Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Ruido de Claviculas Pag Tripa 1 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 59

Ruido de clavículas

Jacqueline Goldberg
Jacqueline Goldberg
Ruido de clavículas

Esta edición se realiza bajo la Licencia Creative Commons.


Incentivamos la difusión total o parcial del contenido de este libro
por los medios que la astucia, la imaginación y la técnica permitan,
siempre y cuando se mencionen las fuentes y se realice sin fines de
lucro.

Diseño y diagramación: El Taller Blanco Ediciones


Contacto: eltallerblancoed@gmail.com
Impreso en Bogotá, Colombia, septiembre de 2019
Jacqueline Goldberg

Ruido de clavículas

COLECCIÓN Voz Aislada


Bajar / al
cuerpo
cuando / cada vez
hallar
la máquina
oírla

es / el espanto.

CHANTAL MAILLARD

Para obtener el sonido toma cuanto no sea el


sonido déjalo caer
Por un pozo, escucha.
Luego deja caer el sonido. Escucha la
diferencia
Estallar.

ANNE CARSON

Lo brutal siempre es la muerte. Ahora y hace


años y dentro de unos años: lo brutal siempre
es la muerte.

ROBERTO BOLAÑO
POÉTICA

De pronto la boca del poeta se cuaja de larvas.


Tanta es su levedad.

Hay que extraerlas una a una,


para que el poema revierta su cauce,
para la vorágine de las calmas heridas.

Han sido muchos los gritos acuclillados,


la índole curva de las exequias.

La frente queda en tierra.


La felicidad es una filiación no tan diurna.

Al enraizar el último fortunio,


habrá que talar el poema que obligue,
como diente, trance voraz.

El poema crecerá en su propio perdón.


Dirá cruces, empeños, viajes. A ras de cierta esclavitud.

¿Y el dolor?
¿Habrá que recuperarlo para que el libro crezca en el libro?
¿Para los tajos de la futura lágrima?

Volver a escribir es ser triste y pretérito,


abundante hasta el fin.

[de Verbos predadores, 2007]

7
OTRA COSA LA AGONÍA

Tantas muertes la muerte.


Tantos cuerpos los cuerpos.

La agonía es otra cosa.

Túnel, goteo.
Sordo abatimiento.

Entre arder y ser gemelo


hay apenas un cartílago malogrado,
diminutivo sin azul.

El convencimiento es blando.
Los episodios de la mudez
guardan cierta inútil resonancia.

Hay conjugaciones para el párpado,


un doblez para cada sangre.

No es lo mismo naufragar en el lecho nupcial


que en el lecho marino.

No es igual cuello que estirpe.

Caben, eso sí,


pasados compuestos,
escozor en el apellido marital.

La agonía es otra cosa.

Los ahogados —se ha escrito—


son muertos hermosos.
8
Los más hermosos del mundo.
Dentro del agua lucen erguidos,
con las manos levemente empuñadas,
como si hubiesen intentado asirse
a una escalera invisible.

No es muerte dolorosa.
El pánico viene de una cabeza
que no se concibe fuera,
que debe escoger
entre la bocanada y el grito.

Tras el sumergimiento final,


el aire alcanza para un minuto, no más.

El que pronto se llamará ahogado


tose y respira mar, río, lago encumbrado.

La sensación es de desgarramiento,
de quemadura e inmediatamente de calma.

Luego el corazón se detiene.

El corazón del ahogado


es un corazón ahogado.

El corazón del desangrado


es también un corazón ahogado.

La agonía es otra cosa, se sabe.


Ruido de clavículas,
mirar lejos y no verse,
no verse y ya nunca estar.

Se confunde corazón roto

9
con cansancio, calambre,
insomnio e indigestión.

Duele el pecho, obvio.


Duelen mandíbula, garganta, dignidad.

A veces un corazón se salva,


aunque estallar es su deber.

La agonía es otra cosa.


Petunias en trampas desalojadas,
vigilias que han perdido el miedo al fracaso,
miedo a otras vastas agonías.

Vamos hacia el ruido natal.


Todo son suposiciones
de retornados, salvados, médicos,
enfermeras locuaces.

