Tesis El Velorio Del Angelito
Tesis El Velorio Del Angelito
Tesis El Velorio Del Angelito
2
Agradecimientos
3
Índice
Introducción ............................................................................................................... 6
Capítulo I: Un acercamiento desde la Historia Cultural: La resistencia de los
sectores populares .................................................................................................. 10
Aproximación teórico metodológica acerca de la Historia Cultural. ........................ 11
Sobre modernidad y resistencia. ............................................................................ 12
Un nuevo escenario en el Santiago decimonónico. ............................................... 18
Capitulo II: Contexto histórico y político en vías a la modernidad ..................... 24
Debates ante la modernidad. ................................................................................. 25
La resistencia de los sectores populares. .............................................................. 29
Otras manifestaciones de religiosidad popular. ...................................................... 31
Capitulo III: El velorio del angelito ......................................................................... 38
El velorio del angelito en el contexto nacional ........................................................ 42
La transición del velorio .......................................................................................... 45
El Canto a lo Divino. ............................................................................................... 50
Capitulo IV: Sociabilidad y religiosidad popular .................................................. 55
La modernización de la Iglesia ............................................................................... 60
La actitud de la Iglesia ante el velorio. ................................................................... 61
Conclusiones: ¿Resistieron? ................................................................................. 64
Anexo: Cuentos PRODEMU .................................................................................... 67
Relatos de velorios de angelitos ............................................................................ 67
El Angelito .............................................................................................................. 67
El cantarito de lágrimas. ......................................................................................... 69
Una plegaria para el angelito ................................................................................. 71
Anexo: Colección FUCOA....................................................................................... 74
Relatos de velorios de angelitos ............................................................................ 74
El entierro del angelito............................................................................................ 74
El angelito .............................................................................................................. 78
“Muerte del Angelito” .............................................................................................. 81
El plan del angelito ................................................................................................. 83
4
Volando va el angelito ............................................................................................ 87
“Velorio de Angelito” ............................................................................................... 95
El ruego del angelito............................................................................................. 100
Ángel sin alas ....................................................................................................... 102
Bibliografía ............................................................................................................. 106
Artículos ............................................................................................................... 106
Capítulos .............................................................................................................. 106
Colección ............................................................................................................. 106
Cuentos ................................................................................................................ 107
Libros ................................................................................................................... 107
Periódicos ............................................................................................................ 108
Tesis..................................................................................................................... 108
Recursos electrónicos .......................................................................................... 108
Gráficos ................................................................................................................ 108
5
Introducción
6
mundo popular, permitiendo aquello una reinterpretación de sus creencias con
respecto a su carácter identitario y reivindicativo. Un aporte relevante desde el
ámbito disciplinario es posicionar al velorio del Angelito como un ejemplo de esta
resistencia cultural por parte de los sectores populares, en la medida en que su
práctica genera identidad, a la vez que permite la comprensión desde una
perspectiva más cultural del proyecto modernizador de los sectores liberales y su
imposición hacía los grupos subalternos.
Derivado de lo anterior, el principal objetivo de esta investigación es comprender
las formas a través de las cuales los sectores populares se resistieron a los procesos
de modernización, por medio de un análisis de las acciones represivas hacia las
prácticas de religiosidad popular.
La hipótesis principal del trabajo pretende demostrar la resistencia que los
sectores populares impusieron frente a la modernidad, mediante la mantención de
prácticas tradicionales, como lo fue el velorio del angelito. Ideales culturales opuestos
a los aceptados por las altas clases sociales citadinas, quienes con el apoyo de la
Iglesia le quitaron el sustento religioso a este ritual, debido a que la mencionada
práctica ritualista entra en completa contradicción con los ideales culturales que el
Estado pretendía difundir mediante su proyecto de imposición cultural-religiosa
durante todo el periodo del estudio.
En lo que se refiere a los aspectos metodológicos se espera elaborar un texto de
carácter interpretativo a partir del análisis de fuentes primarias. Estas fuentes
provienen por un lado desde la prensa de la época, y por el otro de relatos en
primera persona sobre el velorio del angelito pertenecientes a los cuentos de la
Fundación Para el Desarrollo de la Mujer (PRODEMU), y la Fundación de
Comunicaciones, Capacitación y Cultura del Agro dependiente del Ministerio de
Agricultura que se ubican en el Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares
(ALOPT) de la Biblioteca Nacional, los cuales serán utilizados para complementar el
aspecto descriptivo y sus aportaciones al posterior análisis del ritual. Además, en
términos específicos se pretende luego del análisis de las fuentes caracterizar el
ritual, analizar los discursos de poder respecto a las prácticas de religiosidad popular,
e interpretar las representaciones artísticas que sobre el ritual se realizan.
7
Iniciado este análisis el primer capítulo comienza explicitando la postura de los
sectores populares y su sentido de resistencia ante las implicancias que tiene el
desarrollo del proyecto modernizador para ese sector de la sociedad. Continuando
con el apartado de los alcances metodológicos acerca de la Historia Cultural se
desprenden las aportaciones que desde esta perspectiva histórica se puede aportar
al análisis del velorio. Luego se abordan los conceptos teóricos de resistencia y
modernidad, para iniciar un breve preámbulo sobre los alcances políticos del
proyecto modernizador.
En el siguiente capítulo el énfasis esta puesto inicialmente en las consecuencias
producidas por la promulgación de las llamadas Leyes Laicas, y en el cambio de
paradigma de la sociedad, en especial la santiaguina frente a los procesos de
modernidad sobre el cambio en las mentalidades con respecto a los patrones de
comportamientos y creencias culturales de la clase dirigente. De manera que a modo
de tensionar el nuevo escenario latente en el país el subsiguiente apartado relaciona
este contexto frente a otras manifestaciones de carácter religioso de los sectores
populares y en él se manifiesta el accionar del Estado y la prensa para delimitar su
reproducción en el corto y mediano plazo. En especial se hace referencia a
manifestaciones como la fiesta de la chaya en el norte y el característico modo que
tenía hasta el s. XIX la celebración de la Navidad en la Alameda de las Delicias por
parte de los sectores populares. Sin embargo, la tensión que se presenta
evidentemente al mencionar estos dos paralelismos en la realidad en que se estaba
desarrollando en un mismo espacio y temporalidad da cuenta del modo en que un
conjunto de actores, entre ellos el Estado y la prensa mayoritariamente, desarticulan
y reprimen el festivo modo de la religiosidad de los sectores populares.
En el tercer capítulo se aborda por completo el ritual del velorio del angelito, se
comienza describiendo el inicio y la expansión del velorio en España, y su llegada a
Latinoamérica para luego abordar las características propias del ritual en el ámbito
nacional. En el espacio rural emergen las particularidades que producto de la
migración campo-ciudad tensionaran la persistencia del velorio en el contexto
citadino.
8
Concluyendo este subcapítulo se incluye un apartado sobre las representaciones
folclóricas del velorio, con un énfasis en profundidad sobre el Canto a lo Divino y su
relevancia en el contexto del velorio, que viene a reivindicar el sustento religioso que
tiene este ritual para los sectores populares.
Finalmente el cuarto y el último capítulo permiten adentrarse en el análisis de los
sectores populares al identificar al sujeto popular, tanto así como su identidad y
pautas de sociabilidad. Posteriormente se continúa un subcapítulo identificando el
proceso de transformación en que se vio envuelta la Iglesia en estas últimas décadas
del siglo, para más adelante caracterizar la oposición que mantiene frente a las
manifestaciones de religiosidad de los sectores populares a través de la postura que
se desprendieron de los sínodos.
Por lo tanto la disposición de los capítulos obedece al desarrollo del conflicto entre
modernidad y tradición desde un punto de vista cronológico, permitiendo un análisis
general de lo anteriormente expuesto, para finalmente enfatizar en las respuestas a
las iniciales preguntas expuestas por esta investigación.
9
Capítulo I: Un acercamiento desde la Historia Cultural: La
resistencia de los sectores populares
10
Aproximación teórico metodológica acerca de la Historia Cultural.
Desde la perspectiva de la Historia Cultural es pertinente distinguir a su objeto de
estudio como “algo” en extremo mutable, por lo mismo es necesario “decir que la
historia cultural no tiene esencia. Solo puede definirse en términos de su propia
historia” (Burke, 2000, p.15). Las consideraciones que se tengan para definir este
enfoque historiográfico apuntan a que
En este aspecto y para efectos de este trabajo, en lo que tenga relación con el
alcance teórico que se rescata desde la Historia Cultural su aporte permite bifurcar el
sentido de la relevancia del velorio del angelito hacia dos grandes direcciones. La
primera de ellas es en un sentido material, debido al estado único e invaluable en
que se mantiene hasta el día de hoy el velorio, como una tradición desconocida para
las nueva generaciones y en evidente retroceso por el contexto actual en que se
encuentra la mantención de las tradiciones, incluso de la misma religión, entre otros
aspectos, además y considerando sus particularidades de reproducción que más
adelante se detallarán, existen otras implicancias folclóricas ligadas a este tipo de
manifestaciones culturales, en especial la relacionada con el llamado Canto a lo
Divino, que en definitiva permiten clasificar a este ritual como parte importante de la
cultura popular de nuestro país. Por otro lado y a consecuencia de lo anterior, se
considera un aspecto proveniente de la cultura inmaterial, y está es la red de
1
Chartier, Roger. (1996). El mundo como representación. Historia cultural: entre la práctica y
representación. Barcelona. Gedisa, p.10.
11
relaciones cotidianas que sustentan la reproducción en el tiempo del velorio del
angelito, más aun cuando adquiere un sentido de resistencia frente a la imposición
de una unidad religiosa-cultural.
En la misma línea el tratamiento que desde la Historia Cultural se realiza del
sujeto de estudio permite situarlo en relevancia siempre y cuando se presente como
un articulador más de los acontecimientos dentro de un conglomerado en la
sociedad. ”Por su parte, considera al individuo, no en la libertad supuesta de su yo
propio y separado, sino en su inscripción en el seno de las dependencias recíprocas
que constituyen las configuraciones sociales a las que él pertenece” (Chartier, 1996,
p.10). Lo interesante de destacar es el tratamiento supeditado hacia la acción de este
sujeto en cuanto integrante de un organismo mayor mediante por el cual actúa y se
le valora, lo que se triangula más adelante con lo expuesto por Salazar, quien estima
al sujeto popular como parte de un grupo social determinado en donde coexisten
pautas sociales y morales paralelas a las impuestas desde el patriciado, que
vendrían a constituir una moral equivalente que reproducen los sectores populares al
margen del orden establecido.
12
previamente de un acto de opresión, una acción impositiva ante la cual los sectores
populares se vean forzados a soportar determinadas situaciones desfavorables.
Tales situaciones pueden explicarse siguiendo los fundamentos de James Scott,
para quien tal situación de resistencia se genera ante el discurso público de
dominación.
En ese nivel, la resistencia requiere de una réplica más compleja, una réplica
que vaya más allá de las prácticas fragmentarias. En otros términos, quizás
mejores: la resistencia contra la dominación ideológica requiere una
contraideología –una negación- que ofrecerá realmente una forma normativa
general al conjunto de prácticas de resistencia inventadas por los grupos
subordinados en defensa propia3.
Tal negación frente a las acciones de subordinación en contra del velorio del
angelito se representa por un lado ante la perpetuidad del velorio en un contexto
2
Scott, James. (2003). Los dominados y el arte de la resistencia. México D.F. Era, p.140.
3
Ibídem, p.146.
13
recesivo de cara a las prácticas tradicionales, pero además por el sustento
argumentativo que los sectores populares reproducían mediante las prácticas que
simbolizan la religiosidad popular. Es incuestionable que detrás de las acciones de
religiosidad popular existe todo un aparataje de creencias y simbolismos culturales,
incluso folclóricos que son paralelos y hasta desconocidos para la clase dominante,
quienes mediante la opinión publica los desacreditaron y barbarizaron, ante lo cual
los sectores populares reaccionaron con intransigencia, manteniendo estas
manifestaciones incluso en periodos que desbordan los años de estudio del presente
trabajo.
Tales manifestaciones se enmarcan dentro de una sociedad en la cual coexistan
distintas formas de percibir lo que se entiende por cultura. En este sentido, cuando
se habla de resistencia se pretende defender lo que para los sectores populares
tenía significancia como elementos de reproducción cultural, ósea, la llamada cultura
popular comprendida como un
4
Burke, Peter. (2010). La cultura popular en la Europa moderna. Madrid. Alianza, p.29.
14
ese grupo social justamente es el que está fuera de la participación del Estado, y
paralelamente se está construyendo como actor social, pero bajo los parámetros de
su clase. Es decir, rememora lo que a su parecer le otorga identidad, mezclando con
ello sus propias concepciones con respecto a su realidad y/o cosmovisión, para ligar
y configurar sus estructuras mentales a una creación que le es propia como clase
social; la religión popular.
Complementando la anterior conceptualización es necesario hacer lo mismo
desde el otro lado de la vereda, introduciendo la categoría de modernidad para
profundizar el análisis desde la perspectiva de la elite santiaguina frente a esta
resistencia. Primeramente es necesario distinguir que tras el proyecto modernizador
que se definirá a continuación existe un sustento ideológico, el cual es posible
visualizar a través de cambios en los modos de comportamiento, prácticas y
costumbres que fueron absorbidos de manera temprana por la aristocracia nacional y
de las cuales esta investigación nose hace cargo, pero considera pertinente
mencionar porque son el inicio de una transformación mayor al marcar una
diferenciación sociocultural dentro de una misma sociedad entorno a las pautas de
reproducción mantenidas por un estrato social el cual se esforzó por imponer.
Entonces aquellas transformaciones que modelaron el comportamiento y
pensamiento de la aristocracia serán agrupadas para el entendimiento de este
trabajo bajo el concepto de modernidad.
15
percepciones de mundo hasta entonces conocidas por ellos, para adaptarse o ser
adaptados.
5
Pinto, Julio. (2000). De proyectos y desarraigos: La sociedad latinoamericana frente a la experiencia
de la modernidad (1780- 1914). En: 19th. INTERNATIONAL CONGRESS of Historical Sciences: Oslo,
Noruega, 6-13 de agosto de 2000. Santiago. Universidad de Santiago de Chile, p.1- 28.
http://www.oslo2000.uio.no/program/papers/s17/s17-valejos.pdf. Recuperado el 14 de enero de 2016
16
Al mando de estas transformaciones se encontraba el Estado representado en la
clase oligárquica, con marcadas tendencias políticas hacia el sector liberal, quienes
pusieron en marcha el proyecto modernizador. De esta manera, se articula con
representación estatal, un proyecto que permite organizar a la sociedad mediante
una serie de herramientas modernizadoras.
