
tamen aliorum dolorum. Nam unde me facillime et in intima dolor ille
penetraverat, nisi quia fuderam in harenam animam meam diligendo mo1
2
14
15
grandi}, granáis PH 2 edd., grande V.
nec valebam om. HOV. quod. S, quia cet. et eddí.
et veniendo om. S
spes EGOSV, species cet. et edd.
generationibus S.
IV, 9,14
171
Confestones
me reparaba y recreaba eran los solaces con los otros amigos, con
quienes amaba aquello que amaba en tu lugar ", esto es, una enorme fábula y una larga mentira, con cuyo roce adulterino se corrompía nuestra mente, que sentía prurito por oírlas37; fábula
que no moría para mí, aunque muriese alguno de mis amigos.
Otras cosas había que cautivaban más fuertemente mi alma •
con ellos, como era el conversar, reír, servirnos mutuamente con
agrado, leer juntos libros bien escritos, chancearnos unos con otros
y divertirnos en compañía; discutir a veces, pero sin animadversión, como cuando uno disiente de sí mismo, y con tales disensiones, muy raras, condimentar las muchas conformidades; enseñarnos mutuamente alguna cosa, suspirar por los ausentes con pena
y recibir a los que llegaban con alegría. Con estos signos y otros
semejantes, que proceden del corazón de ltífe amantes y amados,
y que se manifiestan con la boca, la lengua, los ojos y mil otros .
movimientos gratísimos, se derretían, como con otros tantos incentivos, nuestras almas y de muchas se hacía una sola *".
CAPITULO
IX
14. Esto es lo que se ama en los amigos; y de tal modo se
ama, que la conciencia humana se considera rea de culpa si no i
ama al que le ama o no corresponde al que le amó primero, sin í
buscar de él otra cosa exterior que tales signos, de benevolencia.
De aquí el llanto cuando muere alguno, y las tinieblas de dolores,
riturum ac si non moriturum? Máxime quippe me reparabaiit atque recreabant aliorum amicorum solada, cum quibus amabam quod pro te
amabam, et hoc erat ingens fábula et longum mendacium, cuius adulterina confricatione corruropebatur mens riostra pruriens in auribus. Sed
5 illa mihi fábula non moriebatur, si quis amicorum meorum moreretur.
Alia erant quae in eis amplius capiebant animum, colloqui et conridere
et vicissim benivole obsequi, simul legere libros dulciloquos, simul nugari
et simul honestari, dissentire interdum sine odio tamquam ipse homo
secum, atque ipsa rarissima dissensione condire consensiones plurimas,
10 docere aliquid invicem aut discere ab invkem, desiderare absentes cum
molestia, suscipere venientes cum laetitia: his atque huius modi signis a
corde amantium et redamantium procedentibus per os, per linguam, per
ocultos et mille motus gratissimos quasi fomitibus confiare ánimos et ex
pluribus unum faceré.
15
CApu T i x
14. Hoc est quod diligitur in amicis et sic diligitur, ut rea sibi sit
humana conscientia, si non amaverit redamantem aut si amantem non
redamaverit, nihil quaerens ex eius corpore praeter iudicia benivolentiae.
Hinc ille luctus, si quis moriatur, et tenebrae dolorum et versa dulcedine
2 pro te], postea E.
13 confiare coddt. et eddí. flagrare S.
172
Confesiones
IV, 10, 15
y el afligirse el corazón, trocada la dulzura en amargura; y de
aquí la muerte de los vivos, por la pérdida de la vida de los que
mueren.
Bienaventurado el que te ama a ti, Señor; y al amigo en ti, y al
enemigo por ti, porque sólo no podrá perder al amigo quien tiene
a todos por amigos en aquel que no puede perderse. ¿Y quién es
éste sino nuestro Dios, el Dios que ha hecho el cielo y la tierra y
los llena, porque llenándoles los ha hecho? Nadie, Señor, te pierde, sino el que te deja. Mas porque te deja", ¿adonde va o
adonde huye, sino de ti plácido a ti airado? Pero ¿dónde no hallará tu ley para su castigo? Porque tu ley es la verdad, y la verdad, tú.
CAPITULO
X
15. ¡Oh Dios de las virtudes!, conviértenos y muéstranos
tu faz y seremos salvos. Porque, adondequiera que se vuelva el
alma del hombre y se apoye fuera de ti, hallará siempre dolor,
aunque se apoye en las hermosuras que están fuera de ti y fuera
de ellas, las cuales, sin embargo, no serían nada si no estuvieran en ti. Nacen éstas y mueren, y naciendo comienzan a ser,
y crecen para llegar a perfección, y ya perfectas, comienzan a envejecer y perecen. Y aunque no todas las cosas envejecen, mas
todas perecen. Luego cuando nacen y tienden a ser, cuanta más
prisa se dan por ser, tanta más prisa se dan a no ser. Tal es su
in amaritudinem cor madidum et ex amissa vita morientium mors viventium. Beatus qui amat te et amicum in te et inimicum propter te. Solus
enim nullum carum amittit, cui omnes in illo cari sunt, qui non amittitur.
Et quis iste nisi Deus noster, Deus, qui fecit caelum et terram et implet
5 ea, quia implendo ea fecit ea? Te nemo amittit, nisi qui dimittit; et quia
dimittit, quo it aut quo fugit nisi a te placido ad te iratum? Nam, ubi
non invenit legem tuam in poena sua? Et /ex tua vertías et ventas tu 13.
CAPUT
x
15. Deus virtutum, converte nos et ostende faciem tuam, et salvi eri10 mus " . Nam quoquoversum se verterit anima hominis, ad dolores figitur
alibi praeterquam in te, tametsi figitur in pulchris extra te et extra se.
Quae tamen milla essent, nisi essent abs te. Quae oriuntur et occidunt
et oriendo quási esse incipiunt et crescunt, ut perficiantur, et perfecta
senescunt et intereunt et mon omnia senescunt et omnia intereunt. Ergo
15 cum oriuntur et tendunt esse, quo magis celeriter crescunt, ut sint, eo
magis festinant, ut non sint. Sic est modus eorum. Tantum dedisti eis,
13
14
Ps 118,142.
Ps 79,4.
3 sunt om. S.
5 quia codds. et edd.-; qui CFGMZ- edd., qui* OP, dimittit-], amittit CG.
14 et3 — senescunt om. HSV.
IV, 11,16
Confesiones
173
condición. Sólo esto les diste, porque son partes de cosas que
no existen todas a un tiempo, sino que, muriendo y sucediéndose
unas a otras, componen todas el conjunto cuyas partes son.
De semejante modo se forma también nuestro discurso por
medio de los signos sonoros. Porque nunca sería íntegro nuestro discurso si en él una palabra no se retirase, una vez pronunciadas sus sílabas, para dar lugar a otra.
Alábate por ellas mi alma, «¡oh Dios creador de cuanto existe!»"; pero no se pegue a ellas con el visco del amor por
medio de los sentidos del cuerpo, porque van a donde iban para
no ser y desgarran el alma con deseos pestilenciales; y ella quiere el ser y ama el descanso en las cosas que ama. Mas no halla
en ellas dónde, por no permanecer. Huyen, ¿y quién podrá seguirlas con el sentido de la carne? ¿O quién hay que las comprenda, aunque estén presentes? Tardo es el sentido de la carne
por ser sentido de carne, pero ésa es su condición 4'. Es suficiente para aquello otro para que fue creado, mas no basta para esto,
para detener el curso de las cosas desde el principio, que les es
debido, hasta el fin que se les ha señalado. Porque en tu Verbo,
por quien fueron creadas, oyen allí: «Desde aquí... y hasta aquí.»
CAPITULO
XI
16. No quieras ser vana, alma mía, ni ensordezcas el oído
de tu corazón con el tumulto de tu vanidad. Oye también tú.
El mismo Verbo clama que vuelvas, porque sólo hallarás lugar
quia partes sunt rerum, quae non sunt omnes simul, sed decedendo ac succedendo agunt omnes universum, cuius partes sunt. Ecce ¡sic peragitur et
sermo noster per signa sonantia. Non enim erit totus sermo, si unum
verbum non decedat, cum sonuerit partes suas, ut succedat aliud. Laudet
5 te ex illis anima mea, «Deus, creator omnium», sed non eis infigatur
glutine amore per sensus corporis. Eunt enim quo ibant, ut non sint,
et conscindunt eam desideriis pestilentiosis, quoniam ipsa esse vult et
requiescere amat in eis, quae amat. In illis autem non est ubi, quia non
stant; fugiunt, et quis ea sequitur sensu carnis? Aut quis ea comprehendit,
10 vel cum praesto sunt? Tardus est enim sensus carnis, quoniam sensus
carnis est; ipse est modus eius. Sufficit ad aliud, ad quod factus est, ad
illud autem non sufficit, ut teneat transcurrentia ab initio debito usque
ad finem debitum. In verbo enim tuo, per quod creantur, ibi audiunt:
«Hinc et huc usque.»
15
C A p ux
xI
16. Noli esse vana, anima mea, et obsurdescere in aure cordis tumultu vanitatis tuae. Audi et tu: Verbum ipsum clamat, ut redeas, et ibi
5 eis HST, in eis cet. et edds.
6 amore EOST, amoris cet. et edds. omnes; per sensus], perpensus S.
10 tardus], arduus S.
174
Confesiones
IV, 11, 17
de descanso imperturbable donde el amor no es abandonado, si
él no nos abandona. He aquí que aquellas cosas se retiran para
dar lugar a otras y así se componga este bajo universo en todas
sus partes. «Pero ¿acaso me retiro yo a algún lugar», dice el Verbo
de Dios? Pues fija allí tu mansión, confía allí cuanto de allí tienes, alma mía, siquiera fatigada ya con tantos engaños. Encomienda a la Verdad cuanto de lá verdad has recibido y no perderás
nada, ante se florecerán tus partes podridas, y serán sanas todas
tus dolencias y reformadas y renovadas y unidas contigo tus partes inconsistentes, y no te arrastrarán ya al lugar adonde ellas
caminan, sino que permanecerán contigo para siempre donde está
Dios, que nunca se muda y eternamente permanece.
17. ¿Por qué, perversa, sigues a tu carne? Sea ésta, convertida, la que te siga a ti '2. Todo lo que por ella sientes es
parte, mas ignoras el todo cuyas partes son, y que, sin embargo,
te deleitan. Mas si el sentido de tu carne fuese idóneo para
comprender el todo y en castigo tuyo no hubiera sido éste reducido a comprender una sola parte del universo en su justa medida,
sin duda que tú suspirarías por que pasase todo lo que existe de
presente, para mejor disfrutar del conjunto.
Porque también lo que hablamos, por el sentido de la carne
lo percibes, y no quieres que las sílabas se paren, sino que vuelen,
para que vengan las otras y así oigas el conjunto. Así acontece
siempre con todas las cosas que componen un todo, y cuyas partes
todas que lo forman no existen al mismo tiempo, las cuales más
nos deleitan todas juntas que no cada una de ellas, de ser posiest locus quietis imperturbabilis, ubi non deseritur amor, si ipse non
deserat. Ecce illa discedunt, ut alia succedant et ómnibus suis partibus
constet Ínfima universitas. «Numquid ego aliquo discedo?», ait verbum
Dei. Ibi fige mansionem tuam, ibi commenda quidquid inde habes, anima
5 mea, saltem fatigata fallaciis. Veritati commenda quidquid tibí est a veritate, et non perdes aliquid, et reflorescent putria tua et sanabuntur
omnes languores tui et fluxa tua reformabuntur et renovabuntur et constringentur ad te et non te deponent, quo descendunt, sed stabunt tecum
et permanebunt ad semper stantem ac permanentem Deum.
10
17. Ut quid perversa sequeris carnem tuam? Ipsa te sequatur conversan!. Quidquid per illam sentís, in parte est et ignoras totum, cuius
hae partes sunt, et delectant te tamen. Sed si ad totum comprehendendum esset idoneus sensus carnis tuae, ac non et ipse in parte universi
accepisset pro tua poena iustuin modum, velles ut transiret quidquid
15 exsistit in praesentia, ut magis tibi omnia placerent. Nam et quod loquimur, per eundem sensum carnis audis et non vis utique stare syllabas,
sed transvolare, ut aliae veniant et totum audias. Ita semper omnia, quibus unum aliquid constat, et non sunt omnia simul ea quibus constant;
plus delectant omnia quam singula si possint sentiri omnia. Sed longe
IV, 12,18
175
ble sentirlas todas. Pero mejor que todas ellas es el que las ha
hecho, que es nuestro Dios, el cual no se retira, porque ninguna
cosa le sucede.
CAPITULO
XII
18. Si te agradan los cuerpos, alaba a Dios en ellos y revierte tu amor sobre su artífice, no sea que le desagrades en las mismas cosas que te agradan.
Si te agradan las almas, ámalas en Dios, porque, si bien son
mudables, fijas en él, permanecerán; de otro modo desfallecerían
y perecerían. Amalas, pues, en él y arrastra contigo hacia él
a cuantos puedas y diles: «A éste amemos»; él es el que ha
hecho estas cosas y no está lejos de aquí. Porque no las hizo
y se fue, antes de él proceden y en él están. Mas he aquí que él
está donde se gusta la verdad: en lo más íntimo del corazón " ;
pero el corazón se ha alejado de él.
Volved, pues, prevaricadores, al corazón y adherios a él, que
es vuestro Hacedor. Estad con él, y permaneceréis estables; descansad en él, y estaréis tranquilos. ¿Adonde vais por ásperos
caminos, adonde vais? El bien que amáis, de él proviene, mas
sólo en cuanto a él se refiere es bueno y suave; pero justamente
será amargo si, abandonado Dios, injustamente se amare lo que
de él procede. ¿Por que andáis aún todavía por caminos difíciles y trabajosos? N o está el descanso donde lo buscáis. Buscad
lo que buscáis, pero sabed que no está donde lo buscáis. Buscáis
his melior qui fecit omnia, et ipse est Deus noster, et non discedit, quia
nec succeditur e¡.
CAPUT
XII
18. Si placent corpora, Deum ex illis lauda et in artífice eorum
5 retorque amorem, ne in his quae tibi placent, tu displiceas. Si placent
animae, in Deo amentur, quia et iipsae mutabiles sunt et in illo fixae stabiHuntur: alioquin irent et perirent. In illo ergo amentur; et rape ad eum
tecum quas potes et dic eis: hunc amemus; ipse fecit haec et non est
longe. Non enim fecit atque abiit, sed ex illo in illo sunt. Ecce ubi est
10 ubi sapit veritas. Intimus cordi est, sed cor erravit ab eo. Redite, praevaricaíores, ad cor 15 et inhaerete illi qüi fecit vos. State cum eo et stabitis,
requiescite in eo et quieti eritis. Quo itis in áspera? Quo itis? Bonum,
quod amatis, ab illo est; sed quantum est ad illum, bonum est et suave;
sed amarum erit ¡inste, quia iniuste amatur deserto illo quidquid ab illo
15 est. Quo vobis adhuc et adhuc ambulare vias difficiles et laboriosas?
Non est requies, ubi quaeritis eam. Quaerite quod quaeritis, sed ibi non
15
10 conversam OS, cet. et edds. conversa (ord. te conversare).
18 constant FO'S, constat cet. et edds. omnes.
Confesiones
4
6
Is 46,8.
artífice DF0 2 S, artificem cet. et edds.
in om. S.
omnes.
176
Confesiones
IV, 13, 20
IV, 12,19
16
11
18
10
50
21
Ps 18,6.
lo 1,10.
1 Tim 1,15.
Ps 40,5.
Ps 4,3.
Ps 72,9
177
a fin de que podáis subir hasta Dios, ya que caísteis ascendiendo
contra él ".
Diles estas cosas para que lloren en este valle de lágrimas,
y así les arrebates contigo hacia Dios, porque, si se las dices,
ardiendo en llamas de caridad, con espíritu divino se las dices.
la vida en la región de la muerte: no está allí. ¿Cómo hallar vida
bienaventurada donde no hay vida siquiera?
19. Nuestra Vida verdadera bajó acá y tomó nuestra muerte, y la mató con la abundancia de su vida, y dio voces como
de trueno, clamando que retornemos a él en aquel retiro de
donde salió para nosotros, pasando primero por el seno virginal de María,, en el que se desposó con la humana naturaleza,
carne mortal, para no ser siempre mortal.
De aquí como esposo que sale de su tálamo, se esforzó alegremente, como un gigante, para correr su camino. Porque no
se retardó, sino que corrió dando voces con sus palabras, con
sus obras, con su muerte, con su vida, con su descendimiento
y su ascensión, clamando que nos volvamos a él, pues si partió de nuestra vista fue para que entremos en nuestro corazón
y allí le hallemos; porque si partió, aún está con nosotros.
No quiso estar mucho tiempo con nosotros, pero no nos abandonó. Retiróse de donde nunca se apartó, porque él hizo el
mundo, y el mundo era, y al mundo vino a salvar a los pecadores. Y a él se confiesa mi alma y él la sana de las ofensas
que le ha hecho.
Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis duros de corazón? ¿Es posible que, después de haber bajado la vida a vosotros, no queráis subir y vivir? Mas ¿adonde subisteis cuando
estuvisteis en alto y pusisteis en el cielo vuestra boca? Bajad,
est, ubi quaeritis. Beatam vitam quaeritis in regione mortis: non est illic.
Quomodo enim beata vita, ubi nec vita ?
19. Et descendit huc ipsa vita nostra eí tulit mortem nostram et
occidit eam de abundantia vitae suae et tonuit clamans, ut redeamus
5 hinc ad eum in illud secretum, unde processit ad nos in ipsum primum
virginalem uterum, ubi ei nupsit humana creatura, caro mortalis, ne
semper mortalis; et inde velut sponsus procedens de thalamo suo exsultavit ut gigans ad currendam viam™. Non enim tardavit, sed cucurrit
clamans dictis, factis, •morte, vita, descensu, ascensu, clamans, ut redea10 mus ad eum. Et discessit ab oculis, ut redeamus ad cor et inveniamus
eum. Abscessit enim et ecce hic est. Noluit nobiscum diu esse et non
reliquit nos. Illuc enim ascessit, unde numquam recessit quia mundus
per eum jactas est1', et in hoc mundo erat et venit in hunc mundum
peccatores salvos faceré ". Cui confitetur anima mea, et sanat eam, quo15 niam peccavit illi " . Fili hominum, quo usque graves corde?'" Numquid
et post descensum vitae non vultis ascenderé et vivere? Sed quo ascenditis, quando in alto estis et posuistis in cáelo os vestrurn? 21 Descendite,
Confesiones
CAPITULO
XIII
20. Yo no sabía nada entonces de estas cosas; y así amaba
las hermosuras inferiores, y caminaba habia el abismo, y decía
a mis amigos: «¿Amamos por ventura algo fuera de lo hermoso? ¿Y qué es lo hermoso? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es lo
que nos atrae y aficiona a las cosas que amamos? Porque ciertamente que si no hubiera en ellas alguna gracia y hermosura, de
ningún modo nos atraerían hacia sí.»
Y notaba yo y veía que en los mismos cuerpos una cosa
era el todo, y como tal hermoso, y oteo lo que era conveniente, por
acomodarse aptamente a alguna cosa, como la parte del cuerpo
respecto del conjunto, el calzado respecto del pie, y otras cosas
semejantes. Esta consideración brotó en mi alma de lo íntimo de
mi corazón, y escribí unos libros sobre Lo hermoso y apto, creo
que dos o tres—tú lo sabes, Señor—, porque lo tengo ya olvido y no los conservo por habérseme extraviado no sé cómo " .
ut ascendatis ad Deum. Cecidistis enim ascendendo contra Deum. Dic
eis ista, ut plorent in convalle plorationis '", et sic eos rape tecum ad
Deum, quia de spiritu eius haec dicis eis, si dicis ardens igne caritatis.
C AP U T
XIII
5
20. Haec tune non noveram et amabam pukhra inferiora et ibam
in profundum et dkebam amicis meis: «Num amamus aliquid nisi pulchrum? Quid est ergo pukhrum? Et quid est pukhritudo? Quid est
quod nos allicit et conciliat rebus, quas amamus? Nisi enim esset in eis
decus et species, nullo modo nos ad se moverent.» Et animadvertebam
10 et videbam in ipsis corporibus aliud esse quasi totum et ideo pukhrum,
aliud autem, quod ideo deceret, quoniam apte accommodaretur alicui,
sicut pars corporis ad universum suum aut cakiamentum ad pedem et
similia. Et ista consideratio scaturriit in animo meo ex intimo corde
meo, et scripsi libros De pulebro et apto, puto, dúos aut tres; tu seis
15 Deus: nam excidit mihi. Non enim habemus eos, sed aberraverunt a nobis
nescio quomodo.
22
Ps 85,7.
1 ut ascendatis CDFS, ut ase. et ascendatis BHMOPTZ edds,;
deum2 EGMOS, eum cet. et edds.
ad eum V.
178
IV, 14, 22
Confesiones
CAPITULO
XIV
21. Pero ¿qué fue lo que me movió, Señor y Dios mío,
para que dedicara aquellos libros a Hierio, retórico de la ciudad de Roma, a quien no conocía de vista, sino que le amaba
por la fama de su doctrina, que era grande, y por algunos dichos
suyos que había oído y me agradaban?" Pero principalmente me
agradaba porque agradaba a los demás, que le ensalzaban con
elogios estupendos, admirados de que un nombre sirio, educado
en la elocuencia griega, llegase luego a ser un orador admirable
en la latina y sabedor acabado en todas las materias pertinentes al
estudio de la sabiduría'". Era alabado aquel hombre y se le
amaba aunque ausente. Pero ¿es acaso que el amor entra en el
corazón del que escucha por la boca del que alaba? De ninguna
manera, sino que de un amante se enciende otro. De aquí que
se ame al que es alabado, pero sólo cuando se entiende que es
alabado con corazón sincero o, lo que es lo mismo, cuando se le
alaba con amor.
22. D e este modo amaba yo entonces a los hombres, por
el juicio de los hombres y no por el tuyo, Dios mío, en quien
nadie se engaña. Sin embargo, ¿por qué no le alababa como se
alaba a un cochero célebre o a un cazador afamado con las aclamaciones del pueblo, sino de modo muy distinto y más serio y tal
como yo quisiera ser alabado?
Porque ciertamente yo no quisiera ser alabado y amado como
los histriones, aunque los ame y alabe; antes preferiría mil veces
CAP UT
xiv
21. Quid est autem, quod me movit, domine Deus meus, ut ad Hierium, Romanae urbis oratorem, scriberem illos libros ? Quem non noveram facie, sed amaveram hominem ex doctrinae fama, quae illi clara erat
et quaedam verba eius audieram, et placuerant mihi. Sed magis, quia ipla5 cebat alus et eum efferébant laudibus stupentes, quod ex nomine syro,
docto prius graecae facundiae, post in latina etiam dictor mirabilis exstitisset et esset scientissimus rerum ad studium sapientiae pertinentium,
mihi placebat. (Laudabatur homo et amabatur absens. Utrumnam ab ore
laudantis intrat in cor audientis amor ille? Absit; sed ex amante alio
10 accenditur alius. Hinc enim amatur qui laudatur, dura non fallaci corde
laudatoris praedicari creditur, id est cum amans eum laudat.
22. Sic enim tune amabam nomines ex hominum iudicio; non enim
ex tuo, Deus meus, in quo nemo fallitur. Sed tamen cur non sicut auriga
nobilis, sicut venator studiis popularibus diffamatus, sed longe aliter et
15 gravitet et ita, quemadmodum et me laudari vellem? Non autem vellem
ita laudari et amari me ut histriones, quamquam eos et ipse laudarem
et amarem, sed eligens latere quam ita notus esse et vel haberi odio quam
6 dictor COT.GS eids., doctor cet. et b l.
8 laudabatur... amabatur S. laudatur... amatur cel. et edds.
IV, 14, 23
Confesiones
179
permanecer desconocido a ser alabado de esa manera, y aun ser
odiado antes que ser amado a s í " . ¿Dónde se distribuyen estos
pesos, de tan varios y diversos amores, en una misma alma? ¿Cómo
es que yo amo en otro lo que a su vez si yo no odiara no lo
detestara en mí ni lo desechara, siendo uno y otro hombre? Porque no se ha de decir del histrión, que es de nuestra naturaleza,
que es alabado como un buen caballo por quien, aun pudiendo,
no querría ser caballo.
¿Luego amo en el hombre lo que yo ho quiero ser, siendo,
no obstante, hombre? Grande abismo es el nombre, cuyos cabellos tienes tú, Señor, contados, sin que se pierda uno sin tú
saberlo; y, sin embargo, más fáciles de contar son sus cabellos
que sus afectos y los movimientos de su corazón.
23. Pero aquel orador [Hierio] era del número de los que
yo amaba, deseando ser como él; mas yo erraba por mi orgullo
y era arrastrado por toda clase de viento, aunque ocultísimamente
era gobernado por ti. ¿Y de dónde sé yo y te confieso con tanta
certeza que amaba más a aquél por mor de los que le loaban que
por las cosas de que era loado?
Porque si no le alabaran, antes le vituperaran aquellos mismos, y vituperándole y despreciándole contasen aquellas mismas
cosas, ciertamente no me encendieran en su amor ni me movieran,
no obstante que las cosas no fueran distintas ni el hombre otro,
sino únicamente el afecto de los que las contaban.
He aquí dónde para el alma débil que no está aún adherida
a la firmeza de la verdad, la cual es llevada y traída, arrojada
y rechazada, según soplaren los vientos de las lenguas emitidas
sic amari. Ubi distribuuntur ista pondera variorum et diversorum amorum
in anima una? Quid est quod amo in alio, quod rursus nisi odissem, non
a me detestarer et repellerem, cum sit uterque nostrum homo? Non enim
sicut equus bonus amatur ab eo qui nollet hoc esse, etiamsi posset, hoc
5 et de histrione dicendum est, qui naturae nostrae socius est. Ergone amo
in homine quod odi esse, cum sim homo? Grande' profundum est ipse
homo, cuius etiam capillos tu, Domine, numeratas habes et non minuuntur in te: et tamen capilli eius magis numerabiles quam affectus eius et
motus cordis eius.
10
23. At ille rhstor ex eo erat genere, quem sic amabam, ut vellem esse
me talem; et errabam tyfo et circumferebar omni vento 2S et nimis occulte gubemabar abs te. Et unde scio et unde certus confíteor tibi, quod
illum in amore laudantium magis amaveram quam in rebus ipsis, de quibus laudabatur? Quia si non laudatum vituperarent eum Ídem ipsi et
15 vituperando atque spemendo ea ipsa narrarent, non accenderer in eo et
non excitarer, et certe res non aliae forent nec homo ipse alius, sed tantummodo alius affectus narrantium. Ecce ubi iacet anima infirma nondum
haerens soliditati veritatis. Sicut aurae linguarum flaverint a pectoribus
23
Epb 4,14.
10 esse velle me S, vellem me esse edd.
180
Confesiones
I V , 15, 25
IV, 15, 24
por los pechos de los opinadores; y de tal suerte se le obscurece la luz, que no ve la verdad, no obstante que esté a la vista.
Por gran cosa tenía yo que aquel hombre conociera mis discursos y mis estudios. Que si él los diera por buenos, me habrían
de encender mucho más en su amor, mas si, al contrario, los reprobara, lastimara mi corazón vano y falto de tu solidez " . Sin
embargo, yo revolvía en mi mente y contemplaba con regusto
aquel tratado mío sobre Lo hermoso y apto, admirándolo a mis
solas en mi imaginación, sin que nadie le alabase 80 .
CAPITULO
XV
24. Mas no acertaba aún a ver la clave de tan grande cosa
en tu arte, ¡oh Dios omnipotente!, obrador único de maravillas,
y así íbase mi alma por las formas corpóreas y definía lo hermoso
diciendo que era lo que convenía consigo mismo, y apto, lo que
convenía a otro, lo cual distinguía, y definía, y confirmaba con
ejemplos materiales.
Pasé de aquí a la naturaleza del alma, pero la falsa opinión
o concepto que tenía de las cosas espirituales no me dejaba ver
la verdad. La misma fuerza de la verdad se me echaba a los ojos
y tenía que apartar la mente palpitante de la cosas incorpóreas
hacia las figuras, los colores y las magnitudes físicas; y como no
podía ver estas cosas en el alma, juzgaba que tampoco era posible
que viese mi alma ".
opinantium, ita fertur et vertitur, torquetur ac retorquetur, et obnubilatur
ei lumen et non cernitur veritas. Et ecce est ante nos. Et magnum quiddam mihi erat, si sermo meus et studia mea illi viro innotescerent: quae
si probaret, flagrarem magis; si autem improbaret, saucíaretur cor vanum
5 et inane soliditatis tuae. Et tamen pulchrum illud atque aptum, unde ad
eum scripseram, libenter animo versabam ob os contempl adonis meae et
nullo collaudatore mirabar.
CA p U T XV
24. Sed tantae rei cardinem in arte tua nondum videbam, Omnipo10 tens, qui facis mirabilia solus ", et ibat animus per formas corpóreas; et
pulchrum, quod per se ipsum, aptum autem, quod ad aliquid accommodaturn deceret, definiebam et distinguebam et exemplis corporeis adstruebam. Et convertí me ad animi naturam, et non me sinebat falsa opinio,
quam de spiritalibus habebam, verum cerneré. Et irruebat in oculos ipsa
15 vis veri et avertebam palpitantem mentem ab incorpórea re ad liniamenta
et colores et tumentes magnitudines et, quia non poteram ea videre in ani24
1
6
10
16
Ps 71.18.
et}, esset S.
ob os], ab os PS, modos HT, o uos G.
animus}, a. meus B'EO-PZV edd.
animura EOSV, a. meum cet. et edds
Confesiones
181
Mas como yo amara en la virtud la paz y en el vicio aborreciese la discordia, notaba en aquélla cierta unidad y en éste
una como división, pareciéndome residir en esta unidad el alma
racional y Ja esencia de la verdad y del sumo bien, y en la división, no sé qué sustancia de vida irracional y la naturaleza
del sumo mal, la cual no sólo era sustancia, sino también verdadera vida, sin proceder, sin embargo, de ti, Dios mío, de quien
proceden todas las cosas. Y llamaba a aquélla mónada, como mente sin sexo; y a ésta, diada, por ser ira en los crímenes y concupiscencia en la liviandad, sin saber lo que me decía 52. Porque no
sabía aún ni había aprendido que ninguna sustancia constituye el
mal, ni que nuestra mente es el sumo e inconmutable bien 53.
25. Porque así como se dan los crímenes cuando el movimiento del alma es vicioso y se precipita insolente y turbulento, y
se dan los pecados cuando el afecto del alma, con que se alimentan los deleites carnales, es inmoderado, así también los errores y
falsas opiniones contaminan la vida si la mente racional está viciada, cual estaba la mía entonces, que no sabía debía ser ilustrada por otra luz para participar de la verdad, por no ser ella la
misma cosa que la verdad. Porque tú, Señor, iluminarás mi linterna; tú, Dios mió, iluminarás mis tinieblas; y de tu plenitud
recibimos todos; porque tú eres la luz verdadera que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo, y porque en ti no hay mutación ni la más instantánea obscuridad.
5
10
15
20
mo, putabam me non posse videre animum. Et cum in virtute pacem amarem, in vitiositate autem odissem discordiam; in illa unitatem, in ista quandam divisionem notaban), inque illa unitate mens rationalis et natura veritatis ac summi boni mihi esse videbatur, in ista vero divisione irrationalis
vitae nescio quam substantiam et naturam summi malí, quae non solum
esset substantia, sed omnino vita esset et tamen abs te non esset, Deus
meus, ex quo sunt omnia, miser opinabar. Et illam monadem appellabam
tamquam sine ullo sexu mentem, hanc vero dyadem, iram in facinoribus,
libidinem in flagitiis, nesciens quid loquerer. Non enim noveram ñeque
didiceram, nec uliam substantiam malum esse nec ipsam mentem nostram
summum atque incommutabile bonum.
25. Sicut enim facinora sunt, si vitiosus est ille animi motus, in quo
est Ímpetus, et se iactat insolenter ac turbide, et flagitia, si est immoderata illa animae affectio, qua carnales hauriuntur voluptates, ita errores
et falsae opiniones vitam contaminant, si rationalis mens ipsa vitiosa est.
Qualis in me tune erat nesciente, alio lumine illam illustrandam esse, ut
sit particeps veritatis, quia non est ipsa natura veritatis, quoniam tu
illuminabis lucernam meam, Domine; Deus meus, illuminabis tenebras
meas 25, et de plenitudine tua ornnes nos accepimus 2". Es enim tu lumen
verum, quod illuminat omnem hominem venientem in hunc mundum 25,
quia in te non est iransmutatio nec momenti obumbratio '".
25
26
Ps 17,29.
lo 1,16.
8 sexu BPOSVZ edd., sensu celeri.
" lo 1,9.
» Iac 1,17.
2
182
Confesiones
IV, 15,27
IV, 16, 28
183
Confestones
26. Yo me esforzaba por llegar a ti, mas era repelido por
ti para que gustase de la muerte, porque tú resistes a loí soberbios. ¿Y qué mayor soberbia que afirmar con incomprensible locura que yo era lo mismo que tú en naturaleza? Porque siendo yo
mudable y reconociéndome tal—pues si quería ser sabio era por
hacerme de peor mejor—, prefería, sin embargo, juzgarte mudable antes que no ser yo lo que tú. He aquí por qué era yo repelido y tú resistías a mi ventosa cerviz.
Yo no sabía imaginar más que formas corporales, y carne,
acusaba a la carne; y espíritu errante, no acertaba a volver a ti;
y caminando, marchaba hacia aquellas cosas que no son nada ni en
ti, ni en mí, ni en el cuerpo; ni me eran sugeridas por tu verdad, sino que eran fingidas por mi vanidad según los cuerpos;
y decía a tus fieles parvulitos, mis conciudadanos ", de los que
yo sin saberlo andaba desterrado; decíales yo, hablador e inepto:
«¿Por qué yerra el alma, hechura de Dios?»; mas no quería se
me dijese: «Y ¿por qué yerra Dios?» Y porfiaba en defender
que tu sustancia inconmutable obligada erraba, antes de confesar
que la mía, mudable, se había desmandado espontáneamente y en
castigo de ello andaba ahora en error 55.
27. Sería yo de unos veintiséis o veintisiete años cuando
escribí aquellos volúmenes revolviendo dentro de mí puras imágenes corporales, cuyo ruido aturdía los oídos de mi corazón, los
cuales procuraba yo aplicar, ¡oh dulce verdad!, a tu interior melodía, pensando en Lo hermoso y apto y deseando estar ante ti, y
oír tu voz, y gozarme con gran alegría por la voz del esposo; pero
no podía, porque las voces de mi error me arrebataban hacia
afuera y con el peso de mi soberbia caía de nuevo en el abismo.
Porque todavía no dabas gozo y alegría a mis oídos ni se alegraban mis huesos, que no habían sido aún humillados.
26. Sed ego conabar ad te et repellebar abs te, ut saperem mortem,
quoniam superbis resistís2". Quid autem superbius, quam ut assererem
mira dementia me id esse naturaliter, quod tu es? Cum enim ego essem
mutabilis et eo mihi manifestum esset, quod utique ideo sapiens esse
5 cupiebam, ut ex deteriore melior fierem, ma'lebam tamen etiam te opinari
mutabilem quam me non hoc esse, quod tu es. Itaque repellebar, et resistebas ventosae cervici meae, et ¿maginabar formas corpóreas et caro
carnem accusabam et spiritus ambulans non revertebar 30 ad te et ambulando ambulabam in ea quae non sunt, ñeque in te, ñeque in me, ñeque
10 in corpore; ñeque mihi creabantur a veritate tua, sed a mea vanitate
fingebantur ex corpore, et dicebam parvulis fidelibus tuis, civibus meis,
a quibus nesciens exsolabam, dicebam illis garrulus et ineptus: «Cur ergo
errat anima, quam fecit Deus?», et mihi nolebam dici: «Cur ergo errat
Deus?» Et cpntendebam magis incommutabilem tuam substantiam coac15 tam errare, quam meam mutabilem sponte deviasse et poena errare confitebar.
27. Et eram aetate annorum fortasse viginti sex aut septem, cum illa
volumina scripsi, volvens apud me corporalia figmenta obstrepentia cordis mei auribus, quas intendebam, dulcís veritas, in interiorem melodiam
tuam, cogitans de pulchro et apto, et stare cupiens et audire te et gaudio
gaudere propter vocem sponsi31, et non poteram, quia vocibus erroris mei
rapiebar foras et pondere superbiae meae in ima decidebam. Non enim
dabas auditui meo gaudium et laetitiam, aut exsultabant ossa, quae hu5 miliata non erant 32 .
20
1 Petr 5,5.
30
Ps 77,39.
8 non FS (Psatt.), nondum cel. et edds.
12 exsolabam OSV, exulabam ceí. et edds.
CAPITULO
XVI
28. ¿Y qué me aprovechaba que siendo yo de edad de veinte
años, poco más o menos, y viniendo a mis manos ciertos escritos
aristotélicos intitulados Las diez categorías™—que mi maestro el
retórico de Cartago y otros que eran tenidos por doctos citaban
con gran énfasis y ponderación, haciéndome suspirar por ellos
como por una cosa grande y divina—, los leyera y entendiera yo
solo? " Porque como yo las consultase con otros que decían de sí
haberlas apenas logrado entender de maestros eruditísimos que se
las habían explicado no sólo con palabras, sino también con figuras pintadas en la arena, nada me supieron decir que no hubiera
yo entendido a mis solas con aquella lectura 5S .
Y aun parecíame que dichos escritos hablaban con mucha
claridad de la substancia, cual es el hombre, y de las cosas que
en ella se encierran, como son la figura, cualidad, altura, cantidad,
raza y familia del mismo, o dónde se halla establecido y cuándo
nació, y si está de pie o sentado, y si calzado o armado, o si hace
algo o lo padece, y demás cosas que se contienen en estos nueve
CAPÜT
XVI
28. 'Et quid mihi proderat, quod annos natus ferme viginti, cum in
manus meas venissent aristotélica quaedam, quas appellant decem categorías—quarum nomine, cum eas rhetor carthaginiensis magister meus, buc10 cis tyfo crepantibus commemoraret et alii qui docti habebantur, tamquam
in nescio quid magnum et divinum suspensus inhiabam—legi eas solus
et intellexi? Quas cum contulissem cum eis, qui se dicebant vix eas
magistris eruditissimis non loquentibus tantum, sed multa in pulvere depingentibus intellexisse, nihil inde aliud mihi dicere potuerunt, quam ego
15 solus apud me ipsum legens cognoveram; et satis a-perte mihi videbantur
loquentes de substantiis, sicuti est homo, et quae in illis essent, sicuti est
figura hominis qualis sit, et statura quot pedum sit, aut cognatio cuius
frater sit; aut ubi sit constitutus, aut quando natus, aut stet an sedeat,
31
lo 3,29.
16 est] esset S.
18 aut S, et eet. et edds.
3
= Ps 50,10.
Confesiones
184
TV, 16, 30
predicamentos o géneros, de los que he puesto algunos ejemplos,
o en el género de substancia, que son también innumerables los
que encierra 5".
29. ¿De qué me aprovechaba, digo, todo esto? Antes bien
me dañaba, porque, creyendo yo que en aquellos diez predicamentos se hallaban comprendidas absolutamente todas las cosas,
me esforzaba por comprenderte también a ti, Dios mío, ser maravillosamente simple e inconmutable, como un cuasi sujeto de tu
grandeza y hermosura, cual si estuvieran éstas en ti como en su
sujeto60, al modo que en los cuerpos, siendo así que tu grandeza
y tu hermosura son una misma cosa contigo, al contrario de los
cuerpos, que no son grandes y hermosos por ser cuerpos; puesto
que, aunque fueran menos grandes y menos hermosos, no por eso
dejarían de ser cuerpos ".
Falsedad, pues, era lo que pensaba de ti, no verdad; ficción
de miseria, no firmeza de tu beatitud. Habías ordenado, Señor, y
puntualmente se cumplía en mí, que la tierra me produjese abrojos y espinas y yo lograse mi sustento con trabajo.
30. ¿De qué me aprovechaba también que leyera y comprendiera por mí mismo todos los libros que pude haber a la mano
sobre las artes que llaman liberales, siendo yo entonces esclavo
perversísimo de mis malas inclinaciones ? Gozábame con ellos,
pero no sabía de dónde venía cuanto de verdadero y cierto hallaba en ellos, porque tenía las espaldas vueltas a la luz y el rostro
5
10
15
20
aut cakiatus vel armatus sit, aut aliquid faciat aut patiatur aliquid, et
quaecumque in his novem generibus, quorum exempli gratia quaedam
posui, vel in ipso substantiae genere innumerabiüa reperiuntur.
29. Quid hoc mihi proderat, quando et oberat, cum etiam te, Deus
meus, mirabiliter simplicem atque incommutabilem, iUis decem praedicamentis putans quidquid esset omnino comprehensum, sic intellegere conarer, quasi et tu subiectum esses magnitudini tuae aut pulchritudini, aut
illa essent in te quasi in subiecto sicut in corpore, cum tua magnitudo et
tua pukhritudo tu ipse sis, corpus autem non eo sit magnum, et pulchrum, quo corpus est, quia etsi minus magnum et minus pulchium esset,
nihilominus corpus esset? Falsitas enim erat, quam de te cogitabam, non
veritas, et figmenta miseriae meae, non firmamenta beatitudinis tuae.
Iusseras enim, et ita fiebat in me, ut térra spinas et tribuios pareret mihi
et cum labore pervenirem ad panem meum 33.
30. Bt quid mihi proderat, quod omnes libros artium, quas liberales
vocant, tune nequissimus malarum cupiditatum servus per me ipsum legi
et intellexi, quoscumque legere potui? Et gaudebam in eis et nesciebam,
unde esset quidquid ibi verum et certum esset. Dorsum enim habebam ad
dumen et ad ea, quae illuminantur, faciem: unde ipsa facies mea, qua
illuminata cernebam, non illuminabatur. Quidquid de arte loquendi et
disserendi, quidquid de dimensionibus figurarum et de musicis et de
33
Gen 3,18.
7 subiectum S, suhiectus cet. et edJs. aut S, ut cet. et edds.
8 et tua pulchritudo om. S.
IV, 16, 31
Confesiones
185
hacia las cosas iluminadas, por lo que mi rostro, que veía las cosas
iluminadas, no era iluminado ,=.
Tú sabes, Señor Dios mío, cómo sin ayuda de maestro entendí
cuanto leí de retórica, y dialéctica, y geometría, y música, y aritmética, porque también la prontitud de entender y la agudeza
en el discernir son dones tuyos. Mas no te ofrecía por ellos sacrificio alguno, y así no me servían tanto de provecho como de
daño, pues tan buena parte de mi hacienda cuidé mucho de tenerla en mi poder, mas no así de guardar mi fortaleza para ti;
antes, apartándome de ti, me marché a una región lejana para,
disiparla entre las rameras de mis concupiscencias ".
Pero ¿qué me aprovechaba cosa tan buena, si no usaba bien
de ella? Porque no comprendí yo que aquellas artes fueran tan
difíciles de entender aun de los estudiosos y de ingenio hasta
que tuve que exponerlas, siendo entonces entre ellos el más sobresaliente el que me comprendía al explicarlas con menos tardanza ".
31. Mas ¿de qué me servía todo esto, si juzgaba que tú, Señor Dios Verdad, eras un cuerpo luminoso e infinito, y yo un
pedazo de ese cuerpo? ¡Oh excesiva perversidad! Pero así era yo;
ni me avergüenzo ahora, Dios mío, de confesar tus misericordias
para conmigo y de invocarte, ya que no me avergoncé entonces
de profesar ante los hombres mis blasfemias y ladrar contra ti.
¿Qué me aprovechaba, repito, aquel ingenio fácil para entender
aquellas doctrinas y para explicar con claridad tantos y tan enredados libros, sin que ninguno me los hubiese explicado, si en la
doctrina de la piedad erraba monstruosamente y con sacrilega
numeris sirte magna dificúltate nulio hominum tradente intellexi, «seis»
lu, Domine Deus meus, quia et celeritas intelligendi et dispiciendi acumen donum tuum est. Sed non inde sacrificabam tibi. Itaque mihi non
ad usum, sed ad perniciem magis valebat, quia tam bonam partem sub5 stantiae meae sategi habere in potestate et fortiludinem meam non ad te
custodiebam 34, sed profectus sum abs te in longinqutzm regionem, ut eam
dissiparem in meretrices cupiditates 3S. Nam quid mihi proderat bona res
non utenti bene? Non enim sentiebam illas artes etiam ab studiosis et
ingeniosis difficillime intellegi, nisí cum eis eadem conabar exponere et erat
10 ¡He excellentissimus in eis, qui me exponentem non tardius sequerctur.
31. Sed quid mihi hoc proderat putanti, quod tu, Domine Deus veritas, corpus esses lucidura et immensum et ego frustum de illo corpore?
Nimia perversitas! Sed sic eram nec erubesco, Deus meus, confiten tibi
in me misericordias tuas et invocare te, qui non erubui tune profiteri
15 hominibus blasphemias meas et latrare adversum te. Quid crgo tune mihi
proderat ingenium per illas doctrinas agüe et nullo adminiculo humani
magisterii tot nodosissimi libri enodati, cum deformiter et sacrilega tur31
Ps 58.10.
17 nodissimi ST
« Le 15,13.
19.
oberit S.
186
Confesiones
IV, notas
torpeza ? ¿Acaso era gran daño para tus pequeñuelos el que fuesen de ingenio mucho más tardo, si no se apartaban lejos de ti
para que, seguros en el nido de tu Iglesia, echasen plumas y les
creciesen las alas de la caridad con el sano alimento de la fe? 65
¡Oh Dios y Señor nuestro! Esperemos al abrigo de tus alas
y protégenos y llévanos. Tú llevarás, sí. Tú llevarás a los pequeñuelos, y hasta que sean ancianos tú los llevarás, porque nuestra
firmeza, cuando eres tú, entonces es firmeza; mas cuando es nuestra, entonces es debilidad. Nuestro bien vive siempre contigo, y
así, cuando nos apartamos de él, nos pervertimos *. Volvamos
• ya, Señor, para que no nos apartemos, porque en ti vive sio ningún defecto nuestro bien, que eres tú, sin que temamos que no
haya lugar adonde volar, porque de allí hemos venido y, aunque
ausentes nosotros de allí, no por eso se derrumba nuestra casa, tu
eternidad.
pitudine in doctrina pietatis errarem ? Aut quid tantum oberat parvulis
tuis longe tardius ingenium, cum a te longe non recederent, ut in nido
ecclesiae tuae tuti plumescerent et alas caritatis alimento sanae fidei
nutrirent? O Domine Deus noster, in velamento alarum tuarum sperernus,
5 et protege nos et porta nos 3 6 . Tu portabis, tu portabis et párvulos et
usque ad canos tu portabis 87 , quoniam firmitas nostra quando. tu es,
tune est firmitas, cum autem nostra est, infirmitas est. Vivit apud te
semper bonum nostrum, et quia inde aversi sumus, perversi sumus. Revertamur iam, Domine, ut non avertamur, quia vivit apud te sine ullo
10 defectu bonum nostrum, quod tu ipse es, et non timemus, ne non sit
quo redeamus, quia nos inde ruimus; nobis autem absentibus non ruit
domus nostra, aeternitas tua.
NOTAS
AL
LIBRO
IV
1
Secretamente: esto es, a escondidas, a causa de las condenaciones
imperiales que habían recaído sobre la secta, particularmente las de Valentiniano I, en 372.
2
No sabemos que el Santo compusiera alguna pieza teatral. Las palabras «contiendas de coronas de heno» parecen indicarlo; sin embargo, es
posible que todo ello se limitara a declamar poemas ante el público. Advirtamos, con todo, de paso, que en San Agustín predomina el estilo
dramático o espectacular hasta en sus sencillos sermones al pueblo; no
digamos en sus diálogos y soliloquios, perfectamente adaptables a la escena.
3
Eran éstos, al menos, el amigo anónimo de que habla en este libro
(n.8ss), Alipio, Romaniano, Honorato, Nebridio, etc.
4
Insistencia de la idea de las burlas de sus enemigos, reales o imaginativas, que de cuando en cuando le asaltan durante la redacción de
esta obra.
• En el original hay un juego de palabras intraducibie: aversi y perversi, y
revertamus, ut non avertamur.
"> Ps 62,8.
3
' Is 4(i,í.
5 tu portabis, tu portabis ES, tu portabis cel. et edd.
10 timemus EMOS, m. timebimus cet. et edd.
IV, notas
5
Confesiones
187
Sacrificio a hostia de vociferación, que traduce la Vulgata. Cf. salmo 26 n.49,14, como dan las ediciones críticas modernas inducidas por
la de Knoll.
ü
Alusión al texto de San Pablo (1 Cor 3,1-2): Como a niños en Cristo
os di leche por bebida.
7
Véase el primer capítulo del libro anterior, donde usa los mismos
términos.
s
Salmo 73,21: El pobre y el necesitado alabarán tu nombre.
0
Este concepto mercantil de la enseñanza es predominante en San
Agustín. También Quintiliano y otros escritores latinos hablan en este
sentido. Debe entenderse esta enseñanza en Cartago, no en Tagaste, por
referirse a los nueve años de que habló al principio, y a la retórica, no
a la gramática, que fue la que enseñó en Tagaste.
10
Realmente los sacó aventajados, entre ellos a Licencio y su hermano,
hijos de Romaniano; Alipio, probablemente Honorato y Nebridio, y Eulogio, que le sucedió en la cátedra de Cartago y a quien el Santo se le
apareció en sueños desde Milán y le explicó un lugar oscuro de Cicerón
hacia el año 386. (Cf. De cura gerenda pro mortjiis 13.)
11
El sentido es que esta poca bondad que'mostraba en su oficio estaba a punto de sucumbir y, como la mecha que está para apagarse, despedía algunas chispas de luz en medio del humo de sus errores.
12
La cuestión de las relaciones de Agustín con la madre de Adeodato, que es a quien se refiere en este párrafo, ha sido diversamente interpretada y resuelta por los agustinólogos modernos. Concetti y, sobre
todo, Fabo, o.c, la han estudiado detenidamente, inclinándose por un
«concubinato legal». En nuestra edición latina primero, y luego en Religión y Cultura, emitimos ya nuestro parecer, a base de textos inequívocos
del Santo; parecer que hemos visto reproducido, no sin satisfacción, por
el traductor catalán Llovera, quien trae en confirmación el texto del
libro De bono coniugali 5. Trátase, pues, de un simple concubinato, en el
sentido en que hoy se toma esta palabra. Idea que ya al principio de las
Confesiones dio a indicar con aquel perveni oceulte ad vinculum fruendi.
13
Los maniqueos condenaban la procreación como obra diabólica, doctrina que no sabemos si aceptó el Santo, aunque nada hace suponer lo
contrario, dado su entusiasmo primero.
14
Es frecuente ver alegado este testimonio por los biógrafos del Santo
como una prueba de la delicadeza del alma de Agustín. En realidad, no
es otra cosa que una consecuencia de las doctrinas maniqueas, que prohibían dar muerte a los animales, a las plantas y a todo cuanto tiene vida:
«Matar un árbol, según decís—les dice el Santo—, es homicidio, así
como matar a los animales» (De mor. manich. II 17,54). Esta prohibición
se fundaba en la metempsicosis burda que defendían, y que el Santo se encargó de ridiculizar en sus obras.
15
«No distinguen—dice el Santo—entre la luz que es el mismo Dios
y la luz que hizo Dios» (Contra Faustum XXII 8 ) .
" San Agustín fue en esta época sumamente aficionado a la astrología,
que, aunque prohibida por Valentiniano con pena capital, contaba con
cultivadores entusiastas en todas partes, pero de modo especial en África,
la patria de los adivinos. El joven profesor se dio a su estudio con todo
el entusiasmo de su corazón, sin que bastaran a apartarle de él las paternales amonestaciones del procónsul Vindiciano. Agustín llegó hasta
hacer él mismo horóscopos, como se ve por el caso de Fermín, de que se
habla más adelante.
17
Este era el fin lógico de la astrología, en todas sus manifestaciones:
el fatalismo humano, aniquilador de toda libertad y responsabilidad per-
188
Confesiones
IV, n o t a s
sonal, descargándola sobre el Autor de la Naturaleza, que no supo hacerla
mejor. El maniqueísmo aceptó este principio fatalista, refundiéndolo en
el principio del mal, cuya acción no podemos evitar ni aun siquiera contrarrestar. El Santo habla más adelante de ellos. Más tarde, siendo ya
obispo, hubo de ocuparse de los astrólogos o adivinos. (Cf. De divers.
quaest. 83 q.14,1,2; De doctr. christ. I 32-27; respecto de los genetliacos:
De Gen. ad litt. II 35-37; Epist. 55,13, y De divinatione daemonum.)
Es digno de notarse el sermón que hizo al pueblo en cierta ocasión para
recomendarle a sus oraciones y caridad a un adivino convertido a la fe
católica. Cf. Enarrat. in Ps. 61 n.23.
18
1 Petr 5,5. Alude, sin duda, en este párrafo a Vindiciano, de quien
habla en el libro VII 6,8, y en la Epist. 138,3, extensa y elogiosamente.
Vivió en tiempo de Valentiniano, quien le estimó mucho y nombró procónsul del África. Según Lessert (Vastes des provinces d'Ajrique [París
1901] vol.2 p.93-94), su consulado debió ejercerlo el año 377, fecha
coincidente. Teodoro Prisciano dice de él que era célebre en el mundo
entero. Agustín fue coronado en las fiestas quinquenales del 380.
19
Los genetliacos, astrólogos y demás adivinos solíanse llamar comúnmente con el nombre de «matemáticos», según testifica el Santo en De
doctr. christ. II 21-32.
20
En Contra academ. I 17 ss, se habla largamente de esta cuestión y,
en particular, del adivino Albicerio, de quien refiere Licencio cosas verdaderamente prodigiosas. Por lo que indican, debían consultarle frecuentemente y a propósito de las cosas más baladíes. En cierta ocasión, con
motivo de la pérdida de unos cubiertos. Véase también De Gen. ad
litt. XII 46.
21
Alude, sin' duda, el Santo a las llamadas suertes, que consistían
en abrir un libro por cualquier parte y leer el primer verso que se ofrecía
y aplicarlo al asunto que preocupaba. Entre los poetas, el más usado era
Virgilio; de ahí el título de suertes virgilianas. San Agustín habla también de las suertes evangélicas, en este mismo sentido, como de una cosa
muy común en su tiempo. Cf. Epist. 55,37.
22
Según otra lección: muy cauto. Cf. nuestra edición latina. Llovera
prefiere la segunda a la primera, no obstante su excesiva adhesión al
códice Sessoriano, en este caso refrendado por otros de buena nota. Quizá,
mirando el sentido deba elegirse esta última. Nebridio, el amicus dulcisstmus de Agustín, no se adhirió al maniqueísmo. El Santo habla de él
con gran elogio en el libro VI 17; VII 3,8; VIII 13, y IX 6,7. Vuelto
ai África, murió cristiano después de haber convertido a su familia. Entre
las cartas del Santo se hallan tres de él, la 5, 6 y 8, admirables por la
agudeza e importancia de las cuestiones que plantea.
23
Esta afirmación se halla comprobada por Posidio, Vita e l . Ni el
uno ni el otro nos señalan el tiempo que duró esta enseñanza. A juzgar
por las referencias, no debió pasar de un año: del 374 al 375. La frase
en aquellos años se refiere a los nueve de maniqueo, pues al regresar a
su ciudad natal ya estaba convertido a la secta. De este joven nada sabemos fuera de lo que dice aquí el Santo.
24
Reminiscencia del verso de Catulo: vita frater amabilior (Ad Hortalum 65).
25
A propósito de este caso y otros muchos semejantes, San Agustín
plantea en De coniugiis adulterinis I 33 la cuestión del bautismo de los
catecúmenos que, sin haber mostrado antes deseos de ser bautizados, caen
enfermos privados de los sentidos. El Santo termina diciendo que se les
debe administrar, por ser preferible que aproveche a uno entre ciento
que no, por temor de éstos, que quede uno sin recibirlo, estando dispuesto
IV, n o t a s
Confesiones
189
por su voluntad antecedente de recibirlo, aunque no tenga determinado
el tiempo para ello. En cuanto al caso presente, parece que el maniqueísmo de este joven era más de condescendencia que de corazón. Los efectos
maravillosos que obró el bautismo en su alma son la mejor prueba de
ello. Respecto de la influencia que pudo ejercer este acto en la evolución
religiosa de Agustín, conviene señalarle de modo especial. La importancia que a este incidente le da el Santo en este lugar es buen indicio de
ello. Lecciones como éstas, y en momentos tan solemnes y trágicos, difícilmente se borran del alma.
26
El texto: «ecce venit» sicut cum veniret, quando absens erat. Otros:
veniet... viveret, etc. Llovera: venit... viveret.
27
Llama al dios maniqueo fantasma, por ser una pura creación de
la fantasía, sin fundamento en la realidad. Véase lo que dijimos a propósito de la diferencia entre fantasma y fantasía.
28
En San Agustín predominó en este primer período de su vida un
gran miedo a la muerte, hasta el punto, como él dice, de ser casi la única
cosa que le retraía del abismo de sus torpezas y devaneos. Todavía momentos antes de su conversión surge ante su vista el espectro pavoroso
de la muerte como empujándole a la solución del problema religioso.
Después de convertido, no sabemos que participara de este sentimiento,
aunque habla en sus sermones frecuentemente del temor a la muerte y
del horror a ésta de la Naturaleza. Las referencias de Posidio parecen
inducir a creer que desapareció con su conversión, y, desde luego, en el
trance supremo recibió aquélla con alegría sincera.
29
Orestes y Pílades, los prototipos de la'amistad, habían sido condenados a muerte por - haber robado la estatua de Diana Táurica. Fue
encargada de sacrificarlos Ifigenia, hermana de Orestes, a quien ella no
conocía. Mas habiéndose enterado que eran griegos y que tenían relaciones con sus padres de ella, movida a compasión, dio libertad a uno,
contentándose con sacrificar al otro. Entonces fue cuando surgió la disputa
entre ambos sobre quién había de ser muerto, luchando los dos por serlo,
prefiriendo ser antes sacrificados ambos juntos que vivir el uno sin el
otro. Ifigenia, enterada de la vida y hechos de estos dos personajes, los
libertó a ambos, entregándoles la estatua de Diana y huyendo con ellos.
San Agustín revela un gran juicio crítico al relegar esta historia al número
de las fábulas.
30
Horacio (Carm. 1,3): «Serves animae dimidium meae», que dice
de su amigo Virgilio. Cf. Carm. 17,5ss.
u
Ovidio (Tristes IV 4,72): Qui dito corporibus mentibus unus erant.
Aristóteles definía la amistad: «Un alma que habita en dos cuerpos»
(Dióg. Laercio VI 1,20).
32
En las Retrac. II 6,2, juzga esta sentencia más como una frivola
declamación que una seria confesión, pero refiriéndose tan sólo a este
último punto, no a lo anterior, como quieren algunos. El pensamiento
está tomado de Horacio (Carm. 2,17,6 y 7) y de Ovidio (Tristes I 2,41).
33
Todos estos capítulos son de un lirismo tan profundo y delicado,
que mucho dudamos haya en toda la literatura moderna una página que
se le pueda igualar. En ellos aparece el alma efusiva, tiernísima y vibrátil
del gran Obispo africano, que late en todas sus obras y que tantas simpatías le ha conquistado a través de los siglos. La tradición le representa
con un corazón ardiendo en la mano; eso fue San Agustín: un corazón
todo amor para Dios y para los hombres. Bajo este aspecto, las cartas
familiares y entre amigos que nos ha dejado son un monumento de inestimable valor, aún no suficientemente explotado.
31
Este lugar parece un eco de sus lecturas clásicas. Horacio, en la
190
Confesiones
IV, n o t a s
Epist. 1,14,13, afirma que «el ánimo no puede huir de sí mismo». Y en
el Carm. 2,16,19: «''Quién huyendo de la patria logró huir de sí mismo?» Y Séneca, en De tranqusllilate anímete II 13: «Todos (los míseros)
intentan huir de sí mismos..., mas siempre se hallan seguidos de sí mismos.»
33
San Agustín era de temperamento excesivamente sensible y afectable. Un disgusto serio bastaba para hacerle tomar las decisiones más
enérgicas y radicales. Más tarde hará lo mismo en Cartago al verse desilusionado por Fausto y contrariado por la conducta de los eversores.
Ya siendo sacerdote de Hipona, quiso tomar la misma decisión con motivo de la resistencia que le ofrecía la ciudad en no renunciar a los ágapes
sobre Jas tumbas de Jos muertos, amenazándoles con retirarse a su monasterio si no le obedecían. En cuanto al caso presente, es de notar que
en Contra académicos II 2,3, señala como causa de su ida a Cartago el
deseo de una cátedra mejor, itlustrioris professionis gratia. Puede concillarse esto con lo que dice aquí, diciendo que Agustín deseaba una cátedra ilustre desde un principio, habiendo sido la muerte de su amigo
el motivo ocasional que le arrancó de su patria y llevó a Cartago, su sueño
dorado. Es muy posible que su profesorado de Tagaste no fuese más que
un paréntesis forzoso hasta que sus amigos le proporcionaran algo mejor
en la capital africana.
30
El texto: cum quibus amabam quod pro te amabam; Knoll: cum
quibus amabam quod postea amabam. Lección evidentemente errónea y
sin sentido y contraria al modo de hablar del Santo. Ya en el primer
•libro de las Confesiones se halla este texto equivalente: aliud pro alio.
Llovera, que ha aceptado esta lección, le da e¡l sentido de también (cf. trad.
catal. p.99.13.2), pero no hemos podido comprobar esto en el lenguaje
del Santo.
37
Alusión manifiesta a la secta y doctrina maniqueas.
3>
Leemos confiare y no flagrare, porque, a más del primero tener en
Cicerón y en el Santo el sentido de encender, tiene además el de fundir,
cuyos dos significados exige el segundo inciso.
sa
Leemos: et quia dimittit quo it, etc.; Knoll y los editores modernos
y traductores puntúan diversamente: los Maurinos y Migne: et qui dimittit, etc.
*° Deus creator omnium, del himno de San Ambrosio, frecuentemente
citado por el Santo como símbolo de profesión antimaniquea.
41
Doctrina de Heráclito, conocida del Santo a través de Platón y de
Cicerón, para quien el mundo sensible está en incesante movimiento en
un rhéo continuo, a modo de las aguas de un río.
42
El texto: ipsa te sequatur conversam, refiriéndose al alma. Los. editores modernos: ipsa te sequatur conversa. Nos parece más acertada la
primera. Tratándose del alma y de la carne, la perversión está en seguir
lo superior a 'lo inferior; por eso el Santo llama perversa al alma que
sigue a la carne; al contrario, cuando la carne, abandonando sus apetitos, se
somete al alma y la sigue, se convierte de mala en buena, de buena en mejor.
43
El texto: Ecce, ubi est ubi sapit veritas: intimus cordi est, etc.,
puntuación distinta de la seguida por los demás editores y traductores y
aun de la misma establecida por nosotros en la edición latina. Creemos
que es la genuina.
44
El texto: descendile ut ascendatis ad Deum; todos los demás: descendite ut ascendatis et ascendatis ad Deum, lección poco autorizada en
cuanto a los códices y no necesaria en cuanto al sentido.
43
Nada más sabemos de este primer ensayo de Agustín, del que ni
éste, en sus Retract., ni Posidio, en su Indiculo, nos dicen nada. Es de
suponer las ¡deas y sobre todo el carácter que dominaría en él, dado el
IV, n o t a s
Confesiones
191
materialismo que embargaba su alma en esta época. Próspero Alfaric, en
su obra V évolution intelleetuelle de S. Augustin, vol.l p.222-225, hace
una reconstrucción de esta obra, aunque deficientísima, por limitarse casi
exclusivamente al relato de las Confesiones, cuando éstas deben ser el
criterio para la selección de los datos estéticos repartidos por las demás
obras, en las que de seguro hubo de reproducir muchas de las ideas y
apreciaciones aquí consignadas. Es extraña esta despreocupación del Santo
por el primer fruto de su ingenio, hasta el punto de no saber si eran dos
o tres los libros de que se componía.
46
San Agustín no dice claramente cuáles fueron los motivos que le
impulsaron a dedicar esta obra a Hierio; pero por lo que más abajo dice,
fácilmente se colige que era obtener de él un aplauso, una consagración
de su ciencia y su talento, que le habría de servir no poco para labrar
su fama y conquistar discípulos sobre todo.
47
No sabemos quién fuera este Hierio de quien con tanto elogio habla
aquí el Santo. Con este nombre aparece en 427 un cónsul, que nada tiene
que ver con éste. En 395 figura otro Hierio como vicarius Africae, que
tampoco es éste, pues difícilmente hubiera dejado de consignar el Santo
esta circunstancia en las Confesiones, escritas tres años después.
48
Esta confesión dice mucho en favor de Agustín, quien si buscaba
la gloria terrena, no era la vil populachería m la fama, sino la alabanza
justa, noble y merecida.
40
i Con qué fin quería esto el Santo ? Ya lo hemos dicho anteriormente. Nada sabemos del destino de este Opúsculo, ni qué juzgó de él ¡Hierio.
La simpatía con que habla de éste el Santo parece indicar que fue bien
recibido.
50
Esta ingenua confesión del gran Doctor revela lo prendado que debía
de estar de su discurso, que ciertamente no debía de ser despreciable.
Lástima grande que no nos haya conservado de él siquiera algún fragmento.
01
En este párrafo señala San Agustín el desarrollo de los libros De
pulchro et apto. Belleza sensible, belleza espiritual y belleza moral. Cómo
concebía el Santo estas dos últimas, nos lo dice aquí: en todo conforme
con el espíritu materialista de la secta maniquea. Este triple aspecto—que
parece ha pasado inadvertido para Alfaric—podía persuadir la división en
tres libros de la obra, contra lo que opina el citado autor. En la Epist.
138,5, reproduce en términos idénticos la definición de lo bello y de lo
apto, afirmando que «lo bello se considera y se alaba por sí mismo, siendo
su contrario lo torpe y deforme. Lo apto, en cambio, al que se opone lo
inajustable, dice relación a otro y no es juzgado por sí mismo, sino en
función de aquello a quien se refiere».
52
Mónada y diada, términos tomados de los pitagóricos, cuyas doctrinas debió de conocer en esta época, de lectura intensa, como dice más
adelante. En sus obras revela el Santo un conocimiento exacto y nada
vulgar de las doctrinas de este filósofo, a las que da en De ordine II 53,
el apelativo de «venerable y casi divina», bien que en las Retrac, se muestre arrepentido de este elogio. La influencia que ejerció sobre el joven profesor de Cartago nos lo testifican bien claramente los primeros ensayos
filosóficos de éste y las reminiscencias, numerosas aún en obras de orientación netamente cristiana, como De Trin. y De civ. Dei. El pitagorismo
de San Agustín está aún por estudiar, y de él nos ocuparemos extensamente en nuestro estudio, en curso de publicación, Los antecedentes, etc.
Como lugar paralelo a éste véase la Epist. 3,2, a Nebridio. Sin sexo, para
conservar la unidad sustancial. Algunos códices, sine sensu, lección errónea, como puede verse en Macrobio, Sueño de Escipión I, 6,8.
'" Alusión al platonismo, que le enseñó esto, como dejamos ya indicado.
192
Confesiones
IV, notas
LIBRO
51
Algunos entienden esto de La ciudad de Dios o Iglesia; así Gibb
y Montgomery, seguidos por Llovera; pero nos parece algo violenta esta
interpretación, debiendo referirse a la ciudad terrena, muy probablemente
a Tagaste, en la primera etapa de su apostolado maniqueo.
" Esta creencia -fue de las últimas que abandonaron el alma de Agustín. Véase el capítulo 10 del libro V, donde vuelve a tratar esta cuestión.
56
Las diez categorías, juntamente con la Isagoge o Introducción, de
Porfirio, habían sido traducidas por M. Victorino, generalizándose rápidamente su uso en las escuelas como texto. A imitación de Aristóteles, escribió el Santo un tratado sobre Las diez categorías de Aristóteles, perdido
ya en vida de él. La obra que corre con su nombre no es de él, sino de un
escritor medieval. Tal vez debido a este tratado del Santo era por lo que
te llamaba Juliano de Eclana el Aristóteles púnico (Op. imperf. III 199).
" Es una prueba elocuente del gran talento del Doctor africano, corroborada después con su grandiosa producción literaria.
58
Era muy común el acompañar las explicaciones de pura filosofía
de figuras geométricas trazadas en la arena, a falta de encerados, método
de origen pitagórico, que invadió muy pronto las escuelas por su sencillez y sus cualidades pedagógicas. Platón lo usa en sus Diálogos, y San
Agustín lo empleó en De quant, animae.
5
' Estos predicamentos corresponden exactamente a la doctrina aristotélica tal cual aún hoy día se enseña en las escuelas, conocidos con los
nombres de substantia, quantus, qualis, relatio, ubi, quando, situs, habitus
actio y passio. Respecto de la substantia, solían dividirla en corpórea e
incorpórea, orgánica e inorgánica, sensible e insensible, racional e irracional, etc. Desde luego, se ve que el Santo refleja mejor el pensamiento
de la Isagoge o comentario que del texto mismo del Estagirita
60
El texto: subiectum, no subiectus, que daría la idea de dependiente, distinta de la del Santo, que es presentarnos la esencia divina como
substancia, esto es, como sustentáculo de algo (sub-stare). El Santo habló
de esta cuestión en De Trin. VII 5,10, concluyendo que Dios no debiera
llamarse substancia—que dice relación forzosa a accidente, y en Dios no
los hay ni propia ni impropiamente—, sino esencia, bien que en el uso
frecuente se tomen por sinónimas estas palabras, uso que acepta el Santo,
pero que no aprueba por impreciso.
61
Como se ve, este concepto de la sustancia contribuyó a empeorar el
ánimo de Agustín, materializando 'más aún sus ideas. Véase sobre este
punto el estudio de KAUFFMANN Eléments aristotéliciens dans la cosmologie et la psychologie de S. Augustin: Rev. Néo-Scolastique, mayo 1904,
140-156.
02
Algunos creen ver en este pasaje una alusión a las Entiendas, de
Plotino V 5,7; otros, a la caverna de Platón. En realidad de verdad se refiere a Jeremías 2,27, cuyo texto ha citado el Santo con parecida imagen
en el libro II 3,6 al final.
63
Alusión evidente a la parábola del hijo pródigo. Cf. Le 15,12-13.
64
La dificultad de entender las categorías, a más de ser por su oscuridad y lenguaje, radicaba no poco en el temperamento imaginativo, esencialmente imaginativo y apenas discursivo, de los africanos y países meridionales. El Santo confiesa todas estas buenas cualidades sin desdoro de
su humildad, porque no consiste ésta en no reconocer su existencia, sino
en no atribuirlas a Dios y darle alabanza por ellas, sino a sí mismo y para
gloria propia.
°'r' Pensamiento frecuente en el Santo. Véase Serm. 51,6,
QUINTO
CAPITULO
I
1. Recibe, Señor, el sacrificio de mis Confesiones de mano
de mi lengua', que tú formaste y moviste para que confesase tu
nombre, y sana todos mis huesos y digan: Señor, ¿quién semejante
a ti? Nada, en verdad, te enseña de lo que pasa en él quien se
confiesa a ti, porque no hay corazón cerrado que pueda sustraerse
a tu mirada ni hay dureza de hombre que pueda repeler tu mano,
antes la abres cuando quieres, o para compadecerte o para castigar y no hay nadie que se esconda de tu calor". Mas alábete mi
alma para que te ame, y confiese tus misericordias para que te
alabe. N o cesan ni callan tus alabanzas las criaturas todas del
universo, ni los espíritus todos con su boca vuelta hacia ti, ni los
animales y cosas corporales por boca de los que las contemplan,
a fin de que, apoyándose en estas cosas que tú has hecho, se levante hacia ti nuestra alma de su laxitud y pase a ti, su hacedor
admirable, donde está la hartura y verdadera fortaleza.
CAPITULO
II
2. Vayanse y huyan de ti los inquietos pecadores 3 , que tú
les ves y distingues sus sombras \ Y ved que con ellos hasta son
C APU T 1
1. Accipe sacrificium confessionum mearum de manu linguae meae,
quam formasti et excitasti, ut confiteatur nomini tuo, et sana omnia ossa
mea, et dicant: Domine, quis similis tibi?1 Ñeque enim docet te, quid
5 in se agatur, qui tibi confitetur, quia oculum tuum non excludit cor clausum nec manum tuam repellit duritia hominum, sed solvis eam, cum voles,
aut miserans aut vindicans, et non est qui se abscondat a calore tuo ~. Sed
te laudet anima mea, ut amet te, et confiteatur tibi miserationes tuas, ut
laudet te. Non cessat nec tacet laudes tuas universa creatura tua, nec spiri10 tus omnis per os conversum ad te; nec animalia nec corporalia per os considerantium ea, ut exsurgat in te a lassitudine anima nostra innitens eis,
quae fecisti, et adtransiens ad te, qui fecisti haec mirabiliter: et ibi refectio et vera fortitudo.
CAPUI
15
II
2. Eant et fugiant a te inquieti iniqui. Et tu vides eos et distinguís
timbras, et ecce pulohra sunt cum eis omnia et ipsi turpes sunt. Et quid
1
Ps 34,10.
9
10
15
S.Ag.
-' Ps 18,7.
universa}, in universa M 1 S .
o m n i s ] , hominis F , omnis, hominis edd.
iniqui O S , et iniqui cet. et edds
2
7
194
Confesiones
V,2, 2
más hermosas las cosas, no obstante ser ellos feos. ¿Y en qué te
pudieron dañar? ¿O en qué pudieron mancillar tu imperio justo
y entero desde los cielos hasta las cosas más ínfimas? ¿Y adonde
huyeron cuando huyeron de tu presencia? ¿Y dónde tú no les
encontrarás? Huyeron, sí, por no verte a ti, que les estabas viendo, para, cegados, tropezar contigo, que no abandonas ninguna
cosa de las que has hecho; para tropezar contigo, injustos, y así
ser justamente castigados, por haberse sustraído a tu blandura,
haber ofendido tu santidad y haber caído en tus rigores. Ignoran
éstos, en efecto, que tú estás en todas partes, sin que ningún lugar te circunscriba, y que estás presente a todos, aun a aquellos
que se alejan de ti \
Conviértanse, pues, y búsquente, porque no como ellos abandonaron a su Criador así abandonas tú a tu criatura. Conviértanse,
y al punto estarás tú allí en sus corazones, en los corazones de
los que te confiesan, y se arrojan en ti, y lloran en tu seno a
vista de sus caminos difíciles, y tú, fácil, enjugarás sus lágrimas;
y llorarán aún más y se gozarán en sus llantos, porque eres tú,
Señor, y no ningún hombre, carne y sangre, eres tú, Señor, que
les hiciste, quien les repara y consuela".
¿Y dónde estaba yo cuando te buscaba? Tú estabas, ciertamente, delante de mí, mas yo me había apartado de mí mismo
y no me encontraba. ¿Cuánto menos a ti?
nocuerunt tibí ? Aut in quo imperium tuum dehonestaverunt a cae'Iis usque in novissima iustum et integrum? Quo enim fugerunt, cum fugerent
a facie tua? Aut ubi tu non invenís eos? Sed fugerunt, ut non viderent te
videntem se, atque excaecati in te offenderent—quia non deseris aliquid
5 eorum, quae fecisti—in te offenderent iniusti et iuste vexarentur, subtrahentes se lenitati tuae et offendentes in rectitudinem tuam et cadentes in
asperítatem tuam. Videlicet, nesciunt quod ubique sis, quem nullus circumscribit locus, et solus es praesens etiam his, qui longe fiunt a te. Convertantur ergo et quaerant te, quia non, sicut ipsi deseruerunt creatorem
10 suum, ita tu deseruisti creaturam tuam. Ipsi convertantur, et ecce ibi es
in corde eorum, in corde confitentium tibi et proicientium se in te et plorantium in sinu tuo post vias suas difficiles: et tu facilis terges lacrimas
eorum, et magis plorant et gaudent in fletibus, quoniam íu, Domine, non
aliquis homo, caro et sanguis, sed tu, Domine, qui fecisti, reficis et con15 solaris eos. Et ubi ego eram, quando te quaerebam? Et tu eras ante me,
ego autem et a me discesseram nec me inveniebam: quanto minus te!
7
12
t u a m ) B G M - O P S , suam cet. et m o.
terges B E G O S V Z , tcrgens cet. et m o.
V, 3, 4
195
Confesiones
CAPITULO
III
3. Hable yo en presencia de mi Dios de aquel año veintinueve de mi edad. Ya había llegado a Cartago uno de los Obispos
maniqueos ', por nombre Fausto, gran lazo del demonio, en el que
caían muchos por el encanto seductor de su elocuencia, la cual.
aunque también yo ensalzaba, sabíala, sin embargo, distinguir de
la verdad de las cosas, que eran las que yo anhelaba saber. Ni me
cuidaba tanto de la calidad del plato del lenguaje cuanto de las
viandas de ciencia que en él me servía aquel tan renombrado
Fausto s.
Habíamelo presentado la fama como un hombre doctísimo en
toda clase de ciencias y sumamente instruido en las artes liberales. Y como yo había leído muchas cosas de dos filósofos y las
conservaba en la memoria, púseme a comparar algunas de éstas
con las largas fábulas del maniqueísmo, pareciéndome más probables las dichas por aquéllos, que llegaron a conocer las cosas
del mundo, aunque no dieron con su Criador; porque tú eres
grande, Señor, y miras las cosas humildes, y conoces de lejos las
elevadas, y no te acercas sino a los contritos de corazón, ni serás
hallado de los soberbios, aunque con curiosa pericia cuenten las
estrellas del cielo y arenas del mar y midan las regiones del cielo
e investiguen el curso de los astros'.
4. Porque con sólo el entendimiento e ingenio que tú les
C A P UT
III
3. Proloquar in conspectu Dei mei annum illum undetricesimum
aetatis meae. Iam venerat Carthaginem quídam manichaeorum episcopus.
Faustus nomine, magnus «laqueus diaboli», et multi implicabantur in
5 eo per illecebram suaviloquentiae. Quam ego iam tametsi laudabam,
discernebam tamen a veritate rerum, quarum discendarum avidus eram,
nec quali vásculo sermonis, sed quid mihi scientiae comedendum apponeret nominatus apud eos ille Faustus intuebar. Fama enim de ¡lio praelocuta mihi erat, quod esset honestarum omnium doctrinarum peritis10 simus et adprime disciplinis liberalibus eruditus. Et quoniam multa
philosophorum legeram memoriaeque mandata retinebam, ex eis quaedam
comparabam illis manichaeorum longis fabulis, et mihi probabiliora ista
videbantur, quae dixerunt illi, «qui tantum potuerunt valere, ut possent
aestimare saeculum», quamquam eius Dominum minime
invenerint3.
15 Quoniam magnus es, Domine, et humilla respicis, excelsa auiem a longe
agnoscis i, nec propinquas nisi obtritis corde nec inveniris a superbis, nec
si illi curiosa peritia numerent stellas et harenam et dimentiantur sidéreas
plagas et vestigent vias astrorum.
4. Mente sua enim quaerunt ista et ingenio, quod tu dedisti eis, et
3
Sap 13.9.
2
6
16
proloquor S.
discernendarum
agnoscis (Pmlt.
» Ps
GS.
VM Mi),
137.6.
cognoscis cet. et eJiis.
(Psalt.
[i).
196
Confesiones
V, 3 , 5
diste han investigado estas cosas, y han descubierto muchas de
ellas, y han predicho con muchos años de anticipación los eclipses del sol y de la luna en el día y hora en que han de suceder
y la parte que se ha de ocultar, sin que les falle nunca el cálculo,
sucediendo siempre tal y como lo tienen anunciado.
Además de esto han dejado por escrito las reglas por ellos
descubiertas,, las cuales se enseñan hoy día en las escuelas y conforme a ellas se predice en qué año, y en qué mes del año, y en
qué día del mes, y en qué hora del día, y en qué parte de su luz
se habrán de eclipsar el sol y la luna, sucediendo siempre como
lo pronostican '".
Admíranse de esto los ignorantes y quedan pasmados de tales
cosas, y los que las saben gloríanse de ello, y se desvanecen, y
con impía soberbia se apartan de tu luz, y desfallecen; y viendo
con tanta antelación el defecto del sol que ha de suceder, no ven
el suyo, que lo tienen presente, porque no buscan religiosamente
de dónde les viene el ingenio con que investigan estas cosas, y hallando que tú les has hecho, no " se te dan a sí para que tú les
conserves lo que les has dado, ni te ofrecen en sacrificio cuales
se han hecho a sí mismos, ni dan muerte a sus altanerías como a
aves del cielo, ni a sus insaciables curiosidades, que, como los
peces del mar, repasan las secretas sendas del abismo; ni a sus
concupiscencias, que les asemejan a los cuadrúpedos del campo,
a fin de que tú, ¡oh Dios, juego devorador!, consumas estos sus
cuidados de muerte y los recrees inmortalmente 12.
5. Pero no conocieron el camino, tu Verbo, por quien hiciste las cosas que numeran, a los mismos que las numeran, el
sentido con que advierten las cosas que numeran y la mente en
multa invenerunt et praenuntiaverunt ante multos annos, defectus luminarium solis et lunae, quo die, qua hora, quanta ex parte futuri essent,
et non eos fefelüt numerus. Et ita factum est, ut praenuntiaverunt, et
scripserunt regulas indagatas, et leguntur hodie atque ex eis praenuntia5 tur, quo anno et quo mense anni et quo die mensis et qua hora diei et
quota parte luminis sui defectura sit Juna vel sol: et ita fiet, ut praemintiatur. Et mirantur haec homines et stupent qui nesciunt ea, et exsultant
atque extolluntur qui sciunt, et per impiam superbiam recedentes et
deficientes a lumine tuo, tanto ante solis defectum futurum praevident
10 et in praesentia suum non vident—non enim religiose quaerunt unde
habeant ingenium quo ista quaerunt—et invenientes, quia tu fecisti eos,
non ipsi se dant tibí se, ut serves quod fecisti, et quales se ipsi fecerant
occidunt se tibi et trucidant exaltationes suas sicut volatilia et curiositates suas sicut pisces maris, quibus perambulant secretas semitas abyssi,
15 et luxurias suas sicut pécora campi5, ut tu Deus, ignis edax 6, consumas
mortuas curas eorum recreans eos immortaliter.
5. Sed non noverunt viam, Verbum tuum, per quod fecisti ea quae
numerant, et ipsos qui numerant et sensum, quo cernunt quae numerant,
5
Ps 8,s.
6
Deut 1,21.
197
Confesiones
V, 3,6
virtud de la cual las numeran; y aunque tu sabiduría no tiene
número, mas tu Unigénito se ha. hecho para nosotros sabiduría,
justicia y santificación, y ha sido numerado entre nosotros y ha
pagado tributo al César. No conocieron este camino, por el que,
descendiendo de sí, bajasen a él y por él subiesen al mismo; no
conocieron, digo, este camino y se creyeron más elevados y resplandecientes que estrellas, y así vinieron a rodar por tierra,
obscureciéndose su necio corazón.
Cierto que dicen muchas cosas verdaderas de las criaturas,
pero como no buscan piadosamente la Verdad, es decir, al artífice
de la criatura, de ahí que no le encuentren, y si le encuentran,
reconociéndole por Dios, no le honran como a Dios ni le dan
gracias, antes se desvanecen con sus lucubraciones y dicen de sí
que son sabios, atribuyéndose a sí lo que es tuyo y, por lo mismo,
atribuyéndote a ti con perversísima ceguedad sus cosas, es decir,
sus mentiras; a ti, que eres la misma Verdad, trocando la gloria
de un Dios incorruptible por la semejanza de imagen de un hombre corruptible, de aves, cuadrúpedos y serpientes. Y convierten
tu verdad en su mentira, y adoran y sirven a la criatura más bien
que al Creador.
6. Retenía yo, sin embargo, en la memoria muchos dichos
suyos verdaderos acerca de las criaturas, y hallaba ser tales respecto
de los números, sucesión de las estaciones y visibles atestaciones
de los actos, y los comparaba con los escritos de Manes ", que
sobre estas cosas escribió mucho, desbarrando sin tino, y no haet mentem, de qua numerant: et sapientiae tuae non est numerus '. Ipse
autem Unigenitus factus est nobis sapientia et iustitia et sanctificatio * et
numeratas est ínter nos et solvit tributum Caesari. Non noverunt hanc
viam, qua descendant ad illum a se et per eum ascendant ad eura. Non
5 noverunt hanc viam et putant se excelsos esse cum sideribus et lucidos,
et ecce ruerunt in terram, et obscuratum est insipiens cor eorum. Et
multa vera de creatura dicunt et veritatem, creaturae artificem, non pie
quaerunt et ideo non inveniunt, aut si inveniunt, cognoscentes Deum non
sicut Deum honorant aut grafías agunt et evanescunt in cogitationibus
10 suis et dicunt se esse sapientes '' sibi tribuendo quae tua sunt, ac per hoc
student perversissima caecitate etiam tibi trtbuere quae sua sunt, mendacia scilicet in te conferentes, qui veritas es, et immutantes gloriam incorruptibilis Dei in similitudinem imaginis corruptibilis hominis et volucrum
et quadrupedum et serpentium, et convertunt veritatem tuam in menda15 cium et colunt et serviunt creaturae potius quam creatori I0 .
6. Multa tamen ab eis ex ipsa creatura vera dicta retinebam, et
oceurrebat mihi ratio per números et ordinem temporum et visibiles attestationes siderum; et conferebam cum dictis Manichaei, quae de his
rebus multa scripsit copiosissime delirans, et non mihi oceurrebat ratio
7
Ps 146,5.
"' Ib., 25-
12
18
s
1 Cor 1,30.
» Rom 1.21.
incurruptibilis S, incorriípti coddi. et edds. omnes (sic ex kge rythrai).
quae, codds. qui edds.; ¡orí. Ugendum: qui et.
198
V,4,7
Confesiones
liaba por ninguna parte la explicación de los solsticios y equinoccios, de los eclipses del sol y de la luna y otras cosas por el estilo
que yo había leído y entendido en los libros de la sabiduría de
este siglo ".
Con todo, mandábaseme allí que creyera, aunque no me daban
explicación alguna de aquellas doctrinas, que yo tenía bien averiguadas por los números y el testimonio de mis ojos; antes era
muy diferente ".
CAPITULO
IV
7. ¿Acaso, Señor Dios de la verdad, quienquiera que sabe
estas cosas te agrada a ti ya? ¡Infeliz, en verdad, del hombre que
sabiéndolas todas ellas te ignora a ti, y feliz, en cambio, quien te
conoce, aunque ignore aquéllas! " En cuanto a aquel que te conoce a ti y a aquéllas, no es más feliz por causa de éstas, sino
únicamente es feliz por ti, si, conociéndote, te glorifica como a
tal y te da gracias y no se envanece en sus pensamientos.
Porque así como es mejor el que sabe poseer un árbol y te
da gracias por su utilidad, aunque ignore cuántos codos tiene de
alto y cuántos de ancho, que no el que lo mide y cuenta todas sus
ramas, mas no lo posee, ni conoce, ni ama a su Criador, así el
hombre fiel—cuyas son todas las riquezas del mundo y que, no
teniendo nada, lo posee todo, por estar unido a ti, a quien sirven
todas las cosas—, aunque no sepa siquiera el curso de los septentriones ", es—sería necio dudarlo—ciertamente mejor que aquel
nec soistitiorum et aequinoctiorum nec defectuum luminarium nec quidquid tale <in jibris saecularis sapientiae didiceram. Ibi autem credere
iubebar, et ad illas rationes numeris et oculis meis exploraras non occurrebat et longe diversum erat.
5
CApu T iv
7. Numquid, Domine Deus veritatis, quisquís novit ista, iam placet
tibi? Infelix enim homo, qui scit illa omnia, te autem nescit; beatus
autem, qui te scit, etiamsi illa nesciat. Qui vero et te et illa novit, non
propter illa beatior, sed propter te solum beatus est, si cognoscens te
10 sicut te glorifket et gratias agat et non evanescat in cogitationibus suis.
Sicut enim melior est, qui novit possidere arborem et de usu eius tibi
gratias agit, quamvis nesciat vel quot cubitis alta sit vel quanta latitudine
diffusa, quam ille, qui metitur et omnes ramos eius numerat et ñeque possidet eam ñeque creatorem eius novit aut diligit, sic fidelis homo,
15 cuius totus mundus divitiarum est et quasi nihil habens omnia possidet
inhaerendo tibi, cui serviunt omnia, quamvis nec saltem septentrionum
gyros noverit, dubitare stultum est, quin utique melior sit quam mensot
11 est om S.
V, 5, 8
199
Confesiones
que mide los cielos, y cuenta las estrellas, y pesa los elementos,
pero es negligente contigo, que has dispuesto todas las cosas en
número, peso y medida.
CAPITULO
V
8. Pero ¿quién le pedía al tal Manes ,s que escribiese de
estas cosas *, sin cuya industria se podía aprender la piedad? Porque tú has dicho ai hombre: Ved que la piedad es la sabiduría,
la cual podía ciertamente ignorar aquél aunque conociese perfectamente éstas. Mas porque no las conocía y se atrevía impudentísimamente a señalarlas, claramente indicaba que de ningún modo
conocía aquélla. Porque vanidad es ciertamente alardear de estas
cosas mundanas, aun sabiéndolas, y piedad, confesarte a ti. Por
donde él, descaminado en esto, habló mucho sobre estas cosas,
para que, convencido de ignorante por los que las conocen bien,
se viera claramente el crédito que merecía en las otras más obscuras. Poique no fue que él quiso ser estimado en poco, antes tuvo
empeño en persuadir a los demás de que tenía en sí personalmente
y en la plenitud de su autoridad al Espíritu Santo, consolador y
enriquecedor de tus fieles ln. Así que, sorprendido de error al hablar del cielo y de las estrellas, y del curso del sol y de la luna,
aunque tales cosas no pertenezcan a la doctrina de la religión, claramente se descubre ser sacrilego su atrevimiento al decir cosas no
sólo ignoradas, sino también falsas, y esto con tan vesana vanidad
caeli et numerator siderum et pensor elementorum et neglegens tui, qui
omnia in mensura et numero et pondere disposuisti " .
CA p U T v
8. Sed tamen quis quaerebat Manichaeum nescio quem etiam ista
5 scribere, sine quorum peritia pietas disci poterat ? Dixisti enim homini:
Ecce pietas est sapientia12. Quam ille ignorare posset, etiamsi ista perfecte nosset; ista vero quia non noverat, impudentissime audens docere,
prorsus illam nosse non posset. Vanitas est enim mundana ista etiam nota
profiteri, pietas autem tibi confiten. Unde ille devius ad hoc ista multum
10 locutus est, ut convktus ab eis, qui ista veré didicissent, quis esset eius
sensus in ceteris, quae abditiora sunt, manifesté cognosceretur. Non enim
parvi se aestimari voluit, sed Spiritum Sanctum, consolatorem et ditatorem
fidelium tuorum, auctoritate plenaria personaliter in se esse persuadere
conatus est. Itaque cum de cáelo ac stellis et de solis ac lunae motibus
15 falsa dixisse deprehenderetur, quamvis ad doctrinam religionis ista non
pertineant, tamen ausus eius sacrilegos fuisse satis emineret, cum ea non
" Sap 11,21.
13
lob 28,28.
* De astroaomía.
9 pietas... confiten om. S.
15 comprehenderetur S.
200
Confesiones
V,5, 9
de soberbia que pretendiera se las tomasen como salidas de boca
de una persona divina 20 .
9. Así, pues, cuando oigo que algún hermano cristiano, éste
o aquél, ignora estas cosas y las confunde, llevo con paciencia su
modo de opinar y no veo que le dañe en nada mientras no crea
cosas indignas de ti, Señor, criador del universo, aunque ignore
hasta el lugar y modo de estar del ser corporal 21 . Dañaríale, en
cambio, si creyese que esto pertenecía a la esencia de la piedad
y con gran pertinacia se atreviese a afirmar lo que ignora. Pero
aun esta flaqueza es soportada en los comienzos de la fe por la
madre caridad hasta que crezca y llegue el hombre nuevo a varón
perfecto y no pueda ser arrebatado por cualquier viento de doctrina.
En cuanto a aquél [Manes}, que se atrevió a hacerse maestro, autor, guía y cabeza de aquellos a quienes persuadía tales
cosas, y en tal forma que los que le siguiesen creyeran que seguían no a un hombre cualquiera, sino a tu Espíritu Santo, ¿quién
no juzgará que tan gran demencia, una vez demostrado ser todo
impostura, debe ser detestada y arrojada muy lejos?
Sin embargo, no había aún claramente averiguado si lo que
había leído yo en otros libros sobre ios cambios de ios días y las
noches, unos más largos y otros más cortos, y sobre la sucesión
del día y la noche, y de los eclipses del sol y de la luna, y otras
cosas semejantes, podrían explicarse conforme a su doctrina, lo
solum ignorara, sed etiam falsa tam vesana superbiae vanitate diceret,
ut ea tarriquam divinae personae tribuere sibi niteretur.
9. Cum enim audio christianum aliquem fratrem illum aut illum
ista nescientem et aliud pro alio sentientem, patienter intueor opinantem
5 hominem nec illi obesse video, cum de te, domine «Creator omnium»,
non credat indigna, si fotte situs et habitus creaturae corporalis ignoret.
Obest autem, si hoc ad ipsam doctrinae pietatis formam pertinere arbi'tretur et pertinacius affirmare audeat quod ignorat. Sed etiam talis
infirmitas in fidei cunabulis a caritate matre sustinetur, doñee assurgat
10 novus homo in virum perfectum 13 et circumferri non possit omni vento
doctrinae. In illo autem, qui doctor, qui auctor, qui dux et princeps
eorum, quibus illa suaderet, ita fien ausus est, ut qui eum sequerentur
non quemlibet hominem, sed Spiritum tuum sanctum se sequi arbitrarentur qui tantam dementiam, sicubi falsa dixisse convinceretur, non detes15 tandam longeque abiciendam esse iudicaret? Sed tamen nondum liquido
compereram, utrum etiam secundum eius verba vicissitudines longiorum
et breviorum dierum atque noctium et ipsius noctis et diei et deliquia
luminum et si quid eius modi in alus libris legeram, posset exponi, ut,
si forte posset, incertum quidem mihi fieret, utrum ita se res haberet
" Eph 4,13.
1 vesana], vesania DS.
14 íiixisset S.
19 quidem om. S.
V, 6,10
201
Confesiones
que, de ser posible, ya me dejaría en duda de si la cosa era así
o no, en cuyo caso antepondría a mi fe la autoridad de aquél por
el gran crédito de santidad en que le tenía ''.
CAPITULO
VI
10. En estos nueve años escasos en que les oí con ánimo
vagabundo, esperé con muy prolongado deseo la llegada de aquel
anunciado Fausto "3. Porque los demás maniqueos con quienes yo
por casualidad topaba, no sabiendo responder a las cuestiones que
les proponía, me remitían a él, quien a su llegada y una sencilla
entrevista resolvería facilísimamente todas aquellas mis dificultades y aun otras mayores que se me ocurrieran de modo clarísimo ".
Tan pronto como llegó pude experimentar que se trataba de
un hombre simpático, de grata conversación y que gorjeaba más
dulcemente que los otros las mismas cosas que éstos decían. Pero
¿qué prestaba a mi sed este elegantísimo servidor de copas preciosas? Ya tenía yo los oídos hartos de tales cosas, y ni me parecían mejores por estar mejor dichas, ni más verdaderas por estar
mejor expuestas, ni su alma más sabia por ser más agraciado su
rostro y pulido su lenguaje. N o eran, no, buenos valuadores de
las cosas quienes me recomendaban a Fausto como a un hombre
sabio y prudente porque les deleitaba con su facundia, al revés
de otra clase de hombres que más de una vez hube de experimentar, que tenían por sospechosa la verdad y se negaban a reconocerla si les era presentada con lenguaje acicalado y florido 25 .
an ita, sed ad fidem meam illius auctoritatem propter creditam sanctitatem praeponerem,
CAPOT
VI
10. Et per annos ferme ipsos novem, quibus eos animo vagabundus
5 audivi, nimis extento desiderio venturum exspectabam istum Faustum.
Ceteri enim eorum, in quos forte inturrissem, qui talium rerum quaestionibus a me abiectis deficiebant, illum mihi promittebant, cuius adventu collatoque colloquio facillime mihi haec et si qua forte maiora
quaererem enodatissime expedirentur. Ergo ubi venit, expertus sum ho10 minem gratum et iucundum verbis et ea ipsa, quae illi solent dicere,
multo suavius garrientem. Sed quid ad meam sitim pretiosorum poculorum decentissimus ministrator? Iam rebus talibus satiatae erant aures
meae, nec ideo mihi meliora videbantur, quia melius dicebantur, nec
ideo vera, quia diserta, nec ideo sapiens anima, quia vultus congruus et
15 decorum eloquium. Illi autem, qui eum mihi promittebant, non boni rerum
existimatores erant, et ideo illis videbatur prudens et sapiens, quia delectabat eos loquens. Sensi autem aliud gemís hominum etiam veritatem
11
14
pretiosorum], pretiostorum CI>FO edd.
vero S.
202
Confesiones
V, 6, 11
V, 7, 12
Mas para esta época ya había aprendido de ti, Señor, por
modos ocultos y maravillosos—y creo que eras tú el que me enseñabas, porque era verdadero aquello, y nadie puede ser maestro
de la verdad sino tú, sea cualquiera el lugar y modo en que ella
brille—, ya había aprendido de ti que no por decirse una cosa
con elegancia debía tenerse por verdadera, ni falsa porque se diga
con desaliño; ni a su vez verdadero lo que se dice toscamente,
ni falso lo que se dice con estilo brillante; sino que la sabiduría
y necedad son como manjares, provechosos o nocivos, y las palabras elegantes o triviales, como platos preciosos o humildes, en
los que se pueden servir ambos manjares 26.
11. Así, pues, aquella ansia mía con que había esperado
tanto tiempo a aquel hombre deleitábase de algún modo con el
movimiento y afecto de sus disputas, y las palabras apropiadas
que empleaba, y la facilidad con que se le venían a la boca para
expresar sus ideas. Deleitábame, ciertamente, y le alababa y ensalzaba con los demás y aun mucho más que los demás.
Sin embargo, me molestaba que en las reuniones de los oyentes no se me permitiera presentarle mis dudas y departir con él
el cuidado de las cuestiones que me preocupaban, confiriendo con
él mis dificultades en forma de preguntas y respuestas. Cuando
al fin lo pude, acompañado de mis amigos, comencé a hablarle en
la ocasión y lugar más oportunos para tales discusiones, presentándole algunas objeciones de las que me hacían más fuerza; mas
conocí al punto que era un hombre totalmente ayuno de las artes
liberales, a excepción de la gramática, que conocía de un modo
5
10
15
20
habere suspectam et ei nolle adquiescere, si compto atque uberi sermone
promeretur. Me autem iam docuerat Deus meus miris et occultis modis,
et propterea credo quod tu me docueris, quoniam verum est, nec quisquam praeter te alius doctor est veri, ubicumque et undecumque claruerit: iam ergo abs te didiceram, nec eo deberé videri aliquid verum
dici, quia eloquenter dicitur, nec eo falsum, quia incomposite sonant signa
labiorum; rursus nec ideo verum, quia impolite enuntiatur, nec ideo
falsum, quia splendidus sermo est, sed perinde esse sapientiam et stultitiam, sicut sunt cibi 'Útiles et inútiles, verbis autem ornatis et inornatis
sicut vasis urbanis et rusticanis utrosque cibos posse ministrari.
11. Igitur aviditas mea, qua illum tanto tempore exspectaveram hominem, delectabatur quidem motu affectuque disputantis et verbis congruentibus atque ad vestiendas sententias facile occurrentibus. Delectabar
autem, et cum rnultis vel etiam prae multis laudabam ac ferebam: sed
moleste habebam, quod in coetu audientium non sinerer ingerere illi
et partiri cum eo curas quaestionum mearum conferendo familiariter et
accipiendo ac reddendo sermonem. Quod ubi potui et aures eius cum
familiaribus meis eoque tempore occupare coepi, quo non dedeceret alternis disserere, et protuli quaedam, quae me movebant, expertus sum
prius hominem expertem liberalium disciplinarum nisi grammaticae atque
2 docuerat BEMOPSZ, docueras cet. et edds. (jor. Ieg.t sic).
203
Confesiones
vulgar. Sin embargo, como había leído algunas oraciones de Marco Tulio, alguno que otro libro de Séneca, algunos trozos de los
poetas y los escritos de la secta, compuestos en un latín limado y
elegante, y, por otra parte, se estaba ejercitando todos los días en
hablar, había adquirido gran facilidad de expresión, la que el
hacía más grata y seductora con la agudeza de su ingenio y cierta gracia natural.
¿Es así o no como lo cuento, Señor y Dios mío, juez de mi
conciencia? Delante de ti están mi corazón y mi memoria, quien
entonces obraba conmigo en lo secreto de tu providencia y ponías
ante mis ojos mis vergonzosos errores para que los viese y los
odiase 27 .
CAPITULO
VII
12. Así que cuando comprendí claramente que era un ignorante en aquellas artes en las que yo le creía muy aventajado, comencé a desesperar de que me pudiese aclarar y resolver las
dificultades que me tenían preocupado 2\ Cierto que podía ignorar tales cosas y poseer la verdad de la religión; pero esto a condición de no ser maniqueo, porque sus libros están llenos de
larguísimas fábulas acerca del cielo y de las estrellas, del sol y
de la luna2'1, las cuales no juzgaba yo ya que me las pudiera
explicar sutilmente como lo deseaba, cotejándolas con los cálculos
de los números que había leído en otras partes, para ver si era
eius ipsius usitato modo. Et quia legerat aliquas tullianas orationes et
paucissimos Senecae libros et nonnulla poetarum et suae sectae si qua
volumina latine atque composite conscripta erant, et quia aderat cotidiana
sermocinandi exercitatio, inde suppetebat eloquium, quod fiebat acceptius
5 magisque seductorium moderamine ingenii et quodam lepore naturali.
Itane est, ut recoló, Domine Deus meus, arbiter conscientiae meae?
Coram te cor meum et recordatio mea, qui mecum tune agebas abdito
secreto providentiae tuae et inhonestos errores meos iam convertebas ante
faciem " meam, ut viderem et odissem.
10
CAPUT VII
12. Nam posteaquam ille mihi imperitus earum artium, quibus eum
excellere putaveram, satis apparuit, desperare coepi posse mihi eum illa,
quae me movebant, aperire atque dissolvere; quorum quidem ignaras
posset veritatem tenere pietatis, sed si manichaeus non esset. Libri quippe
15 •eorum pleni sunt longissimis fabulis de cáelo et de sideribus et solé
et luna: quae mihi eum, quod utique cupiebam, collatis numerorum
rationibus, quas alibi ego legeram, utrum potius ita essent, ut Manichaei
14
Ps 49,21.
7 mecum S (cf. cap. Vil, 13, et VIII, 14), me cet. et edd¡. omnel.
15 de sideribus S, de om. cet. et edds.
204
Confesiones
V, 7 , 1 3
así como se contenía en los libros de Manes y si daban buena
tazón de las cosas o al menos era igual que la de aquéllos.
Mas él, cuando presenté a su consideración y discusión dichas
cuestiones, no se atrevió, con gran modestia, a tomar sobre sí semejante carga, pues conocía ciertamente que ignoraba tales cosas
y no se avergonzaba de confesar. N o era él del número de aquella caterva de charlatanes que había tenido yo que sufrir, empeñados en enseñarme tales cosas, para luego no decirme nada. Este,
en cambio, tenía un corazón, si no dirigido a ti, al menos no
demasiado incauto en orden a sí. N o era tan ignorante que ignorase su ignorancia, por lo que no quiso meterse disputando en un
callejón de donde no pudiese salir o le fuese muy difícil la retirada. Aun por esto me agradó mucho más, por ser la modestia
de un alma que se conoce más hermosa que las mismas cosas que
deseaba conocer. Y en todas las cuestiones dificultosas y sutiles
le hallé siempre igual ".
13. Quebrantado, pues, el entusiasmo que había puesto en
los libros de Manes y desconfiando mucho más de los otros doctores maniqueos, cuando éste tan renombrado se me había mostrado tan ignorante en muchas de las cuestiones que me inquietaban, comencé a tratar con él, para su instrucción, de las letras o
artes que yo enseñaba a los jóvenes de Cartago, y en cuyo amor
ardía él mismo, leyéndole, ya lo que él deseaba, ya lo que a mí
me parecía más conforme con su ingenio " .
Por lo demás, todo aquel empeño mío que había puesto en
libris continebatur, an certe vel par etiam inde ratio redderetur, subtiliter explicare posse iam non arbitrabar. Quae tamen ubi consideranda
et discutienda protuli, modeste sane ille nec ausus est subiré ipsam sarcinam. Noverat enim se ista non nosse nec eum puduit confiten. Non erat
5 Je talibus, quales muiros loquaces passus eram, cenantes ea me docere
et dicentes nihil. Iste vero cor habebat, etsi non rectum ad te, nec tamen
nimis incautum ad se ipsum. Non usquequaque imperitus erat imperitiae
suae et noluit se temeré disputando in ea coartare, unde nec exitus
ei ullus nec facilis esset reditus: etiam hinc rnihi amplius placuit. Pul10 chrior est enim temperantia confitentis animi quam illa, quae nosse cupiebam. Et eum in ómnibus difficilioribus et subtilioribus quaestionibus
talem inveniebam.
13. Refracto itaque studio, quod intenderam in Manichaei litteras,
magisque desperans de ceteris eorum doctoribus, quando in mulíis, auae
15 me movebant, ita ille nominatus apparuit, coepi cum eo pro studio illius
agere vitam, quo ipse flagrabat in eas litteras, quas tune iam rhetor Carthaginis adulescentes docebam, et legere cum eo sive quae ille audita
desideraret sive quae ipse tal i ingenio apta existimarem. Ceterum conatus
omnis meus, quo proficere in illa 'secta srarueram, illo homine cognito
8
15
17
19
coartari PZ edds. (se coartare Lib. arb., 2, 14).
illius S, eius cet. et edds.
sive... desideraret om. S.
quo], quí S.
V, 8,14
Confesiones
205
progresar en la secta se me acabó totalmente apenas conocí a
aquel hombre, mas no hasta el punto de separarme definitivamente de ella, pues no hallando de momento cosa mejor determiné
permanecer provisionalmente en ella, en la que al fin había venido a dar, hasta tanto que apareciera por fortuna algo mejor,
preferible °2. De este modo, aquel Fausto, que había sido para
muchos lazo de muerte, fue, sin saberlo ni quererlo, quien comenzó a aflojar el que a mí me tenía preso. Y es que tus manos, Dios
mío, no abandonaban mi alma en el secreto de tu providencia, y
que mi madre no cesaba día y noche de ofrecerte en sacrificio
por mí la sangre de su corazón que corría por sus lágrimas.
Y tú, Señor, obraste conmigo por modos admirables, pues
obra tuya fue aquélla, Daos mío. Porque el Señor es quien dirige
los pasos del hombre y quien escoge su camino. Y ¿quién podrá
procurarnos la salud, sino tu mano, que rehace lo que ha hecho?
CAPITULO
VIII
14. También fue obra tuya para conmigo el que me persuadiesen irme a Roma y allí enseñar lo que enseñaba en Cartago.
Mas no dejaré de confesarte el motivo que me movió, porque aun
en estas cosas se descubre la profundidad de tu designio y merece
ser meditada y ensalzada tu presentísima misericordia para con
nosotros. Porque mi determinación de ir a Roma no fue por ganar
más ni alcanzar mayor gloria 33, como me prometían los amigos
prorsus intercidit, non ut ab eis omnino separarer, sed quasi melius quicquam non inveniens, eo quo iam quoquo modo irrueram, contentus interim esse decreveram, nisi aliquid forte, quod magis eligendum esset,
eluceret. Ita ille Faustus, qui multis laqueus mortis exstitit, meum quo
5 captus eram relaxare iam coeperat nec volens nec sciens. Manus enim
tuae, Deus meus, in abdito providentiae non deserebant animam meam, et
de sanguine cordis matris meae per lacrimas eius diebus et noctibus pro
me sacrificabatur tibí, et egisti mecum miris modis. Tu illud egisti, Deus
meus. Nam a Domino gressus homin'ts diriguntur, et viam eius volet I=.
10 Aut quae procurado salutis praeter manum tuam reficientem quae fecisd?
C Ap UT
VIII
14. Egisti ergo mecum, ut mihi persuaderetur Romam pergere et
potius ibi docere quod docebam Carthagine. Et hoc unde mihi persuasum est, non praeteribo confiten tibi, quoniam et in his altissimi tui
15 recessus et praesentissima in nos misericordia tua cogitanda et praedicanda est. Non ideo Romam pergere volui, quod maiores quaestus maiorque
15
Ps 36,25.
4
ret cet.
7
8
et luceret CDS (sed «et» ex dittographia syl, praecedentis esset),
et edds. omnes.
de om. S.
miris + et occulltis BPZFGV l m b
eluce-
206
Confesiones
V, 8,14
que me aconsejaban tal cosa—aunque también estas cosas pesaban
en mi ánimo entonces—, sino la causa máxima y casi única era
haber oído que los jóvenes de Roma eran más sosegados en las
clases, merced a la rigurosa disciplina a que estaban sujetos, y
según la cual no les era lícito entrar a menudo y turbulentamente
en las aulas de los maestros que no eran los suyos, ni siquiera
entrar en ellas sin su permiso 3 4 ; todo lo contrario de lo que sucedía en Cartago„ donde es tan torpe e intemperante la licencia
de los escolares que entran desvergonzada y furiosamente en las
aulas y trastornan el orden establecido por los maestros para provecho de los discípulos. Cometen además con increíble estupidez
multitud de insolencias, que deberían ser castigadas por las leyes,
de no patrocinarles la costumbre, la cual los muestra tanto más
miserables cuanto cometen ya como lícito lo que no lo será
nunca por tu ley eterna, y creen hacer impunemente tales cosas,
cuando la ceguedad con que las hacen es su mayor castigo, padeciendo ellos incomparablemente mayores males de los que hacen.
Así, pues, vime obligado a sufrir de maestro en los demás
aquellas costumbres que siendo estudiante no quise adoptar como
mías "; y por eso me agradaba ir allí, donde los que lo sabían
aseguraban que no se daban tales cosas. Mas tú, Señor, esperanza
mía y porción mía en la tierra de los vivientes, a fin de que cambiase de lugar para la salud de mi alma, me ponías espinas en
Cartago para arrancarme de allí y deleites en Roma para atraerme
allá, por medio de unos hombres que amaban una vida muerta:
unos haciendo locuras aquí, otros prometiendo cosas vanas allí,
usando tú para corregir mis pasos ocultamente de la perversidad
mihi dignitas ab amicis, qui hoc suadebant, promittebatur—quamquam et
ista ducébant animum tune meum—, sed illa erat causa máxima et paene
sola, quod audiebam quietíus ibi studere adulescentes et ordinatiore disciplinae coercitione sedari, ne in eius scholam, quo magistro non utuntur,
5 passim et proterve irruant, nec eos admitti omnino, nisi ille permiserit.
Contra apud Carthaginem foeda est et intemperans licentia scholasticorum: irrumpunt impudenter et prope furiosa fronte perturbant ordinem,
quem quisque discipulis ad proficiendum instituerít. Multa iniuriosa
faciunt mira hebetudine et punienda legibus, nisi consuetudo patrona
10 sit, hoc miseriores eos ostendens, quo iam quasi liceat faciunt quod per
tuam aeternam legem nunquam licebit, et impune se faceré arbitrantur,
cum ipsa faciendi caecitate puniantur et incomparabiliter patiantur
peiora, quam faciunt. Ergo quos mores cum studerem meos esse nolui,
eos cum docerem cogebar perpeti alíenos, et ideo placebat iré, ubi talia
15 non fieri omnes qui noverant indicabant. Verum autem tu, spes mea
et portio mea in ierra viventium 16, ad mutandum terrarum locum pro
salute animae meae, et Carthagini stimulos, quibus inde avellerer, admovebas et Romae illecebras, quibus attraherer proponebas mihi per
nomines, qui diligunt vitam mortuam, hinc insana facientes, inde vana
16
Ps 141,6.
V, 8, 15
Confesiones
207
de aquéllos y de la m í a " . Porque los que perturbaban mi ocio
con gran rabiaXeran ciegos, y los que me invitaban a lo otro sabían a tierra, y yo„ que detestaba en Cartago una verdadera miseria, buscaba en Roma una falsa felicidad.
15. Pero el verdadero porqué de salir yo de aquí e irme
allí sólo tú lo sabías, oh Dios, sin indicármelo a mí ni a mi madre, que lloró atrozmente mi partida y me siguió hasta el mar.
Mas hube de engañarla, porque me retenía por fuerza, obligándome o a desistir de mi propósito o a llevarla conmigo, por lo que
fingí tener que despedir a un amigo al que no quería abandonar
hasta que, soplando el viento, se hiciese a la vela 3 '. Así engañé
a mi madre, y a tal madre, y me escapé, y tú perdonaste este mi
pecado misericordiosamente, guardándome, lleno de execrables
inmundicias, de las aguas del mar para llegar a las aguas de tu
gracia, con las cuales lavado, se secasen los ríos de los ojos de mi
madre, con los que ante ti regaba por mí todos los días la tierra
que caía bajo su rostro 38 .
Sin embargo, como rehusase volver sin mí, apenas pude persuadirla a que permaneciera aquella noche en lugar próximo a
nuestra nave, la Memoria de San Cipriano ". Mas aquella misma
noche me partí a hurtadillas sin ella, dejándola orando y llorando. ¿Y qué era lo que te pedía, Dios mío, con tantas lágrimas,
sino que no me dejases navegar? Pero tú, mirando las cosas desde un punto más alto y escuchando en el fondo su deseo, no cuidaste de lo que entonces te pedía para hacerme tal como siempre
te pedía.
pollicentes, et ad corrigendos gressus meos utebaris oceulte et illorum
et mea perversitate. Nam et qui perturbabant otium meum, foeda rabie
caeci erant, et qui invitabant ad aliud, terram sapiebant, ego autem,
qui detestabar hic veram miseriam, illie falsam felicitatem appetebam.
5
15. Sed quare hinc abirem et illuc irem, tu sciebas, Deus, nec indicabas mihi nec matri, quae me profectum atrociter planxit et usque ad
mare secuta est. Sed fefelli eam violenter me tenentem, ut aut revocaret
aut mecum pergerer, et finxi me amicum nolle deserere, doñee vento
facto navigaret. Et mentitus sum matri, et illi matri, et evasi, quia et hoc
10 dimisisti mihi misericorditer servans me ab aquis maris plenum exsecrandis sordibus usque ad aquam gratiae tuae, qua me abluto siccarentur ilumina maternorum oculorum, quibus pro me cotidie tibi
rigabat terram sub vultu suo. Et tamen recusanti sine me rediré vix persuasi, ut in loco, qui proximus nostrae navi erat, memoria beati Cypriani,
15 maneret ea nocte. Sed ea nocte clanculo ego profectus sum, illa autem
non; mansit orando et flendo. Et quid a te petebat, Deus meus, tantis
jacrimis, nisi ut navigare me non sineres? Sed tu alte consulens et exaudiens cardinem desiderii eius non curasti quod tune petebat, ut me fa8 et finxi. ... navigare om. S.
10 tu S, otn'ít- cet.
exeefandum S.
16 non; mansit codd., mansit M 2 , ** mansit CO, remansit BF.
17 tu om. S.
18 ut me... petebat om. S.
208
Confesiones
V, 9, 16
Sopló el viento, hinchó nuestras velas y desapareció de nuestra vista la playa, en la que mi madre, a la mañana siguiente, enloquecía de dolor, llenando de quejas y gemidas tus oídos, que
no los atendían, antes bien me dejabas correr tras mis pasiones
para dar fin a mis concupiscencias y castigar en ella con el justo
azote del dolor su deseo carnal. Porque también como las demás
madres, y aún mucho más que la mayoría de ellas, deseaba tenerme junto a sí, sin saber los grandes gozos que tú la preparabas con mi ausencia. N o lo sabía, y por eso lloraba y se lamenta*ba, acusando con tales lamentos el fondo que había en ella de
Eva al buscar con gemidos lo que con gemidos había parido.
Por fin, después de haberme acusado de mentiroso y mal hijo
y haberte rogado de nuevo por mí, se volvió a su vida ordinaria
y yo a Roma ''".
CAPITULO
IX
16. Aquí fui yo recibido con el azote de una enfermedad
corporal, que estuvo a punto de mandarme al sepulcro, cargado
con todas las maldades que había cometido contra ti, contra mí
y contra el prójimo, a más del pecado original, en el que todos
morirnos en Adán ". Porque todavía no me habías perdonado ninguno de ellos en Cristo, ni éste había deshecho en su cruz las enemistades que había contraído contigo con mis pecados. ¿Y cómo
los había de deshacer en aquella cruz fantástica que yo creía de
ceres quod semper petebat. Flavit ventus et implevit vela nostra et litus
subtraxit aspectibus nostris, in quo mane illa insaniebat dolore et quereilis et gemitu implebat aures tuas contemnentis ista, cum et me cupiditatibus meis raperes ad finiendas ipsas cupiditates, et illius carnale desi5 derium iusto dolorum flagello vapularet. Amabat enim secum praesentiam
meam more matrum, sed multis multo amplius, et nesciebat, quid tu
¡lii gaudiorum facturas esses de absentia mea. Nesciebat, ideo flebat et
eiulabat, atque illis cruciatibus arguebatur in ea reliquiarium Evae, cum
gemitu quaerens quod cum gemitu pepererat. Et tamen post accusationem
10 fallaciarum et crudelitatis meae conversa rursum ad deprecandum te pro
me abiit ad sólita, et ego Romam.
CA p U T
ix
16. Et ecce excipior ibi flagello aegritudinís corporalis et ibam
iam ad inferas portans omnia mala, quae commiseram et in te et in me
15 et in alios, multa et gravia super originalis peccati vinculum, quo omnes
in Adam morimur".
Non enim quicquam eorum mihi donaveras in
Christo, nec solverat Ule in cruce sita inimkiüas ", quas tecum contraxeram peccatis meis. Quomodo enim eas solveret in cruce phantasmatis,
1T
4
1 Cor 15,22.
meis om. S.
" Eph 2,16.
V, 9, Í 7
Confesiones
209
él ? Porque tas» verdadera era la muerte de mi alma como falsa
me parecía a rrK la muerte de su carne, y tan verdadera la muerte
de su carne como falsa la vida de mi alma, que no creía esto '".
Y agravándose la\ fiebres, ya casi estaba a punto de irme y perecer. Pero ¿adonde Rubiera ido, si entonces hubiera tenido que salir de este mundo, \ sino al fuego y tormentos que merecían mis
acciones, según la verdad de tu ordenación? N o sabía esto mi madre, pero oraba por mí ausente, escuchándola tú, presente en todas
partes allí donde ella \staba, y ejerciendo tu misericordia conmigo
donde yo estaba, a fin^de que recuperara la salud del cuerpo, todavía enfermo y con un, corazón sacrilego. Porque estando en tan
gran peligro no deseaba bautismo, siendo mejor de niño, cuando
lo supliqué de la piedad de mi madre, como ya tengo recordado
y confesado. Mas había crecido, para vergüenza mía, y, necio,
burlábame de los consejos de tu medicina'".
Con todo, no permitiste que en tal estado muriese yo doblemente, y con cuya herida, de haber sido traspasado el corazón
de mi madre, nunca hubiera sanado. Porque no puedo decir bastantemente el gran amor que me tenía y con cuánto mayor cuidado
me paría en el espíritu que me había parido en la carne.
17. Así que no veo cómo hubiese podido sanar si mi muerte
en tal estado hubiese traspasado las entrañas de su amor. ¿Y qué
hubiese sido de tantas y tan continuas oraciones como por mí te
hacía sin cesar? ¿Acaso tú, Dios de las misericordias, despreciarías
el corazón contrito y humillado de aquella viuda casta y sobria,
quod de illo credideram? Quam ergo falsa mihi videbatur mors carnis
eius, tam vera erat animae meae, et quam vera erat mors carnis eius,
tam falsa vita animae, quae id non credebat. Et ingravescentibus febribus iam ibam et peribam. Quo enim irem, si hinc tune abirem, nisi in
5 ignem atque tormenta digna factis meis in veritate ordinis tui? Et hoc
illa nesciebat et tamen pro me orabat absens. Tu autem ubique praesens
ubi erat exaudiebas eam et ubi eram miserebaris mei, ut recuperarem salutem corporis adhuc insanus corde sacrilego. Ñeque enim desiderabam in
illo tanto periculo baptismum tuum et melior eram puer, quo illum de
10 materna pietate flagitavi, sicut iam recordatus atque confessus sum.
Sed in dedecus meum creveram et consilia medicinae tuae demens irridebam, qui non me sivisti talem bis mori. Quo vulnere, si feriretur cor
matris, nunquam sanaretur. Non enim satis eloquor, quid erga me habebat animi et quanto maíore sollícitudíne me parturiebat spiritu, quam
15 carne pepererat.
17. Non itaque video, quomodo sanaretur, si mea talis illa mors
transverberasset viscera dilectionis eius. Et ubi essent tantae preces et
tam crebrae sine intermissione? Nusquam nisi ad te. An vero tu, Deus
misericordiarum, sperneres cor conlritum et bumiliatum " viduae castae
19
2
4
17
Ps 50.19.
tam vera... carnis eius om. S.
et peribam om. S.
si} nisi S.
et'-' om. S.
210
Confesiones
V./0,18
que hacía frecuentes limosnas y servía obsequios/a tus santos?
¿Que ningún día dejaba de llevar su oblación al 4'tar? ¿Que iba
dos veces al día—mañana y tarde—a tu iglesia,/Sin faltar jamás,
y esto no para entretenerse en vanas conversaciones y chismorreos
de viejas, sino para oírte a ti en los sermones,y que tú la oyeses
a ella en sus oraciones? ¿Habías tú de desprec/ar las lágrimas con
que ella te pedía no oro, ni plata, ni bien alguno frágil y mudable, sino la salud de su hijo? ¿Habrías tú, digo, por cuyo favor
era ella tal, de despreciarla y negarle tu auxilio? De ningún modo,
Señor; antes estabas presente a ella, y la escuchabas, y hadas lo
que te pedía, mas por el modo señalado por tu providencia.
No era posible, no, que tú la engañaras en aquellas visiones y respuestas que le habías dado, de alguna de las cuales
hemos hablado ya, y otras que paso en silencio41, las cuales
conservaba ella fielmente en su pecho y te las recordaba en
sus oraciones como firmas de tu mano, que debías cumplir. Porque aunque tu misericordia es infinita, tienes a bien hacerte
deudor con promesas de aquellos mismos a quienes tú perdonas
todas sus deudas.
CAPITULO
X
18. Restablecísteme, pues, de aquella enfermedad y salvaste al hijo de tu sierva por entonces, en cuanto al cuerpo, para
tener a quién dar después una mejor y más segura salud. En
ac sobriae, frequentantis eleemosynas, obsequentis atque servientis sanctis tuis, nullum diem praetermittentis oblationem ad altare tuum, bis
die, mane et vespere, ad ecclesiam tuam sine ulla intermissione venientis,
non ad vanas fábulas et añiles loquacitates, sed ut te audiret in tuis
5 sermonibus et tu illam in suis orationibus? Huiusne tu lacrimas, quibus
non a te aurum et argentum petebat nec aliquod nutabile aut volubile
bonum, sed salutem animae filii sui, tu, cuius muñere talis erat, contemneres et repelieres ab auxilio tuo? Nequáquam, Domine, xmmo vero aderas et exaudiebas et faciebas ordine, quo praedestinaveras esse facien10 dum. Absit, ut tu falleres eam in illis visionibus et responsionibus tuis,
quae iam commernoravi et quae non commemoravi; quae illa fideli pectore
tenebat et semper orans tamquam chirografa tua ingerebat tibi. Dignaris
enim, quoniam in saeculum misericordia tua'", eis quibus omnia debita
dimittis, etiam promissionibus debitar fieri.
15
CApu T x
18. Recreasti ergo me ab illa aegritudine et salvum fecisti filium
ancillae tua tune interina corpore, ut esset cui salutem meliorem atque
certiorem dares. Et iungebar etiam tune Romae falsis illis atque fal20
10
Ps 117,1.
responsionibus S, responsis cet. el eddi.
V, 10,19
Confesiones
211
Roma juntábame yo con los que se decían santos, engañados
y engañadores ;\porque no sólo trataba con los oyentes, de cuyo
número era el huésped de la casa en que yo había caído enfermo
y convalecido, sirio también con los que llaman electos ".
Todavía me parecía a mí que no éramos nosotros los que
pecábamos, sino que era no sé qué naturaleza extraña la que
pecaba en nosotros, por lo que se deleitaba mi soberbia en considerarme exento de culpa y no tener que confesar, cuando había
obrado mal, mi pecado para que tú sanases mi alma, porque
contra ti era contra quien jo pecaba. Antes gustaba de excusarme
y acusar a no sé qué ser extraño que estaba conmigo, pero que
no era yo ". Mas, a la verdad, yo era todo aquello, y mi impiedad me había dividido contra mí mismo. Y lo más incurable de
mi pecado era que no me tenía por pecador, deseando más mi
execrable iniquidad que tú fueras vencido por mí en mí para
mi perdición, que no serlo yo por ti para mi salvación. Porque
todavía no habías puesto guardia a mi boca ni puerta que cerrase
mis labios para que mi corazón no declinase a las malas palabras
ni buscase excusa a mis pecados entre los hombres que obran la
iniquidad, y ésta era la razón por que alternaba con los electos
de los maniqueos. Mas, desesperando ya de poder hacer algún
progreso en aquella falsa doctrina, y aun las mismas cosas que
había determinado conservar hasta no hallar algo mejor, profesábalas ya con tibieza y negligencia ".
19. Por este tiempo se me vino también a la mente la idea
lentibus sanctis; non enim tantum auditoribus eorum, quorum e numero
erat etiam is, in cuius domo aegrotaveram et convalueram, sed eis etiam,
quos electos vocant. Adhuc enim mihi videbatur non esse nos, qui peecamus, sed nescio quam aliam in nobis peccare naturam et delectabat
5 superbiam meam extra culpam esse et, cum aliquid mali fecissem, non
confiteri me fecisse, ut sanares animam meam, quoniam peccabat tibi2X,
sed excusare me amabam et aecusare nescio quid aliud, quod mecum esset
et ego non essem. Verum autem totum ego eram et adversus me impietas
mea me diviserat, et id erat peccatum insanabilius, quo me peccatorem non
10 esse arbitrabar, et exsecrabilis iniquitas, te, Deus omnipotens, te in me
ad perniciem meam, quam me a te ad salutem malle superari. Nondum
ergo posueras custodiam ori meo et ostium continentiae circum labia mea,
ut non declinaret cor meum in verba mala ad excusandas excusationes in
Peccatis cum hominibus operantibus iniquitatem, et ideo adhuc combina15 bam cum electis eorum 2", sed tamen iam desperans in ea falsa doctrina
me posse proficere, eaque ipsa, quibus, si nil melius reperirem, contentus
esse decreveram, iam remissius neglegentiusque retinebam.
19. Et enim sutoria est etiam mihi cogitatio, prudentiores illos ce" Ps 40,5.
7
13
15
18
22
Ps 140,3.
me DCFOS, eam cet. et edd.
mala} maligna BEGMV (Psalt. R).
iam om. S.
cogitatio om. S.
\
212
Confesiones
v/lO,
20
de que los filósofos que llaman académicos híoían sido los
más prudentes, por tener como principio que se/debe dudar de
todas las cosas y que ninguna verdad puede ser/Comprendida por
el hombre is . Así me pareció entonces que habían claramente sentido, según se cree vulgarmente, por no haber todavía entendido
su intención ".
En cuanto a mi huésped, no me recaté de llamarle la atención sobre la excesiva credulidad que vi tenía en aquellas cosas
fabulosas de que estaban llenos los libros jnaniqueos5°. Con todo,
usaba más familiarmente de la amistad de los que eran de la
secta que de los otros hombres que no pertenecían a ella ". No
defendía ya ésta, es verdad, con el entusiasmo primitivo; mas
su familiaridad—en Roma había muchos de ellos ocultos—me
hacía extraordinariamente perezoso para buscar otra cosa, sobre
todo desesperando de hallar la verdad en tu Iglesia, ¡oh Señor
de cielos y tierra y creador de todas las cosas visibles e invisibles!,
de la cual aquéllos me apartaban, por parecerme cosa muy torpe
creer que tenías figura de carne humana y que estabas limitado
por los contornos corporales de nuestros miembros s\ Y porque
cuando yo quería pensar en mi Dios no sabía imaginar sino masas
corpóreas, pues no me parecía que pudiera existir lo que no fuese
tal, de ahí la causa principal y casi única de mi inevitable error M.
20. De aquí nacía también mi creencia de que la sustancia
del mal era propiamente tal [corpórea} y de que era una mole
negra y deforme; ya crasa, a la que llamaban tierra; ya tenue
y sutil, como el cuerpo del aire, la cual imaginaban como una
5
40
15
20
teris fuisse philosophos, quos académicos appellant, quod de ómnibus
dubitandum esse censuerant, nec aliquid veri ab nomine comprehendi posse
decreverant. Ita enim et mihi liquido sensisse videbantur, ut vulgo habentur, etiam illorum intentionem nondum intellegenti. Nec dissimulavi eundem hospitem meum reprimere a nimia fiducia, qtiam sensi eum habere
de rebus fabulosis, quibus manichaei libri pleni sunt. Amicitia tamen
eorum familiarius utebar quam ceterorum hominum, qui in illa haeresi
non fuissent. Nec eam defendebam prístina animositate, sed tamen familiaritas eorum—plures enim eos Roma occultabat—pigrius me faciebat
aliud quaerere, praesertim desperantem in ecclesia tua, Domine caeli et
terrae, creator omnium visibilium et invisibilium, posse inveniri verum,
unde me illi averterant, multumque mihi turpe videbatur credere figuram
te habere humanae carnis et membrorum nostrorum liniamentis corporalibus terminan. Et quoniam cum de Deo meo cogitare vellem, cogitare
nisi moles corporum non noveram—ñeque enim videbatur mihi esse quicquam, quod tale non esset—ea máxima et prope sola causa erat inevitabilis erroris mei.
20. Hinc enim et malí substantiam quandam credebam esse talem et
habere suam molem tetram et deformem sive crassam, quam terram dicebant, sive tenuem atque subtilem, sicuti est aeris Corpus; quam malignam
9
occultabat SQ edd.-, occultat cet. et edd.
V, 10,20
Confesiones
213
mente malignaN que reptaba sobre la tierra. Y como la piedad,
por poca que fuese, me obligaba a creer que un Dios bueno
no podía crear naturaleza alguna mala, imaginábalas como dos
moles entre sí. contrarias, ambas infinitas, aunque menor la mala
y mayor la buena; y de este principio pestilencial se me seguían
los otros sacrilegios. Porque intentando mi alma recurrir a la fe
católica, era rechazado, porque no era fe católica aquella que yo
imaginaba54. Y parecíame ser más piadoso, ¡oh Dios!, a quien
alaban en mí tus misericordias, en creerte infinito por todas
partes, a excepción de aquella por que se te oponía la masa
del mal, que no juzgarte limitado por todas partes por las formas del cuerpo humano.
También me parecía ser mejor creer que no habías creado
ningún mal—el cual aparecía a mi ignorancia no sólo como sustancia, sino como una sustancia corpórea, por no poder imaginar al espíritu sino como un cuerpo sutil que se difunde por los
espacios—que creer que la naturaleza del mal, tal como yo la
imaginaba, procedía de ti.
Al mismo Salvador nuestro, tu Unigénito, de tal modo le
juzgaba salido de aquella masa lucidísima de tu mole para salud
nuestra, que no creía de El sino lo que mi vanidad me sugería.
Y así juzgaba que una tai naturaleza como la suya no podía
nacer de la Virgen María sin mezclarse con la carne, ni veía
cómo podía mezclarse sin mancharse lo que yo imaginaba tal,
mentem per illam terram repentem imaginantur. Et quia Deum bonum
nullam malam naturam creasse qualiscumque me pietas credere cogebat,
constituebam ex adverso sibi duas moles, utramque infinitam, sed malam
angustius, bonam grandius, et ex hoc initio pestilentioso me cetera sacri5 legia sequebantur. Cum enim conaretur animus meus recurrere in catholicam fidem, repercutiebar, quia non erat catholica fides, quam esse arbitrabar; et magis pius mihi videbar, si te, Deus meus, cui confitentur ex
me miserationes tuae, vel ex ceteris partibus infinitum crederem, quamvis ex una, qua tibi moles malí opponebatur, cogerer finitum fateri,
10 quam si ex ómnibus partibus in corporis humani forma te opinarer finiri.
Et melius mihi videbar credere nullum malum te creasse—quod mihi nescienfi non solum aliqua substantia, sed etiam corpórea videbatur, quia
et mentem cogitare non noveram nisi eam subtile Corpus esse, quod tamen
per loci spatia diffunderetur—quam credere abs te esse qualem putabam
15 naturam mali. Ipsumque salvatorem nostrum, Unigenitum tuum, tamquam
de massa lucidissimae molis tuae porrectum ad nostram salutem ita putabim, ut aliud de illo non crederem nisi quod possem vanitate imaginan. Talem ¡taque naturam eius nasci non posse de Maria virgine arbittabar, nisi carni concerneretur. Concerní autem et non coinquinan non
20 videbam, quod mihi tale figurabam. Metuebam ¡taque credere in carne
6 repercutiebatur S, repercutiebar cet. et edds. (aeque duae lecthnts
fí'ite. sed praefer. secunda ex lege rythmi).
15 ipsumque EGHMOSVT, ipsumquoque cet. et edd.
20 in carne natum], incarnatum HSVT edd.-
optt-
214
Confesiones
»> " > 2 1
y así temía creerle nacido en la carne, por no Verme obligado
a creerle manchado con la carne S5.
/
Sin duda que tus espirituales se reirán ahoia blanda y amorosamente al leer estas mis Confesiones™; pero, realmente, así
era yo.
/
CAPITULO
XI/
21. Por otra parte, no creía ya que las cosas que reprendían aquéllos [los maniqueos] en tus Escrituras podían sostenerse ". Con todo, de cuando en cuando deseaba sinceramente
consultar cada uno de dichos lugares con algún varón doctísimo
en tales libros y ver lo que él realmente sentía sobre ellos.
Porque ya estando en Cartago habían empezado a moverme los
discursos de un tal Elpidio, que públicamente habló y disertó
contra los maniqueos, alegando tales cosas de la Sagrada Escritura, que no era fácil refutarle ss.
En cambio, la respuesta que aquéllos dieron me pareció muy
débil, y aun ésta no la daban fácilmente en público, sino a nosotros muy en secreto, diciendo que las Escrituras del Nuevo Testamento habían sido falseadas por no sé quiénes, que habían
querido mezclar la ley de los judíos con la fe cristiana, bien que
ellos no podían presentar ningún ejemplo incorrupto **
Pero lo que principalmente me tenía cogido y ahogado eran
las corporeidades que yo imaginaba cuando pensaba en aquellas
dos grandes moles, que parecían oprimirme, y bajo cuyo peso,
anhelante, me era imposible respirar el aura pura y sencilla de tu
verdad.
natum, ne credere cogerer ex carne inquinatum. Nunc spiritales tui blande
et amanter ridebunt me. si has confessiones meas~legerint; sed tamen
talis eram.
CAPUT
5
XI
21. Deinde quae illi in scripturis tuis reprehenderant defendí posse
non existimabam, sed aliquando sane cupiebam cum aliquo illorum librorum doctissimo conferre singula et experíri, quid inde sentiret. Iam enim
Elpidii cuiusdam adversus eosdem manichaeos Coram loquentis et disserentis sermones etiam apud Carthaginem moveré me coeperant, cum talia
10 de Scripturis proferret, quibus resistí non facile posset. Et imbecilla mihi
responsio videbatur istorum; quam quidem non facile palam promebant,
sed nobis secretius, cum dicerent: Scripturas Novi Testamenti falsatas
fuisse a nescio quibus, qui iudaeorum legem inserere christianae fidei
voluerunt, atque ipsi incorrupta exemplaria nulla proferrent. Sed me ma15 xime captum et offocatum quodam modo deprimebant corporalia cogitantem
moles illae, sub quibus anhelans in auram tuae veritatis liquidan! et simplicem respirare non poteram.
2 confusiones S.
16 aurem BSZ, aurum O .
V, 12, 22
215
Confesiones
CAPITULO
XII
22. Con toda diligencia había empezado a poner por obra
el designio que me había llevado a Roma, y que era enseñar
el arte retórico, comenzando por reunir al principio a algunos
estudiantes en casa para darme a conocer a ellos y por su medio
a los demás.
Mas al punto advertí con sorpresa que los estudiantes de
Roma hacían otras travesuras que no había experimentado con
los de Cartago. Porque si era verdad, como me habían asegurado, que aquí [Roma] no se practicaban aquellas trastadas de los
jóvenes perdidos de allí [Cartago], también me aseguraban que
aquí los estudiantes se concertaban mutuamente para dejar de
repente de asistir a las clases y pasarse a otro maestro, con el fin
de no pagar el salario debido, faltando así a su fe y teniendo en
nada la justicia por amor del dinero.
Odiaba también a éstos mi corazón, aunque no con odio
perfecto, porque realmente más les aborrecía por el perjuicio
que me causaban que por la injusticia en sí que cometían. Infames son, sin duda, los que así obran y andan divorciados de ti,
amando unas burlas y engaños pasajeros y un interés de lodo
que no se puede coger con la mano sin mancharse, agarrándose
al mundo efímero que huye, y despreciándote a ti, que permaneces eternamente y llamas y perdonas al alma humana pecadora
que sé vuelve a ti 00 . Aun ahora mismo siento aiborrecimiento a
gente tan depravada y descompuesta, si bien deseo que se enmienden, a fin de que prefieran la doctrina que aprenden al dinero,
y antes que aquélla, a ti, Dios, verdad y abundancia de bien verCA P UT
XII
22. Sedulo ergo agere coeperam, propter quod veneram, ut docerem
Romae artem rhetoricam, et prius domi congregare aliquos, quibus et per
quos innotescere coeperam. Et ecce cognosco alia Romae fieri, quae non
5 patiebar in África. Ñam re vera illas eversiones a perditis adulescentibus
íbi non fieri manifestatum est mihi: «Sed súbito—inquiunt—, ne mercedem magistro reddant, conspirant multi adulescentes et transferunt se
ad alium, desertores fidei et quibus prae pecuniae caritate iustitia vilis
est.» Oderat etiam istos cor meum quamvis non perfecto odio23. Quod
10 enim ab eis passurus eram magis odetam fortasse quam eo quod cuilibet illicita faciebant. Certe tamen turpes sunt tales et fornicantur abs te "
amando volaticá ludibria temporum et lucrum luteum, quod cum apprehenditur manum inquinat, et amplectendo mundum fugientem, contemnendo te manentem et revocantem et ignoscentem redeunti ad te meretrici
15 animae humanae. Et nunc tales odi pravos et distortos, quamvis eos corrigendos diligam, ut pecuniae doctrinam ipsam, quam discunt, praeferant
2S
Ps 138,25.
24
Ps 72.27.
216
Confesiones
•
V, 13, 23
dadero y paz castísima del alma. Pero entonces—lo confieso—más
deseaba que no fuesen malos por mi bien, que no buenos por tu
amor.
CAPITULO
XIII
23. Así que cuando la ciudad de Milán escribió al prefecto de Roma para que la proveyera de maestro de retórica, con
facultad de usar la posta pública, yo mismo solicité presuroso,
por medio de aquellos embriagados con las vanidades maniqueas
—de los que iba con ello a separarme, sin saberlo ellos ni yo-—,
que, mediante la presentación de un discurso de prueba, me enviase a imí el prefecto a la sazón, Sfcnaco ".
Llegué a Milán y visité al obispo, Ambrosio, famoso entre
los mejores de la tierra, piadoso siervo tuyo, cuyos discursos
suministraban celosamente a tu pueblo «la flor de tu trigo»,
«la alegría del óleo» y «la sobria embriaguez de tu vino» 82.
A él era yo conducido por ti sin saberlo, para ser por él conducido a ti sabiéndolo.
Aquel hombre de Dios me recibió paternalmente y se interesó mucho por mi viaje como obispo M. Yo comencé a amarle; al principio, no ciertamente como a doctor de la verdad, la
que desesperaba de hallar en tu Iglesia, sino como a un hombre afable conmigo. Oíale con todo cuidado cuando predicaba
al pueblo, no con la intención que debía, sino como queriendo
explorar su facundia y ver si correspondía a su fama o si era
mayor o menor que la que se pregonaba, quedándome colgado
de sus palabras, pero sin cuidar de lo que decía, que más bien
ei vero te Deum veritatem et ubertatem certi boni et pacem castissimam.
Sed tune magis eos pati nolebam malos propter me, quam fieri propter
te bonos volebam.
CAPOT
XIII
23. Itaque posteaquam missum est a Mediolanio Romam ad praefectum urbis, ut illi civitati rhetoricae magister provideretur, impertita etiam
evectione publica, ego ipse ambivi per eos ipsos manichaeis vanitatíbus
ebrios—quibus ut carerem ibam, sed utrique nesciebamus—dictione proposita me probatum praefectus tune Symmachus mitteret. Et veni Mediól o lanium ad Ambrosium episcopum, in optimis notum orbi terrae, pium
cultorem tuum, cuius tune eloquia strenue ministrabant adipem frumenti
tui et laetitiam olei et sobriam vini ebrietatem populo tuo. Ad eum autem
ducebar abs te nesciens, ut per eum ad te sciens ducerer. Suscepit me
paterne ille homo Del et peregrinationem meam satis episcopal i ter dilexit.
15 Et eum amare coepi primo quidem non tamquam doctorem veri, quod in
ecclesia tua prorsus desperabam, sed tamquam hominem benignum in me.
Et studiose audiebam disputantem in populo, non intentione, qua debui,
sed quasi explorans eius facundiam, utrum conveniret famae suae an
maior minorve proflueret, quam praedicabatur, et verbis eius suspendebar
v
>
14
> 24
Confesiones
217
despreciaba. Deleitábame con la suavidad de sus sermones, los
cuales, aunque más eruditos que los de Fausto, eran, sin embargo, menos festivos y dulces que los de éste en cuanto al
modo de decir; porque, en cuanto al fondo de los mismos, no
había comparación, pues mientras Fausto erraba por entre las
fábulas maniqueas, éste enseñaba saludablemente la salud eterna. Porque lejos de los pecadores anda, la salud, y yo lo era
entonces. Sin embargo, a ella me acercaba insensiblemente y sin
saberlo.
CAPITULO
XIV
24. Y aun cuando no me cuidaba de aprender lo que decía, sino únicamente de oír cómo lo decía—era este vano cuidado lo único que había quedado en mí, desesperado ya de
que hubiese para el hombre algún camino que le condujera
a ti—, veníanse a mi mente, juntamente con las palabras que me
agradaban,, las cosas que despreciaba, por no poder separar
unas de otras, y así, al abrir mi corazón para recibir lo que
decía elocuentemente, entraba en él al mismo tiempo lo que
decía de verdadero; mas esto por grados.
Porque primeramente empezaron a parecerme defendibles
aquellas cosas y que la fe católica—en pro de la cual creía
yo que no podía decirse nada ante los ataques de los maniqueos—podía afirmarse y sin temeridad alguna, máxime habiendo sido explicados y resueltos una, dos y más veces los
intentus, rerum autem incuriosus et contemptor adstabam et delectabar
suavitate sermonis, quamquam eruditioris, minus tamen hilarescentis atque
mukentis, quam Fausti erat quod attinet ad dicendi modum. Ceterum
rerum ipsarum nulla comparado: nam ille per manichaeas falladas aber5 rabat, ille autem saluberrime docebat salutem. Sed longe est a peccatoribus Síttus 25, qualis ego tune aderam. Et tamen propinquabam sensim et
nesciens.
CAP UT
5
xiv
24. Cum enim non satagerem discere quae dicebat, sed tantum quem10 jdmodum dicebat audire—ea mihi quippe iam desperanti ad te viam
patere homini inanis cura remanserat—veniebant in animum meum simul
cum verbis, quae diligebam, res etiam quas neglegebam. Ñeque enim ea
dirimere poteram. Et dum cor aperirem ad excipiendum, quam diserte diceret, pariter intrabat et quam veré diceret: gradatim quidem. Nam primo
15 etiam ipsa defendí posse mihi iam coeperunt videri, et fidem catholicam,
pro qua nihil posse dici adversus oppugnantes manichaeos putaveram, iam
non impudenter asseri existimaban!, máxime audito uno atque altero et
"
2
5
10
14
Ps 118,155.
suavitate sermonis], sermone suavitatis S.
ille CDEMO'7. iste cet. et etlds.
iam om. S.
vera SZ.
218
Confesiones
V, 14, 25
enigmas de las Escrituras del Viejo Testamento,, que, interpretados por mí a la letra, me daban muerte64. Así, pues, declarados en sentido espiritual muchos de los lugares de aquellos libros, comencé a reprender aquella mi desesperación, que
me había hecho creer que no se podía resistir a los que detestaban y se reían de la ley y los profetas.
Mas no por eso me parecía que debía seguir el partido de
los católicos, porque también el catolicismo podía tener sus
defensores doctos, quienes elocuentemente, y no de modo absurdo, refutasen las objeciones, ni tampoco por esto me parecía que debía condenar lo que antes tenía porque las defensas
fuesen iguales. Y así, si por una parte la católica no me parecía vencida, todavía aún no me parecía vencedora.
25. Entonces dirigí todas las fuerzas de mi espíritu para
ver si podía de algún modo, con algunos argumentos ciertos,
convencer de falsedad a los maniqueos. La verdad es que si
yo entonces hubiera podido concebir una sustancia espiritual,
al punto se hubieran deshecho aquellos artilugios y los hubiera arrojado de mi alma; pero no podía.
Sin embargo, considerando y comparando más y más lo
que los filósofos habían sentido acerca del ser físico de este
mundo y de toda la Naturaleza, que es objeto del sentido de
la carne, juzgaba que eran mucho más probables las doctrinas de éstos que no las de aquéllos [maniqueos]. Así que, dudando de todas las cosas y fluctuando entre todas, según tostumbre de los académicos, como se cree, determiné abandonar
a los maniqueos, juzgando que durante el tiempo de mi duda
saepius aenigmate soluto de scriptis veteribus, ubi cum ad litteram acciperam, occidebar; spiritaliter itaque plerisque íllorum librorum locis expositis iam reprehendebam desperationem meara illam dumtaxat, qua credideram legem et prophetas detestantibus atque irridentibus resistí omnino non
5 posse. Nec tamen iam ideo mihi catholicam viam tenendam esse sentiebam, quia et ipsa poterat habere doctos adsertores suos, qui copióse et non
absurde obiecta refellerent, nec ideo iam damnandum illud, quod tenebam,
quia defensionis partes aequabantur. Ita enim catholica non mihi victa videbatur, ut nondum etiam victrix appareret.
10
25. Tune vero fortiter intendi animum, si quo modo possem certis
aliquibus documentis manichaeos convincere falsitatis. Quos si possem
spiritalem substantiam cogitare, statim machinamenta illa omnia solverentur
et abicerentur ex animo meo; sed non poteram. Verum tamen de ipso
mundi huius corpore omnique natura, quam sensus carnis attingeret multo
15 probabiliora plerosque sensisse philosophos magis magisque considerans
atque comparans indicaban). Itaque ncademicorum more, sicut existímantur,
dubitans de ómnibus atque inter omnia fluctuans, manichaeos quidem
5 vitam S (cf. lib. VIH, n. 1, et X, n. 6).
14 multa HMPQV m o.
16 atque comparans otn. S.
V, notas
Confesiones
219
no debía permanecer en aquella secta, a la que anteponía ya
algunos filósofos, a quienes, sin embargo, no quería encomendar de ningún modo la curación de las lacerías de mi alma
por no hallarse en ellos el nombre saludable de Cristo.
En consecuencia, determiné permanecer catecúlmeno en la
Iglesia católica, que me había sido recomendada por mis padres, hasta tanto que brillase algo cierto a donde dirigir mis
pasos °5.
relinquendos esse decrevi, non arbitrans eo ipso tempore dubitationis meae
in illa secta mihi permanendum esse, cui iam nonnullos philosophos praeponebam: quibus tamen philosophis, quod sine salutari nomine Christi
essent, curationem languoris animae meae committere omnino recusabam.
5 Statuí ergo tamdiu esse catechumenus in catholica Ecclesia mihi a parentibus commendata, doñee aliquid certi eluceret, quo cursum dirigerenu
NOTAS
1
AL
LIBRO
V
Locución figurada y atrevida, que hallamos usada también por Ennodio en sus Confessiones o Ettcharisticon de vita sita: «Promisi etiam
—dice—si clarioris studii me per gratiam suam donaret affectum, de manu
linguete meae confessio ista procederet»... Véase en el Santo, Confesiones
XI 2,2 y XI 13- Hemos' conservado la locución en la traducción por llevarlo bien nuestra lengua.
" Alusión al salmo precitado: Caeli enarrant, etc.—véase la Enarración—, y al invisibilia eius per ea y al cum apparuerit, etc. Cf. De vera
religione XXIV 45.
3
Et texto: inquieti iniqui, tema fundamental de las Confesiones y que
recuerda el inquietum est cor nosirum del principio. Labriolle y los Maurinos: inquieti et iniqui, menos rectamente.
4
Pensamiento muy socorrido del Santo y que revela su optimismo
filosófico trascendental. En De civ. Dei XI 18,23, explica esta frase comparando la creación a un cuadro maravilloso, en el que si hay sombras
es para hacer resaltar más la luz, resultando de su combinación la belleza
soberana que brilla y nos cautiva en ella. Otras veces la comparación es
de un gran poema o de un canto armonioso, en el que los silencios son
igualmente necesarios para la belleza del conjunto. Vid. Epist. 118,1,5.
5
Consecuencia forzosa que saca el Santo de la inmensidad divina,
dentro de la cual nos movemos en el ser y en el existir. Véase el libro
anterior, c.9 n.14.
' Sabiduría 5,8. La traducción ad sensum sería: «y llevan en tu seno
sus descarríos». Preferimos, sin embargo, la traducción literal para conservar la alusión al texto de la Sabiduría que indicamos.
1
La jerarquía maniquea se componía de maestros, obispos, presbíteros, diáconos y demás ministros. Los maestros eran doce, con un jefe
superior (princeps magistrorum); éstos elegían y consagraban a los obispos,
que debían ser setenta y dos; los obispos, a su vez, consagraban a los
(presbíteros, y éstos a los diáconos, etc. San Agustín había suspirado por
la llegada de este maniqueo, reputado como el maestro y doctor de la
secta más capacitado. Por esto empieza el Santo con un iam, que revela
el gozo que le causó la noticia de su arribo a la capital africana.
8
Fausto de Mileva, obispo maniqueo en Roma, era de gran penetra-
220
Confesiones
V, n o t a s
ción, agudeza de ingenio y elocuencia. El Santo, tanto aquí como en
su obra Contra Faustum, nos lo pinta como hombre de grandes cualidades naturales, no exento de cierta dignidad y conocimiento de sí
mismo, que le pone por encima de sus correligionarios. Años después
escribió su obra en dos libros contra el Santo y la Iglesia católica, a la
que replicó éste con otra en treinta y tres libros, contestándole punto
por punto, iponiendo antes-las palabras del maniqueo y luego las suyas.
Gracias a este procedimiento poseemos hoy en sus líneas fundamentales
la obra del famoso discípulo de Manes, en la que se revela hombre de
gran despejo natural no exento de erudición escrituraria y de espíritu
crítico. Monceaux ha reconstruido y publicado aparte su obra, reconstrucción no del todo aplaudida por la crítica. Por ella se ve que, no obstante
la profesión solemne de santidad que hace el corifeo de la secta maniquea
(Contra Faustum V 1), dejaba mucho que desear su conducta privada,
aduciéndole el Santo hechos y cosas oídas entre los oyentes, cuando él
era uno de ellos, que deja malparado su maniqueísmo (lib. V, 5). Fausto
fue desterrado por su maniqueísmo a una isla por sentencia proconsular
(ib., V 3). Cf. A. BRUCKNER, Faustus von Mileve (Basilea 1901).
* Refiérese probablemente a los astrónomos Araño y Eudoxo, de los
que habla en De civ. Dei XVI 23, y dice de ellos que contaron las estrellas, etc. Cf. CICERÓN, De república I 14,22.
10
No nos dice el Santo aquí ni en ninguna de sus obras quiénes
fueron estos filósofos y astrónomos que le arrancaron del maniqueísmo.
Puede conjeturarse con toda verosimilitud que, aparte de otros, leyó las
Disciplinas, de Varrón; el Sueño de Escipión y los Fenómenos, de Arato;
la Astronomía, de Apuleyo (hoy perdida) y la República, de Cicerón, que
expone la doctrina de C. Sulpicio Galo, famoso astrónomo. Véase nuestro
estudio Antecedentes...: Religión y Cultura, diciembre 1929, 383ss.
11
Seguimos una puntuación distinta de todas las demás ediciones, la
única que se acomoda y responde al pensamiento del Santo. Véase nuestra
edición latina, donde señalamos la prueba apodíctica de esta puntuación.
13
No es raro este modo de hablar metafórico en San Agustín. Véanse,
entre otros muchos lugares, Enarrat. in Ps. 8,13; De opere monachorum
XII 25, y sobre todo el libro XIII de las Confesiones. La idea general
casi es idéntica en todos, entendiendo por las aves del cielo a los soberbios; por ios peces del abismo, a los curiosos; por los ganados del campo,
a los hombres carnales, y por las serpientes, su concupiscencias y deleites.
13
Seguimos una lección distinta, sufragada por algunos códices de época algo más reciente, pero más conformes con el sentido de la frase.
1-1
La desilusión del Santo era tanto más dolorosa cuanto que la prueba
final y apodíctica de la misión divina de Manes estribaba precisamente en
haber dado a los hombres a conocer estos datos astronómicos que ni San
Pablo ni ninguno de los apóstoles nos han revelado: «Vino Maniqueo
—dice Félix en su disputa con el Santo—, y por su predicación nos enseñó el espíritu de la Verdad, el principio, el medio y el fin; nos instruyó
acerca de la fábrica del mundo, por qué ha sido hecho y de dónde o de
qué materia y quiénes lo hicieron; él nos enseñó la razón de los días
y de las noches, del curso del sol y de la luna. Y pues no hallamos esto
en San Pablo ni en ninguno de los otros apóstoles, por eso creemos que
él (Manes) es el Paráclito» (Actas cum Felice manich. I 9,9). En la
Fpist. 55 notas 6 y 7, declara de pasada el Santo la explicación que
daban de los días y de las noches, de la sucesión de las lunas y del
curso del sol. Según él, consideraban el sol y la luna como dos naves
que debían transportar las partículas de luz redimidas a su reino. Recogíalas primero la luna, y en la primera mitad del mes las cargaba,
V, «notas
Confesiones
221
descargándolas en la otra mitad, lo que daba origen a sus fases. Las estaciones Jas explicaba diciendo que eran los viajes del sol para hacer sus
descargas. Acerca de la sucesión de los días y de las noches, cf. De
Gen. ad lit. 1 2 1 .
Siempre ha sido ésa la conducta de todos los heresiarcas: prometer
mucho y después obligar a creer las cosas más absurdas. San Agustín
revela un conocimiento claro y exacto de estas cuestiones astronómicas en
De Gen. ad lit. II 21,29-31; De Gen. imperf. 38; Epist. 199,34, y la ya
citada Epist. 55, escrita a raíz de las Confesiones.
En estas palabras parece inspirarse el autor de la Imitación de Cristo
cuando dice: «Todo hombre desea naturalmente saber; pero la ciencia sin
el temor de Dios, ¿qué aprovecha? Sin duda, es mejor un humilde rústico
que ora y sirve a Dios que un hinchado filósofo que, no cuidándose nada
de su alma, especula el curso de los cuerpos celestes» (o.c, I 2).' Cf. De
vera religione 52, lugar paralelo y de mucha luz sobre lo aquí dicho.
La llamada Osa Mayor o Carro, cuyo conocimiento supone el Santo
del dominio hasta de los más rudos.
El texto: Manichaeum nescio quem, palabras de desprecio que hemos
creído interpretar fielmente con la palabra tal en castellano, que abarca
el doble sentido de la latina. Véanse libro I 13,20, y libro VII 4,7. La
edición Knóll parece sugerir la idea de un maniqueo cualquiera al escribir
este nombre con minúscula, que en otros lugares, cuando se refiere al
fundador de la secta, escribe con mayúscula.
Esta ha sido siempre la pretensión de todos los reformadores y
visionarios, tanto antiguos como modernos. Los gnósticos, los montañistas y demás heresiarcas han creído siempre que representaban la era
del Espíritu Santo, prometido por Jesús, como revelación de toda la verdad. Recuérdese, entre otros casos, el del abad Joaquín, y su doctrina sobre
la era del Espíritu Santo, que tanto agitó el norte de Italia en la Edad
Media, y el de los cataros y albigenses.
La conclusión del Santo era lógica e irrefragable. Si Mames presentó su ciencia astronómica como prueba de su mesianismo, y la experiencia
y los cálculos matemáticos la condenan por errónea ciertamente, el maniqueísmo caía por tierra por falta de garantía de veracidad. Si en estas
cosas—no obstante declarar que las decía por inspiración divina, por boca
del Espíritu Santo—se equivocaba, i quién podía asegurar que no erraba
igualmente en lo demás ? ¿ Sólo cabía una explicación de las palabras de
Manes: que las concillasen con los datos de la ciencia; pero esta explicación no llegaba ni podía llegar; Fausto, el verbo de la secta, no entendía una palabra de estas cosas. Los demás, ni oírlas siquiera.
21
Alusión a las dos últimas categorías de Aristóteles: situs y habitas.
Para el Santo, en orden a la fe y salvación, las ciencias tienen un lugar
muy secundario. En el rústico es aún más disculpable la ignorancia de
conocimientos científicos, con tal que sepa que todo cuanto existe viene
de Dios y nada puede existir sin él. «¿Qué importa—dice en el Enchiridion 3—que no sepa el curso de los astros, ni las causas de los fenómenos de la Naturaleza, ni cuanto enseñan de verdadero los astrónomos
y filósofos llamados físicos, si conoce la fe, y las virtudes, y las operaciones maravillosas del Espíritu Santo en el alma?» Tanto más cuanto
que muchas de las cosas que la ciencia proclama hoy como verdades no
pasan de ser meras opiniones, «conjeturas» probables, hipótesis sugestivas,
que tal vez mañana la misma ciencia declarará errores manifiestos. Sin
embargo, no se crea que el gran filósofo africano es enemigo de la
ciencia y de la investigación de los fenómenos naturales. Al contrario:
varias veces exhorta a ella en sus obras, y en De ordine ha dejado un
222
Confesiones
V, n o t a s
cuadro magnífico de los estudios en que debe ejercitarse a la juventud.
Lo único que quiere es que todo lo dirijamos a Dios. «No debemos
—dice bellamente en De vera religione 52—contemplar inútil y vanamente la hermosura del cielo, el orden de los astros, la claridad de la
luz Ja sucesión de los días y las noches, el curso de la luna, la sucesión
de las cuatro estaciones del año, la congruencia de los cuatro elementos,
la gran fuerza de las semillas engendrando las especies y números de
todas las cosas, conservando en su género su modo y naturaleza. En la
consideración de todas estas cosas no debe el hombre ejercer una curiosidad vana y perecedera, sino que debe hacer de ella gradas para remontarse a las inmortales y que permanecen eternamente.»
¡La santidad de Manes y sus discípulos! He aquí uno de los fantasmas que más deletérea influencia ejercieron sobre el corazón naturalmente noble y bueno de Agustín y sus amigos. La moral escrita de los
elegidos era la más rigurosa y dura. Cierto es que la práctica dejaba
mucho que desear, y el mismo Agustín presenció hechos altamente escandalosos, que le dejaron perplejo y vacilante. Pero esto no era por culpa
del fundador, a quien seguía teniéndole en gran concepto de santidad,
razón suficiente para que en igualdad de circunstancias—esto es, en caso
de dar una explicación satisfactoria a sus objeciones—permaneciera en la
secta. Poco a poco, primero en Cartago y luego en Roma, fue descubriendo
crímenes y pecados en la secta, que le hicieron perder este concepto, tanto
respecto de los discípulos como del maestro. Véase sobre este punto De.
mor, manich., escrita a raíz de su conversión, y a cuyos ataques no
supieron qué responder sus enemigos.
El texto: nimis extento desiderio, palabras de una fuerza intraducibie. A juzgar por este texto, tomado al pie de la letra, habría que decir
que las dudas de Agustín comenzaron muy pronto, casi a raíz de su
ingreso en la secta. La palabra ferme, sin embargo, permite una interpretación acomodaticia y oscilante, muy en consonancia con el modo de
hablar del Santo.
«Me lo prometían—dice el Santo—, para explicarme todas aquellas
cosas que me inquietaban, como venido del cielo: quasi de cáelo prornittebatur» (De útil, credendi 8-20).
¿5
Este juicio, que no sabemos si responde a un caso particular, en
una forma o en otra, ha dominado siempre. Entonces era la oratoria,
de la que con razón desconfiaban muchos, temerosos de sus engaños.
Hoy este juicio tiene aplicación a la literatura. La literatura es hoy tan
sospechosa de sinceridad como la oratoria. Toda pieza literaria, por el
mero hecho de serlo, envuelve la idea de algo artificial y efectista, de
algo calculado en orden, no a la verdad, sino a un efecto prefijado y
perseguido. Sin embargo, sería ciertamente injusto un juicio semejante
en caso de ser ésta un elemento secundario al servicio de una idea, que
es precisamente lo que quiere indicar aquí el Santo y de lo que se lamenta. A continuación explana el gran Doctor su pensamiento en términos que no dejan la menor sombra sobre el alcance de su afirmación.
~° Esta sencilla observación supone en el alma de Agustín un progreso extraordinario. Es seguro que si cuando leyó la Biblia en el decimonono año de su vida, que se le cayó de las manos por su estilo humilde y sin adorno, hubiera estado penetrado de este criterio, otro hubiera
sido el resultado final de su lectura. Años más tarde, él mismo, que
ahora es todavía un enamorado de la forma, llegará a despreciarla, para
ponerse al alcance de las inteligencias rudas y humildes.
27
Esta humilde confesión y apelación a Dios del Santo es la mejor
prueba y garantía de la escrupulosa veracidad de su relato, modelo de
V, n o t a s
Confesiones
223
imparcialidad literaria y de espíritu franco y enamorado de la verdad
y de lo bueno, estuviese donde estuviese.
" Las dudas principales del Santo eran de orden científico, de física
natural y astronomía. Si Fausto ignoraba lo más elemental, ¿cómo iba
a resolverle las objeciones que suponían un estudio profundo de das
ciencias superiores? La desconfianza del joven retórico estaba realmente
justificada.
20
Estos libros de astronomía de Mames no han llegado a nosotros ni
poseemos de ellos más referencias que las del Santo.
30
«Este capítulo—escribe en nota Labriolle—da una idea muy favorable de la penetración crítica y del espíritu justiciero de Agustín.»
31
Es realmente extraña esta actitud y determinación de Fausto, poniéndose de discípulo de Agustín como un doctrino: él, obispo principal
de la secta y doctor a quien todos veneraban como algo divino y sin
igual. ¿Quiso con ello conquistar el ánimo del joven profesor de Cartago? ¿Fue sincera y por amor a la ciencia su actitud? Nadie lo sabe.
Contentémonos con señalar esta actitud extraña del doctor maniqueo. En
cuanto a Agustín, no creemos tuviera en ello pretensión alguna ulterior
más que la benevolencia nativa de su corazón y el prestigio que podía
proporcionarle semejante magisterio. Papini exagera, a nuestro juicio, el
alcance del relato agustiniano. Cf. San Agustín, versión española, p.76.
32
Agustín no rompió con los de la secta tal vez porque ya pensaba
en trasladarse a Roma, donde había muchos maniqueos influyentes, de
los que deseaba servirse. Una rotura violenta podía privarle de su valioso concurso y acarrearle enemigos, que podían hacer fracasar su plan.
De hecho, Agustín, al llegar a Roma, se hospedó en casa de un maniqueo, y se valió de su influencia para conseguir la cátedra de Milán,
como dice expresamente el Santo. Es extraña la confusión de cosas que
en este capítulo ofrece Papini en su San Agustín.
33
No acertamos a comprender cómo ha podido afirmar Papini, sin
testimonio alguno que lo corrobore, que «Agustín se trasladó a Roma
en busca de mejor salario y de mayor celebridad» (o.c, ib.). No han
faltado quienes, reproduciendo la acusación de Petiliano, obispo donatista y terrible calumniador del Santo, hayan dicho que Agustín se trasladó de Cartago a Roma huyendo de la sentencia de condenación dada
contra los maniqueos por el procónsul Messiano; pero esta sentencia fue
dada después de la partida del Santo en el consulado de Bautón. año 38(5,
cuando había abandonado totalmente la secta. Tampoco puede decirse
que huyera de los decretos de Teodosio del 381 y 382, puesto que la
persecución fue precisa y directamente contra los de Roma, huyendo de
la cual había salido Fausto para África, donde los decretos imperiales
solían tener menos alcance. Agustín partió para Roma por las razones
aquí apuntadas, y no hay por qué tergiversar sus palabras, de una claridad meridiana.
Eran éstos los eversores, de los que ya hemos hablado anteriormente.
Los estudiantes de Roma, como los de Bizancio, estaban sometidos a leyes
especiales, como pueden verse en el Código de Teodosio XIV 9,1. Véase
la obra de BOISSIER El fin del paganismo vol.l l.c.
35
Véase la Epist. 93,51, donde se halla el magnífico elogio de Vicente Rogatista, que conoció al Santo de estudiante en Cartago.
'" No es fácil señalar quiénes eran estos amigos de Roma que le
llamaban prometiéndole días de paz y de gloria. Algunos han creído que
Hierio, a quien dirigió su primera obra, De pttlchro el apio; pero esto
no es verosímil. San Agustín no hubiera omitido una circunstancia semejante. Por otra parte, se le ve a éste durante su estancia en Roma luchar
224
Confesiones
V, n o t a s
solo, sin la ayuda de ningún protector de calidad, como era Hierio. Más
probable es que fuera Alipio, que se hallaba ya allí estudiando, y tal
vez algunos otros de sus discípulos, que habían ido a continuar la carrera de leyes, como Alipio.
37
Esto hace suponer que Mónica se hallaba con su hijo residiendo
en Cartago. De otro modo, Agustín hubiera aprovechado la ocasión de su
ausencia y no la de su presencia para una decisión tan dolorosa para
hijo y madre. Un año más tarde acude a Milán, donde vive con él tres
años. Es muy posible que la hermana de que habla el Santo en la
Epist. 210, y a la cual dirigió la Epist. 211 o Infortnatio regularis, estuviese ya casada, permitiendo esto a la madre poder seguir al hijo a
todas partes. Esto explica, en parte, que en los últimos instantes de su
vida ni Mónica ni Agustín muestren la menor preocupación por esta
hermana, abandonada en África, que después de quedarse viuda, probablemente sin sucesión, se metió monja en un convento de Hipona, fundación de su hermano, donde llegó a ser superiora o abadesa. Papini la
llama «hermana anónima» (o.c, p.215). Pero en la Epist. 210 la da el
nombre de Felicitas, y con él la conoce la tradición.
38
Este don de lágrimas de la madre pasó al hijo, que nos habla de
ellas en casi todas sus obras.
39
«Llámanse así—dice el Santo—memorias aquellos lugares que encierran un sepulcro insigne, porque ello sirve para atraer a la memoria
los hechos y la muerte gloriosa del mártir o santo. También se dicen
monumentos, porque amonestan a la mente—eo quod moneant mentem—
a que piense en la vida de aquel cuyas cenizas encierran.» (Cf. De cura
pro mortuis gerenda 1,18.) La de San Cipriano se hallaba en el puerto.
10
La llegada de Agustín a Roma debió de ser en septiembre de 383
para inaugurar el curso de este año, que debía dar comienzo hacia mediados de octubre. Pero es de suponer que fuese con tiempo para prepararse discípulos y conquistar amigos. Téngase en cuenta que en Roma,
como en todas las grandes capitales, sobraban retóricos y que muchos se
morían de hambre, y que Agustín, todavía sin renombre, joven, de poca
figura y por añadidura africano, tenía que luchar con ímprobas dificultades,
no vencibles en un día.
*' Probablemente fue la malaria, enfermedad endémica de Roma y
que solía desarrollarse principalmente en esta época. Actualmente, gracias a los trabajos sanitarios realizados en el Tíber, esta enfermedad ha
descendido en un 50 por 100 de casos. G>n preferencia suele hacer víctimas a los que por primera vez hacen su residencia en Roma o en la
campiña romana. En cuanto al pecado original, confróntese salmo 84,6-7.
42
Los maniqueos negaban la encarnación real del Verbo, porque
siendo la carne, según ellos, obra del Principio malo, no podía unirse
a ella sin mancharse, por lo que defendían una encarnación, pasión y
muerte fantásticas en Jesús. Este error, bastante frecuente en las sectas
antiguas y divulgado particularmente por los gnósticos, había sido incorporado a la doctrina maniquea por su mismo fundador, sin dar'e una
explicación suficiente. Agustín pudo más tarde argüirles ad hominem en
orden al Espíritu Santo. «Si el encarnarse—les decía—es malo e indigno
de Dios, ¿por qué el Espíritu Santo se encarnó realmente en Manes?»
