Camino de Santiago
Camino de Santiago
Camino de Santiago
Carpentier y la Picaresca
presente que Carpentier ve este genero desde el punto de vista del siglo
veinte, pero que no lo parodia al estilo de Thomas Mann en Felix Krall.
No pretendo que "El camino de Santiago" sea novela picaresca, sino
que, mas importante, refleja el dictamen de Carpentier en cuanto a dicho
genero y dramatiza los rasgos de tal genero que son de interes y conse-
cuencia para el escritor de hoy dia. Sin duda, el ambiente del relato es
picaresco," y el hecho de que Carpentier consider6 a Juan como un tipo
de picaro es evidente al Ilamarle romero. Valbuena Prat ha sefialado que
"romero" muchas veces lieva el sentido de picaro.A En vista de que Car-
pentier debiera haberle Ilamado el peregrino (el que va a Santiago) en
vez de romero (el que va a Roma) 5 es muy probable que empleara el adje-
tivo con la intenci6n de aludir a la picaresca. Es interesante notar, que
como ha apuntado Gonzalez Echevarria en un articulo suyo inedito,
"Notas para una cronologia de la obra narrativa de Alejo Carpentier,
1944-54", la primera menci6n de "El camino de Santiago" fue hecha
bajo el titulo de "El peregrino de Santiago". El hecho de cambiar el
nombre de peregrino a romero parece dar fuerza a nuestra teoria
del parentesco con la picaresca. Ademis, el prop6sito principal de este
relato concuerda con el de la novela picaresca, segin Carpentier la define
en Tientos y diferencias (Montevideo: Arca, 1967): "La picaresca espa-
fiola... cumplia con su funci6n cabal de novelistica, que consiste en violar
constantemente el principio ingenuo de ser relato destinado a causar 'placer
estetico a los lectores', para hacerse un instrumento de indagaci6n, un
modo de conocimiento de hombres y de 6pocas -modo de conocimiento
que rebasa, en muchos casos, las intenciones de su autor" (p. 7). Es
obvio que por medio de este relato, Carpentier examina la 6poca de la
colonizaci6n de America, incorporando asi las inquietudes del siglo die-
ciseis con las del siglo veinte.
II
cuentra con Juan el Romero, con su ser pasado. Empleada por Carpentier,
6sta parece una te&nica moderna, pero es reflejo de un recurso basico
usado en toda novela picaresca, aunque en las tempranas con mas sutileza
y probablemente sin intenci6n por parte del autor. Diria que el desdo-
blamiento del protagonista esta implicito en cada novela picaresca.
El picaro es un ser egocentrico en busca de su posicion en la sociedad.
Nacido huerfano, ilegitimo, o de padres poco honrados, vive al margen
de la sociedad, pero aspira a ser parte de esta y alcanzar una posici6n
que, por lo menos en su estimacion, le de honra, valor, y sustento. Sin
embargo, no le importan los problemas de la sociedad en general sino
en lo que le atafien personalmente. A diferencia del heroe moderno,
existencial, que busca su identidad, el significado de su vida dentro de
si, el picaro s6lo quiere una identidad externa, solo busca el papel que le
toca desempeiiar en la vida. Como apunta Robert Alter en Rogue's
Progress: Studies in the Picaresque Novel (Cambridge, Mass, 1964),
todo picaro se desplaza por la sociedad aprendiendo y experimentando
con varios papeles; los hace y los abandona hasta encontrar uno que le
convenga, que satisfaga su orgullo y le de un sentido de honra, sea esta
falsa o no. 6 Lazarillo llega a ser pregonero, lo cual para el es una posici6n
en apariencia honrada; 7 Guzman alcanza honra y valor al arrepentirse. 8
S6lo Pablos en El Buscon de Quevedo queda sin una situacion que le
convenga al terminar el libro.9
Dado que el picaro tiene que pasar por varias etapas, posiciones, y
niveles de la sociedad en su camino por la vida hacia su destino final,
la divisi6n interna o el desdoblamiento es implicito. Cada etapa o papel
representa un aspecto del ser picaro. Lazarillo, el mozo del ciego, es
un ser distinto del Lazaro, pregonero de vinos, aunque los dos son
facetas del mismo personaje. El Guzmin de las galeras al final de la obra
no es el Guzmanillo de antes, pero igualmente los dos son parte de una
misma totalidad. El protagonista de Histoire de Gil Blas de Santillane
de Lesage (Paris: Classiques Gamier, 1962), reconoce que cambia de
humor y de espiritu, que sufre una metamorfosis (p. 156). De igual
manera, el Busc6n dice: "sefior, ya soy otro, y otros mis pensamien-
tos" (p. 1111).
