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Nietzsche y El Cuerpo

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NIETZSCHE Y EL CUERPO

Mg. Daniel Sicerone


Universidad Catlica Cecilio Acosta
daniel.sicerone@hotmail.com / dsicerone@unica.edu.ve

INTRODUCCIN

Qu decir de Nietzsche? Qu no poder hablar sobre un cuerpo frgil, un cuerpo


enfermo, deprimido, y desaparecido a los cincuenta y cinco aos de edad? Ese cuerpo que
experiment en sus afecciones la precariedad de la existencia humana, fue uno de los
mayores filsofos que ha hecho una filosofa del cuerpo, pero no un sistema filosfico. He
aqu una gran caracterstica de su proceder, como la tuvo el viejo Herclito, filsofo del
fuego, de quien slo ha quedado para el presente una variedad de aforismos. Esta a-
sistematizacin del proceder filosfico no significa debilidad frente a los grandes sistemas
como el de Platn, Kant, Hegel, por slo mencionar algunos, sino que expresa que la
filosofa puede tomar una perspectiva corporal, una escritura desde el sufrimiento de las
afecciones, como arropada por el transcurrir de las pasiones, como emergencia de las
pulsiones que se niegan a callar su voz, y necesitan expresarse, as sea bajo pocas palabras.
Es Nietzsche uno de los ltimos aforistas, un cuerpo que enciende las conciencias, y no
para calentarlas frente al invierno existencial, sino para volverla ceniza, acabar con
cualquier certeza que no provenga de un largo discurrir, de una batalla, de una tensin
creativa.

Dar cuenta de la filosofa del cuerpo en Nietzsche no se trata de profundizar sobre el


conjunto de su obra, lo cual sera una empresa que llevara al fracaso, ya que tal como se
manifest antes, no hay un sistema, e intentar fundar uno sobre su perspectiva sera ir
contra el propio Nietzsche. Por ello, se asume una perspectiva propia en el autor, en cuanto
en el libro As hablaba Zaratustra expuso unas ideas acerca de la problemtica del
dualismo. Pero para ello es necesario volver sobre su cuerpo, hacerlo presente, para que l
vuelva desde donde pueda encontrarse y hable por s mismo. Luego de exponer a Nietzsche
en su propia piel, en sus vericuetos cotidianos, se necesita pasar a su crtica de la
metafsica, a su ruptura radical con el pensamiento platnico-cristiano. No se trata de hacer
apologa y menos rendirle un tributo, se trata de contextualizarlo, como tambin mostrar en
l que no se necesita vivir al borde, en los lmites, para limar la realidad. Se podra decir
que su existencia corporal fue ms bien discreta, no se trat de hacer un cuerpo muy visible
para su poca, aunque sus ideas han forjado una grieta desde donde la metafsica, las
linealidades histricas y la moral del bien y del mal han sido trituradas por una fiera que no
necesita gritar ni demostrar gran violencia, ya que desde su pluma, desde su potica, rehace
al mundo, rehacindose a s mismo. Hay un contexto que no puede quedar mudo, un pasado
que no puede ocultarse bajo la alfombra del presente, y es all donde Nietzsche ha nadado,
donde ha recorrido los grandes problemas de la filosofa para volver sobre problemas muy
concretos, bajados a tierra, a las problemticas cotidianas, como es la cuestin del cuerpo y
la moral.

