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Resumen Del Capítulo 3 de Romero

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Resumen del capítulo 3 de Romero (1930 – 1943)

En 1930 Uriburu asumió como presidente provisional y en 1932 transfirió el


mando a Justo. Incertidumbre del gobierno provisional entre la regeneración
nacional y la restauración constitucional.

Regeneración nacional o restauración constitucional

La incertidumbre era común a todos los sectores que coincidían con la


deposición de Yrigoyen, la persecución con la política de mano dura adoptada
con el movimiento social. La movilización social era escasa. La revolución se
había hecho contra los vicios atribuidos a la democracia, pero no había acuerdo
sobre qué hacer. La propuesta de los nacionalistas era del autoritarismo elitista
que tenía suceso en todo el mundo, y les permitía un respaldo del poder.
Uriburu los apoyó, pero jugó sus cartas a una elección de gobernador en la
provincia de Buenos Aires en 1931 en la que fue derrotado por Pueyrredón, y
que fue luego anulada. Intento movilizar al Ejército mediante la Legión Cívica,
una escuadra civil organizada por oficiales, pero tampoco fue exitoso. Los
nacionalistas eran más eficaces para golpear que para construir y fueron
distanciándose del gobierno a medida que crecía la influencia de quienes
rodeaban a Justo y a la alternativa institucional, que terminaron apoyando. Los
temas tradicionales contra la democracia se integraron con un anticomunismo y
antiliberalismo. Redujeron todos sus enemigos a uno: los extranjeros, los
comunistas, los judíos. Reclamaban la vuelta a una sociedad jerárquica como la
colonial, no contaminada por el liberalismo.
El grueso de la clase política optaba por la defensa de las instituciones
constitucionales y los principios del liberalismo. Esta alternativa fue reclamada
desde la sociedad. Los socialistas y demoprogresistas pasaron nuevamente a la
oposición. Constituyeron la Federación Nacional Democrática, liberal y opuesta
a Uriburu, que fue fracturada por el Partido Conservador, menos hostil a la
política presidencial. La derrota de 1931 creó las condiciones para un
reagrupamiento de fuerzas en torno de la candidatura del general Justo. Los
grupos conservadores constituyeron el Partido Demócrata Nacional. El
radicalismo antipersonalista se había desgranado. El Partido Socialista
Independiente sólo podía ofrecer una base sólida en la Capital tras la figura del
general Justo.

Justo podía presentarse como un militar con vocación civil y con el respaldo del
Ejército. Salió triunfante de una guerra con Uriburu por el control de los
mandos principales. Los oficiales eran reclamados por diferentes grupos de
activistas: los radicales, los nacionalistas, y los adeptos a Justo que unían las
banderas del profesionalismo con las del constitucionalismo, pero en el grueso
predominaba la desconfianza hacia la política. La mayor dificultad estaba en los
radicales que habían resurgido, pero no tenían ideas definidas entre apostar a la
carta electoral y derribar el gobierno provisional. Los oficiales radicales
iniciaron una revolución que fue sofocada, y el gobierno vetó la candidatura de
Alvear por motivos de seguridad y por razones constitucionales. Los radicales
volvieron a la abstención y dejaron el campo libre a la candidatura de Justo,
como un punto medio entre Uriburu y Alvear. Justo fue enfrentado en las
elecciones sólo por una coalición entre el Partido Socialista y el Demócrata
Progresista, que proponía a Lisandro de la Torre y a Nicolás Repetto, pero no
tenía mucha organización nacional.

Justo ganó las elecciones; las formas institucionales estaban salvadas y la


revolución parecía haber encontrado un puerto seguro. Las abstención radical
pesaría luego, pero entonces constituía una ventaja. Organizar el oficialismo no
fue una tarea sencilla. Justo equilibró la participación de las distintas fuerzas en
su gobierno. El Partido Socialista Independiente se disolvió, y sus dirigentes
cumplieron un papel fundamental en la estructuración de la alianza y en la
formación de la Concordancia parlamentaria. Los partidos oficialistas ganaron
las elecciones usando técnicas muy conocidas con que combinaban el apoyo de
la autoridad con el caudillismo. Los radicales mantuvieron su abstención. La
ciudad de Buenos Aires se vio libre de los mecanismos fraudulentos y ganó
siempre la oposición, a diferencia de la provincia.

