Donde Está Mi Cabeza - Benito Pérez Galdós
Donde Está Mi Cabeza - Benito Pérez Galdós
Donde Está Mi Cabeza - Benito Pérez Galdós
Antes de despertar, ofrecise a mi espritu el horrible caso en forma de angustiosa sospecha, como una tristeza hondsima, farsa cruel de mis endiablados nervios que suelen desmandarse con trgico humorismo. Despert; no osaba moverme; no tena valor para reconocerme pedir a los sentidos la certificacin material de lo que a tena en mi alma todo el valor del conocimiento... !or fin, ms pudo la curiosidad que el terror; alargu mi mano, me toqu, palp... "mposible e#poner mi angustia cuando pas la mano de un hombro a otro sin tropezar en nada... $l espanto me impeda tocar la parte, no dir dolorida, pues no senta dolor alguno... la parte que aquella increble mutilacin de%aba al descubierto... !or fin, apliqu mis dedos a la vrtibra cortada como un troncho de col; palp los m&sculos, los tendones, los cogulos de sangre, todo seco, insensible, tendiendo a endurecerse a, como espesa papilla que al contacto del aire se acartona... 'et el dedo en la trquea; tos... metlo tambin en el esfago, que funcion automticamente queriendo tragrmelo...recorr el circuito de piel de afilado borde... (ada, no caba dudar a. $l infalible tacto daba fe de aquel horroroso, inaudito hecho. )o, o mismo, reconocindome vivo, pensante, hasta en perfecto estado de salud fsica, no tena cabeza. "" *argo rato estuve inmvil, divagando en penosas imaginaciones. 'i mente, despus de %uguetear con todas las ideas posibles, empez a fi%arse en las causas de mi decapitacin. +,aba sido degollado durante la noche por mano de verdugo- 'is nervios no guardaban reminiscencia del cortante filo de la cuchilla. .usqu en ellos alg&n rastro del escalofro tremendo fugaz, no lo encontr. /in duda mi cabeza haba sido separada del tronco por medio de una preparacin anatmica desconocidea, el caso era de robo ms que de asesinato; una sustraccin alevosa, consumada por manos hbiles, que me sorprendieron indefenso, solo profundamente dormido. $n mi pena turbacin, centellas de esperanza iluminaban a ratos mi ser. "nstintivamente me incorpor en el lecho; mir a todos lados, cre endo encontrar sobre la mesa de noche , en alguna silla, en el suelo, lo que en rigor de verdad anatmica deba estar sobre mis hombros, nada... no la vi. ,asta me aventur a mirar deba%o de la cama... tampoco. 0onfunsin igual no tuve en mi vida, ni creo que hombre alguno en seme%ante perple%idad se ha a visto nunca. $l asombro era en m tan grande como el terror. (o s cunto tiempo pas en aquella turbacin muda ansiosa. !or fin, se me impuso la necesidad de llamar, de reunir en torno mo los cuidados domsticos, la amistad, la ciencia. *o deseaba lo tema, el pensar en la estupefaccin de mi criado cuando me viese, aumentaba e#traordinariamente mi ansiedad. !ero no haba ms remedio1 llam... 0ontra lo que o esperaba, mi a uda de cmara no se asombr tanto como o crea. (os miramos un rato en silencio. )a ves, !epe 2 le di%e, procurando que el tono de mi voz atenuase la gravedad de lo que deca 3 ; a lo ves, no tengo cabeza. $l pobre vie%o me mir con lstima silenciosa; me mir mucho, como
e#presando lo irremediable de mi tribulacin. 0unado se apart de m, llamado por sus quehaceres, me sent tan solo, tan abandonado, que le volv a llamar en tono que%umbroso aun hura4o, dicindole con cierta acritud1 )a podris ver si est en alguna parte, en el gabinete, en la sala, en la biblioteca... (o se os ocurre nada. A poco volvi 5os, con su afligida cara su gesto de inmenso desaliento, sin emplear palabra alguna, d%ome que mi cabeza no apareca. """ *a ma4ana avanzaba, decid levantarme. 'ientras me vesta, la esperanza volvi a sonrer dentro de m. 6Ah7 3 pens 2 de fi%o que mi cabeza est en mi despacho...68a a, que no habrseme ocurrido antes7...6qu cabeza7 Anoche estuve traba%ando hasta hora mu avanzada... +$n qu- (o puedo recordarlo fcilmente, pero ello debi de ser mi 9Discurso3memoria sobre la Aritmtica filosfico3social9, o sea, 9:educcin a frmulas numricas de todas las ciencias metafsicas9. :ecuerdo haber escrito diez ocho veces un prrafo de inaudita profundidad, no logrando en ninguna de ellas e#presar con fidelidad mi pensamiento. *legu a sentir horriblemente caldeada la regin cerebral. *as ideas, hirvientes, se me salan por o%os odos, estallando como burbu%as de aire, llegu a sentir un ardor irresistible, una obstruccin congestiva que me inquietaron sobremanera... ) enlazando estas impresiones, vine a recordar claramente un hecho que llev la tranquilidad a mi alma. A eso de las tres de la madrugada, horriblemente molestado por el ardor de mi cerebro no consiguiendo atenuarlo pasndome la mano por la calva, me cog con ambas manos la cabeza, la fui ladeando poquito a poco, como quien saca un tapn mu apretado, al fin, con ligersimo escozor en el cuello... me la quit, cuidadosamente la puse sobre la mesa. /ent un gran alivio, me acost tan fresco. "8 $ste recuerdo me devolvi la tranquilidad. /in acabar de vestirme, corr al despacho. 