6
Santa Cruz, Eduardo. (1998).Conformación de espacios públicos, masificación y surgimiento de la
prensa moderna en Chile siglo XIX. [en línea] Red de bibliotecas Virtuales de CLACSO. Santiago.
Universidad Arcis, Centro de Investigaciones Sociales. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Chile/di-
uarcis/20120919044919/santa1.pdf. Recuperado el 2 de octubre de 2015.
17
tradiciones que constituían la cotidianeidad de la época Colonial y más tardíamente
los inicios de la República, quedaron relegadas a un segundo plano por las altas
esferas de la sociedad, las cuales inician tempranamente la apropiación de los
nuevos patrones culturales y sociales que traía consigo la modernidad.
7
Ídem.
18
los patrones de conductas de la población en general, enfrentándose a un contexto
en donde debieron ceder parte de su poder ante estos nuevos ideales.
Ante este escenario la Iglesia entra en conflicto con la nueva forma de construir
sociedades que proponen los Estados Nacionales, estos comienzan abrirse camino y
a disputarle un lugar a la Iglesia dentro de la sociedad, en la medida que promueve
nuevas formas de sociabilidad, enmarcadas dentro de una modernización de las
antiguas tradiciones y costumbres, mayores libertades individuales y aceptación de
otros cultos. Sin embargo, esto no quiere decir por ningún motivo que la clase política
dejase de lado su credo religioso, menos fue así por parte de las clases medias y
populares.
El cambio va más allá de la mera práctica religiosa, la secularización se enmarca
dentro de la problemática de limitar el poder que la Iglesia había adquirido como
única figura de transición entre el poder colonial y la consagración de la República,
por ende
Debemos tener presente en estos debates que todas las críticas que se
formularon a favor o en contra de la Iglesia, se concentraron en los aspectos
institucionales de la religión católica, es decir, los que conciernen al derecho
8
Vovelle, Michel. (1998). Historia de la muerte. Cuadernos de Historia n°18. Santiago. Departamento
de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile.
19
de Patronato, al cobro excesivo de los derechos de entierro o a la negación de
sepultura a los no creyentes.
En cambio, la Iglesia entendida como una comunidad de fieles, que apuntaba
a la praxis de la doctrina a través de las manifestaciones de la religiosidad
colectiva, no produjo combates tan violentos, ya que, finalmente, muchas de
las costumbres religiosas, desde ir a la iglesia a orar o visitar la tumba familiar
el día de Todos los Santos, pasaban a ser compartidas por el espectro social
santiaguino en algún determinado momento.
El enfrentamiento más duro y directo se presentó durante la década de 1870,
época de gestación de la ruptura de 1883. Fue justamente este periodo el que
consolido lo que hemos denominado el proceso de secularización oficial, es
decir, un conjunto de leyes, reglamentos y otras disposiciones legales del
Estado, que poco a poco despojaron de su contenido religioso a las
principales actividades y ceremonias católicas9.
9
León, Marco Antonio. (1997). Sepultura Sagrada, Tumba Profana. Los espacios de la muerte en
Santiago de Chile, 1883-1932. Santiago. Lom, p.45.
20
finales de la época oligárquica”. (Salinas, 1991, p.148) Lo que a la larga significaría
que las prácticas por ellos reproducidas fueran contraponiéndose con los intereses
dictados tanto por el Estado como por la Iglesia.
Los sectores populares veían a la Iglesia como una canalizadora de los
intereses de la clase dominante, a pesar que las fisuras provocadas por la
secularización impidieran a la Iglesia actuar como un actor protagónico en temas
políticos, esto no los había distanciado como articuladores de la
sociedad, manteniendo el orden social establecido hasta entonces, con lo cual se
seguía marcando un propio distanciamiento entre la religiosidad del pobre y la del
rico.
Concluyendo el análisis del contexto podemos afirmar que los cambios
introducidos por los liberales se orientaban a fomentar un Estado que se acomodase
a los intereses propios de su clase, de tal manera que el capitalismo llegado al país
unas décadas atrás encontró un cimiento estatal que jugo a favor de los intereses
tanto de inversionistas extranjeros y nacionales, quienes aceptando el nuevo sistema
económico albergaron con apremio los nuevos cambios sociales y culturales que
esté traía consigo, fomentando así los nuevos patrones de la modernidad.
Paralelamente al desarrollo de lo anterior, podemos comprender la nula cabida
que la clase política le otorgó a la participación e integración en su proyecto a los
sectores populares. Mientras estos grupos siguieron manteniendo sus tradiciones
culturales y religiosas propias del ámbito rural, en la ciudad su reproducción adquirió
otras características, en un espacio hostil y represivo, pues la resistencia que
opusieron al iniciado proceso de modernidad que el Estado propicio por lo que
queda del siglo XIX y principios del XX desencadenara una larga tensión entre el
Estado y el bajo pueblo, debido a que la mantención de sus tradiciones eran
características de una identidad que intentaba subsistir imponiéndose a los propios
intereses del Estado.
Es en este contexto donde parece pertinente cuestionar el trasfondo de los
cambios anteriormente mencionados, ya que reflejan un problema mayor dentro de
esta sociedad divida. Efectivamente frente al escenario de la modernidad coexistió
una tensión entre estos dos sectores sociales, de la cual podemos distinguir una
21
primera etapa, la cual es abarcada por esta investigación, en donde se ven
enfrentadas de un modo indirecto/directo una concepción de mundo impositivo,
encumbrado en lo más alto de la esfera social, y que desea decantar hacía las otras
capas sociales, entre ellas el bajo pueblo, representante fiel del tradicionalismo
cultural. Y digo que esta colisión es de una manera indirecta/directa, porque en un
principio se enfrentaron los argumentos que cuestionaban aquellas prácticas
tradicionales de los sectores populares tratándolas de barbáricas, y propiciadoras del
alcoholismo y conductas alejadas de la moralidad, para luego pasar al accionar
represivo de aquellas festividades y ritualidades de mano de las autoridades
policiales, la opinión pública, incluso la misma Iglesia.
A lo largo de esta investigación se considerará la perspectiva de los sectores
populares, por ello es pertinente interrogar desde esta mirada cuales fueron aquellos
modos por los cuales el Estado reacciono de forma impositiva frente a las capas
bajas de la sociedad, y por defecto analizar la manera en que estos sectores
reaccionaron ante la imposición religiosa-cultural.
Entendiendo el contexto cultual de la época, la investigación promueve abordar
un vacío historiográfico respecto a la resistencia y manifestaciones culturales de los
sectores populares.
El proyecto modernizador trajo diversos cambios sociales, entre ellos la
proletarización de los sectores populares, la cual afectó la estructura de las
relaciones sociales, lo que comenzó a evidenciarse con un profundo quiebre
respecto a las concepciones pre-modernas que aún atesoraban estos grupos. Es allí
donde estos rituales se contraponen abiertamente con el ideal de la sociedad liberal
e incipientemente moderna, que la oligarquía pretendía construir, por esta razón, es
oportuno hablar de un modelo cultural que pretendía imponer la modernidad, que se
confrontaban con las representaciones y manifestaciones populares.
Desde esta perspectiva se comienza a comprender la existencia de una sociedad
fragmentada en la cual conviven por un lado los liberales, quienes imponen ideales
en torno al positivismo, la racionalidad y el progreso. Y por otro, los sectores
populares quienes mantenían prácticas de raigambre colonial, dotadas de
supersticiones vinculantes a las tradiciones del mundo rural, o siguiendo la idea de
22
Salazar, quien representa esta dualidad de pensamiento frente aún mismo espacio
urbano en su conjunto. Pues en una misma ciudad coexistían dos maneras distintas
de reproducción social, entendidas una como la “ciudad bárbara” y la “ciudad
culta”10.
Expuesta esta situación es comprensible analizar que las dinámicas sociales
entorno a la tensión entre la instauración de las pautas entorno a la modernidad y la
mantención de las tradiciones populares se llevaron a cabo de forma hegemónica por
parte del Estado y la elite santiaguina hacía los sectores populares. Por ende, nos
parece pertinente cuestionar ¿Como el Estado intento modernizar a los sectores
populares? Pues resulta relevante analizar la asimétrica posición de poder que
mantenía el Estado frente a este grupo social subalterno, y las reacciones que desde
allí se derivaron. Relacionado con la anterior interrogante, es menester preguntar
desde la otra cara de la moneda ¿De qué manera los sectores populares actuaron
frente a la imposición de una unidad religiosa-cultural por parte del Estado?
Considerando que el ritual del Angelito representa un elemento de resistencia
cultural de estos sectores, es posible que alrededor de su práctica se encuentren
presentes manifestaciones dotadas de identidad y pertenencia que contrasten con el
ideal que el Estado deseaba imponerles, por ende la respuesta derivada de la
anterior pregunta pretende evidenciar las acciones que ejercieron los sectores
populares frente a la incipiente imposición de la modernidad.
10
Idea desarrollada por Gabriel Salazar refiriéndose a la distancia espacial e ideológica, que los
sectores acomodados comenzaron a tomar a medida que las clases populares emigraron a la capital,
desbordando el desarrollo urbanístico hasta ese entonces pensado solo para las clases acomodadas.
Salazar, Gabriel. (2000). Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular
chilena del siglo XIX. Santiago. Lom, p.237.
23
Capitulo II: Contexto histórico y político en vías a la
modernidad
Iniciada la década de los 60´ durante el siglo XIX en Chile comienza el periodo de
gobernabilidad de los sectores liberales. Consecuencia directa de esta transición
partidista son los debates que se iniciaron a nivel parlamentario, y que
posteriormente orientaran la dirección política del Estado Republicano.
Durante la segunda mitad del siglo XIX buena parte de los debates entre
liberales y conservadores estuvieron marcados por temas asociados a la
educación, la política inmigratoria, la acción del gobierno frente a los conflictos
sociales y la relación del Estado con la Iglesia; pero nunca se cuestionó el
modelo social que se impuso en el país después de la Independencia 11.
11
Pinto, Jorge. (2008). Proyectos de la Elite Chilena en el Siglo XIX. [en línea]. Alpha Revista de
Artes, Letras y Filosofía, Universidad de los Lagos, Facultad de Humanidades y Arte. N° 27.
http://www.scielo.cl/pdf/alpha/n27/art09.pdf Recuperado el 5 de enero de 2016.
12
María Angélica Illanes (2003), señala al respecto la puesta en práctica de los principios ilustrados
por parte de la aristocracia republicana. “Dicha ilustración tomaba, poco a poco, el rostro de una elite
normativa, moralizadora y excluyente; en su nombre esta elite asumía su finalidad histórica: la de
cimentar el nuevo orden social republicano legitimando su propia cultura como cultura dominante.
Depositaria de la moral, de la civilización antibarbarie, impulsora del progreso, gente bien, culta y
refinada, su luminosidad debía imponerse en la sociedad, encausando sus destinos”. En Chile Des-
centrado. Formación socio-cultural republicana y transición capitalista (1810- 1910). Santiago. Lom,
p.96.
24
libertad de culto, y el Decreto de cementerios, próximo a la idea de laicidad desde el
Estado y más tardíamente con la promulgación de las llamadas Leyes Laicas en el
gobierno de Santa María, como una manera de evidenciar la nueva visión que se le
pretendía dar a la conducción del Estado, alejándolo de los rezagos coloniales que
hasta ese entonces se perpetuaban mediante el poder que la Iglesia mantenía.
Lo que en la práctica se evidencia como un cambio en la construcción de un
Estado modernizador, modificando la participación de la Iglesia en los asuntos del
Estado, y la percepción que se tenía de antiguas tradiciones religiosas comienzan a
transformarse, tanto para la aristocracia citadina como para las clases populares. Los
cambios que desde el Estado se propiciaban, fomentaban la extirpación de
todo misticismo que pudiera estar ligado a las prácticas religiosas, las cuales eran
vistas de una forma peyorativa por parte del Ejecutivo, en la medida que se
contrarrestaban con el progreso y avance del proyecto modernizador que se
impulsaba desde el Estado, por este motivo prácticas como el velorio del Angelito
fueron estigmatizadas como barbáricas y reprimidas por la sociedad, la prensa y el
Estado.
25
Las influencias de una elite liberal obnubilada por Europa que buscó
incesantemente modernizar –bajo los patrones de este modelo- las
costumbres y prácticas culturales. Aparte de constituirse en el referente de
sociedad, para la elite nacional, sus habitantes representan el ideal humano,
que posibilitara gobernabilidad y progreso13.
13
Godoy, Milton. (2007) ¡Cuando se sacaran la máscara!: Fiesta, carnaval y disciplinamiento cultural
en el Norte Chico. Copiapó, 1840-1900. [en línea]. Revista HISTORIA, Pontificia Universidad Católica
de Chile. Vol. 1, n°40. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-
71942007000100001. Recuperado el 15 de febrero de 2016.
26
vida a las que estaban expuestas las clases populares y la escasa acción política y
gubernamental por mejorarlas.
Al acercarse las últimas décadas del s. XIX se hicieron eco de estas
preocupaciones diversas instituciones sociales, es sabida la postura de la Iglesia a
través de la encíclica Rerum Novarum14, y su llamada a fomentar las obras de
caridad hacia los sectores más desprotegidos.
250
200
vivos)
150 Infantil
Neonatal
100
Postneonatal
50
0
1915
1975
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1980
1985
1990
1995
2000
Año
14
Se le considera la primera encíclica social de la Iglesia Católica, promulgada por el Papa León XIII
el 15 de mayo de 1891.