6
Como bien apunta Heckman en "From Telling Stories to Writing", MLN, 86
(1971), 858-73, el personaje generalmente no esta consciente de la contradicci6n
implicita en su postura e insiste en que ha tenido exito y en que es feliz.
7
Cito por La novela picaresca espa/Jola, op. cit., pp. 84-112.
8 Mateo Aleman, Guzman de Alfarache, en La novela picaresca espa#Jola.
op. ci., pp. 234-578.
SibiWd, pp. 1090-1154.
68 REVISTA IBEROAMERICANA
III
1' 411 6
Viejo 2 4 10 7 Nuevo
Mundo Mundo
9 8
Hay dos ciclos distintos con un punto comin. (Los numeros indican
los capitulos y las varias etapas del ciclo). En los primeros dos capitulos
Juan es soldado en Flandes; al final del segundo suefia con el Duque
14
Es un hecho que tambi6n ha notado Francisco Rico, La novela picaresca y el
'
1
punto de vista (Barcelona, 1970), pp. 59-91.
V6ase el articulo de Roberto Gonzalez Echevarria, " 'Semejante a la noche'
de Alejo Carpentier: historia-ficci6n", MNL, 87 (1972), pp. 272-285.
72 REVISTA IBEROAMERICANA
picarescas tambien tienen una estructura circular. Los viajes hechos pre-
sentan nuevos lugares donde vivir, pero en si no efectian cambios, porque
todo sitio es basicamente igual. El Busc6n lo suma diciendo: "determi-
n... de pasarme a Indias con ella, a ver si mudando mundo y tierra
mejoraria mi suerte. Y fueme peor, pues nunca mejora su estado quien
mude solamente de lugar y no de vida y costumbre" (p. 1153). Al fin y
al cabo el ser picaresco ha cambiado poco en esencia al terminar su libro.
Sin duda muy pocas veces alcanza el picaro la fama y fortuna que
persigue en sus viajes; pocas veces ha logrado alterar mucho su posici6n
original.
En la mayor parte de estas novelas debe verse el viaje no s61o en su
sentido literal sino tambien en su sentido figurativo o simb6lico. Coma
ya sefialamos, en "El Camino de Santiago" el viaje de Juan representa la
busqueda de un paraiso que en realidad no existe. Claudio Guillen
ha dicho que todo picaro aprende que no hay un paraiso pastoral ms
ally de la sociedad,17 y yo afiadiria que el viaje de la novela picaresca,
ademas de simbolizar la bisqueda de una situaci6n en la sociedad, tambi6n
sefiala la busca de este Paraiso, y que el caricter circular del viaje es
resultado de la inexistencia de la utopia. En este sentido toda novela
picaresca es literatura del fracaso, porque, con la posible excepci6n de
Guzman, el picaro no encuentra su tierra prometida. S61o encuentra una
vida que quizi aventaja la previa en cuanto a las apariencias, pero no en
cuanto a las esencias. Lazarillo deja su casa en busqueda del Paraiso, pero
pronto se da cuenta de que "escapa del trueno para dar en el relimpa-
go" (p. 91). Guzmin viaja a Italia en busca de presuntos familiares "no-
bles" que le provean un mundo mejor donde vivir. Don Pablos, como
Juan, se va a America en busca de su utopia. O sea, el viaje picaresco casi
siempre resulta en desengafio al no encontrarse el Paraiso y regresar a un
punto bien cerca al de partida. Carpentier recalca esta caracteristica con su
descripci6n del desengafia que sufre Juan al llegar al Nuevo Mundo
y al encontrar los mismos chismes y odios que en el Viejo. Es evidente
que, como en todo picaro, no importa a d6nde vaya Juan; no puede
escaparse de su 6poca, de su sociedad, ni de si mismo, lo cual se destaca
en el hecho de que al llegar a Cuba toca en su tambor la misma marcha
que toc6 cuando su compaia lleg6 a Amberes para hacer guerra a los
herejes. Como apunta Peter Earle con respecto a La vorigine, la febril
odisea del protagonista s6lo conduce a la degeneraci6n y fracaso finales.' 8
17 "Toward a Definition of the Picaresque", Literature as System: Essays Toward
the Theory of Literary History (Princeton: New Jersey, 1971), pp. 71-106.
