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Los Cazasonidos

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Los cazasonidos

Cuento de Silvia Furnó


Vivian en un lugar muy pintoresco.
A la vuelta de cada esquina, los sonios de ese pueblo llamaban la atención.
Sin embargo lo más sorprendente era su fuente de aguas danzantes: todas las tardes a las
seis en punto, se abría en un
ramillete de chorros de agua y gotas saltarinas salpicando in‐ten‐cio‐nal‐men‐te a los
paseantes distraídos.
‐“Es una lástima que esta fuente no tenga sonido”_ dijo alguien espiando por el agujerito de su
paraguas violeta con
rayas, lunares, flores, mientras eludía una gota gorda dirigida traviesamente hacia su persona.
‐¡Que buena idea!‐ dijo un vecino‐ y se contó a otro… a otro….y a otro…
Al día siguiente el titulo más destacado del periódico anunciaba:
El pueblo se alborotó:
Los cazasonidos eran muy exigentes.
Especialistas en atrapar sonidos de gran calidad, habían seleccionado con todo cuidado las
voces de los pájaros que
vivían en el pueblo, los timbres y llamadores de las puertas, las bocinas de automóviles y muy
especialmente, las
sirenas y alarmas. Daba gusto escuchar las sonerías de los relojes justo con las tintineantes
campanas, campanillas y
campanarios.
Todo el pueblo los respetaba y colaboraba cuidando la “sonoridad ambiental”.
Ningún vecino honorable se hubiera atrevido a dar una vuelta en bicicleta, sin antes verificar la
calidad sonora de su
timbre.
Ahora, se harían cargo de seleccionar el sonido de la fuente.
Todo u acontecimiento.
L fin llego el día tan esperado.
Los cazasonidos, luciendo vestimenta de jurado, atravesaron el pueblo al son del tambor,
mientras un anunciante
pregonaba a los cuatro vientos el comienzo del evento.
Llegaron al gran salón y sentados en el estrado declararon abierto el concurso: eran todos
orejas.
Se presentaron muchos sonidos.
El maestro de ceremonias, un señor gordito y simpático, animaba al más tímido mientras
describía las particularidades
de los concursantes.
.” los que ahora se acercan son decididamente…¡ cómicos!
……….
.”La siguiente representación está a cargo de los más dulces y cantarines.”
………..
.” El próximo no sé cómo describirlo…porque no suena…”titubeó el señor gordito y
simpático.….como el silencio no es
sonido…¿o sí? …está bien…dejemos que intervenga. Señoras y señores: el cuarto
participante.”
………..
. “Se acercan ahora varios concursantes raspadas, secos, duros.”
…………
.” Aunque aún está lejos, el próximo se oye claramente; es denso, brillante y muy resonante”
……...
.” Cerrando esta muestra se hacen oír los {últimos sonidos: son muy agudos y centellantes”.
………
.” Muchas gracias a todos. Esperemos el veredicto del jurado”
Los cazasonidos se reúnen a deliberar.
Por primera vez, estaban en desacuerdo.
. “El segundo participante es el indicado”.‐decía uno, poniendo cara de jurado. “Impone
respeto”
Gran concurso:
“Se busca sonidos para la fuente”
Los cazasonidos.
. “¡Qué tontería ¡”interrumpió otro con una sonora carcajada.” Los sonidos cómicos
representan mejor a un pueblo
divertido.”
.” ¡De ninguna manera! La propuesta más oportuna es la presentada en cuarto lugar…
…pone de manifiesto que
en este pueblo no hay
ruidos molestos
(Dijo un cazasonido)
bastante presumido
Y así siguieron sin ponerse de acuerdo.
En la otra habitación los sonidos se aburrían…
Dos comenzaron a charlar animadamente,
Otros sanaban juntos; una, más atrevido improvisa un interminable
discurso
Más lejano, se escuchaba un solista haciendo malabares con su voz operística.
Algunas veces el segundo participante restablecía el orden.
Otras, sorpresivamente invadía el silencio....
“¡Ese es el sonido!... o mejor dicho la música más adecuada para la fuente”
Coincidieron. Y agregaron, acoro‐“Queremos escucharla”‐
El señor gordito y simpático llevo el mensaje inmediatamente.
.” el jurado necesita escuchar esa música!”‐ les dijo –“Es fantástica”
‐“¿Cual es la Música?‐ Los sonidos se miraron atónitos.
El de la voz brillante, advirtiendo el equívoco, intervino:‐“Ah! sí...diga al jurado que solo falta un
ensayo…”Y en secreto,
explico a los demás:
‐probablemente confundieron nuestra charla con una obra musical…pero no podemos salir
así…sonando de cualquier
modo…”
‐“¿Y si no organizamos un poco?”‐pregunto con timidez un sonido cantarín.
‐“Si pensáramos en el agua de la fuente”‐sugirió otro.
Se pusieron de acuerdo en menos de que canta un gallo: comenzaron los más cómicos, luego
se escucharía un
solista…después, un silencio…más tarde…entonces…y para finalizar…
En un periquete la música más deliciosa estaba sonado.
En la sala el clima era de gran expectativa:
La entrada de los sonidos resultó imponente: ubicaron las sillas y atriles; un revuelo de
partituras precedió a la
esmerada afinación y un cuchicheo nervioso, al comienzo del concierto. Tres golpecitos de
batuta fueron suficientes
para intimidar a las ultimas toses y en la sala surgió la música más maravillosa inspirada en
las traviesas aguas
danzantes.
Los aplausos no se hicieron esperar” ¡Otra…otra…! Pedían los espectadores…
Los cazasonidos viven aún en ese lugar tan pintoresco. A la vuelta de cada esquina los
sonidos de ese pueblo llamaban
la atención. Sin embrago, lo más sorprendente sigue siendo su fuente de aguas danzantes:
todas las tardes, a las seis
en punto, se abre en un ramillete de chorros de agua y gotas saltarinas salpicando
intencionalmente a los paseantes
distraídos…
De sus manantiales brota la música más maravillosa más seductora que puedan imaginar.
Quienes la contemplan quedan encantados…
Desde luego… en ese pueblo,
todos viven muy felices.
¡pero empapados!
Identifica los sonidos que aparecen en este cuento y
reprodúcelos