INMANENCIA Y CRTICA A LA METAFSICA


Nietzsche nace el 15 de octubre de 1844 en la regin de Turingia, anexado a Prusia,
fallece en 1990, el 25 de agosto hacia el medioda, en Weimar. Qu se puede rescatar de
su vida? La tragedia? La muerte temprana de su padre y de su hermano? Qu es sino la
tragedia parte de la vida? Frente a los soadores de la esperanza, los narcotizados por un
maana mejor, olvidan que la vida es tensin, que la vida es tragedia, contingencia e
incertidumbre. Nietzsche posee en sus primeros trabajos filosficos una mirada esttica,
una confluencia de trabajo de filologa y pertinencia filosfica, exaltando, dentro del
modelo de tensin, dos figuras que han sido representadas por los griegos como sus dioses.
Se trata de Apolo y Dionisos. Ambas representaciones que se encuentran en tensin, en
batalla, en una especie de lucha por encontrar espacios en la vida donde poder desplegarse.
Muy en claro lo deja sentado Nietzsche cuando sostiene que el hombre, de hecho, alcanza
el gozo de la existencia en dos estados, en el sueo y en la embriaguez.i La representacin
de lo onrico recae en Apolo, en el Dios de todo lo bello, de la mesura, de la juventud y de
las apariencias. Pero es en Dionisos donde se quiebre esa dbil apariencia, ya que:
Dos son ante todo las fuerzas que elevan al hombre natural ingenuo hasta el
olvido de s propio de la embriaguez: el impulso de la primavera y la bebida
narctica. Sus efectos se simbolizan en la figura de Dionisos. El principium
individuationis se quiebra en ambos estados, lo subjetivo desaparece por
completo ante la impetuosa fuerza de los humano en general, de lo natural-
universal. Las fiestas de Dionisos no slo sellan la alianza del hombre con el
hombre, sino que reconcilian tambin al hombre con la naturaleza. La tierra
ofrece libremente sus dones, los animales salvajes se aproximan amistosamente,
el carro coronado de flores de Dionisos es tirado por tigres y panteras. Todas las
divisiones sociales, que la necesidad y el rbitro han establecido entre los
hombres, desaparecen. El esclavo se convierte en hombre libre. El hombre ms
noble y el ms bajo se renen en el mismo coro de Baco.ii

En este estudio sobre el significado de la tragedia en la antigedad griega se exaltan


estas dos figuras que corresponden al gozo de la existencia, siendo la representacin de
Apolo aquella que simboliza el sueo, las artes, la belleza, es decir, aquello que no consiste
en disrupcin del orden. Y por otro lado la embriaguez dionisaca, multiplicidad por
excelencia, corruptora de las divisiones sociales. Tanto el esclavo como el hombre libre se
permiten convivir como un cuerpo ms potente, en cuanto son parte del festn dionisaco,
en cuanto y en tanto se rompe el principio de individualizacin. Esta perspectiva esttica
del joven Nietzsche, la cual le permiti ingresar al mundo acadmico, permite reconocer en
ella la importancia de la multiplicidad, de la diferencia, y de la ruptura en el pensador
prusiano; cuestin clave para su tica inmoral, su mtodo genealgico, y la constante lucha
contra la pretensin de desapegarse de lo terrenal, ya que el estado dionisaco es una alianza
de reconciliacin, entre el hombre con el hombre y con la naturaleza.

Se reconocer a Nietzsche como un filsofo libertario, utilizando este trmino muy


alejado de las pretensiones romanticistas del siglo diecinueve. Se lo considerar libertario
como sinnimo de anarquista individualista, sin responder a ninguna escuela de filosofa,
como tampoco a una ideologa poltica en especfica. Resultan incongruentes aquellas
afirmaciones que buscan un Nietzsche anti-semita, un Nietzsche que desee la opresin, un
filsofo de los poderosos, como tambin lo son las pretensiones de encontrar en l un
amigo de la compasin. Nietzsche est en la realidad, pero es contra las formas de opresin
contra quien filsofa, contra el Estado, contra la religin, contra la poltica, contra la
explotacin, contra el mercantilismo. Muy a contrapelo de las lecturas infantiles, o de
aquellos dbiles de espritu que necesitan encontrar enemigos para demostrar su
victimizacin, Nietzsche en su obra Aurora expresa una crtica al trabajo como herramienta
que niega la independencia y la individualidad: En una lnea muy cercana a Marx, dispone
lo siguiente: y es que el trabajo consume la fuerza nerviosa en dimensiones extraordinarias
y saca esa fuerza a la reflexin, a la meditacin, a los ensueos, al amor y al odio; nos pone
siempre ante los ojos un fin insignificante y brinda satisfacciones fciles y regulares.iii
Esto no significa encontrar un Nietzsche marxista, aliado a las luchas por la emancipacin
del trabajo con respecto al capital, sino una crtica ferviente a aquellas formas en las cuales
su sociedad asfixiaba la individualidad. Como tambin lo hara con la cultura de los
comerciantes, criticando su espritu de valoracin de la ciencia y las artes, advirtiendo ante
los profetas comerciantes que yo tengo poca fe en estos profetas. Por decirlo con palabras
de Horacio: Credat Udaeus A pella.iv