Nada sabemos.

Agonía: palabra sin brecha.


No absuelve.
No resucita.
No limpia de ofuscamientos.
No salva de desgarros.
Casi nada puede.
No tiempla.
No restaura el perdón.
No reconvierte los duelos.

Es agonía.
Todo es agonía.
Pura y terca agonía.
[Inédito, 2019]

10
MALES TRANSVERSALES

Comienzo a padecer enfermedades en desuso.

Ando entre diagnósticos


que verticalizan un adentro.

Todo luce irrelevante,


pero sufro.

Ciertas lesiones oscuras


hablan de Antracnosis.

Otras manchas,
rodeadas por aureolas amarillas concéntricas,
hacen suponer la presencia de Alternariosis.

Verticilium sería la respuesta


a esa marchitez que suele comenzarme
en horas de calor y petulante transpiración.
Se han podrido ya vasos conductores de savia.

Un polvillo blanquecino me va cubriendo,


dicen que se trata de Oidio.
Escucho «odio».
Escucho «oído».

Males de tipo respiratorio también me aquejan.


Algo hay en mis estomas y lenticelas.
No pretendo definiciones.
Mucho me aflige saber que llevo corteza muerta,
que las plagas me devastarán,
que mis raíces colapsan,

11
que la enfermedad se regará por el suelo.

Cuanto me aqueja parece imposible de erradicarse.


Las medidas han de ser drásticas:
mutilaciones, rotación,
otro aire,
sacrificios.

Anhelo desintegrarme,
descomponerme.

Dura es la ética de las mutaciones.


La ilusión de una viga no es concluyente.

Nos cuidamos,
escuchamos un Réquiem antes de la siembra,
admitimos un último manjar.

El declive ha de ser perfecto,


sin brújulas, lentillas o rosarios.
Sin fotosíntesis.
Suave, pleno, suave.

[de Aguardar la claridad, 2018]

12
DONES

Huele tan mal la gente


que sale al decir
con nieve de otra vida.

Así ciertos amantes,


lejía, aguardiente barata, sal.

Huelen a dones sin relámpago,


a hombres y mujeres que nadie espera,
a borde,
desierto.

Se sabe por sus poros,


sus pupilas atiborradas,
Lo abierto.
lo hurtado.

Y por que todos, un poco,

olemos al mal.

[de Aguardar la claridad, 2018]

13
VECES

Tantas veces a veces,


cáusticas, redondas.
Asidas a la palma en duelo.

Veces de tropel,
boreales.

Veces cadáver,
singular,
pura sangre sola.

Veces en promesa,
para el lugar de la lengua empozada.

Veces de ciertas veces,


erguidas sin firmeza,
ojo que prende en limpio algodón.

Exilio en un a veces trasegado,


dicho en la parte más áspera,
donde cabe la semilla,
escombro de uno y su migraña.

Todas las veces de tantas veces,


las veces de a veces.
Manicomio propio,
destierro en frío,
antes de desear,
con lo poco, en cautiverio.

[de Aguardar la claridad, 2018]

14
AGUA QUE NO LLEGA

Temo caminar
por el lecho seco de un río.

Es una fobia recién nacida.

Los síntomas:
•Me aturde que pueda aparecer una ola
o un diminuto hilo de agua
por un lecho en apariencia inocuo.
•Me produce taquicardia la idea
de ser arrastrada por el agua.
•Sudo imaginando piedras sobre mi cabeza.

Enfrento el miedo desde mi escritorio.


En un décimo piso, en sequía.

Veo un video de cómo el agua volvió


al lecho terroso del río Nazas,
en la zona de La Laguna, México.
Era 11 de septiembre de 2008.
El río reclamó su cauce,
apareció un día después
de que fuesen abiertas las compuertas
de las presas Francisco Zarco y Lázaro Cárdenas:
«lo seco de la tierra y los hoyos y cavernas
que habían de llenarse en el trayecto
retrasaron la llegada del agua».

Muchos esperaron dentro del lecho,


se apartaron cuando hebras líquidas
fueron engrosando el gemido.