Intervención y cierre económico

La eficacia del gobierno debía quedar demostrada en su capacidad de enfrentar


La Depresión económica. Cesó el flujo de capitales, los precios internacionales
de los productos agrícolas cayeron fuertemente, los ingresos de la economía se
contrajeron fuertemente. Debieron reducirse drásticamente las importaciones y
los gastos del Estado. En la crisis, los países centrales utilizaron su poder de
compra para defender a sus mercados. Gran Bretaña se refugió en el
proteccionismo comercial y declaró la inconvertibilidad de la libra, como luego
hicieron Alemania, Francia y Estados Unidos. Se avanzó entonces con el
crecimiento de la intervención del Estado y el cierre progresivo de la economía,
y con el reforzamiento de la relación con Gran Bretaña. Se estableció el
impuesto a los réditos (viejo proyecto de Yrigoyen), y disminuyó la
dependencia de las finanzas públicas de los impuestos a las exportaciones y los
préstamos. Junto con una reducción inicial de los gastos, el gobierno logró
equilibrar su presupuesto. También se centralizó la compra y venta de divisas, y
existieron luego dos mercados de cambio: uno regulado por el Estado que
administraba las divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias, y otro
en el que se compraban y vendían libremente las originadas en préstamos o
exportaciones no tradicionales. El primero tuvo una devaluación mínima y logró
acumular una importante masa de recursos, que fueron vendidos para el servicio
de la deuda externa, atender las importaciones esenciales y las remesas de las
empresas de servicios públicos.

Se crearon el Banco Central para regular las fluctuaciones cíclicas de la masa


monetaria y controlar la actividad de los bancos privados, y la Junta Nacional de
Carnes y la Junta Nacional de Granos para asegurar un precio mínimo y regular
la producción agropecuaria. En general, el Estado fue asumiendo mayores
funciones en la actividad económica según el modelo keynesiano. La
producción industrial comenzó a crecer en el marco de la crisis: se sustituían los
bienes importados por otros producidos localmente (cierre creciente de la
economía, aranceles y escasez de divisas). Creció mucho el sector textil y la
mayoría de las actividades volcadas al consumo. Los grandes capitales se
orientaron hacia la industria. Diversificación de los grupos propietarios. Las
reglas del juego eran puestas por el Estado y se abrió un nuevo campo de
negociación. Los cambios en el sector agropecuario fueron menos notables: la
ganadería siguió retrocediendo respecto de la agricultura. Éxodo rural.
Crecieron algunos cultivos industriales (e.g. algodón). Se extendió la ocupación
de nuevas tierras y se constituyó un amplio sector de pequeños productores
dependientes de un sector comercial e industrializador.

La crisis y las respuestas habían creado una serie de condiciones que hacían
muy difícil el retorno a la situación previa.

La presencia británica
La cuestión de la relación con Gran Bretaña resultó muy controvertida. Gran
Bretaña optó por reconcentrarse en su imperio, fortalecer sus vínculos con las
colonias y dominios, presionada por el avance de Estados Unidos. Redujo en un
tercio las compras de carne congelada argentina y en un 10% la enfriada. Esto
se trataba de un punto sensible por la magnitud de los intereses constituidos en
torno de la exportación de carne: productores, frigoríficos y empresas navieras
eran capaces de presionar fuertemente sobre el gobierno. A la vez, el gobierno
argentino tenía un arma decisiva: la política arancelaria y el control de cambios
permitían discriminar las importaciones y regular el monto de las divisas que
sería utilizado para pagar el servicio de la deuda británica, para seguir
comprando productos británicos o para remitir las utilidades de las empresas
británicas instaladas en la Argentina. En un contexto de escasez de divisas y con
fuertes demandas de los intereses comerciales norteamericanos, el punto era
sumamente importante para Gran Bretaña.

Tratado Roca-Runciman o de Londres: se mantendrían las condiciones de 1932,


se limitó al 15% el cupo que podría ser manejado por frigoríficos nacionales, y
se aseguró que la totalidad de las libras generadas por este comercio se
emplearían en Gran Bretaña (pago de la deuda, importación de carbón, material
ferroviario o textiles, remisión de utilidades de empresas británicas) y que se
daría un tratamiento benévolo para las empresas británicas. Este tratamiento
benévolo consistía en el aumento de ventajas monopólicas para postergar su
deterioro y posterior venta al Estado: las empresas ferroviarias y de transporte
urbano tenían gastos fijos muy altos, una reducción general de su actividad y la
creciente competencia del transporte automotor.