Se podra auspiciar a Nietzsche como un filsofo que piensa contra cualquier


escenificacin metafsica que funcione como una providencia, y es desde all donde podra
darse una lectura ms prxima, alejada de toda cercana al nacional-socialismo, al
liberalismo burgus o al socialismo marxista. El Estado, el mercado, la prensa, y dems
entes de la sociedad que se asumen como entes metafsicos que funcionan como la
providencia, diciendo lo que se debe y no hacer, lo posible y aquello que no, es contra ellos
que martilla Nietzsche. Y lo caracterstico es que no lo hace soando con una sociedad
mejor, no lo realiza en beneficio de un grupo social en especfico, sino desde la inmanencia
del presente, de la construccin efmera de herramientas que le permitan desnudar la
realidad, y acertar un golpe definitivo a aquellos entes metafsicos. Por ello la insistencia en
el mtodo genealgico, en cuanto todo lo que pervive durante mucho tiempo se ha cargado
poco a poco de razn, hasta el extremo de que nos resulta inverosmil que en su origen
fuera una sin raznv Esta lectura de Nietzsche la profundizamos con el prlogo de la obra
citada, donde expone el sentido que se le est dando a la presente lectura, es decir, anti-
metafsica, contra las pretensiones de naturalizar las jerarquas, es decir las relaciones de
fuerza. Por ello Nietzsche expone lo siguiente:
No queremos volver a lo que consideramos superado y caduco, a lo que no
juzgamos digno de crdito, ya sea Dios, la virtud, la verdad, la justicia, el amor
al prjimo, etc.; no queremos seguir un camino engaoso que nos lleve otra vez
a la vieja moral. Sentimos un odio profundo hacia todo lo que hay en nosotros,
que trata de acercarnos a eso, y servir de mediador entre ellos y nosotros; somos
enemigos de todas las clases de fe y de Cristianismo que subsisten hoy da;
enemigos de todo romanticismo y de todo espritu patriotero; enemigos
tambin, en cuanto artistas, del refinamiento artstico, de la falta de conciencia
artstica que supone el tratar de inducirnos a que debamos adorar aquello en lo
que ya no creemos; enemigos, en suma, del afeminamiento europeo (o del
idealismo si se prefiere) que tiende eternamente hacia las alturas, y que, por eso
mismo, rebaja eternamente.vi

Nietzsche fue un crtico furibundo de la metafsica tradicional, identificndola con el


platonismo y el idealismo. Lo crtico de la posicin del filsofo prusiano tiene que ver con
la divisin entre dos mundos, el mundo sensible y el mundo supra-sensible, y la jerarqua
que hay en esta esquematizacin, subordinndose el primero al segundo. Esto fue lo que
instaur Platn, teniendo el territorio preparado por la crtica socrtica a la tragedia,
concibiendo el mundo del ms all como el verdadero, el de la trascendencia, mientras que
el mundo inmanente, era el mundo de las corrupciones, de lo cambiante, y por tanto no
podra corresponderse con la verdad. De esta forma, el pensamiento de Nietzsche est
inscrito en la crtica a la metafsica tradicional, aunque segn el trabajo de investigacin de
Bedinvii hay dos posturas que encierran al filsofo del poder como de ruptura de la
metafsica (Cragnolini, Vattimo y Deleuze) y quienes lo ven como su ltima expresin
(Heidegger, Cruz Velez y Fink). Ms all del interesante debate sobre si Nietzsche
representa una ruptura de la metafsica o puede ser interpretado como parte de aquella, lo
que se desarrollar en la presente investigacin es la intencin crtica hacia ella por parte
del filsofo, especialmente con la nocin de la muerte de Dios y la crtica a la moral, para
poder desde all tener mayores herramientas para desarrollar su filosofa del cuerpo.