27
además que para la época la tasa de natalidad eran igual de elevadas, la cantidad de
menores fallecidos era preocupable. Del mismo modo la situación empeora, en
zonas periféricas y en localidades rurales desde donde se expandió este ritual,
debido a las grandes distancias y los pocos recursos disponibles para la atención
médica, esto último afectando también a los sectores populares que residían en la
ciudad. “A diferencia de los sectores más pudientes, en este contexto social de
obreros y desamparados, no se gozaba, con seguridad, de un auxilio hospitalario o
familiar en el caso de un accidente o tragedia” (León, 1997, p.137). Además cabe
considerar que la cercanía hacia la atención médica desde los sectores populares no
era muy cercana, sobre todo en las zonas rurales, donde era más común acudir a la
curandera o yerbatera del pueblo en una primera instancia. “Como el centro
asistencial más próximo estaba muy lejos y era difícil de alcanzar, supusieron que los
remedios suministrados por la meica con su colección de hierbas medicinales, iba a
ser suficiente” (Colección FUCOA, ALOTP. Biblioteca Nacional. El entierro del
angelito. Caja 50, carp. 221, ficha 1134). La poca rapidez con que sé acudía a los
centros asistenciales posiblemente pudo haber incidido en el aumento de la tasa de
mortalidad infantil, al igual que la consideración de las mismas tasas estadísticas
puede relevan otra realidad. Cabe destacar que las cifras tanto del grafico como las
tentativas expuestas por Orrego Luco no consideran la totalidad de niños fallecidos
que, posiblemente pudieron ser candidatos para ser velados como angelitos. Esto,
porque la tasa de mortalidad infantil, neonatal y postneonatal15 no se extiende más
allá del año de vida de los párvulos, y en la religión popular persiste la creencia que
la inocencia de estos niños es prolongable hasta los siete años de edad, incluso
existe un relato del velorio de un niño de nueve años16. Por lo tanto, el universo de
posibles angelitos pudo ser mucho mayor de lo que demuestran las cifras, lo que
traería como consecuencia posible que el mismo velorio del angelito estuviese más
propagado de lo que es posible demostrar hoy en día.
15
La tasa de mortalidad infantil considera a mortalidad de niños menores de un año. En cambio el
indicador de la mortalidad neonatal considera a los infantes fallecidos durante los primeros 27 días de
vida. Por último, la tasa de mortalidad posnatal enumera la cantidad de fallecidos entre los 28 y los
primero 365 días de vida. Los tres indicadores se calculan por cada 1,000 nacidos vivos durante un
año determinado.
16
Colección FUCOA, ALOTP. Biblioteca Nacional. El plan del angelito. Caja 25, carp. 101, ficha 4272.
28
La resistencia de los sectores populares.
Son reconocidas por toda Latinoamérica las diferentes expresiones de
tradicionalismo referente a la religiosidad popular, ejemplos hay varios, el mismo
velorio del angelito se ha documentado con diferentes acepciones según el lugar de
procedencia. Pero en relación a la continuidad de la religión popular es posible
mencionar que comenzó a verse amenazada en cuanto el permanente conflicto entre
modernidad y tradición inicio de la mano del incipiente capitalismo instaurado en el
continente y más específicamente en el país con la llegada de los ideales liberales.
Al ser la clase acomodada quien se influencio más tempranamente con los nuevos
cambios, la mantención de la tradición y modernidad se diferenció además entre
quienes se resistían por clases sociales, incluso según Salazar por género, ya que
los nuevos patrones socioculturales fueron promovidos ampliamente por el espectro
femenino burgués
De este mismo modo para la historiadora María Angélica Illanes “el problema del
ordenamiento social no constituye solo una temática del ámbito político, económico,
legal o institucional. Es también producto de las relaciones culturales a través de las
cuales, históricamente, la sociedad dominante intenta disciplinar los grupos
populares según sus propias pautas valóricas y de distinción social.”18 Illanes
además plantea que la élite se propone por un lado legitimar sus propios valores
17
Salazar, Gabriel. (2000). Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad
popular chilena del siglo XIX. Santiago. Lom, p.260.
18
Illanes, María Angélica (2003). Chile Des- centrado. Formación socio-cultural republicana y
transición capitalista (1810- 1910). Santiago. Lom, p.95.
29
culturales con el fin de que fueran los únicos fundamentos de la cultura dominante,
pero además se esmeran en reprimir la expansión cultural de los sectores populares
sobre el espacio público19. A pesar de aquello, el deseo por el control, el progreso y
el orden se vieron en parte diezmados en sus esfuerzos, ya que los sectores
populares opusieron franca resistencia ante tal tentativa.
Resistencia tal, que se comprende desde la distinción e importancia cultural que
se le otorga a las representaciones de mundo que cada sector mantenía,
representaba y exteriorizaba a diario. Que en el caso de los sectores populares
guardaban ciertas particularidades, o en palabras de Salazar
En otras palabras, se hace referencia al actuar de los sectores populares bajo sus
propias reglas, tanto conductuales como sociales. “El pueblo chileno, todavía rural en
sus espacios públicos y privados, y aún más en sus espíritus y sentimientos
colectivos” (Salinas, 2006, p.86) trasladaba del contexto rural una moral alternativa a
la imperante en la ciudad, la cual se fue reconociendo como perteneciente a estos
sectores, y concordante a su cultura tan propia y llena de tradiciones, pero que en el
ámbito urbano colisionaba de forma directa con el proyecto del Estado.
Como consecuencia de lo anterior, se mantuvo en este periodo una constante
tensión que termino derivando en una lucha y represión hacía las prácticas
culturales de los sectores populares, las cuales se comenzaron a visualizar como
contrarias al proyecto modernizador tras la masiva llegada de campesinos/as hacía
los centros urbanos, quienes contrastaban con la reproducción cultural iniciada en la
19
Ibídem, p.97.
20
Salazar, Gabriel. (2000). Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad
popular chilena del siglo XIX. Santiago. Lom, p.328.
30
capital y su consecuente profundización en los modos culturales traídos desde
Europa al continente21. Es así como la lucha estaba servida para que en el presente
contexto existiera un desenlace adverso con respecto a la mantención y proyección
de estas representaciones. Escenario que es posible anticipar como desfavorable
para los sectores populares, en cuanto el sujeto que reprime y mantiene una
situación de hegemonía por encima del resto de la sociedad representado en el
Estado y su aparato gubernamental, perpetúa esta acción que es posible demostrar
en diversos espacios de sociabilidad del bajo pueblo, tanto públicos como privado,
pero también existe y es documentable en artículos de prensa un cambio en las
mentalidades de la clase dominante, donde la represión busca abrirse paso a un
nuevo modelo de conductas en los sectores populares que permita dirigir al conjunto
de la sociedad guardando las divisiones de clase, hacia el progreso, fin último para la
época en el escalafón de superioridades sociales.
21
Para profundizar en este tema consultar la obra de Manuel Vicuña La belle epoqué chilena (2001).
Santiago. Sudamericana Chilena.
22
La fiesta de la chaya es una celebración que tiene su origen en la América Precolombina,
proveniente de la cultura diaguita, relacionada con la época de la cosecha en el mes de febrero, el
carácter festivo de esta celebración se vincula con la figura alegre y picaresca del Dios Pujllay
perteneciente a la mitología Diaguita. Su nombre proviene del quechua, siendo la chaya sinónimo del
rocío. Rociar, era una de las actividades que se realizaban en esta fiesta, elemento que perduraba
aún hasta finales del s. XIX. Donde la presencia del alcohol y el carácter carnavalesco y descontrolado
eran sinónimo de esta festividad, en la cual participaban mayoritariamente los sectores populares.
31
la hipótesis aquí propuesta es contraria a la visualización de esta celebración como
un quiebre en contra del orden establecido, sino más bien todo lo contrario, ya que
evidencia una válvula de escape hacía la presión social consentida por las
autoridades, para dar descanso a los sectores populares permitiéndoles llevar a cabo
estas formas de divertimento pero a la vez, para que estos pudiesen volver a su
rutina de opresión de manera más dócil. Tales prácticas fueron reprimidas a medida
que avanzaba la centuria decimonónica, el primer intento de aquello fue bajo los
gobiernos conservadores, estos criticaban en el discurso la mantención de la chaya,
pero en la práctica coexistía un acuerdo consensuado por las ganancias recibidas de
la instalación de las chinganas, tanto para la Iglesia como el municipio. Con los
gobiernos liberales el panorama se agudizó, pues era de esperarse que los sectores
populares desistieran de sus formas de celebración alejadas de la ortodoxia cristiana,
y que la costumbre de celebrar se iría modificando paulatinamente a medida que
estos sectores se fuesen educando, y percibiendo como cercanos al modelo de
sujeto impulsado por el proyecto modernizador, siendo una consecuencia de esta
transformación los modismos culturales contrarios al atraso he inferioridad del mundo
incivilizado que representaba Latinoamérica en comparación con Europa. De este
modo, el contexto fue propicio para desarrollar el disciplinamiento cultural, ante la
resistencia al cambio que manifestaron los sectores populares, y el permanente
contacto que la elite de Copiapó mantenía con el Viejo continente, derivado de las
exportaciones de minerales y la llegada de diversos extranjeros a la zona, lo que
incentivaba la reproducción de modismos conductuales europeizantes tendientes al
orden y la homogeneidad. Hecho que llevo a finales de siglo al apaciguamiento de la
chaya con el apoyo de las autoridades locales y la prensa, además de su prohibición
mediante el Código civil. Controlando los espacios de sociabilidad popular
(bodegones y chinganas), sanciones que finalmente lograron su cometido, incidiendo
en el comportamiento de estos sectores, hechos que se pueden sustentar en relatos
de prensa que recoge el autor, donde se anuncia en definitiva, y a consecuencia de
lo anterior la muerte de la chaya. “Está claro que el carnaval no se acabó pero sí fue
civilizado, domesticado, en sus expresiones más rotundas […]. Pero después de
iniciado el proceso de disciplinamiento cultural que analizamos, no había vuelta
32
atrás” (Godoy, 2007, p. 28-29). Llevando este análisis de las manifestaciones de
religiosidad popular a un contexto urbano, es posible distinguir ciertos paralelismos
en el actuar represivo del Estado con respecto a la fiesta de la chaya. Comparando el
disciplinamiento cultural experimentado en Copiapó y las festividades
correspondientes a la Navidad en la ciudad de Santiago, mediante el modus operandi
del Estado que se ejecuta en contra de estas manifestaciones de sociabilidad del
bajo pueblo, estos comportamientos son entendidos como foráneos, alejados de lo
que representa la sociabilidad chilena, distinguible y más cercana para la élite a lo
occidental, tendiente a la introspección de las emocionalidades, sobre todo en los
espacios púbicos. Por lo tanto el carácter bacanal que representaba la celebración
del 24 y 25 de diciembre a lo largo de las Alamedas de las Delicias hacía finales del
siglo XIX debía ser erradicado, ya que en palabras de Lastarria “la Alameda, tan
extensa como es, no puede servir a las delicias de todos los vecinos, sino solamente
a los caballeros que “con decoro y decencia” ocupan una o dos cuadras de aquel
paseo de una legua” (Salinas, 2006, p.87). A pesar de los desacuerdos que traían al
debate el espíritu que debía regir en esta celebración, los sectores populares
siguieron otorgándole un tinte carnavalesco a la Navidad, a pesar de que los
primeros decretos en contra de la venta de alcohol por parte de los puestos que allí
se instalaban datan de 1848. Para entonces esta celebración se desarrollaba alejada
de los parámetros de celebración familiar y recogimiento espiritual que hoy día
conocemos, para dar paso a un masivo festejo donde los sectores populares se
reunían entorno a sus cocinerías, festejando con música y algarabía, conformando
verdaderas fondas a lo largo de esta avenida, que contrastaba con la visión de una
elite santiaguina deseosa de trasmitirle a esta celebración un carácter religioso
vinculante con Occidente y ya no tan dionisiaco, alejado de los excesos, evitando así
el repliegue de conductas que desbordan en el desorden, para dar paso a una
Navidad de igual modo como era costumbre en Europa23.
23
Salinas hace alusión a los dichos del diario El Chileno, 24 de diciembre de 1902. “Deseamos
sinceramente que la hermosa y poética fiesta de Navidad vaya tomando entre nosotros ese carácter
delicado, familiar y tierno que reviste en todas las naciones europeas”, Salinas citando al periódico El
Chileno, 24 de diciembre de 1902. Salinas, Maximiliano. (2006). Comida, música y humor. En: R,
SAGREDO. y C, GAZMURI. Historia de la vida privada en Chile. El Chile moderno de 1840 a 1925
Tomo II. Santiago. Taurus, p.108.
33
Concluyendo la época finisecular “las élites administrativas locales debieron
reconocer a cabalidad que no podían crear o consolidar una nación más o menos
moderna –con un Estado <<en forma >> oligárquica- sin poner atajo a la vitalidad
popular expresada“, (Salinas, 2006, p.105) de manera que la represión comenzó a
exteriorizarse en decretos que prohibiesen el expendio de bebidas alcohólicas y el
emplazamiento de fondas, además de los alusivos artículos en la prensa donde
queda de manifiesto la continua vinculación de tales excesos con situaciones de
violencia propia de estos sectores, según estos, que naturalizan su condición de
inferioridad ante tales conductas carnavalescas. Situando la continuidad de esta
celebración durante las primeras décadas del siglo XX es posible ver el cambio
originado por la élite, visible en un alejamiento de las manifestaciones carnavalescas
por partes de los sectores populares, quienes fueron replegados de la Alameda, pues
allí la Navidad había sido aburguesada.
24
Ibídem, p 109
25
El sometimiento en la conducta popular durante las Fiestas Patrias es un tema trabajado por
Maximiliano Salinas (2006). Comida, música y humor. En R, SAGREDO. & C, GAZMURI. Historia de
la vida privada en Chile. El Chile moderno de 1840 a 1925 Tomo II. Santiago. Taurus.
34
y reprodujeron las que consideraron acorde a su proyecto de gobernabilidad,
encaminado hacia el progreso social, el cual sería conseguido por medio del
disciplinamiento y la homogeneidad cultural, de modo tal que la construcción de
simbolismos culturales que uniesen a la gran mayoría permitiría formar identidades
vinculadas entre sí con el ideal de Nación y el proyecto modernizador que se
esperaba concretar.
Por lo tanto, y siendo concordantes con su discurso, el accionar por parte del
Estado fue represivo en cuanto volcó su preocupación para delimitar los espacios
que los sectores populares podían compartir con la elite, pero además censuro la
propia practica festiva, y por ende su permanencia en el tiempo, siendo la legalidad
usada como una herramienta para tales objetivos. Así fue, como una seguidilla de
decretos y prohibiciones municipales apoyados por la prensa de la época y la Iglesia,
al igual como había sucedido con la chaya, lograron neutralizar las celebraciones de
noche buena para dar paso a una festividad que es recordada por su apaciguado
carácter totalmente opuesto a los festejos organizados por los sectores populares.