18 "Camnino oscuro: la novela hispanoamericana contemporinea", Cuadernos
-Americanos, 26 (1967), 204-22.
74 REVISTA IBEROAMERICANA
IV
23
24
Cartas de relacidn (Mexico: Porrua, 1969), p. 101.
Es curioso que Starkie ha notado tainbien la dicotomia de la venera,
reliquia religiosa que en la epica antigua fue consagrada a Venus por ser con"
siderada emblema de la mujer y lo sexual, op. cit., nota 2, p. 70.
25 Alejo Carpentier, El siglo de las luces (Barcelona: Seix Barral, 1971),
p. 253.
76 REVISTA IBEROAMERICANA
de fieltro" (p. 50). Esta repeticion parece indicar que Juan, como cual-
quier picaro, vive dentro de un tipo de niebla que no le deja ver con clari-
dad. Varias veces en el relato las nubes cubren el Camino de Santiago, y en
un sueiio, el campanario de la catedral esta perdido en las nubes. A causa
de esta niebla, el picaro vive en un tipo de ceguera, la cual no le
permite ver mas alla de las apariencias, mas alli de unas formas vagas,
o sea que nunca ve las esencias. Quiza por esta raz6n, el picaro depende
tanto de las apariencias. Uno tambien puede preguntarse si, en sentido
figurativo, no serian las palabras mismas las que causan esta niebla, que
impiden una vision clara. La palabra nos conduce a una imagen del este-
reotipo en vez de la "realidad"; por medio de la palabra nos inclinamos
a ver lo general en vez de lo individual. En este sentido podemos decir
que la palabra (instrumento principal del picaro) entorpece la percepci6n.
Se puede vincular esta cuesti6n del punto de vista con la asociaci6n
moderna entre el picaro y el artista. Sin duda la postura del artista siempre
tiene quo ser reflejada en su presentaci6n de la "realidad". En obras
como Felix Krull, Die Blechtrommel de Giinther Grass, y hasta cierto
punto en Les faux monnayeurs, hay un nexo muy estrecho entre los
engafios del criminal y los del artista (especificamente el escritor). En
Les faux monnayeurs, Gide dramatiza tal relacion al vincular el que hace
monedas falsas y el escritor, el que, por medio de la palabra, crea mundos
y personajes falsos que quedan al mismo nivel que la moneda falsa. He
aqui lo que hace Juan en "El Camino de Santiago" al relatar su vida
pasada a sus compafieros; por medio de la palabra se falsifica.
El acto de escribir confesiones, sean del santo o del picaro, sirve
varios propositos. Primero, sirve para que el narrador se mire a si mismo.
El hecho de escribir resulta entonces en otro desdoblamiento: al terminar
de escribir su vida, ya existen dos personajes, el que vive, que es persona
"verdadera", y el del libro que es una supuesta ficci6n, una percepci6n, un
conjunto de palabras. 28 Apunta Sartre en Les mots que al escribir el podia
ser "autre": otro que si mismo (p. 161). Tambien nos dice que "je suis
n6 de 1'criture" y que "6crivant, j'existais" (p. 127). El autobiografo
(incluso el picaro, autobi6grafo ficticio), al terminar su obra, ya puede
mirarse a si mismo en forma literaria (y a veces en la forma en que
quiere verse); tambi&n, como ya hemos sugerido, al escribir el picaro
torna a vivir lo ya pasado. Este trabajo escrito da a los picaros (y aun
a un Bernal Diaz del Castillo) un sentido de la identidad que buscan. No
pueden decir que son hijos del honrado don Fulano, pero al tomar
en sus manos el libro, por lo menos pueden decir "este, soy yo", y por
fin este "yo" es inmortal. Tambien, ser heroe de una novela conlleva
cierta cantidad de honra, aunque a veces sea falsa. El libro les da un
sentido de importancia, de valor, y, al fin, de una posici6n en la sociedad,
porque, por lo menos, son escritores. Este es quiza el prop6sito mas
importante. Pero, tambien insisto en que la maniobra autobiogrifica
es un acto de egolatra. Como dice la Locura en Elogio de la Locura, el
hombre escribe porque desea la gloria y la fama (p. 41). El autobiografo
escribe porque cree que 61 y su vida son importantes para el lector, o 61
espera que el1 y su vida sean deleitosos y utiles para el lector. El picaro,
como ser egocentrico, quiere aparecer importante; de esto se deduce que
este ejercicio autobiografico, como bien lo apunta Heckman (op. cit.), es
sencillamente una forma mas compleja de la manipulacion de disfraces.