UN BULLICIOSO DÍA

Amaneció ese día con el canto de los pájaros tan fuerte, que
hasta el cachorro dormilón de la casa despertó de un salto y comenzó
a ladrar.

Salvador se levantó ágilmente y se fue corriendo al baño, abrió


la llave del agua y se dio una agradable ducha. Como en muchas casas
antiguas, al cerrar la llave, esta siempre queda goteando.

Al bajar la escalera notó que sus padres habían salido, y como


nunca había estado solo, su corazón comenzó a latir muy fuerte.

Repentinamente suena el teléfono. No sabemos que le habrán


dicho, pero Salvador salió corriendo hacia el bosque en donde el
aullido de un lobo y un fuerte viento eran su única compañía.

De pronto, entre las hojas secas, apareció una serpiente


cascabel que lo miró fijamente a los ojos como amenazándolo.
Salvador grita desesperado y un trueno le da la señal de que debe
volver a su casa

Corre muy asustado y al abrir la puerta de su casa, ve a sus


padres muy preocupados y le dicen… “hijo, apúrate que ya viene el
bus de la escuela”… Salvador despierta aliviado, suspira y agradece
que todo haya sido un sueño.
CUENTO
“EL VENDEDOR DE GORRAS”
Una vez había un vendedor de gorras que se llamaba don Gorrín.
Vendía gorras rojas, azules, marrones y verdes. Pero la gorra que él usaba, no la vendía: era a
cuadros blancos y negros.
-¡Gorras! ¡Gorras! ¡a veinte pesos cada una!...
Don Gorrín iba muy derecho por la calle:
-¿quién compra las lindas gorras?...
-¿Por qué va tan derecho, Don Gorrín?
-para que no se me caigan las gorras. ¿No ve dónde las llevo?

¿Saben dónde las llevaba? ¡Sobre la cabeza! Era una pila alta de gorras: primero, su gorra a
cuadros blancos y negros. Encima, las gorras rojas; después las gorras azules; más arriba, las
gorras marrones; y arriba del todo las gorras verdes.
-vendo gorras! ¡a veinte pesos cada una!...¿quién compra gorras?...