15
Hubo hasta un dueto
de guitarra y trompeta sobre el puente:
«... el caudal fue llegando poco a poco,
pero suficiente para que los laguneros sintieran,
por primera vez en diecisiete años,
la brisa húmeda del río Nazas».

Escribo con barro en el estómago.

Encuentro que hay nombre


para este injustificado terror:
Potamofobia.
(Del griego potamós, río, y phobos, temor.
Es un miedo morboso, ridículo y persistente
a ríos, quebradas, manantiales,
arroyos, riachuelos, aguas fluyentes.
Miedo a cualquier tipo de afluente de agua corriente.)

Todo lo comprendo.
Todo lo admito.
Pero hay lechos secos
que jamás pisaré.
Sé que con ello pierdo
un tajo de belleza,
un poco de mí.

[de Las bellas catástrofes, 2018]

16
SOY JACQUELINE GOLDBERG,

la que tiembla y escribe.

La que jamás ha dejado de temblar.

Mi padre,

Raphael Goldberg,
no temblaba.

Mi madre,

Elsa Kapuschewski,
no tiembla.

Mi abuela materna,
Luba Lubchansky,
jamás tembló.

Mi abuelo materno,
Benjamín Kapuschewski,
no tembló.

Mi abuelo paterno,
Szaja Ber Goldberg,
nunca tembló.

De mis bisabuelos y tatarabuelos Goldberg nada sabemos.



De sus hermanos, sus hijos, nada sabemos.
Quizá alguien en esa rama alguna vez tembló,
pero los hornos forjaron el secreto.

Por lo pronto, sólo yo tiemblo.


Sólo yo tiemblo y escribo, escribo y tiemblo.

Mi abuela paterna,
17
Zina Sznajderman,
no tembló.

El padre de mi abuela paterna,


Abraham Sznajderman,

no tembló.

La madre de mi abuela paterna,


Chana Ruchia Mandelblum,
no tembló.

El abuelo de mi abuela paterna,


Motte Mandelblum,

no tembló.

La abuela de mi abuela paterna,


Braindl Mandelblum,
no tembló.

Los hijos, nietos y bisnietos


de los hermanos de mi abuela paterna no tiemblan.

Ninguno tiembla.
 Eso dicen.

La hermana de mi abuelo materno,


Jeaneth Kapuschewska de Bromberg, no tembló.

Tampoco sus hijos, nietas y bisnietos.
Pregunto. Me lo aseguran.

Los hermanos de mi madre,



Abraham, Lilia y Mery Kapuschewski,
jamás sintieron temblar.

Sus hijos y nietos no tiemblan.

18
Mi hermano y sus hijos nunca han temblado.
Mi hijo no tiembla.

En el anchuroso árbol familiar,


se presume que sólo yo tiemblo,
sólo yo tiemblo y escribo.

Sólo yo escribo mientras tiemblo.

¿Temblará alguien más tarde?



¿Temblará un lejano pariente en el instante de su muerte?
Jamás lo sabré.

Estoy sola en el árbol,


sola en el temblor.

[de El cuarto de los temblores, 2018]

19
DESCRIBIR EL TEMBLOR.
Otorgarle nombres propios.
Hacerme un código para diferenciarlo
de un dolor de cabeza,
un orgasmo.

Hacerlo difícil.

Es escandaloso, pero no duele,


no se escucha,
no hace eco en otra parte de mi cuerpo.
Es involuntario. Animal. Un asco.

Movimiento mínimo.
Pulsión traidora.
Traición.

[de El cuarto de los temblores, 2018]

20
BIOGRAFÍA

Uno se siente mal, de pronto.


La gravedad
alcanza a descifrarse
en el leve relámpago del ojo izquierdo.

El médico,
sin importar los vocablos que describan el mal,
recetará una fotografía bioquímica
de nuestro ser interior,
murciélago de rangos y valores.

La sangre se da fácil.
Son cinco litros que recorren
un circuito de kilómetros
de arterias, venas y capilares,
ramificados con macabra armonía.

El torrente nos transita


en apenas veintidós segundos,
poco menos de lo que dura un suspiro,
un orgasmo,
la voluntad.