Es en La Gaya Ciencia donde Nietzsche expone el sentido y significado de su crtica


a la metafsica utilizando la famosa frase de que Dios ha muerto. Es en ese aforismo,
denominado como est nuestra alegra donde va a exponerlo como un gran acontecimiento,
haciendo alarde de la importancia que tiene tal situacin, dentro del marco de su desprecio
hacia la metafsica tradicional. Esto representa una perspectiva teolgica o una
incumbencia en tal rea? Para nada, Nietzsche no ha pretendido y nunca ha desarrollado
una teologa, ya que su crtica a la religin siempre ha sido dirigida en cuanto dicha
institucin ha forjado las estructuras morales del bien y del mal, basadas en una pretensin
del t debes. Dios no ser usado en el sentido de identificarlo con el Dios del
cristianismo, limitado en dicha figura, sino que la crtica la incluye y la supera, va ms all
de eso, hacia las pretensiones de fundamentar en un ente metafsico, es decir, en el mundo
de lo supra-sensible, la cuestiones del mundo sensible, donde la cotidianeidad se hace
expresa. Por ello, esta crtica a Dios es una crtica a la metafsica, a la fundamentacin de la
realidad en un nico ente, quien no pertenece al mundo sensible, sino que es creacin de los
hombres, es mera abstraccin. Por ello Nietzsche sentencia lo siguiente:
El ms grande de los acontecimientos recientes que Dios ha muerto, que la
creencia en el Dios cristiano se ha descreditado- empieza ya a proyectar sus
primeras sombras sobre Europa. A los pocos, por lo menos, cuya mirada, cuya
suspicacia en la mirada, es lo suficientemente aguda y sutil para este
espectculo, les parece que se hubiera puesto algn sol, que alguna inveterada y
profunda confianza se hubiera trocado en duda: nuestro viejo mundo se les
aparecer forzosamente cada da ms vespertino, ms receloso, ms extrao,
ms viejo. Pero se puede decir en general: que el acontecimiento mismo es
demasiado grande, demasiado remoto, demasiado apartado de la capacidad de
comprensin de los muchos como para que pueda decirse que la noticia de ello
ya ha llegado; y menos an que muchos sepan lo que en efecto resultar de ello
y cuntas cosas, una vez socavada esa fe, tendrn que desmoronarse por estar
fundamentadas sobre ella, adosadas a ella, trabadas con ella: por ejemplo,
nuestra moral europea.viii