Un día don Gorrín estaba triste: ¡nadie le compraba gorras!


-¿qué pasa que nadie me compra gorras esta mañana? ¡Gorras, gorras!...¡Nada!
Ya era mediodía y no había podido vender ni una gorra.
-y ahora yo tengo hambre pero ¿cómo compro la comida si no tengo dinero?...paciencia. Voy a
ver si puedo dormir un rato debajo de un árbol.
Caminó, caminó, caminó…hasta que llegó al campo.
En eso vio un árbol muy alto con muchas ramas.
-¡qué lindo árbol para dormir a la sombra!-pensó don Gorrín-Estoy cansado de caminar. Como
no quería poner las gorras en el suelo para que no se ensuciaran, dijo:
-Me voy a sentar con la pila de gorras en la cabeza.
Dicho y hecho: se arrimó bien al tronco y se fue bajando despacito, despacito, hasta que se
sentó en el suelo.
-¡ya está! A ver si se han movido las gorras…alzó la mano y tocó –Está bien derechita la pila.
¡Qué suerte!
Para descansar mejor, don Gorrín cerró los ojos y al rato…
-jjjrrrsss….jjjsss…-¡se quedó dormido!

De pronto, un pájaro cantó:


-¡chipit, chipit!...,¡despierte don Gorrín!
Don Gorrín abrió un ojo, después abrió el otro…levantó los brazos y se desperezó. Abrió la
boca:
-¡Buaaahhh!...-bostezó.

De pronto se acordó de las gorras. Levantó un brazo para tocar la pila.


¡no había nada! ¡Tocaba el aire!
Don Gorrín se levantó de un slato y empezó a buscar sus gorras.
-¿Dónde pueden estar?
Miró a la derecha. ¡Nada! Miró a la izquierda. ¡Nada! Miró detrás de él ¡Nada! Mitró atrás del
tronco. ¡Nada!
Entonces miró para arriba…y ….¿a qué no saben qué vio? ¡Monos!
En cada rama del árbol había un monito sentado. Y cada monito tenía…¡UNA GORRA PUESTA!
-¡mis gorras!-exclamó don Gorrín. Y levantando un brazo les dijo:
-¡Monitos, ustedes me devuelven las gorras ahora mismo!
Todos los monitos alzaron un brazo y le dijeron:
-tz, tz, tz….
-nada de bromas conmigo-dijo don Gorrín un poco enojado, sacudiendo los dos brazos:
-Denme mis gorras.
Los monitos alzaron los dos brazos y dijeron:
-tz, tz, tz…
Esta vez don Gorrín se enojó: pegó una patadita en el suelo y gritó:
-¡quiero mis gorras ahora!
Y todos los monitos pegaron una patadita en la rama y gritaron:
-tz, tz, tz…
¡Esta vez sí que se enojó de veras don Gorrín! Saltó con los dos pies y grito furioso:
-¡quiero mis gorras, monos feos!
Y los monitos, con las gorras puestas, hicieron lo mismo: saltaron sobre los dos pies y gritaron
muy enojados:
-tz , tz, tz, tz….
Don Gorrín, desesperado al ver que los pícaros monos no le devolvían las gorras, se sacó su
gorra a cuadros blancos y negros y …¡cataplún! La tiró al suelo.

En ese mismo momento…plaf, plaf, plaf…, todos los monitos se sacaron la gorra y la tiraron al
suelo, tal como había hecho don Gorrín.
-¡qué suerte! ¡Por fin me devolvieron mis gorras!-exclamó don Gorrín.
Y empezó a recogerlas: hizo una pila de gorras rojas; otra de gorras azules; otra pila de gorras
marrones y otra pila de gorras verdes.

-¡están todas! –exclamó don Gorrín frotándose las manos de contento.


Entonces se puso su gorra a cuadros blandos y negro encima colocó las rojas, las azules, las
marrones y arriba del todo las verdes. Y muy contento volvió al pueblo gritando:
--¡gorras, gorras! ¡Lindas gorras a veinte pesos!...¿quién compra gorras…?
Martha Salotti

Y COLORADO COLORÍN ESTA HISTORIA DE GORRIN LLEGO A SU FIN…

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