[de Perfil 20, 2017]

21
HEMATOLOGÍA COMPLETA

El plasma representa
casi el 55% del volumen de la sangre,
la parte restante glóbulos rojos,
glóbulos blancos, plaquetas.

Poco se sabe de aquello que nos cruza.


Decimos que es de color granate, escarlata, carmesí.

Vomitamos ante páginas rojas


y muertos de lunes.

Cargamos una memorabilia invisible,


dada a presentimientos,
migas,
maneras de ser forastero,
incrédulo,
acaso sanguinario.

[de Perfil 20, 2017]

22
LA VIDA DE LA CARNE EN LA SANGRE ESTÁ

La sangre alimenta malos augurios,


forcejea con la inútil constancia de los husos.

La sangre es expiación.
La veas o no.
La huelas o no.
La mastiques o no.

Su desbordamiento ha de ser el día más ajado.


Convida cierto poder
—médicos y asesinos lo saben—.

Siglos mintiendo sobre linajes.

Sobrevalora filos de espada,


cuchillos, dagas, bisturís.
Dice de un zumbido seco.

Ha de ser también flor.


Fría o caliente, da igual.

¿Hay confusión
en quien aspira a una muerte sin sangrado?

A todos toca un parpadeo,


un poco de gasa y charco.

Hablemos de una sangre


que no escampa,
que baste a la luz.

[de Perfil 20, 2017]

23
AMBICIONO UN BREBAJE DEFINITIVO
elixir de soledumbres

que acople iguales medidas de brandy y alcanfor


vodka y azul de metileno

que muestre prodigios


como ciertos verdosos vinos
licores macerados en ataúdes pobres

nada imperioso ni zumbador


categórico o antediluviano

algo como un trago hirviente


que lave tanta defraudada vigilia

[de Limones en almíbar, 2014]

24
EL HAMBRE ESTÁ DONDE LA OLVIDAMOS
medida en falsas longitudes

en la luz diferente de las arcillas

quieta no aquieta
abreva en caldos de lagarto

su calumnia
su deshielo
salmodian
con ahumadas virtudes

[de Limones en almíbar, 2014]

25
GRANDES LETARGOS
ensartó el exilio en mi abuela

la neblina fue maciza en sus pailones


traslúcido el espinazo de los arenques

de peces tropicales aprendidos a la fuerza


reservaba sus ojos
banquete avergonzado

ojo y cola son lo mejor


aseguraba

la vida crujía confundiendo


siesta anochecer ribera

cabía la ciega acuosidad del destino


y el percance de almuerzos
hediondos a sardina

a la mesa sólo llegaban ojos asustadizos


sin agüero
sin talla para el horizonte

[de Limones en almíbar, 2014]

26
JULIO SERÁ MÁS POSTRIMERO
que uno de esos mayos
que promulgan amontonamientos

es tiempo de verterme
con amarres de perejil

a veces uno huye


el cuerpo se queda
pero uno ya no está
y no vuelve

[de Limones en almíbar, 2014]

27
QUIEN COME OJOS
termina entrando a ciegas

son digeribles
ojos de vaca
buey
pescado
rana
erizo
calamar

humanas pupilas
han de ser agrias

han visto demasiado

[de Limones en almíbar, 2014]

28
DESDE MEDIADOS DE VERANO HASTA BIEN ENTRADO EL OTOÑO,
hayedos y robledales se abarrotan de oronjas verdes.
Desorientados buscadores de setas suelen confundirlas con
especies comestibles.

De sugerente apelativo científico, Amanita phalloides, su


sombrero, globoso, está envuelto por un velo blanquecino que
trasluce una coloración a veces amarilla verdusca. La
superficie es sedosa en sequía y un poco viscosa tras la lluvia.
El pie, esbelto, cilíndrico, firme, casi liso. Su carne, de un débil
olor, en ejemplares vetustos se torna desagradable.

Quienes han sobrevivido a la ancestral prohibición de paladear


esta especie, dicen que su sabor es dulce, que deja en la punta
de la lengua un manto, como la crema chantillí o el algodón de
azúcar.

