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Corazones en llamas
Corazones en llamas
Corazones en llamas
Libro electrónico127 páginas1 hora

Corazones en llamas

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Información de este libro electrónico

Cuando Lisa Billings entró en el cuartel de bomberos de Bryce Walker buscando a su hija perdida, él se quedo prendado de aquella atractiva mujer. El bombero hacía tiempo que se había dado cuenta de que la vida hogareña no era para un hombre que arriesgaba su vida a diario. Pero Lisa y su hija le hicieron soñar de nuevo...
Aunque Bryce era el hombre más atractivo que había visto en su vida, Lisa se obligó a sí misma a controlarse. Después de todo, ella ya había resultado herida por el amor anteriormente. Aun así, su corazón y su cuerpo no aceptaron sus órdenes...
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 ene 2021
ISBN9788413750989
Corazones en llamas
Autor

Marie Ferrarella

This USA TODAY bestselling and RITA ® Award-winning author has written more than two hundred books for Harlequin Books and Silhouette Books, some under the name Marie Nicole. Her romances are beloved by fans worldwide. Visit her website at www.marieferrarella.com.

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    Corazones en llamas - Marie Ferrarella

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

    Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

    www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2000 Marie Rydzynski-Ferrarella

    © 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Corazones en llamas, n.º 1144- enero 2021

    Título original: Tall, Strong & Cool Under Fire

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

    Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

    Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

    Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-1375-098-9

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Créditos

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    ERES bombero?

    La voz de niña lo tomó por sorpresa. Bryce Walker se volvió del recién lavado camión cisterna y la vio. Era completamente adorable y estaba igual de completamente fuera de lugar.

    De todas formas, la sonrió.

    La pequeña, vestida con un mono rosa con flores blancas, estaba de pie en la entrada del cuartelillo de bomberos. Tenía las manos en los bolsillos, como alguien que no tuviera nada mejor que hacer esa mañana. Lo miraba como esperando una respuesta.

    —Sí, lo soy.

    Bryce se acercó a ella y puso una rodilla en tierra para que no hubiera tanta diferencia de altura entre ellos. Miró a su alrededor por si veía a alguien con aspecto de padre o persona mayor a cargo de la niña.

    Pero no había nadie. Estaba claro que la niña estaba sola y no tenía miedo de nada.

    En ocasiones, Bryce había dado charlas sobre seguridad en los colegios de la localidad. La pequeña parecía demasiado joven como para ir al colegio. Debía tener unos cuatro o cinco años. La inteligencia se reflejaba en sus ojos azules.

    Por la forma en que lo estaba mirando, estaba muy claro que lo consideraba su igual en todo. Entonces la niña miró el camión.

    —¿Te dejan conducir el camión?

    La esperanza que se oía en la voz de la niña lo hizo sonreír. Contuvo la risa cuando pensó en Alex. Un bombero veterano que siempre actuaba como si el camión fue de su propiedad privada y que antes caminaría sobre brasas que permitiría que alguien se pusiera tras el volante.

    —No, me temo que no.

    La pequeña asintió.

    —Mi mamá tampoco me dejaría conducirlo a mí.

    Esa le pareció a Bryce la oportunidad perfecta para tratar de averiguar algo de la niña.

    —¿Y dónde está tu mamá?

    La pequeña no respondió y se acercó al camión. Lo hizo con mucho cuidado, como si fuera un ser vivo que fuera a salir corriendo si no tenía mucho cuidado.

    —En casa.

    A Bryce le dio la impresión de que su pequeña visitante iba a dar unos cuantos problemas a alguien cuando fuera un poco más mayor. Le deseó suerte a cualquier hombre que se enamorara de ella en el futuro. La iba a necesitar.

    —¿Y dónde está tu casa?

    La niña se detuvo y lo miró por encima del hombro, tristemente.

    —Ya no en Dallas.

    La niña suspiró con ganas y luego dio la vuelta al camión, inspeccionándolo con más atención que el jefe de bomberos.

    —Nos hemos mudado.

    Ella era demasiado joven como para ser una embaucadora, ya que esa habría sido la palabra que él habría utilizado si fuera una adolescente, pero aun así, empezó a sentirse atrapado.

    —¿A dónde?

    La niña pasó la mano por el capot del camión y a él le dio la impresión de que lo estuviera acariciando.