13
Esta manera de llamar a Cristo es frecuentísima y, por decirlo así,
familiar. Cf. libro Vil 8,12 y 14,20; VITl 11,27; X 26,39 y 33,70.
44
Véase acerca de las omisiones de las Confesiones lo dicho en el libro III 12,20.
" Agustín no perteneció nunca a! grado de éstos, no pasando de oyente, Los oyentes de la secta correspondían a nuestros catecúmenos. Sólo,
V, n o t a s
Confesiones
225
pues, de un modo impropio puede decirse que perteneció al cuerpo del
maniqueísmo. Algunos años más tarde, Petiliano, el gran calumniador del
Santo, lo acusó de haber sido sacerdote de la secta. Pero el gran Doctor
lo negó rotundamente, echándole en cara su mala fe y su poca inteligencia para comprender el relato de las Confesiones. (Cf. Contra litt. Petil.
III 20.) En su disputa con Fortunato declara el Santo no haber pasado
nunca de oyente. (Cf. Contra Fortunatum 3.) En cuanto a la significación
de los oyentes, es curiosa la relación que hace de ellos en la Epist. 236,2:
«Los oyentes—dice—pueden comer carnes, cultivar los campos y, si quieren, tener mujer, cosas que están prohibidas a los llamados electos. Los
oyentes doblan la rodilla ante los elegidos para que les impongan las
manos suplicantes no sólo los presbíteros, obispos o diáconos, sino cualquiera de los elegidos. Adoran con ellos al sol y la luna. Ayunan con
ellos el domingo y creen todas sus blasfemias, por las que debe ser detestada la secta, negando que Cristo nació de una Virgen; no confiesan que
recibió verdadera carne, sino falsa, y, en consecuencia, que fue falsa su
pasión y absurda su resurrección. Blasfeman de los patriarcas y profetas.
Afirman que la Ley fue dada a Moisés no por el Dios verdadero, sino por
el príncipe de las tinieblas; que las almas no sólo de los hombres, sino
también de las bestias, son partes de la sustancia de Dios; que el Dios
bueno y verdadero luchó con la gente de las tinieblas y que éstas aprisionaron parte de él y la mezclaron con el mundo, la cual, inquinada y
ligada en éste, será librada por los estómagos de los elegidos y purgada
por el sol y la luna, a fin de que no sea en el fin del mundo ligada en
prisión eterna, de tal modo que haya que afirmar no sólo que Dios es
corruptible y violable, y contaminable, sino lo que es más, infeliz perpetuamente por no ipoder librar toda su sustancia de la prisión de la materia.»
" La irresponsabilidad humana agradaba extraordinariamente a Agustín, que sentía el peso de sus pecados y quería verse libre de carga tan
enojosa y personal. Cual otro Adán, necesitaba una Eva a quien echar la
culpa. Véase nuestro estudio Antecedentes...: Religión y Cultura, septiembre 1929, 376ss. Esto explicaría también su afición a la astrología.
" Esta segunda etapa de la evolución religiosa de Agustín es de suma
importancia, por cuanto constituye un paso de avance en el abandono de!
maniqueísmo, el mayor obstáculo para su conversión. Antes de edificar
el edificio sólido de la fe era preciso arrancar hasta la última piedra de
este edificio derruido y edificado sobre la arena. Labor negativa, pero
necesaria.
48
El academicismo de San Agustín fue mitigado al estilo del de Cicerón, en quien se inspiró. Acerca de este punto véase nuestro estudio Antecedentes... El escepticismo de San Agustín: Religión y Cultura, enero 1931,
50-72. La dependencia del Contra academ. de los Académica, de Cicerón,
deja este hecho fuera de toda duda.
19
A raíz de la publicación del Contra academ., el Santo escribía a su
amigo Hermogeniano, Epist. I 1,1, inclinándose vehementemente a creer
que la duda de los académicos fue fingida con el fin de ocultar al vulgo
su verdadero pensamiento. Lo mismo, aunque con menos claridad, afirma en la citada obra, libro III n.37-43. Más tarde volvió a cambiar de parecer, reasumiendo su primera creencia. (Cf. De civ. Dei XIX 1,18, y
Enchiridion 20.) Como se ve, todavía en 398 sostenía la «simulación académica» como cosa incontrovertible.
50
Era la consecuencia de su escepticismo, más religioso que científico.
51
Se explica esto fácilmente si se tienen en cuenta los proyectos ambiciosos de gloria que dominaban a Agustín, para la realización de los
S.Ag.
2
8
226
Confesiones
V, notas
cuales podían servirle grandemente estos maniqueos, enemigos del paganismo, pero partidarios y socios de Símaco contra el cristianismo. Este
trato con ellos le permitió conocer a fondo la vida de los elegidos, de los
que oyó cosas bien degradantes, hasta de su mismo obispo Fausto.
h
" El antropomorfismo divino era una de las cosas en que más se apoyaban los maniqueos para combatir y ridiculizar la inspiración divina del
Antiguo Testamento. Cf. Contra Epistulam fundamenti 25, donde trata
ampliamente este punto el santo Doctor.
41
Este materialismo crudo desaparecerá ante la luz de la fe y de la
filosofía platónica.
54
Juzgándola antropomorfista, como le aseguraban los maniqueos. Ya
veremos después cómo ante la explicación alegórica del obispo de Milán
fueron desvaneciéndose estos fantasmas, que él creía dificultades insuperables.
. " El texto: in carne natum; el Sessoriano con algunos códices más:
incafnatum, corrección evidente del copista. (Cf. también De videndo
Deo V; Florilegium patristicum fasc.23 p.7.) Los traductores y editores
modernos siguen la segunda lección. Llovera, aun aceptando ésta, juzga
preferible la primera. Vid. edición latina, prooemium n.15 p.xxiv.
56
Confesiones. Knóll con Llovera: Confusiones, lección evidentemente
errónea, de la que no se halla ejemplo ninguno en el Santo, sobre todo
acompañada (o mejor, precedida) del verbo leer. Por otra parte, no hay en
este lugar juego alguno de palabras que aconsejen esta forma.
57
Refiérese particularmente a las críticas del Antiguo Testamento, en
su mayor parte recapituladas por Fausto en su obra, y en las del Santo
contra la secta. Era precisamente el fuerte de los maniqueos, mucho más
hábiles en combatir y destruir que en afirmar y probar las cosas propias,
como dice el Santo.
58
No se sabe ciertamente quién fuera este Elpidio o Helpidio; probablemente es el que asistió a la conferencia de Cartago del 411 contra
los donatistas como obispo de Aquae, en Mauritania Cesariense.
59
En su obra Contra Faustum pone el Santo en boca de éste algunas
de las falsificaciones que creían hallar en el Nuevo Testamento. Entre
ellas, la circuncisión y todo cuanto en forma de testimonio está tomado
del Viejo Testamento. Pero, en general, se mostraban en esto muy vacilantes y remisos, por no tener con qué probar sus afirmaciones. (Véase
o.c, X 3; XVIII 7; XXXII 7.) Por lo que dice en la Epist. 237,2, debían rechazar el relato de la venida del Espíritu Santo, que ellos afirmaban
haber descendido sobre Manes. En De mor. Eccl. cathol. I 29,61, insiste
en la misma idea en tono sarcástico y burlón.
60
A pesar de haber transcurrido quince años por medio, se le ve en
este capítulo respirar todavía indignación y cólera contra estos traviesos
escolares, que debieron de amargar profundamente su corazón. Después de
todo, se comprende. Una vileza de este género, a más de chocar con la
nobleza de su alma, le traía consecuencias de orden económico dolorosísimas, hasta poner en peligro el éxito de su carrera. Agustín tenía que
vivir de sus lecciones, necesitaba ampliar su cultura, alternar con los de
su clase. Se explica, pues, su odio. El Santo no se recata de confesar
que éste y no otro era el motivo de él. «Odiar con odio perfecto—dice en
la Enarrat. in Ps. 138,22,28—quiere decir no odiar a los hombres por
sus defectos ni amar los defectos por los hombres.»
81
Símaco, nacido el 340 y muerto el 402 aproximadamente, fue celebradísimo como orador. Todos los escritores y poetas contemporáneos
le dedican grandes elogios. Prudencio, no obstante combatirlo sañudamente en su obra contra él, llega a hacerle superior al mismo Cicerón. Hasta
V, n o t a s
Confesiones
227
su rival San Ambrosio concuerda en este punto con sus panegiristas. Ocupó varios y elevados cargos políticos. En el 382 y luego en el 384 fue
elegido por el Senado romano para abogar por la restitución de la estatua de la Victoria, mandada quitar del Senado por Graciano. Contestóle
San Ambrosio, quien derrotó por completo al prefecto romano, que no
volvió a insistir. El haber sido prefecto del África explica que sintiese
cierta predilección por los africanos. Los maniqueos de Roma parece tenían cierta influencia con él, al servirse el Santo de ellos para su intento.
Símaco aprobó a Agustín, confiriéndole la cátedra de retórica de la ciudad imperial. Mucho debieron de intervenir en ello las recomendaciones de
•los maniqueos, el africanismo de Símaco y hasta los planes políticos de
éste enviando al joven africano como un buen rival del obispo Ambrosio;
pero no cabe duda que la razón principal fue su valor personal, que, no
obstante su acento africano, le hizo digno de semejante distinción. Es seguro que Símaco no hubiera jamás enviado un profesor oficial a la ciudad
imperial de no estar bien seguro de que había de hacer honor a su elección y gusto. Cuando Agustín regresó convertido a Roma en 387, pudo
verse con su antiguo patrocinador. ¿ Le vio ? No lo sabemos.
6S
Alusión a ciertos versos de los himnos de Sah Ambrosio y al salmo
80,17: a fructu frumenti, vini et olei, etc.
63
El texto: et peregrinationem meam satis episcopaliter dilexit. Este
texto, diversamente interpretado por los críticos modernos, desde que
Luis Bertrand tuvo la ocurrencia de darle una interpretación maliciosa,
no tiene en realidad ningún segundo ni tercer sentido. El episcopaliter
debe tomarse en un sentido cualitativo, correspondiente al paterne del
inciso primero de la frase. En las obras de San Ambrosio hemos hallado
un texto que creemos decisivo y de una claridad meridiana. Hablando
de la hospitalidad del obispo, dice así: Est enim non mediocris virtus
(hospitalitalis), Unde et Apostolus principaliter eam in episcopo esse
oportere...: ut praesto sit advenientibus et occurrat obviam et itinera exploret et adsit non quaerentibus et rapiat praetergredientibus (De Abraham I 5,32: PL 14,456). Este texto, conocido del Santo cuando escribía
sus Confesiones y practicado escrupulosamente por el Obispo de Milán,
esclarece admirablemente este pasaje de las Confesiones. De intento hemos
subrayado las palabras et itinera exploret, por la correspondencia que guardan con el peregrinationem meam.
04
La explicación alegórica del Antiguo Testamento, particularmente
de las vidas de los patriarcas, proporcionaba un gran beneficio a Agustín, haciéndole ver razonable lo que antes le parecía absurdo. También
el antropomorfismo divino hallaba una explicación racional y justa en el
Obispo de Milán. En presencia de Ambrosio, Agustín veía derrumbarse
el edificio ingente de sus prejuicios anticatólicos. Se le había hecho creer
que el catolicismo era propio de mujercillas y rústicos y le hallaba encarnado en un hombre sabio, elocuente, noble, honrado por todas las grandes
potestades de la tierra, empezando por los emperadores, que le obedecían
y veneraban como a padre y maestro. Esta fue la principal obra de Ambrosio con Agustín y casi la única. San Ambrosio, en efecto, no parece
preocuparse ni mucho ni poco de este joven númida, pendenciero y discutidor impenitente, y por más señas maniqueo. Rehuye su trato a solas, haciéndole esperar en la antesala hasta tener que marcharse aburrido. Jamás
le admitió a su amistad. Cuando tuvo necesidad de explayar su corazón
le fue preciso confiarse a Simpliciano, varón santo y cariñoso. Todavía
en las soledades de Cassiciaco, se lamenta el Santo de no haber podido
franquearle su corazón (Soliloquios). Ambrosio hubo de conocer varios de
sus escritos y hasta la aureola de santidad y sabiduría de su hijo espiritual.
228
Confesiones
V, notas
Pero en sus obras no hay la menor referencia al joven Doctor africano.
£n cuanto a Agustín, siempre que habla de él lo hace con veneración y
elogio y le llama santo. Adviértase, sin embargo, que Agustín entonces
no pasaba de un profesorcillo extranjero con muchas pretensiones y vanidad.
65
En De útil, credendi VIH 20, hace el Santo una magnífica descripción del estado de ánimo que le embargaba en esta época, y que puede
considerarse como un adelanto o esbozo de este capítulo de las Confesiones. En ella dice, entre otras cosas interesantes: «Los discursos del Obispo de Milán me habían hecho casi cambiar de parecer en algunas cuestiones, de modo que no sin esperanza deseaba preguntar algunas cosas
más del Antiguo Testamento. Mientras tanto, decidí restar catecúmeno en
la Iglesia en la cual me habían puesto mis padres mientras que no hallase
lo que buscaba o me convenciese de que no debía buscarlo. Porque entonces pudiera hallarme muy apto y dócil si hubiera habido quien me instruyera.» Estas últimas palabras parecen un lamento del abandono, inadvertido o intencionado, en que le tenía el Obispo de Milán, a quien más
de una vez quiso confiarle las inquietudes y dudas de su corazón, sin lograrlo, y de lo que todavía se lamenta en los Soliloquios 11 14,26. Véase
más adelante VI c.3 n.3-4 y notas.
LIBRO
SEXTO
CAPITULO
I
1. ¡Esperanza mía desde la juventud! ¿Dónde estabas
para mí o a qué lugar te habías retirado? ¿Acaso no eras
tú quien me había creado y diferenciado de los cuadrúpedos
y hecho más sabio que las aves del cielo? Mas yo caminaba
por tinieblas y resbaladeros y te buscaba fuera de mí, y no
te hallaba, ¡oh Dios de mi corazón!, y había venido a dar en
lo profundo del mar, y desconfiaba y desesperaba de hallar I a
verdad \
Ya había venido a mi lado la madre 2, fuerte por su piedad, siguiéndome por mar y tierra, segura de ti en todos los
peligros; tanto, que hasta en las tormentas que padecieron en
el mar era ella quien animaba a los marineros—siendo así
que suelen ser éstos quienes animan a los navegantes desconocedores del mar cuando se turban—, prometiéndoles que llegarían con felicidad al término de su viaje, porque así se lo
habías prometido tú en una visión.
Hallóme en grave peligro por mi desesperación de encontrar la verdad. Sin embargo, cuando le indiqué que ya no era
maniqueo, aunque tampoco cristiano católico, no saltó de alegría como quien oye algo inesperado, por estar ya segura de
aquella parte de mi miseria, en la que me lloraba delante de
ti como a un muerto que había de ser resucitado, y me preCAPUT
1
I
1. Spes mea a iuventute mea . Ubi mihi eras et quo recesseras? An
vero non tu feceras me et discreveras me a quadrupedibus, et volatilibus
caeli sapientiorem me feceras? Et ambulabam per tenebras et lubricum
5 et quaerebam te foris a me et non inveniebam Deum cordis mei; et veneran) in profundum maris \ et diffidebam et desperabam de inventione
veri. Iam venerat ad me mater pietate fortis, térra marique me sequens
et in periculis ómnibus de te secura. Nam et per marina discrimina ipsos
nautas consolabatur, a quibus rudes abyssi viatores, cum perturbantur,
10 consoiari solent, pollicens eis perventionem cum salute, quia hoc ei tu
per visum pollicitus eras. Et invenit me periclitantem quidem graviter
desperatione indagandae veritatis, sed tamen ei cum indicassem non me
quidem iam esse manichaeum, sed ñeque catholicum christianum, non,
quasi inopinatum aliquid audierit, exsiluit laetitia, cum iam secura fieret
1
Ps 70.5.
2
Ps 67,23.
230
Confesiones
VI, 1,1
sentaba continuamente en las andas de su pensamiento para
que tú dijeses al hijo de la viuda: Joven, a ti te digo: levántate \ y reviviese y comenzase a hablar y tú lo entregases a su
madre.
Ni se turbó su corazón con inmoderada alegría al oír cuánto se había cumplido ya de lo que con tantas lágrimas te suplicaba todos los días le concedieras, viéndome, si no en posesión de la verdad, sí alejado de la falsedad. Antes bien, porque
estaba cierta de que le habías de dar lo que restaba—-pues le
habías prometido concedérselo todo—, me respondió con mucho sosiego y con el corazón lleno de confianza, que ella creía
en Cristo que antes de salir de esta vida me había de ver católico fiel.
Esto en cuanto a mí, que en cuanto a ti, ¡oh fuente de las
misericordias!, redoblaba sus oraciones y lágrimas para que
acelerases tu auxlio y esclarecieras mis tinieblas, y acudía con
mayor solicitud a la iglesia para quedar suspensa de los labios
de Ambrosio, como de la fuente de agua viva que salta hasta
la vida eterna. Porque amaba ella a este varón como a un ángel de Dios, pues conocía que por él había venido yo en aquel
intermedio a dar en aquella fluctuante indecisión, por la que
presumía segura que había de pasar de la enfermedad a la
salud, salvado que hubiese aquel peligro agudo que, por su
mayor gravedad, llaman los médicos «crítico» \
ex ea parte miseriae meae, in qua me tamquam mortuum, sed resuscitandum, tibi flebat et féretro cogitationis offerebat, ut díceres filio viduae:
luvenis, tibi dico, surge, et revivesceret et inciperet loqui et traderes
illum matri suae 3 : nulla ergo turbulenta exsultatione trepidavit cor eius,
cum audisset ex tanta parte iam factum, quod tibi cotidie plangebat ut
fieret, veritatem me nondum adeptum, sed falsitati iam ereptum: immo
vero quia certa erat et quod restabat te daturum, qui totum promiseras,
placidissime et pectore pleno fiduciae respondit mihi, credere se in Christo, quod priusquam; de hac vita emigraret, me visura esset fidelem catholicum. Et hoc quidem mihi. Tibi autem, fons misericordiarum, preces et
lacrimas densiores, ut accelerares adiutorium tuum et ¡Iluminares tenebras meas, et studiosius ad ecclesiam currere et in Ambrosi ora supendi,
ad fontem salientis aquae in vitam aeternam 4. Diligebat autem illum virum, sicut ángel um Dei, quod per illum cognoverat me interim ad illam
ancipitem fluctuationem iam esse perductum, per quam transiturum me
ab aegritudine ad sanitatem, intercurrente artiore periculo, quasi per accessionem quam creticam medíci, certa praesumebat.
3
Le 7,12.
1
2
3
11
17
4
lo 4,14.
sed om. S (c. cura pro mort. ger. 18).
offerebat HüFGOSTV. efferebat ce/, et edd.
revivesceret EFHOP'ST, revivisceret cel. et edd.
tuum om. S.
creticam BHO-PSTVZ b, criticam cet. et. eddl
V I , 2, 2
Confesiones
CAPITULO
231
II
2. Así, pues, como llevase, según solía en África, puches,
pan y vino a las Memorias de los mártires y se lo prohibiese
el portero, cuando conoció que lo había vedado el Obispo, se
resignó tan piadosa y obedientemente que yo mismo me admire de que tan fácilmente se declarase condenadora de aquella
costumbre, más bien que criticadora de semejante prohibición.
Y es que no era la vinolencia la que dominaba su espíritu,
ni el amor del vino la encendía en odio de la verdad como
sucedía a muchos hombres y mujeres, que sentían náuseas ante
el cántico de la sobriedad, como los beodos ante la bebida aguada 5. Antes ella, trayendo el canastillo con las acostumbradas
viandas, que habían de ser probadas y repartidas, no ponía más
que un vasito de vino aguado, según su gusto harto sobrio,
de donde tomara lo suficiente para hacer aquel honor. Y si
eran muchos los sepulcros que debían ser honrados de este
modo, traía el vasito por todos no sólo muy aguado, sino también templado, el cual repartía con los suyos presentes, dándoles pequeños sorbos, porque buscaba en ello h piedad y no
el deleite.
Así que tan pronto como supo que este esclarecido predicador y maestro de la verdad había prohibido se hiciera esto
—aun por los que lo hacían sobriamente, para no dar con ello
ocasión de emborracharse a los ebrios y porque éstas, a modo
de párenteles °, ofrecían muchísima semejanza con la superstición de los gentiles—, se abstuvo muy conforme, y en lugar
C A p u T II
2. Itaque cum ad Memorias sanctorum, sicut in África solebat, pultes
et panem et memm attulisset atque ab ostiario prohiberetur, ubi hoc
episcopum vetuisse cognovit, tam pie atque oboedienter amplexa est, ut
5 ipse mirarer, quam facile aecusatrix potius consuetudinis suae quam disceptatrix illius prohibitionis effecta sit. Non enim obsidebat spiritum eius
vinulentia eamque stimulabat in odium veri amor vini, sicut plerosque
mares et feminas, qui ad canticum sobrietatis sicut ad potionem aquatam
madidi nausiant: sed illa cum attulisset canistrum cum sollemnibus epulis
10 praegustandis atque largiendis, plus etiam quam unum pociUum pro suo
palato satis sobrio temperatum, unde dignationem sumeret, non ponebat,
et si multae essent quae ilio modo videbantur honorandae memoriae defunctorum, Ídem ipsum unum, quod ubique poneret, circumferebat, quo
iam non solum aquatissimo, sed etiam teptclissimo cum suis praesentibus
15 per sorbitiones exiguas partiretur, quia pietatem ibi quaerebat, non voluptatem. Itaque ubi comperit a praeclaro praedicatore atque antistite pietatis
praeceptum esse ista non fieri nec ab eis qui sobrie facerent, ne ulla occasio se ingurgitandi daretur ebriosis, et quia illa quasi parentalia superstitioni gentilium essent simillima, abstinuit se libentissime et pro canistro
232
Confesiones
VI, 3, 3
del canastillo lleno de frutos terrenos aprendió a llevar a los
sepulcros de los mártires el pecho lleno de santos deseos y a
dar lo que podía a los pobres, y de este modo celebrar la comunión con el cuerpo del Señor allí, a imitación de cuya pasión fueron inmolados y coronados los mártires.
Mas tengo para mí, Señor y Dios mío—y así lo cree en
tu presencia mi corazón—, que tal vez mi madre no hubiera
cedido tan fácilmente de aquella costumbre—que era, sin embargo, necesario cortar—si la hubiese prohibido otro a quien
no amase tanto como a Ambrosio; porque realmente le amaba
sobremanera por mi salvación, así como él a ella por la religiosidad y fervor con que frecuentaba la iglesia con toda clase
de obras buenas'; de tal modo que cuando me encontraba con
él solía muchas veces prorrumpir en alabanzas de ella, felicitándome por tener tal madre, ignorando él qué hijo tenía ella
en mí, que dudaba de todas aquellas cosas y creía era imposible hallar la verdadera senda de la vida.
CAPITULO
III
3. Ni siquiera gemía orando para que me socorrieras, sino
que mi espíritu se hallaba ocupado en investigar e inquieto en
discutir, teniendo al mismo Ambrosio por hombre feliz según
el mundo, viéndole tan honrado de tan altas potestades. Sólo su
celibato me parecía trabajoso". Mas yo no podía sospechar, por
no haberlo experimentado nunca, las esperanzas que abrigaba,
pleno terrenis fructibus plenum purgatioribus votis pectus ad Memorias
martyrum afierre didicerat, ut et quod posset daret egentibus et sic communicatio dominici corporis illic celebraretur, cuius passionis imitatione
¡mmolati et coronati sunt martyres; sed tamen videtur mihi, Domine Deus
5 meus—et ita est in conspectu tuo de hac re cor meum—non facile fortasse de hac amputanda consuetudine matrem meam fuisse cessuram, si
ab alio prohiberetur, quem non sicut Ambrosium diligebat. Quem propter
salutem meam máxime diligebat, eam vero ille propter eius religiosissimam conversationem, qua in bonis operibus tam fervens spiritu fre10 quentabat ecclesiam, ita ut saepe erumperet, cum me videret, in eius
praedicationem, gratulans mihi, quod taiem matrem haberem, nesciens,
qualem illa me filium, qui dubitabam de illis ómnibus et inveniri posse
viam vitae minime putabam.
CAPDT
15
III
3. Nec iam ingemescebam orando ut subvenires mihi, sed ad quaerendum intentus et ad disserendum inquietus erat animus meus. Ipsumque Ambrosium feiicem quendam hominem secundum saeculum opinabar, quem sic tantae potestates honorarent; caelibatus tantum eius mihi
2 sic BPZ, si ceteri codds. (ex attractione litterae
12 me om. S.
sequentis).
VI. 3, 3
Confesiones
233
ni las luchas que tenía que sostener contra las tentaciones de su
propia excelencia, ni los consuelos de que gozaba en las adversidades, ni los sabrosos deleites que gustaba con la boca interior
de su corazón cuando rumiaba tu pan °; ni él, a su vez, conocía
mis inquietudes, ni la profundidad de mi peligro, por no poderle yo preguntar lo que quería y como quería, y de cuyos oídos
y boca me apartaba la multitud de hombres de negocios 1°, a cuyas flaquezas él servía '\
Cuando éstos le dejaban libre, que era muy poco tiempo,
dedicábase o a reparar las fuerzas del cuerpo con el alimento
necesario o las de su espíritu con la lectura. Cuando leía, hacíalo pasando la vista por encima de las páginas, penetrando
su alma en el sentido sin decir padabra ni mover la lengua ".
Muchas veces, estando yo presente—pues a nadie se le prohibía entrar ni había costumbre de avisarle quién venía—, le
vi leer calladamente, y nunca de otro modo; y estando largo
rato sentado en silencio-—porque ¿quién se atrevía a molestar
a un hombre tan atento?—, me largaba, conjeturando que
aquel poco tiempo que se le concedía para reparar su espíritu,
libre del tumulto de los negocios ajenos, no quería se lo ocupasen en otra cosa, leyendo mentalmente, quizá por si alguno
de los oyentes, suspenso y atento a la lectura, hallara algún
pasaje obscuro en el autor que leía y exigiese se lo explicara
o le obligase a disertar sobre cuestiones difíciles, gastando el
tiempo en tales cosas, con lo que no pudiera leer tantos volúlaboriosus videbatur: quid autem ille spei gereret, adversus ipsius excellentiae testamenta quid luctaminis haberet quidve solaminis in adversis,
et occultum os eius, quod erat in corde eius, quam sápida gaudia de
pane tuo ruminaret, nec conícere noveram nec expertus eram. Nec ille
5 sciebat aestus meos nec foveam periculi mei. Non enim quaerere ab eo
poteram quod volebam, sicut volebam, secludentibus me ab eius aure
atque ore catervis negotiorum hominum, quorum infirmitatibus serviebat; cum quibus, quando non erat, quod perexiguum temporis erat, aut
corpus reficiebat necessariis sustentaculis aut lectione animum. Sed cum
10 legebat, oculi ducebantur per paginas et cor intellectum rimabatur, vox
autem et lingua quiescebant. Saepe, cum adessemus—non enim vetabatur
quisquam ingredi aut ei venientem nuntiari mos erat—, sic eum legentem vidimus tacite, et aliter nunquam, sedentesque in diuturno silentio
—quis enim tam intento esse oneri auderet?—discedebamus et coniecta15 bamus eum parvo ipso tempore, quod reparandae menti suae nanciscebatur, feriatum ab strepitu causarum alienarum, nolle in aliud avocari et
cavere fortasse, ne auditore suspenso et intento si qua obscurius posuisset
ille quem legeret, etiam exponere esset necesse aut de aliquibus difficilioribus dissertare quaestionibus atque huic operi temporibus impensis
1
6
7
19
adversus BPSZ, et adv. cet. et edds.
quod nolebam S.
negotiorum], negotiosorum BH2PTZ et edds. omnes.
dissertare codds. et eddr, disceptare BP edd.
234
Confesiones
VI, 3, 4
VI, 4, 5
menes como deseaba, aunque más bien creo que lo hiciera así
p o r conservar la voz, que se le tornaba con facilidad.
E n todo caso, cualquiera que fuese la intención con q u e
aquel varón lo hacía, ciertamente era buena.
4. Lo cierto es que a m í n o se m e daba tiempo para interrogar a tan santo oráculo tuyo, su pecho, sobre las cosas
que yo deseaba, sino cuando sólo p o d í a d a r m e una respuesta
b r e v e ''5, y mis inquietudes p e r d í a n m u c h o t i e m p o y vagar en
aquel con quien las había de conferir, cosa que nunca hallaba.
Oíale, es verdad, predicar al p u e b l o rectamente la palabra de la
verdad todos los domingos, confirmándome más y más en q u e
p o d í a n ser sueltos los nudos todos de las maliciosas calumnias
q u e aquellos engañadores nuestros levantaban contra los libros
sagrados.
n o hay m i e m b r o s mayores ni menores, sino que estás t o d o en
todas partes, sin q u e te reduzcas a n i n g ú n l u g a r ! — n o tienes
ciertamente tal figura corporal, n o obstante que hayas hecho
al h o m b r e a tu imagen y desde la cabeza a los pies ocupe éste
u n lugar 14.
C A P I T U L O
5
2 Tim 2,15.
G
Gen 9,6.
15 in om. S,
1S discjre BS edds., diccre cet. et o. — enira codds. eddí. autem S.
IV
5. N o sabiendo, pues, cómo pudiera subsistir esta tu imagen
[ e n el h o m b r e ] , debí p r o p o n e r llamando' el m o d o como se debía
creer, n o o p o n e r m e insultando c o m o si r e a l m e n t e fuera aquello
q u e yo creía. Y así, tanto m á s a g u d a m e n t e m e roía el corazón
el cuidado de alcanzar algo cierto, cuanto más m e confundía el
haber vivido tanto t i e m p o e n g a ñ a d o y b u r l a d o con la promesa
de cosas ciertas y haber sostenido con pueril e m p e ñ o y animosidad tantas cosas dudosas como ciertas.
Sin e m b a r g o , ya era cierto para m í q u e eran dudosas n o
obstante que en algún t i e m p o las creí ciertas, es decir, cuando
con mis ciegas disputas combatía a t u Católica l s , a la cual, aunque
entonces n o conocía por maestra de la verdad, al m e n o s sabía
q u e n o enseñaba aquellas cosas de q u e g r a v e m e n t e la acusaba.
P o r esta razón m e llenaba de confusión, y volvía contra m í , y
m e alegraba, D i o s m í o , d e q u e tu Iglesia única—cuerpo de t u
Único, y en la cual siendo n i ñ o se m e había inculcado el n o m b r e
de Cristo 1 B —no gustase de tan pueriles engaños ni tuviera como
doctrina sana el q u e tú, Creador de todas las cosas, estuvieses
Así que, c u a n d o averigüé que los hijos espirituales, a quienes has regenerado en el seno de la m a d r e Católica con t u
gracia, n o e n t e n d í a n aquellas p a l a b r a s : Hiciste al hombre a tu
imagen,
d e tal suerte q u e creyesen o pensasen q u e estabas
d o t a d o de forma de cuerpo h u m a n o — a u n q u e n o acertara yo
entonces a imaginar, p e r o ni aun siquiera a sospechar de lejos,
el ser de u n a sustancia espiritual—, m e alegré d e ello, averg o n z á n d o m e de haber ladrado tantos años n o contra la fe católica, sino contra los e n g e n d r o s de mi inteligencia carnal, siend o i m p í o y temerario por haber dicho r e p r e n d i e n d o lo q u e
d e b í a haber a p r e n d i d o p r e g u n t a n d o . P o r q u e ciertamente tú
— ¡ o h altísimo y p r ó x i m o , secretísimo y presentísimo, en quien
minus quam vellet voluminum evolveret: quamquam et causa servandae
voris, quae illi facillime obtundebatur, poterat esse iustior tacite legendi.
Quolibet tamen animo id ageret, bono utique ille vir agebat.
4. Sed ceite mihi nulla dabatur copia sciscitandi quae cupiebam de
5 tam sancto oráculo tuo, pectore illius, nisi cum aliquid breviter esset
audiendum. Aestus autem illi mei otiosum eum valde, cui refunderentur,
requirebant nec unquam inveniebant. Et eum quidem in populo verbum
veritatis recle tractantem 5 omni die dominico audiebam, et magis magisque mihi confirmabatur, omnes versutarum calumniarum nodos, quos illi
10 deceptoies nostri adversus divinos libros innectébant, posse dissolvi. Ubi
vero etiam comperi, ad imaginem tuam hominem a te factum " ab spiritalibus filiis tuis, quos de matre catholica per gratiam regenerasti, non
sic intellegi, ut humani corporis forma determinatum crederent atque
cogitarent, quamquam quomodo se haberet spiritalis substantia, ne qui15 dem tenuiter atque in aenigmate suspicabar, tamen gaudens erubui non
me tot annos adversus catholicam fidem, sed contra carnalium cogitationum figmenta latrasse. Eo quippe temerarius et impius fueram, quod ea
quae debebam quaerendo discere accusando dixeram. Tu autem, altis-
235
Confesiones
sime et proxime, secretissime et praesentissime, cui membra non sunt alia
maiora et alia minora, sed ubique totus es et nusquam locorum es, non
et utique forma ista corpórea, tamen fecisti hominem ad imaginem tuam,
et ecce ipse a capite usque ad pedes in loco est.
5
CA p U T i v
5. Cum ergo nescirem, quomodo haec subsisteret imago tua, pulsans
proponerem, quomodo credendum esset, non insultans opponerem, quasi
ita creditum esset. Tanto igitur acrior cura rodebat intima mea, quid certi
retiñeren), quanto me magis pudebat tandiu illusum et deceptum promis10 sione certorum, puerili errore et animositate tam multa incerta quasi
certa garrisse. Quod enim falsa essent, postea mihi claruit; certum tamen
erat, quod incerta essent et a me aliquando pro certis habita fuissent,
cum catholicam tuam caecis contentionibus accusarem etsi nondum compertam vera docentem, non tamen ea docentem, quae graviter accusabam.
15 Itaque confundebar et conveitebar et gaudebam, Deus meus, quod ecclesia única, corpus unici tui, in qua mihinomen Christi infanti est inditum, non saperet infantiles nugas ñeque hoc haberet in doctrina sua
sana, quod te creatorem omnium in spatium loci quamvis summum et
8
acriore cura S.
VI, 5, 7
236
Confesiones
confinado en un lugar, aunque sumo y amplio, pero al fin limitado
por la figura de los miembros humanos.
6. También me alegraba de que las Antiguas Escrituras de
la ley y los profetas ya no se me propusiesen en aquel aspecto
de antes, en que me parecían absurdas, reprendiéndolas como si
tal hubieran sentido tus santos ", cuando en realidad nunca habían sentido de ese modo; y así oía con gusto decir muchas veces
a Ambrosio en sus sermones al pueblo recomendando con mucho
encarecimiento como una regla segura que la letra mata y el espíritu vivifica al exponer aquellos pasajes, que, tomados a la letra,
parecían enseñar la perversidad, pero que, interpretados en un
sentido espiritual, roto el velo místico que les envolvía, no decían
nada que pudiera ofenderme, aunque todavía ignorase si las cosas
que decía eran o no verdaderas ".
Por eso retenía a mi corazón de todo asentimiento, temiendo
dar en un precipicio19; mas con esta suspensión matábame yo
mucho más, porque quería estar tan cierto de las cosas que no veía
como lo estaba de que dos y tres son cinco, pues no estaba entonces tan demente que creyese que ni aun esto se podía comprender 2°. Sino que así como entendía esto, así quería entender
las demás cosas, ya fuesen las corporales, ausentes de mis sentidos,
ya las espirituales, de las que no sabía pensar más que corporalmente.
Es verdad que podía sanar creyendo; y de este modo, purificada más la vista de mi mente, poder dirigirme de algún modo
hacia tu verdad, eternamente estable y bajo ningún aspecto defectible. Mas como suele acontecer al que cayó en manos de un
amplum tamen undique terminatum membrorum humanorum figura contruderet.
6. Gaudebam etiam, quod vetera scripta legis et prophetarum iam
non illo oculo mihí legenda pioponerentur, quo antea videbantur absur5 da, cum arguebam tamquam ita sentientes sanctos tuos; verum autem
non ita sentiebant. Et tamquam regulam diligentissime commendaret,
saepe in popularibus sermonibus suis dicentem Ambrosium laetus audiebam: hittera occidit, spiritus autem vivificat7, cum ea, quae ad litteram
perversitatem docere videbantur, remoto mystico velamento spiritaliter
10 aperiret, non dicens quod me offenderet, quamvis ea diceret, quae utrum
vera essent adhuc ignorarem. Tenebam enim cor meum ab omni adsensione timens praecipitium et suspendió magis necabar. Volebam enim
eorum quae non viderem ita me certum fieri, ut certus essem, quod
septem et tria decem sint. Ñeque enim tam insanus eram, ut ne hoc
15 quidem putarem posse comprehendi, sed sicut hoc, ita cetera cupiebam
sive corporalia, quae coram sensibus meis non adessent, sive spiritalia,
de quibus cogitare nisi coiporaliter nesciebam. Et sanari credendo poteram, ut purgatior acies mentís meae dirigeretur aliquo modo in veri7
2 Cor 3.6.
11 enim om. S.
Confesiones
237
VI, 4 , 6
mal médico, que después recela de entregarse en manos del bueno, así me sucedía a mí en lo tocante a la salud de mi alma; porque no pudiendo sanar sino creyendo, por temor de dar en una
falsedad, rehusaba ser curado, resistiéndome a tu tratamiento, tú
que has confeccionado la medicina de la fe y la has esparcido
sobre las enfermedades del orbe, dándole tanta autoridad y eficacia.
CAPITULO
V
7. Sin embargo, desde esta época empecé ya a dar preferencia a la doctrina católica, porque me parecía que aquí se mandaba
con más modestia, y de ningún modo falazmente, creer lo que
no se demostraba—fuese porque, aunque existiesen las pruebas,
no había sujeto capaz de ellas; fuese porque no existiesen—, que
no allí, en donde se despreciaba la fe y se prometía con temeraria
arrogancia la ciencia y luego se obligaba a creer una infinidad de
fábulas absurdísimas que no podían demostrar.
Después, con mano blandísima y misericordiosísima, comenzaste, Señor, a tratar y componer poco a poco mi corazón y me
persuadiste—al considerar cuántas cosas creía que no había visto
ni a cuya formación había asistido, como son muchas de las que
cuentan los libros de los gentiles; cuántas relativas a los lugares
y ciudades que no había visto; cuántas referentes a los amigos, a
los médicos y a otras clases de hombres que, si no las creyéramos,
no podríamos dar un paso en la vida, y, sobre todo, cuan incontatem tuam semper manentem et ex nullo deficientem; sed, sicut evenire
assolet, ut malum medicum expertus etiam bono timeat se committere,
ita erat valetudo animae meae, quae utique nisi credendo sanari non
poterat et ne falsa crederet, curari recusabat resistens manibus tuis, qui
5 medicamenta fidei confecisti et sparsisti super morbos orbis terrarum et
tantam illis auctoritatem tribuisti.
CAPUT
V
7. Ex hoc tamen quoque iam praeponens doctrinam catholicam, modestius ibi minimeque fallaciter sentiebam iuberi ut crederetur quod non
10 demonstrabatur—sive esset quid, sed cui forte non esset, sive nec quid
esset—quam illie temeraria pollicitatione scientiae credulitatem irrideri
et postea tam multa fabulosissima et absurdissima, qui demonstran non
poterant, credenda imperan. Deinde paulatim tu, Domine, manu mitissima
et misericordissima pertractans et componens cor meum, consideranti,
15 quam innumerabilia crederem quae non viderem ñeque cum gererentur
affuisem, sicut multa in historia gentium, tam multa de locis atque urbibus quae non videram, tam multa amicis, tam multa mediéis, tam multa
hominibus alus atque alus, quae nisi crederentur, omnino in hac vita
13 credendum S.
238
Confesiones
VI, 5,8
rasamente creía ser hijo de tales padres, cosa que no podría saber
sin dar fe a lo que me habían dicho—de que más que los que
creen en tus libros, que has revestido de tanta autoridad en casi
todos los pueblos del mundo, deberían ser culpados los que no
creyesen en ellos; y que así no debía dar oídos a los que tal vez
me dijeren: «¿De dónde sabes tú que aquellos libros han sido
dados a los hombres por el Espíritu de Dios, único y veracísimo?»
Porque precisamente esto era lo que mayormente debía creer, por
no haber podido persuadirme ningún ataque de las opiniones calumniosas, que yo había leído en los muchos escritos contradictorios de los filósofos, a que no creyera alguna vez que tú no existías—aunque yo ignorase lo que eras—-y que no tienes cuidado
de las cosas humanas.
8. Esto lo creía unas veces más fuertemente y otras más
débilmente; pero que existías y tenías cuidado del género humano, siempre creí, si bien ignoraba lo que debía sentir de tu sustancia y qué vía era la que nos conducía o reducía a ti. Por lo
cual, reconociéndonos enfermos para hallar la verdad por la razón
pura y comprendiendo que por esto nos es necesaria la autoridad
de las sagradas letras, comencé a entender que de ningún modo
habrías dado tan soberana autoridad a aquellas Escrituras en todo
el mundo, si no quisieras que por ellas te creyésemos y buscásemos.
Y en cuanto a los absurdos en que antes solía tropezar, habiendo oído explicar en un sentido aceptable muchos de sus lugares, atribuíalo ya a la profundidad de sus misterios, pareciéndonihil ageremus; .postremo quam inconcusse fixum fide retinerem, de quibus
parentibus ortus essem, quod scire non possem nisi audiendo credidissem, persuasisti mihi, non qui crederent libris tuis quos tanta in ómnibus
fere gentibus auctoritate fundasti, sed qui non crederent esse culpandos,
5 nec audiendos esse si qui forte mihi dicerent: «Unde seis illos libros
unius veri et veracissimi Dei spiritu esse humano generi ministratos ?»
Id ipsum enim máxime credendum erat, quoniam nulla pugnacitas calumniosarum quaestionum per tam multa quae legeram ínter se confligentium philosophorum, extofquere mihi potuit ut aliquando non crederem,
10 te esse quidquid esses, quod ego nescirem, aut administrationem rerum
humanarum ad te pertinere.
8. Sed id credebam aliquando robustius, aliquando exilius, semper
tamen credidi et esse te et curam nostri gerere, etiamsi ignorabam vel
quid sentiendum esset de substantia tua vel quae via duceret aut redu15 ceret ad te. Ideoque cum essemus infirmi ad inveniendam liquida ratione
veritatem, et ob hoc nobis opus esset auctoritate sanctarum litterarum,
iam credere coeperam nullo modo te fuisse tributurum tam excellentem
illi Scripturae per omnes iam térras auctoritatem, nisi et per ipsam tibí
credi et per ipsam te quaeri voluisses. Iam enim absurditatem, quae me
20 in illis litteris solebat offendere, cum multa ex eis probabiliter expósita
3 credent S:
8 quae om S.
crederent... crederent, ex rytkmo.
V1
>
b
-
8
Confesiones
239
me la autoridad de las Escrituras tanto más venerable y digna de
la fe sacrosanta cuanto que es accesible a todos los que quieren
leerlas, y reserva la dignidad de su secreto bajo un sentido más
profundo, y, prestándose a todos con unas palabras clarísimas
y un lenguaje humilde, da en qué entender aun a los que no son
leves de corazón 21; por lo que, si recibe a todos en su seno popular, son pocos los que deja pasar hacia ti por sus estrechos agujeros; muchos más, sin embargo, de los que serían si el prestigio
de su autoridad no fuera tan excelso o no admitiera a las turbas
en el gremio de su santa humildad 22.
Pensaba yo en estas cosas, y tú me asistías; suspiraba, y tú
me oías; vacilaba, y tú me gobernabas; marchaba por la senda
ancha del siglo, y tú no me abandonabas.
CAPITULO
VI
9. Sentía vivísimos deseos de honores, riquezas y matrimonio "\ y tú te reías de mí. Y en estos deseos padecía amarguísimos
trabajos, siéndome tú tanto más propicio cuanto menos consentías que hallase dulzura en lo que no eras tú. Ve, Señor, mi corazón, tú que quisiste que te recordase y confesase esto. Adhiérase
ahora a ti mi alma, a quien libraste de liga tan tenaz de muerte.
¡Qué desgraciada era! Y tú la punzabas, Señor, en lo más dolorido de la herida, para que, dejadas todas las cosas, se convirtiese
a ti, que estás sobre todas ellas y sin quien no existiría absolutamente ninguna; se convirtiese a ti, digo, y fuese curada.
¡Qué miserable era yo entonces y cómo obraste conmigo para
audissem, ad sacramentorum altitudinem referebam eoque mihi illa venerabilior et sacrosancta fide dignior apparebat auctoritas, quod et ómnibus
ad legendum esset in promptu et secreti sui dignitatem in intellectu profundiore servaret, verbis apertissimis et humillimo genere loquendi se cunc5 tis praébens et exercens intentionem eorum, qui non sunt leves corde, ut
exciperet omnes populan sinu et per angusta foramina paucos ad te
traiceret, multo tamen plures, quam si nec tanto ápice auctoritatis emineret nec turbas gremio sanctae humilitatis hauriret. Cogitabam haec et
aderas mihi, suspirabam et audiebas me, fluctuabam et gubernabas me,
10 ibam per viam saeculi latam nec deserebas.
CAP UT vi
9. Inhiabam honoribus, lucris, coniugio, et tu inridebas. Patiebar in
eis cupiditatibus amarissimas difficultates, te propitio tanto magis quanto
minus sinebas mihi dulcescere quod non eras tu. Vide cor meum, Do15 mine, qui voluisti, ut hoc recordarer et confiterer tibí. Nunc tibi inhaereat anima mea, quam de visco tam tenaci mortis exuisti. Quam misera
erat! Et sensum vulneris tu pungebas, ut relictis ómnibus converteretur
ad te, qui es super omnia, et sine quo nulla essent omnia, converteretur
et sanaretur. Quam ego miser eram et quomodo egisti, ut sentirem mise-
240
Confesiones
VI, 6,9
que sintiese mi miseria en aquel día en que—como me preparase
a recitar las alabanzas del emperador 24, en las que había de mentir mucho25, y mintiendo había de ser favorecido de quienes lo
sabían—respiraba anheloso mi corazón con tales preocupaciones y
se consumía con fiebres de pensamientos insanos, cuando al pasar
por una de las calles de Milán advertí a un mendigo que ya harto,
a lo que creo, se chanceaba y divertía! Yo gemí entonces y hablé
con los amigos que me acompañaban sobre los muchos dolores
que nos acarreaban nuestras locuras, porque con todos nuestros
empeños, cuales eran los que entonces me afligían, no hacía más
que arrastrar la carga de mi infelicidad, aguijoneado por mis apetitos, aumentarla al arrastrarla, para al fin no conseguir otra cosa
que una tranquila alegría, en la que ya nos había adelantado
aquel mendigo y a la que tal vez no llegaríamos nosotros. Porque lo que éste había conseguido con unas cuantas monediüas
de dimosna era exactamente a 'lo que aspiraba yo por tan trabajosos caminos y rodeos; es a saber: Ja alegría de una felicidad temporal.
Cierto que la de aquél no era alegría verdadera; pero la
que yo buscaba con mis ambiciones era aún mucho más falsa.
Y, desde luego, él estaba alegre y yo angustiado, él seguro y yo
temblando. Ciertamente que si alguno me hubiera preguntado
entonces si preferiría estar alegre o estar triste, le hubiese respondido que «estar alegre»; pero si nuevamente me preguntara
si quería ser como aquél o como yo era, sin duda me escogería
a mí mismo lleno de cuidados y temores; mas esto lo hubiera
hecho por mi perversidad; ¿cuándo jamás con verdad? Porque
no debía anteponerme yo a aquél por ser más docto que él, puesriam meam die illo, quo, cum pararem recitare imperaron laudes, quibus
plura mentirer, et mentienti faveretur ab scientibus, easque curas anhelaret cor meum et cogitationum tabificarum íebribus aestuaret, transiens
per quendam vicum mediolanensem animadverti pauperem mendicum iam,
5 credo, saturum iocantem atque laetantem. Et ingemui et locutus sum cum
amicis, qui mecum erant, multas dolores insaniarum nostrarum, quia
ómnibus talibus conatibus nostris, qualibus tune laborabam, sub stimulis
cupiditatum trahens infelicitatis meae sarcinam et trahendo exaggerans,
nihil vellemus aliud nisi ad securam laetitiam pervenire, quo nos men10 dicus ille iam praecessisset numquam illuc fortasse venturos! Quod enim
iam ille pauculis et emendicatis nummulis adeptus erat, ad hoc ego tam
aerumnosis anfractibus et circuitibus ambiebam, ad laetitiam scilicet temporalis felicitatis. Non enim verum gaudium habebat: sed et ego illis
ambitionibus multo falsius quaerebam. Et certe ille laetabatur, ego anxius
15 eram; securus ille, ego trepidus. Et si quisquam percontaretur me, utrum
mallem exsultare an metuere, responderem: «Exsultare»: rursus si rogaret, utrum me talem mallem, qualis ille, an qualis ego tune essem, me
ipsum curis timoribusque confectum eligerem; sed perversitate, numquid
16 rogaret S, interrogaret celt. et edds.
VI, 6,10
Confesiones
241
to que esto no era para mí fuente de felicidad, y yo sólo buscaba
con ello agradar a los hombres y nada más que agradarles, no
instruirles. Por eso quebrantabas, Señor, con el báculo de tu disciplina mis huesos.
10. Apártense, pues, de mi alma los que le dicen: «Importa tener en cuenta la causa de la alegría, porque el mendigo aquel
se alegraba con la borrachera, tú con la gloria.» ¿Y con qué
gloria, Señor? Con la que no está en ti. Porque así como aquel
gozo no era verdadero gozo, así aquella gloria no era verdadera
gloria, antes pervertía más mi corazón. Porque aquél digeriría
aquella misma noche su embriaguez, y yo, en cambio, había dormido con la mía, y me había levantado con ella, y me volvería
a dormir y a levantar con ella tú sabes por cuántos días.
¡Importa, es cierto, conocer los motivos del gozo de cada uno;
lo sé, como sé que el goza de da esperanza fiel dista incomparablemente de aquella vanidad. Mas también entonces había gran
distancia entre nosotros, pues ciertamente él era más feliz que yo,
no sólo porque rebosaba de alegría, en tanto que yo me consumía de cuidados, sino también porque él con buenos modos había
adquirido el vino y yo buscaba la vanidad con mentiras26.
Muchas cosas dije entonces a este propósito a mis amigos
y muchas veces volvía sobre ellas para ver cómo me iba, y hallaba que me iba mal, y sentía dolor, y yo mismo me aumentaba
el mal, hasta el punto que, si me acaecía algo próspero, tenía
pesar de tomarlo, porque casi antes de tomarlo se me iba de las
manos ".
veritate? Ñeque enim eo me praeponere illi debebam, quod doctior eram,
quoniam non inde gaudebam, sed placeré inde quaerebam hominibus,
non ut eos docerem, sed tantum ut placerem; propterea et tu báculo
disciplinae tuae confringebas ossa mea 8.
5
10. Recedant ergo ab anima mea qui dicunt ei: «Interest, unde quis
gaudeat. Gaudebat mendicus ille vinulentia, tu gloria.» Qua gloria, Domine?, quae non est in te. Nam sicut illud verum gaudium non erat, ita
nec illa vera gloria; et amplius vertebat mentem meam; et ille ipsa nocte
digesturus erat ebrietatem suam, ego cum mea dormieram et surrexeram
LO et dormiturus et surrecturus eram; vide quot dies! Interest vero, unde
quis gaudeat, scio, et gaudium spei fidelis incomparabiliter distat ab illa
vanitate. Sed et tune distabat Ínter nos: nimirum quippe ille felicior erat,
non tantum quod hilaritate perfundebatur, cum ego curis eviscerarer,
verum etiam quod ille bene optando adquisiverat vinum, ego mentiendo
15 quaerebam tyfum. Dixi tune multa in hac sententia caris meis et saepe
advertebam in his quomodo mihi esset, et inveniebam male mihi esse et
dolebam et conduplicabam ipsum male, et si quid adrisisset prosperum,
taedebat adprehendere, quia paene priusquam teneretur avolabat.
!
Ps 7 l . l l .
6 tu gloria S, tu + gaudere cupiebas + gloria cet. et edds.
10 dies OS, diebus cet. et edd.
242
Confesiones
CAPITULO
VI, 7, l l
VII
11. Lamentábamos estas cosas los que vivíamos juntos amigablemente, pero de modo especial y familiarísimo trataba de
ellas con Alipio y Nebridio, de los cuales Alipio era, como yo,
del municipio de Tagaste, y nacido de una de las primeras familias municipales del mismo y más joven que yo, pues había sido
discípulo mío cuando empecé a enseñar en nuestra ciudad y después en Cartago. El me quería a mí mucho por parecerle bueno
y docto, así como yo a él por la excelente índole de virtud, que
tanto mostraba en su no mucha edad 28.
Sin embargo, la sima de corrupción de las costumbres de
los cartagineses, con las cuales se alimentan aquellos engañosos
juegos, habíale absorbido, arrastrándole tras la locura de los
juegos circenses. Rodaba él miserablemente por dicho abismo
cuando enseñaba yo públicamente en esta ciudad retórica, mas no
me oía aún como a maestro por cierto altercado que había tenido
yo con su padre. Yo sabía que amaba perdidamente el circo, de
lo que me afligía no poco por parecerme que iban a perderse, si
es que no estaban ya perdidas las grandes esperanzas que tenía
puestas en él. Pero no hallaba modo de amonestarle y con algún
apremio apartarle de ellos, ni por razón de amistad ni de magisterio, pues creía que pensaría de mí como su padre, aunque en
realidad no era así, pues pospuesta Ja voluntad del padre en esta
materia, había empezado a saludarme, viniendo a mi aula, donde
me oía y luego se iba.
C A P UT VI I
11. Congemescebamus in his qui simul amke vivebamus, et máxime
ac familiarissime cum Alypio et Nebridio ista colloquebar. Quorum Alypius ex eodem quo ego eram ortus municipio, parentibus primatibus municipalibus, me minor natu. Nam et studerat apud me, cum in nostro
5 oppido docere coepi, et postea Carthagini et diligebat multum, quod ei
bonus et doctus viderer, et ego illum propter magnam virtutis indolem,
quae in non magna aetate satis eminebat. Gurges tamen morum carthagínensium, quibus nugatoria fervent spectacula, absorbuerant eum in insaniam circensium. Sed cum in eo miserabiliter voveretur, ego autem
10 rhetoricam ibi professus publica schola uterer, nondum me audiebat ut
magistrum propter quandam simultatem, quae ínter me et patrem eius
erat exorta. Et compereram, quod circum exitiabilíter amaret, et gtaviter
angebar, quod tantam spem iperditurus vel etiam perdidisse mihi videbatur. Sed monendi eum et aliqua coercitione revocandi nulla erat copia
16 vel amicitiae benivolentia vel iure magisterii. Putabam eriim eum de me
cum patre sentiré, ille vero non sic erat. Itaque, postposita in hac re
patris volúntate, salutare me coeperat veniens in auditorium meum et
audire aliquid atque abire.
3 ac familiarissime ofíi. S.
S in CDFHST=, om. celen. _,
VI, 7, 12
Confesiones
243
12. Y ya se me había ido de la memoria el tratar con él
de que no malograse ingenio tan excelente con aquella ciega
y apasionada afición a juegos tan vanos 23 . Pero tú, Señor, tú,
que tienes en tu mano el gobernalle de todo lo creado, no te
habías olvidado de él, a quien tenías destinado para ser entre
tus hijos ministro de tus sacramentos; y para que abiertamente
se atribuyese a ti su corrección, la hiciste ciertamente por mí,
pero sin saberlo yo.
Porque estando cierto día sentado en el lugar de costumbre y delante de mí los discípulos, vino Alipio, saludó, sentóse
y púsose a atender a lo que se trataba; y por casualidad traía
entre manos una lección que para mejor exponerla y hacer más
clara y gustosa su explicación me había parecido oportuno traer
la semejanza de los juegos circenses, burlándome hasta con sarcasmo de aquellos a quienes había esclavizado esta locura. Pero
tú sabes, Señor, que entonces no pensé en curar a Alipio de tal
peste; mas él tomó para sí lo que yo había dicho y creyó que sólo
por él lo había dicho, y así lo que hubiera sido para otro motivo
de enojo conmigo, él, joven virtuoso, lo tomó para enojarse contra sí mismo y para encenderse más en amor de mí.
Ya habías dicho tú en otro tiempo y consignado en tus letras:
Corrige al sabio y te amará; mas no era yo quien le había corregido, sino tú, que-—usando de todos, conózcanlo o no, por el orden que tú sabes, y este orden es justo—'hiciste de mi corazón y
de mi lengua carbones abrasadores, con los cuales cauterizaras
12. Sed enim de memoria mihi lapsum erat agere cum illo, ne vanorum ludorum caeco et praecipiti studio tam bonum interimeretur ingenium. Verum autem, Domine, tu, qui praesides gubernaculis omnium,
quae creasti, non enim oblitus eras futurum inter filios tuos antistitem
5 sacramenti tui et, ut aperte tibi tribueretur eius correctio, per me quidem illam sed nescientem operatus es. Nam quodam die cum sederem
loco sólito et coram me adessent discipuli, venit, salutavit, sedit atque in
ea quae agebantur intendit_ animum. Et forte lectio in manibus erat
Quam dum exponerem, opportune mihi adhibenda videretur similitudo
10 circensium, quo illud quod insinuabam et iucundius et planius fieret, et
cum irrisione mordaci eorum quos illa captivasset insania, seis tu, Deus
noster, quod tune de Alypio ab illa peste sanando non cogitaverim. At
ille in se rapuit meque illud non nisi propter se dixisse credidit et quod
alius acciperet ad succensendum mihi, accepit honestus adulescens ad
15 succensendum sibi et ad me ardentius diligendum. Dixeras enim tu iam
olim et innexueras litteris tuis: Corripe sapientem, et atnabit te °. At
illum ego non corripueram, sed utens tu ómnibus et scientibus et nescientibus ordine quo nosti—et ille ordo iustus est—de corde et lingua mea
carbones ardentes operatus es, quibus mentem spei bonae adureres ta2
4
9
10
interimeretur S,
interimeret, cet. et edds.
enim MS, cum cet. edds.
et opportune B et edds. (sed om. ceíeri codd. cum S).
et cum S, et om. cet, et edds. (et cum = etiam cum).
244
Confesiones
VI, 8,13
aquella mente de tan bellas esperanzas, pero pervertida, y así la
sanaras.
Calle, Señor, tus alabanzas quien no considere tus misericordias, las cuales te alaban de lo más íntimo de mi ser. Porque ello
fue que después que oyó mis palabras salió de aquel hoyo tan
profundo, en el que gustosamente se sumergía y con inefable
deleite se cegaba, y sacudió el ánimo con una fuerte templanza,
y saltaron de él todas las inmundicias de los juegos circenses y
no volvió a poner allí los pies.
Después venció la resistencia del padre para tenerme a mí de
maestro, el cual cedió y consintió en ello. Mas oyéndome por segunda vez, fue envuelto conmigo en la superstición de los maniqueos, amando en ellos aquella ostentación de su continencia, que
él creía legítima y sincera30. Mas en realidad era falsa y engañosa,
cazando con ella almas preciosas que aún no saben llegar al fondo de la virtud y, por lo mismo, fáciles de engañar con la apariencia de la virtud, siquiera fingida y simulada.
CAPITULO
VIII
13. No queriendo dejar la carrera del mundo, tan decantada
por sus padres, había ido delante de mí a Roma a estudiar Derecho, donde se dejó arrebatar de nuevo, de modo increíble y con
increíble afición, a los espectáculos de gladiadores".
Porque aunque aborreciese y detestase semejantes juegos, cierto día, como topase por casualidad "~ con unos amigos y condiscípulos suyos que venían de comer, no obstante negarse enérgicabescentem ac sanares. Taceat laudes tuas qui miserationes tuas non considerar, quae tibí de medullis meis confitentur. Etenim vero ille post
illa verba proripuit se ex fovea tam alta, qua libenter demergebatur et
cum mira voluptate caecabatur, et excussit animum forti temperantia, et
5 resiluerunt omnes circensium sordes ab eo ampliusque illuc non accessit.
Deinde patrem reluctantem evicit, ut me magistro uteretur; cessit ille
atque concessit. Et audire me rursus incipiens, illa mecum superstitione
involutus est amans in manichaeis ostentationem continentiae, quam veram
et germanam putabat: erat autem illa vecors et seduotoria, pretiosas ani10 mas captans nondum virtutis altitudinem scientes tangere et superficie
decipi fáciles, sed tamen adumbratae simulataeque virtutis.
C APUT
VIII
13. Non sane relinquens incantatam sibi a parentibus terrenam viam,
Romam praecesserat ut ius disceret, et ibi gladiatorii spectaculi hiatu
15 incredibili et incredibiliter abreptus est. Cum enim aversaretur et detestaretur talia, quídam eius amici et condiscipuli, cum forte de prandio redeuntibus pervium esset, recusantem vehementer et resistentem familiari
!
Prov 9.8.
"•• 8 , 1 3
Confesiones
245
mente y resistirse a ello, fue arrastrado por ellos con amigable
violencia al anfiteatro y en unos días en que se celebraban crueles
y funestos juegos.
Decíales él: «Aunque arrastréis a aquel lugar mi cuerpo y le
retengáis allí33, ¿podréis acaso obligar a mi alma y a mis ojos
a que mire tales espectáculos? Estaré allí como si no estuviera, y
así triunfaré de ellos, y de vosotros.» Mas éstos, no haciendo caso
de tales palabras, lleváronle consigo, tal vez deseando averiguar
si podría o no cumplir su dicho.
Cuando llegaron y se colocaron en los sitios que pudieron,
todo el anfiteatro hervía ya en cruelísimos deleites. Mas Alipio,
habiendo cerrado las puertas de los ojos, prohibió a su alma salir
de sí a ver tanta maldad. ¡Y pluguiera a Dios que hubiera cerrado también los oídos! Porque en un lance de la lucha fue tan
grande y vehemente la gritería de la turba, que, vencido de la
curiosidad y creyéndose suficientemente fuerte para despreciar y
vencer lo que viera, fuese lo que fuese, abrió los ojos " y fue herido en el alma con una herida más grave que la que recibió el
gladiador en el cuerpo a quien había deseado ver; y cayó más
miserablemente que éste, cuya caída había causado aquella gritería, la cual, entrando por sus oídos, abrió sus ojos para que hubiese por donde herir y derribar a aquella alma más presuntuosa
que fuerte, y así presumiese en adelante menos de sí, debiendo
sólo confiar en ti. Porque tan pronto como vio aquella sangre,
bebió con ella la crueldad y no apartó la vista de ella, sino que
la fijó con detención, con lo que se enfurecía sin saberlo, y se
violentia duxerunt in amphitheatrum crudelium et funestorum ludorum
diebus haec dicentem: «Si corpus meum i n l o c u m illum trahitis et ibi
constituitis numquid et animum et oculos meos in illa spectacula potestis
intendere? adero itaque absens ac sit et vos et illa superabo.» Quibus
5 auditis illi nihilo setius eum adduxerunt secum, id ¿psum forte explorare
cupientes utrum posset efficere. Quod ubi ventum est et sedibus quibus
potuerunt locati sunt, fervebant omnia immanissimis voluptatibus; ille clausis foribus oculorum interdixit animo, ne in tanta mala procederet. Atque
utinam et aures obturasset! Nam quodam pugnae casu, cum clamor ingens
10 totius populi vehementer eum pulsasset, curiositate victus et quasi paratus,
quidquid illud esset, etiam visum contemnere et vincere, aperuit oculos
et percussus est graviore vulnere in anima quam ille in corpore, quem
cerneré concupivit, ceciditque miserabilius quam ille, quo cadente factus
est clamor; qui per eius aures intravit et reseravit eius lumina, ut esset,
15 qua feriretur et deiceretur audax adhuc potius quam fortis animus et eo
infirmior, quo de se praesumpserat, qui debuit de te. Ut enim vidit illum
sanguinem, immanitatem simul ebibit et non se avertit, sed fixit aspectum
et hauriebat furias et nesciebat et delectabatur scelere certaminis et
2 et ibi constituitis otn. S.
6 quod CDEGH'MOSYT, quo cet. et edds. omnes.
11 ap. oculos codds. et edds., oculos om. S.
sedibus}, sedimus S
246
VI, 9,14
Confesiones
VI, 9, 15
Confesiones
247
T
deleitaba con el crimen de la lucha, y se embriagaba con tan sangriento placer.
Ya no era el mismo que había venido, sino uno de tantos de
la turba, con los que se había mezclado, y verdadero compañero
de los que le habían llevado allí.
¿Qué más? Contempló el espectáculo, voceó y se enardeció, y
fue atacado de la locura, que había de estimularle a volver no sólo
con los que primeramente le habían llevado, sino aparte y arrastrando a otros consigo. Mas tú te dignaste, Señor, sacarle de este
estado con mano poderosa y misericordiosísima, enseñándole a no
presumir de sí y a confiar de ti, aunque esto fue mucho tiempo después.
CAPITULO
IX
14. Sin embargo, ya se iba asentando esto en su memoria
para futuro remedio suyo. También creo que lo sucedido siendo
estudiante y oyente mío en Cartago, cuando estando hacia mediodía repasando en el «foro lo que había de recitar, según costumbre de los escolares, fue preso como ladrón por los guardias del
foro, fue, sin duda, permitido por ti, Dios nuestro, no por otra
razón sino para que varón que había de ser tan grande algún día
comenzara a aprender cuan difícilmente se debe dejar llevar el
hombre que ha de sentenciar contra otro hombre de una temeraria
credulidad en el examen de las causas S5.
Paseábase, en efecto, Alipio ante el tribunal 3° sólo con las tacruenta voluptate inebriabatur, et non erat iam ille, qui venerar, sed
unus de turba, ad quam venerat, et verus eorum socius, a quibus adductus erat. Quid plura? Spectavit, clamavit, exarsit, abstulit inde secum
insaniam, qua stimularetur rediré non tantum cum illis, a quibus prius
5 abstractus est, sed etiam prae illis et alios trahens. Et inde tamen manu
validissima et misericordissima eruisti eum tu et docuisti non sui habere,
sed tui fiduciam, sed longe postea.
C A P u T IX
14. Verum tamen iam hoc ad medicinam futuram in eius memoria
10 reponebatur. Nam et illud, quod, cum adhuc studeret iam me audiens
apud Carthaginem et medio die cogitare* in foro quod recitaturus erat,
sicut exerceri scholastici solent, sivisti eum comprehendi ab aeditimis
fori tamquam furem, non arbitror aliam ob causam te permisisse, Deus
noster, nisi ut ille vir tantus futurus iam inciperet discere, quam non
15 facile in cognoscendis causis homo ab homine damnandus esset temeraria
credulitate. Quippe ante tribunal deambulabat solus cum tabulis ac stilo,
4
6
10
15
16
priur, om. S.
docuisti FS, d. cum cet. et edjí,
stuperet S.
in cognoscendis S cum ceteris et edds., ignosccndis V.
crudelitate BOJSV b.
bletas y el estilo * , cuando he aquí que un joven del número de
los estudiantes, pero verdadero ladrón, que llevaba escondida un
hacha, entró sin él sentirlo a las balaustradas de plomo que daban
a la calle de los plateros y se puso a cortar plomo 3S.
Al ruido de los golpes alborotáronse los plateros que estaban
debajo y enviaron guardias que Jo prendiesen, fuera quien fuera.
Mas aquél, habiendo oído las voces de aquéllos, huyó a todo escape, dejando el instrumento de hierro, temiendo ser cogido con
él. Alipio, que no le había visto entrar, le vio salir precipitadamente y escapar; mas deseando saber la causa, entró en el lugar
y, encontrándose con el hacha, se puso, admirado, a contemplarla.
Mas he aquí que estando en esto llegan los que habían sido enviados y le sorprenden a él solo con el hierro en la mano, a cuyos
golpes, alarmados, habían acudido. Echan mano de él, llévanle por
fuerza, gloríanse los inquilinos del foro de haber dado con el verdadero ladrón y condúcenle desde allí al juzgado.
15. Hasta aquí era menester llegar a la lección, pues ai punto
saliste, Señor, en socorro de su inocencia, de la que tú solo eras
testigo. Porque al tiempo que era llevado o a la cárcel o al tormento, les salió al encuentro un arquitecto que tenía el cuidado
supremo de los edificios públicos. Alegróse la turba muchísimo de
haber topado con él, porque siempre que faltaba ailguna cosa del
foro sospechaba de ellos, y así supiera, al fin, quién era el verdadero ladrón. Pero como este señor había visto muchas veces a
Alipio en la casa de un senador a quien él solía ir a ver frecuentecum ecce adulescens quídam ex numero scholasticorum, fur verus, securim clanculo apportans illo non sentiente ingressus est ad cancellos plúmbeos, qui vico argentario desuper praeminent, et praecidere plumbum
coepit. Sonó autem securis audito submurmuraverunt argentarii, qui subter
5 erant et miserunt qui adprehenderent quem forte invenissent. Quorum
vocibus auditis relicto instrumento ille discessit timens, ne cum eo teneretur. Alypius autem, qui non viderat intrantem, exeuntem sensit et celeriter vidit abeuntem et causam scire cupiens ingressus est locum et
inventam securim stans atque admirans consideraba!, cum ecce illi, qui
10 missi erant, reperiunt eum solum ferentem ferrum, cuius sonitu exciti
venerant: tenent, attrahunt, congregatis inquilinis fori tanquam furem
manifestum se comprehendisse gloriantur, et inde offerendus iudiciis ducebatur.
15. Sed hactenus docendus fuit. Statim enim, Domine, subvenisti
15 innocentiae, cuius testis eras tu- solus. Cum enim duceretur vel ad custodiam vel ad supplicium, fit eis obviam quídam architectus, cuius máxima
erat cura publicarum fabricarum. Gaudent illi eum potissimum occurrisse,
cui solebant in suspicionem venire ablatarum rerum, quae perissent de
foro, ut quasi tándem iam ille cognosceret, a quibus haec fierent. Verum
20 autem viderat homo saepe Alypium in domo cuiusdam senatoris, ad quem
14
subvenisti], adfuisti S (c¡. XII,
24 ¡i»)-
248
Confesiones
VI, 10, 16
mente, tan pronto como Je vio, cogiéndole de la mano, le apartó
de la turba y le preguntó la causa de tamaña desgracia.
Cuando se enteró dio orden el arquitecto a toda aquella turba
alborotada allí presente y enfurecida contra Alipio de que fueran
con él. Cuando llegaron a la casa de aquel joven adolescente autor
del delito, hallábase a la puerta un muchacho tan pequeñito que no
era fácil sospechar mal alguno para su dueño, y el cual podía decirlo todo, puesto que le había acompañado al foro. Habiéndole reconocido Alipio, se lo dijo al arquitecto, quien enseñándole el hacha
le dijo: «¿Sabes de quien es ésta?» A lo que contestó el muchacho
sin demora: «Nuestra.» Después, interrogado, descubrió lo restante.
De este modo, trasladada la causa a aquella casa y confusas
las turbas, que habían empezado a triunfar de él, salió más experimentado e instruido; él, que había de ser dispensador de tu palabra y examinador de muchas causas de tu Iglesia.
CAPITULO
X
16. Hállele yo ya en Roma, y unióseme con vínculo tan estrecho de amistad, que se partió conmigo a Milán, ya por no separarse de mí, ya por ejercitarse algo en lo que había aprendido de
Derecho, aunque esto más era por- voluntad de sus padres que
suya 39 . Tres veces había hecho ya de asesor, y su entereza había
admirado a todos, admirándose más él de que ellos pospusiesen la
inocencia ail dinero ".
También fue probada su integridad, no sólo con el cebo de la
avaricia, sino también con el estímulo del temor. Hacía en Roma
salutandum ventitabat, statimque cognitum manu adprehensa semovit a
turbis et tanti malí causam quaerens, quid gestum esset, audivit omnesque tumultuantes, qui aderant, et minaciter frementes iussit venire secum.
Et venerunt ad domum illius adulescentis, qui rem commiserat. Puer
5 vero erat ante ostium et tam parvus erat, ut nihil exinde domino suo
ruetuens facile posset totum indicare; cum eo quippe in foro fuit pedisecus. Quem posteaquam recoluit Alypius, architecto intimavit. At ille
securim demonstravit puero quaerens ab eo, cuius esset. Qui confestim
«nostra» inquit; deinde interrogatus aperuit cetera. Sic in illam domum
10 translata causa confusisque turbis, quae de illo triumphare iam coeperant, futurus diapensator verbi tui et multarum in ecclesia tua causarum
examinator experientior instructiorque discessit.
CAPUT
x
16. Hunc eigo Romae inveneram, et adhaesit mihi fortissimo vinculo
15 mecumque Mediolanium profectus est, ut nec me desereret et de iure,
quod didicerat, aliquid ageret secundum votum magis parentum quam
suum. Et ter iam adsederat mirabi'li continentia ceteris, cum ille magis
miraretur eos, <jui aurum innocentiae praeponerent. Temptata est quoque
eius Índoles non solum de ¡Ilécebra cupiditatis, sed etiam stimulo timo19 de inlecebra cupiditate S. iolecebra cupiditatis cet. et eddt.
VI
. !0, 16
Confesiones
249
de asesor del conde del erario de las tropas italianas, y hallábase
en este tiempo un senador poderosísimo, que tenía obligados a muchos con sus beneficios, y a otros muchos sujetos con sus amenazas.
Intentó éste hacer, según la costumbre de su poderío, no sé qué cosa que estaba prohibida por las leyes, y opúsosele Alipio. Prometióle dones, y rióse de ellos. Dirigióle amenazas, y se burló de ellas,
admirando todos alma tan extraordinaria, que así despreciaba a un
hombre tan poderoso y tan celebrado de la fama por los mil modos
que tenía de hacer bien o mal, y a quien no había nadie que no
quisiera tener por amigo o le temiera de enemigo. Hasta el mismo
juez, cuyo asesor era Alipio, si bien no quería que lo hiciera dicho
senador, no se atrevía a negárselo abiertamente, sino que echándole a aquél la culpa, le decía que no se lo permitía éste; antes
si él se lo concediese, éste se iría de él.
Sólo una cosa estuvo a punto de hacerle caer por su amor a
las letras; y era mandar copiar para sí a precios pretorianos algunos códices 41 ; pero consultado a la justicia, se inclinó por lo mejor, prefiriendo la equidad, que se lo prohibía, al poder, que se lo
consentía.
Poco es esto, pero el que es fiel en lo poco, también lo es en
lo mucho, ni en modo alguno puede resultar vano lo salido de la
boca de tu Verdad: Si en las riquezas injustas no fuisteis fieles,
¿quién os confiará las verdaderas? Y si en las ajenas no fuisteis
fieles, ¿quién os confiará las vuestras?
Así era entonces este amigo tan íntimamente unido a mí, y
que juntamente conmigo vacilaba sobre el modo de vida que habríamos de seguir.
ris. Romae adsidebat comiti largitionum italicianarum. Erat eo tempore
quidam potentissimus senator, cuius et beneficiis óbstricti multi et terrori
subditi erant. Voluit sibi licere nescio quid ex more potentiae suae, quod
esset per leges illicitum: restitit Alypius. Promissum est praemium: irrisk
5 animo; praetentae minae: calcavit, mirantibus ómnibus inusitatam animam, quae hominem tantum et innumerabilibus praestandi nocendique
modis ingenti fama celebratum vel amicum non optaret vel non formidaret inimicum. Ipse autem iudex, cui consiliarius erat, quamvis et ipse
fieri nollet, non tamen aperte recusabat, sed in istum causam transferens
10 ab eo se non permitti adserebat, quia et re vera, si ipse faceret, iste
discederet. Hoc solo autem paene iam illectus erat studio litterario, ut
pretiis praetorianis códices sibi conficiendos curaret; sed consulta iustitia deliberationem in melius vertit, utiliorem iudicans aequitatem, qua
prohibebatur, quam potestatem, qua sinebatur. Parvum est hoc; sed qui
15 in parvo fidelis est, et in magno fidelis est, nec ullo modo erit inane,
quod tuae veritatis ore processit: Si in iniusto mamona f¡deles no fuistis,
verum quis dabit vobis?1' Talis tune ille inhaerebat mihi mecumque nutabat in consilio, quisnam esset tenendus vitae modus.
10
Le 16,10.
250
Confesiones
VI, 11, líi
17. T a m b i é n N e b r i d i o — q u e había dejado su patria, vecina
de Cartago, y aun la m i s m a Cartago, d o n d e solía vivir muy frec u e n t e m e n t e — , a b a n d o n a d a la magnífica finca rústica d e su padre,
y a b a n d o n a d a la casa y hasta su m a d r e , q u e n o p o d í a seguirle, había venido a M i l á n n o por otra causa que por vivir conmigo en el
ardentísimo estudio de la verdad y de la sabiduría, por la que,
igualmente q u e nosotros, suspiraba e igualmente fluctuaba, mostrándose investigador ardiente de la vida feliz y escrutador acérrim o de cuestiones dificilísimas 4 2 .
Eran tres bocas ¡hambrientas q u e m u t u a m e n t e se comunicaban
el h a m b r e y esperaban de ti que les dieses comida en el tiempo
oportuno. Y en t o d a a m a r g u r a que p o r tu misericordia se seguía
a todas nuestras acciones m u n d a n a s , q u e r i e n d o nosotros averiguar
la causa p o r q u e padecíamos tales cosas, nos salían al paso las tinieblas, apartándonos, g i m i e n d o y c l a m a n d o : ¿Hasta cuándo estas
cosas? " Y esto lo decíamos m u y a m e n u d o , p e r o diciéndoilo n o
dejábamos aquellas cosas, p o r q u e n o veíamos n a d a cierto con q u e ,
abandonadas éstas, pudiéramos abrazarnos.
C A P I T U L O
XI
18. Pero, sobre todo, maravillábame de m í mismo, recordand o con t o d o cuidado cuan largo espacio d e t i e m p o había p a s a d o
desde mis diecinueve años, en q u e empecé a arder en deseos de
la sabiduría, p r o p o n i e n d o , hallada ésta, abandonar todas las vanas
esperanzas y engañosas locuras de las pasiones "
17. Nebridius etiam, qui relicta patria vicina Carthagini atque ipsa
Carthagine, ubi frequentissimus erat, relicto paterno rure óptimo, relicta
domo et non secutura matre nullam ob aliam causam Mediolanium
venerat, nisi ut mecum viveret in flagrantissimo studio veritatis atque
5 sapientiae, pariter suspirabat pariterque fluctuaba* beatae vitae inquisitor ardens et quaestionum difficillimarum scrutator acerrimus. Et erant
ora trium egentíum et inopiam suam sibimet invicem anhelantium et ad
te exspectantiurn, ut dares eis escam in tempore opportuno ". Et in omni
amaritudine quae nostros saeculares actus de misericordia tua sequebatur,
10 intuentibus nobis finem, cur ea pateremur, occurrebant tenebrae, et aversabamur gementes et dicebamus: Quamdiu haec? Et hoc crebro dicebamus et dicentes non relinquebamus ea quia non elucebat certum aliquid,
quod illis relictis apprehenderemus.
C A p UT XI
15
18. Et ego máxime mirabar satagens et recolens, quam longum tempus esset ab undevicensimo anno aetatis meae, quo fervere coeperam
studio sapientiae, disponens ea inventa relinquere omnes vanarum cupiditatum spes inanes et insanias mendaces. Et ecce iam tricenariam aeta11
Ps 144,15.
7 ad te BHOPS, a te cet. et etli/i.
16 vicensimo OS, vicésimo cet. et edd
» 1 , 1 1 , 18
Confesiones
251
Y a tenía treinta años y todavía me hallaba en el m i s m o lodazal, ávido de gozar de los bienes 'presentes, q u e h u í a n y m e disipaban, en tanto que d e c í a " : « M a ñ a n a lo averiguaré; la verdad
aparecerá clara y la abrazaré. Fausto está para venir y lo explicará
t o d o . ¡ O h g r a n d e s varones de la A c a d e m i a ! ; ¿es cierto que n o
p o d e m o s c o m p r e n d e r n i n g u n a cosa con certeza para la dirección
de la v i d a ? »
P e r o busquemos con más diligencia y n o desesperemos. H e
aquí q u e ya n o m e parecen absurdas en las Escrituras las cosas q u e
antes m e lo parecían, p u d i e n d o entenderse de otro m o d o y razonablemente. Fijaré, pues, los pies en aquella g r a d a en que m e colocaron mis p a d r e s hasta t a n t o q u e aparezca clara la verdad.
M a s ¿ d ó n d e y cuándo buscarla? A m b r o s i o n o tiene t i e m p o
libre y yo t a m p o c o lo tengo para leer. Y a u n q u e lo tuviera, ¿dónde
hallar los códices? ¿Y d ó n d e o cuándo p o d r é comprarlos? ¿Quién
p o d r á prestármelos?
Con todo, es preciso destinar tiempo a esto y dedicar algunas
horas a la salud del alma. Aparece u n a g r a n esperanza. La f e católica n o enseña lo que pensábamos y, necios, le achacábamos. Sus
doctores tienen p o r crimen atribuir a Dios figura h u m a n a , ¿y dudamos llamar p a r a q u e se nos esclarezcan las demás cosas? Las
horas de la m a ñ a n a las e m p l e a m o s con los discípulos, p e r o ¿qué
hacemos de ilas otras ? ¿Por q u é n o emplearlas en esto ?
P e r o ¿cuándo saludar a los amigos poderosos, de cuyo favor
tienes necesidad? ¿ C u á n d o preparar las lecciones q u e compran
los estudiantes? ¿Cuándo reparar las fuerzas del espíritu con el
abandono de los cuidados?
tem gerebam in eodem luto haesitans aviditate fruendi praesentibus
fugientibus et dissipantibus me, dum dico: «Cras inveniam; ecce manifestum apparebit, et tenebo; ecce Faustus veniet et exponet omnia.
O magni viri academici! Nihil ad agendam vitam certi comprehendi
5 potest?» Immo quaeramus diligentius et non desperemus. Ecce iam non
sunt absurda in libris ecclesiasticis, quae absurda videbantur, et possunt
aliter atque honeste intellegi. Figam pedes in eo gradu, in quo puer a
parentibus positus eram, doñee inveniatur perspicua veritas. Sed ubi
quaeretur? Quando quaeretur? Non vacat Ambrosio; non vacat legere.
10 Ubi ipsos códices quaerimus? Unde aut quando comparamus? A quibus
sumimus? Deputentur témpora, distribuantur horae pro saíute animae.
Magna spes oborta est: non docet catholica fides, quod putabamus et vani
aecusabamus. Nefas habent docti eius credere Deum figura humani corporis terminatum. Et dubitamus pulsare, quo aperiantur cetera? Antemeri15 dianis horis discipuli occupant; ceteris quid facimus? Cur non id agimus?
Sed quando salutamus amicos maiores, quorum suffragiis opus habemus?
Quando praéparamus quod emant scholastici? Quando reparamus nos ipsos
relaxando animo ab intentione curarum ?
1 fervendi S.
12 putamus S.
252
Confesiones
VI, 11,20
19. «Piérdase todo y dejemos todas estas cosas vanas y vacías y démonos por entero a la sola investigación de la verdad.
La vida es miserable, y la muerte, incierta. Si ésta nos sorprende
de repente, ¿en qué estado saldríamos de aquí ? ¿Y dónde aprenderíamos lo que aquí descuidamos aprender? ¿Acaso más bien
no habríamos de ser castigados por esta nuestra negligencia? Pero
¿qué si la muerte misma cortase y terminase con todo cuidado y
sentimiento? También esto convendría averiguarlo. Mas ¡lejos
que esto sea así! N o inútilmente, no en vano se difunde por todo
el orbe el gran prestigio de la autoridad de la fe cristiana. Nunca
hubiera hecho Dios tantas y tales cosas por nosotros si con la
muerte del cuerpo se terminara también la vida del alma. ¿Por
qué, pues, nos detenemos en dar de mano a las esperanzas del
siglo y consagrarnos por entero a buscar a Dios y la vida feliz ?
Pero vayamos despacio, que también estas cosas mundanas
tienen su dulzura, y no pequeña, y no se ha de cortar con ellas a
las primeras, pues sería cosa fea tener que volver de nuevo a ellas.
He aquí que falta poco para que puedas obtener algún honorcillo;
y ¿qué más se puede desear? Tengo abundancia de amigos poderosos, por medio de los cuales, en caso de apuro, puedo conseguir, al menos, una presidencia 46. Podré entonces casarme con una
mujer que tenga algunos dineros, para que no sea tan gravoso el
gasto para mí, con lo que pondría fin a mis deseos *'. Muchos
grandes hombres, y muy dignos de ser imitados, se dieron al estudio no obstante estar casados.»
20. Mientras yo decía esto, y alternaban estos vientos, y za19. «Pereant omnia et dimittamus haec vana et inania; conferamus
nos ad solam inquisitionem veritatis. Vita misera est, mors incerta est;
súbito obrepat; quomodo hinc exibimus? Et ubi nobis dicenda sunt quae
hic negleximus? Ac non potius huius neglegentiae supplicia luenda? Quid,
5 si mors ipsa omnem curam cum sensu amputabit et finiet? Ergo et hoc
quaerendum. Sed absit, ut ita sit. Non vacat, non est inane, quod tam
eminens culmen auctoritatis christianae fidei toto orbe diffunditur. Numquam tanta et talia pro nobis divínitus agerentur, si morte corporis etiam
vita animae consumeretur. Quid cunctamur igitur relicta spe saeculi con10 ferré nos totos ad quaerendum Deum et vitam beatam? Sed exspecta:
iucunda sunt etiam ista, habent non parvam dulcedinem suam; non facile
ab eis praecidenda est intentio, quia turpe est ad ea rursum rediré. Ecce
iam quantum est, ut impetretur aliquis honor et quid amplius in his desiderandum? 'Suppetit amicorum maiorum copia; ut nihil aliud et multum
15 festinemus, vel praesidatus dari potest. Et ducenda uxor cum aliqua pecunia, ne sumptum nostrum gravet, et ille erit modus cupiditatis. Muí ti
magni viri et imitatione dignissimi sapientiae studio cum coniugibus dediti
fuerunt.»
20. Cum haec dicebam et alternaban* hi venti et impellebant huc
2 vita haec BHPFVTZ tdd.
A hic), hinc S.
14 et om. S.
VI, 12, 21
253
Confesiones
Tandeaban de aquí para allí mi corazón, se pasaba el tiempo, y
tardaba en convertirme al Señor, y difería de día en día vivir en
ti, aunque no difería morir todos los días en mí. Amando la vida
feliz temíala donde se hallaba y buscábala huyendo de ella. Pensaba que había de ser muy desgraciado si me veía privado de las
caricias de la mujer y no pensaba en la medicina de tu misericordia, que sana esta enfermedad, porque no había experimentado
aún y creía que la continencia se conseguía con las propias fuerzas, las cuales echaba de menos en mí, siendo tan necio que no
sabía lo que está escrito de que nadie es continente si tú no se lo
dieres. Lo cual ciertamente tú me lo dieras si llamase a tus oídos
con gemidos interiores y con toda confianza «arrojase en ti mi
cuidado» 48
CAPITULO
XII
21. Prohibíame Alipio de tomar mujer, diciéndorne repetidas veces que, si venía en ello, de ningún modo podríamos dedicarnos juntos quieta y desahogadamente al amor de la sabiduría,
como hacía mucho tiempo do deseábamos. Porque él era en esta
materia castísimo, de modo tal que causaba admiración; porque
aunque al principio de su juventud había experimentado el deleite
carnal, pero no se había pegado a él, antes se dolió mucho de ello
y lo despreció, viviendo en adelante continentísimamente.
Resistíale yo con los ejemplos de aquellos que, aunque caatque illuc cor meum, transibant témpora, et tardabam convertí ad Dominum et differebam de die in diem " vivere in te et non differebam cotidie
in memet ipso mori: amans beatam vitam timebam illam in sede sua et
ab ea fugiens quaerebam eam. Putabam enim me miserum fore nimis, si
5 feminae privarer amplexibus, et medicinam misericordiae tuae ad eandem
infirmitatem sanandam non cogitabam, quia expertus non eram, et propriarum virium credebam esse continentiam, quarum mihi non eram conscius,
cum tam stultus essem, ut nescirem, sfcut scriptum est, neminem posse esse
continentem, nisi tu dederis 13. Utique dares, si gemitu interno pulsarem
10 aures tuas et fide solida in te iactarem curam meam.
C AP UT
xn
21. Prohibebat me sane Alypius ab uxore ducenda, cantans nullo
modo nos posse securo otio simul in amore sapientiae vivere, sicut iam
diu desideraremus, si id fecissem. Erat enim ipse in ea re etiam tune cas15 tissimus, ita ut mirum esset, quia vel experientiam concubitus ceperat in
ingressu adulescentiae suae, sed non haeserat magisque doluerat et spreverat
et deinde iam continentissime vivebat. Ego autem resistebam illi exemplis eorum, qui coniugati coluissent sapientiam et promeruissent Deum et
12
13
Eccli 5,8.
Sap 8,21.
8
tara], tameo S.
254
5
10
15
20
Confesiones
V I , 13, 23
VI, 12, 22
Confesiones
255
sados, se habían 'dado al estudio de la sabiduría y merecido a Dios,
y habían tenido y amado fielmente a sus amigos " . Lejos estaba yo,
en verdad, de !la grandeza de alma de éstos, y, prisionero de la
enfermedad de la carne, arrastraba con (letal dulzura mi cadena,
temiendo ser desatado de ella y repeliendo las palabras del que
me aconsejaba bien como se repele en una herida contusa la mano
que quiere quitar las vendas.
Por añadidura, la serpiente infernal hablaba por mi boca a Alipio y le tejía y tendía por mi lengua dulces lazos en su camino,
en los que sus pies honestos y libres se enredasen.
22. Porque como se admirase de que yo, a quien no tenía
en poco, estuviese tan apegado con el visco de aquel deleite, hasta
afirmar, cuantas veces tratábamos entre nosotros de esto, que yo
no podía en modo alguno llevar vida célibe, diciéndole para defenderme, al verle a él admirado, que había mucha diferencia
entre lo que él había experimentado—tan arrebatada y furtivamente que ya apenas se acordaba de ello, y que, por lo mismo,
podía despreciarlo sin molestia alguna—-y los deleites de. mi costumbre, a los que, si juntase el honesto nombre de matrimonio,
no debería admirarse por qué yo no quería despreciar aquella
vida, comenzó también él a desear el matrimonio, no vencido
ciertamente por el apetito de tal deleite, sino de la curiosidad.
Porque decía que deseaba saber qué era aquello, sin lo que mi
vida—que a él agradaba tanto—no me parecía vida, sino tormento. Pasmábase, en efecto, su alma, libre de tal vínculo, de mi
servidumbre, y pasmándose iba entrando en deseos de querer ex-
perimentarla, para caer tal vez después en aquella servidumbre
que le extrañaba, porque quería pactar con la muerte, y el que ama
el peligro caerá en él.
Ciertamente que ni a él ni a mí nos movía sino muy débilmente aquello que hay de decoroso y honesto en el matrimonio,
como es la dirección de la familia y la procreación de los hijos;
sino que a mí, cautivo, me atormentaba en gran parte y con vehemencia la costumbre de saciar aquella mi insaciable concupiscencia 50 y a él le atraía a la esclavitud la admiración. Así éramos,
Señor, hasta que tú, ¡oh Altísimo!, no desamparando nuestro lodo,
te dignaste socorrer, compadecido, a estos miserables por modos
maravillosos y ocultos.
habuissent fideliter ac dilexissent amicos. A quorum ego granditate quidem
animi longe aberam et deligatus morbo carnis mortífera suavitate trahebam
catenam meam solví timens, et quasi concusso vulnere repeüens verba bene
suadentis tamquam manum solventis. Insuper etiam per me ¡psi quoque
Alypio loquebatur serpens et innectebat atque spargebat per linguam meam
dulces laqueos in via eius, quibus illi honesti et expedití pedes implicarentur.
22. Cum enim me ille miraretur, quem non parvi penderet, ita haerere visco illius voluptatis, ut me adfirmarem, quotienscumque inde Ínter
nos quaereremus, caelibem vitam nullo modo posse degcre atque ita me
defenderem, cum illum mirantem viderem, ut dicerem rnukum interesse
ínter illud, quod ipse raptim et furtim expertus esset, quod paene iam ne
meminisset quidem atque ideo nulla molestia facile contemneret, et delectationes consuetudinís meae, ad quas si accessisset honestum nomen matrimonii, non eum mírari oportere, cur ego illam vitam nequirem spernere,
coeperat et ipse desiderare coniugium nequáquam víctus libídine talis voluptatis, sed curiositatis. Dicebat enim scire se ctpere, quidnam esset ¡llud,
sine quo vita mea, quae illi sic placebat, non mihi vita, sed poena videretur. Stupebat enim líber ab illo vinculo animus servitutem meam et stupendo ibat in experiendi cupidinem venturas in ipsam experientiam atque
inde fortasse lapsurus in eam quam stupebat servitutem, quoniam sponsionem volebat faceré cum morte '*, et qui amat periculum, incidet in
illud1S. Neutrum enim nostrum si quod est coniugale decus in officio
regendi matrimonii et suscipiendorum liberorum ducebat nisi tenuiter.
5 Magna autem ex parte atque vehementer consuetudo satiandae insatiabilis
concupiscentiae me captum excruciabat, illum autem admiratio capiendum
trahebat. Sic eramus, doñee tu, Altissime, non deserens humum nostram
miseratus miseros subvenires miris et occultis modis.
4 manu C'DOS, manum cet. et edd.
CAPITULO
XIII
23. Instábaseme solícitamente a que tomase esposa. Ya había
hecho la petición, ya se me había concedido la demanda, sobre
todo siendo mi madre la que principalmente se movía en esto,
esperando que una vez casado sería regenerado por las aguas
saludables del bautismo, alegrándose de verme cada día más apto
para éste y que se cumplían con mi fe sus votos y tus promesas 5 \
Sin embargo, como ella, así por ruego mío como por deseo
suyo, te rogase con fuerte clamor de su corazón todos los días de
que le dieses a conocer por alguna visión algo sobre ¡mi futuro
matrimonio, nunca se do concediste. Veía, sí, algunas cosas vanas
y fantásticas que formaba su espíritu, preocupado grandemente
CA p U T
10
xni
23. Et instabatur impigre, ut ducérem uxorem. Iam petebam, iam
promittebatur máxime matre dante operam, quo me iam coniugatum baptismus salutaris ablueret, quo me in dies gaudebat aptari et vota sua ac
promissa tua in mea fide compleri animadvertebat. Cum sane et rogatu
meo et desiderio suo forti clamore coráis abs te deptecaretur cotidie, ut
15 ei pervisum ostenderes aliquid de futuro matrimonio meo, nunquam voluisti. Et videbat quaedam vana et phantastica, quo cogebat Ímpetus de
14
Is 26,18.
is Eccli 3.27.
7
nostrum
FÍS.
256
VI, 14, 24
Confesiones
con este asunto, y me lo contaba a mí no con la seguridad con
que solía cuando tú realmente le revelabas algo, sino despreciándolas ". Porque decía que no sé por qué sabor, que no podía
explicar con palabras, discernía la diferencia que hay entre una
revelación tuya y un sueño del alma.
Con todo, insistíase en el matrimonio y habíase pedido ya la
mano de una niña que aún le faltaban dos años para ser nubil ss ;
pero como era del gusto, había que esperar.
CAPITULO
XIV
24. También muchos amigos, hablando y detestando las turbulentas molestias de la vida humana, habíamos pensado, y casi
ya resuelto, apartarnos de las gentes y vivir en un ocio tranquilo ". Este ocio lo habíamos trazado de tal suerte que todo lo que
tuviésemos o pudiésemos tener lo pondríamos en común y formaríamos con ello una hacienda familiar, de tal modo que en virtud
de la amistad no hubiera cosa de éste ni de aquél, sino que de lo
de todos se haría una cosa, y el conjunto sería de cada uno y todas
las cosas de todos.
Seríamos como unos diez hombres los que habíamos de formar tal sociedad, algunos de ellos muy ricos, como Romaniano,
nuestro conmunícipe, a quien algunos cuidados graves de sus
negocios le habían traído al Condado", muy amigo mío desde
niño, y uno de los que más instaban en este asunto, teniendo su
parecer mucha autoridad por ser su capital mucho mayor que el
hac re satagentis humani spiritus, et narrabat mihi non cum fiducia, qua
solebat, cum tu demonstrabas ei, sed contemnens ea. Dicebat enim discernere se nescio quo sapore, quem verbis explicare non poterat, quid interesset ínter revelantem te et animam suam somniantem. Instabatur tamen,
5 et puella petebatur, cuius aetas ferme biennio minus quam nubilis erat, et
quia ea placebat, exspectabatur.
CAPUT
xiv
24. Et multi amici agitaveratnus animo et colloquentes ac detestantes turbulentas humanae vitae molestias paene iam firmaveraimis remotí
10 a turbis otiose vivere, id otium sic moliti, ut, si quid habere possemus,
conferremus in médium unamque rem familiarem conflaremus ex ómnibus, ut per amicitiae sinceritatem non esset aliud huius et aliud illius,
sed quod ex cunctis fieret unum, et universum singulorum esset et omnia
omnium, cum videremur nobis esse posse decem ferme homines in eadem
15 societate essentque inter nos praedivites, Romanianus maxihie communiceps
noster, quem tune graves aestus negotiorum suorum ad Comitatum attraxerant, ab ineunte aetare mihi familiarissimus. Qui máxime instabat huic
rei et magnam in suadendo habébat auctoritatem, quod ampia res eius mul2 solet CDMOSV.
16 negotiosonim S.
comitatu S.
VI, 15, 25
257
Confesiones
50
de los demás . Y habíamos convenido en que todos los años
se nombrarían dos que, como magistrados, nos procurasen todo
lo necesario, estando los demás quietos. Pero cuando se empezó
a discutir si vendrían en ello o no las mujeres que algunos tenían
ya y otros las queríamos tener, todo aquel proyecto tan bien formado se desvaneció entre las manos, se hizo pedazos y fue
desechado.
De aquí vuelta otra vez a nuestros suspiros y gemidos y a caminar por las anchas y trilladas sendas del siglo, porque había
en nuestro corazón muchos pensamientos, mas tu consejo permanece eternamente. Y por este consejo te reías tú de los nuestros
y preparabas el cumplimiento de los tuyos, a fin de darnos el alimento qué' necesitábamos en el tiempo oportuno y, abriendo la
mano, llenarnos de bendición.
CAPITULO
XV
25. Entre tanto multiplicábanse mis pecados, y, arrancada
de mi lado, como un impedimento para el matrimonio, aquella con
quien yo solía partir mi lecho, mi corazón, sajado por aquella
parte que le estaba pegado, me había quedado llagado y manaba
sangre. Ella, en cambio, vuelta al África, te hizo voto, Señor, de
no conocer otro varón, dejando en mi compañía al hijo natural
que yo había tenido con ella 57.
Mas yo, desgraciado, incapaz de imitar a esta mujer, y no
pudíendo sufrir la dilación de dos años que habían de pasar hasta
recibir por esposa a la que había pedido—porque no era yo amantum ceteris anteibat. Et placuerant nobis, ut bini annui tamquam magistratus omnia necessaria curarent ceteris quietis. Sed posteaquam coepit cogitan, utrum hoc mulierculae sinerent, quas et alii nostrum iam habebant
et nos habere volebamus, totum illud placitum, quod bene formabamus,
5 dissiluit in manibus atque confractum et abiectum est. Inde ad suspiria et
gemitus et gressus ad sequendas latas et tritas vias saeculi", quoniam
multae cogitationes erant in corde nostro, consilium autem tuum manet in
aeternum ". Ex quo consilio deridebas nostra et tua praeparabas, nobis
daturus escam in opportunilaie et aperturus manum atque impleturus ani10 mas nostras «benedictione» " .
CAP UT
xv
25. Interea mea peccata multiplicabantur, et av'ulsa a latere meo tamquam impedimento coniugii cum qua cubare solitus eram, cor, ubi adhaerebat, concisum et vulneratum mihi erat et trahebat sanguinem. Et illa in
15 Aíricam redierat vovens tibi alium se virum nescituram relicto apud me
naturali ex illa filio meo. At ego infelix nec feminae imitator, dilationis
impatiens, tamquam post biennium accepturus eam quam patebam, quia non
16
Mt 7,1}.
S.Ag.
2
" Prov 19,21.
9
258
Confesiones
VI, 16, 26
te del m a t r i m o n i o , sino esclavo de la sensualidad—, m e procuré
otra mujer, n o ciertamente en calidad d e esposa, sino p a r a sustentar y conducir íntegra o aumentada la enfermedad d e m i alma
bajo la g u a r d a d e mi i n i n t e r r u m p i d a costumbre al estado del
matrimonio " .
P e r o n o p o r eso sanaba aquella herida m í a q u e se había hecho
al arrancarme de la primera mujer, sino q u e después de u n ardor
y dolor agudísimos comenzaba a corromperse, d o l i e n d o t a n t o más
desesperadamente cuanto más se iba e n f r i a n d o 5°
C A P I T U L O
XVI
26. A ti sea la alabanza, a ti la gloria, ¡oh fuente de las m i sericordias ! Y o m e hacía cada vez más miserable y tú te acercabas
m á s á m í . Y a estaba presente tu diestra p a r a arrancarme del
cieno d e m i s vicios y lavarme, y yo n o l o sabía. Mas n a d a había
que m e apartase del p r o f u n d o abismo de los deleites carnales
como el m i e d o de la m u e r t e y tu juicio futuro, q u e jamás se apartó de m i p e c h o a través d e las varias opiniones q u e seguí"°.
Y discutía con mis amigos A l i p i o y N e b r i d i o sobre el s u m o
bien y el sumo retal; y fácilmente hubiera dado en mi corazón
la palma a Epicuro de n o estar convencido d e q u e después de
la m u e r t e del cuerpo resta la vida del alma y la sanción d e las
acciones, cosa que n o quiso creer Bpicuro 6l . Y preguntábales y o :
«Si fuésemos inmortales y viviésemos en p e r p e t u o deleite del
cuerpo, sin temor alguno de perderlo, qué, ¿no seríamos felices?
¿O q u é m á s p o d r í a m o s d e s e a r ? » 0 2 Y n o sabía yo q u e esto era
amator coniugii, sed libidinis servus eram, procuravi aliam, non utique
coniugem, quo tamquam sustentaretur et perduceretur vel integer vel auctior morbus animae meae satellitio perdurantis consuetudinis in regnum
uxorium. Nec sanabatur vulnus illud meum, quod prioris praecisione fac5 tum erat, sed post fervorem doloremque acerrimum putrescebat et quasi
frigidius, sed desperatius dolebat.
C A pu T xvi
26. Tibí laus, tibi gloria, fons misericordiarum! Ego fiebam miserior
et tu propinquior. Aderat iam iamque dextera tua raptura me de caeno
10 et ablutura, et ignoraban). Nec me revocabat a profundiore voluptatum
carnalium gurgite nisi metus mortis et futuri iudicii tui, qui per varias
quidem opiniones, numquam tamen recessit de pectore meo. Et disputabam
cura amicis meis Alypio et Nebridio de finibus bonorum et malorum,
Epicurum accepturum fuisse palmam in animo meo, nisi ego credidissem
15 post mortem restare animae vitam et tractus meritorum, quod Epicurus
creciere noluit. Et quaerebam, «si essemus immortales et in perpetua corporis voluptate sine ullo amissionis rerrore viveremus, cur non essemus
beati aut quid aliud quaereremus», nesciens id ipsum ad magnam mito
ablatura OlS
(confus. Interne a cum u símil)
VI, n o t a s
Confesiones
259
u n a g r a n miseria, puesto que, t a n h u n d i d o y ciego como estaba,
n o p o d í a pensar en la luz de la virtud y de la hermosura, q u e p o r
sí m i s m a debe ser abrazada, y que n o se ve con los ojos de la
carne, sino con los del alma. N i consideraba yo, miserable, de qué
fuente m e venía el que, siendo estas cosas feas, sintiese yo g r a n
dulzura en tratarlas con los amigos, y q u e , según el m o d o de
pensar d e entonces, n o p o d í a ser bienaventurado sin ellas, por más
g r a n d e q u e fuese la abundancia de deleites carnales. P o r q u e amaba
yo a mis amigos desinteresadamente y sentíame a la vez a m a d o
desinteresadamente de ellos.
¡ O h caminos tortuosos! ¡Mal haya al alma audaz q u e esperó,
a p a r t á n d o s e de ti, hallar algo m e j o r ! Vueltas y más vueltas, de
espaldas, de lado y boca abajo, t o d o lo halla d u r o , p o r q u e sólo tú
eres su descanso. M a s l u e g o t e haces presente, y nos libras d e
nuestros miserables errores, y nos pones en tu camino, y nos
consuelas, y dices: «Corred, yo os llevaré y os conduciré, y todavía
allí yo os llevaré.»
seriam pertinere, quod ita demersus et caecus cogitare non possem lumen
honestatis et gratis amplectendae pulchritudinis, quam non videt oculus
carnis, et videtur ex intimo. Nec considerabam miser, ex qua vena mihi
manaret, quod ista ipsa foeda tamen cum amicis dulciter conferebam nec
5 esse sine amicis poteram beatus etiam secundum sensum, quem tune habebam quantalibet affluentia carnalium voluptatum. Quos utique amicos
gratis diligebam vicissimque ab eis me diligi gratis sentiebam. O tortuosas vias! Vae animae meae audaci, quae speravit, si a te recessisset,
se aliquid melius habituram! Versa et reversa in tergum et in latera et
10 in ventrem, et dura sunt omnia, et tu solus requies. Et ecce ades et liberas
a miserabilibus erroribus et constitues nos in via tua et consolaris et
dicis: «Currite, ego feram et ego perducam et ibi ego feram.»
NOTAS
AL
LIBRO
1
VI
«Estando ya en Italia—y, por lo que indica más adelante, en Milán—entré en cuentas conmigo y deliberé grandemente no sobre si debía
permanecer en aquella secta (el maniqueísmo), en la cual sentía haber
caído, sino para ver de qué manera debía hallar la verdad, por la cual
tú sabes mejor que nadie cuáles eran mis suspiros. Muchas veces me
parecía que no podía ser hallada, y las grandes olas de mis pensamientos
me llevaban a dar con los académicos» (De útil, credendi VIII 20).
' Esto debió de ser en la primavera de 384.
3
Alusión a la viuda de Naím (Le 7,12).
* Nada de extraño que Santa Mónica sintiera esta veneración por el
santo Obispo de Milán. Mónica le adoptó por padre espiritual, y a él
recurría en todas sus dudas; en muchas de ellas, por medio de Agustín,
para que éste tuviera ocasión de hablar con él. (Cf. Epístola 54 ad loan.
6 quantalibet SV, in quantalibet cet. et edds.
8 meae S, om. cet. et edds.
11 constitues BF (?) PSV1, constituís cet. et edd.
260
Confesiones
VI, n o t a s
2,3). También Ambrosio le correspondía con afecto paternal, admirando
en ella su fe y su caridad ardentísima, prorrumpiendo en alabanzas suyas
siempre que encontraba a Agustín, como dice éste más adelante. También Agustín supo corresponder al bien que le hizo con su predicación,
tributándole en sus obras elogios magníficos, hasta hacerle principal fautor de su conversión. (Cf. Epist. 147 n.52). En Contra Iulianum I 3,10,
llega a darle el título hermoso y reverencial de padre: Quem veneror ut
palrem. En realidad tenía .por qué estarle agradecido. Ambrosio pudo
tal vez hacer más por él, interesarse más por su conciencia, disipar más
directa y eficazmente sus dudas; pero le hizo mucho bien no sólo deshaciéndole sus prejuicios inveterados, no sólo con su ejemplo, sino también
elevando su espiritualidad y tal vez orientándole hacia los platónicos, a
cuya lectura se dio en este tiempo, y de los que se mostraba entusiasta decidido: Plato ipse—decía—princeps pbilosophorum (De Abraham I 1-2).
5
San Agustín fue uno de los que más trabajaron por desterrar del
África esta fea costumbre, arraigada en esta región más que en ninguna
otra del mundo. Los trabajos y luchas del Santo para conseguir su objeto,
que lo consiguió plenamente, se hallan relatados por él mismo en una
carta a su amigo Alipio (Epist. 29), en la que le anima a él a hacer
lo mismo en su ciudad, Tagaste. Son interesantes para el estudio de esta
cuestión la Epist. 22 al obispo de Cartago Aurelio, en la que aboga por
un concilio, único que podría cortar un mal tan extendido y arraigado.
En el concilio de Hipona del 393 se redactó un canon al efecto, que
luego fue introducido en el tercero de Cartago. Vid. Serm. 361,6; De
civ. Dei VIII 27; Contra Faustum X X 21.
6
Las Parentales eran fiestas paganas que se celebran del 13 al 21
de febrero, y de las cuales habla Ovidio en sus Fastos II 533ss. Estaban
consagradas especialmente a los dioses de los padres: di parentum, y a
aplacar las almas de los antepasados, según aquellos versos del poeta
elegiaco: «Est honor et tumulis animas placare paternas paruaque in
exstructas muñera ferré pyras» (Fastos 533-534).
7
Esta sospecha indica hasta qué punto dominaba la sobredicha práctica a almas aun tan religiosas y santas como la de Monica. No cabe
dudar que el motivo de la resignación humilde y silenciosa de ésta fue
la obediencia; pero también debió influir en su ánimo no querer ofender
al Obispo, a quien quería interesar en favor de su hijo. El Santo apunta
esta idea claramente, y no hay por qué dudar de sus palabras. Respecto
del motivo del amor de Ambrosio a ella, también lo indica suficientemente, debiendo ser el fervor de ésta extraordinario para merecer la veneración y respeto de un Santo.
* Esto es, cosa dura. San Agustín, dotado de un temperamento erótico,
como puede colegirse de todo el relato de las Confesiones, juzgaba la vida
imposible sin el amor y las caricias de la mujer: «Putabam enim me miserum fore nimis, si feminae privarer amplexibus» (Conf. VI 11,20).
3
Tu pan, esto es, tu santa Escritura, alimento del alma, como la llama
frecuentemente el Santo.
10
El texto: negotiorum hotninum, no negotiosorum hominum, como
escriben todos los editores y traductores, a excepción de Llovera, quien,
sin embargo, traduce diversamente: caterves de negocis a"bornes. Creemos que la traducción que damos en el texto responde mejor a la mente
del Santo y al genio de la lengua latina.
" Era entonces el obispo juez y arbitro, a quien acudían todos los
feligreses con sus pendencias, piques y negocios, ocupándole a veces de
la mañana a la noche. Véase sobre esto lo que San Posidio dice del
mismo Agustín Obispo en la Vita XIX y X X .
VI, notas
Confesiones
261
12
Era costumbre en los primeros siglos leer en voz alta, para acostumbrar el oído a la armonía del lenguaje y la vista a la lectura, entonces algo más difícil de practicar por la falta de signos y división de
palabras. También por la escasez de códices solía hacerse en común.
Véase sobre esto a S. H. BUTCHER, Harvard Lectures p.229-230.
13
Esta actitud de San Ambrosio parece ser intencionada, rehuyendo
premeditadamente todo encuentro y disputa con Agustín, prestándole
atención en momentos de prisas, cuando no podía darle más que cortas
respuestas. Es muy extraño que por muy absorto que estuviese en la
lectura no se diera cuenta que tenía a uno delante. Recuérdese la actitud
del obispo que consultó en Tagaste, y que le dio aquella célebre respuesta: «No es posible que se pierda el hijo de tantas lágrimas», y se
tendrá tal vez la clave de esta actitud de Ambrosio. Querer atribuirlo
a cierta altivez señorial, como cree Papini, es ir demasiado allá, pues
en más de una ocasión dio muestras de ser humilde. Ahora que el Obispo
de Milán no sintió, ni antes ni después de su conversión, simpatía ni predilección por este su hijo espiritual, no puede dudarse. Es casi seguro
que no pasó por su mente que aquel joven africano pudiera ser después
la lumbrera y gloria más grande del cristianismo después de los apóstoles. Agustín, en cambio, sintió por él verdadera veneración y respeto
filial. Estando en Cassiciaco se lamenta de no haber podido franquearle
su corazón: «Duéleme sobremanera—dice en los Soliloquios II 14—-el no
poderle manifestar cómo deseo mi amor hacia él y a la verdad, para
que tuviese compasión de nosotros y de la sed que nos devora.» P. Guilloux, en Alma de San Agustín, y Labriolle después, en las Confesiones,
creen que alude a este hecho San Agustín en la q.76 dé las 83. No creemos en ello; pudiera, sin embargo, ser una explicación de por qué no
hubo verdadera amistad entre ambos santos. Véase más adelante cuánto
más efusiva es la relación de su entrevista con Simpliciano, a quien dedicó una de sus obras.
11
En el siglo vi, en el imperio de Valentiniano I y en el pontificado
del Papa San Dámaso, apareció la herejía de los antropomorfitas, fundados por un tal Audax, sirio de nación. ¿No pudieron ser éstos y la
doctrina de éstos la que los maniqueos atribuían a la Iglesia católica?
La coincidencia parece sugerirlo. Lo extraño es que los maniqueos, que
tanto horror hacían del antropomorfismo, en el fondo tenían un concepto
de Dios tan grosero y material y aún más que estos herejes. El Santo,
al comparar en la obra Contra Epistulam quam vocant Fundamenti las
dos doctrinas, les advierte ser más perfecto y menos impío el antropomorfismo que el maniqueismo (o.c, c.23-25).
13
Tu Católica. En San Agustín es frecuentísimo el llamar así a la
Iglesia, la única católica, la católica por excelencia. De cien veces que
use esta palabra, noventa y cinco van sin aditamento alguno, simplemente
con el artículo sobrentendido: la Católica, expresión enérgica y de un
contenido teológico más rico que si fuera acompañada de alguna Otra
palabra: v. gr., iglesia, madre, religión, etc.
16
Véase I 17.
17
Alusión a los patriarcas, profetas y santos de la Antigua Alianza.
18
Respecto de la influencia de San Ambrosio en Agustín, y muy
particularmente de los puntos aquí señalados por éste, nos remitimos a
nuestro estudio particular Antecedentes... Influencias ambrosianas en San
Agustín: La ciudad de Dios, septiembre 1941.
El texto: tenebam cor meum ab omni adsensione timens praecipitium et suspendió magis necabar; palabras de una energía intraducibie.
262
Confesiones
VI, n o t a s
"° Una limitación a su escepticismo, que debe tenerse en cuenta para
enjuiciar éste.
21
El Eclesiástico 19,4: el que cree pronto es leve de corazón. El
sentido, pues, de la frase es que ejercita las inteligencias aun de aquellos
que no creen si no es después de graves razones o motivos.
22
Cf. Epist. 137,5,18, donde reproduce amplificado este pensamiento
y en términos que no dejan lugar a dudas.
S3
Esto prueba que el a juntamiento con la madre de Adeodato no
era, ni aun en el pensamiento de Agustín, un contrato matrimonial ni
cosa que se le pareciera, sino un simple concubinato. Cf. IV 2.
24
Ocurría esto el 1 de enero de 385. El.Santo habla en Contra litter.
Petil., III 30, del panegírico de Bautón. Probablemente se trata de dos
panegíricos; es decir, del panegírico anual del emperador a presencia de
la corte y de la ciudad y el de Bautón. Esta clase de panegíricos debían
ser oficiales y con gran pompa y aparato. Agustín se sentía orgulloso
de ser el elegido y de poder dar una prueba solemne de su capacidad e
ingenio. Respecto de la tradición de estos panegíricos hay que reconocer
que debía de ser muy antigua. La Historia nos ha conservado, entre
otros, el de Plinio el Joven en honor de Trajano.
25
Agustín debía mentir mucho. Valentiniano, todavía niño, no había
hecho nada digno de alabanza. Bautón tampoco se prestaba a ella por
su carácter belicoso y su condición de extranjero. Mucho menos la merecía la emperatriz Justina, mujer dominadora y antipática. Agustín debía
cantar las glorias de todos ellos, siquiera fuera mintiendo, y mintiendo
mucho. Los circunstantes estaban en ello y de que todo lo que se haría
era una pura comedia; pero era necesario representarla, y quienes mejor
la representaban eran más aplaudidos y, sobre todo, más favorecidos de
¡la corte. Agustín, que estaba hambriento de honores y dinero—inhiabam
honoribus, lucris, etc.—, aceptó este papel, que repugnaba a sus sentimientos de rectitud y sinceridad, como un medio, para sus fines.
26
Esta profunda meditación filosófica envuelve tal análisis del corazón
humano y tal riqueza de colorido y fuerza emotiva, que difícilmente se
hallará una página semejante en toda la filosofía y literatura de los griegos.
27
Durante su estancia en Milán, y bien pronto de llegar, Agustín
trabó amistad íntima con numerosos personajes de la alta sociedad milanesa. Eran éstos, entre otros: Manlio o Mallio Teodoro, a quien dedicó
el Santo su opúsculo De beata vita y al que tributó elogios que más tarde
juzgó excesivos. (Of. Retract. 1,2). Fue cónsul y autor de varias obras
filosóficas de carácter moral. Todavía se conserva un libro titulado De
metris, ed. en 1854 por Teubner, Grammatici latini VI; Verecundo Gramático, del que hablaremos más adelante; Herminio, gran orador y astrónomo; Hermogeniano, filósofo, y Zenobio, gran poeta. A más de éstos
se le habían juntado sus antiguos amigos y discípulos de África, así como
su hermano Navigio.
28
Alipio, el «hermano del corazón» de Agustín, nació después de 354,
/puesto que el Santo dice que era un poco más joven que él—minor
natu—, y al cual tuvo de discípulo en Tagaste. El año 394 fue elegido
obispo de su ciudad natal. En el 416 firmó la famosa carta que dirigió
el concilio Milevítano al papa Inocencio I, contra los pelagianos. Eue
uno de los obispos nombrados con Agustín para discutir con los doctores
donatistas en la conferencia de Cartago del 411, como lo fue después
en Cesárea de Mauritania con otros cinco, ante los cuales redujo Agustín en 418 a silencio a Emérito, defensor y delegado de los donatistas.
Alipio es uno de los interlocutores del Contra acad. y De ordine. Por
lo que dice en De beata vita, era pequeñito. Entre las. obras de Agustín
VI, n o t a s
Confesiones
263
figuran varias epístolas de él a éste, y viceversa. Juliano se burla de
él—no sabemos por qué—, llamándole «criado de los pecados de Agustín». San Paulino de Ñola, que había solicitado la vida de Alipio de
él mismo, ante la negativa de éste, escribió a Agustín haciéndole la misma súplica. El Santo promete cumplir sus deseos; pero como tres años
más tarde aparecen las Confesiones, y no hay rastro alguno de que hiciera
aparte dicha biografía, creemos que la incluyó en este lugar, pues este
relato tiene todos los visos de una inserción adiáfora. (Cf. Epist. 27 y 28
y 126, 176, 177: Contra luí. op. imperf. 1,39-) Es santo, y su fiesta se
celebra el 18 de agosto.
20
Tres géneros de juegos públicos tenían los romanos, comprendidos
en el nombre común de espectáculos: los del circo, los del anfiteatro y
los del teatro. Los primeros, llamados del lugar, circenses, eran los que
se verificaban luchando unos hombres con otros, bien por medio de
animales: carreras de caballos, carros, etc.; bien directamente entre sí,
como los gladiadores, los condenados a muerte, etc. Los del anfiteat#>
eran luchas de hombres con fieras, algo parecido a nuestros toros, si
bien con toda clase de fieras: leones, tigres, panteras, etc. Los del teatro
los ejecutaban los histriones, remedando las acciones nefandas de los
dioses. No es fácil explicar la furia y ardor que despertaban los dos
primeros, y sobre todo, los circenses, en las turbas salvajes, y ávidas de
sangre, del pueblo romano. Agustín, alma delicada y sobre todo maniqueo convencido y práctico, odiaba con toda su alma aquellos dos por
las muertes que siempre había en ellos, al par que se daba de lleno a
éstos, como vimos anteriormente (III 11,2).
30
«Dos son principalmente—dice el Santo—los atractivos de los maniqueos con que cogen a los incautos: uno, cuando reprenden las Escrituras, así los que entienden mal como los que quieren entender mal;
otro, llevando una vida en apariencia casta y continente» (De mor. manich.
I 1,2). Como muestra de esta ostentación hipócrita de virtud es digna
de conocerse la que hace Fausto en su obra Contra la fe católica, reproducida por el Santo en su obra contra él. Dice as!: «Ves en mí aquellas
bienaventuranzas que componen el Evangelio, ¿y me preguntas si lo
acepto? Me ves pobre, me ves manso, me ves pacífico, limpio de corazón, llorando, padeciendo hambre y sed, soportando persecuciones y
odios por causa de la justicia, ¿y dudas si acepto el Evangelio? He dejado todas las cosas, padre, madre, mujer, hijos, el oro, la plata, el comer
y el beber, los placeres y deleites: ten esto por respuesta suficiente a
tus preguntas y piensa que serás bienaventurado si no te escandalizas en
mí» (Contra Faustum V l ) . Esta profesión, que semeja mucho a la del
fariseo del Evangelio, estaba muy lejos de corresponder a la verdad.
A continuación le descubre toda su vida el Santo, en todo contraria a sus
palabras. (Cf. o.c, V 5-7.)
31
Era este espectáculo originario de Etruria, y por él sentían gran
afición los romanos. Siempre había en él derramamiento de sangre humana y muerte del vencido si el público no le indultaba. Llegó a dividirse Roma en dos bandos, apasionándose unos a favor de los reciarios
o tracios y otros por los mirmilones, participando de estas divisiones
hasta la nobleza y los emperadores, como se refiere de Calígula y de
Tito, que se declararon en favor de los tracios o reciarios, y de Domiciano, que era apasionado de los mirmilones. Estos espectáculos eran
mirados con horror por las almas nobles del paganismo. Los cristianos
tenían prohibida su asistencia. Teodorico fue quien las prohibió y desterró, influyendo por mucho la muerte del monje Almaquio o Telémaco.
32
El texto: pervium essel; algunos manuscritos con Labriolle: per
264
Confesiones
VI, n o t a s
viam; los Maurinos: perv'tus esset. Ciertamente la lección verdadera es
la primera, debiendo tomarse en sentido adverbial equivalente a obviam,
33
El texto: trahitis et ibi constituitis. El Sessoriano, y con él Knóll
y Llovera, suprimen las palabras et ibi constituitis; pero el contexto las
exige, y no hay por qué hacer caso de un códice tan corruptísimo como
es el citado, que a cada paso omite .palabras y frases.
" Esto es, las puertas de los ojos.
^ En tiempo del Santo la dignidad episcopal llevaba inherente el
cargo de juez en las cuestiones contenciosas, nunca en las criminales.
San Agustín se quejaba frecuentemente al pueblo de que no le dejasen
en paz con sus pleitos. Una ley de Constantino del 333 reconoce validez
a las sentencias episcopales, Jey reconocida y ampliada por los emperadores siguientes. (Cf. Coi. Theodos. y lustin.)
3e
Ante el local del tribunal.
37
Las tabletas enceradas y el estilo o punzón para escribir en ellas.
38
Para todos los sucesos de Cartago, véase la obra de A. AUDOLLENT
Carthage Romaine (París 1901).
39
Alipio era de familia rica, de primoribus civitatis, que dice el Santo, y pariente del opulento Romaniano. No necesitaba, pues, ni del foro
ni de la cátedra para vivir.
40
Los magistrados romanos comúnmente eran ignorantes de las leyes
civiles, razón por la cual se les proveía de asesores que les dijesen lo
que tenían que hacer. No siempre había quien se prestase a este oficio
oscuro y poco lucrativo. Por eso más adelante se dice del que asesoraba
Alipio que no quería contrariarle por no verse privado de él, lo que
arguye dificultad de encontrar otros.
41
Esto es, al precio o según la tarifa de los trabajos hechos para el
Estado. Esto debe entenderse de los copistas o escribanos que tenía el
Estado, y de los cuales podía, al mismo precio que les remuneraba éste,
ocuparlos Alipio en copiarle códices. Así Pusey, Gibb-Montgomery, Ramorino y Llovera, acertadamente. Labriolle sigue el sentido vulgar. J. Martín, «con los fondos destinados a sacar copias», traducción tal vez preferible aún.
42
Nebridio, el amigo dulcísimo de Agustín, de quien vuelve a hablar
detenidamente en el libro IX, vivió en íntima amistad y concordia con
Agustín, a quien siguió y acompañó en su peregrinación por Italia. Al
volver de aquí al África no se hizo monje con Agustín, sino que se
dedicó a convertir a su familia, lo que logró en poco tiempo, viviendo
él en castidad perfecta. Hay una serie de cartas entre él y Agustín
del 389, cesando la correspondencia en este año, por lo que puede suponerse su muerte en 390. Los elogios que el Santo tributa a su ingenio
están plenamente justificados, a juzgar por las epístolas que nos han
llegado, no todas las que escribió, como puede colegirse de algunas frases
de las existentes, v. gr.: Epist. 4,11,12 y 14. En la Epist. 98,8, a Bonifacio, obispo, repite el Santo el elogio aquí señalado, llamándole: Acérrimo y diligentísimo investigador de las cosas oscuras que pertenecen
principalísimamente a la doctrina de la piedad. Por lo que queda de él
se ve que era aficionado a las cuestiones de psicología experimental y
vida interior.
43
Esta y no otra era la causa de no acabar con sus antiguos restos
de maniqueísmo, desesperándose más y más de no hallar nada cierto.
41
Sobre la lectura del Hortensia, cf. III 7 y VIII 17. Véase también
el largo testimonio sobre esto mismo del De beata vita 1,4, que recapitula
su proceso evolucional hasta la conversión.
45
Este monólogo del Santo, admirable por su profundidad y viveza,
constituye una de las formas literarias más frecuentes y bellas en que
VI, n o t a s
Confesiones
265
el gran Doctor cristaliza sus meditaciones. En sus sermones al pueblo,
en sus epístolas, en sus tratados doctrinales, utiliza San Agustín el monólogo en forma tan sugestiva y patética. Más adelante volverá a usarlo
en la misma contienda de su alma contra las pasiones momentos antes
de su conversión, para transformarse luego en un monólogo con Dios.
46
La palabra empleada por el Santo praesidatum no tiene un valor
fijo. Unos, los más, la interpretan de la presidencia de un tribunal; pero
esto nos parece extraño y no propio de un profesor de retórica, que casi
nunca eran llamados para estos cargos. Otros lo interpretan de una presidencia de provincia, lo que tampoco parece probable. Tal vez se trate
de una (prefectura, cargo que solía conferirse a este género de letrados.
Al presente creo que el significado propio que le da el Santo es el de una
dirección, en todo el sentido vago que tiene también esta palabra hoy.
47
El amor de la mujer fue una de las cosas que más profundamente
se apoderó del corazón de Agustín. En las Confesiones, a cada paso;
en De útil, credendi 3; en Dé1 beata vita I 4, y en los Soliloquios 117, etc.,
confiesa el Santo esta debilidad de su carne, reveladora de lo humano de
su sentimiento. La gracia, sin embargo, transformó de tal modo su ser,
que en el libro X de las Confesiones llega a hacer escrúpulo y pide a
Dios que le libre hasta de los sueños impuros involuntarios. De su admirable prudencia y recato con mujeres da testimonio elocuente su biógrafo
Posidio en la Vida XXVI. Ya a raíz de su conversión vese su cambio
de pensar en De beata vida l.c, y Soliloquios l.c.
48
Salmo 54,23: Iacta super dominum curam tuam.
40
No sabemos a quiénes pueda referirse el Santo en este lugar.
s
° Esta confesión del Santo revela cómo la pasión llega a bastardear
hasta los más nobles sentimientos humanos.
51
Esta fue una de las causas que principalmente motivaron la separación de Agustín de la madre de Adeodato. Es muy probable que a
ello contribuyeran las súplicas de sus amigos y discípulos, quienes no
hubieran sufrido en su maestro un matrimonio tan desventajoso y deslucido. Las primeras frases del párrafo parecen sugerirlo. Es extraño, sin
embargo, que Agustín se aviniese a ello, arrojando de su lado a la que
había constituido durante más de quince años su mayor delicia. La única
razón de todo hay que buscarla en el plan divino, que le tenía predestinado para ser su Doctor y Obispo. Esto no quiere decir que las miras
de aquéllos, incluso las de su madre, fuesen enteramente espirituales y
laudables, aunque sí disculpables.
52
Esto parece un indicio de que sus súplicas estaban mezcladas con
miras tal vez terrenas, que Dios no quería atender, aunque sí consentir,
para bien de Agustín y de su Iglesia.
53
La edad nubil entre los romanos para las mujeres era de doce años;
tenía, pues, diez la joven prometida. Llovera cree que no debe entenderse
esto de la edad nubil legal. Nada hay, sin embargo, que sugiera esta
creencia, si no es el parecer demasiado joven para Agustín, de treinta y
dos años ya.
54
Este proyecto de monaquismo laico revela la tendencia de estos
espíritus a la soledad y retiro del claustro, lo que harán no mucho después en las cercanías de Tagaste, si no todos los aquí reunidos, sí la
mayor y mejor parte.
55
Al Condado, esto es, al tribunal del Comes o Conde, tribunal supremo del Imperio, del cual era asesor Alipio, como queda dicho.
36
Romaniano sufrió durante este tiempo un revés de fortuna que estuvo a punto de reducirle a la miseria. En Contra acad., tanto en el primer
prólogo como en el segundo, habla el Santo del hombre que se atrevió
con el poderoso y bien querido Romaniano, poniendo en peligro su cuan-
266
Confesiones
VI, n o t a s
tiosa fortuna. Parece ser que este asunto fue el que le trajo a Milán y
el que le hizo cambiar de vida. La generosa protección que en ésta como
en otras ocasiones prestó a Agustín y los suyos fue admirablemente compensada con los elogios y atenciones que le prodigó éste, que han hecho
su nombre inmortal; elogios, a nuestro modo de ver, exagerados, sobre
todo si se los compara con los que dedica a su padre, que hizo infinitamente más por él.
51
Nada más sabemos de esta mujer. Agustín ha querido ocultarnos
su nombre, dejándola en el misterio. Dado el amor que Agustín le profesaba, no debió de ser ni en sus dotes físicas ni en sus cualidades intelectuales y morales una de tantas mujeres. El último rasgo de su vida,
al verse despedida del hombre que da había hecho madre y con el que
había compartido penas y alegrías durante quince años, es verdaderamente heroico y digno de un alma grande y nobilísima. Agustín tiene
razón en reconocerla en este momento muy superior a él. En cuanto a
las razones que pudo haber para una separación semejante, Agustín nada
nos dice. «Las verdaderas responsabilidades—dice Papini—de este duro
proceder serán siempre para nosotros un enigma» (o.c, p.123). Nuestro sentido moderno se rebela contra tan cruel medida, y preciso es
confesar que si los móviles fueron terrenos, semejante conducta no merece más que reprobación. Pero Agustín no se acusa de pecado en ello,
y a su relato debemos atenernos. Por otra parte, Mónica, aunque madre,
y tan madre como cualquiera, rayaba en la santidad y no hubiera pasado
por ello de no mediar razones .poderosísimas. Agustín tampoco la acusa
en esto de interesada. Petiliano y Juliano nada dicen sobre esto. La verdadera razón hay que buscarla en la providencia divina, que tenía dispuesto de él que fuera obispo de su Iglesia, y había que despojarle de
este impedimento.
58
El texto: in regnum uxorium, al reino de la esposa.
59
El texto: quasi frigidius sed desperatius dolebat. La imagen o comparación que usa el Santo no puede ser más expresiva y verdadera. Compara el santo Doctor el dolor que le causaba, su herida al que suelen
causar las del cuerpo: que cuando éste se halla dominado del ardor—por
ejemplo, en una lucha—apenas se siente, pero cuando empieza uno a
quedarse frío es cuando empieza a doler y ponerse irritadas.
60
Este temor saludable de la muerte sirvió a Agustín de freno a la
vez que de estímulo; de freno, para no ir más allá de sus desarreglos,
como aquí dice; de estímulo, para buscar la verdad y no entregarse por
mucho tiempo a la desesperación. (Cf. el párrafo 19 y IV 2 y VII 7.)
" Filósofo del siglo IV (341-207) antes de Cristo, que abrió escuela
pública en Atenas en 360, enseñaba que la felicidad estaba en el placer
o, más bien, en la ausencia del dolor (indolencia) y apaciguamiento de
todos los deseos, causa de nuestros sufrimientos, que producen en el alma
cierto estado de quietud apática (ataraxia). El sabio debe satisfacer los
deleites serenos y cohibir los violentos para que no se transformen en fuente de dolor. Toda la filosofía de Epicuro no tiene más fin que librar al
alma del terror que en ella causan la muerte y las creencias utramundanas
acerca de Dios y de los destinos de aquélla. San Agustín conoce a Epicuro
a través de Cicerón, que interpreta su doctrina en el sentido mis desfavorable y materialista, y tal vez el verdadero. (Cf. Enarrat, in Ps. 73,25.)
La deducción de Agustín era lógica; el escepticismo desemboca siempre
en el hedonismo, sea cual fuere el proceso que siga.
02
Este párrafo está tomado casi literalmente del tratado de Cicerón
De finibus bonorum et malorum I 12,40. Véase todo el libro I, consagrado
a Epicuro, y en cuyas páginas bebió el Santo esta simpatía fugaz por el
filósofo del placer.
LIBRO
SÉPTIMO
CAPITULO
I
1. Ya era muerta mi adolescencia mala y nefanda" y entraba en la juventud, siendo cuanto mayor en edad tanto más torpe
en vanidad, hasta el punto de no poder concebir una sustancia que
no fuera tal cual la que se puede percibir por los ojos 2.
Cierto que no te concebía, Dios mío, en figura de cuerpo humano desde que comencé a entender algo de la sabiduría; de esto
huí siempre y me alegraba de hallarlo así en la fe de nuestra
Madre espiritual, tu Católica; pero no se me ocurría pensar otra
cosa de ti 3 . Y aunque hombre ¡y tal hombre!, esforzábame por
concebirte como el sumo, y el único, y verdadero Dios; y con
toda mi alma te creía incorruptible, inviolable e inconmutable, porque sin saber de dónde ni cómo, veía claramente y tenía por cierto
que lo corruptible es peor que lo que no lo es, y que lo que puede
ser violado-ha de ser pospuesto sin vacilación a lo que no puede
serlo, y que lo que no sufre mutación alguna es mejor que lo que
puede sufrirla.
Clamaba violentamente mi corazón contra todas estas imaginaciones mías y me esforzaba por ahuyentar como con un golpe
de mano aquel enjambre de inmundicia que revoloteaba en torno
a mi mente, y que apenas disperso, en un abrir y cerrar de ojos,
volvía a formarse de nuevo para caer en tropel sobre mi vista
y anublarla, a fin de que si no imaginaba que aquel Ser incorrupCAPUT
I
1. Iam mortua erat adulescentia mea mala et nefanda, et ibam in
iuventutem, quanto aetate maior, tanto vanitate turpior, qui cogitare aliquid substantiae nisi tale non poteram, quale per hos oculos videri solet.
5 Non te cogitabam, Deus, in figura corporis humani, ex quo audire aliquid de sapientia coepi; semper hoc fugi et gaudebam me hoc reperire
in fide spiritalis matris nostrae, catholicae tuae; sed quid te aliud cogitarem
non occurrebat. Et conabar cogitare te homo et talis homo summum et
solum et verum Deum, et te incorruptibilem et inviolabilem et incom10 mutabilem totis meduüis credebam, quia, nesciens unde et quomodo, plañe
tamen videbam et certus eram, id quod corrumpi potest deterius esse quam
id quod non potest, et quod vioiari non potest, incunctanter praeponebam
violabili, et quod nullam patitur mutationem, melius esse quam id quod
mutari potest. Clamabat violenter cor meum adversus omnia phantasmata
15 mea, et hoc uno ictu conabar abigere circumvolantem turbam immunditiae
ab acie mentís meae; et vix dimota in ictu oculi ecce conglobata rursus
6 reperire S, reperisse cet. et eJJs., repperesse F, recepisse F.
268
Confesiones
Vljt, 1, 2
tibie, inviolable e inconmutable, que yo prefería a todo lo corruptible, violable y mudable, tuviera forma de cuerpo humado, me
viera precisado al menos a concebirle como algo corpóreo que se
extiende por los espacios sea infuso en el mundo, sea difuso
fuera del mundo y por el infinito. Porque a cuanto privaba yo
de tales espacios parecíame que era nada, absolutamente nada, ni
aun siquiera el vacío, como cuando se quita un cuerpo de un lugar,
que permanece el lugar vacío de todo cuerpo, sea terrestre, húmedo, aéreo o celeste, pero al fin un lugar vacío, como una nada
extendida.
2. Así, pues, «encrasado mi corazón»", y ni aun siquiera
a mí mismo transparente, creía que cuanto no se extendiese por
determinados espacios, o no se difundiese, o no se juntase, o no
se hinchase, o no tuviese o no pudiese tener algo de esto, era
absolutamente nada. Porque cuales eran las formas por las que
solían andar mis ojos, tales eran las imágenes por las que marchaba mi espíritu. Ni veía que la misma facultad con que formaba yo tales» imágenes no era algo semejante, no obstante que no
pudiera formarlas si no fuera alguna cosa grande s.
Y así, aun a ti, vida de mi vida, te imaginaba como un Ser
grande extendido por los espacios infinitos que penetraba por todas
partes toda la mole del mundo, y fuera de ellas, en todas las direcciones, la inmensidad sin término; de modo que te poseyera
la tierra, te poseyera el cielo y te poseyeran todas las cosas y todas
terminaran en ti, sin terminar tú en ninguna parte". Sino que,
así como el cuerpo del aire—de este aire que está sobre la tieaderat et irruebat in aspectum meum et obnubilabat eum, ut quamvis non
forma humani corporis, corporeum tamen aliquid cogitare cogerer per
spatia locorum sive infusum mundo sive etiam extra mundum per infinita
diffusum, etiam ipsum incorruiptibile et inviolabite et incommutabile, quod
5 corruptibilí et vio'labili et commutabili praeponebam, quoniam quidquid
privabam spatiis talibus, nihil mihi esse videbatur, sed prorsus nihil, ne
inane quidem, tamquam si conpus auferatur loco et maneat locus omni corpore vacuatus et terreno et húmido et aerio et caelesti, sed tamen sit locus inanis tamquam spatiosum nihil.
10
2. Ego itaque incrassatus corde nec mihimet ipsi vel ipse conspicuus,
quidquid non per aliquanta spatia tenderetur vel diffunderetur vel conglobaretur vel tumeret vel tale aliquid caperet aut capere posset, nihil
prorsus esse arbitrabar. Per quales enim formas iré solent oculi mei, per
tales imagines ibat cor meum, nec videbam hanc eandem intentionem, qua
15 illas ipsas imagines formabam, non esse tale aliquid; quae tamen ipsas
non formaret, nisi esset magnum aliquid. Ita etiam te, vita vitae meae,
grandesn per infinita spatia, undique cogitabam penetrare totam mundi
molem, et extra eam quaquaversum per immensa sine termino, ut haberet
te térra, haberet caelum, haberent omnia et illa finirentur in te, tu autem
20 nusquam. Sicut autem luci solis non obsisteret aeris corpus, aeris huius qui
11 vel diffunderetur <nn. S.
20 aeris' »">• GHT edd.
•VII, 2, 3
Confesiones
269
rri—no impide que pase por él la luz del sol, penetrándolo, no
rompiéndolo ni rasgándolo, sino llenándolo totalmente', así creía
y o q u e no solamente el cuerpo del cielo y del aire, y del mar,
sino también el de la tierra, te dejaban paso y te eran penetrables en todas partes, grandes y pequeñas, para recibir tu presencia,
que con secreta inspiración gobierna interior y exteriormente todas
las cosas que has creado 8 . De este modo discurría yo por no
poder pensar otra cosa; mas ello era falso. Porque si fuera de ese
modo, la parte mayor de la tierra tendría mayor parte de ti, y menor la menor. Y de tal modo estarían todas las cosas llenas de ti,
que el cuerpo del elefante ocuparía tanto más de tu Ser que el
cuerpo del paj arillo, cuanto aquél es más grande que éste y ocupa
un lugar mayor; y así, dividido en partículas, estarías presente, a
las partes grandes del mundo, en partes grandes, y pequeñas a las
pequeñas, lo cual no es así. Pero entonces aún no habías iluminado
mis tinieblas.
CAPITULO
II
3. Bastábame, Señor, contra aquellos engañados engañadores y mudos charlatanes—porque no sonaba en su boca tu palabra—, bastábame, ciertamente, el argumento que desde antiguo,
estando aún en Cartago, solía proponer Nebridio, y que todos los
que le oímos entonces quedamos impresionados \
«¿Qué podía hacer contra ti—decía—aquella no sé qué raza
supra terram est, quominus per eum traiceretur penetrans eum non dirumpendo aut concidendo, sed implendo eum totum, sic tibi putabam non
solum caeli et aeris et maris, sed etiam terrae corpus pervium et ex ómnibus maximis minimisque partibus penetrabile ad capiendam praesentiam
5 tuam, oceulta inspiratione intrinsecus et extrinsecus administrante omnia
quae creasti. Ita suspicabar, quia cogitare aliud non poteram; nam falsum erat. Illo enim modo maior pars terrae maiorem tui partem haberet
et minorem minor, atque ita te plena essent omnia, ut amplius tui caperet erephanti corpus quam passeris, quo esset isto grandius grandioremque
10 oceuparet locum, atque ita frustatim partibus mundi magnis magnas, brevibus breves partes tuas praesentes faceres. Non est autem ita. Sed nondum illuminaveras ¡enebras meas '.
C A p U T II
3. Sat erat mihi, Domine, adversus illos deceptos deceptores et lo15 quaces mutos, quoniam non ex eis sonabat verbum tuum, sat erat ergo
illud quod iam diu ab usque Carthagine a Nebridio proponi solebat et
omnes, qui audiebamus, concussi sumus: «quid erat tibi factura nescio qua
1
Ps 17,29.
3 et maris oni. S.
11 est FOSV, es cet. et edd.
17 audiebamus S, audieramus cet. et edds.
270
Confesiones
VII,
3,/i
de tinieblas que los maniqueos suelen oponer como una masa
contraria a ti, si tú no hubieras querido pelear contra ella?»
'
Porque si respondían que te podía dañar en algo, ya eías
violable y corruptible; y si decían que no te podía dañar en nada,
no había razón para que pelearas, y pelearas de tal suerte que ijna
porción tuya y miembro tuyo o engendro de tu misma sustancia
se mezclase con las potestades adversas y naturalezas no creadas
por ti, y quedara corrompida y deteriorada de tal modo que su
felicidad se trocase en miseria y tuviese necesidad de auxilio para
ser libertada y purgada 10. Y que tal era el alma a la que vino
a socorrer tu Verbo: el libre a la esclava, el puro a la contaminada
y el íntegro a la corrompida; mas, al fin, también él corruptible,
por proceder de una y misma sustancia n .
Y así, si decían que tú (seas lo que seas, esto es, tu sustancia,
por lo que eres) eras incorruptible, falsas y execrables eran todas
aquellas cosas; y si decían que eras corruptible, esto mismo era
falso y desde la primera palabra abominable.
Bastábame, pues, esto contra aquéllos para arrojarlos enteramente de mi pecho angustiado, porque, sintiendo y diciendo de ti
tales cosas, no tenían por donde escapar, sin un horrible sacrilegio
de corazón y de lengua.
CAPITULO
III
4. Pero tampoco yo, aun cuando afirmaba y creía firmemente que tú, nuestro Señor y Dios verdadero, creador de nuestras
gens tenebrarum, quam ex adversa mole solent proponere, si tu cum ea
pugnare noluisses». Si enim responderetur aliquid fuisse nocituram, violabilis tu et corruptibilis fores. Si autem nihil ea nocere potuisse diceretur,
nulla afferretur causa pugnandi et ita pugnandi, ut quaedam portio tua et
5 membrum tuum vel proles de ipsa substantia tua misceretur adversis potestatibus et non a te creatis naturis atque in tantum ab eis corrumperetur
et commutaretur in deterius, ut a beatitudine in miseriam verteretur et
egeret auxilio, quo erui purgarique posset, et hanc esse animam cui tuus
sermo servienti liber et contaminatae purus et corruptae integer subveniret,
10 sed et ipse corruptibilis, quia ex una eademque substantia. Itaque si te,
quidquid es, id est substantiam tuam, qua es, incorruiptibilem dicerent,
falsa esse illa omnia et exsecrabilia; si autem corruptibilem, id ipsum iam
falsum et prima voce abominandum. Sat erat ergo istuc adversus eos omní
modo evomendos a pressura pectoris, quia non habebant qua exirent sine
15 horribili sacrilegio cordis et linguae, sentiendo de te ista et loquendo.
CAPUT
i n
4. Sed et ego adhuc, quamvis incontaminabilem et inconvertibilem
et nulla ex parte mutabilem dicerem firmeque sentirem Deum nostrum,
1 proponere S, opponere cet. et edds.
8 egeret S, indigeret cet. et edds.
18 deum1], dominum BFPVZ edds.
TU, 3 , 5
Confesiones
27.1
almas y de nuestros cuerpos, y no sólo de nuestras almas y de
nuestros cuerpos, sino también de todos los seres y cosas, eras
infontaminable, inalterable y bajo ningún concepto mudable, tenía
poV averiguada y explicada la causa del mal. Sin embargo, cualquiera que ella fuese, veía que debía burearse de modo que no
me viera obligado por su causa a creer mudable a Dios inmutable,
no i fuera que llegara a ser yo mismo lo que buscaba 12 .
1
Así, pues, buscaba aquélla, mas estando seguro y cierto de
que no era verdad lo que decían aquéllos [los maniqueos], de
quienes huía con toda el alma, porque los veía buscando el origen
del mal repletos de malicia, a causa de la cual creían antes a tu
sustancia capaz de padecer el mal, que no a la suya capaz de
obrarle 13.
5. Ponía atención en comprender lo que había oído de que
el libre albedrío de la voluntad es la causa del mal que hacemos,
y tu recto juicio, del que padecemos; pero no podía verlo con
claridad "'. Y así, esforzándome por apartar de este 'abismo la
mirada de mi mente, me hundía de nuevo en él, e intentando
salir de él repetidas veces, otras tantas me volvía a hundir.
Porque levantábame hacia tu luz el ver tan claro que tenía
voluntad como que vivía; y así, cuando quería o no quería alguna cosa, estaba certísimo de que era yo y no otro el que quería
o no quería; y ya casi, casi me convencía de que allí estaba la
causa del pecado; y en cuanto a lo que hacía contra voluntad,
veía que más era padecer que obrar, y juzgaba que ello no era
culpa, sino pena, por la cual confesaba ser justamente castigado
por ti, a quien tenía por justo ".
Deum verum, qui fecisti non solum animas nostras, sed etiam corpora,
nec tantum nostras animas et conpora, sed omnes et omnia, non tenebam
explicitam et enodatam causam mali. Quaecumque tamen esset, sic eam
quaerendam videbam, ut non per illam constringerer Deum incommutabi5 lem mutabilem credere, ne ipse fierem quod quaerebam. Itaque securus
eam quaerebam et certus non esse verum quod illi dicerent, quos toto
animo fugiebam, quia videbam, quaerendo unde malum, repletos malitia,
qua opinarentur tuam potius substantiam male pati quam suam male faceré.
5. Et intendebam ut cernerem quod audiebam, liberum voluntatis ar10 bitrium causam esse, ut male faceremus et rectum iudicium tuum ut pateremur, et eam liquidam cerneré non valebam. Itaque aciem mentis de profundo educere conatus, mergebar iterum, et saepe conatus mergebar iterum
atque iterum. Sublevabat enim me in lucem tuam, quod tam sciebam me
habere voluntatem quam me vivere. Itaque cum aliquid vellem aut nollem,
15 non alium quam me velle ac nolle certissimus eram et ibi esse causam
peccati mei iam iamque advertebam. Quod autem invitus facerem, pati me
potius quam faceré videbam, et id non culpam, sed poenam esse iudicaí explicitam], explicatam CDEHMOT m.
7 quia videbam om. S.
16
17
advertebam SV, animadvertebam cet. et edd.
facerem] faceré S.
272
Confesiones
VII, 5, 7
Pero de nuevo decía: «¿Quién me ha hecho a mí? ¿Acaso
no ha sido Dios, que es no sólo bueno, sino la misma bondad?
¿De dónde, pues, me ha venido el querer el mal y no querer el
bien? " ¿Es acaso para que yo sufra las penas merecidas? ¿Qu¿én
depositó esto en mí y sembró en mi alma esta semilla de arriargura, siendo hechura exclusiva de mi dulcísimo Dios ? Si el diaplo
es el autor, ¿de dónde procede el diablo? Y si éste de ángel bujeno
se ha hecho diablo por su mala voluntad, ¿de dónde le viene
a él la mala voluntad por la que es demonio, siendo todo él hechura de un creador bonísimo?»
Con estos pensamientos me volvía a deprimir y ahogar, si
bien no era ya conducido hasta aquel, infierno del error donde
nadie te confiesa, al juzgar más fáciil que padezcas tú el mal, que
no sea el hombre el que lo ejecuta.
CAPITULO
IV
6. Así, pues, empeñábame por hallar las demás cosas, como
ya había hallado que lo incorruptible es mejor que lo corruptible,
y por eso confesaba que tú, fueses lo que fueses, debías ser incorruptible. Porque nadie ha podido ni podrá jamás concebir cosa
mejor que tú, que eres el bien sumo y excelentísimo. Ahora bien:
siendo certísimo y verdaderísimo que lo incorruptible debe ser
antepuesto a lo corruptible, como yo entonces lo anteponía, podía
ya con el pensamiento concebir algo mejor que mi Dios, si tú no
fueras incorruptible ".
bam, qua me non iniuste plecti, te iustum cogitans, cito íatebar. Sed mrsus
dicebam: «Quis fecit me? nonne Deus meus, non tantum bonus, sed ipsum
bonum? unde igitur mihi male velle et bene nolle? ut esset cur iuste poenas luerem? quis in me hoc posuit et insevit mihi plantar'ium amaritudi5 nis, cum totus fierem a dulcissimo Deo meo? Si diabolus auctor, unde ipse
diabolus? Quod si et ipse perversa volúntate ex bono angelo diabojus
factus est, unde et in ipso voluntas mala, qua diabolus fieret, quando totus ángelus a conditore óptimo factus esset?» His cogitationibus deprimebar iterum et suffocabar, sed non usque ad illum infernum subducebar
10 erroris, ubi nemo tibi confitetur? ~, dum tu potius mala pati quam homo
faceré putatur.
273
Confesiones
Mas allí donde veía que lo incorruptible debe ser preferido
a lo corruptible, allí debía yo haberte buscado y por allí deducir
la causa del mal, esto es, el origen de la corrupción, la cual de
ningún modo puede violar tu sustancia, de ningún modo en absoluto; puesto que ni por voluntad, ni por necesidad, ni por ningún
caso fortuito puede la corrupción dañar a nuestro Dios, ya que él
es Dios y no puede querer para sí sino lo que es bueno, y aun él
es el mismo bien, y el corromperse no es ningún bien ' 8 .
Tampoco puedes ser obligado a algo contra tu voluntad porque su voluntad no es menor que tu poder, y lo sería en caso de
que tú pudieras ser mayor que tú, puesto que la voluntad y el
poder de Dios son el mismo Dios. ¿Y qué puede haber imprevisto para ti, que conoces todas las cosas y todas existen porque
las has conocido? "
Pero ¿a qué tantas palabras para demostrar que no es corruptible la sustancia de Dios, cuando si fuera corruptible no sería Dios ?
CAPITULO-
V
7. Buscaba yo el origen del mal, pero buscábale mal, y ni
aun veía el mal que había en el mismo modo de buscarle zo. Ponía yo delante de Jos ojos de mi alma toda la creación—así lo
que podemos ver en ella, como es la tierra y el mar, el aire y las
estrellas, los árboles y los animales, como lo que no vemos en ella,
cual es el firmamento del cielo, con todos los ángeles y seres
quod esset melius Deo meo, nisi tu esses incorruptibilis. Ubi igitur videbam incorruptibile corruptibili esse praeferendum, ibi te quaerere debebam
atque inde advertere, ubi sit malum, id est unde sit ipsa corruptio, qua
violari substantia tua nullo modo potest. Nullo enim prorsus modo violat
5 corruptio Deum nostrum, nulla volúntate, nulla necessitate, nullo improviso casu, quoniam ipse est Deus et quod sibi vult, bonum est, et ipse
Ídem bonum; corrumpi autem non est bonum. Nec cogeris invitus ad aliquid, quia voluntas tua non est maior quam potentia tua. Esset autem
maior, si te ipso tu ipse maior esses; voluntas enim et potentia Dei Deus
10 ipse est. Et quid improvisum tibi, qui nosti omnia? Et nulla natura est,
nisi quia nosti eam. Et ut quid multa dicimus, cur non sit corruptibilis
substantia, quae Deus est, quando, si hoc esset, non esset Deus ?
CA p u T IV
6. Sic enim nitebar invenire cetera, ut iam inveneram melius esse
incorruptibile quam corruptibile, et ideo te, quidquid esses, esse incorrup15 tibilem confitebar. Ñeque enim ulla anima unquam potuit poteritve cogitare aliquid, quod sit te melius, qui summum et optimun bonum es. Cum
autem verissime atque certissime incorruptibile corruptibili praeponatur,
sicut ego iam praeponebam, poteram iam cogitatione aliquid attingere,
2
C A pu T v
7. Et quaerebam, unde malum, et male quaerebam et in ipsa inquisi15 tione mea non videbam malum. Et constituebam in conspectu spiritus mei
universam creaturam, quidquid in ea cerneré possumus, sicuti est térra
et mare et aer et sidera et arbores et animalia mortalia, et quidquid in ea
non videmus, sicut firmamentum caeli insuper et omnes angelos et cuneta
Ps 6.6.
8 esset CDMO'S, esset bonus ce!, el edd.
4 modo om. S.
10 Et2 om. S.
V tief. i. v. Et nulla].
27.4
Confesiones
VII, 5, 7
VII, 5, 7
Confesiones
275
espirituales, pero éstos como si fuesen cuerpos colocados en sus
respectivos lugares, según mi fantasía—e hice con ella (la creación) como una masa inmensa, especificada por diversos géneros
de cuerpos, ya de los que realmente eran cuerpos, ya de los que
como tales fingía mi fantasía en sustitución de los espíritus S1.
E imaginábala yo inmensa, no cuanto ella era realmente
—que esto no lo podía saber—, sino cuanto me placía, aunque
limitada por todas partes; y a ti, Señor, como a un ser que la
rodeaba y penetraba por todas partes, aunque infinito en todas
las direcciones, como si hubiese un mar único en todas partes
e infinito en todas direcciones, extendido por la inmensidad,
el cual tuviese dentro de sí una gran esponja, bien que limitada, la cual estuviera llena en todas sus partes de ese mar
inmenso "2.
De este modo imaginaba yo tu creación, finita, llena de ti,
infinito, y decía: «He aquí a Dios y he aquí las cosas que ha
creado Dios, y un Dios bueno, inmenso e infinitamente más
excelente que sus criaturas; mas como bueno, hizo todas las
cosas b u e n a s " ; y ¡ved cómo das abraza y llena! Pero si esto
es así, ¿dónde está el mal y de dónde y por qué parte se ha
colado en el mundo? ¿Cuál es su raíz y cuál su semilla? ¿Es
que no existe en modo alguno? Pues entonces, ¿por qué tememos y nos guardamos de lo que no existe? Y si tememos vanamente, el mismo temor es ya ciertamente un mal que atormenta
y despedaza sin motivo nuestro corazón, y tanto más grave cuanto que, no habiendo de qué temer, tememos. Por tanto, o es
un mal lo que tememos o el que temamos es ya un mal. ¿De
dónde, pues, procede éste, puesto que Dios, bueno, hizo todas
las cosas buenas: el Mayor y Sumo bien, los bienes menores;
pero Criador y criaturas, todos buenos? ¿De dónde viene el
mal? ¿Acaso la materia de donde las sacó era mala y la formó
y ordenó, sí, mas dejando en ella algo que no convirtiese en
bien? ¿Y por qué esto? ¿Acaso siendo omnipotente era, sin embargo, impotente para convertirla y mudarla toda, de modo que
no quedase en ella nada de mal? Finalmente, ¿por qué quiso
servirse de esta materia para hacer algo y no más bien usar de
su Omnipotencia para destruirla totalmente? ¿O podía ella existir contra su voluntad? Y si era eterna, ¿por qué la dejó por
tanto tiempo estar por tan infinitos espacios de tiempo para atrás
y le agradó tanto después de servirse de ella para hacer alguna
cosa? 24 O ya que repentinamente quiso hacer algo, ¿no hubiera
sido mejor, siendo omnipotente, hacer que no existiera aquélla,
quedando él solo, bien total, verdadero, sumo e infinito? Y -si
no era justo que, siendo él bueno, no fabricase ni produjese
algún bien, ¿por qué, quitada de delante y aniquilada aquella
materia que era mala, no creó otra buena de donde sacase todas
las cosas? Porque no sería omnipotente si no pudiera crear algún
bien sin ayuda de aquella materia que él no había creado» 2S.
spiritalia eius, sed etiam i¡psa_ quasi corpora essent locis et locis ordinata,
ut imaginatio mea; et feci unam massam grandem distinctam generibus
corporum creaturam tuam, sive re vera quae corpora erant, sive quae
ipse pro spiritibus finxeram, et eam feci grandem, non quantum erat, quod
5 scire non poteram, sed quantum libuit, undiqueversum sane finitam: te
autem, Domine, ex omni parte ambientem et penetrantem eam, sed usquequaque infinitum, tamquam si mare esset ubique et undique per immensa
infinitum solum mare et haberet intra se spongiam quamlibet magnam,
sed finitam tamen, plena esset utique spongia illa ex omni sua parte ex
10 immenso mari: sic creaturam tuam finitam te infinito plenam putabam et
dicebam: «Ecce Deus et ecce quae creavit Deus, et bonus Deus atque his
validissime longissimeque praestantior: sed tamen bonus bona creavit: et
ecce quomodo ambit atque implet ea. Ubi ergo malum et unde et qua
huc irrepsit? Quae radix eius et quod semen eius? an omnino non est?
15 Cur ergo timemus et cavemus quod non est? Aut si inaniter timemus,
certe vel timor ipse malum est, quo incassum stimulatur et excruciatur cor,
et tanto gravius malum, quanto non est, quod timeamus, et timemus. Idcirco aut est malum, quod timemus, aut hoc malum est, quia timemus.
Unde est igitur, quia Deus fecit haec omnia bonus bona? maius quidem et
summum bonum minora fecit bona, sed tamen et creans et creata bona
sunt omnia; unde est malum? An unde fecit ea, materies aliqua mala erat,
et formavit atque ordinavit eam, sed reliquit aliquid in illa, quod in bo5 num non converteret? Cur et hoc? An impotens erat, totam verteré et commutare, ut nihil mali remaneret, cum sit omnipotens? Postremo cur inde
aliquid faceré voluit ac non potius eadem omnipotentia fecit, ut nulla esset
omnino? Aut vero exsistere poterat contra eius voluntatem? Aut si aeterna erat, cur tam diu per infinita retro spatia temporum sic eam sivit esse
10 ac tanto post placuit aliquid ex ea faceré? Aut iam, si aliquid súbito voluit agere, hoc potius ageret omnipotens, ut illa non esset, atque ipse
solus esset totum verum et summum et infinitum bonum? Aut si non
erat bene, ut non aliquid boni etiam fabricaretur et conderet qui bonus erat, illa sublata et ad nihilum reducta materie, quae mala erat, bo15 nam ipse institueret, unde omnia crearet? Non enim esset omnipotens, si
condere non posset aliquid boni, nisi ea quam non ipse conderat adiuvaretur materia.» Talia volvebam pectore misero, ingravidato curis mordacissimis de timore mortis et non inventa veritate; stabiliter tamen haerebat in corde meo in catholica Ecclesia fides Christi tui, Domini et Sal-
1 V def.~] ordinata ut OS, ordinata F, ordinavit cet. et edds.
8 haberet E'S.
16 certe vel om. S.
17 quanto non — aut est malum om. S.
Tales cosas revolvía yo en mi pecho, apesadumbrado con
los devoradores cuidados de la muerte y de no haber hallado
la verdad 26. Sin embargo, de modo estable se afincaba en mi
corazón, en orden a la Iglesia católica, la fe de tu Cristo, Señor
12 V def. solus esset}.
13 erat bene ut non om. S.
16 conderat ES, conderet V, considerat F, condiderat cet. et edds. omnes.
276
VII, 6, 8
Confesiones
y Salvador nuestro; informe ciertamente en muchos puntos y como
fluctuando fuera de la norma de doctrina; mas con todo, no
la abandonaba ya mi alma, antes cada día se empapaba más
y más en ella ~\
CAPITULO
VI
8. Asimismo había rechazado ya las engañosas predicciones
e impíos delirios de los matemáticos.
¡Confiésete, por ello, Dios mío, tus misericordias desde lo
más íntimo de mis entrañas! Porque tú y solamente tú—¿por• que quién otro hay que nos aparte de Ja muerte del error sino
la Vida que no muere y la Sabiduría que ilumina las pobres
inteligencias sin necesidad de otra luz y gobierna el mundo
hasta en las volanderas hojas de los árboles?—: sí, sólo tú procuraste remedio a aquella terquedad mía con que me oponía
a Vindiciano, anciano sagaz, y a Nebridio, joven de un alma
admirable, los cuales afirmaban—el uno con firmeza, el otro
con alguna duda, pero frecuentemente—que no existía tal arte
de predecir las cosas futuras y que las conjeturas de los hombres tienen muchas veces la fuerza de la suerte, y que diciendo
muchas cosas acertaban a decir algunas que habían de suceder
sin saberlo los mismos que las decían, acertando a fuerza de
hablar mucho.
Porque tú fuiste el que me proporcionaste un amigo muy
aficionado a consultar a los matemáticos, aunque no muy entendido en esta ciencia; mas consultábales, como digo, por cuvatoris nostri, in multis quidem adhuc informis et praeter doctrinae normam fluitans, sed tamen non eam relinquebat animus, immo in dies magis magisque imbibebat.
CAP UT
5
vi
8. Iam etiam mathematicorum fallaces divinationes et impia deliramenta reieceram. Confiteantur etiam hinc tibi de intimis visceribus animae
meae miserationes tuae, Deus meus! Tu enim, tu omnino—nam quis alius
a morte omnis erroris revocat nos nisi vita, quae mori nescit, et sapientia mentes indigentes illuminans, nullo indigens lumine, qua mundus ad10 ministratur usque ad arborum volatica folia?—tu procurastí pervicaciae
meae, qua obluctatus sum Vindiciano acuto seni et Nebridio adulescenti
mirabilis animae, illi vehementer adfirmanti, huic cum dubitatione quidem aliqua, sed tamen crebro dicenti non esse illam artem futura praevidendi, coniecturas autem hominum habere saepe vim sortis et multa dicen15 do dici pleraque ventura, nescientibus eis qui dicerent, sed in ea non tacendo incurrentibus, procurastí ergo tu hominem amicum, non quidem segnem
consultorem mathematicorum nec eas litteras bene callentem, sed, ut dixi,
consultorem curiosum et tamen scientem aliquid, quod a patre suo se
17 consulatorem S.
VII, 6, 8
Confesiones
277
riosidad, y sabía una anécdota, que había oído contar a su
padre, según decía, y que él ignoraba hasta qué punto era eficaz para destruir la autoridad de aquel arte de la, adivinación '".
Esta tal, llamado Fermín, docto en las artes liberales y ejercitado en la elocuencia, vino a consultarme, como a amigo carísimo, acerca de algunos asuntos suyos sobre los que abrigaba
ciertas esperanzas terrenas, a ver qué me parecía sobre el particular, según las constelaciones suyas'". Yo, que en esta materia
había empezado ya a inclinarme al parecer de Nebridio, aunque
no me negué a hacer el horóscopo y decirle lo que, según ellos,
se deducía, le añadí, sin embargo, que estaba ya casi persuadido
de que todo aquello era vano y ridículo.
Entonces me contó cómo su padre había sido muy aficionado
a la lectura de tales libros y que había tenido un amigo igualmente aficionado como él y al mismo tiempo que él, con lo que,
platicando los dos sobre dicha materia, se encendían mutuamente más y más en el estudio de aquellas bagatelas, hasta el
punto de que observaran los momentos de nacer aun de los
mudos animales que nacían en casa y notaran en orden a ellos
la posición del cielo para recoger algunas experiencias de aquella cuasi arte.
Y decía haber oído contar a su padre que, estando embarazada la madre del mismo Fermín, sucedió hallarse también encinta una criada de aquel amigo de su padre, la cual no pudo
ocultarse al amo, que cuidaba con exquisita diligencia de conocer hasta los partos de sus perras.
Y sucedió que, contando con el mayor cuidado los días,
audisse dicebat; quod quantum valeret ad illius artis opinionem evertendam, ignorabat. Is ergo vir nomine Firminus, liberaliter institutus et excultus eloquio, cum me tamquam carissimum de quibusdam suis rebus, in
quas saecularis spes eius intumuerat, consuleret, quid mihi secundum suas
5 quas constellationes appeüant videretur, ego autem, qui iam de hac re in
Nebridii sententiam flecti coeperam, non quidem abnuerem conicere ac
dicere quod nutanti occurrebat, sed tamen subicerem prope iam esse mihi
persuasum ridicula illa esse ei inania. Tum ille mihi narravit patrem
suum fuisse librorum talium curiosissimum et habuisse amicum aeque illa
10 simulque sectantem. Qui pari studio et collatione flatabant in eas nugas
ignem cordis sui, ita ut mutorum quoque animalium, si quae domi parerent, observarent momenta nascentium atque ad ea caeli positionem notarent, unde illius quasi artis experimenta colligerent. Itaque dicebat audisse
se a patre suo, quod cum eundem Firminum praegnans mater esset, etiam
15 illius paterni amici fámula quaedam pariter útero grandescebat. Quod latere non potuit dominum, qui etiam canum suarum partus examinatissima
diligentia nosse curabat; atque ita factum esse, ut cum iste coniugis, illi
4 saeculares S.
10 flatabant EO mo (Ep/sl. 50, 21: ad ipsum autem ignem amoris nutrtendwn ct jlatandum) flabant GV, flagrabant BHPSTZ, dagitabant ceteri.
278
Confesiones
VH.6, 9
horas y minutos, aquél los de la esposa y éste los de la esclava,
vinieron las dos a parir al mismo tiempo, viéndose así obligados a hacer hasta en sus pormenores las mismas constelaciones
a los dos nacidos, el uno al hijo y el otro al siervo.
Porque habiendo comenzado el parto, ambos se comunicaron lo que pasaba en la casa de cada uno y dispusieron nuncios que enviarse mutuamente para que tan pronto como terminara el parto se lo comunicase el uno al otro, lo que fácilmente habían podido ejecutar para comunicárselo al momento
como reyes en su reino. Y así—decía—, los dos que habían
sido enviados por cada uno vinieron a encontrarse tan igualmente equidistantes de sus respectivas casas, que ninguno de
ellos podía notar diversa posición de las estrellas ni diferentes
partículas de tiempo. Y, sin embargo, Fermín, nacido en un
espléndido palacio entre los suyos, corría por ios más felices
caminos del siglo, crecía en riquezas y era ensalzado con honores, en tanto que el siervo, no habiendo podido sacudir el
yugo de su condición, tenía que servir a señores, según contaba
él mismo, que lo conocía.
9. Oídas y creídas por mí estas cosas—por ser tal quien me
las contaba—toda aquella mi resistencia, resquebrajada, se vino
a tierra, y desde luego intenté apartar de aquella curiosidad al
mismo Fermín, diciéndole que, vistas sus constelaciones, para
pronosticarle conforme a verdad, debería ciertamente ver en
ellas a sus padres, los principales entre los suyos; a su familia,
la más noble de su ciudad; su nacimiento, ilustre; su educación, esmerada, y sus conocimientos, liberales. Y, al contrario,
autem ancillae dies et horas minutioresque horarum artículos cautissima
observatione numerarent, enixae essent ambae simul, ita ut easdem constellationes usque ad easdem minutias utrique nascenti faceré cogerentur,
iste filio, ille servulo. Nam cum mulieres parturire coepissent, indicave5 runt sibi ambo, quid sua cuiusque domo ageretur, et paraverunt quos ad
se invicem mitterent, simul ut natum quod parturiebatur esset cuique nuntiatum; quod tamen ut continuo nuntiaretur, tamquam in regno suo facile
effecerant. Atque ita qui ab alterutro missi sunt, tam ex paribus domorum
intervallis sibi obviam factos esse dicebat, ut aliam positionem siderum
10 aliasque partículas momentorum neuter eorum notare sineretur. Et tamen
Firminus ampio apud suos loco natus dealbatiores vias saeculi cursitabat,
augebatur dividís, sublimabatur honoribus, servus autem ille conditionis
iugo nullatenus relaxato dominis serviebat, ipso indicante qui noverat eum.
9. His itaque auditis et creditis—tales quippe narraverat—omnis illa
15 reluctatio mea soluta concidit, et primo Firminum ipsum conatus sum ab
illa curiositate revocare, cum dicerem, constellationibus eius inspectis ut
vera pronuntiarem, debuisse me utique videre ibi parentes ínter suos esse
primarios, nobilem familiam propriae civitatis, natales ingenuos, honestam
15 soluta S, resoluta cet. et edds.