Los ejemplos anteriores manifiestan una sociabilidad popular de carácter
religioso festivo, en una época en que fueron reprimidas o transformadas,
apartándolas del espacio público. Como se dijo anteriormente estos mecanismos de
represión encierran un aparataje legislativo contenido en decretos, prohibiciones
locales, policiales y hasta un apartado en el Código Civil, con los cuales se esperaba
extirparlos de raíz, pero la mayoría de las veces esto no ocurrió así. Es más, muchas
veces coexistían en paralelo varias prohibiciones, pero las manifestaciones en
realidad no habían cambiado su condición desbordada. “La verdad es que por
entonces el control aristocrático se hacía cada vez más estrecho. Las
26
Ibídem, p.105.
35
manifestaciones culturales plebeyas pasaron a ser sospechosas” (Ibídem, p.107). La
diferencia pudo ser visible finalizando el siglo XIX, donde el Estado y la élite
comprendieron el escenario en que se encontraban, debido al contacto producido por
el capitalismo mundial, consciente de las influencias económicas producidas en
Latinoamérica una arista no menor fueron los cambios conductuales que se
desencadenaron dentro de la elite aristocrática, la cual adoptó, teniendo como punto
de influencia al continente europeo, siguiendo sus pautas en sus representaciones
sociales, tanto a nivel íntimo como en los espacios públicos.
La consecuencia que aquello es visible en lo anteriormente analizado si se
considera el repudio de la herencia cultural que es suplantada por modismos y
mentalidades ajenas a la realidad nacional. De manera que el disciplinamiento
cultural vino a transformar tales conductas en favor del proyecto modernizador, y
más profundamente en favor de los intereses de esta élite, deseosa de querer ser
parte de un país lo más europeizado posible.
El repaso por estas manifestaciones permite analizar el actuar que el Estado tuvo
con estas celebraciones desarrolladas en el ámbito público, pero frente a la
reproducción de tales manifestaciones en un espacio íntimo como lo es velorio del
angelito, la situación no parece ser distinta.
No solo se reprimieron prácticas populares en torno al orden público como
acabamos de ver, sino que estas restricciones se ampliaron al mundo privado de las
familias subalternas, un ejemplo claro de esto es el velorio de angelito. Ante este
ritual se ejerce una dominación vinculada al espacio íntimo familiar, es decir, hacia
la vida privada de los sectores populares desde donde el Estado cree y ejerce un
sentido de la dominación efectiva, que propicia la supresión del carácter festivo de
velorio, propiciando dicha represión el inicio de la homogenización de la práctica
religiosa.
La apelación a la desarticulación del velorio del Angelito por parte de la clase
dirigente se instaura desde la vereda de lo barbárico, apoyado en el énfasis
desarticulador de los instaurados Estados Nacionales, desde donde se reniega y se
destruye toda vinculación cultural con los grupos existentes anterior al orden
republicano y fortalecidos por la concepción de la élite aristocrática de aceptar y
36
reproducir todo los modismos occidentales. Situación demostrada anteriormente en
festividades religiosas públicas, donde la única respuesta encontrada desde los
sectores populares fue la resistencia.
37
Capitulo III: El velorio del angelito
38
perdón de los pecados a través del ritual de inmersión en el agua27. Al morir el
infante se creía que este iba directo al cielo a la usanza de los ángeles por la
ausencia de pecados y la inocencia de su alma. ”Los niños son ángeles hasta los
siete años, y si mueren antes de cumplirlos, van indudablemente al cielo”. (Vicuña,
1915, p.176). Desde el cielo el angelito intercederá por sus familiares para que
ninguna tragedia o enfermedad los dañara. Durante el velorio los familiares “se van
entreteniendo y dándose valor convencidos que el Angelito ahora está en el cielo
hablara por todos ellos ante el Señor” (PRODEMU. s/u. El angelito). Consecuencia
de esta presunción es la caracterización de los menores como angelitos, a los cuales
se les adornaba a su semejanza, por lo que eran ataviados con una túnica blanca de
mangas largas, en su cabeza iba una corona de flores, eran maquillados con carmín
en sus pómulos para disimular la palidez de la defunción, y en la espalda para
facilitarle el vuelo hacia el cielo se le colocaban unas alitas, así lo describen los
diversos relatos que respaldan esta investigación, donde caracterizando a un
angelito uno de ellos explica. “Angelito, estoy vestido de organzas y envuelto en un
chal bordado a crochet” (Colección FUCOA, ALOTP, Biblioteca Nacional. El ruego
del angelito. Caja 10, carp. 37, ficha, 1408). El cuerpo del angelito era acomodado en
una de las habitaciones de la casa, la cual era ambientada para facilitarle la
ascensión al angelito como relata Chavarría, (1997).
27
“El Santo Sacramento es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu
(“vitae spirtualis ianua”) y la puerta que abre paso al acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo
somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y
somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión”. Catecismo de la Iglesia Católica.
(s/a). Segunda parte la celebración del misterio cristiano. Segunda sección: Los sacramentos de la
iniciación cristiana. Articulo 1 El sacramentos del Bautismo. (s/p).
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a1_sp.html. Recuperado el 15 de mayo de 2016.
39
simulando su ida hacia el cielo; ésta es puesta a la altura del pecho del
angelito28
28
Chavarría, Patricia (1997) Canto, palabra y memoria campesina. Santiago. Fondart, c. p. Palma,
Claudia. (2011). Velorio de Angelito y Canto a lo Divino. El significado de la muerte infantil dentro de
un ritual campesino. Tesis para optar al grado de licenciado de Antropólogo Social. Santiago.
Universidad Academia de Humanismo Cristiano, p.83.
29
Colección FUCOA, ALOTP, Biblioteca Nacional. Velorio del Angelito. Caja 9, carp.36, ficha 1398.
30
Chavarría, Patricia. (1997), c. p. Palma, Claudia. (2011). Velorio de Angelito y Canto a lo Divino. El
significado de la muerte infantil dentro de un ritual campesino. Tesis para optar al grado de licenciado
de Antropólogo Social. Santiago. Universidad Academia de Humanismo Cristiano, p. 86.
40
pequeños prejuicios y tropezones que te da la vida.” (Colección FUCOA, ALOTP,
Biblioteca Nacional. El angelito. Caja 47, carp. 203, ficha 10370). En este sentido se
glorifica la muerte del infante, debido a su naturaleza vinculada con la inocencia, lo
que le permite pasara a una mejor vida sin tener que experimentar los dolientes
pasos hacia el cielo o el infierno que le esperarían en el caso de los adultos. Su
figura es entendida como la de un ángel al cual se le está celebrando por días
enteros su transición al cielo y como tal, este ritual exige aceptar estas reglas
carnavalescas del juego, obligando, por así decir, a trasmutar la pena en alegría, el
dolor en gozo, el sufrimiento en consolación eterna. “El folklore del velorio del
Angelito es, al respecto, exigentísimo. El llanto esta censurado” (Salinas, 1991, p.
252). Es por esto que del velorio se alejan todas las sensaciones de tristeza y pena,
también fundamentando en el descanso del infante en el más allá, por esto era
común en la época escuchar frases como; “El <<angelito>> pena mucho en el cielo
cuando su madre lo llora demasiado” (Vicuña, 1915, p.174). Desde esta perspectiva
se explica entonces el ambiente de alegría y celebración ante la muerte de un menor,
sobre todo como un argumento que ayuda a darle tranquilidad a la familia: Si “la
madre que quiere que su hijo, muerto de corta edad, vaya al cielo, debe bailar al día
siguiente del entierro” (Ídem), o frases donde se glorifica al angelito entorno a su
pureza por el desconocimiento del pecado, “por eso no necesitaba de rezos para
salvarse. El entra derechito al cielo, y allí lo recibe San Pedro en persona. No hay
que llorar entonces, sólo recordar las cosas buenas y pedirle que ruegue a Dios por
todos nosotros” (Colección FUCOA, ALOTP, Biblioteca Nacional. Ángel sin alas. Caja
3, carp. 12, ficha 448). En este sentido al adentrase en la organización y estructura
interna de reproducción del velorio del angelito es visible que detrás de cada acción
hay un sustento religioso popular que confluye finalmente para dotar de sentido y a la
vez emocionalidad a esta tradición popular.
41
El velorio del angelito en el contexto nacional
En relación al contexto chileno esta ritualidad adopta características propias del
folclore nacional al desarrollarse con mayor ahínco en las zonas rurales del país.
31
Cuentos PRODEMU. s/u. El Angelito.
42
Pronto la idiosincrasia nacional fue transformando este ritual, o por lo menos así
lo demuestra el relato del escritor Baldomero Lillo, quien describe que cerca de la
localidad de Nahuelbuta
De modo que en algunas partes del sur de Chile el velorio del angelito se
vinculaba con un aspecto económico, en donde el cuerpo del angelito adquiría un
valor comercial debido a que los padres de los infantes entregaban su cuerpo a los
dueños de las cantinas, quienes se convertían en verdaderos empresarios fúnebres.
En otras ocasiones el angelito es acomodado como el centro de las donaciones
monetarias para financiar el velorio
32
Lillo, Baldomero. (1971). El Angelito. En: B, LILLO. Relatos Populares. Santiago. Nascimiento,
p.188-189.
33
Colección FUCOA, ALOTP. Biblioteca Nacional. El entierro del angelito. Caja 18, carp.75, ficha
3035.
43
entierro, pero en algunas ocasiones recibían ayuda de familiares quienes se
organizaban para correr con los gastos, incluso “en otras ocasiones se colocan
billetes para comprar el vino como símbolo de cooperación con el angelito”. (Palma,
2011, p.83). Comúnmente eran los padrinos y familiares cercanos quienes se
encargaban de costear los gastos producidos por el velorio, cuando los padres no
podían. “Los padrinos compraron el alba la que es un vestido y un par de alas
blancas” (Colección FUCOA, ALOTP. Biblioteca Nacional. Muerte del angelito. Caja
37, carp. 158, ficha 8080). Muchas veces relata Chavarría (1997) esta situación era
un reflejo de la condición socioeconómica de la familia pues se evidenciaba en las
vestimentas y decoración del ritual34, analizando de esta manera que la reproducción
de esta tradición abarco todos los estratos socioeconómicos de la sociedad chilena
hasta inicios del siglo XIX, así lo demuestra el relato de un joven extranjero que fue
testigo del velorio:
34
Chavarría, Patricia (1997), c. p. Palma, Patricia (2011) menciona que la corona de flores que lleva
puesta el angelito a veces puede ser de monedas, y permite reflejar la condición socioeconómica de la
familia del infante. Velorio de Angelito y Canto a lo Divino. El significado de la muerte infantil dentro
de un ritual campesino. Tesis para optar al grado de licenciado de Antropólogo Social. Santiago.
Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
44
me asegura que no siempre la madre se mezcla con la muchedumbre, sino
que a veces se sienta en un rincón a llorar35. (Sic)
35
Coffin, John. (1898). Diario de un joven norte-americano detenido en Chile durante el periodo
revolucionario 1817-1819. Santiago. Imprenta Ercilla, p. 97-98.
36
León, Marco Antonio. (1997). Sepultura Sagrada, Tumba Profana. Los espacios de la muerte en
Santiago de Chile, 1883-1932. Santiago. Lom, p.140.
45
Entonces, cuando el contexto espacial en que se desarrollaba esta tradición
cambia geográficamente hacía la metrópolis, el velorio del angelito adquiere cambios
sustantivos, comenzando a formar parte exclusivamente de una cultura popular,
transformándose particularmente en una práctica identitaria de una clase social. Pero
a la vez, esta tradición contrasta con las nuevas pautas sociales y culturales que se
desarrollaban de la capital.
Producto de la inmersión de Chile en el mercado mundial, la modernización
condujo al país a una potente industrialización y tecnificación, lo cual trajo como
consecuencia en el plano social una indiscutida modernidad en las practicas
socioculturales de los grupos dominantes, influencias traídas desde el viejo
continente que modificaron ampliamente las costumbres practicadas hasta entonces,
aferrándose al cosmopolitismo y la opulencia.
Este proceso de cambio (y vale la pena subrayar que fue un proceso) en las
formas de vida y en la mentalidad de la aristocracia criolla, ha sido vinculado
por distintos historiadores al auge reactivador de la industria salitrera, y a la
paulatina incorporación en el núcleo dirigente de los nuevos magnates de la
minería, del comercio y de las finanzas. También a la incorporación estructural
de la región en el sistema capitalista mundial, y al consiguiente aumento del
intercambio material y cultural con los países que por entonces estaban en el
centro del sistema: Francia, Inglaterra y Alemania37
37
Subercaseaux, Bernardo. (1988). Fin de Siglo: La época de Balmaceda: modernización y cultura en
Chile. Santiago. Aconcagua.
38
El concepto de experiencia vital se vincula a la propuesta de José Joaquín Brunner. (1986): Debates
sobre la modernidad y el futuro de América Latina. En: PROGRAMA SOBRE el futuro de América
Latina (PROFAL) de Unitar. Caracas, Venezuela, 6 de junio. FLACSO. p.1-63.
46
este contexto que pasada la mitad del siglo XIX esta ritualidad vio amenazada su
continuidad, en la medida que la elite de la época ponía en práctica los ideales
ilustrados enmarcados dentro del liberalismo, quienes encaminaban a la sociedad
hacía el progreso por la vía de la razón y la ciencia, en contraste hasta entonces con
la conducción religiosa que había tenido el país.
Influenciada por llegada de los ideales modernos la clase dominante comenzó a
desestimar el velorio del angelito en los funerales de sus infantes. Pero además tomo
una actitud combativa con respecto a la continuidad de su práctica por parte de las
otras clases sociales.
Es así, como esta práctica comenzó a ser repudiada por las altas clases sociales,
quienes mantenían el control estatal, estos criticaban las prácticas entorno a este
rito, argumentando en su contra los disturbios que se generaban en torno al él,
producto de la ingesta de alcohol. Situación que podemos ver expuesta en la prensa
de la época
39
Salinas, Maximiliano. (1991). Canto a lo Divino y religión popular. Santiago. Rehue, p.290.