El tratado fue apoyado por los grupos propietarios pero opuesto por el Partido
Socialista, preocupado sobre los efectos sobre los consumidores locales. Luego
afloraron los conflictos entre los frigoríficos y ganaderos invernadores, y los
criadores, que debían optar entre la exportación de carne congelada de menor
calidad, la venta a los invernadores o el consumo interno. Los grandes
invernadores se organizaron en la Sociedad Rural; los criadores en la
Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa
(CARBAP). La Junta Nacional de Carnes debía intervenir en la regulación del
mercado.

Lisandro de la Torre pidió una investigación sobre el comercio de carnes y los


frigoríficos, y se reconoció la existencia de abusos importantes por parte de
estos. Unió el ataque contra los frigoríficos y el gobierno, en un argumento
antiimperialista y contra la oligarquía. De la Torre era la figura destacada de la
oposición parlamentaria de socialistas y demoprogresistas. En una de las
sesiones cayó asesinado un senador. El gobierno perdió mucho ante la
oposición.

Un Frente Popular frustrado

El régimen de Justo fue visto como ilegítimo, fraudulento, corrupto y ajeno a


los intereses nacionales. Desde 1935 comenzó a crecer la movilización social y
política. El general Molina hizo un reclamo por la vigencia de la soberanía
popular y de elecciones libres, que recibió el apoyo de la Federación
Universitaria. Huelgas. Alvear fue elogiado como un obrero auténtico de la
democracia nacional. La UCR alcanzó la mayoría en Diputados. El gobierno
intervino la provincia de Santa Fe. La derecha alertó contra el resurgimiento de
las masas ciegas y la turbia democracia, y justificó el fraude patriótico. La
reacción del gobierno se dirigió hacia el nuevo sindicalismo combativo: la Ley
de Residencia fue aplicada para deportar comunistas de origen italiano, y se
aprobó una ley de represión del Comunismo, que fue bloqueada por los
diputados. Las derechas convocaron a un “frente nacional” contra el Frente
Popular que se esbozaba. Fue muy importante el cambio de posición del Partido
Comunista: al adoptar las nuevas orientaciones del Comintern, cambió su
consigna de “lucha de clase contra clase” según la cual combatían a los nazis y
fascistas y socialdemócratas, para impulsar la unidad de los “sectores
democráticos” y enfrentar el nazifascismo. El gobierno de la Concordancia fue
identificado con el enemigo universal. Influencia de la Guerra Civil española:
integró a conservadores autoritarios, nacionalistas, filofascistas y católicos
integristas contra el liberalismo democrático, y radicalistas, comunistas,
socialistas, demoprogresistas, estudiantes de la Federación Universitaria,
dirigentes sindicales de la CGT y progresistas independientes contra el
fascismo.

Reforma Universitaria: antiimperialista, democrática, popular. Combinación de


lo académico y lo político también en el Colegio Libre de Estudios Superiores,
una suerte de Universidad popular, y en revistas. Análisis de los problemas de la
sociedad, crítica y propuesta. Espíritu reformista y convocatoria.

La recuperación económica y la reorientación industrial empezaron a hacerse


notar: la desocupación fue gradualmente absorbida, el éxodo rural decreció.
Engrosamiento del cinturón suburbano. Seguían dominando la Unión
Ferroviaria, la Fraternidad, la Unión Tranviaria, los municipales, los empleados
de comercio, pero fueron creciendo los grupos de trabajadores de las nuevas
industrias manufactureras o de la construcción, en los que los dirigentes
comunistas tuvieron éxito. La actividad sindical resurgió, manteniendo la
tendencia de deslindar los reclamos gremiales de los planteos políticos y
obtuvieron algunas mejoras (licencia por enfermedad, indemnización por
despido, sábado inglés, sistemas de jubilación). El gobernador Fresco declaró
que su objetivo era armonizar el capital y el trabajo, y reprimía duramente a los
comunistas al mismo tiempo que legalizaba los sindicatos y utilizaba el poder
arbitral del Estado para protegerlos. El Departamento nacional del Trabajo fue
extendiendo la práctica del convenio colectivo y del arbitraje estatal. Estado
intervencionista y dirigista. La pieza clave del Frente Popular era la UCR: con
el levantamiento de la abstención ayudó a mejorar la imagen de las
instituciones. Pero la vuelta a la lucha política también aumentó las
posibilidades de manifestación de grupos más avanzados del radicalismo como
los yrigoyenistas.