Esta extensa cita dice muchas cosas por s misma, pero es necesario ordenarlas para
empalmarla con otro aforismo de Nietzsche para su complemento. En primera instancia, el
filsofo prusiano evoca como identificacin a la muerte de Dios con un gran
acontecimiento, y de los recientes para su poca. Que sea un acontecimiento, y de
importancia, marca una situacin de relevancia que no debe dejarse escapar ni dejar de
prestar atencin. Este acontecimiento es tan grande que se aleja de la comprensin de la
mayora de las personas, quienes son ajenos a dicha noticia y ms con respecto a sus
consecuencias. Es un acontecimiento que sucedi, pero que es de difcil comprensin. Es
por ello que ha provocado una sombra, la existencia sin referencia al objeto, ya que ha
muerto, por lo que es un fantasma, una mera proyeccin. Es a esta sombra, a este fantasma,
que las mayoras todava siguen admirando. Es aqu donde se complementa con el aforismo
de nuevas luchas, donde no slo se explica que no slo se trata del Dios cristiano, sino
tambin del sentido de la sombra. A ello Nietzsche dir lo siguiente: Despus de la muerte
de Buda, se mostr an durante siglos, en una cueva, una sombra una sombra colosal y
pavorosa. Dios ha muerto: pero, siendo los hombres lo que son, habr acaso an por
espacios de milenios cuevas donde se muestre su sombra. Y nosotros tendremos que
vencer a su sombra!ix
Dios ha muerto pero sigue proyectndose su sombra, contra la que hay que luchar.
Dios no es ni ms ni menos que la concepcin metafsica que pretende abstraer y
fundamentar la realidad moral en las categoras de bien y de mal. Es la misma crtica que ha
realizado Spinoza en su filosofa de la inmanencia, en cuanto la tica no deviene en una
moral, no pretende buscar y encontrar fundamentos que determinen el deber ser, lo que es
considerado dentro de la esfera del bien, y aquello que no, es decir, que sea parte del mal.
He aqu la grandeza del pensamiento nietzscheano, de una tica que se adelanta a las
advertencias posmodernas de las totalizaciones, de los sistemas cerrados de pensamiento
que creen decir la verdad en razn del despliegue de un ente metafsico que lo dotara de
sper poderes. Es con el martillo de Nietzsche que estas ideas van a encontrar su fin, pero
sin que la mayora logre comprenderlo. En esta incomprensin es donde se encuentra lo
adelantado de la sentencia de Nietzsche, un pensamiento para pocos: la obra que yo
emprend no es apta para todosx Esta filosofa no es para todos porque es destructora de la
moral, ingresa por ciertas grietas para desde all empujar las certezas hacia el abismo, una
filosofa peligrosa y detestada por aquellos espritus deseosos de la tranquilidad.

Otras de las cuestiones claves para comprender el alcance de la crtica a la metafsica


tradicional es el problema del nihilismo, ya que el propio Deleuze adverta que y cuando
Nietzsche lleva a cabo la crtica de la metafsica hace del nihilismo el presupuesto de
cualquier metafsica, no la expresin de una metafsica particular; no existe metafsica que
no juzgue y no desprecie la existencia en nombre de un mundo supra-sensible.xi Siguiendo
la lnea del artculo de Bedin, hay tres nihilismo, el decadente, el integral y el futuro. La
crtica de Nietzsche va contra el nihilismo decadente, el que niega a la vida por la confianza
en el ms all, dotando al hombre de la pasividad de la espera del mundo por venir. En este
nihilismo decadente es donde Dios se instaura como una figura moderadora de la moral, del
bien y del mal. El nihilismo integral es el espritu de la metfora del len, de aquel animal
que puede romper con los valores tradicionales, con aquella carga pesada que llevaba el
camello. Esto abre la realidad para pensar la creacin de nuevos valores que afirmen a la
vida, es decir, la posibilidad del nihilismo futuro. La crtica a la metafsica tradicional no
puede comprenderse como la idealizacin de un mundo por venir, ya que la posibilidad de
superacin (aqu se marca el sentido moderno de su filosofa) es parte de la destruccin de
los valores y la moral a la que los hombres estn todava atados, a su Dios y su sombra. Lo
que puede venir es la multiplicidad, y ello implica indeterminacin y contingencia, nada de
parasos terrenales como disposicin de un auto-movimiento de un espritu en su proceso
de objetivacin.

LA CUESTION DEL CUERPO


La filosofa del cuerpo en Nietzsche no es comprensible si no se destaca su crtica a la
metafsica tradicional. La concepcin dominante en la filosofa occidental ha sido la
vertiente platnica de la dominacin del alma con respecto al cuerpo, el sometimiento de la
materia por el espritu. El cuerpo ha sido ese obstculo que debe ser despreciado por esa
otra vida en un ms all. Esta operacin de un mundo distinto al de la inmanencia, donde
transcurre la vida, es descrita de la siguiente manera por Nietzsche:
Inventar fbulas acerca de otro mundo distinto de ste no tiene sentido,
presuponiendo que en nosotros no domine un instinto de la calumnia, de
empequeecimiento, de recelo frente a la vida de la detraccin, de la sospecha
de la vida: en este ltimo caso tomamos venganza de la vida con la
fantasmagrica de otra vida distinta de sta, mejor que esta.xii