VII, 6,10
Confesiones
210
si el siervo aquel me consultase sobre sus constelaciones porque de él eran también éstas—, si había de decirle verdad, debería yo asimismo ver en ellas: a su familia, abyectísima; su
condición, servir, y todas las otras cosas tan diferentes y tan
opuestas de las primeras.
Mas del hecho de que viendo las mismas constelaciones
debía pronosticar cosas distintas, si había de decir verdad, y de
que si pronosticaba las mismas había de decir cosas falsas, deduje certísimamente que aquellas cosas que, consideradas las
constelaciones, se decían con verdad, no se decían por razón del
arte, sino de la suerte; y a su vez, las falsas, no por impericia
del arte, sino por fallo de la suerte 3°.
10. Pero tomando pie de aquí y rumiando dentro de mí
mismo tales cosas para que ninguno de aquellos delirantes que
buscan el lucro en esto, y a quienes yo deseaba refutar y ridiculizar, no me objetase que podía Fermín haberme contado
cosas falsas o a él su padre, fijé la consideración en los que
nacen mellizos, muchos de los cuales salen del seno materno
tan seguidos que este pequeño intervalo de tiempo, por mucha
influencia que tenga en las cosas de la Naturaleza, como pretenden, no puede ser apreciado por la observación humana ni
consignado en modo alguno en las tablas 31 que luego ha de
usar el matemático para pronosticar las cosas verdaderas. Mas
no serán verdaderas, porque, mirando los mismos signos, debería aquél decir las mismas cosas de Esaú y de Jacob, siendo
así que fue muy diverso lo que a cada cual le aconteció.
educationem liberalesque doctrinas; ac si me ille servus ex eisdem constellationibus—quia et illius ipsae essent—consuluisset, ut eidem quoque
vera proferrem, debuisse me rursus ibi videre abiectissimam familiam, condicionem servilem et cetera longe a prioribus aliena longeque distantia.
5 Unde autem fieret, ut eadem inspiciens diversa dicerem, si vera dicerem;
si autem eadem dicerem, falsa dicerem? inde certissime collegi, ea quae
vera consideratis constellationibus dicerentur, non arte dici, sed sorte, quae
autem falsa, non artis imperitia, sed sortis mendacio.
10. Hinc autem accepto aditu ipse mecum talia ruminando, ne quis
10 eorundem delirorum, qui talem quaestum sequerentur, quos iam iamque
invadere atque irrisos refellere cupiebam, mihi ita resisteret, quasi aut Firminus mihi aut illi pater falsa narraverit, intendi considerationem in eos
qui gemini nascuntur, quorum plerique ita post invicem funduntur ex
útero, ut parvum ipsum temporis intervallum, quantamlibet vim in rerum
15 natura habere contendant, colligi tamen humana observatione non possit
litterisque signari omnino non valeat, quas mathematicus inspecturus est,
ut vera pronuntiet. Et non erunt vera, quia easdem litteras inspiciens
eadem debuit dicere de Esau et de Iacob; sed non eadem utrique accide1
3
6
18
ac HST. at cet. et edds.
C def. condicionem servilem}.
collegi BMOPSZ b l et codd. anglici, colligi cet. $t edds. omnes.
de Iacob EGMOSV, de om. cet. et edds.
280
VII,
Confesiones
7,11
Luego cosas falsas había de pronosticar, o, de decir cosas
verdaderas, forzosamente no habría de decir las mismas cosas,
no obstante que contemplase las mismas constelaciones; luego
el que dijese cosas verdaderas no había de ser por arte, sino
por suerte o casualidad. Porque tú, Señor, gobernador justísimo
del universo, obras de modo oculto, sin que lo sepan los consultores ni consultados, a fin de que cuando alguno consulta
oiga lo que le conviene oír, atendidos los méritos de las almas,
según el abismo de tu justo juicio. Al cual no diga el hombre:
¿Qué es esto? ¿Por qué esto? N o lo diga, no lo diga, porque
es hombre.
CAPITULO
VII
11. Ya me habías sacado, Ayudador mío, de aquellas ligaduras; y aunque buscaba el origen del mal y no hallaba su
solución, mas no permitías ya que las alas de mi razonamiento
me apartasen de aquella fe por la cual creía que existes, que
tu sustancia es inconmutable, que tienes providencia de los
hombres, que has de juzgarles a todos y que has puesto el
camino de la salud humana, en orden a aquella vida que ha de
sobrevenir después de la muerte 32 , en Cristo, tu hijo y Señor
nuestro, y en las Santas Escrituras, que recomiendan la autoridad de tu Iglesia católica.
Puestas, pues, a salvo estas verdades y fortificadas de modo
inconcuso en mi alma, buscaba lleno de ardor de dónde venía
el mal. Y ¡qué tormentos de parto eran aquellos de mi corazón!, ¡qué gemidos, Dios mío! Allí estaban tus oídos y yo
runt. Falsa ergo diceret aut, si vera diceret, non eadem diceret; at eadem
inspiceret. Non ergo arte, sed sorte vera diceret. Tu enim, Domine, iustissíme moderator universitatis, consulentibus consultisque nescientibus occulto instinctu agis, ut, dum quisque consulit, hoc audiat, quod eum oportet
5 audire occultis meritis animarum ex abysso iusti iudicii tui. Cui non dicat
homo: Quid est hoc? ut quid hoc?' Non dicat, non dicat; homo est enim.
C A PUT
vil
11. Iam ¡taque me, adiutor meus, illis vinculis solverás, et quaerebam unde malum, et non erat exitus. Sed me non sinebas ullis fluctibus
10 cogitationis auferri ab ea fide, qua credebam et esse te et esse ¡ncommutabilem substantiam tuam et esse de hominibus curam et iudicium tuum et
in Christo, Filio tuo, Domino nostro, atque Scripturis sanctis, quas Ecclesiae tuae catholicae commendaret auctoritas, viam te posuisse salutis humanae ad eam vitam, quae post hanc mortem futura est. \ih ¡taque salvis
15 atque inconcusse roboratis in animo meo quaerebam aestuans, unde sit
malum. Quae illa tormenta parturientis cordis mei, qui gemitus, Deus
meus! Et ibi erant aures tuae nesciente me. Et cum in silentio fortiter
s
Eccli J9.26.
VII, 7,11
Confesiones
281
no lo sabía. Y como en silencio te buscara yo fuertemente, grandes eran las voces que elevaban hacia tu misericordia las tácitas
contriciones de mi alma 33 .
Tú sabes lo que yo padecía, no ninguno de los hombres.
Porque ¿cuánto era lo que mi lengua comunicaba a los oídos
de mis más íntimos familiares? ¿Acaso percibían ellos todo el
tumulto de mi alma, para declarar el cual no bastaban ni el
tiempo ni la palabra? Sin embargo, hacia tus oídos se encaminaban todos los rugidos de los gemidos de mi Corazón y ante
ti estaba mi deseo; pero no estaba contigo la lumbre de mis
ojos, porque ella estaba dentro y yo fuera; ella no ocupaba lugar alguno y yo fijaba mi atención en las cosas que ocupan lugar,
por lo que no hallaba en ellas lugar de descanso ni me acogían
de modo que pudiera decir: «¡Basta! ¡Está bien!»; ni me dejaban volver adonde me hallase suficientemente bien 34 . Porque
yo era superior a estas (fosas, aunque inferior a ti; y tú eras
gozo verdadero para mí sometido a ti, así como tú sujetaste a mí
las cosas que criaste inferiores a mí. Y éste era el justo temperamento y la región media de mi salud: que permaneciese
a imagen tuya y, sirviéndote a ti, dominase mi cuerpo. Mas habiéndome yo levantado soberbiamente contra ti y corrido contra
el Señor con la cerviz crasa de mi escudo 3S, estas cosas débiles
se pusieron también sobre mí y me oprimían y no me dejaban
un momento de descanso ni de respiración.
Cuando yo las miraba salíanme al encuentro amontonada
y confusamente de todas partes; mas cuando pensaba en ellas
quaererem, magnae voces erant ad misericordiam tuam tacitae contritiones
animi mei. Tu sciebas, quid patiebar, et nullus hominum. Quantum enim
erat, quod inde digerebatur per linguam meam in aures familiarissimorum
meorum! Numquid totus tumultus animae meae, cui nec témpora nec os
5 meum sufficiebat, sonabat eis? Totum tamen ibat in auditum tuum, quod
rugiebam a gemitu cordis mei, et ante te erat desiderium meum et lumen
oculorum meorum non erat mecum4. Intus enim erat, ego autem foris,
nec in loco illud. At ego intendebam in ea, quae locis continentur, et non
ibi inveniebam locum ad requiescendum nec recipiebant me ista, ut dice10 rem: «Sat est et bene est», nec dimittebant rediré, ubi mihi satis esset
bene. Superior enim eram istis, te vero inferior, et tu gaudium verum mihi
subdito tibi et tu mihi subieceras quae infra me creasti. Et hoc erat rectum
temperamentum et media regio salutis meae, ut manerem ad imaginem
tuam et tibi serviens dominarer corpori. Sed cum superbe contra te sur15 gerem et currerem adversus Dominum in cervice crassa scuti mei5, etiam
ista infirma supra me facta sunt et premebant, et nusquam erat relaxamentum et respiramentum. Ipsa occurrebant undique acervatim et conglobatim cernenti, cogitanti autem imagines corporum ipsae opponebantur
4
Ps 37,9.
a Job 5.26.
4 totus om. S.
16 infirma HSTV 2 (óptima lectio), ínfima cet. et edds. omties.
16 relaxamentum S, laxamentum cet. et edds.
282
VII, 9, 13
Confesiones
o p o n í a n s e m e las mismas imágenes de los cuerpos a que m e retirase,
como c u t i é n d o m e : « ¿ A d o n d e vas, i n d i g n o y s u c i o ? » 3 6 M a s estas
cosas h a b í a n crecido en m í a causa de mi llaga, p o r q u e me humillaste canto a un soberbio herido, y m e hallaba separado d e ti p o r
m i hinchazón, y m i rostro, h i n c h a d o e n e x t r e m o , n o dejaba a mis
ojos ver.
CAPITULO
vin
12. P e r o tú, Señor, permaneces
eternamente
y no te airas
eternamente
contra nosotros, p o r q u e te compadeciste de la tierra y ceniza y fue de tu a g r a d o reformar nuestras deformidad e s " . T ú m e aguijoneabas con estímulos interiores para que
estuviese impaciente hasta q u e tú m e fueses cierto p o r la mirada interior 3 \ Y bajaba mi hinchazón gracias a la m a n o secreta de t u m e d i c i n a ; y la vista d e mi m e n t e , t u r b a d a y obscurecida, iba s a n a n d o de día en día con el fuerte colirio d e saludables dolores.
C A P I T U L O
IX
13. Y p r i m e r a m e n t e , q u e r i e n d o tú mostrarme cuánto resistes a los soberbios y das tu gracia a los humildes y con cuánta
misericordia tuya h a sido mostrada a los hombres la senda de
la h u m i l d a d , p o r haberse hecho carne tu Verbo y haber
habitado
entre los hombres, m e procuraste, p o r m e d i o d e u n h o m b r e hinredeunti, quasi diceretur: «Quo is, indigne et sordide?» Et haec de vulnere meo creverant, quia humiliasti tamquam vulneratum superbum ", et
tumore meo separabar abs te et nimis inflata facies claudebat oculos
meos.
5
CA p U T
v 111
12. Tu vero, Domine, in aeternum manes et non in
ris nobis \ quoniam miseratus es terram et cinerem, et
spectu tuo reformare deformia mea. Et stimulis internis
impatiens essem, doñee mihi per interiorem aspectum
10 residebat tumor meus ex occulta manu medicinae tuae
bata et contenebrata mentís meae acri collyrio salubrium
in diem sanabatur.
C AP U T
aeternum irasceplacuit in conagitabas me, ut
certus esses. Et
aciesque conturdolorum de die
ix
13. Et primo volens ostendere mihi, quam resistas superbis, humili15 bus autem des gratiam 8 et quanta misericordia tua demonstrata sit hominibus via hurnilitatis, quod Verbum tuum caro factum est et habitavit Ínter
homines", procurasti mihi per quendam hominem immanissimo tyfo tur' Ps 101.13; 84,5.
11
Ps 88,11.
16 tuum om S.
VII, 9,14
Confesiones
283
d i a d o con monstruosísima soberbia'", ciertos libros de los platónicos, traducidos del griego al latín 4".
Y en ellos l e í — n o ciertamente con estas palabras, pero sí
sustancialmente lo mismo, apoyado con muchas y diversas raz o n e s — q u e en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en
Dios. Y Dios era el Verbo. Este estaba desde el principio
en
Dios. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él no se ha
hecho nada. Lo que se ha hecho es vida en él; y la vida era
luz de los hombres, y la luz luce en las tinieblas, mas las tinieblas no la comprendieron.
Y que el alma del h o m b r e , aunq u e da testimonio
de la luz, no es la luz, sino el Verbo, D i o s ;
ése es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que
viene
a este mundo. Y q u e en este mundo estaba, y que el mundo es
hechura suya, y q u e el mundo no le reconoció.
Mas q u e él vino a casa propia y los suyos no le
recibieron,
y que a cuantos le recibieron les dio potestad de hacerse
hijos
de Dios creyendo en su nombre, n o l o leí a l l í " .
14. T a m b i é n leí allí q u e el V e r b o , D i o s , n o nació d e carne ni d e sangre, ni p o r voluntad de varón, ni p o r voluntad de
carne, sino de Dios. Pero q u e el Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros, n o lo leí allí.
Igualmente hallé en aquellos libros, dicho d e diversas y m ú l tiples maneras, q u e el Hijo tiene la forma del Padre y que no
fue rapiña juzgarse igual a Dios por tener la misma
naturaleza
que él. P e r o q u e se anonadó a si mismo, tomando la forma de
gidum quosdam platonicorum libros ex graeca lingua in latinum versos, et
ibi legi non quidem his verbis, sed hoc idem omnino multis et multiplicibus suaderi rationibus, quod in principio erat Verbum et Verbum erat
apud Deum et Deus erat Verbum: hoc erat in principio apud Deum; om5 nia per ipsum jacta sunt, et sine ipso factum est nihil; quod factum est,
in eo vita est, et vita erat lux hominum; et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt; et quia hominis anima, quamvis testimonium perhibeat de lumine, non est tamen ipsa lumen, sed Verbum, Deus,
ipse est lumen verum, quod illuminat omnem hominem venientem in hunc
10 mundum; et quia in hoc mundo erat, et mundus per eum factus est, et
mundus eum non cognovit. Quia vero in sua propria venit et sui eum non
receperunt, quotquot autem receperunt eum, dedit eis potestatem fitios Dei
fieri credentibus in nomine eius, non ibi legi.
14. ítem legi ibi, quia verbum, Deus, non ex carne non ex sanguine,
15 ñeque ex volúntate viri ñeque ex volúntate carnis, sed ex Deo natus est;
sed quia Verbum caro factum est et habitavit in nobis, non ibi legi.
Indagavi quippe in illis litteris varié dictum et in multis modis, quod sit
filius in forma patris non rapinam arbitratus esse aequalis Deo, quia
naturaliter id ipsum est; sed quia semet ipsum exinanivit formam servi
8
Iac 4,6.
° lo 1,14.
1 latinum FS, latinam cet. et edds.
9 ipse S, om. cet. et edd.
15 ñeque S (vers. lat.) (sic et. ex rytbmo verb. non... non, ñeque... ñeque),
non cet. et edds.
284
Confesiones
VII, 9,14
VII, 9, 15
Confesiones
285
siervo, hecho semejante a los hombres y recotiocido por tal por
su modo de ser; y que se humilló, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz, por lo que Dios le exaltó de entre
los 'muertos y le dio un nombre sobre todo nombre, para que
al nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra
y en los infiernos y toda lengua confiese que el Señor Jesús está
en la gloria de Dios Padre, no lo dicen aquellos libros.
Allí se dice también que antes de todos los tiempos, y por
encima de todos los tiempos, permanece inconmutablemente tu
Hijo unigénito, coeterno contigo, y que de su plenitud reciben
las almas para ser felices" y que por la participación de la
sabiduría permanente en sí son renovadas para ser sabias. Pero
que murió, según el tiempo, por los impíos y que no perdonaste
a tu Hijo único, sino que le entregaste por todos nosotros, no se
halla a l l í " . Porque tú escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a los pequeñuelos, a fin de que los trabajados y cargados
viniesen a él y les aliviase, porque es manso y humilde de corazón,
y dirige a los mansos en justicia y enseña a los pacíficos sus caminos, viendo nuestra humildad y nuestro trabajo y perdonándonos
todos nuestros pecados.
Mas aquellos que, elevándose sobre el coturno de una doctrina, digamos más sublime, no oyen al que les dice: Aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras almas, aunque conozcan a Dios no le glorifican como a
Dios y le dan gracias, antes desvanéceme con sus pensamientos y
obscuréceseles su necio corazón, y diciendo que son sabios se hacen necios".
15. Y por eso leía allí también que la gloria de tu incorrupción había sido trocada en ídolos y simulacros varios, en la semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos
y serpientes ", es decir, en aquel manjar de Egipto por el que
Esaú perdió su primogenitura", porque el pueblo primogénito,
volviendo de corazón a Egipto, honró en lugar de ti a la cabeza
de un cuadrúpedo, inclinando tu imagen—su alma—ante la imagen de un becerro comiendo hierba.
Estas cosas hallé allí, mas no comí de ellas ", porque te plugo,
Señor, quitar de Jacob el oprobio de disminución, a fin de que
el mayor sirviese al menor " , llamando a los gentiles a ser tu herencia.
También yo venía de los gentiles a ti y puse la atención en
el oro que quisiste que tu pueblo transportase de Egipto 49 , porque
era tuyo dondequiera que se hallara; y dijiste a los atenienses por
boca de tu Apóstol que en ti vivimos, nos movemos y somos, como
algunos de los tuyos dijeron 30, y ciertamente de allí eran aquellos
libros ". Mas no puse los ojos en los ídolos de los egipcios, a
quienes ofrecían tu oro los que mudaron la verdad de Dios en
mentira y dieron culto y sirvieron a la criatura más bien que al
creador.
accipiens, in similitudinem hominum factus et habítu inventus ut homo,
humiliavit se factus oboediens as que ad mortem, mortem autem crucis;
propter quod Deus eum exaltavit a mortuis et donavit ei nomen, quod
est super omne nomen, ut in nomine lesu omne genu flectatur caeles5 tium, terrestrium et infernorum et omnis lingua confiteatur, quia Dominus lesus in gloria est Dei patris 10, non habent illi libri. Quod autem
ante omnia témpora et supra omnia témpora incommutabiüter manet
Unigenitus Filius tuus coaeternus tibi et quia de plenitudine eius accipiunt animae, ut beatae sint, et quia iparticipatione manentis in se sa10 pientiae renovantur, ut sapientes sint, est ibi; quod autem secundum
tempus pro impiis mortuus est et filio único tuo non pepercisti, sed pro
nobis ómnibus tradidisli eum u , non est ibi. Abscondisti enim haec a
sapientibus et revelasti ea parvulis l'~, ut venirent ad eum laborantes et
onerati et refkeret eos, quoniam mitis est et humilis corde, et dirigit
15 mites in iudicio et docet mansuetos vias suas i3, videns hutflilitatem nostram et laborem nostrum et dimittens omnia peccata nostra ' 4 . Qui autem
cothurno tamquam doctrinae sublimioris elati non audierunt docentem:
Discite a me, quoniam mitis sum et humilis corde, et invenietis réquiem
animabus vestris ls, etsi cognoscunt Deum, non sicut Deum glorifican!
I3
"°
Phil 6,11.
Ps 24,9.
11
14
Rom 5,6.
Ib. 19.
12
15
Mt 11,25.
Mt 11,29.
attt gratias agunt, sed evanescunt in cogitationibus suis et obscuratur insipiens cor eorum; dicentes se esse sapientes stulti fiunt10.
15. Et ideo legebam ibi etiam immutatam gloriam incorruptionis
tuae in idola et varia simulacra, in similitudinem imaginis corruptibilis
5 hominis et volucrum et quadrupedum et serpentium ", videlicet aegyptium cibum, quo Esau perdidit primogénita sua, quoniam caput quadrupedis pro te honoravit populus primogenitus, conversus corde in Aegyptum et curvans imaginem tuam, animam suam, ante imaginem vituli
manducantis faenum '". Inveni haec ibi et non manducavi. Placuit enim
10 tibi, Domine, auferre opprobrium diminutionis ab lacob, ut maior servíret minorit0, et vocasti gentes in hereditatem tuam. Et ego ad te veneram ex gentibus e intendi in aurum, quod ab Aegypto voluisti ut auferret
populus tuus 20, quoniam tuum erat, ubicumque erat. Et dixisti atheniensibus per apostolum tuum, quod in te vivimus et movemur et sumus, stcut
15 et quídam secundum eos dixerunt, et utique inde erant illi libri z . Et
non attendi in idola aegyptiorum, quibus de auro tuo ministrabant, qui
transmutaverunt veritatem Dei in mendacium et coluerunt et servierunt
creaturae polius quam creatori ".
6 autem S, enim cet. et edds.
10 est ibi otn.1 S.
17 audierunt S , audiunt cet. et edds.
>» Rom 4,21.
"18 Rom 1,23.
Act 7.39.
19
Rom 9.13.
2 fiunt], facti sunt DFHMOT edd.
4 idola et varia], idolatria S.
2
"
21
23
Ex 11,2.
Act 17,28.
Rom 1,25.
VII, 12, 18
286
VII, 10, 16
Confesiones
CAPITULO
X
16. Y, amonestado de aquí a volver a mí mismo, entré en
mi interior guiado por ti; y púdelo hacer porque tú te hiciste mi
ayuda". Entré y vi con el ojo de mi alma, comoquiera que él
fuese, sobre el mismo ojo de mi alma, sobre mi mente, una luz
inconmutable, no esta vulgar y visible a toda carne ni otra cuasi
del mismo género, aunque más grande, como si ésta brillase más
y más claramente y lo llenase todo con su grandeza. N o era esto
aquella luz, sino cosa distinta, muy distinta de todas éstas.
Ni estaba sobre mi mente como está el aceite sobre el agua
o el cielo sobre la tierra, sino estaba sobre mí, por haberme hecho, y yo debajo, por ser hechura suya. Quien conoce la verdad,
conoce esta luz, y quien la conoce, conoce la eternidad. La Caridad es quien la conoce.
¡Oh eterna verdad, y verdadera caridad, y amada eternidad!
Tú eres mí Dios; por ti suspiro día y noche, y cuando por vez
primera te conocí, tú me tomaste para que viese que existía lo
que había de ver y que aún no estaba en condiciones de ver.
Y reverberaste la debilidad de mi vista, dirigiendo tus rayos con
fuerza sobre mí', y me estremecí de amor y de horror ". Y advertí que me hallaba lejos de ti en la región de la desemejanza' 4 ,
como si oyera tu voz de lo alto: Manjar soy de grandes: crece y
me comerás. Ni tú me mudarás en ti como al manjar de tu carne,
sino tú te mudarás en mí 5S.
CAPUT
x
16. Et inde admonitus rediré ad memet ipsum, intravi in intima mea
duce te, et potui, quoniam «factus es adiutor meus». Intravi et vidi qualicumque oculo animae meae supra eundem oculum animae meae, supra
5 mentem meam, lucem incornmutabilem, non hanc vulgarem et conspicuam omni carni, nec quasi ex eodem genere grandior erat, tamquam
si ista multo multoque clarius claresceret totumque occuparet magnitu
diñe. Non hoc illa erat, sed aliud, aliud valde ab istis ómnibus, nec ita
erat supra mentem meam, sicut oleum super aquam nec sicut caelum
10 super ferrara, sed superior, quia ipsa fecit me, et ego inferior, quia factus
ab ea. Qui novít veritatem, novit eam, et qui novit eam, novit aeternitatem. Caritas novit eam. O aeterna veritas et vera caritas et cara aeternitas! Tu es, Deus meus, tibi suspiro die ac nocte. Et cum te primum
cognovi, tu assumpsisti me, ut viderem, esse quod viderem, et nondum
15 me esse, qui viderem. Et reverberasti infirmitatem aspectus mei radians
in me vehementer, et contremui amore et horrore: et inveni longe me
esse a te in regione dissimilitudinis, tamquiam audirem vocem tuam de
excelso: Cibus sum grandium: cresce et manducabis me. Nec tu me in
te mutabis sicut cibum carnis tuae, sed tu mutaberis in me. Et cognovi,
4 supra — meae om. HS (transietis de primo meae ad sec. meae).
10 factus EGOS, factus sum ceí. et edd.
11 novit aeternitatem. caritas novit. eam S. bis.
Confesiones
287
Y conocí que por causa de la iniquidad corregiste al hombre
e hiciste que se secara mi alma como una tela de araña, y dije:
¿Por ventura no es nada la verdad, porque no se halla difundida
por los espacios materiales finitos e infinitos? Y tú me gritaste
de lejos: Al contrario. Yo soy el que soy, y lo oí como se oye
interiormente en el corazón ", sin quedarme lugar a duda, antes
más fácilmente dudaría de que vivo, que no de que no existe la
verdad, que se percibe por la inteligencia de las cosas creadas.
C A P I T U J L O
XI
17. Y miré las demás cosas que están por bajo de ti, y vi
que ni son en absoluto ni absolutamente no son. Son ciertamente,
porque proceden de ti; mas no son, porque no son lo que eres
tú, y sólo es verdaderamente lo que permanece inconmutable".
Mas para mi el bien está en adherirme a Dios, porque, si no permanezco en él, tampoco podré permanecer en mí. Mas él, permaneciendo en sí mismo, renueva todas las cosas; y tú eres mi
Señor, porque no necesitas de mis bienes.
CAPITULO XII
18. También se me dio a entender que son buenas las cosas
que se corrompen, las cuales no podrían corromperse si fuesen
quoniam pro iniquitate erudisti hominem et tabescere fecisti sicut ara'
neam animam "3 meam, et dixi: Numquid nihil est veritas, quoniam ñeque
per finita ñeque per infinita locorum spatia diffusa est? Et clamasti de
longinquo: Immo vero ego sum qui sum, Et audivi, sicut auditur in
corde: et non erat prorsus unde dubitarem, faciliusque dubitarem vivere
me quam non esse veritatem, quae per ea, quae facía sunt, intellecta
conspicitur "i.
CAPUT
XI
17. Et inspexi cetera infra te et vidi nec omnino esse nec omnino
non esse: esse quidem, quoniam abs te sunt, non esse autem, quoniam id
quod es non sunt. Id enim veré est quod incommutabiliter manet. Mihi
autem inhaerere Deo bonum est25, quia, si non manebo in illo, nec in
me potero, ille autem in se manens innovat omnia 26 et Dominus meus es,
quoniam bonorum meorum non eges 2r
CAPUT
XII
18. Et manifestatum est mihi, quoniam bona sunt quae corrumpuntur, quae ñeque si summa bona essent corrumpi possent, ñeque nisi bona
=» Ps 38,12.
=» Rom 1,20.
« Ps 72,28.
"• Sap 7,27.
' Ps 15,2.
L7
4 immo vero om. S.
17 corrumpi possent S, om. cet. et eddl.
288
Confesiones
VII, 12, 18
sumamente buenas, como tampoco lo podrían si no fuesen buenas; porque si fueran sumamente buenas, serían incorruptibles,
y si no fuesen buenas, no habría en ellas, qué corromperse3S. Porque la corrupción daña, y no podría dañar si no disminuyese lo
bueno. Luego o la corrupción no daña nada, lo que no es posible, o, lo que es certísimo, todas las cosas que se corrompen son
privadas de algún bien. Por donde, si fueren privadas de todo
bien, no existirían absolutamente; luego si fueren y no pudieren
ya corromperse, es que son mejores que antes, porque permanecen ya incorruptibles. ¿Y puede concebirse cosa más monstruosa
que decir que las cosas que han perdido todo lo bueno se han
hecho mejores? Luego las que fueren privadas de todo bien quedarán reducidas a la nada. Luego en tanto que son en tanto son
buenas. Luego cualesquiera que ellas sean, son buenas, y el mal
cuyo origen buscaba no es sustancia ninguna, porque si fuera
sustancia sería un bien, y esto había de ser sustancia incorruptible—gran bien ciertamente—o sustancia corruptible, la cual, si no
fuese buena, no podría corromperse.
Así vi yo y me fue manifestado que tú eras el autor de todes
los bienes y que no hay en absoluto sustancia alguna que no haya
sido creada por ti. Y porque no hiciste todas las cosas iguales,
(por eso todas ellas son, porque cada una por sí es buena y todas
juntas muy buenas, porque nuestro Dios hizo todas las cosas buenas " en extremo.
essent corrumpi possent, quia, si summa bona essent, incorruptibilia essent,
si autem nulla bona essent, quid in eis corrumperetur non esset. Nocet
enim corruptio et, nisi bonum minueret, non noceret. Aut igitur nihil
nocet corruptio, quod fieri non potest, aut, quod certissimum est, omnia,
5 quae corrumpuntur, privantur bono. Si autem omni bono privabuntur,
omnino non erunt. Si enim erunt et corrumpi iam non poterunt, meliora
erunt, quia incorruptibiliter permanebunt. Et quid monstrosius quam ea
dicere omni bono amisso facta meliora? Ergo si omni bono privabuntur,
omnino nulla erunt: ergo quandiu sunt, bona sunt. Ergo quaecumque
10 sunt, bona sunt, malumque illud, quod quaerebam unde esset, non est
substantia, quia, si substantia esset, bonum esset. Aut enim esset incorruptibilis substantia, magnum utique bonum, aut substantia corruptibilis
esset, quae nisi bona esset, corruptibilis non esset. Itaque vidi et manifestatum est mihi, quia omnia bona tu fecisti et prorsus nullae substan15 tiae sunt, quas tu non fecisti. Et quoniam non aequalia oir-ua fecisti,
ideo sunt omnia, quia singula bona sunt et simul omnia valde bona,
quoniam fecit Deus noster omnia bona valde 2B.
" Gen 1,31.
12 corruptibilis non esset S, corrumpi non posse eet. et edds. omnes (ambae
lects. bonae).
VII, 13,19
Confesiones
CAPITULO
289
XIII
19. Y ciertamente para ti, Señor, no existe absolutamente el
mal; y no sólo para ti, pero ni aun para la universidad de tu
creación, porque nada hay de fuera que irrumpa y corrompa el
orden que tú le impusiste,60. Mas en cuanto a sus partes, hay algunas cosas tenidas por malas porque no convienen a otras; pero
como estas mismas convienen a otras, son asimismo buenas; y
ciertamente en orden a sí todas son buenas ". Y aun todas ías
que no dicen conveniencia entre sí, la dicen con la parte inferior
de las criaturas que llamamos «tierra», la cual tiene su cielo nuboso y ventoso apropiado para sí.
No quiera Dios que diga: ¡Ojalá no existieran estas cosas!,
porque, aunque no contemplara más que estas solas, desearía ciertamente otras mejores; pero aun por estas solas debiera ya alabarte, porque laudable te muestran en la tierra los dragones y todos los abismos, el juego, el granizo, la helada, el viento de la
tempestad, que ejecutan tu mandato; los montes y todos los collados, los árboles frutales y todos los cedros, las bestias y todos
los ganados, los reptiles y todos los volátiles alados; los reyes de
la tierra y todos los pueblos, los principes y todos los jueces de
la tierra, las jóvenes y las vírgenes, los ancianos y los jóvenes;
todos alaban tu nombre.
Mas como también te alaban, ¡oh Dios nuestro!, en las alturas, todos tus ángeles y todas tus virtudes alaben tu nombre62, y
C Apu T
x m
19- Et tibi omnino non est malum, non solum tibi, sed nec universae
creaturae tuae, quia extra non est aliquid, quod irrumpat et corrumpat
ordinem, quem imposuisti ei. In partibus autem eíus quaedam quibusdam
5 quia non conveniunt, mala putantur: et eadem ipsa conveniunt alus et
bona sunt et in semet ipsis bona sunt, Et omnia haec, quae sibimet invicem non conveniunt, convenunt inferiori parti rerum, quam terram dicimus, habentem caelum suum nubilosum atque ventosum congruum sibi.
Et absit, ut dicerem iam: Non essent ista, quia etsi sola ista cernerem,
10 desiderarem quidem meliora, sed iam etiam de solis istis laudare te
deberem, quoniam laudandum te ostendunt de térra, dracones et omnes
abyssi, ignis, grando, nix, glacies, spiritus tempeslatis, quae faciunt verbum tuum, montes et omnes colles, ligna fructífera et omnes cedri, bestiae
et omnia pécora, reptilia et volatilia pinnata; reges terrae et omnes populi,
15 principes et omnes iudices terrae, iuvenes et virgines, séniores cum iunioribus laudent nomen tuum 2 \ Cum vero etiam [de caelis] te laudent
[laudent te], Deus noster, in excelsis, omnes angeli tui, omnes virtutes
20
Ps l48.7ss.
5 non conveniunt S.
conveniunt om. S.
16 laudent], laudant DEGMOPZ m o.
de caelis om. S.
laudent ES=,
laudant laudent GM. laudant laudant V, laudent laudent cet. et edds. omnes.
S.Ág.
2
10
290
Confesiones
V H , 14,20
VII, 16, 22
el sol y la luna, todas las estrellas y la luz, y el cielo de los cielos
y las aguas que están sobre los cielos. Así que ya no deseaba cosas
mejores, porque todas las abarcaba con el pensamiento, y aunque
juzgaba que las superiores eran mejores que las inferiores, pero
con más sano juicio consideraba que todas juntas eran mejores
que solas las superiores"'
CAPITULO
CAPITULO
XIV
CAPITULO
20. Non est sanitas3l eis, quibus displicet aliquid creaturae tuae,
sicut mihi non erat, cum displicerent multa, quae fecisti. Et quia non
audebat anima mea, ut ei displiceret Deus meus, nolebat esse tuum
quidquid ei displicebat. Et inde ierat in opinionem duarum substantía10 rum et non requiescebat et aliena loquebatur. Et inde rediens fecerat
sibi Deum per infinita spatia loc.orum omnium et eum putaverat esse te
et eum collocaverat in corde suo et facta erat rursus templum idoli sui
abominandum tibi. Sed posteaquam fovisti caput nescientis et clausisti
oculos meos, ne viderent vanitatem 32, cessavi de me paululum, et consopita
15 cst insania mea; et evigilavi in te et vidi te infinitum aliter, et visus iste
non a carne trahebatur.
30
31
32
Ps
Ps
1,4.
37,4.
Ps 118,37.
XV
XVI
22. Y conocí por experiencia que no es maravilla sea al paladar enfermo tormento aun el pan, que es grato para el sano, y
que a los ojos enfermos sea odiosa la luz, que a los puros es
amable. También desagrada a los inicuos tu justicia mucho más
que la víbora y el gusano, que tú criaste buenos y aptos para la
parte inferior de tu creación, con la cual los mismos inicuos dicen
aptitud, y tanto más cuanto más desemejantes son de ti, así como
son más aptos para la superior cuanto te son más semejantes 6°.
E indagué qué cosa era la iniquidad, y no hallé que fuera
tuae, sol et luna, omnes stellae et lumen, caeli caelorum et aquae, quae
su/ter cáelos sunt, lattdent nomen tuum '": non iam desiderabam meliora,
quid omnia cogitabam, et meliora quidem superiora quam inferiora, sed
meliora omnia quam sola superiora iudicio saniore pendebam.
C A P U T X I V
291
21. Y miré las otras cosas y vi que te son deudoras, porque
son; y que en ti están todas las finitas, aunque de diferente modo, no como en un lugar, sino por razón dé sostenerlas todas tú,
con la mano de la verdad, y que todas son verdaderas en cuanto
son, y que la falsedad no es otra cosa que tener por ser lo que
no es ".
También vi que no sólo cada una de ellas dice conveniencia
con sus lugares, sino también con sus tiempos, y que tú, que eres
el solo eterno, no has comenzado a obrar después de infinitos
espacios de tiempo ", porque todos los espacios de tiempo—pasados y futuros—no podrían pasar ni venir sino obrando y permaneciendo tú ".
20. No hay salud para quienes les desagrada algo en tu
criatura, como no la había para mí cuando me desagradaban muchas de las cosas hechas por ti ". Pero porque mi alma no se
atrevía a decir que le desplacía mi Dios, por eso no quería conocer
por tuyo lo que le desagradaba.
Y de aquí también que se fuera tras la opinión de las dos
sustancias, en la que no hallaba descanso, y dijese cosas extrañas.
Mas retornando de aquí, se había hecho para sí un dios esparcido
por los infinitos espacios de iodos los lugares, y le tenía por ti
y le había colocado en su corazón, haciéndose por segunda vez
templo de su ídolo, cosa abominable a tus ojos.
Pero después que pusiste fomentos en la cabeza de este ignorante y cerraste mis ojos para que no viese la vanidad 85, me dejó
en paz un poco y se adormeció mi locura; y cuando desperté en
ti, te vi de otra manera infinito; pero esta visión no procedía de
la carne.
5
Confesiones
CA P UT
XV
21. Et respéxi alia et vidi tibi deberé quia sunt et in te cuneta
finita, sed aliter, non quasi in loco, sed quia tu es omnitenens manu
veritate, et omnia vera sunt, in quantum sunt, nec quicquam est falsitas,
5 nisi cum putatur esse quod non est. Et vidi, quia non solum locis sua
quaeque suis conveniunt, sed etiam temprjribus, et quia tu, qui solus
aeternus es, non post ínnumerabilia spatia temporum coepisti operari,
quia omnia spatia temporum, et quae praeterierunt et quae praeteribunt,
nec abirent nec venirent nisi te operante et manente.
10
C A P U T X V I
22. Et sensi expertus non esse mirum, quod palato non sano poena
est et pañis, qui sano suavis est, et oculis aegris odiosa lux, quae puris
amabilis. Et iustitia tua displicet iniquis, nedum vípera et vermiculus,
quae bona creasti, apta inferioribus creaturae tuae partibus, quibus et ipsi
15 iniqui apti sunt, quanto dissimiliores sunt tibi, apti autem superioribus,
quanto simrliores fiunt tibi. Et quaesivi, quid esset iniquitas, et non inveni
8
9
ct 1 om. S.
operante et om.
S.
292
Confesiones
V I I , 17, 23
sustancia, sino la perversidad de una voluntad que se aparta de
la suma sustancia, que eres tú, ¡oh Dios!, y se inclina a las cosas
ínfimas, y arroja sus intimidades, y se hincha por de fuera 7°.
CAPITULO
XVII
23. Y me admiraba de que te amara ya a ti, no a un fantasma en tu lugar " ; pero no me sostenía en el goce de mi Dios'",
sino que, arrebatado hacia ti por tu hermosura, era luego apartado de ti por mi peso, y me desplomaba sobre estas cosas con gemido, siendo mi peso la costumbre carnal. Mas conmigo era tu
memoria, ni en modo alguno dudaba ya de que existía un ser a
quien yo debía adherirme, pero a quien no estaba yo en condición de adherirme, porque el cuerpo que se corrompe apesga el
alma y la morada terrena deprime la. mente que piensa muchas
cosas. Asimismo estaba certísimo de que tus cosas invisibles se
perciben, desde la constitución del mundo, por la inteligencia de
las cosas que has creado, incluso tu virtud sempiterna y tu divinidad.
Porque buscando yo de dónde aprobaba la hermosura de los
cuerpos—ya celestes, ya terrestres—y qué era lo que había en mí
para juzgar rápida y cabalmente de las cosas mudables cuando decía: «Esto debe ser así, aquello no debe ser así»; buscando, digo,
de dónde juzgaba yo cuando así juzgaba, hallé que estaba la inconmutable y verdadera eternidad de la verdad sobre mi mente
mudable ".
substantiam, sed a summa substantia, te Deo, detortae in Ínfima voluntatis
perversitatem, proicientis íntima sua et tumescentis foras.
CAP UT
xvn
23. Et mirabar, quod iam te amabam, non pro te phantasma, et non
5 stabam fruí Deo meo, sed rapiebar ad te decore tuo, moxque diripiebar
abs te pondere meo et ruebam in ista cum gemitu; et pondus hoc consuetudo carnalis. Sed mecum erat memoria tui, ñeque ullo modo dubitabam esse, qui cohaererem, sed nondum me esse, qui cohaererem, quoniam Corpus, quod corrumpitur, adgravat animam et deprimit terrena
10 inhabitatio sensum multa cogitantem '", eramque certissimus, quod invisibilia tua a constitutione mundi per ea quae jacta sunt intellecta conspiciuntur, sempiterna quoque virtus et divinitas tua " . Quaerens enim, unde
approbarem pulchritudinem corporum sive caelestium sive terrestrium et
quid mihi praesto esset integre de mutabilibus iudicanti et dicenti: «Hoc
15 ita esse debet, illud non ita», hoc ergo quaerens, unde iudicarem, cum
ita iudicarem, inveneram incommutabilem et veram veritatis aeternitatem
supra mentem meam commutabilem. Atque ita gradatim a corpfaribus ad
33
31
Sap 9,15
Rom 1,20.
1
detortae], detorta et FS.
VII, 18,24
Confesiones
293
Y fui subiendo gradualmente de los cuerpos al alma, que
siente por el cuerpo; y de aquí al sentido íntimo, al que comunican o anuncian los sentidos del cuerpo las cosas exteriores, y hasta
el cual pueden llegar las bestias 7 '. De aquí pasé nuevamente a la
potencia raciocinante, a la que pertenece juzgar de los datos de
los sentidos corporales, la cual, a su vez, juzgándose a sí misma
mudable, se remontó a la misma inteligencia, y apartó el pensamiento de la costumbre, y se sustrajo a la multitud de fantasmas
contradictorios para ver de qué luz estaba inundada, cuando sin
ninguna duda clamaba que lo inconmutable debía ser preferido a
lo mudable; y de dónde conocía yo lo inconmutable, ya que si
no lo conociera de algún modo, de ninguno lo antepondría a lo
mudable con tanta certeza. Y, finalmente, llegué a «lo que es»
en un golpe de vista trepidante ' \
Entonces fue cuando «vi tus cosas invisibles por la inteligencia de las cosas creadas»; pero no pude fijar en ellas mi vista,
antes, herida de nuevo mi flaqueza, volví a las cosas ordinarias,
no llevando conmigo sino un recuerdo amoroso y como apetito
de viandas sabrosas que aún no podía comer ".
CAPITULO
XVIII
24. Y buscaba yo el medio de adquirir la fortaleza que me
hiciese idóneo para gozarte; ni había de hallarla sino abrazándome
con el Mediador entre Dios y los ho?nbres, el hombre Cristo Jesentientem per corpus animam atque inde ad eius interiorem vim, cui
sensus corporis exteriora nuntiaret, et quousque possunt bestiae, atque
inde rursus ad ratiocinantem potentiam, ad quam refertur iudicandum,
quod sumitur a sensibus corporis; quae se quoque in me comperiens
5 mutabilem erexit se ad intellegentiam suam et abduxit cogitationem a
consuetudine, subtrahens se contradicentibus turbis phantasmatum, ut inveniret, quo lumine aspargeretur, cum sine ulla dubitatione clamaret
incommutabile praeferendum esse mutabili, unde nosset iipsum incommutabile—quod nisi aüquo modo nosset, nullo modo illud mutabili certa
10 praeponeret—et pervenit ad id, quod est in ictu trepidantis aspectus.
Tune vero «invisibilia tua per ea quae facta sunt intellecta» conspexi,
sed aciem figere non evalui et repercussa infirmitate redditus solitis non
mecum ferebam nisi amantem memoriam et quasi olefacta desiderantem,
quae comedere nondum possem.
1 5 "
CAPUTXVIII
24. Et quaerebam viam comparandi roboris, quod esset idoneum ad
fruendum te, nec inveniebam, doñee amplecterer mediatorem Dei et bomi1 sensientem S. assentientem DEMOV.
5 adduxit DS.
11 facta sunt omit. Skutella.
12 devalui DEMS
m, valui cet. et
13 olfacta DH 2 M tdd.
edd.
294
Confesiones
VII, 19, 25
sus, que es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos, el
cual clama y dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida, y el
alimento mezclado con carne (que yo no tenía fuerzas para tomar), por haberse hecho el Verbo carne, a fin de que fuese amamantada nuestra infancia por la Sabiduría, por la cual creaste todas Jas cosas ".
Pero yo, que no era humilde, no tenía a Jesús humilde por
mi Dios, ni sabía de qué cosa pudiera ser maestra su flaqueza.
Porque tu Verbo> verdad eterna, trascendiendo Jas paites superiores de tu creación, levanta hacia sí a las que le están ya sometidas, al mismo tiempo que en las partes inferiores se edificó para
sí una casa humilde de nuestro barro, por cuyo medio abatiera
en sí mismo a los que había de someterse y los atrajese a sí, sanándoles el tumor y fomentándoles el amor, no sea que, fiados
en sí, se fuesen más lejos'", sino, por el contrario, se hagan débiles viendo ante sus pies débil a la divinidad por haber participado de nuestra túnica pelícea 7", y, cansados, se arrojen en ella,
para que, al levantarse, ésta los eleve.
CAPITULO
XIX
25. Pero yo entonces juzgaba de otra manera, sintiendo de
mi Señor Jesucristo tan sólo lo que se puede sentir de un varón
de extraordinaria sabiduría, a quien nadie puede igualar "°. Sobre
todo parecíame haber merecido de la divina Providencia en favor
num, hominem Christum lesum, qui est super omnia Deus benedictas in
saecula3S, vocantem, et dicentem: Ego sum via, veritas et vita3Ú, et cibum, cui capiendo invalidus eram, miscentem carni, quoniam verbum caro
factum est, ut infantiae nostrae lactesceret sapientia tua, per quam creasti
omnia. Non enim tenebam Deum meum lesum humilis humilem, nec cuius
rei magistra esset eius infirrnitas noveram. Verbum enim tuum, aeterna
veritas, superioribus creaturae tuae partibus supereminens subditos erigit
ad se ipsam, in inferioribus autem, aeájñcavjt sibi humiiem áomum áe
limo nostro, per quam subdendos deprimeret a se ipsis et ad se traiceret,
sanans tumorem et nutriens amorem, ne fiducia sui progrederentur longius, sed potius innrmarentur videntes ante pedes suos infirmam divinitatem ex participatione tunicae pelliciae nostrae" et lassi prosternerentur in eam, illa autem surgens levaret eos.
CA PUT
XIX
25. Ego vero aliud putabam tantumque sentiebam de Domino Christo
meo, quantum de excellentis sapientiae viro, cui nullus posset aequari,
praesertim quia mirabiliter natus ex virgine ad exemplum contemnendo35
1 Tim 1,5.
« lo 1,14.
" Gen 3,21.
2 veritas FHVT edil. (Cip. Dei, 10, 32. Veris. Ut. KORTWZ; el fort.
ttrcb. S), et veritas cet. et o, vsritatis S.
5 deum EGMOS, dominum cet. et eddi.
VII, 19, 25
Confesiones
295
nuestro una tan gran autoridad de magisterio por haber nacido
maravillosamente de la Virgen, para darnos ejemplo de desprecio
de las cosas temporales en pago de la inmortalidad.
Mas qué misterio encerraran aquellas palabras: El Verbo se
hizo carne, ni sospecharlo siquiera podía. Sólo conocía, por las
cosas que de él nos han dejado escritas, que comió y bebió, durmió, paseó, se alegró, se estremeció y predicó, y que la carne no
se juntó a tu Verbo sino dotada de alma y razón 81. Conoce esto
todo el que conoce la inmutabilidad de tu Verbo, la cual ya conocía yo, en cuanto podía, sin que dudara un punto siquiera en
esto. Porque, en efecto, mover ahora los miembros del cuerpo a
voluntad o no moverlos, estar dominado de algún afecto o no lo
estar, proferir por medio de signos sabias sentencias o estar callado, indicios son de la mutabilidad de un alma y de una inteligencia 82. Todo lo cual, si fuese escrito falsamente de aquél, periclitaría a causa de la mentira todo lo demás y no quedaría en
aquellas letras esperanza alguna de salud para el género humano.
Pero como son verdaderas las cosas allí escritas 83 , reconocía yo
en Cristo al hombre entero, no cuerpo sólo de hombre o cuerpo
y alma sin mente, sino al mismo hombre, el cual juzgaba debía
ser preferido a todos los demás no por ser la persona de la verdad, sino por cierta extraordinaria excelencia de la naturaleza
humana y una más perfecta participación de la sabiduría.
Alipio, en cambio, pensaba que los católicos de tal modo
creían a Dios revestido de carne, que en Cristo, fuera de Dios y
la carne, no había alma; y así no juzgaba que hubiera en él mente
rum temporalium prae adipiscenda immortalitate, divina pro nobis cura
tantam auctoritatem magisterii meruisse videbatur. Quid autem sacramenti
haberet Verbum caro factum, ne suspicari quidem poteram. Tantum cognoveram ex his, quae de illo scripta traderentur, quia manducavit et
5 bibit, dormivit, ambulavit, exhilaratus est, contristatus est, sermocinatus
est, non haesisse carnem illam verbo tuo nisi cum anima et mente humana. Novít hoc omm's, qui novít íncommutabílítatem Verbí tuí, quam
ego iam noveram, quantum poteram, nec omnino quicquam inde dubitabam. Etenim nunc moveré membra corporis per voluntatem, n U nc non
10 moveré, nunc aliquo affectu affici, nunc non affki, nunc proferre per
signa sapientes sententias, nunc esse in silentio, propria sunt mutabilitatis animae et mentis. Quae si falsa de illo scripta essent, etiain omnia
periclitarentur mendacio, ñeque in íllis litteris ulla fidei salus generi
humano remaneret. Quia itaque vera scripta sunt, totum hominem in
15 Christo agnoscebam, non corpus tantum hominis aut cum corpore sine
mente animum; sed ipsum hominem, non persona veritatis, sed magna
quadam naturae humanae excellentia et perfectiore participatione sapientiae praefetri ceteris arbitraban Alypius autem Deum carne indutum
ita putabat credi a catholicis, ut praeter Deum et carnem non esse in
7 incommutabilem FS.
11 nunc—silentio om. S.
296
VII, 20, 26
Confesiones
humana. Y como estaba bien persuadido de que todas aquellas
cosas que nos han dejado escritas de él no podían ejecutarse si
no es por una criatura viviente y racional, de ahí que se moviera
muy perezosamente hacia la verdadera fe cristiana. Pero cuando
después conoció que este error era el de los -herejes apolinaristas,
se congratuló y atemperóse a la fe católica ".
En cuanto a mí, confieso que conocí un poco más tarde la
diferencia que había, en orden a la interpretación de las palabras
el Verbo se hizo carne, entre la verdad católica y la falsedad de
Fotino ". Porque la reprobación de los herejes hace destacar más
el sentir de tu Iglesia y lo que tiene por sana doctrina: Porque
conviene que haya herejías, para que los probados se hagan manifiestos entre los débiles 86.
CAPITULO
XX
26. Pero entonces, leídos aquellos libros de los platónicos 87,
después que, amonestado por ellos a buscar la verdad incorpórea,
'percibí tus cosas invisibles por la contemplación de les creadas y,
rechazado, sentí qué era lo que no se me permitía contemplar
por las tinieblas de mi alma, quedé cierto de que existías; y de
que eras infinito, sin difundirte, sin embargo, por lugares finitos
¡ni infinitos; y de que eras verdaderamente, tú que siempre eres
el mismo, sin cambiar en otro ni sufrir alteración alguna por
ninguna parte ni por ningún accidente; y de que todas las cosas
Christo anirnam, mentemque hominis non existimabat in eo praedicari.
Et quoniam bene persuasum tenebat, ea quae de illo memoriae mandata
sunt, sine vitati et rationali creatura non fieri, ad ipsam christianam
fidem pigrius movebatur. Sed postea haereticorum apollinaristarum hunc
5 errorem esse cognoscens, catholicae fidei conlaetatus et contemperatus
est. Ego autem aliquanto posterius didicisse me fateor, in eo, quod Verbum caro jactum est, quomodo catholica ventas a Fotini falsitate dirimatur. Improbatio quippe haereticorum facit eminere, quid Ecdesia tua
sentiat et quid habeat sana doctrina. Oportuit enim et Intereses esse, ut
10 probati manifesti fierent inter infirmos 3a.
CApu T x x
26. Sed tune lectis platonicorum illis libris, posteaquarn inde admonitus quaerere incorpoream veritatem invisibilia tua per ea quae jacta
sunt intellecta conspexi et repulsus sensi, quid per tenebras animae meae
15 contemplare non sinerer, certus esse te et inftnitum esse nec tamen per
locos finitos infinitosve diffundi et veré te esse, qui semper idem ipse
esses, ex nulla parte nulloque motu alter aut aliter, cetera vero ex te
"
1 Cor 11,19.
t anirnam BDEGOPSVZ. anima cet. et edds.
15 contemplare SV, contemplan
cet. et edds,
17 alter}. aliter EFGMOVZ 2 edd., nonex S.
VII, 20, 26
Confesiones
297
proceden de ti por la sola razón firmísima de que eres. Cierto
estaba de todas estas verdades, pero también de que me hallaba
débilísimo para gozar de ti. Charlaba mucho sobre ellas, como
si fuera instruido, y si no buscara el camino de la verdad en
Cristo, salvador nuestro, no fuera instruido, sino destruido 8 ".
Porque ya había comenzado a querer parecer sabio, lleno de mi
castigo, y no lloraba, antes me hinchaba con la ciencia M . Mas
¿dónde estaba aquella caridad que edifica sobre el fundamento
de la humildad, que es Cristo Jesús? O ¿cuándo aquellos libros
me la hubieran enseñado, con los cuales creo quisiste que tropezase antes de leer tus Escrituras, para que quedasen grabados en
mi memoria los efectos que produjeron en mí, y para que, después de haberme amansado con tus libros y restañado las heridas
con sus suaves dedos, discerniese y percibiese la diferencia que
hay entre la presunción y la confesión, entre los que ven adonde
se debe ir y no ven por dónde se va y el camino que conduce
a la patria bienaventurada, no sólo para contemplarla, sino también para habitarla? 90
Porque si yo hubiera sido instruido en tus sagradas letras
y en su trato familiar te hubiera hallado dulce para conmigo
y después hubiera tropezado con aquellos libros, tal vez me
apartaran del fundamento de la piedad; o si persistiera en aquel
afecto saludable que había bebido en ellas(l juzgase que también
en aquellos libros podía adquirirlo quienquiera que no hubiese
leído más que éstos ".
esse omnia, hoc solo firmissimo documento, quia sunt, certus quidem in
istis eram, nimis tamen infirmus ad fruendum te. Garriebam plañe quasi
peritus et, nisi in Christo, Salvatore nostro, viam tuam quaererem, non
peritus, sed periturus essem. Iam enim coeperam velle videri sapiens ple5 ñus poena mea et non flebam, insuper autem inflabar scientia. Ubi enim
erat illa aedificans caritas a fundamento humilitaris, quod est Christus
Iesus? Aut quando illi libri me docerent eam? In quos me propterea,
priusquam Scripturas tuas considerarem, credo voluisti incurrere, ut imprimeretur memoriae meae, quomodo ex eis affectus essem et, cum postea
LO in libris tuis mansuefactus essem et curantibus digitis tuis contrectarentur vulnera mea, discernerem atque distinguerem, quid interesset inter
praesumptionem et confessionem, inter videntes, quo eundum sit, nec
videntes qua, et viam ducentem ad beatificam patriam non tantum cernendam, sed et habitandam. Nam si primo sanctis tuis iitteris informatus
i5 essem et in earum familiaritate obdulcuisses mihi et post in illa volumina
meidissem, fortasse aut abripuissent me a solidamento pietatis, aut si in
affectu, quem salubrem imbiberam, perstitissem, putarem etiam ex illis
libris eum posse concipi, si eos solos quisque didicisset.
VII, 21, 27
Confesiones
298
C A P I T U L O
XXI
27. Así, pues, cogí avidísimamente 'las venerables Escrituras d e tu Espíritu, y con preferencia a todos, al apóstol Pab l o 9 2 . Y perecieron todas aquellas cuestiones en las cuales rae
pareció algún t i e m p o q u e se contradecía a sí m i s m o y q u e el
texto de sus discursos n o concordaba con los testimonios d e la
Ley y de los Profetas, y apareció u n o a mis ojos el rostro de los
castos oráculos y a p r e n d í a alegrarme con temblor.
Y c o m p r e n d í y hailé q u e t o d o cuanto d e verdadero había
yo leído allí, se decía aquí realzado con t u gracia oa, para q u e
el q u e ve no se gloríe, como si no hubiese recibido, n o ya de
lo q u e ve, sino también del p o d e r v e r — p u e s ¿qué tiene que no
lo haya recibido?—;
y para q u e sea n o sólo e x h o r t a d o a que
te vea, a ti, q u e eres siempre el m i s m o , sino también sanado,
p a r a q u e t e r e t e n g a ; y que el q u e n o p u e d e ver de lejos camine,
sin e m b a r g o , p o r la senda p o r la q u e llegue, y te vea, y te posea.
P o r q u e a u n q u e el h o m b r e se deleite con la ley de Dios según
el hombre interior, ¿qué h a r á de aquella otra ley que lucha en
sus miembros
contra la ley de su mente, y que le lleva
cautivo
bajo la ley del pecado, que existe en sus miembros?
Porque tú
eres justo, Señor, y nosotros, en cambio, hemos pecado,
hemos
obrado inicuamente;
nos h e m o s p o r t a d o con impiedad, y tu
mano se ha hecho pesada sobre nosotros, y justamente h e m o s sido
C A P UT
XXI
27. Itaque avidissime arripui venerabilem stilum Spiritus tui et prae
ceteris apostolum Paulum, et perierunt illae quaestiones, in quibus mihi
aliquando visus est adversan sibi et non congruere testimoniis Jegis et
5 prophetarum textus sermonis eius, et apparuit mihi una facies eloquiorum castorum, et exsultare cum tremore didici 3 \ Et coepi et inveni,
quidquid illac verum legeram, hac cum commendatione gratiae tuae dici,
ut qui videt non sic gloríetur, quasi non acceperit non solum id quod
vid el, sed etiam ut videat—quid enim habet quod non accepit?"—et ut
10 te, qui es semper Ídem, non solum admoneatur ut videat, sed etiam sanetur ut teneat, et qui de longinquo videre non potest, viam tamen ambulet, qua veniat et videat et teneat; quia, etsi condelectetui homo legt
Dei secundum interiorem hominem 4! , quid faciet de alia lege in membris
suis repugnante legi mentís suae et se captivum ducente in lege peccati,
15 quae est in membris eius?" Quoniam iustus es, Domine; nos autem
peccavimus, inique jecimus, impie gessimus4S, et grávala est super nos
manus tua ", et iuste traditi sumus antiquo peccatori, praeposito mortis,
39
Ps 2,11.
•41
"> 1 Cor 4,7.
Rom 7,22.
S id om. S.
9 videat], videatur S.
« Ib. 24.
« Dan 3,27
« Ps 31.4.
VII, 21, 27
Confesiones
299
entregados al pecador de antiguo, prepósito de la muerte, p o r q u e
persuadió a nuestra voluntad de que se asemejara a la suya, q u e .
no quiso persistir en tu verdad.
¿ Q u é h a r á el hombre miserable, quién le librará del
cuerpo,
de esta muerte, sino tu gracia, por medio de Jesucristo,
nuestro
Señor",
a quien t ú engendraste coeterno y creaste en el principio de tus caminos;
en q u i e n n o halló el Príncipe de este
mundo nada d i g n o de m u e r t e y al q u e d i o m u e r t e , con lo que
jue anulada la sentencia que había contra
nosotros?
N a d a de esto dicen aquellas L e t r a s " . N i tienen aquellas páginas el aire de esta piedad "", ni las lágrimas d e la confesión " ,
ni tu sacrificio os , ni el espíritu atribulado,
ni el corazón
contrito
y humillado,
ni la salud del p u e b l o , ni la ciudad esposa, ni el
arra del Espíritu Santo, ni el cáliz de nuestro rescate "\
N a d i e allí canta. ¿Acaso mi alma no estará sujeta a Dios?
Porque de él procede mi salvación, puesto que él es mi Dios,
y mí salvador, y mi amparo, del cual no me apartaré ya más.
N a d i e allí oye al que l l a m a : Venid a mí los que trabajáis 10".
T i e n e n a m e n o s aprender de él, porque es manso y humilde
de
corazón. Porque tú escondiste estas cosas a los sabios y
prudentes
y las revelaste a los
pequeñuelos.
Mas u n a cosa es ver desde una cima agreste la patria de la
paz, y n o hallar el camino q u e conduce a ella, y fatigarse en
balde p o r lugares sin caminos, cercados por todas partes y roquia persuasit voluntati nostrae similitudinem voluntatis suae, qua in
veritate tua non stetit"'. Quid faciet miser homo? Quis eum liberabit de
corpore mortis huius nisi gratia tua per lesum Christum, Dominum nostrum",
quem genuisti coaeternum et creasti in principio viarum tua5 ntm ", in quo princeps huius mundi non invenit quicquam morte dignum,
et occidit e u m " ; et evacuatum est chirografum, quod erat contrarium
nobis?1" Hoc illae litterae non habent. Non habent illae paginae vultum
pietatis illius, lacrimas confessionis, sacrificium tuum, spiritum contribulatum, cor contritum et humiliatum so, populi salutem, sponsam civitatem,
10 arrham Spiritus sancti, poculum pretii nostri". Nemo ibi cantat: nonne
Deo subdita erit anima mea? Ab ipso enim salutare meum: etenim ipse
Veus meus et salutaris meus, susceptor meus: non movebor amplius5*.
Nemo ibi audit vocantem: venite ad me, qui laboratis. Dedignantur ab
eo discere, quoniam mitis est et humilis corde. Abscondisti enim haec a
15 sapientibus et prudentibus et revelasti ea parvulis 53. Et aliud est de silvestri cacumine videre patriam pacis et iter ad eam non invenire et
frustra conari per invia, circum obsidentibus et insidiantibus fugitivis
desertoribus cum principe suo leone et dracone", et aliud tenere viam
«
«
•"
"
i»
lo 8,44.
Rom 7,24.
Prov 8,22.
lo 14,30.
Col 2,14.
8 illius S. eius cet. et edil.
5CI
•"
•'=
"
"
Ps 50,19.
Apoc 21,2.
Ps 2 , 1 .
M t 11,29-5.
Ps 90,13.
300
VTI, notas
deados de las asechanzas de los fugitivos desertores con su jefe
o príncipe el león y el dragón, y otra poseer la senda que conduce allí, defendida por los cuidados del celestial Emperador,
en donde no latrocinan los desertores de la celestial milicia, antes
la evitan como un suplicio 10\
Todas estas cosas se me entraban por las entrañas por modos
maravillosos cuando leía al menor de tus apóstoles 102 y consideraba tus obras, y me sentía espantado, fuera de mí 1M .
Confesiones
illuc ducentem cura caelesti imperatoris munitam, ubi non latrocinantur
qui caelestem militiam deseruerunt: vitant enim eam sicut supplicium.
Haec mihi inviscerabantur miris modis, cum mínimum apostolorum tuorum ss legerem, et consideraveram opera tua et expaveram.
NOTAS
1
AL
LIBRO
VII
Ya era muerta mi adolescencia, modo frecuente de hablar del Santo
para indicar el tránsito de una edad a otra. «En toda naturaleza mudable—dice—, la mutación es una especie de muerte, porque hace en
ella que no exista algo que existía» (Contra Max. II 12,2). «Y así,
cuando una edad se acerca, otra muere; viniendo la puericia, muere la
infancia; viniendo la adolescencia, muere la puericia; viniendo la juventud, muere la adolescencia; viniendo la senectud, muere la juventud;
viniendo la muerte, muere toda edad. Cuantas clases de edad deseas,
otras tantas muertes de las edades deseas» (Enarrat. in Ps. 127,15.
Cf. I 6,9, y notas). La juventud empezaba a los treinta años. San Agustín indica con la frase apuntada que había ya cumplido esta edad y que
andaba en los treinta y uno al menos.
2
En este capítulo y en los siguientes describe el gran Doctor el materialismo filosófico a que le habían conducido las doctrinas maniqueas,
y tal vez las categorías de Aristóteles, por una parte, y por otra, su fantasía indisciplinada y aún no corregida por el contrapeso de la razón.
Recuérdense las doctrinas de Tertuliano y demás Padres de África sobre
la corporeidad y espiritualidad, y se verá que esto tenía algo de racial
en Agustín.
3
Los editores modernos puntúan todos mal. De los traductores, 'Llovera es el único que sigue la nuestra. ,
4
El texto: incrassatus corde (Mt 13,15).
5
La razón es que el que crea debe ser Superior a lo creado.
6
Véase I c.2 y 3. El razonamiento y análisis del Santo, sumamente
sutiles y delicados, reclaman especial atención del lector para poder
apreciar el estado psíquico mental del gran Doctor en vísperas de ser iluminado por la doctrina del platonismo, que fue el que deshizo todo este
mundo fantástico y quimérico, del que el Santo no acertaba a salir.
7
Esta imagen tiene mucho de parecido con la usada por los escolásticos para representar el parto virginal de la Virgen, y tal vez ha
sido tomada de aquí.
* Con secreta inspiración; esto es, con tu aliento o soplo secreto. Tómese la palabra inspiratione en su sentido clásico y directo.
ss
1 Cor 15.9.
1 cura}, curia m o.
VII, notas
Confesiones
301
' De hecho, este razonamiento bastó para convencer al maniqueo
Félix, quien, ante su fuerza incontrastable, abjuró su errror. Cf. Acta
cum Felice manich. II 1,7; Contra Fortunatum 1.
10
Véase la obra Contra Faustum XVII, donde expone ampliamente el
Santo este argumento, que repite bastante en sus escritos contra los
maniqueos.
11
La persona de Jesucristo, según los maniqueos, es en extremo singular. Era hijo del hombre primitivo y tomó un cuerpo fantástico. En
la obra Contra Faustum X X 11, se expresa así el Santo sobre el particular: «Dices que la tierra, concibiendo del Espíritu Santo—de aquí el
empeño en negar la concepción en las entrañas de la Virgen María, a
lo que tanto horror tenía el Santo, como dice él mismo—, engendró a
Jesús pasible.» Por los consejos que dio a Adán contra la seducción de
Eva, particularmente con su sermón de la montaña, Jesús es digno del
amor y gratitud de la Humanidad. Como procedente de la gran masa
lúcida, es corruptible. Su muerte fue aparente, no real. Cf. V 10,20.
12
Esto es, causa del mal.
13
Como puede observarse, la evolución intelectual del Santo, en orden ascendente y hacia la verdad, va adquiriendo un movimiento cada
vez más rápido y seguro, que pronto se transformará, al contacto del
cristianismo y platonismo, en una espléndida epifanía de la verdad integral.
14
No sabemos a quién pudo oír esto. ¿Fue a San Ambrosio? ¿Fue
a su santa madre? ¿Fue a alguno de sus amigos o discípulos? La frase
es general, y ni por los antecedentes ni consiguientes puede conjeturarse
nada. Es posible que el Santo oyera esto a unos y otros, sin que pudiera
señalar quién fue el primero que lo hizo llegar a su oído.
15
En su obra Contra Adimanto 26, divide el Santo el mal en dos
especies: «el mal que se hace y el mal que se padece; el que se hace
es el pecado; el que se padece es pena».
13
Anteriormente ha dicho que el hacer una cosa contra voluntad o
con repugnancia, mis propiamente es padecer que hacer, y que esta
misma repugnancia es el justo castigo de la voluntad pecadora.
17
Este argumento tiene mucho de parecido con el empleado por San
Anselmo para demostrar a priori la existencia de Dios, y aun coinciden
en la premisa mayor; pero en el fondo, la fuerza probatoria de uno y
otro es muy distinta. Anotemos, sin embargo, la analogía entre ambos.
18
Dios, en virtud de su santidad absoluta, no puede querer más que
el bien; pero no siendo ningún bien la corruptibilidad, forzosamente
no puede quererla para sí. Mas tampoco puede imponérsela nadie extrínsecamente, porque siendo en Dios su voluntad igual a su poder,
y siendo éste omnipotente, no habrá fuerza alguna que pueda obligarle
a ello.
19
La imprevisión no puede darse en Dios, por ser infinitamente sabio y tener todas las cosas pasadas, presentes y futuras ante su vista.
20
Juego de palabras muy del gusto del Santo.
21
Pasaje difícil de traducir y en el que las mismas ediciones y códices andan discordantes. Cf. nuestra edición latina.
22
Este modo de expresarse el Santo revela hasta qué punto dominaba
en él la imaginación sensible, de la que no acertaba a despojarse.
23
Platón, en el Timeo, sienta esta misma afirmación cuando dice:
«Dios es bueno, y el que es bueno no puede sentir envidia de ninguna
clase... Pero un ser muy bueno no podía ni puede hacer nada que no
sea excelente» (ed. española. Biblioteca Filosófica, volumen XVI p.154).
302
Confesiones
Vil, notas
24
Este es el mismo argumento de Leibnitz para probar la creación eterna.
25
San Agustín agota aquí todas las hipótesis que pueden presentarse para explicar la existencia del mal en el mundo. La serie de preguntas y respuestas de que está tejido este párrafo hace que se entienda
con alguna dificultad. Fácil hubiera sido hacerle más inteligible con una
traducción parafrástica; pero hemos preferido respetar el texto, que con
una lectura reposada creemos que no ofrecerá dificultad insuperable.
2
" Sobre el temor a la muerte, cf. I 17 y VI 19 y 26.
27
No se olvide que en esta época era ya el Santo catecúmeno y que
asistía a la predicación de Ambrosio y al culto, católico.
28
Este hecho debe colocarse en Cartago, no obstante que, según el
relato, parezca que acaeció en Milán. No es éste el único caso en el
que el Santo altera el orden cronológico, dando un salto atrás.
20
Toda la doctrina de los genetlíacos se basaba en la creencia de la
influencia que ejercían los astros en el ser viviente al momento de nacer.
Para este fin habían hecho unas tablas donde se marcaban las constelaciones y la posición de los astros no sólo del mes y día, sino también
de las horas, minutos y segundos (minuta minutarum, que dice el Santo). Las predicciones hechas sobre una hora se llaman horóscopos, aunque también solían aplicar este término a cualquier predicción. En De
diversis quaest. 83 q.45,2, describe el gran Doctor cómo tenían divididas y notadas las constelaciones. La argumentación del Santo contra
estos embaucadores de las gentes era la siguiente: si dos nacen al mismo
tiempo—como en el caso presente—y tienen la misma constelación, ¿cómo
es que tienen suerte tan diversa? Porque si se dice que no puede verificarse el nacimiento de dos criaturas en el mismo punto y que la diferencia de un segundo puede ser suficiente para explicar esta diversidad
de suerte, se les puede responder: o esta diferencia puede apreciarse
según las tablas genetlíacas o no; si puede apreciarse, debería hacerse
el horóscopo según ella; si no puede apreciarse, como decían, entonces
tampoco puede afirmarse nada seguro, y esta ciencia debería empezar
por demostrar: primero, el momento del nacimiento de cada uno de un
modo cronométrico; segundo, determinar si la influencia astrológica empieza cuando comienza uno a nacer o cuando ha terminado, y tercero,
que señalen las relaciones necesarias que existen entre el nacimiento de
uno y la posición del astro o constelación, lo cual no pueden.
" La puntuación y texto que seguimos difiere algún tanto de las de>nás ediciones y traducciones. Véase nuestra edición latina. Llovera, no
obstante su adhesión y la excesiva autoridad que atribuye al Sessoriano
—en este lugar corroborado por otros códices—, sigue la lección corriente con los demás editores y traductores, a nuestro modo de ver, sin razón que lo justifique.
51
El texto: litteris. Creemos que en este caso el verdadero equivalente de este término es el que damos en el texto, como puede verse
en el Dict. class. antiquitatis. Tal es el sentir de Gibb-Montgomery y de
muchos de los traductores modernos.
82
Migne puntúa mal este párrafo, poniendo el punto y coma después de Cristo.
" Contriciones, esto es, dolores, tristezas, amarguras; que todo esto
significa esta palabra en el original.
" Seguimos en este pasaje la puntuación maurina, en contra de todas las ediciones modernas, por parecemos la mejor en cuanto al sentido
y ritmo de la frase.
VII, notos
Confesiones
303
35
Job 15,26, según la versión de los Setenta. Según la Vulgata: «Se
hizo fuerte contra el Omnipotente, corrió hacia él con el cuello erguido
y se armó de pingüe cerviz.»
36
Llovera da una interpretación distinta a la frase: Cogitanti autem
mihi, etc. y= hecho a representarme imágenes corporales, etc. Creemos
que la antitesis de la frase Cernenti..., cogitanti autem, etc., confirma
nuestra interpretación claramente.
37
Alusión al pecado original y a los actuales, con los que deformamos nuestra alma, borrando en ella y deformando la imagen de Dios.
38
Imagen que nos recuerda el Inquietum est cor nostrum, etc.
39
No ha sido posible conjeturar quién pudo haber sido este monstruo
de vanidad.
10
¿Qué libros eran éstos? Según lo que dice en el libro VIII 2,3,
éstos estaban traducidos por M. Victorino; según De beata vita 4, eran
los de Plotino algunos nada más; lectis autem Plotini paucissimis libris.
Que esto sea así y que la verdadera lección en De beata vita sea Plotini
y no Platonis se prueba por el hecho de ser los libros de aquél y no
ios de éste los que tradujo el célebre orador romano. Por otra parte,
los códices más antiguos y mejores están por esta lectura, a favor de la
cual están todas las razones de crítica interna. Además, las referencias
doctrinales que da aquí, como las de los Diálogos, son todas de Plotino
y no de Platón. El efecto que produjeron en su alma estos libros fue
extraordinario. He aquí cómo lo describe en Contra académicos II, 5:
«Tan pronto como ciertos libros bien llenos, como dice Celsino, hubieran
derramado sobre nosotros los perfumes de la Arabia e hicieron caer algunas gotas de su bálsamo precioso sobre la llama que ardía en nosotros,
es increíble, ¡ oh Romaniano!, es increíble el incendio que concitaron en
mí, mucho más grande de lo que tú puedes imaginar de mí, que es
cuanto se puede decir. No había entonces ni honores, ni gloria humana, ni deseo vano de adquirir fama; nada, en una palabra, de cuanto
hace dulce la vida y nos atrae a ella que pudiera hacerme impresión», etc.
41
Estos textos, tal como los cita el Santo, no se hallan en Plotino ni
en ninguno de los filósofos platónicos. Es casi seguro que el Santo se
refiere a la ennéada V, donde habla de las hipóstasis divinas según Platón. La concepción plotiniana es la siguiente: la primera sustancia es el
Uno (Enn. V 1,6). De esta sustancia procede por generación eterna y
sin alteración del engendrador la Mente o Nous, imagen del Uno (Enn. V
1,7). El Nous engendra al Alma universal (ib., 1,7). Según Plotino, la
Mente y el Uno son iguales, distinguiéndose por su decadencia de ser,
siendo más perfecto el Uno, luego el Nous y finalmente el Alma, hasta
terminar en la Materia. Plotino atribuye su trinidad a Platón, pero no
se halla en éste más que como una referencia puesta en boca de Parménides. Según él, el Uno no hace más que engendrar al Nous, y es la
fuente de todo; el Nous es el creador de todas las cosas, incluso del
Alma universal, la cual, a su vez, engendra la Materia. El Uno es luz
por esencia, que brilla dentro y por encima de las mentes humanas; todos los demás seres son iluminados, etc. (Enn. VI 1,8). Estas Ennéadas, traducidas tal vez parafrásticamente y en sentido católico, debieron
de arrebatar de entusiasmo a Agustín, al compararlas con el prólogo del
Evangelio de San Juan. También Porfirio habla de una trinidad, haciendo
intermedia entre el Uno y el Verbo o Nous al Alma. Es muy posible que
conociera a éste el Santo, a quien se inclina en La ciudad de Dios, libro X 29- Para toda esta cuesión, véase BOUILLET, Les Ennéades de Píotin II p.545ss.
304
Confesiones
VII, n o t a s
Este punto de contacto entre el Evangelio y Plotino está expresamente citado por el Santo en La ciudad de Dios X 2: «... conformándose
en esto con la doctrina evangélica, donde dice el Señor por boca de San
Juan Evangelista: Fue un hombre enviado por Dios, cuyo ilombre era
Juan; éste vino de testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que
todos creyesen por él; no era él la luz, sino testimonio de la luz. Era la
luz verdadera, la cual alumbra a todo hombre que viene a este mundo.»
Y un poco más adelante: «Esto mismo confiesa también Jijan cuando,
testificando de ella, dice: Todos nosotros recibimos de su plenitud.it
Cf. Enn. V 3,4.
Esto es, nada de su pasión y muerte ni de su amor inmenso para
con los hombres.
Rom 1,21-22. Hay en todo este párrafo una alusión evidente a la
soberbia que caracterizaba a estos filósofos, de la cual habla repetidas
veces en sus escritos. Véanse, entre otros lugares: De civ. Dei X 3,23,
28,29; Epist. 118,17,22. Ya antes ha dicho que el platónico que le prestó estos libros estaba «¡nftadísimo de soberbia» (n.13), y más adelante
dice que de los libros de los platónicos salió más instruido, pero también «más soberbio» (n.26).
15
Rom 1,23. Tanto aquí como en De civ. Dei VIH 10,1, aplica y
entiende el Santo este texto de los egipcios, griegos y romanos, y de sus
ídolos, y las diversas figuras de éstos, de hombre, de aves, de perros,
de serpientes, etc., etc., a los cuales creyeron estos filósofos que se les
debía honrar como a Dios. El politeísmo platónico es una de las cosas que
el gran Doctor no aceptó y por lo que más adelante da gracias a Dios.
46
Llama San Agustín a las lentejas «manjar de Egipto», por la abundancia y exquisitez de éstas en aquella región. Conocida era y exportada
la lenteja alejandrina hasta en tierras abundantes en ella, como Hipona
y Tagaste, según testifica el mismo Santo. Cf. Enarrat. in Ps. 46,6.
47
Esto es, no gusté de semejantes cultos. Aunque para esta época
Agustín participaba ya de la ideología cristiana, este horror a la idolatría y a cuanto ella representaba le había sido infiltrado por el maniqueísmo. Recuérdese el horror que le causaba el antropomorfismo divino que
creía defendían los católicos, y que fue una de las cosas que más le alejó
del cristianismo. Gracia fue, sin embargo, que en esta ocasión no cayera
en semejante error, y por ella muestra su gratitud a Dios.
48
Rom 9,13. Llama aquí al gentilismo mayor por proceder de Esaú
y ser anterior al judaismo y cristianismo. Cf. Enarrat. in Ps. 46,6.
49
Véase el texto paralelo De doctr. christ. II 40,61, donde expone
hermosamente este pensamiento.
50
Act 17,28. Fue éste Parménides, en su poema perdido Minos.
51
Tomó aquí el Santo la doctrina por el individuo; es decir, a Platón por todos los platónicos, por estar todos éstos escritos en griego.
Plotino era oriundo de Egipto. Los defensores de la lección Platonis en
De beata vita IV, podían alegar tal vez este texto.
52
Todo este capítulo no es más que un resumen de la teoría de la
conversión o regreso del alma, expuesta por Plotino en las Ennéadas I 6,9
y IV 3,1; y Porfirio en su obra De regres su animae. El campo a seguir es
el inverso dei de la emanación; según éste, el Uno engendra a la Mente o
Nous; el Nous, el Alma; el Alma, a la Materia, y la Materia, todas las
demás cosas. EL alma debe unirse al Uno para alcanzar su perfección; para
eso debe ascender la escala de la creación, remontándose del mundo sensible al Alma; del Alma, al Nous o Verbo, y del Verbo, al Uno. Sobre esa
doctrina y la de las hipóstasis divinas véase a M. LouiS, Doctrines reli-
VII, n o t t e
Confesiones
305
gieuses des philosophes grecs (París, s. a.) p.301ss, donde hace una exposición clara y precisa de las mismas.
53
Gibbly Montgomery, seguidos por Llovera, citan a este propósito
la teoría visual de San Agustín, tomada, más bien que de Plotino, de
Platón en el Timeo. No vemos que tenga nada que ver con el texto
citado, donde se habla de la luz como de un foco potente que es reflejado
sobre una v¡sta débil o enferma, a la que hiere y contrista.
54
Frase |ieoplatónica. En la Enarrat. in Ps. 99,5, explica así esta imagen: «Hecho! desemejante, te apartaste lejos de Dios; hecho semejante, te
aproximaste i él.» Cf. Enarrat. in Ps. 94,1.
55
Comúnmente se suelen aplicar estas palabras a la Eucaristía; pero
ni de cerca ni de lejos se refiere el Santo a ella, sino a la sabiduría divina, a Dios como vida espiritual del alma. De hecho, sin embargo, expresa exactísimamente el efecto y fruto de la unión divinoeucarística, y
esta semejanza ha sido, sin duda, la causa de tal confusión.
56
Dios es luz, no como la que ven estos ojos sensibles, sino como
ve el corazón cuando oyes decir: «es verdad» (De Trin. VIII 2,33).
57
«Sólo él es verdaderamente (Dios), porque es inconmutable, porque toda mutación hace no ser a lo que es» (De natura boni 19). Cf. también De civ. Dei VIII 11, donde comenta las palabras del Éxodo 3,14,
en este mismo sentido. Es pensamiento frecuentísimo en el Santo.
s
" Toda esta doctrina sobre la corrupción, el mal físico, metafísico y
moral que el Santo expone en este capítulo y siguientes no es más que un
comentario de la Ennéada III 2ss, de Plotino. Y ésta fue la que echó
por tierra todos sus prejuicios y residuos maniqueos en orden al problema del mal que abrigaba aún su alma. Quien desee un comentario
amplio y claro de este lugar, vea Contra adversarium legis et prophetarum I 5,7.
59
«No debemos pasar adelante sin fijar la atención sobre las palabras Y vio Dios que todas las cosas que había hecho eran buenas. Cuando se trató de las cosas por separado se dijo solamente: hubiera sido
poco decir que eran buenas si no se hubiera añadido muy. Y realmente,
si cada una de las obras de Dios, cuando se las considera por separad*,
se halla que están hechas en número, peso y medida y en un orden digno
de alabanza, cada una según su género, ¿cuánto más todas juntas o, lo
que es lo mismo, el universo entero, que resulta de cada una de estas
cosas reunidas en un todo? Porque ciertamente que toda belleza que consta
de dos partes es más hermosa en el conjunto que en sus partes» (De
Gen. contra manich. I 21,32).
60
La teoría de la emancipación plotínica hace considerar al universo
como un conjunto armónico, a la vez que como un ser único existente, ya
que el mal no existe ontológicamente, y si fuere, procedería del Uno,
por lo que entraría a formar parte de la armonía universal. Las palabras
del Génesis y eran muy buenas, aplicadas al conjunto de todos los seres,
tienen aquí un sabor e interpretación marcadamente plotiniano.
61
La razón es porque todas son convenientes para sí mismas. Aun
el mismo veneno de las serpientes y animales dañinos es un bien para
ellas, aunque sea un mal para las demás. San Agustín explota mucho
este argumento en sus obras contra los maniqueos. «Si el veneno del escorpión—dice en De mor. manich. VIH—fuera malo en sí, dañaría primero y principalmente al escorpión mismo, siendo así, al contrario, que
si se le quita no puede vivir.» Cf. De civ. Dei XXII 11.
82
Salmo 148,7-12 y 1-5. En el texto hemos seguido una puntuación
30<5
Confesiones
VÍI, notas
enteramente nueva, reclamada por la lección adoptada, sin duda la verdadera. Cf. la Enarración de este mismo salmo, n.9.
/
" Véase lo dicho anteriormente en la nota al c.12 n.18. /
" «Suelen los maniqueos mover esta cuestión: ¿qué necesidad había
de que Dios crease tantos animales no necesarios al hombre, antes algunos dañosos?... Cuando dicen esto no ven que todos son hermosos por razón de su Creador, que se sirve de todos ellos para el gobierno del mundo. Los hombres son tan necios que en la oficina de un artífice no tienen
el valor de vituperar los instrumentos que no conocen, y... en (este mundo,
en el que es ensalzado y alabado Dios como Creador y Gobernador, osan
criticar muchas cosas de las que no ven la razón... Yo no ¡sé por qué
han sido creadas las ranas, y los topos, y los gusanillos. Sin embargo, veo
cómo todos son bellos en su género, si bien a causa de nuestros pecados
muchos de aquéllos nos son enemigos» (De Gen. contra manich. I 16,25).
85
Salmo 118,37: «Cosas contrarias entre sí son vanidad y verdad;
si nuestra vida está allí donde está la verdad, no estará nuestra vida
allí donde está la vanidad.»
" La argumentación agustiniana, en todo platónica, se basa en la
noción de verdad, que identifica con el ser: «La verdad es lo que es:
Verum est id quod es/» (Soliloquios II 5,8); y así todo lo que es, es
verdadero: quidquid est verum est (ib.); pero todo lo que es verdadero lo es por la verdad... quidquid verum est utique a veritate verum est;
y Dios es la suma verdad; luego todo depende de Dios en razón de ser, y
ser verdadero; porque lo que no es verdadero ser, no es ser, como lo que
no es verdadero oro, no es oro. Véanse los Soliloquios, final del libro I y
principios del II, donde expone soberanamente esta doctrina y argumentación. Cf. La ciudad de Dios, 20 de junio de 1924, p.428ss, nuestro estudio sobre «La verdad en la filosofía de San Agustín».
87
La razón es porque la eternidad no tiene antes ni después, y en
Dios tampoco lo puede haber, por ser eterno y acto simplicísimo.
** Todo tránsito supone cambio de ser, actuación de lo que es potencia; ahora bien: toda actuación necesita un medio o subiectum que
permita este cambio o tránsito del no ser al ser. Nada podría cambiarse sin la causa primera, sin el concurso de ésta; y esto es lo que
quiere decir el Santo.
" El Santo desarrolla ampliamente este pensamiento en La ciudad
de Dios XI c.22 y 23, a los cuales remitimos al lector.
70
Por bienes íntimos entiende el Santo la gracia de Dios, las virtudes y dones sobrenaturales. Y, por eso, arrojándolos se queda más vacía interiormente y más inflada en lo exterior. Véase De música XI 13,40,
donde amplía este concepto el gran Doctor.
" Véase IV c.8 n.13, lugar paralelo, y donde el Sessoriano escribe
con evidente error, en vez de pro te, postea.
72
Zeballos interpreta erróneamente esta frase, creyendo que se refiere al fantasma. El pensamiento del Santo es que amaba ya a Dios;
pero no lo amaba estable y seguramente, sino con un flujo y reflujo de
su corazón, siendo unas veces arrebatado por su hermosura hacia él y decayendo otras veces por el peso de su carnal costumbre.
73
Véase sobre esto el hermoso pasaje de Plotino, que calca aquí e)
Santo, en las Ennéadas V 1,11. Cf. también Soliloquios I 25-29 y II 8-20,
De vera religione 54,56 y 57, y De lib. arb,, donde todo el argumento
ideológico para probar la existencia de Dios se basa er este sencillo lugar
de Plotino, y que se reduce a esto: todo lo verdadero supone la verdad;
todo lo bello, la belleza; todo lo blanco, la blancura, etc. Siendo lo abso-
V k , nó^as
Confesiones
307
luto en éste caso la causa y criterio para apreciar lo relativo y fragmentario, comb lo es el todo para juzgar de las partes, pues no se puede decir
de una parte que es grande o pequeña si no conocemos el todo a quien
pertenece, lógicamente se puede argüir de lo verdadero a la verdad y de
lo existente al ser absoluto.
74
Todo este proceso no es más que el regreso del alma a Dios expuesto por | Plotino y Porfirio, y del que ya hemos hablado antes. Más
adelante hablará el Santo de las purificaciones para verificar este ascenso hacia el Uno, y que las interpreta en este sentido católico, no en el
teúrgico de Porfirio y demás neoplatónicos. Advirtamos que, no obstante
la analogía del proceso entre éstos y aquél, no tiene nada que ver el
éxtasis agustiniano con el plotiniano.
75
Hablando el Santo en De civ. Dei IX 16, acerca del éxtasis intelectual, pone en boca de Plotino, que se lo atribuye a Platón, estas, palabras : «Apenas la inteligencia de Dios se descubre a los' Varones sabios
después de haber éstos primeramente recopilado con el vigor de su ánimo todo lo concerniente a las cualidades corporales, lo cual sucede también a ratos, así como suele dejarse ver en unas densísimas tinieblas una
luz blanca y apacible entre súbito y arrebatado relámpago; luego, si el
que es verdaderamente sobre todas las cosas Dios sumo con una inteligible e inefable presencia, aunque a ratos, y como una luz hermosa y
agradable, entre un súbito y rápido relámpago, con todo se descubre a los
corazones de los sabios cuando se abstraen, en cuanto pueden, de las
cosas corporales», etc.
76
En el Serm. 50,6,16 se expresa el Santo en términos parecidos.
«Yo dije en mi éxtasis:'he sido arrojado de la faz de tus ojos. Paréceme que el que dijo esto levantó hacia Dios su alma y tocó con un contacto espiritual aquella luz inconmutable, la cual no pudo sufrir por la
flaqueza de la vista, y que recayó en su enfermedad y languor... Vi no
sé qué éxtasis que no pude sufrir por mucho tiempo, y, vuelto a los
miembros mortales y a los muchos pensamientos de los mortales, dije»,
etcétera. Este pensamiento se halla muy frecuentemente en el Santo.
77
Enarrat. in Ps. 33,6, donde expone hermosamente este pensamiento.
78
Los traductores suelen dar un sentido un poco distinto a la frase
por posponer la negación a confiados en sí.
79
Esto muestra mortalidad, como explica el Santo en otros lugares. Cf. Enarrat. in Ps. 103,1,8, y Contra luí. op. imperf. IV 37.
"° Todavía en el Contra académicos III 43, late este mismo pensamiento, aunque algún tanto suavizado. La idea tal vez procedía de influencias anticristianas o más bien heréticas. En el Serm. 246,4, al hablar de Fotino, al que cita aquí un poco más adelante nominalmente, dice
que no admitía éste en Cristo más que a un puro hombre, más piadoso
y sabio que los demás hombres, pero nada más. En las Retract. II 1, al
tratar de los cuatro libros De consensu evangelistarum, afirma que el primero fue escrito contra los que honraban o pretendían honrar a Cristo
como a un hombre sapientísimo, pero que no querían creer el Evangelio
por considerarlo obra de sus discípulos, que le atribuyeron la divinidad.
¡Cuan poco ha adelantado en esto el error!
81
Alusión al error de los apolinaristas, del que hablaremos más abajo.
8?
La deducción del Santo era lógica. Si la naturaleza se especifica
por sus actos, es evidente que los actos especifican la materia. Ahora bien:
si en Cristo se dan actos libres, actos verdaderamente humanos, es preciso
que haya en él una naturaleza humana igual a la nuestra en razón de tal.
83
Es admirable cómo se grabó en su alma esta creencia en la autoridad
divina de las Sagradas Escrituras, de la que ya ha hablado antes y hablará
308
Confesiones
Vil, notas
después, sin que sepamos las razones o motivos que tan fuertemente lo
convencieron. Cf. De civ. Dei XI 3.
/
84
Acerca de este error, he aquí lo que escribé en la Enairat. in Ps.
2,29 n.2 y 3: «Decían estos herejes—los apolinaristas—que Nuestro Señor
Jesucristo no había tenido mente humana y aquello que los giiegos dicen
nous y nosotros racional, de que carecen los demás animales. ¿V qué es lo
que dicen? Que el mismo Verbo de Dios era el que en este hambre hacía
las veces de mente. Y no faltaron quienes, .provenientes del mismo error,
afirmasen que no sólo no había en Cristo mente humana, pero ni aun
alma.» Todo el error de Apolinar, como de la mayor parte de los discípulos de la escuela de Antioquía—Teodoreto, Luciano, Teodoro, Nestorio,
Arrio, etc.—, estriba en el falso concepto de naturaleza y persona que
jamás llegaron a entender, viéndose precisados, por no saber conciliar en
Cristo dos naturalezas en una sola persona, o a negar en él .lo humano
por salvar lo divino o negar lo divino por salvar lo humano. Apolinar
nació el 310 y fue obispo de Laodicea; su error fue condenado en el concilio general del 381. Las mismas afirmaciones hace en De haeresibus 55.
85
Fotino, obispo de Linmio, discípulo de Sabelio y Pablo de Samosata,
sostenía que el Verbo no había sido hijo de Dios hasta encarnarse en las
entrañas de la Virgen María (Epist. 147, 19). En resumen, negaba toda
unión sustancial entre la naturaleza humana y el Verbo divino, por lo
que en realidad Cristo no era más que un puro hombre, hijo de Dios,
adoptivo de modo más perfecto que los demás hombres, pero nada más.
Fue condenado en el año 351 y murió el 376. Cf. De haeresibus 44.
86
1 Cor 2,19. Cf. De civ. Dei XVI 2, magnífico comentario a este
texto.
" Ya indicamos 'anteriormente qué libros eran éstos.
88
El texto: non peritus sed periturus, el cual hemos traducido de forma
que se conservara el ritmo verbal, aunque no del todo.
89
Ya anteriormente ha hablado de la soberbia de estos filósofos, que
si le hicieron más docto le hicieron también más soberbio. Véase el c.9
n.13.
90
Véase todo el c.32 del libro X De civ. Dei, donde expone ampliamente este pensamiento. Cf. también De Trin. IV 15,20. Los platónicos,
más bien que la posesión de la patria celestial, proclaman la contemplación de la misma y la contemplación por la contemplación. San Agustín
quiere ambas cosas e igualmente las dos. Los platónicos vieron la patria
celeste, pero la vieron de lejos y sin poder llegar allá, porque ignoraban el
camino, que es Cristo, y Cristo humilde y paciente.
01
Observación atinada y de un alto valor psicológico. Cuando se hallan, doctrinas en apariencia semejantes a las católicas y no se conoce su
eficacia, nula o positiva, córrese gran peligro de despreciar lo que se ha
recibido sin trabajo ni estudio. El Santo se alegra de haber dado antes
con los filósofos platónicos, para convencerse por sí mismo de la ineficacia de sus enseñanzas y saber así apreciar mejor la eficacia saludable de
las de Cristo.
"* Este mismo pensamiento se halla consignado en Contra académicos II 2,25: «Así, pues, titubeando; acercándome, dudando, tomo con
ansia al apóstol Pablo.» Recuérdese lo que queda dicho en el libro III
c.5: cómo a raíz de la lectura del Hortensias acudió también a las Sagradas Escrituras, disgustándole entonces el estilo humilde y sin retórica de
éstas. Al presente, Agustín se hallaba mejor dispuesto. La calentura literaria había aflojado mucho: su corazón y su inteligencia habían sido
fuertemente trabajados, y hasta el mismo problema religioso revestía caracteres para él sumamente interesantes y trascendentales. San Pablo el
gran Apóstol, iba a ser el encargado por la Providencia de iluminar y
Vll.not^s
Confesiones
309
convertir al más grande de los doctores. Agustín tuvo siempre una predilección especial por este Apóstol, a quien ensalza sobremanera en sus
escritos, llegando hasta agotar los epítetos laudatorios..
Es decir, que en el cristianismo halló cuanto de bueno y verdadero
encierran los platónicos; pero recomendado por la gracia, esto es, reforzado por el auxilio y gracia de Dios para practicarla mejor y más fácilmente. El Santo da un salto atrás, prescindiendo de lo inmediatamente
dicho sobre la doctrina maniquea.
Rom 7,24-25. Por muerte entiende el Santo la enfermedad de la
concupiscencia carnal, de la cual pide a Dios que cure. Cf. Contra duas
epist. Pelag. 1 n.2 3.
9S
Esto es, en los libros platónicos, en los cuales no se encuentra nada
de lo que constituye la verdadera fe y piedad cristianas. El Santo enumera
a continuación qué cosas fueron las que no halló en aquellos filósofos.
98
Ciertamente que ni Plotino ni sus discípulos fueron piadosos para
con Dios, reconociéndose pequeños ante su majestad eterna,, rindiéndole
el culto de amor y veneración filial que se le debe. Cf. Epist. 155,17;
Sefm. 91,3; 25,2; 87,1.6-7; 113,6. Plotino no podía tener semejantes sentimientos, puesto que su concepción panteísta le impedía mirarse como
algo en cierto modo distinto de la divinidad. El Santo recalca bien el
carácter soberbio de estos filósofos, contrario a la verdadera piedad. Cf. De
civ. Dei VIII 5 y 29,2; Epist. 118; Tract. in loan. II 4.
97
Esto es, el arrepentimiento de los pecados y el gemido del dolor
del alma.
98
El sacrificio de la cruz, con el que fue redimido el género humano.
99
De éstos dice en otra parte que «filosofaron sin el Espíritu Santo»
(Quaest. in Hept. II 25).
100
Mt 2,28. «¿Cuál es la causa—les dice en De civ. Dei X 29,2—
por que cuando os predican y persuaden la fe cristiana olvidáis o fingís
haber olvidado lo que soléis leer y enseñar? ¿Qué razón hay para que no
queráis ser cristianos sino porque Cristo vino humilde y vosotros soberbios?... Están dolientes y enfermos y se ensoberbecen y glorían de la misma enfermedad, despreciando y avergonzándose de tomar la Medicina con
que pudieran sanar.» Y en el mismo libro, c.28, dice de Porfirio: «Si hubieras amado y profesado verdadero amor a la virtud y sabiduría, hubieras conocido a Cristo virtud de Dios y sabiduría del mismo y no hubieras
apostatado y despreciado su humildad salubérrima, llevado de la altivez
de tu vana ciencia.»
101
En todo este párrafo se alude evidentemente a Cristo y su Iglesia.
Cf. De civ. Dei XI 2: «Sólo él (Cristo) es camino defendidísimo contra
todos los errores, por ser el mismo Dios y hombre: Dios adonde se va,
hombre por donde se va», etc.
102
San Agustín juega aquí con los vocablos minimus y paulus, de
significación semejante gramaticalmente. Este mismo sentido le da en De
spiritu et littera 12.
108
Hab 3,2, según los Setenta.
r
V I I I , 1, 2\
LIBRO
OCTAVO
CAPITULO
I
1. ¡Dios mío!, que yo te recuerde en acción; de gracias
y confiese tus misericordias sobre m í ' . Que mis huesas se empapen de tu amor y digan: Señor, ¿quién semejante ¿» ti? 2 Rompiste mis ataduras; sacrifíquete yo un sacrificio de alabanza.
Contaré cómo las rompiste, y todos los que te adoran dirán
cuando lo oigan: Bendito sea el Señor en el cielo y en la tierra;
grande y admirable es el nomlwe suyo.
Tus palabras, Señor, se habían pegado a mis entrañas y por
todas partes me veía cercado por ti. Cierto estaba de tu vida
eterna, aunque no la viera más que en enigma y como en espejo ",
y así no tenía ya la menor duda sobre la sustancia incorruptible,
por proceder de ella toda sustancia; ni lo que deseaba era estar
más cierto de ti, sino más estable en ti.
En cuanto a mi vida temporal, todo eran vacilaciones, y debía purificar mi corazón de la vieja levadura, y hasta me agradaba el camino—el Salvador mismo—; pero tenía pereza de caminar
por sus estrecheces.
Tú me inspiraste entonces la idea—que me pareció excelente—de dirigirme a Simpliciano, que aparecía a mis ojos cotno
un buen siervo tuyo y en el que brillaba tu gracia *. Había oído
CA P U T
i
1. Deus meus, recorder in gratíarum actione tibí et confitear misericordias tuas super me. Perfundantur ossa mea dilectione tua et dicant:
Domine, quis similis tibí? ' Dirupisti vincula mea: sacrificem tibí sacri5 ficium laudis '. Quomodo dirupisti ea, narrabo, et dicent omnes, qui adorant te, cum audiunt haec: Benedictas Dominus in cáelo et in tena;
magnum et mirabile nomen eius. Inhaeserant praecordiis meis verba tua,
et undique circumvallabar abs te. De vita tua aeterna certus eram quamvis eam in aenigmate et quasi per speculum videram3; dubitatio tamen
10 oranis de incorruptihili substantia, quod ab illa esset oranis substantia,
ablata mihi erat, nec certior de te, sed stabilior in te esse cupiebam. De
mea vero temporali vita nutabant omnia et mundandum erat cor a fermento veteri; et placebat via, ipse Salvator, et iré per eius angustias
adhuc pigebat. Et •immisisti in mentem meam visumque est bonum in
15 conspectu meo pergere ad Simplicianum, qui mihi bonus apparebat servus tuus et lucebat in eo gratia tua. Audieram etiam, quod a iuventute
i Ps 34,10.
"- Ps 115,1(5.
3
1 Cor 13,12.
311
también ¿Je él que desde su juventud vivía devotísimamente,
y como entonces era ya anciano, parecíame que en edad tan
larga, empleada en el estudio de tu vida, estaría muy experimentado y! muy instruido en muchas cosas, y verdaderamente
así era. Por eso quería yo conferir con él mis inquietudes, para
que me indicase qué método de vida sería el más a propósito
en aquel estado de ánimo en que yo me encontraba para caminar
por tu senda.
2. Porque veía yo llena a tu Iglesia y que uno iba por un
camino y otro por otro.
En cuanto a mí, disgustábame lo que hacía en el siglo y me
era ya carga pesadísima, no encendiéndome ya, como solían, los
apetitos carnales, con la esperanza de honores y riquezas, a soportar servidumbre tan pesada; porque ninguna de estas cosas
me deleitaba ya en comparación de tu dulzura y de la hermosura
de tu casa, que ya amaba5, mas sentíame todavía fuertemente
ligado a la mujer; y como el Apóstol no me prohibía casarme,
bien que me exhortara a seguir lo mejor al desear vivísimamente
que todos los hombres fueran como él 6 , yo, como más flaco,
escogía el partido más fácil, y por esta causa me volvía tardo en
las demás cosas y me consumía con agotadores cuidados por verme obligado a reconocer en aquellas cosas que yo no quería padecer algo inherente a la vida conyugail, a la cual entregado me
sentía ligado.
Había oído de boca de la Verdad que hay eunucos que se
han mutilado a sí mismos por el reino de los cielos, bien que
añadió que lo haga quien pueda hacerlo '. Vanos son ciertamensua devotissime tibi viveret; iam vero tune senuerat et longa aetate in
tam bono studio sectandae vitae tuae multa expertus, multa edoctus mihi
videbatur: et veré sic erat. Unde mihi ut proferret volebam conferenti
secum aestus meos, quis esset aptus modus sic affecto, ut ego eram, ad
5 ambulandum in via tua.
2. Videbam enim p'lenam ecclesiam, et alius sic ibat, alius autem sic.
Mihi autem displicebat, quod agebam in saeculo, et oneri mihi erat valde,
non iam inflammantibus cupiditatibus, ut solebant, spe honoris et pecuniae ad tolerandum illam servitutem tam gravem. Iam enim me illa non
10 delectabant prae dulcedine tua et decore domus tuae, quam dilexi", sed
adhuc tenaciter alligabar ex femina, nec me prohibebat apostolus conjugan, quamvis exhortaretur ad melius máxime volens omnes nomines sic
esse, ut ipse erat. Sed ego infirmior eligebam moliiorem locum et propter
hoc unum volvebar in ceteris languidus et tabescens curis marcidis, quod
15 et in alus rebus, quas nolebam pati, congruere cogebar vitae coniugali,
cui deditus obstringebar. Audieram ex ore Veritatis esse spadones, qui
se ipsos absciderunt propter regnum caelorum; sed, qui potest—inquit—
4
9 eam}, ea S.
10 quod — substantia om. HS.
Confesiones
Ps 25,8.
2 vitae OS, viae cet. et edds.
3 unde], undique S.
omnes.
312
Confesiones
VIII, 2, 3
te todos los hombres en quienes no existe la ciencia i de Dios,
y que por las cosas que se ven, no pudieron hallar al que es.
Pero ya había salido de aquella vanidad y la había traspasado,
y por el testimonio de la creación entera te había hallado a ti,
Creador nuestro, y a tu Verbo, Dios en ti y contigo un solo Dios,
por quien creaste todas las cosas.
Otro género de impíos hay: el de los que, conociendo a Dios,
no le glorificaron como a tal o le dieron gracias. También había
caído yo en él; mas tu diestra me recibió y sacó de él y me puso
en lugar en que pudiera convalecer, porque tú has dicho al
hombre: He aquí que la piedad es la sabiduría y No quieras
parecer sabio, porque los que se dicen ser sabios son vueltos
necios.
Ya había hallado yo, finalmente, la margarita preciosa, que
debía comprar con la venta de todo lo que tenía'. Pero vacilaba.
CAPITULO
II
3. Me encaminé, pues, a Simpliciano, padre en la colación
de la gracia bautismal del entonces obispo Ambrosio, a quien
éste amaba verdaderamente como a" padre. Contéle los asendereados pasos de mi error; mas cuando le dije haber leído algunos
libros de los platónicos, que Victorino, retórico en otro tiempo
de la ciudad de Roma—y del cual había oído decir que había
capere, capiat'. Vani sunt certe omnes homines, quibus non inest Dei
scientia, nec de his, quae videntur bona, potuerunt invertiré eum, qui
est6. At ego iam non eram in illa vanitate; transcenderán! eam et contestante universa creatura inveneram te creatorem nostrum et Verbum
5 tuum apud te Deum tecumque unum Deum, per quod creasti omnia. Et
est aliud genus impiorum, qui cognoscentes Deum non sicut Deum glorificaverunt aut grafías egerunt \ In hoc quoque incideram, et dextera tua
suscepit me et inde ablatum posuistí, ubi convalescerem, quia dixisti homlni: Ecce píelas est sapienti", et noli velle videri sapiens '. Quoniam di10 ceníes se esse sapientes stuki facti sunt10. Et inveneram iam bonam margaritam, et venditis ómnibus, quae haberem, emenda erat, et dubitabam.
vin, 2,3
mihi, quod non in aliorum phiiosophorum scripta incidissem plena fallaciarum et deceptionum secundum elementa huius mundi ", in istis autem
ómnibus modis insinuari Deum et eius Verbum. Deinde, ut me exhortaretur ad humilitatem Christi, sapientibus absconditam et revelatam parvulis,
5 Victorinum ipsum recordatus est, quem Romae cum esset, familiarissime
noverat, deque illo mihi narravit quod non silebo. Habet enim magnam
laudem gratiae tuae confitendam tibi, quemadmodum ille doctissimus senex et omnium liberalium doctrinarum peritissimus, quique phiiosophorum
tam multa legerat et diiudicaverat, doctor tot nobilium senatorum, qui
10 etiam ob insigne praedari magisterii, quod cives huius mundi eximium
putant, statuam romano foro meruerat et acceperat, usque ad illam aetatem
venerator idolorum sacrorumque sacrilegorum particeps—quibus tune tota
fere romana nobilitas inflata spirabát t popilios iam «et omnigenum deum
monstra» et «Anubem latratorem», quae aliquando
contra Neptunum et Venerem contraque Minervam
3. Perrexi ergo ad Simplicianum, patrem in accipienda gratia tune
episcopi Ambrosii et quem veré ut patrem diligebat. Narravi ei circuitus
15 erroris mei. Ubi autem commemoravi iegisse me quosdam libros platonicorum, quos Victorinus quondam rhetor urbis Romae, quem christianum
defunctum esse audieram, in latinam linguam transtulisset, gratulatus est
Mt 19,12.
• Sap 13,1.
' Rom 1,21.
' Iob 28,28.
313
muerto cristiano—, había vertido a la lengua latina, me felicitó
por no haber dado con las obras de otros filósofos, llenas de
falacias y engaños, según1 los elementos de este mundo, sino con
éstos en los cuales se insinúa por mil modos -a Dios y su Verbo'.
Luego, para exhortarme a la humildad de Cristo, escondida
a los sabios y revelada a los pequeñuelos, me recordó al mismo Victorino, a quien él • había tratado muy familiarmente estando en Roma, y de quien me refirió 'lo que no quiero pasar
en silencio. Porque encierra gran alabanza de tu gracia, que
debe serte confesada, el modo como este doctísimo anciano—peritísimo en todas las disciplinas liberales y que había leído y juzgado tantas obras de filósofos—, maestro de tantos nobles senadores, que en premio de su preclaro magisterio había merecido
y obtenido una estatua en el Foro romano (cosa que los ciudadanos de este mundo tienen por el sumo) ; venerador hasta aquella edad de los ídolos y partícipe de los sagrados sacrilegios,
a los cuales se inclinaba entonces casi toda la hinchada nobleza
romana, mirando propicios ya «a los dioses monstruos de todo
género y a Anubis el ladrador» 10, que en otro tiempo «"habían
estado en armas contra Neptuno y Venus y contra Minerva»,
y a quienes, vencidos, la misma Roma les dirigía súplicas ya,
y a los cuales tantos años este mismo anciano Victorino había
defendido con voz aterradora, no se avergonzó de ser siervo de
C A P UT II
s
Confesiones
» Prov 3.7.
" Rom 1,22.
4 creatura HOSVT, creatura tua cet. it idd.
17 transtullisset P. txanstullísse et VS. traostulliset (tH 2 et E).
15 tela tenuerant et a se victis iam Roma supplicabat, quae iste senex Victorinus tot annos ore terricrepo defensitaverat—non erubuerit esse puer
11
Col 2,8.
6 deque} de quo FM'O'P o.
7 tibíque ammodum S.
13 inspirabat D o, popiliosiam EFHMOSTV, popilíus iam D, populiosiam P,
populiosirim B, populique iam G, populiusiam b, populo iam m, populos iam o,
prodigia iam Knóll, propitia iam Vega, propolis Skutella; fort. leg.; propitians
iam. Códices hispani: popilios colens iam. Num: populi ursam?
314
Confesiones
v m , 2,4
tu Cristo e infante de tu fuente, sujetando su cuello al yugo de
la humildad y sojuzgando su frente al oprobio de la cruz.
4. ¡Oh Señor, Señor!, que inclinaste los cielos y descendiste, tocaste los montes y humearon, ¿de qué modo te insinuaste
en aquel corazón?
Leía—al decir de Simpliciano—la Sagrada Escritura e investigaba y escudriñaba curiosísimamente todos los escritos cristianos, y decía a Simpliciano, no en público, sino muy en secreto
y familiarmente: «¿Sabes que ya soy cristiano?» A lo cual respondía aquél: «No lo creeré ni te contaré entre los cristianos
mientras no te vea en la Iglesia de Cristo». A lo que éste replicaba burlándose: «Pues qué, ¿son acaso las paredes las que hacen
a los cristianos?» Y esto de que «ya era cristiano» lo decía
muchas veces, contestándole lo mismo otras tantas Simpliciano,
oponiéndole siempre aquél «la burla de las paredes».
Y era que temía ofender a sus amigos, soberbios adoradores de los demonios, juzgando que desde la cima de su babilónica dignidad ", como cedros del Líbano aún no quebrantados
por el Señor, habían de caer sobre él sus terribles enemistades.
Pero después que, leyendo y suplicando ardientemente, se
hizo fuerte y temió ser «negado por Cristo delante de sus ángeles si él temía confesarle delante de los hombres y le pareció
que era hacerse reo de un gran crimen avergonzarse de «los
sacramentos de humildad» de tu Verbo, no avergonzándose de
«los sagrados sacrilegios» de los soberbios demonios, que él,
imitador suyo y soberbio, había recibido, se avergonzó de aquella vanidad y se sonrojó ante la verdad, y de pronto e improChristi tui et irrfans fontis tui subiecto eolio ad humilitatis iugum et edoraita fronte ad.crucis opprobrium.
4. O Domine, Domine, qui inclinasti cáelos, et descendisti, tetigisti
montes et fumigaverunt 12 , quibus modis te insinuasti illi pectori ? Lege5 bat, sicut ait Simplicianus, sanctam Scripturam omnesque christianas litteras investigabat studiosissime et perscrutabatur et dicebat Simpliciano
non palam, sed secretius et familiarius: «Noveris iam me esse christianum.» Et respondebat ille: «Non credam nec deputabo te inter christianos, nisi in ecclesia Christi videro.» Ule autem irridebat dicens: «Ergo
10 parietes faciunt christianos ?» Et hoc saepe dicebat, iam se esse christianum, et Simplicianus illud saepe respondebat et saepe ab illo parietum
irrisio repetebatur. Amicos enim suos reverebatur offendere, superbos
daemonicolas, quorum ex culmine Babylonicae dignitatis quasi ex cedris
Libani, quas nondum contriverat Dominus, graviter ruituras in se inimi15 citias arbitrabatur. Sed posteaquam legendo et inhiando hausit firmitatem
timuitque negari a Christo cormn angelí's sanctis, si eum timeret coram
bomivibus " confiten, reusque sibi magni criminis adparuit erubescendo
de sacramentis humilitatis Verbi tui et non erubescendo de sacris sacrileeiis superboriim daemonionim, quae imitator superbus acceperat, depu'= Ps 143,5.
" Le 2,9.
VIII, 2, 5
Confesiones
315
viso dijo a Simpliciano, según éste mismo contaba: «Vamos a
la iglesia; quiero hacerme cristiano.» Este, no cabiendo en sí
de alegría, fuese con él, quien, una vez instruido en los primeros sacramentos de la religión l=, «dio su nombre para ser» u
—no mucho después—regenerado por el bautismo, con admiración de Roma y alegría de la Iglesia. Veíanle los soberbios
y llenábanse de rabia, rechinaban sus dientes y se consumían;
mas tu siervo había puesto en el Señor Dios su esperanza y no
atendía a las vanidades y locuras engañosas.
5. Por último, cuando llegó la hora de hacer la profesión
de fe (que en Roma suele hacerse por los que van a recibir tu
gracia en presencia del pueblo fiel con ciertas y determinadas
palabras retenidas de memoria y desde un lugar eminente) ",
ofrecieron los sacerdotes a Victorino—decía aquél [Simpliciano]—que la recitase en secreto, como solía concederse a los
que juzgaban que habían de tropezar por la vergüenza. Mas él
prefirió confesar su salud en presencia de la plebe santa. Porque ninguna salud había en la retórica que enseñaba, y, sin
embargo, la había profesado públicamente. ¡Cuánto menos, pues,
debía temer ante tu mansa grey pronunciar tu palabra, él que no
había temido a tuíbas de locos en sus discursos!
Así que, tan pronto como subió para hacer la profesión, todos, unos a otros, cada cual según le iba conociendo, murmuraban su nombre con un murmullo de gratulación—y ¿quién
haibía allí que no le conociera?—y un grito reprimido salió de
duit vanitati et erubuit veritati, subitoque et inopinatus ait Simpliciano,
ut ipse narrabat: Eamus in ecclesiam: christianus voló fieri. At ille non
se capiens laetitia perrexit cum eo. Ubi autem imbutus est primis instructionis sacramentis, non multo post, etiam nomen dedit, ut per baptismum
5 regeneraretur, mirante Roma, gaudente ecclesia. Superbi videbant et irascebantur, dentibus suis stridebant et tabescebant: servo autem tuo Dominus
Deus erat spes eius et non respiciebat in vanitates et insanias mendaces '".
5. Denique ut ventum est ad horam profitendae fidei, quae verbis
certis conceptis retentisque memoriter de loco eminentiore in conspectu
10 populi fidelis Romae reddi solet ab eis, qui accessuri sunt ad gratiam
tuam, oblatum esse dicebat Victorino a presbyteris, ut secretius redderet,
sicut nonnullis, qui verecundia trepidaturi videbantur, offerri mos erat;
illum autem maluisse salutem suam in conspectu sanctae multitudinis
profiteri. Non enim erat salus, quam docebat, in rhetorica, et tamen eam
15 publice professus erat; quanto minus ergo vereri debuit mansuetum gregem tuum pronuntians verbum tuum, qui non verebatur in verbis suis
turbas insanorum ? Itaque ubi ascendit, ut redderet, omnes sibimet invicem, quisque ut eum noverat, instrepuerunt nomen eius strepitu gratulalationis. Quis autem ibi non eum noverat? Et sonuit presso sonitu per
14
Ps 39.5.
4 etiam om. S.
18 eius om. S.
316
VIII, 3, 6
Confesiones
la boca de todos los que con él se alegraban: «Victorino, Victorino.» Presto gritaron por la alegría de verle, mas presto callaron
por el deseo de oírle. Hizo la profesión de la verdadera fe con
gran entereza '", y todos querían arrebatarle dentro de sus corazones, y realmente le arrebataban amándole y gozándose de él,
que éstas eran las manos de los que le arrebataban.
CAPITULO
III
6. ¡Dios bueno!, ¿qué es lo que pasa en el hombre para
que se alegre más de la salud de un alma desahuciada y salvada del mayor peligro que si siempre hubiera ofrecido esperanzas o no hubiera sido tanto el peligro? También tu, Padre
misericordioso, te gozas más de un penitente que de noventa
y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia; y nosotros oímos con grande alegría el relato de la oveja descarriada, que es devuelta al redil en los alegres hombros del Buen
Pastor 16, y el de la dracma, que es repuesta en tus tesoros después de los parabienes de las vecinas a la mujer que la halló l r .
Y lágrimas arranca de nuestros ojos el júbilo de la solemnidad
de tu casa cuando se lee en ella de tu hijo menor que era muerto
y revivió, había perecido y jue hallado.
Y es que tú te gozas en nosotros y en tus ángeles, santos
por la santa caridad, pues tú eres siempre el mismo, por conocer del mismo modo y siempre las cosas que no son siempre
ni del mismo modo.
ora cunctorum collaetantium: «Victorinus, Victorinus.» Cito sonuerunt
exsultatione, quia videbant eum et cito siluerunt intentione, ut audirent
eum. Pronuntiavit Ule fidem veracem praeclara fiducia, et volebant eum
omnes rapere intro in cor suum. Et rapiebant amando et gaudendo: hae
5 rapientium manus erant.
CAPÜT
III
6. Deus bone, quid agitur in homine, ut plus gaudeat de salute
desperatae animae et de maiore periculo liberatae, quam si spes ei semper affuisset aut periculum minus fuisset? Etenim tu quoque, misericors
10 pater, plus gaudes de uno paenitenle quam de nonaginta novem iustis,
quibus non opus es/ paenilentia 15. Et nos cum magna iucunditate audimus, cum audimus cum exsultantibus pastoris umeris reportetur ovis,
quae erraverat, et drachma referatur in thesauros tuos collaetantibus vicinis mulieri, quae invenit, et lacrimis excutit gaudium sollemnitatis do15 mus tuae, cum legitur in domo tua de minore filio tuo, quoniam mortuus
fuerat et revixit, perierat el inventus est 16. Gaudes quippe in nobis et in
angelis tuis sancta caritate sanctis. Nam tu semper ídem, quia ea quae
non semper nec eodem modo sunt eodem modo semper nosti omnia.
13
Le 15,4.
17 quia MSVo, qui al. et idds.
i» ib. 32.
V I H , 3, 7
Confesiones
317
7. Pero ¿qué ocurre en el alma para que ésta se alegre
más con las cosas encontradas o recobradas, y que ella estima,
que si siempre las hubiera tenido consigo? Porque esto mismo
testifican las demás cosas y llenas están todas ellas de testimonios que claman: «Así es.»
Triunfa victorioso el emperador, y no venciera si no peleara; mas cuanto mayor fue el peligro de la batalla, tanto mayor
es el gozo del triunfo.
Combate una tempestad a los navegantes y amenaza tragarlos, y todos palidecen ante la muerte que les espera; serénanse
el cielo y la mar, y alégranse sobremanera, porque temieron sobremanera ".
Enferma una persona amiga y su pulso anuncia algo fatal,
y todos los que la quieren sana enferman con ella en el alma;
sale del peligro, y aunque todavía no camine con las fuerzas
de antes, hay ya tal alegría entre ellos como no la hubo antes,
cuando andaba sana y fuerte.
Aun los mismos deleites de la vida humana, ¿no los sacan
los hombres de ciertas molestias, no impensadas y contra voluntad, sino buscadas y queridas? Ni en la comida ni en la
bebida hay placer si no precede la molestia del hambre y de
la sed. Y los mismos bebedores de vino, ¿no suelen comer antes alguna cosa salada que les cause cierto ardor molesto, el cual,
al ser apagado con la bebida, produce deleite? Y cosa tradicional es entre nosotros que las desposadas no sean entregadas inmediatamente a sus esposos, para que no tenga a la que se le da
por cosa vil, como marido, por no haberla suspirado largo tiempo
como novio ".
7. Quid ergo agitur in anima, cum amplius delectatur in inventis aut
redditis rebus, quas diligit, quam si eas semper habuisset? Contestantur
enim et cetera et plena sunt omnia testimoniis clamantibus: «Ita est.»
Triumphat victor imperator et non vicisset, nisi pugnavisset, et quanto
5 maius periculum fuit in proelio, tanto est gaudium maius in triumpho.
Iactat tempestas navigantes minaturque naufragium; omnes futura morte
pallescunt; tranquillatur caelum et mare, et exsultant nimis, quoniam
timuerunt nimis. Aeger est carus et vena eius malum renuntiat; omnes,
qui eum salvum cupiunt, aegrotant simul animo: fit ei recte et nondum
.0 ambulat pristinis viribus, et fit iam tale gaudium, quale non fuit, cum
antea salvus et fortis ambularet. Easque ipsas voluptates humanae vitae,
etiam non inopinatis et praeter voluntatem irruentibus sed institutis et
voluntariis molestiis homines adquirunt. Edendi et bibendi voluptas nulla
est, nisi praecedat esuriendi et sitiendi molestia. Et ebriosi quaedam sal15 siuscula comedunt, quo fiat molestus ardor, quem dum exstinguit potatió,
fit delectado. Et institutum est, ut iam pactae sponsae non tradantur statim
ne vile habeat maritus datam, quam non suspiraverit sponsus dilatam.
1 in inventis S {in, ttíp. 1.). Omitt. cet. et edds.
17 vile GOSV. vilem cet. et tdd¡.
318
Confesiones
VIII, 4, 9
8. Y esto mismo acontece con el deleite torpe y execrable,
esto con el lícito y permitido, esto con la sincerísima honestidad
de la amistad, y esto lo que sucedió con aquel que era muerto
y revivió, se habla perdido y fue hallado, siendo siempre la mayor alegría precedida de mayor pena °".
¿Qué es esto, Señor., Dios mío? ¿En qué consiste que,
siendo tú gozo eterno de ti mismo y gozando siempre de ti
algunas criaturas que se hallan junto a ti, se halle esta parte
inferior del mundo sujeta a alternativas de adelantos y retrocesos, de uniones y separaciones? ¿Es acaso éste su modo de ser
y lo único que le concediste cuando desde lo más alto de los
cielos hasta lo más profundo de la tierra, desde el principio de los
tiempos hasta el fin de los siglos, desde el ángel hasta el gusanillo
y desde el primer movimiento hasta el postrero, ordenaste todos
los géneros de bienes y todas tus obras justas, cada una en su propio lugar y tiempo?
¡Ay de m í ! ¡Cuan elevado eres en las alturas y cuan profundo en los abismos! A ninguna parte te alejas y, sin embargo,
apenas si logramos volvernos a ti.
CAPITULO
IV
9. Ea, Señor, manos a la Obra; despiértanos y vuelve a llamarnos, enciéndenos y arrebátanos, derrama tus fragancias y sénos dulce: amemos, corramos.
¿No es cierto que muchos se vuelven a ti de un abismo de
ceguedad más profundo aún que el de Victorino, y se acercan
8. Hoc in turpi et exsecranda laetitia, hoc in ea, quae concessa et
licita est, hoc in ipsa sincerissima honéstate amicitiae, hoc in eo, qui
mortuus fuerat et revixit, perierat et inventas est; ubique maius gaudium
molestia maiore praeceditur. Quid est hoc, Domine Deus meus, cum tu
5 aeternum tibi tu ipse sis gaudium, et quaedam de te circa te semper
gaudeant? Quid est quod haec rerum pars alternat defectu et profectu,
offensionibus et conciliationibus ? An is est modus earum, et tantum dedisti
eis, cum a summis caelorttm usque ad ima terrarum, ab initio usque in
nnem saeculorum, ab angelo usque ad vermiculum, a motu primo usque
10 ad extremum omnia genera bonorum et omnia iusta opera tua suis quaeque sedibus locares et suis quaeque temporibus ageres ? Ei mihi, quam
excelsus es in excelsis et quam profundus in profundis! Et nusquam
recedis, et vix redimus ad te.
CAPUI
15
IV
9. Age, Domine, fac, excita et revoca nos, accende et rape, fragla,
dulcesce: amemus, curramus. Nonne multi ex profundiore tártaro caecitatis quam Victorinus redeunt ad te et accedunt et illuminantur reci15 fragla OSVZ, flagra cet. et edds. omnts.
V I I I , 4, 9
Confesiones
319
a ti y son iluminados, recibiendo aquella luz, con la cual, quienes la reciben, juntamente reciben la potestad de hacerse hijos
tuyos ?
Mas si éstos son poco conocidos de los pueblos, poco se
gozan de ellos aun los mismos que les conocen; pero cuando
el gozo es de muchos, aun en los particulares es más abundante,
por enfervorizarse y encenderse unos con otros.
A más de esto, los que son conocidos de muchos sirven a muchos de autoridad en orden a la salvación, yendo delante de
muchos que los han de seguir; razón por la cual se alegran
mucho de tales convertidos aun los mismos que les han precedido, por no alegrarse de ellos solos.
Lejos de mí pensar que sean en tu casa más aceptas las
personas de los ricos que las dfe los pobres y las de los nobles
más que las de los plebeyos, cuando más bien elegiste las cosas
débiles para confundir las fuertes, y las innobles y despreciadas
de este mundo y las que no tienen ser como si lo tuvieran, para
destruir las que son.
N o obstante esto, el mínimo de tus apóstoles, por cuya boca
pronunciaste estas palabras; habiendo abatido con su predicación
la soberbia del procónsul Pablo y sujetándole al suave yugo del
gran Rey, quiso en señal de tan insigne victoria cambiar su nombre .primitivo de Saulo en Paulo ". Porque más vencido es el enemigo en aquel a quien más tiene preso y por cuyo medio tiene a
otros muchos presos; porque muchos son los soberbios que tienen
presos por razón de la nobleza; y de éstos, a su vez, muchos por
razón de su autoridad.
pientes lumen, quod si qui recipiunt, accipiunt a te pptestatem, u t filii
tui fiant? Sed si minus noti sunt populis, minus de íílis gaudent etiam
qui noVcrunt eos. Quando enim cum multis gaudetur, et in singulis uberius est gaudium, quia fervefaciunt se et inflammantur ex alterutro.
5 Deinde, quod multis noti, multis sunt auctoritati ad salutem et multis
praeeunt secuturis, ideoque multum de illis et qui eos praecesserunt
laetantur, quia non de solis laetantur. Absit enim, ut in tabernáculo tuo
prae pauperibus accipiantur personae divitum aut prae ignobilibus nobiles, quando potius infirma mundi elegisti, ut confunderes fortia, et igno10 bilia huius mundi elegisti et contemptibilia et ea quae non sunt, tamquam sint, ut ea quae sunt evacuares17. Et tamen ídem ipse minimüs
apostolorum tuorum, per cuius linguam tua ista verba sonuisti, cum Paulus pro-consule per eius militiam debellata superbia sub lene iugum
Christi tui missus esset regis magni provincialis effectus, ipse quoque ex
15 priore Saulo Paulus vocari amavit ob tam magnae insigne victoriae. P l u s
enim hostis vincitur in eo, quem plus tenet et de quo plures tenet. Plures
autem superbos tenet nomine nobilitatis, et de his plures nomine aucto17
1 Cor 1,27.
13 proconsufe BDEGHMOPSVT, procónsul B 2 FG 2 H=M 2 0 2 Z edd. (cf, ¡ib
16
Plures SV, plus cet. et edds. omnes.
(Lectio óptima probandaque)
l v
320
VIII, 5, 10
Confesiones
Así que cuanto con más gusto se pensaba en el pecho de Victorino—que como fortaleza inexpugnable había ocupado el diablo
y con cuya lengua, como un dardo grande y agudo, había dado
muerte a muchos—, tanto más abundantemente convenía se alegrasen tus hijos, por haber encadenado nuestro Rey al fuerte y
ver que sus vasos, conquistados, eran purificados y destinados a
tu honor, convirtiéndolos así en instrumentos del Señor para toda
buena obra.
CAPITULO
V
10. Mas apenas me refirió tu siervo Simpliciano estas cosas
de Victorino, encendíme yo en deseos de imitarle, como que con
este fin me las había también él narrado. Pero cuando después
añadió que en tiempos del emperador Juliano, por una ley que
se dio, se prohibió 22 a los cristianos enseñar literatura y oratoria,
y que aquél, acatando dicha ley, prefirió más abandonar la verbosa escuela que dejar a tu Verbo, que hace elocuentes las lenguas
de los niños que aún no hablan, no me pareció tan valiente corno
afortunado por haber hallado ocasión de consagrarse a ti, cosa
por la que yo suspiraba, ligado no con hierros extraños, sino por
mi férrea voluntad.
Poseía mi querer el enemigo, y de él había hecho una cadena
con la que me tenía aprisionado. Porque de la voluntad perversa
nace el apetito, y del apetito obedecido procede la costumbre, y
de la costumbre no contradecida proviene la necesidad; y con
ritatis. Quanto igitur gratius eogitabatur Victorini pectus, quod tamquam
inexpugnable receptaculum diabolus obtinuerat, Victorini lingua, quo
telo grandi et acuto multos peremerat, a'bundantius exsultare oportuit
filios tuos quia rex noster alligavit fortem ,s , et videbant vasa eius erepta
5 mundari et aptari in honorem tuum et fieri utilia domino ad omne opus
bonum " .
CíPUT V
10. Sed ubi mihi homo tuus Simplicianus de Victorino ista narravit,
exarsi ad imitandum: ad hoc enim et ille narraverat. Posteaquam vero
10 et illud addidit, quod imperatoris Iuliani temporibus lege data prohibid
sunt christiani docere litteraturam et oratoriam—quam legem ille amplexus loquacem scholam deserere maluit quam verbum tuum, quo linguas infantium facis disertas20—non mihi fortior quam felicior visus
est, quia invenit occasionem vacandi tibi. Cui rei ego suspirabam ligatus
15 non ferro alieno, sed mea férrea volúntate. Velle meum tenebat inimicus
et inde mihi catenam fecerat et constrixerat me. Qíiippe ex volúntate
perversa facta est -libido, et dum servitur libidini, facta est consuetudo,
et dum consuetudini non resistitur, facta est necessitas. Quibus quasi
'» Mt 12,29.
1 tamquam}, tam S.
16 en om S-
i» 2 Tim 2,21.
VIII, 5, 11
Confesiones
321
estos a modo de anillos enlazados entre sí—por lo que antes
llamé cadena—me tenía aherrojado en dura esclavitud". Porque
la nueva voluntad que había empezado a nacer en mí de servirte
gratuitamente y gozar de ti, ¡oh Dios mío!, único gozo cierto,
todavía no era capaz de vencer la primera, que con los años se
había hecho fuerte. De este modo las dos voluntades mías, la
vieja y la nueva, la carnal y la espiritual, luchaban entre sí y discordando destrozaban mi alma 24.
11. Así vine a entender por propia experiencia lo que había
leído de cómo la carne apetece contra el espíritu, y el espíritu
contra la carne, estando yo realmente en ambos, aunque más yo
en aquello que aprobaba en mí que no en aquello que en mí desaprobaba; porque en aquello más había ya de no yo, puesto que
en su mayor parte más padecía contra mi voluntad que obraba
queriendo.
Con todo, de mí mismo provenía la costumbre que prevalecía
contra mí, porque queriendo había llegado a donde no quería.
Y ¿quién hubiera podido replicar con derecho, siendo justa la
pena que se sigue al que peca?
Ya no existía tampoco aquella excusa con que solía persuadirme de que si aún no te servía, despreciando el mundo, era porque no tenía una percepción clara de la verdad; porque ya la tenía
y cierta; con todo, pegado todavía a la tierra, rehusaba entrar en
tu milicia y temía tanto el verme libre de todos aquellos impedimentos cuanto se debe temer estar impedido de ellos.
aiisulis sibimet innexis—unde catenam appellavi—tenebat me obstrictum
dura servitus. Voluntas autem nova, quae mihi esse coeperat, ut te gratis
colerem fruique te vellem, Deus, sola certa iucunditas, nondum erat
idónea ad superandam priorem, vetustate roboratam. Ita duae voluntates
5 meae, una vetus, alia nova, illa camalis, illa spiritalis, confligebant Ínter se atque discordando dissipabant animam meam.
11. Sic intellegebam me ipso experimento id quod legeram, quomodo
caro concupisceret adversas spiritum et spirilus adversas carnem21, ego
quidem in utroque, sed magis ego in eo, quod in me approbabam, quam
10 in eo, quod in me Ímprobabam. Ibi enim magis iam non ego, quia ex
magna parte id patiebar invitus quam faciebam volens. Sed tamen consuetudo adversus me pugnacior ex me facta erat, quoniam volens quo nollem perveneram. Et quis iure contradiceret, cum peccanfem iusta poena
sequeretur? Et non erat iam illa excusatio, qua videri mihi solebam
15 propterea me nondum contempto saeculo serviré tibi, quia incerta mihi
esset perceptio veritatis: iam enim et ipsa certa erat. Ego autem adhuc
térra obligatus militare tibi recusabam et impedimentis ómnibus sic timebam expediri, quemadmodum impediri timendum est.
21
Gal ; , 1 7 .
=» Sap 10.21.
3
4
9
S.Ag.
colere S.
suspirandam S. vetustate OSZ edd-, vetustatem ceter: codds.
quam — Ímprobabam otn. S.
2
11
322
Confesiones
VIII, 5, 12
12. De este modo me sentía dulcemente oprimido por Ja
carga del siglo, como acontece con el sueño, siendo semejantes
los pensamientos con que pretendía elevarme a ti a los esfuerzos
de los que quieren despertar, mas, vencidos de la pesadez del
sueño, caen rendidos de nuevo. Porque así como no hay nadie que
quiera estar siempre durmiendo—y a juicio de todos es mejor
velar que dormir—, y, no obstante, difiere a veces el hombre
sacudir el sueño cuando tiene sus miembros muy cargados de él,
y aun desagradándole éste lo toma con más gusto aunque sea venida la hora de levantarse, así tenía yo por cierto ser mejor
entregarme a tu amor que ceder a mi apetito. No obstante, aquello
me agradaba y vencía, esto me deleitaba y encadenaba 2S.
Ya no tenía yo que responderte cuando me dedas: Levántate,
tú que duermes, y sal de entre los muertos, y te iluminará Cristo;
y mostrándome por todas partes ser verdad lo que decías, no tenía
ya absolutamente nada que responder, convicto por la verdad,
sino unas palabras lentas y soñolientas: Ahora... En seguida... Un
poquito más. Pero este ahora no tenía término y este poquito
más se iba prolongando.
En vano me deleitaba en tu Ley, según el hombre interior,
luchando en mis miembros otra ley contra la ley de mi espíritu,
y teniéndome cautivo balo la ley del pecado existente en mis miembros. Porque ley del pecado es la fuerza de la costumbre, por la
que es arrastrado y retenido el ánimo, aun contra su voluntad,
en justo castigo de haberse dejado caer en ella voluntariamente 2C.
12. Ita sarcina saeculi, velut somno assolet, dulciter prernebar, et
cogitationes, quibus meditabar in te, similes erant conatibus expergisci
volentium, qui tamen superati soporis altitudine remerguntur. Et sicut
nemo est, qui dormiré semper velit, omniumque sano iudicio vigilare
5 praestat, differt tamen plerumque homo somnum excufere, cum gravis
torpor in membris est, eumque iam displicentem carpit libentius, quamvis
surgendi tempus advenerit: ita certum habebam esse melius tuae caritati
me dedere quam meae cupiditati cederé; sed illud placebat et vincebat,
hoc libebat et vinciebat. Non enim erat quod tibi responderem dicenti
10 mihi: Surge qui dormís et exsurge a mortuis, et illuniinabit te Christus22 et undique ostendenti vera te dicere, non erat omnino, quid responderem veritate convictus, nisi tantum verba lenta et somnolenta:
Modo, ecce modo, sine paululum. Sed modo et modo non habebat modum
et sine paululum in longum ibat. Frustra condelectabar legi tuae secun15 dum interiorem hominem, cura alia lex in membris meis repugnaret legi
mentís meae et captivum me duceret in lege peccati, quae in membris
meis eratM. Lex enim peccati est violentia consuetudinis, qua trahitur
et tenetur etiam invitus animus eo mérito, quo in eam volens illabitur.
VIII, 6,13
¡Miserable, pues, de mí!, ¿quién habría podido librarme del cuerpo de esta muerte sino tu gracia, por Cristo nuestro Señor?
CAPITULO
14
18
condelectabatnr S.
C inc. et tenetur]
VI
13. También narraré de qué modo me libraste del vínculo
del deseo del coito, que me tenía estrechísimamente cautivo, y de
la servidumbre de los negocios seculares, y confesaré tu nombre,
¡oh, Señor!, ayudador mío y redentor mío ". Hacía las cosas de
costumbre con angustia creciente y todos ¡os días suspiraba por ti
y frecuentaba tu iglesia, cuanto me dejaban libre los negocios,
bajo cuyo peso gemía.
Conmigo estaba Alipio, libre de la ocupación de los jurisconsultos después de la tercera asesoración, aguardando a quién
vender de nuevo sus consejos, como yo vendía la facultad de hablar, si es que alguna se puede comunicar con la enseñanza.
Nebridio, en cambio, había cedido a nuestra amistad, auxiliando en la enseñanza a nuestro íntimo y común amigo Verecundo, ciudadano y gramático de Milán, que deseaba con vehemencia
y nos pedía, a título de amistad, un fiel auxiliar de entre nosotros,
del que estaba muy necesitado 28 .
Ñ o fue, pues, el interés lo que movió a ello a Nebridio—que
mayor lo podría obtener si quisiera enseñar la letras—, sino que
no quiso este amigo dulcísimo y mansísimo desechar nuestro rueMiserum ergo me quis liberaret de corpore mortis huius nisi gratia tua
per lesum Christum, Dominutn
nostrum?'1
C A P UT
VI
13. Et de vinculo quidem desiderii concubitus, quo artissimo tene5 bar, et saecularium negotiorum servitute quemadmodum [me] exemeris,
narrabo et confitebor nomini tuo, Domine, adiutor meus et redemptor
meus=5. Agebam sólita crescente anxitudine et_ cotidie suspirabam tibi,
frequentabam ecclesiam tuam, quantum vacabat ab eis negotiis, sub quorum pondere gemebam. Mecum erat Alypius otiosus ab opere iuris peri10 torum post assessionem tettiam, exspectans, quibus iterum consíiia venderet, sicut ego vendebam dicendi facultatem, si qua docendo praestari
potest. Nebridius autem amicitiae nostrae cesserat, ut omnium nostrum
familiarissimo Verecundo, mediolanensi et civi grammatico, subdoceret,
vehementer desideranti et familiaritatis iure flagitanti de numero nostro
15 fidele adiutorium, quo indigebat nimis. Non ¡taque Nebridium cupiditas commodorum eo traxit—maiora enim posset, si vellet, de litteris
agere—, sed officio benivolentiae petitionem nostram contemnere noluit
24
-"Tipil 5,14.
=i
Rom 7,22.
323
Confesiones
25
Ib. 25.
Ps 18,15.
1 liberet S. liberat V.
5 me om. PS, me eximeris F, me excemeris cet. st edd.
1 anxitudine D ' O ' S , anxietudine ceteri et ediis.
l í flagranti MS.
324
Confesiones
VIII, 6, 14
go en obsequio a la amistad. Mas hacía esto muy prudentemente,
huyendo de ser conocido de los grandes personajes del mundo,
evitando con ello toda preocupación de espíritu, que él quería
tener libre y lo más desocupado posible para investigar, leer u oír
algo sobre la sabiduría.
14. Mas cierto día que estaba ausente Nebridio—no sé por
qué causa—vino a vernos a casa, a mí y a Alipio, un tal Pontidano, ciudadano nuestro en cualidad de africano, que servía en un
alto cargo de palacio'". Yo no sé qué era lo que quería de
nosotros.
Sentámonos a hablar, y por casualidad clavó la vista en un
códice que había sobre la mesa de juego que estaba delante de
nosotros 3". Tomóle, abrióle, y halló ser, muy sorprendentemente
por cierto, el apóstol Pablo, porque pensaba que sería alguno de
los libros cuya explicación me preocupaba. Entonces, sonriéndose
y mirándome gratulatoriamente, me expresó su admiración de haber hallado por sorpresa delante de mis ojos aquellos escritos, y
nada más que aquéllos, pues era cristiano y fiel, y muchas veces
se postraba delante de ti, ¡oh Dios nuestro!, en la iglesia con frecuentes y largas oraciones.
Y como yo le indicara que aquellas Escrituras ocupaban mi
máxima atención, tomando él entonces la palabra, comenzó a hablarnos de Antonio, monje de Egipto, cuyo nombre era celebrado
entre tus fieles y nosotros ignorábamos hasta aquella hora 31 . Lo
que como él advirtiera, detúvose en la narración, dándonos a conocer a tan gran varón, que nosotros desconocíamos, admirándose
de nuestra ignorancia.
5
*
10
15
20
amicus ducissimus et mitissimus. Agebat autem iilud prudentissime cavens innotescere personis secundum hoc saeculum maioribus, devitans
in eis omnem inquietudinem animi, quem volebat habere liberum et
quam multis posset horis feriatum ad quaerendum aliquid vel legendum
vel audiendum de sapientia.
14. Quodam igitur die-—non recoló causam, qua erat absens Nebridius—cum ecce ad nos domum venit ad me et Alypium Ponticianus
quídam, civis noster, in quantum afer, praeclare in palacio militans: nescio quid a nobis volebat. Et consedimus, ut colloqueremur. Et forte supra
mensam lusoriam, quae ante nos erat, attendit codicem; tulit, aperuit,
invenit apostolum Paulum, inopinate sane; putaverat enim aliquid de
libris, quorum professio me conterebat. Tum vero arridens meque intuens
gratulatorie miratus est, quod eas et solas prae oculis meis litteras repente comperisset. Christianus quippe et fidelis erat et saepe tibí, Deo nostro,
prosternebatur in ecolesia crebris et diuturnis orationibus. Cui ego cum
indicassem illis me scripturis curam maximam impenderé, ortus est sermo,
ipso narrante de Antonio Aegyptio monacho, cuius nomen excellenter
clarebat apud servos tuos, nos autem usque in illam horam latebat.
Quod ule ubi comperit, immoratus est in eo sermone insinuans tantum
virum ignorantibus et admirans eamdem nostram ignorantiam. Stupeba-
V I I I , 6,15
Confesiones
325
Estupefactos quedamos oyendo tus probadísimas maravillas
realizadas en la verdadera fe e Iglesia católica y en época tan reciente y cercana a nuestros tiempos. Todos nos admirábamos: nosotros, por ser cosas tan grandes, y él, por sernos tan desconocidas.
15. De aquí pasó a hablarnos de las muchedumbres que viven en monasterios, y de sus costumbres, llenas de tu dulce perfume, y de los fértiles desiertos del yermo, de los que nada sabíamos. Y aun en el mismo Milán había un monasterio, extramuros
de la ciudad, lleno de buenos hermanos, bajo la dirección de
Ambrosio, y que también desconocíamos 32 .
Alargábase Ponticiano y se extendía más y más, oyéndole nosotros atentos en silencio. Y de una cosa en otra vino a contarnos
cómo en cierta ocasión, no sé cuando, estando en Tréveris, salió
él con tres compañeros, mientras el emperador se hallaba en los
juegos circenses de la tarde, a dar un paseo por los jardines contiguos a las murallas, y que allí pusiéronse a pasear juntos de dos
en dos al azar, uno con él por un lado y los otros dos de igual
modo por otro, distanciados.
Caminando éstos sin rumbo fijo, vinieron a dar en una cabana
en la que habitaban ciertos siervos tuyos, pobres de espíritu, de
los cuales es el reino de los cielos. En ella hallaron un códice que
contenía escrita la Vida de San Antonio 33, la cual comenzó uno
de ellos a leer, y con ello a admirarse, encenderse y a pensar,
mientras leía, en abrazar aquel género de vida y, abandonando la
milicia del mundo, servirte a ti solo.
Eran estos dos cortesanos de los llamados agentes de negomus autem audientes tam recenti memoria et prope nostris temporibus
testatissima mirabilia tua in fide recta et cathoJica Ecclesia. Omnes mirabaraur, et nos, quia tam magna erant, et ille, quia inaudita nobis erant.
15. Inde sermo eius devolutus est ad monasteriorum greges et mores
5 suaveolentiae tuae et ubera deserta heremi quorum nos nihil sciebamus.
Et erat monasterium Mediolani plenum bonis fratribus extra urbis moenia sub Ambrosio nutritore, et non noveramus. Pertendebat ille et loquebatur adhuc, et nos intenti tacebamus. Unde incidit, ut diceret nescio
quando se et tres alios contubernales suos, nimirum apud Treveros, cum
10 imperator promeridiano circensium spectaculo teneretur, exisse deambulatum in hortos muris contiguos atque illic, ut forte combinati spatiabantur, unum secum seorsum et alios dúos itidem seorsum pariterque
digressos; sed illos vagabundos irruisse in quandam casam, ubi habitabant quídam servi tui spiritu pauperes, qualium est regnum caelorum "6,
15 et invenisse ibi codicem, in quo scripta erat vita Antonii. Quam legere
coepit unus eorum et mirari et accendi et Ínter legendum meditari arripere talem vitam et relicta militia saeculari serviré tibí. Erant autem
ex eis, quos dicunt agentes in rebus. Tum súbito repletus amore sancto
2
« Mt 5.3.
10 promeridiano códices omnes b (cf. 1. 111, 13).
18 tum CDOS, tuae al. el edd.
326
Confesiones
VIII, 6,15
dos ". Lleno entonces repentinamente de un amor santo y casto
pudor, airado contra sí y fijos los ojos en su compañero, le dijo:
«Dime, te ruego, ¿adonde pretendemos llegar con todos estos
nuestros trabajos? ¿Qué es lo que buscamos? ¿Cuál es el fin de
nuestra milicia? ¿Podemos aspirar a más en palacio que a amigos
del César? " Y aun en esto mismo, ¿qué no hay de frágil y lleno
de peligros ? ¿Y por cuántos peligros no hay que pasar para llegar
a este peligro mayor? Y aun esto, ¿cuándo sucederá? En cambio,
si quiero, ahora mismo puedo ser amigo de Dios.» Dijo esto, y
turbado con el parto de la nueva vida, volvió los ojos al libro y
leía y se mudaba interiormente, donde tú le veías, y desnudábase
su espíritu del mundo, como luego se vio.
Porque mientras leyó y se agitaron las olas de su corazón,
lanzó algún bramido que otro, y discernió y decretó lo que era
mejor y, ya tuyo, dijo a su amigo: «Yo he roto ya con aquella
nuestra esperanza y he resuelto dedicarme al servicio de Dios, y
esto lo quiero comenzar en esta misma hora y en este mismo lugar. Tú, si no quieres imitarme, no quieras contrariarme.»
Respondió éste que «quería juntársele y ser compañero de
tanta merced y tan gran milicia». Y ambos tuyos ya comenzaron
a edificar la torre evangélica con las justas expensas del abandono
de todas las cosas y de tu seguimiento.
Entonces Ponticiano y su compañero, que paseaban por otras
partes de los jardines, buscándoles, dieron también en la misma
cabana, y hallándoles les advirtieron que retornasen, que era ya
el día vencido. Entonces ellos, refiriéndoles su determinación y
propósito y el modo cómo había nacido y confirmádose en ellos
et sobrio pudore iratus sibi, coniecit oculos in amicum et ait ilü: «Dic,
quaeso te, ómnibus istis laboribus nostris quo ambimus pervenire? Quid
quaerimus? Cuius rei causa militamus? Maiorne esse poterit spes nostra
in palatio, quam ut amici imperatoris simus? Et ibi quid non fragüe
5 plenumque periculis? Et per quot perkula pervenitur ad grandius periculum? Et quando istud erit? Amicus autem Dei, si voluero, ecce nunc
fio.» Dixit hoc et turbidus parturitione novae vitae reddidit oculos
paginis: et legebat et mutabatur intus, ubi tu videbas, et exuebatur
mundo mens eius, ut mox apparuit. Namque dum legit et volvit fluctus
10 cordis sui, infremuit aliquando et discrevit decrevitque meliora, iamque
tuus ait amico suo: «Ego iam abrupi me ab illa spe nostra et Deo serviré
statui et hoc ex hac hora, in hoc loco aggredior. Te si piget imitan,
noli adversan.» Respondit ille adhaerere se socium tantae mercedis tantaeque militiae. Et ambo iam tui aedificabant turrem sumptu idóneo
15 relinquendi omnia sua et sequendi te. Tune Ponticianus et qui cum eo
per alias horti partes deambulabant, quaerentes eos devenerunt in eundein
locum et invenientes admonuerunt, ut redirent, quod iam declinasset
dies. At illi narrato plácito et proposito suo, quoque modo in eis talis
n
tune], tum BOPZ edd.
VIII, 7,17
327
Confesiones
tal deseo, les pidieron que, si no se les querían asociar, no les
fueran molestos. Mas éstos, en nada mudados de lo que antes
eran, lloráronse a sí mismos, según decía, y les felicitaron piadosamente y se encomendaron a sus oraciones; y poniendo su corazón en la tierra se volvieron a palacio; mas aquéllos, fijando
el suyo en el cielo, se quedaron en la cabana.
Y los dos tenían prometidas; pero cuando oyeron éstas lo sucedido, te consagraron también su virginidad.
CAPITULO
VII
16. Narraba estas cosas Ponticiano, y mientras él hablaba,
tú, Señor, me trastocabas a mí mismo, quitándome de mi espalda,
adonde yo me había puesto para no verme, y poniéndome delante
de mi rostro para que viese cuan feo era, cuan deforme y sucio,
manchado y ulceroso 36 .
Veíame y llenábame de horror, pero no tenía adonde huir de
mí mismo. Y si intentaba apartar la vista de mí, con la narración
que me hacía Ponticiano, de nuevo me ponías frente a mí y me
arrojabas contra mis ojos, para que descubriese mi iniquidad y la
odiase. Bien la conocía, pero la disimulaba, y reprimía, y olvidaba.
17. Pero entonces, cuanto más ardientemente amaba a aquellos de quienes oía relatar tan saludables afectos por haberse dado
totalmente a ti para que los sanases, tanto más execrablemente me
odiaba a mí mismo al compararme con ellos. Porque muchos años
voluntas orta est atque firmata, petiverunt, ne sibi molesti essent, si
adiungi recusarent. Isti autem nihil mutati a pristinis, fleverunt se tamen,
ut dicebat, atque illis pie congratulati sunt et commendaverunt se oratio
nibus eorum et trahentes cor in térra abierunt in palatium, illi autem
5 affigentes cor cáelo manserunt in casa. Et habebant ambo sponsas: quae
posteaquam hoc audierunt, dicaverunt etiam ipsae virginitatem tibi.
CA PUT
vil
16. Narrabat haec Ponticianus, tu autem, Domine, ínter verba eius
retorquebas me ad me ipsum, auferens me a dorso meo, ubi me posueram
10 dum nollem me attendere, et constituebas me ante faciem meam, u t
viderem, quam turpis essem, quam distortus et sordidus, maculosus et
ulcerosus. Et videbam et horrebam, et quo a me fugerem non erat. Et
si conabar a me avertere aspectum, narrabat ille quod narrabat, et tu
me rursus opponebas mihi et impingebas me in oculos meos, ut inveni15 rem iniquitatem meam et odissem. Noveram eam, sed dissimulabarn et
cohibebam et obliviscebar.
17. Tune vero quanto ardentius amabam illos, de quibus audiebam
salubres affectus, quod se totos tibi sanandos dederant, tanto exsecrabili us
me comparatum eis oderam, quoniam multi mei anni mecum effluxerant
1 est S. esset cet. et eddt.
2 nihil HS, nihilo cet. et edds
15 meam om. S.
328
Confesiones
VIII, 7, 18
VIII, 8,19
míos habían pasado sobre mí-—unos doce aproximadamente—desde que en el año diecinueve de mi edad, leído el Hortensio, me
había sentido excitado al estudio de la sabiduría, pero difería yo
entregarme a su investigación, despreciada la felicidad terrena,
cuando no ya su invención, pero aun sola su investigación debería
ser antepuesta a los mayores tesoros y reinos del mundo y a la
mayor abundancia de placeres.
Mas yo, joven miserable, sumamente miserable, había llegado
a pedirte en los comienzos de la misma adolescencia la castidad,
diciéndote: «Dame la castidad y continencia, pero no ahora» 3T,
pues temía que me escucharas pronto y me sanaras presto de Ja
enfermedad de mi concupiscencia, que entonces más quería yo
saciar que extinguir. Y continué por las sendas perversas de la
superstición sacrilega, no como seguro de ella, sino como dándole
preferencia sobre las demás, que yo no buscaba piadosamente,
sino que hostilmente combatía ".
18. Y pensaba yo que él diferir de día en día seguirte a ti
solo, despreciada toda esperanza del siglo, era porque no se me
descubría una cosa cierta adonde dirigir mis pasos. Pero había
llegado él día en que debía aparecer desnudo ante mí, y mi conciencia increparme así: «¿Dónde está lo que decías? ¡Ah! Tú decías que por la incertidumbre de la verdad no te decidías a arrojar la carga de tu vanidad. He aquí que ya te es cierta, y, no
obstante, te oprime aún aquélla, en tanto que otros, que ni se han
consumido tanto en su investigación ni han meditado sobre ella
diez años y más, reciben en hombros más libres alas para volar.»
—forte duodecim anni—ex quo ab undevicesimo anno aetatis meae lecto
Ciceronis Hortensio excitatus eram studio sapientiae et differebam contempta felicítate terrena ad eam investigandam vacare, cuius non inventio,
sed vel sola inquisitio iam praeponenda erat etiam inventis thesauris reg5 nisque gentium et ad nutum circumfluentibus corporis vo'lupratibus. At
ego adulescens miser, 'valde miser, in exordio ipsius adulescentiae etiam
petieram a te castitatem et dixeram: «Da mihi castitatem et continentiam, sed noli modo.» Timebam enim, ne me cito exaudires et cito sanares a morbo concupiscentiae, quem malebam expleri quam exstingui.
10 Et ieram per vias pravas superstitione sacrilega non quidem certus in
ea, sed quasi praeponens eam ceteris, quae non pie quaerebam, sed inimice oppugnabam.
18. Et putaveram me propterea differre de die in diem contempta
spe saeculi te solum sequi, quia non mihi apparebat certum aüquid, quo
15 dirigerem cursum meum. Et venerat dies, quo nudarer mihi et increparet
in me conscientia mea: «Ubi est lingua mea? Nempe tu dicebas propter
incertum verum nolle te abicere sarcinam vanitatis. Ecce iam certum
est, et illa te adhuc premit; umerisque liberioribus pinnas recipiunt qui
ñeque ita in quaerendo attriti sunt nec decennio et amplius ista me6 miser valde miserior S.
16 est], es CDBF-M2 edd.; lingua mea S. lingua ctt. et eddi.
19 in quaerendo HMOSTZ, inquirendo al. it edds.
329
Confesiones
Con esto me carcomía interiormente y me confundía vehementemente con un pudor horrible mientras Ponticiano refería
tales cosas, el cual, terminada su plática y la causa por que había
venido, se fue. Mas yo, vuelto a mí, ¿qué cosas no dije contra
mí ? ¿Con qué azotes de sentencias no flagelé a mi alma para que
me siguiese a mí, que me esforzaba por ir tras ti ? Ella se resistía.
Rehusaba aquello, pero no alegaba excusa alguna, estando ya
agotados y rebatidos todos los argumentos. Sólo quedaba en ella
un mudo temblor, y temía, a par de muerte, ser apartada de la
corriente de la costumbre, con la que se consumía normalmente.
CAPITULO
VIII
19. Entonces estando en aquella gran contienda de mi casa
interior, que yo mismo había excitado fuertemente en mi alma,
en lo más secreto de ella, en mi corazón, turbado así en el espíritu como en el rostro, dirigiéndome a Alipio exclamé: «¿Qué
es lo que nos pasa? ¿Qué es esto que has oído? Levántanse los indoctos y arrebatan el cielo, y nosotros, con todo nuestro saber, faltos de corazón, ved que nos revolcamos en la carne y en la sangre.
¿Acaso nos da vergüenza seguirte por habernos precedido y no
nos la da siquiera el no seguirles?»
Dije no sé qué otras cosas y arrebatóme de su lado mi congoja, mirándome él atónito en silencio. Porque no hablaba yo como
de ordinario, y mucho más que las palabras que profería declaraban el estado de mi alma la frente, las mejillas, los ojos, el
color y el tono de la voz.
ditati.» Ita rodebar intus et confundebar pudore horribili vehementer,
cum Ponticianus talia loqueretur. Termínate autem sermone et causa,
qua venerat, abiit ille, et ego ad me. Quae non in me dixi? Quibus sententíarum verberibus non flagellavi animam meam, ut sequeretur me
5 conantem post te iré? Et renitebatur, recusabat et non se excusabat.
Consumpta erant et convicta argumenta omnia, remanserat muta trepidatio, et quasi mortem formidabat restringí a fluxu consuetudinis, quo
tabescebat in mortem.
C A PU T
10
v m
19. Tune in illa grandi rixa interioris domus meae, quam fortiter
excitaveram cum anima mea in cubículo nostro, corde meo, tam vultu
quam mente turbatus invado Alypium, exclamo: «Quid patimur? Quid
est hoc, quod audisti? Surgunt indocti et caelum rapiunt, et nos cum
doctrinis nostris sine corde ecce ubi volutamur in carne et sanguine! An
15 quia praecesserunt, pudet sequi et non pudet nec saltem sequi?» Dixi
nescio qua talia, et abripuit me ab illo aestus meus, cum taceret attonitus me intuens. Ñeque enim sólita sonabam. Plus loquebantur animum
meum frons, genae, oculi, color, modus vocis quam verba, quae prome13
14
quod] quid COP mo.
sine corde om. S.
330
Confesiones
V I I I , 8,20
Tenía nuestra posada un huertecillo, del cual usábamos nosotros, así como de lo restante de la casa, por no habitarla el
huésped señor de la misma. Allí me había llevado la tormenta
de mi corazón, para que nadie estorbase el acalorado combate que
había entablado yo conmigo mismo, hasta que se resolviese la cosa
del modo que tú sabías y yo ignoraba; mas yo no hacía más que
ensañarme saludablemente y morir vitalmente, conocedor de Jo
malo que yo estaba, pero desconocedor de lo bueno que de allí
a poco iba a estar.
Retíreme, pues, al huerto, y Alipio, paso sobre paso tras m í ;
pues, aunque él estuviese presente, no me encontraba yo menos
solo. Y ¿cuándo estando así afectado me hubiera él abandonado?
Sentámonos lo más alejados que pudimos de los edificios. Yo
bramaba en espíritu, indignándome con una turbulentísima indignación porque no iba a un acuerdo y pacto contigo, ¡oh Dios
mío!, a lo que me gritaban todos mis huesos que debía ir, ensalzándolo con alabanzas hasta el cielo, para lo que no era necesario
ir con naves, ni cuadrigas, ni con pies, aunque fuera tan corto el
espacio como el que distaba de la casa el lugar donde nos habíamos sentado; porque no sólo el ir, pero el mismo llegar allí, no
consistía en otra cosa que en querer ir, pero fuerte y plenamente,
no a medias, inclinándose ya aquí, ya allí, siempre agitado, luchando la parte que se levantaba contra la otra parte que caía.
20. Por último, durante las angustias de la indecisión, hice
muchísimas cosas con el cuerpo, cuales a veces quieren hacer los
hombres y no pueden, bien por no tener miembros para hacerlas,
bam. Hortulus quídam erat hospitii nostri, quo nos utebamur sicut tota
domo: nam hospes ibi non habitabat, domtnus domus. Illuc me abstuletat
tumultus pectoris, ubi nemo ¡mpediret ardentem litem, quam mecum
aggressus eram, doñee exiret, qua tu sciebas, ego autem non; sed tantum
5 insaniebam salubriter et moriebar vitaliter, ignaros, quid mali essem, et
ignarus, quid boni post paulum futurus essem. Abscessi ergo in hortum
et Alypius pedem post pedem. Ñeque enim secretum meum non erat, ubi
ille aderat. Et quando me sic affectum desereret? Sedimus quantum potuimus remoti ab aedibus. Ego fremebam spiritu indignans indignatione
10 turbulentissima, quod non irem in placitum et pactum tecum, Deus meus.
in quod eundum esse omnia ossa mea clamabant et in caelum tollebant
laudibus: et non illuc ibatur navibus aut quadrigis aut pedibus, quantum saltem de domo in eum locum ieram, ubi sedebamus. Nam non^
solum iré verum etiam pervenire illuc nihil erat aliud quam velle iré,
15 sed velle fortiter et integre, non semisauciam hac atque hac versare et
iactare voluntatem parte adsurgente cum alia parte cadente luctantem.
20. Denique tam multa faciebam corpore in ipsis cunctationis aestibus, quae aliquando volunt nomines et non valent, si aut ipsa membra
non habeant aut et vel colligata vinculis vel resoluta languore vel quoquo
5 insanibam EGMHST h.
8 et S, ad CD, aut cet el edds,
11 eundera S.
VIII, 9, 21
Confesiones
331
bien por tenerlos atados, bien por tenerlos lánguidos por la debilidad o bien impedidos de cualquier otro modo. Si mesé los
cabellos, si golpeé la frente, si, entrelazados los dedos, oprimí las
rodillas, lo hice porque quise; mas pude quererlo y no hacerlo si
la movilidad de los miembros no me hubiera obedecido. Luego
hice muchas cosas en las que no era lo mismo querer que poder.
Y, sin embargo, no hacía lo que con afecto incomparable me
agradaba muy mucho, y que al punto que lo hubiese querido lo
hubiese podido, porque en el momento en que lo hubiese querido
lo hubiese realmente podido, pues en esto el poder es lo mismo
que el querer, y el querer era ya obrar.
Con todo, no obraba, y más fácilmente obedecía el cuerpo al
más tenue mandato del alma de que moviese a voluntad sus miembros, que no el alma a sí misma para realizar su voluntad grande
en sola la voluntad ".
CAPITULO
IX
21. Pero ¿de dónde nacía este monstruo? ¿Y por qué así?
Luzca tu misericordia e interrogue—si es que pueden responderme—a los abismos de las penas humanas y las tenebrosísimas
contriciones de los hijos de Adán: ¿De dónde este monstruo?
¿Y por qué así?
Manda el alma al cuerpo y le obedece al punto; mándase el
alma a sí 'misma y se resiste. Manda el alma que se mueva la
mano, y tanta es la prontitud, que apenas se distingue 'la acción
• del mandato; no obstante, el alma es alma y la mano cuerpo.
Manda el alma que quiera el alma, y no siendo cosa distinta de
modo impedita sint. Si vulsi capillum, si percussi frontem, si consertis
digitis amplexatus sum genu, quia volui feci. Potui autem velle et non
faceré, si movilitas membrorum non obsequeretur. Tam multa ergo feci,
ubi non hoc erat velle quod posse: et non faciebam, quod et incompara5 bili affectu amplius mihi placebat et mox, ut vellera, possem, quia mox,
ut vellem, utique vellem. Ibi enim facultas ea, quae voluntas, et ipsum
velle iam faceré erat; et tamen non fiebat, faciliusque obtemperabat
Corpus tenuissimae voluntati animae, ut ad nutum membra moverentur,
quam ipsa sibi anima ad voluntatem suam magnam in sola volúntate per10 ficiendam.
CAPUT
IX
21. Unde hoc monstrum? Et quare istuc? Luceat misericordia tua,
et interrogem, si forte mihi responderé possint latebrae poenarum hominum et tenebrosissimae contritiones filiorum Adam. Unde hoc monstrum?
15 Et quare istuc? Imperat animus corpori, et paretur statim: imperat animus sibi, et resistitur. Imperat animus, ut moveatur manus, et tanta est
facilitas, ut vix a servitio discernatur imperium: et animus animus est,
manus autem Corpus est. Imperat animus, ut velit animus, nec alter est,
332
Confesiones
V I I I , 10, 22
sí, no la obedece, sin embargo. ¿De dónde este monstruo? ¿Y por
qué así?
Manda, digo, que quiera—y no mandara si no quisiera—, y,
no obstante, no hace lo que manda. Luego no quiere totalmente;
luego tampoco manda toda ella; porque en tanto manda en cuanto
quiere, y en tanto no hace lo que manda en cuanto no quiere, porque la voluntad manda a la voluntad que sea, y no otra sino ella
misma. Luego no manda toda ella; y ésta es la razón de que no
haga lo que manda. Porque si fuese plena, no mandaría que fuese,
porque ya lo sería.
No hay, por tanto, monstruosidad en querer en parte y en parte
no querer, sino cierta enfermedad del alma; porque elevada por
la verdad, no se levanta toda ella, oprimida por el peso de la
costumbre. Hay, pues, en ella dos voluntades, porque, no siendo
una de ellas total, tiene la otra lo que falta a ésta.
CAPITULO
X
22. Perezcan a tu presencia, ¡oh Dios!, como realmente perecen, los vanos habladores y seductores 10 de inteligencias, quienes, advirtiendo en la deliberación dos voluntades, afirman haber
dos naturalezas, correspondientes a dos mentes, una buena y otra
mala.
Verdaderamente los ma'los son ellos creyendo tales maldades;
por lo mismo, sólo serán buenos si creyeren las cosas verdaderas
y se ajustaren a ellas, para que tu Apóstol pueda decirles: Fuisnec facit tamen. Unde hoc monstrum? Et quare istuc? imperat, inquam,
ut velit, qui non imperaret, nisi vellet, et non facit quod imperat. Sed
non ex toto vult: non ergo ex toto imperat. Nam in tantum imperat, in
quantum vult, et in tantum non fit quod imperat, in quantum non vult,
5 quoniam voluntas imperat, ut sit voluntas, nec alia, sed ipsa. Non itaque
plena imperat; ideo non est, quod imperat. Nam si plena esset, nec imperaret, ut esset, quia iam esset. Non igitur monstrum partim velle, partím nolle, sed aegritudo animi est, quia non totus assurgit veritate sublevatus, consuetudine praegravatus. Et ideo sunt duae voluntates, quia una
10 earum tota non est et hoc adest alteri, quod deest alteri.
CAPu T x
22. Pereant a jacie tua, Deus, sicuti pereunt, vaniloqui et mentís
seductores27, qui cum duas voluntates in deliberando animadverterint,
duas naturas duarum mentium esse asseverant, unam bonam, alteram
15 malam. Ipsi veré mali sunt, cum ista mala sentiunt, et idem ipsi boni
erunt, si vera senserint verisque consenserint, ut dicat eis apostolus tuus:
2 faeit OST, fit cet. et edds.
5 utiquc BHP hm.
VIII, 10, 23
Confesiones
333
teis algún tiempo tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor. Porque
ellos, queriendo ser luz no en el Señor, sino en sí mismos, al
juzgar que la naturaleza del alma es la misma que la de Dios, se
han vuelto tinieblas aún más densas, porque se alejaron con ello
de ti con horrenda arrogancia; de ti, verdadera lumbre que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Mirad lo que decís, y llenaos de confusión, y acercaos a él, y seréis iluminados, y
vuestros rostros no serán confundidos.
Cuando yo deliberaba sobre consagrarme al servicio del Señor, Dios mío, conforme hacía ya mucho tiempo lo había dispuesto, yo era el que quería, y el que no quería, yo era. Mas porque
no quería plenamente ni plenamente no quería, por eso contendía conmigo y me destrozaba a mí mismo; y aunque este destrozo
se hacía en verdad contra mi deseo, no mostraba, sin embargo, la
naturaleza de una voluntad extraña, sino la pena de la mía. Y por
eso no era yo ya el que lo obraba^ sino el pecado que habitaba en
mí, como castigo de otro pecado más libre, por ser hijo de Adán ".
23. En efecto: si son tantas las naturalezas contrarias cuantas
son las voluntades que se contradicen, no han de ser dos, sino muchas. Si alguno, en efecto, delibera entre ir a sus conventículos o
al teatro, al punto claman éstos: «He aquí dos naturalezas, una
buena, que le lleva a aquéllos, y Otra mala, que le arrastra a éste.
Porque ¿de dónde puede venir esta vacilación de voluntades que
se contradicen mutuamente ?»
Mas yo digo que ambas son malas, la que le guía a aquéllos
Fuistis aliquando tenebrae, nunc autem lux in Domino 2S. lili enim dum
volunt esse lux non in Domino, sed in se ipsis, putando animae naturam
hoc esse, quod Deus est, ita facti sunt densiores tenebrae, quoniam longius a te recesserunt horrenda arrogantia, a te vero lumine ¡Iluminante
5 omnem hominem venientem in hunc mundum 2 '. Attendite, quid dicatis,
et erubescite et accedite ad eum et illuminamini, et vultus vestri non
erubescent *". Ego cum deliberabam, ut iam servirem Domino Deo meo,
sicut diu disposueram, ego eram, qui volebam, ego, qui nolebam; ego
eram. Nec plene volebam nec plene nolebam. Ideo mecum contendebam
10 et dissipabar a me ipso, et ipsa dissipatio me invito quidem fiebat, nec
tamen ostendebat naturam mentís alienae, sed poenarn meae. Et ideo non
iam ego operabar illam, sed quod habilabat in me peccalum*1 de supplicio liberioris peccati, quia eram filius Adam.
23. Nam si tot sunt contrariae naturae, quot voluntates sibi resistunt,
15 non iam duae, sed plures erunt. Si deliberet quisquam, utrum ad conventiculum eorum pergat an ad theatrum, clamant isti: «Ecce duae naturae, una bona hac ducit, alte.ra mala illac reducit. Nam unde ista
cunctatio sibimet adversantium voluntatum?» Ego autem dico ambas
=« Eph 5.8.