El picaro, por medio de la escritura, se esta presentando como hombre
notable y meritorio, o sea como lo que no es, de la misma manera que
presenta su falsedad por medio del vestido o del nombre, porque, como
nos ha dicho Sartre, el escritor crea su propio pasado: "Pourquoi done le
passe m'eut-il enrichi? II ne m'avait pas fait, c'6tait moi, au contraire,
ressuscitant de mes cendres qui arrachais du neant ma memoire par une
creation toujours recommencee" (p. 197). El hecho de escribir es la ultima
mascara, la ultima falsificaci6n; es el ultimo esfuerzo para hacerse el
hombre de valor que se quiere ser, ademas de formar lo que Sartre llama
una huida de la epoca y un refugio en este pasado recreado (p. 179). El
narrador y el libro mismo son partes del mundo ilusorio, de apariencias,
lo cual parece ser evidente en el hecho de que el acto de escribir la
novela picaresca siempre existe como parte de la ficci6n dentro de la fic-
ci6n total que es el libro y aun el narrador es una ficci6n a la vez que
es una dramatizacion del escritor "real". Estos diversos niveles de
ficci6n dan enfasis al tema principal de las novelas en que todo es ficci6n
y apariencias; el libro resulta ser lo que Claudio Guillen (op. cit.) llama
una dicotomia entre "self-revelation" y "self-concealment".
Vamos senalando los varios tipos de mascaras tras las cuales se es-
conden los picaros, y no debemos olvidar que el lenguaje forma parte
80 REVISTA IBEROAMERICANA
y su amada es tan grotesca y hasta obscena que pudiera ser una pagina de
Quevedo.
Venia s6lo, sin sequito, vestido de negro, con la gola tan apretada
al cuello, adelantandole la barba entrecana, que su cabeza hubiera
podido ser tomada por cabeza de degollado, Ilevada de presente en
fuente de marmol blanco... El Duque de Alba, sin desarrugar
un cefio de quemar luteranos, sac6 tres naranjas que le abultaban
bajo el entallado del jub6n, y empezo a jugar con ellas, a la manera
de los titiriteros, pasandoselas de mano a mano, por encima del
peinado a la romana, con sorprendente presteza... Y Juan vio salir
al Duque de Alba en el viento, tan espigado de cuerpo que se le
culebr6 como cinta de raso al orillar el dintel, seguido de las naran-
jas que ahora tenian embudos por sombreros, y se sacaban unas
patas de ranas de los pellejos, riendo por las arrugas de sus cascaras.
Por el desvan pasaba volando, de patio a calle, montada en el
mistil de un laud, una senora de pechos sacados del escote, con
la basquina levantada y las nalgas desnudas bajo los alambres del
guardainfantes (p. 14).
VI
llevaremtos ?". Pero, a pesar de estos vinculos entre las dos obras, todavia
no hemos descubierto el nexo entre el relato de Carpentier y la colecci6n,
o sea no hemos enfocado el tema del tiempo.
Cada obra de Carpentier se basa cuidadosamente en unos hechos his-
t6ricos que se pueden verificar con una investigaci6n cuidadosa; y, esta
no es excepci6n. Aqui es especialmente importante poder fechar los
acontecimientos verificables a causa de consideraciones tematicas. 3 3
Sabemos que el Duque de Alba lleg6 a Flandes en septiembre de
1567, y que empez6 lo que se llam6 el "tribunal de sangre", que incluy6
la ejecuci6n de muchos y la derrota de los tres ejercitos de Guillermo de
Nassau, principe de Orange, dos acontecimientos sugeridos en la descrip-
ci6n del duque ya citada; 34 habia asegurado la ciudad de Amberes al
llegar la primavera de 1568. Pues, cuando la moza del cuento afirma
que los cuarteles de invierno en Amberes ya pasaban de cuarteles de pri-
mavera (p. 27), podemos fijar la fecha de la acci6n de los primeros dos
capitulos en la primavera de 1568. En el capitulo tres empieza el peregri-
naje de Juan, y al it viajando se refiere al verano y al principio del otonio
con la madurez de las vides. 0 sea, podemos suponer que al llegar a
Burgos en el capitulo cuarto, ya se acerca el principio del otonio en 1568.