47
I por lo visto no desaparece aun de nuestro pueblo la añeja costumbre de
celebrar los velorios de párvulos con bailes i cantos que jenerlmente terminan
en borracheras i pendenales40. (Sic)
Esta represión no fue solo ideológica, sino que también fue física, en la medida en
que la mentalidad de la clase dominante fue cambiando con dirección hacia un
proyecto civilizador, el otro sector de la sociedad siguió perpetuando las costumbres
de antaño. ”La civilización urbana estaba introduciendo en el ´800 todo un nuevo
sentido de la muerte, del cadáver, y de sus celebraciones religiosas. Lo campesino,
lo rural, es lo bárbaro” (Ibídem, p.291). Ante la opinión publica las medidas represivas
estaban justificadas y eran apoyadas por la elite, quien mantuvo en alza las
reclamaciones contra esta manifestación. Además, la Iglesia también se unió a la
persecución del velorio del Angelito de manera radical, abogando al rechazo de esté
debido a las repercusiones que fueron tomando las prácticas religiosas, pero además
quitándole todo el respaldo que esta creencia popular pudiera tener en sí. “La
actitud del arzobispado de Santiago hacia 1900 fue, en general, mucho más dura.
Prácticamente le negó toda validez religiosa a la fiesta popular, reduciéndola a una
simple borrachera” (Ibídem, p.293). Como se dijo anteriormente, la represión se
manifestó no solo como una crítica social y religiosa hacía prácticas que rozaban lo
profano por estos círculos, sino también policial, según Salinas esta comenzó a
hacerse efectiva hacia el año 1880, a los motivos que ya mencionamos, se sumaba
la conducta social que pudieron tener los participantes del velorio, esto debido al
ambiente festivo que allí se vivía y a la excesiva ingesta de alcohol, que terminaban
provocando conductas poco decorosas, las cuales fueron altamente reprimidas y
documentadas en diversos diarios del país.
Podemos evidenciar que por un lado se distancia esta tradición en la praxis de las
clases acomodadas y de la misma Iglesia, para pasar a formar parte del repertorio de
prácticas sociales de los sectores populares.
40
Los Debates, Santiago. 21 de Mayo de 1887.
48
Lo que sí podemos percibir, es un distanciamiento mayor de las clases
populares respecto de esa Iglesia institucionalizada […] En este contexto
social, tomo forma la secularización oficial de la década de 1870, que
pretendió lograr una definición de ámbitos para la Iglesia y el Estado, además
de facilitar el lugar para quienes, permeables a las nuevas ideas, comenzaban
a discrepar de la normativa establecida por el discurso católico 41
41
León, Marco Antonio. (1997). Sepultura Sagrada, Tumba Profana. Los espacios de la muerte en
Santiago de Chile, 1883-1932. Santiago. Lom, p.46.
42
Salazar, Gabriel. (2000). Labradores, peones y proletarios: formación y crisis de la sociedad popular
chilena del siglo XIX. Santiago. Lom, p.253.
49
Para comprender la oposición de los sectores populares a que su fe religiosa,
expresada de manera carnavalesca, se viera afectada por la modernidad es
necesario entonces, adentrarse en las pautas y valoraciones que este sector le
otorgaba a la religión en su diario vivir.
La división de la práctica religiosa en la sociedad chilena a finales del s. XIX
puede explicarse por el sentido que estos sectores le otorgaban tanto a la religión
misma, como a sus representaciones y/o manifestaciones. Es decir, la elite, en
particular la santiaguina estableció parámetros concretos, entre los público y lo
privado, y en ellos se desarrollaba concordantemente el estilo burgués, en oposición
a los sectores populares quienes no distinguían por un lado los espacios de
sociabilidad como lo hacía la elite, ni mucho menos la relación separatista entre
religión y diversión. Por el contrario, cada representación, manifestación,
peregrinación, velorio, y un sinfín de etcéteras era una oportunidad de celebrar
estrepitosamente la festividad que significa la experiencia de la fe.
El Canto a lo Divino.
En lo referente a las manifestaciones de religiosidad popular es muy frecuente
encontrar expresiones folclóricas que reflejen desde una perspectiva artística las
creencias religiosas de los sectores populares, es el caso del llamado Canto Popular.
Perteneciente a una rama del folclore, por el cual a través de sus letras se realiza
una mención a la realidad nacional, enfocada mayoritariamente a las vivencias de los
estratos socioeconómicos más bajos y a sus cotidianeidades particularmente en el
ámbito rural. El Canto popular engloba diferentes clasificaciones de canticos, existe
el Canto a lo Divino, a lo Humano, y a lo Poeta. Su diferenciación radica en la
organización de su estructura (decima) o por la clasificación de su temática,
recordemos que muchas veces la composición de estos Cantos, “es tanto literatura
50
como interpretación simbólica del mundo”43, es poesía y música a la vez, de ahí su
amplia difusión por medio de la Lira popular44.
43
Memoria Chilena. Canto a lo Divino. [en línea] <http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-
3320.html> Recuperado el 16 de mayo de 2016.
44
La Lira Popular son una serie de versos impresos y distribuidos en las zonas urbanas en los
sectores más humildes a finales del s. XIX y principios del s. XX, difundiendo por este medio la poesía
popular.
45
Palma, Claudia. (2011). Velorio de Angelito y Canto a lo Divino. El significado de la muerte infantil
dentro de un ritual campesino. Tesis para optar al grado de licenciado de Antropólogo Social.
Santiago. Universidad Academia de Humanismo Cristiano, p.34.
46
Memoria Chilena. Canto a lo Divino. [en línea] <http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-
95606.html> Recuperado el 22 de mayo de 2016.
51
El “Canto a lo Divino” se realiza en una rueda de 8 a 12 poetas populares que
cantan sus decimas durante toda la noche, con motivo de la “Cruz de mayo”,
alguna fecha religiosa o el velorio de un “angelito”. Cuando termina la vigilia se
toma desayuno y comienzan algunos desafíos a cantar “A lo Humano”, que al
igual que el canto a lo divino, son decimas compuestas con anterioridad 47
47
Educar Chile. El canto popular chileno. [en línea]
<http://www.educarchile.cl/ech/pro/app/detalle?id=91505>. Recuperado el 17 de julio de 2016.
48
Salinas, Maximiliano. (1991). Canto a lo Divino y religión del oprimido en Chile. Santiago. Rehue, p.
257.
52
por lo vistosa y bonita
y a usted le digo, mamita,
no llore ni tenga pena.
…
El Hacedor me ha llamado
a fin de que me mejore
por eso, madre no llore,
Que voy a ser perdonado.
…
Mamita no tenga pena
porque ya me voy a ir
no haga lo de Magdalena
que fue una niña orgullosa
y la Virgen bondadosa
vendrá hacerle compañía49
53
incidiendo en las mentalidades de sus participantes, quienes otorgaban al Canto a lo
Divino la efectividad de la llegada del angelito al cielo.
54
Capitulo IV: Sociabilidad y religiosidad popular
55
reforzando los elementos constitutivos de la identidad popular”. (Lozoya, 2014, p. 63)
Del mismo modo, y en un periodo como el analizado en donde los cambios políticos
y sociales están en constante ebullición, las conductas adoptadas por estos sectores
se configuraron en función del nuevo contexto modernizador.
52
Lozoya, Ivette. (2014). Delincuentes, bandoleros y montoneros. Violencia social en el espacio rural
chileno (1850-1870). Santiago. Lom, p.63.
56
Es interesante constatar la unión intrínseca que existía muy inicialmente entre
religión popular y el fomento a las relaciones sociales alrededor de estas
peregrinaciones. “En ellas el pueblo encuentra además, la oportunidad de adquirir
bienes, identicarse colectivamente con la comunidad degustando comidas especiales
[…] y participando en galanteos y renovación de viejas amistades” (Ídem). Ahora, el
tránsito entre la religión oficial y la popular puede caracterizarse por la forma de
instauración de la cristiandad en el continente latinoamericano.
De esta manera se unen dos aspectos primordiales que le dan vida al concepto de
religiosidad popular; el sustrato religioso y las representaciones de carácter
folclórico54. Por medio de estos aspectos “el acercamiento verdadero del Evangelio
con las poblaciones paganas se produjo a través del contacto con las formas de la
religión popular ibérica” (Ibídem, p.18), región española desde donde se exportaron
variadas manifestaciones religiosas, entre ellas el velorio del angelito.
53
Fernández, Maricarmen. (2003). Velorio de angelito: muerte inocente. Tesis para optar al grado de
Licenciado en Diseño Gráfico. Santiago. Universidad Finis Terrae, p.15.
54
“Se reconocen como folklóricas aquellas manifestaciones en que la actividad es organizada
espontáneamente por la gente en respuesta a sus necesidades religiosas, como es el caso del velorio
de angelito”. Fernández, Maricarmen. (2003). Velorio de angelito: muerte inocente. Tesis para optar al
grado de Licenciado en Diseño Gráfico. Santiago. Universidad Finis Terrae, p.14.
57
canticos a lo Divino que en honor del angelito compusieron diversos folcloristas
nacionales.
Por otro lado, la cercanía que estas manifestaciones tienen con los sectores
populares comienza hacerse vidente cuando
una minoría ilustrada comenzó en este periodo a expresar una nueva forma
de religiosidad, que consistía en una vida basada en la tradición y la fe, más
centrada en la razón y la idea del progreso, […]. El conflicto teológico se
evidencia entre la elite criolla y la población mestiza, considerada por esta
como ignorante, disparatada, supersticiosa y pagana. A fines de siglo la
sociedad chilena está divida en dos clases antagónicas; los aristócratas ricos
y los plebeyos pobres55
55
Fernández, Maricarmen. (2003). Velorio de angelito: muerte inocente. Tesis para optar al grado de
Licenciado en Diseño Gráfico. Santiago. Universidad Finis Terrae, p.22.
58
Si la ideología oficial es la cristiandad hispano-católica, la sabiduría popular
resistirá en las formas paganas. Si más tarde la ideología dominante es una
cristiandad ilustrada, la sabiduría popular se mostrará como un cristianismo
supersticioso. En fin, si la ideología oficial es la modernidad civilizante, la
sabiduría popular aparecerá como bárbara, atrasada o inculta56
56
Salinas, Maximiliano. (2000). La Sabiduría campesina y popular chilena del siglo XIX. En el cielo
están trillando. Para una historia de las creencias populares en Chile e Iberoamérica. Santiago.
Universidad de Santiago, p.27-44.
57
Para Salinas es preciso ser consciente de la mixtura cultural Iberoamérica que se desencadeno tras
los procesos que colisionaron en el encuentro entre europeos y los pueblos indígenas y/o africanos.
La fe del pueblo proviene “de tiempos remotos, de épocas pretéritas, de la Edad Media o el
Renacimiento europeo, de las tradiciones indígenas de América o negras del África, de los agitados
siglos coloniales […] Los portadores privilegiados de estos tesoros de la dicha y la bienaventuranza
son la gente común y corriente, los hombres, las mujeres y niños de todos los días y de todos los
tiempos”. Salinas, Maximiliano. (2000). En el cielo están trillando. Para una historia de las creencias
populares en Chile e Iberoamérica. Santiago. Lom, p.21.
59
fuera de los cánones impuestos por la Iglesia para profesar el dogma católico, pero
además se desbordan los parámetros de homogenización y orden decimonónico, y
por ende el proyecto modernizador.
La modernización de la Iglesia
Cuando una sociedad transita el camino de la modernidad parece indispensable
separar el plano político del religioso, en el caso chileno se intentó delimitar la
influencia de la Iglesia en los asuntos estatales, debido a la vinculación de la Iglesia
Católica como una institución “supersticiosa y como un obstáculo para la
modernización de la cultura y la sociedad” (Stuven, 2014, p.189), más aún cuando
desde el Estado existe una influencia de corte liberal como el de la década de los
sesenta.
58
En 1925 el Estado de Chile recién estipula en su Constitución la separación de la Iglesia Católica.
60
modernidad. Lo que sucede es más bien una recomposición de lo religioso al
quedar ausente de ciertas instituciones o funciones sociales, políticas y
económicas, pero no por ello de su presencia en la cultura y en lo político.59
De modo que tras la culminación de los debates por la promulgación de las leyes
laicas y su eventual puesta en marcha, la sociedad chilena evidencio un cambio con
respecto al rol que la Iglesia debía jugar en el ámbito público, pero este nunca fue el
restarse como participante de los asunto contingentes del país. De modo tal que el
resultado de aquella laicización fue una institución eclesiástica que se adecuo a los
cambios que vinieron como consecuencia de la instauración en Latinoamérica sobre
todo, del proyecto modernizador y la propia modernidad, pero sin que esto significase
una fuga de creyentes católicos ni muchos menos alejarse de su relevancia como
actor social dentro de la opinión pública.
59
Stuven, Ana María. (2014). La religión en la esfera pública chilena: ¿Laicidad o Secularización?
Santiago. Universidad Diego Portales, p.190.
60
Un Sínodo en el lenguaje eclesiástico puede corresponder a un concilio o asamblea de variadas
autoridades religiosas sean estos obispos, vicarios, etc.
61
velorio. Cabe mencionar respecto a lo anterior que la Iglesia se cuadro con el Estado
y la prensa ante la opinión pública para reprimir la mantención de esta práctica. “La
Iglesia católica, jerárquica, le proporciona a esta sociedad señorial un sostén
ideológico y político de primera magnitud, junto al Estado, primero imperial hispánico,
y después ante la República oligárquica (hasta la separación Iglesia-Estado en
1925)” (Salinas, 1991, p.274). Los intereses creados entorno a la religión oficial se
ven sobrepasados por la reproducción de la religiosidad popular, altamente extendida
y practicada por las clases populares. El modo quizás más cercano que la Iglesia
tenía para desacreditar al velorio era atacar el argumento religioso que los sectores
populares le otorgaban, más aún si de esté se desprendían posteriormente
borracheras y peleas producto de la ingesta de alcohol vinculado al carácter festivo
que sustentaba al ritual.
¿Las razones que la Iglesia tenía para ir contra de esta práctica? Pueden ser
muchas y muy obvias. Efectivamente el aparato argumentativo de la religiosidad
popular es contrario a los supuestos teológicos que rigen la práctica del catolicismo,
dicha religiosidad es una creencia extendida alrededor no solo de los sectores
populares en el contexto urbano sino que profundamente arraigada en el sector rural.
61
Salinas, Maximiliano. (1991). Canto a lo Divino y religión del oprimido en Chile. Santiago. Rehue,
p.275.
62
Chile y el resto del continente, ya que son directamente vinculantes con las
desigualdades sociales que las propias clases populares experimentan.