Bastan cincuenta gramos de una oronja verde para devastar a


un adulto.
Horas después de su ingestión, acaece el suplicio.
Aparecen náuseas, vómitos, dolores abdominales,
deshidratación, insuficiencia renal y una violenta diarrea.
Luego se producirán hemorragias y una severa hepatitis.

Con la rauda intoxicación sobrevendrá la marejada de la


muerte y el arrepentimiento, ya inútil, de haber convocado la
belleza.

[de Las horas claras, 2013]

29
EL LUGAR DE LAS PRECARIEDADES

1.
La dificultad de la poesía radica en el vientre.
En toda la vejez que cabe en un vientre.

Temprano supe que una masacre me cambiaría la voz,


como ocurre a quienes vislumbran por vez primera la mar:
dulce desquiciamiento.

2.
Mi deseo es muy antiguo.
Viene de cuando me indignaban los caudales.
También de mis recientes horas de enferma.

La escritura reordena el cuerpo,


lo corrige, lo borra.

3.
Sobre el escritorio
reposa la fotografía de mi útero descolgado,
amasijo que tan poco dice
de la tenencia y de sus fibras.

He procurado permanecer cada tarde frente a la imagen,


convencerme de que ese bocado sacrificial
estuvo alguna vez atenazado en mi vientre.
Que su superficie lisa y brillante
se escurrió de mí en apenas un par de horas de quirófano.
Que en adelante será mansedumbre.

Aún siento mordimientos en el abdomen,


cansancio al retroceder.

30
Es difícil arremeter contra ciertos desenlaces:
las heridas no son diques,
no acunan,
no revierten.

Quizá reproduzca la imagen en una postal barnizada


y la obsequie a los amigos.
En su dorso escribiré:
«cuerpo uterino piriforme de 7 x 6 centímetros,
en el cual se diagnosticó fibromatosis,
adenomiosis y endometrio proliferativo,
extraído de Jacqueline Goldberg
el martes 21 de febrero del año 2006».

Que se vea.
Se admire.
Se abomine.

Me importa su cumplimiento de rastrojo.

Se trata de un retrato primordial,


procedencia sin fin.

Mis viejas fauces.

[de Postales negras, 2011]

31
POÉTICA

Nunca vi sembradíos de azafrán,


ni sus quejas bastardas.

Más rojo era el augurio que la ceguera.

Los manuales nunca advierten


el desenlace de un reo cuando escampa.
Se detienen en nombres ficticios,
tuercen un mundo sin favores.

No así los libros de poesía,


que no cesan, no conducen, no propician;
amasijo de crispaciones,
pedregal ojeroso de la tribu.

[de Verbos predadores, 2007]

32
LINEAMIENTOS

Los rasgos de mi rostro


—ojos sueltos, boca empinada—
no son lo que parecen
sino un amasijo de vocales desterradas
de algún meridional porvenir,
alfabeto que sale del río del Edén,
maleza que no sacia los alrededores del relámpago.

Mi frente carga culpas de insomnio,


se acomete filosa en su desmemoria.

La dureza de las caderas me viene


de cuando a la familia le crecían manos bajo las alas.

Las mejillas torcidas, los pies pequeños,


demuestran que somos semejanza de nada.

Creo, más bien, que mi rostro de muchacha polaca,


salvaje de Judea, irá trastornándose.

Las manchas que dejará el acribillamiento se rendirán.


Habrá menos enfermas parábolas.

Reseco e insuficiente, entre pavor y rabia,


mi cuerpo se calumniará en infinitas cuestas,
surgirá de la herida buscando un milagro,
un dominio para decir.

[de Verbos predadores, 2007]

33
NOMBRES SOCAVADOS

Con nuevo nombre me llamarán


cuando de la enfermedad vuelva.

Resucitada con juncales venenosos,


me asignarán iniciales de mujer estéril.

Me dirán Sara, Ruth, Ester,


apelativos de tierra socavada,
embebidos de otras rendiciones,
colectados en orillas donde los cráneos son barcazas
y hay cruces que empalan
el minúsculo linde de los nervios.