28
7
8
12
lo 1,9.
iam3 om. S.
ego OS, ego, ego cet. et edd.
habitat S.
•" Ps 33,6.
3I
Rom 7,16.
334
Confesiones
V I I I , 10, 24
y la que le arrastra al teatro; pero ellos no creen buena sino la
que le lleva a ellos.
¿Y qué en el caso de que alguno de los nuestros delibere y,
altercando consigo las dos voluntades, fluctúe entre ir al teatro
o a nuestra iglesia? ¿No vacilarán éstos en lo que han de responder? Porque o han de confesar, lo que no quieren, que es buena
la voluntad que les,conduce a nuestra iglesia como van a ella los
que han sido imbuidos en sus misterios y permanecen fieles, o
han de reconocer que en un hombre mismo luchan dos naturalezas malas y dos espíritus malos, y entonces ya no es verdad lo
que dicen, que la una es buena y la otra mala, o se convierten a
la verdad, y en este caso no negarán que, cuando uno delibera, una
sola es el alma, agitada con diversas voluntades.
24. Luego no digan ya, cuando advierten en un mismo hombre dos voluntades que se contradicen, que hay dos mentes contrarias, una buena y otra mala, provenientes de dos sustancias y
dos principios contrarios que se combaten. Porque tú, ¡oh Dios
veraz!, les repruebas, arguyes y convences, como en el caso en
que ambas voluntades son malas; v. gr., cuando uno duda si matar a otro con el hierro o el veneno; si invadir esta o la otra hacienda ajena, de no poder ambas; si comprar el placer derrochando o guardar el dinero por avaricia; si ir al circo o al teatro, caso
de celebrarse al mismo tiempo; y aun añado un tercer término: de
robar o no la casa del prójimo si se le ofrece ocasión; y aun añado un cuarto: de cometer un adulterio si tiene posibilidad para
5
10
15
20
malas, et quae ad ílíos ducit et quae ad theatrum reducit. Sed non credunt nisi bonam esse, quia itur ad eos. Quid, si ergo quisquam noster
deliberet et secum altercantibus duabus voluntatibus fluctuet, utrum ad
theatrum pergat, an ad ecclesiam nostram, nonne et isti quid respondeant
fluctuabunt? Aut enim fatebuntur, quod nolunt, bona volúntate pergi in
Ecclesiam nostram, sicut in eam pergunt qui sacramentis eius imbuti
sunt atque detinentur, aut duas malas naturas et duas malas mentes in
uno homine confligere putabunt, et non erit verum quod solent dicere,
unam bonam, alteram malam, aut convertentur ad verum et non negabunt, cum quisque deliberat, animam unam diversis voluntatibus aestuare.
24. Iam ergo non dicant, cum duas voluntates in homine uno adversan sibi sentiunt, duas contrarias mentes de duabus contrariís substantiis
et de duobus contrariis principiis contendere, unam bonam, alteram malam. Nam tu, Deus verax, improbas eos et redargüís atque convincis eos,
sicut in utraque mala volúntate, cum quisque deliberat, utrum hominem
veneno interimat an ferro, utrum fundum alienum illum an illum invadat, quando utrumque non potest, utrum emat voluntatem luxuria an
pecuniam servet avaritia, utrum ad circum pergat an ad theatrum, si
uno die utrumque exhibeatur; addo etiam tertium, an ad furturn de domo
aliena, si subest .occasio; addo et quartum, an ad cotnmitteridum adul2
17
noster COS, nostrum cet. et edds.
voluntatem CDFS, volúntate HV-T, voluptatem BEMOPZ, voluptate GV 1 .
VIII, 10, 24
Confesiones
335
ello, en el supuesto de concurrir todas estas cosas en un mismo
tiempo y de ser igualmente deseadas todas, las cuales no pueden
ser a un mismo tiempo ejecutadas; porque estas cuatro voluntades—y aun otras muchas que pudieran darse, dada la multitud de
cosas que apetecemos—, luchando contra sí, despedazan el alma,
sin que puedan decir en este caso que existen otras tantas sustancias diversas.
Lo mismo acontece con las buenas voluntades. Porque si yo les
pregunto si es bueno deleitarse con la lectura del Apóstol y gozarse con el canto de algún salmo espiritual 12 o en la explicación
del Evangelio, me responderán a cada una de estas cosas que es
bueno. Mas en el caso de que deleiten igualmente y al mismo tiempo, ¿no es cierto que estas diversas voluntades dividen el corazón
del hombre mientras delibera.qué ha de escoger con preferencia?
Y, sin embargo, todas son buenas y luchan entre sí hasta que
es elegida una cosa que arrastra y une toda la voluntad, que antes
andaba dividida en muchas. Esto mismo ocurre también cuando
la eternidad agrada a la parte superior y el deseo del bien temporal retiene fuertemente a la inferior, que es la misma alma queriendo aquello o esto no con toda la voluntad, y por eso desgárrase a sí con gran dolor al preferir aquello por la verdad y no
dejar esto por la familiaridad.
terium, si et inde simul facultas aperitur, si omnia concurrant in unum
articulum temporis pariterque cupiantur omnia, quae simul agi nequeunt;
discerpunt enim animum sibimet adversantibus quattuor voluntatibus vel
etiam pluribus in tanta copia rerum, quae appetuntur, nec tamen tan5 tam multitudinem diversarum substantiarum solent dicere. Ita et in bonis
voluntatibus. Nam quaero ab eis utrum bonum sit delectan lectione
apostoli et utrum bonum sit delectan psalmo sobrio et utrum bonum sit
evangelium disserere. Respondebunt ad singula: Bonum. Quid? Si ergo
pariter delectent' omnia simulque uno tempore, nonne diversae voluntates
10 distendunt cor hominis, dum deliberatur, quid potissimum arripiamus?
Et omnes bonae sunt et certant secum, doñee eligatur unum, quo feratur
tota voluntas una, quae in plures dividebatur. Ita etiam, cum aeternitas
delectat superáis et temporaiis boni voluntas retentat inferius, eadem
anima est non tota volúntate illud aut hoc volens, et ideo discerpitur
15 gravi molestia, dum illud veritate praeponit, hoc familiaritate non ponit.
2
11
13
copiuntur S.
feriatur S.
volimtas HOVST, voluptas cet. et edds.
336
VIII, 11, 26
Confesiones
CAPITULO
XI
25. Así enfermaba yo y me atormentaba, acusándome a mí
mismo más duramente que de costumbre, mucho y queriéndolo,
y revolviéndome sobre mis ligaduras, para ver si rompía aquello
poco que me tenía prisionero, pero que al fin me tenía. Y tú, Señor, me instabas a ello en mis entresijos y con severa misericordia redoblabas los azotes del temor y de la vergüenza, a fin de
que no cejara de nuevo y no se rompiese aquello poco y débil que
había quedado, y se rehiciese otra vez y me atase más fuertemente.
Y decíame a mí mismo interiormente: «¡Ea! Sea ahora, sea
ahora»; y ya casi pasaba de la palabra a la obra, ya casi lo hacía;
pero no lo llegaba a hacer. Sin embargo, ya no recaía en las cosas
de antes, sino que me detenía al pie de ellas y tomaba aliento y
lo intentaba de nuevo; y era ya un poco menos lo que distaba,
y otro poco menos, y ya casi tocaba al término y lo tenía; pero
ni llegaba a él, ni lo tocaba, ni lo tenía, dudando en morir a la
muerte y vivir a la vida, pudiendo toas en mí lo malo inveterado
que lo bueno desacostumbrado y llenándome de mayor horror a
medida que me iba acercando al momento en que debía mudarme.
Y aunque no me hacía volver atrás ni apartarme del fin, me retenía suspenso.
26. Reteníanme unas bagatelas de bagatelas y vanidades de
vanidades" antiguas amigas mías; y tirábanme del vestido de la
CAPux
xi
25. Sic aegrotabam et excruciabar accusans memet ipsum sólito acerbius, nimís ac volens, et versans me in vinculo meo, doñee abrumperetur
totum, quod iam exiguo tenebar; sed tenebar tamen. Et instabas tamen
5 in occulltis meis, Domine, severa misericordia flagella ingeminans tirnoris
et pudoris, ne rursus cessarem et non abrumperetur id ipsum exiguum et
tenue quod remanserat, et revalesceret iterum et me robustius alligaret.
Dicebam enim apud me intus: «Ecce modo fiat, modo fíat», et cum verbo
iam ibam in placitum; iam paene faciebam et non faciebam, nec reíal o bebar tamen in prístina, sed de próximo stabam et respirabam. Et item
conabar et paulo minus ibi eram et paulo minus, iam iamque attingebam
et tenebam; et non ibi eram nec attingebam nec tenebam, haesitans morí
morti et vitae vivere, plusque in me valebat deterius inolitum quam melius insolitum, punctumque ipsum temporis, quo aliud futurus eram,
15 quanto propius admovebatur, tanto ampliorem incutiebat horrorem; sei
non recutiebat retro nec avertebat, sed suspendebat.
26. Retinebant nugae nugarum et vanitates vanitatium, antiquae amicae meae, et suecutiebant vestem meam carnean! et submurmurabant:
3 volens CDFHS, voivens cet. et edds. omnes.
A quod S, quo cet. et edds.;
tamen S, tu cet. et edds.
13 deterius om. S.
17 vanitatium C'DOS, vanitatum C-GMZ 2 edds., vanitantum E, ceteri vanitatium (sed cf. lib. X, ti. 60, ubi srrib. cupiditatium).
VIII, 11, 27
Confesiones
337
carne, y me decían por lo bajo: «¿Nos dejas?» Y «¿desde este
momento no estaremos contigo por siempre jamás?» Y «¿desde
este momento nunca más te será lícito esto y aquello?»
¡Y qué cosas, Dios mío, qué cosas me sugerían con las palabras esto y aquello! Por tu misericordia aléjalas del alma de tu
siervo. ¡Oh qué suciedades me sugerían, que indecencias! Pero
las oía ya de lejos, menos de la mitad de antes, no como contradiciéndome a cara descubierta saliendo a mi encuentro, sino como
musitando a la espalda y como pellizcándome a hurtadillas al alejarme, para que volviese la vista.
Hadan, sin embargo, que yo, vacilante, tardase et\ romper y
desentenderme de ellas y saltar adonde era llamado, en tanto que
la costumbre violenta me decía: «¿Qué?, ¿piensas tú que podrás
vivir sin estas cosas?»
27. Mas esto lo decía ya muy tibiamente. Porque por aquella
parte hacia donde yo tenía dirigido el rostro, y adonde temía pasar, se me dejaba ver la casta dignidad de la continencia, serena
y alegre, no disolutamente, acariciándome honestamente para que
me acercase y no vacilara y extendiendo hacia mí para recibirme
y abrazarme sus piadosas manos, llenas de multitud de buenos
ejemplos.
Allí una multitud de niños y niñas, allí una juventud numerosa y hombres de toda edad, viudas venerables y vírgenes ancianas, y en todas la misma continencia, no estéril, sino fecunda madre de hijos nacidos de los gozos de su esposo, tú, ¡oh Señor!
Y reíase ella de mí con risa alentadora, como diciendo: «¿No
podrás tú lo que éstos y éstas ? ¿O es que éstos y éstas lo pueden
«Dimittisne nos?» et «a momento isto non erimus tecum ultra in aeternum» et «a momento isto non tibi licebit hoc et illud ultra in aeternum».
Et quae suggerebant' in eo, quod dixi «hoc et illud», quae suggerebant,
Deus meus? Avertat ab anima serví tui misericordia tua! Quas sordes
5 suggerebant, quae dedecora! Et audiebam eas iam longe minus quam
dimidius, non tamquam libere contradicentes eundo in obviam, sed velul
a dorso mussitantes et discedentem quasi furtim vellicantes, ut respicerem. Retatdabant tamen cunctantem me abripere atque excutere ab eis
et transilire quo vocabar, cum diceret mihi consuetudo violenta: «Putasne
10 sine istis poteris ?»
27. Sed iam tepidissime hoc dicebat. Aperiebatur enim ab ea parte,
qua intenderam faciem et quo transiré trepidabam, casta dignitas continentiae, serena et non dissolute hilaris, honeste blandiens, ut venirem
ñeque dubitarem, et extendens ad me suscipiendum et amplectendum
15 pias manus plenas gregibus bonorum exemplorum. Ibi tot pueri et puellae,
ibi iuventus multa et omnis aetas et graves viduae et virgines anus, et in
ómnibus ipsa continentia nequáquam sterilis, sed fecunda mater filiorum
gaudiorum de marito te, Domine. Et irridebat me irrisione hortatoria,
quasi diceret: «Tu non poteris, quod isti, quod istae? An vero isti et
9
transilirem S.
338
V I I I , 12, 2S
Confesiones
por sí mismos y no en el Señor su Dios ? El Señor su Dios me ha
dado a ellas. ¿Por qué te apoyas en ti, que no puedes tenerte en
pie? Arrójate en él, no •temas, que él no se retirará para que caigas; arrójate seguro, que él te recibirá y sanará».
Y llenábame de muchísima vergüenza, porque aún oía el murmullo de aquellas bagatelas y, vacilante, permanecía suspenso.
Mas de nuevo aquélla, como si dijera: Hazte sordo contra
aquellos tus miembros inmundos sobre la tierra, a fin de que sean
mortificados. Ellos te hablan de deleites, pero no conforme a la
ley del Señor tu Dios.
Tal era la contienda que había en mi corazón, de mí (misino
contra mí mismo. Mas Alipio, fijo a mi lado, aguardaba en silencio el desenlace de mi inusitada emoción.
CAPITULO
XII
28. Mas apenas una alta consideración sacó del profundo de
su secreto y amontonó toda mi miseria a la vista de mi corazón,
estalló en mi alma una tormenta enorme, que encerraba en sí copiosa lluvia de lágrimas. Y para descargarla toda con sus truenos
correspondientes, me levanté de junto Alipio—pues me pareció
que para llorar era más a propósito la soledad—y me retiré lo*
más remotamente que pude, para que su presencia no me fuese
estorbo. Tal era el estado en que me hallaba, del cual se dio él
istae in se ipsis possunt ac non in domino Deo suo ? Dominus Deus
eorum me dedit eis. Quid in te stas et non in te stas? Proice te in eum,
noli metuere; non se subtrahet, ut cadas: proice te securus, excipiet et
sanabit te.» Et erubescebam nimis, quia illarum nugarum murmura adhuc
5 audiebam et cunctabundus pendebam. Et rursus illa, quasi diceret: Obsurdesce adversas immunda illa membra tua super terram *2, ut mortifkentur. Narrant tibi delectationes, sed non sicut lex domini Dei tui s s . Ista
controversia in corde meo non nisi de me ipso adversus me ipsum. At
Aiypius affixus lateri meo inusitati motus mei exitiim tacitus opperiebatur.
CAPUT XII
10
28. Ubi vero a fundo arcano alta consideratio traxit et congessit totam miseriam meam in «conspectu» cordis mei, oborta est procella ingens
ferens ingentem imbrem lacrimarum. Et ut effunderem cum vocibus suis,
surrexi ab Alypio—solitudo mihi ad negotium flendi aptior suggereba15 tur—et secessi remotius, quam ut posset mihi onerosa esse etiam eius
praesentia. Sic tune eram, et ilie sensit, nescio quid enim, puto, dixeram,
3
= Col 5,3.
Ps 118.85.
33
J inte S, om. cet. et edds.;
te-] om. S.
4 murmura CDMOS o, murmur cet. et edds.
6 snper terram om. S.
VIII, 12, 29
Confesiones
339
cuenta, pues no sé qué fue lo que dije al levantarme, que ya el
tono de mi voz parecía cargado de lágrimas.
Quedóse él en el lugar en que estábamos sentados sumamente
estupefacto; mas yo, tirándome debajo de una higuera, no sé
cómo, solté la rienda a las lágrimas, brotando dos ríos de mis ojos,
sacrificio tuyo aceptable. Y aunque no con estas palabras, pero sí
con él mismo sentido, te dije muchas cosas como éstas: ¡Y tú, Señor, hasta cuándo! ¡Hasta cuándo, Señor, has de estar irritado!
No quieras más acordarte de nuestras iniquidades antiguas. Sentíame aún cautivo de días y lanzaba voces lastimeras: «¿Hasta cuándo, hasta cuándo, ¡mañana!, ¡mañana!? ¿Por qué no hoy? ¿Por qué
no poner fin a mis torpezas en esta misma hora?»
29. Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de
mi corazón. Mas he aquí que oigo de la casa vecina una voz, como
de niño o niña, que decía cantando y repetía muchas veces: «Toma
y lee, toma y lee».
De repente, cambiando de semblante, me puse con toda la
atención a considerar si por ventura había alguna especie de juego en que los niños soliesen cantar algo parecido, pero no recordaba haber oído jamás cosa semejante 4 ''; y así, reprimiendo el
ímpetu de las lágrimas, me levanté, interpretando esto como una
orden divina de que abriese el códice y leyese el primer capítulo
que hallase " .
Porque había oído decir de Antonio que, advertido por una
lectura del Evangelio, a la cual había llegado por casualidad, y
tomando como dicho para sí lo que se leía: Vete, vende todas
in quo apparebat sonus vocis meae iam fletu gravidus, et sic surrexeram.
Mansit ergo ille ubi sedebamus nimie stupens. Ego sub quadam fici
arbore stravi me nescio quomodo et.dimisi habenas lacrimis, et proruperunt ilumina oculorum meorum, acceptabile sacrificium tuum, et non
5 quidem his verbis, sed in hac sententia multa dixi tibi: Et tu, Domine,
usquequo?'1 Usquequo, Domine, irasceris in finem? Ne memor fueris
iniquitatum nostrarum antiquarum 3S. Sentiebam enim eis me teneri. Iactabam voces miserabiles: «Quamdiu, quamdiu eras et eras? Quare non
modo? Quare non hac hora finis turpitudinis meae?»
10
29. Dicebam haec et flebam amarissima contritione cordis mei. Et
ecce audio vocem de vicina domo cum cantu dicentis et crebro repetentis
quasi pueri an puellae, nescio: «Tolle lege, tolle lege». Statimque mutato vultu intentissimus cogitare coepi, utrumnam solerent pueri in aliquo
genere ludendi cantitare tale aliquid, nec oceurrebat omnino audisse me
15 uspiam repressoque Ímpetu lacrimarum surrexi nihíl aliud interpretans
divinitus mihi iuberi, nisi ut aperirem codicem et legerem quod primum
caput invenissem. Audieram enim de Antonio, quod ex evangélica lectione, cui forte supervenerat, admonitus fuerit, tamquam sibi diceretur
31
Ps 6,4
Ps 78,5.
11 divina domo S.
35
340
Confesiones
VIII, 12, 30
las cosas que tienes, dalas a los pobres y tendrás un tesoro en los
cielos, y después ven y sigúeme, se había al punto convertido a
ti con tal oráculo.
Así que, apresurado, volví al lugar donde estaba sentado Alipio y yo había dejado el códice del Apóstol al levantarme de allí.
Tómele, pues; abríle y leí en silencio el primer capítulo que se
me vino a los ojos, y decía: No en comilonas y embriagueces, no
en lechos y en liviandades, no en contiendas y emulaciones, sino
revestios de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con
demasiados deseos.
*. No quise leer más, ni era necesario tampoco, pues al punto
I que di fin a la sentencia, como si se hubiera infiltrado en mi coI tazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de
/ mis dudas".
30. Entonces, puesto el" dedo o no sé qué cosa de registro,
Cerré el códice, y con rostro ya tranquilo se lo indiqué a Alipio,
quien a su vez me indicó lo que pasaba por él, y que yo ignoraba. Pidió ver lo que había leído; se lo mostré, y puso atención en
lo que seguía a aquello que yo había leído y yo no conocía. Seguía así: Recibid al débil en la je, lo cual se aplicó él a sí mismo
y me lo comunicó. Y fortificado con tal admonición y sin ninguna
turbulenta vacilación, se abrazó con aquella determinación y santo
propósito, tan conforme con sus costumbres, en las que ya de antiguo distaba ventajosamente tanto de m í " .
5
'
10
15
quod legebatur: Vade, vende omnia, quae habes, da pauperibus et babebis thesaurum in caelis; et veni, sequete me36, et tali oráculo confestim
ad te esse conversum. Itaque concitus redii in eum locum, ubi sedebat
Alypius: ibi enim posueram codicem apostoli, cum inde surrexeram. Arripui, aperui et legi in silentio capitulum quo primum iniecti sunt oculi
mei: Non in comissationibus et ebrietatibus, non in cubilibus et impudicitiis, non in contentione et aemulatione, sed indulte Dominum
lesum
Christum et carnis providentiam ne feceritis in concupiscentiis37. Nec
ultra volui legere nec opus erat. Statim quippe cum fine huiusce sententiae quasi luce securitatis infusa cordi meo omnes dubitationis tenebrae
diffugerunt.
30. Tum interiecto aut dígito aut nescio quo alio signo codicem clausi
et tranquillo iam vultu indicavi Alypio. At ille quid in se ageretur—quod
ego nesciebam—sic indicavit. Petit videre quid kgissem: ostendi, et attendit etiam ultra quam ego legeram. Et ignorabam quid sequeretur. Sequebatur autem: Infirmum vero in jide recipite". Quod ille ad se rettulit
mihique aperuit. Sed tali admonitione firmatus est placitoque ac proposito bono et congruentissimo suis moribus, quibus a me in melius iam
olim valde longeque distabat, sine ulla turbulenta cunctatione coniunctus
" Mt 19.21.
•" Rom 13.1?.
5 iniecti S, coniecti cet. et edds.
1¿ recipe S.
17 placitoque om. S.
21
Ib. 14,1.
VIII, notas
341
Confesiones
Después entramos a ver a la madre, indicándoselo, y llenóse
de gozo; contárnosle el modo como había sucedido, y saltaba de
alegría y cantaba victoria, por lo cual te bendecía a ti, que eres
poderoso para darnos más de lo que pedimos o entendemos, porque veía que le habías concedido, respecto de mí, mucho más de
lo que constantemente te pedía con gemidos lastimeros y llorosos.
Porque de tal modo me convertiste a ti que ya no apetecía
esposa ni abrigaba esperanza alguna de este mundo, estando ya
en aquella regla de fe 4! sobre la que hacía tantos años me habías
mostrado a ella. Y así convertiste su llanto en gozo, mucho más
fecundo de lo que ella había apetecido y mucho más caro y casto
que el que podía esperar de los nietos que le diera mi carne "
est. Inde ad matrem ingredimur, indicamus, gaudet. Narramus, quemadmodum gestum sit: exsultat et triumphat et benedicebat tibí, qui
potens es ultra quam petimus aut intellegimus faceré'", quia tanto amplias
sibi a te concessum de me videbat, quam petere solebat miserabilibus
5 flebilibusque gemitibus. Convertisti enim me ad te, ut nec uxorem quaererem nec aliquam spem saeculi huius stans in ea regula fidei, in qua
me ante tot annos ei revelaveras, et convertisti luctum eius in gaudium '"
multo uberius, quam voluerat, et multo carius atque castius, quam de
nepotibus carnis meae requirebat.
NOTAS
AL
LIBRO
1
VIII
Is 63,7. San Agustín va a enumerar en este libro, una por una,
las causas próximas de su conversión.
2
Salmo 34,10. Cf. Enarrat. in Ps. 13, donde explana maravillosa
y espléndidamente este versillo: «¿Quién semejante a ti?»
3
1 Cor 13,12. «Que Dios es una cierta vida, eterna, inmutable, inteligible, inteligente, sabia y hacedora de sabios, hasta lo vieron algunos
sabios de este mundo» (Serm. 141,1).
1
Simpliciano (San), presbítero de la iglesia de Roma, había sido
enviado a Milán cuando fue nombrado obispo San Ambrosio, para que
le instruyera en las sagradas Letras y en los Santos Padres, que aquél
ignoraba totalmente, y le ayudara con sus consejos en la dirección de
las almas. Era hombre muy sabio, como lo prueban la amistad que tuvo
con el gran Victorino, los elogios que le tributaban San Ambrosio y San
Agustín y el aprecio en que tenían su indicaciones los concilios de
África y de Toledo (Llovera, p.231, nota primera, afirma que asistió
a estos concilios. No hemos podido comprobar la verdad de tal afirmación.) En el 397 sucedió a San Ambrosio en la sede de Milán, muriendo
hacia el 400, de edad muy avanzada. El diácono Paulino refiere en la
Vita S. Ambrosii 46, que, estando para morir éste, y oyendo discutir a
cuatro de sus diáconos en un lugar retirado de la estancia acerca de
Simpliciano como futuro sucesor, dijo por tres veces, con voz fuerte y
enérgica: «Viejo, pero bueno.» Este calificativo de bueno es el que aquí
35
Tipil 9,20.
« Ps 29.12.
3 es codds. omnes etiam S, Knól! est.
342
Confesiones
VIII, notas
le da el Santo, y debía ser el apelativo con que le conocía todo Milán.
Con él parece indicarse que era un hombre todo corazón y bondad; un
padre de los fieles, en todo el sentido de la palabra. San Agustín hace
aquí el retrato de él con todo el cariño y gratitud de su gran corazón,
algún tanto diferente del que hace de San Ambrosio, a quien profesó
grandísima veneración y respeto, pero no amor. Agustín le dedicó la
obra De diversis quaestionibus, obra donde el Santo expone su concepción y sistema sobre la gracia. Entre las cartas de San Ambrosio, las 37,
38, 65 y 67 están dirigidas a él. La tradición no nos híi conservado ningún escrito de este Santo Padre. Simpliciano pudo, seguramente, leer las
Confesiones de San Agustín.
5
Salmo 25,8. Cf. Enarrat. in Ps. n!l2: «La casa de Dios es la
Iglesia. Ella tiene almas tristes; mas la belleza de la cas" de Dios existe
en los buenos, en los santos. Esta belleza de tu casa es la que yo amo.»
* El Apóstol es uno de los predicadores más entusiastas de la castidad corporal. No hace de ella un precepto, como tampoco lo hizo Jesucristo; pero, como éste, exhorta vehementemente a ella a todos los cris'
tianos. Cf. 1 Cor 7,7.
' Mt 19,12. Creemos que la traducción que damos del qui potest
capere capiat es más conforme con el sentido de la frase que no el
«entiéndalo quien pueda entenderlo».
8
Alusión a la parábola del comprador de margaritas preciosas
(Mt 13,46). La margarita preciosa era la fe cristiana, la cual había
hallado ya el Santo, pero vacilaba en abrazarla. En este capítulo queda,
pues, señalada la conversión intelectual. Lo que se sigue es lo que se
ha dado en llamar conversión moral o del corazón; un poco más adelante hablará de la conversión monacal o al estado religioso. El relato
de la conversión moral de Victorino lo indica bien claramente. El ca"so
de Agustín era al presente semejante al de éste. Uno y otro estaban
convencidos intelectualmente de la fe cristiana. A Victorino le decidió
el temor de verse negado por Cristo; a Agustín, el temor de ¡la muerte
y el ejemplo de este famoso retórico.
«C. M. Victorino, de nación africano, enseñó retórica en Roma bajo
el emperador Constancio. Siendo ya muy viejo se convirtió a la fe de
Cristo, y escribió algunos libros contra Arrio en forma de diálogo, tan
oscuramente que sólo las personas cultas pueden entenderlo. También
escribió comentarios al Apóstol» (De viris illustribus c.101). Y en la
Crónica a.2, 372 o 358 d. Cr.: «Gran nombre tienen en Roma el profesor de elocuencia Victorino y el gramático Donato, mi maestro. Victorino ha merecido hasta el honor de una estatua en el foro de Trajano.»
Victorino escribió mucho de retórica, de filosofía y de métrica (ésta ha
llegado hasta nosotros). Además de esto, tradujo al latín la Isagoge, de
Porfirio; diversos libros de Plotino (probablemente todas las Ennéadas);
las Categorías, de Aristóteles, y el Perihermenias, del mismo. Gibb y
Montgomery creen que las traducciones de Porfirio y Plotino estaban
anotadas con textos de San Pablo—y probablemente del Evangelio de
San Juan—. Nada tiene de inverosímil, y sólo así se explica el efecto
maravilloso y espontáneo que produjo su lectura en el espíritu del Santo.
A Victorino debe referirse en De civ. Dei X 29, cuando escribe que
oyó decir a Simpliciano en cierta ocasión que, «en sentir de un filósofo
platónico, el principio del Evangelio de San Juan debía estar escrito en
letras de oro y puesto a la vista de todos en los lugares más eminentes
uc las. iglesias». Es muy probable que tradujo también el De regressu
VIII, n o t a s
Confesiones
343
animae, las Sentencias y De philosophia ex oraculis. Las obras que nos
quedan de C. Mario Victorino se hallan en Migne, PL 8,1.000-1.308.
" Virgilio (Eneida 8,698-9): Omnigenumque deum monstra el latrator' Anubis—contra Neptunum et Venerem, contraque Minervam tela
tenent... El Santo cita ad sensum. Este es uno de los pasajes más difíciles de reconstruir, y cuyar lección damos como probable, pero no cierta.
El texto original: Romana nobilitas inflata spirabat popiliosiam et omnigenum deum monstra, etc. La palabra popilisiam o popiliosiam está corrompida, sin que haya habido hasta el presente medio de averiguar la
verdadera lección. Muchas son las conjeturas que se han hecho. Los
Maurinos terminaron por adoptar la de populo iam, ofrecida por tres
manuscritos ingleses. Esta lección, sin embargo, exigiría que la anterior
fuese inspirabat, lo cual no ofrece ningún códice. Otro tanto dígase de
la de Ihm: populo osirim, a base de un manuscrito del siglo x, que da
populosirim, lección adoptada por Labriolle y Gougaud con reservas.
Vaccari cree que debe leerse Porden Pelusiam, lección adoptada por
O. Tescari en la primera edición y rechazada en la segunda y nuevamente aceptada por Llovera. Fundados en razones paleográficas, defendimos nosotros—Religión y Cultura, mayo 1930, p.260-265—la lección
Populoniam. Mas un estudio detenido y constante nos ha llevado a la
convicción de que no se trata de ninguna deidad pagana, sino de una
palabra corrompida que relaciona las dos frases. Seguimos como más
probable la adoptada primeramente en el texto. Knoll adopta una semejante en la forma prodigia. Tescari adopta en la segunda edición la de
S. Colombo-. sperabat propitia sibi iam. Para gusto de los lectores ofrecemos otras conjeturas, si la adoptada en el texto o alguna de las expuestas no satisface: Populatim, en masa; propitior iam o propitia iam,
refiriéndose a Nobilitas (confróntese HUBY, Christus, p.470), la cual nos
parece la mejor; o bien, sperabat propinare et omnigenum, etc., tomando el quibus como ablativo instrumental.
11
Babilónica dignidad, es decir, mundana, pagana, etc.
Instruido en los primeros sacramentos de la instrucción... El texto:
imbutus. Muchos traductores entienden esta frase de los ritos del catecumenado: exorcismos, oraciones, cánticos espirituales, insuflaciones, cilicios, inclinaciones de cabeza, descalcez de los pies, etc. Pero más propiamente deben entenderse de la instrucción en los misterios o verdades
de la fe, necesarios para recibir el bautismo. San León, contemporáneo
del Obispo de Hipona, escribía a los obispos de Sicilia: In baptizandis
electis... qui et frequentibus sunt praedicationibus imbuendi (Epist. 16).
13
Dio su nombre. Frase consagrada para indicar la inscripción del
competente en la lista de los que habían de bautizar. En un sermón atribuido a San Cesáreo se dice: Baptizandi nomen suum dant, etc. Y en
San Ambrosio: Nemo adhuc suum nomen dedit, etc. (Le 4,76).
14
La traditio y redditio symboli era una ceremonia de la antigua
Iglesia que se verificaba días antes del bautismo. En África solía hacerse la traditio o entrega del símbolo quince días antes de Pascua, el domingo de Pasión. El domingo de Ramos debía verificarse la redditio,
esto es, recitarle de memoria ante el obispo o un presbítero. Si lo sabía
se le entregaba la oratio dominica o padrenuestro, que asimismo debían
dar de memoria a los ocho días. Si alguno no lo había aprendido se le
prorrogaba ocho días más: del domingo de Pasión al sábado santo. Si
entonces no lo sabía era rechazado. La traditio, lo mismo que la redditio,
iban precedidas de ciertos cantos litúrgicos y ceremonias sagradas. La
redditio debía hacerse de memoria, no leída ni ad sensum. Son curiosas
15
344
Confesiones
VIII, notas
VIII, notas
24
las advertencias que hace San Agustín a aquellos que, duros de inteligencia y faltos de memoria, se les sometía sin excepción a este examen.
Mándales que lo reciten al acostarse y al levantarse y al salir de casa,
y que les ayuden en ello sus padres. En cuanto al rito romano, la descripción que hace aquí el Santo está confirmada por Rufino, que dice:
Aíos inibi servatus antiquus eos qui grcttiam baptismí suscepturi sunt
publice, i. e., fidelium populo audiente, symbolum reddere (Comment, in
Symbolum Apost. c.3). Sobre esta materia, cf. Revue d'Histoire Ecclésiastique; A. DONDEYNE, La discipline des scrutins datis l'Eglise latine
avant Charlemagne, enero 1932, p.1-33.
La fórmula de profesión de fe hecha por Victorino es la que nos
ha conservado Rufino, y que es como sigue: Credo in deum, Patrem omnipotentem. Et in Christum lesum, unicum filium eius, dominum nostrum,
qui natus est de Spiritu Sánelo ex Maria Virgine, crucifixus sub Pontio
Pilato et sepultus, tertia die resurrexit a mortuis, ascendil in cáelos, sedet
ad dextram Patris, unde venturus est indicare vivos et mortuos. Et in
Spiritum Sanctum, sanctam Ecclesiam, remissionem peccatorum, carnts resurrectionem. Como se ve, difiere algún tanto de la actual, que añade:
Creatorem caeli et terrae..., passus..., mortuus..., descendí! ad inferos...,
Dei... omnipotentis..., inde... Credo... catbolicam, sanctorum communionem..., vitam aeternam. Amen.
" Le 15,5.
17
Le 15,8-9.
18
Reminiscencia virgiliana (Eneida IV 644).
10
Entre Los romanos, los esponsales o contratos de matrimonios solían
a veces celebrarse mucho tiempo antes del matrimonio. Recuérdese el caso
mismo de Agustín con su desposada, que todavía tenía que esperar dos
años. Así, P. Labriolle. No hemos podido comprobar con ningún documento la costumbre africana a la que se alude en el texto.
20
Observación psicológica digna de atención,
31
Act 13,4ss. San Agustín sigue en este pasaje el parecer de San Jerónimo (De viris illustribus 5), creyendo que el Apóstol cambió de nombre en señal de victoria tan insigne. De hecho, en los Actos de los Apóstoles el cambio se verifica en este momento, coincidencia significativa.
Otras veces sigue el Santo la interpretación simbólica apuntada por el
mismo San Jerónimo, atribuyéndolo a la humildad del Santo Apóstol
(Cf. De spiritu et littera 7, y Tract. in loann. 8 ) . Los modernos, en su
mayoría, rechazan ambas interpretaciones afirmando que el Apóstol, como
judío y ciudadano romano, debía tener dos nombres, uno hebreo y otro
griego o latino, y que San Lucas usó del primero mientras su acción se
desarrolló entre los judíos, y del segundo, al iniciar su apostolado entre
los gentiles. De esta opinión es P. J. Martín en su traducción francesa,
nota a este lugar, en favor de la cual alega numerosos ejemplos. Esta
misma opinión adopta el último de los comentaristas de los Actos de los
Apóstoles, JACQUIER, Actes des Apotres (París 1926) p.387.
22
Debe referirse al edicto del 362, por el que se vedaba a los cristianos enseñar retórica y elocuencia, aunque no se les prohibía asistir a
las escuelas públicas. San Agustín habla de esta ley en De civ. Dei XVIII
52, y Epist. 105,3, y en otros muchos lugares de sus obras. Sobre el Decreto de Juliano, cf. I. BIDIEZ y Fr. CUMONT, luliani imp. epistulae, leges,
poematia fragmenta varia. Colee, de Les Belles Lettres, y la obra del primero sobre este mismo tema I p.2. s p.46 (París 1924).
«La costumbre es fruto de la voluntad, en cuanto trae su origen
de ella. La necesidad de la costumbre es fruto funestísimo de la voluntad», etc. (Contra luí. op. imperf. IV 103).
Confesiones
345
Las observaciones psiquicomorales que hace en estos capítulos el
Santo son tan exactas, tan profundas a la vez que claras, que no creemos
necesiten comentario alguno aclaratorio. En el fondo no es más que una
magnífica explicación filosófica racional de aquella Psichomachia, descrita
por San Pablo y cantada por nuestro poeta Prudencio.
25
Todas estas alternativas íntimas—dice Labriolle—se hallan expresadas muy enérgicamente en latín, gracias a las asonancias y antítesis, que
Agustín combina conscientemente (dedere..., cederé..., illud placebat el vincebat, hoc libebat et vinciebat). Semejantes procedimientos de estilo eran,
por otra parte, muy antiguos en la literatura latina. Véase WOLFFEIN,
Archiv für latein Lexic. I p.350-389.
26
«La necesidad del pecar es castigo del pecado, del que es uno libre
en no cometerlo, por no ser oprimido de ningún peso de necesidad» (Contra luí. op. imperf. I 105).
2!
Salmos 53,8 y 18,5. Después de referir en los capítulos anteriores
la conversión intelectual y moral, pasa ahora el Santo a referir su conversión monacal, en la que apenas se han fijado los críticos, sobre todo señalando el punto de (partida de este relato. La frase con que empieza lo indica
sobradamente: renuncia al amor de mujer aun lícito (la castidad) y a los
negocios del mundo (pobreza y retiro monacal). El Santo dispone con
mano maestra los hechos que le movieron a ello, deteniéndose con morosa
complacencia en su descripción. El lector puede apreciar el movimiento
dramático que la narración agustiniana va tomando a medida que se
acerca a su fin: la conversión es interrumpida bruscamente antes de llegar
a término con una digresión sobre los maniqueos.
28
La palabra subdocere, empleada ya pac Cicerón (Ad Att. 8,4), por
Ausonio (Profess. Burdigal. 22) y varias veces por el Santo en sus obras,
es equivalente a nuestro auxiliar en cierto sentido. Su oficio era vigilar
por el buen orden de las clases, tomar las lecciones antes de entrar el
maestro e instruir a los últimos en las nociones elementales. Oficio humilde y poco lucrativo. Por eso el Santo señala la humildad y desprendimiento de Nebridio, cuyo talento apreciaba sobremanera, y que esta vez
había tenido que hacer de víctima de la amistad.
29
Al decir San Agustín de Ponticiano que militaba praeclare in palalio,
da a entender que tenía uno de los empleos más honoríficos de palacio.
Entre los romanos se llamaba militia todo servicio del Estado, y era de
tres clases: la primera se llamaba militia palatii; la segunda, que comprendía a los soldados de guerra, militia castrensis o armata; la tercera, compuesta de jueces, prefectos, presidente, abogados, etc., militia logara.
(Cf. SELVAGIO, Antigüedades cristianas I p.2. a c.4 n.10). Ponticiano pertenecía a la primera y debía ser algo así como mayordomo de palacio.
80
El Santo usa la palabra códice en el mismo sentido que le damos
hoy, de libro manuscrito, para distinguirle del volumen, en forma de rollo.
31
«Antonio, ermitaño, de quien escribió la vida, en un libro famoso,
el obispo de Alejandría Atanasio, vivió en el tiempo en que reinó Constantino y sus hijos. Murió a la edad de ciento cinco años» (S. HIERONYMUS. De viris illustribus 88). San Antonio nació el 251 y murió el 356,
dos años después de haber nacido San ¿>¿ustín. Es considerado como el
padre del monacato en Oriente y Occidente. Ya antes de él debía haber
conventos de monjas, por cuanto él, al tomar semejante género de vida, metió a una hermana suya en uno de estos aséetenos de mujeres.
a
" En este monasterio vivieron durante algún tiempo Joviniano y sus
compañeros de impiedad, según Baronio, hacia 382. También allí hicieron
vida monástica Sarmaciano y Barbaciano, que dieron mucho que sentir al
gran obispo de Milán y al abad del monasterio, como dice San Agustín
en De mor. Eccl. cath.
346
Confesiones
VIII, notas
'''' Esta Vida era la escrita por San Atanasio > traducida por Evagrio
al latín en el 371. Llovera admite la posibilidad de que fuera el texto
griego y no el latino el que leyeron los compañeros de Ponticiano, fundado en que, dado su cargo en palacio, .podían saber muy bien esta lengua. A nosotros, sin embargo, no nos parece esto probable. Porque aunque los citados palaciegos supieran perfectamente el griego y pudieran
leerla en esta lengua, no es fácil que la supieran los monjes que vivían
en aquella cabana, y que eran los que la usaban. La difusión de esta Vita
en Tréveris se explica fácilmente por la estancia de San Atanasio en ella
durante un año largo de destierro. Gracias a él la vida monacal adquirió
un gran desarrollo, mereciendo ser comparada con la Tebaida de Egipto
por la abundancia y religiosidad de sus monasterios.
34
Eran éstos magistrados de la corte, cuyo oficio era múltiple. Debían dar curso y ejecutar las letras imperiales y velar en los viajes por
la seguridad y defensa del emperador. Eran de diversas clases: ducenarii,
centenarii, biarchi, circitores y equites. Cf. Cod. Theodos. VI 29 cap. de
los «Agentes in rebus».
33
Los «amigos del César» formaban una clase especial, cuyos privilegios no se pueden precisar. Así, LABRIOLLE, Confesiones p.188; MOMMSEN, St. Recht. II p.813-833ss y III 555; CICOTTI, en Dic. Epigr. di De
Ruggiero I p.448. A esta clase, que podríamos llamar de los celantes del
emperador, debía pertenecer Pilatos, al decirle el pueblo judío que no era
«amigo del César» si soltaba a Jesús.
36
Alusión a la fábula esópica de las dos alforjas.
37
Alfaric acusa a San Agustín de haber adelantado la fecha de esta
súplica para falsear el sentido: «Solamente después de su formación escolástica—dice—pudo formularla, aunque se guarde mucho de convenir con
ella y de atribuir a una herejía aborrecida una oración tan laudable a sus
ojos» (o.c, p.220 n . l ) . Quizá con este fin puntúan de modo diverso los
editores modernos la primera parte de esta frase, leyendo: At ego adulescens miser valde, miser (Knóll: miserior) in exordio ipsius adulescentiae,
etiam petieram a te, etc., en vez de at ego adulescens miser, valde miser,
in exordio ipsius adulescentiae etiam petieram, etc., la única puntuación
verdadera. Llovera traduce: «Pero yo, adolescente muy miserable, más miserable al comenzamiento de la misma adolescencia, también te había
pedido», etc.
38
En este mismo sentido se expresa en De beata vita l 4, y De útil,
credendi I 2. En contra, sin embargo, hay otros textos, cuya explicación y
conciliación puede verse en nuestro estudio Antecedentes histórico-genésicos, etc., l.c.
39
San Agustín interrumpe aquí el relato del huerto con esta larga digresión sobre las dos voluntades y las doctrinas maniqueas, que el interés
de la narración rechaza como una injerencia importuna, pero que en el
plan del Santo debe obedecer a algún fin intencionado y apologético.
40
Salmo 64,3 y Tit 1,10. Alusión inequívoca a los maniqueos, de
quienes viene hablando anteriormente y a quienes aplica repetidas veces
en las Confesiones estas palabras.
41
Llama pecado más libre al de Adán, porque éste se hallaba con
una naturaleza pura y sin vicios, y sin legados hereditarios malos que le
arrastrasen a obrar mal. En cambio, el hombre actual se ve terriblemente
arrastrado al pecado por sus pasiones, por los malos hábitos adquiridos
por las malas disposiciones heredadas, por las necesidades nateriales de la
vida, pesos todos que rompen el fiel de la indeterminación voluntaria disminuyendo la libertad, aunque no hasta destruirla. También puede entenderse esta frase del pecado original que fue libérrimo en Adán y en nosotros sólo es libre de algún modo, lo mínimo posible.
VIII, notas
Confesiones
347
Salmo espiritual. Creemos que éste es el verdadero significado de la
palabra latina sobrius. Véase IV n.2 nota.
Vanidades de vanidades. El texto: nugae nugarum, vanitates vanitatum. Knóll: vanilanlium. El códice Sessuriauo: vanitalium, no vanitctntium, como ponen las ediciones críticas. Que la lección primera es la buena
y legítima se deduce de las razones y hechos que presentamos en nuestra
edición latina. Lección confirmada y defendida por C. J. BALMUS, Étude
sur le style de S. Augustin (París 1930).
Esta confesión ingenua, y en un momento tan decisivo y a propósito para subrayar su sobrenaturalidad, es la mejor prueba de la escrupulosa sinceridad de las Confesiones hasta en sus detalles. San Agustín
no da la voz o canto de los niños como sobrenatural, sino que él la
tomó como un mandato divino, según lo indica el caso de San Antonio
que él refiere. Sobre los juegos infantiles que pudieran tener alguna relación con el caso presente, cf. WUNDERLE, Einführ. in August. Konfessionen (Augsburgo 1930) p.26.
45
Algunos, como Erasmo y Labriolle, creen ver en esto un caso de
las suertes evangélicas o bíblicas, al modo de las llamadas virgilianas. El
Santo habla de las primeras en la Epist. 55,37, en la que desaprueba este
uso de la Sagrada Escritura, si bien la desaprobación parece ser en orden
a los negocios seculares: «Con todo, me desagrada esta costumbre de
querer aplicar a negocios profanos y a la vanidad de esta vida los oráculos
divinos, que sólo hablan para la otra.»
46
Este texto, y menos el siguiente, no parecen tener estrecha relación
con el estado de ánimo y conversión de ambos santos: mas, sobre todo,
debe mirarse la gracia divina, que es la que transforma al hombre interior y puede utilizar cualquier medio para infundir la tranquilidad de
ánimo y la fe más ardiente. Ello es otra prueba de la veracidad histórica
de las Confesiones, contra la que nada podrán todos los empeños sectarios de los enemigos del Santo.
47
Alusión particular a la castidad de Alipio, de la que habló ya anteriormente.
48
Cf. III 19- La escena del jardín debió ocurrir a primeros de julio,
por cuanto las vacaciones de otoño estaban cerca—veinte días dice el Santo que faltaban—, y según el Cód. Theodos. II 8,19, y el de lustin. III 12,
los tribunales vacaban del 22 de agosto al 15 de octubre, y es muy probable que estas vacaciones fuesen las mismas para los estudiantes. La Iglesia celebra la conversión del Santo el 24 de abril, día en que se bautizó,
que es la conversión eclesiástica y oficial. La tradición conserva todavía la
memoria del lugar del jardín, hoy perteneciente a la iglesia ambrosiana,
señalándose la capilla de San Remigio como el lugar donde oyó la misteriosa voz.
40
Otros nietos le esperaban: los hijos espirituales de Agustín. Si el
Señor se dignó descorrerle el velo de lo que había de suceder, bien podía
llenarse de alegría con los hijos de su hijo, extendidos por los pueblos de
la tierra.
IX, 2, 2
LIBRO
NOVENO
CAPITULO
I
1. ¡Oh Señor!, siervo tuyo soy e hijo de tu sierva. Rompiste
mis ataduras; yo te sacrificaré una hostia de alabanza. Alábete mi
corazón y mi lengua y que todos mis huesos digan: Señor, ¿quién
semejante a ti? Díganlo, y que tú respondas y digas a mi alma:
Yo soy tu salud.
¿Quién fui yo y qué ta'l fui? ¡Qué no hubo de malo en mis
obras, o si no en mis obras, en mis palabras, o si no en mis palabras, en mis deseos! Mas tú, Señor, te mostrate bueno y misericordioso, poniendo Jos ojos en la profundidad de mi muerte y agotando con tu diestra el abismo de corrupción del fondo de mi
alma. Todo ello consistía en no querer lo que yo quería y en
querer lo que tú querías '.
Pero ¿dónde estaba durante aquellos años mi libre albedrío y
de qué bajo y profundo arcano no fue en un momento evocado
para que yo sujetase la cerviz a tu yugo suave y el hombro a tu
carga ligera, ¡oh Cristo Jesús!, ayudador mío y redentor mío?
¡Oh, qué dulce fue para mí carecer de repente de las duzuras
de aquellas bagatelas, las cuales cuanto temía entonces perderlas,
tanto gustaba ahora de dejarlas! Porque tú las arrojabas de mí,
¡oh verdadera y suma dulzura!, tú las arrojabas, y en su lugar enCAPUI
I
1. O Domine, ego servits tuus, ego servas tnus et jilius ancillae lime.
Dirupisü vincula mea; tibi sacrificabo hostiam laudis'. Laudet te cor
meum et lingua mea, et omnia ossa mea dicant: Domine, quis similis
5 tibi? Dicant, et responde mihi et dic animae meae: salus tua ego sum '.
Quis ego et qualis ego? Quid non malí aut facta mea aut, si non facta,
dicta mea aut, si non dicta voluntas mea fuit ? Tu autem, Domine, bonus
et miserkors et dextera tua respiciens profunditatem mortis meae et a
fundo cordis mei exhauriens abyssum corruptionis. Et hoc erat totum,
10 nolle quod volebam et velle quod volebas. Sed ubi erat tam annoso tempore et de quo imo altoque secreto evocatum est in momento liberum
arbitrium meum, quod subderem cervicem leni iugo tuo et humeros levi
sarcinae tuae, Christe Iesu, adiutor meus et redemptor meus ? J Quam
suave mihi súbito factum est carere suavitatibus nugarum, et quas amit15 tere metus fuerat, iam dimitiere gaudium erat. Eiciebas enim eas a me,
' Ps 115,16.
- Ps 3-1.10.
' Ps 18,15.
5
dicent SE.
Confesiones
349
trabas tú, más dulce que-todo deleite, aunque no a la carne y a la
sangre; más claro que toda luz, pero al mismo tiempo más interior que todo secreto; más sublime que todos los honores, aunque no para los que se subliman sobre sí.
Libre estaba ya mi alma de los devorad ores cuidados del ambicionar, adquirir y revolcarse en el cieno de los placeres y rascarse la sarna de sus apetitos carnales, y hablaba mucho ante ti,
¡oh Dios y Señor mío!, claridad mía, riqueza mía y salud mía 3 .
CAPITULO
II
2. Y me agradó en presencia tuya no romper tumultuosamente, sino substraer suavemente del mercado de la charlatanería
el ministerio de mi lengtia, para que en adelante los jóvenes que
meditan no tu ley ni tu paz, sino engañosas locuras y contiendas
forenses, no comprasen de mi boca armas para su locura \ Y como
casualmente faltaban poquísimos días para las vacaciones vendimíales, decidí aguantarlos para retirarme como de costumbre y,
redimido por ti, no volver ya más a venderme 4.
Esta mi determinación era conocida de ti; de los hombres, sólo
lo era de los míos. Y aun se había convenido entre nosotros no
descubrirlo fácilmente a cualquiera, aunque ya tú a los que subíamos del valle de las lágrimas y cantábamos el cántico de los
grados r' nos habías proveído de agudas saetas y carbones devasvera tu ct summa suavitas, eiciebas et intrabas pro eis, omni voluptate
dulcior sed non carni et sanguini, omni luce clarior sed omni secreto
interior, omni honore sublimior sed non sublimibus in se. Iam líber erat
animus meus a curis mordacibus ambiendi et adquirendi et volutandi
atque scalpendi scabiem libidinum, et garriebam tibi, claritati meae e(
divitiis meis et saluti meae, domino Deo meo.
C A p UT
II
2. Et placuit mihi in conspectu tuo non tumultuóse abripere, sed
leniter subtrafaere ministerium linguae meae nundinis loquacitatis, ne ulterius pueri meditantes non legem tuam, non pacem tuam, sed insania^
mendaces et bella forensia mercarentur ex ore meo arma furori suo. Et
opportune iam paucissimi dies supererant ad vindemiales ferias, et statuj
tolerare illos, ut sollemniter abscederem, et redemptus a te iam non redi^
rem venalis. Consilium ergo nostrum erat coram te, coram hominibus
autem nisi nostris non erat. Et convenerat ínter nos, ne passim cuiquarq
effunderetur, quamquam tu nobis in convalle plorationis4 ascendentibu$
et cantantibus canticum graduums dederas saginas aculas et carbones
* Ps 83.7.
5
Ps 119,3.
2
6
16
sed omni), sed non omni S.
meis om. S.
in S (textuí 11 ss.). a cetiri it eilds. (rj
lili. IV, n. 19
fin.).
350
Confesiones
IX, 3, 5
IX, 2, 4
magisterio casi por necesidad o, en caso de querer curar y convalecer, interrumpirlo ciertamente; mas cuando nació en mí y se
afirmó la voluntad plena de vacar y ver que tú eres el Señor, tú
lo sabes, Dios mío, que hasta llegué a alegrarme de que se me
hubiera presentado esta excusa, no falsa, que templase el sentimiento de los hombres, que por causa de sus hijos no querían
verme nunca libre s.
Lleno, pues, de tal gozo, toleraba aquel lapso de tiempo hasta
que terminase—no sé si eran unos veinte días—; y tolerábalo ya
con gran trabajo, porque se había ido la ambición que salía llevar
conmigo este pesado oficio y me había quedado yo solo; por lo
que hubiera sucumbido de no haber sucedido en lugar de aquélla
la paciencia.
Tai vez dirá alguno de tus siervos, mis hermanos, que pequé
en esto, porque, estando ya con el corazón lleno de deseos de servirte, sufrí estar una hora más siquiera sentado en la cátedra de
la mentira °. N o porfiaré con ellos. Pero tú, Señor misericordiosísimo, ¿acaso no me has perdonado y remitido también este pecado con todos los demás, horrendos y mortales, en el agua santa
del bautismo ?
tadores contra la lengua dolosa \ que contradice aconsejando y
consume amando, como sucede con la comida.
3. Asaeteado habías tú nuestro corazón con tu caridad y llevábamos tus palabras clavadas en nuestras entrañas; y los ejemplos de tus siervos, que de negros habías vuelto resplandecientes
y de muertos vivos, recogidos en el seno de nuestro pensamiento,
abrasaban y consumían nuestro grave torpor, para que no volviésemos atrás, y encendíannos fuertemente para que el viento de la
contradicción de las lenguas dolosas no nos apagase, antes nos inflamase más ardientemente.
Sin embargo, como por causa de tu nombre, que has santificado en toda la tierra, había de tener también sus panegiristas
nuestra decisión y propósito, parecía algo de jactancia no aguardar
al tiempo tan cercano de las vacaciones, retirándome anticipadamente de aquella profesión pública y tan a la vista de todos,
para que, ocupadas de mi resolución las lenguas de cuantos me
vieran, dijesen muchas cosas de mí y que había querido adelantarme al día tan vecino de las vacaciones de las vendimias, como
si quisiera pasar por un gran personaje. Y ¿qué bien me iba a mí
en que se pensase y discutiese sobre mis intenciones y se blasfemase de nuestro bien?
4. Así que cuando en este mismo verano, debido al excesivo trabajo literario, había empezado a resentirse mi pulmón y a
respirar con dificultad, acusando los dolores de pecho que estaba
herido y a negárseme a emitir una voz clara y prolongada ', me
turbó algo al principio, por obligarme a dejar la carga de aquel
5
10
15
20
vastatores adversus linguam subdolam velut consulendo contradicentem
et, sicut cibum assolet, amando consumentem.
3. Sagittaveras tu cor nostrum caritate tua, et gestabamus verba tua
transfixa visceribus et exempla servorum tuorum, quos de nigris lucidos
et de mortuis vivos feceras, congesta in sinum cogitationis nostrae urebant
et absumebant gravem torporem, ne in ima vergeremus, et accendebant
nos valide, ut omnis ex lingua subdola contradictionis flatus inflammare
nos acrius posset, non exstinguere. Verum tamen quia propter nomen
tuum, quod sanctificasti per térras, etiam laudatores utique haberet votum et propositum nostrum, iactantiae simile videbatur non opperiri tam
proximum leriarum tempus, sed de publica professione atque ante oculos
omnium sita ante discedere, ut conversa in factum meum ora cunctorum
intuentium, quam vicinum vindemialium diem praevenire, voluerim, multa
dicerent, quod quasi appetissem magnus viderí. Et quo mihi erat istuc,
ut putaretur et disputaretur de animo meo et blasphemaretur bonum
nostrum 6 .
4. Quin etiam quod ipsa aestate litterario labori nimio pulmo meus
cederé coeperat et diffkulter trahere suspiria doloribusque pectoris testari se saucium vocemque clariorem productioremve recusare, primo pertnrbaverat me, quia magisterii illnis sarcinam paene iam necessitate depo'• Rom 14,16.
20 poneré S, me poneré F.
351
Confesiones
CAPITULO
III
5. Angustiábase de pena Verecundo por este nuestro bien,
porque veía que iba a tener que abandonar nuestra compañía a
causa de los vínculos [matrimoniales] que le aprisionaban tenanere cogebat, aut, si curari et convalescere potuissem, certe intermittere.
Sed ubi plena voluntas vacandi et videndi, qnoniam tu es Dotninus ',
oborta mihi est atque firmata—nosti, Deus meus—, etiam gaudere coepi,
quod haec quoque suberat non mendax excusatio, quae offensionem ho5 minum temperaret, qui propter liberos suos me liberum esse nunquam
volebant. Plenus igitur tali gaudio tolerabam illud intervallum temporis,
doñee decurreret—nescio utrum vel viginti dies erant—, sed tamen fortiter tolerabantur, quia recesserat cupiditas, quae mecum solebat ferré
grave negotium, et ego premendus remanseram, nisi patientia succederet.
10 Peccasse me in hoc quisquam servorum tuorum, fratrum meorum, dixerit,
quod iam pleno corde militia tua, passus me fuerim vel una hora sedere
in cathedra mendacii. At ego non contendo. Sed tu, Domine misericordissime, nonne et hoc peccatum cum ceteris horrendis et funereis in aqua
sancta ignovisti.et remisisti mihi?
15
CAPOT
III
5. Macerabatur anxitudine Verecundus de isto nostro bono, quod
propter vincula sua, quihus tenacissime tenebatur, deseri se nostro con-
' Ps 45,11.
I intermitiere OSVZ2 edd-, intermitterera ctteri.
352
IX, 3, G
Confesiones
císimamente. Aunque no cristiano, estaba casado con una mujer
creyente; mas precisamente en ella hallaba el mayor obstáculo que
le retraía de entrar en la senda que habíamos emprendido nosotros, pues no quería ser cristiano, decía, de otro modo de aquel
que le era imposible.
Generosísimamente, sin embargo, nos ofreció, para cuanto
tiempo estuviésemos allí que viviésemos en su finca. Tú, Señor,
le retribuirás el día de la retribución de los justos con la gracia
que ya le concediste. Porque estando nosotros ausentes, ya en Roma, atacado de una enfermedad corporal y hecho en ella cristiano
y creyente, salió de esta vida. De este modo tuviste misericordia
no sólo de él, sino también de nosotros para que, cuando pensásemos en el gran rasgo de generosidad que tuvo con nosotros este
amigo, no nos viésemos traspasados de un insufrible dolor por no
poder contarle entre los de tu grey.
Gracias te sean dadas, ¡oh Dios nuestro! Tuyos somos; tus
exhortaciones y consuelos lo indican. ¡Oh fiel cumplidor de tus
promesas!, da a Verecundo en pago de la estancia de su quinta de
Casiciaco I0, en la que descansamos en ti de las congojas del siglo,
la amenidad de tu paraíso eternamente verde, porque le perdonaste los pecados sobre la tierra en el monte de quesos, monte tuyo,
monte fértil ".
6. Angustiábase entonces, como digo, éste, mas alegrábase
Nebridio con nosotros. Porque, aunque también éste—no siendo
aún cristiano—había caído en el hoyo del perniciosísimo error de
sortio videbat. Nondum christianus coniuge fideli,. ea tamen ipsa artiore
prae ceteris compede ab itinere quo aggressi eramus retardabatur, nec
christianum esse alio modo se velle dicebat quam illo, quo non poterat.
Benigne tamen obtulit, ut, quamdiu ibi essemus, in re eius essemus.
5 Retribues illi, Domine, in retributione iustorum ", quia iam ipsam sortem
retribuisti ei. Quamvis enim absentibus nobis, cum Romae iam essemus,
corporali aegritudine correptus et in ea christianus et fidelis factus ex
hac vita migravit. Ita misertus es non solum eius, sed etiam nostri, ne
cogitantes egregiam erga nos amici humanitatem nec eum in grege tuo
10 numerantes, doleré intolerabiliter cruciaremur. Gratias tibi, Deus noster!
Tui sumus. Indicant hortationes et consolationes tuae: fidelis promissor
reddes Verecundo pro rure illo eius Cassiciaco, ubi ab aestu saeculi requievimus in te amoenitatem sempiterne virentis paradísi tui, quoniam dimisisti
ei peccata super terram in monte incasealo, monte tuo, monte uberi °.
15
6. Angebatur ergo tune ipse, Nebridius autem conlaetabatur. Quamvis enim et ipse nondum christianus in illam foveam perniciosissimi erro' Le 14,14.
Ps 67,16.
0
4
5
tamen S, sane reí. et eJds.
retributione HS (veri lat. B-FKVZ),
Ut.
A'HOY).
12 Cassiaco BVZ b, cassiato P.
13 virentis], virtutis S.
resurrectione
ce/
et
eJJs
(veri
IX, 3,6
Confesiones
3 5 3
creer fantástica la carne de la Verdad, tu Hijo, ya, sin embargo,
había salido de él, aunque permanecía sin imbuirse en ninguno
de los sacramentos de tu Iglesia, bien que investigador ardentísimo de la verdad.
N o mucho después de nuestra conversión y regeneración por
tu bautismo, hízose al fin católico fiel, sirviéndote a ti junto a
los suyos en África en castidad y continencia perfectas; y después
de haberse convertido a la fe cristiana por su medio toda su casa,
librástele de los lazos de la carne, viviendo ahora en el seno de
Abraham, sea lo que fuere lo que por dicho seno se significa. Allí
vive mi Nebridio, dulce amigo mío y, de liberto, hijo adoptivo
tuyo. Allí vive—porque ¿qué otro lugar convenía a un alma
tal?—, allí vive, de donde solía preguntarme muchas cosas a mí,
hombrecillo inexperto. Ya no aplica su oído a mi boca, sino que
pone su boca espiritual a tu fuente y bebe cuanto puede de la sabiduría según su avidez, sin término feliz. Mas no creo que así
se embriague de ella que se divide de mí, cuando tú, Señor, que
eres su bebida, te acuerdas de nosotros ".
Así, pues, nos hallábamos, por una parte, consolando a Verecundo, que, sin daño de la amistad, se sentía triste de aquella
nuestra conversión, exhortándole a la fe en su estado, esto es, en
su vida conyugal; por otra, esperando a Nebridio a ver si nos
seguía, que tan fácilmente lo podía y estaba ya casi a punto de
hacerlo, cuando he aquí que por fin transcurrieron aquellos días,
que me parecieron muchos y largos por el deseo de una libertad
ris inciderat, ut veritatis tfilii tui carnem phantasma crederet, tamen inde
emergens sic sibi erat, nondum imbutus ullis Ecclesiae tuae sacramentis,
sed inquisitor ardentissimus veritatis. Quem non multo post conversionem
nostram et regenerationem per baptismum tuum, ipsum etiam fidelem
5 catholicum, castitate perfecta atque continentia tibi servientem in África
apud suos, cum tota domus eius per eum christiana facta esset, carne
solvisti. Et nunc ille vivit in sinu Abraham l". Quidquid illud est, quod
illo significatur sinu, ibi Nebridius meus vivit, dulcís amicus meus, tuus
autem, Domine, adoptivus ex liberto filius: ibi vivit. Nam quis alius tali
10 animae locus? Ibi vivit, unde me multa interrogabat homuncionem inexpertum. Iam non ponit aurem ad os meum, sed spiritale os ad fontem
tuum et bibit, quantum potest, sapientiam pro aviditate sua, sine fine
felix. Nec eum sic arbitror inebriari ex ea, ut obliviscatur mei, cum tu,
Domine, quem potat ille, nostri sis memor. Sic ergo eramus, Verecundum
15 consolantes tristem salva amicitia de tali conversione nostra et exhortantes ad fidem gradus sui, vitae scilicet coniugalis, Nebridium autem opperientes, quando sequeretur. Quod de tam próximo poterat et erat iam
iamque facturus, cum ecce evoluti sunt dies illi tándem. Nam longi et
multi videbantur prae amore libertatis otiosae ad cantandum de medullis
10
Le 16,22.
9
S.Ag.
domine om. S.
2
12
354
Confesiones
IX, 4, 7
desocupada, para cantarte a ti de la medula de mis huesos: A ti
dijo mi corazón: Busqué tu rostro; tu rostro, Señor, buscaré.
CAPITULO
IV
7. Por fin llegó el día en que debía ser absuelto de hecho
de la profesión de retórico, de la que ya estaba suelto con el afecto; y así se hizo. Tú sacaste mi lengua de donde habías ya sacado
mi corazón. Y bendecíate con gozo, con todos los míos, camino
de la quinta de Verecundo; en donde qué fue lo que hice en el
terreno de las letras, puestas ya a tu servicio, pero aún respirando, como en una pausa, la soberbia de la escuela, lo testifican los
libros que discutí con los presentes y conmigo mismo a solas en
tu presencia "; de lo que traté con Nebridio, ausente, claramente
lo indican las cartas habidas con él , 5 .
Pero ¿qué espacio de tiempo no necesitaría para recordar todos
tus grandes beneficios para con nosotros en aquel tiempo, sobre
todo teniendo prisa por llegar a otros mayores ? 1G Porque viéneme a la memoria—y me es dulce confesártelo, Señor—el recuerdo
de los estímullos internos con que me domaste, y el modo como
allanaste—humillados repetidas veces los montes y collados de mis
pensamientos—, y cómo enderezaste mis sendas tortuosas y suavizaste mis esperanzas, así como también el modo como sometiste
al mismo Alipio—el hermano de mi corazón—al nombre de tu
ómnibus: Tibi dixit cor meum: quaesivi vultum tuum; vultum tuum, Domine, requiram " .
C A p u T iv
7. Et venit dies, quo etiam actu solverer a professione rhetorica,
5 unde iam cogitatu solutus eram. Et factum est, eruisti linguam meam,
unde iam erueras cor meum, et benedicebam tibi gaudens, profectus in
villam cum raéis ómnibus. Ubi quid egerim in litteris iam quidem servientibus tibi, sed adhuc superbiae scholam tamquam in pausatione anheJantibus, testantur libri disputati cum praesentibus et cum ipso me solo
10 coram te; quae autem cum absenté Nebridio, testantur epistulae. Et
quando mihi sufficiat tempus commemorandi (irania magna erga nos
beneficia tua in illo tempore, praesertim ad alia maiora properanti?
Reyocat enim me recordatio mea, et dulce mihi fit, Domine, confiteri
tibi, quibus internis me stimulis perdomueris et quemadmodum me
15 complanaveiis, humilitatis montibus et collibus cogitationum mearum, et
tortuosa mea direxeris, et áspera lenieris, quoque modo ipsum etiam
Alypium, fratrem cordis mei, subegeris nomini unigeniti tui domini et
11
6
7
11
15
Ps 2(í.s.
benedicam MS.
uhi S. ibi cet. et eJds.
ergo FS.
humilitatis] (ex humilito, humilitatus) ; humiliatis CD'FG 2 0 2 TVZ eJJ.
XX, 4 , 8
Confesiones
355
Unigénito, Jesucristo, Señor y Salvador nuestro; el cual [Alipio]
en un principio se desdeñaba de insertarlo en nuestros escritos,
porque quería que oliesen más a los cedros de los gimnasios, que
había ya quebrantado el Señor, que no a las saludables hierbas
eclesiásticas, enemigas de las serpientes ".
8. ¡Qué voces te di, Dios mío, cuando, todavía novicio en
tu verdadero amor y siendo catecúmeno, ieía descansado en la
quinta los salmos de David—cánticos de fe, sonidos de piedad,
que excluyen todo espíritu hinchado—en compañía de Alipio18,
también catecúmeno, y de mi madre, que se nos había juntado
con traje de mujer, fe de varón, seguridad de anciana, caridad
de madre y piedad cristiana! ¡Qué voces, sí, te daba en aquellos
salmos y cómo me inflamaba en ti con ellos y me encendía en
deseos de recitarlos, si me fuera posible, al mundo entero, contra
la soberbia del género humano! Aunque cierto es ya que en todo
el mundo se cantan y que no hay nadie que se esconda de tu calor.
¡Con qué vehemente y agudo dolor me indignaba también
contra los maniqueos, a los que compadecía grandemente, por ignorar aquellos sacramentos, aquellos medicamentos, y ensañarse
contra el antídoto que podía sanarlos! Quisiera que hubiesen estado entonces en un lugar próximo y, sin saber yo que estaban
allí, que hubieran visto mi rostro y oído mis clamores cuando
leía el salmo 4 en aquel ocio y los efectos saludables que en mí
obraba este salmo: Cuando yo te invoqué, tú me escuchaste, ¡oh
salvatoris nostri Iesu Christi, quod primo dedignabatur inserí litteris nostris. Magis enim eas volebat redoleré gymnasiorum cedros, quas iam contrivit Dominus "2, quam salubres herbas ecclesiasticas adversas serpentibus.
8. Quas tibi, Deus meus, voces dedi, cum legerem psalmos David,
5 cántica fidelia, sonos pietatis excludentes turgidum spiritum, rudis in germano amore tuo, catechumenus in villa cum catechumeno Alypio feriatus,
matre adhaerente nobis muliebri habitu, virili fide, anili securitate, materna caritate, christiana pietate! Quas tibi voces dabam in psalmis illis et
quomodo in te inflammabar ex eis et accendebar eos recitare, si possem,
10 toto orbi terrarum adversus tyfum generis humani! Et tamen toto orbe
cantantur, et non est qui se abscondat a calore tuo 13. Quam vehementi et
acri dolore indignabar manichaeis et miserebar eos rursus, quod illa sacramenta, illa medicamenta nescirent et insani essent adversus antidotum, quo
sani esse potuissent! Vellem, ut alicubi iuxta essent tune, et me nesciente
15 quod ibi essent, intuerentur faciem meam et audirent voces meas, quando
legi quartum psalmum in illo tune otio, quid de me fecerit ille psalmus:
Cum invocarem te, exaudisti me, Deus iustitiae meae; in tribulatione dila12
13
Ps 28,5.
Ps 18.7.
5 adversus S.
10 orbi CDS, orbe cet. et edd.
14 tune] ignorante me utram audirent tune CDFMO b, tune ignorante roe
utrum audirem BPZ /.
17 te BPQS, omití, cet.
356
Confesiones
IX, 4, 9
Dios de mi justicia!, y en la tribulación me dilataste. Compadécete, Señor, de mí y escucha mi oración. ¡Oyérantme, digo—(ignorando yo que me oían, para que no pensasen que lo decía por
ellos—, las cosas que yo dije entre palabra y palabra; porque
realmente ni yo dijera tales cosas, ni las dijera de este modo, de
sentirme visto y escuchado de ellos; ni, aunque las dijese, serían
recibidas así, como hablando yo conmigo mismo y dirigiéndome
a mí en tu presencia en íntima efusión de los afectos de mi alma.
9. Me horroricé de temor y a la vez me enardecí de esperanza y gozo en tu misericordia, ¡oh Padre! Y todas estas cosas salíanseme por los ojos y por la voz al leer las palabras que tu
Espíritu bueno, vueilto a nosotros, nos dice: Hijos de los hombres,
¿hasta cuándo habéis de ser pesados de corazón? ¿Por qué amáis
la vanidad y buscáis la mentira?
También yo había amado la vanidad y buscado la mentira.
Mas tú, Señor, habías ya glorificado a tu Santo, resucitándole de
entre los muertos y colocándole a tu diestra, desde donde había
de enviar, según su promesa, al Paráclito, el Espíritu de la Verdad. Y ciertamente ya lo había enviado, mas yo no lo sabía; ya
le habías enviado, porque ya había sido glorificado, resucitando
de entre los muertos y subiendo a los cielos, no habiendo sido
antes dado el Espíritu por no haber sido aún glorificado Jesús.
Clama la profecía: ¿Hasta cuándo seréis pesados de corazón?
¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Mas sabed que el
Señor ha glorificado ya a su santo. Clama: Hasta cuándo; clama:
tasti mihi; miserere mei, Domine, et exaudi orationem meam ' 4 : audirent,
ignorante me ¡utrum audirent, ne me propter se illa dicere putarent, quae
ínter haec verba dixerim, quia et re vera nec ea dicerem nec sic ea dicerem, si me ab eis audíri viderique sentirem, nec si dicerem, sic acciperent,
5 quomodo mecum et mihi coram te, de familiari affectu animi mei.
9. Inhorrui timendo ibidemque inferbui sperando et exsultando in tua
misericordia, ¡pater. Et haec omnia exíbant per oculos et vocem meam, cum
conversus ad nos spiritus tuus bonus ait nobis: Filii hominum, quousque
graves corde? Ut quid diligitis vanitatem et quaeritis mendacium? Dile• 10 xeram enim vanitatem et quaesieram mendacium. Et tu, Domine, iam
magnijicaveras sanctum tuum, suscitans eum a mortuis et collocans ad dexteram tuam, unde mitteret ex alto promissionem suam, paraclelurn, spiritum veritatis l s . Et miserat eum iam, sed ego nesciebam. Miserat eum,
quia iam magnincatus erat resurgens a mortuis et ascendens in caelum.
15 Ante autem spiritus nondum erat datus, quia lesus nondum erat clarificatus16. Et clamat prophetia: Quousque graves corde? Ut quid diligitis
vanitatem et quaeritis mendacium? Et scitote, quoniam Dominus magnificavit sanctum suum " . Clamat quousque?, clamat scitote, et ego tamdiu
14
Ps 4,1.
" Le 24.49.
' 6 lo 7.39.
" Ps 4,3.
IX, 4, 10
357
nesciens, vanitatem dilexi et mendacium quaesivi; et ideo audivi et contremui, quoniam talibus dicitur, qualem me fuisse reminiscebar. In phantasmatis enim, quae pro veritate tenueram, vanitas erat et mendacium. Et
insonui multa vgraviter et fortiter in dolore recordationis meae. Quae uti5 nam audissent qui adhuc usque diligunt vanitatem et quaerunt mendacium:
forte conturbarentur et evomuissent illud, et exaudires eos, cum clamarent
ad te, quoniam vera morte carnis mortuus est pro nobis, qui te interpelltü
pro nobis
l>
.
10. Legebarn: Irascimini et nolite peccaren, et quomodo movebar,
10 Deus meus, qui iam didiceram irasci mihi de praeteritis, ut de cetero non
peccarem, et mérito irasci, quia non alia natura gentis tenebrarum de me
peccabat, sicut dicunt qui sibi non irascuntur et thesaurizant sibi iram i"
die irae et revelationis iusti iudicii tui!ao Nec iam bona mea foris erant
nec oculis carneis in isto solé quaerebantur. Volentes enim gaudere forin15 secus facile vanescunt et effunduntur in ea, quae videntur et temporal ia
sunt, et imagines eorum famélica cogitatione lambiunt. Et o si fatigentur
inedia et dicant: Quis ostendet nobis bona?21 Et dicamus, et audiant:
Signatum est in nobis lumen vultus tui, Domine. Non enim lumen nos
18
19
3 aec sic ea dicerem om. SZ.
16 prophetia], propheta CDEM b l o.
Confesiones
Sabed, y yo, sin saberlo tanto tiempo, amando la vanidad y buscando la mentira.
Por eso cuando lo oí me llené de temblor, porque veía que
se decía a tales cual yo me reconocía haber sido; pues en los
fantasmas que yo había tomado por la verdad se hallaba la vanidad y mentira.
Y proferí muchas cosas, duras y fuertes, en medio del dolor
de mi recuerdo, las cuales ojalá hubieran escuchado los que aún
aman la vanidad y buscan la mentira ". Porque tal vez se conturbasen y vomitasen su error y tú les escuchases cuando clamaran
a ti, porque por nosotros murió con muerte verdadera de carne
quien interpela ante ti por nosotros.
10. Leía: Airaos y no queráis pecar. ¡Y cómo me sentía movido, Dios mío, yo, que había aprendido ya a airarme por las
cosas pasadas, para no pecar más en adelante, y a airarme justamente, porque no era una naturaleza extraña, procedente de la
gente de las tinieblas, la que en mí pecaba, como dicen los que
no se airan contra sí y atesoran ira para si en el día de la ira y de
la revelación del justo juicio de Dios!
Ni mis bienes eran ya exteriores, ni los buscaba a la luz de
este sol con ojos carnales, porque los que quieren gozar externamente, fácilmente se hacen vanos y se desparraman por las cosas
que se ven y son temporales y van con pensamiento famélico
lamiendo sus imágenes. Pero ¡oh si se fatigasen de inedia y dijeran: ¿Quién nos mostrará las cosas buenas?, y nosotros les dijésemos y ellos nos oyeran: ¡Ha sido impresa sobre nosotros la luz
Rom 8,J4.
Ps 4.5-
16 fatigarentur S.
17 ostendent S.
2» Rom 2 5
Ps 4,6.' '
21
Confesiones
358
IX, 4, 11
de tu rostro, Señor! Porque no somos nosotros la luz que ilumina
a todo hombre, sino que somos iluminados por ti, a fin de que
los que fuimos algún tiempo tinieblas seamos luz en ti.
¡Oh si viesen ellos aquella luz interna eterna que yo había
visto! Y porque la había gustado, bramaba por no poder mostrársela si me presentaran su corazón en sus ojos, fuera de ti,
y me dijesen: «¿Quién nos mostrará las cosas buenas?» Porque
allí en donde yo me había airado interiormente, en mi corazón;
donde yo había sentido la compunción y había sacrificado, dando
muerte, a mi vetustez; donde, incoada la idea de mi renovación,
confiaba en ti, allí me habías empezado a ser dulce y a dar
alegría a mi corazón. Y clamaba leyendo estas cosas exteriortnente y reconociéndolas interiormente; ni deseaba ya multiplicarme en
bienes terrenos, devorando los tiempos y siendo devorado por
ellos, teniendo como tenía en la eterna simplicidad otro trigo,
otro pino y otro aceite.
11. Y clamaba en el siguiente verso con un profundo clamor
de mi corazón: ¡Oh en paz!, ¡oh en el mismo!, ¡oh qué cofia
dijo: Me acostaré y dormiré!"" Porque ¿quién nos resistirá cuando se cumpla la palabra que está escrita: IM muerte ha sido cambiada en victoria?
Tú eres en sumo grado el mismo, porque no te mudas y en ti
se halla el descanso que pone olvido de todos los trabajos; porque
ningún otro hay contigo aún para alcanzar aquella otra multitud
sumus, quod illuminat omnem hominem, sed illuminamur a te, ut, qui
fuimus aliquando tenebrae, simus lux in te "2. O si viderent internum aeternum, quod ego quia gustaveram, frendebam, quoniam non eis poteram
ostendere, si afferrent ad me cor in oculis suis foris a te et dicerent: «Quis
5 ostendit nobis bona?» Ibi enim, ubi mihi iratus eram, intus in cubili, ubi
compunctus eram, ubi sacrificaveram mactans vetustatem meam, et inchoata
meditatione renovationis meae sperans in te, ibi mihi dulcescere coeperas
et «dederas laetitiam in corde meo». Et exclamabam legens haec foris et
agnoscens intus, nec volebam multiplican terrenis bonis, et devorans tem10 pora et devoratus temporibus, cum haberem in aeterna simpiicitate aliud
«frumentum et vinum et oleum».
11. Et clamabam in consequenti versu clamore alto cordis mei: O in
pace! O in ipsum!"* O quid dixit: Obdormiam et somnum sapiam? Quoniam quis resistet nobis, cum fiet sermo, qui scriptus est: Absorpla est
15 mors in victoria?'" Et tu es «id ipsum» valde, qui non mutaris, et in te
requies obliviscens laborum omnium, quoniam nullus alius tecum, nec
ad alia multa adipiscenda quae non sunt quod tu, sed tu, Domine, singu-
IX, 4, 12
Eph 5,8.
Ps 4,9.
1 Cor 15,54.
5
9
15
17
ostendit], ostendet EGHMOZ edd.
et S, om. ceteri et edds.
victoria], victoriam CDBFHOPZ lid.
multa om. S.
sed tu om. S.
359
de cosas que no son lo que tú; mas tú solo, Señor, me has constituido en esperanza.
Leía yo esto y me inflamaba y no sabía qué hacer con aquellos sordomuertos, siendo yo de los cuales fui una peste, un perro
rabioso y ciego que ladraba contra aquellas letras, melifluas por
su miel de cielo y luminosas por tu luz, y me consumía contra
los enemigas de estas Escrituras "l.
12. ¿Cuándo podré yo recordar todas las cosas que pensé
en aquellos días de retiro? Pero lo que no he olvidado, ni quiero
pasar en silencio, es la aspereza de un azote tuyo y la admirable
celeridad de tu misericordia.
Atormentásteme entonces con un dolor de muelas, y como
arreciase tanto que no me dejase hablar, se me vino a la mente
avisar a todos los míos, presentes, que orasen por mi ante ti, ¡oh
Dios de toda salud! Escribí mi deseo en unas tablillas de cera
y las di para que las leyeran. Luego, apenas doblamos la rodilla
con suplicante afecto, huyó aquel dolor ". ¡Y qué dolor! ¡Y cómo
huyó! Lléneme de espanto, lo confieso, Dios mío y Señor mío.
Nunca desde mi primera edad había experimentado cosa semejante.
De este modo insinuaste en lo más profundo de mí tus voluntades, y yo, gozoso en la fe, alabé tu nombre. Sin embargo,
esta fe no me dejaba vivir tranquilo sobre mis pasados pecados,
que todavía no me habían sido perdonados por no haber recibido
aún tu bautismo ".
lariter in spe constituisli me. Legebam et ardebam nec inveniebam, quid
facerem surdis mortuis, ex quibus fueram pestis, latrator amarus et caecus
adversus litteras de melle caeli melleas et de lumine tuo luminosas, et
super inimicis scripturae huius tabescebam.
5
12. Quando recordabor omnia dierum illorum feriatorum? Sed nec
oblitus sum nec silebo flagelli tui asperitatem et misericordiae tuae mirabilem celeritatem. Dolore dentium tune excruciabas me, et cum in
tantum ingravesceret, ut non valerem loqui, ascendit in cor meum ~h
admonere omnes meos, qui aderant, ut deprecarentur te pro me, Deum
10 salutis omnimodae. Et scripsi hoc in cera et dedi, ut eis legeretur. Mox
ut genua simplici affectu fiximus, fugit dolor ille. Sed quis dolor? Aut
quomodo fugit? Expavi, fateor, Domine meus et Deus meus 2 6 : nihil
enim tale ab ineunte aetate expertus fueram. Et insinuati sunt mihi in
profundo nutus tui et gaudens in fide laudavi nornen tuum, et ea fides
15 me securum esse non sinebat de praeteritis peccatis meis, quae mihi per
baptismum tuum remissa nondum erant.
25
22
23
21
Confesiones
i Cor 2,9.
lo 20,28.
11 simplici P'S, supplici reí. et e.Ui.
12 et deus S, deus re/, et edds.
26
360
IX, 6, 14
Confesiones
CAPITULO V
13. Terminadas las vacaciones vendimíales, anuncié a los
milaneses de que proveyesen a sus estudiantes de otro vendedor
de palabras, porque, por una parte, había determinado consagrarme a tu servicio, y por otra, no podía atender a aquella profesión
por la dificultad de la respiración y el dolor de pecho ".
También insinué por escrito a tu obispo y santo varón Ambrosio mis antiguos errores y mi actual propósito, a fin de que
me indicase qué era lo que principalmente debía leer de tus libros para prepararme y disponerme mejor a recibir tan grande
gracia ".
Bl me mandó que al profeta Isaías; creo que porque éste
anuncia más claramente que los demás el Evangelio y vocación
de los gentiles. Sin embargo, no habiendo entendido lo primero
que leí y juzgando que todo lo demás sería lo mismo, lo dejé
para volver a él cuando estuviese más ejercitado en el lenguaje
divino.
CAPITULO
VI
14. Así que cuando llegó el tiempo en que debíamos «dar
el nombre» 25 , dejando la quinta, retornamos a Milán 27.
Plugo también a Alipio renacer en ti conmigo, revestido ya
de la humildad conveniente a tus sacramentos, y tan fortísimo
domador de su cuerpo, que se atrevió, sin tener costumbre de ello,
a andar con los pies descalzos sobre el suelo glacial de Italia.
CAPUI
v
13. Renuntiavi, peractis vindemialibus, ut scholasticis suis medioJanenses venditorem verborum alium providerent, quod et tibi ego serviré
delegissem et illi professioni prae difficultate spirandi ac dolore pectoris
5 non sufficerem. Et insinuavi per litteras antistiti tuo, viro sancto Ambrosio, prístinos errores meos et praesens votum meum, ut moneret, quid
mihi potissimum de libris tuis legendum esset, quo percipiendae tantae
gratiae paratior aptiorque fierem. At ille iussit Esaiam prophetam, credo,
quod prae ceteris evangelii vocationisque gentium sit praenuntiator aper10 tior. Verum tamen ego primam huius lectionem non intellegens, totumque
talem arbitrans, distuli repetendum exercitatior in dominico eloquio.
C A p UT
vi
14. Inde ubi tempus advenit, quo me nomen daré oporteret, relicto
rure Mediolanium remeavimus. Placuit et Alypio renasci in te mecum
15 íam induto humilitate sacramentis tuis congrua et fortissimo domiton
corporis usque ad italicum solum glaciale nudo pede obterendum inso15 dominatori S, dumitari F. domitore b l.
IX, 6, 14
Confesiones
361
Asociamos también con nosotros al niño Adeodato, nacido
carnaknente de mi pecado. Tú, sin embargo, le habías hecho bien.
Tenía unos quince años; mas por su ingenio .iba delante de muchos graves y doctos varones. Dones tuyos eran éstos, te lo confieso, Señor y Dios mío, creador de todas las cosas y muy poderoso para dar forma a todas nuestras deformidades, pues yo en
este niño no tenía otra cosa que el delito. Porque aun aquello
mismo en que le instruíamos en tu disciplina, tú eras quien nos
lo inspirabas, no ningún otro; dones tuyos, pues, eran, te lo
confieso.
Hay un libro nuestro que se intitula Del Maestro: él es quien
habla allí conmigo "*. Tú sabes que son suyos los conceptos todos
que allí se insertan en la persona de mi interlocutor, siendo de
edad de dieciséis años. Muchas otras cosas suyas maravillosas experimenté yo; espantado me tenía aquel ingenio. Mas ¿quién fuera de ti podía ser autor de tales maravillas? Pronto le arrebataste
de la tierra; con toda tranquilidad lo recuerdo ahora, no temiendo
absolutamente nada por un hombre tal, ni en su puericia ni en su
adolescencia. Asociárnosle coevo en tu gracia, para educarle en
tu disciplina 2 °; y así fuimos bautizados, y huyó de nosotros el
cuidado en que estábamos por nuestra vida pasada 30.
Yo no me hartaba en aquellos días, por la dulzura admirable
que sentía, de considerar la profundidad de tu consejo sobre la
salud del género humano. ¡Cuánto lloré con tus himnos y tus
cánticos, fuertemente conmovido con las voces de tu Iglesia, que
dulcemente cantaba! Penetraban aquellas voces mis oídos y tu
lito ausu. Adiunximus etiam nobis puerum Adeodatum ex me natum
carnaliter de peccato meo. Tu bene feceras eum. Annorum erat ferme
quindecim et ingenio praeveniebat multos graves et doctos viros. Muñera
tua tibi confíteor, Domine Deus meus, creator omnium et multum potens
5 formare nostra deformia; nam ego in iilo puero praeter delictum non
habebam. Quod enim et nutriebatur a nobis in disciplina tua, tu inspiraveras nobis, nullus alius: muñera tua tibi confíteor. Est líber noster,
qui inscribitur De Aíagistro. Ipse ibi mecum loquitur. Tu seis illius esse
sensa omnia, quae inseruntur ibi ex persona collocutoris mei, cum esset
10 in annis sedecim. Multa eius alia mirabiliora expertus sum. Horrori mihi
erat illud ingenium: et quis praeter te talium miraculorum opifex? Cito
de térra abstulisti vitam eius, et securior eum recordor non timens quicquam pueritiae nec adulescentiae nec omnino homini illi. Sociavimus eum
coaevum nobis in gratia tua, educandum in disciplina tua: et baptizad
15 sumus et fugit a nobis sollicitudo vitae praeteritae. Nec satiabar in illis
diebus, dulcitudine mirabili considerare altitudinem consilii tui super
salutem generis humani. Quantum flevi in hymnis et canticis tuis suavi
sonantis ecclesiae tuae vocibus commotus acriter! Voces illae influebant
15 in S, om. cet. et edJs.
16 dulcitudine S. dulcedine eet. et eddt
362
Confesiones'
IX, 7,16
verdad se derretía en mi corazón, con lo cual se encendía el afecto
de mi piedad y corrían mis lágrimas, y me iba bien con ellas.
CAPITULO VII
15. N o hacía mucho que la iglesia de Milán había empezado a celebrar este género de consotlación y exhortación, con gran
entusiasmo de los hermanos, que los cantaban con la boca y el
corazón. Es a saber: desde hacía un año o poco más, cuando Justina, madre del emperador Valeníiniano, todavía niño, persiguió,
por causa de su herejía—a la que había sido inducida por los
arríanos—, a tu varón Ambrosio. Velaba la piadosa plebe en la
iglesia, dispuesta a morir con su Obispo, tu siervo.
Allí se hallaba mi madre, tu sierva, la primera en solicitud y
en las vigilias, que n o vivía sino para la oración. Nosotros, todavía fríos, sin di calor de tu Espíritu, nos sentíamos conmovidos,
I sin embargo, por la ciudad, atónita y turbada.
Entonces fue cuando se instituyó que se cantasen himnos y
salmos, según la costumbre oriental, para que el pueblo no se
consumiese del tedio de la tristeza 31 . Desde ese día se ha conservado hasta el presente, siendo ya imitada por muchas, casi por
todas tus iglesias, en las demás regiones del orbe " .
16. Entonces fue cuando por medio de una visión descubriste
ail susodicho Obispo el lugar en que yacían ocultos los cuerpos
de San Gervasio y San Protasio, que tú habías conservado incorruptos en el tesoro de tu misterio tantos años, a fin de sacarlos
oportunamente para reprimir una rabia femenina y además regia ".
auribus meis et eliquabatur veritas in cor meum et exaestuabat inde
affectus pietatis, et currebant lacrimae, et bene mihi erat cum eis.
CA P UT V I I
15. Non longe coeperat mediolanensis ecclesia genus hoc consolatio5 nis et exhortationis celebrare, magno studio fratrum concinentium vocibus
et cordibus. Nimirum annus erat, aut non multo amplius, cum Iustina,
Valentiniani regis pueri mater hominem tuum Ambrosium persequeretur
haeresis suae causa, qua fuerat seducía ab arianis. Excubabat pia plebs
in ecclesia, mori parata cum episcopo suo, servo tuo. Ibi mater mea,
10 ancilla tua sollicitudinis et •vigiliarum primas tenens, orationibus vivebat. Nos adhuc frigidi a calore spiritus tui excitabamur tamen civitate
attonita atque turbata. Tune hymni et psalmi ut canerentur secundum
morem orientalium partium, ne populus maeroris taedio contabesceret
institutum est. Ex illo in hodiernum retentum, multis iam ac paene om15 nibus gregibus tuis et per cetera orbis imitantibus.
16. Tune memorato antistiti tuo per visum aperuisti, quo loco laterent martyrum corpora Protasi et Gervasi, quae per tot annos incorrupta
in thesauro secreti tui reconderas, unde opportune promeres ad coercen14 ex illo OS, et ex ¡lio reteri el edds.
18 reconderas], recondideras edds.
I X , 7, 1 6
Confesiones
363
Porque habiendo sido descubiertos y desenterrados, al ser
trasladados con la pompa conveniente a la basílica ambrosiana " ,
no sólo quedaban sanos los atormentados por los espíritus inmundos, confesándolo los mismos demonios, sino también un ciudadano, ciego hacía muchos años y muy conocido en la ciudad,
quien, como preguntara la causa de aquel alegre alboroto del
pueblo y se lo indicasen, dio un salto y rogó a su lazarillo que
le condujera al lugar; llegado allí, suplicó se le concediese tocar
con el pañuelo el féretro de tus santos, cuya muerte habla sido
preciosa en tu presencia. Hecho esto, y aplicado después a los
ojos, recobró al instante la visita " .
Al punto corrió la fama del hecho, y al punto sonaron tus
alabanzas, fervientes y luminosas, con Jo que si el ánimo de aquella
adversaria no se acercó a la salud de la fe, se reprimió al menos
en su furor de persecución.
¡Gracias te sean dadas, Dios mío! Pero ¿de dónde y por dónde has traído a mi memoria para que también te confiese estas
cosas que, aunque grandes, las había olvidado, pasándolas de
largo ?
Y, sin embargo, con exhalar entonces de ese modo un olor
tal tus ungüentos, 'no corríamos tras de ti. Por eso lloraba tan
abundantemente en medio de los cánticos de tus himnos: al principio suspirado por ti y luego respirando, cuanto lo sufre el aire
en una «casa de heno» 3a.
dam rabiem femineam, sed regiam. Cum enim proiata et effossa digno
cum honore transferrentur ad Ambrosianam basilicam, non solum quos
immundi vexabant spiritus confessis eisdem daemonibus sanabantur, verum etiam quídam plures annos caecus civis civitatique notissimus, cum
5 populi tumultuante laetitia, causam quaesisset atque audisset, exsiluit
eoque se ut duceret suum ducem rogavit. Quo perductus impetravit admitti, ut sudario tangeret feretrum pretiosae in conspectu tuo monis
sanctorttm tuorum". Quod ubi fecit atque admovit oculis, confestim
aperti sunt. Inde fama discurrens, inde laudes tuae ferventes, lucentes,
10 inde illius inimicae animus etsi ad credendi sanitatem non applicatus, a
persequendi tamen furore compressus est. Gratias tibi, Deus meus! Unde
et quo duxisti recordationem meam, ut haec etiam confiterer tibi, quae
magna oblitus praeterieram ? Et tamen tune, cum ita flagraret odor unguentorum tuorum, non currebamus post te 2 8 ; ideo plus flebam ínter
15 cántica hymnorum tuorum, olim suspirans tibi et tándem respirans, quantum patet aura in domo faenea.
21
28
Ps 115,15.
Cant 1.3.
1 prolata CDFGSV, propalata cet. et edds.
5 tumultuante] turaultuantis BCEFGMP2Z, edd.
BCFGZ edd.
exsihút OS. exsilivit cet. et edd.
laetitia] laetitiae
£64
. Confesiones
CAPITULO
IX, 8, 17
VIII
17. Tú, que haces morar en una misma casa a los de un solo
corazón, nos asociaste también a Evodio, joven de nuestro municipio, quien, militando como «agente de negocios», se había antes que nosotros convertido a ti y bautizado y, abandonada la militia del siglo, se había alistado en la tuya " .
Juntos estábamos, y juntos, pensando vivir en santa concordia, buscábamos el lugar más a propósito para servirte, y juntos
regresábamos al África. Mas he aquí que estando en Ostia Tiberina murió mi madre.
Muchas cosas paso por alto, porque voy muy de prisa. Recibe
mis confesiones y acciones de gracias, Dios mío, por las innumerables cosas que paso en silencio. Mas no callaré lo que mi
alma me sugiera de aquella tu sierva que me parió en la carne
para que naciera a la luz temporal y en su corazón a la eterna.
N o referiré yo sus dones, sino los tuyos en ella. Porque ni ella
se hizo a sí misma ni a sí misma se había educado. Tú fuiste
quien la creaste, pues ni su padre ni su madre sabían cómo saldría de ellos; la Vara de tu Cristo, el régimen de tu Único fue
quien la instruyo en tu temor en una casa creyente, miembro bueno de tu Igllesia.
Ni aun ella misma ensalzaba tanto la diligencia de su madre
en educarla cuanto la de una decrépita sirvienta, que había llevado
a su padre siendo niño a la espalda, al modo como suelen hoy
llevarlos las muchachas ya mayores a la espalda 3S.
C A p UT
vm
17. Qui habitare facis unánimes in domo 2°, consociasti nobis et Evodium iuvenem ex hostro municipio. Qui cum agens in rebus militaret,
prior nobis ad te conversus est et baptizatus et relicta militia saeculari
5 accinctus in tua. Simul eramus simul habitaturi plácito sancto tuo. Quaerebamus, quisnam locus nos utilius haberet servientes tibi: pariter remeabamus in Africam. Et cum apud Ostia Tiberina essemus, mater
defuncta est. Multa praetereo, quia multum festino. Accipe confessiones
meas et gratiarum actiones, Deus meus, de rebus innumerabilibus etiam
10 in silentio. Sed non praeteribo quidquid mihi anima parturit de illa fámula tua, quae me parturivit et carne, ut in hanc temporalem, et corde,
ut in aeternam lucem nascerer. Non eius, sed tua dicam dona in eam.
Ñeque enim se ipsa fecerat aut educaverat se ipsam: tu creasti eam, nec
pater nec mater sciebat, qualis ex eis fieret. Et erudivit eam in timore
15 tuo virga Christi tui, régimen unici tui in domo fideli, bono membro
Ecclesiae tüae. Nec tantam erga suam disciplinam diligentiam matris
praedicabat quantam famulae cuiusdam decrepitae, quae patrem eius infantem portaverat, sicut dorso grandiuscularum puellarum parvuli portari
29
Ps 67.7.
\*> unici OS, unicici filii cet et edd.
IX, 8, 18
Confesiones
365
Por esta razón, y por su ancianidad y óptimas costumbres, era
muy honrada de los señores en aquella cristiana casa, razón por la
cual tenía ella misma mucho cuidado de las señoritas hijas que
le habían encomendado, siendo en reprimirlas, cuando era menester, vehemente con santa severidad y muy prudente en enseñarlas.
Porque fuera de aquellas horas en que comían muy moderadamente a la mesa de sus padres, aunque se abrasasen de sed, ni aun
agua les dejaba beber, precaviendo con esto una mala costumbre
y añadiendo este saludable aviso: «Ahora bebéis agua porque no
podéis beber vino; mas cuando estéis casadas y seáis dueñas de
la bodega y despensa, no os tirará el agua, pero prevalecerá la
costumbre de beber».
Y con este modo de mandar y la autoridad que tenía para
imponerse, refrenaba el apetito en aquella tierna edad y ajustaba da sed de aquellas niñas a la norma de la honestidad, para
que no les agradase lo que no les convenía.
18. Y, sin embargo, llegó a filtrarse en ella—según me contaba a imí„ su hijo, tu sierva—, llegó a filtrarse en ella cierta afición al vino. Porque mandándole de costumbre sus padres, como
a joven sobria, sacar vino de la cuba, ella, después de sumergir el
vaso por la parte superior de aquélla, antes de echar el vino en
la botella sorbía con la punta de los labios un poquito, no más
por rechazárselo el gusto. Porque no haría esto movida del deseo
del vino, sino por ciertos excesos desbordantes de la edad, que
saltan en movimientos juguetones, y que en los años pueriles suesolent. Cuius rei gratia et propter senectam ac mores óptimos in domo
christiana satis a dominis honorabatur. Unde etiam curam dominarum
filiarum commissam sibi diligenter gerebat et erat in eis coercendis,
cum opus esset, sancta severitate vehemens atque in docendis sobria pru5 dentia. Nam eas praeter illas horas, quibus ad mensam parentum moderatissime alebantur, etiamsi exardescerent siti, nec aquam bibere sinebat,
praecavens consuetudinem malam et addens verbum sanum: «modo aquam
bibitis, quia in potestate vinum non habetis; cum autem ad mantos veneritis, factae dominae apothecarum et cellariorum, aqua sordebit, sed
10 mos potandi praevalebit.» Hac ratione praecipiendi et auctoritate imperandi frenabat aviditatem tenerioris aetatis et ipsam puellarum sitim
formabat ad honestum modum, ut iam non liberet quod non deceret.
18. Et subrepserat tamen, sicut mihi filio fámula tua narrabat, subrepserat ei vinulentia. Nam cum de more tamquam puella sobria iubere15 tur a parentibus de cupa vinum depromere, submisso póculo, qua desuper
patet, priusquam in lagunculam funderet merum, primoribus labris sorbebat exiguum, quia non poterat amplius sensu recusante. Non enim ulla
temulenta cupidine faciebat hoc, sed quibusdam superfluentibus aetatis
1
3
12
14
16
gratiam S.
filiarum}, farailiarum SV.
iam non FSV, iam nec cet. et edds.
tamquam om, S.
labiis HS.
366
Confesiones
IX, 8 , 1 8
len ser reprimidos con la gravedad de los mayores. De este modo,
añadiendo un poco todos los días a aquel poco cotidiano, vino a
caer—porque el qué desprecia las cosas pequeñas, poco a poco viene
a caer—en aquella costumbre, hasta llegar a beber con gusto casi
Ja copa, llena. • ; x
¿Dónde estaba entonces aquella sagaz anciana y aquella su severa prohibición? ¿Por verítura valía algo contraja enfermedad
oculta si tu medicina, Señor, no velase sobre nosotros ? Porque
aunque ausentes el padre y la madre y las nodrizas, estabas tú
presente, tú, que nos has criado, que nos llamas y que te sirves
de nuestros propósitos para hacernos algún bien para la salud de
nuestras almas 3 °. ¿Qué fue lo que entonces hiciste, Dios mío?
¿Con qué la curaste? ¿Con qué Ja sanaste? ¿No es cierto que sacaste, según tus secretas providencias, un duro y punzante insulto
de^otra alma como un hierro medicinal, con el que de un solo
golpe sajaste aquella postema?
Porque discutiendo cierto día la criada que solía bajar a la
bodega con la señorita 40 , como ocurre con frecuencia estando las
dos Solas, le echó en cara este defecto con acerbísimo insulto, llamándola (borrachína " . Herida ésta con tal insulto, comprendió la
fealdad de su pecado, y al instante lo condenó y arrojó de sí.
('
Cierto es que muchas veces los amigos nos pervierten adulando, así como los enemigos nos corrigen insultando; mas no es el
bien que viene por ellos lo que tú retribuyes, sino la intención
con que lo hacen. Porque aquella criada airada lo que pretendía
era afrentar a su señorita, no corregirla; y si lo hizo ocultamente
excessi'bus, qui ludicris motibus ebulliunt et in pueril ibus annis maiorum
pondere premi solent. Itaque ad illud modicum cotidianum cotidiana
módica addendo—quoniam qui módica spernit, paulatim
decidit30—in
eam consuetudinem lapsa erat, ut prope iam plenos mero calicillos inhian5 ter hauriret." Ubi tune sagax anus et vehementis illa prohibitio ? Nurnquid
vaiebat aliquid adversus latentem morbum, nisi tua medicina, Domine,
vigüaret super nos? Absenté patre et matre et nutritoribus tu praesens,
qui creasti, qui vocas, qui etiam per f praepositos nomines boni aliquid
agis ad animarum salutem, quid tune egisti, Deüs meus? Unde curasti?
10 Unde sanasti? Nonne protulisti durum et acutum ex altera anima convicium tamquam medicínale ferrum ex oceultis provisionibus tuis et uno
ictu putredinem illam praecidisfi? Ancilla enim, cum qua solebat accederé ad cupam, litigans cüm domina minore, ut fit, sola cum sola, obiecit
hoc crimen amarissima insultatione vocans meribibulam. Qüo iila stimulo
15 percussa respexit foeditatem suam confestimque damnavit atque exuit.
Sicut amici adulantes pervertunt, sic inimici litigantes plerumque corrigunt. Nec tu quod per eos agis, sed quod ipsi voluerunt, retribuís eis.
Illa enim irata exagitare appetivit minorem dominam, non sanare, et ideo
30
Eccli 19,1.
1 annis BPSZ, animis cet. et edds.
2 cotidianum add. solus S.
8 praepositos codds., editores: vel praeposteros, vel reprobos.
IX, 9,19
Confesiones
367
fue o porque así las sorprendió la circunstancia del lugar y tiempo
o porque no padeciese ella por haberlo descubierto tan tarde.
Pero tú, Señor, gobernador de las cosas del cielo y de la tierra,
convirtiendo para tus usos las cosas profundas del torrente, el
flujo de los siglos ordenadamente turbulento, aun con la insania
de una alma sanaste a otra, para que nadie, cuando advierta esto,
lo atribuya a su poder, si por su medio se corrige alguien a quien
desea corregir.
CAPITULO
IX
19. Así, pues, educada púdica y sobriamente, y sujeta más
por ti a sus padres que por sus padres a ti, luego que llegó plenamente a la edad nubil fue dada [en matrimonio] a un varón, a
quien sirvió como a señor y se esforzó por ganarle para ti, hablándole de ti con sus costumbres, con las que la hacías hermosa y
reverentemente amable y admirable ante sus ojos. De tal modo
toleró las injurias de sus infidelidades ", que jamás tuvo con él
sobre este punto la menor riña, pues esperaba que tu misericordia
vendría sobre él y, creyendo en ti, se haría casto.
Era éste, además, si por una parte sumamente cariñoso, por
otra extremadamente colérico; mas tenía ésta cuidado de no oponerse a su marido enfadado, no sólo con los hechos, pero ni aun
con la menor palabra; y sólo cuando le veía ya tranquilo y sosegado, y lo juzgaba oportuno, le daba razón de lo que había hecho,
si por casualidad se había enfadado más de lo justo.
clanculo, aut quia ita eas invenerat locus et tempus litis, aut ne forte et
ipsa periclitaretur, quod tam sero prodidisset. At tu, Domine, rector
caelitum et terrenorum, ad usus tuos contorquens profunda torrentis,
fluxum saeculorum, ordinate turbulentum, etiam de alterius animae in5 sania sanasti alteram, ne quisquam, cum hoc advertir, potentiae suae
tribuat, si verbo eius corrigatur, quem vult corrigi.
CA p u T
IX
19. Educata itaque pudice ac sobrie potiusque a te subdita parentibus
quam a parentibus tibi, ubi plenis annis nubilis facta est, tradita viro
10 servivit veluti domino et sategit eum lucrari tibi loquens te illi moribus
suis, quibus eam pulchram faciebas et reverenter amabílem atque mirabilem viro. Ita autem toleravit cubilis iniurias, ut nullam de hac re cum
marito haberet unquam simultatem. Exspectabat enim misericordiam
tuam super eum, ut in te credens castificaretur. Erat vero ille praeterea
15 sicut benivolentia praecipuus, ita ira fervidus. Sed noverat haec non resistere irato viro, non tantum facto, sed ne verbo quidem. Iam vero
refraetum et quietum cum opportunum viderat, rationem facti sui reddebat, si forte ille inconsideratius commotus fuerat. Denique cum ma4 ordinate], ordinans
E'-G- edds., ordinans te G \
9 ubi — est S1 s. I.
ordinat et E 1 .
368
i
Confesiones
IX, 9, 20
Finalmente, cuando muchas matronas, que tenían maridos más
mansos que ella, traían los rostros afeados con las señales de los
golpes y comenzaban a murmurar de la conducta de ellos en sus
charlas amigables, ésta, achacándolo a su lengua, advertíales seriamente entre bromas que desde el punto que oyeron leerlas las
tablas llamadas matrimoniales debían haberlas considerado como un
documento que las constituía en siervas de éstos; y así recordando
esta su condición, no debían ensoberbecerse contra sus señores ".
Y como se admirasen ellas, sabiendo lo feroz que era el marido
que tenía, de que jamás se hubiese oído ni traslucido por ningún
indicio que Patricio ¡maltratase a su mujer, ni siquiera que un día
hubiesen estado desavenidos con alguna discusión, y le pidiesen la
razón de ello en el seno de la familiaridad, enseñábales ella su
modo de conducta, que es como dije arriba. Las que la imitaban
experimentaban dichos efectos y le daban las gracias; las que no
la seguían, esclavizadas, eran maltratadas.
20. También a su suegra, a!l principio irritada contra ella por
los chismes de las malas criadas, logró vencerla de tal modo con
obsequios y continua tolerancia y mansedumbre, que ella misma
espontáneamente manifestó a su hijo qué lenguas chismosas de
las criadas eran das que turbaban la paz doméstica entre ella y su
nuera y pidió se las castigase 44 . Y así, después que él, ya por
complacer a la madre, ya por conservar la disciplina familiar, ya
por atender a la armonía de los suyos, castigó con azotes a las
acusadas a voluntad de la acusante, aseguró ésta que tales premios
debían esperar de ella quienes, pretendiendo agradarla, le dijesen
tronae multae, quarum viri mansuetiores erant, plagarum vestigia etiam
dehonestata facie gererent, inter amica colloquia illae arguebant maritorum vitam, haec earum linguam, veluti per iocum graviter admonens, ex
quo illas tabulas, quae matrimoniales vocantur, recitari audissent, tam5 quam instrumenta, quibus ancillae faetae essent, deputare debuisse;
f>roinde memores conditionis superbire adversus dóminos non oportere.
Cumque mirarentur illae scientes, quam ferocem coniugem sustineret,
nunquam fuisse auditum aut aliquo indicio claruisse, quod Patricius
ceciderit uxorem aut quod a se invicem vel unum diem domestica lite
10 dissenserint, et causam familiariter quaererent, docebat illa institutum
suum, quod supra memoravi. Quae observabant, expertae gratulabantur;
quae non observabant, subiectae vexabantur.
20. Socrum etiam suam primo susurris malarum ancillarum adversus
se irritatam sic vicit obsequiis perseverans tolerantia et mansuetudine,
15 ut illa ultro filio suo medias linguas famularum proderet, quibus inter
se et nurum pax domestica turbabatur, expeteretque vindictam. Itaque
posteaquam ille, et matri obtemperans et curans familiae disciplinam et
concordiae suorum consulens, proditas ad prodentis arbitrium verberibus
coercuit, promisit illa, talia de se praemia sperare deberé quaecumque
lfi prudentis OV, projentibus S.
IX, 9, 22
Confesiones
369
algo malo de su nuera. Y no atreviéndose ya ninguna a ello, vivieron las dos en dulce y memorable armonía.
21. Igualmente a esta tu buena sierva, en cuyas entrañas me
criaste, ¡oh Dios mío, 'misericordia mía!, le habías otorgado este
otro gran don: de mostrarse tan pacífica, siempre que podía, entre
almas discordes y disidentes, cualesquiera que ellas fuesen, que
con oír muchas cosas durísimas de una y otra parte, cuales suelen
vomitar una hinchada e indigesta discordia, cuando ante la amiga
presente desahoga la crudeza de sus odios en amarga conversación
sobre la enemiga ausente, que no delataba nada a la una de la
otra, sino aquello que podía servir para reconciliarlas.
Pequeño bien me parecería éste si una triste experiencia no
me hubiera dado a conocer a muchedumbre de gentes—por haberse extendido muchísimo esta no sé qué horrenda pestilencia
de pecados—que no sólo descubren los dichos de enemigos airados
a sus airados enemigos, sino que añaden, además, cosas que no
se han dicho; cuando, al contrario, a un hombre que es humano
deberá parecer poco el no excitar ni aumentar las enemistades de
los hombres hablando mal, si antes no procura extinguirlas ha- •
blando bien.
Tal era aquélla, adoctrinada por ti, maestro interior, en la escuela de su corazón.
22. Por último, consiguió también ganar para ti a su marido
all fin de su vida, no teniendo que lamentar en él siendo fiel lo
que había tolerado siendo infiel *5.
de sua nuru sibi, quo placeret, mali aliquid loqueretur; nullaque iam
audente, memorabili Ínter se benivol-entiae suavitate vixerunt.
21. -Hoc quoque illi bono mancipio tuo, in cuius útero me creasti,
Deus meus, misericordia m e a " , munus grande donaveras, quod Ínter
5 dissidentes atque discordes quaslibet animas, ubi poterat, tam se praebebat pacificam, ut cum ab utraque multa de invicem audiret amarissima,
qualia solet eructuare turgens atque indigesta discordia, quando praesenti amicae de absenté inimica per acida colloquia eruditas exhala-tur
odiorum, nihil tamen alteri de altera proderet, nisi quod ad eas reconci10 liandas valeret. Parvum hoc bonum mihi videretur, nisi turbas innumerabiles tristis experirer nescio qua horrenda pestilentia peccatorum latissime pervagante, non solum iratorum ¡nimicorum iratis inimicis dicta
prodere, sed etiam quae non dicta sunt addere; cum contra homini humano parum esse debeat inimicitias hominum nec excitare nec augere
15 male loquendo, nisi eas etiam exstinguere bene loquendo studuerit, qualis
illa erat, docente te magistro intimo in schola pectoris.
22. Denique etiam virum suum iam in extrema vita temporali eius
lucrata est tibi nec in eo iam fideli planxit, quod in nondum fideli to31
Ps 58.18.
7 eructuare MSV, eructare cet. et ejjs
13 homini OSV. animo cet. et ejjs.
370
I
Confesiones
IX, 10,23
lira, además, sierva de tus siervos, y cualesquiera de ellos que
la conocía re alababa, honraba y amaba mucho en ella, porque
advertía tu presencia en su corazón por los frutos de su santa
conversación.
Había sido mujer de un solo varón, había cumplido con sus
padres, había gobernado su casa piadosamente y tenía el testimonio de las buenas obras, y había nutrido a sus hijos, pariéndoles
tantas veces cuantas les veía apartarse de ti.
Por último, Señor, ya que por tu gracia nos dejas hablar a tus
siervos, de tal manera cuidó de todos nosotros los que antes de
morir ella vivíamos juntas, recibida ya la gracia del bautismo,
como si 'fuera madre de todos;.y de tal modo nos sirvió, como si
fuese hija de cada uno de nosotros.
CAPITULO
X
23. Estando ya inminente el día en que había de salif de
esta vida—que tú, Señor, conocías, y nosotros ignorábamos—, sucedió a lo que yo creo, disponiéndolo tú por tus modos ocultos,
que nos hallásemos solos yo y ella apoyados sobre una ventana,
desde donde se contemplaba un huerto o jardín que había dentro
de la casa ", allí en Ostia Tiberina, donde, apartados de las turbas,
después de las fatigas de un largo viaje, cogíamos fuerzas para la
navegación.
• Allí solos conversábamos duicísimamente; y olvidando las coleraverat. Erat etiam serva servorum tuorum. Quisquís eorum noverat
eam, multum in ea laudabat et honorabat et diligebat te, quia sentiebat
praesentiam tuam in corde eius, sanctae conversationís fructibus testibus. Fuerat enim unius viri uxor, mutuam vicem parentibus reddiderat,
5 domum suam pie tractaverat, in operibus bonis testimonium habebat s= .
Nutrierat filios totiens eos parturiens, quotiens abs te deviaré cernebat.
Postremo nobis, Domine, ómnibus, quia ex muñere tuo sinis loqui servís
tuis, qui ante dormitionem eius in te iam consociati vivebamus percepta
gratia baptismi tui, ita curam gessit, quasi omnes génuisset, ita servivit,
10 quasi ab ómnibus genita fuisset.
CAPDI
x
23. Impendente autem die, quo ex hac vita erat exitura—quem diem
tu noveras ignorantibus nobis—provenerat, ut credo, procurante te occultis suis modís, ut ego et ipsa soli staremus incumbentes ad quamdam
15 fehestram, unde hortus intra domum, quae nos habebat, prospectabatur,
illic apud Ostia Tiberina, ubi remoti a turbis post longi itíneris laborem
instaurabamus nos navigationi. Colloquebamur ergo soli valde dulciter et
praeterita obliviscentes in ea quae ante sunt extenti" quaerebamus inter
52
Tim 5.9-10.
" Phil 3.13.
IX, 10, 24
371
Confesiones
sas pasadas, ocupados en lo por venir, inquiríamos los dos delante
de la verdad presente, que eres tú, cuál sería la vida eterna de
los santos, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del
hombre concibió. Abríamos anhelosos la boca de nuestro corazón
hacia aquellos raudales soberanos de tu fuente—de la fuente de
vida que está en ti— para que, rociados según nuestra capacidad,
nos formásemos de algún modo idea de cosa tan grande.
24. Y como llegara nuestro discurso a la conclusión de que
cualquier deleite de los sentidos carnales, aunque sea el más grande,, revestido del mayor esplendor corpóreo, ante el gozo de aquélla
vida no sólo no es digno de comparación, pero ni aun de ser mentado, levantándonos con más ardiente afecto hacia el que es siempre el mismo, recorrimos gradualmente todos los seres corpóreos,
hasta el mismo cielo, desde donde el sol y la luna envían sus rayos
a la tierra.
Y subimos todavía más arriba, pensando, hablando y admirando tus obras; y llegamos hasta nuestras almas y las pasamos
también, a fin de llegar a la región de la abundancia indeficiente,
en donde tú apacientas a Israel eternamente con el pasto de la
verdad, y es la vida la Sabiduría, por quien todas las cosas existen, así las ya creadas como las que han de ser, sin que ella lo
sea por nadie; siendo ahora como fue antes y como será siempre,
o más bien, sin que haya en ella jue ni será, sino sólo es, por ser
eterna, porque lo que ha sido o será no es eterno 47 .
Y mientras hablábamos y suspirábamos por ella, llegamos a
nos apud 'praesentem veritatem, quod tu es, qualis futura esset vita aeterna sanctorum, quam nec oculus vidit nec auris audivit nee in cor hominis ascendit". Sed inhiabamus ore cordis in superna fluenta fontis
tui, fontis vitae, qui est apud te " , ut inde pro captu nostro aspersi quo5 quo modo rem tantam cogitaremus.
24. Cumque ad eum finem sermo perduceretur, ut carnalium sensuum delectado quantalibet, [in quantalibet] luce corpórea prae illius
vitae iucunditate, non comparatione, sed ne commemoratione quidem
digna videretur, erigentes nos ardentiore affectu in id ipsum perambu10 lavimus gradatim cuneta corporalia et ipsum caelum, unde sol et luna
et stellae lucent super terram. Et adhuc ascendebamus interius cogitando
et loquendo et mirando opera tua et venimus in mentes nostras et transcendimus eas, ut attingeremus regionem ubertatis indeficientis, ubi pascis
Israel in aeternum veritate pábulo; et ibi vita sapientia est, per quam
15 fiunt omnia ista, et quae fuerunt et quae futura sunt, et ipsa non fit,
sed sic est, ut fuit, et sic erit semper. Quin potius fuisse et futurum
esse non est in ea, sed esse solum, quoniam aeterna est: nam fuisse et
futurum esse non est aeternum. Et dum loquimur et inhiamus illi, attin34
1 Cor 2,9.
3li
Ps 3Í.10.
13 ubi), unde S.
14 veritate C'DHOSVT, veritatis cet. et edds.;
18 attigimus EGMOPZ edd.
ibi codds.,
ubi
edds.
372
Confesiones
IX, 10, 25
TK
<
tocarla un poco con todo el ímpetu de nuestro corazón; y suspirando y dejando allí prisioneras las primicias de nuestro espíritu,
tornamos al estrépito de nuestra iboca, donde tiene principio y fin
el verbo humano, en nada semejante a tu Verbo, Señor nuestro,
que 'permanece en sí sin envejecerse y renueva todas las cosas " .
25. Y decíamos nosotros: Si hubiera alguien en quien callase
el tumulto de la carne; callasen 'las imágenes de la tierra, del agua
y del aire; callasen los mismos cielos y aun el alma misma callase
y se remontara sobre sí, no pensando en s í " ; si callasen los sueños y revelaciones imaginarias, y, finalmente, si callase por completo toda lengua, todo signo y todo cuanto se hace pasando
•—puesto que todas estas cosas dicen a quien les presta oído: No
nos hemos hecho a nosotras mismas, sino que nos ha hecho el que
permanece eternamente—; si, dicho esto, callasen, dirigiendo el
oído hacia aquel que las ha hecho, y sólo él hablase, no por ellas,
sino por sí mismo, de modo que oyesen sú palabra, no por lengua
de carne, ni por voz de ángel, ni por sonido de nubes, ni por enigmas de semejanza, sino que le oyéramos a él mismo, a quien amamos en estas cosas, a él mismo sin ellas, como al presente nos
elevamos y tocamos rápidamente con el pensamiento la eterna
Sabiduría, que permanece sobre todas las cosas; si, por último,
este estado se continuase y fuesen alejadas de él las demás visiones de índole muy inferior, y esta sola arrebatase, absorbiese y
abismase en los gozos más íntimos a su contemplador, de modo
que fuese la vida> sempiterna cual fue este momento de intuición
gimus eam modice toto ictu cordis; et suspiravimus et" reliquimus ibi
religatas primítias spiritus et remeavimus ad strepitum oris nostri, ubi
verbum et inripitur et finitur. Et quid simile verbo tuo, Domino nostro,
in se permanenti sine vetustate atque innovanti omnia?
5
25. Dicebamus ergo: «Si cui sileat tumultus carnis, sileant phantasiae
terrae et aquarum et aeris, sileant et poli et ipsa sibi anima sileat et
transeat se non se cogitando, sileant somnia et imaginariae revelationes,
omnis lingua et omne signum et quidquid transeundo fit si cui sileat
omnino—quoniam si quis audiat, dicunt haec omnia: Non ipsa nos feci10 mus, sed fecit nos qui manet in aeternum3"—his dictis si iam taceant,
quoniam erexerunt aurem in eum, qui fecit ea, et loquatur ipse solus
non per ea, sed per se ipsum, ut audiamus verbum eius, non per linguam
carnis ñeque per vocem angeli nec per sonitum nubis nec per aenigma similitudinis, sed ipsum, quem in his amamus, ipsum sine his audiamus, sícut
15 nunc extendimus nos et rápida cogitatione attingimus aeternana sapientiam super omnia manentem, si continuetur hoc et subtrahantur aliae
visiones longe imp-aris generis et haec una rapiat et absorbeat et recondat
in interiora gaudia spectatorem suum, ut talis sit sempiterna vita, quale
fuit hoc momentum ¡ntellegentiae, cui suspiravimus, nonne hoc est:
U
> 27
Confesiones
373
por el cual suspiramos, ¿no sería esto el Entra en el gozo de tu
Señor? Mas ¿cuándo será esto? ¿Acaso cuando todos resucitemos,
bien que no todos seamos inmutados?
26. Tales cosas decía yo, aunque no de este modo ni con
estas palabras. Pero tú sabes, Señor, que en aquel'día, mientras
hablábamos de estas cosas—y a medida que hablábamos nos parecía más vil este mundo con todos sus deleites—, díjome ella:
«Hijo, por lo que a mí toca, nada me deleita ya en esta vida. N o
se ya qué hago en ella ni por qué estoy aquí, muerta a toda esperanza del siglo. Una sola cosa había por la que deseaba detenerme
un poco en esta vida, y era verte cristiano católico antes de morir.
Superabundantemente me ha concedido esto mi Dios, puesto que,
despreciada la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago,
pues, aquí s o .
CAPITULO
XI
27. N o recuerdo yo bien qué respondí a esto; pero sí que
apenas pasados cinco días, o no muchos más, cayó en cama con
fiebres. Y estando enferma tuvo un día un desmayo, quedando
por un poco privada de los sentidos " . Acudimos corriendo, mas
pronto volvió en sí, y viéndonos presentes a mí y a mi hermano,
díjonos, como quien pregunta algo: «¿Dónde estaba?» Después,
Inira in gaudium Domini tui?'7 Et istud
quando? An cum omnes resurgimus, sed non omnes immutabimur? ss
26. Dicebam talia, etsi non isto modo et his verbis, tamen, Domine,
tu seis, quod illo die, cum talia loqueremur et mundus iste nobis ínter
5 verba vilesceret cum ómnibus delectationibus suis, tune ait illa: «Fili,
quantum ad me attinet, nulla re iam delector in hac vita. Quid hic faciam adhuc et cur hic sim, nescio, iam consumpta spe huius saeculi.
Unum erat, propter quod in hac vita aliquantum immorari cupiebam
ut te christianum catholicum viderem, prius quam morerer. Cumulatius
10 hoc mihi Deus praestitit, ut te etiam contempla felicitate terrena servum
eius videam. Quid hic fació?»
C A P UT
xi
27. Ad haec quid responderim, non satis recoló, cum interea vix
intra quinqué dies aut non multo amplius decubuit febribus. Et cum
15 aegrotaret, quodam die defectum animae passa est et paululum subtracta a paesentibus. Nos concurrimus, sed cito reddita est sensui et
aspexit astantes me et fratrem meum et ait nobis quasi quaerenti similis:
«Ubi eram»? Deinde nos intuens maerore attonitos: «Ponitis hic—in3:
' M t 25,21.
'" 1 Cor 15.51.
3
« Ps 99,3-5.
18 io om. S.
1 resurgimus BCDOPS (et vers. latí.),
10 Deus meus coddl-, meus omit. S.
18 ponitis}, ponctis GH 2 edds.
resurgemus cet. et eJJs.
374
Confesiones
IX, 11,28
viéndonos atónitos de tristeza, nos dijo: «Enterráis aquí a vuestra
madre». Yo callaba y frenaba el llanto, mas mi hermano dijo no
sé qué palabras, con las que parecía desearle como cosa más feliz
' morir en la patria y no en tierras tan lejanas ". Al oírlo ella, reprendióle con la mirada i 3 , con rostro afligido por pensar tales
cosas; y mirándome después a mí, dijo: «Enterrad este cuerpo en
cualquier parte, ni os preocupe más su cuidado; solamente os ruego
que os acordéis de mí ante el altar del Señor doquiera que os hallareis». Y habiéndonos explicado esta determinación con las palabras que pudo, calló, y agravándose la enfermedad, entró en la
agonía " .
28. Mas yo, ¡oh Dios invisible!, meditando en los dones que
tú infundes en d corazón de tus fieles y en los frutos admirables
que de ellos nacen, me gozaba y te daba gracias recordando lo que
sabía del gran cuidado que había tenido siempre de su sepulcro,
adquirido y preparado junto al cuerpo de su marido. Porque así
como había vivido con él concordísimamente, así quería también
—cosa muy propia del alma humana menos deseosa de las cosas
divinas—tener aquella dicha y que los hombres recordasen cómo
después de su viaje transmarino se le había concedido la gracia
de que una misma tierra cubriese el polvo conjunto de ambos
cónyuges.
Ignoraba yo también cuándo esta vanidad había empezado
a dejar de ser en su corazón, por la plenitud de tu bondad; alegrábame, sin embargo, admirando que se me hubiese mostrado así, aunque ya en aquel nuestro discurso de la ventana me paquit—rnatrem vcstrarn.» Ego silebam et fletum frenaban). Fraíer autem
meus quiddam locutus est, quo eam non in peregre, sed in patria defungi
tamquam felicius optaret. Quo audito illa, vultu anxio reverberans eum
oculis, quod talia saperet, atque inde me intuens: «Vide —ait— quid
5 dicit». Et mox ambobus: «Ponite—inquit—hoc corpus ubicumque: nihil
vos eius cura conturbet: tantum illud vos rogo, ut ad Domini altare
memíneritis mei, ubiubi fueritis.» Cumque hanc sententíam verbis quibus
poterat explicasset, conticuit et ingravescente morbo exercebatur.
28. Ego vero cogitans dona tua, Deus invisibilis, quae immittis in
10 corda fidelium tuorum, et proveniunt inde fruges admirabiles, gaudebam
et gratias tibi agebam recolens, quod noveram, quanta cura semper aestuasset de sepulchro, quod sibi providerat et praeparaverat iuxta corpus
viri sui. Quia enim valde concorditer vixerant, id etiam volebat, ut
est animus humanus minus capax divinorum, adiungi ad illam felicita15 tem, et commemorari ab hominibus, concessum sibi esse post transmarinam peregrinationem, ut coniuncta térra amborum coniugum terra tegeretur. Quando autem ista ¡nanitas plenitudine bonitatis tuae coeperat
in eius corde non esse, nesciebam et laetabar admirans, quod sic mihi
apparuisset, quamquam et in illo sermone nostro ad fenestram, cum dixit:
2 in peregre CDFS, peregre cet. et edd.
7 ubiubi OS edd., ubi cet et b l.
IX, 12, 29
Confesiones
375
recio no desear morir en su patria al decir: «¿Qué hago ya aquí ?»
También oí después que, estando yo ausente, como cierto día
conversase con unos amigos míos con maternal confianza sobre el
desprecio de esta vida y d bien de la muerte, estando ya en Ostia,
y maravillándose ellos de tal fortaleza en una mujer-—porque tú
se la habías dado—, le preguntasen si no temería dejar su cuerpo
tan lejos de su ciudad, respondió: «Nada hay lejos para Dios, ni
hay que temer que ignore al fin del mundo el lugar donde estoy
para resucitarme» " .
Así, pues, a los nueve días de su enfermedad, a los cincuenta
y seis años de su edad y treinta y tres de la mía, fue libertada del
cuerpo aquella alma religiosa y pía.
CAPITULO
XII
29. Cerraba yo sus ojos, mas una tristeza inmensa afluía a
mi corazón, y ya iba a resolverse en lágrimas, cuando ad punto
mis ojos, al violento imperio de mi alma, resorbían su fuente hasta
secarla, padeciendo con tal lucha de modo imponderable. Entonces fue cuando, al dar el último suspiro, el niño Adeodato rompió
a llorar a gritos; mas reprimido por todos nosotros, calló. De ese
modo era también reprimido aquello que había en mí de pueril,
y me provocaba al llanto, con la voz juvenil, 'la voz del corazón,
y callaba. Porque juzgábamos que no era conveniente celebrar
aquel encierro con quejas lastimeras y gemidos, con los cuales se
«Iam quid hic fació?», non apparuit desiderare in patria morí. Audivi
etiam postea, quod iam, cum Ostiis essemus, cum quibusdam amicis
meis materna fiducia colloquebatur quodam die de contemptu vitae
huius et bono mortis, ubi ipse non aderam, illisque stupentibus virtutem
5 feminae—quoniam tu dederas ei—qua:rentibusque, utrum non formidaret tam longe a sua civitate corpus relinquere: «Nihil—inquit—longe est
Deo, ñeque timendum est, ne ille non agnoscat in fine saeculi, unde me
resuscitet.» Ergo die nono aegritudinis suae, quinquagesimo et sexto anno
aetatis suae, tricésimo et tertio aetatis meae, anima illa religiosa et pia
10 corpore soluta est.
CAPOT
XII
29. Premebam oculos eius, et confluebat in praecordia mea maestitudo ingens et transfluebat in lacrimas, ibidemque oculi mei violento animi imperio resorbebant fontem suum usque ad siccitatem, et in tal i luctami15 ne valde mihi male erat. Tum vero, ubi efflavit extremum, puer Adeodatus
exclamavit in planctu atque ab ómnibus nobis coercitus tacuit. Hoc
modo etiam meum quiddam puerile, quod labebatur in fletus, iuvenali
voce, voce cordis, coércebatur et tacebat. Ñeque enim decere arbitrabamur, funus illud questibus lacrimosis gemitibusque celebrare, quia his
17 iuvenali EFM'OS, ¡uvernli cet. et edJit;
coércebatur}, cohercebar S.
voce voce S. voce cet. et edd.
376
Confesiones
IX, 12, 31
suele frecuentemente deplorar la miseria de los que mueren o su
total extinción; y ella ni había muerto miserablemente ni había
muerto del todo; de lo cual estábamos nosotros seguros por el
testimonio de sus costumbres, por su fe no fingida y otros argumentos ciertos 5Í.
30. ¿Y qué era lo que interiormente tanto me dolía sino la
herida reciente que me había causado d romperse repentinamente
aquella costumbre dulcísima y carísima de vivir juntos? "
Cierto es que me llenaba de satisfacción el testimonio que había dado de mí, cuando en esta su última enfermedad, como acariciándome por mis atenciones con ella, me llamaba piadoso y
recordaba con gran afecto de cariño no haber oído jamás salir de
mi boca la menor palabra dura o contumeliosa contra ella. Pero
¿qué era, Dios mío, Hacedor nuestro, este honor que yo le había
dado en comparación de lo que ella me había servido? Por eso,
I porque me veía abandonado de aquel tan gran consuelo suyo, senjtía el alma herida y despedazada mi vida, que había llegado a
• formar una sola con la suya.
31. Reprimido, pues, que hubo su llanto el niño, tomó Evodio un salterio y comenzó a cantar—respondiéndole toda la casa—
el salmo Misericordia y justicia te cantaré, Señor. Enterada la gente
de lo que pasaba, acudieron muchos hermanos y religiosas mujeres,
y mientras los encargados de esto preparaban las cosas de costumbre para el entierro, yo, retirado en un lugar adecuado, junto con
aquellos que no habían creído conveniente dejarme solo, disputaba
plerumque solet deploran quaedam miseria morientium aut quasi omnímoda exstinctio. At illa nec misere moriebatur nec omnino moriebatur.
Hoc et documfentis morum eit^set fide non ficta" rationibusque certis
tenebamus.
5
30. Quid erat ergo, quod intus mihi graviter dolebat, nisi ex consuetudine simul vivendi dulcissima et carissima repente dirupta vulnus
recens? Gratulabar quidem testimonio eius, quod in ea ipsa ultima
aegritudine obsequiis meis interblandiens appellabat me pium et commemorabat grandi dilectionis affectu numquam se audisse ex ore meo
10 iaculum in se durum aut contumeliosum sonum. Sed tamen quid tale, Deus
meus, qui fecisti nos, quid comparabile habebat honor a me delatus illi
et servitus ab illa mihi? Quoniam ¡taque deserebar tam magno eius
solacio, sauciabatur anima et quasi dilaniabatur vita, quae una facta erat
ex mea et illius.
15
31. Cohibito ergo a fletu illo puero, psalterium arripuit Evodius et
cantare coepit psalmum. Cui respondebamus omnis domus: Misericordiam et iudicium cantabo tibí, Domine *". Audito autem, quid ageretur,
conveherunt multi fratres ac religiosae feminae, et de more illis quorum
officíum erat funus curantibus, ego in parte, ubi decenter poteram, cum
35
1 Cor 15.51.
"Ps
5 erat om. S.
10 iaculum FS, iaculatura ce/, et edds.
100,1.
IX, 12, 32
Confesiones
377
con ellos sobre cosas propias de las circunstancias; y con este lenitivo de Ja verdad mitigaba mi tormento, conocido de ti, pero ignorado de ellos, quienes me oían atentamente y me creían sin sentimiento de dolor.
Mas en tus oídos, en donde ninguno de ellos me oía, increpaba yo la blandura de mi afecto y reprimía aquel torrente de tristeza, que cedía por algún tiempo, pero que nuevamente me arrastraba con su ímpetu, aunque no ya hasta derramar lágrimas ni
mudar el semblante; sólo yo sabía lo oprimido que tenía el corazón. Y como me desagradaba sobremanera que pudiesen tanto en
mí estos sucesos humanos, que forzosamente han de suceder por
el orden debido y por la naturaleza de nuestra condición, me dolía
de mi dolor con nuevo dolor y me atormentaba con doble tristeza.
32. Cuando llegó el momento de levantar el cadáver, acompañárnosle y volvimos sin soltar una lágrima. Ni aun en aquellas
oraciones que te hicimos, cuando se ofrecía por ella el sacrificio
de nuestro rescate, puesto ya el cadáver junto al sepulcro antes de
ser depositado, como suele hacerse allí S8 , ni aun en estas oraciones,
digo, lloré, sino que todo el día anduve interiormente muy triste,
pidiéndote, como podía, con la mente turbada, que sanases mi
dolor; mas tú no lo hacías, a lo que yo creo, para que fijase bien
en la memoria, aun por sólo este documento, qué fuerza tiene la
costumbre aun en almas que no se alimentan ya de vanas palabras.
Asimismo me pareció bien tomar un baño, por haber oído decir que el nombre de baño (bálneo, en latín) venía de los griegos,
quienes le llamaron bálanion ( = arrojar), por creer que arrojaba
eis, qui me non deserendum esse censebant, quod erat tempori congruum
disputabam, eoque fomento veritatis mitigabam cruciatum, tibí notum,
illis ignorantibus et intente audientibus et sine sensu doloris me esse
arbitrantibus. At ego in auribus tuis, ubi eorum nullus audiebat, incre5 pabam mollitiam affectus mei et constringebam fluxum maeroris, cedebatque mihi paululum: rursusque Ímpetu suo ferebatur non usque ad
eruptionem lacrimarum nec usque ad vultus mutationem, sed ego sciebam, quid corde premerem. Et quia mihi vehementer displicebat tantum
in me posse haec humana, quae ordine debito et sorte conditionis nostrae
10 accidere necesse est, alio dolore dolebam dolorem meum et duplici
tristitia macerabar.
32. Cum ecce Corpus elatum est, ¡mus, redimus sine lacrimis. Nam
ñeque in eis precibus, quas tibí fudimus, cum offerretur pro ea sacrificium pretii 'nostri iam iuxta sepulchrum pósito cadavere, priusquam
15 deponeretur, sicut iüic fieri solet, nec in eis ergo precibus flevi, sed toto
die graviter in occulto maestus eram et mente turbata rogabam te, ut
poteram, quo sanares dolorem meum, nec faciebas, credo, commendans
memoriae meae vel hoc uno documento omnis consuetudinis vinculirm
etiam adversus mentem, quae iam non fallad verbo pascitur. Visum etiam
20 mihi est, ut irem lavatum, quod audieram inde balneis nomen inditum,
12 sine] in S.
378
Confesiones
IX, 12, 33
IX, 13, 34
del alma la tristeza''. Mas he aquí—lo confieso a tu misericordia,
¡oh Padre de los huérfanos!—que, habiéndome bañado, me hallé
después del baño como antes de bañarme. Porque mi corazón no
trasudó ni una gota de la hiél de su tristeza.
Después me quedé dormido; desperté, y hallé en gran parte
mitigado mi dolor; y estando solo como estaba en mi lecho, me
vinieron a la mente aquellos versos verídicos de tu Ambrosio 6".
Porque
corriesen cuanto quisieran, extendiéndolas yo como un lecho debajo de mi corazón; el cual descansó en ellas, porque tus oídos
eran los que allí me escuchaban, no los de ningún hombre que
orgullosamente pudiera interpretar mi llanto.
Y ahora, Señor, te lo confieso en estas líneas: léalas quienquiera e interprételas como quisiere; y si hallare pecado en haber
llorado yo a mi madre la exigua parte de una hora, a mi madre
muerta entonces a mis ojos, ella, que me había llorado tantos años
para que yo viviese a los tuyos, no se ría 01; antes, si es mudha su
caridad, llore por mis pecados delante de ti, Padre de todos los
hermanos de tu Cristo "".
Tú eres, Dios, criador de cuanto existe,
del mundo supremo gobernante,
que el día vistes de luz brillante,
de grato sueño la noche triste;
a fin de que a los miembros rendidos
el descanso al trabajo prepare,
y las mentes cansadas repare,
y los pechos de pena oprimidos.
CAPITULO
Deus, creator omnium
palique rector vestiens
diem decoro lumine,
noctem sopora gratia,
artus solutos ut quies
reddat laboris usui
mentesque fessas allevet
luctuque solvat anxios.
33. Atque inde paulatim reducebam in pristinum sensum ancillam
tuam conversatíonemque eíus piam in te et sánete in nos blandam atque
morigeram, qua súbito destitutus, et libuit flere in conspectu tuo de illa
et pro illa, de me et pro me. Et dimisi lacrimas, quas continebam, ut
41
1
4
10
12
14
Ps 67.6.
bainion M, balanion cetl. el edds.
ct vigilavi], evigilavi BEGHMPOTZ etU.
sopora HOPS. 1 sopore C, soporis cel. el eJds.
labores M'SV .
luctuque FG'-'OS, luctusque cel. el edd.
XIII
34.
Mas sanado ya mi corazón de aquella herida, en la que
podía reprocharse lo carnal del afecto ", derramo ante ti, Dios
nuestro, otro género de lágrimas muy distintas por aquella tu
sierva: las que brotan del espíritu conmovido a vista de los peligros que rodean a toda alma que muere en Adán. Porque, aun
cuando mi madre, vivificada en Cristo, primero de romper los lazos de la carne, vivió de tal modo que tu nombre es alabado en
su fe y en sus costumbres, no me atrevo, sin embargo, a decir
que, desde que fue regenerada por ti en el bautismo, no saliese
de su boca palabra alguna contra tu precepto. Porque la Verdad,
tu Hijo, tiene dicho: Quien llamare a su hermano necio será reo
33. Mas de aquí poco a poco tornaba al pensamiento de antes, sobre tu sierva y su santa conversación, piadosa para contigo
y santamente blanda y morigerada con nosotros, de la cual súbitamente me veía privado. Y sentí ganas de llorar en presencia
tuya, por causa de ella y por ella, y por causa mía y por mí.
Y sdíté las riendas a las lágrimas, que tenía contenidas, para que
quia graeci balanion dixerint, quod anxietatem pellat ex animo. Ecce et
hoc confíteor misericordiae tuae, pater orfanorum ", quoniam lavi et talis
eram, qualis priusquam lavissem. Ñeque enim exsudavit de corde meo
maeroris amaritudo. Deinde dormivi et vigilavi et non parva ex parte
mitigatum inveni dolorem meum atque, ut eram in lecto meo solus, recordatus sum verídicos versus Ambrosü tui: tu es enim,
379
Confesiones
effluerent quantum vellent, substernens eas cordi meo: et requievit in
eis, quoniam ibi erant aures tuae, non cuiusquam hominis superbe interprétanos ploratum meum. Et nunc, Domine, confíteor tibí in litteris.
Legat qui volet et interpretetur, ut volet, et si peccatum invenerit, fle5 visse me matrem exigua parte horae, matrem oculis meis interim mortuam, quae me multos annos fleverat, ut oculis tuis viverem, non irrideat,
sed potius, si est grandi caritate, pro peccatis meis fleat ipse ad te.
patrem omnium fratrum Christí tui.
C A P UT
10
XIII
34. Ego autem iam sanato corde ab illo vulnere, in quo poterat
redargüí carnalis affectus, fundo tibi, Deus noster, pro illa fámula tua
longe aliud lacrimarum genus, quod manat de concusso spiritu consideratione periculorum omnis animae, quae in Adam moritur. Quamquam
illa in Christo vivificata etiam nondum a carne resoluta sic vixerit, ut
15 laudetur nomen tuum in fide moribusque eius, non tamen audeo dicere,
ex quo eam per baptismum regenerasti, nullum verbum exísse ab ore eius
contra praeceptum tuum. Et dictum est a veritate, filio tuo: Si quis
dixerit fratri suo: fatue, reus erit gehennae ignis''; et vae etiam lauda*" Mt 5.22.
5 me om. S.
10 poterat}. postea S.
11 carnales S
380
Confesiones
IX, 13,36
del fuego del infierno; y ¡ay de la vida de los hombres, por laudable que sea, si tú la examinas dejando a un lado la misericordia!
Mas porque sabemos que no escudriñas hasta lo último nuestros
delitos, vehemente y confiadamente esperamos ocupar un lugar
contigo. Porque quien enumera en tu presencia sus verdaderos
méritos, ¿qué otra cosa enumera sino tus dones? ¡Oh si se reconociesen hombres los hombres, y quien se gloria se gloriase en el
Señor!
35. Así, pues, alabanza mía, y vida mía, y Dios de mi corazón; dejando a un lado por un momento sus buenas acciones,
por las cuales gozoso te doy gracias, pídote ahora perdón por los
pecados de mi madre. Óyeme por la Medicina de nuestras heridas,
que pendió del leño de la cruz, y sentado ahora a tu diestra, intercede contigo por nosotros. Yo sé que ella obró misericordia y
que perdonó de corazón las deudas a sus deudores; perdónale
también tú sus deudas, si algunas contrajo durante tantos años
después de ser bautizada. Perdónala, Señor, perdónala, te suplico,
y no entres en juicio con ella. Triunfe la misericordia sobre la
justicia, porque tus palabras son verdaderas y prometiste misericordia a los misericordiosos, aunque lo sean porque tú se lo das,
tú que tienes compasión de quien la tuviere y prestas misericordia
a quien fuere misericordioso.
36. Yo bien creo que has hecho ya con ella lo que te pido;
mas deseo aprobéis, Señor, los deseos de mi boca. Porque estando
inminente el día de su muerte, no pensó aquélla en enterrar su
bilí vitae hominum, si remota misericordia discutías eam! Quia vero non
exquiris delicta vehementer, fiducialiter speramus aliquem apud te locum.
Quisquís autem tibi enumera! vera menta sua, quid tibi enumerat nisi
muñera tua? O si cognoscant se nomines nomines et qui gloriatur, in Do5 mino glorietur! 43
35. Ego ¡taque, laus mea et vita mea, Deus cordis mei, sepositis
pau'lisper bonis eius actibus, pro quibus tibi gaudens gratias ago, nunc
pro peccatis matris meae deprecor te; exaudí me per medicinam vulnerum nostrum, quae pependit in ligno et sedens ad dexteram tuam te
10 interpellat pro nobis". Scio misericorditer operatam, et ex corde dimisisse debita debitoribus suis: dimitte et tu illi debita sua, si qua
etiam contraxit per tot annos post aquam salutis. Dimitte, Domine, dimitte, obsecro, ne intres cum ea in iudicium4S. Superexsultet misericordia
iudiciou,
quoniam eloquia tua vera sunt et promisisti misericordiam
15 misericordibus. Quod ut essent, tu dedisti eis, qui misereberis, cui misertus eris, et misericordiam praestabis, cui misericors fueris ".
36. Et, credo, iam feceris quod te rogo, sed voluntaria oris mei
adproba, Domine4S. Namque illa imminente die resolutionis suae non
43
44
1 Cor 10,17.
Rom 8,34.
" Ps 1-12.2.
"• Iac 2.13.
1 discutiam S.
vero], omnino S.
13 superexultet FVS, superexaltet cet. et edds.
•" Ex 3?,19.
" Ps 118,108.
'
(Vulg.).
IX, 13, 37
381
Confesiones
cuerpo con gran pompa o que fuese embalsamado con preciosas
esencias, ni deseó un monumento escogido, ni se cuidó del sepulcro patrio. Nada de esto nos ordenó, sino únicamente deseó que
nos acordásemos de ella ante el altar del Señor, al cual había servido sin dejar ningún día, sabiendo que en él es donde se inmola
la Víctima santa, con cuya sangre fue borrada la escritura que
había contra nosotros, y vencido él enemigo que cuenta nuestros
delitos y busca de qué acusarnos, no hallando nada en aquel en
quien nosotros vencemos.
¿Quién podrá devolverle su sangre inocente? ¿Quién restituirle
el precio con que nos compró, para arrancarnos de aquél? 64 A este
sacramento de nuestro precio ligó tu sierva su alma con el vínculo
de la fe. Nadie la aparte de tu protección. N o se interponga, ni
por fuerza ni por insidia, el león o el dragón. Porque no dirá
ella que no debe nada, para ser convencida y presa del astuto
acusador, sino que sus deudas le han sido perdonadas por aquel
a quien nadie podrá devolverte lo que no debiendo por nosotros
dio por nosotros.
37. Sea, pues, en paz con su marido, antes del cual y después
del cual no tuvo otro; a quien sirvió, ofreciéndote a ti el fruto
con paciencia, a fin de lucrarle para ti. Mas inspira, Señor mío
y Dios mío, inspira a tus siervos, mis hermanos; a tus hijos, mis
señores, a quienes sirvo con el corazón, con la palabra y con la
pluma, para que cuantos leyeren estas cosas se acuerden ante tu
cogitavit suum corpus sumptuose contegi aut condi aromatis aut monumentum electum concupivit aut curavit sepukhrum patrium: non ista
mandavit nobis, sed tantummodo memoriam sui ad altare tuum fieri
desideravit, cui nullius diei praetermissione servierat, unde sciret dispen5 sari victimam sanctam, qua deletum est chirografum, quod erat contrarium nobis", qua triumphatus est hostis computans delicta nostra et
quaerens, quod obiciat, et nihil inveniens in illo, in quo vincimus. Quis ei
refundet innocentem sanguinem? Quis ei restituet pretium, quo nos emit,
ut nos a'uferat ei? Ad cuius pretii nostri sacramentum ligavit ancilla
10 tua animam suam vinculo fidei. Nemo a protectione tua dirumpat eam.
Non se interponat nec vi nec insidiis leo et draco: ñeque enim responderit, illa nihil se deberé, ne convincatur et obtineatur ab accusatore callido, sed respondebit dimissa debita sua ab eo, cui nemo reddet, quod
pro nobis non debens reddidit.
15
37. Sit ergo in pace cum viro, ante quem nulli et post quem nulli
nupta est, cui servivit fructum tibi afferens cum tolerantiai0 ut eum
quoque lucraretur tibi. Et inspira, Domine meus, Deus meus, inspira
servís tuis, fratribus meis, filiis tuis, dominis meis, quibus et corde et
voce et litteris servio, ut quotquot haec legerint, meminerint ad altare
40
Col 2,14.
1 condi S, condiri cet. et edds, omrtes.
7 quod SV, quid cet. et edd.
14 reddidit], reddit S.
19 haec], hoc S.
3° Le 8,15.
IX, n o t a s
38
2
Confesiones ,
IX, notas
altar de Mónka, tu sierva, y de Patricio, en otro tiempo su esposo, por cuya carne me introdujiste en esta vida no sé cómo. Acuérdense con piadoso afecto de los que fueron mis padres en esta luz
transitoria; mis hermanos, debajo de ti, ¡oh Padre!, en el seno
de la madre Católica, y mis ciudadanos en la Jerusalén eterna, por
la que suspira la peregrinación de tu pueblo desde su salida hasta
su regreso, a fin de que lo que aquélla me pidió en el último
instante le sea concedido más abundantemente por las oraciones
de muchos con estas mis Confesiones, que no por mis solas oraciones ".
tuum Monicae, famulae tuae, cum Patricio, quondam eius coniuge, per
quorum camera introduxisti me in hac vita quemadmodum nescio.
Meminerint cum affectu pió parentum meorum in hac luce transitoria
et fratrum meorum sub te patre in matre catholica et civium meorum in
6 aeterna Hierusalem, cui suspirat peregrinatio populi tui ab exitu usque
ad reditum, ut quod a me illa poposcit extremum uberius ei praestetur
in multorum orationibus per confesiones, quam per orationes meas.
NOTAS
AL
LIBRO
1
IX
El texto: Et hoc erat totum nolle quod volebam et velle quod volébas. Seguimos una puntuación distinta de la edición latina, en la que
nos acomodábamos a las demás ediciones y traducciones. En el caso
de la puntuación anterior la traducción sería ésta: Todo ello estaba en
no querer, etc. Pero nos parece algo desligada de lo anterior esta frase traducida así.
2
Con mano maestra describe en este capítulo el Santo el modo maravilloso cómo la gracia de Dios fue transformando su corazón, sustituyendo las delicias y placeres carnales por otros más sublimes y duraderos, los de Dios, hasta convertirle en un santo. La renovación que se
verifica en todo su ser es tal que el ánimo más prevenido en contra no
puede menos de llenarse de estupor al ver los pasos de gigante que da
en el camino de la santidad. El libro nos ofrece un estado espiritual
de su alma a los doce años de su conversión, estado capaz de causar
admiración a las almas más santas y puras, aunque no es, ni mucho
, menos, el más elevado que adquirió en su carrera mortal, toda consagrada a Dios. Diríase que en San Agustín brilla aún mucho más clara
y poderosamente la gracia de Dios que en San Pablo. San Pablo, antes
de convertirse, era un fiel cumplidor de la ley, virtuoso e instruido;
sólo fue necesario cambiar su voluntad, enemiga del nombre cristiano,
e instruirle en la fe. En San Agustín, en cambio, fue preciso no sólo
quitarle su enemiga contra la fe, instruirle en las cosas de ésta, sino
también, y principalmente, corregir y transformar todos sus instintos
carnales; obra menos aparatosa, pero no menos gloriosa y digna de la
gracia de Cristo.
3
La determinación de Agustín no puede ser más justa y razonable.
Romper bruscamente con la cátedra era dar qué decir a los buenos y a
los malos. Hasta cierto punto era también darse aires de importancia y
2 Itac vita SV, hanc vitam cet. et idis.
Confesiones
383
aparentar deseos de que las gentes se ocupasen de é!. Faltando pocos días
para las vacaciones, ¿no era preferible aguardar un poco y retirarse como
de costumbre, y desde su retiro avisar a los milaneses que no contasen
más con él ?
1
No se sabe a punto cierto cuándo empezaban éstas para los estudiantes, pero es muy probable que siguiesen las de los tribunales y oficinas del Estado, que comenzaban el 22 de agosto y terminaban el 15 de
octubre. Véase lo dicho al final del libro anterior.
5
Salmos 119 a 133. Llamábanse de las gradas porque solían cantarse
al subir las gradas del templo de Jerusalén, que estaba en alto y había
que subir a él por una serie de escalinatas. Cf. Enarrat, in Ps. 119,1, donde explica el sentido místico de estas gradas.
8
Salmo 119,3. «Las saetas agudas son la palabra de Dios... Poco vale
contra la lengua dolosa obrar con palabras... Es necesario obrar con los
ejemplos. Los ejemplos son los carbones devastadores... Los ejemplos de
muchos malos convertidos al Señor son los llamados carbones devastadores
para quebrantar los labios inicuos y la lengua dolosa» (Enarrat. in Ps.
n.5).
' En este texto se habla de la enfermedad del pulmón y de los dolores de pecho como de una sola cosa. Por lo que aquí dice el Santo, parece ser que padecía disnea, con todas las secuelas de esta enfermedad.
Esta misma enfermedad fue la que padeció de niño (I n.17), y de la que
habla en Contra acad. I 3; en De beata vita 4; De ordine 1,5. Dado el
clima duro y húmedo de Milán, no podía menos de resentirse el pecho
delicado del joven retórico, sobre el que había recaído un peso excesivo
de trabajo literario. El mismo San Ambrosio hubo de sentir los efectos de
este clima, enronqueciéndosele fácilmente la voz cuando hablaba, como
queda dicho en el libro anterior. Este mismo dolor de pecho y fatiga hubo
de aquejar a Agustín frecuentemente en su vida, como puede verse por las
confidencias que sobre esto hacía en sus sermones a sus feligreses.
8
En el original hay un juego de palabras (liberos = liberum) que no
ha sido posible reflejar en castellano.
" Alusión al salmo 1,1. Esta concepción de la elocuencia como una
cátedra de mentiras es frecuentísima en el Santo y en la mayor parte de
los escritores de esta época, tanto cristianos como profanos.
Para entender bien esta frase conviene tener en cuenta que él, como
muchos de los Padres anteriores, admitía que las almas de los hombres,
después de la muerte, van a un lugar intermedio—abdita receptacula—,
en el que permanecerán in requie vel aerumna hasta el día de la resurrección universal. En este hades las almas de los justos estarán, como Lázaro,
en el seno de Abraham, y las de los reprobos, aunque sufriendo, no serán
todavía castigadas con el fuego, por lo que sus sufrimientos, comparados
con los del infierno, son «como un sueño comparado con la realidad».
Después del juicio los justos entrarán en el reino de los cielos y los reprobos en el infierno, que no tendrá fin. (Cf. De civ. Dei XXI 13,16;
Sermo 177,2 y 328,5; Enarrat. in Ps. 36,1,18; Enchir. 109). En este sentido se debe tomar la definición que da del seno de Abraham en De anima et eius origine IV 16,24: «Entiendo por seno de Abraham aquella
sede remota y secreta de descanso donde está Abraham (no donde estaba,
como insinúa entre paréntesis y en forma de duda Llovera). En términos
parecidos se expresa San Ambrosio. Cf. P. J. M., nota sobre este lugar.
" Se ha discutido mucho acerca del lugar de este nombre y aun del
nombre mismo. Hasta rio hace mucho, guiados por la opinión de Manzoni,
expuesta en apéndice en la Historia de San Agustín por Poujoulat, se había creído que se trataba de la actual villa Casciago, cerca de Várese, en
384.
Confesiones
IX, notas
Monte Rosa. Pero los estudios y descubrimientos modernos demuestran suficientemente que se trata de la actual Cassago, en Brianza, a unos treinta
y tres kilómetros de Milán. Primero, M. Biraghi, luego G. Barberis, algunos años después, L. Bertrand y últimamente Morin, han sido los grandes
defensores de esta hipótesis, que ha pasado a tesis. Respecto del nombre,
desde los Maurinos se ha venido escribiendo con preferencia Casieiaco;
pero esta lección, aunque ofrecida por los códices más antiguos y no de los
peores, no satisface del todo, debiendo ceder su lugar a Cassiaco, lección
menos autorizada según los códices, pero que tiene a su favor numerosas
razones. La primera es la paronomasia entre cassiaco e incaseato, reconocida por todos, y que quedaría destruida admitida la primera. Segunda,
la relación filológica entre Cassiaco y Cassago, mucho más estrecha que
con Cassiciaco. Tercera, que los códices que representan la tradición italiana, particularmente milanesa, ofrecen esta lectura, levemente modificada:
Cassiato, P 2 Q. Cuarta, que no se halla en toda la historia y literatura latina un nombre semejante, y que los primeros documentos latinos que se
hallan de este lugar (dos contratos de compraventa de los siglos IX y x)
dan la lectura Cassiacum. Quinta, que, significando este nombre lugar de
casias—la casia/es una especie de tomillo, según Virgilio—, sólo esta forma es correcta como sus similares Cassia, Cassiano, Cassino, Cassio, etc.
Con todo, siguiendo a la tradición, leeremos Casieiaco.
12
Salmo 67,16. Asociación de imágenes: el monte de Cassiaco y el
monte Cáseo, e. Cristo.
13
Véase lo que dijimos en el libro VI 10,17 nota. Aunque la mayor
parte de los historiadores ponen la muerte de Nebridio en el 391, no puede extenderse más allá del 390. Nos quedan de él algunas epístolas, que
figuran entre las de San Agustín, con los números 3,4,7,9,10,11,12,13
y 14, comprendidas las respuestas del gran Doctor. Ellas mejor que ninguna otra cosa nos revelan el carácter profundamente delicado de su corazón, su entusiasmo por el Maestro y su espíritu terriblemente escrutador
de las cuestiones más difíciles. San Agustín sintió por él verdadero cariño de padre. Sus cartas de contestación están llenas de frases, de insinuaciones tiernísimas para este «amigo dulcísimo», a quien él mismo en sus
Confesiones quiso coronar con la corona de la inmortalidad humana. Está
fuera de duda que, a pesar del cuidado con que el Santo guardaba sus
cartas, se ha perdido gran parte de la correspondencia, como se desprende
de las contestaciones del primero, que alude a cartas que hoy no poseemos. De la Epístola 10 se desprende que Nebridio se hallaba mal ya a
principios del 89. Probablemente de tisis pulmonar adquirida en Italia.
Por lo que aquí dice el Santo, parece que profesó la doctrina maniquea
respecto de la encarnación del Verbo. Bien pudiera ser este error de distinta procedencia; pero si es de los maniqueos, debió salir muy pronto de
la secta, quedando en él este residuo extraño.
14
Son estos libros los tres Contra los académicos, De la vida feliz,
Del Orden y los Soliloquios,
15
Sólo de este período nos quedan la 3 y 4.
10
Advertencia digna de tenerse en cuenta para el valor autobiográfico de las Confesiones. La estancia de San Agustín en Casieiaco no fue
un retiro espiritual, aunque sí surtió efectos semejantes. La villa o quinta
de Casieiaco era una granja agrícola. Agustín debía de estar al frente de
ella y ejercer cierta superintendencia sobre los empleados. Parte del día
lo empleaba con sus discípulos, leyéndoles algún libro de Virgilio, el
Hortensia, de Cicerón, o disputando de cuestiones filosóficas a la sombra
de los castaños o en la sala de los baños, si el día estaba malo. Por la
noche, la mayor parte la pasaba en oración, llorando sus pecados y me-
IX, notas
Confesiones
385
ditando los Salmos, que constituyeron su libro de meditaciones predilecto.
Las obras escritas en este tiempo son de las más hermosas del Santo, y si
bien no tienen la originalidad y vuelo de los Diálogos de Platón y Cicerón, los superan, en cambio, en realidad, en movimiento dramático, en
frescura de estilo y amenidad de lenguaje.
1?
Tescari, según Llovera, cree que se trata del neologismo Salvator,
el cual se negaba a admitir Alipio en sustitución de Servator. N i este lugar
ni ningún otro del Santo dan fundamento para una afirmación semejante,
como acertadamente observa el traductor catalán. Aquí no se habla más que
del nombre de Jesucristo, que es el que tenía a menos estampar en sus
escritos Alipio, deseando que éstos no oliesen a las Sagradas Escrituras,
simbolizadas por las hierbas eclesiásticas, sino a los maestros de la Academia, etc. Cf. Serm. 299,6, texto paralelo de éste.
" Debe entenderse como de personas principales y que participaban de
sus sentimientos, porque juntamente con su madre y Alipio se hallaban
en la quinta su hijo Adeodato, Navigio, su hermano; Trigecio y Licencio,
Lartidiano y Rústico, primos suyos, y Evodio.
" Llovera cree ver en esto una alusión particular a sus amigos Honorato, Romaniano, aún maniqueo. No nos parece sólidamente fundada esta
conjetura, tanto más cuanto que en estos momentos no era fácil supiera el
estado de ánimo de sus amigos sobre este particular.
20
«¿Qué es aquello mismo? Aquello que es siempre del mismo modo;
que no es ahora una cosa y luego otra. Aquello que es..., aquello que es
eterno», etc. (Enarrat. in Ps. 121,5). Conviene advertir que esta expresión in idipsum, tan usada por el Santo y tan magníficamente comentada
en multitud de lugares de sus obras, como acertada expresión de la esencia divina, en este caso no significa en el original hebreo tal cosa, sino
ahora, debiendo traducirse el salmo en esta forma: «Ahora dormiré y descansaré en paz.»
21
Los maniqueos, contra quienes viene hablando en todos estos números.
"'" Algunos manuscritos y ediciones y traducciones: con simple afecto
lección evidentemente errónea.
23
Recuérdese el temor que tuvo el Santo a la muerte. Este dolor de
muelas tan terrible y repentino puso delante de su vista nuevamente a
aquélla, haciéndole ver lo frágil y caduco de la vida humana. Al presente, el temor que le embarga frente a esta idea no es ya sino por sus pecados, que todavía no estaban remitidos y borrados por las aguas del bautismo.
24
Esta renuncia, hecha desde luego bastante antes de terminarse las
vacaciones (15 de octubre), pudo hacerla el Santo antes de ir a Cassiaco
o estando ya en esta villa. Llovera cree que debió de ser de palabra, antes
de partir. A nosotros nos parece, sin embargo, más probable que debió
hacerla desde Cassiaco, parte por tener un viso de probabilidad su incapacidad física para las faenas escolares, pues estando las vacaciones por medio fácilmente podía reponerse, y en todo caso le obligaría a esperar los
resultados de las mismas; y parte porque, estando ausente, las quejas y
los ruegos de los milaneses habían de ser más fácilmente superados que
no de palabra. El texto parece sugerir esto mismo.
"° Es cosa verdaderamente extraña que, después de una conversión tan
solemne y sincera, ni Agustín se atreviera personalmente a abrir su pecho
al obispo de Milán, ni éste le ofreciera ocasión para ello. Agustín se dirige a él por escrito para exponerle su vida y andanzas. Este solo hecho
revela la poca o ninguna amistad, lo que se dice amistad, entre ambos
Doctores, tan diferentes en edad, en educación y temperamento. RecuérS.Ag.
2
13
386
Confesiones
IX, n o t a s
dése lo que en otra parte dijimos sobre el particular y la dulce queja
que de esta falta de confianza y cariño de amigo deja escapar en los Soliloquios.
26
Sobre la frase «dar el nombre», nomen daré, véase el I. vin, 4 nota.
27
A primeros de marzo, pues debiéndose hacer la inscripción al comenzar la cuaresma (cf. DUCHESNE, Origines du cuite chrétien, p.283)
y comenzando ésta el 10 de dicho mes de 387, no debían esperar al último día.
28
Este libro, escrito ya en el monasterio de Tagaste, es uno de los
más hermosos y originales del Santo. En él proclama la doctrina del
maestro interior, Dios, que entronca con las concepciones de San Justino,
Clemente Alejandrino y demás representantes de la filosofía helenocristiana. San Agustín condensa en estas breves palabras su contenido: «En
él se discute, y se busca, y se demuestra que no hay ningún maestro
que enseñe al hombre la ciencia sino Dios, según aquello: Uno sólo es
vuestro maestro, Cristo» (Retract. I 12).
25
En esta pintura, real, sin duda alguna, se deja traslucir el amor y
orgullo de padre, ciertamente legítimo, ante las cualidades intelectuales
y morales de aquel hijo tan distinto en temperamento de su mismo padre.
No era de la sangre de su abuelo, sino de Mónica.
30
El 24-25 de abril, por mano de San Ambrosio. Cf. Epist. 142,23,52;
Contra luí. pelag. 1,3.10. Bueno será advertir que la tradición de que en
este momento se compuso el himno Te Deum laudamus, alternando los
dos grandes Doctores, no tiene más fundamento que el Cronicón de Datio, verdadero archivo de leyendas y fábulas. Ni San Agustín, ni San
Ambrosio, ni San 'Posidio ni ninguno de los contemporáneos hablan nada
de este himno. La crítica moderna está unánime en atribuirlo a Nicetio, obispo de Remesiana, en Dalmacia. El Breviario conserva todavía en
parte la tradición antigua, dándole el título de Himno ambrosiano, pero
ni por su origen ni por su factura interna le conviene semejante nombre. La atribución, sin embargo, de este himno a San Ambrosio y San
Agustín—como dice E. Portalié—simboliza admirablemente la alegría de
la Iglesia al recibir en su seno al que había de ser su máximo Doctor.
31
San Ambrosio escribió muchos himnos que tuvieron una gran aceptación en el pueblo, hasta llegar a acusarle sus enemigos de que seducía
y sugestionaba a ése con ellos. El Santo lo reconoce y se alegra de ello
(Contra Auxen. 34). En la PL de Migne figuran muchos atribuidos al
santo Obispo de Milán. Sólo de cuatro consta rigurosamente de su autenticidad, por citarlos expresamente San Agustín, y Fausto de Riez, el cuarto. Estos son el Aeterne verum conditor, Deus creator omnium, lam surgit
hora tenia y Veni redemptor gentium. Migne añade como auténticos otros
ocho, pero no consta ciertamente de su autenticidad.
• 32 Concuerdan con estas palabras las del diácono Paulino, historiador
de San Ambrosio: «Por este tiempo—dice—comenzaron a celebrarse en
la iglesia de Milán las antífonas (cantos alternantes), himnos y vigilias.
Y la celebración de estos cánticos perdura no sólo en aquella iglesia,
sino en casi todas las provincias de Occidente» (Vita S. Ambrosii 13).
33
Era esta Justina decidida partidaria de los arríanos, que pedía para
éstos «no ya la Porciana, sino la nueva intra muros, por ser más grande»,
como dice el mismo Ambrosio en la Epist. 20,1. Este hecho debió impresionar profundamente a Agustín y aumentar su admiración hacia el
Obispo de Milán.
' 4 Llamada así no de San Ambrosio, sino de su fundador, un tal Ambrosio, así como la de Fausto, de las que habla el Obispo de Milán en
la Epist. 22,2,
IX, n o t a s
35
Confesiones
387
La veracidad de este hecho y milagro está admirablemente constatada por San Andrés (Epist. 22,2-17), que le da el nombre de Severo;
Paulino (Vita S. Ambrosii 14) y por el mismo Agustín (De civ. Dei
XXII 8 y Serm. 286,4). En este último lugar da, ad«más, la noticia de
que este ciego se consagró al servicio de esta iglesia perpetuamente, donde le dejó ya el mismo Agustín y donde supone que continúa todavía
sirviendo por no haber oído nada de su muerte.
3B
Alusión al profeta Isaías 40,6.
37
Respecto de la palabra militare y de los agentes de negocios, cf. VIII
15 nota. Evodio es uno de los interlocutores del diálogo De quantitate
animae y De libero arbitrio. Consérvanse de él cuatro epístolas a Agustín
—158,160,161,163—y otras cuatro de éste a aquél—159,162,164,169—.
Fue obispo de Uzala, próxima a Utica, y uno de los delegados por el
concilio de Cartago del 404 para implorar justicia del emperador Honorio contra los desmanes de los donatistas. Intervino en la cuestión pelagiana del convento de Adrumeto. Sostuvo una polémica con Proculeyano,
donatista, e intervino en casi todos los concilios de África contra los donatistas y pelagianos. La crítica moderna le atribuye la obra De fide
contra manichaeos, que figura entre las de San Agustín.
38
Y como suelen llevarles todavía las argelinas, según testimonio ocular de Luis Bertrand (Saint Augustin p.30).
39
Todos los códices escriben: praepositos homines, pero el sentido
está pidiendo otra palabra. Antonio Arnauld conjetura: praeposteros homines o pravos homines, conjeturas que tienen todos los visos de probabilidad. Knoll: reprobos h.; edición de París: pravos h. La conjetura de Arnauld puede alegar en su favor De moribus Eccl. cath. 25,47. Un poco
más abajo dice el mismo Santo: Sic inimici litigantes plerumque corrigunt; nec tu quod per eos agis, sed quod ipsi voluerunt retribues eis.
40
Empleamos esta palabra de factura moderna, pero equivalente a la
de pequeña señora del original.
41
El texto: meribibula = bebedorcilla de vino, palabra usada por San
Agustín solamente. Equivale a nuestra borrachína. Este lugar fue años
después sacado a colación por Juliano de Edana para herir con él al
Santo a falta de argumentos que oponerle: «Te has atrevido a ultrajar
a mi madre, que no te causó mal alguno, que jamás te contradijo... Pero
¿ qué extraño es que tú seas enemigo de ella, si eres enemigo de la gracia, que la libró de,aquel defecto de su juventud? Por lo que a mí toca,
yo honro en tus padres a cristianos católicos y les felicito de haber muerto antes de verte hereje» (Contra lulianum, opus imperf. I 68).