0asi, casi tocaban al techo los rimeros de libros papeles que sobre la mesa haba. 6'ontones de ciencia, pilas de erudicin7 8i la lmpara ahumada, el tintero tan negro por fuera como por dentro, cuartillas mil llenas de n&meros chiquirritines..., pero la cabeza no la vi. (ueva ansiedad. *a <ima esperanza era encontrarla en los ca%ones de la mesa. .ien pudo suceder que al guardar el enorme frrago de apuntes, se quedase la cabeza entre ellos, como una ho%a de papel secante o una cuartilla en blanco. *o revolv todo, pas ho%a por ho%a, nada... 6;ampoco all7 /al de mi despacho de puntillas, evitando el ruido, pues no quera que mi familia me sintiese. 'etme de nuevo en la cama, sumergindome en negras meditaciones. 6<u situacin, qu conflicto7 !or de pronto, a no podra salir a la calle porque el asombro horro de los taranse&ntes haban de ser nuevo suplicio para m. $n ninguna parte poda presentar mi decapitada personalidad. *a burla en unos, la compasin en otros, la e#tra4eza en todos me atormentara horriblemente. )a no podra concluir mi Discurso3memoria sobre la Aritmtica fiolosfico3social; ni aun podra tener el consuelo de leer en la Academia los voluminosos captulos a
escritos de aquella importante obra. 60mo era posible que me presentase ante mis dignos compa4eros con mutilacin tan lastimosa7 6(i cmo pretender que un cuerpo descabezado tuviera dignidad oratioria, ni representacin literaria...7 6"mposible7 $ra a hombre acabado, perdido para siempre. 8 la desesperacin me sugiri una idea salvadora1 consultar al punto el caso con mi amigo el doctor 'iquis, hombre de mucho saber a la moderna, mdico filsofo, , hasta cierto punto, sacerdotal, porque no ha otro para consolar a los enfermos cuando no puede curarlos o hacerles creer que sufren menos de lo que sufren. *a resolucin de verle me alent1 vestme a toda prisa. 6A 7 6<u impresin tan e#tra4a, cuando al ambozarme pasaba mi capa de un hombro a otro, tapando el cuello como servilleta en plato para que no caigan moscas7 ) al salir de mi alcoba, cu a puerta, como de casa antigua, es de corta alzada, no tuve que inclinarme para salir, seg&n costumbre de toda mi vida. /al bien derecho, aun sobraba un palmo de puerta. /al volv a entrar para cerciorarme de la disminucin de mi estatura, en una de stas, redoblronse de tal modo mis ganas de mirarme al espe%o, que a no pude vencer la tentacin, me fui derecho hasta el armario de luna. ;res veces me acerqu otras tantas me detuve, sin valor bastante para verme...Al fin me vi... 6,orripilante fugura7 $ra o como una nfora %orobada, de corto cuello asas mu grandes. $l corte del pescuezo me recordaba los modelos en cera o pasta que o haba visto mil veces en 'useos anatmicos. 'and traer un coche, porque me aterraba la idea de ser visto en la calle, de que me siguieran los chicos, de ser espanto chacota de la muchedumbre. 'etme con rpido movimiento en la berlina. $l cochero no advirti nada, durante el tra ecto nadie se fi% en m. ;uve la suerte de encontrar a 'iquis en su despacho, me recibi con la cortesa graciosa de costumbre, disimulando con su habilidad profesional el asombro que deb causarle. )a ves, querido Augusto 2 le di%e, de%ndome caer en un silln 3, a ves lo que me pasa... /, s 2 replic frotndose las manos mirndome atentamente 31 a veo, a... (o es cosa de cuidado. 6<ue no es cosa de cuidado7 <uiero decir... $fectos del mal tiempo, de este endiablado viento fro del $ste... 6$l viento fro es la causa de...7 +!or qu no $l probema, querido Augusto, es saber si me la han cortado violentamente o me la han sustrado por un procedimiento latroanatmico, que sera grande pasmosa novedad en la historia de la malicia humana. ;an torpe estaba aquel da el agudsimo doctor, que no me comprenda. Al fin, refirindole mis angustias, pareci enterarse, al punto su ingenio fecundo me sugiri ideas consoladoras. (o es tan grave el caso como parece 2 me di%o 2 casi, casi, me atrevo a asegurar que la encontraremos mu pronto. Ante todo, conviene que te llenes de paciencia calma. *a cabeza e#iste. +Dnde est- =se es el problema. ) dicho esto, ech por aquella boca unas erudiciones tan amenas unas sabiduras tan donosas, que me tuvo como encantado ms de media hora.