Querrán reconstruirme en aquello que me destruye


con apodos de guijarro, luz que no soy,
obligada a un rencor, una quemadura.

Así lo indican los preceptos.


Así lo he aceptado con puños confiados a la cal.

Deberé agradecer.
Rezar.
Prometer.

[de Verbos predadores, 2007]

34
FIEBRE

El hijo empeora durante la siesta.


Sus párpados resbalan sobre venenos tibios.

En el desfallecimiento exige agua, abandono.


Luego llora sin que arda
la lengua púrpura de su vejez.

De su garganta supuran raíces.

Han sido siete noches de fiebre,


de fatigas al pie del desamparo.

El hijo nada sabe de muecas esdrújulas.


El padre quiere dormir, volver a los umbrales.
La madre es una claridad anterior.

Padre y madre
no soportan las horas hervidas del encierro.
Fieras desencontradas, se arquean a mansalva
con gritos más antiguos que su desamor.

Y el pequeño,
ya infecto de simulacro, se niega a tragar.

Vendrán disgustos.
El hambre cumplirá sin retraso su misión de costra.
Pasará incluso el perdón.

[de Verbos predadores, 2007]

35
HEMOS SIDO TANTAS VECES CASTIGADOS.
Por mirar hacia atrás,
por ventear en el vacío.

El miedo impide permanecer junto a la carne detenida,


respirar un cuerpo que es deserción.

El cadáver es la conjetura apresurada del pecado.


Amamos un cuerpo,
pero apenas se le asoma la muerte encima,
debemos arrojarlo, olvidarlo.

No importa cuánto lo deseamos.

Aquellos que han permanecido junto al cadáver,


insomnes vejados por la niebla,
admitieron el escozor primordial.

Suyo es por siempre el exilio, la brecha,


la imposible coartada.

El cadáver debe volver a la sed,


verter su desierto.

[de Autopsia, 2005]

36
LA FAMILIA ESPERA EN LA CUERDA FLOJA
en el vientre acicalado
de una sala de emergencias

espera una retahíla quejumbrosa


para luego desarmarse

tantos días fraguando el dolor


el terco dolor

y el enfermo que no muere


ni mejora
ni desespera

[de La salud, 2002]

37
EL MORIBUNDO NOS CONVOCA
para recapitular su vida

forzado como está


a respirarse a sí mismo hasta el fin
su confesión es de segunda mano
carece de voluntad
para ocultar ciertas lealtades

en la vastedad del adiós


la verdad es siempre un escándalo

[de La salud, 2002]

38
SI EL PACIENTE EMANA DE SU ENCIERRO
sabrá que hay enfermeras de piernas largas
que el verano arreció con las quemaduras limpias
que aún es sensato buscar un trago
y pensar en grotescas ceremonias

si sale
si vuelve
si quiere
habremos de animarlo

caerá del cielo


más silencioso y torpe
relleno de habladurías

ojalá pueda
al menos
contemplar las robustas confusiones
el mundo en llamas
que guardamos para su resurrección

[de La salud, 2002]

39
LA HISTORIA MÉDICA
arrojará falsas crónicas de podredumbre

quedará rubricada
la talla de las indecisiones
ciertas fiebres
diarreas
mareos

el porcentaje de pretextos añadidos para subsistir


la osamenta que por años
columpió su derecho a retractarse

[de La salud, 2002]

40
LA ENFERMEDAD
es el impúdico hallazgo
de quienes temen
a las vacaciones
la contorsión de trajinados días
la brisa dulzona
al escozor merecido

la perfección

[de La salud, 2002]

41
LA FAMILIA RESISTE EN LA CUERDA FLOJA

no ya en la duda
ni en la variación del miedo

no en la lágrima
ni en el temblor
de los hombros hundidos

su tibieza ha alcanzado el pudor


el hermoso rostro
de quienes claudican
para luego reconfortarse en olvido

nunca fue en vano la espera

el regreso a casa arderá en la frente

pero será leve

[de La salud, 2002]