42
El texto: iniurias cubilis, palabra bien expresiva para indicar el
alcance de sus infidelidades conyugales.
43
San Agustín habla de las «tablas matrimoniales» en el sermón 322,
haciendo reflexiones semejantes a las aquí puestas en boca de su madre.
44
Este testimonio parece estar en contra o al menos atenúa la pobreza que Agustín atribuye a sus padres. Una casa que tiene tal servicio de
mesa y nodrizas y criadas no debía ser tan pobre. Es posible que el Santo
se refiera a los bienes patrimoniales inmuebles. Patricio, del número de
los curiales, según Posidio (Vita I 1), debía tener un sueldo suficientemente remunerador para vivir decorosamente, aunque no con derroche.
43
Patricio murió prematuramente. Mónica podía estar satisfecha del
Señor, que le concedía esta gracia cuando aún podía disfrutar mucho
tiempo ele ella. Es posible que se prometiera mucho de él, hasta asociarle
a la gloria de la santidad. La realidad fue otra. Patricio murió al año
siguiente, poco más. Agustín, avaro de noticias sobre su padre, ni aún
detalles de su muerte nos ha dejado. No es exacto, sin embargo, como
388
Confesiones
IX, n o t a s
afirman algunos historiadores del Santo, que éste «no le podía amar».
Este cuadro final está trazado, aunque con pocos rasgos, sí con mano
cariñosa y filial. Agustín heredó, es cierto, muchas malas cualidades de
su padre, pero también muchas buenas, y éstas, junto con las recibidas
de su madre, son .las que constituyen ese su carácter y personalidad singularísimos, compuestos de ternura femenina y firmeza batalladora indomable.
40
No sabemos de dónde han podido sacar los historiadores y pintores del Santo y aun del autor de las lecciones de la fiesta de la Santa
que contemplaban el mar. Luis Bertrand, que ha estudiado sobre el terreno la cuestión, llega a esta conclusión: de que desde donde estaba la
hospedería en que se hallaban no era posible ver el mar, por hallarse por
medio un pequeño montículo que lo estorbaba. Como se ve, San Agustín
no dice nada, y dando el detalle del huerto no da el del mar, que de
seguro no hubiera omitido en caso contrario.
47
«En la Verdad, que permanece, no hay pasado ni futuro, sino presente... Examina las mutaciones de las cosas y hallarás fue y será; piensa
en Dios y hallarás es, pero no fue o será» (Tract. in loan. 38,10).
" Sap 7,27. Ary Scheffer ha hecho célebre en el mundo del arte esta
escena con su cuadro maravilloso y expresivo, al que faltan sólo algunos
detalles históricos, pero que transcribe admirablemente el estado de éxtasis de estas dos almas. ¿Qué vio Mónica en este rapto? ¿Acaso los triunfos de su hijo y de aquellos otros hijos espirituales que se agrupaban
en traje de siervos de Dios en torno a su lecho? Nadie lo sabe.
•*' No es difícil ver en esta página un eco de Plotino, pero un eco
nada más. En la "Ennéada V 1,2, hablando éste de la contemplación del
alma universal, escribe: «Para elevarse a esta contemplación, el alma
debe hacerse digna por su nobleza, estar libre del error y hallarse apartada de los objetos que cautivan la vista de las almas vulgares; debe
después ensimismarse en un recogimiento profundo y hace callar todo en
torno de ella, no sólo la agitación del cuerpo que la envuelve y el tumulto de las sensaciones, sino todo lo que le rodea: que calle todo, que
calle la tierra, el mar, el aire y el cielo mismo». Plotino no se detiene
en la contemplación del Alma universal, sino que, subiendo más arriba,
quiere llegar hasta la Unidad soberana, fin y principio de todo, y en cuya
contemplación o éxtasis el alma halla su felicidad y perfección. El éxtasis plotiniano no tiene nada que ver con el de Ostia. Son dos hechos de
naturaleza distinta. Agustín, en su explicación, aprovecha algunas nociones plotioianas en cuanto pueden ser aprovechadas. Pero tanto en el fondo como en la forma las páginas admirables de estos dos genios contemplativos difieren sustancialmente.
50
Mónica había terminado su misión y su carrera. Nada hacía ya en
este mundo. Lejos de ayudar a su hijo en algo, tal vez podía constituir
un estorbo para él. La mano de Dios, que había regido tan providencialmente a estas dos almas, iba a separarlas aquí abajo, coronando los méritos de la una y dejando libre de embarazos a la otra para darse toda a
Dios y a su Iglesia.
51
Muchos creen ver en este deliquio o desmayo un éxtasis. El Santo
nada indica ni aun lo sugiere.
32
Llamábase éste Navigio, como claramente se dice en De beata vita
VI 14,17; De ordine I 2,5.
53
Emplea en el texto la palabra latina rererberans, que significa herir, azotar, repeler, castigar, reprender, etc., todos los cuales significados
tiene aquí, sin que tengamos en castellano una palabra que los contenga todos.
IX, notas
54
Confesiones
389
Creemos que éste debe ser el sentido del verbo latino exercebat/tr.
Con estas lacónicas palabras, de sabor de epitafio, termina el Santo
la narración de la vida de su madre, de una vida tan íntimamente ligada
con la suya que no se podrá conocer y entender la una sin la otra. El
cuadro que de ella nos ha trazado, con todo el cariño y respeto que
puede infundir una madre apasionada y santa, es de mano maestra y
difícilmente podrá ser superado. Digno homenaje de un hijo a su madre,
a quien todo se lo debe.
,e
La tradición cristiana y la Iglesia han refrendado este juicio de San
Agustín, elevándola al honor de los altares.
°7 Recuérdese la expresión semejante lanzada al describir su separación de la primera mujer, la madre de Adeodato. También se expresa
así al hablar del amigo de la infancia; mas nótese que en los citados
lugares desaprueba el Santo semejante modo de hablar, no diciendo»nada
de éste.
58
Esto indica claramente que la costumbre y ritos de celebrar las exequias eran diferentes en África. En ¡a Epist. 158,2, en efecto, describe
éstas con motivo de la noticia de la muerte de un amanuense suyo que
da a Evodio. «Murió—dice—y se le hicieron unas exequias muy solemnes y dignas de tan gran alma; porque durante tres días le lloraron con
himnos (himno en San Agustín es todo canto de música, sea salmo o
himno propiamente dicho), ofreciendo al tercero el sacrificio de la redención sobre su sepulcro».
,a
Por creer que balneo o balanion venía de las palabras griegas bailo
—arrojar—y anía—tristeza o aflicción—. Esta etimología, fundada nada
más que en la forma externa, es hoy desechada por los filólogos como
falsa.
60
Literalmente: «Dios criador de todas las cosas,—Rector del orbe,
que vistes — al día de luz hermosa, — la noche de grato sueño. — Para
que el descanso a los miembros laxos — los devuelva al uso del trabajo
— y alivie las mentes cansadas — y libre los pechos angustiados».
01
Recelo frecuente en el Santo.
"~ San Agustín habla con elogio y cariño filial de su madre en los
Diálogos de Cassiaco, en De dono perseverantiae 53 y en De cura pro
mortuis gerenda 16. El cuerpo de Santa Mónica, enterrado en la cripta
de la iglesia de Santa Áurea, permaneció oculto en ella hasta que, descubierto en 1430 por Martín V, fue trasladado con toda la pompa a la
iglesia de San Trifón, en Roma, obrándose numerosos milagros en su
traslado. Hoy se conservan sus restos en la iglesia de su nombre en dicha
ciudad.
El Sessoriano, con Llovera: en el cual reprendí después los afectos
carnales, lección a todas luces errónea y que pugna con las últimas frases del capítulo anterior y con todo el contexto.
64
Refiérese el Santo a Cristo, no al demonio, como traducen casi todos
los antiguos y modernos, a excepción de J. Martín Zeballos y Llovera.
ü
" Aquí termina la primera parte de las Confesiones y tal vez la primera redacción de las mismas, como veremos más adelante. El modo de
terminar esta parte y el fin propuesto por el autor: reseñar los caminos,
estímulos y consolaciones con que el Señor quebrantó su cerviz para que
se convirtiese a él de corazón, parecen sugerir esto mismo. Cf. las notas
al c.3 n.4 del libro siguiente. Véase Llovera, nota proemial VII nota 3,
quien hace suya esta nuestra división y advertencia de la edición latina.
oS
X,3, 3
LIBRO
DÉCIMO
CAPITULO
I
1. Conózcate a ti, Conocedor mío, conózcate a ti como soy
conocido. Virtud de mi alma, entra en ella y ajúsfala a ti, para
que la tengas y poseas sin mancha ni ruga.
Esta es mi esperanza, por eso habllo; y en esta esperanza me
gozo cuando rectamente me gozo. Las demás cosas *de esta vida,
tanto menos se han de llorar cuanto más se las llora, y tanto más
se han de llorar cuanto menos se las llora.
He aquí que amaste la verdad, porque el que la obra viene
a la luz. Quiérola yo obrar en mi corazón, delante de ti por esta
mi confesión y delante de muchos testigos por este mi escrito '.
CAPITULO
II
2. Y ciertamente, Señor, a cuyos ojos está siempre desnudo
el abismo de la conciencia humana, ¿qué podría haber oculto en
mí, aunque yo no te lo quisiera confesar? Lo que haría sería escondérteme a ti de mí, no a mí de ti. Pero ahora que mi gemido
es testigo de que yo me desagrado a mí, tú brillas y me places
y eres amado y deseado hasta avergonzarme de mí y desecharme
y elegirte a ti, y así no me plazca a ti ni a mí si no es por ti.
C
A
pu
T
i
1. Cognoscam te, cognitor meus, cognoscam sicut et cognitus sum '.
Virtus animae meae, intra in eam et coapta tibi, ut habeas et possideas
sirte macula et ruga °. Haec est mea spes, ideo Joquor et in ea spe gaudeo,
5 quando sanum gaudeo. Cetera vero vitae huius tanto minus flenda, quanto magis fletur, et tanto magis flenda, quanto minus fletur in eis. Ecce
enim veritatem dilexisti3. Quoniam qui jacit eam, venit ad lucetn", voló
eam faceré in corde meo, coram te in confessione, in stilo autem meo
coram multis testibus.
10
C A p u T 11
2. Et tibi quidem, Domine, cuius oculis nuda est abyssus humanae
conscientiae, quid occultum esset in me, etiamsi nollem confiteri tibi ? Te
enim mihi absconderem, non me tibi. Nunc autem quod gemitus meus
testis est displicere me mihi, tu refulges et places et amaris et desideraris,
15 ut erubescam de me et abiciam me atque aligam te et nec tibi nec mihi
1
1 Cor 13.11.
' Eph 5,27.
391
Confesiones
Quienquiera, pues, que yo sea, manifiesto soy para ti, Señor.
También he dicho yo el fruto con que te confieso; porque no
hago esto con palabras y voces de carne, sino con palabras del
alma y damor de la mente, que son las que tus oídos conocen.
Porque, cuando soy malo, confesarte a ti no es otra cosa que desplacerme a m í ; y cuando soy piadoso, confesarte a ti no es otra
cosa que no atribuírmelo a mí. Porque tú, Señor, eres el que bendices al justo, pero antes le haces justo de impío.
Así, pues, mi confesión en tu presencia, Dios mío, se hace
callada y no calladamente: calla en cuanto al ruido [de las palabras}, clama en cuanto al afecto. Porque ni siquiera una palabra
de bien puedo decir a los hombres si antes no la oyeres tú de mí,
ni tú podrías oír algo tal de mí si antes no me lo hubieses dicho
tú a mí.
CAPITULO
III
3. ¿Qué tengo, pues, yo que ver con los hombres, para que
oigan mis confesiones, como si ellos fueran a sanar todas mis enfermedades? Curioso linaje para averiguar vidas ajenas, desidioso
para corregir la suya. ¿Por qué quieren oír de mí quién soy, ellos
que no quieren oír de ti quiénes son ? ¿Y de dónde saben, cuando
me oyen hablar de mí mismo, si les digo verdad, siendo así que
ninguno de los hombres sabe lo que pasa en el hombre, si no es
el espíritu del hombre, que, existe en él? Pero si te oyeren a ti
hablar de ellos, no podrán decir: «Miente el Señor.» Porque ¿qué
placeam nisi de te. Tibi ergo, Domine, manifestus sum, quicumque sim.
Et quo fructu tibi confitear, dixi. Ñeque id ago verbis carnis et vocibus,
sed verbis animae et clamóte cogitationis, quem novit auris tua. Cum enim
malus sum, nihil est aliud confiteri tibi quam displicere mihi; cum vero
5 pius, nihil est aliud confiteri tibi quam hoc non tribuere mihi, quoniam
tu, Domine, benedkis iustum s ; sed prius eum justificas impium c . Confessio itaque mea, Deus meus, in conspectu tuo tibi tacite fit et non
tacite. Tacet enim strepitu, clamat affectu. Ñeque enim dico recti aliquid
hominibus, quod non a me tu prius audieris, aut eliam tu aliquid tale
10 audis a me, quod non mihi tu prius dixeris.
.
C AP U T
III
3. Quid mihi ergo est cum hominibus, ut audiant confessiones meas,
quasi ipsi sanaturi sint omnes languores meos?1 Curiosum genus ad cognascendam vitam alienam, desidiosum ad corrigendam suam. Quid a me
15 quaerunt audire qui sim, qui nolunt a te audire qui sint ? Et unde sdunt,
cum a me ipso de me ipso audiunt, an verum dicam, quandoquidem nemo
sc'tt hominum, quid agatur in bomine, nisi spiritus bominis, qui in ipso
est?'' Si autem a te audiant de se ipsis, non poterunt dicere: «Mentitur
3
Ps 50.R.
* lo 3,21.
5
6
Ps 5,13.
Rom 4,5
' Ps 102,3.
M Cor 2,11.
392
Confesiones
X, 3,4
es oírte a ti hablar de ellos sino conocerse a sí ? ¿Y quién hay que
se conozca y diga «es falso», si él mismo no miente?
Mas porque la caridad todo lo cree—entre aquellos, digo, a
quienes unidos consigo hace una cosa—1, también yo, Señor, aun
así me confieso a ti, para que lo oigan los hombres, a quienes no
puedo probarles que las cosas que confieso son verdaderas. Mas
créanme aquellos cuyos oídos abre para mí la caridad.
4. N o obstante esto, Médico mío íntimo, hazme ver claro
con qué fruto hago yo esto. Porque las confesiones de mis males
pretéritos—que tú perdonaste ya y cubriste, para hacerme feliz en
ti, cambiando mi alma con tu fe y tu sacramento—, cuando son
leídas y oídas, excitan al corazón para que no se duerma en la
desesperación y diga: «No puedo», sino que le despierte al amor
de tu misericordia y a la dulzura de tu gracia, por la que es poderoso todo débil que sé da cuenta por ella de su debilidad ~.
Y deleita a los buenos oír los pasados males de aquellos que
ya carecen de ellos; pero no les deleita por aquello de ser malos,
sino porque lo fueron y ahora no lo son.
¿Con qué fruto, pues, Señor mío—a quien todos los días se
confiesa mi conciencia, más segura ya con la esperanza de tu misericordia que de su inocencia—, con qué fruto, te ruego, confieso delante de ti a los hombres, por medio de este escrito, lo que
yo soy ahora, no lo que he sido? Porque ya hemos visto y consignado el fruto de confesar lo que fui'.
Pero hay muchos que me conocieron, y otros que no me
conocieron, que desean saber quién soy yo al presente en este
tiempo preciso en que escribo las Confesiones; los cuailes, aun-
5
10
15
20
Dominus.» Quid est enim a te audire de se nisi cognoscere se? Quis
porro cognoscit et dicit: «Falsum est», nisi ipse mentiatur? Sed quia
caritas omnia credit, Ínter eos utique, quos conexos sibimet unum facit,
ego quoque, Domine, etiam sic tibi confíteor, ut audiant nomines, quibus
demonstrare non possum, an vera confitear; sed credunt mihí, quorum mihi
aures caritas aperit.
4. Verum tamen tu, medice meus intime, quo fructu ista faciam,
eliqua mihi. Nam confessiones praeteritorum malorum meorum, quae remisisti et texisti, ut beares me in te, murans animam meara fide et sacramentó tuo, cum leguntur et audiuntur, excitant cor, ne dormiat in desperatione et dicat: «Non possum», sed evigitet in amore misericordiae
tuae et dulcedine gratiae tuae, qua potens est omnis infirmus, qui sibi per
ipsam fit conscius infirmitatis suae. Et delectat bonos audire praeterita
mala eorum, quia iam carent eis, nec ideo delectat, quia mala sunt, sed
quia fuerunt et non sunt. Quo itaque fructu, Domine meus, cui cotidie
confitetur conscientia mea spe misericordiae tuae securior quam innocentia
sua, quo fructu, quaeso, etiam hominibus coram te confíteor per has utreras adhuc quis ego sim, non quis fuerim? Nam iilum fructum vidi et
commemoravi. Sed quis adhuc sim ecce in ipso tempore confessionum
mearum, et multi hoc nosse cupiunt, qui me noverunt, et non me rove-
X, 4 , 5
Confesiones
393
que hanme oído algo o han oído a otros de mí, pero no pueden
aplicar su oído a mi corazón, donde soy lo que soy \ Quieren,
sin duda, saber por confesión mía lo que soy interiormente, allí
donde ellos no pueden penetrar con la vista, ni el oído, ni la mente. Dispuestos están a creerme, ¿acaso lo estarán a conocerme?
Porque la caridad, que los hace buenos, les dice que yo no les
miento cuando confieso tales cosas de mí y ella misma hace que
ellos crean en mí.
CAPITULO
IV
5. Pero ¿con qué fruto quieren esto? ¿Acaso desean congratularse conmigo al oír cuánto me he acercado a ti por tu gracia
y orar por mí a!l oír cuánto me retardo por mi peso ? Me manifestaré a los tales, porque no es pequeño fruto, Señor Dios mío, el
que sean muchos los que te den gracias por mí y seas rogado de
muchos por mí. Ame en mí el ánimo fraterno lo que enseñas se
debe amar y duélase en mí de lo que enseñas se debe doler. Haga
esto efl ánimo fraterno, no el extraño, no el de hijos ajenos, cuya
boca habla la vanidad y su diestra es la diestra de la iniquidad,
sino el fraterno, que cuando aprueba algo en mí se goza en mí
y cuando reprueba algo en mí se contrista por mí, porque, ya me
apruebe, ya me repruebe, me ama.
Me 'manifestaré a estos tales. Respiren en mis bienes, suspiren en mis males. Mis bienes son tus obras y tus dones; mis males
runt, qui ex me vel de me aliquid audierunt, sed auris eorum non est
ad cor meum, ubi ego sum quicumque sum. Volunt ergo audire, confitente
me, quid ipse intus sim, quo nec oculum nec aurem nec mentem possunt
intendere; credituri tamen volunt, numquid cognituri? Dicit enim eis cari5 tas, qua boni sunt, non mentiri me de me confitentem, et ipsa in eis
credit mihi.
C A P U T IV
5. Sed quo fructu id volunt? An congratulan mihi cupiunt, cum audierint quantum ad te accedam muñere tuo, et orare pro me, cum audie10 rint, quantum retarder pondere meo? Indicabo me talibus. Non enim parvus est fructus, domine Deus meus, ut a multis tibi gratiae agantur de
nohis " et a multis rogeris pro nobis. Amet in me fraternus animus quod
amandum doces, et doleat in me quod dolendum doces. Animus ille hoc
faciat fraternus, non extraneus, non filiorum alienorum, quorum os locu15 tum est vanitatem, et dextera eorum dextera iniquitatis 10, sed fraternus
ille, qui cum approbat me, gaudet de me, cum autem improbat me, contristatur pro me, quia sive approbet sive improbet me, diligit me. Indicabo
me talibus; respirent in bonis meis, suspirent in malis meis. Bona mea
" 2 Cor 1,11.
'" Ps 143,7.
2 confitente CDHST, confitentem cet. et edds.
394
Confesiones
X,4,6
X, 5, 7,
son mis ¡pecados y tus juicios. Respiren en aquéllos y suspiren en
éstos, y el h i m n o y el llanto suban a tu presencia de los corazones
fraternos, tus turíbulos.
Y tú, Señor, deleitado con la fragancia de tu santo templo,
compadécete
de mí, según tu gran misericordia,
por amor de tu
n o m b r e ; y n o a b a n d o n a n d o en m o d o alguno tu obra comenzada,
consuma en m í lo que hay de imperfecto.
6. Este es el fruto de mis confesiones, n o de lo q u e he sido,
sino de lo q u e soy. Q u e yo confiese esto, n o solamente delante de
ti con secreta alegría mezclada de temor y con secreta tristeza mezclada de esperanza, sino también en los oídos de los creyentes
hijos d e los h o m b r e s , compañeros de mi gozo y consortes de mi
mortalidad, ciudadanos míos y peregrinos conmigo, anteriores y
posteriores y compañeros d e mi vida. Estos son tus siervos, mis
hermanos, q u e tú quisiste fuesen hijos tuyos, señores míos, y a
quienes m e mandaste q u e sirviese si quería vivir contigo de ti.
Poco hubiera sido de provecho para m í si tu V e r b o lo hubiese
m a n d a d o de p a l a b r a y n o hubiera ido delante con la obra. P o r eso
h a g o yo también esto con palabras y con hechos, y lo h a g o bajo
tus ailas y con u n peligro e n o r m e m e n t e g r a n d e , si n o fuera p o r q u e
bajo rus alas t e está sujeta mi alma y t e es conocida mi flaqueza.
P e q u e ñ u e l o soy, mas vive p e r p e t u a m e n t e m i P a d r e y tengo en
él tutor idóneo. El es el mismo que m e e n g e n d r ó y m e defiende,
y t ú eres todos mis bienes, tú O m n i p o t e n t e , q u e estás conmigo
aun desde antes de q u e yo lo estuviera contigo.
instituía tua sunt et dona tua; mala mea delicta mea sunt et iudicia tua.
Respirent in illis et suspirent in his et hymnus et fletus ascendant in
conspectum tuum de fraternis cordibus, turibulis tuis. Tu autem, Domine,
delectatus odore templi sancti tui, miserere mei secundnm magnam mise5 ricordiam tuam11 propter nomen tuum et nequáquam deserens capta tua
consumma imperfecta mea.
6. Hic est fructus confessionum mearum, non qualis fuerim, sed quaJis sim, ut hoc confitear non tantum coram te secreta exsultatione cum
tremore et secreto maerore cum spe, sed etiam in auribus credentium fi10 liorum hominum, sociorum gaudii mei et consortium mortalitatis meae,
civium meorum et mecum peregrinorum, praecedentium et consequentium
et comitum vitae meae. Hi sunt servi tui, fratres mei, quos filios tuos esse
voluístí, dóminos meos, quibus iussisti ut serviam, si voló tecum de te
• vivere. Et hoc mihi Verbum tuum parum erat si loquendo praeciperet, nisi
15 et faciendo praeiret. Et ego id ago factis et dictis, id ago sub alis tuis 1=
nimis cum ingenti periculo, nisi quia sub alis tuis tibi subdita est anima
mea et infirmitas mea tibi nota est. Parvulus sum, sed vivit semper pater
meus et idoneus est mihi tutor meus; idem ipse est enim, qui genuit me
et tuetur me et tu ipse es omnia bona mea, tu omnipotens, qui mecum
11
12
19
Ps 5 0 , 3 .
vitae B O S V , viae cei.
et tuetur me om. S.
"
et
P S 16,8.
Confesiones
395
Manifestaré, pues, a estos tales—a quienes tú m a n d a s que les
s i r v a — n o quién he sido, sino quién soy ahora al presente s y q u é
es lo q u e todavía hay en mí. Pero no quiero juzgarme a mí mismo.
Sea, pues, o í d o así G .
C A P I T U L O
V
7. T ú eres, Señor, el que m e juzgas; porque, aunque nadie
de los hombres sabe las cosas interiores del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él, con t o d o hay algo en el h o m b r e
que ignora aun el mismo espíritu q u e habita en é l ; p e r o tú, Señor,
sabes todas sus cosas, p o r q u e le has hecho. T a m b i é n yo, aunque en
tu presencia m e desprecie y tenga por tierra y ceniza, sé algo d e
ti q u e ignoro de m í . Y ciertamente ahora te vemos por espejo en
enigmas, no cara a cara, y así, mientras p e r e g r i n o fuera d e ti, m e
soy más presente a m í que a ti. Con todo, sé que tú n o puedes ser
d e n i n g ú n m o d o violado, en t a n t o que n o sé a q u é tentaciones
p u e d o yo resistir y a cuáles no p u e d o , estando solamente mi esperanza en que eres fiel y no permitirás que seamos tentados más de
lo que podemos soportar, antes con la tentación das también el
éxito, p a r a q u e p o d a m o s resistir.
Confiese, pues, lo q u e
m í i g n o r o ; p o r q u e lo que
y do que de m í ignoro n o
se conviertan en mediodía
sé de m í ; confiese también lo que de
sé de m í lo sé p o r q u e tú m e iluminas,
lo sabré hasta tanto q u e mis tinieblas
en tu presencia.
es et priusquam tecum sim. Indicabo ergo talibus, qualibus iubes ut serviam, non quis fuerim, sed quis iam sim et quis adhuc sim; sed ñeque
me ipsum diiudico 13. Sic itaque audiar.
CAP u T v
5
7. Tu enim, Domine, diiudicas me, quia etsi nemo scil hominum,
quae sunt hominis, nisi spiritus hominis, qui in ipso est ' 4 , tamen est aliquid hominis, quod nec ipse scit spiritus hominis, qui in ipso est, tu
autem, Domine, seis eius omnia, qui fecisti eum. Ego vero quamvis prae
tuo conspectu me despiciam et aestimem me terram et cinerem, tamen ali10 quid de te scio, quod de me nescio. Et certe videmus nunc per speculum
in aenigmate, nondum jacte ad faciem l s ; et ideo, quamdiu peregrinor abs
te, mihi sum praesentior quam tibi, et tamen te novi nullo modo posse
violan; ego vero quibus temptationibus resistere valeam quibusve non
valeam, nescio. Et spes est, quia fidelis es, qui nos non sinis temptari
15 supra. quam possumus ferré, sed facis cum temptatione etiam exitum, ut
possimus sustinere 16. Confitear ergo quid de me sciam, confitear et quid
de me nesciam, quoniam et quod de me scio, te mihi lucente scio, et quod
de me nescio, tamdiu nescio, quamdiu fiant tenebrae meae sicut meridies
in vultu tuo ".
1S
11
1 Cor 4 . 3 .
Ib., 2 , 1 1 .
'•' Ib., 13,12.
'" Ib., 10,13.
>' ls
58,10.
edds
18 quamdiu S, doñee codd. et edds.
introduetum
ad elucendutn
sensum).
onmes
(viiietur
verbum
donce
smpectum,
396
X, 6, 9
Confesiones
C A P I T U L O
VI
8. N o con conciencia dudosa, sino cierta, Señor, te amo yo.
Heriste m i corazón con tu palabra y te amé. Mas también el cieío
y la tierra y t o d o cuanto en ellos se contiene he aquí que me dicen
de todas partes que te a m e ; ni cesan de decírselo a todos, a fin de
que sean inexcusables. Sin e m b a r g o , tú te compadecerás más altamente de quien te compadecieres y prestarás más tu misericordia
con q u i e n fueses misericordioso; de otro m o d o , el cielo y la tierra
cantarían tus alabanzas a sordos '.
Y ¿qué es lo que a m o cuando yo te a m o ? N o belleza de cuerp o ni hermosura de tiempo, n o blancura de luz, tan amable a estos
ojos t e r r e n o s ; n o duilces melodías de toda clase de cantilenas, n o
fragancia de flores, d e ungüentos y de a r o m a s ; n o manas ni mieles, n o m i e m b r o s gratos a los amplexos de la c a r n e : n a d a de esto
amo cuando a m o a mi Dios. Y , sin e m b a r g o , amo cierta luz, y
cierta voz, y cierta fragancia, y cierto alimento, y cierto amplexo,
cuando amo a m i Dios, luz, voz, fragancia, alimento y amplexo
del h o m b r e m í o interior, d o n d e resplandece a mi alma lo que n o
se consume comiendo, y se adhiere lo que la saciedad n o separa.
Esto es lo que a m o cuando amo a mi Dios.
9. Pero ¿y q u é es entonces?
Pregunté a la tierra y m e d i j o : « N o soy y o » ; y todas las cosas
CAPUT
5
10
15
20
VI
8. Non dubia, sed certa conscientia, Domine, amo le. Percussisti cor
meum verbo tuo, et amavi te. Sed et caelum et térra et omnia, quae in
eis sunt, ecce undique mihi dicunt, ut te amem, nec cessant dicere omnibus, ut sint inexcusabiles 1S. Altius autem tu misereberis, cui misertus eris,
et misericordiam praestabis, cui misericors fueris: alioquin caelum et tena
surdis loquuntur laudes tuas. Quid autem amo, cum te amo ? Non speciem
corporis nec decus temporis, non candorem lucís ecce istis amicum oculis,
non dulces melodías cantil enarum omnimodarum, non florum et unguentorum et aromatum suaviolentiam, non manna et mella, non membra acceptabilia carnis amplexibus: non haec amo, cum amo Deum meum. Et tamen
amo quandam lucem et quandam vocem et quendam odorem et quendam
cibum et quendam amplexum, cum amo Deum meum, lucem, vocem, odorem, cibum, amplexum interioris hominis mei, ubi fulget animae meae,
quod non capit locus, et ubi sonat, quod non rapit tempus, et ubi olet,
quod non spargit flatus, et ubi sapit, quod non minuit edacitas, et ubi
haeret, quod non divellit satietas. Hoc est quod amo, cum Deum meum
amo.
9. Et quid est hoc? Interrogavi terram, et dixit: «Non sum»; et
quaecumque in eadem sunt, Ídem confessa sunt. Interrogavi mare et abys'" Rom
2
8
1,20.
Domine amo: 2." frdg. P.ttg.
istum SV, istis cet. edd. et Eug, (Juae lectiones óptimas; cf. ¡ib. lll n. 10).
X, 6, 9
Confesiones
397
que hay en ella m e confesaron lo mismo. P r e g u n t é al mar y a los
abismos y a los reptiles de alma viva, y m e r e s p o n d i e r o n : « N o
somos tu D i o s ; búscale sobre nosotros.» Interrogué a las auras
que respiramos, y el aire todo, con sus moradores, m e d i j o : «Engáñase A n a x í m e n e s " : yo n o soy tu Dios.» P r e g u n t é al cielo, al
sol, a la l u n a y a las estrellas. « T a m p o c o somos nosotros el D i o s
que buscas», m e respondieron.
D i j e entonces a todas 'las cosas que están fuera de las puertas
d e mi c a r n e : « D e c i d m e algo d e mi D i o s , ya q u e vosotras n o lo
sois; decidme algo d e él.» Y exclamaron todas con g r a n d e v o z :
«El nos ha hecho.» M i p r e g u n t a era mi mirada, y su respuesta,
su apariencia °.
Entonces m e dirigí a m í m i s m o y m e d i j e : « ¿ T ú quién eres ?»,
y r e s p o n d í : « U n h o m b r e . » H e aquí, pues, q u e tengo en m í prestos un cuerpo y u n a l m a ; la una, interior; el otro, exterior. ¿Por
cuál de éstos es por d o n d e debí yo buscar a mi D i o s , a quien ya
había buscado p o r los cuerpos desde la tierra al cielo, hasta d o n d e
p u d e enviar los mensajeros rayos de mis ojos? '" Mejor, sin duda,
es el elemento interior, p o r q u e a él es a quien comunican sus
noticias todos 'los mensajeros corporales, como a presidente y juez,
de las respuestas del cielo, de la tierra y de todas las cosas q u e
en ellos se encierran, cuando d i c e n : « N o somos D i o s » y «El nos
ha hecho». El h o m b r e interior es quien conoce estas cosas por
ministerio del exterior; yo interior conozco estas cosas; yo, YoAlma, p o r m e d i o del sentido de mi cuerpo.
Interrogué, finalmente, a la mole del m u n d o acerca de mi
Dios, y ella m e r e s p o n d i ó : « N o lo soy yo, simple hechura suya» " .
sos et reptilia animarum vivarum, et responderunt: «Non sumus Deus
tuus; quaere super nos.» Interrogavi auras flabiles, et inquit universus
aer cum incolis suis: «Fallitur Anaximenes: non sum Deus.» Interrogavi
caelum, solem, lunam, stellas: «Ñeque nos sumus Deus quem quaeris»,
5 inquiunt. Et dixi ómnibus his quae circumstant fores carnis meae: dicite
mihi de Deo meo, quod vos non estis, dicite mihi de illo aliquid. Et exclamaverunt voce magna: «Ipse fecit nos.» Interrogatio mea intentio mea et
responsio eorum species eorum. Et direxi me ad me et dixi mihi: «Tu
quis es ?» Et respondí: «Homo.» Et ecce corpus et anima in me mihi
10 praesto sunt, unum extenus et alterum interius. Quid horum est, unde
quaerere debui Deum meum, quem iam quaesiveram per corpus a térra
usque ad caelum, quousque potui mittere nuntios radios oculorum meorum? Sed melius quod interius. Ei quíppe renuntiabant omnes nuntii corporales praesidenti et iudicanti de responsionibus caeli et terrae et om15 nium, quae in eis sunt, dicentium: «Non sumus Deus», et: «Ipse fecit
nos.» Homo interior cognovit haec per exterioris ministeriurn; ego interior
cognovi haec, ego, ego animus per sensum corporis mei. Interrogavi mundi molem de Deo meo, et respondit mihi: «Non ego sum, sed ipse me
fecit.»
5 his om. S.
398
Confesiones
X, 7, 11
10. Pero ¿no se muestra esta hermosura a cuantos tienen entero el sentido? ¿Por qué, pues, no habla a todos lo mismo?
Los animales, pequeños y grandes, la ven; pero no pueden interrogarla, porque no se les ha puesto de presidente de los nunciadores sentidos a la razón que juzgue. Los hombres pueden, sí,
interrogarla, por percibir por las cosas visibles las invisibles de
Dios; más hócense esclavos de ellas por el amor, y, una vez esclavos, ya no pueden juzgar. Porque no responden éstas a los que
interrogan, sino a los que juzgan; ni cambian de voz, esto es, de
aspecto, si uno ve solamente, y otro, además de ver, interroga, de
modo que aparezca a uno de una manera y a otro de otra; sino
que, apareciendo a ambos, es muda para el uno y habladora para
el otro, o mejor dicho, habla a todos, mas sólo aquellos la entienden que confieren su voz, recibida fuera, con la verdad interior.
Porque la verdad me dice-. «No es tu Dios el cielo, ni la tierra,
ni cuerpo alguno.» Y esto mismo dice la naturale2a de éstos, a
quien advierte que la mole es menor en la parte que en el todo '".
Por esta razón eres tú mejor que éstos; a ti te digo; ¡oh a'lma!,
porque tú vivificas la mole de tu cuerpo prestándole vida, lo que
ningún cuerpo puede prestar a otro cuerpo. Mas tu Dios es para
ti hasta la vida de tu vida.
CAPITULO
VII
11. ¿Qué es, por tanto, lo que amo cuando amo yo a mi
Dios ? ¿Y quién es él sino el que está sobre la cabeza de mi alma ?
10. Nonne ómnibus, quibus integer sensus est, apparet haec species?
Cur non ómnibus eadem loquitur? Animalia pusilla et magna vident eam,
sed interrogare nequeunt. Non enim praeposita est in eis nuntiantibus sensibus iudex ratio. Homines autem possunt interrogare, ut invisibilia Dei
S per ea, quae jacta sunt, intellecta conspiciant, sed amore subduntur eis
et subditi iudicare non possunt. Nec respondent ista interrogantibus nisi
iudicantibus nec vocem suam mutant, id est speciem suam, si alius tantum
videat, alius autem videns interroget, ut aliter illi appareat, aliter huic,
sed eodem modo utrique apparens, illi muta est, huic loquitur; immo vero
10 ómnibus loquitur, sed illi intellegunt, qui eius vocem acceptam foris intus cum veritate conferunt. Veritas enim dicit mihi: «Non est Deus tuus
caelum et térra ñeque omne corpus.» Hoc dicit eorum natura videnti:
«Moles est minor in parte quam in toto.» Iam tu melior es, tibi dico, anima, quoniam tu vegetas molem corporis tui praebens ei vitam, quod nullum
15 corpus praestat corpori. Deus autem tuus etiam tibi vitae vita est.
CAPOT
v II
11. Quid ergo amo, cum Deum meum amo? Quis est ille super caput
animae meae? Per ipsam animam meam ascendam ad illum. Transibo vim
12
12
vide F,
18
et térra: explic. Eug.
videnti HT (sic ex hge rythtni; cf. lib. XI, n. 17),
evidens Z, videos CDEMV. vident cet. et edds.
meum om. S.
vide en BP b l,
X, 8, 12
399
Confesiones
Por mi alma misma subiré, pues, a él. Traspasaré esta virtud mía
por la que estoy unido al cuerpo y llena su organismo de vida,
pues no hallo en ella a mi Dios. Porque, de hallarte, le hallarían
también el caballo y el mulo, que no tienen inteligencia, y que,
sin embargo, tienen esta misma virtud por la que viven igualmente sus cuerpos ".
Hay Otra virtud por la que no sólo vivifico, sino también sensif ico a mi carne, y que el Señor me fabricó mandando al ojo
que no oiga y al oído que no vea, sino a aquél que me sirva para
ver, a éste para oír, y a cada uno de los otros sentidos lo que les
es propio según su lugar y oficio; las cuales cosas, aunque diversas, las hago por su medio, yo un alma única.
Traspasaré aún esta virtud mía, porque también la poseen el
caballo y el mulo, pues también ellos sienten por medio del cuerpo.
CAPITULO
VIII
12. Traspasaré, pues, aun esta virtud de mi naturaleza, ascendiendo por grados hacia aquel que me hizo.
Mas heme ante los campos y anchos senos de la memoria,
donde están los tesoros de innumerables imágenes de toda clase
de cosas acarreadas por los sentidos ". Allí se halla escondido
cuanto pensamos, ya aumentando, ya disminuyendo, ya variando
de cualquier modo las cosas adquiridas por los sentidos, y todo
cuanto se le ha encomendado y se halla allí depositado y no ha
sido aún absorbido y sepultado por el olvido.
meam, qua haereo, corpori et vitaliter compagem eius repleo. Non ea vi
reperio Deum meum: nam reperiret et equus et mulus, quibus non est intellectus ", et est eadem vis, qua vivunt etiam eorum corpora. Est alia
vis, non solum qua vivifico, sed etiam qua sensifico carnem meam, quam
mihi fabricavit Dominus, iubens oculo, ut non audiat, et auri, ut non
videat; sed illi, per quem videam, huic, per quam audiam, et propria singillatim ceteris sensibus sedibus suis et officiis suis; quae diversa per eos
ago unus ego animus. Transibo et istam vim meam; nam et hanc habet
equus et mulus: sentiunt enim etiam ipsi per corpus.
CAPUT
VI I I
12. Transibo ergo et istam vim naturae meae, gradibus ascendens ad
eum, qui fecit me, et venio in campos et lata praetoria memoriae, ubi
sunt thesauri innumerabilium imaginum de cuiuscemodi rebus sensis invectarum. Ibi reconditum est, quidquid etiam cogitamus, vel augendo vel
minuendo vel utcumque variando ea quae sensus attigerit, et si quid aliud
cemmendatum et repositum est, quod nondum absorbuit et sepelivit obli>• Ps 51,9.
3 qua}, quam S.
7 suis om. S.
9 enim om. S.
400
Confesiones
X, 8, 13
C u a n d o estoy allí p i d o que se m e presente lo que quiero, y
algunas cosas preséntanse al m o m e n t o ; pero otras hay que buscarlas con mási tiempo y como sacarlas de unos receptáculos abstrusos; otras, en cambio, i r r u m p e n en tropel, y cuando u n o desea
y busca otra cosa se p o n e n en medio, corno d i c i e n d o : « ¿ N o seremos nosotras?» Mas espantólas yo del haz de mi memoria con la
m a n o del corazón, hasta que se esclarece lo q u e quiero y salta a
m i ' v i s t a de su escondrijo.
Otras cosas hay que fácilmente y por su orden riguroso se presentan, según son llamadas, y ceden su lugar a las que les siguen,
y cediéndolo son depositadas, para salir cuando de nuevo se deseare. L o cual sucede p u n t u a l m e n t e cuando n a r r o alguna cosa de
memoria.
13. Allí se hallan también guardadas de m o d o distinto y p o r
sus géneros todas las cosas q u e entraron por su p r o p i a puerta,
como la luz, los colores y las formas de los cuerpos, por la vista;
p o r el o í d o , toda clase de s o n i d o s ; y todos los olores p o r la puerta d e las n a r i c e s ; y todos los saibores p o r la de la boca; y p o r el
sentido que se e x t i e n d e p o r t o d o el cuerpo (tacto), lo d u r o y lo
b l a n d o , lo caliente y l o frío, lo suave y lo áspero, lo pesado y lo
ligero, ya sea extrínseco, ya intrínseco al cuerpo. T o d a s estas cosas recibe, para recordarlas a t a n d o fuere menester y volver sobre
ellas, el g r a n receptáculo de la memoria, y n o sé q u é secretos e
inefables senos suyos. T o d a s las cuales cosas entran en ella, cada.
u n a p o r su p r o p i a puerta, siendo almacenadas allí.
N i son las mismas cosas las que entran, sino las imágenes de
vio. Ibi quando sum, poseo, ut proferatur quidquid voló, et quaedam
statím prodeunt, quaedam requiruntur diutius et tanquam de abstrusioribus quibusdam receptaculis eruuntur; quaedam catervatim se proruunt et,
dum aliud petitur et quaeritur, prosiliunt in médium quasi dicentia: «Ne
6 forte nos sumus ?», et abigo ea manu cordis a facie recordationis meae,
doñee enubiletur quod voló atque in conspectum prodeat ex abditis. Alia
faciliter atque imperturbata serie sicut poscuntur suggeruntur et cedunt
praecedentia consequentibus et cedendo conduntur, iterum cum voluero
processura. Quod totum fit, cum aliquid narro memoriter.
10
13- Ibi sunt omnia distincte generatimque servata, quae suo quaeque
aditu ingesta sunt, sicut lux atque omnes colores formaeque corporum
per oculos, per aures autem omnia genera sonorum, omnesque odores per
aditum narium, omnes sapores per oris aditum, a sensu autem' totius corporis quid durum, quid molle, quid calidum frigidumve, lene aut aspe15 rum, grave seu leve, sive extrinsecus sive intrinsecus corpori. Haec omnia
recipit recolenda, cum opus est, et retractanda grandis memoriae recessus et nescio qui secreti atque inneffabiles sinus eius; quae omnia suis
quaeque foribus intrant ad eam et reponuntur in ea. Nec ipsa tamen
intrant, sed rerum sensarum imagines illic praesto sunt cogitationi remi1 ibi}, ubi S.
17 ineffabües], ineffabilis S.
19 reminiscentis eas S, reminiscenti eas cet. et edds.
X, 8, 14
Confesiones
401
las cosas sentidas, las cuales q u e d a n allí a disposición del pensam i e n t o q u e las recuerda. P e r o ¿quién p o d r á decir cómo fueron
formadas estas imágenes, a u n q u e sea claro por q u é sentidos fueron
captadas y escondidas en el interior? Porque, cuando estoy en silencio y en tinieblas, representóme, si quiero, los colores, y disting o el blanco del negro, y todos los demás q u e quiero, sin q u e m e
salgan al encuentro los sonidos, ni m e perturben lo q u e , extraído
por los ojos, entonces considero, n o obstante q u e ellos [los sonid o s ] estén allí, y como colocados aparte, permanezcan latentes.
P o r q u e también a ellos les Hamo, si m e place, y al p u n t o se m e
presentan, y con la lengua queda y callada la g a r g a n t a canto cuanto
quiero, sin q u e las imágenes d e los colores que se hallan allí se
interpongan ni i n t e r r u m p a n mientras se revisa el tesoro que entró
por los oídos ' \
D e l m i s m o m o d o recuerdo, según m e place, las demás cosas
aportadas y acumuladas por los otros sentidos, y así, sin oler nada,
distingo el aroma de los lirios del de las violetas, y, sin gustar ni
tocar cosa, sino sólo con el recuerdo, prefiero la miel al arrope y
lo suave a lo áspero " .
14. T o d o esto lo h a g o yo interiormente en el aula inmensa
de mi m e m o r i a . Allí se m e ofrecen al p u n t o el cielo y la tierra
y el mar con todas las cosas que h e percibido sensiblemente en
ellos, a excepción de las q u e tengo ya olvidadas. Allí m e encuentro con m í m i s m o y me acuerdo de m í y de lo que hice, y en q u é
t i e m p o y en q u é lugar, y de q u é m o d o y cómo estaba afectado
c u a n d o lo hacía. Allí están todas las cosas q u e yo recuerdo haber
e x p e r i m e n t a d o o creído. D e este m i s m o tesoro salen las semejanniscentis eas. Quae quomodo fabricatae sint, quis dicit, cum appareat,
quibus sensibus raptae sint interiusque reconditae? Nam et in tenebris
atque in silentio dum habito, in memoria mea profero, si voló, colores,
et discerno inter álbum et nigrum et inter quos alios voló, nec incurrunt
6 soni atque perturbant quod per oculos haustum considero cum et ipsi ibi
sint et quasi seorsum repositi lateant. Nam et ipsos poseo, si placet, atque
adsunt illico, et quiescente lingua ac silente gutture canto quantum voló,
imaginesque illae colorum, quae nihilo minus ibi sunt, non se interponunt ñeque interrumpunt, cum rhesaurus alius retractatur, qui influxit
10 ab auribus. Ita cetera, quae per sensus ceteros ingesta atque congesta
sunt, recordor prout libet et auram liliorum discerno a violis nihil olefaciens et mel defrito, lene áspero, nihil tum gustando ñeque contractando,
sed reminiscendo antepono.
14. Intus haec ego, in aula ingenti memoriae meae. Ibi enim mihi
15 caelum et térra et mare praesto sunt cum ómnibus, quae in eis sentiré
potui, praeter illa, quae oblitus sum. Ibi mihi et ipse oceurro meque
recoló, quid, quando et ubi egerim, quoque modo, cum agerem, affectus
fuerim. Ibi sunt omnia, quae sive experta a me sive credita memini. Ex
eadem copia etiam, similitudines rerum vel expertarum vel ex eis, quas
12 contractando S, contrectando cet. et edds.
402
Confesiones
X, 8, 15
X, 9, 16
zas tan diversas unas d e otras, bien experimentadas, bien creídas
en virtud de las experimentadas, las cuales, cotejándolas con las
pasadas, infiero de ellas acciones futuras, acontecimientos y esperanzas, todo lo cual Jo pienso como presente. « H a r é esto o aquello», digo entre m í en el seno ingente de mi alma, repleto de imágenes de tantas y tan grandes cosas; y esto o aquello se sigue.
« ¡ O h si sucediese esto o aquello!» « ¡ N o quiera D i o s esto o aquello!» Esto d i g o en mi interior, y al decirlo se m e ofrecen al punto las imágenes de las cosas que digo de este tesoro de la memoria, p o r q u e si me faltasen, nada en absoluto p o d r í a decir de
ellas " .
15. G r a n d e es esta virtud de la memoria, g r a n d e sobremanera, D i o s m í o , Penetral a m p l i o e infinito. ¿Quién ha llegado a
su f o n d o ? M a s , con ser esta virtud p r o p i a de mi alma y pertenecer a m i naturaleza, n o soy yo capaz de abarcar totalmente lo q u e
soy. D e d o n d e se sigue q u e es angosta el alma para contenerse a
sí misma. Pero ¿dónde p u e d e estar lo q u e de sí m i s m a n o cabe en
ella? ¿Acaso fuera de ella y n o en ella? ¿Cómo es, pues, q u e n o
se p u e d e abarcar " .
M u c h a admiración m e causa esto y m e llena de estupor. Viajan
los hombres p o r admirar las alturas de los montes, y las ingentes
olas del m a r , y las anchurosas corrientes de los ríos, y la i n m e n sidad del océano, y el giro de los astros, y se olvidan de sí mismos 10, ni se admiran de q u e todas estas cosas, q u e al nombrarlas
n o las veo con los ojos, n o p o d r í a nombrarlas si interiormente n o
viese en mi memoria los m o n t e s , y las olas, y los ríos, y los astros, percibidos ocularmente, y el océano, sólo creído, con dimenexpertus sum, creditarum alias atque alias et ipse contexo praeteritis
atque ex his etiam futuras actiones et eventa et spes, et haec omnia
rursus quasi praesentia meditor. «Faciam hoc et illud», dico apud me in
ipso ingenti sinu animi mei pleno tot et tantarum rerum imaginibus, et
6 hoc aut illud sequitur. «O si esset hoc aut illud!», «Avertat Deus hoc
aut illud!»: dico apud me ista, et, cum dico, praesto sunt imagines omnium quae dico ex eodem thesauro memoriae, nec omnino aliquid eorum
dicerem, si defuissent.
15. Magna ista vis est memoriae, magna nimis, Deus meus, penetrale
10 amplum et infinitum. Quis ad fundum eius pervenit? Et vis est haec
animi mei atque ad meam naturam pertinet, nec ego ipse capio totum,
quod sum. Ergo animus ad habendum se ipsum angustus est, ubi sit
quod sui non capit? Numquid extra ipsum ac non in ipso? Quomodo
ergo non capit? Multa mihi super hoc oboritur admiratio, stupor adpre15 hendit me. Et eunt homines mirari alta montium et ingentes fluctus
maris et latissimos lapsus fluminum et oceani ambítum et gyros siderum
et relinquunt se ipsos, nec mirantur quod haec omnia cum dicerem, non
ea videbam oculis, nec tamen dicerem, nisi montes et fluctus et ilumina
5 sequitur OHST, sequcrur est. et e<iJ.
9 meus om S.
403
Confesiones ,
2
siones tan grandes como si las viese fuera ". Y , sin e m b a r g o , n o
es q u e haya absorbido talles cosas al verlas con los ojos del cuerpo,
ni que d í a s se hallen d e n t r o de mí, sino sus imágenes. Lo único
que sé es p o r q u é sentido del cuerpo he recibido la impresión de
cada u n a de ellas.
C A P I T U L O
IX
16. P e r o n o son estas cosas las únicas q u e encierra la inmensa capacidad de mi memoria. A q u í están como en u n lugar interior remoto, q u e n o es lugar, todas aquellas nociones a p r e n d i d a s
de las artes liberales, que todavía n o se han olvidado. M a s aquí
n o son ya las imágenes de ellas las que llevo, sino las cosas mismas =1. P o r q u e yo sé qué es la gramática, la pericia dialéctica, y
cuántos los géneros de cuestiones; y lo que de estas cosas sé, está
de tal m o d o en mi m e m o r i a q u e no está allí como la imagen suelta de u n a cosa, cuya realidad se ha dejado fuera; o como la voz
impresa en el oído, q u e suena y pasa, d e j a n d o u n rastro de sí p o r
el q u e la recordamos como si sonara, aunque ya n o s u e n e ; o como
el perfume que pasa y se desvanece en el viento, q u e afecta al
olfato y envía su imagen a la memoria, la q u e repetimos con el
r e c u e r d o ; o como el manjar, que, n o t e n i e n d o en el vientre ning ú n sabor ciertamente, parece lo tiene, sin e m b a r g o , en la m e m o ria; o como algo que se siente por el tacto, que, a u n q u e alejado
de nosotros, lo imaginamos con la memoria. P o r q u e todas estas
cosas n o son introducidas en la memoria, sino captadas solas sus
et sidera, quae vidi, et oceanum, quem credidi, intus in memoria mea
viderem, spatiis tam ingentibus quasi foris viderem. Nec ea tamen videndo absorbui, quando vidi oculis, nec ipsa sunt apud me, sed imagines
eorum, et novi, quid ex quo sensu corporis impressum sit mihi.
6
CA
PUT
ix
16. Sed non ea sola gestat immensa ista capacitas memoriae meae.
Hic sunt et illa omnia, quae de doctrinis liberalibus percepta norvdum
exciderunt, quasi remota interiore loco, non Joco: nec eorum imagines,
sed res ipsas gero. Nam quid sit litteratura, quid peritia disputandi, quot
10 genera quaestionum, quidquid horum scio, sic est in memoria mea, ut
non retenta imagine rem foris reliquerim, aut sonuerit et praeterierit,
sicut vox impressa per aures vestigio, quo recoleretur, quasi soharet, cum
iam non sonaret, aut sicut odor dum transit et vanescit in ventos olfactum afficit, unde traicit in memoriam imaginem sui, quam reminiscendo
15 repetamus, aut sicut cibus, qui certe in ventre iam non sapit et tamen
in memoria quasi sapit, aut sicut aliquid, quod corpore tangendo sentitur, quod etiam separatum a nobis imaginatur memoria. Istae quippe res
11 aut OS, et ect et edds. (fon. reet.).
13 et in S.
404
X, 10, 17
Confesiones
imágenes con maravillosa rapidez y depositadas en unas maravillosas como celdas, de las cuales sallen de modo maravilloso
. cuando se las recuerda.
CAPITULO
X
17. Pero cuando oigo decir que son tres los géneros de cuestiones—si la cosa es, qué es y cuál es—, retengo las imágenes de
los sonidos de que se componen estas palabras, y sé que pasaron
por el aire con estrépito y ya no existen. Pero las cosas mismas
significadas por estos sonidos ni las he tocado jamás con ningún
sentido del cuerpo, ni las he visto en ninguna parte fuera de mi
alma, ni lo que he depositado en mi memoria son sus imágenes,
sino las cosas mismas. Las cuales digan, si pueden, por dónde entraron en mí. Porque yo recorro todas las puertas de mi carne y
no hallo por cuál de ellas han podido entrar. En efecto, los ojos
dicen: «Si son coloradas, nosotros somos los que las hemos noticiado.» Los oídos dicen: «Si hicieron algún sonido, nosotros las
hemos indicado.» El olfato dice: «Si son olorosas, por aquí han
pasado.» El gusto dice también: «Si no tienen sabor, no me preguntéis por ellas.» El tacto dice: «Si no es cosa corpulenta, yo no
la he tocado, y si no la he tocado, no he dado noticia de ella.»
¿Por dónde, pues, y por qué parte han entrado en mi memoria? No lo sé" 2 . Porque cuando las aprendí, n: fue dand<» crédito
a otros, sino que las reconocí en mi alma y las aprobé por verdaderas y se las encomendé a ésta, como en depósito, para sacarlas
non intromittuntur ad eam, sed earum solae imagines mira celeritate
capiuntur et miris tamquam cellis reponuntur et mirabiliter recordando
proferuntur.
CA pu T
x
5
17. At vero, cuín audio tria genera esse quaestionum, an sit, quid
sit, quale sit, sonorum quidem, quibus haec verba confecta sunt, imagines
teneo et eos per auras cum strepitu transisse ac iam non esse scio. Res
vero ipsas, quae illis significantur sonis, ñeque ullo sensu corporis attigi
ñeque uspiam vidi praeter animum meum et in memoria recondidi non
10 imagines earum, sed ipsas: quae unde ad me intraverint, dicant si posr
sunt. Nam percurro ¡anuas omnes carnis meae nec invenio, qua earum
ingressae sínt. Quippe oculi dicunt: «Si coloratae sunt, nos eas nuntiavimus»; aures dicunt: «Si sonuerunt, a nobis indicatae sunt»; nares dicunt:
«si oluerunt, per nos transierunt»; dicit etiam sensus gustandi: «Si sapor
15 non est, nihil me interroges»; tactus dicit: «Si corpulentum non est, non
contractavi, si non contractavi, non indicavi». Unde et qua haec intraverunt in memoriam meam ? Nescio quomodo: nam cum ea didicí, non
credidi alieno cordi, sed in meo recognovi et vera esse approbavi et com1 earum codds, et edds. eorum S. Ktioell
12 nos}, non S.
16 contractavi S'F (con. def.), contrectavi cet. et edds
X, 1 1 , 1 8
Confesiones
405
cuando quisiera. Allí estaban, pues, y aun antes de que yo las
aprendiese; pero no en la memoria. ¿En dónde, pues, o por qué,
al ser nombradas, las reconocí y dije: «Así es, es verdad», sino
porque ya estaban en mi memoria, aunque tan retiradas y sepultadas como si estuvieran en cuevas muy ocultas, y tanto que, si
alguno no las suscitara para que saliesen, tal vez no las hubiera
podido pensar?
CAPITULO
XI
18. Por aquí descubrimos que aprender estas cosas—de las
que no recibimos imágenes por los sentidos, sino que, sin imágenes, como ellas son, las vemos interiormente en sí mismas—no es
otra cosa sino un como recoger con el pensamiento las cosas que
ya contenía la memoria aquí y allí y confusamente, y cuidar con
la atención que estén como puestas a la mano en la memoria, para
que, donde antes se ocultaban dispersas y descuidadas, se presenten ya fácilmente a una atención familiar. ¡Y cuántas cosas de este
orden no encierra mi memoria que han sido ya descubiertas y,
conforme dije, puestas como a la mano, que decimos haber aprendido y conocido! Estas mismas cosas, si las dejo de recordar de
tiempo en tiempo, de tal modo vuelven a sumergirse y sepultarse
en sus más ocultos penetrales 23 , que es preciso, como si, fuesen
nuevas, excogitarlas segunda vez en este lugar—porque no tienen
Otra estancia—y juntarlas de nuevo para que puedan ser sabidas,
esto es, recogerlas como de cierta dispersión, de donde vino la
palabra cogitare; porque cogo es respecto de cogito lo que ago de
mendavi ei tamquam reponens, unde proferrem cuín vellem. Ibi ergo erant
et antequam ea didicissem, sed in memoria non erant. Ubi ergo aut quare,
cum dicerentur, agnovi et dixi: «Ita est, verum est», nisi quia iam erant
in memoria, sed tam remota et retrusa quasi in cavis abditioribus, ut, nisi
admonente aliquo eruerentur, ea fortasse cogitare non possem?
CAPUT
XI
18. Quodcirca invenimus nihil esse aliud discere ista, quorum non
per sensus haurimus imagines, sed sine imaginibus, sicuti sunt, per se ipsa
intus cernimus, nisi ea, quae passim atque indisposite memoria continebat, cogitando quasi colligere atque animadvertendo curare, ut tamquam
ad manum posita, in ipsa memoria, ubi sparsa prius et neglecta latitabant, iam familiari intentione facile occurrant. Et quam multa huius modi
gestat memoria mea, quae iam inventa sunt et, sicut dixi, quasi ad
manum posita, quae didicisse et nosse dicimur. Quae si modestis tetnporum intervallis recolere desivero, ita rursus demerguntur et quasi in
remotiora penetralia dilabuntur, ut denuo velut nova excogitanda sint
indidem iterum—ñeque enim est alia regio eorum—et cogenda rursus, ut
sciri possint, id est velut ex quadam dispersione colligenda, unde dictum
12
17
intentione BOS, intentioni cet. et edds.
indidem S edds., ididem O, in Ídem cet. et edds.;
alia], aliqua S.
406
Confesiones
X, 12, 19
agito y fació de factito. Sin embargo, la inteligencia ha vindicado
en propiedad esta palabra para sí, de tal modo que ya no se diga
propiamente cogitan de lo que se recoge (coMigitur), esto es, de
lo que se junta (cogitur) en un lugar cualquiera, sino en el alma -'.
CAPITULO
XII
19. También contiene la memoria las razones y leyes infinitas de los números y dimensiones, ninguna de las cuales ha sido
impresa en ella por los sentidos del cuerpo, por no ser coloradas,
ni tener sonido ni olor, ni haber sido gustadas ni tocadas. Oí los
sonidos de las palabras con que fueron significadas cuando se
disputaba de ellas; pero una cosa son aquéllos, Otra muy distinta
éstas. Porque aquéllos suenan de un modo en griego y de otro
modo en latín; mas éstas ni son griegas, ni latinas, ni de ninguna
otra lengua.
He visto líneas trazadas por arquitectos tan sumamente tenues
como un hilo de araña. Mas aquéllas [las matemáticas] son distintas de éstas, pues no son imágenes de las que me entran por
los ojos de la carne, y sólo las conoce quien interiormente las
reconoce sin mediación de pensamiento alguno corpóreo.
También he percibido por todos los sentidos del cuerpo los
números que numeramos; pero otros muy diferentes son aquellos
con que numeramos, los cuales no son imágenes de éstos, poseyendo por lo mismo un ser mucho más excelente ~s.
Ríase de mí, al decir estas cosas, quien no las vea, que yo
tendré compasión de quien se ría de mí 2 6 .
X, 14, 21
CAPITULO
5
C A P U T X I I
19. ítem continet memoria numerorum dimensionumque rationes et
leges innumerabiles, quarum nullam corporis sensus impressit, quia nec
ipsae coloratae suñt aut sonant aut olent aut gustatae aut contractatae
sunt. Audivi sonos verborum, quibus significantur, cum de his disseritur,
10 sed illi aJii, istac autem aliae sunt. Nam illi aJiter graece, alitér latine
sonant, istae vero nec graecae nec latínae sunt nec aliud éloquiorum genus. Vidi lineas fabrorum vel etiam tenuissimas, sicut filum araneae; sed
illae aliae sunt, non sunt imagines earum, quas mihi nuntiavit carnis
bculus; novit eas quisquís sine ulla cógitatióné qualiscumque corporis
15 intus agnovit eas. Sensi etiam números ómnibus corporis sensibus, quos
numeramus, sed illi alii sunt, quibus numeramus, nec imagines istorum
sunt et ideo valde sunt. Rideat me ista dicentem, qui non eos videt, et
ego doleam ridentem me.
1 facito BCDEGHFMPSVTZ edd.
A F deeií: nec graecae]; istae... sunt om. S.
15 intus}, sensus S.
XIII
20. Todas estas cosas téngolas yo en la memoria, como tengo
en la memoria el modo como las aprendí. También tengo en ella
muchas objeciones que he oído aducir falsísimamente en las disputas contra ellas, las cuales, aunque falsas, no es falso, sin embargo,
el haberlas recordado y haber hecho distinción entre aquéllas,
verdaderas, y éstas, falsas, aducidas en contra. También retengo
esto en la memoria, y veo que una cosa es la distinción que yo
hago al presente y otra el recordar haber hecho muchas veces tal
distinción, tantas cuantas pensé en ellas. En efecto, yo recuerdo
haber entendido esto muchas veces, y lo que ahora discierno y entiendo lo deposito también en la memoria, para que después recuerde haberlo entendido al presente. Finalmente, me acuerdo de
haberme acordado; como después, si recordare lo que ahora he
podido recordar, ciertamente lo recordaré por virtud de la memoria ='.
CAPITULO
XIV
21. Igualmente se hallan las afecciones de mi alma en la
memoria, no del modo como estáo en el alma cuando las padece,
sino de otro muy distinto, como se tiene la virtud de la memoria
respecto de sí. Porque, no estando alegre, recuerdo haberme alegrado; y no estando triste, recuerdo mi tristeza pasada; y no teCAPUT
est cogitare. Nam cogo et cogito sic est, ut ago et agito, fació et factito.
Verum tamen sibi animus hoc verbum proprie vindicavit, ut non quod
alibi, sed quod in animo colligitur, id est cogitur, cogitari proprie iam
dicatur.
407
Confesiones
XIII
20. Haec omnia memoria teneo et quomodo ea didicerim memoria
teneo. Multa etiam quae adversus haec falsissime disputantur, audivi et
memoria teneo; quae tamen, etsi falsa sunt, tamen ea meminisse me non
5 est falsum; et discrevisse me inter illa vera et haec falsa quae contra
dicuritur, et hoc memini aliterque nunc video discernere me ista, aüter
autem memini saepe me discrevisse, cum et saepe cogitarem. Ergo et
intellexisse me saepius ista memini, et quod nunc discerno et intellego,
recondo in memoria, ut postea me nunc intellexisse meminerim. Ergo et
10 meminisse me memini, sicut postea, quod haec reminisci nunc potui, si
recordabor, utk¡ue per vim memoriae recordabor.
C Apu T
xiv
21. Affectiones quoque animi mei eadem memoria continet non eo
modo, quo eas habet ipse animus, cum patitur eas, sed alio multum di15 verso, sicut sese habet vis memoriae. Nam et laetatum me fuisse reminiscor non laetus, et tristitiam meam praeteritam recordor non tristis, et
4 tamen etsi S, tametsi cet. et edds.
6 discernere], cerneré S.
9 ergo om. S.
13 illo], eo S.
408
Confesiones
X, 14, 22
miendo nada, recuerdo haber temido alguna vez; y no codiciando
nada, haber codiciado en otro tiempo. Y al contrario, otras veces,
estando alegre, rne acuerdo de mi tristeza pasada, y estando triste,
de la alegría que tuve. Lo cual no es de admirar respecto del
cuerpo, porque una cosa es el alma y otra el cuerpo; y así no es
maravilla que, estando yo gozando en el alma, me acuerde de'
pasado dolor del cuerpo.
Pero aquí, siendo la memoria parte del alma—pues cuando
mandamos retener algo de memoria, decimos: «Mira que lo tengas en el alma», y cuando nos olvidamos de algo, decimos: «No
estuvo en mi alma» y «Se me fue del alma», denominando alma
a la memoria misma—, siendo esto así, digo, ¿en qué consiste
que, cuando recuerdo alegre mi pasada tristeza, mi alma siente
alegría y mi memoria tristeza, estando mi ailma alegre por la alegría que hay en ella, sin que esté triste la memoria por la tristeza que hay en ella? ¿Por ventura no pertenece al alma? ¿Quién
osará decirlo? ¿Es acaso la memoria como el vientre del alma, y
la alegría y tristeza como un manjar, dulce o amargo; y que una
vez encomendadas a la memoria son como las cosas transmitidas
al vientre, que pueden ser guardadas allí, mas no gustadas ?2S Ridículo sería asemejar estas cosas con aquéllas; sin embargo, no son
del todo desemejantes ".
22. Mas he aquí que, cuando digo que son cuatro las perturbaciones de alma 3 ": deseo, alegría, miedo y tristeza, de la memoria lo saco; y cuanto sobre ellas pudiera disputar, dividiendo
cada una en particular en las especies de sus géneros respectivos
5
10
15
20
me aliquando timuisse recoló sine timore, et pristinae cupiditatis sine
cupiditate sum memor. Aliquando et e contrario tristitiam meam transactam laetus reminiscor, et tristis laetitiam. Quod mirandum non est de
corpore: aliud enim animus, aliud Corpus. Itaque si praeteritum dolorem
corporis gaudens memini, non ita mirum est. Hic vero, cum animus sit
etiam ipsa memoria—nam et cum mandamus aliquid, ut memoriter habeatur, dicimus: «Vide, ut illud in animo habeas», et cum obliviscimur,
dicimus: «Non fuit in animo» et «elapsum est animo», ipsam memoriam
vocantes animum—cum ergo ita sit, quid est hoc, quod cum tristitiam
meam praeteritam laetus memini, animus habet laetitiam et memoria tristitiam, laetusque est animus ex eo, quod inest e¡ laetitia, memoria vero
ex eo, quod inest ei tristitia, tristis non est? Num forte non pertinet
ad animum ? Quis hoc dixerit ? Nimirum ergo memoria quasi venter est
animi, laetitia vero atque tristitia quasi cibus dulcis et amaros, cum memoriae commendantur, quasi traiecta in ventrem recondi illic possunt,
sapere non possunt. Ridiculum est haec illis similia putare, nec tamen
sunt omni modo dissimilia.
22. Sed ecce de memoria profero, cum dico quattuor esse perturbationes animi, cuipiditatem, laetitiam, metum, tristitiam, et quidquid de
his disputare potuero, dividendo singula per species sui cuiusque generis
12 inest], non est S.' N
X, 15, 23
Confesiones
409
y definiéndolas, allí hallo lo que he de decir y de allí lo saco, sin
que cuando las conmemoro recordándolas sea perturbado con ninguna de dichas perturbaciones; y ciertamente, allí estaban antes
que yo las recordase y volviese sobre ellas; por eso pudieron ser
tomadas de allí mediante el recuerdo. ¿Quizá, pues, son sacadas
de la memoria estas cosas recordándolas, como del vientre el manjar
rumiando? Mas entonces, ¿por qué no se siente en la boca del
pensamiento del que disputa, esto es, de quien las recuerda, la
dulzura de la alegría o la amargura de la tristeza? ¿Acaso es porqué la comparación que hemos puesto, no semejante en todo, es
precisamente desemejante en esto? Porque ¿quién querría hablar
de tales cosas si cuantas veces nombramos el miedo o la tristeza
nos viésemos obligados a padecer tristeza o temor?
Y, sin embargo, ciertamente no podríamos nombrar estas
cosas si no hallásemos en nuestra memoria no sólo los sonidos de
los nombres según las imágenes impresas en ella por los sentidos
del cuerpo, sino también las nociones de las cosas mismas, las
cuales no hemos recibido por ninguna puerta de la carne, sino
que la misma alma, sintiéndolas por la experiencia de sus pasiones, las encomendó a la memoria, o bien ésta misma, sin haberle
sido encomendadas, las retuvo para sí.
CAPITULO
XV
23. Mas, si es por medio de imágenes o no, ¿quién lo podrá
fácilmente decir?
En efecto: nombro la piedra, nombro el sol, y no estando
et definiendo, ibi invenio quid dicam atque inde profero, nec tamen ulla
earum perturbatione perturbor, cum eas reminiscendo commemoro; et
antequam recolerentur a me et retractarentur, ibi erant: propterea inde
per recordationem potuere depromi. Forte ergo sicut de ventre cibus ru5 minando, sic ista de memoria recordando proferuntur. Cur igitur in ore
cogitationis non sentitur a disputante, hoc est a reminiscente, laetitiae
dulcedo vel amaritudo maestitiae? An in hoc dissimile est, quod non
undique simile est? Qui enim talia volens loqueretur, si quotiens tristitiam metumve nominamus, totiens maerere vel timere cogeremur? Et ta10 men no ea loqueremur, nisi in memoria nostra non tantum sonos nominum secundum ¡magines impressas a sensibus corporis sed etiam rerum
ipsarum notiones inveniremus, quas nulla ianua carnis accepimus, sed eas
ipse animus per experientiam passionum suarum sentiens memoriae commendavit aut ipsa sibi haec etiam non commendata retinuit.
1 5
C AP U T
X V
23. Sed utrum per imagines an non, quis facile dixerit? Nomino
quippe lapidem, nomino solem, cum res ipsae non adsunt sensibus meis;
6 a1 om. S.
U a] om. BCPGPV idd.
410
X, 16, 24
Confesiones
estas cosas presentes a mis sentidos, están ciertamente presentes en
mi memoria sus imágenes.
Nombro el dolor del cuerpo, que no se halla presente en mí,
porque no me duele nada, y, sin embargo, si su imagen no estui. viera en mi memoria, no sabría lo que decía, ni en las disputas
sabría distinguirle del deleite.
Nombro la salud del cuerpo, estando sano de cuerpo: en
este caso tengo presente la cosa misma; sin embargo, si su imagen no estuviese en mi memoria, de ningún modo recordaría lo
que quiere significar el sonido de este nombre; ni los enfermos,
nombrada la salud, entenderían qué era lo que se les decía, si no
tuviesen en la memoria su imagen, aunque la realidad de ella esté
lejos de sus cuerpos.
Nombro los números con que contamos, y he aquí que ya
están en mi memoria, no sus imágenes, sino ellos mismos.
Nombro la imagen del sol, y preséntase ésta en mi memoria,
mas lo que recuerdo no es una imagen de su imagen, sino esta
misma, la cual se me presenta cuando la recuerdo.
Nombro la memoria y conozco lo que nombro; pero ¿dónde
lo conozco, si no es en la memoria misma? ¿Acaso también ella
está presente a sí misma por medio de su imagen y no por sí
misma ?
CAPITULO
XVI
24. ¿Y qué cuando nombro el olvido y al mismo tiempo
conozco lo que nombro? ¿De dónde podría conocerlo yo si no lo
in memoria sane mea praesto sunt imagines earum. Nomino dolorem corporís, nec mihi adest, dum nihil dolet; nisi tamen adesset imago eius in
memoria mea, nescirem quid dicerem, nec eum in disputando a voluptate
discernerem. Nomino salutem corporis, cum salvus sum corpore, adest
6 mihi res ipsa; verum tamen nisi et imago eius inesset in memoria mea,
nullo modo recordarer, quid huius nominis significaret sonus; nec aegrotantes agnoscerent, salute nominata, quid esset dictum, nisi eadem imago
vi memoriae teneretur, quamvis ipsa res abesset a corpore. Nomino números, quibus numeramus; en adsunt in memoria mea non imagines eorum,
10 sed ipsi. Nomino imaginem solis, et haec adest in memoria mea; ñeque
enim imaginem imaginis eius, sed ipsam recoló; ipsa mihi reminiscenti
praesto est. Nomino memoriam et agnosco quod nomino. Et ubi agnosco
nisi in ipsa memoria? Num et ipsa per imaginem sibi adest ac non per
se ipsam ?
15
C A P U T X V I
24. Quid, cum oblivionem nomino atque itidem agnosco quod nomino, unde agnoscerem, nisi meminissem? Non eundem sonum nominis, dico,
2 dum—adesset om. S.
5 mihi SV, mihi quidem cet. et edds.
esset in] inesset in S.
17 agnosco rem S (cd tamen cf. fin butuí num.).
X, 16, 25
Confesiones
411
recordase? No hablo del sonido de esta palabra, sino de la cosa
que significa, la cual, si la hubiese olvidado, no podría saber el
valor de tal sonido. Cuando, pues, me acuerdo de la memoria, la
misma memoria es la que se me presenta y a sí por sí misma; mas
cuando recuerdo el olvido, preséntanseme la memoria y el olvido:
la memoria con que me acuerdo y el olvido de que me acuerdo.
Pero ¿qué es el olvido sino privación de memoria? Pues ¿cómo
está presente en la memoria para acordarme de él, siendo así que
estando presente no puedo recordarle? Mas si, es cierto que lo
que recordamos lo retenemos en la memoria, y que, si no recordásemos el olvido, de ningún modo podríamos, al oír su nombre, saber lo que por él se significa, sigúese que la memoria retiene él olvido. Luego está presente para que no olvidemos la
cosa que olvidamos cuando, se presenta. ¿Deduciremos de esto
que cuando lo recordamos no está presente en la memoria por
sí mismo, sino por su imagen, puesto que, si estuviese presente
por sí mismo, el olvido no haría que nos acordásemos, sino, que
nos olvidásemos? Mas al fin, ¿quién podrá indagar esto? ¿Quién
comprenderá su modo de ser? 31
25. Ciertamente, Señor, trabajo en ello y trabajo en mí mismo, y me he hecho a mí mismo tierra de dificultad y de excesivo
sudor ". Porque no exploramos ahora las regiones del cielo, ni
medimos las distancias de los astros, ni buscamos los cimientos
de la tierra; soy yo el que recuerdo, yo el alma. No es gran maravilla si digo que está lejos de mí cuanto no soy yo; en cambio,
¿qué cosa más cerca de mí que yo mismo? Con todo, he aquí que,
sed rem, quam significat; quam si oblitus essem, quid ille valeret sonus
agnoscere utique non valerem. Ergo cum memoriam memini, per se ipsam
sibi praesto est ipsa memoria; cum vero memini oblivionem, et memoria
praesto est et oblivio, memoria, ex qua meminerim, oblivio, quam memi5 nerim. Sed quid est oblivio nisi privatio memoriae? Quomodo ergo adest,
ut eam meminerim, quando cum adest meminisse non possum? At si quod
meminimus memoria retinemus, oblivionem autem nisi meminissemus nequáquam possimus, audito ipso nomine rem quae illo significatur, agnoscere: memoria retinetur oblivio. Adest ergo, ne obliviscamur, quae cum
10 adest, obliviscimur. An ex hoc intellegitur non per se ipsam inesse memoriae, cum eam meminimus, sed per imaginem suam, quia, si per se
ipsam praesto esset oblivio, non ut meminissemus, sed ut oblivisceremur,
efficeret? Et hoc quis tándem indagabit? Quis comprehendet quomodo sit?
15
25. Ego certe, Domine, laboro hic et laboro in me ipso: factus sum
mihi térra difficultatis, et sudoris nimii. Ñeque enim nunc scrutamur
plagas caeli aut siderum intervalla demetimur vel terrae libramenta quaerimus: ego sum, qui. memini, ego animus. Non ita mirum, si a me longe
est quidquid ego non sum; quid autem propinquius me ipso mihi? F.t
4
8
9
ex qua S. qua cet. et edds.
possimus DFS. posscmus cet. et eddi
F tncip.: adest.
412
Confesiones
X, 16, 25
no siendo este «mí» cosa distinta de mi memoria, no comprendo
la fuerza de ésta 33 .
Pues ¿qué diré, cuando de cierto estoy que yo recuerdo el olvido? ¿Diré acaso que no está en mi memoria lo que recuerdo?
¿O tal vez habré de decir que el olvido está en mi memoria para
que no me olvide? Ambas cosas son absurdísimas. ¿Qué decir de
lo tercero? Mas ¿con qué fundamento podré decir que mi memoria retiene las imágenes del olvido, no el mismo olvido, cuando
lo recuerda? ¿Con qué fundamento, repito, podré decir esto, siendo así que cuando se imprime la imagen de alguna cosa en la
memoria es necesario que primeramente esté presente la misma
cosa, para que con ella pueda grabarse su imagen? Porque así es
como me acuerdo de Cartago y así de todos los demás lugares en
que he estado; así del rostro de los hombres que he visto y de
las noticias de los demás sentidos; así de la salud o dolor del
cuerpo mismo; las cuales cosas, cuando estaban presentes, tomó
de ellas sus imágenes la memoria, para que, mirándolas yo presentes, las repasase en mi alma cuando me acordase de dichas cosas estando ausentes.
Ahora bien, si el olvido está en la memoria en imagen no
por sí mismo, es evidente que tuvo que estar éste presente para que
fuese abstraída su imagen. Mas cuando estaba presente, ¿cómo esculpía en la memoria su imagen, siendo así que el olvido borra
con su presencia lo, ya delineado? Y, sin embargo, de cualquier modo que ello sea—aunque este modo sea incomprensible
e inefable—, yo estoy cierto que recuerdo el olvido mismo con que
se sepulta lo que recordamos.
ecce memoriae meae vis non comprehenditur a me, cum ípsum me non
dicam praeter illam. Quid enim dicturus sum, quando mihi certum est
meminisse me oblivionem? An dicturus sum non esse in memoria mea
quod memini ? An dicturus sum ad hoc inesse oblivionem in memoria
6 mea; ut non obliviscar? Utrumque absurdissimum est. Quid illud tertium? Quo pacto dicam imaginem oblivionis teneri memoria mea, non
ipsam oblivionem, curn eam memini ? Quo pacto et hoc dicam, quandoquidem cum imprimitur rei cuiusque imago in memoria, prius necesse
est, ut adsit res ipsa, unde illa imago possit imprimí? Sic enim Cartha10 ginis memini, sic omnium locorum, quibus interfui, sic facies hominum,
quas vidi, et ceterorum sensuum nuntiata, sic ipsius corporis salutem sive
dolorem: cum praesto essent ista, cepit ab eis imagines memoria, quas
intuerer praesentes et retractarem animo, cum illa et absentia reminiscerer. Si ergo per imaginem suam, non per se ipsam in memoria tenetur
15 oblivio, ipsa utique aderat, ut eius imago caperetur. Cum autem adesset,
quomodo imaginem suam in memoria conscribebat, quando id etiam, quod
iam notatum invenit, praesentia sua delet oblivio? Et tamen quocumque
modo, licet sit modus incomprehensibilis et inexplicabilis, etiam ipsam
oblivionem meminisse me certus sum, qua id quod meminerimus obruitur.
18
etiam om.
S.
X, 17, 26
Confesiones
CAPITULO
413
XVII
26. Grande es la virtud de la memoria y algo que me causa
horror, Dios mío: multiplicidad infinita y profunda. Y esto es
el alma y esto soy yo mismo. ¿Qué soy, pues, Dios mío? ¿Qué
naturaleza soy? Vida varia y multiforme y sobremanera inmensa.
Vedme aquí en los campos y antros e innumerables cavernas de
mi memoria, llenas innumerablemente de géneros innumerables
de cosas, ya por sus imágenes, como las de todos los cuerpos; ya
por presencia, como las de las artes; ya por no sé qué nociones o
notaciones, como las de los afectos del alma, las cuales, aunque
el alma no las padezca, las tiene la memoria, por estar en el alma
cuanto está en la memoria. Por todas estas cosas discurro y vuelo
de aquí para allá y penetro cuando puedo, sin que dé con el fin
en ninguna parte. ¡Tanta es la virtud de la memoria, tanta es la
virtud de la vida en un hombre que vive mortalmente!
¿Qué haré, pues, oh tú, vida mía verdadera, Dios mío? ¿Traspasaré también esta virtud mía que se llama memoria? ¿La traspasaré para llegar a ti, \\xz dulcísima? ¿Qué dices? He aquí que
ascendiendo por el alma hacia ti, que estás encima de mí, traspasaré también esta facultad mía que se llama memoria, queriendo
tocarte por donde puedes ser tocado y adherirme a ti por donde
puedes ser adherido. Porque también las bestias y las aves tienen
memoria, puesto que de otro modo no volverían a sus madrigueras y nidos, ni harían otras muchas cosas a las que se acostumbran,
pues ni aun acostumbrarse pudieran a ninguna si no fuera por la
C
A PUT
xv u
26. Magna vis est memoriae, nescio quid horrendum, Deus meus,
profunda et infinita multiplicitas; et hoc animus est, hoc ego ipse sum.
Quid ergo sum, Deum meus? Quae natura sum? Varia, multimoda vita
5 et immensa vehementer. Ecce in memoriae meae campis et antris et cavernis innumerabilibus atque innumerabiliter plenis innumerabilium rerum
generibus, sive per imagines, sicut omnium corporum, sive per praesentiam sicut artium, sive per nescio quas notiones vel notationes, sicut
affectionum animi—quas et cum animus non patitur, memoria tenet cum
10 in animo sit quidquid est in memoria—per haec omnia discurro et volito
hac illac, penetro etiam, quantum possum, et finis nusquam: tanta vis
est memoriae, tanta vitae vis est in nomine vívente mortaliter! Quid igitur
agam, tu, vera mea vita, Deus meus? Transibo et hanc vim meam, quae
memoria vocatur, transibo eam, ut pertendam ad te, dulce lumen. Quid
15 dicis mihi? Ecce ego ascendens per animum meum ad te, qui desuper
mihi manes, transibo et istam vim meam, quae memoria vocatur, volens
te attingere, unde attingi potes, et inhaerere tibi, unde inhaereri tibi
potest. Habent enim memoriam et pécora et aves, alioquin non cubilia
nidosve repeterent, non alia multa, quibus assuescunt; ñeque enim et
15
19
ecce om. S.
i n d u s v e ] , non nidosve S.
414
X, 18, 27
Confesiones
X, 19, 28
memoria 3 \ Traspasaré, pues, aun la memoria p a r a llegar a aquel
q u e m e separó de los cuadrúpedos y m e h i z o más sabio q u e las
aves del cielo; traspasaré, sí, la memoria. Pero ¿ d ó n d e te hallaré,
¡oh, tú, v e r d a d e r a m e n t e bueno y suavidad segura!, d ó n d e te hallaré ? " P o r q u e si te hallo fuera de mi memoria, olvidado m e
he de ti, y si n o me acuerdo de ti, ¿cómo ya te p o d r é h a l l a r ?
C A P I T U L O
n o c i d o por la imagen q u e llevamos dentro. N i decimos haber
h a l l a d o l o q u e había perecido si n o lo reconocemos, ni lo podemos reconocer si no lo r e c o r d a m o s ; pero esto, a u n q u e ciertamente había perecido para los ojos, mas era retenido en la memoria.
C A P I T U L O
assuescere valerent ullis rebus nisi per memoriam. Transibo ergo et memoriam, ut attingam eum, qui separavit me a quadrupedibus et volatilibus caeli sapientiorem me fecit. Transibo et memoriam, ut ibi te inveniam,
veré bone, secura suavitas, ut ibi te inveniam. Si praeter memoriam
6 meam te invenio, immemor tui sum. Et quomodo iam inveniam te, si
memor non sum tui?
Mas éste, ¿de d ó n d e se m e presenta sino de la memoria mism a ? P o r q u e si a l g u n o nos lo advierte, el reconocerlo de aquí viefuerit, ex imagine, quae intus est, recognoscitur. Nec invenisse nos dicimus quod perierat, si non agnoscimus; nec agnoscere possumus, si non
meminimus; sed hoc perierat quidem oculis, memoria tenebatur.
x v 111
27. Perdiderat enim mulier drachmam et quaesivit eam cum lucerna
et, nisi memor eius esset, non inveniret eam "'". Cum enim esset inventa,
10 unde sciret, utrum ipsa esset, si memor eius non esset? Multa memini
me perdita quaesisse atque invenisse. Inde istuc scio, quia, cum quaererem aliquid eorum et diceretur mihi: «Num forte hoc est? Nura forte
illud?», tamdiu dicebam: «Non est», doñee id offerretur quod quaerebam. Cuius nisi memor essem, quidquid illud esset, etiamsi mihi offer15 retur, non invenirem, quia non agnoscerem. Et semper ita fit, cum aliquid perditum quaerimus et invenimus. Verum tamen si forte aliquid ab
oculis perit, non a memoria, veluti corpus quodlibet visibile, tenetur intus
imago eius et quaeritur, doñee reddatur aspectui. Quod cum inventum
20
XIX
28. ¿Y qué cuando es la misma memoria la que pierde algo,
como sucede c u a n d o olvidamos alguna cosa y la buscamos para
recordarla? ¿ D ó n d e al fin la buscamos sino en la misma m e m o ria? Y si p o r casualidad aquí se ofrece una cosa p o r otra, la rec h a z a m o s hasta que se presenta lo que buscamos. Y cuando se
presenta decimos: «Esto e s » ; lo cual no dijéramos si n o la reconociéramos, ni la reconoceríamos si n o la recordásemos. Ciertamente, pues, la habíamos olvidado. ¿Acaso era q u e n o había desaparecido del todo, y p o r la p a r t e que era retenida " buscaba la
otra p a r t e ? P o r q u e sentíase la m e m o r i a n o revolver conjuntamente las cosas q u e antes conjuntamente solía, y como cojeando p o r
la truncada costumbre, p e d í a que se le volviese lo q u e la faltaba:
algo así como cuando vemos o pensamos en u n h o m b r e conocido,
y, olvidados de su n o m b r e , nos p o n e m o s a buscarle, a quien n o Je
aplicamos cualquier otro distinto que se nos ofrezca, p o r q u e n o
tenemos costumbre de pensarle con él, por lo q u e los rechazamos
todos hasta q u e se presenta aquel con que, por ser el acostumbrad o y conocido, descansamos plenamente.
XVIII
27. Perdió la mujer la dracma y la buscó con la l i n t e r n a ;
mas si n o la hubiese recordado, n o la hallara t a m p o c o ; p o r q u e
si n o se acordara de ella, ¿cómo p o d r í a saber, al hallarla, que era
la m i s m a ?
Y o recuerdo también haber buscado y hallado muchas cosas
p e r d i d a s ; y sé esto p o r q u e c u a n d o buscaba alguna de ellas y se
m e d e c í a : «¿Es p o r fortuna esto?», «¿Es acaso aquello?», siempre
decía q u e « n o » , hasta q u e se m e ofrecía la q u e buscaba, de la cual,
si yo n o m e acordara, fuese la q u e fuese, a u n q u e se m e ofreciera,
n o la hallara, p o r q u e n o la reconociera. Y siempre que p e r d e m o s
y hallamos algo sucede lo m i s m o .
Sin embargo, si alguna cosa desaparece d e la vista p o r casual i d a d — n o de la m e m o r i a — , c o m o sucede con u n cuerpo cualquiera visible, consérvase interiormente su imagen y se busca aquél
hasta que es devuelto a la vista; el cual, al ser hallado, es reco-
CA P U T
415
Confesiones
Le 15,8.
4 ut ibi... i:-'GM=S, ut ubi Ti'HM'OP edds. omnes, ct ubi... CDBFZT edd.;
secura HOST, ct secura cel. et edd.; ut ibi GMS, et ut ubi EHOVT. ubi
BCDFPZ et edds.
CAPUT
XIX
5
28. Quid? Cum ipsa memoria perdit aliquid, sicut fit cum obliviscimur, et quaerimus ut recordemur, ubi tándem quaerimus nisi in ipsa
memoria ? et ibi si aliud pro alio forte offeratur, respuimus, doñee illud
oceurrat quod quaerimus. Et cum oceurrit, dicimus: «Hoc est»; quod non
diceremus nisi agnosceremus; nec agnosceremus, nisi meminissemus. Certe
10 ergo obliti fueramus. An non totum exciderat, sed ex parte quae tenebatur pars alia quaerebatur, quia sentiebat se memoria non simul volvere, quod simul solebat et quasi detruncata consuetudine claudicans reddi
quod deerat flagitabat? Tamquam si homo notus sive conspiciatur oculis
sive cogitetur, et nomen eius obliti requiramus, quidquid aliud oceurrerit
15 non conectitur, quia non cum illo cogitari consuevit ideoque respuitur,
doñee illud adsit, ubi simul adsuefacta notitia non inaequaliter adquiescat. Et unde adest nisi ex ipsa memoria? Nam et cum ab alio
10 er^o], enim S.
quae OSZ, qua cet. et edd,
416
X, 20, 29
Confesiones
ne. Porque no lo aceptamos como cosa nueva, sino que, recordándolo, aprobamos ser lo que se nos ha dicho, ya que, si se borrase
plenamente del alma, ni aun advertidos lo recordaríamos.
N o se puede, pues, decir que nos olvidamos totalmente, puesto
que nos acordamos al menos de habernos olvidado y de ningún
modo podríamos buscar lo perdido que absolutamente hemos
olvidado ".
CAPITULO
XX
29. ¿Y a ti, Señor, de qué modo te puedo buscar? Porque
cuando te busco a ti, Dios mío, la vida bienaventurada busco.
Búsquete yo para que viva mi alma, porque si mi cuerpo vive de
mi alma, mi alma vive de ti 3 8 . ¿Cómo, pues, busco la vida bienaventurada—porque no la poseeré hasta que diga «Basta» allí
donde conviene que lo diga—, cómo la busco, p u e s ? " ¿Acaso
por medio de la reminiscencia, como si la hubiera olvidado, pero
conservado el recuerdo del olvido? ¿O tal vez por el deseo de
saber una cosa ignorada, sea por no haberla conocido, sea por
haberla olvidado hasta el punto de olvidarme de haberme olvidado?
¿Pero acaso río es la vida bienaventurada la que todos apetecen, sin que haya ninguno que no la desee? Pues ¿dónde la conocieron para así quererla? ¿Dónde la vieron para amarla? Ciertamente que tenemos su imagen no sé de qué modo. Mas es diverso
el modo de serlo el que es feliz por poseer realmente aquélla y
los que son felices en esperanza. Sin duda que éstos la poseen de
commoniti recognoscimus, inde adest. Non enim quasi novum credimus,
sed recordantes adprobamus hoc esse, quod dictum est. Si autem penitus
aboleatur ex animo, nec admoniti reminiscimur. Ñeque enim omni modo
adhuc obliti sumus, quod vel oblilos nos esse meminimus. Hoc ergo nec
amissum quaerere poterimus, quod omnino obliti fuerimus.
CA P U T
XX
29. Quomodo ergo te quaero, Domine? Cum enim te, Deum meum,
quaero, vitam beatam quaero. Quaeram te, ut vivat anima mea. Vivit
enim Corpus meum de anima mea et vivit anima mea de te. Quomodo
ergo quaero vitam beatam? Quia non est mihi, doñee dicam: «Sat, est
illic.» Ubi oportet ut dicam, quomodo eam quaero, utrum per recordationem, tamquam eam oblitus sim oblitumque me esse adhuc teneam,
an per appetitum discendi incognitum, sive quam nunquam scierim sive
quam sic oblitus fuerim, ut me nec oblitum esse meminerim. Nonne ipsa
est beata vita, quam omnes volunt et omnino qui nolit nemo est? Ubi
noverunt eam, quod sic volunt eam? Ubi viderunt ut amarent eam?
Nimirum habemus eam nescio quomodo. Et est alius quídam modus,
quo quisque cum habet eam, tune beatus est, et sunt, qui spe beati sunt.
X, 20, 29
Confesiones
417
modo inferior a aquellos que son felices en realidad; con todo,
son mejores que aquellos otros que ni en realidad ni en esperanza
son felices; los cuales, sin embargo, no desearan tanto ser felices
si no la poseyeran de algún modo; y que lo desean es certísimo.
Yo no sé cómo lo han conocido y, consiguientemente, ignoro en
qué noción la poseen, sobre la cual deseo ardientemente saber si
reside en la memoria; porque si está en ésta, ya fuimos en algún
tiempo felices: ahora, si todos individualmente o en aquel hombre
que primero pecó, y en el cual todos morimos y de quien todos
hemos nacido con miseria, no me preocupa por el momento, sino
lo que me interesa saber es si la vida bienaventurada está en la
memoria; porque ciertamente que no la amaríamos si no la conociéramos. Oímos este nombre y todos confesamos que apetecemos
la cosa misma; porque no es el sonido lo que nos deleita ", ya
que éste, cuando lo oye en latín un griego, no le causa ningún
deleite, por ignorar su significado; en cambio, nos lo causa a nosotros—como se lo causaría también a aquél si se la nombrasen en
griego—, porque la cosa misma ni es griega ni latina, y ésta es la
que desean poseer griegos y latinos, y los hombres de todas Jas
lenguas.
Luego es de todos conocida aquélla; y si pudiesen ser interrogados «si querían ser felices», todos a una responderían sin vacilaciones que querían serlo. Lo cual no podría ser si la cosa
misma, cuyo nombre es éste, no estuviese en su memoria.
Inferiore modo isti habent eam quam illi, qui iam re ipsa beati sunt,
sed tamen meliores quam illi, qui nec re nec spe beati sunt. Qui tamen
etiam ipsi nisi aliquo modo haberent eam, non ita vellent beati esse:
quod eos velle certissimum est. Nescio quomodo noverunt eam ideoque
6 habent eam in nescio qua notitia, de qua satago, utrum in memoria sit,
quia, si ibi est, iam beati fuimus aliquando, utrum singillatim omnes, an
in illo homine, qui primus peccavit, in quo et omnes mortui sumus et de
quo omnes cum miseria nati sumus, non quaero nunc, sed quaero, utrum
in memoria sit beata vita. Ñeque enim amaremus eam, nisi nossemus.
10 Audivimus nomen hoc, et omnes rem ipsam nos appetere fatemur; non
enim sonó delectamur. Nam hoc cum latine audit graecus, non delectatur,
quia ignorat, quid dictum sit; nos autem delectamur, sicut etiam ille,
si graece hoc audierit, quoniam res ipsa nec graeca, nec latina est, cui
adipiscendac graeci latinique inhiant ceterarumque linguarum homines.
15 Nota est igitur ómnibus, qui una voce si interrogari possent, utrum beati
esse vellent, sine ulla dubitatione velle responderent. Quod non fieret,
nisi res ipsa, cuius hoc nomen est, eorum memoria teneretur.
10
11
15
16
audivimus GTSV. audimus cet. et edds. modernae.
sonó], solo S.
possent], possint S.
fierent OS.
ipsam), omnes S.
13 cognitam S,
S.Ag.
2
U
418
Confesiones
X, 21,30
C A P I T U L O
XXI
30. ¿Acaso está así como recuerda a, Cartago quien la h a
visto? N o ; p o r q u e la vida bienaventurada n o se ve con los ojos,
p o r q u e n o es cuerpo. ¿Acaso como recordamos los n ú m e r o s ? N o ;
p o r q u e el q u e tiene noticia de éstos n o desea ya alcanzarlos; en
cambio, la vida bienaventurada, a u n q u e la tenemos en conocim i e n t o y p o r eso la amamos, con t o d o , la deseamos alcanzar, a
fin de ser felices.
¿Tal vez como recordamos la elocuencia? T a m p o c o ; p o r q u e
a u n q u e al oír este n o m b r e se acuerdan de su realidad aquellos q u e
aún n o son elocuentes—y son muchos los q u e desean serlo, p o r
d o n d e se ve que tienen noticia de ella—, sin embargo, esta noticia
les h a v e n i d o p o r los sentidos del cuerpo, v i e n d o a otros elocuentes,
y deleitándose con ellos, y deseando ser como ellos, a u n q u e ciertam e n t e n o se deleitaran si n o fuera por la noticia interior q u e tienen
d e ella, ni desearan esto si n o se hubiesen d e l e i t a d o ; y la vida
bienaventurada n o la h e m o s e x p e r i m e n t a d o en otros por n i n g ú n
sentido.
¿Será p o r ventura como cuando recordamos el gozo? T a l vez
sea así. P o r q u e así como estando triste recuerdo mi gozo pasado,
así siendo miserable recuerdo la vida b i e n a v e n t u r a d a ; p o r otra
parte, p o r n i n g ú n sentido del cuerpo h e visto, ni oído, n i olfateado, ni gustado, ni tocado jamás el gozo, sino q u e lo h e experim e n t a d o en mi alma c u a n d o h e estado alegre, y se adhirió su
CAPUT
XXI
30. Numquid ita, ut meminit Carthaginem qui vidit? Non; vita
enim beata non videtur ocuüs, quia non est Corpus. Numquid sicut
meminimus números? Non; hos enim qui habet in notitiam non adhuc
6 quaerit adipisci, vitam vero beatam habemus in notitiam, ideoque amamus, et tamen adhuc adipisci eam volumus, ut beati simus. Numquid
sicut meminimus eloquentiam? Non; quamvis enim et hoc nomine audito
recordentur ipsam rem, qui etiam nondum sunt eloquentes, multique esse
cupiunt—unde apparet eam esse in eorum notitia—tamen per corporis
10 sensus alios eloquentes animadverterunt et delectati sunt et hoc esse
desiderant—quamquam nisi ex interiore notitia non delectarentur ñeque
hoc esse vellent, nisi delectarentur—beatam vero vitam nullo sensu
corporis in alus experimur. Numquid sicut meminimus gaudium? Fortasse ita. Nam gaudium meum etiam tristis memini sicut vitam beatam
15 miser, ñeque unquam corporis sensu gaudium meum vel vidi vel audivi vel
odoratus sum vel gustavi vel tetigi, sed expertus sum in animo meo, quando
laetatus sum, et adhaesit eius notitia memoriae meae, ut id reminisci
2 memini S.
5 notitiam CDE'FGfPSVT, notitia cet. et
7 enim om. S.
15 vel audivi om S.
edil,
X, 21, 31
Confesiones
419
noticia a mi memoria p a r a que pudiera recordarle, unas veces con
desprecio, otras con deseo, según los diferentes objetos del m i s m o
de que recuerdo h a b e r m e gozado.
P o r q u e también m e sentí en algún t i e m p o i n u n d a d o d e gozo
de cosas torpes, recordando el cual ahora lo detesto y execro, así
como otras veces de cosas honestas y buenas, el cual lo recuerdo
d e s e á n d o l o ; a u n q u e t a l ' v e z u n o y otro estén ausentes, y por eso
recuerde estando triste el p a s a d o gozo.
3 1 . Pues ¿dónde y cuándo h e e x p e r i m e n t a d o yo mi vida
bienaventurada, p a r a q u e la recuerde, la a m e y la desee? P o r q u e
n o sólo yo, o yo con unos pocos, sino todos absolutamente quieren
ser felices, lo cual n o deseáramos con tan cierta v o l u n t a d si n o tuviéramos d e ella noticia cierta.
P e r o ¿en q u é consiste q u e si se p r e g u n t a a dos individuos si
quieren ser militares, tal vez u n o de ellos responda que quiere y el
otro que n o quiere, y, en cambio, si se les p r e g u n t a a almbos s¡
quieren ser felices, u n o y otro al p u n t o y sin vacilación alguna
respondan q u e lo quieren y q u e n o p o r otro fin q u e p o r ser felices
quiere el u n o la milicia y el otro n o la quiere ? ¿ N o será tal vez porq u e el u n o se goza en una cosa y el otro en otra ? D e este m o d o
concuerdan t o d o s en querer ser felices, como concordarían, si fuesen p r e g u n t a d o s de ello, en querer gozar, gozo al cual llaman vida
bienaventurada. Y así, aunque u n o la alcance p o r u n camino y otro
p o r otro, u n o es, sin embargo, el término a d o n d e todos se e m p e ñ a n
valeam, aliquando cum aspernatione, aliquando cum desiderio, pro
earum rerum diversitate de quibus me gavisum esse memini. Nam et de
turpibus gaudio quodam perfusus sum, quod nunc recordans detestor
atque exsecror, aliquando de bonis et honestis, quod desiderans recoló,
5 tametsi forte non adsunt, et ideo tristis gaudium pristinum recoló.
31. Ubi ergo et quando expertus sum vitam meam beatam, ut recorder eam et amem et desiderem? Nec ego tantum aut cum paucis, sed
beati prorsus omnes esse volumus. Quod nisi certa notitia nossemus, non
tam certa volúntate vellemus. Sed quid est hoc? Quid si quaeratur
10 a duobus, utrum militare velint? Fieri possit, ut alter eorum velle se,
alter nolle respondeat; si autem ab eis quaeratur, utrum esse beati velint,
uterque se statim sine ulla dubitatione dicat optare, nec ob aliud ille
velit militare, nec ob aliud iste nolit, nisi ut beati sint. Num forte
quoniam alius hinc, alius inde gaudet? Ita se omnes beatos esse velle
15 consonant, quemadmodum consonarent, si hoc interrogarentur, se velle
gaudere, atque ipsum gaudium vitam beatam vocant. Quod etsi alius hinc,
alius illinc assequitur, unum est tamen, quo pervenire omnes nituntur, ut
gaudeant. Quae quoniam res est, quam se expertum non esse nemo potest
9
12
13
quid2 S o, quod cet. et edd.
ulla om. S.
nec], non S,
420
Confesiones
X, 23,33
X, 23, 34
por llegar: gozar. Lo cual, por ser cosa que ninguno puede decir
que no ha experimentado, cuando oye el nombre de «vida bienaventurada», hallándola ,en la memoria, la reconoce.
CAPITULO
quieren ser felices. La vida feliz es, pues, gozo de la verdad, porque éste gozo de ti, que eres la verdad, ¡oh Dios, luz mía, salud
de mi rostro, Dios mío! Todos desean esta vida feliz; todos quieren esta vida, la sola feliz; todos quieren el gozo de la verdad.
Muchos he tratado a quienes gusta engañar; pero que quieran
ser engañados, a ninguno. ¿Dónde conocieron, pues, esta vida feliz
sino allí donde conocieron la verdad ? Porque también aman a ésta
por no querer ser engañados, y cuando aman la vida feliz, que no
es otra cosa que gozo de la verdad, ciertamente aman la verdad;
mas no la amaran si no hubiera en su memoria noticia alguna de
ella. ¿Por qué, pues, no se gozan de ella? ¿Por qué no son felices?
Porque se ocupan más intensamente en otras cosas que les hacen
más bien miserables que felices con aquello que débilmente recuerdan '".
Pues todavía hay un poco de luz en los hombres: caminen,
caminen; no se les echen encima las tinieblas " .
34. Pero ¿por qué «la verdad pare el odio» " y se les hace
enemigo tu hombre, que les predica la verdad, amando como aman
la vida feliz, que no es otra cosa que gozo de la verdad? No por
otra cosa sino porque de tal modo se ama la verdad, que quienes
aman otra cosa que ella quisieran que esto que aman fuese la
verdad. Y como no quieren ser engañados, tampoco quieren ser
convictos de error; y así, odian la verdad por causa de aquello
mismo que aman en lugar de la verdad. Amanla cuando brilla,
XXII
32. Lejos, Señor, lejos del corazón de tu siervo, que se confiesa a ti, 'lejos de mí juzgarme feliz por cualquier gozo que
disfrute. Porque hay gozo que no se da a los impíos, sino a los
que generosamente te sirven, cuyo gozo eres tú mismo. Y la misma
vida bienaventurada no es otra cosa que gozar de tí, para ti y por
ti: ésa es y no otra. Mas los qué piensan que es otra, otro es también el gozo que persiguen, aunque no el verdadero. Sin embargo,
• su voluntad no se aparta de cierta imagen de gozo.
CAPITULO
XXIII
33. N o es, pues, cierto que todos quieran ser felices, porque
los que no quieren gozar de ti, que eres la única vida feliz, no
quieren realmente la vida feliz "'. ¿O es acaso que todos la quieren,
pero como la carne apetece contra el espíritu y el espíritu contra
la carne para, qtie no hagan lo que quieren, caen sobre lo que pueden y con ello se contentan, porque aquello que no pueden no lo
quieren tanto cuanto es menester para poderlo?
Porque, si yo pregunto a todos si por ventura querrían gozarse más de la verdad que de la falsedad, tan no dudarían en decir
que querían más de la verdad cuanto no dudan en decir que
dicere, propterea reperta in memoria recognoscitur, quando beatae vitae
nomen auditur.
CAPUT
CAPUT
XX I I I
33. Non ergo certum est, quod omnes esse beati volunt, quoniam
qui non te gaudere volunt, quae sola vita beata est, non utique vitam
beatam volunt. An omnes hoc volunt, sed quoniam caro concupiscit ad15 versus spiritum et spiritus adversus carnem, ut non jaciant quod volunt ", cadunt in id quod valent eoque contenti sunt, quia illud, quod
non valent, non tantum colunt quantum sat est ut valearü? Nam quaero
ab ómnibus, utrum malint de veritate quam de falsitate gaudere; tam non
21
Gal
->,7.
5
XXII
32. Absit, Domine, absit a corde serví tui, qui confitetur tibi, absit,
6 ut quocumque gaudio gaudeam, beatum me putem. Est enim gaudium,
quod non datur impiis, sed eis, qui te gratis colunt, quorum gaudium
tu ipse es. Et ipsa est beata vita, gaudere de te, ad te, propter te: ipsa est
et non est altera. Qui autem aliam putant esse, aliud sectantur gaudium
ñeque ipsum verum. A'b aliqua tamen imagine gaudii voluntas eorum non
10 avertitur.
421
Confesiones
10
15
20
dubitant dicere de veritate se malle, quam non dubitant dicere beatos esse
se velle. Beata quippe vita est gaudium de veritate. Hoc est enim gaudium de te, qui veritas es, Deus, illuminatio mea, salus faciei meae,
Deus meits ~'~. Hanc vitam beatam omnes volunt, hanc vitam quae sola
beata est omnes volunt, gaudium de veritate omnes volunt. Multos expertus sum, qui vellent fallere, qui autem falli, neminem. Ubi ergo
noverunt hanc vitam beatam, nisi ubi noverunt etiam veritatem? Amant
enim et ipsam, quia falli nolunt, et cum amant beatam vitam, quod non
est aliud quam de veritate gaudium, utique amant etiam veritatem,
nec amarent nisi esset aliqua notitia eius in memoria eorum. Cur ergo
non de illa gaudent? Cur non beati sunt? Quia fortius occupantur in
alus, quae potius eos faciunt miseros quam illud beatos, quod tenuiter
meminerunt. Adhuc enim modicum lumen
est in hominibus; ambulent,
ambulent, ne tenebrae comprehendant23.
!4
34. Cur autem «veritas parit odium» , et inimicus eis factus est
homo tuus verum praedicans, cum ametur beata vita, quae non est nisi
gaudium de veritate, nisi quia sic amatur veritas, ut, quicumque aliud
amant, hoc quod amant velint esse veritatem, et quia falli nollent, nolunt
convinci, quod falsi sint? Itaque propter eam rem oderunt veritatem,
quam pro veritate amant. Amant eam lucentem, oderunt eam redarguen22
24
Ps 2 6 . 1 .
T E R . , Andrit
2
» lo
12.35.
68.
\A tenebrae comprehendant
tenebrae comprehendant cgt. et
HO'SVT,
edd.
tenebrae
comprehendant
eos
EGM,
eos
422
Confesiones
X, 2 4 , 3 5
ódianla cuando les r e p r e n d e ; y p o r q u e n o quieren ser engañados y gustan de engañar, ámanla cuando se descubre a sí y ódianla
cuando les descubre.a ellos. P e r o ella les dará su merecido, descubriéndolos contra su v o l u n t a d ; ellos, q u e n o quieren ser descubiertos p o r ella, sin q u e a su vez ésta se les manifieste.
Así, así, aun así el alma h u m a n a , aun así ciega y lánguida,
torpe e indecente, quiere estar oculta, n o obstante que n o quiera
q u e se le oculte nada. Mas lo q u e le sucederá es que ella quedará
descuibierta ante la verdad sin que ésta se descubra a ella. Pero
aun así, miserable como es, quiere más gozarse con las cosas verdaderas que en las falsas.
Bienaventurado será, pues, si u b r e de toda molestia se alegrase
de sola la verdad, p o r quien son verdaderas todas las cosas " .
C A P I T U L O
X X I V
3 5 . V e d aquí cuánto m e he extendido p o r mi m e m o r i a buscándote a ti, Señor; y n o te hallé fuera de ella. P o r q u e , desde
que te conocí n o h e h a l l a d o n a d a d e ti de que n o m e haya acord a d o ; pues d e s d e q u e te conocí n o m e he olvidado de ti. P o r q u e
allí d o n d e hallé la verdad, allí hallé a mi Dios, la m i s m a verdad,
la cual n o he o l v i d a d o ' desde q u e la aprendí. Así, pues, desde q u e
te conocí, permaneces en mi memoria y aquí te hallo cuando m e
tem. Quia enim fallí nolunt et fallere volunt, amant eam, cum se ipsa
indicat, et oderunt eam, cum eos ipsos indicat. Inde retribuet eis, ut,
qui se ab ea manifestari nolunt, et_ eos nolentes manifestet et eis ipsa
non sit manifesta. Sic, sic, etiam sic animus humanus, etiam sic caecus
5 et languidus, turpis atque indecens latere vult, se autem ut lateat aliquid
non vult. Contra illi redditur, ut ipse non lateat veritatem, ipsum autem
veritas lateat. Tamen etiam sic, dum miser est, veris mavult gaudere
quam falsis. Beatus ergo erit, si nulla interpellante molestia de ipsa, per
quam vera sunt omnia, sola veritate gaudebit.
10
C A P U T X X I V
35. Ecce quantum spatiatus sum in memoria mea quaerens te, Do. mine, et non te inveni extra eam. Ñeque enim aliquid de te invenio quod
non meminissem, ex quo didici te. Nam ex quo didici te, non sum oblitus tui. Ubi enim inveni veritatem, ibi inveni Deum meum, ipsam veri15 tatem, quam ex quo didici, non sum oblitus. Itaque ex quo te didici,
manes in memoria mea, et illic te invenio, cum reminiscor tui et delec-
11
12
Ecce... inc. 3 frag. Eug.
invenio S, inveni cét. et edds
X, 25, 36
423
Confesiones
acuerdo de ti y m e deleito en ti. Estas son las santas delicias mías
q u e tú m e donaste p o r tu misericordia, p o n i e n d o los ojos en mi
pobreza.
C A P I T U L O
XXV
36. Pero ¿en d ó n d e permaneces en mi memoria, S e ñ o r ; en
d ó n d e permaneces en ella ? ¿ Q u é habitáculo te has construido para
ti en ella? ¿ Q u é santuario te has e d i f i c a d o ? " T ú has otorgado
a mi memoria este h o n o r de permanecer en ella; mas en qué parte
de ella (permaneces es de lo q u e ahora voy a tratar.
P o r q u e cuando te recordaba, por n o hallarte entre las imágenes
de las cosas corpóreas, traspasé aquellas sus partes q u e tienen también las bestias, y llegué a aquellas otras partes suyas en d o n d e
t e n g o depositadas las afecciones del alma, q u e tiene en mi m e m o r i a — p o r q u e también el alma se acuerda d e sí m i s m a — , y ni
aun aquí estabas t ú ; p o r q u e así como n o eres imagen corporal ni
afección vital, como es la que se siente cuando nos alegramos, entristecemos, deseamos, tememos, recordamos, olvidamos y demás
cosas p o r el estilo, así tampoco eres alma " , p o r q u e tú eres el Señor
Dios del alma, y todas estas cosas se m u d a n , mientras que tú permaneces inconmutable sobre todas las cosas, habiéndote d i g n a d o
habitar en mi memoria desde q u e te conocí.
Mas ¿por q u é busco el lugar de ella en q u e habitas, como si
hubiera lugares allí ? Ciertamente habitas en ella, p o r q u e m e acuerdo de ti desde que te conocí, y en ella te hallo cuando t e recuerdo.
tor in te. Hae sunt sanctae deliciae meae, quas donasti mihi, misericordia
tua respiciens paupertatem meam.
CAPUT
xxv
36. Sed ubi manes in memoria mea, Domine, ubi illic manes? Quale
5 cubile fabricasti tibi? Quale sanctuarium aedificasti tibí? Tu dedisti
hanc dignationem memoriae meae, ut maneas in ea, sed in qua eius
parte maneas, hoc considero. Transcendí enim partes eius, quas habent
et bestiae, cum te recordarer, quia non ibi te inveniebam ínter imagines rerum corporalium, et veni ad partes eius, ubi commendavi affec10 tiones animi mei, nec illic inveni te. Et intravi ad ípsius animi mei
sedem, quae illi est in memoria mea, quoniam sui quoque meminit animus, nec ibi tu eras, quia sicut non es imago corporalis nec affectio
viventis, qualis est, cum laetamur, contristamur, cupimus, metuimus, meminimus, obliviscimur et quidquid huius modi est, ita nec ipse animus
15 es, quia dnminus Deus animi tu es, et commutantur haec omnia, tu
autem incommutabilis manes super omnia et dignatus es habitare in memoria mea, ex quo te didici. Et quid quaero, quo loco eius habites, quasi
vero loca ibi sint? Habitas certe in ea, quoniam tui memini, ex quo te
didici, et in ea te invenio, cum recordor te.
18 in eam SV.
19 ea te], ea S.
424
Confesiones
CAPITULO
X, 27, 38
XXVI
37. Pues ¿dónele te hallé para conocerte—porque ciertamente
no estabas en mi memoria antes que te conociese—, dónde te hallé,
pues, para conocerte, sino en ti sobre mí ? " N o hay absolutamente
lugar, y nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, no hay
absolutamente lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes
a todos los que te consultan, y a un tiempo respondes a todos 'los que te consultan, aunque sean cosas diversas". Claramente tú respondes, pero no todos oyen claramente. Todos te
consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que
quieren. Óptimo ministro tuyo es el que no atiende tanto a oír de
ti Id que él quisiera cuanto a querer aquello que de ti oyere.
CAPITULO
XXVII
38. ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde
te amé! 3° Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por
fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas
hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba
contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen
en ti, no serían 51 . Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed;
me tocaste, y abráseme en tu paz.
CAPCT
XXVIII
XXVIII
\
XXVII
etiam om. S(H).
fraglasti DP-SVZ, flagrasti cct. el b, fragrasti
425
39. Cuando yo me adhiriere a ti con todo mi ser, ya no
habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será viva, llena toda
de ti "2. Mas ahora, como al que tú llenas lo elevas, me soy carga
a mí mismo, porque no estoy lleno de ti.
Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de alegría, y no sé de qué parte está la victoria.
Contienden mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé de
qué parte está la victoria. ¡Ay de mi, Señor! ¡Ten misericordia
de mí! ¡Ay de mí!
He aquí que no oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy
enfermo; tú eres misericordioso, y yo miserable. ¿Acaso no es
tentación la vida del hombre sobre la tierra? ¿Quién hay que guste
de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos.
Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlos. Porque, aunque goce en tolerarlos, más quisiera, sin embargo, que no hubiese
qué tolerar.
En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas
cosas en el que la vida humana no sea una tentación?
¡Ay de las prosperidades del mundo una y otra vez por el
temor de la adversidad y la corrupción de la alegría! ¡Ay de las
adversidades del mundo una, dos y tres veces, por el deseo de la
CAPUT
38. Sero te amavi, pulchritudo tam antiqua et tam nova, sero te
amavi! Et ecce intus eras et ego foris, et ibi te quaerebam et in ista
formosa, quae fecisti, deformis irruebam. Mecum eras, et tecum non
15 eram. lía me tenebant longe a te, quae si in te non essent, non essent.
Vocavisti et clamasti et rupisti surditatem meara, coruscasti, splenduisti
et fugasti caecitatem meam, fraglasti, et duxi spiritum et anhelo tibi,
gustavi et esurio et sitio, tetigisli me, et exarsi in pacem tuatn.
6
17
Confesiones
CAPITULO
XXVI
37. Ubi ergo te inveni, ut discerem te? Ñeque enim iam eras in
memoria mea, priusquam te discerem. Ubi ergo te inveni, ut discerem
te, nisi in te supra me? Et nusquam locus, et recedimus et accedimus,
5 et nusquam locus. Veritas, ubique praeside's ómnibus consulentibus te
simulque respondes ómnibus etiam diversa consulentibus. Liquide tu
respondes, sed non liquide omnes audiunt. Omnes unde volunt consulunt, sed non semper quod volunt audiunt. Optimus minister tuus est,
qui non magis intuetur hoc a te audire quod ipse voluerit, sed potius hoc
10 velle quod a te audierit.
CAPUT
X, 28, 39
edis.
39. Cum inhaesero tibi ex omni me, nusquam erit mihi dolor et
labor, et viva erit vita mea tota plena te. Nunc autem quoniam quem
tu imples sublevas eum, quoniam tui plenus nondum sum, oneri mihi
5 sum. Contendunt laetitiae meae flendae cum laetandis maeroribus, et
ex qua parte stet victoria nescio. Contendunt maerores mei malí cum
gaudis bonis, et ex qua parte stet victoria nescio. Ei mihi!
Domine,
miserere mei!2i Ei mihi! Ecce vulnera mea non abscondo; medicus es,
aeger sum; misericors es, miser sum. Numquid non iemptalio est vita
10 humana super terram?2" Quis velit molestias et difficultates? Tolerare
iubes ea, non amari. Nemo quod tolerat amat, etsi tolerare amat. Quamvis enim gaudeat se tolerare, mavult tamen non esse quod toleret. Prospera in adversis desidero, adversa in prosperis timeo. Quis inter haec
medius locus, ubi non sit humana vita temptatio? Vae prosperitatibus
15 saeculi semel et iterum a timore adversitatis et a corruptione laetitiae!
Vae adversitatibus saeculi semel et iterum et tertio a desiderio prospe25
2,1
Ps 30,10.
Iob 7.1.
4 nondum S, non cet. et edds.
6 nescio], nescio. Ei mihi domine miserere mei BP edd,
10 tolerare FHSV Eug. (DG). tolerari celt et edds.
13 prosperis], prospera S.
426
Confesiones
X, 30, 41
prosperidad y p o r q u e es dura la misma adversidad y n o falle la
paciencia! ¿Acaso n o es tentación
sin interrupción la vida del
hombre sobre la tierra?
C A P I T U L O
X X I X
4 0 . T o d a mi esperanza n o estriba sino en tu muy g r a n d e
misericordia. D a lo q u e m a n d a s y m a n d a lo q u e quieras "'. N o s
m a n d a s que seamos continentes "\ Y como yo supiese—dice
uno—
que ninguno puede ser continente
si Dios no se lo da,
entendí
que también esto mismo era parte de la sabiduría,
conocer de
quién es este don.
Por la continencia, en efecto, somos j u n t a d o s y reducidos a la
unidad, de la que nos habíamos apartado, d e r r a m á n d o n o s en muchas cosas. P o r q u e menos te ama quien ama algo contigo y n o
lo ama p o r ti.
¡ O h amor que siempre ardes y nunca te e x t i n g u e s ! Caridad,
Dios m í o , enciéndeme. ¿Mandas la continencia? D a lo que m a n das y manda lo que quieras.
C A P I T U L O
X X X
4 1 . Ciertamente tú m a n d a s que m e contenga de la concupiscencia de la carne, de la concupiscencia de los ojos y de la ambición del siglo. M a n d a s t e que m e abstuviese del concúbito, y aun
respecto del m a t r i m o n i o m i s m o aconsejaste algo mejor d e lo q u e
ritatis, et quia ipsa adversitas dura est, et ne frangat tolerantiam! Numquid non temptalio est vita humana stiper territm sine ullo interstitio ?
CAPUT
XXIX
40. Et tota spes mea non nisi in magna valde misericordia tua. Da
5 quod iubes et iube quod vis. Imperas nobís continentiam. Et cum scirem
—ait quídam—quia nenio potest esse continens, nisi Deu¡_ det, et hoc
ipsum erat sapientiae, scire cuius esset hoc donum2r. Per continentiam
quippe colligimur et redigimur in unum, a quo in multa defluximus.
Minus enim te amat qui tecum aliquid amat, quod non propter te amat.
10 O amor, qui semper ardes et nunquam exstíngueris: caritas, Deus meus,
accende me! Continentiam iubes: da quod iubes et iube quod vis.
CAPUT
XXX
41. Iubes certe, ut contineam a concupiscentia carnis et concupiscentia ocuhrum et ambitione saeculi ~s. Iussisti a concubitu et de ipso
15 coniugio melius aliquid, quam concessisti, monuisti. Et quoniam dedisri,
27
Sap 8,21.
4
valde om. MS. add. ceteri et Eug
2
« lo 2,16.
X, 30, 42
Confesiones
427
concediste. Y p o r q u e tú lo otorgaste se hizo, y aun antes de ser
dispensador de tu sacramento.
P e r o aún viven en mi memoria, de la que he h a b l a d o m u c h o ,
las imágenes de tales cosas, que mi costumbre fijó en ella, y m e
salen al encuentro cuando estoy despierto, apenas ya sin fuerzas;
p e r o en sueños llegan n o sólo a la delectación, sino también al
consentimiento y a una acción en t o d o semejante a la rea'l. Y t a n t o
p u e d e la ilusión de aquella imagen en mi alma, en mi carne, que
estando d u r m i e n d o llegan estas falsas visiones a p e r s u a d i r m e de
lo q u e estando despierto n o logran las cosas verdaderas. ¿Acaso
entonces, Señor Dios m í o , yo n o soy yo? Y , sin e m b a r g o , ¡cuánta
diferencia hay entre m í m i s m o y m í m i s m o en el m o m e n t o en
q u e p a s o de la vigilia al sueño o d e éste a aquélla! ¿ D ó n d e está
entonces la razón p o r la q u e el despierto resiste a tales sugestiones
y, a u n q u e se le introduzcan las mismas realidades, p e r m a n e c e inc o n m o v i b l e ? " ¿Acaso se cierra aquélla con los ojos? ¿Acaso se
duerme con los sentidos del cuerpo?
Mas ¿de d ó n d e viene que muchas veces, aun en sueños, resistamos, acordándonos de nuestro propósito, y, p e r m a n e c i e n d o castísimamente en él, no damos n i n g ú n asentimiento a tales sugestiones? Y , sin e m b a r g o , hay tanta diferencia, q u e , cuando sucede
al revés, al despertar volvemos a la paz de la conciencia, y la distancia que hallamos entre ambos estados nos convence d e n o
haber hecho nosotros aquello q u e lamentamos q u e se ha hecho de
algún m o d o en nosotros M .
4 2 . ¿Acaso n o es poderosa tu m a n o , ¡oh Dios o m n i p o t e n t e ! ,
factum est, et antequam dispensator sacramenti tui fierem. Sed adhuc
vivunt in memoria mea, de qua multa locutus sum, talium rerum imagines, quas ibi consuetudo mea fixit, et occursantur mihi vigilanti quidem carentes viribus, in somnis autem non solum usque ad delectatio6 nem, sed etiam usque ad consensionem factumque simillimum. Et tantum valet imaginis illius illusio in anima mea, in carne mea, ut dormienti falsa visa persuadeant quod vigilanti vera non possunt. Nunquid
tune ego non sum, domine Deus meus? Et tamen tantum interest inter
me ipsum et me ipsum intra momentum, quo hinc ad soporem transeo
10 vel huc inde retranseo! Ubi est tune ratio qua talibus suggestionibus
resistit vigilans et, si res ipsae ingerantur, inconcussus manet? Numquid
clauditur cum oculis? Numquid sopitur cum ; sensibus corporis?- Et
unde saepe etiam in somnis resistimus nostrique propositi memores
atque in eo castissime permanentes nullum talibus illecebris adhibe15 mus adsensum? Et tamen tantum interest, ut, cum aíiter accidit, evigilantes ad conscientiae réquiem redeamus, ipsaque distantia reperiamus
nos non fecisse, quod tamen in nobis quoquo modo factum esse doleamus.
42. Numquid non potens est manus tua, Deus omnipotens, sanare
6
7
9
10
illius add. S, om. cet. et edd. in- E'M'OS Eug. (MV),
persuadeant om. S.
saporem E'P'S Eug. (G 1 ).
qua EFGMSTZ Eug., quae cet. et edds.
et in cit. et edd.
428
Confesiones
X,31, 43
para sanar todos los languores de mi alma y extinguir con más
abundante gracia hasta los mismos movimientos lascivos de mi
cuerpo? Tú aumentarás, Señor, más y más en mí tus dones, para
que mi alma me siga a mí hacia ti, libre del visco de la concupiscencia, para que no sea rebelde a sí misma, para que aun en sueños
no sólo no perpetre estas torpezas de corrupción a causa de las
imágenes animales hasta el flujo de la carne, sino para que ni
aun siquiera consienta. Porque el que nada tal me deleite o me
deleite tan poquito que pueda ser cohibido a voluntad hasta en el
casto afecto del que duerme, no sólo en esta vida, sino también en
esta edad, no es cosa grande para un ser omnipotente como tú, que
puedes otorgarnos más de lo que pedimos y entendemos.
Qué sea, pues, al presente en este género de mal, ya te lo he
dicho a ti, mi buen Señor, alegrándome con temblor por lo que
me has dado y llorando por lo que aún me falta, esperando que
darás perfección en mí a tus misericordias, hasta lograr paz completa, que contigo tendrán mi interior y mi exterior «cuando fuere
la muerte trocada en victoria» 57.
CAPITULO
XXXI
43. Otra malicia tiene el día, y ¡ojalá que le bastase! Porque
hemos de reparar comiendo y bebiendo las pérdidas cotidianas
del cuerpo, en tanto no destruyas los alimentos y el vientre,
omnes languores animae meae atque abundantiore gratia tua lascivos
motus etiam mei soporis exstinguere? Augebis, Domine, magis magisque
in me muñera tua, ut anima mea sequatur me ad te concupiscentiae
visco expedita, ut non sit rebelüs sibi atque ut in somnis etiam non
5 solum non perpetret istas corruptelarum turpitudines per imagines animales usque ad carnis fluxum, sed ne consentiat quidem. Nam ut nihil
tale vel tantulum libeat, quantulum possit nutu cohiberi etiam in casto
dormientis affectu non tantum in hac vita, sed etiam in hac aetate, non
magnum est omnipotenti, qni vales faceré supra qttam petlmus et Intel10 legimus"'. Nunc tamen quid adhuc sim in hoc genere mali mei, dixi
bono Domino meo exsultans cum tremore 3° in eo, quod donasti mihi,
et lugens in eo, quod inconsummatus sum, sperans perfecturum te in
me misericordias tuas usque ad pacem plenariam, quam tecum habebunt
interiora et exteriora mea, cum absorpta fuerit mors in victoriam " .
15
C A P U T X X X I
43. Est alia malilla dlei, quae utlnam sufflclat el''. Reficimus enim
cotidianas ruinas corporis edendo et bibendo, priusquam escás et ven-
X, 31, 44
429
cuando dieres muerte a la necesidad con una maravillosa saciedad
y vistieres a este cuerpo corruptible de eterna incorrupción.
Mas ahora me es grata la necesidad y tengo que luchar contra
esta dulzura para no ser esclavo de ella, y la combato todos los
días con muchos ayunos, reduciendo a servidumbre a mi cuerpo;
mas mis molestias se ven arrojadas por el placer. Porque el hambre y la sed son molestias, queman y, como la fiebre, dan muerte
si el remedio de los alimentos no viene en su ayuda; y como éste
está pronto, gracias al consuelo de tus dones, entre los cuales están
la tierra, el agua y el cielo, que haces sirvan a nuestra flaqueza,
llámase delicias a semejante calamidad.
44. Tú me enseñaste esto: que me acerque a los alimentos
que he de tomar como si fueran medicamentos. Mas he aquí que
cuando paso de la molestia de la necesidad al descanso de la saciedad, en el mismo paso me tiende insidias el lazo de la concupiscencia, porque el mismo paso es ya un deleite, y no hay otro paso por
donde pasar que aquel por donde nos obliga a pasar la necesidad.
Y siendo la salud la causa del comer y beber, júntasele como pedisecua una peligrosa delectación, y muchas veces pretende ir delante para que se haga por ella lo que por causa de la salud digo
o quiero hacer.
Ni es el mismo el modo de ser de ambas cosas, porque lo que
es bastante para la salud es poco para la delectación, y muchas
veces no se sabe si el necesario cuidado del cuerpo es el que pide
dicho socorro o es el deleitoso engaño del apetito quien solicita
trem destruas, cum ocdderis indigentiam satietate mirifica et corruptibile
hoc indueris incorruptione sempiterna"". Ñunc autem suavis est mihi
necessitas, et adversus istam suavitatem pugno, ne capiar, et cotidianum
bellum gero in ieiuniis, saepius In servitutem redigens Corpus meum 3 \ et
5 dolores mei voluptate pelluntur. Nam fames et sitis quídam dolores sunt,
urunt et sicut febris necant, nisi alimentorum medicina succurrat. Quae
quoniam praesto est ex consolatione munerum tuorum, in quibus nostrae
infirmitati térra et aqua et caelum serviunt, calamitas deliciae vocantur.
44. Hoc me docuisti, ut quemadmodum medicamenta sic alimenta
10 sumpturus accedam. Sed dum ad quietem satietatis ex indigentiae molestia transeo, in ipso transitu mihi insidiatur laqueus concupiscentiae.
Ipse enim transitus voluptas est, et non est alius, qua transeatur quo
transiré cogit necessitas. Et cum salus sit causa edendi ac bibéndi,
adiungit se tamquam pedisequa periculosa iucunditas, et plerumque
15 praeire conatur, ut eius causa fiat, quod salutis causa me faceré vel
dico vel voló. Nec idem modus utriusque est: nam quod saluti satis est,
delectationi parum est, et saepe incertum fit, utrum adhuc necessaria
'corporis cura subsidium petat, an voluntaria cupiditatis fallada minis33
-'» Eph 3.20.
" 1 Cor 15,51.
••"' Ps 2,11.
*- Mt ("),}(.
13 me om. S.
H victoriam], victoria FGMV Eug. (G).
Confesiones
1 Cor 15,14.
34
2
Cor 6,5.
13 ac CDHOSTVZ Eug., et cet. edds.
15 conatur}, cogatur S.
18 voluntaria EGMDE Eug., voluptaria cet. et edds.
necessaria... voluntaria).
(sil.
ex lege
rythmi...
430
Confesiones
X, 31, 45
se le sirva. A n t e esta incertidumbre alégrase la infeliz alma y con
ella prepara la defensa d e su excusa, gozándose d e q u e n o aparezca q u é es lo q u e basta para la conservación de la b u e n a salud, a
fin de encubrir con pretexto de ésta la satisfacción de deleite. A tales tentaciones procuro resistir todos los días e invoco t u diestra
y te confieso mis perplejidades, p o r q u e mi parecer sobre este
asunto n o es aún suficientemente sólido.
4 5 . O i g o la voz de mi Dios, que m a n d a : No se agraven vuestros corazones en la crápula y embriaguez.
La embriaguez está
lejos de m í ; tú tendrás misericordia p a r a q u e n o se acerque a m í .
M a s la crápula llega algunas veces a deslizarse en tu siervo " . T ú
tendrás misericordia a fin de q u e se aleje también de m í ; p o r q u e
nadie puede ser continente si tú no se lo dieres.
Muchas cosas nos concedes cuando o r a m o s ; mas cuanto de
b u e n o h e m o s recibido antes de que orásemos, de ti lo recibimos,
y el q u e después lo hayamos conocido, de ti lo recibimos también.
Y o nunca fui borracho, p e r o he conocido a muchos borrachos hechos sobrios p o r ti. L u e g o obra tuya es q u e n o sean borrachos los
que nunca lo f u e r o n ; obra tuya q u e n o lo fuesen siempre los q u e
lo fueron alguna vez, y obra tuya, finalmente, q u e unos y otros
conozcan a quién deben atribuirlo.
O í otra voz tuya: No vayas tras tus concupiscencias
y reprime
tu deleite. T a m b i é n oí p o r tu gracia aquella q u e tanto a m é : Ni
'terium suppetat. Ad hoc incertum hilarescit infelix anima et in eo praeparat excusationis patrocinium, gaudens non adparere quod satis sit
moderationi valetudinis, ut obtentu salutis obumbret negotium voluptatis. His temptationibus cotidie conor resistere et invoco dexteram tuam
5 et ad te refero aestus meos, quia consilium mihi de hac re nondurn stat.
45. Audio vocem iubentis Dei mei: Non graventur corda vestra in
crápula et ebrietate35. Ebrietas longe est a me: misereberis, ne adpropinquet mihi. Crápula autem nonnunquam subrepsit servo tuo: misereberis, ut longe fiat a me. Nemo enim potest esse continens, nisi tu
10 des36. Multa nobis orantibus trihues; et quidquid boni antequam oraremus accepimus, a te accepimus; et ut hoc postea cognosceremus,v a te
accepimus. Ebriosus nunquam fui, sed ebriosos a te factos sobrios ego
novi. Ergo a te factum est ut hoc non essent qui nunquam fuerunt, a
quo etiam factum est, ut hoc non semper essent qui fuerunt, a quo
15 etiam factum est, ut scirent utrique, a quo factum est. Audivi aliam
vocem tuam: Post concupiscencias tuas non eas et a voluptate tua vetare ". Audivi et illam ex muñere tuo, quam multum amavi: Ñeque si
35
36
37
Le 21,34.
Sap 8,21.
Eccli 18,30.
2 quod S Eug. (P1), quid cet. et edds.
9 potens S.
10 trihues S Eug. (DV), tribuís cet. et edd.
oremus BHPT * / Eug. (MVJ,
accipimus BHPT b l Eug. (MPV), a te accipimus BHPT b l.
12 accipimus P * / Eug. (DMPV).
16 vetare] avertere BEHPTVZ edds.
X, 3 1 , 4 6
Confesiones
431
porque comamos tendremos de sobra ni porque no comamos
tendremos falta; q u e es como decir: N i aquella cosa me h a r á rico ni
ésta necesitado.
T a m b i é n oí esta o t r a : Porque yo he aprendido a bastarme con
lo que tengo, y sé lo que es abundar y lo que padecer
penuria.
Iodo lo puedo en aquel que me conforta. ¡ H e aquí u n soldado
de las milicias celestiales, n o el polvo que somos nosotros! P e r o
acuérdate, Señor, de que somos polvo y q u e de p o l v o hiciste al
h o m b r e , y que, habiendo, perecido, fue
hallado.
N i aun aquel a quien, diciendo tales cosas bajo el soplo de
tu divina inspiración, amé en e x t r e m o p u d o algo p o r sí, p o r q u e
era también polvo. Todo lo puedo—dice—
en aquel que me conforta. Confórtame, pues, para q u e p u e d a ; da lo q u e m a n d a s y
m a n d a lo q u e quieras. Confiesa éste haberlo recibido todo, y de lo
q u e se gloría se gloría en el Señor.
O í a otro q u e r o g a b a : Aleja de mí—dice—la
concupiscencia
del vientre. Por t o d o lo cual se ve, ¡oh mi Santo D i o s ! , q u e eres
t ú quien das q u e se haga lo que, cuando m a n d a s q u e se haga,
se hace.
4 6 . T ú m e enseñaste, P a d r e b u e n o , q u e para los puros todas
las cosas son puras; pero que es malo para el hombre comer con
escándalo; y q u e toda criatura tuya es buena y que nada se ha de
arrojar de lo que se recibe con acción de gracias; y que no es la
comida la que nos recomienda a Dios; y q u e nadie nos debe juzgar
por la comida o bebida; y q u e el que coma no desprecie al que
manducaverimus, abundabimus, ñeque si non manducaverimus, deerit nobis™; hoc est dicere: nec illa res me copiosum faciet nec illa aerumnosum. Audivi et alteram: Ego enim didici, in quibus sum, sufficiens esse
et abundare novi et penuriam pati novi. Omnia possum in eo, qui me
5 conjortat " . Ecce miles castrorum caelestium, non pulvis, quod sumus.
Sed memento, Domine, quoniam pulvis sumus, et de pulvere fecisti hominem, et perierat et inventus est 4°. Nec ille in se potuit, quia Ídem pulvis
fuit, quem talia dicentem adflatu tuae inspirationis adamavi: Omnia possum—inquit—in eo qui me conjortat41, Conforta me, ut possim; da
10 quod iubes et iube quod vis. Iste se accepisse confitetur et quod gloriatur in Domino gloriatur".
Audivi alium rogantem, ut accipiat:
Aufer a me—inquit—concupiscentias ventris ". Unde apparet, sánete Deus
meus, te daré, cum fit quod imperas fieri.
46. Docuisti me, pater bone: Omnia munda mundis, sed malum'esse
15 homini qui per ojjensionem manducat"; et omnem creaturam tuam bonam esse nihilque abiciendum, quod cum gratiarum actione percipitur; et
quia esca nos non commendat Deo 4S; et ut nemo nos iudicet in cibo aut
po/u; et ut qui manducat non manducantem non spernat, et qui non man38
3
'
40
41
18
t Cor 8,8.
Phil 4,11.
Le 15,24.
Phil 4,13.
«
«
"
«
1 Cor 1,31.
Eccli 23,6.
Rom 14,20.
1 Tim 4,4.
in potu codd. et edds., sed in om. S Eug. (MV);
non1 om. S.
432
X, 31, 47
Confesiones
no coma, y el que no come no desprecie al que come ". Estas cosas
he aprendido. ¡Gracias a ti, alabanzas a ti, Dios mío, maestro mío,
pulsador de mis oídos, ilustrador de mi corazón! Líbrame de toda
tentación. N o temo yo la inmundicia de la comida, sino la inmundicia de la concupiscencia.
Sé que a Noé le fue permitido comer de toda clase de carnes
que pueden usarse, y que Elias comió carne, y que Juan, dotado
de una admirable abstinencia, no se manchó con los animales,
esto es, con las langostas que le servían de comida. Y, al contrario, sé que Esaú fue engañado por el apetito de unas lentejuelas,
y David por haber deseado sólo agua se reprendió a sí mismo;
y que nuestro Rey no fue tentado con carne, sino con pan; y que
asimismo el pueblo [israelítico] mereció, estando en el desierto,
que Dios le reprendiese, no por haber deseado carne, sino por
haber murmurado contra el Señor por el deseo de manjar eo.
47. Colocado en tales tentaciones, combato todos los días
contra la concupiscencia del comer y beber, porque no es esto cosa
que se pueda cortar de una vez, con ánimo de no volver a ello,
como lo pude hacer con el concúbito. Porque en el comer y beber
hay que tener el freno de la garganta con un tira y afloja moderado. ¿Y quién es, Señor, el que no es arrastrado un poco más
allá de los dimites de la necesidad ? Quienquiera que no lo es, grande es, magnifique tu nombre. Yo ciertamente no lo soy, porque
soy hombre pecador; mas también magnifico tu nombre, porque
ducat, manducantem non iudicet™. Didici haec: gratias tibí, laudes tibí,
Deo meo, magistro meo, pulsatori aurium mearum, iüustratori cordis mei:
eripe [me] ab omni temptatione. Non ego immunditiam obsonii timeo,
sed immunditiam cupiditatis. Scio Noe omne carnis genus, quod cibo
6 esset usui, manducare permissurn, Eliam cibo carnis refectum, Iohannem
mirabili abstinentia praeditum animalibus, hoc est Jucustis in escam cedentibus, non fuisse pollutum: et scio Esau lenticulae concupiscentia
deceptum et David propter aquae desiderium a se ipso reprehensum et
regem nostrum non de carne, sed de pane temptatum. Ideoque et populas
10 in heremo non quia carnes desideravit, sed quia escae desiderio adversus
Dominum murmuravit, meruit improban.
47. In his ergo temptationibus positus certo cotidie adversus concupiscentiam manducandi et bibendi: non enim est quod semel praecidere et
ulterius non attingere decernam, sicut de concubitu potui. Itaque freni
15 gutturis temperata relaxatione et constrictione tenendi sunt. Et quis est,
Domine, qui non rapiatur aliquantum extra metas necessitatis ? Quisquís
est magnus, magnificet nomem tuum. Ego autem non sum, quia peccator homo sum. Sed et ego magnifico nomen tuum, et interpellat te pro
peccatis meis, qui vicit saectilum ", numerans me ínter infirma membra
•"• Col 2,16.
" Rom 8.34.
2 F deest: pulsatori)
3 eripe HO'SVT, eripe me clt. et iJ.Ii. Eug.
9 de om. S.
de om. S
17 magnus G et Eup.it>., magnus est cet. et eJJt.
X, 33,49
433
por mis pecados interpela ante ti aquel que venció al mundo, contándome entre los miembros débiles de su cuerpo, y porque tus
ojos vieron lo imperfecto de él, y en tu libro serán todos escritos"'.
CAPITULO
XXXII
48. Del encanto de los perfumes no cuido demasiado. Cuando no los tengo, no los busco; cuando los tengo, no los rechazo,
dispuesto a carecer de ellos siempre. Así me parece al menos,
aunque tal vez me engañe. Porque también son dignas de llorarse
estas tinieblas en que a veces se me oculta el poder que hay en
mí, hasta el punto que, si mi alma se interroga a sí misma sobre
sus fuerzas, no se da crédito fácilmente a sí, porque muchas veces
le es oculto lo que hay en ella, hasta que se lo da a conocer la
experiencia ° : ; y nadie debe estar seguro en esta vida, que toda
ella está llena de tentaciones "', no sea que como pudo uno hacerse
de peor mejor, se haga a su vez de mejor peor. Nuestra única esperanza, nuestra única confianza, nuestra firme promesa, es tu
misericordia.
CAPITULO
XXXIII
49. Más tenazmente me enredaron y subyugaron los deleites
del oído; pero me desataste y libraste 01 .
Ahora, respecto de los sonidos que están animados por tus palabras, cuando se cantan con voz suave y artificiosa, lo confieso,
corporis sui, quia et imperfectum
omnes scribentur " .
eius viderunt oatli tui, et in libro tito
CAPUT
XXXII
48. De ¡Ilécebra odorum non satago nimis: cum absunt, non requi6 ro, cum adsunt, non respuo, paratus eis etiam semper carere. Ita mihi videor; forsitan fallar. Sunt enim et istae plangendae tenebrae, in quibus
me íatet facultas mea, quae in me est, ut animus meus de viribus suis
ipse se interrogans non facile sibi credendum existimet, quia et quod inest
plerumque occultum est, nisi experientia manifestetur, et nemo securus
10 esse debet in ista vita, quae tota temptatio nominatur, utrum qui fieri
potuit ex deteriore melior, non fíat etiam ex meliore deterior. Una spes,
una fiducia, una firma promissio misericordia tua.
CAPUT
XXXIII
49. Voluptates aurium tenacius me implicaverant et subiugaverant,
15 sed resolvisti et liberasti me. Nunc in sonis, quos animant eloquia tua,
cum suavi et artificiosa voce cantantur, fateor, aliquantulum adquiesco,
18
omnei.
Confesiones
10
Ps 138,16.
temptatione minatur Eu%
(V).
434
X, 33, 50
Confesiones
accedo un poco, n o ciertamente para a d h e r i r m e a ellos, sino para
levantarme cuando quiera. Sin embargo, j u n t a m e n t e con las sentencias, que les dan vida y que hacen que yo les dé entrada, buscan en mi coraEÓn un lugar p r e f e r e n t e ; mas yo apenas si se lo doy
conveniente.
Otras veces, al contrario, m e parece que les doy más honor
del que conviene, cuando siento que nuestras almas se mueven
más ardiente y religiosamente en llamas de piedad con aquellos
dichos santos, cuando son cantados d e ese m o d o , q u e si n o se
cantaran así, y q u e todos los afectos de nuestro espíritu, en su
diversidad, tienen en el canto y en la voz sus m o d o s propios, con
los cuales n o sé por q u é oculta familiaridad son excitados °\
Pero aun en esto m e engaña muchas veces la delectación sensual—a la q u e n o debiera entregarse el alma p a r a enervarse—,
cuando el sentido n o se resigna a acompañar a la razón de m o d o
que vaya detrás, sino que, por el hecho de haber sido p o r su amor
admitido, p r e t e n d e ir delante y tomar la dirección de ella. Así,
peco en esto sin darme cuenta, hasta que luego m e la doy.
50. Otras veces, e m p e r o , q u e r i e n d o i n m o d e r a d a m e n t e evitar
este engaño, yerro por demasiada severidad; y tanto algunas veces,
que quisiera apartar de mis oídos y de la m i s m a iglesia toda melodía de los cánticos suaves con que se suele cantar el Salterio de
David, pareciéndome más seguro lo que recuerdo haber o í d o
. decir muchas veces del obispo de Alejandría, Atanasio, quien hacía que el lector cantase los salmos con tan débil inflexión d e voz
que pareciese más recitarlos que cantarlos.
Con todo, cuando recuerdo las lágrimas que d e r r a m é con los
non quidem ut haeream, sed ut surgam, cum voló. Attamen cum ipsis
sententiis quibus vivunt ut admittantur ad me, quaerunt in corde meo
nonnullius dignitatis locum, et vix eis praebeo congruentem. Aliquando
enim plus mihi videor honoris eis tribuere, quam decet, dum ipsis sanctis
5 dictis religiosius et ardentius sentio moveri ánimos nostros in flammam
pietatis, cum ita cantantur, quam si non ata cantarentur, et omnes affectus spiritus nostri pro sui diversitate habere proprios modos in voce
atque cantu, quorum nescio qua occulta familiaritate excitentur. Sed delectatio carnis meae, cui mentem enervandam non oportet dari, saepe me
10 fallit, dum rationi sensus non ita comitatur, ut patienter sit posterior,
sed tantum quia propter illam meruit admitti, etiam praecurrere ac ducere
conatur. Ita in his pecco non sentiens et postea sentio.
50. Aliquando autem hanc ipsam fallaciam immoderatius cavens erro
nimia severitate, sed valde interdum, ut melos omnes cantilenarum sua15 vium, quibus davidicum psalterium frequentatur, ab auribus meis removeri velim atque ipsius ecclesiae; tutiusque mihi videtur, quod de alexandrino episcopo Athanasio saepe dictum mihi commemini, qui tam
módico flexu vocis faciebat sonare lectorem psalmi, ut pronuntianti vicinior esset quam canenti. Verum tamen cum reminiscor lacrimas meas,
14 omnes GMS Eug. (G-PT),
omne cet
el edds. Bug.
(DG'MV).
X, 34, 51
Confesiones
435
cánticos de la iglesia en los comienzos de mi conversión, y lo q u e
ahora m e conmuevo, n o con el canto, sino con las cosas que se
cantan, c u a n d o se cantan con voz clara y u n a modulación convenientísima, reconozco de n u e v o la gran utilidad d e esta costumbre.
Así fluctúo entre el peligro del deleite y la experiencia del
provecho, a u n q u e m e inclino más—sin dar en esto sentencia irrevocable—a aprobar la costumbre d e cantar en la iglesia, a fin d e
q u e el espíritu flaco se despierte a piedad con el deleite del oído.
Sin embargo, c u a n d o m e siento más m o v i d o p o r el canto q u e p o r
lo que se canta, confieso q u e peco en ello y merezco castigo, y
entonces quisiera más n o oír cantar 66.
¡ H e aquí en qué estado m e h a l l o ! Llorad conmigo y p o r m í
los q u e en vuestro interior, de d o n d e proceden las obras, tratáis
con vosotros mismos algo bueno. P o r q u e los q u e n o tratáis d e tales cosas n o os h a b r á n de mover estas mías. Y tú, Señor Dios mío,
escucha, mira y ve, y compadécete y sáname; tú, en cuyos ojos estoy hecho un enigma, y ésa es mi enfermedad.
C A P I T U L O
X X X I V
5 1 . Resta el deleite d e estos ojos de mí carne, del cual quiero hacer confesión, que ¡ojalá oigan los oídos d e tu t e m p l o , los
oídos fraternos y piadosos, para q u e concluyamos con las tentaciones de la concupiscencia carnal, q u e todavía m e incitan, a m í , q u e
quas fudi ad cantus ecclesiae in primordiis recuperatae fidei meae, et
nunc ipsum quod moveor non cantu, sed rebus quae cantantur, cum
liquida voce et convenientissima modulatione cantantur, magnam instituti huius utilitatem rursus agnosco. Ita fluctuó inter periculum voluptatis
5 et experimentum salubritatis, magisque adducor non quidem irretractabilem sententiam proferens cantandi consuetudinem approbare in ecclesia,
ut per oblectamenta aurium infirmior animus in affectum pietatis adsurgat. Tamen cum mihi accidit, ut me amplius cantus quam res, quae canitur, moveat, poenaliter me peccare confíteor et tune mailem non audire
10 cantantem. Ecce ubi sum! Flete mecum et pro me flete qui aliquid boni
vobiscum intus agitis, unde facta procedunt. Nam qui non agitis, non vos
haec movent. Tu autem, Domine Deus meus, exaudí et réspice et vide et
miserere et sana me " , in cuius oculis mihi quaestio factus sum: et ipse
est languor meus.
15
CiPUT
XXXIV
51. Restat voluptas oculorum istorum carnis meae, de qua loquar
confessiones, quas audiant aures templi tui, aures fraternae ac piae, ut
concludamus temptationes concupíscentiae carnis, quae me adhuc pulsant
40
Ps 12,3.
2 quod moveor S Eug. (DMT), cum moveor BOM
Eug. (V),
commoveor CDEHPVTZ b 1, commovear Eug.
(GlP).
12 exaudí et S, exaudí cet et edds.
16 loquor EGHMSVT, loquar cet, et edds. Eug.
cum movear G,
436
Confesiones
X, 34, 52
gimo y no deseo sino ser revestido de mi habitáculo, que es del
cielo!
Aman los ojos las formas bellas y variadas, los claros y amenos colores. N o posean estas cosas mi alma; poséala Dios, que
hizo estas cosas, muy buenas ciertamente; porque mi bien es él,
no éstas. Y tiéntanme despierto todos los días, ni me dan momento de reposo, como lo dan las voces de los cantores, que a
veces quedan todas en silencio. Porque la misma reina de los colores, esta luz, bañando todas las cosas que vemos, en cualquier
parte que me hallare durante el día, me acaricia y se me insinúa
de mil modos, aun estando entretenido en otras cosas y sin fijar
en ella la atención. Y con tal vehemencia se insinúa, que si de
repente desaparece es buscada con deseo, y si falta por mucho
tiempo se contrista el alma.
52. ¡Oh luz!, la que veía Tobías cuando, cerrados sus ojos,
enseñaba al hijo el camino de la vida y andaba delante de él con
el pie de la caridad, sin errar jamás. O la que veía Isaac cuando,
entorpecidos y velados por la senectud sus ojos carnales, mereció
no bendecir a sus hijos conociéndoles, sino conocerles bendiciéndoles. O la que veía Jacob cuando, ciego también por la mucha
edad, proyectó los rayos de su corazón luminoso sobre las generaciones del pueblo futuro, prefigurado en sus hijos, y cuando
puso a sus nietos, los hijos de José, las manos místicamente cruzadas, no como su padre de ellos exteriormente corregía, sino
como él interiormente discernía. Esta es la verdadera luz, luz
única, y que cuantos la ven y aman se hacen uno.
ingemiscentem et habitaculum meum, quod de cáelo est, superindui cupientem so . Pulchras formas et varias, nítidos et amoenos colores amant
oculi. Non teneant haec animam meam; teneat eam Deus, qui fecit haec
bona quidem valde, sed ipse est bonum meum, non haec. Et tangunt me
5 vigilantem totis diebus, nec requies ab eis datur mihi, sicut datur a vocibus canoris, aliquando ab ómnibus, in silentio. Ipsa enim regina colorum
lux ista perfundens cuneta, quae cernimus, ubiubi per diem fuero, multimodo adlapsu blanditur mihi aliud agenti et eam non advertenti. Insinuat autem se ita vehementer, ut, si repente subtrahatur, cum desiderio
10 requiratur; et si diu absit, contristat animum.
52. O lux, quam videbat Tobis, cum clausis istis ocuüs filium docebat vitae viam et ei praeibat pede caritatis nusquam errans; aut quam
videbat Isaac praegravatis et opertis senectute carneis luminibus, cum filios
non agnoscendo benedicere, sed benedicendo agnoscere meruit; aut quam
15 videbat lacob, cum et ipse prae grandi aetate captus ocuüs in filiis praesignata futuri populi genera luminoso corde radiavit et nepotibus suis ex
Ioseph divexas mystice manus, non sicut pater eorum foris corrigebat,
sed sicut ipse intus discernebat, imposuit. Ipsa est lux, una est et unum
so
2 Cor 5,2.
8 ad eam S, eam cei. edds. Eug.
11 vidit Eug. (MV).
14 benediceret CDEGHSVITZ b 1 Eug. ( V ) . benedicere (DMGPTV2) et tdds.
X, 34, 53
Confesiones
437
Pero esta luz corporal de que antes hablaba, con su atractiva
y peligrosa dulzura, sazona la vida del siglo a sus ciegos amadores; mas cuando aprenden a alabarte por ella, ¡oh Dios creador
de cuanto existe! "\ la convierten en himno tuyo 68, sin ser asumidos por ella en su sueño. Así quiero ser yo.
Resisto a las seducciones de los ojos, para que no se traben
mis pies, con los que me introduzco en tu camino. Y levanto hacia
ti mis ojos invisibles, para que tú libres de lazo a mis pies. Tú no
cesarás de librarlos, porque no cesan de caer en él. Sí, no cesarás de librarlos, no obstante que yo no cese de caer en l a s ,
asechanzas esparcidas por todas partes, porque tú, que guardas
a Israel, no dormirás ni dormitarás.
53. ¡Cuan innumerables cosas, con variadas artes y elaboraciones en vestidos, calzados, vasos y demás productos por el estilo, en pinturas y otras diversas invenciones que van mucho más
allá de la necesidad y conveniencia y de la significación religiosa
que debían tener, han añadido los hombres a los atractivos de
los ojos, siguiendo fuera lo que ellos hacen dentro, y abandonando
dentro al que los ha creado, y destruyendo aquello que les hizo.
Mas yo, Dios mío y gloria mía, aun por esto te canto un himno y te ofrezco como a mi santificador el sacrificio de la alabanza,
porque las bellezas que a través del alma pasan a las manos del
artista vienen de aquella hermosura que está sobre las almas, y
por la cual suspira la mía día y noche.
omnes, qui vident et amant eam. At ista corporalis, de qua loquebar, illecebrosa ac periculosa dulcedine condit vitam saecuü caecis amatoribus.
Cum autem et de ipsa laudare te norunt, Deus creator omnium, assumunt
eam in hymno tuo, non assumuntur ab ea in somno suo: sic esse cupio.
5 Resisto seductionibus oculorum, ne implicentur pedes mei, quibus ingredior viam tuam,' et erigo ad te invisibiles oculos, ut tu evellas de laqueo
pedes mcos s l . Tu subinde evelles eos, nam illaqueantur. Tu non cessas
evellere, ego autem crebro haereo in ubique sparsis insidiis, quoniam non
dormies ñeque dormitabis, qui cuslodis Israel".
10
53. Quam innumerabilia variis artibus et opificiis in vestibus, calciamentis, vasis et cuiuscemodi fabricationibus, picturis etiam diversisque
figmentis, atque his usum necessarium atque moderatum et piam significationem longe transgredientibus, addiderunt homines ad ¡Ilécebras oculorum, foras sequentes quod faciunt, intus reünquentes a quo facti sunt
15 et exterminantes quod facti sunt. At ego, Deus meus et decus meum,
etiam hinc tibi dico hymnum et sacrifico laudem sanctificatori meo, quoniam pulchra traiecta per animas in manus artificiosas ab illa pulchritudine veniunt, quae super animas est, cui suspirat anima mea die ac nocte.
51
Ps 24.15.
5
= Ps 120.4.
3 cum OS Eug. (MV). qui cit. et edds. Eug. (DGPT).
6 evelles OS Eug., eveJlis cet. et edds.
13 F inc.: longe}.
16 sanctificatori BCDFHOPTV edd. Eug., sacrificatori EGMSZ1 m o (Haec
duae lectiones opthnae sunt, sed melior prima).
438
X, 35, 54
Confesiones
Los obradores y seguidores de las bellezas exteriores de aquí
toman su criterio o modo de aprobarlas, pero no derivan de allí
el modo de usarlas. Y, sin embargo, allí está, aunque no lo ven,
para que no vayan más allá y guarden para ti su fortaleza y no
la disipen en enervantes delicias.
Aun yo mismo, que digo estas cosas y las discierno, me enredo a veces en estas hermosuras; pero tú, Señor, me librarás; sí,
tú me librarás, porque tu misericordia está delante de mis ojos;
pues si yo caigo miserablemente, tú me arrancas misericordiosamente, unas veces sin sentirlo, por haber caído muy ligeramente;
otras con dolor, por estar ya apegado.
CAPITULO
XXXV
54. A esto añádase otra manera de tentación, cien veces más
peligrosa. Porque, además de la concupiscencia de la carne, que
radica en la delectación de todos los sentidos y voluptuosidades,
sirviendo a la cual perecen los que se alejan de ti, hay una vana
y curiosa concupiscencia, paliada con el nombre de conocimiento
y ciencia, que radica en el alma a través de los mismos sentidos
del cuerpo, y que consiste no en deleitarse en la carne, sino en
experimentar cosas por la carne ". La cual [curiosidad], como
radica en el apetito de conocer y los ojos ocupan el primer puesto
entre los sentidos en orden a conocer, es llamada en el lenguaje
divino concupiscencia de los ojos.
Sed pukhritudinum exteriorum operatores et sectatores inde trahunt approbandi modum, non autem inde trahunt utendi modum. Et ibi est et
non vident eum, ut non eant longius et fortitudinem suam ad te custodiant53 nec eam spargant in deliciosas lassitudines. Ego autem haec lo5 quens atque discernens etiam istis pulchris gressum innecto, sed tu evelles,
Domine, evelles tu, quantum misericordia tua ante oculos meos est M. Nam
ego capior miserabiliter, et tu evellis misericorditer, aliquando non sentientem, quia suspensius incideram, aliquando cum dolore, quia iam inhaeseram.
10
C A P U T X X X V
54. Huc accedit alia forma temptationis multiplicius periculosa.
Praeter enim concupiscentiam carnis, quae inest in delectatione omnium
sensuum et voluptatum, cui servientes depereunt qui longe se faciunt a te,
inest animaeper eosdem sensus corporis quaedam non se oblectandi in
15 carne, sed experiendi per carnem vana et curiosa cupiditas nomine cognitionis et scientiae palliata. Quae quoniam in appetitu noscendi est,
oculi autem sunt ad noscendum in sensibus principes, concupiscentia
oculorum eloquio divino appellata est. Ad oculos enim videre proprie
53
54
Ps 58.10.
Ps 25,3.
2
5 evelles FS Eug., evelles S Eug.
6 meos est... explic. 3 frag. Eug.
(GPT), evellis cet. et edds,
X, 35, 55
Confesiones
439
A los ojos, en efecto, pertenece propiamente el ver; pero
también usamos de esta palabra en los demás sentidos cuando los
aplicamos a conocer. Porque no decimos: «Oye cómo brilla», o
«huele! cómo luce», o «gusta cómo resplandece», o «palpa cómo
relumbra», sino que todas estas cosas se dicen ver. En efecto,
nosotros no sólo decimos: «mira cómo luce»—do cual pertenece a
solos los ojos—, sino también «mira cómo suena», «mira cómo
huele», «mira cómo sabe», «mira qué duro es» 7°. Por eso lo que
se experimenta en general por los sentidos es llamado, como queda dicho, concupiscencia de los ojos, porque todos los demás
sentidos usurpan por semejanza el oficio de ver, que es primario
de los ojos, cuando tratan de conocer algo.
55. Por aquí se advierte muy claramente cuándo se busca el
placer, cuándo la curiosidad por medio de los sentidos; porque el
deleite busca las cosas hermosas, sonoras, suaves, gustosas y blandas ; la curiosidad, en cambio, busca aun cosas contrarias a ésta,
no para sufrir molestias, sino por el placer de experimentar y
conocer 71. Porque ¿qué deleite hay en contemplar en un cadáver
destrozado aquello que te horroriza? Y, sin embargo, si yace en
alguna parte, acuden las gentes para entristecerse y palidecer. Y aun
temen verle en sueños, como si alguien les hubiera obligado despiertos a verle o les hubiera persuadido a ello la fama de una
gran hermosura. Y esto mismo dígase de los demás sentidos, que
sería muy largo enumerar.
De este deseo insano proviene el que se exhiban monstruos
pertinet. Utimur autem hoc verbo etiam in ceteris sensibus, cum eos ad
cognoscendum intendimus. Ñeque enim dicimus: audi quid rutilet, aut:
olefac quam niteat, aut: gusta quam splendeat, aut: palpa quam fulgeat;
5 videri enim dicuntur haec omnia. Dicimus autem non solum: vide quid
lucet, quod solí oculi sentiré possunt, sed etiam: vide quid sonet, vide
quid oleat, vide quid sapiat, vide quam durum sit. Ideoque generalís experientia sensuum concupiscentia, sicut dictum est, oculorum vocatur"",
quia videndi officium, in quo primatum oculi tenent, etiam ceteri sensus
10 sibi de similitüdine usurpant, cum aliquid cognitionis explorant.
55. Ex hoc autem evidentius discernitur, quid voluptatis, quid curiositatis agatur per sensus, quod voluptas pulchra, canora, suavia, sápida,
lenia sectatur, curiositas autem etiam his contraria, temptandi causa, non
ad subeundam moilestiam, sed experiendi noscendique libídine. Quid
15 enim voluptatis habet videre in laniato cadavere quod exhorreas? Et
tamen sicubi iaceat, concurrunt, ut contristentur, ut palleant. Timent
etiam, ne in somnis hoc videant, quasi quisquam eos vigilantes videre
coegerit aut pulchritudinis ulla fama persuaserit. Ita et in ceteris sensibus,
quae persequi longum est. Ex hoc morbo cupiditatis in spectaculis exhi5S
6
10
15
19
1 lo 2,16.
lucet CDEMOS, luceat cet. et edds.
cum — explorant om. S
enim}, autem S. l
persequi], perse D S.
440
Confesiones
X, 35, 56
en los espectáculos; y de aquí también el deseo de escrutar los
secretos de la naturaleza, que está sobre nosotros, y que no aprovecha nada conocer, y que los hombres no desean más que conocer '". De aquí proviene igualmente el que con el mismo fin de un
conocimiento perverso se busque algo por medio de las artes mágicas. De aquí proviene, finalmente, el que se tiente a Dios en.;la
misma religión, pidiendo signos y prodigios no para salud de
alguno, sino por el solo deseo de verlos.
56. En esta selva tan inmensa, llena de insidias y peligros,
ya ves, ¡oh Dios de mi salud!, cuántas cosas he cortado y arrojado
de mi corazón, según me concediste hacer. Sin embargo, ¿cuándo
me atrevo a decir, mientras nuestra vida cotidiana se ve aturdida
por todas partes con el ruido que en su derredor hace esta multitud de cosas, cuándo me atrevo a decir que ninguna de estas cosas
me llama la atención para que mire y caiga en algún cuidado vano?
Ciertamente que no me arrebatan ya los teatros, ni cuido de saber
el curso de los astros, ni mi alma consultó jamás a las sombras, y
detesto todos los sacrilegos sacramentos ™.
Pero ¡con cuántos ardides de sugestiones no trata el enemigo
de que te pida un signo a ti, Señor Dios mío, a quien debo humi'lde y sencilla servidumbre! Mas yo te suplico por nuestro Rey
y por Jerusalén, nuestra patria pura y casta, que así como ahora
está lejos de mi consentir estas cosas, así esté siempre cada vez
más lejos de mí. Pero cuando te ruego por la salud de alguien,
otro muy distinto es el fin de mi intención. Mas haciendo tú lo
que quieres, tú me das y me darás que te siga de buen grado.
6
10
15
20
bentur quaeque miracula. Hinc ad perscrutanda narurae, quae praeter
nos est, operata proceditur, ,quae scire nihil prodest et nihii quam scire
homines cupiunt. Hinc etiam, si quid eodem perversae scientiae fine per
artes mágicas quaeritur. Hinc etiam in ipsa reiigione Deus temptatur,
cum signa et prodigia flagitantur non ad aliquam salutem, sed ad solam
experientiam desiderata.
56. In hac tam immensa silva plena insidiarum et periculorum ecce
multa praeciderim et a meo corde dispulerim, sicuti donasti me faceré,
Deus salutis meae; attamen quando audeo dicere, cum circumquaque
cotidianam vitara nostram tam multa huius generis rerum circumstrepant,
quando audeo dicere nulla re tali me intentum fieri ad spectandum et
vana cura capiendum? Sane me iam theatra non rapiunt, nec curo nosse
transitus siderum, nec anima mea unquam responsa quaesivit umbrarum;
omnia sacrilega sacramenta detestor. A te, Domine Deus meus, cui humilem famulatum ac simplicem debeo, quantis mecum suggestionum machinationibus agit inimicus ut signum aliquod petam! Sed obsecro te per
regem nostrum et patriam Hierusalem simplicem, castam, ut quemadmodum a me longe est ad ísta consensio, ita sit semper longe atque longius.
Pro salutate autem cuiusquam cum te rogo, alius multum differens
finis est intentionis meae, et te faciente quod vis, das mihi et dabis
libenter sequi.
2 operata], opera CDFM2OZ m o; non est S.
X, 35,57
Confesiones
441
57. Pero ¿quién podrá contar la multitud de cosas menudísimas y despreciables con que es tentada todos los días nuestra
curiosidad y las muchas veces que caemos? ¿Cuántas veces, a los
que narran cosas vanas, al principio apenas si los toleramos, por
no ofender a los débMes, y después poco a- poco gustosos les prestamos atención?
Ya no contemplo, cuando se verifica en el circo, la carrera del
perro tras la liebre; pero en el campo, cuando por casualidad
paso por él, todavía atrae mi atención hacia sí aquella caza y me
distrae tal vez hasta de algún gran pensamiento y me hace salir del
camino, no con el jumento que me lleva, sino con la inclinación
del corazón; y si tú, demostrada ya mi flaqueza, no me amonestaras
al punto, o a (levantarme hacia ti por medio de alguna consideración tomada de lo mismo que contemplo, o a despreciarlo todo
y pasar adelante, me quedaría, como vano, hecho un bobo.
¿Y qué decir cuando, sentado en casa, me llama la atención
el estelióri '* que anda a caza de moscas o la araña que envuelve
una y más veces a las caídas en sus redes? ¿Acaso porque son animales pequeños no es el efecto el mismo ? Cierto que paso después
a alabarte por ello, Creador admirable y ordenador de todas las
cosas; pero cuando empiezo a fijarme en ellas, realmente no lo
hago con este fin. Una cosa es 'levantarse presto y otra no caer.
Y de cosas por el estilo está llena mi vida, por lo que mi
única esperanza es tu grandísima misericordia. Porque cuando
nuestro corazón llega a ser un receptáculo de semejantes cosas
y lleva consigo tan gran copia de vanidad, sucede que nuestras oraciones se interrumpen con frecuencia y se perturban; y
57. Verum tamen in quam multis minutissimis et contemptibilibus
rebus curiositas cotidie nostra tentetur et quam saepe labamur, quis
enumerat? quotiens narrantes inania primo quasi toleramus, ne oífendamus infirmos, deinde paulatim libenter advertimus? Canem currentem
6 post leporem iam non specto, cum in circo fit; at vero in agro, si casu
transeam, avertit me fortassis et ab aliqua magna cogitatione atque ad
se convertit illa venatio, non deviare cogens corpore iumenti, sed cordis
inclinatione, et nisi iam mihi demonstrata infirmitate mea cito admoneas
aut ex ipsa visione per aliquam considerationem in te adsurgere aut
10 totum contemnere atque transiré, vanus hebesco. Quid cum me domi
sédentem steiio muscas captans vel aranea retibus suis inhaerentes implicans saepe intentum rae facit? Num quia parva sunt animalia, ideo
non res eadem geritur? Pergo inde ad laudandum te, creatorem mirificum atque ordinatorem rerum omnium, sed non inde intentus esse in15 cipio. Aliud est cito surgere, aliud est non cadere. Et talibus vita mea
plena est, et una spes mea magna valde misericordia tua. Cum enim
lmiuscemodi rerum conceptaculum fit cor nostrum et portat copiosae
vanitatis catervas, hinc et orationes nostrae saepe ¡nterrumpuntur atque
12 intentum me S, intentum cet. et edds.
14 intentus esse S edd., esse intentus ceteri et edd- modernae.
442
Confesiones
X, 36, 59
mientras en tu presencia dirigimos a tus oídos la voz del corazón, no sé de dónde procede impetuosamente una turba de
pensamientos vanos cjue cortan tan grande, cosa.
