Características Microcuento ARTICULO
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LAURO ZAVALA
Lo que aquí llamo cuento ultracorto tiene una extensión que no rebasa las doscientas palabras.
Esta escritura ha recibido diversos nombres, entre ellos, microcuento o minicuento, cuento
brevísimo y, más recientemente, ficción urgente o de tarjeta postal (I. Zahava, 3 vols.).
La investigadora venezolana Violeta Rojo propone llamar minicuento a la narrativa que tiene las
siguientes características:
d) carácter proteico, es decir, hibridación con otros géneros literarios o extraliterarios, en cuyo
caso la dimensión narrativa es la dominante; o bien hibridación con géneros arcaicos o
desaparecidos (fábula, aforismo, alegoría, parábola y proverbios, y habría que añadir mitos),
con los cuales se establece una relación paródica (V. Rojo, 566-7).
Por su parte, Andrea Bell, en su investigación sobre lo que ella llama cuento breve incluye el
muy corto y el ultracorto, es decir, hasta un límite de 1000 palabras.
Todos los estudiosos del cuento ultracorto señalan que el elemento básico y dominante debe
ser la naturaleza narrativa del relato. De otra manera, nos encontramos ante lo que algunos
autores han llamado un minitexto, pero no ante un minicuento; es decir un texto ultracorto,
pero no un cuento ultracorto.
Sin embargo, el elemento propiamente literario —tanto en los minitextos como en los
minicuentos— es la ambigüedad semántica, producida, fundamentalmente, por la presencia
de un final sorpresivo o enigmático, pues ello exige la participación activa del lector para
completar el sentido del texto desde su propio contexto de lectura.
Antes de 1956, fecha de publicación de la Breve historia del cuento mexicano de Luis Leal,
entre los principales cultivadores del cuento muy breve en México se encontraban Carlos Díaz
Dufoo II, Julio Torri, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Mariano Silva y Aceves, Genaro Estrada, Juan
José Arreola, Juan Rulfo y algunos otros, cuya tradición continúa hasta hoy. Habría que añadir
que de todos estos escritores sólo Paz y Reyes llegaron a conocer directamente la tradición
del haiku en México (T. Hadman, 7, 20-21).
La actual popularidad del género se puede deber, tal vez, al crecimiento editorial y al
incremento de estudios y talleres dedicados al cuento, a la crisis de la sociedad civil (con la
consiguiente multiplicación de voces públicas) y sin duda a la creación del Concurso de “Cuento
Breve” de la revista El Cuento.
Una de las tareas valiosas realizadas para el estudio del microcuento, sin duda, ha
sido el inventario de relatos breves, en cuanto permitió un primer acercamiento al
estudio posterior del género. La dispersión de las fuentes de publicación revistas,
concursos, publicaciones mayores, páginas en la red, etc., impedía generar
un corpus de trabajo para el estudio de sus características textuales. En este
aspecto, Borges y Bioy Casares fueron, sin duda, precursores en la labor de
compilación con sus Cuentos breves y extraordinarios(1953). Este compendio de
minificciones se caracterizó por reunir lecturas de autores de distintas épocas y
culturas como también por ser fragmentos narrativos, resignificados por el recorte
y el título que eligieron sus antologadores, creando así la ilusión de textos nuevos.
Parecido carácter posee El libro de la imaginación (1976) de Edmundo Valadés,
quien seleccionó temáticamente un conjunto de minificciones y de relecturas
adaptadas para el propósito de congregar textos unificados por su brevedad. Por
último, el trabajo crítico Juan A. Epple (1987, 1989, 1991, 1999, 2002) también ha
contribuido a establecer el canon del microcuento en Hispanoamérica mediante las
distintas ediciones antológicas y críticas.
Otro aspecto analizado por la crítica ha sido la teoría poética del microcuento. Se ha
creado incluso un círculo de especialistas que ha avanzado sus propuestas,
especialmente, en páginas electrónicas específicas2. Sin embargo, puede decirse
que, en la mayoría de los estudios revisados, la preocupación se centra más bien en
las características del texto y no en la recepción del microcuento, probablemente,
por ser un género cuya vigencia en Hispanoamérica es nueva.
Enrique Yepes (1994), por su parte, ha destacado las opciones estéticas del
microcuento en tanto discurso que textualiza las hibridaciones multiculturales de la
sociedad postmoderna y el estatuto heterogéneo del mundo
contemporáneo. Violeta Rojo (1994, 1997) ha determinado las cualidades
discursivas que sustentan su arte poética.