    —Aquí.

    —¿Aquí? ¿En mi cuartelillo de bomberos?

    La niña se rio de una forma tan contagiosa que a él le costó no acompañarla.

    —No, tonto. En Bedford.

    —¿Y sabes dónde en Bedford?

    La niña se lo pensó.

    —En nuestra casa, por supuesto. Mamá, la abuela y yo. Mamá dice que es de las tres. A partes iguales.

    Bryce se dio cuenta de que no había mencionado a un padre y se preguntó si la madre de la niña sería divorciada. O viuda. O si no se habría casado. Pero no creía que la niña no supiera su situación. Él mismo conocía adultos que eran menos conscientes de lo que pasaba a su alrededor que esa niña.

    —¿Sabes tu dirección? —insistió.

    Esta vez la niña lo miró frustrada.

    —No, es nueva.

    Pareció preocupada por no poder recordarlo. Bueno, si la madre no aparecía pronto, él tenía amigos en la policía que podían ayudarle a encontrarla.

    Le dio la mano y se alejaron del camión.

    —A veces, lo nuevo es difícil de recordar —dijo—. ¿Sabes cómo te llamas?

    La niña lo miró como si fuera idiota.

    —Claro que sí. Mi nombre no es nuevo. Es tan viejo como yo.

    —Ya veo. Yo me llamo Bryce Walker, ¿y tú?

    La niña agitó la cabeza, moviendo el cabello rubio.

    —CeCe Billings. Me llamaron así por mi abuela. La primera parte.

    —La primera parte…

    —Sí. CeCe. Pero ella se llama realmente Cecilia. Yo también, pero mi mamá me llama CeCe para no confundirnos.

    —Ya veo. ¿Y cómo te llama tu papá?

    —Nada —dijo la niña tranquilamente—. Yo no tengo papá. Mamá nos dice que nos va muy bien sin uno.

    —Vaya… Bueno, no creo que ahora ella esté sintiéndose bien. Seguramente que te esté buscando.

    La niña agitó la cabeza.

    —No creo. Mamá está ocupada.

    —¿Haciendo qué?

    Bryce no tuvo muy buena opinión de una madre que estuviera demasiado ocupada como para darse cuenta de que su hija se había perdido.

    CeCe continuó inspeccionando el camión.

    —Les está diciendo qué hacer a todos esos hombres. Están todos muy confundidos.

    Y no eran los únicos, pensó él.

    —¿Qué hombres?

    —Los que la están ayudando. No me estás escuchando. Mamá siempre le está diciendo a la abuela que los hombres no escucháis.

    —¿Sí?

    Estaba muy claro que la madre de esa niña no tenía muy buena opinión de los hombres. Lo que los ponía al mismo nivel, ya que él no tenía muy buena opinión de las mujeres que descuidan a sus hijos.

    Pero en ausencia de una madre histérica, a él no le quedaba más remedio que mantener ocupada a la niña. Le dio un golpecito en el hombro y, cuando ella lo miró, le ofreció la mano.

    —¿Quieres que te enseñe el cuartelillo mientras tratamos de ver cómo encontramos a tu madre?

    CeCe tomó su mano, pero lo miró de nuevo como si fuera tonto.

    —¿Por qué? Mi madre no se ha perdido.

    Él sonrió a la niña. Si no hubiera querido otra cosa para sí mismo, le hubiera gustado tener una hija como CeCe. Pero eso era como agua bajo un puente que él había querido dejar atrás hacía ya mucho tiempo.

    —No, pero tú sí lo estás.

    —No, no lo estoy —dijo CeCe sonriendo—. Estoy aquí. Contigo.

    A él le pareció muy difícil discutir eso, así que ni lo intentó.

    Lisa Billings estaba agotada. Durante los últimos meses había estado volando entre su antiguo hogar en Dallas y la ciudad donde había decidido instalarse de nuevo con su familia, tratando de encontrar el lugar perfecto tanto para su casa como para el almacén. Una nueva casa donde pretendía llevar una vida nueva para ella y su hija. La llamada de un nuevo comienzo era muy fuerte.

    No pedía mucho, pero lo que pedía no era negociable. Quería un lugar limpio, luminoso y seguro, con buenos colegios que satisficieran a una niña

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