Es visible aquí siguiendo la idea de Salinas las dualidades que representan por un
lado la contraposición de la religión, entre la oficial y la popular, entre la seriedad y lo
carnavalesco62. Sin duda desde esta perspectiva se podría explicar la compleja
organización interna que reinaba dentro de estos sectores, oponiéndose incluso a lo
impuesto desde un plano celestial Los sectores populares conscientes de que la
religión oficial “puede definirse como un tipo peculiar de religiosidad elitista, que
acentúa los rasgos jerárquicos, paternalistas de autoridad” (Ibídem, p.274), se
contraponen a la perpetuidad de lo establecido desde la Iglesia y desde el Estado por
medio de la práctica de manifestaciones como el velorio del angelito, en virtud de su
desigual condición frente a la sociedad resquebrajando y reproduciendo un nuevo
modelo de reproducción.
62
Ídem.
63
Conclusiones: ¿Resistieron?
Las primeras afirmaciones realizadas en este trabajo proponían una resistencia por
parte de los sectores populares ante la imposición de una unidad religiosa-cultural
por parte del Estado, siendo este apoyado ante la opinión pública por la Iglesia y la
prensa. Ante tal situación se propusieron interrogantes para dilucidar el modo en que
el Estado reprimía las manifestaciones de religiosidad popular de los sectores
subalternos, medidas que finalmente son representadas bajo acciones represivas,
las cuales se comprobaron fueron sostenidas durante todo el periodo de estudio,
sirviéndose el Estado de los mecanismos policiales y jurídicos para restringir el
comportamiento festivo que caracterizaba a los sectores populares, quienes
mantenían en su universo mental practicas festivas entorno a la religión, siendo estas
sustentadas por una visión del funcionamiento del mundo al revés, en comparación
con el modelo de orden imperante.
Sin embargo, la actitud frente a esta represión por parte de los sectores populares
fue paulatina. Evidentemente existe una imposición efectiva hacia este tipo de
prácticas, pero en relación a la incidencia que tuvo tanto el Estado, la Iglesia y la
prensa es pertinente cuestionar su alcance. Por un lado, el Estado sirviéndose de la
proletarización de las clases bajas logró integrarlas al proyecto modernizador y por
ende a sus pautas de alineación, situación mediante la cual los sectores populares
sirvieron como mecanismo efectivo por medio del trabajo para reproducir el modelo
capitalista y por ende resquebrajar hasta cierto punto la reproducción y mantención
64
de sus prácticas religiosas. Pero también es cierto que el descenso en la práctica
funeraria del velorio del angelito no es del todo atribuible a la acción represora de los
tres organismos antes mencionados (Estado, Iglesia y prensa), hay otros factores
que condicionaron su desaceleración. Como por ejemplo, la paulatina baja en las
tasas de mortalidad infantil que fueron causa de las políticas de Estado en materia de
salud al evidenciar las paupérrimas condiciones de higiene y salubridad de los
sectores populares frente a situaciones como La Cuestión Social, hecho que
repercutió positivamente en un considerable descenso en las tasas de defunción de
infantes por el resto del siglo XX.
63
Creación de la Caja de Retiro y Montepío, 1915. Ley de Indemnizaciones sobre Accidentes del
Trabajo, 1916. Ley de Descanso Dominical y Salas Cunas, 1917. Ley de Instrucción Primaria
Obligatoria, 1920, entre otras.
65
santuarios del país por el servicio que prestan a los peregrinos y por la fe que
en ellos se renueva cada día64
64
Pedro Ossandón, Pbro. Seminario Litúrgico 10 de noviembre de 2002, c. p. Fernández,
Maricarmen. (2003). Velorio de angelito: muerte inocente. Santiago. Universidad Academia de
Humanismo Cristiano.
66
Anexo: Cuentos PRODEMU
Relatos de velorios de angelitos
El Angelito
Encima de una modesta mesa de campo en la que a diario acoge, entre risas,
alabanzas, tristezas ante todo acontecimiento del diario vivir, ahora ésta misma mesa
en un nuevo rol de servicio sobre ella será colocado el Angelito envuelto con su
mejor ropita y con todas las medallitas habidas en la casa, éstas cuelgan alrededor
de su cuello y manitas, rodeándolo con hileras de velas como lágrimas burbujeantes
y sonoras al chisporroteo de los intrusos mosquitos, y a muy poca distancia de la
mesa velatoria en redondela se agrupan familia, amigos y vecinos sentados en
bancos de madera, sillas de paja y pisos de totora, al principio en un gran silencio y
emotivos suspiros y miradas de dolor que poco a poco van conversando y a la vez
tomándose grandes pausas de silencio.
67
Así poco a poco los ánimos cambian y a la conversación se pone animada
haciendo nuevamente recuerdos de los hechos imaginativos relacionados al Angelito
como, que los perros habían aullado porque veían la muerte, otros comentan haber
oído el grito muy raro de un pájaro que solo se [sic] siente gritar cuando alguien va a
morir. Así entre relato y relato se van entreteniendo y dándose valor convencidos que
el Angelito ahora está en el cielo hablara por todos ellos ante el Señor. Se puede
percibir en sus almas el calor de la ternura y la inocencia de la comprensión con todo
ese sentido místico se van calmando las penas.-Empieza a atardecer siguen
llegando otros vecinos con las cantoras que de inmediato nose hacen de rogar en
mojar sus gargantas con el gloriado65 especialmente preparado para este triste
momento, uno a uno van mostrando sus cánticos que según ellas son cantos a lo
divino para que el Angelito se vaya sonriendo al lado del Señor, el tiempo parece que
no transcurriera, en medio del fogón ahora cuelga la olla de fierro generosamente
llenada con el sabroso gloriado, así pasen al anochecer con la inocencia y misticidad
de los canticos pasan infaltables relatos de aparecimientos, hasta de haber visto al
diablo.
Afuera empieza a aclarar y la neblina parece que enlutara todo, la casa, el patio,
los árboles, nadie hace alarde de moverse, el acompañamiento debe continuar y a
eso del medio día el amarillento sol de otoño trae un poco de consuelo para
prepararse [sic] a partir junto a la carretera que llevara al Angelito a su descanso
eterno. El trayecto es largo se van uniendo poco a poco el resto de los vecinos,
caminan en silencio sobre la tierra húmeda y el barro negro que parece enlutar el
camino, más adelante el verde amarillento de los arboles a ambos lados del camino
van produciendo una tenue tranquilidad, armonía y paz que los hace sentirse más
aliviados en el último adiós al Angelito...
65
Es una bebida alcohólica que se consumía especialmente en el velorio del angelito. Su elemento
básico era el aguardiente, acompañado de azúcar, canela y clavos de olor.
68
El cantarito de lágrimas.
Desde antes de 1800 en algunas zonas del Valle Central se recordaba al morir un
niño la leyenda del Cantarito de Lágrimas, cuya versión original venía de España.
Una de las tradiciones, que aún se conservan en los pueblos del centro y del sur es
la de los angelitos. Niños a los cuales se les debe cantar y rezar al morir como una
forma de enviarlos al cielo. Es probable que esta tradición provenga de la idea que si
un niño es llorado o se lamenta su muerte no podrá alcanzar el reino de Dios por lo
que deberá permanecer eternamente en el purgatorio.
He aquí la historia narrada por las abuelas y leída muchas veces en los Cuentos
de Calleja.
“Vivían en una pequeña ciudad una madre con su hija. Ambas se querían mucho,
pues la madre no tenía más que a esta niña como fruto de su matrimonio y, sin ella
no podía estar ni vivir.
Tres días y tres noches estuvo la madre velando (sic), llorando y rezando al lado
de su querida hija, pero esta murió. Entonces, la madre, que estaba sola en toda la
tierra de Dios, sintió un cruel e inexplicable dolor y no comía ni bebía; no hacía más
que llorar y derramar sus lágrimas sin consuelo, y así se le pasaron tres días y tres
noches. Cuando llegó la tercera noche en su incesante amargura, estando todavía al
lado del lecho de muerte de su hija, cansada de derramar lágrimas y de tanto dolor,
perdidas las fuerzas se quedó dormida junto a la cama. Entonces, se abrió la puerta
suavemente y la madre, que había sentido un vientecillo a su lado, abrió los ojos y
vio delante de ella a su difunta hija. Esta se había convertido en un celestial ángel y
sonreía dulcemente mostrando un rostro inocente y más hermoso aún por la
transfiguración. En sus pequeñas manos tría un cantarito que estaba rebosado de un
cristalino líquido. La niña se acercó a la madre, se sentó en el lecho y le dijo:
69
Mira en este cantarito están tus lágrimas, las que has vertido por mí durante tantos
días; el ángel de la aflicción las ha reunido e este cántaro de cristal. Si lloras por mí
solo una lagrima más, se derramará el cantarito y yo no tendré ya descanso en la
sepultura ni bendición en el cielo. Por esto querida madrecita, no llores más a tu hija,
porque ha subido a la región de la vida eterna, es dichosa y son ángeles sus
compañeros de juego.
70
Una plegaria para el angelito
Ya hacía más de tres días y tres noches que se encontraba en la misma posición
en el mismo sitio inerte, ensimismado en no querer hablar, tieso y ligeramente
azulado.
Sabía que no debía llorar, sabía que esta debía de ser una fiesta para el angelito,
sabía que él estaba bien, y tenía la seguridad que todo lo estaría, como pasa todo
en la vida, como pasa el tiempo, como pasa el recuerdo, como pasa el amor. Sin
embargo había algo que no sabía… no sabía por ejemplo: porque su corazón se
oprimía, no sabía por ejemplo como se podía contener tanta angustia, tanta rabia,
tanta aflicción, no sabía porque su alma se partía en mil pedazos, no sabía cómo
contener tanto dolor.
Escucho por fin su propia voz y se dio cuenta que cantaba y no cantaba ningún
salmo o una plegaria, cantaba una canción de cuna, especie de cueca, especie de
rumba.
71
Tanto servir y servir platos se le habían entumecido las manos y o podía aplaudir
llevando el ritmo de la melodía como los demás parientes.-¡Diablos! –nunca pensó
que se podían tener tanos parientes, juntos los de ella con los de Manuel sumaban
más de cien. Quizás había aumentado algo al número a partir del último velorio.
Cruzó las manos y por un momento sintió temor y si dañaba con sus
pensamientos al niño, so este en aguas de su llanto no encontraba el camino… el
camino a Dios Padre Todo Poderoso. Amén.
Por supuesto que todo estaba bien era lo correcto, la usanza, Manuel no lloraba,
parecía inquebrantable, sin embargo tenía el rostro contraído en un expresión
profunda, tanto años encima tan de pronto, que caen como cae el chorro de agua
helada, tantos surcos en la cara que se le venían de golpe, pero él no lloraba.
Sabía que estaba bien pero, porque estaba bien, no, estaba mal, claro que estaba
mal, sabía que no volvería a jugar con él, sabía que no podría amamantarlo y sabía
el gran vacío que la casa tendría sin él y…
Dios te salve María llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tu eres,
bendito es el fruto…
72
Manuel permaneció inmóvil, negro, todo negro, negro su traje, negra su alma,
blanca su piel… Ambos observamos lentamente la hilera de hormigas que subían por
su pequeño cuerpo, como lo abrazaban en manchas voraces, las manos, los ojos el
sexo, las hermosas y brillantes alas de papel crepe, ninguno de los dijo nada, pero
ambos en silencio nos miramos y sin percibir siquiera nuestra callada tristeza ambos
lloramos.
73
Anexo: Colección FUCOA
Relatos de velorios de angelitos
Debido a las circunstancias de aquella época, morían muchos infantes de corta edad,
ate todo por falta de higiene en los alimentos y diarreas de los tórridos veranos.
Así le sucedió a Pedro Ponce y su mujer Auristela. Contaban con un buen número
de hijos de todas las edades, sin embargo el menos, de solo 3 años, enfermó
gravemente. Como el centro asistencial más próximo estaba muy lejos y era difícil de
alcanzar, supusieron que los remedios suministrados por la meica con su colección
de hierbas medicinales, iba a ser suficiente.
El destino decidió otra cosa, el pequeño Juan cerró sus ojos para siempre,
produciendo una pena y llanto enorme de deudos, familiares y amigos.
74
El acontecimiento se transforma de luto estricto, en fiesta y jolgorio de guitarras y
cantos. Fluye el pisco y el vino o la chicha. De vez en cuando se interrumpe la
música, para dar paso a pena intensa. Comienzan ruidosos llantos de las “lloronas”
con intensas manifestaciones de dolor muy visible. Nuestro Juanito, vestido y
apoyado a la pared. Hay flores y velas por doquier, y los pequeños párpados se
encuentran abiertos, sujetos con palitos de fósforos.
Frente a esta mesa se une en un solo todo, luto, lloronas, jolglorio, guitarras y
cantos. Hay un ir y venir de parientes, amigos, vecinos, todos desean ver al
“angelito”, y participar del evento, en dolor y alegría, invitados a participar, comer y
consumir trago abundantemente.
El velatorio-fiesta en este caso duró 2 días y dos noches. Al segundo í a era hora
de pensar en el entierro. Los compadres de don Pedro se habían acercado al
cementerio parroquial muy antiguo y no dependiente de la autoridad civil del pueblito
cercano. El cura párroco escogió junto con ellos un lugar apropiado y bien delimitado.
Expresó claramente que el pequeño cementerio estaba sobrepoblado de muertos
sepultados en el correr de tanto tiempo, comenzando desde la época colonial. Lo
cual no permitía error en el lugar exacto de la sepultura.
A temprana hora fueron enviados 4 deudos con palas, para preparar la sepultura.
Todos ellos con pasos inciertos y claras señales de los excesos etílicos, debido al
tiempo prolongado de su participación en los hechos.
Al ser bajado el ataúd pequeño del carro funerario, todos lloraban, y se escuchaban
sollozos intensos. No estaba claro que si de pena o “mona llorada”. El grupo ingresa
75
al camposanto, y se acerca a la tumba excavada por los deudos enviados como
vanguardia.
De antemano, gracias a los grados etílicos, habían equivocado por dos metros el
lugar exacto indicado por el cura párroco. AL cavar, se habían encontrado con lo
siguiente:
76
Al final, y por vieja costumbre, discurrieron al el mayordomo del predio, presente,
que por la autoridad mayor a la mano, era el único en condiciones de poder
aconsejar y ayudar en esta disyuntiva…
“Ño Alberto: que hacemos?” No Alberto frunció las cejas, y pensó como salir de esta
encrucijada. Dar aviso a la autoridad era peligroso y completamente desaconsejable,
llamar al cura párroco menos todavía. Todo ello traería consecuencias no
previsibles… y por suerte el cortejo se encontraba solo en el camposanto.
Así se hizo, y todos se retiraron satisfechos del cementerio. Y como paso ya más
firme se encaminaron al infaltable “quitapenas”.