La consigna de la democratización resulto tentadora para el oficialismo


preocupado por la legitimidad del régimen. Justo pudo imponer la candidatura
de Ortiz, radical antipersonalista, pero debió aceptar para la vicepresidencia a un
representante de los grupos conservadores más tradicionales: Castillo. Se
recurrió a procedimientos fraudulentos para enfrentar la candidatura de Alvear.
Ortiz se propuso depurar los mecanismos electorales y desplazar a los dirigentes
conservadores, pero una enfermedad lo obligó a delegar el mando en el
vicepresidente Castillo, que deshizo todo lo construido en pro de la
democratización. Los frentes populares en España y en Francia habían sido
derrotados y el nazismo acumulaba triunfos militares contundentes. La política
quedaba asociada con el fraude; el Estado encaraba la negociación directamente
con los distintos actores de la sociedad.

La guerra y el “frente nacional”

La Segunda Guerra Mundial redujo las exportaciones agrícolas pero aumentó la


venta de carne a Gran Bretaña y disminuyó las importaciones de origen
británico. Se comenzó a exportar a países limítrofes productos industriales,
acentuando el crecimiento industrial iniciado con la sustitución de
importaciones. El país empezó a tener saldos favorables. Pinedo propuso su
Plan de Reactivación Económica: compra de cosechas por parte del Estado para
sostener su precio, estimular la construcción para movilizar otras actividades, y
estimular la industria como “rueda menor” y sus exportaciones, modificando los
términos de la relación triangular con un acercamiento a Estados Unidos.
Requería una fuerte intervención estatal: debía movilizar el crédito privado y
promover las exportaciones de productos manufacturados. El proyecto fue
aprobado por el Senado, pero Diputados no lo trató: los radicales habían
decidido bloquear cualquier proyecto oficial como repudio a la orientación
fraudulenta de Castillo. El bloque democrático no advirtió las ventajas de este
plan, que suponía la clausura del férreo bilateralismo con Gran Bretaña. Estados
Unidos había modificado su política exterior (“buena vecindad”,
panamericanismo), pero en Argentina el comercio bilateral estaba dificultado
por los intereses agrarios competidores de la Argentina y el
antinorteamericanismo.

La neutralidad no fue objetada por Estados Unidos. La guerra se impuso en las


discusiones internas y revivió los agrupamientos de la opinión que asociaba el
apoyo a los aliados con la reivindicación de la democracia y el ataque al
gobierno. Se constituyó Acción Argentina, conformada por radicales,
socialistas, intelectuales independientes y miembros de la oligarquía
conservadora y dedicada a denunciar las actividades de los nazis en el país.
Acción Argentina se diferenciaba del Frente Popular por la conversión a los
valores de la democracia y la ausencia del Partido Comunista que optó por
denunciar por igual a ambos imperialismos, como los radicales opositores a la
conducción de Alvear.

Estados Unidos entró en la guerra y procuró atraer a los países americanos, pero
la oposición argentina frustró sus planes. Argentina fue excluida del programa
de rearme de sus aliados en la guerra y los grupos democráticos opositores al
gobierno empezaron a recibir apoyo de la embajada.
Justo cultivó a los militares y se propuso despolitizar la institución. Castillo
aumentó la presencia de los militares, que constituyeron un actor político
(nacionalista, antiliberal, xenófobo, jerárquico). Pensaban que el equilibrio
regional tradicional se alteraba por el apoyo estadounidense a Brasil y no a
Argentina, porque la defensa requería de equipamiento industrial e insumos
básicos. El Ejército se dedicó a promover industrias para garantizar la autarquía,
y requería de un Estado fuerte y legítimo que no se parecía al gobierno
tambaleante y radicalmente ilegítimo de Castillo.

Esta sensibilidad nacional no se limitaba al Ejército; se comenzó a dibujar un


“frente nacional” como alternativa, antiliberal, nacionalista, antibritánico, que
tenía como enemigo a esta potencia y a la oligarquía “entreguista”, lo que
funcionó como un arma política formidable. Preocupación por lo nacional y el
sentido de argentinidad. Los principales dirigentes del bloque democrático
murieron (Alvear, Ortiz, Roca). Castillo había decretado el estado de sitio e
ignoraba la Cámara de Diputados, se inclinó por Patrón Costas, poderoso
empresario azucarero salteño y figura del Partido Demócrata Nacional. Las dos
alianzas se sentían débiles, y cultivaron a los jefes militares. El Grupo de
Oficiales Unidos depuso a Castillo en 1943.

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