;odo ello era mu bonito; pero no vea o que por tal camino furamos al fin capital de encontrar una cabeza perdida. 0onclu prohibindome en absoluto la continuacin de mis traba%os sobre la Aritmtica filosfico3 social, al fin, como quien no dice nada, de%se caer con una indicacin, en la que al punto reconoc la claridad de su talento. +<uin tena la cabeza- !ara despe%ar esta incgnita convena que o e#aminase en mi conciencia en mi memoria todas mis cone#iones mundanas sociales. +<u casas crculos fecuentaba o- +A quin trataba con intimidad ms o menos constante pega%osa- +(o era p&blico notorio que mis visitas a la 'arquesa viuda de >... traspasaban, por su frecuencia duracin, los lmites a que debe circunscribirse la cortesa- +(o podra suceder que en una de aquellas visitas me hubiera de%ado la cabeza, o me la hubieran secuestrado escondido, como en rehenes que garantizara la pr#ima vueltaDiome tanta luz esta indicacin, tan contento me puse, tan claro vi el fin de mi desdicha, que apenas pude mostrar al conspicuo Doctor mi agradecimiento, abrazndole, sal presuroso. )a no tena sosiego hasta no personarme en casa de la 'arquesa, a quien tena por autora de la ms pesada broma que mu%er alguna pudo inventar. 8" *a esperanza me alentaba. 0orr por las calles, hasta que el cansancio me oblig a moderar el paso. *a gente no reparaba en mi horrible mutilacin, o si la vea, no manifestaba gran asombro. Algunos me miraban como asustados1 vi la sorpresa en muchos semblantes, pero el terror no. Diome por e#aminar los escaparates de las tiendas, pora colmo de confusin, nada de cuanto vi me atraa tanto como las instalaciones de sombreros. !ero estaba de Dios que una nueva horripilante sorpresa trastornase mi espritu, privndome de la alegra que lo embargaba sumergindome en dudas crueles. $n la vitrina de una peluquera elegante vi... $ra una cabeza de caballero admirablemente peinada, con barba corta, o%os azules, nariz aguile4a... era, en fin, mi cabeza, mi propia autntica cabeza... 6Ah7 0uando la vi, la fuerza de la emocin por poco me priva del conocimiento... $ra, era mi cabeza, sin ms diferencia que la perfeccin del peinado, pues o apenas tena cabello que peinar, aquella cabeza ostentaba una esplndida peluca. "deas contradictorias cruzaron por mi mente. +$ra- +(o era- ) si era, +cmo haba ido a parar all- /i no era, +cmo e#plicar el pasmoso parecido- Dbanme ganas de detener a los transe&ntes con estas palabras1 9,game usted el favor de decirme si es esa mi cabeza9. ?currime que deba entrar en la tienda, inquirir, proponer, por <imo, comprar la cabeza a cualquier precio... !ensado hecho; con trmula mano abr la puerta entr... Dado el primer paso, det&veme cohibido, recelando que mi descabezada presencia produ%ese estupor quizs hilaridad. !ero una mu%er hermosa, que de la trastienda sali risue4a afable, invitme a sentarme, se4alando la ms pr#ima silla con su bonita mano, en la cual tena un peine.
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