77
El angelito
Por planes de vida tuve que venir a Chonchi a estudiar al Instituto del Mar William
desde, una isla, Melinka, ubicada en la XI Región. Acá descubrí nuevas creencias,
costumbres, tradiciones y por supuesto innumerables historias que nunca había oído.
Debido a que estaba muy, muy lejos de mi casa tenía que quedarme todo el año
en el internado y a veces mis compañeros me invitaban a pasar el fin de semana en
sus casas.
Una de estas visitas la realice a Lemuy, una isla que colinda y se separa por el
Canal Yal, respecto del pequeño poblado de Chonchi en la isla de Chiloé, a la casa
de Cristian Barría, “K-po” como le decimos en el colegio, el cual me llevó al hogar de
su abuelo don Epifanio Barría, quien, en una lluviosa tarde de invierno me contó la
siguiente historia:
Cuando un niño nace, todo el mundo dice que un nuevo angelito ha llegado a la
tierra. Si este angelito por esas casualidades del acontecer, fallece, que si bien es
cierto, es una tragedia tremenda y muy penosa, la gente en vida no tenía capacidad
para discernir entre lo bueno y lo malo, por lo tanto no cometió pecado alguno. Eso
es lo que pensaría cualquier persona ajena a Chiloé, sin embargo, los habitantes de
Isla Suit tenían otro modo de pensar…
Isla Suit es una isla de Chiloé, en la cual la mayoría de los habitantes son
descendientes de indígenas (huilliches). Es una sociedad sin grandes diferencias,
ellos son muy unidos. Enfrentar las bravuras del mar chilote y las lluvias torrenciales
e incesantes del clima de Chiloé (sic), sin aparente temor. Son capaces de salir
adelante u de no perder la confianza en sí mismos y por supuestos, celebrar sus
innumerables creencias que sean transmitido de generación en generación dando
paso así a la incesante hermandad y unidad que existe en estas bellas islas de la
décima región las cuales siempre tienen una historia o creencia que contar. Una de
estas creencias era la de “El Angelito” que se trataba de un bebé y su ángel interno.
La historia es la siguiente:
78
Cuando un bebé nace en la Isla Suit es la novedad del pueblo y en cosa de
minutos todos los pobladores están en casa del bebé, felicitando a los padres y
llevando todo tipo de regalos para la familia, sin embargo, Alex es un isleño que no
lograba tener un hijo con su esposa y se tenía que conformar con la felicidad del
resto de los padres. Todas las noches le pedía al señor que lo ayude y le dé un hijo,
hasta que un día sucedió, su mujer quedó embarazada, Alex no lo podía creer, su
felicidad revoloteaba por todo su cuerpo y se preparó para ser un buen padre.
Pasaron los meses y su hijo nació, era un varón un bebé hermoso, Alex no podía
estar más contento, lo besaba, lo cargaba, lo acariciaba y a los tres días de nacido lo
sentó entre sus piernas y por algo inexplicable al saber de Alex y su comunidad, su
bebé murió. A pesar de toda la pena que sentía, Alex tuvo que seguir con sus
creencias y realizar la fiesta de “EL Angelito”.
Es una fiesta que dura cuatro días, en el primer día el bebé se le arregla como si
estuviera vivo y se pasea por toda la isla, la gente lo pide tenerlo un ratito en sus
hogares y así poder estar protegida de todo mal ya que el angelito resguarda las
casas por donde pasa. Al segundo día se le hace una ceremonia en la iglesia y toda
la gente del pueblo le ofrece un regalo como agradecimiento por estar cuidando sus
hogares. Al tercer día al bebé se le baña y se le viste con el más elegante de todo el
pueblo y se le sienta en una mesa junto a una pared, en un lugar de privilegio de la
casa donde será la fiesta porque eso sucede al tercer día, una fiesta, para que el
angelito pueda dejar su cuerpo, descansar en paz y hacerle el bien ha alguien que lo
necesite. Al cuarto día se forma un pequeño dialogo entre las familias para ver quien
tiene el angelito en su hogar y cuando deducen quien es el dichoso, que no sé cómo
lo hacen porque es un secreto e tradición, que a conseguido que el angelito se quede
en su casa cuidándola y resguardándola los demás lo felicitan y se alegran mucho
porque saben que el alma de ese bebé está obrando de buena forma y sirviéndole de
alegría a una persona que lo necesita.
Por esta razón la gente es muy unida y cada vez que ocurre una ceremonia como
esta en la isla, mirada desde lejos, en una noche clara de luna llena, se ven
pequeñas lucecitas que arriban al cielo como si el angelito fuera a conocer su misión
79
que debe realizar en su pueblo, es un momento mágico que solo hay que verlo para
poder explicarlo.
Según Don Epifanio la primea vez que el vio esto, era un niño, quedo atónito, sin
palabras, luego, después de mucho correr el tiempo, el, al igual que Alex, tuvo que
realizar esta ceremonia, según me contó, y dice que es lo más profundo y emotivo
que puede hacer un padre en honor a su hijo.
80
“Muerte del Angelito”
Sara era buena pero pobre y tenía 6 hijos, Adela, Fanny, Juan, Carlos, Víctor,
Hugo Pancho y el menor Antonio, simplemente llamado “Toño”.
Emilio era el marido de Sara, trabajaba en la granja de don Pedro quien era un
ricachón que tenía como 5 lechugas ¡Que se yo! Pero Pedro tenía como 180
animales o más y tenía ¡Nose cuantas cosas más! Y el salario de Emilio era $3.000
no más.
Bueno la vida de Sara igual era feliz ya que tenía una familia. Un día Sara se dio
cuenta que estaba embarazada de nuevo. Le dijo a la partera:
Mamita Leo, estoy embarazada ¿Me podrías ayudar cuando nazca, el Niño?
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Cuando Adela entraba a la casa con su vecinita Marcia el niño movía sus brazos
feliz:
¡Marcha, marcha!- le decía en el idioma de niño.
Los otros hermanos se hacían los lesos porque decían - ¡Oh! Qué lindo el niño
que llegó de Paris.
Una madrugada Luis Hernán amaneció enfermo, vomitaba su comida y tenía
diarrea. Su madre le dio agua de menta y de paico pero fue inútil. Luego lo llevo
donde la meica y le dijo: Sra. Rita mi hijo está enfermo ¿Qué hago?
-No llores, yo lo mejorare- le dijo cuándo Sara estaba revuelta de lágrimas – hay que
quebrarle el empacho- dijo la meica nuevamente. Y lo puso de guatita en su rodilla
buscándole el hueso de su colita.
Ella dijo- sonó clarito cuando le quebré el empacho. Luego lo santiguo por el mal de
ojo.
Después de rezar y todo, le dijo- tendrá que tomar todas las hierbas, que te di.
Pasaron días y el niño no mejoro. La vecina le dijo que lo llevara al hospital, lo
llevó y el doctor dijo tendremos que hospitalizarlo.
Al devolverlo no era el mismo niño que antes.
Una noche Adela durmió con Luis Hernán y su madre se quedó toda la noche
despierta pero llorando y al amanecer el niño murió de a poco y dio un suspiro y
murió completamente.
Su madre lloraba infinitamente, las vecinas vinieron a ayudar y arreglaron la pieza
donde iban a velar al niño. Los padrinos compraron el alba la que es un vestido y un
par de alas blancas.
En una mesa con un mantel blanco colocaron la silla y sentaron al niño de cara
cenicienta y por los bordes adornaron con flores, le cantó con una guitarra hasta el
amanecer un canto del pueblo canciones tristes y bonitas.
Sara dijo más tranquila – Él se irá al cielo pero su corazón, se quedara en el mío.
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El plan del angelito
No era fácil mantenerse en pie luego de tan extenuante caminata, sabía que debía
llegar al pueblo al cual había ido destinada para cumplir con el objetivo del programa
y las fuerzas me empezaban a flaquear. La sombra de un frondoso sauce sirvió para
retomar energía, me recosté un instante, mis ojos se cerraron vencidos por el sueño,
el frio golpeo mi cara horas más tarde, al mismo tiempo, una cálida voz me instaba a
levantarme:
Señorita ¿Despierte, que está haciendo aquí? ¿Es tan tarde para que ande sola?.
Me dijo sentenciosamente.
Soy la nueva coordinadora del programa para la mujer campesina. Le dije, llegue
hoy por la mañana, pero en el pueblo donde me dejo el bus no había movilización a
esa hora y un hombre dijo que debía caminar para llegar a mi destino,
No puede ser, dije confundida mi jefe despacho el telegrama hace dos días
avisando de mi llegada.
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Apresure mi paso y allí ante mis ojos se habría un singular paisaje, casas de
adobes ennegrecidos formaban una hilera de construcciones antigua, el centro lo
ocupaba una cancha d tierra cuya simetría parecía haberse esfumado con el tiempo,
a su lado una construcción amplia, de no ser por la vieja cruz que se erguía en la
parte delantera, nadie apostaría que era una capilla.
¿Dónde queda la escuela? Pregunte- ansiosa por darme una ducha y poder comer
algo, pues mi estómago me avisaba continuamente, de lo poco generosa que había
sido durante la mañana.
El griterío infantil que se produjo detrás de unos caseríos antiguos me alerto sobre
la ubicación del colegio, encamine mis pasos hacia allá y mi asombro fue mayúsculo
al observar que a diferencia de la casa de adobes, la escuela completamente de
madera se levantaba majestuosa.
En el umbral de la puerta apareció una joven mujer a juzgar por su tarto hacia los
chicos, supuse que sería maestra.
¡Vayan a sus casas criaturas! Les dijo, con un tono severo desmentido por sus
gestos cariñosos, al mismo tiempo que avanzaba a mi encuentro.
Me presente sin antes disculparme, por los equívocos que se habían producidos
en relación con mi llegada.
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Bienvenida a Chilcal, me dijo amablemente.
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sorprendente oscuridad que se presentaba en esa oportunidad, le daba al momento
una mística e inquietante visón.
Partió el cortejo e intente separarme del grupo, disminuyendo mis pasos, y para mi
sorpresa la señora se acercó.
Señalo conmovida.
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Volando va el angelito
Era pasado el tiempo de cosechas cuando, una mañana de Marzo, tibio aún, llega
a la galería asoleada de sus patrones, a la hora de servir el desayuno, Estela, la
cocinera de la casa, llorando y secando sus lágrimas con ambos antebrazos, en
forma alternada pues estas no cesaban de escurrir por sus enrojecidos ojos.
-En la mañana cuando desperté pa´ darle pecho, me la corrí pál cuerpo y ya estaba
heladita, muerta yá, quizás a qué hora fue, se murió solita, son llorar siquiera, a lo
mejor fue mi culpa, ¡cómo no me di cuenta…es que no estaba enferma…no sé qué
“jué” lo que pasó!-¿Qué quieren pál desayuno?
¡Deja eso mujer por Dios y vamos de inmediato a verla dice Doña Elena, la patrona,-
¡ Que desayuno ni que nada!- ¿Ya lo sabe tu mamá?
-Le mandé avisar con el Tolo, ¡se acuerda que ella misma me la recibió cuando la
tuve y me la había pedío de ahijá”?- Sí pues Estela.
A doña Elena le impacto bastante lo del derrame, pues no había visto en su vida,
como vio en la pequeña guagua, cuando nació 2 meses atrás , la forma como fue
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tratado el ombligo después de separarlo de la madre en el parto y la rapidez con que
este estuvo seco y se desprendió solo en tres días; ¿Cómo fue?
Llega la abuelita, Doña Carmen, con paso cansado, lento, como no queriendo
llegar a lo que irremediablemente tiene que aceptar: encontrarse con su pequeña
nieta muerta de improvisto. Su cara muestra una mueca de dolor y llanto contenido y
se abraza a Estela, quien rompe en sollozos al sentir la pena que también trae su
madre, matrona, comadre y abuelita de la niña.
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cintura y con esto da una gran amplitud al ruedo del “albita”. Este trabajo no se debe
coser a máquina, solo se hace a mano con aguja y su nombre lo toma por la
blancura del alba. Doña Carmen mientras cose, mira de reojo a su hija y está,
sentada flácida y muy pálida, parece una estatua desencajada: con sus enormes ojos
negros abiertos en una mirada sin un objetivo en particular, solo suspira profundo de
vez en cuando, con sus pensamientos perdidos en su propia pena. A la abuela se le
caen unos lagrimones al ver por lo que está pasando su hija y a lo mejor por revivir lo
mismo que pudo haber pasado ella en su juventud.
Manuela, una vecina que había llegado a acompañar no hacía mucho rato, ve caer
las lágrimas de Carmela, encima de la delicada prenda y rápidamente se la quita
diciéndole en tono de reproche:! No comadrita usted no puede seguir haciendo el
albita porque si la sigue mojando el “angelito” no va a poder subir ni volar al cielo, las
lágrimas no lo van a dejar, así es que mejor yo se la termino, falta poco que coser.
-No lloren por favor, rogó Manuela, eso es malo, perturba al “ángel”. El vestido fue
terminado y quedo realmente hermoso. Se lo pusieron a la niña sujetándola: le
fueron cosidos los hombros y las alitas las prendieron al traje por detrás, con sus
puntas hacia arriba para facilitarle el vuelo.
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Llega a la capilla, Jorge, un joven pueblerino que estaba de visita donde Elena, y
que al oír del “angelito”, fue por unas velas y puso en un tarrito de lata con arena, la
encendió y con mucha prudencia y respeto, la colocó a los pies de “Juanita de Dios”
bien centrada en relación a flores y todo que adornaba el blanco mantel que cubría la
mesa de mimbre.
Salta Doña Carmen como empujada por un resorte, a la vez que le grita a
congojada…! No haga eso Don Jorgito, saque esa vela de ahí!
-¡Ahí no pues Don Jorgito! ¿no vé que si “usté” pone la vela debajo de los pies del
“angelito” él no va a poder llegar al cielo “porque al volar, la llama de la vela la va a
quemar por sus “mesmos” pies y se va arder sin poder seguir subiendo”. Jorge en
ese momento solo sintió que estaba “como pollo en corral ajeno”. Le arrebataron la
vela y la pusieron por detrás del cuerpecito, frente al torso, detrás de la cabeza; pero
bien a la orilla de la mesa…! Aquí si pues, perdone usted y muchas gracias por
preocuparse!