42
NO SOY UNA CINTURA ANGOSTA
ni pocos kilos

ha pasado un trecho de amantes


con sus menoscabadas amarguras

se han solventado ciertos agostos

el inventario fotográfico de la pared


ha sido sustituido por familiares resacas

alguien viene de regreso


un elogio insinúa desastres

lo peor es verse desde el mismo colchón


y tener la frente borrada

ser un desaparecido
un inmigrante
un recomendado
un nadie sin respuestas

[de Víspera, 2000]

43
TUVE PECHOS HERMOSOS
que columpiaban
con milagro enardecido

una simpleza mordaz


un ardor domiciliado
y pendenciero

cuero de fiera

tuve
por decir la verdad
tesoros nefastos
que ya no extraño

una miseria tan mía


que pastoreaba
en la magnifica convicción
de ser hueca

remota
y hueca

[de Víspera, 2000]

44
HAY ALGO DE VENGANZA
en el clima de mi cuerpo
un hábito tribal e innecesario

cierro la vista
comienza el regodeo
nada extraigo nada vale la pena

la pereza me viaja
no quiero salir a buscarme
en el salitre de una frontera

me seduce
la definitiva austeridad de mi habitación
los murciélagos que rajan la bañera
esa marejada cálida de las tres de la tarde

la delicadeza va siendo
una posibilidad despreciable

prefiero verme aguerrida


desencajada
ducha en el desprecio

[de Víspera, 2000]

45
PARIR UN POEMA
con la gracia de los ahuecados
los nerviosos

soltarlo desde la rodilla


la cintura

hacerlo excremento
pus
sarampión

lo importante
es que hurgue
desuna el provecho
de medirlo
capturarlo

lo importante
es su mancha
despojada
expirante

[de Víspera, 2000]

46
HASTA HACE MUY POCO
cavé fosas en estratégicos sitios de mi piel

en el pecho
de allí emigraron cuervos desahuciados

en mi pezón
para aguar la leche

en el muslo izquierdo
para que nunca más sobrara la tersura

en mis dedos
garrotes audaces
que entonces tenían el triste atrevimiento
de convocar la caricia

[de Víspera, 2000]

47
PERTENEZCO
al otro lado del cuchillo
a la memoria
de ciertos pudores

mi viaje es la ebriedad
del desalmado

herida dispuesta

carne que se echa a los dioses

[de Trastienda, 1991]

48
NO HABLEN DE HUIDAS
porque de ellas me hago

vuelvo intacta
al desastre natal

no saben

piel adentro
todo es puerta

agua

[de Trastienda, 1991]

49
UNO TERMINA AMANDO
el fastidio de los cuerpos

se nos llama santas


o putas

intentamos
un homenaje de techos bajos

un descuido
de lo indecible

[de Trastienda, 1991]

50
PERTENEZCO
a una raza de mujeres
que se destruyen
a medianoche

insinúan perfiles
voces rasgadas

son ellas
las que poseen
el triste prestigio
de abandonarse
a la caída
ellas
las que saben
de tiempos
que no necesitan
nombrarse

agotarse

olvidarse

[de A fuerza de ciudad, 1989]

51
DIGO DE MÍ

tráfico de grietas
incendio merecido

[de A fuerza de ciudad, 1989]

52
ROTA
en los comienzos
sin tierra
sin nadie que me siga
con la única puerta
atravesada
en la piel

[de A fuerza de ciudad, 1989]

53
POÉTICA

Finalmente las historias más terribles se decantan


y un precipicio mana del titubeo.

Así se vierte el otro en nosotros:


de la angustia a la holgura.

La identidad está en el pelaje del libro,


no en los argumentos,
ni en magros antónimos
que desvestimos de futuro o cansancio.