CAPITULO
XXXVI
58. ¿Acaso habremos de contar también esto entre las cosas despreciables? ¿O hay algo que puede reducirnos a esperanza, si no es tu conocida misericordia, puesto que has comen^
zado a mudarnos? Ante todo, tú sabes en qué medida me has
mudado, sanándome primeramente del apetito de venganza, para
serme después propicio en todas las demás iniquidades mías,
y sanar todos mis languores, y redimir mi vida de la corrupción,
y coronarme con misericordia, y saciar de bienes mi deseo, tú
que reprimiste mi soberbia' con tu temor y domaste mi cerviz
con tu yugo, el cual llevo ahora y me es suave, porque así lo
prometiste y has cumplido. En realidad así era, y yo no lo sabía,
cuando temía someterme a él.
59- Mas ¿por ventura, Señor—tú, que dominas solo sin
altivez, porque eres el único verdadero Señor que no tiene señor—, por ventura me ha dejado o puede dejarme durante toda
esta vida este tercer género de tentación, que consiste en querer
ser temido y amado de los hombres no por otra cosa sino por
conseguir de ello un gozo que no es gozo? ¡Mísera vida es y fea
jactancia!
turbantur, et ante conspectum tuum, dum ad aures tuas vocem cordis
intendimus, nescio unde irmentibus nugatoriis cogitationibus res tanta
praeciditur.
CAPUT
XXXVI
58. Numquid etiam hoc inter contemnenda deputabimus, aut aliquid
nos reducet in spem nisi nota misericordia tua, quoniam coepisti mutare
nos ? Et tu seis, quanta ex parte mutaveris, qui me primitus sanas
a libídine vindicandi me, ut propitius fias etiam ceteris ómnibus iniquitatibus meis et sanes omnes languores meos et redimas de corruptione
vitam meam et corones me in miseratione et misericordia et saties in
bonis desiderium meum '", qui compressistí a timore tuo superbiam meam
et mansuefecisti fugo tuo cervicem meam, Et-nunc porto illud, et lene
est mihi, quoniam sic promisisti et fecisti; et veré sic erat, et nesciebam quando id subiré metuebam.
59- Sed numquid, Domine, qui solus sine tyfo dominaris, quia solus
verum Domim/s es "', qui non habes dominum, numquid hoc quoque tert/um temptationis gemís cessavit a me aut cessare in hac tota vita potest?
Timeri et amari velle. ab hominibus non propter aliud, sed ut inde sit
gaudium, quod non est gaudium, misera vita est et foeda iactantia. Hinc
•• Ps 102,3.
1$ 37,20.
sr
X.36,59
Confesiones
443
De aquí proviene principalmente el que no se te ame ni
tema castamente, y tú resistas a los soberbios y des tu gracia a
" los humildes, y truenes contra las ambiciones del siglo, y se estremezcan los fundamentos de los montes.
Mas como quiera que por ciertos oficios de la sociedad
humana nos es necesario ser amados y temidos de los hombres,
insiste el adversario de nuestra verdadera felicidad esparciendo
en todas partes como lazos estas palabras: «¡Bien, bien!», para
que, mientras las recogemos con avidez, caigamos incautamente,
y dejemos de poner en tu verdad nuestro gozo y lo pongamos
en la falsedad de los hombres, y nos agrade el ser amados y
temidos no por motivo tuyo, sino en tu lugar; y de esta manera,
hechos semejantes a nuestro adversario, nos tenga consigo no
para concordia de la caridad, sino para ser consortes de su suplicio, él que determinó poner su' sede en el aquilón, a fin de que,
tenebrosos y fríos, sirviesen al que te imitó por caminos perversos
y torcidos ".
Nosotros, empero, Señor, somos tu grey pequeñita. Tú nos
posees. Extiende tus alas para que nos refugiemos bajo ellas.
Tú serás nuestra gloria. Por ti seamos amados y tu palabra
sea temida en nosotros. Quien quiere ser alabado de los hombres vituperándole tú, no será defendido de los hombres cuando
tú le juzgues, ni asimismo librado cuando tú le condenes. Mas
cuando no es el pecador el que es alabado en los deseos de su
alma ni es bendecido el que obra la iniquidad, sino es alabado un
fit vel máxime non amare te nec caste timere te, ideoque tu superbis resistís, humilibus autem das gratiam s" et ¡Monas super ambitiones saeculi,
et contremunt fundamenta montium s °. Itaque nobis, quoniam propter
quaedam humanae societatis officia necessarium est amari et timeri ab
5 hominibus, instat adversarius verae beatitudinis nostrae ubique spargens
in taquéis «euge, éuge», ut, dum avide colligimus, incaute capiamur, et
a veritate tua gaudium nostrum deponamus atque in hominum fallada
ponamus, libeatque nos amari et timeri non propter te, sed pro te, atque
isto modo sui símiles factos secum habeat non ad concordiam caritatis,
10 sed ad consortium supplicii, qui statuit sedem suam poneré in aquilone,
ut te perversa et distorta via imitanti tenebrosi frigidique servirent. Nos
autem, Domine, pusillus grex (uus ecce sumus G0 , tu nos posside. Praetende alas tuas, et fugiamus sub eas. Gloria nostra tu esto; propter te
amemur et timeamur in nobis. Qui laudari vult ab hominibus vituperante
15 te, non defenditur ab hominibus iudicante te, nec eripietur darnnante te.
Cum autem non peccalor laudatur in desideriis animae suae, nec qui
iniqua gerit benediceiur"; sed laudatur homo propter aliquod donum,
sg
"
7
14
15
17
1 Petr 5.5.
Ps 17,14.
»° Le 12,32.
«i Ps 10.3.
tua om. S.
et timeamur S, et verhum tuum timeatur cei. et edd. (videtur
defendetur CFGHMO edd.
benedicetur FOS (Psalt.J, benedicitur cet. et edd.
glonema).
444
X, 37, 60
Confesiones
X, 3 7 . 6 1
hombre cualquiera por algún don que tú le has dado, y ese tal se
goza más dé ser alabado que de tener el mismo don por que es
alabado, también este tal es alabado vituperándole tú; siendo ya
mejor el que alaba que este que es alabado, porque aquél se agradó en el hombre del don de Dios, y éste se complació más del
don del hombre que del de Dios.
CAPITULO
60. Diariamente somos tentados, Señor, con semejantes tentaciones, y somos tentados sin cesar. Nuestro horno cotidiano es
la lengua humana. Tú nos mandas que seamos también en este
orden continentes; da lo que mandas y manda lo que quieras.
Tú tienes conocidos sobre este punto los gemidos de mi corazón dirigidos hacia ti y los ríos de mis ojos '". Porque no puedo
fácilmente saber cuánto me he limpiado de esta lepra, y temo
mucho mis delitos ocultos, patentes a tus ojos, pero no a los míos.
Porque en cualquier otro género de tentaciones tengo yo facultad de examinarme a mí mismo, pero en éste es casi nula. Porque
en orden a los deleites de la carne y a la vana curiosidad de conocer, veo bien cuánto he aprovechado- al tener que refrenar mi alma, cuando carezco de tales cosas por voluntad o por necesidad.
Porque entonces yo mismo me pregunto cuándo me es más o
menos molesto carecer de ellas.
En cuanto a las riquezas, que son deseadas para servicio de
una de estas tres concupiscencias, o de dos de ellas, o de todas,
CAPUT
se quam ipsum donum
laudatur, et melior iam
enim placuit in homine
quam Dei.
XXXVII
60. Tempíamur his temptationibus cotidie, Domine, sine cessatione
temptamur. Cotidiana fornax nostra est humana lingua. Imperas nobis et
in hoc genere continentiam: da quod iubes et iube quod vis. Tu nosti de
hac re ad te gemitum cordis mei et ilumina oculorum meorum. Ñeque
enim facile colligo, quam sim ab ista peste mundatior, et multum timeo
occulta mea', quae norunt oculi tui, mei autem non. Est enim qualiscumque in alus generibus temptationum mihi facultas explorandi me, in hoc
paene milla est. Nam et a voluptatibus carnis et a curiositate supervacuanea cognoscendi video quantum assecutus sim posse refrenare anifflum
meum, cum eis rebus careo vel volúntate vel cum absunt. Tune enim me
interrogo, quam magis minusve mihi molestum sit non habere. Divitiae
vero, quae ob hoc expetuntur, ut alicui trium istarum cupiditatium vel
7 temptatur S, temptantur M.
15 voluptate MS.
17 cupiditatium CDMEOSZ, cupiditatum
ce/, et edtis.
445
si el alma no puede percibir si las desprecia poseyéndolas, puede
hacer prueba de sí abandonándolas. Pero, en orden a la alabanza, ¿acaso, para carecer de ella y así experimentar lo que podemos
en este punto, hemos de vivir mal y tan perdidamente y con tanta
crueldad que todo el que nos conozca nos deteste? ¿Qué mayor
locura puede decirse ni pensarse?
Mas si la alabanza suele y debe ser compañera de la vida
buena y de las buenas obras, no debemos abandonar ni la vida
buena ni su compañero la alabanza. Sin embargo, yo ignoro si
puedo llevar con igualdad de ánimo o de mala gana la carencia
de alguna cosa, hasta ver que me falta.
61. Pues ¿qué es, Señor, lo que te confieso en este género de
tentación? ¿Qué, sino que me deleito en Jas alabanzas? Más, sin
duda alguna, me deleita la verdad que las alabanzas; pero si me
propusiesen qué quería más: ser loco furioso y desatinado en todo
y ser alabado de todos los hombres, o estar cabal y certísimo de
la verdad, y ser vituperado de todos, ya veo lo que elegiría.
Con todo, yo no quisiera que la aprobación ajena aumentase
el gozo de cualquier bien mío. Mas de hecho no sólo lo aumenta,
lo confieso, sino también la vituperación lo disminuye. Y cuando
me siento turbado-con esta miseria mía, viéneseme luego una excusa, que tú sabes, ¡oh Dios!, lo que vale, porque a mí me trae
perplejo. Porque habiéndonos mandado tú no sólo la continencia ", esto es, de qué cosas debemos cohibir el amor, sino también
la justicia, esto es, en qué lo debemos poner, y queriendo no sólo
que te amásemos a ti, sino también al prójimo, sucede muchas
veces que parezco deleitarme del provecho o esperanza del pró-
XXXVII
quod dedisti ei, at ¡lie plus gaudet sibi laudari
habere, unde laudatur, etiam iste te vituperante
ille, qui laudavit, quam iste, qui laudatus est. lili
donum Dei, huic amplius placuit donum hominis
Confesiones
5
10
15
20
duabus earum vel ómnibus serviant, si persentiscere non potest animus,
utrum eas habens contemnat, possunt et dimitti, ut se probet. Laude vero
ut careamus atque in eo experiamur, quid possumus, numquid male
vivendum est et tam perdite atque immaniter, ut nemo nos noverit, qui
non detestetur? Quae maior demencia dici aut cogitari potest? At si
bonae vitae bonorumque operum comes et solet et debet esse laudatio, tam
comitatum eius quam ipsam bonam vitam deseri non oportet. Non autem
sendo, sine quo esse aut aequo animo aut aegre possim, nisi cum
af uerit.
61. Quid igitur tibi in hoc genere temptationis, Domine, confíteor?
Quid, nisi delectan me laudibus? Sed amplius ipsa veritate quam laudibus. Nam si mihi proponatur, utrum malim furens aut in ómnibus rebus
errans ab ómnibus hominibus laudari an constans et in veritate certissimus ab ómnibus vituperan, video quid eligam. Verum tamen nollem,
ut vel augeret mihi gaudium cuiuslibet boni mei suffragatio oris alieni.
Sed auget, fateor, non solum, sed et vituperatio minuit. Et cum ista miseria mea perturbor, subintrat mihi excusatio, quae qualis sit, tu seis,
Deus; nam me incertum facit. Quia enim nobis imperasti non tantum
continentiam, id est, a quibus rebus amorem cohibeamus, verum etiam
iustitiam, id est quo eum conferamus, nec te tantum voluisti a nobis
verum etiam proximum diligi, saepe mihi videor de provectu aut spe
446
Confesiones
jimo, cuando me deleito con la alabanza del que ha entendido
bien, y a su vez contristarme con su mal, cuando le oigo vituperar lo bueno que ignora.
Porque también me contristo algunas veces con las alabanzas,
cuando o alaban en mí aquellas cosas en que yo me desagrado o
estiman algunos bienes pequeños y leves míos más de lo que debieran serlo.
Pero a su vez, ¿de dónde sé yo si el sentirme así afectado es
porque no quiero que disienta de mí, respecto de mí, el que me
alaba, no porque me mueva su utilidad, sino porque los mismos
bienes que veo con agrado en mí me son más gratos cuando agradan también a otros? Porque, en cierto modo, no soy yo alabado
cuando no es aprobado mi juicio respecto de mí, puesto que o alaban cosas que a mí me desagradan o alaban más las que a mí me
agradan menos. ¿Luego también en esto ando incierto de mí ?
62. He aquí que veo en ti, ¡oh Verdad!, que no debían moverme mis alabanzas por causa de mí, sino por utilidad del prójimo, y no sé si tal vez es así; pues en este asunto me soy menos
conocido a mí que tú. Yo te suplico, Dios mío, que me des a conocer a mí mismo, para que pueda confesar a mis hermanos, que
han de orar por mí, cuanto hallare en mí de malo. Me examinaré,
pues, nuevamente con más diligencia.
Pero si es la utilidad del prójimo la que me mueve en mis
alabanzas, ¿por qué me muevo menos cuando es vituperado injustamente un extraño que no cuando lo soy yo? ¿Por qué me hiere
más la contumelia lanzada contra mí que la que en mi presencia
proximi delectan, cum bene intellegentis laude delector, et rursus eius
malo contristan, cum eum audio vituperare quod aut ignorat aut bonum
est. Nam et contristar aliquando laudibus meis, cum vel ea laudantur
in me, in quibus mihi ipse displiceo, vel etiam bona minora et levia
5 pluris aestimantur, quam aestimanda sunt. Sed rursus, unde scio an
propterea sic afficior, quia nolo de me ipso a me dissentire laudatorem
meum, non quia illius utilitate moveor, sed quia eadem bona, quae mihi
in me placent, iucundiora mihi sunt, cum et alteri placent? Quodam
modo enim non ego laudor, cum de me sententia mea non laudatur,
10 quandoquidem aut illa laudantur, quae mihi displicent, aut illa amplius,
quae mihi minus placent. Ergone de hoc incertus sum mei ?
62. Ecce in te, veritas, video non me laudibus meis propter me,
sed propter proximi utilitatem moveri oportere. Et utrum ita sim, nescio.
Minus mihi de hac re notus sum ipse quam tu. Obsecro te, Deus meus, et
15 me ipsum mihi indica, ut confitear oraturis pro me fratribus meis, quod
in me saucium comperero. Iterum me diligentius interrogem. Si utilitate
proximi moveor in laudibus meis, cur minus moveor, si quisquam alius
intuste vituperetur quam si ego? Cur ea contumelia magis mordeor, quae
in me quam quae in alium eadem iniquitate coram me iacitur? An et
13
14
s i m ] , sit H B P edd.
de S, in cet. et edds.
X, 38, 63
X, 37,62
Confesiones
447
se lanza con la misma iniquidad contra otro? ¿Acaso ignoro también esto? ¿Había de faltar esto para engañarme a mí mismo y no
decir la verdad en tu presencia, ni con el corazón ni con la lengua?
Aleja, Señor, de mí semejante locura, para que mi boca no
sea para mí el óleo del pecador con que unja mi cabeza.7!.
CAPITULO
XXXVIII
63. Menesteroso y pobre soy, aunque mejor cuando con secreto gemido me desagrado a mí mismo y busco tu misericordia
para que sea reparada mi indigencia y llevada a la perfección de
aquella paz que ignora el ojo del arrogante.
Pero la palabra que sale de la boca y las obras conocidas de
los hombres están expuestas a una tentación peligrosísima por causa del amor a la alabanza, que encamina los mendigados votos
a una cierta excelencia personal. Tienta, en efecto; y cuando la
reprendo en mí, por el mismo hecho de reprenderla—y muchas
veces aun del mismo desprecio de la vanagloria—se gloría más
vanamente; razón por la cual ya no se gloría del desprecio mismo
de la vanagloria, puesto que realmente no desprecia ésta cuando
se gloría de ella " .
hoc nescio? Etiamne id restat, ut ipse me seducam et verum non faciam
coram te in corde et lingua mea? Insaniam istam, Domine, longe fac
a me, ne oleum peccatoris mihi sit os meum ad • impinguandum caput
meum ' 2 .
5
CAPUT
x x x v m
e3
63. Egenus et pauper ego sum et melior in occulto gemitu displicens mihi et quaerens misericordiam tuam, doñee reficiatur defectus
meus et perficiatur usque in pacem, quam nescit arrogantis oculus.
Sermo autem ore procedens et facta, quae innotescunt hominibus, habent
10 temptationem periculosissimam ab amore laudis, qui ad privatam quandam excellentiam contrahit emendicata suffragia; temptat, et cum a me
in me arguitur, eo ipso quo arguitur, et saepe de ipso vanae gloriae
contemptu, vanius gloriatur; ideoque non iam de ipso contemptu gloriae
gloriatur; non enim eam contemnit, cum gloriatur.
02
03
12
H
Ps 140,5.
Ps 108,22.
saepe E O S Z , saepe homu cet.
ideoque}, idque S.
edds.
448
X, 40, 65
Confesiones
CAPITULO
XXXIX
64. También hay dentro de nosotros, sí, dentro de nosotros,
y en este mismo género de tentación, otro mal, con el cual se desvanecen los que se complacen a sí mismos de sí, aunque no agraden, o más bien desagraden, a los demás, ni tengan deseo alguno
de agradarles. Mas estos tales, agradándose a sí mismos, te desagradan mucho a ti, no sólo teniendo por buenas las cosas que no
lo son, sino poseyendo tus bienes como si fuesen suyos propios;
o si tuyos, como debidos a sus méritos; o si como debidos a tu
gracia, no gozándose de ellos socialmente, sino envidiándolos en
otros 80 .
En todos estos peligros y trabajos y otros semejantes, tú ves
el temor de mi corazón y que siento más el que tengas que sanar
continuamente mis heridas que el que no se me inflijan.
CAPITULO
XL
65. ¿Dónde tú no caminaste conmigo, ¡oh Verdad!, enseñándome lo que debo evitar y lo que debo apetecer, al tiempo de
referirte mis puntos de vista interiores, los que pude, y de los
que te pedía consejo? Recorrí el mundo exterior con el sentido,
según me fue posible, y paré mientes en la vida de mi cuerpo que
recibe de mí y de mis sentidos. Después entré en los ocultos
senos de mi memoria, múltiples latitudes llenas de innumerables
riquezas por modos maravillosos, los cuales consideré y quedé esCAPUT
XXXIX
64. Intus etiam, intus est aliud in eodem genere temptationis malum,
quo inanescunt qui placent sibi de se, quamvis alus vel non placeant
vel displiceant nec placeré affectent ceteris. Sed sibi placentes multum
5 tibi displicent non tantum de non bonis quasi bonis, verum etiam de
bonis tuis quasi suis, aut etiam sicut de ruis, sed tamquam de merítis
suis, aut etiam sicut ex tua gratia, non tamen socialiter gaudentes, sed
alus invidentes eam. In his ómnibus atque in huiuscemodi periculis et
laboribus vides tremorem cordis mei, et vulnera mea magis subinde a te
10 sanari quam mihi non infligí sentio.
CAPUT
XL
65. Ubi non mecum ambulasti, veritas, docens, quid caveam et quid
appetam, cum ad te referrem interiora visa mea, quae potui, teque consulerem? Lustravi mundum foris sensu, quo potui, et attendi vitam
15 corporis mei de me sensusque ipsos meos. Inde ingressus sum in recessus memoriae meae, multíplices amplitudines plenas miris modis copia6
8
13
de S. ex cet. et edds.
in- CDFS, om. cet. et edd.
interiora Ó 2 S.
X, 4 0 , 6 5
Confesiones
449
pantado, y de todas ellas no pude discernir nada sin ti; mas hallé
que nada de todas estas cosas eras tú. Ni yo mismo, el descubridor, que las recorrí todas ellas y me esforcé por distinguirlas y
valorarlas según su excelencia, recibiendo unas por medio de los
sentidos e interrogándolas, sintiendo otras mezcladas conmigo, discerniendo y dinumerando los mismos sentidos tranmisores, y
dejando aquéllas y sacando las otras; ni yo mismo—digo—, cuando hacía esto, o más bien la facultad mía con que lo hacía, ni aun
esta misma eras tú, porque tú eras la luz indeficiente a la que yo
consultaba sobre todas las cosas: si eran, qué eran y en cuánto se
debían tener; y de ella oía lo que me enseñabas y ordenabas.
Y esto lo hago yo ahora muchas veces, y esto es mi deleite; y
siempre que puedo desentenderme de los quehaceres forzosos, me
refugio en este placer.
Mas en ninguna de estas cosas que recorro, consultándote a
ti, hallo lugar seguro para mi alma sino en ti, en quien se recogen
todas mis cosas dispersas, sin que se aparte nada de mí.
Algunas veces me introduces en un afecto muy inusitado, en
una no sé qué dulzura interior, que si se completase en mí, no sé
ya qué será lo que no es esta vida ". Pero con el peso de mis
miserias vuelvo a caer en estas cosas terrenas y a ser reabsorbido
por las cosas acostumbradas, quedando cautivo en ellas. Mucho
lloro, pero mucho más soy detenido por ellas. ¡Tanto es el poder
de la costumbre! Aquí puedo estar y no quiero; allí quiero y no
puedo. Infeliz en ambos casos.
rum innumerabilium, et consideravi et expavi et nihil eorum discernere
potui sine te et nihil eorum te esse inveni. Nec ego ipse inventor, qui
peragravi omnia et distinguere et pro suis quaeque dignitatibus aestimare conatus sum, excipiens alia nuntiantibus sensibus et interrogans,
5 alia mecum commixta sentiens ipsosque nuntios dinoscens atque dinumerans iamque in memoriae latis opibus alia pertractans, alia recondens, alia eruens: nec ego ipse, cum haec agerem, id est vis mea, qua
id agebam, nec ipsa eras tu, quia 'lux es tu permanens, quam de ómnibus consulebam, an essent, quid essent, quanti pendenda essent; et audie10 bahí docentem ac iubentem. Et saepe istuc fació; hoc me delectat, et ab
actionibus necessitatis, quantum relaxan possum, ad istam voluptatem refugio. Ñeque in his ómnibus, quae percurro consulens te, invenio tutum
locum animae meae nisi in te, quo colligantur sparsa mea nec a te quicquam recedat ex me. Et aliquando intromittis me in affectum multum
15 inusitatum introrsus ad nescio quam dulcedinem, quae si perficiatur in
me, nescio quid erit, quod vita ista non erit. Sed recido in haec aerumnosis ponderibus et resorbeor soütis et teneor et multum fleo, sed multum teneor. Tantum consuetudinis sarcina digna est! hic esse valeo nec
voló, illic voló nec valeo, miser utrubique.
4
19
S.Ag.
nutantibus S.
utrubique D I ^ O P ' S V T ,
2
utrobique ceteri et edds.
15
450
X, 42, 67
Confesiones
CAPITULO
XLI
66. Por eso consideré las enfermedades de mis pecados en
su triple concupiscencia e invoqué tu diestra para mi salud. Porque vi tu esplendor con corazón enfermo, y, repelido, dije: ¿Quién
podrá llegar allí ? Arrojado he sido de la faz de tus ojos. Tú eres
la verdad que preside sobre todas las cosas. Mas yo, por mi avaricia, no quise perderte, sino que quise poseer contigo la mentira;
del mismo modo que nadie quiere decir la mentira hasta el punto
que ignore lo que es la verdad Y así yo te perdí, porque no te
dignas ser poseído con la mentira.
CAPITULO
XLII
67. ¿Quién hallaría yo que me reconciliase contigo? ¿Debí
recurrir a los ángeles? ¿Y con qué preces, con qué sacramentos?
Muchos "2, esforzándose por volver a ti y no pudiendo por sí mismos, tentaron, según oigo, este camino y cayeron en deseos de
visiones curiosas y merecieron ser engañados, porque te buscaban
con el fasto de la ciencia, hinchando más bien que hiriendo
sus pechos; y atrajeron hacia así, por la semejanza de su corazón,
a las potestades aéreas, conspiradoras y cómplices de su soberbia,
las cuales con sus poderes mágicos les engañaron, por buscar un
mediador que los juzgara, que no era tal, sino un diablo transfiCAPUI
XLI
66. Ideoque consideravi languores peccatorum meorum in cupiditate
triplici et dexteram tuam invocavi ad salutem meam. Vidi enim splendorem tuum corde saucio et repercussus dixi: quis illuc potest ? Proiectus
5 sum a. jacte oculorum tuorum " . Tu es ventas super omnia praesidens.
At ego per avaritiam meam non amittere te volui, sed volui tecum possidere mendacium, sicut nemo vult ita falsum dicere, ut nesciat ipse, quid
verum sit. Itaque amisi te, quia non dignaris cum mendacio possideri.
CA P UT
XLII
67. Quem invenirem, qui me reconciliaret tibí? Ambiefldum mihi fuit
ad angelos? Qua prece? Quibus sacramentis? Multi ornantes ad te rediré
ñeque per se ipsos valentes, sicut audio, tentaverunt haec et inciderunt
in desiderium curiosarum visionum et digni habiti sunt illusionibus. Elati
enim te quaerebant doctrinae fastu exserentes potius quam tundentes pec15 tora et adduxerunt sibi per similitudinem cordis sui conspirantes et sodas
superbiae suae potestates aeris huiust5, a quibus per potentias mágicas
deciperentur, quaerentes mediatorem, per quem purgarentur, et non erat.
X, 43, 68
gurado en ángel de luz. El cual atrajo sobremanera a la carne soberbia, por el hecho mismo de carecer de cuerpo carnal. Eran ellos
mortales y pecadores, y tú, Señor, con quien ellos buscaban soberbiamente reconciliarse, inmortal y sin pecado.
Mas era necesario que el Mediador entre Dios y los hombres
tuviese algo de común con Dios y algo de común con los hombres, no fuese que, siendo semejante en ambos extremos a los
hombres, estuviese alejado de los hombres, y así no pudiera ser
mediador.
Así, pues, aquel mediador falaz por quien merece, según tus
secretos juicios, ser engañada la soberbia, una cosa tiene de común
con los hombres; es a saber, el pecado; y otra que quiere aparentar tener con Dios, mostrándose inmortal por la razón de no hallarse revestido de la carne mortal ". Pero como el estipendio del
pecado es la muerte, sígnese que tiene esto de común con los
hombres, por lo que juntamente con ellos será condenado a
muerte.
CAPITULO
5
T u cst v e n t a s . . . 4 frag.
Eug.
XLIII
68. Mas el verdadero Mediador, a quien por tu secreta misericordia revelaste a los humildes y lo enviaste para que con su
ejemplo aprendiesen hasta la misma humildad; aquel Mediador
entre Dios y los hombres, el hombre Cristo jesús, apareció entre
Diabolus enim erat transfigurans se in angelum lucís "6. Et multum illexit
superbam carnem, quod carneo corpore ipse non esset. Erant enim illi
mortales et peccatores, tu autem, Domine, cui reconcilian superbe quaerebant, immortalis et sine peccato. Mediator autem ínter Deum et homi5 nes oportebat ut haberet aliquid simile Deo, aliquid simile hominibus, ne
in utroque hominibus similis lon^e esset a Deo, aut in utroque Deo similis longe esset ab hominibus atque ita mediator non esset. Fallax itaque
ille mediator, quo per secreta iudicia tua superbia meretur f indui, unum
cum hominibus habet, id est peccatum, aliud videri vult habere cum Deo,
10 ut, quia carnis mortalitate non tegitur, pro immortali se ostentet. Sed
quia stipendium peccati mors estG7, hoc habet commune cum hominibus,
unde simul damnetur in mortem.
10
"* Ps 30,23.
• 5 Eph 2,2.
451
Confesiones
C A p UT
XLIII
68. Verax autem mediator, quem secreta tua misericordia demon15 strasti humilibus et misisti, ut eius exemplo etiam ipsam discerent humilitatem, mediator ille Dei et hominum, homo Christus lesus *"", ínter mor60
2 Cor 11.14.
" ' Rom 6,23.
1 T i m 2,5.
68
2 superbiam M ' S T 1 Eug. ( G ) . (Forlassij
sic legtnjum
ut
adiect.)
3 volebam S, superbe quaerebant cet. et edds.
8 meretur C D E ' F O S V Eug. ( M V ) , mereretur cet. et edds.;
indui FS
( D ' M P ! V ) inludi cet. et edds. (Explkit
4 frag. Bug.:
indui).
15 hominibus F G S (quia revelasti ea p a r v u i i s . . . ) , humilitas cet. Eug.
Eug.
edds.
452
Confesiones
X, 43, 69
los pecadores mortales Justo Inmortal, mortal con los hombres,
justo con Dios, para que, pues el estipendio de la justicia es la
vida y la paz,, por medio de la justicia unida a Dios fuese destruida en los impíos justificados la muerte, que se dignó tener de
común con ellos ". Este Mediador fue mostrado a los antiguos
santos para que fuesen salvos por la fe en su pasión futura, como
nosotros lo somos por la fe en la ya pasada. Porque en tanto es
Mediador en cuanto Hombre; pues en cuanto Verbo no puede
ser intermediario, por ser igual a Dios, Dios en Dios y juntamente con él un solo Dios ss.
69. ¡Oh cómo nos amaste, Padre bueno, que no perdonaste
a tu Hijo único, sino que le entregaste por nosotros, impíos! ¡Oh
cómo nos amaste, haciéndose por nosotros, quien no tenía por
usurpación ser igual a ti, obediente hasta la muerte de cruz, siendo
el único libre entre los muertos, teniendo potestad para dar su
vida y para nuevamente recobrarla. Por nosotros se hizo ante ti
vencedor y víctima, y por eso vencedor, por ser víctima; por nosotros sacerdote y sacrificio ante ti, y por eso sacerdote, por ser
sacrificio, haciéndonos para ti de esclavos hijos, y naciendo de ti
para servirnos a nosotros.
Con razón tengo yo gran esperanza en él de que sanarás todos
mis languores por su medio, porque el que está sentado a tu diestra te suplica por nosotros; de otro modo desesperaría. Porque
muchas y grandes son las dolencias, sí; muchas y grandes son,
tales peccatores et immortalem iustum apparuit, mortalis cum hominibus,
iustus cum Deo, ut, quoniam stipendium iustitiae vita et pax est, per
iustitiam coniunctam Deo evacuaret mortem iustifkatorum impiorum,
quam cum illis voluit habere communem. Hic demonstratus est antiquis
5 sanctis, ut ita ipsi per fidem futurae passionis eius, sicut nos per fidem
praeteritae, salvi fierent. In quantum enim Homo, in tantum Mediator, in
quantum autem Verbum, non Medius, quia aequalis Deo et Deus apud
Deum et simul unus Deus.
69. Quomodo nos amasti, pater bone, qui filio tuo único non peper10 cisti, sed pro nobis impiís e9 tradidisti eum! Quomodo nos amasti, pro
quibus Ule non rapinam arbitratus esse aequalis libi, factus est subditus
usque ad mortem crucis, unus Ule in mortuis líber '", potestatem habens
ponendi animam suam et potestatem habens iterum sumendi eam "; pro
nobis tibi vktor et victima, et ideo victor, quia victima; pro nobis tibi
15 sacerdos et sacrificium, et ideo sacerdos, quia sacrificium, faciens tibi nos
de servís filios de te nascendo nobis serviendo. Mérito mihi spes valida
in illo est, quod sanabis omnes languores meos per eum, qui sedet ad
dexteram tuam et le interpellat pro nobis: alioquin desperarem. Multi
enim et magni sunt idem languores, multi et magni; sed amplior est
o» Rom 8,32.
70
P h i l 2.6.
9
16
17
-•' l o 10,18.
in q u a n t u m nos amasti S.
nobisJ, tibi S (Sic ex mtilhesi:
te... nobis),
languores E G H O S V T , languores mei cet. et edd.
X, n o t a s
453
Confesiones
aunque más grande es tu Medicina. De no haberse hecho tu Verbo
carne y habitado entre nosotros, con razón hubiéramos podido juzgarle apartado de la naturaleza humana y desesperar de nosotros.
70. Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mi
miseria, había tratado en mi corazón y pensado huir a la soledad;
mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: Por eso
murió Cristo por todos, para que los que viven ya no vivan para
sí, sino para aquel que murió por ellos KG.
He aquí, Señor, que ya arrojo en ti mi cuidado, a fin de que
viva y pueda considerar las maravillas de tu ley. Tú conoces mi
confesase, Señor Dios mío, porque eres bueno, porque tu misense hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, me redimió con su sangre. No me calumnien los soberbios,
porque pienso en mi rescate, y lo como y bebo y distribuyo, y,
pobre, deseo saciarme de él en compañía de aquellos que lo comen
y son saciados. Y alabarán al Señor los que le buscan "'.
medicina tua. Potuimus putare Verbum tuum remotum esse a coniunctione hominis et desperare de nobis, nisi caro fieret et habitaret in nobis.
70. Conterritus peccatis meis et mole miseriae meae, agitaveram corde meditatusque fueram fugam in solitudinem, sed prohibuisti me et con5 fortasti me dicens: Ideo Christus pro ómnibus mortuus est, ut et qui
vivunt iam non sibi vivant, sed ei qui pro ipsis mortuus est '". Ecce, Domine, tacto in te curam meam, ut vivam, et considerabo mirabilia de lege
tua73. Tu seis imperitiam meam et infirmitatem meam: doce me et sana
me. lile tuus unicus, in quo sunt omnes thesauri sapientiae et scientiae
10 absconditi 7i, redemit me sanguine suo. Non calumnientur mihi superbi7",
quoniam cogito pretium meum et manduco et bibo et erogo et pauper
cupio saturan ex eo Ínter illos qui edunt et saturantur. Et laudabunt
Dominum qui requirunt eum "'.
NOTAS
AL
LIBRO
X
' Obrar la verdad, en sentir del Santo, es confesar lo que hay de
bueno en nosotros para atribuírselo a Dios y lo que hay de malo para
confundirnos en su presencia. «Quien obra la verdad—dice—acusa aquello que hay en él de malo..., y así viene a la luz» (Tractatus in loan.
XXII 13).
- «Cuando son leídas u oídas...» Este texto parece indicar que la parte anterior había sido ya divulgada y que, en vista de los buenos^ efectos, le pedían que les confesase cuál era entonces cuando escribía las
Confesiones.
3
Alusión a lo indicado en la nota anterior.
" 1 Cor 5,75.
"« Ps 118,18.
74
Col 2 , 3 .
2
4
5
7S
7
Ps 118,122.
° Ps 21.27.
m nobis} explictt 4 frag.
Evgippii.
confortasti me SV, connrmasti m e cet. et edds.
ómnibus S.
ut et SZ Eug., ut cet.
et
edd.
454
Confesiones
X,notas
El texto: el mullí hoc nos se cupiunt qui me noverunt el non noverunt, etc. El sentido es claro: habla el Santo de los que le conocieron,
pero que no le han conocido bien, tal cual es—véase la Epístola al conde Darío—, por no poder penetrar su corazón con la vista ni aplicar su
oído a la voz de su conciencia. Los traductores—a excepción de Von
Herrling y Llovera—, todos mal, vertiendo: los que me conocieron y l"5
que no me conocieron.
5
Quién soy ya y quién todavía soy... quiere decir: les descubriré lo
que soy yo por la misericordia y gracia de Dios, mis adelantos en la virtud, y les descubriré también lo que aún queda en mí de lo que fui, lo
que aún soy de lo que fui.
6
Esto es, con tal disposición de ánimo.
' Estas bellísimas páginas bastarían para echar por tierra la pretensión de aquellos que creen ver en el Obispo de Hipona al padre del
ontologismo.
8
Este filósofo, que floreció entre el 588-524 antes de Cristo, enseñaba que el aire es el principio de todas las cosas existentes, aun de los
mismos dioses: «No negó la existencia de los dioses—dice el Santo—,
pero en lugar de creer que el aire ha sido creado por ellos, afirma que
ellos han nacido del aire» (De civ. Dei VIII 2).
0
«La hermosura de la tierra es como una voz de la muda tierra...
Tú la ves, y considerándola la interrogas en cierto modo. Lo que en ella
descubres es la voz de su confesión, que dice: No me he hecho yo a
mí misma, sino Dios es el que me ha hecho» (Enarrat. in Ps. 144,13).
10
Mensajeros rayos de mis ojos... San Agustín, siguiendo la doctrina
de Pitágoras, expuesta por Platón en el Timeo (cf. Nueva Biblioteca Filosófica XVI p.182), creía que salía de los ojos un fuego interno que en
forma de rayos llega a tocar al objeto percibido. Cf. también A. SAISSET,
Des théories de l'entendement humain dans l'antiquité p.87.92.
11
Este procedimiento gradual de ascensiones espirituales del alma a
Dios, su principio, está claramente proclamado por el Santo en De vera
religione X X X I V 24,45, cuando dice: «Las formas mismas sensibles que
nos cautivan deben constituir nuestro punto de apoyo para remontarnos
a aquellas otras cosas que no nos da a conocer la carne». San Agustín
desarrolla en términos muy parecidos este argumento en Serta. 141 n.2;
Enarrat. in Ps. 41 n.7 y 148 n.10; De vera religione II n.21; De civ. Dei
XI 4,2; De útil, credendi 16.
12
Lugar de difícil interpretación. Véase nuestra edición latina.
' 3 El Santo emplea la palabra vis, que lo mismo significa fuerza que
virtud, que energía y que potencia. Hemos preferido la segunda por parecemos la más adecuada, tomada ésta en su sentido etimológico y genérico. En el caso presente, la identificación de aquélla con el «principio
vital» es clara. En el griego la identificación es más clara por la palabra
energeia, empleada para significar éste.
11
Conviene fijarse en esta imagen comparativa, base de todos sus razonamientos, y que ayudará mucho a comprender lo que sigue. La cuestión de la memoria es una de las más frecuentemente tratadas y mejor
desarrolladas por el Santo. Poco o casi nada ha podido añadirse a lo dicho por el gran filósofo africano. Cf. M. FERRAZ, De la psychologie de
S. Agustín p.153-195 c.7: «De la mémoire», y A. MARTIN, S. Augustini
philosophia p.493-515.
13
El texto: quibus sensibus raptae sint, expresión gráfica y vigorosa
para expresar la fuerza abstractiva de los sentidos.
16
Esta separación diferencial de las imágenes depositadas en la memoria ha sido magníficamente puesta de relieve por los trabajos de psico-
X, n o t a s
Confesiones
455
logia experimental, localizando cada una de estas especies o géneros de
imágenes en centros diferentes, bien que subordinados al sentido íntimo.
17
Seguimos una puntuación nueva, distinta de todas las ediciones y
traducciones, por pedirlo así el contexto.
" Véase sobre este lugar el texto latino. Los demás autores y traductores siguen puntuaciones y lecciones diversas. Labriolle lee: Ergo aniñáis ad habendum se ipsum angustus est, et ubi sil quod sui non capit?;
pero en la traducción sigue el texto maurino, que es el que nosotros
aceptamos como auténtico. La misma puntuación ininteligible establecen
los editores de Cambridge y el de Viena, y antes que ellos, el P. J. Martín.
10
Este pensamiento está tomado de Plotino (Ennéadas V 1,2) casi
a la letra.
20
Es curioso el hecho que a este propósito refiere el Petrarca en una
de sus cartas (Famil. IV 1) a su hermano Francisco Dionisio. Habiendo
subido un día con su hermano más pequeño a lo más alto del monte Ventoso, no sin gran fatiga, después de recrear su vista con el magnífico
panorama que descubría y haber contemplado los Alpes, la provincia de
Lyón y el curso del Ródano y el golfo de Marsella, tiró del ejemplar de
las Confesiones de San Agustín, que llevaba siempre consigo, y las acertó a abrir por este capítulo y lugar. Tomando para sí la lección, cerró
el libro, y airado contra sí por ir a contemplar cosas terrenas, teniendo
en su alma tantas maravillas que admirar, bajó del monte sin hablar una
palabra siquiera con su hermano.
21
San Agustín divide los objetos del entendimiento en sensibles e
inteligibles, a estilo de' Platón, y los neoplatónicos. En los primeros entran todas las cosas relativas al mundo, y para éstos admite las especies
«intencionales», siendo su doctrina en todo conforme con la de Aristóteles y los escolásticos. Pero respecto de los segundos, negó el Santo las
especies «inteligibles», viéndolas el alma o mente directa o inmediatamente, como el ojo ve los objetos corporales. Véase un poco más adelante esto mismo a propósito de la Lógica de Port Royal (n.17). Cf. De
Trin. IX 3 : «Así como nuestra alma recibe por los sentidos del cuerpo
las noticias de las cosas corporales, así tiene inmediatamente y por sí
misma las que pertenecen a las cosas incorpóreas.»
22
Este mismo razonamiento emplean los autores de la Lógica de Port
Royal p.l.* e l para combatir el principio escolástico: Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, o el de Aristóteles: Omnis idea orium
ducit a sensibus. Dicen así: «Pues si no se puede negar que tenemos en
nosotros mismos las ideas de ser y del pensamiento, pregunto yo: ¿Por
qué sentidos entraron? ¿Son acaso luminosas o coloradas, para haber
entrado por la vista ? ¿ Por ventura son de sonido grave o agudo, para
haber entrado por el oído? ¿De buen o mal olor, para haber entrado por
el olfato? ¿De buen o mal sabor, para haber entrado por el gusto?
¿Frías o calientes, duras o blandas, para haber entrado por el tacto?», etc.
Como se ve, el plagio o hurto es bien patente. Confesemos, sin embargo,
que no es éste el único, sino muchos y fundamentales. Utilizamos
la traducción castellana de M. José Fernández (Madrid 1759) p.44.
23
Este mismo pensamiento se halla expuesto en LOCKE, Ensayo sobre el entendimiento humano II c.10.
24
De este mismo parecer es Leibnitz en la advertencia preliminar a
los Nuevos ensayos. En el fondo, el pensamiento agustiniano es exactísimo y de una fecundidad maravillosa. El solo merecería los honores de
un • libro comentario. Advirtamos, sin embargo, de paso, que en este
lugar no se trata para nada de la reminiscencia socrático-platónica, que
el Santo rechaza expresamente en Retract. 1,8,2, sino principalmente de
456
Confesiones
X, n o t a s
X, notas
34
la propiedad de la inteligencia humana, cuya labor principal debe ser
recoger, ordenar, relacionar entre sí las nociones adquiridas por los sentidos, despertando en ellas las nociones latentes, inadvertidas o adiáforas,
haciéndolas entrar en la corriente vital del pensamiento por la conciencia
actual de su ser y la asimilación de su fuerza expansiva.
25
Toda esta doctrina está inspirada en la teoría de las ideas de Platón y Plotino y en la división del mundo en sensible e inteligible. La
notoriedad de estas doctrinas nos releva de extendernos en ellas.
26
Temor, real o infundado, de que alguien se ría de él, varias veces
apuntado. No sabemos si este temor es una sospecha vaga, una susceptibilidad de temperamento o algo real y concreto. El Petrarca, en una
de sus cartas a su hermano Gerardo (Famil. X 3), asegura que en su
tiempo había algunos hombres ridículos que se reían de las Confesiones:
Lege «Confessionum» libros de quibus quidam ridiculi homines ridere
solent. ¿Habría también en tiempo del Santo algún tipo de éstos?
27
En todos estos capítulos de las Confesiones expone San Agustín
cuanto se puede decir acerca de la memoria como facultad, como acto
y como fenómeno psicológico, y de modo metódico. Estudia en primer
término la memoria en orden a las imágenes del mundo exterior recibidas del exterior; habla luego de los sentidos interiores, en lo que el
hombre no difiere aún de los animales. Pasa después a estudiar las nociones o verdades de orden científico; examina la memoria como potencia, contraponiéndola al acto de la misma, pudiendo actuar sobre sí
misma, y habla finalmente de la memoria del olvido, considerado éste
como tal y como fenómeno. El análisis fino y sutil, el derroche de observación interna, la exactitud de sus conclusiones es tal, que sólo este
tratado daría derecho a San Agustín a ser considerado como un filósofo
de primer orden. Voltaire, en su art. «Memoria» del Dict. de sciences, etc.,
explota descaradamente al gran Doctor en esta materia.
2S
Ya Platón empleó este mismo símil o comparación del estómago, y
probablemente de él lo toma el Santo.
20
Seguimos una puntuación distinta de todas las ediciones, incluso
la nuestra latina.
30
Perturbaciones del alma, e. e. pasiones: «Estas cuatro perturbaciones, como las llama Cicerón (Tusculanas IV 6), o pasiones, como traducen muchos la palabra griega pathos...» (De civ. Dei XIV 5). Cf. CICERÓN, De fin i bus III 10, 35.
31
De hecho no le ha comprendido su editor y traductor francés P. Labriolle, cuando califica—inspirado, sin duda, por el P. J. Martín, que
en larga nota sobre este lugar expone el mismo parecer—de sofisma y
sutilezas paradojales este modo de discutir del Santo. Más claro ha visto
la cuestión el traductor catalán Llovera, quien en nota refuta al traductor
francés y formula el problema u objeción en términos precisos y claros,
que gustosos suscribimos. He aquí sus palabras: «El verdadero problema
es éste: ¿Cómo el olvido (no la representación mental del olvido en un
segundo momento del acto reflejo, sino el hecho mismo del olvido) es
retenido en la memoria para poderle recordar, siendo así que el olvido
no consiste sino en borrarse de la memoria alguna cosa, imagen u observación?» O más breve, y sirviéndonos casi de las palabras del Santo: Si
olvido es privación de memoria, i cómo puede estar en ésta ?
32
Alusión al Génesis 3,17-19.
33
Lugar diversamente traducido por los autores: El texto: et ecce
memoriae meae vis non comprehenditur a me cum ipsum me non dicam
praeter illam.
Confesiones
457
Sobre la memoria de los animales, el pensamiento de San Agustín
es claro y preciso. De ella habla extensamente en Contra Epist. Fundamenti 17; De música 1,4,8, atribuyendo a esta facultad las cosas maravillosas que a veces se advierten en ellos; pero sin caer en el exceso de
atribuirles razón, por pequeña que ésta sea, como antes de él y después
de él lo han afirmado muchos filósofos.
35
Seguimos una puntuación y lección distintas. Cf. edición latina.
36
El texto: ex parte quae tenebatur. Los traductores todos y la mayoría de los editores: ex parte qtia tenebatur, erróneamente y con sentido distinto.
37
Esta conclusión, sumamente interesante, modifica notablemente el
problema de la «memoria del olvido». Este no desaparecer enteramente
las cosas de nuestra conciencia, por profundo que sea el olvido actual
de ellas, explica una serie de fenómenos psíquicos de subconsciencia que
la filosofía moderna se ha afanado muchos años por resolver. No será
difícil en todo esto ver delineada la teoría de las ideas latentes de
Leibnitz, de que hemos hecho ya mención.
38
Este pensamiento es uno de los más fecundos y dominantes en el
Santo, que ha pasado 3I lenguaje corriente, con todas sus denominaciones derivadas.
39
Véase el texto -latino. Llovera sigue la puntuación de Labriolle y
KnSll; a nuestro juicio, la más desacertada.
40
El texto: non enim sonó delectamur. No sé de dónde han podido
sacar los editores modernos la lección solo sonó, cuando el códice Ses¡oriano solamente escribe solo, en vez de sonó, que dan todos los demás
códices. Por otra parte, el sentido de la frase rechaza esta corrección
del texto. Los traductores han aceptado todos la enmienda, hasta Llovera, que ha podido caer ya en la cuenta. La razón es bien sencilla: si
se admite que «no nos deleitamos de la sola palabra» (así traduce Llovera), sigúese que ésta nos deleita, aunque no sola; mas en este caso,
¿qué placer saca el griego de los sonidos latinos, que ignora? El Santo
dice que no saca ningún placer y que es lo mismo que si no le hablásemos nada. Nos parece tan claro esto, que creemos no habrá necesidad
de insistir sobre lo mismo.
41
Cf. De ¡ib. arb. I 14,30: «Cuando decimos que los hombres son
miserables por su voluntad, no queremos decir que quieran ellos ser miserables, sino que están en tal disposición de ánimo libremente, que por
necesidad y mal de' su grado consiguen ser miserables.»
42
En De lib. arb. se expresa el Santo más claramente: «Nada tiene
de extraño que los hombres miserables no alcancen lo que pretenden,
esto es, la vida feliz, porque no quieren igualmente aquello que la acompaña y sin lo cual nadie puede ser digno de ella, es a saber: el vivir rectamente» (I c.14 n.30).
43
lo 12,35. San Agustín plantea en estos dos capítulos la cuestión
de la actitud del hombre frente a la verdad, actitud paradójica y contradictoria. Por una parte ama el hombre la verdad, por otra no la ama,
cuando trata y se complace en engañar al prójimo. Más aún: la verdad,
cuando no nos agrada lo que dice, nos es odiosa y la combatimos y desfiguramos. ¿Por qué esto? He aquí lo que trata de explicar el Santo.
44
Terencio (Andria V 68) : Obsequium amicos, peritas odium parit:
el obsequio produce amigos; la verdad, odios.
45
Algunos traducen por quien son todas las verdades. Aunque pudiera traerse en confirmación de esta interpretación el texto de De doctr.
christ. proemio 8; pero la verdadera interpretación es la que damos en
458
Confesiones
X, notáis
el texto, en favor de la cual pudieran aducirse centenares de textos y
todo el libro II de los Soliloquios.
46
Resumen del itinerario seguido por el alma para llegar a Dios.
47
La diferencia sustancial e infinita entre el alma y Dios es uno de
los puntos más clara y brillantemente expuestos por el Santo contra los
maniqueos, que hacían a aquélla parte de la sustancia divina. Véase
por ejemplo, cómo se expresa en Contra Eortnnatum manich. I 1 1 : «Yo
te respondo que el alma no es Dios; que una cosa es Dios, otra el alma.
Dios es inviolable, incorruptible, impenetrable, incoinquinable...; el alma,
en cambio, vemos que es pecadora, vive de las afecciones, busca la verdad
y tiene necesidad de quien la libre. Este mudarse el alma indica bien
claro que no es Dios, porque si el alma es sustancia de Dios, la sustancia
de Dios yerra, se corrompe, se engaña, lo cual es sacrilego afirmar.»
48
Cf. De vera religione 31,57: «Ni se ha de dudar que aquella inmutable naturaleza que está sobre el alma racional es Dios.»
49
El texto: Ómnibus etiam diversa. Así todos los códices, a excepción del Sessoriano. Los editores modernos, arrastrados por la equivocación del de Viena, ponen el etiam en la frase anterior. Pero los códices y las ediciones antiguas todas lo ponen en esta última, que es donde
hace sentido y refuerza el contexto.
50
Frase de belleza sublime y de un dinamismo infinito. Renán, en
su Oración sobre la Acrópolis, plagia esta idea: «Tard je t'ai connue,
Beauté parfaite...»
51
Estar las cosas en Dios es estar sostenidas por la mano de Dios,
o su potencia, para que no dejen de ser. Porque así como una cosa
que se tiene en la mano, si se la quita ésta, cae a tierra, así la potencia
conservadora sostiene como con la mano las cosas para que no vuelvan
a la nada, a la que tienden por su ser. Véase sobre este punto, entre
otros lugares, De Gen. ad litt. IV 12,22, donde expone admirablemente
este concepto filosófico.
52
Dios, vida del alma, es también el ser que puede llenarla plenamente. Cuando el alma no tiene a Dios, está vacía; cuando le tiene, está
llena. Mas siendo vida de su vida cuando está en ella, entonces es cuando su vida es más llena, más viva.
55
Refiere San Agustín en De dono perseverantiae 20,53, que estando
Pelagio en Roma, y habiéndole sido citada y alabada esta frase como un
método excelente de orar, se alteró tanto al oírla que no pudo soportarla
en silencio y contradijo a su interlocutor, faltando poco para litigar con
él. San Agustín cita este pasaje para demostrar cómo antes que naciera
la herejía peiagiana ya la había combatido. En realidad, todas las Confesiones son un alegato formidable contra esta herejía. Véase lo que
dijimos en el primer libro. Tan es así, que, de no conocer la fecha
aproximada de su redacción por el testimonio del Santo, habría que
colocarlas después de la aparición de aquélla. San Agustín termina la cita
con estas hermosas palabras: «Y lo que en dichos libros (las Confesiones)
he contado acerca de mi conversión a aquella fe que, con miserable
locuacidad digna de un perro rabioso, dilaniaba, ¿no lo he contado de
modo que demuestra que mi salvación fue gracia obtenida por las lágrimas sinceras que todos los días derramaba mi madre?
34
La palabra continencia no 'es aquí sinónima de castidad, sino de
mortificación de los sentidos y apetitos en general, de abstención de los
placeres ilícitos y de los lícitos inmoderados.
55
El texto: inconcitssus manet, concertando con vigilans. Llovera: inconcussa manet, con vatio, lección evidentemente falsa y sin base manuscrita autorizada. Pero, aceptada esta lección, es necesario leer quae en
X, n o t a s
Confesiones
459
vez de qua y referir vigilans a vatio,, Por eso nos extraña que el docto
traductor catalán haya adoptado una y otra lección.
56
Esta doctrina de los movimientos principalmente carnales en el
sueño la expone más amplia y claramente el Santo, entre otros muchos
lugares, en Serm. 151,8 y De Gen. ad litt. XII, 15,31.
57
San Agustín lee: in victoriam, no in victoria, como la Vulgata, lo
que permite esta versión del texto.
58
Apoyados en este texto, no han faltado críticos que han acusado
al Santo de embriagarse de cuando en cuando. Nada más inexacto e
injusto. Crápula en latín significa a veces el exceso de bebida; pero
con más frecuencia, y en el latín eclesiástico casi con exclusión, significa un exceso no muy grande en la comida, que pueda causarle al estómago pesadez y malestar. En este sentido lo toma San Benito en su
regla (c.39 y 40). Esta cargazón de estómago que el Santo declara
haberle acaecido alguna vez, más que del exceso de cantidad debía provenirle de su debilidad de estómago. Recuérdese lo que hemos dicho en
otras notas sobre la enfermedad de pecho que padecía. Por otra parte,
la frugalidad de San Agustín ha quedado tan maravillosamente descrita
por su biógrafo Posidio, que no creemos siquiera oportuno detenernos
a exponerla y defenderla. Véase De útil, credendi 3 y Soliloq. 1.17; donde
marca ya la norma de conducta a seguir en los baños, comida y bebida
y demás placeres del cuerpo.
50
Rom 14,3. Para entender bien este pasaje conviene tener presente
la exégesis curiosa que hace de él en Expositio quarumdam propositionum
ex Epístola ad Romanos 78; dice asi: «En aquel tiempo, muchos, firmes
ya en la fe, conociendo la sentencia del Señor, que no mancha lo que
entra en nosotros, sino más bien lo que sale, comían indiferentemente
cualquier comida con conciencia tranquila. Pero otros, en cambio, más
débiles, se abstenían de la carne y del vino por no venir a contaminarse,
sin saberlo, con carne sacrificada a los ídolos. Porque la carne sacrificada
se vendía entonces en el matadero, y con las primicias del vino hacían
los gentiles las libaciones a sus ídolos y algunos sacrificios en la misma
taberna. Por eso el Apóstol exhorta a aquellos que usaban con conciencia tranquila de tales alimentos a que no desprecien la debilidad de
los otros que se abstenían de tales comidas y bebidas, y a estos débiles,
a no juzgar en cierto modo contaminados a aquellos que no se abstenían
de las citadas carnes y bebidas».
60
San Posidio cita en su Vida del Santo la última mitad de este
párrafo para demostrar las razones que éste tenía para permitir en su
mesa el uso del vino. Advirtamos de paso, contra los defensores del códice Sessoviano, que los códices de la Vita dan la lección de carne...,
de pane. Cf. ed. VEGA, c.22
61
p.92.
Salmo 138,16. Esta frase del salmo, algo oscura, la interpreta en
este sentido el Santo en la enarración del mismo, n.21: «Lo imperfecto
vieron tus ojos»; quiere decir esto que Dios, cuando mira lo malo o lo
imperfecto de uno, lo mira no para castigarlo, sino para Corregirlo y
purificarlo. Vieron los ojos de Jesús el pecado de San Pedro, y al punto
sintió éste el'más vivo dolor en su alma y la gracia del arrepentimiento.
Y cuantas veces mira a los pecadores, otras tantas les convierte y santifica, haciéndoles de malos buenos y de buenos mejores. Y todos serán
inscritos en tu libvo, esto es, en el libro de la vida, donde lo están todos
los elegidos, aun los imperfectos, porque los que no lo están no tendrán
parte en el reino de Dios, lo cual es consecuencia de lo primero; por
eso junta el salmo ambas cosas: «Tus ojos vieron lo imperfecto, y todos
serán inscrito en tu libro.»
\
460
Confesiones
X, n o t a s
Es curioso el caso que refiere el Santo en De anima et eius origine IV 9, acerca de un tal Simplicio, amigo suyo de la adolescencia:
«Habiéndole preguntado—dice—qué versos de Virgilio había en todos los
libros antes del verso último, al punto los recitó de prisa y de memoria.
Le pidieron que dijera los anteriores, y los dijo. Y pensábamos que
podría recitar todo Virgilio retrocediendo, porque de cuantos lugares le
mandamos que recitase versos los recitó sin dificultad. Hicimos la prueba con la prosa de algunas oraciones de Cicerón, y lo mismo. Lo cual
visto y admirándonos nosotros, nos aseguró, poniendo a Dios por testigo,
que no sabía que podía hacerlo antes de haber hecho tal prueba.»
Un texto: quae tota temptatione minatur, Eugipio; los demás códices: quae tota temptatio nominatur. En el fondo, ambas coinciden.
Cf. edición latina.
64
San Agustín fue muy aficionado a la música, sobre la que poseyó
conocimientos nada vulgares para su tiempo y aun para el nuestro. Quiso
escribir una gran obra De música, pero no nos ha dejado más que la
primera parte, en seis libros, casi todos dedicados al ritmo prosódico.
Sobre San Agustín músico, URIARTE, La música según San Agustín: Revista Agustiniana 9,418-425,533-541; 10,100-106,401-407,457-550; 11, 137142 y 199-204; y San Agustín músico: Revista Agustiniana 13,528-532.
Estudio definitivo sobre el particular.
65
A esto parece aludir el Santo en Enarrat. in Ps. 32, cuando dice:
«Cantadle un cántico nuevo: cantadle bien. Busca cada uno cómo cantará al Señor. Cántale, pero no lo hagas malamente. Si delante de algún
músico bueno que te escucha te dijeran: «Canta por darle gusto», temblaríais de cantar sin ninguna instrucción en el arte de la música, por
no desagradar al artista—porque el artista reprende lo que el vulgo no
percibe—. ¿Quién se ofrecerá a cantar bien al Señor, autor del cantor
y de la música? ¿Cuándo podrás presentarle un tan gran artificio en el
canto que no desagrades en nada a oídos tan perfectos? Mas he aquí
que él ha dado el modo como se debe cantar; no busques palabras como
si hubieses de explicar aquella que deleita a Dios. Canta con jubilación; esto es cantar bien a Dios: cantar con jubilación. ¿Qué es cantar
con jubilación? Escucha: no poder explicar con palabras lo que se canta con el corazón. Porque aquellos que cantan, sea en las siegas, sea
en las vendimias, sea en algún afanoso trabajo, cuando con las palabras
de sus cantos comienzan a saltar de alegría, como llenos de una alegría
tan grande que no pueden explicarla con palabras, no se fijan ya en
las sílabas de las mismas y se van al sonido de la jubilación. El júbilo
es, pues, un determinado sonido que significa que el corazón trabaja por
dar a luz lo que no puede decir.» En De civ. Dei XVII 14, dice que «la
moderada y razonable armonía o concordia de diversos sonidos insinúa
la unidad de la ciudad bien ordenada, formada de concorde variedad.»
66
En la Epist. 55,18,34, escrita poco después de las Confesiones
(c.400), resume así su pensamiento: «La única y saludable regla que
debe seguirse respecto de las diversas costumbres es que las que no son
contra la fe y contra las buenas costumbres y encierran algo que exhorta
a una vida mejor, dondequiera que las veamos instituir o las veamos
instituidas, no sólo no debemos combatirlas, sino que las debemos seguir,
alabándolas e imitándolas..., como acontece con los himnos y salmos que
se han de cantar... Sobre esta práctica tan útil para mover el ánimo pío
y encender el afecto del amor divino, es varia la costumbre, y muchos
obispos de la Iglesia africana se muestran reacios», etc.
X, notas
Confesiones
461
67
Verso de San Ambrosio, frecuentemente citado por el Santo, sin
duda como una confesión magnífica de antimaniqueísmo.
" En himno tuyo, e. e., en alabanza tuya. En San Agustín, la palabra himno tiene un significado especial: «¿Sabéis lo que es un himno?
Es un canto con alabanza de Dios. Si loas a Dios y no cantas, no dices
himno; si cantas y no loas a Dios, no dices himno. Si loas otra cosa
que no pertenece a la alabanza de Dios, aunque loes cantando, no dices
himno. El himno, pues, tiene éstas tres cosas: canto, alabanza y de Dios.
La alabanza, pues, de Dios con canto se dice himno» (Serm. 148,17).
60
«El deseo de los ojos significa toda curiosidad. ¡Qué largo campo
no ejerce la curiosidad! En los espectáculos, en los teatros, en los ritos
diabólicos, en las artes mágicas», etc., etc. (In Epist. loan, ad Parthos II 11).
70
Idéntico pensamiento formula en la Epist. 147, De videndo Deo
n.7. La misma idea vemos utilizada por BOSSUET, Traite de la concupiscence 8, citado por Labriolle.
71
San Agustín distingue aquí con gran sagacidad entre la curiosidad
y el placer. Sin embargo, no puede negarse que la satisfacción de la
curiosidad, aunque sea con objetos que no causan deleite, como un cadáver destrozado, un monstruo o cosa semejante, produce su placer, consistente en la satisfacción de un deseo. Es preciso, pues, distinguir entre
placer, deleite y curiosidad o apetito. El primero consiste en la quietud
del apetito satisfecho; lo segundo, en el disfrute de un objeto grato, y
la tercera, en un desasosiego de la potencia o sentido en función de
su objeto.
72
Entre las cosas que con carácter o pretexto de ciencia condena el
Santo como curiosidades inútiles están las ciencias astronómicas y geológicas. Pero esto sólo en el caso que se cultiven con mal fin o sin
finalidad alguna; y si con finalidad alguna, que no sirvan de estorbo
para la vida espiritual, ocupando en ellas un tiempo que debiera emplearse en otras más útiles, más prácticas y más santas. Véase sobre esto
De Gen. ad litt. II 34; Epist. 11,2; 55,15 y 118,1; Quatumdam propos.
ex Epist. ad Rom 58; De doctr. christ. II 46.
73
Sacrilegos sacramentos, esto es, los ritos de los cultos paganos. El
Santo usa frecuentemente de esta denominación, que debía ser el nombre
con que eran conocidos y llamados comúnmente en su tiempo.
74
El estelión, especie de lagarto muy abundante en África, de costumbres en todo semejantes a nuestras lagartijas. San Agustín, espíritu
observador, sentíase cautivado por las costumbres de los animales, de las
que poseía un conocimiento nada vulgar y en su mayor parte directo.
Los ejemplos que cita aquí son vulgares, pero reveladores de su genio
analítico y escrutador. Extraño parecerá a muchos que un sabio y un
santo como San Agustín suspenda a veces su pluma y las ocupaciones
más serias y se embobe contemplando las faenas del estelión en cazar
una mosca o los afanes de la araña en aprisionar su presa. Y, sin embargo, más sano humanismo revelan estos pequeños episodios que muchas de sus grandes especulaciones. Agustín hallaba en estas cosas pequeñas no menos grandeza y sabiduría de Dios que en las grandes, y
ellas le servían de despertador para levantarse hacia Dios y entonarle un
himno de alabanza. En De Gen. ad litt. III 12, nos habla de las observaciones hechas en el estanque de Bulla Real con los peces que había
en él.
75
Alude principalmente el Santo al texto de Isaías 14,13, que dice
de Luzbel que intentó poner su trono al lado del aquilón, y como éste
462
Confesionef
X, n o t a s
es el aire más frío de todos, porque viene del septentrión, por eso llama
aquí el Santo fríos y tenebrosos a los que siguen las huellas de aquél.
«La cautividad en que yacían bajo el diablo, es decir, bajo el aquilón,
donde por la abundancia de iniquidad estaban entumecidos y en cierto
modo congelados» (Epist. 140,22,25}.
76
La tentación de la alabanza debió de ser una de las más fuertes
que tuvo que vencer en su vida. Recuérdese la afición y, más que afición, el ansia que tuvo de ellas desde niño y las grandísimas que se le
tributaron en vida, hasta convertirse en la admiración del mundo y el
ídolo del pueblo cristiano. Agustín, aunque santo, no era insensible a las
alabanzas humanas: «No tengo de cuerno las fibras del corazón: Ñeque
enim mihi cornea fibra est», decía al conde Darío contestando su carta,
llena de elogios. Sin embargo, nadie rehuyó más esta vanidad y flaqueza
humana que él. Con este fin escribió sus Confesiones. Es admirable sobre
este punto la Epist. 22 a Aurelio, obispo de Cartago. En los sermones
al pueblo habla frecuentemente de esto mismo, admitiendo las alabanzas
de sus fieles sólo en el caso de que sean buenos. Cf. Serm. 52,9 y 339,1.
" Toma aquí el Santo la palabra continencia en su sentido etimológico y primero de contenerse, reprimir, apartar, etc.
78
Salmo 140,5. «¿Qué significa—dice el Santo en la Enarración correspondiente n.13—, qué significa el óleo del pecador no ungirá mi cabeza?
No crecerá mi cabeza por la adulación. La adulación es una falsa alabanza;
la falsa alabanza es propia del adulador. Por eso los hombres, cuando con
una falsa alabanza se han divertido de alguno, dicen: le he ungido la
cabeza (en castellano, darle jabón).»
79
Puntuación y lección distintas de las otras ediciones. El pensamiento del Santo es bastante claro. Su alusión a los filósofos antiguos,
que afectaban desprecio de las alabanzas e injurias, pero que buscaban
ser alabados y honrados por este desprecio que hacían de aquéllas, es
evidente. Cf. DIÓGENES LAERCIO, Vidas de los filósofos: Antistenes y Diógenes. San Bernardo solía repetir con mucha frecuencia este adagio:
Spernere mundum, spernere nullum, spernere seipsum, spemere se sperni:
Despreciar el mundo, no despreciar a nadie, despreciarse a sí mismo,
despreciar el mismo desprecio», frase que interpreta magníficamente el
pensamiento del Santo Doctor.
80
No gozándose de ellos socialmente, esto es, en común, como miembros de un cuerpo social, en compañía de otros, como etimológicamente
quiere decir la palabra. En este sentido la toma también San Bernardo,
quien habla de socialia gaudia por contraposición a gloria specialis.
81
El texto: aliquando intromittis me in affectum multum inusitatum
introrsus ad nescio quam dulcedinem, quae si perficiatur in me, nescio
quid erit quod vita ista non erit. Este pasaje parece indicar claramente
que San Agustín participó frecuentemente del éxtasis o deliquio divino.
La descripción que aquí hace de él y lo que en otras obras expone es
tan conforme con lo que nos dicen del rapto Santa Teresa y San Juan
de la Cruz, que pudiera entablarse un paralelismo perfecto. Que San
Agustín tuvo la experiencia mística es cosa admitida por todos. Véase
sobre ello BUTLER, Western Mysticism. The teaching of SS. Augustine:
Gregory and Bernard on contemplative Ufe (Londres 1927). Su recensión
en Recherches de Sciencie Religieuse 18 (junio-agosto 1928) 319;
F. CAYRÉ, La contemplaron augustienne (Blot., París 1927); POURRAT,
La spiritualité chrétienne p.330-334.
82
Alusión evidente a los platónicos y a sus prácticas teúrgicas, y
muy particularmente a Porfirio y Apuleyo. «Sostienen—dice el Santo—•
X, notas
^Confesiones
463
que de tal manera están colocados los demonios entre los dioses y los
hombres, que son como internuncios e intérpretes para que desde acá lleven nuestras peticiones y de allá QOS traigan las gracias de los dioses,
siendo como son espíritus deseosísimos de hacer mal, ajenos totalmente
a lo justo y bueno, llenos de soberbia y carcomidos de envidia, llenos
de engaños y cautelas, que habitan en la región del aire», etc., etc.
Cf. De civ. Dei X 26 y 29.
83
«Tienen aquellos seres (los demonios) de común con los superiores
la inmortalidad, la miseria con los inferiores; mas siendo miserables, en
pena de su malicia, más bien que hacernos felices, envidiosos de esa felicidad que no tienen, nos apartarán más bien que procurarán dicha
felicidad» (De civ. Dei IX 23).
84
A esta categoría pertenecieron todos los antiguos justos, porque
vivieron según la única y misma fe en que vivimos nosotros, creyendo en
la encarnación, pasión, resurrección futura, como nosotros en la ya venida» (Contra duas epist. Pelag. III 11).
85
«Si todos los hombres son necesariamente desgraciados en tanto
que permanecen sujetos a la muerte, es necesario buscar un mediador
que no sea solamente hombre, sino también Dios, a fin de que su inmortalidad bienaventurada, sacando a los hombres de su mortal miseria,
les encamine hacia la bienaventurada inmortalidad por medio de la bienaventurada mortalidad de este mediador, porque convino que ni dejara
de hacerse mortal ni tampoco que permaneciera mortal... Por eso convino que el mediador entre nosotros y Dios tuviera una mortalidad transeúnte y una bienaventuranza permanente... Según esto no pudieron ser
medianeros los ángeles buenos, por carecer de nuestra miseria... Ni aun
el Verbo en cuanto Verbo, pues el Verbo divino, que es sumamente inmortal y sumamente bienaventurado, está muy distante de los miserables
mortales, por lo que sólo es mediador en cuanto hombre», etc. (De civ.
Dei IX 15). Es interesantísimo todo este capítulo, así como el 17 y 18,
a los cuales remitimos al curioso lector.
86
2 Cor. 5,15. Es un dato éste digno de tenerse en cuenta para la
biografía del Santo. En particular no sabemos a qué hechos de su vida
se refiere. Es muy probable que sea a la cuestión de los ágapes sobre
los sepulcros de los mártires, que tantos disgustos le costó y que le puso
a punto de retirarse a su monasterio, como él mismo confesó al pueblo
que tenía intención de hacer si persistían en resistir su determinación.
87
Salmo 21,27. Fin de la segunda parte. Con ella termina lo relativo a su persona, ocupándose en los tres restantes en alabar a Dios, tomando motivo de la naturaleza.
XI, 2, 3
LIBRO
UNDÉCIMO
CAPÍTULO
I
1. ¿Por ventura, Señor, siendo tuya la eternidad, ignoras
las cosas que te digo, o ves en el tiempo lo que se ejecuta en el
tiempo? Pues ¿por qué te hago relación de tantas cosas? N o ciertamente para que las sepas por mí, sino que excito con ellas hacia
ti mi afecto y el de aquellos que leyeren estas cosas, para que todos digamos: Grande es el Señor y laudable sobremanera. Ya lo
he dicho y lo diré: por amor de tu amor hago esto.
Porque también oramos, y, no obstante, dice la verdad: Sabe
vuestro Padre qué es lo que necesitáis aun antes que se lo pidáis.
Hacérnoste, pueS, patente nuestro afecto confesándote nuestras
miserias y tus misericordias sobre nosotros, para que nos libres
enteramente, ya que comenzaste; para que dejemos de ser miserables en nosotros y seamos felices en ti, ya que nos llamaste; y para
que seamos pobres de espíritu, y mansos, y llorosos, y hambrientos, y sedientos de justicia, y misericordiosos, y puros de corazón,
y pacíficos.
He aquí que te he referido muchas cosas: las que he podido
y he querido, por haberlo querido tú primero, a fin de que te
confesase, Señor Dios mío, porque eres bueno„ porque tu- misericordia es eterna.
CA P UT
I
1. Numquid, Domine, cum tua sit aetemitas, ignoras, quae tibi dico,
aut ad tempus vides quod fit in tempore? Cur ergo tibi tot terum narrationes digero? Non utique ut per me noveris ea, sed affectum meum
5 excito in te et eorum, qui haec legunt, ut dicamus omnes: Magnus Dominas et laudabilis valde1. Iam dixi et dicam: amore amoris tui fació
istuc. Nam et oramus, et tamen veritas ait: N'ovit Pater vester quid vobis
opus sit, priusquam petatis ab eo'. Affectum ergo nostrum patefacimus
in te confitendo tibi miserias nostras et misericordias tuas super nos, ut
10 liberes nos omnino, quoniam coepisti, ut desinamus esse rniseri in nobis
et beatíficemur in te, quoniam vocasti nos, ut simus pauperes spiritu et
mites et lugentes et esurientes ac sitientes iustitiam et misericordes et
mundicordes et pacifici. Ecce narravi tibi multa, quae potui et quae
volui, quoniam tu prior voluisti, ut confiterer tibi, Domino Deo meo,
15 quoniam bonus es, quoniam in saeculum misericordia tuaa.
1
2
Ps 95,4.
Mt 6,8.
4 ut om. S.
8 priusquam}, quam S.
a
Ps 117.1.
465
Confesiones
CAPITULO
II
2. Pero ¿cuándo podré yo suficientemente referir con la lengua de mi pluma todas tus exhortaciones, todos tus terrores y consolaciones y direcciones, a través de los cuales me llevaste a predicar tu Palabra y dispensar tu Sacramento a tu pueblo?
Mas aunque fuese bastante a referir por orden estas cosas,
me cuestan caras las gotas de tiempo y desde antiguo ardo en
deseos de meditar tu ley y «confesarte en ella mi ciencia y mi
impericia, las primicias de tu iluminación y las reliquias de mis
tinieblas», hasta que la flaqueza sea devorada por la fortaleza,
y no quiero que se me vayan en otra cosa las horas que me
dejen libres las necesidades de la refección del cuerpo, de la
atención del alma y de la servidumbre que debemos a los hombres, y la que no debemos, y, sin embargo, les damos.
3. Dios y Señor mío: está atento a mi corazón y escuche
tu misericordia mi deseo, porque no sólo me abrasa en orden
a mí, sino también en orden a servir a la caridad fraterna; y
que así es, lo ves tú en mi corazón.
Que yo te sacrifique la servidumbre de mi inteligencia y de
mi lengua; mas dame qué te ofrezca, porque soy pobre y necesitado y tú rico para todos los que, te invocan, y que seguro tienes cuidado de nosotros. Circuncida mis labios interiores y exteriores de toda temeridad y de toda mentira. Tus Escrituras
sean mis castas delicias: ni yo me engañe en ellas ni con ellas
C
A
p UT
II
2. Quandq autem sufrido lingua calami enuntiare omnia hortamenta
tua et omnes terrores tuos et consolationes et gubernationes, quibus me
perduxisti praedicare verbum, et sacramentum tuum dispensare populo
5 tuo? Et si sufncio haec enuntiare ex ordine, caro mihi valent stillae
temporum. Et olim inardesco meditari in lege tua, et in ea tibi confiten
scientiam et imperitiam meam, primordia illuminationis tuae et reliquias
tenebrarum mearum, quousque devoretur a fortitudine infirmitas. Et nolo
in aliud horae diffluant, quas invenio liberas a necessitatibus reficiendi
10 corporis et intentionis animi, et servitutis quam debemus hominibus, et
quam non debemus et tamen reddimus.
3. Domine Deus meus, intende orationi meae, et misericordia tua
exaudiat desiderium meum, quoniam non mihi soli aestuat, sed usui vult
esse fraternae caritati; et vides in corde meo quia sic est. Sacrificem tibi
15 famulatum cogitationis et linguae meae, et da quod offeram tibi. Inops
enim et pauper sum, tu dives in omnes invocantes te \ qui securus curam
nostri geris. Circumcide ab omni temeritate omnique mendacio interiora
et exteriora mea, labia mea. Sint castae deliciae meae scripturae tuae, nec
4
Ps 85.1.
18 exteriora mea S, exteriora cet. et edds, (Cj. tib, X, ». 42 fin.)
460
Confesione/
XI, 2, 4
engañe a otros. Atiende, Señor, y ten compasión; Señor, Dios
mío, luz de los ciegos y fortaleza de los débiles y luego luz de
los que ven y fortaleza de los fuertes, atiende a mi alma, que
clama de lo profundo, y óyela. Porque si no estuvieren aun en
lo profundo tus oídos, ¿adonde iríamos, adonde clamaríamos?
Tuyo es el día, tuya es la noche: a tu voluntad vuelan los momentos. Dame espacio para meditar en los entresijos de tu ley
y no quieras cerrarla contra los que pulsan, pues no en vano
quisiste que se escribiesen los oscuros secretos de tantas páginas.
¿O es que estos bosques no tienen sus ciervos, que en ellos se
alberguen, y recojan, y paseen, y pasten, y descansen, y rumien?
¡Oh, Señor!, perfeccióname y revélamelos 3 . Ved que tu voz es
mi gozo; tu voz sobre toda afluencia de deleites. Dame lo que
amo, porque ya amo, y esto es don tuyo. N o abandones tus dones ni desprecies a tu hierba sedienta. Te confesaré cuanto descubriere en tus libros y oiré la voz de la alabanza, y beberé de ti,
y consideraré las maravillas de tu ley desde el principio, en el
que hiciste el cielo y la tierra, hasta el reino de la tu santa ciudad,
contigo perdurable.
4. Señor, compadécete de mí y escucha mi deseo. Porque
creo que no es de cosa de la tierra, oro, plata y piedras preciosas; ni de hermosos vestidos, honores y poderíos ni de deleites carnales, ni de cosas necesarias al cuerpo y a esta vida de
fallar in eis nec fallam ex eis. Domine, attende et miserere; Domine Deus
meus, lux caecorum et virtus infirmorum, statimque lux videntium et
virtus fortium, attende animam meam et audi clamantem de profundo.
Nam nisi adsint et in profundo aures tuae, quo ibimus? quo clamabimus?
5 Tuus est dies et tua est nox'; ad nutum tuum momenta transvolant.
Largire inde spatium meditationibus nostris in abdita Iegis tuae ñeque
adversus pulsantes claudas eam. Ñeque enim frustra scribi voluisti tot
paginarum opaca secreta, aut non habent illae silvae cervos suos recipientes se in eas et resumentes, ambulantes et pascentes, recumbentes et
10 ruminantes. O Domine, perfice me et revela mihi eas. Ecce vox tua gaudium meum, vox tua super affluentiam voluptatum. Da quod amo: amo
enim. Et hoc tu dedisti. Ne dona tua deseras nec herbara tuam spernas
sitientem. Confitear tibi quidquid invenero in libris tuis et audiam vocem
laudis6; et te bibam et considerem mirdbilia de lege tua7 ab usque prin15 cipio, in quo fecisti caelum et terram, usque ad regnum tecum perpetuum
sanctae civita.tis tuae.
4. Domine, miserere mei et exaudí desiderium meum. Puto enim,
quod non sit de térra, non de auro et argento et lapidibus aut decoris
vestibus aut honoríbus et potestatibus aut voluptatibus carnis, ñeque de
5
0
7
Ps 73.16.
Ps 25.7.
Ps 118.18.
15
18
in quo}. usque S.
aut de lapidibus FGMb.
XI, 3, 5
467
Confesiones
nuestra peregrinación, todas las cuales cosas se dan por añadidura a los que buscan tu reino y tu justicia.
Ve, Dios mío, de dónde es este mi deseo. Me contaron los
inicuos sus deleites, pero no son como tu ley, Señor. He aquí
de dónde es mi deseo. Mira, ¡Oh Padre!, mira, y ve, y aprueba,
y sea grato delante de tu misericordia que yo halle gracia ante
ti, para que a mis llamadas se abran las interioridades de tus
palabras.
Te lo suplico por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, el Varón de tu diestra, el Hijo del Hombre, a quien escogiste para
ti \ Mediador tuyo y nuestro, por quien nos buscaste cuando
no te buscábamos y nos buscaste para que te buscásemos; Verbo tuyo, por quien hiciste todas las cosas, entre las cuales también a ' m í ; Único tuyo, por quien llamaste a adopción al pueblo de los creyentes y en él a mí.
Te lo pido por él, que está sentado d tu diestra y te suplica por nosotros, y en el cual se hallan escondidos todos los
tesoros de sabiduría y ciencia, los cuales busco yo ahora en tus
libros. Moisés escribió de él; él mismo lo dice, y lo dice la Verdad misma 5.
CAPITULO
III
5. Oiga yo y entienda cómo hiciste en el principio el cielo
y la tierra. Moisés escribió esto, lo escribió y se ausentó; salió
necessariis corpori et huic vitae peregrinationis nostrae, quae omnia nobis
apponuntur quaerentibus regnum et iustitiam tuam8. Vide, Deus meus,
unde sit desiderium meum. Narraverunt mihi iniusti delectationes, sed
non sicut lex tua", Domine. Ecce unde est desiderium meum. Vide, pater,
5 aspice et vide et approba, et placeat in conspectu misericordiae tuae
invenire me gratiam ante te, ut aperiantur pulsanti mihi interiora ser' monum tuorum.- Obsecro per Dominum nostrum Iesum Christum filium
tuum virum dexterae tuae, filium hominis, quem confirmasti tibi1" mediatorem tuum et nostrum, per quem nos quaesísti non quaerentes te,
10 quaesísti autem, ut quaereremus te; Verbum tuum, per quod fecisti omnia, in quibus et me; Unicum tuum, per quem vocasti in adoptíonem
populum credentium, in quo et me; per eum te obsecro, qui sedet ad
dexteram tuam11, et te interpellat pro nobis, in quo sunt omnes thesauri
sapientiae et scientiae absconditi'1. Ipsos quaero in libris tuis. Moyses de
15 illo scripsit; hoc ipse ait, hoc Verítas ait.
CAP u T
m
5. Audiam et intellegam, quomodo in principio fecisti caelum et
terram. Scripsit hoc Moyses, scripsit et abiit, transiit hinc a te ad te,
8
Mt 6,33.
" Ps 118,85.
14
10
Ps 79,18.
" Rom 8,34.
Ipsos}, ipsum BP edds.
l
- Col 2,3.
468
Confesiones
XI, 4 , 6
de aquí por tí, para ti, y ahora no le tengo delante de mí. Porque si estuviese le asiría, y rogaría, y conjuraría por ti, para
que me declarase estas cosas, y yo prestaría los oídos de mi corazón a las palabras que brotasen de su boca. Glaro es que si
me hablase en hebreo, en vano pulsaría a mis oídos ni mi
mente percibiría nada de ellas; mas si lo dijera en latín, sabría lo que decía '.
Pero ¿de dónde sabría si decía verdad? Y dado caso que
lo supiese, ¿lo sabría tal vez por él? No; la verdad—que ni es
hebrea, ni griega, ni latina, ni bárbara—sería la que me diría
interiormente, en el domicilio interior del pensamiento, sin los
órganos de la boca ni de la lengua, sin el estrépito de las sílabas:' «Dice verdad», y yo, certificado, diría al instante confiadamente a aquel hombre: «Dices la verdad.»
No pudiendo, pues, interrogarle, ruégote, ¡oh Verdad!, de
la que lleno habló él cosas verdaderas; ruégote, ¡oh Dios mío!
—y perdona mis pecados...—, que me des a entender a mí las
cosas que concediste decir a aquel tu siervo '.
CAPITULO
IV
6. He aquí que existen el cielo y la tierra, y claman que
han sido hechos, porque se mudan y cambian. Todo, en efecto,
• lo que no es hecho y, sin embargo, existe, no puede contener
nada que no fuese ya antes, en lo cual consiste el mudarse y
variar. Claman también que no se han hecho a. sí mismos:
ñeque nunc ante me est; nam si esset, tenerem eum et rogarem eum et
per te obsecrarem, ut mihi ista panderet, et praebereffl aures corporis mei
sonis erumpentibus ex ore eius; et si hebraea voce loquerehir, frustra pulsaret sensum meum nec inde mentem meam quicquam tangeret; si autem
5 latine, scirem quid diceret. Sed unde scirem, an verum diceret? Quod si
et hoc scirem, num ab illo scirem? Intus utique mihi, intus in domicilio
cogitationis, nec hebraea, nec graeca nec latina nec barbara veritas sine
oris et linguae organis, sine strepitu syllabarum diceret: «Verum dicit»,
et ego statim certus confidenter illi homini tuo dicerem: «Verum dicis.»
10 Quum ergo illum interrogare non possim, te, quo plenus vera dixit, Veritas, rogo te, Deus meus, rogo, parce peccatis meisIS, et qui illi servo
tuo dedisti' haec dicere, da et mihi haec intellegere.
CAPUT
iv
6. Ecce sunt caelum et ierra, clamant, quod facta sínt; mutantur
15 enim atque variantur. Quidquid autem factum non est et tamen est, non
est in eo quicquam, quod ante non erat; quod es mutari atque variari.
Clamant etiam, quod se ipsa non fecerint: Ideo sumus, quia facta sumus;
13
lob 14.16.
XI, 5,7
\onf*eñones
469
Por eso somos, porque hemos sido hechos; no éramos antes de
que existiéramos, para poder hacernos a nosotros mismos. Y la
voz de los que así decían era Ja voz de la evidencia. Tú eres,
Señor, quien los hiciste; tú que eres hermoso, por lo que ellos
son hermosos; tú que eres bueno, por lo que ellos son buenos;
tú que eres Ser, por lo que ellos son. Pero ni son de tal modo
hermosos, ni de tal modo buenos, ni de tal modo ser como lo
eres tú, su Creador, en cuya comparación ni son hermosos, ni
son buenos, tii tienen ser *. Conocemos esto; gracias te sean dadas ; mas nuestra ciencia, comparada con tu ciencia, es una
ignorancia.
CAPITULO
V
7. Pero ¿cómo hiciste el cielo y la tierra y cuál fue la
máquina de tan gran obra tuya? Porque no los hiciste como el
hombre artífice, que forma un cuerpo de otro cuerpo al arbitrio
del alma, que puede imponer en algún modo la forma que contempla en sí misma con el ojo interior—¿y de dónde podría
esto sino de que tú la hiciste?—e impone la forma a lo que ya
existía y ¡a tenía, a ñn de ser, como es h tierra, h piedra, el
leño, el oro o cualquier otra especie de cosas.
¿Y de dónde serían estas cosas si tú no las instituyeras?
Tú diste cuerpo al artífice; tú creaste al alma, que manda a los
miembros; tú la materia, de que hace algo; tú el ingenio, con
que alcanza el arte y ve interiormente lo que hace fuera; tú el
sentido del cuerpo, coa el que, como un intérprete, transmite
del alma a la materia aquello que hace y a su vez anuncia al
non ergo eramus, antequam essemus, ut fieri possemus a nobis. Et vox
dicentium est ipsa evidentia. Tu ergo, Domine, fecisti ea, qui pulcher
es, pulchra sunt enim; qui bonus es, bona sunt enim; qui es, sunt enim.
Nec ita pulchra sunt nec ita bona sunt nec ita sunt, skut tu conditor
eorum, quo compárate nec pulchra sunt nec bona sunt nec sunt. Scimus
haec, gratias tibi, et scientia nostra scientiae tuae comparata ignorantia est.
CAPOT
V
7. Quomodo autem fecisti caelum et terram et quae machina tam
grandis operationis tuae? Non enim sicút homo artifex formans Corpus
de corpore, arbitratu animae valentis imponere uteumque speciem, quam
cernit in semetipsa interno oculo—et unde hoc valeret, nisi quia tu
fecisti eam?—et imponit speciem iamexsistenti et habenti, ut esset, veluti terrae aut lapidi aut ligno aut auro aut id genus rerum cuilibet. Et
unde ista essent, nisi tu ínstituisses ea ? Tu fabro corpus, tu animum
membris imperitantem fecisti, tu materiam, unde facit aliquid, tu ingenium, quo artem capiat et videat intus quid faciat foris, tu sensum cor15
animam S.'
470
XI, 7, 9
XI, 6, 8
Confesiond
VI
8. Pero ¿cómo lo dijiste? ¿Fue acaso de aquel modo como
se hizo aquella voz de la nube que dijo: Este es mi hijo amado? Porque aquella voz se hizo y pasó, comenzó y terminó.
Sonaron las sílabas y pasaron, la segunda después de la primera, la tercera después de la segunda, y así por orden hasta
llegar a la última, y después de la última, el silencio. Por donde se ve clara y evidentemente que aquella voz fue expresada
por el movimiento de una criatura, y aun ésta temporal, sirviendo a tu voluntad eterna. Y estas palabras tuyas, pronunciadas en el tiempo, fueron transmitidas por el oído exterior a la
poris, quo interprete traiciat ab animo ad materiam id quod facit, et
reriuntiet animo quid factum sit, ut ille intus consulat praesidentem sibi
veritatem, an bene factum sit. Te laudant haec omnia creatorem omnium.
Sed tu quomodo facis ea? Quomodo fecisti, Deus, caelum et terram?
5 Non utique in cáelo ñeque in térra fecisti caelum et terram, ñeque in
aere aut in aquis, quoniam et haec pertinent ad caelum et terram, ñeque
in universo mundo fecisti universum mundum, quia non erat ubi fieret,
antequam fieret ut esset. Nec manu tenebas aliquid, unde faceres caelum et terram, nam unde tibi hoc, quod tu non feceras, unde aliquid
10 faceres? Quid enim est nisi quia tu es? Ergo dixisti, et facta sunt, atque
in verbo tuo fecisti ea.
CAPITULO
-' Mt 3.17.
471
VII
9. Así, pues, tú nos invitas a comprender aquella palabra,
que es Dios ante ti, Dios, que sempiternamente se dice y en la
que se dicen sempiternamente todas las cosas. Porque no se termina lo que se estaba diciendo y se dice otra cosa, para que
menti prudenti, cuius auris interior posita est ad aeternum verbum tuum.
At illa comparavit haec verba temporaliter sonantia cum aeterno in silentio verbo tuo et dixit: Aliud est longe, longe aliud est; haec longe
infra me sunt; nec sunt, quia fugiunt et praetereunt; Verbum autem
5 De? mei supra me manet in aeternum 1S. Si ergo verbis sonantibus et
praetereuntibus dixisti, ut fieret caelum et térra, atque ita fecisti caelum
et terram, erat iam creatura corporalis ante caelum et terram, cuius motibus temporalibus temporaliter vox illa percurreret. Nullum autem corpus ante caelum et terram, aut si erat, id certe sine transitoria voce
10 feceras, unde transitoriam vocem faceres, qua díceres ut fieret caelum et
térra. Quidquid enim illud esset, unde talis vox fieret, nisi abs te factum
esset, omnino non esset. Ut ergo fieret corpus, unde ista verba fierent,
quo verbo a te dictum est ?
CAP UT V I
8. Sed quomodo. dixisti?-Numquid ¡lio modo, quo facta est vox de
nube dicens: Hic est ftiius- meus dilectus? u Illa enim vox acta atque
15 transacta est, coepta et finita. Sonuerunt syllabae atque transierunt, secunda post primam, tertia post secundam atque inde ex ordine, doñee
ultima post ceteras silentiumque post ultimam. Unde claret atque eminet,
quod creaturae motus expressit eam, serviens aeternae voluntad tuae, ipse
temporalis. Et haec ad tempus facta verba tua nuntiavit auris exterior
Confesiones
mente prudente, cuyo oído interior tiene aplicado a tu palabra
eterna. Mas comparó aquélla estas palabras que suenan temporalmente con tu palabra eterna en él silencio y dijo: «Cosa
muy distinta es, cosa muy distinta es»; porque estas palabras
están muy por debajo de mí, ni aun son, pues huyen y pasan;
y la palabra de mi Dios permanece sobre mí eternamente.
Si, pues, dijiste con palabras que suenan y pasan que fuese
hecho el cielo y la tierra y así fue como hiciste el cielo y la
tierra, ya había una criatura corporal antes del cielo y de la tierra, con cuyos movimientos temporales transcurriese aquella voz
temporalmente. Mas antes del cielo y de la tierra no había ningún cuerpo, y si lo había, ciertamente lo habías hecho tú sin
una voz transitoria de donde formases la voz transitoria, con
la que dijeses que fuesen hechos el cielo y la tierra. Porque,
sea lo que fuere, aquello de donde había de formarse tal voz, si
no hubiese sido hecho por ti, no sería absolutamente nada. Mas
para que llegase a ser el cuerpo de donde se formasen estas
palabras, ¿con qué palabra fue dicho por ti?
alma lo que se ha hedió, para que ésta consulte interiormente
a la verdad, que la preside, si se hizo bien la cosa.
Todas estas cosas te alaban, ¡oh Creador de todo! Pero
¿cómo las hiciste? ¿Cómo hiciste, ¡oh Dios!, el cielo y la tierra? Ciertamente que no hiciste el cielo y la tierra en el cielo
y la tierra, ni en el aire, ni en las aguas; porque también estas
cosas pertenecen al cielo y la tierra. Ni hiciste el mundo universo en el universo mundo, porque no había donde hacerle
antes que se hiciera para que fuese. Ni tú tenías algo en la
mano, de donde hicieses el cielo y la tierra; porque ¿de dónde
te habría venido esto que tú no habías hecho, y de lo cual harías tú algo? ¿Y qué cosa hay que sea si no es porque tú eres?
Tú dijiste, y las cosas fueron hechas y con tu palabra las hiciste.
CAPÍTULO
•
C
15
A
p u T v 11
9. Vocas ¡taque nos ad intelligendum Verbum, Deum apud te Deum,
quod sempiterne dicitur et eo sempiterne dicuntur omnia. Ñeque enim
fmitur, quod dicebatur, et dicitur aliud, ut possint dici omnia, sed simul
15
Is 40,8.
3 longe EGMOS b, om. cetert et edds
5 Dei], Domini BPZ edd.
7 iam}, autem S.
472
XI, 8, 10
Confesiones
puedan ser dichas todas las cosas, sino todas a un tiempo y
eternamente. De otro modo, habría ya tiempo y cambio, y no
habría eternidad verdadera ni verdadera inmortalidad.
He comprendido esto y te doy gracias; lo he comprendido
y le lo confieso, Señor; y conmigo lo conoce y te bendice quien
no es ingrato a la verdad cierta. Conocemos, Señor, conocemos
que, en cuanto una cosa no es lo que era y es lo que no
era, en tanto muere y nace. Nada hay, pues, en tu Verbo que
ceda o suceda, porque es verdaderamente inmortal y eterno.
Y así en tu Verbo, coeterno a ti, dices a un tiempo y sempiternamente todas las cosas que dices, y se hace cuanto dices que
sea hedho; ni las haces de otro modo que diciéndolo, no obstante que no todas las cosas que haces diciendo, se hacen a un
tiempo sempiternamente".
CAPITULO
XI, 9, 11
473
Confesiones
le hallase en la Verdad eterna, en donde el Maestro bueno y único
enseña a todos los discípulos ".
Allí oigo tu voz, Señor, que me dice que quien nos habla es
quien nos enseña; pero el que no nos enseña, aunque hable, rio
nos habla a nosotros. ¿Y quién es el que nos enseña sino la Verdad que permanece ? Porque hasta cuando somos amonestados por
la criatura mudable, somos conducidos a la Verdad inmutable,
donde verdaderamente aprendemos cuando estamos en su presencia y le oímos y nos gozamos con grande alegría por la voz del
esposo, tornando allí de donde somos. Y es Principio, porque si
no permaneciese cuando erramos, no tendríamos adonde volver.
Mas cuando retornamos de nuestro error, ciertamente volvemos
conociendo; pero para que conozcamos, él nos enseña, parque es
Principio y nos habla.
VIII
CAPITULO
IX
10. ¿Por qué esto, te suplico, Señor Dios mío? De algún
modo lo veo, pero no sé cómo declararlo sino diciendo que todo
lo que comienza a ser y deja de ser, entonces comienza y entonces
acaba cuando en la razón eterna, en la que nada empieza ni acaba,
se conoce que debió comenzar o debió acabar. Es el mismo Verbo
tuyo, que es también Principio, porque nos habla 10. Así habla
por la carne en el Evangelio, y así habló exteriormente a los oídos
de los hombres, para que fuese creído, y se le buscase dentro, y se
11. En este Principio, ¡oh Dios!, hiciste el cielo y la tierra,
en tu Verbo, en tu Hijo, en tu Virtud, en tu Sabiduría, en tu
Verdad, hablando de modo admirable y obrando de igual modo.
¿Quién será capaz de comprender, quién de explicar, qué sea
aquello que fulgura a mi vista y hiere mi corazón sin lesionarle?
Me siento horrorizado y enardecido: horrorizado, por la desemejanza con ella; enardecido, por la semejanza con ella. La Sabidu-
ac sempiterne omnia; alioquin iam tempus et mutatio et non vera aeternitas nec vera immortalitas. Hoc novi, Deus meus, et gratias ago. Novi,
confíteor tibi, domine Deus, mecumque novít et benedicit te quisquís
ingratus non est certae veritati. Novimus enim, Domine, novimus, quo5 niam in quantum quidque non est quod erat, et est quod non erat, in
tantum moritur et oritur. Non ergo quicquam Verbi tui cedit atque succedit, quoniam veré immortale atque aetemum est. Et ideo Verbo tibi
coaeterno, símul et sempiterne dicis omnia, quae dicis, et fit quidquid
dicis ut fíat; nec aliter quam dicendo facis; nec tamen simul et sempi10 terna fiunt omnia, quae dicendo facis.
crederetur et intus quaereretur et inveniretur in aeterna verkate, ubi
omnes discípulos bonus et solus magister docet. Ibi audio vocem tuam,
Domine, dicentis mihi, quoniam ille loquitur nobis, qui docet nos, qui
autem non docet nos, etiam si loquitur, non nobis loquitur. Quis porro nos
5 docet nisi stabilis veritas? Quia et per creaturam mutabilem, cum admonemur, ad veritatem stabilem •ducimur; ubi veré discimus, cum stamus,
et audimus eum, et gaudio gaudemus propter vocem sponsi ", reddentes
nos, unde sumus. Et ideo principium, quia, nisi maneret, cum erraremus,
non esset quo redirémus. Cum autem redimus ab errare, cognoscendo
10 utique redimus; ut autem cognoscamus, docet nos, quia principium est
et loquitur nobis.
C Ap UT
VIII
10. Cur, quaeso, Domine Deus meus? Utcumque video, sed quomodo
id eloquar nescio, nisi quia omne, quod esse incipit et esse desinit, tune
esse incipit et tune desinit, quando debuisse incipere vel desinere in
15 aeterna ratione cognoscitur, ubi nec incipit aliquid nec desinit. Ipsum
est Verbum tuum, quod et principium est, quia et ¡oquitur nobis 16. Sic
in evangelio per carnem ait, et hoc insonuit foris auribus homínum, ut
16
3
4
6
lo 8,29.
deus S. om. cet. et edds.
enim S, om. cet. tt edds.
atque succedit om. DlS.
CA P u T
IX
11. In hoc principio fecisti, Deus, caelum et terram in Verbo tuo, in
filio tuo, in virtute tua, in sapientia tua, in veritate tua miro modo
15 dicens et miro modo faciens. Quis comprehendet? Quis enarrabit? Quid
est illud, quod interlucet mihi et percutit cor meum sine laesione? Et
inhorresco et inardesco: inhorresco, in quantum dissimilis e¡ sum; inar17
lo 5,20.
3 dicentis coddt, edds,, dicent is S, dtcentem b. «Videtur, verbum corruptum rojia nullo concordat.)
6 ubi], ibi EGHMOVT.
13 fecit Deus SV.
Deus fecisti codds. et edds
474
Confesiones
XI, 10,12
ría, la Sabiduría misma es la que fulgura a mi vista, rompiendo
mi niebla, que otra vez me cubre, desfallecido por aquella calígine
y acervo de mis penas; porque de tal modo se debilitó en la pobreza mi vigor, que no puedo soportar a mi bien, hasta que tú, Señor, que te hiciste propicio a todos mis pecados, sanes también
todos mis languores, porque redimirás de la corrupción mi vida y
me coronarás en miseración y misericordia, y saciarás con bienes
mi deseo, porque será renovada mi juventud como la del águila.
Porque por la esperanza fuimos hechos salvos y esperamos con
paciencia tus promesas.
Óigate cuando hablas interiormente el que pueda; que yo
confiadamente clamaré, conforme a tu oráculo: ¡Qué excelsas son
tus obras, Señor; todas las has hecho con sabiduría! Este es el
principio, y en este principio hiciste el cielo y la tierra.
CAPITULO
X
12. ¿No es verdad que están llenos de su vetustez 12 quienes
nos dicen: ¿Qué hacía Dios antes que hiciese el cielo y la tierra? " Porque si estaba ocioso, dicen, y no obraba nada, ¿por qué
no permaneció así siempre y en adelante como hasta entonces
había estado, sin obrar ? Porque si para dar la existencia a alguna
criatura es necesario que surja un movimiento nuevo en Dios y
deseo, in quantum similis ei sum. Sapientia, sapientia ipsa est, quae interlucet mihi, discindens nubilum meum, quod me rursus cooperit deficientem ab ea calígine atque aggere poenarum mearum, quoniam sic infírmalas est in egéstate vigor meus", ut non sufferam bonum meum, doñee
5 tu Domine, qui propitius factus es ómnibus iniquitatibus meis, etiam
sanes omnes languores meos, quia et redimes de corruptione vitam meam
et coronabis me in miseratione et .misericordia, et satiabis in bonis desiderium meum, quoniam renovabitur iuvemus mea sicut aquilae". Spe
enim salvi facti sumus et promissa tua per patientiam exspectamus ~°.
10 Audiat te intus sermocinantem qui potest; ego fidenter ex oráculo tuo
clamabo: Quam magnifícala sunt opera tua, Domine; omnia in sapientia
fecisti!'1 Et illa principium, et in eo principio fecisti caelum et terram.
X I , 11, 13
una nueva voluntad, ¿cómo puede haber verdadera eternidad donde nace una voluntad que antes no existía? Porque la voluntad de
Dios no es creación alguna, sino anterior a toda creación; porque
en modo alguno sería creado nada si no precediese la voluntad del
creador. Pero la voluntad de Dios pertenece a su misma sustancia " ; luego si en la sustancia de Dios ha nacido algo que antes
no había, no se puede decir ya con verdad que aquella sustancia es
eterna. Mas si la voluntad de Dios de que fuese la criatura era
sempiterna, ¿por qué no había de ser también sempiterna la
criatura? ls .
CAPITULO
12. Nonne ecce pleni sunt vetustatis suae qui nobis dicunt: quid
15 faciebat Deus, antequam faceret caelum et terram? Si enim vacabat,
inquiunt, et non operabatur aliquid, cur non sic semper et deinceps,
quemadmodum retro semper cessavit ab opere? Si enim ullus motus in
Deo novus exstitit et voluntas nova, ut creatiiram conderet, quam nun18
19
4
14
Ps 30,11.
Ps 102,3-5.
egestate], paupertate
F . def. N o n n e ] .
-•'> R o m 8,24.
=i Ps 103,24.
CDEFGM2,
XI
13. Quienes así hablan, todavía no te entienden, ¡oh sabiduría de Dios, luz de las mentes!; todavía no entienden cómo se
hagan das cosas que son hechas en ti y por ti, y se empeñan por
saber las cosas eternas; pero su corazón revolotea aún sobre los
movimientos pretéritos y futuros de las cosas y es aún vano.
¿Quién podrá detenerle y fijarle, para que se detenga un poco y
capte por un momento el resplandor de la eternidad, que siempre permanece, y la compare con los tiempos, que nunca permanecen, y vea que es incomparable, y que el tiempo largo no se hace
largo sino por muchos movimientos que pasan y que no pueden
coexistir a la vez, y que en la eternidad, al contrario, no pasa
nada, sino que todo es presente, al revés del tiempo, que no
puede existir todo él presente; y vea, finalmente, que todo prequam ante condiderat, quomodo iam vera aeternitas, ubi oritur voluntas,
quae non erat? Ñeque enim voluntas Dei creatura est, sed ante creaturam, quia non crearetur aliquid, nisi creatoris voluntas praecederet. Ad
ipsam ergo Dei substantiam pertinet voluntas eius. Quod si exortum est
5 aliquid in Dei substantia, quod prius non erat, non veraciter dicitur
aeterna illa substantia; si autem De¡ voluntas sempiterna erat, ut esset
creatura, cur non sempiterna et creatura?
CA PUT
CApu T x
475
Confesiones
XI
13. Qui haec dicunt, nondum te intellegunt, o sapientia Dei, lux
10 mentium, nondum intellegunt, quomodo fiant, quae per te atque in te
fiunt, et conantur aeterna sapere, sed adhuc in praeteritis et futuris
rerum motibus cor eorum volitat et adhuc vanum est22. Quis tenebit illud
et figet illud, ut paululum stet et paululum rapiat splendorem semper
stantis aeternitatis et comparet cum temporibus nunquam stantibus, et
15 videat esse incomparabilem; et videat longum tempus nisi ex multis praetereuntibus motibus, qui simul extendí non possunt, longum non fieri,
non autem praeterire quicquam in aeterno, sed totum esse praesens; nullum vero tempus totum esse praesens; et videat omne praeteritum pro:
- Ps
5,10.
476
X I , 12, 14
Confesiones
térito es empujado por el futuro, y que todo futuro está precedido
de un pretérito, y todo lo pretérito y futuro es creado y transcurre por lo que es siempre presente? ¿Quién podrá detener, repito,
el corazón del hombre para que se pare y vea cómo, estando fija,
dicta los tiempos futuros y pretéritos la eternidad, que no es
futura ni pretérita? ¿Acaso puede realizar esto mi mano o puede
obrar cosa tan grande la mano de mi boca por sus discursos? "
CAPITULO
XII
14. He aquí que yo respondo al que preguntaba: «¿Qué hacía Dios antes que hiciese el cielo y la tierra?» Y resjpondo, no
lo que se dice haber respondido un individuo bromeándose, eludiendo la fuerza de la cuestión: «Preparaba—contestó—.los castigos para los que escudriñan las cosas altas.» Una cosa es ver, otra
reír.. Yo no responderé tal cosa. De mejor gana respondería: «No
lo sé», lo que realmente no sé, que no aquello por lo que fue
mofado quien preguntó cosas altas y fue alabado quien respondió
cosas falsas.
Mas digo yo que tú, Dios nuestro, eres el creador de toda
criatura; y si con el nombre de cielo y tierra se entiende toda criatura, digo con audacia que antes que Dios hiciese el cielo y la*
tierra, no hacía nada. Porque si hiciese algo, ¿qué podía hacer sino
una criatura? Y ¡ojalá que así supiese lo que deseo saber útilmente, como sé que ninguna criatura fue hecha antes de que alguna
criatura fuese hecha! "
XI, 13, 16
CAPITULO
C A p UT
XII
14. Ecce respondeo dicenti: quid faciebat Deus, antequam faceret
caelum et terram? respondeo non illud, quod quídam respondisse per10 hibetur ioculariter eludens quaestionis violentiam. «Alta—inquit—scrutantibus gehennas parabat.» Aliud est videre, aliud est ridere. Haec non
respondeo. Libentius enim responderim: «Nescio, quod nescio» quam
illud, unde irridetur qui alta interrogavit et laudatur qui falsa respondit.
Sed dico te, Deus noster, omnis creaturae creatorem; et, si caeli et terrae
15 nomine omnis creatura intellegitur, audenter dico: antequam faceret Deus
caelum et terram, non faciebat aliquid. Si enim faciebat, quid nisi creaturam faciebat? Et utinam sic sciam, quidquid utiliter scire cupio, quemadmodum scio, quod nulla fiebat creatura, antequam fieret ulla creatura.
2 praesens: et). et praesens S.
11 est ridere CDHMTS, videre cet. et eJds.,
16 Si — quid om. S.
íáSS;
videre S.
XIII
15. Mas si la mente volandera de alguno, vagando por las
imágenes de los tiempos anteriores [a la creación], se admirase
de que tú, Dios omnipotente, y omnicreante, y omniteniente, artífice del cielo y de la tierra, dejaste pasar un sinnúmero de siglos
antes de que hicieses tan gran obra, despierte y advierta que admira cosas falsas. Porque ¿cómo habían de pasar innumerables
siglos, cuando aún no los habías hecho tú, autor y creador de los
siglos? ¿O qué tiempos podían existir que no fuesen creados por
ti ? ¿Y cómo habían de pasar, si nunca habían sido ? Luego, siendo
tú el obrador de todos los tiempos, si existió algún tiempo antes
de que hicieses el cielo y la tierra, ¿por qué se dice que cesabas
de obrar? Porque tú habías hecho el tiempo mismo; ni pudieron
pasar los tiempos antes de que hicieses los tiempos.
Mas si antes del cielo y de la tierra no existía ningún tiempo,
¿por qué se pregunta qué era lo que entonces hacías? Porque
realmente no había tiempo donde no había entonces '".
16. Ni tú precedes temporalmente a los tiempos: de otro
modo no precederías a todos Jos -tiempos. Mas precedes a todos los
pretéritos por la celsitud de tu eternidad, siempre presente; y
superas todos los futuros, porque son futuros, y cuando vengan
serán pretéritos. Tú, en cambio, eres el mismo, y tus años no
mueren. Tus años ni van ni vienen, al contrario de estos nuestros,
C Ap UT
pelli ex futuro, et omne futurum ex praeterito consequi et omne praeteritum ac futurum ab eo, quod semper est praesens, creari et excurrere?
Quis tenebit cor hominis, ut stet et videat, quomodo stans dictet futura
et praeterita témpora nec futura nec praeterita aeternitas? Numquid
5 manus mea valet hoc aut manus oris mei per loquellas agit fam grandem rem ?
477
Confesiones
XIII
15. At si cuiusquam volatilis sensus vagatur per imagines retro temporum et te, Deum omnipotentem et omnicreantem et omnitenentem, caeli
et terrae artificem, ab opere tanto, antequam ¡d faceres, per innumera5 bilia saecula cessasse miratur, evigilet atque attendat, quia falsa miratur.
Nam unde poterant innumerabilia saecula praeterire, quae ipse non feceras, cum sis omnium saeculorum auctor et conditor? Aut quae témpora
fuissent, quae abs te condita non essent? Aut quomodo praeterirent, si
nunquam fuissent? Cum ergo sis operator omnium temporum, si fuit ali10 quod tempus, antequam faceres caelum et terram, cur dicitur, quod ab
opere cessabas?23 Id ipsum enim tempus tu feceras, nec praeterire potuerunt témpora, antequam faceres témpora. Sí autem ante caelum et
terram nullum erat tempus, cur quaeritur, quid tune faciebas? Non enim
erat tune, ubi erat tempus.
15
16. Nec tu tempore témpora praecedis: alioquin non omnia témpora
praecederes. Sed praecedis omnia praeterita, celsitudine sempre praesentis
aeternitatis; et superas omnia futura, quia illa futura sunt, et cum venerint, praeterita erunt: tu autem ídem ipse es, et anni tui non definen!2".
28
24
7
18
Gen 2.3.
Ps 101,28.
F inc: Aut q.].
deficiunt HOV tdd.
478
XI, 15, 18
X I , 14, 17
Confesiones
nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no
habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden
ser, si el pretérito ya no es él y el futuro todavía no es? Y en
cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser
pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente,
para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de
ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el
tiempo sino en cuantq tiende a no ser?
que van y vienen, para que todos sean. Tus años existen todos
juntos, porque existen; ni son excluidos los que van por los que
vienen, porque no pasan; mas los nuestros todos llegan a ser
cuando ninguno de ellos exista ya. Tus años son un día, y tu día
no es un cada día, sino un hoy, porque tu hoy no cede el paso al
mañana ni sucede al día de ayer. Tu hoy es la eternidad; por eso
engendraste coeterno a ti a aquel a quien dijiste: Yo te he engendrado hoy. Tú hiciste todos los tiempos, y tú eres antes de
todos ellos; ni hubo un tiempo en que no había tiempo ".
CAPITULO
479
Confesiones
XIV
CAPITULO
17. No hubo, pues, tiempo alguno en que tú no hicieses
nada, puesto que el mismo tiempo es obra tuya. Mas ningún tiempo te puede ser coeterno, porque tú eres permanente, y éste, si
permaneciese, no sería tiempo 20. ¿Qué es, pues, el tiempo? ¿Quién
podrá explicar esto fácil y brevemente? ¿Quién podrá comprenderlo con el pensamiento, para hablar luego de él? Y, sin embargo, ¿qué cosa más familiar y conocida mentamos en nuestras conversaciones que el tiempo? Y cuando hablamos de él, sabemos sin
duda qué es, como sabemos o entendemos lo que es cuando lo
oímos pronunciar a otro. ¿Qué es, pues, el tiempo? ~l Si nadie me
lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si
Anni tui nec eunt nec veniunt; isti autera nostri eunt et veniunt, ut
omnes veniant. Anni tui omnes simul stant, quoniam stant; nec cuntes a
venientibus excluduntur, quia non transeunt; isti autem nostri omnes
erunt, cum omnes non erunt. Anni tui dies unus "5, et dies tuus non coti5 die, sed hodie, quia hodiernus tuus non cedit crastino; ñeque enim succedit hesterno. Hodiernus tuus aeternitas; ideo coaeternum genuisti, cui
dixisti: Ego hodie genui te"''. Omnia témpora tu fecisti, et ante omnia
témpora tu es, nec aliquo tempore non erat tempus.
XV
18. Y, sin embargo, decimos «tiempo largo» y «tiempo breve», lo cual no podemos decirlo más que del tiempo pasado y futuro. Llamamos tiempo pasado largo, v.gr., a cien años antes de
ahora, y de igual modo tiempo futuro largo a cien años después;
tiempo pretérito breve, si decimos, por ejemplo, hace diez días,
y tiempo futuro breve, si dentro de diez días. Pero ¿cómo puede
ser largo o breve lo que no es? Porque el pretérito ya no es, y el
futuro todavía no es *'~. No digamos, pues, que «es largo», sino,
hablando del pretérito, digamos que «fue largo», y del futuro,
que «será largo».
¡Oh Dios mío y luz mía!, ¿no se burlará en esto tu Verdad
del hombre? Porque el tiempo pasado que fue largo, ¿fue largo
praeteritum tempus, et si nihil adveniret, non esset futurum tempus, et
si nihil esset, non esset praesens tempus. Dúo ergo illa témpora, praeteritum et futurum, quomodo sunt, quando et praeteritum iam non est et
futurum nondum est? Praesens autem si semper esset praesens nec in
5 praeteritum transiret, non iam esset tempus, sed aeíemitas. Si ergo praesens, ut tempus sit, ideo fit, quia in praeteritum transit, quomodo et hoc
esse dicimus, cui causa ut sit illa est, quia non erit, ut scilicet non veré
dicamus tempus esse, nisi quia tendit non esse?
CA p u T x i v
17. Nullo ergo tempore non feceras aliquid, quia ipsum tempus tu
ifeceras. Et nulla témpora tibi coaeterna sunt, quia tu permanes, at illa
si permanerent, non essent témpora. Quid est enim tempus? Quis hoc
facile breviterque explicaverit ? Quis hoc ad verbum de illo proferendum
vel cogitatione comprehenderit? Quid autem familiarius et notius in lo15 quendo commemoramus quam tempus? Et intellegimus utique, cum id
loquimur, intellegimus etiam, cum alio loquente id audimus. Quid est
ergo tempus? Si nemo ex me quaerat, scio; si quaerenti explicare velim,
nescio; fidenter tamen dico scire me, quod, si nihil praeteriret, non esset
CA P UT
10
25
26
2 Petr 3,8.
Ps 2.7.
17 quaerent S.
N
XV
10
18. Et tamen dicimus longum tempus et breve tempus, ñeque hoc
nisi de praeterito aut futuro dicimus. Praeteritum tempus longum verbi
gratia vocamus ante centum annos, futurum itidem longum post centum
annos; breve autem praeteritum, si, ut puta, dicamus ante decem dies,
et breve futurum post decem dies. Sed quo pacto longum est aut breve,
15 quod non est? Praeteritum enim iam non est et futurum nondum est.
Ñon itaque dicamus: longum est, sed dicamus de praeterito: longum fuit,
et de futuro: longum erit. Domine meus, lux mea, nonne et hic ventas
tua deridebit hominem? Quod enim longum fuit praeteritum tempus,
3 et futurum — praeteritum bis scrípsii S.
13 si, ut scripsi, sic ut codds. et edds.; dicamus HOSVT, dicimus cet. et eddi.
480
Confesiones
X I , 15, 19
XI, 15, 20
cuando era ya pasado o tal vez cuando era aún presente? Porque
entoneles podía ser largo, cuando había de qué ser largo; y como
el pretérito ya no era, tampoco podía ser largo, puesto que de
ningún modo existía. Luego no digamos: «El tiempo pasado fue
largo», porque no hallaremos que fue largo, por la razón de que
lo que es pretérito, por serlo, no existe; sino digamos: «Largo
fue aquel tiempo siendo presente», porque siendo presente fue
cuando era largo; todavía, en efecto, no había pasado para dejar
de ser, por lo que era y podía ser largo; pero después que pasó,
dejó de ser largo, al punto que dejó de existir.
19- Pero veamos, ¡oh alma mía!, si el tiempo presente puede
ser largo; porque se te ha dado poder sentir y medir las duraciones. ¿Qué me respondes? ¿Cien años presentes son acaso un tiempo largo? Mira primero si pueden estar presentes cien años. Porque si se trata del primer año, es presente; pero los noventa y
nueve son futuros, y, por tanto, no existen todavía; pero sí estamos en el segundo, ya tenemos uno pretérito, otro presente, y los
restantes, futuros. Y así de cualquiera de cada uno de los años
medios de este número centenario que tomemos como presente:
todos los anteriores a él serán pasados; todos los que vengan
después de él, futuros. Por todo lo cual no pueden ser presentes
los cien años.
Pero veamos si aun el año que se toma es presente. En efecto:
si de él el primer mes es presente, los restantes son futuros; si se
trata del segundo, ya el primero es pasado, y los restantes no son
aún. Luego ni aun el año en cuestión es todo presente; y si no
5
10
15
20
cum iam esset 'praeteritum, longum fuit, an cum adhuc praesens esset?
Tune enim poterat esse longum, quando erat, quod esset longum; praeteritum vero iam non erat; unde nec longum esse poterat, quod omnino
non erat. Non ergo dicamus: longum fuit praeteritum tempus; ñeque
enim inveniemus, quid fuerit longum, quando, ex quo praeteritum est,
non est; sed dicamus: «Longum fuit illud praesens tempus», quia cum
praesens esset, longum erat. Nondum enim praeterierat, ut non esset, et
ideo erat, quod longumf esse posset; postea vero quam praeteriit, simul
et longum esse destitit, quod esse destitit.
19. Videamus ergo, anima humana, utrum praesens tempus possit esse
longum: datum enim tibi est sentiré moras atque metiri. Quid respondebis mihi? An centum anni praesentes longum tempus est? Vade prius
utrum possint praesentes esse centum anni. Si enim primus eorum annus
agitur, ipse praesens est, nonaginta vero et novem futuri sunt, et ideo
nondum sunt; si autem secundus annus agitur, iam unus est praeteritus,
alter praesens, ceteri futuri. Atque ita mediorum quemlibet centenarii
huius numeri annum praesentem posuerimus, ante illum praeteriti erunt,
post illum futuri. Quodcirca centum anni praesentes esse non poterunt.
Vide saltem, utrum qui agitur unus ipse sit praesens. Et eius enim si
primus agitur mensis, futuri sunt ceteri, si secundus, iam et primus
1 an], ante S.
Confesiones
481
es todo presente, no es el año presente; porque el año consta de
doce meses, de los cuales cualquier mes que se tome es presente
siendo los restantes pasados o futuros.
Pero es que ni el mes que corre es todo presente, sino un día.
Porque si lo es el primero, los restantes son futuros; si es el último, los restantes son pasados; si alguno de los intermedios, unos
serán pasados, otros futuros 23.
20. He aquí el tiempo presente—el único que hallamos debió
llamarse largo—, que apenas si se reduce al breve espacio de un
día. Pero discutamos aún esto mismo. Porque ni aun el día es
todo él presente. Compónese éste, en efecto, de veinticuatro horas entre las nocturnas y diurnas, de las cuales la primera tiene
como futuras las restantes, y la última como pasadas todas las demás, y cualquiera de las intermedias tiene delante de ella pretéritas y después de ella futuras. Pero aun la misma hora está compuesta de partículas fugitivas, siendo pasado lo que ha transcurrido de día, y futuro lo que aún le queda " .
Si, pues, hay algo de tiempo que se pueda concebir como indivisible en partes, por pequeñísimas que éstas sean, sólo ese momento es el que debe decirse presente; el cual, sin embargo,
vuela tan rápidamente del futuro al pasada, que no se detiene ni
un instante siquiera. Porque, si se detuviese, podría dividirse en
pretérito y futuro, y el presente no tiene espacio ninguno.
¿Dónde está, pues, el tiempo que llamamos largo? ¿Será
acaso el futuro? Ciertamente que no podemos decir de éste que
es largo, porque todavía no existe qué sea largo; sino decimos
5
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20
praeteriit et reliqui nondum sunt. Ergo nec annus, qui agitur, totus est
praesens, et si non totus est praesens, non annus et praesens. Duodecim
enim menses annus est, quorum quilibet unus mensis, qui agitur, ipse
praesens est, ceteri aut praeteriti aut futuri; quamquam ñeque mensis,
qui agitur, praesens est, sed unus dies; si primus, futuri ceteri, si novissimus, praeteritis ceteris, si mediorum quilibet, Ínter praeteritos et futuros.
20. Ecce praesens tempus, quod solum inveniebamus longum appellandum, vix ad unius die¡ spatium contractum est. Sed discutiamus etiam
ipsum, quia nec unus dies totus est praesens. Nocturnis enim et diurnis
horis ómnibus viginti quattuor expletur, quarum prima ceteras futuras
habet, novissima praeteritas, aliqua vero interiectarum ante se praeteritas,
post se futuras. Et ipsa una hora fugitivis particulis agitur: quiidquid eius
avolavit, praeteritum est, quidquid ei restat, futurum. Si quid intelligitur
temporis, quod in nullas iam vel minutissimas momentorum partes dividí
possit, id solum est, quod praesens dicatur; quod tamen ita raptim a
futuro in praeteritum transvolat, ut nulla mórula extendatur. Nam si
extenditur, dividitur in praeteritum et futurum: praesens autem nullum
habet spatium. Ubi est ergo tempus, quod longum dicamus? An futurum?
Non quidem dicimus: longum est, quia nondum est quod longum sit, sed
dicimus: longum erit. Quando igitur erit? Si enim et tune adhuc futurum erit, non erit longum, quia quid sit longum nondum erit; si autem
S.Ag. 2
16
482
X I , 17, 22
Confesiones
que será largo; y si fuese largo, cuando saliendo del futuro, que
todavía no es, comenzare a ser y fuese hecho presente para poder
ser largo, ya clama el tiempo presente, con las razones antedichas,
que no puede ser largo.
CAPITULO
XVI
21. Y, sin embargo, Señor, sentimos los intervalos de los
tiempos y los comparamos entre sí, y decimos que unos son más
largos y otros más breves. También medimos cuánto sea más largo o más corto aquel tiempo que éste, y decimos que éste es
doble o triple y aquél sencillo, o que éste es tanto como aquél.
Ciertamente nosotros medimos los tiempos que pasan cuando sintiéndolos los medimos; mas los pasados, que ya no son, o los
futuros, que todavía no son, ¿quién los podrá medir? A no ser
que se atreva alguien a decir que se puede medir lo que no existe.
Porque cuando pasa el tiempo puede sentirse y medirse; pero
cuando ha pasado ya, no puede, porque no existe ".
CAPITULO
XVII
22. Pregunto yo, Padre, no afirmo: ¡oh Dios mío!, presídeme y gobiérname. ¿Quién hay que me diga que no son tres los
tiempos, como aprendimos de niños y enseñamos a los niños:
pretérito, presente y futuro, sino solamente presente, por no existunc erit longum, cum ex futuro, quod nondum est, esse iam coeperit et
praesens factum erit, ut possit esse quod longum sit, iam superioribus
vocibus damat praesens tempus longum se esse non posse.
CAP UT
xvi
5
21. Et tamen, Domine, sentimus intervalla temporum et comparamus
sibimet, et dicimus alia longiora et alia breviora. Metimus etiam, quanto
sit longius aut brevius illud tempus quam illud, et respondemus duplum
esse hoc vel triplum, illud autem simplum aut tantum hoc esse quantum
illud. Sed praetereuntia metimur témpora cum sentiendo metimur; prae10 terita vero, quae iam non sunt, aut futura, quae nondum sunt, quis metiri
potest, nisi forte audebit quis dicere metiri posse quod non est? Cum
ergo praeterit tempus, sentiri et metiri potest, cum autem praeterierit,
quoniam non est, non potest.
C
15
A
p UT
xvn
22. Quaero, pater, non adfirmo; Deus meus, praeside mihi et rege
me. Quisnam est, qui dicat mihi non esse tria témpora sicut pueri didicimus puerosque docuimus, praeteritum, praesens et futurum, sed tan8 illud], illum HlS.
XI, 18, 23
483
Confesiones
tir aquellos dos? ¿Acaso también existen éstos, pero como procediendo de un sitio oculto cuando de futuro se hace presente o
retirándose a un lugar oculto cuando de presente se hace pretérito?
Porque si aún no son, ¿dónde los vieron los que predijeron cosas
futuras?; porque en modo alguno puede ser visito lo que no es.
Y los que narran cosas pasadas no narraran cosas verdaderas, ciertamente, si no viesen aquéllas con el alma, las cuales, si fuesen
nada, no podrían ser vistas de ningún modo. Luego existen las
cosas futuras y las pretéritas 2°.
CAPITULO
XVIII
23. Permíteme ir adelante en mi investigación, Señor, esperanza mía; que no se distraiga mi atención. Porque, si son las
cosas futuras y pretéritas, quiero saber dónde están. Lo cual si no
puedo todavía, sé ail menos que, dondequiera que estén, no son
allí futuras o pretéritas, sino presentes; porque si allí son futuras,
todavía no son, y si son pretéritas, ya no están allí; dondequiera,
pues, que estén, cualesquiera que ellas sean, no son sino presentes.
Cierto que, cuando se refieren a cosas pasadas verdaderas, no son
las cosas mismas que han pasado las que se sacan de la memoria,
sino las palabras engendradas por sus imágenes, que pasando por
los sentidos imprimieron en el alma como su huella. Así, mi puericia, que ya no existe, existe en el tiempo pretérito, que tampoco
existe; pero cuando yo recuerdo o describo su imagen, en tiempo
presente la intuyo, porque existe todavía en mi memoria. Ahora,
tum praesens, quoniam illa dúo non sunt? An et ipsa sunt, sed ex aliquo
procedit occulto, cum ex futuro ftt praesens, et in aliquod recedit occultum, cum ex praesenti fit praeteritum? Nam ubi ea viderunt qui futura
cecinerunt, si nondum sunt? Ñeque enim potest videri id quod non est.
5 Et qui narrant praeterita, non utique vera narrarent, si animo illa non
cernerent; quae si nulla essent, cerni omnino non possent. Sunt ergo et
futura et praeterita.
CA P U T
x v 111
23. Sine me, Domine, amplius quaerere, spes mea; non conturbetur
10 intentio mea. Si enim sunt futura et praeterita, voló scire, ubi sint. Quod
si nondum valeo, scio tamen, ubiscumque sunt, non ibi ea futura esse aut
praeterita, sed praesentia. Nam si et ibi futura sunt, nondum ibi sunt, et
si ibi praeterita sunt, iam non ibi sunt. Ubicumque ergo sunt, quaecumque sunt, non sunt nisi praesentia. Quamquam praeterita cum vera nar15 rantur, ex memoria proferuntur, non res ipsae quae praeterierunt, sed
verba concepta ex imaginibus earum, quae in animo velut vestigia per
sensus praetereundo fixerunt. Püeritia quippe mea, quae iam non est, in
tempore praeterito est, quod iam non est; imaginem vero eius, cum eam
recoló et narro, in praesenti tempore intueor, quia est adhuc in memoria
12 et si S, si et cet. et edds.
484
Confesiones
si es semejante la causa de predecir los futuros, de modo que
se presientan las imágenes ya existentes de las cosas que aún no
son, confieso, Dios mío, que no lo sé. Lo que sí sé ciertamente es
que nosotros premeditamos muchas veces nuestras futuras acciones,
y que esta premeditación es presente, no obstante que la acción
que premeditamos aún no exista, porque es futura; la cual, cuando acometamos y comencemos a poner por obra nuestra premeditación, comenzará entonces a existir, porque entonces será no futura, sino presente.
24. Así, pues, de cualquier modo que se halle este arcano
presentimiento de los futuros, lo cierto es que no se puede ver
sino lo que es. Mas lo que es ya, no es futuro, sino presente. Luego cuando se dice que se ven las cosas futuras, no se ven estas
mismas, que todavía no son, esto es, las cosas que son futuras,
sino a lo más sus causas o signos, que existen ya, y por consiguiente ya no son futuras, sino presentes a los que las ven, y por medio de ellos, concebidos en el alma, son predichos los futuros. Los
cuales conceptos existen ya a su vez, y los intuyen presentes en sí
quienes predicen aquéllos.
Explíqueme esto un ejemplo tomado de la inmensa multitud
de cosas. Contemplo la aurora, anuncio que ha de salir el sol. Lo
que veo es presente; lo que predigo, futuro; no futuro el sol,
que ya existe, sino su orto, que todavía no ha sido. Sin embargo,
aun su mismo orto, si no lo imaginara en el alma como ahora
cuando digo esto, no podría predecirlo. Pero ni aquella aurora,
que veo en el cielo, es el orto del sol, aunque le preceda; ni tammea. Utrum similis sit causa etiam praedicendorum futurorum, ut rerum,
quae nondum sunt, iam exsistentes praesentiantur imagines, confíteor,
Deus meus, nescio. Illud sane scio, nos plerumque praemeditari futuras
actiones nostras eamque praemeditationem esse praesentem, actionem
5 autem, quam praemeditamur, nondum esse, quia futura est; quam cum
aggressi fuerimus et quod praemedit&bamur agere coeperimus, tune erit
illa actio, quia tune non futura, sed praeseñs erit.
24. Quoquo modo se itaque habeat arcana praesensio futurorum, videri nisi quod est non potest. Quod autem iam est, non futurum sed prae10 sens est. Cum ergo videri dkuntur futura, non ipsa, quae nondum sunt,
id est quae futura sunt, sed eorum causae vel signa forsitan videntur,
quae iam sunt; ideo non futura, sed praesentia sunt iam videntibus, ex
quibus futura praedicantur animo concepta. Quae rursus conceptiones
iam sunt, et eas praesentes apud se intuentur qui, illa praedicunt. Lo15 quatur mihi aliquod exemplum tanta rerum numerositas. Intueor auroram: oriturum solem praenuntio. Quod intueor, praeseñs est, quod praenuntio, futurum: non sol fuiurus, qui iam est, sed ortus eius, qui nondum est; tamen etiam ortum ipsum nisi anima imaginarer, sicut modo
cum id loquor, non eum possem praedicare. Sed nec illa aurora, quam
5
9
nondum}, dum S; qua S.
est non codds. et edds., non est ST 1 .
XI, 20, 26
X I , 18, 24
485
Confesiones
poco aquella imaginación mía que retengo en el alma; las cuales
dos cosas se ven presentes para que se pueda predecir aquel futuro. Luego no existen aún como futuras; y si no existen aún, no
existen realmente; y si no existen realmente, no pueden ser vistas
de ningún modo;, sino solamente pueden ser predi'chas por medio
de las presentes que existen ya y se ven.
CAPITULO
XIX
25. Así, pues, ¡oh Rey de la creación!, ¿cuál es el modo con
que tú enseñas a las almas las cosas que son futuras—'puesto que
tú las enseñaste a los profetas—, cuál es aquel modo con que enseñas las cosas futuras, tú para quien no hay nada futuro? ¿O más
bien enseñas las cosas presentes acerca de las futuras? Porque lo
que no es, tampoco puede ser ciertamente enseñado. Muy lejos
está este modo de mi vista: excelso es; no podré alcanzarlo por
mí, mas lo podré por ti, cuando lo tuvieres a bien, dulce luz de
los ojos míos ocultos "'.
C A P I T U L O XX
26. Pero lo que ahora es claro y manifiesto es que no existen
los pretéritos ni los futuros, ni se puede decir con propiedad que
son tres los tiempos: pretérito, presente y futuro; sino que tal
vez sería más propio decir que los tiempos son tres: presente de
in cáelo video, solis ortus est, quamvis eum praecedat, nec illa imaginatio
in animo meo: quae dúo praesentia cernuntur, ut futurus ille ante
dicatur. Futura ergo nondum sunt, et si nondum sunt, non sunt, et si non
sunt, videri omnino non possunt; sed praedici possunt ex praesentibus,
8 quae iam sunt et videntur.
CA P U T
XIX
25. Tu itaque, regnator creaturae tuae, quis est modus, quo doces
animas ea quae futura sunt? Docuisti enim prophetas tuos. Quisnam ille
modus est, quo doces futura, cui futurum quicquam non est? Vel potius
10 de futuris doces praesentia? Nam quod non est, nec doceri utique potest.
Nimis longe est modus iste ab acie mea; invaluit ex me, nec potero ad
illum "; potero autem ex te, cum dederis tu, dulce lumen occultorum
oculorum meorum.
C A p u T xx
15
26. Quod autem nunc liquet et claret, nec futura sunt nec praeterita,
nec proprie dicitur: témpora sunt tria, praeteritum, praeseñs et futurum,
sed fortasse proprie diceretur: témpora sunt tria, praeseñs de praeteritis,
" Ps 138,6.
9
11
futurum], futurorum S.
nec S, ¡iou cet. el edds.
486
XI, 21, 27
Confesiones
las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y presente de las
futuras '*. Porque éstas son tres cosas que existen de algún modo
en el alma, y fuera de ella yo no veo que existan: presente de
cosas pasadas (la memoria), presente de cosas presentes (visión)
y presente de cosas futuras (expectación).
Si me es permitido hablar así, veo ya los tres tiempos y confieso que los tres existen. Puede decirse también que son tres los
tiempos: presente, pasado y futuro, como abusivamente dice la
costumbre; dígase así, que yo no curo de ello, ni me opongo, ni
lo reprendo; con tal que se entienda lo que se dice y no se tome
por ya existente lo que está por venir ni lo que es ya pasado.
Porque pocas son las cosas que hablamos con propiedad, muchas
las que decimos de modo impropio, pero que se sabe lo que queremos decir con ellas.
CAPITULO
XXI
27. Dije poco antes que nosotros medimos los tiempos cuando pasan, de modo que podamos decir que este tiempo es doble
respecto de otro sencillo, o que este tiempo es igual que aquel
otro, y si hay alguna otra cosa que podamos anunciar midiendo
las partes del tiempo. Por lo cual, como decía, medimos los tiempos cuando pasan. Y si alguno me dice: «¿De dónde lo sabes?»,
le responderé que lo sé porque los medimos, y porque no se
pueden medir las cosas que no son, y porque no son los pasados
ni los futuros.
En cuanto al tiempo presente, (.cómo lo medimos, si no tiene
praesens de praesentibus, praesens de futuris. Sunt enim haec in anima
tria quaedam et alibi ea non video, praesens de praeteritis memoria, praesens de praesentibus contuitus, praesens de futuris exspectatio. Si haec
permittimur dicere, tria témpora video, fateorque tria sunt. Dicatur etiam:
5 témpora sunt tria, praeteritum, praesens et futurum, skut abutitur consuetudo; dicatur, ecce non curo nec resisto nec reprehendo, dum tamen
intellegatur quod dicitur, ñeque id, quod futurum est, esse iam, ñeque
id quod praeteritum est. Pauca sunt enim, quae proprie loquimur, plura
non proprie, sed agnoscitur. quid velimus.
10
C A P U T X X I
27. Dixi ergo paulo ante, quod praetereuntia témpora metimur, ut
possimus dicere duplum esse hoc temporis ad illud simplum, aut tantum
hoc quantum illud, et si quid aliud de partibus temporum possumus
renuntiare metiendo. Quocirca, ut dicebam, praetereuntia metimur tem15 pora, et si quis mihi dicat: «Unde seis?», respondeam: Scio, quia metimur, nec metiri quae non sunt possumus, et non sunt praeterita vel futura, praesens vero tempus quomodo metimur, quando non habet spatium? Metitur ergo cum praeterit, cum autem praeterierit, non metitur;
XI, 22, 28
Confesiones
487
espacio? Lo medimos ciertamente cuando pasa, no cuando es ya
pasado, porque entonces ya no hay qué medir. Pero ¿de dónde,
por dónde y adonde pasa cuando lo medimos? ¿De dónde, sino
del futuro? ¿Por dónde, sino por el presente? ¿Adonde, sino al
pasado? Luego va de lo que aún no es, pasa por lo que carece
de espacio y va a lo que ya no es. Sin embargo, ¿qué es lo que
medimos sino el tiempo en algún espacio? Porque no decimos:
sencillo, o doble, o triple, o igual y otras cosas semejantes relativas al tiempo, sino refiriéndonos a espacios de tiempo. ¿En qué
espacio de tiempo, pues, medimos el tiempo que pasa? ¿Acaso
en el futuro de donde viene ? Pero lo que aún no es no lo podemos
medir. ¿Tal vez en el presente, por donde pasa? Pero tampoco
podemos medir el espacio que es nulo. ¿Será, por ventura, en el
pasado, adonde camina? Pero lo que ya no es no podemos medirlo 2 '.
CAPITULO
XXII
28. Enardecido se ha mi alma en deseos de conocer este enredadísimo enigma. No quieras ocultar, Señor Dios mío, Padre
bueno, te lo suplico por Cristo, no quieras ocultar a mi deseo estas cosas tan usuales como escondidas, antes bien penetre en ellas
y aparezcan claras, esclarecidas, Señor, por tu misericordia. ¿A
quién he de preguntar sobre ellas? Y ¿a quién podré confesar con
más fruto mi impericia que a ti, a quien no son molestos mis vehementes e inflamados cuidados por tus Escrituras? Dame lo que
amo, pues ciertamente lo amo, y esto es don tuyo. Dámelo, ¡oh
quid enim metiatur, non erit. Sed unde et qua et quo praeterit, cum
metitur? Unde, nisi ex futuro? Qua, nisi per praesens? Quo, nisi in
praeteritum? Ex ¡lio ergo, quod nondum est, per illud, quod spatio caret,
in illud, quod iam non est. Quid autem metimur nisi tempus in
5 aliquo spatio? Ñeque enim dicimus simpla et dupla et tripla et aequalia, et si quid hoc modo in tempore dicimus, nisi spatia temporum. In
quo ergo spatio metimur tempus praeteriens? Utrum in futuro, unde
praeterit? Sed quod nondum est, non metimur. An in praesenti, qua praeterit? Sed nullum spatium non metimur. An in praeterito, quo praeterit?
10 Sed quod iam non est, non metimur.
CApu T
xxn
28. Exarsit animus meus nosse istuc implicatissimum aenigma. Noli
claudere, Domine, Deus meus, bone pater, per Christum obsecro, noli
claudere desiderio meo ista et usitata et abdita, quominus in ea penetret
15 et dilucescant allucente misericordia tua, Domine. Quem percontabor de
his? Et cui fructuosius confitebor imperitiam meam nisi tibi, cui non sunt
molesta studia mea flammantia vehemenrer in Scripturas tuas ? Da quod
3 caret), caperet S.
5 et dupla et tripla om. S.
9 quo], quod EGOV.
488
Confesiones
489
Confesiones
XI, 23, 30
que unas duraban más, otras menos ? " Y aun diciendo estas cosas,
¿no hablamos nosotros también en el tiempo? ¿Y cómo habría en
nuestras palabras sílabas largas y sílabas breves, si no es sonando
durante más tiempo aquéllas y menos éstas?
Concede, ¡oh Dios!, a los hombres ver en lo pequeño las nociones comunes de las cosas pequeñas y grandes. Son las estrellas
y luminares del cielo «signos para distinguir los tiempos, días y
años» 32; lo son sin duda; pero ni yo diría que una vuelta de
aquella ruedecilla de madera es un día, ni tampoco, por lo mismo,
podría decir que dicha vuelta no es tiempo ".
30. Lo que yo deseo saber es la virtud y naturaleza del tiempo con el que medimos el movimiento de los cuerpos y decimos
que tal movimiento, v.gr., es dos veces más largo que éste. Porque
pregunto: puesto que se llama día no sólo la duración del sol sobre la tierra, según la cual una cosa es el día y otra la noche, sino
todo su recorrido de oriente a oriente, según lo cual decimos:
«Han pasado tantos días»—incluyendo en «tantos días» sus noches, no contadas aparte—, puesto que el día se cierra con el movimiento del sol y su recorrido de oriente a oriente, pregunto yo
si el día es eí mismo movimiento o la duración con que hace
dicho recorrido, o ambas cosas a la vez
Porque si el día fuera lo primero, sería desde luego un día,
aunque el sol tardase en hacer su recorrido el tiempo de una hora
solamente. Si fuese lo segundo, no sería un día si hiciese el recorrido de salida a salida en el breve espacio de una hora, sino
XI, 23,29
Padre!, tú que sabes dar buenas dádivas a tus hijos; dámelo, porque me he propuesto conocerlas y se me presenta mucho trabajo
en ello, hasta que tú me las abras. Suplicóte por Cristo, en su
nombre, en el del Santo de los santos, que nadie me estorbe en
ello. También yo he creído, por eso hablo. Esta es mi esperanza;
para ello vivo, a fin de contemplar la delectación del Señor.
He aquí que has hecho viejos mis días, y pasan; mas ¿cómo?
No lo sé. Y hablamos «de tiempo y de tiempo» y «de tiempos y
tiempos», y «¿en cuánto tiempo dijo aquél esto?», «¿en cuánto
tiempo hizo esto aquél?», y «¡cuan largo tiempo hace que no vi
aquello!», y «esta sílaba tiene doble tiempo respecto de aquella
otra breve sencilla». Decimos estas cosas o las hemos oído, y las
entendemos y somos entendidos. Clarísimas y vulgarísimas son
estas cosas, las cuales de nuevo vuelven a ocultarse, siendo nuevo
su descubrimiento.
CAPITULO
XXIII
29- Oí de cierto hombre docto que el movimiento del sol,
la luna y las estrellas es el tiempo; pero no asentí30. Porque ¿por
qué el tiempo no ha de ser más bien el movimiento de todos los
cuerpos? ¿Acaso si cesaran los luminares del cielo y se moviera
la rueda de un alfarero, no habría tiempo con que pudiéramos
medir las vueltas que daba y decir que tanto tardaba en unas como
en otras, o se movía unas veces más despacio y otras más aprisa,
amo: amo enim, et hoc tu dedisti. Da, pater, qui veré nosti data bona
daré filiis tuis 2 8 ; da, quoniam suscepi cognoscere, et labor est ante me,
doñee aperias. Per Christum obsecro, in nomine eius sancti sanctorum,
nemo mihi obstrepat. Et ego credidi, propter quod et loquor M. Haec est
5 spes mea; ad hanc vivo, ut contempler delectationem Dominiso. Ecce
veteres posuisti dies meos 31 et transeunt, et quomodo, nescio. Et dicimus
tempus et tempus, témpora et témpora, «Quamdiu dixit hoc ¡lie», «Quamdiu fecit hoc ille», et «Quam longo tempore illud non vidi», et «Duplum
temporis habet haec syllaba ad illam simplam brevem». Dicimus haec et
10 audivimus haec et intellegimur et intellegimus. Manifestissima et usitatissima sunt, et eadem rursus nimis latent et nova est inventio eorum.
C Ap UT
Mt 7.11.
2
» Ps 115,1.
10
10
XXIII
29. Audivi a quodam homine docto, quod solis et lunae ac siderum
motus ipsa sint témpora, et non annui. Cur enim non potius omnium cor15 porum motus sint témpora? An vero, si cessarent caeli lumina, et moveretur rota figuli, non esset tempus, quo metiremur eos gyros et diceremus
aut aequalibus morulis agí, aut si alias tardius, alias velocius moveretur,
21
5
30
SI
Ps 26.4.
Ps 38,6.
audivimus FHMST, audimus cet. et edds.
15
20
alios magis diuturnos esse, alios minus? Aut cum haec diceremus, non
et nos in tempore loqueremur? Aut essent in verbis nostris aliae longae
syllabae, aliae breves, nisi quia illae longiore tempore sonuissent, istae
breviore? Deus, dona hominibus videre in parvo communes notitias xerum parvarum atque magnarum. Sunt sidera et luminaria caeli in signis
et in temporibus et in diebus et in annis. Sunt vero; sed nec ego dixerim
rircuitum illius ligneolae rotae diem esse, nec tamen ideo tempus non
esse ille dixerit.
30. Ego scire cupio vim naturamque temporis, quo metimur corporum motus et dicimus illum motum verbi gratia tempore duplo esse diuturniorem quam istum. Nam quaero, quoniam dies dicitur non tantum
mora solis super terram, secundum quod aliud est dies, aliud nox, sed
etiam totius eius circuitus ab oriente usque [ad} orienten), secundum
quod dicimus: «Tot dies transierunt»—cum suis enim noctibus dicuntur
tot dies, nec extra reputantur spatia noctium—, quoniam ergo dies expletur motu solis atque circuitu ab oriente usque [ad] orientem, quaero,
utrum motus ipse sit dies an mora ipsa, quanta peragitur, an utrumque,
Si enim primum dies esset, dies ergo esset, etiamsi tanto spatio temporis
sol cursum illum peregisset, quantum est horae unius. Si secundum, non
ergo esset dies, si ab ortu solis usque in ortum alterum tam brevis mora
4 Deus, dona... inc. > frag. Eug.
7 F sequtt. cod. s. IX: non est].
13 usque EMOSZ Eug. (V), usque ad cet. et edds. Eug.
(M),
490
Confesiones
XI, 2 3 , 3 0
que tendría el sol que dar veinticuatro vueltas para formar un día.
Y si fuesen ambas cosas, ni aquél se llamaría día, en el supuesto
que el sol realizara su giro en el espacio de una hora, ni tampoco
éste, en el caso en que cesando el sol transcurriese tanto tiempo
cuanto éste suele emplear en su recorrido de mañana a mañana.
Mas no trato ahora de investigar qué es lo que llamamos día,
sino qué es el tiempo, con el cual, midiendo el recorrido del sol,
podríamos decir que lo hizo en la mitad menos de tiempo de lo
que suele, si lo hubiese hecho en un espacio de tiempo equivalente a doce horas; y comparando amibos tiempos diríamos que aquél
es sencillo, éste doble, aun dado caso que unas veces hiciese el
sol su recorrido de oriente a oriente en veinticuatro horas y otras
en doce.
Nadie, pues, me diga que el tiempo es el movimiento de los
cuerpos celestes; porque cuando se detuvo el sol por deseos de un
individuo " para dar fin a una batalla victoriosa, estaba quieto el
sol y caminaba el tiempo, porque aquélla lucha se ejecutó y terminó en el espacio de tiempo que le era necesario.
Veo, pues, que el tiempo es una cierta distensión 3S. Pero ¿lo
veo o es que me figuro verlo? Tú me lo mostrarás, ¡oh Luz de la
verdad!3e
esset, quam est horae unius, sed viciens et quater circuiret sol, ut explerct diem. Si utrumque, nec ille appellaretur dies, si horae spatio sol totum
suum gyrum circuiret; nec ille, si solé cessante tantum temporis praeteriret, quanto peragere sol totum ambitum de mane in mane absolet.
5 Non itaque nunc quaeram, quid sit, quod vocatur dies, sed quid sit
tempus, quo metientes solis circuitum diceremus eum dimidio spatio temporis peractum minus quam solet, si tanto spatio temporis peractus esset,
quanto peraguntur horae duodecim, et utrumque tempus comparantes
diceremus illud simplum, hoc duplum, etiamsi aliquando illo simplo, ali10 quando isto duplo sol ab oriente usque [ad] orientem circuiret. Nemo
ergo mihi dicat caelestium corporum motus esse témpora, quia et cuiusdam voto cum sol stetisset, ut victoriosum proelium perageret, sol stabat,
sed tempus ibat. Per suum quippe spatium temporis, quod ei sufficeret,
illa pugna gesta arque finita est. Video igitur tempus quamdam esse
'15 distentionem. Sed video? An videre mihi videor? Tu demonstrabis, lux,
veritas.
1 viciens OS, vicies cet. et edds.
circuiret BOPHVTS Eug., circumiret
cet. edd.
10 usque EHMOSZT, usque ad cet. et edds. Eug.
12 victoriosum}. victor Iosue BP b l.
14 finita], peracta Eug.
tempus om. S.
15 distinctionem SV.
16 veritatis Bug.
XI, 24, 31
Confesiones
CAPITULO
491
XXIV
31. ¿Mandas que apruebe si alguno dice que el tiempo es
el movimiento del cuerpo? No lo mandas. Porque yo oigo, y tú
lo dices, que ningún cuerpo se puede mover si no es en el tiempo;
pero que el mismo movimiento del cuerpo sea el tiempo no lo
oigo, ni tú lo dices. Porque cuando se mueve un cuerpo, mido
por el tiempo el rato que se mueve, desde que empieza a moverse hasta que termina. Y si no le vi comenzar a moverse y continúa moviéndose de modo que no vea cuándo termina, no puedo
medir esta duración, si no es tal vez desde que lo comencé a ver
hasta que dejé de verlo. Y si lo veo largo rato, sólo podré decir
que se movió largo rato, pero no cuánto; porque cuando decimos:
«Cuánto», no lo decimos sino por relación a algo, como cuando
decimos: «Tanto esto, cuanto aquello», o «Esto es doble respecto
de aquello», y así otras cosas por el estilo.
Pero si pudiéramos notar los espacios de los lugares, de dónde
y hacia dónde va el cuerpo que se mueve, o sus partes, si se moviese sobre sí como en un torno, podríamos decir cuánto tiempo
empleó en efectuarse aquel movimiento del cuerpo o de sus partes desde un lugar a otro lugar. Así, pues, siendo una cosa el
movimiento del cuerpo, otra aquello con que medimos su duración, ¿quién no ve cuál de los dos debe decirse tiempo con más
propiedad ? Porque si un cuerpo se mueve unas veces más o menos
rápidamente y otras está parado, no sólo medimos por el tiempo
su movimiento, sino también su estada 3Í, y decimos: «Tanto esCAPUT
XXIV
31. Iubes ut adprobem, si quis dicat tempus esse mutum corporis?
Non iubes. Nam corpus nullum nisi in tempore moveri audio: tu dicis.
Ipsum autem corporis motum tempus esse non audio: non tu dicis. Cum
5 enim movetur corpus, tempore metior, quamdiu moveatur, ex quo moveri
incipit, doñee desinat. Et si non vidi, ex quo coepit, et perseverat moveri,
ut non videam, cum desinit, non valeo metiri, nisi forte ex quo videre
incipio, doñee desinam. Quod si diu video, tantummodo longum tempus esse renuntio, non autem quantum sit, quia et quantum cum dici10 mus, collatione dicimus, velut: «Tantum hoc, quantum illud», aut:
«Duplum hoc ad illud», et si quid aliud isto modo. Si autem notare
potuerimus Iocorurn spatia, unde et quo veniat corpus, quod movetur, vel
partes eius, si tamquam in torno movetur, possumus dicere, quantum
sit temporis, ex quo ab illo loco usque ad illum locum motus corporis, vel
15 partís eius effectus est. Cum itaque aliud sit motus corporis, alíud, quo
metimur quamdiu .sit, quis non sentiat, quid horum-.potius tempus dicendum sit? Nam si et varíe corpus aliquando movetur, aliquando stat, non
solum motum eius, sed etiam statum tempore metimur et dicimus: «Tan17 non solum... Expl. } frag. Eug.
492
Confesiones
X I , 26,33
tuvo parado cuanto se movió», o «Estuvo parado el dable o el
triple de lo que se movió», y cualquiera otra cosa que comprenda
o estime nuestra dimensión, más o menos, como suele decirse. No
es, pues, el tiempo el movimiento de los cuerpos.
CAPITULO
XXV
32. Confiésote, Señor, que ignoro aún qué sea el tiempo; y
confiésote asimismo, Señor, saber que digo estas cosas en el tiempo, y que hace mucho que estoy hablando del tiempo, y que este
mismo «'hace mucho» no sería lo que es si no fuera por la duración del tiempo. ¿Cómo, pues, sé esto, cuando no sé lo que es el
tiempo? ¿O es tal vez que ignoro cómo he de decir lo que sé?
¡Ay de mí, que no sé siquiera lo que ignoro! Heme aquí en tu
presencia, Dios mío, que no miento. Como hablo, así está mi
corazón. Tú iluminarás mi lucerna, Señor, Dios mío; tú iluminarás
mis tinieblas.
CAPITULO
XXVI
33. ¿Acaso no te confiesa mi alma con confesión verídica
que yo mido los tiempos? Cierto es, Señor, Dios mío, que yo
mido—y no sé lo que mido—, que mido el movimiento del cuerpo por el tiempo; pero ¿no mido también el tiempo mismo?
tum stetit, quantum motum est» aut: «Duplo vel triplo stetit ad id quod
motum est» et si quid aliud nostra dimensio sive comprehenderit sive
existimaverit, ut dici solet plus minus. Non ergo tempus corporis motus.
CA P UT
xxv
5
32. Et confíteor tibi, Domine, ignorare me adhuc quid sit tempus,
et rursus confíteor tibi, Domine, scire me in tempore ista dicere, et diu
me iam loqui de tempore, atque ipsum diu non esse diu nisi mora temporis. Quomodo igitur hoc scio, quando quid sit tempus nescio? An
forte nescio quemadmodum dicam quod scio? Ei mihi, qui nescio saltem
10 quid nesciam! ecce, Deus meus, coram te, quia non mentior. Sicut Ioquor,
ita est cor meum. Tu illuminabis lucernam meam, Domine, Deus meus,
illuminabis tenebras meas 32.
CAPUT
XXVI
33. Nonne tibi confitetur anima mea confessione verídica metiri me
15 témpora? Ita Domine, Deus meus, metior, et quid metiar nescio, metior
motum corporis tempore. ítem ipsum tempus nonne metior? An vero cor32
3
15
16
verbo
Ps 17.29.
non O'SB 1 , non est cet. et edds.
Domine S, ne cet. et edds. (fort. in archet. Dne, unde corruptio lecthnis).
nonne EOSV, non cet. et edds. an], ante S. (fort. ex diptografia cum
sequenti)
XI, 2 6 , 3 3
Confesiones
493
Y ¿podría acaso medir el movimiento del cuerpo, cuánto ha durado y cuánto ha tardado en llegar de un punto a otro, si no
midiese el tiempo en que se mueve?
Pero ¿de dónde mido yo el tiempo? ¿Acaso medimos el tiempo largo por el breve, como medimos por el espacio de un codo
el espacio de una viga? 3S Pues así vemos que medimos la cantidad de una sílaba larga por la cantidad de una breve, diciendo de
ella que es doble. Y de este modo medimos la extensión de los
poemas, por la extensión de los versos; y la extensión de los versos, por la extensión de los pies; y la extensión de los pies, por la
cantidad de las sílabas; y la cantidad de las largas, por la cantidad
de las" breves; no por las páginas—que de este modo medimos
los lugares, no los tiempos—, sino cuando, pronunciándolas, pasan las voces y decimos: «largo poema», pues se compone
de tantos versos; «largos versos», pues constan de tantos pies;
«larga sílaba», pues es doble respecto de la breve.
Pero ni aun así llegaremos a una medida fija del tiempo, porque puede suceder que un verso más breve suene durante más
largo espacio de tiempo, si se pronuncia más lentamente, que otro
más largo, si se recita más aprisa. Y lo mismo dígase del poema,
del pie y de la sílaba.
De aquí me pareció que el tiempo no es otra cosa que una
extensión; pero ¿de qué? No lo sé, y maravilla será si no es de
la misma alma 39. Porque ¿qué es, te suplico, Dios mío, lo que
mido cuando digo, bien de modo indefinido, como: «Este tiempo
es más largo que aquel otro»; o bien de modo definido, como:
«Este es doble que aquél»? Mido el tiempo, lo sé; pero ni mido
poris motum metirer, quamdiu sit et quamdiu bine illuc perveniat, nisi
tempus, in quo movetur, metirer? Ipsum ergo tempus unde metior? An
tempore breviore metimur longius sicut spatio cubiti spatium transtri? Sic
enim videmus spatio brevis syllabae metiri spatium longae syllabae atque
ó id duplum dicere. Ita metimur spatia carminum spatiis versuum, et spatia
versuum spatiis pedum, et spatia pedum spatiis syllabarum, et spatia
longarum spatiis brevium, non in paginis—nan eo modo loca metimur,
non témpora—sed cum voces pronuntiando transeunt et dicimus: «Longum
carmen est, nam tot versibus contexitur; longi versus, nam tot pedibus
10 constant; longi pedes, nam tot syllabis tenduntur; longa syllaba est, nam
dupla est ad brevem.» Sed ñeque ita comprehenditur certa mensura temporis, quandoquidem fieri potest, ut ampliore spatio temporis personet versus
brevior, si productius pronuntietur, quam longior, si correptius. Ita carmen,
ita pes, ita syllaba. Inde mihi visum est nihil esse alium tempus quam
15 distentionem. Sed cuius rei, nescio, et mirum, si non ipsius animi. Quid
enim metior, obsecro, Deus meus, et dico aut indefinite: «Longius est
hoc tempus quam illud», aut etiam definite: «Duplum est hoc ad illud?»
Tempus metior, scio; sed non metior futurum, quia nondum est; non
4 videmus S, videmur cet. et edds.
13 productior S.
494
XI, 27, 34
Confesiones
el futuro, que aún no es; ni mido el presente, que no se extiende por ningún espacio; ni mido el pretérito, que ya no existe ".
¿Qué es, pues, lo que mido? ¿Acaso los tiempos que pasan, no los
pasados? Así lo tengo dicho ya. (Cf. nn. 21 y 27.)
CAPITULO
XXVII
34. Insiste, alma mía, y presta gran atención: Dios es nuestro ayudador. El nos ha hecho y no nosotros. Atiende de qué
parte alborea la verdad. •
Supongamos, por ejemplo, una voz corporal que empieza
a sonar y suena, y suena, y luego cesa y se hace silencio, y
pasa ya a pretérita aquella voz y deja de existir tal voz. Antes
de que sonase era futura y no podía ser medida, por no ser aún;
pero tampoco ahora lo puede ser, por no existir ya. Luego sólo
pudo serlo cuando sonaba, porque entonces había qué medir. Pero
entonces no se detenía, sino que caminaba y pasaba. ¿Acaso por
esta causa podía serlo mejor? Porque pasando se extendía en
cierto espacio de tiempo en que podía ser medida, por no tener
el presente espacio alguno. Si, pues, entonces podía medirse, supongamos otra voz que empieza a sonar y continúa sonando con
un sonido seguido e ininterrumpido. Midámosla mientras suena,
porque cuando cesare de sonar ya será pretérita y no habrá qué
pueda ser medido. Midámosla totalmente y digamos cuánto sea.
Pero todavía suena, y no puede ser medida sino desde su
metior praesens, quia nullo spatio tenditur; non metior praeteritum, quia
iam non est. Quid ergo metior? An praetereuntia témpora, non praeterita?
Sic enim dixeram.
CAPUT
5
XXVII
34. Insiste, anime meus, et atiende fortiter: Deus adiutor noster;
ipse fecit nos, et non nos". Attende, ubi albescit ventas. Ecce puta,
vox corporis incipit sonare, et sonat, et adhuc sonat, et ecce desinit,
iamque silentium est, et vox illa praeterita est et non est iam vox. Futura
érat, antequam sonaret, et non poterat metiri, quia nondum erat, et nunc
10 non potest, quia iam non est. Tune ergo poterat, cum sonabat, quia tune
erat, quae metiri posset. Sed et tune non stabat; ibat enim et praeteribat.
An ideo magis poterat? Praeteriens enim tendebatur in aliquod spatium
temporis, quo metiri posset, quoniam praesens nullum habet spatium. Si
ergo tune poterat, ecce puta altera coepit sonare et adhuc sonat, continuato
15 tenore sine u l k distinctione; metiamur eam, dum sonat; cum enim sonare
cessaverit, iam praeterita erit et non erit, quae posset metiri. Metiamur
plañe et dicamus, quanta sit. Sed adhuc sonat, nec metiri potest nisi ab
33
Ps 99.3.
6 non EFGO'S, non ipsi cet. et edds
\d posset HST, possit cet. et edds.
XI, 27, 35
Confesiones
495
comienzo, desde que empezó a sonar, hasta el fin, en que cesó,
puesto que lo que medimos es el intervalo mismo de un principio a un fin, Por esta razón, la voz que no ha sido aún terminada 41 no puede ser medida, de modo que se diga «qué larga
o breve es», o denominarse igual a otra, ni sencilla o doble,
o cosa semejante, respecto de otra. Mas cuando fuere terminada,
ya no existirá. ¿Cómo podrá en este caso ser medida?
Y, sin embargo, medimos los tiempos, no aquellos que aún
no son, ni aquellos que ya no son, ni aquellos que no se extienden con alguna duración, ni aquellos que no tienen términos. Nó medimos, pues, ni los tiempos futuros, ni los pretéritos,
ni los presentes, ni los que corren. Y, sin embargo, medimos los
tiempos. >
35. ¡Oh Dios, creador de todo! " Este verso consta de ocho
sílabas, alternando las breves y las largas. Las cuatro breves
—'primera, tercera, quinta y séptima—son sencillas respecto de
las cuatro largas—segunda, cuarta, sexta y octava—. Cada una
de éstas, respecto de cada una de aquéllas, vale doble tiempo.
Yo las pronuncio y las repito, y veo que es así, en tanto que
son percibidas por un sentido fino. En tanto que un sentido fino
las acusa, yo mido la sílaba larga por la breve, y noto que la contiene justamente dos veces.
Pero cuando suena una después de otra, si la primera es
breve y larga la segunda, ¿cómo podré retener la breve y cómo
la aplicaré a la larga para ver que la contiene justamente dos
veces, siendo así que la larga no empieza a sonar hasta que no
initio sui, quo sonare coepit, usque ad finem, quo desinit. Ipsum quippe
intervallum metimur ab aliquo initio usque ad aliquem finem. Quapropter
vox, quae nondum finita est, metiri non potest, ut dicatur, quam longa
vel brevis sit, nec'dici aut aequalis alicui aut ad aliquam simpla vel dupla
5 vel quid aliud. Cum autem finita fuerit, iam non erit. Quo pacto igitur
metiri poterit? Et metimur tamen témpora, nec ea, quae nondum sunt,
nec ea, quae iam non sunt, nec ea, quae nulla mora extenduntur, nec ea,
quae términos non habent. Nec futura ergo nec praeterita nec praesentia
nec praetereuntia témpora metimur, et metimur tamen témpora.
10
35. Deus creator omnium, Versus iste octo syllabarum brevibus et
longis alternat syllabis: quatuor itaque breves, prima, tertia, quinta, séptima, simplae sunt ad quattuor longas, secundam, quartam, sextana, octavam.
Hae singulae ad illas singulas duplum habent temporis; pronuntio et
renuntio, et ita est, quantum sentitur sensu manifestó. Quantum sensus
15 manifestus est, brevi syllaba longam metior eamque sentio habere bis
tantum. Sed cum altera post alteram sonat, si prior brevis, longa posterior,
quomodo tenebo brevem et quomodo eam longae metiens applicabo, ut
inveniam, quod bis tantum habeat, quandoquidem longa sonare non incipit,
3 nondum], nunquam S.
8 cr^o nec... inc. 6 frag. Bug.
13 F def.: hace singulae].
•496
Confesiones
XI, 27,36
cesa de sonar la breve? Y la misma larga, ¿por ventura la
mido presente, siendo así que no la puedo medir sino terminada? Y, sin embargo, su terminación es su preterición. ¿Qué
es, pues, lo que mido? ¿Dónde está la breve con que mido?
¿Dónde la larga que mido? Ambas sonaron, volaron, pasaron,
ya no son. No obstante, yo las mido, y respondo con toda la
confianza con que puede uno fiarse de un sentido experimentado, que aquélla es sencilla, ésta doble, en duración de tiempo se entiende. Ni puedo hacer esto si no es por haber pasado
y terminado.
Luego no son aquéllas [sílabas], que ya no existen, das que
mido, sino mido algo en mi memoria y que permanece en ella
fijo.
36. En ti, alma mía, mido los tiempos. No quieras perturbarme, que así es; ni quieras perturbarte a ti con las turbas
de tus afecciones. En ti—repito—-mido los tiempos. La afección
que en ti producen las cosas que pasan—y que, aun cuando
hayan pasado, permanece—es la que yo mido de presente, no
las cosas que pasaron para producirla: ésta es la que mido
cuando mido los tiempos. Luego o ésta es el tiempo o yo no
mido el tiempo.
Y qué; cuando medimos los silencios y decimos: aquel silencio duró tanto tiempo cuanto duró aquella otra voz, ¿no extendemos acaso el pensamiento para medir la voz como si sonase, a fin de poder determinar algo de los intervalos de silencjo
en el espacio del tiempo? Porque callada la voz y la boca, recinisi brevis sonare desfciterit? Ipsamque longam num praesentem metior,
quando nisi finitam non metior? Eius autem finitio praeteritio est. Quid
ergo est, quod metior? Ubi est qua metior brevis? Ubi est longa quam
metior? Ambae sonuerunt, avolaverunt, praeterierunt, iam non sunt; et
5 ego metior fidenterque respondeo, quantum exercitato sensu fiditur, illam
simplam esse, illam duplam, in spatio scílicet temporis. Ñeque hoc possum,
nisi quia praeterierunt et finitae sunt. Non ergo ipsas, quae iam non
sunt, sed aliquid in memoria mea metior, quod infixum manet.
36. In te, anime meus, témpora metior. Noli mihi obstrepere, quod
10 est; noli tibi obstrepere turbis affectionum tuarum. In te, inquam, témpora metior. Affectionem, quam res praetereuntes in te faciunt, et cum
illae praeterierint, manet, ipsam metior praesentem, non ea quae praterierunt, ut fieret; ipsam «netior, cum témpora metior. Ergo aut ipsa sunt témpora, aut non témpora metior. Quid cum metimur silentia, et dicimus illud
15 silentium tantum tenuisse temporis, quantum illa vox tenuit, nonne cogitationem tendimus ad mensuram vocis, quasi sonaret, ut aliquid de intervallis
silentiorum in spatio temporis renuntiare possimus? Nam et voce atque
2 autema], enim S.
9 témpora mea S, mea omilt. cet P.ug. el edds.
13 cum — metior om. S.
16 quasi], quae si S.
X I , 28,37
497
Confesiones
tamos a veces poemas y versos, y toda clase de discursos y cualesquiera dimensiones de mociones, y nos damos cuenta de los espacios de tiempo y de la cantidad de aquél respecto de éste, no
de otro modoique si tales cosas las dijésemos en voz alta.
Si alguno quisiese emitir una voz un poco sostenida y determinase en Su pensamiento lo larga que había de ser, este
tal determinó, Vm duda, en silencio el espacio dicho de tiempo, y encomendándolo a la memoria, comenzó a emitir aquella
voz que suena hasta llegar al término prefijado; ¿qué digo?,
sonó y sonará. Porque lo que se ha realizado de día, sonó
ciertamente; mas lo que resta, sonará, y de esta manera llegará a su fin, mientras la atención presente traslada el futuro
en pretérito, disminuyendo al futuro y creciendo el pretérito hasta
que, consumido el futuro, sea todo pretérito.
CAPITULO
XXVIII
37. Pero ¿cómo disminuye o se consume el futuro, que aún
no existe? ¿O cómo crece el pretérito, que ya no es, si no es
porque en el alma, que es quien lo realiza, existen las tres cosas ?
Porque día espera, - atiende y recuerda, a fin de que aquello que
espera pase por aquello que atiende a aquello que recuerda.
¿Quién hay, en efecto, que niegue que los futuros aún no
son? Y, sin embargo, existe en el alma la expectación de los
futuros. ¿Y quién hay que niegue que los pretéritos ya no exisore cessante peragimus cogitando carmina et versus et quemque sermonan,
motionumque dimensiones quaslibet, et de spatiis temporum, quantum
illud ad illud sit, renuntiamus non aliter ac si ea sonando diceremus.
Voluerit aliquis edere longiusculam vocem et constituerit praemeditando,
5 quam longa futura sit, egit utique iste spatium temporis in silentio,
memoriaque commendans coepit edere illam vocem, quae sonat, doñee ad
propositum terminum perducatur; immo sonuit et sonabit; nam quod eius
iam peraetum est, utique sonuit, quod restat, sonabit atque ita peragitur,
dum praesens intentio futurum in praeteritum traioit, deminutione futuri
10 crescente praeterito, doñee consumptione futuri sit totum praeteritum.
CA p U T
x x v 111
37. Sed quomodo minuitur aut consumitur futurum, quod nondum
est aut quomodo crescit praeteritum, quod iam non est, nisi quia in
animo qui illud agit, tria sunt? Nam [et] exspectat et attendit et me15 minit, ut id quod exspectat per id quod attendit transeat in id quod
meminerit. Quis igitur negat futura nondum esse? Sed tamen iam est
in animo exspectatio futurorum. Et quis negat praeterita iam non esse?
3 ad illud om. S.
4 voluerit}, si voluerit BP edds.
14 et omilt HPTZ Bug.