En esta cita hay dos aspectos que deben tomarse en cuenta para situar la problemtica
del cuerpo en la filosofa nietzscheana. El primero de ellos es la identificacin de la
creacin o invencin de un mundo trascendental con la accin de la calumnia, de una
fbula, es decir, con un bajo instinto de empequeecimiento. No hay posibilidad de un
criterio de verdad en la suposicin de un mundo ms all del presente, por lo que Platn
ser considerado como un mentiroso, y ms an los patriarcas de la doctrina platnica
popular como lo es el cristianismo. El segundo aspecto a tomar en cuenta tiene que ver con
el hecho de que si se obra con la perspectiva metafsica, se estara tomando venganza de la
vida, creando un fantasma, una imagen sin objeto, como la sombra que ha quedado luego
de la muerte de Dios. Operar en ese mundo, en el del ms all, es pensar desde lo
inexistente, es enviar al cuerpo hacia el desprecio de aquello que fungira como un
obstculo para la verdadera vida. He aqu el punto central para destacar que la reflexin
filosfica sobre el cuerpo debe partir de la inmanencia, ya que el cuerpo es inmanente a la
vida. Si en Spinoza se exaltaba la negacin de un imperio sobre otro, est tambin en
Nietzsche presente la idea de ruptura con el dualismo del alma y el cuerpo, ya que no hay
por qu establecer jerarqua entre el alma y el cuerpo, puesto que la dualidad del alma y del
cuerpo no tiene en s misma ningn sentido ni ningn valorxiii

Es importante rescatar la nocin de cuerpo que est expresa en la obra As hablaba


Zaratustra, lo que no niega que existan apreciaciones sobre tal cuestin en diferentes obras
de Nietzsche. Es all donde el filsofo prusiano va a exponer una serie de consideraciones
que van de la mano con la crtica a la metafsica tradicional. All va exponer cmo
funcionaba la mirada platnica sobre el cuerpo, cmo era ese desprecio: el alma miraba
antes con desdn al cuerpo y nada haba superior a este desdn. Quera ella que el fuese
enteco, repugnante y famlicoxiv Este deseo del alma con respecto al cuerpo es parte de la
perspectiva platnica, de considerarlo como un alma, y luego el desprecio que tomar el
cristianismo, auspiciando una vida asctica que implique abandonar los placeres y los
deseos, ordenando la vida cotidiana en funcin de la salvacin del alma. Es contra este
presupuesto moral que la filosofa de Nietzsche se exalta, es detractora de estos principios
que desean establecer el bien y el mal, aquello que se debe o no debe hacer. Por ello, los
ascticos necesitan matar al cuerpo, dejarlo en un reposo sin sentidos, controlando sus
deseos, no dejndolo sentir el placer de otros cuerpos, o de someterse a la multiplicidad de
cuerpos mediante las afecciones.

Siguiendo el trabajo realizado por Frogel en Nietzsche en perspectivaxv, se puede


apreciar que el cuerpo es el lugar de las afecciones, donde ellas se experimentan,
rompiendo de esta forma la nocin de una conciencia pre-existente a la experimentacin de
las afecciones. Por este motivo, no hay un cuerpo, sino una multiplicidad de cuerpos que se
van constituyendo por medio de las afecciones, ya que es el cuerpo el que permite hacerse
visible, ser apreciado, manifestarse en la existencia, por lo cual ser afectado, valga la
redundancia, por diversas afecciones. De esta forma no hay un cuerpo nico, estable,
asemejando a una verdad platnica, inmovible, incorruptible. Al contrario, ya que en el
Zaratustra, Nietzsche concibe al cuerpo como relacin de fuerzas, como el lugar de una
batalla donde se disputa el sentido de la tierraxvi El cuerpo desde esta perspectiva no es ni
ms ni menos que una relacin de fuerza, por lo que es imposible ir a buscar una esencia
que lo constituya. Esta misma apreciacin la posee Deleuze cuando se pregunta y responde
en el mismo sentido acerca de qu es un cuerpo: Qu es el cuerpo? Solemos definirlo
diciendo que es un campo de fuerzas, un medio nutritivo disputado por una pluralidad de
fuerzasxvii El filsofo francs, continuando con su mirada acerca del cuerpo, concibe en l
una desigualdad, una jerarqua, ya no puesta en el dualismo platnico, sino en cuanto hay
fuerzas dominantes llamadas activas, y fuerzas dominadas llamadas reactivas.