Cuando la capilla estuvo llena de flores, coronitas, y las mujeres un poco más
tranquilas, una de ellas va a conseguir con Elena… que preste su guitarra para
llevarla al velorio, ¡es pa´ cantarle al angelito no más, señora!... Llevo el instrumento
a la pequeña pieza donde todos estaban esperándola y Doña Carmela la tomó
suavemente y comenzó por reafinarla. Tirando sus cuerdas, tin-tin las delgadas, tan-
tan las gruesas, hasta que llegó al punto justo de afinación por “media-música”. (Mi-
re bemol-la-mi-la-mi). Empezó a pulsar las metálicas cuerdas que dieron sonido
como de campanitas y empieza a cantar una canción al “angelito” que partía al cielo,
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cuando nuevas lágrimas corren copiosas por sus mejillas, a pesar de que ella sabía
que el “angelito” que se vá, es motivo de alegría, la pobre viejita no pudo contener su
llanto y su canto pareció más bien, un lastimoso gemido con melodía…
-Si usted quiere comadre… yole canto, sé canciones muy lindas para “ellos”, no llore
más y yo lo hago en su nombre. ¿ por cuál “finar” está?
-Por “media-música”?.
-Ah… pero yo voy a tocar por “trasporte”, es más alarmante el sonido aionia la
guitarra de nuevo y sale otro “son” al pulsar las cuerdas, muy parecido al anterior,
pero más lleno el acorde, además muy sonoro, puesto que atravesado sobre las
cuerdas y por encima del cuello de la guitarra.
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Cuando Dios manda la muerte
En la tarde trajeron el pequeño ataúd blanco, que fue pintado y secó rápido…
Elena fue´ toda orgullosa a entregarlo a los padres de “Juanita de Dios”, y cuál no
sería su sorpresa y desengaño cuando se dio cuenta de que éste solamente iba ser
usado por el “ángel” en el momento de llevarlo al cementerio y ni un minuto antes. El
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velorio seguiría igual que antes, con el “angelito” sentado en la mesa, su mano
recibiendo monedas que servirían para comprar vino para ponches: su pequeña
carita pintarrajeada… sus ojitos abiertos mirando al infinito, como esperando que
“Tatita Dios” le dijera… ¡Ya… “angelito” “Juanita de Dios...“ estai lista pa´subir al
Cielo… el valle está limpio, sin nubes ni viento…sube …sube… aquí te estoy
esperando… aleta…aletea!
Alguien comenzó a rezar en voz baja por fuera de la casa, circundando la capillita,
la gente estaba toda bajo la sombra del parque y por entre sus frondosos árboles
dijeron haber escuchado un suave aleteo ¿paso una paloma? Dijo Elena,…no
sé…algo paso con ruido de alas… y justo en ese momento el rezador decía…Digo la
una que es una
en nombre de Jerusalén
Elena muy impresionada a la vez que conmovía con todo lo que estaba pasando,
también cantó bajito una oración que en ese momento le inspiró aquella inolvidable
situación, vivida por ella por primera vez en su vida y que le coló muy hondo, por eso
ella dijo así… como completando lo que faltaba.
“Angelito yo te quiero
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Abre tu mano encogida
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“Velorio de Angelito”
Como haciendo los momentos más tétricos, el “terrenal de las charillas” azotaba
con furia las paredes de la casa esa madrugada del mes de Julio; y amenazaba con
despegar las vigas del techo en cualquier momento a las fonolitas alquitranadas.
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-No se volarán, porque puse unos tirantes de alambre bien firmes.-
Cosa increíble, esté ritual tan sencillo tuvo su efecto positivo. El “terrenal de las
chacrillas” cesó, ya no daba sus embates incansables contras las cosas del sector
que se interponían a su desenfrenado galope.
A partir de ese instante, empezaron a llegar los vecinos más cercanos. Algunos
por mera curiosidad, y otros intentando mitigar con palabras de consuelo el dolor de
la familia.
Aurora de la mañana
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no llore tenga consuelo
Al día siguiente lo colocaron dentro de un cajón blanco, y como las tres de la tarde
hicieron su funeral. A mí no me llevaron porque era muy pequeño -dijeron- Además
no entendía estas cosas. Pero igual sentí nostalgia al verlo alejarse rumbo al
camposanto por la calle “Bellavista.”
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No habían transcurrido más de dos días de los funerales, era de noche. Apenas se
apagó la luz de la vela para prender el viaje por la pradera al sueño, cuando
inconscientemente miré la cortina de la ventana de la pieza. Y como les dije
anteriormente ¡créame o no!, en ella se proyectó una guagua cogiendo flores en un
jardín muy hermoso. Estas se movían en ondulaciones, formando olitas, como si
estuviesen recibiendo la acción del viento.
Esta aparición se volvió a repetir las siguientes noches, apenas se apagaba la luz,
y ahí estaba la visión en la cortina de la ventana. Como consecuencia me enfermé, y
empecé a enflaquecer de una manera preocupante. Me llevaron al doctor, y al
hacerme los exámenes correspondientes no encontró la casusa de ella… estaba
desahuciado por la ciencia médica; y lo peor seguía empeorándome en la cama.
También gracias a ella estoy aquí presente, para contarles estas vivencias a
ustedes.
en la gloria eternal
ya ha sido admitido.
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De la gracia revestido
en la celestial mansión
se le ve muy derechito
Al finalizar estos versos, veo deslizarse lágrimas por la mejilla del “viejo
Marcelino”. Agacha la cabeza, y guardando un profundo silencio se queda triste
mirando el suelo.
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El ruego del angelito
Angelito, estoy vestido de organzas y envuelto en un chal bordado a crochet. Mi
cabeza esta demarcada por un gorro de punto que señala, justo en medio de mi
frente, el nacimiento de mi nariz pequeña y fría.
Me he quedado con los ojos abiertos y una turbiedad que, poco a poco, va
llenando mis pupilas y opaca el blanco azulado de mis escleróticas.
Mi madre, con un velo que le presto su hermana, mira el suelo de tierra rociado
con agua que llenaron de pétalos de rosas blancas, suspirando y llorando, no quiere
mirarme ni escuchar ya nada.
Mis ojos no quieren seguir mirando el ronroneo de voces que repiten lo que dice
´ñatrini, ni los chistes que dicen en el fondo del patio los hombres arrimados a una
fogata, en la que diviso en llamas la cabecera de mi cuna.
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Déjenme quedarme en esta muerte inesperada y lastimera que ya no tiene nada
que ver con la ventura de la vida. Soy el angelito que quiere cerrar sus ojos, sus
oídos y su corazón a lo que no le asignaron de vida.
Soy culpable… Aquí está mi cuerpo pequeño, disponed de él, pero pronto. Mejor
sería estar con mis brazos en cruz tendido en la infinidad del cielo.
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Ángel sin alas
“Misiá Tatito”, le llamaban cariñosamente en aquel pueblo entre dos quebradas.
Era una mujer de edad indefinida, eternamente vestida de negro. Hasta los más
antiguos del lugar aseguraban recordarla exactamente igual desde pequeños. La
creían poseedora del secreto de la eterna juventud, y no parecían estar muy errados,
pues Misiá Tatito lucía un rostro blanco e imperturbable, libre de arrugas y un cabello
que aún no conocía la nieve del tiempo. Sin embargo, algo en su mirada y en su
modo de ser denunciaban la carga de años que llevaba a cuestas. Era lo que bien
pudiéramos llamar una “bruja buena”.
Vivía sola en una humilde casa de tablas, en la que una mezcla de paja y barro
impedía que el viento se colara por as innumerables rendijas. Dos piezas componían
la vivienda; una destinada a dormitorio y otras más amplia que hacía las veces de
comedor –consulta. En la primera, lucía una cama solitaria tendida a ras de suelo y
un pequeño velador hechizo, en medio del cual resaltaba un vaso roto con una vela
en si interior, cuya espelma se había adueñado del piso de tierra circundante. En
tanto, en la segunda pieza era posible ver en un rincón una mesa artesanal llena de
múltiples artefactos indefinibles: piedrecillas de todos los colores y tamaños, yerbas
aromáticas, trozos de géneros, pajillas y un mazo de viejas cartas, entre muchas
otras cosas. Los muros disimulaban su blanca desnudez de cal con unos cuantos
dibujos infantiles amarillos por el tiempo, regalo otorgado sin duda por más de algún
chiquillo agradecido a quien Misía Tatito le curó un mal. Sin embargo, lo que más
llamaba la atención del conjunto era una gran imagen de la Virgen al lado de la cual
se erguía un pequeño esqueleto perfectamente conservado. Era este último el único
recuerdo que tenía de su otrora querido compañero: Rondín, su fiel perro.
Muchos comentaban en el pueblo que sin duda ella tenía la cama como siempre la
adorno, puesto que verdaderamente no necesitaba dormir, deambulando por las
noches convertida en extraño pájaro. Yo la observaba desde lejos, y nunca pude
imaginarla como tal. Sin embargo le rehuía, temiendo que al malo me pudiera hacer.
Siempre tenía gente que acudía a consultarla, y ella recetaba con paciencia
inigualable a cada una la infusión de yerba exacta para la cual o cual dolencia.
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También predecía el futuro leyendo las cartas, quitaba el mal de ojo u oficiaba de
“cantora” en los velorios de angelitos. Algunos le temíamos, otros la amaban, pero
todos de alguna u otra forma agradecíamos su presencia entre nosotros.
Recuerda aquella tarde que acompañé a mamá al velorio del angelito de la familia
Rosales. El pequeño Raulito, de 8 meses de edad, parecía un pálido muñeco
rígidamente sentado en una silla puesta sobre una mesa y adornada como un trono.
Entre sus manos sin vida entrelazaron guirnaldas de flores, y otras tantas colgaban
de su blanco ropaje. Sus labios dibujaban la dulce sonrisa de quienes descansan en
paz, ajenos al dolor y a la miseria humana.
-El (sic) angelito es un ser puro, que no conoció el pecado –decía Misia Tatito,- por
eso no necesitaba de rezos para salvarse. El entra derechito al cielo, y allí lo recibe
San Pedro en persona. No hay que llorar entonces, sólo recordar las cosas buenas y
pedirle que ruegue a Dios por todos nosotros.-
Así transcurría el tiempo en el viejo poblado escondido entre dos quebradas, hasta
que algo vino a perturbar la rutina diaria. Sin razón aparente comenzaron a
enfermarse varios niños. La fiebre hacía arder sus cuerpos convulsos y unas
manchas indefinibles las cubrían casi por completo. Era invierno, y los caminos
intransitables nos mantenían aislados de la ciudad más cercana, como solía ocurrir
cada año. Misiá Tatito multiplicó entonces sus esfuerzos; las infusiones de yerbas
eran repartidas casa por casa y ella misma atendía a cada pequeño enfermo.
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Yo le observaba desde lejos aquella tarde, hasta que un terrible dolor de cabeza
caso hizo estallar mis sentidos durante algunos minutos, convirtiéndose luego en una
hoguera que hacía arder cada milímetro de mi cuerpo. Inútil era tratar de recordar
algo más, pues, la inconsciencia me cubrió con su negro velo.
Siete días pasaron antes que la muerte decidiera soltarme de entre sus garras. Al
abrir los ojos pude ver una imagen borrosa y enlutada junto a mí, que poco a poco
cobró nitidez: Misiá Tatito, más pálida que nunca. Su rostro acusaba el enorme
cansancio por haber permanecido todo aquel tiempo a mi lado, mojando mi frente
con paños húmedos, dándome de beber gota tras gota sus infusiones de hierbas y
rezando incesantemente.
-Ya volviste a este mundo criatura -me dijo- tomando mis manos entre las suyas –
Gracias Señor-.Desapareció luego en silencio, deslizándose como una sombra más
en medio de la noche.
Un día, que quiero borrar de mi mente, sucedió algo que marcó para siempre mi
corta existencia. La puerta de la casa de Doña Tatito estaba abierta de par en par, y
la penumbra apenas dejaba ver en su interior. Un quejido lejano me sobresaltó e
inmediatamente comencé a ubicar su procedencia. Cuando mis ojos lograron
acostumbrarse a la oscuridad, pude verla, y mi corazón se detuvo violentamente,
para luego emprender una loca carrera dentro de mi pecho. Allí estaba Misiá Tatito,
tirada en el suelo y bañada en sangre. Esta fluía de su cabeza y formaba ya
pequeños charcos en el piso de tierra.
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-Hija- musitó – vete a casa, y ruega a Dios por esta vieja.
Recuerdo que me acerqué a ella rápidamente, tratando de limpiar con mi vestido
su ensangrentado cuerpo. Las abundantes lágrimas que derramé ayudaron de
alguna manera a cumplir con aquella dolorosa tarea. Sin embargo, todo fue inútil, y
de pronto un suspiro profundo me indico que Misiá Tatito había emprendido viaje
hacia la eternidad.
Corrí en busca de ayuda, tropezando a causa de mi borrosa mirada, hasta llegar a
casa. Allí en enteré que un grupo de personas del pueblo la había culpado por la
enfermedad que atacó a los niños. Más de alguno juró haberla visto cuando se
convertía en pájaro y volaba sobre el techo de las viviendas. Otro dijo haberla oído
invocando al diablo y ofreciendo sacrificios en su honor. Así fue como decidieron
cobrar venganza por su propia mano, apedreándola hasta que “el mal espíritu” la
abandonara.
Misiá Tatito, el ángel sin alas. Cómo pudo la gente olvidar con tal facilidad cada
uno de tus desvelos, tus oraciones, tu infinita bondad. Desde la pequeñez del sitio
que ocupo en la tierra te invoco, pidiéndote que ruegues por cada uno de aquellos y
de nosotros. Tú, que estás tan cerquita de Dios puedes hacerlo, porque los seres
puros entran derechito al cielo, mi dulce ángel sin alas.
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Bibliografía
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disciplinamiento cultural en el Norte Chico. Copiapó, 1840-1900. Revista HISTORIA,
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Capítulos
Salinas, Maximiliano. Comida, música y humor. En R, Sagredo. & C, Gazmuri,
Historia de la vida privada en Chile.” El Chile moderno de 1840 a 1925.” Tomo II
Colección
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Cuentos PRODEMU, ALOTP, Biblioteca Nacional.
Libros
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Periódicos
Los Debate
Tesis
Fernández, Maricarmen. (2003). Velorio de angelito: muerte inocente. Tesis para
optar al grado de Licenciado en Diseño Gráfico. Santiago. Universidad Finis Terrae.
Recursos electrónicos
Memoria chilena. (www.memoriachilena.cl).
Gráficos
Instituto Nacional de Estadísticas, INE. (www.ine.cl).
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