[de Verbos predadores, 2007]

54
ÍNDICE

7 Poética
8 Otra cosa la agonía
11 Males transversales
13 Dones
14 Veces
15 Agua que no llega
17 Soy Jacqueline Goldberg
20 Describir el temblor.
21 Biografía
22 Hematología completa
23 La vida de la carne en la sangre está
24 Ambiciono un brebaje definitivo
25 El hambre está donde la olvidamos
26 Grandes letargos
27 Julio será más postrimero
28 Quien come ojos
29 Desde mediados de verano…
30 El lugar de las precariedades
32 Poética
33 Lineamientos
34 Nombres socavados
35 Fiebre
36 Hemos sido tantas veces castigados.
37 La familia espera en la cuerda floja
38 El moribundo nos convoca
39 Si el paciente emana de su encierro
40 La historia médica
41 La enfermedad
42 La familia resiste en la cuerda floja
43 No soy una cintura angosta
44 Tuve pechos hermosos
45 Hay algo de venganza
46 Parir un poema
47 Hasta hace muy poco
48 Pertenezco
49 No hablen de huidas
50 Uno termina amando
51 Pertenezco
52 Digo de mí
53 Rota
54 Poética
Jacqueline Goldberg
Maracaibo, Venezuela, 1966

Poeta, narradora, ensayista, editora y autora de libros infantiles y


testimoniales. Doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Letras.
Sus primeros trece poemarios fueron recogidos en Verbos
predadores. Poesía reunida 2006-1986 (2007). Luego vendrían
Postales negras (2011), Limones en almíbar (2014); Nosotros, los
salvados (2015) y Las bellas catástrofes (2018). Algunos de estos
libros y uno inédito, Aguardar la claridad, están compilados en
Previedad. Poesía reunida 2018-1988, que será publicado en
España por Amargord Ediciones. En 2013 apareció Las horas
claras, que obtuvo en Venezuela el XII Premio Transgenérico de la
Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana (2012), reeditada en
México (2018) y que a su vez ganó en 2014 el Premio Libro del
Año de los Libreros Venezolanos, la Medalla Internacional «Lucila
Palacios», que otorga el Círculo de Escritores de Venezuela. En
2018 publicó el libro de autoficción El cuarto de los temblores. Ha
recibido en Venezuela, entre otros reconocimientos, el Premio
Regional de Literatura Jesús Enrique Lossada (2008); Premio de
Poesía de la Bienal Mariano Picón Salas (2001); Premio de Ensayo
de la Bienal de Crítica y Ensayo Roberto Guevara (2001); Premio
Nacional de Literatura Infantil Miguel Vicente Pata Caliente
(1993). En 2018 fue residente del International Writing Program
de la Universidad de Iowa. Su poesía aparece incluida, reseñada y
traducida en antologías en España, Italia, Inglaterra, Rumania,
Corea del Sur, Puerto Rico, Estados Unidos, Perú, Brasil, México,
Chile, Colombia, Argentina y Venezuela.
La relectura que ha hecho Jacqueline Goldberg de su propia obra ha
desembocado en Ruido de clavículas, su más reciente antología poética.
Con bien premeditado propósito, esta selección inicia y cierra con una
poética, uróboros que acompaña a quien ha escrito estos poemas. Nos
encontramos ante un poco convencional balance creativo: la poeta
venezolana ofrece una disposición anímica y no cronológica, más
cercana a un álbum de pieles martirizadas que buscan suturarse a
medida que avanzamos. Persiste en estos poemas una evidente
voluntad hacia la fragilidad humana, aquella que no teme a la
consciencia del dolor, a las agitaciones corporales y a la propia
inquisición personal. Pareciera que el tema de su poesía es la propia
poeta y sus martirios, quien siempre tiene a la mano un objeto
punzante, certero y delicado al mismo tiempo. Su lenguaje privilegia
las secciones de la carne, sus ruidos, y no la totalidad y el abolengo
(«No es igual cuello que estirpe»). El verso despojado de Jacqueline
va acompañado de un señalamiento patológico, como si la voz poética
estuviese rodeada de las paredes blancas de una sala de urgencias y
en la espera de un diagnóstico no siempre satisfactorio. Si de manera
incauta leemos los títulos de sus libros, nos sorprenderá, al pasar las
páginas, el verdadero sentir de sus poemas: un pequeño cuarto oscuro
para el diálogo entre sus fantasmas y nuestros ocultamientos.
Jacqueline es el carnero ofrecido para futuras claridades.
NÉSTOR MENDOZA

COLECCIÓN Voz Aislada

También podría gustarte