En la misma sintona con la consideracin de que el cuerpo es un campo de batalla,


debe agregarse que Nietzsche lo considera tambin como una gran razn, mientras que el
alma le corresponde el ttulo de pequea razn. Esta problemtica de la razn, de acuerdo
con Frogel, se relaciona con la verdad, en cuanto el cuerpo devendr en la verdad. Esto se
conecta con el propsito ontolgico que Nietzsche desarrolla acerca del cuerpo, ya que
manifiesta que detrs de tus pensamientos y de tus sentimientos existe un seor ms
poderoso, un sabio desconocido: se llama el ser. Vive en tu cuerpo; es tu cuerpoxviii El ser
se correspondera con el cuerpo, ya que el alma lo considerar como una partcula del
cuerpo, nombrada arbitrariamente como alma, pero sin responder al esquema metafsico.
Ac no hay inversin de la posicin del alma con respecto al cuerpo, sino una ruptura
radical que deviene en una concepcin ontolgica que considera al cuerpo como el ser, y
una perspectiva bajo la percepcin de relaciones de fuerzas. Esta filosofa del cuerpo
nietzscheana se comporta como una filosofa que est en busca de la creacin, de potenciar
al cuerpo para perdurar en la existencia, insertado en el devenir, superando cualquier
nocin que quiera ver en l un estado de reposo, un ser en absoluto. Por ello, el filsofo
prusiano mantiene la nocin esttica sobre Dionisos, ya que un cuerpo se hace en sus
afecciones, en sus experimentaciones, constituyndose un cuerpo vivo frente al deseo
asctico de narcotizarlo con pretensiones metafsicas.

El Marxismo Pagano bebe de esta consideracin del cuerpo en Nietzsche, como lo


hace tambin en Spinoza, ya que estos dos autores permiten dislocar la mirada moral,
conformando una tica de las pasiones, de las afecciones, de los deseos y los placeres.
Beber de la copa de Dionisos es hacer filosofa del cuerpo en clave de Spinoza y de
Nietzsche, someterse a la multiplicidad de Dioses paganos frente a la mirada unidireccional
del Dios cristiano, del Dios del deber ser. Los cuerpos individuales y colectivos, alegres y
pasionales, confrontan a la realidad desde sus cuerpos, desde ese campo de batalla por los
significados. Por qu encerrar a los rebeldes? Por qu prohibir el libre trnsito? Por qu
esconderlos? Por qu siempre es el cuerpo quien recibe los castigos del poder, quien
pretende ser modulado por las razones y discursos de los sistemas molares? Reza el sentido
comn de que las ideas no se matan, pero es ms dolorosa e importante la muerte de un
cuerpo. Qu valor tiene la idea de revolucin sin cuerpos que puedan llevarlos a cabo? De
nada sirve la pluma y la palabra si no hay cuerpos que expresen la contingencialidad de la
historia, cuerpos que mediante sus afecciones conformen cuerpos ms potentes,
comunidades afectivas que expresen estticas de la existencia, fugas y resistencias a las
modelizaciones de la sociedad patriarcal y capitalista. He all donde se sumerge el
Marxismo Pagano, de los lmites y posibilidades de los cuerpos, de creaciones y flujos de
deseo y de placer.

REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

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Friederich Nietzsche. As hablaba Zaratustra. P. 40.
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Germn Melndez (compilador).
xvi
Luis Cifuentes. Una sabidura salvaje. El cuerpo inmanente a la vida en el Zaratustra de Nietzsche en
Nietzsche en perspectiva. .P. 95
xvii
Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofa. P. 60.
xviii
Friederich Nietzsche. As hablaba Zaratustra. P. 60.

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