498
Confesiones
\
XI, 28,38
XI, 30,40
ten? Y, sin embargo, todavía existe en el alma la /nemoria de
los pretéritos. ¿Y quién hay que niegue que el tiefiípo presente
carece de espacio por pasar en un punto? Y, sin embargo, perdura la atención por donde pase al no ser lo que es.l N o es, pues,
largo el tiempo futuro, que no existe, sino que un1 futuro largo
es una larga expectación del futuro; ni es largo el/pretérito, que
ya no es, sino que un pretérito largo es una larga rnemoria del
pretérito.
j
38. Supongamos que voy a recitar un cantd sabido de mí.
Antes de comenzar, mi expectación se extiende' a tcxlo él; mas
en comenzándole, cuanto voy quitando de ella para el pasado,
tanto a su vez se extiende mi memoria y se distiende la vida
de esta mi acción en la memoria, por lo ya dicho, y en la
expectación, por lo que he de decir. Sin embargo, mi atención
es presente, y por ella pasa lo que era futuro para hacerse pretérito. Lo cual, cuanto más y más se verifica, tanto más, abreviada
la expectación, se alarga la memoria, hasta que se consume toda
la expectación, cuando, terminada toda aquella acción, pasare a la
memoria.
Y lo que sucede con el canto'entero, acontece con cada una
de sus partec'A\as iy con cada una de sus s'riabas"; y esto mismo,
es lo que sucede con una acción más larga, de Ja que tal vez es
una parte aquel canto; esto lo que acontece con la vida total del
hombre, de la que forman parte cada una de las acciones del
mismo; y esto lo que ocurre con la vida de la humanidad, de la
que son partes las vidas de todos los hombres " .
Sed tamen est adhuc in animo memoria praeteritorum. Et quis negat
praesens tempus carere spatio, quia in puncto praeterit? Sed tamen perdurat attentio, per quam pergat abesse quod aderit. Non ígitur longum
tempus futurum, quod non est, sed longum futurum longa exspectatio
5 futuri est; ñeque longum praeteritum tempus, quod non est, sed longum
praeteritum longa memoria praeteriti est.
38. Dicturus sum canticum, quod novi; antequam inoipiam, in totum
exspectatio mea tenditur; cum autem coepero, quantum ex illa in praeteritum decerpsero, tenditur in memoria mea, atque distenditur vita
10 huius actionis meae in memoriam propter quod dixi et in exspectationem
propter quod dicturus sum; praesens tamen adest attentio mea, per quam
traicitur quod erat futurum, ut fíat praeteritum. Quod quanto magis agitur
et agitur, tanto breviata exspectatione prolongatur memoria doñee tota
exspectatio consumatur, quum tota illa actio finita transierit in memoriam.
15 Et quod in toto cántico, hoc in singulis particulis eius fit, atque in singulis syllabis eius; hoc in actione longiore, cuius forte partícula est illud
canticum, hoc in tota vita hominis, cuius partes sunt omnes ^ctiones hominis, hoc in toto saeculo filiorum hominum, cuius partes sunt omnes vitae
hominum.
9
14
in BPZ Eug. edds., et cet. edd. (optimae lectiontt
quum], quam S.
ambae) •
Confesiones
CAPITULO
499
XXIX
39. Pero como tu misericordia es mejor que las vidas [de
los hombres],! he aquí que mi vida es una distensión. Y me recibió tu diesth en mi Señor, en el Hijo del hombre, mediador
entre ti—uno-A-y nosotros—muchos—, divididos en muchas partes por la multitud de cpsas, a fin de que cofa por él aquello en
lo que yo he sido cogido, y siguiendo al Uno sea recogido de
mis días viejos, olvidado de las cosas pasadas, y no distraído
en las cosas futuras y transitorias, sino extendido en las que
están delante de nosotros; porque no es por la distracción, sino
por la atención, como yo camino hacia la palma de la vocación
de lo alto ", donde oiré la voz de la alabanza y contemplaré tu
delectación, que no viene ni pasa.
Mas ahora mis años se pasan en gemidos. Y tú, consuelo
mío, Señor y Padre mío, eres eterno; en tanto que yo me he
disipado en los tiempos, cuyo orden ignoro, y mis pensamientos—las entrañas íntimas de mi alma—son despedazadas por las
tumultuosas variedades, hasta que, purificado y derretido en el
fuego de tu amor., sea fundido en ti.
CAPITULO
XXX
40. Mas me estabilizaré y solidificaré en ti, en mi forma,
en tu verdad; ni sufriré ya las cuestiones de los hombres, que,
CAPUT
XXIX
39. Sed quoniam melior est misericordia tua super vitas " ecce distentio est vita mea, et me suscepit dextera tita3* in Domino meo, mediatore filio hominis Ínter te unum et nos multos, in multis per multa, ut
5 per eum apprehendam, in quo et apprehensus sum 36, et a veteribus diebus colligar sequens unum, praeterita oblitus, non in ea quae futura et
transitura sunt, sed in ea quae ante sunt non distentus, sed extentus,
non secundum distentionem, sed «secundum intentionem sequor ad palmam supernae vocationis», ubi audiam vocem laudis" et contempler
10 delectationem 3* tuam nec venientem nec praetereuntem. Nunc vero anni
mei in gemitibus", et tu solacium meum, Domine, pater meus aeternus
es; at ego in témpora dissilui, quorum ordinem nescio, et tumultuosas
varietatibus dilaniantur cogitationes meae, intima viscera animae meae,
doñee in te confluam purgatus et liquidus igne amoris tui.
15
C A P U T X X X
40. Et stabo atque solidabor in te, in forma mea, veritate tua, nec
patiar quaestiones hominum, qui poenali morbo plus sitiunt, quam ca31
35
Ps 62,4.
Ps 17,36.
3
« Phil 3,12.
Ps 26,7.
37
" Ps 26,4.
» Ps 30,11.
3
500
XI, 31, 41
Confesiones
por la enfermedad contraída en pena de su pecado/ desean más
de lo que son capaces y dicen: «¿Qué hacía Dios antes de hacer el cielo y la tierra ?»; o también: «¿Por qué les1 vino el pensamiento de hacer algo, no habiendo hecho antes absolutamente
nada?» Dales, Señor, que piensen bien lo que dicen y descubran que no se dice nunca donde no hay tiempo. Luego *' cuando se dice que nunca había obrado, ¿qué otra c<^sa se dice sino
que no había obrado en tiempo alguno? Vean, pues, que no
puede haber ningún tiempo sin criatura y dejen de hablar semejante vaciedad ".
Extiéndanse también hacia aquellas cosas que están delante
y entiendan que tú, creador eterno de todos los tiempos, eres
antes que todos los tiempos, y que no hay tiempo alguno que te
sea coeterno ni criatura alguna, aunque haya alguna que esté
sobre el tiempo.
CAPITULO
XXXI
41. Señor, Dios mío, ¿cuál es el seno de tu profundo secreto? ¡Y qué lejos de él me arrojaron las consecuencias de
mis delitos! Sana mis ojos y yo me-gozaré con tu luz.
Ciertamente que si existe un alma dotada de tanta ciencia
y presciencia, para quien sean conocidas todas las cosas, pasadas
. y futuras, como lo es para mí un canto conocidísimo, esta alma
es extraordinariamente admirable y estupenda hasta el horror,
puesto que nada se le oculta de cuanto se ha realizado y ha de
piunt, et dicunt: «Quid faciebat Deus, antequam faceret caelum et terram?» Aut «Quid ei venit in mentem, ut aliquid faceret, cum antea
nunquam aliquid fecerit?» Da illis, Domine, bene cogitare, quid dicant,
et invenire, quia non dicitur nunquam ubi non est tempus. Quia ergo
. 5 dicitur nunquam fecisse, quid aliud dicitur nisi nullo tempere fecisse?
Videant itaque nullum tempus esse posse sine creatura et desinant istam
vanitatem loqui. Extendantur etiam in ea quae ante sunt, et intellegant
te ante omnia témpora aeternum creatorem omnium temporum, ñeque
ulla témpora tibi esse coaeterna nec ullam creaturam, etiamsi est aliqua
10 supra témpora.
CAPUT
XXXI
41. Domine Deus meus, quis ille sinus est alti secreti tui? Et quam
longe inde me proie-cerunt consequentia delictorum meorum! Sana oculos
meos, te congaudeam luci tuae. Certe si est tam grandi scientia et prae15 scientia pollens animus, cui cuneta praeterita et futura ita nota sint, sicut
mihi unum canticum notissimum, nimium mirabilis est animus iste atque
ad horrorem stupendus, quippe quem ita non lateat quidquid peractum et
4 quia scripsi, coddi. qui, ed. maurina et oxonietisr quod.
5 quid — fecisse om. S.
17 ad], ab S.
XI, natas
501
Confesiones
realizarse en los siglos, al modo como no se me oculta a mí,
cuando recito! dicho canto, qué y cuánto ha pasado de él desde
el principio, qué y cuánto resta de él hasta terminar.
Mas lejos de mí pensar que tú, creador del universo, creador
de las almas y de los cuerpos, sí, lejos de mí pensar que tú
conozcas así todas las cosas futuras y pretéritas. Sí; tú las conoces de otro modo, de otro modo más admirable y más profundo. Porque no sucede en ti, inconmutablemente eterno, esto
es, creador verdaderamente eterno de las inteligencias, algo de
lo que sucede en el que recita u oye recitar un canto conocido,
que con la expectación de las palabras futuras y la memoria de
las pasadas varía el afecto y se distiende el sentido. Pues así
como conociste desde el principio el cielo y la tierra sin variedad de tu conocimiento, así hiciste en el principio el cielo y la
tierra sin distinción de tu acción ".
Quien entiende esto, que te alabe, y quien no lo entiende,
que te alabe también. ¡Oh qué excelso eres! Con todo, los humildes de corazón son tu morada. Porque tú levantas a los caídos, y no caen aquellos cuya elevación eres tú.
quidquid reliquum saetulorum est, quemadmodum me non latet cantantem
illud canticum, quid et quantum eius abierit ab exordio, quid et quantum
restet ad finem. Sed absit, ut tu, conditor universitatis, conditor animarum
et corporum, absit, ut ita noveris omnia futura et praeterita. Longe tu,
5 longe mirabilius longeque 'secretius. Ñeque enim sicut nota cantantis
notumve canticum audientis exspectatione vocum futurarum et memoria
praeteritarum variatur affectus sensusque distenditur, ita tibi aliquid accidit
incommutabiliter aeterno, hoc est veré aeterno creatori mentium. Sicut
ergo nosti in principio caelum et terram sine varietate notitiae tuae, ita
10 fecisti in principio caelum et terram sine distentione actionis tuae. Qui
intellegit, confiteatur tibi, et qui non iatellegit, confiteatur tibi. O quam
excelsus es, et humiles corde sunt domus tua! Tu enim erigís elisos *°, et
non cadunt, quorum celsitudo tu es.
NOTAS
AL
LIBRO
XI
1
Es frecuente suprimir en las ediciones castellanas y aun extranjeras estos libros, considerándolos como un apéndice incoherente pegado
al final de esta obra, como podía haberlo hecho al final de cualquiera
otra de argumento análogo. En nuestra traducción hemos respetado estos
tres libros, no sólo porque así quiso que fuese la obra su genial autor,
sino porque los juzgamos íntimamente relacionados con el plan propuesto
por aquél y entran dentro del carácter de confesión, como los anteriores.
No se olvide que estos tres libros con el anterior forman la segunda
*« Ps 14-1,14.
10 distinctione BEGMPS b l, distentione CDHOVTZ m o Eug. (ambae oplimae lectiones).
13 tu es... ixpl. 6 ¡rag. Eug.
' 502
Confesiones
XI, notas
redacción de las Confesiones, cuyo objeto en el fondo eí idéntico. En
el pasado, en efecto, estudia y confiesa sus adelantos y progresos en la
virtud; lo que era por la gracia de Dios al tiempo de escribir aquéllas
y lo que todavía le faltaba: «Indicabo ergo talibus... quis iam sim et
quis adhuc sim.» En estos tres quiere hacernos las confesiones de sus
progresos mentales, sus ignorancias: «Inardesco meditan' in lege tua et
in ea tibi confiten scientiam et imperitiam meam, primordia illuminationis
tuae et reliquias tenebrarum mearum», etc. Entre los temas, ninguno
mejor para este fin que la exposición del Génesis, por la interpretación
errónea que les dio siendo maniqueo, porque todas las Confesiones hablan de esto y porque era lo que más le preocupaba por este tiempo.
El dar, pues, el Santo el nombre de Confesiones a estos últimos libros
no fue por razón de ser alabanzas de Dios únicamente, sino alabanza
con confesión.
2
Con estas mismas palabras describe el Santo las ocupaciones de San
Ambrosio, cuando él, deseoso de conferir con él las dudas y vacilaciones
de su corazón, no hallaba medio y ocasión de hacerlo por no querer interrumpirle (cf. VI 3,3). La meditación de las Sagradas Escrituras fue
uno de sus más ardientes y constantes anhelos, que nunca pudo realizar
a su gusto. En la Epist. 110, a su hijo en religión y hermano en el episcopado, amigo ternísimo y fidelísimo de su alma, Severo, obispo de la
ciudad de Mi'leva, escribe casi con las mismas palabras que en este lugar:
«Creo—le dice—que también tú sabrás, hermano mío, cuántas cosas tengo
entre manos, a causa de las cuales, por las diversas atenciones que la
necesidad de nuestra servidumbre comporta, apenas me quedan para mí
unas poquísimas gotas de tiempo, las cuales, si empleara en otras cosas,
me parecería que obraba contra mi deber» (cf. n.5). El mismo pensamiento consigna en De Trin. 1,5: «Si no medito en la ley del Señor día y
noche, sí aprovecho las partecillas de tiempo que puedo, poniendo por
escrito mis meditaciones para que el olvido no me haga perder su fruto.»
Comisionado por los concilios de Cartago y Numidia para estudiar las
Sagradas Escrituras, pactó con sus fieles que cinco días a la semana le
dejarían en paz; pero el hecho fue que no le dejaron ni cumplieron sus
promesas. Cf. Epist. 213, acta de la elección de sucesor a nombre de
Heraclio.
3
«.La voz del Señor... les revelará entonces las opacidades de los libros
divinos y los umbrosos recelos de tus misterios, donde pacerán en libertad» (Enarrat. inPs. 28,9).
1
Salmo 79,18. Seguimos en esto una puntuación distinta de todas
las ediciones, que leen: Confirmasti tibi mediatorem, por exigirlo así
el texto original, en vez de confirmasti pone elegisti, y el ritmo o corte
de las frases del párrafo.
s
La mayor y mejor parte de los Códices leen ipsum en vez de ipsos.
En nuestra edición latina hemos adoptado la segunda lección, reclamada ciertamente por el contexto. Los traductores, en su mayoría, siguen
esta misma. Labriolle, en el texto, adopta la primera, pero en la traducción escoge la segunda. Llovera cree que ha sido un lapsus, pero
realmente el lapsus se explica mejor en el texto que en la traducción,
que supone reflexión; además que no es éste sólo el lapsus cometido en
el texto latino. La cita escrituraria indica bastante, porque seis versillos antes de éste, en el 30-40 del c.5, se halla este testimonio, que es Ja tesis
de todo aquél: Scrutamini Scripturas... illae testimontmn perhibent de me.
6
Esta confesión del Santo revela claramente su ignorancia completa
del hebreo, ignorancia que se echa de ver con frecuencia en la exposición de los Salmos y demás obras exegéticas. Las palabras hebreas que
XI, n o t a s
Confesiones
503
cita e interpreta el Santo son pocas y de significación vulgar. Cf. De gen.
contra manichaeos I 12,18; II 9,12; 13,18 y 23,35; De sermone Domini
in monte II 14,47; Expositio ad Galatas 30; De diversis quaestionibus
ad Simpliciannm II q.1,6 y 7; De doctr. cbr'tst. II n.16,17,22; Epist. 55
ad Ian. 10; De vera religione 50,99; Epist. 101.
7
En todo esto no hay más que una aplicación de su teoría o doctrina
sobre el «maestro interior», el Verbo, verdad increada, que reside en lo
interior del hombre, por la imagen que lleva impresa en él de la divinidad. En la Epist. 19,1, escribe estas luminosas palabras, síntesis preciosa
de su pensamiento: «Nadie ve ser verdadero aquello que lee en el libro
mismo o en el que escribe, sino más bien en sí mismo.»
* Este pensamiento agustiniano fue formulado de este modo por Pascal: «La naturaleza tiene perfecciones para probar que es imagen de Dios
e imperfecciones para mostrar que no es más que imagen» (Pensées sur
la religión 16,67).
' En todo este párrafo y los siguientes trata el Santo del profundo y
delicado problema de la conciliación de la eternidad e inmutabilidad
absoluta de Dios con su acción en el tiempo. El gran Doctor lo resuelve
con la claridad y precisión posibles. En realidad, nada nuevo se ha añadido a lo que aquí y en otros lugares análogos ha dicho el Santo. En
De Gen. ad litt. I 2,6, resume así su pensamiento: «Las palabras son
propias del tiempo, y asimismo es eterno en el Verbo de Dios cuándo
una cosa debe ser hecha, siendo hecha entonces, cuando debe ser hecha,
en aquel Verbo, en el cual no hay, sin embargo, «cuándo» ni «entonces», porque en el Verbo todo es eterno.»
10
lo 8,25. La Vulgata cambia un poco el sentido diciendo: Yo soy
el principio que os habla. Pero el texto griego pone la partícula causal
oti = quia, que ha conservado fielmente el Santo, y sobre la cual fundamenta casi toda la argumentación de estos párrafos. Véase el Tract. in
loan. 38 n . l l , donde insiste en la misma idea.
11
Este pensamiento constituye el argumento del bello y original diálogo De magistro. Véase en éste sobre todo el c.ll n.38. La alusión bíblica se refiere a San Mateo 19,16.
13
Vetustez, esto es, carnalidad. «¿No habéis oído leer en el Evangelio: Nadie echa el buen vino en odres viejos? Por vetustez se entiende
la carnalidad; por novedad, la gracia» (Serm. 267,2).
' 3 Refiérese evidentemente el Santo a los maniqueos, como se deduce
del De Gen. contra manichaeos I 3, donde formula con las mismas palabras esta pregunta, poniéndola en boca de ellos.
11
«Quieren saber—les dice un poco más adelante—la causa de la
voluntad de Dios, cuando la voluntad de Dios es la causa de todas las
cosas que son. Porque si la voluntad de Dios tuviera una causa, ya habría algo que precedía a la voluntad de Dios, lo cual es imposible admitir» (ib., 4).
" «¿Quién podrá escrutar este abismo inescrutable de haber creado
Dios en el tiempo al hombre temporal, no como consecuencia de un movimiento sobrevenido a su voluntad? ¿Se puede creer que de improviso
le agradó a Dios crear al hombre..., él a quien nada nuevo puede acaecer, que no tiene nada en sí de mudable?» (De civ. Dei XII 14).
16
Esta doctrina se halla inspirada en Platón, quien escribe en el Timeo:
«Son el pasado y el futuro formas que en nuestra ignorancia transportamos muy inoportunamente al Ser eterno, del que decimos fue, es y será,
cuando sólo puede decirse de él con propiedad que es... En una palabra:
son formas del tiempo que imitan a la eternidad al efectuar sus revoluciones medidas por el número... El tiempo, pues, se produjo con el cielo,
504
Confesiones
XI, n o t a s
a fin de que nacidos juntos perezcan juntos, si es que han' de perecer, y
fue creado teniendo por modelo a la naturaleza eterna paía que fuera lo
más semejante posible a ella», etc., etc. (Nueva Biblioteca Filosófica, vol.16
p.167-168.)
17
Diez años antes de escribir esto se había expresado en casi idénticos términos en De Gen. contra manichaeos I 3-4. Como el testimonio
es largo e interesante, remitimos a dicho lugar al lector.
'* En todo este lugar, y en los números siguientes, San Agustín parece un eco de Platón en el Timeo, diálogo que revela conocer a fondo
el gran Doctor, probablemente por la traducción de Cicerón. «Los días
y las noches—dice el filósofo griego—, los meses y los años, no existían
antes, y sólo nacieron creados por Dios cuando éste introdujo el orden en
el mundo» (Biblioteca Filosófica, vol-16 p.167 [Espasa-Calpe, Madrid
1928]. La que citaremos siempre).
19
Cf. De civ. Dei XII 15, donde, entre otras muchas cosas, dice:
«Tampoco podemos negar que los mismos tiempos fueron creados, puesto que nadie puede dudar que en todo tiempo hubo tiempo. La razón
es porque, si en todo tiempo no hubo tiempo, resultaría que no hubo
tiempo cuando no hubo tiempo alguno; y ¿quién habrá tan ignorante
que diga tal? Podemos decir que hubo un tiempo en que no fue Roma...,
Jerusalén..., Abraham..., él hombre, etc. Pero decir hubo tiempo cuando
no hubo tiempo alguno es tan contradictorio como decir hubo hombre
cuando no hubo hombre o había este mundo cuando no había mundo...
Podemos decir hubo otro tiempo cuando no había este tiempo; pero hubo
tiempo cuando no había tiempo alguno, ¿quién podrá decirlo?» Véase
todo el capítulo y el siguiente, sumamente interesantes y de capital importancia en la cuestión presente. Véase también a SEXTO EMPÍRICO, Hypolyposes pirron. c. «De tempore», de donde está tomado este texto casi
literalmente.
20
«Las expresiones fue y será no convienen más que a lo que se engendra en el tiempo; representan movimientos, y como el ser eterno es
inmutable, no es, ni ha sido, ni será en el tiempo: no está sujeto a ninguno de los accidentes que la generación pone en las cosas que se mueven y caen bajo los sentidos» (PLATÓN, Timeo L e ) . Y más claramente el
Santo en De Gen. ad litt. I 3,8: «Es necesario creer que toda criatura
tiene principio, y que el tiempo es criatura, y que, por tanto, tiene principio y no puede ser coeterno a Dios.»
21
Platón lo define diciendo que «es una imagen de la eternidad que
avanza según el número (Timeo L e ) . Algo parecida es la definición de
Aristóteles: Numerus motus secundum prius ac posterius; el número del
movimiento según un antes y un después. Véase sobre esto a SEXTO EMPÍRICO, Hypotyposes pyrron., e «De tempore», y Adversus mathematicos,
e «De tempore», donde cita y critica la mayor parte de las definiciones
de los filósofos antiguos. San Agustín, al hablar de las relaciones del
tiempo y la eternidad, se inspira en Platón a través de Plotino, o tal vez
de Cicerón, traduciendo la frase de Platón en esta obra: «El tiempo es
un vestigio de la eternidad» (De Gen. ad litt. II 13,36).
22
Idéntica afirmación se halla en SEXTO EMPÍRICO, Adversus mathematicos IX e «De tempore». Véase también a PLOTINO, Ennéadas III
7;6-12. Sobre la cuestión del tiempo puede consultarse con fruto la obra
de P. DUHEM Systéme du monde (París 1913) vol.l p.240-270. Respecto
de San Agustín hemos de confesar que es el tratado más amplío, más
profundo y metódico y más exacto que nos ha legado la antigüedad. Por
lo que mira a las relaciones que guardan en muchos puntos sus razonamientos y comparaciones con las del escéptico Sexto Empírico, algunas
XI, n o t a s
Confesiones
505
de ellas literalmente idénticas, no acertamos a comprender cómo han podido realizarse. En las Retract. o 42, habla del filósofo Sexto, lo que nos
indujo a examinar las obras del Empírico; pero pronto comprendimos que
se trataba de otro Sexto, pitagórico, del que se conservan aún sus
Máximas. San Agustín no cita, pues, en sus obras al célebre filósofo médico, y lógicamente puede deducirse, dada la escrupulosidad del Santo, que
no conocía directamente sus obras. Sin embargo, el hecho de las coincidencias es innegable, y la prueba de que el tiempo no es anterior a la
creación, hasta idéntica.
23
Este mismo proceso requisitorio del tiempo, partiendo del año hasta
llegar a la sílaba que se pronuncia en un instante, se halla en la Enarrat.
in Ps. 76,8, en forma semidialogada sumamente pintoresca y animada. En
la Enarrat. in Ps. 38,7, desarrolla el mismo pensamiento, pero en orden
ascendente, partiendo del día hasta llegar al año.
24
Es curioso el parentesco que ofrece este párrafo con el siguiente
de Sexto Empírico, que tomamos de la traducción latina de G. H. Aureliano, confrontada por nosotros con el texto griego: «Dies enim et qui
proprie intelligitur et qui est duodecim horarum, nempe ab ortu usque
ad occasum, nobis considerantibus videtur non posse consistere. Quando
enim hora prima consistit, nondum consistunt undecim. Et rursus quando
adest hora secunda, non est iam prima; decem autem quae restant nondum sunt. Quin etiam, nec una hora consistit; constat enim ipsa quoque
ex pluribus partibus quarum aliae quidem non sunt, aliae vero non sunt
amplius: quo fit ut et quod est ex eis compositum, non possit consistere»
(Adversus mathematicos c. «Dé tempore»).
25
«Tempus est tripartitum, eius quidem aliud est praeteritum, aliud
vero praesens, aliud autem futurum. Ex his enim praeteritum quidem non
est, futurum, nondum est; restat ergo ut sit una pars, nempe praesens»
(id., ib.).
26
La cuestión de la profecía introduce un nuevo aspecto en la cuestión, obligándole a formular una conclusión en apariencia desconcertante
e imprevista. La argumentación del Santo se reduce en pocas palabras
a ésta: el profeta ve cosas futuras; mas lo que no es no puede ser visto;
luego existen esas cosas futuras, y como las ve en la categoría de tiempo
futuro, sigúese que existe evidentemente éste. Pudiera objetarse que no
es lícito argüir de la visión a la realidad y que puede la mente concebir
algo como futuro sin que uno y otro existan; mas tratándose de la profecía no hay caso; la mente ve cosas futuras, verdaderas, que tienen su
realidad propia, pero indiscutible, pues de lo contrario no sería visión
verdadera de la realidad, sino visión falsa, puramente imaginaria.
27
«El ojo interior..., los ojos de la inteligencia, los ojos de la mente»
(Tract. in loan. 13,3). Otras veces habla el Santo del ojo del corazón
en idéntico sentido.
2
* «Si autem utrumque est, praeteritum—inquam—et futurum, erit in
praesenti. Cum autem sit praesens erunt in tempore praesenti praeteritum et futurum» (SEXTO EMPÍRICO, Adversus mathematicos L e ) .
«Si enim praesens tempus metitur praeteritum, erit praesens tempus
in praeterito; si sit autem in praeterito, non erit amplius praesens sed
praeteritum; et, si futurum metitur praesens, cum sit in eo, erit futurum,
non autem praesens. Únele nec in alus temporibus contigit metiri praesens.
LItrumque enim ipsorum, cum in eo fuerit, erit praesens, non autem
praeteritum et futurum» (SEXTO EMPÍRICO, Adversus mathematicos L e ) .
¿Quién es este hombre docto? Probablemente, Platón, cuya opinión no aprueba tampoco el mismo Plotino, de donde lo tomó el Santo.
506
Confesiones
XI, notaa
Platón, en el Timeo, parece defender abiertamente esta opinión. He aquí
sus palabras: «Movido por este deseo y por esta idea, y porque quería
que el tiempo fuera y que fuera tal, hizo Dios que nacieran el sol, la
luna y los cinco astros que han sido llamados planetas, y que están destinados a marcar y mantener las medidas del tiempo... Después que estos
astros, necesarios para la existencia del tiempo», etc. (Biblioteca Filosófica, vol. 16 p.108). Cf. PLOTINO, Ennéadas III 7,11, ed. Didot; o 12 de
Belles Lettres, p.144 vol.2. Estobeo, en su Eglogae physicae IX 40, dice:
«Eratóstenes decía que el tiempo es el curso del sol; Hestico de Perinto,
que es el movimiento de los astros en relación los unos con los otros.»
31
Sexto Empírico generaliza más el principio, aplicándolo al mundo
entero: «Esset autem absurdum si mundus interiisset dicere non esse tempus.» Pero este testimonio lo utiliza más adelante el Santo.
32
«Diciendo Dios Sean signos en los tiempos y en los años mostró
qué tiempos quiso dar a entender; es decir, los días, que resultan de la
conversión de estrellas estables; los años, que son determinados por el
curso zodiacal del sol..., y los meses, que son los años de la luna» (De
Gen. ad litt. II 13,30).
33
Distingue aquí el Santo entre tiempo vulgar o astronómico y tiempo metafísico, distinción que debe tenerse muy en cuenta para evitar
confusiones y entender los cambiantes que sufre en su desarrollo el pensamiento agustiniano.
31
Josué, en la batalla contra los gabaonitas, que mandó detenerse al
sol y la luna, y se detuvieron en su carrera hasta dar fin a la batalla.
35
Aunque esta palabra no está reconocida por -la Academia con el
significado de extensión que aquí se le da—del latín distentus, extendido—, creemos conveniente usarla, por cuanto la palabra extensión no
tiene un significado enteramente igual y haberla usado ya el P. Zeballos.
36
No obstante que aceptamos como genuina la lección de la edición
latina, para la traducción hemos preferido seguir al códice Eugipiano
(siglo vi), que lee: lux veritatis.
37
Sexto Empírico (Hypotyposes pyrron.): «Quia sine motu aut mansione tempus subsistere non potest, curn tollatur motus pariter et mansio,
tollitur et tempus.»
38
Sexto Empírico (Hypotyposes pyrron.): «Unumquodque divisibilius
mensuratur ab aliqua sui parte, cum unamquamque mensurad obeat mensurans, ut cum dígito cubitum metimur. At tempus non potest mensuran
ab aliqua sui parte.»
39
Plotino (Ennéadas III 7,12, ed. Belles Lettres) escribe: «D'apres
cela, íl faut concevoir la nature du temps comme un allongement progressif de la vie de l'áme» (trad. Bréhier, p.143). Plotino dedica todo
este largo número a esta cuestión; pero el alma de que trata no es el
alma individual, sino la universal, el alma del mundo, en la cual subsistirán como en un receptáculo el pasado y el futuro. Pero San Agustín
o no entendió bien el pensamiento del filósofo alejandrino o introduce
en él un cambio radical conscientemente, como parece más probable.
40
Sexto Empírico (Hypotyposes pyrron.): «At tempus mensuran non
potest aliqua sui parte. Nam... praeteritum et futurum non sunt (si enim
praeteritum et futurum tempus non sunt, praesens erit utrumque ipsorum). Immo nec praesens quidem... quoniam propter veiocem fluxum
eorum quae sunt in mundo praesens ita in praeteritum mutari dicitur ut
intellectu percipi non possit.»
41
Que no ha sido aún terminada... Llovera, con Knóll, fundados en
un solo códice, y éste el corruptísimo Sessoriano: Que no ha sido nunca
XI, notas
Confesiones
507
terminada. Realmente no acertamos a ver las razones en que se apoyan
para admitir y defender una lección que pugna con lo que sigue y con
tan poca base manuscrita. Cf. nuestra edición latina.
12
Uno de los cuatro himnos auténticos de San Ambrosio, del que ya
han sido (IX 32) citadas las dos primeras estrofas.
43
Sexto Empírico (Adversus mathematicos c.6: «De syllaba»): «Rursus quoque longa erit huiusmodi, ut minime esse possit. Eam dicunt esse
duorum temporum; dúo autem témpora simul in se invicem esse non
possunt. Si enim sunt dúo, in hoc discernuntur et distinguuntur, ut dúo
sint, quod alterum quidem sit instans, alterum vero non sit. Si autem
alterum quidem sit instans, alterum vero non sit, non sunt simul in se
invicem. Quam ob rem larga quoque syllaba si est duorum temporum,
debet quando primum quidem tempus est instans, tune primum non esse
amplius.» Acerca del verso y del canto, véase c.8: «De partitione», y
Adversus músicos VI c.i.
44
El considerar las acciones de los hombres como partes de una vida,
al par que las acciones individuales lo son de la vida integral del individuo, es una de las ideas más geniales y fecundas de San Agustín, que
desarrolla admirablemente en su Ciudad de Dios. Al hablar de la filosofía de la historia es frecuente, por no decir exclusivo, considerar la providencia divina como el elemento principal de aquélla, cuando en realidad semejante pensamiento es común a todos los escritores cristianos.
Pero considerar la humanidad como un hombre, como una sola vida, que
se desarrolla a través de los siglos bajo la égida divina, transmitiendo
unos pueblos a otros la antorcha de la civilización y desapareciendo lo
imperfecto para dar lugar al desarrollo de un nuevo organismo, esto, digo,
se halla por vez primera en San Agustín, para quien no hay más que
una historia, una cultura, etc.
43
Phil 3,12. Este mismo pasaje y casi en idénticos términos es comentado en el Serm. 256,6.
46
El texto: Quia ergo dicitur nunquam; los códices: qui; los Maurinos: quod. Véase nuestra edición latina. Adviértase que el quod de los
Maurinos es causal, equivalente en todo a nuestra lección.
47
De civ. Dei XI 6: «¿Quién nó ve que los tiempos no existirían
si no hubiese creación que cambiase algo con alguna mutación, de cuya
moción y mutación... se siguiera el tiempo? Así que siendo Dios, en
cuya eternidad no hay mudanza alguna, el que crió y dispuso los tiempos, no comprendo cómo puede decirse que crió el mundo después de
los espacios de los tiempos si no es diciendo que antes del mundo hubo
ya alguna criatura con cuyos movimientos corriesen los tiempos», etc.
" «Dios no ve de la misma manera que nosotros lo que ha de ser,
lo que es y lo que ha sido, sino de otro modo muy distinto..., totalmente
inmutable, de forma que entre las cosas que se hacen temporalmente, las
futuras aún no sean, las presentes sean ya y las pasadas ya no sean;
sino que Dios todas las comprende con una estable y eterna presciencia,
no de una manera con los ojos y de otra con la inteligencia, ni de un'
modo ahora y de otro después, pues su ciencia no se muda como la
nuestra con la variedad de presente, pretérito y futuro», etc. (De civ.
Dei XI 21).
XII, 3, 3
LIBRO
DUODÉCIMO
CAPITULO
I
1. Muchas cosas ansia, Señor, mi corazón en esta escasez
de mi vida, provocado por las palabras de tu santa Escritura,
y de ahí que sea muchas veces en su discurso copiosa la escasez
de la humana inteligencia; porque más habla la investigación
que la invención, y más larga es la petición que la consecución,
y más trabaja la mano llamando que recibiendo.
Tenemos una promesa: ¿Quién podrá desvirtuarla? Si Dios
está por nosotros, ¿quién contra nosotros? Pedid y recibiréis.
buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que
pide, recibe, y el que busca, hallará, y al que llama, le será
abierto.
Promesas tuyas son. ¿Y quién temerá ser engañado, siendo
la Verdad la que promete ?
CAPITULO
II
2. Alabe tu alteza la humildad de mi lengua, porque tú
has hecho el cielo y la tierra ', este cielo que veo y esta tierra
que piso, de la cual procede esta tierra que llevo 2 . Tú los
has hecho.
Pero ¿dónde está, Señor, el cielo del cielo, del cual hemos
CApuT
i
1. Multa satagit cor meum, Domine, in hac inopia vitae meae pul-,
satum verbis sanctae scripturae tuae, et ideo plerumque in sermone copiosa
est egestas humanae intelligentiae, quia plus loquitur inquisitio quam
5 inventio, et longior est petitio quam impetratio, et operosior est manus
pulsans quam sumens. Tenemus promissum; quis corrumpet illud? Si Deus
pro nobis, quis contra nos?1 Petite, et accipietís; quaerite, et invenietis;
púlsate, et aperietur vobis. Omnis enim, qui petit, accipit et quaerens
inveniet et pulsanti aperietur 2 . Promissa tua sunt, et quis fallí timeat,
10 cum promittit veritas?
CAPUT
II
2. Confitetur altitudini tuae humilitas linguae meae, quoniam tu
fecisti caelum et terram, hoc caelum, quod video, terramque, quae calco,
unde est haec térra, quam porto. Tu fecisti. Sed ubi est caelum caeli,
i Rom 8 . 3 1 .
- M t 7,7.
509
Confesiones
oído decir en el Salmo:. El cielo del cielo para el Señor, mas
la tierra la ha dado a los hijos de los hombres? ¿Dónde está
el cielo que no vemos, en cuya comparación es tierra todo lo
que vemos?
Porque este todo corpóreo, no todo en todas partes, de tal
modo tomó una forma bella, que lo es hasta en sus últimas
partes, cuyo fondo es nuestra tierra; mas en comparación de
aquel cielo del cielo, aun el cielo de nuestra tierra es tierra *.
Y así ambos cuerpos grandes [nuestro cielo y nuestra tierra]
son sin absurdo tierra respecto de aquel no sé qué cielo, que
es para el Señor, no para los hijos de los hombres.
CAPITULO
III
3. Mas esta tierra era invisible e incompuesta *, y no sé
qué profundidad de abisma, sobre el cual no había luz, porque
no tenía forma alguna; por lo que mandaste que se escribiese
que las tinieblas eran sobre el abismo; y ¿qué es esto sino
ausencia de luz? Porque si existiese la luz, ¿dónde había de
estar sino encima, sobresaliendo e ilustrando? Donde, pues, no
había luz aún, ¿qué era estar presentes las tinieblas, sino estar
ausente la luz? Así, pues, encima estaban las tinieblas, porque
encima estaba ausente la luz, como acontece con el sonido, que,
cuando no existe, existe el silencio °. Pues ¿qué es haber silencio
en alguna parte sino no haber allí sonido?
Domine, de quo audivimus in voce psalmi: Caelum caeli Domino: terram
autem dedit filiis hominum?3 Ubi est caelum quod non cernimus, cui
térra est hoc omne, quod cernimus? Hoc enim totum corporeum, non
ubique totum, ita cepit speciem pulchram in novissimis, cuius fundus
5 est térra nostra, sed ad illud caelum caeli etiam terrae nostrae caelum
térra est. Et hoc utrumque magnum corpus non absurde térra est ad
illud nescio quale caelum, quod Domino est, non filiis hominum.
CAPUT
III
3. Et nimirum haec tena erat invisibilis et incomposita * et nescio
10 quae profunditas abyssi, super quam non erat lux, quia nulla species erat
illi; unde iussisti, ut scriberetur, quod tenebrae erant super abyssum;
quid aliud quam lucis absentia? Ubi enim lux esset, si esset, nisi super
esset eminendo et ¿Ilustrando ? Ubi ergo lux nondum erat, quid erat
adesse tenebras nisi abesse lucem ? Super itaque erant tenebrae, quia
15 super lux aberat, sicut sonus ubi non est, silentium est. Et quid est
esse ibi silentium nisi sonum ibi ñon esse? Nonne tu, Domine, docuisti
3
Ps 113,16.
2 est}, es S.
15 ibi], sibi S.
* Gen
1,2.
non}, nos S.; cui — cernimus om. S.
ibi}, ubi S.
510
XII, 5, 5
Confesiones
¿Acaso no has enseñado tú, Señor, a esta alma que te confiesa, acaso no me has enseñado tú, Señor, que antes de que dieses forma a esta materia informe y la especificases no era nada,
ni color, ni figura, ni cuerpo, ni espíritu? Sin embargo, no era
absolutamente nada: era «cierta informidad» sin ninguna apariencia \
CAPITULO
IV
4. Pues ¿cómo se habría de llamar y por qué sentido de
algún modo se habría de insinuar a los muy tardos de inteligencia sino con algún vocablo usado? ¿Y qué puede hallarse
en todas partes del mundo más cercano a esta informidad total
que la tierra y el abismo? Porque menos hermosas son, en su
grado ínfimo de ser, que las otras superiores, todas transparentes y brillantes.
¿Por qué, pues, no he de admitir que la informidad de la
materia, que habías hecho sin apariencia y de la cual habías
de hacer un mundo hermoso, fue tan cómodamente dada a conocer a los hombres con el nombre de «tierra invisible e incompuesta» ?
CAPITULO
V
5. Y así, cuando nuestro pensamiento busca en ella qué
es lo que alcanza el sentido y dice para sí: «No es una forma
inteligible, como la vida, como la justicia, porque es la materia
de los cuerpos; ni tampoco una sensible, porque no hay qué
hanc animam, quae tibi confitetur? Nonne tu, Domine, docuisti me,
quod, priusquam istam informem materiam formares atque distingueres,
non erat aliquid, non color, non figura, non corpus, non spiritus? Non
tamen omnino nihil; erat quaedam informitas sine ulla specie.
C A P UT
IV
4. Quid ergo vocaretur, quo etiam sensu tardioribus utcumque insinuaretur, nisi usitato aliquo vocabulo ? Quid autem in ómnibus mundi
partibus reperiri potest propinquius informitati omnimodae quam térra
et abyssus? Minus enim speciosa sunt pro suo gradu ínfimo quam cetera
superiora perlucida et luculenta omnia. Cur ergo non accipiam informitátem materiae, quam sine specie feceras, unde speciosum mundum
faceres, ita commode hominibus intimatam, ut appellaretur «térra invisibilis et incomposita» ?
CA P U T
v
5. Ut, cum in ea quaerit cogitatio, quid sensus attingat, et dicit sibi:
«Non est intellegibilis forma sicut vita, sicut iustitia, quia materies est
corporum, ñeque sensibilis, quoniam quid videatur et quid sentiatur in
X I I , 6, 6
511
Confesiones
ver ni qué sentir en cosa invisible e incompuesta»; mientras el
pensamiento .humano se dice estas cosas, esfuércese o por conocerla ignorando o por ignorarla conociendo '.
CAPITULO
VI
6. Mas si yo, Señor, he de confesarte con la boca y con
la pluma todo cuanto me has enseñado sobre esta materia, cuyo
nombre al oírlo yo antes y no entenderlo de aquellos que me
lo referían, que tampoco lo entendían, concebíala yo bajo mil
variadas formas, por lo que en realidad no la concebía; feas
y horribles formas en confuso desorden revolvía mi espíritu,
pero formas al fin, y llamaba informe no a lo que carecía de
forma, sino a lo que la tenía tal que, si se manifestara, mi
sentido lo apartara como cosa insólita y desagradable y se turbara la flaqueza del hombre.'
Y, sin embargo, lo que yo pensaba era informe, no porque
estuviese privado de toda forma, sino en comparación de las
cosas más hermosas; mas la verdadera razón me aconsejaba
que, si quería pensar o imaginar algo enteramente informe, debía despojarme de toda reliquia de forma; pero no podía. Porque más fácilmente juzgaba que no era lo que estaba privado
de toda forma, que imaginaba un ser entre la forma y la nada,
que ni fuese formado ni fuese la nada, sino una cosa informe
y casi-nada.
Y cesó mi mente de interrogar sobre esto a mi espíritu, lleno
invisibili et incomposita non est», dum sibi haec dicit humana cogitatio,
conetur eam vel nosse ignorando vel ignorare noscendo.
CA
PUT
vi
6. Ego vero, Domine, si totum confitear tibi ore meo et cálamo meo,
5 quidquid de ista materia docuisti me, cuius antea nomen audiens et non
intellegens, narrantibus mihi eis qui non intellegerent, eam cum speciebus innumeris et variis cogitabam et ideo non eam cogitabam; foedas et
horribi'les formas perturbatis ordinibus volvebat animus, sed formas tamen,
et informe appellabam non quod careret forma, sed quod talem haberet,
10 ut, si appareret, insolitum et incongruum aversaretur sensus meus et
conturbaretur. infirmitas hominis; verum autem illud quod cogitabam
non privatione omnis formae, sed comparatione formosiorum erat informe,
et suadebat vera ratio, ut omnis formae qualescumque reliquias omnino
detraherem, si vellem prorsus informe cogitare, et non poteram; citius
15 enim non esse censebam, quod omni forma privaretur, quam cogitabam
quiddam Ínter formam et nihil, nec formatum nec nihil, informe prope
nihil; et cessavit mens mea interrogare hinc spiritum meum plenum ima7 F inc: cogitabam}.
512
x n , 7,7
de imágenes de cosas formadas, que mudaba y combinaba a
su antojo; y fijé mi vista en los mismos cuerpos y escudriñé
más profundamente su mutabilidad, por la que dejan de ser lo
que habían sido y comienzan a ser lo que no eran, y sospeché
.que el tránsito este de forma a forma se debía verificar por medio de algo informe, no enteramente nada; mas deseaba saberlo,
no sospecharlo tan sólo \
Pero si mi voz y mi pluma hubieran de confesarte todo
cuanto me has dado a entender acerca de esta cuestión, ¿quién
de los lectores tendrá paciencia para recibirlo? Sin embargo,
no por eso cesará mi corazón de darte gloria y entonarte un
cántico de alabanza por las cosas de que no es capaz de decir.
La mutabilidad misma de las cosas mudables es, pues, capaz
de todas las formas en que se mudan las cosas mudables. Pero
¿qué es ésta? ¿Es acaso alma? ¿Es tal vez cuerpo? ¿Es por
fortuna una especie de alma o cuerpo? Si pudiera decirse nada
algo y un es no es, yo la llamaría así. Y, sin embargo, ya
era de algún modo, para poder recibir estas especies visibles
y compuestas. •
Confesiones
CAPITULO
VII
7. Mas ¿de dónde procedía, cualquiera que ella fuese, de
dónde procedía sino de ti, por quien son todas las cosas, en
cualquier grado que ellas sean? Pero distaba tanto de ti cuanto
te era más desemejante; porque no se trata de lugares.
Así, pues, tú Señor—que no eres unas veces uno y otras
ginibus formatorum corporum, et eas pro arbitrio mutantem atque variantem, et intendi in ipsa corpora eorumque mutabiütatem altius inspexi,
qua desinunt esse quod fuerant et incipiunt esse quod non erant, eundemque transitum de forma in formam per informe quiddam fieri suspicatus
5 sum, non per omnino nihil; sed nosse cupiebam, non suspicari; et si
totum tibi confiteatur vox et stilus meus quidquid de ista quaestione
enodasti mihi, quis legentium capere durabit? Nec ideo tamen cessabit
cor meum tibi daré honorem et canticum laudis de his, quae dictare
non sufflcit. Mutabilitas enim rerum mutabilium ipsa capax est fórmal o rum omnium, in quas mutantur res mutabiles. Et haec quid est? Numquid
animus? Numquid corpus? Numquid species animi vel corporis? Si dici
posset nihil aliquid et est non est, hoc eam dicerem; et tamen iam utcumque erat, ut species caperet istas visibiles et compositas.
CA P U T vi i
15
7. Et unde utcumque erat, nisi esset abs te, a quo sunt omnia, in
quantumcumque sunt? Sed tanto a te logius, quanto dissimilius: ñeque
enim locis. Itaque tu, Domine, qui non es alias aliud et alias aliter, sed
13 ut — erat bis scripsit S.
15 unde], inde S2.
XII, 8, 8
Confesiones
513
otro, sino uno mismo y uno mismo, Santo, Santo, Santo, Señor
Dios omnipotente—, en el Principio, que procede de ti; en la
Sabiduría, nacida de tu sustancia, hiciste algo y de la nada;
hiciste el ciefo y la tierra; pero no de t¡, pues sería igual a tu
Unigénito y, por consiguiente, a ti, y no fuera en modo alguno
justo que fuese igual a ti, no siendo de tu sustancia".
Mas como fuera de ti no había nada de donde los hicieses,
¡oh Dios, Trinidad una y Unidad trina!, por eso hiciste de la
nada el cielo y la tierra, una cosa grande y otra pequeña; porque eres bueno y omnipotente para hacer todas las cosas buenas : el gran cielo y la pequeña tierra.
Existías tú y otra cosa, la nada, de donde hiciste el cielo y la
tierra, dos criaturas: la una, cercana a ti; la otra, cercana a la nada;
la una, que no tiene más superior que tú; la otra, que no tiene
nada inferior a ella.
CAPITULO
VIII
8. Pero aquel cielo del cielo te lo reservaste para ti, Señoir.
Mas la tierra, que diste a los hijos de los hombres para que la
vean y palpen, no era entonces tal cual ahora la vemos y tocamos. Porque era invisible e incompuesta y abismo sobre el que
no había luz, o mejor, estaban las tinieblas sobre el abismo,
esto es, más que si estuviesen en el abismo. Porque este abismo
de las aguas ya visibles tiene también en sus profundidades una
id ipsum et id ipsum, sanctus, sanctus, sanctus, Dominus *, Deus omnipotens, in principio, quod est de te, in sapientia tua, quae nata est de
substantia tua, fecisti aliquid et de nihilo. Fecisti 'enim caelum et terram
non de te: nam esset aequale Unigénito tuo ac per hoc et tibi, et nullo
5 modo iustum esset, ut aequale tibi esset, quod de te non esset. Et aliud
praeter te non erat, unde faceres ea, Deus, una Trinitas et trina Unitas;
et ideo de nihilo fecisti caelum et terram, magnum quiddam et parvum
quiddam, quoniam omnipotens et bonus es ad factenda omnia bona,
magnum caelum et parvam terram. Tu eras et aliud nihil, unde fecisti
10 caelum et terram dúo quaedam, unum prope te, alterum prope nihil,
unum, quo superior tu esses, alterum, quo inferius nihil esset.
CA p UT
v I n
8. Sed illud caelum caeli, tibi, Domine; térra, autem, quam dedisti
filiis hominum cernendam atque tangendam, non erat talis, qualem nunc
15 cernimus et tangimus. Invisibilis enim erat et incomposita et abyssus erat,
super quam non erat lux, aut tenebrae erant super abyssum, id est magis
quam in abysso. Ista quippe abyssus aquarum iam visibilium etiam in
5
Is 6,3.
I id ipsum bis EGMS, ter cet. et eclds., sed id ipsum et in id ipsum et
ipsum frag. Escurial
S.Ag.
2
17
514
Confesiones
XII, 8, 8
luz de su misma especie, en algún modo sensible a los peces y
animales que reptan por su fondo. Pero aquel «todo» era un
casi-nada, por ser aún totalmente informe. Sin embargo, ya tenía
ser al poder recibir formas.
Tú, pues, Señor, hiciste el mundo de una materia informe,
la cual hiciste cuasi-nada de la nada, para hacer de ella las cosas
grandes que admiramos los hijos de los hombres: soberanamente admirable es, sí, este cielo corpóreo, al cual firmamento,
puesto entre agua y agua, dijiste en el día segundo después de
la creación de la luz: «Hágase, y así se hizo»; al cual firmamento llamaste cielo, pero cielo de esta tierra y mar que hiciste
en el tercer día, dando con ello aspecto visible a la materia informe, que hiciste antes que todo día I0.
Ya habías hecho también el cielo antes que todo día; mas
fue el cielo de este cielo, por haber hecho ya en el principio el
cielo y la tierra. En cuanto a la tierra que habías hecho, era
materia informe, porque era invisible e incompuesta y tinieblas
sobre el abismo, de cuya tierra invisible e incompuesta, de cuya
informidad, de cuya casi-nada habías de hacer todas estas cosas
de que consta y no consta este mundo mudable ", en el cual
aparece la misma mutabilidad, en la que pueden sentirse y numerarse los tiempos, porque los tiempos se forman con los cambios de las cosas, en cuanto cambian y se convierten sus formas,
de las cuales es materia la susodicha tierra invisible.
profundis suis habet speciei suae lucem utcumque sensibilem piscibus
et repentibus in suo fundo animantibus: illud autem totum prope nihil
erar, quoniam adhuc omnino informe erat; iam tamen erat, quod formari poterat. Tu enim, Domine, fecisti mundum de materia informi, quam
5 fecisti de nulla re paene nullam rem, unde faceres magna quae miramur
filii hominum. Valde hoc mirabile caelum corporeum, quod firmamentum
Ínter aquam et aquam secundo die post conditionem lucís dixisti: fiat,
et sic est factum. Quod firmamentum vocasti caelum, sed caelum terrae
huius et maris, quae fecisti tertio die, dando speciem visibilem informi
10 materiae, quam fecisti ante omnem diem. Iam enim feceras et caelum
ante omnem diem, sed caelum caeli huius, quia in principio feceras
caelum et terram. Terra autem ipsa, quam feceras, informis materies erat,
quia invisibilis erat et incomposita et tenebrae super abyssum: de qua
térra invisibili et incomposita, de qua informitate, de quo paene nihilo
15 faceres haec omnia, quibus iste mutabilis mundus constat et non constat,
in quo ipsa mutabilitas apparet, in qua sentiri et dinumerari possunt
témpora, quia rerum mutationibus fiunt témpora, dum variantur et vertuntur species, quarum materies praedicta est térra invisibilis.
6 mirabile F-S, enim mirabile cet. et edds.
11 diem om. S.
14 ¡uvisibilis S.
X I I , 10, 10
515
Confesiones
CAPITULO
IX
9- De ahí que el Espíritu, maestro de tu siervo [Moisés],
cuando recuerda que «tú hiciste en el principio el cielo y la
tierra», calla sobre los tiempos, guarda silencio sobre los días.
Y es porque el «cielo del cielo», que hiciste en el principio, es
una criatura intelectual, que aunque no coeterna a ti, ¡oh Trinidad!, sí participa de tu eternidad; cohibe sobremanera su mutabilidad con la dulzura de tu felicísima contemplación, y sin
ningún desfallecimiento, desde que fue hecha, adhiriéndose
a ti supera toda vicisitud voluble de los tiempos 12. Pero esta
informidad o tierra invisible e incompuesta tampoco se halla
numerada entre los días; porque donde no hay ninguna especie,
ningún orden, ni viene ni va cosa alguna; y donde eso no sucede, ni existen realmente días ni vicisitud de espacios temporales.
CAPITULO
X
10. ¡Oh Verdad, lumbre de mi corazón, no me hablen mis
tinieblas! Me incliné a éstas y me quedé a oscuras; pero desde
ellas, sí, desde ellas te amé con pasión. Erré y me acordé de ti.
Oí tu voz detrás de mí, que volviese; pero apenas la oí por el
tumulto de los sin-paz 13. Mas he aquí que ahora, abrasado y
anhelante, vuelvo a tu fuente. Nadie me lo prohiba: que beba
C A P UT
I
x
9. Ideoque spiritus, doctor famuli tui, cum te commemorat fecisse
in principio caelum et terram, tacet de temporibus, silet de diebus.
Nímirum enim caelum caeli, quod in principio fecisti, creatura est
5 aliqua intellectualis, quamquam nequáquam tibi, Trinitati, coaeterna,
particeps tamen aeternitatis tuae, valde mutabilitatem suam prae dulcedine felicissimae contemplationis tuae cohibet et sine ullo lapso, ex quo
facta est, inhaerendo tibi excedit omnem volubilem vicissitudinem temporum. 'Ista vero informitas, tena invisibilis et incomposita, nec ipsa
10 in diebus numerata est. Ubi enim nulla species, nulius ordo, nec venit
quidquam nec praeterit, et ubi hoc non fit, non sunt utique dies nec
vicissitudo spatiorum temporalium.
CAP UT x
10. O veritas, lumen cordis mei, non tenebrae meae loquantur mihi!
15 Defluxi ad ista et obscuratus sum, sed hinc, etiam hinc adamavi te.
Erravi et recordatus sum tui. Audivi vocem tuam post me, ut redirem,
et vix audivi propter tumultus impacatorum 6 . Et nunc ecce redeo aestuans et anhelans ad fontem tuum. Nemo me prohibeat: hunc bibam et
• Ps 118.176.
10 nec], et S.
516
Confesiones
X I I , 11, 11
XII, 11, 13
de ella y viva de ella. No sea yo mi vida; mal viví de mí;
muerte fui para mí. En ti comienzo a vivir: habíame tú, sermonéame tú. He dado fe a tus libros, pero sus palabras son arcanos profundos.
CAPITULO
XI
hunc vivam. Non ego vita mea sim: male vixi ex me, mors mihi fui:
in te revivesco. Tu me alloquere, tu mihi sermocinare. Credidi libris tuis,
et verba eorum arcana val de.
XI
5
11. Iam dixisti mihi, Domine, voce forti in aurem interiorem, quia
tu aeternus es, solus habens immortalitatem',
quoniam ex nulla specie
motuve mutaris, nec temporibus variatur voluntas tua, quia non est immortalis voluntas quae alia et alia est. Hoc in conspectu tuo claret mihi
et magis magisque clarescat, oro te, atque in ea manifestatione persistam
10 sobrius sub alis tuis. ítem dixisti mihi, Domine, voce forti in aurem interiorem, quod omnes naturas atque substantias, quae non sunt quod tu
es et tamen sunt, tu fecisti; et hoc solum a te non est, quod non est,
motusque voluntatis a te, qui es, ad id quod minus est, quia talis motus
delictum atque peccatum est; et quod nullius peccatum aut tibí nocet aut
15 perturbat ordinem imperii tui vel in primo vel in imo. Hoc in conspectu
tuo claret mihi et magis magisque clarescat, oro te, atque in ea manifestatione persistam sobrius sub alis tuis.
5
lo
15
' l Tim 6,16.
20
1 hunc E'G'MOS, hinc E 2 G Z HT m, tune cet. et edd¡., nunc F.
9 et om S.
517
12. También me has diciio con voz fuerte en el oído interior que ni aquella criatura te es coeterna, cuyo deleite eres tú
solo, y que gustándote con perseverantísima pureza, en ningún
lugar ni tiempo muestra su mutabilidad; y siendo siempre presente a ti, se te adhiere con todo el afecto; no teniendo futuro
que esperar ni pasado al que transmitir lo que recuerda, no
varía con ninguna alternativa ni se distiende en los tiempos.
¡Oh feliz [criatura}, si ella existe en alguna parte, en adherirse
a tu beatitud; feliz por ti, su eterno inhabitador e iluminador!
Ni hallo cosa que con más gusto crea se deba llamar cielo del
cielo para el Señor que la tu casa, que contempla tu delectación
sin ningún desfallecimiento por no tener que pasar a otra cosa:
mente pura, concordísimamente una en el fundamento de la
paz de los santos espíritus ciudadanos de tu ciudad en los cielos,
por encima de estos nuestros cielos10.
13. Por aquí entienda el alma, cuya peregrinación se ha
hecho larga, si tiene ya sed de ti, si sus lágrimas son ya su pan,
en tanto que le dicen todos los días: ¿dónde está tu Dios?; si te
pide una sola cosa y sólo ésta busca, que es habitar en tu casa
todos los días de su vida—y ¿cuál es su vida sino tú?, y ¿cuáles son tus días sino tu eternidad, como son tus años, que no
terminan, porque eres siempre el mismo?—, entienda, digo, por
aquí el alma que es capaz cuan muy por encima de todos los
tiempos eres eterno, cuando tu casa, que no ha peregrinado, ni
te es coeterna, adhiriéndose a ti incesante e indefinidamente,
11. Ya me tienes dicho, Señor, con voz fuerte en el oído
interior, que tú eres eterno y solo posees la inmortalidad; porque bajo ningún aspecto o movimiento te mudas, ni tu voluntad
varía con los tiempos, porque no es una voluntad inmortal la
que es ya una, ya otra14. Esto me parece claro delante de ti, y
te suplico que se me esclarezca más y más y que persista sobrio
en esta manifestación bajo tus alas.
También me dijiste, Señor, con voz fuerte en el oído interior,
que todas las naturalezas y sustancias que no son lo que tú,
pero que existen, las has hecho tú, y que sólo no procede de ti
lo que no es, y el movimiento de la voluntad, que va de ti, ser
por excelencia, a lo que es menos que tú, porque tal movimiento
es pecado y delito; y que ningún pecado de nadie te daña ni
perturba el orden de tu imperio en lo sumo ni en lo ínfimo.
Esto me parece claro delante de ti y te suplico que se me aclare
más y más y que yo persista sobrio en esta manifestación bajo
tus alas,15.
CAPUT
Confesiones
12. ítem dixisti mihi voce forti in aurem interiorem, quod nec illa
creatura tibí coaeterna est, cuius voluptas tu solus es teque perseverantissima castitate hauriens, mutabilitatem suam nusquam et numquam
exserit et te sibi semper praesente, ad quem toto affectu se tenet, non
habens futurum quod exspectet, nec in praeteritum traiciens quod meminerit, nulla vice variatur nec in témpora ulla distenditur. O beata, si
qua ista est, inhaerendo beatitudini tuae, beata sempiterno inhabitatore
te atque illustratore suo! Nec invenio, quid libentius appellandum existimen! caelum caeli Domino, quam domum tuam contemplantem deléctationem tuam, sine ullo defectu egrediendi in aliud, mentem puram concordissime unam stabilimento pacis sanctorum spirituum, civium civitatis
tuae in caelestibus super ista caelestia.
13. Unde intellegat anima, cuius peregrinatio longinqua facta est, si
iam sitit tibi, si iam factae sunt ei lacrímete suae pañis, dum dicitur et
per singulos dies: ubi est Deus tuus?'; si iam petit a te unam, et hanc
requirit, ut inhabitet in domo tua per omnes dies vitaé suae". Et quae
vita eius nisi tui? Et qui dies tui nisi aeternitas tua, sicut anni tui, qui
non deficiunt, quia idem ipse es?10 Hinc ergo intellegat anima, quae
potest, quam longe super omnia témpora sis aeternus, quando tua domus,
quae peregrinata non est, quamvis non sit tibi coaeterna, tamen indesi-
ex] et S.
8
Ps 41,4.
' Ps 2(5,4.
i° Ps 101,28.
518
Confesiones
XII, 12, 15
no padece ya vicisitud alguna de tiempos. Esto me parece claro
en tu presencia, y te suplico que me lo sea más y más y persista
sobrio en esta manifestación bajo tus alas.
14. He aquí no sé qué de informe que hallo en estas mutaciones de las cosas extremas e ínfimas; y ¿quién podrá decirme
sino el que vaga y gira con sus fantasmas por los vacíos de su
corazón; quién sino tal podrá decirme si, disminuida y consumida toda especie sensible y quedando sola la informidad, por medio de la cual la cosa se muda y vuelve de especie en especie,
puede ella producir las vicisitudes de los tiempos? Ciertamente
que no puede, porque sin variedad de movimientos no hay
tiempos, y donde no hay forma alguna no hay tampoco variedad alguna.
CAPITULO
XII, 13, 16
se sujeta al tiempo ". Pero no dejaste que ésta fuese informe,
porque antes de todo día, en el principio, hiciste el cielo y la
tierra, las dos cosas de que antes hablaba. Mas la tierra era
invisible e incompuesta y las tinieblas estaban sobre el abismo.
Con estas palabras se indica la informidad—a fin de ser gradualmente preparados aquellos que no pueden pensar o concebir
una privación absoluta de forma que no llega, sin embargo, a
la nada—de donde había de salir otro cielo y tierra visible y
compuesta, y el agua especiosa, y cuanto después en la formación del mundo presente se conmemora haber sido hecho en los
seis días, porque son tales que en ellos pueden realizarse los
cambios de los tiempos por las ordenadas conmutaciones de los
movimientos y de las formas.
CAPITULO
XII
15. Bien consideradas estas cosas, ¡oh Dios mío!, en cuanto lo donas, en cuanto me incitas a llamar y en cuanto abres al
que llama, hallo las dos cosas que hiciste y que carecen de
tiempo, ninguna de las cuales es coeterna contigo: una de tal
modo formada, que sin ningún desfallecimiento de contemplación, sin ningún intervalo de cambio, aunque mudable, goza
inmutable de cierta eternidad e inconmutabilidad; la otra de tal
modo informe, que no tenía forma de la cual pudiese pasar a
otra forma, ya de movimiento, ya de reposo, por donde estuvienenter et indeficienter tibi cohaerendo nullam patitur vicissitudinem temporum. Hoc in conspectu tuo claret mihi et magis magisque clarescat, oro
te, atque in hac manifestatione persistam sobrius sub alis tuis.
14. Ecce nescio quid informe in istis mutationibus rerum extrema5 rum atque infimarum; et quis dicet mihi, nisi quisquís per inania cordis
sui cum suis phantasmatis vagatur et volvitur, quis nisi talis dicet mihi,
quod deminuta atque consumpta omni specie, si sola remaneat informitas,
per quam de specie in speciem res mutabatur et verrebatur, possit exhibere vices temporum? Omnino enim non potest, quia sine varietate mo10 tionum non sunt témpora; et nulla varietas, ubi nulla species.
XII
15. Quibus consideratis, Deus meus, quantum donas, quantum me ad
pulsandum excitas, quantumque pulsanti aperis, dúo reperio, quae fecisti
carentia temporibus, cum tibi neutrum coaeternum sit: unum, quod ita
15 formatum est, ut sine ullo defectu contemplationis, sine ullo intervallo
mutationis, quamvis mutabile tamen non mutatum, tua aeternitate atque
incommutabilitate perfruatur: alterum, quod ita informe erat, ut ex qua
forma in quam formam vel motionis vel stationis mutaretur, quo tempori
5 infimarum], infirmarum EGHJP 2 o.
12 Deus meus, quantum
donas S, quantum donas, Deus meus, cet. et eJds.
16 tua om. S, tu O 1
XIII
16. Esto es lo que comprendo ahora, Dios mío, cuando
oigo a tu Escritura que dice: En el principio hizo Dios el
cielo y la tierra; mas la tierra era invisible e incomipuestd y
las tinieblas estaban sobre el abismo, sin conmemorar qué día
hiciste estas cosas. Así lo que entiendo yo ahora a causa de aquel
cielo del cielo, el cielo intelectual, en donde es propio del entendimiento conocer las cosas conjuntamente y no en parte, no en
enigma, no por espejo, sino totalmente, en visión, cara a cara,
no ahora esto y luego aquello, sino lo que hemos dicho: conocisubderetur, non haberet. Sed hoc ut informe esset, non reliquisti, quoniam
fecisti ante omnem diem in principio caelum et terram, haec dúo quae
dicebam. Terra autem invisibilis erat et incomposita et tenebrae super
abyssum; quibus verbis insinuatur informitas, ut gradatim excipiantur, qui
5 omnimodam speciei privationem nec tamen ad nihil perventionem cogitare
non possunt, unde fieret alterum caelum et térra visibilis atque composita
et aqua speciosa et quidquid deinceps in constitutione huius mundi non
sine diebus factum commemoratur, quia talia sunt, ut in eis agantur vicissitudines temporum propter ordinatas commutationes motionum atque
10 formarum.
C APu T
CAPOT
519
Confesiones
x i u
16. Hoc interim sentio, Deus meus, cum audio loquentem Scripturam
tuam: In principio fecit Deus caelum et terram: térra autem erat invisibilis et incomposita et tenebrae erant super abyssum, ñeque commemo15 rantem, quoto die feceris haec: sic interim sentio, propter illud caelum
caeli, caelum intellectuale, ubi est intellectus nosse simul, non ex parte,
non in aenigmale, non per speculum, sed ex loto; in manifestatione, facie
ad faciem " / non modo hoc, modo illud, sed quod dictara est, nosse
11
1 Cor 13,12.
6 possunt}, posset S.
15 ¡llura H'SV.
520
XII, 14, 17
Confesiones
X n , 15, 18
miento simultáneo, sin vicisitud alguna de tiempos; y así lo entiendo también a causa de la «tierra invisible e incompuesta», sin
vicisitud alguna de tiempos, la cual suele tener ahora un ser, luego otro, porque lo que no tiene especie alguna no puede ser esto
o aquello.
Por causa de estas dos cosas: la primera, formada; la otra, totalmente informe; aquélla, cielo, pero cielo de cielo; ésta, tierra,
mas tierra invisible e incompuesta; por razón de estas dos cosas
entiendo ahora que dice tu Escritura sin mención de días: En el
principio hizo Dios el cielo y la tierra. Por eso al punto añadió a
qué tierra se refería. Y así, cuando en el día segundo se conmemora que fue hecho el firmamento, llamado cielo, claramente insinúa de qué cielo habló antes, al no mentar los días.
CAPITULO
CAPITULO
X IV
17. Mira profunditas eloquiorum tuorum, quorum ecce ante nos superficies blandiens parvulis: sed mira profunditas, Deus meus, mira profunditas! Horror est intendere in eam, horror honoris et tremor amoris.
15 Odi hostes eius vehementer; o si occidas eos de gladin bis acuto, et non
sint hostes eius! Sic enim amo eos occidi sibi, ut vivant tibí. Ecce autem
alii non reprehensores, sed laudatores libri Geneseos: «Non—inquiunt—
hoc voluit in his verbis intellegi spiritus Dei, qui per Moysen famulum
XV
18. ¿Acaso diréis que son falsas las cosas que me dice en el
oído interior con voz fuerte la Verdad acerca de la verdadera
eternidad del Creador: que su sustancia no varía de ningún modo
con los tiempos, ni que su voluntad es extraña a su sustancia, razón por la cual no quiere ahora esto y luego aquello, sino que
todas las cosas que quiere las quiere de una vez y a un tiempo
y siempre, no una vez y otra vez, ni ahora éstas y luego aquéllas;
ni quiere después lo que no quería antes ni quiere ahora lo que
antes quiso?; porque semejante voluntad sería mudable, y todo lo
que es mudable no es eterno, y nuestro Dios es eterno.
¿Asimismo [me diréis que es falso] lo que me dice la Verdad en el oído interior: que la expectación de las cosas por venir
se convierte en visión cuando llegan, así como la visión se transforma en memoria cuando han pasado? Porque toda intención
que así varía es mudable, y todo lo que se muda no es eterno, y
nuestro Dios es eterno.
Yo agrupo estas verdades y las junto, y hallo que mi Dios,
Dios eterno, no creó con nueva voluntad al mundo, ni su ciencia
puede padecer nada transitorio.
17. Maravillosa profundidad la de tus Escrituras, cuya superficie ved que aparece ante nosotros acariciando a los pequeñitos; ¡ipero maravillosa profundidad la suya, Dios mío, maravillosa
profundidad! Horror me causa fijar la vista en ella, pero es un
horror de respeto y un temor de amor. Les tengo odio vehementísimo a sus enemigos. ¡Oh si los mataras con la espada de dos
filos 1! y no fueran más sus enemigos! Porque de tal modo amo
que sean muertos a sí, que sólo vivan para ti ".
Mas he aquí otros, no reprensores, sino alabadores del libro
del Génesis, que dicen: «No es esto lo que quiso que se entendiera en estas palabras el Espíritu de Dios, que es quien escribió
CAPOT
521
estas cosas por medio de Moisés su siervo; no quiso que se entendiera eso que tú dices, sino otra cosa: lo que decimos nosotros.»
A los cuales, tomándote a ti, ¡oh Dios de todos nosotros!, por arbitro, respondo de esta manera.
XIV
simul sitie ulla vicissitudine temporum, et propter invisibüem atque incompositam terram, sine ulla vicissitudine temporum quae solet habere
•modo hoc et moda illud, quia ubi nulla species, nusquam est hoc et illud:
propter dúo haec, primitus formatum et penitus informe, illud caelum,
5 sed caelum caeli, hoc vero terram, sed terram invisibüem et incompositam, propter dúo haec interim sentío, sine commemoratione dierum dicere
Scripturam tuam: In principio fecit Deus caelum et terram. Statim quippe subiecit, quam terram dixerit; et quod secundo die commemoratur
factum firmamentum et vocatum «caelum», insinuat, de quo cáelo prius
10 sine diebus sermo locutus sit.
'Confesiones
eius ista conscripsit, non hoc voluit intellegi, quod tu dicis, sed aliud,
quod nos dicimus.» Quibus ego, te arbitro, Deus omnium nostrum, ita
respondeo.
CA p U T XV
5
18. Num dicetis falsa esse, quae mihi vecitas voce forti in aurem
interiorem dicit de vera aeternitate creatoris, quod nequáquam eius substantia per témpora varietur nec eius voluntas extra eius substantiam sit?
Unde non eum modo velle hoc modo velle illud, sed semel et simul et
semper velle omnia quae vult, non iterum et iterum ñeque nunc ista nunc
10 illa, nec velle-postea quod nolebat aut nolle quod volebat prius, quia
talis voluntas mutabilis est et omne mutabile aeternum non est; Deus
autem noster aeternus est. ítem, quod mihi dicit in aurem interiorem,
exspectatio rerum venturarum fit contuitus, cum venerint, idemque contuitus fit memoria, cum praeterierint; omnis porro intentio, quae ita va15 riatur, mutabilis est, et omne mutabile aeternum non est; Deus autem
noster aeternus est. Haec col ligo atque coniungo et invenio, Deum meum,
Deum aeternum non aliqua nova volúntate condidisse creaturam nec
scientiam eius transitorium aliquid pati.
2 arbitro] arbitrar B(or in ras.JSV.
14 praeterierint EJMS(a. raí.).
arbitro F, arbitrior M.
\
522
Confesiones
XII, 15,20
XII, 1 5 , 2 1
., Confesiones
523
19. ¿Qué decís ahora, oh contradictores? ¿Son acaso falsas
estas cosas?
—No—dicen.
—Pues ¿cuál lo es ? ¿Es tal vez falso que toda naturaleza formada o materia formable procede de aquel que es sumamente
bueno por ser sumamente?
—Tampoco negamos esto—dicen.
—Pues entonces ¿qué? ¿Negáis tal vez que exista una criatura tan sublime que se adhiera a Dios verdadero y de verdad
eterno con tan casto amor que, aunque no le sea coeterna, jamás
se separe de él ni se deje arrastrar por ninguna variedad ni vicisitud temporal, sino que descanse en la verdaderísima contemplación de sólo él, porque tú, ¡oh Dios!, muestras a quien te ama
cuanto mandas, y le bastas, y por eso no se desvía de ti ni aun
para mirarse a sí ? ""
Esta es la casa de Dios, no terrena ni corpórea con mole celeste
alguna, sino espiritual y participante de tu eternidad, porque no
sufre detrimento eternamente. Porque tú la estableciste en los
siglos de los siglos; la pusiste un precepto y no lo traspasará. Sin
embargo, no te es coeterna, por no carecer de principio al haber
sido creada.
20. Ciertamente que aunque no hallamos tiempo antes de
ella, puesto que la sabiduría fue creada la primera de todas las
•cosas—no digo aquella Sabiduría que es, ¡oh Dios nuestro!, totalmente coeterna y parigual a ti, su Padre, y por quien fueron hechas todas las cosas y en cuyo principio hiciste el cielo y la tierra,
sino aquella otra sabiduría creada, esto es, aquella naturaleza intelectual que es luz por la contemplación de la luz, porque también, aunque creada, es llamada sabiduría; mas, cuanto es diferente la luz que ilumina de la que es reflejada, tanto difiere la sabiduría que crea de la que es creada, como difiere la justicia
justificante de la justicia obrada en nosotros por la justificación;
porque también somos llamados justicia tuya, conforme dice uno
de tus siervos: ... a fin de que seamos justicia de Dios en él, razón por la cual existe una sabiduría creada antes que todas las
cosas, la cual, aunque creada, es la mente racional e intelectual
de tu casta ciudad, nuestra Madre, que está allá arriba y es libre
y eterna en los cielos; ¿y en qué cielos sino en los cielos de los
cielos, que te alaban, porque también éste es cielo del cielo para
el Señor?—, aunque no hallamos tiempo, digo, antes de ella, por
anteceder a la creación del tiempo, ya que es la primera creada
de todas las cosas, existe, sin embargo, antes de ella la eternidad
del mismo Creador, creada por el cual tomó principio, y aunque
no de tiempo, porque todavía no existía el tiempo, sí al menos
de su propia creación.
21. Pero de tal modo tiene el ser de ti, ¡oh Dios nuestroj,
que es totalmente cosa distinta de ti y no lo mismo que tú. Y si
bien no hallamos tiempo, no sólo antes de ella, pero ni aun siquiera en ella—porque es idónea para ver siempre tu faz y no se
aparta jamás de ella, lo cual hace que por ningún cambio varíe—,
le es, sin embargo, propia la mutabilidad; por lo que se oscurecería
19. Quid ergo dicetis, contradictores? An falsa sunt ista? «Non», inquiunt. Quid illud? Num falsum est omnem naturam formatam materiamve formabilem non esse nisi ab illo, qui summe bonus est, quia
summe est? «Ñeque hoc negamus», inquiunt. Quid igitur? An illud ne5 gatis, sublimem quandam esse creaturam tara casto amore cohaerentem
Deo vero et veré aeterno, ut, quamvis ei coaeterna non sit, in nullam
tamen temporum varietatem et vicissitudinem ab illo se resolvat et defluat, sed in eius solius veracissima contemplatione requiescat, quoniam
tu, Deus, diligenti te, quantum praecipis, ostendis ei te et sufficis ei, et
10 ideo non declinat a te nec a se? Haec est domus Dei non terrena ñeque
ulla caelesti mole corpórea, sed spiritalis, et particeps aeternitatis tuae,
quia sine labe in aeternum. Statuisti enim eam in saeculum et in saeculum saeculi; praeceptum posuisli et non praeteribit ' 2 . Nec tamen tibi
coaeterna, quoniam non sine initio; facta est enim.
15
20. Nam etsi non invenimus tempus ante illam—prior quippe omniwm
creata est sapientia "—nec utique illa sapientia tibi, Deus noster, patri
suo, plañe coaeterna et coaequalis et per quam creata sunt omnia et in
quo principio fecisti caelum et íerram, sed prefecto sapientia, quae creata
est, intellectualis natura scilicet, quae contemplatione luminis lumen est
—dicitur enim et ipsa, quamvis creata, sapientia; sed quantum interest
Ínter lumen, quod illuminat et quod illuminatur, tantum Ínter sapientiam, quae creat, et istam, quae creata est, sicut ínter iustitiam iustifi5 cantem et iustitiam, quae iustificatione facta est; nam et nos dicti sumus
iustitia tua; ait enim quídam servus tuus: Ut nos simus iustitia Dei in
ipso—, ergo quia prior omniutn creata est quaedam sapientia, quae creata est, mens rationalís et intellectualis castae civitatis tuae, matris nostrae, quae sursum est et libera est et aeterna in caelis "—quibus caelis
10 nisi qui te laudant caeli caelorum '", qui hoc est et caelum caeli Domino?—etsi non invenimus tempus ante illam, quia et creaturam temporis
antecedit, quae prior omnium creata est, ante illam tamen est ipsius creatoris aeternitas, a quo facta sumpsit exordium, quamvis non temporis,
quia nondum erat tempus, ipsius tamen conditionis suae.
15
21. Unde ita est abs te, Deo nóstro, ut aliud sit plañe quam tu et
non id ipsum. Et non solum ante illam, sed nec in illa invenimus tempus, quia est idónea faciem tuam semper videre nec uspiam deflectitur
ab ea, quo fit, ut milla mutatione varietur. Inest ei tamen ipsa mutabi-
'= Ps 148.6.
13
Ecdi 44.
10 nec a se S. nec ad se cet. et edds. omnes
17 coaequalis SV. aequalis cet. et edds.
11
Gal 4,26.
15 et S, et si codds. et edds
ls
Ps 148.4.
524
Confesiones
Xjl, 15, 22
y se resfriaría si no fuera que con el amor grande cor* que se ad, hiere a ti luciera y ardiese de ti como un eterno mediodía.
¡Oh casa luminosa y bella!, amado he tu hermosm'a y el lugar
donde mora la gloria de mi Señor, tu hacedor y tu poseedor. Por
ti suspire mi peregrinación, y dígale al que te hizo a ti que también me posea a mí en ti, porque también me ha liecho a mí.
Erré como oveja perdida, mas espero ser transportado1 a ti en los
hombros de mi pastor, tu estructurador.
22. ¿Qué me decís, contradictores 21 a los que afltes hablaba,
y que, sin embargo, creéis que Moisés fue siervo piadoso de Dios
y que sus libros son oráculo del Espíritu Santo? ¿No es acaso esta
casa de Dios, no digo yo coeterna con él, pero sí a su modo
eterna en los cielos, en donde vanamente buscáis cambios de tiempos, porque no los halláis, puesto que sobrepasa toda extensión
y todo espacio voluble de tiempo, para quien es el bien adherirse
siempre a Dios?
—Sí lo es—dicen.
—Pues ¿'cuál de las cosas que mi corazón gritó al Señor cuando
oía interiormente la voz de su alabanza, cuál de ellas, decidme de
i¿o.&. vez., pteteadéis. cyoe es. Msa.? ¿Ac&so ipatcpie di^e <ye existía,
una materia informe, en la que por no haber forma alguna no
había ningún orden? Mas donde no había orden tarnpoco podía
haber vicisitud de tiempos. Con todo, este cuasi-nada, en cuanto
litas; unde tenebresceret et frigesceret, nisi amore grandi tibi cohaerens
tamquam semper tneridies luceret et ferveret ex te. O dofnus luminosa
et speciosa, d'tlexi decorem tuum et locum habilationis glo0"e
Domini
mei, fabricatoris et -possessoris tui! Tibi suspiret peregrinado m e a > et dico
5 ei qui fecit te, ut possideat et me in te, quia fecit et me- Erravi sicut
ovis perdita", sed in humeris pastoris mei, structoris tui, spero me reportari tibi.
22. Quid dicitis mihi quos alloquebar contradictores, qui tamen et
Moysen pium fatmilum Dei, et libros eius oracula Sancti 5p¡ritus credi10 tis? Estne ista domus Dei, non quidem Deo coaeterna, sed tamen secundum modum suum aeterna in caelis, ubi vices temporum frustra quaeritis, quia non invenitis? Supergreditur enim omnem distentionem et
omne spatium aetatis volubile, cui semper inhaerere Deo bonum est 8.
Est, inquiunt. Quid igitur ex his, quae clamavit cor mef m *¿ Deum
15 meum, cum audirem interius vocem laudis e i u s " , quid tándem falsum
esse contenditis ? An quia erat informis materies, ubi propttfr nullam iormam nullus ordo erat? Ubi autem nullus ordo erat, milla esse vicissitudo
temporum poterat; et tamen hoc paene nihil in quantum non omnino
18
"
1S
Ps 25.S.
Ps 118,176.
"
Ps 72,28
Ps 25,6.
XII, 16,2S
S. s. VIH:
coaeterna...}.
q u a e r i t i s ] , quaerctis S eJd.
invenitis G E O S , invenietis cet. et
audirem S. audiret cet. et edds.
edd.
525
CAPITULOXVI
23. Pues con éstos quiero hablar ahora en tu presencia, Dios
mío, los cuales conceden ser verdaderas todas estas cosas que no
cesa de decirme interiormente en el alma tu verdad. Porque los
que las niegan ladren cuanto quieran y atruénense a sí mismos,
que yo me esforzaré por persuadirles que se calmen y ofrezcan
paso hada sí a tu palabra. Mas si no quisieren y me rechazaren,
suplicóte, Dios mío, que no calles tú para mí. Habíame tú verazmente en mi interior, porque sólo tú eres el que así habla; y
concédeme que les deje fuera soplando en el polvo y levantando
tierra contra sus ojos en tanto que yo entro en mi retrete y te
canto un cántico de enamorado, gimiendo con gemidos inenarrables en mi peregrinación; acordándome de Jerusalén, alargando
hacia día, que está arriba, mi corazón; de Jerusalén la patria mía,
de Jerusalén la mi madre, y de ti, su Rey sobre ella, su iluminador, su padre, su tutor, su marido, sus castas y grandes delicias,
su sólida alegría y todos los bienes inefables, a un tiempo todos;
porque tú eres el único, el sumo y verdadero bien. Que no me
aparte más de ti hasta que, recogiéndome, cuanto soy, de esta disnihil erat, ab illo utique erat, a quo est quidquid est, quod utcumque
aüiquid est. «Hoc quoque—aiunt—non negamus».
C
A
pu
T
xvi
23- Cum his enim voló coram te aliquid colloqui, Deus meus, qui
5 haec omnia, quae intus in mente mea non tacet veritas tua, vera esse
concedunt. Nam qui haec negant, latrent quantum volunt et obstrepant
sibi; persuadere conabor, ut quiescant et viam praebeant ad se verbo tuo.
Quod si noluerint et reppulerint me, obsecro, Deus meus, ne tu sileas a
mezo. Tu loquere in corde meo veraciter; solus enim sic loqueris; et
10 dimittam eos foris sufflantes in pulverem et excitantes terram in oculos
suos; et intrem in cubile meum et cantem tibi amatoria, gemens inenarrabiles gemitus in peregrinatione mea, et recordans Hierusalem extento
in eam sursum corde, Hierusalem patriam meam, Hierusalem matrem
meam, teque super eam regnatorem, illustratorem, patrem, tutorem, ma5 ritum, castas et fortes delicias et solidum gaudium, et omnia bona ineffabilia, simul omnia, quia unum summum et verum bonum; et non averiar, doñee in eius pacem, matris carissimae, ubi sunt primitiae spiritus
mei, unde ista mihi certa sunt, colligas totum quod sum a dispersione et
20
10
11
12
15
Confesiones
no era totalmente nada, ciertamente procedía de aquel de quien
procede chanto existe y que de algún modo es algo.
—Tampoco—dicen—negamos esto.
Ps 2 7 . 1 .
11
15
cubilem F J ' S (ex
solium S.
atlr.
Hit.
seq.).
/
526
Confesiones
}¿H, 17, 24
persión y deformidad, me conformes, y confirmes eternamente,
¡oh Dios mío, misericordia mía!, en su paz de madrje carísima,
donde están las primicias de mi espíritu y de donde p e viene la
certeza de estas cosas.
Pero con aquellos que no dicen que sean falsas todas las cosas
que hemos dicho ser verdaderas, y que honran y colocan, como
nosotros, en la cumbre de la autoridad que ha de seguirse a aquella tu Santa Escritura, editada por el santo Moisés, y que, sin embargo, nos contradicen en algo, así es como les hablo. Tú, ¡oh Dios
nuestro!, serás juez entre mis confesiones y sus contradicciones.
CAPITULO
XVII
24. Porque dicen:
—Aunque sean verdaderas estas cosas, no fijaba, sin embargo,
Moisés la mirada en estas dos cosas, cuando por revelación del
Espíritu decía: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra. Ni
con el nombre de cielo significó aquella espiritual o intelectual
criatura que contempla sin cesar la faz de Dios, ni con el nombre de tierra la materia informe.
—¿Qué significó, pues?
—Lo que nosotros decimos—responden—, eso es lo que aquel
varón sintió y lo que en aquellas palabras expresó.
—¿Y qué es ello?
—Con el nombre de cielo y tierra—dicen—quiso primero significar todo este mundo visible universal compendiosamente, para
ir después exponiendo por el orden de los días, como articuladamente, todas y cada una de las cosas que plugo al Espíritu Santo
deformitate hac et conformes atque confirmes in aeternum, Deus meus,
misericordia mea. Cum his autem, qui cuneta illa, quae vera sunt, falsa
esse non dicunt honorantes et in culmine sequendae auctoritatis nobiscum
constituentes illam per sanctum Moysen editam sanctam Scripturam tuam,
5 et tamen nobis aliquid contradicunt, ita loquor. Tu esto, Deus noster,
arbiter Ínter confessiones meas et contradictiones eorum.
CAPUT
XVII
24. Dicunt enim: «Quamvis vera sint haec, non ea tamen dúo Moyses intuebatur, cum revelante spiritu diceret: In principio fecit Deus cae10 lum et terram. Non caeli nomine spiritalem vel intellectualem illam
creaturam semper faciem Dei contemplantem significavit, nec terrae nomine informem materiam.» Quid igitur? «Quod nos dicimus—inquiunt—
hoc ille vir sensit, hoc verbis istis elocutus est.» Quid illud est? «Nomine
•—aiunt—caeli et terrae totum istum visibilem mundum prius universali15 ter et breviter et significare voluit, ut postea digereret dierum enumerationem, quasi articulatim universa, quae Sancto Spiritui placuit sic enun15
enumerationem CDSV, enumeratione cet. et edds. omrtes.
X I I , 17,25
Confesiones
527
enunciar ele este modo. Porque tales hombres eran los que constituían aquel pueblo rudo y carnal a quien hablaba, que no juzgó
oportuno encomendarles otras obras de Dios que las solas visibles.
Convierien, pues, en que no es incongruente afirmar que por
tierra invisible e incompuesta y abismo tenebroso se ha de entender la materia informe, de donde a continuación se dice haber
sido hechas en aquellos días y dispuestas todas estas cosas visibles, conocidas de todos.
25. ¿Y qué si otro dijere que esta misma informidad y confusión de la materia es insinuada primeramente con el nombre de
cielo y tierra p0r haber sido formado y perfeccionado de ella este
mundo visible con todas las naturalezas que en él aparecen clarísimamente, y que frecuentemente suele ser denominado cielo y tierra?
¿Y qué si otro dijere que la naturaleza invisible y visible es
llamada no impropiamente cielo y tierra, y, por tanto, que toda la
creación que Dios hizo en la sabiduría, esto es, en el principio,
está de este modo comprendida en estas dos palabras, pero que
por no ser de la misma sustancia de Dios, sino hechas, todas de
la nada, porque no son lo que Dios, les es propia a todas ellas
cierta mutabilidad, ya sean permanentes, como la casa eterna de
Dios; ya mudables, como el alma y el cuerpo del hombre; y que
esta materia común a todas las cosas visibles e invisibles—materia
todavía informe, más ciertamente susceptible de forma, de donde
había de salir el cielo y la tierra, es decir, la creación visible e
tiare. Tales quippe homines erant rudis ille atque carnalis populus, cui
loquebatur, ut eis opera Dei non nisi sola visibilia commendanda iudicaret.» Terram vero invisibilem et incompositam tenebrosamque abyssum,
unde consequenter ostenditur per illos dies facta atque disposita esse
5 cuneta ista visibilia, quae nota sunt ómnibus, non incongruenter informem istam materiem intellegendam esse consentiunt.
25. Quid si dicat alius eandem informitatem confusionemque materiae caeli et terrae nomine prius insinuatam, quod ex ea mundus iste
visibilis cum ómnibus naturis, quae in eo manifestissime apparent, cui
10 caeli et terrae nomine saepe appellari solet, conditus atque perfectus
est? Quid si dicat et alius, caelum et terram quidem invisibilem visibilemque naturam non indecenter appellatam, ac per hoc universam creaturaim, quam fecit. in sapientia, id est in principio, Deus, huiuscemodi
duobus vocabulis esse comprehensam; verum tamen quia non de ipsa
15 substantia Dei, sed ex nihilo cuneta facta sunt, quia non sunt id ipsum,
quod Deus, et inest quaedam mutabilitas ómnibus, sive maneant, sicut
aeterna domus Dei, sive mutentur, sicut anima hominis et corpus, communem omnium rerum invisibilium visibilii¿mque materiem adhuc informem, sed eerte formabilem—unde fieret caelum et térra, id est invisibilis
1
5
6
11
16
tales], sic S (jort. ex adv. sic praecedenti).
ómnibus}, omiiia ómnibus S (omnia dei).
materiem
BPS, mariam cet. et edds.
et1 om. S.
sicut — mutentur om. S.
528
Confesiones
XII, 19, &8
XII, 18, 27
XVIII
CAPITULO
27. Oídas y consideradas todas estas cosas, no quiero discutir por cuestión de palabras, que no es útil para nada, sino para
confusión de los oyentes. Mas para edificación, buena es la ley,
si alguno usare bien de ella, pues su fin es la caridad, que nace
atque visibilis iam utraque formata creatura—his nominibus enuntiatam,
quibus appellaretur tena invisibilis et incomposita et tenebrae super
abyssum, ea distinctione, ut térra invisibilis et incomposita intellegatur
materies corporalis ante qualitatem formae, tenebrae autem super abys5 sum spiritalis materies ante cohibitionem quasi fluentis immoderationis
et ante illuminationem sapientiae?
26. Est adhuc quod dicat, si quis alius velit, non scilicet iam perfectas atque formatas invisibiles visibilesque naturas caeli et terrae nomine significari, cum legitur: In principio fecit Deus caelum et terram,
10 sed ipsam adhuc informem inchoationém rerum, formabilem creabilemque materiam his nominibus appellatam, quod in ea iam essent ista
confusa, nondum qualitatibus formisque distincta, quae nunc iam digesta suis ordinibus vocantur caelum et térra, illa spiritalis, haec corporalis creatura.
lf)
C APUT
2 Tim 1,14.
12 distinctam BP'S, digestam S.
17 nihilum S, nihil est. et edds
18 eam CJS.
22
XIX
28. Porque verdad es, Señor, que tú hiciste el cielo y la tierra; verdad que el principio en que hiciste todas las cosas es tu
sabiduría; verdad asimismo que este mundo visible tiene dos
grandes partes, el cielo y la tierra, breve compendio de todas las
est caritas de corde puro et conscientia bona et fide non ficta zs : et novi,
magister noster in quibus duobus praeceptis totam legem prophetasque
suspenderit Z4 . Quae mihi ardenter confitenti, Deus meus lumen oculorum
meorum in oceulto, quid mihi obest, cum diversa in his verbis intellegi
5 possint, quae tamen vera sint, quid, inquam, mihi obest, si aliud ego
sensero, quam sensit alius eum sensisse, qui scripsit? Omnes quidem, qui
legimus, nitimur hoc indagare atque comprehendere, quod voluit ille
quem legimus, et cum eum veridicum credimus, nihil, quod falsum esse
vel novimus vel putamus, audemus eum existimare dixisse. Dum ergo
10 quisque conatur id sentiré in scripturis sanctis, quod in eis sensit ille qui
scripsit, quid mali est, si hoc sentiat, quod tu, lux ommium veridicarum
mentium, ostendis verum esse, etiamsi non hoc sensit ille, quem legit,
cum et ille vecum nec tamen hoc senserit?
XVIII
27. Quibus ómnibus auditis et consideratis, nolo verbis contendere:
ad nihilum enim utile est nisi ad subversionem audientium : l , ad aedificationem autem bona est lex, si quis ea legitime utatur 22, quia finís eius
21
529
del cora\ón puro, de la buena conciencia y de la fe no fingida;
y sé bier\ en qué dos preceptos suspendió nuestro Maestro toda
la ley y los profetas. Mas pudiéndose entender diversas cosas en
estas palabras, las cuales son, sin embargo, verdaderas, ¿qué inconveniente puede haber para mí que te las confieso ardientemente, ¡oh Dios mío, luz de mis ojos en lo interior!; qué daño, digo,
me puede venir de que entienda yo cosa distinta de lo que otro
cree que intentó el sagrado escritor?
Todos los que leemos, sin duda nos esforzamos por averiguar
y comprender lo que quiso decir el autor que leemos, y cuando
le creemos veraz, no nos atrevemos a afirmar que haya dicho nada
de lo que entendemos o creemos que es falso.
De igual modo, cuando alguno se esfuerza por entender en las
Santas Escrituras aquello que intentó decir en ellas el escritor, ¿qué
mal hay en que yo entienda lo que tú, luz de todas las mentes
verídicas, muestras ser verdadero, aunque no haya intentado esto
el autor a quien lee, si ello es verdad, aunque realmente no lo
intentara?
invisible, una y otra ya formadas—, designada con estos nombres,
es llamada tierra invisible e incompuesta y tinieblas sobre el abismo con esta distinción: que por tierra invisible e incompuesta se
entienda la materia corporal antes de toda cualidad de forma, y
por tinieblas sobré el abismo, la materia espiritual /antes de la
cohibición de su, digamos, inmoderada fluidez y de la1 iluminación
de la Sabiduría?
í
26. Todavía cabe una nueva interpretación, si a algún otro
le place, y es que cuando leemos en el principio hizo Dios el cielo
y la tierra, no quiso significar por los nombres de cielo y tierra
aquellas naturalezas ya perfectas y formadas, visibles e invisibles,
sino la todavía informe incoación de las cosas, la materia formable y creable, llamada con tales nombres por estar ya en ella confusas, aunque no diferenciadas por cualidades y formas, estas cosas
que ahora, distribuidas por sus órdenes, se llaman cielo y tierra:
aquélla, criatura espiritual; ésta, corporal.
CAPITULO
Confesiones
1 Tim 1,8.
CA P UT
15
xix
28. Verum est enim, Domine, fecisse te caelum et terram; et verum
est esse principium sapientiam tuam, in qua fecisti omnia 2S. ítem, verum
est quod mundus iste visibilis habet magnas partes suas caelum et terram
23
1 Tim 1,5.
24
Mt 22,40.
2S
1 novi EGOJS, novit cet. et edds.
15 verum2 JS eddí., et verum cet. et edd. (lía ex lege
Ps 103,24.
rythmi.)
530
Confesiones
XÚ, 20,29
XII,21,\30
naturalezas hechas y creadas; y verdad igualmente que /todo lo
mudable sugiere a nuestro pensamiento la idea de cierta/informidad, susceptible de forma y de cambios y mutaciones aje una en
otra. Verdad que no padece acción de los tiempos lo cjue de tal
modo está unido a la forma inconmutable, que, aun siendo mudable, no se muda; verdad que la informidad, que es casi-nada,
no puede recibir las variaciones de los tiempos; verdad que
aquello de que se hace una cosa puede, en cierto modo de hablar,
llevar el nombre de la cosa que se forma de ella: por donde pudo
ser llamado cielo y tierra cualquier informidad de donde fue
hecho el cielo y la tierra; verdad que, de todas las cosas formadas,
nada hay tan próximo a lo informe como la tierra y el abismo;
verdad que no sólo lo creado y formado, sino también todo lo
creable y formable, es obra tuya, de quien proceden todas las
cosas; verdad, finalmente, que todo lo que es formado de lo informe es primeramente informe y luego formado.
CAPITULO
XX
brevi complexione factarum omnium conditarumque naturarum. Et verum
est, quod omne mutabile insinuat notitiae nostrae quandam informitatem,
qua formam capit vel qua mutatur et vertitur. Verum est nulla témpora
perpeti quod ita cohaeret formae incommutabili, ut, quamvis sit muta5 bile, non mutetur. Verum est informitatem, quae prope nihil est, vices
temporum habere non posse. Verum est, quod unde fit aliquid, potest
quodam geriere locutionis habere iam nomen eius rei, quae inde fit;
unde potuit vocari caelum et térra quaelibet informitas, unde factum est
caelum et térra. Verum est omnium formatorum nihil esse informi vici10 nius quam terram et abyssum. Verum est, quod non solum creatum atque
formatum, sed etiam quidquid creabile atque formabile est tu fecisti, ex
quo sunt omnia. Verum est omne, quod ex informi formatur, prius esse
informe, deinde formatum.
CA
P UT
CAPITULO
XXI
30. Igualmente, por lo que mira a la inteligencia de las palabras que se siguen, de todas aquellas verdades, una cosa toma
para sí el que dice: La tierra era invisible e incompuesta, y las
lem corporalemque creaturam; aliud qui dicit: In principio fecit Deus
caelum et terram, id est in verbo suo sibi coaeterno fecit Deus universam istam molem corporei mundi huius cum ómnibus quas continet manifestis notisque naturis; aliud qui dicit: In principio fecit Deus caelum
5 et terram, id est in verbo suo sibi coaeterno fecit informem materiam
creaturae spiritalis et corporalis; aliud qui dicit: In principio fecit Deus
caelum et terram, id est in verbo suo sibi coaeterno fecit Deus informem
materiam creaturae corporalis, ubi confusum adhuc erat caelum et térra,
quae nunc iam distincta atque formata in istius mundi mole sentimus:
10 aliud qui dicit: In principio fecit Deus caelum et terram, id est, in ipso
exordio faciendi atque operandi fecit Deus informem materiam confuse
habentem caelum et terram, unde formata nunc eminent et apparent
cum ómnibus, quae in eis sunt.
xx
29. Ex his ómnibus veris, de quibus non dubitant, quorum interiori
oculo talia videre donasti, et qui Moysen famulum tuum, in spiritu veritatis locutum esse immobiliter credunt, ex his ergo ómnibus aliud sibi
tollit qui dicit: In principio fecit Deus caelum et terram, id est in verbo
suo sibi coaeterno fecit Deus intelligibilem atque sensibilem vel spirita19 coaeternum S.
531
Otra\el que dice: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra;
esto es, eri su Verbo, coeterno consigo, hizo Dios toda da materia
de este rriundo corpóreo, con todas las naturalezas manifiestas y conocidas qiae contiene.
Otra el que d k e : En el principio hizo Dios el cielo y la tierra;
esto es, en su Verbo, coeterno consigo, hizo Dios la materia informe de las criaturas espirituales y corporales.
Otra el que dice: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra;
esto es, en su Verbo, coeterno consigo, hizo Dios la materia informe de la creación corporal, en donde estaban confusos el cielo
y la tierra, que ahora, ya distintos y formados, percibimos en la
mole de este mundo.
Otra el que dice: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra;
esto es, en el principio mismo del hacer y del obrar hizo Dios la
materia informe que contenía confusamente el cielo y la tierra,
de donde salieron formados, como ahora están y aparecen, con
todas las cosas que hay en ellos.
29. De todas estas verdades, de las que no dudan aquellos a quiene has dado ver con el ojo interior del alma tales cosas y que creen firmemente que Moisés, tu siervo, habló con espíritu de verdad; de todas estas verdades, digo, una cosa toma para
sí el que dice: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra;
esto es, en su Verbo, coeterno con él, hizo Dios las criaturas inteligibles y sensibles o las espirituales y las corporales.
15
Confesiones
C
r 15
A
p UT
xxi
30. ítem quod attinet ad intellectum verborum sequentium, ex íllis
ómnibus veris aliud sibi tollit, qui dicit: Terra autem erat invisibilis et
12 formatam S.
\
•
532
Confesiones
/
X j í , 21, 30
X I I , 22,31\
tinieblas estaban sobre el abismo; esto es, que aquello ¡corpóreo
que hizo Dios era la materia informe de las cosas corpóreas, sin
orden y sin luz.
Otra el que dice: La tierra era invisible e incompuesta, y las
tinieblas estaban sobre el abismo; esto es, este todo llamado cielo
y tierra era todavía materia informe y tenebrosa, de la cual se
habían de hacer el cielo corpóreo y la tierra corpórea con todas
las cosas que hay en ellos sensibles a los sentidos.
Otra el que dice: La tierra era invisible e incompuesta, y las
tinieblas estaban sobre el abismo; esto es, este todo llamado cielo
y tierra era todavía materia informe y tenebrosa, de donde había
de salir el cielo inteligible—que en otra parte se llama cielo
del cielo—y la tierra, es decir, toda naturaleza corpórea, bajo
cuyo nombre se ha de entender también este cielo corpóreo, de
donde había de salir toda criatura visible e invisible.
Otra el que dice: La tierra era invisible e incompuesta, y las
tinieblas estaban sobre el abismo; esto es, la Escritura no designó
con los nombres de cielo y tierra a aquella informidad, sino dice
que ya existía dicha informidad, a la que llamó «tierra invisible
e incompuesta y abismo tenebroso», y de la cual había dicho antes
que «hizo Dios el cielo y la tierra», esto es, la criatura espiritual y corporal.
Otra, finalmente, el que dice: La tierra era invisible e incompuesta, y las tinieblas estaban sobre el abismo; esto es, que había
una cierta informidad, ya hecha materia, de la que antes dijo la
incomposita, et tenebrae erant super abyssum, id est corporale ilíud,
quod fecit Deus, adhuc materies erat corporearum rerum informis, sine
ordine, sine luce; aliud qui dicit: Terra autem erat invisibilis et incomposita, et tenebrae erant super abyssum, id est hoc totum quod caelum
5 et térra appellatum est, adhuc informis et tenebrosa materies erat, unde
fieret caelum corporeum et térra corpórea cum ómnibus quae in eis sunt,
corporeis sensibus nota; aliud qui dicit: Terra autem erat invisibilis et
incomposita, et tenebrae erant super abyssum, id est hoc totum, quod
caelum et térra appellatum est, adhuc informis et tenebrosa materies
10 erat, unde fieret caelum intellegibile—quod alibi dicitur caelum caeli—
et térra, scilicet omnis natura corpórea, sub quo nomine intellegatur
etiam hoc caelum corporeum, id est unde fieret omnis invisibilis visibilisque creatura; aliud qui dicit: Terra autem erat invisibilis et incomposita, et tenebrae erant super abyssum, non illam ¡nformitatem nomine
15 caeli et terrae Scriptura appellavit, sed iam erat, inquit, ipsa informitas,
quam terram invisibilem et incompositam tenebrosamque abyssum nominavit, de qua caelum et terram Deum fecisse praedixerat, spiritalem
scilicet corporalemque creaturam; aliud qui dicit: Terra autem erat invisibilis et incomposita, et tenebrae erant super abyssum, id est infor9 terram FS.
10 intelligibilem S. dicitur et S.
11 terram S.
Confesiones
533
Escritura que había hecho Dios el cielo y la tierra, es decir, la
mole corpórea total del mundo, distribuida en dos enormes partes,
una superior y la otra inferior, con todas las criaturas que vemos
y conocemos que existen en ellas.
CAPITULO
XXII
31. Mas si alguno tentase oponerse a estas dos últimas sentencias, diciendo: «Si no queréis ver designada con el nombre de
cielo y tierra a esta materia informe, luego había ya algo que Dios
no había creado, de donde había de hacer el cielo y la tierra;
porque tampoco la Escritura deja narrado que Dios hiciese esta
materia, a no ser que la entendamos significaba con el nombre de
cielo y tierra o con el de tierra solamente al decir: En el principio
creó Dios el cielo y la tierra, de modo que aquello que sigue: Mas
la tierra era invisible e incompuesta, aunque así le pluguiese [a
Moisés] llamar a la materia informe, no entendamos, sin embargo, sino a aquella que hizo Dios indicada en lo antes escrito:
Hizo el cielo y la tierra..., responderán los asertores de estas dos
sentencias que hemos puesto las últimas, ya los de la una, ya los
de la otra, al oír tales cosas, diciendo: «No negamos ciertamente
que esta materia informe ha sido hecha por Dios, por Dios, de
quien proceden todas las cosas sobremanera buenas; porque así
mitas quaedam iam materies erat, unde caelum et terram Deum fecisse
Scriptura praedixit, totam scilicet corpoream mundi molem in duas máximas partes, superiorem atque inferiorem, distributam cum ómnibus quae
in eis sunt usitatis notisque creaturis.
5
C A P U T X X I I
31. Cum enim duabus istis extremis sententiis resistere quisquam ita
temptaverit: «Si non vultis hanc ¡nformitatem materiae caeli et terrae
nomine appellatam videri, erat ergo aliquid, quod non fecerat Deus, unde
caelum et terram faceret; ñeque enim Scriptura narravit, quod istam
10 materiem Deus fecerit, nisi intellegamus eam caeli et terrae aut solius
terrae vocabulo significatam, cum diceretur: In principio fecit Deus caelum et terram, ut id, quod sequitur: Terra autem erat invisibilis et incomposita, quamvis informem materiam sic placuerit appellare, non tamen
intellegamus nisi eam, quam fecit Deus in eo, quod perscriptum est:
15 Fecit caelum et terram, respondebunt assertores duarum istarum sententiarum, quas extremas posuimus, aut illius aut illius cum haec audíerint,
et dicent: «Informem quidem istam materiam non negamus a Deo factam, Deo a quo sunt omnia bona valde, quia, sicut dicimus amplius bo9 enim om. S. ; narrat S.
10 nisi JOSVZ- TIIO, nisi ut cet. et edds.
14 perscriptum est GHMSV. praescriptum est cet. et edds.
534
Confestones
¡XXI, 2 2 , 3 1
como decimos que es mayor bien lo que ha sido creado y formado,
así también confesamos que es menor bien lo que ha/ sido hecho
creable y formable, pero al fin bueno.
Cierto es que la Escritura no recuerda que Dios hiciese esta
informidad, pero tampoco conmemora otras muchas cosas, v. ge,
los querubines y serafines, y las sedes, dominaciones, principados
y potestades, de que habla distintamente el Apóstol, los cuales,
sin embargo, fueron hechos por Dios. Porque si en aquello que
se dijo: Hizo el cielo y la tierra, fueron comprendidas todas las
cosas, ¿qué decimos de las aguas, sobre las que era llevado el
Espíritu de Dios? ~"~
Porque si se entienden juntamente con la llamada tierra,
¿cómo se habrá de entender ya con el nombre de tierra la materia informe, cuando vemos las aguas tan hermosas? Y dado
que lo entendemos así, ¿por qué se escribió que de tal informidad
se hizo el firmamento, llamado cielo, y no se escribió que habían
sido hechas las aguas? Porque no son informes e invisibles las
que vemos fluir con tan bella apariencia. Y si esta apariencia la
recibieron cuando dijo Dios: «Sea congregada el agua que está
bajo el firmamento», de modo que esta reunión sea su misma
formación, ¿que se responderá de las aguas que están sobre el
firmamento, puesto que informes no hubieran merecido recibir
asiento tan honroso, ni se halla escrito en virtud de qué palabra
fueron formadas?
De aquí es que si el Génesis calla haber hecho Dios alguna
cosa que, sin embargo, ni la fe sana ni la razón clara dudan hanum esse quod creatum afque formatum est, ita fatemur minus bonum
esse quod factum est creabile atque formabile, sed tamen bonum, non
autem commemorasse Scripturam, quod hanc informitatem fecerit Deus,
sicut alia multa non commemoravit, ut cherubim et seraphim, et quae
5 apostolus distincte ait: sedes, dominationes, principatus, potestates '",
quae tamen omnia Deum fecisse manifestum est. Aut si eo, quod dictum
est: Fecit caelum et terram, comprehensa sunt omnia, quid de aquis dicimus, super quas jerebatur spiritus Dei? " Si enim térra nominata simul
intelleguntur, quomodo iam terrae nomine materies infórmis accipitur,
10 quando tam speciosas aquas videmus? Aut si ita accipitur, cur ex eadem
informitate scriptum est: factum firmamentum et vocatum caelum ñeque
scriptum est: factas esse aquas ? Non enim adhuc informes sunt et invisae, quas ita decora specie fluere cernimus. Aut si tune acceperunt
istam speciem, cum dixit Deus Congregetur aqua, quae est sub firmaVi mentó =s, ut congregatio sit ipsa formatio, quid respondebitur de aquis,
quae super firmamentum sunt, quia ñeque informes tam honorabilem sedem accipere meruissent nec scriptum est, qua voce formatae sint? Unde
si aliquid Génesis tacuit Deum fecisse, quod tamen Deum fecisse nec
26
Col 1,16.
« Gen 1,2.
1
11 informitatem SH .
XII, 23, %%
Confesiones
535
berla hecho Dios, ni, por lo mismo, ninguna prudente doctrina
se puede atrever a decir que estas aguas son coeternas a Dios por
el hecho de oírlas mencionar en el libro del Génesis, en el que,
sin embargo, no hallamos cuándo fueron hechas, ¿por qué no hemos de entender, enseñándonoslo la Verdad, que también la materia informe que la Escritura llama tierra invisible e incompuesta
y abismo tenebroso ha sido hecha por Dios de la nada y, por lo
tanto, que no le es coeterna, aunque dicho relato no diga cuándo
fue hecha?
CAPITULO
XXIII
32. Oídas, pues, estas cosas y consideradas según la capacidad de mi flaqueza—la cual te confieso, ¡oh Dios mío!, que la
conoces—, veo que pueden originarse dos géneros de cuestiones
atando por medio de signos se relata algo por nuncios veraces:
una si se discute acerca de la verdad de las cosas, otra acerca de
la intención del que relata. Del mismo modo, una cosa es lo que
inquirimos sobre la creación de las cosas, qué sea verdad, y otra
qué fue lo que Moisés, ilustre servidor de tu fe, quiso que entendiera en tales palabras el lector y oyente.
En cuanto al primer género de disputa, apártense de mí todos
los que creen saber las cosas que son falsas. Respecto del segundo, apártense de mí todos los que creen que Moisés dijo cosas
sana fides nec certus ambigit intellectus, nec ideo ulla sobria doctrina
dicere audebit istas aquas coaeternas Deo, quia in libro Geneseos commemoratas quidem audimus, ubi autem factae sint, non invenimus, cur
non informem quoque illam materiam quam Scriptura haec terram invi5 sibilem et incompositam tenebrosamque abyssum appellat, docente veritate intellegamus ex Deo factam esse de nihilo ideoque illi non esse
coaeternam, quamvis ubi facta sit omiserit enuntiare ista narratio?»
C A P UT
XXIII
32. His ergo auditis atque perspectis pro captu infirmitatis meae,
10 quam tibi confíteor scienti Deo meo, dúo video dissensionum genera
oboriri posse, cum aliquid a nuntiis veracibus per signa enuntiatur, unum,
si de veritate rerum, alterum, si de ipsius qui enuntiat volúntate dissensio est. Aliter enim quaerimus de creaturae conditione, quid verum sit,
aliter autem quid in his verbis Moyses, egregius domesticus fidei tuae,
15 intellegere lectorem auditoremque voluerit. In illo primo genere discedant
a me omnes, qui ea, quae falsa sunt, se scire arbitrantur. In hoc item
altero discedant a me omnes,. qui ea quae falsa sunt Moysen dixisse
2
" G«n 1.7.
J factas S.
4 materiam], materiem BCF^P edds.
X I I , 25,34
536
X I I , 24, 33
Confesiones
al decir en el principio, en el comienzo mismo del obrar; pudo
también querer que se entendiese en este lugar por cielo y tierra
no alguna naturaleza ya formada y acabada, bien espiritual, bien
corporal, sino una y otra comenzadas, pero todavía informes. Veo
que pudo decir con verdad cualquiera de estas dos cosas; mas
cuál de ellas tenía en la mente al decir estas palabras, no lo veo
ya tan claro, aunque no dudo que aquel gran varón veía en su
mente, cuando decía estas palabras, que percibía la verdad y que
la expresaba aptamente, sea ésta alguno de los sentidos expuestos
o sea otra cosa distinta.
falsas. Júnteme, Señor, en ti con aquéllos y góceme en ti con ellos,
que son apacentados por tu verdad en la latitud de la caridad, y
juntos nos acerquemos a las palabras de tu libro y busquemos en
ellas tu intención a través de la intención de tu siervo, por cuya
pluma nos dispensaste estas cosas.
CAPITULO
XXIV
33. Pero entre tantas cosas verdaderas como se ofrecen a los
investigadores en aquellas palabras entendidas de diversas maneras, ¿quién de nosotros halló dicha intención, de modo que pueda
decir con la misma certeza que esto fue lo que intentó Moisés
y que esto fue lo que quiso que se entendiera en aquella narración,
que afirma ser esto que dice verdadero, ya quisiera decir aquél
esto, ya otra cosa?
He aquí, Dios mío, que yo, tu siervo, te quise ofrecer un
sacrificio de alabanza en estas Letras: yo te suplico por tu misericordia que te cumpla mi promesa 2\
Ved que digo con toda confianza que hiciste todas las cosas,
visibles e invisibles, en tu Verbo inconmutable; pero ¿digo tan
confiadamente que no intentó [Moisés} otra cosa que ésta cuando
escribía: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra, puesto que
no veo en su mente—como veo en tu verdad ser esto cierto—que
pensase aquél en esto al escribir tales cosas? Porque pudo pensar,
arbitrantur. Coniungar autem illis, Domine, in te et delecter cum eis in
te, qui veritate tua pascuntur in latitudine caritatis, et accedamus simul
ad verba libri tui et quaeramus in eis voluntatem tuam per voluntatem
famuli tui, cuius cálamo dispensasti ea.
5
C A P U T X X I V
33. Sed quis nostrum sic invenit eam Ínter tam multa vera quae in
illis verbis aliter atque aliter intellectis occurrunt quaerentibus, ut tam
fidenter dicat hoc sensisse Moysen atque hoc in illa narratione voluisse
intellegi, quam fidenter dicit hoc verum esse, sive ille hoc senserit sive
10 aliud? Ecce enim, Deus meus, ego servus tuus, qui vovi tibi sacrificium
confessionis in his litteris et oro, ut ex misericordia tua reddam tibi vota
mea2", ecce ego quam fidenter dico in tuo verbo incommutabili omnia
te fecisse, invisibilia et visibilia, numquid tam fidenter dico non aliud
quam hoc attendisse Moysen, cum scribiret: In principio fecit Deus cae15 lum et terram? Quia non, sicut in tua veritate hoc certum video, ita in
.eius mente video id eum cogitasse, cum haec scriberet. Potuit enim co2
» Ps 21,26.
2- S J. Vil inc. quaeramus}.
6 inveniet BCDFPZ b 1 o.
15 ita — video om. S.
537
Confesiones
CAPITULO
XXV
34. Nadie ya me sea molesto diciéndome: «No intentó Moisés esto que tú dices, sino esto otro que yo digo.» Porque si me
dijese: «¿De dónde sabes tú que Moisés intentó decir esto que
tú afirmas de sus palabras?», debería sobrellevarlo con buen ánimo y responderle tal vez lo que respondí más arriba, o un poco
más largamente, si fuese duro de convencer.
Pero cuando me dice: «No sintió aquél lo que tú dices, sino
lo que yo digo, y, por otra parte, no niega que sea verdad lo que
el uno y el otro decimos, ¡oh vida de los pobres, Dios mío, en
cuyo seno no hay contradicción!, derrama sobre mi corazón una
lluvia de calmantes a fin de que pueda tolerar a tales individuos,
quienes no dicen esto porque sean adivinos y hayan visto en el
gitare in ipso faciendi exordio, cum diceret: In principio; potuit et
caelum et terram hoc loco nullam iam formatam perfectamque naturam
sive spiritalem sive corporalem, sed utramque inchoatam et adhuc informen! velle intellegi. Video quippe veré potuisse dici, quidquid horum
5 diceretur, sed quid horum in his verbis ille cogitaverit, non ita video;
quamvis sive aliquid horum sive quid aliud, quod a me commemoratum non est, tantus vir ille mente conspexerit cum haec verba promeret,
verum eum vidisse apteque id enuntiavisse non dubítem.
CAPUT
10
xxv
34. Nemo iam mihi molestus sit dicendo mihi: «Non hoc sensit Moyses, quod tu dicis, sed hoc sensit, quod ego dico.» Si enim mihi diceret:
«Unde seis hoc sensisse Moysen, quod de his verbis eius eloqueris ?»,
aequo animo ferré deberem et re&ponderem fortasse quae superius respondí vel aliquanto uberius, si esset durior. Cum vero dicit: «Non hoc ille
15 sensit, quod tu dicis, sed quod ego dico», ñeque tamen negat, quod
uterque nostrum dicit, utrumque verum esse, o vita pauperum, Deus
meus, in cuius sinu non est contradictio, plue mihi mitigationes in cor,
ut patienter tales fer.im; qui non mihi hoc dicunt, quia divini sunt et
10
Nemo... inc
7 ¡rag. Bug.
538
Confesiones
XII, 25, 35
corazón de tu siervo lo que dicen, sino porque son soberbios; ni
es que conozcan el pensamiento de Moisés, sino que aman el
suyo, no porque sea verdadero, sino porque es suyo. De otro modo
amarían igualmente lo que es verdadero; como amo yo lo que
dicen, cuando dicen verdad, no porque sea de ellos, sino porque
es verdadero y, por tanto, no ya de dios, puesto que es verdad.
Pero si aman lo que dicen porque es verdadero, ciertamente es de
ellos, aunque también mío, porque pertenece al común de todos
los amantes de la verdad :*.
Mas que ellos sostengan que Moisés no sintió lo que yo digo,
sino lo que ellos dicen, no lo quiero ni lo amo; porque aunque
así fuera, semejante temeridad no es hija de la ciencia, sino de
la audacia; ni lo es de visión, sino de soberbia. Por eso, Señor,
son terribles tus juicios, porque tu verdad no es mía ni de aquél
o del de más allá, sino de todos nosotros, a cuya comunicación
nos llama públicamente, advirtiéndonos terriblemente que no
queramos poseerla privada, para no vernos de ella privados. Porque cualquiera que reclame para sí propio lo que tú propones
para disfrute de todos, y quiera hacer suyo lo que es de todos,
será repelido del bien común hacia lo que es suyo, esto es, de la
verdad a la mentira. Porque el que habla mentira, de lo que es
suyo habla.
35. Atiende, ¡oh Juez óptimo, Dios, la verdad misma!, presta atención a lo que voy a decir a este contradictor; atiende, sí,
porque ha'blo delante de ti y de mis hermanos, que legítimamente usan de la ley, cuyo fin es la caridad; atiende y ve lo que digo,
in corde famuli tui viderunt quod dicunt, sed quia superbi sunt, nec
noverunt Moysi sententiam, sed amant suam, non quia vera est, sed quia
sua est. Alioquin et aliam veram pariter amarent, sicut ego amo quod
dicunt, quando verum dicunt, non quia ipsorum est, sed quia verum est.
5 Et ideo iam nec ipsorum est, quia verum est. Si autem ideo ament illud,
quia verum est, iam et ipsorum est et meum est, quoniam in commune
omnium est veritatis amatorum. Illud autem, quod contendunt non hoc
sensisse Moysen, quod ego dico, sed quod ipsi dicunt, nolo, non amo,
quia etsi ita est, tamen ista temeritas non scientiae, sed audaciae est, nec
10 visus, sed tyfus eam .pepent. Ideoque, Domine, tremenda sunt iudicia tua,
quoniam veritas tua nec mea est nec illius aut illius, sed omnium nostrum, quos ad eius communionem publice vocas, terribiliter admonens
nos, ut eam nolimus habere privatam, ne privemur ea. Nam quisquís id,
quod tu ómnibus ad fruendum proponis, sibi proprie vindicat et suum
vult esse quod omnium est, a communi propellitur ad sua, hoc est a
15 veritate ad mendacium. Qui enim loquitur mendacium de suo loquitur3".
35. Atiende, iudex optime, Deus, ipsa veritas, attende quid dicnm
contradictori huic, attende; coram te enim dito et coram fratribus meis,
qui legitime utuntur lege usque ad finem caritatis; attende et vide, quid
30
1 lo 8,44.
5 est om. S. ament CDHM-OSZ Eug., amant ccl. et edd Eug. (T).
XII, 25, 35
Confesiones
539
si es de tu agrado. Porque a este tal le respondo yo de este modo
fraternal y pacífico: «Si los dos vemos que es verdad lo que dices,
y asimismo vemos los dos que es verdad lo que yo digo, ¿en
dónde, pregunto, lo vemos? Ñ o ciertamente tú en mí ni yo en ti,
sino ambos en la misma inconmutable Verdad, que está sobre
nuestras mentes».
Pues si no disentimos acerca de la luz misma de nuestro Señor
Dios, ¿por qué contendemos acerca del pensamiento del prójimo,
el cual no podemos ver, como se ve la inconmutable Verdad; y
tanto, que si el mismo Moisés se nos apareciese y dijera: «Esto
fue lo que pensé», no lo viéramos aún así, sino que lo creeríamos ?
Así, pues, no se engría con motivo de lo que está escrito un hermano contra otro por favorecer a un tercero. Amemos al Señor
Dios nuestro de todo corazón, con toda el alma, con toda la mente,
y al prójimo como a nosotros mismos. Si no creemos que por estos
dos preceptos de la caridad sintió Moisés cuanto sintió en aquellos
libros, hacemos mentiroso al Señor opinando del alma de nuestro
siervo otra cosa de lo que él enseñó.
Ve, pues, cuan necio sea afirmar temerariamente, entre tanta multitud de sentencias verdaderas como pueden sacarse de
aquellas palabras, cuál de ellas intentó concretamente Moisés y
ofender con perniciosas disputas a la misma caridad, por amor
de la cual dijo aquél todas las cosas cuyo sentido nos esforzamos
por explicar.
ei dicam, si placet tibi. Hanc enim vocem huic refero fraternam et pacificam: si ambo videmus verum esse quod dicis et ambo videmus verum
esse quod dico, ubi quaeso, id videmus? Nec ego utique in te nec tu in
me, sed ambo in ipsa quae supra mentes nostras est incommutabili veri5 tate. Cum ergo de ipsa domini Dei nostri luce non contendamus, cur
de proximi cogitatione contendimus, quam sic videre non possumus, ut
videtur incommutabilis veritas, quando, si ipse Moyses apparuisset nobis
atque dixisset: «hoc cogitavi», nec sic eam videremus, sed crederemus ?
Non ¡taque supra quam scriptum est unus pro altero infletur adversus
10 alterum". Diligamus dominum Deum nostrum ex toto corde, ex tota
anima, ex tota mente nostra, et proximum nostrum sicut nosmetipsos *~.
Propter quae dúo praecepta caritatis sensisse Moysen, quidquid in illis
libris sensit, nisi «ediderimus, «mendacem» faciemus Dominum, cum de
animo conservi aliter quam ille docuit opinamur. Iam vide quam stultum
15 sit in tanta copia verissimarum sententiarum, quae de illis verbis erui
possunt, temeré adfirmare, quam earum Moyses potissimum senserit, et
perniciosis contentionibus ipsam offendere caritatem, propter quam dixit
omnia, cuius dicta conamur exponere.
s
> 1 Cor 4.6.
J2
Mt 22,37.
10 ex OSVT Bug. (D^G'MV), et ex cet. et edd¡. Eug. (G'PT),
JOPSVT Eug. (MVJ, et ex cet. et edds. Bug. (DGPT).
IR exponere... expl. 7 frag. Eug.
ex-
540
XII, 26, 36
Confesiones
CAPITULO
XXVI
36. Y, sin embargo, ¡oh Dios mío, encumbramiento de mi
humildad y descanso de mi trabajo, que escuchas mis confesiones
y perdonas mis pecados!, puesto que me mandas que ame a mi
prójimo como a mí mismo, no puedo creer de tu fidelísimo siervo
Moisés que recibiese menos de tu don de lo que yo hubiera optado y deseado me concedieras a mí si hubiera nacido en el tiempo
en que él nació y hubiera sido puesto en su lugar, para que por el
ministerio de mi corazón y de mi lengua fuesen dispensadas
aquellas Letras, que después habían de ser de tanto provecho a
todos los pueblos y tanto habían de prevalecer en todo el orbe
por su excelsa autoridad sobre las palabras de todas las falsas y
soberbias doctrinas.
Porque hubiera querido, si entonces fuera yo Moisés—ya que
venimos todos de la misma masa, y ¿qué es el hombre sino lo que
tú acuerdas que sea?—, hubiera querido, digo, si entonces fuera
yo él y me hubieras encomendado escribir el libro del Génesis,
que me hubiese sido dada tal facultad de hablar y tal manera de
disponer mis palabras que aquellos que no pueden todavía comprender cómo Dios crea no rehusasen mis palabras como superiores a sus fuerzas, y los que ya do pueden hallasen que, en cualquier sentencia verdadera que viniesen a dar con el pensamiento,
no estaba excluida de estas breves palabras de tu siervo; y, f inalCAPUT
XXVI
36. Et tamen ego, Deus meus, celsitudo humilitatis meae et requies
laboris mei, qui audis confessiones meas et dimittis peccata mea, quoniam tu mihi praecipis, ut diligam proximum meum sicut me ipsum, nori
5 possum minus credere de Moyse fidelissimo fámulo tuo, quam mihi optarem ac desiderarem abs te dari muneris, si tempore ¡lio natus essem
quo ille, coque loci me constituisses ut per servitutem cordis ac linguae
meae litterae illae dispensarentur, quae tanto post essent ómnibus gentibus profuturae et per universum orbem tanto auctoritatis culmine om10 nium falsarum superbarumque doctriñarum verba superaturae. Vellem
quippe, si tune ego essem Moyses—ex eadem namque massa omnes venimus 33 ; et quid est homo, nisi quia memor es eius? "—, vellem ergo, si
tune ego essem quod ille et mihi abs te Geneseos liber scribendus adiungeretur, talem mihi eloquendi facultatem dari et eum texendi sermonis
15 modum, ut ñeque illi,- qui nondum queunt intellege.re quemadmodum
creat Deus, tamquam excedentia vires suas dicta recusarent et illi, qui
hoc iam .possunt, in quamlibet veram sententiam cogitando venissent, eam
•" Rom 9.21.
4 non possum om S
" Ps 8,5.
XII, 27, 37
541
Confesiones
mente, que si otro viese otra cosa distinta en la luz de la verdad ni aun esta misma dejase de ser comprendida en dichas palabras,
CAPITULO
XXVII
37. Porque así como la fuente en un lugar reducido es más
abundante—y surte de agua a muchos arroyuelos, que la esparcen
por más anchos espacios—que cualquiera de los arroyuelos que a
través de muchos espacios locales deriva de la misma fuente, así
la narración de tu dispensador, que ha de aprovechar a muchos
predicadores, de un pequeño número de palabras mana copiosos
raudales de líquida verdad, de las que cada cual saca para sí la
verdad que puede, esto éste, aquello aquél, para desenvolverlo
después en largos rodeos de palabras.
Porque hay algunos que cuando leen u oyen estas palabras
imaginan a Dios como un hombre, o como un poder dotado de
una masa enorme, que a consecuencia de un nuevo y repentino
querer produjese fuera de él (el poder), como en lugares distantes, el cielo y la tierra, dos grandes cuerpos, el uno arriba y el
otro abajo, en los que se hallaran contenidas todas las cosas; y
cuando oyen: Dijo Dios: Hágase tal cosa y tal cosa fue hecha,
piensan en palabras comenzadas y terminadas, que sonaron algún
tiempo y que pasaron, después de cuyo tránsito comenzó al punto
a existir lo que se ordenó que existiese. Y si por casualidad piennon praetermissam in paucis verbis tui famuli reperirent, et si alius aliam
vidisset in luce veritatis, nec ipsa in eisdem verbis intellegenda deesset.
CAPUT
XXVII
37. Sicut enim fons in parvo loco uberior est pluribusque rivis in
5 ampliora spatia fluxum ministrat quam quilibet eorum rivorum, qui per
multa locorum ab eodem fonte deducitur, ita narratio dispensatoris tui
sermocinaturis pluribus profutura parvo sermonis modulo scatet fluenta
liquidae veritatis, unde sibi quisque verum, quod de his rebus potest, hic
illud, ille illud, per longiores loquellarum anfractus trahat. Alii enim
10 cura haec verba legunt vel audiunt, cogitant Deum quasi hominem aut
quasi aliquam mole immensa praeditam potestatem novo quodam et repentino plácito extra se ipsam tamquam locis distantibus fecisse caelum
et terram, dúo magna corpora supra et infra, quibus omnia continerentur,
et cum audiunt: Dixit Deus: fiat illud, et fetetum est illud, cogitant verba
15 coepta et finita, sonantia temporibus atque transeuntia, post quorum
transitum statim exsisteret quod iussum est ut exsisteret, et si quid forte
l
4
11
cet. et
edds.;
16
tuis S.
sicut... 8 frag. Eug.
aliquam], aliqua HOT Bug. (MV); 2 mole HOST Eug. (MPV),
edd. Eug. (DGT);
immensa CDH OSZ edd. Eug., immensam
potestatem DEGMOS Eug., potestate cet eddi
existeret S, existere cet. et edd.
molem
cet. et
542
Concesiones
XII, 28, 38
san alguna otra cosa por el estilo, opinan según la costumbre de
la carne.
En las cuales cosas, todavía como pequeños animales, mientras
es llevada su flaqueza en este humildísimo género de palabras
como en un seno materno, es edificada saludablemente su fe, a
fin de que tengan por cierto y retengan que Dios ha hecho todas
las naturalezas que sus sentidos contemplan en admirable variedad.
Mas si alguno de ellos, como desdeñoso de la vileza de aquellas sentencias, con soberbia imbecilidad se sale fuera del nido en
que se nutre, ¡ay!, caerá miserable; pero tú, ¡oh Señor Dios!, ten
compasión de él, para que los transeúntes no pisoteen al pollo
implume, y envía a tu ángel para que le reponga en el nido, a
fin de que viva hasta que vuele 2S.
CAPITULO
XXVIII
38. Pero hay otros para quienes estas palabras no son ya
nido, sino cerrado plantel, en las que ven frutos ocultos, y vuelan
gozosos, y gorjean buscándolos, y los arrancan.
Porque, cuando leen u oyen estas palabras, ven, ¡oh Dios
eterno!, que todos los tiempos pasados y futuros son superados
por tu permanencia estable, que no hay nada en la creación temporal que tú no hayas hecho, y que, sin cambiar en lo más mínimo
ni nacer en ti una voluntad que antes no existiera, por ser tu
voluntad una cosa contigo, hiciste todas las cosas, no semejanza
aliud hoc modo ex familiaritate carnis opinantur. In quibus adhuc parvulis anirnalibus, dum isto humillimo genere verborum tamquam materno
sinu eorum gestatur infirmitas, salubriter aedificatur fides, qua certum
habeant et teneant Deum fecisse omnes naturas, quas eorum sensus mi5 rabili varietate tircumspicit. Quorum si quispiam quasi vilitatem dictorum aspernatus extra nutritorias cunas superba ímbecillitate se extenderit, heu cadet miser et, domine Deus, miserere, ne implumem pullum
conculcent qui transeunt viam, et mitte angelum tuum, qui eum reponat
in nido, ut vivat doñee volet.
%
10
CAPUT
XXVIII
38. Alii vero, quibus haec verba non iam nidus, sed opaca frutecta
sunt, vident in eis latentes fructus et volitantes et garriunt scrutantes et carpunt eos. Vident enim, cum haec verba legunt vel audiunt
tua, Deus aeterne, stabili permansione cuneta praeterita et futura tem15 pora superari; nec tamen quicquam esse temporalis creaturae, quod tu
non feceris, cuius ivoluntas quia id est quod tu, nullo modo mutata, vel
quae antea non fuisset exorfa volúntate, fecisti omnia; non de te simi14
aeterne' HOST Eug.,
aeterna et cet. et edd.
XII, 28, 39
Confesiones
543
tuya sustancial, forma de todas las cosas, sino una desemejanza
sacada de la nada, informe, la cual habría de ser luego formada
por tu semejanza, retornando a ti, Uno =<¡, en la medida ordenada
de su capacidad, cuanto a cada una de las cosas se le ha dado
dentro de su género. Y así fueron hechas todas muy buenas, ya
permanezcan junto a ti, ya—separadas por grados cada vez más
distantes de lugar y tiempo—formen o padezcan hermosas variaciones. Ven estas cosas y se gozan en la luz de tu verdad en lo
poco que pueden.
39. Mas, de ellos, uno se fija en lo que está escrito: En el
principio hizo Dios..., y vuelve sus ojos a la sabiduría, principio,
porque también ella nos habla.
Otro se fija en dichas palabras, y entiende por principio el
comienzo de todas las cosas creadas, interpretándolas de este
modo: En el principio hizo, como si dijera: primeramente hizo.
Y entre los mismos que entienden por la expresión en el principio
en el que tú hiciste, en la sabiduría, el cielo y la tierra, uno de
ellos entiende por estos nombres de el cielo y tierra, que fue designada la materia creable del cielo y de la tierra; otro, las naturalezas ya formadas y especificadas; otro, una formada y espiritual,
con el nombre de cielo, y otra informe, de materia corporal, con
el nombre de tierra.
Y todavía, entre los que entienden por los nombres de cielo
y tierra la materia informe aún, de la cual se habría de formar el
cielo y la tierra, no lo entienden de un mismo modo, sino uno
litudinem tuam formam omnium, sed de nihilo dissimilitudinem informem, quae formaretur per similitudinem tuam recurrens in te unum pro
captu ordinato, quantum cuique rerum in suo genere datum est, et fierent
omnia bona valde, sive maneant circa te, sive gradatim remotiore distan5 tia per témpora et locos pulchras narrationes faciant aut patiantur.
Vident haec et gaudent in luce veritatis tuae, quantulum hic valent.
39. Et alius eorum intendit in id, quod dictum est: in principio fecit
Deus: et resipiscit sapientiam, principium, quia et loquitur ipsa nobis 33.
Alius itidem intendit in eadem verba et principium intellegit exordium
10 rerum conditarum et sic accipit: in principio fecit, ac si diceretur: primo fecit. Atque in eis, qui intellegunt in principio, quod in sapientia
fecit caelum et terram, alius eorum ipsum caelum et terram, creabilem
materiam caeli et terrae, sic esse credit cognominatam, alius iam formatas distinctasque naturas, alius unam formatam eandemque spiritalem
15 caeli nomine, aliam informem corporalis materiae terrae nomine. Qui
autem intellegunt in nominibus caeli et terrae adhuc informem materiam,
de qua formaretur caelum et térra, nec ipsi uno modo [id] intellegunt,
"
S2
lo «,25.
5 variationes edds., narrationes codds., fon. gradationes.
8 resipiscit D'JO'SV Eug., meminiscit H ' T , respicit cet. et edds.
12 fecit S. Eug. (P), fecisti cet. et edds.
17 modo], more S; terram FG'S Eug. (PJ; id om. S' Eug. (GMV),
s. 1. et Eug.
(DPT).
add,
544
XII, 29, 40
Confesiones
dice que era de donde se había de dar fin a la creación inteligible
y sensible; otro, solamente que era de adonde había de salir esta
mole sensible corpórea que contiene en su enorme seno las naturalezas visibles que están a la vista. Pero ni aun los que creen que
en este lugar son llamadas cielo y tierra las naturalezas ya dispuestas y organizadas lo entienden tampoco de un modo mismo;
porque uno se refiere a la creación invisible y visible, otro a la
sola visible, en la que vemos el cielo luminoso y la tierra oscura
y las cosas que hay en ellos.
CAPITULO
XXIX
40. Pero aquel que no entiende de otro modo las palabras
«en el principio hizo» que si dijese «primeramente hizo», no tiene manera de entender verazmente las palabras cielo y tierra, sino
entendiéndolas de la materia del cielo y de la tierra, esto es, de
toda la creación, o lo que es lo mismo, de la creación inteligible
y corporal.
Porque, si quiere entender la creación toda, ya formada, justamente se le puede preguntar: Si esto fue lo primero que hizo
Dios, ¿qué fue lo que hizo después? Pero después de hecho el
universo no hallará nada, y así oirá de mala gana que le digan:
¿Qué significa aquel primeramente, si después no viene nada?
Pero, si dice que primero lo hizo [el universo] informe y luego lo formó, ya no es ello absurdo, con tal que sea idóneo para
discernir qué es lo que procede por eternidad, qué por tiempo,
qué por elección, qué por o r i g e n : por eternidad, como Dios a tosed alius, unde consummaretur intellegibilis sensibilisque creatura, alius
tantum, unde sensibilis moles ista corpórea sinu grandi continens perspicuas promptasque naturas. Nec illi uno modo, qui iam dispositas digestasque creaturas caelum et terram vocari hoc loco credunt, sed alius
5 invisibilem atque visibilem, alius solam visibilem, in qua luminosum
caelum suspicimus et terram caliginosam quaeque in eis sunt.
CAPOT
XXIX
40. At ille, qui non aliter accipit: In principio fecit, quam si diceretur: primo fecit, non habet quomodo veraciter intellegat caelum et ter10 ram, nisi materiam caeli et terrae intellegat, videlicet universalis, id est
intellegibilis corporalisque creaturae. Si enim iam formatam velit universam recte ab eo quaeri poterit, si hoc primo fecit Deus, quid fecerit
deinceps, et post universitatem non inveniet; ac per hoc audiet invitus:
«Quomodo illud primo, si postea nihil ?» Cum vero dicit primo informem,
15 deinde formatam, non est absurdus, si modo est idoneus discernere, quid
praecedat aeternitate, quid tempore, quid electione, quid origine; aeter10 nisi materiam bis S.
XII, 2 9 , 4 0
Confesiones
545
das las cosas; por tiempo, como la flor al fruto; por elección,
como el fruto a la flor; por origen, como el sonido al canto.
De estas cuatro cosas que he mencionado, la primera y la
última se entienden dificilísimamente; las dos medias, muy fácilmente. Porque rara visión es, y en extremo ardua, Señor, contemplar tu eternidad, haciendo sin mudarse todas las cosas mudables y precediéndolas consiguientemente. Por otra parte, ¿quién
hay tan agudo que vea con el alma y discierna sin gran trabajo
si es primero el sonido que el canto, por la razón de ser el canto
sonido formado y de que puede existir realmente algo no formado, no pudiendo, en cambio, ser formado lo que no es? Ciertamente que primero es la materia que lo que se hace de ella;
mas no primero porque sea ella la que produce, antes más bien
es hecha ella; ni tampoco primero por intervalo de tiempo. Porque no proferimos primero sonidos informes, sin canto, y después los adaptamos a la forma del canto, o los componemos como
las tablas con las que se fabrica un arca o la plata con que se
construye un vaso; porque tales materias preceden aun en tiempo
a las formas de las cosas que se hacen de ellas.
Pero en el canto no sucede así. Porque cuando se canta se
oye el sonido del canto, mas no suena primeramente informe y
después formado en canto; porque lo que de algún modo suena
primero, pasa, y no queda de él nada que, tomado de nuevo, puedas reducirlo a arte; y por eso el tanto se resuelve en su sonido,
el cual sonido constituye su materia y debe ser formado para que
haya canto.
Y ésta es la razón por qué, como decía antes, es primero la
nitate, sicut Deus omnia; tempore, sicut ños fructum; electione, sicut
fructus florem; origine sicut sonus cantum. In his quatuor primum et
ultimum, quae commemoravi, difficillime intelleguntur, dúo media facillime. Namque rara visio est et nimis ardua conspicere, Domine, aeter5 nitatem tuam incommutabiliter mutabilia facientem ac per hoc priorem.
Quis deinde sic acutum cernat animo, ut sine labore magno dinoscere
valeat, quomodo sit prior sonus quam cantus, ideo quia cantus est formatus sonus et esse utique aliquid non formatum potest, formari autem
quod non est non potest? Sic est prior materies quam id, quod ex ea
10 fit; non ideo prior, quia ipsa efficit cum potius fiat, nec prior intervallo
temporis. ISfeque enim priore tempore sonos edimus informes sine cantu
et eos posteriore tempore in formam cantici coaptamus aut fingimus, sicut ligna, quibus arca, vel argentum, quo vasculum fabricatur; tales
quippe materiae tempore etiam praecedunt formas rerum, quae fiunt ex
15 eis. At in cantu non ita est. Cum enim cantatur, auditur sonus eius, non
prius informiter «¡onat et deinde formatur in cantum. Quod enim primo
utcumque sonuerit, praeterit, nec ex eo quicquam reperies, quod resumptum arte componas: et ideo cantus in sonó suo vertitur, qui sonus eius
materies eius est. ídem quippe formatur, ut cantus sit. Et ideo, sicut di15 cantu], cantum S.
S-Ag. 2
18
546
X I I , 30, 41
Confesiones
materia del sonar que la forma del cantar; no primero por la potencia eficiente, puesto que el sonido no es el artífice del canto,
antes está sujeto al alma que canta por el cuerpo, del que se sirve
para formar el canto; ni tampoco primero por razón del tiempo,
porque los dos se producen a un tiempo; ni tampoco por elección,
porque no es más excelente el sonido que el canto, puesto que el
canto no es sonido solamente, sino sonido bello; sino es primero
por el origen, porque no se forma el canto para que sea sonido,
sino es el sonido el que es formado para que haya canto.
Con este ejemplo entienda el que puede, que la materia de
las cosas hecha primero y llamada cielo y tierra, por haberse hecho de ella el cielo y la tierra, no fue hecha primero en tiempo,
puesto que las formas de las cosas son las que producen los tiempos, y aquello era informe, bien que se la conciba ligada ya con
los tiempos; sin embargo, nada puede decirse de ella sino que es
en cierto modo primera en tiempo, aunque sea la última en valor
—porque mejores son, sin duda, las cosas formadas que las informes—y esté precedida de la eternidad del Creador, a fin de
que hubiese algo de la nada, de donde poder hacer algo.
CAPITULO
XXX
41. En esta diversidad de opiniones verídicas haga nacer la
misma verdad la concordia y se compadezca nuestro Dios de nosotros, para que usemos legítimamente de la ley según el precepto
de la misma, cuyo fin es la caridad pura.
cebam, prior materies sonandi quam forma cantandi: non per faciendi
potentiam prior; ñeque enim sonus est cantandi artifex, sed cantanti
animae subiacet ex corpore, de quo cantum faciat; nec tempore prior:
simul enim cum cantu editur; nec prior electione: non enim potior sonus
5 quam cantus, quandoquidem cantus est non tantum sonus, verum etiam
speciosus sonus; sed prior est origine, quia non cantus formatur, ut
sonus sit, sed sonus formatur, ut cantus sit. Hoc exemplo qui potest
intellegat materiam rerum primo factam et appellatam caelum et terram,
quia inde facta sunt caelum et térra, nec tempore primo factam, quia
10 formae rerum exserunt témpora, illa autem erat informis; iamque in
temporibus simul animadvertitur, nec tamen de illa narran aliquid potest,
nisi velut tempore prior sit, cum pendatur extremior, quia profecto meliora sunt formara quam informia, et praecedatur aeternitate creatoris,
ut esset de nihilo, unde aliquid fieret.
15
CAPUTXXX
41. In hac diversitate sententiarum verarum concordiam pariat ipsa
veritas, et Deus noster misereatur nostri, ut legitime lege uramur, prae4 simul — prior otn. S.
10 cxkrunt BG-S, exerunt cet. Eug.
edd.
XII, 31,42
Confesiones
547
Por eso, si alguno me pregunta cuál de ellos intentó aquel
tu siervo Moisés, [le diré que] no son estos discursos propios de
mis Confesiones, si no es confesándote que no lo sé.
Sin embargo, sé que son verdaderas todas aquellas sentencias,
a excepción de las carnales, sobre las que ya he dicho cuanto me
ha parecido. Mas a los pequeñuelos de grandes esperanzas no les
aterran estas palabras de tu libro, sencillamente sublimes y copiosamente breves. Mas todos los que en estas palabras han dicho y
visto cosas verdaderas, arriémonos mutuamente y al mismo tiempo
amémoste a ti, Señor Dios nuestro, fuente de toda verdad, si es
que tenemos sed de ésta y no de cosas vanas. Y en cuanto a tu
siervo, dispensador de esta Escritura, lleno de tu Espíritu, honrémosle de tal modo que creamos que, cuando tú le inspirabas al
escribir estas cosas, tenía la vista puesta en aquello que principalísimamente sobresale en ellas por la luz de la verdad y el fruto de
la utilidad 21.
CAPITULO
XXXI
42. Así, cuando oigo decir a uno: «Moisés intentó lo que
yo digo», y a otro: «Nada de esto, sino lo que yo digo», creo
más religioso decir: «¿Por qué no más bien las dos cosas, si las
dos cosas son verdaderas, y aun una tercera, y una cuarta, y otra
cualquiera verdadera que uno crea ver en estas palabras ? ¿Por qué
no se ha de creer que vio todas aquellas interpretaciones aquel por
cepti fine, pura caritate. Ac per hoc, si quis quaerit ex me, quid horum
Moyses, tuus ille famulus, senserit, non sunt ii sermones confessionum
mearum. Si tibi non confíteor, nescio; et scio tamen illas veras esse
sententias, exceptis carnalibus, de quibus quantum existimavi locutus
5 sum. Quos tamen bonae spei párvulos haec verba libri tui non territant,
alta humiliter et pauca copióse; sed omnes, quos in eis verbis vera cerneré ac dicere fateor, diligamus nos invicem, pariterque diligamus te,
Deum nostrum, fontem veritatis, si non vana, sed ipsam sitimus, eundemque famulum tuum, Scripturae huius di&pensatorem, spiritu tuo ple10 num, ita honoremus, ut hoc eum te revelante, cum haec scriberet, attendisse
credamus, quod in eis máxime et luce veritatis et fruge utilitatis excellit.
CA P UT
XXX I
42. Ita cum alius dixerit: «Hoc sensit, quod ego», et alius: « t a m o
illud, quod ego», religiosius me arbitrar dicere: cur non utrumque potius,
15 si utrumque verum est, et si quid tertium et si quid quartum et si quid
omnino aliud verum quispiam in his verbis videt, cur non illa omnia
2 ii icripsi, h¡¡ EGJPS Eug. (MV), h¡ cet. el eJJs.
5 verba], hona verba Eug.
(GMV).
8 Deum], dominum Deum Eug.
(GMV).
548
XII, 32, 43
Confesiones
quien Dios, uno, atemperó las sagradas Letras a las interpretaciones de muchos que en aquéllas habían de ver cosas verdaderas
y distintas?
Yo ciertamente—y lo digo de todo corazón, sin vacilar—,
si, elevado a la cumbre de la autoridad, hubiese de escribir algo,
más quisiera escribir de modo que mis palabras sonaran lo que
cada cual pudiese alcanzar de verdadero en estas cosas que no
poner una sentencia sola verdadera muy claramente, a fin de
excluir las demás cuya falsedad no pudiese ofenderme. Y así no
quiero, Dios mío, ser tan inconsiderado que crea no haber merecido de ti esta gracia aquel varón.
Percibió, pues, éste absolutamente en estas palabras y tuvo
en la mente, cuando las escribía, cuanto de verdadero hemos podido hallar en ellas y cuanto no hemos podido o todavía no hemos
podido y, sin embargo, se puede hallar en ellas 2S.
CAPITULO
XXXII
43. Finalmente, Señor, tú que eres Dios y no carne y sangre,
aun dado que aquel hombre no viese todos aquellos sentidos,
¿acaso se pudo ocultar a tu espíritu bueno, que me debe conducir
a la tierra recta, cuando tú mismo habías de revelar a los lectores
venideros en estas palabras, aunque aquel por cuyo medio han
sido dictadas estas 'cosas no tuviese en la mente tal vez. más que
una sentencia de entre tantas verdaderas? L'°
-;
Pues si ello es así, tengamos la que él pensó por más excelsa
vidisse credatur, per quem Deus unus sacras litteras vera et diversa visuris
multorum sensibus temperavit? Ego certe, quod intrépidos de meo corde
pronuntio, si ad culmen auctorifatis aliquid scriberem, sic mallem scribere, ut, cjuod veri quisque de his rebus capere posset, mea verba reso5 narent, quam ut unam veram sententiam ad hoc apertius ponerem, ut
excluderem ceteras, quarum falsitas me non posset offendere. Nolo itaque„
Deus meus, tam praeceps esse, ut hoc ¡llum virum de te meruisse non
credam. Sensit ille omnino in his verbis atque cogitavit, cum ea scriberet, quidquid hic veri potuimus invenire et quidquid nos non potuimus
10 aut nondum potuimus et lamen in eis invenir» potest.
CAPUT
XXXII
43. Postremo, Domine, qui Deus es et non caro et sanguis, si quid
homo minus vidit, numquid et spiritum tuum bonum, qui deducet me in
terram rectam3", latere potuir, quidquid eras in eis verbis tu ipse re15 velaturus legentibus posteris, etiamsi ille, per quem dicta sunt, unam fortassis ex multis veris sententiam cogitavit? Quod si ita est, sit igitur illa
3
« Ps 142.10.
10
14
aut — potuimus om.
térra recta S.
SZ. potuimus],
possumus EGMO s
edil.
XII, notas
Confesiones
549
que las demás; mas tú, Señor, o muéstranos ésta u otra verdadera
que te plazca, a fin de que, bien nos muestres lo que aquel hombre pensó o bien otra cosa con ocasión de las mismas palabras,
seas tú quien nos apacientes, no nos engañe el error.
¡He aquí, Señor, Dios mío, cuántas cosas, sí, cuántas cosas
hemos escrito sobre tan pocas palabras! Con este procedimiento,
¿qué fuerzas, qué tiempo no nos serían necesarios para exponer
todos tus libros? Permíteme, pues, que te confiese en ellos más
sucintamente y que elija algo que tú me inspirares, verdadero,
cierto y bueno, aunque me salgan al paso muchas cosas allí donde
pueden ofrecerse muchas; y esto con tal fidelidad de mi confesión,
que si atinare con lo que pensó tu ministro, sea bien y perfectamente, porque esto es lo que debo intentar 30 ; pero si no lograse
alcanzarlo, diga, sin embargo, lo que tu Verdad quisiere decirme
por medio de sus palabras, que también ella dijo a Moisés lo que
le plugo.
quam cogitavit ceteris excelsior, nobis autem, Domine, aut ipsam demonstrans aut quam placet alteram veram, ut, sive nobis hoc quod etiam
illi homini tuo, sive ailiud ex eorundem verborum occasione patefacias,
tu tamen pascas, non error illudat. Ecce, Domine Deus meus, quam mul5 ta de paucis verbis, quam multa, oro te, scripsimus! Quae nostrae vires,
quae témpora ómnibus libris tuis ad istum modum sufficient? Sine me
¡taque brevius in eis confiten tibi et eligere unum aliquid quod tu
inspiraveris verum, certum et bonum, etiamsi' multa oceurrerint, ubi
multa oceurrere poterunt, ea fide confessionis meae, ut, si hoc dixero,
10 quod sensit minister tuus, recte atque optime; id enim conari me oportet;
quod si assecutus non fuero, id tamen dicam, quod mihi per eius verba
tua veritas dicere voluerit, quae illi quoque dixit quod voluit.
NOTAS
AL
LIBRO
XII
1
Seguimos en este paso la lección del códice Esairialense, por exigirlo así el sentido y la partícula quoniam.
~ Modo familiar del Santo de llamar al cuerpo humano. Véase el
libro IX 28. J.a locución está tomada de la Escritura. Así: Génesis 18,27:
Tierra y ceniza soy; y Eccl 10,9: ¿Por qué te ensoberbeces, tierra?
J
El texto: Hoc enim totum corporeum non ubique totnm ita cepit
speciem pnkhram in novissimis cuius fundus est térra nostra... El lugar
es oscuro y diversamente interpretado—casi tan diversamente como son
los traductores—, como puede verse en Llovera. La traducción que damos difiere bastante de las demás, pero creemos que expresa fielmente
el pensamiento del Santo y conserva la fuerza de la antítesis con lo que
sigue.
Gen 1,2. Esto es desordenada, informe. La Vulgata: inane y vacua.
5
Esta explicación excluye todo concepto maniqueo de las tinieblas,
como han pretendido algunos comentaristas, más apasionados que conocedores del Santo.
1
4
demonstraos O'SV Eug. demonstra ctt.
inludat... expl. 8 ftag. Eug.
el ej.li
Bug.
(T).
550
Confesiones
XII, notas
6
Empleamos las palabras jorma, formación, formar, etc., en su sentido filosófico. Sirva esta advertencia de una vez por todas.
' Pensamiento tomado casi literalmente de Plotino (Ennéadas II
4,10): KM noci olí nouusa. Gran parte de la doctrina sobre la materia
primera está tomada de esta ennéada II 1.4, que a su vez lo está de
Platón y Aristóteles, como advierte el mismo Porfirio (Vita Plotini 14).
8
En estas pocas palabras condensa el Santo toda la doctrina de los
cambios sustanciales. N i los escolásticos han dicho más ni mejor, ni la
filosofía moderna ha añadido nada nuevo. Cf. PLATÓN, Timeo 51; ARIS-
TÓTELES, Metaphys. 8,1; PLOTINO, Ennéadas II 4,1.
9
Gibb-Montgomery, seguidos por Labriolle, creen ver en este razonamiento del Santo un círculo vicioso; pero lo que hay es, como justamente observa LLOVERA, una falta de comprensión absoluta del modo de
hablar del Santo, quien pone gran cuidado en distinguir bien la doble
operación de Dios: ad intra y ad extra. La frase de te se refiere siempre
a la sustancia divina; la ex te, a sus operaciones ad extra. As!, en el
lenguaje del Santo ¡puede decirse del mundo: factus est ex Deo, pero no
factus est de Veo. Véase un lugar.muy semejante en el fondo y la forma
en De Gen. contra manichaeos I 2,4.
10
Para mejor inteligencia de lo que sigue conviene advertir que San
Agustín admite dos períodos o creaciones: uno primero, de creación propiamente dicha, en el que Dios crea de la nada ¡a materia, madre de
todas las cosas; otro de formación o especificación, que sería sucesivo
y lento, y al cual pudiera referir el relato del Génesis cuando día por
día va señalando las obras de Dios. En cambio, la primera creación, simultánea y momentánea, estaría significada por el primer versillo del
Génesis: Un el principio creó Dios el cielo y la tierra.
11
Esto es, sin consistencia. El Santo juega con el doble significado de
la palabra latina constare, que hemos querido conservar en la traducción.
12
De vera religione XIII 26: «Es preciso reconocer que sólo Dios es
inmutable, siendo por naturaleza mudables aun los ángeles, los cuales,
en virtud del amor con que aman y se adhieren a Dios, permanecen estables y firmes en él.»
13
Alusión inequívoca a los maniqueos.
14
La mutabilidad supone mortalidad, porque todo lo que cambia
deja de ser una cosa para ser otra, y lo que deja de ser muere para dar
lugar a otra forma que sucede. «La mutabilidad se dice no impropiamente mortalidad—escribe el Santo—; porque todo lo que en su sustancia es, ya de un modo, ya de otro, en cuanto deja de ser lo que era
antes, se declara mortal» (De Trin. II 15). «La mutación—escribe en
otra parte—es una especie de muerte, porque hace que no sea algo que
era» (Contra Max. II 12,2). Cf. Enarrat. in Ps. 127,15.
,r
' La palabra sobrias del texto no tiene aquí ni al final del párrafo 13, que repite la frase, un sentido definido. Puede tomarse en sentido
de santo, como en psalmo sobrio; puede hacer alusión a la frase del
Apóstol: ¡apere ad sobrietatem.
10
Entiende el Santo por casa del Señor «todo el número de fieles
santos destinados a ser mudados de hombres en ángeles de Dios, y, juntamente con éstos, todos ellos juntos forman la casa de Dios una, la
Ciudad de Dios una (Enarrat, in Ps. 126,3). Cf. también Serví. 338,3.
17
Contra adversar; um le gis et prophet. I 9,12: «Ni se ha de creer
que Dios hizo primeramente la materia y que, pasado un lapso de tiempo,
dio forma a lo que había creado informe; porque del mismo modo que
el que habla pronuncia las palabras, pero no primeramente informes y
luego formadas, sino que las profiere formadas, as! se ha de entender
XII, n o t a s
Confesiones
551
que hizo Dios el mundo de la materia informe, concreándola juntamente
con el mundo.»
18
Esta imagen está calcada en San Pablo, quien dice de la divina
palabra que es más penetrante que una espada de dos filos, que llega
a dividir los pensamientos, intenciones, afectos y pasiones de Jos hombres. Cf. Hebr 4,12 y Ef 6,17. Véase también Enarrat. in Ps. 149,12.
18
«Morir para vivir»: he aquí uno de los pensamientos, de inspiración platónica, más frecuentes y fecundos en el Santo, y que pudiera
ser ©1 lema de muchas de sus obras. Cf. Tract. in loan. 23,4,9.
20
El texto: non declinat nec a te nec ad se. El Sessoriano: nec a se.
La crítica interna no ofrece un argumento decisivo a favor de ninguna.
Los lugares paralelos tampoco están concordes. Gibb y Montgomery
alegan en favor de la primera De vera religione 13,20. Tal vez sería
más decisivo este otro lugar: «Totum cor meum flamma tui amoris
ascendat: nihil in me relinquatur mihi nec quo respiciam ad me ipsum»
(Serm. 137,2). En favor de la segunda lección pudiera alegarse el
Serm. 330,3: «Si enim, dimisso Deo, amaveris te..., non remanes nec in
te, sed exis et a te... Dimittendo Deum et amando te existí et a te.»
No sabemos quiénes sean estos contradictores con quienes el Santo se encara en actitud enérgica y personal. En sus obras no se halla
rastro alguno que permita la menor conjetura. Tal vez pudieran ser los
donatistas.
Esto se ha de entender del relato de la creación, en el que ciertamente no aparecen las jerarquías celestiales. Porque los querubines son
mentados en Gen 3,24; Ex 25,22 y 37,7; Núm 7,89; los serafines,
en Is 7,2-6; las potestades, tronos, etc., en San Pablo (Col 1,16;
Ef 1,20; Rom 8,38). Si la frase del Santo tuviera una significación
extensiva a toda la Biblia, habría que decir que el gran Doctor había
sufrido aquí una gran distracción, incomprensible tanto más cuanto que
en otros lugares cita estos testimonios. Además, la misma argumentación del Santo supone que se trata del primer capítulo del Génesis.
"3 Apoyado en estas palabras, ha creído G. Wunderle que las Confesiones eran el fruto de este voto. Pero, si bien se mira, se advertirá
que las palabras del Santo tienen un sentido indeterminado, y que lo
más, lo más que pudieran extenderse es a esta tercera parte de las
Confesiones. Cf. Einfiihrung in Augusti_ns «Confessionen» («Gottes Reich.
Verofentlichgen des kath. Akademikerverbandes»). Augsburgo, Literar.
Instituí Haas et Grabherr, 1930, en 8.°, 140 págs.
Este pensamiento es muy frecuente en el Santo. Véanse sus libros
de los Soliloquios y De libero arbitrio, 2, donde expone ampliamente su
razonamiento. En la Enarrt. in Ps., 75,17, resume así su pensamiento:
«La verdad es común a todos. No es ni mía, ni tuya, ni de éste, ni de
aquél, sino común a todos.»
Refiriéndose el Santo a su época de maniqueísmo, reproduce la
misma imagen, aplicándola a sí mismo, en el Serm. 51,6: «Mas engañado en otro tiempo; queriendo, casi niño todavía, llevar a tus Escrituras más las sutilezas de la disputa que la piedad de la investigación, yo mismo, con mis perversas costumbres, cerraba contra mí la
puerta que daba acceso a ellas, a la cual debiera más bien llamar, a fin
de que se me abriese. Buscaba soberbio, con atrevimiento, lo que no se
puede hallar sino humilde. ¡Oh qué felices son, qué seguros aprenden,
qué amparados se hallan los que, todavía pequeñitos, se hallan en el
nido de la fe y reciben el espiritual alimento! Mas yo, miserable, juzgándome capaz de volar, abandoné el nido y, antes que volase, caí;
mas tú, misericordioso, para que no fuese pisoteado por los transeúntes
552
Confesiones
XII, notas
y muriese, me levantaste y me repusiste en el nido.» ¡Preciosa confidencia! Idéntica imagen emplea en el Serm. 117,7. En las mismas Confesiones se halla empleada por dos veces, al menos, antes de ésta: en el
libro IV, 31, y VIII, 18.
26
Alusión manifiesta a la doctrina plotiniana del Retorno al Uno
de todas las cosas, o del Regreso del alma, hablando del hombre. Cf. PLO-
LIBRO
DECIMOTERCERO
TINO, Ennéadas, III 8,10, y PORFIRIO, De regressu animae.
27
Esto es la caridad. «Toda Ja inmensa vastedad de la palabra divina—dice en el Serm. 350...,1—posee con seguridad la caridad con
que amamos a Dios y al prójimo.»
28
Este pasaje es el más expresivo que puede alegarse en pro de
la decantada polisemia agustina, en torno a la cual se ha escrito mucho
últimamente, como puede verse en el interesante estudio que sobre
este punto ha publicado en el tomo XV, nn. 43-45, de Religión y Cultura, pp.238-274, mi aventajado ex discípulo y hermano en religión
el 'P. J. Llamas. El testimonio, aunque haya dado juego a la teoría
del múltiple sentido literal en la Edad Media, de la que es esforzado
paladín Santo Tomás, que' cita en su favor al Obispo de Hipona, no
nos parece clara ni, mucho menos, decisiva. Los tratadistas de esta
materia comúnmente se inclinan a creer que San Agustín defendió
el múltiple sentido literal. Sólo Tailon (Recherches de Science Religieuse, enero-abril 1921, pp.1-28) y el P. Llamas (artículo cit.) se han
atrevido a defender lo contrario, no sin grandes visos de probabilidad.
El P. Fernández (en Verbum Domini, 1927, pp.281ss) establece las
conclusiones siguientes: « l . s , Agustín no formó nunca opinión decisiva acerca del sentido literal múltiple; 2.", no lo desechó abiertamente; al contrario, en gracia a la caridad, primero lo deseó, luego
lo propuso como una opinión; 3. 5 , que, sin embargo, abandonó presto:
4. a , y, en consecuencia, que no se puede afirmar que San Agustín
enseñase y sostuviese la sentencia del múltiple sentido literal, y máxime
si se tiene en cuenta que en todos sus comentarios se atiene al sentido
literal.» Estas conclusiones del ilustre escriturario español deben tomarse
como el mínimo de concesiones, debiendo ser rechazada la opinión afirmativa primera.
20
En este capítulo cambia el Santo de término medio, abandonando la hipótesis del sentido literal múltiple y proponiéndose la de, múltiples sentidos verdaderos o más bien probables, por cuanto el Santo
habla de muchos y diversos entre sí que pueden alegar en su favor
pruebas escriturarias. No se olvide que el pensamiento del Santo no es
resolver la cuestión del múltiple sentido literal, sino de conciliar las distintas opiniones que había entre los cristianos sobre multitud de puntos de
la Escritura; y en este sentido la solución dada en este último capítulo
es más expedita y asequible, y a ella apela el gran Doctor como último
recurso.
30
Esta afirmación echa por tierra la opinión de los que sostienen
que el Santo defendió la pluralidad del sentido literal. Igual norma de
conducta nos traza en De Gen. ad litt., I 21,41: «Cuando leemos los
sagrados libros y hay multitud de interpretaciones verdaderas, escójase
principalísimamente aquella que parece ser la intentada por el autor que
leemos; si no aparece ésta clara..., la que tenga en su apoyo la fe católica
y ciincuerde con oíros pasajes de la misma Escritura.» Y en De doctr.
christ. III 27,380, insiste en lo mismo: «Debe trabajar con ahínco—dice—
el intérprete de las Sagradas Escrituras por dar con la intención del escritor sagrado, por cuyo medio nos dispensó el Espíritu Santo dicha Escritura», etc.
CAPITULO I
1. Yo te invoco, Dios mío, misericordia mía, que me criaste
y no olvidaste al que se olvidó de ti; yo te invoco sobre mi alma,
a la que tú mismo preparas a recibirte con el deseo que la inspiras \
Y ahora no abandones al que te invoca, tú que preveniste
antes que te invocara e insististe multiplicando de mil modos tus
voces para que te oyese de lejos, y me convirtiera, y te llamase a
ti, que me llamabas a mí. Porque tú, Señor, borraste todos mis
méritos malos, para que no tuvieses que castigar estas mis manos,
con las que me alejé de ti; y preveniste todos mis méritos buenos
para tener que premiar a tus manos, con las cuales me formaste.
Porque antes de que yo fuese ya existías tú; ni yo era algo, para
que me otorgases la gracia de que fuese \
Sin embargo, he aquí que soy por tu bondad, que ha precedido en mí a todo: a aquello que me hiciste y a aquello de
donde me hiciste. Porque ni tú tenías necesidad de mí, ni yo era
un bien tal con el que pudieras ser ayudado, ¡oh Señor y Dios
mío!, ni con el que te pudiera servir como si te hubieras fatigado
en obrar o fuera menor tu poder si careciese de mi obsequio; ni
CA p U T
i
1. Invoco te, Deus meus, misericordia mea, qui fecisti me et oblitum
tui non oblitus es. Invoco te in animam meam, quam praeparas ad
capiendum te ex desiderio, quod inspiras ei. Nunc invocantem te ne
5 deseras, qui prius quam invocarem praevenisti et instítisti crebrescens
multimodis vocibus, ut audirem de longinquo et converterer et vocantem
me invocarem te. Etenim, Domine, delevisti omnia mala merita mea, ne
retribueres manibus meis, in quibus a te defeci, et praevenisti omnia
bona merita mea, ut retribueres manibus tuis, quibus me fecisti, quia
10 et priusquam essem tu eras, nec eram, cui praestares ut essem, et tamen
ecce sum ex bonitate tua praeveniente totum hoc, quod me fecisti et
unde me fecisti. Ñeque enim eguisti me, aut ego tale bonum sum, quo
tu adiuveris, Dominus meus et Deus meus, non ut tibi sic serviam, quasi
ne fatigeris in agendo, aut ne minor sit potestas tua carens obsequio
4 inspiras BFCDEGMOPVZ idds., et CDHTZ. ei BFGEMOPV edds.,
rasti S, inspirasti et HT.
7 Etenim SV, tu enim cet. et eddi.
¡nspi-
554
Confesiones
XIII, 2, 3
x i n , 3,4
así te cultive como la tierra, de modo que estés inculto si no te
cultivo, sino que te sirva y te cultive para que me venga el bien
de ti, de quien me viene el ser capaz de recibirle.
CAPITULO
ti el que fuese. O ¿qué pudo merecer de ti la incoación de la
creación espiritual para que, al menos, tenebrosa sobrenadase semejante al abismo, desemejante a ti, si no fuera convertida por
el Verbo a sí mismo, por quien fue hecha; e iluminada por él,
fuese hecha luz, si bien no igual, sí, al menos, conforme a la forma igual a ti? Porque así como en un cuerpo no es lo mismo
ser que ser hermoso—de otro modo no podría ser deforme—, así
tampoco, en orden al espíritu creado, no es lo mismo vivir que
vivir sabiamente, puesto que de otro modo inconmutablemente
comprendería.
Mas su bien está en adherirse a ti siempre, para que con la
aversión no pierda la luz que alcanzó con la conversión, y vuelva
a caer en aquella vida semejante al abismo tenebroso. Porque
también nosotros, que en cuanto al alma somos creación espiritual,
apartados de ti, nuestra luz, «fuimos algún tiempo en esta vida
tinieblas», y aun al presente luchamos contra los restos de esta
nuestra ocuridad, hasta ser justicia tuya, en tu Único, como montes
de Dios, ya que antes fuimos juicios tuyos, como abismo profundo.
II
2. En efecto: de la plenitud de tu bondad subsiste tu criatura, a fin de que el bien, que a ti no te había de aprovechar nada
ni, proveniendo de ti, había de ser igual a ti, sin embargo, porque
podía ser hecho por ti, no faltase. Porque ¿qué pudo merecer de
ti el cielo y la tierra que tú hiciste en el principio? Digan: ¿qué
te merecieron la naturaleza espiritual y corporal, que tú hiciste
en tu sabiduría, para pender de ella hasta las cosas incoadas e informes—cada cual en su género, espiritual o corporal—que van
hacia la inmoderación y una desemejanza tuya lejana, lo espiritual informe de modo más excelente que si fuese cuerpo formado,
y el corporal informe de más excelente manera que si fuese absolutamente nada, y así pendieran informes de tu palabra si no
fuesen llamadas por esta misma .palabra a tu unidad y formadas
y hechas todas ellas por ti, Bien sumo, muy buenas? ¿Qué méritos
podían tener contigo para ser siquiera informes, cuando ni aun
esto serían si no fuera por ti?
3. ¿Qué pudo merecer de ti la materia corporal para ser
siquiera invisible e incompuesta, cuando no sería esto si no la
hubieras hecho? Ciertamente que, no siendo, no podía merecer de
meo, ñeque ut sic te colam quasi terram, ut sis incultus, si non te colam,
sed ut serviam tibi et colam te, ut de te mihi bene sit, a quo mihi est,
ut sim, cui bene sit.