Ahora bien: en este momento se aparta Juan de su camino santo va
a Sevilla, y espera el mes de mayo para salir al Nuevo Mundo. Queda
alli no se sabe cuanto tiempo, y al regresar y acercarse a la Gran Canaria
menciona la proximidad del dia de la Trinidad (junio). Por eso, podemos
suponer que es la primavera otra vez (quiza mayo, lo cual daria una
circularidad perfecta al viaje, por salir y volver a Sanlucar en el mes de
mayo). Al fin le encontramos de nuevo en Burgos, y en el ultimo capi-
tulo, al Ilegar a Valladolid, le "recibe el hedor de un brasero, donde
queman la mujer de uno que fue consejero del Emperador" (p. 66). Sin
duda esto se refiere a un auto de fe en Valladolid en septiembre de 1568
en el cual la viuda ,de Herrezuelos, Leonor de Cisneros, fue quemada. 35
33
Vease R. Trevor Davies, The Golden Century of Spain, 1501-1621 (London,
1937); Antonio Dominguez Ortiz, The Golden Age of Spain: 1516-1659, trans.
James Casey (London, 1971); Edward Grierson, The Fatal Inberitance (New
York, 1969); Jacobo de la Pezuela, Historia de la isla de Cuba (Madrid, 1868);
I. A. Wright, The Early History of Cuba: 1492-1586 (New York, 1916); Ra-
miro Guerra v Sanchez, Jose M. Perez Cabrera, Juan J. Remos, Emeterio S. San-
tovenia, eds., Historia de la nacion cubana, tomo 1 (Habana, 1952).
34 La referencia a las ejecuciones perpetradas por el duque es evidente. Parece
que tambien se puede inferir una analogia entre las tres naranjas con que juega
el Duque (p. 32), y las tropas de Guillermo de Orange. Este dividi6 su ejercito en
tres partes que fueron vencidas definitivamente por las tropas del duque.
as Se lee lo siguiente en Marcelino Menendez Pelayo, Historia de los hetero-
doxos espanoles, tomo II (Madrid, 1880), p. 355: "Por Illescas sabemos que,
84 REVISTA IBEROAMERICANA
Entonces, resulta que los capitulos cinco y once son paralelos no solar
mente en cuanto a la acci6n, sino que los dos tienen lugar en el otonio
de 1568. Claro que entonces no pudiera haberse llevado a cabo, realisti-
camente, un viaje al Nuevo Mundo en esos pocos meses, y tenemos que
concluir que la obra tiene dos niveles de tiempo al estilo de "Viaje a la
semilla" y El acoso en los cuales el tiempo externo sefialado en las pri-
meras y en las ultimas secciones encuadra un periodo corto de unas
cuantas horas, mientras el tiempo interno que se encuentra en las secciones
intermedias encuadra un periodo mss largo. 36 De manera analoga, en este
cuento las primeras y ultimas secciones tratan de un periodo de unos
meses (de la primavera al otonio) y gran numero de los acontecimientos
de su vida en el Nuevo Mundo ocurrieron antes que el pudiera haber
llegado alli si no hubiera dejado Espafia hasta 1568. Por ejemplo, sabemos
que los pasajeros con los cuales se registr6 en la Casa de Contrataci6n
eran hombres veridicos, pero no fueron al Nuevo Mundo en el mismo
barco ni tampoco en el mismo anio; llegaron entre los afios de 1512 y
1935. 37 En La mzisica en Cuba (M6xico, 1972; primera ed., 1946), Car-
pentier seniala un "Juan de Emberas" que toca el tambor en Cuba en 1557
(p. 53). La serie de chismes que nos da pueden sugerir casi cualquier go-
bierno de la colonia, pero parecen especialmente indicatives de las decadas
de los treinta y los cuarenta. 38 El otro acontecimiento de America que
36
Vease tambien lo demis del capitulo 7.
Vease Modesto Gaspar Sanchez Camejo. "La elaboracion artistica de El aco-
so", 7tesis Trinity College, 1972.
I He encontrado lo siguiente en el Catalogo de pasajeros a las Indias, Vol. 1
(Sevilla, 1940):
SHARON MAGNARELLI
Cornell University
89
Vease "El mito paradisiaco", El Nacional, 14 de octubre de 1955.
Quiero expresar mi agradecimiento al Latin American Studies Program de
40
Cornell University por la beca que me facilit6 para llevar a cabo este articulo.