C A P UT
II
5
2. Ex plenitudine quippe bonitatis tuae creatura tua substitit, ut
bonum, quod tibi nihil prodesset nec de te aequale tibi esset, tamen
quia ex te fieri potuit non deesset. Quid enim te promeruit caelum et
térra, quae fecisti in principio? Dicant, quid te promeruerunt spiritalis
corporalisque natura, quas fecisti in sapientia tua, ut inde penderent
10 etiam inchoata et informia quaeque in genere suo vel spiritali vel corporal!, euntia in immoderationem et in longinquam dissimilitudinem
tuam, spiritale informe praestantius quam si formatum corpus esset;
corporale autem informe praestantius, quam si omnino nihil esset; atque
ita penderent in tuo verbo informia, nisi per idem verbum revocarentur
15 a-d unitatem tuam, et formarentur, et essent ab uno te summo bono universa bona valde. Quid te prómeruerant, ut essent saltera informia, quae
ñeque hoc essent nisi ex te ?
3. Quid te promeruit materies corporalis, ut esset saltem invisibilis
et incomposita, quia ñeque hoc esset, nisi quia fecisti? Ideoque te, quia
5 substitit EG'OS, suhsistit cet. et edd.
8 quae S. quas cet. et edds.
15 F fimtur: formaretur].
555
Confesiones
CAPITULO
III
4. En cuanto a lo que dijiste sobre las primeras creaciones:
Hágase la luz y la luz fue hecha, entiéndolo yo no incongruentemente de la criatura espiritual, porque era ya una cierta vida, a
la que habías de iluminar. Pero así como no había merecido de
non erat, promereri ut esset non poterat. Aut quid te promeruit inchoatio
creaturae spiritalis, ut saltem tenebrosa fluitaret similis abysso, tui dissimilis, nisi per idem verbum converteretur ad idem, a quo facta est,
atque ab eo ¡Iluminara lux fieret, quamvis non aequaliter, et tamen con5 formis formae aequali tibi? Sicut enim corpori non hoc est esse, quod
pulchrum esse—alioquin deforme esse non posset—ita etiam creato spiritui
non id est vivere, quod sapienter vivere: alioquin incommutabiliter. saperet. Bonum autem ¡Ui est adbacrere l tibi semper, ne quod adeptus est
conversione aversione lumen amittat et relabatur in vitam tenebrosae
10 abysso similem. Nam et nos, qui secundum animam creatura spiritalis
sumus, aversi a te, nostro ¡lumine, in ea vita fuimus aliquando tenebrae et
in reliquiis obscuritatis nostrae laboramus, doñee simus iustitia tua in único
tuo.sicut montes Dei: nam indicia tua fuimus sicut multa abyssus2.
C AP u T III
15
4. Quod autem in primis conditionibus dixisti: Fiat lux et facta
est lux', non incongruenter hoc intellego in creatura spiritali, quia erat
iam qualiscumque vita, quam ¡Iluminares. Sed sicut non te promeruerat,
1
Ps 72.28.
2
Ps 35,7.
4 et tamen S, tamen cet. et eddi.
8 adhaerere S, haexere cet. et edds.
» Gen 1,3.
556
X I I I , 5, 6
XIII, 4, 5
Confesiones
que habías creado, y para la cual no es lo mismo vivir que vivir
felizmente, porque vive aun flotando en su oscuridad, y a la que
resta convertirse a aquel por quien ha sido hecha, y vivir más y
más en la fuente de la vida, y ver en su luz la luz, y así perfeccionarse, ilustrarse y ser feliz.
ti ser tal la vida que pudiera ser iluminada, así tampoco, siendo
ya, pudo merecer de ti el ser iluminada. Porque ni aun su informidad te agradara si no fuese hedía luz, no siendo, sino intuyendo la luz que ilumina y adhiriéndose a ella, para que lo que de
algún modo vive, y lo que vive felizmente, no lo deba sino a tu
gracia, convertida por una conmutación mejor en aquello que no
pueda mudarse en cosa mejor o peor. Lo cual eres tú solo, porque
tú solo eres siraplicísimamente, para quien no es cosa distinta
vivir de vivir felizmente, porque tu ser es tu felicidad \
CAPITULO
IV
5. Pero ¿acaso te faltaría algo en cuanto Bien, cual eres tú
para ti, aunque estas cosas no fueren en modo alguno o permanecieran informes, las cuales hiciste tú no por indigencia, sino por
la plenitud de tu bondad, reduciéndolas y dándolas forma, aunque
no como si tu gozo hubiera de ser completado con ellas ? No, sino
que, como a perfecto, te desagrada su imperfección, para que tú
las perfecciones y te agraden, aunque no como a imperfecto,
como si tú htíbieras de perfeccionarte con su perfección.
Mas tu Espíritu bueno era sobrellevado sobre las aguas 4, no
llevado por ellas, como si en ellas descansara. Porque en quienes
se dice que descansa tu espíritu, a estos tales les hace descansar
en sí. Mas tu voluntad era sobrellevada incorruptible e incontaminable, bastándose ella misma en sí para sí, sobre aquella vida
ut esset talis vita, quae ¡Iluminan posset, ita nec cum iam esset promeruit
te, ut illuminaretur. Ñeque enim eius informitas placeret tibi, si non lux
fieret, non exsistendo, sed intuendo illuminantem lucem eique cohaerendo; ut et quod utcumque vivit et quod beate vivit, non deberet nisi
5 gratiae tuae, conversa per commutationem meliorem ad id, quod ñeque
in melius ñeque in deterius mutari potest. Quod tu solus es, quia solus
simpliciter es, cui non est aliud vivere aliud beate vivere, quia tua beatitudo es.
CAPUI
10
IV
5. Quid ergo tibi deesset ad bonum, quod tu tibi es, etiamsi ista vel
omnino nulla essent vel informia remanerent, quae non ex indigentia
fecisti, sed ex plenitudine bonitatis tuae, cohibens atque convertens ad
formam, non ut tamquam tuum gaudium compleatur ex eis? Perfecto
enim tibi displicet eorum imperfectio, ut ex te perficiantur et tibi pla15 ceant, non autem imperfecto, 'tamquam et tu eorum perfectione perficiendus sis. Spiritus enim tuus bonus superferebatur super aquas, non
ferebatur ab eis, tamquam in eis requiesceret. In quibus enim requiescere dicitur spiritus tuus, hos in se requiescere facit. Sed superferebatur
incorruptibilis et incommutabüis voluntas tua, ipsa in se sibi sufficiens,
10 es E'O'P^V, tu es ctt. et edds.
557
Confesiones
CAPITULO
V
6. He aquí que ante mí aparece como en enigma la Trinidad,
que eres tú, Dios mío. Porque tú, Padre, en el principio de nuestra Sabiduría, que es tu Sabiduría, nacida de ti y coeterna contigo,
esto es, en tu Hijo, hiciste el cielo y la tierra.
Muchas cosas hemos dicho ya del cielo del cielo, y de la tierra invisible e incompuesta, y del abismo tenebroso según la defectibilidad vagarosa de la informidad espiritual en que hubiera
permanecido si no se hubiese convertido a aquel que la había
dado aquella especie de vida y mediante la iluminación se hubiese
hecho vida hermosa y llegado a ser cielo del cielo de aquel que
después fue hecho entre agua y agua.
Ya tenía, pues, al Padre, en el nombre de Dios, que hizo estas
cosas; y al Hijo, en el nombre del principio,, en el cual las hizo;
. y creyendo a mi Dios trinidad, como la creía, tal yo le buscaba
en sus sagrados oráculos; y ved que tu Espíritu era sobrellevado
sobre las aguas. He aquí a mi Dios trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas \
super eam quam fecéras vitam; cui non hoc est vivere, quod beate vivere,
quia vivit etiam fluitans in obscuritate sua; cui restat convertí ad eum,
a quo facta est, et magis magisque vivere apud fontem vitae et in lumine
eius videre lumen d et perfici et ¡Ilustran et beari.
5
CAPIII
v
6. Ecce apparet mihi in aenigmate Trinitas, quod es, Deus meus,
quoniam tu, pater, in principio sapientiae nostrae, quod est tua sapientia
de te nata aequalis tibi et coaeterna, id est in filio tuo, fecisti caelum et
terram. Et multa diximus de cáelo caeli et de térra invisibili et incompo-.
10 sita et de abysso tenebrosa secundum spiritalis informitatis vagabunda
deliquia, nisi converteretur ad eum, a quo erat qualiscumque vita, et
illuminatione fieret speciosa vita et esset caelum caeli eius, quod Ínter
aquam et aquam postea factum est. Et tenebam iam patrem in Dei nomine,
qui fecit haec, et filium in principii nomine, in quo fecit haec, et Trinita15 tem credens Deum meum, sicut credebam, quaerebam in eloquiis sanctis
eius, et ecce spiritus tuus superferebatur super aquas. Ecce Trinitas, Deus
meus, Pater et Filius et Spiritus Sanctus, creator universae creaturae.
4
Ps 35.10.
558
XIII, 7, S
Confesiones
CAPITULO
VI
7. Pero ¿cuál era la causa, ¡oh Luz verídica!, a quien acerco
mi corazón para que éste no me enseñe cosas vanas y disipe en él
sus tinieblas?; dime, te ruego por la caridad, mi madre; dime,
te suplico, ¿cuál era la causa de que, después de nombrados el
cielo y la tierra invisible e incompuesta y las tinieblas sobre el
abismo, nombrase entonces tu Escritura a tu Espíritu? ¿Acaso
porque convenía insinuarle así a fin de poder decir de él que era
sobrellevado, lo cual no pudiera decirse si antes no se conmemorara aquello sobre lo que se pudiese entender que era sobrellevado
tu Espíritu? Porque ni era sobrellevado sobre el Padre ni sobre
el Hijo, y, sin embargo, no podría decirse propiamente que era
sobrellevado si no fuera llevado sobre alguna cosa.
Así que era preciso que se nombrase primeramente aquello
sobre lo que era llevado, y luego aquel a quien no convenía conmemorar de otro modo sino diciendo que era sobrellevado. Pero
¿por qué no convenía insinuarle de otro modo sino diciendo que
era sobrellevado?
CAPITULO
VII
8. A partir ya de aquí, siga el que pueda con el pensamiento
a tu Apóstol, que dice: La caridad se ha difundido en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado; y en orden
CAPUI
VI
7. Sed quae causa fuerat, o lumen veridicum, tibí admoveo cor
ffleum, ne me vana doceat, discute tenebras eius et dic mihi, obsecro te
per matrem caritatem, obsecro te, dic mihi, quae causa fuerat, ut post
5 nominatum caelum et terram invisibilem et incompositam et tenebras
super ábyssum, tum demum Scriptura tua nominaret Spiritum tuum?
An—quia oportebat sic eum insinuari ut diceretur superferri—non posset hoc dici, nisi prius illud commemotaretur, cui superferri Spiritus
tuus posset intellegi? Nec patri enim nec Filio superferebatur, nec super10 ferri recte diceretur, si nulli rei superferretur. Prius ergo dicendum erat,
cui superferretur, et deinde ille, quem non oportebat aliter commemorari,
nisi ut superferri diceretur. Cur ergo eum aliter insinuari non oportebat, nisi ut superferri diceretur?
CAPUI VII
15
8. Iam hinc sequatur qui potest intellectu apostolum tuum dicentem,
quia caritas tua diffusa est in cordibus nostris per Spiritum Sanctum,
7
15
non EGOSV, et non cet. et eddi.
iam om. S.
XIII, 8, 9
Confesiones
559
a las cosas espirituales nos enseña y muestra la sobreeminente
senda de la caridad, y dobla la rodilla por nosotros ante ti, para
que conozcamos la ciencia sobreeminente de la caridad de Cristo;
y que ésta es la razón por qué desde el principio era sobrellevado
sobreeminentemente sobre las aguas.
¿A quién hablaré yo y cómo le hablaré del peso de la concupiscencia, que nos arrastra hacia el abrupto abismo, y de la elevación de la caridad por tu Espíritu, que era sobrellevado sobre
las aguas? ¿A quién hablaré y cómo hablaré? Porque no hay lugares en los cuales somos sumergidos o emergidos. ¿Qué cosa
más semejante y más desemejante a la vez? Afectos son, amores
son: la inmundicia de nuestro espíritu corriendo a lo más ínfimo
por amor de los cuidados, y tu santidad elevándonos a lo más
alto por amor de la seguridad, para que tengamos nuestros corazones arriba hacia ti, allí donde tu Espíritu es llevado sobre
las aguas, y de este modo vengamos al descanso sobreeminente,
apenas haya pasado nuestra alma las aguas que son sin sustancia.'.
CAPITULO
VIII
9. Cayó el ángel, cayó el alma del hombre, y con ello señalaron cuál hubiera sido el abismo de la creación espiritual en el
profundo tenebroso si no hubieras dicho desde el principio:
Hágase la luz y no hubiese sido hecha la luz y se adhiriese a ti
qui datas est nobiss; et de spiritualibus docentem et demonstrantem
supereminentem viam 6 caritatis et flectentem genua pro nobis ad te, ut
cognoscamus supereminentem scientiam caritatis Christi'. Ideoque ab
initio supereminens superferebatur super aquas. Cui dicam, quomodo dicam
de pondere cupiditatis in abruptam abyssum et de sublevatione caritatis
per Spiritum tuum, qui superferebatur super aquas? Cui dicam? Quomodo dicam? ñeque enim loca sunt, quibus mergimur et emergimus. Quid
similius et quid dissimilius? affectus sunt, amores sunt, immunditia
spiritus nostri defluens inferius amore curarum, et sanctitas tui attol10 lens nos superius amore securitatis, ut sursum cor habeamus ad te, ubi
Spiritus tuus superfertur super aquas, et veniamus ad supereminentem
réquiem, eum pertransierit anima nostra aquas, quae sunt sine substaniia".
C A PUT
VIII
9. Defluxit ángelus, defluxit anima hominis, et indicaverunt abys15 sum universae spiritalis creaturae in profundo tenebroso, nisi dixisses
ab*initio: Fiat lux, et facta esset lux, et inhaereret tibí omnis oboediens
* Rom 5,5.
0
Eph 3,14.
' Ib., 19.
» Ps 133,5.
7 loca], in loco S.
11 superfertur], superferretur G, ferehatur S.
16 esset HOSV edds., est cet. codds.
500
XIII, 9, 10
Confesiones
obediente toda inteligencia de la celestial ciudad y descansase en
tu Espíritu, que es sobrellevado inconmutablemente sobre todo lo
mudable. D e otro modo, aun el mismo cielo del cielo, que ahora
es luz en el Señor, hubiera sido en sí mismo tenebroso abismo.
Porque aun en la misma mísera inquietud de los espíritus caedizos, que dan a entender sus tinieblas desnudas del vestido de tu
luz, claramente nos muestras cuan grande hiciste la criatura racional, para cuyo descanso feliz nada es bastante que sea menos
que tú, por lo cual ni aun ella misma se basta a sí. Porque tú,
Señor nuestro, iluminarás nuestras tinieblas; pues de ti nacen
nuestros vestidos y nuestras tinieblas serán como un mediodía.
Dáteme a mí, Dios mío, y devuélvete a mí. He-aquí que te
amo, y si aún es poco, que yo te ame con más fuerza. N o puedo
medir a ciencia cierta cuánto me falta del amor para que sea bastante, a fin de que mi vida corra entre tus abrazos y no me aparte
hasta que sea escondida en lo escondido de tu rostro.
Esto sólo sé: que me va mal lejos de ti, no solamente fuera
de mí, sino aun en mí mismo; y que toda abundancia mía que
no es mi Dios, es indigencia.
CAPITULO
IX
10. Pero ¿acaso no eran sobrellevados sobre las aguas el
Padre o el Hijo? Si esto se entiende del lugar como si fuera un
cuerpo, ni aun el Espíritu Santo lo era; pero si se entiende de
intellegentia caelestis civitatis tuae et requiesceret in Spiritu tuo, qui
superfertur incommutabiliter super omne mutabile. Alioquin et ipsum
caelum caeli tenebrosa abyssus esset in se; nunc autem lux est in Domino '. Nam et in ipsa misera inquietudine defluentium spirituum et
5 indicantium tenebras suas nudatas veste luminis tui satis ostendis, quam
magnam rationalem creaturam feceris, cui nullo modo suffkit ad beatam
réquiem quidquid te minus est, ac per hoc nec ipsa sibi. Tu enim, Deus
noster, illuminabis tenebras noslras: ex te oriuntur vestimenta noslra,
et tenebrae nostrae sicut meridies erunt'". Da mihi te, Deus meus, et
10 redde mihi te: en amo et, si parum est, amem vaüdius. Non possum metiri,
ut sciam, quantum desit mihi amoris ad id quod sat est, ut currat vita
mea in amplexus tuos nec avertatur, doñee abscondatur in abscondito vultus tui " . Hoc tantum scio, quia male mihi est praeter te non sdlum extra
me, sed et in me ipso, et omnis mihi copia, qua Deus meus non est,
15 egestas est.
CAPUT
IX
10. Numquid aut Pater aut Filius non superferebatur super aquas?
Si tamquam loco, sicut corpus, nec Spiritus Sanctus; si autem incommu' Eph 5,8.
9
™ Ps 138.12.
" Ps 30.21.
et redde S, redde cit. et eddi. et ! S, om. cet. et edil.
XIII, 9, 10
Confesiones
5fil
una eminencia de la inconmutable divinidad sobre todo lo mudable, entonces, juntamente el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo
eran sobrellevados sobre las aguas, Pero entonces, ¿por qué se ha
dicho esto únicamente de tu Espíritu? ¿Por qué se ha dicho únicamente de él esto, como si fuera un lugar donde estuviese, él
que no es lugar y del que sólo se ha dicho que es Don tuyo? En
tu Don descansamos: allí te gozamos. Nuestro descanso es nuestro lugar. El amor nos levanta a allí y tu Espíritu bueno exalta
nuestra humildad de las puertas de la muerte. Nuestra paz está
en tu buena voluntad '. El cuerpo, por su peso, tiende a su lugar.
El peso no sólo impulsa hacia abajo, sino al lugar de cada cosa.
El fuego tira hacia arriba, la piedra hacia abajo. Cada uno es movido por su peso y tiende a su lugar 8. El aceite, echado debajo
del agua, se coloca sobre ella; el agua derramada encima del aceite se sumerge bajo el aceite; ambos dbran conforme a sus pesos,
y cada cual tiende a su lugar.
Las cosas menos ordenadas se hallan inquietas: ordénanse
y descansan. Mi peso es mi amor; él me lleva doquiera soy llevado. T u Don nos enciende y por él somos llevados hacia arriba:
enardecémonos y caminamos; subimos las ascensiones dispuestas
en nuestro corazón y cantamos el Cántico de los grados. Con tu
fuego, sí; con tu fuego santo nos enardecemos y caminamos, porque caminamos para arriba, hacia la paz de Jerusalén, porque me
he deleitado de las cosas que aquéllos me dijeron: Iremos a la
casa del Señor. Allí nos colocará la buena voluntad, para que no
queramos más que permanecer eternamente allí.
tabilis divinitatis eminentia super omne mutabile, et Pater et Filius et
Spiritus Sanctus superferebatur super aquas. Cur ergo tantum de Spiritu
tuo dictum est hoc? Cur de illo tantum dictum est quasi locus ubi esset,
qui non est locus, de quo solo dictum est, quod sit donum tuum? 12 In
5 dono tuo requiescimus: ibi te fruimur. Requies nostra locus noster. Amor
illuc attollit nos et Spiritus tuus bonus exaltat humilitatem nostram de
portis monis 13. In bona volúntate tua pax nobis est. Corpus pondere suo
nititur ad locum suum. Pondus non ad ima tantum est, sed ad locum
suum. Ignis sursum tendit, deorsum lapis. Ponderibus suis aguntur, loca
10 sua petunt. Oleum infra aquam fusum super aquam attollitur, aqua supra
oleum fusa infra oleum demergitur: ponderibus suis aguntur, loca sua
petunt. Minus ordinata inquieta sunt: ordinantur et quiescunt. Pondus
meum amor meus; eo feror, quocumque feror. Dono tuo accendimur et
sursum ferimur; inardescimus et imus, ascendimus ascensiones in corde et
15 cantamus caníicum graduum ' \ Igne tuo, igne tuo bono inardescimus et
imus, quoniam sursum imus ad pacem Hierusalem, quoniam iucundatus
sum in bis, qui dixerunt mihi; in dorhum Domini ibimus 1S. Ibi nos collocabit voluntas bona, ut nihid velimus aliud quam permanere in aeternum.
12
Act 2,38.
" Ps 9,15.
" Ps 73,6.
3 dictas S,
7 tua S, om. cet. et eddi.
17 collocabit CDHSZT, collocavit cet. et edds.
ls
Ps 121,1.
562
Confesiones
CAPITULO
XIII, 11 12
X
I I . Bienaventurada la criatura que no ha conocido otra
cosa, cuando ella misma hubiera sido esa cosa, si luego que fue
hecha, sin ningún intervalo de tiempo, no hubiera sido exaltada
por tu Don, que es sobrellevado sobre todo lo mudable hacia
aquel llamamiento por el cual dijiste: Hágase la luz, y la luz fue
hecha. Porque en nosotros distingüese el tiempo en que fuimos
tinieblas y el en que hemos sido hechos luz; pero en aquélla se
dijo lo que hubiera sido de no ser iluminada, y se dijo de este
modo, como si primero hubiera sido fluida y tenebrosa, para que
apareciese la causa por la cual se ha hecho que sea otra, esto es,
para que, vuelta hacia la luz indeficiente, fuese también luz.
Quien sea capaz, entienda, o pídatelo a ti. ¿Por qué me ha de
molestar a mí, como si yo fuera el que ilumino a todo hombre
que viene a este mundo?
CAPITULO
XI
12. ¿Quién será capaz de comprender la Trinidad omnipotente ? ¿Y quién no habla de ella, si es que de ella habla ? Rara el
alma que, cuando habla de ella, sabe lo que dice ". Y contienden
y se pelean, mas nadie sin paz puede ver esta visión.
Quisiera yo que conociesen los hombres en sí estas tres cosas.
CA P UT
X
11. Beata creatura, quae non vovit aliud, cum esset ipsa aliud, nisi
dono tuo, quod superfertur super omne mutabile, mox ut facta est, attolleretur nullo intervallo temporis in ea vocatione, qua dixisti: Fiat lux, et
5 fieret lux. In nobis enim distinguitur tempore, quod tenebrae fuimus et
lux efficimur: in illa vero dictum est, quid esset, nisi illuminaretur, et ita
dictum est, quasi prius fuerit fluxa et tenebrosa, ut appareret causa qua
factum est, ut aliter esset, id est, ut, ad lumen indeficiens conversa, lux
esset. Qui potest, intellegat, a te petat. Ut quid mihi molestus est quasi
10 ego illnminem ullum hominem venientem in hunc mumdum? 16
CA P UT
XI
12. Trinitatem omnipotentem quis intelleget? Et quis non loquitur
eam, si tamen eam? Rara anima quae, cumque de illa loquitur, scit quod
loquitur. Et contendunt et dimicant, et nemo sine pace videt istam vi15 sionem. Vellem ut haec tria cogitarent homines in se ipsis, Longe aliud
16
lo 1,9.
6 efficimur], efficiemur S.
12 intelleget BPOSVZ, intellegit cel. et tdds
13 quae, cumque} ita Uivisi, quaecumque eJJs. mojer., quae cum O b l m,
quae dum CDHT o.
X I I I , 11, 12
Confesiones
563
Cosas muy diferentes son estas tres de aquella Trinidad; mas dígolas para que se ejerciten en sí mismos y prueben y sientan cuan
diferentes son. Y las tres cosas que digo son: ser, conocer y querer.
Porque yo soy, y conozco, y quiero: soy esciente y volente y sé
que soy y quiero y quiero ser y conocer '". Vea, por tanto, quien
pueda, en estas tres cosas, cuan inseparable sea la vida, siendo
una la vida, y una la mente, y una la esencia, y cuan, finalmente,
inseparable de ella la distinción, no obstante que existe la distinción. Ciertamente que cada uno está delante de sí; así que atienda
a sí y vea y hábleme después. Y cuando hubiere hallado algo en
estas cosas y hubiese hablado, no por eso piense ya haber hallado
aquello que es inconmutable sobre todas las cosas, y existe inconmutablemente, y conoce inconmutablemente, y quiere inconmutablemente.
Ahora, si es por hallarse en ella estas tres cosas por lo que
hay allí Trinidad, o si estas tres cosas se hallan en cada una para
que cada una de ellas sea eterna, o si tal vez se realizan ambas
cosas por modos maravillosos, simple y múltiplemente, siendo en
sí para sí fin infinito, por el que es y se conoce a sí misma y se
basta inconmutablemente a sí por la abundante magnitud de su
unidad, ¿quién podrá fácilmente imaginarlo? ¿Quién podrá explicarlo de algún modo? ¿Quién se atreverá temerariamene a definirlo de cualquier modo?
sunt ista tria quam illa trinitas, sed Jico, ubi se exerceant et probent et
sentiant, quam longe sunt. Dico autem haec tria: esse, nosse, velle. Sum
enim et scio et voló: sum sciens et volens et scio esse me et velle et voló
esse et scire. In his igitur tribus quam sit inseparabilis vita et una vita
5 et una mens et una essentia, quam denique inseparabilis distinctio et
tamen distinctio, videat qui potest. Certe coram se est; attendat in se et
videat et dicat mihi. Sed cum invenerit in his ailiquid et dixerit, non iam
se putet invenisse illud, quod supra ista est incommutabile, quod est
incommutabiliter et scit incommutabiliter et vult incommutabiliter: et
10 utrum propter tria haec et tibi trinitas, an in singulis haec tria, ut terna
singulorum sint, an utrumque miris modis simpliciter et multipliciter infinito in se sibi fine, quo est et sibi notum est et sibi sufficit incommutabiliter id ipsum copiosa unitatis magnitudine, quis facile cogitaverit? quis
ullo modo dixerit? quis quolibet modo temeré pronuntiaverit?
564
XIII, 12,13
Confesiones
CAPITULO
XII
13. ¡Adelante en tu confesión, oh fe mía! Di al Señor tu
Dios: Santo, Santo, Santo, Señor Dios mío; en tu nombre, Padre;
Hijo y Espíritu Santo, hemos sido bautizados; en tu nombre, Padre, Hijo y Espíritu Santo, bautizamos; porque también entre
nosotros hizo Dios en su Cristo el cielo y la tierra, los espirituales
y carnales de tu Iglesia; y nuestra tierra, antes de recibir la forma
de tu doctrina, era invisible e incompuesta y estábamos cubiertos
con las tinieblas de la ignorancia, porque a causa de la iniquidad
instruíste al hombre, y tus juicios son como grandes abismos.
Mas, porque tu Espíritu era sobrellevado sobre las aguas, nú
abandonó tu misericordia nuestra miseria, y así dijiste Hágase la
luz. Haced penitencia, porque se ha acercado el reino de los cielos: haced penitencia: hágase la luz. Y porque nuestra alma se
había conturbado dentro de nosotros mismos, nos acordamos de
ti, Señor, desde la tierra del Jordán y del monte igual a ti, pero
hecho pequeño por causa nuestra; y así nos desagradaron nuestras
tinieblas, y nos convertimos a ti y fue hecha la Luz. Y ved cómo,
habiendo sido algún iempo tinieblas, somos ahora luz en el Señor.
CAPUT
Confesiones
X i n , 13,14
XII
13. Procede in confessione, fides mea; dic Domino Deo tuo: sánete,
sánete, sánete, Domine Deus meus, in nomine tuo baptizati sumus ", Pater
et Fili et Spiritus Sánete, in nomine tuo baptizamus, Pater et Fili et
5 Spiritus Sánete, quia et aipud nos in Christo suo fecit Deus caelum et
terram, spiritualles et carnales Ecclesiae suae, et térra nostra antequam
acciperet formam doctrinae, invisibilis erat et incomposita et ignorantiae
tenebris tegebamur quoniam pro iniquitale erndisti hominem l s et iudicia
tua sicut multa abyssus1". Sed quia Spiritus tuus superferebatur super
10 aquam, non reliquit miseriam nostram misericordia tua, et dixisti: Fiat
lux: poenitentiam agite, appropinquavit enim regnum caelorum; poenitentiam agite: fiat lux 20. Et quoniam contúrbala erat ad nos ipsos anima
nostra, commemorati sumus tui, Domine, de tena lordanis et de monte
aequali tibí21, sed parvo propter nos, et displicuerunt nobis tenebrae
15 nostrae, et conversi sumus ad te, et jacta est lux. Et ecce fuimus aliquando tenebrae, nunc autem lux in Domino 22.
" 1 Cor 1,15.
i* Ps 35.7.
" Ps 38,12.
20
Mt 3,2.
-'• Ps 41,7.
22
Eph 5.8
2 deo om. S.
11 appropinquavit ODSZ-T edds. appropínquabit ceteri et b.
CAPITULO
565
XIII
14. Mas esto lo somos por fe, no por visión; porque por la
esperanza somos hechos salvos; y la esperanza que ve no es esperanza. Todavía el abismo llama al abismo, mas ya es en la voz de
tus cataratas. Ni aun aquel mismo que dice: No puedo hablaros
como a espirituales, sino como a carnales, ni aun aquel mismo
juzga haber alcanzado el término, y, olvidado de lo que queda
atrás, se alarga hacia las cosas que tiene delante, y gime agobiado
y tiene su alma sed del Dios vivo, como los ciervos de las fuentes
de laSt aguas, y dice: ¿Cuándo llegaré?, deseoso de ser revestido
de su habitáculo celestial; y llama al abismo inferior, diciendo:
No queráis conformaros con este mundo, sino reformaros en la
novedad de vuestra mente, y no queráis haceros niños en la inteligencia, sino sed pequeñitos por la malicia, para que seáis perfectos en la mente, y ¡Oh necios gálatas!, ¿quién os fascinó? Mas no
ya en su palabra, sino en la tuya, nos enviaste a tu Espíritu de lo
alto por medio de aquel que ascendió a lo alto y abrió las cataratas de sus dones para que las impetuosas corrientes del río alegrasen tu ciudad. Porque por él suspira el amigo del esposo, teniendo
ya en él las primicias de su espíritu, mas todavía gimiendo en sí
mismo, esperando la adopción, redención de su cuerpo. Por él
CAPUT
XIII
14. Et tamen adhuc per fidem, nondum per speciem2S. Spe enim
solví facti sumus. Spes autem, quae videtur, non est spes " . Adhuc abyssus, abyssum invocat, sed iam in voce cataractarum tuarum 25. Adhuc et
5 ¡He qui dicit: Non potui vobis loqui quasi spiritalibus, sed q/iasi carnaubas 26, etíam ipse nondum se arbitratur comprehendisse, et quae retro
oblitus, in ea, quae ante sunt 2\ extenditur et ¡ngemescit gravatus, et sitit
anima eius ad Deum vivum quemadmodum cervi ad fontes aquarum, et
dicit: Quando veniam?2* Habitaculum suum, quod de cáelo est, superin10 dui cupiens'"; et vocat inferiorem abyssum dicens: Nolite conformari huic
saeculo, sed reformamini in novitate mentís vestrae30, et: Nolite pueri
effici mentibus,. sed malitia parvuli estote, ut mentibus perfecti sitis " ,
et: O stulti Galatae, quis vos fascinavit?11 Sed iam non in voce sua; in
tua enim, qui misisti Spiritum tuum de excelsis per eum, qui ascendit in
15 altum et aperuit cataractas donorum suorum 33, ut fluminis Ímpetus laetificarent civitatem tuam " . lili enim suspirat sponsi amicus " , habens iam
spiritus primitias penes eum, sed adhuc in sefflet ipso ingemescens adoptionem exspectans, redemptionem corporis sui". lili suspirat: membrum
' " 2 Cor 5,7.
-'
Rom 8,24.
!S
Ps 41,8.
20
1 Cor 3.1.
27
Phil 3.13.
•-*
Ps 41,1-2.
' 2 Cor 5.2.
•'
"
'
Rom
12.2.
31
1 Cor 14,20.
•'-" Gal 3,1.
2
10 vocat EGMSV, invocat ce!, el edds.
15 laetificarent], laetificaret BEGMO^PV edds.
33
Mal 3,10.
" Ps 45,5.
" lo 3,29.
»• Rom 8,23.
•
566
XIII, 14, 15
Confesiones
suspira, porque es miembro de Ja esposa; y por él cela, porque es
amigo del esposo: por él cela, no para si, porque no ya con la voz
suya, sino de tus cataratas, llama a otro abismo al que celando
teme, no sea que cama la serpiente engañó con su astucia a. Eva,
así también sean corrompidas sus inteligencias, degenerando de
aquella pureza que hay en nuestro esposo, tu Único. Y ésta es
aquella luz de visión que gozaremos cuando le viéramos como es,
y hayan pasado las lágrimas, que se han vuelto mi pan día y noche, en tanto que todos los días se me dice: ¿Dónde está tu Dios?
CAPITULO
XIV
15. También yo digo: ¿Dónde estás, Dios mío? He aquí que
donde estás respiro en ti un poquito '', al derramar mi alma sobre
mí en el grito de alegría y alabanza del que celebra una festividad.
Con todo, aún está triste mi alma, porque vuelve a caer y a ser
abismo, o más bien siente que todavía es abismo.
Dícele mi fe, la que encendiste en la noche ante mis pies:
¿Por qué estás triste, alma mía, y por qué me conturbas? Espera
en el Señor; su palabra es lucerna para tus pies. Espera y persevera
hasta que pase la noche, madre de los inicuos; hasta que pase
la ira del Señor, de la cual fuimos hijos nosotros cuando fuimos
tinieblas, cuyos residuos arrastramos aún en este cuerpo muerto
est enim sponsae, et illi zelat: amicw est enim sponsi; illi zelat, non sibi,
quia in toce cataractarum tuarum, non in voce sua, invocat alteram abyssum ", cui zelans timet, ne sicut serpeas Evam decepil astutia sua, sic
et eorum sensus corrumpantur a castitate quae est in sponso nostro, Único
5 tuo 3 8 . Quae est illa speciei lux, cum videbimus eum, sicuti est'3, et transierint lacrimae, quae mihi factae sunt pañis die ac nocte, dnm dicitur
mibi cotidie: ubi est Deus titus? '"
CAPUT
XIV
15. Et ego dico: Deus meus ubi es? Ecce, ubi es, respiro in te
10 paululum '", cum effundo super me animam meam in voce exsultationis
et confessionis soni festivitatem celebrantis ". Et adhuc tristis est, quia
relabitur et fit abyssus, vel potius sentir, adhuc se esse abyssum. Dicit e¡
fides mea, quam accendisti in nocte ante pedes meos: Qnare tristis es,
anima, et quare conturbas me? {¿ Spera in Domino; lucerna pedibus tuis
15 verbum eius u. Spera et persevera, doñee transeat nox, mater inquorum,
doñee transeat ira Domini, cuius filii et nos fuimus aliquando tenebrae,
quarum residua trahimus in corpore propter peccatum m o r t u o " , doñee
"
38
39
Ps 41,8.
2 Cor 11,3.
lo 3,2.
«» Ps 41,4.
*' Ioh 32,21.
••- Ps -¡1.5.
9 es}, est S (inlerpuuxi diierfe ut sensus
14 anima OS, anima mea cet. et eUds.
" Ib., 6.
Ps US,IOS.
'•' Rom 8,10.
XIII, 15,16
CAPITULO
567
XV
16. ¿Y quién sino tú, Dios nuestro, hizo para nosotros y
sobre nosotros ese firmamento de autoridad en tu divina Escritura? Porque el cielo se plegará como un libro, mas ahora se extiende como una piel sobre nosotros12. Porque de más sublime
aspiret dies et removeantur umbtae 4B. Spera in Domino: mane astabo et
contemplabor; semper confitebor illi". Mane astabo et videbo salutare
vultus mei", Deum meum, qui vivificavit et mortalia corpora nostra
propter spiritum, qui habitat in nobis", quia super interius nostrum
5 tenebrosum et fluvidum misericorditer superferebatur. Unde in hac peregrinatione pignus accepimus, ut iam simus lux dum adhuc spe salvi
facti sumus et filii lucís et filii diei, non filii noctis ñeque tenebrarum ''",
quod tainen fuimus. ínter quos et nos in isto adhuc incerto humanae
notitiae tu solum dividís, qui probas corda nostra et vocas lucem diem
10 et tenebras noctem 5I . Quis enim nos discerní) nisi tu? Quid autem habemus quod non accepimus a te '"', ex eadem massa vasa in honorem, ex
qua sunt et allia facta in contumeliam? M
CA p U T
xv
16. Aut quis nisi tu, Deus noster, fecisti nobis firmamentum auctori15 tatis super nos in scri-ptura tua divina ? Caelum enim p/icabitur ut liber '"
et nunc sicut pellis extenditur super nos M. Sublimioris enim auctoritatis
41
ductat)-
Confesiones
por el pecado, basta tanto que alboree el día y sean disipadas las
sombras. Espera en el Señor: Mañana estaré ante él, y le contemplaré, y le alabaré eternamente. Mañana estaré ante él, y veré la
salud de mi rostro, mi Dios, quien vivificará nuestros cuerpos
mortales por causa del Espíritu que habita en nosotros, porque
sobre nuestro interior tenebroso y fluido era sobrellevado misericordiosamente.
De ahí que hayamos recibido en este destierro una prenda,
para, que seamos ya luz, en tanto que somos hechos salvos por la
esperanza, e hijos de la luz e hijos del día, no hijos de la noche
ni de las tinieblas, lo que fuimos, sin embargo. Entre las cuales
y nosotros, aun en esta incertidumbre de la ciencia humana,, sólo
tú haces distinción, tú que pruebas nuestros corazones y llamas
día a la luz y tinieblas a la noche. Porque ¿quién es el que nos
discierne sino tií? Y ¿qué tenemos que no lo hayamos recibido
de ti, nosotros, vasos de honor, sacados de la misma masa de la
que han sido otros hechos para contumelia?
«
"
4
"
4
»
I
Cant 2,17.
Ps 5,5.
Ps 42,5.
Rom 8,11.
5
" Thess 5,5.
«i Gen 1,5.
1 Cor 4,7.
? Rom 9,21.
S2
J
astabo GOSV, astabo ti-bi ceteri u bl.
« Is 34,4
" Ps 103 2
568
Confesiones
XIII, 15,18
X I I I , 15, 18
autoridad está revestida tu divina Escritura después que murieron
a esta vida mortal aquellos mortales por cuyo medio nos dispensaste aquélla. Y tú sabes, Señor, tú sabes cómo vestiste de pieles
a los hombres cuando se hicieron mortales por el pecado. Por eso
extendiste como una piel el firmamento de tu libro, tus concordes palabras, las cuales por ministerio de mortales colocaste sobre
nosotros ". Porque con la muerte misma de éstos se extendió de
modo sublime sobre todas las cosas que tiene debajo la solidez
de la autoridad de tus palabras, dadas a luz por ellos,, la cual,
viviendo ellos aquí, no se hallaba tan sublimemente extendida,
pues todavía no habías extendido el cielo como una piel ni habías
aún dilatado la fama de su muerte por todas partes.
17. Veamos, Señor, los cielos, obra de tus dedos'4; purifica
nuestros ojos de la^nube con que los tienes velados. Allí está tu
testimonio, dando sabiduría a los pequeñitos. Saca, Señor, tu alabanza de la boca de los niños, y que aún maman. Porque no cono,
cemos otros libros que así destruyan la soberbia, que así destruyan
al enemigo y defensor que resiste a tu conciliación, defendiendo
sus pecados ls. No conozco, Señor, no conozco otros oráculos tan
castos que así me persuadan a la confesión, y sometan mi cerviz
a tu yugo, y me inviten a servirte gratis. ¡Que yo los entienda,
Padre bueno! Concédeme esto a mí, ya sometido, puesto que para
los sometidos las has establecido.
18. Otras aguas hay sobre este firmamento, a lo que yo creo
inmortales y al abrigo de toda corrupción terrena. Alaben tu nom-
5
10
15
20
est tua divina Scriptura, cum iam obierunt istam mortem illi mortales,
per quos eam dispensasti nobis. Et tu seis, Domine, tu seis, quemadmodum pellibus indueris nomines, cum peccato mortales fierent. Unde sjcM
pellem extendisti firmamentum libri tui, concordes utique sermones tuos,
quos per mortalium ministerium superposuisti nobis. Namque ipsa eorum
morte solidamentum auctoritatis in eloquiis tuis per eos editis sublimiter
extenditur super omnia, quae subter sunt, quod, cum hic viverent, non
ita sublimiter extentum erat. Nondum sicut pellem caelum extenderas,
nondum mortis eorum íamam usquequaque dilataveras.
17. Videamus, Domine, cáelos, opera digilorum tuorum 5° disserena
oculis nostris nubilum, quo subtexisti eos. Ibi est testimonium tuum sapienliam praestans parvulis 5?. Perfice, Deus meus, laudem tuam ex ore injantium et lactantium " . Ñeque enim novimus alios libros ita destruentes
superbiam, ita destruentes inimicum et defensorem"
resistentem reconciliationi tuae defendendo peccata sua. Non novi, Domine, non novi alia
tam casta eloquia, quae sic mihi persuaderent confessionem et lenirent
cervicem meam iugo tuo et invitarent colere te gratis. Intellegam ea, pater
bone, da mihi hoc subterposito, quia subterpositis solidasti ea.
18. Sunt aliae aquae super hoc firmamentum, credo, immortales et
a terrena corruptione secretae. Laudent tiomen tuum, laudent te super" Ps 8.4.
Ps 18.a.
57
•" Ps 8,3.
« Jt>.
Confesiones
569
bre '\ alábente los pueblos supracelestes de tus ángeles, los cuales
no tienen necesidad de mirar este firmamento y conocer tu palabra leyendo. Porque ven siempre tu faz y allí leen sin las sílabas de Jos tiempos lo que quiere tu voluntad eterna. Leen, eligen
y aman"; leen, siempre y nunca pasa lo que leen; porque eligiendo y amando leen la misma inconmutabilidad de tu consejo.
No se cierra su códice ni se pliega su libro; porque tú mismo
eres para ellos esto, y tú eres eternamente, porque tú los ordenaste sobre este firmamento, que afirmaste sobre la flaqueza de
los pueblos inferiores, en donde viesen y conociesen tu misericordia, que te anuncia temporalmente a ti, que hiciste los tiempos. Porque en el cielo, Señor, está tu misericordia y tu verdad
sobre las nubes'". Pasan las nubes, mas el cielo permanece. Pasan
los predicadores de tu palabra, de esta vida a otra vida; pero
tu Escritura se extiende hasta el fin sobre los pueblos. Y pasarán
el cielo y la tierra, pero tus palabras no pasarán; se plegará la piel,
y el heno sobre el que se extendía pasará con su brillantez; mas
tu palabra permanecerá eternamente. Lo cual se nos muestra
ahora en el enigma de las nubes y en el espejo del cielo, no como
realmente es; porque también nosotros, aunque seamos amados
de tu Hijo, no se nos ha mostrado aún lo que seremos. Miró
a través del velo de la carne y nos acarició y nos inflamó, y co-
5
10
15
20
caelestes populi angelorum tuorum, qui non «pus habent suspicere firmamentum hoc et legendo cognoscere verbum tuum. Vident enim faciem
tuam semper60 et ibi legunt sine syllabis temporum, quid velit aeterna
voluntas tua. Legunt, eligunt et diligunt; semper legunt et nunquam
praeterit quod legunt. Eligendo enim et diligendo legunt ipsam incommutabilitatem consilü tui. Non clauditur codex eorum nec plicatur liber
eorum, quia tu ipse illis hoc est, et es in aetemum, quia super hoc firmamentum ordinasti eos, quod firmasti super infirmitatem inferiorum
populórum, ubi suspicerent et cognoscerent misericordiam tuam temporaliter enuntiantem te, qui fecisti témpora. In cáelo enim, Domine, misericordia tua et veritas tua usque ad nubes ". Transeunt nubes, caelum
autem manet. Transeunt praedicatores verbi tui ex hac vita in aliam vitam. Scriptura vero tua usque in finem saeculi super populos extenditur.
Sed et caelum et térra transibunt, sermones autem tui non
transibunt",
quoniam et pellis .plicabitur et faenum, super quod extendebatur, cum
claritate sua praeteriet, verbum autem tuum manet in aetemum";
quod
nunc in aenigmate nubium et per speculum cacti, non sicuti est, apparet
nobis, quia et nos quamvis filio tuo dilecti simus, nondum apparuit quod
erimus". Attendit per retia carnis et blanditus est et inflammavit, et
currimus post odorem e i u s " . Sed cum apparuerit, símiles ei erimus,
•" Mt 18,10.
61
P? 3Í.IÍ.
«-' Mt 2^35.
" ls 40,6.
"5S 1 lo 3.24.
Cant 1,3.
570
Confesiones
XIII, 17, 20
rrimos tras su aroma. Mas cuando apareciere, seremos semejantes
a él, porque le veremos como es; como es, Señor, nuestro ver,
que todavía no tenemos ".
CAPITULO
XVI
19. Porque así como tú eres absolutamente, así tú solo conoces, tú que eres inconmutablemente y conoces inconmutablemente, y quieres inconmutablemente =°. Y tu esencia conoce y
quiere inconmutablemente; y tu ciencia existe y quiere inconmutablemente, y tu voluntad existe y conoce inconmutablemente!1.
Ni parece cosa justa en tu presencia que del mismo modo que se
conoce a sí misma la luz inconmutable, sea así conocida del entendimiento mudable iluminado. De ahí que mi alma sea delante
de ti como tierra sin agua; pues así como de suyo no puede iluminarse a sí misma, así tampoco puede saciarse de sí misma. Porque así como está en ti la fuente de la vida, así en tu luz veremos
la luz '''.
CAPITULO
XVII
20. ¿Quién ha juntado a los amargados2'1 en una sociedad?
Porque idéntico es para ellos el fin temporal y la felicidad terrena, por la que hacen todas las cosas, aunque fluctúen por la
innumerable diversidad de cuidados. ¿Quién sino tú, Señor, que
quoniam videbimus eum {sicuti est~\, sicuti est, Domine, videre nostrum,
quod nondum est nobis.
CAPUT
XVI
19- Nam sicut omnino tu es, tu seis solus, quia es incommutabiliter,
5 et seis incommutabíliter, et vis incommutabíliter; et essentia tua scit et
vult incommutabíliter, et scientia est et vult incommutabíliter, et voluntas tua est et scit incommutabíliter, nec videtur iustum esse coram te, ut,
quemadmodum se scit lumen incommutabíle, ita sciatur ab illuminato
commutabili. Ideoque anima mea tamquam térra sine aqua tibi ". Quia
10 sicut se ¡Iluminare de se non potest, ita se satiare de se non potest. Sic
enim apud te, fons vitae quomodo in lumine tuo videbimus lumen .
CAPUT
XVII
20. Quis congregavit amaneantes in societatem unam? ídem namque
illis finís est temporalis et terrenae felicitatis, propter quam faciunt
15 omnia, quamvis innumerabili varietate curarum fluctuent. Quis, Domine,
•" Ps 142,6.
" Ps
35.10.
1 sicuti est om. GES.
4 quia scripsi, quoniam S, qui codds. et edds.; es om. S.
13 amaricantem societatem S.
XIII, 17,21
Confesiones
571
dijiste que se congregasen las aguas en una sola reunión y apareciese la tierra árida, sedienta de ti? Porque tuyo es él mar, y tú
le hiciste, y tus manos plasmaron la tierra seca. Porque no se
llama mar a la amargura de voluntades, sino a la reunión de
aguas. Porque también tú enfrenas los malos apetitos de las almas
y los pones límites hasta donde permites avanzar las aguas, para
que se deshagan en ellas sus olas, y de este modo haces el mar
según el orden de tu imperio que se extiende sobre todas las cosas.
21. Pero las almas sedientas de ti y que aparecen ante ti separadas de la sociedad del mar por otro fin, tú las riegas con
una fuente secreta y dulce, a fin de que la tierra dé su fruto ".
Da, sí; su fruto, y mandándolo tú, su Dios y Señor, produce nuestra alma obras de misericordia según su género, amando a su
prój imo con el socorro de las necesidades carnales ", teniendo en
sí la semilla de aquél por razón de la semejanza, porque por nuestra flaqueza es por lo que nos compadecemos y movemos a socorrer a los indigentes, del mismo modo que quisiéramos nosotros
que se nos socorriese si nos hallásemos en la misma necesidad; y
ello no sólo en las cosas fáciles, como en hierba seminal, sino
también en la protección de una ayuda robusta y fuerte, como
árbol fructífero, esto es, benéfico, para arrancar al que padece
injuria de la mano del poderoso, dándole sombra de protección
con el roble poderoso del justo juicio.
nisi tu, qui dixisti, ut congregarentur aquae in congregationem unam et
appareret árida sitiens tibi, quoniam tuum est mate, et tu fecisti illud,
et aridam terram manus tuae formaverunt?M Ñeque enim amaritudo voluntatum, sed congregatio aquarum vocatur mare. Tu enim coerces etiam
5 malas cupiditates anímarum et iígis Jimites, quousque progredi sinantur
aquae ut in se comminuantur fluctus earum, atque ita facis mare ordine
imperii tui super omnia.
21. At animas sitientes tibi et apparentes tibi alio fine distinctas a
societate maris oceulto et dulcí fonte irrigas, ut et térra det fructum
10 suum: et dat fructum suum et te iubente, domino Deo suo, germinat
anima nostra opera misericordiae seatndum genus, diligens proximum in
subsidiis necessitatum carnalium, habens in se semen secundum simililudinem, quoniam ex nostra infirmitate compatimur ad subveniendum indigentibus, similiter opitulantes quemadmodum nobis vellemus opem ferri,
15 si eodem modo indigeremus, non tantum in facilibus tamquam in herba
seminali, sed etiam in protectione adiutorii forti robore, sicut lignum
fructiferum, id est beneficium, ad eripiendum eum, qui iniuriam patitur,
de manu potentis et praebendo protectionis umbraculum valido robore
iusti iudicii.
« Ps 94,5.
¿ mare HSVT et mare cet. et edd.
6 aquae SVZ /, atque cet. et edJs.
17 beaeHcium} beneticum Orno,
beneficum beneficium HT.
572
XIII, 18, 22
Confesiones
CAPITULO
XVIII
22. De este modo, Señor, le ruego, de este modo te ruego
que nazca—como tú lo haces, y como tú das la alegría y la facultad—, nazca de la tierra la verdad y mire la justicia, desde et cielo "'", y sean hechos luminares en el firmamento. Partamos con el
hambriento nuestro pan, e introduzcamos en casa al necesitado
sin techo, vistamos al desnudo y no despreciemos a los domésticos
de nuestra semilla. A tales frutos nacidos en la tierra atiende,
Señor, porque es bueno; y brote nuestra luz mañanera y, obtenido,
a cambio de esta inferior cosecha de la acción, la inteligencia de
la palabra de la vida superior en las delicias de la contemplación,
aparezcamos en el mundo como luminares, adheridos al firmamento de tu Escritura.
Allí, en efecto, discutes con nosotros, para que hagamos distinción entre las cosas inteligibles y sensibles, como entre el día
y la noche y entre las almas dadas a las cosas inteligibles y a las
sensibles, a fin de que no seas tú sólo ya el que en lo escondido
de tu juicio, como antes de que fuera hecho el firmamento, hagas
distinción entre la luz y las tinieblas, sino también tus espirituales, colocados y diferenciados en el mismo firmamento, luzcan
tu gracia manifestada por todo el orbe sobre la tierra, y hagan
distinción entre el día y la noche y signifiquen los tiempos, porque
pasaron los viejos y han sido creados otros nuevos, y porque ahora
está más cerca nuestra salud que cuando creímos, y porque la noC Ap u T
XVIII
22. Ita, Domine, ita, oro te, oriatur, siaiti facis, sicuti das hilaritatem et facultatem, oriatur de ierra vertías, et iustilia de ráelo respiciat'''',
et fiant in firmamento luminaria T". Frangamus esurienti ponem nostrum
5 et egenum sine ledo inducamus in domum nostram, ntidnm vestiamus et
domésticos seminis nostri non despiciamus " . Quibus in térra natis fructibus vide, quia bonum est, et erumpat temporaua luxrl nostra, et de
ista inferiore fruge actionis in delicias contemplationis verbum vitae superius obtinentes appareamus sicut luminaria in mundo cohaerentes f/r10 mámenlo Scripturae tuae. Ibi enim nobiscum disputas, ut dividamus Ínter
intelligibilia et sensibilia tamquam ínter diem et noctem, vel inter animas alias intellegihilibus, alias sensibilibus deditas, ut iam non tu sokis
in abdito diiudicationis tuae, sicut antequam fieret firmamentum, dividas
inter lucem et tenebras, sed etiam spirítales tui in eodem firmamento
15 positi atque distíncti, manifestata per orbem gratia tua, luceant super
terram et dividant inter diem el noctem et significent témpora ~3, quia
velera Iransiernnt, ecce facía sunt nova7L, et quia propior est nostra
salus, quam cum credidimus", et quia nox praecessil, dies autem approc
" Ps 84.12.
Cien 1,14.
Is 58,7.
,0
"
17
" Is 58,8.
" Gen 1,14.
« 2 Cor 5.17.
p r o p i o r ] , proprior C ' D ' G ' O S V .
:•'• Rom
1},11.
XIII, 18,23
Confesiones
573
che ha precedido y se acercó el día, y porque bendices la corona
de tu año, enviando operarios a tu mies, en cuya siembra otros
habían trabajado, y enviándoles a otra sementera, cuya mies se
recogerá al fin [del mundo].
Así cumples los votos del deseoso y bendices los años del
justo, mas tú eres el mismo, y en tus años, que no mueren, preparas el hórreo para los años que pasan.
23. Porque con eterno consejo derramas a sus propios tiempos bienes celestiales sobre la tierra; porque a uno le es dado por
el espíritu la palabra de sabiduría, como a luminar mayor, en favor
de aquellos que se deleitan con la luz de la verdad clara, como
en el principio del día; a otro le es otorgada la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu, como a luminar menor; a otro la
fe, a otro el don de curaciones,, a otro el poder de milagros, a otro
lá profecía, a otro la discreción de espíritus, a otro el don de lenguas; todos los cuales dones son como estrellas ". Porque todos
ellos los obra uno e idéntico Espíritu, que reparte sus dones a
cada, uno como le place, y hace aparecer estrellas en sitio visible
para utilidad de todos. La palabra de la ciencia, en la que están
contenidos todos los sacramentos que cambian con los tiempos, es
semejada a la luna; mas la restante lista de dones, que hemos
mencionado después como estrellas, cuanto más difieren de aquelia claridad de la sabiduría de que goza el precitado día, tanto se
hallan más en el principio de la noche. Porque tales dones eran
necesarios a aquellos a quienes aquel tu siervo prudentísimo no
pinquavit"
et quia benedicis coronam anni tui", mittens operarios in
messem tuam, in qua seminanda alii laboraverunt7S, mittens etiam in
aJiam sementem, cuius messis in fine est. Ita das vota optanti et benedicis anuos iusti, tu autem idem ipse es et in annis tuis, qui non defiS ciunt-", horreum praeparas annis transeuntibus.
23. Aeterno quippe consilio proprüs temporibus bona caelestia das
super terram; quoniam quídem alii datur per spiritum sermo sapientiae
tamquam luminare maius propter eos, qui perspicuae veritatis luce deilectantur tamquam in principio diei, alii autem sermo scientiae secundum
10 eundem spiritum tamquam luminare minus, alii fides, alii donatio curationum, alii operctliones virtutum, alii prophetia, alii diiudicatio spirituum, alteri genera linguarum, et haec omnia tamquam stellae. Omnia
enim haec operatur unus atque idem spiritus, dividens propria unicuique
prout vult et facieos apparere sidera in manifestatione ad utilitatem 8".
IS Sermo autem scientiae qua continentur omnia sacramenta, quae vanantur temporibus tamquam Juna, et ceterae notitiae donorum, quae deinceps
tamquam stellae commemorata sunt, quantum differunt ab ¡lio candore
sapientiae, quo gaüdet praedictus dies, tantum in principio noctis sunt.
His enim sunt necessaria, quibus' ille prudentissimus servus tuus non
"
"
18
I b . , 12.
Ps 64,12.
principio G ' H M S
s
" lo 4,58.
" Ps 101.28.
eJJ.,
principia
ctt.
" 1 Cor 12,8.
574
Confesiones
X I I I , 19, 24
podía hablar como a espirituales, sino como a carnales, aquel,
digo, que hablaba la sabiduría entre los perfectos". Pero como
hombre anima], como niño en Cristo que se alimenta de leche,
mientras no se robustezca para tomar alimento sólido y fortalezca
su vista para contemplar el sol, no abandone su noche, antes
conténtese con la luz de la luna y de las estrellas. Estas cosas
tienes dispuestas sapientísimamente para nosotros, Dios nuestro,
en tu libro, en tu firmamento, a fin de que discernamos todas las
cosas con admirable contemplación, aunque sea todavía según
los signos, y los tiempos, y los días, y los años.
CAPITULO
XIX
24. Mas ante todo lavaos, purificaos, arrancad la maldad de
vuestras almas y de la presencia de mi vista, a fin de que aparezca
la tierra árida. Aprended a hacer bien, juzgad al pupilo, haced
justicia a la viuda, para que la tierra produzca hierba tierna y
árboles frutales; y luego venid, dice el Señor, disputemos, a fin
de que sean hechos los luminares en el firmamento del cielff y
luzcan sobre la tierra.
Quería saber del Maestro bueno aquel rico qué debía hacer
para conseguir la vida eterna. Dígale el Maestro bueno—a quien
él juzgaba hombre y nada más, pero que realmente es bueno porque es Dios—, dígale que si quiere conseguir la vida, guarde tos
mandamientos, separe de sí lo amargo de la malicia y de .la inipotuit loqui quasi spirítalibus, sed quasi carnalibus, ille, qui sapientiam
loquhur Ínter perfectos31. Animalis autem homo tamquam párvulas in
Christo lactisque potator, doñee roboretur ad solidum cibum et aciem
firmet ad solis aspeetum, non habeat desertam noctem suarn, sed luce
5 lunae stellarumque contentus sit". Haec nobisoum disputas sapientissime,
Deus noster, in libro tuo, firmamento tuo, ut discernamus omnia contemplatione mirabili, quamvis adhuc in signis et in temporibus et in
diebus et in annis.
CApu T
xix
10
24. Sed prius lavatnini, mundi estáte, auferte nequitiam ab animis
vestris atque a conspectu oculorum meorum "', ut appareat árida. Discite
bonum faceré, iudicate pupillo et justifícate viduam 83, ut germinet térra
herbam pabuli et lignurn fructiferum, et venite, disputemus, dicit Dominus, ut fiant luminaria in firmamento caeli, et luceant super terram.
15 Quaerebat dives ille a magistro bono, quid faceret, ut vitam aeternam
consequeretur: dicat e¡ magister bonus, quem putabat hominem et nihit
amplius—bonus est autem, quia Deus est—dicat ei, ut, si vult venire ad
vitam, servet mandata, separet a se amaritudinem malitiae atque nequitiae,
81
Ib.. 3,1; 2,6.
,
14 ut S. et cit. et edíh-
»= Is 1,16.
«s Ib., 17.
X I I I , 19, 25
Confesiones
575
quidad; que no mate, no fornique, no hurte, no diga falsos testimonios, i. fin de que aparezca la. tierra seca, y germine el honor
de la madre y del padre y la dilección del prójimo.
Todo esto—dijo—lo he practicado. ¿De dónde, pues, tantas
espinas si es tierra fructífera? Vete, arranca los espesos zarzales
de la avaricia, vende lo que posees, y llénate de frutos dándolo
todo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y sigue al
Señor si quieres ser perfecto, en compañía de aquellos entre quienes habla la sabiduría, aquel que conoce qué se debe dar al día
y qué a la noche, como lo conoces tú, a fin de que sean también
para ti luminares en el firmamento del cielo, lo cual no se hará
si no estuviese allí tu corazón, ni tampoco podrá ser st no estuviera allí tu tesoro, como oíste del Maestro bueno. Pero se contristó la tierra estéril y las espinas sofocaron la palabra ".
25. Pero vosotros, raza escogida, lo más débil del mundo,
que dejasteis todas las cosas para seguir al Señor, id tras él,
confundid a los fuertes; id tras él, pies especiosos, y lucid en
el firmamento, para que los cielos narren su gloria dividiendo
entre la luz de los perfectos, aunque no como la de los ángeles,
y las tinieblas de los pequeñuelos, aunque no de los desesperados : lucid sobre _toda tierra, y el día, encandeciente por el sol,
anuncie al día la palabra de la sabiduría; y la noche, esclarecida por la luna, anuncie a la noche la palabra de la ciencia. La
non occidat, non moechetur, non furetur, non falsum testimonium dicat, ut
appareat árida et germinet honorem matris et patris et dilectionem proximi. Feci—'mqu.it—haec omnia. Unde ergo tantae spinae, si térra fructífera est? Vade, extirpa silvosa dumeta avarítiae, vende quae possides et
5 implere frugibus dando pauperibus et habebis thesaurum in caélis et
sequere Dominum, si vis esse perfeclus, eis sociatus, ínter quos loquitur
sapientiam ille, qui novit, quid distribuat diei et nocti, ut noris et tu, ut
fiant et tibi luminaria in firmamento caeli; quod non fiet, nisi fuerit illk
cor tuum; quod ítem non fiet, nisi fuerit illie thesaurus tuuss4, sicut
10 audistí a magistro bono. Sed coniristata est térra sterilis, et spinae suffocaverunt verbúm " .
. 25. Vos autem, genus electum 8C infirma mundi ", qui dimisistis omnia, ut sequeremini Dominum:; ite post curo et confundite fortia; ite post
eum, speciosi pedes, et lúcete in firmamento, ut caeli enarrent gloriam
15 eius, divíd'entes ínter lucem perfectorum, sed nondum sicut angelorum, el
tenebras parvulorum, sed non desperatorum: lúcete super omnem terram
et dies, solé candens, eructet diei verbum sapientiae, et nox, luna lucens,
annuntiet nocti verbum scientiae 8S. Luna et stellae nocti lucent, sed nox
81
85
Mt 19.16.
Ib.. 13,7.
"« 1 P«r 2,2.
10
12
15
16
" 1 Cot 1,27.
» Ps IR 1-4.
s
suffocavemnt GMSV * /, offocaverunt cit, el eitJs.
infirma mundi] in firmamento S.
perfectorem S.
»
desperatorum], despectorum CDHTZ edi.
576
Confesiones
X I I I , 20, 26
luna y las estrellas lucen en la noche, mas no las oscurece la noche, porque ellas mismas la iluminan, según su capacidad.
Ved aquí como si Dios dijera: Háganse luminares en el firniamentó del cielo, y al punto se oyó un sonido del cielo, como si
sonara un viento vehemente, y fueron vistas lenguas divididas
como de juego, el cual se puso sobre cada uno de ellos, y fueron
hechos los luminares en el firmamento del cielo, teniendo palabras de vida. Discurrid por todas partes, fuegos santos, fuegos
hermosos. Vosotros sois la luz del mundo, y no estáis debajo del
celemín. Ha sido exaltado Aquel a quien os juntasteis, y os exaltará a vosotros. Discurrid y dadle a conocer a todas, las gentes.
CAPITULO
XX
26. Conciba aún el mar, y dé a luz vuestras obras, y las
aguas produzcan reptiles de almas vivas. Porque, separando lo
precioso de lo vil, habéis sido hechos boca de Dios, por la que
dice: Produzcan las aguas, no el alma viva que debe producir la
tierra, sino reptiles de almas vivas y volátiles que vuelen sobre la
tierra. Porque tus sacramentos30, ¡oh Dios!, reptaron por las
abras de tus- santos en medio de las olas de las tentaciones' del
siglo, para imbuir a las gentes con tu nombre en tu bautismo.
Y de ellos algunos fueron hechos grandezas maravillosas, como
los grandes cetáceos, y las voces de tus nuncios volando sobre la
non obscurat eas, quoniam ipsae illuminant eam pro modulo eius. Ecce
enim tamquam Deo dicente: Fiant luminaria in firmamento caeli, factus
est súbito de cáelo sonus, quasi ferretur flatus vehemens, et visae sunt
linguae divisae quasi ignis qui et insedit super unumquemque illorum S'J,
5 et facta sunt luminaria in firmamento caeli verbum vitae habentia. Ubique discurriré, ignes sancti, ignes deeori. Vos enim eslis lumen mundi
nec estis sub modio °°. Exaltatus est, cui adhaesistis, et exaltavit vos.
Discurrite et innotescite ómnibus gentibus.
C A pu T
xx
10
26. Concipiat et mare et pariat opera vestra, et producant aquae
reptilia animarum vivarum. Separantes enim pretiosum a vili, facti estis
os Dei", per quod dicerei: Producant aquae, non animam vivam, quam
térra producet, sed reptilia animarum vivarum et volatilia volantia super
terram. Repserunt enim sacramenta tua, Deus, per opera sanctorum tuo15 rum inter medios íluctus tcmptationum saeculi ad imbuendas gentes nomine tuo in baptismo tuo. Et inter haec facta sunt magnalia rnirabilia
tamquam coeti grandes, et voces nuntiorum tuorum volantes super ter88
Act 2,3.
"" Mt 5.14.
13 producet OSVZ, producit cet. et edd.
17 volantes OSV. volitantes cit. et edd¡.
9I
1er 15,19.
X I I I , 20, 28
Confesiones
577
tierra junto al firmamento de tu libro, propuesto a sí mismo como
autoridad, bajo la cual revoloteen adondequiera que vayan. Porque no hay lengua ni palabras en las que no se oigan sus voces
de ellos, habiéndose extendido por todo el mundo sus sonidos y
llegado hasta los confines de la tierra sus palabras, porque tú, Señor, bendiciéndolas, multiplicaste éstas.
27. ¿Miento yo, por ventura, o mezclo confundidas las cosas,
y no distingo los claros conocimientos de estas cosas en el firmamento del cielo, así como las obras corporales en el proceloso
mar y debajo del firmamento del cielo? Porque de las cosas susodichas existen nociones sólidas y cabales, que no reciben aumento
de las generaciones, como las luces de la sabiduría y de la ciencia. De estas mismas cosas existen operaciones corporales muchas
y varias, y creciendo una de otra multiplícanse con tu bendición,
¡oh Dios!, que has tenido a bien reparar el fastidio de los sentidos mortales, para que en el conocimiento del alma la cosa que
es única sea por las mociones del cuerpo figurada y dicha de muchos modos. Las aguas produjeron estas cosas, mas en tu palabra.
Las necesidades de los pueblos extraños a la eternidad de tu verdad produjeron estas cosas, pero en tu Evangelio; porque las
mismas aguas arrojaron éstas, cuyo amargo languor fue causa de
que éstas saliesen a luz por tu palabra.
28. Hermosas son todas las cosas haciéndolas tú; mas he
aquí que tú, que las has hecho todas, eres inenarrablemente más
hermoso. Si Adán no hubiera caído, no se difundiera de su vien;
ram iuxta firmamentum libri tui, praeposito i-llo sibi ad auctoritatem,
sub quo volitarent, quocümque irent. Ñeque enim sunt loquellae ñeque
sermones quorum non audiantur voces eorum, quando in omnem terram
exiit sonus eorum et in fines orbis terrae verba eorum °2, quoniam tu,
5 Domine, benedicendo multiplicasti haec.
27. Numquid mentior aut mixtione misceo ñeque distinguo lucidas
cognitiones harum rerum in firmamento caeli et opera corporalia in
undoso mari et sub firmamento caeli? Quarum enim rerum notitiae sunt
solidae et terminatae sine incrementis generationum tamquam lumina sa10 pientiae et scientiae, earumdem rerum sunt operationes corporales mu'Itae ac variae, et aliud ex alia crescendo multiplicatur in benedictione
tua, Deus, qui consoJatus es fastidia sensuum mortalium, ut in cognitione
animi res una multis modis per corporis motiones figuretur atque dicatur.
Aquae produxerunt haec, sed in verbo tuo; necessitates alienatorum ab
15 aeternitate veritatis tuae populorum produxerunt haec, sed in evangelio
tuo, quoniam ipsae aquae ista eiecerunt, quarum amaras languor fuit
causa, ut in tuo verbo ista procederent.
28. Et pulchra sunt omnia faciente te, et ecce tu inenarrabiliter
pulchrior, qui fecisti omnia. A quo si non esset lapsus Adam, non dif92
Ps 18,5.
7 cognitiones OS, cogitationes cet. et edd.
14 verbo — sed in om, S.
S.Ag.
2
19
578
Confesiones
XIII, 21, 29
tre la salazón del mar, el linaje humano profundamente curioso,
y procelosamente hinchado, e inestablemente f l u i d o " ; y así no
hubiera sido necesario que tus ministros .obrasen místicos hechos
y dichos corporal y sensiblemente en muchas aguas. Pues así se
me han presentado ahora los reptiles y volátiles, por los cuales
imbuidos los hombres e iniciados, sometidos a sacramentos corporales, no fuesen más allá, a no ser que el alma viviese espiritualmente en otro grado y mirase a la consumación después de la
palabra del principio.
CAPITULO
XXI
29. Y por esta razón, por tu palabra, no ya la profundidad
del mar, sino la tierra separada de lo amargo de las aguas, produce no los reptiles de almas vivas y los volátiles, sino el alma
viva. Porque ya no tiene necesidad del bautismo, necesario para
los gentiles, como la tenía cuando estaba cubierta por las aguas,
pues ya no se entra de otro modo en el reino de los cielos desde
que tú estableciste que se entrase de esa manera. Ni busca las
grandezas de tus maravillas, para que tenga fe, puesto que no es
de aquellos que no creen si no vieren signos y prodigios, estando
ya separada la tierra fiel de las aguas del mar amargas en su infidelidad ; y sabe que las lenguas son signos no para los fieles, sino
para los infieles.
Tampoco tiene necesida4 la tierra, que fundaste sobre las
funderetur ex útero eius salsugo maris, genus humanum profunde curiosum et procellose tumidum et instabiditer fluvidum, atque ita non opus
esset, ut in aquis multis corporaditer et sensibiditer operarentur dispensatores tu i mystica facta et dicta—sic enim mihi nunc occurrerunt reptilia
5 et volatilia—, quibus imbuti et initiati homines corporalibus sacramentis
subditi non ultra proficerent, nisi spiritaliter vivesceret anima gradu alio
et post initii verbum in consummationem respiceret.
CAPUI
XXI
29. Ac per hoc in verbo tuo non maris profundítas, sed ab aquarum
10 amaritudine térra discreta eicit non reptilia animarum vivarum et volatilia, sed animam vivam. Ñeque enim iam opus habet baptismo, quo gentibus opus est, sicut opus habebat, cum aquis tegeretur: non enim intratur
aliter in regnum caelorum ex ¡lio, quo instituisti, ut sic intretur: nec
magnalia mírabilium quaeri, quibus fíat fides: ñeque enim nisi signa et
15 prodigia "3 viderit, non credit, cum iam distincta sit térra fidelis ab
aquis maris infidelitate amaris, et lingnae in signo sunt non fidelibus,
sed infidel/bus"".. Nec isto igitur genere volátil/, quod verbo tuo pro« lo 4,-18.
2 et procellose tumidum om. S.
13 regno S.
" 1 Cor 14,22.
XIII, 21,30
Confesiones
579
aguas, de este género volátil, que las aguas produjeron por tu
palabra. Envía a ella tu palabra por medio de tus nuncios—puesto
que, aunque narramos sus obras, tú eres, sin embargo, quien obras
en ellos—y produzcan el alma viva ". La tierra la produce, porque
la tierra es causa de que éstas se obren en ella, como fue la causa
el mar de que se produjesen los reptiles de dma viva y los volátiles
que vuelan debajo del firmamento del cielo, de los cuales ya no
tiene necesidad la tierra aunque coma el pez, sacado del profundo,
en aquella mesa que preparaste delante de los fieles; porque por
eso fue sacado del profundo, para que alimente a la tierra seca 33 .
También las aves son generación marina: no obstante, multiplícanse sobre la tierra. Porque la infidelidad de los hombres fue
causa de las primeras voces de los evangelizadores, aunque también los fieles son exhortados y bendecidos por ellos de mil modos de día en día. Mas el alma viviente toma su principio de la
tierra, porque ya no aprovecha a los fieles, sino el contenerse del
amor de este mundo, para que viva para ti su alma, que estaba
muerta viviendo en delicias, en delicias mortíferas, Señor; porque
tú solo eres del corazón puro sus delicias vitales.
30. Trabajen, pues, ya en la tierra tus ministros, no como
en las aguas de la infidelidad, anunciando y hablando por milagros, sacramentos y voces místicas que atraen la atención de la ignorancia, madre de la admiración, por el temor de estos signos
misteriosos—porque tal es la entrada a la fe en los hijos de Adán
duxerunt aquae, opus habet térra, quam fundasti super aquas. Immitte
in eam verbum tuum per nuntios tuos—opera enim eorum narramus, sed
tu est, qui operaris in eis—et operentur animam vivam. Terra producit
eam, quia térra causa est, ut haec agant in ea, sicut mare fuit causa, ut
5 agerent reptilia animarum vivarum et volatilia sub firmamento caeli,
quibus iam térra non indiget; quamvis piscem manducet levatum de
profundo in ea mensa, quam parasti in conspectu credentium °5; ideo
enim de profundo levatus est, ut alat aridam. Et aves marina progenies,
sed tamen super terram multiplicantur. Primarum enim vocum evange10 lizantium infidelitas hominum causa exstitit; sed et fideles exhortantur
et benedicuntur eis multipliciter de die in diem. At vero anima viva de
térra sumit exordium, quia non prodest nisi iam fidelibus continere se
ab amore huius saeculi, ut anima eorum tibi vivat, quae mortua erat in
deliciis vivens "*, deliciis, Domine, mortiferis; nam tu puri cordis vitales
15 deliciae.
30. Operentur ergo iam in térra ministri tui, non sicut in aquis infi.
delitatis, annuntiando et loquendo per miracula et sacramenta et voces
mysticas, ubi intenta fit ignorantia mater admirationis in timore occultorum signorum—talis enim est introitus ad fidem filiis Adam oblitis tui l
95
56
Ps 22,5.
2 Cor 5.15.
1 terram S.
11 die S.
14 cordis}, cordes C'S.
Confesiones
580
XIII, 21, 31
Xm, 22,32
olvidados de ti en tanto que se esconden de tu faz y se hacen
abismo—, sino trabajen también como en la tierra seca, separada
de los peligros del abismo, y sean para los fieles modelo viviendo
entre ellos excitándolos a la imitación. Porque de este modo oyen
no sólo para oír, sino también para obrar. Buscad, a Dios y vivirá
vuestra alma, para que la tierra produzca el alma viva. No queráis
conformaros con este mundo, absteneos de él. Evitando aquellas
cosas que apeteciéndolas muere, es como vive el alma. Absteneos
de la cruel firmeza de la soberbia, de la indolente voluptuosidad
de la lujuria y del nombre falaz de la ciencia, a fin de que sean
las bestias amansadas, y los brutos domados, y las serpientes inocuas. Movimientos de alma son éstos de un sentido alegórico;
pero el fausto del orgullo, y el deleite de la libídine, y el veneno
de la curiosidad son movimientos de un alma muerta; porque no
muere ésta de modo que carezca de todo movimiento, sino que
muere apartándose de la fuente de la vida, y ya así es recibida
por el mundo pasajero y se conforma con él.
31. Pero tu palabra, ¡oh Dios!, es fuente de vida eterna 34
y no pasa; por eso en tu palabra es cohibido aquel apartamiento
de él, cuando "se nos dice: No queráis conformaros con este siglo,
para que la tierra produzca en la misma fuente de la vida el alma
viviente, y en tu palabra, por medio de tus evangelistas, un alma
continente, imitando a los imitadores de tu Cristo. Porque esto
es lo que quieren decir las palabras según su género, porque la
emulación del varón viene del amigo: Sed—dice—como yo, porque
dum se abscondunt <a facie tua et fiunt abyssus—sed operentur etiam
sicut in árida discreta a gurgitibus abyssi et sint forma fidelibus vivendo
coram eis et excitando ad imitationem. Sic enim non tantum ad audiendum, sed etiam ad faciendum audiunt: Quaerite Deum, et vivet anima
5 vestra ", ut producat térra animam viventem. Nolite conjormari huic saeculo "": confínete vos ab eo. Evitando vivit anima, quae appetendo rnoritur. Confínete vos ab immani feritate superbiae, ab inerti voJuptate
Juxuriae et a fallad nomine scientiae, ut sint bestiae mansuetae et pécora
edomita et innoxii serpentes; motus enim animae sunt isti in allegoria:
10 sed fastus elatioñis et delectatio libidinis et venenum curiositatis motus
sunt animae mortuae, quia non ita moritur, ut omni motu careat quoniam distedendo a fonte vitae moritur, arque ita suscipitur a praetereunte
saeculo et'conformatur ei.
31. Verbum autem tuum, Deus, fbns vitae aeternae est et non prae15 terit: ideoque in verbo tuo cohibetur ille discessus, dum dicitur nobis:
Nolite conjormari huic saeculo, ut producat térra in fonte vitae animam
viventem, in verbo tuo per evangelistas tuos animam continentem imitando imitatores Christi tul. Hoc est enim secundum genus, quoniam
aemulatio viri ab amico est: Estofe—.inquit—sicut ego, quia et ego sicut
97
8
Ps 68.33.
» Rom 12.2.
14
tuumj om. S, tuus VG.
Confesiones
581
yo soy como vosotros. Así en el alma viva habrá bestias buenas
por la mansedumbre de sus acciones. Porque tú lo has ordenado
diciendo: Haz tus obras con mansedumbre y serás amado de todo
hombre. También habrá brutos buenos, que no estarán hartos si
comieren, ni necesitados si no comieren; y serpientes buenas, no
perniciosas para dañar, sino astutas para cautelar, y que exploran
la naturaleza temporal en tanto cuanto basta para que por la inte,
ligencia de las cosas creadas se perciba la eternidad. Porque tales
animales sirven a la razón cuando, refrenados para que no hagan
progresos mortíferos, viven y son buenos.
CAPITULO
XXII
32. Porque he aquí, Señor Dios nuestro y creador nuestro,
que cuando fueren cohibidas del amor del siglo aquellas afecciones con las cuales moriríamos viviendo mal, y comenzare a ser
alma viviente viviendo bien, y fuere cumplida tu palabra, que
dijiste por tu Apóstol: No queráis conformaros con este siglo, se
seguirá también aquello otro que añadiste al punto y dijiste: Mas
reformaos en la novedad de vuestra mente, no ya según su género,
como imitando al prójimo que nos precede, ni viviendo según la
autoridad de un hombre mejor 3\ Porque no dijiste: «Sea hecho
el hombre según su género», sino: Hagamos al hombre a nuestra
vos °°. Ita erunt in anima viva bestiae bonae in mansuetudine actionis.
Mandasti enim dicens: In mansuetudine opera tua perfice et ab omni
homine diligeris 10°. Et pécora bona ñeque si manducaverint, abundantia,
ñeque si non manducaverint egentia, et serpentes boni non perniciosi ad
5 nocendum, sed astuti ad cavendum et tantum explorantes temporalem
naturam, quantum süfficit, ut per ea, quae jacta sunt, intellecta, conspiciatur aeternitas. Serviunt enim rationi haec animalia, cum a progressu
mortífero cohibita vivunt et bona sunt.
CAPUT
10
XXII
32. Ecce enim, Domine Deus noster, creator noster, cum cohibitae
fuerint affectiones ab amore saeculi, quibus moriebamur male vivendo, et
coeperit esse anima vivens bene vivendo completumque fuerit verbum
tuum, quo per apostolum tuum dixisti: Nolite conjormari huic saeculo,
consequetur illud, quod adiunxisti statim et dixisti: sed rejormamini in
15 novitate mentís vestrae "", nom iam secundum genus, tamquam imitantes
praecedentem proximum nec ex hominis melioris auctoritate viventes,
ñeque enim dixisti: fiat homo secundum genus, sed: Faciamus hominem
a
» Gal 4,12.
"101,0 Eccli 3,16.
Rom 12,2.
14 illud SV. et illud ctt. et idds.
15 novitate + spiritus
S.
16 praecedentes Sí' 1 .
582
.
Confesiones
XIII, 23, 33
XIII, 23,33
por medio de la cual percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios. Mas, por el contrario, el hombre constituido en tal honor
no lo entendió, siendo comparado con los jumentos insensatos y
hecho semejante a ellos.
Pero en tu Iglesia, ¡oh Dios nuestro!, conforme a la gracia
que tú le has dado—porque somos obra de tus manos, creados
para obras buenas—, tanto los que espiritualmente presiden como
los que espiritualmente obedecen a los que presiden—porque tú
hiciste al nombre de este modo varón y hembra según tu gracia
espiritual, en la que no hay según el sexo material varón ni hembra, por no haber judío, ni griego, ni esclavo, ni libre—•, tanto,
digo, los que presiden como los que obedecen, juzgan ya espirituales espiritualmente no de los conocimientos espirituales que
brillan en el firmamento, porque no conviene juzgar de tan sublime autoridad; ni siquiera de tu mismo Libro, aunque haya algo
en él que no luzca; porque sometemos a él nuestra inteligencia
y tenemos por cierto aun aquello que está cerrado a nuestras miradas y que está dicho recta y verazmente.
Porque el hombre, aunque ya espiritual y renovado por el conocimiento de Dios según la imagen del que le ha creado, debe,
sin embargo, ser así obrador de la ley y no juez. Ni tampoco juzga
de aquella distinción entre hombres espirituales y carnales, que
son, ¡oh Dios nuestro!, bien conocidos para tus ojos, aunque no
se nos han manifestado a nosotros con obra alguna todavía para
que les conozcamos por sus frutos; pero tú, Señor, ya les conoces,
imagen y semejanza"', para que nosotros probemos cuál sea tu
voluntad. Pues a este fin, aquel tu dispensador, engendrando hijos
por el Evangelio y no queriendo tener siempre de párvulos a estos
que él nutriera con leche y fomentara como una nodriza, dijo:
Reformaos en la novedad de vuestra mente a fin de conocer la
voluntad de Dios y qué sea lo bueno, acepto y perfecto. Y por
eso no dices: Sea hecho el hombre, sino: Hagámosle; ni dices
según su género, sino a imagen y sem'ejanza nuestra. Porque, renovado en la mente y contemplando tu verdad inteligible, no necesita de hombre que se la muestre para que imite a su género,
sino que, teniéndote por guía, él mismo conoce cuál sea tu voluntad y qué es lo bueno, acepto y perfecto; y ya capaz, tú le enseñes a ver la Trinidad de su Unidad o la Unidad de su Trinidad.
Y por eso habiendo dicho en plural: Hagamos al hombre, añadió
en singular: e hizo Dios al hombre; y a lo dicho en plural: a
imagen nuestra, repuso en singular: a imagen de Dios. Así es
como el hombre se renueva en el conocimiento de Dios según la
intagen de aquel que le ha creado; y, hecho espiritual, juzga de
todas las cosas, que ciertamente han de ser juzgadas; mas él de
nadie es juzgado.
CAPITULO
XXIII
33. En cuanto a que juzga todas las cosas, es lo mismo que
decir que tiene potestad sobre los peces del mar, y las aves del
cielo, y todas las bestias y fieras, y toda la tierra, y todos los reptiles que reptan sobre la tierra. Esto lo ejecuta por la inteligencia,
ad imaginem
et similitudinem
nostram '"", ut nos probemus, quae sit voluntas tua. A d hoc e n i m ille dispensator tuus generans per evangelium
f i I ios, ne seniiper párvulos haberet, quos Jacte nutriret et t a m q u a m n u t r i x
foveret: Reformamini—inquit—in
novittUe mentís veslrae ad p r o b a n d u m
5 vos, quae sit voluntas Dei, quod bonum et beneplacitum
et perjectum I " J .
Ideoque non dicis fiat homo, sed faciamus,
nec dicis secundum
gemís,
sed ad imaginem
et similitudinem
nostram. M e n t e q u i p p e renovatus et
conspiciens intellectam veritatem tuam h o m i n e demonstratore non indiget,
quae sit voluntas
lúa, quod bonum
et beneplacitum
et perjectum,
et
10 doces eum iara capacem videre trinitatem unitatis vel unitatem trinitatis.
Ideoque pluraliter d i c t o : jaciamus
hominem,
singulariter tamen infertur
et fecit D e u s h o m i n e m et pluraliter d i c t o : ad imaginem
nostram,
singulariter i n f e r t u r : ad imaginem Dei. Ita homo renovatur in agnilionem
Dei
secundum imaginem
eius, qui creavit eum " ' , et spiritalis effectus iudicat
1 5
15 omnia, quae utique iudicanda sunt, ipse autem a nemine iudicatur " .
C APUT
102
Gen 1,14.
>« Rom 12,2.
5
10
15
XXIII
33. Q u o d autem indica! omnia, hoc est, quod habet potestatem piscium
maris et volatilium
caeli et o m n i u m pecorum et ferarum et omnis terrae et
IO.I
I«J
Col 3,10.
i Cor 2,15.
2 ille dispensator BPS b ¡, dispensator ille cet. et om.
583
Confesiones
20
o m n i u m repentium, quae repunt super terram. H o c enim agit per mentís
intellectum, p e r quera percipit quae sunt spiritus Dei '"'. Alioquin homo
in honore positus non intellexit;
comparatus
est iumentis
inscnsatis
et
similis factus est eis ' " . Ergo in Ecclesia tua, D e u s noster, secundum
gratiam tuam, quam dedisti et, quoniam huim sumus fi'gmcntum creati
in operibus bonis 10", non sotum q u i spiritaliter praesunt, sed etiam hi
qui spiritaliter s u b d u n t u r eis qui praesunt—masculina enim et
feminam1"" fecisti h o m i n e m hoc m o d o in gratia tua spiritali, ubi s e c u n d u m
sexum corporis non est masculus et femina, quia nec iudaeus
ñeque
graecus ñeque servus ñeque liber""—spirítales
ergo, sive qui p r a e s u n t
sive qui obtemperant, spiritaliter iudicant, non de cognitionibus spiritalibus, quae Jucent in firmamento—non
enim oportet de tam sublimi
auctoritate i u d i c a r i — ñ e q u e de ip.so libro tuo, etiam si quid ibi non lucet, quoniam su'bmittimus e¡ nostrum intellectum certumque habemus
etiam quod clausum est aspectibus nostris, recte veraciterque dictum
esse—sic enim homo, licet iam spiritalis et renovatus in agnitionem
Dei
secundum
imaginem
eius, qui creavit eum, factor tamen legis debet esse,
non index'"—ñeque
d e illa distinctione iudicat, spiritalium videlicet
atque catnalium h o m i n u m , qui tuis, D e u s noster, oculis noti sunt et nullis adhuc nnbis apparuerunt operibus, ut ex frnctibus eorum cognoscamus
i«' Ps 48,13.
" • 1 Cor 2,14.
7 cnim om. S.
108
Eph 2,10
" i Gen 1,27
m
uo
lac 4,11.
Gal 3,28.
584
Confesiones
XIII, 23, 34
X I I I , 24, 35
y Jos has dividido y llamado en secreto antes de que fuera hecho
el firmamento.
Tampoco juzga el hombre, aunque espiritual, de los turbulentos pueblos de este mundo. Porque ¿qué le va a él en
juzgar de los que están juera, ignorando quién vendrá de allí
a la dulzura de tu gracia y quién permanecerá en la perpetua
amargura de la impiedad?
34. Por eso el hombre, a quien tú hiciste a tu imagen, no
recibió potestad sobre los luminares del cielo, ni sobre el mismo
cielo invisible, ni sobre el día y la noche, que llamaste antes de
la constitución del cielo; ni sobre la congregación de las aguas,
que es el mar; sino que la recibió sobre los peces del mar, y las
aves del cielo, y todas las bestias, y toda la tierra, y todos los reptiles que reptan sobre ella. Porque él juzga y aprueba lo que halla
recto, y, al contrario, desaprueba lo que halla malo, sea en aquella
solemnidad de sacramentos con que son iniciados los que tu
misericordia busca en las aguas profundas '", sea en aquella otra
en que es presentado aquel pez que, sacado del profundo, come
la tierra piadosa3*, sea, finalmente, en los signos de las palabras
y en las voces sujetas a la autoridad de tu Libro, como revoloteando bajo el firmamento, interpretando, exponiendo, disertando,
disputando, bendiciendo e invocándote con signos que brotan y
suenan en la boca, para que el pueblo diga: Amén.
La causa de que deban ser enunciadas corporalmente todas
estas voces es el abismo del mundo y la ceguera de la carne, por
eos112, sed tu, Domine, iam seis eos et divisisti et vocasti in oceulto,
antequam fieret firmamentum; ñeque de turbidis huius saeculi populis
quamquam spiritalis homo iudicat; quid enim ei de his, qui foris sunt,
iudicare " 3 ignoranti, quis inde venturus sit in dulcitudinem gratiae tuae
5 et quis in perpetua impietatis amaritudine remansurus ?
34. Ideoque homo, quem fecisti ad imaginem tuam, non accepit
potestatem luminarium caeli ñeque ipsius oceulti caeli ñeque diei et
noctis, quae ante caeli constitutionem vocasti, ñeque congregationis aquarum, quod est mare; sed accepit potestatem piscium maris et volatilium
10 caeli et omnium pecorum et omnis terrae el omnium repentium, quae
repunt super terram, Iudicat enim et approbat, quod recte, improbat
autem, quod perperam invenerit, sive in ea sollemnitate sacramentorum,
quibus initiantur quos pervestigat in aquis multis misericordia tua, sive
in ea, qua ille pisci exhibetur, quem •levatum de profundo térra pía
15 comedit, sive in verborum signis vocibusque subiectis auctoritate libri
tui tamquam sub firmamento vo'Iitantibus, interpretando, exponendo, disserendo, disputando, benedicendo atque invocando te, ore erumpentibus
atque sonantibus signis, ut respondeat pnpulus: amen. Quibus ómnibus
"= Mt 7.20.
1 Cor 5,12.
113
15 sive], sicut S.
tell.: ab auctoritate).
585
Confesiones
la que no pueden ser vistos los pensamientos, siendo necesario
hacer ruido en los oídos. Así, aunque se multipliquen las aves
sobre la tierra, con todo traen su origen de las aguas. Juzga también el que es espiritual, aprobando lo bueno y reprobando lo
malo que hallare en las obras y costumbres de los fieles; de las
limosnas como de tierra fructífera, y del alma viva por los afectos
domeñados por la castidad, por medio de ayunos y de pensamientos piadosos, por la parte que en ellos toman los sentidos del
cuerpo. Porque ahora se dice que juzga de aquellas cosas en las
cuales tiene facultad de corregir.
CAPITULO
XXIV
35. Pero ¿qué es esto y qué misterio hay en ello? He aquí
que tú, Señor, bendices a los hombres para que crezcan y se multipliquen y llenen la tierra. ¿Es verdad que no nos indicas nada
con esto, a fin de que entendamos algún tanto por qué no bendijiste igualmente la luz, a la que llamaste día, ni el firmamento
del cielo, ni a los luminares, ni a las estrellas, ni a la tierra, ni al
mar? Yo diría que tú, nuestro Dios, que nos has creado a tu
imagen, yo diría que tú quisiste otorgar propiamente este don de
bendición al hombre, si no hubieras bendecido también de este
modo a los peces y cetáceos, para que creciesen, y se multiplicasen,
y llenasen las aguas del mar, y se multiplicasen las aves sobre la
tierra.
vocibus corporaliter enuntiandis causa est abyssus saeculi et caecitas
carnis, qua cogitata non possunt videri, ut. opus sit instrepere in auribus. íta, quamvis multiplicentur volatilia super terram, ex aquis tamen
originem ducunt. Iudicat etiam spiritalis approbando quod rectum, im5 probando autem quod perperam invenerit in operibus moribusque fideiium, eleemosynis tamquam térra fructífera et de anima viva mansuéfactis a'ffectionibus, in castitate, in ieiuniis, in cogitationibus piis de his,
quae per sensum corporis percipiuntur. De his enim iudicare nunc dicitur,
in quibus et potestatem corrigenda habet.
10
C A P U T X X I V
35. Sed quid est hoc et quale mysterium est? Ecce, benedicis nomines, o Domine, ut crescant et multiplicentur et ¡mpleant terram. Nihilne
nobis ex hoc innuis, ut intellegamus aliquid, cur non ita benedixeris lucem, quam vocasti diem, nec firmamentum caeli nec luminaria nec sidera
15 nec terram nec mare? Dicerem te, Deus noster, qui nos ad imaginem
tuam creasti, dicerem te hoc donum benedictionis homini proprie voluisse largiri, nisi hoc modo benedixisses pisces et coetos, ut crescerent et
multiplicarentur et implerent aquas maris, et volatilia multiplicarentur
super terram. ítem dicerem ad ea rerum genera pertinere benedictionem
auctoritate BHPST, auctoritati cet. et idtls. (¡ubin7 piis], quis S.
586
Confesiones
xiii, 2 4 , 3 7
XIII, 24,36
5 custodiunt S.
10 dedisti EG'OSV, dedisti deus meus cel. el edd¡.
587
he, aquí que de un solo modo presenta la Escritura y la voz pronuncia: En el principio hizo Dios el cielo y la, tierra. ¿Por ventura no es cierto que puede entenderse esto de muchos modos, no
por falacia del error, sino por los diversos géneros de interpretaciones verdaderas? 41 Así es como crecen y se multiplican los
fetos de los hombres.
37. Y así, si entendemos las mismas naturalezas de las cosas
no en sentido alegórico, sino propio, conviene la sentencia creced
y multiplicaos a todas las cosas que son engendradas de semillas;
pero si las tratamos en sentido figurado—lo que creo más bien
que fue lo que intentó la Escritura, que no en vano atribuye esta
bendición a solas las generaciones de las aguas y de los hombres—,
hallaremos ciertamente multitudes, así en las criaturas espirituales
y corporales como en el cielo y la tierra; en las almas justas e
inicuas, como en la luz y las tinieblas; en los santos autores por
quienes nos ha sido suministrada la Ley, como en el firmamento
colocado entre las aguas; en la sociedad de los pueblos amargos,
como en el mar; en el cielo de las almas pías, como en la tierra
seca; en las obras de misericordia, según la vida presente, como
en las hierbas seminales y en los árboles frutales; en los dones
espirituales manifestados para utilidad, como en los luminares
del cielo, y en los afectos formados por la templanza, como en
el alma viva. En todas estas cosas hallamos multitudes, abundancias y aumentos; pero el que de tal modo crezca y se multiplique
que, siendo una cosa sola, sea enunciada de muchos modos y que
Asimismo diría que esta bendición pertenece a aquellos géneros de cosas que, engendrando de sí mismos, se multiplican, si
Ja hallase también en los arbustos, frutales y bestias de la tierra.
Ahora bien, ni a las hierbas y plantas ni a las bestias y serpientes
se ha dicho: Creced y multiplicaos, no obstante que también todas
estas cosas aumenten y conserven su género engendrando, como
los peces, las aves y los hombres 3 '.
36. ¿Qué, pues? ¿Diré, ¡oh Luz mía, oh Verdad!, que huelga
esto y que ha sido dicho en vano? '" De ningún modo, ¡oh Padre de la piedad!; lejos esté de tu siervo que diga semejante
cosa de tu palabra. Y si yo no entiendo lo que quieres significar
con esta expresión, usen de ella mejor los mejores, esto es, los que
son más inteligentes que yo, cada cual según el saber que tú le
hayas dado. Sea, pues, agradable ante tus ojos mi confesión, por
la que te confieso, Señor, mi creencia de no haber tú hablado así
en vano.
Ni tampoco callaré lo que se me ocurriere con ocasión de
esta lectura. Porque ello es verdad y no veo nada que me impida
entender de este modo las locuciones figuradas de tus libros, pues
sé que lo que es entendido de un solo modo por la mente puede
ser expresado de muchos por el cuerpo, y lo que se expresa de
un modo por el cuerpo puede entenderse de muchos por la
mente. Ved la simple dilección de Dios y del prójimo, con cuántos misterios y con cuántas lenguas, y en cada lengua, de cuan
infinitos modos es enunciada corporalmente. Así es como crecen
y se multiplican los fetos de las aguas.
Atiende nuevamente, cualquiera que seas tú el que esto lea;
hanc, quae gignendo ex semet ipsis propagantur, si eam reperirem in
arbustis et fructetis et in pecoribus terrae. Nunc autem nec herbis et
lignis dictum est nec bestiis et serpentibus: Crescite et multiplicamini,
cum haec quoque omnia sicut pistes et aves et homines gignendo augean5 tur genusque custodiant.
36. Quid igitur dicam, Jumen meum, veritas? Quia vacat hoc, quia
inaniter ita dictum est? Nequáquam, pater pietatis, absit, ut hoc dicat
serv'us verbi tui. Et si ego non intellego, quid hoc eloquio significes,
utantur eo melius meliores, id est intelligentiores quam ego sum, unicuique
10 quantum sapere dedisti. Placeat autem et confessio mea coram oculis
tuis, qua tibi confíteor credere me, Domine, non incassum te ita locutum,
ñeque silebo, quod mihi lectionis huius occasio suggerit. Verum est enim,
nec video, quid impediat ita me sentiré dicta figurata librorum tuorum.
Novi enim multipliciter significan per corpus, quod uno modo mente ín15 tellegitur, et multipliciter mente intellegi, quod uno modo per corpus
significatur. Ecce simplex dilectio Dei et proximi, quam multiplicíbus
sacramentis'et innumerabilibus linguis et in unaquaque lingua innumerabilibus locutionum modis corporalíter enuntiatur! Ita crescunt, et muiti-
Confesiones
5
10
15
20
plicantur fetus aquarum. Attende iterum quisquís haec legis: ecce quod
uno modo Scriptura offert et vox personat: In principio Deus jecit
caelum et terram, nonne multipliciter intellegitur, non errorum fallada,
sed verarum intellegentiarum generibus? Ita crescunt et multiplicantur
fetus hominum.
37. Itaque si naturas ipsas rerum non allegorice, sed proprie cogitemus, ad omnia, quae de seminibus gignuntur, convenit verbum: Crescite
el muhiplicamini; si autem figúrate posita ista tractemus—quod potius
arbitror intendisse Scripturam, quae utique non supervacue soiis aquantilium et hominum fetibus istam benedictionem attribuit—invenimus r quidem multitudines et in creaturis spiritalibus atque corporalibus tamquam
in cáelo et térra et in animis iustis et iniquis tamquam in luce et tenebris
et in sanctis auctoribus, per quos lex ministrata est, tamquam in firmamento, quod solidatum est Ínter aquam et aquam, et in societate amaricantium populorum tamquam in mari et in studio piarum animarum
tamquam in árida et in operibus misericordiae secundum praesentem
vitam tamquam In herbis seminalibus et lignis fructiferis et in spiritalibus donis manifestatis ad utilitatem sicut in luminaribus caeli et in
affectibus formatis ad temperantiam tamquam in anima viva: in his
ómnibus nanciscimur muJtitudines et ubertates et incrementa; sed quod
ita crescat et muitiplicetur, ut una res multis modis enuntietur et una
7 seminibus}. hominibus S.
588
Confesiones
X I I I , 25/38
una sola enunciación sea entendida de muchas maneras, na lo
hallamos sino en los signos corporalmente expresados y en' las
cosas inteligiblemente excogitadas.
!
L
Hemos entendido que estos signos corporalmente expresados son las generaciones de las aguas, por las causas necesarias de la carnal profundidad; y las cosas inteligiblemente excogitadas, las generaciones humanas, a causa de la fecundidad áe la
razón.
Y ésta es la causa por qué hemos creído que a uno y otro de
estos géneros les ha sido dicho por ti, Señor: Creced y multiplicaos, porque por esta bendición entiendo que nos ha sido concedida por ti la facultad y poder de enunciar de muchos modos lo
que hubiéramos entendido de uno solo y de entender de muchos
modos lo que leyéremos enunciado oscuramente de un solo modo.
Y de esta manera es como se llenan las aguas del mar, que
no se mueven sino con varios afectos, y así es como se llena la
tierra de generaciones humanas, cuya aridez aparece en sus solicitudes y sobre las cuales domina la razón.
CAPITULO
XXV
38. También quiero decir, Señor Dios mío, lo que me advierte tu Escritura en lo que sigue; y lo diré sin avergonzarme,
porque diré cosas verdaderas, inspirándome tú lo que de tales palabras quieres que diga. Porque no creo que diga verdad inspirándome otro fuera de ti, siendo tú la verdad, y todo hombre,
enuntiatio multis modis intellegatur, non invenimus nisi in signis corporaliter editis et rebus intellegibiliter excogitatis. Signa corporaliter edita
generationes aquarum propter necessarias causas carnalis profunditatis,
res áutem intellegibiliter excogitatas generationes humanas propter ra5 tionis fecunditatem intelleximus. Et ideo credidimus utrique horum generi dictum esse abs te, Domine: Cresciíe et multiplicamini. In hac enim
benedictione concessam nobis a te facultatem ac potestatem accipio et
multis modis enuntiare, quod uno modo intellectum tenuerimus, et multis
modis intellegere, quod obscure uno modo enuntiatum legerimus. Sic
10 implentur aquae maris, quae non moventur nisi variis signifkationibus,
sic et fetibus humanis impletur et térra, cuius ariditas apparet in studio,
et dominatur ei ratio.
ICIII, 25, 38
Confesiones
mentiroso. Por eso, quien habla la mentira, habla de lo suyo. Luego para que yo hable la verdad debo hablar de lo tuyo.
| He aquí que nos has dado para comida toda planta sativa que
Ihva simiente, la cual existe sobre toda tierra, y todo árbol que
tiene en sí fruto de semilla sativa. Y no para nosotros solos, sino
también para todas las aves del cielo y bestias de la tierra y serpientes; mas no para los peces y grandes cetáceos. Porque decíambs que por los frutos de la tierra se significaban y figuraban
alegóricamente las obras de misericordia que son ofrecidas por
la ¡ fructífera tierra para las necesidades de esta vida. Tal tierra
era el piadoso Onesíforo, a cuya casa comunicaste misericordia
por haber refrigerado frecuentemente a tu Paulo y no haber tenido
rubor de sus cadenas.
Y esto hicieron otros hermanos que fructificaron con tal fruto, que suplieron desde Macedonia lo que le faltaba. Pero ¡cómo
se duele de otros árboles que no le dieron el fruto debido, cuando
dice: En mi primera defensa nadie me asistió, antes todos me
abandonaron; no les sea esto imputado! Porque estas cosas les son
debidas a los que ministran la doctrina racional por medio de la
inteligencia de los misterios divinos, y se les deben como a hombres ; mas se les deben como a alma viva en cuanto se nos ofrecen
para ser imitados en toda suerte de continencia. También se les
áutem homo tnendax^11. Et ideo qui loquitur mendacium, de sito toquitur"''. Ergo ut verum loquar, de tuo loquor. Ecce dedisti nobis in
escam omne faenum sativum seminans semen, quod est super omnem lerram, et omne lignum, quod habet in se fructum seminis sativi*"". Nec
5 nobis solis sed et ómnibus avibus caeli et bestiis .terrae atque serpentibus;
piscibus autem et coetis magnis non dedisti haec. Dicebamus enim eis
terrae fructibus significan et in allegoria figuran opera misericordiae,
quae huius vitae necessitatibus exhibentur, ex térra fructífera. Talis
térra erat pius Onesiphorus, cuius domui dedisti misericordiam, quia
10 frequenter Paulum tuum refrigeravit et catenam eius non erubuit '". Hoc
fecerunt et fratres et tali fruge fructificaverunt, qui, quod ei deerat
suppleverunt ex Macedonia118. Quomodo autem dolet quaedam ugna,
quae fructum ei debitum non dederunt, ubi ait: ln prima mea defensione
nenio mihi affuit, sed omnes me dereliquerunt: non illis
imputetur!i'"
15 Ista enim debentur eis, qui ministrant doctrinam rationalem per intellegentias divinorum mysteriorum, et ita eis debetur tamquam hominibus.
Debetur autepi eis sicut animae vivae praebentibus se ad imitandum in
omni continentia. ítem debetur eis tamquam volatilibus propter benedic-
CAPUTXXV
38. Voló etiam dicere, Domine Deus meus, quod me consequens tua
15 Scriptura commonet, et dicam nec verebor. Vera enim dicam te mihi
inspirante quod ex eis verbis voluisti ut dicerem. Ñeque enim alio praeter te inspirante credo me verum dicere, cum tu sis veritas, omnis
10 significantibus S.
589
114
115
116
Ps 115,11.
lo 8,44.
Gen 1,29.
' " 2 Tim 1,16.
1IS
2 Cor 11,9.
>i» 2 Tim 4,16.
16 debetur EGMOSV, debentur cet. et edd.
17 debe.jr id., debentur id. id.
18 debetur id., debentur id. id.
590
Confesiones
X n i , 26, Zf
deben como a aves del cielo por sus bendiciones, que se multiplican sobre la tierra, porque su sonido se ha extendido por toda
la tierra.
I
CAPITULO
XXVI
/
39. Apaciéntanse con estos alimentos quienes se gozan en
ellos; mas no se gozan en ellos los que tienen a su vientre jror
Dios. Porque tampoco en aquellos que dan estas cosas es el fr(ito
lo que dan, sino la intención con que lo dan. Y así veo con t¿da
claridad de dónde se gozaba aquel que servía a Dios, n o a su
vientre; le veo y le doy el parabién con toda el alma. Porque había recibido de los filipenses las cosas que le habían enviado por
Epafrodito; mas ya veo de dónde le venía el gozo. Veníale el
gozo de allí, de donde se alimentaba, porque, hablando con verdad, dijo: Me he alegrado vehementemente en el Señor, porque
al fin habéis brotado hacia mí en aquellos sentimientos en que
antes abundabais y que os habían causado tedio. Estos, en efecto,
con el largo tedio se habían marchitado y casi secado en orden a
este fruto de buenas obras. Y se -goza por ellos, no por él, porque
brotaron, porque socorrieron su indigencia. Por esto dice a continuación: No digo esto porque me haya faltado algo; porque he
aprendido a bastarme con las cosas que tengo. Sé lo que es tener
poco y lo que es abundar; he probado todas las cosas y estoy hecho
a todo: a estar harto, a tener hambre, a abundar y a padecer penuria; todo lo puedo en aquel que me confortal2.
tiones eorum, quae multiplicantur super terram, quoniam in omnem terram exiit sonus eorum 12 °.
CAPUI
XXVI
39. Pascuntur autem his escis qui laetantur eis, nec illi laetantur
5 eis quorum Deus venterI21. Ñeque enim et in illis, qui praebent ista,
quae dant, fructus est, sed quo animo dant. Itaque ille, qui Deo serviebat
non suo ventri, video plañe, unde gaudeat, video et congratulor ei valde.
Acceperat enim a Philippensibus quae per Epaphroditum miserant, sed
tamen unde gaudeat video. Unde autem gaudet, inde pascitur, quia in
10 veritate loquens: Gavisus sum—inquit—magnifice in Domino, quia tándem aliquando repullulastis sapere pro me, in quo sapiebatis; taedium
autem habuistis m . Isti ergo diuturno taedio marcuerant et quasi exaruerant ab isto fructu boni operis, et gaudet eis, quia repullularunt, non sibi,
quia eius indigentiae subvenerunt. Ideo secutus ait: Non quod desit
15 aliquid dico: ego enim didici, in quibus sum sufficiens esse. Scio et
minus habere, scio et abundare; in ómnibus et in omni imbutus sum, et
saturari et esurire et abundare et penuriam pati: omnia possum in eo, qui
me confortat I23 .
120
121
122
123
Ps 18,5.
Phil 3,19.
Ib., 4,10.
Phil 3,11.
bíIII, 2 6 , 4 1
Confesiones
591
1 40. ¿En qué, pues, te gozas, oh gran Pablo? ¿En qué te golas? ¿En qué te apacientas, ¡oh hombre!, renovado en el conocimiento de Dios., según la imagen de aquel que te ha creado, ya
¡urna viva por tan gran continencia, ya lengua voladora que habla
misterios? Porque a tales animales les es debido este manjar.
¿Dué es lo que te alimenta? La alegría. Oigamos lo que sigue:
Sin embargo—dice—, hicisteis bien participando de mi tribulación.
De esto es de lo que se goza, de esto es de lo que se alimenta:
porque obraron bien con él, no porque fuera aliviada su angustia, según aquel que te dice: En la tribulación m>e ensanchaste;
porque también supo en ti, que eres quien le confortas, lo que, es
abundar y padecer penuria. Porque también vosotros, ¡oh filipenses!—dice—, sabéis que en el principio de mi predicación, cuando
salí de Macedonia, ninguna iglesia me asistió con sus bienes en
ra\ón de lo dado y recibido, sino únicamente vosotros; porque una
y más veces enviasteis a le Salónica con qué atender a mis necesidades. Gózase ahora de que hayan vuelto a estas buenas obras, y
se alegra que hayan brotado como la fertilidad del campo que
revive.
41. Pero ¿es acaso por razón de sus necesidades por lo que
dijo: Me enviasteis para remedio de mis necesidades? ¿Es acaso
por esto por lo que se goza? N o es por esto. Mas ¿de dónde sabemos esto ? De lo que él mismo añade, diciendo: No porque busque
la dádiva, sino porque exijo el fruto. He aprendido de ti, Dios
mío, a distinguir entre el don y el fruto. Don es la cosa que da
40. Unde ergo gaudes, o Paule magne? Unde gaudes, unde pasceris,
homo renovate in agnitionem Dei secundum imaginem eius, qui crearil
vit , et anima viva tanta continentia, et lingua volatilis loquens mysteria? Talibus quippe animantibus ista esca debetur. Quid est, quod
5 te pascit? Laetitia. Quod sequitur audiam: Verum
tamen—inquit—bene
fecistis communicantes tribulationi meae I2S. Hinc gaudet, hinc pascitur,
quia illi bene fecerunt, non quia eius angustia relaxata est, qui dicit
tibi: In tribulatione dilatasli mihi126, quia et abundare et penuriam pati
novit in te, qui confortas eum. Scitis enim—inquit—etiam vos, Philip10 penses, quoniam in principio evangelii, cum ex Macedonia sum profectus,
nulla mihi Ecclesia communicavit in ratione dati et accepti nisi vos soli,
quia et Thessalonicam et semel et iterum usibus meis misistis l s '. Ad
haec bona opera eos redisse mine gaudet et repullulasse laetatur tamquam
revivescente fertilitate agri.
15
41. Numquid propter usus suos, quia dixit: Usibus meis misistis,
numquid propterea gaudet? Non propterea. Et hoc unde scimus? Quoniam ipse sequitur dicens: Non quia quaero datum, sed requiro fructum 128. Didici a te, Deus meus, Ínter datum et fructum discernere. Datum
124
25
>
120
14
Col 3,10.
Phil 4,14.
Ps 4,2.
' " Phil 4,13-fi.
i=8 Ib., 16.
revivescente MOS, revirescente cet. et
tddi.
592
Confesiones
X I I I , 27, 42
X I I I , 28, 43
quien socorre tales necesidades, como, por ejemplo, el dinero, k
comida, la bebida, el vestido, el hospedaje, la ayuda. Mas el fruto
es la buena y recta voluntad del dador. Porque no dice solamente
el Maestro bueno: El que recibiere al profeta, sino que añadió en
nombre del profeta. Ni dijo solamente: El que recibiere al jusjo,
sino que añadió: en nombre del justo; porque así es como recibirá aquél la merced del profeta y éste la del justo. Ni dijo solamente: El que diera a uno de mis pequeñuelos un paso de ama
fría, sino que añadió: únicamente en nombre del discípulo; y ¿sí
agregó: En verdad os digo que no perderá su recompensa. Donles
recibir al profeta, recibir al justo, dar un vaso de agua fría al discípulo; fruto, hacer esto en nombre del profeta, en nombre fiel
justo, en nombre del discípulo. Con el fruto era apacentado Ejías
por la viuda, que sabía que alimentaba a un hombre de Dios y
como a tal le alimentaba; mas por el cuervo era alimentado con
el don. Ni era el Elias interior, sino el exterior, el que era alimentado, y que a su vez era quien por falta de tal alimento podía
destruirse.
CAPITULO
CAPITULO
CAPUTXXVII
42. Ideoque drcam, quod verum est coram te, Domine, cum nomines
idiotae atque infideles130, quibus .initiandis atque Jucrandis necessaria
sunt sacramenta initiorum et magnaíia miraculorum, quae nomine pis125
130
Mt 10,41.
1 Cor 14,23.
13 exterior om. S.
XXVIII
43. Y viste, Señor, todas las cosas que hiciste y hallaste que
todas eran muy buenas; también nosotros las vemos, y nos parecen
todas muy buenas. En cada uno de los géneros de tus obras, cuando dijiste que fuesen y fueran hechas, viste que cada uno de ellos
era bueno. Siete veces he contado que dice la Escritura que viste
que era bueno lo que creaste, y la octava nos dices que viste todas las cosas que hiciste y que no sólo eran buenas, sino muy buenas, todas ellas en conjunto. Porque tomadas cada una de por sí,
son todas buenas; pero todas ellas juntas son buenas y muy buenas. Esto mismo nos dicen también los cuerpos que son hermosos;
porque más hermoso es sin comparación el cuerpo cuyos miem-
42. Por eso diré lo que es verdadero en tu presencia, Señor.
Cuando hombres idiotas e infieles "—para iniciar y ganar a los
cuales son necesarios los sacramentos de iniciación y las grandezas
de los milagros, los cuales creemos que han sido significados con
15
593
los nombres de peces y cetáceos—reciben corporalmente a tus
siervos para sustentarlos o ayudarlos en alguna necesidad de la
vida presente, ignorando el motivo por qué lo deben hacer y a qué
clase de aquéllos pertenezcan, y así ni aquéllos sustentan a éstos,
ni éstos son sustentados por aquéllos; porque ni aquéllos obran
estas cosas con santa y recta voluntad, ni éstos se alegran con las
dádivas de aquéllos, en los que no ven todavía fruto. Porque, realmente, el alma se apacienta de aquello de que se alegra. Y ésta es
la razón por que los peces y los cetáceos no comen de los manjares,
que no germinan, sino la tierra distinta y separada ya de la amargura de las olas marinas.
XXVII
est res ipsa, quam dat, qui impertitur haec necessaria, veluti est nummus,
cibus, potus, vestimentum, tectum, adiutorium. Fructus autem bona et
recta voluntas datoris est. Non enim ait magister bonus: qui susceperit
prophetam tantum, sed addidit: in nomine prophetae, ñeque ait tantum:
5 qui susceperit iustum, sed addidit: in nomine iusti; ife¡ quippe iile mer' cedem prophetae, iste mercedem iusti accipiet. Nec solum ait: qui calicem aquae frigidae potum dederit uni ex minimis meis, sed addidit:
tantum in nomine discipuli, et sic adiunxit: Amen dico vobis, non perdet
mercedem .suam. Datum est suscipere prophetaní, suscipere iustum, por10 rigere calicem aquae frigidae discipuilo; fructus autem in nomine prophetae, in nomine iusti, in nomine discipuli hoc faceré 12°. Fructu pascitur
Helias a vidua, soiente quod hominem Dei pasceret et propter hoc pasceret; per corvum autem dato pascebatur. Nec interior Helias, sed exterior pascebatur, qui posset etiam taiis cibi egestate corrumpi.
Confesiones
cium et coetorum significan credimus, suscipiunt corporal iter reficiendos
aut ín aliquo usu praesentis vitae adiuvandos pueros tuos, cum id quare
faciendum sit et quo pertineant ignorent, nec illi istos pascunt nec isti
ab ilüs pascuntur, quia nec illi haec sancta et recta volúntate operantur
5 nec isti eorum datis, ubi fructum nondum vident, laetantur. Inde quippe animus pascitur, unde laetatur. Et ideo pisces et coeti non vescuntur
escis, -quas non germinat nisi iam térra ab amaritudine marinorum fluctuum distincta atque discreta.
CAP
UT
XXVIII
10
43. Et vidisti, Deus, omnia quae fecisti, et ecce bona valde, quia
et nos videmus ea, et ecce omnia bona valde. In singulis generibus operum tuorum, cum dixisses, ut fierent, et facta essent, illud atque illud
vidisti quia bonum est. Septiens numeravi scriptum esse te vidisse, quia
bonum est quod fecisti; et hoc octavum est, quia vidisti omnia quae
15 fecisti et ecce non solum bona, sed etiam valde bona tamquam simul
omnia. Nam singula tantum bona erant, simul autem omnia et bona et
valde. Hoc dicunt etiam quaeque pukhra corpora, quia longe multo
pulchrius est Corpus, quod ex rnembris pulchris ómnibus constat, quam
1 credimus G2S edds., credidimus ceteri et b.
2 quare faciendum], qua reficiendum S.
3 pertineant, BCDOPSVZ, pertineat cet. et edds.
594
Confesiones
X I I I , 31, 48
XIII, 29,44
bros todos son hermosos que no cada uno de los miembros, de
cuya conexión ordenadísima se compone el conjunto, aunque cada
uno en particular sea hermoso.
CAPITULO
45. He oído, Señor Dios mío, y he gustado una gota de la
dulzura de tu verdad, y he entendido que hay algunos a quienes
desagradan tus obras, muchas de las cuales, dicen, las hiciste compelido por la necesidad ", como la fábrica de los cielos y la composición de las estrellas; y esto, no de cosa tuya, sino que ya antes
existían creadas en otra parte y por otro, y que tú las redujiste,
compaginaste y entrelazaste ", cuando de los enemigos vencidos
fabricaste la fortaleza de este mundo, para que cautivos en esta
construcción no pudieran rebelarse nuevamente contra t i " ; pero
que otras cosas, como las carnes y los animales diminutos y todo
lo que echa raíces en la tierra, ni las has hecho tú ni de ningún
modo las has compaginado, sino que las has engendrado y formado una mente enemiga y una naturaleza diferente de ti y no creada por ti ". Locos, dicen estas cosas porque no ven tus obras a través de tu Espíritu, ni te conocen en ellas.
XXIX
CAPITULO
44. Et attendi, ut invenirem, utrum septiens vel octierts videris, quia
5 bona sunt opera tua, cum tibi placuerunt, et in tua visione non inveni
témpora, per quae intellegerem, quod totiens videris quae fecisti; et dixi:
o Domine, nonne ista Scriptura tua vera est, quoniam tu verax et ventas
edidisti eam? 1 3 1 Cur ego tu mihi dicis non esse in tua visione témpora,
et ista Scriptura tua mihi dicit per singulos dies ea quae fecisti te vidisse,
10 quia bona sunt, et cum ea numerarem, inveni quotiens? Ad haec tu dicis
mihi, quoniam tu es Deus meus, et dicis voce forti in aure interiore servo
tuo perrumpens meam surditatem et clamans: O homo, nernpe quod
Scriptura mea dicit, ego dko. Et tamen illa temporaliter dicit, verbo autem
meo tempus non accedit, quia aequali mecum aeternitate constitit. Sic
15 ea, quae vos per Spiritum meum videtis, ego video, sicut ea, quae vos per
Spiritum meum dicitis, ego dico. Atque ita cum vos temporaliter ea
videatis, non ego temporaliter video, quemadmodum, cum vos temporaliter ea dicatis, non ego temporaliter dico.
131
lo 3.33; 14,6.
4 septiens vel octiens O'S, septies vel octies cet. et edd.
9 istal ita S.
XXXI
46. Mas los que las ven a través de tu Espíritu, tú eres quien
las ves en dios. Y, por tanto, cuando ellos ven que son buenas,
tú eres quien ve que son buenas, y cualesquiera que por ti les
plazcan, tú eres quien les place en ellas, y los que por tu Espíritu
nos placen, a ti te placen en nosotros. ¿Quién de los hombres sabe
ipsa membra singula, quorum ordinatissimo conventu completur universum, quamvis et illa etiam singillatim pulchra sint.
XXIX
595
CAPITULO XXX
44. Y puse atención para ver si eran siete u ocho veces las
que viste que eran buenas tus obras "'4 cuando te agradaron; mas
en tu visión no hallé tiempos por los que entendiera que otras
tantas veces viste lo que hiciste; y dije: ¡Oh Señor!, ¿acaso no
es verdadera esta Escritura tuya, cuando tú, veraz y la misma
Verdad, eres el que la has promulgado? ¿Por qué, pues, me dices
tú que en tu visión no hay tiempos, si esta tu Escritura me dice
que por cada uno de los días viste que las cosas que hiciste eran
buenas, y contando las veces hallé ser otras tantas? A esto me
dices tú—porque tú eres mi Dios—, y lo dices con voz fuerte en
el oído interior a mí, tu siervo, rompiendo mi sordera y gritando:
¡Oh hombre!, lo que dice mi Escritura eso mismo digo yo; pero
ella lo dice en orden al tiempo, mientras el tiempo no tiene que
ver con mi palabra, que permanece conmigo igual en la eternidad; y así, aquellas cosas que vosotros veis por mi Espíritu, yo
las veo; y asimismo, las que vosotros decís por mi Espíritu, yo las
digo. Mas viéndolas vosotros temporalmente no las veo yo temporalmente, del mismo modo que diciéndolas vosotros temporalmente no las digo yo temporalmente.
CAPUT
Confesiones
CAPUT
xxx
45. Et audivi, Domine Deus meus, et elinxi stillam dulcedinis ex
tua veritate et intellexi, quoniam sunt quídam, quibus displicent opera
tua; et multa eorum dicunt te 'fecisse necessitate compulsum, sicut fa5 bricas caelorum et compositiones siderum, et hoc non de tuo, sed iam
fuisse alibi creata et aüunde, quae tu contraheres et compaginares atque
contexeres, cum de hostibus victis mundana moenia molireris, ut ea
constructione devincti adversus te iterum rebellare no possent; alia vero
nec fecisse te nec omnino coropegisse, sicut orones carnes et minutissima
10 quaeque animantia et quidquid radicibus terram tenet, sed hostilem mentem naturamque aliam non abs te conditam tibique contrariam in inferioríbus mundi locis ista gignere atque formare. Insani dicunt haec,
quoniam non per Spiritum tuum vident opera tua nec te cognoscunt
in eis.
15
C A P U T X X X I
46. Qui autem per Spiritum tuum vident ea, tu vides in eis. Ergo
cum vident, quia bona sunt, tu vides, quia bona sunt, et quaecumque
propter te placent, tu in eis places, et quae per Spiritum tuum placent
nobis, tibi placent in nobis. Quis enim scit hominum, quae sunt hominis,
8 devincti PSZ, devicti ctt. it iddi.
596
Confesiones
XIII, 31, 46
XIII, 32, 47
las cosas del hombre sino el espíritu del hombre que está en él?
Asi también, las cosas que son de Dios no las sabe nadie sino el
Espíritu de Dios. Mas nosotros—dice—no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el espíritu que es de Dios, para que sepamos las cosas que nos han sido donadas por Dios. Mas siénteme
tentado a preguntar: Ciertamente que nadie sabe las cosas que
son de Dios sino el Espíritu de Dios; pero ¿cómo sabemos nosotros también las cosas que nos han sido donadas por Dios? Y oigo
que se me responde: Las cosas que sabemos por su Espíritu, puede decirse que no las sabe nadie sino el Espíritu de Dios. Porque
así como se ha dicho rectamente de aquellos que habían de hablar
con el Espíritu de Dios: No sois vosotros los que habláis, así también de los que conocen las cosas por el Espíritu de Dios se dice
rectamente: No sois vosotros los que conocéis; y, consiguientemente, a los que ven con el Espíritu de Dios se les dice no menos
rectamente: No sois vosotros los que veis. Así, cuanto ven en el
Espíritu de Dios que es bueno, no son ellos, sino es Dios el que
vé que es bueno. Una cosa es, pues, que uno juzgue que es malo
lo que es bueno, como hacen los que hemos dicho antes; otra, que
lo que es bueno vea el hombre que es bueno, como sucede a muchos, a quienes agrada tu creación porque es buena, y, sin embargo, no les agradas tú en ella, por lo que quieren gozar más de
ella que de ti; y otra, finalmente, el que cuando el hombre ve
algo que es bueno, es Dios el que ve en él que es bueno, para
que Dios sea amado en su obra, el cual no lo sería si no fuera por
nisi spirilus hominis, qui in ipso est? Sic et quae Dei sunt nemo scit
nis't spiritus DeiKi2. Nos autem, inquit, non spiritum huius mundi accepimus, sed spiritum, qui ex Deo est, ut sciamus quae a Deo donata
sunt nobis 133. Et admoneor, ut dicam: Certe nemo scit, quae Dei, nisi
5 spiritus Dei. Quomodo ergo scimus et nos, quae a Deo donata sunt nobis? Respondetur mihi, quoniam quae per eius Spiritum scimus etiam
sic nemo scit nisi spiritus Dei "*. Sicut enim recte dictum est: Non enim
vos estis, qui loquimini 135, eis qui in Dei spiritu loquerentur, sic recte
dicitur: Non vos estis, qui scitis, eis, qui in Dei spiritu sciunt. Nihilo
10 minus igitur recte dicitur: Non vos estis, qui videtis, eis, qui in spiritu
Dei vident: ita quidquid in spiritu Dei vident, quia bonum est, non ipsi,
sed Deus videt, quia bonum est. Aliud ergo est, ut putet quisque malum
esse quod bonum est, quales supra dicti sunt; aliud, ut quod bonum est
videat homo, quia bonum est, sicut multis tua creatura placet, quia bona
15 est, quibus tamen non tu places in ea, unde fruí magis ipsa quam te
volunt; aliud autem, ut, cum aliquid videt homo quia bonum est, Deus
in illo videat, quia bonum est, ut scilket ille ametur in eo, quod fecit,
132
I Cor 2,11.
'•« Ib., 14.
4 dei SV, dei sunt cet. et edd.
7 sic}, si S.
13 ut om, S.
134
Ib., 18.
= Mt 10,20.
13
597
Confesiones
el Espíritu que nos ha dado; porque el amor de Dios se ha difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha
dado, por el cual vemos que és bueno cuanto de algún modo es,
porque procede de aquel que es, no de cualquier modo, sino ser
por esencia.
CAPITULO
XXXII
47. ¡Gracias te sean dadas, Señor! Vemos el cielo y la tierra,
ya la parte corporal superior e inferior, ya la creación espiritual
y corporal; y en el adorno de estas dos partes de que consta, ya
la mole entera del mundo, ya la creación universal sin excepción,
vemos la luz creada y dividida de las tinieblas. Vemos el firmamento del cielo, sea el que está entre las aguas espirituales superiores y las corporales inferiores", cuerpo primario del mundo;
sea este espacio de aire—porque también esto se llama cielo—por
el que vagan las aves del cielo entre las aguas que van sobre ellas
en forma de vapor y caen en las noches serenas en forma de rocío,
y estas aguas que corren graves sobre la tierra. Vemos en los
vastos espacios del mar la belleza de las aguas reunidas, y la tierra seca, ya desnuda, ya formada de modo que fuere visible y
compuesta y madre de hierbas y de árboles. Vemos de lo alto resplandecer los luminares: el sol, que se basta para el día, y la luna
y las estrellas, que alegran la noche, y con todos los cuales se
qui non amaretur nisi per spiritum, qucm dcdit quoniam caritas Dei
diffusa est in cordibus nostris per Spiritum sanctum, qui datus est
nobis13'', per quem vklemus, quia bonum est, quidquid aliquo modo est:
ab illo enim est, qui non aliquo modo est, sed est est.
5
CAPUT
XXXII
47. Gratias tibi, Domine! Videmus caelum et terram, sive corporalem
partem superiorem atque inferiorem, sive spiritalem corporalemque creaturam, atque in ornatu harum partium, quibus constat vel universa mundi
moles vel universa omnino creatura, videmus lucem factam divisamque
10 a tenebris. Videmus firmamentum caeli, sive Ínter spirituales aquas superiores et corporales inferiores primarium Corpus mundi, sive hoc spatium
aeris, quia et hoc vocatur caelum, per quod vagantur volatilia caeli Ínter
aquas, quae vaporaliter eis superferuntur et serenis etiam noctibus
rorant, et has, quae in terris graves fluitant. Videmus congregatarum
15 aquarum speciem per campos maris et aridam terram vel nudatam vel formatam, ut esset visíbilis et composita herbarumque atque arborum mater.
Videmus luminaria fulgere desuper, solem sufficere diei, lunam et stellas
"« Rom 5,"¡.
4 ab ülo — modo est om. S.
Z ¡initur: modo}.
sed quod cet. et edds.
16 mater OSV, materiem cet. et edds.
sed EGOSV,
598
XIII, 33, 48
Confesiones
notan y significan los tiempos. Vemos toda la naturaleza húmeda,
fecundada de peces y de monstruos y de aves, porque la grosura
del aire que soporta el vuelo de las aves se forma con las emanaciones de las aguas. Vemos que la superficie de la tierra se hermosea con animales terrestres, y que el hombre, hecho a tu imagen
y semejanza, por esta misma imagen y semejanza, esto es, en virtud de la razón y de la inteligencia, es antepuesto a todos los animales irracionales; mas al modo que en su alma una cosa es lo
que domina consultando y otra lo que se somete obedeciendo, así
fue hecha aún corporalmente para el hombre la mujer, la cual,
aunque fuera igual en naturaleza racional a éste, fuera, sin embargo, en cuanto al sexo del cuerpo, sujeta al sexo masculino, del
mismo modo que se somete el apetito de la acción para concebir
de la razón de la mente la facilidad de obrar rectamente 50. Vemos
estas cosas, cada una por sí buena y todas juntas muy buenas.
CAPITULO
XXXIII
48. Alábante tus obras para que te amemos, y amárnoste para
que te alaben tus obras, las cuales tienen por razón del tiempo
principio y fin, nacimiento y ocaso, aumento y disminución, apariencia y privación. Tienen, pues, consiguientemente, mañana y
tarde, parte oculta y parte manifiesta. Porque han sido hechas de
la nada por ti, no de ti, ni de alguna cosa no tuya o que ya exisconso'lari noctem atque hic ómnibus notari et significan témpora. Videmus umiclam usquequaque naturam piscibus et belluis et alitibus fecundatam, quod aeris corpulentia, quae volatus avium portat, aquarum
exhalatione concrescit. Videmus terrenis animalibus faciem terrae decoran
5 hominemque ad imaginen! et similitudinem tuam cunctis irrationalibus
animantibus ípsa tua imagine ac similitudine, hoc est rationis et inteliegentiae virtute, praeponi, et quemadmodum in eius anima aliud est, quod
consulendo dominatur, aliud, quod subditur ut obtemperet, sic viro factam
esse etiam corporaliter feminam, quae haberet quidem in mente rationabi10 lis intellegentiae parem naturam, sexu tamen corporis ita masculino sexui
subiceretur, quemadmodum subicitur appetitus actionís ad concipiendam
de ratione mentis recte agendi sollertiam. Videmus haec et singula bona
et omnia bona valde.
CAPUT
15
XXXIII
48. Laudant te opera tua ut amemus te, et amamus te ut laudent
te opera tua. Habent initium et finem ex tempore, ortum et occasum,
profectum et defectum, speciem et privationem. Habent ergo consequeníia mane et vesperam partim latenter partim evidenter. De nihilo enim
a te, non de te facta sunt, non de aliqua non tua vel quae antea fuerit,
15 laudant EGOSV, laudent cet. et edds.
cet. et edds.
18 vespera SV (vespere?).
19 tua], tu S.
amamus EGOSV, amemus
XIII, 34,49
599
Confesiones
tiera antes, sino de la materia concretada, esto es, creada a un
tiempo por ti, porque tú formaste sin ningún intermedio de tiempo su informidad ". Porque siendo una cosa la materia del cielo
y de la tierra y otra la forma del cielo y de la tierra, tú hiciste,
sin embargo, a un tiempo las dos cosas, la materia de la nada absoluta, la forma del mundo de la materia informe, a fin de que la
forma siguiese a la materia sin ninguna demora interpuesta.
CAPITULO
XXXIV
49. También consideramos la significación por qué cosas
quisiste que éstas fueren hechas con tal orden o con tal orden descritas, y vimos, por ser cada cosa buena y todas juntas muy buenas,
significada en tu Verbo, en tu Único,, el cielo y la tierra, la cabeza
y cuerpo de la Iglesia, en la predestinación anterior a todos los
tiempos sin mañana ni tarde"'. Pero cuando comenzaste a poner
por obra temporalmente las cosas predestinadas para manifestar
las cosas ocultas y componer nuestras descomposturas—porque
sobre nosotros eran nuestros pecados y habíamos descendido lejos
de ti al abismo tenebroso, sobre el que era sobrellevado tu Espíritu bueno para socorrernos en tiempo oportuno—, y justificaste
a los impíos y los separaste de los inicuos, y afirmaste la autoridad de tu Libro entre los superiores, que sólo a ti serían dóciles,
y los inferiores, que habían de sometérseles a éstos, y congregaste
a la sociedad de los infieles en una misma aspiración, a fin de
que apareciesen los anhelos de los fieles y te preparasen obras de
sed de concreata, id est simul a te creata materia, quia eius informitatem sine ulla temporis interpositione formasti. Nam cum aliud sit caeli
et terrae materies, aliud caeli et terrae species, materiem quidem de omnino nihilo, mundi autem speciem de informi materia, simul tamen utrum5 que fecisti, ut materiam forma nulla morae intercapedine sequeretur.
CAPUT
xxxiv
49. Inspeximus etiam, propter quorum figurationem ista vel talí ordine fieri vel tali ordine scribi voluisti, et vidimus, quia bona sunt singula
et omnia bona valde, in Verbo tuo, in Único tuo cael-um et térra, caput,
10 et corpus Ecclesiae, in praedestinatione ante omnia témpora sine mane
et vespera. Ubi autem coepisti praedestinata temporaliter exsequi, ut
oceulta manifestares et incomposita nostra componeres—quoniam super
nos erant peccata nostra et in profundum tenebrosum abieramus abs te,
et Spiritus tuus bonus superferebatur ad subveniendum nobis in tempore
15 opportuno—et iustificasti impíos et distinxisti eos ab iniquis et solidasti
auctoritatem libri tui ínter superiores, qui tibí dóciles essent, et inferiores,
qui eis subderentur, et congregasti societatem infidelium in imam conspirationem, ut apparerent studia fidelium, ut tibi opera misericordiae parerent,
13 abieramus], ulbi eramus S.
600
Confesiones
X I I I , 38, 53
X I I I , 35,50
misericordia, distribuyendo a los pobres las riquezas terrenas para
adquirir las celestiales.
Luego encendiste ciertos luminares en el firmamento, tus santos, que tienen palabra de vida, y, llenos de dones espirituales,
brillan con soberana autoridad.
Después, para instruir a las gentes infieles, produjiste los sacramentos y milagros visibles, y las voces de palabras según el
firmamento de tu Libro—con que fuesen bendecidos también los
fieles—de la materia corporal. Más tarde formaste el alma viva
de los fieles por medio de los afectos ordenados con el vigor de
la continencia, y, finalmente, renovaste a tu imagen y semejanza
al alma, a ti solo sujeta y que no tiene necesidad ninguna de autoridad humana que imitar; y sometiste a la excelencia del entendimiento la acción racional, como al varón la mujer, y quisiste
que todos tus ministerios, necesarios para perfeccionar a los fieles
en esta vida, fuesen socorridos por los mismos fieles, en orden
a las necesidades temporales, con obras fructuosas para lo futuro.
Vemos todas estas cosas y todas son muy buenas, porque tú
las ves en nosotros, tú que nos diste el Espíritu con que las viéramos y en ellas te amáramos.
Confesiones
CAPITULO
CAPITULO
XXXVII
52. Porque también entonces descansarás en nosotros, del
mismo modo que ahora obras en nosotros; y así será aquel descanso tuyo por nosotros, como ahora son estas obras tuyas por nosotros 53. Tú, Señor, siempre obras y siempre estás quieto; ni ves
en el tiempo, ni te mueves en el tiempo, ni descansas en el tiempo, y, sin embargo, tú eres el que haces la visión temporal y el
tiempo mismo y el descanso del tiempo.
XXXVIII
XXXV
50. Señor Dios, danos la paz, puesto que nos
las cosas; la paz del descanso, la paz del sábado,
tiene tarde. Porque todo este orden hermosísimo
buenas, terminados sus fines, ha de pasar; y por
ellas mañana y tarde.
53. Nosotros, pues, vemos estas cosas, que has hecho, porque son; mas tú, porque las ves, son " . Nosotros las vemos externamente, porque son, e internamente, porque son buenas; mas tú
has dado todas
la paz que no
de cosas muy
eso se hizo en
distribuentes etiam pauperibus terrenas facultades ad adquirenda caelestia.
Et inde accendisti quaedam luminaria in firmamento, verbum vitae habentes sanctos tuos et spiritualibus donis praelata sublimi auctoritate
fulgentes; et inde ad imbuendas infideles gentes sacramenta et miracula
5 visibilia vocesque verborum secundum firmamentum libri tui, quibus etiam
fideles benedicerentur, ex materia corporali produxisti; et deinde fidelium
animam vivam per affectus ordinatos continentiae vigore formasti; atque
inde tibi soli mentem subditam et nullius auctoritatis' humanae ad imitandum indigentem renovasti ad imaginem et similitudinem tuam, prae10 stantique intellectui rationabilem actionem tamquam viro feminam subdidisti, omnibusque tuis ministeriis ad perficiendos fideles in hac vita
necessarüs ab eisdem fidelibus ad usus temporales fructuosa in futurum
opera praeberi voluisti. Haec omnia videmus et bona sunt valde, quoniam
tu ea vides in nobis, qui spiritum, quo ea videremus et in eis te amarei s mus, dedisti nobis.
CAPUT
XXXVI
51. Mas el día séptimo no tiene tarde, ni tiene ocaso, porque
lo santificaste para que durase eternamente, a fin de que así como
tú descansaste el día séptimo después de tantas obras sumamente
buenas como hiciste, aunque las hiciste estando quieto, así la voz
de tu Libro nos advierte que también nosotros, después de nuestras obras, muy buenas, porque tú nos las has donado, descansaremos en ti el sábado de la vida eterna.
CAPITULO
CAPITULO
601
CAPUT
xxxvi
51. Dies autem septimus sine vespera est, nec habet occasum, quia
sanctificasti eum ad permansionem sempiternam, ut id, quod tu post
opera tua bona valde, quamvis ea quietus feceris, requievisti séptimo die,
5 hoc praeloquatur nobis vox libri tui, quod et nos post opera nostra ideo
bona valde, quia tu nobis ea donasti, sabbato vitae aeternae requiescamus in te.
CAPUT
XXXVII
52. Etiam tune enim sic requiesces in nobis, quemadmodum nunc
10 operaris in nobis, et ita erit illa requies tua per nos, quemadmodum sunt
ista opera tua per nos. Tu autem, Domine, semper operaris et semper
requiescis; nec vides ad tempus, nec moveris ad tempus, nec quiescis ad
tempus, et tamen facis et visiones temporales et ipsa témpora et quietem
ex tempore.
15
CAPUT
XXXVIII
xxxv
50. Domine Deus, pacem da nobis—omnia enim praestitisti nobis—
pacem quietis, pacem sabbati, pacem sine vespera. Omnis quippe iste ordo
ptílcherrimus rerum valde bonarum modis suis peractis transiturus est: et
20 mane quippe in eis factum est et vespera.
53. Nos ¡taque ista quae fecisti videmus, quia sunt, tu autem quia
vides ea, sunt. Et nos foris videmus quia -sunt, et ¡ntus quia bona sunt:
17 videmus], vidimus S.
602
Confesiones
XIII, n o t a s
las viste hechas allí donde viste que debían ser hechas ". Nosotros,
en otro tiempo, nos hemos sentido movidos a obrar bien, después
que nuestro corazón concibió de tu Espíritu; pero en el tiempo
anterior fuimos movidos a obrar mal, abandonándote a ti; tú,
en cambio, Dios, uno y bueno, nunca has cesado de hacer bien.
Algunas de nuestras obras, por gracia tuya, son buenas; pero no
sempiternas: después de ellas esperamos descansar en tu grande
santificación. Mas tú, bien que no necesitas de ningún otro bien,
estás quieto, porque tú mismo eres tu quietud. Pero ¿qué hombre
dará esto a entender a otro hombre? ¿Qué ángel a otro ángel?
¿Qué ángel al hombre? A ti es a quien se debe pedir, en ti es en
quien se debe buscar, a ti es a quien se debe llamar: así-, así se
recibirá, así se hallará y así se abrirá. Amén.
tu autem ibi vidisti facta, ubi vidisti facienda. Et nos alio tempore moti
sumus ad bene faciendum, posteaquam concepit de spiritu tuo cor nostrum; priore autem tempore ad male faciendum movebamur deserentes
te: tu vero, Deus une bone, nunquam cessasti benefacere. Et sunt quae5 dam bona opera nostra ex muñere quidem tuo, sed non sempiterna: post
illa nos requieturos in tua grandi sanctificatione speramus. Tu autem,
bonum nullo indigens bono, semper quietus es, quoniam tua quies tu ipse
es. Et hoc intellegere quis hominum dabit homini? Quis ángelus angelo?
Quis ángelus homini? A te petatur, in te quaeratur, ad te pulsetur: sic,
10 sic accipietur, sic invenietur, sic aperietur 137.
NOTAS
AL
LIBRO
XIII
1
Véase nuestra edición latina. Las demás ediciones y traducciones:
Ahora, etc.
2
El texto: Nec eram cui praestares ul essem; et turnen ecce sum, etc.
Texto difícil de entender, la traducción literal envuelve un sentido absurdo. La mayor parte de los traductores traducen el praestares por merecer o tener obligación de dar, según el sujeto de la oración. Llovera
—que traduce «ni yo era cosa alguna de donde Vos me hicieseis ser»—
cree que la idea de merecimiento es aquí ajena a la intención del Santo.
Precisamente la idea de gratuidad que expresa el gran Doctor a continuación—ecce sum ex bonitale tua—aconseja como más probable dicha
interpretación, a su vez más ceñida a la letra.
3
De civ. Dei XI 10: «Se llama naturaleza simple a aquella para la
cual el poseer alguna cosa no implica la posibilidad de perderla... En
este sentido se llama simple aquello que principalmente y de verdad es
de naturaleza divina.» Ib. VIII 6: «Porque en él (Dios) no es una cosa
el ser y otra el vivir, como si pudiese ser sin vivir; ni es una cosa el vivir y otra el entender, como si pudiese vivir sin entender; ni es otra
cosa en él entender y otra ser bienaventurado, sino que lo mismo que
es en él vivir, entender y ser bienaventurado, esto mismo es en él ser», etc.
* Gen 1,2. El texto original expresa la idea de sobrevolar, no de
sobrellevar. El Santo, siguiendo el texto griego y la Vetus Latina, usa
de la segunda expresión; pero en De Gen. ad litt. 1,6}, apunta el primer
137
Mt 7,8.
10 accipitur S.; Amen CDEGOV cdds., om. cileri.
XIII, notas
Confesiones
603
sentido, traduciéndolo no por las palabras sobrevolar o sobrellevar, sino
incubar, como la gallina, que extiende sus alas sobre los huevos; expresión más enérgica y atrevida, pero con la misma significación.
i
Este mismo pensamiento se halla textualmente consignado cu De
Gen. ad litt. 1,12. Semejante razonamiento a la luz de la fe resulta lógico
y concluyente; mas sin este conocimiento posterior, difícil hubiera sido llegar a creer que en este pasaje del Génesis se. hallaba revelado el misterio
de un Dios trino en personas.
0
Ps 123,5. En la Enarración correspondiente, núm. 9, interpreta estas
aguas sin sustancia de los pecados, «que no tienen sustancia, sino deficiencia, indigencia», etc.
7
El texto: in bona volúntate tua pax nobis est. Cf. Anotaciones sobre
Job 39: «Quien contradice a Dios no puede tener descanso, esto es, no
hallará descanso si no consiente con su voluntad sin alguna contradicción.»
El sentido es: cumpliendo tu santa voluntad hallaremos nuestra paz.
8
No sería difícil ver en este lugar una preconización de la ley de
Ja gravedad, aunque no expresada con este nombre. Newton no hubiera
' tenido seguramente inconveniente en estampar esta frase al frente de sus
obras como lema expresivo de su pensamiento.
9
Leemos: rara anima quae, cumque de illa loquitur scit quae loquitur.
Todos los códices suprimen el quae, error fácil de cometer por la diptografía. Véase también el proemio de la edición latina, p.27.
10
El mismo pensamiento, con leves modificaciones, lo expresa el
Santo en De civ. Dei XI 26, lugar largo e interesante por otros muchos
aspectos al cual remitimos al lector. Véase también' la Epist. 169,6, y
De Trin. passim.
11
Los editores puntúan de distinto modo y leen de diversa manera
el segundo inciso. Nosotros seguimos una puntuación diferente, que creemos hace mejor sentido con el ritmo general de la frase. Véase nuestra
edición latina.
12
Significa aquí San Agustín por cielo las Sagradas Escrituras y por
piel nuestra mortalidad, por haber revistido el Señor con pieles de animales a Adán y Eva cuando les arrojó del paraíso y sujetó a la muerte.
Véase sobre esta teoría las Enarrat. in Ps. 103,8, donde la expone amplia
y bellamente. La imagen está tomada de Isaías 34,4: «Serán plegados los
cielos como un libro.»
" Por mortales entiende aquí el Santo a los hagiógrafos o dispensadores de las Santas Escrituras: «Mortales fueron Jeremías y tantos otros
profetas... Las palabras de estos muertos se extienden, y tanto más se
extienden cuanto más son muertos... Vivos, los profetas pertenecieron a
la Judea; muertos, a todas las gentes. Mientras estaban vivos, todavía no
estaba extendida la piel, no se había extendido el cielo hasta cubrir toda
la tierra» (Enarrat. in Ps. 103,8).
1J
Ps 8,4. San Agustín entiende por cielos los dos Testamentos, y
por dedo, al Espíritu Santo, inspirador de los santos escritores. Confróntese Enarrat. in Ps. 8,7.
15
Por enemigo y defensor entiende aquí el Santo al hereje y filósofo
pagano, que no quieren que se crea en lo que no se ve y prometen una
ciencia segura. Of. Enarrat. in Ps. 8,6.
10
Les llama castos «porque no hay en ellos corrupción de simulación».
Muchos predican la verdad, pero no castamente, porque la venden al
precio de comodidades mundanas. De éstos dice el Apóstol que anuncian
a Cristo no castamente (Enarrat. in Ps. 11,7). Seguimos una puntuación
distinta de todos los demás, pero exigida por el contexto y el salmo 148, t:
Et aqtiae omnes quae super cáelos sunt, lauden! nornen Domini.
004
Confesiones
17
XIII, notas
El texto: legunt, eligunt, diligunt, paronomasia no fácil de conservar en la traducción conservando los mismos tiempos. En español, la figura podría conservarse con las palabras lección, elección y dilección.
18
Ps 25,6. Por nubes entiende aquí el Santo a los predicadores de
la palabra de Dios. Cf. la Enarración correspondiente, n.8.
19
Como es nuestro ver, esto es, en la medida de nuestra capacidad,
en cuanto puede nuestro ser. En el cielo, en efecto, veremos a Dios; le
veremos, pero no totalmente, comprensivamente, porque esto no lo sufriría
nuestro ser, incapaz de contener la inmensidad y plenitud infinitas de Dios.
Para comprender totalmente a Dios sería precisa -una potencia infinita, y el
hombre es en todos los aspectos finito. Sólo, pues, Dios se ve y comprende totalmente. Le veremos tal cual es, cara a cara; pero sin abarcarle,
como el que está en alta mar, que ve el mar y le ve tal cual es, pero
no puede abarcarle con su vista. Véase la Epist. 147, toda ella consagrada
a explicar este misterio, particularmente el n.20.
20
El texto: tu seis solus, quia es incommutabiliter, etc. La mayoría
de los códices: qui es incommutabiliter; el Sessoriano: quoniam incommutabiliter, etc.
21
Ello es efecto de la simplicidad de la esencia divina, en la que
todo es acto purísimo.
22
Ps 35,10: «En este mundo—dice el Santo—una cosa es la fuente,
otra la luz. En Dios, no: lo que es fuente es luz, siendo fuente en cuanto
sacia a los sedientos, luz en cuanto ilumina los ojos.» Anteriormente ha
dicho que la fuente es Cristo, aludiendo a las palabras de éste: Si alguno tiene sed, venga a mí, etc.
23
El texto: amaneantes, palabra de sentido complejo que hemos creído
traducir fiel y expresivamente por amargados, en todo el sentido literal
y metafórico de la palabra. Cf. Enarrat. in Ps. 64,924
Ps 84,13. Por tierra entiende aquí el Santo el alma humana que
aún no ha sido informada por la gracia del bautismo. Cf. libro I c.2 n.18.
25
Esto es, no de palabra, sino de obra, socorriéndole materialmente.
La raíz de este fruto está en la semejanza de naturaleza que nos une a los
hombres unos con otros y nos hace mirarnos como hermanos.
20
Ps 84,12. Continúa la misma alegoría: «La verdad ha nacido de
la tierra. ¿Qué quiere decir esto sino que nazca del hombre la confesión?
¡Oh tierra, que cuando pecaste oíste decir: Tierra eres y en tierra te has
de convertir!, nazca de ti la verdad, a fin de que la justicia mire desde
el cielo» (Enarrat. in Ps. 84,14).
27
Continúa la alegoría paulina, quien compara los carismas menores
a las estrellas del cielo.
28
Alusión al apóstol San Pablo, de quien están tomadas estas palabras
de la I' Epist. ad Cor. 3,1 y 2,6.
"'* Toda esta serie de textos escriturarios están tomados de San Mateo,
19,16ss, donde relata el evangelista el caso de aquel joven rico que le
preguntó al Maestro divino qué debía hacer para ser perfecto. El cual,
habiendo oído la respuesta del Salvador, se entristeció, porque tenía grandes posesiones. Véanse también San Lucas 18,18-22, y San Marcos 10,17-22.
3
" Sacramentos. Por esta palabra entiende el Santo los misterios sagrados, los ritos v sacramentos propiamente dichos, y particularmente el
bautismo por su relación con el agua.
31
Fluido es lo mismo que inconstante, que no permanece en el mismo
estado nunca. Es la palabra que empleaba Heráclito para indicar el incesante movimiento de Ja naturaleza creada.
32
Seguimos en este lugar un texto y puntuación enteramente distintos
de las demás ediciones.
XIII, notan
33
Confesiones
605
Hay iiipil muí alusión al simbolismo del pez, empleado en los primeros ficin|>n» i iiiiii) sigla o anagrama del Salvador. Las letras de que
consta en ( l , h l
lii palabra pez (ICHTHUS) significan Jesous, Chreistós,
Theou Vtih
Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador. El simbolismo
del pez ralir
i boga en los primeros tiempos del cristianismo. Las
metáfora» ilt I
mar, red, etc., son frecuentes en San Agustín y en casi
todos lo» «<
i r» cristianos. El mismo Evangelio abunda en ellas.
Cf. De cil', <»,, libio XVIII 23.
34
Peni In 11 iho. Los traductores todos: Pero tu palabra. Que se hable
de Cristo y un dr la palabra de Dios simplemente se deduce de lo que
sigue, inlrh|>i#lii'lo de Cristo en la Enarrat. in Ps. 25,15: «¿Quién es la
fuente di Wi/rf «IIIU Cristo? Vino en carne para refrescar las fauces abrasadas», d i ,
35
línllfinli" el Santo por autoridad la conducta o norma de vida de
un homliif i titila|iiierra.
30
(¡en \,iu. Advierta el lector la alegorización extraordinaria a que
se da el iSiinlii MI estos capítulos, contraria a nuestros gustos modernos,
pero muy de Miod.i en tiempos del gran Doctor no sólo entre los Padres
de la lglr»lii. miio en las escuelas de retórica, siendo precisamente los
Padres tjtir «ii>ll iv.iron las letras paganas los más aficionados a la alegoría.
Así se r».|>llni que San Ambrosio sugestionara al joven retórico de Milán
con sus liilri|H)'I.K iones y sentidos místicos.
37
SiitfiíiHnitoí. Palabra de múltiples sentidos en el Santo, abarcando
tanto Jo» mlilriins de la fe, como los ritos sacramentales, como los sacramento» iniMiiiimente dichos. Al presente parece referirse a los ritos preparatorio» del liiiutismo.
'" Alinlón iiJ sacramento de la Eucaristía.
" Cf. I ihiir.it. in Ps. 66,9: «Creó Dios la luz y no la bendijo; creó
el firmainriilii y no lo bendijo; separó el mar de la tierra y no la bendijo.
Creó l,i» iiiiiltius que debían poseer el semen de la fecundidad y las
bendijo Din» diciendo: Creced y multiplicaos. Así que la bendición es
lo mismo que virtud de multiplicarse.» En De Gen. ad litt. 1,15,50, corrige
eííe coiiir|i|o imte la dificultad de no hallar bendecidas las plantas, etc.
'" Seguimos una puntuación distinta de las demás ediciones.
" I*. I.iilniolle cree ver en este lugar una nueva recomendación del
múltiplo M'iilúln literal. No acertamos a ver la razón del ilustre historiador ile lii literatura latina. El Santo habla de interpretaciones, no de
sentidos, y II,mu interpretaciones verdaderas a lo que hoy decimos legitimas, probables, esto es, cuando están conformes con la fe y pueden
aducir en «u favor otros textos de la misma Escritura, pero sin excluir
la veracíiliul «le otras interpretaciones. N o creemos necesario insistir más
sobre lo ilitlio en el libro XII 31,42.
42
I'liil 'l.lls.s. Es extraña esta interpretación personalísima del Santo,
y que luí luí con el sentido claro del texto que tenemos hoy día. El
taediuin li.ibiiiitis, que el gran Doctor entiende del cansancio o apatía
que les luliln llegado a producir su amistad, es una traducción que no
se comp.iflin.i ni con el texto griego ni con el latino de la VuJgata, que
dicen: el |uimero, «pero os faltó la ocasión», y la segunda, «'pero estabais ocupados». Es muy probable que el Santo en vez de ekaireisthe leyera éjiiiicMhe, cambio que explicaría 'perfectamente la versión del Santo, el omil interpreta a través de esta frase todo el capítulo del Apóstol,
convirtiendo en una reprensión lo que es una alabanza. Caso extraño en
el gran Doctor, tan amigo de confrontar Jos textos y aun las versiones.
Sólo un nimbio como el arriba notado puede explicar suficientemente
una anomalía e interpretación semejante.
606
43
Confesiones
XIII, notas
La palabra idiosa en sentido de ignorante aparece por vez primera en Cicerón y A mío Gelio. No obstante ser poco usada por los clásicos
en esta acepción, es, sin embargo, la que ha prevalecido en las lenguas
modernas neolatinas. Cf. San Pablo I Cor 14,23.
44
Siete u ocho veces... La Vulgata pone seis veces eran buenas, y Ja
séptima, eran muy buenas; lo's Setenta, siete 4o primero, y la octava, lo
segundo. Por eso el Santo pone siete u ocho.
45
De vera religione 9,16: «Hubo un tiempo en que la gente de las
tinieblas declaró la guerra a Dios, el cual, constreñido por la necesidad,
mandó contra ella al alma buena, es decir, una partícula de su sustancia, con la cual se unió y mezcló el enemigo y fue fabricado el mundo.»
46
Alusión manifiesta a la doctrina maniquea: «Confiesan los maniqueos que el Dios bueno ha fabricado el mundo, bien que de una naturaleza y materia no suya» (Contra advers. Legis et Prophet. I ) . «Afirman estos charlatanes y seductores de almas que en el combate que el
hombre primitivo sostuvo con la gente de las tinieblas por medio de falaces elementos quedaron cautivos .príncipes de uno y otro sexo, con los
cuales fue construido el mundo, muchos de los cuales fueron encadenados en los astros. Entre ellos se hallaban hembras encinta, las cuales, no
pudieron resistir el movimiento de rotación del cielo, abortaron, y sus
fetos, masculinos y femeninos, cayeron en la tierra, los cuales vivieron,
crecieron, se ayuntaron y engendraron. Tal es el origen de toda carne que
se mueve en la tierra, en el agua y en el aire» (Contra Faustum VI 8).
47
Cf. Contra Faustum, l . c ; De haeresibus 46. Véase también nuestro
.estudio Antecedentes..., en «Religión y Cultura», vol. VII p.384ss.
48
Esto es, por el príncipe de las tinieblas. Cf. Trac/, in loannem 42,10.
49
En las Ketract. II 6,2, corrige este lugar como afirmación poco meditada: non satis considérate. La cosa es muy oscura y difícil de resolver:
res enim in abdito est valde. En De Gen. ad lili. II 4,7, parece inclinarse
a creer que estas dos aguas son las de las nubes y las del mar.
50
Este mismo pensamiento y comparación lo emplea el Santo en otros
varios lugares, particularmente en De Gen. contra manichaeos II 11,15,
y De opere monachorum 32,40. Véase, sin embargo, la crítica que hace
de esta interpretación espiritual en De civ. Dei XIV 22, y Retract. I 10,2.
51
Creada a un tiempo... Alusión a la creación simultánea, que tanta
aceptación tuvo en la centuria pasada. El Santo interpreta la palabra
simul del Eclesiástico en sentido de a un tiempo, no de igualmente,
como entienden hoy la mayor parte de los exegetas modernos. Los que
inculpan al gran Doctor de no haber interpretado bien la palabra griega,
que tiene los dos significados, debieran advertir que Clemente de Alejandría y muchos de los Padres de esta escuela, que seguramente no
pueden ser acusados de no conocer su lengua materna, la interpretan en
el mismo sentido que el Obispo de Hipona. Sobre esta materia véase el
libro del padre ÁNGEL RODRÍGUEZ La creación según San Agustín.
s
" Seguimos una puntuación y traducción algún tanto distinta de las
demás ediciones y traducciones, creemos que la verdadera, y desde luego
la que hace un sentido gramatical aceptable.
53
De Gen. ad litt. IV 9,16: «Como se dice rectamente que hace Dios
cuanto obramos nosotros con su gracia, asi también se puede decir rectamente que descansa cuando por don suyo descansamos.»
" Lo contrario sería suponer a Dios dependiente de la criatura, al
menos en el orden cognoscitivo, lo que es un absurdo.
55
De civ. Dei XI 2 1 : «Porque su conocimiento no discurre de pensamiento en pensamiento... Sino que vio ser bueno aquello que hizo allí
donde vio que era bueno hacerlo», etc.
A
D
D
E N
D
A
1 )KL LIBRO II DE LAS «RETRACTACIONES», CAP. 6
J.us I rece libros de mis Confesiones alaban a Dios justo y bueno, por mis males y mis bienes, y despiertan hacia El al humano
entendimiento y corazón. Por lo que a mí se refiere, este efecto
me piodiijeron cuando las escribí y este mismo me producen ahora CII.IIKIO las leo. Qué entiendan los demás de ellas, no lo sé. Lo
que sí es que han agradado y agradan a muchos hermanos. Del
libro primero al décimo tratan de m í ; en los tres restantes, de las
Santas lisiricuras, sobre aquello que está escrito: «En el principio
hizo Dios el cielo y la tierra», hasta «el descanso del sábado».
lin el cuarto libro, al confesar la miseria de mi alma por la
muerte del amigo de la infancia y decir de nuestras almas que eran
una sola: «Y por eso tenía tal vez miedo de morir, porque no
muriese él del todo», me parece más bien una declamación ligera
que no una grave confesión; aunque quedó algún tanto templada
esta inepcia al añadir o poner la palabra «tal vez». En el libro
decimotercero, en aquello que dije: «El firmamento fue hecho
entre las aguas espirituales superiores y las corporales inferiores»,
no fue dicho con mucha ponderación, pues ello es cosa muy
obscura.
lista obra comienza así: «Grande eres, Señor.»
LÍBER II «RETRACTATIONUM», CAP, 6
Coiíjcssionum mearum libri tredecim, et de malis et de bonis meis
Deum laudant iustum et bonum, atque in eum excitant humanum intellecttim et affectum; interim quod ad me attinet, hoc in me egerunt cum
scribcitiitur, et agunt cum leguntur. Quid de illis alii sentiant, ipsi viderint; mmltis tamen fratribus eos multum plaouisse et placeré scio. A primo
usque M\ decimum de me scripti sunt; in tribus ceteris, de Scripturis
sanctis, ab eo quod scriptum est: «In principio fecit Deus caelum et
terrnm», usque ad «sabbati réquiem».
In quarto libro, cum de amici morte animi mei miseriam confiterer,
dkens quod anima nostra una quodammodo facta fuerat ex duabus: «Et
ideo, inquam, forte mori metuebam, ne totus ille moreretur, quem multum amaveram»: quae mihi quasi declamarlo levis,-quam gravis confessio
videtur; quamvis uteumque temperata sit haec ineptia in eo quod additum
est, «forte». Et in libro tertio décimo quod dixi: «Firmamentum factutn
ínter spiritales aquas superiores, et corporales inferiores», non satis considérate dictum est: res autem in abdito est valde. Hoc opus sic incipit:
«Magnus es, Domine.»
608
Confesiones
DEL
L I B R O « D E L DON DE LA P E R S E V E R A N C I A » , C A P . 2 0
¿Cuál de mis opúsculos se ha difundido más y es más frecuentemente leído y con más placer que mis Confesiones? Pues,
habiéndolas publicado antes de que apareciese la herejía pelagiana, dije en ellas ciertamente y repetidas veces: «Da lo que mandas,
y manda lo que quieras.» Las cuales palabras mías, como fuesen
recordadas por cierto hermano coepíscopo mío, estando Pelagio
presente en Roma, no pudo soportarlas, y, contradiciéndole algún
tanto alterado, casi llegó a litigar con aquel que las había recordado.
CUADRO
DE
LAS
OBRAS
TITULO DE LA OIIKA
DE
ANll l>r;
6
Recibe los libros que deseaste de mis Confesiones. Mírame en
ellas, a fin de que no me alabes más de lo que soy. Créeme a mí
en ellas, no a lo que otros digan de mí. Préstame atención en ellas
y ve lo que fui en mí mismo y por mí mismo; y si hay algo
en mí que te agrade, alaba juntamente conmigo a quien quiso ser
alabado en m í ; mas no a mí. Porque El es el que nos ha hecho,
y no nosotros mismos. Nosotros nos habíamos perdido; mas el
que nos hizo nos rehízo. Cuando me hallares allí tal, ora por mí
para que no desfallezca, sino que me perfeccione.
Ex LIBRO « D E DONO PERSEVERANTIAE», CAP. 20
Quid autem meorum opusculorum frequentius et delectabilius innotescere ipotuit quam libri Conjessionum mearum? Cum et ipsos ediderim antequam pelagiana haeresis exstitisset, in eis certe dixi Deo nostro,
et saepe dixi: «Da quod iubes, et iube quod vis.» Quae mea verba Pelagius Romae cum a quodam fratre coepíscopo meo fuissent eo praesente
commemorata, ferré non potuit; et contradicens aliquanto commotius
paene cum eo qui illa commemoraverat, litigavit.
NUMERO DEL VOLUMEN
HP.I><\C<:M'IN
MI). VIVES
Contra académicos, libri tren.
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It
SAN AGUSTÍN AL CONDE. DARÍO, EPÍST. 231,
CRONOLÓGICO
SAN
AGUSTÍN
A
Soliloquiorum, libri d ú o . . .
De immortalitate animar . .
De música, libri KCX
De quantitatc annnac
De moribus Hccl, Cathnl. rl
manichaeorum
De G e n e s i c o n t r a m a m
chacos, libri duo
De libero arbitrio, libri tir».
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Disputado contra Fortun.i
De lide et «ymbolo
De Genesi nd litter,, líber
De sermone Domini in mim-
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Contra Adimantum maní
Sume libros, quos desiderasti, Conjessionum mearum. I^i me inspice;
ne me laudes ultra quam sum; ibi non aliis de me crede, sed mihi; ibi
me attende, et vide quid fuerim in meipso, per meipsum; et si quid in
me tibí placuerit, lauda ibi mecum, quem laudari volui de me; ñeque
enim me. Quoniam ipse fecit nos, et non ipsi nos; nos autem perdideramus nos; sed qui fecit, refecit. Cum autem ibi me inveneris, ora pro
me, ne deficiam, sed perficiar.
Expositio ijiiarunidam pro
positionum ex Kp. n<l Rom.
Expositio in lí|>. ad Galata.x.
Expositio in E. ail Kom. in
Epístola xxviii ad Hicronymum
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T I T U L O DE LA OBRA
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Contra Ep. manich. quam
Quaestionum Evangeliorum,
De catechizandis rudibus. . .
Confessionum, libri tredecim.
Contra Faustum manich., li-
397-400
IX
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VIII
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400
XXXV
XXI
VI
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XXV-XXVI
VIII
XLII
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III
XXXIV
De consensu Evangelistarum,
Ad inquisitiones Ianuarii, liDe opere monachorum
De fide rerum quae non viContra Epist. Parmeniani. . .
De baptismo contra DonaDe sancta virginitate
Contra litt. Petiliani,
»
»
»
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II
XXXIII
XXII
VI
XL
XXI
»
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XXVIII
IX
XLII I
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404
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XXVI
VIII
XLII
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De Genesi ad litt., libri duoDe actis cum Felice maniDe natura boni c. manichs.
Contra Secundinum mani-
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))
405-6
XXVI
406
406-II
XXIX
IX
XLIII
XXII
VI
XL
408
»
II
XXXIII
408-9
409
410
IV
»
»
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XXIX
IX
XLIII
411
»
»
Contra Cresconium grammat.
»
XXXIII
II
Sex quaestiones c. paganos
Epistola cvni ad Macrobium
Epístola cxvin ad Dioscorum
Epistola cxx ad Consentium
De único baptismo contra
)>
405-6
Epistola LXXXII ad Hierony-
De divinatione daemonum..
Epístola x c n r a d Vincentium
Breviculus collationis cum
ANO DE
REDACCIÓN
REDACCIÓN
»
»
611
Cuadro cronológico
Cuadro cronológico
610
»
Libér contra donatistas post
collationem
Epistola CXXXVII ad Volusia
num
Epistola CXXXVII 1 ad Marcel
linum
Epistola CXL ad Honorium.
De peccatorum meritis et remiss. et de baptismo parvulorum
De spiritu et littera
De fide et operibus
De videndo Deo (Epist. 147).
De civitate Dei
De bono viduitatis
Epistola CLVH ad Hilarium.
De natura et gratia
De perfectione iustitiae hominis
De origine animae hominis
(Epist. ad Hier.)
Epistola CLXVII ad Hieronymum
Contra priscillianistas et origenistas, lib. 1 ad Oros. . .
Enarrationes in P s a l m o s . . . .
Tractatus in loan. Evang...
In Epist. loan, ad Parthos.
De g e s t i s Pelagii in s y n .
Diospol.
De correptione donatistarum.
Epistola CLXXXVI ad Paulinum
De praesentia Dei
De g r a t i a C h r . et p e c c a t o
orig-, libri dúo
Epistola cxciv ad Sixtum.
Sermo ad Caesar. Ecclesiae
plebem
De gestis cum Emérito
Contra sermonem quemdam
arianorum liber
De patientia
De coniugiis adulterinis
Locutionum in Heptateuchum, libri septem
Quaestiones in Heptateuchum, libri septem
De fine saeculi
412
»
413
»
413-26
414
XXI
V
XXXIII-IV
XXI
•»
VI
II
VII
VI
II
X
XI
XXXIII
XLI
XL
XXXIII
XLIV
VI
III
xxxvi-vn
415
391-415
416-17
416
417
XXVI
XI-XV
IX-X
X
XLII
XXX
XXXI
XXXV
XLIV
XXXIII
V
41S
XXX
419
XXII
XXI
X
VI
XLIV
XXXIII
VIII
VI
XLII
XL
XXXIII
612
Cuadro cronológico
NUMERO DEL VOLUMEN
TITULO DE LA OBRA
AÑO DE
REDACCIÓN
De nuptiis et concupiscentia.
De anima et eius origine, Ii-
ED. VIVES
MAURINA
MIGNE
420
XXX
X
XLIV
»
»
l>
»
»
X
»
»
XXII
VI
IX
XLIII
VIII
XLII
X
VI
XL
Contra duas epístolas pelaContra mendacium ad ConCcntra adversarium legis et
»
»
XXVI
Contra Iulianum, Iibri qua421
Enchiridion ad Laurentium..
De cura pro mortuis gerenda.
De octo Dulcitii quaestioni-
»
422
Epistola ccxi ad moniales
(Reaula)
De gratia et libero arbitrio.
De correptione et gratia. . . .
Retractationum, libri d ú o . . .
Epístola ccxvn ad Vitalem. .
Speculum de Scriptura sacra.
Collado cum Maximino, aria-
423
426-27
»
»
»
XXIII
»
XXI
XI
II
XXXI
»
X
»
XLIV
»
XXXII
XXXIII
XXXIV
III
VIII
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
428-29
XXXI
X
»
»
l>
XLIV
XLV
430
386-430
XXXI-II
IV-VI
»
428
De haeresibus ad Quodvult-
1)
De dono perseverantiae
Opus imperfectum contra Iu-
»
I
II
III
VIII
427
Contra Maximinum, ariano-
Tractatus adversus iudaeos.
De praedestinatione sancto-
XXX
XXI
II
XI
»
»
II
XXXIII
ACABÓSE DE I M P R I M I R ESTA SÉPTIMA EDICIÓN DEL
VOLUMEN SEGUNDO DE LAS «OBRAS DE SAN
A G U S T Í N » , DE LA BIBLIOTECA DE AUTORES
CRISTIANOS, F.L DÍA 2 7 DE DICIEMBRE
DE 1 9 7 9 , FESTIVIDAD DE SAN JUAN
EVANGELISTA, EN LOS TALLER E S DE LA IMPRENTA FARESO, S. A., PASEO DE
LA DIRECCIÓN, 5 ,
MADRID
LAUS
DEO
VIRGINIQUE
MATRl